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sufrió un “latigazo cervical” y que el porcentaje establecido por el
perito es desproporcionado. También consideran elevada la suma
fijada en concepto de daño moral.
La citada en garantía también impugna la atribución de
responsabilidad. Hace alusión a las constancias de la causa penal, y a
las contradictorias opiniones de los testigos, afirmando que uno de
ellos es más creíble. En segundo lugar, cuestiona que se haya
dispuesto la aplicación de la tasa activa.
Comenzaré por el examen de la responsabilidad.
Es un hecho no controvertido en esta instancia que el día 24 de
septiembre de 2009, aproximadamente a las 12hs., el actor circulaba
en su vehículo marca Fiat Palio dominio GRQ 728, por la calle
Quirno, en dirección hacia la Avenida Eva Perón, de la CABA, y que
cuando superaba la intersección con la calle Bonifacio, fue embestido
en la parte trasera izquierda de su vehículo, por el rodado del
demandado, un Fiat Siena IAE-257. El demandado falleció, e
intervienen sus herederos.
Ahora bien, cada uno le atribuye la culpa al otro. El actor
sostiene que circulaba por la calle Quirno, y que estaba por superar la
intersección con la calle Bonifacio, habilitado por la luz verde cuando
fue embestido por el demandado. La citada en garantía y los
codemandados aseveran que el demandado circulaba por la calle
Bonifacio, y cuando estaba por cruzar la intersección con la calle
Quirno, la luz verde habilitaba el paso Admiten que fue embestido al
actor, pero por haber cruzado éste último con luz roja.
El perito mecánico sostuvo que “no hay datos objetivos que
permitan determinar quién cruza en forma reglamentaria” (fs. 224).
La otra prueba producida fue la testimonial, y declararon dos
testigos, en forma opuesta.
El testigo Juan Carlos Reynoso, declaró que “iba atrás de un
taxi por la calle Bonifacio (…) que de repente el auto taxi estaba por
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cruzar y cruzó un auto particular que venía por Quirno y cruza con luz
roja, que este vehículo se fue luego contra la vereda en la ochava (…)
que recuerda que cruzaron en verde” (fs. 227).
En cambio, el testigo Hugo Daniel Viva testificó que “circulaba
por la calle Quirno, que (…) venía diez o veinte metros detrás de un
vehículo marca Palio de color rojo, que cuando se acerca a la
intersección (…) el Palio se encontraba cruzando y un taxi que venía
por la otra calle lo impacta en la parte de atrás al Palio y lo envía
contra la vereda embistiendo a un edificio (…) que el paso estaba
habilitado para los vehículo que venían por la calle Quirno” (fs. 228).
La juez de primera instancia consideró que, por aplicación de
las reglas de la sana crítica, al haber dos testigos contradictorios, y no
ser posible determinar cuál de ellos debe prevalecer, cabía prescindir
de este medio probatorio. Agregó que poco aportaba la causa penal, de
modo que al regirse el caso por el régimen de responsabilidad objetiva
emergente del art. 1113 del Código Civil, y al ser el demandado el
embestidor, correspondía admitir la demanda.
La citada en garantía afirma de que la causa penal no surge que
el demandado fuera responsable, pero tampoco surge lo contrario.
También alega que no se declaró el día del evento la presencia del
testigo que apareció cuatro días después, pero la misma consideración
puedo efectuar con relación al otro testigo, que recién apareció en
sede civil. El juez con competencia penal manifestó, al disponer el
archivo, que sólo se contaba con la versión del damnificado.
Por lo demás, como es sabido, el archivo de la causa criminal
no impide juzgar la responsabilidad civil, ámbito en el que rigen otras
reglas.
Según el testigo Reynoso, en el taxi embestidor viajaba una
pasajera. De ser así, me pregunto porqué no ha sido traída al juicio
dicho testigo.
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En suma, como dije, rige el sistema de responsabilidad objetiva.
Esto significa que, probado el hecho (contacto entre dos rodados),
cada uno es responsable de los daños sufridos por el otro, a menos que
se prueba la fractura del nexo causal. La prueba de la eximente, que
pesa sobre el presunto responsable, debe ser categórica, no debe dejar
lugar a dudas, ya que se trata de una excepción a la regla.
En el caso, coincido con la a quo, la prueba que se apoya en un
solo testigo, que a su vez es contradicho por otro, es insuficiente a tal
fin.
Por ende, propongo confirmar lo resuelto sobre el punto.
A continuación trataré los agravios sobre los diversos montos
indemnizatorios.
Comenzaré por la denominada incapacidad sobreviniente. A fs.
306/309 obra la pericia médica. Sostuvo el experto que “… el actor
presenta una incapacidad parcial, permanente y definitiva del 15%...”
(fs. 309). El informe fue impugnado por el accionante (fs. 310). El
experto, atendiendo a las críticas, volvió a determinar la incapacidad
en un 38% (fs. 318 vta.). Asimismo, la pericia fue impugnada por la
citada en garantía (fs. 326) y, por su parte, el perito se limitó a ratificar
la incapacidad determinada en segundo lugar (es decir, 38%, fs. 339).
A fs. 381, se dicta una medida para mejor proveer, a fin
de que el médico aclare algunos puntos de su pericia (fs. 381). El
experto presenta una nueva pericia, reafirmando que padece una
incapacidad del 38% (fs. 396). En último término, se lo removió.
Se designó a un nuevo perito quien, luego de realizar un detalle
de los estudios médicos ordenados, determinó que el actor sufrió un
“latigazo cervical”, y como “se cuela psíquica, presenta una Reacción
Vivencial Anormal Neurótica GRADO II”, concluyendo en que “…
presenta una cervicobraquialgia, que lo incapacita en forma parcial y
permanente en el 8% del Valor Obrero Total y Total Vida. Como
secuela psíquica presenta una Reacción Vivencial Anormal Neurótica
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Dispuso la a quo que “A fin de ponderar la procedencia y
cuantificación de este rubro indemnizatorio tengo en cuenta los
padecimientos acaecidos por el actor y las secuelas invalidantes”. Lo
cierto es que no se advierten “secuelas invalidantes”, sino sólo el
disgusto que provoca un accidente de tránsito, por lo que también
propongo reducir este rubro a la suma de $75.000.
Se agravia el actor de la suma fijada en concepto de gastos
médicos, farmacia y traslados. Sin embargo, dedica escasas tres líneas
sin justificar el motivo de sus quejas. No cumple con el requisito de
adecuada fundamentación.
También el actor se queja de la suma de $16.000 establecida por
los gastos de reparación del rodado.
El perito ingeniero informó que el costo de la reparación
promedio asciende a $14.860 (fs. 225). Sobre este punto, la pericia fue
impugnada por el actor (fs. 247). Finalmente, el experto ratificó la
estimación del costo de arreglo realizado en su informe pericial; con
la salvedad de la óptica, donde observa que es aceptable incrementar
su valor.
Pues bien, no informó sobre el valor de la óptica, y ello
entonces fue establecido por la a quo en uso de sus facultades, con
prudencia.
No encuentro razones para apartarme de esa decisión.
Por último, cuestiona la suma de $1000 fijada en concepto de
privación de uso.
Efectivamente, dicha suma es insuficiente, y sugiero elevarla a
la cantidad de $4000.
Se agravia la citada en garantía de que se haya fijado la tasa
activa de interés.
Dispone el art. 768 del Código Civil y Comercial que:
“Intereses moratorios. A partir de su mora el deudor debe los intereses
correspondientes. La tasa se determina: a) por lo que acuerden las
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incumplidores. Lo dicho no obsta en absoluto a la garantía de los
derechos del deudor, en particular cuando, en su calidad de
consumidor, se haya visto sometido a abusos que las normas
protectoras imponen reparar. Son cuestiones distintas que pueden
tratarse de manera independiente (Drucaroff Aguiar, Alejandro, “Los
intereses en los contratos bancarios y el nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación”, RCCyC 2015 –agosto-, 162).
Esta Sala viene aplicando desde hace tiempo la tasa activa de
interés, ya sea por aplicación del fallo plenario obligatorio, ya por
considerar que no había motivos para cambiarla por una tasa pasiva.
Más aún, advirtió que la tasa activa que aplicaba este tribunal
no compensaba al acreedor, para quien el costo del dinero es mucho
más alto. Parece entonces que una tasa adecuada para estos casos sería
la que surja de aplicar dos veces la tasa activa, pues su resultado
refleja el costo del dinero en el mercado para muchos usuarios.
Sin embargo, en el caso, ello implicaría colocar en peor
posición al apelante, por lo que propongo que se confirme lo resuelto
por la a quo.
Por todo lo expuesto, propongo modificar la sentencia apelada
y; reducir la indemnización por incapacidad a la cantidad de
$180.000; la del daño moral a la de $75.000; elevar la indemnización
por privación de uso a la suma de $4000; y que se la confirme en todo
lo demás que decide; con costas de esta instancia por su orden.
El Dr. Fajre y la Dra. Abreut de Begher, por las consideraciones
expuestas por el Dr. Kiper, adhieren al voto que antecede. Con lo que
se dio por terminado el acto firmando los señores Jueces por ante mí,
que doy fe.
FDO. José Benito Fajre, Liliana E. Abreut de Begher y Claudio
M. Kiper.
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