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Desarrollos tardíos: Écart, reversibilidad, y la cara del mundo.

La vida aumentada y atenta que viene de reconocer la percepción vivida como una apertura
sinérgica sobre el mundo.

Écart y reversibilidad

Merleau-Ponty dice que lo que es verdad para el tiempo debe también ser dicho de la
experiencia perceptual. Nos resulta profundamente familiar; lo vivimos todos los días, y lo
conocemos por conocimiento directo. Esta experiencia es, él dice, una fe perceptual: no en el
sentido de una creencia que es aceptada sin cuestionamiento, más bien como "una adherencia
más allá de la creencia", un compromiso con el mundo que es anterior al pensamiento
proposicional. La tarea que MP se pone ante sí mismo es "interrogar" esta "fe perceptual".

Hablando en general entonces, el proyecto de MP en Lo visible y lo invisible es encontrar un


modo de articular (expresar) la naturaleza y la significación filosófica de este tejido paradojal ,
este "ser salvaje", sin deformarlo en el proceso.

La percepción es algo que yo hago a través de mi cuerpo viviente; las cosas percibidas se
organizan en el contorno y las posibilidades sensoriales de mi cuerpo. Pero, por todo eso, la
percepción viva es un encuentro con lo que no es mío. Las cosas que percibo resisten y
desplazan mi cuerpo; ellas pueden injuriarme. Es más, ellas eluden mi mirada, exploraciones, y
juicios deliberados con sus profundidades, solidez, y lados ocultos. Y las cosas me rodean; ellas
toman distancia, aun cuando mis ojos están cerrados o mi atención está enfocada en algo
cercano. De cara a esto, la percepción viviente es esta experiencia paradójica del encuentro del
otro-de-mi sólo a través de mí.

Por un lado, el sí mismo viviente, encarnado es el vidente quien ilumina las cosas mundanas con
su vista y toque. Al mismo tiempo, el vidente es visible y tangible. En efecto, es vidente solo en
la medida que es visto; es activo y pasivo a la vez. O de nuevo, está más allá de la clásica
dicotomía toda junta, por ello es actividad en virtud de su pasividad. Para estar seguro, toco las
cosas del mundo solo por ser una masa carnal, ósea. Y yo puedo tocarme a mí mismo como una
masa carnosa, o verme en el espejo como una cosa, pero sólo por un momento antes de que
resurjan mis poderes activos. Así, el viviente en sí mismo es cosa y no-cosa a la vez, y este
hecho raro socava la noción tradicional cartesiana del sí mismo como una reflexión pura,
transparente. Contrariamente a esa ficción abstracta, MP dice que nosotros somos "un yo por
confusión, nercisismo, a través de la inherencia del vidente en lo visto, el tocante en lo tocado,
el sintiente en lo sentido".

La experiencia perceptual, luego, es en efecto un muy extraño tejido. Me envuelve a mí y lo que


no soy yo, a mí y a los otros, vidente y visible todos a la vez.

De nuevo, el projecto de MP en Lo visible y lo invisible es encontrar un modo de honrar y


expresar el tejido enigmático del "ser salvaje" sin seguir el camino de esos filósofos que lo han
deformado.
"deshicencia", "cambio", y "fisión fundamental", écart refiere a la diferencia constitutiva en el
tejido de la experiencia. Para el, esta diferencia constitutiva es lo que abre, por ejemplo, al
vidente de lo visto, pero es una apertura que no es tan severa para que los dos aspectos estén
divorciados uno de otro. Para MP, esta diferencia sutil, esta "separación en relación" es lo que
está rasgado en oposición al esfuerzo de conceptualizar la experiencia a través de la predicación.

En resumen, MP argumenta que la oposición del fundamento de Sartre hace imposible a la


percepción. Pero por supuesto que nosotros percibimos, vemos, escuchamos, tocamos y olemos
las cosas del mundo; vemos las cosas medio ocultas en perspectiva y perdil. Tenemos visión
como una iniciación al mundo que es lo otro de nosotros. Y, para MP, esto implica que la
experiencia perceptual debe involucrar una diferente clase de diferencia que la oposición. El
escribe para mostrar que ello involucra una diferencia más sutil, más que una separación, donde
el todo no está divorciado del mundo, más bien es una parte del mundo que se abre a ello. Como
MP dice, "la visión es una presencia ubicua para el mundo mismo... y al mismo tiempo
irremediablemente distinta de lo que ella ve, de lo cual está separada". Nuevamente, esta
separación-diferencia en el corazón de la experiencia vivida es lo que MP llama écart-

Como MP ha mostrado, en vez de esa diferencia, vivimos algo diferente en la fe perceptual: mi


carne se abre hacia las cosas y a otras criaturas que no son yo, pero no opuestas a mi, tampoco.
Ellas no son cosas opuestas, sino separadas de mí. En efecto, sólo es posible percibirlas porque
ellas están separadas de mi- separadas y diferentes en el espacio, composición, textura, función,
densidad. Si no hubiera diferencia, todo se borraría en una monocromía y la percepción como la
conocemos se desvanecería. El écart es entonces elusivo, fácil de deformar, y aún
ontológicamente esencial. Él es, en una frase, la separación-diferencia que hace posible a la
percepción.

Al mismo tiempo, es imperativo entender que écart no es "trascendental" en el sentido de Kant,


por lo cual no es "externo a", "exterior", o "anterior" a la experiencia perceptual, sino más bien
está en medio de ella, abriéndola desde adentro. Podemos luego decir que el écart es el mero
trabajo de apertura en la experiencia perceptual el cual crea el espacio o grieta a través de la cual
la sensibilidad ocurre. Como dice Merleau-Ponty: "Mi carne y la del mundo... envuelven zonas
claras, claridades, alrededor de las cuales pivotean zonas opacas", y esto es, pienso, en términos
del écart como el espacio de estos "pivotes abiertos" que MP comienza a concebir la percepción
vivida como nuestra apertura al mundo.

Sin embargo, hay otro aspecto importante del écart para MP, y es su reconocimiento de que la
diferencia-apertura del yo al mundo y a los otros conlleva una clase específica de relación. Para
estar seguros, dado que la diferencia en experiencia no es tan severa como para ser oposición,
viene con ella una cierta clase de reflexividad. (cita de Hass o de MP).

Solapamiento, encabalgamiento, cohesión. MP también se refiere a esta relación reflexiva como


"entrelazo" y "quiasmo".
Pero en los últimos capítulos de VI, MP lleva estas variadas expresiones juntas bajo el término
maestro de "reversibilidad". Reversibilidad es su ingenioso término tardío que apunta a la
relación abatible a través de la divergencia que corre a través del tejido de la experiencia.

Écart y reversibilidad: como dice el propio MP, "tales son las extravagantes consecuencias a las
que llegamos cuando tomamos seriamente, cuando interrogamos la visión". Hemos visto que
écart y reversibilidad no son propiamente entendidos como dos "cosas" distintas, sino que son
más bien diferentes aspectos de la misma relación: la divergencia abierta y el solapamiento que
acompaña.

La carne del mundo

En resumen, écart es una apertura diferencial del espacio en el corazón de la experiencia


perceptual la cual no es oposición. La reversibilidad es la relación de solapamiento perceptual
que se enrolla sobre el écart -el "entrelazo" o "cohesión" de lo que es radicalmente diferente.

...las experiencias sensoriales del écart y la reversibilidad son vividas en la carne. De hecho,
hablar de "carne" impregna sus escritos finales; claramente, el entiende a la carne como una
innovación revolucionaria. Por ejemplo, él dice que la carne es "una noción última" y además de
eso "no hay nombre en la filosofía tradicional para designarla". Pero ¿qué quiere decir
precisamente "noción última"? ¿Qué aspectos de la experiencia vivida expresa la carne?

Para comenzar, los escritos tardíos revelan un sentido claro de "carne" como el más obvio: MP
usa el término para referir a la carnalidad y fisicalidad de nosotros mismos y nuestras relaciones
en el mundo. Más allá de lo diferente que soy como ser vivo a las cosas inanimadas, estamos
aun íntimamente relacionados a través de nuestra carnalidad. Como afirma MP en OyE: "mi
cuerpo... es captado en el tejido del mundo, y su cohesión es aquella de una cosa".

Mi carne y las cosas: estamos hechos "de la misma cosa". Compartimos espesor, profundidad
mundana, peso, y superficies; nos reunimos en un frío contacto, firme resistencia, e influencia
mutua. Somos "contrapartes" o "cohabitantes" del mismo mundo.

Este ensamble carnal de mi mismo, otras criaturas, y las cosas sensibles es parte de lo que MP
significa cuando habla de "la carne del mundo": no el absurdo de que todo es literalmente carne
y sangre, sino que más allá de las irreductibles diferencias, todos compartimos clases de
corporalidad. En este primer sentido de la carne como carnalidad, MP usa el término como una
estrategia intencional alternativa a la vieja moción de "materia" -una noción que homogeiniza
todas las cosas que toca y elimina toda pizca de contacto sensual. No hay dudas: "carne" es a
veces usada por MP por su poder de evocar la carnalidad sensual de la experiencia vivida.

En un pasaje MP habla de carne como una distancia que lleva con ella proximidad. Un poco
después lo discute como una paradoja arquetípica, "porque el cuerpo pertenece al orden de las
cosas (tanto) como el mundo es... carne. Aún en otro lugar el refiere a la carne como "un estilo
de ser".

Pienso, porque estudios cercanos revelan que estos tres usos aparentemente diferentes de la
carne -como distancia/proximidad, como paradoja y como estilo- son simplemente modos en
que MP refiere al segundo sentido de carne: como reversibilidad. Pero cuando MP habla acerca
de "distancia" que es consonante con proximidad, es se refiere al écart y la proximidad que se
enrolla alrededor de el es reversibilidad. Además, cuando el refiere a la carne como "paradoja"
está apuntando hacia el raro entrelazo (reversibilidad) de las cosas que son diferentes pero no
opuestas. Finalmente es bastante claro a partir de los textos que MP entiende esta reflexividad a
través de la diferencia como el mero "estilo de ser". Podemos ver estos tres usos
superficialmente diferentes reunirse en la reversibilidad,

Carne como carnalidad, carne como reversibilidad: hay, sin embargo, un tercer sentido de carne
en VI y este es como un elemento del ser. MP se ve movido a hablar de este modo porque, el
dice, las categorías de la metafísica tradicional no hacen justicia a la dinámica carnal de la
carne. "La carne no es materia, en el sentido de corpúsculos de ser los cuales se agregarian...
para formar seres". Ni, el dice, la carne está bien entendida a través de las categorías de la
mente: idea, representación mental, concepto predicativo, material psíquico. Y no
comprendemos a la carne a través de la "sustancia" aristotélica tampoco, la cual es otro término
abstracto que oblitera el carnal, y ya diferenciado carácter de la experiencia vivida. Así, MP
concluye: "La carne no es materio, no es mente, no es substancia. Para designarla,
deberíamos ... el viejo término de elemento...cosa general.... Debo decir que yo encuentro este
tercer sentido de carne bastante provocativo. Además de fuego, agua, aire y tierra, MP está tal
vez sugiriendo

en este pasaje que la carne es el quinto elemento. Podemos pensarlo como un "elemento de la
experiencia", un elemento que está en juego donde sea que haya criaturas que perciban. En este
tercer sentido, la carne expresa una "cosa general" o "principio" (como la tierra, aire, agua y
fuego): una cosa general o principio que es tan real como cualquiera de aquellos elementos,
tiene innumerables, heterogéneas instanciaciones, y está presupuesto en la vida de cualquiera
que ofrezca una ontología. Hay en este tercer, fecundo sentido de carne que VI nos trae, una
ontología elemental.

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