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Cómo poner bien la mayoría de los signos de puntuación

Con frecuencia, en mi trabajo como profesor, me encuentro con textos en los que los signos de
puntuación no está bien puestos. De hecho, es rara la ocasión en que no me encuentre ningún
error de puntuación al revisar un texto.
En particular, lo que me encuentro es que se pone coma más veces de las debidas: no solo hay
tendencia a ponerla en lugares en los que nada justifica su uso, sino también a ponerla en
lugares en los que lo propio sería poner otro signo de puntuación, ya sea el punto, el punto y
coma, los dos puntos...
También me encuentro con que se deja de poner coma en lugares en los que sí se debería
poner, o que se pone desplazada del lugar que le correspondería.
Igualmente, a menudo me encuentro con errores en los párrafos de diálogo: se emplean mal los
signos que se han de poner para delimitar los parlamentos de los personajes y los incisos del
narrador, que son la raya, el punto, la coma, los dos puntos...; a menudo, sus posiciones
aparecen intercambiadas.
Todo ello provoca que la lectura no sea fluida y que, incluso, se llegue a malinterpretar alguna
frase.
Si quieres que tus textos tengan calidad, no puedes permitirte ninguno de estos errores. En este
artículo voy a darte las claves para que puedas poner correctamente la mayoría de los signos de
puntuación de un texto.
Para empezar, conviene que sepas lo básico en relación al uso de la coma. A poco que te
manejes bien con ella, estarás poniendo correctamente una buena parte de los signos de
puntuación de cualquier texto, puesto que es el más frecuente: aproximadamente, son comas la
mitad de los que se ponen.
Existe la creencia de que las comas indican las pausas que se hacen durante la lectura, pero es
una creencia errónea. En primer lugar, hay comas que no se traducen en pausas, y en segundo
lugar, y quizás más importante, hay pausas que no vienen indicadas por comas, sino por otros
signos de puntuación; incluso, hay pausas que no vienen indicadas de ninguna manera. Por
tanto, limitarse a poner comas en los lugares en los que al leer se hará una pausa acaba
provocando tanto que no se pongan donde se deberían como que se pongan donde debería
ponerse otro signo de puntuación o, incluso, donde no debería ponerse nada.
Para que veas cómo no todas las comas se traducen en pausas, te pondré el ejemplo más
sencillo posible, que es el que corresponde a la coma que obligatoriamente ha de ponerse entre
cualquier interjección de saludo, como hola, y el vocativo asociado, esto es, la expresión que se
usa para dirigirse a la persona saludada. Esta coma es obligatoria, y lo es por partida doble;
según la normativa, se aíslan con comas, siempre, tanto las interjecciones como los vocativos,
así que, en este caso, no ponerla supondría cometer dos errores, podríamos decir. Pues bien,
esta coma no se traduce en una pausa. Fíjate en que, en el caso general, no decimos...
Hola (PAUSA) profesor.
... sino...
Hola profesor.
... sin hacer pausa entre las dos palabras. Este es, supongo, el motivo principal de que a
menudo me encuentre el "Hola profesor" u "Hola César" así, sin la coma, en los mensajes que
recibo.
Otro ejemplo: fíjate en que cuando, para enfatizar, duplicamos una palabra, tampoco hacemos
pausa entre las dos ocurrencias: no decimos...
No (PAUSA) no (PAUSA) de ninguna manera.
... sino...
No no (PAUSA) de ninguna manera.
... sin detenernos entre una ocurrencia del no y la otra (sí la hacemos, sin embargo, entre la
segunda ocurrencia y la expresión que sigue). El motivo de que no se haga pausa es que no hay
necesidad de hacerla; no por hacerla o no hacerla la frase se iba a interpretar de manera
distinta, como si pasaría, por ejemplo, con la expresión "No lo haré", que con una pausa tendría
otro sentido: "No, lo haré".
Las comas, en realidad, no indican pausas, sino cortes en la estructura gramatical del enunciado.
Lo que sucede es que la normativa, para simplificar, indica que algunas comas hay que ponerlas
siempre, por más que, en realidad, en ocasiones no sea necesario marcar el corte gramatical
para que la frase se interprete correctamente.
Esto que acabo de indicar es lo primero que debes aprender: qué comas se ponen siempre, por
más que durante la lectura se traduzcan en pausas o no. Precisamente, ya en un artículo
anterior había explicado en qué casos hemos de poner coma. Ya te remito a él.
Así como la coma se usa, sobre todo, para delimitar partes de la oración, los otros signos de
puntuación (el punto, el punto y coma, los dos puntos...) se usan ya, sobre todo, para separar
oraciones, esto es, fragmentos de texto con estructura sintáctica independiente.
Al final de un enunciado siempre se pone punto, a menos que el enunciado acabe con una
pregunta o exclamación, en cuyo caso pondríamos el correspondiente signo de interrogación o
exclamación, o a menos que podamos poner puntos suspensivos; estos casos ya no los comento
en este artículo.
La cuestión, aquí, es saber cuándo termina un enunciado, porque perfectamente podría ser que,
por más que acabe una oración, el enunciado continúe con una oración yuxtapuesta, en cuyo
caso el signo a poner no sería el punto, sino el punto y coma o los dos puntos, o, incluso, la
coma.
Pues bien, la respuesta es la siguiente: una enunciado termina (y, por tanto, hemos de poner
punto) cuando el texto que viene a continuación no solo tiene autonomía sintáctica, sino también
semántica, esto es, su significado no está relacionado, a no ser de manera débil, con el del
enunciado anterior.
Pondré un ejemplo. En el inicio de la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez,
tenemos estas dos frases:
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de
recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces
una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos
prehistóricos.
Como ves, en la primera frase se nos habla de cómo un personaje recordó algo, mientras que en
la segunda se nos habla ya de otra cosa: se nos describe brevemente cómo era un lugar llamado
Macondo. En realidad, los dos enunciados sí están relacionados, ya que en el segundo se nos
describe el lugar en el que sucedió algo que se nos ha mencionado en el primero, pero esta
relación es débil, semánticamente hablando, y de ahí que se hayan separado con punto. Habría
sido un error yuxtaponerlos con una coma o con cualquier otro signo.
A poco que, además de las comas, pongas bien los puntos, estarás poniendo bien prácticamente
las tres cuartas partes de los signos de puntuación de un texto, ya que el resto de signos de
puntuación no se emplean con tanta frecuencia, salvo, quizás, la raya, cuando el texto incluye
diálogo, y esto solo en narrativa (novela, relato...).
Por su parte, el punto y coma se usa cuando la oración que sigue, por más que tenga
autonomía sintáctica, está estrechamente relacionada, en lo que a su significado se refiere, con
la oración que la precede. Así, la separación que indica el punto y coma es mayor que la que
indica la coma, ya que separa oraciones, y no simplemente partes de la oración, pero menor que
la que indica el punto, ya que las oraciones que separa no están tan alejadas una de la otra en
lo que se refiere a su significado. De hecho, el propio nombre del signo ya indica, de alguna
manera, que cumple a la vez función de punto y función de coma, o que está a medio camino
entre uno y otra.
Aquí tienes un ejemplo de uso del punto y coma:
Aquello le pareció a la vez tan sencillo y prodigioso, que de la noche a la mañana perdió todo
interés en las investigaciones de alquimia; sufrió una nueva crisis de mal humor, no volvió a
comer en forma regular y se pasaba el día dando vueltas por la casa.
Como puedes comprobar, lo que se comunica en la segunda oración complementa de alguna
manera lo que se ha comunicado en la primera, y entre ambas forman un enunciado con
significado completo.
Ya en cuanto a los dos puntos, los pondremos cuando, de la manera que sea, hayamos
anticipado la oración que sigue, que no será sino una explicación, ejemplificación o concreción
de lo mencionado en la oración anterior:
Por último, cansado de esperar, se lamentó ante Melquíades del fracaso de su iniciativa, y el
gitano dio entonces una prueba convincente de honradez: le devolvió los doblones a cambio de
la lupa, y le dejó además unos mapas portugueses y varios instrumentos de navegación.
Los dos puntos se usan tanto para introducir oraciones como expresiones sin estructura
gramátical independiente:
El jefe del pelotón, especialista en ejecuciones sumarias, tenía un nombre que era mucho más
que una casualidad: capitán Roque Carnicero.
También hemos de poner dos puntos para introducir una enumeración, por más que lo que
venga a continuación tampoco sea ya una oración (con su sujeto, su verbo, etc.).
El otro caso habitual de uso de los dos puntos es introducir un parlamento que hayamos
anticipado con un verbo de dicción:
Luego sonrió por primera vez en mucho tiempo y dijo en castellano: «Cuando me muera,
quemen mercurio durante tres días en mi cuarto.»
En caso de que el parlamento lo pongamos en un párrafo propio, lo introduciremos con
una raya (—), que pondremos pegada a la primera palabra del parlamento; previamente
habremos cerrado el párrafo anterior con los dos puntos:
... Desconcertado, sabiendo que los niños esperaban una explicación inmediata, José Arcadio
Buendía se atrevió a murmurar:
—Es el diamante más grande del mundo.
La raya también se usa para delimitar los incisos de narrador. Se escribe, la de apertura del
inciso, pegada a la primera palabra del inciso, y la de cierre del inciso, pegada a la última
palabra del inciso; esta, la de cierre, solo se pone si tras el inciso continúa el parlamento del
personaje:
—No —corrigió el gitano—. Es hielo.
Como ves, en caso de que tras el inciso continúe el parlamento, y haya que separar ambas
partes con un signo de puntuación (en el ejemplo anterior, es el punto y seguido), este se
pondrá tras la raya de cierre del inciso.

Ya dejo para otra ocasión hablar con más detalles de la raya, así como del resto de signos de
puntuación: los puntos suspensivos, los paréntesis, los signos de interrogación y exclamación,
las comillas...

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