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Curso INICIADO.

Introducción

INTRODUCCIÓN

ASTROLOGIA EGOICA, UNA VISIÓN HOLÍSTICA

SOBRE LA IRREALIDAD DEL SER HUMANO.

Diferentes puntos de vista siempre conducen a un centro; diferentes interpretaciones de una misma
realidad han de ser entendidas y respetadas como las partes de un Todo que conforman ese Todo.

El estudio de la astrología egoica conduce a alcanzar una visión de conjunto que nos permitirá
darnos cuenta de esas partes y observando las partes, sin lugar a dudas, acercarnos a contemplar la obra
en su globalidad.

Paso a paso el estudiante de esta astrología ampliará su propia visión hasta unirla con el resto de
perspectivas y un día, casi sin darse cuenta, aunque probablemente después de múltiples esfuerzos, podrá
percibir eso que lo une al Todo que también es, ese ello que da forma a las partes y que asigna un sentido a
las divisiones y subdivisiones. Para contemplar ese ello, para atisbar esa ausencia de reciprocidad entre
realidad y observación subjetiva de la misma, participamos de un conocimiento revelado denominado
astrología egoica.

Cada una de las particulares interpretaciones de nuestra personalidad que alcanzaremos desde
nuestro progresivo entendimiento, representa una forma básica de respuesta, contiene una tipificación de
nuestro aprendizaje, nos ayuda a comprender cómo hemos sido formados psicológicamente, cuáles han
sido nuestras aptitudes y cuáles las actitudes resultantes fruto de la interrelación con nuestro entorno,
padres, infancia, adolescencia y madurez.

Comprendernos en las partes nos llevará antes o después a intuir el Todo abarcante que engloba el
conjunto y más aún a comprender nuestra relación en ese Todo.

Llegar a comprenderlo suele resultar la parte más larga y difícil de ese desarrollo de la conciencia
humana, pero llegar a aceptar, aplicar y vivir en ese orden descubierto, suele ser mucho más simple y
sencillo a la vez que más costoso en parámetros de voluntad, renuncia o simplemente aceptación.

La astrología egoica es una función ALQUIMICA, un arte sagrado de unir y separar, de separar y
unir, de entender comportamientos para poder llegar a ser libres de ellos, libres de patrones, de juicios, de
formas, de necesidades y de apegos; libres por naturaleza para decidir y libres de opiniones preformadas o
formateadas por otros sin nuestro consentimiento.

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La astrología es sin duda una BUSQUEDA, que facilita y posibilita el acercamiento, creando puentes
entre lo que creemos que somos y lo que vamos descubriendo que realmente somos, gracias a irnos
despellejando de falsas necesidades, miedos y dominaciones.

No cabe duda que “lo mejor” del ser humano está aún por descubrir y este conocimiento abre
puertas que permiten a quien se atreve a mirar intuir ese futuro (ya presente) desarrollo de la conciencia
humana que se irá progresivamente abriendo en la medida en que como seres individuales comprendamos
nuestra relación con el entorno y nuestras funciones de grupo.

Todo es Uno y Todo está Unido; esta antigua enseñanza que por su simpleza hace que muchas
mentes desprecien su contenido, es la puerta básica y principal a través de la cual despiertan los corazones.
Analizar los diferentes modelos astrológicos y sus patrones egoicos asociados y “conducir” nuestra voluntad
a lo largo de todos ellos nos hará descubrir y confiar en que la enseñanza de los antiguos sigue siendo
igualmente válida.

Este camino conduce sin duda al ENCUENTRO; el del ser humano consigo mismo en primera
instancia y obviamente no distante del resto, porque en la práctica profunda de la astrología uno observa
cómo desaparecen esas divisiones, cómo los puentes se convierten en vías de tres carriles y cómo
elaborando una praxis simple, directa y compacta el Uno que somos puede ir disolviendo las partes
adheridas a ese Uno, que por alguna razón un día necesitamos incorporar, posiblemente para decidir ser
una manifestación única, pero escindida, de esa Unidad. Conocernos por tanto en las máscaras conlleva a
realizar el propósito de desembarazarnos de ellas; no sólo de limpiarnos, sino de decidir realizar un retorno a
esa unidad de la que un día nos separamos, tal vez para ser ‘algo más de lo que ya éramos’. Ahora, con la
astrología egoica, disponemos de una herramienta más para diferenciar “parte” del “todo”, apariencia de
realidad, individualismo de interdependencia, absentismo de Presencia, alma en tránsito o vida
expresándose en libertad.

La apuesta es alta y altos son los contrincantes, partes de cada uno de nosotros que se rebelarán a
abandonar un sitio que nunca les fue propio pero cuyo trono se otorgaron poseer. La libertad de cada ser
humano está en el juego del tablero de ajedrez y muchas son las reglas de este juego de dos dimensiones;
otras reglas, nunca podrán escribirse. Aprovecha las que existan disponibles y que sin duda te permitirán
elaborar tu vida personal con mayor destreza, ecuanimidad y soltura día a día, sin olvidar una pizca de
humor para reírte siempre de aquello que tuviste que hacer, sentir o pensar para SER ALGO MÁS DE LO
QUE YA ERAS, por el hecho de nacer en este mundo.

No te desesperes nunca ante los primeros fracasos y observa cómo lo descubierto un día como
absoluto y de realidad indiscutible se torna otro día en relativo; entonces, más allá del carril de ida y del de
vuelta, hallarás el neutro, sin forma, pero con presencia, sin intención, pero con contenido: el centro, TU,

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pero con bordes ordenados, núcleo y extrarradios en interrelación armónica. Unidad y todas sus partes en
un solo “YO SOY”.

La astrología egoica es el vía crucis del ego individual, recorrido con premura, pulcritud y ritmo y
entre fricción y fricción descubrirás lo que subsiste, aquello que no depende del sentido de la marcha, lo que
ni entra ni sale, lo que pervade más allá de la interiorización y de la exteriorización. El campo de juego: tu
mismo y tus circunstancias, las cuales te ayudarán a decidirte y motivarte en el ejercicio de una voluntad
libre de formas, pero con múltiples contenidos, exenta de miedos, pero con intenciones transparentes, más
allá del sí y del no, del blanco y del negro, Todo es UNO.

La Luz más alta traducida a palabras podría ser eso: TODO ES UNO. Por ello, el ego principal que
en última instancia encontrarás es el de ESTAR DIVIDIDO.

“Estar” no significa “ser”; estar representa una apariencia; ser significa o incluye un sentido de
unidad, más o menos globalizado, más o menos abarcante del resto de “ser-es”, esto es, de creaciones. El
resultado de la división es la propia división; nacemos de la fusión (dos en uno, espermatozoide y óvulo se
unen para ser uno = el zigoto), pero crecemos en o a través de la fisión, división, recreación de la mitosis
celular, hasta la muerte; cada día, millones de células se dividen; es por ello quizá que no recuperemos el
sentido de verdadera Unidad y por lo tanto de Dios, hasta la muerte, o solamente a través de experiencias
más allá del cuerpo. Es por ello quizá que nuestro cerebro esté diseñado para existir como un órgano
funcionando separado del resto del cuerpo físico, porque de esta manera se encuentra distanciado de los
millones de procesos de división celular que suceden en el “vehículo”; trascender el cuerpo es vivir no
dependiendo de tantos procesos separativos. Las neuronas del cerebro siguen pautas diferentes de
evolución y desarrollo porque existen bajo principios de correlación e interconexión que no existen en el
resto del cuerpo, posibilitando así la existencia de espacios no sujetos a la terrible experiencia de la
constante premisa de procesos de mitosis, herramienta ésta de la evolución muy válida para la creación de
nuevas especies, pero codependiente de su propia naturaleza, esto es, incapaz de gestar formas alejadas
de la ley del dos; por ello el cerebro representa el puente de unión del ser humano con las fuerzas cósmicas
que existen más allá de la división.

Atentamente,
Joshua S. Santos

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