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Madre: la domesticación legal de la

existencia lesbiana
​17/10/2016​ DE ​MARÍA LUISA PERALTA

Ruthann Robson

Publicado en ​Hypatia​, vol 7, nº 4, otoño de 1992, con el título Mother: the legal
domestication of lesbian existence.

Traducción: María Luisa Peralta, Buenos Aires, 2010.

La categoría legal “madre” opera restrictivamente y punitivamente para “domesticar”


la existencia lesbiana. Nuestra domesticación es la razón de que tengamos
dificultades para pensar más allá de la categoría “madre”. Exploro cómo “madre” es
usado tanto por las lesbianas como las personas no lesbianas dentro del sistema
legal. Para poder asegurar la supervivencia de las lesbianas en términos fijados por
las propias lesbianas, debemos estrategizar teorías que no preserven el paradigma
legal dominante que codifica “madre”, incluso si esa categoría es expandida para
incluir “lesbiana madre”.

“​Madre” es una categoría legal. Como todas las categorías legales, tiene el potencial
de domesticar la existencia lesbiana y así interferir con la supervivencia lésbica. Con
“supervivencia lésbica”, quiero significar dos cosas. Primero, me refiero a la
supervivencia diaria individual que depende de la comida, el abrigo y el afecto
–incluyendo, para algunas de nosotr@s, el afecto hacia l@s niñ@s. Segundo, me
refiero a la supervivencia individual y colectiva que depende de algún tipo de
identidad como lesbianas.

La ley puede interferir de muchas maneras tanto con la supervivencia tangible como
con la intangible, una de las cuales es un proceso que llamo domesticación. La
domesticación es similar a otros procesos políticos que han sido llamados
colonización e imperialismo. Sin embargo, tanto el imperialismo como la
colonización describen procesos históricos concretos que tuvieron como resultado la
esclavitud, la muerte y la destrucción​1​ y por eso he preferido el término
“domesticación” para connotar la hegemonía de la ley sobre la supervivencia
lésbica. La domesticación tiene connotación de género. Connota el relegamiento de
las mujeres a la esfera doméstica, un espacio privado que puede facilitar el ser
dominada e inhibir la acción colectiva. También connota la subordinación del
potencial de una misma al servicio de otr@, como cuando los animales son
domesticados para ser usados por los humanos.

Domesticación también describe un proceso de sustitución de una forma de pensar


por otra. La domesticación ha ocurrido cuando el punto de vista de la cultura
dominante, en este caso la cultura legal, está tan internalizado que puede ser
considerado sentido común. Los cercos de alambres de púa parecerán existir para
nuestra protección más que para restringirnos2. Intentamos razonar según
categorías legales de manera de sentirnos protegidas, sin darnos cuenta de que
esas categorías restringen nuestro lesbianismo.

La categoría de madre es una de tales categorías legales. Si bien madre es


ciertamente una categoría en el mundo extralegal, una categoría con implicancias
biológicas, afectivas, culturales y religiosas, su legalidad es omnipresente. El
siguiente ejemplo es especialmente demostrativo. En el Encuentro Nacional de
Lesbianas en Atlanta el año pasado, participé de un taller donde se discutía la
maternidad lésbica. Durante una discusión en grupos pequeños, las lesbianas
–siempre prácticas- empezaron a hablar sobre cómo deberían llamarnos nuestr@s
hij@s. Las lesbianas del grupo no se conocían entre sí. Nadie sabía que yo era
abogada, y yo no estaba pensando en la ley. Mi propuesta fue que l@s hij@s
llamaran a sus dos madres simplemente por su nombre. Esta sugerencia recibió el
rechazo enérgico de otra lesbiana, que dijo: “La ley me da veinticuatro horas por día
de responsabilidad por es@ niñ@. A mí –y sólo a mí, no a mi amante ni a nadie
más. Merezco ser llamada de una forma especial, de una forma en que nadie más
me llame; algo como madre”. Lo que me sorprendió no fue que esta lesbiana
estuviera en desacuerdo con mi propuesta sino su recurso a la ley. Donde yo
esperaba los dolores de parto de la biología, recibí el imperio de la ley y la
responsabilidad materna. Las otras miembros del pequeño grupo hicieron suyo lo
que ella dijo, y no sólo estuvieron de acuerdo con la naturaleza especial de la
palabra “madre” sino que también apelaron a su fuerza legal.

Cuando hablamos de las normas legales como base para las elecciones lésbicas,
creo que estamos domesticadas. Lo que está en juego no es si la criatura que vive
con nosotras nos llama “Alicia” o “Mamá Alicia” o “Mami” –el espectro de elecciones
es tan amplio como el espectro de lesbianas. En lugar de eso, lo que está en juego
es nuestro proceso. Podemos apelar a modelos igualitarios en los cuales ninguna
madre sería “otra”, a modelos antijerárquicos en los cuales l@s niñ@s no deben
deferencia a los adultos, a modelos históricos en los cuales l@s niñ@s son
propiedad, y hasta a modelos personales basados en nuestras propias infancias. O
también puede simplemente gustarnos cómo suena algo. Pero cuando razonamos
para tomar nuestras decisiones como lesbianas basándonos en una aceptación
acrítica de la preeminencia de la ley, yo creo que eso es problemático. Marca la
domesticación de las lesbianas por la ley.

Si buscamos ir más allá de nuestra domesticación por el imperio de la ley, es


importante una teoría legal específicamente lésbica. El primer paso en esta teoría
legal lésbica es examinar críticamente las normativas y las categorías legales y
evaluarlas en relación a la supervivencia lésbica. Entonces, busco poner en el
centro los intereses de las lesbianas en vez de las preocupaciones legales y
examinar las formas en las cuales la preeminencia de la ley emplea la categoría
legal de madre en referencia a las lesbianas.

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