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RESUMEN EJECUTIVO DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA

JUAN ESTEBAN MADRID SANTAMARIA


TECNICO OPERACIONES COMERSIALES
VICTOR DANIEL ARANGO
SENA CGTS

UNIVERSIDAD COOPERTIVA DE COLOMBIA


SNTIAGO DE CALI 17/NOV/2016
AÑO
2016
TABLA DE CONTEDINO

 Introduccion
 Resumen ejecutivo de los derechos humanos en colombia
 Proteccion de los derechos humanos en el sistema legal y politico
 Derechos economicos,sociales y culturales
 La violencia y las violaciones al derecho internacional de los derechos
humanos y el derecho humanitario
 Grupos armados disientes
 Fuerzas de seguridad del estado
 Grupos paramilitres
 Las CONVIVIR
 Recomendaciones
 Responsabilidad penal individual
 Administracion de justicia y estado de derecho
 Desplazamiento interno
 Defensores de los derechos humanos
 Libertad de pensamiento y exprecion
 Libertd de sociacion y derechos politicos
 La situación de los derechos humanos de las comunidades indígenas,
las comunidades negras, las mujeres y los niños
 Las condiciones carcelarias y los derechos de las personas privadas de
su libertad
 Consideraciones finales
INTRODUCION

El Informe da cuenta de la naturaleza extremadamente compleja de la actual


situación de los derechos humanos en Colombia. La Comisión reitera su total
entendimiento de que existe una serie de actores que contribuyen a la situación
de violencia en ese país y que el Estado no es internacionalmente responsable
por todos los daños causados a sus ciudadanos por los actores no estatales.
De hecho, numerosos agentes del Estado colombiano han demostrado un
verdadero compromiso con el mejoramiento de la situación de los derechos
humanos en ese país. La Comisión toma nota también del valeroso impulso al
proceso de paz dado por el Presidente Andrés Pastrana. La Comisión felicita al
Presidente por este esfuerzo crucial para el futuro del país, y expresa su anhelo
de que las conversaciones iniciadas con tanta seriedad y dedicación continúen
y culminen con el logro de una paz duradera en Colombia.
La Comisión, sin embargo, se encuentra consciente de que la situación de los
derechos humanos en Colombia que involucra violaciones masivas y continuas
a los derechos humanos más fundamentales es actualmente una de las más
difíciles y serias en las Américas. Consecuentemente, el Informe está dedicado
a identificar un gran número de problemas de extrema seriedad que afectan los
derechos humanos del pueblo colombiano.
RESUMEN EJECUTIVO DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA

la Comisión describe su rol en el análisis de la situación de los derechos


humanos en Colombia. La Comisión explica que su mandato básico consiste
en abocarse al análisis de situaciones y casos donde el Estado sea
responsable por haber cometido violaciones a los derechos fundamentales de
los individuos. Dados sus atributos, derechos y obligaciones conforme al
derecho interno y al derecho internacional, el Estado y no los demás actores de
la violencia en Colombia es el foco obligado de escrutinio de la Comisión. Sin
embargo, con el fin de cumplir con su tarea de evaluar la situación en forma
apropiada, la Comisión ha debido considerar y describir los múltiples factores
que contribuyen a la violencia y la difícil situación de los derechos humanos en
Colombia.
La Comisión presenta un breve análisis histórico de la violencia política en
Colombia haciendo referencia a sus principales fuentes, incluyendo a los
grupos armados disidentes que se encuentran aun activos: las FARC (Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia); el ELN (Ejército de Liberación
Nacional); y los disidentes del EPL (Ejército Popular de Liberación). La
Comisión considera a los paramilitares como la siguiente fuente sustancial de
violencia política y nota que algunos de estos grupos mantienen fuertes lazos
con elementos de las fuerzas de seguridad del Estado aunque frecuentemente
operan con significativa autonomía. La Comisión reconoce que el tráfico de
drogas es una fuente de violencia particularmente insidiosa, ya sea dentro o
fuera del contexto del conflicto armado. También se considera la incidencia del
crimen común y las consecuencias de la situación socioeconómica.
también se refiere a algunos aspectos positivos, tales como la existencia de
numerosas instituciones y agentes del Estado dedicados a la protección y
promoción de los derechos humanos, la mayoría de los cuales realizan
esfuerzos serios y continuos para mejorar la situación en Colombia. Por
ejemplo, se resalta el trabajo de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía
General de la Nación; la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos;
la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Relaciones Exteriores; la
Comisión 1290; y la Defensoría del Pueblo. La Comisión también asigna
importancia al programa para la protección de los trabajadores de los derechos
humanos y otras personas bajo amenaza. La Comisión enfatiza que
instituciones de esta naturaleza deben recibir apoyo por parte del gobierno y la
sociedad civil, de modo de poder llevar adelante su trabajo en forma más
efectiva y eficiente. La Comisión nota además, la activa participación de la
sociedad civil en las cuestiones de derechos humanos. Existen diversas
organizaciones no gubernamentales dedicadas a trabajar en casi todas las
áreas de posible interés para el pueblo colombiano.

LA PROTECCION DE LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA LEGAL


Y POLITICO
la Comisión analiza el sistema legal y político colombiano y los mecanismos
para la protección de los derechos humanos con que cuenta el Estado. La
Comisión nota que las disposiciones de la Constitución de 1991 reflejan un
renovado y profundo énfasis en el reconocimiento y la protección de los
derechos humanos. La Comisión también nota que el mecanismo primario para
la protección contra las violaciones a los derechos humanos establecido en la
Constitución colombiana, la acción de tutela, se ha convertido en una
importante herramienta para la prevención de violaciones y la protección del
ejercicio efectivo de los derechos fundamentales establecidos en la
Constitución y en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos.
Este recurso ha sido generalmente aplicado de manera amplia y expedita. Las
decisiones de la Corte Constitucional en las acciones de tutela han beneficiado
a sectores importantes de la sociedad que tradicionalmente carecían de acceso
a la protección judicial efectiva, tales como mujeres, niños, comunidades
indígenas y trabajadores.
El Informe presenta un análisis de las reglas sobre estados de emergencia en
Colombia y su aplicación en la práctica. La Comisión nota que la Constitución
de 1991 prevé limitaciones adicionales a la institución del estado de
emergencia, que constituyen un avance significativo respecto de los
parámetros establecidos en constituciones anteriores, y presta especial
atención a la importancia del control judicial de las declaraciones de estado de
emergencia.
A pesar de los avances legislativos, el Informe señala algunas tendencias
preocupantes relativas a la invocación de estados de emergencia en Colombia.
La Comisión expresa su particular preocupación por la naturaleza de las
medidas especiales adoptadas por el Presidente Samper durante el estado de
emergencia declarado en noviembre de 1995. Muchas de las medidas
adoptadas otorgaron a las Fuerzas Armadas amplios poderes sobre las
autoridades civiles y la población en general.
También se refiere a las obligaciones internacionales de Colombia y la voluntad
de cooperación del Estado con la comunidad internacional para mejorar la
situación de los derechos humanos. La Comisión considera que las tareas
asumidas por las autoridades colombianas en esta área se verían fortalecidas
por la ratificación de instrumentos internacionales tales como la Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas.
En lo que respecta a las obligaciones adquiridas en virtud de la Convención
Americana, el Estado ha adoptado un mecanismo especial con el fin de facilitar
el cumplimiento con las recomendaciones referidas al pago de indemnizaciones
compensatorias, emitidas por la Comisión en casos individuales. La Comisión
reconoce la importancia del establecimiento de mecanismos de cumplimiento y
llama al Estado a contemplar normas para el cumplimiento de aquellas otras
recomendaciones que requieren la toma de medidas no compensatorias por
parte del Estado. En todo caso, cabe recordar que la ausencia de mecanismos
de este tipo no puede ser invocada por el Estado como justificativo para
desatender el cumplimiento con las recomendaciones de la Comisión.

DERECHOS ECONOMICOS, SOCIALES Y CULTURALES


La Comisión nota que el goce de los derechos económicos, sociales y
culturales en Colombia se ha deteriorado en los últimos años. Nota que, a
pesar de algunos esfuerzos importantes por parte del Gobierno, persiste un
estado de desigual distribución de riqueza que repercute seriamente en el
respeto de los derechos humanos. Esta situación debe ser atendida por el
Estado a través de, entre otros, programas económicos de desarrollo
diseñados para combatir en forma efectiva la pobreza que afecta a muchos
sectores de la población. La Comisión ha recomendado se preste particular
atención al alivio de la difícil situación económica, social y cultural de los
desplazados internos.
La violencia y las violaciones al derecho internacional de los derechos
humanos y el derecho humanitario
Presenta un análisis de la naturaleza endémica y la intensidad de la violencia
relacionada ya sea directa o indirectamente con el conflicto armado en
Colombia, así como aquélla que se da fuera de ese contexto. Se refiere, en el
grado de lo posible, a los actos de violencia llevados a cabo por los agentes del
Estado colombiano y sus mandatarios o colaboradores, así como por los
grupos armados disidentes. Estos actos de violencia incluyen masacres,
desplazamientos internos, ejecuciones extrajudiciales, daño a las personas,
amenazas, privaciones de la libertad y ataques a la propiedad pública o
privada.
Antes de describir el contexto de violencia y hostilidad permanente que se vive
en Colombia y señalar sus preocupaciones específicas, Efectúa una serie de
apreciaciones en cuanto a su mandato para investigar y condenar los actos a
los cuales se hace referencia en el Informe. Los Estados miembros de la OEA
optaron deliberadamente por no otorgar jurisdicción para investigar o examinar
denuncias individuales relativas a actos ilícitos de personas o grupos de
particulares por los cuales el Estado no sea responsable internacionalmente.
Esta limitación de su competencia para procesar casos individuales no significa
que la Comisión haya sido indiferente o haya permanecido en silencio ante las
atrocidades y los actos de violencia cometidos por los grupos armados
disidentes, traficantes de drogas y otros actores privados en Colombia y en
otros Estados miembros de la OEA. Fuera del contexto del estudio de casos
individuales, la Comisión ha hecho referencia en forma frecuente a las
atrocidades cometidas por los grupos armados disidentes en sus comunicados
de prensa, comunicaciones con gobiernos y en sus informes sobre la situación
de los derechos humanos en los Estados miembros de la OEA.

Algunas de las afirmaciones y conclusiones del Informe han sido alcanzadas a


la luz del derecho internacional humanitario, vale decir, el derecho de los
conflictos armados. Las normas del derecho humanitario que rigen las
hostilidades internas, se aplican igualmente y expresamente obligan a todas las
partes en el conflicto, vale decir, las fuerzas de seguridad del Estado, los
grupos armados disidentes y sus respectivos agentes y mandatarios. El
derecho humanitario ha provisto a la Comisión, en el curso de la preparación
de un Informe como este, de un conjunto de estándares normativos aceptados
que le permiten examinar la conducta no sólo de las fuerzas de seguridad del
Estado sino también de sus opositores armados. La Comisión desea clarificar
que ha analizado los actos de los grupos armados disidentes sólo a la luz del
derecho humanitario, mientras que ha utilizado tanto las normas de derechos
humanos como del derecho humanitario para analizar la conducta de los
agentes del Estado, sus mandatarios y aquellos que operan con su tolerancia o
aquiescencia.
La Comisión se encuentra profundamente preocupada por el hecho de que
durante los últimos años el conflicto se ha caracterizado en forma creciente por
violaciones masivas y sistemáticas a las reglas del derecho humanitario más
fundamentales por todas las partes, particularmente contra la población civil.

GRUPOS ARMADOS DISIENTES


Se iIdentifica y describe aquellos actos, ya sea reconocidos o presuntamente
atribuibles a los grupos armados disidentes, que constituyen las violaciones
más emblemáticas, serias y claras a las normas del derecho internacional
humanitario, tales como masacres de civiles; el uso indiscriminado de minas
anti-personales y otros explosivos, tales como coches bomba y granadas; y la
ejecución de combatientes que se encuentran fuera de combate.
Los grupos armados disidentes también llevan a cabo matanzas selectivas de
civiles que mantienen alguna conexión real o aparente con grupos militares o
paramilitares o que presuntamente los proveen de alimentos, albergue,
suministros o información. Estos grupos también cometen por lo menos el 40%
de los secuestros en Colombia, frecuentemente exigiendo el pago de un
rescate y convirtiendo a sus cautivos en rehenes.Donde La Comisión nota que
muchas de estas personas son finalmente asesinadas ya sea como resultado
de la falta de pago del rescate, como advertencia para intimidar a otros o por
razones puramente políticas. También han sido responsables por
aproximadamente el 15% de los actos de tortura.
Los grupos armados disidentes frecuentemente se encuentran involucrados en
el ataque indiscriminado contra objetivos que dada su naturaleza son
normalmente considerados como civiles, tales como residencias y comercios.
Estos actos son claramente incompatibles con las normas del derecho
internacional humanitario. Algunos ataques a oleoductos pueden también ser
categorizados como violaciones claras al derecho internacional humanitario. El
reciente ataque del ELN al ducto central de Segovia, Antioquia, constituye un
ejemplo de un acto llevado a cabo sin tomar las precauciones necesarias para
evitar un daño previsible a la población civil.

FUERZA DE SEGURIDAD EN EL ESTADO


Se explicara, a considera los actos de violencia perpetrados por las fuerzas de
seguridad del Estado a la luz de los estándares del derecho internacional de los
derechos humanos y del derecho humanitario. Los actos cometidos por
agentes del Estado fuera del contexto del conflicto armado son analizados
exclusivamente conforme al derecho internacional de los derechos humanos.
En años recientes, los agentes del Estado han sido presuntamente
responsables por aproximadamente 10-15% de todas las muertes y
desapariciones, en las que se ha logrado determinar la autoría, fuera de las
actividades relacionadas con el combate. La mayoría de estas muertes son
imputables al Ejército colombiano y la Policía Nacional. El Informe también
concluye que los agentes del Estado han tomado parte en violaciones tanto de
los derechos humanos como del derecho internacional humanitario en conexión
con el conflicto armado. Tales violaciones incluyen ataques indiscriminados,
masacres, ejecuciones extrajudiciales y tortura.
Las fuerzas de seguridad del Estado, particularmente el Ejército, han llevado a
cabo ataques desproporcionados e indiscriminados que han resultado en
muertes de civiles y daño a la propiedad civil. Presuntamente, agentes del
Estado también han estado involucrados en la ejecución de heridos, prisioneros
o individuos que se encuentran fuera de combate.
En lo que se refiere a los actos cometidos fuera del contexto del conflicto
armado, la Policía Nacional, el Departamento Administrativo de Seguridad
(DAS) y las unidades del "GAULA" o "UNASE" fuerzas combinadas en
unidades anti- secuestro también han sido vinculadas a la ejecución
extrajudicial y tortura de individuos que pertenecen a "grupos marginales" tales
como indigentes, niños de la calle y prostitutas, así como personas
sospechosas de estar involucradas en actividades criminales.

GRUPOS PARAMILITARES
Se presenta un análisis de los orígenes y los modos de accionar de los grupos
paramilitares, inicialmente patrocinados por agentes del Estado durante las
décadas de los setenta y ochenta como un medio para combatir a los grupos
armados disidentes. Posteriormente, los grupos paramilitares se convirtieron en
aliados poderosos y violentos de quienes se dedican al tráfico de drogas y el
Estado se vio obligado a proscribirlos. Sin embargo, aun cuando estos grupos
perdieron su legalidad, el Estado hizo poco por desmantelar la estructura que
había creado y apoyado.
Debido a su participación creciente y directa en las hostilidades, las acciones
de ciertos grupos paramilitares particularmente aquéllos ligados a las familias
Castaño y Carranza deben ser evaluadas conforme al derecho internacional
humanitario. En lo que se refiere a la aplicación de la Convención Americana y
otros tratados sobre derechos humanos, la Comisión considera que en la
medida que estos grupos actúan como agentes o mandatarios del Estado o sus
actos ilícitos reciben la aquiescencia, anuencia o tolerancia de éste sus
acciones pueden resultar imputables al Estado y generar responsabilidad
internacional.
Aun cuando en los últimos años el Estado ha proclamado su interés en
combatir a los paramilitares, la Comisión ha continuado recopilando o
recibiendo información que refleja los variados grados de cooperación entre los
grupos paramilitares y las fuerzas de seguridad del Estado en ciertas áreas del
país.
La información y testimonios recogidos durante la visita in loco revelan que
miembros del Ejército y los paramilitares llevan adelante operaciones
conjuntas. El Informe señala que, en esos casos, los miembros de los grupos
paramilitares deben ser considerados como agentes del Estado. La información
disponible sugiere que, en otros casos, aun cuando no lleven adelante
operaciones conjuntas, los miembros del ejército y los paramilitares mantienen
fuertes vinculaciones a distintos niveles. Dichas conexiones frecuentemente
permiten a las fuerzas de seguridad del Estado requerir a los paramilitares la
ejecución de ciertos actos ilícitos con el entendido de que no serán objeto de
investigación o juzgamiento ni sanción.
En otros casos, los agentes del Estado dan su aquiescencia a las acciones de
los grupos paramilitares o son responsables por omisiones que permiten a
estos grupos cometer actos de violencia. Es de notar que aun cuando los
agentes del Estado no participen directamente en los actos de violencia, el
Estado puede ser internacionalmente responsable por las consecuencias de
estos actos toda vez que preste su aquiescencia o no tome las medidas
razonablemente necesarias para prevenir la violación o juzgar a los
responsables en forma subsecuente.
En el contexto del conflicto armado interno, la población civil es el blanco
frecuente de ataques por grupos paramilitares y, por lo tanto, casi todos sus
actos de violencia Tales como desapariciones forzadas, masacres, ejecuciones
extrajudiciales, torturas y otros constituyen violaciones al derecho internacional
humanitario y, en los casos que involucran la responsabilidad del Estado,
también a los derechos humanos.

La mayoría de las fuentes coinciden en que, en los último años, los grupos
paramilitares han sido responsables por el mayor número de desapariciones
forzadas y violaciones al derecho a la vida cometidos en Colombia. Casi todas
las matanzas cometidas por grupos paramilitares consisten en ejecuciones
extrajudiciales selectivas, dirigidas contra individuos sospechados de colaborar
con los grupos armados disidentes. Conforme a las estadísticas provistas por
varias organizaciones, el porcentaje de responsabilidad por muertes atribuibles
a grupos paramilitares ha subido sostenidamente en los último años a
aproximadamente el 60% del total de asesinatos y desapariciones fuera de
actividades de combate, donde se ha logrado establecer autoría.
La mayoría de sus actos de violencia desde masacres hasta bloqueos de
alimentos y medicina tienen el fin de aterrorizar a la población civil. En su caso
particular, el efecto alcanzado tiene consecuencias sostenidas y extremas, y ha
forzado a cientos de miles de civiles a huir de sus hogares y comunidades por
temor a convertirse en las próximas víctimas de la violencia paramilitar.

Las CONVIVIR

Se ocupa de la estructura, actividades y problemas que rodean el


funcionamiento de las llamadas CONVIVIR, organizaciones civiles armadas de
auto defensa civil previstas por la ley, y que cooperan con las fuerzas de
seguridad. El Informe refleja un número de preocupaciones relativas al
funcionamiento de las CONVIVIR, basadas en la experiencia hemisférica de la
Comisión con organizaciones armadas similares en otros países y en su
experiencia en Colombia misma, con los grupos legalizados de defensa civil
que se convirtieron en organizaciones paramilitares.
La protección legal acordada a las CONVIVIR también ha sido utilizada en no
pocos casos por grupos paramilitares como pantalla para sus actos de
violencia. La Comisión considera que al prever el funcionamiento de las
CONVIVIR sin un mecanismo de control adecuado por las autoridades de
supervisión, el Estado ha creado condiciones que permiten este tipo de abuso.
La participación directa en las hostilidades de algunos miembros de estos
grupos es preocupante ya que desdibuja la distinción entre civiles y
combatientes y, por lo tanto, degrada la protección de la población civil
respecto de los efectos de las hostilidades. La creación de grupos legales de
civiles armados también ha hecho más complejo el combate contra los grupos
paramilitares ilegales. Las fuerzas de seguridad y las autoridades
jurisdiccionales podrían encontrar dificultades al distinguir entre los grupos
armados de civiles que operan legalmente y aquellos grupos que operan al
margen de la ley, antes de tomar medida alguna.
La Comisión ha recibido un número significativo de denuncias que señalan que
grupos de las CONVIVIR han cometido actos de violencia contra civiles.
Los miembros de las CONVIVIR participan en grupos autorizados por el Estado
y que llevan adelante actividades en coordinación con las fuerzas de seguridad
de éste. Por lo tanto, toda vez que actúan como tales, lo hacen bajo la
autoridad oficial y deben ser consideradas como agentes del Estado.
Consecuentemente, toda vez que los miembros de estos grupos cometen
ilícitos el Estado, conforme al derecho internacional, puede verse en la
obligación de reparar sus consecuencias.

RECOMENDACIONES
Basada en el análisis extensivo de los elementos antes reseñados, la Comisión
en su Informe formula, entre otras, las siguientes recomendaciones: Todas las
partes en el conflicto armado interno en Colombia deben a través de sus
estructuras de comando y control respetar, implementar y hacer cumplir las
normas que rigen las hostilidades, establecidas en el derecho internacional
humanitario, con particular énfasis en aquellas normas que protegen a los
civiles. El Estado colombiano debe tomar medidas en forma inmediata y
enérgica para prevenir violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario por agentes del Estado. Estas medidas deben incluir
investigaciones penales serias, imparciales y efectivas en todos los casos que
involucran presuntas violaciones a los derechos humanos y al derecho
humanitario, como prioridad y como elemento crucial de prevención. En
particular, el Estado debe buscar, aprehender y juzgar a toda persona que
planee, ordene y/o perpetre violaciones serias a los derechos humanos y al
derecho internacional humanitario. Los miembros de las fuerzas de seguridad
que hayan sido identificados como habiendo tomado parte en violaciones a los
derechos humanos deben ser removidos de servicio mientras se espere una
decisión final en cualquier proceso disciplinario o criminal que pueda haber sido
iniciado. El Estado debe tomar medidas en forma inmediata y enérgica para
combatir, desmantelar y desarmar a los grupos paramilitares u otros grupos de
auto defensa proscritos que operen en Colombia. Estas medidas deben incluir
el juzgamiento y sanción de miembros, seguidores y líderes de aquellos grupos
de conformidad con la ley. Finalmente, debe procederse a la derogación de las
normas que prevén a las llamadas CONVIVIR.

RESPONSABILIDAD PENAL INDIVIDUAL


Al concluir sobre la violencia en Colombia, la Comisión nota que muchos de los
actos lícitos de violencia documentados en el Informe constituyen una seria
violación a las normas que recogen principios sobre consideraciones
elementales de humanidad. El Informe enfatiza el hecho de que la Comunidad
Internacional ha declarado que estos actos que incluyen serias violaciones al
derecho de la guerra, así como crímenes contra la humanidad se encuentran
sujetos a la jurisdicción universal y sus autores deben ser considerados como
criminales internacionales. Por lo tanto el Estado colombiano, y eventualmente
los Estados de la Comunidad Internacional, tiene el deber de reprimir estos
crímenes y el derecho de juzgar o extraditar a los responsables.

ADMINISTRCION DE JUSTICIA Y ESTADO DE DERECHO


Se refiere a ciertos aspectos de la administración de justicia y el Estado de
Derecho en Colombia, con particular énfasis en los sistemas de justicia militar y
la llamada justicia regional.
La Comisión nota que el problema de la impunidad y la denegación de justicia
en Colombia continúa siendo prominente. En junio de 1996, el Consejo
Superior de la Judicatura informó que entre 97% y 98% de todos los crímenes
quedan sin castigo. Los observadores de derechos humanos afirman que
virtualmente el 100% de todos los crímenes que involucran derechos humanos
quedan sin castigo. La impunidad se ha vuelto estructural y sistémica al punto
de afectar la cultura y la vida de la nación.
El problema de la impunidad se agrava por el hecho de que la mayoría de los
casos que involucran violaciones a los derechos humanos por parte de
miembros de las fuerzas de seguridad del Estado son juzgados por el sistema
de justicia penal militar. Los tribunales militares se han abstenido en forma
consistente de sancionar a miembros de las fuerzas de seguridad acusados de
cometer violaciones a los derechos humanos. La Comisión ha condenado en
repetidas oportunidades a la jurisdicción militar en Colombia, y en otros países,
por no proveer un remedio judicial efectivo, independiente e imparcial frente a
las violaciones a los derechos consagrados en la Convención Americana,
asegurar la impunidad y la denegación de justicia.
El 5 de agosto de 1997, la Corte Constitucional de Colombia sentó un
precedente fundamental al establecer parámetros que limitan la jurisdicción del
sistema de justicia militar. La Corte excluyó expresamente del ámbito de la
jurisdicción militar sólo reservada a delitos de función los abusos a los
derechos humanos, incluyendo a los crímenes de lesa humanidad. La Corte
indicó que dichos crímenes deben ser juzgados por los tribunales de la
jurisdicción ordinaria. La Comisión considera que esta decisión de la Corte
Constitucional provee una interpretación de la jurisdicción militar que resulta
compatible con los estándares establecidos por el derecho internacional de los
derechos humanos. La Comisión desea resaltar la contribución de esta
decisión en la incorporación de los estándares internacionales sobre derechos
humanos en el derecho interno, según requiere la Constitución colombiana.
Desafortunadamente, la decisión de la Corte Constitucional no ha llevado aun a
la transferencia de un número significativo de causas que involucran a
miembros de las fuerzas de seguridad acusados de violaciones a los derechos
humanos, en virtud de las decisiones adoptadas por el Consejo Superior de la
Judicatura en los conflictos de competencia planteados. La Comisión nota que
la adopción de la reforma propuesta al Código Penal Militar, con algunas
modificaciones, podría constituir un importante avance en la protección de los
derechos humanos.
Referirse a algunas cuestiones alegadas en denuncias recibidas por la
Comisión relativas al derecho a un juicio justo en el contexto del llamado
sistema de justicia regional. Conforme a la información de que dispone la
Comisión, los miembros de las fuerzas de seguridad detienen sospechosos sin
orden judicial y sin informarlos de los motivos de su detención. Los analistas
del sistema de justicia regional también señalan la existencia de una serie de
problemas de debido proceso derivados del hecho que miembros de las
fuerzas de seguridad del Estado llevan adelante gran parte de la investigación
instructoria. La Comisión también ha detectado otros problemas tales como el
hecho de que ciertos fiscales regionales se encuentran instalados en bases
militares, así como la dificultad de acceso de los detenidos a un defensor legal
competente.
Uno de los aspectos más criticados del sistema de justicia regional ha sido el
uso de fiscales, jueces, y testigos "secretos" o "sin rostro". La Comisión ha
señalado repetidamente que la justicia "sin rostro" no provee las garantías del
debido proceso para los acusados en causas criminales. La Comisión lamenta
profundamente que el Estado colombiano no ha actuado con anterioridad para
implementar las reiteradas recomendaciones de este y otros órganos, en el
sentido de que la justicia regional sea desmantelada.
La Comisión recomienda, entre otros, que el Estado tome las medidas
necesarias para combatir los altos niveles de impunidad mediante la realización
de investigaciones penales serias, imparciales y efectivas sobre la presunta
comisión de delitos, así como la imposición de las sanciones legales
correspondientes a los responsables; y provea apoyo material completo a la
Oficina de la Fiscalía General de la Nación y, particularmente, a la Unidad de
Derechos Humanos. El Estado debe garantizar también que la justicia militar se
limite a juzgar los delitos y faltas de función y no extienda su jurisdicción a los
casos que involucran violaciones a los derechos humanos. Cada una de las
entidades del Estado que juegan un papel en el sistema de justicia penal deben
tomar todas las medidas dentro de su competencia para implementar la
jurisprudencia establecida por la Sentencia C-357/98 emitida por la Corte
Constitucional el 5 de agosto de 1997. La Comisión también llama al Estado a
desmantelar inmediatamente el sistema de justicia regional.
DESPLAZAMIENTO INTERNO
La sola magnitud del fenómeno del desplazamiento interno en Colombia
constituye hoy día una catástrofe humanitaria. Se encuentra enteramente
dedicado a examinar las causas del desplazamiento interno, la situación de las
personas desplazadas en varias localidades del país y la respuesta del Estado
ante esta crisis humana.
Diferentes estudios sobre el número de desplazados en Colombia ofrecen
estimaciones que varían de 700.000 a 1.200.000 personas. Todas las fuentes,
sin embargo, indican que los últimos cuatro años han sido los peores en la
historia del país. Los desplazados incluyen un número desproporcionado de
mujeres, niños e indígenas. Dado el hecho que las cifras de desplazados se
han incrementado exponencialmente, los programas nacionales e
internacionales de asistencia no han podido satisfacer todas sus necesidades.
La asistencia humanitaria proporcionada por el Estado no ha satisfecho las
normas internacionales de rapidez, eficacia y neutralidad, debido a diversas
razones de índole política, burocrática y estadística.
Se observa que en general las organizaciones no gubernamentales asignan la
responsabilidad por los desplazamientos en la siguiente forma: 33% a las
organizaciones paramilitares; 20% a los grupos disidentes; 16% a agentes del
Estado; 15% a desconocidos u otros, y 6% a las milicias urbanas. Algunas
fuentes han puesto de relieve la existencia de desplazamientos por razones
económicas, principalmente como consecuencia de intentos de ejercer control
sobre grandes extensiones de tierra, a veces con el objeto de establecer
importantes proyectos económicos.
En los grupos gubernamentales y no gubernamentales existe acuerdo acerca
de la gravedad del fenómeno de los desplazamientos internos y la urgente
necesidad de prevenirlo y proteger a sus víctimas. También existe consenso
entre los observadores nacionales y representantes de organizaciones
internacionales, en el sentido de que el Estado ha realizado algunos esfuerzos
por proporcionar soluciones a los desplazados. Sin embargo, muchos
concuerdan en que las políticas hasta ahora adoptadas por el Estado para
enfrentar esta situación no han sido adecuadas ni eficaces. Específicamente, a
pesar del hecho de que la prevención fue anunciada como un elemento central
de la política gubernamental, el Estado no ha adoptado medidas para prevenir
ciertos incidentes provocados por el desplazamiento forzado. Debe señalarse
que la vasta mayoría de tales desplazamientos por lo general son anunciados
anticipadamente por los elementos responsables de su ocurrencia, o fueron
anticipados por las comunidades afectadas, los órganos de supervisión, la
Iglesia o las organizaciones de la sociedad civil.
La Comisión recomienda que las partes que intervienen en el conflicto armado
deben observar los Principios Rectores de los Desplazamientos Internos, con el
fin de evitar y prevenir situaciones que conduzcan a desplazamientos internos
forzados. También recomienda al Estado, entre otras cosas, que asegure el
reasentamiento o el retorno a los lugares habituales de residencia. La Comisión
subraya que los procesos de retorno deben llevarse a cabo en forma voluntaria
y en condiciones de seguridad y dignidad para los retornados Se afirma que el
Estado tiene la obligación fundamental de proveer protección y asistencia
humanitaria a las personas desplazadas internamente dentro de su jurisdicción.
Si el problema alcanza una magnitud tal que excede las posibilidades
presupuestarias del Estado o su capacidad para proveer asistencia, éste tiene
la obligación de procurar la ayuda que sea necesaria de la comunidad
internacional.

DEFENSORES DE LOS DERECHOS HUMANOS


Está dedicado a la seria situación de los defensores de los derechos humanos
en Colombia. Los trabajadores de los derechos humanos son víctimas de
constantes amenazas, ataques contra su integridad física, secuestros e incluso
ejecuciones extrajudiciales, en represalia por su labor. En 1997 y 1998, así
como a principios de 1999, fueron muertos varios destacados activistas de
derechos humanos. La Comisión ve con profunda preocupación el hecho de
que ciertas personas que han proporcionado información, ya sea sobre la
situación general de los derechos humanos en Colombia o sobre casos
individuales, han sido objeto posteriormente de ataques en violación de su
derecho a la vida, la integridad personal y la libertad de expresión.
Es de público conocimiento que grupos armados disidentes han atacado a
trabajadores de derechos humanos que, a su juicio, respaldaban a otros
actores en el conflicto armado. Sin embargo, la responsabilidad por los actos
de violencia contra trabajadores no gubernamentales de derechos humanos es
frecuentemente imputable a los grupos paramilitares. Varias fuentes también
sugieren que las fuerzas de seguridad pueden haberse encontrado cooperando
con grupos paramilitares en la planificación y ejecución de algunos de los
atentados.
Las organizaciones de derechos humanos y sus miembros son también objeto
de operaciones de inteligencia conducidas por las fuerzas de seguridad. La
Comisión ve con preocupación el que las fuerzas de seguridad del Estado
conduzcan actividades de inteligencia sobre estas organizaciones y sus
miembros sólo motivadas en su condición de trabajadores por los derechos
humanos. La Comisión también se encuentra alarmada por las indicaciones de
que, en algunos casos, se utiliza información obtenida por las agencias de
inteligencia militar para facilitar la ejecución extrajudicial de trabajadores de
derechos humanos ya sea por miembros de las fuerzas de seguridad o de
grupos paramilitares que actúan con su aprobación o aquiescencia. La
Comisión también observa que las operaciones de inteligencia son a veces
intrusivas y tienen por objeto mismo hostigar a los defensores de los derechos
humanos. El Informe indica que los trabajadores de derechos humanos no
cuentan con adecuado acceso a la información recopilada acerca de sus
actividades y contenida en los archivos de inteligencia del Estado.

Los defensores de los derechos humanos enfrentan con frecuencia acciones


judiciales, incluso penales, basadas únicamente en sus actividades en defensa
de los derechos humanos, entre ellas la defensa de individuos acusados de
respaldar los grupos armados disidentes. Casi todos los procedimientos
penales entablados contra los trabajadores de derechos humanos han sido
iniciados por fiscales provenientes del sistema de justicia regional, instalados
en brigadas militares. El Informe señala que esos procedimientos penales han
sido utilizados como medios de hostigamiento e intimidación, y para identificar
públicamente a los trabajadores de derechos humanos considerados
"enemigos del Estado" por las fuerzas de seguridad. Con posterioridad, ciertos
miembros de las fuerzas de seguridad del Estado y/o miembros de los grupos
paramilitares tratan a estos individuos como blancos militares.
Se encuentra preocupada por el hecho de que los funcionarios del Estado
mismo que trabajan en la investigación de violaciones a los derechos humanos
también son objeto de ataques. Al nivel nacional, miembros de la Unidad de
Derechos Humanos de la Oficina del Fiscal General de la Nación se ven
constantemente amenazados. Los agentes del Estado involucrados en tareas
de derechos humanos al nivel local son aun más vulnerables. Los
representantes locales de la Oficina del Procurador de Derechos Humanos y
los enlaces con el gobierno local (personeros), han sido frecuentemente objeto
de serios ataques a su vida y su integridad física.
La Comisión recomienda, entre otras cosas, que el Estado adopte todas las
medidas necesarias para garantizar la seguridad de los trabajadores de
derechos humanos y lleve a cabo investigaciones penales serias, imparciales y
efectivas de los incidentes de violencia en su contra. Los funcionarios del
Estado deben abstenerse de efectuar declaraciones que sugieran que las
organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y sus miembros
actúan en forma impropia o ilegal cuando llevan a cabo actividades de
promoción y protección de los derechos humanos. La Comisión también insta
al Estado a tomar medidas especiales para proteger a los funcionarios oficiales
que actúan en el área de los derechos humanos. Estas medidas deben incluir
declaraciones públicas de apoyo, efectuadas por las autoridades estatales
apropiadas, así como la debida investigación y sanción de los ataques contra
ellos.

LIBERTAD DE PENSAMIENTO Y EXPRECION


Está dedicado al análisis de diferentes aspectos del ejercicio del derecho a la
libertad de pensamiento y de expresión, y a la importancia que reviste para el
pleno ejercicio de otros derechos humanos y el funcionamiento de la
democracia. El Informe expresa la preocupación de la Comisión por la
seguridad personal de los periodistas. Señala que ciertos actos de
hostigamiento y violencia cometidos contra periodistas siguen sin esclarecerse.
Se da a recomienda, entre otras cosas, que el Estado continúe adoptando e
implementando medidas destinadas a eliminar las barreras al ejercicio del
derecho a la libertad de expresión, como el control del contenido de los
programas de televisión. El Estado debe también asegurar el ejercicio del
derecho a la libertad de expresión adoptando medidas destinadas a prevenir la
violencia contra periodistas e investigando los casos que involucran amenazas
y ataques mediante investigaciones serias, imparciales y efectivas.

LIBERTAD DE ASOCIACION DE DERECHOS POLITICOS


Está dedicado a analizar varios temas relacionados con la libertad de
asociación y participación en el gobierno, con especial énfasis en la situación
de los miembros de sindicatos, particularmente de maestros, ciertos partidos
políticos, y personas involucradas en los procesos electorales que se llevaron a
cabo en 1997 y 1998.
Entre 1991 y 1997, 1.071 miembros de sindicatos fueron asesinados en
Colombia. Según la Confederación Internacional de Sindicatos Libres, de cada
100 sindicalistas muertos en el mundo durante 1996, alrededor de 40 son
colombianos. Entre los sindicatos más afectados se encuentran el de los
educadores y los trabajadores agrícolas. La Comisión se encuentra
particularmente preocupada por la violencia contra los trabajadores
agremiados, e insta al Estado a proteger la vida y la integridad física de los
miembros de sindicatos, así como su derecho a la libertad de asociación.
También destaca la existencia de intolerancia contra partidos políticos
alternativos. El ejemplo más notable es el de los miembros del partido político
Unión Patriótica (UP). Por lo menos 1.500 de sus miembros han sido
presuntamente asesinados desde la formación del partido en 1985. Esta
situación constituye una seria violación de los derechos a la libertad de
asociación y a la participación en el gobierno.
Presenta información relativa a amenazas y ataques contra miembros y
candidatos de partidos políticos. Estos ilícitos hacen de la participación en el
gobierno y en los procesos electorales una actividad peligrosa en Colombia lo
que, eventualmente, puede afectar el ejercicio del derecho al sufragio y la
participación política. Tras un violento período de campaña, las últimas
elecciones parecen haberse desarrollado sin incidentes serios, gracias a las
medidas adoptadas por el Estado.
Entre otras cosas, que el Estado adopte medidas efectivas para proteger la
vida y la integridad física de los miembros de los sindicatos, candidatos y
funcionarios electos, así como el ejercicio del derecho a la participación
política, y continúe asegurando que las elecciones se lleven a cabo sin
interferencias.
La situación de los derechos humanos de las comunidades indígenas, las
comunidades negras, las mujeres y los niños
Contienen una evaluación de la situación de los indígenas, las comunidades
negras, las mujeres y los niños, respectivamente, todos los cuales se han visto
particularmente afectados por el conflicto armado interno y la violencia
derivada.
Es relativo a las comunidades indígenas, presta especial atención al continuo
proceso de reconocimiento y otorgamiento de títulos sobre tierras indígenas y
sus recursos naturales. La Comisión recomienda, entre otras cosas, que se
asegure a las comunidades indígenas un efectivo control de las tierras y
territorios designados como territorios indígenas, resguardos u otras tierras
comunitarias, sin interferencia de quienes procuran mantener o asumir el
control de esos territorios a través de la violencia o cualquier otro medio en
detrimento de los derechos de las poblaciones indígenas.
Relativo a las comunidades negras de Colombia, analiza la inversión del
Gobierno en infraestructura, salud, educación, vivienda y bienestar general.
Desafortunadamente, tales inversiones han sido muy reducidas en las zonas
habitadas por estas comunidades. La Comisión toma nota de los avances a
partir de la aprobación de la Constitución de 1991, en particular mediante el
Artículo Transitorio 55, en el sentido de reparar el maltrato histórico a las
personas negras en Colombia. La Comisión recomienda la plena
implementación de las disposiciones de la Ley 70/93, adoptada en 1993, para
mejorar la situación y el status jurídico de las comunidades negras.
Dedicado a los derechos de la mujer, pone de relieve un número de avances
experimentados en este campo. Sin embargo, la Comisión considera que aún
persiste la discriminación basada en el sexo en diversas esferas de la vida, en
particular el empleo, la educación y la participación en los asuntos públicos.
Desafortunadamente, las cifras oficiales revelan que la violencia sexual y
doméstica contra las mujeres continúa ocurriendo en Colombia a niveles
alarmantes.
Entre otras cosas, que el Estado asegure la plena y efectiva aplicación de la
legislación nacional que protege a las mujeres contra la violencia, y ejercite
debida diligencia en todos los casos de violencia sexual, de manera que estén
sujetos a rápidas, completas e imparciales medidas de investigación, que se
traduzcan en las correspondientes sanciones y reparaciones.
En cuanto a los derechos humanos de los niños en Colombia, asigna especial
énfasis a la situación de los niños de la calle, los niños que trabajan, y a las
deficiencias de la legislación vigente. Desafortunadamente, los niños de la calle
siguen constituyendo una situación extremadamente difícil y peligrosa, y la
población de niños que trabajan con frecuencia en condiciones insalubres o
peligrosas y sin adecuadas remuneraciones o prestaciones alcanza un
porcentaje significativo.
Se ha recomendado al Estado, entre otras, la adopción de medidas para
garantizar el derecho a la vida y la integridad física de los niños colombianos.
Los actos que afecten estos derechos deben ser investigados en forma seria,
imparcial y efectiva por tribunales ordinarios, y ser severamente sancionados.
Deben fortalecerse los programas creados para proteger a los niños de la
participación en el conflicto armado interno, y reevaluarse el sistema de
reclutamiento de las fuerzas de seguridad, teniendo en cuenta la protección
que debe acordarse a los menores. El Estado también debería asegurar la
observancia de las disposiciones legales que protegen a los niños que trabajan,
e incorporar al sistema de educación a los niños que actualmente no reciben
instrucción escolar.
Las condiciones carcelarias y los derechos de las personas privadas de
su libertad
Como lo observara la Comisión durante su visita in loco, las condiciones
carcelarias constituyen uno de los aspectos más preocupantes de la actual
situación de derechos humanos en Colombia. Aborda aspectos tales como el
hacinamiento, el elevado porcentaje de personas en detención preventiva, y la
violencia.
Para mediados de 1997, el sistema carcelario colombiano albergaba a más de
40.000 detenidos en 176 instalaciones carcelarias con capacidad para 28.000
personas. Cerca de la mitad de los detenidos no habían sido sentenciados y se
encontraban alojados junto a los condenados. El acceso a servicios vitales y
derechos mínimos tales como asistencia médica, asesoramiento jurídico,
privilegios de salida, trabajo, visitas de familiares y recreación era escaso o
dependía del pago al personal u otros prisioneros, que por delegación tácita o
explícita del personal, controlan partes de las prisiones. Estas condiciones
generan violencia y criminalidad dentro de las instalaciones carcelarias,
conducen a disturbios y destruyen la motivación para la rehabilitación.
A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades, que fueron puestos en
conocimiento de la Comisión durante su visita in loco, el alcance del problema
en Colombia es tal que sólo una acción judicial, legal y administrativa decidida
puede producir un mejoramiento cualitativo en las condiciones carcelarias. La
Comisión recomienda al Estado, entre otras cosas, que separe a los detenidos
en prisión preventiva de los reclusos sentenciados los que, a su vez, deben ser
agrupados conforme al tipo de delito cometido, la severidad de la sentencia, su
nivel de peligrosidad y su edad. El Estado debe también adoptar medidas para
crear y mantener oportunidades de empleo y sistemas de educación productiva
para los detenidos, así como medidas de rehabilitación y readaptación social.
CONSIDERACIONES FINALES
Al concluir este informe la Comisión reconoce los esfuerzos del Estado
colombiano y la sociedad civil para tratar la compleja y desafiante realidad de la
violencia y el conflicto armado que por casi 40 años han afectado y aun afectan
a la sociedad. La Comisión confía que el Estado, junto a sus ciudadanos,
llevará adelante la tarea de responder en forma efectiva y con justicia a la
situación de violencia e impunidad. La construcción de la paz se encuentra
indisolublemente vinculada a la investigación, juzgamiento, sanción y
reparación de esas violaciones de los derechos humanos, en última instancia
imputables al Estado. La Comisión tiene la convicción de que el proceso de paz
y convivencia de los colombianos debe descansar sobre la verdad, la justicia y
la reparación. La Comisión concluye su Informe expresando su deseo de que el
pueblo colombiano concrete su anhelo de vivir en paz en el marco de la plena
vigencia de los derechos fundamentales de la persona humana.
RESUMEN EJECUTIVO
DERECHOS HUMNOS EN COLOMBIA

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