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Jo su la nd a
óír- .
ia, una Encic/orne
dia r¡ 'Jt ca unzver I
sa lí r, en F ra nc il os sa ,
Acaba de 1 d 1 pr ofesor André Jacob de un
, de los
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de sv e o ~ e ' ª 1a cabeza
fru to
. . gr u po
. de. proh ombre. s de la filosofía de presente, entre l
'"'"-:. t,1,1ado
,,,. " .,; R ic oe ur L ev in as Starob·msk'1 y otros.
a n Ape l , . '
Jvs que se encu,, entr . do m
;
as un m terés noticioso. No cabe
, .t1en e cu an
E.~re dato , ~ s1solo qu ~ en es e en or m e monumento biblio-
hech? de sesenta millones
decir Jo rrus mo de l in te rv en id o m ás de
gráf1C() , en cuy a co
nfección han y Gasset apenas son
n am un o y O rt eg a
ras de U iografía filosófi-
de c,aracteres, las ob po nd ie nt e a la bi bl
cción corres
:r,;;r,drJr,adas en 1a se m ar ge n de la si m patía o antipatía que
aña. AJ
ca prod uc ida en Esp m br es , de ci si va m en te ligados a la
estos dos no ellana, resulta escan-
puedan merecernos n to en le ng ua ca st
r:. ✓Aerrá za ci 6n de
l pensamie ades
s ha ya ot or ga do el rango de curiosid
se le
~ Joso que n i siquiera po rá ne a (a un qu e ello también fuera
sofía contem
fofk16ricas de la filo
, no es co sa de ra sgarse las vestiduras.
barg o
una tropelía). Sin em si nt om át ic o pu ed e haber en el hech o
Jo que de
;inr) de detenerse en
referido . de ve r la s co sa s, imperante en es-
geopolítico
r:-rmtórm e al modo an a no só lo se hallan entre los qu e
s de habla hi sp ~
tr;;; días, los paíse en el te rr en o de la comúnmceenn teesde ta1
las batal la s re
t1;;,i, perdido .toda<; ,. ,, , sm . que tam b1·.én pa _
y tecno lo g ia o las hum a
. . d e1·s1va ,. def
nr,mm ada "cie n ci a en un a zo na e mas uertc,s., co n
,., . . d<J un re vés vergonzo.
. so , , an ., , 1
~ufnen . lll do nd e se cr ei n-ersa . r
, a hlosofía) es decH, a . 1 ul tu ra un
m th ,tJ e~ ff " ª ª e , . El Juaa
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da de s de h acer un apor te di
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1para noso uo flolaºse
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E<rto e~, .qenci.llamen ,. tnea enf . d . la de nuestra
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u-ad1n 6n humnn sw:a. ( · l •'IO ~(') lo \Hl H ,.onu
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t., ala JWJn, ~u,no to<1o
e . . ,11., inclu yendo el mrnlo.· u• mw
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loque tiene que vea con e ' . ,., ,
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venido rclacmnnm1o u . "'' ,. ,
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· • _ d · iuc º1 (· ll ' tU'\ <' 11 su momeuto un h~,luncc c<,lcc11vn d,1
A rcscrva e l • • ' o' "' · . "'
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la tcor (a Pe' I' s, .. y c-ucr·t' t,, en cnstcll ano . me voy u dctmu:r tun H(,J
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) l)cl.,1, · ten \as rcduc tdHs lmdc~ lle (,HU, J)(>11U,. \c.1.,
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1Ul Stn l(lll( 1 1 ' ., . .. u
dimcnsi(\n de eso que me hr ap, es,u udo en c;~1ractcn 1 •, ,, ,
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tre": lo que tiene quc· ver con los avaturcs ucl lcn~juaJc en el p~et«.!ntc.
En realidad. estoy partiendo de la hip(ltC:{ ts de ,~uc ta actual sHuac ión
de •'nuestra·· filosofía está dc1crmm ada por d modo cotno nos rclacio~
namos con los signos que intcrv icucn en '' nucsl1~0'' 1nun<
!º· en ~ucs-
tro orden regulur de existc neia. Y en co11 sccuenc1a. t,u~btón e~ucn<.k,
que una superación de tal situac ión - que J~mls con_s,dcraré irrever~
sible- pasa necesariame nte por uu a rctormulac.:160 de nuest ros
nexos con el erario sígnico que comportan las humanidades.
Una fác il pero provechosa oposición de las humanidades a todo lo
que tiene que ver con la noción de ''naturaleza'', sitúa inmediatamente
a aquéllas en el ámbito de la cultura, de lo creado por el ser humano a
lo largo de su historia; "hum anidades" es otra forma de dec ir ''cul -
tura". Las humanidades son - para decirl o en términos fam iliares al
poeta Cardoza y Aragón- la verdadera prueba de la existencia del
hombre, en tanto que conde nsan el inveterado afán demasiado huma -
no por despegar -es un decir- de un orden de realid ad 4ue la fi-
losofía misma se ha represent:1do como reino de la indistinc ión, de la
in-diferencia, physis. Así pues, además de un reserv orio cultural, las
humanidades constituyen un proceso y, como tal, se presentan al mo-
do de un conjunto dinámico de posibilidades de enriq uec imiento de
la condición humana. El lenguaje, esto es, el signo a1ticulado y dota-
do de sentido, ha sido el factor principal de dicho proceso.
Desde luego, una aureola aristocrática ha entornado siempre a las
humanidades. Y es que hablar de humanidades también comporta la
exigencia de la realización de cierto s valores culturales, englobados
en el concepto de excelencia. Hay concreciones delez nables y subli-
mes del lengu aje, y las humanidades se identifican incondicionalmen-
te con las segundas. No se trata de negru· y preterir las manifestaciones
inferiores de la cultura, sino de situarlas en su justo nivel. No es co-
sa de censurar la telenovela HMujercita" - se me ocurre- por el he-
cho de que ya existen las obras de Sófocles o de Shakespeare, sino de
. 0
que separa a aquélla de éstas; y, sobre todo ' de
car el~~ b , h 1 . d .
Aesta .
v. t·ogu1r. proches que ca na. acer a a m ustna cultural del
otS 1 d 10s re
voo es el rnal empleo de me_dios ~o~erosos, especialmente en
resente e de una capacidad de _discermmiento (y compromiso) cul-
Pd,trit11ento exigencias educativas que ello supone. La raza de las
de las . d d. f .
lí
ral Y pueden glonar se e is rutar por igual una obra de arte
10
personas qu\no de la comedia antigua; algo así como la telenovela
r (al es " t d ) ,
menO ''L esclava Isaura , para en en ernos asi como las más exi-
ña ª
bras1·1e •restaciones del arte (equivalentes a la tragedia y la epope-
l' l · una pieza
gen·tes man• . s· es decir ' algo como una pe icu a de Tarkovski, ,
clásica ,
ya art un libro de Joyce, una obra. de Ionesco ... ) está en vías de
de Moz , del aparato educa-
. 'ón y se ha conformado y sostenido a pesar . d .
exnnc1de la mayoría de los actua1es med.ios masivo s e comumcación.
. '
uvoLoy que ha logrado 1a in . d ustna. cu1tural, en unas cuantas decada s, ,
es algo más profundo que la ~r~ducción y difusión de un diluvio
incontenible e inabarcable de 1magenes, generalmente de escasa ri-
queza cultural. A mi modo de ver, entre los resultados que arrojaría
un arqueo de lo hecho por dicha industria, destacaría con creces la
efectiva superación -al menos en determinados ámbitos comunicati-
vos- de toda escisión entre imagen y palabra, la conformación de un
lenguaje integral, que se vale por igual de signos verbales que de sig-
nos icónicos. Quizá esté desem peñando en ello un papel clave -tal
vez como puede deducirse de ciertas expresiones de Paul Virili o- la
creciente velocidad con que se vienen dando las relaciones comu-
nicativas. Sea como fuere , en el horizonte de las realizaciones de la
industria cultural, cada día se hace más trivial la distinción entre pa-
labras e icono y, con ello, pierden toda pertinencia problemas como
~l de la presunta superioridad (ontológica) de la palabra frente a la
imagen Y vicever
P
· sa, que tanto han preocupado a algunos pensadores.
a~r 10. demás, el salto a los dominios de la "transapariencia", que
tr ~nc~a el ya mencionado Virilio -es decir, la incrustación en nues-
y en nuestros cuerpos de determinados d1spos1 · ·
· tivos t . . 10
lo'as•vidas ,, .
eci -
g1cos 0 pr t' • manera que
eonocem ' eticos, que pueden dar al traste con la muca .
o d .
·
ct1·ac1ones s e representarnos el mundo , debido a que mtroducen .me-.
la que anulan el papel de los. sentido s y a que pueden amqm-
r con ello l
con • ª go clave para la filosofía: lo que hastad ahora hemos
rect ocido com "' · · ,
. , d 10 mtmc1on"- encuentra su correspon encia
· con esa
ucc1on .
esa n e ª palabra misma al coto de las imágen es; esto es, con
ueva forma de su cosificación. La mesa para el banquete de la
l 111•
e.,_ t.( se
lo " :u . .rv ida. tocfa vez qu e ya es un he
'
u ansap;u • fi
106
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sin em
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que pos1'b'1 ita ca· a ¡me
b l nte el ideal d A. ...
bar go, 1mp 1·ca ya una p . e p ~ oe. opntt
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i1oe . 001,unción de
~ ·1ura, ra co n la im a
eser• específich os de la pa
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lab gen. Se. a corno fuere 1os
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pv- ·do el rec. azo soécr dttco- .
platónico a la escntu , es
noCl siglos (todav"1a el Da t ra Y su pro lo
coda pe•rtri venc1a a trav s e. los , _n e del Tra tad
n-
~ ien do el
ga /a lengua vulgar conti nu a reduc efecto 1enguaJe a voz).
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~. ht~n11e1wu11cü). pensn1 (esto es, .ctca1 con f ur 1 4 , e le
fítín 0 . . , . , . . , .· . "' u._1mcnw u el
pnno lt~61,co), h41btu
. .Y l ~e• 1h11 o ~xprcsa1 se (v·ilc ,Jec1r cr ar con
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1mJam~nto en el ámbito de la cointmicacion tcóric:i) Et
ttJ,r, . . . . 1, umt1 al 0
. neo e mh:!rcstmie
n,•ithO más . que la .pura. c1udic1úo··...,,-.1 cornc man, d 1
l
comcntano ,_lcl comcnta_110. l,~ suped1tac1ón de algunos rccur < d
urpc filos61 ~ca_ a las cx1gcnc1t~s de la política o las ciencrn po ,tiv
, on~s drsviac10!1e_s por e! estilo. Una rehabilitación críuca de nu tt
herencia humatust1ca sena la garantía de una apc, tura má fru tíf
ra de la filosofía a la semiótica del mundo presente y del que nu
cm en el porvenir -· es decir, a los productos de la inclustna cultural
posmoderna-, a partir de una persistente gimnasia hc11nenéut1 a,
propósito de un nexo con el signo filosófico y artístico, así como con
el orden de lo imaginario creado en el pasado.
La anterior exigencia tiene implicaciones prácticas muy ampha
di~ersas. 1'1e voy a limitar a considerar tan sólo algunas. De entra
habrá que tener presente que todo medio determina la relación co el
signo. De modo, pues, que convendría tomar previsiones en lo aun
genle a la aproximación, tanto al signo clásico como al moderno Y
contemporáneo. Es decir, será interesante enriquecer nuestra f r-
mación en las lenguas implicadas en nuestra tradición filosóf1c 1
griego, el latín , el inglés, el alemán, el francés y 111mb1é11 no n
confiemos ante la obviedad- el castellano). Sería igual de recomen
dable ahondar al máximo en los estudios de hisiona de In fil ofi
~ · 1 f 1lósofos d bem s
Qu1cnes integramos las nuevas gencrnc10ncs cie d los erene mnes
d
ser capaces de emprender una lecturn . proprnl edad con las len u..
nuestros•
antecesores
•
Sin embargo
• , \. • t.
n1 la toma ldfl anstrucca6n hª' to
mencionadas ni el solo enriqucc11111cn10 de nueSIOl
• • • • <- f •¡Oló ·e , del sent ,e o
I del sagnc, a
nea
· garantizan una ,econstruccaon l g, 'ltvn retaca 6n ttcl t1lti,..ofo
mterpretar. Se impondría. entom.:es, unu nuc
• nroducc1oneS. Algo pureddO
con 1os especialistas en filología Y su:, •· • fitósoto es de~•r, e~e
puede decirse respecto de los lazos entre el . y la h1s1ona,
Iodos nosotros-
eterno aprendiz de filósofo que somos En suma. conYendrla pen·
la antropología, la crítica cultural, etcétera.
109
"t inculación interdisciplinaria -
sar en una fruct1. eral va inmolar a la filosofía en el aralodeque la
n
,,? ne-
·amente
ces~1 . . equ1 va e
d" hoy día en boga - , que fac1. hte .
las cosa
inter
disc1 .~Irna~1eda I 'd. vulgación filosófica s, sin atentar contra las a la-
invest1gac1ón Y a 1 l)ecu _
5ta5
liaridad_ de é · rta una modernización de nuestro nexos con
Lo rucho compo . . p
1do. ero ct 1c ·h
óf que hemos rec1b _ . 1a he-
a moderniz ación
rencia filos l icaundo de hoy' a los signos con que se presenta y delbe
extenderse a m .
fuentes ·que meJ _ •or nos los proporcio nan (entre 1as que deben conta a as
r
. . básic as y expe rimentale s). En conc reto, ello supo
se
las c1enc1as • . . ne
una
nueva aper tufa del filósofo a la producc1 .
6n socia
. l, cultu ral ci·e
, nti-,
.
ftca, tecno lógic a y política del pres ente. La reahédad con que tiene
el filóso ., .
fo hoy ataffe a. la onto1ogia, 1a tica, la lógica, la ep· que
vérse IaS . ._
temología, la política, la esté~1ca ... de s1empr~;,, ~ro se le presenta1sa
través de medios que no son inocentes: el pe?od1co , la revista espe-
cializada O no, el video, la computadora , el cine, la televisió~ , el ca-
sete, el libro, el cartel... y todas las manifestaciones de la industria
cultural. Si el filósofo de la actualidad se propone hacer algo valioso
debe considerar las determinaciones que suponen los medios en que,
se basa la industria cultural. Por ello, deberá abrirse a sus manifesta-
ciones y deberá hacerlo con la fortaleza que le prodigue una sólida
fonnación histórico-hermenéutica. El filósofo de hoy debe ser capaz
de hablar con fundamento, por igual, del pato Donald que de Dió-
tima de Mantinea. Y, desde luego, todo este aggiornamento también
valdría para los medios empleados en la formación del candidato
a
filósofo. Si bien considero que el seminario es y seguirá siendo
el
procedimiento más fértil en la formación del filósofo, también es cier-
to que dicho mecanismo pierde eficacia teórica y educativa cuand
o
quienes recurren a él carecen de un mínimo de formación previa.
Es
aquí donde se hace imperioso un salto modernizador: el de los medio
s
de información y formación del alumno. También aquí se impone
in-
ventar a riesgo de errar. Una facultad de filosofía hoy debe ser capaz
de congeniar los seculares dispositivos del diálogo filosófico (com
o
el seminario) con la posibilidad de recurrir a buenas bibliotecas, si st
e·
mas de computadoras ad hoc, videotecas, fonotecas, hemerotecas, con
un _amplio programa permanente de producción de libros, f?lletos,
revi~tas, Y con la organización regular de series de conferencias,
co-
loquios, congresos, intercambios internacionales ...
En defi1n1·tiva, · quie • nes asum
imos modestamente, desde e1castella·
no, el reto de pensar el presente, deberemos decidirnos en forma ctara
el dilema planteado por Simó n Rodríguez : o invcnútmo s o. erra-
ante . . .
Salvo que optemos por u1vc11tar - s1crnprc en el. senttdo de
mos. ,. .al acontecer , .de dcsc ulmr. y cr~ar - seremos obJetos de ~na
brirsc
ª te de ridíc ulo universal o de agrcs 1oncs como las que ya sufren
5uer (· . 1. .
unarn uno y Orteg a n1 1nas n1 rn cnos) .