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Teseo y el minotauro

Minos estaba enfurecido. Por dos veces que dédalo se había


burlado de él, y eso no podía quedar impune.
¡Averiguad cualquier cosa! ¡Quiero saber el paradero de ese
traidor! ¡No regreséis hasta tener noticias! – dijo el a sus espías.
Éstos partieron en diferentes direcciones. Un día, uno regreso con
noticias.
-- Majestad, eh visto ha dédalo dijo uno de los espías—tiempo atrás
logro llegar sano y salvo a Atenas, y los atenienses lo oculta a
vuestros ojos.
El rey, indignado, ordeno preparativos contra la ciudad y embarco
con su poderosa flota.
Los trirremes cretenses sitiaron a Atenas, Minos exigió a los
gobernantes de la ciudad que entregaran a Dédalo.
Éstos meditaron su respuesta.
-- Noble Minos—dijeron--, no sabemos qué ha hecho Dédalo para
ganarse tu odio, pero no estamos dispuestos a entregarte a uno de
nuestros más brillantes ciudadanos. Tiempo atrás Dédalo cometió
un crimen por el que fue desterrado, pero ya ha expiado su culpa y
lo defenderemos con todas nuestra fuerzas.

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