Está en la página 1de 120

Colección homoerótica

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 1
Colección homoerótica

COLECCIÓN
HOMOERÓTICA
Sergio Vallejo
Ana Prego

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 2
Colección homoerótica
ADVERTENCIA
Este libro no es apto para menores de dieciocho
años.
Reservados todos los derechos. El contenido de
esta obra está protegido por la ley, que establece
penas de prisión y/o multas, además de las
correspondientes indemnizaciones por daños y
prejuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren,
distribuyeren o comunicaren públicamente en todo
o en parte, una obra literario, artística o científica, o
su transformación, interpretación o ejecución
artística fijada en cualquier tipo de soporte o
comunicada a través de cualquier medio, sin la
preceptiva autorización.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 3
Colección homoerótica

"El miedo es el peor sentimiento que tenemos.


Éste lleva a la duda, y la duda a perder el
tiempo. Sin embargo, somos humanos, los
sentimientos nos dominan. Debemos aprender
a ver lo que realmente es importante y cuánto
tiempo tenemos para conseguirlo".

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 4
Colección homoerótica

Índice:
Sinopsis Pag 6

Días de penumbras Pag 7

La compañía Pag 45

Labios compartidos Pag 62

Tres son multitud Pag 69

El secreto de Iván Pag 89

Los días felices Pag 111

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 5
Colección homoerótica

Sinopsis:
“Un abogado egocéntrico y superficial que, tras perder
la vista, aprende a valorar el interior de las personas y se
enamora del hombre más bueno que ha conocido nunca.
Un joven recién salido de la universidad que aspira a un
puesto de trabajo, pero que se niega a jugar sucio para
lograrlo y, en su lugar, consigue algo mucho mejor: a su
jefe.
Un estudiante que mantiene una tormentosa aventura
con un maduro casado.
Dos hombres involucrados en un complicado y letal
triangulo amoroso.
Un chico que busca la verdad sobre la muerte de su
hermano y, en el camino, se encuentra a sí mismo y a su
alma gemela.
Dos adolescentes que se fugan para vivir juntos sus
últimos días felices.
Seis relatos cortos muy diferentes entre sí, pero que
tienen una cosa en común: todos hablan sobre el miedo, la
esperanza y el amor”

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 6
Colección homoerótica

Días de penumbras
En la sala vip de una de las discotecas más elitistas y exclusivas, en la zona
más pija de la ciudad, la vida se percibía de un modo diferente, transfigurada a
través de los ojos de aquellos que lo tenían todo y no eran conscientes de
ninguna otra realidad que no fuera la suya. Allí, los cánones de belleza estaban
muy claros, hasta el punto de que casi parecía que los habían fabricado a todos
en serie, el atractivo físico más artificial y las meras apariencias constituían la
única carta de presentación válida. Las mujeres excesivamente delgadas,
operadas en su mayoría, y ataviadas con vestidos y joyas de diseño. Los
hombres muy musculados a base de horas de gimnasio, con bronceados de
bote y trajes caros. Ese era el mundo de David, sus amigos pijos y su llamativa
e insoportable novia.

Por supuesto, David no era la excepción a la norma, él también era muy


atractivo. En parte, porque los genes habían sido bastante generosos con él,
dotándolo con unos llamativos ojos verdes y una cara bonita, pero, sobre todo,
porque dedicaba una enorme proporción de su tiempo a esculpirse en el
gimnasio. Además, había tenido la suerte de nacer en una familia adinerada y,
para colmo, ser hijo único. Su padre era un reputado abogado y dueño de un
importante bufete; y David, que también había estudiado derecho, comenzó a
trabajar con él nada más terminar la carrera, con la certeza de que algún día
heredaría el lucrativo negocio familiar, por lo que con sólo 25 años ya tenía
toda su vida solucionada.

Sabiéndose joven, rico y guapo, medía a los demás por el mismo baremo,
eligiendo a sus amigos, parejas y amantes en función de su clase social y
apariencia física. Estaba acostumbrado a tener todo lo que le apetecía al
instante de pedirlo y, con frecuencia, se aburría poco tiempo después.
Presumía de contar con una interminable lista de amantes de ambos sexos,
pero lo cierto es que él no se consideraba bisexual. Simplemente, decía
apreciar el gran atractivo exterior de sus conquistas. Quizá por eso nunca se
había enamorado de nadie, ni siquiera de la que por aquel entonces era su
novia oficial, Ainara, una de esas chicas indiscutiblemente espectaculares que

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 7
Colección homoerótica
tienen mucho que enseñar, pero muy pocas cosas interesantes que decir; ella
sólo era otro más de sus complementos, una novia florero.

Aquella noche estaban de celebración. David había ganado un caso muy


importante y lucrativo para el bufete de su padre; y para poder presumir de su
éxito profesional, decidió invitar a sus amistades a unas costosas botellas de
champán en la sala vip, que entre risas y conversaciones banales se fueron
vaciando a una velocidad vertiginosa.

Mientras Ainara charlaba animadamente con una amiga, que bien podría ser
perfectamente la versión Española de Paris Hilton, David jugaba a las
“miraditas intencionadas” con Juanjo, uno de sus amigos y amante habitual.
En un momento dado, le hizo un gesto con la cabeza para indicarle que lo
esperaba fuera, y los dos se levantaron de sus asientos con mucha discreción
para que ninguno de los presentes fuera capaz de reparar en lo que estaba
pasando, lo cual tampoco les resultó demasiado complicado porque, para
aquel entonces, la mayoría ya estaban completamente borrachos.

Juanjo se parecía a David en muchos aspectos, su apariencia física y filosofía


de vida eran muy similares. Sin embargo, aunque procedía de una familia
bastante acomodada, no estaba ni de lejos tan bien posicionada como la de
éste último. En otras circunstancias, es probable que no le hubiese resultado
sencillo acceder a ese círculo de amistades tan exclusivo, pero el abogado se
había encaprichado de él por su irresistible atractivo, y lo introdujo en su
mundo a cambio de convertirlo en su juguete sexual particular. Juanjo era un
joven ambicioso que pretendía escalar socialmente con la mayor rapidez
posible, por lo que no puso demasiados reparos ante aquellas insinuaciones,
pese a que se consideraba totalmente heterosexual hasta el día en que se
conocieron. Sin embargo, aquello era sólo una mera transacción mercantil
para él, y el otro lo sabía, pero, mientras pudiese obtener lo que quería, no le
importaba lo más mínimo; es más, disfrutaba su posición de poder en esa
particular relación.

Los dos chicos abandonaron la discoteca y cruzaron el aparcamiento hasta


llegar al nuevo Audi de David. Sin cruzar ni una sola palabra entre ellos, éste
reclinó su asiento y se acomodó en él tranquilamente, sin prestar demasiada
atención a Juanjo que esperaba sumisamente sus indicaciones; y tras abrirse la

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 8
Colección homoerótica
bragueta del pantalón, sujetó al otro por el cuello y lo empujó hacia abajo con
cierta brusquedad.

–¡Ya sabes lo que me gusta! –exclamó con una sonrisa socarrona.

Juanjo no respondió. Sólo asintió levemente e hizo aquello a lo que ya estaba


bastante habituado. Es cierto que la primera vez que tuvo aquel pene erecto
cerca de los labios y notó su característico olor a hombre, casi sintió cierta
aversión, pero, con el tiempo y la repetida práctica, todo se había vuelto mucho
más fácil, casi mecánico.

Con las primeras lametadas en el glande, un sabor muy familiar invadía toda
su boca. A David le gustaba que le lamiesen insistentemente la cabeza y el
tronco, y él procuraba hacerlo a conciencia. Mientras que con una mano le
acariciaba los testículos, deslizaba la otra sigilosamente por debajo de la
camisa Armani, a lo largo de su musculado abdomen, para finalmente
pellizcarle los pezones. Cuando David empezaba a removerse impaciente en su
asiento, sabía que era el momento de meterse todo aquel palpitante trozo de
carne en la boca, pero muy pocas veces lo dejaba a él marcar el ritmo. Lo más
habitual era que el joven abogado empujase frenéticamente la cabeza de su
sufrido amante, empalándolo hasta el fondo. Aquella noche en concreto,
Juanjo estuvo a punto de atragantarse cuando, por sorpresa, un potente chorro
de semen salió disparado hacía su garganta.

–Escúpelo fuera, no me manches la tapicería que acabo de estrenar el coche


–exigió David, mientras Juanjo salía del Audi, a toda velocidad, tapándose la
boca con las dos manos para tratar de contener las arcadas. El otro lo siguió,
entre divertido y preocupado, para comprobar que se encontraba bien–. ¡No te
mueras ahora o a ver cómo les explico yo a los demás que te he asesinado con
una corrida!

–¡Mierda, tío, por lo menos avísame! –protestó Juanjo, mirándolo con


indignación.

–Perdona, no me he acordado… ¡Es que contigo pierdo hasta la memoria! –


exclamó entre sonoras carcajadas, mientras trataba de limpiarle, con un clínex,
los hilillos de semen que aún se le escurrían por las comisuras de los labios–.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 9
Colección homoerótica
Te mereces una buena gratificación por un trabajo tan bien hecho, así que pide
lo que tú quieras por esa boca tan experta.

Antes de responder, Juanjo se obligó a sí mismo respirar hondo y contar


hasta diez. A esas alturas, no podía permitirse perder los nervios, ya había
tenido que hacer demasiadas cosas incómodas y no estaba dispuesto a
estropearlo. Miró hacía aquel flamante y nuevecito A8 negro del que tanto se
preocupaba su dueño y pensó que, puesto que él aún no podía permitirse un
coche como ese, al menos estaría bien probarlo y, tal vez, podría rallárselo un
poco o quizá pasar a doscientos por hora en algún control de velocidad. Esa
sería su pequeña venganza por el mal rato que le había hecho pasar.

–¿Qué tal se conduce ese coche? ¿Me dejas probarlo? –preguntó, forzando
una sonrisa.

El otro lo miró con una ceja levantada, dudó unos instantes y, finalmente,
accedió: –De acuerdo, pero una vuelta corta… ¡Y yo voy de copiloto para
controlarte, que no me fio de ti! –repuso.

Su amigo asintió poniendo cara de inocente, mientras pensaba para sí


mismo: «¡Ahora te vas a enterar, gilipollas!».

***
Mientras tanto, al otro extremo de la ciudad, en una pequeña y humilde
cervecería, su clientela la componía gente mucho más corriente, la mayoría
eran mileuristas que dedicaban casi todo su tiempo a trabajar para poder
alimentar a sus familias, pagar las facturas y la hipoteca. Allí, el orden de
prioridades cambiaba de manera radical, por lo que la importancia del culto al
cuerpo y la apariencia se diluía bajo una serie de preocupaciones más
mundanas e inmediatas como intentar llegar a fin de mes. Para aquellas
personas, la ropa cara y las joyas de diseño eran lujos muy alejados de sus
posibilidades que rara vez se permitían. Evidentemente, el aspecto físico
también tenía cierta importancia, pero no era la principal prioridad, ni el
requisito imprescindible para entrar en un círculo de amistades y, desde luego,
no lo era para Mateo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 10
Colección homoerótica
A pesar de manifestar de forma abierta su condición de homosexual, Mateo
era muy respetado y querido por todos los que lo conocían. Aunque lo cierto es
que las relaciones sentimentales nunca se le habían dado demasiado bien.
Principalmente, porque volcó la mayor parte de su tiempo y energía en cuidar
de su hermana Blanca a la que estaba muy unido, pero, también, porque era
un hombre bastante introvertido y retraído en esos temas. Además, no se
sentía demasiado seguro con su físico y se veía a sí mismo como alguien muy
normal, con una cara corriente y un cuerpo pasable que, en ningún caso,
podría competir con los músculos de gimnasio tan sumamente sobrevalorados.

La vida de Mateo había sido condicionada por dos sucesos muy trágicos: con
sólo cinco años, su hermana sufrió una grave enfermedad que le produjo una
pérdida total de visión y, para colmo de males, la prematura muerte de sus
padres los dejó prácticamente sin apoyo familiar, a excepción de unos abuelos
maternos que, aunque hicieron todo lo posible por ellos, ciertamente se vieron
muy sobrepasados por las complicadas circunstancias. No cabe duda de que
aquellos habían sido unos tiempos muy difíciles para los dos hermanos, pero
en especial que, con sólo 20 años, tuvo que convertirse en un improvisado
cabeza de familia, ponerse a trabajar para ayudar con los gastos familiares y
ocuparse del cuidado de una hermana ciega de 15 años.

Sin embargo, Mateo jamás se quejó de aquella época. Esencialmente


humilde y optimista, recordaba esos años como un importante ejercicio de
aprendizaje de la vida que le ayudó a convertirse en una persona mejor.
Durante mucho tiempo, logró compaginar actividad laboral y estudios hasta
que terminó la carrera de trabajo social. Trece años después, era un
profesional reconocido y cualificado, y lo que es más importante: compasivo y
generoso. Además de su ocupación como trabajador social en un
Ayuntamiento, Mateo dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a colaborar
en una “Asociación Juvenil para Personas Invidentes”, de la que su hermana
formaba parte.

Aquella noche en concreto, Blanca y otros de los miembros de su Asociación


se habían empeñado en salir a tomar unas cervezas, y lo convencieron para
que los acompañase, pese a que estaba esperando una llamada de su amigo
Carlos.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 11
Colección homoerótica
Desde hacía algunos años, Mateo y Carlos mantenían una peculiar relación
que resultaba del todo incomprensible para la mayoría, puesto que habían
logrado combinar el sexo sin compromiso ocasional con una sólida y sincera
amistad. Una mezcla poco frecuente y más que difícil de hacer funcionar. Al
parecer, todo el mundo pensaba que podrían formar una buena pareja,
solucionado de paso sus respectivas carencias afectivas, menos los propios
interesados que, pese a estimarse mucho mutuamente, no se sentían atraídos
de un modo sentimental.

No llevaba allí ni una hora cuando su teléfono sonó. Se disculpó con todos
los presentes por tener que marcharse y se despidió de su hermana,
advirtiéndole que no llegase muy tarde a casa y que fuese acompañada, a lo
que ella le respondió con un sarcástico: «¡Lo mismo te digo!». Carlos lo recibió
en la entrada de su apartamento con un cariñoso abrazo, se dedicaron una
sonrisa cómplice y se fundieron en un beso largo y pausado, propio de dos
amantes que ya se conocen desde hace mucho tiempo.

–¿Has cenado? –preguntó su amigo, haciéndose a un lado para que pudiese


entrar.

–Sí, he picado algo con los chicos de la Asociación ¡No sabes la juerga que
tienen montada! A ver a qué hora vuelve Blanquita a casa.

–¡Blanquita ya tiene 28 años! ¡Está en edad de hacerte tío y no de que le


controles los horarios de llegada! –repuso Carlos entre carcajadas.

–Me parece que soy un poco sobreprotector –confesó Mateo avergonzado.

–¿Sólo un poco? –ironizó el otro, dedicándole una mirada de afecto, y volvió


a besarlo. Luego, lo tomó de la mano y se lo llevó al dormitorio.

Se desnudaron el uno al otro muy despacio, mirándose con suma atención.


Lo cierto es que Carlos era la única persona con la que Mateo no se sentía
incomodo por su físico. En parte, porque ambos compartían similares miedos
y complejos, pero, sobre todo, por el inmenso afecto y confianza que se
procesaban, los cuales les hacían olvidar todos sus hándicaps. Completamente
desnudos, se abrazaron con firmeza, concentrándose en sentir el calor mutuo,
el suave roce de las pieles desnudas y la pugna de sus miembros erectos. Sus
labios se recorrieron cada centímetro de cara, cuello y orejas; mientras que las

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 12
Colección homoerótica
palmas de las manos, más travieses, palpaban y exploraban todos los
recovecos de caderas y nalgas.

Recostados sobre el lecho, la lengua de Mateo descendía por el pecho de su


amante, entreteniéndose en los pezones, bajando muy despacio hasta el
abdomen, saboreando con esmero aquel pene que tan bien conocía. Un rato
después, volvió a subir para besarlo, se hizo un hueco entre sus piernas y
comenzó a presionar con suavidad hasta que logró abrirse camino en el
interior de su amante.

–¿Te hago daño? –susurró Mateo–. ¿Te gusta?

–¡Siempre me preguntas lo mismo y ya sabes que me encanta como follas! –


protestó Carlos, mientras se aferraba a sus nalgas con desesperación, y tiraba
de él para enterrarlo cada vez más hondo.

***
Las vidas de David y Mateo, tan diferentes e incompatibles entre sí, de
ningún modo parecían predestinadas a encontrarse y, de no haber sido por
aquella terrible noche que marcaría un antes y un después para ellos, es muy
probable que sus existencias hubiesen continuado inalterables a lo largo de los
años, sin que llegasen a conocerse jamás o a reparar el uno en el otro. Sin
embargo, el destino incomprensible y caprichoso quiso que, en el mismo
instante en el que Mateo estaba llegando al orgasmo, Juanjo estrellase el Audi,
con su amigo dentro, contra un inmenso camión de transportes.

Apenas unos minutos antes, conducía a toda velocidad para atemorizar a


David, en venganza por la jugarreta que este le había hecho. Y, cuanto más le
exigía el joven abogado que frenase, más aceleraba él, haciendo rugir con furia
el potente motor del A8. Por desgracia, no tuvo en cuenta la importante
cantidad de alcohol que había ingerido, ni que el asfalto estaba mojado y
resbaladizo. Por eso, cuando al pasar una curva, aquel enorme vehículo
apareció de la nada e instintivamente intentó esquivarlo lo único que consiguió
fue que la zona del copiloto diese de lleno contra la parte trasera del camión y,
pese a tratarse de un coche muy robusto, éste se convirtió en un amasijo de
hierros, cristales rotos y sangre, donde permanecieron atrapados hasta que los
bomberos lograron sacarlos.
http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 13
Colección homoerótica
Juanjo salió relativamente airoso del accidente, con algunas costillas
magulladas y un brazo roto, pero David se había llevado la peor parte. Cuando
despertó en el hospital, descubrió horrorizado que un fatal golpe en la cabeza
le había provocado una pérdida total de visión. Irónicamente, aquel chico tan
superficial, que juzgaba a los demás por el aspecto físico y las apariencias, se
había quedado ciego. A pesar de que los médicos se mostraron medio
optimistas, explicándoles a él y a sus padres que serían necesarias más pruebas
para determinar si la ceguera iba a ser permanente o temporal, así como si
había alguna posibilidad de una operación quirúrgica exitosa, David creyó que
su mundo se había desmoronado. «¡Estaría mejor muerto!», pensó. Sumido
en las penumbras, todo lo que era importante para él, como su trabajo, la
posibilidad de un futuro brillante o sus relaciones sociales, se le escurrían
entre los dedos de las manos sin poder hacer nada para evitarlo y, por primera
vez en su vida, se sintió inútil e impotente.

A la hora de la verdad, en un círculo elitista donde imperaba el “darwinismo


social”, el joven abogado descubrió que no tenía ningún amigo leal. Muy pocos
se molestaron en visitarlo en el hospital y, después de un largo periodo de
recuperación, ninguno volvió. Para muchos de ellos, ver a David era como un
recordatorio demasiado deprimente de lo caprichosa que puede ser la suerte:
de cómo un día se podía estar en la cima del mundo y, al otro, caer hasta el
fondo. Para Ainara, se había convertido en un hombre imperfecto del que ya
no podía presumir. La idea de aparecer, ante sus amistades, con un joven
“impedido” del brazo se le antojaba de un ridículo insoportable. Desde luego,
muy malo para su reputación. Y, puesto que había perdido su posición de líder
en el grupo, a Juanjo ya no le resultaba de ninguna utilidad. Aliviado por poder
sacárselo de encima de una vez por todas, cambió de estrategia y se dedicó con
sumo empeño a reconfortar a la “pobre ex novia desconsolada” y, a costa de
meterse en las bragas de Ainara, consiguió mantener su posición social intacta.

***
Si las semanas de convalecencia en aquella cama de hospital fueron duras
para David, contra todo pronóstico, su regreso a casa resultó funesto para él,
puesto que era incapaz de dar dos pasos sin tropezarse con algo o caerse al
suelo. Encerrado entre las cuatro paredes de su habitación e inmerso en su

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 14
Colección homoerótica
propio autodesprecio, se negaba a salir a la calle. Sus padres, desbordados por
la situación y viéndose incapaces de poder vigilarlo constantemente,
decidieron contratar a Catalina, una enfermera particular con mucha
experiencia, para que cuidase de él.

Aquella medida, aunque justificada, no fue nada inteligente, puesto que


David no estaba enfermo sino ciego, y así sólo consiguieron alimentar aún
más su complejo de inutilidad. Poco después, Catalina tuvo que vendarle de
forma improvisada y a toda prisa dos enormes cortes que se había infligido en
las muñecas tratando de suicidarse. En esa ocasión, la rápida intervención de
la enfermera pudo salvarle la vida. Sin embargo, nadie descartaba que lo
volviese a intentar, puesto que David aseguraba que sólo se arrepentía de no
haber alcanzado su objetivo.

Catalina siempre procuraba ser muy discreta y no inmiscuirse en las


decisiones de sus jefes por muy estúpidas que éstas le pareciesen, pero, cuando
los padres de aquel pobre chico empezaron a hablar de psiquiatras, pastillas y
centros de internamiento, se sintió en la obligación moral de intervenir. Les
explicó que no le convenía que lo encerraran, sino todo lo contrario.
Necesitaba salir al exterior para aprender a desenvolverse por sí mismo,
conocer a otras personas en sus mismas circunstancias que le diesen apoyo y lo
aconsejasen.

–Si quieren yo les puedo recomendar una Asociación que sería muy
adecuada para David –les comentó Catalina–. Conozco a uno de los
trabajadores sociales voluntarios en el centro: Mateo es un gran profesional y
una persona muy humana. Siempre se vuelca en ayudar a chicos en situaciones
difíciles como su hijo. Podría hablar con él y comentarle un poco la situación…

Los padres aceptaron al momento, esperanzados por las palabras de


Catalina. Sin embargo, convencer al principal interesado fue otra cosa muy
distinta. David seguía negándose a salir de su habitación y no quería ni oír
hablar de contarle sus problemas a un grupo de desconocidos, ya fuesen
videntes o invidentes. Su determinación sólo flaqueó cuando lo amenazaron
con internarlo si no asistía a las reuniones de la asociación y terminó
accediendo de mala gana. Pero el joven abogado no creyó ni por un segundo
que ninguno de esos chicos tuviese algo en común con él por el mero hecho de

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 15
Colección homoerótica
ser ciegos. En su opinión, eran simples perdedores que difícilmente podrían
echar de menos algo que nunca había sido suyo; ellos jamás comprenderían
cómo era tener el mundo entero entre las manos y perderlo todo, en un
instante, contra la parte trasera de un estúpido camión.

***
Para Mateo la Asociación no era sólo una actividad más. Estaba realmente
sensibilizado con el tema y se desvivía por colaborar en todo lo posible,con
aquellos jóvenes invidentes. Éstos le inspiraban un inmenso respeto y
admiración porque, a diario, los veía enfrentarse con obcecación a todos los
pequeños o grandes obstáculos que les imponía su discapacidad y, con cada
victoria, se volvían más fuertes e independientes. La mayoría de ellos había
nacido o sido invidentes casi toda su vida, como su hermana Blanca. Otros
pocos perdieron la vista, en la adolescencia o la edad adulta, por causa de
alguna enfermedad degenerativa o un desafortunado incidente. No obstante,
en cada circunstancia particular, siempre había una sobrecogedora historia de
autosuperación y ganas de vivir.

Cuando Catalina le explicó con detalle la delicada situación de David, Mateo


se interesó mucho por el caso y se comprometió a hacer todo lo que estuviese
en su mano para ayudarlo. Lo cierto es que, a lo largo de todos sus años en la
Asociación, había conocido a muchas personas con problemas y muy
destrozadas anímicamente, pero nada lo impactó tanto como la primera vez
que vio aparecer a David del brazo de su enfermera, con las muñecas
vendadas, una postura encogida y defensiva, paso vacilante e inseguro, y una
expresión tan llena de amargura y desesperación que consiguió dejarlo
totalmente petrificado durante unos segundos.

–Buenas tardes, Mateo, este chico es David. Perdona que vengamos tarde,
pero es que nos ha costado un poco llegar hasta aquí… –se disculpó Catalina
agotada, ya que literalmente había tenido que ir arrastrándolo por la calle,
desde el aparcamiento hasta el edificio de la Asociación.

–¡No te preocupes! –la tranquilizó Mateo, que por fin había logrado
reaccionar–. Aún no ha llegado nadie. Hoy os pedí que vinieseis una hora

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 16
Colección homoerótica
antes porque quiero hablar un poco con David antes de presentárselo a los
demás.

–¿Necesitas que me quede? –le preguntó ella, mientras miraba de reojo al


joven abogado que permanecía totalmente impasible, como si nada de aquello
fuese con él.

–No, no hace falta, ya me ocupo yo. Con que estés aquí a las ocho para
recogerlo es suficiente –dicho esto, lo tomó del brazo y se despidió de la
sufrida enfermera, quien salió del edificio resoplando–. Ahora nos vamos a
sentar y te cuento un poco de qué va esto, ¿te parece? –El otro no respondió–.
A ver, lo más importante es que tenemos una dinámica de grupo semanal,
donde podéis comentar y debatir cualquier cosa que os preocupe. Y, dentro de
lo posible, entre todos intentaremos encontrar una solución adecuada.
Además, también organizamos otras actividades que…

–¿Podéis devolverme la vista? ¡Esa es la única solución que me interesa! –lo


interrumpió David de una forma nada amistosa.

–Por desgracia, no, David. Pero tus compañeros pueden ayudarte de muchas
otras maneras para que aprendas a llevar una vida normal.

–¿Vida normal? ¿Cómo cojones voy a hacer una vida normal así? –gritó
David indignado y con los ojos empapados en lágrimas.

–Te aseguro que es posible –respondió Mateo pacientemente–. Entiendo


que ahora te sientas mal, pero he conocido a muchas personas en tu mismas
situación que…

–¿Tú eres ciego acaso? ¿Cómo coño vas a entender como me siento? –le
increpó a grito pelado–. Sólo por darnos la charla, una vez a la semana, no
puedes saber lo que significa vivir en penumbras… ¡Así que te puedes meter tu
lástima por donde te…!

David no fue capaz de continuar. Todo el dolor contenido durante las


últimas semanas explotó en aquel justo instante. No paraba de repetirse a sí
mismo que era muy vergonzoso llorar frente a un completo desconocido, pero
no podía parar por mucho que lo intentase. Mientras, Mateo se levantó de la

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 17
Colección homoerótica
silla en silencio, le puso un pañuelo de papel en una mano y permaneció a su
lado durante varios minutos, esperando a que se calmase.

–¡Me siento ridículo! –murmuró el joven abogado un poco más tranquilo.

–No, David, todo lo contario, cualquiera haría lo mismo en tu situación.


Además, me parece muy recomendable que te desahogues y llores todo lo que
necesites. Precisamente, estoy aquí para escucharte…

–¿Te pagan por ver llorar a hombres adultos? –repuso el otro gimoteando.

–No, lo hago gratis.

–¡Pues si que debe gustarte! –exclamó sin poder contener una medio
sonrisa, mientras se secaba las lágrimas de la cara–. Mira, pareces un tipo
bastante ocupado, así que voy a serte muy franco para que no sigas perdiendo
el tiempo conmigo: yo sólo he venido aquí porque mis padres me obligaron y
amenazaron con internarme en un centro si me negaba. Pero no tengo ningún
interés en escuchar los lamentos de una pandilla de ciegos.

–Hombre, está claro que ese planteamiento es erróneo, la asistencia a las


reuniones tiene que ser totalmente voluntaria para que te ayuden en algo. No
obstante, no los justifico, pero imagino que deben estar bastante preocupados
por ti para llegar a esos extremos.

–¡Lo que están es más que hartos de cargar conmigo! ¿Por qué te crees que
han contratado una niñera para que se ocupe de mí y me saque a pasear?

–No voy a entrar a discutir eso contigo. Pero te propongo un ejercicio para
cuando vuelvas a casa: trata de reflexionar detenidamente sobre cómo te
sentirías tú y qué harías si estuvieses en el otro extremo. Es decir, si fuese uno
de tus padres el que hubiese perdido la vista y estuviese desmoralizado.
Piénsalo bien y, el próximo día, me cuentas cuáles son tus conclusiones.

–¿Esas chorradas psicológicas suelen funcionarte?

–¡Casi siempre!

–Pues para embaucarme a mí, vas a necesitar algo mejor –repuso David.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 18
Colección homoerótica
–¡Cómo se nota que eres abogado! –exclamó Mateo, dándole una palmada
en el hombro.

–Lo era antes de esto y no lo hacía mal… –respondió con tristeza.

–No, David. Todavía lo sigues siendo. Tu vida no se ha acabado por quedarte


ciego. Simplemente, vas a tener que adaptarte a tus nuevas circunstancias.
Muchas de las personas que vienen aquí están trabajando o estudiando, viven
solas y salen a la calle sin la ayuda de nadie.

–¿De verdad? ¿Cómo lo hacen? –preguntó boquiabierto.

–Pues voy a dejar que sean ellos quienes te lo cuenten porque, además, ya
deben estar a punto de llegar.

–¡Creo que cómo vendedor de coches usados no tendrías precio! –se burló
David con una amplia sonrisa–. Pero sí que debo reconocerte cierto mérito: es
la primera vez, en estos dos meses, que alguien consigue hacerme sonreír.

–Pues ese ya es un gran comienzo, ¿no te parece?

–Puede… –respondió vacilante.

***
Algunos días después de su primer encuentro con David, Mateo aún no
había logrado sacarse al chico de la cabeza. Aquella expresión de autentico
pánico cuando llegó del brazo de Catalina y ese llanto desgarrador lo
impactaron muchísimo. Aunque no era la primera vez que veía sufrir a una
persona por su discapacidad, nunca había conocido a nadie tan triste y
aterrorizado como él.

Llevaba un buen rato tratando sin éxito de concentrarse en el libro que tenía
entre las manos, pero aquella tarde su cabeza estaba en otro sitio. Mientras
tanto, Platón, el perro lazarillo de Blanca, un bonito ejemplar adulto de golden
retriever, dormitaba plácidamente a sus pies, sin hacer mucho caso de lo que
sucedía a su alrededor, hasta que la joven entró en la salita y Platón se puso de
pie de un salto para ir al encuentro de su ama.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 19
Colección homoerótica
–Mateo, te estoy escuchando resoplar desde mi dormitorio. ¿Qué te pasa? –
preguntó Blanca con una expresión divertida.

–Ya, es que no paro de darle vueltas al caso de David. ¿Tú qué opinas de él?

–¿Del nuevo? Pues no sé, es que en la reunión tampoco habló demasiado.


Aunque, por su tono de voz, parecía bastante decaído –manifestó ella
pensativa mientras acariciaba el hocico de Platón.

–No lo comentes con los demás, pero trató de suicidarse hace poco. Aún
lleva los brazos vendados.

–¡Joder, qué mal! No pensé que fuese tan grave.

–Sí, es un caso muy delicado. Creo que voy a necesitar mucha paciencia y
mano izquierda con él porque, además de confuso y frustrado, está totalmente
desmotivado. ¿Puedo contar contigo para que me ayudes a orientarlo un poco?

–¡Sabes que sí! Ya verás cómo entre todos conseguimos animarlo… –


respondió con una amplia sonrisa–. Voy a sacar a Platón un rato que lo noto
un poco inquieto. ¿Hoy no quedas con Carlos?

–No, no creo. Leeré un poco y, luego, me iré a dormir. No tardes mucho en


volver.

–¡Hermanito, no tienes remedio!

–¡Tú calla que se lo decía al perro!

***
Mientras tanto, en el otro extremo de la ciudad, David se revolvía inquieto
en la cama, inmerso en una recurrente y angustiosa pesadilla que siempre
volvía para turbar sus horas de sueño. En la más absoluta de las penumbras,
podía notar como todo el suelo se estaba rompiendo y derrumbando a su
alrededor. Mientras, él trataba de resistir sobre un pequeño e inestable trozo
de tierra que también amenazaba con caerse en cualquier momento, pero ya
no quedaba nadie a quien pedir ayuda, todos habían desaparecido y estaba
completamente solo. Cada noche, el suelo se despeñaba bajo sus pies y él se

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 20
Colección homoerótica
precipitaba por un interminable vacio. Ese era el momento en el que siempre
se despertaba aterrorizado, gritando y empapado en un sudor frío.

Sin embargo, aquella noche el sueño cambió. Cuando creía que estaba a
punto de caer, escuchó una voz reconfortante que le decía que iba a salvarse.
Pero, por mucho que David se esforzaba en ver el rostro de aquel hombre, era
incapaz de distinguirlo en la oscuridad. Al momento, se despertó un poco
desorientado, pero con una sorprendente sensación de calma, la cual no había
experimentado en mucho tiempo, e inevitablemente pensó en Mateo: estaba
seguro que la voz que había oído en el sueño era la suya.

***
David llevaba un buen rato sentado en aquella sala de reuniones,
escuchando en silencio las opiniones e inquietudes varias de sus compañeros
de la Asociación. Sin embargo, a pesar de que no podía negarles cierto merito
por su terca determinación, no alcanzaba a imaginar ni de manera remota
cómo podrían ayudarle todas esas charlas, y no paraba de repetirse a sí mismo
que estaba perdiendo el tiempo. Cuando por fin se terminó la reunión y oyó a
Mateo despedirse de todos, resopló aliviado. «¡Menos mal, un poco más y o
me tiro por la ventana!», pensó.

En apenas unos instantes, se organizó un estridente ajetreo, a su alrededor,


de sillas que se movían, charlas ruidosas e inteligibles entre unos y otros, pasos
y golpes de bastón que se alejaban del joven, quien permaneció inmóvil en su
asiento, sin atreverse a mover ni un músculo. Mateo cerró la puerta tras la
última persona que abandonó el local y se sentó a su lado. David supo quién
era incluso antes de que abriese la boca porque su olor, además de agradable,
le resultaba tremendamente familiar, llevaba el mismo perfume que la primera
vez que hablaron.

–Bueno, David, ¿qué te están pareciendo las reuniones? –preguntó Mateo


mirándolo con interés.

–¡Me vas a perdonar que me reserve mi opinión! –respondió el otro con


sarcasmos.

–¿Tan mal?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 21
Colección homoerótica
–Sinceramente, no le encuentro ninguna utilidad a todo esto.

–Pero sólo es la segunda vez que vienes. Por lo menos intenta darles una
oportunidad…

–Sí, bueno. Como sabes, tampoco es que tenga otro remedio. Mis padres no
me dejaron más opción que esta.

–Lo cual me recuerda, ¿has pensado en lo que te plantee la semana pasada?

–Pues… lo he intentado... supongo que me sentiría muy mal por ellos e


impotente por no poder cambiar las cosas, pero, por muchas vueltas que le he
dado, no sé qué haría yo en esa situación… porque no hay nada que se pueda
hacer para arreglar esto... lamento no poder decirte nada mejor.

–¡Al contrario, me has dado una muy buena respuesta! ¿Te das cuenta de
que para tu familia tampoco es fácil?

–Imagino. Creo que estoy tan concentrado en mi desgracia que ni siquiera


me he parado a pensar en cómo se sienten ellos… –contestó pensativo.

–Es normal, eres humano –dijo Mateo dándole una reconfortante palmada
en la espalda–. He estado pensado en cuál podría ser la mejor forma de
ayudarte y, en vista de que no les encuentras utilidad a las reuniones, quiero
proponerte una estrategia distinta.

–¿Otro de tus acertijos psicológicos? –preguntó David condescendiente.

–¡Esta vez no! Te cuento, he hablado con mi hermana Blanca, que es uno de
los miembros más veteranas en la Asociación, y le he pedido que te enseñe un
poco a desenvolverte por ti mismo. No conozco a nadie más independiente que
ella, por lo que creo que sería una gran mentora para ti. Tendríais que poneros
de acuerdo para venir los dos más días al centro, pero esta es una decisión que
sólo te corresponde tomar a ti. Debe ser algo totalmente voluntario. Dime,
David, ¿no te gustaría poder ir y venir tú solo sin tener que estar pasando
siempre de un brazo a otro?

–Supongo que no pierdo nada por intentarlo… tampoco es que tenga otra
cosa mejor que hacer… –contestó encogiéndose de hombros.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 22
Colección homoerótica
***
Durante los meses siguientes, Blanca se empleó a fondo para enseñarle sus
pequeños trucos al joven abogado. Recorrieron el edificio de un extremo a otro
en repetidas ocasiones, contando todos los pasos que daban, memorizando
cada objeto y cada obstáculo existente para que, de este modo, pudiese
formarse una especie de mapa mental del lugar en el que estaban, y supiese
hacer lo mismo en su propia casa o en cualquier otro sitio. Mientras, Mateo los
observaba con mucha atención, gratamente sorprendido por sus avances.
Aunque David se había mostrado muy inseguro al principio, luego resultó que
el joven aprendía con más facilidad y rapidez de lo esperado.

En cierta ocasión, la chica consiguió convencer a David para que saliese a


pasear con ella por la ciudad, aunque no sin algunos reparos por su parte.
«¿Seguro que sabes lo que haces? ¡A ver si vamos a terminar los dos en medio
del río!», le había espetado éste, ante las sonoras carcajadas del trabajador
social y su hermana. A pesar de sus reticencias iniciales, la experiencia fue muy
gratificante para él. Por primera vez en mucho tiempo, aunque teniendo que
seguir las indicaciones de Blanca, era capaz de caminar por la calle sin
necesidad de ir del brazo de nadie, y casi podía sentir de nuevo su añorada
libertad.

A ese paseo le sucedieron muchos otros a lo largo de las semanas, en los que
el joven fue ganando en desenvoltura y confianza en sí mismo. Esto repercutió
en sus ánimos y, poco a poco, fue abandonando aquel estado depresivo con el
que había llegado a la Asociación el primer día. Un poco más animado y
optimista, David comenzó a participar cada vez más en las reuniones de la
Asociación que ya no le parecían debates interminables y tediosos, sino una
buena oportunidad de intercambiar opiniones y, sobre todo, de aprender lo
máximo posible de sus compañeros, mucho más experimentados que él. Por
primera vez en su vida, el joven abogado trataba de detenerse a escuchar todo
aquello que los otros tenían que decir, se interesaba por las opiniones y
circunstancias de los demás, y no sólo de las suyas.

Después de varios meses en penumbras, los ambientes exclusivos y las zonas


vip parecían quedar ya muy lejanos y borrosos en su memoria, como
fragmentos confusos de algún sueño pasado. Sin embargo, esa era la única

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 23
Colección homoerótica
parte de su anterior vida que ya no echaba de menos porque había aprendido a
valorar la humildad y sencillez de la gente de la Asociación, a los que ya
consideraba sus amigos, tal vez los únicos que había tenido nunca. Sin
embargo, si hubo una persona que logró calar más profundamente en David,
ese fue Mateo. Ya desde su primer día en la Asociación, cuando llegó allí
totalmente desmoralizado, le llamó la atención la forma en que éste había sido
capaz de captar su interés con una simple conversación, infundiéndole una
pequeña chispa de esperanza.

Desde entonces, debía reconocer que aquel hombre estaba volcándose por
completo en ayudarlo, incluso cuando él no se lo ponía nada fácil. Y, por más
que pasasen las semanas, David no podía dejar de sorprenderse y maravillarse
a la vez por la humanidad que Mateo siempre demostraba, su increíble
generosidad y su inmensa empatía hacia el sufrimiento ajeno.

Estaba seguro de que nunca había conocido a otra persona como él. Desde
luego, no en su anterior círculo de amistades. Es más, antes del accidente, ni se
le habría pasado por la cabeza que pudiese existir alguien tan extraordinario.
Independientemente de la gran admiración que le inspiraba, durante esas
largas charlas que mantenían y de las que David no se cansaba nunca, también
comprobó que era una persona muy interesante e inteligente, con un gran
sentido del humor y un extraordinario magnetismo que lograba atraer a todos
los que estaban a su alrededor.

Desde luego, la admiración era mutua. Mateo valoraba el impresionante


cambio que David estaba dando, lo había visto vencer al desanimo y al
pesimismo para convertirse en una persona más fuerte y segura, mostrando
además una gran determinación y empeño por aprender y mejorar en su
situación.

–¡Estoy muy orgulloso de ti! –lo felicitó Mateo–. Un hombre valiente no es


el que trata de hacerlo todo por sí mismo, sino el que no se avergüenza de
pedir ayuda cuando la necesita, y lucha por lograr lo que quiere por muy
desfavorables que sean sus circunstancias. Tú estás demostrado con creces que
lo eres y, además, has sido capaz de aprender, en meses, lo que a otras
personas les cuesta años…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 24
Colección homoerótica
David sonrió emocionado. Ninguno de los halagos que había recibido, a lo
largo de su vida, por sus ojos bonitos o su cuerpo perfecto, habían logrado
llenarlo de tanta satisfacción y hacerlo tan feliz como aquellas sinceras
palabras de Mateo. Entonces, se dio cuenta de que la opinión que éste tenía de
él le importaba mucho más de lo que nunca se hubiera podido imaginar y ese
descubrimiento lo confundió. «¡Sólo somos amigos!», se repetía
constantemente.

Durante algún tiempo, trató de ignorar y de racionalizar esa sensación, no


podía ser, le parecía imposible sentirse atraído por una persona a la que ni
siquiera podía ver, por muy admirable y maravillosa que ésta le pareciese, por
muy bonita que fuese su voz o muy bien que oliese y, sin embargo, nunca había
sentido nada ni remotamente parecido por nadie. Hasta que un día no pudo
seguir ignorando lo que le sucedía, sus propios sentimientos le explotaron en
la cara, en forma de dolorosos y punzantes celos, cuando oyó hablar de Carlos,
el amigo de Mateo.

Un viernes, al terminar la reunión, acompañó a sus amigos a una pequeña


cervecería que estos solían frecuentar muy a menudo. Mateo también estaba
allí, pero, al rato, su teléfono sonó y él se despidió de todos con mucha prisa
porque había quedado con “un tal Carlos”. A lo que le siguieron una serie de
bromas y risitas jocosas por parte de alguno de sus compañeros, que hicieron
más que evidente que ese Carlos era algo más que un simple amigo. David ya
conocía la orientación sexual de Mateo. Lo cierto es que no era ningún secreto,
todos lo sabían y respetaban, pero nunca se había parado a pensar en la
posibilidad de que tuviese pareja; y aquel nuevo descubrimiento lo dejó
complemente perplejo y descorazonado. «¡Menos mal que ninguno de estos
puede verme la cara ahora mismo!», pensó frustrado.

–¿A ti que te pasa? Te has quedado mudo de repente –le espetó Blanca,
devolviéndolo a la realidad.

–Nada… –negó el joven, tratando de disimular su tristeza, pero no lo


consiguió. La chica llevaba casi toda su vida ciega y había aprendido a
interpretar el estado anímico de los demás con sólo escuchar su tono de voz.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 25
Colección homoerótica
–Vamos fuera… –le propuso ella, tomándolo de la mano y conduciéndolo
hacia el exterior. David no respondió, simplemente se dejó ir–. ¿Estás así por
Mateo?

–¿Qué? ¡Noo! –negó sorprendido.

–¡Ay, dios, es verdad, a ti te gusta mi hermano! –exclamó Blanca


emocionada.

–¿Qué dices? ¡Pero si te acabo de contestar que no! Mateo sólo es un amigo,
me cae bien y me parece una gran persona, pero que noo…

–¡Joder, tienes razón, no te gusta, tú lo que estás es completamente colado


por él! –vitoreó la joven, entre sonoras carcajadas.

–¡Mira! ¿Sabes qué? ¡Pasa de mí, yo me largo! –protestó avergonzado.

–¡Espera David! Estoy bastante segura de que podrías ser correspondido… –


le suplicó, aferrándose a su brazo–. Mi hermano es una persona muy
introvertida y reservada con sus sentimientos, nunca me los contaría
abiertamente, pero hay mucho afecto en su voz cada vez que habla de ti, el
mismo que acabo de notar en la tuya. Te lo cuento porque tú me caes muy bien
y que mi hermano sea feliz.

–Aunque eso fuera cierto (que no estoy diciendo que lo sea), creo que él ya
tiene novio…

–¡Carlos no es su novio! Sólo es un amigo con el que se acuesta de vez en


cuando. Si alguno de los dos quisiese algo más serio, ya habrían dado el paso
hace años y no lo han hecho –repuso ella–. En serio, creo que tienes
posibilidades, pero sé que Mateo no va a tomar la iniciativa porque es
demasiado tímido para esas cosas.

–¿Pues ya me contarás cómo hago yo para tomar la iniciativa? En la


Asociación, tu hermano siempre está rodeado de gente…

–¡Será cuestión de sacarlo de allí! –exclamó Blanca triunfante–. Ya sabes


que Pablo toca la guitarra en un grupo, ¿verdad?

–¿El Pablo que te tira los trastos a lo descarado en las reuniones y tiene voz
de cantautor afónico?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 26
Colección homoerótica
–¡El mismo! Mañana por la noche dan un pequeño concierto y le he pedido
a Mateo que me lleve, ¿te apuntas?

–¡Ahh, muy buena idea! Así en vez de estar rodeados por los miembros de la
asociación, lo estaremos por un grupo de gente que sí puede vernos y contigo
de carabina… ¡Un planazo!

–¡Desde luego, qué poco imaginativo eres! Al terminar el concierto, yo me


voy con Pablo y os dejo a vosotros dos solos. Luego, te lo llevas a un sitio más
privado, y allí sacas tus armas de hombre o lo que sea que hagas tú para ligar…

–¿Y no será que a ti te gusta el cantautor y estás buscando a alguien que


entretenga a Mateo mientras te das el homenaje? –preguntó David, entre
carcajadas.

–¡Pues sí! ¿Qué pasa? ¡Yo también tengo derecho!

***
A la noche siguiente, David asistió al concierto con los hermanos y, además
de disfrutar de su deseada compañía, quedó maravillado por la experiencia de
poder recrearse por completo en la música. Puesto que al no existir ninguna
distracción visual, notaba como era capaz de agudizar al máximo su sentido
del oído para prestar suma atención a cada nota y melodía. Sólo algún casual y
cálido roce del brazo de Mateo contra el suyo logró hacerle perder la
concentración y abstraerlo del concierto. Al terminar, Blanca se excusó ante su
hermano, diciéndole que tenía planes con Pablo y sus amigos de la banda y,
antes de que éste pudiese reaccionar, ya lo había dejado solo con David.

–¡Pero qué morro tiene esta mujer! Primero me lía para que la traiga y,
ahora, se larga –exclamó Mateo indignado, mientras David trataba de reprimir
una sonrisa–. ¿Qué hacemos? ¿Vamos a tomar algo o quieres que te lleve a tu
casa?

–Bueno. Ahora no tengo muchas ganas de meterme en un local de copas y tu


hermana me ha comentado que, por aquí cerca, hay una playa a la que ibais de
niños. Si te apetece, podemos ir a dar un paseo por allí. La verdad es que no he
vuelto a hacer algo así desde que perdí la vista…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 27
Colección homoerótica
–Me parece una buena idea… –respondió Mateo, tomándolo del brazo para
indicarle el camino–. ¿Qué te ha parecido el concierto? –Mientras caminaban
hacia la playa, David le explicó esa experiencia tan sorprendente e intensa que
acababa de tener con la música–. Es normal. Cuando se pierde un sentido, los
otros se agudizan para suplir esa carencia de algún modo y, cuanto más los
ejercites, más podrás desarrollarlos –le explicó Mateo–. Te propongo un
ejercicio: mientras caminamos por la orilla, quiero que trates de afinar tus
sentidos lo máximo posible y que me describas todo lo que estés percibiendo.

–¿Y esto te lo enseñaron en la universidad o es de cosecha propia? –protestó


el otro divertido.

–¡Un poco de todo!

–¡Amm, vale…! Pues, a ver, noto la arena debajo de los pies, la brisa en la
cara, el ruido de las olas…

–¿Qué más?

– ¿Más? Pues… el olor a mar, el ruido lejano de algún coche, el de un grillo


trasnochado…

–¿Algo más?

–Sii, una voz muy bonita, pero también muy pesada que no para de
repetirme «qué más, qué más…», el olor agradable de tu perfume, el calor de
tu brazo alrededor del mío, tu forma de removerte incomodo mientras hablo
ahora mismo… –le susurró David–. Y ahora que ya he cumplido como conejillo
de indias, soy yo el que quiere probar otro experimento contigo: Blanca me
contó que ella es capaz de hacerse una idea de cómo es una persona sólo con
tocarla… ¿Puedo tocarte a ti?

–Ehh… bueno, sí… –murmuró Mateo algo tenso.

David soltó su brazo y se colocó frente a él, con una sonrisa triunfante en los
labios, quedándose a escasos centímetros el uno del otro. Buscó la cara del
trabajador social a tientas, y colocó las manos sobre sus mejillas, ascendiendo
muy despacio hasta la frente y rodeando los ojos, para volver a bajar de nuevo
por la nariz, acariciando muy detenidamente sus labios con las yemas de los
dedos. A pesar de lo inocente de aquellas caricias, David sentía como un

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 28
Colección homoerótica
abrasador calor iba adueñandose de todo su cuerpo, incendiando cada poro de
su piel, mientras que un desconocido hormigueo le recorría el estomago y,
entre sus piernas, comenzaba a endurecerse irremediablemente. Mientras
tanto, Mateo permanecía rígido y con los ojos cerrados, esforzándose en
respirar con normalidad para que el chico no percibiese lo tremendamente
nervioso que lo estaba poniendo aquella inesperada situación.

–¡Tienes el pulso muy acelerado! –susurró David, acariciando su cuello,


continuando hasta los hombros y descendiendo por los brazos.

–¿Funciona? –preguntó el otro con un hilo de voz–. ¿Ya te has hecho una
idea de cómo soy?

–¡Sí, eres justamente como yo pensaba! –susurró el joven abogado,


acercando su cara para besarlo, pero, antes de que los labios de los dos
hombres llegasen a tocarse, Mateo se retiró hacia atrás de forma brusca,
poniendo una distancia prudencial entre ambos.

–Creo que ya es hora de irnos –anunció, tratando de recuperar la


compostura–. Me comprometí con tus padres a llevarte a casa temprano.

–Como quieras –respondió David, encogiéndose de hombros, con una más


que fingida indiferencia. Desde luego, Mateo no era el único que tenía el pulso
acelerado, él casi podía sentir como su corazón le daba tumbos dentro del
pecho por la tremenda decepción que acababa de llevarse.

***
Algún rato después, ya en su habitación, al joven abogado no podía parar de
darle vueltas a lo sucedido en la playa. Nunca lo habían rechazado antes,
aunque lo cierto es que también era la primera vez que intentaba hacer algo
desde que perdió la vista. Sin embargo, le costaba mucho creer que Mateo lo
marginase por su discapacidad, eso no tenía ningún sentido. Tal vez, Blanca se
había equivocado al decirle que Carlos era un simple amigo y, en realidad,
había algo mucho más serio entre ellos de lo que la chica creía. O quizá no
fuese su tipo. De cualquier modo, estaba convencido de que acaba de hacer un
ridículo espantoso. Y, para colmo de males, aún podía percibir el olor de Mateo
en sus manos. «¡Puñeteros sentidos agudizados!», maldijo él, mientras notaba

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 29
Colección homoerótica
como al llevarse la mano a la nariz y aspirar profundamente aquel aroma, todo
su cuerpo volvía a electrizarse y el calor lo invadía de nuevo.

Casi sin darse cuenta, se sorprendió a mi mismo descendiendo muy


despacio por su propio torso, imaginando que eran la manos de Mateo las que
lo acariciaban; que en otra versión distinta y deseada de los acontecimientos,
habían llegado a besarse en la playa, y que estaba encima de él en aquella
cama, desnudándolo muy despacio, masajeando su pene erecto con suavidad,
mientras sus labios jugaban incansables a encontrarse. Sin embargo, cuando
llegó al orgasmo y recordó que estaba solo en aquella habitación, su realidad se
le antojó tan triste y patética que ya no pudo seguir conteniendo las lágrimas.

***
Mientras tanto, al otro lado de la ciudad, Mateo, aún muy nervioso, no
paraba de dar vueltas por su salita de estar, igual que un león enjaulado, ante
la atenta y confusa mirada de su perro Platón, que no estaba acostumbrado a
tanta actividad nocturna.

Decir que lo que había sucedido en la playa lo había cogido totalmente


desprevenido sería quedarse muy corto, lo cierto es que no lo había visto venir
ni de lejos. Sin embargo, al pensarlo con frialdad, resultaba obvio que todo
estaba preparado con antelación: la incorporación de David a última hora para
ir al concierto, la forma tan descarada en la que Blanca se fue para dejarlos
solos y esa “casual” sugerencia de visitar la playa de su niñez. En cuanto la
chica llegase a casa, tendría que responder ante él. Nada más escuchar las
llaves en la puerta, se dirigió hacia el recibidor como una exhalación e
interceptando a Blanca en la entrada.

–¡Contigo quería yo hablar! –le increpó a modo de saludo–. ¿Me puedes


aclarar qué pasó en el concierto? ¿Por qué te largaste así y yo terminé en la
playa con David?

–¡Veo que me hizo caso! ¡Ese es mi chico! –aclamó ella orgullosa.

–¿Me vas a explicar qué coño le has dicho? –la interrogó Mateo molesto.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 30
Colección homoerótica
–Pues sólo le he dicho la verdad: a David le gustas mucho y yo le he
comentado que a ti te pasa lo mismo con él, ¿o me lo vas a negar?

–¿Pero cómo coño puedes ser tan irresponsable? –gritó Mateo alterado–.
Sabes perfectamente que David está pasando por una situación muy delicada y
no creo que tenga nada claros sus sentimientos. Las personas que vienen a la
Asociación son mi responsabilidad… yo no puedo hacer algo así porque no
sería ni ético, ni moral, ni profesional por mi parte. Y con esta tontería tuya, le
podemos hacer mucho daño… ¡Me has puesto en una situación muy incómoda!

–Mira Mateo, me he pasado meses enseñando a ese chico y nos hemos


hecho buenos amigos, lo conozco muy bien y te aseguro que David ya está
perfectamente y, además, creo que es lo bastante listo y tiene el suficiente
criterio como para saber quién le gusta y quién no… –repuso ella muy seria–.
Además, lo he hecho por ti, porque creo que ya va siendo hora de que dejes de
preocuparte tanto por los demás y empieces a pensar más en ti mismo. Hasta
ahora, has centrado tu vida en cuidar de mí y yo te lo agradezco mucho, pero
ya soy una mujer adulta y llegará un día en el que decida formar mi propia
familia y, cuando eso pase, no quiero que tú te quedes solo –confesó ella al
borde del llanto.

–¡Perdóname por gritarte! –susurró su hermano abrazándola– El lunes


hablaré con él y trataré de solucionarlo, pero… ¡Por favor, no llores!

***
Mateo caminaba cabizbajo y con paso lento, tratando de retrasar el mayor
tiempo posible su inevitable encuentro con David, debía hablar con él, pero no
quería hacerlo. Todavía confuso, repasaba con incredulidad, una y otra vez, lo
ocurrido en la playa, mientras las palabras de su hermana resonaban en su
cabeza como un atronador eco. No podía negar que las intenciones de Blanca
eran nobles, había actuado movida por la preocupación y el inmenso cariño
que le procesaba, pero, en ese momento, no podía evitar culparla de verse
envuelto en un lío del que aún no tenía muy claro cómo iba a salir.

Lo cierto es que era la primera vez que Mateo se encontraba en la situación


de tener que rechazar a alguien. Normalmente, a lo largo de toda su vida, era a
él a quien siempre rechazaban. Tal vez por eso le resultaba tan difícil ejercer el
http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 31
Colección homoerótica
rol contrario, porque conocía muy bien el dolor de no ser correspondido.
Tampoco alcanzaba a comprender por qué un chico como David se interesaría
precisamente por él. Mateo se veía a sí mismo como una persona muy normal
y corriente, casi feo, pensaba que no tenía nada especial, mientras que David
era todo lo opuesto.

Le preocupaba la reacción de David, lo último que quería era herirlo o


perjudicarlo de algún modo y, a la vez, le asustaban sus propios sentimientos
porque, pese a todos sus argumentos, el chico no le resultaba indiferente.
Habían pasado casi seis meses desde la primera vez que lo vio entrar en la
Asociación, totalmente derrotado y, ya por aquel entonces, su más que
evidente atractivo físico, aquel sentido del humor punzante y sarcástico tan
poco habitual, y su indiscutible inteligencia no le pasaron inadvertidos.
Aunque, sin lugar a dudas, lo que más lo impresionaba era la firme
determinación que mostraba últimamente por aprender y adaptarse a su
nueva situación. Pocas personas lograban ganarse tan rápido el respeto y la
admiración de Mateo.

Sin embargo, Mateo sabía muy bien que su obligación era anteponer el
bienestar de los miembros de la Asociación a sus propios intereses personales.
No podía permitirse hacer nada que perjudicase a David porque, aunque era
cierto que éste ya había recorrido un largo camino, creía que aún le faltaba
mucho para llegar a recuperarse del todo. «No es ético, ni moral, ni
profesional por mi parte», se repetía para convencerse de que hacía lo
correcto.

Mientras Mateo recorría los últimos pasos hasta el espectacular chalet en el


que David vivía con sus padres, repasaba mentalmente aquel discurso que
tanto había meditado y ensayado el día anterior: se disculparía por su brusca
reacción en la playa, le expondría los motivos por los que aquello era
contraproducente para su estado y terminaría con unas palabras de ánimo.
Entonces, David tendría que entenderlo y todo volvería a la normalidad, o eso
esperaba.

Al llamar al telefonillo, notó como un abrasador calor se apoderaba de sus


mejillas y las manos comenzaban a sudarle sin motivo aparente. Cuando una
voz muy familiar respondió al otro lado de la línea, el acaloramiento de su

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 32
Colección homoerótica
rostro se combinó con una extraña sensación de frio a lo largo de toda su
espina dorsal. «¡Eres un profesional, contrólate!», se recriminó a sí mismo. El
portal se abrió y Mateo tragó aire. Con el pulso muy acelerado, atravesó el
jardín por un camino pavimentado que llevaba a la puerta principal, donde lo
esperaba el joven abogado con una postura tensa y el semblante serio. Una
visión que no ayudaba en nada a calmar sus crispados nervios.
Definitivamente, aquello iba a ser mucho más difícil de lo que había pensado
en un principio.

–Pasa –dijo David a modo de saludo.

–Quería hablar contigo de lo que pasó el sábado en la playa –explicó,


tratando de escoger sus palabras con la máxima cautela–, pero, antes de nada,
debo disculparme por esa reacción tan brusca que tuve. La verdad es que me
cogiste totalmente desprevenido y, en aquel momento, no supe cómo
reaccionar… Mi hermana me confesó que fue ella la que lo incitó todo y,
aunque es verdad que no tenía mala intención, lo que hizo no estuvo nada
bien.

–¡Lo dices como si me hubiese puesto una pistola en la cabeza o algo así! –
repuso David divertido–. A mi Blanca no me obligó a nada, intenté besarte
porque yo quería hacerlo, pero resultó que tú a mi no… ¡Así de simple!

–Lo que necesito que entiendas es que yo no puedo hacer nada que te
perjudique. En los últimos meses, has pasado por cosas muy duras y yo no
quiero que…

–¡No te lo tomes tan a pecho, hombre! –exclamó David entre carcajadas–.


Sólo fue una tontería por mi parte que no tiene la mayor transcendencia. Antes
del accidente, tenía una vida social muy ajetreada y, ahora, ya no. Así que
supongo que, últimamente, estoy un poco salido. El sábado me apetecía echar
un polvo y tú estabas allí. Pero ya me he dado cuenta de que fue un error
intentarlo contigo porque tú no puedes “confraternizar” con nosotros… ¡Lo
entiendo, no te preocupes! –añadió con indiferencia, lo que dejó a Mateo
totalmente descolocado–. ¿Por qué no lo olvidamos y hacemos como si no
hubiese pasado nada?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 33
Colección homoerótica
–Ah… pues… me alegro de sólo fuese un malentendido –repuso el otro
boquiabierto–. Tienes razón, lo mejor es olvidarlo.

Cuando los dos hombres se despidieron y aquella puerta se cerró por fin,
David, en la soledad de su hogar, no pudo evitar que los ojos se le
humedeciesen y lloró en silencio, obligándose a sí mismo a conservar la poca
dignidad que le quedaba. Resultaba muy irónico que hubiese tenido que
ensayar tanto aquellas palabras para engañar a Mateo, cuando unos meses
atrás le habrían salido de forma natural. Sin embargo, ahora, se le antojaban
tan sumamente dolorosas y crueles, que tuvo que hacer un esfuerzo enorme
para mantenerse sereno y no desmoronarse frente a su amigo.

Se dijo que estaba haciendo lo correcto, había esquivado una situación que
podría haberse vuelto realmente incómoda para Mateo. David estaba seguro
de que el trabajador social no le correspondía, pero, debido a su forma de ser
tan humana y empática, no soportaba ver sufrir a otra persona y menos si era
por su culpa. Por eso, el joven abogado pensó que era inútil que los dos
sufriesen por algo que no podía ser. Por primera vez en su vida, casi sin darse
cuenta, David había sido capaz de anteponer el bienestar de otra persona al
suyo propio. Mientras en el exterior de la casa, Mateo caminaba cabizbajo y
pensativo, recriminándose el sentirse tan decepcionado, en lugar de estar
aliviado.

***
Las semanas que sucedieron a aquel encuentro estuvieron definidas por una
calma aparente, una normalidad fingida, una disimulada indiferencia y el
firme propósito de ambos por olvidar aquella noche en la playa, pero a
ninguno de los dos le dio resultado.

–¿Dónde estás? –preguntó Blanca divertida, devolviendo a Mateo a la


realidad, quien llevaba varios minutos perdido dentro de su cabeza–. ¡Si no te
escuchase respirar, pensaría que la has palmado!

–¿Qué? –murmuró éste sobresaltado.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 34
Colección homoerótica
–Últimamente, estas de cuerpo presente, pero de mente ausente –repuso
ella, entre sonoras carcajadas–. ¿Se puede saber qué te pasa? Y no me digas
que “nada”, como siempre, porque ya no me lo creo.

–¡Lo único que me pasa es que soy idiota!

–¡Dime algo que aún no sepa! –protestó ella.

–Llevo semanas dándole vueltas a lo de David. Sé que sentirme atraído por


él es lo más egoísta e inadecuado que he hecho en toda mi vida, y que lo es por
un millón de motivos diferentes, pero, por más que quiera y lo intente, no soy
capaz de sacármelo de la cabeza. Por muy mal que suene, me arrepiento de
haberlo rechazado, aunque él sólo me buscase para aliviarse el calentón…

–¡Tienes razón, eres idiota! Pero no por lo que tú piensas –repuso ella,
dándole unas condescendientes palmadas en la espalda–. ¿De verdad te creíste
ese cuento?

–¿Qué cuento? –preguntó desconcertado.

–David se inventó eso porque no quería que tú te sintieses mal por


rechazarlo. Pensó que no le correspondías y yo no fui capaz de convencerlo de
lo contrario, así que prefirió quedar como un salido antes de que tú sufrieses
por su culpa. ¿Aún crees que ese chico no sabe lo que quiere? Yo diría que lo
tiene bastante clarito: te quiere a ti. ¡Así que deja de hacer el tonto y vete a
buscarlo de una vez!

Pese a aquel importante descubrimiento, las cosas no resultaron mucho más


sencillas para Mateo como cabría esperar, puesto que a sus espaldas ya
pesaban demasiados años de miedos e inseguridades y, en esa ocasión, no
sería diferente. Pese a saberse correspondido, en su mente, casi podía
vislumbrar una innumerable lista de motivos diferentes por los que, ahora,
podría ser David quien lo rechazase a él: tal vez se sintiese herido por la forma
en la que lo trató en la playa, quizá sólo había sido un capricho para él y lo
había olvidado, o ya se había fijado en otra persona…

Mateo llevaba demasiado tiempo evitando tomar ningún riesgo. Por eso se
aferraba tanto a su amigo Carlos porque aquella era una relación segura e
inofensiva de la que difícilmente saldría herido, puesto que no se procesaban

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 35
Colección homoerótica
ningún sentimiento romántico, ni siquiera una autentica pasión, lo suyo sólo
era una buena amistad que ayudaba a aplacar la inmensa sensación de soledad
que experimentaban los dos hombres. Sin embargo, lo que le sucedía con
David era algo muy distinto y nuevo para Mateo, parecía como si cada
centímetro de su cuerpo y cada rasgo de su personalidad estuviesen provistos
de un irresistible magnetismo que lo atraían hacia él sin remedio, y aquellos
sentimientos lo aterrorizaban.

***
–Tengo que decirte una cosa –le contaba, algunos días después, un Carlos
muy serio a un sorprendido Mateo–, he conocido a alguien… bueno, en
realidad, ya lo conocía. Es un compañero de trabajo con el que solía tomar una
cerveza al salir de la oficina, pero, hace unas semanas, nos liamos…

–¿Por qué no me lo has contado hasta ahora? –preguntó Mateo


desconcertado.

–Es que no sabía cómo te lo ibas a tomar tú. Desde entonces, hemos estado
quedando de vez en cuando, pero ayer hablamos de empezar algo en serio. No
sé si durará, pero la verdad es que me apetece intentarlo… –contestó Carlos,
preocupado por la reacción de su amigo.

–¡Me alegro mucho por ti, te mereces ser feliz! –repuso el otro eufórico, y
Carlos respiró aliviado.

Mientras los dos hombres terminaban sus respectivos desayunos en la


cafetería de siempre, Carlos le contó más cosas de aquel hombre que había
logrado ilusionarlo de nuevo y vencer sus reparos ante las relaciones. Mientras
tanto, Mateo lo escuchaba en silencio, se alegraba por la decisión de su amigo,
pero, a la vez, era consciente de que se había quedado solo y, de pronto, se
sintió inexplicablemente liberado.

Fue en ese momento cuando comprendió que, en la vida, no existía nada


totalmente seguro, ni siquiera su insustancial relación con Carlos. La
seguridad era sólo un espejismo, una ilusión para evadirse de la realidad. Lo
cierto es que cada decisión suponía un riesgo, una apuesta, que podría salir
bien o mal, pero, al fin y al cabo, en eso consistía vivir, en arriesgarse, en creer

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 36
Colección homoerótica
firmemente que las cosas saldrían bien, aun cuando existía la posibilidad de
que no fuese así. No fue el miedo a su inminente soledad, sino ese nuevo
descubrimiento lo que impulsó sus actos aquel día. Tras pagar y despedirse de
su amigo, decidió que ya era hora de empezar a apostar por su felicidad, por lo
que realmente quería, apostar por David, y recorrió el camino que ya había
hecho semanas atrás, aunque por motivos muy distintos a los de la vez
anterior.

–¿Mateo? ¿Ha pasado algo? –preguntó David sorprendido por su repentina


visita.

–¿Estás solo?

–Sí, mis padres están trabajando. ¿Por qué? ¿Qué sucede?

Mateo fue incapaz de responder. Durante el trayecto a su casa, había


pensado en todas las cosas que le diría en cuanto lo viese, pero, una vez allí, las
palabras se resistían a salir y su determinación comenzaba a tambalearse
peligrosamente. Mientras tanto, David, cada vez más desconcertado, esperaba
una respuesta que no llegaba. Así que Mateo hizo lo único que, en ese
momento, sus nervios le permitían hacer, le sujetó la cara con las dos manos y
lo atrajo hacia él para besarlo. Al principio, David se quedó petrificado por la
sorpresa, incapaz de reaccionar, se dejó besar como si nada de aquello fuese
con él. Unos segundos después, empezó a corresponder a aquellos labios que
tanto había deseado, primero con cautela y, después, con una pasión
desmedida. Pero cuando por fin fue plenamente consciente de lo que estaba
sucediendo, su cuerpo se tensó y apartó a Mateo con un violento empujón.

–¿Por qué? –preguntó David, con los ojos humedecidos por la rabia–. ¿A
qué viene esto ahora?

–¡Me lo merezco! Tienes todo el derecho a estar enfadado conmigo. Aquella


noche en la playa me comporté como un auténtico gilipollas contigo. La verdad
es que yo también quería besarte, pero me paralizó el miedo –declaró Mateo
con tristeza.

–¿Miedo a qué? –le recriminó enfadado.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 37
Colección homoerótica
–Quería pensar que era porque tú estabas pasando por un momento muy
delicado y yo podía hacerte daño, pero la verdad es que lo que realmente me
daba miedo era bajar la guardia y que tú me lo hicieses a mí.

–Mateo, yo no… tienes que saber que no actuaba por un calentón… eso te lo
dije porque…

–Ya lo sé, Blanca me lo ha explicado todo.

–¡Tu hermana es una gran bocazas! Lo sabes, ¿verdad?

–¡A mí me lo vas a contar! –asintió Mateo, mientras le secaba las lagrimas


con las yemas de los dedos–. ¿Es demasiado tarde para pedirte oportunidad?

–¡Dios, Mateo! Lo que siento por ti es lo más real y sincero que he


experimentado en toda mi vida… ¿Tú qué crees? –murmuró, mientras lo
abrazaba para volver a besarlo.

–¡Lo que creo es que tu madre podría volver, en cualquier momento, y yo no


tendría forma de explicarle esto! –exclamó Mateo con la voz entrecortada,
mientras notaba como aquellos labios húmedos recorrían su cuello, unas
cálidas manos le acariciaban la espalda por debajo de la camiseta y aquel
miembro erecto, bajo el pantalón de un chándal, se rozaba contra su propia
dureza, disparando por los aires la temperatura del recibidor en el que se
encontraban.

–Podemos seguir en mi dormitorio –le susurró David al oído, aspirando su


olor y sujetándolo por las nalgas para atraerlo más cerca.

–¡Ah, esa es una gran solución! Así podrá pillarnos en la cama y no harían
falta más explicaciones –protestó el trabajador social, que lejos de oponer
resistencia, se afanaba en introducir una mano en el interior del chándal y la
ropa interior del joven abogado.

–¡Tendría su gracia! –manifestó el otro, mientras se estremecía al notar


como un dedo recorría lentamente el espacio entre sus nalgas y se detenía en
su entrada, presionando levemente y haciendo movimientos circulares–.
Pero… no… no te preocupes que… aún va a tardar en volver… –tartamudeó,
estremeciéndose por aquellas caricias que eran completamente nuevas para él.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 38
Colección homoerótica
–Entonces, supongo que deberías enseñarme tu habitación porque, como
esto siga así, acabaré follándote sobre el felpudo de la entrada.

–¡Dios! ¿Lo dices en serio? –preguntó David algo inquieto.

– ¿El qué? ¿Lo de follarte o lo del felpudo? –repuso Mateo divertido–.


David, no te preocupes por eso. Sólo me estaba dejando llevar por el calentón,
pero no tenemos que hacerlo si a ti no te apetece.

–No es eso, sí que quiero, es sólo que esta va a ser mi primera vez… –le
confesó–. No importa, confío en ti.

Era la primera vez que David quería a alguien de verdad hasta el punto de
estar dispuesto a entregarse por completo, de dar todo lo que le pidiesen sin
dudar. Mateo consiguió algo que hubiese sido imposible de imaginar algún
tiempo atrás, que aquel joven tan egoísta y superficial del pasado fuese ahora
capaz de anteponer el bienestar de otra persona al suyo propio. Pero no sólo
Mateo cambió a David, porque éste último también había logrado una
autentica hazaña con Mateo: sacarlo de su hermética coraza de fingida
seguridad para que, de una vez por todas, asumiese riesgos y se obligase a sí
mismo a vencer los límites que le imponían sus propias inseguridades para ser
feliz. Desde que se conocieron, ambos eran mejores personas, más completos.

Por eso, no es de extrañar que cuando su ropa voló por los aires y cayeron en
la cama, uno sobre el otro, ya no hiciesen falta palabras para decirse lo que
querían, bastaron las caricias y los besos. David no necesitaba ver para sentir
el calor de Mateo, su agradable olor, la suavidad de su piel, la humedad de sus
labios, los latidos acelerados de su corazón, su respiración entrecortada, una
mano acariciándole la mejilla, sus músculos tensándose, la dureza de su
miembro entrando en él con delicadeza, sus movimientos rítmicos, un largo
suspiro al correrse, su aliento en la cara y, finalmente, aquel líquido caliente
que salió disparado hacia sus entrañas.

–Quería comentarte una cosa… –le dijo David, algún rato después–. Verás,
antes del accidente, yo tenía mi propio apartamento de soltero. Sin embargo,
cuando perdí la vista, tuve que volver a casa de mis padres porque era incapaz
de cuidar de mi mismo, pero, ahora, creo que ya puedo. Lo he pensado mucho

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 39
Colección homoerótica
y, por fin, me siento preparado para volver a vivir solo. Me gustaría saber tu
opinión antes de comentárselo a mis padres.

–Pues a mí me parece una muy buena idea, te veo perfectamente capaz de


vivir independizado. Eres un luchador, un auténtico ejemplo de trabajo duro y
afán de autosuperación... ¡Nunca me cansaré de repetirte lo orgulloso que
estoy de ti!

David sonrió pletórico. Por primera vez en meses, había una luz brillante
entre sus penumbras que le marcaba el camino y ya no se sentía perdido. El
miedo y la frustración habían desaparecido por fin y, ahora, su lugar era
ocupado por una indescriptible felicidad y una gran esperanza. Resultaba
irónico que hubiese tenido que perder la vista y volver a aprenderlo todo de
nuevo para ser capaz de valorar lo que realmente era importante, todo aquello
que define a una persona y que no puede verse con los ojos, reconocer la
auténtica amistad y enamorarse por primera vez. Fue entonces cuando
comprendió que, en realidad, había pasado la mayor parte de su vida ciego y
que era ahora cuando de verdad empezaba a ver el mundo tal y como era.

***
Los días siguientes transcurrieron entre el ajetreo de la mudanza y lo
preparativos para acondicionar el apartamento a las necesidades de una
persona invidente. David y Mateo disfrutaban del tiempo que pasaban juntos y
eran felices, parecía que ya ninguna preocupación lograría sacarlos de ese
idílico estado de dicha constante en el que vivían inmersos. Pero, entonces,
sucedió algo que los cogió totalmente desprevenidos y sembró el desconcierto,
desenterrando algunos miedos en ambos que ya creían olvidados, marcando
un punto de inflexión y una autentica prueba de fuego en su incipiente
relación.

Desde el accidente de David, sus padres habían removido cielo y tierra en


busca de las mejores clínicas y especialistas que lograsen devolverle la vista a
su hijo, pero sin obtener ningún resultado hasta el momento. Todos los
médicos a los que lo habían llevado coincidían en sostener que su ceguera era
irreversible y de por vida. Sin embargo, ellos, que se negaban a resignarse ante
esa triste certeza, continuaron buscando sin descanso y, cuando uno de los

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 40
Colección homoerótica
muchos especialistas que vio a David les habló de una clínica extranjera que
contaba con un nuevo tratamiento experimental, el cual ya había logrado
devolver la vista alguna gente, vieron una puerta abierta a la esperanza. La
noticia fue recibida con los vítores y suspiros de alegría de sus padres, que de
inmediato contrastaron con el silencio sepulcral del hijo.

–No voy a hacerlo –dijo por fin el joven abogado, ante el desconcierto del
doctor y la desesperación de sus padres–. ¡Ya estoy harto de que me arrastréis
de clínica en clínica como si fuese un bulto sin voluntad! Sé que os preocupáis
por mí y os lo agradezco mucho, pero ya es hora de que dejéis de hacerlo
porque yo estoy bien y soy feliz. Tenéis que asumirlo de una vez por todas:
estoy ciego y así me voy a quedar.

–Creo que no lo has entendido, podrías recuperar la vista… –explicó el


doctor tratando de suavizar la tensión que se respiraba en el ambiente.

–No, lo entiendo perfectamente –respondió David condescendiente–. ¿Pero


puede usted garantizarme, al cien por cien, que si me someto a esa operación
voy a poder ver?

–Bueno. Evidentemente, no existe una garantía absoluta. En tu caso, hay un


cierto porcentaje de riesgo de que la intervención no sea efectiva –repuso el
médico confuso–, pero tienes muchas posibilidades de…

–Gracias, era todo lo que necesitaba saber. Con vuestro permiso, me


marcho, no hace falta que me llevéis, ya cojo yo un taxi. –Y, dicho esto, salió de
la estancia con una seguridad y una determinación tales que lograron
enmudecer a los presentes, quienes se miraban unos a otros muy confusos e
incapaces de dar crédito a lo acaba de suceder en aquel despacho.

***
La madre de David conocía muy bien a su hijo, sabía que siempre había sido
un chico cabezota y testarudo que se afanaba en mantener sus decisiones hasta
las últimas consecuencias y, por mucho que ellos tratasen de convencerlo, no
lograrían hacerlo cambiar de idea. También, era consciente de que sólo había
una persona a la que David escuchaba: Mateo. El trabajador social era su

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 41
Colección homoerótica
última esperanza para hacerlo entrar en razón y, movida por la desesperación,
acudió a él.

–¿Ahora vas a empezar tú también? –protestó David molesto, cuando su


chico sacó el tema–. Te digo lo mismo que a mis padres: NO voy a hacerlo, me
da igual lo que ese matasanos diga.

–No intento convencerte de nada, David. Te quiero y me pareces perfecto tal


y como eres ahora mismo. Te prometo que voy a respetar cualquier decisión
que tomes y, siempre, estaré de tu parte. Lo único que quiero es entender tus
razones para rechazar esta oportunidad.

–No hay garantías de que vuelva a ver, Mateo. Sólo es una pequeña
posibilidad, un clavo ardiendo al que se aferran mis padres. ¡Pues claro que
quiero recuperar la vista! Y me operaría si supiese con absoluta seguridad que
eso me va a ayudar a hacerlo, pero me ha costado demasiado aprender a
aceptar mi destino y, ahora que por fin soy feliz, no quiero ilusionarme para
después volver a llevarme otra decepción, no sé si podría soportarlo.

–¿Sabes? Fuiste precisamente tú quien me enseñó a ser más valiente en la


vida, a arriesgarme por lo que realmente merece la pena, aun cuando existe
una posibilidad de que las cosas no resulten como a mí me gustaría –afirmó
Mateo–. No conozco a nadie más fuerte y valiente que tú. Creo que eres muy
capaz de asumir ese riesgo y de sobreponerte si, al final, las cosas no salen
bien. Además, yo voy a estar a tu lado para asegúrame de que sea así, nunca
tendrás que volver a pasar por eso tú solo.

–¡Ya salió el psicólogo que llevas dentro! –repuso David, entre carcajadas–.
De acuerdo, tu discurso elocuente me ha convencido, pero sólo lo haré con una
condición…

–¡Lo que quieras! –respondió Mateo intrigado.

–Después de operarme, si de verdad funciona y recupero la vista, quiero que


tú seas la primera persona a la que vea. Tienes permiso para echar a mis
padres de la habitación si es necesario.

–¡Te prometo que allí estaré! –le susurró al oído, antes de besarlo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 42
Colección homoerótica
Aquella noticia fue recibida con desbordante alegría e infinita esperanza, y
no sólo por los padres de David que por fin podían respirar aliviados, sino
también por todos sus compañeros de la Asociación, que ya se habían
convertido en mucho más que buenos amigos para él, eran como su segunda
familia.

Un par de semanas después, David, su madre y Mateo cogían un avión a


Estados Unidos que simbolizaba la posibilidad del comienzo de una nueva vida
para el primero. Para Mateo no fue fácil separarse de su hermana. Era la
primera vez que la dejaba sola y, pese a que ésta era perfectamente capaz de
cuidarse sin la ayuda de nadie, tuvo que luchar contra su propio instinto
sobreprotector para poder irse.

Pero, sin lugar a dudas, lo que más lo inquietaba, lo que realmente le


quitaba el sueño era la enorme posibilidad que, bajo su punto de vista, existía
de que David se llevase una gran decepción al verlo. Después de todo, Mateo
siempre se había considerado un hombre muy “corriente”, mientras que estaba
bastante claro que David jugaba en una liga muy superior a la suya. Pese a
todos sus miedos e inseguridades, trató de fingir normalidad y se centró en
infundir ánimos a sus compañeros de viaje, quienes se debatían en
preocupaciones mucho más importantes.

***
Los días que precedieron a la operación y los que la sucedieron estuvieron
dominados por un constante desasosiego para Mateo, que se debatía entre el
deseo de que David lograse recuperar la vista y aquel miedo irracional a
perderlo por no ser lo bastante bueno para él. Y, sin embargo, allí estaba,
plantado delante de él con una rosa en la mano, obligándose a sí mismo a
sonreír, tratando de mantener la calma, mientras un concentrado doctor le
retiraba las vendas de los ojos con una parsimonia insoportable. Mientras
tanto, David vivía su propia angustia, preguntándose si de verdada la
operación había sido un éxito como les habían anunciado días atrás. No sabía
muy bien por qué, pero notaba a Mateo bastante inquieto y tenía miedo de que
existiese alguna complicación que no le habían contado para no preocuparlo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 43
Colección homoerótica
David abrió los ojos muy despacio. Al instante, una insoportable ráfaga de
luz atropelló sus retinas y tuvo que volver a cerrarlos, repitió el procedimiento,
en varias ocasiones, hasta que sus ojos lograron acostumbrarse. A su
alrededor, sólo percibía un vertiginoso juego de luces y sombras, borrones
difusos que se mecían de un lado a otro y lo mareaban. Un rato después, las
manchas comenzaron a tomar forma, volviéndose cada vez más nítidas, más
concretas, hasta que finalmente fue capaz de ver con asombrosa claridad, casi
como si aquellos meses en las penumbras no hubiesen sido más que un mal
sueño y, ahora, por fin había podido despertar. Delante de él, había un hombre
con una sonrisa nerviosa en los labios, una rosa en la mano y un aroma muy
familiar que esperaba impaciente a que los ojos de David por fin se
acostumbrasen a ver. Y ese hombre era, sin lugar a dudas, la persona más
atractiva que había conocido en toda su vida.

–¡Gracias por estar aquí! –susurró David, mirándolo fijamente con una gran
sonrisa.

–¡Te lo había prometido! –respondió Mateo un poco más tranquilo.

–¡Joder, qué guapo eres! –exclamó el joven emocionado, antes de lanzarse a


su cuello para besarlo, dejando a Mateo bastante descolocado por esa
inesperada reacción.

-Fin-

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 44
Colección homoerótica

La compañía
Miguel Pazos caminaba con paso firme y decidido, la cabeza alta, la mirada
desafiante. Impecablemente vestido, iba enfundado en un traje caro y portaba
un maletín de piel. Entró en aquella sala como si todo y todos en su interior le
perteneciesen. Casi parecía que las baldosas se iban a astillar bajo sus pies de
un momento a otro. Todos los presentes lo observaron expectantes y en
silencio. Sin duda, era un hombre que inspiraba temor, no sólo por su aspecto
severo, bastaba con escuchar su nombre para helar la sangre y cortar la
respiración, le precedía la fama de ser uno de los ejecutivos más crueles e
implacables de La Compañía. Tal vez era por eso que había conseguido llegar
tan alto con solo 35 años. Fue él quien pronunció las primeras palabras y,
cuando lo hizo, su voz sonó segura y autoritaria.

–Mi nombre es Miguel Pazos y ustedes no son nadie. –Todos tragaron


saliva–. Los diez han sido elegidos, entre centenares de candidatos, por sus
currículos, másteres y demás meritos académicos. Pues sepan que nada de eso
tiene valor para mí, ustedes son basura y el que no se sienta capaz de asumirlo
es mejor que se haga un favor a sí mismo y se dé la vuelta para marcharse por
donde ha venido… ¡Les ruego que no me hagan perder el tiempo! –Los
presentes se miraron entre sí con la boca abierta.

–¡Este no es modo de tratar a la gente! –murmuró indignada una de las


chicas.

No hablaba con nadie en particular y su comentario había pasado


inadvertido para la mayoría de los presentes, pero no para Miguel Pazos. Éste
se acercó a la chica, con los brazos en jarras, y se quedó de pie frente a ella,
mirándola igual que lo haría un depredador segundos antes de atacar a su
presa.

–Y según usted, ¿cuál es el modo correcto de tratar a la gente?

–Con respeto –susurró ella, mientras empezaban a temblarle las piernas y


se le secaba la garganta.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 45
Colección homoerótica
–Me parece que nadie la ha escuchado. ¿No sabe hablar más alto? ¿O es que
le cuesta respirar con esa blusa que lleva de tres tallas menos que la suya?

–¡Con respeto! –volvió a repetir ella un poco más alto, mientras se le


llenaban los ojos de lágrimas.

–¿Qué ha hecho usted para merecer mi respeto, además de vestirse como


una buscona? –Inevitablemente la chica comenzó a gimotear llena de
indignación–. ¿Y ahora se pone a llorar? ¡Creo que se ha equivocado de sitio, la
guardería está al final de la calle! –Ella se levantó de un salto y salió corriendo,
mientras sollozaba a moco tendido. Los demás observaban la escena
aterrorizados.

–¿Alguien más quiere ir a hacerle compañía a la señorita respeto? –


preguntó Miguel con sorna y dos chicos se levantaron en silencio para salir
discretamente por la puerta–. ¿Algún otro quiere irse? –insistió, pero nadie
más se movió de la silla.

Aitor era uno de los siete supervivientes que aún permanecían dentro de
aquella sala, donde la tensión y los nervios podían cortarse con unas tijeras.
Tenía 23 años, estaba recién salido de la universidad y no contaba ni de lejos
con la experiencia laboral necesaria para el puesto al que se presentaba. Había
enviado su currículo por probar, sin ninguna esperanza de que lo contratasen
y, por algún extraño motivo que aun no alcanzaba a comprender, lo
preseleccionaron para el trabajo. Después de algunas entrevistas y de varias
pruebas, lo habían llamado para presentarse, junto con otros nueve aspirantes,
a una entrevista final, donde el propio Miguel Pazos elegiría a una persona
para el puesto.

Aitor había oído muchas cosas sobre ese hombre, que era brillante, que su
carrera había despegado vertiginosamente en muy poco tiempo, y también que
era extremadamente cruel y prepotente. «¡Joder, me parece que todos los
rumores que he escuchado sobre este individuo se quedan bastante cortos, es
un autentico hijo de puta!», pensaba para sí mismo, mientras lo observaba con
un mal disimulado desprecio. Los ojos de Miguel se encontraron con los suyos
durante unos segundos, en los que Aitor tuvo la absoluta certeza de que le
había leído el pensamiento y, con su mirada de superioridad, le daba a

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 46
Colección homoerótica
entender algo así como: «Ya sé que no te gusto, pero no me preocupa porque
tú para mí eres insignificante».

–¿Usted tiene algo que decir? –preguntó Miguel desafiándolo.

–Pues sí –respondió Aitor al instante. Estaba deseando ponerlo en su lugar,


aunque le costase el trabajo. Aquel amargado con traje caro no lo
impresionaba ni un poco.

–¡Adelante, estoy intrigado! –exclamó con sorna.

–¿Y qué ha hecho usted para ganarse nuestro respeto, aparte de entrar aquí
tan tieso que parece que lleva un palo metido en el culo? –Algunos de los
presentes trataron de ahogar unas carcajadas socarronas, otros permanecían
con la boca abierta e incapaces de asimilar lo que acababan de escuchar.
Miguel se quedó en silencio con una mueca que recordaba ligeramente a una
sonrisa, mientras Aitor lo miraba contrariado. Desde luego, esa no era ni de
lejos la reacción que esperaba.

–¡Tenemos un bufón en la sala! –exclamó por fin–. Espero que sus


resultados laborales sean un poco mejores que los chistes que cuenta, o no va a
durar mucho en esta empresa.

–¿Cómo? ¿Me contrata?

–¡Sí, será que me hacen gracia los payasos! Sólo necesito a tres inútiles, así
que usted y usted también se quedan –respondió señalando al azar a dos
personas más, otro hombre y una mujer–. El resto pueden volverse por donde
han venido y dedicarse a otra cosa. –Abandonó la estancia dejando a los
presentes boquiabiertos una vez más.

–¡No sé si felicitaros o daros el pésame! –exclamó Aitor, dirigiéndose a sus


nuevos compañeros.

–Soy Ángela –respondió la chica con una sonrisa, mientras le tendía la


mano–. ¡Me ha encantado lo que le has dicho a ese capullo!

–Yo Jaime –se presentó el otro hombre–. ¡No sé si eres un valiente o un


loco, pero ya me caes bien!

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 47
Colección homoerótica
–Encantado, yo soy Aitor. Hay una cosa que no entiendo: se suponía que
sólo iban a contratar a una persona. ¿Por qué nos ha elegido a los tres?

–Seguro que nos hacen competir entre nosotros por el puesto –comentó
Jaime–. Ya tengo cierta experiencia con las prácticas de La Compañía, buscan
personas muy competitivas que sea capaces de ganar a cualquier precio.

–En otras palabras, quieren gente como Miguel Pazos –respondió Aitor con
el ceño fruncido–. ¡Pues no estoy dispuesto a actuar así…!

–Yo sí. No es nada personal, como te he dicho me caes bien, pero haré lo que
haga falta por conseguir el trabajo, así que procura no interponerte en mi
camino.

***
Una semana después, Ángela, Jaime y Aitor seguían, a través de las
instalaciones de La Compañía, a una secretaria visiblemente estresada que los
guiaba hacia el despacho de Miguel Pazos. Aitor tuvo la sensación de que, allí
dentro, el aire era muy denso, había demasiado silencio y las personas con las
que se cruzaban casi parecían autómatas más que seres humanos, sus miradas
frías e inexpresivas le recordaban ligeramente a la de Miguel, y se preguntó si
era La Compañía la que les hacía eso a todos sus empleados. Una enorme
sensación de vértigo le recorrió el cuerpo y, por un momento, estuvo tentado a
salir corriendo de aquel lugar. Luego, se dijo a si mismo que él nunca se
volvería así. Para cuando regresó de sus propias cavilaciones internas, ya
habían recorrido todo el pasillo y estaban de pie frente a la puerta del
despacho de Miguel Pazos, quien los hizo entrar de uno en uno.

–En esta carpeta, hay una nómina con muchos ceros o una carta de despido.
Quiero este proyecto listo sobre mi mesa antes de que termine el mes, o no se
moleste en volver –anunció el ejecutivo sin tan siquiera mirarlo y Aitor sintió
que la sangre comenzaba a hervirle dentro de las venas, aquel hombre
detestable le producía auténtica repulsión–. El que me presente el mejor
proyecto se queda, los otros dos se van a la calle. ¿Me he explicado con
claridad?

–Sí, señor.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 48
Colección homoerótica
–Una cosa más –dijo levantando la vista del portátil para quedárselo
mirando directamente a los ojos–, ya sé que usted cree que el enemigo está
dentro de este despacho, pero sus competidores están ahí fuera. Cúbrase las
espaldas, haga bien su trabajo y, si tiene tanto arrojo para los negocios como
para retar a sus superiores, tal vez tengamos un lugar para usted aquí. –Aitor
asintió boquiabierto. ¿Era amabilidad lo que había notado en sus palabras?
¡No podía ser! «Nos dice lo mismo a todos para que nos enfrentemos entre
nosotros», pensó mientras abandonaba la estancia. Miguel no pudo evitar
sonreír cuando lo vio alejarse. «¡Mucho me temo que esas fieras lo van a
destrozar… y es una pena porque me cae bien!», se dijo a sí mismo antes de
volver al trabajo.

***
Los tres aspirantes a “la nómina con muchos ceros” tenían que compartir
despacho, por llamarlo de alguna forma, porque más bien era una especie de
cubículo minúsculo sin ventanas, donde el espacio y el aire fresco brillaban por
su ausencia. El mobiliario se reducía a tres mesas de trabajo, cada una con su
propio ordenador y sus respectivas sillas, que resultaron ser tremendamente
incómodas.

Una vez instalados, Aitor abrió su carpeta y, al momento, la moral se le


escurrió al subsuelo, allí dentro había trabajo para al menos medio año y
Miguel Pazos pretendía que lo tuviese en un solo mes. Era imposible lograr
algo así. Aquello se le antojó como una venganza personal del ejecutivo
implacable por haberlo ridiculizado en la entrevista. «¡Sólo me ha escogido
para poder humillarme, seguro que ahora está tranquilamente recostado en
su silla de cuero, riéndose a carcajadas de mí!», pensó apretando los puños y
tensando la mandíbula, mientras se le iba enrojeciendo la cara por la ira.

–¡Vaya locura! –exclamó Ángela frustrada, a la vez que dejaba caer una pila
de documentos sobre su escritorio–. ¡Nadie puede terminar esto en un mes!

–Entonces no soy el único –murmuró el joven, hablando más para sí mismo


que para sus compañeros–. Creí que era una especie de represalia…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 49
Colección homoerótica
–¡Claro que no! Tú no tienes nada de especial para que Miguel Pazos se
moleste en tratar de ponerte obstáculos. La Compañía siempre actúa así. Nos
están probando –repuso Jaime con cierta superioridad.

Aitor tuvo la sensación de que a su recién estrenado competidor ya se le


estaba poniendo la misma mirada que tenían las personas con los que se
cruzaron momentos antes por el pasillo. «¡Definitivamente debe haber algo
raro en el aire acondicionado de este sitio!», pensó.

***
«…estresado es quedarse muy corto. Llevamos casi tres semanas metidos
en este agujero. Apenas duermo unas pocas horas al día, estoy agotado y,
todavía, no he hecho ni la mitad del trabajo. Mis compañeros se están
tomando muy en serio esto de la competición y se respira un aire de tensión
constante e insufrible dentro de esta ratonera. Sólo he visto a Miguel Pazos
en dos o tres ocasiones más y no ha sido precisamente para darnos ánimos.
Aunque la verdad es que lo prefiero así, ese hombre redefine la palabra
tirano en muchos aspectos y, desde luego, no para mejor. Empiezo a
preguntarme si todo esto merece la pena, no he estado todos estos años en la
universidad para convertirme en un esclavo de La Compañía, tiene que
haber algo mejor que hacer con mi vida…».

Aitor se había quedado dormido sobre su escritorio, mientras trataba de


escribirle un correo a su hermano antes de irse a casa. Últimamente, era la
única forma en la que podía comunicarse con el mundo exterior, ni siquiera
tenía tiempo para visitar a su familia. Hacía un buen rato que sus compañeros
ya se habían marchado y, como siempre, él era el último en irse, pero aquella
noche el agotamiento acabó por jugarle una mala pasada.

Alguien se acercó a él por la espalda y le dio una palmada en el hombro, pero


Aitor estaba demasiado cansado y se aferraba al sueño con desesperación.
Cuando por fin abrió los ojos, se encontró con la cara de Miguel Pazos que,
inclinado sobre su escritorio, leía con interés el contenido del correo. Debido a
su agotamiento, el joven tardó algo más de lo normal en reaccionar, en darse
cuenta de dónde estaba, quién era aquel hombre y la gravedad de lo que estaba
leyendo. Al final, fue consciente de que había metido la pata. Tras tanto

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 50
Colección homoerótica
trabajo, aquella situación lo conducía directamente al despido y se sintió
extrañamente aliviado. Después, volvió a hundirse en un profundo sueño.

***
Cuando el chico volvió a abrir los ojos, descubrió sorprendido que ya no
estaba recostado sobre su escritorio, sino tumbado sobre una cama en algún
lugar que su cerebro no lograba reconocer. El sol se filtraba entre las
persianas, ya era de día. Se incorporó y comprobó que todavía llevaba la ropa
puesta, sólo se había quitado los zapatos, o quizá alguien se los había sacado,
no lo recordaba. Miró a su alrededor. Definitivamente, no conocía aquel sitio.
Era una estancia elegante, pero pequeña: sólo tenía la cama en la que había
dormido; un armario empotrado sin puertas del que colgaban una serie de
trajes, camisas y corbatas, todo muy pulcramente ordenado por colores; y un
espejo de cuerpo entero, en el que el joven se vio reflejado con su cara
extremadamente pálida y sus marcadas ojeras moradas. “¡Parezco un
cadáver!” se dijo, mientras buscaba una salida.

Al cruzar una puerta, se encontró de nuevo dentro el despacho de Miguel


Pazos que seguía trabajando sin prestar atención a la presencia del
desorientado chico, el cual comenzaba a cuestionarse si no seguiría dormido y
todo aquello formaba parte de una retorcida y delirante pesadilla.

–¡Ah, ya se ha despertado! Me preguntaba cuántas horas seguidas podía


llegar a dormir un ser humano normal… –exclamó, con una mueca en la cara
que recordaba ligeramente a una sonrisa.

–¿Qué… qué hora es?

–Las cinco y media de la tarde.

–¡Mierda, yo tendría que estar trabajando desde hace horas! ¿Por qué no me
ha despertado antes? ¿O es que ya estoy despedido y esto ha sido algo así como
el último regalo de cortesía? –preguntó Aitor, dejándose llevar por los nervios
de aquella surrealista situación. Miguel fue incapaz de reprimir una sonora
carcajada, abandonó los documentos que estaba revisando sobre el escritorio y
fue al encuentro de su empleado.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 51
Colección homoerótica
–Aún no, pero lo despediré sin dudarlo como salga ahí fuera con esas fachas.
Está pidiendo a gritos una ducha y un traje que no parezca un trapo arrugado.
Sígame que no tengo todo el día para perderlo con usted –ordenó, mientras lo
llevaba de nuevo a la habitación en la que Aitor se había despertado, y abría
una puerta que conducía a un pequeño cuarto de baño–. Dentro hay toallas y
le dejaré ropa limpia sobre la cama para que se la ponga.

–Gracias –acertó a decir el joven, incapaz de asimilar lo que estaba


pasando–. Sobre lo del correo, yo quiero disculparme, no pensaba de verdad lo
que decía, es sólo que estaba cansado y…

–Ahora no estropee sus posibilidades de permanencia en La Compañía por


intentar ser un lameculos. No le pega y lo sabe. Eso déjeselo a los auténticos
profesionales.

–Tiene razón. Por cierto, ¿cómo llegué ayer a esta habitación?

–Yo le traje a cuestas. ¿Se va a duchar o piensa perder el resto de la tarde y,


de paso, hacérmela perder a mi también?

–No, no, por supuesto que no, ya voy…! –exclamó poniéndose tieso, al más
puro estilo militar y saliendo disparado hacia el cuarto de baño. Miguel sonrió
y negó con la cabeza, mientras lo observaba desaparecer tras la puerta del
aseo. «¡Esta juventud!», exclamó para sí mismo. Luego, volvió a sus
quehaceres.

***
Aitor caminaba distraído hacia su cubículo, recién duchado y enfundado en
un traje caro, que él n0 podría permitirse ni trabajando un año entero al ritmo
de las últimas semanas. Miguel ni siquiera lo había mirado cuando salió, se
había limitado a decirle: «Cierre la puerta al marcharse». Ese hombre lo
enfurecía hasta unos límites que nadie más había conseguido antes, pero debía
admitir que se había portado francamente bien con él. Su actitud lo confundía
y le producía una inevitable curiosidad «¿Será que en realidad no es tan malo
como quiere aparentar?». Iba ensimismado en esos pensamientos, cuando
levantó la vista y se dio cuenta de que ya había llegado al despacho y sus
compañeros lo miraban boquiabiertos, preguntándose dónde se había metido

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 52
Colección homoerótica
todo el día y cómo era posible que, a esas alturas, no estuviese ya de patitas en
la calle.

–¿Dónde has estado? –preguntó Ángela preocupada por él.

–Haciendo unos recados que me encargaron –se limitó a responder, ni de


coña podía decirles la verdad.

–Pensamos que ya no volvías, que no soportabas más la presión y te habías


dado por vencido… –repuso Jaime con sorna.

«Definitivamente tiene esa mirada…», pensó Aitor, mientras se sentaba


frente a su ordenador. Luego, comprobó que Miguel había cerrado su email,
pero había guardado el correo de la noche anterior en “borradores”, con una
nota aclaratoria al final, entre paréntesis, que decía: «¡Para alguien como tú
hay muchas otras cosas mejores que hacer en la vida!». Aitor sonrió y luego
eliminó el correo.

***
Cuando Aitor cruzó aquella puerta al final de la jornada, Miguel continuaba
en la misma posición en la que lo dejó varias horas antes, casi sin moverse y
ensimismado en sus documentos. Había tenido que esperar a que sus
compañeros se marchasen a casa para que no se diesen cuenta de que iba a su
despacho. Lo último que quería era darles más motivos para hablar y especular
sobre su ausencia de aquella mañana.

–He venido a buscar mi ropa, le dejaré su traje sobre la cama y me iré.

–Muy bien.

–¿Usted… usted duerme aquí?

–A veces, me ahorra mucho tiempo –contestó el ejecutivo, mirándolo de


reojo por encima de los papeles.

–¿Y ayer?

–Sí, resultó francamente incómodo porque es una cama bastante pequeña.


La verdad, me alegro de que no se despertase antes que yo, hubiera resultado

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 53
Colección homoerótica
bastante violento de explicar –comentó Miguel con una amplia sonrisa–. Le
daré un consejo gratis: descansé más. A La Compañía no le resultará útil si
muere por agotamiento.

–De todas formas, sólo falta una semana para finalizar el plazo y no me va a
dar tiempo a terminar todo el trabajo. Así que supongo que esta va a ser mi
última oportunidad de darle las gracias por lo que hizo por mí ayer y por lo que
escribió en ese correo. La verdad es que me levantó bastante la moral.

–No me las dé. Después de todo, soy el responsable directo de que se


desmayase sobre su mesa. ¿Le cuento un secreto? Nadie ha terminado nunca
ese proyecto a tiempo. Es humana y materialmente imposible, se lo aseguro,
yo tampoco lo conseguí en su día. Lo que valoramos es la capacidad de trabajar
bajo presión y la calidad del trabajo que se haya realizado hasta el momento.
Así que continúe esforzándose, pero procure no dormirse en las oficinas… –
comentó Miguel, mientras se levantaba de su silla y cruzaba la habitación para
recoger la ropa de Aitor en el pequeño dormitorio–. Tome sus cosas, ya me
traerá el traje mañana. Cuento con su discreción sobre lo que acabo de
comentarle. Y, ahora si no le importa, todavía tengo que terminar de leer unas
cosas y ya es bastante tarde…

Aitor asintió y le dedicó una sonrisa sincera a su jefe. Luego, salió del
despacho y cruzó el pasillo con su ropa pulcramente doblada en los brazos.
Tenía que admitirlo, ese hombre no era el monstruo que todos pensaban y que
él mismo creyó al principio. Bajo aquel disfraz tan bien elaborado de vanidad y
prepotencia, se escondía una persona con un buen corazón que, tal vez, había
encontrado así el modo de sobrevivir en La Compañía tanto tiempo, e incluso
de hacerse un nombre. «¿Pero que tengo yo de especial para que se porte tan
bien conmigo?», se preguntaba a sí mismo. «¿Y por qué coño llevo todo el
santo día pensando en él?». Tan ensimismado iba en sus propios
pensamientos que no se dio cuenta que alguien lo observaba desde la
oscuridad de una oficina vacía, acechándolo, vigilando cada uno de sus
movimientos.

***

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 54
Colección homoerótica
Algunos días después, Aitor llegó a su cubículo un poco antes de la hora, con
un café para llevar en una mano y su montón de carpetas en la otra, como
hacía cada mañana desde que trabajaba en La Compañía. Cuando iba a
encender su ordenador, descubrió horrorizado que el pendrive con el trabajo
de las últimas cuatro semanas había desaparecido. Normalmente, solía
llevárselo a casa consigo, pero los días anteriores habían sido muy extraños
para él. Era incapaz de sacarse a su jefe de la cabeza. Cada día, estaba
deseando cruzárselo por el pasillo o tener un motivo para ir a verlo a su
despacho, pero, desde que le devolvió su traje, no pudo encontrar más
ocasiones y esa necesidad lo estaba volviendo loco. Tenía la cabeza en otra
parte y, por eso, se le había olvidó el pendrive la noche anterior. Miró alterado
a los escritorios vacios de sus compañeros que todavía no habían llegado y,
luego, salió disparado hacia el despacho de Miguel Pazos.

–No tengo el trabajo. He extraviado mi pendrive –acertó a decir, mientras


Miguel lo miraba con una extraña expresión en la cara–. Lamento haberle
hecho perder el tiempo, recogeré mis cosas hoy mismo…

–¡Te advertí de que te cubrieras las espaldas, Aitor! –respondió por fin, tras
un prolongado silencio–. Esas personas con las que compartes “ratonera” no
son tus amigos, ni siquiera tus compañeros.

–¿Por qué crees que ha sido uno de ellos? –preguntó. Estaba tan nervioso
que ni siquiera reparó en que, de pronto, habían comenzado a tutearse sin
ningún motivo.

–Porque llevo once años en La Compañía y sé cómo termina comportándose


la gente que trabaja aquí. Ayer escuché ruidos en tu despacho, pensé que aun
no te habías ido a casa y fui a echarte la bronca. Entonces, sorprendí a Ángela
inclinada sobre tu escritorio con tu pendrive en la mano, así que se lo saqué y
la eché… ¡No hay nada que odie más que los tramposos que buscan atajos a
costa del esfuerzo de los demás! –exclamó, mientras abría un cajón de su
escritorio para recuperar el pequeño objeto y, luego, se lo tendía sobre la
palma de la mano–. ¡Ten más cuidado con esto la próxima vez!

–¿Ángela? –repitió Aitor confuso–. De Jaime lo hubiese esperado, pero no


de ella…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 55
Colección homoerótica
–Te repito que no debes fiarte de nadie aquí, ya puedes volver al trabajo.

–¡Ufff, esto es demasiado! –exclamó Aitor–. La verdad es que no sé si quiero


formar parte de una empresa que convierte a sus empleados en monstruos.

–Termina el proyecto. Te recuerdo que mañana es el último día para


entregarlo –susurró Miguel, mientras se levantaba para ir a su encuentro–.
Demuéstrame que también se puede ganar jugando limpio –continuó,
mientras avanzaba hacia él, quedándose tan solo a unos centímetros de su
joven empleado–. Pruébame que no me he equivocado contigo –dijo, justo
antes de pasarle la mano por la mejilla, descender al cuello y seguir bajando
hasta colocar la mano sobre el lado izquierdo de su pecho–, y que todavía
quedan personas honradas y con buen corazón.

–Sabes que me das un miedo terrible, ¿no? –acertó a decir Aitor mirándolo
fijamente.

–¡Algo he intuido! –respondió el otro con una amplia sonrisa.

–¿Y que nunca nadie me ha cabreado tanto como tú?

–¡También me lo imaginaba! –contestó, entre sonoras carcajadas.

–¿Y que me paso todo el día pensando en ti?

–¡Eso sí que no lo sabía! –exclamó, justo antes de besarlo–. ¿Y tú que esto


no es nada apropiado? –preguntó Miguel, mientras Aitor le agarraba el culo.

–¡No, la verdad es que no lo es…! –murmuró Aitor, tratando de contener un


gemido, cuando Miguel comenzó a sobarle la entrepierna por encima del
pantalón–. ¿Vamos al dormitorio?

–Por desgracias, no puedo. Tengo una reunión en quince minutos –


respondió el ejecutivo, tratando de recuperar la compostura–. Ven esta noche,
después de que todos se marchen, y hablaremos de esto…

–¿Hablar? ¡Ahora mismo, en lo último que pienso es en hablar! –susurró,


pasándole el dedo índice entre las nalgas, por encima de la fina y cara tela del
pantalón Armani.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 56
Colección homoerótica
–¡Demonio de niño, yo con tu edad no era tan espabilado! –exclamó Miguel,
mientras el chico ejercía presión sobre su entrada–. Tengo una cosa muy
importante que contarte esta noche… ¡Y luego te daré tu merecido por
torturarme así! –anunció, antes de darle un último beso y volver acalorado a
su escritorio.

***
Aitor miró satisfecho aquella pila de papeles, fruto de un mes de duro
trabajo. Se sentía muy orgulloso del que, a su parecer, era un proyecto
minucioso y brillante. Lo cierto es que ni siquiera le importaba demasiado
conseguir o no el puesto, había llegado a la conclusión de que no estaba hecho
para trabajar en La Compañía y, por lo que a él respectaba, Jaime podía
quedarse con el ansiado trabajo. Lo único que Aitor deseaba de verdad era no
decepcionar a su jefe y la confianza que este había depositado en él. Tenía la
sensación de que ya había ganado porque había conseguido algo mucho más
importante: conocer al auténtico Miguel.

Esperó a que las oficinas se vaciasen. Hacía un buen rato que no veía a
Jaime, por lo que supuso que este también se habría marchado a casa. Estaba
tan excitado e impaciente por estar con Miguel y entregarle el proyecto que
salió corriendo hacia su oficina, con la pila de folios debajo del brazo, y entró
sin llamar. Después de lo que había pasado allí aquella misma tarde, pensó que
bien se podía permitir el atrevimiento en su último día de trabajo. Entonces,
los vio: su jefe sentado en la silla y a Jaime de rodillas tratando de abrirle la
bragueta del pantalón. Aitor tiró el informe al suelo y salió corriendo,
sintiéndose un completo imbécil. «¡El puñetero cabrón hace los mismo con
todos! ¡He sido un ingenuo por creer que yo era especial para él!», pensó.

–¡Aitor! ¿Se puede saber a dónde vas? –gritó Miguel a su espalda. El joven
dudó unos instantes y, por fin, se dio la vuelta para dedicarle una mirada
fulminante.

–Ahora entiendo eso que decías de que aquí no puedo fiarme de nadie.
Aunque nunca pensé que estuvieses hablando de ti mismo… ¿La entrevista
final es en la cama de tu oficina?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 57
Colección homoerótica
–¡Yo no he hecho nada! Ese individuo entró en mi despacho y se arrodilló
delante de mí, ni siquiera me dio tiempo a reaccionar porque tú entraste en ese
preciso momento y de repente… ¿Nadie te ha enseñado a llamar?

–¡Te pido disculpas por no llamar a la puerta y pillarte infraganti! –ironizó


Aitor y, luego, continuó andando.

–¡Pero, bueno…! ¿Puedes escucharme un momento? –suplicó el otro,


corriendo detrás de él–. Ese idiota sigue allí, le he prohibido irse hasta que te
aclare lo que ha pasado. Por favor, habla con él para que podamos arreglar este
estúpido malentendido.

–¡Da igual, Miguel! Yo ni siquiera quiero el trabajo, esto no es para mí. Así
que vuelve ahí dentro para que Jaime te la chupe y dale el puesto a él, que se lo
merece, ambos os merecéis estar en La Compañía.

–Tú nunca tuviste opciones de entrar –confesó el ejecutivo–, porque yo no


quería que trabajases aquí… ¡No sabes lo que este sitio le hace a la gente, lo
que me ha hecho a mí! Casi había perdido toda mi humanidad cuando te
conocí… y tú eres honesto, íntegro, con un gran sentido del compañerismo, no
quería que perdieses todo eso.

–¿Entonces por qué me elegiste? ¿Para poder acostarte conmigo?

–¡Claro que no! Precisamente, eso era lo que quería explicarte hoy: al
principio, me llamó la atención tu forma de enfrentarte a mí en la entrevista.
Era la primera vez, en años, que alguien se atrevía a hablarme de ese modo.
Me recordaste a mi mismo cuando tenía tu edad. Es verdad que, por un
momento, pensé que podías ser apropiado para La Compañía, pero lo descarté
poco tiempo después porque te negabas a jugar sucio, trabajabas más duro que
nadie…. Y, cuando leí aquel correo, algo se removió dentro de mí, me vi a mí
mismo con tus ojos y no me gustó nada lo que encontré. Por eso, voy a
renunciar, he pedido trabajo en otra empresa, una mucho más joven y
pequeña, con una política totalmente distinta a la de esta. Ayer, me llamaron,
me ofrecieron un puesto inferior y con menos sueldo del que tengo aquí, pero
lo he aceptado sin dudar y sólo he puesto una condición: poder llevarte a ti
conmigo.

–No sé qué pensar, Miguel.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 58
Colección homoerótica
–Por lo menos, vuelve ahí dentro para escuchar lo que ese idiota tiene que
explicarte.

–De acuerdo… –respondió contrariado.

***
–Perdona, Aitor –se disculpó Jaime, momentos después–. Como el otro día
estuviste desaparecido toda la mañana y, luego, te vi saliendo de este despacho
con tu ropa del día anterior en la mano, pues creí que te estabas acostando con
el jefe para conseguir el puesto, y yo sólo quise igualar mis posibilidades…

¿Yo le pedí o le di a entender a usted, en algún momento, que tenía que


hacerme una mamada? –preguntó Miguel indignado.

–No señor, no lo hizo. Acababa de ordenarme que me levantase del suelo


cuando entró Aitor.

–Eso es todo, puede irse. Vuelva mañana a firmar su nuevo contrato… ¡Pero
ahora haga el favor de sacarse de mí vista! –Jaime asintió nervioso y, luego, se
fue dando saltos de alegría por todo el pasillo.

–¡Felicidades! Has elegido al mejor candidato para La Compañía… –


murmuró Aitor sonriente.

–¡Y también al mejor hombre para mí! –repuso el otro abrazándolo–.


¡Vámonos de aquí!

–¿A mi apartamento?

–¡Me parece bien!

Un rato después, entraron en el piso de Aitor devorándose la boca


mutuamente. Atravesaron el pequeño apartamento a toda velocidad hasta
llegar al dormitorio, y cayeron en la cama, besándose y acariciándose con
desesperación. Una a una, todas las prendas de sus trajes terminaron volando
por los aires para acabar aterrizando en el suelo, donde se mezclaron unas con
otras. Aitor se situó sobre Miguel, besando, lamiendo y mordiendo cada
centímetro de su cuello, pecho y abdomen. Le sacó los bóxers, sin

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 59
Colección homoerótica
miramientos, y se metió su pene en la boca, chupándolo con gula, recorriendo
cada centímetro con su lengua, mientras el otro se retorcía y suspiraba.

–¡No eres tan inocente como pensaba! –acertó a decir, justo antes de que
Aitor se tragase todo su miembro, alojando gran parte de él en la garganta.

–¡Aún no has visto nada, señor ejecutivo implacable! –repuso el chico con
malicia.

–¡Demonio de niño! –suspiró, momentos antes de que Aitor abandonase su


polla para concentrarse en los testículos y, finalmente, en su entrada–. Estás
decidido a penetrarme, ¿no?

–¡Puedes apostar a que si! –admitió el chico, mientras lo empujaba para que
se diese la vuelta y volvía a hundir la boca entre las nalgas de su amante.

–¿Por qué? –preguntó, sintiendo como un escalofrió y una inmensa


sensación de placer lo recorrían de la cabeza hasta los pies.

–¡Porque tú ya has me dado mucho por culo y, ahora, me toca a mí! –repuso
Aitor, entre carcajadas–. ¡Tranquilo! Te va a gustar, voy a hacerlo muy
despacio para que sientas cada centímetro enterrándose en ti… –dijo, mientras
empujaba un dedo ensalivado en su interior.

–Lo sé, pero yo también quiero estar dentro de ti. No he pensado en otra
cosa desde la vez que me retaste en aquella entrevista y me dijiste que tenía
“un palo metido en el culo”.

–¡Y lo harás, todo a su tiempo! Pero, ahora mismo, no vas a tener un palo
precisamente… –susurró, mientras le ayudaba a ponerse boca arriba y se hacía
un hueco entre sus piernas para, acto seguido, comenzar a presionar suave,
pero firmemente. Mientras, Miguel trataba de relajarse y concentrase en
disfrutar, pero una punzada de dolor le hizo soltar un pequeño quejido.

–¡Dios, despacio! Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me


hicieron esto –suplicó, sintiéndose totalmente vulnerable en los brazos de
aquel crio que había conseguido robarle el corazón e incluso la voluntad.

Aitor asintió y continuó moviéndose muy lentamente hasta que, por fin, sus
testículos tropezaron contra las nalgas de Miguel. Entonces, se inclinó para

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 60
Colección homoerótica
darle un beso y empezó a moverse cada vez más rápido. Un rato después,
ambos jadeaban cubiertos de sudor y era el propio Miguel quién atraía el
cuerpo del chico hacia sí, para enterrarlo cada vez más profundo dentro de él.

–¡Gracias! –exclamó Miguel.

–¿Gracias por qué? –preguntó Aitor contrariado.

–Por haber irrumpido así en mi vida, por devolverme mi humanidad y por


ser tan condenadamente íntegro…

–¡Me gustas mucho, señor ejecutivo implacable! –susurró, abrazándolo con


fuerza.

–¡Y tú a mí, demonio de niño! ¡Al final, conseguirás emocionarme!

-Fin-

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 61
Colección homoerótica

Labios compartidos
Otro amanecer, otra mañana que me despierto a tu lado, los dos
completamente desnudos, con nuestros cuerpos entrelazados, las huellas de
nuestra pasión aún siguen latentes, aún siento tus labios en mi boca, tus
manos en mi piel… ¡Qué cerca te tengo ahora mismo y, sin embargo, qué lejos
estamos! Otra vez he faltado a mi promesa. Me había jurado no volverte a ver,
olvidarte, ignorarte, sacarte de mi vida y de mi corazón de una vez por todas.
Sin embargo, he vuelto a caer, me has engatusado de nuevo con tu cara de niño
bueno y con esos ojos que son capaces de hacerme olvidar el mundo.

Suena tu despertador, es hora de volver al mundo real, la noche ha pasado y,


con ella, mi oportunidad de tenerte a mi lado. Durante el día, fingiremos no
conocernos, tal vez me cruce contigo por la calle, tu irás con tu mujer y con tus
dos hijos pequeños, yo con mis amigos de la universidad, puede que nuestras
miradas se crucen un segundo, pero los dos apartaremos la vista enseguida por
miedo a ser descubiertos.

Esta situación ya lleva así demasiado tiempo, cada vez nos hacemos más
daño, cada vez las separaciones son más dolorosas y, sin embargo, aquí
estamos una mañana más, los dos tratando de hacer ver que no pasa nada,
fingiendo felicidad para no preocupar al otro, tú me sonríes enseñándome esa
dentadura perfecta, yo me limitó a darte el último beso para luego fingir que
vuelvo a dormirme de nuevo. Te levantas sigiloso tratando de hacer el menor
ruido posible, sacas un traje y una corbata del armario, te vistes deprisa, has
hecho el remolón hasta el último minuto, como siempre, y ya vas con el tiempo
justo, te quedas unos instantes quieto junto al umbral, no puedo ver lo que
haces, pero sé que me estás mirando, tratando de retener mi imagen hasta el
próximo encuentro. Luego, sales corriendo.

Una hora después, suena la alarma de mi móvil. Sin embargo, yo ya estoy


despierto, nunca soy capaz de volver a conciliar el sueño cuando te vas.
Durante esta hora, he tratado de poner mis ideas en orden, me he hecho mil
promesas que romperé la próxima vez que me llames, algo que cada vez sucede
con más frecuencia y no puedo evitar preguntarme qué te está pasando, te

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 62
Colección homoerótica
estás volviendo demasiado imprudente y eso no es propio de ti. Hago la cama y
recojo un poco. Ayer, con tanta pasión, lo pusimos todo patas arriba y, con lo
desordenado que eres, sé que si no lo hago yo se quedará así hasta el próximo
día. Después, me marcho. Esta mañana, no tengo clase hasta las diez, pero me
resulta insoportable quedarme aquí solo, le echo un último vistazo a nuestro
escondite y cierro con mis llaves.

Estoy tomándome un café y ojeando unos apuntes en una cafetería próxima


a la universidad. He vuelto a mi vida real, la de un chico normal de veinte años.
La gente dice de mí que, para la edad que tengo, soy muy maduro y
responsable, pero que también peco de ser demasiado tímido y reservado. Mi
nombre es Adrián, pero mis amigos me llaman "Beto", un apodo que me viene
desde el colegio, sólo tú me llamas "Adri" en la intimidad. Ni mis amigos ni mi
familia saben nada de nuestra historia y eso que ya casi hace un año que nos
conocemos. Siempre lo hemos llevado en el más riguroso secreto. Al principio,
nos veíamos en moteles y pensiones hasta que tú compraste ese estudio que,
desde hace ya seis meses, se ha convertido en testigo mudo de nuestras noches
de pasión.

Yo siempre he sabido que había algo diferente en mí, pero me daba miedo
reconocerlo. A menudo, me conectaba a algún chat, pero nunca me atrevía a
darle mi número de teléfono a nadie y, mucho menos, a quedar. Entonces,
apareciste tú, me pareciste especial desde el principio, a ti podía contarte mis
dudas y preocupaciones, me escuchabas pacientemente y me hablas de tus
propios problemas. Me intimidaba tu edad, 34 años, y el hecho de que fueses
un hombre casado y con familia, pero ni siquiera eso impidió que te pidiera
conocernos en persona. Sí, lo admito, yo fui el culpable, yo lo empecé todo,
pero necesitaba verte, ponerle voz y rostro a ese hombre que tanto me había
ayudado; y tú aceptaste en seguida, también te morías por quedar conmigo.

Fue un diez de octubre, lo recuerdo como si hubiese pasado ayer, hacía


mucho frío, algo fuera de lo normal para aquella época del año. Habíamos
quedado en una pequeña playa a las afueras de la ciudad, yo te hablé de aquel
sitio porque era mi lugar favorito, y a ti te pareció una gran idea ya que con
aquel tiempo estaría desierta, efectivamente así era. Cuando llegué, no había
rastro de vida en varios kilómetros a la redonda, tú tampoco estabas, creí que
te habrías arrepentido en el último momento y habías decidido no aparecer, tal

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 63
Colección homoerótica
vez eso hubiera sido lo mejor. Entonces, yo no sabía que sufrías de
impuntualidad crónica y que siempre llegabas tarde a todas partes, apareciste
quince minutos más tarde de la hora acordada. Me dejaste impresionado, eras
mucho más guapo de lo que aparentabas en las fotos, tu sonrisa y tus ojos me
hipnotizaron al momento, fue un flechazo, me enamoré de ti nada más verte,
nunca llegaste a confesármelo, pero creo que a ti te pasó lo mismo.

Nos sentamos en la arena a hablar un rato, mientras observábamos el mar,


los dos muy acurrucados el uno contra el otro, hacía mucho frío y esa era la
excusa perfecta para la primera toma de contacto. Yo soy bastante tímido, te lo
había dicho muchas veces, tú por el contrario eres una persona muy
extrovertida y experimentada, conseguiste romper el hielo en seguida, me
hiciste reír, lograste que me sintiera cómodo a tu lado.

Me preguntaste si podías besarme, pero a mí nunca me había besado otro


hombre antes, tú lo sabías porque yo te lo había contado, me dijiste que no me
preocupase, que eras tú, que confiara en ti, no hizo falta que insistieras
demasiado, yo también lo deseaba con toda mi piel, nos fundimos en un
apasionado beso, mientras nos aferrábamos el uno al otro con desesperación.
Me pediste ir a otro sitio, yo simplemente asentí y me subí a tu coche, contigo
habría ido hasta el mismísimo infierno si hubiese hecho falta.

Entramos en aquella habitación de motel comiéndonos la boca como dos


sedientos que por fin han encontrado su oasis, te miré a los ojos, esos ojos que
me vuelven loco y me atontan como la más potente de las drogas, y tú leíste el
miedo en los míos, iba a ser mi primera vez y lo sabías, me tranquilizaste, me
prometiste ir despacio, hacer sólo lo que yo quisiera, pero ese era el autentico
problema porque de ti lo quería todo, estaba a tu merced, ya era tuyo y eso
también lo sabías.

Fundidos en un interminable beso, te deshiciste de mi sudadera y de mis


vaqueros rotos, acariciaste cada centímetro de mi piel desnuda. Luego,
abandonaste mi boca para besar mi cuello y lamer mis orejas, yo gemía bajo el
peso de tu cuerpo, aferrándome a tu ancha espalda, mientras tu boca
descendía camino de mis pezones, los cuales chupaste y mordiste hasta que te
cansaste, volviéndome loco. Seguiste bajando por mi estomago, te entretuviste
unos momentos en mi ombligo, yo no paraba de suspirar bajo tus expertas

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 64
Colección homoerótica
caricias. Claro que lo mejor aún estaba por llegar. Cuando sentí tu lengua en
mi polla, casi me desmayo, la saboreaste como si se tratase de un helado,
succionando, lamiendo y chupando según te iba dando la gana. Luego, bajaste
hasta mis testículos y creo que ahí ya perdí toda noción de realidad, no paraba
de gemir, y tú simplemente chupabas sin dejar de mirarme ni un solo
momento, no pude evitarlo y me corrí en tu boca. Ni siquiera fui capaz de
avisarte, pero a ti no te importó. Simplemente, me abrazaste con fuerza y me
diste un apasionado beso, compartiendo conmigo el sabor de nuestro primer
encuentro sexual, el primero de tantos.

***
Tardamos una semana y dos días en volver a vernos, aquel tiempo se nos
hizo interminable a los dos, pero tú debías buscar el momento adecuado para
no despertar sospechas en casa, teníamos que ser prudentes. Esa vez fuimos
directos a la habitación del motel, no había ni un solo segundo que perder, me
abalancé sobre ti nada más cruzar el umbral, te deseaba más que a nada en el
mundo, tu traje y tu corbata volaron por los aires, al igual que tu ropa interior.
En esa ocasión, fui yo quien devoró cada rincón de tu cuerpo, no tenía
experiencia, pero sí muchas ganas de hacerte feliz, me metí tu polla en la boca,
y la devoré imitando tus caricias de la vez anterior, tú te retorcías de gusto
mientras no parabas de repetirme lo mucho que me deseabas.

«Me gustas mucho Adri –dijiste de repente–, quiero que lo nuestro sea
especial, que nos lo demos todo, necesito estar dentro de ti y que tú me hagas
lo mismo a mí, enseñarte todo lo que sé, que descubras el mundo conmigo...».
Tiraste de mí hacia arriba y nos fundimos en un apasionado beso.

Hiciste que me acostara boca arriba y te subiste sobre mí a horcajadas,


frotando tu culo contra mi entrepierna con ese descaro tuyo que tan familiar
me resulta ya, te escupiste en la mano para lubricarte el culo y te la metiste
hasta el fondo sin dejar de mirarme. Luego, empezaste a cabalgarme
lentamente para, después, ir aumentando el ritmo de forma vertiginosa, los
dos jadeábamos como perros en celo. Te pusiste a cuatro patas y yo te follé sin
descanso ni compasión hasta que ninguno de los dos pudo más y caímos en la
cama, abrazados, estábamos exhaustos y completamente empapados de sudor.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 65
Colección homoerótica
En aquel momento, éramos las dos personas más dichosas sobre la faz de la
tierra.

***
No todo podía ser felicidad, claro, me di de morros con la triste realidad la
primera vez que no te presentaste a una de nuestras citas. Tu hijo pequeño se
puso enfermo y tú tuviste que llevarlo al hospital. Por suerte, se quedó en uno
de esos sustos que dan lo niños, sin mayores consecuencias. Sin embargo, a mi
me sirvió para comprender el lugar que ocupaba en tu vida, yo siempre sería
algo secundario, secreto, prohibido, oscuro, nunca pasaría dos noches seguidas
contigo, jamás pasearíamos cogidos de la mano a la luz del día, no conocerías a
mis padres ni yo a los tuyos, tampoco cenaríamos juntos en navidad y fin de
año. Porque los tuyos siempre serían unos labios compartidos y yo ocupaba el
último lugar en la cola. Esa fue la primera vez que me propuse olvidarte y la
primera de tantas que no lo conseguí.

Estabas desesperado porque no respondía al teléfono ni contestaba ninguno


de tus mensajes, no parabas de llamarme y escribirme diciéndome que me
querías y no podías vivir sin mí, que me necesitabas, que yo hacía tu triste vida
un poco más soportable. Y, como un idiota, volví a caer de nuevo en tus brazos.
Esa fue la primera vez que te dejé entrar en mí, me lo llevabas pidiendo desde
hacía algún tiempo, pero yo no me sentía preparado. Sin embargo, aquel día,
algo cambió, no sé qué fue, tal vez la emoción de volver a tenerte cuando ya lo
creía todo perdido.

Tu lengua entre mis nalgas me provocó un escalofrío de placer, lograste


anular mi voluntad, tú siempre has sabido cómo conseguir lo que quieres.
Sentí como uno de tus dedos penetraba en mí y no opuse resistencia, noté
cierta molestia, pero te dejé hacer, confiaba en ti más que en mí mismo. Pronto
un dedo no fue suficiente y me enterraste otro, yo me deshacía entre tus
brazos. Leíste la aceptación implícita en mis ojos, me pediste que me tumbase
boca arriba, te situaste encima de mí y, haciéndote un hueco entre mis piernas,
comenzaste a empujar. Al principio, no fue fácil, no entraba y dolía un poco, no
parabas de decirme cosas para tranquilizarme, lo mucho que me querías,
cuanto me necesitabas, lo feliz que eras por haberme encontrado.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 66
Colección homoerótica
Al final, tus esfuerzos empezaron a dar resultado, conseguiste vencer la
resistencia de mi virginidad y, poco a poco, me fuiste metiendo aquel trozo de
carne. No sé cuánto tiempo duró, a mi me pareció una eternidad, tú
bombeabas muy despacio dentro de mí, y yo me aferraba a tus hombros con
desesperación. Nunca me había sentido tan cerca de ti como aquella vez, por
eso no quería que parases, te necesitaba dentro. Después, aumentaste el ritmo
y tuviste que taparme la boca para que mis gemidos no se escuchasen en todo
el edificio, hasta que por fin no pudiste más y caíste exhausto sobre mí.

***
Los días han ido pasando y, con ellos, nuestros encuentros furtivos. Los
remordimientos y el sentimiento de culpa nunca se van, al igual que el gran
amor y deseo que siento por ti, pero la carga me resulta cada vez más pesada.
Tú me haces inmensamente feliz, pero anhelo otro tipo de vida, no tener que
esconderme, no tener que mentir a mi familia y amigos. Ahora, sentado en esta
cafetería, observo a otras parejas que disfrutan de su amor sin miedo a ser
descubiertos, yo también quiero eso para nosotros, pero es imposible, ya he
perdido la esperanzana y sé que nunca seremos como esa pareja joven de
enfrente que se cogen la mano por encima de la mesa, sonriéndose el uno al
otro, sin reparar en la gente que está a su alrededor. Por eso, no lo soporto
más, te llamo, sé que no debo hacerlo y que siempre tengo que esperar a que lo
hagas tú, pero ya estoy harto de esas estúpidas reglas que has levantado entre
nosotros, como barreras inquebrantables, y me las salto por primera vez. Tú
me respondes casi al momento, mi interrupción no parece gustarte demasiado.

«¡Adrián! ¿Cómo me llamas a estas horas?», contestas sin demasiado


entusiasmo.

«¿Adrián? ¿Qué hay de Adri?», protesto yo.

«Ahora no puedo hablar…», dices cada vez más nervioso.

«Pues entonces escúchame: quiero verte ahora».

«¿Qué? ¿Te has vuelto loco? Ya sabes que no puedo…».

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 67
Colección homoerótica
«¡Estoy cansado! –interrumpo tu discurso de siempre–. Cansado de
esperar, de tus excusas, de que no me dejes en paz cuando intento romper…
¡Así que decide o yo o el resto del mundo!».

«¡Estás nervioso! ¿Por qué no lo hablamos con más calma en el


apartamento? Trataré de escaparme esta noche…».

«O vienes aquí, ahora, o lo hablamos por teléfono… ¡Tú decides!».

«Adrián, tengo que llevar a mis hijos al colegio. Además, acabamos de


estar juntos… ¿No podemos posponer esto?».

«¡Estoy harto de posponerlo! Está claro que yo siempre seré algo


secundario para ti…».

«Adri, yo… de veras que lo siento, pero tengo una familia…». Cuelgo el
teléfono, tú ya has hecho tu elección; desgraciadamente, yo también he hecho
la mía.

Ni siquiera me llamas, supongo que crees que este es otro de mis enfados,
habrás pensado que ya lo arreglarás más tarde. Ahora, tienes una mujer y dos
niños de quienes ocuparte, pero, esta vez, te equivocas, he llegado al tope de
mi paciencia. Es curioso, creía que me sentiría mal y lo único que noto es un
profundo alivio, como si por fin respirase aire fresco. Recojo mis apuntes, pago
el café y me voy a la universidad dando un paseo, necesito andar. Veo a mi
grupo de amigos a lo lejos, apuro el paso y voy a su encuentro. De repente,
suena el teléfono, un mensaje tuyo diciendo lo mismo de siempre: me
necesitas, me quieres, soy lo mejor que te ha pasado en tu triste vida…
¡Cuéntaselo a quien le interese! Cojo el móvil y lo arrojo bajo las ruedas de un
autobús que lo hace volar por los aires en mil pedazos. Esta vez, se acabó de
verdad… ¡Por fin soy libre!

-Fin-

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 68
Colección homoerótica

Tres son multitud


1.-LORENA

Mónica y yo nos conocimos en el preescolar y, desde entonces, fuimos


amigas inseparables. Lo compartíamos todo: nos vestíamos igual, nos
gustaban las mismas cosas, comenzamos a salir con chicos a la vez, e incluso
nos dieron nuestro primer beso el mismo día. Ninguna hacia nada sin la
aprobación de la otra. Después, con 20 años, conocí a Julio, mi novio y,
aunque procuraba repartir mi tiempo entre los dos, la verdad es que Mónica se
sintió un poco desplazada y, a menudo, me decía que ya no nos veíamos tanto
como antes y que me echaba mucho de menos y, para ser sincera, yo también a
ella.

Unos meses después, Mónica conoció a Diego y comenzaron a salir.


Entonces, vimos una gran oportunidad de volver a restablecer el equilibrio que
se había roto con la aparición de Julio. Y, sin consultárselo a ellos que ni se
conocían ni tenían demasiado que ver el uno con el otro, decidimos que los
cuatro seriamos amigos y saldríamos juntos. Nuestros novios aceptaron
resignados, y así comenzaron las citas dobles. Al principio, los chicos no se
entendían demasiado bien, pues ambos tenían personalidades bastante
dispares, pero, con el tiempo, terminaron haciéndose amigos.

Para los demás, éramos unos bichos raros. La verdad es que en cierto modo
tenían razón, nos habíamos convertido en un grupo hermético y exclusivo;
siempre, estábamos lo cuatro solos, no nos relacionábamos con nadie más,
pero tampoco lo necesitábamos. Nos pasábamos los fines de semana tirados en
el piso de Diego, viendo películas y charlando hasta las tantas; incluso, si
salíamos de fiesta, era como si no hubiese nadie más a nuestro alrededor. No
nos hacía falta otra gente para divertirnos, los cuatro formábamos una
ecuación perfecta. Y, entonces, nuestro idílico mundo se desmoronó…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 69
Colección homoerótica
2-JULIO

Todo pasó muy rápido, volvíamos de una fiesta a la que ni siquiera nos
apetecía ir y de la que nos retiramos temprano. Lorena y yo íbamos en el
asiento trasero, mi novia se había quedado dormida sobre mi hombro, Mónica
viajaba en el lado del copiloto y jugueteaba con la radio, fingiendo que
ignoraba a su chico, mientras este conducía en silencio. Llevaban todo el día
peleados y habían vuelto a discutir en la fiesta, aunque no nos habían querido
explicar la razón de ese extraño comportamiento. Se trataba de un trayecto
corto por una carretera bien iluminada, nada debería haber salido mal…

–¡Deja la radio en paz! –exclamó Diego exasperado.

–¡Pasa de mí! –respondió Mónica irritada, mientras cambiaba de emisora.

El apagó la radio, ella volvió a encenderla, discutieron, gritaron, ella lloró, el


gritó mas. Mónica estaba furiosa y Diego crispado. Pisó a fondo el acelerador,
yo le pedí que redujera la velocidad y mirase a la carretera, pero no me prestó
atención. Seguía acelerando mientras gritaba a su chica que lloraba a moco
tendido. En apenas unos segundos, perdió el control del coche, se salió de la
carretera y chocó contra un muro. Lo siguiente que recuerdo es que me
desperté en la cama de un hospital.

3.-DIEGO

El coche quedó totalmente aplastado por el lado del copiloto, vi la sangre


chorrear de su cabeza, traté de despertarla, pero no se movió. Entonces,
intenté arrastrarla fuera del vehículo, no fui capaz, estaba encajada entre los
hierros y un dolor agudo punzaba mi brazo izquierdo, me lo había roto.

–¡Diego! –gritó Lorena desde el asiento trasero–. ¡Por favor, ayúdame no


soy capaz de despertar a Julio! –la ayudé a salir y, entre los dos, tiramos de su
novio hacia el exterior. Después, llamamos a una ambulancia.

–¿Y Mónica? –preguntó.

–No pude sacarla… está atrapada y no se mueve… creo que ha…

–¡Ni lo digas! –suplicó llena de angustia.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 70
Colección homoerótica
4.-LORENA

Para cuando llegó la ambulancia, Mónica ya estaba muerta. Ese maldito


accidente se llevó la vida de mi mejor amiga. La perdimos y nos encontramos
solos y desorientados. De repente, la ecuación perfecta se había roto, ya no
éramos nosotros cuatro. Ahora sólo quedábamos tres. Ya no sabíamos qué
decirnos o qué hacer, todo era confuso y triste. Ninguno volvió a ser el mismo.

Mónica era algo más que mi amiga, era como una hermana para mí, con
quien lo había compartido todo desde la infancia. Y, por culpa de aquel
descuido imperdonable, ya no estaba, la había perdido para siempre. Sé que
suena muy cruel, pero ya nunca pude volver a mirar a Diego a la cara.
Inconscientemente, lo culpaba por lo sucedido y, aunque había sido un trágico
y desafortunado accidente, no pude evitar odiarlo. No lo quería cerca de mí y
aún menos de mi novio.

5.-JULIO

Lorena apenas hablaba a Diego, era como si lo considerara amenaza para


nosotros. Sin embargo, para mí, él se había convertido en parte de nuestra
rutina cotidiana y ya no podía imaginarme la vida sin él, aunque Mónica ya no
estuviese. Intenté apoyarlo, pero no fue nada fácil porque el mismo vivía
inmerso en su propio auto desprecio, se sentía responsable de todo lo ocurrido.
Por eso, yo estaba muy preocupado por él y temía que, en cualquier momento,
pudiese hacer alguna locura.

Aquella tarde tenía un mal presentimiento. De repente, supe que algo iba
mal y debía ir a su casa enseguida. Llamé a la puerta, pero nadie respondió,
sabía que estaba allí, casi no salía de casa desde el accidente. Usé mi copia de
la llave para abrir la puerta y entré en el piso a toda velocidad. Corrí hacia la
habitación de Diego, tan rápido como me lo permitieron mis piernas, y me lo
encontré sentado en la cama, sosteniendo un frasco de pastillas, tenía los ojos
cerrados y la cara empapada en lágrimas.

–¿Qué has hecho? –grité, pero no obtuve respuesta–. ¡Joder, Diego,


contéstame! –él abrió los ojos y me miró con una extraña expresión en la cara,
casi parecía que no me reconociese.

–¿Qué te has tomado, gilipollas? –volví a increparle histérico.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 71
Colección homoerótica
–Aún nada... –respondió con voz cansada.

–¿Aún? ¿Te has vuelto loco? –le reclamé yo, arrebatándole el bote de la
mano con violencia–. Ya hemos tenido bastante drama como para que encima
ahora tu también… –Me detuve, ni siquiera me atrevía a decirlo, perder a
Diego me parecía algo impensable.

–Tú no lo entiendes… aún tienes a Lorena, pero yo me he quedado solo… –


sollozó sin mirarme.

–Tú no estás solo –repliqué, tratando de adoptar un tono de voz más


amable–. Nos tienes a nosotros, somos tus amigos y no te vamos a dejar… –lo
abracé con fuerza, el correspondió a mi abrazo y así permanecimos un largo
rato, tirados en su cama y aferrándonos el uno al otro, mientras ninguno de los
dos pudo evitar llorar con amargura, recordando los días felices que ya nunca
volverían, hasta que al final nos quedamos dormidos.

6.-DIEGO

Era la primera vez que conseguía pegar ojo tras muchas noches de insomnio
y, aunque solo fue por un instante, apretado contra el cuerpo de Julio y
sintiendo su calor contra el mío, me sentí calmado.

Cuando desperté, el seguía dormido junto a mí y no me había soltado, como


si temiese que al hacerlo yo pudiera cometer alguna locura. Aquello me inspiró
tanta ternura que no pude evitar sonreír con melancolía, esa noche comprendí
que él nunca me dejaría solo. Y no me equivocaba. A partir de ese día, se pegó
a mí como una sombra. Supongo que tenía miedo de que hiciese alguna locura
si me perdía de vista. No podía culparlo.

7.-LORENA

Julio empezó a descuidar nuestra relación por vigilar a Diego, algo que yo no
podía entender, puesto que consideraba que con la muerte de Lorena se
habían roto todos los lazos que nos unían. De hecho, si nosotras no los
hubiésemos presentado, ellos nunca se habrían conocido. Y así se lo dije en
medio de una de nuestras ya frecuentes discusiones, relacionadas siempre con
el mismo tema y con un único culpable: Diego.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 72
Colección homoerótica
–Tienes razón –admitió–. Al principio, ni siquiera me caía bien y, en otras
circunstancias, es muy posible que nunca hubiésemos llegado a hacernos
amigos. Es decir, no teníamos ningún interés común y nuestras vidas la verdad
es que eran muy distintas: él siempre ha tenido todo lo que ha querido, sus
padres se lo han pagado todo, la carrera, el piso, el coche… mientras que yo
tuve que buscarme la vida cuando he necesitado algo… pero, vosotras os
empeñasteis en juntarnos a pesar de nuestras diferencias, nos forzasteis a
relacionarnos el uno con el otro. Yo me resigné porque sabía que para ti era
importante pasar tiempo con Mónica… –me miró esperando una respuesta,
pero, como yo no sabía qué objetar, continuó hablando–: Cuando lo conocí
mejor, me di cuenta de que me había equivocado al prejuzgarlo, creo que al le
pasó lo mismo conmigo y nos hicimos buenos amigos. Quizá el único que
tengo ahora porque, por estar contigo, he perdido el contacto con muchas de
mis anteriores amistades.

–¿Me estás culpando por haber perdido a tus amigos? –pregunté indignada.

–No –respondió, tratando de mantener la calma–. Te estoy diciendo que


Diego es de las pocas personas de confianza que tengo en mi vida, y no quiero
darle la espalda precisamente ahora que nos necesita más que nunca –dijo,
tomándome de la mano–. Escucha, entiendo que todo esto está siendo muy
difícil para ti y sé que la pérdida de Mónica te ha afectado mucho, pero Diego
tampoco lo está pasando nada bien. Él también ha perdido a alguien muy
importante. Los tres estamos muy afectados y sería más fácil si nos
apoyásemos los unos a los otros.

–¡No puedo! –exclamé entre sollozos–. Ni siquiera soy capaz de mirarlo a la


cara… no puedo evitarlo… yo… no lo quiero cerca de mí…

8.-JULIO

La verdad es que era incapaz de comprender la reacción de Lorena, no


entendía cómo podía culparlo y odiarlo de esa forma, lo veía como un verdugo
y no como otra víctima más de aquel desafortunado accidente. En nuestros
cuatro años de relación, siempre había cumplido todos sus caprichos,
dejándome llevar por la corriente sin protestar con tal de tenerla contenta,
pero, en esa ocasión, no podía ni quería hacerlo.

Diego se había roto un brazo en el accidente, eso unido a una profunda


depresión ocasionó que apenas saliese de casa, así que yo le hacía la compra y,

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 73
Colección homoerótica
todos los días, me pasaba por su piso después de trabajar y le ayudaba a
limpiar, a cocinar, o simplemente le daba un poco de conversación para que no
se sintiese solo. Con el tiempo, empecé a notarlo un poco más animado y
abandonó aquellas ideas catastrofistas que tanto me asustaron al principio. Sin
embargo, mientras que, por un lado, conseguía sacar del agujero a mi amigo;
por otro, la relación con mi novia se hundía cada vez más a pesar de mis
esfuerzos por intentar ayudarlos a los dos.

9.-DIEGO

Julio se convirtió en un gran apoyo para mí, me acostumbré a tenerlo cerca


siempre que lo necesitaba. Cada vez que yo me venía abajo, él estaba ahí para
animarme. A veces, me sorprendía a mí mismo mirando el reloj, contando el
tiempo que faltaba para verlo. Mi corazón se aceleraba cuando escuchaba sus
llaves en la puerta. Y la sonrisa volvía a mi cara, como si alguien hubiese
pulsado un interruptor, al verlo cruzar el umbral cargado con las bolsas del
supermercado. Era tan patoso que cada vez que intentaba cerrar la puerta,
mientras sostenía la compra, se le caían las llaves al suelo o tiraba algo, y yo no
podía evitar reírme.

–¡Sí, tu ríete y no me ayudes! –protestaba Julio molesto, pero, cuando yo iba


al rescate con el brazo escayolado, entorpeciéndolo más que otra cosa, era él
quien se carcajeaba a mi costa–. ¡Ya está aquí "el escayolas" liándola! –
exclamaba él entre risas.

–¿En qué quedamos? ¿Te ayudo o no? –preguntaba yo, fingiendo enfado.

–¡Mejor saca unas cervezas! –respondía siempre con una sonrisa


conciliadora.

–¿Qué tal el día?

–¡Un caos! He tenido mucho trabajo, hay varias personas de vacaciones y el


marrón nos lo comemos siempre los mismos… ya sabes… ¿Y tú que has hecho?

–Pase por la empresa a entregar el parte de baja y tomé un café con unos
compañeros. ¿Sabes? Es muy curioso que lleve dos años trabajando allí y,
hasta ahora, nunca me había dado cuenta de lo divertidos que son. Aunque
tampoco los había tratado fuera del trabajo. Luego, fui a dar un paseo, llamé a
mi padre, pero estaba reunido…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 74
Colección homoerótica
–¡Tu padre siempre está reunido! –exclamó con ironía, pues conocía
bastante bien mi situación familiar y sabía que mis padres me habían
abastecido muy bien de recursos materiales, pero se les había olvidado la parte
afectiva–. ¡Me alegra que salgas! No es bueno para ti que te quedes todo el día
encerrado en casa.

–Pues estos compañeros que te decía, me han preguntado si quería ir a ver


el partido con ellos, en el bar que está final de esta calle… ¿A ti te apetece ir?

–Creo que es una buena idea, así nos aireamos un poco los dos, que buena
falta nos hace…

Aquella noche echamos a un lado las preocupaciones y nos mezclamos con


la gente para reírnos, apoyar a nuestro equipo y beber una cerveza tras otra,
hasta que terminamos completamente borrachos. Hacía años que ninguno de
los dos se divertía tanto. Julio también hizo buenas migas con mis compañeros
y nos comprometimos a volver la próxima semana. Cuando decidimos regresar
a casa, ya eran las tantas y tuvimos que caminar uno apoyado en el otro para
no perder el equilibrio.

–¿Me das asilo político en tu piso? –preguntó mi amigo, arrastrando la


lengua y riéndose sin parar–. No me acuerdo dónde he dejado el coche.

–¡Pues claro! Además, aunque lo encontrases, no sabrías que hacer con él,
estás demasiado pedo…

–¡Tengo diez llamadas perdidas de Lorena! –exclamó estupefacto al mirar el


móvil, una vez habíamos llegado.

–¿Sólo? –pregunté yo con ironía, pues conocía bien su fijación compulsiva


de pulsar, una y otra vez, la tecla de rellamada.

–¡Tienes razón, su media está en veinte! –admitió Julio, entre risas,


lanzando el móvil al interior de la cesta de la ropa sucia–. ¡Canasta!

–¡Venga, Gasol, deja de hacer el idiota y vamos a dormir! –exclamé, tirando


de él hacia el dormitorio.

La escayola no me facilitaba demasiado la vida y tareas como


desabrocharme los botones de la ropa, que ya eran una autentica odisea
cuando estaba sobrio, se volvieron totalmente imposibles con todo el alcohol
que había ingerido aquella noche. Me encontraba en medio de una feroz pelea

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 75
Colección homoerótica
con la camisa, en la que iba ganándome ella por goleada, cuando me di cuenta
que Julio me observaba desde la puerta y se estaba partiendo de risa a mi
costa.

–¿Te lo pasas bien? –pregunté algo molesto.

–¡Pues la verdad es que si, eres bastante cómico! –exclamó, mientras


avanzaba hacia mí.

–¡Me alegro de que me encuentres tan divertido! –repliqué enfadado.

–No te cabrees, "escayolas", que solo es una broma –susurró, poniendo las
manos sobre el botón del cuello de mi camisa–. Anda, deja que te ayude.

Quise protestar, pero él no me prestó atención, continuó desabrochándola y,


cuando hubo terminado, hizo lo mismo con el cierre de mi pantalón vaquero.
Mientras, yo me ponía cada vez más nervioso e intentaba esquivarle la mirada.
Estaba tan cerca de mí que sentía el calor que desprendían sus manos y su
tacto suave sobre mi pecho, su cálido aliento en mi cara, el olor a cerveza y
tabaco inundaba mis fosas nasales. Luché conmigo mismo, tratando de
reprimir mis impulsos, pero lo cierto es que lo único en que podía pensar, en
aquel momento, era en lanzarme sobre él y comerle la boca.

–¡Ya estás! –murmuró, mirándome a los ojos y yo me quedé completamente


embobado durante un instante. Luego, me di la vuelta para continuar
desnudándome yo mismo–. ¡Sólo quería decirte que me alegro mucho de que
seamos amigos! –murmuró, acercándose a mí por la espalda.

–¡Y yo también! –respondí, tragando saliva.

–¡No me importa lo que diga Lorena! No pienso separarme nunca de ti –


afirmó con la boca pegada a mi nuca y yo me estremecí.

10.-LORENA

Estaba desesperada, tenía la sensación de que todo mi mundo, que había


sido tan perfecto en el pasado, se estaba desmoronando en aquel momento.
Primero la muerte de Mónica y, después, mi relación con Julio se estaba
enfriando porque pasaba más tiempo con Diego que conmigo. Era muy
impropio de él no cogerme el teléfono y sabía que se debía a la mala influencia

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 76
Colección homoerótica
que ejercía su amigo. Aquel día lo llamé varias veces y no me respondió. Estaba
preocupada y, a la vez, rabiosa.

Al día siguiente, apareció como si nada, con aspecto de no haber dormido


demasiado. Julio sabía perfectamente que no soportaba que saliese de fiesta
sin mí, así que no pude más y exploté, empezamos a discutir sobre lo mismo de
siempre. Mi novio no paraba de defender a Diego y yo estaba muy indignada
por su reacción. Se suponía que debía estar de mi parte. Entonces, decidí que
si no quería romper su amistad con él por las buenas, tendría que provocarlo
yo por las malas.

–Diego no es de fiar –le expliqué.

–¡No digas tonterías!

–¡Hablo en serio! Hay cosas que tú no sabes… entonces, no quise contártelo


por miedo a que reaccionases mal…

–¿De qué estás hablando? –preguntó irritado.

–Una semana antes del accidente, quiso tontear conmigo, empezó a


hablarme mal de ti e incluso intentó besarme, yo por supuesto le corté por lo
sano. Luego, se lo conté todo a Mónica… ¿Por qué crees que estaban tan
enfadados el día del accidente? Ella le llamó la atención por lo ocurrido y había
pensando en dejarlo. Por eso, él estaba tan nervioso… y, luego, ocurrió esa
horrible desgracia y ya no encontré el momento adecuado para decírtelo… por
esa, razón estoy tan molesta con el…

–¡No puedo creerlo! –exclamó indignado y hecho polvo por lo que acababa
de oír. Me dio pena tener que mentirle de esa forma, y más aún involucrar a
Mónica, pero no tenía otro remedio, debía salvar mi relación como fuese.

–¡Por favor, Julio, tienes que creerme! Diego no es una buena persona –
sollocé abrazándolo, el correspondió a mi abrazo, pero se quedó callado y
pensativo. Aquel día, no fue a verlo, estuvo toda la tarde conmigo y, luego, se
quedó a dormir en mi casa. Por primera vez, tuve la esperanza de que las cosas
por fin volverían a la normalidad entre nosotros… ¡Qué equivocada estaba!

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 77
Colección homoerótica
11.-JULIO

Lo que me contó Lorena fue un jarro de agua fría para mí, yo confiaba en
ella, pero me costaba mucho creer que Diego fuese capaz de hacerme algo así.
Había algo que no me cuadraba. Y, por otra parte, no podía dejar de pensar en
la noche anterior y en todo lo que pasó.

–¡No me importa lo que diga Lorena! No pienso separarme de ti nunca –le


había dicho yo con total sinceridad. Pero ya no estaba tan seguro de poder
mantener mi promesa. Él se dio la vuelta, muy serio, fulminándome con la
mirada.

–¡Siempre dices cosas así cuando estás borracho! –me recriminó.

–¡Las digo porque las siento! –objeté, mientras me acercaba un poco más a
él.

–Deberíamos irnos a dormir –repuso, dando un paso hacia atrás.

¡Parece que estés huyendo de mi! –exclamé, al tiempo que seguíamos con
aquella peculiar persecución, yo avanzaba y él retrocedía hasta que se
tropezó con la pared y ya no pudo seguir escabulléndose.

–¿Por qué haría eso? –preguntó muy tenso.

–¡No sé, igual es que me tienes miedo o algo! –contesté, a la vez que
colocaba los dos brazos contra la pared y lo dejaba atrapado entre ésta y mi
cuerpo.

–¡No seas ridículo! –exclamó, intentando librarse de mí con el brazo sano,


pero yo no se lo permití. En lugar de eso, me pegué más a él y nuestras caras
quedaron muy cerca la una de la otra. Entonces, noté su erección, le sonreí y
él se puso rojo–. ¡Déjame en paz, Julio, por favor! –suplicó.

–Perdona –acerté a decir, pero no me separé de él. En lugar de eso, le


agarré la cara con las dos manos y lo besé.

Diego me correspondió con timidez, pero seguía notando muy tenso, así
que me aparté de él y lo dejé tomar una posición de distancia prudencial, en
la que se sintiese más cómodo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 78
Colección homoerótica
–Es tarde –dijo, queriendo fingir que no había pasado nada–, lo mejor es
que nos vayamos a dormir ya.

–¡Diego perdóname! –supliqué muy arrepentido al verlo tan afectado.

–No quiero volver a hablar de esto –me reprochó, señalándome la puerta


para que me fuese a pasar la noche a la sala de estar, yo bajé la cabeza y
obedecí.

Tumbado en el incomodo sofá del salón no pude dejar de recriminarme a


mí mismo por ser tan estúpido. Ciertamente, el alcohol anuló por completo
mi sentido común y, sin quererlo, le había vuelto a hacer daño. Me esperaba
una larga noche de insomnio, remordimientos y fantasmas del pasado que
regresaban para torturarme.

12.-DIEGO

Alguien aporreó mi puerta con furia, sabía perfectamente de quien se


trataba y, por eso, dudé unos instantes antes de abrir. Cuando finalmente me
decidí, me encontré frente a frente con un Julio furioso.

–¿Qué ha pasado con la cerradura? –preguntó pasando por mi lado como


una exhalación.

–Llamé a un cerrajero y la cambió –respondí, sin darle demasiada


importancia.

–¡Eso no era necesario! –exclamó indignado.

–Yo creo que sí.

–Diego, lo de ayer fue una total estupidez por mi parte, pero tienes que
entenderme, no pretendía que te sintieses amenazado…

–¡Pues conseguiste más bien el efecto contrario! –repuse yo

–Lo sé, pero no quería hacerte daño. ¡De verdad! Fue el alcohol el que me
hizo perder los papeles…

–¡Sí, la bebida siempre ha tenido ese efecto en ti! –ironicé–. ¡Debí tenerlo
presente!

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 79
Colección homoerótica
–Vale, me lo merezco –reconoció apenado–, soy un gilipollas. ¡Perdóname,
por favor!

–¡Tú y yo siempre estamos igual! Creí que, después del accidente, habías
cambiado, pero ya veo que me equivoqué…

–Escucha, Diego: he venido a preguntarte una cosa y quiero que seas sincero
conmigo. Ayer Lorena me contó algo y necesito saber si es verdad.

–¿Qué le pasa ahora a la infeliz de tu novia?

–Me dijo que habías intentado ligar con ella y, por eso, tú y Mónica estabais
enfadados. –Me quedé mirándolo un instante con incredulidad, pensando que
mis oídos me estaban jugando una mala pasada y, luego, no pude aguantar
más y me eché a reír a carcajadas.

–¡Eso es ridículo! –exclamé–. ¡Y no entiendo cómo precisamente tú te has


podido creer semejante estupidez!

–Entonces… ¿Se lo ha inventado?

–¡Claro que se lo ha inventado! Mónica estaba furiosa conmigo porque le


confesé la verdad y le dije que quería romper con ella.

–¿Qué le contaste? –preguntó. De repente, se había quedado blanco.

–¡Todo!

Ninguno de los dos dijo nada, nos quedamos mirando en silencio. Mi mente
voló casi un año atrás, cuando empezó "todo" entre nosotros. Yo sabía que
Julio engañaba a Lorena con hombres desde el principio de su relación. No
estoy seguro de que alguna vez la haya querido, pero la verdad es que lo dudo
mucho. Creo que siempre la ha utilizado para mantener las apariencias y por
puro interés, ella le pagó parte de los estudios y, cuando terminó la carrera, el
padre de Lorena lo enchufó en su empresa. Sin embargo, yo sí que quería a mi
novia, la amaba de verdad. Pero eso no fue suficiente cuando Julio irrumpió
sin permiso en mi vida y la cambió para siempre. Cuando me quise dar cuenta,
ya había echado a perder mi relación con Mónica.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 80
Colección homoerótica
13.-JULIO

«Todo», me repetí mentalmente y un escalofrío recorrió mi espina dorsal.


Me pregunté si a Mónica le habría dado tiempo a decírselo a Lorena antes de
morir, pero, no, eso era imposible; de saberlo, ella me habría matado a sangre
fría sin miramientos y, ahora, no estaría inventándose historias absurdas.

Diego siempre me había atraído, incluso cuando me caía mal. Además, el


que fuese el novio de la mejor amiga de mi pareja lo volvía un reto para mí.
Como forzosamente tuvimos que pasar juntos mucho tiempo, no nos quedó
otro remedio que hacernos amigos y, con los años y el roce, se convirtió en una
amistad sincera. Pero yo estaba cada vez más obsesionado con él. Entonces,
una noche sucedió lo que tanto tiempo había estado esperando.

El día de mi cumpleaños, los cuatro salimos a celebrarlo. Después,


llevamos a las chicas a sus casas y continuamos la fiesta los dos solos hasta
altas horas de la madrugada.

–¡Uff, estoy muy mareado! Hacía bastante tiempo que no bebía tanto… –
exclamó Diego, apoyándose contra la pared del salón para no perder el
equilibrio–. El sofá es muy incomodo, pero tengo una cama grande. Puedes
dormir conmigo si quieres.

–¡Pensé que nunca me lo pedirías! –dije, entre risas.

–¡No te hagas ilusiones! –bromeó.

–¿Por qué no? –pregunté, fingiendo decepción. Pero no me iba a dar por
vencido tan fácilmente. Yo también había bebido bastante, pero toleraba el
alcohol mucho mejor que él y aún conservaba las ideas muy claras. Por eso,
me aproveché de las circunstancias–. ¡Pues a mí no me importaría! –De
repente, la sonrisa se borró de su cara y se me quedó mirando muy serio,
tratando de decidir si hablaba en serio o le estaba tomando el pelo.

–¡Ehhh, no te emociones! Tú puedes hacer lo que quieras, pero a mí ese


rollo no me va…

–¿Qué rollo? –pregunté, haciéndome el inocente, mientras lo arrinconaba


contra la pared.

–¡Ya lo sabes! Además, tengo novia –respondió, pero no hizo ningún


ademán de apartarse, así que me pegué más a él–. ¿Qué haces?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 81
Colección homoerótica
–Intento besarte.

–¿Siempre tienes que ser tan directo? –señaló nervioso.

–¡No me gusta perder el tiempo cuando quiero algo! –Él no dijo nada,
estaba tenso, pero no parecía asustado o incomodo. No oponía resistencia y
esa fue la única señal que necesité para seguir adelante. Rodee su cintura con
los brazos y lo atraje hacia mí, frotándome contra su cuerpo hasta que le
arranqué un suspiro. Nos miramos fijamente a los ojos y lo besé. Tardó unos
segundos en reaccionar, pero, al final, también me correspondió.

–¡Esto es de locos! –acertó a decir, mientras yo abría su bragueta–. ¿Qué


estamos haciendo?

–Ahora mismo estamos a punto de irnos a la cama y, después, voy a


follarte hasta que se te olvide hasta tu nombre… –declaré, mientras lo guiaba
hasta el dormitorio y continuaba desvistiéndolo. Para cuando se quiso dar
cuenta, lo tenía tumbado en la cama, medio desnudo. Me quité la ropa a toda
prisa y me puse encima de él.

–¿Qué? ¡Estás loco! –exclamó, revolviéndose intranquilo.

–No te preocupes –murmuré, antes de volver a besarlo–. ¡Vas a disfrutar


cada momento!

–¡Ese no es el punto! –trató de protestar.

Le besé, lamí y mordisqueé el cuello, las orejas y el torso. Luego, descendí


hasta la entrepierna y empecé a chupársela sin miramientos, no quería darle
oportunidad a que se arrepintiese, el gemía, jadeaba y se retorcía de placer
con cada una de mis caricias. Cuando noté que había roto del todo sus
resistencias, decidí ir un poco más allá y comencé a lamer su entrada. Luego,
le introduje un dedo, Diego se quejó por el dolor, pero yo hice caso omiso y
continué moviéndolo dentro de él hasta que por fin se relajó. Después, metí
otro más. Mi amigo volvió a quejarse y yo a ignorarle. Repetí la operación
hasta que noté que mis dedos ya entraban y salían con más facilidad.
Llevaba demasiado tiempo fantaseando con él, estaba muy excitado y ya no
quería esperar más, necesitaba follármelo ya. Volví a ponerme encima y
separé sus piernas, luego empujé. Diego soltó un alarido y se revolvió por el
dolor.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 82
Colección homoerótica
–¡Sácamela, me duele! –suplicó, pero no lo hice. Simplemente, me quedé
unos segundos quieto y, luego, empecé a moverme muy despacio.

–Tranquilo –susurré, antes de volver a besarlo para que se calmase–. Sólo


relájate. Voy a hacerlo con cuidado…

–¡Eres un cabrón! –me recriminó–. Esto es una violación en toda regla. Lo


sabes, ¿verdad?

–¿Vas a denunciarme? –pregunté sarcástico, mientras volvía a metérsela


hasta el fondo. Esta vez, con más fuerza.

–¡Debería hacerlo! –gimió, aferrándose a mi espalda.

–¡Quizá si no te gustase tanto! –alegué, antes de volver a devorarle la boca


y de empezar a moverme más rápido–. ¿Seguro que esta es la primera vez
que tienes a un hombre dentro de ti?

–¡Claro que es la primera vez! ¿Por quién me has tomado? –protestó


indignado.

–Pues tu culo se está abriendo para mí como una flor… ¡Creo que has
nacido para tragar polla! –repuse, acelerando aún más el ritmo de mis
embestidas.

–¡Que te den! –gimió, clavándome las uñas.

–¡Oh, no, querido, soy yo el que te va a dar a ti durante toda la noche!

–¡Imbécil!

14.-DIEGO

A la mañana siguiente, me desperté con una resaca horrible y un hombre


desnudo en mi cama, me costó unos minutos asumir que lo que había pasado
la noche anterior fue real y no producto de una imaginación ebria y
calenturienta. Repasé todo lo ocurrido, pero, cuanto más lo pensaba, más me
costaba creerlo. Eran muchos los interrogantes y dudas que se abrían paso
en mi cabeza y tardé varios meses en poder aclararlos todos.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 83
Colección homoerótica
–¡Buenos días! –exclamó Julio, pasando un brazo por mi cintura–. ¿Cómo
estás?

–¿Qué cómo estoy? –pregunté indignado–. ¿A ti qué te parece?

–A simple vista, diría que mosqueado.

–¡Eres un cabrón!

–¡Lo sé, me lo dijiste ayer! Aunque, también decías que te estaba violando,
mientras me abrazabas y jadeabas en mi oído… ¡Así que perdona si no me lo
trago del todo! –replicó con ironía.

–Te aprovechaste de que estaba completamente borracho.

–¡No me vengas con gilipolleces! Sé que te encantó tener mi polla en tu


culo… todas y cada una de las veces… ¿Entonces, cuál es el problema?

–¿Y qué pasa con las chicas? ¡Nunca antes le había sido infiel a Mónica!

–Ellas no tienen por qué saberlo, ya sabes: ojos que no ven…

–¿Así de fácil?

–Tal y cómo yo lo veo, es muy simple: si nuestras novias no se enteran de


nada, continuarán en su mundo perfecto y serán felices. Mientras tanto, tú y
yo podemos seguir pasándolo bien…

–Lo de anoche no va a volver a repetirse nunca, ¿me oyes? –respondí


irritado–. ¡Fue un terrible error!

–¿Esto es un error? –susurró, situándose encima de mí para volver a


besarme, yo no fui capaz de resistirme y correspondí–. ¡Me parece que tu
cuerpo no opina lo mismo! Y, ahora, voy a volver a follarte para que nunca
más puedas volver a poner el alcohol como excusa.

No sé cómo, pero el desgraciado tenía la habilidad de anular mi voluntad a


su antojo. Así fueron pasando las semanas y, luego, los meses. Nos veíamos a
escondidas de nuestras novias y dormíamos juntos casi todas las noches.
Incluso terminé dándole una llave de mi casa. Me pasaba todo el día
pensando él y soñando con tenerlo de nuevo en mi cama, mientras mi
relación con Mónica se deterioraba sin remedio.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 84
Colección homoerótica
15.-JULIO

–¿Así que se lo contaste? –murmuré, tragando saliva–. ¿Y cómo se lo tomó?

–¿Cómo se lo tomó? –repitió él con ironía–. Pues la dejé destrozada… le


rompí el corazón… lloró, me insultó, y tuvo un ataque de histeria… para
finalmente, terminar suplicándome que no la abandonase… ¡Así se lo tomó!

–¡Lo lamento de verdad!

–¿Lo lamentas? –gritó con furia–. ¡Yo la quería! ¡Estaba enamorado de


verdad! No como tú que siempre has utilizado a Lorena para tus intereses
egoístas… Y, entonces, te atravesaste en mi vida, con esa enfermiza habilidad
que tienes para hacer conmigo lo que te da la gana. Estropee mi relación con
una mujer increíble por enamorarme de ti, un marica reprimido que solo
piensa en sí mismo y que no está dispuesto a dejar a su novia… ¡Nos has jodido
la vida a todos, pero tú has tenido mucha suerte!

–¿Cómo? –pregunté confuso.

–La noche del accidente Mónica me dijo que hablaría con Lorena, yo le pedí
que no lo hiciese, pero estaba dispuesta a desenmascararte. Sin embargo,
nunca llegó a hacerlo, ella murió antes y tú salvaste el culo…

–Espera un momento –lo interrumpí, presa del pánico ante la idea que
acaba de surgir en mi cabeza, pero no podía ser, tenía que estar equivocado–,
tú no provocaste el accidente a propósito, ¿O sí?

Me miró un instante en silencio. Luego, me dio la espalda. Yo fui a su


encuentro impaciente, con los nervios completamente crispados, lo sujeté por
los hombros y lo zarandee.

–¡Diego! –exclamé, mirando a unos ojos que ahora parecían vacios, carentes
de vida, casi inhumanos.

–Ya no me quedaba nada que perder… –respondió por fin.

–No perdiste el control del coche, tú lo estampaste contra el muro –


murmuré aterrorizado–. ¡No puedo creerlo! Por favor, Diego, dime que no es
verdad.

–No puedo, es cierto, eso fue lo que pasó.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 85
Colección homoerótica
–Pero… ¿Por qué?

–Para que pudieses seguir mintiendo a todo el mundo, viviendo a costa de tu


novia y sus padres, engañándola con hombres… porque me enamoré de ti y
todo lo demás dejó de importarme… y porque tres son multitud…

–¡No! ¡No, por favor! –sollocé abrazándolo–. ¡Dios, sé que te he hecho


mucho daño! –reconocí–. Por eso, estoy intentando arreglarlo ahora… el día
que entré en tu habitación y te vi con esas pastillas, me volví loco… no pude
soportar la idea de perderte… te quiero demasiado… probablemente, seas la
única persona a la que he amado de verdad en toda mi vida…

–¡Lo siento, ya no me creo nada!

–¡Pero es la verdad! –afirmé desesperado–. ¡Tú eres lo único que me


importa!

–Mira a donde nos han llevado todas esas mentiras, les hemos destrozado la
vida a personas que no se lo merecían… ¡Hay demasiada mierda sobre nuestra
relación!

–Aún podemos solucionarlo.

–Ya no, es demasiado tarde.

16.-DIEGO

Demasiado tarde, demasiadas mentiras y esa conversación que jamás podría


borrar de mi cabeza, ni perdonarle, por mucho que él se hubiese convertido en
mi apoyo en los últimos meses.

–¡No puedo seguir así! –le dije, unos días antes del accidente–. Tenemos
que contárselo, hay que terminar con esta farsa de una vez por todas…

–¡No! –me respondió tajante.

–¿Pero no te das cuenta que estamos viviendo en una mentira? –pregunté


indignado.

–Diego, te quiero, en serio, pero… ¿Qué sugieres que hagamos? Decirles la


verdad, ¿y luego qué?

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 86
Colección homoerótica
–Pues mantener una relación normal, sin tener que escondernos para
estar juntos…

–Nosotros no somos normales, Diego –respondió–, somos dos tíos que se


dan por culo… ¿Crees que la gente lo entenderá? ¿Cómo piensas que se lo van
a tomar nuestras familias?

No pude contener las lágrimas, estaba indignado por lo que acababa de


escuchar, intentó besarme, pero, por primera vez, no se lo permití. Lo
empujé, Julio perdió el equilibrio y se cayó al suelo.

–¡Quiero que te marches de mi casa! –grité–. ¡Ya estoy harto de mentir y


engañar a todo el mundo! No volveré a acostarme contigo mientras estés con
Lorena… ¡Lo nuestro se ha terminado! ¿No me has oído? ¡He dicho que te
largues! –Él me miró con tristeza y, luego, obedeció.

Estaba desesperado, ya no podía más y me sentía completamente solo.


Sabía que nunca podría volver a amar a Mónica porque Julio se había
metido en medio de nuestra relación, ejerciendo su corrosiva influencia sobre
mí, tampoco podía tenerlo a él, ya que éste parecía incapaz de sumir lo que
realmente era. Necesitaba limpiar mi conciencia y sincerarme con mi novia,
pero, cuando comprobé todo el daño que le había ocasionado, sólo quise
morir. Morir estampado contra aquel muro. Pero no tuve suerte, fue ella
quien falleció en mi lugar y me hundí en una profunda depresión. Nunca
imaginé que sería precisamente el propio Julio quien me ayudase a salir a
flote después del accidente.

–¡No es demasiado tarde! –exclamó él, devolviéndome a la realidad–.


Nosotros nos queremos.

–¡Ya estoy harto de engañar a los demás y a mí mismo!

–No tenemos que seguir mintiendo… diremos la verdad… podemos empezar


una nueva vida juntos… solos tú y yo… –dijo tratando de abrazarme–. Sé que
han pasado demasiadas cosas; entiendo que ahora mismo no me creas, pero
estoy dispuesto a volver a ganarme tu confianza… te compensaré por todas las
cosas que he hecho mal en el pasado…

No lo creí ni por un solo momento porque lo conocía demasiado bien, pero


ya no podía más, me rendí, correspondí a su abrazo y, luego, nos besamos. Ese
cabrón siempre ha tenido la retorcida habilidad de anular mi sentido común y

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 87
Colección homoerótica
derrumbar mis defensas, pero lo quiero tanto que me duele y no puedo vivir
sin él, aunque el precio sea demasiado alto.

17.-LORENA

Ellos se equivocaban. Siempre lo supe. Sabía que Julio me engañaba con


hombres y que Diego también había caído en sus redes. Simplemente, no me
importaba mientras tuviese a Mónica. Ella era todo lo que yo realmente quería
y la he perdido para siempre.

Ahora, mientras la sangre brota de los cortes de mis muñecas y tiñe de rojo
el agua de la bañera, por fin comprendo que no estaba enfadada con Diego, ni
siquiera con Julio, sino conmigo misma por no haber tenido el valor necesario
para reconocer la verdad y luchar por el amor de mi vida, por esperar
demasiado tiempo para confesarle mis sentimientos y perder la oportunidad
de hacerlo en este mundo. Por eso, voy a seguirla al siguiente. Espero que
Mónica pueda perdonarme por mi estúpida cobardía. Adiós.

-Fin-

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 88
Colección homoerótica

El secreto de Iván
Ernesto Salazar levantó su copa con orgullo y dedicó unas palabras de
felicitación y afecto a los futuros esposos, a su hijo pequeño Pablo (único
heredero de su fortuna y próximo sucesor en la presidencia de la compañía,
puesto que Ernesto había decidido retirarse para dedicarse a su carrera
política), y por su nuera Helena (primogénita de su socio y gran amigo
Leandro Herrera), todos los invitados aplaudieron con entusiasmo. Los novios
se limitaron a sonreír y asentir, con una emoción más fingida que real.

–¡He dicho que no quería interrupciones! –rugió Ernesto, cuando una de las
doncellas le dio el aviso de que tenía una llamada telefónica.

–Señor, se trata de un agente de policía, creo que es importante…

–¡Está bien! –murmuró crispado–. La atenderé en la biblioteca.

El rostro severo e inexpresivo de Ernesto se tornó en una mueca de sorpresa


al escuchar la terrible noticia de la muerte de Iván, su hijo mayor, con el que
llevaba años sin hablarse.

–¿Cómo ha sido? –preguntó, sin abandonar su tono frío y distante.

–Aparentemente, se ha suicidado. Un amigo lo encontró muerto hace una


hora –relató el policía.

–Comprendo –respondió secamente–. Confío en su discreción, este asunto


no debe filtrarse a la prensa, y menos ahora que estamos en época de
elecciones.

–Sí, señor –respondió el agente sorprendido–. No se preocupe, trataremos


esto con la mayor cautela posible.

–¡Eso espero por su bien! –Dicho esto, colgó bruscamente, dejando al


policía con la palabra en la boca.

Ernesto arrastró a su hijo fuera de su propia fiesta de compromiso para


comunicarle la noticia. Pablo estaba atónito, era incapaz de reaccionar… ¿Su

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 89
Colección homoerótica
hermano muerto? No podía ser, tenía que haber un error. La relación de los
dos hermanos se había enfriado mucho en los últimos años porque ambos
tomaron caminos muy distintos: mientras que Iván siempre había sido un
chico rebelde que decidió vivir su vida lejos de su autoritario padre, Pablo hizo
todo lo contrario, quedándose al lado del patriarca y convirtiéndose en su
mano derecha y hombre de confianza.

Sin embargo, las cosas no siempre habían sido así. De niños y adolescentes,
estaban muy unidos y, al ser tan poca la diferencia de edad que los separaba,
sólo un año y medio, eran también grandes amigos y confidentes. Pablo no
sabría decir en qué momento perdieron aquella bonita amistad para
convertirse en completos desconocidos. Pero, ahora, eso ya no importaba, su
hermano estaba muerto y lo peor de todo era que él mismo se había quitado la
vida.

En aquel instante, le vino a la memoria su infancia en casa de la abuela


Carmen (o de la "Tata" como ellos la apodaban cariñosamente), ella los había
cuidado desde la muerte de su madre, cuando Iván apenas contaba diez años y
Pablo casi nueve, ya que su padre siempre había vivido volcado en los negocios
y no tenía tiempo para ocuparse de ellos. Todo lo relacionado con esa época se
le antojaba ahora nostálgicamente feliz. Los juegos en el jardín, las comidas
caseras de la "Tata", las largas horas muertas en el desván, contando historias
de miedo y compartiendo confidencias.

***
Se celebró un funeral privado y sólo permitieron la entrada a las personas
más cercanas a la familia. Ernesto había querido tratar el tema con absoluta
discreción, un escándalo como aquel podría manchar su buen nombre y
perjudicarlo de cara a las elecciones para la alcaldía de la ciudad. Pablo no
pudo contener la profunda tristeza que, por momentos, se apoderaba de él y
rompió a llorar, su padre lo miró con desaprobación, pero no dijo nada, debía
mantener las apariencias delante de los invitados.

–Tú eres Pablo, ¿no? –preguntó un chico, a su espalda, devolviéndolo a la


realidad.

–¿Y tú quien eres? –inquirió el otro nervioso, al tiempo que se giraba.


http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 90
Colección homoerótica
–Me llamo Hugo… soy… era amigo de Iván… yo lo encontré… –relató Hugo,
con una profunda tristeza en los ojos. Pablo lo tomó del brazo y se lo llevó a un
lugar apartado, lejos de la mirada inquisitiva de Ernesto.

–Lo lamento mucho, pero esta es una ceremonia privada. Tienes que irte
antes de que mi padre te vea.

–Lo sé. Siento haberme colado. No quería faltarle al respecto a tu familia,


pero es que he venido a cumplir la última voluntad de Iván.

–¿De qué hablas? ¿Qué última voluntad?

–Verás, el día que murió, me llamó para comer juntos y estaba muy raro…
hablaba sin parar, pero decía cosas sin sentido… aunque yo nunca pensé que
llegaría a hacer lo que hizo… no paraba de repetir que no te había protegido
como debería hacer un hermano mayor… entonces me dio esto… –explicó
tendiéndole una pequeña llave antigua de color cobrizo–. Me hizo jurar que te
la daría si, algún día, le pasaba algo. Dijo que tú sabrías lo que significaba. –
Pablo sujetó la llave con la mano derecha y se quedó un instante mirándola
casi como hipnotizado.

–Sí, es la llave del tesoro… –explicó con tristeza.

–¿La llave del tesoro? –preguntó Hugo confuso.

–Sí. Cuando éramos críos, mi abuela nos leía un fragmento de "La isla del
tesoro", cada noche antes de irnos a dormir. Mi hermano y yo estábamos tan
obsesionados con las historias de piratas que nos pasábamos el día dibujando
mapas y enterrando cosas por el jardín. A la "Tata" le hicieron tanta gracia
nuestras ocurrencias que nos regaló un pequeño baúl de madera, como los que
aparecen en las películas de piratas. Esta es la llave. Metimos nuestros bienes
más preciados en esa caja: canicas, chapas, coches de juguete, cromos de
fútbol… –explicó con una sonrisa melancólica–. Y, luego, lo escondimos en el
desván y juramos no abrirlo hasta que fuésemos mayores. Lo había olvidado…

–Pues parece que tu hermano no. Hay algo allí que quería que vieras.

–Desde que murió la abuela, perdimos el contacto por completo, ella era la
única que sabía mantenernos unidos… ¡Si le hubiese prestado más atención,
esto no habría pasado!

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 91
Colección homoerótica
–No creo que Iván te culpase de nada. Él siempre hablaba de ti con mucho
cariño.

–¿Lo conocías bien?

–Bastante –respondió Hugo con tristeza–. Te daré mi número de teléfono, si


necesitas cualquier cosa no dudes en llamarme…

–Gracias.

***
El desván seguía tal y como Pablo lo recordaba. Casi parecía que, en aquel
lugar, no habían pasado los años. Todavía estaba la alfombra roja en la que su
hermano y él se tumbaban para mirar al techo, mientras contaban historias de
miedo. Si no recordaba mal, el baúl estaba escondido dentro de una alacena
antigua, y enterrado debajo de un montón de periódicos y libros viejos. Buscó
con impaciencia para descubrir que, efectivamente, seguía allí. Sujetó el cofre
con mucho cuidado, depositándolo sobre la alfombra para, acto seguido,
arrodillarse a su lado, igual que en su tierna infancia. Dudó unos instantes. Allí
dentro podía estar la explicación a la extraña muerte de su hermano y le
aterraba lo que pudiese encontrar. Finalmente, introdujo la llave en la
cerradura y la giró, sintiendo como el corazón se le encogía por momentos.

Observó su contenido con calma, eran sus tesoros de la niñez: las canicas,
los cromos, las chapas… Pero también había un objeto nuevo, algo que Pablo
no recordaba haber puesto allí: un cuaderno azul. Lo sacó con mucho cuidado,
como si temiese que éste pudiese desintegrarse al entrar en contacto con sus
manos, y lo observó con atención. Alguien había escrito una especie de
dedicatoria en su portada, con un rotulador negro. En seguida reconoció la
letra, era la de Iván.

«Querido Pablo: Si estás leyendo esto, es que al final lo he hecho. Siento que
las cosas sean así, sé que últimamente no nos veíamos mucho y que fue culpa
mía que nos alejásemos tanto. Pero necesito que sepas que nunca me olvidé
de ti. Hay cosas de mí que tú no sabes y que lo explican todo, un secreto que

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 92
Colección homoerótica
no me atreví a confesarte antes, pero que no puedo callar por más tiempo,
necesito advertirte para que no termines como yo. Lo que estás a punto de
leer es un fragmento de mi historia, el diario del año más horrible y
tenebroso de mi vida. Léelo. Después lo comprenderás todo. Te quiero mucho,
hermano. Iván».

Pablo, tragó saliva y, acto seguido, abrió el cuaderno con cierto recelo
¿Cómo podía un diario de hacía diez años arrojar alguna luz sobre su muerte?
¿Y qué había escrito en aquellas hojas que fuese tan terrible como para
explicar un suicidio? Estaba a punto de averiguarlo.

«10 de agosto de 1996

Sólo faltan dos días para mi cumpleaños, pronto cumpliré los quince, estoy
muy contento porque la abuela me ha dicho que puedo celebrar una fiesta en
casa, pero lo mejor es que se lo he dicho a Juan y ha aceptado venir. Ahora
solo tengo que pensar la forma de darle esquinazo al pelmazo de mi hermano
para que no se pegue a nosotros durante toda la tarde. Tengo muchas ganas
de estar a solas con él, esta será la primera vez que podemos vernos sin gente
alrededor».

«11 de agosto de 1996

He hablado con Juan sobre el tema y dice que le da miedo, pero que
también tiene muchas ganas, me parece mentira que al final estemos juntos.
Mañana nos iremos al desván, lo tengo todo preparado, hasta he subido unas
mantas para estar más cómodos…».

Pablo era incapaz de dar crédito a lo que leía, recordaba a Juan, era el mejor
amigo de su hermano, un chico delgaducho y pecoso que siempre llevaba ropa
de deporte y una gorra puesta del revés, pero jamás había llegado a imaginarse

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 93
Colección homoerótica
que pudiera existir algo más que amistad entre ellos dos, estaba claro que Iván
guardaba muchos más secretos de los que imaginaba.

También se acordaba perfectamente de aquel cumpleaños porque fue el


último que Iván celebró. Ya que tras cumplir los quince, su hermano empezó a
cambiar, cada vez era más rebelde y reservado. Se convirtió en un adolescente
problemático que no paraba de dar quebraderos de cabeza a su abuela y,
pronto, los dos hermanos dejaron de tener cosas en común para irse
convirtiendo, poco a poco, en completos desconocidos.

«12 de agosto de 1996

Por fin el día de mi cumpleaños ha llegado, lo tengo todo listo y estoy


esperando a que lleguen los invitados. Vamos a celebrar la fiesta junto a la
piscina. Luego, Juan y yo nos escabulliremos para estar un rato a solas en el
desván. Estoy muy feliz. La gente dice que sentir algo por otro chico es
pecado, pero a mí me da igual. Me gusta Juan y yo a él y eso es lo único que
me importa… ¡Ojalá estemos siempre juntos! ».

«13 de agosto de 1996

Ayer, la fiesta salió muy bien, todos se lo pasaron genial, en la piscina,


pero lo mejor fue cuando Juan y yo nos escabullimos para subir al desván.
Al principio, estábamos muertos de miedo y ninguno se atrevía a dar el
primer paso. Al final, fui yo el primero en decidirme, lo agarré de la cintura y
le planté un morreo en toda regla, él me correspondió. Después, le pedí que
nos tumbásemos en la manta que coloqué sobre la alfombra y él aceptó un
poco asustado. Era la primera vez que estábamos tan cerca el uno del otro.
Hasta ayer casi no habíamos podido ni besarnos con calma porque siempre
estábamos con más gente

Nos desnudamos mutuamente, lo abracé con fuerza, me encantaba sentir


el tacto suave de su piel desnuda contra la mía y el calor de su cuerpo.
Acaricié su pecho, sus pezones, su abdomen firme, hasta que finalmente

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 94
Colección homoerótica
llegué a su polla que ya estaba completamente dura. Entonces, el buscó la
mía y nos pajeamos el uno al otro hasta que nos corrimos.

Luego, nos quedamos tirados en la manta durante un buen rato. Nos


sentíamos muy felices y a ninguno nos apetecía volver a la piscina con los
demás, aunque sabíamos que tarde o temprano tendríamos que hacerlo o
desconfiarían.

De repente, sucedió algo horrible, mi padre estaba en la puerta


mirándonos con una expresión de rabia y asco que jamás podré olvidar.
Entonces, empezó a insultarnos, nos dijo cosas horribles, echó a Juan a
patadas de allí, aunque lo peor me lo reservaba a mí…».

El teléfono móvil de Pablo sonó con insistencia. Comprobó que se trataba de


Ernesto. Pensó que seguramente querría una explicación por haber
desaparecido tan repentinamente del funeral, pero decidió que ese no era el
momento más oportuno. Las disculpas tendrían que esperar hasta más tarde,
lo apagó y continuó con la lectura.

«Ni siquiera tuve tiempo de vestirme. Él estaba totalmente fuera de sí, me


gritaba e insultaba sin parar, me dijo unas cosas tan horribles que nunca creí
que saldrían de la boca de mi propio padre. “Eres un maricón de mierda, un
pervertido, un degenerado, un enfermo…”, me gritó, antes de sacarse el
cinturón y acercarse a mí con aquella mirada de odio. En ese momento, la
vergüenza y el miedo me paralizaron y no hice nada para defenderme.

Me golpeó con tanta fuerza que su cinturón dejó marcas en mi piel.


Después, se dio la vuelta y se fue sin tan siquiera mirarme a la cara, me dejó
solo, dolorido y humillado. No entiendo por qué me trató así. ¿De verdad me
merecía este castigo? ¿Tan malo es lo que he hecho? No soy un delincuente,
no he robado ni matado a nadie, sólo me he enamorado de otro chico, nada
más… Aunque, tal vez sí que me lo merezco, igual mi padre tiene razón y soy
un enfermo, un degenerado, un tarado…».

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 95
Colección homoerótica
Pablo se limpió las lágrimas de la cara con el dorso de la mano. La imagen
de su hermano, encogido sobre aquella misma alfombra, desnudo y
maltratado, le rompía el corazón. Recordaba el semblante serio de Iván cuando
regresó solo a su fiesta de cumpleaños, parecía triste, como ausente, y sus
caminos comenzaron a separarse en aquel mismo instante. Ahora comprendía
por qué. También coincidió que justo por esas fechas la estrecha amistad entre
Juan e Iván se rompió extraña y repentinamente. Nadie conseguía explicarse
por qué esos dos chicos habían pasado de ser inseparables a ni tan siquiera
saludarse cuando se cruzaban por la calle.

«20 de agosto de 1996

Juan me evita. El cabrón de mi padre lo amenazó con contárselo todo a su


familia si no se alejaba de mí y el muy cobarde se ha asustado. Ahora dice
que no me quiere y que no es un "maricón" como yo. Se ha juntado con una
pandilla del barrio que son unos chulos y no paran de burlarse de mí. Y yo
me siento fatal porque, a pesar de todo, lo sigo queriendo. En junio, nos
apuntamos juntos a clases particulares para repasar algunas asignaturas
durante el verano, pero, ahora, no puedo ir a la academia. Es demasiado
doloroso verlo allí todos los días y no poder acercarme a él. Me paso las
tardes en los recreativos y hace más de una semana que no asisto a clase.

Tampoco, soporto estar en casa, ni ver al cerdo de mi viejo, lo odio, ni


siquiera le hablo; mi abuela me trata como si aún fuese un crío y controla
todo lo que hago; y mi hermano es un plasta que no se separa de mi ni con
agua caliente… ¡Ojalá pudiese largarme de aquí e irme lo más lejos posible,
yo no pinto nada en esta familia!

Lo peor de todo es que no puedo olvidar a Juan, es como si me hubiesen


arrancado un brazo. Hace unas semanas, todo era perfecto entre nosotros y,
ahora, lo he perdido para siempre… ¡Quiero morirme y terminar con esta
mierda de una vez por todas! ».

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 96
Colección homoerótica
«25 de agosto de 1996

He conocido a un chico en los recreativos, se llama Raúl y tiene veinte


años. Me ha presentado a sus amigos y todos son muy enrollados. Hoy me
llevaron a su garito, una casa abandonada donde se reúnen. Allí pueden
hacer lo que les dé la gana sin que nadie los moleste… ¡Y me han dicho que
puedo ir siempre que quiera!

Ayer llevaron botellas de ron y whisky y me invitaron beber con ellos. Me


sentó muy mal y terminé vomitándolo todo, pero no se enfadaron conmigo.
Todos se lo tomaron a risa. Toño, uno de los amigos de Raúl, me abrazó y me
dijo que no me preocupase, que ya me acostumbraría. No sé, pero, ese tío me
gusta un poco, es guapo y simpático. Además, él es un hombre hecho y
derecho, no como el cobarde de Juan que era un puto crío. Mañana voy a
quedar otra vez con ellos en el garito.

Por cierto, los gilipollas de la academia llamaron a mi abuela para


chivarse de que no asistía a clase y la bruja me amenazó con contárselo al
cabrón de mi padre, pero me da igual, que me pegue otra vez si quiere, ya no
me importa una mierda…».

«29 de agosto de 1996

Me he pasado todos estos días con los chicos… ¡No hemos dormido nada!
Toño y yo nos estamos haciendo muy amigos. Siempre está muy pendiente de
mí y habla mucho conmigo. Hoy me ha enseñado a liar un canuto y, luego,
me dejó fumar unas caladas, pero acabé mareándome y echando la pota de
nuevo. A ver si aprendo de una puta vez… ¡Vaya mierda, seguro que piensa
que sólo soy un crío! ».

«5 de septiembre de 1996

¡Ufffff, no me lo puedo creer! ¡Me he enrollado con Toño! Estábamos los


dos solos en el garito, fumándonos unos porros. Ya íbamos un poco
colocados, empezamos a darnos collejas y a pellizcarnos el uno al otro de

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 97
Colección homoerótica
broma y, de repente, se abalanzó sobre mí y me plantó un morreo. Besa muy
bien, muchísimo mejor que Juan que siempre me llenaba de babas.

–¿Estás asustado? –me preguntó al oído, justo después de morderme el


lóbulo de la oreja.

–No –mentí, no quería que creyese que era un niñato y pasase de mí.

–¿Ya habías besado antes a un chico? –preguntó curioso, mientras sus


manos descendían por mi espalda.

–A uno.

–Sabía que tenías un secreto desde la primera vez que te vi… –comentó,
apretándome el culo con fuerza.

–¿Tanto se me nota?

–No es eso. Lo que pasa es que los que estamos acostumbrados a mentir y a
fingir delante de los demás nos olemos a otro mentiroso a kilómetros de
distancia… –susurró, mientras me besaba el cuello y restregaba su paquete
contra el mío.

–¿Nunca se lo has contado a los otros?

–¿Estás loco? ¡Si se enteran, me rompen las piernas! Sólo lo sabes tú y, por
la cuenta que te trae, espero que mantengas la boca cerrada.

–¡Tranquilo, yo no voy a decir nada!

Toño no me contestó, se limitó a desabrocharse el pantalón, mientras me


mantenía la mirada con descaro, y yo simplemente lo imité. Lo que vino
después no se asemejó en nada a lo de aquella tarde en el desván. Mi nuevo
amigo es más seguro, más apasionado y, desde luego, tiene mucha más
experiencia que Juan.

Me empujó contra la pared. Luego, se arrodilló delante de mí, término de


deshacerse de mi ropa y se tragó mi pene, sin apartar sus ojos de los míos en
ningún momento. Cuando creí que ya no aguantaría mucho más, se
incorporó y me dio la vuelta, me hizo apoyar los brazos contra la pared y
agacharme un poco, lo siguiente que sentí fueron sus dientes clavándose en

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 98
Colección homoerótica
mi nalga. No pude reprimir un grito de dolor, seguido de otro de placer al
notar su lengua en mi culo. Era una sensación muy extraña, pero placentera.
Después, colocó su polla entre mis nalgas, me agarró de la cintura y comenzó
a empujar sin compasión, provocándome un dolor indescriptible.

–¡Espera, por favor! –exclamé, algo desorientado por la situación y las


drogas–. No sé si puedo hacer esto.

–¡No seas tonto, ya verás cómo te gusta! –murmuró, sin parar de


presionar–. Todos los que se acuestan conmigo repiten…

–¡Para, me duele! –le supliqué, aquel dolor insoportable me estaba


matando, pero Toño no me hizo ningún caso y continuó empujando.

Sentí como se iba abriendo camino dentro de mí con dificultad. Estaba


muy asustado e intenté zafarme, pero no pude, él era mucho más fuerte y me
tenía completamente inmovilizado. Notaba su respiración y el calor de su
aliento en mi nuca, la fuerte presión de sus manos sobre mi piel, podía oler su
sudor.

Toño bombeaba frenéticamente dentro de mí sin dejar de agarrarme. Yo


tenía las manos apoyadas en la agrietada pared del garito, estaba con la
cabeza agachada y los ojos cerrados, las lágrimas resbalaban por mis
mejillas. No podía hacer más que esperar y desear que aquello terminase de
una vez. Mi amigo me gusta mucho, yo también quería hacerlo con él, pero
no de esa forma…

Cuando por fin se corrió y me soltó, caí al suelo de rodillas, sintiendo como
si el culo me ardiese por dentro, no sé si fue por los efectos de los porros o
qué, pero empecé a llorar.

–¿Y ahora qué te pasa? –preguntó molesto.

–Me has hecho daño –protesté.

–¡No seas crío! Lo has disfrutado tanto como yo –exclamó, entre risas,
mientras se arreglaba la ropa–. ¡Y de esto ni una palabra a nadie! –añadió,
antes de marcharse y dejarme allí solo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 99
Colección homoerótica
Pablo soltó el cuaderno como si, de repente, le quemase ente las manos. No
podía seguir leyendo. Tenía que ser una broma macabra, era incapaz de dar
crédito, Iván relataba una violación en su diario, y lo peor de todo es que ni
siquiera fue plenamente consciente de la gravedad de esos hechos.

Se sintió terriblemente culpable e impotente. No dejaba de preguntarse


dónde estaba él cuando su hermano más lo necesitaba; y no pudo evitar pensar
que si se hubiese dado cuenta de lo que le estaba pasando, éste no habría
terminado colgando de una cuerda diez años después.

Encendió su teléfono móvil y comprobó que tenía cinco llamadas perdidas


de su padre. Suspiró con resignación, era hora de volver a sus obligaciones.
Estuvo tentado a llevarse consigo el cuaderno, pero sabía que en su casa no
tenía intimidad. Ernesto siempre acababa enterándose de todo. Así que volvió
a esconderlo en el mismo sitio y guardó la llave.

–¿Dónde estabas? –lo interrogó su padre, nada más llegar–. Te he llamado


una docena de veces y tenías el móvil apagado… ¡Me dejaste tirado en el
funeral! ¿Sabes lo mal que me has hecho quedar?

–Lo siento. Necesitaba aire y fui a dar una vuelta…

–La próxima vez escoge un momento menos comprometedor!

–No te preocupes, no volverá a pasar –repuso cansadamente–, porque ya no


me quedan más hermanos.

–¡No seas impertinente!

***
Algunos días después, Pablo estaba sentado frente a la mesa de su despacho,
con una pila de informes para revisar, pero era incapaz de concentrarse, no
dejaba de pensar en la repentina muerte de su hermano y en el cuaderno que
éste le había legado, pero no entendía qué sentido tenía que le dejase ahora un
diario de hacía diez años.

De repente, le vino a la cabeza el chico que se había colado el entierro para


darle la llave. Hugo fue quien encontró a su hermano después de suicidarse y

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 100
Colección homoerótica
al que le confió su última voluntad. Estaba claro que confiaba en él.
Seguramente, era quien mejor lo conocía. Después de mucho dudar, descolgó
el teléfono y lo llamó, necesitaba saber más sobre la muerte de Pablo y Hugo
era el único que podía ayudarlo.

–¿Hugo? Soy Pablo, el hermano de Iván… –lo saludó nervioso.

–¡Ah, hola, Pablo! ¿Qué tal estás?

–Algo mejor, gracias. Necesito hablar contigo sobre mi hermano.


¿Podríamos vernos?

–¡Sí, claro, no hay problema!

***
Pablo caminaba cabizbajo, absorto en sus preocupaciones, todo estaba
sucediendo demasiado deprisa y le costaba mucho asimilarlo. El suicidio, el
reciente descubrimiento de la homosexualidad de su hermano, la inminente
boda con Helena, todo aquello le venía demasiado grande. Entró en la cafetería
que el otro le indicó por teléfono. Estaba muy concurrida, demasiado para su
gusto. Sobre todo, teniendo en cuenta el tema que había ido a tratar. Buscó a
Hugo con la mirada y lo encontró cerca de la barra.

–¿Llevas mucho tiempo esperando? –preguntó Pablo.

–¡No, qué va! Acabo de llegar ahora –respondió Hugo, con una sonrisa–.
¿Te parece bien que demos un paseo? Aquí hay demasiada gente…

–Sí, iba a decirte lo mismo.

Entonces, los hombres abandonaron la cafetería y emprendieron el camino


hacia al paseo marítimo. A Pablo siempre le había relajado el sonido del mar
cuando estaba triste o nervioso y, en ese momento, lo necesitaba más que
nunca.

–Bueno… ¿No me vas a decir que te preocupa? –le preguntó Hugo, tras unos
minutos de silencio.

–Iván me dejó un diario, ¿lo sabías? –dijo Pablo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 101
Colección homoerótica
–Sí, me lo contó. ¿Ya lo has leído?

–Sólo algunas páginas. ¿Sabes lo que pone?

–Bueno, me hago una idea…

–Si no es mucho preguntar, ¿qué clase de relación mantenías tú con mi


hermano?

–¿Quieres saber si era su amante o algo así?

–Lo siento, sé que no es asunto mío.

–Sólo éramos amigos. Nos conocimos en un centro de desintoxicación. Iván


estuvo ingresado seis meses, ¿lo sabías?

–No –respondió Pablo con tristeza–, no tenía ni idea.

–Voy como voluntario dos veces por semana. Allí nos hicimos muy buenos
amigos. Luego, abandonó el centro y dejó el tratamiento a medias, pero
seguíamos quedando de vez en cuando. La última vez fue el día que me dio la
llave, quedamos para comer juntos porque siempre se deprimía mucho por
esas fechas.

–¿Te contó lo que pasó con Juan y mi padre?

–Sí, me lo dijo hace tiempo… ¡La actitud de tu padre fue lamentable!

–A mí se me ocurren adjetivos muchísimo peores.

–Esa vez lo vi mas hundido que de costumbre. Supongo que el alcohol y la


heroína han ido haciendo cada vez más mella en su salud mental. Estaba muy
preocupado por él así que, a la salida del trabajo, me pasé por su casa para ver
cómo estaba y lo encontré muerto. Desde entonces, apenas duermo. Cada vez
que cierro los ojos, lo veo ahí, colgando de esa viga…

–¡Ojalá hubiese estado más pendiente de él!

–¡No te tortures más! Tú no eres el responsable de su muerte. Lo que debes


tener muy presente es que tu hermano te quería mucho, no fue culpa tuya que
se alejase de ti, la vida lo obligó y, en cierto modo, lo hizo por tu propio bien…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 102
Colección homoerótica
–Dime una cosa: ¿Sabes por qué me dejó su diario?

–Pablo, yo en eso no puedo ayudarte. Creo que es algo que debes descubrir
por ti mismo. Lo único que puedo hacer es estar ahí si algún día necesitas
hablar…

–Gracias, Hugo.

***
Estaba anocheciendo. Pablo miró el reloj sobresaltado, ya casi eran las ocho
de la tarde. Se le había pasado el tiempo volando mientras hablaba con aquel
hombre al que ya consideraba un amigo.

–¿Tienes que irte? –preguntó Hugo.

–No –respondió Pablo apresuradamente–. Bueno, a no ser que tú quieras


marcharte ya... –dijo, deseando que no fuera así.

–No, en absoluto. Hablar contigo de Iván me hace sentir mejor.

–A mi también.

–¿Sabes? Tu hermano no paraba de hablarme de ti. Incluso antes de


conocernos, ya me había hecho una idea de cómo eras, por eso te reconocí tan
rápido en el entierro.

–Hugo, necesito pedirte un último favor, pero si no puedes lo entenderé, no


quiero abusar de tu buena voluntad.

–Estaré encantado de ayudarte en todo lo que pueda. ¿De qué se trata?

–Necesito seguir leyendo el diario de Iván, pero, ahora mismo, no me siento


con fuerzas de hacerlo solo… ¿Puedes venir conmigo?

–Sí, claro –asintió con una sonrisa.

***
Pablo introdujo la llave en la cerradura del pequeño baúl del tesoro, ante la
atenta mirada de su amigo. El viaje en coche hasta la casa de la abuela se le

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 103
Colección homoerótica
había hecho interminable, la impaciencia lo atormentaba. Buscó la página en
la que se había quedado la última vez, y tomaron asiento en un viejo y
desgastado sofá.

Hugo lo observaba con atención, Iván no le mintió nada al decirle que su


hermano pequeño era muy guapo, más bien se había quedado corto. Además,
le parecía una gran persona. Por desgracia, se habían tenido que conocer en la
peor de las circunstancias.

«10 de septiembre de 1996

Hoy he esnifado cocaína por primera vez, me la dio a probar Toño. No


habíamos vuelto a vernos desde lo que pasó el otro día, pero, esta tarde,
coincidimos en el garito y estuvimos hablando. Me explicó que aquel día
estaba muy colocado y no controlaba lo que hacía, pero que lo lamentaba de
verdad y que no iba a volver a pasar. De madrugada, se ofreció a llevarme a
mi casa en su coche, pero se desvió del camino y aparcó en un descampado.
Allí me besó de nuevo, yo le correspondí, nos abrazamos y acariciamos
mutuamente. De repente, se detuvo y sacó de la guantera una bolsa con un
polvo blanco.

–¿Quieres? –preguntó balanceándola delante de mi cara–. ¡Es cojonuda!

–No sé –dije encogiéndome de hombros–, nunca me he metido…

–¡Ya verás, es una pasada!

–Pero… ¿No corres el riesgo de engancharte?

–¡Que va, eso son tonterías! Yo lo controlo perfectamente, puedo dejarla


cuando quiera… –exclamó muy seguro. Después, salió del coche, yo lo seguí,
preparó dos rayas sobre el capó y aspiró la suya–. ¡Ahora tu, campeón! –
Dudé unos instantes, pero, al final, lo imité. Casi no había ni terminado
cuando sentí que me abrazaba por detrás, cargando su peso sobre mí, me
apretó con fuerza y me besó la nuca y el cuello–. ¡Voy hacerte ver las
estrellas! –me susurró al oído, mientras metía una de sus manos por dentro
de mis pantalones deportivos y acariciaba mis nalgas. Yo estaba muy
excitado, pero empezaba a marearme. Me bajó los pantalones hasta los

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 104
Colección homoerótica
tobillos y me sacó la camiseta, fue descendiendo con su boca por mi espalda
desnuda…».

–¡Esto mejor nos lo saltamos! –exclamó Pablo algo nervioso, no quería que
Hugo se diese cuenta de que la historia lo estaba turbando de una forma
realmente extraña, ahora que lo tenía a él tan cerca.

–¿Estás bien? –quiso saber Hugo.

–No, no creo que pueda seguir leyendo.

–¿Quieres que continúe yo?

–Sí, por favor.

–«…hundió su boca entre mis nalgas haciéndome jadear, después me


sujetó por la cintura y me penetró, aplastándome la cara contra el capó de su
coche…» –leyó Hugo en voz alta.

–¡Para, Hugo! –exclamó Pablo, saltando del sofá como un resorte–.


¡Habíamos dicho que nos pasábamos eso! No me interesa la vida sexual de mi
hermano, sólo quiero saber qué era lo que trataba de decirme.

–Pues, no hay nada más en este diario que pueda ayudarte.

–¿Qué?

–La vida de tu hermano estuvo repleta de excesos: amantes, drogas y


alcohol, eso es lo único que vas a encontrar aquí.

–Pero…

–¿De verdad que todavía no lo has entendido?

–¡No sé de qué me hablas!

–Tienes miedo, piensas que la historia podría repetirse contigo. Es


comprensible, sólo tenías trece años cuando pasó todo: presenciaste como
Ernesto le daba una paliza de muerte a tu hermano y aquello te marcó de por
vida…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 105
Colección homoerótica
–¿De qué hablas? ¡Eso lo leí en el diario, yo no vi nada!

–Pablo, tu hermano me lo contó todo… –Pablo cayó de rodillas sobre la


alfombra roja, se tapó la cara con las manos y comenzó a llorar amargamente.

***
Diez años atrás, un niño travieso y curioso había seguido a su hermano y a
su mejor amigo hasta el desván de la abuela. Escondido entre unas cajas,
observó el espectáculo totalmente sorprendido y fascinado. Aún no entendía
demasiado bien qué era lo que estaban haciendo, pero no tuvo la impresión
de que fuese nada malo o sucio.

De repente, escuchó los gritos de su padre. Se asustó muchísimo y trató de


esconderse lo mejor que pudo para que éste no lo encontrase fisgando, no
quería meterse en problemas. Vio como amenazaba y echaba a Juan, y fue un
testigo mudo e impotente de cada detalle de la brutal paliza que Ernesto le
propinó a su hermano. Cuando su padre se fue, Pablo salió de su escondite
para ayudarlo, se agachó junto él y trató de despertarlo. Cuando por fin éste
abrió los ojos, lo miró con rabia y comenzó a gritarle.

–¡Lárgate de aquí! –berreó furioso.

–¿Por qué te ha pegado papá? –preguntó, entre sollozos.

–¡Porque estoy enfermo, soy un degenerado, un puto maricón… y, ahora,


vete de una jodida vez…! –siguió vociferando.

Aquellas palabras se quedaron grabadas a fuego, en su cabeza, para


perseguirlo y atormentarlo durante toda su vida. Se esforzó tanto en tratar
de olvidar que casi lo había conseguido, o al menos eso pensaba él.

***
–Mi hermano se volvió muy rebelde. Cada vez, se metía en más problemas y
mi padre no paraba de darle palizas… –masculló Pablo, aun de rodillas en el
suelo–, y yo estaba tan asustado que era incapaz de contradecirlo en nada, no
quería que me pegase a mi también. Así que siempre hacía todo lo que él me

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 106
Colección homoerótica
ordenaba… ¿Sabes qué es lo más gracioso? Tengo veintiséis años y todavía le
obedezco. Voy a casarme con una mujer que no me quiere y a la que no quiero
sólo por satisfacerlo.

–Dime una cosa, Pablo: ¿Qué es lo que deseas tú realmente?

–Dejar de tenerle miedo y ser libre por fin.

–Eso mismo era lo que Iván quería para ti. Por eso, te dejó el diario.

–Nos hizo creer que ser gay es una enfermedad y que por eso mi hermano
era tan infeliz. Pero la causa de su desgracia no fue la homosexualidad, sino
nuestro propio padre… ¡Ahora lo entiendo! –dijo, poniéndose de pie–
.¡Vámonos de aquí, por favor, no soporto más este sitio!

–¿A dónde quieres ir? ¿Te llevo a casa?

–No, no quiero volver a mi casa.

***
Hugo no le dijo a dónde iban, simplemente giró el contacto y arrancó el
coche. Tampoco Pablo preguntó. No hacía falta. Por fin había logrado
comprenderlo todo. Por primera vez en diez años, se sentía en paz consigo
mismo. Recostándose en el asiento del copiloto, cerró los ojos, apretó con
fuerza el cuaderno azul contra su pecho y se quedó dormido.

El otro lo observó en silencio, aquel chico ya había conseguido meterse bajo


su piel, pero sabía que debía ser cauto. Lo último que quería era perjudicarlo
más. Le prometió a su hermano que cuidaría de él y pensaba ayudarlo en todo
lo que pudiese. Lamentablemente, no había podido hacer nada para salvar a
Iván, pero, esta vez, no iba a permitir que la historia se repitiese.

–Ya hemos llegado –anunció, despertando al otro de su sueño–. Te he traído


a mi casa. Mañana, cuando estés un poco más calmado, podrás decidir lo que
quieres hacer a partir de ahora.

–En realidad, ya lo he pensado –murmuró con timidez–. Hay algo que me


gustaría preguntarte…

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 107
Colección homoerótica
–¿De qué se trata?

–¿Cómo se le dice a otro hombre que te gusta? –preguntó, acercando sus


labios a los de Hugo, pero sin llegar a tocarse.

–¡Así! –exclamó, justo antes de besarlo–. ¿Estás seguro?

Pablo no respondió, ni el mismo lo sabía. Había vivido demasiado tiempo


con miedo y era muy difícil vencer los prejuicios acumulados a lo largo de
tantos años. Lo único que tenía claro era que aquel chico que estaba a su lado
le gustaba de verdad.

Sobraban las palabras. Fundidos en un apasionado beso, recorrieron todo el


camino desde el coche a la entrada. Hugo trató de meter la llave en la
cerradura, pero los nervios le jugaron una mala pasada e hicieron falta varios
intentos para que consiguiese abrir la puerta. Ambos se rieron. Después, sus
bocas y sus manos volvieron a buscarse con impaciencia. Para cuando lograron
llegar al dormitorio, ya se habían dejado la mitad de la ropa por el pasillo.

–¡No tenemos que hacer nada si tú no quieres! –le susurró Hugo.

–Esto es nuevo para mí y no sé hasta dónde podré llegar… lo único que


tengo claro es que, ahora mismo, me apetece mucho estar contigo…

–Vale. Pero iremos muy despacio. Poco a poco. No hay ninguna necesidad
de correr, tenemos mucho tiempo por delante…

– ¡Me gusta cómo suena eso! –exclamó.

Hugo abandonó la boca y comenzó a lamerle las orejas y el cuello, notando


como se erizaba cada centímetro de piel a su paso. Pablo trató de imitarlo, no
tenía demasiada práctica, pero si mucha voluntad. Una de las manos de Hugo
se perdió dentro del bóxer de su amante y guió la de Pablo hasta su propia
entrepierna.

–Tócame –le susurró al oído y Pablo obedeció al momento con una mano
temblorosa–. ¡Dios, esa jodida timidez tuya es tan caliente!

–¿Te gustan los chicos tímidos? –preguntó, apretando su agarre con una
mirada pícara.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 108
Colección homoerótica
–Me gustas tú cuando lo eres –murmuró, mientras se deshacía de la ropa
interior de ambos–, y también cuando no.

–Resumiendo, que te gusto de todas las formas –repuso el otro divertido.

–¡Puedes apostar a que si!

Después, lo empujé sobre la cama, moviéndose para arrodillarse entre sus


piernas y acostarse sobre él, golpeando sus caderas contra las de Pablo,
rozando erección contra erección, en una caliente y placentera fricción. Tomó
los dos penes juntos en una mano y continuó moviéndose hasta que los dos se
corrieron.

***
Pablo se despertó en una cama que no era la suya. A su lado, dormía
plácidamente otro hombre, los dos estaban abrazados y completamente
desnudos. Entonces, sintió pánico y remordimientos por lo que acababa de
hacer. La seguridad de la noche anterior se había esfumado. Ahora solo podía
pensar en salir corriendo de allí lo antes posible y no volver nunca. Buscó su
ropa, desperdigada por toda la casa, y el diario de su hermano que se quedó
tirado en la entrada. El cuaderno estaba abierto casi por el final. Iba a
recogerlo para marcharse cuando se percató de algo diferente, la página estaba
escrita con el mismo rotulador negro de la portada, la observó con atención y
se dio cuenta de que era otra carta.

«Querido Pablo:

Ahora que has leído mi historia, espero que comprendas un poco mejor la
decisión que he tomado. Mi vida ya no tenía remedio, pero la tuya sí. Por
favor, hermano, trata de ser feliz, intenta dejar atrás el miedo y los
prejuicios, olvida aquella tarde en el desván y haz lo que te dicte el corazón:
lo que tú quieres realmente y no lo que te impongan los demás.

Yo he necesitado muchos años de infelicidad para entender que nosotros no


somos los monstruos, sino las personas como Ernesto Salazar. Si pudiera,
volvería atrás y cambiaría toda mi vida, pero, ahora, eso ya es imposible. Sin

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 109
Colección homoerótica
embargo, tú aún estás a tiempo de ser feliz, no desperdicies tu oportunidad.
Te quiero mucho.

Iván».

Pablo depositó de nuevo el diario en el suelo y respiró hondo mientras se


desnudaba. Luego, regresó al dormitorio y, abrazando a su amigo, cerró los
ojos y trató de dormirse de nuevo. Aquella noche soñó con su infancia, cuando
él e Iván eran uña y carne, estaban jugando a los piratas y luchando con dos
espadas de mentira. Mientras, la abuela preparaba su famosa tarta casera. En
diez años, solamente había vuelto a experimentar aquella felicidad plena una
vez: en los brazos de Hugo.

-Fin-

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 110
Colección homoerótica

Los días felices


Apreté con todas mis fuerzas su cuerpo ya carente de vida contra mi pecho, y
besé sus labios todavía calientes y húmedos. Aquellos ojos verdes y tristes me
miraban anunciándome una ya irremediable certeza: estaba muerto. Había
fallecido entre mis brazos, haciéndome la declaración de amor más bonita de
toda mi vida. Mi único consuelo era que había sucedido como él deseaba,
conmigo a su lado, en ese lugar que era tan importante para los dos, sin
médicos ni hospitales.

Cerré los ojos y me esforcé en sentir su calor, el calor que todavía la muerte
no había sido capaz de llevarse. Algo se rompió en mi interior, destrozándome
las entrañas, desgarrándome el pecho, quemándome la garganta, lloré y los
sollozos dieron paso a los gritos de desesperación. No recuerdo cuanto tiempo
estuve así, no sé si fueron segundos, minutos o tal vez horas, fue casi como si
mi mente se hubiese separado de mi cuerpo. Cuando recuperé la cordura, me
di cuenta de que ya no estábamos en el hotel, sino en la cama de un hospital.
Mi hermana Helena me observaba desde una butaca, con el rostro
desencajado, parecía triste y consumida por la preocupación.

–¡Por fin te has despertado! –exclamo ella aliviada.

–¿Dónde estoy? –pregunté confuso.

–En el hospital, tuviste una crisis nerviosa.

–¿Y él? ¿Está bien?

–Dani –dijo tragando aire y cogiendo una de mis manos entre las suyas–,
Ángel ha muerto. ¿No lo recuerdas? ¡Lo siento mucho! –afirmó, entre sollozos,
mientras me apretaba con fuerza; y no fue hasta esos instantes, en los que mi
hermana me abrazaba, cuando comencé a ser realmente consciente de que lo
había perdido para siempre–. ¿Qué vas a hacer? ¿Volverás a casa?

–No –respondí tajante–. Este es el único lugar donde los dos fuimos felices.
Le prometí ser fuerte y seguir adelante, sólo aquí podré lograrlo.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 111
Colección homoerótica
***
Mi historia comienza casi un año y medio antes de ese trágico
acontecimiento que marcó mi vida para siempre. Empezaba un nuevo curso,
segundo de bachillerato, nunca había destacado demasiado en los estudios,
más por falta de motivación que por carecer de capacidad.

Sin embargo, en el instituto, todos me respetaban y envidiaban, era lo que


llaman "un chico popular". Hoy todo eso me suena ridículo, pero, en aquella
época, lo más importante para mí era caerle bien a la a los demás. Salía con
Sandra, la chica más guapa, pija y frívola que conocía. Creo que formábamos la
pareja más engreída del instituto y, en el fondo, eso nos gustaba porque estar
juntos nos hacía sentirnos superiores a los demás. Mi mejor amigo se llamaba
Marcos y era una especie de fotocopia de mí, o tal vez lo fuese yo de él, aunque
sólo en apariencia porque él provenía de una buena familia y era un niño
mimado, mientras que en mi casa las cosas eran muy distintas, allí estaba muy
lejos de sentirme popular o importante.

Mis padres se pasaban la vida peleándose y mi hermano Martín y yo éramos


invisibles para ellos, excepto cuando mi padre nos cogía a alguno de los dos
por medio y descargaba su furia en nosotros, algo que sucedía bastante a
menudo. Yo trataba de proteger a mi hermanito de las palizas de mi padre,
igual que lo había hecho mi hermana Helena cuando nosotros dos éramos
pequeños, antes de irse definitivamente de casa. A pesar de su evidente y
avanzado estado de demencia, mi padre era inteligente y nunca nos dejó
marcas en la cara o en algún lugar donde no pudiesen taparse con ropa, por lo
que nadie en el instituto, ni siquiera mi novia o mi mejor amigo, sabía
realmente lo que me pasaba

Cuando empecé segundo de bachillerato, no podía imaginarme que en aquel


curso sucederían cosas que cambiarían mi vida y que me harían pasar de niño
a hombre. Todo empezó con un hecho insignificante: la llegada de un chico
nuevo al instituto, Ángel. Todavía puedo verlo entrando en clase el primer día,
con paso vacilante y tímido, mirando al suelo. Tenía un aspecto realmente
extraño, su piel era excesivamente blanquecina y estaba demasiado delgado,
era más o menos de mi estatura, aunque parecía más bajo porque se encorvaba

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 112
Colección homoerótica
un poco al andar. Llevaba unas gafas muy anticuadas y vestía ropa oscura, lo
que todavía acentuaba más su extrema palidez.

Recuerdo que, entre risas, les comenté a mis amigos que debía de venir de
otro planeta. Lo clasificamos como "pardillo" desde el primer día y, debido a la
ropa oscura y a su piel blanca, lo apodamos "el vampiro". Esa era la clase de
personas que éramos, lo juzgamos sin conocerlo de nada y pronto pasó a
nuestra lista de apestados. Con el transcurrir de los días, nuestras burlas iban
en aumento, pero nada de lo que le dijésemos parecía afectarle. Su cara era
siempre como la de una escultura esculpida en mármol que jamás cambiaba de
expresión, ni dejaba aflorar la más mínima emoción. Debo admitir que, en
secreto, eso me intrigaba, pero, obviamente, no me acercaba a él.

Pasó más de medio curso antes de que cruzásemos la primera palabra y fue
debido a un trabajo de clase. El profesor nos emparejó por orden de lista y nos
tocó juntos. Recuerdo las risas burlonas de mis amigos y lo avergonzado que
me sentí yo por sus gracias. Le supliqué al profesor que me cambiase de
compañero, éste por supuesto se negó y me recomendó que madurase. Ángel
ni siquiera me miró, me imagino que él tampoco se sentiría demasiado feliz
por tener que trabajar conmigo, pero su rostro seguía sereno e impasible.

No estaba acostumbrado a que nadie se riese de mi y aquello me hizo sentir


muy incomodo, le dije a todo el mundo que prefería suspender antes de tener
ningún tipo de trato con "el vampiro". Todos me dieron la razón y me
apoyaron como si me decisión fuese una especie de acto heroico.

Pasó la semana de plazo que nos habían dado y ni siquiera me molesté en


hablar con él. Cuando llegó el momento de entregarlo, estaba convencido de
que Ángel habría hecho el trabajo solo y le contaría al profesor que me había
negado a ayudarle, pero me equivoqué, no me delató. Entregó una pila de
folios con los nombres de los dos escritos en la portada.

***
–¿Quien ha hecho este trabajo? –le preguntó el profesor unos días después.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 113
Colección homoerótica
–Daniel y yo –respondió Ángel con total tranquilidad. Me quedé perplejo,
no podía creer lo que estaba escuchando, pensé que mi imaginación debía
estar jugándome alguna mala pasada.

–¿Seguro que Daniel le ha ayudado?

–Sí –afirmó sereno. El profesor frunció el ceño y, luego, fijó sus ojos en mí,
creo que me puse rojo como un tomate.

–Pues han sacado la mejor nota de toda la clase: un nueve –nos comunicó
poco convencido–. Pero yo de usted no me pondría demasiado contento –me
dijo, mirándome con suspicacia–, el examen final de la asignatura es dentro de
dos meses y, entonces, no tendrá a Ángel para que le saque las castañas del
fuego. Y, a juzgar por cómo lleva mi asignatura, me temo que volveremos a
vernos el año que viene…

Estaba avergonzado por mi comportamiento de aquellos últimos días y muy


confuso por la mentira de Ángel. No podía dejar de darle vueltas al asunto. Al
final, no pude aguantar más los remordimientos y, al terminar las clases, lo
abordé en la salida.

–¡Oye, tú! –le grité sin muchos modales.

Él se volvió sin soltar palabra, por toda respuesta se limitó a mirarme, sus
ojos se clavaron en los míos a través de sus gafas. Me sentí algo incomodo y
bajé la vista, pero él no apartó la mirada, casi parecía que me estuviese
retando.

–Quería... bueno… quería agradecerte que no dijeses nada... y disculparme


porque tuvieses que hacer todo el trabajo tú solo... –murmuré, sintiéndome
ridículo y violento.

–¡Da igual! –dijo, sin prestarme demasiada atención y siguió andando,


dejándome con la palabra en la boca.

–¡Espera! –él se volvió–. ¿Por qué lo has hecho? Quiero decir... ¿Por qué no
contaste la verdad?

–No sé si hay algún motivo razonable para que yo te caiga mal. Más bien me
parece un complejo de inferioridad, tus amigos y tú necesitáis ridiculizar a los

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 114
Colección homoerótica
demás para sentiros superiores… ¡Es una lástima que además de guapos y
populares no seáis también inteligentes!

–¡Perdona, pero creo que te estás pasando! –protesté. Me quedé totalmente


desconcertado y con la boca tan abierta como un buzón de correos. "El
pardillo" acababa de marcarme un buen gol y yo ni siquiera era capaz de
defenderme porque, en el fondo, opinaba lo mismo que él–. ¡Sólo estoy
intentando disculparme, yo no te he insultado...!

–Supongo que para ti "vampiro" y "pardillo" no son insultos... Aunque no sé


de qué me extraño, tú sólo haces lo que ves hacer, tus amigos y tú sois como
ovejas, a donde va uno vais todos...

–¡Te estás pasando, no te parto la cara porque...!

–¿Por qué? ¿Tienes miedo de que me vaya de la lengua? Por mi puedes estar
tranquilo, yo no voy a decir nada. Pero ahora no hace falta que te hagas el
simpático conmigo porque no te pega nada, se te ve el plumero demasiado...

–¡Tú no me conoces, así que no me juzgues!

–¡Tú tampoco me conoces a mí! –repuso, antes de continuar su camino,


dejándome allí solo, furioso y sorprendido.

Desde aquel día, mi curiosidad hacia Ángel aumentó. A menudo, lo buscaba


con la mirada y, más de una vez, me tropecé con la suya, para luego bajar la
vista avergonzado. Las burlas de mis amigos sobre él dejaron de hacerme
gracia e incluso me irritaban, por lo que terminaba marchándome y dejándolos
solos con sus cotilleos. Ellos decían que estaba muy raro y yo también lo
pensaba, pero no sabía muy bien qué me sucedía.

***
Uno de esos días en los que llegaba a casa después del colegio y encontraba a
mis padres discutiendo, volví a coger mi mochila y me monté en mi
ciclomotor, acelerando tanto como éste me permitía, tratando de dejar las
penas atrás y, aunque por un instante, me parecía conseguirlo; luego, éstas
siempre volvían a encontrarme.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 115
Colección homoerótica
Pisé a fondo, mientras las lágrimas lo volvían todo borroso, brillante, casi
bonito. Entonces, escuché una voz familiar que me gritaba advirtiéndome del
peligro. Volví en mí y traté de frenar, pero fue demasiado tarde, me estampé
contra el suelo y rodé. Un dolor punzante recorrió todo mi cuerpo,
recordándome que aún seguía vivo. Abrí los ojos y me encontré con un rostro
que conocía bien, al que tantas veces había mirado a escondidas, del que me
había burlado y que, en ese momento, me observaba con una mueca de sincera
preocupación.

–No te muevas y no intentes sacarte el casco –me advirtió Ángel–. Voy a


llamar a una ambulancia.

Se arrodilló a mi lado y comenzó a hablarme para evitar que me durmiese,


como si temiese que de hacerlo tal vez no volviese a despertar.

–¡Eres idiota! –me recriminó–. ¿En qué estabas pensando? ¿Querías


matarte?

–Creo que sí… –susurré, no tenía fuerzas para mentir.

–¿Por qué? –preguntó, lleno de confusión–. ¿Por qué querría morir alguien
como tú? ¡Pero si lo tienes todo!

–Te equivocas, no tengo nada, estoy solo… –confesé, mientras sentía que los
ojos me pesaban cada vez más.

–No te duermas, háblame, cuéntame por qué crees que estás solo…

–Estoy cansado.

–Aguanta un poco –suplicó, consumido por los nervios.

–No tengo familia, ni amigos de verdad, nada en mi vida es auténtico. ¡Tú


tenías razón! Sólo soy una oveja en un rebaño…

–¡No! –negó tajante–. Tú eres diferente a ellos. Simplemente, te has


acercado a las compañías equivocadas. ¿Por qué crees que te cubrí con el
trabajo? –digo, dedicándome una sonrisa.

Recuerdo que, en ese momento, pensé que era realmente guapo, un


verdadero ángel. Luego, me sumergí en un estado de somnolencia, escuchaba

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 116
Colección homoerótica
su voz tratando con desesperación de mantenerme despierto y la sirena de la
ambulancia al fondo, pero era como si nada de eso fuese real para mí. Después,
me desperté en la cama de un hospital. Él seguía a mi lado, no se había movido
de allí. Al ver que volvía en mi, respiró aliviado.

–¡Me has dado un susto de muerte! –me recriminó.

–¿Cuánto tiempo llevo aquí?

–Unas horas, te pondrás bien. Los médicos dicen que no tienes nada grave,
pero… ¡Dani, eso que has hecho ha sido una auténtica barbaridad! Quiero que
me prometas que no volverás a intentarlo.

–¿Por qué te preocupas tanto por mí con lo mal que te hemos tratado?

–¡Eso no importa, tú sólo prométemelo!

–De acuerdo –accedí por no discutir, pero no pude evitar sonreír, su sincera
preocupación por mi me enternecía. Es la primera vez que le importo a
alguien.

–¡No te lo tomes a broma! Aunque no lo creas, es verdad… –respondió


mirándome muy serio.

Los días siguientes, en el hospital, fueron felices. Lejos de mis padres y sus
gritos. Lejos del instituto y las conversaciones banales. Sólo estaba él, quien no
se separó de mí en ningún momento. Hablamos mucho aquel tiempo, de
nuestras vidas, del instituto, de lo terriblemente idiotas que eran mis amigos,
de mi familia, de su enfermedad, del tratamiento y las pocas posibilidades que
tenía de vivir.

–Cáncer –repetí en voz baja, como temiendo que si lo decía más alto se
volvería real.

–Sí –afirmó–. Me lo diagnosticaron a los 15 años, lo médicos no me daban


mucho tiempo de vida y he llegado a los 18… ¡Tiene mérito! ¿No crees? –
tragué saliva y no pude evitar pensar en todas las veces que nos habíamos
burlado de su aspecto enfermizo. Ahora todo cobraba sentido, incluso su
impasibilidad hacia nuestros comentarios. Supongo que, cuando alguien lucha
todos los días por su vida, ciertas cosas pierden importancia por completo–.

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 117
Colección homoerótica
Tenía tantas ganas de vivir que he peleado con todas mis fuerzas… ¡Hay tantas
cosas que me gustaría hacer!

–¿Cómo qué? –pregunté, conteniendo las lágrimas.

–¡Ufff, muchas!

–Dime una.

–Pues… me encantaría volver a Lanzarote. Mis padres me llevaron de


vacaciones un año antes de que me detectasen la enfermedad. Ese fue el último
viaje que hicimos. Les he pedido muchas veces que me dejasen volver, pero
tienen miedo de que eso empeore mi estado… Pero, si de todos modos voy a
morir, ¿qué más da?

–¿Ir te haría feliz?

–¡Mucho! –admitió.

–¿Y si yo te llevase?

–¿Lo dices en serio? –preguntó, y vi como su rostro se iluminaba de repente.


Yo asentí forzando una sonrisa–. ¿Cuándo?

–¡Ahora mismo! –exclamé, saltando de la cama–. Tengo algunos ahorros.

Me vestí con ropa de calle y, luego, salimos del hospital sin que ningún
médico o enfermera se diese cuenta de mi fuga. Metí alguna ropa en una
mochila. Luego, lo acompañé a su casa. Esperamos a que sus padres se
marchasen para entrar a hacer las maletas y, finalmente, compramos dos
billetes para el primer vuelo a la isla que encontramos.

Durante el viaje, no paramos de hablar y hacer planes, discutíamos sobre


qué lugares visitaríamos primero o dónde sería mejor comer. Parecíamos dos
estudiantes despreocupados en su viaje de fin de curso, pero no lo éramos,
sabíamos que el tiempo se terminaba para nosotros y sólo queríamos ser
felices mientras durase.

El primer lugar que visitamos fue el parque “Nacional de Tymanfaya” con


sus impresionantes campos de lava negra y las Montañas del Fuego en pleno
corazón. Allí fue donde el me dijo que me quería. Su confesión me sorprendió,

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 118
Colección homoerótica
no me había parado a pensar en lo que sentía yo por él. La verdad es que su
aspecto misterioso me había intrigado desde el primer día. Supongo que, si las
cosas no hubieran llegado a precipitarse tanto, nunca habría admitido que esa
curiosidad fue creciendo en mi interior hasta convertirse en mi pequeña
obsesión.

Luego, se fueron siguiendo todos los acontecimientos que nos habían


llevado a estar allí de pie, sobre aquél vasto campo de roca volcánica,
mirándonos a los ojos, sonriendo y sintiéndonos los dos libres y felices por
primera vez en nuestras vidas. Una felicidad que era efímera, que se nos
escapaba por momentos. Entonces, lo supe, no había tiempo para dudas ni
miedos, nuestro tiempo se evaporaba al igual que el agua en un geiser.

–¡Yo también te quiero! –respondí. Y, aún después de tantos años, puedo


ver su cara irradiando felicidad y lo guapo que estaba de esa forma. En ese
momento, decidí que quería verlo siempre así y me hice la firme promesa de
que la tristeza nunca más volvería a invadir ese hermoso rostro. Después, lo
besé.

–Es la primera vez que alguien me besa –me confesó–. Me he pasado toda la
vida sometiéndome a tratamientos que sólo me agotaban, recluido en
hospitales, pero ya no quiero volver… ¡Prométeme que tú nunca me llevarás a
ninguno!

–¡Te lo juro! –exclamé sollozando. Él se desvaneció entre mis brazos.

–¿Estás bien? –pregunté alarmado.

–Sí, solo un poco cansado por el viaje, necesito dormir un rato…

Volvimos al hotel, me acosté a su lado y lo miré dormir hasta que el sueño


también se apoderó de mí. Cuando abrí los ojos, me encontré con los suyos, no
dije nada, solo lo besé de nuevo, rodé hasta situarme encima de él, lo acaricié,
me miró emocionado y asintió. Nuestro beso se volvió más apasionado, había
esperanza en él, también miedo, emoción y tristeza, pero ni tan siquiera un
rastro de duda.

Mi boca se perdió en su cuello, en su torso, en sus brazos, en su ombligo y,


finalmente, en su entrepierna; chupé y lamí con desesperación, sintiendo que

http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 119
Colección homoerótica
mi propia vida se consumía en ello. Quería hacerlo gemir, suspirar, retorcerse
entre mis brazos, pero, sobre todo, quería hacerlo feliz.

–Dani –masculló mi nombre, una y otra vez, mientras mi cabeza subía y


bajaba a lo largo de aquel trozo de carne–. ¡Dani! Para, voy a… –logró decir,
antes de correrse en mi boca–. ¡Mierda, perdona! –exclamó consternado.

–No, no me pidas disculpas. Soy tuyo para que hagas conmigo lo que
quieras… ¡Puedes correrte dónde te dé la gana!

–¿En serio? –preguntó, dedicándome una sonrisa pícara.

–¡Nunca he hablado más en serio en mi vida! ¿Qué te gustaría hacerme?

–Ufff, yo… –murmuró avergonzado.

–¿Quieres follarme? –pregunté. Ángel asintió ruborizado–. ¿Cómo te


gustaría hacerlo?

–Tú… tú encima… quiero… quiero ver tu cara mientras te metes mi polla en


el culo.

–¡Pues lo haremos así y mañana iré a comprarme un sombrero de cowboy


para poder cabalgarte como dios manda! –bromee y los dos nos reímos a
carcajadas. Después, me acosté a su lado y lo abracé.

***
Pasamos juntos las semanas más felices de nuestras vidas hasta que, una
mañana, él no se despertó. Han pasado ya muchos años desde aquellos días.
Ángel me obligó a prometerle que seguiría adelante cuando ya no estuviese, y
yo cumplí todas y cada una de las promesas que le hice. Sigo viviendo en
Lanzarote y he rehecho mi vida con una gran mujer que conoce y comprende
mi historia. Sin embargo, cada vez que visito el Tymanfaya, no puedo evitar
pensar en él y sonrío mientras se me escapa una lágrima.

-Fin-
http://elpaisdelhomoerotismo.blogspot.com.es/ 120

También podría gustarte