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TEMA 1: EL TEMPLO GRIEGO.

Este tema estaría englobado dentro de la arquitectura del arte griego,


estilo que se inicia en torno al s.VII a. de C. en el Mediterráneo
oriental, y que desaparecerá como tal, al ser absorbido por el Imperio
Romano en el s.I a. de C.

Pero este edificio, el templo, merece un estudio singularizado


en tanto que es el más representativo de la arquitectura griega; en él
se desarrollan, al máximo todas sus características (la proporción,
plasmada en los órdenes, la piedra como material, que marcará la
estructura arquitrabada, la aplicación del pensamiento científico, por
ejemplo en las correcciones ópticas, etc.).

De esta forma, en este tema, vamos a desarrollar las siguientes


partes:

 Antecedentes: La función del templo en la


Antigüedad.

 Características generales: Las partes del templo. Los


órdenes.

 Etapas, autores y obras.

Cuando hablamos de la función del templo como edificio, es de


señalar que, el arte griego no introduce novedades en este sentido, y
siguiendo la tradición de civilizaciones anteriores como la egipcia, otorga al
templo, la función de guardar la estatua del dios, preservando su entrada a
unas pocas personas, con un marcado carácter elitista. Esto va a determinar
su distribución interior, y su tamaño, que no está pensado para albergar a la
comunidad de fieles, como ocurrirá después con el cristianismo.

Así, mientras el exterior solía estar rodeado de columnas (templo


períptero), e incluso de una doble fila de columnas (díptero), con un pórtico
de estructura arquitrabada, sostenida por las columnas y rematada por un
frontón y todo ello además, decorado por un programa escultórico en sus
frisos, metopas o frontones, su interior, más sencillo, solía estar dividido en
pronaos, naos y opistodomos, dándole cierto aislamiento a la sala principal
(la naos), a la que como se ha dicho, pocos tenían acceso.

Pero el templo griego no está aislado, sino que forma parte de un


recinto, un recinto sagrado (temenos) al que sí accedían más ciudadanos, y
que, como en el caso de la Acrópolis ateniense, hacía que éstos se sintiesen
más identificados con su polis, custodiando en este recinto, elementos
sagrados relacionados con el origen de la ciudad. En definitiva, el templo
griego, debía tener un aspecto exterior majestuoso, grandioso, símbolo de
los logros de la ciudad y del pueblo griego.
En el templo, además, se materializa, como se ha avanzado antes, el
pensamiento racional y científico de la civilización griega, en forma de
órdenes. En efecto, el orden dórico, el jónico y el corintio, establecen un
convencionalismo, un canon acerca de las partes y proporciones del templo,
y en especial de sus columnas, en busca de una proporción perfecta, según
la estética propia de cada orden. Así, el dórico es considerado un orden más
masculino, más macizo (por ejemplo, sus columnas no tienen basa), su
capitel está menos decorado, y su entablamento recuerda a las primeras
construcciones en madera (con la sucesión de triglifos y metopas) puesto
que es el primer orden que se estableció. El jónico por su parte, responde a
una estética más femenina, no sólo por las volutas de su capitel, sino por la
mayor esbeltez de sus proporciones y por último, el corintio, establece la
grandiosidad propia del helenismo, al mismo tiempo que multiplica la
decoración del capitel, añadiendo las hojas de acanto.

En cuanto a las etapas, este edificio sufre una evolución, como el


resto de las manifestaciones artísticas del arte griego, siguiendo así el paso
de la etapa arcaica, al periodo clásico y después al helenístico. Es curioso
observar cómo una de las características del periodo arcaico, el tamaño
monumental del templo, se verá suavizado en la etapa clásica, donde se
abandona definitivamente la estética colosal de los templos de otras
culturas como la egipcia, y se busca una proporción, una armonía que
adopte al hombre como “medida de todas las cosas”. Otra característica de
estos primeros templos, es la irregularidad, ya que la proporción para los
templos rectangulares (también existieron los templos circulares o tholos)
de el doble +1 de columnas en los lados mayores, se afianzará en la etapa
clásica. Ejemplos de estos templos, son el de Hera en Olimpia y el de
Artemis en Corfú, ambos de orden dórico, de en torno al 600 a. de C.

En la etapa clásica, el ejemplo paradigmático es el recinto de la


Acrópolis, reconstruido en época de Pericles, y con edificios como el
Partenón (donde el dórico llega a la perfección), el templo de Atenea Niké o
el Erecteion, ambos de orden jónico, aunque este último presente cierta
irregularidad, debido a que se debía salvar el desnivel del terreno, y al
mismo tiempo preservar ciertos elementos sagrados anteriores. Esta etapa
clásica, se corresponde con la segunda mitad del s. V a. de C. y la primera
del s. IV.

Durante la etapa helenística, (del 323 al 30 a. de C.), la grandiosidad


propia del momento dará lugar a otras tipologías como el altar de Zeus en
Pérgamo.

Como conclusión, hay que subrayar que los modelos de templo que
nos proporcionaron los griegos, quedaron como ejemplo de perfección
armónica, fueron asimilados rápidamente por los romanos, y, aunque
después, en la Edad Media, fueran descartados por el cristianismo por
razones prácticas, serían retomados desde el Renacimiento a la actualidad,
hasta para edificios no religiosos como el de las Cortes de Madrid o la Bolsa
de Nueva York.

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