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Ley º 27.499/18
Micaela es la sonrisa firme de una historia que avanza y que avanzará sin frenos, con dolores hondos, casi insoportables, como
esos que anteceden al parto para dar lugar a nueva vida.
Micaela condensa políticamente aquello para lo que aún no tenemos palabras precisas pero sí una línea de acción definida, la
de luchar hasta alcanzar la victoria, es decir, la felicidad del pueblo.
Micaela no es el nombre de una víctima de violencia patriarcal, ni el título de un diario, ni el nombre de una Ley. Micaela es ex-
hortación a no bajar los brazos, es acción, es política con mayúsculas.
Micaela es el nombre de una compañera, de una militante, de una dirigente, de una líder, de una joven revolucionaria, de una
heredera de Evita.
Micaela es la bandera que representa consignas sin siquiera tener que explicarlas.
Micaela es paderón pintado, es artista callejero, es música estridente, los juguetes perdidos en la voz del Indio y el hondo grito
de un sapucay.
Micaela es la herencia de Juana Azurduy y María Remedios del Valle, las huestes artiguistas, es la valentía y coraje de las gue-
rras independentistas.
Micaela es la justa rebeldía de una generación imprescindible. Las 16 razones que parió Trelew y los lápices que siguen escri-
biendo mientras cantamos con fuego en la gargante que “no nos han vencido”.
Micaela es aquellos horizontes de los que hablaba Educardo Galeano, que nos ayudan a caminar para no abandonar la
marcha ni el rumbo.
Micaela es nuestro lema, es el sueño concebido para que el futuro esté lleno de sueños.
Micaela es esa Patria Niña, esa Patria como peligro que florece, de la que nos hablaba el poeta depuesto Leopoldo Marechal.
Micaela es olla popular, merendero, centro cultural, comedor, unidad básica. Mate de mano en mano. Olor a guiso inventado.
Picadito de fútbol. Rebelión.
Micaela es la gurisada entrerriana corriendo en patas por las calles de tierra y el olor a la tierra mojada después de la tormen-
Micaela es la maestra rural enfrentando la avioneta envenenada, es el silencio del monte en galería y los ríos que atraviesan el
cuerpo de Juan L. Ortiz.
Micaela es resistencia indígena, es charrúa y guaraní, mapuche y comechingona. Es la espalda dolida de Rafael Nahuel. Es la
justicia peleando en la Amazonía incendiada por quienes odian a la tierra. Porque Micaela es una nación inmensa y criolla,
indiana y negra.
Micaela es fe, es nuestra esperanza, es la espiritualidad sencilla del que ama, es la opción preferencial por los pobres, es la co-
munión con Mugica, Angelelli y los mártires palotinos.
Micaela es ese par de ojos profundos que nos miran e interpelan, junto con los de Santiago Maldonado.
Micaela es universidad pública y es pueblo descamisado entrando en ella. Es la Reforma Universitaria con sus sueños latinoa-
mericanistas y de justicia. Es la lucha obrera y estudiantil en el Cordobazo.
Micaela es el próximo triunfo que estamos por abrazar y cada triunfo venidero porque su fuerza nos habita y conduce .