Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Luz Ángela Martínez
Luz Ángela Martínez
4
Del mismo modo que Sarduy, historiadores de la ciencia han observado que el
hombre del siglo XVII sufrió una profunda crisis paradigmática al enfrentar los
postulados de las nacientes teorías científicas heliocéntricas a los de la tradición
geocéntrica. La hoy llamada “Nueva Ciencia” o “Revolución Científica”, que se gesta
desde mediados del siglo XVI y se consolida plenamente en el siglo XVII, constituyó
en la historia del pensamiento el emplazamiento –en el campo científico y en el
simbólico- para desatar la “batalla sangrienta” entre la Autoridad y la Razón. Los
1
Publicado en: Botinelli, Alejandra, Gainza, Carlona y Iglesias, Juan Pablo (editores). Dinámicas de la
exclusión e inclusión en américa latina. Resistencias e identidades. Santiago: LOM, Facultad de Filosofía y
Humanidades de la Universidad de Chile, 2005.
2
Sarduy Severo. Ensayos generales sobre el Barroco. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica, 1987.
3
En el sistema saduyano, esta pregunta apela al acto imaginativo -a los universales imaginarios- de donde
surge tanto nuestra imagen de lo divino como la del universo.
4
L. W. H. Hull. Historia y Filosofía de la Ciencia. Traducción de Manuel Sacristán. Barcelona, Editorial
Ariel, S. A. 1959.
1
resultados de esta “batalla” no sólo derogaron los postulados de la ciencia medieval,
cuya validez se encontraba en la asociación de las ideas de Aristóteles, de Ptolomeo y
la escolástica, sino que, además, cuestionaron el fundamento teológico -o si se quiere
ortodoxo- que validaba finalmente los postulados de la tradición: Las Sagradas
Escrituras.
5
En el siglo XX la reposición Neobarroca también está marcada por el mismo aparato: el telescopio llamado
“El gran ojo” que permitió observar la expansión del universo y asentar con esa observación la teoría del Big
Bang. Por otra parte -en relación a la reposición Neobarroca- es importante llegar a determinar las
consecuencias simbólicas de la física cuántica y relacionarlas con los infinitos al interior de la materia
enunciados por Pascal.
6
Por ejemplo: La anatomía del cerebro según Charles Estienne – 1543 (autor desconocido); La lección de
natomía de John Bannister- 1581 (autor desconocido); La lección de anatomía del Dr. Willem van der Meer –
1617 (Michel Janzoon van Mierevelveld); La lección de anatomía del Dr. Deijman – 1656 (Rembrandt); La
lección de anatomía del Dr. Fredericck Ruysch (Adrieaen Backer); La lección de anatomía del Dr.
Fredericck Rusch – 1683 (Jan van Neck), etc.
7
Pascal. Pensamientos. Traducción de Eugenio D’ors. Buenos Aires. Losada, 1964. “¿El único que conoce la
naturaleza no le conocerá más que para su desgracia? ¿El único que le conoce será el único desgraciado? Pg.
2
Fundamentalmente, el hombre del XVI-XVII se enfrenta a la disociación o
alejamiento entre la palabra de Dios –relato divino- y su propia palabra –discurso
científico-, entendiendo por esto último, las evidencias arrojadas por su propia
indagación en el funcionamiento del universo. En este sentido, para comprender a
cabalidad la crisis del periodo, no debe perderse de vista que los hombres de ciencia
que llevaron a cabo la revolución científica se vieron sometidos a una profunda lucha
interna, donde, por un lado, pesaba en sus conciencias el conservadurismo escolástico
y sus fundamentos teológicos, y, por otro, las evidencias de su razón. Por tanto, en el
orden simbólico de estos siglos compiten dos órdenes del discurso: uno que emerge
(la palabra del hombre) y otro que declina (la palabra de Dios), cuyos principios
contrarios pusieron en cuestión el fundamento del signo en occidente. Esta
contradicción en el fundamento, es lo que procedo a revisar.
Con Copérnico (1473 – 1543) (De revolutuionibus orbium colestium, 1543, dedicada
al papa Pablo III), se replantea la posibilidad de que la tierra no es el centro del
universo ni inmóvil8. Contradiciendo la teoría geocéntrica, la nueva teoría
copernicana postula que es el sol, y no la tierra, el astro que ocupa el centro del
universo y que la tierra orbita alrededor de él. La primera y fundamental
consecuencia de la teoría heliocéntrica es que se cuestiona –hasta llegar a perderlo- el
privilegiado lugar teológico de la tierra, sostenido por la filosofía y la ciencia
escolástica, cuyos fundamentos, como ya se dijo, se encontraban en Aristóteles y
Ptolomeo. Cuestionado “el divino Aristóteles” y nuevamente agredida la palabra de
Dios por la sierpe de la ciencia, se abren las puertas para que la tierra (lugar de la
corruptibilidad y de la muerte) se instale con toda su carga negativa en el movimiento
circular perfecto de los astros.
204. “¿Qué vale un hombre en el infinito?” Pg. 242. “Porque, en fin, ¿qué es el hombre en la naturaleza? Una
nada en comparación con lo infinito, un todo en comparación con la nada: un término entre todo y
nada…¿Qué hará, pues sino conocer alguna apariencia, en las cosas del término medio, con una desesperanza
eterna de conocer su principio y su fin? Pg. 243. Para Pascal, la materia también es un abismo infinito.
8
Hull, arriba citado, señala que Copérnico fue un asiduo lector de obras griegas, especialmente de las de
Aristarco de Samos (310 a. J. C.) de quien toma la idea de que es la tierra la que se mueve alrededor del sol.
No le corresponde a Copérnico la originalidad de tal idea, pero sí es su mérito haberla convertido en hipótesis
de trabajo.
3
Frente a la ortodoxia católica las ideas de Copernico se establecen conflictivamente,
pues la Iglesia, en concordancia con el sistema filosófico de Platón9, condenó la
ciencia durante la Edad Media y el Renacimiento. Esta condena, doblemente
asentada, impedía la observación directa (experimental) del comportamiento de la
materia, por considerarla un ejercicio engañoso y limitado en virtud de las
imperfecciones de los sentidos y del entendimiento humano. Las ideas de Copérnico,
emanadas de este ejercicio maligno, a muy poco andar dejaron de ser solamente “una
hipótesis posible” y se convirtieron en la cuña que fracturaría la interpretación literal
de Las Sagradas Escrituras: para la creencia y enseñanza cristiana, la Revelación
hecha por Dios a los hombres acerca de la creación, funcionamiento y ordenación del
universo, tenía toda supremacía sobre la razón humana; sin embargo, la hegemonía de
dicha literalidad se había conseguido a lo largo de los siglos que la escolástica dedicó
a la cristianización de la filosofía antigua. De tal manera, la teoría heliocéntrica no
solamente perturbó la calma de la conciencia creyente, sino, además, removió los
cimientos de una estructura, la Iglesia, que afincaba todo su poder en la coherencia
absoluta (alineamiento o cristianización) entre el relato religioso, el científico y el
filosófico.
9
Platón, conforme con su sistema filosófico de las Ideas o Arquetipos eternos, respecto de los cuales la
realidad no era más que una imagen engañosa proporcionada por los sentidos, condenaba la observación y
estudio de la materia y los fenómenos a que esta estaba sometida o expresaba. De tal modo, en el libro VII de
la República dice los siguiente: ‘Si lo que se pretende estudiar es una cosa sensible, lo mismo da que sea
mirando hacia lo alto y abriendo la boca de admiración que mirando al suelo con la boca cerrada; eso no es
conocimiento, pues la ciencia no admite nada sensible (...) , y no nos fijaremos en lo que ocurre en el cielo, si
es que realmente queremos obtener de este estudio algo que haga útil la parte naturalmente inteligente de
nuestra alma, que antes de ese estudio era inútil.’
4
superior, proyecta y disemina sobre los cielos el mal (el pecado) y la corruptibilidad.
Probablemente, este desplazamiento ya profetiza el doble movimiento barroco que
encarna lo divino y diviniza la carne. Como prueba de ello podemos aducir el
marcado heliocentrismo presente en la poesía de Góngora (1564-1627), en el que el
sol (o sus metáforas) encarna insistentemente en la figura de la amada divinizándola,
pero sufre en esta encarnación las vicisitudes (paso del tiempo, corrupción) de la
materia10. Esta distancia respecto de la interpretación sarduyana se afinca en el hecho
de que, desde 1408 se cuenta con traducciones -del griego al latín- de las obras de
Platón, proceso de traducción que termina en 1440. Estas fechas nos indican que la
famosa “alegoría de la caverna” platónica ya era un contenido de cultura propio del
tiempo en que Copérnico está enunciando la teoría heliocéntrica. Por otra parte,
Copérnico termina su formación en Italia (1491), en Padua y Ferrara, pero
principalmente en Florencia, centro, esta última ciudad, del neoplatonismo
renacentista. Es entonces, la caverna -lugar de la materia, de las sombras, de lo
corrupto- lo que se proyecta corrosivamente sobre el “cielo perfecto” en que habitan
los arquetipos.
10
Uno, entre los muchos ejemplos que podríamos dar, es el siguiente soneto: “ Mientras por competir con tu
cabello,/ el sol relumbra en vano,/ mientras con menosprecio en medio el llano/ mira tu blanca frente al lilio
bello;/ mientras a cada labio, por cogello,/ siguen más ojos que al clavel temprano,/ y mientras triunfa con
desdén lozano/ de el luciente cristal tu gentil cuello;/ goza cuello, cabello, labio y frente,/ antes de lo que fue
en tu edad dorada/ oro, lilio, clavel, cristal luciente/ no solo en plata o viola trocada se vuelva, mas tú y ello
5
teoría el enorme peso de la tradición del pensamiento griego que sostenía, hasta ese
momento, el movimiento circular y uniforme de los astros. Kepler demuestra que los
planetas no siguen movimientos uniformes y circulares; con ello va a destruir la
orbitalidad perfecta, correlato y demostración física de la armonía divina para esa
cosmovisión. Al observar los movimientos de Marte, prueba que su órbita configura
una elipsis con el sol en uno de sus focos. Las consecuencias simbólicas de la
“disformidad” orbital que va del círculo a la elipsis y del tránsito de un centro único,
teológicamente identificado con la divinidad, hacia una órbita que se desplaza
alrededor de dos focos11, constituyen el centro de la crisis paradigmática que enfrenta
la conciencia de finales del siglo XVI y el XVII, y que revela en el ámbito estético el
Barroco. Crisis a la que se ha vuelto la conciencia del siglo XX por identificar en ella
los fundamentos de la modernidad y la llamada posmodernidad actual. Resumiendo,
si la sustitución copernicana, por impactante que hubiese resultado para la conciencia
de la época, rompe con el modelo mental configurado por los discursos científicos,
filosóficos y teológicos de la Autoridad, con Kepler esta ruptura se transforma en una
disformidad universal que en el momento histórico hace barrenar la conciencia y
asesta un golpe definitivo a la creencia y aspiración humana a la perfección. Es
importante resaltar que antecede a la disformidad celeste la disformidad de la
naturaleza enunciada ya desde el segundo viaje colombino al “Nuevo Mundo”, en
tanto que la idea de correspondencia entre macrocosmos y microcosmos era
plenamente vigente en el momento en que Kepler elabora su hipótesis.
juntamente/ en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada”. Como vemos aquí, el sol es arrastrado a la
“nada” en virtud de su “competencia” o encarnación en la amada.
11
En términos de la concepción de mundo, una isomorfía de la doble polaridad se encuentra en los focos
“Viejo Mundo”/”Nuevo Mundo”. En términos de la organización del poder se encuentra en la dupla “Rey”/
“Virrey”. Se trata, por supuesto, de la aparición del “Otro” emplazado en un territorio geográfico propio, pero
cuya otredad se realiza también en el “cielo”.
6
traducción de la Biblia a lengua vulgar (1522) realizada por Lutero y propagada por
la imprenta. El fenómeno de la reproducción técnica de la obra de arte ha sido
estudiado por Walter Benjamín12. Este autor demuestra que la obra de arte sometida a
la reproducción técnica pierde lo que él llamó “el aura”; es decir, la irradiación
producida por su unicidad y restringido acceso al observador. Este mismo proceso
desacralizador, de perdida de misterio y decaimiento de la distancia jerárquica en
múltiples sentidos, es el que afectó a Las Sagradas Escrituras, sometidas a la
reproducción serial y divulgadora de la imprenta. Traducción y reproducción, paso de
la caligrafía a la letra de molde, abandono del sobre enciframiento lingüístico y del
lugar circunscrito, atentan gravemente contra el cerco interpretativo que la práctica
religiosa mantuvo por siglos y abren al hombre común el acceso directo a la palabra
de la “Revelación”.
Dos factores van a ser decisivos e irreversibles en este proceso que afecta tanto la
concepción teológica del universo como afectará el estatuto del signo: por un lado, la
constatación de que la Letra Sagrada no describe el funcionamiento del universo
como verdaderamente es, abre una grieta irremediable entre el Primer Significante
(divino) y el Significado (divino también, en cuanto el universo era la voluntad de
Dios expresada en la materia); por otro lado, tenemos que esa palabra, la más
encifrada de todas (la de Dios), inicia el camino de la libre circulación e
interpretación. A partir de aquí, el hombre debe enfrentar posibilidades incompatibles
con su idea de Dios: a) Dios miente porque no nos reveló la verdad sobre el universo;
b) Dios se equivocó y por lo tanto no podemos confiar en su absoluta e infinita
sabiduría; a.1) las Sagradas Escrituras ¿son palabra de Dios revelada a los hombre, o
escritura de hombres sobre Dios?; b.1) las Sagradas Escrituras no son Verbo, es decir,
enunciación creadora de la criatura y, por lo tanto deben ser leídas metafóricamente,
etc, etc. Frente a lo anterior se comprende que la iglesia, consciente de su cisma13 y
de las consecuencias simbólicas producidas por la asociación ciencia-tecnología-
12
Benjamin Walter. Discursos interrumpidos I. Filosofía del arte y de la historia. Prólogo, traducción y
notas de Jesús Aguirre. Buenos Aires. Taurus, 1989.
13
En principio, la hipótesis de Copérnico –ferviente católico- no fue perseguida por la ortodoxia romana, fue
a partir del concilio de Trento que se inició la persecución a todos aquellos ocupados en difundir sus ideas.
7
discurso-traducción14, haya otorgado posteriormente al arte (barroco) la misión de
infundir nuevamente ‘terribilita’ a la imagen divina y a la relación de los hombres con
ella.
14
Hull, Op. Cit., pp 156: ‘La ciencia se ha hecho sentir, desde la revolución científica, de dos modos: técnica
e intelectualmente. Los desarrollos técnicos en ingeniería, agricultura, medicina y guerra han afectado
profundamente la historia de las sociedades y a la vida cotidiana de los individuos. Esta directa influencia de
la ciencia aplicada es obvia y esencialmente moderna. La influencia técnica de la ciencia antigua fue siempre
escasa’. Aunque Hull no se ocupa de la revisión de la imprenta como motor tecnológico acelerante de las
transformaciones culturales del periodo, el párrafo anterior establece con plena claridad la importancia del
naciente fenómeno tecnológico.
15
Lutero traduce el Nuevo Testamento en 1522, el Antiguo en 1534. Posteriormente, en 1611 aparece la
versión inglesa. La primera traducción al castellano es realizada en Basilea por el protestante Casidoro de
Reina entre 1567 y 1569, esta versión fue corregida por Cipriano de Valera e impresa en Ámsterdam en 1602.
16
El De revolutionibus fue publicado en la luterana Wittemberg en 1543 con ciertas correcciones o
“disimulos” en el prólogo para evitar conflictos con la autoridad religiosa.
17
Hull, Op. cit., 171.
8
en su autoridad. En términos estrictamente científicos, los postulados de la nueva
astronomía se oponían a los de la ciencia ptolomeica y aristotélica, en los que la
Iglesia encontraba la validación científico-filosófica de su relato trascendente. De tal
modo, refutados Ptolomeo y Aristóteles, la nueva ciencia destruía con ello la
autoridad eclesiástica19. Ahora bien, los ataques a Aristóteles y Ptolomeo no
provienen solamente de la astronomía, pues no fue menor ni menos fuerte la
impugnación que hicieron los navegantes portugueses y los cronistas del “Nuevo
Mundo”20. A mi manera de ver, fue esta impugnación, realizada desde la realidad
observable –la naturaleza-, la que creó el estado de conciencia donde las ideas de la
nueva astronomía podían asentar21.
Entre los seguidores y difusores de las ideas copernicanas perseguidos por la iglesia
se encuentra Giordano Bruno. Bruno desarrolla una reflexión filosófica que acentúa
tres elementos inaceptables para la ortodoxia religiosa reformista o contrarreformista,
y que resultan altamente desestabilizadores para la conciencia común de la época. En
primer lugar, subraya la tesis de las grandes distancias estelares22; en segundo lugar,
proclama la infinitud del universo y, en tercer lugar, la posibilidad de que existieran
innumerables sistemas planetarios como el nuestro. El pensamiento de Bruno no sólo
fue diametralmente opuesto al de Aristóteles, sino que, además, incrementa el horror
del hombre al verse reducido a una molécula insignificante y a la deriva en el vacío
de las distancias siderales de un universo sin límites. Con Bruno, tenemos, entonces,
que la bipolaridad de Kepler se convierte en multipolaridad: el universo,
transformado en una multiplicidad de sistemas planetarios posibles, se corresponde
18
Esta imagen de la ciencia se construye, por un lado, desde el relato adánico y la pérdida del paraíso en
virtud de desobediencia a la restricción que la divinidad impuso sobre el árbol de la ciencia y, por otro, desde
la tradición clásica, por el mito de Prometeo.
19
Cabe señalar que la condena del Índice a la obra de Copérnico, De revolutionibus, solo se realizó hasta
1616 cuando los avances de la teoría contra la Autoridad estaban siendo realizados por Galilei.
20
21
Esta afirmación parte de la idea de que cualquier teoría del universo, para que sea aceptada, debe parecer
verosímil a la mentalidad de la época; tal verosimilitud se genera a partir de elementos culturales que no
provienen necesariamente del círculo restringido de lo que hoy llamamos “ciencias duras”, sino, de otros
lugares que alcanzan con mayor velocidad y eficacia al individuo común. Y fue este individuo –los marineros,
exploradores, conquistadores, etc.- quien experimentó –“lo visto y lo vivido”- una naturaleza “otra” que
desmentía el modelo aristotélico-ptolomeico.
22
Las distancias estelares implicadas en el sistema copernicano solo pudieron ser comprobadas hasta el siglo
XIX.
9
con el “mapa geográfico abierto al posible” que describían los viajes de
descubrimiento de la época.
23
La creencia en la inmutabilidad de los cielos ya había sido cuestionada por Tycho Brahe (1572), quien, a
pesar de ser un convencido geocentrista, observó la aparición de nuevas estrellas brillantes. Kepler, a su vez,
observó el mismo fenómeno.
10
contribuyó notablemente al desciframiento del discurso de la ciencia. Tenemos,
entonces que, si por un lado, Lutero con su traducción resta misterio a la Palabra
divina, Galileo, por el suyo, saca el discurso de la ciencia de los restringidos círculos
del latín (escolático o humanista). Con Galilei se cierra la etapa en que los discursos
que “hablaban” del universo y las escrituras –sacras o profanas- que lo describían,
estaban exclusivamente reducidos al dominio de algunos pocos: el tránsito realizado
en el siglo XVII por la palabra-universo, desde el latín a la lengua vulgar, es
precisamente el correlato, a nivel del signo, de lo que va de una concepción
geocéntrica a una heliocéntrica: se trata de un mismo proceso de desacralización.
24
Wölfflin. Conceptos fundamentales de la historia del arte. Madrid. Espasa-Calpe, 1952.
11
proclama que la Vulgata, traducida del griego al latín por san Jerónimo en el siglo IV
d.c., es el único libro en el que se encuentra expresada fielmente la palabra de Dios.
En este sentido, Sarduy, autor que vincula al Barroco con el proceso conciliar
tridentino, señala lo siguiente: “La crítica conciliar del signo, la nueva enunciación de
los “fenómenos” que opera el Concilio, no son posibles, por supuesto, sin una revisión
radical y un control de los textos: los padres se apresuran en autentificar la Vulgata
para el uso teológico de la iglesia, es decir, se le da rango de texto oficial y suficiente
para fundar dogmas; se instituyen los lectores en Santas Escrituras; se obliga a la
prédica y sobre todo ‘se otorga a los obispos el derecho de control sobre los
predicadores, aun si éstos pertenecen a un orden religioso’”25.
25
Sarduy,op. cit., pg 16-17
26
Muchas de las atracciones de fragmentos de la Biblia servían también como resguardo ante la lectura
inquisitorial.
12
“... hasta 1822 la Iglesia romana siguió ordenando que la teoría copernicana se
manejara como un procedimiento matemático, como una “hipótesis de trabajo” sin
significación real. Ha habido universidades europeas y americanas que han enseñado
simultáneamente el sistema copernicano y ptolomeico durante el siglo XVIII.”27
27
Hull., Op. Cit., 179.
28
La gran discusión del periodo sobre la posibilidad o imposibilidad del milagro está íntimamente
relacionada con la intervención o falta de intervención de Dios en la materia.
29
Para una visión más amplia de esta problemática ver Elias Trabulse Ciencia y religión en el siglo XVII.
México. El Colegio de México, 1974.
13
voluntad de Dios se postula ya en el pensamiento de Maquiavelo y se establece como
prueba encarnada y experiencia vital en el proceso de conquista del “Nuevo Mundo”.
Por ejemplo, las Cartas de Relación de Hernán Cortés constituyen un excelente
documento para observar el tránsito de la visión trascendentalista de la historia
medieval hacia una visión de la historia fundada en el cálculo racional y en la
manipulación de los factores culturales.
Ahora bien, una revisión de los factores que propiciaron el cambio de paradigma
sucedido entre los siglos XVI y XVII, y que reconocemos en el campo de la estética
como “la edad barroca”, debe necesariamente contemplar las transformaciones
epistemológicas y simbólicas que produjo el proceso de “Descubrimiento y
Conquista” en la cultura occidental. La nueva perspectiva que emane de ahí nos va a
permitir resituar “la cuestión del barroco” en un campo en el que la copia o el reflejo
ejerce una dinámica modelizadora sobre el original. Este trabajo está, por supuesto,
por realizar.
14