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Libro Psiquatria Web 2
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COMITÉ EDITORIAL
Diseño y diagramación
Azul Diseño & Comunicación
Impresión
Andros Impresores S.A.
Fotografías
Las imagenes de las personas que aparecen en este
libro médico han sido seleccionadas de archivos de
museos, hospitales y de los registros personales de los
profesionales que han participado en la realización del
libro. Algunas de ellas cuentan con el consentimiento de
los pacientes y otras han sido intervenidas para cautelar
su identidad.
Patrocinado por
Santiago de Chile, 2010
La Psiquiatría en Chile. Apuntes para una Historia
EDITORA GENERAL
EDITORES
querido participar activamente en rescatar la memoria histórica de una de las ramas de la medici-
Con la realización de este libro vivimos el hito del Bicentenario, ofreciendo el trabajo profesional y
que vendrán a continuar la obra, y que gracias a este esfuerzo, podrán reflexionar y debatir para
Para Royal Pharma, laboratorio dedicado a las neurociencias, es un orgullo haber podido participar
de este desafío trascendente en el tiempo. Este libro será, sin duda, material de consulta obligada
para todos aquellos que trabajan en el ámbito de la salud mental, y también un aporte cultural a
la sociedad chilena.
La Psiquiatría en Chile. Apuntes para una Historia representa para Royal Pharma la mejor opción de
Presentación 7
índice 8
Introducción General 11
Introducción 17
Quienes hemos tenido el privilegio de participar con los aportes de las ciencias sociales y de otras for-
11
en la elaboración de este trabajo nos propusimos explo- mas del saber que la han influenciado; una pretensión
Touraine, quien simplemente decreta su muerte. de acercarnos a estudios integrales que se propongan
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
La psiquiatría chilena, formando parte de ese mo- observar la evolución de la psiquiatría y la salud men-
vimiento de reforma, ha vivido sus propios procesos de tal en Chile en su interrelación con los procesos socia-
cambio, especialmente en las últimas dos décadas, sien- les, económicos, políticos, ideológicos y culturales que
do capaz de llevar a políticas de Estado una propuesta ocurren en cada momento de su historia, pretensión de
nueva de salud mental inserta en una perspectiva de método que asegura evitarle el camino hacia reduccio-
salud pública basada en los derechos humanos, en un nismos de todo tipo en la comprensión de su devenir.
modelo comunitario en salud, en la comprensión del Obviamente este desafío no ha sido resuelto en este
proceso salud/enfermedad/atención desde una mirada texto. Nos conforma la intención de ser provocadores y
de multideterminación más que causalística, y en la uti- de aportar inéditas fuentes de información histórica en
lización de metodologías y técnicas de intervención en diversos ámbitos de la disciplina, abarcando casi todo el
salud mental de carácter biopsicosocial. Proceso de suyo territorio nacional y planos muy diversos de su quehacer.
complejo, contradictorio y lleno de inconsistencias, pero No somos historiadores, apenas hablantes testimoniales
que tiene el valor de ensayar nuevas propuestas de ejer- de un tiempo que nos tocó vivir, y meros reproductores
cicio de la disciplina en concordancia con los cambios de tiempos más pretéritos; pero reconociendo nuestra
planetarios y con las más avanzadas directrices de la Or- condición de sujetos activos de una particular produc-
ganización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización ción cultural que mira con preocupación el futuro de la
Panamericana de Salud (OPS). Iniciamos el milenio en sa- sociedad chilena y de su salud mental.
lud mental ejerciendo un liderazgo en Latinoamérica en Hay en las páginas de este libro variadas voces
este campo, haciendo un poco de historia. con discursos propios sobre nuestra historia, decenas de
Hasta ahora la psiquiatría chilena ha construido profesionales del campo de la salud mental intentando
su historia a base de escasos y muy diversos trabajos armar un rompecabezas fascinante, en un escenario plu-
individuales, generalmente referidos a temas puntuales ral, tolerante y participativo. Por eso hablamos de apun-
muy heterogéneos. Se han centrado en historiografías tes o notas para una historia de la disciplina, porque nos
breves acerca de algunas instituciones nosocomiales, fi- afana destacar lo inacabado, lo contradictorio, lo com-
guras egregias de la psiquiatría chilena, la evolución de plejo, lo procesual, y no lo acotado, lo finito, lo definitivo.
ciertos campos del saber como las corrientes teóricas o De allí que convivimos sin angustia con las omisiones,
las psicoterapias o los métodos de tratamiento, el análisis imperfecciones y errores que pueda contener. Este es
de casos clínicos emblemáticos, etc. Tienen el valor de un trabajo colectivo en el que conviven opciones teó-
haber instalado la reflexión histórica sobre la disciplina ricas, metodológicas y de escuela que pueden ser has-
y de rescatar información que estaba en riesgo de pér- ta contradictorias u opuestas, un ejercicio de creación
colegiada y consensuada en la diversidad. Este es uno grandes temas de la salud pública en los diferentes mo-
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de sus méritos, estimamos. También nos preocupamos mentos históricos. Considérese esta selección temática
El presente capítulo acerca de los hospitales psi- satisficieran sus necesidades clínicas, de rehabilitación y
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quiátricos en Chile da cuenta del desarrollo de la psiquia- reintegración social.
19
Eduardo Medina
Introducción
Antes que la Casa de Orates, el Hospicio de Santiago –refugio para pobres, dementes y marginados sociales–
fue fundado el 10 de enero de 1803 en la conocida como Ollería de los Jesuitas. Esta fue una chacra ubicada entre La
Cañada y el Zanjón de la Aguada, a la altura de la hoy llamada Avenida Portugal, cuyo nombre se debe a que allí esta
orden religiosa instaló a fines del siglo XVI una gran fábrica de ollas, platos, tazas, azafates, ladrillos, etc., de barro. En
el hospicio había un departamento de mujeres y otro de hombres, que alcanzaron a 200 residentes, además de un
asilo de niñas de corta edad y una escuela para ”esternos”, con 400 educandos. Un médico prestaba asistencia a los
enfermos dos veces por semana. Este establecimiento era administrado por las Hermanas de la Caridad (3, 4).
La inauguración de la Casa de Locos de Nuestra Señora de los Ángeles, el 8 de agosto de 1852 en el barrio Yun-
gay, durante el gobierno de don Manuel Montt, fue gracias a la iniciativa del Intendente de Santiago, Tte. coronel de
Ejército (R) Francisco Ángel Ramírez, quien había conocido la Casa de Orates de San Andrés durante un viaje institu-
cional a Lima. La Casa de Locos en Chile comenzó dependiendo de la Intendencia de Santiago, ciudad que entonces
contabilizaba 100.000 habitantes (5, 6).
En 1854 se edificó la Casa de Orates, a cargo del arquitecto don Fermín Vivaceta, en el barrio Recoleta, en
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terrenos que pertenecieron a don Pedro de Valdivia y en el mismo sitio que ocupa actualmente la institución. Fue
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
inaugurada el 12 de agosto de 1858 y dirigida por un administrador civil que dependía directamente de la Intenden-
cia de Santiago (7, 8).
Después de la guerra del Pacifico hubo un auge económico que permitió la construcción de un nuevo edificio
de dos pisos, el que vendría a ser la parte principal del futuro Manicomio Nacional y que tenía su entrada por la calle
Olivos. Fue inaugurado el 26 de noviembre de 1905. En 1923 se incorporó como dependencia anexa la chacra Quinta
Bella, y en 1928 se compró el fundo El Peral, donde se abrió el Open Door, para enfermos crónicos, que con el trans-
curso del tiempo se convertiría en el actual Hospital Psiquiátrico El Peral (9, 10).
Anteriormente, en 1898, se produjo una situación imprevista suscitada entre la Beneficencia y el Ejército, pues
este último ocupó lo que se suponía iba a ser el nuevo Manicomio de Santiago, todavía en construcción en las afueras
de la ciudad hacia el oriente, dependencia en la que luego se estableció el Regimiento de Cazadores, en las actuales
calles Antonio Varas esquina de Francisco Bilbao. El Ejército posteriormente indemnizó a la Beneficencia.
• Doctor José Horwitz Barak (1908-1978). En 1922, siendo el Dr. Jerónimo Letelier Jefe Médico de la Casa de Orates, se dispuso su reordenamiento interno
con la creación de las secciones Hospital Psiquiátrico, para pacientes agudos y voluntarios; Manicomio, para pacientes
crónicos o con problemas judiciales; y Asilo de Temperancia, para los alcohólicos (11).
Aunque más adelante el capítulo Docencia de esta obra se refiere a la enseñanza de la psiquiatría en Chile,
cabe recordar que la docencia, desde el año 1884, estaba ausente del establecimiento por problemas suscitados entre
su Junta Directiva y el profesor Dr. Carlos Sazié Heredia, retornando recién en 1915, cuando fue nombrado profesor el
Dr. Joaquín Luco Arriagada, previamente médico funcionario de la Casa de Orates. El capítulo ya señalado describe a
los sucesores del profesor Luco hasta la actualidad. La enseñanza quedó alojada en la sección Hospital Psiquiátrico, la
misma que desde octubre de 1931 pasó a denominarse Clínica Psiquiátrica Universitaria (12).
El profesor de Psiquiatría Dr. Arturo Vivado, sucesor del Dr. Óscar Fontecilla, en conjunto con los Dres. Carlos
Larson y Víctor Arroyo, publicaron un trabajo sobre la mala organización y estado de la salud mental proponiendo
un Plan de Salud Mental. En esta publicación refieren que el Manicomio Nacional estaba conformado por la granja
agrícola Quinta Bella –adquirida en 1923–, la Casa de Orates, o Casa Central del Manicomio Nacional, y el Open Door”,
que funcionaba en el fundo El Peral desde 1928 (13).
En junio de 1950 la Honorable Junta Central de Beneficencia acordó la construcción de la Clínica Psiquiátrica
Universitaria en los terrenos del Manicomio Nacional, reemplazando las vetustas dependencias a partir de los años
1955 y 1956. En junio de 1956 el Honorable Consejo del Servicio Nacional de Salud dejó establecido que la clínica era
una sección del Hospital Psiquiátrico. Sin embargo, el mismo Honorable Consejo en marzo de 1959 dispone su trans-
ferencia al Hospital Dr. José Joaquín Aguirre (14).
La inauguración, en 1953, de una parte de la nueva planta física –iniciada en 1952 gracias al tesón de la Dra.
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María Hamuy bajo el gobierno del presidente Carlos Ibáñez del Campo, incluyeron la Administración, los sectores de
La Casa de Locos, a cargo de una Junta Directiva dirigida por el presbítero don Juan Ugarte, rápidamente se
hizo insuficiente por la excesiva demanda, lo que generó tal caos, que lo llevó a renunciar y determinó la promesa del
Gobierno de construir una nueva institución, hecha realidad en 1854.
La Junta Directiva comandada por un administrador dirigió la Institución desde su fundación hasta 1931 (ver
cuadro de los administradores). Desde esa fecha, la Junta de Beneficencia, accediendo a una antigua solicitud de los
profesionales, nombró como director al Dr. Jerónimo Letelier Grez, quien, como veremos pronto, hizo una brillante
gestión (17).
No obstante las dificultades entre la junta y los médicos, su labor no debe desmerecerse, pues los recursos
económicos asignados eran muy limitados. También es necesario agregar que durante la gestión de la Junta, los ad-
ministradores se preocuparon de perfeccionar los aspectos materiales y contables; pero a juicio de diferentes médi-
cos tales condiciones materiales no satisfacían las necesidades de atención profesional de los pacientes. En todo caso
se recuerdan especialmente las gestiones como administradores de don Pedro Nolasco Marcoleta y de don Pedro
Montt, por el especial esmero y resultados obtenidos (18).
El Dr. Lorenzo Sazié, contratado en Francia para la nueva Escuela de Medicina, fue el primer médico asisten-
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te de la Casa de Orates desde 1854, ayudado por el practicante Luis Ubeda (19). Debido al aumento de los internos,
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rápidamente fue contratado el Dr. Ramón Elguero (20). Este profesor secundario y médico –precursor del alienista en
Chile– enseñó por primera vez en la Universidad de Chile sobre enfermedades nerviosas y mentales, publicando el
primer trabajo referente al movimiento estadístico de la Casa, en el que describió una clasificación de las enferme-
dades mentales y discutió aspectos clínicos enfatizando el valor etiológico del alcohol en ellas. La enseñanza de esas
materias fue suspendida en 1871, pues Elguero volvió a su cargo de patología interna, pero siguió trabajando en la
institución hasta 1874, cuando sufrió un accidente vascular cerebral que lo dejó imposibilitado. Durante un breve pe-
riodo lo sucedió el joven y futuro profesor Augusto Orrego Luco, quien siguió la carrera universitaria, siendo además
un brillante escritor, polemista y parlamentario (21).
El Dr. Carlos Sazié, hijo de Lorenzo, formado como psiquiatra en Francia, fue contratado para reemplazar al Dr.
Guillermo Benham, irlandés y primer residente, quien fuera despedido por sus severas críticas a la Administración en
1879. Carlos Sazié fue profesor de la especialidad y también resultó despedido por discrepancias con la Administración,
continuando su docencia universitaria en el Hospital San Vicente de Paul. Carlos Sazié, después de unos años de autoexi-
lio en Francia –pues era balmacedista– volvió y ejerció la medicina general en Quilpué, donde falleció en 1921 (22).
Terminada la Guerra Civil de 1891, el gobierno de Jorge Montt, en vista de la situación observada en la Casa
de Orates, formó una comisión integrada por los Dres. José Joaquín Aguirre y Octavio Maira, la cual informó sobre
las deplorables condiciones en que vivían los locos y ordenó la construcción del Manicomio Nacional, inaugurado
en 1905 (23). El edificio disponía de dos pisos, con una bella entrada ojival por la calle Olivos. Incluía, además de las
dependencias para los pacientes, biblioteca, salón Grez, capilla, sala de autopsias y otras. Gestor de esa época fue don
Pedro Montt, quien dirigió el Manicomio desde 1894 a 1906. Este destacado administrador era hijo del ex presidente
don Manuel Montt y también llegó a ser Presidente de la República, entre 1906 y 1910.
En 1895 llegaron las monjas de San José de Cluny para supervisar las dependencias de mujeres y al personal
a cargo de las enfermas; su labor se extendía a aspectos administrativos, asistenciales y docentes. Posteriormente,
en 1922, arribaron los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios para asumir las dependencias de los hombres, y
también, al igual que las monjas, realizaron funciones administrativas, asistenciales y académicas. Ambas congrega-
ciones citadas se retiran en los últimos años de la segunda década y principios de la tercera década del siglo XX. Los
Hermanos de San Juan de Dios fundaron en esa misma época la Clínica del Carmen, centro psiquiátrico privado de
alto prestigio hasta la fecha. Sin embargo tiempo después, las Hermanas del Sacratísimo Corazón de Jesús de origen
chileno se hicieron cargo de la atención y laboraron en la institución hasta 1985.
En 1894 se abrió la Casa de Observación para recibir los enfermos a quienes se mantenía en los calabozos de la
policía. Esa Casa puede afirmarse que fue la antecesora del Servicio de Urgencia, fundado cuando se creó el Hospital
Psiquiátrico, y que desde 1967 se ubicó en el lugar que existe actualmente; remodelado en 2004 con entrada por la
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calle Olivos, con dependencias apropiadas para personal y pacientes. Su primer jefe fue el Dr. Mario Fliman; luego, los
del mismo Instituto y tratante en el Servicio desde 1983, denomina esta entidad como Servicio de Estabilización de
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Trastornos Adictivos (31). Este Servicio efectúa hospitalizaciones, consulta ambulatoria individual y de grupo, apoyado
en un equipo especializado, recordándose al respecto con especial afecto por su intenso compromiso a las psicólogas
Olga Fritis y Adriana Véliz.
Un hecho del año 1952 digno de rememorar es el aniversario del centenario de la fundación de la Casa de Ora-
tes, en que junto a las festividades se celebró un Congreso Internacional con importantes invitados extranjeros, como
los Dres. Ernest Kretschmer, Emilio Mira y López y Honorio Delgado. Paralelamente, el 8 de agosto de 1952 se desa-
rrolló una sesión del Senado dedicada a conmemorar el centenario con un discurso del senador Dr. Salvador Allende
Gossens, quien describió la desdichada situación de los enfermos, y más aun, la severa crisis asistencial que existía en
el país como consecuencia de la carencia de recursos humanos y materiales. Allende, anunció en dicha oportunidad
la voluntad de enviar un proyecto de ley por 350 millones de pesos para el financiamiento de hospitales psiquiátricos
o secciones psiquiátricas en Hospitales Generales de provincias. En dicha iniciativa fue apoyado por el senador Eduar-
do Cruz-Coke (32). En 1959 se terminó la construcción del Hospital Psiquiátrico, con cuatro Servicios Clínicos a cargo de
los Dres. Agustín Téllez, Armando Roa, José Horwitz y Octavio Peralta, secundados por un equipo de colaboradores.
A mediados de este periodo se implementan los primeros psicofármacos, se renueva la Unidad de Crónicos y el Ser-
vicio de Urgencias (médicos de guardia), y se modernizan los sectores de Agudos y de Larga Estadía; se clausuran, por
avanzado deterioro, la capilla de la institución y el Servicio de Psiquiatría Infantil –fundado en la década de los 40 del
siglo pasado– y se traslada al Hospital Roberto del Río después del terremoto de 1985 (33).
El destacado profesor de Antropología Sr. Carlos Munizaga Aguirre inició en los años 60 trabajos de campo
• Granja Agrícola Quinta Bella iniciada en en el propio hospital para estudiar las condiciones de los enfermos crónicos en situación de internado y sus inte-
1923.
racciones con los profesionales, funcionarios y familiares (34).
• Doctor Pedro Piña en clases con sus
alumnos de Enfermería, 1934. Entre 1973 y 1978 asumió como director el Dr. Claudio Molina Fraga, etapa en que el hospital sufrió un grave
• Salón de peluquería en el pensionado de
caballeros. deterioro, con pérdida de profesionales y funcionarios, disminución de la calidad de la atención, y se desencadenó
una gran persecución política, en especial hacia quienes se identificaban con un pensamiento progresista o que
habían participado del gobierno de Salvador Allende. Esta insostenible situación genera la salida del director Mo-
lina y el nombramiento del Dr. José Horwitz en su reemplazo (35).
Este cambio dispuesto por el coronel (J) Esquivel, a la sazón jefe del Área Norte, lo decide luego de cotejar la
información recibida por profesionales del hospital y otras fuentes. Con posterioridad el Dr. Molina Fraga es nom-
brado director del Instituto Médico Legal por las autoridades de justicia de la época.
Dado el imprevisto fallecimiento del Dr. J. Horwitz a tres meses de su nombramiento, asume la dirección un
grupo proveniente del Área Oriente, dirigido por el profesor Mario Gomberoff como jefe del Servicio B, y los Dres.
• Profesores Dres. Joaquín Luco (izquierda) y Jerónimo Letelier • Médicos del Hospital Psiquiátrico.
(derecha), junto a miembros de la Junta Directiva de la Casa de Orates.
profesor Rafael Parada, primero y Luis Gomberoff, después,
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27
creándose una situación de crisis que desemboca en su renuncia (36).
de enfermería y terapeutas ocupacionales en formación son supervisados por expertos de sus respectivos
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campos.
Luego de la Reforma Nacional de Salud en el año 2005, en el marco de los Programas Garantías Explícitas
en Salud (GES), se implementa el sector de Internación de Adolescentes, destinada exclusivamente a tratar jóvenes
que cursan un primer episodio psicótico.
En la década de los 90, la reintroducción de la clozapina marca un aporte significativo en el tratamiento
de pacientes esquizofrénicos refractarios. Con una visión vanguardista y social, el recordado Dr. Luis Hormazábal
gestionó e implementó en el Instituto Psiquiátrico un programa clínico para la introducción de la Clozapina en el
año 1993, el que se extendió al resto de los servicios del país. Cabe destacar que Chile es el primer país en Latino-
américa que desarrolla un Programa Nacional de Clozapina en el Servicio Público.
Al observar el horizonte de la evolución y desarrollo del Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz a través del
tiempo, se puede apreciar el significativo esfuerzo de tantas generaciones de profesionales y funcionarios que
dedicaron su vida a la institución, y que en una reseña como esta, es imposible dar cuenta en detalle de cada uno
de ellos. No obstante destacamos, como ejemplo, a algunos por su aporte a la asistencia y a la docencia, sin des-
merecer el valioso y anónimo trabajo colectivo y multigeneracional.
Destacamos, entre otros, a los Dres. Luis Concha y Mario Vidal; a las primeras asistentes sociales, Olga Car-
bonell y Balbina Acevedo, contratadas –como ya lo mencionamos– durante la gestión del Dr. Jerónimo Letelier
Grez; a las primeras terapeutas ocupacionales, Eliana Vidal y Emelina Doñez, que ingresaron en la década de los 60;
a Teresa Solari y Prosperina Flores, las primeras enfermeras psiquiátricas; a la primera psicóloga, Liliana Ortiz Wolf
• Frente central del Manicomio Nacional contratada como psicometrista; a las nutricionistas Zelma Petit, Gertrudis Albarracín y Yolanda Salgredo, y a los
(1858-1957).
• Teatro Grez, fundado en 1894. Actualmente practicantes María Elena Moreno y Alfonso Salgado.
restaurado.
• Fiesta de los funcionarios en el teatro Grez.
Referencias
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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26. Escobar, E., La Primera Revista Chilena de Psiquiatría, Neurología y Medicina Legal, Revista Médica de Chile, 1999, 127 (3):366-370.
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28. Zamboni, R., Algunos Alcances sobre Psicocirugía, Revista Chilena de Neuropsiquiatría, 1980, Vol. XIX, Nº 1-4:70-76.
29. Escobar, E., Los Beca en la Psiquiatría Chilena, Revista Médica de Chile, 2000, (7):801-806.
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33. Gomberoff, L., Cuenta de la Gestión Directiva, Revista de Psiquiatría, 1989, Año VI, Nº 2:83-87.
34. Medina, E.; Rizo, S., El Profesor Carlos Munizaga Aguirre. Sus Contribuciones a la Salud Mental, la Psiquiatría y la Antropología Médica. Revista de
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35. Escobar, E., Isaac y José Horwitz en la Psiquiatría Chilena, Revista Médica, Chile, 2004, 132 (11):1437-1441.
36. Olivos, P., Comunicación Personal, Octubre, 2010.
37. Riquelme, R., Comunicación Personal, Octubre 2010.
Hospital Psiquiátrico El Peral
Los orígenes
30
“Créase en el Departamento de Santiago una Casa de Salud, que se denominará Open Door, la que funcionará
como dependencia de la Junta Central de Beneficencia…” (1). Con este texto del Decreto Supremo de la Presidencia
de Carlos Ibáñez del Campo se dio origen, el 20 de enero de 1928, a lo que hoy es el Hospital Psiquiátrico El Peral. Sus
antecedentes están en la experiencia piloto iniciada el año 1925 por la Casa de Orates, que buscando aplicar en Chile
el modelo europeo conocido como Open Door –el cual pretendía rehabilitar a los enfermos mentales mediante el
trabajo agrícola– crea en la chacra Quinta Bella, con buenos resultados, una granja agrícola con 200 enfermos, en el
sector norte de Santiago, al final del barrio La Recoleta (2).
Con el objetivo de crear el Open Door se compra a don Hernán Enrique Tocornal el fundo Concepción del Pe-
ral, ubicado entre la estaciones Quillayes y Rosas del antiguo ferrocarril a Puente Alto, y su administración se encarga
a la Casa de Orates, siendo su primer Director el Dr. Elías Malbrán, quien nombra como director delegado al Dr. René
Carvajal Rodríguez. Junto con usar las dependencias del fundo, se inicia la construcción de pabellones, y ya para el 31
de diciembre de ese año tenía 430 enfermos. Al inaugurarse el Open Door, son enviados 200 pacientes desde Con-
cepción con el fin de descongestionar el hacinado psiquiátrico de esa ciudad. La sección hombres proyectaba tener
una capacidad de 2000 camas clasificadas de la siguiente manera: 40% para enfermos aptos para el trabajo y 60%
para enfermos no aptos para el trabajo; estos últimos se subdividen en 10% enfermos sucios, 5% enfermos excitados
y semiexcitados, 5% enfermos agudos y convalecientes, 8% enfermos pensionistas, 8% enfermos epilépticos, 5% en-
fermos tuberculosos, 19% enfermos diversos.
El fundo tenía un administrador, quien dirigía a los campesinos y enfermos en las tareas de explotación del
predio. En su origen se construyó un establo moderno para 100 vacas, otro para toros y terneros, un matadero y
además se contrató un gran galpón para guardar maquinaria, vehículos, útiles y enseres. La producción agríco-
la permitió satisfacer ya en 1929, las necesidades de leche, carne, trigo, harina y pan, leña y otros productos de
chacarería tanto propias así como para los 3.200 enfermos y 500 empleados de la Casa de Orates. “La atención
psiquiátrica era escasa y de tipo tradicional, pero el hecho de permitir a los enfermos trabajar en la agricultura era
bastante innovador” (3).
Durante el gobierno de Pedro Aguirre Cerda, y siendo Ministro de Salubridad el Dr. Salvador Allende, se pro-
grama la construcción de pabellones de Reeducación Mental para tratamiento de toxicomanías (alcoholismo y mor-
finomanías). En 1940 se nombra subdirector delegado al Dr. Carlos Larson, quien lo dirige hasta 1952 e impulsa la
31
organización de talleres (zapatería, escobas, cordeles, baldosas, muebles de mimbre, ladrillos y adobes, carpintería,
La Dirección General del Servicio Nacional de Salud (SNS) se hace cargo en 1952 de una parte del fundo. En ese
año asume la dirección el Dr. René Carvajal, y poco después el Dr. Sergio Altamirano; este último debió enfrentar serias
dificultades con parte de los funcionarios, que habían constituido al interior del establecimiento una organización
informal para beneficio y prebendas personales (5). Este hecho será el primero de una serie de situaciones similares en
la historia de El Peral, en que cada vez que se promueven o intentan cambios, se producirán conflictos con sectores
que tratarán de impedirlos.
El Dr. Altamirano es nombrado Ministro de Salud en el año 1954 y asume la dirección el Dr. Óscar Soencksen;
durante su administración se construyen los pabellones 7 y 10. En los 10 años que estuvo a cargo se preocupó de los
tratamientos de los pacientes agudos, de mejorar las faenas agrícolas y de hacer funcionar los talleres de labortera-
pia. La atención psiquiátrica continuó siendo la tradicional, los enfermos crónicos eran considerados irrecuperables
y por lo tanto se trataba de mantenerlos alejados de la sociedad. Se puede rescatar de este periodo la experiencia
desarrollada por el psicólogo José Francisco y otros profesionales, que entre 1965 y 1966 implementaron un programa
con énfasis en la resocialización de pacientes crónicos; pero que no continuó por desintegración del equipo debido
a problemas con la Dirección (6). Paralelamente continuaron los problemas con el personal, lo que incluso derivó en
una acusación ante la Cámara de Diputados y designación de un fiscal, el Dr. Luis Dreckmann, y como consecuencia
de su informe se designa nuevo director.
FOTOGRAFÍA: Álvaro Mardones S., Fernando Balmaceda
• Hospital Sanatorio El Peral, 1976. Frente a las condiciones en que se encontraban los pacientes en
esos años, el Dr. Juan Marconi relata: “...Este era un verdadero matadero social, como una pensión sin
propósito, un depósito de enfermos que se morían de frío en las noches de invierno”.
La llegada de los pacientes del Hospicio y la experiencia de Quebrada Verde
33
FOTOGRAFÍAS: Álvaro Mardones S., Fernando Balmaceda
El año 1976 se firma un convenio con la Facultad de Medicina Campus Sur de la Universidad de Chile, mediante
el cual se forma el equipo mixto Universidad-Servicio Nacional de Salud, para iniciar un programa de investigación
y rehabilitación que se instala en el Instituto de Reeducación Mental (IRM). Se oficializa así el Servicio de Psicofar-
• Hospital Sanatorio El Peral, 1976. Documento
macología Clínica, el cual se había iniciado en 1975 y que efectúa una contribución importante en el tratamiento y fotográfico que da cuenta de las terribles
condiciones en que vivían los pacientes en
definición de protocolos clínicos, así como en la formación docente de pre y posgrado. La experiencia dura hasta el aquellos años.
año 1983, cuando por un serio conflicto con la Dirección el equipo de psicofarmacología se retira del hospital. En esa
experiencia participaron, entre otros, los psiquiatras Raúl Schilkrut, Eduardo Durán, Patricio Vidal y Luis Hormazábal.
34
Este último desarrollaría en el hospital una extensa carrera docente en la formación de posgrado del Campus Sur de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, hasta inicios de los años 90, junto al psiquiatra Dr. Ricardo Capponi
y la trabajadora social Sra. Eliana Morales.
Junto con la creación del Servicio de Psicofarmacología, se instala en el pabellón 10 un equipo de profe-
sionales conducido por el psicólogo de la Universidad de Chile Luis Montecinos, quien desarrolla un programa de
rehabilitación conductual basado en el condicionamiento operante (economía de fichas) y que siguió el esquema
de delegación de funciones, experiencia que duró hasta 1980, año en que el equipo emigra debido también a difi-
cultades con la dirección de la época (8). Al respecto, el Dr. Juan Marconi, refiriéndose al programa intracomunitario
de salud mental desarrollado en el Área Sur desde 1968 y abortado en 1973 por la dictadura, comenta: “Finalmente
se aplicó este programa en el Open Door. Este era un verdadero matadero social, como una pensión sin propó-
sito, un depósito de enfermos que se morían de frío en las noches de invierno. Bueno, ahí se aplicó el sistema de
delegación de funciones en la comunidad del hospital, enfermos, auxiliares, médicos, todos; se hizo rehabilitación
masiva con terapia conductual, hasta que la dictadura olió algo y se cortó el programa. Ya llevábamos la mitad de
• Hospital Sanatorio El Peral, 1976. Taller de la población metida en el programa; sacando crónicos del hospital hacia las familias, lentamente habían empezado
escobas, donde laboraban pacientes de
mejor nivel en esos años.
a salir” (9).
• Hospital Sanatorio El Peral, 1976. Edificio
que albergaba la Dirección, servicios
administrativos y parte del antiguo pabellón 7.
Desde 1977 ejerce la dirección el Dr. Germán Zanghellini. De aquella época data una primera experiencia de
creación de un hogar protegido en la comunidad (1980-81) para ocho personas, que no continuó en el tiempo, con
financiamiento y supervisión desde Inglaterra (10). Durante su gestión se crea en el pabellón 10 la Unidad de Rehabili-
tación, la cual llegó a tener 100 pacientes de mejor nivel y en condiciones de desarrollar alguna actividad laboral en
algunos talleres o puestos de trabajo. Cabe destacar que entre 1976 y 1978, por iniciativa del Dr. Durán, se efectúa un
extenso registro fotográfico que documenta las terribles condiciones en que vivían los residentes y los esfuerzos de
transformación iniciados durante ese periodo.
En 1981 llega a la dirección el Dr. Cristián Wulff, quien desarrolla iniciativas para mejorar la calidad de vida de
los pacientes y contrata más profesionales orientados a la rehabilitación, terapeutas ocupacionales y educadoras
diferenciales, e impulsa el funcionamiento de un Servicio de Terapia Ocupacional y Kinesiterapia (STOK) a partir de la
Unidad de Rehabilitación, el cual recibe pacientes agudos estabilizados y de otros pabellones. El terremoto de 1985
destruyó el edificio que albergaba este programa, el cual continuó posteriormente en estructuras provisorias, las que
se incendiaron en el verano de 1989. Una evaluación posterior concluyó que “el STOK se transformó en un servicio de
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crónicos que, lejos de favorecer el alta, institucionalizó a pacientes de mejor nivel” (11).
La reconversión
El terremoto de 1985 destruyó parte importante de la infraestructura del hospital, agravando el hacinamiento. Al
año 90, había 605 residentes de larga estadía, la gran mayoría haciendo uso de literas dobles, con lo cual las habitaciones
frecuentemente eran ocupadas por 40 a 50 pacientes. Dado el modelo organizacional imperante, coexistían estructuras
destinadas a la atención de personas con trastornos psiquiátricos severos, postrados por causa neurológica, discapaci-
dad mental severa y profunda, cuadros orgánico-cerebrales, ancianidad y abandono social, situación que en muchos
casos era la razón de permanencia en la institución. Se estima que cerca de un 25% de los residentes estaba en muy
graves condiciones psicopatológicas y conductuales, pese a permanecer internados.
Junto con el retorno a la democracia, el nuevo Gobierno nombra a fines de 1990 como directora a la Dra.
Haydée López. Su esfuerzo se centra en la implementación de las nuevas políticas de salud mental y psiquiatría,
y aunque al principio no está del todo claro en estas el rol que se asigna a los hospitales psiquiátricos, se aboca
a la tarea de “acelerar el cambio del carácter custodial que ha tenido el hospital reemplazándolo por un proceso
integral de rehabilitación del enfermo hospitalizado” (12). En este propósito, los primeros años trabaja con ella el Dr.
Martín Cordero, promotor del cambio conceptual del rol de los hospitales psiquiátricos y de la necesidad de tran-
sitar desde un modelo asilar manicomial hacia uno de red de salud mental y psiquiatría comunitaria. Junto a ellos
trabajó también la Dra. Andrea Bahamondes, de larga trayectoria en el establecimiento. En este periodo destaca la
colaboración del eminente psiquiatra inglés Dr. Douglas Bennett, quien a instancias del Dr. Cordero visitó y colabo-
36
Partiendo de este fundamento, se pone el acento en la revisión de planes y programas, modificación o defini-
ción de normas técnicas y procedimientos, mejoramiento de infraestructura y equipamiento y participación tanto de
pacientes como de funcionarios. Se crea la residencia médica del hospital, observándose importantes impactos en la
condición clínica de los residentes, descenso de mortalidad y supresión gradual de las salas de aislamiento. De igual
modo se especificó una nueva estructura organizativa del establecimiento, el cual al año 1993 tenía 641 camas, de
las cuales 542 correspondían a crónicos y el resto a agudos. Esta orientación al cambio encuentra nuevamente una
gran resistencia del personal, generándose un grave conflicto que termina con el éxodo de gran parte de los médicos
psiquiatras. El recambio estará dado por la llegada de nuevos profesionales, algunos retornados del exilio, destacando
entre ellos los Dres. Mario Fliman y Rodolfo Bolzman, ambos ya fallecidos. En esos años llega también el Dr. Juan Luis
Lorca, quien trabajará en el ámbito de las adicciones.
Gradualmente, el cambio de contexto a nivel nacional y las políticas de sucesivas direcciones de hospital, del
Servicio de Salud Metropolitano Sur y ministeriales, progresivamente favorables al cambio de modelo, irán facilitando
la transformación institucional. Durante la primera mitad de la década del 90, los principales avances en el hospital
fueron en el reordenamiento del Servicio de Larga Estadía, orientado al retiro progresivo de los componentes restric-
tivos. Así, en esos años se crea la Unidad de Autovalentes, espacio residencial mixto que llegó a tener 40 camas, con
un alto grado de autogestión por parte de los usuarios. En este lugar residieron las personas con mayor nivel de auto-
nomía que pudiese haber en larga estadía, muchos de ellos trabajaban fuera del hospital durante el día y regresaban
al anochecer; en la unidad tenían repostero, comedor y espacios de convivencia. La gran mayoría de los usuarios de
la Unidad de Autovalentes posteriormente egresó a Hogares Protegidos (13).
Bajo la dirección del Dr. Claudio Fuentealba Rojas, a partir de 1994 el Hospital comienza la creación de espa-
cios residenciales comunitarios, siendo los dos primeros los Hogares Sustitutos. En este periodo se incorporan a la
institución la Dra. Ximena Peñailillo, quien asume en 1997 la conducción del Servicio de Larga Estadía, y la Dra. Pabla
Fuentes, fallecida el año 2008, quien asumirá por muchos años la atención de Medicina General; ambas realizan im-
portantes aportes al proceso de reconversión del hospital.
En 1997, el Hospital El Peral contaba con 95 camas de corta estadía, de las cuales 16 eran de alcoholismo; y en el
Servicio de Larga Estadía residían 496 personas, sólo un centenar menos que en 1990. Pese a los avances por reducir
el peso de la institución sobre los pacientes más autovalentes, los modelos de control para los más graves distaban
bastante de ser terapéuticos, rehabilitadores y respetuosos de sus derechos. Aún no se lograban desmontar comple-
tamente las estructuras de contención generadas en la década anterior ni se daban las condiciones para un cambio
más profundo del modelo. En la red no se habían creado nuevas alternativas de tratamiento o apoyo social, y las
FOTOGRAFÍAS: Diego Flores B.
• Testimonio gráfico del pabellón 7, a principios del 2001, antes de cerrarse definitivamente.
camas de corta estadía de El Peral eran las únicas disponibles para los territorios Sur, Suroriente y VI Región, excepto
38
por las 18 camas de urgencia psiquiátrica creadas en 1993 en el Hospital Barros Luco.
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Un hito importante en el devenir del hospital acontece en los años 96 y 97 durante la dirección del Dr. Claudio
Fuentealba. Los cuatro hospitales psiquiátricos existentes en el país deciden hacer un diagnóstico de situación (14), con
el objetivo de llamar la atención de la autoridad, alegando poca atención y valoración del quehacer de los hospitales y
su rol en el proceso de transformación, y que concluye con la Declaración de Putaendo, un discurso que en lo esencial
validaba el rol del Hospital Psiquiátrico, pero que en el diagnóstico reveló una situación epidemiológica categórica
respecto del quehacer de estas instituciones. El 80% de las camas psiquiátricas del país estaba en hospitales psiquiá-
tricos, el 70% de estas eran de larga estadía, y las cerca de 1.300 personas que las ocupaban tenían un promedio de
internación de 18 años. Así, el 57% de las camas psiquiátricas del país estaba paralizado. Al analizar la situación de
los residentes en larga estadía, nuevamente un 80% no requería de un servicio de psiquiatría, sino diversos tipos de
apoyo social; el 20% restante estaba muy grave y subtratado al interior de la institución y no era egresable, por la se-
veridad de su cuadro. En contraste, el 90% de las personas con trastornos psiquiátricos severos vive en la comunidad.
A partir de ese diagnóstico, cada hospital tomó rumbos distintos
El plan estratégico
En 1998 asume la dirección del hospital el Dr. Mauricio Gómez Chamorro, quien ejercía desde 1988 como psi-
quiatra en el hospital y desde 1993 como subdirector. Un diagnóstico participativo realizado ese año con 38 pacientes
de larga estadía que contaban con red social, para evaluar cómo les afectaba su permanencia en el hospital, reflejó un
importante grado de conciencia de diversos problemas tales como falta de libertad, rigidez institucional, maltrato, es-
tigmatización, aislamiento y funcionamiento masificado. Ese año, un equipo de diversos profesionales, liderados por el
director del hospital y la jefa del Servicio de Larga Estadía, Dra. Ximena Peñailillo, actualiza un diagnóstico integral de los
residentes, define la necesidad de reconvertir el quehacer y conducen la formulación del Plan Estratégico del Hospital
Psiquiátrico El Peral. En dicho documento se plantea: “los principales cuestionamientos a la institución manicomial pro-
vienen de los trabajos sobre las instituciones totales y sus efectos negativos en las personas (15), una creciente valorización
de los derechos de las personas y una importante crítica al quehacer de la psiquiatría institucional”. Y agregaba: “Desde
hace ya unos 30 años, se dispone de importantes experiencias de reforma psiquiátrica a nivel mundial, de profundidad
y radicalidad variables, y es posible extraer lecciones de estas” (16). Entre otras, estas ideas constituyeron el soporte con-
ceptual de dicho Plan Estratégico y del posterior proceso de transformación. Un insumo importante fueron también las
conclusiones de la Conferencia de Caracas (1990) (17).
En el señalado Plan Estratégico se definieron tres objetivos:
39
1. Otorgar atención integral a personas con trastornos psiquiátri-
Ideas rectoras del Plan Estratégico del Hospital Psiquiátrico El Peral (1998)
a. El respeto de los derechos de las personas con discapacidad debe estar sustentado por una legislación pertinente.
b. El tratamiento debe ser siempre el menos restrictivo posible, manteniendo las redes sociales y familiares.
c. Es del todo conveniente que la atención psiquiátrica se dé en el contexto de la red general de salud.
d. Cualquier situación de hospitalización es transitoria, aun en aquellos casos en que esa deba prolongarse en razón de su gravedad.
e. Debe evitarse el cuidado residencial en grandes instituciones psiquiátricas.
f. El cuidado comunitario, para ser eficaz, requiere de una amplia variedad de dispositivos que den cuenta de las necesidades de tratamiento, rehabilitación y
residencia de los pacientes, entre otras.
g. Para los casos más graves y complejos de pacientes es necesario disponer de dispositivos específicos, pero cuidando que dicha intervención no signifique el aisla-
miento y desvinculación social y/o una disminución del accionar terapéutico, siempre orientado a la reintegración comunitaria.
• Unidad de Mediana Estadía, taller de mosaicos, año 2007.
• Trabajos efectuados por usuarios en taller arte terapia, año 2001.
41
nuevo Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría (18). En dicho Plan, el eje de la red de servicios está en los Equipos
Generación de programas para el tratamiento y rehabilitación de aquellas personas que estaban muy graves
al interior de la institución.
Como mencionábamos previamente, entre un 20 y un 30% de las personas que residían en el hospital al año
1997 se encontraban tan comprometidas en su salud mental y en su conducta, que los propios equipos que las aten-
dían evaluaron que no eran en ese momento susceptibles de residir en un espacio alternativo. Paradójicamente, se
encontraban abandonadas en términos clínicos al interior de la institución. Habían completado el círculo caracteriza-
do por una enfermedad psiquiátrica de curso crónico, recidivante y con agravamiento creciente, progresiva pérdida
de soporte social, consecuencia a su vez de la fragilidad de la red de salud mental, que deja a las familias solas con el
peso de la enfermedad, abandonos reiterados de tratamientos, reingresos frecuentes hasta ser ingresados a crónicos,
confusa denominación que mezcla definiciones sobre el curso de la enfermedad y el carácter de los servicios ofer-
tados, invariablemente subóptimos. Estas personas respondían principalmente a dos perfiles: psicosis refractarias y
trastornos del desarrollo.
El egreso de un importante grupo de pacientes a estructuras residenciales alternativas, logrado a partir de la
experiencia de la Unidad de Autovalentes, permitió generar los equipos suficientes, reubicar y reordenar los espacios
y en general mejorar la calidad de vida de los usuarios en tratamiento. Entre los años 1999 y 2001 se lograron concre-
tar las más importantes iniciativas del proceso de reconversión al interior del hospital al constituirse las Unidades de
Mediana Estadía, para psicosis de alta complejidad y para trastornos del desarrollo.
La creación de la Mediana Estadía en el Hospital El Peral, inicialmente con el fin de tratar a los residentes más
graves de Larga Estadía, fue una experiencia pionera a nivel nacional y la primera en ser acreditada. Vista como parte
del proceso de reconversión del hospital, permitió desmontar y cerrar las estructuras que en el pasado sostenían la
42
mayor gravedad clínica con modelos diseñados para contener el trastorno conductual con restricción y masificación,
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
y reemplazarlas por un modelo demostradamente terapéutico, rehabilitador y reintegrador. El trabajo en estas unida-
des se sostiene en tres pilares: un ambiente terapéutico –entendiendo por tal también a la comunidad–, trabajo en
equipo y un plan terapéutico individual. Fueron creadas para dar atención a personas con patologías neuropsiquiá-
tricas con severas secuelas, graves trastornos de la conducta y que habían estado sometidas a condiciones de vida
degradantes. El diseño de esta modalidad de intervención es un importante producto de los procesos de reforma
psiquiátrica en el mundo.
43
En lo que hemos descrito hasta ahora, los principales avances del proce-
El terremoto
y Psicogeriatría se destruyó por completo, y el Servicio de Corta Estadía vio ocupadas sus dependencias por pacientes
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
de Larga Estadía. Dado el desarrollo de los últimos 20 años, se reinstaló el conflicto institucional, entre la reconstruc-
ción de los pabellones y la reconstrucción en red. El escenario es muy particular: terremoto, cambio de Gobierno y de
autoridades. La propuesta de la dirección del hospital y del Servicio de Salud consistió en asegurar estabilidad laboral,
instalación de cuatro nuevas Residencias Protegidas para residentes del hospital, creación de un Servicio de Corta Es-
tadía en el Hospital El Pino; todos estos dispositivos dotados de personal de El Peral. A ello se sumó el compromiso de
implementar un nuevo Servicio de Corta Estadía en el Hospital Sótero del Río (SSMSO), institución base del principal
servicio de salud que deriva pacientes al Hospital El Peral. La decisión técnica y política permitió conducir conflictos
mediante una salida a la crisis que contribuye a la expansión de la red, mejoría de la calidad de vida de los residentes
y reducción del peso institucional.
El hospital hoy
Los últimos 20 años han sido un periodo de profundas transformaciones para el Hospital Psiquiátrico El Peral.
Estas comienzan desde principios de los 90 por la iniciativa de directivos, grupos de psiquiatras y otros profesionales
desde el interior del establecimiento, generando sinergias con las autoridades del Servicio de Salud y ministeriales, im-
plementando e influyendo de forma dinámica en las políticas de salud mental territoriales y nacionales, en un proceso
cuyos logros no han estado exentos de serios conflictos y resistencias. La destrucción de infraestructura por el terremoto
del 27 de febrero llevó a diseñar e implementar una reposición de la capacidad asistencial y de apoyo residencial en
red, acorde con las políticas de salud mental. En este diseño el Hospital El Peral mantiene importantes funciones clínicas
centradas en las necesidades de personas con perfiles especiales para los cuales la red asistencial aún no tiene respues-
tas. Con 170 camas, la institución focaliza su acción en el ámbito de las psicosis refractarias, trastornos generalizados del
desarrollo y la psicogeriatría. La pronta apertura de nuevas Unidades de Corta Estadía en hospitales generales dejará la
tarea de redefinir el perfil de estos servicios al interior del hospital, incluyendo el ámbito de las adicciones complejas. La
Institución, en su proceso, ha logrado transformarse en un eslabón más de una red a la cual ha estimulado y apoyado en
su desarrollo, dejando de ser el eje del viejo modelo centrado en los hospitales psiquiátricos.
Referencias
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
1. Memorias de Francisco Echeñique Administrador de la Casa de Orates, 1923-1929.
2. Ibídem.
3. Zanghellini, Germán, Antecedentes Históricos, Archivo Dirección del Hospital.
4. Ibídem.
5. Ibídem.
6. Martínez S., Margarita, Historia del Hospital Psiquiátrico El Peral, 1997, Apuntes Archivo Dirección del Hospital.
7. Resolución 02979, Dirección Central de Salud, 15 Marzo 1976.
8. Martínez S., Margarita, Historia del Hospital Psiquiátrico El Peral, 1997, Apuntes Archivo Dirección del Hospital.
9. PSYKHE, 2004, Vol. 13, Nº 2:187-199, Versión on-line, ISSN 0718-2228.
10. Martínez S., Margarita, Historia del Hospital Psiquiátrico El Peral, 1997, Apuntes Archivo de la Dirección del Hospital.
11. Memoria de Actividades Hospital Sanatorio El Peral, 1991-1993.
12. Ibídem.
13. Mauricio Gómez Chamorro, La Reconversión del Hospital Psiquiátrico El Peral en Red Comunitaria de Salud Mental y Psiquiatría. Cuadernos Médico-
Sociales (Chile), 2005, Nº 45:285-299 (algunas partes de textos de esta sección son extraídos de esta publicación).
14. Directores Hospitales Psiquiátricos de Chile, Diagnóstico Hospitales Psiquiátricos Chilenos. Documento Interno Hospital, 1997.
15 Goffman, E., Internados, Ensayos sobre la Situación Social de los Enfermos Mentales (1961), Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2007.
16. Plan Estratégico Hospital Psiquiátrico El Peral, Documento Interno, 1998.
17. González, R.; Levav, I. (Editores), Reestructuración de la Atención Psiquiátrica: Bases Conceptuales y Guías para su Implementación. Memorias
de la Conferencia Regional de la Atención Psiquiátrica, Caracas, Venezuela, 11 al 14 de Noviembre de 1990. Organización Panamericana de la
Salud, Washington DC, USA-Instituto Mario Negri, Milán, Italia.
18. Ministerio de Salud, Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría, Segunda Edición, Chile, 2001.
La psiquiatría en Valparaíso y Viña del Mar.
El Hospital del Salvador
Introducción
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El desarrollo de la psiquiatría en Valparaíso y Viña del Mar es resultado de una mezcla abigarrada de nuestras
condiciones geográficas de aislamiento obligado aunque orgulloso, el avance social y político de la república fuer-
temente influido por su tradición europea, y un espíritu en que se combina una ciencia médica dominada por el
racionalismo excluyente de la modernidad y centrada en el cuerpo azotado por enfermedades devastadoras, y con-
trarrestada por la vigorosa denuncia humanista propia de una cultura con fuerte raigambre religiosa.
Es una historia con rupturas abruptas y continuidad silenciosa, pero por razones de carencias y destino, circular,
porque, después de un largo periplo, retornó al lugar desde donde emergió. Historia agitada, si tomamos en cuenta
los ámbitos diversos en que se ha desplegado. Este desplazamiento de sus establecimientos psiquiátricos no es sino
el reflejo de la movilidad de todas sus instituciones, que asimismo parecen deslizarse fluidamente entre diferentes
lugares. Nada es definitivo o con visos de permanencia tranquilizadora.
Valparaíso y Viña del Mar son ciudades con geografía difícil y estrecha, sacudidas por terremotos que obligan
a rehacer en otra parte lo que ya se había construido. La ramificación, desmembramiento y desconexión de sus espa-
cios conlleva la segregación social. La pobreza de una gran parte de sus habitantes y lo efímero de sus construcciones
atentan contra la unidad y continuidad de sus aspiraciones, proyectos e ideales.
El nacimiento de la psiquiatría de la zona está emparentado, como sucedió en otras partes del mundo, con la
creación de los primeros lazaretos, aunque no siempre coincidió totalmente. En el siglo XIX es Valparaíso el que asume
su urgente tarea sanitaria ya impostergable. Se debe esperar hasta casi mediados del XX para que se desplacen estas
instituciones a Viña del Mar, después de sufrir importantes cambios y refundación de propósitos; porque sólo ahora,
con el nuevo siglo, se va a separar definitivamente de las enfermedades contagiosas.
Valparaíso es una ciudad dividida en dos, división que determina también sus establecimientos de salud; el
Almendral tenía uno en el cerro Barón, y el Puerto contaba con el otro en Playa Ancha. Estos lazaretos de la ciudad
eran establecimientos de reclusión para enfermos de viruela. Muy precarios, eran más bien lugares donde se iba
obligado para evitar el contagio del resto de la población, o en su defecto, a morir. Destinados originalmente a los
pobres, eran rechazados por esta capa social, que escondía a sus enfermos en casa. Las familias patricias mantenían
aislados en sus hogares a sus enfermos y acudían a la atención domiciliaria de los pocos médicos con que contaba
la ciudad.
El primero del que se tiene datos fidedignos es el del barrio Puerto, que se llamó Hospital de Playa Ancha en
sus inicios y luego Lazareto de Playa Ancha. En el siglo XX pasaría a denominarse Hospital del Salvador.
Siglo XIX
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
La creación de la Casa de Orates en Santiago, en 1852, permitió la recogida de insanos en todo el país. El cen-
tralismo de Santiago es marcado, pues la Casa de Orates fue establecimiento único en Chile durante gran parte de la
segunda mitad del siglo XIX. El plan, que nunca se cumplió completamente, era erigir tres establecimientos. Además
de la Casa de Orates se programaba edificar casas de locos en el norte y en el sur. Valparaíso quedaba fuera de este
proyecto.
En Valparaíso el número de locos errantes y de locos confinados en sus casas era importante. Frecuentemente
la prensa hacía mención de casos de enfermos mentales encontrados en la calle, viviendo en la miseria y vagando
por la ciudad. Los lugares de reclusión eran numerosos: cuarteles de policía, la cárcel, el hospicio que acogía ancianos
y discapacitados físicos.
Desde mediados de los años 50 del siglo XIX se solicitó la creación de una Casa de Orates en Valparaíso. Una
denuncia del diario El Mercurio de Valparaíso sobre el maltrato dado por la policía a un loco, da ocasión para una
propuesta formal: “Aprovechamos esta oportunidad para llamar la atención de la autoridad a fin de que se trate de
fundar una casa de locos en este puerto, y que mientras tanto, se envíe a estos infelices a la de la capital” (1).
Sólo los enfermos considerados peligrosos o agitados eran enviados a la Casa de Orates. Entre el 9 de agosto
de 1852 y el 31 de diciembre de 1858 la Casa de Orates de Santiago tuvo a 288 asilados. La ciudad de Valparaíso envió
42 locos, que corresponden a 14,6% del total. En el mismo periodo Santiago envió 153 (53,1%) (2). Durante gran parte
de la segunda mitad del siglo XIX el número de locos enviados a la Casa de Orates fue creciendo a medida que se
ampliaba la capacidad del establecimiento. A pesar de ello nunca era capaz de recibirlos a todos. Los locos errantes
tranquilos siguieron vagando a su arbitrio por las calles.
Durante el periodo de la República Liberal una generación de médicos jóvenes y dinámicos se instaló a traba-
jar en Valparaíso. Bajo el alero del Consejo de Higiene lucharon por que los enfermos mentales fueran recibidos en el
Hospital San Juan de Dios. Sin embargo, el reglamento del hospital prohibió siempre el ingreso de enfermos psiquiá-
tricos. Los pacientes, especialmente los alcohólicos, morían sin auxilio en la cárcel y en los cuarteles de la policía. En
1896, un oficio del Alcalde de Valparaíso sugiere la conveniencia de abrir una sala en el Hospital San Juan de Dios para
los enfermos con delirium tremens. “Los señores Asta-Buruaga, Barrios y Manterola apoyaron la idea de establecer una
sala espacial para estos enfermos...” (3).
No existen evidencias documentadas sobre cuándo se abrieron las salas a fines del siglo XIX –en realidad cel-
das de reclusión– para encerrar personas aquejadas de la mente en el Hospital San Juan de Dios, hoy Carlos Van Bu-
ren. Se habrían derrumbado con el terremoto de Valparaíso de 1906, “que destruyó los pocos y miserables cuartos que
había para albergar a los alienados, una vergüenza pública insoportable para todos los que estaban impuestos de los
horrores a que daba lugar. Muchas veces la Honorable Junta (de Beneficencia) había escuchado amargas reflexiones
50
sobre esta situación, pero nada había hecho, porque si bien todos estaban de acuerdo de que debían hospitalizarse
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
El siglo irrumpió en Valparaíso con la asoladora epidemia de viruela de 1905. Luego vino el terremoto de
1906 que, según vimos, destruyó las celdas de reclusión de locos del Hospital San Juan de Dios. El problema que
planteaban estos y la escasez insoluble de camas en la Casa de Orates mantenían la preocupación de la población y
de la prensa. Las autoridades discutían, proponían, pero eran incapaces de resolver el asunto. Este estado de cosas
se mantuvo durante casi toda la primera mitad del siglo, los avances conseguidos eran borrados por importantes
retrocesos.
En 1918 el Dr. Enrique Deformes elabora un importante documento sobre el Lazareto de Playa Ancha, y cons-
tata que dispone de 147 camas para enfermos tuberculosos, y de ellas 13 estaban ocupadas por mujeres que pre-
sentaban enfermedades venéreas (5). Pasada la epidemia, las siguientes fueron menos masivas y con formas menos
graves, presentando sólo casos aislados de la enfermedad. El lazareto pudo entonces ser una vez más reconvertido.
En el mismo informe Enrique Deformes da un significativo paso: “los establecimientos de Valparaíso carecen en abso-
luto de servicios de alienados... Los enajenados, mientras se hacen los trámites administrativos, son albergados en las
comisarías, en los calabozos destinados a los presos que, por lo general, son habitaciones húmedas, mal ventiladas, y
donde los locos quedan entregados a su delirio sin que sea obligación del personal de las comisarías suministrarles ni
alimentos ni los cuidados necesarios... De aquí que muchas veces algunos delirantes se hieren contra las paredes de
la celda o se despojen de sus vestimentas, contrayendo enfermedades de gravedad. Durante 1917 fueron albergados
en las comisarías de Valparaíso y Viña del Mar 66 insanos, de los cuales 39 eran de sexo masculino y 27 del sexo feme-
nino” (6). Los trámites para el traslado demoraban en promedio 20 días por enfermo. La proposición de Deformes fue
la construcción de un departamento en el Hospital San Agustín y otro en el San Juan de Dios, con hasta seis camas
aisladas por departamento que contaran con las condiciones de seguridad necesarias. Desarrollando sus ideas, ese
mismo año destaca Enrique Deformes que el local del Hospicio de Viña del Mar “es amplio, luminoso y asoleado...”, lo
que le permite “estar destinado... a recibir ancianos, inválidos e incurables”.
Ese año de 1918 pareció mover a las autoridades, aunque no fue suficiente. Máximo del Campo, subadminis-
trador de la Casa de Orates decía que “en nuestro país se impone como una necesidad urgente la construcción de
pabellones anexos a los hospitales comunes y destinados a la hospitalización de insanos. La Serena, Santiago y Con-
cepción deberían tener estos hospitales psiquiátricos, que serían verdaderas casas de observación de los atacados
de enfermedades mentales” (7). En otras palabras, Valparaíso continuaba sin tener posibilidad alguna de contar con
un hospital psiquiátrico por su cercanía con Santiago. El tren Valparaíso-Santiago permitía el traslado de un enfermo
mental en cuatro horas a la Casa de Orates. El único y urgente problema continuaba limitándose al escaso número de
cupos asignados a Valparaíso.
En 1920 el Lazareto de Playa Ancha es bautizado con el nombre moderno de Hospital del Salvador. Recibe
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entonces enfermos de tuberculosis, tifus exantemático, otras enfermedades infecciosas y cáncer. Consta de tres mé-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
dicos que atendieron ese año 2.534 enfermos, de los cuales murieron 801 (31,6%), siendo los con tuberculosis los más
numerosos (49,4%). El estado del lazareto era deplorable. Constaba de cinco galpones de madera recién construidos
y todos los demás en estado ruinoso (8). En 1921 se reporta que “la plaga de pericotes ha sido reducida a límites razo-
nables”, pero que “la plaga de moscas, al contrario, ha crecido y que todas las medidas tomadas han sido vanas” (9). En
la Memoria de la Dirección del Hospital del Salvador del año 1926 se hace notar con especial fuerza que “el estado
ruinoso ha progresado lenta pero seguramente. Su reconstrucción total se impone como deber de la humanidad –y
por el decoro de quien corresponda” (10).
El problema de los enfermos mentales en Valparaíso se mantenía de manera paralela y se agravaba por la con-
fusión entre psiquiatría y lazareto, locura y exclusión, peligrosidad y confinamiento. El año de 1926 será fundamental
puesto que se reaviva la disputa. En enero la Intendencia de la Provincia informa que se ha “ocupado de este grave
asunto, pero tropieza con que la Casa de Orates no acepta nuevos insanos, ya que admite solamente enfermos en
pensionado “por el cual se cobra la suma de 50 pesos mensuales por anticipado” (11). La misma queja y el mismo ca-
llejón sin salida. Una vez más se requería que las autoridades enfatizaran el problema: “es de absoluta necesidad que
se arbitre algún medio para solucionar esta situación ya sea obteniendo el funcionamiento de salas de emergencia
en Santiago o adaptando algún local de este puerto que pueda servir para tal objeto ” (12). En los días que siguieron el
problema se agravó porque, además de no tener cupos en la Casa de Orates, los cuarteles de policía no tenían donde
recibir más locos, y a ello se agregó una circular transmitida a la jefatura de la Segunda Zona policial en el sentido
que no se acoja nuevos casos de denuncios de personas trastornadas. El escrito hacía notar el peligro que constituían
los locos circulando libremente por las calles: “la tranquilidad del vecindario requiere que se arbitren las medidas
consiguientes para procurar un local seguro en que retener a los insanos...”. Añade a continuación que “muchas veces
la H. Junta había escuchado amargas reflexiones sobre esta situación, pero nada había hecho, porque si bien todos
estaban de acuerdo de que debía hospitalizarse a estos desgraciados, nadie quería recibirlos“ (13). La misma Intenden-
cia de Valparaíso propuso como solución transitoria, al Ministerio de Higiene y Previsión Social, la apertura de salas de
emergencia en los hospitales. “En ellas sólo se recibiría a los insanos más peligrosos” (14). Los hospitales en que podía
disponerse de terrenos para su construcción eran el San Juan de Dios y el Del Salvador. El Ministerio informó favora-
blemente la propuesta (15). Faltaba no obstante el dinero para la construcción y el mantenimiento de los pabellones.
En marzo de 1926 se pidió opiniones a especialistas. El Dr. Carlos Graf, que había sido médico de la Casa de Ora-
tes por 20 años y era entonces director auxiliar de la IV Zona sanitaria, opinaba que “si se instala un asilo para aliena-
dos en nuestro puerto, sólo sería para recibir en él a los enfermos agudos y peligrosos para ellos mismos o para los
demás”. Planteaba que los otros “podrían tratarse en sus casas o como pensionistas en otros asilos, según el sistema
implantado en Bélgica”. Él consideraba que “el servicio para alienados podría iniciarse rápidamente alquilando casas
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apropiadas mientras se construyen los pabellones definitivos del asilo...”. Graf formulaba que se efectuara un trabajo
Mario AmUnátegui
nados del Hospital del Salvador los pacientes fueron atendidos por el
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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FOTOGRAFÍAS: Mario AmUnátegui
cuada para su estado. No, porque se relegó el servicio a los extra-
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Putaendo es una ciudad de 15.000 habitantes ubicada en el valle de Aconcagua, al nororiente de San Felipe.
Luego de recorrer 13 kilómetros se llega a la plaza de esta ciudad, lugar histórico y con sabor a leyendas. A tres kiló-
metros al este, dirigiendo la mirada hacia el monte Orolonco, cumbre que corona el valle, se encuentra el Hospital
Psiquiátrico Dr. Philippe Pinel de Putaendo. Una enorme construcción de cemento en forma de equis, con 20.000 m2,
de tres pisos, de gran altura, con grandes terrazas y emplazado en un terreno de cerca de 10 hectáreas. El edificio
fue levantado en este lugar en 1941, cuando la tuberculosis se trataba a base de un clima de altura, sol abundante y
sobrealimentación.
En 1968, durante el gobierno del presidente Eduardo Frei Montalva, el Hospital Sanatorio de Putaendo, des-
tinado a pacientes tuberculosos, se convirtió en asilo para pacientes psiquiátricos, los que fueron trasladados en su
mayoría desde el Hospicio de Santiago, luego que este se hubo incendiado. Se trasladaron en total alrededor de
900 pacientes crónicos, incluidos aquellos provenientes del Hospital Psiquiátrico El Peral y del Hospital Psiquiátrico
de Santiago. El Sanatorio de Putaendo se encontraba ya sin pacientes aquejados de tuberculosis, debido a que esta
enfermedad había sido controlada como consecuencia de las medidas de Salud Pública y de la aparición de la es-
treptomicina.
El traslado de enfermos psiquiátricos fue muy resistido por los habitantes de la comunidad de Putaendo, los
que realizaron masivas manifestaciones, y por los funcionarios de salud, quienes no habían recibido una adecuada
preparación para este trabajo. Las autoridades de salud del momento sólo consideraron un criterio residencial al efec-
tuar el traslado y no tuvieron en cuenta la necesidad de contar con médicos psiquiatras y personal especializado para
atender a estas personas. Este trabajo fue delegado a médicos generales de zona, quienes laboraban en el Hospital
de Medicina General de la ciudad de Putaendo y realizaban esporádicas atenciones de urgencia en el Sanatorio. Estos
pacientes recibían escasas atenciones psiquiátricas, a cargo de especialistas que concurrían voluntariamente durante
los fines de semana, entre otros, los Dres. Mario Vidal, Fanny Pollarolo y Patricio Torres, médicos que realizaban esta
labor bajo la mística del gobierno de la Unidad Popular.
No se aplicaban categorías diagnósticas, y las indicaciones médicas no se cumplían debido a la escasez de
medicamentos de la especialidad y también porque el contiguo Hospital San Camilo de San Felipe ocupaba los re-
cursos presupuestarios del Sanatorio de Putaendo. Los médicos de ese tiempo no se interesaban en el tratamiento
de este tipo de enfermos, y manifestaban abiertamente tal idea. Este conjunto de hechos tuvo como consecuencia
un grave deterioro del cuidado de los pacientes y un claro aumento de su morbi-mortalidad. En esta misma línea
de no consideración de la especialidad, en los años 1974-1975 fue nombrado director un médico de especialidad en
traumatología. El facultativo, a decir de quienes lo conocieron, se caracterizaba por sus actitudes poco humanas; el
personal del hospital, ya más adaptado al cuidado de estos enfermos, resistió abiertamente instrucciones como que
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“se les quitara la ropa de abrigo a los pacientes, con la finalidad de que no se deterioraran las máquinas lavadoras... “ (1).
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Este médico, que fue director hasta enero de 1976, pretendía crear un centro de derivación nacional de traumatología,
sin ningún criterio de salud pública.
A comienzos de 1976, se había mandado a reparar buses dados de baja de la Empresa de Transportes Colecti-
vos del Estado (ETC del E.), con personal y presupuesto de este establecimiento, con el objeto de crear una línea de
transporte colectivo entre el Sanatorio de Putaendo y San Felipe, para trasladar usuarios del futuro centro traumato-
lógico.
Enterada la Unidad de Salud Mental del Ministerio de Salud del estado de estos pacientes, decidió efectuar una
auditoría dirigida por el Dr. Eduardo Medina Cárdenas, psiquiatra del Ministerio. Dicha auditoría reveló irregularidades
económicas y administrativas que deberían ser corregidas. A su vez, diseñó la estrategia de enviar médicos generales
con interés en la especialidad a Putaendo para efectuar una actualización de las historias clínicas, diagnósticos, trata-
mientos, y en algunos casos, identificación de pacientes, con el objetivo de otorgarles una identidad, ya que figuraban
como NN.
En abril de 1976 los Dres. Raúl Riquelme y Walter Vas obtuvieron por concurso y por sus antecedentes curricu-
lares sendos cargos como médicos generales de zona. El Dr. Riquelme fue designado director del establecimiento.
Ambos asumen la atención de los pacientes y la reorganización de este hospital, con la colaboración de la enfermera
Berta Canelo y una nutricionista.
Al hacerse cargo del estado general de los pacientes, los médicos recién llegados encontraron calabozos
colectivos con capacidad para albergar 10 o 15 personas, destinados a enfermos agresivos y más desadaptados. En
otros sectores del hospital era común observar pacientes en las veredas de los pabellones, mal vestidos, desnutridos
y con frecuencia sentados sobre sus heces y orinas. A poco de haber llegado y conocida esta realidad, el Dr. Vas, en un
acto histórico, ordenó descerrajar calabozos y entregarles ropas, alimentos y medicación adecuada a estos pacientes,
con lo que se dio inicio a un trato diferente, más humano y concordante con el avance de la medicina psiquiátrica
de esos momentos. Con el buen uso del presupuesto adquirieron vestimentas y medicamentos, y se invitó a otros
profesionales a formar parte de este incipiente equipo de salud mental. De esta manera se incorporaron terapeutas
ocupacionales, enfermeras, asistentes sociales, y se efectuaron cursos de capacitación a los auxiliares de enfermería y
personal administrativo, choferes, auxiliares de servicio y secretarias.
El año 1978, con la llegada de los asistentes sociales, se procedió a citar a todos los familiares conocidos de
los pacientes, y a los no conocidos, se les ubicó mediante carabineros, con el fin de informarles que sus familiares
internados entrarían en un plan de rehabilitación con la finalidad de egresarlos del hospital. Esta decisión fue resis-
tida por algunos familiares, dado que pensaban que su internación sería para toda la vida. Se procedió a dar de alta
• Vista general del Sanatorio de Putaendo, década de los años 40.
Declaración de Putaendo
En 1997 se reúnen los directores de los cuatro hospitales psiquiátricos del país y emiten la “Declaración de Putaendo”, que fue titulada
“Reestructuración Psiquiátrica en Chile”.
Declaraciones:
1. Los hospitales psiquiátricos juegan un rol insustituible en la atención psiquiátrica y salud mental en Chile.
2. Se constata una realidad asistencial que subsiste a pesar de la controversia respecto del rol de los hospitales psiquiátricos.
3. El desarrollo de los Servicios de Psiquiatría en hospitales generales es complementario y no excluyente con el rol y desarrollo de los
hospitales psiquiátricos.
4. El verdadero desafío radica en continuar la inserción de los hospitales psiquiátricos en la red de atención, integrando servicios comu-
nitarios, los niveles primario y secundario y los servicios de psiquiatría y de urgencia en los hospitales generales.
5. El proceso de reestructuración de los hospitales psiquiátricos ya ha comenzado, por propia iniciativa, readecuando estructura y fun-
cionamiento y apoyando creación de redes de Servicios de Salud Mental.
6. Es obligación moral y ética de las autoridades generar condiciones intrahospitalarias para una atención humana y digna a los pacien-
tes discapacitados mentales que permanecen en cualquier circunstancia en los hospitales psiquiátricos.
a personas que no tenían patología psiquiátrica y a otros que se compensaron con el tratamiento. Se elaboraron
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estrategias para reunir fondos para financiar programas de rehabilitación. La participación exitosa en el programa
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
televisivo “Dingolondango” es un notable ejemplo. Durante todo este tiempo se contó con el apoyo decidido de las
autoridades de salud, tanto a nivel local como regional y nacional, entre los que destacan los Dres. Eduardo Medina
Cárdenas y Hernán Montenegro.
Cronología
1977 Nace el Hospital Psiquiátrico, con la unión del Hogar de Menores y el Sanatorio de Putaendo. Se produce
una apertura de la atención hacia la comunidad y se da inicio a actividades del consultorio adosado de
psiquiatría en Putaendo.
1978 Se da inicio a programas de rehabilitación con un modelo conductual basado en la economía de fichas.
1979-81 Se implementan los Servicios Clínicos de Psiquiatría: Crónico mujeres y Crónico hombres, Psiquiatría Infantil,
Psiquiatría de Agudos y Medicina Interna. Se inicia la atención odontológica y psicológica.
1982 Se crea el Servicio de Rehabilitación, se centralizan actividades y programas, la dirección del hospital es
asumida por un médico psiquiatra y, posteriormente, se integran otros especialistas al equipo de trabajo.
Los psiquiatras hacen atención en policlínicos de los consultorios adosados a los hospitales de Los Andes y
San Felipe, además del que ya se encontraba funcionando en Putaendo.
1984 Se realiza el proceso de diferenciación de la población asilar según repertorio conductual y nivel de inde-
pendencia. Se implementa el programa prealta, primera etapa de futura reinserción. Se crea el Servicio de
Medicina para Pacientes Postrados y Senescentes (atención interna) y se da inicio a la atención kinésica.
1985 Comienza la aplicación de programas de entrenamiento psicosocial. Se efectúan las primeras salidas pro-
gramadas de pacientes a la comunidad.
1986 Se reestructura el Servicio de Crónicos (Larga Estadía) para proceder a reubicarlos de acuerdo con su reper-
torio conductual. Se cierra el Servicio de Psiquiatría Infantil. Se realiza una permuta de pacientes en edad
infantil por adultos con el Hospital Sanatorio El Peral.
1989 Se crea el sistema de atención para la rehabilitación integral. Se da énfasis a la distribución de la población
interna según sus características psíquicas, físicas, habilidades y nivel conductual alcanzado en proceso de
rehabilitación. Destaca la creación del Servicio de Psiquiatría de subagudos realizando trabajo intensivo
para posibilitar el egreso de estos enfermos. Coincidentemente, llegan los primeros pacientes sobreseídos
por la justicia.
1990 El establecimiento pasa a llamarse Hospital Psiquiátrico Dr. Philippe Pinel, resolución N° 388 del 28 de
61
agosto de 1990 del Ministerio de Salud. La nueva denominación resultó de un concurso interno entre los
63
Aromos”, con 36 cupos en Putaendo. Se obtiene financiamiento para la Psiquiatría Forense.
La rehabilitación
El trabajo rehabilitador se inició en este centro hospitalario aproximadamente en los años 1971-1972, cuatro
años antes de la llegada de los médicos con orientación psiquiátrica destinados por el Ministerio de Salud. En sus
inicios fueron proyectos aislados, ligados especialmente al trabajo agrícola, como la creación de plantaciones de na-
ranjos, olivos y hortalizas, cuyas producciones eran vendidas por el funcionario a cargo. Posteriormente, el hospital
recibió la llegada experimental y transitoria de terapeutas ocupacionales, quienes procedieron a organizar la activi-
dad agrícola como taller. Este proceso poco a poco fue tomando cuerpo y continuó con impulso propio hasta el año
1976, cuando es contratado el terapeuta ocupacional Eduardo Quezada.
Producto de este sistema de trabajo se organizó un programa que incluía una oferta de 72 actividades, desti-
nadas a 500 pacientes aproximadamente. Se pueden citar, entre las más importantes: talleres artesanales, actividades
de agricultura, actividades básicas y de la vida diaria y actividades sociorrecreativas.
En el año 1982 se organiza el Servicio de Rehabilitación y se procede a unificar todas las actividades terapéu-
ticas existentes; equipo integrado por kinesiólogo, psicólogo, enfermeros, asistente social y terapeuta ocupacional.
Dejó de funcionar como tal el año 1986, cuando se transformó en Unidad de Terapia Ocupacional.
El 1991 se concreta el primer hogar protegido. Con posterioridad se crea la residencia protegida, destinada
preferentemente a pacientes de Larga Estadía con deterioro orgánico cerebral.
La enfermería
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Desde los comienzos de la Psiquiatría Forense en el Hospital Psiquiátrico Dr. Philippe Pinel, han ingresado
pacientes sujetos a medidas de protección y seguridad dictadas por los Tribunales de Justicia. Así por ejemplo, en
el año 1993, a través de la Comisión de Sobreseídos de la Justicia ingresaron 59 pacientes que se encontraban en las
diferentes cárceles del país. Entre los años 1985 y 1998 ingresaron 27. Hasta ese momento, dichos internos eran incor-
porados al sistema general para la atención de pacientes de Larga Estadía del establecimiento, sin recibir ningún trato
diferenciado. Desde fines de 1998, a través de la Comisión Nacional de Psiquiatría Forense, se recibieron 24 enfermos
provenientes de diversos centros de reclusión, constituyéndose en el primer grupo de pacientes de igual proceden-
cia, internos en una misma unidad, bajo una modalidad diferenciada del Sistema de Larga Estadía. Con fecha 16 de
junio de 2000, inicia su funcionamiento la Unidad de Psiquiatría Forense para pacientes sobreseídos y absueltos. En la
actualidad la demanda de internación de pacientes forenses es cubierta por el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz
Barak y el Hospital Psiquiátrico Dr. Philippe Pinel. Es importante destacar la Unidad de Alta Complejidad Forense, in-
augurada en julio de 2004, y una de las más modernas de Chile y Sudamérica.
El modelo de atención de Psiquiatría Forense del Hospital Psiquiátrico Dr. Philippe Pinel está conformado por
las Unidades de Alta Complejidad, Mediana Complejidad, Externalización y Unidad Evaluación de Pacientes Imputa-
dos (UEPI). Está orientado a aquellas personas que se encuentran sobreseídas por la justicia debido a que cometieron
delitos y se determinó su inimputabilidad producto de una enfermedad mental.
Referencia
El Hospital del Salvador es uno de los establecimientos públicos más antiguos del país. Su acta fundacional Dr. Ramón Florenzano Urzúa
67
es un decreto del presidente Federico Errázuriz Zañartu de enero de 1872; pero su construcción, con planos del
crónicos. En los últimos años, en la medida que el hospital se ha transformado en un centro de referencia nacional
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
para trasplante hepático y problemas hematológicos crónicos, se ha desarrollado un especial interés en esa área. Asi-
mismo, el Complejo Hospitalario del Servicio Oriente tiene una elevada concentración de camas neurológicas, tanto
en el mismo Hospital del Salvador como en el Instituto de Neurocirugía. Por ello, los diagnósticos diferenciales de
cuadros neurológicos degenerativos o tumorales, así como las epilepsias complejas con componente psiquiátrico son
temas en los cuales se ha trabajado activamente.
El Dr. Hernán Davanzo insistió en la importancia de la investigación en Psiquiatría, y desde su jefatura, el Ser-
vicio de Psiquiatría realiza investigación acerca de diversos temas. Actualmente existe la Unidad de Investigación en
Servicios de Salud Mental, que ha indagado activamente en temas ligados a las farmacodependencias, la evaluación
de resultados especialmente de psicoterapias, y los tratamientos de los trastornos afectivos. La Unidad de Trastornos
Afectivos –creada en la década de los 90 por los Dres. Pedro Retamal y Christian Osorio– sigue produciendo traba-
jos especialmente sobre el diagnóstico, evolución y tratamiento de los pacientes bipolares. La formación conjunta
de médicos y psicólogos es otro tema de interés, formándose médicos en los programas de especialización de la
Universidad de Chile, que dirige el Dr. Juan Pablo Jiménez, y de la Universidad de Los Andes, dirigido por el Dr. César
Carvajal. Además hacen sus prácticas hospitalarias estudiantes de Psicología de diversas universidades de la Región
Metropolitana.
En resumen, después de más de medio siglo de su creación como Unidad de Medicina Psicosomática, el actual
Servicio de Psiquiatría tiene una larga trayectoria de contribución al desarrollo de la psiquiatría nacional.
Psiquiatría en el Ser vicio de Salud Metropolitano Central.
Hospital San Borja Arriarán
El Servicio de Salud Metropolitano Central (SSMC), al igual que los otros servicios de salud del país, fue creado Dr. Atahualpa Granda Flores
69
el 1 de agosto de 1980 (Decreto Ley N° 2.763, de 1979) y está compuesto por un conjunto de establecimientos asis-
En 1998 se construyó el Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) San Borja Arriarán, establecimiento de
atención ambulatoria que recibe a los usuarios que son referidos desde los Centros de Atención Primaria y también
a los pacientes hospitalizados en el área Diagnóstico-Terapéutica, con lo cual se trasladó la atención ambulatoria de
los pacientes a las actuales dependencias del Complejo de Salud San Borja Arriarán (CSSBA). El retiro del hospital del
grupo de psiquiatras encabezados por los Dres. Cordero y Bahamondes, a mediados de la década del 2000, resultó
en la pérdida de un polo de desarrollo de renombre internacional, además del programa de formación académica.
Continuando el legado de estos facultativos, desde el año 2003, un grupo de psiquiatras bajo la tutela del Dr.
70
Manuel Parra, hace frente a la migración de especialistas al sector privado tras la implementación en el país del Pro-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
grama AUGE, logrando mantener la presencia del Servicio de Psiquiatría en el Complejo de Salud San Borja Arriarán
(CSSBA) a pesar de la grave crisis sufrida en el Sistema de Salud Público por la falta de especialistas.
Con el auspicio del director del hospital, Dr. Alfonso Jorquera, y de la subdirectora médica, Dra. Begoña Yarza,
desde el 2006 y hasta el 2008 se entregó un gran apoyo para la gestión del área de Psiquiatría y Salud Mental, desta-
cándose:
1. En el 2006 se reconoció a psiquiatría como especialidad en falencia.
2. Se elevó a la categoría de Centro de Responsabilidad al Servicio de Psiquiatría, bajo el modelo de Gestión Hos-
pitalaria a través del desafío de la Autogestión.
3. Por primera vez se demostró la brecha de camas de psiquiatría necesarias para cubrir la demanda existente en
el área, determinándose en 53.
4. Se iniciaron los estudios arquitectónicos para la instalación de la Unidad de Corta Estadía.
5. Se creó el Programa Médico de llamada, para dar respuesta inmediata a las necesidades de evaluaciones psi-
quiátricas de Urgencia las 24 horas, todo el año.
En el año 2008 se estableció un hito histórico al iniciarse la atención de pacientes en la Unidad de Corta Estadía, con
10 camas integrales en las dependencias del edificio Valentín Errázuriz. Este fue construido respetando la norma técnica
de construcción del Ministerio de Salud (MINSAL), permitiendo acoger pacientes portadores de una patología psiquiátrica
grave y aguda, y fortaleciendo así el trabajo de todos los dispositivos de la Red de Salud Mental del SSMC. Este logro fue
el resultado del esfuerzo coordinado de la Subdirección Médica del SSMC, de la Subdirección Médica del Complejo, de la
División de Gestión de la Red Asistencial y del Centro de Responsabilidad Salud Mental y Psiquiatría del Adulto, a cargo de
los Dres. María Eugenia Chadwick, Begoña Yarza, Gonzalo Poblete y Atahualpa Granda, respectivamente.
El trágico terremoto ocurrido el pasado 27 de febrero de 2010 ocasionó el cierre inmediato y posterior acondiciona-
miento de la Unidad de Corta Estadía; pero sólo con la recuperación parcial de cinco camas y un espacio que no presta las
condiciones para realizar una rehabilitación psicosocial. El pabellón Errázuriz había sido inaugurado en octubre de 1925 y
funcionó sin interrupción hasta el terremoto del 27 de febrero, producto del cual resultó con daños estructurales.
Actualmente el Servicio cuenta con un equipo de 11 psiquiatras, complementados con el trabajo integral del
resto de profesionales, técnicos paramédicos, administrativos y auxiliares, que han logrado acortar lista de espera,
ampliación de cobertura de especialidad, consolidación del Programa de Consultoría con los equipos de la Atención
Primaria de Salud y sectorización del trabajo en equipos y en red. Se están desarrollando programas de formación de
pre y posgrado en disciplinas asociadas con la especialidad.
Síntesis histórica de la psiquiatría en el Área Sur de Santiago.
Hospital Barros Luco Trudeau, Hospital El Pino
La historia de la psiquiatría en el Área Sur de Santiago es circular. Comenzó a fines de los años 60 del siglo XX Dra. Cecilia Vera Superbi
71
con el Programa de Psiquiatría Intracomunitaria liderado por el Dr. Juan Marconi. Tras un largo proceso de reflujo du-
de internaciones, incidencia y prevalencia de los trastornos abordados, logrando además una amplia cobertura de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
prevención y tratamiento. Tras el golpe militar, fue desmantelado el Programa Intracomunitario, que contemplaba a
mediano plazo un modelo integral de salud mental, con una organización de servicios que fue fuente inspiradora
del actual Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría. El Dr. Marconi fue obligado a renunciar, aunque mantuvo su
relación con el Servicio, y siguió asesorando y creando nuevos programas. Varios de sus discípulos y colaboradores
sufrieron las consecuencias de la represión. Un grupo de académicos, junto a funcionarios del Hospital Barros Luco,
logró mantener la actividad asistencial del Departamento de Psiquiatría, hacinados en un par de salas del Policlínico
Adosado de Especialidades (PAE). Por su parte, el Servicio de Psiquiatría Infantil inició el posgrado de especialidad en
1977 (8).
A pesar de las dificultades, en 1978 crearon el Programa Integral para la Esquizofrenia, manteniendo la es-
tructura de delegación en el hogar del paciente, con sus cercanos (9, 10). Fueron rápidamente sobrepasados, ya que el
Hospital Psiquiátrico, actual Instituto J. Horwitz B., que contaba con varias decenas de psiquiatras y otros profesio-
nales, traspasó sus pacientes del “sur del Mapocho” (11) a este Servicio, cuya dotación era de cuatro psiquiatras y un
puñado de profesionales no médicos, casi todos únicos. Debieron recurrir entonces a la colaboración de médicos en
formación de especialidad y alumnos de otras carreras de la salud para reducir la brecha de atención. Se pusieron en
marcha talleres y grupos de autoayuda. “Se fue metiendo como el smog… lo principal era el ambiente participativo
con el que trabajábamos” (12).
En 1976, el Hospital El Peral (Open Door) fue anexado al Área Sur, aportando camas para la hospitalización de
pacientes agudos y crónicos. Allí también se aplicó un sistema tipo delegación de funciones al interior de la comu-
nidad hospitalaria. Se incorporaron técnicas de terapia conductual y algunas medidas humanizadoras para aliviar el
sufrimiento de los pacientes recluidos en dicho establecimiento.
A mediados de los 80, el Departamento de Psiquiatría Sur de la Facultad de Medicina y el Servicio de Psiquiatría
del Hospital Barros Luco Trudeau convocaron al Primer Congreso de Alcoholismo, de carácter nacional, que fue se-
guido posteriormente de eventos similares, con lo que se consolidó la organización de profesionales que trabajaban
en el tema. Desde la década de 1990, superada la dictadura, se avanzó en el proceso de transformación del Hospital
El Peral y se dio curso a la progresiva creación y ampliación de plantas físicas y a la diversificación de prestaciones en
todo el Servicio de Salud Metropolitano Sur, con la coordinación y supervisión de su Unidad de Salud Mental, depen-
diente del Departamento Técnico de Programas para las Personas. Previamente, se formó la Unidad de Salud Mental
del Ministerio de Salud.
En 1992 se creó el Programa de Rehabilitación y Reinserción Psicosocial en un inhóspito galpón ubicado en
dependencias del Servicio de Salud Metropolitano Sur (SSMS), que debió ser adaptado para instalar talleres destinados
inicialmente a pacientes del Hospital El Peral (13). Se creó el Programa de Reparación y Asistencia Integral en Salud (PRAIS)
73
y cuatro Centros Comunitarios de Salud Mental. Se fortaleció y amplió el programa de tratamiento y prevención en alco-
Luco.
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Hasta la fecha no se ha podido recuperar el estrecho vínculo entre la Facultad y el Servicio de Salud que había
en la década de los 70. En los últimos años se ha abierto el campo clínico de pre y posgrado a universidades privadas
para diversas carreras de la salud, tanto en el HBLT como en el Hospital El Pino.
Los avances son muchos: en rehabilitación e integración social de personas con trastornos psiquiátricos se-
veros, en reducción de la “puerta giratoria” de hospitalización, en el desarrollo de temas específicos como patología
dual, en la elaboración de protocolos, en actividades de monitoreo y evaluación.
Finalmente, se ha iniciado un proyecto piloto de formación de agentes comunitarios de salud mental, para la
comuna de Pedro Aguirre Cerda, que representa el “cierre del círculo” que planteábamos al inicio. Es decir, retomar el
principio de la participación activa de la comunidad en el cuidado de su salud mental.
Marconi sigue aquí…
Referencias
1. Mendive, S. (2004), Entrevista al Dr. Juan Marconi, Creador de la Psiquiatría Intracomunitaria. Reflexiones acerca de su Legado para la Psicología
Comunitaria Chilena, Psykhe, Vol. 13, Nº 2:187-199.
2. Marconi, J. (1971), Programa Psiquiatría Intracomunitaria en el Área Sur de Santiago: Bases Teóricas y Operativas para su Implementación (1968-
1970), Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 4, 255-264.
3. Entrevista a la Sra. Alicia Sagaceta, terapeuta ocupacional.
4. Entrevista al Dr. Hernán Montenegro, psiquiatra infantil.
5. Minoletti, A.; Marconi, J.; Ifland, S. & Naser, S. (1972), Programa Intracomunitario de Neurosis: Un Modelo Tentativo de Prevención Secundaria en
Adultos, Comunicación Preliminar, Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 18 (1):15-21.
6. Mendive, S. (2004), Entrevista al Dr. Juan Marconi, Creador de la Psiquiatría Intracomunitaria. Reflexiones acerca de su Legado para la Psicología
Comunitaria Chilena, Psykhe, Vol. 13, Nº 2:187-199.
7. Ídem.
8. Entrevista al Dr. Hernán Montenegro, psiquiatra infantil.
9. Entrevista al Dr. Rogelio Aravena, psiquiatra de adultos.
10. Entrevista a la Sra. Alicia Sagaceta, terapeuta ocupacional.
11. Ídem.
12. Entrevista al Dr. Hernán Montenegro, psiquiatra infantil.
13. Entrevista a la Sra. Sofía Tapia, terapeuta ocupacional.
Unidad de Corta Estadía del Hospital Dr. Sótero del Río.
Ser vicio de Salud Metropolitano Sur Oriente
Con la instauración de la estructura de servicios de salud en el país y en la Región Metropolitana, el Servicio Dra. Ana Valdés Pérez
75
Sur Oriente comprende la atención de la población beneficiaria de las comunas de Puente Alto, Pirque, San José de
Para referirnos a la historia y fundación del Servicio de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Félix Bulnes de-
76
En el contexto político de los 90 y de acuerdo con la Declaración de Caracas (1990) se sientan las bases de la
restructuración de la atención psiquiátrica en América Latina. Esta declaración se efectúa el mismo año en que nues-
tro país recupera la democracia. El espíritu reformista de salud mental, mundial y latinoamericano, se vive también en
nuestro país, existiendo, en la génesis del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría, una fértil producción de ma-
terial y espacios de pensamiento acerca de nuevos abordajes, sobre todo en términos de la inclusión de las variables
sociocomunitarias en la asistencia. De este modo, el trabajo deja de pensarse de un modo aislado y se constituye en
términos de red y cooperación entre los distintos agentes comunitarios.
Cuando en los propios hospitales psiquiátricos se vive con agudeza la contradicción de concentrar recursos y me-
jorar su pobreza crónica versus volcarse a las redes comunitarias y establecer nuevos paradigmas, un grupo de profesio-
nales comienza a germinar la idea de sectorizar la atención psiquiátrica y migrar hacia diferentes servicios de salud, uno
de los cuales es el Servicio de Salud Occidente de la Región Metropolitana, con una población de 1.132.223 habitantes.
En 1990 el Dr. Mario Sepúlveda se incorpora al Hospital Félix Bulnes con un grupo de neurólogos y psiquiatras
infantiles que, sumados a los profesionales que se trasladan con el Dr. Juan Maass desde el Instituto Psiquiátrico (1993-
1994), constituyen un equipo que fomenta en los años siguientes un nuevo proyecto: El Modelo Occidente de Salud
Mental y Psiquiatría. Este proyecto se instala, no sin dificultades, en las dependencias del Hospital Félix Bulnes, con 25
camas. Recordemos que el Hospital Félix Bulnes es un hospital general que antiguamente también había albergado a
“marginales de la medicina”. Fue en su época, un sanatorio que recibía a pacientes que padecían tuberculosis. Otros
hospitales del Servicio Occidente, aun con más recursos, nunca ofrecieron la posibilidad de establecer allí un Servicio
de Psiquiatría. Consideramos esto como una sutil forma de exclusión de la psiquiatría.
El Servicio de Psiquiatría y de Salud Mental del Hospital Félix Bulnes abre sus puertas el 1 de diciembre de 1993,
siendo director del hospital el Dr. Ernesto Núñez y director del Servicio de Salud el Dr. Jorge Carabantes. Este proyecto es
dirigido por los Dres. Mario Sepúlveda y Juan Maass, primer jefe de Servicio y primer encargado de Salud Mental del Área
Occidente respectivamente, y está orientado a la atención de la población infanto-juvenil y de adultos, con una misión do-
cente asistencial y un fuerte trabajo en red comunitaria y social, junto a otros actores del equipo de salud. El equipo técnico
para la atención de adultos incluye un equipo multidisciplinario de médicos psiquiatras, asistentes sociales, psicólogos, en-
fermeras, terapeutas ocupacionales y técnicos paramédicos. El equipo del Dr. Mario Sepúlveda definió su accionar hacia la
salud mental, formándose la Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil, emigrando los neurólogos al Hospital San Juan de Dios.
En un inicio se trabaja en un espacio reducido, diseñando el modo de atención ambulatoria, y se protocoliza la
77
asistencia tanto en policlínico como en la Unidad de Hospitalizados, que aún no comienza su marcha. La Unidad de Hos-
Como se ha señalado en otro capítulo, la reforma garantista (AUGE) del Ministerio de Salud afecta el desarrollo
del Plan Nacional de Salud Mental. En esta etapa mucho de lo consolidado comienza a modificarse por los grandes
cambios que se suceden en salud pública. Por ejemplo, el Hospital Diurno se externaliza en 2003, lo que significa que
los pacientes reciben todas las prestaciones en un dispositivo no dependiente de este Servicio de Psiquiatría.
El año 2004 el Dr. Mario Sepúlveda asume como jefe de Servicio de Psiquiatría, secundado en gestión por el
jefe de la Unidad Adulto el Dr. Daniel Díaz.
La tercera reforma de salud de Chile está en marcha, y la salud mental parece perder algo del protagonismo
inicial del Servicio, el cual, de este modo, se ha ido perfilando hacia una atención de especialidad, lo que se pone de
manifiesto en el año 2009, al retornar el Dr. Juan Maass a la jefatura de Servicio.
CAPÍTULO II
La psiquiatría de la “periferia” es más joven que la Sólo la calle, la larga noche solitaria, la vagancia. Su identi-
81
del centro. Nace tardíamente, promediando los años 70 dad personal remite a la de un personaje popular, objeto
a lo más un ave de paso. Son los médicos generales, los desde diversas perspectivas epistemológicas, se trabaja
recién titulados, con fortuna algunos internistas y más en la rehabilitación con terapeutas ocupacionales y psi-
escasamente los neurólogos, quienes se hacen cargo de cólogos clínicos, se investiga, se hace docencia de pre y
los enfermos mentales que yacen semiabandonados en posgrado, proliferan las sociedades científicas, se dictan
las unidades psiquiátricas, casi todas ellas una mezcla de conferencias sobre temas psiquiátricos importantes. Este
asilo con servicio clínico. El tiempo que ocupan en estos manifiesto desbalance en el desarrollo de la disciplina
pacientes es un tiempo adicional, breve, inconstante, se entre la metrópoli y la provincia es factor que amenaza
reduce a la repetición de recetas, a la constatación de si- la estabilidad del psiquiatra en el pueblo y produce un
tuaciones críticas. No hay técnicas especializadas de ma- flujo constante de médicos entre la periferia y el centro
nejo, tampoco medicamentos, menos preocupación por que dificulta la estructuración del equipo de trabajo.
los cuerpos enfermos. En estas condiciones se agiganta Así y todo, hacia los finales del siglo se consolida
el rol de los cuidadores, los paramédicos, quienes oscilan la psiquiatría clínica en las regiones, se logra el posiciona-
ambivalentes entre un rol paternal, protector, acogedor, miento de la especialidad al lado de las demás ramas de la
y otro francamente celador, vigilante y maltratador; esto medicina, se inicia la dignificación de la persona con tras-
último no puede llamar la atención, ya que en ellos dele- tornos mentales. Las prácticas en salud mental realizadas
gaba el médico las indicaciones represivas: la contención por los equipos pasan a tener un sello propio asociado
física, las prohibiciones, el encierro, el electroshock. a las características culturales de cada región, en algunas
Sólo a partir de los años 70 del siglo pasado se partes con cierta capacidad para ensayar el diálogo inter-
va imponiendo lentamente la clínica, el psiquiatra apa- cultural con los saberes populares o con la medicina tradi-
rece en la provincia para quedarse, se asocia con la en- cional indígena, como en Temuco; para incorporar las vi-
fermera, recluta y capacita a los antiguos celadores y los siones mitológicas en la comprensión del enfermar, como
transforma en verdaderos técnicos paramédicos, incor- en Chiloé; para acoger las formas de subjetividad propias
pora la terapia como ergoterapia y como trabajo sobre de las inmigraciones transfronterizas, como en Iquique,
las actividades cotidianas, se organiza el tratamiento etc. Decimos que hay particularidades en el desarrollo
médico, aparece la preocupación por la enfermedad físi- histórico de la psiquiatría en el territorio extenso de Chile,
ca. El insano se convierte en persona enferma, sujeto de necesarias de rescatar y estudiar, pues son un aporte, aún
los cuidados de la medicina moderna, de la clínica. Sin latente, para el relato general de esta memoria.
embargo, los recursos humanos son limitados, las con- La revancha de la provincia se produce al inicio del
diciones de hotelería son deficientes, escasean los ins- nuevo milenio. En plena transición democrática, ya más
trumentos clínicos y los medicamentos especializados. lejano el oscurantismo que reinó sobre la salud mental
chilena en las décadas de los 70-80, alcanza un vigoroso
83
impulso la reforma psiquiátrica en nuestro país. Las nue-
Cuando el 3 de octubre de 1950 se entregó un nuevo edificio hospitalario a la comunidad de Arica, el Hospital Dr.
Juan Noé C., con 126 camas, la ciudad contaba con 30.000 habitantes. Después de una brusca explosión demográfica
tras la declaración de “Puerto Libre” en 1953, las autoridades de salud debieron adecuar las instalaciones del hospital a los
requerimientos de la población, aumentando el número de camas a 240 en el año 1964. Los pacientes eran atendidos por
médicos generales, quienes usaban clorpromazina inyectable, que era el único psicofármaco disponible en el hospital. En
1968 llega el primer psiquiatra a la ciudad, el Dr. Hugo García Valencia, quien comenzó a atender pacientes en dos salas de
Medicina que se habían habilitado para la hospitalización de pacientes alcohólicos y con episodios de descompensaciones
psiquiátricas agudas. En 1974 arriba el psiquiatra Dr. Juan Merello Galasso, quien se hace cargo de dos salas de Medicina
destinadas a hospitalización de pacientes psiquiátricos, el policlínico de psiquiatría y la atención de interconsultas. En marzo
de 1976, con la entrega de un block nuevo de cinco pisos para todos los servicios clínicos con hospitalización, se le cede a
Psiquiatría uno de los pabellones de Medicina, quedando un servicio completo para hospitalizados. En abril de 1983 llega el
psiquiatra Dr. Jorge Seguel Cáceres, haciéndose cargo del Servicio de Psiquiatría. Promovió la creación de grupos comunita-
rios organizados para efectuar acciones educativas en salud mental. En el año 1986 organiza en conjunto con el Dr. Maass,
jefe del Servicio de Psiquiatría de Iquique, las Primeras Jornadas de Psiquiatría Andina, las cuales pusieron énfasis en temas
transculturales. El Dr. Seguel recuerda que hubo una alta asistencia de psiquiatras del sur del Perú a dicho evento.
En abril de 1988 arriba el primer posbecado en Psiquiatría en ciclo de destinación, el Dr. Roland Bargsted Herre-
ra, quien se hace cargo del servicio, función en la que se mantiene hasta la actualidad. Llama la atención la existencia
de pacientes crónicos que a menudo usan los servicios de internación y frente a los cuales la propia comunidad
produce una fuerte presión para su internación en modalidad asilar; para cambiar esta visión se les instó a organi-
zarse, creándose la Agrupación de Familiares de Pacientes Mentales Crónicos –entidad que involucraría en forma
participativa a los familiares y a los propios pacientes–, cuyo actuar aún se mantiene, con el nombre de Organización
Comunitaria de Ayuda al Enfermo Mental (OCAEM).
Un fenómeno que aparece a fines de la década de los 80 es la irrupción gradualmente masiva del consumo de
pasta base de cocaína, debido a la cercanía con los países productores y a su bajo precio, lo que favoreció a inicios de
los 90 un consumo epidémico, en especial entre la población joven; esto provocó un brusco aumento de consultas
en los Servicios de Urgencia y en Psiquiatría por cuadros de intoxicación y síndromes de abstinencia. En 1989, la co-
munidad organizada cierra filas en torno a una campaña, “La Teledrogatón”, cuya finalidad fue implementar un Centro
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de Rehabilitación para Adictos, lo que se concretó a fines de ese año; este centro aún funciona, con modalidad de
La idea de relevar el modelo hospitalocéntrico por uno de carácter comunitario se hace realidad en Arica a co-
mienzos del año 2002, concretándose en un accionar sin transición la eliminación de la atención ambulatoria del Poli-
clínico de Psiquiatría del Hospital Dr. Juan Noé C. y la formación de dos equipos de Salud Mental Ambulatoria (ESSMA)
en dispositivos acondicionados para tal efecto. A partir de la experiencia aprendida cuando fue Jefe de la Unidad de
Salud Mental, el Dr. Yévenes asume el compromiso de desarrollar en Arica una propuesta de “Modelo Comunitario”,
de acuerdo con la realidad local, diseñada para territorializar ambos centros (Norte-Sur), en concordancia con los con-
sultorios de referencia, e implementar con equipos multidisciplinarios el otorgamiento de atenciones más integrales,
iniciativa que motiva el interés del Dr. Minoletti, quien decide apoyar la propuesta de reestructuración. Este cambio
radical no estuvo exento de problemas técnicos, adaptativos y de infraestructura, que sólo se han ido minimizando
en los últimos años con la capacidad y el entusiasmo de nuevos integrantes de esos equipos y un mayor afiatamiento
del modelo, tanto por parte de los prestadores como de los usuarios. El Servicio de Psiquiatría ha derivado en este
mismo periodo en una Unidad de Hospitalización de Corta Estadía, con 21 camas y conectado en red tanto con el
resto del hospital como con los otros dispositivos de la Red de Salud Mental. Actualmente 75 funcionarios laboran en
los distintos niveles y dispositivos de atención en la Red de Salud Mental y Psiquiatría, en un contexto epidemiológico
en donde se presentan altas prevalencias asociadas a adicciones y depresión, lo cual también repercute en la tasa de
suicidios, en torno a los cuales hoy se hospitaliza anualmente un promedio de 160 pacientes por esta causa.
Este desierto que nos ata:
en los cerros de Iquique, palomas al v uelo
El manicomio
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Dr. Carlos Madariaga Araya El desarrollo de la psiquiatría en Iquique se encuentra indisolublemente ligado al devenir de este puerto. Re-
cordemos que Iquique era posesión peruana hasta 1879, existiendo pocos registros de la atención de salud de la épo-
ca. Antes de la Guerra del Pacífico, el nosocomio de entonces –Hospital San Luis– se ubicaba en los inicios de la actual
calle Juan Martínez, en las cercanías del cerro La Cruz; era pequeño y con deficientes condiciones de funcionamiento,
lo que no le impidió recibir a los heridos del combate naval librado por el capitán Prat y sus hombres. Este mismo hos-
pital acogía a los alienados y orates que deambulaban por la ciudad, los mismos que en otros momentos –los negros
tiempos de la peste bubónica– iban a parar a los lazaretos. Luego de la anexión de la provincia de Tarapacá al terri-
torio chileno, las autoridades pusieron en funcionamiento el Hospital de la Beneficencia, cuyo diseño correspondió
al arquitecto francés Eduardo Lapeyrouse y que fue edificado en el mismo emplazamiento del hospital actual, al final
de la calle Tarapacá, en noviembre de 1887. La contrarrevolución de 1891 marcó el fin definitivo del Hospital San Luis,
cuyos barracones fueron convertidos en cuartel militar, acantonándose allí la Sección de Artillería que se mantuvo fiel
al presidente Balmaceda. Hasta ese tiempo no podemos hablar en Iquique de un desarrollo de la psiquiatría como
tal, ya que no fue sino hasta el año 1903 cuando se construyó la Sección Dementes del Hospital de la Beneficencia,
diseñada para cobijar a 15 alienados de ambos sexos, los que también podían ser ingresados en el Asilo de Incurables,
establecido a un costado del hospital, hacia 1904. Las precariedades de todo tipo llevaban en esos entonces a que
las acciones destinadas a los enfermos psiquiátricos se remitieran al encierro y a ser derivados a la Casa de Orates de
Santiago. Véanse las fotografías que testimonian esto último, en particular los telegramas en los que se anuncia la
llegada del “vapor de los locos”, con la misión de realizar los traslados a Santiago, y las vicisitudes del viaje.
El 3 de octubre de 1940 se inaugura el Hospital Regional de Iquique, importantísima obra cuya concreción se
debió al Dr. Ernesto Torres G. Claro, cambiaba la medicina, pero no la psiquiatría. El nuevo establecimiento contaba con
dependencias aledañas a él, conocidas como “El Psiquiátrico”, el que mantuvo la concepción manicomial por décadas,
hasta los mismos años 80. Todo indica que tales dependencias databan de la época peruana y que constituían lo que
quedó de la cárcel de entonces. Impacta el testimonio de uno de los primeros psiquiatras que asomó su profesión y su
corazón por estas tierras, el Dr. Jorge Seguel: “Había celdas de madera tipo cárcel, pacientes hacinados, acompañados
de animales, algunos sin ropa. Cada celda con barrotes de fierro, y un hoyo en el centro para baño... Años después vi
automutilaciones de pacientes, otros se quemaron a lo bonzo, otros se colgaron... Estaba solo, motivado, joven...”. Entre
1960 y 1982, dieron su aporte otros tres psiquiatras, los Dres. Troudart (francés), Santibáñez y Ramos. También laboraron
• Documento de la Casa de Orates de Santiago que informa al Hospital de • Telegrama de la Casa de Orates dirigido al Intendente de Iquique anunciando la salida desde
Iquique acerca de los problemas ocurridos en el vapor “Cachapoal” durante Arica del vapor que trasladaba “insanos” a la Casa de Orates en Santiago, ofreciendo cupos.
el traslado de los “insanos” desde el puerto hacia la capital. Septiembre de Mayo de 1917.
1917.
ilustres internistas como los Drs. Reyno y Montalva. Algunos
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89
sustantivas en la calidad de vida de los pacientes que vivían
psiquiatría con base doctrinal en los derechos humanos. Esta concepción probablemente haya tenido en su origen la
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
experiencia personal de cárcel, tortura y exilio de los dos psiquiatras fundantes de este proceso y de su larga trayectoria
en la atención de personas afectadas por violaciones a sus derechos humanos. Desde mediados de los años 90 se su-
cede una larga secuencia de acciones e iniciativas dirigidas a modificar estructuralmente el funcionamiento del aparato
asistencial público en el campo de la psiquiatría, que hasta ese momento estaba capturado por el hegemonismo clínico
del Servicio de Psiquiatría. Con el concurso de proyectos se abrió el segundo hospital diurno más antiguo del país, se
puso en marcha el taller laboral, se conformaron cuatro organizaciones de base ligadas a la salud mental y se empezó
a trabajar en su capacitación y empoderamiento. Se inauguraron nuevas líneas de trabajo al interior del Servicio de Psi-
quiatría: Unidad de Investigación, de Capacitación, de Informática, de Proyectos, las cuales facilitaron la potenciación de
los funcionarios como agentes de cambio hacia un modelo solidario y comunitario.
Con posterioridad al año 2000 el Servicio de Psiquiatría estaba plenamente capacitado para hacer suyos los
objetivos más audaces contenidos en el Plan Nacional de Salud Mental surgido en esa época. Fue uno de los primeros
servicios que terminó con el modelo asilar, eliminando 25 camas de crónicos y abriendo exitosamente dos Hogares
Protegidos y dos residencias, con el apoyo de los usuarios, sus familiares y las agrupaciones de base. Se abrieron tres
Centros Comunitarios de Salud Mental (COSAM), uno en Alto Hospicio y dos en Iquique. Fue factible realizar gran
parte de estos avances dado el feliz hecho de que durante un periodo fue director del Servicio de Salud Iquique el Dr.
Volenski, lo que puso el pie en el acelerador de estos cambios. La psiquiatría infanto-juvenil logró abrirse paso a partir
de un equipo pequeño cedido por Psiquiatría y encabezado por el Dr. Volenski, conformándose una mini Unidad de
Psiquiatría Infanto-Adolescente hasta el Servicio de Psiquiatría Infanto-Juvenil que es hoy. El año 2001 el Servicio de
Psiquiatría del Hospital Dr. E. Torres G. de Iquique recibió el Premio Nacional a la Excelencia en Salud en reconocimien-
to a todos estos cambios, y la Red de Salud Mental Regional pasó a ser un centro de demostración por el que han
pasado decenas de trabajadores de salud mental de todo Chile.
Hoy, a finales del año 2010, enfrentamos una etapa marcada por la implementación a ultranza de un modelo
mercantilista en salud y, por tanto, en salud mental, que pone en tensión todo el andamiaje comunitario montado
en estos años. Los avances producidos no están avalados por una ley de salud mental que los proteja de condicio-
nes coyunturales provenientes de los cambios políticos. La Red de Salud Mental se ha visto forzada a movilizarse y a
convocarse en reflexión activa ante señales de medidas involutivas, como reducción de recursos humanos, despidos,
restricciones económicas. El Modelo Comunitario lo entendemos como un proyecto de salud pública en el cual sus
principales actores, los trabajadores de salud mental, los usuarios y la comunidad organizada, son sujetos activos,
protagonistas y constructores de realidades, y no entes pasivos, ajenos al esfuerzo colectivo por potenciar la salud
pública chilena, única estrategia válida para defender un derecho humano esencial como es el derecho a la salud.
Antofagasta mineral y telúrica:
una portada regional para esta historia
91
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Corría el año 1967, fecha en que llegaron al Servicio de Psiquiatría Gladys Hernández y Justino Vásquez, y en 1968
Mario Pérez, jóvenes técnicos paramédicos. Poco antes se aplicaba shock insulínico y el recurso de celdas para encerrar
a los pacientes más agresivos; estos eran espacios de tres por tres metros, con piso de cemento, casi sin luz, muy altos y
extremadamente fríos y húmedos, pues no les llegaba la luz del sol. Hacia 1967 médico psiquiatra único de la ciudad era
el Dr. Carlos Andreu, quien se desempeñaba con los escasos recursos terapéuticos de la época: un arsenal farmacológico
exiguo y terapia electroconvulsiva. Se llegaban a usar hasta 40 sesiones, y en los pacientes más graves se aplicaba en la
mañana y en la tarde. Con la inauguración del hospital nuevo, el año 1968, el jefe de Servicio, Dr. Andreu y los funcio-
narios, “se tomaron” las ex dependencias de Pediatría y Medicina. En ese tiempo llegó al Servicio el Dr. Daniel Kowalsky.
La relación entre el Dr. Andreu y su colega fue buena al inicio, pero después hubo diferencias que se fueron agravando.
Personalmente, recuerdo a mi llegada a Antofagasta haber leído las peleas que mantenían ambos a través de las fichas
clínicas de los pacientes, escenario de combate donde se criticaban y descalificaban ácidamente su quehacer clínico. El
año 1971 se fueron de la ciudad primero el Dr. Kowalsky y después el Dr. Andreu.
En marzo de 1971 llegó a Antofagasta el Dr. Alberto Minoletti, y poco después, el Dr. Alfredo Pemjean. Con la
incorporación del Dr. Minoletti se produjo la apertura a un modelo de atención comunitario. Ambos psiquiatras, con
marcada vocación docente, se dedicaron a formar al personal y a la comunidad, organizada en Juntas de Vecinos y Cen-
tros de Madres, y a generar una importante Red de Atención. Se activaron los alicaídos clubes de abstemios y se crearon
nuevos clubes, los que todavía perduran. El año 1972 se formó un Programa de Neurosis, a cargo de la Dra. Victoria
Pfeng, y de Alcoholismo, a cargo de la Dra. Rosa López. La educación se extendió a través de la televisión local mediante
programas en que se informaba e instruía.
El 11 de septiembre del año 1973, así como marcó un quiebre en la convivencia nacional, se produjo un corte en el
desarrollo de la psiquiatría de Antofagasta, pues los Programas Comunitarios fueron borrados de una plumada. El equipo
fue desmembrado completamente. El Dr. Minoletti sufrió la detención por dos meses y posterior relegamiento primero a
Personal de Psiquiatría, años 70, en comida de despedida de la hermana • Convivencia del personal de Psiquiatría con el Dr. Carlos Andreu (extremo
Teresa, monja voluntaria estadounidense. De pie el Dr. Alberto Minoletti; izquierdo), año 1968.
sentada al centro, la hermana Teresa.
93
pasó por Antofagasta el general Arellano Stark y la “Caravana de la Muerte”. El Dr. Pemjean se movilizó para pedir que el
En marzo de 1989 se fundó la Clínica Oriente de Antofagasta, iniciada por los Dres. Laura López, Carmen
Campusano, Marcelo Sanhueza y Juan Carlos Méndez. El año 1994 se formó la Unidad de Adicciones del Hospital de
Antofagasta, con la participación de los Dres. Rosa López, Rosa Álvarez (QEPD), Siulen Loo y Juan Carlos Méndez. En
1998 se entregó el nuevo Servicio de Psiquiatría del Hospital de Antofagasta, cuyo jefe de Servicio era desde el año
1992 el Dr. Walter Ormeño. En la actualidad la ciudad concentra a 15 psiquiatras, la mayor parte de ellos especialistas
de adultos y tres psiquiatras infanto-juveniles.
Región de Coquimbo, fértiles valles:
la psiquiatría en las tierras mistralianas
En la Región de Coquimbo, fue el Hospital de la Serena el pionero en las atenciones de salud mental especiali-
zada, a partir del año 1974, con el soporte médico del psiquiatra Dr. Andreu, la enfermera Nora Balbontín y la asistente
social Heddy Rodríguez. En 1979 esta unidad fue cerrada por razones de carácter político-administrativo, y fue la Di-
rección Regional de Salud la que decidió que su funcionamiento se pusiera en marcha en el Hospital de Coquimbo. En
sus inicios la unidad se ubicaba al costado de un ala del edificio antiguo del Hospital de La Serena, construcción que
en aquellos años era de adobe y se le llamaba “Hospicio”. Previo a la incorporación de médicos psiquiatras y profesio-
nales del área de la salud mental, todos los cuidados estaban a cargo de monjas. Los testimonios de funcionarios de
la época refieren que una vez cerrada la unidad y derrumbada la construcción, los pacientes mayores de edad junto
con las religiosas se trasladaron a recintos fuera del hospital. En el año 2001 se reabrió una Unidad de Psiquiatría, de
carácter exclusivamente ambulatorio, con motivo del retorno de su beca de especialización del psiquiatra Dr. Carlos
Chelén, por iniciativa del Equipo de Formación de Especialistas en Psiquiatría y Salud Mental de la Universidad de
Santiago; de la Región de Coquimbo se formaron bajo esta modalidad los médicos Carlos Chelén y Rosa Torres. EL Dr.
Cornelio Oliva llegó proveniente del Hospital de Chuquicamata a trabajar en la unidad, y posteriormente, en 2007, lo
hizo la Dra. Casandra Parvex. En la actualidad se encuentran ejerciendo los Drs. Marcelo Cotelo y Gonzalo Sepúlveda.
La unidad, además, tiene bajo su administración al Hospital de Día. Existe también un Hogar Protegido, inaugurado
el año 2008, con ocho cupos para pacientes de ambos sexos, y funcionando desde 2009, el Dispositivo Comunitario
de Salud Mental de Las Compañías. Se realizan también consultorías psiquiátricas en la ciudad de La Serena y zonas
remotas, en el valle del Elqui y La Higuera.
El Servicio de Psiquiatría del Hospital de Coquimbo se fundó en enero de 1980. La Dirección del Servicio de
Salud contrató al médico psiquiatra Dr. Luis Gutiérrez P., proveniente de la ciudad de Valparaíso, a quien se asignó la
misión de formar un grupo de trabajo para dar inicio al Servicio de Psiquiatría; luego se agregó la enfermera Patricia
Viñales. El Dr. Gutiérrez realizaba atención ambulatoria en un box de un policlínico de Medicina; mientras tanto se
envió a la enfermera a una pasantía por un periodo de seis semanas al Hospital Psiquiátrico de Valparaíso; a la fecha
la profesional continúa ejerciendo sus labores en el Servicio de Psiquiatría. En marzo de 1980, y con apoyo de cinco
auxiliares paramédicos, se abrieron nueve camas para hospitalización de adultos, con cobertura regional, ubicándose
paradójicamente en el tercer piso, ocupando las tres primeras salas del Servicio de Medicina, con puertas sin llaves
• Antiguo Hospital de La Serena, el Hospicio en el ala rectangular
derecha.
• Antiguo Hospital de Coquimbo.
• Antiguo Hospital de Ovalle.
y ventanas sin protecciones. Posteriormente, y como consecuencia de los
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
La Unidad de Salud Mental del Hospital de Ovalle surge a consecuencia del terremoto de Punitaqui, ocurrido
el año 1997. Se estableció a través del MINSAL un Plan de Contingencia Posterremoto que duró seis meses; este plan
consistió en apoyo psicológico a las personas provenientes de las comunas del Limarí, concentrándose la atención
en el Hospital de Ovalle. El perfil de usuarios que comenzó a ser atendido en este dispositivo fue de residentes en la
provincia del Limarí que presentaban patología psiquiátrica severa. El equipo interventor estuvo compuesto por las
psicólogas Viviana Herrera y Patricia Rayment. Al concluir el periodo de intervención, el MINSAL estimó pertinente
la creación de una Unidad de Salud Mental en el Hospital de Ovalle. Desde sus inicios el equipo estuvo compuesto
por la psiquiatra Dra. Andrea Carmona como jefa de Servicio, la psicóloga Viviana Herrera, una secretaria y un auxiliar
paramédico; la Unidad comenzó su funcionamiento adosada al Policlínico Infantil del hospital y posteriormente fue
trasladada a dependencias con acceso independiente.
El Hospital de Ovalle nunca ha contado con camas de psiquiatría, teniendo hasta el año 2008 que hospitalizar
pacientes graves en una sala de aislamiento del Servicio de Medicina de Hombres, en espera de su traslado a camas
psiquiátricas del Hospital de Coquimbo o del Hospital de Putaendo. Posteriormente llegó el Dr. Mauricio Paredes,
quien laboró allí hasta el año 2004. Proveniente de Puerto Montt, asumió la jefatura desde agosto de 2005, y por un
periodo de casi dos años la Dra. Casandra Parvex. En la actualidad existe un equipo conformado por los psiquiatras
Dres. Bruno Barahona y Gonzalo Lizana. Como iniciativa de los psiquiatras de la región, replicando experiencias de
otros servicios de psiquiatría del país y debido fundamentalmente a la falta de horas psiquiatra, se contrataron en los
hospitales de Ovalle, Coquimbo y La Serena médicos generales de apoyo. El Hospital de Ovalle cuenta hoy con un
Hospital de Día con 20 cupos, se realizan consultorías en Centros de Salud Familiar de Ovalle y rurales como Punitaqui,
Monte Patria, Samo Alto, Pichasca, Cerrillos de Tamaya y El Palqui.
Concepción, región de innovadores
Después de casi 500 años de la creación del primer hospital psiquiátrico en el mundo, en Valencia, se funda
98
Junta de Beneficencia de Concepción. Tenía un administrador, el Sr. Benito Binimelis, un médico, Dr. Moisés Cruz, un
ecónomo, un estadístico, un practicante y cuidadores en número “apropiado”. La subvención anual gubernamental
era de 80 mil pesos. En el Libro de Oro de Concepción (1910) se describe al Manicomio:
“El establecimiento funciona en un viejo edificio situado en la calle Janequeo, próximo a la calle San Martín.
Sección mujeres
Una pequeña sala oblonga, cerrada por una galería de vidrios hacia el costado que da al patio, fresca y de un aseo
esmerado”. “15 asiladas mas o menos, perfectamente tranquilas. Todas llevan el uniforme de la casa.
Esta sección no ofrece al visitante nada de extraordinario, deja mas bien, cierta impresión casi agradable, a no ser por
la idea, por el prejuicio, diríamos, que necesariamente nos asalta en un asilo de enajenadas.
El patio que se extiende hacia el Norte, de forma cuadrada, lo ocupa un extenso jardín, fresco, bien cuidado, de mui
buen efecto”. “El dormitorio. Como todos, es formado por una doble hilera de camas. En el, –i en todo el establecimien-
to– existe un aseo esmeradísimo, que puede apreciarse aun en sus menores detalles”. “Al lado oriente esta situado el comedor
de las tranquilas:
Un cuarto con mesas i bancas en que se reparte la comida a las asiladas. A su frente, un departamento separado: es
la pieza-comedor de las pensionistas.
Propiamente el pensionado no existe en el establecimiento, ni habría donde instalarlo, dada la estrechez del edificio.
Se acepta, solamente, proporcionar una comida mejor i en sala independiente.
Enfermas ajitadas
Llegan a un total de 97 alienadas graves”. “La vista de estas desgraciadas deja en el animo una impresión penosa”.
“El comedor de esta sección mide, aproximadamente, 35 metros de largo por 7 de ancho”. “El dormitorio es formado por
una sala bastante larga, perfectamente ventilada. En uno de sus extremos hai instalado una especie de compartimento
destinado a las cuidadoras nocturnas”. “La sección cuenta con un departamento para curaciones, dotado de todos los utiles
necesarios”. “Cerca de los escusados, –que se conservan con el mayor aseo– esta la pieza en que se deposita la ropa de las
alienadas. A cada una se le guardad sus vestidos en un paquete que se rotula con su nombre”.
“Sección de hombres
Semejante a la ocupada por las mujeres”. “La existencia de asilados es aquí de 80 individuos. Al revés de lo que ocurre
entre las alienadas, que son perfectamente tranquilas, se nota en los hombres cierta, aunque pequeña, ajitación”.
• Clínica de Hospicio.
“Enfermos ajitados
100
Son 76. Varios de ellos se hallan en estado de gran exitación”. “Estos infelices llenan por completo su patio”. “El come-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
dor de los ajitados es el mas estenso, y su dormitorio tiene mas de 100 varas de largo”.
Los diagnósticos que se informaban eran: manía periódica, manía aguda, manía subaguda, manía crónica, de-
lirio alcohólico agudo, locura moral, locura sifilítica, locura histérica, demencia senil, demencia secundaria, demencia
primitiva, demencia consecutiva, melancolía aguda, melancolía subaguda, debilidad mental, pseudo parálisis juvenil
progresiva, idiocia, paranoia.
Posteriormente surge la necesidad de poner en marcha el Proyecto Puchacay, en la Avenida Collao, que con-
templaba un nuevo Manicomio, que se terminó de construir en septiembre de 1922 y que debió ser desalojado por
venta de este establecimiento. Los 200 enfermos se trasladaron al Sanatorio El Peral de Santiago en el año 1928. Las
interrupciones en la atención, las soluciones “provisorias” y secundarias a terremotos siguen después en la historia de
la Psiquiatría Penquista. El Servicio de Psiquiatría de Concepción fue inaugurado oficialmente el 1 de abril de 1951, a
cargo del Dr. Alfred Auersperg, médico austriaco que ejerció labores asistenciales y de docencia; funcionó en la lla-
mada Clínica del Hospicio, a los pies del cerro Caracol. En septiembre de 1989, se determinó su traslado hasta las de-
pendencias que ocupa en la actualidad: el edificio del Hospital Leonor Mascayano, establecimiento de tipo quirúrgico
infantil ubicado en el cerro del sector Plaza Acevedo. Desde fines de 1996 el jefe de Servicio, Dr. Benjamín Vicente,
inicia el proceso de “Normalización”, “en el que todos hemos participado… nos atrevimos a soñar”; y en abril de 2001,
con orgullo de todos los funcionarios, se inauguran las remozadas dependencias que hoy cuentan con Unidades de
Corta Estadía hombres, mujeres, Forense e Infanto-Adolescente, 77 camas en total.
Temuco, psiquiatría y comunidad:
un bosque de araucarias
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Como todo embrión, los orígenes parten de dos células madre. En este caso, nada había desde Concepción
al sur. Gracias a las exigencias del sistema de becas que tenía el antiguo Servicio Nacional de Salud me destinaron a
servir por tres años en Temuco (1962-1965) con la encomiable tarea de organizar lo que llegó a ser el primer Servicio
de Neuropsiquiatría de la capital de La Frontera. Previo a mi llegada, durante el año 1961, el Dr. Ramón Kaulen ya es-
taba atendiendo pacientes de salud mental y medicina psicosomática en el Hospital de Temuco. Me convertí así en
una de las células madres; la otra indiscutiblemente fue la Dra. Haydée López, directora del hospital, cuya capacidad
e inteligencia hicieron que la tarea fuera no sólo posible sino grata y eficiente. Estábamos en las postrimerías del año
1961; llegué esperanzado y atraído por un grupo de jóvenes médicos de todas las especialidades que llevaban ade-
lante la Revista Médica del Sur, tenían un neurólogo, el Dr. Edmundo Salinas, les faltaba el psiquiatra para dar origen
al Servicio, originalmente denominado de Neuropsiquiatría.
Tuve la suerte de iniciar mi formación como becario precisamente en un servicio de salud mental inserto en un
hospital general, el Servicio que presidía el Dr. Jorge Torreblanca –poco después Ministro de Salud– en el Hospital del
Salvador de Santiago. La psiquiatría dura con enfermos psicóticos la conocí mientras hice los estudios en la cátedra del
profesor Ignacio Matte Blanco, posteriormente como becario en una pasantía en el Hospital Psiquiátrico, con el profesor
Agustín Téllez, y un internado de un año en el Hospital Psiquiátrico Beer Yaacov de Israel (1960). Al llegar a mi destinación
en Temuco los problemas eran muchos y diversos. Comenzamos por descongestionar el Policlínico de Medicina, que in-
cluía los casos psiquiátricos menos complejos, derivando tantos casos, que atochaban la Urgencia. Por otro lado, había que
hacer algo por los pobres psicóticos, que deambulaban en las salas de Medicina si no se les ataba al catre con camisa de
fuerza. Obtuvimos unas camas para Psiquiatría en un rincón de ese servicio, pero en un cuarto piso, por lo que los auxilia-
res y enfermeras ayudaban a manejar la situación para que no se nos defenestraran los pacientes. Y vino la catástrofe. Un
buen día explotaron las enmohecidas calderas del hospital; murió el cuidador, pero los enfermos, protegidos por el ángel
de la guarda, quedaron ilesos. A buscar otro lugar. Una antigua construcción en el jardín para otros menesteres nos dio el
espacio justo y preciso, quedando habilitado para 10 camas psiquiátricas. Qué lujo y elegancia. Pero esto requería personal
aparte y especialización. El siempre amable manto protector del Dr. Luis Custodio Muñoz nos abrió las puertas del Servicio
de Psiquiatría del Dr. Horwitz, y allá fueron preparándose nuestros auxiliares en el manejo de psicóticos agudos, en aquellas
complejas técnicas que el mundo usaba en esos lejanos tiempos: electroshock y coma insulínico.
• Edificio del Servicio de Psiquiatría de Temuco, inaugurado el 22 de octubre de 1971 (foto de la
Revista del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clinico, noviembre 1971).
• Recepción al Dr. Numhauser, año 1962. De izquierda a derecha: el neurólogo Edmundo Salinas,
Dra. Haydée López, directora del Hospital de Temuco, la esposa del Dr. Salinas, Dr. Jacobo
Numhauser, la esposa del Dr. Kaulen, Dr. Ramón Kaulen.
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Se crea en julio de 1962 el Servicio de Neuropsiquiatría y se da cuenta de las diversas actividades y tareas propues-
tas: 1. Policlínico de Psiquiatría: incorporado en el policlínico del hospital general. Era nuestro primer contacto con el con-
sultante, desde allí decidíamos si el caso seguiría en tratamiento ambulatorio o si debía hospitalizarse. 2. Hospitalización
Psiquiátrica: en el Servicio, de 10 camas psiquiátricas, trabajábamos día y noche con personas que presentaban psicosis
esquizofrénicas tratándolas con electroshock y/o comas insulínicos. 3. El Primer Seminario de Alcoholismo en Temuco
(30-31 agosto, 1962); gran evento que concitó el interés de toda la comunidad temuquense, con invitados estelares na-
cionales: los Dres. José Horwitz, Juan Marconi y Luis Custodio Muñoz dieron sus valiosos aportes compartiendo con el
cuerpo médico, con pacientes y con el Club de ex Alcohólicos (Club CARE Temuco), de reciente formación.
Un 28 de septiembre de 1962 presenté ante la Sociedad de Neurología y Psiquiatría de Chile la tesis para recibir
el certificado de especialista en Psiquiatría, basado en la casuística psiquiátrica atendida en el Servicio de Guardia
(Urgencia) del Hospital de Temuco, trabajo titulado Aproximación Estadística a la Morbilidad Psiquiátrica en Temuco,
Temuco, 1962 (inédito). Un hallazgo interesante fue que la población mapuche tenía una muy baja tasa de incidencia
de consultas psiquiátricas (7,8%), en circunstancias que superaba en ese entonces en Temuco el 23% de la población.
Un grupo de ex alcohólicos formaron el Club de Alcohólicos Recuperados CARE, con directiva propia y apoyo perma-
nente de una asistente social y del médico psiquiatra.
En 1964 se traslada a Temuco el Dr. Martín Cordero, quien inaugura una amplia Red de Atención Psiquiátrica en
toda la provincia. El Dr. Cordero nos señala que el profundo éxito que tuvo el desarrollo de la Psiquiatría Comunitaria
en esa ciudad y su tremendo auge hasta el año 1973 se debió al feliz encuentro de dos factores: la comprensión y
compromiso de la autoridad regional de salud de la época, la Dra. H. López, y la conjunción de un grupo extraor-
dinario de profesionales y trabajadores de salud mental que estaban ansiosos por conocer el modelo, capacitarse y
participar en la construcción activa de una nueva experiencia de trabajo en salud mental. Señala el Dr. Cordero: “Por
primera vez la comunidad intervino activamente en el Servicio de Psiquiatría: sacerdotes, profesores, policías partici-
paban de las tareas de cuidado, en la pesquisa de casos, en la atención oportuna de las recaídas y en la reinserción
social de los pacientes. La ciudad de Temuco entera se mostró dispuesta a ayudar en estas tareas, a integrarse a los
desafíos. Todos los otros servicios clínicos del hospital convivían con nosotros en un trabajo de cooperación recípro-
ca, lo que hizo que la psiquiatría fuese vista como una genuina especialidad de la medicina”.
Se propone una nueva forma de entender el rol de los miembros del equipo de salud mental; frente a la pre-
104
gunta de ¿qué es lo que realmente les pasa a nuestros pacientes?, el Dr. Cordero nos señala que ellos se dieron cuenta
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
de que no eran los psiquiatras los que tenían la respuesta, sino el resto de los funcionarios, especialmente los técni-
cos paramédicos, quienes sabían todo lo que les sucedía, sus temores, problemas, preocupaciones, anhelos y, por
supuesto, los síntomas más importantes que les aquejaban. Esto se debía a la intensa conexión que había entre ellos
debido a las largas horas de tiempo compartido. Entonces, estos funcionarios pasaron a ocupar un rol privilegiado en
el equipo. Se desarrolló un programa completo de psiquiatría comunitaria con base en el diagnóstico de las necesi-
dades concretas de los usuarios. Este trabajo con la comunidad se caracterizó por: la consulta permanente acerca de
sus necesidades; se abordan en conjunto las estrategias de resolución de los problemas; se integra a los pacientes y
sus familiares a los procesos terapéuticos y de rehabilitación; se establecen propuestas mediáticas que permiten di-
fundir el quehacer en salud mental entre la población; se implementan diversas iniciativas de inserción laboral como
la granja y talleres, en los que los usuarios son sus propios gestores; se desarrolla una vasta experiencia de formación
académica y de capacitación comunitaria. Esta etapa da cuenta de un trabajo de gran envergadura, en el que madura
una concepción avanzada de salud mental comunitaria, con resultados muy exitosos en el corto tiempo en que lo-
gró desarrollarse. La ausencia de legislación que respaldase esta propuesta estratégica, tal como señala el propio Dr.
Cordero, hizo que apenas producido el golpe militar fuese desmantelada en un santiamén toda una naciente red de
nuevos actores sociales y una propuesta solidaria y humanista pionera en el campo de la psiquiatría chilena. El propio
Dr. Cordero sufrió la represión política, debió abandonar la región y radicarse finalmente en Inglaterra por espacio de
17 años; recién en 1989 retornó a Chile, aunque no a la región. Lo sucedido en estos años, al calor del Plan Nacional de
Salud Mental año 2000, abre promisorias oportunidades para retomar el vuelo emprendido en los años 60-70.
De la antropología médica al mundo psicobiológico:
Valdivia, un río caudaloso
Los orígenes, un terremoto y el nacimiento del Servicio de Psiquiatría Dra. Silvia Venezian Barría
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Como señaló en su oportunidad el Dr. Hernán Benítez, ex jefe de Servicio de Psiquiatría del Hospital Regional
de Valdivia y profesor del Instituto de Neurociencias Clínicas de la Universidad Austral, la psiquiatría valdiviana está
determinada por la íntima relación entre el Servicio de Psiquiatría del Hospital Regional y el Instituto de Psiquiatría
de la Universidad Austral de Chile, al menos desde 1967, con la llegada del Dr. Fernando Oyarzún Peña. Sabemos que
el Hospital Regional se inauguró como un edificio de concreto de ocho pisos el año 1939, en reemplazo del antiguo
Hospital San Juan de Dios, edificio de madera ubicado cerca de la plaza de la República. El terremoto del 60 significó
la pérdida de los tres últimos pisos, y el abandono parcial del Hospital Regional por muchos años; a comienzos de los
60 funcionaba un Servicio de Psiquiatría, con 25 camas en el sótano del mismo. El único psiquiatra de esa época era
el Dr. Aquiles Conejeros P., quien poco después se trasladó a Concepción.
Entre los años 1969 y 1973 formaron parte del Instituto de Psiquiatría, además del Dr. Oyarzún, los psiquiatras
Bruno García, Eliana Horwitz y Héctor Pelegrina. Los primeros becados, en 1970, venían de Concepción y, fuera de ser
médicos, eran licenciados en Antropología: Claudio García, Carlos Jara y Héctor Faúndez. Formaron parte desde los
inicios de este grupo la secretaria Magali Vargas y la enfermera Sonia Zúñiga. Los primeros psicólogos fueron Carlos
Leighton, Clemencia Puente y Ángela Reposi. El esquema de integración Hospital-Instituto era muy concreto: los
psiquiatras, becados y psicólogos atendían los pacientes del hospital, se hacían reuniones clínicas y seguimiento de
casos en forma conjunta. El funcionamiento en el Hospital Traumatológico esos años fue complejo, como recuerda
Sonia Zúñiga: “los funcionarios de Psiquiatría estaban en comisión de servicio, era como el reservorio de los que se
portaban mal, el servicio era lejos lo más pobre del hospital y todavía se nos decía ‘el loquero’”. Entre los años 1971 y
comienzos de 1974 fue jefe del Servicio de Psiquiatría el Dr. Juan Merello G.
El golpe militar produjo un profundo descalabro en este grupo incipiente: la Dra. Horwitz y Bruno García fue-
ron detenidos, Claudio García y Héctor Faúndez se asilaron en la embajada alemana y luego se exiliaron, al igual que
Carlos Leighton. Hubo un juicio militar en el Instituto, el profesor Oyarzún fue temporalmente destituido, se destru-
yeron documentos y prácticamente se paralizaron todas las actividades. De sus visitas a la cárcel y de la experiencia
relatada por colegas, amigos y pacientes, extrae el profesor Oyarzún una de las ideas centrales en su trabajo posterior,
la importancia fundamental de una forma de vinculación ética en toda relación interhumana: “Ahí me sensibilicé fren-
te a lo ético, al daño devastador producido en esta forma de vinculación.”
Año 1974: Universidad y reconstrucción del Servicio
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Al año siguiente, 1974, llegaron como posbecados los Dres. Hernán Benítez y Verónica Larach. No había psi-
quiatra en el servicio y todos los temas del hospital y de la universidad los asumían el Dr. Oyarzún, la enfermera, el
personal auxiliar y Magali, la secretaria. Hernán asumió la jefatura del Servicio y de esa época recuerda: “Había un
montón de pacientes crónicos hospitalizados en el antiguo Hospital Traumatológico, llegamos con la novedad del
modecate y de la ambulatorización de los pacientes, así que al poco tiempo los dimos de alta, reorganizamos el
servicio y establecimos una unidad de hospitalización de agudos con 10 camas. Teníamos un policlínico de choque,
donde veíamos diariamente todos los pacientes que solicitaban atención, muchísimos cada uno”. El profesor Oyarzún
rápidamente los incorporó a la docencia de pregrado en Medicina. Respecto de los pacientes señala: “Lo primero que
nos llamó la atención fueron las psicosis reactivas que se veían acá, mucho más que en Santiago y tanta patología del
déficit: retraso mental, deprivación sociocultural, muchos pacientes estuporosos y catatónicos, pacientes con mucho
componente orgánico, y las esquizofrenias primarias”. Desde esa época comenzaron algunas de las reuniones clínico-
asistenciales que se mantienen hasta hoy: reunión clínica de pacientes, psicogénesis, entrevista clínica y psicoterapia,
posteriormente se agregaron seminarios de lectura, de neurociencias, terapias de grupo con pacientes y estudiantes,
seminario y taller de psicodrama para los becados. El grupo del hospital se fue fortaleciendo con la incorporación
• Dr. Fernando Oyarzún Peña.
de los Dres. Julio Figueroa, jefe de Servicio entre 1977 y 1981, Jacqueline Jobet, quien asumió la Jefatura entre 1981 y
1994, Pedro Zolezzi, Diana Mantero, Patricio Cardemil, Miriam Haase y Fernando Bertrán, jefe de Servicio desde 1994
hasta la fecha.
A mediados del ’74 comenzó a funcionar la Unidad de Psicofármacos, “…usábamos el Modecate Squibb, que
era parte del stock de fármacos de Martín Cordero en Temuco y que estaba a punto de vencer; luego, con Verónica
hacíamos importaciones directas desde Inglaterra”, relata Sonia. Esta unidad desarrolló una red ambulatoria muy
potente, con conexión con todos los hospitales y postas de la zona. Las intervenciones complementarias realizadas
por la Dra. Jobet y la enfermera Sonia Zúñiga, con la participación de los becados, fue extensa e intensa, incluyendo
módulos de psicoeducación para familiares y pacientes, Hospital de Día, agrupación de familiares, clubes de rehabili-
tación social y de integración laboral para pacientes.
Con los años se formaron varias Unidades docente-asistenciales: de Terapia de Familia, de Adicciones, de Tras-
tornos del Ánimo. La Unidad de Psiquiatría Infanto-Juvenil se formó el año 1988 con la llegada de las Dras. María Luisa
• Profesor Oyarzún junto al Dr. Ignacio Matte Blanco en Roma, Italia.
como un plus, una forma de influirnos mutuamente... esto se comenzó a notar en las historias y enfrentamientos clí-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
nicos de los becados, tanto con pacientes adultos como con infanto-juveniles”.
El instituto ha tenido un desarrollo fructífero, tanto en la formación de especialistas en Psiquiatría como en el
sello humanista y antropológico que ha impreso en muchas generaciones de alumnos de pregrado. El Dr. Benítez
resume muy bien estos 30 años de trabajo: “Un muy bonito periodo como grupo (...). Esto de trabajar tan unidos, con
ideas y objetivos comunes, compartidos, cada uno con sus intereses intelectuales particulares, pero con mucha amis-
tad, un grupo muy unido”. Reconoce en la imagen del profesor Oyarzún una figura muy conciliadora y aglutinadora.
• Parte del equipo del hospital en jornada de
autocuidado, año 2007. Asistentes: Dr. Fernando
Bravo, Dr. Fernando Bertrán, jefe de Servicio, Dra.
María Luisa Guzmán, Enf. Sandra Matamala, Dra.
Claudia Zapata, fonoaudióloga Paulina Kunstmann, Los últimos años: El Plan Nacional en la región, avances y desafíos
Enf. Silvia Riquelme, T.O. Helia Reyes, Dra. Marisol Ruiz
y Dra. Miriam Haase.
Los últimos años han sido complejos, con cambios significativos, los cuales están marcando nuevos rumbos.
La implementación del Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria ha sido difícil por varias razones,
entre ellas que no aparece suficiente valorización y diálogo respecto de la experiencia comunitaria local, pero se ha
avanzado con dos Centros de Salud Mental ambulatorios. En honor a esta historia local, nos aparece con fuerza la
idea, expresada por Hernán, de “…potenciar la psiquiatría antropológica, incorporando los avances de las neurocien-
cias, pero manteniendo la esencia de lo fenomenológico, la hermenéutica, del sentido del trabajo, de un proyecto
psicoterapéutico amplio. Esto es especial de Valdivia, hacemos psicoterapia y lo incorporamos en nuestro quehacer y
enseñanza, que no se la coma el DSMV y la biología pura”.
Osorno, volcánico y lluvioso:
la psiquiatría es un árbol que deja ver el bosque
El desarrollo hospitalario en la ciudad corrió de la mano del azote de las epidemias de viruela de 1905, 1913 y Dr. Manuel Flores Véliz y
109
1921, las edificaciones hospitalarias fueron devastadas por sucesivos incendios (1901 y 1919) hasta la habilitación del Dr. Javier Díaz Grube
A partir de 1969 pareció usarse el Servicio de Medicina del viejo Hospital San José como lugar de internación
ocasional de pacientes con enfermedades mentales, en especial alcohólicos, que llegaron a concentrarse en una
sala bajo la supervisión de auxiliares paramédicos. Ese año se inaugura un Hospital Psiquiátrico, dependiente del
Servicio Nacional de Salud, con la llegada del psiquiatra Dr. Ricardo Honorato L., quien con su esposa enfermera
organizan la internación en dos salas comunes (ocho camas mujeres y ocho varones) y una con dos cupos para
pensionado. Se realizaban tratamientos químicos y físicos, y terapia ocupacional (carpintería, manualidades y huer-
tos familiares). Este periodo culmina en 1973 con el advenimiento del golpe militar y la detención del Dr. Honorato.
La institución pasa a depender del Servicio de Seguro Social y se le destina como hospital de evacuación para
pacientes de otras especialidades. El edificio se incendia en la madrugada del 24 de abril de 1974. Ese mismo año
el Dr. Honorato sale al exilio político.
Un grupo de damas osorninas vinculadas a la Iglesia católica se interesa por la grave problemática del alco-
holismo en Osorno. Consiguen la puesta en marcha, en agosto de 1975, de un Policlínico de Alcoholismo en parte
de las dependencias del antiguo Hospital San José, abandonado tras el traslado de los servicios clínicos al entonces
recién creado hospital base. La religiosa argentina y enfermera Mercedes Mercado, de la congregación Hermanas de
la Caridad, queda a cargo y conforma un grupo de auxiliares paramédicos encargadas de hacer educación sanitaria,
el manejo de síndromes de privación y monitoreo de tratamientos aversivos y anti-TBC, con supervisión de médicos
del hospital. Se desarrollan huertos familiares y un programa de autoayuda para el paciente y su entorno. En 1978 se
le define como Centro de Tratamiento del Alcoholismo para toda la provincia; aparecen los primeros clubes de recu-
perados alcohólicos de la provincia.
El hospital general: 1979-1994
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
En 1979 llega el Dr. José Ochoa G., quien reactiva el desarrollo de la especialidad a través de tres modalidades
de atención: a. Policlínico de Psiquiatría General en el Hospital Base; enfoque biomédico, con fuerte énfasis en psi-
cofarmacoterapia; b. Hospitalización psiquiátrica dentro del Servicio de Medicina Interna para manejo de episodios
psicóticos agudos; se privilegia el uso de neuroleptización parenteral y electroshock (sin anestesia); c. Continuidad del
Centro de Tratamiento del Alcoholismo, en dependencias del ex Hospital San José. En los años 1986-89 la Dra. María
Elena Salazar pone en marcha el Programa de Neurolépticos de Depósito y complementa el enfoque biomédico con
la atención psicoterapéutica.
Una vez más la comunidad, sensibilizada con la problemática provincial de salud mental, se adelanta a la
iniciativa institucional. La Corporación Médico-Social de Osorno (CODEMES) desarrolla el proyecto de implemen-
tación de un Centro de Salud Mental para Crónicos, siguiendo un modelo custodial, y en 1990 pone en marcha el
Hogar Protegido para mujeres de Purranque. Lo asistirá sucesivamente la Dra. América Estay N., el Dr. René Muñoz
C. y, hasta la actualidad, el Dr. José Ochoa. Paralelamente se autonomiza la atención de la especialidad dentro del
hospital, proceso a cargo del Dr. Manuel Flores V., quien asume además como responsable del Programa de Salud
Mental del Servicio de Salud. Se redefine el proyecto original del Centro de Salud Mental como un servicio clíni-
co dependiente del Hospital Base, con menor número de camas (para corta estadía) y con atención ambulatoria
en red. Al no disponerse de infraestructura adosada al Hospital General se mantiene el plan arquitectónico del
proyecto original, orientado a la remodelación del antiguo Hospital San José. En este periodo se organizan dos
importantes jornadas: “Encuentro de Salud Mental y Derechos Humanos”, del cual surgen las bases para ampliar
también a Osorno la creación de un foco PRAIS, a cargo de la Dra. América Estay, que en 1993 se constituirá como
un equipo multidisciplinario de trabajo. Asimismo, el “Encuentro de Capacitación en Salud Mental a los equipos de
Atención Primaria de la X, XI, y XII Regiones”, coordinado por el Dr. René Muñoz C., permite sentar las bases de un
trabajo conjunto con APS.
El equipo multiprofesional que ya conforma la Unidad de Psiquiatría del Hospital Base participa activamente en
la estructuración de un Programa de Salud Mental acorde con los nuevos lineamientos ministeriales, con especial én-
fasis en reforzamiento de APS. Se implementan Programas en Red para Beber Problema, Manejo Grupal de Trastornos
Emocionales Leves, Programa de Estimulación Temprana y Pediatría Conductual en Población Infantil, y se mejora la
pesquisa e intervención precoz en violencia intrafamiliar. Se efectúa apoyo en salud mental a equipos dañados, apli-
cando Talleres de Destrezas de Autoayuda (TDA) a equipos APS y hospitalarios. Se conforman gradualmente Equipos
de Reforzamiento Psicosocial (con psicólogo y asistente social), hasta lograr su implementación en cada consultorio
de la provincia.
Servicio Clínico y Red de Salud Mental. Centro de Salud Mental de Osorno: 1994-2009
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
En enero de 1994 el presidente Patricio Aylwin inaugura oficialmente el Centro de Salud Mental de Osor-
no. La remodelación habilita una planta de un piso para la atención ambulatoria y otra de tres pisos para hos-
pitalización completa, parcial y rehabilitación ocupacional. A partir de ese año se implementa un Consultorio
Externo basado en unidades y programas matrices ambulatorios: Psiquiatría General, Alcohol-Drogas, PRAIS,
Violencia Intrafamiliar, Unidad de Terapia Familiar, Psiquiatría Infantil (a cargo de la Dra. Amanda Navarrete S.). Se
estructuran a base de equipos multidisciplinarios, en que el liderazgo es compartido, y profesionales no médicos
ejercen funciones de coordinación. A contar de abril de 1995 se pone en marcha la Unidad de Hospitalización
de Corta Estadía, con un total de 21 camas, a contar del año 2000 coordinada por el Dr. Javier Díaz G. El Centro
de Salud Mental se mantendrá en pleno funcionamiento, con un aumento creciente en la planta funcionaria,
tanto de profesionales como de no profesionales. En el estamento psiquiátrico se suman el Dr. Aldo Koch B.,
• 1974: jueves 25 de abril, 4:30 hrs AM. Incendio del
psiquiatra infantil, y el Dr. Asef Antonio, de adultos. Con esencial apoyo de la red intersectorial se implementan, Hospital Psiquiátrico. Frontis actual del Centro de Salud
Mental de Osorno.
como instancias de internación parcial, un Hospital de Día, un Centro Diurno de Rehabilitación y la Comunidad
Terapéutica Ambulatoria “Peulla”, para adictos y patología dual, la que a posteriori se externaliza. Se consolida el
Programa de Salud Mental del Servicio de Salud Osorno como unidad, la que adquiere mayor autonomía respec-
to del Servicio de Psiquiatría y queda a cargo de profesionales no médicos. El Departamento de Salud Municipal
desarrolla el enfoque de Medicina Familiar en los consultorios y se incorpora al psicólogo en los equipos de
salud general de toda la provincia.
La implementación de la reforma sanitaria con el plan AUGE, a la vez que consolida algunos de estos progra-
mas (esquizofrenia, depresión en población adulta y abuso de alcohol y drogas en adolescentes), permite ahondar
el desarrollo, a nivel secundario, de una “revolución psicofarmacológica” en estos años, en que los usuarios del sis-
tema público llegan a disponer de antipsicóticos, antidepresivos y estabilizadores del ánimo de última generación,
aunque en detrimento de patologías no incorporadas en dicho programa. Hitos en el desarrollo de la red: forma-
ción de la Agrupación de Familiares de Pacientes con Discapacidad Psíquica (AFPADIS); formación de la Agrupación
de Monitores en Rehabilitación (AMORE), que coordina la puesta en marcha de un Hogar Protegido y un Club de
Integración Social en Osorno; en Purranque se implementa otro Hogar Protegido; se externaliza el PRAIS hacia el
Servicio de Salud; se impulsa el Comité Pro Vivienda, para trabajar por vivienda propia para personas con discapa-
cidad psiquiátrica; descompresión de la demanda proveniente de la reforma procesal penal gracias al contrato del
legista Dr. Mauricio Jeldres V.; conversión del Servicio de Psiquiatría en Unidad Docente-Asistencial de Pregrado.
La quinta rueda: aún no se logra activar un plan de integración de la medicina tradicional mapuche a la atención
institucional en salud mental.
Centro de Responsabilidad de Psiquiatría y Salud Mental: 2009-2010
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LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
En un intento por continuar un desarrollo coherente con la reforma a la salud iniciada bajo los gobiernos
de la Concertación, y dentro del marco de la autogestión hospitalaria, se constituye el Centro de Responsabilidad
de Psiquiatría y Salud Mental, directamente dependiente de la Subdirección Médica del hospital, organizado en
torno a cuatro centros de costos, con sistema de vigilancia continua de registro de las prestaciones, intentando
mantener equilibrios entre ingresos y egresos. En este periodo persisten las históricas tensiones entre las políticas
ministeriales y los presupuestos institucionales locales, regionales y nacionales, las demandas de la comunidad y
los requerimientos de los trabajadores profesionales y no profesionales. Proyectos ya en desarrollo: conversión a
COSAM de la atención ambulatoria y traslado de UHCE y hospitalización intermedia a nuevas dependencias del
hospital base normalizado.
• Frontis actual del Centro de Salud Mental de Osorno.
• Abajo: Hogar Protegido para mujeres, de Purranque.
Leyenda de la psiquiatría en el Reloncaví:
en Puerto Montt es el embarque
Las primeras atenciones en Psiquiatría fueron realizadas en forma ambulatoria, sin servicio clínico, a mediados
de la época de los 70, por parte del Dr. Juan Merello G., periodo en que la dependencia del alcohol era una de las
patologías con mayor demanda de tratamiento. Es así como poco a poco nace una unidad con cierta especialización,
que cuenta con camas de hospitalización y donde se realizan principalmente tratamientos aversivos con apomorfina
en personas con “beber inveterado o intermitente”. Destaca aquí la enfermera Raquela Vargas A., discípula del desta-
cado neurocirujano Dr. Alfonso Asenjo, recordada hasta la fecha por algunas de las personas que formaron parte de
los históricos clubes de rehabilitados existentes en la ciudad.
Al poco tiempo el Hospital Regional de Puerto Montt dispuso de una médico general para realizar las tareas
básicas de psiquiatría, con gran vocación de servicio y sin mayores recursos técnicos ni farmacológicos: la Dra. Veróni-
ca Bosque C. Los casos de mayor gravedad eran derivados al Servicio de Psiquiatría del Hospital Regional de Valdivia.
Luego de casi una década, en 1979, llega a la ciudad de Puerto Montt el Dr. Alfonso Muñoz P. –psiquiatra formado en
Valdivia, en la reconocida escuela del Dr. Fernando Oyarzún P.–, quien dio inicio a las intervenciones farmacológicas
“modernas” (modecate). Se transformó la Unidad de Alcoholismo en un Servicio Clínico, con 16 camas y una enferme-
ra, dando origen a la estructura técnico-administrativa existente hasta el día de hoy. El Dr. Muñoz completó su estadía
de tres años y se trasladó a Santiago, dejando nuevamente sin psiquiatra a este incipiente Servicio. En el año 1982,
nuevamente Valdivia aporta a otra de sus becadas, la Dra. M. Loreto Lorca N., quien junto con su única enfermera y,
posteriormente, con la asistente social Sra. Leticia Carrasco H., conformó el primer equipo de trabajo que empezó a
compartir los conocimientos y la experiencia necesarios para volver a estructurar la especialidad.
Eran tiempos complejos. Las políticas de salud en el periodo de la dictadura no permitían el trabajo comunita-
rio, y todas las atenciones se realizaban sólo en modalidad cerrada. Desde el año 1983 aumenta el equipo psiquiátrico
existente; es así como otro becado valdiviano llega en 1983 a Puerto Montt, el Dr. Pedro Cament H., y luego el Dr.
Jorge Larraguibel C., en 1987. En los años posteriores continúa aumentando la dotación de profesionales psiquiatras;
debemos mencionar al Dr. Federico Venegas C., en 1989, con una visión importante en rehabilitación; la Dra. Consuelo
Leiva, primera psiquiatra infanto-juvenil, en 1995; luego los Dres. Ulises Reyes, Edwin Krogh, Casandra Parvex, Sabha
Yunes, Mónica Almonacid, Susana León, Patricia Zúñiga, Ricardo Fuentealba, e integrando el equipo PRAIS, en sus
distintas etapas, los Dres. Viviana Rivera, Rodrigo Cárdenas, Jaime Álvarez, Jorge Hernández y Verónica Price. Recién
en los años 1986-1990 se pudieron iniciar labores claramente técnicas en el área de la salud mental comunitaria. Las
115
primeras acciones se realizaron gracias a la ayuda de la Iglesia Católica y del Gobierno italiano, a través de la Coope-
Los años 90: la conformación del Equipo de Salud Mental y la Red Comunitaria
En el año 1988 se otorgaron recursos para disponer de una casa en el recinto del hospital, que se habilitó como
Policlínico de Psiquiatría, la que es utilizada hasta la fecha. Hito importante: por fin se separaba la atención ambula-
toria de la cerrada y se otorgaba reconocimiento a la especialidad. En 1990 la Unidad de Salud Mental del Ministerio
de Salud trae buenas noticias, “la tan anhelada y esperada inversión en Salud Mental”. Se conforman los Equipos
Psicosociales en los consultorios, sentando las bases de la salud familiar y de la salud mental comunitaria. Hoy día se
cuenta con psicólogos en los tres niveles de salud, y además la comuna de Puerto Montt cuenta con un COSAM, que
ha venido a completar las tareas iniciadas en la década de los 90.
Todavía quedan sueños por cumplir. Estamos en la segunda parte de los años 90 y es cuando parte el Progra-
ma de Rehabilitación, con recursos para hacer operativo un primer Hogar Protegido para ocho mujeres, implementa-
do con el trabajo entusiasta de la asistente social Leticia Carrasco. En la actualidad se dispone, además, de un Hogar
Protegido para hombres y una Residencia Protegida. La llegada de la única terapeuta ocupacional de este servicio,
Ana María Sierralta C., permitió capacitar a los usuarios en labores básicas remuneradas. El T.O. Fernando Muñoz orien-
tó estas actividades hacia la comunidad, externalizando esta prestación la que hoy está plenamente a cargo de una
organización comunitaria dirigida por la Sra. Lucila Aguilar, en el taller de rehabilitación “El Encuentro”.
En el año 1996 se integra al trabajo en la ciudad de Ancud el desta-
116
117
Dra. Silvia Venezian Barría
No tenemos registros de que haya habido ninguna experiencia asilar o derivación de pacientes antes de la reforma
de salud de 1924. El modelo biomédico aparece con la llegada de los primeros médicos al archipiélago. En 1934 el Dr. Brun-
ning instauró sumarios sanitarios en contra de machis y curanderos, con poco éxito: “El puñado de médicos (…) no estaba
en condiciones de contrarrestar la nefasta acción de tantos y tantos curanderos”. Funcionarios que trabajaron entre los años
60 y 80 testimonian: “Llegaban pocos pacientes con patología psiquiátrica, pero eran muy graves, psicosis agitadas o ‘furor
epiléptico’, por lo que los conteníamos como momias”; para ello existía una sala entera de cemento y puerta de hierro. Los
pacientes se derivaban a Valdivia, Concepción y Santiago, en viajes interminables en bus, lancha o tren, cuando se lograba
materializar el traslado, ya que a veces, como señala el Dr. Carlos Yurac, “…estos pacientes pasaban a ser como pensionistas
del hospital, con estadía de varios meses”. Refieren que el temor del viaje los ponía frenéticos, por lo que los funcionarios
viajaban con cajas de clorpromazina; generalmente eran internados en el Open Door; a veces no se tenían más noticias
de ellos, y en ocasiones, algunos escapaban y reaparecían en Chiloé. Aún existe en la región una particular tolerancia a la
persona que es distinta; su aceptación e integración por parte de la familia y la comunidad local, a pesar de la gravedad de
los cuadros psiquiátricos, es enorme, lográndose una notable contención intracomunitaria de la sintomatología durante
mucho tiempo. Todavía se usan las “fletas”, las limpiezas de ambiente, unidas al toronjil o espíritu de éter. Justamente esta
cultura es la que ha permitido un desarrollo muy interesante de la psiquiatría comunitaria ligada a los Servicios de Salud,
impulsada valiosamente por los Dres. Jacobo Numhauser y Jacqueline Sánchez en los últimos 15 años.
• Dr. Luis Jacobo Numhauser Tognola.
119
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
En enero del año 1994 ingresa el Dr. Jacobo Numhauser como psiquiatra al Hospital de Ancud. Inició su tra-
bajo con escasos recursos físicos y humanos; luego se incorporó una psicóloga, y contó, durante un tiempo, con la
psiquiatra infantil Dra. Tamara Rivera y las psiquiatras Soledad Gutiérrez y Ximena Hermosilla. El trabajo se desarrolló
principalmente organizando grupos y atenciones individuales, complementado con reuniones clínicas y trabajo con
organizaciones sociales; paralelamente, Jacobo realizó trabajos de investigación y cooperaciones en los diarios y
radios locales. Uno de los grupos más interesantes fue el de mujeres, que derivó en un grupo de autoayuda. Desta-
camos las capacitaciones a monitores de salud mental, técnicos paramédicos, familiares y equipos de salud mental
de Puerto Montt y Castro. La tarea se complementó con las consultorías. Desde el alejamiento del Dr. Numhauser, el
año 2005, asumió la Unidad el Dr. Olivera. Testigo de los cambios sociales y culturales en Chiloé, el Dr. Numhauser
comenta: “El Trauco (que explica el incesto) está en decadencia, porque la gente ya sabe, la violencia ya no es impune
(...) antes nadie denunciaba nada, las cosas más terribles pasaban… todavía hay mujeres de 40 o 50 años que tuvieron • Funcionarios del antiguo Hospital de Castro, año 1950.
una infancia desastrosa”. Asocia este daño psicosocial infantil con la alta prevalencia de cuadros depresivos en las
mujeres adultas.
En Castro, la atención por la Dra. Jacqueline Sánchez, psiquiatra formada en la beca dirigida por el Dr. Martín
Cordero en la USACH, se inició a comienzos del año 2000. El equipo partió con una enfermera, un técnico paramédico
y una psicóloga; hoy ha crecido hasta contar con un comprometido grupo de enfermeras, asistentes sociales, psicó-
logos, técnicos paramédicos, monitores, secretaria, terapeuta ocupacional, médico general, psiquiatras y profesores
de arte, música, teatro, horticultura y telar. Un hito en el desarrollo del Modelo Comunitario ha sido el establecimiento
de un Hospital de Día y un Hogar Protegido. Se trabaja en policlínico, hospitalizando en el Servicio de Medicina, en
camas indiferenciadas. La atención se realiza con una visión comunitaria, desplegando lo necesario para adaptarse a
las necesidades del paciente, llevando a cabo visitas domiciliarias, reuniones comunitarias, talleres y usando un siste-
ma de colocaciones familiares para albergar pacientes rurales en Castro. Además se realizan consultorías a las cinco
comunas del sur de la isla y se cuenta con un programa de clozapina desde hace 10 años, animados en ese entonces,
por el doctor Eduardo Durán, quien ha seguido entregando apoyo con su conocimiento y actitud solidaria.
Una experiencia significativa fue la rápida atención a los desplazados de Chaitén debido a la actividad volcáni-
ca. Esto permitió fortalecer el equipo, el cual se ha distinguido por el aporte específico e individual de sus integrantes
en el marco de una visión integral del grupo. En fin, así, entre todos, como en una permanente “minga”, se intenta
120
Paralelamente, en el ámbito privado, en el extremo norte de la Isla Grande, la Dra. Adriana Schnake ha desarro-
llado durante más de 25 años su trabajo psicoterapéutico, desde un enfoque holístico de la salud y la enfermedad. Ra-
dicada en la hermosa localidad de Manao comenzó a traer grupos de terapia y de estudio a su propio territorio. Otra
importante figura femenina es la Dra. Eliana Corona Roma, psiquiatra infantil, quien se radicó en Chonchi, en 1987.
Formada por los doctores Altamirano, Matte Blanco, Vicencio, Latorre y Cox, luego de una fructífera vida en la capital
decidió migrar a Chiloé. Le impresionó la solidaridad y generosidad de las familias chilotas para con los diferentes, lo
que marcó su relación con la isla y su gente, con sus vidas profundas e intensas, con sus creencias: “En una ocasión
atendí un paciente muy angustiado porque le ponían polvo de cementerio en su puerta; la gente cree en los males…
si se les da la posibilidad de expresarse, aparecen sus creencias. La medicina alternativa siempre ha funcionado, la
valoro mucho y en general acuerdo con los pacientes el uso de hierbas, recogiendo su sabiduría, y escuchándolos. A
mis 85 bien vividos años, puedo decir que ese es el privilegio de atender de esta forma”.
• Dra. Adriana Schnake.
El asistencialismo inicial
122
Aysén es una de las regiones más jóvenes de nuestro país y, por lo tanto, con mayor razón se explica que
el desarrollo de la salud mental aún se encuentre en una etapa incipiente en nuestro territorio. Corría el año 1981
cuando la Dra. Bianca Rossi, médico internista, llega a la región. Para ese entonces no existían psiquiatras: funciona-
ba un Policlínico de Alcoholismo donde trabajaba un paciente que presidía el club de rehabilitación; allí se trataba
la adicción al alcohol a base del esquema clásico de aversión con apomorfina y antabús. A cargo de este policlí-
nico estaban la Dra. Rossi y la Dra. Fontena. Se adhiere a este equipo la Sra. Eliana, enfermera. Luego se empieza a
atender a otros pacientes psiquiátricos, configurándose de hecho el esbozo de un primer Policlínico de Psiquiatría,
atendido por médicos no especialistas. Desde enero de 1984 hasta abril de 1994, la Dra. Rossi asume la patología
psiquiátrica del Hospital Regional de Coyhaique, recibiendo capacitación en el Hospital El Peral de Santiago. En esa
época existía una comisión mixta de salud y educación, la que se preocupaba por pesquisar el consumo de alco-
hol en adolescentes a partir de su relación con los trastornos conductuales; sin embargo, no existían dispositivos
especializados para la atención y el seguimiento sistemático de los casos pesquisados. La atención estaba total-
mente centralizada en el Hospital Regional, no existió hasta los años 90, programas de salud mental en el nivel de
la Atención Primaria. Durante este periodo, la Dra. Rossi atendía dos veces por semana el Policlínico de Psiquiatría
en conjunto con la Sra. Eliana y la asistente social Elizabeth Sepúlveda. Los pacientes más graves eran trasladados
al Sanatorio El Peral o ingresados al Servicio de Medicina del Hospital Regional de Coyhaique. Durante su periodo
a cargo de Psiquiatría, la Dra. Rossi capacitó a técnicos paramédicos y enfermeras en el manejo y tratamiento de
los pacientes psiquiátricos, las técnicas de contención, etc. Los tratamientos más utilizados en esa época eran
los psicofármacos (haloperidol, diazepam, modecate) y las técnicas de intervención terapéutica y psicosocial. Se
hospitalizaba de preferencia a pacientes psicóticos y con cuadros depresivos graves, los cuales eran derivados de
todos los hospitales de la región.
Las necesidades de soporte especializado se cubrían parcialmente mediante la colaboración de profesionales
provenientes de Santiago, aprovechando que venían a hacer atenciones particulares o a través de “operativos psi-
quiátricos” con profesionales de la Región de Los Lagos, como los Dres. Lorca, Larraguibel y Venegas. Los contactos
con psiquiatras de la capital facilitaban el traslado de pacientes graves, especialmente al Instituto Psiquiátrico Dr. J.
Horwitz B. Cuando se requería un traslado el acompañamiento era realizado por un paramédico “fornido”, Don Neftalí,
cuyas características físicas le permitían garantizar una mejor contención de los riesgos de descontrol psicomotor
de los pacientes. En la década de los 90 el Servicio de Salud de Aysén le ofrece realizar una beca de especialidad en
psiquiatría a la Dra. María Inés Rojas, quien entonces trabajaba como médico general de zona en Atención Primaria.
La Dra. Rojas retorna como psiquiatra a la región en el año 1994.
Los años 90: conformación del Equipo de Salud Mental
123
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
El año 1992 se produce la primera gran inyección de recursos en salud mental en Chile, contratándose
en Aysén un equipo de reforzamiento psicosocial en Atención Primaria de Salud (APS), conformado por una
matrona, un asistente social y un psicólogo, y se le asigna el objetivo de trabajar especialmente el tema de la
prevención en salud mental. Aquí se incorpora el psicólogo Antonio González, quien recuerda que debido a la
alta demanda en salud mental se tuvo que trabajar en todos los niveles de atención. La situación mejora en 1994
con la incorporación de la Dra. Rojas como psiquiatra, conformándose a partir de entonces el primer Equipo de
Salud Mental definido como tal, que contaba con tres psicólogos, una matrona, dos asistentes sociales y dicha
especialista. Se le asigna un espacio físico independiente, en el cual se hacen todas las atenciones clínicas y los
trabajos grupales en temáticas tales como depresión, beber problema, embarazo en adolescentes, discapacidad
física, maltrato infantil y violencia intrafamiliar. Paralelamente se continúa orientando el quehacer hacia la línea
comunitaria, el trabajo intersectorial y las capacitaciones a nivel local y regional. Se trabaja de esta manera hasta
1996, año en que se disuelve esta Unidad de Salud Mental y los profesionales son reasignados a los distintos
establecimientos de la red. Hacia el año 2001 el Hospital Regional contaba con un psiquiatra y dos psicólogos,
Jorge Montesinos y Vivian Chiros. La psicóloga Carolina Ahumada recuerda que al incorporarse en esa época
existía solamente un box de atención y aún no se contaba con camas para la hospitalización de pacientes psi-
quiátricos. Ese año se realiza la contratación de la asistente social Pamela Balbontín, conformándose con ellos el • Hospital de Día, Coyhaique, inaugurado en
primer Equipo de Salud Mental en Atención Secundaria, que incluía a la psiquiatra Dra. Claudia Fernández, los octubre del año 2008.
• Actual Servicio de Urgencia del Hospital Regional
dos psicólogos y la asistente social mencionados. de Coyhaique. Otorga atención médica para las
urgencias psiquiátricas.
Con la incorporación del recurso de asistente social se desarrolla un trabajo dirigido hacia los usuarios de salud
mental y sus grupos familiares, que deja como resultado la primera Agrupación de Familiares y Usuarios de Personas
con Enfermedades Mentales de la región. En el año 2003 se incorpora la psiquiatra Laura Terán, quien continúa hoy
desempeñándose en el Hospital Regional de Coyhaique y ha sido testigo del crecimiento profesional del Equipo de
Salud Mental. Señala la Dra. Terán: “Cuando yo llegué me llamó mucho la atención la mística y el compromiso en el
trabajo de las personas que hacían la salud mental de la región, atendiendo diligentemente, a pesar de las condi-
ciones poco favorables de trabajo, con intensa energía y entregando parte de sus vidas en este proyecto de salud”.
Dicho año, contando con dos psiquiatras, dos psicólogos y dos asistentes sociales, además de la incorporación de un
enfermero, se abre la Unidad de Corta Estadía del Hospital Regional de Coyhaique, que hasta la fecha dispone de seis
124
Como hecho relevante, la psicóloga Carolina Ahumada recuerda que en el año 2007 la región sufre una ola
de temblores y un tsunami, afectando dicha situación en forma significativa la salud mental de la población. Frente a
esto, llegan refuerzos de Santiago consistentes en la psiquiatra Dra. Loreto Castillo, quien posteriormente se establece
en la región y en la actualidad se desempeña como jefa de la Unidad de Corta Estadía de Psiquiatría. Cabe anotar que
la ciudad de Puerto Aysén no contaba en ese momento con psiquiatra, pues el único que se había desempeñado
como tal en esa región, el Dr. Waissbluth, se había trasladado.
Durante los últimos años se ha producido un gran crecimiento de la Red de Salud Mental, contándose a la
fecha en el nivel secundario con cuatro psiquiatras de adultos (tres en el Hospital Regional de Coyhaique, uno en el
Hospital de Puerto Aysén), una psiquiatra Infanto-juvenil, la Dra. Lilian Brand, tres psicólogas, dos asistentes sociales,
un enfermero y un equipo de técnicos paramédicos capacitados. En el año 2008 se abre el Hospital de Día, adosado
a la Unidad de Corta Estadía del Hospital Regional. A nivel de Atención Primaria, los dos consultorios urbanos, los
hospitales tipo 4 y las rondas médicas rurales cuentan con psicólogos y asistentes sociales, además de un médico
encargado de salud mental, y reciben apoyo por parte del nivel secundario, consistente en consultorías periódicas de
psiquiatría de adultos e infanto-juvenil, capacitación de profesionales y técnicos paramédicos.
• Año 1931: Principal avenida del antiguo Puerto Aysén,
que en ese tiempo se llamaba Chile-Argentina, hoy A modo de cierre, la Dra. Brand reflexiona: “Es mucho lo que nos falta… se nos hacen pocas las camas de
Avenida Teniente Merino. La mayor parte de estas
construcciones ha desaparecido por voraces incendios. hospitalización y requerimos implementar un equipo específico para el Área Infanto-Juvenil, además de camas para
• Antiguo Puerto Aysén, con su Avenida Chile-Argentina.
la hospitalización de pacientes menores de 15 años… Quedan muchas brechas por cubrir y metas por cumplir, pero
sin duda se ha recorrido un gran camino en la salud mental de la Región de Aysén”.
Del asilo a la comunidad:
Magallanes y el arte de la integración
125
Dr. Juan Vukusich Covacic y
En 1962 se hace cargo de los pacientes el neurólogo Dr. Sergio Gálvez G., y luego la enfermera Norma Naranjo.
En mayo de 1966 se inaugura el primer hospital psiquiátrico como tal, vecino a su ubicación anterior y construido
en madera, de un piso, con rejas exteriores y espacios pequeños, segregados por rejas interiores y tabiques según
sexo, aislamientos, dormitorios colectivos y comedores; en estos últimos los enfermos agudos y crónicos pasaban su
estadía, vestían un buzo que decía “Psiquiátrico”, se duchaban unas dos veces por semana, tras hacer una fila, y se
secaban con la misma toalla. En 1969 llega el primer psiquiatra a la zona, Dr. Jaime Valenzuela B., quien se retira en
1972. Posteriormente se establece en la ciudad el neurólogo Dr. César Reyes C. hasta 1975, año en que arriba a Maga-
llanes el segundo psiquiatra, Dr. Andrés Gumucio P., quien impulsa la contratación de terapeutas ocupacionales y se
retoman actividades de rehabilitación centradas en la labor-terapia y la socialización. A fines de 1978 deja la zona el
Dr. Gumucio y retorna el Dr. Jaime Valenzuela, quien intenta mantener estos logros. La situación, basada en el otrora
“modelo asilar”, alcanza su clímax ominoso cuando en enero de 1988 un enfermo esquizofrénico hospitalizado origina
un incendio que destruyó en su totalidad este hospital y que costó la vida a cuatro pacientes, que perecieron calcina-
dos al quedar atrapados tras las rejas.
Luego de este lamentable hecho muchos de los pacientes, gracias a gestiones de la asistente social Alicia
126
Ruiz M. (1980-1998), se trasladan a los Hospitales Psiquiátricos de Santiago y Putaendo; otros se acomodaron en otras
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
dependencias locales, donde se ubicaron los pacientes crónicos hombres y mujeres. Para los pacientes agudos se
rehabilitó el antiguo sector psiquiátrico del ex Hospital Broncopulmonar, que estaba desocupado, salvo por las acti-
vidades del primer Taller de Terapia Ocupacional del Servicio, a cargo de la T.O. Cecilia Ursic M. (quien llega al servicio
en 1978). En esta “nueva” ubicación, la Unidad de Pacientes Agudos recreó el modelo de atención previo, lo cual se
mantuvo hasta fines de 1991; para esa fecha esta Unidad hubo de trasladarse nuevamente, esta vez al segundo piso
del Hogar de Ancianos del mismo complejo Miraflores, pues se requería demoler el otrora Hospital de Miraflores a fin
de construir el nuevo hospital psiquiátrico.
A la espera de la construcción del hospital se inició una nueva etapa en la psiquiatría pública local, centrada
ahora en una relación más humanizada entre el personal y nuestros beneficiarios, logrando que, por ejemplo, un
paciente escogido pudiera ver un partido de futbol junto a los funcionarios en su sala de estar, lo cual al principio
generó toda clase de resistencias en los funcionarios, algunos de los cuales solicitaron su cambio de servicio y otros
se acogieron a jubilación. Este cambio fue inspirado por los psiquiatras Dres. Douglas Bennet (Inglaterra) y Martín
Cordero (Chile), quienes vinieron en varias ocasiones a supervisar y motivar la persistencia en los cambios logrados,
los cuales empiezan a gestarse luego que en septiembre de 1990 el Ministerio de Salud, por intermedio del Dr. A.
• Sor Carolina y Sor María, Hermanas de la Caridad, Pemjean, lograra motivar y facilitar que dos psiquiatras vengan a esta zona, los Dres. Juan Vukusich C. y Armando La-
hacia 1950.
• Iris Silva Valenzuela y Mercedes Loayza Gómez, rraguibel Ch., quienes impulsan cambios hacia el Modelo Comunitario, apoyados por el Dr. Valenzuela como jefe de
auxiliares de servicio del Servicio de Psiquiatría,
junto a la antigua estructura siniestrada. Año Servicio hasta 1992, año en que retorna a Santiago, y liderados por el jefe de Servicio desde 1993 hasta la fecha, Dr. J.
1969.
Vukusich. Se fortalece así progresivamente el Equipo de Salud Mental con la incorporación de nuevos profesionales
en diferentes áreas, como neuro psiquiatría Infantil, con la llegada en 1994 de la Dra. Ada Bidart C., y posteriormente,
en 2003, del Dr. Jorge Amarales O. y otros.
El nuevo Hospital Psiquiátrico comenzó a operar en mayo de 1992, para pacientes agudos y de larga permanen-
cia; pero consistente con el nuevo paradigma se optó por transformarlo en un hospital “abierto”; alrededor de 1995,
por primera vez, los enfermos de larga estadía podían salir y entrar libremente. Ese año se crea la única área cerrada
en este hospital, llamada UCI, la cual contaba con enfermera diurna de lunes a viernes y cuarto turno de dos paramé-
dicos y dos auxiliares de servicio; se eliminaron las dos salas de aislamiento y se hace mixta. Los resultados de estas
transformaciones fueron alentadores, aunque no estuvieron exentos de dificultades, frente a las cuales todo el equipo
profesional compartió las responsabilidades. Se promueven activida-
127
des de rehabilitación con la re-creación de una granja con monitores
traliza en este lugar, donde permanece hasta la fecha. Hace unos tres a
cuatro años, la granja “Miraflores”, por razones de crecimiento y manejo
de residuos orgánicos, se traslada a terrenos hoy vecinos al nuevo Hos-
pital Regional.
Hitos importantes: Hacia 1994, la creación de la Unidad de Salud
Mental; la capacitación y supervisión de los Equipos de Salud Mental en
los cinco Consultorios Primarios de la ciudad y, posteriormente, los de
Puerto Natales y Porvenir; la creación del Club de Pacientes Psiquiátricos
(1994); la participación continua, desde 1996, en el Carnaval de Invierno
de la ciudad, con carro alegórico y murgas; hacia 1993 la creación de la
Asociación de Familiares y Amigos de Pacientes Psiquiátricos, AFAPP.
CAPÍTULO III
Políticas y Reformas
de Salud Mental en Chile
INTRODUCCIÓN
La historia chilena de políticas de salud mental implementación de dos planes nacionales con recursos
131
se caracteriza principalmente por un primer periodo crecientes, los cuales han significado grandes avances
Introducción
132
En los 200 años de existencia de Chile como país independiente se pueden distinguir con claridad tres grandes
etapas en las políticas de atención de personas con trastornos mentales, cada una de ellas con su propio modelo de
organización de servicios. La primera, de tipo manicomial, se desarrolla durante el periodo de la Beneficencia Pública
en salud y se extiende por aproximadamente 140 años, finalizando en forma coincidente con la creación del Servicio
Nacional de Salud en 1952. El modelo de servicios se caracteriza por grandes instituciones asilares, con objetivos
predominantemente custodiales y una acumulación creciente de personas en pabellones de crónicos, siempre con
recursos muy insuficientes, que llevan a hacinamiento, mala higiene, trasgresiones de derechos humanos y alta mor-
talidad.
En la segunda etapa, el modelo es hospitalocéntrico, con transformación de los manicomios en hospitales
psiquiátricos y la instalación de servicios de psiquiatría en hospitales generales, siendo su duración de alrededor de
40 años, incluyendo las dos primeras reformas de salud que se implementan en Chile –las cuales no consideran la
salud o la enfermedad mental entre sus prioridades–, y terminando con el inicio del retorno a la democracia en 1990.
Este modelo se caracteriza por la incorporación del tratamiento con psicofármacos y otras terapias biológicas, hos-
pitalizaciones de menor duración, menor acumulación de personas en los servicios de crónicos y la implementación
de consultorios ambulatorios adosados a los hospitales. Al igual que en la etapa previa, los recursos son insuficientes
y las coberturas de atención son bajas, focalizadas fundamentalmente en personas con trastornos mentales severos
y que llegan tardíamente a consultar.
La última etapa, de tipo ambulatorio/comunitario, con 20 años de desarrollo y aún vigente, es la que ha lo-
grado la mayor voluntad política y financiera para su implementación y la que ha alcanzado la mayor inclusión de
la salud mental en un proceso de reforma de la salud. El modelo, en este caso, está basado en una amplia inclusión
de la salud mental en la Atención Primaria, donde se atiende a la mayoría de las personas con trastornos mentales;
la descentralización de la atención de especialidad, de preferencia en centros de salud mental comunitarios; la parti-
cipación de las personas, familias y sus organizaciones en los procesos de tratamiento; y la creación de una serie de
dispositivos y programas comunitarios que permitan a las personas con los trastornos y discapacidades más severas
vivir y ser incluidas en la comunidad. La voluntad política puesta en juego y el tipo de modelo aplicado han permitido
que en esta etapa se responda significativamente mejor a las necesidades de atención y que exista un mayor respeto
de los derechos de las personas con discapacidad mental. El desarrollo de este modelo, aun presentando muchas
insuficiencias, ha puesto a Chile en la vanguardia de las políticas de salud mental en América Latina.
Políticas de salud mental durante la Beneficencia Pública, 1810-1950
133
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Chile demoró 300 años en implementar su primera medida política en salud mental. Es así como recién en el
año 1852 se funda un establecimiento destinado a personas con enfermedad mental, la Casa de Orates de Nuestra
Señora de los Ángeles, en el barrio Yungay de Santiago. El Gobierno proporcionó el local, el mantenimiento se hizo
con erogaciones privadas, donativos en especies y con un aporte de la Municipalidad. Esta tardanza contrasta con
la premura con que se pusieron en marcha establecimientos similares en otros países latinoamericanos, tales como
México y Perú en el siglo XVI. Este olvido de la enfermedad mental por las autoridades de la Colonia y de los primeros
42 años de la República, ¿se podrá explicar por la pobreza relativa de Chile en comparación con otros países de la
región, o corresponderá más bien a una actitud de negación y exclusión de la enfermedad mental?
Al recorrer la historia en los 100 años siguientes a la fundación de la Casa de Orates, la respuesta a esta inte-
rrogante tiende a inclinarse hacia la segunda posibilidad. Es frecuente encontrar en los escritos de psiquiatras de
este periodo reclamos sobre las pésimas condiciones en que se encontraban las personas recluidas en este estable-
cimiento, con denuncias sobre el aspecto fúnebre y sombrío del nuevo edificio construido en 1858 en la calle Olivos,
el trato muchas veces peor que el dispensado a presidiarios, el hacinamiento, la falta de higiene y la alta mortalidad
(cercana al 20% al año). ¡El edificio había sido construido con 272 plazas para ambos sexos y en 1894 llegaba a alojar
a 897 personas!
A pesar de estas denuncias, las autoridades del país de esa época no tomaron mayores decisiones políticas
para mejorar las condiciones de vida de las personas internas en la Casa de Orates, a diferencia de lo que ocurría en
otros países de nuestro continente. Señalaba el Dr. Zilleruelo en 1896: “… se hace necesario construir un nuevo Ma-
nicomio, que estando a la altura en que las investigaciones modernas han colocado este jénero de establecimientos,
proporcione eficazmente, no sólo asilo para estadía i sitio de reclusión o aislamiento de los enajenados, sino residen-
cia hospitalaria i provechosa para su curación” (1).
La gran esperanza de una política diferente sobre la enfermedad mental, que fuera capaz de incorporar los
avances del conocimiento y experiencias que venían de Europa, surge en 1894, cuando después de un proceso de
cinco años “…la Junta de Beneficencia, el Ministerio del Interior i el Congreso, aguijoneados por la prensa diaria de
Santiago i por las sociedades científicas en cuyo seno se discutía la necesidad de una reforma, tomaran el interés que
merecía este impactante asunto i se llegara por último a adquirir un extenso campo en el barrio de la Providencia
i se nombrara una comisión compuesta de los Dres. Manuel A. Beca, Guillermo del Sol i del ingeniero señor Carlos
Barroilhet para que presentara los planos para el Manicomio Nacional…” (2).
Es así como, entre Providencia y Ñuñoa, se inició en 1895 la construcción de un moderno manicomio para
asilar a 1.200 personas de ambos sexos, el cual contaba con 34 pabellones aislados de dos o tres pisos, diseminados
en medio de jardines, sobre una superficie de 45.080 m2, con diversos talleres (carpintería, zapatería, sastrería, col-
134
chonería, etc.), anfiteatro, salones de estar, oficinas amplias para médicos, otras múltiples dependencias y un terreno
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
para una colonia agrícola de 8 a 10 hectáreas, rodeado de paisajes hermosos y vista inmejorable a la cordillera de los
Andes. El doctor Zilleruelo, desbordante de entusiasmo y optimismo, predice que “…la inauguración del Manicomio
Nacional hará época en los anales del progreso y un timbre de orgullo para todos los chilenos, por cuanto será la
prueba más palpable de que no hemos permanecido indiferentes al movimiento reaccionario nacido a favor de los
infelices alienados” (3).
Lamentablemente, la utopía del Dr. Zilleruelo y de muchos otros colegas de la época fue destruida por una
decisión política inesperada e insólita, siendo postergadas una vez más las necesidades de las personas con enferme-
dades mentales graves. El hermoso inmueble del Manicomio de Providencia fue ocupado por el Ejército de Chile en
1898, cuando aún se encontraba en construcción, para acuartelar la Guardia Nacional. En 1902, el Gobierno ordenó
entregar los edificios, ya totalmente construidos, al Comandante del batallón Escuela de Clases (4). Inútiles fueron las
gestiones de la Junta de Beneficencia durante tres años para tratar de recuperar los edificios del nuevo manicomio.
De esta manera, la Casa de Orates, con algunos pequeños arreglos cosméticos, con hacinamiento creciente y deterio-
ro aún mayor de las condiciones de vida de sus residentes, continuó siendo el único establecimiento psiquiátrico para
todo el país, y el número de personas internadas siguió creciendo progresivamente (¡en 1922 alcanzaban a 2.184!).
Se deberían esperar 30 años más para que se pudieran implementar políticas diferentes. En la década de 1920
a 1930, la Casa de Orates experimenta transformaciones conceptuales y organizacionales profundas que la llevan a
transformarse en una mezcla de manicomio y hospital psiquiátrico, aunque permaneciendo en el mismo inmueble,
con “un conglomerado estrecho y desordenado de construcciones” (5). Se comienzan a diferenciar distintos servicios
para responder a poblaciones con necesidades diferentes, tales como: el Hospital Psiquiátrico, para internaciones
agudas de uno a tres meses de duración; el Asilo de Temperancia, para tratamiento de personas con alcoholismo; el
manicomio propiamente tal, para los que requieren larga estadía por no mejorar en un plazo de cuatro meses; la co-
lonia agrícola para que 200 asilados puedan trabajar en cultivos y crianza de aves y cerdos; un pabellón con 18 camas
para niños con enfermedad mental; y el Policlínico Neuropsiquiátrico para consultas externas.
Concomitantemente con estas transformaciones de la Casa de Orates, se inicia la discusión en Chile sobre una
nueva política de creación de instituciones psiquiátricas agrícolas, tal como se estaba aplicando en algunos países
vecinos como Argentina, Uruguay y Brasil. El Dr. Humberto Rojas expresa en su presentación en una conferencia cien-
tífica de 1928, que el Dr. Jerónimo Letelier, médico jefe de la Casa de Orates, “propuso la creación de Open Door o
asilos-colonias que servirían a tres zonas extensas en que se dividiría con tal fin la República. Su creación está ya acor-
dada. Además del de Santiago, se ha dispuesto crear un Open Door en la región del Sur, en Santa Fe, cerca de la ciu-
dad de Los Ángeles, y otro en la región Norte, en la ciudad de La Serena” (6). Estas nuevas políticas de transformación del
• Casa de Orates en 1924. El orden y limpieza de la foto contrasta con los relatos de los médicos de la
época. Por ejemplo, el Dr. Rojas junto con señalar algunas mejoras, describe esta institución como “un
conglomerado estrecho y desordenado de construcciones”, en la cual el Manicomio “se hace de tal
manera estrecho que, teniendo una capacidad para poco más de mil enfermos, alberga más de dos
mil cuatrocientos”.
modelo asilar tradicional hacia modelos hospitalarios y de laborterapia, no tuvieron mejor fortuna que sus antecesoras,
136
tanto por la falta de voluntad política de las autoridades de la época para invertir recursos en tratamiento y rehabilitación
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
de la enfermedad mental, como por las propias características de estos modelos, que terminan desarraigando a las per-
sonas de su medio social habitual y creando un efecto iatrogénico de institucionalización. El ahora llamado Manicomio
Nacional continuó hacinándose, ¡llegando a tener 3.420 asilados en 1932!, y a juicio de los Dres. Vivado, Larson y Arroyo
en 1939, “…la asistencia psiquiátrica actual… a pesar del esfuerzo de muchos de nuestros especialistas, ha continuado
orientándose hacia el tratamiento de los crónicos… esto se ha traducido en la práctica por el sistema de encierro y por
el descuido de la asistencia de los enfermos agudos… nuestro único Manicomio es una máquina absolutamente inade-
cuada para curar enfermos… su unidad fundamental, la Casa de Orates, cuya arquitectura de tipo carcelario dista mucho
de corresponder a nuestra época” (7).
Por otra parte, de los tres Open Door planificados sólo se construyó el de Santiago (1928), en el fundo El Peral,
• Las condiciones de vida anteriores a la década del
80 en el Hospital El Peral fueron dramáticas, con alta el cual tuvo una corta existencia como colonia agrícola, terminando gradualmente en una institución custodial, con
mortalidad, hacinamiento y pésimas condiciones
de infraestructura. recursos insuficientes para ejercer este rol y menos aun para tratamiento o rehabilitación. “Hacia la década del 60 y 70
se había transformado en un depósito de personas afectadas por una variedad de patologías psiquiátricas, discapa-
cidad mental, enfermedades orgánico-cerebrales, somáticas y carencias sociales. Registros fotográficos del año 1976
revelan una dramática situación sanitaria caracterizada por la desnutrición, hacinamiento y pobreza material del esta-
blecimiento. Los testimonios orales de funcionarios de la época hablan de una alta mortalidad de pacientes derivada
de las deficiencias sanitarias y terapéuticas, en especial en los sectores de larga estadía” (8).
137
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
1810 Fundación del Hospicio de Santiago para albergar al “público menesteroso”. Con el correr del tiempo asiló
preferentemente “oligofrénicos” y ancianos no dementes.
1834 Se construyen mediaguas adosadas al Hospital San Juan de Dios para guardar colchones y hospitalizar
psicóticos.
1839 Gobierno ordenó confeccionar planos para un Hospital de Locos, iniciativa que no prosperó.
1848 Teniente coronel Francisco Ramírez, quien dos años más tarde fuera designado Intendente de Santiago,
estudia funcionamiento de Casa de Locos de San Andrés en Lima.
1852 Intendente Ramírez funda la Casa de Orates (casa del barrio Yungay), la cual queda a cargo de una Junta
Directiva dependiente del Ministerio del Interior.
• De Colonia Open Door a Hospital Psiquiátrico El
1858 Se inaugura nuevo edificio construido para Casa de Orates en la calle Olivos, ubicación actual del Instituto Peral (foto tomada en 1976).
Horwitz.
1870 Junta Directiva de la Casa de Orates contrata al primer “alienista”, el Dr. Guillermo Benham, formado en
Inglaterra y Francia.
1891 Junta de Beneficencia de Santiago queda a cargo de la dirección de Casa de Orates.
1902 Gobierno ordenó entregar los edificios recién construidos del nuevo Manicomio al Comandante del Bata-
llón Escuela de Clases.
1910 Gobierno comisionó al psiquiatra Óscar Fontecilla para viaje de estudios en el extranjero sobre modelo
Open Door (asilo-colonia).
1925 Apertura del Asilo de Temperancia en la Casa de Orates para cumplir con la Ley de Alcoholes. Se mantiene
con las multas que establece esta ley.
1927 Reglamento General de Salubridad Mental, para cumplir con artículos sobre manicomios y dementes del
Código Sanitario.
1928 Transformación de la Casa de Orates en Manicomio Nacional. Un Decreto Supremo creó en su interior el
Hospital Psiquiátrico y fundación de la Colonia Open Door, en el fundo El Peral.
1937 Fundación del primer Servicio de Neuropsiquiatría Infantil en Quinta Bella para “niños alienados crónicos”.
1950 El Ministro de Salubridad establece que la psiquiatría es una rama de la medicina y que todo Hospital Ge-
neral debe contar con su Servicio de Psiquiatría.
1952 Se crea el Servicio Nacional de Salud.
Políticas de salud mental durante la Primera Reforma de Salud, 1950-1973
138
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Esta época está marcada por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, hecho histórico que deja de
manifiesto la importancia de los eventos estresantes en la salud mental de las personas y se caracteriza por el desa-
rrollo de la medicina psicosomática, de los movimientos de reforma psiquiátrica, de la psicofarmacología, de la psico-
terapia y de la epidemiología psiquiátrica.
En nuestro país, en este periodo destaca la inserción de la psiquiatría y la salud mental en las instituciones de
salud general, el surgimiento de las primeras investigaciones en epidemiología psiquiátrica y la creación del Programa
Nacional de Alcoholismo (11, 12).
En Chile, transcurridos dos años desde la creación del Servicio de Nacional de Salud, los Dres. Jorge Torreblanca
y Víctor Jadresic, ambos con gran influencia política en la época y con una destacada trayectoria profesional solicitan
autorización y financiamiento a las autoridades para crear en el Hospital del Salvador un Servicio de Medicina Psico-
somática y Psiquiatría Social que diera cuenta de los cambios ocurridos en el mundo. El año 1954 el director general
del Servicio, el Dr. Guillermo Valenzuela, nombra a los Dres. Jorge Torreblanca y Víctor Jadresic en comisión de servicio
para llevar a cabo el mencionado proyecto, que viene a integrar corrientes emergentes de la época y que incorpora
un equipo multidisciplinario en un gran Hospital General para el tratamiento de enfermedades mentales. El jefe de
dicho servicio fue el Dr. Jorge Torreblanca y jefe de Clínica el Dr. Víctor Jadresic, quienes llevaron a cabo con éxito
esta iniciativa pionera en nuestro país. El flamante servicio contó con alrededor de 30 funcionarios entre médicos
psiquiatras e internistas, enfermeras, sicólogos, asistentes sociales, artistas, kinesiólogos, recepcionistas, secretarias y
personal auxiliar, y tuvo el apoyo de la Rectoría de la Universidad de Chile (13).
Por otro lado, en el año 1959, la cátedra de Enfermedades Mentales de la Universidad de Chile, se traslada
desde el Hospital Psiquiátrico a la recién construida Clínica Psiquiátrica Universitaria, en Avenida La Paz 1003, y pasa
a formar parte del Hospital José Joaquín Aguirre, Hospital Clínico de la Universidad de Chile, inaugurado el año 1952.
Este hecho, que significa la creación de un Servicio de Psiquiatría en un Hospital General, marca otro hito importante
en la integración de la psiquiatría y la salud mental a la salud general. Sin embargo, este acontecimiento es más bien el
resultado de los esfuerzos de los académicos de la cátedra de enfermedades mentales –que plantearon la necesidad
de contar con un recinto propio para llevar a cabo la docencia– que el resultado de políticas de la época.
El año 1926, el Dr. Óscar Fontecilla –profesor titular de la cátedra a la fecha– señala en la clase inaugural del
curso de enfermedades mentales, dictada a los estudiantes de Medicina de la época, la necesidad de que la univer-
sidad cuente con un espacio propio para su cátedra. Este anhelo de los catedráticos de la Universidad de Chile de
la época lo pudo concretar el profesor Ignacio Matte Blanco, quien ganó el cargo de profesor titular de la cátedra
el año 1949. La Clínica Psiquiátrica Universitaria fue concebida específicamente para llevar a cabo la atención de pa-
cientes en forma ambulatoria, y la atención de pacientes hospitalizados, y en su interior se contó desde sus inicios
139
con laboratorios de investigación neuropsiquiátrica. El profesor Ignacio Matte Blanco consiguió el financiamiento del
El profesor Juan Marconi Tassara (1924-2005) ha sido la figura de mayor influencia en la salud mental en Chile desde la
perspectiva de la salud pública. En un resumen sucinto de sus pensamientos y acciones, se pueden destacar seis áreas principales
donde desarrolló su enfoque salubrista (22):
El legado histórico que ha dejado el profesor Marconi en la salud pública en salud mental es enorme, sobreviviendo a los inten-
tos de destrucción de su obra durante los 17 años de dictadura militar. A modo de breve enumeración, se puede mencionar la
siguiente lista:
• Definiciones operacionales de los tipos de bebedores de alcohol, con implicancias clínicas y de salud pública.
• Determinación de tasas de prevalencia de trastornos mentales, las cuales sirvieron para las estrategias de salud pública
por 30 años. • Dr. Juan Marconi con la esposa e hija del Dr.
• Modelos de organización de servicios de salud mental que sirvieron de base para los planes nacionales de los años 1993 y Enrique Saforcada en Córdoba (1974).
2000.
• Incorporación del tratamiento del alcoholismo a Centros de Atención Primaria.
• Desarrollo de grupos de autoayuda en alcoholismo.
• Apoyo a la creación de la Pastoral de Alcoholismo y Drogadicción por parte de la Iglesia Católica.
• Puesta en marcha del Servicio de Psiquiatría del Hospital Barros Luco.
• Creación del Departamento de Psiquiatría de la Sede Sur de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
• Formación de decenas de discípulos de primera y segunda generación, que han liderado procesos de salud pública en el
sistema público de salud, universidades y comunidades.
• Dos de sus discípulos directos han liderado las políticas nacionales de salud mental desde el Ministerio de Salud en los
últimos 20 años.
• Varios de sus postulados fueron recogidos en el libro de OPS Temas de Salud Mental en la Comunidad del año 1992.
• Contribución a la elaboración de documentos técnicos de la Unidad de Salud Mental del Ministerio de Salud en la
década del 90.
• Influencia en la salud pública y enfoques comunitarios de otros países de Latinoamérica. Por ejemplo, en relación con
su trabajo en Córdoba (Argentina) (23), un profesor de Salud Pública/Salud Mental de la Universidad de Buenos Aires
señala: “…alrededor de Marconi … todos adquirimos el sentido social de la psicología y una profunda ética en el afron-
tamiento de trabajos con la comunidad” (24).
dentro de 180 días de promulgarse la Ley 16.744, pero no existió voluntad política para hacerlo previamente. Dicho
142
reglamento lleva la firma del Presidente de la República de ese momento, Dr. Salvador Allende, quien ya cuando
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
fuera Ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social (1939-1942) había señalado “Los datos y cifras… demues-
tran cuán apreciable es la influencia de la intoxicación alcohólica en los cuadros de morbilidad y mortalidad del
país, y por consiguiente, cuán agudo es el problema que se plantea el Gobierno, dentro de un plan serio de me-
joramiento del estado sanitario” (25).
Las reformas iniciadas por la Dictadura militar a finales de los 70 y comienzos de los 80 del siglo XX transforma-
ron muchos sectores del Estado y la economía nacional. Entre ellos la estructura y funcionamiento del sector salud
chileno. Las principales reformas impuestas fueron 1) la creación del Fondo Nacional de Salud (FONASA), 2) la creación
• Del “tratamiento moral” y el movimiento del Sistema Nacional de Servicios de Salud (SNSS), 3) la creación de las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES), y
humanitario hacia las personas con enfermedad
mental de Phippe Pinel (1745-1826) al retroceso 4) la descentralización y municipalización de la Atención Primaria (26).
histórico de fundar el Hospital Psiquiátrico Philippe
Pinel de Putaendo, a fines de la década de 1960, En 1979, se suprimió la Dirección General del Servicio Nacional de Salud (SNS) y el Consejo de Salud, y toda la
en un sanatorio para tuberculosis abandonado,
trasladando cientos de personas NN sin que responsabilidad sanitaria la asumió el Ministerio de Salud. En lugar de un servicio único centralizado (SNS), se organizó
tuvieran acceso a tratamiento con psiquiatras.
un Sistema Nacional de Servicios de Salud descentralizado, compuesto por 27 servicios dependientes del Ministerio,
pero autónomos en su funcionamiento, siete de ellos en la Región Metropolitana. Cada Servicio de Salud fue con-
ducido por un director, nombrado por el Ministerio de Salud, al igual que los directores de hospitales y consultorios.
Se crearon, además, Secretarios Regionales de Salud (SEREMI), representantes del Ministro de Salud en las regiones,
incluyendo la Región Metropolitana (27).
Hacia 1980 se inicia el proceso de municipalización de la Atención Primaria, el cual culmina en 1987. Si bien los
establecimientos siguen siendo parte del SNSS, el control de la gestión así como el equipamiento, inmuebles y perso-
nal del servicio quedan bajo la responsabilidad y tutela de los municipios. El financiamiento opera a través del sistema
de facturación por atenciones médicas (FAPEM), por los fondos municipales propios, y por el fondo común municipal
(FCM) (28). Este proceso tuvo serios inconvenientes: deterioro de la relación con los Hospitales Bases, inequidad, dada
la disímil inversión municipal, e inestabilidad laboral médica, debido a la falta de incentivos económicos, posibilidades
de perfeccionamiento y carencia de una carrera funcionaria regulada.
En 1981 se crearon las Instituciones de Salud Previsional (ISAPRES), para la administración privada de la cotiza-
ción de salud que obligatoriamente tienen que hacer los empleados y trabajadores (29, 30), y se permitió a las personas
optar al sistema de salud de su preferencia, sea el privado o el estatal (FONASA).
Finalmente, en 1985 se dicta el Decreto Ley 18.469, el cual promueve, principalmente, la eliminación de las dife-
143
rencias en el acceso a los diversos sistemas de salud según la condición previsional y avanzar hacia un sistema donde
militar al democrático.
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
A nivel de intervenciones concretas en la comunidad, se distinguen dos vertientes en el periodo (38). Unos son
los procesos de intervención comunitaria implementados desde fuera del Estado autoritario, clasificables como expe-
riencias de desarrollo local. Esta fueron impulsadas por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) que aglutinaron
innumerables prácticas comunitarias de diverso carácter y sentido, articuladas desde una clara postura de acción po-
lítica, orientadas a la reconstrucción del “tejido social”. Se buscaba que, mediante la organización de la comunidad, se
pudiera dar respuesta a la satisfacción de las necesidades de la población de esa época. Las áreas de trabajo eran muy
variadas: ollas comunes, “comprando juntos”, autoconstrucción de viviendas; comités de salud, talleres de desarrollo
• “Ollas comunes” durante la Dictadura militar, una
forma de promoción de la salud mental.
afectivo; investigación y reflexión política como actividad académica, asesoría a sindicatos en negociación colectiva,
etc. Su objetivo era el desarrollo de organización social, el protagonismo y desarrollo de actores sociales con capaci-
dad de acción autónoma, cambios en la subjetividad colectiva y el incremento en la participación comunitaria (39).
Otra es la experiencia de la Red de Centros de Adolescencia y Drogas, creada en 1982 en el ámbito municipal,
como parte de la política social de extrema pobreza del periodo. Su objetivo fue realizar acciones de prevención, tra-
tamiento y rehabilitación de la drogadicción juvenil en sectores pobres y marginales de la Región Metropolitana. La
estrategia de trabajo consistía en la incorporación de jóvenes marginales a acciones intramurales en centros ubicados
en sectores de extrema pobreza y con índices de conflicto social (40). El carácter comunitario de esta acción provenía,
básicamente, de la ubicación geográfica de los centros, así como también del tipo de trabajo primordialmente grupal
y también preventivo que estaba implicado en sus acciones de fomento de las organizaciones laborales, la comuni-
dad terapéutica y las actividades de recreación. Sin embargo, esta acción no provenía de una concepción básica de
intervención comunitaria ni de una estrategia de intervención comunitaria (41).
Relevante en esta época, es el trabajo de salud mental dedicado específicamente a apoyar a las víctimas di-
rectas de la represión política y a sus familiares. Es el caso de los Equipos de Salud Mental de la Fundación de Ayuda
Social de las Iglesias Cristianas (FASIC) (42), Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos (ILAS) (43),
Corporación de Defensa y Promoción de los Derechos del Pueblo (CODEPU) (44), Fundación de Protección a la Infancia
Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE) (45), Centro de Salud Mental y Derechos Humanos (CINTRAS) (46), y varios
otros menos conocidos.
Por último, debemos dejar establecido que las ISAPRES se desarrollaron en esta etapa con una exclusión de los
problemas de salud mental, ofreciendo coberturas que no tenían ninguna trascendencia ni impacto terapéutico en
las patologías que presentaban sus afiliados. De este modo, muchas familias que optaron por estos seguros privados,
y que incluían en su seno a personas afectadas por enfermedades mentales, buscaron modos de que aquellas siguie-
ran bajo la cobertura del FONASA y pudieran así ser atendidos en el sistema público.
145
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Represión política del Estado:
principal factor de riesgo para la salud mental desde 1973 a 1990
Durante la Dictadura militar en Chile (1973-1990), se constituyeron varios grupos profesionales para el apoyo
psicológico a personas que sufrían violaciones a sus derechos humanos. Es el caso de los Equipos de Salud Men- • Movimiento Sebastián Acevedo, 1988.
tal de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC) (47), Instituto Latinoamericano de Sa-
lud Mental y Derechos Humanos (ILAS) (48), Corporación de Defensa y Promoción de los Derechos del Pueblo
(CODEPU) (49), Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (PIDEE) (50),
Centro de Salud Mental y Derechos Humanos (CINTRAS) (51), y varios otros menos conocidos.
Estas instituciones, además del trabajo asistencial, desarrollaron estudios, investigaciones y comunicaciones
sobre los daños psicológicos y psicosociales producidos por la tortura, la desaparición forzada y la impunidad
tanto en los individuos como a nivel familiar y social, y elaboraron propuestas de intervención psicoterapéu-
tica.
Su trabajo apuntó permanentemente a la promoción de los derechos humanos, la erradicación de la tortura y
la superación de la impunidad, como condiciones indispensables para la consolidación del proceso democrático
en el país. Sus aportes han trascendido ampliamente la realidad nacional, nutriendo el trabajo sobre salud
mental y derechos humanos en muchos países de la región latinoamericana y del Caribe, y en otras regiones del
mundo.
La experiencia y el trabajo realizado en este campo dieron pie en 1991, al inicio del Gobierno del presidente
Patricio Aylwin, el primero democrático posdictadura, a la creación del Programa de Reparación y Atención
Integral de Salud (PRAIS), como respuesta del sector salud al compromiso de reparación asumido por el Esta-
do con las víctimas de la represión política, durante el periodo dictatorial.
Todas las instituciones nombradas continuaron trabajando activamente durante los gobiernos democráticos
posteriores a la Dictadura y mantenían su funcionamiento al momento de celebrar el Bicentenario de la Inde-
pendencia de Chile.
Políticas de salud mental durante la Tercera Reforma de Salud, 1990-2010
146
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Con el retorno a la democracia en el año 1990 no se producen cambios mayores en la estructura del sector
salud, manteniéndose los principales elementos descritos en la sección anterior, pero con una marcada modificación
del énfasis de las políticas, desde lo privado a lo público. Consecuentemente, se tomaron diversas medidas para el
reforzamiento de los Servicios de Salud, aumentando progresivamente la inversión en infraestructura, los presupues-
tos operacionales, las competencias técnicas de sus equipos y el mejoramiento de la coordinación de las redes de
establecimientos de salud. Desde mediados de la década del 90, se inicia un activo proceso de análisis y propuestas
que culminaría al cabo de 10 años con el establecimiento de la Tercera Reforma de Salud.
Al mismo tiempo, las nuevas autoridades del Ministerio mostraron en este periodo una sensibilidad mayor
hacia aspectos psicológicos y sociales de la salud, pasando la salud mental a tener una prioridad más alta que en
cualquiera de las épocas históricas previas de Chile. Fruto de esto fue la constitución, por primera vez, de un equipo
multidisciplinario a cargo de la salud mental en el Ministerio de Salud (Unidad de Salud Mental constituida con ocho
profesionales), la conformación de una red nacional de profesionales encargados de la salud mental, con represen-
tación en cada una de las Direcciones de los Servicios de Salud, y el apoyo político para postular proyectos de salud
mental a fondos de la cooperación internacional. De esta manera surgen cuatro programas nacionales que ayudarían
a abrir camino para la salud mental y a posicionarla con mayor visibilidad en los Servicios de Salud del país: Salud
Mental en la Atención Primaria, Reparación Integral en Salud y Derechos Humanos (PRAIS), Red de Centros Comunita-
rios de Salud Mental Familiar (COSAM) y Prevención en Alcohol y Drogas (“Quiero mi Vida sin Drogas”).
Por otra parte, desde el plano internacional, las políticas de salud mental de la Región de las Américas fueron
fuertemente impactadas en el año 1990 con la Declaración de Caracas. En una histórica reunión convocada por la
Organización Panamericana de Salud (OPS), a la que asistieron autoridades de salud, profesionales de salud mental,
legisladores y juristas, se concluyó que era necesaria la reestructuración de la atención psiquiátrica, la cual debería
estar ligada a la Atención Primaria de Salud y en los marcos de los Sistemas Locales de Salud, implicando una revisión
crítica del rol hegemónico y centralizador del Hospital Psiquiátrico, salvaguardando los derechos humanos de los
enfermos y propendiendo a su permanencia en el medio comunitario, y realizando ajustes de las legislaciones para
asegurar el cumplimiento de estos planteamientos (52).
En Chile, al igual que en otros países de América, la Declaración de Caracas fue ampliamente difundida y ana-
lizada en varias reuniones masivas. La mayoría de sus postulados y la experiencia con los programas de salud mental
que ya se habían puesto en marcha en el país sirvieron de base para la formulación de las Políticas y Plan Nacional de
Salud Mental, documento que fue aprobado legalmente por resolución del Ministro de Salud de ese momento, en
octubre de 1993 (53), y que tiene el mérito de haber sido el primer documento de política de salud mental que lograra
un alto nivel de implementación a lo largo del territorio nacional (54). Sus seis áreas prioritarias –infanto-juvenil, aten-
147
ción primaria, red de servicios clínicos, beber problema y consumo indebido de drogas, rehabilitación y reinserción
do. Los manifestantes cuestionaron las políticas específicas de Psiquiatría Forense y las políticas generales de salud
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
mental. La crisis finalmente se solucionó con la conformación de una comisión que elaboró en pocas semanas un Plan
Nacional de Psiquiatría Forense y las bases para un Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría (56).
El Plan Nacional de Psiquiatría Forense, que incluía la implementación de una Unidad de Alta Complejidad,
tres de Mediana Complejidad, Hospitales de Día y Hogares Protegidos, recibió financiamiento fresco desde fines de
1998 y pudo implementarse gradualmente en su totalidad. Por su parte, el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría
continuó perfeccionándose durante el año 1999, a través de una serie de reuniones y propuestas con amplia partici-
pación de profesionales y técnicos, diversas organizaciones de profesionales y representantes de usuarios y familiares,
y finalmente se publicó y entró en vigencia a partir del año 2000 (57). La falta de apoyo a este plan por parte del Ministro
de Salud de ese periodo impidió que fuera respaldado legalmente con un decreto ministerial, otorgado únicamente
al Programa de Salud Mental, el cual es sólo un capítulo del plan.
A pesar de no ser un instrumento válido legalmente, el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría ha tenido
un tremendo impacto en el sistema público en sus 10 años de existencia, recibiendo el apoyo de la mayoría de los
profesionales de salud mental y de las organizaciones de usuarios y familiares del país, y de algunas autoridades
de salud locales y nacionales. Este apoyo ha permitido aumentar significativamente los recursos disponibles para
salud mental en todos los Servicios de Salud del país, junto con el número de personas que se atienden por dis-
tintos trastornos mentales, y transformar el modelo de atención desde uno centrado en hospitales a otro centrado
en la Atención Primaria, en las unidades ambulatorias de atención especializada crecientemente descentralizadas
y en las comunidades locales (58, 59). Es así como el porcentaje del presupuesto destinado a salud mental dentro del
presupuesto total de salud ha aumentado del 1 al 3%, las camas de psiquiatría en Hospitales Generales de 304 a 517,
las plazas en Hospitales de Día de 160 a 740, las Unidades Ambulatorias de Salud Mental y Psiquiatría de 41 a 123,
el porcentaje de Centros de Atención Primaria con psicólogos de 23 a 100%, y las plazas en Residencias y Hogares
Protegidos de 488 a 1.244 (60). A su vez, el número de personas bajo control aumentó de 18.224 a 275.410 para de-
presión, de 1.024 a 12.914 para esquizofrenia, de 5.921 a 42.572 para problemas por alcohol y drogas, de 598 a 6.043
para maltrato infantil, de 1.939 a 33.312 para violencia doméstica contra la mujer, de 309 a 5.552 para Alzheimer y
otras demencias, y de 2.508 a 27.751 para trastornos hipercinéticos y de la atención (61).
De este modo, la Tercera Reforma de Salud en Chile, con su ley más emblemática de Garantías Explícitas en
Salud (GES, o más popularmente conocida como AUGE), encuentra la salud mental y la psiquiatría en el año 2005 con
una mayor visibilidad en la salud pública que las reformas previas. Por una parte, una serie de estudios epidemioló-
gicos muestran la gran magnitud y consecuencias de las enfermedades mentales en nuestro país, reconociéndolas
como uno de los principales problemas de salud pública. Por otra parte, el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría
del año 2000, alcanza en cinco años un nivel de implementación masivo en el sistema público que ninguna política
149
en este campo había logrado en Chile, consagrando la salud mental como uno de los componentes ineludibles en
como director de un Servicio de Salud donde el Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría se había implementado
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
con buenos resultados y donde el Programa de Tratamiento Integral de la Depresión había alcanzado un alto grado
de desarrollo.
La implementación del GES depresión ha significado un gran beneficio para muchas personas, especialmente
mujeres, las cuales han sido sus más frecuentes usuarias en ambos sistemas, público y privado. Estos beneficios han
sido tanto en acceso y calidad de tratamiento como en equidad, permitiendo que personas de bajos ingresos puedan
recibir tratamientos de la duración e intensidad que sean necesarios. Estos beneficios podrían haber sido mayores aun
si el Directorio GES del Ministerio de Salud hubiera apoyado técnicamente y con recursos de capacitación a los Servi-
cios de Salud, especialmente a aquellos con un menor nivel de desarrollo de la Red de Servicios de Salud Mental, de
modo de facilitar un mayor nivel de resolución en los Centros de Atención Primaria y una mejor articulación entre los
niveles primarios y secundarios. La implementación del GES depresión se ha visto además dificultada por fenómenos
• El Plan Nacional de Salud Mental y
Psiquiatría del año 2000 (2ª edición 2001) ha del mercado de la salud difíciles de controlar, en que los prestadores conveniados con las ISAPRES decidieron basar
tenido gran influencia en el desarrollo de
servicios y programas de salud mental en el
el grueso de la atención de depresión en psiquiatras y no en médicos generales, compitiendo con los Servicios de
sector público de Chile y en la incorporación Salud por la contratación de estos especialistas y disminuyendo la disponibilidad de ellos para el sector público, y por
de tres enfermedades mentales al sistema de
garantías GES. otra parte, algunos psiquiatras han optado por no contratarse en los Servicios de Salud o hacerlo por pocas horas, de
modo que los Servicios les paguen la atención de personas con depresión como consultas privadas con el objeto de
poder cumplir con la garantía legal de atención con especialista dentro de 30 días.
El tercer Decreto Presidencial GES, del año 2007, que definió 16 problemas de salud adicionales, de modo
de completar los 56 problemas que determinaba la Ley GES en ese momento, incluyó esta vez el tratamiento del
consumo perjudicial y dependencia de alcohol y drogas en menores de 20 años. A diferencia de la esquizofrenia y la
depresión, en las que el tratamiento GES es integral, con todas las intensidades que se requieran según las necesida-
des de las personas, esta vez solamente se garantizó el tratamiento de aquellos con cuadros leves o moderados y ex-
clusivamente con un plan ambulatorio básico. Nuevamente aquí existían fuertes razones de salud pública para haber
ofrecido mejores garantías. Los problemas de alcohol y drogas son altamente sentidos por la comunidad nacional, ya
que no sólo dañan a los individuos que los sufren, sino a sus familias y al resto de la sociedad, ya que se asocian con
inducción al consumo de otras personas y con conductas violentas y delictuales; los modelos de tratamiento que se
han aplicado a través de un convenio entre el Consejo Nacional de Control de Estupefacientes (CONACE) y el Ministe-
rio de Salud han sido evaluados como efectivos; el tratamiento temprano del consumo perjudicial y dependencia en
la adolescencia previene muchos problemas futuros de salud, salud mental y de infracciones a la ley.
A pesar de los fuertes argumentos de salud pública que fueron vehementemente esgrimidos por profesio-
nales del Departamento de Salud Mental del Ministerio de Salud y por profesionales de CONACE, y a pesar de que el
Ministerio de Hacienda aprobó el presupuesto necesario
151
para cumplir con garantías integrales en alcohol y drogas
En un mirada global de la historia chilena de políticas de salud mental en estos 200 años y en comparación
con las historias de otros países latinoamericanos, se aprecia que en la primera etapa, de 140 años, se aplica el mismo
modelo manicomial en todos los países, pero con diferencias en el año de inicio y el nivel de desarrollo. Es así como
en Chile el comienzo de este modelo fue tardío y su desarrollo, escaso, lo cual, paradójicamente, facilitó la implemen-
tación de un modelo ambulatorio/comunitario en los últimos 20 años de nuestra historia –siendo en general menos
dificultoso desarrollar nuevos servicios de salud mental que transformar grandes instituciones.
La Primera Reforma de Salud, 1950-1973, si bien no posicionó la salud mental entre las prioridades naciona-
les y mantuvo un modelo hospitalocéntrico, tuvo dos características fundamentales que dieron bases muy sólidas
para los logros alcanzados con la Tercera Reforma de Salud, 1990-2010. En primer lugar, la creación del Servicio
Nacional de Salud permitió disponer en Chile de una Red de Centros de Atención Primaria y hospitales públicos
que fue ejemplar para América Latina por sus logros sanitarios. Esta red, aunque debilitada durante la reforma de
la Dictadura, facilitó enormemente la implementación de dos planes nacionales de salud mental desde el retorno
a la democracia. En segundo lugar, nuestros psiquiatras visionarios de las décadas 60 y 70 del siglo pasado llevaron
gran parte de la psiquiatría a Hospitales Generales y Consultorios Adosados de Especialidad, en un grado tal que
ningún otro país de nuestra región haya alcanzado, facilitando así el posterior desarrollo de un modelo descentra-
lizado y ambulatorio.
El rico legado del enfoque de salud pública para la salud mental del profesor Marconi (1950-1973) y el movi-
miento internacional de salud mental comunitaria y reforma psiquiátrica simbolizados por la Declaración de Caracas
(1990), en un terreno de construcción democrática y desarrollo económico, permitieron grandes avances en las polí-
ticas de salud mental en Chile en las últimas dos décadas y una incorporación más acorde con su magnitud sanitaria
en la Tercera Reforma, a pesar de la oposición de algunas autoridades de salud. Finalmente, y talvez de mayor impor-
tancia que todo lo anterior, se debe destacar el hecho de que las políticas propuestas de salud mental pudieron ser
llevadas a la práctica en cuanto interpretaron en gran medida las necesidades de las personas con enfermedades y
discapacidades mentales y encontraron resonancia en muchos equipos de salud y salud mental del país.
Referencias
153
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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154
155
56. Hormazábal, L.; Brockering, W.; Monasterio, H.; Minoletti, A. y cols. (Comisión Ministerio de Salud y Consejo Regional Santiago del
La epidemiología psiquiátrica
en Chile
INTRODUCCIÓN
159
problemas de los estados de salud y enfermedad en los 80 se inicia un fuerte desarrollo que continúa hasta
Introducción
160
La epidemiología es un campo disciplinario que estudia la distribución de los fenómenos de salud y enferme-
dad en poblaciones humanas, describiendo su frecuencia, sus características y sus tendencias en el tiempo, plantean-
do posibles mecanismos y causas que subyacen a esta situación, para finalmente aportar al desarrollo de estrategias
que busquen reducir o eliminar estas enfermedades en el conjunto de la población, o bien aminorar los efectos de
estas en la calidad de vida de las personas.
A lo largo de su propia historia, la epidemiología ha ido avanzando desde la descripción de los problemas de
salud en las poblaciones, pasando por el estudio de las posibles causas, para finalmente llegar al análisis de las res-
puestas sociosanitarias que se han organizado frente a estos problemas.
Esta forma de plantearlo podría inducir al error de pensar que se trata de pasos sucesivos y ordenados en forma
lógica, en que es necesario avanzar en forma sustantiva en el conocimiento de un aspecto para luego continuar con
el siguiente. Sin embargo, el análisis histórico nos muestra que el nacimiento de este campo disciplinario así como
gran parte de su historia han estado fuertemente ligados al interés por las condiciones sociales que determinan los
problemas de salud en las poblaciones y por lograr respuestas que sean efectivas para evitarlos, reducirlos o disminuir
su impacto en las personas. Esta perspectiva está muy fuertemente arraigada en los profesionales que hicieron los
primeros estudios en el campo de los problemas mentales en nuestro país (ver recuadro “Uno de los primeros estu-
dios sistemáticos de la salud mental en los niños, entrevista con la Dra. Laura Moya”).
Los primeros estudios poblacionales relacionados con problemas de salud mental se abocaron al alcoholismo.
Esto se debe a que desde fines del siglo XIX era reconocido como “patología social” y considerado uno de los aspec-
tos importantes dentro de la llamada “cuestión social”, nombre con el que se hacía referencia a múltiples aspectos
sociales que afectaban a los sectores más pobres de Chile y que se transformó en una preocupación que dio origen
a diversas iniciativas de política social. Un ejemplo de esto mismo es el hecho de que el Informe del Ministro de
Salubridad en 1939 el Dr. Salvador Allende G. dedicara un capítulo especial al problema del alcoholismo en la clase
trabajadora.
El primer estudio conocido sobre alcoholismo fue realizado en 1952 sobre 534 familias de clase obrera cuyos
hijos estudiaban en la Escuela N° 50 de Santiago, utilizando un método indirecto (el reporte de terceros), encontrando
que 7,1% de los padres y 0,5% de las madres serían alcohólicos/as (1).
Sólo dos años después, entre enero y mayo de 1954, se realiza el primer estudio poblacional que utiliza
entrevistas directas. Se efectuó en la comuna de Quinta Normal (en Santiago) sobre una muestra aleatoria de 787
familias, con 1.976 personas mayores de 15 años que fueron encuestadas. Se utilizaron como criterios la frecuencia
de embriaguez y la frecuencia y duración de las crisis de ingestión. Los resultados arrojaron: 4,2% de alcohólicos
y 28,3% de bebedores excesivos (2). Ya en este estudio están presente tres aspectos que son –y siguen siendo–
161
centrales en la metodología de estudios epidemiológicos en este campo: 1) el uso de criterios precisos para la
en esta ocasión se realiza sobre grupos de personas que estaban siendo atendidas en centros de salud general: hos-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
pitales, Servicios de Urgencia y Centros de Atención Primaria. Hacia esta época, el concepto predominante estaba
cambiando, los aspectos psicosociales del consumo anormal de alcohol cobraban más relevancia y aparecía un nuevo
término: el “beber problema”. Un equipo encabezado por el Dr. Ramón Florenzano realizó diversos estudios en varios
centros asistenciales, debiendo previamente crear un instrumento propio que les permitiera identificar los posibles
casos con beber problema, cual fue el EBBA. Este fue el principal instrumento utilizado por más de una década para
estudios en este campo, y los resultados de los trabajos seminales que encabezó el Dr. Florenzano permitieron reco-
nocer que una alta frecuencia de los consultantes por problemas de salud general eran bebedores problema y que
estos centros asistenciales eran un buen lugar para la detección de estos casos (ver recuadro “Estudio sobre prevalen-
cia del beber problema en pacientes de hospital general”, Dr. Ramón Florenzano y cols.).
Los Dres. David Goldberg y Peter Huxley, dos eminentes psiquiatras sociales del siglo XX, desde la década de
los 80 venían señalando que la atención primaria en sistemas de salud que tuvieran un fuerte componente público
era un punto muy importante para el diagnóstico de personas con trastornos mentales y para su tratamiento(6). Por lo
tanto, el paso siguiente era el estudio de la prevalencia de otros trastornos mentales –más allá del beber problema–,
entre los consultantes a médicos generales. La OMS patrocinó un estudio multicéntrico y nuestro país formó parte
de él, cuyo resultado mostró que los trastornos mentales eran frecuentes entre estos consultantes; pero además que
Chile era el país con la cifra más alta de prevalencia de personas con trastornos mentales, en especial de depresión,
entre los consultantes por morbilidad general en Centros de Atención Primaria (ver recuadro “Prevalencia de trastor-
nos mentales en consultantes de atención primaria, como parte del estudio multicéntrico de la O.M.S.”, Dr. Ramón
Florenzano). Tanto este estudio como el anterior serán de gran utilidad en la década de los 90, cuando se comienza
a implementar con fuerza una política de salud mental, que dentro de sus estrategias pondrá énfasis en mejorar la
resolución de problemas de salud mental en el nivel primario de atención.
Iniciando la década de los 90, se retoma el estudio epidemiológico de los trastornos mentales a nivel de la
población general. Los investigadores tendrán que abrirse un camino para obtener los fondos necesarios que hagan
posible el financiamiento de estos trabajos. En esta etapa, la epidemiología psiquiátrica ha tenido importantes de-
sarrollos en el mundo: ya se cuenta con clasificaciones ampliamente aceptadas y con criterios operacionales para la
definición de un caso (CIE y DSM), se han desarrollado entrevistas psiquiátricas estandarizadas que permiten mejorar
la fiabilidad de los encuestadores, se utilizan muestras poblacionales más extensas y con técnicas más sofisticadas
para obtener una buena aleatorización de esta. El Dr. Benjamín Vicente encabeza un equipo de trabajo que realizará
un estudio de prevalencia poblacional de trastornos mentales en cuatro zonas de nuestro país (Concepción, Santia-
go, Iquique y Cautín), cuyos resultados siguen siendo hoy en día los referentes para la estimación de necesidades de
nuestra población en este ámbito de problemas de salud (ver recuadro “Estudio chileno de epidemiología psiquiátri-
163
ca (ECEP)”, Dr. Benjamín Vicente).
bajos a medianos ingresos se demostraba que una propuesta de este tipo era costo-efectiva. Este trabajo sirvió de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
fundamento para el diseño e implementación del Programa Nacional de Diagnóstico y Tratamiento de la Depresión
en Atención Primaria, en el año 2001 (ver recuadro “Un ensayo clínico-comunitario para evaluar la eficacia de un Pro-
grama de Tratamiento para la Depresión en Atención Primaria”, Dra. Graciela Rojas).
En la misma línea anterior, pero ahora centrado en evaluar el funcionamiento y la efectividad de dicho progra-
ma, con la intención de verificar si los diagnósticos se hacían en forma correcta, si se aplicaban bien los tratamientos,
si los pacientes permanecían en control un tiempo adecuado y, en especial, si los tratamientos eran efectivos para las
personas que los recibían, el Dr. Rubén Alvarado encabezó un equipo de trabajo que emprendió esta tarea y cuyos
resultados fueron relevantes para obtener los recursos que permitieron ampliar este programa a todo el país (ver
recuadro “Evaluación del Programa para el Diagnóstico y Tratamiento de la Depresión en Atención Primaria en Chile”,
Dr. Rubén Alvarado).
Hemos hecho un rápido recorrido histórico por el desarrollo de la investigación epidemiológica de los trastor-
nos mentales en nuestro país y de los profesionales que más se han destacado en esto. Aunque, cada periodo que to-
memos va estar fuertemente influido por el contexto sociopolítico, cabe recordar que muchos de estos trabajos han
sido pioneros en su área específica y la gran mayoría de ellos han hecho una importante contribución al desarrollo de
nuestra política de salud mental. Se ha abierto un sendero, pero aún queda mucho camino por ampliar y recorrer.
Referencias
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6. Goldberg, D. y Huxley P., Mental Illness in the community: the pathway to Psychiatric Care, London, Tavistock, 1980.
Uno de los primeros La Dra. Laura Moya Díaz nació el 5 de septiembre del año 1927, en la ciudad de Temuco. Es la menor de cinco
165
estudios sistemáticos de la hermanos y sus padres fueron Emelino Moya y Laura Díaz, ambos profesores. Cursó sus estudios de Medicina en
Creo que mi interés por lo social nació desde que era una niña y se lo debo a mis padres. Nosotros vivimos en dife-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
rentes ciudades de Chile: Talca, Temuco, Antofagasta, Valparaíso fue donde nos quedamos más tiempo, y finalmente
Santiago. Esto sucedió porque a mi padre le encomendaron la creación de escuelas públicas; así es que estábamos
un par de años en cada ciudad, mientras se ponían en marcha los colegios, y luego partíamos a un nuevo destino,
otra escuela que tenía que hacer andar. Ellos nos transmitieron la preocupación por el ser humano y sus diferentes
condiciones sociales, nos destacaron lo que era vivir en condiciones de pobreza, y todo eso nos fue sensibilizando
frente a los problemas sociales. Durante mi carrera, esto se transformó en la búsqueda de una práctica profesional
más humanista y más integral. Cuando comencé a ver pacientes en el Hospital Psiquiátrico, no sólo me quedaba en
la psicopatología y en el cuadro clínico, sino que me interesaba conocer su familia y su entorno social, y así es como
nació mi interés por los problemas de salud mental de sus niños.
167
La proyección más inmediata fue el trabajo realizado por una estudiante de enfermería, Mercedes Jaques Carrasco,
1. Moya, L., Problemas de Salud Mental en una Escuela Primaria de Santiago, Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina 1966; 7 (1):63.
2. Jaques, M., Acción de la enfermera en el medio familiar del niño con retardo mental, Tesis para optar el Título de Enfermera, Escuela Univer-
sitaria de Enfermería, Servicio Nacional de Salud, Santiago de Chile, 1954.
Evaluación de tres modelos Esta investigación la realizamos como fruto de la formación que recibimos del profesor Juan Marconi, como psiquiatras
de prevención secundaria comunitarios con un fuerte componente de salud pública. Los cambios que realizamos en el modelo de atención a partir
del alcoholismo en la del año 1971 en el Hospital de Antofagasta y los cambios que ocurrieron como consecuencia del golpe militar de 1973
ciudad de Antofagasta produjeron una situación cuasi experimental, en la que se sucedieron en el tiempo tres modelos de atención con carac-
terísticas claramente diferenciables y que podían ser adscritos en líneas generales a cada uno de los tres modelos de pro-
............... gramas descritos por Marconi. El estudio lo efectuamos el año 1975, aprovechando que Pemjean siguió trabajando en el
Dres. Alberto Minoletti Scaramelli
Hospital de Antofagasta y que Minoletti se encontraba relegado por los militares en Chillán con mucho tiempo libre. Este
y Alfredo Pemjean
estudio tiene la importancia de haber sido el único que ha tratado de medir la hipótesis de Marconi sobre la superioridad
del modelo “integral” sobre los otros modelos. A pesar de las limitaciones metodológicas, el mayor acceso significativo de
nuevas personas a tratamiento por dependencia del alcohol, cuadriplicando y triplicando los resultados de los otros dos
modelos, es un hallazgo que aún tiene relevancia para el diseño de programas en alcohol y drogas. La incorporación de
agentes comunitarios (“alcohólicos recuperados” capacitados) para la detección temprana y el apoyo terapéutico parece
ser el principal componente del programa “integral” que explica las diferencias descritas.
1. Minoletti, A, Pemjean, A., Prevención Secundaria del Alcoholismo, Evaluación de tres modelos: Asilar, Integral y Unidad de Salud Mental, Acta
Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 1976; 22:184.
2. OMS., Política, Planes y Programas de Salud Mental, 2006.
Estudio sobre prevalencia Realizado con financiamiento del fondo canadiense para el desarrollo de la investigación (IDRD), encuestando una
168
del beber problema en muestra de pacientes hospitalizados en los Servicios de Medicina Interna y de Urgencia de los Hospitales del Salva-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
pacientes de Hospital General dor y Barros Luco, con un cuestionario de siete preguntas equivalente al CAGE, el EVA (Test de Evaluación de Beber
Anormal). Nuestros resultados mostraron la elevada frecuencia de beber problema entre hombres hospitalizados
............... en tres servicios de Medicina Interna (Hospitales del Salvador, Barros Luco y Paula Jaraquemada), con un promedio
Dres. Ramón Florenzano Urzúa y
de 69,1% de bebedores problema. Al estudiar el porcentaje de bebedores problema entre hombres consultantes en
Alfredo Pemjean y E.U. Macarena
Valdés, Ana María Domínguez y Servicios de Urgencia de Santiago de Chile, se llegó a porcentajes muy semejantes (65,5%). Estos resultados fueron
cols. posteriormente replicados en un estudio en consultorios rurales de la VI Región por los Dres. Rubén Alvarado y Alfre-
do Pemjean.
1. Florenzano, R.; Pemjean, A.; Seixas, D.; Manzi, J.; Valdés, M. y Orpinas, P., Prevalence of alcohol abuse and other diagnoses related to the drinking
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cine services in Santiago de Chile, Revista Médica de Chile, 1987; 115 (8):731-736.
Prevalencia de trastornos Este formó parte del estudio multicéntrico sobre consultas por salud mental en el nivel primario de atención, realizado
mentales en consultantes en consultorios de Atención Primaria del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (La Faena en Peñalolén, Rosita Renard
de Atención Primaria, en Ñuñoa y La Reina). Santiago y Río de Janeiro fueron los dos lugares con mayor porcentaje de consultas por problemas
como parte del estudio emocionales entre las 16 ciudades estudiadas. Un tercio de los consultantes lo hacía por algún síntoma psicológico, y
multicéntrico de la O.M.S. tenía un síndrome psiquiátrico más de la mitad (53,5%).
...............
Dr. Ramón Florenzano Urzúa, 1. Florenzano, R., et al., Frecuencia y características de los trastornos emocionales en pacientes que consultan en el nivel primario de salud en Santia-
Julia Acuña, Claudio Fullerton y go de Chile, Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 1997; 43 (4):283-291.
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entre Santiago, Río de Janeiro y Manchester, Primer Congreso Uruguayo de Psicología Médica y Medicina Psicosocial, Montevideo, Uruguay,
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Estudio Chileno de A fines de la década de los 80, específicamente en 1988, coincidiendo con mi regreso de Inglaterra, intenté convencer
169
Epidemiología a las autoridades de salud de nuestro país sobre la necesidad, ya impostergable, de realizar un estudio comunitario de
Psychiatry (2) la prevalencia para seis meses y un mes. En este caso, destaca la prevalencia de 19,7% para seis meses, lo
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
que significa que uno de cada cinco adultos chilenos se encuentra enfermo de alguna de las patologías estudiadas,
en cualquier periodo de seis meses que queramos analizar.
Finalmente, en el 2006 se presentan en el American Journal of Psychiatry (3) las prevalencias de vida y de 12
meses, junto a un análisis de los factores sociodemográficos más importantes, la comorbilidad de los trastornos es-
tudiados y la utilización de servicios que la población sana y enferma realiza. Los resultados de estos estudios fueron
activamente aceptados por las autoridades de la salud y utilizados en diseño de planes y programas que, sin duda,
han permitido un considerable desarrollo de la atención psiquiátrica en los últimos años.
Después de dos décadas de trabajo aún sentíamos que estábamos en deuda con el país, que la información
sobre la prevalencia de trastornos psiquiátricos de la población infanto-juvenil seguía proviniendo de estudios de po-
blación escolar o de poblaciones específicas. Consecuentemente, y con el apoyo decisivo y fundamental de la psicó-
loga Sandra Saldivia y la Dra. Flora de la Barra, y contando siempre con el respaldo del Dr. Pedro Rioseco, iniciamos en
el 2007 el estudio de los sujetos entre cuatro y 18 años. Un nuevo proyecto FONDECYT nos entregó el financiamiento
que en tres años permitió levantar una muestra de 1.588 niños y adolescentes en las provincias de Cautín, Iquique,
Santiago y Concepción. Esta muestra es representativa en la población general para ese rango etáreo.
Los primeros resultados (Cautín) ya están publicados en la Revista Médica de Chile (4). En este caso se utilizó
como entrevista estandarizada el DISC-IV, que entrega diagnósticos según criterios DSM-IV. La prevalencia nacional
para 12 meses alcanza al 38,3%, cifra que disminuye al 22,5% cuando se aplican criterios de discapacidad. En un len-
guaje simple podemos afirmar que uno de cada cuatro niños y adolescentes entre cuatro y 18 años está enfermo de
alguno de los trastornos psiquiátricos estudiados, en cualquier periodo de un año que queramos considerar.
Estas cifras, que pronto estarán publicadas, son sin duda alarmantes y debieran servir de base a las autoridades
sanitarias y educacionales para diseñar tanto la preparación de recursos humanos calificados, como los servicios de
salud mental, con el fin de dar la necesaria cobertura a una población que es más numerosa de lo que anticipábamos
(considerando los resultados de estudios extranjeros hasta ahora disponibles).
1. Vicente. B.; Rioseco, P.; Saldivia, S.; Kohn, R. y Torres, S., Estudio chileno de prevalencia de patologia psiquiátrica (DSM-III-R/CIDI) (ECEP), Revista
Médica de Chile, 2002; 130:527-536.
2. Vicente, B.; Kohn, R.; Rioseco, P.; Saldivia, S.; Baker, C. y Torres, S., Population prevalence of psychiatric disorders in Chile: 6-month and 1-month
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3. Vicente, B.; Kohn, R.; Rioseco, P.; Saldivia, S.; Levav, I. y Torres, S., Lifetime and 12-month prevalence in the Chile Psychiatric Prevalence Study,
American Journal of Psychiatry, 2006; 163:1362-1370.
4. Vicente, B.; Saldivia, S.; Rioseco, P.; De la Barra, F.; Valdivia, M.; Melipillán, R.; Zúñiga, M. y Escobar, B., Epidemiología de trastornos mentales
infanto-juveniles en la Provincia de Cautín, Revista Médica de Chile, 2010; 138:965-974.
Estudio de salud mental Las coinvestigadoras fueron las Dras. Carmen López, Myriam George y Virginia Toledo, siendo el estadístico Jorge Ro-
171
en dos cohortes de niños dríguez. El primer año, tuvimos apoyo OPS-MINSAL y JUNAEB. Validamos dos instrumentos: uno para profesores y otro
1. De la Barra F.; Toledo, V. y Rodríguez, J., Estudio de salud mental en dos cohortes de niños escolares de Santiago Occidente. IV: desórdenes psiquiá-
tricos, diagnóstico psicosocial y discapacidad, Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2004; 42 (4):259-272.
2. De la Barra, F.; Toledo, V. y Rodríguez, J., Prediction of behavioral problems in chilean schoolchildren. Child Psychiatry and Human Develop-
ment, 2005; 35 (3):227-243.
3. De la Barra F.; Toledo, V. y Rodríguez, J., Estudio de salud mental en dos Cohortes de Niños Escolares de Santiago Occidente. III: Predictores Tem-
pranos de Problemas Conductuales y Cognitivos. Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2003; 41 (1):65-74.
Prevalencia de depresión Lemus y Yáñez (1986), y luego Millán y colaboradores (1990), fueron los primeros en publicar trabajos nacionales sobre
en embarazadas y en el la sintomatología depresiva pre y posparto. A su vez, en 1992, dos grupos de investigadores chilenos, uno liderado
posparto: estudio prospectivo por el Dr. Rubén Alvarado, proveniente del Hospital Barros Luco-Trudeau, y otro que encabezábamos nosotros y que
de 108 mujeres trabajaba en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile y en el Centro de Diagnóstico de la Pontificia Universidad
Católica (CEDIUC), dieron a conocer los dos primeros estudios latinoamericanos que, usando entrevistas psiquiátri-
............... cas y criterios diagnósticos operacionales, determinaron la prevalencia e incidencia de depresión del embarazo y el
Dr. Enrique Jadresic Marinovic
puerperio (1, 2). Ambos estudios encontraron que aproximadamente una de cada 10 madres chilenas desarrolla una
depresión en el posparto, y que los antecedentes depresivos, como los factores psicosociales (eventos vitales, mala
relación con la pareja, dificultades económicas), se asocian a una mayor probabilidad de padecer de un trastorno
anímico perinatal (2, 3).
1. Jadresic, E.; Jara, C.; Miranda, M.; Arrau, B. y Araya, R., Trastornos emocionales en el embarazo y el puerperio. Estudio prospectivo de 108 mujeres,
Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 1992; 30:99-106.
2. Alvarado, R.; Rojas, M.; Monardes, J.; Neves, E.; Olea, E.; Perucca, E. y Vera, A., Cuadros depresivos en el posparto y variables asociadas en una
cohorte de 125 mujeres embarazadas. Revista de Psiquiatría, 1992; 9 (3-4):1168-1176.
3. Jadresic, E.; Araya, R. y Jara, C., Estudio de factores de riesgo, Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 1993; 39 (1):63-74.
Un estudio de cohorte Este tema me interesó después de observar experiencias personales y de otros colegas. Conformamos un equipo de
172
para conocer la depresión trabajo con un colega gineco-obstetra, el Dr. Ernesto Perucca, tres médicos en formación como psiquiatras, la Dra.
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
posparto en Chile Marcela Rojas, el Dr. Eugenio Olea y el Dr. Jorge Monarde, y el matrón Sr. Emilio Neves. No tuvimos un financiamiento
especial para este proyecto. Seguimos una cohorte de embarazadas y encontramos una tasa de cuadros depresivos
............... en el posparto de 20,5% (2). También, observamos una elevada tasa de trastornos depresivos durante el embarazo: un
Dr. Rubén Alvarado Muñoz (1)
29% (3). Además, evaluamos el funcionamiento de un cuestionario de screening (4) y propusimos un modelo explicativo
para este problema (5).
Un ensayo clínico- Con el objetivo de evaluar un programa escalonado de tratamiento de mujeres deprimidas, se llevó a cabo un ensayo
comunitario para evaluar clínico randomizado en tres Consultorios de Atención Primaria de la ciudad de Santiago. Participaron 240 mujeres con
la eficacia de un programa diagnóstico de Episodio Depresivo, las cuales fueron evaluadas a los tres y seis meses posrandomización con la Escala
de tratamiento para la de Depresión de Hamilton y el SF-36. Las personas que recibieron el programa obtuvieron una tasa de recuperación
depresión en Atención de la depresión de 70%, en contraste con el 30% del grupo control. Este proyecto coincidió con la decisión del Mi-
Primaria nisterio de Salud de implementar un Programa Nacional de Depresión (2000), por lo que sus resultados sirvieron de
apoyo para este.
...............
Dra. Graciela Rojas Castillo
1. Araya, R.; Rojas, G.; Fritsh, R.; Gaete., J.; Rojas, M.; Simon, G. y Peters, T.J., Treating depression in primary care in low-income women in Santiago,
Chile: a randomised controlled trial, Lancet, 2003; 361:995-1000.
2. Araya, R.; Flynn. T.; Rojas, G.; Fritsh, R. y Simon, G., Cost-effectiveness of a primary care treatment program for depression in low-income women in
Santiago, Chile, American Journal of Psychiatry, 2006; 163:1379-1387.
Evaluación del Programa A mediados del año 2001 el Ministerio de Salud puso en marcha un Programa Nacional para el Tratamiento de los Cua-
173
para el Diagnóstico y dros Depresivos, partiendo por la Atención Primaria. Junto al Dr. Gabriel Sanhueza, trabajamos en ocho Centros de Aten-
1. Médico-Psiquiatra, magíster en Salud Pública, PhD en Psiquiatría y Cuidados Comunitarios, profesor en la Escuela de Salud Pública de la
Facultad de Medicina, de la Universidad de Chile.
2. Alvarado, R.; Veja, J.; Sanhueza, G. y Muñoz, M.G., Evaluación de un Programa Comunitario para la Detección y Tratamiento de la Depresión en
Atención Primaria en Chile, Revista Panamericana de Salud Pública 2005; 18 (4/5): 278-286.
CAPÍTULO V
La docencia en Psiquiatría
INTRODUCCIÓN
177
comenzó en forma relativamente tardía, en compara- Sólo en la segunda mitad del siglo XX se construyó la
Durante el Chile colonial, como consecuencia de la pobreza y de la ubicación periférica de nuestro país en el
imperio español, la asistencia médica y los adelantos intelectuales y científicos se desarrollaron de modo bastante
tardío. Es así como la Real Universidad de San Felipe fue fundada en 1747, casi dos siglos después de la de San Marcos
de Lima, y sólo en 1758 se instituyó la cátedra de prima de Medicina. Asimismo, hasta 1786, el control de la medicina
y la salud pública dependían del Protomedicato del Perú (1).
La Medicina era una carrera con poca valoración social, el número de profesionales era muy escaso y el sistema
educacional anticuado. El periodo inicial de la Independencia no modificó esta situación, y sólo en 1833 comenzó a
revertirse con la creación de una nueva Escuela de Medicina, la que funcionó inicialmente en el Instituto Nacional y
en el Hospital San Juan de Dios. En 1852 se inauguró la Universidad de Chile, en reemplazo de la Real de San Felipe,
incorporando la Escuela de Medicina con el rango de Facultad (2).
A pesar del impulso a la formación médica que significó la creación de la Escuela de Medicina, durante los años
siguientes el estado de los enfermos mentales siguió siendo deplorable y prevalecían las concepciones mágicas y
sobrenaturales de las enfermedades mentales.
En 1852 se fundó la Casa de Orates de Nuestra Señora de los Ángeles en el barrio Yungay; en 1858 se trasladó
a la calle Olivos en Recoleta. En la Casa de Orates, el Dr. Lorenzo Sazié –primer decano de la Facultad de Medicina–,
enseñó sobre enfermedades nerviosas entre 1855 y 1864.
Durante el periodo prehispánico, el tratamiento de los trastornos mentales era a base de hierbas, aguas mine-
rales o procedimientos mágicos. Durante la colonización española, la situación no cambió sustancialmente, pero los
enfermos de más recursos acudían a atenderse en la Casa de Locos de San Andrés, en el Perú. Luego de la fundación
de la Casa de Orates en 1852, se inició la psiquiatría asistencial, y la influencia española se advierte en la importancia
otorgada a la rehabilitación. Un caso famoso de la época fue el de Carmen Marín, “la Endemoniada de Santiago”, quien
sufría ataques convulsivos, hablaba en lenguas y en tercera persona insultando a Dios, pero mejoraba al recitar un pa-
saje del evangelio de San Juan. Informes médicos como los del Dr. Benito García y el Dr. Manuel Carmona concluyeron
que no se trataba de un fenómeno sobrenatural, sino de una enfermedad. El Dr. Carmona, adelantándose a Freud, la
consideró un caso de histeria. Durante el siglo XIX la influencia española fue en declinación, y sólo en el siglo XX auto-
res como los Dres. Juan José López Ibor y Emilio Mira y López alcanzaron cierta influencia en la psiquiatría chilena (3).
Hasta el siglo XIX, la mayor influencia fue ejercida por la psiquiatría francesa. Los Dres. Lorenzo Sazié y Ramón
179
Elguero propusieron una clasificación de las enfermedades mentales basada en la obra de Philippe Pinel y Jean Etien-
181
laboral (6).
los en dos cursos paralelos, lo que inició la separación de ambas especialidades, que luego se transformaron en dos
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
cátedras específicas.
Es así como en 1927 la Facultad de Medicina oficializó la formación de las cátedras de Neurología y de Psi-
quiatría. A cargo de la de Psiquiatría fue designado el Dr. Óscar Fontecilla y a cargo de la de Neurología el Dr. Hugo
Lea-Plaza.
figuras intelectuales e impartió docencia a un gran número de estudiantes. Alentó entre sus ayudantes el estudio de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
temas como lógica simbólica, geometría analítica, biotipología, psicometría e hipnosis clínica. En el año 1966 abando-
na la dirección de la Clínica Psiquiátrica Universitaria y se radica en Italia. Allá continuó ejerciendo como psicoanalista
y enseñando en la Escuela de Posgrado de la Universidad Católica de Roma, ciudad donde falleció en 1989 (17).
Es sucedido por el Dr. Armando Roa, quien asume la cátedra titular y se traslada a la Clínica Psiquiátrica Uni-
versitaria.
Poco después, en el proceso de la reforma universitaria, la cátedra de la Universidad de Chile fue dividida en
varios departamentos.
El Dr. Hernán Davanzo junto a los Dres. Jorge Thomas, Ramón Florenzano y Mario Gomberoff formaron la Uni-
dad Docente de Psiquiatría del Hospital del Salvador, al reunirse con el antiguo Servicio de Medicina Psicosomática (20).
En el Área Sur de Santiago el grupo académico se aglutinó en torno a la figura del Dr. Juan Marconi.
Por su parte, la Universidad Católica contó con una cátedra de Psiquiatría desde 1950, que estuvo a cargo del
Dr. Manuel Francisco Beca (hijo del Dr. Manuel Segundo Beca). Fue sucedido por el Dr. Carlos Núñez y en 1964 por el
Dr. Armando Roa.
El Dr. Fernando Oyarzún Peña, discípulo de Matte Blanco, se desplazó a Valdivia donde formó el Instituto de
Psiquiatría de la Universidad Austral de Chile. Al hacerse cargo de la enseñanza de la Psiquiatría le otorgó un sello muy
personal y creativo, imprimiendo una relación personalizadora al encuentro médico-paciente (21).
En Temuco, en 1961 el Dr. Jacobo Numhauser fue contratado como el primer psiquiatra y en 1962 asumió
185
como jefe de Servicio. En 1964 se integraron los Dres. Ruth Obretch y Martín Cordero. En 1970 la sede de Temuco de
El proyecto de que la Universidad Chile contara con una clínica psiquiátrica aparece desde que la psiquiatría
se constituyó en una especialidad independiente en nuestro país. En 1926 el profesor Óscar Fontecilla, en su lección
inaugural del curso de Enfermedades Mentales, expresó: “Debo dejar constancia de las condiciones materiales ver-
daderamente lastimosas en que se desarrolla la labor del profesor de Psiquiatría en nuestra facultad, no contamos
sino con la buena voluntad, manifiesta y permanente, de los Directores de la Casa de Orates. La cátedra no posee
ninguna especie de material propio, ni sala de clases, ni servicios hospitalarios adecuados, ni laboratorios, bibliotecas,
ni nada de todo lo que forma la base de esta enseñanza en todas las universidades del mundo”… “No voy a terminar
lamentándome más de lo necesario. Me limitaré a formular la esperanza de que antes de mucho tiempo, el Supremo
Gobierno se preocupe seriamente de la construcción e instalación de una Clínica Psiquiátrica Universitaria, que co-
rresponda a la importancia creciente de este ramo y a las exigencias de una escuela médica moderna” (24).
Sólo en 1959 se concretó la construcción de la Clínica Psiquiátrica Universitaria (25, 26). Su primer director fue el
profesor Ignacio Matte Blanco. En 1966 le sucedió el profesor Armando Roa. Con posterioridad se crearon los Departa-
mentos de Psiquiatría de cada una de las sedes: Norte, Sur, Oriente, Occidente y Centro. En 1969 asumió como director
el profesor Leonardo Muñoz y en 1975 el profesor Aníbal Varela. En 1976 vuelve a asumir la dirección de la clínica el
profesor Armando Roa. En 1981 le sucedió el profesor Julio Pallavicini, en 1982 el profesor Fernando Lolas, en 1995 el
profesor Hernán Silva, en 2002 la profesora Graciela Rojas y en 2010 el profesor Luis Risco.
• Dr. Ignacio Matte Blanco. • Dr. Armando Roa Rebolledo.
Docencia en Psiquiatría Infantil
187
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
La formación docente en Psiquiatría Infantil surgió como fruto del desarrollo natural de la especialidad, la que
es posterior al de la Psiquiatría de Adultos. A continuación se describen los inicios de la especialidad y su paulatina
consolidación como una disciplina bien desarrollada y sus avances en la formación de especialistas (27, 28).
En la década de 1930, el profesor de Pediatría Dr. Scroogie envió al Dr. Ricardo Olea a especializarse en neuropsi-
quiatría en Alemania, mediante una beca Humboldt. A su regreso en 1938 el Dr. Olea fundó el primer consultorio externo
de Neuropsiquiatría Infantil, junto al Dr. Garafulic, quien se había formado en Francia. Al año siguiente se integraron los
Dres. Fernando Sanhueza, Alicia Padilla y Edith Neira. Este equipo, dirigido por el Dr. Olea, mantuvo una línea neurop-
siquiátrica, atendiendo las enfermedades más prevalecientes en la época, como secuelas de polio, epilepsia y retardo
mental. Además hizo importantes aportes en el estudio de los trastornos del aprendizaje. El Dr. Olea jubiló en 1968 y
falleció en 1979.
En 1942 se inició la atención de psiquiatría y neurología infantil en el Hospital Manuel Arriarán, a cargo del Dr.
Juan Garafulic. El Dr. Garafulic se formó en Francia, en la primera cátedra de Psiquiatría Infantil, que estaba a cargo del
profesor George Heuyer, y a su regreso a Chile trabajó con el Dr. Olea. Participó en el Primer Congreso Internacional de
Psiquiatría Infantil en 1937 en París, oportunidad en la que invitó a Chile a su maestro, el profesor Heuyer (su visita es
recordada por una placa en el ex Hospital Arriarán, hoy Paula Jaraquemada). En su grupo participaron las Dras. Lucía
Capdeville y Zoila Fuentes. Más tarde el Dr. Garafulic fue Ministro de Salud.
Con posterioridad se formó la Clínica Psiquiátrica Infantil, conformada con médicos de la Clínica Universitaria y
del Centro de Orientación de la Universidad de Chile. Su primer director fue el Dr. Carlos Nazar, nombrado en el año
1953, quien le imprimió una línea psicoanalítica. Se practicaban hospitalizaciones de larga estadía, con enseñanza es-
pecializada y talleres laborales. Entre sus colaboradores se encuentran los Dres. Gallinato y Amestoy y las Dras. Padilla,
Neira y Steffi Rafael.
En 1960 el Dr. Guillermo Altamirano formó un Servicio de Psiquiatría independiente del de Neurología Infantil
en el Hospital Pediátrico Luis Calvo Mackenna. El Dr. Altamirano estudió con Matte Blanco en la Clínica Psiquiátrica
Universitaria y luego en la Universidad de Columbia. Su servicio atrajo a múltiples profesionales, como los Dres. Mario
Gomberoff, Luis Gomberoff, Isolde Armijo, Eliana Corona, Gloria Muñoz, Carmen Noemí, Jorge Thomas, Guillermo Steger,
Teresa Corcuera, Salomón Magenzo, P. Nazar, Luis Bravo, Elena Castro y Liliana Pualuan entre otros (29). Este grupo confor-
mó un importante centro de formación. Entre sus logros está la creación de una agrupación hospitalaria de neurólogos
y psiquiatras infantiles, siendo su primer presidente el Dr. Mariano Latorre. Esta agrupación fue el germen de la Sociedad
de Neurología y Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia creada en 1970. Es mérito del Dr. Altamirano la creación de un
Servicio de Psiquiatría Infantil propiamente tal, que incentivó la formación docente y la investigación.
En 1960 el Dr. Mario Sepúlveda fundó el Servicio de Neuropsiquiatría infantil en el Hospital San Juan de Dios.
188
A él se incorporaron los Dres. Carlos Almonte, Eva Rona y María Elena Carrera, e incluyó hospitalizaciones en los Hos-
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
pitales San Juan de Dios y Félix Bulnes. El Dr. Mario Sepúlveda se formó en la Clínica Psiquiátrica Universitaria junto al
Dr. Armando Roa, con una orientación fenomenológica que aplicó a la psicopatología infantil y del desarrollo. Luego
de la jubilación del Dr. Ricardo Olea en el Hospital Roberto del Río, le sucedió en el cargo y se trasladó con su equipo
a ese servicio.
Otro grupo fue el formado por el Dr. Hernán Montenegro, quien se especializó en el Hospital John Hopkins de
Boston, con una orientación marcada por la preocupación por los sectores más desposeídos y las minorías étnicas. A
su regreso trabajó en el Área Norte de Santiago, en el Consultorio Independencia, donde se constituyó una Unidad
de Salud Mental Infantil. Contaba inicialmente con la psicóloga Eleonora Casaula y la asistente social Mariela Barrios.
Luego, junto al Dr. Daniel Correa, creó el Servicio de Salud Mental Infantil en el Hospital Exequiel González Cortés. En
ese mismo periodo se trasladó el Dr. Juan Marconi a esa misma área, creándose múltiples programas comunitarios en
los que confluyeron la Universidad de Chile y los servicios de salud.
En el año 1990 funcionaban varios grupos (30). En el Hospital Roberto del Río el Dr. Carlos Almonte dirigía el
Servicio Docente Asistencial, derivado de la Clínica Psiquiátrica Infantil. El Hospital Exequiel González Cortés tenía un
Servicio de Salud Mental Infantil y Adolescente, dirigido por el Dr. Humberto Guajardo. En el Hospital San Juan de
Dios funcionaba la Unidad de Psiquiatría Infantil, dirigida por la Dra. Eva Rona y adscrita al Servicio de Neurología y
Psiquiatría Infantil. En el Hospital Luis Calvo Mackenna la Unidad de Psiquiatría Infantil estaba a cargo del Dr. Patricio
López de Lérida y era dependiente del Servicio de Neurología y Psiquiatría. Los Hospitales Félix Bulnes y Sótero del
Río también contaban con Servicios de Neuropsiquiatría Infantil.
La incorporación de la docencia de Psiquiatría Infantil en la Clínica Psiquiátrica Universitaria comenzó en 1972
cuando el Dr. Leonardo Muñoz, entonces director de la clínica, contrató a los Dres. Mario Sepúlveda y Carlos Almonte
como docentes. En 1975, siendo director el Dr. Aníbal Varela, esa participación docente fue discontinuada. En 1983
el Dr. Julio Pallavicini, entonces director, incorporó al Dr. Fernando Sanhueza para impartir docencia de Psiquiatría
Infantil en el Programa de Psiquiatría de Adultos e iniciar el desarrollo de una Unidad de Psiquiatría Infantil y de la
Adolescencia. En 1986 le sucedió el Dr. Carlos Almonte y se extendió el campo clínico al Servicio de Salud Mental In-
fantil del Hospital Roberto del Río. A partir del año 2000 se hizo cargo de la unidad el Dr. Ricardo García. Cabe señalar
que el Programa de Formación de Especialistas en Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia de la Clínica Psiquiátrica
Universitaria ha tenido un enorme desarrollo y actualmente se forma un importante número de especialistas en esa
disciplina. Además se caracteriza por la estrecha relación entre psiquiatras infantiles y de adultos, en una labor inte-
grada y de mutua colaboración (31).
Referencias
189
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE. APUNTES PARA UNA HISTORIA |
1. Medina, E., Panorama institucional de la psiquiatría chilena, Revista de Psiquiatría, 1990; 7:343-370.
2. Ídem.
3. Escobar, E., Aportes al nacimiento de la psiquiatría chilena de adultos bajo la influencia de la psiquiatría internacional, Anales Historia de la
Medicina, 2010; 20:21-32.
4. Ídem.
5. Escobar, E., José Ramón Elguero del Campo 1819-1877, Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2000; 38(2):131-132.
6. Ídem.
7. Medina, E., Op. cit.
8. Escobar, E., Carlos Sazié Heredia, segundo profesor de neurología y enfermedades mentales en Chile (1852-1921), Revista Chilena de Neuro-Psi-
quiatría, 2001; 39(2):165-166
9. Medina, E., Op. cit.
10. Escobar, E., Augusto Orrego Luco, 1848-1933, Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2002; 40(1).
11. Roa, A., Augusto Orrego Luco en la Cultura y la Medicina Chilena, Editorial Universitaria, 1992.
12. Oyarzún, J., Homenaje a Joaquín Luco A., Revista Médica de Chile, 1945; Año LXXIII, 552-4.
13. Escobar, E., Joaquín Luco Arriagada, 1870-1945, Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2002; 40(2).
14. Medina, E., Op. cit.
15. Ídem.
16. Escobar, E., Arturo Vivado Orsini, 1894-1949, Revista Chilena de Neuro-Psiquiatría, 2006; 44(1):54-56.
17. Florenzano, R., Docencia universitaria y psicoanálisis: Los aportes de Ignacio Matte Blanco, Revista Médica de Chile, 2009; 137:1248-1252.
18. Pallavicini, J., Los aportes del profesor Armando Roa a la psiquiatría chilena. En Amanda Fuller, Editora. Huella y Presencia, Tomo IV, Ed. Facultad
de Medicina, Universidad de Chile, Santiago, 2002.
19. Larraín, C., Contribución del profesor Armando Roa al conocimiento de las humanidades y de la ética en la Facultad de Medicina de la Universidad
de Chile, Revista Médica de Chile, 1998; 126(4):456-460.
20. Florenzano, R., Op. cit.
21. Silva, L., Desarrollo de la Psiquiatría en la IX Región, Revista de Psiquiatría, 1990; 7:407-410.
22. Ídem.
23. Cid, A., Vida y obra de Alfred Prinz Auersperg, Revista de Psiquiatría, 1999; 16(2):66-78.
24. Fontecilla, O., Lección inaugural del Curso de Enfermedades Mentales, La Clínica, 1926; 52:449-456.
25. Pallavicini, J., Panorama Histórico de la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Chile, Revista Psiquiátrica Clínica, 1990; 27:65-84.
26. Pallavicini, J., Resumen de la historia de la Clínica Psiquiátrica Universitaria, Revista Psiquiátrica Clínica, 2002; 39(1):63-65.
27. García, R. y Grau, A., Historia de la Psiquiatría Infantil en Chile, Revista de Psiquiatría, 1990; 7:395-400.
28. Almonte, C., Integración de La Psiquiatría Infantil y del Adolescente con la Psiquiatría de Adultos en la Clínica Psiquiátrica Universitaria, Revista de
Psiquiatría Clínica, 2004; 41(2):6-7.
29. Larraín, C., Op. cit.
30. Ídem.
31. Almonte, C., Op. cit.
CAPÍTULO VI
Abordaje e intervenciones
terapéuticas, género y cultura
• Antiguo Manicomio Nacional: cocinas, bodega y taller de escobas, fabricación de colchones de lana, e imprenta.
INTRODUCCIÓN
El abordaje de la enfermedad mental y sus trata- veridad y aplicación de crueles castigos físicos que, en
193
mientos acompaña al hombre desde sus orígenes, modi- no pocas ocasiones, condujeron a la muerte de las vícti-
195
dos entonces en concepciones religiosas y teorías metafísicas. Se postula una serie de modelos sobre el origen de las
En 1791, William Tuke, filántropo y activista inglés, funda el Asilo de York bajo una concepción distinta a la
imperante hasta ese momento, intentando recrear un ambiente más acogedor y tranquilo, suprimiendo asimismo el
uso de medios de contención física.
En 1839, John Connolly asume la dirección del Asilo de Hanvell, introduciendo modificaciones que indujeran
más bien un ambiente de normalidad e incorporando la dimensión laboral y la recreación como tratamiento de re-
habilitación. Elimina cualquier objeto o procedimiento que recordara los antiguos tratamientos para “locos”. Su obra
constituye un gran aporte a lo que podría llamarse una naciente psiquiatría social y comunitaria, siendo replicada en
otros países de Europa en la segunda mitad del siglo XIX.
En 1841, en la reunión inaugural de la Royal Medico Psychological Assn se plantea reemplazar los términos
“lunáticos” y “asilo de lunáticos” por insanos y hospital para insanos, denominación que se concreta, otorgándoles a
los enfermos mentales una categoría similar a la de enfermos de un hospital general.
Al finalizar el siglo XIX, la concepción anatomopatológica de la psiquiatría cambia hacia una de mayor énfasis
psicológico influida por el pensamiento de Sigmund Freud y Pierre Janet, focalizados más en estudios y tratamientos
de la persona y sus conflictos.
Los “enajenados” en Chile no siempre fueron abordados como tales. La “locura” en nuestro país, al igual que lo
sucedido a lo largo de la historia de la humanidad, tuvo diversas interpretaciones.
Durante los siglos XIX y XX el desarrollo científico de la medicina se centra en el modelo anátomo-clínico de la
• Baños del antiguo Manicomio Nacional. producción de enfermedades, es decir, el estudio del funcionamiento y morfología de los órganos y sistemas, hecho
que focaliza los tratamientos en los aspectos fisiológicos, físicos y biológicos del individuo enfermo. La psiquiatría se
constituye como especialidad de la medicina, adscribiéndose a este modelo la búsqueda permanente de lesiones
orgánicas generadoras de enfermedad mental.
En las primeras décadas del siglo XIX, el neurólogo francés J. Bayle introduce el término de “alienado” para refe-
rirse a los pacientes portadores de enfermedad mental, luego que otorga a la parálisis general esta denominación por
la presencia de síntomas mentales y neurológicos. Realiza una descripción anátomo-clínica de la condición clínica,
estableciendo que las causas eran principalmente orgánicas, y sienta las bases científicas para un modelo médico de
la enfermedad mental. Estos estudios y los posteriores de Moreau de Tours constituyen los cimientos de la psiquiatría
y sus tratamientos durante el siglo XIX, en que neurología y psiquiatría se integran y explican con el cuadro clínico
197
neurológico de la parálisis general progresiva como modelo. La lesión orgánica define a la enfermedad mental y se
Casa de Orates entre 1873 y 1879, dedicándose al estudio y enseñanza de las enfermedades mentales y aplicando
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
el modelo médico, creando la cátedra de Enfermedades Mentales, la que posteriormente será dividida en Psiquia-
tría y Neurología. Confecciona una ficha clínica que incorpora múltiples antecedentes para el análisis del paciente,
buscando causales y asociándolos con factores externos, con el objetivo de llevar a cabo las intervenciones tera-
péuticas necesarias para cada uno de los pacientes. Su contribución al desarrollo de la psiquiatría es ampliamente
reconocida.
Para facilitar la recuperación de los pacientes hospitalizados y disminuir el tiempo de estadía en la Casa de
Orates, se hace hincapié en diversos aspectos, como la creación de talleres de trabajo, ya reportados en 1880; algunos
pacientes son ubicados en casas particulares para favorecer el contacto con otras personas, se evita utilizar métodos
de contención como camisas de fuerza, se estimulan los tratamientos morales, se solicita mejorar la alimentación e
infraestructura del lugar, se estimulan los espacios sociales y recreativos.
En el marco de este desarrollo que adquiere la psiquiatría desde mediados del siglo XIX, se practican diversos
tratamientos físicos y biológicos. Se indican las dietas, baños, masajes, tónicos, purgantes y sangrías. Se inicia la era de
la farmacoterapia, con el uso del bromuro de potasio, el hidrato de cloral, ácido barbitúrico, morfina, sales de mercu-
rio, hioscina y paraldehído, entre otros.
Existen registros de observaciones clínicas y tratamientos de la época en la Casa de Orates. En un artículo
publicado en 1889, en el cual se describe el uso de los hipnóticos, se obtiene información muy completa de este
periodo, como la descripción del insomnio: “La agripnia, es una de las perturbaciones neuropáticas más frecuentes y
precoces en la mayor parte de las enfermedades mentales. Sin ser partidario de las medicaciones sintomáticas, este
fenómeno se impone de tal manera que debe ser atendido en primera línea, ya como síntoma, ya como causa de
posteriores males”.
El hidrato de cloral tiene indicaciones en la agitación e insomnio, con resultados de curación en varios casos
de manía simple y alcohólica. En las memorias científicas y literarias de 1889, un artículo menciona: “Desde años existe
en el formulario del asilo una ´poción calmante´ que contiene un gramo de hidrato de cloral por cucharada y de la
cual se propina en la noche la dosis conveniente a los enfermos que no duermen”.
Las preparaciones de opio no demuestran igual efecto hipnótico que el cloral, y se les denomina “congestio-
nante cerebral“. Documentos de la época alertan sobre la contraindicación del opio y del cloral en las llamadas locuras
orgánicas, tales como delirio agudo, demencia hemipléjica y parálisis cerebral. El hiosciamo es reportado como muy
buen hipnótico, especialmente en casos refractarios. La hipnona se administra con buenos resultados en pacientes
alcohólicos insomnes. La uretana se utiliza en las manías. El sulfonal es descrito como un hipnótico efectivo con es-
casos efectos adversos.
• Ficha clínica del Manicomio Nacional de la década del 30.
• Terapias biológicas de la década del 30.
En una comunicación de la Revista Médica de Chile, de Mayo de 1873, el artículo titulado “El Caso Raro de
200
“Llamado a la cabecera del enfermo, lo primero que hace el Sr. Zúñiga (médico) es aplicarle un par de san-
guijuelas que después de desprendidas dan origen a una abundantísima hemorragia, la que no se procuró detener
porque así se había ordenado. Al mismo tiempo, se ordena la administración por cucharadas de una mistura salina-
emetizada i un régimen dietético severo. A los siete días vuelve a haber escalofríos dice el Sr. Z. (los que en honor
a la verdad no eran sino movimientos convulsivos acompañados de un dolor agudo en la región del corazón). Se
prescriben dos ventosas escarificadas, una infusión de digital con tártaro estibiado i tintura de acónito. El dolor al
corazón aumentó con intensidad viniendo acompañado de angustias. Se preconiza una infusión de valeriana con éter
sulfúrico i licor de morfina. Sigue el éter administrado en varios vehículos, hasta que el enfermo conociendo el mal
efecto que tal medicación le producía i que lo empeoraba, rehúsa tomar la medicina. El Sr. Zúñiga apela a otros anti-
espasmódicos, pero nada consigue. El bromuro de potasio, el cloral i otra infinidad de drogas burlan toda esperanza.
Por último el Sr. Zúñiga desesperado de luchar con tan tenaz enemigo, ordena la aplicación de un estenso vejigatorio
que mantiene en supuración por más de ocho días”.
Entre los procedimientos físicos utilizados en ese entonces se encuentran el aislamiento en celdas de castigo,
contención mecánica y abceso de fijación con trementina, sustancia que limitaba el movimiento por inflamación e
irritación de la zona infiltrada.
Durante este periodo también se aplican dos tipos de tratamientos físicos: la electroterapia y la hidroterapia,
de agua caliente y/o fría.
La electroterapia surge a fines del siglo XVIII como tratamiento de electricidad aplicada a la cura de múltiples
enfermedades médicas. En un manual de la época se registran más de 140 indicaciones, con una variedad importante
y particularidades de electrodos a utilizar, como son el electrodo vulvar ordinario, el histerómetro para galvanización
vaginal, la butaca electrodo especial del profesor Bergonier para la cura de la obesidad, etc. A mediados del siglo
XIX, Duchenne había logrado identificar los músculos de la región facial al aplicar golpes eléctricos en los trayectos
nerviosos que los inervan. Este aporte le otorgaba el reconocimiento de ser uno de precursores de la electroterapia
como tratamiento aplicado a las enfermedades nerviosas. A fines del siglo XIX, las descargas eléctricas progresi-
vamente constituyen la indicación de elección para diversas enfermedades mentales. En la búsqueda de la lesión
anátomo-patológica, este tratamiento permitía argumentar bases científicas para restituir la función alterada. Charcot
avala su indicación en las enfermedades mentales funcionales, postulando que su origen ra-
201
dica en una lesión funcional de la corteza, aplicando la electroterapia en pacientes histéricas
203
que varían entre 60 y 100 unidades. Este tratamiento obtiene
205
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
El año 1938, los italianos Cerletti y Bini registran la primera experiencia de tratamiento con electroshock aplica-
do a un ser humano. Tarda tres años en llegar a Latinoamérica y cinco a Chile, cuando Vivado y Morales San Martín co-
munican la primera experiencia realizada en el país con 75 pacientes del Manicomio Nacional portadores de diversas
enfermedades mentales, principalmente esquizofrenia y psicosis maniaco-depresiva. Un 80% de los esquizofrénicos
agudos mejoran, 20% de los crónicos y 87% de los afectivos. Destaca el resultado favorable en la forma catatónica de
la esquizofrenia. Vivado reporta posteriormente la remisión espontánea en 22% de esquizofrénicos. Comenta que en
una población de 400 pacientes, 50% tuvo mejoría total o social y de ellos dos tercios cursaban con cuadros psicóticos
agudos.
El Dr. Ignacio Matte Blanco, psicoanalista, respalda la iniciativa de implementar este tratamiento en nuestro
país y será el encargado de capacitar a la comunidad médica para un manejo adecuado.
La terapia electroconvulsiva (TEC) modificada continúa vigente hasta la fecha, administrándose actualmente
con anestesia general y oxigenación, en algunos cuadros clínicos psiquiátricos graves. Los cuadros psicóticos prima-
rios agudos, refractarios a múltiples esquemas terapéuticos y con inminente riesgo de suicidio constituyen una de las
indicaciones médicas, así como la forma catatónica de la esquizofrenia y descompensaciones graves de trastornos
afectivos. Su uso indiscriminado en diversas patologías psiquiátricas y aplicaciones punitivas deriva en la necesidad
de restringirla. Su correcta aplicación ha sido normada por el Ministerio de Salud. Hasta inicios de los años 90 se ad-
ministraba sin anestesia y sin las condiciones médicas mínimas para prevenir las posibles complicaciones cardiopul-
monares, neurológicas y osteomusculares derivadas del tratamiento.
Surge una esperanza para rehabilitar el alcoholismo, problema de salud reportado desde el siglo XIX. El año
1942, A. Vivado y R. Murillo comunican los resultados de la terapia de reflejos condicionados con Apomorfina, emé-
tico que inhibe los deseos de beber. Logran abstinencia en 10 de 15 pacientes alcohólicos, abriendo una posibilidad
de rehabilitación para estos pacientes, que registran prologadas internaciones y múltiples tratamientos sin efecto
terapéutico.
La psicocirugía en Chile la inicia el profesor Alfonso Asenjo. El año 1962 se reportan las primeras cirugías este-
reotáxicas en el Hospital Psiquiátrico de Santiago, realizadas por el Dr. Mario Poblete.
Uso de psicofármacos en Chile
206
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
El año 1949, el psiquiatra australiano John Cade reporta los efectos beneficiosos del uso de litio en los
trastornos afectivos, constituyéndose en el primer fármaco estabilizador del ánimo empleado en este grupo de
enfermedades mentales. El año 1970, el litio es aprobado en Estados Unidos por la Food and Drug Administration
(FDA) para el tratamiento de la manía, luego de su exitoso uso en Europa, particularmente en países escandinavos.
Su uso disminuye un tanto luego del reporte de efectos adversos y complicaciones médicas derivadas; pero se
reinstala nuevamente a inicios del presente siglo como el fármaco de elección en el manejo de un grupo de tras-
• Talleres de costura y talabartería del antiguo Mani- tornos afectivos.
comio Nacional.
En 1957, Kuhn introduce el uso de la imipramina y luego se reporta el uso eficaz de la iproniazida. Téllez y
Brzovic, en 1959, publican en la Revista Médica de Chile su experiencia sobre el tratamiento con iproniazida en 54
pacientes depresivos de diversa etiología, logrando mejoría en 90% de ellos, especialmente en depresiones reactivas.
En 1960, Téllez comunica el uso de tofranil como antidepresivo en 25 pacientes, observando mejoría al cabo de tres
semanas. La amitriptilina y clomipramina se introducen en la década de los años 70.
El año 1987 se introduce la fluoxetina en Estados Unidos, fármaco que marca el inicio de una nueva generación de
antidepresivos, los inhibidores de la recaptura de la serotonina, los que se difunden ampliamente desplazando en forma
progresiva a los antidepresivos tricíclicos por su mayor nivel de seguridad. Esta tendencia también se instala en nuestro país.
Durante los años 80 se crea en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz el Programa de Enfermedades Afec-
207
tivas, en un inicio a cargo de Jorge Cabrera. En esta unidad, actualmente dirigida por Sonia Medina, se continúan
El año 1952, los franceses Delay y Deniker comunican los efectos terapéuticos de la clorpromazina, primer fármaco
antipsicótico que abre la esperanza de un real tratamiento para enfermedades ciertamente devastadoras. El año 1954
aparece la reserpina. Los primeros trabajos realizados en el Hospital Psiquiátrico de Santiago fueron en relación con el uso
de estos fármacos también llamados neurolépticos, cuyos autores, José Horwitz y Manuel Beca, publican sus experiencias
y resultados en la Revista de Neuropsiquiatría del año 1957. La comunicación de José Horwitz informa sobre el uso de
reserpina y clorpromazina, solos y combinados. Con reserpina, un 55% de los pacientes mejoran, especialmente aquellos
con historias de psicosis alcohólica. La combinación permite mejoría del 45%, con resultados negativos en el 4,5%. No se
pueden reportar datos completos con el uso de clorpromazina por la escasez del fármaco. Beca reporta, sin embargo,
resultados similares, resaltando la mejor tolerancia con clorpromazina. Observa beneficios en cuadros psicóticos agudos y
episodios de reagudizaciones psicóticas en pacientes crónicos. El año 1957, Torrico publica la experiencia del tratamiento
con reserpina administrada por vía intrarraquídea a pacientes psicóticos y en estados de agitación. La medicación, sin em-
bargo, tuvo que ser discontinuada debido a su severo efecto hipotensor e incompatibilidad con terapia electroconvulsiva.
En 1966 Benusic comunica la experiencia del tratamiento con tioproperazina en 12 pacientes esquizofrénicos,
observando mejoría en un tercio de ellos.
El año 1973 Martín Cordero introduce por primera vez en Chile el decanoato de flufenazina, neuroléptico de
depósito, que permite mejorar la adherencia al tratamiento evitando las recaídas en los pacientes esquizofrénicos. La
administración de este fármaco se realiza en el Servicio de Psiquiatría de Temuco. En el contexto internacional, este
tratamiento marca el segundo hito en el manejo y tratamiento biológico de las psicosis crónicas primarias y trastornos
psiquiátricos severos. Posteriormente, Verónica Larach organiza y se encarga del Programa de Neurolépticos de De-
pósito en el Instituto Psiquiátrico Dr. José Horwitz, en el que también inicia a fines de 1992 los primeros tratamientos
con clozapina en un Servicio de Salud Pública de Chile.
La reintroducción de clozapina a fines de los 80 está considerada como el tercer gran aporte al tratamiento de la
esquizofrenia. Se inicia la era de los nuevos antipsicóticos, a los que se denomina “atípicos” por su mecanismo de acción
distinto a los disponibles hasta ese momento. Dado el impacto y mejoría tan significativa de los síntomas psicóticos en
pacientes esquizofrénicos y el alto costo de la medicación, Luis Hormazábal inicia la importación de clozapina desde China
• Sala de juegos del pensionado del antiguo • Patios interiores del antiguo Manicomio
Manicomio Nacional. Nacional.
el año 1993 para los usuarios del Instituto Psiquiátrico. Luego de mediciones químicas apropiadas se aprueba su uso en el
209
país, con lo que aumenta considerablemente el número de pacientes que pueden acceder a este tratamiento. Nace así el
En 1954, Berger publicó la primera comunicación acerca del tratamiento con meprobamato. El año 1957
Horwitz y Beca presentan en la Revista de Neuropsiquiatría su experiencia con este fármaco administrado como
sedante a pacientes neuróticos. El mismo año también publican el efecto de la desoxiefedrina endovenosa, que, al
producir un particular estado de excitación y contacto con experiencias psíquicas, se utiliza como coadyuvante en
un nuevo procedimiento psicoterapéutico: el narcoanálisis. Esta técnica permite realizar diagnósticos diferenciales en
casos complejos con productividad psicótica. Las experiencias mencionadas se realizan por primera vez en nuestro
país en el Hospital Psiquiátrico de Santiago. En 1957, Sternbach reporta el efecto sedante del clorodiazepóxido, que
luego será de uso difundido en nuestro país, posteriormente desplazado por la introducción del clonazepam y el
diazepam, sintetizados entre fines de la década de los 50 y comienzos de la de los años 60.
La reseña anterior se focaliza en los primeros fármacos desarrollados como aporte al tratamiento de las enfer-
medades mentales, mencionándose también algunos trabajos que se constituyeron en verdaderos hitos en la contri-
bución chilena al manejo de las patologías psiquiátricas.
El desarrollo de las neurociencias y la genética ha sido esencial para integrar las distintas visiones de la enfer-
medad psiquiátrica, y trae consigo la esperanza de mejores logros. Queda claro que hoy en día la recuperación de los
enfermos mentales requiere no sólo de intervenciones farmacológicas o físicas, sino también de las psicoterapéuticas y
sociales, como agentes esenciales que contribuyen, entre otras cosas, a la modificación de la neurofisiología y biología
alteradas del sistema nervioso central. El foco del tratamiento es el individuo sufriente, que requiere alivio de su sintoma-
tología para recuperar su salud, bienestar y concomitante calidad de vida, debiendo aplicarse para ello un manejo multi-
disciplinario y multidimensional. El abordaje terapéutico hoy en día es múltiple y ecléctico, afianzando la perspectiva de
nuestros pacientes como seres humanos únicos en busca del pleno despliegue de sus potencialidades y posibilidades.
Bibliografía
210
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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Introducción a la historia de la psicoterapia
La mayor parte de la historia de la psiquiatría estuvo marcada por una relación adversarial entre los proponen- Dr. Alejandro Gómez Chamorro
211
tes de una etiología biológica (y por lo tanto de tratamientos somáticos), y aquellos que defendían una causación
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Historia del Psicoanálisis y sus aplicaciones en Chile
La palabra como instrumento terapéutico es la esencia de toda psicoterapia, pero su uso requirió dar un salto Dr. Jacobo Numhauser Tognola
213
enorme desde la conceptualización de Virchow, para quien no había enfermedades sin lesión, por lo que las afecciones
dades chilenas formadoras de Psicólogos y Psiquiatras, lejos del antiguo debate de si el psicoanálisis debía o no estar
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
incorporado a las universidades, incluyen al psicoanálisis dentro de su malla curricular, aun en aquellas en las que su
orientación no apunta hacia allá, pero no pueden dejar de lado conocer en detalle la teoría del inconsciente dinámico,
del conflicto psíquico, los mecanismos defensivos, la interpretación de los sueños, las relaciones objetales tempranas
y el desarrollo de la mente, como lo investigara acuciosamente Melanie Klein. Destacan en este accionar universita-
rio psicoanalistas como Mario Gomberoff, Ramón Florenzano, Juan Pablo Jiménez, entre muchos otros. Tampoco se
puede obviar que la psicosomática, especialidad de alto vuelo en el presente, se inició precisamente por audaces y
visionarios psicoanalistas; en Chile hubo un Servicio Publico de Psicosomática iniciado por el Dr. Jorge Torreblanca en
el Hospital del Salvador, y luego se creó un grupo de estudios en Psicosomática.
Pero, hay aun más que decir sobre esto. En los laboratorios de neuroimagen se puede comprobar cómo cier-
tas estructuras cerebrales se dañan en aquellas personas que sufrieron traumas infantiles y/o abusos sexuales. Freud
señaló a fines del siglo XIX el rol etiopatogénico de los traumas infantiles, su inteligencia y conocimientos sólidos
científicos ya anunciaban aquello que recién en nuestro días se confirma y no hay investigación en salud mental
preventiva que no considere estos traumas precoces infantiles como variables dependientes de las mas diversas pa-
tologías mentales (como en depresión en la mujer).
Un importante evento lo constituyó en 1999, al cumplirse 50 años del reconocimiento de la APCh, cuando se
realizó en Santiago el 41 Congreso Psicoanalítico Internacional, que trajo a Chile no menos de 1.000 psicoanalistas de
todo el mundo.
Finalmente, surge preguntarse si acaso el psicoanálisis es la psicoterapia de elección en los desórdenes men-
tales; por supuesto que no, hay cientos de trabajos que puntualizan las indicaciones y las contraindicaciones. Una
limitación obvia es el tiempo y dinero que consume un análisis clásico. Frente a esta cortapisa han surgido diversas
alternativas: 1) Psicoanálisis abreviado, lo que hacían los candidatos de provincia en que para formarse debían viajar a
la capital y tenían una o máximo dos sesiones semanales, en el mejor de los casos. 2) Psicoterapias breves de orienta-
ción psicoanalítica, de gran desarrollo mundial, uno de los autores, James Mann, lo deja reducido sólo a 12 sesiones.
Al Instituto Psiquiátrico Horwitz se invito en 1989 a un Panel sobre Psicoterapias breves a Peter Sifneos, James Mann
y Eduardo Braier para ilustrarnos en estas materias. 3) Psicoterapias de Grupo de orientación dinámica, en Chile lo
aprendimos con Ramón Ganzarain y es Hernán Davanzo quien mantienen esta línea de trabajo. 4) Institutos de forma-
ción en Psicoterapia psicoanalítica (son dos destacados en Santiago). 5) Centro de Derivación Dr. Ignacio Matte Blanco
del Instituto de Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica Chilena, análisis a precio rebajados.
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215
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
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La terapia cognitivo-conductual
A nivel mundial, la terapia cognitiva-conductual (TCC) ha tenido un desarrollo notable en las últimas décadas.
216
validadas para diversos trastornos psiquiátricos y problemas de salud mental o “de la vida”. La TCC es considerada una
de la terapias “basadas en la evidencia” (1).
Existe en la literatura una ambigüedad terminológica respecto a los términos “terapia cognitivo-conductual”
y “terapia cognitiva”. El segundo término se debe en medida importante a Aaron Beck, psiquiatra y psicoanaliasta
estadounidense que publicó a fines de los años 70 un método efectivo para tratar los desórdenes depresivos que
denominó “terapia cognitiva para la depresión”. Contemporáneamente, el adjetivo “cognitivo-conductual” comenzó
a ser utilizado en Gran Bretaña por un conjunto de psiquiatras y psicólogos de raigambre conductista que se empe-
ñaban en incorporar o reinterpretar sus datos en clave cognitiva. Hoy en día el término terapia cognitiva refiere a una
variedad de enfoques, incluyendo además de la TCC a visiones posracionalistas, narrativas y otras que pueden ser
también denominadas constructivistas.
En síntesis, la TCC puede describirse como una terapia por lo general breve, centrada preferentemente en
situaciones actuales, que puede asociarse a intervenciones farmacológicas u otras. Tiene aplicaciones en diversos
formatos (individual, grupal, de pareja), y es eficaz en pacientes de diversas etapas del ciclo vital. Emplea una gran
variedad de recursos técnicos, tanto cognitivos como conductuales. Entre los primeros puede mencionarse el cues-
tionamiento socrático, el análisis consecuencial, el análisis de ventajas/desventajas y las técnicas de descatastrofiza-
ción. Entre los segundos, el ensayo encubierto, los experimentos conductuales, la exposición graduada y el role play.
La premisa básica de la TCC es que las emociones y conductas, normales o patológicas, están influidas por la
percepción, interpretación y construcción de las situaciones. A su vez, este contenido cognitivo se ha conformado a
lo largo de la historia de vida y se encuentra jerarquizado en distintos niveles, según centralidad y accesibilidad. Con-
ceptos centrales en la TCC constituyen los esquemas cognitivos (estructuras centrales que codifican y evalúan las ex-
periencias), las distorsiones o sesgos cognitivos y el producto de la operación del sistema, los pensamientos automáticos.
En nuestro país la mayor parte de los cognitivo-conductuales de primera generación habían sido terapeutas
conductuales. Entre los psiquiatras, quienes tuvieron el rol de iniciadores fueron inicialmente Leonardo Muñoz y Juan
Marconi. Éste último había efectuado a fines de los años 60 una estadía en Gran Bretaña y “trajo” la obra de Eysenck a
Chile (“Behavior Therapy and the Neuroses”). Leonardo Muñoz ensayó la terapia conductual primeramente en pacien-
tes tartamudos, mediante la técnica de “shadowing” y junto a Patrica Hamel en niños enuréticos, aplicando técnicas
operantes (2). Posteriormente tuvo éxito en pacientes con fobias, disfunciones sexuales y dependencias a alcohol/
sustancias (3, 4, 5). En 1975 Leonardo Muñoz realizó una pasantía en Inglaterra y visitó centros en que se investigaba en
diversas aplicaciones de la misma terapia, como descondicionamiento de fobias, biofeedback y economía de fichas.
A la vuelta, ello resultó en un impulso notable a esta orientación, que desgraciadamente quedó relativamente confi-
nado al Departamento de Psiquiatría del Campus Sur de la Facultad de Medicina. Una excepción a ello lo representó
217
Sergio Peña y Lillo, quien publicó sus experiencias clínicas con pacientes fóbicos, obsesivo-compulsivos y con disfun-
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Terapia sistémica en Chile
La introducción de la terapia sistémica en Chile comenzó a fines de los 70 y se consolidó a través de la funda- Dr. Niels Biedermann Dommasch
219
ción de diversos institutos durante los 80. Talvez no esté de más recordar algo de la situación histórica imperante. Era
dedicadas tanto al análisis teórico como al desarrollo de una técnica progresivamente mas operativa. El desafío de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
lograr éxitos que satisficieran al equipo se vio un tanto más complicado por la lectura de textos como la “Paradoja y
Contraparadoja”, de Mara Selvini-Palazzoli, que informaba de logros terapéuticos a través de complejísimas interven-
ciones que el equipo escasamente lograba duplicar en forma satisfactoria. Sólo tiempo después el equipo dispuso
de la satisfacción de averiguar que esto tampoco se había logrado en prácticamente ninguna otra parte del mundo.
Un concepto surgido de la “antipsiquiatría” de David Cooper y Ronald Laing, en boga desde fines de los 60, era
el de “mistificación”. Consiste en que los oprimidos no sólo deben dejar de percibir su cualidad de oprimidos, sino que
además deben considerarla un beneficio. En suma, eran víctimas de la manipulación. De nuevo el remedio propuesto
era la razón, una nueva versión de: “la verdad los hará libres”. Pero en las publicaciones de Selvini ya no era la razón la
que se imponía, sino que el terapeuta debía recurrir a la contramanipulación. Distintas corrientes de terapia sistémica
planteaban serias dudas sobre la eficiencia de la razón y la conciencia.
Entonces: ¿Con qué nos quedábamos? ¿Liberación de la razón o manipulación? Aunque la manipulación fuese
bien intencionada, ¿era válida?
La fundación del Instituto Chileno de Terapia Familiar se precipitó después de un curso que varios de sus
futuros miembros siguieron en el Mental Research Institute en Palo Alto, California. Aquellos que posteriormente
fundamos el instituto tuvimos el privilegio de ser alojados en las dependencias de la prestigiosa Universidad de Stan-
ford, donde se realizaron la mayoría de los seminarios teóricos y de supervisión, y de ser instruidos directamente por
Paul Watzlawick y Carlos Sluzki, este último argentino emigrado a EE.UU., de gran agudeza y versatilidad en el manejo
terapéutico con familias.
El resultado de esta estadía fue no sólo un enriquecimiento teórico y técnico, sino también una relación más
realista con las posibilidades y limitaciones de esta corriente terapéutica. En la teoría nos enseñaron los distintos cons-
tructos destinados a transformar lo impredecible en predecible, lo inasible en evidente, el eterno retorno en certero
avance.
El recién constituido IchTF arrendó una casa en Ñuñoa, acondicionándola básicamente a través de la instala-
ción de espejos unidireccionales. El primer presidente del Instituto fue Guillermo Altamirano. Como la formación pre-
via de los miembros del recién conformado instituto era muy dispareja y heterogénea, uno de nuestros primeros ob-
jetivos fue la construcción de una identidad compartida como equipo. Dado que junto al Instituto de Terapia Familiar
de Santiago éramos los iniciadores de la terapia sistémica en Chile, el lugar más cercano para conseguir supervisión
era Buenos Aires, que ya contaba con un grupo de terapeutas de sólida formación en esta técnica. Nuestros primeros
supervisores fueron Pedro Herskovici y Cecile Rausch, posteriormente se agregaron Gastón Mazieres y Cristina Ravaz-
zola. Si bien las enseñanzas de ambos se superpusieron en muchos aspectos, podemos puntualizar que los primeros
nos enseñaron a circunscribir los problemas esenciales que nos presentaban las familias, disecar lo relevante de en
221
medio del caudal de informaciones destinado a confundir y distraer al terapeuta y centrar la intervención terapéutica
del Hospital del Salvador que cuenta con docentes del Departamento de Psiquiatría Oriente de la Universidad de
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Chile, vinculados al instituto, donde se imparte formación a becados de Psiquiatría y a los alumnos de Psicología en
práctica.
Una particularidad de la evolución de la terapia sistémica en Chile que difiere de la evolución en Europa y
EE.UU., es el contacto fluido con otras corrientes terapéuticas, como el psicoanálisis, no sólo a través de contactos
mutuos, sino además porque muchos participantes de la formación sistémica también siguieron posteriormente una
formación psicoanalítica. Si nos acordamos que la terapia sistémica fue fundada por psicoanalistas renegados de su
tronco original, podemos ver que aquí se llegó a buscar el camino del reencuentro con los orígenes. Y el diálogo.
Otras ramificaciones de la terapia sistémica en Chile se ven en su influencia en los Congresos de la Sociedad
de Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía de Chile en Reñaca y su participación en la Society for Psychotherapy Re-
search, como también en un programa de Doctorado Internacional entre las Universidades de Chile, Católica y de
Heidelberg, Alemania, en cuyo comité organizador participa un miembro del IchTF (Dr. Biedermann).
Por mientras, a nivel mundial en las distintas corrientes de terapia el furor creativo de sus padres originarios
se vio reemplazado por la exigencia de mostrar eficiencia en sus rendimientos y rigor metodológico en sus investi-
gaciones. Las terapias se fueron manualizando y las investigaciones se centraron en instrumentos y mediciones, vale
decir, se generaron estructuras para darle un soporte sólido a lo construido. Pero, si le creemos a Kuhn, ya vendrá otro
paradigma.
Género y locura.
Algunas figuras de mujeres y locura
“Hay en todo progreso una lucha, como hay en toda lucha un vencedor…” (1) Margarita Iglesias Saldaña
223
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
Las “locas”. Es el “enemigo” que encontró la designación que las nombró así. “Las locas. Es todo lo que encontra-
ron para responder. Son crápulas… Tienen razón, después de todo, hay que estar loca para desafiarlos abiertamente,
cuando todo el mundo tiembla delante de ellos. Y hay de qué volverse loca cuando durante meses se busca en vano
un ser amado chocando siempre con la indiferencia o la hostilidad del mundo que lo rodea… Locas, las locas de la
plaza de Mayo, un bello nombre de guerra. Se adopta“ (2), así respondían las madres argentinas en 1977 cuando supie-
ron que un militar se había referido en estos términos a ellas cuando comenzaron a hacer su ronda semanal en la plaza
de Mayo en frente de la Casa Rosada en Argentina buscando a sus hijas e hijos desaparecidos. En la década de los 70
estas mujeres asumieron desde esa perspectiva la condición de locura, locura del dolor de ver desaparecer a sus hijas,
hijos, nietas y nietos. La expresión “locas de la plaza de Mayo” da la vuelta al mundo, pero con una connotación que
los militares argentinos no habían previsto, puesto que la locura desde su denominación era para descalificarlas: ellas
fueron reconocidas como resistentes, su “locura” es signo de salud, instituyeron así un derecho de rebelión” (3).
Según Michel Foucault en la locura se encuentra ya la muerte. Pero es también su presencia vencida, esquiva-
da en estos ademanes de todos los días que, al anunciar que ya reina, indican que su presa será una triste conquista.
Pero lo que hay en la risa del loco es que se ríe por adelantado de la risa de la muerte… ahora la prudencia consistirá
en denunciar la locura por doquier, en enseñar a los humanos que no son ya más que muertos, y que si el término
está próximo es porque la locura, convertida en universal, se confundirá con la muerte.
La apelación de loca a las mujeres tiene una larga historia en la humanidad. Toda mujer que escapa al deber
ser esperado en una sociedad y en un tiempo dado, ha sido tratada de loca.
En el caso chileno la asociación religión/demonización de mujeres y caso clínico tratado por la psiquiatría
encuentra su primer antecedente en el siglo XIX con el caso Carmen Marín, 1857, cuya exposición pública “produjo
diversas polémicas, ya que la resolución del porqué de sus ataques contrapuso creencias religiosas (católicas) con un
saber científico moderno cada vez más legitimado en el espacio público”.
Una confrontación entre saber científico racional que conlleva una mitificación de la objetividad del saber en
el apogeo del supuesto de la racionalidad científico-técnica, que será la fuerza motriz del desarrollo del capitalismo
en Chile durante la segunda mitad del siglo XIX (4).
Desde la llamada Ilustración, la medicina y la ciencia comienzan a disputar el terreno del saber con la religión
como explicación de la naturaleza, el mundo y los seres humanos en relación con el orden social, donde hombre y mu-
jeres tenían lugares y roles distintos y distintivos. Durante el siglo XIX, este pensamiento científico/racionalista demostró
un interés mayor por mejor conocer el cuerpo de las mujeres, que hasta entonces no eran más que lo que no eran los
hombres, y muy especialmente comprender en profundidad las funciones sexuales y reproductivas de estas (5).
Al igual que la posesión de un convento de religiosas ursulinas en Loudun, Francia, en el siglo XVII, que según
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Michel de Certeau marcó el cambio del sistema de pensamiento, entre lo que desaparece, al igual que el gran salto
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
de la razón con la aparición del Discurso del Método de Descartes, en 1637. Loudun es la plaza donde se producen,
confrontan, gesticulan y verbalizan las tendencias de todo tipo. La posesión deviene un gran proceso público: entre
la ciencia y la religión, sobre lo cierto y lo incierto, sobre la razón y natural, la autoridad. Debate que es orquestado
por toda una literatura sabia y una prensa popular (6).
Es en este mismo sentido, el impacto que causó el caso Marín en Chile en 1857 dio lugar a una disputa societal
de transformación del discurso, de las representaciones y de los imaginarios que se conforman con la modernidad en el
Chile del siglo XIX. Esta confrontación se da en lo que la Iglesia Católica consigna como el primer caso de exorcismo, y
la psiquiatría, según Armando Roa, el primer caso clínico de la disciplina y además un caso ejemplificado en una mujer.
“El Demonio es machito en sus gustos: cuando “posee” a alguien, suele ser una mujer (véase el filme “El exorcis-
ta”)… la joven Carmen Marín se retorció con furia políglota, poseída o trastornada, ante los asombrados santiaguinos
de hace un siglo y medio. ¿Por qué no se mete Satán en el cuerpo de un hombre?
Carmen Marín, esta mujer a quien estigmatizaron como la endemoniada de Santiago, ha marcado los estudios
respecto a las mujeres desde la psiquiatría chilena, y sólo recientemente se ha comenzado una reelaboración de estas
historias desde la perspectiva de la historia de las mujeres y del género (C. Araya, Ibacache, 2001, 2006; C. González,
2004).
“Para la Iglesia Católica, los extraños ataques de Carmen Marín eran obra del Diablo. De ahí su sobrenombre.
En cambio, para la mayoría de los médicos eran episodios de histeria explicables desde la ciencia.
Nació en Valparaíso en 1838. Huérfana a los pocos meses, se crió en el campo. Entró a un colegio de mon-
jas, las Hermanas de la Caridad, que serán, curiosamente las mismas que se encontrarán al cuidado de ella en la
casa Yungay. Y una noche, mientras rezaba, sintió un profundo miedo. Luego, soñó que peleaba con el Diablo y
se levantó para agredir a sus compañeras. Años después, en su habitación de la calle Maestranza, era visitada por
una rotativa de curiosos que querían conocer a la “endemoniada de Santiago”. Medicina y religión. Dos campos,
dos mundos si se quiere, nacidos en simultáneo con las primeras civilizaciones, y que en su esfuerzo por separarse
y establecer dominios, se han encontrado más veces de lo que cada bando está dispuesto a tolerar. Allí donde
uno ve la mano de demonios y conjuros, el otro ve síntomas capaces de someter a clasificación. Ciencia y fe, una
frontera en tensión constante por los siglos de los siglos, pero que de vez en cuando genera beneficios concretos;
en este caso, el nacimiento de la psiquiatría chilena y la definición del fenómeno casi 40 años antes de las primeras
publicaciones del propio Sigmund Freud (7).
Disputa que se hizo pública a través de los diarios de la época: “Personas de todas la edades, clases i condicio-
nes van a presenciar las contorsiones i viajes que hace la endemoniada”.
Uno de los científicos más renombrados en la época en Chile, el alemán Juan José Brunner, positivista y evo-
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lucionista, contribuyó al nacimiento de la psiquiatría nacional al escribir en 1857 su informe médico sobre el caso de
tinente negro”, como él mismo lo llama, señalando así lo inacabado de las exploraciones hasta entonces efectuadas (9).
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
En Chile, la concepción con que se ha abordado la locura o las enfermedades mentales no es distinta a la de
las escuelas occidentales, especialmente las francesa, alemana y norteamericana más recientemente.
Un caso posterior al de Carmen Marín, en el siglo XIX, es el juicio a los brujos de Chiloé (que es en definitiva
una confrontación con el saber indígena de la zona más austral del país) una vez terminada la llamada Pacificación de
la Araucanía, que no es más que la declaración triunfal del Estado chileno sobre las culturas y poblaciones originarias
que perviven en Chile, pero que son asimiladas por fuerza y decisión estatal a la Nación chilena moderna. “En 1880,
el gobernador Martiniano Rodríguez decidió enjuiciar a la poderosa sociedad de brujos conocida como “La Mayo-
ría”. Esta se había establecido en Chiloé desde principios del siglo XIX y llegó a tener un considerable poder sobre
la población. “La Mayoría” era una institución que surgió de la necesidad de reglar la hechicería en el archipiélago, y
contaba con una extensa red de “funcionarios”, cuya organización imitaba la del Estado chileno. Autodefinida como
“tribunal de la raza indígena”, su influencia se extendía a gran parte de la población campesina del archipiélago, la
que presentaba ante ella sus demandas. Estas generalmente se relacionaban con sanaciones y denuncias de brujería,
ante las cuales la mayoría dictaba comúnmente sentencias que podían ir desde el exilio hasta la muerte del brujo.
Tras el juicio, que se hizo bajo el cargo de asociación ilícita, la poderosa organización de brujos se desarticuló y
cayó poco a poco en el olvido. Con el tiempo, el imaginario popular tejería toda suerte de leyendas relacionadas con
la brujería, algunas de las cuales se mantiene hasta nuestros días(10).
Aquí en este caso no se confronta directamente el saber médico-psiquiátrico, sino el judicial en el ordenamien-
to del Estado, partiendo de lo que B. Subercaseaux ha llamado “el supuesto de la modernización social más adecuada”
en la sociedad chilena de la segunda mitad del siglo XIX, dado que para el pensamiento de la época de los sectores
dominantes en Chile “el orden capitalista representa una organización económico-social superior a todas las prece-
dente, y por ende, la más adecuada, para potenciar la racionalidad científico-técnica y el progreso”(11).
En el caso de los brujos de Chiloé, el saber brujeril es transmitido desde las culturas originarias por una mujer,
y esta se alía con un no deseado conquistador español que llega hasta la isla de Chiloé en el siglo XVII. Para poste-
riormente en el XIX, transformarse en saberes indeseados de la nueva construcción científico-racional que descalifica
en un solo juicio tanto el saber residual de las culturas originarias respecto a las enfermedades y su cosmovisión de
la relación naturaleza ser-humano, periodo de pacificación de los territorios a fuerza de imponer una cultura desde
un Estado chileno, obligando a un pensamiento y un saber únicos desde la mentada Nación, por lo tanto un corola-
rio sobre la derrota bélica política y social de los pueblos indígenas relegados al sur del Biobío. Una vez más ciencia,
jurídico-penal y sociabilidad estatal se imponen en lo que se puede definir como nosopolítica de lucha de clases, se-
gún la expresión de F. Delaporte, y como lucha de saberes-poderes en la expresión de M. Foucault; también conlleva
una noción de lucha con saberes precapitalistas, como lo son la medicina y los saberes de los grupo mapuches de los
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territorios chilenos. En esta confrontación, de paso se reafirman las concepciones llamadas positivistas respecto a las
Referencias
1. Discurso del Dr. Adolfo Valderrama en el primer Congreso Médico chileno en 1889, citado en Ferrer, Pedro Luis, Historia General de la Medicina en
Chile, Imprenta Talca de J. Martin Garrido, Talca, 1904.
2. Bousquet, J. P., Les Folles de la Place du Mai, citado por Gómez Mango, Edmundo, La place des mères, Gallimard, Paris, 1999.
3. Sarner, Eric, Mères et “folles” sur la place de Mai, Editions Charles Léopold, Francia, 11/2000 France, pág. 177.
4. Subercaseaux, Bernardo, Historia de las ideas y la cultura en Chile. Fin de Siglo: La época de Balmaceda, Editorial Universitaria, Santiago, 1997.
5. Zárate, Soledad, Enfermedades de mujeres, ginecología, médicos y presunciones de género. Chile, fines del siglo XIX. Pensamiento Crítico, N° 1,
2001.
6. De Certeau, Michel, La possession de Loudun, Paris, Gallimard, 2005, (1970), pág. 15.
7. Jara, P., Revista Qué Pasa, Nº 2052, Año XXXVII, 6 de Agosto, 2010.
8. Roa, Armando, Lo demoníaco en la ciencia chilena. En Demonio y Psiquiatría, Editorial Andrés Bello, Santiago, 1974, pág. 31.
9. Chasseguet-Smirgel, J., La sexualité feminine. Petite Bibliothèque, Payot, Paris, 1964.
10. www.memoriachilena.cl
11. Subercaseaux, B., Op. cit., pág.104.
A MODO DE EPÍLOGO
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latinoamericano nente destacar algunas opiniones de Juan Marconi, uno
e informática, metodología docente y de investigación, los años 60. ¿Por qué no hablar de convergencias entre la
LA PSIQUIATRÍA EN CHILE : APUNTES PARA UNA HISTORIA |
y 4) programa comunitario de salud mental, en el terre- postura clasificatoria y nosológica de Elguero del Campo
no. Concluía, sin disimular su orgullosa convicción: “Con con la de José Leme Lopes en Brasil? ¿O entre la legenda-
dos horas diarias en cada una de las cuatro actividades, ria habilidad diagnóstica de Luco Arriagada y la solidez
crecería y maduraría un psiquiatra integrado, crítico, académica de Humberto Rosselli de Colombia? Chile y
equilibrado, creativo y adaptado a las necesidades lati- su psiquiatría son, a las puertas de la segunda década del
noamericanas”. Podrán cuestionarse detalles, pero jamás siglo XXI, América Latina y su psiquiatría.
el firme compromiso doctrinario de uno de los más emi- En el contexto contemporáneo de la psiquiatría
nentes psiquiatras latinoamericanos. latinoamericana, se dan varios terrenos de excelencia
Pero Marconi es sólo una de las figuras estelares en los cuales la contribución chilena es remarcable. Su
de una psiquiatría como la de Chile que, en muchos as- estabilidad institucional no es óbice para el dinámico
pectos, refleja el potencial y los alcances reales de la dis- desarrollo de varias otras entidades con perspectivas
ciplina en nuestro continente. Para hablar de perspecti- y objetivos diferentes, reflejo de una madurez que el
vas paralelas, su rol pionero trascendió en el trabajo de país todo exhibe con orgulloso civismo. Es importante
Humberto Rotondo en el Perú y en la profundidad edito- destacar aspectos de avanzada en el campo de la salud
rial del Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina mental como componente esencial de la salud pública
tan cara al idealismo del gran psiquiatra argentino, Gui- (cobertura global en el cuidado de condiciones clínicas
llermo Vidal. La gama discipular generada por Honorio prevalentes). Su actividad académica en la histórica Uni-
Delgado (con su constelación de inicial entusiasmo psi- versidad de Chile, otras jóvenes instituciones educativas
coanalítico complementado luego por su sólida origina- y una serie de valiosos hospitales docentes, contribuye
lidad clínica, su excepcional sabiduría fenomenológica sin duda al ritmo progresista que le imprimen sus líderes.
y filosófica y su receptividad hacia la naciente psicofar- Cuenta con revistas y otras actividades editoriales mo-
macología de la segunda mitad del siglo XX), dentro de dernas, ágiles y bien organizadas que permiten la publi-
lo que se dio en llamar la Escuela Psiquiátrica Peruana, cación regular de libros, revistas científicas y difusión de
tuvo uno de sus tempranos sustentos internacionales la obra de sus scholars, autores consagrados y jóvenes e
en las Primeras Jornadas Neuro-Psiquiátricas del Pacífico investigadores establecidos y emergentes. Y en cuanto
celebradas en Santiago de Chile y organizadas al lado de a áreas de cultivo y calidad sobresalientes, debe citar-
Óscar Fontecilla, en 1937. Armando Roa abrazó también se el trabajo clínico y heurístico de psiquiatras chilenos
con pasión aquella fenomenología y su impacto nosoló- en epidemiología, genética, bioética, psicopatología,
gico. El porte psicoanalítico de Matte Blanco exaltó por psiquiatría de comunidad, psicoterapias, esquizofrenia y
igual el enfoque psicoantropológico cultivado pocas dé- trastornos del ánimo, entre muchas otras.
Examinando el listado precedente, no es exage- En suma, la psiquiatría chilena es espejo fiel de lo
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rado afirmar que la psiquiatría chilena juega un papel mejor que el continente ofrece y anhela en nuestro cam-