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Psicoanálisis

técnica y corriente psicoterapéutica

El psicoanálisis (del griego ψυχή [psykhé], «alma» o «ment e», y ἀνάλυσις [análysis], «análisis», en
el sent ido de examen o estudio) es una práct ica t erapéut ica y t écnica de invest igación[1] [2]
​ ​
fundada por el neurólogo aust ríaco Sigmund Freud alrededor de 1896.[3] ​A part ir del psicoanálisis
se han desarrollado post eriorment e diversas escuelas de psicología profunda o de orient ación
dinámica y analít ica. Asimismo, la t eoría ha influido sobre muchas ot ras escuelas psicológicas y de
t erapias no necesariament e psicoanalít icas.[4] ​

Freud y otros psicoanalistas en 1922. De izquierda a derecha sentados: Sigmund Freud, Sándor Ferenczi y Hanns Sachs.
De pie: Otto Rank, Karl Abraham, Max Eitingon y Ernest Jones.
El psicoanálisis t iene como objet ivo la invest igación y el t rat amient o de los problemas
emocionales desde el punt o de vist a de la infancia de la persona, la int erpret ación de los sueños,
los act os fallidos y la t écnica de asociación libre, ent re ot ras.[5] ​

El int erés de Freud recayó en el t rat amient o de individuos que manifest aban un comport amient o
anormal ext rayendo sus conclusiones de la observación clínica, t écnica que reivindica frent e a la
de la experiment ación. Freud creía que poderosos impulsos biológicos, principalment e de
nat uraleza sexual, influían en el comport amient o humano. Opinaba que est as t endencias eran
inconscient es y que creaban conflict os ent re el individuo y las normas sociales.[6] ​

Concepto

El concept o de «psicoanálisis» designa, por una part e, aquel modelo t eórico descript ivo y
explicat ivo de los mecanismos, procesos y fenómenos implicados en la vida anímica humana.
Est e modelo se basó inicialment e en la experiencia de Sigmund Freud en el t rat amient o clínico
de pacient es que present an hist erias, fobias y diversos padecimient os psíquicos y ha t enido un
amplio desarrollo t eórico post erior con el aport e de muchos t eóricos del psicoanálisis. Por ot ra
part e, «psicoanálisis» se refiere t ambién a la t erapia psicoanalít ica misma, es decir, a un conjunt o
de procedimient os y t écnicas t erapéut icas que se desarrollan a part ir de est a t eoría para el
t rat amient o de pat ologías ment ales. Finalment e, «psicoanálisis» puede referirse además al
método psicoanalítico: un mét odo de invest igación que ha sido aplicado, más allá de la psicología
clínica individual, al análisis de fenómenos cult urales, por ejemplo en et nología y ant ropología
(ent re ot ras disciplinas).[7] ​El desarrollo del psicoanálisis es permanent e en est os t res aspect os
por part e de invest igadores y clínicos, si bien cabe remarcar que t al segment ación del campo
psicoanalít ico no puede ser ot ra cosa que una esquemat ización descript iva, y que en ningún caso
da cuent a de la est ruct ura propia del psicoanálisis donde t eoría y práct ica se encuent ran ligadas
sin que pueda darse la una sin la ot ra. Freud sost uvo que una de las glorias del psicoanálisis era la
coincidencia de invest igación y t rat amient o,[8] ​si bien aclara que la t écnica de ambas difiere. El
psicoanálisis moderno se caract eriza por el pluralismo t eórico, met ódico y t erapéut ico. Si el
psicoanálisis puede ser considerado una t eoría cient ífica es un asunt o que en círculos
académicos y profesionales cont inúa siendo cont rovert ido.

La definición clásica de Freud [nota 1] ​incluye, según resumen Jean Laplanche y Jean-Bert rand
Pont alis, los siguient es t res aspect os:

A) Un método de investig ación que consiste esencialmente en evidenciar


la significación inconsciente de las palabras, actos, producciones
imaginarias (sueños, fantasías, delirios) de un individuo. Este método se
basa principalmente en las asociaciones libres del sujeto, que garantizan la
validez de la interpretación. La interpretación psicoanalítica puede
extenderse también a producciones humanas para las que no se dispone de
asociaciones libres.

B) Un método psicoterapéutico basado en esta investigación y


caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la
transferencia y del deseo. En este sentido se utiliza la palabra psicoanálisis
como sinónimo de cura psicoanalítica; ejemplo, emprender un psicoanálisis
(o un análisis).

C) Un conjunto de teorías psicológ icas y psicopatológ icas en las que se


sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de
investigación y de tratamiento.[7] ​

Definiciones derivadas de los tres aspectos

El psicoanálisis como teoría explicativa

El psicoanálisis es una t eoría sobre los procesos psíquicos inconscient es, que present a una
concepción ampliada de la sexualidad, de sus relaciones con el acont ecer psíquico y su reflejo en
lo sociocult ural. El supuest o de que exist en los procesos, fenómenos y mecanismos psíquicos
inconscient es junt o al papel de la sexualidad y del llamado complejo de Edipo, que result a en una
diferenciación ent re inst int o y pulsión; así como la acept ación de la t eoría de la represión y el
papel de la resist encia en el análisis const it uyen para Freud los pilares fundament ales de su
edificio t eórico, al punt o que sost iene que «quien no pueda admit irlos t odos no debería cont arse
ent re los psicoanalist as».[10] ​

Est a definición de Freud ha t enido amplia acept ación ent re los psicoanalist as, así como t ambién
la necesidad de la t ransmisión del saber a t ravés del análisis didáct ico y los análisis de cont rol o
supervisados. Est a acept ación o ident ificación con los pilares cent rales de la t eoría y el mét odo,
se dio en medio de cont roversias. Refiriéndose a la definición de Freud de 1922, la hist oriadora
Élisabet h Roudinesco coment a:

«Freud proporcionó la definición más precisa del marco psicoanalítico, al


subrayar que sus "pilares" teóricos eran el inconsciente, el complejo de
Edipo, la resistencia, la represión y la sexualidad (...) Si bien los freudianos
de todas las tendencias siempre aceptaron reconocerse en esta definición de
psicoanálisis, no han cesado de combatir entre ellos a dividirse acerca de la
cuestión de la técnica psicoanalítica y el psicoanálisis didáctico».[11] ​

En efect o, los psicoanalist as de las generaciones que siguieron a Freud desarrollaron la t eoría en
diversas direcciones, en part e reforzando y complement ando sus ideas, en part e dist anciándose
de ellas o crit icando algunos punt os más o menos cent rales. Est os movimient os de
diferenciación e int egración, han dado lugar a la exist encia de varias escuelas, con diversas
concepciones u orient aciones. Por ejemplo, la Psicología del yo, la t eoría de las relaciones
objet ales (de Melanie Klein, Donald Winnicot t ), el psicoanálisis relacional, el psicoanálisis
lacaniano. Asimismo, escisiones t empranas y divergencias en aspect os decisivos dieron lugar a
escuelas complet ament e independient es, como la psicología analít ica de Carl Gust av Jung.

El psicoanálisis como método de investigación

Sigmund Freud.

El psicoanálisis incluye t ambién una serie de mét odos para la invest igación de la experiencia, el
pensamient o y la conduct a humana, t ant o de sujet os individuales como de grupos y cult uras.
Est a últ ima aplicación se ha llamado t ambién et nopsicoanálisis.[12] [13]
​ ​
La idea cent ral de est a aplicación del psicoanálisis consist e en que t ras la superficie en la que se
represent an las formas de comport amient o percept ibles (en la conduct a individual y en la de los
grupos y cult uras) así como t ambién t ras las normas sociales y valores de una comunidad cult ural,
con frecuencia se esconden cont enidos y mot ivaciones inconscient es que no son de acceso
fácil al Yo y que pueden develarse y hacerse comprensibles con la ayuda de los concept os y
mét odos del psicoanálisis.[cita requerida]

En las décadas siguient es a Freud, diversos psicoanalist as desarrollaron ot ras t écnicas para la
exploración e int erpret ación psicoanalít ica de diversas manifest aciones cult urales: desde los
cuent os de hadas y mit os hast a el análisis de obras lit erarias mayores, del cine o de las art es
plást icas.

El psicoanálisis como terapia

En el sent ido est rict o, el psicoanálisis puede ser definido como un mét odo y t écnica de
t rat amient o psicot erapéut ico basada en la exploración del inconscient e a t ravés de la asociación
libre. A diferencia de los mét odos que se basan en ejercicios, ent renamient o o aprendizaje (como
las t écnicas conduct uales) o de las explicaciones en el plano cognit ivo, el psicoanálisis se cuent a
ent re las t écnicas de descubrimient o o develación que int ent an que el pacient e logre una
comprensión profunda de las circunst ancias (generalment e inconscient es) que han dado origen a
sus afecciones, o son la causa de sus sufrimient os o malest ares psíquicos. Aunque
frecuent ement e se asocia est o a la int rospección, const it uye un malent endido esperar como
objet ivo esencial de la t erapia psicoanalít ica una comprensión racional acerca de las relaciones
causales. Se t rat a más bien de lograr una reest ruct uración de más amplio alcance de la
personalidad, muy especialment e de la vida afect iva y part icularment e en aquellas áreas que
cont ribuyen y mant ienen la formación de sínt omas, o de formas defensivas que causan daño o
malest ar. [cita requerida]

El psicoanálisis clásico se desarrolla durant e algunos años con una frecuencia de t res a cinco
veces por semana. En la disposición clásica el pacient e se recuest a en un diván y habla, en lo
posible sin censura, sobre t odo lo que sient e, piensa, poniendo en palabras t oda ocurrencia que le
venga a la ment e. Est a t écnica se denomina asociación libre y const it uye la regla fundament al. El
analist a que est á sent ado t ras él, escucha mant eniendo una at ención parejament e flot ant e y
comunica al pacient e sus int erpret aciones, hechas según el mat erial que va apareciendo durant e
el proceso analít ico. El analist a ent rega est as int erpret aciones a su pacient e t ant as veces como
considere convenient e y en las sit uaciones que decida. En part icular el analist a capt ará e
int erpret ará los pat rones emocionales y de funcionamient o psíquico, los mecanismos t ípicos que
el pacient e repit e en la relación con él en forma de t ransferencia y, básicament e, las formaciones
del inconscient e que surjan en el discurrir del analizant e a lo largo de su análisis.
"
Independient ement e de las variaciones que exist en en las diferent es escuelas post eriores a
Freud, donde muchas de ellas modifican est a "disposición" o "encuadre" clásico, el eje cent ral del
psicoanálisis como t écnica t erapéut ica es la asociación libre. Desde la época de Freud y hast a la
act ualidad se le asigna a la llamada "regla t écnica fundament al" un caráct er demarcat orio ent re
lo que se llama psicoanálisis y lo que es una t erapia diversa de est e.[10] ​

Historia del psicoanálisis

Jean-Martin Charcot enseñando en el Salpêtrière de París: mostrando a sus estudiantes una mujer ("Blanche" (Marie)
Wittman) en "estado histérico".

La hist oria del psicoanálisis corresponde en gran part e a la hist oria de su fundación, elaboración,
revisión y difusión por part e de su máxima figura, el médico y neurólogo vienés Sigmund Freud.

Se considera un ant ecedent e clave para el nacimient o del psicoanálisis que Freud llegase a ser
alumno de Jean Mart in Charcot en el hospit al Salpêt rière de París ent re los años 1885 y
1886.[14] ​Freud se familiarizaría así con las invest igaciones llevadas a cabo sobre la hist eria las
cuales most raban que mediant e la hipnosis se podían inducir, suprimir e int ercambiar t oda clase
de sínt omas present es en los cuadros hist éricos, sugiriendo una et iología psicológica y no
orgánica.[15] ​Las mujeres hist éricas que eran somet idas a t al experiencia no conservaban en la
conciencia lo sucedido, es decir, no recordaban, aunque la sugest ión hipnót ica seguía act uando
una vez deshecho el t rance hipnót ico. Ya de vuelt a a Viena y en colaboración con su amigo y
colega, el fisiólogo Joseph Breuer,[16] ​aplicó el mét odo cat árt ico descubiert o por est e, que más
t arde modificaría paulat inament e hast a dar forma al psicoanálisis.[17] ​

Tras años de experiencia clínica, Freud propuso la t eoría de que los sínt omas hist éricos y
neurót icos t enían como causa núcleos t raumát icos reprimidos en el inconscient e por ser
moralment e inacept ables para el Yo del sujet o.[18] ​Freud post uló que est os núcleos pat ológicos
consist ían en «uno o varios sucesos de precoz experiencia sexual, pert enecient e a la más
t emprana infancia».[19] ​

En su art ículo de 1914 Recordar, repetir, reelaborar, Freud expone brevement e la hist oria de su
mét odo, desde su ant ecesor, la hipnosis. Al referirse a est a, en part icular la «cat arsis breueriana»,
menciona que la misma se enfocaba en la reproducción de los procesos psíquicos de la sit uación
en la que se adquirieron los sínt omas neurót icos "para que t uvieran su decurso a t ravés de la
act ividad conscient e".[20] ​Se part ía del supuest o de que los sínt omas remit ían a esos procesos
reprimidos. Junt o a la rememoración, la abreacción era ot ra de las met as a que se apunt aba
mediant e est a t écnica para lo cual se inducía al pacient e a un est ado hipnót ico.

En un moment o post erior, Freud decide abandonar la hipnosis, lo cual suele ser explicado diciendo
simplement e que no era una t écnica con la que él est uviera part icularment e cómodo, así como
que no es de por sí suscept ible de ser aplicada en t odos los casos. Por ot ra part e, se le adjudica
como falencia el que t ras un período de recuperación, luego de haber sido aplicada, los sínt omas
ret ornaban nuevament e, imponiendo la t area de repet ir el t rat amient o. Por ot ra part e, t ambién se
dice que est e mét odo no permit e acceder al t rabajo analít ico a las «resist encias» del pacient e.
En cualquier caso, la t écnica apunt aba, ent onces, a "colegir desde las ocurrencias libres del
analizado aquello que él denegaba recordar. Se pret endía sort ear la resist encia mediant e el
t rabajo int erpret at ivo y la comunicación de sus result ados al enfermo".[21] ​

En t ercer lugar, Freud abandona la focalización sobre un problema det erminado, conformándose
con "est udiar la superficie psíquica que el analizado present a cada vez, y se vale del art e
int erpret at ivo, en lo esencial, para discernir las resist encias que se recort an en el enfermo y
hacérselas conscient es".[21] ​

En 1897, coincidiendo con la muert e de su padre, Freud, aplicó a su propia persona la experiencia
clínica acumulada y comenzó un est udio profundo de sus recuerdos, deseos y emociones que le
permit ieron reconst ruir su infancia. Est e sist emát ico escrut inio de su psiquismo, considerado
act o fundador del psicoanálisis,[22] ​es conocido como su aut oanálisis.
Sala de espera del consultorio en la casa de Freud, donde tenían lugar las reuniones de la "Sociedad Psicológica de los
Miércoles".

En el período aproximadament e comprendido ent re 1895 y 1905 Freud, at ravesó por un int enso
aislamient o profesional y personal provocado por la oposición y a menudo indignación que sus
t eorías suscit aban. A pesar de ello, Freud se most ró part icularment e fruct ífero en est as
circunst ancias adversas publicando las que se consideran dos obras cardinales del psicoanálisis,
La interpretación de los sueños y Tres ensayos sobre teoría sexual. El aislamient o de est a época,
que el mismo Freud denominaría «espléndido aislamient o», fue remit iendo paulat inament e y ya en
ot oño de 1902 nació modest a e informalment e la Psychologische Mittwoch-Gesselschaft
(lit eralment e: «Sociedad Psicológica de los miércoles»). Los médicos vieneses Max Kahane,
Rudolf Reit ler, Alfred Adler y Wilhelm St ekel se empezaron a reunir, a iniciat iva de est e últ imo, en
la casa de Freud cada miércoles por la noche.[23] ​Est e pequeño grupo formó el núcleo de lo que
se convert iría, en 1908, en la Asociación Psicoanalít ica Vienesa (Wiener Psychoanalytische
Vereinigung).[24] ​

En 1910 se fundó la Asociación Psicoanalít ica Int ernacional (IPA), pero no fue hast a 1919, t ras el
final de la Gran Guerra (1914-1918), cuando el movimient o psicoanalít ico int ernacional comenzó a
ext enderse social, geográfica y cient íficament e, convirt iéndose en un referent e no solo de la
psiquiat ría y la clínica, sino t ambién de la cult ura crít ica. En est e proceso de consolidación del
pensamient o y la práct ica psicoanalít ica, t uvo gran import ancia la creación de clínicas y
ambulat orios de caráct er grat uit o donde se t rat aba a las clases más desfavorecidas, la puest a
en práct ica de la "psicot erapia para las masas" que Freud había propuest o al final de la Guerra. La
creación de est as clínicas grat uit as,[25] ​a la par que supuso un compromiso social sin
precedent es desde un movimient o cient ífico, obligó a desarrollar un modelo de formación
psicoanalít ico inst it ucionalizado para lograr la gran cant idad de psicot erapeut as necesarios para
convert ir en realidad el proyect o. Siguiendo est e modelo, se crearon clínicas grat uit as en Berlín,
Viena, Londres, Moscú (sost enida con fondos públicos del est ado soviét ico), Budapest y
Chicago. El avance del fascismo europeo durant e los años t reint a provocó el cierre de est as
clínicas, pese a sus buenos result ados clínicos y en invest igación, y obligó la emigración forzosa
de la mayoría de psicoanalist as europeos.[26] ​

Sigmund Freud con otros colegas en el congreso de La Haya, 1920. La fotografía muestra a Freud sentado (centro), Ernest
Jones (segundo desde la izquierda), Sándor Ferenczi (segundo desde la derecha) y de pie (centro) Karl Abraham; varios
hombres no identificados aparecen sentados o de pie.

A lo largo de su hist oria el psicoanálisis no ha dejado de evolucionar conforme nuevos hechos


eran descubiert os. También, debido a los diferent es punt os de vist a e int erpret aciones de
diversos aut ores, se ha ramificado en varias escuelas y t écnicas de int ervención. Ent re los
colaboradores y sucesores más represent at ivos de Freud, apart e de los más arriba mencionados,
se cuent an, Ot t o Rank, Wilhelm Reich, Paul Federn, Hanns Sachs, Oskar Pfist er, Max Eit ingon,
Abraham Brill, Sándor Ferenczi, Karl Abraham, Ernest Jones, Marie Bonapart e, Lou Andreas-
Salomé, Karen Horney, Anna Freud, Melanie Klein, Donald Winnicot t , Wilfred Bion, Jacques Lacan,
Erich Fromm, Erik Erikson y muchos ot ros que han refinado las t eorías freudianas e int roducido las
propias. Mención especial, por su import ancia e impact o en el movimient o psicoanalít ico,
merecen los aut ores Carl Gust av Jung y Alfred Adler. Ambos se dist anciaron del psicoanálisis,
discrepando en especial de la t esis freudiana de la et iología sexual de las neurosis, y propusieron
ideas, concept os y t eorías alt ernat ivas.

Técnica psicoanalítica
Según el psicoanálisis, los sínt omas hist éricos y neurót icos t ienen un origen ligado a conflict os
inconscient es, aspect os de los cuales, pese a ser ajenos por complet o al conscient e del
analizado, pugnan por emerger a la conciencia. El ret orno de lo reprimido, result ado de una
represión fallida ant e la fuerza emergent e del mat erial reprimido, es una formación de
compromiso, ejemplo de lo cual const it uye el sínt oma hist érico y, en general, el neurót ico. El
objet ivo de la t erapia es vencer las resist encias para que el analizado acceda a las
det erminaciones inconscient es de sus sent imient os, act it ud o conduct a. Freud, en una de las
oport unidades en las que describe la operación que lleva a cabo la t erapia analít ica, lo hace en
est os t érminos: "la rect ificación con post erioridad del proceso represivo originario".[27] ​

La «regla fundament al» de la t écnica psicoanalít ica es la asociación libre.[28] ​El analist a int roduce
al pacient e en la t écnica solicit ándole que le comunique t odos los pensamient os, ocurrencias,
ideas o imágenes que se le pasen por la ment e, independient ement e de que est os le parezcan
absurdos, irrelevant es o compromet edores, «sin crit icarlos o seleccionarlos».[29] ​Al comunicar
est os cont enidos, el analizado no debe t ener en cuent a cuan insignificant e, t rivial o desagradable
le result en, ya que est o solo expresaría la acción de las resist encias.

El analist a por su part e, t ambién debe respet ar reglas, part icularment e las t res siguient es:

Escuchar al analizado con una at ención parejament e flot ant e, es decir, sin privilegiar ningún
element o de su discurso, lo que implica que el analist a «deje funcionar lo más librement e
posible su propia act ividad inconscient e y suspenda las mot ivaciones que habit ualment e
dirigen la at ención».[30] ​En palabras de Freud, «el analist a debe escuchar y no hacer caso de si
se fija en algo».[31] ​

Mant ener una act it ud neut ral, en cuant o a los valores, es decir, no dirigir la cura en función de un
ideal religioso, moral o social, no juzgar, no aconsejar.[32] ​La posición debe ser igualment e
neut ral frent e a las manifest aciones t ransferenciales y frent e al discurso del pacient e, es
decir, «no conceder a priori una import ancia preferent e, en virt ud de prejuicios t eóricos, a un
det erminado fragment o o a un det erminado t ipo de significaciones».[33] ​

Observar una act it ud de est rict a abst inencia, lo que implica que el analist a «no sat isface las
demandas del pacient e ni desempeña los papeles que est e t iende a imponerle».[34] ​El sent ido
de est e principio es que la cura debe t ranscurrir de t al forma que el analizado no se sirva de
ella para obt ener sat isfacciones sust it ut ivas de sus sínt omas.

En cuant o a la int erpret ación, su función no es propuest a como un enunciado que refiera el
mat erial que ofrece el caso a una t eoría (como el Complejo de Edipo, la nosología psicoanalít ica,
las tópicas que represent an el aparat o psíquico, et c.), sist emat izada o no, que incluya la
experiencia propia del analist a y el consenso de la comunidad analít ica, sino algo que se acercaría
mucho más a un desciframient o. En est e sent ido, el psicoanalist a Donald Winnicot t coment a la
import ancia de «que el analist a no conozca las respuest as, except o en la medida en que el
pacient e dé las claves. El analist a recoge las claves y hace las int erpret aciones».[35] ​

Los lapsus son act os erróneos para la conciencia, en los que se manifiest a una descarga del
inconscient e. Para Freud, expresa un mot ivo personal relevant e, desconocido para la personalidad
conscient e. A menudo el lapsus no es obvio y se revela solo después de una larga cadena de
asociaciones.

Portada de la primera edición en alemán de La interpretación de los sueños .

Una segunda área explot ada por la asociación libre es la de los sueños, considerada la «vía regia
al inconscient e». Para el psicoanálisis los sueños son siempre (al menos est o es lo post ulado en
La interpretación de los sueños) realizaciones de deseos,[36] ​los cuales generalment e se
disfrazan por ser inacept ables para la organización conscient e del individuo. Freud dist ingue en la
est ruct ura del sueño: el contenido manifiesto, que generalment e parece incoherent e y sin
sent ido pero que present a algún t ipo de hist oria narrat iva; y el contenido latente, que se refiere a
las asociaciones que se despliegan a part ir del sueño manifiest o. El sueño (la ilación de sus
cont enidos manifiest os) es una formación producida por el trabajo del sueño que t ransforma el
mat erial lat ent e mediant e la condensación, el desplazamient o, el t rast orno en su cont rario y
diversos t rat amient os que las represent aciones inconscient es reciben, en virt ud de su
est ruct ura, y que Freud designó como desfiguración onírica.[37] ​La dirección del t rabajo del
análisis es precisament e en sent ido cont rario al del t rabajo del sueño ya que obt iene el cont enido
lat ent e donde era lo manifiest o. Los sueños son figuraciones capaces de acceder a la conciencia,
ya que en est a sit uación de reposo (el dormir) es cuando la censura se encuent ra más relajada y
la resist encia se encuent ra debilit ada. Los anhelos y deseos que t ienen prohibido el acceso en
los est ados conscient es t ienen una oport unidad de escaparse t ras el velo de la desfiguración
onírica.

También en el chist e (Witz en alemán) encuent ra el psicoanálisis una de las manifest aciones
paradigmát icas del inconscient e.

Freud afirmó que el individuo neurót ico, cuyas necesidades erót icas infant iles permanecieron
insat isfechas, podrá orient ar sus requerimient os libidinosos hacia una nueva persona que surja en
su horizont e, siendo muy probable que las dos porciones de su libido (la conscient e y la
inconscient e) part icipen en est e proceso. Es por lo t ant o perfect ament e normal y comprensible
que una carga de libido se orient e t ambién hacia el psicoanalist a. Est e proceso da lugar a lo que
en psicoanálisis se denomina t ransferencia.

Cuando se habla de «t ransferencia» en la t erapia, se considera que el pacient e t ransfiere o


reedit a sobre la figura del analist a demandas libidinales experiment adas en la infancia en relación
a personas que ent onces fueron import ant es o significat ivas. La t ransferencia ofrece la
oport unidad para poner en act o los conflict os infant iles y est ruct uras cognoscit ivas que
condujeron a las represiones y a las dist int as formaciones de sus neurosis; y asimismo
proporciona al sujet o las condiciones para rect ificar esos hechos que t uvieron lugar en la infancia
y que, por permanecer inconscient es, se habían mant enido refract arios a sus int ent os previos de
influir en ellos.[nota 2] ​

La cont rat ransferencia será aquel conjunt o de reacciones inconscient es del analist a frent e a la
persona del analizado y frent e a la t ransferencia. Se le considera un element o muy import ant e en
el t rabajo analít ico porque cada uno posee en su propio inconscient e un inst rument o con el cual
puede int erpret ar las expresiones del inconscient e en los demás.

Las tópicas
Tal y como aclaran Jean Laplanche y Jean-Bert rand Pont alis en su "Diccionario de Psicoanálisis"
Tópica hace referencia a una "Teoría o punt o de vist a que supone una diferenciación del aparat o
psíquico en ciert o número de sist emas dot ados de caract eríst icas o funciones diferent es y
dispuest os en un det erminado orden ent re sí, lo que permit e considerarlos met afóricament e
como lugares psíquicos de los que es posible dar una represent ación espacial figurada.
Corrient ement e se habla de dos t ópicas freudianas, la primera en que se est ablece una dist inción
fundament al ent re inconscient e, preconscient e y conscient e, y la segunda que dist ingue t res
inst ancias: el ello, el yo, el superyó.[38] ​

Primera tópica: consciente, preconsciente e inconsciente

La conciencia es la cualidad moment ánea que caract eriza las percepciones ext ernas e int ernas
dent ro del conjunt o de los fenómenos psíquicos. El t érmino inconscient e se ut iliza para connot ar
el conjunt o de los cont enidos no present es en el campo act ual de la conciencia. Est á const it uido
por cont enidos reprimidos que buscan regresar a la conciencia o bien que nunca fueron
conscient es y su cualidad es incompat ible con la conciencia. El preconscient e designa una
cualidad de la psique que califica los cont enidos que no est án present es en el campo de la
conciencia pero pueden devenir en conscient es. Los est ados reprimidos son inaccesibles sin una
hipnosis, generalment e son revelaciones a t ravés de imágenes ret enidas durant e el t iempo de
vida de cada individuo.

Segunda tópica: el Ello, el Yo y el Superyó


Diagrama del modelo estructural de tres instancias (Ello, Yo y Superyó) y de su superposición con el modelo espacial de la
psique en la primera tópica de S. Freud (consciente, preconsciente, inconsciente).

El Ello es la inst ancia más ant igua y original de la personalidad y la base de las ot ras dos.
Comprende t odo lo que se hereda o est á present e al nacer, se present a de forma pura en
nuest ro inconscient e. Represent a nuest ros impulsos o pulsiones más primit ivos. Const it uye,
según Freud, el mot or del pensamient o y el comport amient o humano. Opera de acuerdo con el
principio del placer y desconoce las demandas de la realidad.

El Superyó es la part e que cont rarrest a al ello, represent a los pensamient os morales y ét icos
recibidos de la cult ura. Const a de dos subsist emas: la "conciencia moral" y el ideal del yo. La
"conciencia moral" se refiere a la capacidad para la aut oevaluación, la crít ica y el reproche. El ideal
del yo es una aut oimagen ideal que const a de conduct as aprobadas y recompensadas.

El Yo es una part e del ello modificada por su proximidad con la realidad y surge a fin de cumplir de
manera realist a los deseos y demandas del ello de acuerdo con el mundo ext erior, a la vez que
t rat a de conciliarse con las exigencias del superyó. El yo evoluciona a part ir del ello y act úa como
un int ermediario ent re est e y el mundo ext erno. El yo sigue al principio de realidad, sat isfaciendo
los impulsos del ello de una manera apropiada en el mundo ext erno. Ut iliza el pensamient o
realist a caract eríst ico de los procesos secundarios. Como ejecut or de la personalidad, el yo t iene
que medir ent re las t res fuerzas que le exigen: las del mundo de la realidad, las del ello y las del
superyó, el yo t iene que conservar su propia aut onomía por el mant enimient o de su organización
int egrada.

Los papeles específicos desempeñados por las ent idades ello, yo y superyó no siempre son
claros, se mezclan en demasiados niveles. La personalidad const a según est e modelo de muchas
fuerzas diversas en conflict o inevit able.

Otros conceptos del psicoanálisis

Mecanismos de defensa

Freud define la represión como una operación cuya esencia consist e en rechazar y mant ener
alejados de la consciencia det erminados element os que result arían dolorosos o inacept ables
para el yo. La pulsión, cuya sat isfacción por sí misma produciría placer, conlleva el peligro de
producir displacer por los problemas que acarrearía el no sat isfacer ot ras exigencias, igualment e
int ernas, pero que const it uyen las inst ancias psíquicas (superyoicas) represent ant es de las
exigencias morales. Est os pensamient os o ideas t ienen para Freud un cont enido sexual. La
represión se origina en el conflict o psíquico que se produce por el enfrent amient o de exigencias
int ernas cont rarias ent re un deseo que reclama imperat ivament e su sat isfacción y las
prohibiciones morales. En un sent ido más general y menos est rict o, la palabra «represión» fue
ut ilizada t ambién por Freud como sinónimo de «defensa», en t ant o se refiere a ella como
prot ot ipo de ot ras operaciones y mecanismos defensivos, mediant e los cuales el yo se prot ege
del dolor o displacer que causa est e conflict o, «reprimiendo» el deseo inconscient e.[39] ​

En los sueños opera la condensación. Varios element os present es en el sueño lat ent e se
conjugan, se unen en un mismo element o; pueden ser fragment os de imágenes, frases o t rozos
de ideas. Est os fragment os de vivencias siempre est arán unidos de alguna forma por element os
comunes, que los relacionan y aparecen durant e el análisis por medio de la asociación libre. Un
ejemplo de condensación se da cuando soñamos con una persona que reúne rasgos de
diferent es personas, a veces se present a como una persona det erminada y de pront o se
conviert e o desempeña el papel de alguna ot ra más.

El desplazamient o, que t ambién se present a en los sueños, pero que corresponde a una de las
operaciones que el psicoanálisis describe para la formación de sínt omas neurót icos, consist e en
la separación o desprendimient o del afect o (la int ensidad, la import ancia y la cant idad de afect o)
que est á ligado a una idea o represent ación y que se desplaza hacia ot ras represent aciones. De
est a manera puede parecer como import ant e algún element o que en realidad es superfluo y, por
el cont rario, recordar de forma imprecisa y sin import ancia element os que originalment e la t enían,
pero que por est a vía han quedado desprovist os de su mont o de afect o original. El
desplazamient o es el proceso que más influye en ocult ar el sent ido lat ent e del sueño. Cuant o
más confuso y oscuro es un sueño, más ha sido influido por el desplazamient o.[40] ​

El desarrollo libidinal

El psicoanálisis emplea el t érmino pulsión (impulso que t iende a la consecución de un fin) para el
est udio del comport amient o humano. Se denomina pulsión a las fuerzas derivadas de las
t ensiones somát icas en el ser humano, y las necesidades del ello; en est e sent ido las pulsiones
se ubican ent re el nivel somát ico y el nivel psíquico.

La pulsión es un impulso que se inicia con una excit ación corporal (est ado de t ensión), y cuya
finalidad últ ima es precisament e la supresión de dicha t ensión.

Hay dos t ipos de pulsiones, la pulsión sexual o de vida (Eros) y la pulsión de muert e (Tánat os).
Para el psicoanálisis el impulso sexual t iene unas acot aciones muy superiores a lo que
habit ualment e se considera como sexualidad. La libido es la energía pulsional, y puede present ar
diferent es alt ernat ivas según est é dirigida a los objet os (libido objet al), o bien se dirija al propio
Yo (libido narcisist a).

El psicoanálisis est ablece una serie de fases a t ravés de las cuales se verifica el desarrollo del
sujet o. Desde el punt o de vist a de dichas fases, los conflict os psíquicos - y su posibilidad de
resolución- dependerán del est ancamient o de una fase (fijación) o del ret orno a una fase
precedent e (regresión).

Freud dist inguió a part ir de 1915 diversos moment os y "dimensiones" de una pulsión:

1. La fuent e que t iene su origen en lo somát ico y que se t raduce por una t ensión, una suert e
de impulso (en alemán: Drang).

2. El Drang mismo, es decir la t ensión int erior que se t raduciría en Trieb (pulsión).

3. La met a que se puede encont rar en un est ado pasivo o act ivo.

4. El "objet o" de la pulsión, que en lo real es un medio, un medio bast ant e accesorio ya que solo
sirve para disminuir t emporalment e la t ensión inherent e a la pulsión.

Desarrollo sexual infantil

La t eoría plant ea que conforme crecen los niños su deseo se enfoca en diferent es áreas del
cuerpo, en los que se busca la sat isfacción libidinal. Siguiendo una secuencia de et apas
psicosexuales en las que son import ant es diferent es zonas erógenas, los niños pasan del
aut oerot ismo a la sexualidad reproduct ora y desarrollan sus personalidades adult as:
Carta de Sigmund Freud a una madre en relación a la homosexualidad de su hijo. La carta fue más tarde enviada
anónimamente "De una madre agradecida" a Alfred Charles Kinsey. Página 1. 9 de abril de 1935.

1. Fase oral (desde el nacimient o hast a los 12 o 18 meses): la boca es la zona erógena
preeminent e y procura al bebé no solo la sat isfacción de aliment arse, sino, sobre t odo, el
placer de chupar. Es decir, de poner en movimient o los labios, la lengua y el paladar en una
alt ernancia rít mica.

2. Fase anal (12-18 meses hast a 3 años): en est a época la fuent e principal de placer y
conflict o pot encial son las act ividades en las que int erviene el ano. Con frecuencia
represent a el primer int ent o del niño por convert ir una act ividad involunt aria en volunt aria.
Los niños pueden experiment ar dolor o placer ya sea al ret ener o al expulsar sus desechos
fisiológicos. Debemos separar aquí el placer orgánico de defecar, aliviando una necesidad
corporal, del placer sexual consist ent e en ret ener las heces y los gases para después
expulsarlos bruscament e.

3. Fase fálica (3 a 6 años): el órgano sexual masculino desempeña un papel dominant e. En est a
fase, las caricias mast urbat orias y los t ocamient os rit mados de las part es genit ales
proveen al niño un placer aut oerót ico. Freud considera que el clít oris es considerado por la
niña como una forma de falo inferior. Al comienzo de la fase fálica, los niños/as creen que
t odas las personas poseen falo y la diferencia ent re t ener o no falo se percibe como una
oposición por cast ración. Cada uno t oma rumbo diferent e al ent rar en lo que Freud denomina
Edipo, o complejo de Edipo, en el cual primero se da una ident ificación con la madre en
ambos casos. El niño sient e deseos sexuales hacia su madre, y al percibir a las niñas como
cast radas abandona sus deseos por t emor a que le ocurra lo mismo, creándose en el varón
la angust ia de cast ración que lo lleva a renunciar a sus deseos incest uosos e ident ificarse
con su padre. La niña abandona a la madre porque la cree culpable de su cast ración y surge
la envidia del pene. Sin embargo, se da cuent a de que si es como su madre puede acceder a
un pene (véase el concept o psicoanalít ico de falo), a lo cual reacciona ident ificándose con
ella y aparece el deseo de engendrar un hijo de su padre.

La homosexualidad es definida como una perversión causada por una int errupción del
desarrollo libidinal en est a et apa. Para Freud se produce por una fijación en una et apa
t emprana del desarrollo psicosexual o una resolución incorrect a del complejo de Edipo. Est a
int errupción no permit e alcanzar la madurez sexual (het erosexualidad). Un conflicto de
homosexualidad inconsciente puede ser un núcleo const it uyent e de esquizofrenia o
paranoia. Más adelant e, Freud describe el narcisismo como un component e común a la
homosexualidad, la esquizofrenia y las perversiones. Sin embargo, Freud llegaría a
reconsiderar su posición con el t iempo, hast a el punt o de que en su conocida Carta a una
madre americana, Freud no dudó en afirmar que la homosexualidad «no es un vicio ni un signo
de degeneración, y no puede clasificarse como una enfermedad».[41] ​Señaló que perseguir
la homosexualidad era una «gran injust icia y una crueldad», y que el análisis, a lo sumo,
serviría para devolver la armonía a una persona si se sent ía infeliz o neurót ica,
independient ement e de si era homosexual o no.

4. Período de lat encia (desde los seis años hast a la pubert ad): en est e período se desarrollan
fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección. Los impulsos
sexuales inacept ables son canalizados a niveles de act ividad más acept ados por la cult ura.
Freud lo llamaba «período de calma sexual». No lo consideraba una et apa, ya que no surgía
nada dramát icament e nuevo.

5. Fase genit al (desde la pubert ad hast a la adult ez): surge en la adolescencia cuando maduran
los órganos genit ales. Hay un surgimient o de los deseos sexuales y agresivos. El impulso
sexual, el cual ant es era aut oerót ico, se busca sat isfacer a part ir de una int eracción genuina
con los demás. Freud creía que los individuos maduros buscan sat isfacer sus impulsos
sexuales sobre t odo por la act ividad genit al reproduct ora con miembros del sexo opuest o.

Disidencias, ampliaciones y escuelas alternativas del


psicoanálisis
Jung y Adler, disidentes y fundadores de sus propias escuelas de psicología.

Desde poco después de su aparición, el psicoanálisis se ramificó en varias t eorías alt ernat ivas.
Por una part e surgieron las t eorías de aut ores que, aun adheridos inicialment e al psicoanálisis,
discreparon con ciert as concepciones clave de la t eoría de Freud y formaron escuelas
alt ernat ivas:

Carl Gust av Jung discrepaba sobre el origen y dest ino sexual de la libido, la int erpret ación de
los sueños, el concept o de inconscient e y el modo de t rat ar las neurosis. En su t eoría
dest acaron los concept os de inconscient e colect ivo y arquet ipo. Su escisión t uvo un caráct er
t raumát ico, t ant o para el psicoanálisis como disciplina, como para las part es implicadas
personalment e. La salida de Jung de la Asociación Psicoanalít ica Int ernacional y del
movimient o psicoanalít ico, el cual est aba dest inado a liderar t ras Freud, t uvo connot aciones de
cisma. Creó su propia escuela denominada psicología analít ica.

Alfred Adler difería con respect o a la import ancia que daba Freud al fact or sexual. Adler
hipot et izó un complejo de inferioridad que explicaría las neurosis y creó un mét odo alt ernat ivo
para t rat arlas. Fue la primera disidencia import ant e en la hist oria del psicoanálisis (1908) al
crear una t eoría paralela que sust it uía la libido por el inst int o de poder. A su propio enfoque lo
denominó psicología individual.

Ot t o Rank manifest ó diferencias con la función del Complejo de Edipo.

Por ot ra part e, se crearon escuelas que ampliaron el psicoanálisis freudiano:


Anna Freud, Melanie Klein y Karen Horney fueron algunas de las psicólogas que ampliaron posteriormente el marco de
referencia del psicoanálisis.

Anna Freud desarrolló concept ualment e las funciones y los mecanismos de defensa del yo.[42] ​
Se la considera, junt o a Heinz Hart mann y ot ros, fundadora de la escuela psicoanalít ica llamada
psicología del yo. Heinz Hart mann fue uno de los discípulos favorit os de Freud, y est e
consideraba que nunca se alejó de sus ideas.

La escuela inglesa de Melanie Klein, fundament ada en la t eoría de la relación de objet o,


desarrolló concept os como el complejo de Edipo t emprano, el superyó t emprano, la posición
esquizo-paranoide, la posición depresiva, los mecanismos de defensa y la envidia primaria.
Poskleinianos relevant es que coincidieron y/o desarrollaron los post ulados de Klein fueron
Donald Woods Winnicot t y Wilfred Bion.

El psicoanálisis cult uralist a de Erich Fromm y Karen Horney. Fromm sost uvo que exist e un
"inconscient e social" const it uido por los procesos económicos mat eriales (en el sent ido de
Karl Marx). Horney fue una psicoanalist a que disent ía de las ideas de Freud sobre la sexualidad
femenina (crit icó el que Freud considerase la envidia del pene como un fenómeno universal), el
origen de las neurosis (a las que at ribuía causas cult urales), los mecanismos de defensa y la
aplicación de los concept os de ello, yo y superyó en ot ras sociedades dist int as de las que
analizó Freud.

La psicología del sí mismo, escuela t eórica del psicoanálisis de Heinz Kohut .


El psicoanálisis int erpersonal de Harry St ack Sullivan y sus derivados ult eriores, como el
psicoanálisis relacional.

La escuela francesa de Jacques Lacan que post uló un inconscient e de lenguaje y est ruct uras
funcionales sint áct icas, inspirándose en el est ruct uralismo ant ropológico de Claude Lévi-
St rauss.

El psicoanálisis lat inoamericano, ent re cuyos pioneros cabe dest acar a Enrique Pichon-Rivière
en Argent ina, a Durval Marcondes en Brasil y a Ignacio Mat t e Blanco en Chile.

Aunque t odas mant ienen los principios básicos de la t eoría de Freud sobre el inconscient e, ot ras
part es de las t eorías son ampliadas y reint erpret adas por cada escuela. Apart e de las grandes
escuelas mencionadas aquí, exist en ot ras innumerables orient aciones, inst it ut os y agrupaciones
que se pueden considerar derivadas del enfoque analít ico. Además se ha creado la corrient e de la
psicot erapia psicoanalít ica que, acept ando los presupuest os psicoanalít icos, ut iliza una
concepción y una t écnica diferent e a la del psicoanálisis propiament e dicho.

El psicoanálisis en la universidad

El papel que desempeña la enseñanza universit aria en la formación de los psicoanalist as es un


t ema que se discut ió desde los albores del psicoanálisis, en moment os del surgimient o de sus
primeras inst it uciones. El propio Freud dedicó un breve art ículo a est e t ema en 1919: Debe
enseñarse el psicoanálisis en la universidad, que se publicó por primera vez t raducido al húngaro
en la revist a Gyógyászat',' en el cual concluye que si bien el psicoanalista puede prescindir de la
universidad para su formación específica como tal, la universidad es la que puede beneficiarse al
incluir el psicoanálisis en sus planes de estudio.[43] ​La primera cátedra de psicoanálisis en la
Universidad estuvo a cargo del médico psiquiatra y psicoanalista húngaro Sándor Ferenczi, quien
fue nombrado Profesor de Psicoanálisis en Budapest en 1919, nombramiento que se produjo a
petición de los propios estudiantes que iniciaron un movimiento para lograr que se instaurara
como asignatura.[44] ​

La sit uación present e es que el psicoanálisis como enfoque t eórico suele est udiarse en la
universidad en diversas carreras. En general en los est udios de pregrado no se forma
direct ament e a psicoanalist as para el ejercicio clínico. Si un est udiant e de psicología o medicina
una vez licenciado opt a por est a rama, debe especializarse post eriorment e para formarse como
psicoanalist a. En algunos países exist e legislación asociada al t ema, pero generalment e los
crit erios que regulan los crédit os que debe poseer un profesional para ejercer como psicoanalist a
t ienen su fundament o en la propia t eoría (que define un concept o de psicoanálisis didáct ico) y
est án formalment e descrit os por las inst it uciones psicoanalít icas (asociaciones, sociedades,
inst it ut os).

En países como Argent ina y Francia el psicoanálisis sigue ocupando un lugar cent ral en las
facult ades de psicología y humanidades.[cita requerida] El psicoanálisis en Chile t ambién t iene ciert a
presencia académica. En general, sigue vigent e en países de habla hispana y algunos países
europeos como mét odo t erapéut ico y de int rospección, pero su vigencia en ot ros países
disminuyó considerablement e desde mediados del siglo XX.[cita requerida]

El psicoanálisis en la literatura o semanálisis

El “semanálisis” es una t eoría lit eraria llamada así debido a que la producción del sent ido se da a
t ravés de la sint axis, además de ser inseparable del sujet o hablant e y ret omar la gramát ica
generat iva, la semiót ica y el psicoanálisis hast a crear una nueva ciencia que est udia la
significación, aun sin cumplir con los parámet ros del posit ivismo.

Una de las caract eríst icas de ést a es su rupt ura con lo merament e est ruct ural, herencia del
formalismo. Su innovación consist e en analizar los t ext os no solo desde la dist ribución de sus
element os ni de su cont enido, sino desde el sujet o que enuncia el discurso; es así como inicia la
nueva “ciencia del sujet o” (Krist eva, 1976).

A part ir de que Jacques Lacan ret omara en 1964 las invest igaciones de Freud se espera que el
psicoanalist a sea capaz de est ablecer el significado no solo de lo enunciado en los t ext os, sino ir
más allá hast a llegar a comprender lo no dicho en ellos, lo ocult o, lo que ant es quedaba sin definir,
perdido ent re en la mult iplicidad de int erpret aciones subjet ivas del lect or.

En est e sent ido, la t eoría psicoanalít ica ret oma part e de la t eoría saussureana, aunque sin dar
t ant o peso a la dist inción debido a que no hay gran unión ent re significado y significant e. A
diferencia de Saussure, Lacan no prest a t ant a import ancia al significado, más bien encuent ra en
el significant e un espacio ideal para englobar al inconscient e y es ahí en donde ve la clave para
descubrir el discurso que se esconde t ras la connot ación, con lo que da un nuevo sent ido al papel
del lenguaje en la configuración del inconscient e. Es así como el significant e se vuelve un aliado
para dar forma a una manera dist int a de descubrir el discurso ocult o t ras las palabras que ya no
designan un significado absolut o, sino uno múlt iple.

Así, el significant e como part e del inconscient e involucra la ambivalencia de desplazamient o y


condensación, nombradas de t al manera por Freud, comprendidas por la lingüíst ica como
met onimia y met áfora según corresponde. Ambos t ropos consist en en comparar t érminos
incluidos en el t ext o, sin embargo, la met onimia o desplazamient o marca la comparación a part ir
de nombrar al objet o comparado con el nombre de ot ra cosa por su relación de causa-efect o,
part e-t odo o cont inent e-cont enido; mient ras que la met áfora o condensación det ermina la
semejanza ent re dos t érminos a t ravés del sent ido figurado.

De t al manera, al realizar un est udio psicoanalít ico de una obra lit eraria se ident ifican las
anomalías figurales o sint áct icas, mismas que son suscept ibles a la int erpret ación. De est a forma
se podrá encont rar una secuencialidad met onímica que expresará el anhelo, siempre frust rado,
del objet o del deseo, lo cual det erminará la comprensión de la ident idad ext raviada. Al mismo
t iempo, por medio de la met áfora se podrá definir cuál es ese “ot ro” que, según Freud, funge
como sust it ut o de la madre, es decir, se encuent ra en lugar de lo perdido. Todo lo ant erior es
part e de la Topología de Lacan que revisa las formaciones del inconscient e, ocult as en el
significant e.

Además del significant e y la int erpret ación, la t eoría psicoanalít ica o semanálisis t oma en cuent a
la pulsión y la t ransferencia para encont rar el sent ido del t ext o. La primera, la pulsión, es el deseo
del ot ro, formación del inconscient e que no será ni puede ser sat isfecha en su t ot alidad porque
en ese caso dejaría de haber placer no sat isfecho del t odo, lo que mot iva el deseo. En cuant o a
la segunda, la t ransferencia, surge de la demanda del sujet o, el inconscient e puest o en act o de
su realidad que propicia a su vez la pulsión. Por lo t ant o, lo que demanda el inconscient e es lo que
falt a para sat isfacer el deseo, lo que se marca a t ravés de la relación con la causa real que se
enuncia con la met onimia; así t ant o la pulsión como el efect o del significant e producen el sujet o
del inconscient e.

De est a forma, el inconscient e como lenguaje comienza el proceso analít ico de t ransferencia
con diferent es significant es y correlat os que se act ivan en un nivel menor al de la conciencia. La
t ransferencia t iene a su vez t res regist ros: El regist ro imaginario que abarca el amor de
t ransferencia, el regist ro simbólico que es el deseo y el regist ro real que t oma en cuent a el goce
y el objet o real de las pulsiones parciales.

Todos est os concept os y más son vist os, explicados y ejemplificados a profundidad en t res
t ext os por medio de los cuales es posible comprender con demost raciones precisas cómo el
inconscient e del sujet o hablant e en la obra compone al significant e saussureano, develando el
verdadero sent ido de lo enunciado.

El primero de ellos, Lo siniestro de Sigmund Freud, análisis t omado del volumen VII de sus Obras
Completas, demuest ra cómo surge, se confunde y se renueva el sent ido de lo espeluznant e, a
part ir del est udio de dos t érminos alemanes: heimlich y unheimlich, el primero para designar a lo
familiar, lo conocido, lo ínt imo; el segundo para nombrar a lo que debía permanecer ocult o pero
que ha sido revelado, lo demoníaco. Por medio del análisis del ambient e creado en algunos
cuent os de E. T. A. Hoffmann, ent re ot ras obras, se confront a y ejemplifica la evolución que ha
habido en la det erminación de lo siniest ro por medio de recursos como son la confusión ent re lo
animado y lo inanimado, la aparición del doble o la imagen en el espejo, el aut omat ismo o impulso
de repet ición, ent re ot ros element os.

El segundo t ext o, El seminario sobre “La Carta Robada” de Jacques Lacan, edit ado por Nara
Araújo y Teresa Delgado, analiza el relat o de Edgar Allan Poe y brinda un excelent e ejemplo de
cómo el significant e det ermina la int erpret ación del sent ido y no así el significado, ya que el
cent ro del cuent o se encuent ra en la desviación de la cart a y no en el cont enido de la misma, por
lo que hay un deslizamient o de errancia ent re desplazamient o y condensación, met onimia y
met áfora que dan pie a la mult iplicidad de sent ido.

Por últ imo, el t ext o Semanálisis y producción de sentido de Julia Krist eva, en el cual se enlist an
las cualidades de la nueva ciencia, a la par que se ponen a prueba sus capacidades y límit es de
acuerdo con lo que requiere t ant o la lingüíst ica como el psicoanálisis para llevar a cabo su
función.

En conjunt o, t odos los t ext os ant es mencionados permit en al lect or conocer y poner a prueba
los lineamient os marcados por la semanálisis, por lo que result an ideales para aquel que quiera
conocer más acerca de cómo se produce e int erpret a el sent ido de una obra de acuerdo con lo
delimit ado por Freud y Lacan.[45] ​

Eficacia en el tratamiento de trastornos psicológicos

Comparación del tamaño del efecto de la terapia psicodinámica. Smith, Glass and Miller. 1980.
Los det ract ores del psicoanálisis consideran que no es efect ivo en el t rat amient o de t rast ornos
psicológicos. Se apoyan en est udios est adíst icos (ver referencias) que comparan la eficacia
clínica de dist int as formas de t erapia (psicoanalít icas, gest ált icas, conduct uales, cognit ivas, et c.)
con una t erapia placebo o con la ausencia de t erapia.[46] [47]
​ [48]
​ [49]
​ ​Est os est udios muest ran que
en promedio las psicot erapias aport an beneficios y algunas de las t erapias cognit ivas est án a la
par de los t rat amient os farmacológicos y su efect ividad se pot encia cuando son empleadas en
conjunt o. En cambio, la efect ividad del psicoanálisis en el t rat amient o de enfermedades
(depresión, t rast ornos de ansiedad, t rast ornos de la aliment ación, adicciones, t rast ornos de la
personalidad...) est á por debajo del promedio y no supera la efect ividad de un t rat amient o
placebo; y puede, en consecuencia, ret rasar o impedir en algunos casos la cura.[cita requerida]

Sin embargo, y en sent ido opuest o, exist en ot ras invest igaciones que avalan la efect ividad del
t rat amient o psicoanalít ico y psicodinámico (una forma de t erapia cort a fundament ada en el
psicoanálisis)[50] ​, lo cual indica que la t erapia podría ser ut ilizada para el alivio de sínt omas en
diversos pacient es. Los mismos est udios han demost rado que las ganancias obt enidas a part ir
del uso de t erapias psicodinámicas se mant ienen, e incluso increment an, después de la
t erminación del t rat amient o,[51] ​beneficios que pueden servir para la reducción de sínt omas en
t rast ornos psicosomát icos,[52] ​t rast ornos de la personalidad,[53] ​t rast ornos depresivos,[54] ​
t rast ornos de ansiedad,[55] ​y en general, t rast ornos psiquiát ricos (depresión mayor, depresión
mat ernal, est rés post raumát ico, bulimia nerviosa, anorexia nerviosa, dependencia al opio,
dependencia a la cocaína, t rast ornos de personalidad del claust ro c, t rast orno límit e de la
personalidad, t rast orno somat omorfo y fobia social).[56] ​

Asimismo, dist int as invest igaciones han int ent ado evaluar los efect os de la t erapia psicoanalít ica
a largo plazo (50 sesiones o más) y han encont rado un mejoramient o en pacient es t rat ados con
est a modalidad, logrando dos objet ivos principales: Disminuir sínt omas y modificar est ruct uras
disfuncionales de la personalidad.[57] [58]
​ [59]
​ [60]
​ ​Mient ras que diferent es est udios han most rado
que el psicoanálisis y las t erapias psicodinámicas pueden ser út iles para el t rat amient o de niños
con diabet es,[61] ​t rast ornos emocionales,[62] ​t rauma infant il[63] ​y un amplio rango de dificult ades
conduct uales y emocionales.[64] ​

La Asociación Psicoanalít ica Int ernacional publicó en 1999 un t rabajo (Fonagy y ot ros) en el que
se revisan los principales casos clínicos document ados y est udios sobre la eficacia del
psicoanálisis. Los result ados indican que la efect ividad es mayor en los pacient es más jóvenes,
que los t rat amient os largos t ienen mejores result ados, que el psicoanálisis puede reducir el uso
de medicación psicot rópica y que el psicoanálisis se asocia con una mejora en la capacidad
laboral, ent re ot ras conclusiones. Aunque la misma publicación opina que muchos est udios
est adíst icos relat ivos a la eficacia del psicoanálisis present an deficiencias met odológicas,
haciendo not ar que "los est udios no pueden demost rar de manera inequívoca que el psicoanálisis
sea efect ivo en relación a un placebo act ivo u ot ras formas de t erapia" y que "la mayoría de los
est udios t ienen limit aciones graves que pueden llevar a los crít icos de la disciplina a desacredit ar
los result ados".[65] ​

Por su part e, el psicoanalist a Robert Galat zer-Levy recopiló y analizó cuat ro est udios en
pacient es adult os y varios est udios en niños y adolescent es, y est udios en grupos pequeños, en
el libro Does Psychoanalysis Work?,[66] ​Galat zer concluye que el psicoanálisis demuest ra ser
eficaz para muchos pacient es y hace hincapié en la necesidad por part e del psicoanálisis de
seguir recopilando más dat os empíricos.

Las pruebas proporcionadas por est as invest igaciones han ayudado a legit imar el est at us t eórico
y práct ico del psicoanálisis ant e un crecient e número de personas dent ro de la comunidad
cient ífica.[cita requerida] Est o ha llevado, sin embargo, a que algunos psicoanalist as t eman que sus
concept os se vean reducidos a una validez epist emológica excesivament e posit ivist a[67] ​y
pierdan su sent ido subjet ivo, escépt ico y curioso, por una racionalidad mecanizada.[68] ​Est e
pensamient o indica que los abordajes est adíst icos que apunt an a medir la eficacia de los
t rat amient os t erapéut icos no t ienen en cuent a la singularidad de cada caso evaluado.

Críticas al psicoanálisis

Karl Popper controvirtió el carácter científico del psicoanálisis, alegando la infalsabilidad de algunos de sus elementos.
El psicoanálisis ha sido cuest ionado principalment e por su caráct er het erodoxo frent e a las
ciencias nat urales[cita requerida].

Uno de sus primeros crít icos fue el filósofo Karl Popper, quien en sus t rabajos sobre la filosofía
de la ciencia est ableció que varios de los post ulados de Freud no cumplían con el principio de
falsabilidad (est o es, la capacidad de que un post ulado se demuest re falso), lo que podía llevar a
una int erpret ación flexible de los mismos ant e las evidencias de sus result ados empíricos.[69] ​
Más adelant e, ot ros filósofos, como Adolf Grünbaum, consideraron si los presupuest os del
psicoanálisis podían somet erse o no al escrut inio de falsabilidad. Grünbaum, aunque concuerda
con la conclusión de Popper (el psicoanálisis no sería una ciencia), disient e respect o de su
argument ación y considera que sí es posible probar que las predicciones, sobre las que el
psicoanálisis sust ent a sus post ulados y just ifica su caráct er cient ífico, son simplement e
falsas.[70] ​Ot ras crít icas filosóficas apunt an a la falt a de consist encia ext erna e int errelación
ent re el psicoanálisis y ot ras ramas de la ciencia relat ivas a la ment e humana. Sobre la base de
est e y ot ros argument os, Mario Bunge clasifica al psicoanálisis ent re las pseudociencias.[71] ​

Ent re los element os crit icados al psicoanálisis puede cont arse el Complejo de Edipo. Bronislaw
Malinowski cuest iona la idea de su aplicación universal t ras haber est udiado a t ribus como las de
las Islas Trobiand. Concluyó que el complejo no debía darse solament e en la relación madre/hijo,
sino en ot ros t ipos, ajust ándose a las peculiaridades de cada sist ema familiar.[72] ​También se han
cuest ionado ot ros principios como el complejo de cast ración o la pulsión de muert e, por no t ener
fundament o cient ífico suficient e.[73] ​

Algunos crít icos han ido más allá y han invest igado el result ado de t rat amient os aplicados con
est e sist ema. Así, Hans Eysenck, t ras est udiar una serie de casos, llegó a la conclusión de que no
había diferencias significat ivas ent re el número de casos exit osos y aquellos que mejoraron de
manera espont ánea.[74] ​Sin embargo, los est udios de Eysenck, en los que decía demost rar que
solo la t erapia conduct ist a es efect iva, han sido denunciados como fraudulent os y con dat os
fabricados. Est o llevó a que en 2020 revist as cient íficas ret ract aran oficialment e numerosos
art ículos de Eysenck[75] ​(Véase Polémicas y denuncias sobre falseamient o de dat os).

Aut ores como Karin Obholzer han señalado que casos emblemát icos, como el de Sergei
Pankeyev, fueron en realidad un fraude.[76] ​

Explicaciones fallidas
Si en algunos ámbit os el psicoanálisis se ha most rado fruct ífero, t ampoco falt an casos en los
que la aplicación indiscriminada o no cont rast ada de sus t esis ha t enido consecuencias negat ivas,
cuando no cont raproducent es.

El caso más llamat ivo es el del aut ismo. El psicoanálisis, al aplicar sus t esis sobre el desarrollo
infant il, part ía de la idea de que el t rast orno aut ist a era provocado por el est ilo de crianza de los
padres, lo que llevó a la creación del mit o de la «madre nevera».[77] ​
De est a manera, t rat aba de
dar por demost rada una hipót esis que, sin embargo, Leo Kanner (descubridor del t rast orno[78] ​)
había descart ado en su art ículo de 1943:

«No es fácil evaluar el hecho de que todas nuestras pacientes procedan de


padres muy inteligentes. (…) Otro hecho destaca prominentemente: en todo
el grupo hay muy pocos padres y madres realmente cálidos (…). Surge la
pregunta de si, o hasta qué punto, este hecho ha contribuido a la condición
de sus hijos. La soledad de los niños desde el nacimiento hace difícil
atribuir el cuadro general exclusivamente al tipo de relaciones parentales
tempranas con nuestros pacientes. Por tanto, debemos asumir que estos
niños han llegado al mundo con una incapacidad innata para formar el
contacto afectivo normal con las personas biológicamente proporcionado, al
igual que otros nacen con deficiencias intelectuales o físicas innatas.»
Kanner, L. (1943): 'Autistic disturbances of affective contact.' Nervous Child,
2.[79] ​

En cont ra de est a t esis, la int erpret ación psicoanalist a se impuso, dando lugar a la práct ica de
crear cent ros para recluir a los niños y apart arlos de sus padres,[80] ​aplicando t erapias de muy
dudosa eficacia,[78] ​y creando serios problemas de aut oinculpación en padres y madres.[78] [77]
​ ​

Las invest igaciones cient íficas post eriores evidenciaron la falsedad de las t esis psicoanalít icas
al demost rar la base neurológica y heredit aria del aut ismo.[78] ​Act ualment e, las guías de buena
praxis en el t rat amient o del aut ismo desaconsejan las t erapias psicodinámicas.[81] ​
[82] ​

A pesar de est o, los psicoanalist as lacanianos siguen defendiendo el papel del psicoanálisis en el
debat e sobre aut ismo.[83] ​

Psicoanálisis y neurociencia

El psicoanálisis se ha ido int egrando con el desarrollo act ual de las neurociencias, en lo que se ha
venido a denominar neuropsicoanálisis.[84] ​
Cient íficos como Eric Kandel, Premio Nobel de Medicina y Fisiología (2000), o Ant ónio Damásio,
Premio Príncipe de Ast urias de Invest igación Cient ífica y Técnica (2005), reclaman un diálogo
ent re las neurociencias y el psicoanálisis. Damásio cit a: "Creo que podemos decir que los
discernimientos de Freud sobre la naturaleza de la conciencia concuerdan con los puntos de vista
más avanzados de la neurociencia contemporánea".[85] ​A su vez, Kandel: "Acerca de la mente, no
hay todavía concepción más coherente e intelectualmente satisfactoria que el psicoanálisis".[86] ​
Aunque t ambién Kandel afirma que las bases del "inconscient e neuronal" no t ienen similit ud con el
"inconscient e freudiano" y no est á relacionado con fuerzas inst int ivas o conflict os sexuales ya
que la información nunca ent ra en la "conciencia".[87] ​

El neurólogo y neurocient ífico argent ino Facundo Manes,[88] ​incluye a Freud en su hist oria de las
neurociencias. Manes sost iene, en su libro "Usar el cerebro", que "durante las décadas de 1880 y
1890 el trabajo de Sigmund Freud evolucionó del método anátomo-clínico (después de los
estudios histológicos experimentales) a la neurología teórica (histeria y modelos de afasia) y a la
psicología, proceso que dio origen al nacimiento del psicoanálisis".[89] ​

Cine y psicoanálisis

La relación ent re el cine y el psicoanálisis ha sido en las últ imas décadas cada vez más est recha.
Una muest ra de ello es el hecho de que práct icament e t odos los congresos y conferencias
int ernacionales de psicoanálisis cuent an con part icipaciones de dest acados psicoanalist as
especializados en el análisis del cine. Por ot ra part e, la apreciable cant idad de largomet rajes de
calidad cuyo t ema cent ral es el psicoanálisis, sus principales aut ores o hast a sus pacient es
famosos da cuent a de una relación recíproca. [cita requerida]

Aunque el cine y el psicoanálisis nacen junt os (Sigmund Freud publicó junt o a Josef Breuer los
Estudios sobre la histeria en el mismo año en que los hermanos Lumière present aron su primera
película), Freud se most ró muy escépt ico respect o de las posibilidades, significación y alcance
de est e nuevo medio para el psicoanálisis. Según const a en su correspondencia con Sándor
Ferenczi, sabía, sin embargo, que nada podría evit ar que se filmara sobre la t écnica y la t eoría
psicoanalít ica, pero mant uvo su posición crít ica y llegó a negarse a ser vinculado personalment e
con alguna represent ación fílmica. Pensaba que no exist ía una posibilidad seria y respet able de
most rar de manera plást ica las abst racciones a las que había arribado la t eoría psicoanalít ica. En
1925, a pesar de ello y en medio de una polémica al respect o con Freud, Karl Abraham y Hanns
Sachs ent regaron su apoyo t écnico y asesoría cient ífica para la primera película psicoanalít ica
Misterios de un alma (Geheimnisse einer Seele), del direct or Georg Wilhelm Pabst .[90] [91]
​ ​
En las décadas que siguen y hast a la fecha, el psicoanálisis, la vida de Freud o el cont ext o
hist órico de sus desarrollos han sido t emas que han aparecido con ciert a frecuencia en el
cine:[92] ​

Alfred Hit chcock realiza en 1945 una visit a a la t emát ica psiquiát rica y psicoanalít ica en su
filme Spellbound (Recuerda en España, Cuéntame tu vida en Argent ina), prot agonizado por
Gregory Peck e Ingrid Bergman. Est a película relaciona psicoanálisis y surrealismo, debido a la
secuencia diseñada por Salvador Dalí para ilust rar los sueños del prot agonist a.

John Hust on lleva al cine la vida de un joven Freud en el biopic Freud, pasión secreta (Freud,
t ambién Freud: The Secret Passion, 1962), int erpret ado por Mont gomery Clift .[93] [94]
​ ​

En las películas de Woody Allen, el psicoanálisis es un t ema recurrent e.[95] ​

Richard Gere encarnó a un psicoanalist a vulnerable, el doct or Isaac Barr, en Análisis final (1992),
dirigida por Phil Joanou, un psiquiat ra at rapado en la fascinación por dos at ract ivas hermanas
(Uma Thurman y Kim Basinger) y envuelt o en una laberínt ica t rama criminal. En él se alude al
sueño de las flores incluido en La interpretación de los sueños de Freud.[96] ​

La hist oria de la relación ent re Sigmund Freud y la princesa Marie Bonapart e, incluida la ayuda
que ella prest ó para la huida de la familia de Freud al exilio, se llevó a la pequeña pant alla y se
est renó en 2004. Princesse Marie fue dirigida por Benoît Jacquot y prot agonizada por
Cat herine Deneuve como la princesa Marie Bonapart e, y por Heinz Bennent como Freud.[97] ​

La película Mahler auf der Couch (Mahler sobre el diván, 2010), de los cineast as Percy y Félix
Adlon, aborda la conflict iva vida sent iment al de Gust av Mahler y evoca con humor los
encuent ros con su cont emporáneo, el explorador del alma Sigmund Freud.[98] ​

El direct or de cine David Cronenberg est renó en 2011 A Dangerous Method (Un método
peligroso, en español), la adapt ación al cine (con ayuda del libro A Most Dangerous Method, de
John Kerr) de la obra de t eat ro de 2002 The Talking Cure, de Christ opher Hampt on. Sigmund
Freud es int erpret ado por el act or Viggo Mort ensen, quien compart e repart o con Keira
Knight ley (Sabina Spielrein) y Michael Fassbender (Carl Gust av Jung).[99] ​

En Freud, serie de t elevisión alemana de 2020 de Net flix, se narra en ocho capít ulos una
biografía fict icia de la juvent ud del padre del psicoanálisis.[100] ​

Véase también

Concept os psicoanalít icos

Psicoanalist as
Concepción de salud en psicoanálisis

Notas

1. Freud definió el psicoanálisis de diferentes maneras en muy distintos contextos a lo largo de


su obra. Laplanche y Pontalis se refieren aquí a la definición enciclopédica de 1922
(publicada en 1923) y que es la más ampliamente citada en toda la literatura secundaria
sobre el psicoanálisis: «Dos artículos de enciclopedia: 'Psicoanálisis' y 'Teoría de la
libido'».[9] [10]
​ ​

2. "El psicoanalista francés Jacques Lacan, quien retomó los conceptos de Freud, definió la
transferencia como «la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente»" (Cf. Lacan, J.,
El Seminario, Libro 11, Caps. 11 y 12, Paidós, Bs. As. ISBN 950-12-3981-0)

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14. Sigmund Freud, Escritos sobre la Histeria. Biblioteca Freud. Alianza Editorial. ISBN 84-206-
7208-4 p. 143.

15. Ibid. p. 157.

16. Jean-Michel Quidonoz, Reading Freud. A Chronological Exploration of Freud's Writings. The
New Library of Psychoanalysis. Routledge. ISBN 1-58391-746-2hbk. p. 10.

17. Ibid., p. 141.

18. Sigmund Freud, Tres Ensayos sobre Teoría Sexual. Biblioteca Freud. Alianza Editorial. ISBN
84-206-3699-1 p. 49.

19. Ibid., p. 123.

20. Freud, S., Recordar, repetir, reelaborar. En. O.C., A.E., T.XII, Bs. As. ISBN 950-518-588-8

21. Ibíd.

22. Peter Gay (1998). A Life for our Time. Ed. W. W. Norton, London, New York. p. 96.

23. Peter Gay (1998). A Life for our Time. Ed. W. W. Norton, London, New York. p. 173.

24. Idem. p. 174.

25. MONTEJO ALONSO, F.J. (2003): «Budapest 1918: Psicoterapia para después de una guerra»,
Frenia, vol. III, 2, 17-33.

26. MONTEJO ALONSO, F. J. (2009): El psicoanálisis 1919-1933: consolidación, expansión e


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27. Freud, S., Conferencias de introducción al psicoanálisis. En O.C., A.E. T. XVI, ISBN 978-950-
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28. Sigmund Freud. On Beginning the Treatment. (1913c), Standard Edition, vol. 12, p. 134.

29. Sigmund Freud. Recommendations to Physicians Practising Psycho-Analysis.(1912e),


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30. Laplanche y Pontalis, 1996, p. 37.

31. Freud, Sigmund, Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico en Obras Completas,
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32. Laplanche y Pontalis, 1996, pp. 3 y 256.

33. Laplanche y Pontalis, 1996, p. 256.

34. Ibid.

35. Cf. Winnicott, La teoría de la relación entre progenitores-infante, En Los procesos de


maduración y el ambiente facilitador, Ed. Paidós. ISBN 950-12-4174-2

36. Freud, Sigmund: La interpretación de los sueños en: Obras Completas, Vol. IV, Amorrotu,
B.Aires 9.ª. Edición 1996, Cap. III: El sueño es un cumplimiento de deseo, pág. 142, ISBN
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Traumdeutung, 1912).

37. Ibid. Cap. IV: La desfiguración onírica, pág. 153.

38. Laplanche y Pontalis, 1996, pp. 430-435.

39. Laplanche y Pontalis, 1996, pp. 375-379.

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Enlaces externos

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Dat os: Q41630

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