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Diánoia, vol. 26, no.

26, 1980

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

Bertrand Russell y Frederick Cop- inapropiado exigrr una explicación del


leston, Debate sobre la existencia mundo como totalidad si con ello se exi-
ge postular una causa de la totalidad.
de Dios, Traducción de Carmen Para él, la noción de causa se deriva de
García Trevijano. CuadernosTeo- la observación de eventos particulares
rema no. 30? Universidad de Va- del mundo, pero no tiene sentido aplicar-
lencia, Valencia, 1978; 52 pp. la al mundo como un todo. Algunos cien-
tíficos podrán buscar causas para todos
Esta edición traduce el texto de un los eventos,pero no por ello las hay por
debate radiado por la BBC de Londres doquier; además, algunos físicos asegu-
en 1948. Los participantes: el padre Copo ran que la noción de causa es inaplicable
leston, profesor de filosofía en la Uni- en el nivel cuántico: pueden estar equi-
versidad de Londres, y Russell, agnóstico vocados, pero eso muestra al menos que
con una infortunada fama de ateo. El se puede concebir tal cosa. Russell con-
texto en inglés está incluido en el libro cluye que lo mejor que puede decirse
de Russell Why 1 Am Not a Christian del mundo como totalidad es que está
and Other Essays on Religion and Relat- ahí y nada más, sin que haga falta ex-
ed Subjects. En mi exposición del deba- plicar este hecho. O sea, no hace falta
te sigo, más que su orden cronológico, lo siquiera decir que el mundo como tota-
que considero su orden lógico. lidad es su propia causa.
Para Copleston es preciso dar cuenta Copleston insiste en lo suyo e intro-
de la existencia del mundo y, en su opi- duce un argumento más fuerte (A2): Es
nión, es imposible conseguirlo si se pres- un hecho empírico que el mundo consta
cinde de Dios. Su primera argumentación sólo de seres contingentes; ninguno de
(Al) : Es un hecho empírico que el mun- ellos contiene en sí mismo la razón su-
do consta de, y sólo de, seres contingen- ficiente de su propia existencia; por tan-
tes; esto significa que algunos de ellos to, como el mundo es solamente el agre-
causan la existencia de otros, pero nin- gado de esos seres, deberá existir fuera
guno causa la propia, y por eso pueden del mundo un ser que sea la razón su-
ordenarse en una serie causal. Sea la ficiente del mundo. Ahora bien, si este
serie finita o infinita, puede preguntarse ser exterior no contiene él mismo la ra-
si, como totalidad, es o no es causada. zón suficiente de su propia existencia,
Ahora bien, si no es causada, deberá ser será preciso seguir buscando, pero una
su propia causa; pero es imposible, ya regresión al infinito significaría que la
que cada miembro de la serie es un ser existencia carece absolutamente de ex-
contingente y la serie total es sólo el plicación; así, para explicar la existen-
agregado de esosseres; luego, deberá ser cia es preciso llegar hasta un ser exte-
causada, y entonces la causa deberá es- rior que contenga en sí mismo la razón
tar fuera de la serie y no podrá ser otra suficiente del mundo y la de su propia
que Dios. existencia, esto es, hasta un ser que no
Russell arguye, contra (Al), que es puede no €xistir (un ser necesario}:
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Dios. Copleston tiene el cuidado de dis- dadera acerca de Dios, la cual establece
tinguir (A2) del argumento ontológico: que es un ser necesario) .
Si Dios es un ser necesario, su esencia Supongo que Copleston se vio forzado
implica su existencia; no obstante, dice, a hablar de explicaciones adecuadas o
nadie conoce bien la esencia de Dios y, totales para evitar la regresión al infi-
así, nadie puede probar su existencia a nito que surge cuando se busca la expli-
priori, a partir de solamente la idea de cación del mundo. Aquí hay algo. Las
su esencia. (A2 ), dice, es a posteriori, explicaciones van por etapas. Los even-
pues presupone nuestro conocimiento del tos del mundo se explican por teorías,
mundo. En suma, Copleston sostiene que éstas por otras, y así sucesivamente.No
(P) 'Si hay un ser contingente, hay un obstante,si una explicación es tal, ha de
ser necesario' es una proposición nece- parar en algún punto y allí se han de
saria, si bien tiene una expresión hipo- aceptar sin más algunas cosas. Ahora
tética; o sea, conocemos la esencia de bien, Copleston sugiere que ninguna teo-
Dios, a saber, que tiene que existir, úni- ría empírica (esto es, ninguna teoría que
camente después de conocer por expe- conecte algunos miembros de la serie
riencia que hay de hecho seres contin- causal del mundo) podría ofrecer una
gentes. explicación adecuada de un ser o evento
Con esto Copleston ha distinguido Ii- particulares; según dice, una explicación
geramente las nociones de causa y ra- podría parar por razones prácticas en
zón suficiente. Dios causa al mundo pero una teoría empírica, pero no sería aún
también lo explica; y, más aún, 10 expli- una explicación adecuada. Es preciso,
ca adecuadamente. Copleston define: x según parece, llegar hasta (la teoría
es razón suficiente de y sólo si (por al- verdadera sobre) Dios. Y como Dios se
guna teoría, supongo) x explica adecua- explica a sí mismo, Dios se explica ade-
damentela existencia de y; una explica- cuadamente a sí mismo. (La teoría ver-
ción adecuada es, no una explicación dadera sobre) Dios es el auténtico paso
parcial (como las que da la ciencia o final en la explicación: es lógicamente
las que se aceptan por razonesprácticas) , imposible ir más allá. Como ha dicho
sino -textualmente- "una explicación A. Flew en Dios y la füosofía (El Ate-
total, a la que no pueda añadirse nada neo, Buenos Aires, 1976, pp. 89-90), el
más" ,(p. 20). Copleston parece querer problema está en que parece ser un he-
decir que si, dentro de la serie causal cho esencial de las explicaciones el que
de los seres contingentes, a causa b, en- éstas carezcan de un paso absolutamente
tances, por alguna teoría, a explica b final. No hay razón para pensar que los
sólo parcialmente, dado que la teoría actos y deseosde Dios no debieran ser
presupuestadeberá ser explicada por otra ellos mismos susceptibles de una expli-
más general, etcétera. Por otra parte, cación ulterior (una vez que se amplíe
Dios es su propia razón suficiente, es nuestra teoría sobre Dios). Problemas
decir, Dios se explica adecuadamentea como "¿ por qué Dios causó esto y no
sí mismo, pero no se causa a sí mismo aquello?" o "¿ por qué Dios querría cau-
(el ser necesario no pudo tener un co- sar esto y no aquello?" parecen ser -co-
mienzo y es, así, incausado}. Dios es, mo ha dicho Russell en otra parte-
pues, tanto una entidad causalmenteefi- problemas auténticos.Y si, por una par-
ciente como una entidad explicativa (me- te, Dios es lógicamente el paso final (es
jor dicho, la explicativa es la teoría ver- decir, si no es posible postular, por ra-
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zoneslógicas, deidadessuperiores a Dios, Pero a Copleston le ha parecido en


deidadesque rigieran a Dios y explicaran todo momento que la noción de un ser
así sus actos y deseos), y, por otra, sus necesario es significativa y que la lógica
actos y deseos deben explicarse, parece que estableceque la existencia no es un
necesario introducir un elementode azar predicado es una lógica dogmática. Copo
o de arbitrariedad en Dios mismo. Pero leston no argumenta en favor de esto ni
si se ha llegado a introducir el azar en Russell insiste más en lo suyo. Además,
esta etapa de la explicación, ¿ qué ven- el sentimiento subyacenteen la argumen-
taja ofrece entonces el postular a Dios? tación de Copleston -que es, finalmen-
Si pudiera suponerse que las explicaeio- te, la idea de que debiera explicarse por
nes admiten un paso absolutamente fi- qué hay algo en vez de nada- es un
nal, y si los hechos finales han de ser sentimientoque Russell no comparte.Con
hechos azarosos,éstos podrían ser igual. esto el debate llega a un punto muerto
mente los actos y deseos divinos que el y, en lugar de profundizar, los antago-
mero y accidental ser-así del mundo. nistas pasan prudentemente a discutir
Aunque sus primeras objeciones se ex- otra cosa.
plican también a (A2 ), Russell ataca Copleston define la experiencia relí-
ahora por otro lado. Señala la conexión giosa como una experiencia amorosa
entre (A2) y la prueba ontológica. Copo muy peculiar, cuyo efecto se presenta al
leston ha admitido, en efecto, que si sujeto (el místico auténtico) con una
alguien conociera bastante la esencia de fuerza tal que éste no puede dudar -al
Dios sabría a priori que existe. Supongo menosmientras dura la experiencia- de
que con esto Russell quería decir que las la trascendencia del objeto, ni de que tal
razones por las que debemos rechazar objeto es Dios. A diferencia de las alu-
la prueba ontológica (a saber, porque la cinaciones, cuyo objeto es evídentemen-
existencia no es un predicado) son las te algo subjetivo, la experiencia religio-
mismas por las que debemos rechazar sa se explica más fácilmente, según Copo
(A2). Sin embargo, como Copleston pro· leston, por la hipótesis de que hay real.
pone sustituir el nombre 'Dios' por la mente una causa objetiva de esa expe-
descripción definida 'la causa del mun- rlencla. RusseIl, por su parte, señala la
do', Russell tiene que conceder signifi- falta de un buen criterio para decidir
.catividad a la proposición 'Existe algo entre experiencias verídicas y no verídi-
que es la causa del mundo'. Russell ata- cas -esto es, de un criterio que no apele
ca de otro modo: la necesidad y la con- meramente a la "fuerza" de la experien-
tingencia pueden atribuirse con propie- cia. Ante esto, Copleston arguye que, si
dad a las proposiciones, pero no a los la experiencia religiosa causa un buen
seres.Así, la proposición (P) de Coples- efecto en la vida del sujeto, hay motivo
ton debiera sustituirse por (Q) 'Si hay para creer en la veracidad del sujeto, y
algo tal que la proposición que afirma esto es, si bien no un argumento conclu-
su existencia es una proposición contin- sivo, una buena razón para creer en la
gente, hay algo tal que la proposición verdad de la experiencia. Russell no ad-
que afirma su existencia es una proposi- mite esta inferencia, simplemente, y se
ción necesaria.' Y ahora la validez de pasa a otro asunto.
(Q) queda cuestionada, pues el cense- CopIeston cree que la gente tiene
cuente no parece seguirse del antece- una cierta percepción de los valores
dente. y una cierta conciencia de la ley y la obll-
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gación morales, y que nuevamentela me- dispuesta a considerar bueno o malo. Sin
jor explicación de esos hechos es la hi- embargo, a Copleston le sigue parecien-
pótesis de Dios como autor de esa ley y do que apelar a los sentimientos y esta-
de esos valores. Su argumento es: El que blecer el acuerdo intersubjetivo como cri-
los hombres puedan criticar los códigos terio de objetividad conduce al subjeti-
morales impuestos por su educación, y vismo y al relativismo morales -cosas
el que consideren ciertos actos como bue- inaceptables para él. Nadie profundiza
nos o malos en sí mismos, independiente- más y el debate termina aquí.
mente de sus consecuencias, presupone Al comienzo Copleston es el que ata-
que existen valores morales objetivos o ca, y lo hace con sus piezas importantes,
absolutosque se imponen irresistiblemen- pero al hacerlo las expone. Ello da lugar
te en las conciencias, de modo tal que la al contraataque de Russell; Copleston se
gente llega a reconocerlos como obliga- repliega }" se defiende hábilmente, Rus-
torios; hay valores objetivos o absolutos sell vuelve atrás muy pronto y en adelan-
si, y sólo si, hay Dios; luego, Dios existe. te ambos prefieren sostener su posición
Russell critica la presuposición de la antes que desbaratar la del adversario.
primera premisa enfatizando el cambio La partida termina así, muy pronto, en
de las creencias morales y la importan- tablas de compadres: nadie esperabamás
cia del condicionamiento social. Coples- de un debate radiado. Russell y Coples-
ton arguye entonces que el 'debe' moral ton han jugado al ajedrez como se juega
no puede inculcarse en la gente de ese a la filosofía, pero no como se juega al
modo: tal noción "no puede ser definida ajedrez. En el ajedrez se gana porque
en otros términos que en sí misma, por- el adversario se rinde o porque se le da
que si tal sucediera quedaría sencilla- jaque mate. En filosofía nadie se rinde
mente eliminada. No sería }"a un 'dehe' y es muy dudoso que existan jaques ma-
moral, sino algo distinto" (p. 44). Rus- tes filosóficos: parece que siempre hay
sell insiste en lo suyo y Copleston no ofre- por dónde escaparse.En el ajedrez, como
ce teoría alguna para justificar su afir- en la guerra, hay que atacar primero las
mación; se limita a señalar de nuevo el partes débiles, no las fuertes. En filoso-
hecho de la percepción de los valores. fía las cosas son al revés: si uno ataca
Contra la segunda premisa, Russel1afir- las partes débiles, contribuye a que '!I
ma que la ausencia de Dios no implica adversario refuerce sus posiciones; peril
la relatividad ni la subjetividad de los si ataca las partes fuertes, ataca lo me-
valores. Lo bueno y lo malo pueden dis- jor del enemigo y éste tiene pocas posi-
tinguirse, dice, de un modo parecido al bilidades de salvarse. Pero para atacar
modo como se distinguen 10 azul y 10 10 mejor del enemigo hay que llevar Jo
amarillo; de hecho, lo bueno y lo malo mejor de uno mismo, }" en esto está el
se distinguen por los sentimientos de riesgo. Así Copleston y Russell: cada uno
agrado y desagrado que provocan en la se las vio con 10 mejor del otro. Lo malo
persona los efectos probables de sus ac- fue que, a la hora de la verdad, ambos
tos; pero los juicios morales de la per- prefirieron la seguridad y en plena dis-
sona serán verdaderos o falsos sólo si se cusión firmaron, silenciosamente,un pac-
tienen en cuenta dos cosas: por una par- to de no agresión. Éste no fue, pues, un
te, los efectos reales de los actos (no los alegato de sordos. Es cierto que faltó ir
efectos en los que la persona cree) ; por hasta el fondo en los momentos crucia-
otra, lo que la mayoría de la gente está les, pero no por eso el debate dejó de
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ser estimulante y sugerente. Superar los valeciente en el medio cultural de su mo-


puntos muertos de la discusión habría mento. No fue sino hasta 1975 cuando
requerido entrar en detalles de especia- aparecieron por primera vez algunas
listas, y aunque Russell y Copleston po- porciones de su trabajo gracias al con-
dían hacerlo, el lugar no era el indicado. vencimiento y a la labor editorial del
Sin embargo, aunque hubiesen entra- profesor John H. Hallowel, quien se ocu-
do en detalles, ¿ nos daría eso una razón pó de recogerlas en este libro.
para esperar que, por una vez en la Resulta difícil ubicar la postura filo-
vida, la discusión filosófica sobre Dios sófica desde la cual realiza Voegelin el
consiguiese superar las ya consabidas análisis histórico y hermenéutico de las
tablas, o -lo que es lo mismo-e- el prin. ideas políticas que emergieron en el pe-
cipio del turismo consumista: todo ha de riodo de la Ilustración y que generaron
caber en mi maleta si lo sé acomodar? los movimientos revolucionarios de los
A. Flew (cfr. su "Theology and falsi:fi- siglos subsiguientes. Su naturaleza híbri-
cation" en Flew y Macintyre, New Es- da, en la que confluyen aspectos de crí-
says in Philosophicol Theology, S.C.M. tica liberalista, de denuncia antitotalita-
Press: Londres, 1955) ha sugerido a los rista, mezclados con elementos especula.
ateos y agnósticos ir a la inversa: no tivos -de herencia hegeliana- de vi.
exigir a los creyentes pruebas de que siones totalizadoras que acuden a con-
Dios existe, sino, para comenzar, pre- ceptos metafísicos con ligeros remanen-
guntarles qué considerarían una prueba tes religiosos, da a la obra -que en
de que Dios no existe. Algo análogo po- ocasiones se vuelve tendenciosa hasta el
dría sugerirse a los creyentes. Acaso no panfleto retórico-- un carácter intere-
existan jaques mates filosóficos; sin em- sante y polémico.
bargo, hay otras maneras de ganar la El propósito fundamental del libro es
partida. ¿ En qué condiciones estaría uno la reinterpretación del racionalismo pro-
dispuesto a rendirse? gresista, así como del conjunto de ideas
filosóficas y políticas que lo fundamenta,
WILLIAM HENDERSON A. en términos de "una crisis espiritual"
que surgió en el siglo xvm como "un
sueño absurdo" y que ha retornado en
el siglo xx "como una pesadilla vivien-
Eric Voegelin, From Enlightenment
te", encarnada en los sistemas totalita-
to Revolution. Duke University rios del nacional socialismo y del comu-
Press, Durham, North Carolina, msmo,
1975; 307 pp. El origen de esa "crisis espiritual",
considera Voegelin, puede encontrarse
Esta obra resulta ser sólo una parte profundamente arraigado en las obras
de un volumen inédito sobre historia de de los principales pensadores de la épo-
las ideas políticas escrito por el profesor ca. Para localizarlo hace una revisión
Voegelin durante la década de los cua- crítica, bastante exhaustiva y diferente
rentas y principios de los cincuentas. Su a las interpretaciones convencionales, de
resistencia a publicarlo, en aquel enton- los trabajos de Bossuet, Voltaire, Helve-
ces, se debió a su convicción de que sus tius, d'Alembert, Turgot, Condorcet, Com-
concepciones no penetrarían en la pro- te, Saint Simon, Bakunin, Marx y Engels,
fundidad de la conciencia histórica pre- con la virtud de lograr una discrimina-

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