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Acerca de la libertad
G. W. F. Hegel

Libertad es la capacidad espiritual de proveer de conciencia a


nuestro propio ser y al mundo, esto es, la capacidad de generar el
propio pensamiento, no el del entorno social, sino el pensamiento
originado en lo profundo del propio ser, en la individualidad
esencial.

La libertad es la sustancia del espíritu. La libertad es la única cosa que tiene


verdad en el espíritu.
“La filosofía nos enseña que todas las propiedades del espíritu existen sólo
mediante la libertad, que todas son simples medios para la libertad, que todas
buscan y producen la libertad.”

Lecciones sobre la Filosofía de la Historia Universal: Introducción General


G. W. F. Hegel (1770-1831)

FENOMENOLOGÍA DEL ESPÍRITU G. W. F. HEGEL (p.7) –“La fuerza del espíritu es


siempre tan grande como su exteriorización, su profundidad solamente tan
profunda como la medida en que el espíritu, en su interpretación, se atreve a
desplegarse y a perderse.”
El espíritu, ciertamente, no permanece nunca quieto, sino que se halla siempre en
movimiento incesantemente progresivo.
El espíritu consiste, sustancialmente, en conocerse a sí mismo como objeto, y una
vez conociéndose, "el fin es que produzca un mundo espiritual conforme al
concepto de sí mismo". No tanto que cuando ya se conozca por completo se
manifieste, sino que su conocerse es manifestarse, y su manifestarse es
conocerse; toda realización del espíritu es, por así decirlo, una "tentativa" de ser,
un ser cuya forma de manifestarse es la lucha, y por tanto cuya realización recae
tanto en la victoria como en la derrota, un ser que es actividad porque su ser es la
contingencia de la evolución histórica.
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Hay que diferenciar, siguiendo el ejemplo anterior, entre un espíritu que se conoce
como objeto y la autoconciencia de la libertad. El espíritu puede (debe) conocerse
en su concepto, para después poder realizarse en la historia. Cuando las naciones
germánicas toman ese principio, el espíritu está conociendo su concepto; pero la
libertad no puede conocerse en un proceso anterior, tiene que manifestarse en la
realidad para ser una libertad plena, y luego volver a en sí del espíritu que es
autoconsciente de ella.

Hans Jürgen Adler (La razón ideológica. München,1986) Quien no pueda


autónomamente hacer esta operación, jamás podrá encontrar el camino verdadero
hacia la comprensión y la aceptación de la libertad. Es, pues, la diferencia entre
ser esclavo del sentimiento o libre para controlarlo. Esa intuición, inicialmente
autónoma, al ser identificada se comprende que no sólo tiene realidad consciente,
sino inconsciente, dado que proviene de una realidad alojada en ese sector del ser
que no se controla racionalmente. Ese pensar intuitivo, que continuamente se
proyecta determinando la conducta del ser, es lo que finalmente permite descubrir
la libertad como característica de las acciones que provienen de esas intuiciones
generadas desde el inconsciente y que luego son captadas por la conciencia, esto
es, por la razón. Esto también permite explicar la sublimación de la idea del amor,
y su expresión subjetiva intensa hacia un objeto determinado, como una de las
múltiples variantes de la elección consciente o semi-consciente del sentimiento
hacia lo imposible o abstractamente posible. Hay quienes enajenan su libertad por
lo que socialmente se cree que es una causa noble. Hay seres esclavos del amor.
Es lo que sucede todo el tiempo.

Es el descubrimiento de la libertad –cosa que a algunos perturba- como


característica de las acciones que fluyen de las intuiciones de la conciencia, del
inconsciente hacia la razón; es un descubrimiento que define al ser humano que
comprende su destino como ser superior al instinto, al mero impulso animal, como
ser eminentemente estratégico capaz de emprender las acciones más atrevidas y
complejas para lograr un determinado objetivo. Por ello, si entiende que su
esencia es la libertad, mal puede adoptar como propio el pensamiento y la
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conducta de quien lo domina. Sin embargo, los seres humanos lo hacen, para
sobrevivir. Y esto también sucede todo el tiempo.

En razón a esto es que se ha llegado a decir, por ejemplo, por Rousseau, que no
son los esclavos los llamados a razonar sobre la libertad. Y es que lo que no era
racional, luego, al ser entendido, conscientemente pasa a ser materia de
discernimiento. Pero si no se le entiende, pues sencillamente no se puede
discernir, no se es consciente de lo que sucede. He ahí la libertad manifestándose
en su esencia. Se es consciente o no. Se está en posibilidad de discernir sobre
determinadas percepciones, o no.

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