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Número 1329
Los apaches
En este número, coincidente con el primer domingo del año 2020, inicio una serie que he
tenido entre mis grandes inquietudes desde que me convertí en historiógrafo, hace tres
décadas, me refiero al tema de los apaches.
Al buscar la información respecto al origen y evolución de los apaches, nos encontramos
con propuestas muy generales y muchos huecos, muchas preguntas que no alcanzan a
contestarse, tal vez porque en Chihuahua y en México son escasos los estudios serios sobre
el tema, esto se refleja en lo reducido de la bibliografía en español. Encontramos en México
algunos estudios muy serios y reveladores, pero falta mucho por investigar. En Estados
Unidos abundan las investigaciones, la bibliografía que es, por mucho, más abundante que
en México, sin embargo tampoco los investigadores de aquel país han desentrañado el
origen, el proceso de poblamiento y la diáspora de los pobladores originarios de donde
surgieron los apaches, los navajos y comanches que proceden del mismo tronco. Así que,
partiendo de esta premisa, suelto algunas preguntas con las que me he topado antes de
iniciar la serie anunciada:
¿Cuál es el origen de los apaches?
¿Qué significado tiene la palabra apache?
¿Los pobladores originarios emigraron de Canadá hasta lo que ahora es el norte de México?
¿Cómo vivían estos cazadores antes de la invasión de sus territorios de caza?
¿Se puede considerar que forman muchas naciones o es una sola que se diversificó?
¿Todos los grupos hablan la misma lengua y tienen la misma filosofía?
¿Cómo fueron los primeros contactos de los colonos españoles con los apaches?
¿Cómo se relacionaron los colonos españoles con los apaches?
¿Cómo y cuando surgieron los primeros conflictos con los apaches?
Estas, y muchas más preguntas se hacen presentes, pero no todas tienen respuesta, porque
como he mencionado antes, falta mucho, mucha investigación directa, no me refiero
solamente a investigaciones individuales, solitarias, me refiero a trabajos colectivos,
interdisciplinarios, donde concurran especialistas de diferentes áreas, desde la
Paleontología, la Geología, Geografía, Antropología, Etnología, Lingüística, Genética,
etcétera.
Partiendo de la premisa anterior, declaro que mi intención al escribir sobre el tema de los
apaches no puede ser tan pretenciosa como para responder científicamente las preguntas
expuestas u otras que se puedan sumar. No, lo que pretendo es aportar algunos datos,
algunas opiniones que puedan ayudar a entender mejor la relación de los apaches con los
colonos del norte de México durante la medianía del siglo XIX (1830-1880).
Los primeros contactos entre cazadores y agricultores.
La hipótesis más aceptada respecto al poblamiento del Continente Americano sustenta que
los primeros pobladores llegaron de Asia, pasaron hace de veinte mil a ocho mil años por el
Estrecho de Bering, propuesta a principios de 1900 por el antropólogo checo Alex
Hrdlicka. Desde esta aportación se sustenta que después de las glaciaciones se formó un
puente de hielo que permitió el paso de los hatos de búfalos y tras ellos los cazadores.
Pero después han surgido otras propuestas como la que sostiene que antes del
congelamiento, el Estrecho de Bering formaba un gran corredor de tierra donde había
árboles, numerosas especies de caza y diversos pobladores que antes del congelamiento
emigraron hacia el continente Americano. Según esta versión los pobladores eran
originarios de Asia, entre estos se encontraban los Yupki que habían emigrado primero al
este de Siberia, pasando luego por el Estrecho de Bering al territorio de Alaska. Se han
realizado estudios entre actuales pobladores Yupki del este de Siberia y los que viven en
Alaska encontrándose similitudes culturales importantes como el hecho de que hablan en la
misma lengua.
De estas hipótesis se derivan muchas otras relacionadas, pero en general se acepta que los
primeros pobladores de América provienen de Asia, que el paso por el Estrecho de Bering
tuvo lugar hace de veinte a diez mil años, que fueron varias migraciones en ese largo
período y que no eran originarias de las mismas regiones.
Partiendo de estas explicaciones se sugiere que los apaches descienden de alguno de
aquellos grupos de cazadores que cruzaron el Estrecho siguiendo los hatos de búfalos. Se
establecieron durante cientos o miles de años en Canadá continuando hacia el sur donde
finalmente ocuparon un enorme territorio que abarcaba desde lo que ahora es el oeste de
Arizona al este de Texas y del norte de Colorado hasta México (Chihuahua, Sonora,
Coahuila, Durango).
Las formas de vida de esos cazadores se mantuvieron sin muchos cambios durante miles de
años y es muy probable que los primeros invasores españoles que tuvieron contacto con
ellos los encontraron como habían vivido durante miles de años. En sustento de esta
propuesta cito al historiador William L. Merril, autor del ensayo “La economía política de
las correrías: Nueva Vizcaya al final de la época colonial” que se publicó en el número 6 de
la Revista Textos de la Nueva Vizcaya.
Merril explica de manera muy clara cómo se dieron los primeros encuentros entre los
cazadores de búfalos, es decir los apaches y las naciones originarias que se dedicaban a la
agricultura, es decir los indios pueblo.
“El intercambio entre agricultores sedentarios y cazadores-recolectores nómadas en
América del Norte se ha investigado con mayor amplitud en la región del suroeste y los
llanos de lo que es ahora Estados Unidos. Los principales participantes en este intercambio,
que empezó a florecer alrededor de 1450 d. C., eran las sociedades sedentarias de Nuevo
México conocidos como “los indios pueblo” y bandas nómadas de apaches, que cazaban y
recolectaban en los llanos del búfalo ubicados al oriente de Nuevo México. La mayoría de
estos intercambios tuvieron lugar en las poblaciones más cercanas a los llanos, a donde los
apaches llevaban varios productos derivados del búfalo (cueros, sebo, carne), pieles
curtidas de otros animales, herramientas de pedernal y hueso, así como cautivos, quienes en
su mayoría eran miembros de las sociedades agrícolas que vivían en los márgenes
orientales de los llanos. A cambio, los indios pueblo ofrecían maíz y otros productos
cultivados junto con cobijas de algodón, alfarería y turquesa. Al parecer, los pueblos
ubicados más cerca de los llanos competían entre ellos mismos por el control del
intercambio con los apaches y operaban como intermediarios en el flujo de bienes entre los
apaches de los llanos y otras sociedades que vivían más hacia el poniente”.
¿Eran apaches los indios vaqueros?
Entre 1562 – 1569 Francisco de Ibarra organizó la más importante expedición hacia el
septentrión de la Nueva España, tocando algunos puntos geográficos donde encontró a los
cazadores de búfalos. Entre los expedicionarios estaba Baltazar de Obregón que había
nacido en México en 1544 y que a los diecisiete años había realizado su primer viaje
expedicionario hacia la California. Se distinguía Baltazar de los demás porque le gustaba
observar con atención y actitud de historiador, y probablemente tomaba notas. En 1584
elaboró un extenso informe para el rey de España y entre otros datos se refirió a los
habitantes de los indios pueblo a que se refiere Merril en la cita anterior. Escribió que la
gente de la provincia de San Felipe del Nuevo México, habitaba en casas de hasta seis
(pisos) altos y que recogían en gran cantidad: maíz, frijol, calabaza, algodón y piciete (así
se conocía el tabaco, del azteca “picietl”). Luego agregó que:
“Tejen y hacen gran cantidad de mantas gruesas y delgadas, tejidas y pintadas de diferentes
colores y poseen cantidad de aves de la tierra (domésticas), aprovechándose de las plumas.
Tienen cantidad de esteras de junco y cañas y cestos grandes y pequeños, buena loza gruesa
y delgada, lúcida y galana de colores admirables”.
Se refirió a estos pueblos como los “mejor acomodados”, pero luego pasó a describir las
costumbres de los indios llamados querechos, de quienes empieza diciendo que eran gente
vaquera, que andaban como los gitanos en España, asistiendo en las habitaciones de las
vacas, a las cuales se refirió también como “vacas antiguas” o “vacas peludas” que eran lo
mismo que los “cíbolos” o bufalos.
El cronista hace referencia en el párrafo anterior a que los querechos vivían errantes,
integrados a los rebaños, los indios habitaban en carpas fabricadas de cueros, armados
sobre varas que se montaban y desmontaban.
En una de las partes más interesantes del informe, Baltazar de Obregón da cuenta de cómo
los expedicionarios descubrieron una gran ranchería de indios vaqueros, donde contaron
más de quinientos ranchos y pabellones de cueros adobados, de las vacas, muy parecidos a
los de España y luego describe Baltazar de Obregón lo siguiente:
“Esta gente que asiste entre las vacas es desnuda, sólo traen algunos vestidos de gamuzas
de cueros de venado y de las vacas y caperuzas de los mismos, son dispuestos, gallardos,
bélicos y valientes y temidos de las demás parcialidades a ellos comarcanos.
Son como gitanos que andan mudándose de una parte a otra siguiendo su mantenimiento
natural que es de carne cruda de las vacas y a sus cosechas de tuna y dátil.
Sírvense y aprovéchanse de pabellones de cueros de las vacas adobados; tiene sus aderezos
de varas y estacas de otates y madera, tienen recuas de perros con que cargan los pabellones
y ajuar de sus ranchos, homenaje y cosas de comer; cargan dos y tres arrobas de peso, traen
aderezados con sus enjalmas de cuero, con sus pretales ataharres y cinchas y jáquimas con
cuellos los gobiernan, caminan cargados dos y tres leguas cada día; son perros osarrudos y
no crecidos, son lanudos.
De esta primera ranchería de indios vaqueros fueron marchando los descubridores por unos
llanos adelante; dejaron a un lado el río de Santo Domingo. En esta jornada no tuvieron
agua en cuatro leguas que marcharon, ni hallaron vacas”.
Continuando con la descripción indicó que al día siguiente 9 de octubre de 1581 habían
descubierto un hato de quinientas vacas, terneras y toros, a las que vieron muy grandes y
disformes resaltando que tenían notable y feroz cabeza mayor que las de los de España, con
gruesos cuernos que eran corcovados, lanudos y que con esa lana se podían hacer prendas
para vestir y de los cueros calzado y otras muchas cosas.
Comparando los tamaños anota que las vacas son un tercio más pequeñas que los toros y lo
más importante de esta descripción: que la carne de estas reses era más sabrosa, más sana y
más gorda que la de las de España y hubo día en que vieron de tres mil para arriba.
En su informe se refiere Baltazar de Obregón a los cazadores como “indios querechos”, no
hay seguridad para identificarlos como los apaches, sin embargo es inevitable relacionar la
imagen que nos dejó como una aproximación de la forma en que vivían los lejanos
ancestros de los apaches. Y es que una de las preguntas para las que se tiene que buscar
respuesta es si las formas de vida, principalmente su belicosidad y las expresiones
culturales: vestido, alimentación, sus creencias y filosofía, o sea lo que sabemos de los
apaches del siglo XIX corresponde a los cazadores que habitaban estos territorios antes de
que llegaran los colonos españoles y norteamericanos. Éste es un tema sobre el que voy a
regresar utilizando otros testimonios que dejaron algunos exploradores norteamericanos
que empezaron a incursionar en 1804, después de que los Estados Unidos compraron el
territorio de Louisiana, acontecimiento que desencadenó la voracidad, la ambición y la
expansión yanqui sobre los territorios españoles del norte de la Nueva España.
En cuanto al término “apache”, también encierra el misterio de su origen e interpretación.
Algunos filólogos sugieren que esta palabra se originó de “apachu” que significa
“enemigo” en la lengua zuñi. Al español Juan de Oñate se le atribuye haber sido el primero
que uso el término “apache” en uno de los informes que envió al rey de España. Oñate
había emprendido en 1595 una expedición para conquistar y colonizar los territorios de lo
que ahora son Texas, Nuevo México y parte de Chihuahua. En el informe mencionado dejó
escrito que encontrándose en el oeste de Nuevo México, en una región ocupada por los zuñi
escuchó que estos utilizaban la palabra “apachu” para referirse al enemigo, a ellos a los
españoles, por cierto.
Pero hay otra propuesta que ubica el origen de la “apache” entre los integrantes de la tribu
Yuma, de la cultura Yavapai, que de acuerdo a esa versión utilizaba “e-patch” como “lucha
contra los hombres”, o también “hombres que luchan”. Seguramente hay otras propuestas
respecto al significado, estos ejemplos solo nos indican la medida de nuestra ignorancia
respecto a la nación apache.
Para concluir la presenta entrega adelanto que la clave para dilucidar, para comprender a
los apaches en el siglo XIX, a los guerreros legendarios, tenemos que conocer cómo fueron
invadidos sus territorios de caza donde pastaban los búfalos de los que nunca se habían
separado, a los que siempre habían tratado con respeto porque habían representado el
fundamento existencial de cientos de generaciones de cazadores que habían vivido así
durante miles y miles de años, y cómo desaparecieron también. Aquellos cazadores nunca
imaginaron, ni temieron la desaparición de los búfalos, no obstante que habían abundado y
los habían cuidado como si fueran piezas sagradas.
El coronel yanqui Richard Irving Dodge, de quien escribiré la próxima semana registró que
una creencia entre los comanches era que el número de búfalos era infinito, que nunca se
acabarían porque nacían de un país subterráneo