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En cada uno de los aquí presentes, una de sus máquinas interiores está más desarrollada que
las otras. No hay conexión entre ellas. Solamente se le puede llamar hombre sin comillas, a
quien tenga estas tres máquinas desarrolladas. El desarrollo unilateral sólo es perjudicial. Si
un hombre posee conocimiento e incluso sabe todo lo que debe hacer, este conocimiento es
inútil y puede aun ser dañino. Todos ustedes están deformados. Si solamente la personalidad
está desarrollada, esto es una deformación; tal hombre de ninguna manera puede ser llamado
un hombre completo; es un cuarto, un tercio de hombre. Lo mismo se aplica a un hombre con
la esencia desarrollada o a un hombre con músculos desarrollados. Tampoco se puede llamar
un hombre completo aquél en el que está combinada una personalidad más o menos
desarrollada con un cuerpo desarrollado, mientras su esencia permanece totalmente sin
desarrollo. En suma, un hombre en el que solamente dos de las tres máquinas están
desarrolladas, no puede ser llamado un hombre. Un hombre con tal desarrollo unilateral tiene
más deseos en una esfera dada, deseos que no puede satisfacer y a los cuales, al mismo
tiempo, no puede renunciar. La vida se vuelve desdichada para él. Para este estado de deseos
infructuosos, satisfechos a medias, no puede encontrar una palabra más apropiada que
onanismo. Desde el punto de vista del ideal de un pleno y armonioso desarrollo, tal hombre
unilateral no vale nada.
La recepción de impresiones externas depende del ritmo de los estimulantes exteriores de
impresiones y del ritmo de los sentidos. Sólo es posible la recepción correcta de impresiones
si estos ritmos corresponden entre sí. Si yo o cualquier otra persona dijera dos palabras, una
de ellas sería dicha con una comprensión, la otra con otra comprensión. Cada una de mis
palabras tiene un ritmo definido. Si digo doce palabras, en cada uno de mis oyentes algunas
palabras —digamos tres— serían recibidas por el cuerpo, siete por la personalidad y dos por
la esencia. Como las máquinas no están conectadas entre sí, cada parte del que escucha ha
grabado solamente una parte de lo que fue dicho y, al recordar, se pierde la impresión general
y no se puede reproducir. Lo mismo ocurre cuando un hombre quiere expresar algo a otro.
Debido a la ausencia de conexión entre las máquinas, sólo es capaz de expresar una fracción
de sí mismo.
Todo hombre quiere algo, pero primero debe descubrir y verificar todo lo que está equivocado
o que le falta en sí mismo, y debe tener presente que un hombre nunca puede ser un hombre,
si no tiene ritmos correctos en sí mismo.
Tomemos la recepción del sonido. Un sonido llega a los aparatos de recepción de las tres
máquinas simultáneamente, pero debido al hecho de que los ritmos de las máquinas son
diferentes, solamente una de ellas tiene tiempo de recibir la impresión, ya que la facultad
receptora de las otras queda rezagada. Si un hombre oye el sonido con su facultad intelectual,
y es demasiado lento para pasárselo al cuerpo, para el cual está destinado, entonces el sonido
siguiente que oye, igualmente destinado para el cuerpo, desplaza completamente al primero y
no se obtiene el resultado requerido. Si un hombre decide hacer algo, por ejemplo golpear
algo o a alguien, y en el momento de la decisión el cuerpo no la cumple, ya que no era
suficientemente rápido para recibirla a tiempo, la fuerza del golpe será mucho más débil o no
habrá golpe alguno.
Así como en el caso de la recepción, las manifestaciones de un hombre tampoco pueden ser
completas. Tristeza, alegría, hambre, frío, envidia y otros sentimientos y sensaciones son
experimentadas únicamente por una parte del ser del hombre ordinario, en vez de por todo su
ser.