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Cómo surgen las enfermedades?

 
Todo el mundo genera trastornos psicológicos basados en los
pensamientos errabundos. Cuando aparecen los trastornos
psicológicos, dañan al corazón (la mente). Cuando el corazón se
daña, no puede alimentar al bazo y estómago y uno no disfruta con la
comida.
 
Cuando el estómago se ha debilitado, la energía de los pulmones es
deficiente y provoca gripes o resfriados. Una vez la gripe aparece, la
energía del agua (riñones) se seca y hace que la energía de la
madera (hígado) sea incompleta; el pelo da la sensación de arder y
los músculos se debilitan; cuando la debilidad se propaga por los
cinco órganos, sobreviene la muerte.
 
Cuando los pensamientos errabundos surgen y agitan la energía, dan
origen a alguna enfermedad. Hoy día la gente no se da cuenta de
ello, antes de considerar que está enferma espera siempre a que el
cuerpo le duela, sin saber que la enfermedad no ha aparecido de la
noche a la mañana, sino que se ha ido desarrollando poco a poco.
 
Fuera del cuerpo hay seis fenómenos extremos: viento, frío, calor,
humedad, sequedad y fuego. Dentro de él hay siete emociones:
alegría, ira, tristeza, ansiedad, preocupación, miedo y sorpresa.
Algunos enferman porque las siete emociones del interior se alteran y
desarrollan síntomas de deficiencia. Otros porque los seis fenómenos
extremos del exterior están desestabilizados y desarrollan
enfermedades originadas por plenitud o exceso.
 
La deficiencia necesita reposición, el exceso o plenitud necesita
drenaje. Las enfermedades procedentes de la energía fisica que se ha
dañado temporalmente se curan a base de plantas medicinales,
minerales, acupuntura y moxibustión.
 
Las enfermedades procedentes de un daño interior de la vitalidad y
del espíritu, que son inmateriales y primordiales, sólo pueden curarse
a base de observar el interior de uno y alimentar la energía
silenciosamente (meditación sentado en la calma).
 
Los diez grandes médicos de la antigüedad curaban las enfermedades
físicas. Los Sabios de Las Tres Enseñanzas (Budismo, Confucionismo
y Taoísmo) curaban las enfermedades mentales y espirituales.
 
Cuando los amigos caen enfermos, todo el mundo sabe cuidarlos;
pero cuando es uno el que enferma, no sabe cuidar de sí mismo.
 
Si sabes cómo observarte a tí mismo, al mirar en tu interior no verás
mente alguna; al mirar al exterior no verás ningún cuerpo. Ya que la
mente y el cuerpo no están ahí, ¿quien es el que padece la
enfermedad? ¿Quien es el que no está enfermo? Si puedes percibirlo
con claridad, te desprenderás de manera natural de cualquier carga.
 
Si tienes siempre presente que no eres inmune a las enfermedades,
tu materialismo irá disminuyendo poco a poco. Cuando tengas en
cuenta que puedes morir en cualquier momento, irás tomando
conciencia del TAO espontáneamente.
 
Un hombre que padecía una enfermedad cardíaca conoció a un
eminente sabio que le dijo: “Tu enfermedad proviene de las
aflicciones. Las aflicciones surgen de los pensamientos errantes”.
 
“Hay tres tipos de pensamientos errantes.
El primero son los pensamientos errantes sobre el pasado: cuando
piensas en los buenos y en los malos tiempos del pasado, en las
buenas y en las malas situaciones que te ocurrieron, en las diversas y
vanas emociones y sensaciones que experimentaste.
 
El segundo son los pensamientos errantes sobre el presente:  cuando
te ocurra algo, responde en consecuencia, ya que si insistes en
formarte opiniones, vacilarás sin saber qué decisión tomar.
 
El tercero son los pensamientos errantes sobre el futuro:  cuando
esperas alcanzar la fama o la posición social deseada, o esperas
hacerte rico, o que tus hijos hagan una carrera y tengan éxito en el
futuro, u otros pensamientos obsesivos que quizás no sean más que
sueños irrealizables e inalcanzables.”
 
Estos tres tipos de pensamientos errantes aparecen y desaparecen de
pronto: los budistas Ch'an los denominan “la mente ilusoria”. Si
puedes ver que son un error, desaparecerán en el acto: los budistas
Ch'an denominan a este estado “la mente despierta”.
 
De ahí que se diga: “No te preocupes por la aparición de
pensamientos, solo mantente atento para reconocerlos cuando
surjan. Apegarse a los pensamientos causa enfermedad; no dejarse
arrastrar por ellos es una medicina”.
 
El eminente sabio también dijo al hombre enfermo del corazón: “Tu
enfermedad viene también de que el agua (riñones) y el fuego
(corazón) no pueden mezclarse”.
 
“En general, el deseo sexual no natural, estimulado externamente,
consiste en obsesionarse, el hombre por mujeres bellas, y la mujer
por hombres esbeltos hasta el punto de entregarse a una vida
disipada; el deseo sexual estimulado interiormente consiste en tener
el hombre, poluciones nocturnas al pensar y soñar por la noche con
mujeres hermosas, y la mujer alteraciones menstruales y
estancamientos de sangre, quistes, nódulos y tumores al
obsesionarse y soñar con hombres bellos y esbeltos.”
 
El sabio continuó diciendo: “Apegarse a estos deseos desgasta la
vitalidad del cerebro. Si puedes dejar de albergarlos, la energía del
agua vinculada a ellos se producirá abundantemente y podrá
ascender para mezclarse con el corazón.”
 
“La obstrucción abstracta consiste en ponerse a reflexionar en
escritos hasta el extremo de olvidarse uno de comer y dormir. La
obstrucción concreta consiste en dedicarse a los negocios o a su
profesión obsesivamente trabajando en exceso.
 
Aunque estos dos deseos no sean sexuales, por su naturaleza
obsesiva dañan igualmente el espíritu. Si eres capaz de apaciguarlos,
el fuego del corazón no arderá hacia arriba y podrá descender para
mezclarse con la energía genital.”
 
“Así, los estímulos captados por los sentidos no son objetivados y los
órganos sensoriales se quedan sin pareja. Al ir contra la corriente
para regresar a la unidad, las funciones de los seis sentidos
permanecen inactivas.”
 
El hombre enfermo del corazón siguió los consejos del eminente
sabio. Permaneciendo solo en silencio en una habitación, vació su
mente de cualquier objeto.
 
Después de meditar sentado durante un mes, la enfermedad cardíaca
que sufría desapareció por completo.
 
Si tienes una enfermedad, debes saberlo. Una vez que lo sepas,
cúrala lo antes posible. Si el tratamiento te desagrada y no quieres
afrontar la enfermedad, cuando la impermanencia se cierna sobre tí
será demasiado tarde para tomar medidas.
 
 
Antología del Cultivo de la Realización
Dinastía Ming (1368 - 1644)

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