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La doctrina del “shock” y la pandemia


La doctrina del “shock” y la pandemia

Por: Marcelo Caruso A.
En escenarios de grandes desastres o pandemias, los tanques de
pensamiento al servicio del poder dominante aprendieron de Milton
Friedman la aplicación de “la doctrina del shock”*. La tragedia se
presenta como una oportunidad para profundizar las políticas
neoliberales, sean privatizaciones que eliminen la función pública del
Estado (Colpensiones) o regresiones en la distribución de los ingresos
(reforma fiscal y devaluaciones) que permitan ajustar la crisis de
declinación del modelo. Con toda la gente encerrada en su casa y en
sus miedos, el escenario es perfecto para frenar temporalmente la
indignación social que nació con el octubre chileno. Finalizada la
pandemia estaremos felices por haber sobrevivido, los que lo lograron,
pero nos encontraremos que, por “culpa del virus”, nos aplicaron
reformas regresivas y ajustes del modelo, sin que se pudiera
reaccionar.

Frente a estos estallidos previsibles de diversas burbujas


especulativas, la alternativa a las reformas ya anunciadas es
prepararnos para lo que venga tras el shock y no permitir que se
aprueben o implementen las que ya tendrán en marcha. Como
acumulado de esos días de encierro reflexivo, podremos comprobar
que los muertos no han sido solo las personas más pobres, sino
también las más vulnerables, por lo general con enfermedades previas
generadas por la incapacidad y desinterés del privatizado sistema de
salud. Habremos adquirido más consciencia de lo perverso del
modelo, lo cual no nos debe impedir un sentido reconocimiento al
heroísmo de esos exprimidos trabajadores de la salud, quienes
realmente arriesgaron su vida para salvarnos.

Tendremos mayor comprensión de lo innecesario de las capuchas,


pues se reemplazarán, por un buen tiempo, por tapabocas; de la
necesidad de mayor solidaridad y unidad (aun sin poder abrazarnos ni
darnos la mano) frente a las desgracias que nos amenazan, y, sobre
todo, de la relación de la crisis climática que afecta nuestros pulmones
con la pandemia viral que los mata y las políticas neoliberales que
mercantilizaron la salud y afectaron a las víctimas del conflicto armado
y del modelo.

El trauma pandémico puede tener múltiples orígenes, pero sus


consecuencias están relacionadas con las fracasadas políticas
públicas de prevención, promoción y atención en salud, ya que son las
que están determinando las afectaciones más graves en la calidad de
vida de las personas.

Vaya entonces la pregunta para aquellos gobernantes territoriales de


carácter progresista: ¿será posible lograr tomar medidas tras
el shock que, dentro de sus competencias y con la máxima
participación directa de la ciudadanía y sus organizaciones, ayuden a
frenar y revertir el nuevo despojo de derechos humanos y de la
naturaleza que se está anunciando? ¿Serán capaces las cortes, los
congresistas, asambleístas, concejales y ediles de sumarse a esas
reformas que frenen y reviertan las desesperadas y desiguales
medidas de salida de la crisis sistémica que están anunciando? El
pueblo colombiano y su juventud ya han hablado y no dejarán de
hacerlo. Escuchar, comprender, cambiar el rumbo y preparar
alternativas transformadoras es la principal reflexión a realizar en
nuestras cuarentenas. Buen viento y buena mar para pasar el charco.

* Ver el libro de Naomi Klein del mismo nombre, sugiere el


columnista.

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