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Queridos hnos buenas tardes, en este taller que lleva por nombre… quiero que podamos aprender
sobre Pedro y lo que le sucedió en este relato . Este capítulo 22 tiene tanta riqueza
Porque La negación de Pedro como la acabamos de leer no fue un evento aislado, allí
sólito que sucedió de por si nomas, NO, si no que fue el evento final de un proceso que
podemos llamar “Camino al Pecado”.Y ¿que fue lo que Sucedió en este relato? lo que
pasa cada vez que pecamos. Siempre es el resultado de un proceso que toma tiempo.
Nadie peca de la noche a la mañana porque sí nomás. En el caso de Pedro, el proceso
comenzó cuando a raíz del anuncio del Señor Jesús de que Satanás iba a zarandear como
a trigo a los discípulos, Pedro se llenó de auto suficiencia y sacando pecho dijo al Señor
Jesús: Dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte.Lc 22:33
Luego el proceso continuó cuando en lugar de velar y orar para no entrar en tentación,
Pedro y los demás apóstoles se durmieron en el Monte de Los Olivos. Lc 22:40 Después
el proceso llegó a su madurez, cuando en clara desobediencia a lo que les había dicho el
Señor Jesús, en cuanto a no usar la espada, Pedro actuó impulsivamente, desenvainando
su espada y arremetiendo contra un siervo del sumo sacerdote, cortándole la
oreja.Lc22;50 En este punto, Pedro estaba listo para cometer esa horrenda acción de
negar al Señor Jesús.
1. Introducción
Como base para esta reflexión partamos del texto del Evangelio de Lucas
que está a continuación, veamos lo que le sucede a Pedro. Adelantemos
que, en la actitud de Pedro, se produce todo el proceso de conversión al
que estamos llamados. Se dan los tres rostros del pecado, la llamada a la
conversión y los momentos principales de la conversión. El texto dice:
«Poco después lo vio otro y dijo: “Tú también eres uno de ellos.” Pedro
respondió: “¡No, hombre, no!”»
«Otro aseguraba: “Cierto que éste también estaba con él, pues además es
galileo.” Le dijo Pedro: “¡Oye, no sé de qué me hablas!”».
Por tercera vez afirman las personas que le rodean su pertenencia a Jesús.
Por tercera vez niega tal afirmación. Su afirmación tajante.
Marcos dice que Pedro negó entre imprecaciones y juramentos (Mc 14,71).
Una negación que rompe el suelo sobre el que se asentaba la vida ya rota
de Pedro, que se cierra todavía más en sí mismo. Una cerrazón que le lleva
a la egolatría, que le lleva a conformar el mundo a la medida de sí mismo.
A la anulación de los valores en los que creemos, que nos lleva a la
cerrazón;
A replegarnos en nosotros mismos, que nos aísla como personas del
resto de la sociedad;
«Te digo, Pedro, que hoy mismo, antes de que cante el gallo, habrás
negado tres veces que me conoces» (Lc 22,34), había predicho Jesús.
Jesús siempre «se vuelve y nos mira» ante nuestros pecados. Su mirada es
el asidero de amor que nos ofrece para que comprendamos; para que nos
demos cuenta de nuestras faltas, de nuestros errores. Dios siempre se
vuelve y nos mira; siempre espera a que, como hijos pródigos, volvamos a
Él.
Todos somos Pedro, el pecador. Todos somos reos de culpa. Mas todos
somos mirados por Cristo con su mirada de amor, invitándonos a ir a Él.
Ya tenemos su gracia. Ahora todo depende de nosotros: si nos abrimos al
don recibido o si nos aferramos a nuestra propia cerrazón. Aun así, el
Padre siempre nos llamará, y siempre esperará a que volvamos a Él.
8. Conclusión