Está en la página 1de 5

Introducción a la Sociología

Marcelo S. Parra
A00346613

Ser venezolana en Colombia:


Una lucha contra el Machismo y la Xenofobia

Desde hace algunos años, a causa de la crisis económica, política y social que vive
Venezuela, una gran parte de su población ha tenido que atravesar algún proceso migratorio
con el fin de buscar un mejor estilo de vida. Según cifras del Ministerio de Relaciones
Internacionales de Colombia (2020), en el 2020 se encontraban dentro del territorio
nacional aproximadamente un millón 715 mil personas provenientes de Venezuela, de las
cuales un 49% eran mujeres. Esta migración masiva ha traído consigo una variedad de
sentimientos y malestares en las personas que han tenido que abandonar su país y
relaciones interpersonales para tener que comenzar desde cero en un nuevo lugar, en
especial las mujeres, quienes tienen que enfrentarse no solo a la xenofobia sino al
machismo intrínseco de la sociedad colombiana.

En un principio cabe destacar el hecho de que las migrantes venezolanas escapan de


las problemáticas de su nación solo para verse inmersas en aquellos conflictos propios del
país de destino. Álvarez (2012) presenta como el análisis de la combinación de
desigualdades, puede desembocar en la acumulación de las desventajas de un individuo.
Según cifras del DANE (2020) en el 2019 un 76,2% de las lesiones no letales enmarcadas
en violencia intrafamiliar fueron cometidas contra mujeres, siendo el agresor en el 98,7%
de los casos parejas del sexo opuesto. Sin embargo, esta alarmante situación de violencia no
es lo único a lo que enfrentan las mujeres venezolanas que deciden migrar hacia Colombia,
la xenofobia se convierte en un agregado que determina la experiencia que vivencian en el
país. Datos de Medicina Legal expuestos en el periódico El país (2020) presentan que, en el
2020, una mujer venezolana en Colombia tenía el doble de probabilidad de morir de forma
violenta que una mujer colombiana; un riesgo un 39% mayor de sufrir violencia en pareja;
un 28% de estar sometida a violencia sexual. Para ambos sexos, la probabilidad de sufrir
cualquier tipo de violencia era de 21% más para venezolanos que para colombianos.
A pesar de que Ngozi (2012) afirma que actualmente vivimos en un mundo
considerablemente diferente, en donde “la persona más cualificada para ser líder ya no es
la persona con más fuerza física. Es la más inteligente, la que tiene más conocimientos, la
más creativa o la más innovadora.” En el caso de Colombia, las mujeres, y en especial las
mujeres venezolanas enfrentan una considerable desigualdad en el ámbito laboral, reflejada
en los salarios y clase de trabajos que desempeñan. Bien lo exponía Marx (1848) hace más
de 150 años, al firmar que “las máquinas modernas ya no necesitan a los artesanos, sino
que pueden ser movidas por mujeres y niños sin apenas formación, lo que permite a la
industria pagarles salarios miserables.” En efecto, de acuerdo con cifras del DANE
expuestas por El espectador (2020) es clara la explotación laboral a la que son sometidas
las mujeres venezolanas, puesto que, a pesar de que trabajan en promedio más horas que
sus pares colombianos y tienen más estudio que sus pares venezolanos, reciben menos pago
(casi la mitad que las mujeres colombianas y 20 % menos que los migrantes venezolanos),
a lo cual se suma una tasa de informalidad superior al 90 %.

Considerando que Álvarez (2012) menciona que “el foco, debe estar en disminuir
brechas de oportunidades en la vida.” es evidente que ante la situación expuesta en el
presente documento se hacen necesarios procesos de análisis y de intervención. La
Investigación Acción Participación (IAP) resulta particularmente valiosa como una forma
de realizar una aproximación a tan delicado tema, puesto que como afirma Fals Borda
(1999) se busca “impedir la mercantilización o cosificación de los fenómenos humanos que
ocurre en la experiencia investigativa tradicional y en las políticas desarrollistas.” Así
mismo, en el documental de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) (2015) sobre la
vida de Fals Borda, se menciona que en la IAP los resultados de la investigación deben
retornar a las personas que lo han producido. El investigador se presenta como un mediador
que ayuda a “aflorar el pasado, las tradiciones más queridas y la lucha, y experiencias que
en otros tiempos promovieron la afirmación y el progreso”

En efecto, en palabras de Tomas Villasante expuestas en el documental de la UPN


(2015), la IAP representa una ruptura de la relación sujeto-objeto para la relación sujeto-
sujeto, rompiendo la contemplación desde fuera de las prácticas con una posición activa,
comprometida y transformadora con las comunidades. Para lograr generar un impacto
positivo que resulte significativo hacia las mujeres venezolanas que se encuentran en
Colombia, resulta imperioso tomar una postura más humana y cercana al respecto, puesto
que tratar la situación valiéndose únicamente de cifras y números, genera una imagen muy
superficial de la situación, y deja de lado procesos subjetivos e individuales que hacen parte
de la vivencia de cada una de estas mujeres, es por esto, que se buscaría una aproximación
real, lo más cercana posible, en donde las mujeres no se presenten como un objeto de
estudio, sino más bien, como agentes de cambio, que se encuentran en capacidad de
participa, producir y generar conocimiento que resulte útil, no solo para quien investigue
sino también para ellas. Ante esto, Fals Borda menciona en el documental de la UPN
(2015) que “combinar investigación bien hecha, con la acción, “praxis” bien hecha y con
la participación autentica bien hecha, suponen las bases … de una nueva sociedad.” En
definitiva, a través de este enfoque se podría generar un cambio real o al menos uno
importante.

Para finalizar, se destaca el concepto de “sentipensante” trabajado por Fals Borda,


puesto que este plantea una postura en donde la razón y el sentir van de la mano, y afirma
en el documental de la UPN (2015) que quien ejecute un enfoque desde la IAP “es un
sentipensante que sabe combinar el corazón y la cabeza, que sabe ejercer la empatía y no
solo la simpatía con los demás y con los otros, que respeta las diferencias, que las aprecia
inclusive.” En un mundo donde las personas se encuentran cada vez más ensimismadas,
mirar al otro, y entenderlo, o al menos intentarlo, resulta un acto revolucionario.
Referencias:

Álvarez, M. (2020). Desigualdades en Colombia. Iberoamericana, XIII, 51 (2013), 190-

195

DANE. (2020). Mujeres y Hombres: brechas de género en Colombia. Recuperado de:

https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/genero/publicaciones/mujeres-y-

hombre-brechas-de-genero-colombia-presentacion.pdf

Fals Borda, O. (1999). Orígenes universales y retos actuales de la IAP. Análisis político

#38.

Galindo, J. (2021, 21 marzo). Migrantes venezolanos en Colombia: los datos que la

xenofobia no cuenta. El País. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2021-

03-21/migrantes-venezolanos-en-colombia-los-datos-que-la-xenofobia-no-

cuenta.html

Marx, K., Engels, F. & Ribas, P. (2011). Manifiesto comunista. Madrid: Alianza Editorial.

Medina, M. A. (2021b, mayo 4). El laberinto laboral de las mujeres migrantes en Colombia.

El Espectador. https://www.elespectador.com/economia/el-laberinto-laboral-de-las-

mujeres-migrantes-en-colombia-article/

Ministerio de Relaciones Internacionales. (2020). Un poco más de un millón 715 mil

venezolanos se encontraban en Colombia para el mes de septiembre. Recuperado


de: https://www.migracioncolombia.gov.co/noticias/un-poco-mas-de-un-millon-

715-mil-venezolanos-se-encontraban-en-colombia-para-el-mes-de-septiembre

Ngozi, C. (2012). Todos deberíamos ser feministas.

También podría gustarte