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Ricardo Palma - Los Panecitos de San Nicolás
Ricardo Palma - Los Panecitos de San Nicolás
Hubo en Lima, allá por los tiempos de los virreyes marqués de Guadalcázar
y príncipe de Esquilache, una doña María la Torre de Urdanivia, mujer de
mucha industria y arrequives, la cual estableció una panadería y se
arregló con la comunidad agustina para tener el monopolio en la
elaboración de los panecillos de San Nicolás. Algunos cestos enviaba
diariamente al convento, y los panes, después de bendecidos por el
superior o el definidor del turno, se distribuían en la portería entre los
enfermos, muchos de los que oblaban una moneda, por vía de limosna para
el culto del altar del santo. La panadera por su cuenta vendía también
panecitos hechizos o sin bendecir, que eran consumidos por los niños de
la ciudad. Diz que la venta de éstos le dejaban un provecho saneado de
cinco pesos por día.
En una ocasión dijo la panadera que ese día no había panes, sino el
uparse el dedo meñique; porque un descuido del maestro del amasijo
había hecho que se quemasen en el horno y la masa estaba carbonizada.
Los enfermos tenían, pues, que quedarse sin la religiosa panacea, y el
vecindario andaba compungido por desventura tamaña. Vinieron el
superior y otros agustinos a la panadería a informarse del caso, y doña
María, con aire lacrimoso, les dijo:
-¡Ay, padres, qué desdicha! Porque me crean, entren sus
paternidades conmigo y verán la lástima.
recotín, recotán,
las campanas de San Juan,
unas piden vino
y otras piden pan.
FIN
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