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En nuestro continente, casi de forma explosiva, a partir de las postrimerías del anterior
siglo ha aumentado el interés por la educación en aulas universitarias, en razón de las
nuevas exigencias de trabajo y condiciones de empleo, más que – lamentablemente –
el interés por la investigación o simplemente por el “puro saber”. No solo el arte es
despojado de su carácter elitista, como manifiesta Vargas Llosa en su “Civilización del
entretenimiento”, sino que el fenómeno de la masificación de los estudios universitarios
es una realidad establecida.
Y, claro, no es mera casualidad que la tendencias llamadas “de evolución del contexto”
marquen el reloj presuroso a la masificación de la educación universitaria. El avance
tecnológico y su inherente complejidad, el predominio del sector servicios y otros
aspectos, se unirán finalmente a las tendencias que afectan a la formación y empleo.
Ya en 1984, Masuda señalaba: el paso de una sociedad industrial ( producción en
masa y comunicación de masas) a una sociedad informada (realizaciones más
específicas y fluidas) y con “énfasis en los valores internacionales”.
Las “Redòpolis” de las que hablaba Bressanddlstler, como una integración de redes
especializadas (sociales, financieras, comerciales, industriales,culturales) ya está aquí
e, insospechadamente, no hay país en el mundo que escape de esta inmensa telaraña.
Y aunque es veraz decir que los saberes no constituyen la competencia sino que
aumentan o disminuyen las oportunidades de ser competente, no lo es tanto
ejemplificarlo en su justa dimensión y realidad. Un ejemplo evidente es que solo la
aplicación del total del conocimiento en cualquier área, no califica como competencia,
sino másbien competencia es la movilización y adecuación de estos recursos. En este
sentido convendría preguntarse: ¿Quiénes son aquellos que cumplen la larga lista de
requisitos para ser llamados competentes? o ¿Cuáles son aquellos renombrados y
excepcionales profesionales a quienes se les puede llamar competentes ?
Y las preguntas más incisivas serían si los profesionales que no califican a este nivel de
competencias, debieran ser excluidos de las nóminas laborales por incompetentes o
más aún, ¿Cuál sería la certificación válida para calificar como competente a un
egresado de una Universidad, vistos y considerando que los “cartones”, cartones
nomás son?¿ Hasta qué punto son fiables las certificaciones de calidad, ideadas a
comienzos del pasado siglo para productos inertes y no para seres humanos (las
instituciones académicas son también organismos vivos) con sus implicancias?
¿Dónde quedaría, la genialidad, la subversión, la rebeldía de los genios que han nacido
antes de su tiempo, de los que cuestionan la autoridad de tal o cual saber, los
paradigmas en boga (léase competencias)? ¿Habrá un espacio para un ¡ Eureka!
Arquimediano?, en fin...donde queda el espíritu de la Ilustración en el Alma Mater?
El Paradigma del enfoque de competencias, semeja una moneda de dos caras. En una
cara, podría estar toda la formación de calidad, tanto en el claustro universitario como
en la vida misma. En la otra cara, solo un signo de interrogación, que puede significar
el hallazgo milagroso de un lugarcito laboral fantástico, donde se intente desarrollar
plenamente las capacidades y valores, o simplemente un portazo a nuevas y osadas
iniciativas individuales, que pretendan romper la estructura omnímoda de la Aldea
Global y su sistema.
CITAS BIBLIOGRÁFICAS
Enlaces WEB
www.mecd.gob.es/dctm/revista-de-educacion/articulosre322/re3220508174.pdf?
itzamna.bnct.ipn.mx/dspace/bitstream/123456789/.../TESIS%5B1%5DV_seguridad.pdf
http://www.ugr.es/~ugr_unt/Material%20M%F3dulo%205/competencias_univ.pdf
https://pirhua.udep.edu.pe/bitstream/handle/11042/1670/Modelos_internacionales_com
petencias_profesionales.pdf?sequence=1&isAllowed=y
http://www.la-razon.com/opinion/columnistas/opinion_0_3168883081.html