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LA GLOBALIZACIÓN Y SUS RELACIONES CON LA TRIBUTACIÓN

Resumen.
Desde hace décadas los cambios en el Derecho tributario internacional y, en menor medida los del
nacional, son consecuencia de las transformaciones de lo que se ha venido entendiendo por
soberanía estatal.

Esto es, consecuencia de la presión que ejercen los mercados en la economía del Estado y están
contrariando a la mayoría de sus agentes: organizaciones sindicales, patronales, instituciones,
prensa y medios de comunicación y, por supuesto, provocando el malestar de los contribuyentes.

Lo anterior se debe a que la base económica y las repercusiones tributarias de la globalización de


los mercados, generan externalidades negativas contra los presupuestos públicos y
transformaciones en el alcance de los límites tradicionales de la soberanía estatal, en su expresión
jurisdiccional y, por esta razón están provocando también una crisis de la concepción tradicional del
tributo.

Para las organizaciones internacionales competentes la crisis se debe a la erosión de la base


imponible por transferencia de beneficios a jurisdicciones de baja tributación que reduce la
recaudación de los Estados, convirtiendo la necesidad de maximizar un tributo mínimo sin fin en la
virtud del escandaloso destino de flujos a las jurisdicciones. Es decir, con una mano el Gobierno
atiende las necesidades de tesorería aumentando la recaudación subiendo los pagos fraccionados
a cuenta de las empresas cumplidoras hasta colapsar su tesorería, y con la otra suelta la posible
recaudación de las empresas incumplidoras que utilizan tramas para transferir beneficios a
jurisdicciones de baja o nula tributación que, de no soltar haría innecesario tal incremento.

Tres son, a mi modo de ver, los fenómenos relevantes entorno a la crisis del concepto tradicional de
soberanía estatal como consecuencia de la globalización:

Los Estados han perdido gran parte de su poder para fijar y mantener el valor de su moneda, para
controlar los flujos comerciales y humanos a través de sus fronteras, para garantizar las prestaciones
asistenciales a sus ciudadanos y para gravar con impuestos las actividades empresariales y
profesionales.

Los Estados están siendo instrumentados como palanca para promover intereses de los agentes
más rutilantes de los mercados, y

Están surgiendo nuevas fuentes y formas de entender el Derecho.

Exponer qué debe entenderse por globalización empresarial y describir sus dimensiones geopolítica,
económico financiera y tecnológica, es el punto de partida que nos permite el análisis de sus
consecuencias en materia tributaria para que, una vez descritas, podamos avistar y entender un
posible nuevo paradigma para el Derecho tributario puesto que, a pesar de los cambios estructurales
que se han ido experimentando en los mercados, el Derecho tributario todavía no se ha visto
modificado de manera adecuada, más allá de las actuaciones de algunos pocos Gobiernos
cambiando ambiguas, confusas, interminables y desaforadas cruzadas contra el fraude fiscal, y por
ende el del papel de sus administraciones tributarias. Este desajuste impide proyectar campañas
eficientes para cubrir la brecha fiscal, lo que unido al hecho de que tampoco se está imponiendo
principio de que la sustancia prevalece sobre las formas, asegura un eterno déficit fiscal.
La incidencia práctica de estos fenómenos resulta decisiva en la argumentación de que el Derecho
financiero, contable y tributario español, basado en la teoría general de la obligación tributaria, debe
abandonar su obsesión por el recurso fácil a las potestades exorbitantes, a la sanción para cubrir
parte de ese déficit, que la ley otorga a la Administración tributaria y, por ende, debe ser más
participativo y cooperativo, de los ciudadanos y a su servicio, y no considerar a la Hacienda Pública
(más concretamente, a sus agencias de gestión y administración) como un fin en sí misma, creada
en interés distinto al de aquéllos, en el sentido de requerir una mayor confianza en la participación
ciudadana en su elaboración, aplicación y cumplimiento con una visión cosmopolita del mundo.

Este puede ser un camino más seguro en la consecución de neutralidad en el alcance extraterritorial
de la soberanía estatal (y del poder tributario que emana de ella), que facilite el desarrollo
democrático de Ios mercados globales y garantice seguridad y estabilidad financiera a los
ciudadanos y a sus organizaciones políticas, de forma que las manifestaciones transnacionales de
riqueza con la generación de rentas de las grandes inversiones transnacionales se asocien, con
mayor o menor intensidad, a una jurisdicción, ya sea por razones subjetivas (residencia fiscal del
inversor), ya objetivas (lugar donde se generan y tributan las rentas invertidas), como garantía de su
tributación en el país/es que las facilita.

Ya hemos comprobado que es posible aplicar el tributo más allá del ámbito espacial al que se
extiende la soberanía tributaria del Estado cuando existe causa justa, asegurando unos mínimos
derechos al reintegro de las inversiones de la ciudadanía, evitando situaciones de sobreimposición
o de des imposición, especialmente en lo que a los elementos que deben presuponer las normas
para la cuantificación de la deuda tributaria -respetando el principio de capacidad contributiva-,
evitando la vulneración de la integridad de las soberanías tributarias concurrentes, y preservando los
territorios que las delimitan frente a normas extranjeras.

Son muchos los cambios estructurales del Derecho tributario internacional pendientes. En estos
momentos la política fiscal internacional de los Estados a través de las iniciativas del nos permite
observar la potencialidad que tiene para los sistemas fiscales estatales la apertura a una mayor
participación ciudadana en el proceso de creación de legislación y de estándares tributarios para
contrarrestar el desbalance tributario en favor de los contribuyentes de mayores rentas, y cómo
contribuye a una mayor eficiencia en la lucha contra ventajas fiscales asimétricas y patrones
discriminatorios dentro del sistema tributario y, en otro caso, para evitar la carga de externalidades
negativas sobre las rentas del trabajo y el pequeño ahorro.

Pensando en el fenómeno de la huida del Derecho, que está potenciando la procedimentalización


democrática en su creación y aplicación y que la manifestación tradicional más fuerte de la soberanía
del Estado, la jurisdicción, está siendo cuestionada con los fenómenos que impulsan la globalización,
especialmente con el ciberespacio.

A pesar de la intensidad con que se manifiesta en la realidad social, institucional y, sobre todo, en
los mercados, la globalización no es todavía un concepto debidamente acuñado por la doctrina
jurídica, estando pendiente de que delimite el alcance de su razón, de su coherencia, de su
sistemática, en definitiva, de su cobertura dogmática. Esta pendencia es una fuente de confusiones,
de desorientaciones para los agentes implicados y, finalmente, es una fuente de una realidad
normativa llena de lagunas que poco está ayudando a la compleja relación que de ella se deriva para
las relaciones entre agentes públicos y privados, sus actos, sus efectos y sus consecuencias.

En conclusión Los sistemas tributarios necesitan superar esa pendencia para evitar la evasión y
elusión de impuestos, la competencia fiscal lesiva entre Estados que la facilita, para impedir el
deterioro de una querida mayor igualdad, pretendida en la tendencia a acuerdos multilaterales.

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