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LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA

Y CIENTÍFICA
Lección 10 para el 5 de diciembre de 2020
La educación actual, en general, se basa en la
presuposición de que Dios no existe o no interviene en las
leyes naturales.
Esta base excluye cualquier cambio sobrenatural, grande
o pequeño. Se rechaza de plano que existió un tiempo en
el que no había muerte, o que el Universo llegó a existir
repentinamente de la mano de un Dios Todopoderoso.
Sin embargo, como cristianos, nuestra educación debe
incluir estos conceptos. De esta forma, estaremos
capacitados para sacar el mejor provecho de la educación
artística y científica.

El fundamento de la educación:
Dios y la educación científica.
Dios y la educación artística.
La educación artística y científica:
Evitar los errores.
Buscar la excelencia.
Conflictos entre fe y ciencia.
Cuando estudiamos la forma en la que Dios ha
dispuesto el desarrollo de la vida (genética),
quedamos maravillados ante el bondadoso
amor de Dios. Por ejemplo, Él dispuso que el
feto se desarrollase cerca del corazón
materno, y que la madre pudiese constatar
visualmente cómo el bebé crece en su interior
(realmente es imposible para ella no verlo).

Conforme descubrimos las leyes que


Dios dispuso en la naturaleza
encontramos más motivos para alabar a
Dios por su sabiduría.
En realidad, como Pablo dijo, al estudiar
la naturaleza los hombres “no tienen
excusa” que les permita negar la
existencia de Dios (Romanos 1:20).
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo” (Eclesiastés 3:11)
Aún después de miles de años de pecado,
podemos seguir viendo belleza en la
naturaleza que nos rodea. Incluso a nivel
microscópico, podemos asombrarnos por
la belleza y simetría de un copo de nieve.
El concepto de lo hermoso parte de Dios.
Él ama la hermosura tanto física como
espiritual. Aprecia la belleza de un carácter
convertido y desea ser adorado “en la
hermosura de la santidad” (Salmo 96:9). No obstante, no todo lo hermoso es
bueno. Salomón nos advierte
respecto de la mujer (u hombre)
pecador: “no codicies su hermosura”,
ya que él o ella te arrastrarán al
pecado (Proverbios 6:25).
Eva aprendió tarde que no todo lo que
es “agradable a los ojos” y
“codiciable” es bueno (Génesis 3:6).
“El que puso las perlas en el
océano y la amatista y el
crisólito entre las rocas es un
amante de la belleza. El sol
naciente es el representante de
Aquel que es la luz y la vida de
todo lo que Él creó. Todo el
brillo y la belleza que adornan
la tierra e iluminan los cielos
hablan de Dios”
E.G.W. (My Life Today, pg. 175)
“Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando […] los
argumentos de la falsamente llamada ciencia” (1ª de Timoteo 6:20)
A causa de la maldad innata del ser humano, la
ciencia y el arte se han empleado demasiado a
menudo para fines malvados.
Los avances científicos que facilitan nuestra vida
se usan también para fines bélicos. De igual modo,
la avaricia, el amor al dinero o la satisfacción de
placeres egoístas pervierten el uso de los dones
artísticos como la pintura, la fotografía o el cine.
Por otra parte, la ciencia ha demostrado que no
siempre ha tenido la razón. Hace años, por
ejemplo, los expertos estaban convencidos de que
la Tierra era el centro del Universo.

Por ello, Pablo aconseja que no pongamos


nuestra confianza en el conocimiento, sino que
sigamos “la justicia, la piedad, la fe, el amor, la
paciencia, la mansedumbre” (1Tim. 6:11).
“Procurad, pues, los dones mejores.
Mas yo os muestro un camino aun más
excelente” (1ª de Corintios 12:31)

Los estudiantes de artes y ciencias utilizan sus


talentos para adquirir conocimiento y lograr la
excelencia en sus estudios. Somos capaces de
alcanzar el esplendor artístico y de realizar avances
científicos gracias al conocimiento y la capacidad.
Pero la auténtica excelencia se consigue cuando
podemos emplear todo este conocimiento de forma
sabia. Y el principio de la sabiduría se define como
“el temor de Jehová” (Proverbios 1:7).
Dios nos confiere la capacidad de alcanzar la
sabiduría, el conocimiento y la expresión artística a
través de su Espíritu Santo (Éxodo 35:31).
De esta forma podremos discernir entre lo bueno y
lo malo, y aplicar correctamente nuestro
conocimiento científico y artístico.
“¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia” (Job 38:4)

Los descubrimientos científicos actuales nos


permiten ver en el mundo que nos rodea un diseño
inteligente. Para el que lo quiera ver, esta es una
muestra inequívoca de la mano creadora de Dios.

No obstante, la filosofía
actual impuesta por los
propios científicos descarta
completamente la existencia
de Dios. Por esta razón,
prefieren creer en un azar
caprichoso que ejecuta obras
maestras (¿?).

Esta filosofía levanta un inexistente muro de separación entre fe y ciencia. Para los
creyentes todo ha sido creado por Dios y es sustentado por Él. Este pensamiento es
compatible con cualquier descubrimiento, cuando es correctamente interpretado.
“En la ciencia verdadera no puede haber
nada que sea contrario a la Palabra de Dios
porque ambas tienen el mismo Autor. Un
entendimiento correcto de ambas siempre
confirmará que están en armonía la una con
la otra. La verdad, bien sea en la naturaleza o
en la revelación, está en armonía consigo
misma en todas sus manifestaciones. Pero la
mente que no está iluminada por el Espíritu
de Dios siempre estará en tinieblas con
respecto a su poder. Esta es la razón por la
cual las ideas humanas acerca de la ciencia
muy a menudo contradicen las enseñanzas de
la Palabra de Dios”
E.G.W. (Testimonios para la iglesia, tomo 8, pg. 269)

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