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REVOLUCIONES DEL SIGLO XX

TRABAJO PRESENTADO A LA PROFESORA INES CABARCAS DE LA ASIGNATURA


CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

COLEGIO DE LA SAGRADA FAMILIA

UNDECIMO GRADO A

BARRANQUILLA 1997

INTRODUCCIÓN

En nuestros días, mas que en otros momentos en las ultimas décadas, la economía mundial se desenvuelve en
un clima de gran incertidumbre. Esta incertidumbre es producto en buena medida del nuevo escenario
geopolítico que se desprende del fin de la Guerra Fría, así como del hecho de que los paradigmas que rigieron
en las últimas décadas y sobre los cuales se estructuró en buena medida el orden mundial en el último medio
siglo, se encuentran sometidos a severos cuestionamientos como producto de las nuevas exigencias impuestas
por la pugna intercapitalista a nivel global.

El agotamiento de las formas previas de acumulación asumidas por el capital desde fines de la posguerra y la
aparición de nuevas formas de funcionamiento de ese capital cuya reproducción se realiza ahora sobre
diferentes bases, han afectado intensamente el desenvolvimiento de las relaciones económicas internacionales,
generando una serie de reacciones de los distintos actores que se despliegan en el complejo escenario mundial.

Se abre paso una nueva etapa en el proceso de despliegue de la vocación universal del capital, el cual se
extiende a nuevas áreas geográficas como la ex Unión Soviética y los países de Europa del Este , e incrementa
sus canales de penetración por medio de nuevas y mas sofisticadas tecnologías lo mismo en la producción que
en la distribución, cambio y consumo.

En el plano de las ciencias sociales, los violentos cambios en lo económico, político, social y cultural, han
dejado muy atrás el discurso utilizado en las últimas décadas, encontrándonos ante una crisis teórica de
grandes dimensiones y en la necesidad de formular una teoría social de mucho mayor alcance explicativo.

La Revolución Mexicana

La revolución mexicana tuvo muchos caudillos, se garantizó el 20 de Noviembre, pero ya se había iniciado el
día 17 en la casa de los hermanos Serdán, dentro de la revolución brillaron infinidad de planes, uno de los que
más eco tuvo dentro del grueso de la población campesina fué la frase de Emiliano Zapata, TIERRA Y
LIBERTAD , dicha frase se puede decir que fué el himno de muchos de los campesinos que tomaron parte en
la lucha contra la dictadura, se puede localizar dentro del famoso PLAN DE AYALA, formulado por
Emiliano Zapata, que en su punto cinco dice:

"En virtud de que la inmensa mayoría de los pueblos y ciudadanos mexicanos, no son dueños ni de la tierra
que pisan, y sin poder mejorar en nada su condicion social, ni poder dedicarse a la industria o la ganadería por
estar monopolizadas por unas cuantas manos las tierras, montes y aguas, por esa causa, se expropiarán previa
indemización de la tercera parte de esos monopolios, a los poderosos propietarios de ellas, a fín de que los
pueblos y ciudadanos de México, obtengan ejidos, colonias, feudos legales para pueblos o campos de

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sembradíos o de labor, y se mejore en todo y para todo la falta de prosperidad para los mexicanos.

El lema completo de este plan fue "REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY"

Dentro de la revolución hubo otros cientos de caudillos, pero no todos brillaron por que usaron métodos
diferentes de lucha, solo hubo algo que hacia homogéneos, y fué la lucha contra una causa común.

La tiranía del gobierno, los tratos infrahumanos de que eran objeto, los campesinos, las inhumanas jornadas de
trabajo, y las pésimas condiciones de trabajo de los obreros, de todos estos personajes que lucharon juntos
para mejorar sus condiciones de existencia, y sus perspectivas de un futuro mejor, destacaron algunos por sus
ideas progresistas, otros por su tenacidad para combatir en el campo de batalla, de los principales podemos
citar algunos que también dieron a la revolución sus planes, como Venustiano Carranza y su PLAN DE
GUADALUPE, Francisco I. Madero y su PLAN DE SAN LUIS POTOSI, llamado así para distinguirlo de
San Luis Missouri, Francisco Villa tenía en la lucha armada, los hermanos Carmen, Aquiles y Máximo
Serdán, Felipe Angeles, Jose Ma. Pino Suárez, los hermanos Flores Magón, Belisario Domínguez, Alvaro
Obregón y muchos otros.

Debemos tener en cuenta que paso mucho tiempo para que se dieran las condiciones necesarias para que no
fuera un fracaso, mucho tiempo de organización, muchísimas muertes por todas partes de la República
Mexicana, donde también hubo muchos destierros de personas que se oponian al régimen de Porfirio Díaz.

Una vez que terminó la lucha armada, se procedió a organizar políticamente el país, se cambió al Presidente,
pero se continuo con el mismo gabinete político, lo que originó que empezara una Época de Anarquía Política
en la que se cambiaba de personas dentro de la política cuando llevaban poco tiempo en el poder, ésta terminó
con la llegada de Cárdenas a la Presidencia.

DECENA TRAGICA

ANTECEDENTES:

Francisco I. Madero candidato del Partido Antireleccionista en contra de Porfirio Díaz fue hecho prisionero en
San Luis Potosí mientras se realizaban las elecciones.

Díaz se reeligió y Madero escapó de la cárcel y se refugio en San Antonio, Texas donde dio a conocer el Plan
de San Luis. En él declara nulas las elecciones desconocía al régimen de Díaz, exigía el sufragio efectivo y la
no reelección y, señalaba el 20 de Noviembre de 1910 para que el pueblo se levantara en armas contra el
tirano.

Al llamado Plan de San Luis, se pronunciaron hombres como Pascual Orozco, Pancho Villa, Emilizano
Zapata etc. La insurreción se extendió poco a poco por todo el País. En Mayo de 1911 cayó Ciudad Juárez en
poder de los maderístas. Debilitado el gobierno de Díaz entrá en negociaciones y el 25 del mismo mes el
dictador presentó su renuncia.

Al triunfo de la Revolución Madero dejá intacto el ejército porfirista, mientras a su alrededor crecía el
descontento. Los Porfiristas reclamaban sus antiguos privilegios; los zapatistas exigían el reparto de tierras; la
prensa lo atacaba a diario y las rebeliones de Félix Díaz y Bernardo Reyes, independientes entre sí,
confluyeron en la llamada Decena Trágica para asentarle el golpe definitivo a Madero.

CRONOLOGIA DE LOS HECHOS:

Domingo 9 de Febrero de 1913.− Los sublevados liberan a Bernardo Reyes y Félix Díaz. Madero se dirige a
Cuernavaca en busca de Felipe Angeles para que se defienda la Plaza.

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LUNES 10.− Los diarios capitalinos no aparecen. Temor general. No hay transporte y las tiendas permanecen
cerradas.

Martes 11.− Se bombardea la Ciudadela. Son aniquilados dos batallones.

Miercoles 12.− Escapan los presos de la cárcel de Belén. La ciudad queda sin servicios.

Jueves 13.− Se recrudece la lucha de la ciudadela y sus alrededores. Se disparan mil cañonazos por minuto.

Viernes 14.− Varios edificios públicos son dañados. Muchos civiles mueren por causas de "balas perdidas".

Sabado 15.− Madero rechaza a los senadores que le piden su renuncia. La ciudad se llena de humo producido
por los cadáveres incinerados.

Domingo 16.− Se pacta un armisticio que es roto al poco tiempo. Mueren cerca de 300 civiles ajenos a la
lucha.

Lunes 17.− Continuan los enfrentamientos.

Martes 18.− Se celebra el Pacto de la Embajada entre Félix Díaz y Huerta con la aprobación del embajador
Norteamericano, Henry Lane Wilson, Madero y Pino Suárez son aprehendidos al Salir del Palacio Nacional.

Miercoles 19.− Madero y Pino Suárez son obligados a renunciar. Huerta asume la presidencia. 3 días después
son asesinados alevosamente.

El 20 de Noviembre de 1910

Los treinta años de dictadura de Porfirio Díaz significaron una profunda transformación para el país. La
propiedad comunal se disolvió y muchos campesinos se quedaron sin tierras, obligados a trabajar para las
grandes haciendas. Como consecuencia de esto, se inició la emigración hacia la frontera del norte del país.

La introducción del ferrocarril favorecía la integración del mercado interno y, con ello, la incipiente
industrialización. A medida que se articulaba dicho mercado y la hacienda agroexportadora entraba en su
etapa de auge y expansión, las relaciones de trabajo se fueron transformando. El campesino aparcero y
mediero, privado de sus tierras, se convirtió en jornalero agrícola, mientras que, por otro lado, se inició la
expulsión de la mano de obra rural hacia los nuevos centros de industrialización, formandose así los primeros
grupos de trabajadores fabriles.

Políticamente, el Estado Mexicano fue centralizándose y los intereses regionales se supeditaron a un proyecto
de desarrollo nacional moderno. Ante las consecuencias sociales de este proceso, gran parte del país opuso
resistencia. Desde los primeros años fueron frecuentes las sublevaciones campesinas, las huelgas en fábricas y
minas y, antes de que terminara el siglo, amplios sectores del antiguo artesanado se movilizaron también,
formando grupos de oposición.

Bienvenido a la verdadera Historia de la Revolución Mexicana

Dedicado a todos los seres engañados

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Cronología.

El 19 de Junio de 1867 es fusilado Maximiliano en el Cerro de las Campanas con los dos jefes conservadores
Miguel Miramón y Tomás Mejía. El 18 de Julio de 1872 fallece el presidente Lic. Benito Juárez, declarado
Benemérito de las Américas, y, tras de ocupar la Presidencia de la República el Lic. Sebastián Lerdo de
Tejada, se proclama el plan de Tuxtepec y el 28 de Noviembre de 1876 asume la Presidencia por primera vez
el Gral. don Porfirio Díaz, quien, olvidándose de las viejas causas liberales por las cuales combatiera tan
brillantemente, principia por establecer una dictadura patriarcal, que si bien da al país 30 años de paz, pronto
degenera en oprobioso continuismo de una casta de privilegiados que se confabulan con la aristocracia de
caciques, hacendados y latifundistas que explotan y oprimen al pueblo.

El Gral. don Porfirio Díaz envejece, pierde sus facultades de mando, control y energía, que en algo servían
con su íntimo espíritu de mexicano para amenguar las exageradas ambiciones de sus protegidos, que como
nuevos encomenderos y esclavistas arrecian su desconsideración sobre el pueblo humílde: el trabajador y el
campesino de México.

Eran los tiempos de don Porfirio Díaz en los que su corte de favoritos sometían y acallaban a las inteligencias
más relevantes con la violencia brutal o con el soborno más descarado, corrompiendo a aquella generación
que floreció en el último tercio del siglo pasado, y, cuyos hombres a principios de este siglo quedaron eunucos
en sus razonamientos, y seducidos con el halago del poder y del dinero se convirtieron en los más groseros
cómplices de sus depredaciones con el pueblo.

Ellos habían abolido toda posibilidad del voto democrático, del sufragio efectivo y, desde el Jefe Político de
cualquier pueblo hasta los gobernadores de los Estados, eran designados por don Porfirio Díaz bajo la presión
que el ejercía aquella corte de favoritos. Las nefastas "tiendas de raya" en las que el campesino era obligado a
adquirir lo poco que consumía, fueron el medio para obligarlos a vivir siempre subyugados bajo la afrenta
pública de una deuda irredimible. El alcohol se les vendía en abundancia para embrutecerlos y para apretar
más el lazo a aquellos desventurados labradores rústicos. Pero, en esa hora, dentro de aquel ambiente
asfixiante e irrespirable, supieron surgir espíritus valientes, para protestar y luchar incontaminados. Entre
ellos, como cabeza indiscutible, surge cimera la figura precursora de Ricardo Flores Magón, que secundado
por Antonio I. Villarreal, Juan Sarabia y Librado Rivera, son persegidos, encarcelados, y desterrados hasta
Allende el Bravo, con sus almas siempre impulsadas por su aleteo rebelde contra los vientos de la dictadura
que azota y diezma a la Patria.

La revolución Maderista del 20 de noviembre de 1910 derrotó al dictador Porfirio Díaz y logró sentar en la
Presidencia con sufragios efectivos a don Francisco I. Madero. En Coahuila don Pablo González, el viejo
magonista, y estando de acuerdo con don Francisco I. Madero y con Venustiano Carranza para lanzarse contra
la Dictadura Porfirista, lo hizo pronunciándose al grito de "!Viva Madero!" el 22 de enero de 1911 en el
Puerto del Carmen, del Municipio de Nadadores, Coahuila, al frente de muchos después connotados jefes
como Francisco Murguía, Cesáreo Castro, Idelfonso V. Vázquez, Teodoro Elizondo y muchos más.

Francisco I. Madero inmaculado prócer y mártir de la democracia a partir de los Tratados de Ciudad Juárez
del 10 de mayo de 1911 y con la renuncia de don Porfirio Díaz que abandonó el país el 25 de mayo de 1911,
dejando como presidente interino al Lic. Francisco León de la Barra y al antiguo Ejército Federal porfirista
según acuerdos en pie, error tremendo que criticó don Venustiano Carranza: "Revolución que tranza,
Revolución que se pierde".

Hecho el Gobierno de don Francisco I. Madero, el primer gran traidor fue Emiliano Zapata quien,
obedeciendo órdenes de latifundistas como Felix Díaz e Ignacio de la Torre y Mier, sobrino el primero y
yerno el segundo del Dictador Porfirio Díaz, lanzó el 28 de noviembre su fraudulento Plan de Ayala
significando como Jefe al traidor Pascual Orozco Jr., y según documentación comprobatoria, actuó siempre
como fiel instrumento de los terratenientes, de las compañías petroleras extranjeras y de la Casa Blanca en

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Washington.

Al entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, Jefe de las Fuerzas Auxiliares de Coahuila, se le
encomienda en mayo de 1912 repeler la invasión orozquista que entró por Sierra Mojada y fue batida y
rechazada en memorables combates como el de Los Divisaderos cerca de Cuatro Ciénegas, Coahuila y luego
en la Polka, hasta destruirlos y aventarlos en retirada, acciones donde don Pablo González fue herido dos
veces. Y, posteriormente, por órdenes del Presidente Francisco I. Madero, desde noviembre de 1912 al 11 de
febrero de 1913, con su Regimiento de 300 aguerridos coahuilenses operó en Zacatecas, en Durango y
Chihuahua realizando 30 combates contra los orozquistas, operando primero como columna independiente,
derrotándolos siempre, pero en México los porfiristas lograron influir en el Presidente Francisco I. Madero y
desde mediados de enero de 1913 hubo de someterse a las órdenes directas del Cuartel General de la Zona
Militar de Chihuahua bajo el mando del General Antonio Rábago, y desde entonces todas las órdenes
emanadas del Gral. Rábago, resultaron ser puros movimientos en falso, por lo que sospechó don Pablo
González que Rábago, estando ocultamente de acuerdo con el desleal, lo protegía de las efectivas arremetidas
de don Pablo González Garza.

Don Venustiano Carranza había visitado en México al Presidente Francisco I. Madero y al regresar a Saltillo,
por telégrafo en clave conferenció largamente con don Pablo González que estaba en Chihuahua, indicándole
que al saber de cualquier caso desgraciado en la Capital de la República, se viniera con sus tropas a
reconcentrarse en Coahuila, donde indudablemente se tendría que organizar el mayor número de fuerzas para
restaurar el orden constitucional, pues a las claras se veía que muy pronto sería el Presidente Francisco I.
Madero víctima de la torpeza política de los que lo rodeaban y de su ingenuidad de hombre de estado. A ese
acuerdo previo obedeció que el entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, encontrándose en Julimes,
Chihuahua, y considerando muy delicada la situación en la Capital de la República, confirmada por el
siguiente telegrama del Señor Presidente de la República:

Palacio Nacional, México, Febrero 9 de 1913. Tte. Coronel D. Pablo González. −Julimes, Chihuahua.
"Desmienta noticias alarmantes; situación igual; rebeldes siguen encerrados en la Ciudadela; yo acabo de
regresar de Cuernavaca trayendo dos mil hombres (bajo el mando del también oculto traidor Felipe Angeles) y
estamos preparando el ataque."

En vista de esto (dice en su libro "La Revolucion" el General Alfredo Breceda) el valiente jefe fronterizo
dirigió el siguiente mensaje al Gobernador Carranza, desde San Pablo Peoqui, Chihuahua, el día 11 de febrero
de 1913:

Señor don Venustiano Carranza. Saltillo, Coahuila. "En vista de noticias recibidas hoy de México y de
observaciones que comuniqué a usted en mi carta fechada en Meoqui el 5, salgo en estos momentos rumbo a
Coahuila, sin órdenes y sin aviso al Cuartel General de Chihuahua. Tte. Corl. Pablo González."

Pero, es histórico que al salir el 11 de febrero de 1913 de San Pablo Meoqui, su columna fue alcanzada por un
fuerte escuadrón federal que comandaba Joaquín Porras tratando de intimidarlo para que obedeciera las
órdenes de Rábago de concentrarse en Chihuahua, y don Pablo González volteó sus armas contra los federales
y allí se puede decir que se dispararon los primeros tiros de la Revolución Constitucionalista. Y continuó su
caminata rumbo a Coahulia en una odisea de 15 días, llegando a Monclova, Coahuila el 26 de febrero de
1913, para saber que ya desde el 22 había sido asesinado el Presidente Francisco I. Madero y el
Vicepresidente Pino Suárez por los esbirros de Victoriano Huerta, Felix Díaz, Manuel Mondragón, con la
complicidad comprobada documentalmente de Emiliano Zapata.

La decena trágica de don Francisco I. Madero fue descrita por la "Revista del Ejército y Marina" en su número
4, del 20 de Febrero de 1916, el extracto es como sigue:

DON FRANCISCO I. MADERO EN LA DECENA TRAGICA LA DECENA INFAME

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SUPREMA DESLEALTAD

A la una de la mañana del 9 de Febrero de 1913, en la escuela militar de San Fernando, todo era movimiento:
los jóvenes aspirantes habían recibido órdenes de los oficiales, para enlistarse de momento y marchar a la
Capital de la República, disque a reprimir una asonada. Poco después de la hora mencionada, los artilleros del
2o Regimiento de guarnición en Tacubaya, despertaban al toque de diana. Escucharon la consigna de tomar
equipo de combate y emprender salida rumbo a la Ciudad de México. Ambas corporaciones fueron escogidas
por el Gral. Manuel Mondragón, está perfectamente probado que el menguado General fue el autor intelectual
del cuartelazo del 9 de Febrero, el mismo individuo que prostituyó al ejército, mediante procedimientos
arteros, a la deslealtad. Habiendo perdido el patrocinio del General Díaz, necesitaba encumbrarse por
cualquier medio a un sitio gubernativo en el que el oro manara a raudales y le concediera todo el poder que
años atrás había disfrutado.

Artilleros y aspirantes de la caballería, se presentaron muy de mañana frente a la prisión de Santiago,


reclamando la liberación del General Bernardo Reyes. Dicha casa de reclusión militar fue incendiada en el
transcurso de la mañana y muertos la mayor parte de los reos. Los astutos sublevados llevando a Mondragón y
a Reyes a la cabeza, continuaron su marcha hacia la Penitenciaría, donde a fuego de metralla, lograron la
libertad de Félix Díaz. Mientras se desarrollaban, los últimos sucesos, el Intendente del Palacio, Capitán de
Navío Adolfo Bassó Méndez, se ponía en comunicación con el Ministro de la Guerra General Angel García
Peña y con el Comandante Militar de la Plaza General Lauro Villar, para organizar la defensa de la residencia
oficial del Ejecutivo.

Así fue como al las 7:20 a.m. dichos Generales a las órdenes del Coronel Juan C. Morelos; los mismos
generales nombrados, procedieron a distribuir a leales en sitios estratégicos, con el objeto de repeler la
agresión de los amotinados. Al presentarse estos, capitaneados por el General Reyes, fueron recibidos con
nutrido fuego de fusilería. Los bravos García Peña, Villar y Bassó, disparaban certeros la dotación de sus
revólveres. En los primeros momentos de la terrible refriega, perecieron el Gral. Bernardo Reyes, por una
parte, y por la otra el Coronel Morelos. Heridos los Generales García Peña y Villar, la continuación de la
defensa quedó encomendada al General José María de la Vega. Los aspirantes que ocupaban la Catedral
depusieron las armas, poniéndolas a las órdenes del Supremo Gobierno; Félix Díaz y Mondragón, tomaron el
rumbo de la Ciudadela.

Tan pronto como la noticia detallada del cuartelazo llegó a Chapultepec, residencia privada del Señor Madero,
éste dispuso su violenta salida al lugar de los sucesos. Después de transmitir las órdenes más urgentes se
encaminó a caballo hacia el Palacio Nacional, acompañado de sus hermanos D. Ernesto y D. Gustavo, del
Ministro de Comunicaciones Ingeniero Manuel Bonilla y del Mayor López Figueroa. Formábanle escolta los
alumnos del Colegio Militar.

Caminando por la Avenida Juárez a la altura del Teatro Nacional, una patrulla de revoltosos, disparó sus
armas sobre el grupo que rodeaba al Ejecutivo, más con tal precipitación, sólo se tuvo que lamentar la
desgracia de algunos heridos. Los revoltosos desaparecieron y la comitiva presidencial continuó su marcha
por la Avenida de San Francisco llegando al fin, al Palacio, sitio en el que pocos momentos después se les
reunieron la mayor parte de los Secretarios de Estado. Donde en Consejo extraordinario se llegó a las
resoluciones siguientes:

Enviar a la Ciudadela al Mayor López Figueroa pidiendo la rendición de los rebeldes. Detenido éste por los
sublevados, lo sustituyó en la Inspección de Policía el Mayor Benjamín Camarena.

Suspender el servicio particular de telégrafos para el interior y el telefóno suburbano. Llamar al General
Vasconcelos, al traidor Blanquet de Toluca,a Medina Barrón, al 30 Batallón situado en Teotihuacán, al
numeroso cuerpo de voluntarios que comandaba en el Estado de Puebla el Coronel Ocaranza y por último, a
Rubio Navarrete.

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El Presidente deseando sofocar la rebelión salió a las 2 de la tarde para Cuernavaca, regresando el día 10 con
el General Angeles, Gobernador de Morelos. Sin darse punto de reposo asistió a una junta de Guerra a la que
concurrieron Cauz, San Ginés, Delgado, Angeles, Mass, el Coronel Castillo y el Judas de ese cenáculo
Victoriano Huerta. En dicha junta se decidió el plan de combate que se desarrollaría al día siguiente.

En la mañana del 11 se emprendió el ataque a la Ciudadela. A las diez de la mañana la ciudad escuchó el
primer cañonazo felicista. Dicho disparo señaló el principio del gran combate que duró ocho días que
parecieron eternos.

De acuerdo con el plan, cuatro poderosas columnas atacaron simultáneamente a la fortaleza infiel: por el norte
el General Cauz, por el sur el Gral. Mass y hacia el oriente y oeste las comandadas por los generales José M.
Delgado y Felipe Angeles.

Huerta, a quien se había otorgado el mando superior del Ejército, mandó debilitar dichos puntos hasta que al
fin fueron abandonados en manos enemigas.

Cerca del mediodía del 18, el Presidente Francisco I. Madero asistido por sus Ayudantes, celebraba acuerdo
con algunos de los Secretarios de Estado. (Cuan lejos estaba de que momentos antes, Huerta en connivencia
con Blanquet, Mass, Yarza, Rubio Navarrete, Garcia Hidalgo, etc. había determinado agregar al cuartelazo del
9 otro más inícuo). Presentáronse de improviso el Teniente Coronel Jiménez Riveroll y el Mayor Izquierdo
con gente del 29 intimando en nombre del Ejército la prisión del Sr. Madero. El impasible funcionario en
contestación disparó su revólver sobre el sayón. Y como si se tratara del suceso más natural, salió al balcón a
arengar a la guardia, ignorando que ésta había sido sustituida con hombres del fatídico Batallón citado.
Descendió en seguida por el elevador al patio de honor en donde ya lo asechaba Blanquet, quien pistola en
mano lo hizo prisionero.

Simultáneamente fueron aprendidos el Vicepresidente y la mayor parte de los Ministros, haciéndose otro tanto
con don Gustavo Madero en compañía de los Generales Francisco Romero y José Delgado.

Conseguido el aseguramiento de las primeras personalidades del Gobierno, el plan de los traidores pudo
desarrollarse en lo de adelante sin el menor tropiezo.

Se llevó a cabo en el resto del día la persecución contra algunos diputados del grupo "renovador", contra los
principales líderes maderistas y contra los politicos más connotados del régimen que se trataba de derrocar;
iniciáronse, al mismo tiempo, los preliminaresdel convenio, baldón de nuestra historia, conocido con el
nombre de "pacto de la Ciudadela". Las bases de éste nuevo Tuxtepec, fueron firmadas por Huerta y Félix
Díaz, asesorado el primero por Mass y el ingeniero Cepeda y el segundo por los licenciados Fidencio
Hernández y Rodolfo Reyes. Se intentaron, además, los primeros trámites para obtener la renuncia de los CC.
Presidente y Vicepresidente de la República. Las renuncias de los señores Madero y Pino Suárez fueron
llevadas, al fin, a la Cámara y discutidas en la sesión de la tarde del 19, aprobadas por mayoría: La del Sr.
Presidente por 123 votos contra la opinión de los viriles ciudadanos Escudero, Pérez, Rojas, Alardín y
Hurtado Espinoza y la del Vicepresidente por 118 votos afirmativos contra 10 de la negativa. ¡La traición fue
consumida y la ambición satisfecha!

Los ilustres prisioneros fueron confiados primeramente en uno de los departamentos de la Comandancia
Militar y trasladados, después a los de la Intendencia del Palacio. Allí permanecieron hasta el día 22, en que
sacados de su celda fueron conducidos al sacrificio. ¿Cómo fue éste?

La versión oficial de todos conocida, lo relató de un modo tonto y perverso; la voz de la calle lo refirió,
aproximándolo a la verdad, de mil maneras diversas, y el sicario Francisco Cárdenas que lo ejecutó, lo
describe en una de sus declaraciones en la forma siguiente:

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Ese día como a las seis de la tarde, me mandaron llamar a los salones de la Presidencia y hablé con mi
General Mondragón, quien me dijo: "Sabemos, Cárdenas, que usted es hombre y sabe hacer lo que se le
manda. El que mató a un Santanón, debe con facilidad matar a un Madero." El General después de escuchar
mi contestación afirmativa, me indicó que podría retirarme y que estuviera listo con mis hombres,
escogiéndolos de confianza, pues el primero que dijera una frase de lo que se iba a hacer sería fusilado.

Como a las ocho y media de la noche y cuando ya tenía mis hombres listos, se me mandó llamar por el mismo
General Mondragón, quien me ordenó que sacásemos a los Señores Madero y Pino Suárez de los
alojamientos donde se encontraban y los lleváramos a la Penitenciaría para que allí, en uno de los patios,
procediéramos a su ejecución. Despues de recibida esta orden, yo y mis hombres nos dirigimos a tomar a los
reos del lugar en que se hallaban. El Señor Madero incorporándose, me dijo encolerizado: "Qué van a hacer
conmigo, cualquier atropello que se haga, no será a mí sino al Primer Magistrado de la Nación". Nada
contesté, me limité a poner al Presidente entre los rurales y poco después hacía lo mismo con el Licenciado
Pino Suárez quien no protestó, pidiendo solamente se avisara a su familia sobre el sitio a donde se le llevara.

Salimos yo y mi gente con los prisioneros, cuando al pasar por uno de los pasillos que hay en el patio de
honor, el Sr. Madero protestó con energía y hubo un momento en que dio un bofetón en el rostro a uno de los
guardias que estaba más cerca de él. Los gritos de protesta continuaban y entonces me apresuré a
participarlo al General, comprendiendo que era expuesto sacarlo de allí con escándalo. En uno de los
salones de la Presidencia, creo que fue en el Amarillo, me encontré a los generales Victoriano Huerta y
Manuel Mondragón, así como a otras personas que no conocía y en seguida expuse lo que pasaba. Mi
General Mondragón mesándose con ira los cabellos, se levantó de su asiento y me dijo: "Llévelos a una
caballeriza y allí los remata." Esta orden la aceptaron las personas que con él estaban, agregando Huerta
esta frase: "Lo que ha de ser.... que sea". Esperaba nuevas órdenes cuando el General Mondragón,
encolerizado, exclamó: "Sobre la marcha"; luego salí de allí y poco después entrábamos a una de las
caballerizas. Los prisioneros, al ver aquéllo, comprendieron lo que les esperaba y protestaron con frases
duras para mi General Huerta. Más como la orden tenía que cumplirse, a empellones los hice entrar al
interior de la caballeriza donde los puse al fondo para que mis muchachos tiraran. El Vicepresidente fue el
primero que murió, pues al ver que se le iba a disparar comenzó a correr, di la orden de fuego y los
proyectiles lo clarearon hasta dejarlo sin vida, cayendo sobre un montón de paja. El Sr. Madero vio todo
aquéllo y cuando le dije que a él le tocaba, se fue sobre mí, diciéndome que no fuéramos asesinos, que se
mataba con él a la República. Yo me eché a reir y cogiéndolo por el cuello, lo llevé contra la pared, saqué mi
revolver y le disparé un tiro en la cara, cayendo en seguida pesadamente al suelo. La sangre me saltó sobre
el uniforme.

Muertos los dos, así lo participé al General Mondragón, quien metió la mano al bolsillo y me dio un rollo de
billetes agregando: "Eso es para usted y su gente". Después los pusimos en el automóvil y al llegar a las
calles de Lecumberri, bajé a mis guardias y ordené que dispararan sobre el vehículo. Los muchachos así lo
hicieron y poco después entregué los cadáveres al director de la Penitenciaría.

Lo anterior es, en esencia, el cínico relato del asesino; es la confesión inconsciente y descarada de un
malvado, hecha en momentos de excitación alcohólica a un policía confidencial, disfrazado de periodista.

¡Baldón para el menguado que esgrimió el arma homicida!

¡Maldición eterna para los directores intelectuales de tamaño delito!

Venustiano Carranza desconoce al Usurpador Victoriano Huerta el 19 de Febrero de 1913 y sabiendo que ya
está en Coahuila el Tte. Corl. Pablo González, sale hasta entonces de Saltillo y es en la Hacienda de
Guadalupe donde proclama El Plan de Guadalupe el 26 de marzo de 1913, bajo la protección y el amparo del
Tte. Corl. Pablo González, que se bate heróicamente en Monclova, en Candela, en Lampazos, en Bustamante,
en Gloria, en Aura, contra poderosas fuerzas federales huertistas de los Generales Joaquín Mass y Guillermo

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Rubio Navarrete.

El Plan de Guadalupe es un documento sencillo, severo; expresa con admirable precisión la finalidad
intrínsica de la lucha que empieza; por eso fue la resolución correcta del orden social y político porque ya no
era posible mediante el sistema de súplicas y ruegos que nadie oiría, sino como lo comprendió el Gobernador
Venustiano Carranza, tenía que ser un problema antes que todo, escencialmente militar. Fue por esto que, para
acabar radicalmente con el régimen de la usurpación, fue indispensable que surgiera avasalladora La
Revolución Constitucionalista.

El Gral. de División, don Pablo González Garza en uniforme de campaña cuando comandaba un
ejército de poco más de 100 mil hombres.

Para ello Don Venustiano Carranza cuenta en su inmensa labor de preparación y para llevar a feliz término la
campaña, con el contingente de muy valiosos elementos en el orden civil y militar, entre ellos ostensiblemente
figuró la relevante personalidad del entonces Teniente Coronel Pablo González Garza, de notables rasgos
morales que reveló al hombre conciente de sus deberes, de méritos indiscutibles conquistados en campaña
muy comentada por su eficacia y actividad, que fueron motivos justificados para que el Primer Jefe del
Ejército Restaurador Constitucionalista lo ascendiera al grado inmediato de Coronel. Y después don Pablo
González ganó bien sus insignias de General Brigadier, luego de Brigada, y por último de General de
División, convirtiéndose en Magnífico organizador, en El Brazo Derecho de Carranza, y en General en Jefe
del Cuerpo de Ejército del Noreste, luego del Oriente, siendo su lealtad a la causa y su aguerrida actividad el
que obtuvo para Venustiano Carranza y el Constitucionalismo el triunfo sobre el Usurpador Victoriano Huerta
y no Alvaro Obregón, y sobre el traidor hipócrita agrarista Emiliano Zapata; siendo además, a el General
Pablo González Garza a quien don Venustiano Carranza debió alcanzar la Presidencia de la República y hacer
posible que se Promulgara la Constitución de 1917.

Así, ante la verdadera historia de la Revolución, quedaron íntimamente ligados, Madero, Carranza, Pablo
González, El Plan de Guadalupe, y la Constitución de 1917.

VIDA Y MUERTE DE LA REVOLUCIÓN CUBANA

Con el título de "Vida y muerte de la revolución cubana", se publicó recientemente por la editorial Fayard, de
París, un libro en que su autor hace un estudio cuidadoso y detallado del proceso revolucionario cubano. En la
presentación del libro dicen sus editores franceses:

"¿Puede uno encontrar un testigo mejor? Formando parte desde la edad de 17 años de la guerrilla junto a Fidel
Castro y de Ernesto "Che" Guevara, el coronel Dariel Alarcón Ramírez, con el nombre de guerra "Benigno",
se sintió ebrio con la revolución victoriosa antes de asumir responsabilidades oficiales en el corazón mismo
del régimen. Poco a poco llegó a dirigir las Escuelas especiales de entrenamiento de extranjeros, infiltrado en
una guerrilla contra− revolucionaria, jefe de la policía militar en La Habana, del Batallón de Seguridad del
Estado Mayor, de las Prisiones, ha tratado íntimamente a todos los dirigentes cubanos y participado en todas
las campañas de desestabilización en países extranjeros".

"Hoy ha decidido hablar. ¿Qué ha pasado exactamente durante esos cuarenta años? ¿Cuándo y en qué
momento la revolución se convirtió en una tiranía? ¿Cuál es la situación actual en la isla?"

"El testimonio lúcido y apasionado de este hombre fiel a la memoria del "Che" es abrumador".

PRÓLOGO

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La publicación de este libro constituye un acto político, el testimonio de mi ruptura con el régimen de Fidel
Castro. El lector se preguntará cómo un cambio tan radical y rápido se pudo producir en un hombre que luchó
en las filas de la revolución cubana desde el desembarco del Granma, que luchó junto al Che Guevara en
África y en Bolivia. Por eso hace falta que se inicie este libro con una breve explicación.

Fidel y la muerte del Che

En mi caso no se trata de un cambio repentino puesto que mi visión empezó a transformarse en 1968, cuando
regresé de Bolivia después de la muerte del Che y de casi todos nuestros compañeros. Fui entonces a ver, para
hacerles algunas preguntas, no solamente a Fidel Castro, sino también a los otros responsables del asunto de
Bolivia. Mis preguntas eran bien simples: ¿No pudo Cuba enviar a alguien a Bolivia para saber dónde nos
encontrábamos? ¿Cómo pudieron sacar de allí y mandar a Francia a Renán Montero, el único contacto con el
exterior con el que contábamos? ¿Por qué continuaron enviando mensajes por radio pidiendo noticias nuestras
sin hacer nada por ayudarnos?

Las respuestas que obtuve, lejos de convencerme, me hicieron comprender que algo muy importante se me
ocultaba. Trabajando después para el Ministerio del Interior, y con el conocimiento de muchos agentes de
información, que miembros de la KGB (en particular el teniente coronel hispano−soviético llamado Ángel,
que colaboraba con los cubanos a cambio de ron y de tabacos), que a mediados de noviembre el secretario
general del Partido Comunista boliviano, Mario Monje, había ido a la Unión Soviética. De allí fue a Cuba, y
luego volvió a la Unión Soviética, donde pasó unos días a fines de ese mismo mes. De esa manera se ve que
Monje no regresó a Bolivia sino después de ver a Fidel Castro y de entrevistarse con la alta jerarquía
soviética.

Fue en ese momento que Monje y su Partido se negaron a unirse a la lucha armada del Che. Fidel,
perfectamente informado de esa situación, le ha mentido a nuestro pueblo durante muchos años. Y lo más
escandaloso es que, después de haber enviado al Che a hacerse matar en los bosques bolivianos haya hecho
del Che una bandera para pedirle a los cubanos que trabajen, sabiendo, como sabe, que el pueblo cubano ha
tenido siempre devoción por Ernesto, y que lloraba su muerte. Todo eso no le quita la culpabilidad al señor
Mario Monje, junto al movimiento de liberación boliviano, pero la de Fidel Castro y la de los soviéticos está
unida a la anterior.

La ambición de Fidel Castro ha sido siempre parecer un Sucre, un Bolívar o un San Martín, y aun más grande
que ellos, pero en realidad él no ha hecho más que traicionar a la América Latina. Otro ejemplo de esa traición
se evidencia en su actitud frente a México, el único país que siempre ha mostrado amistad por Cuba. Fidel ha
dicho que jamás le ofrecerá ningún tipo de ayuda a los organizaciones oposicionistas mexicanas, de las que yo
personalmente, a petición del Frente América, he entrenado a algunos de sus miembros en Cuba, y he dado
conferencias sobre mis experiencias con el Che.

De esa manera, se iba aclarando a mis ojos que mi revolución tomaba un camino bien extraño. Nosotros
repetimos con frecuencia que Cuba estaba en las manos de los norteamericanos, pero nosotros mismos la
habíamos convertido en presa del así llamado campo "socialista", y esa política ha impedido nuestro
desarrollo hasta el punto de poner en peligro la revolución, desviando todas nuestras riquezas hacia ese campo
socialista.

Me fui dando cuenta cuánta razón tenía el Che al denunciar esas situación. Él fue acusado de trotzkista y de
maoísta, lo que dio lugar a serias discusiones con Fidel, y que fue una de las razones por las que se decidió a ir
a luchar en suelo africano. Y cuando volvimos de África, en parte yo entendí por qué no tenía él deseos de
regresar a Cuba, y era por los problemas que había tenido con el gobierno cubano, y más particularmente con
Fidel y Raúl Castro.

Fidel y el MC (Moneda Convertible)

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Cuba vio surgir situaciones difíciles por la formación de departamentos como el MC, el departamento de
monedas convertibles, cuya misión era de hacer entrar en el país divisas, y que estaba dirigido por el coronel
Antonio de la Guardia, más conocido por el diminutivo de Tony. Bajo la dirección de Fidel y del ministro del
Interior, José Abrante Fernández, Tony tuvo autorización para emprender todo tipo de negocios en Cuba y en
el extranjero. Uno de sus primeros pasos fue el de ponerse en contacto con Robert Vesco, un narcotraficante
norteamericano a quien hizo ir a Cuba, donde invirtió mucho dinero. Ese individuo poco a poco se convirtió
en uno de los dueños de la isla donde continúa viviendo en la actualidad. El 10 de junio de 1995 los Estados
Unidos pidieron su extradición, pero el gobierno cubano lo ha protegido alegando que también está pendiente
de un juicio Cuba, por lo que prefirió deshacerse de un sobrino del expresidente Richard Nixon que también
estaba comprometido en aquellos negocios.

El asesinato del general Ochoa

Parecido al caso de Tony de la Guardia y de su hermano Patricio, fue el de Arnaldo Ochoa, autorizado para
hacer todo tipo de negocios en el continente africano. Así nos sorprendió terriblemente ver fusilar a Tony y a
Arnaldo por operaciones que ellos habían realizado a instancias del gobierno de Fidel Castro. Se trataba pura
y sencillamente de salvarle la cara a Fidel cuando se viera claro que los norteamericanos tenían elementos
suficientes para probar la participación de altos funcionarios cubanos en el tráfico de estupefacientes. Esos
compañeros, Tony de la Guardia y Ochoa, hijos de nuestro pueblo, fueron sacrificados para salvarle la cara a
Fidel. No soy yo el único que ha visto claro este asunto: todo el pueblo cubano se siente dolido puesto que a
Arnaldo todos lo querían. Por mi parte, yo lo había conocido el mismo día que entré a formar parte del
Ejército Rebelde, y fuimos hermanos de armas hasta el triunfo de la revolución.

Raúl Castro, en el discurso que pronunció en el juicio de Arnaldo Ochoa, dijo que éste había cometido errores
graves desde los años 70. Teniendo en cuenta que en Cuba la inmoralidad existe a todos los niveles, uno no
puede desechar la idea de que Arnaldo no hay cometido algunos actos dudosos basado en el gran poder que se
le concedió. Y así, los cubanos se preguntaban que, si eran ciertas las palabras de Raúl, cómo Ochoa que
entonces no era nada más que comandante pudo mantener su puesto en el Comité Central, y en 1974 fue
ascendido a general de brigada y después a general de división, y nombrado primer Héroe de la República
conjuntamente con el general Abelardo Colomé Ibarra, llamado "Furri". Puesto que Arnaldo y "Furri" fueron
escogidos para esos honores uno no puede menos que preguntarse sobre la gravedad de los errores y las faltas
cometidas por los otros dirigentes del país.

El viejo imperialismo de España

Nos dimos cuenta de que el gobierno cubano denunciaba vivamente las injerencias extrajeras en el país antes
de la revolución, pero que pasaba el tiempo e iba vendiéndole la isla a los mismos que antes nos tenían
esclavizados: los españoles. No tengo nada contra los españoles, pero me resisto a verlos poseer tan gran parte
de nuestras riquezas (¿No controlan ya toda la producción de tabaco?). Es una aberración indignante que un
ciudadano cubano tenga que recurrir al mercado negro para satisfacer ese gusto (los gobernantes, por
supuesto, tienen todo lo que quieren).

De manera progresiva todas nuestras riquezas van pasando a manos extranjeras. En la actualidad el cubano no
tiene más derecho que el de cumplir con su trabajo y someterse a la voluntad de Fidel mientras que a un
turista le basta desembarcar en Cuba para reinar sobre toda la isla. Un cubano no tiene derecho a invertir un
solo centavo (excepto si ha recibido una herencia, y esto desde hace poco); mientras que un extranjero puede,
sea cual sea su ideología, hacer cuantos negocios quiera.

"¿Hasta cuándo?" se preguntan las FAR

Todo eso me ha llevado a reflexionar también sobre mi propia vida. Me di cuenta de que todo el tiempo yo
había sido manipulado, que mis sacrificios habían sido utilizados para beneficio de esos señores que hoy son

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los dueños de Cuba, cuyas familias salen a viajar a Panamá, al Canadá, a México, a Europa, a precio del sudor
de los hombres que se levantan a las tres de la madrugada para ir a cortar caña de azúcar. El pueblo cubano ve
y comprende todo eso, pero vive bajo un temor tal que no osa protestar. Hoy por hoy hay en Cuba un terror
inmenso, y nosotros los militares hemos sido manipulados para imponer ese terror −−aunque yo puedo
afirmar, sin temor a equivocarme, que más del 90% de las fuerzas armadas cubanas no están de acuerdo con el
gobierno ni con Fidel Castro. He hablado con miles de militares y todos se preguntan lo mismo, "¿Hasta
cuándo? ¿Cuáles son las intenciones de Fidel?" Lo que domina el pensamiento de todo el pueblo es que hace
falta un cambio político, pero nadie lo dice puesto que en Cuba una sola frase puede ser suficiente para que lo
denuncien a uno como contrarevolucionario.

Hoy yo siento la vergüenza de no haber dicho antes todo lo que afirmo hoy. Pero sin tratar de justificarme yo
no puedo olvidar lo difícil que me fue dar el paso necesario. Lo que más me hace sufrir es haber yo mismo
participado en la destrucción del pueblo cubano...

CASTRO Y LAS GUERRILLAS DE MÉXICO

Por su especial interés en relación con la actividad guerrillera y terrorista que existe en la actualidad en
México, se transcriben aquí, del mismo libro que lo anterior, pasajes de las declaraciones del teniente coronel
Dariel Alarcón Ramírez ("Benigno"). En estas páginas se refiere a la entrevista televisada de la periodista
noreteamericana Bárbara Walters con Fidel, en la que éste le negó que en Cuba estuvieran recibiendo
instrucción y adoctrinamiento numerosos guerrilleros mexicanos; dice:

Me indigné al ver esa entrevista toda vez que yo tenía conocimiento de ciertas noticias que no publicaba la
prensa cubana, pero que las autoridades le daban la mayor importancia. Yo recibía lo que llamaban "síntesis
de despachos", una pequeña revista publicada por el Comité Central con noticias a las que no tenía acceso el
pueblo. Fue así que me enteré de lo que decían los Estados Unidos sobre dicho asunto [sobre el entrenamiento
de guerrilleros en territorio cubano]. Pero yo sabía que por lo menos en dos lugares de Cuba se les daba
entrenamiento a los mexicanos: veinticuatro en PETI l, en la sierra del Rosario, en la provincia de Pinar del
Río, y otro grupo en Punto Cero, en Guanabo. Se me había pedido por el Frente América que, puesto que yo
tenía experiencia de guerrillas, y por mis contactos con los movimientos subversivos latinoamericanos, que
fuera a esos lugares a pasar un día con aquellos extranjeros a contarles mis experiencia junto al Che, etc. De
esa manera que en dos oportunidades fui a PETI 1 y en una a Punto Cero para instruir a los mexicanos que se
preparaban para la lucha clandestina. Allí se les ensañaba cómo realizar trabajos ideológicos en las
poblaciones, pero también se les enseñaba a aquellos militantes cómo preparar todo tipo de explosivos,
romper todo tipo de cerraduras, fabricar bombas y en particular trampas? teléfonos, interruptores eléctricos,
muestras, plumas estilográficas, etc. Se les daban cursos de espionaje y de seguridad personal. No se me
mandó ir al Punto Cero para enseñar, ya que no estaba suficientemente preparado en esos asuntos, sino porque
allí se enteraron de que había estado en PETI 1 y también querían conocerme. Sabía que en ese grupo
figuraban dos dirigentes de la lucha clandestina cuyos seudónimos ahora no recuerdo. Fue por ese motivo que
la entrevista por televisión [de Fidel con Bárbara Walters] me indignó de tal manera, y más aún al ver la
miradas de duda que él le dirigía a la periodista, y su sonrisa irónica. Me daban ganas de ir a donde estaban y
de decirle a ella: "Fidel es un mentiroso. Yo le puedo mostrar a usted dónde en este mismo instante se están
entrenando los mexicanos".

Mi indignación era tan grande que no pude dormir esa noche y me pasé todo el tiempo conversando con mi
mujer y diciéndole hasta qué punto se mentía, y la pena que me daba por el aprecio que le tengo al pueblo
mexicano. Es bien sabido que en una guerra revolucionaria hay que saber mentir al enemigo, pero jamás a su
mejor amigo, y México había demostrado año tras año, en todas las reuniones internacionales, y en toda
circunstancia, que era el único amigo verdadero de Cuba en toda la América Latina. Aunque las diferencias
políticas podían traer problemas, México siempre se portó con nosotros de manera leal, y nosotros le
pagábamos a ese país con una traición. Y me preguntaba a mí mismo: "¿Serán todos los movimientos
revolucionarios un mito? ¿Descansan todos en la mentira? ¿Será necesario decirles a los que creen en ese

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mito: 'no se embarquen en tal aventura, toda ella es una mentira'".

Es posible que agentes de la CIA estuvieran mezclados con esa gente [con los guerrilleros], pero eso es otro
asunto, pues si es cierto de que se han descubierto operaciones de espionaje en las que han estado
involucrados funcionarios mexicanos, jamás en ellas ha estado presente el gobierno de México. No voy a
decir que todos los mexicanos son puros, los hay que se venden por dinero, pero no se puede acusar al
gobierno mexicano de traición respecto a Cuba, a pesar de que el gobierno cubano ha traicionada a México y
siempre le ha mentido.

Respecto a los mexicanos [en entrenamiento] puedo decir que encontré entre ellos un gran fervor
revolucionario, un deseo grande por lograr algo, una actitud seria. Y me complacía ver que no se plegaban a
nuestra manera de ser. Decían honradamente: "Nosotros somos más del norte que de Caribe, y si tenemos una
costa caribeña, nuestras costumbres no son iguales que las de ustedes. Nuestro pueblo es distinto del pueblo
cubano.

Entre ellos se encontraban indios y mestizos, pero no blancos. Los que tenían la piel más clara (como el
comandante Marcos) mostraban la huella de su ascendencia indígena. Había sobre todos indios de pura
sangre, aztecas de piel oscura, con el cabello espeso y duro, las narices chatas, el cuerpo bajo y redondo...

SOBRE LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO

"Todas las luchas revolucionarias del mundo tienen por objetivo tomar el Poder y consolidarlo" Mao Tsetung.

Sintetizando experiencias de 100 años de lucha de la clase obrera y la revolución mundial, en 1948, el
Presidente Mao Tsetung escribió:

"Para realizar la revolución, hace falta un partido revolucionario. Sin un partido revolucionario, sin un partido
revolucionario creado sobre la teoría revolucionaria marxista−leninista y en el estilo revolucionario marxista−
leninista, es imposible conducir a la clase obrera y las amplias masas populares a la victoria en la lucha contra
el imperialismo y sus lacayos. En más de 100 años transcurridos desde el nacimiento del marxismo, sólo
gracias al ejemplo que dieron los bolcheviques rusos al dirigir la Revolución de Octubre y la construcción
socialista a al vencer la agresión del fascismo, se han formado y desarrollado en el mundo partidos
revolucionarios de nuevo tipo. Con el nacimiento de los partidos revolucionarios de este tipo, ha cambiado la
fisonomía de la revolución mundial. El cambio ha sido tan grande que se han producido, en medio del fuego y
el trueno, transformaciones del todo inconcebibles para la gente de la vieja generación... Con el nacimiento
del Partido Comunista, la fisonomía de la revolución china tomó un cariz enteramente nuevo. Acaso no es
suficientemente claro este hecho?" (lo destacado es de nuestro Partido).

He aquí magistralmente condensada la cuestión del Partido: su necesidad y su construcción como partido de
nuevo tipo que concreta y da rumbo preciso a la revolución mundial y de cada país, en función de la clase
obrera y su emancipación.

Tener en cuenta tres cuestiones:

1) La necesidad del Partido, que es el problema de la toma del Poder para la clase obrera;

2) La construcción del Partido, que es el problema de su construcción en un país semifeudal y semicolonial en


el cual la clase obrera y sólo ella a través de su Partido puede dirigir la revolución democrático−nacional; y,

3) La lucha interna, que es el problema de que el Partido se desenvuelve en medio de la lucha de dos líneas en

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su seno, lucha sobre la cual se sustenta la unidad y cohesión partidarias.

Y estas tres cuestiones exigen tener en cuenta: en primer lugar el marxismo, esto es la teoría y la práctica, la
experiencia del marxismo en el problema de la construcción partidaria, las grandes enseñanzas sistematizadas
por Marx y Engels, Lenin y Stalin y el Presidente Mao Tsetung. En segundo lugar la construcción del Partido
en nuestro propio país... Y, en tercer lugar la situación actual en que se desenvuelve la construcción del
Partido de la clase obrera en nuestro país.

EL MARXISMO Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO

A mediados del siglo XIX con la aparición del marxismo, la clase obrera insurgió como la nueva clase y la
última de la historia; con el "Manifiesto del Partido Comunista" el proletariado enarboló el programa que
llevará a la humanidad hacia un Nuevo Mundo, la sociedad comunista, la Sociedad Sin Clases. Este es el
programa y el camino que necesariamente todos los hombres seguiremos bajo la dirección del proletariado
concretada en su Partido. No hay otro camino para las clases, no hay otro camino para la humanidad; la
historia mundial lo comprueba fehacientemente; y, la Revolución de Octubre, la Revolución China y otras, el
ascendente movimiento de liberación nacional, la marcha persistente de la clase obrera internacional y sus
partidos revolucionarios son parte de ese camino inexorable, camino que en los 50 ó 100 años venideros se
desarrollará decisivamente en grandes luchas que estremecerán la Tierra, como enseña el Presidente Mao
Tsetung.

MARX Y ENGELS Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO

Marx y Engels fundaron la concepción de la clase obrera, el marxismo; y hasta ellos se remontan macizas
verdades que no podemos abandonar, así el principio de la lucha de clases para comprender el mundo y
transformarlo, la violencia como partera de la historia, la dictadura del proletariado y la necesidad de la
transformación revolucionaria de la vieja sociedad a través de un largo proceso histórico, entre otras. Pero
además, y a veces no se resalta suficientemente, Marx y Engels concretaron sus tesis en la necesidad de la
construcción del Partido de la clase obrera como instrumento indispensable para pugnar por sus intereses de
clase. Así, en medio de ardua lucha contra viejas concepciones anarquistas de profunda esencia burguesa,
lograron sentar en los Estatutos de la Internacional en 1884 y 1872:

"En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más
que constituyéndose él mismo en partido político y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por
las clases poseedoras".

"Esta constitución del proletariado en partido político es indispensable para asegurar el triunfo de la
revolución social y de su fin supremo: la abolición de las clases."

"Puesto que los señores de la tierra y del capital se sirven siempre de sus privilegios políticos para defender y
perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo, la conquista del Poder político se ha
convertido en el gran deber del proletariado."

Marx y Engels partieron de que los obreros deben luchar ellos mismos por su emancipación como clase y que
la emancipación económica del proletariado es "el gran fin al que todo movimiento político debe ser
subordinado como medio", plantearon la necesidad que tiene la clase obrera de organizarse como Partido
Político para luchar por sus propios intereses de clase, para tomar el Poder y así, en consecuencia, servir a su
meta, al cumplimiento de su meta histórica: la abolición de clases y la construcción de una nueva sociedad sin
explotadores ni opresores.

Asimismo sentaron que la clase obrera se organizaba "en partido político distinto y opuesto a todos los
antiguos partidos políticos..." Esto porque la clase obrera al organizarse como partido político lo hace

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tomando como sustento su concepción de clase, el marxismo: porque tiene su propio programa, el que Marx y
Engels sentaron en el Manifiesto, que lleva a los comunistas a hacer "valer los intereses comunes a todo el
proletariado, independientemente de la nacionalidad" y a que "en las diferentes fases del desarrollo porque
pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su
conjunto", sujetándose constantemente a su concepción de clase que se puede resumir "en la fórmula única:
abolición de la propiedad privada". De esta forma planteaban la construcción de un partido "distinto y
opuesto" que sirviera a la unión de la clase que la revolución demandaba: o en sus propias palabras:

"Para asegurar el éxito de la revolución es necesaria la unidad del pensamiento y de la acción. Los miembros
de la Internacional tratan de crear esta unidad por medio de la propaganda, la discusión y la organización..."

Además el desarrollo y la lucha del Partido del proletariado los concebían ligados a la etapa de la revolución y
en modo alguno desligados de este problema fundamental. Marx planteaba que en Alemania la revolución de
la clase obrera dependería de respaldarla "con una segunda edición de la guerra campesina", mientras Engels
sustentaba: "En un país agrario, es una bajeza alzarse exclusivamente contra la burguesía en nombre del
proletariado industrial, sin mencionar para nada la patriarcal `explotación del palo' a que los obreros rurales se
ven sometidos por la nobleza feudal." Por tanto, como Lenin resaltara:

"Mientras en Alemania no estuvo terminada la revolución democrática (burguesa), Marx concentró toda la
atención, en lo que se refiere a la táctica del proletariado socialista en impulsar la energía democrática de los
campesinos."

Finalmente Marx Y Engels, libraron intensa y gran lucha por la construcción del Partido del proletariado;
largos años invirtieron en combatir contra el anarquismo hasta convertir el marxismo en concepción
reconocida de la clase obrera y en sustento de su organización política. Marx y Engels tuvieron que
enfrentarse a las maquinaciones de Bakunin y su grupo que "encubriéndose con el anarquismo más
extremista, no dirige sus golpes contra los gobiernos existentes, sino contra los revolucionarios que no aceptan
su ortodoxia y su dirección"; que "se infiltran en las filas de la organización...e intenta al principio apoderarse
de su dirección; pero cuando fracasa su plan, trata de desorganizarla"; que "organiza...sus pequeñas sectas
secretas"; que "ataca públicamente en sus periódicos a todos los elementos que se niegan a someterse a su
voluntad"; que "no retrocede ante ningún medio, ante ninguna deslealtad; la mentira, la calumnia, la
intimidación y las asechanzas le convienen por igual." En síntesis, contra el anarquismo que tras todas sus
mascaradas de izquierdismo radicaloide y altisonante esconde su esencia derechista y su economicismo que
niega la política de clase del proletariado.

Lucha que también libraron posteriormente, contra desviaciones derechistas y el oportunismo en el seno de los
partidos socialdemócratas, especialmente el Alemán por sus negaciones de los principios de la clase y por las
deformaciones burguesas del programa político. Esta como la anterior lucha la libraron en defensa de la
unidad, demandando que "se debe tener el valor de renunciar a los éxitos inmediatos en aras de cosas más
importantes", enseñando la autocrítica y el enjuiciamiento serio de los errores y, lo que debe resaltarse mucho,
señalando la raíz de la lucha y de la escisión:

"Por lo demás, ya el viejo Hegel decía que un partido demuestra su triunfo aceptando y resistiendo la escisión.
El movimiento proletario pasa necesariamente por diversas fases de desarrollo, y en cada una de ellas se
atasca parte de la gente, que ya no sigue adelante. Esta es la única razón de que en la práctica la solidaridad
del proletariado se lleve a cabo en todas partes por diferentes grupos de partido que luchan entre sí a vida o
muerte, como las sectas cristianas del imperio romano en la época de las peores persecuciones."

Estas son cuestiones fundamentales que Marx y Engels nos enseñaron con relación a la necesidad del Partido,
su construcción y desarrollo en lucha. Esta es una parte muy importante del socialismo científico, de la propia
teoría de los clásicos fundadores que muchas veces no se recuerda y hasta se omite. Si Marx y Engels no
hubieran planteado estos problemas su gigantesca tarea no hubiera tenido sentido ni concreción. Pero, como

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es muy necesario reiterar, desde su aparición la concepción científica de la clase obrera, el marxismo, planteó
y resolvió el problema del Partido; lo que sucede es que, como en otros campos del marxismo, esta teoría y
práctica revolucionaria sobre la necesidad del Partido, su construcción y la lucha de dos líneas en su seno, ha
sido desarrollada sintetizando las grandes experiencias posteriores de la clase obrera internacional, labor que
han cumplido a nivel mundial Lenin y el Presidente Mao Tsetung.

LENIN Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO DE NUEVO TIPO

El siglo XX nos trajo el imperialismo fase superior y última del capitalismo, en ella la clase obrera toma el
Poder y lo consolida. Lenin retomando las viejas tesis revolucionarias de Marx y Engels, que el viejo
revisionismo quiso destruir las desarrolló elevándolas a la etapa del marxismo−leninismo. Qué implicancias
tiene este desarrollo del marxismo para la construcción del partido del proletariado? Lenin, consciente de que
había llegado a la etapa del asalto al Poder y de la dictadura del proletariado resaltó la necesidad del partido
para transformar la sociedad; su gran divisa nos lo demuestra:

"Dadnos una organización de revolucionarios y removeremos a Rusia en sus cimientos."

Para Lenin cambiar el mundo exige del Partido y éste tiene un programa que, según sus propias palabras,
"consiste en la organización de la lucha de clases del proletariado y en la dirección de esta lucha cuyo objetivo
final es la conquista del Poder político por el proletariado y la organización de la sociedad socialista."

Comprendiendo, como nadie en su tiempo, la necesidad de la organización del proletariado en cuya


organización reside su fuerza, Lenin sentó las siguientes tesis que ningún comunista puede olvidar:

"El proletariado no dispone, en su lucha por el Poder, demás arma que la organización. El proletariado,
desunido por el imperio de la anárquica competencia dentro del mundo burgués, aplastado por los trabajos
forzados al servicio del capital, lanzado constantemente `al abismo' de la miseria más completa, del
embrutecimiento y de la degeneración, sólo puede hacerse y se hará inevitablemente una fuerza invencible
siempre y cuando que su unión ideológica por medio de los principios del marxismo se afiance mediante la
unidad material de la organización, que cohesiona a los millones de trabajadores en el ejército de la clase
obrera. Ante este ejército no se sostendrá ni el poder decrépito de la autocracia rusa ni el poder caducante del
capitalismo internacional. Este ejército estrechará sus filas cada día más, a pesar de todos los zigzages y pasos
atrás, a pesar de las frases oportunistas de los girondinos de la socialdemocracia contemporánea, a pesar de los
fatuos elogios del atrasado espíritu del círculo, a pesar de los oropeles y el alboroto del anarquismo propio de
los intelectuales."

Los comunistas y los revolucionarios peruanos debemos atender estas palabras hoy para nosotros más
preciosas que nunca. Resaltamos en ellas: en primer lugar, la lucha por el Poder demanda la organización del
proletariado y es tal su importancia que deviene su arma única: en segundo lugar, pese a todas las dificultades
que le impone la explotación, si tomando el marxismo como guía y base de unión ideológica la concreta
cohesionando sus filas en la organización el proletariado será invencible; en tercer lugar, contra el ejército
organizado del proletariado no podrá mantenerse el poder reaccionario en una nación ni el imperialismo ni el
socialimperialismo a nivel mundial; en cuarto lugar, la clase obrera organizada cohesionará más y más sus
filas contra las asechanzas siniestras del revisionismo contemporáneo, avanzará pese al espíritu de grupo y
secta evidentemente caducos y marchará a pesar de la renuencia organizativa y la palabrería declamatoria del
"anarquismo propio de intelectuales".

Así Lenin se planteó el problema de la construcción del partido, de su necesidad y desarrollo en lucha y de su
construcción ideológica y política y organizativa.

Más esto no es todo, en "Un paso adelante, dos pasos atrás" sentó las tesis organizativas del Partido, cuyo
magistral resumen tomamos de la vieja y gran "Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS", de

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la de Stalin:

1) El Partido es un destacamento de la clase obrera, una parte de ella. Pero es destacamento de vanguardia que
va adelante, que dirige: es destacamento consciente, que conoce las leyes del proceso revolucionario; y es
destacamento marxista, que se sustenta firmemente en la concepción revolucionaria de la clase obrera.

2) El Partido es un destacamento organizado, es un sistema de organizaciones que "como destacamento de


vanguardia de la clase obrera, reúne el máximun de organización posible y sólo acoge en su seno a aquellos
elementos que admitan, por lo menos, un grado mínimo de organización" por ello tiene una disciplina propia
obligatoria para todos sus miembros.

3) El partido es "la forma más alta de organización" del proletariado llamada a dirigir a las demás
organizaciones de la clase para cuyo fin cuenta con estar compuesta por los mejores hijos de la clase
(pertrechados con el marxismo, conocedores de las leyes de la lucha de clases), y con la experiencia de la
clase obrera mundial y la suya propia.

4) "El Partido es la encarnación de los vínculos que unen al destacamento de vanguardia de la clase obrera con
las masas"; por tanto no vivirá ni desarrollará desvinculado de las masas y, por el contrario, su vida y
desarrollo demandan "multiplicar sus vínculos con las masas y conquistarse la confianza de las masas"

5) El partido debe organizarse sobre el centralismo democrático, con estatutos únicos y con una disciplina
igual para todos y "con un sólo órgano de dirección a la cabeza, a saber: el Congreso del Partido y, en los
intervalos entre congreso y congreso el Comité Central, con la sumisión de la minoría a la mayoría, de las
distintas organizaciones a los organismos centrales, y de las organizaciones inferiores a las superiores".

6) Para mantener la unidad en sus filas el Partido requiere de una disciplina única e igual para todos: unidad
que demanda gran atención, pues como dijera Stalin "el camarada Lenin nos legó que cuidásemos la unidad
del Partido como de las niñas de los ojos"

Estas tesis y las anteriores las debemos tener muy presentes los comunistas y los revolucionarios peruanos,
pues todas ellas son vitales. Otro problema de extraordinaria importancia tratado por Lenin, es el de la
clandestinidad, cuestión que entre nosotros se confunde con ocultismo, con la política del avestruz. Lenin
planteó la necesidad de un Partido clandestino, como un sistema de organizaciones altamente centralizado a
fin de poder contar constantemente, en toda circunstancia, con un "estado mayor" capaz de conducir la
revolución, mantener sus banderas y pugnar por ellas pese a la represión y a la persecución. La clandestinidad
sirve, pues, para ser del Partido "una maquina de combate" que persevera indomable hacia su meta de tomar el
Poder para cambiar el mundo sin desligarse jamás de las masas. Por necesidades de la propia lucha en nuestro
país debemos resaltar algunos puntos sobre este complejo problema: aquí, es particularmente importante,
tener una clara idea de en qué consiste el arte de la organización conspirativa. Lenin, con sus propias palabras,
en "Carta a un camarada sobre nuestras tareas de organización", folleto del cual se perora pero cuyas normas
no se entienden ni menos se aplican, nos dice:

"Todo el arte de la organización conspirativa debe consistir en saber utilizar a todos y todo, en dar `trabajo a
todos', y al mismo tiempo mantener la dirección de todo el movimiento, no por la fuerza del poder, se
entiende, sino por la de la autoridad, de la energía, por la mayor experiencia, variedad de conocimiento y
talento." En el mismo folleto, en contra de quienes entienden la clandestinidad como algo rígido y mecánico,
Lenin planteó: "Además, el grado de clandestinidad y la forma orgánica de los diversos círculos, dependerá de
la naturaleza de sus funciones: por consiguiente, las formas de organización serán las más variadas (desde el
tipo de organización más `estricto', estrecho, cerrado, hasta el más `libre', amplio, abierto y poco
estructurado)." Consideramos esta cuestión de sumo interés para nuestra revolución en la actualidad pues hay,
reiteramos demasiado pensamiento mecanicista y no dialéctico al considerar estos problemas. Además,
señalemos que Lenin resaltó, con relación al trabajo clandestino, las cuestiones del trabajo secreto y el trabajo

17
abierto; veamos sus planteamientos expuestos en "El Partido clandestino y trabajo legal": "El problema del
partido clandestino y del trabajo legal de la socialdemocracia dentro de Rusia es uno de los principales
problemas de Partido; ocupa la atención del P.O.S.D.R. durante todo el período siguiente a la revolución (se
refiere a 1905) y ha dado lugar a la más violenta lucha dentro de sus filas. En torno de este problema se ha
desarrollado principalmente la lucha de los liquidadores contra los antiliquidadores... La Conferencia de
diciembre de 1908...fijó con claridad en una resolución especial el criterio del Partido sobre las cuestiones de
organización: el partido se compone de células socialdemócratas clandestinas que deben crearse 'puntos de
apoyo para el trabajo entre las masas', en forma de una red, lo más amplia y ramificada que sea posible, de
sociedades obreras legales." Y destacando las relaciones del trabajo clandestino y legal: "La conclusión
principal de la apreciación que nuestro partido tiene del momento es que la revolución es necesaria y se
aproxima. Han cambiado las formas de desarrollo que conducen a la revolución, pero las viejas tareas de la
revolución siguen en pie. De ahí las conclusiones; las formas de la organización deben cambiar, las 'células'
tienen que adoptar formas flexibles, de tal modo que su ampliación no se produzca a menudo a expensas de
las mismas células, sino de su 'periferia' legal, etc. "Pero este cambio de formas de la organización clandestina
no tiene nada que ver con la fórmula de 'acomodarla' al movimiento legal. Es algo completamente distinto!
Las organizaciones legales son los puntos de apoyo que permiten llevar a las masas las ideas de las células
clandestinas. Quiere decir que la forma de la influencia la modificamos al objeto de que la influencia anterior
marche en el sentido de la orientación clandestina. "Por la forma de las organizaciones, lo clandestino 'se
acomoda' a lo legal. Por el contenido del trabajo de nuestro Partido, la labor legal 'se acomoda a las ideas
clandestinas." Y, finalmente: "El Partido socialdemócrata es clandestino 'en su conjunto', en cada una de sus
células, y −lo que es más sustancial− por todo el contenido de su trabajo, que propugna y prepara la
revolución. Por esto, el trabajo más abierto de las más abierta de sus células no puede ser tenido como 'trabajo
abierto del Partido'." Esta cita es larga pero la consideramos de gran importancia para el trabajo revolucionario
de nuestro país y merece especial atención, así como las precedentes sobre el trabajo clandestino. En nuestro
país es común el criterio de que el trabajo clandestino desliga de las masas; pero recordemos lo que al
respecto decía Lenin: "Pero este revolucionario −Sverdlov− profesional jamás, ni por un minuto se apartó de
las masas. Cuando las condiciones del zarismo lo condenaron, como a todos los revolucionarios de su tiempo,
a desarrollar una actividad exclusivamente ilegal, clandestina, también en este medio supo el camarad
Sverdlov marchar siempre hombro a hombro, mano a mano con los obreros de vanguardia." Estas son tesis
fundamentales de Lenin que debemos tener presentes en la construcción y desarrollo del Partido del
proletariado, y aplicarlas correctamente a la reconstitución del Partido de Mariátegui. Para concluir baste
recordar que estos principios de la construcción del Partido revolucionario del proletariado, del Partido
bolchevique, del Partido capaz de tomar el Poder, no cayeron del cielo sino que fueron establecidos en medio
de una gran y dura lucha contra los mencheviques, oportunismo de derecha de esa época en Rusia; y que
aemás, al librar lucha por los principios organizativos del Partido, Lenin tuvo que habérselas con un trasfondo
preciso: una línea política oportunista de derecha. De ahí que, como sabiamente concluyera, en problemas de
organización no se cambia en 24 horas ni en 24 meses. Para concluir, recordemos que Lenin estableció que los
Partidos avanzan en medio de la lucha casi siempre bajo fuego enemigo; en sus propias palabras: "Marchamos
en pequeño grupo unido por un camino escarpado y difícil, fuertemente cogidos de las manos. Estamos
rodeados por todas partes de enemigos, y tenemos que marchar casi siempre bajo fuego. Nos hemos unido en
virtud de una decisión libremente adoptada, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer, dando un
traspiés, al pantanos vecino cuyos moradores nos reprochan desde un principio el que no hayamos separado
en un grupo aparte y el que hayamos escogido el camino de la lucha y no el de la conciliación." Estas tesis de
Lenin no son importantes para nosotros? Los comunistas y los revolucionarios no deberiamos realmente
ceñirnos a ellas? Lo estamos haciendo como corresponde? Ya es tiempo de dejar de lado la autocomplacencia
y enjuiciar seriamente nuestra realidad revolucionaria.

MAO TSETUNG Y LA CONSTRUCCION DEL PARTIDO EN LOS PAISES SEMIFEUDALES Y


SEMICOLONIALES

Para concluir nuestro tema, El Marxismo y la construcción del Partido, ocupémonos de las tesis del Presidente
Mao Tsetung sobre la necsidad del Partido, su construcción y la lucha en su seno. En la cita inicial de este

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artículo se transcribe precisamente su tesis sobre la necesidad del Partido. Sería inútil redundar. Pasando al
problema de la construcción partamos de que en "Problemas de la Guerra y la Estrategia", el Presidente Mao
sienta la construcción sobre el principio universal de la violencia revolucionaria. Así nos enseña: "La tarea
central y la forma más alta de toda revolución es la toma del Poder por medio de la lucha armada, es decir, la
solución del problema por medio de la guerra. Este revolucionario principio marxista−leninista tiene validez
universal tanto en China como en los demás países." Partiendo de este principio marxista−leninista y
diferenciando el desarrollo de la revolución en los países capitalistas y en China, en el mismo trabajo
estableció: "En China, la forma principal de lucha es la guerra y la forma principal de organización el ejército.
Todas las demás formas como las organzaciones y luchas de masas populares, son también muy importantes y
absolutamente indispensables, y de ningún modo deben se dejadas de lado, el objetivo de todas ellas es servir
a la guerra. Antes del estallido de la guerra todas las organizaciones y luchas tienen por finalidad prepararla,
... Después del estallido de una guerra, todas las organizaciones y luchas se coordinan de modo directo o
indirecto con la guerra." Desarrollando el problema de la construcción del Partido, el Presidente Mao Tsetung
en "Acerca de la aparición de la revista El Comunista" plantea y resuleve fundamentales problemas. Asi nos
plantea que, en primer lugar, el Partido Comunista de China mantuvo grandes y numerosas luchas en las
cuales se forjaron sus militantes, sus cuadros y sus organizaciones; que obtuvo grandes victorias y también
sufrió serias derrotas; y que comprender las leyees del desarrollo del Partido requiere analizar su propia
historia y extraer de ella la solución de sus problemas de construcción. En segundo lugar, del enjuiciamiento
de su propio Partido en sus relaciones con la burguesía y sus relaciones con el frente único y la lucha armada,
establece las siguiente gran tesis: "A través de estas complicadas relaciones con la burguesía china, la
revolución china y el Partido Comunista de China se han ido desarrollando. Esta es la particularidad histórica,
una característica del desarrollo de la revolución en las colonias y semicolonias, característica ausente en la
historia de la revolución de cualquier país capitalista." Esta cuestión es básica para nosotros, los comunistas y
revolucionarios peruanos, pues también nuestra sociedad es semicolonial y semifeudal de lo cual deriva que
nuestra revolución sea también democrático−burguesa, como la primera etapa de la revolución china; y que,
en consecuencia, "los blancos principales de la revolución sean el imperialismo y el feudalismo." En tercer
lugar, la revolución china presenta dos peculiaridades; en las propias palabras del Presidente Mao:

"Así la formación por el proletariado en un frente unido nacional revolucionario con la burguesía o la forzada
ruptura de este frente, en primer lugar; y la lucha armada como forma principal de la revolución en segundo
termino se han convertido en las dos peculiaridades fundamentales en el curso de la revolución
democrático−burguesa en China."

En cuarto lugar, de lo anterior se desprende que la construcción y desarrollo del Partido Comunista de China
no se puede entender al margen de esas dos peculiaridades que son cuestiones básicas de la línea política de la
revolución democrática. Como el mismo gran dirigente nos enseña:

"Los reveses o los éxitos del partido, sus retrocesos o avances, la reducción o ampliación de sus filas, su
desarrollo y consolidación, no pueden dejar de estar ligados a las relaciones del Partido con la burguesía y con
la lucha armada. Cuando la línea política resuelve acertadamente la cuestión del establecimiento del frente
único con la burguesía, o de la forzada ruptura de dicho frente unido, el Partido da un paso adelante...del
mismo modo cuando el Partido aborda en forma correcta la lucha armada revolucionaria, da un paso
adelante...el curso de la construcción del Partido y de su bolchevización ha estado así estrechamente ligado a
su línea política, a su planteamiento acertado o erróneo de las cuestiones del frente unido y de la lucha
armada."

En quinto lugar, se desprende el problema de una dirección acertada en la revolución china. En el folleto
comentado se sienta la siguiente tesis que debe hacernos meditar muy seriamente para ver en qué medida
llevamos un rumbo correcto.

"El frente unido, la lucha armada y la construcción del Partido constituyen, pues, tres cuestiones
fundamentales de nuestro Partido en la revolución china. Una comprensión correcta de estas tres cuestiones y

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de sus relaciones mutuas significa ya una dirección acertada de toda la revolución china."

Y, finalmente, deslindando el papel del Partido se señala, en el mismo folleto:

"La experiencia...nos demuestra que el frente unido y la lucha armada son las dos armas básicas para vencer al
enemigo. El frente unido es un frente unido para mantener la lucha armada. Y las organizaciones del Partido
son los heroicos combatientes que manejan estas dos armas −el frente unido y la lucha armada− para asaltar y
destruir las posiciones del enemigo. Tal es la relación mutua existente entre estos tres factores."

He aquí, a nuestro entender el fundamento ideológico y político de la construcción del Partido en un país
semicolonial y semifeudal establecido magistralmente por el Presidente Mao Tsetung; la importancia de estas
cuestiones no pueden ser soslayadas en modo alguno, pues como él mismo nos enseña: "El que la línea en lo
ideológico y político sea correcta o no, lo decide todo"

Sobre esta base ideológica y política el Presidente Mao Tsetung sienta su plan de construcción organizativa
del Partido, de su táctica y principio de lucha. Este problema está planteado en el punto 6 de su artículo
"Expandir audazmente las fuerzas antijaponesas" (Tomo II, pág.453). Analicemos el problema. En primer
lugar, establece la política de construcción organizativa en las zonas dominadas por la reacción:

"En las primeras (las dominadas), nuestra política es mantener clandestina la organización del Partido y
hacerla compacta, selecta y eficaz, permanecer a cubierto por largo tiempo, acumular fuerzas y esperar el
momento propicio, y no precipitarse ni exponerse."

En segundo lugar, establece el principio de táctica que debe ser guía:

"Conforme al principio de luchar con razón, con ventaja y sin sobrepasarse, nuestra táctica en la lucha contra
los recalcitrantes es combatir sobre un terreno seguro y acumular fuerzas utilizando todo lo que permitan las
leyes y decretos del Kuomintang y las costumbres sociales."

En tercer lugar, se señala la política básica:

"En todas las zonas dominadas por el Kuomintang, la política básica del Partido consiste igualmente en
desarrollar las fuerzas progresistas (las organizaciones del Partido y los movimientos de masas), ganarse a las
fuerzas intermedias (burguesía nacional, los shenshi sensatos, las tropas 'heterogéneas', los sectores
intermedios del Kuomintang, los sectores intermedios del ejército central, la capa superior de la pequeña
burguesía y los partidos y grupos políticos minoritarios, siete categorias en total) y aislar a las fuerzas
recalcitrantes, a fin de vencer el peligro de capitulación y lograr un cambio en la situación."

En quinto lugar, se sienta la necesidad de prepararse para contingencias:

"Al mismo tiempo, debemos estar plenamente preparados para enfrentar cualquier situación de emergencia a
escala local o nacional."

En sexto lugar, resalta la clandestinidad:

"Las organizaciones del Partido en las zonas del Kuomintang deben mantenerse en las más estricta
clandestinidad."

En séptimo lugar, se destaca la verificación de los miembros de los Comités:

"En el buró del sudeste y en todos los Comités provinciales, especiales, distritales o terrotoriales, cada uno de
los miembros del personal (desde los secretarios del Partido hasta los cocineros) debe ser sometido a una

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severa y minuciosa verificación y es absolutamente inadmisible que ninguna persona susceptible de la más
ligera sospecha permanezca en estos organismos dirigentes."

Y, finalmente:

"Debe ponerse mucho cuidado en la protección de nuestros cuadros."

Todas éstas son certeras y valiosas instrucciones sobre la vida organizativa y la lucha del Partido.

En cuanto a la lucha interna, basta recordar que es precisamente el Presidente Mao Tsetung quien ha
desarrollado magistralmente la comprensión de la lucha en el Partido como reflejo de las contradicciones de la
lucha de clases y entre lo nuevo y lo viejo en el mundo social; más aún, sienta que la lucha dentro del Partido
es la lucha de dos líneas que cubre todo su proceso de desarrollo y que si tales contradicciones y luchas no se
dieran "la vida del Partido tocaría a su fin". Asimismo, él es quien, para un desarrollo correcto de la lucha en
el seno del Partido, planteó la tesis de "sacar lecciones de los errores pasados paa evitarlos en el futuro, y
tratar la enfermedad paa salvar al paciente". Esta gran tesis debemos aplicarla tenazmente, hoy más que
nunca, recordando su contenido: "Hay que ponerse al descubierto, sin tener consideraciones con nadie, todos
los errores cometidos, y analizar y criticar en forma científica todo lo malo del pasado, para que en el futuro el
trabajo se realice más cuidafosamente y mejor. Eso es lo que quiere decir 'sacar lecciones de los errores
pasados para evitarlos en el futuro'. Pero, al denunciar los errores y criticar los defectos, lo hacemos, igual que
un médico trata un caso, con el único objeto de salvar al paciente y no de matarlo."

El Presidente Mao ha resumido la gran experiencia histórica del PCCH, en cuanto lucha de dos líneas, con las
siguientes palabras: "Hay que practicar el marxismo y no el revisionismo; unirse y no escindirse; ser franco y
honrado y no urdir intrigas ni maquinaciones". Hay que sujetarse a esta fran lección; sin embargo no se debe
perder nunca la vigilancia pues, como él mismo enseñara en 1964:

"Hay que estar alertas contra los que urden intrigas y maquinaciones. Por ejemplo: han aparecido en el Comité
Central Kao Kang, Yao Shu−shi, Peng Te−juai, Juang Kecheng y otros. Toda cosa se divide en dos. Algunos
se empeñan en tramar intrigas. Qué vamos a hacer si quieren actuar así? Incluso ahora hay personas que se
disponen a complotar! El que existan conspiradores es un hecho objetivo y no es una cuestión de si nos gusta
o no."

Pero para qué es la lucha en el Partido?, en último término para mantener la unidad y para persistir en el
marxismo, para rechazar la escisión y repudiar el revisionismo; pues, como él mismo enseña, la unidad se
levanta sobre la lucha y es lo relativo y aquélla lo absoluto. Así, en consecuencia, la lucha es para mantener la
unidad sobre el marxismo, ya que la unidad es importante: "la unidad interna del Partido y la unidad entre el
Partido y el pueblo son dos armas de incalculable valor para vencer las dificultades. Todos los camaradas del
Partido deben apreciarlas."

He aquí, tesis sustantivas del Presidente Mao Tsetung sobre la necesidad del Partido, su construcción y la
lucha dentro del mismo. Debemos estudiarlas porque ellas son decisivas para guiar la construcción del Partido
del proletariado en nuestra patria.

Con lo expuesto, hemos planteado lo que, a nuestro entender, son tésis básicas del marxismo, de Marx y
Engels y de Lenin y el Presidente Mao Tsetung, sobre tres cuestiones que, como dijéramos, consideramos
cuestiones claves en la construcción del partido en nuestra actual situación: la necesidad del Partido, la teoría
de su construcción (en un país semicolonial y semifeudal), y la lucha de dos líneas en su seno. Sustentamos
que al problema de la construcción del Partido del proletariado no se le presta la atención que corresponde y
que, incluso, no se mide la complejidad ni la importancia de tal cuestión. Y hemos recurrido a recapitular tesis
fundamentales del marxismo sobre construcción del Partido, a riesgo de reiterar cosas ya conocidas, por la
sencilla razón de que sólo tomando el marxismo−leninismo−maoísmo tendremos la guía correcta para

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enfocarla a condición de fundir sus principios con nuestra realidad, según nos enseñara Mariátegui.

Toyotismo

Introducción

Lucha de clases en Japón de posguerra

¿Qué es el toyotismo? Los economistas burgueses, e incluso algunos con un tinte de izquierdistas, nos
responden: "Es el Just in Time, más el Kan Ban, más los EQ (Equipos de Calidad), más la Calidad Total, más
las normas ISO 9.000, es la empresa como una gran familia en donde los trabajadores cantan el himno de la
corporación antes de comenzar cada jornada y se "sienten" orgullosos de pertenecer a ella, etc.". Sin embargo,
Muto Ichiyo* demuestra aquí, con la simple contundencia de narrar los hechos, que esa respuesta es parcial y
por lo tanto falsa. Trasmitiendo el testimonio vital de Kamata Satochi 1, nos advierte que la esencia del
toyotismo, del "mundo de la empresa", es: "trasladar la competencia interempresa, a la competencia−rivalidad
entre obreros". Ichiyo retoma el análisis de Marx que privilegia las relaciones sociales como categoría central
respecto a las económicas o a las técnicas, aunque todas están relacionadas. Así, Ichiyo nos lleva a ver que lo
central del toyotismo es la irrupción de nuevos patrones de dominación del capital sobre el trabajo para
aumentar la productividad y extraer una mayor cuota de plusvalía que permita una nueva superación de las
crisis capitalistas, lo que obviamente no significa eliminarlas. Estas nuevas formas de dominación social
tienen una de sus vertientes centrales en el propio proceso de producción. El proceso de producción de las
grandes fábricas fordistas basadas en la parcialización del trabajo, descompuesto en gestos simples que
ejecutaban trabajadores sujetos a la velocidad de la cadena de producción había generado una unidad objetiva
en la clase trabajadora que, a su vez era soporte de poder relativo del trabajo en el proceso de producción. La
clase obrera ejercía permanentemente ese poder y la "libertad" del patrón se veía limitada por las rigideces
tanto de los convenios colectivos de trabajo, como del poder institucionalizado en los sindicatos, en los
delegados y comisiones internas de las empresas. Este poder relativo del trabajo en el proceso de producción
tenía profundos vasos comunicantes con todos los ámbitos de la sociedad. La unidad objetiva de los
trabajadores en el proceso de producción se extendía más allá de cada fábrica, de cada "mundo de la empresa"
y ello se manifestaba en la identidad obrera conocida mundialmente como los trabajadores de mameluco azul.
La burguesía, temiendo que la Revolución Rusa de 1917 pudiera despertar emulaciones (independientemente
de que el hecho trágico de su degeneración burocrática alejaba cada vez más esta perspectiva) y conmovida
por la crisis de los '30, con todas sus consecuencias, reconoció institucionalmente el poder relativo del trabajo,
como una táctica para desviar la ola revolucionaria que recorría el mundo en las primeras décadas del siglos.
El reconocimiento institucionalizado al poder del trabajo se focalizó en legalizar los nuevos sindicatos de
masas por industria que nacieron al calor de las grandes fábricas fordistas. En el plano más general, este
reconocimiento se manifestó en la aceptación de las llamadas conquistas sociales y en la elaboración de
políticas activas tendientes al "pleno empleo". En el terreno del derecho nació un amplio tejido de leyes,
reglamentos y convenios incluso el derecho de huelga, o hasta "el control obrero" se estamparon en las
constituciones (en Argentina es el Artículo 14 bis) y aunque sabemos que la Constitución es pisoteada cuantas
veces pierde efectividad como instrumento de dominación del capital sobre el trabajo, el derecho a la huelga
cuestiona el centro del andamiaje de dominación, basado en la exclusividad del Estado al uso de la fuerza,
pues la huelga es un hecho de fuerza. El "derecho" a negarse a trabajar es, en su más puro sentido, el derecho
a la rebelión, a negar la relación de opresión establecida por el trabajo muerto, el capital, sobre el trabajo vivo.
Las regulaciones, las rigideces, las llamadas leyes sociales, la Seguridad Social, la jornada de 8 horas, fueron
conseguidas por las luchas mundiales del movimiento obrero y reconocidas por la burguesía mundial quien
terminó aceptándolas de mala gana ante la posibilidad de que el movimiento obrero avanzara por la vía de la
revolución socialista. Esa política burguesa, conocida como keynesianismo consistía en aceptar hacer
concesiones al poder del trabajo, a condición de pactar con la dirigencia burocrática del movimiento obrero
que los conflictos se plantearían y encerrarían en el plano sindical, centralmente el salarial, castrando la lucha

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de los trabajadores por el poder en toda la sociedad con el fin de construir una sociedad sin explotación. El
keynesianismo inaugurado a raíz de las crisis de los años 20 que desembocó en el crac de octubre de 1929,
cobró fuerza después de la II Guerra Mundial y pudo sostenerse hasta los '70 por varios factores, entre ellos la
traición de la dirección sindical y política de los rabajadores. Sin disminuir la importancia de los factores
superestructurales creemos que adquiere gran relevancia el hecho de que la batalla por el poder, por liberarse
de la dominación o por imponer nuevas reglas de dominación, se inicie en el ámbito de la producción, y en
este sentido cobra una importancia determinante al extenderse a todos los ámbitos de la sociedad, de la nación
y del mundo. John Holloway, refiriéndose a la implantación del toyotismo en la Leyland, afirma al respecto:
"Si los cambios en la industria del automóvil son representativos de cambios más generales en el patrón de las
relaciones empresa−trabajadores, entonces no resulta sorprendente que haya paralelismos entre los cambios
del estilo empresarial y los cambios en el Estado. La dirección de las empresas y del Estado son dos aspectos
de la misma cosa, son dos formas de relación de capital, la relación de dominación entre capital y trabajo...
Por lo tanto, las condiciones de esa explotación, las luchas en torno al proceso de trabajo, son la clave para
comprender no solamente los cambios en la dirección de las empresas, sino también el desarrollo del Estado.
Más aún, dado que la dirección empresarial está más cerca del proceso de trabajo y responde a él más
directamente, no es sorprendente que las tendencias en el desarrollo político sean preanunciadas por las
tendencias en la dirección empresarial".2 Generalmente lo que pasa en el nivel productivo no es focalizado
como relevante a la hora de hacer análisis y construir políticas, sin embargo Marx había señalado la
importancia del constante cambio de estas relaciones. En El Manifiesto Comunista señala que: "La burguesía
no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por
consiguiente, las relaciones de producción y con ello todas las relaciones sociales".3 Más adelante, en El
Capital, reafirma el profundo sentido de los cambios en las relaciones sociales y en el poder del patrón que se
desenvuelven en el proceso de producción. Reproduzcamos algunos párrafos: "La maquinaria, asimismo,
revoluciona radicalmente la mediación formal de las relaciones capitalistas, el contrato, entre el obrero y el
capitalista." vivientes."4 Para Marx:"La habilidad detallista del obrero mecánico individual, privado de
contenido, desaparece como cosa accesoria e insignificante ante la ciencia, ante las descomunales fuerzas
naturales y el trabajo masivo social que están corporizados en el sistema fundado en la máquina y que forman
con éste, el poder del patrón".(destacados nuestros)5 Para Marx el sistema de producción capitalista no se
trata de un proceso de trabajo sino de valorización del capital, pero ese sistema comienza en la producción en
donde el paso de la manufactura a la industria cambia las relaciones sociales, el contrato entre el obrero y el
patrón, porque la máquina no sirve al obrero sino que éste debe seguir el movimiento que imprime la
máquina. Este sistema diceproducción.6 Se establece así una lucha constante por imponer el dominio sobre el
"movimiento" o sea sobre quién y cómo domina el tiempo de trabajo. Este dominio es inestable y en las
fábricas fordistas la conflictividad era permanente ya que todo cambio de máquinas o herramientas se
encontraba frente a relaciones rígidas y no flexibles. Los trabajadores no eran sumisos a los cambios que les
significaban un aumento considerable de la explotación. Por otro lado, el trabajo repetitivo en el uso de una
misma máquina producía también un conflicto de−sarrolladas debido a la alienación provocada por el trabajo
monótono, aburrido, en tanto el trabajo intelectual se concentraba totalmente en la Oficina Técnica y sólo
quedaba el trabajo manual para el trabajador. La conflictividad de las fábricas repercutía sobre todas las
relaciones sociales y las luchas de los '70 pusieron al rojo vivo que los parámetros de dominación del
fordismo basados en el contrato social del reconocimiento institucional de los sindicatos y del "bienestar
social" había llegado a su fin. "Inflación creciente, gasto público en ascenso, ganancias decrecientes, altos
niveles de actividad huelguística, todo evidenciaba que el equilibrio de posguerra estaba llegando a su fin"
afirma Holloway en La Rosa Roja de Nissan, refiriéndose a la crisis de los años 1973 y 1974. En ese momento
la productividad, como tasa, se volvía negativa y comenzaban a presentarse los primero signos del fin del
"pleno empleo". Por otro lado, en el campo político internacional, el triunfo de las masas vietnamitas sobre el
ejército de EE.UU. junto a "la rebelión" de los países productores de petróleo, y la actividad revolucionaria en
los países del tercer mundo en forma de semiinsurrecciones como el Cordobazo argentino, o el Mayo francés
de 1968 que volteó al hombre fuerte de la Europa continental, Charles De Gaulle, mostraban hasta qué punto
había llegado la crisis. La burguesía enfrentaba el cambio de las relaciones sociales como un problema de vida
o muerte para todo el sistema capitalista. Es en este marco que la burguesía focaliza su atención en Japón y en
su forma de organizar la producción completamente diferente al taylorismo−fordista que imperaba en los

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países más desarrollados. Holloway sostiene que los métodos de la Nissan, similares a los de la Toyota:
"Representan no sólo la expansión del capitalismo japonés sino también, mucho más importante, una
tendencia significativa en la estructura de la dominación capitalista sobre el trabajo" No fue el toyotismo la
única salida a la crisis capitalista de los '70. Sabemos muy bien que en países como los nuestros muchas
burguesías se inclinan rápidamente hacia otros métodos caracterizados por la destrucción de todas las
rigideces fordistas establecidas en los contratos de trabajo llamadas globalmente políticas de flexibilización
laboral y además sabemos que hay un mix de combinación de diferentes proporciones de fábricas toyotistas
coexistiendo con fábricas de alta flexibilización, taylorismo salvaje, que actúan como proveedoras de fábricas
donde predomina la forma de producción toyotista. Aún en éstas últimas hay grandes sectores que trabajan en
puestos de baja calificación, con trabajos repetitivos en donde el objetivo patronal se focaliza en aumentar la
frecuencia de los ritmos de trabajo. En toda esta gama hay algo en común. Las "nuevas" relaciones son
impuestas después y como consecuencia de grandes derrotas de los traba−jadores. Al respecto Holloway
refiriéndose a la reconversión de la fábrica inglesa Leyland, destaca que: "...las técnicas patronales de Nissan
en Suderland pueden ser de inspiración japonesa, pero su base real está en la derrota de los obreros en
Cowley, Longbridge y en otras partes. Son estas derrotas las que permiten a la dirección empresarial hablar de
introducir técnicas patronales japonesas y de desplazarse desde la producción Just in case a la producción Just
in time". Respecto a lo central de la producción japonesa Holloway señala: "Es un estilo de dirección basado
en la presunción de que los trabajadores son disciplinados y leales (al capital), de que no habrá paros
imprevistos, y que la calidad de los productos en cada una de las fases del proceso será confiable. Presume por
lo tanto que cuando un director dice: "Ve", el trabajador va.". Es acá donde nos reencontramos con Ichiyo.
Porque Ichiyo nos cuenta historias paralelas entre el proletariado japonés y el inglés en este caso el occidental,
en cuanto estos métodos se están generalizando en todo el planeta. Ichiyo denuncia y muestra las nuevas
relaciones de producción establecidas a partir de las derrotas de los trabajadores del Japón y lo hace no sólo
viendo las luchas sindicales sino las luchas políticas y las relaciones que tienen éstas con la aplicación o no de
los nuevos paradigmas productivos. Ichiyo escribió el trabajo que ahora publicamos antes de que asumieran
Tatcher, Reagan, Mitterrand, o Felipe González, antes de la caída del Muro y de los Regímenes del Este de
Europa y mucho antes de que el fantasma de la desocupación se constituyera mundialmente en consecuencia y
causa a su vez de aplicación de los nuevos métodos de dominación. Por eso sus páginas no lo reflejan. Hay sin
embargo una categoría crucial referente a las derrotas de los trabajadores y que es la derrota provocada por no
conocer los planes del enemigo de clase, lo que a su vez ayuda a la peor de las derrotas que es la consecuencia
de no haber dado la batalla. Para los que desprecian la conciencia de la clase, el toyotismo y los trabajos de
Ichiyo y Holloway son irrelevantes en relación a los problemas políticos y organizativos que estos métodos
condicionan, para nosotros que creemos en la necesidad de que las batallas de la clase trabajadora sean
conscientes, estudiarlos es fundamental. Ichiyo nos sumerge en la historia y las particularidades del poder de
los trabajadores nipones, en consecuencia su trabajo arranca en la posguerra. Después de la II Guerra Mundial
la derrotada burguesía japonesa atravesó por un período de extrema debilidad. Dos gigantes libraron batalla en
el Japón: por un lado las fuerzas de ocupación militar del imperialismo yankee y por el otro el movimiento
obrero japonés que creció como un coloso. Su poder: "Se extendió como fuego en un pastizal seco. El
crecimiento más rápido fue el de la Confederación de Sindicatos de Industria (Sambetsú), dirigido por
comunistas que pasan de nada en el '45 a una organización de 1.600.00 a fines del '46. Una característica
remarcable de esta precoz irrupción obrera de posguerra fue el control obrero sobre la producción, con la
creación espontánea de Comités de Taller. Estos Comités se unieron a nivel regional y finalmente a nivel
nacional para formar la Sambetsú... En estas empresas (donde la patronal se negaba ponerlas a producir bajo
condiciones no rentables) los trabajadores tomaron el poder y volvieron ellos mismos a poner la producción
en marcha, poniendo a los directivos bajo su control. Aun allí donde no habían tomado las fábricas en sus
manos los trabajadores crearon, dentro de las empresas, situaciones tales que podrían llevarlos fácilmente al
control de la producción. Fuera de las fábricas el control popular sobre la alimentación y sobre el sistema de
racionamiento se extendió rápidamente..."(Muto Ichiyo) El imperialismo y la burguesía necesitaban retomar el
control de la situación. El capital, en cuanto trabajo muerto, no puede existir si no mantiene la sumisión del
trabajo vivo, si no reproduce permanentemente el sistema de explotación. De esta relación antagónica surge,
para la burguesía, el imperativo de la búsqueda constante no sólo de mayor productividad, sino también de
nuevas formas de organizar la producción que mantengan y/o refuercen su dominación, doblegando la abierta

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o sorda rebelión del trabajo. Y eso como parte de una compleja y articulada estrategia que busca debilitar el
poder latente u organizado de los trabajadores, impedir en definitiva que el levantamiento de los explotados
abra el camino hacia la toma del poder y la revolución social.

Una breve historia de la búsqueda de la sumisión del trabajo

En los primeros tiempos de la industria capitalista, con la manufactura y el maquinismo, los patrones eran
dueños de la materia prima, de máquinas y herramientas, de la comercialización y del dinero, pero los
trabajadores de oficio conservaban "el saber hacer" del trabajo. Este "saber hacer" era la base de la
articulación de un cierto tipo de poder obrero, que ponía límites y cuestionaba la sumisión real de la fuerza
laboral al capitalista, a despecho de lo estipulado en el contrato de trabajo. Taylor buscó cali−ficado, a los que
descompuso en gestos simples que pudieran ser realizados, mediante herramientas adecuadas, en forma
repetida, estandarizada y controlable por la patronal. Ford adicionó "la cadena", capaz de acelerar los ritmos
laborales y minimizar los desplazamientos físicos del operario. La resultante fue un salto en la productividad
capitalista y, simultáneamente, un norme debilitamiento del poder obrero que emanaba del "saber hacer". Con
Taylor y Ford la burgue−sía dio un paso muy importante en la sumisión real del trabajo, en acrecentar su
poder y mantener el sistema de explotación. En las nuevas condiciones de la gran industria conocidas como
fordismo, el "poder de los obreros" se desplazó decididamente hacia la masificación de sus organizaciones y
fundamentalmente hacia su unidad objetiva. Mientras las empresas competían entre sí en el mercado, los
trabajadores de esas empresas se mantenían unidos en un mismo sindicato y peleaban y concertaban
condiciones de trabajo y salarios para todos los trabajadores de las fábricas, plasmadas en los convenios
colectivos. Sobre esta base objetiva renovada, y en un mundo convulsionado por la Guerra Mundial, la
Revolución Rusa de 1917, y la gran crisis y depresión de 1930, se libró una batalla ideológica, política y
sindical cuyos protagonistas fueron por un lado las grandes empresas y el Estado burgués, pero también
organizaciones obreras clasistas y revolucionarias. Ford, enemigo acérrimo de la organización sindical,
pretendía mantenerla por fuera de sus empresas, y durante algunos años lo logró. Pero diez y siete años
después de la implantación de la cadena en la fábrica Ford, en el año 1930, el movimiento obrero pudo
imponer el reconocimiento institucionalizado de su "nuevo" poder y ello se plasma en el reconocimiento e
institucionalización del sindicato por industria. A lo largo de la década de los treinta, una oleada de grandes y
duras luchas cambió la fisonomía del sindicalismo norteamericano, con el surgimiento de masivos y
combativos sindicatos de industria, cualitativamente distintos a los relativamente "elitistas" sindicatos por
oficio de la etapa anterior. La expresión de este proceso fue la consolidación de una nueva central sindical, la
CIO (Congreso de Organizaciones Industriales). Procesos comparables de desarrollaron a nivel mundial. En
nuestro propio país, los sindicatos de oficio que habían sido el corazón de la legendaria FORA (Federación
Obrera de la Región Argentina), en ese mismo tiempo dejaron lugar a los sindicatos de industria. «En dónde
residía este nuevo poder de los trabajadores? No en el "saber hacer" del trabajador calificado que había sido la
base de los sindicatos por oficio del período anterior, sino en el desarrollo de la unidad obrera masiva. La
cadena y las nuevas formas laborales acercaban objetivamente el trabajador calificado al sin oficio: el 79% de
los trabajadores de la Ford aprendía en la fábrica su tarea en menos de una semana. El llamado "obrero
especializado" de la nueva época no será resultado de la calificación semi artesanal de antaño, sino de la
preparación estandarizada de la mano de obra para las necesidades de la industria. Pero por ello mismo, la
unidad y masificación de la organización sindical obrera fue un fenómeno paralelo al de la producción
fordista. Los grandes sindicatos de industria incorporaron incluso a las grandes masas de trabajadores
inmigrantes, a los que se debió recurrir para cubrir las necesidades de mano de obra. Con esta herramienta, su
unidad, el movimiento obrero enfrentó las duras persecuciones patronales de los años veinte, y luego resistió
las consecuen−cias derivadas de la gran crisis mundial de 1930, comenzó su recuperación y logró avanzar,
incluso grandes pasos, sobre los logros de la etapa anterior. Su fuerza impuso numerosas conquistas sociales,
salarios reales en alza, jubilación, seguridad social, sindicalización masiva, pleno empleo, etc. Progresos, sin
duda, pero limitados y contradictorios porque fueron orientados hacia la colaboración de clases, a despecho de
la ola de revoluciones que siguió al aplastamiento del nazismo, y junto con todo ello se extendió la
burocratización y la intromisión estatal en la organización obrera. Pero entrar en la consideración de ello
extendería innecesariamente esta introducción. En todo caso, vale subrayar que nada es estático y menos en el

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terreno de la construcción y articulación del poder. Pese a la política de comprar a los dirigentes y perseguir a
los activistas, pese a la traición de las direcciones obreras encarnadas en la burocracia sindical y en el
estalinismo, el equilibrio basado en los métodos de regulación y dominación característicos del fordismo y el
(mal) llamado "Estado benefactor" se volvió completamente inestable en el inicio de los '70. El movimiento
obrero avanzó con sus luchas y puso en jaque a todo el sistema capitalista. Si bien la lucha, lamentablemente
no tuvo una dirección consciente y revolucionaria, y por eso no devino en la conquista del poder por parte de
los trabajadores, igualmente demostró el poder de los obreros emanado de su unidad. Esta crisis terminó de
convencer a la burguesía de la necesidad de generalizar "nuevos patrones de dominación", asentados en una
nueva relación desde el centro mismo de la producción. Para esto pudo apoyarse en una experiencia práctica
que durante tres décadas había servido al avance de Japón. Se presentó al toyotismo (acompañado, aunque no
siempre se lo diga, con su contracara el taylorismo salvaje o sistema de máxima flexibilización), como la
forma de Organización Científica del Trabajo que posibilitaba, aunque más no sea por un período, mantener
vivo el sistema de explotación capitalista. Así se propagandizó este modelo (o combinación de modelos) que
se extendería aceleradamente por todo el mundo en virtud de "la Globaliza−ción". Muto Ichiyo nos habla de la
nueva Organización Científica del Trabajo pero visto desde el otro lado de la barricada. Denuncia que la
política de la patronal, con los nuevos métodos de producción basado en los EQ, apunta a destruir la unidad
desde la fábrica misma, cambiando las condiciones objetivas que la forjaban. Con esto apuntaban también a
destruir el poder obrero institu−cionalizado en las organizaciones obreras, en la medida en que el mismo podía
escapar al control y los límites de la colaboración de clases, alentando procesos de clasismo y radicalización
política, y fomentando "nuevos dirigentes" completamente patronales. Ichiyo nos dice: "La erosión del poder
obrero en las fábricas repercutió rápidamente en el sindicato e hizo emerger un nuevo tipo de dirigentes
próximos a la patronal,...quienes tomaron la dirección nacional de la Tekko Roren en 1959" En el Japón se
desarrolló una nueva táctica para controlar el poder obrero desde las mismas bases objetivas que lo soportaban
y evitar que su desarrollo pusiera en peligro a todo el sistema capitalista. Una escalada que en su forma se
presenta como Just In Time, Calidad Total, EQ o Racionalización o Flexibi−lización, pero cuya esencia es un
objetivo económico−social−político funda−mental para la burguesía: la destrucción de la unidad del
movimiento obrero para aniquilar esa fuente de poder obrero y mantener e incrementar las ganancias
capitalistas. La insistencia en la cuestión de la unidad no significa que la consideremos como la única fuente
de poder obrero. La fuente última es, precisamente, la dependencia del capital ante el trabajo vivo y el
antagonismo vital que recrea las bases objetivas para la rebelión obrera mientras subsista el trabajo asalariado
como fuente de plusvalía en provecho de la clase burguesa. Sí queremos señalar que la unidad fue
consustancial con este poder obrero del que hablamos. Por eso Ichiyo tiene total razón cuando denuncia al
toyotismo como un arma para destruir la unidad y lograr que los obreros compitan entre sí, ganados por el
nuevo mito del "mundo de la empresa" y dando la espalda a la búsqueda de un mundo nuevo forjado mediante
la eliminación de la propiedad privada de los medios de producción y la elevación de los trabajadores a clase
dirigente, ejerciendo el poder con un estado de tipo radicalmente distinto. Consideradas sólo como categorías
técnicas o económicas maquinismo, taylorismo, fordismo o toyotismo, las diversas formas de Organización
Científica del Trabajo, aparecen como distintas expresiones de lo mismo. Pero penetrar en su contenido social
permite apreciar diferencias cualitativas. Desde el punto de vista del poder de los trabajadores, debemos
considerar que el toyotismo lamen−tablemente ha logrado en gran medida, dar pasos muy importantes para
destruir la unidad proletaria. Si se quiere, un símbolo de esto, podemos verlo en el reemplazo de la fraternidad
del mameluco azul, por la falsa "unidad en la familia de la empresa" cada una con sus uniformes distintivos al
estilo de los Mac Donals. Todo esto invalida razonamientos supuestamente reconfortantes del tipo: "si el
movimiento obrero pudo sobreponerse una vez al maquinismo, y otra vez al taylorismo−fordismo,
seguramente podrá sobreponerse ahora al toyotismo". Este razonamiento, además de falso lógicamente (las
genera−lizaciones inductivistas son arbitrarias, puesto que nada permite asegurar que si un fenómeno se repite
dos veces deberá repetirse siempre) es falsa políticamente, porque no denuncia, como sí lo hace Ichiyo, el
peligro que representa para la clase obrera esta nueva escalada burguesa. Se trata de comprender este peligro,
enfrentarlo, y desarrollar prácticamente nuevas fuentes de poder de los trabajadores en las que apoyarse para
el cambio social y terminar con el sistema de explotación capitalista.

¿Por qué los trabajadores japoneses aceptaron este método de producción?

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No creemos en las explicaciones de los analistas que contestan presurosos que ello se debe al tradicional
"espíritu sumiso" del pueblo japonés. Muto Ichiyo también derrumba este mito.

Demuestra que sólo se impuso este modelo a través de la derrota de enormes huelgas, algunas abiertamente
políticas y antagónicas a la alianza contrarrevolucionaria del Japón con EE.UU. La burguesía japonesa, con el
activo sostén de las bayonetas del ejercito de EE.UU. en la inmediata posguerra, y una clara estrategia
antiobrera, pudo imponer a los trabajadores el "individualismo" y el "espíritu de sumisión" que tanto alaban
los comentaristas burgueses. Muto Ichiyo nos dice que no hay toyotismo sin derrota de los trabajadores y con
esto nuevamente apela a categorías marxistas, de relaciones sociales, y no a categorías económicas burguesas.
En la lucha de los oprimidos contra los opresores y en el desenlace de esta confrontación, está la clave de cada
período histórico.

Zanahorias y garrotes

Muto Ichiyo narra los hechos y las trampas. Nos alerta que una de estas trampas fue privilegiar la "lucha por
aumentos de salarios", en desmedro del combate enderezado contra los planes de racionalización y la lucha
política: "La ironía reside en que estos aumentos de salarios aceleraron precisamente las presiones para una
rápida renovación de la maquinaria industrial y de una racionalización (toyotismo y flexibilización). El capital
se vio compelido a pasar de la explotación de la plusvalía absoluta a la plusvalía relativa." Recuerda que los
trabajadores japoneses solos y aislados, extraviados por la ceguera de la dirección estalinista (por no decir la
traición), y "la falta de internacionalismo, impidió que las masas enfrentaran la realidad del mundo y en
especial la de Asia". Ichiyo señala que encerrarse en el sindicalismo y, dentro de él, en el enfrentamiento
salarial como sustituto de una lucha dentro de una estrategia social, política e internacionalista, termina
debilitando al movimiento obrero. Tras la zanahoria de mejoras salariales para algunos sectores, llegaron los
garrotes contra el conjunto de la clase obrera.

Aquí y ahora

No fue curiosidad histórica lo que nos movió a traducir y editar este trabajo. Si lo hicimos es porque creemos
que conocer esta experiencia es muy importante para la lucha diaria y actual que deben llevar a cabo los
activistas obreros en nuestro país y en todo el mundo, donde las burguesías están desenfrenadamente tratando
de implantar, e implantando, los nuevos métodos de explotación. Con estos nuevos métodos de explotación y
con su consecuencia en gran medida deseada, la desocupación, la burguesía mundial ha logrado debilitar el
poder de los sindicatos y de las organizaciones obreras. Las nuevas condiciones de la producción y sus
consecuencias sociales y políticas ha cambiado totalmente el panorama y presentan nuevos desafíos. Estamos
viviendo "la Globalización", con su nuevo modelo (combinación de modelos) que impone a los
revolucionarios descartar ciertas herramientas de lucha e impulsar nuevas. Combatir al nuevo modelo
capitalista pasa también por analizar lo que sirve y lo que ha dejado de ser útil en el programa de los
revolucionarios. Muto Ichiyo nos brinda hechos, experiencias y conclusiones de lo acontecido en Japón, en la
lucha del movimiento obrero desde el fin de la guerra hasta mediados de los '80. Durante 40 años el toyotismo
se desarrolló sin que el movimiento obrero mundial, incluida nuestra corriente, advirtiera la magnitud y
naturaleza del ataque. Es hora de superar semejante rémora. Ichiyo nos permite ver a Japón desde la óptica de
un revolucionario, lo que no es frecuente, y esto otorga al presente trabajo importancia no sólo testimonial:
puede servir como herramienta de lucha contra el "marketing ideológico" que presenta a Japón como el
paradigma de la felicidad, de modelo deseable para el progreso de la humanidad y que se impone como una
ineludible consecuencia objetiva del desarrollo de las nuevas técnicas y herramientas, como una realidad
económica desvinculada del desenlace de las luchas entre el capital y el trabajo. Ichiyo se ubica desde este
último ángulo. Narrando desde las des−garradoras historias de las mujeres trabajadoras de la Sony, hasta los
problemas de las intencionales intoxicaciones de los trabajadores de Minamata. Denuncia también a los
dirigentes sindicales que condujeron a la encerrona de luchar sólo por aumentos salariales, y dejaron expedito
el paso a los planes de implantación de nuevas formas de explotación capitalista que disminuían el poder de
los trabajadores. En el año 1918 Lenin tomó en consideración el hecho de que los métodos tayloristas y

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fordistas (por entonces recién inaugurados) aumentaban enormemente la productividad. Denunció que esos
métodos en manos de la patronal significaba un aumento brutal de la explotación, pero advirtiendo también
que contenían elementos de avance científico−tecnológico que la joven República Soviética debería adoptar, y
rápidamente. En la concepción leninista, la contradicción que esto planteaba se debería enfrentar con dos
medidas complementarias: por un lado rebajar las horas de la jornada laboral y simultáneamente posibilitar
que, aprovechando esas horas que quedaban libres, los obreros se elevaran política y culturalmente para
ejercer efectivamente la administración del Estado y el poder. Lenin tenía una fórmula económico−social
(bajar la jornada) y política (incorporar a la clase obrera efectivamente al poder del Estado). El estalinismo
desnaturalizó esta perspectiva, adoptando métodos capitalistas bajo la forma brutal del stajanovismo y
liquidando tanto el poder de los obreros a nivel del Estado como en los centros mismos de producción. El
enfoque de Lenin sigue siendo ilustrativo, aunque no exista en ningún lugar del mundo un gobierno
bolchevique leninista, puesto que hoy se trata de plantear la unidad de la lucha por una rebaja cualitativa en
los tiempos de la jornada laboral sin pérdida de salario, acompañada con el planteo de una batalla
político−cultural por la toma del poder por los trabajadores en todo el mundo.

Ahora, la desocupación

La desocupación, como consecuencia inexorable del nuevo modelo, no aparece reflejada en este trabajo que
estamos presentando, porque el mismo tiene ya más de una década y fue escrito desde un Japón que durante
unos 40 años aplicó casi sin competencia los nuevos métodos de superexplotación, disfrutando de los
privilegios de los que llegan primeros. Hoy, al generalizarse tanto el toyotismo como su contrapartida el
taylorismo salvaje o sistema de máxima flexibilización en todo el mundo, se comienzan a ver palmariamente
sus nefastas consecuencias universales. La destrucciónecológica del planeta, el hambre, y la desocupación
masiva con medidas de flexibilización que a su vez provocan más desocupados, presionan en un círculo
cerrado infernal para que sean aceptados los nuevos métodos. Quedan a la vista los resultados de barbarie a
que conducen estos métodos de explotación en el sistema capitalista. Ichiyo nos da herramientas para
profundizar el análisis que nos permita descubrir las debilidades de la aplicación en todo el mundo del
"toyotismo". Avanzar en el camino que nos señalara Lenin comienza por asimilar la magnitud de los cambios
operados en el mundo, y asumir el desafío de forjar en la lucha un nuevo programa internacionalista y
revolucionario capaz de orientar a los trabajadores para enfrentarlo globalmente.

1.− Kamata Satochi se proletarizó en la fábrica Toyota y reflejando su experiencia personal escribió dos
libros:

"Toyota la fábrica de la desesperación" y "El revés del milagro", dos libros editados por Máspero y Ediciones
Obreras de Francia.

2.− John Holloway, La Rosa Roja de Nissan.

3.− Carlos Marx, El Manifiesto Comunista,pág. 66, Ediciones Pluma , Buenos Aires ,1974.

4.−Carlos Marx, Maquinaria y Gran Industria. El Capital, OE, Tomo1, De. Ciencias del Hombre,
Bs.As.,1973.

5.− Idem.

6.− No queremos desconocer el poder que emana del dominio de la superestructura de la sociedad,
comenzando por el Estado, instituciones , ideologías, etc. Queremos señalar que a nivel de la producción ya
hay un poder del capital sobre el trabajo, sin el cual es imposible la producción capitalista. Pero existe también
un poder relativo del trabajo sustentado en diferentes parámetros: en el saber hacer, en el grado de
organización, en la historia de la clase trabajadora y sus mejores representantes, en la tradición y en el grado
de las derrotas y victorias parciales del trabajo sobre el capital y viceversa.

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El levantamiento de Hong Kong de 1967 contra el imperialismo británico

El 1º de julio de 1997, la colonia inglesa de Hong Kong pasó al control de China. Se ha dicho que ahora
tendrá un gobierno socialista. Pero en China se ha restaurado el capitalismo y hoy no es un país socialista.

En 1949, la Revolución China, dirigida por Mao Tsetung, conquistó el poder nacional y liberó al país de la
dominación y explotación de las potencias extranjeras. Durante más de 25 años, las masas chinas
construyeron una sociedad socialista cuya meta era eliminar la sociedad de clases y todas las formas de
explotación y opresión. Pero en 1976, después de la muerte de Mao, Deng Xiaoping dio un golpe de estado
reaccionario y restauró el capitalismo en China. Desde ese entonces, se han vuelto a abrir las puertas del país a
la dominación y explotación extranjera. Para los gobernantes capitalistas de China, la devolución de Hong
Kong es parte de la integración capitalista general de Hong Kong y de China (véase el OR 914).

Los actuales gobernantes chinos son muy represivos. Por eso se ha expresado temor de que el gobierno que
llevó a cabo la masacre de la plaza Tiananmen en 1989 les quite los derechos a los habitantes de Hong Kong.
Se habla de lo "tolerante" que ha sido el gobierno colonial y de las muchas libertades que otorgó. ¡Pero la
población china de Hong Kong no ha gozado de libertad bajo el colonialismo inglés! Desde hace 150 años, un
gobernador inglés ha gobernado la colonia, nombrado su consejo legislativo y negado muchos derechos
civiles.

El siguiente informe sobre el Levantamiento de Hong Kong de 1967 es un buen ejemplo de la conducta del
colonialismo inglés. Asimismo, muestra la gran influencia del maoísmo y la lucha revolucionaria de ese
entonces sobre Hong Kong.

*****

Después de 1949, bajo la dirección de Mao, el pueblo chino se dedicó a la construcción de una nueva sociedad
socialista. Pero poderosas figuras en el seno del Partido Comunista querían restaurar el capitalismo. Para
confrontar ese problema, Mao lanzó la Gran Revolución Cultural Proletaria. En 1966 animó a los Guardias
Rojos a recorrer el país y difundir la lucha de clases contra esos "seguidores del camino capitalista". En enero
de 1967, la clase obrera tomó la delantera: en Shanghai, los obreros revolucionarios tumbaron a "los
seguidores del camino capitalista que detentaban el poder"; en otras partes del país hubo levantamientos
parecidos.

En la Revolución Cultural, millones de personas participaron en una lucha liberadora sin precedentes. Esto
tuvo grandes repercusiones en Hong Kong, donde los imperialistas ingleses temían esa efervescencia
revolucionaria.

De hecho, el Partido Comunista de China (PCC) ya desempeñaba un papel importante en la colonia. En Hong
Kong, había una rama del partido, y sus militantes dirigían varias organizaciones y agencias. Habían
establecido "escuelas patrióticas" y, para 1967, unos 30.000 estudiantes (12% del estudiantado de Hong
Kong) iban a escuelas dirigidas por el Partido Comunista.

En Hong Kong había mucha oposición a la dominación inglesa. No se había olvidado que Inglaterra se la robó
a China en 1841 después de la guerra del Opio, cuya meta era obligar a China a aceptar la importación del
opio. Después Inglaterra adquirió Kowloon en 1860 con otro tratado igualmente injusto. Y en 1898, se
apropió de los Nuevos Territorios con un contrato de 99 años (que se venció el 1º de julio). Muchos chinos de
Hong Kong resentían el colonialismo inglés y simpatizaban con la China socialista.

Asimismo, en Hong Kong había mucha oposición a Estados Unidos, especialmente cuando la usó como base

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para su guerra imperialista contra Vietnam. Buques y aviones de guerra estadounidenses pasaban
constantemente por la ciudad y muchas compañías estadounidenses abrieron fábricas para producir armas.

En 1967, unas 750.000 personas tenían viviendas "seriamente inadecuadas". Centenares de miles vivían en
chozas y casuchas ilegales en las colinas. Los obreros trabajaban 12 horas al día, siete días a la semana, en
terribles maquiladoras. La situación estaba madura para una rebelión.

Mayo: Los comienzos

El levantamiento de 1967 empezó el 6 de mayo, cuando los trabajadores de una fábrica de flores artificiales se
quejaron contra unas nuevas normas represivas. La compañía despidió a 92, les cerró las puertas a los
trabajadores y llamó a la policía para arrestarlos. El 11 de mayo, los trabajadores amenazaron con entrar a la
fuerza a la fábrica. Estallaron peleas entre ellos y 600 policías; estos hirieron a más de 100 trabajadores y
arrestaron a 127. Luego, estallaron peleas en las calles cercanas, donde se quemaron camiones de transporte y
se saquearon oficinas gubernamentales. Se impuso un toque de queda en varias zonas, y en los días siguientes
la policía arrestó a otras 200 personas, golpeó a centenares y mató a una. La lucha se regó rápidamente por
toda la colonia en respuesta a la represión: concentró la furia ante la brutalidad policial y el colonialismo.

El 17 de mayo hubo una marcha a la casa del gobernador, donde se colgaron afiches anticolonialistas en las
cercas y la puerta. La policía de motín atacó con cachiporras y abrió fuego; hirió a 200 y arrestó a 300. Los
choques continuaron y para fines de mayo había más de 800 presos.

El gobierno chino envió una poderosa declaración de apoyo a los trabajadores de Hong Kong y en Pekín,
Cantón y otras ciudades hubo grandes manifestaciones de apoyo.

Represión colonialista

El gobierno de Hong Kong prohibió poner afiches y ordenó grandes rastrillajes. La policía se puso a vigilar
las oficinas de sindicatos, periódicos, bancos y organizaciones pro−China. En la calle había detenciones,
registros, palizas y arrestos.

En respuesta, estallaron grandes protestas contra la dominación colonial. Cada día había grupos de discusión,
clases de política y reuniones organizadoras. Salieron centenares de volantes y por todas partes aparecieron
afiches, lemas y cuadros de Mao Tsetung.

En junio, los trabajadores empezaron a defenderse con cocteles molotov, ácido y palos de bambú.
Organizaron paros en las fábricas. Cuando se celebró un mitin en Shataukok, en la frontera con China, 600
policías de motín y 200 soldados ingleses atacaron con gas lacrimógeno e hirieron a 30 manifestantes.

A fines de junio, 50.000 trabajadores de 20 industrias se declararon en huelga contra la brutalidad colonial.
Simultáneamente, trabajadores de 63 ramos hicieron un paro comercial de cuatro días en que participaron
200.000 vendedores y comerciantes. Muchos verduleros de los Nuevos Territorios se unieron a la protesta y
no vendieron sus vegetales, al igual que muchos pescadores no vendieron su pesca.

La policía y los soldados se enloquecían al ver muestras de apoyo a la China socialista o a Mao. Allanaron un
cine que pasaba películas chinas, tumbaron las puertas y ventanas y arrestaron a los empleados. Destruyeron
cuadros y estatuas de Mao y atacaron librerías, bancos y tiendas pro−China. Registraron las oficinas de
docenas de sindicatos comunistas. Para fines de julio, había 1448 presos por "agitación". Además, el gobierno
aprobó leyes de emergencia para restringir la posesión de armas de fuego e impuso severos castigos por
"incitar motines".

Pero los ataques policiales le echaron más leña al levantamiento. Cuando mataron a un trabajador, Tsai Nan,

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en Wanchai, miles de personas marcharon al lugar donde murió y pelearon con la policía nueve noches
consecutivas con piedras, botellas y bombas incendiarias.

Los trabajadores de caucho y plástico contra la policía

El 23 de junio, un radiopatrulla llegó a las oficinas del sindicato de trabajadores de caucho y plástico en
Kowloon. Primero, policías armados y tiras sacaron fotos; luego se pusieron a arrancar afiches y periódicos de
las paredes. Un grupo de trabajadores y vecinos los confrontaron. Cuando los policías iban a huir, les
bloquearon el paso y les exigieron que volvieran a colgar los afiches. Los agentes se desbocaron: dispararon
hacia la multitud e hirieron a tres personas. Los trabajadores contraatacaron con botellas y todo lo que tenían a
su alcance.

Llegaron varios centenares de refuerzos y dispararon gas lacrimógeno y proyectiles de madera. Lanzaron seis
o siete ataques en siete horas, con el fin de subir la escalera y apoderarse de la oficina, pero los trabajadores
los pararon en seco cada vez. Por fin, abrieron un boquete en la pared desde otro edificio. Cuando los
trabajadores escapaban por la escalera con los heridos, la policía les bloqueó el paso y volvió a dispararles
proyectiles de madera. Arrestaron a 50 trabajadores; uno murió a balas y dos a golpes.

La defensa del sindicato de trabajadores portuarios

El 14 de julio, los trabajadores defendieron heroicamente las oficinas del sindicato de trabajadores portuarios
y la Escuela de Trabajadores de Hunghom. Mil policías y soldados invadieron la zona, montaron alambre de
púas, acorralaron a los trabajadores y pusieron un toque de queda. Luego, atacaron el sindicato con proyectiles
de madera, gas lacrimógeno y ametralladoras. Ho Feng, el secretario del sindicato, tocó música revolucionaria
por un altoparlante y llamó a los vecinos a unirse a la lucha. Mucha gente fue a defender el edificio con las
armas que encontró a su alcance, se desplegó en los techos o cerca de las ventanas y puertas, y les tiró botellas
de agua y ladrillos a la policía.

Unas 60 personas defendieron el edificio tres horas contra los mil policías y soldados. Finalmente estos
lograron tumbar la puerta con un soplete. Cuando entraron al edificio, mataron a balazos a Ho Feng.

Los estudiantes y la juventud se unen a la lucha

En Hong Kong, mucha gente leía el Diario Popular de China y seguía su dirección política. A comienzos de
junio, un editorial del Diario Popular de China exhortó a la juventud y los estudiantes de Hong Kong a
integrar su energía y entusiasmo a la lucha de los trabajadores y campesinos contra el colonialismo británico.
Muchos respondieron al llamado, ofrecieron apoyo y no se dejaron usar como esquiroles.

A fines de junio, 20.000 estudiantes de 32 escuelas participaron en un paro de un día. Como represalia, la
policía allanó muchas "escuelas patrióticas" y golpeó y arrestó a centenares de alumnos y maestros. El 9 de
julio, la policía de motín abrió fuego contra una multitud de estudiantes frente a la escuela Fukien y mató a
dos. En respuesta, hubo combates de cuerpo a cuerpo con la policía.

Las "escuelas patrióticas" no cerraron durante el verano y requirieron que los estudiantes participaran en
"actividades sociales y atléticas", o sea, ¡en el movimiento de apoyo a los trabajadores y contra el
colonialismo!

El movimiento estudiantil creció y además de darle apoyo a los trabajadores se opuso a la "educación
esclavizadora". Hubo reuniones para condenar el colonialismo, con trabajadores invitados para hablar de su
opresión a manos de los imperialistas.

Los estudiantes se organizaron equipos para ir a las zonas rurales. Fueron de pueblo en pueblo, de casa en

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casa, para hablar de la lucha contra el colonialismo, repartir volantes y fomentar el maoísmo. Trabajaron
hombro a hombro con los campesinos, los ayudaron en el campo y les enseñaron canciones revolucionarias.
Por su parte, aprendieron de los campesinos, quienes les contaron de sus propias batallas antiimperialistas.

La transformación de Tseng Teh−cheng

Lo que le pasó a Tseng Teh−cheng demuestra cómo esta batalla transformó la vida de mucha gente en Hong
Kong. Tseng Teh−cheng era un estudiante a quien le gustaba leer periódicos pro−británicos. Había estudiado
10 años en una universidad anglo−china y estaba muy influenciado por la cultura occidental. Le gustaban las
películas de James Bond y "My Fair Lady", una película cursi sobre la sociedad inglesa, que vio tres veces.
No pensaba mucho en cosas como el colonialismo o la China socialista. Su meta era ir a la Universidad de
Hong Kong y luego a una universidad estadounidense.

El levantamiento de mayo le cambió la vida. La brutalidad de los ataques policiales le abrió los ojos y vio la
realidad del imperialismo británico. Sus falsas ilusiones sobre la democracia y la libertad de la vida colonial se
desvanecieron. Dijo: "No entiendo lo que quieren los comunistas. Pero cuando los policías atacaron a los
estudiantes con pistolas y cachiporras, inmediatamente me di cuenta de quién tenía la razón y quién no".

Más tarde, cuando lo sentenciaron a dos años de cárcel, no se arrepintió de nada. Dijo: "He cambiado. Antes
del levantamiento de mayo, soñaba con ir al extranjero para estudiar y `avanzar'. Después del levantamiento,
todavía quería ir a estudiar en el extranjero, pero para servir a China y a la revolución. Ahora pienso que nadie
debe arrepentirse, incluso si muero".

Censura, redadas y contraataques

El gobierno de Hong Kong censuró la prensa. La policía allanó y clausuró periódicos izquierdistas, y arrestó a
su personal. A comienzos de agosto, las autoridades suspendieron tres periódicos pro−China/Mao, les
saquearon las oficinas y arrestaron a 34 corresponsales y editores. A mediados de septiembre, habían
golpeado y arrestado a 70 periodistas; 24 fueron a parar a la cárcel. En respuesta, surgieron muchos
"periodistas voluntarios" para escribir informes.

Miles de trabajadores formaron "comités de lucha", "equipos de combate", grupos culturales y equipos de
trabajo para avanzar la lucha contra el colonialismo, fomentar apoyo para la China socialista y estudiar la
política y las obras de Mao. Sus tácticas cambiaron. En varias zonas los trabajadores tomaron la ofensiva con
bombas incendiarias y otras armas, como lo describió un observador: "Como los fascistas británicos nos
atacaron con armas de fuego, nuestros combatientes se vieron obligados a empuñar las armas y
contraatacarlos medida por medida, así como lo describe el dicho chino: `Está mal visto no devolver lo que
uno ha recibido'".

Hubo una racha de dinamitazos; el gobierno informó de 8074 incidentes sospechosos entre agosto y
diciembre, de los cuales 1167 fueron bombas.

La lucha que comenzó en Hong Kong y Kowloon también afectó a los Nuevos Territorios, varias islas y
muchos pueblos pequeños. En una batalla en las montañas, más de 2000 campesinos derrotaron a más de 200
policías de motín. En octubre, los habitantes de Shataukok minaron los caminos con bombas para bloquear el
paso a los refuerzos de la policía.

La lucha por el Día Nacional

El 1º de octubre es el Día Nacional, el aniversario del día que el Ejército Rojo de Mao liberó a China en 1949.
Cada año se celebraba en Hong Kong también. Pero en 1967 las autoridades prohibieron la celebración.

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La víspera del 1º de octubre, la policía allanó las oficinas de 29 sindicatos y 51 asociaciones que habían
programado celebraciones y arrestó a más de 200 personas. El 1º, la policía hizo todo lo posible para impedir
las actividades, atacando las multitudes con cañoneros, helicópteros y gas lacrimógeno. Arrestó a unas 100
personas que fueron a ver fuegos artificiales; mató a un trabajador e hirió a muchos. La policía y los soldados
patrullaron las calles, arrancaron banderas chinas y golpearon a mucha gente. Atacaron varios shows
organizados para celebrar el Día Nacional, y arrestaron a los actores y al público.

Pero a pesar de todo, más de 200 organizaciones y centenares de miles de individuos participaron en mítines,
reuniones y actividades del Día Nacional. En los Nuevos Territorios, se organizaron desfiles campesinos con
banderas chinas y retratos de Mao. Unos 8000 pescadores de 93 pueblos fueron en 700 barcos a celebrar en
territorio chino.

Los presos también celebraron el Día Nacional. Más de 2000 combatientes detenidos convirtieron las cárceles
en escuelas de política y maoísmo. Las autoridades prohibieron las obras de Mao, pero los presos se referían
citas de Mao de memoria. Las presas celebraron reuniones en sus celdas y un show revolucionario. En una
cárcel, 600 presos se declararon en huelga de hambre.

*****

Durante el levantamiento de 1967, las fuerzas armadas del gobierno colonial mataron a 51 personas, hirieron a
más de 800 y arrestaron a más de 5000. Pero la resuelta lucha del pueblo de Hong Kong sacudió al
colonialismo británico y sirvió de educación política a miles de trabajadores, estudiantes y campesinos. La
lucha manifestó el profundo odio del pueblo de Hong Kong por el imperialismo, y las aspiraciones de docenas
de miles que apoyaban a Mao Tsetung y el socialismo.

1936−1939 A 60 años de la revolución y la guerra

No hay ninguna posibilidad de comprender la historia contemporánea sin comprender los procesos
revolucionarios de los años 30 en el Estado español.

Fueron decisivos en el contexto europeo que se preparaba para una guerra de rapiña entre las potencias
imperialistas. Una guerra que buscaba un nuevo reparto del mundo, y además aplastar a la Unión Soviética.
La condición previa para lanzar a las masas a una carnicería inmensa en los campos de batalla era aplastar a
las organizaciones de la clase obrera. Una revolución socialista triunfante en España hubiese puesto en peligro
todos los planes de la burguesía. Por eso, mientras las llamadas «democracias» llamaban a la «no
intervención» en España, como excusa para no dar posibilidades de triunfo a una revolución ante la que
sentían pánico, hacían la vista gorda, ante la intervención masiva del fascismo alemán e italiano. En esa época
tanto las democracias burguesas como Stalin, tenían más miedo a una revolución proletaria sana, que a Hitler
o Mussolini.

No olvidemos que el fascismo era visto con una mezcla de aprensión y simpatía por la burguesía europea,
como algunos ven a un perro de presa que despedaza a un intruso. Los fascistas aplastaban a las fuerzas
revolucionarias, en realidad era el arma extrema de la burguesía contra la clase obrera, y como suele suceder
se convirtió en una especie de monstruo de Frankestein .

Al terminar la guerra civil, en agosto del ano 39, Stalin firmó un «pacto de no agresión» con Hitler. La miopía
nacionalista de la burocracia estalinista le llevaba a pensar que si ellos no se mezclaban en los asuntos de
Hitler él no se mezclaría en los suyos. Cuando las tropas nazis traspasaron las fronteras de la URSS, quedó
claro que las tremendas concesiones hechas no habían servido de nada. Al contrario, habían fortalecido al
fascismo.

33
Así, la guerra española se convirtió en el primer campo de batalla de la II Guerra MundiaL que era,
fundamentalmente la guerra entre la revolución y la contrarrevolución. Alemania, Italia, Austria, habían caído
bajo el fascismo «democráticarnente». Las organizaciones obreras habían sido aplastadas sin lucha, «sin
romper un cristal» como dijo Hitler.

Para un enfrentamiento decisivo en Europa, Hitler necesitaba que la URSS, y Gran Bretaña y Francia
permaneciesen pasivas mientras se aplastaba la revolución española, que era una premisa previa para
desencadenar la guerra. Un triunfo de la Revolución española hubiese cambiado toda la historia de Europa.
Así la «no intervención» fue un error nefasto que contribuyó a la derrota de la Revolución pero no podemos
plantearlo como una «excusa externa», las auténticas explicaciones de por qué el proletariado español fue
derrotado hay que buscarlas en la política llevada a cabo en los acontecimientos claves del proceso del 31 al
39, y eso es lo que se pretende explicar en los siguientes artículos.

El estudiar el proceso de la revolución de los años 30 también es imprescindible para comprender nuestra
historia más reciente, no solo la dictadura sangrienta de Franco, sino la «transición».

Una revolución es un acontecimiento excepcional en la historia. Se trata de un momento en que las masas
intentan tomar en sus manos su propio destino, ser los protagonistas directos y conscientes de la historia.

Para ello, usando la expresión de Marx, es necesario un largo y tortuoso camino en que la conciencia de la
clase obrera se transforma pasando de ser «una clase en sí» a ser «una clase para sí»; «Las condiciones
económicas transformaron primero a la masa de la población del país en trabajadores. La dominación del
capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así pues, esta masa es ya una clase con
respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. Los intereses que defiende se convierten en intereses de
clase. Pero la lucha de clase contra clase es una lucha política» (K. Marx. Miseria de la Filosofía).

Cuando esta lucha llega a su límite se plantean las revoluciones. En ellas la cuestión central es la toma del
poder. Por eso en todas las revoluciones que llegan hasta el final se suele plantear una situación de «doble
poder», es decir que coexisten el poder de la burguesía, que aún no ha desaparecido, frente al poder que ya se
ejerce por parte de organismos de la clase obrera (los «soviets» de la revolución rusa) en forma de comités,
milicias, colectivizaciones. Pero la existencia de estos dos poderes es incompatible y en un período breve de
tiempo uno de ellos es destruido por el otro, o la revolución se consolida o es aplastada por las
contrarrevolución.

De esta manera, una revolución no solo debe crear sus propios organismos de poder, sino que debe destruir los
de la burguesía. Es decir, para la clase obrera no basta tener el poder efectivo en sus manos, sino que además
hay que consolidarlo. Algunas revoluciones han llevado el poder a manos de la clase obrera pero luego no han
sabido retenerlo, y este fue el caso de la revolución española. Porque, tal como pretendemos explicar en estos
artículos, la clase obrera llegó a tener todo el poder en sus manos, pero una política errónea de los dirigentes
llevó a que éste se perdiese.

14 de abril de 1931

Las revoluciones suelen resolverse en un sentido u otro en un período breve. La revolución rusa, se desarrolló
en sólo unos meses* de febrero a octubre de 1917. Sin embargo la revolución española abarca, al menos de
1931 a 1937, aunque no fue definitivamente aplastada hasta el 39.

Podríamos decir que hay cuatro fechas clave, cuatro momentos en que más claramente se podía haber
establecido el triunfo de una revolución socialista (l931, 1934, 1936 y 1937).

En primer lugar el 14 de abril de 1931, cuando cae la monarquía del rey Borbón y es proclamada la República
de forma imparable . No se esperó a ningún decreto ni formalidad legal . Las masas tomaron las calles . El

34
espíritu revolucionario lo arrollaba todo, pero no había dirección, se carecía de un plan para tomar el poder.
De haber tenido estos factores hubiese sido el fin no solo de la dictadura borbónica sino del propio
capitalismo.

Sin embargo se llamó a los trabajadores a confiar en la república burguesa, en vez de luchar por una república
socialista.

Los dirigentes del PSOE, y la CNT, no dieron alternativa; el PCE era aún un pequeño grupo izquierdista, pero
tampoco dio otra alternativa frente al gobierno republicano.

El empuje de las masas es aún muy elemental en abril del 31, aunque poco después, en octubre del 34, el
avance habrá sido gigantesco, y en julio del 36 tendrá el poder en sus manos.

Pero al proclamarse la República se trataba del balbuceo de un niño, en comparación al posterior lenguaje
revolucionario.

No cabe duda de que la IIa República era un avance respecto a la dictadura monárquica, pero más aún lo fue
el gobierno de Kerensky respecto al zarismo, tras febrero del 17 en Rusia, y los bolcheviques pasaron a la
ofensiva desde el primer día. Algo muy distinto sucedió aquí.

Los dirigentes obreros en una política conciliacionista (de colaboración de clases) se aprestaron a formar
gobierno con la burguesía.

¡Qué abismo respecto a la política bolchevique en febrero de 1917 en la revolución que derribó al zarismo!

Ante la postura de Stalin y otros dirigentes de dar apoyo al gobierno provisional burgués que había
reemplazado al Zar, Lenin envió el siguiente telegrama desde el exilio el 6 de marzo: «Nuestra táctica:
desconfianza absoluta, negar todo apoyo al nuevo gobierno; recelamos especialmente de Kerensky−: no hay
más garantía que armar al proletariado; elecciones inmediatas a la Duma de Petrogrado; mantenerse bien
separados de los demás partidos».

La política de colaboraci6n de clases llevada a cabo por los dirigentes obreros condujo a que el gobierno
burgués no solucionase ni uno solo de los problemas que habían llevado a las masas a derrocar a la
monarquía.

Se había cambiado de forma de gobierno, de monarquía a república, pero lo esencial de la dominación de


burgueses, caciques y terratenientes se mantenía. Se había sacrificado al rey Borbón al igual que una estrella
de mar pierde uno de sus brazos con el fin de deshacerse de su enemigo.

Lenin frente a Kornilov

El gobierno republicano no solo no llevó a cabo lo que se esperaba de él sino que ejerció una dura represión
contra los campesinos y obreros que luchaban por sus derechos.

Quizá el caso más destacado fue el del pueblo gaditano de Casas Viejas, en enero de 1933, donde la Guardia
Civil quemó vivo a un jornalero, ametralló a varios más y fusiló a otros once.

Ante estos hechos Azaña mostró a las claras su repugnante carácter burgués diciendo: «En Casas Viejas no ha
pasado más que lo que tenía que pasar» (Tuñon de Lara. La España del siglo XX. Pág. 349).

Y todo esto sucedía con el PSOE en el gobierno. Se había pasado de un millón de trabajadores en paro en
1931 a millón y medio en 1933.

35
La desilusión en la república, llevó al triunfo de la derecha en las elecciones de noviembre de 1933.

En Alemania, Italia y Austria el fascismo había llegado al poder tras aniquilar las organizaciones de clase. Los
socialdemócratas no dieron batalla y los partidos comunistas atravesaban su época demencial del
«socialfascismo» y fueron incapaces de plantear un frente único de lucha contra el fascismo, pues decían que
en el fondo era lo mismo el fascismo que los partidos socialdemócratas. La historia dio un trágico mentis a
esta política.

Quizá el destino de la clase obrera española hubiese sido el mismo que el de estos países, de no ser por una
revolución que aunque fue ahogada en sangre frenó a la derecha clerical−fascista, y dio a la clase obrera
nuevas oportunidades; nos referimos a Octubre de 1934, la Comuna de Asturias.

La revolución proletaria de octubre del 34 tiene más trascendencia de la que se le da en los manuales de
historia. En ella quedó al descubierto la carencia fundamental del bando obrero; mientras los trabajadores con
poco más que sus manos estaban dispuestos y eran capaces de tomar el cielo al asalto, sus dirigentes se
enfrentaban entre sí por rencillas burocráticas y carecían de convicción en las posibilidades revolucionarias.

También demostró, pese a quien pese, cuales eran los bandos en conflicto: Por un lado la clase obrera, por
otro la burguesía. Esto último quedó simbolizado porque los asesinatos en masa que ordenó el gobierno
republicano contra los trabajadores asturianos fueron dirigidos por Franco.

Aquella heróica lucha, frenó a la reacción, y dio la oportunidad de la derrota electoral de la derecha en las
elecciones del 16 de febrero de 1936.

Mientras la reacción se preparaba para aplastar a los trabajadores, siendo consciente la burguesía de que se
trababa de una lucha entre la revolución o la contrarrevolución, la mayor parte de los dirigentes obreros
trataban, tan inútil como erróneamente* de buscar una tercera vía. Esta política, que llevó a la derrota, quedó
reflejada en el intento constante de «conciliación» con la burguesía republicana, primero en las elecciones,
luego en el gobierno, y sobre todo en la funesta consigna de «primero ganar la guerra, después la revolución».

Todo esto se apoyaba en el argumento de que había que unirse contra Franco. De nuevo, qué lejos estaban de
la política de los bolcheviques, que en circunstancias más adversas llevaron al éxito la revolución rusa.

Cuando en pleno proceso revolucionario en Rusia. Kornilov (al igual que Franco en España) amenazaba la
supervivencia del gobierno de Kerensky (comparable a la República), Lenin dijo lo siguiente: «Ni aún ahora
debemos apoyar al Gobierno de Kerensky. Sería una traición a los principios. Se nos pregunta: ¿Es que no
debemos luchar contra Kornilov? Naturalmente que sí. Pero no es lo mismo; hay un limite, límite que ahora
traspasan algunos bolcheviques, y con el que caen en la política de ëconciliacióní, arrastrados por el torrente
de los acontecimientos» (Carta al Comité Central).

He aquí el tremendo contraste entre la política bolchevique de «todo el poder a los soviets» y la política
llevada a cabo por la dirección del PCE, con la colaboración en momentos claves de la dirección del PSOE y
de la CNT, de desarmar a los «soviets» y consolidar el poder burgués.

La historia oficial ha entregado a la derecha la conmemoración de los acontecimientos de julio del 36, pero es
una auténtica falsificación histórica, ya que en esas fechas la contrarrevolución fascista demostró su extrema
debilidad, mientras la clase obrera tomó sin esperar consignas desde arriba, el poder en sus manos. Donde no
lo hizo fue debido a la indecisión de los dirigentes y a la traición de los republicanos, y sólo se impondría el
fascismo tras tres años de guerra civil.

En julio del 36 el gobierno republicano tenía mucho más miedo a la clase obrera que a los insurrectos: «El
gobierno pierde horas preciosas sin tomar ninguna medida, pese a los requerimientos de las organizaciones

36
obreras» (Tuñon de Lara. Pág. 531).

En realidad la burguesía quería un acuerdo con Franco y lo intentó siempre. Así se vió ya en julio del 36, pero
en el 37 se intensificó esa actividad para «vender» al proletariado y pactar con Franco. El PNV llegó a un
acuerdo de paz por separado con los italianos, y rindió los batallones vascos en Santoña, pero Franco quería
una victoria incondicional y no respetó el acuerdo. Esto frenó las posibilidades del gobierno de la Generalitat,
que por medio de Tarradellas ya estaba negociando también su rendición a los italianos. Y así, tras mayo del
37 todo demuestra que importantes militares republicanos, solo quieren preparar el acuerdo con Franco, y este
sería el encargo del último gobierno, el de Negrín, llamado en lo que parece una broma macabra «el gobierno
de la victolia».

Los burgueses republicanos actuaron de «Caballo de Troya» en las filas obreras desde el primer día. De ser.
por ellos, en julio del 36 Franco se hubiese hecho con el poder, pero la clase obrera no lo consintió:

«El gobierno no tiene ningún control sobre el país. En muchas ciudades son los sublevados quienes responden
por teléfono al llamar al gobernador civil. En otros, aplastada la rebelión, apenas hay otro Poder que el de las
organizaciones del Frente Popular» (Ibidem. Pág. 539).

Lo fundamental de la revolución española transcurre de julio del 36 a mayo del 37. Ese es el período en que la
revolución era posible y ello hubiese traído la solidaridad internacional y la victoria en todos los frentes. A
partir de mayor del 37 todo cambia, por eso abordamos este proceso en las páginas siguientes.

Es necesario combatir la idea de que una guerra se gana o se pierde (sobre todo una guerra civil
revolucionaria) solo o fundamentalmente con medidas militares. Eso es una falsedad que pertenece al campo
del «cretinismo militarista». No tenemos aquí el espacio para desarrollar esta idea, pero cualquiera que haya
estudiado los conflictos más importantes de la historia y sobre todo, las revoluciones, comprenderá esto. Un
ejemplo clásico lo tenemos en la guerra civil norteamericana, que ya fue estudiada por Marx, donde la
liberación de los esclavos jugó un papel decisivo. A la misma conclusión llegaríamos estudiando desde la
revolución china hasta la caída del Sha de Persia pasando por la guerra del Vietnam. En todos ellos lo decisivo
no fue la superioridad militar.

Los mejores ejemplos los encontraremos en la Revolución rusa, y el enfrentamiento victorioso del Ejército
Rojo, dirigido por León Trotsky, no solo contra los «Blancos» sino contra varios ejércitos extranjeros. Esto es
porque una revolución aplica a la guerra una política revolucionaria. No es nuevo, ya lo dijo Clausewitz: «la
guerra es la continuación de la política por otros medios».

Una política revolucionaria revela su superioridad en la guerra frente a una política de «conciliación». Un solo
ejemplo nos sacará de dudas; La cuestión nacional y colonial.

Franco basó todo su primer impulso en el apoyo en las colonias de Africa. Durante toda la guerra el apoyo de
las tropas moras y de legionarios a Franco fue muy importante, pero en los primeros meses era cuestión de
vida o muerte para los fascistas. Cualquier historiador reconoce que si se hubiese estrangulado la retaguardia
africana, hubiese sido tanto como estrangular la sublevación, y eso hubiese sido fácil de hacer:

«EI general Gallard, que fue comandante de las Fuerzas Aéreas de la Alemania de Hitler, ha escrito
rememorando la situación de 1936: La mayor parte de las fuerzas armadas ganadas a la causa de la derecha se
encontraba en Marruecos, bajo las órdenes de Franco. El jóven general tenía entonces cuarenta y tres años
contaba con sus moros, perfectamente entrenados y ávidos de batirse, para socorrer a sus amigos, cercados por
todas partes en la Metrópoli. Pero la Marina había permanecido fiel a la República y controlaba las
comunicaciones marítimas. Los republicanos se mantenían sólidamente en Madrid y Barcelona y en tres
cuartas partes del territorio español. Los nacionalistas se defendían desesperadamente en el Sur, el Noroeste y
en algunas ciudades aisladas. Mussolini y Hitler decidieron socorrer a Franco. Se fundó la Hisma, empresa de

37
transportes aéreos que, con Junkers 52 y tripulaciones alemanas, decidió llevar a la Península los refuerzos
marroquíes volando sobre el Estrecho. Con este primer puente aéreo de la historia, Franco pudo, desde los
primeros meses de la guerra, mejorar las posiciones nacionalistas» (Ibidem. Pág. 572).

¿Por qué decíamos que era fácil dar un giro a esta situación? Con una medida sencilla: Declarar la
independencia de Marruecos y facilitar que el gran dirigente Abd−el−Krim pudiese llegar a este territorio para
facilitarle la lucha.

«¿Libertad a Marruecos? Delegaciones de árabes y moros se presentaban ante el gobierno para solicitar un
decreto. El gobierno permanecía inmutable. El terrible Abd−el−Krim, exiliado por Francia, rogó a Caballero
que intercediera ante Blum para que éste le permitiera volver a Marruecos para dirigir una insurrección contra
Franco. Caballero no quería interceder, ni Blum conceder. Alzar al Marruecos español podía poner en peligro
la dominación imperialista en toda Africa» (F. Morrow. Pág. 143).

Pero en la cuestión nacional, como en otros aspectos, los dirigentes obreros del Frente Popular habían
abandonado la política revolucionaria que hubiese garantizado el triunfo sobre el fascismo

El programa esencial hubiese sido, junto con la proclamación de la independencia de Marruecos y el derecho
de autodeterminación de las nacionalidades, la entrega de la tierra a los campesinos, la colocación de las
fábricas bajo control obrero y la constitución de las milicias obreras como el único ejército del proletariado
exigiendo la disolución del ejército regular republicano incorporando a sus mejores elementos a las milicias.

Confiamos en que las páginas que siguen contribuyan a dejar claros algunos hechos esenciales del período
más importante, (y por ello, sobre el que más se ha mentido) de la historia del Estado español. Una época en
que la clase obrera demostró que lleva en su seno una nueva y mejor sociedad. Se atribuyen conquistas
progresistas a la IIa República y habría que decir que fueron las conquistas de los trabajadores «a pesar» de la
república burguesa.

A sesenta años del inicio de la guerra sigue siendo muy importante hacer un balance de aquella época. Por la
CNT hizo balance la historia, pues nunca recuperaron su influencia. Los dirigentes anarquistas, con
excepciones gloriosas como Durruti, que se negaban a luchar por un Estado obrero, por no aceptar ningún
Estado, se aprestaron a consolidar el Estado burgués frente a la clase obrera, lo que supuso enfrentarse a su
propia base. Hicieron realidad en forma trágica la broma que se hacía acerca de los anarquistas rusos cuando
se decía que su programa constaba de dos artículos: Primero, no habrá orden ni gobierno. Segundo nadie
estará obligado a cumplir el artículo precedente. Hoy es el día en que ni el PSOE ni el PCE han hecho una
autocrítica de aquellos hechos. Los dirigentes del PCE, especialmente, aún tienen una deuda con la historia,
pues muchos revolucionarios sinceros cayeron muertos por las órdenes de la estalinista GPU, acusados de
agentes de Franco, al igual que asesinaron a Trotsky acusándolo de agente del fascismo internacional. El
único delito de estas víctimas había sido luchar por la revolución.

No se puede escribir de la historia sin tomar partido, y nosotros lo tomamos abiertamente. Pero la causa con la
que simpatizamos no es sólo la de las libertades formales contra el franquismo, sino la causa de la clase obrera
revolucionaria contra la república burguesa, la de los jornaleros de Casas Viejas y tantos otros, la Comuna de
Asturias, Mayo del 37... y tantos jalones de lucha heroica de nuestra clase por llevar a cabo la Revolución
Socialista.

¿ Han fracasado las revoluciones en América latina?

1. El fracaso de los proyectos revolucionarios en América Latina.

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Después de la pérdida de las elecciones del Frente Sandinista en l 990, la crisis cubana, el poco porcentaje de
votos del FMLN en E1 Salvador, la intervención de USA en Haití para restablecer el gobierno de Arístides, la
pérdida del PTE en el Brasil y la insignificancia de los votos obtenidos por Cárdenas en México para citar
sólo algunos acontecimientos cercanos la pregunta parece una redundancia. No sólo han fracasado los
proyectos revolucionarios sino que la misma izquierda revolucionaria latinoamericana se encuentra sumida en
una profunda crisis. El fracaso de los proyectos revolucionarios no es una imputación que realicen hoy sólo
los partidos conservadores o aquellos que más se han beneficiado de la situación actual sino que otrora
conspicuos líderes revolucionarios como Villalobos en San Salvador y Sergio Ramírez en Nicaragua amen de
una gran cantidad de antiguos militantes se apuntan hoy en el mejor de los casos a los postulados de la
socialdemocracia y en el peor escépticos y cansados, sin vislumbrar otras posibilidades, abdican de su pasado
y piensan que ya no hay mas lugar que para la resignación o para la violencia destructiva. Simbólicamente
creo que la derrota electoral del frente sandinista es lo que más ha afectado anímica y políticamente las
expectativas de la izquierda revolucionaria latinoamericana.

El Frente Sandinista, veinte años después de la revolución cubana y después de tantos intentos fracasados en
Argentina, Chile, Uruguay se convertía en el alma de la revolución latinoamericana y creaba renovadas
esperanzas en todo el continente, especialmente en Centroamérica. Su derrota electoral con el 45 % de los
votos puede considerarse insignificante si se tiene en cuenta la amenaza de Estados Unidos de continuar la
guerra si no ganaban los suyos. La "piñata" posterior por la que los dirigentes sandinistas se repartieron bienes
del Estado desprestigió en poco tiempo a un gobierno que gozaba de una cierta fama de honestidad. Sin
embargo, aunque hubieran mantenido una trasparencia absoluta, aunque pudieran volver al poder con la
mayoría de los votos ¿podría el sandinismo dar respuesta a las mayorías pobres de Nicaragua como de hecho
dio en la década de los ochenta? ¿Podría volver a levantar aquél derroche de ilusión y generosidad
impresionante en la pasada década? La respuesta es que no. No existe un bloque socialista que pueda apoyar
proyectos socialistas y la experiencia cubana, con todo lo respetable que pueda ser. aparte de no suscitar
ningún entusiasmo entre las mayorías pobres, sólo es viable con la inserción en el mercado mundial único. ,

La estrategia liberadora latinoamericana de tomar el poder del estado a través de una guerrilla con mayor o
menor apoyo popular y el consecuente cambio al bloque del Este como manera más corta y eficaz para sacar
de la miseria y la marginación a las grandes mayorías, hace 10 años no era sin más imposible. Reagan y Bush
probablemente no se equivocaron al considerar a Nicaragua como la principal amenaza para los intereses
geoestratégicos de América Latina. Nicaragua era un cáncer en metástasis que suscitaba grandes entusiasmos
en toda América Latina. Los países pobres del entonces llamado Tercer Mundo tenían en Nicaragua un
camino interesante a seguir. La economía mixta, la reforma agraria, las cooperativas campesinas, los cabildos
populares, las experiencias culturales, la participación masiva de cristianos en la revolución y en la estructura
de gobierno, el mantenimiento de la democracia y la oposición hacían de Nicaragua una experiencia mucho
más atractiva que la cubana. San Salvador, Guatemala, México tenían en Nicaragua una retaguardia
magnífica. Estados Unidos, además de las múltiples acciones encubiertas y el desarrollo de toda una estrategia
terrorista en el interior de Nicaragua no tuvo suficiente con el dinero del congreso y de empresarios privados
para financiar a la contra y tuvo que recorrer al narcotráfico y a la venta de armas a Irak. En San Salvador, un
país más pequeño que la provincia de Barcelona, tuvo que invertir más de l millón de dólares diarios para
frenar a la guerrilla e involucrarse en el asesinato de miles de campesinos e indígenas amen de los casos con
mástrascendencia internacional como el asesinato del Arzobispo Oscar Romero y los ocho jesuitas de la UCA.

Hoy sin embargo, aunque los sandinistas fueran unos santos, aunque accedieran con una mayoría absoluta al
poder, no podrían hacer nada parecido y aunque lo hicieran no constituirían el mismo tipo de amenaza para el
sistema mundial que la que constituyeron hace 10 años.

2. La revolución hoy es más necesaria que ayer.

Si en América Latina el origen o al menos la justificación última de las revoluciones ha sido siempre el
empobrecimiento de las grandes mayorías, con el fin de la guerra fría ésta ha aumentado de manera

39
escalofriante. Nunca en la historia ha existido una concentración y centralización del poder tecnológico,
financiero político y militar en tan pocas manos. Si la caída del muro de Berlín evidenció el colapso del
socialismo real también nos muestra ahora el horrible fracaso del capitalismo real. Algunas estadísticas de la
ONU nos ilustran al respecto:

un 20% rico (1200 millones de personas) de la humanidad controla el 83% de los ingresos del mundo y el
20% más pobre sobrevive con el 1.4 % de estos ingresos.

1000 millones de personas sobreviven con 1 dólar por día

3000 millones de personas sobreviven con 2 dólares por día.

358 personas tienen individualmente capitales acumulados del orden de 762 millardos de dólares. poseen 358
personas el equivalente al 45% de la humanidad más pobre de la población mundial, es decir de 2400 millones
de las personas más pobres del mundo.1

El número de billonarios( dólares) se ha incrementado en los últimos 4 años en un 147%

A pesar del fin de la guerra fría el gasto militar anual es de 815 millardos de dólares equivalentes al 40% de
ingreso per capita de la humanidad más pobre. Los 100 millardos de dólares en que se ha visto reducido el
gasto público militar es superado por los gastos en empresas de seguridad privada.2

Después del fin de la guerra fría y la desaparición del 2 mundo, las categorías norte−sur,
desarrollo−subdesarrollo, primer−tercer mundo, centro−periferia cada vez sirven menos para dar cuenta del
conflicto más genuino de nuestro tiempo: el conflicto entre ricos y pobres. En El sur hay un norte que
participa del 20 % más rico y en el Norte hay un sur formado por inmigrantes, indígenas y desempleados que
tienen cada vez condiciones más semejantes a las mayorías del Sur.

México y Nicaragua que al comienzo de los 90 fueron considerados como experiencias esperanzadoras de un
nuevo orden económico y político son hoy la mejor muestra en Latinoamérica del fracaso de las llamadas
políticas neoliberales. Nicaragua es el único país del mundo cuyo ingreso per capita es 59% más bajo en 1994
que en 1960. Nicaragua por otra parte es después de Israel el país que en los últimos 5 años mas ayuda externa
ha recibido, y a pesar de esto su crecimiento económico es peor que en todos los años sandinistas y 40%
inferior que en 1985 cuando el país estaba en plena guerra.3

Pero quizás lo más elocuente del fracaso del capitalismo son las propias palabras de Michael Camdesuss que
no es precisamente un ex−comunista sino presidente del Fondo Monetario Internacional: "El mercado cuando
es enteramente abandonado a sus propios mecanismos es una sentencia de muerte para los pobres. Esta es la
razón por la que no podemos aceptar la substitución del fundamentalismo marxista por el fundamentalismo
del mercado. En el mercado se dirime la fuerza de la vida y de la muerte. En el mercado mundial por tanto
todos tenemos una responsabilidad sobre la vida y la muerte de los otros."4 Independientemente de la
valoración que hagamos de esta "nueva retórica" de uno de los principales responsables de las políticas
llamadas eufemísticamente de ajuste en los países pobres5 es importante subrayar que incluso entre los
principales responsables de las políticas neoliberales estas no gozan ya de la credibilidad del pasado.6.

Una vez eliminado el peligro del comunismo el capitalismo va perdiendo todo tipo de pudor frente a la
miseria. Cada día que pasa es más obvio que los cambios estructurales en el sistema mundial, son mas
necesarios que nunca. ¿Cómo hacerlos mínimamente viable? ¿Cómo no convertir la revolución en una prédica
de púlpito? ¿Cómo movilizar fuerzas que puedan hacer de la transformación de un sistema mundial algo más
que un sueño o un deseo?

A riesgo de simplificar, de caricaturizar y de separar cuestiones que a menudo siguen muy mezcladas, creo

40
que en la izquierda latinoamericana se dibujan hoy tres grandes tendencias que intentan responder a este
interrogante. Se podría hablar con cierto tino de una tendencia reformista, de una tendencia ortodoxa y de una
tendencia civil y popular. El debate serio y profundo entre estas tendencias podría alumbrar ciertamente
nuestro futuro más inmediato. En cualquier caso es perentoria la necesidad de la izquierda de fortalecerse
intelectualmente sino quiere ser sólo un pasaje de la historia.

3 La tendencia reformista

Jorge G Castañeda, en su libro "La utopía desarmada" es el que probablemente ha popularizado más esta
tendencia, cuya expresión política más clara es en Nicaragua el MDR (Movimiento de renovación sandinista)
liderado por Sergio Ramírez, antiguo vicepresidente el gobierno Sandinista, y en EL Salvador Joaquín
Villalobos, uno de los dirigentes del FMLN más famosos y conocidos. Lo más característico de esta tendencia
no estaría en la recusación de la "lucha armada", la práctica totalidad de la izquierda latinoamericana
cuestiona, hoy por hoy, la idea de tomar el poder mediante la victoria militar, sino en los objetivos de la lucha
misma. La idea de revolución quedaría relegada para minorías testimoniales. Se considera tan difícil la
posibilidad de cambios estructurales que pretender constituir movimientos revolucionarios sería más
inmovilista que otra cosa. En su lugar se trataría de atemperar los efectos del neoliberalismo, de moldear el
modelo existente, un programa reformista inspirado en fórmulas socialdemócratas que combinen cambio y
continuidad, crecimiento y equidad, democracia representativa y representación social.

Uno de los grandes errores de la izquierda tradicional sería no haber aceptado ni comprendido la economía de
mercado. "Si se es anticapitalista no se puede ser seriamente democrático".7 Se establece una especie de
ecuación entre economía de mercado y democracia representativa. No sólo se acepta el sistema de mercado
porque no pueda haber otra cosa sino por la asunción de una metafisica por la que se entiende que el mercado
es lo que más corresponde a la esencia humana: "El mercado es inherente al ser humano es necesaria la
existencia de diferencias sociales porque sin el derecho a la acumulación no funciona la producción y no se
genera riqueza ni desarrollo."8

Dora María Téllez en un documento para formación de líderes del MDR decía: "Un programa para los pobres
en general es inviable, y el reconocimiento de esto nos aleja del cristianismo, pero nos acerca a la realidad de
un partido político en Nicaragua. Lo político, lo viable, es optar por agentes económicos determinados...no
son los desempleados −cerca del 70% en Nicaragua− los que van a reactivar la economía del país" Su tesis
sería que mientras la izquierda revolucionaria hace un discurso genérico en favor de las mayorías, carece de
alternativas económicas mientras que apoyando a los empresarios se puede generar crecimiento y desarrollo
como primer paso para una mejor distribución de los recursos. Su propuesta se sitúa entre la absolutización
del mercado (situación actual) y el estatismo y la economía planificada. Pretendiendo emular en los países
pobres la socialdemocracia europea.

El segundo gran error de la izquierda latinoamericana sería no haber levantado y defendido con absoluta
claridad la bandera de la democracia. La izquierda latinoamericana debería mostrarse absolutamente
intransigente ante la falta de democracia interna o ante la falta de democracia representativa o ante cualquier
violación de lo derechos humanos, venga de donde venga. Reconocen y proclaman el déficit democrático de
los partidos de izquierda tradicionales. "Aceptar la democracia representativa significa que jamás habrá poder
total. que la gestión está constantemente sometida a prueba y vigilada por la sociedad civil". 9

Y el tercer error sería haber opuesto el Imperialismo Norteamericano al nacionalismo latinoarnericano. La


construcción de la nación en pleno siglo XX en muchos de los territorios de Latinoamérica ha tenido
consecuencias funestas para muchas de sus culturas minoritarias y en Estados Unidos se han perdido muchos
posibles aliados de la izquierda latinoamericana. No hay que oponer Estados Unidos con Latinoamérica, sino
oponerse a políticas específicas del gobierno de Estados Unidos aliándose con grupos civiles y partidos de
este país que también recusen estas políticas. Por otra parte hay que reconocer que el nacionalismo es más una
trampa que legitima la exclusión y las diferencias en el sistema social mundial que un instrumento liberador

41
para las mayorías pobres.

La principal fuerza de estas formaciones estriba quizás en que sus planteamientos políticos están menos en
contradicción con las tendencias ambientales generadas por el neoliberalismo. También la crítica que hacen a
los que se aferran a los principios está en consonancia con los tiempos: "Las posiciones más radicales,
contestatarias y críticas por principio son tranquilizadoras de conciencias de minorías radicales pero traiciona
los intereses de las mayorías que quieren resultados." Pero lo que no está claro es que el reformismo sea lo
más "pragmático" y útil para las grandes mayorías de la humanidad. ¿Hasta que punto bastan las reformas
para satisfacer las necesidades mínimas (respirar, comer ,beber) de la mayoría de los seres humanos?

La principal debilidad es que es un intento (una vez más) de trasponer los esquemas de la socialdemocracia
Europea a Latinoamérica con una estructuración social muy diferente: una gran mayoría pobre, una gran
economía informal, y unos pocos muy ricos y poderosos que extienden sus tentáculos hacia la propiedad de la
tierra y la propiedad financiera. Difícilmente se puede pretender cambiar los efectos del mercado sobre la
mayoría de la humanidad sin cambiar las causas.

4. La tendencia ortodoxa

Frente a los reformistas que simplemente abandonan el marxismo puesto que las sociedades que se inspiraron
en él han fracasado aquí se pretende separar totalmente el marxismo de la crisis del socialismo real. El
problema no serían las tesis marxista−leninistas, ni las estrategias de toma del poder estatal, ni las élites de
vanguardia sino fundamentalmente la corrupción de los dirigentes políticos. Hoy se trataría de mantener
fundamentalmente los mismos principios y estrategias en la esperanza, bien que llegué al poder la izquierda
revolucionaria en algún estado importante, (por ejemplo en la Unión soviética) bien que puedan sumarse las
fuerzas de diferentes estados. En muchos casos se afirma también que el fracaso obedece a no haber sido
suficientemente "marxistas" es decir, en haberse precipitado en la revolución sin tener en cuenta el desarrollo
de las fuerzas de producción. Se asume implícitamente un sentido lineal y etapista de la historia. Lo que
habría que hacer en Latinoamérica para caminar hacia el socialismo es desarrollar ahora el capitalismo,
modernizar las sociedades agrarias, (muchos antiguos revolucionarios son hoy prósperos empresarios).

Se da por sentado que el partido revolucionario es una categoría superior, dirigente, respecto de las
organizaciones de base, que de alguna manera debe liderarlas y conducirlas.

Esto junto con la debilidad intelectual ( muchos intelectuales bien por hastío, bien por clase social o por falta
de libertad se han retirado de estos partidos) y la costumbre de tener consignas y cuadros conceptuales claros
contribuye a mantener un importante déficit democrático, a tener miedo de las tendencias, del debate, de los
análisis profundos y de la revisión de las categorías y de los esquemas mentales al uso. Se acusa a los
reformistas de falsear la historia de la izquierda, de reducir el rico mosaico de experiencias revolucionarias,
cooperativas, colectivización de tierras, democracia asamblearia, escuelas experimentales etc. a élites de
movimientos guerreristas, imputando el fracaso de la izquierda en primer lugar a su estrategia, mitos e ideas y
no al aplastamiento y asesinato sistemático a la que fueron sometidos cientos de miles de indígenas,
campesinos. Se rechaza la socialdemocracia por su inaplicabilidad en los países pobres, sus fórmulas no
ofrecen ninguna ventaja a los excluidos. Las experiencias socialdemócratas en América Latina (Alan García,
Carlos Andrés Pérez, Paz Zamora han fracasado tanto o más que las políticas revolucionarias) 10 .

Su principal fuerza son precisamente los excluidos, su disposición a las movilizaciones populares y su
oposición sin ambages al liberalismo vigente. Su principal debilidad son sus protestas sin propuesta, sin
alternativa real a corto y medio plazo pero creo que hay algunos síntomas esperanzadores allí donde esta
tendencia no se precipita en presentar paradigmas nuevos ( que en realidad suelen ser muy viejos). Es
interesante observar por ejemplo en Cuba, máxima expresión de la ortodoxia latinoamericana, este proceso de
autocrítica formulado por uno de sus filósofos oficiales.11 Según Pablo Guadarrama hay que disolver todos
aquellos presupuestos míticos que hasta ahora alimentaban los proyectos revolucionarios para recuperar

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efectivamente las fuerzas emancipatorias y liberadoras. Entre las ideas y los mitos que habría que desterrar
destaca Guadarrama la creencia de que el proletariado es el sujeto histórico destinado a hacer la revolución; la
idea de una casta o vanguardia que sea la conciencia, la conducción de la revolución, y que conozca los
intereses objetivos de los oprimidos; la idea de que la revolución es inevitable por una especie de lógica
dialéctica inherente en el dinamismo de la historia, la idea de que en la historia hay un proceso lineal
ascendente, la idea de que la historia tiene un fin que es la

reconciliación universal.

Si la historia no tiene un fin, podemos afirmar, contra los hegelianos de derechal2, que la historia sigue. Si la
historia no es un proceso ascendente no se justifica a los vencedores ni se legitima la miseria y el genocidio de
millones de personas. No es cierto como le gusta decir a Fidel Castro que el tribunal de la historia le absolverá
o le dará la razón. La historia siempre absuelve a los vencedores y culpabiliza a las víctimas. No hay ningún
tribunal extrínseco a la memoria y a la reflexión de los seres humanos mismos. Sino hay ningún sujeto
"privilegiado" del cambio social todos podemos ser agentes del mismo. Si no hay una dialéctica intrínseca en
el dinamismo histórico la revolución no depende de ninguna providencia extrínseca sino de la constitución de
fuerzas sociales que la realicen. Si no hay más interés que el interés individual la revolución no puede hacerse
sin la participación activa de las mayorías. Si la experiencia nos enseña que el oprimido a menudo interioriza
los esquemas del poder (el esclavo que no quiere la libertad, la mujer que justifica la violencia de su marido,
el indígena que se siente primitivo o salvaje...) también nos enseña que sólo pueden liberarse siendo sujetos
activos de su liberación.

5. La tendencia civil y popular.

Parte de la imposibilidad de mantener la estrategia declarada de los movimientos de liberación en América


Latina consistente en la toma del poder del Estado mediante una vanguardia para después adscribir el nuevo
estado al bloque socialista o bien desgajarlo de la economía mundial y someterlo a un proceso autárquico.13
En la actual interdependencia mundial es difícil pensar en un gobierno socialista en un sólo Estado Nacional.
Incluso la caída de la Unión soviética "no se explica sólo por la oposición interna a sus estructuras totalitarias
sino por su incapacidad para competir con éxito en el mercado mundial" 14 La cuestión fundamental en esta
tendencia es pensar en nuevos caminos para una revolución que como hemos visto se inspira en causas mucho
más agudas que antaño. Es tiempo de revisar conceptos y de no precipitarse en las respuestas por más que las
urgencias sean acuciantes.

Un primer grupo de cuestiones a replantear provienen de la constatación de que hoy la sociedad es mundial l5
. La toma de poder del Estado por un partido de hombres honestísimos es bastante irrelevante para paliar tan
siquiera la situación de las grandes mayorías. En el mejor de los casos, la constitución de un estado socialista
en una sociedad mundial no deja de ser puro reformismo. Se trataría de replantear la función del partido
político que normalmente ha supeditado los intereses populares a los intereses estratégicos de la toma del
poder estatal y luego a los "intereses nacionales". Al no colocar en el primer punto de la agenda la toma del
poder estatal los partidos políticos revolucionarios se liberan de la sensación de fracaso y pueden aportar su
grano de arena para la constitución de una sociedad civil planetaria que propicie una transformación
democrática de las instituciones mundiales hoy existentes y por otra parte las acciones locales, en la medida
en que dejan de supeditarse a intereses estratégicos cobran mayor fuerza y relevancia.

Un segundo grupo de cuestiones es que el sistema social mundial no es nada fuera de nuestras acciones u
hábitos cotidianos. Hay que difuminar los diques entre lo privado y lo público, lo institucional y lo cotidiano,
lo macro y lo micro. Y todo ello sin paralizarse por nuestra corresponsabilidad en el orden mundial. No
esperar a la revolución para cambiar de vida. Los hábitos, las economías populares, son vitales para la
sobrevivencia de hoy

En tercer lugar la amenaza y los límites ecológicos son todavía tomados muy poco en serio. La única solución

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verdadera a la paradoja de los chinos: "Si cada chino tiene una moto el mundo será invivible" es cambiar
radicalmente las formas de vida. La otra solución: mantener en la miseria a la mayoría de la humanidad o
incluso su exterminio sólo sirve para prolongar la agonía de nuestra civilización. Una serie de experiencias y
de formas de civilización alternativas existen ya hoy. Gorostiaga lo llama civilización de la simplicidad 16,
una civilización que puede dar más felicidad y a mucha más gente que la civilización del consumo, el
individualismo y la posesión. La civilización del juego y la simplicidad, de la calidad de la vida, la
sostenibilidad, la igualdad y la alegría compartida es hoy una cuestión de supervivencia humana y de
verdadera superación del hastío.

En cuarto lugar hay que reconocer la fragilidad de las propuestas económicas en términos globales. Pero en
principio se puede afirmar que una orientación democrática de la economía mundial (socialdemócrata e
incluso liberal) altera más las raíces del sistema y puede beneficiar más las grandes mayorías de la humanidad
(los pobres absolutos) que una revolución socialista en un Estado nacional.

En quinto lugar hay que repensar la unidad y diversidad de los seres humanos. Por un lado nos encontramos
con un mundo unificado violentamente que sólo puede subsistir con una heterogeneidad radical (ricos y
pobres) en las formas de vida . Por otro lado con un pensamiento cuasi−único que se impone a través del
mercado y la comunicación unidireccional mundial por encima de los valores y las reflexiones endógenas. Se
trata de una homogeneización cultural que crece al mismo ritmo que la heterogeneidad y diversidad
económica. En este contexto solo puede hablarse de tolerancia y de respeto a la diversidad y a las identidades
con un mínimo de sentido siendo intolerables con la miseria y el hambre e irrespetando las diferencias
sociales impuestas por el fundamentalismo más peligroso y terrorista de nuestro tiempo: el fundamentalismo
del mercado. Sin acabar con este fundamentalismo y sin instituciones mundiales que protejan a las minorías y
que recreen y recompongan la creación moderna de los Estados−nación es previsible que vayamos
acostumbrándonos a genocidios y expresiones violentas inadmisibles como las de Somalia, Ruanda,
Chechenia, Bosnia, Argelia, Chiapas, Guatemala; Brasil, Colombia, Kurdistan l7, Tíbet, el asesinato de
inmigrantes despreciados l8 que buscan un trabajo manual en las ciudades Europeas, para citar sólo algunas
de las tragedias humanas más recientes.

Las agresiones culturales y los otros fundamentalismos son imparables mientras no se revierta la racionalidad
mercantil impuesta mundialmente y su consecuencia más notoria: la creciente diferencia entre pobres y ricos
de la misma sociedad mundial.19, Es imprescindible la lucha por una ciudadanía planetaria que elimine las
sangrantes diferencias económicas y que integra la diversidad cultural del mundo. En esta perspectiva las
culturas indígenas sobrevivientes tienen una precisa actualidad: sus valores y sus formas de vida son
efectivamente universalizables.

Por último es importante luchar en todos los espacios por la democratización de las estructuras y la
participación democrática de las personas, desde los grupos, ONG's, entidades locales y municipales, hasta las
grandes redes e instituciones mundiales. El consenso emergente y apenas iniciado en la sociedad civil
mundial, esta mundialización desde abajo, desde dentro y hacia arriba puede constituir una fuerza social
poderosísima, puede ser una amenaza mucho mayor para el capitalismo salvaje que lo que fue el socialismo
de estado 20 . De nosotros depende convertir las amenazas y los deseos en realidades.

LA NATURALEZA HISTÓRICA DE LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

El asunto que será tratado en esta disertación es la naturaleza histórica de la Revolución Rusa de 1917. El
objetivo es delinear lo que se entiende por perspectivas actuales de esta Revolución, mostrando sus diferentes
condicionamientos históricos.

Durante buena parte del siglo XIX y en particular, durante las Revoluciones de 1848, el problema era que

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Rusia había permanecido al margen de las grandes convulsiones que se produjeron en Europa. Como
revolucionarios que analizaron esta trayectoria de manera muy especial, Marx y Engels entendían que las
grandes revoluciones democráticas que tuvieroncomo escenario a Europa Central en 1848, sólo podían
completar su misión histórica lanzando una guerra mundial contra el imperio zarista, que era visto como
bastión de la contrarrevolución. Creían que este imperio sólo sería aplastado desde el exterior con el auxilio de
las armas; por este motivo.

Marx y Engels fueron cambiando de opinión en función de las condiciones ulteriores del desenvolvimiento
capitalista. Su posición pasó a ser que el desmantelamiento del imperio zarista sería obra, no de una guerra
externa, sino de una revolución interna. Marx y Engels ya veían expresiones de tendencias revolucionarias en
Rusia, desde la nobleza hasta los intelectuales. Comprobaron también que el capitalismo occidental se había
desarrollado en tales proporciones que había dejado de ser un factor revolucionario frente al zarismo, y que se
había vuelto un factor de conservación del mismo.

La Inglaterra capitalista tenía importantes acuerdos con el zarismo, y lo mismo ocurría con las potencias
centrales de Europa. Ya no era posible imaginar que el capitalismo europeo occidental pudiese llevar adelante
una guerra revolucionaria contra Rusia y, además, el desarrollo de contradicciones en Rusia permitía
establecer que el imperio zarista sería derribado por una revolución que se originaría en sus propias fuerzas
interiores.

Se puede decir que la naturaleza histórica de la Revolución Rusa, expuesta hasta aquí por los pensadores más
audaces de este período, es percibida y caracterizada como la conclusión de las revoluciones burguesas
democráticas que comenzaron en Francia en 1789, y que continuaron después en Europa en 1848. En el
período posterior, el más firme teórico de la revolución burguesa en Rusia fue Lenin. El combatió, con mucho
rigor y energía, la idea de que en Rusia se pudiera realizar algo diferente a una revolución burguesa. Así, en el
transcurso de los debates de la socialdemocracia rusa, quedaron establecidas "dos tácticas" (título de un libro
de Lenin): la primera planteaba la alianza de la clase obrera rusa con la burguesía liberal, y la segunda, la de
Lenin, la alianza de la clase obrera rusa con la burguesía revolucionaria rusa, encarnada en los campesinos.

Sin embargo, quien llegó más cerca de la realidad histórica para caracterizar la naturaleza de la Revolución
Rusa en esta época fue León Trotsky, aunque sin trascender la idea de que la Revolución Rusa completaría el
ciclo de las revoluciones burguesas democráticas.

Trotsky, en su libro 1905, con mucho cuidado y rigor didáctico, establece que la revolución rusa sería una
revolución burguesa que se diferenciaría sustancialmente tanto de la Revolución Francesa de 1789 como de
las revoluciones europeas de 1848. En la Revolución Francesa de 1789, dice, la burguesía, cuando no la
dirigía, dejaba que las masas se movilizasen, pues no temía la amenaza que en un futuro representaría la clase
obrera. Ya en las revoluciones de 1848 ocurrió algo diferente. Estas revoluciones no adquirieron impulso
pues, desde el comienzo, la burguesía, por temor al proletariado que se había expandido como consecuencia
del desarrollo capitalista alcanzado en esta época, preferió un pacto con las monarquías para poder
desmovilizar a la clase obrera.

En la Rusia de comienzos de siglo, dice Trotsky, la situación era doblemente diferente de 1789, y de 1848,
pues el impulso revolucionario surgiría de la propia clase obrera. Con este impulso revolucionario, esta clase
iría a enfrentar no solamente al zarismo, sino también a la burguesía liberal. Buscaría la alianza con los
campesinos y llegaría al poder como clase, en virtud de la dinámica de la revolución democrática. Su carácter
permanente surge del hecho de que con el proletariado en el poder, no sólo deberían ser ejecutadas las tareas
democráticas que no estuvieran cumplidas la tierra a los campesinos, la abolición de la autocracia, la
emancipación nacional, sino también las tareas propias de una revolución socialista: establece así la idea
genial de que Rusia sería la vanguardia de la revolución socialista internacional, lo que quedaría demostrado
por los acontecimientos posteriores (el libro de Trotsky fue redactado poco después de la revolución de 1905).

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Como se puede observar, nada más lejos de la realidad que una versión estática, y rígida de lo que sería la
naturaleza histórica de la Revolución Rusa. La teoría se fue transformando con la revolución de las relaciones
entre las clases, y en particular con la clase dirigente rusa, como consecuencia de su desenvolvimiento interior
y del ingreso del capital extranjero. Esto creó un proletariado concentrado, combativo y, hasta cierto punto,
revolucionario, que modificaba la perspectiva histórica tradicional de Rusia.

La Revolución de 1917, sin embargo, supera, modifica y altera todas las caracterizaciones revolucionarias,
pues se procesa dentro de un marco histórico completamente diferente de aquel de las revoluciones
democráticas pasadas. No sólo tendría lugar en un marco histórico de unificación de la economía mundial (o
sea, de la existencia real de una economía mundial), sino también en el de la transformación del capitalismo
de libre competencia en capitalismo imperialista.

La integración de las principales naciones del mundo y de algunas secundarias en la red de la economía
mundial, que después dará lugar al fenómeno del imperialismo, es el marco histórico necesario para poder
caracterizar, por primera vez, la descomposición del modo capitalista de producción, o sea, la época de
fragmentación mundial del capitalismo. En esta etapa, el capitalismo entra en una fase de transición hacia la
organización socialista a escala mundial. La caracterización de que el mundo, como un todo, había madurado
para la revolución socialista, altera la perspectiva histórica de la revolución en un país atrasado que,
considerado aisladamente, no está preparado para el socialismo, pero sí lo están la economía y la política
mundiales, en las cuales la revolución nacional y democrática de Rusia tendrá lugar.

Se incurre frecuentemente en el mito de que la Primera Guerra Mundial habría favorecido la llegada de la
Revolución de 1917. Sin embargo, la guerra sirvió al zarismo para congelar el recrudecimiento de las
tensiones en el interior del Estado ruso. En 1914, en Rusia, la socialdemocracia y el propio movimiento de
masas experimentaban un crecimiento fenomenal, dando inicio a un período revolucionario que no pasaría
desapercibido para las clases dirigentes de Rusia.

Era posible entonces acabar con el zarismo sin las inmensas cuotas de sacrificio que significó la Primera
Guerra Mundial. Pero esta guerra transformó la Revolución Rusa en una guerra civil internacional; demostró
que la sobrevivencia del capitalismo necesitaba de la masacre de millones de personas y que la conquista de la
paz realmente sólo sería posible con el derrocamiento de la burguesía en cada país. Aquí se puede percibir un
salto en la apreciación de la naturaleza histórica de la Revolución Rusa, pues una revolución que se presentaba
como democrática, cambia por las perspectivas abiertas por la lucha de la clase obrera, para convertirse en una
revolución socialista; y por el marco internacional en que se inserta, es una parte de la revolución mundial y
de la guerra civil internacional de la clase obrera contra las burguesías y el capitalismo mundiales.

Existe una corriente historiográfica llamada revisionista, que tuvo origen en Alemania, y uno de cuyos autores
más conocido es Ernst Nolte, que parece justificar al nazismo y que tuvo una cierta popularidad académica,
incluso fue retomada por el historiador francés François Furet. Historiador derechista de la Revolución
Francesa, renegado del partido comunista francés, Furet, en un reciente libro (El fin de una ilusión), desarrolla
la misma tesis que los revisionistas alemanes: la Revolución Rusa sería responsable del nacimiento del
nazismo, como una reacción del capitalismo contra el bolchevismo.

El nazismo tendría el mérito de haber previsto el fracaso del bolchevismo, y de haber tenido la iniciativa de
enfrentarlo. Pero el nazismo no es sólo el resultado de la reacción capitalista contra el bolchevismo, y éste, a
su vez, no fue una conspiración mundial para acabar con el estado de derecho: ambos son productos opuestos
y contradictorios de un mismo fenómeno: la descomposición mundial del capitalismo. Esta se produce por la
contradicción entre el desarrollo internacional de las fuerzas productivas y el marco estrecho de las fronteras
nacionales, los Estados nacionales, en los que ese desarrollo se procesa; por la competencia entre los
capitalistas; por la socialización enorme de la producción y la apropiación cada vez más estrecha en el sistema
capitalista. Se puede decir que la Revolución de Octubre fue un producto genuino y una respuesta de las
masas a la descomposición del capitalismo.

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Para sus líderes, la Revolución de Octubre era el comienzo de la revolución socialista mundial, caracterizando
el inicio de una época histórica de guerras y revoluciones. Inauguraba un período político e histórico de
revuelta de las fuerzas productivas contra las relaciones de producción capitalistas, transformadas en un
obstáculo histórico para el desarrollo de aquéllas.

Tanto Lenin como Bujarin habían analizado, antes de la revolución, la nueva configuración de la economía
mundial, concluyendo que el mundo ingresaba en un nuevo período histórico. Para los bolcheviques, la
Revolución Rusa era el comienzo de la revolución mundial. Ellos no tenían ninguna intención de realizar el
socialismo solamente en su país.

El bolchevismo incorporó su comprensión de las particularidades nacionales rusas a las del proceso
internacional del capitalismo y, dialécticamente, estableció la unión entre una revolución democrática
conducida por la clase obrera y el proceso de la revolución internacional. Por eso, una de sus primeras
medidas, después de la revolución, fue la convocatoria a la creación de una nueva Internacional, la Comunista.
Pero ésta no era una creación del Estado soviético. Este podría operar como Estado en el marco de las
relaciones internacionales. La Internacional actuaría de modo independiente, y fue preparada con bastante
antelación. En la bancarrota de la Internacional Socialista (la IIª), los bolcheviques llamaron a la creación de
la Internacional Comunista (la IIIª) mucho antes de la Revolución de Febrero y mucho antes de la Revolución
de Octubre de 1917.

El proletariado del mundo pasó a organizarse en un partido mundial centralizado, a diferencia de la Iª y la IIª
internacionales,lo cual refleja un nuevo estadio de lalucha internacional entre las clases.

Este planteo fue una gran novedad política: el mundo podía ser reorganizado enteramente sobre bases
comunistas, libertarias, de fraternidad universal y era posible construir un partido mundial de la revolución
socialista. Como dice Rosa Luxemburgo, la responsabilidad por las limitaciones de la Revolución Rusa fue de
la socialdemocracia europea, que tuvo un comportamiento traidor. ¿Por qué traición si la socialdemocracia
alemana, por ejemplo, nunca fue revolucionaria, sino reformista? Porque el imperialismo y la guerra habían
mostrado que el reformismo ya no tenía un lugar histórico. Solamente existían dos opciones: la revolución y
la contrarrevolución. Las tendencias reformistas, bajo el pretexto de no optar por ninguna de ellas, optaron de
hecho por la contrarrevolución, volviéndose traidoras.

No sólo traicionaron a la Revolución de Octubre, sino que también fueron cómplices de la derrota de la
Revolución Española, y entregaron Alemania a Hitler.

Llama la atención en toda la literatura contemporánea la falta de comprensión de que la restauración


capitalista en los estados obreros no es otra cosa que una contrarrevolución política iniciada por la burocracia
"comunista" para acabar integralmente con las conquistas sociales de la Revolución de Octubre,
transformándose así en clase propietaria. En China, en Rusia, actualmente, los capitalistas son los antiguos
burócratas. Veamos las raíces históricas de ese proceso.

A partir de 1922, cuando había terminado la revolución, una burocracia anticomunista (todavía existen los que
la llaman comunista), pretoriana, represiva, sustituyó a la clase obrera y la colocó bajo su dominio. Comienza
también a entrelazarse con el capitalismo internacional, y en un determinado momento se entrelaza con la
contrarrevolución política. En los últimos 60−70 años hubo, entre la burocracia de los llamados estados
obreros y el capitalismo mundial una relación social profunda. La burocracia pensaba aumentar más y más sus
beneficios, aprovechándose de su condición de intermediaria entre el capitalismo mundial y la estructura
estatal creada por la revolución en la Unión Soviética.

A medida que se internacionaliza este proceso, se enfrenta a otro creado por él. En 1953, con el levantamiento
de la clase obrera de la parte oriental de Alemania, se inicia, en los territorios de las naciones dominadas por
la burocracia rusa, un proceso creciente de revoluciones políticas.

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El levantamiento de la clase obrera polaca, en 1980, se inició cuando la burocracia intentó aplicar, una vez
más, pero ahora en una escala nunca vista antes, los programas fondomonetaristas de aumento de precios, de
liberación del mercado, etc. Con eso provoca un movimiento nacional sin precedentes, que pone en evidencia
la función de la burocracia como mera intermediaria del capital internacional. Es entonces la revolución
política de la clase obrera la que empuja definitivamente a la burocracia stalinista al campo del capitalismo y
de la contrarrevolución. Nace más tarde la política de apertura de mercados conocida como `perestroika'. Esto
muestra la comprensión, por parte de la burocracia, de que los días de su "socialismo en un solo país" estaban
contados.

En esas condiciones, cabe preguntarse si las condiciones históricas que dieron lugar a la Revolución de
Octubre y que determinaron su caracterización como inicio de la revolución socialista mundial, están
presentes en la actualidad, y si aparecen más atenuadas o más intensificadas.

Asistimos al florecimiento de una nueva teoría: la globalización, que, en líneas generales, afirma que el capital
se transformará en mundialmente homogéneo. Las rivalidades nacionales, si no hubieran desaparecido,
tenderían a desaparecer: no habrá más guerras y podrá construirse un mundo de paz. Todo esto no pasa de una
versión novelesca de la teoría del ultra−imperialismo de Kautsky, que ni siquiera es original, pues Hobson, en
1902, ya establecía la perspectiva del ultra−imperialismo como futuro ineluctable del capitalismo mundial.

Criticando la tesis de la globalización, algunos marxistas dicen que es engañosa, pues oculta su naturaleza
social, o sea, la mundialización del capital. Pero la tendencia del imperialismo no es en dirección a la
mundialización, sino a la nacionalización del capitaleso fue irrefutablemente esclarecido por Bujarin en su
libro El imperialismo y la economía mundial.

Solamente si el desarrollo capitalista fuese exactamente igual desde el punto de vista tecnológico, económico
y sociológico, en todos los países, se podría admitir que un capital se aliase a otro en iguales condiciones. Sin
embargo, ¿por qué un capital se uniría a otro en iguales condiciones, si aquél posee mejores condiciones que
éste? ¿Por qué un capital norteamericano se uniría a un capital argentino en iguales condiciones, sin reducir a
este capital a una condición subordinada, llegando así a las relaciones características del sistema imperialista?

Las contradicciones del capitalismo, a medida que se internacionalizan las fuerzas productivas, son más
profundas hoy que en la época de Lenin. Pero el capitalismo es incapaz de estructurar un Estado mundial, o
una coordinación mundial que exprese esta supuesta internacionalización del capital. La perspectiva no es un
condominio mundial, sino la dominación del imperialismo más fuerte contra los imperialismos rivales.

Esto implica un Estado fortalecido de modo descomunal, a través de su entrelazamiento más profundo con el
capital, para defender e impulsar más consecuentemente los intereses del capitalismo del propio país.

Una expresión del fortalecimiento del Estado que desmiente la idea de movimientos pacíficos del capital, es la
tendencia a la privatización del sistema de previsión social en los más diversos países. La privatización de la
previsión social es compulsiva. La clase obrera, en los sistemas que están siendo impuestos, es obligada a
depositar 10% de su salario en un fondo de pensión. Por eso, los fondos de pensión presentan un fabuloso
crecimiento en los últimos años, y esto es un resultado de la acción del Estado.

En estas contradicciones se verifica que la naturaleza histórica de la Revolución de Octubre, en el sentido de


que inició un período de revolución socialista mundial, está más vigente que nunca.

Rusia, actualmente, es un país amenazado por la desintegración nacional, pues nunca fue un país
nacionalmente afirmado. En la apertura del mercado al capital extranjero las relaciones internas de circulación
económica dejaron de existir, porque sus industrias, confrontadas con el capital extranjero, quedaron
capitalistamente obsoletas, o sea, sin financiación, sin mercado, sin capital. Esto provoca una serie de
tendencias centrífugas y separatistas enormes: crisis en el poder, agravamiento de las guerras locales. La

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Rusia actual es un terreno de luchas entre Japón, Estados Unidos y Alemania.

La Unión Europea es otra manifestación de este crecimiento de luchas nacionales. No es un fenómeno de


mundialización del capital, es un fenómeno de internacionalización de la fuerza productiva del capital y de
nacionalización de la propiedad capitalista. Los "bloques regionales" expresan la disputa entre los diversos
imperialismos por el mercado mundial.

La propia crisis del capital genera una masa enorme de desempleados y miserables que es una fuente
permanente de revueltas sociales. Estamos, por lo tanto, en el mismo Siglo XX que comenzó con la
Revolución Rusa y que aún no terminó. El fin de siglo será testigo de crisis, guerras y revoluciones inéditas en
la historia contemporánea.

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