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Entre Telones

Por: Fausto Morantes Jr.

La contraseña
Cierto día platicaba con unos amigos, sobre un accidente que tuve hace muchos, pero muchos
años, jugando básquet bol, me di un golpe en la cabeza y perdí la memoria de corto plazo, por un
rato, en lo que los medicamentos hacían su efecto, al concluir la plática, el hijo de mis amigos,
como de 7 años, me comenta, o sea que perdió la contraseña, de su computadora, al principio le
aclare que había perdido la memoria, no la contraseña, pero de inmediato entendí su analogía, y
efectivamente había perdido la contraseña de mi computadora.

Queridos lectores, cuántas veces hemos perdido la contraseña, pero no precisamente de nuestra
computadora, sino de nuestra vida, por ejemplo, la contraseña de:

- La tolerancia con nuestra familia y amistades


- La lealtad hacia la gente que nos ama
- El respeto a las personas que son diferentes a nosotros
- La comunicación permanente con nuestros semejantes
- La cooperación ante situaciones adversas
- La mentalidad positiva cuando los problemas son continuos
- La calidad de nuestro trabajo
- La responsabilidad de nuestros actos

Es como aquel padre de familia que le dice a su hijo, no te copies las tareas y mucho menos en los
exámenes, recuerda que eso no es correcto, no es legal, debes obtener la calificación que
realmente te mereces, entonces el hijo, se queda pensando y le contesta, claro que sí Papá,
recuerda que el domingo vamos al mercado a comprar películas de 20 pesos, de las que dices que
son respaldos, por no decir, pirata, al escuchar esto, el padre de familia, recuerda la contraseña,
de la responsabilidad y la congruencia, y le contesta a su hijo, mejor vamos a rentarlas, hijo.

O como en aquella llamada telefónica repentina del jefe de Don Ruperto y que alcanza a escuchar
su hijo… Bueno si… si… jefe… buenos… días… ya voy en camino, estoy en el carro… solo que hay
mucho tráfico… si… si, ya sé que quedamos en vernos temprano, pero este tráfico, pero no se
preocupe, ya voy para allá… de acuerdo jefe, nos vemos. Cuando cuelga el infortunado padre, el
hijo le cuestiona, Papi, porque le dijiste que ibas en el carro, si apenas estas desayunando.
Estimados lectores, es necesario recordar esas contraseñas que dan sentido a nuestra vida,
activarlas de nuevo, no nos hace daño, al contrario, nos va ayudar a ser mejores hijos, esposos,
padres, trabajadores, amigos… es decir a ser mejores personas. Nos vemos la otra semana.

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