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JORNADAS DE INGENIERÍA GEOLÓGICA Y

GEOTECNICA DE INFRAESTRUCTURAS LINEALES


I.C.O.G.-CEDEX
MADRID – NOVIEMBRE 2011

CARLOS OTEO MAZO


Prof. Dr. Ing. De C. C. y P.
Catedrático de Ing. del Terreno
Jornadas de Ing. Geológica y Geotécnica de Infraestructuras Lineales Carlos Oteo
“Joyero: Una actividad Geotécnica en obras lineales”

1. INTRODUCCIÓN.
Cuando se produce en el ámbito de obras urbanas un “socavón” los medios de
comunicación tienen ocasión para llenar espacios en varios días o ediciones, mostrando
fotos del “desastre” superficial: El hueco que se ve en superficie, con los bordes rotos
del pavimento, cables y tuberías colgando, tráfico cortado, etc.

La opinión pública se vuelve contra los “responsables” del suceso, pidiendo su


cabeza y leyes y reglamentos que protejan al ciudadano de los posibles daños que un
fenómeno de este tipo puede originar. Todo ciudadano español guarda la imagen del
socavón del Barrio del Carmelo (Barcelona), afectando directamente a un número
importante de viviendas. Con lo que, si se produce un socavón en otra obra, en seguida
se comenta: ¡Otro Carmel!

Es lógico comprender la inquietud del ciudadano al que no puede hacerle


ninguna gracia que se produzca un problema de este tipo en las proximidades de su
edificio. Por eso, cada vez es menos frecuente que se hagan excavaciones subterráneas
por debajo de edificaciones, a fin de disminuir los riesgos al máximo. Pero no hace falta
que haya “socavones” para inducir movimientos anómalos en edificios próximos a una
excavación subterránea. Si se llega a la inestabilidad del terreno es cuando se producirá
el “socavón”.

Estos socavones y huecos (símbolos siempre de fenómenos de inestabilidad


mecánica y/o química) son denominados, en algunas zonas de España y en lenguaje,
popular, como “joyos”. De ahí lo de la actividad de “joyero” a que hace referencia el
título de esta conferencia.

Dado que nos hemos tenido que enfrentar, en gran número de ocasiones, con
fenómenos de este tipo, podemos considerarnos “joyeros”, dedicados a los “joyos” y no
a las “joyas”, aunque – a veces – estos problemas constituyeran verdaderas “joyas”.

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2. “JOYOS”.
Muchos de los problemas de socavones que se producen en las obras se
adjudican a la presencia de huecos previos muy difíciles de detectar. Ello puede ser
cierto – al menos en algunos casos – pero no siempre está claro. Además, el hueco
puede existir, pero relleno de un material muy blando entre otros “duros”, lo que hace
que su resistencia sea prácticamente nula y que la realidad sea equivalente al “hueco
previo”.

Se pueden considerar varios tipos de estos problemas:

– Los motivados por la actividad geológica a lo largo del tiempo en materiales


calcáreos, con actividad cárstica clara (Figs. 1 y 2), en que la circulación de
agua va disolviendo y arrastrando materiales relativamente blandos a lo largo
de los siglos, llegando a crear cuevas de grandes dimensiones, como las de
Nerja, Arazena, Drach, etc. Posteriormente al hueco, viene la formación de
estalactitas y estalagmitas (Fig. 3), con la formación de bicarbonato cálcico
por la acción del agua sobre el carbonato cálcico y el goteo continuo. A
veces, sin llegar a estas dimensiones los huecos pueden ser peligrosos con
formas quasi-esféricas (diámetro equivalente de algunos metros) o
concentrarse en capas margosas blandas, alternadas con las calcáreas, dando
lugar a cuevas como las de Altamira: Las pinturas están sobre una capa de
arcilla de muy poco espesor (resto de la marga erosionada y arrastrada),
pegada a las placas de roca calcárea por la humedad que ésta contiene
(filtraciones de lluvia, Fig. 4). La famosa cierva está cortada por una diaclasa,
en su día inyectada, por lo que la cabeza va perdiendo color, al ir
separándose, poco a poco, la arcilla de la caliza (Fig. 5).

– La dimensión de las cuevas puede aumentar hasta hundirse, con lo que el


“joyo” sale a la superficie (Fig. 6). A veces estos socavones tienen grandes
dimensiones (Fig. 7).

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SUPERFICIE
INFILTRACIÓN ACTUAL ARCILLAS

FORMACIÓN
DE CUEVA
CUEVA POR
DISOLUCIÓN Y
RELLENO DE
DRENAJE YESOS
DEPÓSITOS
BLANDOS
DISOLUCIÓN

A) CARST EN CALIZAS. B) PLIEGUE, DISOLUCIÓN Y FORMACIÓN


CARSTICA EN YESOS.
MAYACÁN
FISURAS (GRAVA CEMENTADA)

AGUA

CUEVA POR
DISOLUCIÓN FORMACIÓN DE
LIMOS CÁRCAVAS
YESÍFEROS (EROSIÓN SUPERF.)

YESOS

C) FORMACIÓN DE SIMAS EN LIMOS D) FORMACIÓN DE CÁRCAVAS.


YESÍFEROS POR DISOLUCIÓN.

Fig. 1. Diferentes tipos de huecos y simas.

Fig. 2. Formación de carst calizo

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Fig. 3. Formación de estalactitas y estalagmitas

CAPAS PLACAS DIACLASAS


ARCILLOSAS DE CALIZA

PINTURAS PINTOR

ANTES DEL PLEISTOCENO PREHISTORIA

FILTRACIÓN DIACLASA INYECTADA


PINTURA
CIERVA
RUPESTRE
ZONA CAÍDA
REBAJE DE ARCILLA
PILAR DE FÁBRICA
ACTUALIDAD

Fig. 4. Caso de Altamira

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Fig. 5. Cabeza de la cierva de Altamira, con una diaclasa inyectada en el cuello

Fig. 6. Hundimiento de cueva cárstica, con socavón superficial

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Fig. 7. “Joyo”· de grandes dimensiones

– Los debidos a la actividad cárstica en materiales con sulfatos, que son


erosionados, disueltos y arrastrados, formando pequeñas cavernas, que
después se rellenan por la deposición de materiales arcillo-limoso arrastrados
por el agua, quedando un relleno blando en el hueco así formado entre
paredes duras. Si este fenómeno ocurre cerca de la superficie, al aumentar la
dimensión del hueco, el techo se hunde y se forman depresiones en el terreno,
algunas de las cuales pueden alcanzar grandes dimensiones (Ver Fig. 8, en el
término Municipal de Las Simas, Zaragoza). A veces (Valle del Ebro,
principalmente) el material disuelto y arrastrado no era, inicialmente, roca,
sino un limo yesífero, por debajo de una capa superficial más resistente, por
lo que acaba de producirse un hundimiento superficial, al aumentar la
dimensión del hueco o sima. Este último fenómeno es habitual en Aragón, en
que los hundimientos de Casetas (Zaragoza) son famosos, así como el haberse
producido alguno de estos hundimientos en zonas de riesgo (“tragándose”
algún árbol frutal en el hundimiento, como ya ha ocurrido más de una vez en
Terrer).

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Fig. 8. Gran dolina en Aragón cerca del pueblo de Las Simas

– Los producidos por erosiones superficiales en taludes que producen cárcavas.


Estas pueden llegar a ser bastante profundas y quedar, después, ocultas si se
producen arrastres y deslizamientos superficiales (avalanchas de barro, por
ejemplo).

– Los debidos a arrastres de agua a través del interior del terreno, lo que suele
ser más acentuado si se tratan de rellenos antrópicos flojos y colapsables, que
dan lugar a huecos que, al crecer, llegan a formar socavones urbanos (en ese
caso, el agua suele proceder de fugas de tuberías).

– Los originados por excavaciones subterráneas, al abrigo de pantallas, etc.

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3. INESTABILIDADES CÁRSTICAS.
Estas, como se deduce de lo anteriormente expuesto, son las más peligrosas, ya
que no suele conocerse su situación y dimensión con claridad y esperan, a las obras de
ingeniería, con paciencia y sin piedad.

Las cársticas de tipo calcáreo suelen inducirse en masas calcáreas, a través de


zonas de debilidad (diaclasas), en contactos con materiales más margosos, lo que
permite al agua circular por ese contacto y debilitar y arrastrar, poco a poco, la zona
margosa.

A veces no se le da la importancia debida a estos fenómenos, ya que no son


fáciles de detectar cada uno de los huecos o cavernas; aunque si es fácil conocer que la
zona es cárstica por el aspecto de “lapiaz” del terreno superficial (“mal país”), por los
detalles superficiales de las calizas, etc. Pero no siempre hay grandes cuevas en los
macizos calcáreos ni se reconocen con facilidad. En zonas con pendiente, la vegetación
puede cubrir la superficie.

En la Línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona, en la zona alta de Torija


(Guadalajara) se detectaron – en los estudios geológicos – zonas cársticas, pero no se
llegaron a detectar cuevas concretas desde superficie. Sin embargo al excavar una larga
trinchera (de unos 4-6 m de profundidad) y construir en su fondo la explanada primera
para la plataforma, se abrió algún hueco (Fig. 9 y 10). Es decir: Existía ya una caverna
cárstica, con su techo inmediatamente próximo al fondo del desmonte, y las labores de
explanación las pusieron de manifiesto. Este fenómeno dio lugar a un estudio de detalle,
por el que se pudo comprobar “de visu”, sin más que excavar ligeramente en algunas
zonas débiles, la existencia de cuevas bajo la plataforma y al pie de los taludes (Fig. 10
a), reconocimiento completado con tomografía eléctrica. La solución a este tipo de
problemas pasa: a) Por sanear un mínimo de terreno bajo la explanación, para asegurar
que no hay una caverna inmediatamente próxima, colocando un relleno de calidad y
bien compactado. b) Colocando, en el fondo de la zona saneada, una losa de hormigón
(de unos 30 cm de espesor, con armadura tipo malla metálica de Ø 16 mm a 15 cm), a
fin de que, si hay un hueco próximo de hasta unos 3 m de diámetro), la plataforma
puede continuar su función gracias al terreno sustituido y a la losa de hormigón (Fig.

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11). c) Realizar taladros sistemáticos en el fondo de la excavación, de 5-6 m de


profundidad, cada 2 m al tresbolillo y rellenados de mortero. Si hay huecos se detectan
y pueden rellenarse, más o menos de forma completa.

Fig. 9. “Joyo” abierto en la plataforma para la vía en Torija (Guadalajara)

Fig. 10. Presencia de huecos por carstificación en margas y calizas en Torija

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Fig. 11. Solución del caso de Torija con losa de hormigón

En el caso del yeso, el carst suele tener más desarrollo vertical que horizontal, al
infiltrarse el agua por las fisuras del yeso (provocadas por acciones térmicas o por
deformaciones de estratos, tal como se ve en la Fig. 8. En la Fig. 12 pueden verse
algunas simas en yeso en el fondo y taludes de un desmonte para la L.A.V. Madrid-
Zaragoza, cerca de esta última ciudad. En este caso, se detectó la presencia de estas
simas en el yeso y se procedió a limpiarlas del relleno que contenían (limos y arcillas
muy húmedas y blandas), para sustituirlas por mortero fluido. Para detectar estas
anomalías se vienen utilizando – con bastante éxito – el geo-radar y la tomografía
eléctrica, que permite obtener resultados como los de la Fig. 13: Se trata de dos perfiles
paralelos (según las futuras vías a construir) y que permiten deducir – a partir de la
resistividad del terreno – la presencia de zonas de yesos carstificados, que contienen
arcillas blandas en su interior).

En el caso de los limos yesíferos del Valle del Ebro, de origen eólico – lo que
justifica su baja densidad seca aparente, próxima a 1,20-1,30 T/m3, e incluso inferior –
las filtraciones a través de las gravas cementadas (“mayacan”) permiten que el agua
colapse esa floja estructura (colapsos de 3-7% en volumen), vaya disolviendo, poco a
poco, el terreno y que el agua se lleve el terreno disuelto. Se va agrandando, así, la
caverna o sima, con lo que puede alcanzar una dimensión tal que el terreno resistente
superior se rompa y llegue a formarse el socavón correspondiente, “tragándose” árboles,
animales (cabras), etc. (Fig. 14).

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Fig. 12. Simas yesíferas bajo la L.A.V. Madrid-Barcelona, cerca de Zaragoza

Fig. 13. Tomografía eléctrica en zona carstificada

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Fig. 14. Sima, originada en limos yesíferos bajo costra desecada (Cerca de Casetas,
Zaragoza)

Para estudiar estos problemas de disolución de limos yesíferos, se han utilizado


técnicas muy diversas: Penetrómetros (Fig. 15), geo-radar, tomografía eléctrica, etc.
(Fig. 13). En la Fig. 15 se reproducen los resultados obtenidos con ensayos de
penetración continua en estas formaciones de limos yesíferos en zonas endorréicas.
Como señala en rojo en esa figura, hay zonas con verdaderos “huecos” o zonas
hundidas y muy flojas (0 a 2 golpes/20 cm en el pentrómetro tipo Borros), acudiéndose,
normalmente, a remover esas zonas y recompactar los propios limos yesíferos. Estos,
una vez destruida su débil estructura – dado su origen eólico – pueden compactarse
hasta conseguir densidades secas óptimas del orden de 1,70 T/m3 (Fig. 16).

En Aragón estos fenómenos son muy conocidos y hay zonas de especial peligro
(Terrer, Casetas, etc.). Estos hundimientos se suelen producir en zonas endorréicas, de
difícil drenaje, por lo que el agua acaba infiltrándose en el terreno y produce la
disolución comentada.

También en la R-3 de Madrid se han detectado fenómenos cársticos en yesos y


calizas, acudiendo a soluciones varias: a) Remoción y amorteramiento de huecos
detectados. b) Soleras de hormigón. c) Utilización de geotextiles, de alta capacidad de
resistencia a tracción en el cuerpo del terraplén (Fig. 17), etc.

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Fig. 15. Uso de penetrómetros dinámicos para detección de zonas con riesgo de
colapso

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LIMOS YESÍFEROS COSTRA


(ZONAS ENDORREICAS) DESECADA
γd = 1.1 - 1.3 T/m3)

PENETRÓMETROS
GEO-RADAR
TOMOGRAFÍA ELÉCTRICA

SIMA ZONAS DE
DISOLUCIÓN

ZONA REMOVIDA Y
TERRAPLÉN RECOMPACTADA
I I I I γd ~ 1.6 - 1.7 T/m3)
DRENAJE

LIMOS
YESÍFEROS

Fig. 16. Solución con limos yesíferos cerca de Zaragoza

DRENAJE
CONECTADO A
FIRME
LÁMINA IMPERM. (15cm BASE RODADURA
+15cm CAPA RODADURA)
SUELO-CEMENTO
(~20cm ESPESOR)
TONGADA (e= 30cm)
SUELO SELECCIONADO O
EXPLAN. MEJORADO

FONDO DESMONTE
GEOMALLA ISOTROPA
LÁMINA 30cm SUELO RESIST. TRACC. ~80KN/m

IMPERMEABLE GRANULAR (POLIESTER O PROPILENO)


DEFORM. EN ROTURA ~15%
(FIBRAS DE POLIPROPILENO NO
TEJIDAS O LÁMINA DE POLIETI-
LENO DE ALTA DENSIDAD
ESPESOR MIN = 0.75mm)

Fig. 17. Solución empleada en la R-3 de Madrid para ladera contra posibles
carstificaciones yesíferas (Pérez Arenas y otros, 2003)

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En el caso de cimentaciones profundas, conviene dejar tubos con la armadura (al


menos, dos con Ø 4"), para poder, después de hormigonar el pilote, perforar por debajo
de su punta e inyectar las posibles cavidades existentes, (Fig. 18), como hemos hecho en
el Viaducto sobre el Río España (Asturias, en zona calcárea) y en varias estructuras en
Madrid, Cuenca, etc., en yesos.

Fig. 18. Posible solución para cimentar con pilotes en zonas cársticas

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4. ARRASTRE DE AGUA
Otra de las causas importantes de formación de huecos está en el propio arrastre
de agua – o erosión hídrica – sin que haya fenómenos de disolución.

Por ejemplo, las cárcavas que se producen en taludes o en zonas de alguna


pendiente, en las que el agua arrastra materiales finos poco cementados, llevándose el
material a las cunetas de las obras ya existente o ladera abajo. Estos huecos o incisiones
en el terreno le debilitan y dan lugar a inestabilidades superficiales de taludes.

Pero hay otros casos de arrastres por agua:

– Las acciones del agua superficial en terraplenes poco compactados, en los que
se producen erosiones superficiales y daños en los taludes. Estos últimos
pueden afectar claramente a la explotación de la plataforma viaria (sea
carretera, sea ferrocarril), ya que hacen asentar a los arcenes, agrietándoles y
permitiendo más entrada de agua o afectando a los apoyos de las traviesas o
dejando con mal apoyo vías en placa.

– Las acciones del agua proveniente de fugas en colectores, lo que en el ámbito


urbano puede afectar claramente a calzadas y aceras. En Madrid, con un
terreno como las “arenas de miga” (con menos del 25% de finos, aunque son
especialmente sensibles las que tienen menos del 15%), con pocos finos y
tamaño máximo del orden de 3 a 7 mm, el arrastre es fácil, por lo que se
empieza a formar el típico socavón por debajo del firme (que suele ser muy
rígido). Cuando el hueco alcanza un tamaño apreciable (algunos metros), el
firme no aguanta más, cede y “emerge” el socavón a la superficie, con los
daños consecuentes (Figs. 19 y 20, en la Calle Jerez de Madrid, donde vive el
autor de estas páginas). Este fenómeno, a veces, se nota previamente por los
asientos que se van produciendo en el firme o solera superficial. Si el terreno
es un relleno constituido con este material y si la compactación no es muy
buena, el fenómeno se produce más rápida e intensamente, añadiendo,
primero, un colapso y, después, el arrastre. En la Escuela de Ingenieros de
Caminos de Madrid, concretamente, en los laboratorios de Geología y

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Geotecnia y Cimientos, sufrimos este último problema, al estar en esa zona la


salida de los colectores y ser el terreno un relleno superficial con los restos de
las excavaciones para trincheras de la época de la Guerra Civil. Los
socavones también se producen bajo calzadas realizadas en bloques de piedra
(Fig. 21, en la ciudad romana de Jerasa, Jordania).

Fig. 19. Socavón por arrastre de arena, debido a fugas de agua en tuberías
(Calle Jerez de Madrid)

Fig. 20. Detalle del socavón por arrastre de agua de la Fig. 19

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Fig. 21. Socavón bajo calzada romana en Jerasa (Jordania)

5. INESTABILIDADES INDUCIDAS POR EXCAVACIONES


SUBTERRÁNEAS.

5.1 Obras interurbanas.


En obras subterráneas interurbanas pueden darse varios tipos de inestabilidades:

– En los emboquilles, ya que se “destroza” el equilibrio natural de la ladera, a


fin de conseguir una pared quasi-vertical para iniciar la perforación del túnel.

– En el avance de la excavación, cuando se abre un tajo demasiado largo,


cuando los estratos por encima del túnel tienen poca cohesión, cuando hay
agua a presión cerca del frente de avance, etc.

– En el caso de avance-destroza, cuando se perfora la destroza, ya que puede


hacerse más inestable el emboquille o se “descalza” el apoyo de la bóveda ya
ejecutada.

– En la situación de excavación con tubo hincado y frente abierto, etc.

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El caso de inestabilidad al avance puede ser originado por varias causas, como
ya hemos dicho, pero, generalmente, se trata de un problema originado por falta de
cohesión en el frente y en la bóveda. Un caso algo particular lo constituye el del túnel de
El Guincho, correspondiente a una variante de carretera de la Isla de Tenerife. El túnel
se excavó en materiales volcánicos y con reconocimiento geotécnico muy escaso. Por
ello se supuso que discurriría, principalmente, por basaltos algo fracturados, por lo que
se diseñó con un sostenimiento de chapa Bernold y hormigón-gunita. Pero la realidad
fue muy diferente: los estratos, bastante inclinados respecto al eje de avance, eran una
alternancia de basaltos y de escorias finas, predominando estas últimas (como pudimos
ver estudiando la geología superficial). Al avanzar las escorias (equivalentes a una arena
fina) se movían, penetraban en el túnel y daban lugar a un socavón o chimenea que, en
alguna ocasión, llegó a superficie (a unos 18 m por encima de la clave del túnel) y cerca
de edificios situados a media ladera (Figs. 22 y 23). Se acudió a avanzar al abrigo de
prebóvedas o paraguas (Fig. 24).

Fig. 22. Túnel de El Guincho con inestabilidad en el frente

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Fig. 23. “Joyo” superficial sobre el Túnel de El Guincho

Fig. 24. Solución en el Túnel de El Guincho: Paraguas sistemático de inyecciones


armadas y jet-grouting

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Respecto al caso de accidentes o inestabilidades durante la ejecución de la


destroza, podemos citar un ejemplo:

– Un túnel de la L.A.V. Madrid-Barcelona, en Guadalajara, en que al estar


excavando la destroza (momento en que el sostenimiento del avance está en
“entredicho”) se produjo el hundimiento de la bóveda, al parecer por la
presión ejercida por una filtración de agua proveniente de estrato
superficiales, que se puso en contacto con el sostenimiento a través de un
taladro para instrumentación que no había sido sellado debidamente. Esta
presión, junto con el hecho de que, en ese momento, el avance no estaba bien
apoyado (al ir a comenzarse la destroza), produjo un hundimiento de la
bóveda que, en cadena, afectó a unos 30-40 m de túnel.

5.2 Excavaciones urbanas.


En el caso de obras urbanas las inestabilidades, socavones o chimeneas tienen
unas repercusiones, tanto por los daños y molestias que pueden originar como por ser
más atractivos para los medios de comunicación.

En el avance de un túnel pueden distinguirse varios tipos de inestabilidades:

– Frontales, en las que el frente es el que es inestable (con avance con medios
convencionales, como el Método Tradicional de Madrid, el Método Alemán,
el N.A.T.M., etc.). En ese caso se produce una superficie de inestabilidad (en
forma de superficie tórica, aproximadamente) que puede quedarse solo en
chimenea (si no llega a la superficie, debido a la existencia de capas
cohesivas por encima del túnel) o llegar a constituir un verdadero socavón
que llega a la superficie (cuando el terreno entre el túnel y superficie no es
suficientemente resistente).

– Inmediatamente encima del avance en el caso, también, de túnel


convencional. Es entonces la bóveda la que falla, bien por presencia de capas
débiles, bien por la presencia de agua. Realmente, en ocasiones es difícil
separar este tipo de inestabilidad de la anterior. En el caso de tuneladoras, este

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problema se puede producir en paradas, al medio vaciar la cámara E.P.B. Por


eso se suele parar (para cambiar herramientas) al abrigo de pequeños
corralitos donde se concentra la inestabilidad y se impide su progreso.

– Inestabilidad dorsal que se produce en el caso de tuneladoras con zonas


arenosas en clave (Fig. 25). Se va produciendo una sobreexcavación y la
formación de un hueco sobre la clave del túnel. Aunque el terreno
suprayacente sea resistente, al llegar el hueco a una cierta longitud (del orden
de 1,7 veces el diámetro del túnel) se produce el hundimiento del terreno
superior sobre el hueco, con el consiguiente socavón superficial. Este caso fue
estudiado en la Tesis Doctoral de ARNAIZ (2003), y puede solucionarse
(Figs. 26 y 27).

Fig. 25. Inestabilidad dorsal por presencia de arena sin finos en la clave
(sobreexcavación)

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Fig. 26. “Lucha” contra la inestabilidad dorsal

AUTOPISTA,
FERROCARRIL, ETC. PERFORACIÓN PARA RELLENO
CON HORMIGÓN FLUÍDO (DESPUES
DEL PASO DE LA TUNELADORA)

JET-GROUTING

~ 1.5-2.0m

TÚNEL CONSTRUÍDO
CON TUNELADORA

Fig. 27. Tratamiento previo contra la inestabilidad dorsal y frontal

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– Inestabilidades por efecto claro de la presencia de capas de arena con agua en


circulación, como nos ocurrió en la bajada de la Línea 10 hacia Metrosur,
bajo la Casa de Campo. La presencia de agua y fuertes arrastres en bóveda y
parte del frete obligo a tratamientos pesados de paraguas cónicos (con
tratamiento en su propio frente), a basa de taladros con inyección química.

– Otro tipo de inestabilidad es la que se puede producir al cortar con un túnel


antiguos pozos de extracción de agua – abandonados y, generalmente,
rellenos de cascotes o tierra y agua – que han dejado el terreno (alrededor del
pozo) reblandecido y que, además, pueden intercomunicar acuíferos. En el
Pueblo de Barajas se originó otro socavón (dentro de una casa de poca altura),
al cortarse otro pozo de extracción de agua, abandonada dentro del recinto de
la vivienda. Ese día se rellenó un hueco de 900 m3 de mortero que se amplió,
días después, con otros 650 m3. Realmente se había cortado un antiguo aljibe
de almacenamiento de agua, que se prolongó hacia abajo con un pozo para
captar agua de un nivel inferior, cuando se agotó el superior. La tuneladora
cortó el inferior, vacío el aljibe (a medio llenar con el tiempo y que mantenía,
con su humedad, el aljibe excavado en arenas de miga o similares; cuando se
fue el agua, al cabo de un mes las paredes se empezaron a caer, hasta formar
un socavón que llegó a superficie y que hubo que rellenar de mortero, aparte
de utilizar un tratamiento complementario de inyecciones en sus bordes (Fig.
28).

– Inestabilidades de bloques rocosos, a través de diaclasas alteradas, con


sostenimientos no apropiados a la magnitud de los esfuerzos generados sobre
ellos. Eso sucedió en el Barrio del Carmel (Barcelona), con lo que la
inestabilidad de un gran bloque rocoso originó un socavón superficial
afectando a edificios.

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Fig. 28. “Joyo” en el pueblo de Barajas

A veces se dan como socavones cosas que no lo son. Por ejemplo, en algún
periódico y en alguna intervención pública hablada hemos visto como se hacía
referencia a un socavón en la calle de Hortaleza, originado por la tuneladora que realizó
el Tramo Atocha-Nuevos Ministerios del nuevo “túnel de la risa” de Madrid. La foto de
este problema (Fig. 29) muestra un socavón de planta rectangular, lo que ya da idea de
lo poco natural del fenómeno. Realmente, al ir avanzando con la tuneladora se
apreciaron afluencias de agua anormales en el frente. Dado que había un colector
importante muy próximo y por encima de la tuneladora, de acuerdo con los servicios
municipales, se paró la excavación y se abrió un pozo rectangular desde superficie (Fig.
30) para bajar a arreglar la posible avería del colector.

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Fig. 29. “Socavón” en calle de Hortaleza (Madrid)

EDIFICIOS

EJES CALLES

EJES CALLES
POZO AUXILIAR
PARA AMORTERADO
COLECTOR

Z1
Z
Z>Z1

COLECTOR EXISTENTE
POR ENCIMA DEL TÚNEL
ENSANCHAMIENTO
POR LAVADO ARENA

ENTUBADO

Fig. 30. Caso real del problema de la Fig. 26.

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6. SOCAVONES PRODUCIDOS EN EXCAVACIONES CON PANTALLAS.


En el caso de excavaciones al abrigo de pantallas continuas pueden presentarse
problemas de inestabilidad del terreno, de forma que éste penetre por las juntas entre
módulos de pantalla (o entre pilotes de pantallas discontinuas o en pantallas con pilotes
secantes). Si hay presencia de agua, el fenómeno va aumentando por la acción de ésta,
que penetra más fácilmente por zonas de calidad dudosa (zonas con bolsas de bentonita
en juntas, o en zonas en que la junta es más estrecha, por tecleo de paredes o pilotes) y
arrastra al terreno.

En el Metro de Sevilla ha habido varios accidentes motivados por la acción del


agua. Al realizar el primer portillo (zona en que las pantallas atravesaban las gravas
pero sin llegar a las margas, dejando así un paso al agua, previo tratamiento de 3-4 m de
terreno, bajo la cota de excavación con columnas de jet-grouting) falló una zona
(probablemente por el escaso control que se llevó a cabo en ese tratamiento) y penetró
agua en la sección excavada, anegando el túnel construido y arrastrando algo de terreno,
lo que tuvo como consecuencia una chimenea en el contacto próximo terreno-pared
vertical, que acabó en socavón de sólo 0,50 m de profundidad. Hubo que repetir el
tratamiento en la zona fallada y tratar el terreno tras la pantalla en la zona del socavón
(Fig. 31).

Fig. 31. Fallo en un “portillo” en el Metro de Sevilla

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En la Estación de Puerta de Jerez también se ha producido una inestabilidad, con


el consiguiente socavón superficial. El problema estuvo en que – por razones de diseño
especial, para resolver problemas planteados por la presencia de restos arqueológicos,
hubo que cambiar la estación cuando ya se acercaba la tuneladora – se tuvo que utilizar
pantallas continuas y pilotes secantes, con algún modulo o pilote de mortero, para
facilitar la unión de estos elementos de contención de tierras. Al excavar la última zona
de la estación, a unos 25 m de profundidad y con una carga de agua de más de 20 T/m2,
falló un elemento de mortero y penetró el terreno en la estación, formándose un socavón
que llegó a la superficie y “se tragó” un kiosco de periódicos (hecho conocido en Sevilla
como “el kioscazo”), sin lamentar daños personales. En las Figs. 32 a 34 puede verse un
esquema del problema y en la Fig. 35 el tratamiento llevado a cabo. Los edificios
próximos no fueron afectados por el problema, realizándose campañas de sondeos y
ensayos coss-hole para comprobar si había algún hueco adicional.

Fig. 32. Estación de Puerta de Jerez del Metro de Sevilla

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Fig. 33. Sección de la Estación de Puerta de Jerez

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Fig. 34. Socavón inducido, por fuga entre pilotes secantes

Fig. 35. Tratamiento en Puerta de Jerez

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7. REFERENCIAS.

– ARNAIZ, M. y MELIS, M. (2003) “Problemas de inestabilidad en terrenos


arenosos en la Ampliación del Metro de Madrid” Revista de Obras Públicas, nº
3429, año 150, Enero, pp. 24-33.

– ARNAIZ, M. (2003) “Sobre la inestabilidad de terrenos arenosos en túneles de


Madrid, perforados con TUNELADORA”. Dir. Manuel Melis. Tesis Doctoral.
Univ. Politécnica de Madrid.

– OTEO, C. (2008) “Algunas consideraciones sobre el diseño y construcción de


pilotajes de gran diámetro”. Jornadas Técnicas SEMSIG-AETESS 8ª Sesión.
Pilotes de gran diámetro. SEMSIG-AETESS, pp. 15-33.

– OTEO, C.; ARNAIZ, M.; HERRERA, M. y BAUDOT, R. (2002) “Tunnel and


stations modifications in Line 10 of the Madrid Metro”. Congreso: “Les
souterrains: Des ouvrages qui vivent”. Octubre. Toulouse. AFTES-AETOS-
ITA.

– PEREZ ARENAS, R.; ORTÍN, J. A., OTEO, C.; CASTANEDO, F. J. y


MONTEJANO, J. C. (2003) “Tratamiento de la plataforma de la Radial R-3 a
su paso por una zona con riesgo de existencia de cavidades cársticas por la
existencia de un sustrato YESÍFEROS”. III Congreso Andaluz de Carreteras.
Vol. I, pp. 1001-1012.

– OTEO, C. (2009) “Doce lecciones sobre Geotecnia de Infraestructuras lineales


del transporte”. A.T.C. Madrid. Capítulo 12 pp. 345-78.

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