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Probablemente estemos leyendo este libro porque o bien no

sotros o bien alguien a quien apreciamos especialmente tiene un

problema de ira. Pero, antes de mostrarle a usted o a sus seres

queridos cómo se puede reducir este sentimiento, echemos un

somero vistazo a algunos de sus costes más funestos.

¿Por qué nos esforzamos por desterrar de nuestra vida la ra

bia, un sentimiento sincero que brota espontáneamente del co

razón? Naturalmente, no hay ninguna ley del universo que nos

obligue a hacerlo. Pero hay algunas razones importantes que

pueden decidimos a dlo.

LA lRA DESTRUYE LAS RELACIONES PERSONALES

Uno de los costes más corrientes de la ira, probablemente d

más elevado de todos, es el daño que causa a nuestras relaciones

personales. Curiosamente, las relaciones que quedan dañadas

suelen ser las mejores que tenemos. Muchas personas creen que la

ira la dirigimos principalmente hacia la gente que nos cae mal.

¡Nada más falso! Varios esrudios recientes, entre los que destaca

uno de la Universidad de Hofstra (Kassinove y otros) y otro de ta

Universidad de Massachusetts (Averill), confirman que esto no es

cierto. La mayor parte de las veces nos enfadamos con las perso

nas que mejor conocemos. Entre los blancos más frecuentes de la

ira figuran los cónyuges, los hijos, los compañeros de trabajo y los

amigos. Los siguientes ejemplos ilustran esta afirmación.

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