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ENAJENADXS #1
1.Presentación
2.Carta a lxs futurxs trabajadores/as del sistema
de salud mental.
3.Texto de Franco Basaglia
4.Carta a lxs directorxs médicos de manicomios
Antonin Artaud
5.Salud mental y matriz social
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
1. Presentación
BUENAS
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
dividuo que operan en el contexto social actual.
Nos etiquetan, nos encierran, nos drogan ... somos
socialmente indeseables y lo sabemos. La Norma nos ha
herido por no querer abrazarla. Por nuestra parte, hemos de-
clarado la guerra a la Norma. Respecto a la periodicidad (he
incluso la misma continuidad) de esta publicación, dependerá
de la aceptación que tenga entre la gente, de si nos llegan
textos o no; si no tiene ningún tipo de eco no se gastarán
más esfuerzos y pasará a formar parte de esa caja enorme
de proyectos frustrados que todxs Ixs que queremos cambiar
algo tenemos debajo de la cama. Creemos que tener una
publicación, aunque sea de pequeña tirada como pueda ser
ésta, es una herramienta importante a la hora de difundir lo
que se nos pasa por nuestras rotas cabezas, e intercambiar
experiencias y puntos de vista con otras personas interesa-
das en construir caminos para destruir los andamios que nos
comenzaron a implantar acá dentro, ya hace mucho tiempo
atrás.
BeS.O.S.
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
y por otro ustedes estarán lejos de aportar esa ayuda que
pretenden. En todo caso, dispondrán de una serie de cono-
cimientos y capacidades que servirán para mejorar alguna de
las situaciones en las que podemos encontrarnos, pero jamás
constituirán una herramienta eficaz con la que hacer frente a
la enfermedad en cuanto tal, pues mientras que no se ataque
a la situación que desencadenan los síntomas, los terapeutas
tendrán como principal función la de poner “parches” y poco
más.
Posiblemente ya estén adivinando a donde queremos
llegar. Creemos que cuando una persona toma la decisión de
estudiar unas materias concretas con la finalidad de ejercer
en el ámbito de la salud mental, debe plantearlo teniendo en
cuenta un conjunto de factores que a menudo (desgracia-
damente) son tomados a la ligera, parece ser que con las
“ganas de ayudar” es suficiente ... Ejercer como terapeuta es
una decisión política, supone intervenir de forma directa en la
realidad en la que se vive, supone en definitiva un riesgo que
nos tememos, no todo el mundo está dispuesto a aceptar.
De otra manera serán lindos surtidores de medicamentos
o aplicarán perfectamente las terapias estipuladas en sus
manuales, se convertirán en un engranaje más de la absurda
máquina que nos discrimina, nos encierra, nos droga ... con-
tribuirán más a la perpetuación de la enfermedad que a su
erradicación. No necesitamos que nadie nos juzgue, que na-
die nos eduque, ni mida nuestras inadaptaciones basándose
en los parámetros que su maravilloso mundo “normal” le ha
proporcionado. Necesitamos su fascinación por las cabecitas
humanas, su saber ... necesitamos que nos enseñen a ver lo
que no podemos, a hacer frente a nuestras dolencias.
Hace falta gente en el sistema de salud mental público
que no nos llene la boca de pastillas nada más aparecemos
por la puerta, nos gustaría poder solicitar ayuda libremente
sin el miedo a ser despreciadx, o encerradx, o a ser drogadx
sin más. Sabemos que algunas terapias pueden ayudar en
casos concretos, sin embargo nos están negadas ya que lo
más normal es que sólo se pueda acceder a ellas por medio
de terapeutas privados ... y ya se sabe, su saber tiene un
precio que sólo unos poc@s pueden pagar.
Si querés ayudarnos vení con nosotrxs, lucha de
nuestra mano, rechaza el mandato social de domesticación
que recibiste, combatí junto a nosotrxs la violencia segrega-
da por este “mundo normal”, actuá como agente de transfor-
mación que desenmascare la represión que nos hunde en la
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radicalización de lo que ya está ahí: diagnóstico y medicación
en 30 minutos, 3 semanas para obtener una cita en un centro
de salud mental, sesiones de 15-20 minutos una vez a la se-
mana etc. La única manera de alterar el futuro es cambiando
el presente, y eso nadie lo va a hacer por nosotrxs. Tenelo en
cuenta en la próxima huelga, en la próxima manifestación,
cuando pienses que realmente esa historia no tiene que ver
con vos.
Desde luego que en los tiempos de apatía que cor-
ren tenemos todas las de perder y todo lo comentado ante-
riormente parece destinado a caer en saco roto, pedir a la
gente que se haga este tipo de reflexiones puede parecer
desperdiciar el tiempo. La rebelión no está de moda, eso ya
lo sabemos, pero hay que entender que a nosotrxs se nos va
la vida en ello.
Señores:
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
cos por definición oficial, se hallan también arbitrariamente
confinados. Protestamos contra toda interferencia en el li-
bre desenvolvimiento del delirio. Es tan legítimo y tan lógico
como cualquier otra sucesión de ideas o actos humanos. La
represión de reacciones anti-sociales es tan quimérica como
inaceptable en principio. Todos los actos individuales son
anti-sociales. Los locos, sobre todo, son víctimas individu-
ales de la dictadura social. En nombre de la individualidad
que pertenece específicamente al hombre, demandamos la
liberación de esas gentes, convictas de sensibilidad. Porque
aseguramos a ustedes que no hay leyes suficientemente po-
derosas para encerrar a todos los hombres que piensan y
actúan.
Sin insistir en el carácter perfectamente inspirado de
las manifestaciones de ciertos locos, en la medida en que
nosotros somos capaces de apreciarlas, afirmamos, sencil-
lamente, que su concepto de la realidad es absolutamente
legítimo, como lo son todos los actos que de él se derivan.
Traten de recordar ésto, mañana por la mañana, durante sus
rondas, cuando, sin conocer su lenguaje, intenten ustedes
conversar con esos seres, sobre los cuales - reconózcanlo -
no tienen ustedes más que una ventaja, a saber la fuerza.
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tiva a la razón (toda locura tiene su razón y toda razón su
locura), aquí podemos insertar en pensamiento de Nicolás de
Cusa, y por otro la locura se convierte en una de las formas
mismas de la razón. Se establecen grandes paralelismos en-
tre las formas de razón y las formas de locura, así como entre
el sabio y el loco. Razón y locura pasan a ser algo así como
vecinas. Montaigne visita al poeta italiano Tasso en pleno de-
lirio de este último... el sentimiento experimentado es el de
admiración, la abundancia de claridad es la que le ha cegado.
La locura pasa a formar parte del esfuerzo de la razón.
EL INTERNAMIENTO .
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ENAJENACION Y MORAL
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pecialmente observable el peligrosísimo parentesco, siempre
existente, entre medicina y moral.
Los diferentes sistemas socioculturales que se van
dando a lo largo de la historia, desarrollan su propia esté-
tica o su propia ética. El mundo del siglo XVII coacciona a
aquello que se le escapa, la ética empapa la medicina, y los
individuos no asimilados son víctimas de un juicio moral. Con
el capitalismo, como supuesto culmen del progreso humano,
no sucede algo demasiado diferente, la psiquiatría médica
en muchos de los casos se encarga de catalogar y clasificar
sujetos, de juzgarles basándose en la relación existente entre
su comportamiento (el desenvolvimiento de su delirio) y las
pautas aceptadas comúnmente como normales. Otra vez el
mismo sistema que determina qué es lo normal, es el que
juzga y condena al individuo enajenado.
Pasado el Renacimiento, se ataca de forma continua
a la homosexualidad, se crea un halo de prohibición y silen-
cio entorno al tema. Se instauran nuevas relaciones entre el
amor y la locura, se comienza a encerrar a homosexuales en
instituciones destinadas a enfermos mentales. El fundamento
de toda esta persecución no es otro que la familia, cuya moral
ha hecho suya toda posible ética sexual. La familia significa
contrato y razón, más allá de la cual sólo podemos encon-
trar la sinrazón. La extravagancia (síntoma inequívoco de la
enfermedad) implicaba un desorden del corazón, desorden
que debía ser perseguido policialmente. En el siglo XVIII es-
tas experiencias tienen su expresión en el libertinaje, el cual
supone el uso de la razón supeditada a los deseos y el cora-
zón (la sin razón); el máximo exponente sería Sade y sus
Justine o Juliette. El insensato que había venido mostrando
las marcas de lo inhumano, comienza a mostrar una sinrazón
demasiado cercana al hombre.
Tras el Renacimiento comienza a gestarse y desar-
rollarse una crisis del mundo ético, se da el conflicto razón
-sinrazón, cuyos resultados podemos apreciar en lo que Fou-
cault ha venido a denominar “figuras del desgarramiento”,
como Nietzsche, Sade o Artaud.
Debemos tener claro, que nuestro conocimiento
científico de la enfermedad mental está basado en la experi-
encia moral de la sinrazón que llevó a cabo el clasicismo. Ya
avanzado el siglo XVIII, el médico es capaz de transformar
el presentimiento del jurisconsulto en certidumbre, pudiendo
decretar la existencia o no de enfermedad partiendo de un
sistema de señales emplazado en el ámbito de las pasiones.
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[3] Foucault, Michel “Historia de la locura en la Época Clásica”. Volumen l.
FCE, 1991 Madrid. Pág 201.
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CONCIENCIAS DE LA LOCURA.
EL ORIGEN DE LA LOCURA L.
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LA CURACIÓN.
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secuencia de la locura, es la esencia de la misma. Tan sólo
se encierra a quien realmente muestre comportamientos de
los que se pueda deducir, que libre haría daño a los demás o
se lo haría a así mismo.
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[4] vv AA. “Hacia la locura”. Ir Marcial Suárez. Ed Ayuso, 1976 Madrid. Pág
77. Artículo: En busca de una nueva psiquiatrfa de R. D. Laing
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sola (aislada de las condiciones que la rodean), ni en la situ-
ación inmediata en la que se produce, debemos dar un paso
más.
El campo de la salud mental es una parcela más
donde la violencia institucionalizada y organizada del poder
opera, es un ámbito más donde poner en funcionamiento
estrategias sustentadoras del orden establecido. La perpetu-
ación del sistema se cobra víctimas y algunas de ellas son
los locos, blancos sociales de una operación política violenta
que llega a suponer encierros, comas de insulina, tratamien-
tos con electrochoques o psicocirugía. Todo por el bien del
enfermo y de una sociedad que se revela a sí misma como
más enferma todavía.
Este control social comienza a afectarnos de forma
decisiva desde nuestros primeros años de existencia. La so-
ciedad intoxica y destruye nuestro potencial creador, la vio-
lencia institucionalizada se oculta en el lenguaje, la educación
o los medios de comunicación. Y una vez la socialización se
lleva a cabo, el niño se conforma y pacta con la sociedad su
propia traición, el loco puede verse como aquel que no se
traiciona. Si así fuera... ¿cómo no iba a ser perseguido?
En los comienzos del psicoanálisis se reconocen los
efectos represivos de determinadas instituciones sociales,
básicamente la familia y la rígida moral sexual de la época.
Pero este estudio de los efectos de cierto autoritarismo es
insuficiente, hay que analizar la capacidad perturbadora que
tiene la sociedad en cuanto el todo que es. Los valores sobre
los cuales es cimentado un mundo afectan de manera directa
a la salud mental; podemos decir, que existe una relación
entre esta y el clima social.
¿Cuáles son los valores que nos infundieron?
¿Cuáles son los que operan en el capitalismo de corte
democrático? Las confusiones, las decepciones o las distor-
siones del carácter son consecuencia de una sociedad, que
de niños nos cuenta lo mala que es la mentira, lo maravilloso
de la solidaridad o el respeto, y que de mayores nos revela
la competencia y el despasionamiento como únicos valores
posibles. Sociedad y patología intrapsíquica caminan de la
mano.
Los terapeutas tratan de ayudar al hombre enfermo
a encauzarse de nuevo en el mundo del que se salieron (o
al que nunca llegaron a pertenecer del todo), a introducir-
los en los valores de la amplia clase media. Lo sano guarda
cordiales relaciones con las reglas sociales; entonces, los
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más significativos, para él, economía y sufrimiento de la hu-
manidad se encuentran enlazadas, los hombres se encuen-
tran alienados por: la naturaleza, ellos mismos y sus seme-
jantes. Lo cual deriva en el “principio de rendimiento” al cual
debe someterse la humanidad, este principio no es otra cosa
que un estilo de vida desexualizador. El resultado es un hom-
bre unidimensional y deshumanizado, cuya capacidad de
goce queda restringida a los órganos genitales, y cuyo cuerpo
restante se transforma en instrumento de trabajo del orden
establecido. Este hombre unidimensional es el que es sus-
ceptible de padecer trastornos mentales, el intentar suprimir
estos pasa por cambiar el contexto social. Jacques Lacan es
la perfecta representación de puente entre el activismo políti-
co y el activismo específica mente antipsiquiátrico. Desde su
particular psicoanálisis, Lacan renuncia a la locura como un
bien del que haya que hacer apología, se trataría de algo
semejante a una comunicación, pero difícilmente descifrable
“dado que el psicótico no ha accedido plenamente a la comu-
nicación, la dimensión simbólica, el orden del lenguaje y de la
sociedad” [6]. Nuestra inmersión en la dimensión simbólica se
produce al entrar dentro de nosotros las reglas sociales y el
lenguaje social por medio de nuestros padres. Para Lacan no
existe un yo autónomo, y por tanto la idea misma de libertad
y autonomía queda cuestionada; ya de niños nos incorpora-
mos en un marco que estaba configurado con anterioridad:
el lenguaje. La breve introducción al pensamiento lacaniano
nos permitirá abordar el tema de la subversión lingüística. Es
un tema que Gilles Deleuze y Félix Guattari trataron desde
su antipsiquiatría enraizada en el marxismo francés. Ambos
llevan a cabo un intento de crear un tipo discurso totalmente
nuevo, tarea que ya había sido acometida por los surrealis-
tas o pensadores como Wittgestein o Lacan. La intención,
ya indicada en el “Tractatus” de Wittgestein, es que un texto
no se limite a transmitir, sino que sea capaz de hacer algo al
lector. Esto es justamente lo que Deleuze y Guattari desarrol-
lan en “El Anti-Edipo” [7], el texto asalta al lector, intentando
transformar el modo que tiene de pensar sobre sí mismo y
sus condiciones. En esta obra se lleva a cabo una de las más
devastadoras críticas al psicoanálisis jamás realizada, una
crítica que se extiende a todas las formas del mismo, inclui-
das las más revolucionarias como la de Lacan. El
_____________________
[7] Guattarl, Félix; Deleuze, Guilles. “El Anto-Edipo. Capitalismo y esquizof-
renia”. Ed Paidós. 1985.
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El capitalismo oprime en diferentes sentidos y aspec-
tos de la vida, pero siempre con el mismo cariz autoritario.
Oprime a las mujeres con una sociedad patriarcal, oprime
el hecho de que las personas deleguen continuamente sus
decisiones en estructuras que les superan, o el control poli-
cial financiado por el sistema que mantienen, oprime con in-
stituciones jerárquicas como la familia o la escuela. Oprime
de mil y una maneras, y todas ellas contribuyen a nuestra
alienación. El sistema de salud mental insiste en que exis-
ten desajustados cuando lo que existen son oprimidos. El
sistema de salud mental ejerce de juez que castiga a quién
actúa al margen de los hábitos y costumbres generadas por
el sistema; los locos y los presos viven una existencia se-
mejante. El objeto de esta opresión no es desarrollar una
cultura o mantener una moral determinada, sino crear una
“estructura de carácter” que permita el mantenimiento de una
sociedad concreta y los valores que la regentan. Mediante la
opresión, lo que una persona es y hace, se encuentra en fun-
ción del contexto social, las expectativas que de ella se espe-
ran y la autoridad. Frente a los tratamientos tradicionales de
la psiquiatría clínica, se plantean diferentes alternativas (que
no voy a enumerar y analizar aquí), lo más significativo es el
rechazo generalizado a las prácticas de internamiento y la
industria farmacológica.
En el no-tratamiento clínico es donde ven que se
pueden experimentar mejorías, son los excesos del compor-
tamiento los mecanismos que tenemos para liberar nuestra
angustia. Por ejemplo, la regresión es entendida como una
especie de válvula de seguridad y todo aquello que esté en-
caminado a coartarla acabará por ser destructivo. El único
camino para superar la locura es caminar a través de ella,
aquí convergen terapias como la co-escucha (desahogo de
la angustia al compartirla con otros) o el esquizoanálisis. El
sistema de salud mental tiene tras de sí un motivo económico,
el enfermo es convertido en un consumidor del mercado de
fármacos, de los despachos de psicoanalistas, de tratamien-
tos en residencias etc. Etiquetar a la gente es una forma de
generar dividendos, las empresas farmacéuticas tienen más
beneficios que las compañías petroleras (en España se di-
agnostican dos millones de casos de depresión al año y en
1998 el gasto en antidepresivos, hipnóticos y sedantes, tran-
quilizantes, psicoestimulantes y neurolépticos ha ascendido
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
ENAJENADOS #2
NO NOS GUSTO
EN SU LUGAR VA ESTA
HERMOSA IMAGEN
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
Año 17 de la era Orwell -Primavera –
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eNaJeNaDxS #3
cometido...
Somos supervivientes del Sistema de Salud Men-
tal, fuimos y somos psiquiatrizad*s, y hemos tomado una
determinación: PREFERIMOS ESTAR FURIOS*S A ESTAR
TRISTES. Nos hemos decidido a enfadarnos en un mundo
en donde palabras como consenso, diálogo o tolerancia se
encuentran revestidas de un halo sagrado. Parece que nadie
se atreve a preguntarse quién sacó a escena esta colección
de anatemas. Sin embargo, no es excesivamente dificil dar
con la respuesta ... las personas se dividen en decididores
y ejecutantes, en explotadores y explotados, la Máquina
basa su funcionamiento en esta división de los papeles. La
condición siguiente que hace que no se pare, que no sufra
ningún percance, es la siempre necesaria paz social. Sin ella,
la articulación entre los que deciden y los que hacen sería
imposible. Por eso se hace necesario que los pisad*s tolere-
mos, dialoguemos y alcancemos consensos con quienes nos
pisan. Aceptarlo es señal de sentido común, civismo y tal-
ante democrático ... lo contrario es lo propio de l*s violent*s,
l*s salvajes y l*s enfem*s mentales. Lo único que podemos
hacer, es asumir nuestra condición y tirar a dar.
L*s chic*s mal*s están enfadados, quieren a ajustar cuentas
y sonríen junto a las hogueras. No pedirán perdón ya nunca
más.
BES.O.S.
TONTAS Y ORGULLOSAS
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
una extensa variedad de contextos, principalmente, dentro
del contexto escolar y clínico...”.
Vemos, que como herramienta esencial, podemos
afirmar que el WAIS es considerado una buena forma de me-
dida de la inteligencia (afirmación ampliamente respaldada
por un montón de cálculos estadísticos y un sin fin de profe-
sionales de la psiquiatría y la psicología).
Pues bien, el WAIS-III consta de 14 pruebas, una de
las cuales dice así:
“El sujeto debe contestar oralmente a una serie de preguntas
cuyas respuestas se relacionan con experiencias de la vida
cotidiana y con la capacidad de comportarse de forma adec-
uada y consecuente con los valores sociales”
Entre las 18 preguntas de ésta prueba están las si-
guientes:
6) ¿Para qué se pagan los impuestos?
Se obtendrán 2 puntos -puntuación máxima- si se contesta:
• Ayuda, mantenimiento o contribución a las cargas económi-
cas de la nación, estado, ciudad, comunidad...
• Para mantener el país y mejorarlo.
1 punto si la respuesta se parece a:
• Para contribuir al bien social.
• Para que el Estado lo invierta en ayudas o prestaciones a
los más necesitados.
• Para mantener y financiar la policía, las carreteras...
Y la puntuación es de O si se dice:
• Sostenimiento de una institución específica, trabajo u orga-
nización, con desconocimiento de que los impuestos sirven
para el mantenimiento de todo el Estado.
• Para enriquecer a otros.
10) ¿Por qué el Estado elige que tengamos testigos cuando
nos casamos?
Se obtendrán 2 puntos con respuestas como:
• Necesidad de dar fe de que se ha celebrado el matrimo-
nio.
• Para dar testimonio de que el matrimonio se ha realizado
legalmente.
Y los puntos son O, si dices:
• Por burocracia.
• Respuestas sin relación con las anteriores.
16) Dígame algunas razones por las que conviene que haya
un régimen de libertad
condicional:
2 puntos, si se reflejan dos de estos cuatro conceptos bási-
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cos:
• Forma de recompensar a los delincuentes por buena con-
ducta.
• Dar una segunda oportunidad a los criminales.
• Seguir la pista a los delincuentes.
• Por la masificación de las cárceles.
Si sólo se refleja una de estas ideas, la puntuación es de 1, y
O si la respuesta contiene otras ideas: Dinero de las fianzas,
replanteamiento de las cárceles, etc.
Son l*s mism*s defensor*s de estas pruebas l*s que
luego nos cuentan que la psicología no tiene relación con la
política, y que dado su incuestionable “carácter experimen-
tal’, carece de ideología.
El que se obtengan más o menos “doses” en esta
prueba, influye en la puntuación general de la capacidad int-
electual.
Así que, si en la próxima entrevista de trabajo, o en
la consulta de un psicólogo, nos pasan el W AIS-III, o algún
test similar, y “averiguan” que somos poco inteligentes, les
aseguro que tendremos motivos para sentimos orgullos*s.
MEDICACIÓN
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
baja”.
Dada esta concepción tan reduccionista de las enfer-
medades mentales, es fácil entender la sinrazón de muchos
tratamientos. La mayoría de estos fármacos van únicamente
encaminados a hacer desaparecer la sintomatología: “Este
antidepresivo te va a curar la depresión porque te va a subir
la serotonina”, dejando de lado el resto de factores person-
ales, sociales y económicos, verdaderos desencadenantes
de muchos de estos trastornos (aunque no de todos, desde
luego).
Nosotras proponemos una vuelta de la tortilla: son
esos factores que configuran nuestro día a día los que debe-
mos transformar para superar estas situaciones.
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eNaJeNaDxS #3
riante: casi la mitad de las personas tratadas con neurolép-
ticos ( fármacos utilizados, principalmente, en el tratamiento
de la esquizofrenia) durante más de seis meses desarrollan
discinesias tardías (movimientos involuntarios, repetitivos,
e irreversibles de díversos músculos). La pérdida de inicia-
tiva que producen, el aletargamiento y la dependencia (tanto
psicológica como física) que desarrollan, pueden perjudicar
-más que beneficiar -la resolución de estas situaciones.
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
oscura labor de los recuperadores químicos, lleven bata o
rastas, tengan títulos universitarios o piercings y pelos de col-
ores. No encontramos diferencia y, por tanto, los trataremos
con el mismo desprecio: El desprecio hacia quien no duda en
destrozar la salud y la vida de nuestr@s compañer@s para
el lucro personal. Tratan de convertimos en mercancías, fo-
mentando (en aras del desarrollo de sus negocios – kiosko)
relaciones ocio-festivas que no son, sino una prolongación
más de los largos tentáculos del espectáculo, falsificación
buena onda de la amistad y del amor. El ocio, aparece así,
como resignación y olvido, tiempo marcado por el consumo
(y por tanto, por el trabajo necesario para poder consumir) y
no como disfrute verdadero: acercarse y charlar, compartir
abrazos y risas, y conspiraciones en voz baja...
Apestosos hombres de negocios, venden su basura
en otro formato y en otras circunstancias, pero realmente
cumpliendo una función muy similar a la de los psicofárma-
cos. Incluso la composición química y mecanismos de acción
farmacológicos son muy similares a los de los medicamen-
tos psiquiátricos (ejemplo: cocaína y antidepresivos del tipo
IMAO). [1]
La careta química del fin de semana nos ayuda a olvi-
dar la miseria diaria: lejos de ayudar a la trasformación real
de las condiciones de vida que nos van a producir gran parte
de estos “problemas vitales”, nos facilita la evasión mental y
el dejar de pensar en la mierda que nos rodea, impidiendo así
cualquier tipo de cambio, tanto personal como social.
Brotes psicóticos tras tomar LSD, ataques de ansie-
dad y pánico con éxtasis y anfetamínas, depresión postco-
caínica, delirium tremens, apatía cannábica ... estos y otros
muchos problemas son la maravillosa contribución que es-
tos productos (que nos venden gente que hace creemos
-via apariencias, militancia etc- que son nuestros propios
compañer*s) hacen al mundo de la salud mental.
Para nosotras, son parte esencial del sistema de
control social, y elemento dinamitador de las luchas por la
transformación radical del mundo en el que vivimos... son
nuestros enemigos.
_________________________
[1] medicación que se administra en depresión y fobias. Son inhibidores de
la monoaminoxidasa. Los Inhibidores de la Monoamina Oxidasa (IMAOs)
bloquean la enzima monoamino-oxidasa, que tiene efectos negativos en la
mayoría de los neurotransmisores.
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eNaJeNaDxS #3
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
colectivo de enfermos mentales, atacamos en nuestro propio
nombre. Las herramientas se encuentran al alcance de quien
quiera utilizarlas... Autoorganización, propaganda, mala onda,
complicidad, insulto, sabotaje ... Atacar y escapar, liberar zo-
nas, disfrutar con ello, y antes de que caigan sobre nosotr*s,
dar un salto más e inaugurar un nuevo frente de lucha.
Nuestras intenciones no podrían ser más claras: ren-
egamos de este mundo de mierda y de la totalidad de sus
valores (consenso, trabajo, competencia, consumo, presti-
gio, cánones de belleza, tolerancia, progreso, lucidez etc.),
lo consideramos causa de la miseria y banalización que nos
tiene agarrado del cuello, y por tanto nos declaramos en
guerra. Y así, pretendemos abrir procesos de liberación en
los cuales podamos construir nuevas relaciones personales
(con la previa condición de pasar a cuchillo las antiguas),
espacios y tiempos des-alienados, posibilidades de desatar
nuestra propia creatividad e insertar en la fea realidad nues-
tras colecciones de deseos. Queremos aniquilar el aburrim-
iento en todas y cada una de sus formas, gozar, divertimos,
e inventarnos un lugar donde la posibilidad de caer enfermos
no esté a la orden del día.
La revuelta es la única receta contra la atomización y
mercantilización social. Es el espacio y el tiempo mágicos en
los cuales l*s niñ*s asustad*s pueden jugar a que se les está
quitando el miedo. ¿Y qué somos nosotrxs la mayor parte
del tiempo salvo niñ*s asustad*s?, ¿qué otra cosa podría-
mos ser cuándo somos etiquetad*s-diagnosticad*s, drogad*s
o encerrad*s? Ya lo hemos dicho, no somos héroes y nos
sobra el miedo. Lo que pasa es que ya hemos aprendido qué
hacer con él...
FRAGMENTOS
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eNaJeNaDxS #3
IRREALIDADES
Surcos hiriendo al cielo y la tierra. Dibujos. Magia. Pena.
Hileras de dientes impacientes. Deseos confundidos. Explo-
siones incontroladas. Temblores y dolores.
Mis tristezas en acción. Deriva. Caída. Radiografias de la
miseria. Días perdidos. Amputaciones.
Decidle a Dios que le quiero.
II
Intento calcular la velocidad a la que sería posible escapar...
Fácil quemar momentos. Fácil olvidarse. Fácil inaugurar pro-
cesos de destrucción de recuerdos. Es inevitable hacerse
daño. Brixton, Barrio de la Concepción, Nanterre, La Lati-
na, mañana Bolivia, quién sabe si la India o los Fiordos...
¡Adiós!
III
¿No lo oís?, ¿No oís cómo cruje el cielo?, ¿No oís cómo se
arrancan de cuajo las palabras...? [y las bocas se quedan
mudas, resecas y doloridas].
Otra y otra vez. Somos estúpidos, siempre se nos olvida que
todavía se puede perder un poco más, que se puede rizar un
poco más el rizo.
MASTICANDO CRISTALES.
IV
¡Saltemos!
Vacíos... esperas interminables. Nada-acaba-de-suceder.
Evidente derrota.
¿Cuál será la razón de 1000 olvidos? [...] ¿Un monstruo ...?,
¿O quizás algo peor? Algo así debe ser, ¿pues qué otra cosa
sino podría ser la causa de tanto desprecio?. Asco, asco,
asco.
V
Venga, vamos a romper silencios.
Gracias por tu regalo [aquellas lindas toneladas de ganas de
morir]. Lo siento, yo-nosé, yo-nopuedo. Reventar a gusto,
reventar a solas. Dialéctica salvaje: ellas me dicen, y yo me
preparo para la puesta en escena, doy los últimos retoques a
los artilugios con los que poder afrontar al público.
¡Qué bonito habría sido el no haberte conocido jamás!
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
VI
El dragón nunca se muere.
Micabezaviejacajaderuidos.
Me duelen todas las palabras que no supe decir.
VII
Las pequeflas alfileres que me colgarán del cielo cuando
muera van tejiendo desde dentro mi mortaja. No se pierden
las horas. Eso nunca. Eso jamás.
Algo queda claro, que el monstruo es tratado como monstruo,
y si acaso no lo fuera todavía del todo, acabaría por serIo
como consecuencia inevitable del trato monstruoso.
Hay veces que no es posible dar con un cuento que acabe
bien.
VIII
Vamos a ver romper olas. Mi dolor... ¡cuánto te echo de me-
nos!
Multitudinaria soledad. Tú también te ahogas de tanto respi-
rar.
Esto sólo se puede parar a ostias. Vamos nifia, vamos a
la pelea. Yo siempre gano, yo siempre pierdo. [Vivir en un
cuadrilátero...]
Te envío besos [transoceánicos, de esos fabricados para
subir todas las cuestas ...] con mis labios partidos, con el sa-
bor dulzón de mi sangre ... aéreos sacrificios rituales. Sencil-
lamente, no sé hacer nada más.
IX
Geografía de ansiedades. Vueltas de tuerca. Chirríos estru-
endosos. Nubes mefíticas que esconden territorios soña-
dos-pensados-anhelados. Horizontes de guerra. Los únicos
posibles. La Máquina avanza, hace y deshace. Universos
resquebrajados. Batallas libradas a escondidas. Viviendo el
miedo precedente al asalto. La arritmia. La revuelta converti-
da en cura... ESPERANZA. Ir más allá...
X
Porqué será, porqué, que tras sucesivas espantadas, aquí
sólo quedan los que estaban cuando empezamos, mis niños
luchando, mis hermanos. Demasiada casualidad, demasia-
da. ¿Seguirás aún pensando que no hay más que un solo
mundo?
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1. EDITORIAL.
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ificadora da claras evidencias del moho que habita vuestros
cerebros y la opacidad de vuestras miradas. Os suponemos
del lado de todos I*s fanátic*s de la rotulación: médicos, juec-
es, policías, periodistas, etc.
— Por otro lado, una hermosa muchacha estudiante
de psicología a quien obsequiamos con nuestra publicación
comentó, pasados unos días y tras haberle echado un vista-
zo, que no le gustaban «este tipo de publicaciones». Pen-
sando que se trataría de una cuestión de formas (quizás unas
pocas hojas dobladas provocaban la desconfianza en los cír-
culos académicos), le pasamos un Rayo que no cesa (revista
de antipsiquiatría y contrapsicología editada ya en imprenta y
con bastante más presencia que el humilde fanzine que tené-
is entre manos)... la respuesta fue idéntica: «no me gustan
este tipo de publicaciones». Momentos de desconcierto. So-
mos conscientes de la invalidación sistemática que hacen los
profesionales de la salud mental de todo aquello que sale de
boca de «enferm*s» y «personas no cualificadas», pero no
teníamos constancia (o queríamos no tenerla) de que esta
posición estuviese tan extendida entre I*s jóvenes aspirantes
al título universitario. Realmente pintan mal las cosas. Razón
de sobra tenía quien afirmó la incultura y esterilidad que
proporcionan los conocimientos estropeados y de segunda
mano que se venden a toda prisa durante los cursos univer-
sitarios. De gente que desprecia materiales por la sencilla
razón de no venir de ninguno de sus estimados profesores,
o bien de no encontrarse publicados en alguna de las presti-
giosas editoriales del ramo, sólo podemos esperar que sean
eficientes engranajes dentro de un sistema que sólo causa
dolor. Sin capacidad crítica alguna, sin la consciencia de sa-
ber dónde se está... sólo se puede aprender a hacer daño.
— Por último, queremos dar por cerrada la polémica
«Molotov». En respuesta a su «Una reseña, una disculpa»
del número veraniego, queremos dejar algunas cosas claras.
De su ramplona ironía parece desprenderse que nos cor-
remos con la idea de aparecer en su periódico. Chavales,
chavalas, las cosas no van por ahí. Lo que les pedimos es
sencillamente que echaran una mano en un proyecto que nos
parece difícil llevar hacia delante (actualmente, y con una pe-
riodicidad y difusión que dejan bastante que desear, sólo so-
mos tres las publicaciones sobre estos temas que pululan por
el estado), pero como ya ha quedado suficientemente dem-
ostrado, les interesa bastante más llenar páginas con exci-
tantes entrevistas a radicalizados (je) directores de cine, que
dar cuenta de la lucha de otra gente. Cuando nos referimos a
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
la prestigiosidad y pretensiones de la publicación, no hablá-
bamos gratuitamente: cualquiera puede leer el capitulillo que
a UPA—Molotov se dedica en el famoso libro de Lucha Au-
tónoma (ha pasado el tiempo, pero los más viejos del lugar
no se han movido), cualquiera puede echar un vistazo a las
reseñas que han hecho de otras publicaciones o a algunos
de los comentarios de Savater Junior. La cosa no da mu-
cho más de sí, para nosotr*s, en líneas generales, destilan la
misma rebeldía que el suplemento cultural de El País.
En cuanto a este número, poco que decir. Como
parece ser que lo de los tests de inteligencia interesó a
bastantes, la misma persona que lo escribió ha recuperado
un artículo sobre el tema que aunque fue escrito hace unas
décadas lo encontramos de actual vigencia. Queremos tam-
bién dar las gracias al chaval que ha traducido el artículo
del Prozac, y recordar que tenemos un e-mail por donde se
puede contactar y mandar todo lo que sea susceptible de ser
publicado.
Salud y Revuelta.
Contra los amos, sus siervos sonrientes y sus falsos detractores. Somos
jóvenes y hermosos, y vamos a vivir nuestra vida para destruir vuestro
mundo.
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2. LO QUE ME GUSTARÍA...
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cordando palabras que ya quedan muy atrás en el tiempo. El
mundo escuece. Tú lo sabes. Yo lo sé. Sólo hablamos una
vez de ello. Jamás volví a abrir la boca. Buen cobarde.
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sulta difícil reír cuando se siente la presión de los rayos que
emite cada coche que pasa, o cada casa que uno cruza”
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ras en tanto vivan mis padres. Saludos”.
El psiquiatra que recoge esta carta cuenta que a vec-
es el chico le confiesa que “de nuevo creo que me miran por
que soy poquísima cosa, y como consecuencia del complejo
de perseguido tengo fantasías de grandeza, como si fuera
reencarnación de emperadores romanos... pero no tengo sal-
ida, no he sabido defenderme, me atacan por todos lados.”
Hay veces el las que decir cualquier cosa está de
más. Ésta es sin duda una de ellas. Este trocito de manual
habla por sí mismo, dice mucho (demasiado quizás) de la lo-
cura del enfermo y de la lucidez de padres y psiquiatras. Sólo
diremos, que nosotrxs sí estamos aprendiendo a defender-
nos... y lo hacemos ATACANDO.
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
un mar de orina.
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Con este número, buscamos sacar sobre el papel
sentimientos, miedos, desbarres, viajes, caídas, sospechas
... que de una manera u otra no creemos que hayan tenido
suficiente protagonismo en la mayor parte de las cosas que
hemos ido publicando. Se trata de puzzle roto contra el suelo,
en el que posiblemente (y de ello nos alegramos, pues es
reflejo de qué va esta historia) ninguna pieza encaja con la
que tiene junto a sí. A quien quiera buscar algún tipo de ra-
zonamiento lógico en estas paginas, le invitamos a que re-
gale el fanzine a otra persona ... muchos de los textos que
aquí presentamos, ni siquiera han sido escritos o trascritos
con la intención de que alguien los leyera algún día. Hemos
recogido principalmente palabras de psquiatrizad*s (tanto
internad*s como no internad*s) de fuentes directas en unos
casos, y lejanas (e incluso dudosas) en otros, a su vez se
han intercalado aleatoriamente pedazos de libros y plagios
varios.
Todo ello, para decir algo que ni siquiera sabemos si
se puede decir. Al menos, lo hemos intentado. En todo caso,
no se ha citado quien dijo esto u aquello, confundir los límites
de la locura es una de las principales tareas que hemos asu-
mido. Que cada cual juzgue como crea oportuno.
[ Gracias infinitas por el apoyo recibido de quienes
estuvieron, están y no se van ... por muy fuerte que nos
golpee la tormenta. Gracias a casi nadie. Estas fotocopias
están dedicadas a tod*s l*s pres*s que leen la publicación
desde las tripas de la Bestia. Desde dentro, desde fuera ... os
amamos. ]
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
Gente endemoniada, sin sol, mirando por lo bajo te ven ent-
rando en sus aposentos. Todo escalones, laberintos sin salida
donde tienes que empezar tus pasos, que no sabes ni siqui-
era donde dirigirlos. Se caen al vacío, como tus palabras en
ellos, como las suyas siempre con ellos, sólo los que tienen
algo por hacer, como resolverlo, y están arriba. Hablan con
palabras de tedio, entre ellos todo se entiende, tú sólo vislum-
bras sus pasos, que te llevarán a toda su libertad inexistente.
Y tú contra todos, solo, y contra ellos, todo está preparado
para ti, todo su camino mal empedrado.
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Cinco años.
¿Fue al hospital por su gripe?
Me pasé ocho semanas allí. Horrible. Te ponen en una habit-
ación, te desinfectan y te pinchan. Para curarte la gripe.
¿Le gusta estar aquí?
Sí. Te dan bien de comer, hay distracciones, se canta.
¿Tiene buena voz?
No especialmente. Siempre estoy con gripe.
¿Le gustaría volver a trabajar?
Me gustaría volver a trabajar, pero la gripe me lo impide.
Un payaso muy bueno casi todos los días iba a trabajar muy
temprano el payaso.
Eran unos días muy felices con sus hijos y su familia feliz era
muy feliz. Todo terminó en el circo se cayó y se mató.
NECESIDAD NO ES OBSESIÓN.
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
Mermelada ayer, o mermelada mañana, pero nunca mermel-
ada hoy.
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Jesucristo en la cruz me dijo que era pecado mortal besarse
demasiado. Jesús no quiere que la gente se besuquee de-
masiado. No le gusta que hable demasiado. No le gusta que
coma demasiado. A mí me encanta comer mucho. Me en-
canta hablar mucho. Me encanta besar mucho. Por eso estoy
aquí.
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tigua escala de valores bajo nuestros pies, nos levanta otra
mucho más alta y mas fina.
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1. EXTRACTOS PERTENECIENTES AL PROGRAMA DE RADIO
LOS CAPITULOS PROHIBIDOS DE CORIN TELLADO (RADIO
QK, Radio Llibre de Uvieu)
I.
Un señor por la radio dice, y su voz desprende credi-
bilidad, aunque parece molesto con alguien, y ese tonito pre-
potente dice que... habla de un libro, dice que la locura es
debida a la imposibilidad de comunicarse.
Han cerrado la radio, han abierto las persianas, y otro
señor serio con cara de saber mucho está sentado delante de
mí. Yo quisiera decirle que es muy duro no poder hablar el
mismo idioma que las demás, pero no se lo diré. No quiero,
él no lo entendería, nunca dejaría de escribir, y luego consul-
taría sus notas con los libros que estudió en la universidad.
No me gusta ser un objeto, y sinceramente, lo que más me
apetece ahora es lanzarme sobre este señorcito y arrancarle
a mordiscos la yugular. Cada vez que me pregunta grito y
pataleo, y si alguien se pasa de la raya, muerdo. Hace un
rato tuvieron que llevarse a un celador que quiso hacerse el
simpático, je, que gracioso era ese tipo.
Los doctores tienen sus corbatas, sus maletines, sus
gafas y todos sus títulos. Son sus señales largas y estrechas,
sus límites. Sus líneas están en sus sueldos, en sus casas,
en sus coches. Yo también necesito mi espacio, necesito re-
speto. ¿A qué vienen esas preguntas?, ¿acaso este salame
con título y no sé qué técnicas psiquiátricas sabe quién soy
yo?, ¿acaso sabe hablar mi idioma?, ¿por qué? No me mires
así imbécil, no me mires así estúpido ... ¿no trata de enten-
derme?. Yo le entiendo a él de sobra. No me mires así que
te vas a arrepentir. No, sí, mírame así, mírame, alimenta la
caldera, bonito, simpático. Y lo que veo no me gusta. No me
gusta ese tonito que utiliza cuando levanta su pluma estilográ-
fica. Su pluma estilográfica con punta de acero que su mujer
le regaló el pasado 14 de febrero. Ja,ja,ja ... cómo nos vamos
a reír vos y yo dentro de un rato, precioso, personaje... Sólo
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
si me daba ganas, o me leía otro que trataba el mismo tema
pero que olía diferente, y entonces suspendía. Al principio
me resultó curioso, luego me pareció simplemente una car-
bonada
¿Intentas excavar en mi mente doctorcito?. No
lograrás carcomer mi conciencia, porque pronto verás la es-
tilográfica muy cerca de tus ojos. Tomaré apuntes como los
tuyos en la facultad, esos apuntes que estoy seguro eran
mono direccionales, únicos, escritos al dictado. Yo también
sé tomar apuntes, y quiero que los veas, quiero que no pier-
das detalle cuando la tinta azul se transforme en sangre roja.
Pronto o tarde, cuando te confíes al ver mis gestos suaves,
el semblante aparentemente tranquilo, y al fin mis ojos sean
como los de la abeja maya, ebria de miel. Entonces, sí, en-
tonces descubriremos juntos lo fácil que es hacer magia, lo
cerca que está el azul del rojo, el ver del no ver, la lágrima
del ácido. Iremos juntos a mi colegio, allí te enseñaré como
se siente alguien cuando tratan de arrancarle los ojos y pon-
erle a cambio unas gafas de sol. Y te las meten sin importar
si está nublado, si es de noche, si hay niebla, o... Sí, será
divertido. Será como volver a la niñez. Sí señor doctor, no
tenga miedo, no duele. Eso es lo que decían, que no duele.
II.
El mundo del esquizofrénico, confunde en una sola
experiencia lo que se mantiene cuidadosamente separado
en el homo normalis. El homo normalis, bien adaptado, se
compone exactamente del mismo tipo de experiencias que
el esquizofrénico. La psiquiatría profunda no deja dudas al
respecto. El homo normalis difiere del esquizofrénico sólo en
que estas funciones están ordenadas en otra forma, es com-
erciante o empleado o profesional bien adaptado, consciente
de la sociedad. Durante el día, superficialmente se le ve or-
denado, vive sus impulsos secundarios, perversos, cuando
abandona su hogar y su oficina para visitar alguna ciudad
alejada en ocasionales orgías de sadismo y promiscuidad.
Ésta es la capa intermedia en su existencia, clara y definitiva-
mente separada del estrato superficial. Cree en la existencia
de un poder sobrenatural personal y en su opuesto, el dia-
blo y el infierno. (...). Homo normalis no cree en dios cuando
concierta algún negocio particularmente hábil, hecho que los
sacerdotes califican de pecaminoso en sus sermones domini-
cales. Homo normalis no cree en el diablo cuando fomenta
alguna causa científica, carece de perversiones cuando es
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rimos como seres humanos al esquizofrénico y no al homo
normalis. Ello se debe a que el primero nos dice con franque-
za lo que piensa y lo que siente, mientras el homo normalis
nada nos dice y nos obliga a excavar años enteros antes de
sentirse dispuesto a mostrar su estructura interna. Por consi-
guiente, mi afirmación de que el esquizofrénico es más hon-
esto que el homo normalis, parece correcta. Al parecer se tra-
ta de un estado de cosas bien tristes, debiera ser a la inversa,
si el homo normalis es realmente normal como lo pretende,
si sostiene que la autorrealización y la verdad son las metas
más elevadas del bien individual y de la vida social, debiera
ser mucho más capaz que el loco, y más dispuesto a mani-
festarse a sí mismo. Debe haber algo básicamente erróneo
en la estructura del homo normalis, si es tan difícil obtener de
él la verdad. Declarar, como lo hacen los psicoanalistas bien
adaptados, que es como debe ser, porque de otra manera le
sería imposible resistir el impacto de todas sus emociones,
equivaldría a una completa resignación respecto al mejora-
miento del destino humano.
III. EL FUNAMBULISTA
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por lo que se dice en aulas y consultas, han llegado la psiqui-
atría y la psicología, puede ser criticada (y también demolida)
remitiéndonos a sus propios materiales de trabajo. Ésta es
una tarea al alcance de cualquiera, y que reporta cierta sat-
isfacción frente a la humillación a la que lxs “tratadxs” se han
visto llevadxs a menudo de la mano de sus terapeutas.
El caso de los DSM es especialmente rotundo. Este
manual ha ido variando acordemente con los cambios so-
ciales, reestructurando sus posiciones de forma tal que se
acomodase a las nuevas disposiciones y características de
la sociedad. De esta manera, se puede hacer un seguimiento
de la descripción de las diferentes patologías abordadas a
lo largo de las distintas ediciones de este manual. Por ejem-
plo, el comportamiento homosexual fue entendido como
patológico durante un tiempo: mientras imperó cierta moral
(que algunos sectores reaccionarios todavía se encargan de
sostener), la maquinaria médica actuó en consecuencia y de-
monizó - sobre supuestas bases científicas (y por tanto, tam-
bién objetivas); cuando la realidad social y su imaginario van
cambiando con el desarrollo del capitalismo y su ideología, la
medicina también interioriza dichos cambios ... no encontra-
remos en el DSM-IV alusiones a lo enfermizo que resulta el
que disfrutemos del sexo anal, pero podemos rastrear la im-
posición de los actuales valores “democráticos”, la continua
obsesión por la propiedad y la absoluta identificación entre
estar en contra de lo existente y estar enfermo.
Empezaremos con un párrafo que puede leerse como
prueba de la artificiosidad del diagnóstico clínico, y que de
paso ratifica algo que sostenemos desde el principio en esta
publicación:que la esquizofrenia no es nada desde la propia
medicina, que en todo caso es una amalgama ininteligible
donde se sitúa todo aquello que está más allá de las limitadas
cabecitas de los doctores, un aparato que sirve para lograr el
sometimiento (vía internamiento, vía medicación ...) de suje-
tos que no se ajustan a los parámetros de comportamiento
dictados por los valores (morales, productivos etc.) que sos-
tienen el edificio social.
“Hallazgos de laboratorio. No se han identificado hal-
lazgos de laboratorio que sirvan para el diagnóstico de la es-
quizofrenia. No obstante, diversos estudios de neuroimagen,
neuropsicológicos y neurofisiológicos han mostrado diferen-
cias entre grupos de individuos que padecen esquizofrenia y
sujetos de control (...)”.
Una de las etiquetas que más gracia nos hacen, es la
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
las que no violan las normas sociales, por ejemplo: el trabajo
asalariado, y b) las que violan dichas normas, por ejemplo:
todas las conductas que no estén amparadas por los poderes
vigentes dentro del conjunto de la sociedad. Para ser un en-
fermo no sólo basta con joder a alguien, hay que hacerlo con-
tra los dictados sociales. Simple y efectivo. No hay nada más
que echar un vistazo a los cuatro puntos enumerados para
darnos cuenta de que, si salvamos el punto de la agresión a
los animales, lo que se describe, bien pudieran ser las car-
acterísticas de cualquier actividad subversiva. Una vez más,
la ambigüedad permite llegar más allá del anecdótico caso
individual.
Cuando las barreras entre ideología y ciencia médica
se diluyen, legalidad y salud crean un trama que permite con-
struir un sistema de control que puede y sabe adaptarse a las
últimas exigencias del capital.
Sigamos con la descripción de lxs trastornadxs anti-
sociales.
“No logran adaptarse a las normas sociales en lo que respec-
ta al comportamiento legal.”
Lo cual, según se indica, suele ser motivo de su de-
tención. Así mismo, suelen:
“Ser continua y extremadamente irresponsables.”
Y como ejemplos de dicha irresponsabilidad se citan:
El absentismo “inmotivado”, la renuncia “sin motivos”
a un trabajo, o simplemente el desempleo.
Éste es uno de los puntos donde las cosas se mues-
tran más a las claras: abstenerse de trabajar es propio de en-
fermxs. Lo cual nos lleva a pensar, que el aparato médico es
de todo, menos inocente. Resulta que nuestra gran pesadilla:
el tedioso, destroza sueños y asesino trabajo asalariado,
es un indicador eficaz de nuestra salud mental. Ésta se nos
medirá según lo amemos o lo odiemos; según hipotequemos
nuestras vidas o tratemos de huir de él.
Lo sentimos por nuestros queridxs terapeutas... pero
nuestras madres y padres gastan algo en la mirada, que nos
advierte de cómo acabaremos si nos echamos a los brazos
del trabajo. Algo que tiene en pie esta sociedad, no puede ser
bueno para aquellxs que buscamos demolerla.
Como otra notas características, se menciona:
El que “suelen tener un concepto de sí mismxs en-
greído y arrogante”, así como la idea “delirante” de ser con-
trolados más allá de sí mismos.
Estos dos comentarios merecen una especial aten-
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eNaJeNaDxS # 6
ción.
El contar con la arrogancia como rasgo patológico,
puede ofrecer la ventaja de encontrar una razón más para
anular a aquel sujeto que ha decidido dar razón de sus ac-
ciones. Entonces, alguien que por ejemplo justifica una ac-
ción violenta remitiéndose a una argumentación legítima o
que cree estar en lo cierto, habrá ofrecido al personal que lo
trata, a través de su “prepotencia”, una muestra más de su
enfermedad. No es difícil intuir hasta qué punto puede ser
molesta para los amos la autoestima de lxs esclavxs.
El “ser controladxs más allá de sí mismxs”, también
puede ofrecer una interesante segunda lectura. Quien viva en
cualquier metrópolis de nuestros días y no tenga la sensación
de ser controladx, tiene un serio problema de percepción; así
mismo, también sostenemos que alguien dignx del califica-
tivo “antisocial” está especialmente cualificadx para captar
ese control. Por otra parte, “delirante” es un adjetivo descon-
certante e impreciso: delirante es el parecer de quien se cree
controladx por fuerzas alienígenas, pero no menos delirantes
son los servicios secretos de los Estados o los departamen-
tos comerciales de las multinacionales. ¿Cuál es el paso que
va desde el creer que tu teléfono puede estar pinchado por
los servicios de inteligencia, que tu correo es inspeccionado,
que tu jefe ha instalado cámaras en tu lugar de trabajo, que
la publicidad te acosa a toda hora y en todo lugar... a pensar
que controlan tu vida? Tras un caso de sujeto con el delirio
paranoico de que su vida es controlada por alguien que no
es él, suele haber una sociedad apretando – de una u otra
manera – un cuello.
Y por último, un único gesto de sinceridad que nos
coloca otra vez al principio de este artículo, es decir, en la
relación entre enfermedad y sociedad.
El trastorno descrito está “asociado a un bajo status
socioeconómico y al medio urbano.”
“¡Oh, cuántos problemas se presentan en los senderos de
mi joven existencia, trastornada por miles de torbellinos del mal!.
No obstante el ángel de mi mente me ha dicho tantas veces que
sólo en el mal está la vida. Y yo vivo plenamente mi vida. El signo
de mi existencia se ha perdido en eso: ¿en el mal? El mal me hace
amar al más puro de los ángeles. ¿Hago yo acaso el mal? ¿Pero
es esa mi guía? En el mal está la afirmación más alta de la vida. ¿Y
estando en él estoy equivocado? ¡¿Oh, problema ignoto, porqué no
te resuelves?!”
Severino Di Giovanni*
[Carta a su amada, América Scarfo. 22 de Octubre de 1928.]
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
*Anarquista italiano exiliado en Argentina, editor y activista que
fue firme partidario del uso de la acción directa contra personas y
propiedades en el camino de la revolución.
3.¿QUE ES LA CLASE?
Texto de Henri Lefebvre. 1948
* Nota.
Alguien pudiera sentirse contrariadx por el hecho
de encontrar en esta publicación unos párrafos referidos
al concepto de clase. Precisamente es ese desconcierto
(¿desconocimiento?) el que queremos combatir. Para eso, el
texto que presentamos posiblemente no sea suficiente, pero
puede constituir una buena base para hacerlo. Sabemos de
las deficiencias del escrito y de su antigüedad, y aún así nos
parece idóneo para tratar de explicar que como psiquiatri-
zadxs en lucha, nuestra perspectiva es una perspectiva de
clase.
Consideramos, en primer lugar, que existe un con-
junto de individuos que han sufrido de una u otra manera la
violencia del sistema de salud mental, y que ello les hace
compartir una serie de circunstancias comunes. A partir de
esas peculiaridades, todo nuestro trabajo gira entorno a la
toma de conciencia de cuál es nuestra situación real en el
mundo, cuál es el juego de fuerzas en el que nos vemos en-
vueltos, cuáles son los enemigos responsables de nuestra
situación, cuál es su manera de ejercer la dominación, cuáles
son nuestras expectativas y posibles estrategias ... Esta tar-
ea de discernimiento, este conocer, le incumbe al psiquia-
trizadx y a nadie más: nadie salvo nosotrxs podrá explicar
dónde nos encontramos, porque nadie vive lo que nosotrxs
vivimos. Por lo tanto, si no somos lxs psquiatrizadxs lxs que
tomemos conciencia de nuestra realidad, la realidad existente
nos habrá ganado el juego sin ni siquiera empezar a jugarlo.
Creemos firmemente que el psiquatrizadx sólo puede llegar
a ser consciente y luchar, si accede al conocimiento de su
condición desde su propia condición. No podemos delegar,
nadie nos puede mostrar el camino (por mucho que les joda a
algunxs universitarixs progres y de palabrería radical, que se
empeñan en hacer teoría “para” lxs psquiatrtizadxs, sin llegar
a entender que en esta guerra la única teoría válida es la que
nosotrxs nos demos a nosotrxs mismxs).Consideramos, en
segundo lugar, que pertenecemos por nuestras condiciones
de existencia, al proletariado o al sector de lxs oprimidxs y
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
dad moderna, las clases no son visibles de modo inmediato.
La sociedad en la que las clases quedan indicadas mediante
signos exteriores (como eran en otro tiempo el caballo y la es-
pada de la nobleza) es una sociedad de casta, forma particu-
lar y cristalización de una sociedad dividida en clases. Bajo la
aparente monotonía de la vida social, bajo las vestimentas y
los revestimientos, la mirada atenta discierne hoy las clases:
pequeños burgueses y burgueses, obreros, etcétera. Pero,
para llegar a esta realidad y definirla hay que levantar un velo;
las rivalidades entre los individuos, los múltiples sentimientos
que sólo los vinculan oponiéndolos los unos a los otros, a
menudo disimulan al observador y a ellos mismos la clase de
que forman parte. Más aún: en la sociedad actual se desar-
rollan un conjunto de apariencias que engañan al observa-
dor superficial, voluntariamente embaucado. Por numerosas
razones objetivas, esta sociedad aparece como un continuo
social, como un apilamiento de “estratos”. Las clases simu-
lan desaparecer. Y con esta ilusión juegan aquellos que, para
la defensa de los intereses de la clase dominante, niegan la
existencia de la clase o de las clases dominadas, o de las
clases en general, y en la práctica luchan por dispersarlas en
individuos, en grupos concurrentes, y por paralizar su con-
ciencia de clase.
La clase no es algo hecho de una vez para siempre,
no es una realidad estática, dada; como tampoco lo es la
conciencia de clase. Por un lado, la clase tiende a adquirir
una realidad autónoma frente a los individuos, de modo que
éstos, al encontrar ya hechas sus condiciones de existencia,
ven cómo se les “asigna por su clase, su posición social y su
desarrollo personal, a los que quedan subordinados”; pero,
por otro lado – y al mismo tiempo – el individuo puede distin-
guirse siempre de su clase, siempre puede oponerse a ella,
e incluso a toda la sociedad. Y dentro de una clase nunca
cesa la concurrencia entre los individuos, la tendencia a la
dislocación de la realidad y de la conciencia de clase.
Las clases no están inmóviles ni son eternas. Antes
de la constitución de las clases – en un grado de desarrollo
inferior – hubo una sociedad sin clases (lo cual no quiere
decir sin desigualdades individuales): la comunidad natural
o primitiva, cuyo oscuro recuerdo ha dejado en las leyendas
la nostalgia de la “edad de oro”. (Aunque esta comunidad
natural se fundase en la pobreza general, la debilidad hu-
mana ante la naturaleza y la indiferenciación del individuo,
el género humano ha experimentado desde entonces tantos
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constituye para él una especie de tentación – sino que debe
haber realizado ciertos actos de lucha o haber comprendi-
do ciertas nociones de economía política y de historia para
conocer su propia vida y su propia clase. En el régimen capi-
talista, las condiciones de existencia del proletariado tienden
a hacer de él, como individuo, una rueda de un mecanismo
sin conciencia. Como proletario, no puede tomar conciencia
de sí mismo sin haberse alejado mentalmente de la vida ac-
tual del proletariado y sin comprender – o al menos presentir
– la misión histórica de aquél. (...) La conciencia de clase del
proletariado va ligada, de este modo, a la superación del pro-
letariado como clase y, por consiguiente, a un ideal humano.
El individuo proletario sólo se capta como individuo y como
miembro de su propia clase comprendiendo la independen-
cia de su propia clase frente a la clase burguesa, captán-
dose como ser humano, solidario de lo humano en general y
de su futuro. Esto es lo que define la situación del individuo
proletario y de la clase obrera en el mundo actual. Es la situ-
ación más dolorosa de todas: pocas contradicciones son tan
tenazmente desgarradoras y más fecundas a la vez que la
“contradicción entre la personalidad del proletario individual y
las condiciones de vida que le son impuestas”. Vemos, pues,
que la individualidad del proletariado consiente de sí mismo
es más alta y más libre que la del no-proletario, pero también
más dolorosa, más difícil de conquistar y de conservar.
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misma manera que estamos contra todxs aquellxs que tratan
- mediante diagnósticos, tests y otras tecnologías científicas
- de establecer una medida para hombres y mujeres, también
lo estamos de quienes se apoyan en sus juicios y vocabulario
para atacar acciones que se les escapan de las manos. Si
quieren refutar acciones, que construyan una crítica sólida,
y que dejen de recurrir a algo tan doloroso como la debilidad
mental.
Un término que fue acuñado por el francés Binet
en sus intentos de otorgar calificaciones numéricas a la in-
teligencia de los individuos, y posteriormente recogido por
el norteamericano Goddard, quien construyó sobre él todo
un sistema de esterilizaciones e internamientos forzosos a
principios del siglo pasado (y que dicho sea de paso, sirvió
de inspiración al nacionalsocialismo alemán). Las víctimas
pasadas y presentes de las estrategias médicas de orga-
nización social (la división entre aptxs y no aptxs, fuertes y
débiles), constituyen una razón suficiente para no tolerar la
existencia de quienes pretender reproducir estas divisiones
entre la oposición al capitalismo; de nada sirve, la afirmacion
de que el/la débil mental “sin duda” no lo es por su culpa, los
partidarios de la eugenesia tampoco creían que sus víctimas
fueran responsables de su debilidad, ellos simplemente con-
templaban a los pacientes como arvejas de supermercado.
Agresivo y violento, es hablar entonces con un au-
toritarismo de psiquiatra cruel, y arrogarse la capacidad de
diagnosticar escalas de fortaleza psíquica. Sin embargo,
nosotrxs no iniciamos elucubraciones interminables sobre la
agresividad y la violencia (algo humano, ajeno en sí mismo a
bondades y maldades, y que sólo cobra sentido en una mani-
festación concreta), sino que atacamos la crítica a la que se
le aplican esas dos características. En este sentido, desarrol-
lamos una capacidad teórica superior.
Las palabras de Berardi no merecerían nuestra re-
flexión, sino fuera porque pertenecen a un hilo que atraviesa
la historia de la lucha de clases. Tanto ayer como hoy, los
esquemas de poder y su lógica han conseguido reproducirse
más o menos insospechadamente en el seno de los movi-
mientos contestatarios. Lo que tratamos de hacer aquí, es
fundar alguna de esas sospechas.
Podíamos perdernos en un sin fin de declaraciones
al estilo de la comentada, sin embargo tan sólo vamos a citar
una de las más lejanas en el tiempo que conocemos. De esta
manera tendremos un primer y último paso en este recor-
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lentas, no es una mera anécdota... se trata de un acto que
puede ayudar decisivamente a fijar un rumbo determinado
para la subversión. A los ojos de ésta, igual de contrarrevo-
lucionaria será la violencia ejercida por las vanguardias mili-
tares y su activismo estéril para la guerra social, que la vio-
lencia que ejercen “los líderes” de la protesta al normalizar y
restringir determinadas conductas juzgadas como no aprob-
ables. Aquí es donde se ponen de manifiesto relaciones de
poder que supuestamente no tienen lugar en el anticapital-
ismo: históricamente, un cierto número de cabezas visibles
dentro de los movimientos antagonistas, se han sentido con
el poder (lo cual indica que las bases no siempre han sido lo
suficientemente rotundas y violentas con ellas) de sentenciar
y juzgar los gestos y las acciones de quienes no han dado
concesiones al orden establecido. Y para ello, se ha recurrido
frecuentemente a la calumnia... siendo – como ya hemos vis-
to en un ejemplo – lxs violentxs acusadxs de ser tontxs, im-
béciles, provocadores/as, locxs, infiltradxs ... lo que sea, pero
siempre clasificados. Los jefes de la resistencia, al igual que
en las películas, siguen decidiendo quienes son lxs buenxs y
quienes lxs malxs, quien puede ser el traidor o la traidora, a
la vez que se mantienen puros e incorruptibles. Son tecnó-
cratas de la protesta, cerebros sin brazos con la capacidad
tanto de emitir palabras duras, como de ser benevolentes. Un
patrón de funcionamiento que a nadie le es desconocido.
Y siguiendo con la misma lógica del Estado, no sólo
juzgan lo que ha sido hecho, sino lo que se es, lo que se
será y lo que tan sólo puede ser. De esta manera, los juicios
no sólo son de culpabilidad y sanción, incluyen también una
recomendación, una enumeración de “buenos modales” para
los sujetos que deciden formar parte de futuras luchas. Y así
queda iluminado el camino, así se normalizan los modelos
de conflictividad de manera tal que queden decididos de an-
temano, constriñendo no sólo la creatividad, sino también
desterrando determinadas formas de actuar que ya se han
estipulado como inaceptables.
Cuando la revuelta queda encausada y la audacia se
esfuma, la derrota ya se ha firmado. La normalización es el
peor enemigo de nuestros deseos: ¡A hierro con los normal-
izadorxs!.
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de algún hospital. Llegados aquí, suelen pasar dos cosas:
bien uno es reducido médicamente y vuelve a incorporarse
al funcionamiento social como si casi nada hubiera sucedido
(lo cual suele ser más difícil cuanto más intenso ha sido el
choque con la Norma), bien uno se introduce en esa espiral
crónica (como se suelen encargar de recordarnos los médi-
cos: “Dadas sus características, no deberíamos obsesionar-
nos con hablar de curarse, sino más bien de poder alcanzar
un nivel de vida lo más grato posible”) de caídas-recaídas,
medicación y encierro involuntario. Cuando un sujeto que ha
llegado hasta este punto, se plantea la necesidad de hacer
la guerra a la sociedad y su tirano concepto de normalidad,
cuando un psiquiatrizado se declara a sí mismo – sin el be-
neplácito de ningún pastor revolucionario – psiquiatrizado en
lucha, enfrentándose a los fármacos, a las órdenes judiciales
o a la sucia autoridad científica, se afirma como sujeto revo-
lucionario en este desierto de homogeneidad y desencanto.
La situación en la que se encuentra el psiquiatrizado
en lucha, es la de ser contradicción andante del Tinglado. Es
el que dice: los amos a veces se equivocan, sus pronósticos
y sus teorías científicas no valen un carajo: estoy aquí, no
estoy muerto ni drogado, he vivido y vivo los infiernos de la
Máquina y quiero ajustar cuentas. Aquí el sistema ha perdido
su aire de inocencia, y ya es imposible que pueda nunca re-
cuperarlo. Ya no tiene nada con lo que seducirle a uno. La
democracia se presenta como la vieja ramera desdentada y
cubierta de maquillaje que es. Robada la salud, uno ya no
quiere mercancías-chucherías, sino simple y llanamente ven-
ganza. He aquí la posibilidad de traer de nuevo el conflicto
despojado de cualquier ansia reformista, de los discursos ciu-
dadanistas y socialdemócratas triunfantes en nuestros días.
Se inaugura un campo de batalla viejo como la historia del
mundo. La Norma contra el loco al que no le da la puta gana
morirse. Esta sociedad tan perfecta, tan inquebrantable y se-
ductora, tiene pues un enemigo que la ha visto desde dentro
y desde fuera, que no reproduce los comportamientos asig-
nados, un fantasma que aguarda a la vera de los caminos
con los dientes apretados.
Sabemos cómo funcionan los engranajes de nuestra
ruina, ahora es necesario hacer de cada uno de nosotros un
estratega. Desde luego, nos encontramos en una posición
privilegiada: no nos comprarán subiéndonos los salarios, no
nos callarán prestándonos espacios ni infraestructuras, no
pueden negociar con nosotros por la sencilla razón de que ni
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[3] Nos hemos creído toda la mierda que desde críos nos
han hecho tragar, hemos reproducido el sutil mecanismo de
poder por el cual una imposición se nos convierte en valor.
Pero desde que intuimos el funcionamiento de este
mecanismo, podemos avisar de que inventar un nombre no
es solucionar un problema. Somos el claro ejemplo de este
hecho. Imbéciles, enajenados, idiotas, locos, débiles men-
tales... ¡Guerra al mundo que declaró hace tanto tiempo la
guerra!
[5] Ingeniería del dolor. Han construido una realidad sin tuer-
cas que anden flojas.
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posición, sino como determinación. Construcción estratégica.
Dejar de nadar en la mitad del océano. Se trata de atacar.
Vivir.
[9] La apelación por parte de los amos del mundo y sus vo-
ceros a las reglas del juego, no tiene para nosotros mayor
consistencia. A estas alturas de la pesadilla, ya nos hemos
dado cuenta de que jamás tuvimos opción de entrar o salir
del “juego”. Él abarca la totalidad de lo existente. De hecho,
trabaja por dar forma a todo lo que potencialmente podría
existir. Tales son las desmedidas capacidades del poder en
nuestro tiempo. En la Era de Orwell, podemos afirmar que
nuestros sueños están siendo vigilados. Los escondemos,
los afilamos. Por eso no podemos acercarnos a la Norma,
por eso no podemos renunciar a ellos. No podemos traicio-
narnos... o la dominación absoluta se habría consumado.
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No, entonces la paz no puede interesarnos. Lo de poner
la otra mejilla se lo dejamos a los espíritus mediocres que
aún son incapaces de comprender nada. Además, aunque
quisiéramos no responder, no nos quedaría otra cosa dis-
tinta del dejarnos golpear. No hay huída. Nos hicieron añicos
hace ya tiempo. Somos así de intolerantes: no aceptamos
sus medicaciones, ni sus encierros, ni sus terapias electro-
convulsivas, ni sus bonitas y científicas palabras. Sobrevivi-
mos una vez y hemos vuelto para pasar a cuchillo a nuestros
enemigos.
¿A alguien le suena mal? Le invitamos a pasear por un
psiquiátrico.
¿Deberíamos entender, ponernos en el lugar de nuestros
enemigos de clase? Evidentemente no. Si ellos lo hubiesen
hecho alguna vez, tampoco podrían dormir por las noches.
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nas maneras es imposible. Malos tiempos. Es momento de
comenzar a atacar.
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Somos y traemos la sospecha del caos.
[31] Sin pastillas, sin electrodos, sin correas, sin cerrojos ...
¿cómo asumirá la sociedad esa diferencia con la que le to-
cará vivir?. La sola presencia de un mundo, de una comple-
jidad no estructurada como la suya, provocará perturbación
y terror.
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del temor. Queremos perseguir con la misma saña con la que
siempre se nos persiguió, y demostrar lo terriblemente real
de nuestro dolor. Dar la vuelta a lo que parecía eterno, quer-
emos pasarlo bien.]
[41]
• La vida presentada como una píldora que nos anestesia
hasta el fin de nuestros días.
[45] Hay que aprender a no correr hasta que uno no sepa que
efectivamente está siendo perseguido. De esta manera, se
hace más difícil ser atrapado.
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“El miedo puede ser un aliado, pues te hace ser más cauto
y astuto. Pero si te cagas encima, el enemigo te encontrará
simplemente siguiendo el olor a mierda”.
[46] Los niños juegan al escondite. Uno de ellos ha sido sor-
prendido en su guarida, ante la acechanza de su delator se
cubre los ojos con sus pequeñas manos. Piensa que al no
poder ver, el otro no lo descubrirá. Deduce erróneamente la
invisibilidad de la invidencia, pero en el fondo sabe que ya
está atrapado. Y sin embargo, repite ese gesto impotente:
esconde su rostro, rehúsa mirar. Pues bien, el partido de la
subversión, no lo será hasta que no aprenda a superar este
error.
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todo.
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a punto de estallar que cada uno de nosotros lleva sobre sus
hombros. Podemos afirmar que ahora, que hemos perdido un
mundo entero y maldecimos con toda la fuerza de nuestras
almas, nos encontramos en disposición de conquistar uno
nuevo, uno propio.
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Engúllame el cielo.
Quien ama, odia. Quien odia, ama. El resto: zombis.
Esqueleto, ¿tiemblas?
Temblarías más aún si supieras a dónde te conduzco.
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crean historia y generan vida. Esto es la revuelta.
No me interesa tu reconocimiento
el día que tú me reconozcas
lo hará también la policía.
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o a la residencia,… como se llame eso, aunque lo que es, es
una cámara de gas. Entró viva y me devolvieron una camilla
con un fiambre”.
Me defiendo.
¿Saben ustedes algo?
Yo no vivo por inercia. El no-morir, me cuesta al menos una
batalla al día.
Píenselo necios, quizá den con una respuesta para 100
acertijos.
Voluntad.
Persistencia.
Nuevas formas de la violencia.
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Frente a todo reproche y frente a toda adversidad, de aquí en
adelante tan solo responderé: es mi vida.
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ver las cosas como un criminal. Para mis ojos sólo existen
cómplices o policías. Nunca doy la espalda a nadie y siempre
tengo preparada una huída.
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Y no solo ponerme a cubierto de la pretensión de
normalización inherente a todas la máquinas sociales: huir
también de mí mismo como producto de esas máquinas
-descodificarme. Mucho más que borrar de mi consciencia
las huellas del Estado y sus aparatos: encarnizarme conmigo
mismo, despedazarme si es preciso, hasta extirpar de mi
cuerpo toda la represión social hecha piel, huesos, sangre.
Identificar ahí la fuente del dolor, de la angustia; y reconocer
que explorar el origen del sufrimiento es la forma necesaria
de preparar la “última cura”. Intuir que al final del proceso me
espera la Gran Salud de los niños. Y que sólo conservando la
ingenuidad así conquistada podré aventurarme por los laber-
intos de la creación.
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Ni siquiera Dios puede hacer que lo que una vez fue deje de
ser.
Una vez avanzar y otra retroceder. Una vez atacar y otra de-
fender. Disgrega a tu adversario, atácalo mientras inspire.
Avasállalo, no le des tiempo de reordenar sus ejércitos. Cam-
bia permanentemente tus estrategias. Ataca a lo alto y luego
a lo bajo, y después al medio. Varía el ritmo de tus ataques.
Una vez rápido y otra vez lento. Una vez lento y otra vez in-
móvil. Que tu adversario no sea capaz de tocarte, pero que
sienta el poder de tus golpes.
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1. INTRODUCCION
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ñas y desenfundar las armas de nuestra inteligencia.
¡DIFERENCIA O BARBARIE!
I. HISTORIA
II. LÓGICA
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por imponer una modulación de cada salario, en estados de
perpetua metastabilidad que pasan por desafíos, concursos
y coloquios extremadamente cómicos. Si los juegos televisa-
dos más idiotas tienen tanto éxito es porque expresan
adecuadamente la situación de empresa. La fábrica constituía
a los individuos en cuerpos, por la doble ventaja del patrón
que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos
que movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa
no cesa de introducir una rivalidad inexplicable como sana
emulación, excelente motivación que opone a los individuos
entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo.
El principio modular del “salario al mérito” no ha dejado de
tentar a la propia educación nacional: en efecto, así como
la empresa reemplaza a la fábrica, la formación permanente
tiende a reemplazar a la escuela, y la evaluación continúa al
examen. Lo cual constituye el medio más seguro para librar
la escuela a la empresa.
En las sociedades de disciplina siempre se estaba
empezando de nuevo (de la escuela al cuartel, del cuartel a la
fábrica), mientras que en las sociedades de control nunca se
termina nada: la empresa, la formación, el servicio son los es-
tados metastables y coexistentes de una misma modulación,
como un deformador universal. Kafka, que se instalaba ya
en la bisagra entre ambos tipos de sociedad, describió en
El Proceso las formas jurídicas más temibles: el sobre-
seimiento aparente de las sociedades disciplinarias (entre
dos encierros), la moratoria ilimitada de las sociedades de
control (en variación continua), son dos modos de vida jurídi-
ca muy diferentes, y si nuestro derecho está dubitativo, en su
propia crisis, es porque estamos dejando uno de ellos para
entrar en el otro. Las sociedades disciplinarias tienen dos
polos: la firma, que indica el individuo, y el número de ma-
trícula, que indica su posición en una masa. Porque las dis-
ciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque
el poder es al mismo tiempo masificador e individualizador,
es decir que constituye en cuerpo a aquellos sobre los que
se ejerce, y moldea la individualidad de cada miembro del
cuerpo (Foucault veía el origen de esa doble preocupación
en el poder pastoral del sacerdote - el rebaño y cada uno de
los animales - pero el poder civil se haría, a su vez, “pastor”
laico, con otros medios). En las sociedades de control, por
el contrario, lo esencial no es ya una firma ni un número,
sino una cifra: la cifra es una contraseña, mientras que las
sociedades disciplinarias son reglamentadas por consignas
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jas del textil, la metalurgia o el petróleo. Es un capitalismo
de superproducción. Ya no compra materias primas y vende
productos terminados: compra productos terminados o mon-
ta piezas. Lo que quiere vender son servicios, y lo que quiere
comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la pro-
ducción, sino para el producto, es decir para la venta y para el
mercado. Así, es esencialmente dispersivo, y la fábrica ha ce-
dido su lugar a la empresa. La familia, la escuela, el ejército,
la fábrica ya no son lugares analógicos distintos que conver-
gen hacia un propietario, Estado o potencia privada, sino las
figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma
empresa que sólo tiene administradores. Incluso el arte ha
abandonado los lugares cerrados para entrar en los circuitos
abiertos de la banca. Las conquistas de mercado se hacen
por temas de control y no ya por formación de disciplina, por
fijación de cotizaciones más aún que por baja de costos, por
transformación del producto más que por especialización de
producción. El servicio de venta se ha convertido en el centro
o el “alma” de la empresa. Se nos enseña que las empresas
tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica
del mundo. El marketing es ahora el instrumento del control
social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control
es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo
e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración,
infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encer-
rado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalis-
mo ha guardado como constante la extrema miseria de tres
cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la
deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no
sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras,
sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos.
III. PROGRAMA
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3. ENTREVISTA A F. BASSAGLIA
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justificado que se engloben bajo esta denominación acti-
tudes distintas a las que adoptan Laing, Cooper y Ester-
son, los creadores del término?
Es muy difícil que una persona que se interesa por los prob-
lemas de la transformación de la psiquiatría pueda entender
lo que quiere decir la asistencia al enfermo al margen de los
esquemas tradicionales.
El término “antipsiquiatría” ha sido objeto, últimamente, de
muchas controversias. David Cooper, a quien se debe su
creación, lo analiza en su libro La gramática de la vida, uno
de cuyos capítulos se centra precisamente en el término “an-
tipsiquiatría”. He leído el libro y me parece muy interesante
constatar cómo el propio autor se maravilla de la suerte que
ha tenido dicho término. Se maravilla de cómo y por qué esa
palabra ha conseguido transformarse, de por sí, en un nue-
vo tipo de etiqueta para la psiquiatría. O sea, actualmente
pueden distinguirse dos bandos: uno, amplio, de psiquiatras,
y otro, reducido, de antipsiquiatras.
Un hecho grave es que de la antipsiquiatría - o de lo que ha
representado el movimiento generado por la antipsiquiatría
- se intente rescatar tan sólo la faceta ideológica, olvidando
el aspecto práctico. Es decir, muchas personas que no han
tenido ninguna intervención en los problemas prácticos de
la transformación psiquiátrica escriben libros sobre la antip-
siquiatría con el fin de crear una nueva ideología de repuesto.
En este sentido, rechazo de manera categórica la calificación
de “antipsiquiatra”. No me interesa este esquema. Yo soy un
psiquiatra porque soy consciente de mis deberes; de no ser
así, debería cambiar de profesión. Si sigo ejerciendo en el
sector público, o sea en la esfera estatal, es porque acepto
mi estatus de psiquiatra, status que nada tiene que ver con
el conformismo del intelectual integrado, del intelectual y del
técnico que obran con el consentimiento del poder público
y de la organización social, y que actúan falsamente desde
un punto de vista democrático. Pienso que, como técnico,
debo simplemente usar mi estatus para ayudar a superar las
necesidades del público y del internado.
El hecho de que el término “antipsiquiatría” haya tenido tanto
éxito se debe a la sed de nuevas ideologías por parte del
poder establecido, el cual debe crear “nuevas ideologías” de
repuesto para conseguir ese consenso que cada vez le re-
sulta más difícil. Efectivamente, hoy en día, el único “consen-
timiento” que puede conseguir el poder es el que deriva de
la violencia y de la represión. Y esto se verifica no sólo en la
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sana”, “culpable” y “responsable” - y, por tanto, “delincuente”
- encuentran su justa ubicación. Para el hombre descarriado
moralmente, la cárcel; para el hombre con el espíritu enfermo,
el manicomio; para el hombre criminal y reconocido enfermo,
el manicomio criminal. Esta ha sido la gran “conquista” de la
ciencia hasta ahora.
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justificaciones científicas, no se puede ignorar cuáles son los
grupos o los individuos que caen en sus redes: el proletariado
y el subproletariado, para los cuales la posibilidad de rehabili-
tación o de recuperación no existe.
Para los grupos dominantes es muy fácil librarse de las insti-
tuciones represivas y de castigo que han sido creadas en de-
fensa de las normas sociales establecidas por ellos. Y esto,
no porque entre sus miembros no haya enfermos, locos o
criminales, sino porque su estar enfermo, ser loco o ser crimi-
nal puede quedar englobado en el ciclo productivo. Si enfer-
medad y delito son acontecimientos y contradicciones natu-
rales, es muy explicativa la casi total ausencia de quienes
pertenecen a las clases dominantes en las instituciones de la
enfermedad y de la delincuencia.
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4. EL VIEJO TOPO.
Número 4, Enero de 1977
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mente por la prensa, la radio, la televisión y que son con-
troladas por el sistema educativo capitalista hasta tal punto
que no se revelan contra el modo de producción y contra las
relaciones de producción capitalista sino que son constreñi-
dos a aceptar la versión represiva de normalidad que acom-
paña a tal sistema. A esta normalidad represiva le acompaña
el uso represivo del tiempo. El tiempo capitalista, totalmente
condicionado hacia el provecho por el sistema de producción,
aprisiona la vida sexual y destruye las condiciones de posi-
bilidad del orgasmo. La condición principal del orgasmo es la
destrucción del tiempo regular del reloj. El hombre que vuelve
a casa a la misma hora todos los días tras ocho o diez horas
de trabajo rutinario y pasa la velada de modo rutinario con su
rutinaria familia, va a la cama con la mujer que, en el mejor de
los casos, explota de rabia por las condiciones opresivas de
su rutina cotidiana dirigida a la destrucción de su personalidad
y de su autonomía, y, en el peor de los casos, acepta pasiva-
mente la propia condición, pero que, en cualquier caso, cuan-
do “hacen el amor” una o dos veces por semana, cada quince
días o cada mes, aproximadamente durante diez minutos, lo
hacen frente a la destrucción de las condiciones temporales
del orgasmo destruido: éste hombre, que ha interiorizado la
rutina mecánica de su horario de trabajo, expresa la rutina
de su cuerpo y vive la eyaculación placentera, que es como
hacer una bella cagada, como orgasmo (...). La mujer de este
hombre, con su clítoris más o menos virgen, ha sido condicio-
nada a aceptar esto como “la cosa”, esta rutina y nada más.
Esta es la Sexualidad Procreativa dirigida a producir, con el
mínimo placer, fuerza masculina para el mercado de trabajo
y fuerza femenina para el mantenimiento de la familia como
principal mediadora de la violencia represiva mediante la que
enseña, ante todo, a someterse con obediencia, a renunciar
a la autonomía y abandonar la esperanza.” (La política del
orgasmo en Sexualidad y política).
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plotados. En cifras: 2,7 % de la población de Alemania Fed-
eral posee el 95 % de los medios de producción. (...) El
asalariado vende su vida a cambio de víveres; vive pues una
vida que no le pertenece, una vida determinada por constric-
ciones exteriores; no tiene personalidad propia, la que posee
es el producto de las relaciones económicas. La individuali-
dad, la cualidad son borradas, la fuerza de trabajo es inter-
cambiable; las personas están aisladas, separadas, at-
omizadas: Robinsones en un mundo de mercancías. Desde
el punto de vista del hombre, la contradicción entre capital y
trabajo asalariado reside en el hecho de que, asumiendo fun-
ciones en el proceso capitalista de producción, el hombre se
encuentra totalmente aislado en este contexto enteramente
determinado por la sociedad. El principio y el fin de la produc-
ción es el provecho máximo, la riqueza abstracta, no la satis-
facción de las necesidades. Aquella no puede ser asegurada
más que socialmente. En este caso, en el sistema reinante,
se trata de la destrucción de la mercancía por el consumi-
dor para conservarle al capitalista la fuerza de trabajo que
le pertenece. En cada individuo, tales relaciones totalmente
deshumanizadas se expresan bajo la forma de enfermedad.
Para escapar del aniquilamiento total de sus necesidades, el
individuo desarrolla la enfermedad a partir de sus instintos
reprimidos. La enfermedad es la unidad de la contestación y
de la retensión de tal contestación, la unidad de la rebelión y
de la impotencia; la enfermedad es un producto que tiene un
lado progresivo y un lado reaccionario.
Por una parte, la enfermedad aniquila la vida; por
otra, la mantiene porque conserva las necesidades y porque,
en ella, la contradicción se percibe inmediatamente (...).
La enfermedad, unidad de la contestación y de la in-
hibición se compone de instintos reprimidos - el hombre
- y de constricciones todopoderosas - el capital. Se trata de
disolver la inhibición y convertir la energía, así liberada, en
acción política.” (Psiquiatría política).
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En semejante régimen, resulta imposible distinguir, aunque
sea en dos tiempos, la descodificación de la axiomatización
que viene a reemplazar los códigos desaparecidos. Al mismo
tiempo los flujos son descodificados y axiomatizados por el
capitalismo. La esquizofrenia no es, pues, la identidad del
capitalismo, sino al contrario, su diferencia, su separación y
su muerte...” (El antiedipo).
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intimidaciones. En lugar de hospitales psiquiátricos, que
son una especie de fábrica de reparación, se necesitarían
lugares donde las gentes que han viajado más lejos y, en
consecuencia, están probablemente más “perdidos” que los
psiquiatras y los seres reputados sanos de espíritu, tuvieran
la posibilidad de ir más lejos todavía en el espacio y el ti-
empo interiores - y de regresar. En vez del ceremonial de
degradación que constituyen la exploración, el diagnóstico y
el pronóstico psiquiátricos, se necesitaría, para los que es-
tán preparados (es decir, en la terminología psiquiátrica, los
que están al borde de un brote esquizofrénico), un ceremo-
nial de iniciación, gracias al cual la persona sería guiada en
el espacio y el tiempo interiores por gentes que ya hubieran
efectuado este viaje y hubieran regresado. Desde el punto de
vista psiquiátrico esto llevaría a dejar que antiguos enfermos
ayudaran a enloquecer a futuros enfermos... Esto implicaría:
A. un viaje del exterior hacia el interior;
B. de la vida hacia una especie de muerte;
C. de delante hacia atrás;
D. del movimiento temporal hacia la inmovilidad;
E. del tiempo actual hacia el tiempo eterno;
F. del yo hacia el sí mismo;
G. de la existencia exterior (post natal) hacia la matriz (pre
natal) de todas las cosas.
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rior del manicomio, desde la disposición arquitectónica hasta
las modalidades del tratamiento - la separación de los sexos,
la ruptura de los lazos familiares y de vecindad, el trabajo
monótono, la omnipresencia del reglamento, el cómputo rígi-
do del tiempo, la superación de todo lo superfluo, de toda
fantasía, de toda iniciativa, etcétera - tiene un doble objetivo:
hacer tabla rasa con las más mínimas diferencias habidas en
el mundo exterior y re-programar completamente la existen-
cia en función de las exigencias de orden, bienestar, disci-
plina y trabajo (...).
... El problema sigue siendo el de analizar las contra-
dicciones determinadas (entre condena y responsabilización,
vigilancia y terapia, depuración y rehabilitación, condiciona-
miento y reeducación, exclusión de la comunidad y recu-
peración de la fuerza de trabajo, etcétera) que expresan, en
un momento histórico dado, la organización social relativa
a la “enfermedad mental”. En otras palabras, no basta con
interpretar los problemas de la práctica psiquiátrica a partir
del modo como ella se piensa a sí misma sino a partir de la
tarea social que se le otorga para gestionar dichas contra-
dicciones.” (Para una crítica de la institución psiquiátrica en
Psiquiatría, antipsiquiatría y orden manicomial)
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el aislamiento de los enfermos. Cinco eran los motivos prin-
cipales que aducía Esquirol para justificar el aislamiento de
los locos:
1) Asegurarle su seguridad personal y la de su familia;
2) Liberarle de la influencia externa;
3) Vencer sus resistencias personales;
4) Someterle por la fuerza a un régimen médico;
5) Imponerle nuevos hábitos intelectuales y morales.
Como se ve es claramente una cuestión de poder:
dominar el poder del loco, neutralizar los poderes externos
que puedan influenciarlo; establecer sobre el un poder de
terapia y de amaestramiento, de “ortopedia”. (...)
Las relaciones de poder constituyen el “a priori” de
la práctica psiquiátrica: condicionan el funcionamiento de la
institución manicomial, delimitan las relaciones entre los in-
dividuos, gestionan la forma de intervención médica. Inver-
samente, lo propio de la antipsiquiatría es situar dichas rela-
ciones de poder como centro del problema y cuestionarlas
profundamente.
Ahora bien, lo que estaba implícito en estas rela-
ciones de poder era el derecho absoluto de la no locura so-
bre la locura. Derecho que se ejercía en función de la aptitud
frente a la ignorancia, del buen sentido (control de realidad),
de la normalidad que se impone frente al desorden y a la
inadaptación. Este triple poder es el que hacía de la locura
un objeto de posible conocimiento por parte de una ciencia
médica, que la calificaba como enfermedad en el mismo
momento en que el “sujeto” afectado por tal enfermedad se
encontraba descalificado como loco, es decir despojado de
cualquier poder y saber por ser enfermo. Tu sufrimiento y tu
singularidad: sobre ellos sabemos bastantes cosas (que tú
ni siquiera te imaginas) como para comprender que se trata
de una enfermedad; pero esta enfermedad la conocemos
lo bastante como para saber que tú no puedes hacer nada
sobre ella. Tu locura: nuestra ciencia nos permite llamarla
enfermedad y, precisamente por ello, nosotros los médicos
estamos calificados para intervenir y diagnosticar en ti una
locura que te impide ser un enfermo como los otros, por con-
siguiente tú serás un enfermo mental. Este juego de una rel-
ación de poder que origina un conocimiento sobre el cual,
a su vez, se apoyan - y los derechos de ese poder -, es el
que caracteriza a la psiquiatría “clásica”. La antipsiquiatría
intenta romper este círculo: confiando al individuo la tarea y
el derecho de dirigir la propia locura, hasta el fondo, en una
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
EX-TRABAJADORES DEL HOSPITAL PSIQUIATRICO DE
OVIEDO: “El hospital psiquiátrico es un centro de régimen
custodial o carcelario destinado a “recoger” - así se oye cada
día - a aquellos que no se adaptan a las normas sociales es-
tablecidas y no participan en el proceso de producción...”
“Al definir el hospital psiquiátrico como una institución
manipuladora no hacemos más que afirmar lo que hemos viv-
ido a través de nuestra práctica.”
(Escrito de algunos de los trabajadores del Hospital Psiquiátri-
co de Oviedo -Asturias- despedidos en 1971).
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
significaciones y evoluciones diversas según la condición so-
cial de los pacientes y es un poco problemático - o un mucho
descarado - continuar sosteniendo ese principio de neutrali-
dad.
Así, la experiencia anti-institucional o antipsiquiátri-
ca no puede ser entendida como una técnica sino como un
movimiento global que incluye el mundo existencial, social y
político tanto del enfermo como del que trabaja en el campo
social. Sólo bajo esta dimensión global se pueden compren-
der el tratamiento, la terapia, la curación como lo que son,
esto es una ocasión y un instrumento de discriminación para
eliminar el mayor número de elementos posibles de pertur-
bación social. Orden público y enfermedad mental están
siempre estrechamente asociados ya que la enfermedad
no es nunca tratada como problema técnico específico sino
como manifestación anormal del comportamiento que sobre-
pasa el límite que la sociedad ha establecido.
En este sentido el psiquiatra debe, en primer lugar,
comprender que no puede limitarse a establecer cánones del
grupo social al que representa determinando cuál es el en-
fermo que debe aceptar y restablecer y cuál es el que ha de
eliminar sino que, más bien, lo que determina en realidad es
su propia adhesión a los valores dominantes y su capacidad
de adaptación a los mismos.
Los manicomios, la “naturaleza” de los internados y la
práctica del psiquiatra en los mismos son una demostración
permanente de lo dicho.
Hablar de tratamiento durante el largo período de
los estados psicóticos significa, por consiguiente, según el
planteamiento antipsiquiátrico, hablar de tratamiento durante
el largo período de las instituciones-manicomio en las que es
la vida institucional misma la que cronifica y psicotiza cada
tipo de problemas, imponiéndoles el aspecto de enfermedad-
manicomio. Pero una vez lograda la transformación de las
instituciones psiquiátricas, mediante las nuevas técnicas de
manipulación y de control, la comunidad externa comprende
que puede utilizarlas en las instalaciones denominadas libres
-familia, escuela, fábrica, ejército... - como amplificación y
dilatación del poder. En el futuro, según esta lógica, no habrá
ya más tratamientos durante los largos períodos de los esta-
dos psicóticos sino que estaremos todos englobados en un
largo tratamiento en el mundo de la psicoterapia, de la ergot-
erapia, de las técnicas de rehabilitación de acuerdo con un
centro de poder cada vez más restringido que delegará en los
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
extirpar lo más rápidamente posible. A continuación, dictaba
un decreto por el que se decidía la expulsión el S.P.K. de la
universidad. En ese mismo momento el rectorado presenta
una demanda de expulsión del S.P.K.
Un tiroteo entre la policía y unos desconocidos cerca
del domicilio de uno de los miembros del S.P.K. y en el que
ningún miembro del S.P.K. estaba presente, fue el esperado
pretexto para liquidar definitivamente la organización autóno-
ma de los pacientes.
ENFERMEDAD Y CAPITAL
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
prestigio. En términos económicos el prestigio es el valor de
cambio que se vende en el mercado. Una mercancía de alto
valor tiene la posibilidad de ser mejor tratada que una mer-
cancía casi sin valor. Al mismo tiempo queda completamente
aislada de las otras mercancías en la competencia. Es una
lucha a discreción entre la competencia. El único medio de
romper el aislamiento y la competencia es la superación de
la cualidad aislante de activo o de pasivo colaborando en el
seno del colectivo.
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I
Cuando se habla de la patología del hombre normal,
del homo normalis, nadie que yo sepa ha tenido el valor de
tomarse tal cosa en serio: en términos clínicos, quiero decir.
Tal vez sólo Lacan y Reich, y el primero tan sólo poetiza
cuando habla del “sujeto por fin cuestionado”, y el segundo
quisiera únicamente corregir al tiempo que lo idealiza en su
famosa y reaccionaria tesis de la “primacía genital”. Pero La-
can está más cerca del error, de la equivocación esta sí on-
tológica, o con pretensiones a tal, del llamado “normal”: esta
es su calidad de hombre objeto, que por haber perdido, dicen
que para siempre, su cualidad de sujeto, se halla escindido
de su imagen: y he ahí el origen del “deseo”, sexual o social,
y de su irremediable fracaso. Y no se trata de una imagen
corporal, sino como bien dice Lacan, de un “falo” que no es
sinónimo de pene aún cuando bien pudiera ser un concepto
cercano al de “potencia orgásmica”, teniendo claro bien en
cuenta que tal potencia es una dimensión ante todo subje-
tiva.
Subjetividad: subjetividad quiere decir potencial
psíquico no esclavo de un “tono” normal, intensidad de con-
ciencia (Novoa Santos) libre y activa, esto es, transitiva, o en
otras palabras, palabras prohibidas, mágicas. Y por cuanto
la idea no está separada de la sensación, sino que conven-
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
dría mas bien recurrir con Fouillée al término providencial de
“ideés-force” (complejas decía Freud), el ideario del solo su-
jeto no sujeto, no “sujet”, es un ideario en movimiento, libre
de cualquier lógica, lo mismo que su conciencia es una con-
ciencia activa y en movimiento. Y ese solo sujeto no sujet,
no sujeto, es el llamado loco, el cual, como Rank dijo, repre-
senta un nuevo tipo de hombre, un hombre diferente y nuevo,
donde el deseo del “hombre”, no es ya deseo del “otro”. Más
bien, el deseo de aquel que pretende llamarse hombre es el
deseo ambivalente de ese “Gran Otro” u hombre total que si
fracasa en el héroe termina en la locura.
Superhombre, sí, pero no extra-hombre: la locura,
tiene tanto una estructura como la invitación o la fan-
tasía sus categorías, sus “arquetipos”: poéticamente vari-
ables, claro es, declinables, pero dotados de un referente en
la percepción poética del mundo externo o del entorno social
lo mismo que de un referente interno en la percepción in-
terna, en el cuerpo- sensación (“orgástico”) y, más allá de él,
en el inconsciente biológico (Ferenczy) que proporcione un
fundamento material a la mitología junguiana, por otra parte
ya refrenada sólidamente por la experiencia psiquiátrica de
aquél.
Y, suprimiendo el algoritmo entre hombre y hom-
bre, la Verneinung antropológica, leamos mejor “Magia y
esquizofrenia” de Geza Roheim y en lugar de simplemente
tolerar la magia, lo mismo que la antipsiquiatría tolera la
locura, y su pensamiento inequívocamente mágico, practi-
quémosla con convicción. Es decir, haciendo, como quería
Spinoza, de nuestra alma una potencia activa, una pasión
en lugar de una sensación. Porque no en vano del epíteto
griego de “pasión” viene el término de “patológico”. Pasión es
la sensación querida, la conciencia ya no separada de la vol-
untad, la conciencia transitiva, la conciencia Mágica, capaz
de operar sobre el mundo exterior, social e incluso objetivo.
En el hombre primitivo no hay separación entre la naturaleza
y el hombre, entre el sujeto y el objeto, por cuanto no existe
todavía distinción entre la conciencia y la percepción. Por lo
tanto, no habiendo frontera entre un campo y otro, el acto
mágico no representa todavía ninguna transgresión.
Sólo el posterior algoritmo imperialista entre hombre
y hombre nos llevará al loco por las mismas vías que lo rep-
rimido retorna, a la inversa, en la figura o en phantasma del
negro, o del judío: no es retórica, tómese esto al pie de la
letra. El loco no es como el judío o el negro, sino que es, qui-
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cotidiano de la psicocracia el único poder contra el que se
lucha: contra la que se lucha, además, realmente, con to-
das las armas que aquella desconoce: el verdadero PODER
NEGRO: no se equivocaba por cierto aquella esquizofré-
nica que decía tener la bomba atómica. No se equivocaba
por cierto, y esto el homo normalis lo sabía: porque si no, de
no haber realmente aquí, aquí y ahora, una peligrosidad real,
a qué el castigo, a qué el temor, el pavor: ¿fue sólo infamia?
¿olvidamos que Hegel pretendió no dejar escape a la duda
cuando nos aseguró que “todo lo real es racional”? También
el inconsciente del normalis, que a decir verdad es el único
inconsciente, ha de estar sin duda, “estructurado como un
lenguaje”: la perversión y la barbarie no son sólo la mera den-
egación de un sentido.
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(Wittgenstein).
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
II
Aquí no hay curación por cuanto la locura, no se cura.
No quiero decir tan sólo que no haya que curarla, ni mucho
menos que no precise curación u organización alguna, quiero
decir, llana y terminantemente, que la locura escisora no ad-
mite curación, que es incurable. ¡Ay de los “terapas”!
Y la locura no admite curación por cuanto esboza, y
reivindica, en el hombre una segunda estructura: no por su-
puesto inasimilable a la primera -por cuanto entonces sería
siempre la locura- pero sí irreductible a ella.
Si el hombre no ha sabido hasta ahora nada de la
locura era precisamente por cuanto era el hombre quien la
analizaba, quien, partiendo de su existencia, pretendía remitir
a ella una muy divergente sensibilidad.
Y otra estructura del hombre es otra estructura de la
existencia, esto es, de la convivencia, porque no hay con-
ciencia fuera del ser social, “el ser social determina la con-
ciencia, que es siempre una conciencia social”. Es por esto,
pero no sólo por esto, por lo que el apodado psicótico pro-
pone con su sola presentación como superhombre la inau-
guración no ya de la revolución futura, esperanzadora, sino
de un estado de revolución permanente, en el seno mismo
de la vieja sociedad, y sin necesidad alguna de contar con la
existencia de un más que hipotético “Estado”.
Pero no hay superhombre sino por confrontación a
otro hombre: el hombre primitivo, en comunidad, mal puede
sentirse como superhombre, esto es, como otro hombre dis-
tinto del hombre. Sólo cabe hablar de superhombre, lo mis-
mo que dos estructuras primarias y secundarias, o de “doble
estructura” cuando se haya producido esa censura cultural,
esa denegación simbólica o forclusión que nos ponía al decir
de Freud, en su artículo sobre lo “siniestro” en presencia de
algo arbitrariamente ignorado, no exactamente “descono-
cido”. Y estas formas del pensamiento o del ser, voluntari-
amente ignoradas a partir de una determinada fracción de
nuestra historia, van a ser las formas de la conciencia en mo-
vimiento, de la conciencia plástica y, como el universo, en
expansión.
Dicho de otra forma, de la conciencia mágica. Di-
cho de otra forma, de la conciencia natural. Dicho de otra
forma, de la conciencia corporal, dotada de intensidades, y
no sólo de conceptos abstractos. Dicho a los civilizados de la
conciencia allá donde está: no me refiero a en qué lugar del
espacio ideológico se halla la “verdadera conciencia”, sino
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
de un alma que cuanto más se ausentaba más se hacía om-
nipotente. A partir de un cierto momento -no de una “etapa”
histórica o de un supuesto progreso inexorable- se va a lla-
mar “alucinación”, o en el mejor de los casos “visión”, a lo que
el ojo produce cuando se vuelve autónomo: lo que no es en
modo alguno un acontecimiento escatológico, como sabemos
por los niños, en los que la alucinación es frecuente, como
sabemos también, y sobretodo, por los sueños, en cuyo estu-
dio Freud se basó para suponer, en la “traumdeutung”, que el
aparato psíquico no sería, sino un aparato visual.
Y finalmente ¿quién anda el mundo, quién recorre el
mundo, sino lo que, quitándole toda su presencia sensacioni-
sta, alucinatoria -en la que propiamente consiste el “psiqu-
ismo animal”- llamamos cuerpo? ¿quién habita el mundo sino
ése cuerpo al que hemos arrebatado su condición de sujeto,
de sujeto de la historia, de “proletariado”, como de él se dice?
Ese cuerpo que no es “apariencia”, fenómeno, pose o traje,
sino expresión más íntima, y que nunca, ni en la muerte, es
cuerpo objetivo, sino siempre cuerpo fenomenológico, como
diría después de Husserl con frase firme Merleau Ponty. Es
decir, cuerpo-expresión, porque la biología tiene leyes plásti-
cas subjetivas que no descubrieron ni Darwin, ni los biólogos,
ni saben aún los modernos etólogos: y es por ello que es ca-
paz de mutar, porque la biología es subjetiva: desde la ame-
ba hasta el mono superior, toda existencia en movimiento es
una existencia subjetiva, y ello no en mayor o menor grado,
sino tan sólo en diferente grado, en un nivel cualitativamente
distinto de la organización de la sensación.
Abandonado al fin por el pensamiento decía el loco
al médico: “dottore spero che rinnoverete il mio corpo”, y el
pobre hombre falto de humanidad, se tocaba las narices. Que
tales narices representan el falo no lo sabe tan sólo aquél
para el que el falo es sólo una representación. Que el pie es
deseo de patadas no lo sabe tan sólo aquel cuyo anhelo de
representaciones tiene detrás de sí, como único compromiso,
el compromiso de su inhibición. Que el cuerpo entero es anh-
elo del otro no lo sabe tan sólo quien ignora, que el cuerpo no
es nuestro en lo absoluto. Es por tanto potencia relegada a
otros, a los que con él laboran, o colaboran, al llamado prole-
tariado, quien por su solidaridad nos recuerda su stigma: de-
cidle a él, y a él tan solo, a ello, cuando en sus bares, en sus
barrios, se halle como indistinto, como prole confusa, como
masa por venir, la frase aquella de Spinoza, “Nadie sabe lo
que puede el cuerpo”.
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esa es otra historia. Quizás sencillamente asumieron el pa-
pel que les había encomendado y se pusieron a procrear. Y
nosotros nacimos, y eso ya no puede ser de otra manera. Así
pues, el problema no es nuestra concepción, no es el hecho
físico de abrazar la existencia en un mundo de mierda defini-
do por la tristeza. El problema es que siempre han pretendido
continuar sus vidas en nuestros pellejos. Y eso no está bien,
señores y señoras. Eso es una putada. Es una de las putadas
más grandes que se conocen, mutila a las personas, a los
niños. Los resquebraja, los martillea hasta alcanzar la forma
deseada, los ata a palos para que crezcan bien rectos. Y lo
que queda es la confusión entre lo uno y lo otro, entre el que
quiere ser y el que establece cómo se tiene que ser. Lo que
queda es un maldito agujero.
Nos enseñaron a sentirnos mierda cuando no cum-
plíamos con sus designios, cuando osábamos pensar que a
lo mejor no queríamos vivir las vidas que ustedes querían
vivir en nuestros cuerpecitos. Nos chantajearon, lloraron y
patalearon para hacernos sentir mierda, y lo conseguieron.
Enhorabuena. Nos acordamos de ello cuando nos atan a
una camilla. Nos acordamos de sus encendidos discursos
(¿cómo hacer para olvidarlos?), de cómo nos explicaban la
cantidad de horas que se dejaban currando para sacarnos
adelante, de cómo habían renunciado a todo por la familia,
por los hijos. De cómo éramos tan podidamente desagrade-
cidos, tan desgraciados, de cómo les arruinábamos la vida.
Ustedes nos acusasaron de querer matarlos, de ahogarlos
en disgustos.
Hemos descubierto la trampa, aunque ya sea de-
masiado tarde y nuestras cabezas estén tocadas y hundidas.
La estrategia ha sido vieja: nos colonizan y luego nos hacen
sentir sucios por ello. Establecen lo que hay que estudiar, lo
que hay que vestir, lo que hay que desear, lo que hay que
soñar, de lo que hay que trabajar, lo que hay que comer, a
lo que hay que jugar, lo que hay que adorar, lo que hay que
temer, lo que hay que perseguir, lo que hay que respetar. Nos
han dado un papel cuadriculado para existir, y encima preten-
den que les demos las gracias por ello.
Ahora les sorprende vernos locos, echando baba por
la comisura de los labios y temblando de la cabeza a los pies,
ahora claman al cielo y mantienen conversaciones con su
dios sobre lo injusta que es la vida. La vida es una mierda
y ustedes ayudan de manera decisiva a que no sea de otra
manera. Ustedes que lo han dado todo por su prole, se topan
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nosotros luchemos contra las nuestras sin interferencias.
Asuman que sus hijos partieron a la guerra y que
sólo allí son felices. Asuman que ellos son todo lo que su
sociedad detesta. Asuman que son el enemigo de todas
sus instituciones y sus valores. Asuman que no quieren vivir
rodeados de zombies. Asuman que tienen la dignidad que
ustedes perdieron en algún lugar del camino del que ya no
pueden acordarse. Asuman que están enamorados de la
anarquía. Asuman que son odiados y perseguidos. Asuman
que pueden algún día darles caza y exhibirlos entre barrotes.
Asuman que pueden ponerles bolsas de plástico en la cabe-
za para exterminar sus pensamientos.
Asuman que son irreductibles. Asuman que son re-
fractarios. Asumanlo u olvídense de nosotros.
Hagan como que nunca existimos. Borrennos del
tiempo. Pasen página y tengan cuidado, porque su mundo
está en estado de sitio y por las venas de los asaltantes corre
su sangre.
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Oirás mis canciones, mis clamores, mis silencios.
Sólo tu me hablarás del batir de las alas,
De la impetuosidad de los mares,
De montañas que arden en la noche,
Sólo tú subirás a las rocas y a los peñascos de mi alma.
Derrota, derrota mía, eres mi fuerza que nunca se acaba.
Tú y yo reiremos juntos en la tempestad.
Juntos cavaremos tumbas para todo aquel que en nosotros
muera.
Y frente al sol nos erguiremos con voluntad indómita.
Y seremos peligrosos.
Te necesito.
Aunque nada sea igual que antes.
Necesito oír en tus ojos,
unas palabras de aliento
ahora, que el aire está tan caro
ahora, que ya no respiramos juntos.
Te necesito.
Aunque todo haya muerto dentro de mí.
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Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
No os dejéis llevar por la masa.
No os dejéis llevar por la norma.
No os dejéis llevar por las leyes.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
Ese acorde tiene que salir de nuestra alma.
Tenéis que conocer, que ir encontrándoos.
Ese acorde tendrá un momento y desaparecerá.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
Ese acorde será la mariposa, que con su aleteo, despertará
el huracán.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
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DOS PRÓLOGOS
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tiempos.
Aguantar la realidad tiene un coste. Por eso el
sistema suministra ayudas químicas. Por eso la tasa de suici-
dios crece vertiginosamente. Y por eso también luchamos por
cambiarla. Esta lucha duele, escuece en nuestra piel y nue-
stros cerebros. Enajendxs surgió a partir de estas constata-
ciones. Si de verdad se hubiera creado un marco de reflexión
que afrontara estos hechos, no sería necesario este libro. El
debate habría generado por sí mismo materiales más ricos y
diversos que los que aquí presentamos, el nivel de concien-
cia adquirido habría dado lugar a más teorías y prácticas en
el ámbito antipsiquiátrico. Es por esto que se puede decir
sin temor a equivocarse que la publicación fracasó, y es por
ello que también parece necesario compilar todo el material
editado y presentarlo de la mejor manera posible, es decir:
acompañando otros textos que lo complementen y ayuden a
realizar una síntesis de la aportación hecha a la teoría antip-
siquiátrica en estos últimos años. Puede que se me reproche
el haber pecado de ambicioso, pero lo asumo con mucho
gusto y defiendo esa ambición como una característica in-
herente a cualquier posición libertaria y anticapitalista a día
de hoy, en lo que Amorós llama certeramente «la más hostil
de las condiciones». Con esto, quienes hemos trabajado en
la elaboración y selección de materiales, buscamos escribir
un punto y a parte, dejar constancia de nuestra andadura
para construir, con toda la humildad posible y sin ninguna
complacencia, una herramienta para los tiempos que vienen,
para todos aquellos compañeros que quieran indagar sobre
la salud mental desde la perspectiva de la revuelta. No esta-
mos clausurando caminos, sino que estamos volviéndolos a
trazar para tratar de encontrarnos a nuevas individualidades
y nuevos colectivos en nuestras idas y venidas por ellos. No
abandonamos pues este conflicto, sino que volvemos a pen-
sarlo y hacemos otro llamamiento (casi desesperado) a guer-
rear en él.
En una ocasión se me dijo que el fanzine no ofrecía
teoría alguna, sino que se trataba de «literatura». De todos
los reproches que se han realizado a la publicación, este es
uno de los que más dolió. Desde luego, con la edición de
toda esta cantidad de páginas fotocopiadas nunca se buscó
entretener a nadie ni ensayar juegos lingüísticos. Sí es ver-
dad que en ocasiones, para expresar ciertas cosas se ha in-
tentado transgredir los límites que marcaba el lenguaje. Que
se haya hecho mejor o peor no es aquí la cuestión, pues
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
en todo caso la intención siempre fue la de comunicarse lo
mejor posible. A menudo lo que salió tiene más de poesía
que otra cosa, lo siento por todos aquellos que se sientan
irritados por la poesía: es lo que hay. Pero en ningún caso
hubo nada gratuito, las palabras siempre quieren decir algo,
aunque ese algo no sea lo que estemos acostumbrados a
oír. Sencillamente hay conceptos y sensaciones más difíciles
de transmitir que otras, y a menudo uno tiene que inventarse
las maneras de hacerlo. También influyen las capacidades,
y uno hace lo que puede o está en condiciones de hacer.
Enajenadxs ha dejado de salir entre otras cosas porque no
tengo mucho más que decir y este formato ha agotado sus
posibilidades. En defensa de la anormalidad, el número si-
ete, sintetiza casi todo lo que se ha querido expresar con el
fanzine. En realidad debería ser el primero en la compilación,
pero las personas más cercanas han considerado que es me-
jor guardar el orden cronológico ya que ayuda en la lectura y
proporciona una cierta cohesión formal.
Si seguimos hablando desde la perspectiva del fra-
caso, hay que señalar la inutilidad de la página web que
funcionó durante algún tiempo de forma paralela a la publi-
cación. En un principio trató de complementar al fanzine para
facilitar tanto su difusión como posibles colaboraciones, pero
las razones por las que se desmontó fueron sencillas: no se
produjo ni una sola aportación a través de ella, y se evidenció
como un medio sumamente pobre en cuanto a la transmisión
de contenidos. Por muchas visitas que se realizasen, no
produjo contactos reales entre personas. Únicamente sirvió
para alimentar la impotencia al recibir numerosos correos
de gentes jodidas que buscaban un apoyo terapéutico que
desde luego no estoy en condiciones de ofrecer. La intención
de ser un instrumento de expresión para los psiquiatrizados
en lucha se esfumó. En todo caso sirvió para dejar bien claro,
que por un lado hay un montón de gente cercana a las ideas
antiautoritarias que está seriamente jodida y no encuentra
ningún referente práctico para afrontar su situación, y por
otro, que internet como medio de comunicación es una puta
mierda. Su única utilidad es la de proporcionar libre acceso
a los textos desde distintas regiones geográficas, ni más ni
menos. Y eso se puede hacer sin montar una web temática,
sino realizando enlaces en la de algún proyecto afín (como
es el caso de la Biblioteca social Hermanos Quero, en cuya
web: www.bsquero.net, se encuentran los textos del fanzine
que aparecen en este libro). Cuando he tenido la oportunidad
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eNaJeNaDxS
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SALUD MENTAL Y REVUELTA
nados por la institución. Tanto a mi entender como al de otras
personas cercanas y situadas desde la misma perspectiva de
la enfermedad, no podían darse unas condiciones aptas para
la comunicación mientras esta se planteara en los términos
del enemigo. Nos negamos a acudir a hablar de salud mental
en un aula de la universidad de psicología, en unas jornadas
presentadas por el decano de las mismas y pagando encima
una cuota de inscripción. Es más, aquello nos parecía de-
lirante. Al instante se nos acusó de puristas revolucionarios,
a lo que contestamos que nuestra condición era la de enfer-
mos cabreados. Aquella disputa sirvió para poner en eviden-
cia que entre el enfermo y el profesional de la salud (en este
caso: profesionales en ciernes) suele existir una brecha pro-
funda y oscura. Los intereses parecían situarse en lugares
completamente distintos. Otro tanto sucedía con el lenguaje
academicista, especializado y pedante que se utilizaba en
textos y ponencias, lo planteado no se dirigía en ningún caso
a nosotros, sino que lo hacía a la pequeña comidilla elegida
que era capaz de descifrarlo y regodearse en él. Las palabras
bailaban sobre las mesas y nos encontrábamos fuera de lu-
gar (una vez más), se hablaban idiomas incomprensibles
los unos para los otros. Y en cuanto a la duración de todo
aquello, las licenciaturas se encargaron de poner el punto y
final a la aventura. Nosotros aquí seguimos, jodidos y pele-
ando, mientras la mayor parte (salvando algunas honradas
excepciones) de aquellos universitarios voluntariosos y bien-
intencionados perdieron su interés por la enfermedad mental,
se centraron en su proyección laboral y hoy pueden decir que
una vez fueron radicales. La enfermedad no dura cinco años
ni se supera con exámenes y trabajos, por lo tanto, es nec-
esario entender que no es lo mismo ser el que tiene la herida
que ser el que diserta sobre ella.
Situado en las antípodas de la producción teórica
universitaria, para comprender el sentido del Enajenadxs
hay que tener en cuenta que surgió en un contexto personal
muy concreto. Por aquél entonces algunos llegamos a la con-
clusión de que era hora de hacer teoría desde nuestras pro-
pias experiencias, echarse adelante y tratar de escribir par-
tiendo de nosotros mismos. Con ello queríamos romper en
cierta medida con la lógica de reeditar textos continuamente y
basarse en materiales que por lo general tenían al menos dos
o tres décadas de antigüedad. Yo había sufrido hacía poco mi
primer encuentro con el Sistema de Salud Mental, a lo que si-
guió una temporada de acercamiento a todo lo que tenía que
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personal (no toda, pero sí en la mayoría de los casos), que
una vez le ha sido proporcionada información sobre medi-
cación o lo que sea, han desaparecido del mapa sin un jodido
gracias. Tengo la malsana inclinación a entender que si te
ponen un problema enfrente de tus narices, lo más normal
es que te acabes implicando con él de una u otra manera.
Pues bien, puedo contar con la mitad de los dedos de una
mano las personas que cuando han llegado tiempos mejores
se han tomado la molestia de dar un telefonazo y decir: «Eh,
¿te acuerdas de aquello por lo que te llamamos? Pues todo
anda mejor». A esta altura de este prólogo, creo que ya po-
déis ir comprendiendo que haya acabado tremendamente
quemado.
Pero no todo es tan malo, y tengo que dar las gra-
cias a todos aquellos compañeros que han echado un cable.
Desde los que sencillamente me han aguantado en esta
guerra diaria, hasta los que han copiado y distribuido el fan-
zine, o me han ayudado a grapar los cientos de copias que se
solían amontonar en el suelo de mi habitación. También tengo
mucho que agradecer a otra publicación, más orientada a lo
terapéutico que a lo político (simplificando mucho, ya que en-
tiendo que sus tesis apuntan a una politización de la terapia),
y cuyas páginas están llenas de contenidos interesantísimos:
El rayo que no cesa. Y en especial a uno de sus redactores,
Jau, de quien publicamos en este libro dos textos.
Tanto en el plano de la vida cotidiana y privada como
en el específico de la lucha política, experimento una idén-
tica sensación: reconozco la fatalidad de lo real a la que ya
hice mención un poco más arriba. Pero lo que no hago, y
de ahí la razón tanto de Enajenadxs como de este libro, es
aceptar el vacío y el absurdo al que me lleva. Me niego a
asumir una rendición que es la norma en nuestros días. No
me hace falta que ningún iluminado me venga a contar que
todo está perdido, que no se puede vencer. Menos aún que
me digan que es una estupidez hablar de vencer porque es
utilizar terminología militar. Quiero cagarme en la enferme-
dad y sacudir a mis enemigos. La conciencia de dónde esta-
mos y qué es lo que queremos duele, de hecho, a menudo
te mata de pena y te vuelve loco. Pero a la vez le permite
a uno no convertirse en otro zombie de la democracia que
trabaja, consume y muere, le permite a menudo una experi-
encia intuitiva y salvaje de lo que supondría la libertad. Cada
centímetro de terreno que la lucha come a esa realidad, cada
gesto en forma de solidaridad o sabotaje (ambas en sus mil
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diez números de Enajenadxs.
Sé que habrá quien piense que Enajenadxs, sobre
todo alguno de sus números, tiene poco de teoría y mucho de
«vómito emocional» o ejercicio catártico, que es más poesía
que invitación a la acción; personalmente creo que no han
entendido nada...
En Política de la experiencia R.D. Laing afirma que
«la elección de una sintaxis y de un vocabulario son actos
políticos que definen y circunscriben la manera en que los
hechos deben ser concebidos». Hay muchas cosas que no
pueden ser explicadas mediante la sintaxis y el vocabular-
io de quienes pretenden marginarlas o ignorarlas. Por eso,
donde otros ven «vómito emocional», encontramos un in-
tento de subvertir el modo en que algunos hechos han de
concebirse, una explicación desde la propia experiencia, in-
descriptible mediante otros códigos. Esto es, una invitación
a la comprensión, la reflexión y la acción: una herramienta
teórica.
Al reunir los fanzines en una sola publicación (he aquí
otro de mis motivos para considerar necesario este libro) se
facilita, de alguna manera, la comprensión del peso teórico
que tienen. Y, al mantener su orden cronológico, es posible
discernir la evolución de la reflexión y la crítica que posibilitan
esa teoría, que alcanza en el número siete (el número negro)
su completa realización.
Cualquier teoría es herramienta para una práctica y,
si bien con la publicación de Enajenadxs no se logró la re-
vuelta que se promueve en sus textos -—la destrucción del
entramado psiquiátrico y psiquiatrizante y de las relaciones
viciadas y mercantilizadas que subyacen y posibilitan este
entramado, que facilitan el funcionamiento del Tinglao, y
hacen de la locura o alienación una condición necesaria y
una consecuencia inevitable del mismo—, yo sí veo algunas
consecuencias prácticas, aunque a una escala mucho más
pequeña: un cambio en la concepción que muchos individ-
uos tienen de ciertos hechos, a saber, la locura y el orden
psiquiátrico.
Con esta publicación y la actividad de algunos colec-
tivos durante los noventa, la lucha contra el Sistema de Sa-
lud Mental recuperó un hueco en los espacios libertarios del
estado español del que carecía desde el apogeo de la an-
tipsiquiatría en los años setenta. Aunque es cierto que las
acciones se limitan, generalmente, a la organización de jor-
nadas o charlas puntuales sobre el tema.
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mos «enfermas» ni personas sensibilizadas con el tema por
nuestra profesión o por la situación de alguien cercano.
El orden psiquiátrico se nos impone a todos, no sólo
a quienes cruzan la delgada y difusa línea que separa la cor-
dura de la locura, y lo hace de una forma descarada... hasta
para currar de teleoperadora es necesario «superar» algún
tipo de prueba psicológica... El poder tiene demasiadas car-
as, y el poder de las psiquiatras, psicólogos, educadoras y
otros «carceleros de mentes» rara vez es desenmascarado.
Disfrazadas de Ciencia, de salud mental, de apoyo y buenas
intenciones, desarrollan sus prácticas represivas al servicio
de una normalidad que apesta.
Que estos textos se editen y difundan es otro de esos
motivos por los que considero necesario este libro. Sabemos
que estos textos no son todos los que hay (1), que —aunque
no muchos más— existen otras personas implicadas en esta
lucha y otras experiencias, otras voces que merecen ser oí-
das.
Hablaba más arriba del desarrollo de algunas pub-
licaciones y colectivos durante los ochenta y los noventa,
herederos directos de la antipsiquiatría de los setenta. Algu-
nos de estos colectivos ya no existen como tales, otros han
tomado un «camino diferente» —por decir de alguna man-
era suave que puede ser que estén metidos hasta el cuello
en prácticas muy parecidas a las que criticaban hace unos
años—, y quedan quienes continúan trabajando en la difusión
de estas ideas y su puesta en práctica. A estos últimos, tanto
a los que han participado en este libro como a los que no:
muchas gracias.
Creo que este libro es necesario porque esta lucha
sigue siendo necesaria.
En el psiquiátrico de Trieste (Italia) un muro reza: «La
Libertad es Terapéutica». Creo que este libro se hace eco de
esa pintada, y creo que para hacer Libertad hace falta mucho
más que unas cuantas —contadas— publicaciones y un par
de jornadas anuales.
Luco. Agosto 2006.
____________________
(1) En «Antipsychologicum. El papel de la Psicología Académica: de mito
científico a mercenaria del sistema» (Virus, 2006) y «Psicópolis: paradig-
mas actuales y alternativos en la psicología contemporánea» (Kairós, 2005),
ambos coordinados por Jose Luis Romero y Rafael Álvaro, se recogen una
serie de artículos y reflexiones de gran interés al respecto. Siendo las únicas
publicaciones recientes en el Estado Español que abordan, desde diferentes
ámbitos y con mucha lucidez, la crítica a las llamadas ciencias psi.
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Indice
1-ENAJENADXS #1...............................1
I- Presentación................................................2
II- Carta a lxs futurxs trabajadores/as del
sistema de salud mental..............................4
III- Texto de Franco Bassaglia...........................8
IV- Carta a los directores médicos de
manicomios de Antonin Artaud....................9
V- Salud mental y matriz social.......................10
2-ENAJENADXS #2...............................30
3-ENAJENADXS #3...............................31
I- Casi una presentación..................................32
II- Tontxs y orgullosxs.......................................33
III- Medicación...................................................35
IV- Fragmentos..................................................40
4-ENAJENADXS #4...............................43
I- Editorial. Contra los amos, sus siervos
sonrientes y sus falsos detractores.
Somos jóvenes y hermosos y vamos
a vivir nuestra vida, para destruir su
mundo..........................................................44
II- Lo que me gustaría......................................47
III- Ejemplos de perturbación mental
ezquizofrénica.............................................50
IV- Susurros y contrasusurros (que no
se callan, que no se callan)........................52
V- Textos de David Cooper..............................55
5-ENAJENADXS #5..............................56
6-ENAJENADXS #6..............................65
I- Extrato pertenecientes al programa de
radio los capítulos prohibidos de Corin
Tellado (radio QK, radio llibre de Uvieu.......66
II- Habla los amos...........................................71
III- ¿Qué es la clase? Texto de Henri
Lefebvre......................................................76
IV- El día que morí un poco más......................80
V- Lectura de Karl Marx hablando de mi
vida y de necesidades allá por 1844.........81
VI- Violencia, locura y miseria intelectual........82
7-ENAJENADXS #7..............................88
8-ENAJENADXS #8..............................106
9-ENAJENADXS #9..............................116
I- Introducción...............................................118
II- Posdata sobre las sociedades de
control. Gilles Deleuze...............................120
III- Entrevista a Franco Basaglia.....................125
IV- El Viejo Topo. núm. 4 enero de 1977.........132
V- Aviso a los civilizados. L.M. Panero...........153
VI- Carta a nuestros padres.............................161
VII- Todos somos electrodos. Fragmentos.......165
10-DOS PROLOGOS............................169
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