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eNaJeNaDxS # 1

ENAJENADXS #1

1.Presentación
2.Carta a lxs futurxs trabajadores/as del sistema
de salud mental.
3.Texto de Franco Basaglia
4.Carta a lxs directorxs médicos de manicomios
Antonin Artaud
5.Salud mental y matriz social

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SALUD MENTAL Y REVUELTA
1. Presentación

BUENAS

Antes de nada, hemos creído necesario resumir qué


es lo que nos ha llevado a sacar esta publicación, así como
qué es lo que en mayor o en menor medida pretendemos y
esperamos de ella.
Ya desde hace unos cuantos meses veníamos co-
mentando entre algunxs de nosotrxs la necesidad de publicar
textos sobre salud mental e intentar abrir debate sobre un
tema que nos parece que es dejado de lado sistemáticamente
por la mayoría de movimientos antagonistas que tratan de
hacer frente a la realidad impuesta. Esto no fue siempre así,
y a decir verdad, en la década de los setenta y los primeros
años de los ochenta, la crítica al sistema de salud metal fue
un elemento importante en las luchas sociales libradas en
Europa y en Norte América. A medida que fueron pasando
los años y se cosechaban las derrotas, la crítica se diluía o,
sencillamente era recuperada por elementos reformistas; la
situación se fue poco a poco estabilizando hasta el punto de
que la denuncia de los abusos y la configuración del sistema
psiquiátrico desapareció de las universidades, de los hos-
pitales y de las posiciones de la mayoría de los colectivos
anticapitalistas. Quizás se debió a que se trata de una lucha
más abstracta que la ecologista o la antimilitarista (por poner
un par de ejemplos), o sencillamente porque el Sistema la
digirió y asimiló con más sutileza y eficacia que a las otras.
Lo cierto es que la tradición anti-psiquiátrica en el Estado es-
pañol nunca fue tan fuerte como en Gran Bretaña o Estados
Unidos, puede que la falta de referencia tenga su parte de
responsabilidad en el vacío que actualmente existe en todo
lo referente a estos temas. Esta deficiencia es lo que nos ha
impulsado a sacar este puñado de fotocopias, sentimos la
necesidad de hablar y discutir sobre una serie de temas que
por alguna extraña razón se han convertido en tabú incluso
entre Ixs militantes de diferentes colectivos y asambleas de
corte libertario y autónomo (o la boludez esa de la izquierda
extra parlamentaria, lo que se quiera...), supuestos reductos
revolucionarios donde las puertas de todas las luchas están
abiertas. Pero “reconocemos que rollos como el antifa pueden
tirar más a la gente que el intento de denunciar y atacar a
las instituciones que en nombre de la ciencia, la medicina, el
sentido común (algo que algunxs estamos buscando desde
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hace años, pero que nunca llegamos a acabar de descubrir...-


comenzamos a creer que o bien estamos tullidos en cuanto a
él se refiere, o bien el tema tiene algo de ciencia ficción -) etc.
nos están haciendo tanto daño a muchísimos y muchísimas
de nosotros y nosotras. Hay que comenzar a darse cuenta
de que con los actuales niveles de desarrollo tecnológico, las
diferentes funciones del poder son menos explícitas que nun-
ca; el sistema de salud mental (desde los centros públicos
a las consultas privadas o los manicomios) constituye una
solución social a una serie de compromisos que van bastante
más allá de lo médico... Aquí es donde debemos circunscribir
nuestras ganas de destruir este aparato de exclusión y reed-
ucación, de hacer volar por los aires la dolorosísima relación
entre la ideología psiquiátrica y la ideología dominante.
La consecuencia es clara, ya que pensamos que
puesto que la situación del enfermo mental “es fundamen-
talmente (quitando aquellos trastornos patológicos cuya prin-
cipal base es un desorden de índole física, y que creemos
constituyen una minoría) el producto de una violencia social,
el objetivo de la actividad terapéutica debe apuntar en últi-
ma instancia al descubrimiento por parte del enfermo de la
naturaleza de esta violencia” (Robert Castel). Aquí es donde
nosotrxs enlazamos la salud mental y la revuelta ... no pre-
tendemos caer en los archiconocidos y facilones posiciona-
mientos que niegan sistemáticamente la enfermedad mental,
jamás diremos eso de :”la enfermedad mental no existe, la
sociedad es la que está loca, nosotrxs somos unxs pocxs
iluminadxs que lo pasamos fatal”, la enfermedad existe y está
ahí, hemos sufrido demasiado como para dudar de su ex-
istencia ... lo que sí pretendemos hacer es desenmascarar
el origen de la patología, del dolor; denunciar como la psi-
cología y la psiquiatría con sus fármacos, sus diagnósticos
o sus internamientos cumplen una función por la cual la so-
ciedad se libra de elementos críticos, indeseables o simple-
mente improductivos. Ésta es la relación antes mencionada
entre ideología médica e ideología que impera en la socie-
dad, y ésta es la relación que nos hemos propuesto atacar.
Creemos que la revuelta contra las estructuras que dictan
nuestras existencias es un acto de higiene mental, un camino
hacia una mejor condición de vida infinitamente más efectivo
y satisfactorio que la medicación salvaje o el internamiento.
En la revuelta encontramos a nuestros enemigxs, al entrar
en conflicto con ellos, nos encontramos a nosotrxs mismxs,
debajo de la falsificación de valores y de la anulación del in-

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dividuo que operan en el contexto social actual.
Nos etiquetan, nos encierran, nos drogan ... somos
socialmente indeseables y lo sabemos. La Norma nos ha
herido por no querer abrazarla. Por nuestra parte, hemos de-
clarado la guerra a la Norma. Respecto a la periodicidad (he
incluso la misma continuidad) de esta publicación, dependerá
de la aceptación que tenga entre la gente, de si nos llegan
textos o no; si no tiene ningún tipo de eco no se gastarán
más esfuerzos y pasará a formar parte de esa caja enorme
de proyectos frustrados que todxs Ixs que queremos cambiar
algo tenemos debajo de la cama. Creemos que tener una
publicación, aunque sea de pequeña tirada como pueda ser
ésta, es una herramienta importante a la hora de difundir lo
que se nos pasa por nuestras rotas cabezas, e intercambiar
experiencias y puntos de vista con otras personas interesa-
das en construir caminos para destruir los andamios que nos
comenzaron a implantar acá dentro, ya hace mucho tiempo
atrás.
BeS.O.S.

2. Carta a lxs futurxs trabajadorxs del sistema de


salud mental.

Fdo.: Un@s supervivientes del SSM.


Antes de nada, hay que indicar que esta carta qui-
ere tener como destinatarixs a todxs aquellas personas que
actualmente se encuentran en periodos de formación que su-
puestamente desembocarán en un ejercicio profesional en-
marcado en el área de la salud mental (psicólogxs, psiquia-
tras, trabajadores-as y educadores-as sociales etc); respecto
de aquellas personas que se encuentran estudiando estos
temas con un interés meramente económico, morboso o que
buscan algún tipo de reconocimiento social, tan sólo diremos
que Ixs declaramos nuestrxs enemigxs de antemano. A quien
realmente queremos dirigirnos es a todxs aquellxs que dicen
querer dedicarse a estas cuestiones con la intención de ayu-
dar a otras personas cuyos desequilibrios o patologías (o lo
que sea) les han conducido a una situación de sufrimiento.
La intención de este texto es la de tratar de provocar
una reflexión que creemos indispensable en todas aquellas
personas que vayan a formar parte de las instituciones que
configuran el entramado del Sistema de Salud Mental (SSM).
Reflexión que creemos que casi nunca se llega a dar, gra-

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cias entre otras razones a la complicidad de las autoridades


académicas. La cuestión que planteamos, es que a Ixs estu-
diantes de estos campos les falta un punto de vista funda-
mental a la hora de querer afrontar la problemática de la en-
fermedad mental, a saber: el del propio enfermo o enajenado.
Realmente, éste es presentado a Ixs alumnxs como un sujeto
escindido cuyas consideraciones, palabras o sentimientos
carecen de valor, excepto el que puedan tener para elaborar
un diagnóstico de esos a los que la mayoría de psicólogxs y
de psiquiatras son tan aficionadxs. Pues bien, aquí estamos
para tratar de enseñarles, desde la condición de enajenadxs
con la que algún simpático profesional nos etiquetó en su día,
algunas cositas que jamás les dirán en sus aulas.
Para poder ser capaz de ejercer una actividad real-
mente terapéutica, hay que abandonar todo tipo posiciona-
miento que implique superioridad; se debe destruir el rol ex-
istente según el cual el terapeuta es un individuo lúcido y
“entero” frente al pobre, descarriado y equivocado enfermo.
Esa ayuda que se pretende dar (y que de todo corazón espe-
ramos que lleguen a dar) supone una relación de confianza
que obviamente no puede ser impositiva ni jerárquica. Esta
relación de confianza es precisamente todo lo contrario a lo
que se está practicando en las instituciones vigentes, ésta
es una de las deficiencias que nos sirven como base para
criticar dichas instituciones, y de paso hacer lo suyo también
con los poderes académicos que prefiguran los valores que
más tarde serán vigentes en los despachos, consultas y hos-
pitales. Por tanto, lo que en primer lugar queremos pedirles
es que comiencen por no asumir lo que sale de boca de ex-
pertxs, catedráticxs y profesorxs como algo incuestionable y
correcto; si así fuera, las patologías irían remitiendo progresi-
vamente, en vez de desarrollarse de manera espectacular
a la par de sus supuestos progresos científicos (tanto en el
campo teórico como en el práctico).
Si ustedes que son Ixs terapeutas del futuro no afron-
tan con algo de capacidad crítica los conocimientos que se
les presentan en sus facultades, ni se preocupan por ahondar
en las contradicciones sociales, en buscar en nuestra cotidi-
anidad los orígenes de la enfermedad (en las formas de pro-
ducción, en la configuración del trabajo, en el estado de las
relaciones sociales, en las actuación de las diferentes insti-
tuciones que rigen nuestras vidas -desde la familia, al SSM
(Sistema de Salud Mental) o el sistema legal- etc.) entonces
por un lado nosotrxs lo tendremos igual de jodido que ahora,

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y por otro ustedes estarán lejos de aportar esa ayuda que
pretenden. En todo caso, dispondrán de una serie de cono-
cimientos y capacidades que servirán para mejorar alguna de
las situaciones en las que podemos encontrarnos, pero jamás
constituirán una herramienta eficaz con la que hacer frente a
la enfermedad en cuanto tal, pues mientras que no se ataque
a la situación que desencadenan los síntomas, los terapeutas
tendrán como principal función la de poner “parches” y poco
más.
Posiblemente ya estén adivinando a donde queremos
llegar. Creemos que cuando una persona toma la decisión de
estudiar unas materias concretas con la finalidad de ejercer
en el ámbito de la salud mental, debe plantearlo teniendo en
cuenta un conjunto de factores que a menudo (desgracia-
damente) son tomados a la ligera, parece ser que con las
“ganas de ayudar” es suficiente ... Ejercer como terapeuta es
una decisión política, supone intervenir de forma directa en la
realidad en la que se vive, supone en definitiva un riesgo que
nos tememos, no todo el mundo está dispuesto a aceptar.
De otra manera serán lindos surtidores de medicamentos
o aplicarán perfectamente las terapias estipuladas en sus
manuales, se convertirán en un engranaje más de la absurda
máquina que nos discrimina, nos encierra, nos droga ... con-
tribuirán más a la perpetuación de la enfermedad que a su
erradicación. No necesitamos que nadie nos juzgue, que na-
die nos eduque, ni mida nuestras inadaptaciones basándose
en los parámetros que su maravilloso mundo “normal” le ha
proporcionado. Necesitamos su fascinación por las cabecitas
humanas, su saber ... necesitamos que nos enseñen a ver lo
que no podemos, a hacer frente a nuestras dolencias.
Hace falta gente en el sistema de salud mental público
que no nos llene la boca de pastillas nada más aparecemos
por la puerta, nos gustaría poder solicitar ayuda libremente
sin el miedo a ser despreciadx, o encerradx, o a ser drogadx
sin más. Sabemos que algunas terapias pueden ayudar en
casos concretos, sin embargo nos están negadas ya que lo
más normal es que sólo se pueda acceder a ellas por medio
de terapeutas privados ... y ya se sabe, su saber tiene un
precio que sólo unos poc@s pueden pagar.
Si querés ayudarnos vení con nosotrxs, lucha de
nuestra mano, rechaza el mandato social de domesticación
que recibiste, combatí junto a nosotrxs la violencia segrega-
da por este “mundo normal”, actuá como agente de transfor-
mación que desenmascare la represión que nos hunde en la

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mierda, asumí el riesgo.


Si no querés complicaciones, siempre podés seguir
yendo a la facultad, copiar apuntes, preparar exámenes y
pensar en la fiesta del fin de semana... EI problema es que
tu decisión tiene consecuencias reales muy dolorosas y si
seguís en el redil, algún día tenés que responder a un millón
de porqués y contestar que sos unx mandadx, que sólo cum-
plís con tu trabajo, no eliminará tus responsabilidades. De-
cidí qué es lo que en verdad te importa, cuáles son vuestras
aspiraciones, elegí el bando en el que querés estar... con
Ixs enfermxs o con Ixs dominadorxs, perpetuando las condi-
ciones existentes o destruyéndolas e inventando unas que no
ahoguen nuestra existencia.
A día de hoy ya hay una cuestión que es fundamental
para el futuro de Ixs estudiantes de psicología y de psiquia-
tría principalmente. Dentro de muy poquito se pondrán en
marcha reformas universitarias que afectarán de lleno a los
estudios que hasta ahora se han venido cursando. Estas re-
formas giran en torno al controvertido Informe Bricall, en es-
encia se potenciará la participación de capital privado en las
facultades y los planes de estudios de las mismas vendrán
determinados por “las exigencias del mercado”. Esta mercan-
tilización de la universidad pública tiene unas consecuencias
especialmente peligrosas en los ámbitos de la salud mental
que no son demasiado difíciles de entrever: se fomentará la
medicación salvaje (más si cabe de lo que ya se practica ...),
que es realmente la gallina de los huevos de oro, la industria
farmacológica introducirá aún más sus tentáculos en las fac-
ultades, afectando a los programas de estudios y ofreciendo
becas de investigación con la finalidad de generar más divi-
dendos y nuevos adictxs. Como podrás adivinar, al mercado
poco le importan las terapias que no generen dinero, es decir
aquellas que no contengan una medicación por la que haya
que pagar, el estudio e investigación de las mismas podría en
un futuro inmediato verse seriamente afectado; poniéndonos
en el peor de los casos, parece ser que todo apunta a que
el lnsalud seguirá una política de medicación masiva (lo cual
se traduce en menos profesionales en el campo de la salud
mental, puesto que es más barato medicar en serie que tener
especialistas y tratar a lxs afectadxs de una manera continu-
ada y seria) y el resto de alternativas quedarán cada vez más
en manos privadas. Quién haya tenido alguna experiencia
con el SSM sabrá que estamos lejos de estar tan sólo imag-
inándonos supuestos, lo que amenaza tan solamente es una

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radicalización de lo que ya está ahí: diagnóstico y medicación
en 30 minutos, 3 semanas para obtener una cita en un centro
de salud mental, sesiones de 15-20 minutos una vez a la se-
mana etc. La única manera de alterar el futuro es cambiando
el presente, y eso nadie lo va a hacer por nosotrxs. Tenelo en
cuenta en la próxima huelga, en la próxima manifestación,
cuando pienses que realmente esa historia no tiene que ver
con vos.
Desde luego que en los tiempos de apatía que cor-
ren tenemos todas las de perder y todo lo comentado ante-
riormente parece destinado a caer en saco roto, pedir a la
gente que se haga este tipo de reflexiones puede parecer
desperdiciar el tiempo. La rebelión no está de moda, eso ya
lo sabemos, pero hay que entender que a nosotrxs se nos va
la vida en ello.

3. Texto de Franco Basaglia



“El problema de la rehabilitación del enfermo men-
tal se convierte, en el problema del desenmascaramiento de
las ideologías que, cada vez en mayor medida, lo encubren
al tiempo que lo construyen a su imagen y semejanza. De
aquello que originariamente era - una de las contradicciones
humanas encerradas entre la vida y la muerte - , la enferme-
dad se transforma, cada vez más, en aquello que la define,
para terminar identificándose con las instituciones a ella des-
tinadas. Ésto significa que la enfermedad asume cada vez un
aspecto social diverso según las diversas racionalizaciones
ideológicas que informan su terapia y su gestión, sin que en
ningún momento se ponga en entredicho la instrumentación
que de tal enfermedad se hace a unos niveles sociales bien
concretos y específicos, instrumentación que permite o im-
pide su rehabilitación en base a factores completamente ex-
traños a ella.
En consecuencia, el objetivo de nuestra acción no
debe ser la lucha contra la enfermedad mental, ni tampoco la
esquemática afirmación según la cual la enfermedad mental
no existe sino como producto social (lo cual no haría más
que diferir el problema - que es biológico, psicológico y so-
cial a la vez - a un momento organizativo en el que todas
las necesidades se vieran satisfechas). La verdadera lucha
debería ahora dirigirse contra la ideología que tiende a cubrir
toda contradicción natural convirtiéndola en una modalidad
adaptada a los instrumentos de gestión y de control que pro-
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gresivamente disponemos. Es decir, adaptada para ser in-


strumentalizada según los fines deseados. “

4.Carta a lxs directores médicos de manicomios


Antonin Artaud

Señores:

La Ley y la Costumbre conceden a ustedes el derecho


de evaluar las mentes humanas. Se supone que ustedes
ejercen esta soberana y temible potestad con discernimiento.
No se molesten si nos reímos. La credulidad de las gentes
civilizadas, profesores y administradores, atribuye a la psiqui-
atría una sabiduría ilimitada, sobrenatural. El caso de la pro-
fesión de ustedes esta juzgado de antemano. No tenemos ni
la menor intención de discutir aquí la validez de su ciencia, ni
la dudosa insistencia de las enfermedades mentales. Pero,
por cada cien pretenciosos diagnósticos patogénicos, en los
que reina la confusión entre el espíritu y la materia, por cada
cien clasificaciones, de las cuales solamente las más vagas
se mantienen en cierto uso, ¿cuántos nobles intentos se han
hecho de aproximarse al mundo del espíritu, en el que vi-
ven tantos de los prisioneros de ustedes? Por ejemplo, ¿para
cuántos de ustedes son algo más que un revoltijo de palabras
los sueños de un esquizofrénico y las imágenes que le ase-
dian?.
No nos sorprende descubrir que son ustedes inferi-
ores a una tarea para que pocos están predestinados. Pero
protestamos enérgicamente contra el derecho atribuido a
ciertos hombres, de mente estrecha o no, a sancionar sus
investigaciones en el campo del espíritu con sentencias de
reclusión perpetua.
¡Y qué reclusión!. Todos lo sabemos - no, no es su-
ficiente sabido - que en los manicomios, lejos de ser asilos,
son terribles cárceles, donde los reclusos constituyen una fu-
ente de mano de obra gratuita y útil, y donde la brutalidad es
la norma, y ustedes toleran todo eso. Un asilo mental, con
la tapadera de la ciencia y de la justicia, es comparable a un
cuartel, a una prisión, a una colonia de esclavos.
No vamos a plantear la cuestión del confinamiento
arbitrario. Esto ahorrará a ustedes la preocupación de hacer
apresurados desmentidos. Pero afirmamos categóricamente
que un gran número de sus reclusos, completamente lo-

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cos por definición oficial, se hallan también arbitrariamente
confinados. Protestamos contra toda interferencia en el li-
bre desenvolvimiento del delirio. Es tan legítimo y tan lógico
como cualquier otra sucesión de ideas o actos humanos. La
represión de reacciones anti-sociales es tan quimérica como
inaceptable en principio. Todos los actos individuales son
anti-sociales. Los locos, sobre todo, son víctimas individu-
ales de la dictadura social. En nombre de la individualidad
que pertenece específicamente al hombre, demandamos la
liberación de esas gentes, convictas de sensibilidad. Porque
aseguramos a ustedes que no hay leyes suficientemente po-
derosas para encerrar a todos los hombres que piensan y
actúan.
Sin insistir en el carácter perfectamente inspirado de
las manifestaciones de ciertos locos, en la medida en que
nosotros somos capaces de apreciarlas, afirmamos, sencil-
lamente, que su concepto de la realidad es absolutamente
legítimo, como lo son todos los actos que de él se derivan.
Traten de recordar ésto, mañana por la mañana, durante sus
rondas, cuando, sin conocer su lenguaje, intenten ustedes
conversar con esos seres, sobre los cuales - reconózcanlo -
no tienen ustedes más que una ventaja, a saber la fuerza.

5. SALUD MENTAL Y MATRIZ SOCIAL


El texto que sigue, no pretende ser ningún acto de
pedantería u erudición, si hay quien lo encuentra denso en
algunos pasajes, es por mi incapacidad para simplificar cier-
tas ideas o reflexiones; tampoco trata de ir más allá de ser un
mero apunte (el tema es tan amplio que las posibilidades de
abarcarlo son casi infinitas) sobre las relaciones que actual-
mente se dan entre la salud mental y la sociedad tal y como
se encuentra configurada hoy en día. Apunte que creo útil
para el debate, y sobre todo para la acción, es decir: plantear
la denuncia de dichas relaciones y la necesidad de la poste-
rior destrucción de las estructuras que las determinan. Y es
que, el enfermo mental que trato de describir sería el resul-
tado de una no- correspondencia con las demandas y expec-
tativas del grupo social (lo cual no quiere decir que esta sea
la única causa de la enfermedad mental, pero creo que sí
la principal, quedando las patologías de origen estrictamente
físico en franca minoría). En pocas palabras: es este mundo
tal y como está construido el que nos hace enfermar.
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A partir de aquí desarrollaré distintos puntos en los


cuales intentaré poner de manifiesto la relación entre lo sis-
témico y la enfermedad mental. Para ello trataré la evolución
que del concepto de locura y enfermedad mental se ha tenido
en los últimos cinco siglos, así como las relaciones entre es-
tos conceptos y el pensamiento de cada época determinada,
y las diferentes aptitudes que se tomaron para afrontarlos (lo
que he hecho, no es sino un breve y simplificado resumen de
“La historia de la locura en la época clásica” de Foucault, mi
aportación es casi nula y en ocasiones parafraseo directa-
mente al autor [1]). Finalmente hablaré de la salud mental en
el siglo XX, de las incursiones que pensadores de tendencia
marxista hicieron en este campo y, por último, de la antip-
siquiatría y su forma de enfocar los trastornos mentales. No
intento hacer aquí un análisis profundo de los pensadores,
filósofos y corrientes aludidas, sino valerme de ellos en la
medida en que me aporten a la hora de tratar de elaborar
mi (y el de otras muchas personas con las que coincido) dis-
curso sobre la salud mental y la matriz social actual.

LOCURA Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

Desde siempre y en todas las culturas, aunque con


intensidades variables, ha habido personas de comportamien-
tos insólitos o diferentes con respecto al comportamiento es-
tándar de la mayoría de la población. Michel Foucault señaló
que al final de la Edad Media, y con la disminución progresiva
de los enfermos de lepra, los locos ocuparon el puesto de
los leprosos como víctimas sociales. Es a partir del siglo XV
cuando el hombre occidental comienza a fascinarse por la lo-
cura, una fascinación que ha llegado hasta nuestros días. La
locura atrae en tanto que está relacionada de alguna forma
con el saber. En este siglo la locura comienza a jugar un pa-
pel importante en la temática de la pintura y la literatura, y
así lo podemos observar en obras de Erasmo, Brant, Durero,
Bosco o Brueghel. Se da una conciencia crítica de la locura,
conciencia que en sus formas médicas, morales o filosóficas
está atada a una conciencia trágica.
Por un lado la locura se convierte en una forma rela-
_____________________________
[1] Esta obra se encuentra publicada en el FCE en dos tomos de precio
bastante desorbitado, por otro lado tienen unas dimensiones idóneas para
su sustracción de alguna de las macro-librerías que existen en nuestras ciu-
dades.

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tiva a la razón (toda locura tiene su razón y toda razón su
locura), aquí podemos insertar en pensamiento de Nicolás de
Cusa, y por otro la locura se convierte en una de las formas
mismas de la razón. Se establecen grandes paralelismos en-
tre las formas de razón y las formas de locura, así como entre
el sabio y el loco. Razón y locura pasan a ser algo así como
vecinas. Montaigne visita al poeta italiano Tasso en pleno de-
lirio de este último... el sentimiento experimentado es el de
admiración, la abundancia de claridad es la que le ha cegado.
La locura pasa a formar parte del esfuerzo de la razón.

EL INTERNAMIENTO .

En el siglo XVII se asiste a un regreso de la razón.


Descartes sitúa a la locura al lado del sueño y de todas las
formas de error. La locura, concebida como un peligro, de-
saparece con el ejercicio de la razón. Queda excluida por el
sujeto que duda, Yo que pienso, no puedo estar loco. Este es
siglo de la creación de grandes internados, en 1656 se funda
el Hopital General en París que más que un establecimiento
médico, es una estructura semijurídica.
En Francia, especialmente, se multiplican los inter-
nados, los cuales están gestionados por la burguesía con
la participación del clero (hay rezos obligatorios, ejercicios
de piedad, lecturas, plegarias etc.). Las descripciones de la
época nos relatan la excesiva similitud entre unos calabozos
comunes y estos centros de reclusión, a ellos se les ha otor-
gado un poder situado entre la policía y la justicia. En Inglat-
erra, los orígenes del internamiento se sitúan en el 1575 con
la creación de las “Houses of Correction”; a finales del siglo
XVIII se convierte en una práctica corriente y se establecen
internados por toda Inglaterra, Francia, Holanda, Alemania y
España. Se establece la práctica del encierro como “reacción
a la miseria”, relación del hombre con lo que puede haber
de inhumano en la existencia. Supone la concepción del en-
fermo como un obstáculo al orden. Las autoridades cristianas
(tanto católicas como protestantes) apoyan las reclusiones, la
separación de miserables; apartando así su “nuevo” mundo
(cristiano) de la miseria que fue santificada en la Edad Me-
dia.
El internamiento supone la separación entre pobres
buenos y pobres malos, se realiza una valoración ética del
encerrado y dependiendo del valor moral del sujeto al que

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se le interna, el internamiento es beneficio o castigo. La in-


ternación puede ser entendida como una de las respuestas
dadas por el siglo XVII a una crisis económica del mundo oc-
cidental, al incrementarse la pobreza se inicia la persecución
de indeseables. La miseria, de esta manera, ha perdido su
sentido místico.
Con la superación de las crisis económicas, se da
un cambio en la concepción del internamiento: en las zonas
industrializadas (sobre todo en Inglaterra) los enajenados
“capaces” y el resto de “indeseables” se incorporan a la in-
dustria y mercados locales en forma de mano de obra barata.
En la época clásica, la locura es concebida a través de la
condenación ética de la ociosidad, la pereza es vista como
subversión y el trabajo es el remedio-castigo frente a dicha
trasgresión. “El orden de los Estados no tolera ya el desorden
de los corazones” [2]. Se realiza una peligrosa síntesis entre
obligación moral y ley civil, se cambia el significado de la lo-
cura... ésta pasa a ser un problema de la ciudad.
Podemos establecer una relación de fondo entre las
prácticas que lo sistémico tenía para afrontar la locura en la
época clásica y las que tiene hoy en día. El internado era algo
semejante a un desagüe, un mecanismo más o menos per-
feccionado para erradicar asociales, hoy en día esos mismos
in dividuos pueblan penitenciarios, reformatorios, secciones
de psiquiatría en los hospitales o gabinetes de psicoanalis-
tas. El conflicto entre individuo y sociedad sigue siendo pat-
ente. Lo que cambian son las formas y maneras en las que
se manifiesta dicho enfrentamiento.

ENAJENACION Y MORAL

Es la organización del mundo ético (sea el momento


histórico que fuere) la que establece separación entre bien y
mal, individuos integrados e individuos condenados. Es esta
misma organización la que genera nuevas formas de inte-
gración social. En el siglo XVII son la razón cristiana y las
instituciones las que hacen, que locura y pecado se acerquen
poco a poco, hasta la disolución de la frontera entre ambas.
Quizás podamos insertar aquí el origen de la culpabilidad que
el alienado siente como destino y que el médico (hoy en día)
descubre como verdad de su naturaleza. Aquí es es
_________________________________
[2] Foucault, Michel “Historia de la locura en la Época Clásica”, Volumen 1,
FCE, 1991 Madrid. Pag 119

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pecialmente observable el peligrosísimo parentesco, siempre
existente, entre medicina y moral.
Los diferentes sistemas socioculturales que se van
dando a lo largo de la historia, desarrollan su propia esté-
tica o su propia ética. El mundo del siglo XVII coacciona a
aquello que se le escapa, la ética empapa la medicina, y los
individuos no asimilados son víctimas de un juicio moral. Con
el capitalismo, como supuesto culmen del progreso humano,
no sucede algo demasiado diferente, la psiquiatría médica
en muchos de los casos se encarga de catalogar y clasificar
sujetos, de juzgarles basándose en la relación existente entre
su comportamiento (el desenvolvimiento de su delirio) y las
pautas aceptadas comúnmente como normales. Otra vez el
mismo sistema que determina qué es lo normal, es el que
juzga y condena al individuo enajenado.
Pasado el Renacimiento, se ataca de forma continua
a la homosexualidad, se crea un halo de prohibición y silen-
cio entorno al tema. Se instauran nuevas relaciones entre el
amor y la locura, se comienza a encerrar a homosexuales en
instituciones destinadas a enfermos mentales. El fundamento
de toda esta persecución no es otro que la familia, cuya moral
ha hecho suya toda posible ética sexual. La familia significa
contrato y razón, más allá de la cual sólo podemos encon-
trar la sinrazón. La extravagancia (síntoma inequívoco de la
enfermedad) implicaba un desorden del corazón, desorden
que debía ser perseguido policialmente. En el siglo XVIII es-
tas experiencias tienen su expresión en el libertinaje, el cual
supone el uso de la razón supeditada a los deseos y el cora-
zón (la sin razón); el máximo exponente sería Sade y sus
Justine o Juliette. El insensato que había venido mostrando
las marcas de lo inhumano, comienza a mostrar una sinrazón
demasiado cercana al hombre.
Tras el Renacimiento comienza a gestarse y desar-
rollarse una crisis del mundo ético, se da el conflicto razón
-sinrazón, cuyos resultados podemos apreciar en lo que Fou-
cault ha venido a denominar “figuras del desgarramiento”,
como Nietzsche, Sade o Artaud.
Debemos tener claro, que nuestro conocimiento
científico de la enfermedad mental está basado en la experi-
encia moral de la sinrazón que llevó a cabo el clasicismo. Ya
avanzado el siglo XVIII, el médico es capaz de transformar
el presentimiento del jurisconsulto en certidumbre, pudiendo
decretar la existencia o no de enfermedad partiendo de un
sistema de señales emplazado en el ámbito de las pasiones.

14
eNaJeNaDxS # 1

La figura del médico y sólo ella es capaz de introducir a al-


guien en la locura, siendo así que: “lo que puede determinar
y aislar al hecho de la locura no es tanto una ciencia médica
como una consciencia susceptible de escándalo” [3]. La me-
dicina juzga de esta forma la conducta social del hombre,
dando lugar al dualismo de lo normal y lo anormal, lo sano y
lo enfermo. Y en consecuencia, y de la misma manera que en
los Estados democráticos de una civilización industrial avan-
zada, la medicina establece cuales son los parámetros que
justifican el internamiento.
De la oposición entre normal y anormal, surge otro
dualismo: el del internado (sujeto cuya persona jurídica es
limitada) y el “otro”, el curador en cuyas manos se cae por lo
jurídico. En el siglo XIX el internamiento pasa a ser consid-
erado como acto terapéutico destinado a curar al enfermo.
A partir de esto, tenemos dos experiencias de la alienación:
la primera supone que un ser cae en el poder de otro (enfer-
mo-curador), la segunda supone la no similitud fraternal de
los hombres entre sí (los hay cuerdos y enajenados). Am-
bas implican una confusión antropológica de la que ya no se
saldrá.
Los movimientos que constituyeron la razón y ex-
cluyeron a la sinrazón se revelan con fuerza en Spinoza y
en los esfuerzos de la “Reforma del Entendimiento”. Pero el
paradigma presentado por estos intelectuales variará en el si-
glo XIX, en él, la razón no tendrá que desligarse de la locura.
Tan sólo deberá reconocerse siempre anterior a ella.
La locura se toma como un estadio anterior al de la
razón, supone al hombre en inmediata relación con su animali-
dad. Así podemos entender parte de los tratos y procedimien-
tos aplicados a los enajenados, puesto que eran aplicados a
ellos en tanto que animales y no hombres. La posibilidad de
la sinrazón la podíamos emparentar con aquel genio maligno
cartesiano, un peligro que podría impedir el acceso a la ver-
dad. Dentro de esta sinrazón es donde deberíamos incluir a
la locura, los enajenados se encontraban encerrados con los
libertinos, vagabundos y otros sujetos irracionales.

_____________________________
[3] Foucault, Michel “Historia de la locura en la Época Clásica”. Volumen l.
FCE, 1991 Madrid. Pág 201.

15
SALUD MENTAL Y REVUELTA
CONCIENCIAS DE LA LOCURA.

En el clasicismo podemos distinguir fundamental-


mente entre cuatro conciencias de la locura, las cuales se
apoyan las unas en las otras, pero siendo autónomas y no
pudiendo así imbricarse una en otra.
* Conciencia crítica de la locura. Esta conciencia no define, de-
nuncia. La locura, desde aquí, es entendida como oposición,
es entendida como locura con una conciencia segura de sí
misma, como sabiduría.
* Conciencia práctica de la locura. Está asociada a la sepa-
ración dramática del grupo, conciencia de una realidad con-
creta: estar en el grupo o fuera de él.
* Conciencia enunciadora de la locura. No es sino una apre-
hensión perceptiva, es la conciencia que permite decir sin
ningún análisis profundo que alguien está loco.
* Conciencia analítica de la locura. Ella funda la posibilidad
de un saber objetivo sobre la locura.
Los siglos XIX Y XX han exaltado la conciencia
analítica, dejando a un lado los otros tipos de conciencia;
pero esto no supone la inexistencia de éstos, la crítica nietz-
schiana o los arrebatos de Artaud contra los manicomios son
testimonios de que siguen existiendo las otras tres formas
de conciencia. Hoy la locura no cae de forma directa bajo
los sentidos, el loco no es el portador de un signo; nos cree-
mos capaces de un reconocimiento indudable del loco dado
el desfase entre sus acciones y las de otros hombres, pero no
sabemos indicar donde comienza la locura. Algo demasiado
similar ya pasaba en el siglo XVIII, no se sabía definir la lo-
cura, pero sí reconocer al loco. El loco lo era, siempre que
lo fuera para otras personas, por relación a los demás y no
por sí mismo. El loco es percibido y la locura deducida. Las
consecuencias nefastas y dolorosas de este planteamiento
se pueden predecir con facilidad...

EL ORIGEN DE LA LOCURA L.

Otro punto importante es la aparición de las primeras


clasificaciones de enfermos y la búsqueda, en definitiva, de
un origen de la locura. Un sin fin de investigadores, médicos y
filósofos, comienzan a acometer esta tarea, dos de las prim-
eras obras que suponen una clasificación sistemática de los
enfermos mentales, son “Idea Universal de la Medicina” (Jos-

16
eNaJeNaDxS # 1

ton 1644) y “Praxeos Tractatus” (Plater 1609). Asistimos a


una escisión entre la figura del loco y la locura; esta comienza
a ser investigada en busca de su origen y significación, así lo
hacen Colombier, Doublet. Cullen o Tissot.
Bajo la influencia de Locke muchos médicos situaron
el origen de la locura en una perturbación de la sensibilidad,
el loco es un individuo con algún tipo de error en su consti-
tución física que le diferencia de los demás.
Voltaire no diferenciará el alma de los sentidos, el
alma tendría al cerebro por órgano, y son las perturbaciones
de éste las que provocan los desajustes del alienado. Estas
consideraciones supusieron el deslizamiento de un problema
en principio médico a uno filosófico, pues si los planteamien-
tos de Voltaire fueran ciertos, ¿no sería la locura prueba de
materialidad del alma? Lo que en el siglo XVIII fue un prob-
lema de la disociación entre alma y cuerpo, condicionará de
forma decisiva la psiquiatría del siglo XIX. Esta tendrá dos
vertientes fundamentales: la espiritualista y la materialista, la
primera asocia la locura al alma (realidad trascendental) y la
segunda al cuerpo.
Las investigaciones anatómicas iniciadas por Bonet
en su “Sepulchretum” (1679) son un intento en la determi-
nación de las causas internas de la locura, en estos estudios
se pesan, se describen las texturas, configuraciones y con-
sistencias de las diferentes partes del cerebro. Queda esta-
blecido que la causa más cercana a la locura es un cambio
o alteración de éste, que es el órgano que se entiende más
cercano al alma. En el siglo XVIII se comienzan a describir
causas lejanas o ajenas de la locura, se señalan como origen
de la misma la influencia de la luna (ya presente desde el
siglo XVI), la alimentación deficitaria, el amor y los celos, la
ambición, el onanismo, la embriaguez o el estudio y la medit-
ación demasiado profundos. Sobre todas ellas y detrás de el-
las se encuentra la causa más recurrida: la pasión. Ésta es la
que da paso a la locura, la que supondrá el fraccionamiento
del alma y el desorden de la imaginación. Se vuelve una vez
más a la ya manida definición de locura en tanto que delirio,
cercana siempre a lo onírico y lo erróneo.

LA CURACIÓN.

Otro punto clave para entender la locura en la época


clásica (y por extensión en todo periodo histórico que vendrá
después), son los caminos que se establecen entre médicos
17
SALUD MENTAL Y REVUELTA
y enfermos y que tienen como objetivo la curación de éstos
últimos. Métodos encaminados a atacar la sinrazón y erradi-
car la enfermedad.
La cura es al mismo tiempo práctica y reflexión. Re-
flexión puesto que supone un pensamiento del hombre sobre
su propia naturaleza, sobre la relación entre alienado y cura-
dor, y sobre la enfermedad en sí. Esta práctica reflexiva lleva
a buscar elementos curativos en virtud de la naturaleza de
los mismos, estos tendrían en su constitución una especie
de secreto que permite hacer frente al mal. Son muchos es-
tos remedios, de cariz místico y sin ninguna base científica,
prescritos por las autoridades médicas del siglo XVII. Entre
ellos podemos destacar el uso de materiales procedentes del
cuerpo humano, como cabellos quemados, orina, polvos de
cráneo de muerto o sangre caliente y el uso de sales, hier-
bas o piedras preciosas de propiedades curativas. También
habría que hacer referencia al carácter simbólico de muchos
de estos remedios, por ejemplo Tissot, recomienda el con-
sumo de jabón dado el poder purificador del mismo. Poco
a poco se van introduciendo en la relación curador-enfermo
elementos más psicológicos e intervienen en el proceso de
curación, el razonamiento, la persuasión o el diálogo. Se trata
de hacer despertar a los delirantes de su mundo onírico y
para ello o bien se aceptará el juego imaginario del paciente
para despertar nuevas imágenes, o bien se tratará de hacer
regresar al paciente a lo inmediato rompiendo el mundo de
ilusión generado por la locura. Por un camino el médico se
introduce por artimañas teatrales en el teatro del enfermo y
por otro el médico trata de suprimir ese mismo teatro. Esto
culminará en el psicoanálisis, el cual viene a posibilitar al
pensamiento médico un diálogo con la sinrazón, pero eso ya
sería en la transición del siglo XIX al XX. Antes de ello hay
que señalar un personaje fundamental en la evolución de las
relaciones entre médico y paciente, es Philippe Pinel el cual
funda la neuropsiquiatría e introduce el trato humano a los
enfermos al liberar a los locos de sus cadenas en el 1793 al
ser nombrado director del Hospital de la Bicêtre en París.

EL ORIGEN DE LA LOCURA II.

Si en el siglo XVII Y XVIII se daba razón de la lo-


cura aduciendo al clima, la luna, el aire o el desenfreno de
la pasión, en el siglo XIX será la riqueza y el progreso los
que hagan favorable la aparición de individuos enajenados.
18
eNaJeNaDxS # 1

La desaparición del despotismo y el surgir de una nueva lib-


ertad, conformará el marco que haga posible la separación
del hombre de su esencia y de su mundo. El hombre loco ya
no será visto como animal. Es la represión de la existencia
animal del hombre la que propicia la locura y no la animali-
dad; desde este punto de vista los pueblos primitivos serían
los menos predispuestos a la locura. Es la civilización la que
ofrece al hombre múltiples caminos para su alienación. En
este siglo, Morel indica que es la miseria el campo de cultivo
sin duda más favorable para la locura, se convierte así en un
problema de clase y en condición del orden burgués imperan-
te y su proclamada razón. La locura comienza a aproximarse
a la historia, es una derivación de la misma; sus diferentes
formas se determinan por las figuras mismas del devenir.
Los vínculos entre el poder constituido y la salud
mental vienen ya de lejos, pero es en este siglo XIX donde
la relación entre organización social y locura se hace más
evidente. El siglo XVII segrega a los locos del resto de la
población creando asilos especiales para ellos, la sociedad
que los teme se encarga de aislarlos. Una vez aislada, la
locura se convierte en objeto de percepción, su igualdad es
fragmentada: aparecen diferentes (y casi inagotables) rótu-
los y etiquetas como consecuencia de esta percepción, hay
débiles de espíritu, violentos, furiosos, imbéciles, insensatos
etc. Locura y confinamiento establecen lazos de unión de-
cisivos, el loco es un símbolo del poder que se encarga de
encerrarlo. Desde los comienzos de este siglo, en Francia
se empiezan a mandar internados a explotar territorios colo-
niales.
Poco a poco y hacia finales de siglo, el confinamiento
es criticado por razones principalmente económicas, su fi-
nanciación es demasiado costosa. Se limita el internamiento
y se comienza a integrar a la población confinada en los cir-
cuitos de producción. En un periodo en el que se busca valor
económico a casi todo, los confinados no podían ser menos,
eran una riqueza inutilizada que debía ser aprovechada.
El ámbito de curación de los enfermos pasará a ser
la familia, en 1790 con la Declaración de los Derechos del
Hombre el internamiento queda decididamente reducido a
los ajusticiables y a aquellos casos de locura más extrema,
aquellos que quedan incapaces debido a su afección. El pa-
pel del internamiento es el de reducir la locura a su verdad,
y la verdad de la locura es la razón del hombre. El encierro
cambia su sentido, la anulación de la libertad ya no es con-

19
SALUD MENTAL Y REVUELTA
secuencia de la locura, es la esencia de la misma. Tan sólo
se encierra a quien realmente muestre comportamientos de
los que se pueda deducir, que libre haría daño a los demás o
se lo haría a así mismo.

OBJETIVIZACIÓN DE LA LOCURA. EL MÉDICO .

La locura ya no será sujeto de sí misma, se con-


vertirá en objeto, se intentará elaborar un conocimiento de
ella desde las estructuras de un sistema que se revela a sí
mismo como alienante. Cabe hacer la pregunta de hasta qué
punto estamos o no dispuestos a heredar un conocimiento
sobre la enajenación que ha sido elaborado por una estruc-
tura alienadora. Este conocimiento supone que quien lo po-
see ha conjurado de sí mismo la posibilidad de la locura, esta
conciencia de la no- locura es la base sobre la cual comenzar
a conocer la locura. Los estudiosos de las diferentes formas
de enajenación impondrán el status de objeto a todo individuo
alienado.
La locura ya no existirá sino como ser visto, el loco
deberá someterse a la vigilancia y el enjuiciamiento de aquel
que lo objetiviza. El loco se considera como un niño con fu-
erza y por tanto con la capacidad de hacer daño; el objetivo
es incorporarle al mundo adulto de las relaciones sociales
(Tuke) o insertarle en la moral uniformada de la sociedad (Pi-
nel).
El médico se revela como figura instaurada por el
orden social y moral, él decide las entradas salidas de los
internados, se encarga de ser garantía moral y judicial. El
antepasado de nuestros médicos actuales no tenía garantía
científica alguna, era más bien un juez moral instaurado
desde el poder con la capacidad de privar y dar la libertad a
sus pacientes. El médico operaba desde el mito y la oscuri-
dad, la práctica científica se encontraba totalmente confun-
dida con la táctica moral.
La situación no cambiará en esencia con Freud, la
consideración absoluta seguirá estando en la decisión del
médico, seguirá siendo la figura alienante que ya empezó a
ser mucho tiempo atrás. El loco, es aquí cuando deja de ser
el insensato de la época clásica y pasa a ser el alienado en
la forma moderna de la enfermedad. El loco aparece ya in-
merso en una dialéctica entre él mismo y lo otro, su verdad y
lo contrario a su verdad.
La locura, en los siglos XIX y XX, ya no es la pér-

20
eNaJeNaDxS # 1

dida en términos abstractos de la razón, es la contradicción


en la razón; muestra la última verdad del hombre hasta la
que le han empujado su mundo y sus pasiones. Esta locura
pertenecerá a los trabajos de Artaud, Nietzsche o Van Gogh,
lo mismo que otros elementos, pero participará manera difer-
ente. Cuando aparece, la obra provoca un desgarramiento
que lleva al mundo, que creía medirla por la psicología, a
preguntarse por sí mismo, a justificarse ante ella.
El Nietzsche de sus últimos días acaba por procla-
marse Cristo y Dionisio, y en su última carta a Cósima Wag-
ner, ya loco, escribe: “Esta vez, sin embargo, vendré como el
victorioso Dionisio, convirtiendo el mundo en una fiesta ... no
me sobra el tiempo”. La locura ha aniquilado a la obra y ha
abierto un vacío en un mundo, que creía poder acceder a ella
y conocerla.

SALUD MENTAL EN EL SIGLO XX.

Todo lo tratado anteriormente viene a ilustrar las difer-


entes interpretaciones que de la locura se han dado a lo largo
de la época clásica, la evolución en el internamiento, el trato
a los enfermos y las relaciones que se dieron entre la salud
mental y las condiciones sociales y económicas. Partiendo
de ahí podemos analizar con una mayor capacidad crítica la
situación de la enfermedad mental hoy en día.
Ni los avances de las diferentes ciencias implicadas
en el estudio de la enajenación, ni las diferentes corrientes
del siglo XX han conseguido descifrar la locura y acceder
a ella para eliminarla. Los modelos psicoanalista, fenome-
nológico, biológico o conductista han contribuido a entender
determinadas formas de locura, a indicar las condiciones que
las hacen posibles o a explicar con más o menos éxito algu-
nos procesos psicopatológicos, pero ninguno ha sido capaz
de dar razón a la anormalidad de todas las manifestaciones
de la locura y de proponer soluciones a las mismas.
La realidad una vez transcurrido el siglo XX, es que
enfermedad mental lejos de haber sido esclarecida, es una
de las grandes protagonistas de nuestra civilización. Muchos
de los esquemas válidos en los siglos anteriores son apli-
cables a éste, la antítesis entre individuos fundamentalmente
buenos (lo otro) e individuos que no son buenos (enfermos)
sigue vigente. Así como la relación paciente- doctor a la que
tanto he aludido, que en este siglo sigue marcada por un fra-
caso en la comunicación de las dos partes. Los terapeutas
21
SALUD MENTAL Y REVUELTA
siguen teniendo un halo de inmunidad rodeando a sus dicta-
dos, pero contra ellos está el hecho de que la mayor parte
de las enfermedades mentales diagnosticadas no terminan
de curarse nunca, los pacientes se ven sumergidos en mul-
titud de tratamientos de todo tipo, fármacos e internaciones
en centros psiquiátricos. Si los médicos en el XVIII son los
guardianes de la moral imperante, en el siglo XX los tera-
peutas lo son del orden capitalista. Son, una élite dedicada a
emitir juicios sobre un mundo con el que tienen poca o ningu-
na relación, entre el especialista y su paciente existe un vacío
comparable con el que experimenta el individuo contemporá-
neo frente las razones e instituciones que determinan su vida
(poder). Y es que ambos vacíos vienen a ser tan semejantes
que en esencia son uno y el mismo. Lo sano, viene en nues-
tra sociedad determinado por la adaptación, la locura por la
no adaptación del individuo al sistema en el que vive; lo que
tendríamos que preguntarnos, es hasta donde lo irracional (la
no adaptación) es patológico, hasta donde la locura decre-
tada por las autoridades médicas determina al paciente a un
destino etiquetado.
En las sociedades capitalistas existe un miedo a la
locura, entendida como una situación infantil del hombre fr-
ente a la madurez necesaria para introducirse en las rela-
ciones sociales y productivas de lo establecido. El loco es al
fin y al cabo alguien que no se ha introducido en este juego
y que no ha sido capaz (o no ha querido ser capaz) de inser-
tarse en las relaciones que están constituidas entre los otros.
La locura viene definida como un comportamiento inacept-
able en una realidad cultural concreta, se constituye como
un fenómeno social y cultural. Es un hecho social más que
personal.
Una vez que una serie de síntomas (articulaciones
lingüísticas anormales, conductas extrañas, alucinaciones
sonoras o lo que sea) hacen que el sujeto voluntariamente
o por medio de sus familiares, allegados o alguna autoridad
(policía por ejemplo) acabe en el terapeuta, comenzará a
aplicarle términos capaces de condicionar e invalidar al in-
dividuo. Las razones del etiquetamiento son sociales, y por
tanto los rótulos son más terminología que condición. Aquí se
rompe la posibilidad de comunicación entre médico y enfer-
mo, el primero se limita a acumular información para elaborar
un cuadro de los trastornos del paciente. Se llega a una de-
scripción psiquiátrica de vocabulario degradante y despectivo
que finalmente guarda poca conexión con la realidad experi-

22
eNaJeNaDxS # 1

mentada por el sujeto. Los modelos interpretativos fracasan


una y otra vez. El individuo deja de ser una entidad autónoma
inmersa en un contexto determinado para ser un esquizofré-
nico o un maniacodepresivo, pasa a ser lo que otros definen
que es; la rotulación conlleva una invalidación personal y so-
cial.
En 1911 Eugen Bleuder acuña el término esquizof-
renia (mente dividida o cuerpo dividido) y se describen sus
síntomas primarios: aparición de asociaciones rotas, distor-
siones del afecto, autismo y constante cambio de opinión.
Nadie desde entonces ha sido capaz de localizar fisicoquími-
camente la existencia de la misma, pero en el mundo oc-
cidental han aparecido infinidad de esquizofrénicos. No se
tiene esquizofrenia, se es esquizofrénico.
La locura en un mundo estructurado como el nuestro
es una ruptura entre el yo interior que poseemos y el falso yo
que ofrecemos en las relaciones con lo otro. La sociedad da
prioridad a nuestra falsa otredad frente a la verdadera mismi-
dad de nuestro yo, la locura es la alteración de esta prioridad
y por tanto un problema social.
Este enfoque nos puede dar la posibilidad de afrontar
de manera diferente los trastornos mentales, por ejemplo la
psicosis. Ésta, que ha sido entendida como un vuelco nervio-
so, un episodio esquizofrénico agudo, desde lo antes descrito
podría entenderse como una caída súbita del falso yo que ha
estado manteniendo la normalidad en el comportamiento ex-
terior. Este hecho no sólo se puede entender como algo pa-
tológico, sino que pensadores como Laing indican que abre
“una oportunidad para que una persona comience a remediar
la división entre el yo verdadero y el falso, que ha deformado
su vida” [4], estos nuevos intentos de comprender la locura,
llevarán a la práctica de nuevas experiencias terapéuticas.
Existimos en un contexto social que condiciona
nuestra vida desde el primer momento. Nos circunscribimos
en hechos sociales que se dan en situaciones (contextos) a
su vez enlazadas con metacontextos, y estos a su vez con
metametacontextos, así hasta la totalidad del sistema en el
que nos encontramos sumergidos. Una afección mental debe
ser entendida desde la matriz social resultante del conjunto
de todos los contextos, no nos podemos quedar ni en ella

________________________
[4] vv AA. “Hacia la locura”. Ir Marcial Suárez. Ed Ayuso, 1976 Madrid. Pág
77. Artículo: En busca de una nueva psiquiatrfa de R. D. Laing

23
SALUD MENTAL Y REVUELTA
sola (aislada de las condiciones que la rodean), ni en la situ-
ación inmediata en la que se produce, debemos dar un paso
más.
El campo de la salud mental es una parcela más
donde la violencia institucionalizada y organizada del poder
opera, es un ámbito más donde poner en funcionamiento
estrategias sustentadoras del orden establecido. La perpetu-
ación del sistema se cobra víctimas y algunas de ellas son
los locos, blancos sociales de una operación política violenta
que llega a suponer encierros, comas de insulina, tratamien-
tos con electrochoques o psicocirugía. Todo por el bien del
enfermo y de una sociedad que se revela a sí misma como
más enferma todavía.
Este control social comienza a afectarnos de forma
decisiva desde nuestros primeros años de existencia. La so-
ciedad intoxica y destruye nuestro potencial creador, la vio-
lencia institucionalizada se oculta en el lenguaje, la educación
o los medios de comunicación. Y una vez la socialización se
lleva a cabo, el niño se conforma y pacta con la sociedad su
propia traición, el loco puede verse como aquel que no se
traiciona. Si así fuera... ¿cómo no iba a ser perseguido?
En los comienzos del psicoanálisis se reconocen los
efectos represivos de determinadas instituciones sociales,
básicamente la familia y la rígida moral sexual de la época.
Pero este estudio de los efectos de cierto autoritarismo es
insuficiente, hay que analizar la capacidad perturbadora que
tiene la sociedad en cuanto el todo que es. Los valores sobre
los cuales es cimentado un mundo afectan de manera directa
a la salud mental; podemos decir, que existe una relación
entre esta y el clima social.
¿Cuáles son los valores que nos infundieron?
¿Cuáles son los que operan en el capitalismo de corte
democrático? Las confusiones, las decepciones o las distor-
siones del carácter son consecuencia de una sociedad, que
de niños nos cuenta lo mala que es la mentira, lo maravilloso
de la solidaridad o el respeto, y que de mayores nos revela
la competencia y el despasionamiento como únicos valores
posibles. Sociedad y patología intrapsíquica caminan de la
mano.
Los terapeutas tratan de ayudar al hombre enfermo
a encauzarse de nuevo en el mundo del que se salieron (o
al que nunca llegaron a pertenecer del todo), a introducir-
los en los valores de la amplia clase media. Lo sano guarda
cordiales relaciones con las reglas sociales; entonces, los

24
eNaJeNaDxS # 1

enfermo ... ¿se curan o se adaptan? De esta manera, los


terapeutas (como en los siglos anteriores) son poseedores
de una verdad muy suya que tratan de imponer al paciente,
lo ético de sus tratamientos y recomendaciones queda en en-
tredicho.
La solución a la enfermedad pasa de forma necesar-
ia por un cambio, la pregunta sería qué es lo que debe cam-
biar: ¿el individuo o la sociedad? Nuestra conciencia se ve
afectada por la experiencia social, tal y como he dicho, lo cual
nos puede llevar a plantearnos la posibilidad de aprovechar
esta influencia con una finalidad terapéutica. Si las relaciones
sociales existentes tienen efectos patológicos en nosotros,
la destrucción o incluso la lucha por la destrucción de estas
relaciones podrían tener un efecto terapéutico. El enfrentam-
iento con la opresión y la explotación dentro de la sociedad
y dentro de nosotros mismos, tiene una función constructora
que ayudaría bastante más que una actitud pasiva ante las
condiciones de nuestra existencia. . La confrontación puede
ser tomada como tratamiento, un proceso liberador de los
valores inculcados (lo cual no significa aceptados), una salida
de un universo planteado en términos de explotación, donde
las personas se utilizan como objetos, donde el individuo del-
ega continuamente en organizaciones e instituciones que le
son totalmente ajenas. «Descubrir quién es uno mismo es
un proceso político, pues el cambio del concepto que uno
tiene de sí mismo implica el cambio de las relaciones propias
con las estructuras sociales existentes y el de los supuestos
básicos propios» (5). El proceso abierto es el de aprender a
desaprender, aun teniendo en cuenta lo doloroso que podrá
ser

MARXISMO Y ENFERMEDAD MENTAL

Desde lo anteriormente expuesto, se entenderá que


en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos políticos
antagonistas hayan tenido incursiones en temas referentes a
la salud mental. El más significativo de ellos es el marxismo.
El pensamiento de Marcuse quizás sea uno de los
_____________________________
[5] VVAA. “Hacia la locura”, Tr Marcial Suárez. Ed Ayuso, 1976 Madrid.
Pág217. Articulo: Cambio dentro de un centro de crisis contra-cultural de Ted
Clark y Dennis T. JafIe. [6] Editor David Igleby. VV AA. “Psiquiatrla crítica. La
politica de la salud mental”. Tr Jordi Beltrán. Ed Crítica 1982 BCN. Pág202
Articulo: La antipsiquiatríafrancesa de Sherry Turkle.

25
SALUD MENTAL Y REVUELTA
más significativos, para él, economía y sufrimiento de la hu-
manidad se encuentran enlazadas, los hombres se encuen-
tran alienados por: la naturaleza, ellos mismos y sus seme-
jantes. Lo cual deriva en el “principio de rendimiento” al cual
debe someterse la humanidad, este principio no es otra cosa
que un estilo de vida desexualizador. El resultado es un hom-
bre unidimensional y deshumanizado, cuya capacidad de
goce queda restringida a los órganos genitales, y cuyo cuerpo
restante se transforma en instrumento de trabajo del orden
establecido. Este hombre unidimensional es el que es sus-
ceptible de padecer trastornos mentales, el intentar suprimir
estos pasa por cambiar el contexto social. Jacques Lacan es
la perfecta representación de puente entre el activismo políti-
co y el activismo específica mente antipsiquiátrico. Desde su
particular psicoanálisis, Lacan renuncia a la locura como un
bien del que haya que hacer apología, se trataría de algo
semejante a una comunicación, pero difícilmente descifrable
“dado que el psicótico no ha accedido plenamente a la comu-
nicación, la dimensión simbólica, el orden del lenguaje y de la
sociedad” [6]. Nuestra inmersión en la dimensión simbólica se
produce al entrar dentro de nosotros las reglas sociales y el
lenguaje social por medio de nuestros padres. Para Lacan no
existe un yo autónomo, y por tanto la idea misma de libertad
y autonomía queda cuestionada; ya de niños nos incorpora-
mos en un marco que estaba configurado con anterioridad:
el lenguaje. La breve introducción al pensamiento lacaniano
nos permitirá abordar el tema de la subversión lingüística. Es
un tema que Gilles Deleuze y Félix Guattari trataron desde
su antipsiquiatría enraizada en el marxismo francés. Ambos
llevan a cabo un intento de crear un tipo discurso totalmente
nuevo, tarea que ya había sido acometida por los surrealis-
tas o pensadores como Wittgestein o Lacan. La intención,
ya indicada en el “Tractatus” de Wittgestein, es que un texto
no se limite a transmitir, sino que sea capaz de hacer algo al
lector. Esto es justamente lo que Deleuze y Guattari desarrol-
lan en “El Anti-Edipo” [7], el texto asalta al lector, intentando
transformar el modo que tiene de pensar sobre sí mismo y
sus condiciones. En esta obra se lleva a cabo una de las más
devastadoras críticas al psicoanálisis jamás realizada, una
crítica que se extiende a todas las formas del mismo, inclui-
das las más revolucionarias como la de Lacan. El
_____________________
[7] Guattarl, Félix; Deleuze, Guilles. “El Anto-Edipo. Capitalismo y esquizof-
renia”. Ed Paidós. 1985.

26
eNaJeNaDxS # 1

psicoanálisis se habría quedado encerrado en los concep-


tos de sexualidad y familia propios del capitalismo, hay que
romper con la recurrencia a la familia edípica. En este intento
de superación de las teorías psicoanalíticas, los autores con-
sideran a los seres humanos como máquinas de desear entre
las que se pueden dar una infinidad de relaciones. El capital-
ismo ejerce una actividad restrictiva al tolerar sólo algunas
de ellas. Es este capitalismo el que ha producido un yo, de
la misma manera que ha generado conceptos como el de
propiedad privada o familia nuclear. La modalidad terapéu-
tica propuesta por Deleuze y Guattari es el esquizoanálisis,
una liberación del individuo consistente en descubrir como
el campo social está instalado en nuestro subconsciente.
Proponen una esquizofrenia (distinta de la nosológica) como
camino para desvelar los vínculos entre fuerzas sociales, len-
guaje y yo. Mediante ella se pueden descubrir las máquinas
de desear, y por tanto acercarnos a la verdad del sujeto. El
individuo no se encuentra determinado por un sistema fa-
miliar concreto, sino por una situación histórico-política. Po-
demos establecer similitudes entre este pensamiento y el de
otro intelectual francés: Foucault, él también propone hacer
una ontología crítica de nosotros mismos, con la finalidad de
hacer visibles los sistemas implícitos que determinan nuestra
conducta habitual sin que nos demos cuenta de ello; es decir:
objetivar la coacción que se nos impone y desenmascarar
las rituales que se encuentran detrás de nuestros actos más
cotidianos. Antipsiquiatría. Por último trataré la antipsiquia-
tría o psiquiatría radical, a la que de forma! indirecta ya he
aludido.
Esta corriente, en sus diferentes versiones, suele
partir de dos premisas fundamentales, a saber: que el hom-
bre es deshumanizado por la civilización y que existe una
importante capacidad de comunicación recíproca entre per-
sonas. La realidad está caracterizada por la opresión, coer-
ción ejercida sobre los seres humanos mediante la fuerza o
las amenazas de la misma. La alienación es el resultado final
que se da cuando los oprimidos aceptan las mistificaciones y
mentiras acerca de su opresión. Esta alienación es la esen-
cia de las situaciones psiquiátricas. La liberación es la toma
de conciencia de la opresión sufrida y de la fuente de la que
emana, las personas alienadas pasan a ser personas indig-
nadas. La indignación o la rabia son más bien muestras de
tener una conciencia de la realidad tal como es, que rasgos
neuróticos.

27
SALUD MENTAL Y REVUELTA
El capitalismo oprime en diferentes sentidos y aspec-
tos de la vida, pero siempre con el mismo cariz autoritario.
Oprime a las mujeres con una sociedad patriarcal, oprime
el hecho de que las personas deleguen continuamente sus
decisiones en estructuras que les superan, o el control poli-
cial financiado por el sistema que mantienen, oprime con in-
stituciones jerárquicas como la familia o la escuela. Oprime
de mil y una maneras, y todas ellas contribuyen a nuestra
alienación. El sistema de salud mental insiste en que exis-
ten desajustados cuando lo que existen son oprimidos. El
sistema de salud mental ejerce de juez que castiga a quién
actúa al margen de los hábitos y costumbres generadas por
el sistema; los locos y los presos viven una existencia se-
mejante. El objeto de esta opresión no es desarrollar una
cultura o mantener una moral determinada, sino crear una
“estructura de carácter” que permita el mantenimiento de una
sociedad concreta y los valores que la regentan. Mediante la
opresión, lo que una persona es y hace, se encuentra en fun-
ción del contexto social, las expectativas que de ella se espe-
ran y la autoridad. Frente a los tratamientos tradicionales de
la psiquiatría clínica, se plantean diferentes alternativas (que
no voy a enumerar y analizar aquí), lo más significativo es el
rechazo generalizado a las prácticas de internamiento y la
industria farmacológica.
En el no-tratamiento clínico es donde ven que se
pueden experimentar mejorías, son los excesos del compor-
tamiento los mecanismos que tenemos para liberar nuestra
angustia. Por ejemplo, la regresión es entendida como una
especie de válvula de seguridad y todo aquello que esté en-
caminado a coartarla acabará por ser destructivo. El único
camino para superar la locura es caminar a través de ella,
aquí convergen terapias como la co-escucha (desahogo de
la angustia al compartirla con otros) o el esquizoanálisis. El
sistema de salud mental tiene tras de sí un motivo económico,
el enfermo es convertido en un consumidor del mercado de
fármacos, de los despachos de psicoanalistas, de tratamien-
tos en residencias etc. Etiquetar a la gente es una forma de
generar dividendos, las empresas farmacéuticas tienen más
beneficios que las compañías petroleras (en España se di-
agnostican dos millones de casos de depresión al año y en
1998 el gasto en antidepresivos, hipnóticos y sedantes, tran-
quilizantes, psicoestimulantes y neurolépticos ha ascendido

a 89.472 millones de pesetas [8]); los productos ofrecidos

28
eNaJeNaDxS # 1

pueden reprimir los síntomas pero de ninguna manera afec-


tan a las causas de la locura. Lo cual, opino que no supone
una razón autosuficiente para rechazar sistemáticamente y
de pleno los avances y productos médicos, ésto es lo que
han venido haciendo en las últimas décadas multitud de an-
tipsiquiatras de salón, que lejos de padecer los efectos de
ninguna afección mental exaltaban sin más la locura y sus
virtudes (si es que pudiera tenerlas). Muchos autores olvidan
al enfermo y sus padecimientos. La crítica destructiva que
hay que hacer del sistema de salud mental y la sociedad que
lo promueve, no debe abandonar el pragmatismo que pudi-
era permitir que algunos de los enfermos mentales pudieran
mejorar sus dolencias con alguna ayuda química. El que se-
pamos de donde proceden nuestras dolencias no hace que
estas no sean reales, me explico: puede ser que por ejemplo,
un dolor agudo de cabeza (o una serie de crisis de ansiedad)
responda a una psicosomatización concreta, pero el saber
esto no nos lleva a la eliminación del dolor; este está ahí,
y aunque sepamos que una determinada pastillita no va a
acabar con nuestra afección, puede ayudarnos a sobrellevar-
la en la lucha que tenemos contra ella, y por ende, contra su
fuente de origen.
De todas formas es un tema bastante espinoso y
merece un texto propio para ser discutido. No creo que pue-
da tener ningún tipo de legitimidad quien critica desde su
posición (por lo general a mil mundos de distancia del individ-
uo que padece una determinada enfermedad mental) a quien
consume medicamentos; cada caso es demasiado particular,
y las posiciones generalizadoras pueden parecer tremenda-
mente revolucionarias y rupturistas, pero no esconden más
que desconocimiento de lo jodido que es estar enfermo y una
pose demasiado fácil. Del estudio histórico de la locura, del
análisis del funcionamiento del sistema de salud mental actu-
al, de la reflexión sobre la crítica planteada por algunos pen-
sadores a las concepciones clínicas de la enfermedad mental
y su curación, y de la experiencia, algo queda claro: tenemos
motivos para estar locos y enfermar. El camino para combatir
la afección pasa principalmente por intervenir en la realidad,
y atacar los contextos y relaciones sociales que contribuyen
a nuestra alienación.
___________________________
[8] Datos del Ministerio de Sanidad y Consumo. Publicados por El Pals en
el2 de Enero del 2000.

29
SALUD MENTAL Y REVUELTA

ENAJENADOS #2

NO NOS GUSTO

EN SU LUGAR VA ESTA
HERMOSA IMAGEN

30
eNaJeNaDxS #3

CASI UNA PRESENTACIÓN...

31
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Año 17 de la era Orwell -Primavera –

Hasta aquí hemos llegado, y algo es algo. Antes de


nada, queremos:
1) Dar las gracias a todxs lxs compañerxs que han fotoco-
piado, distribuido, discutido este zine’. El saber que hay para
quien todo esto no le es indiferente es lo mejor que nos podía
pasar.
2) Mandar a la mierda a todos esos grandilocuentes charla-
tanes (siempre repulsivos) que juegan a ser irrisorias van-
guardias intelectuales de no se sabe muy bien qué movi-
miento, y que en su día miraron con desprecio y esbozando
alguna que otra sonrisilla esta publicación. Quien quiera en-
tender, que entienda.
Ahora que nos hemos liberado de amores y resen-
timientos (somos unos resentidos conscientes y orgullosos),
podemos continuar...
El Invierno ya pasó, y nos dejó un espantoso sabor
de boca. Continuamos cosechando derrotas, tantas que hace
ya tiempo que perdimos la cuenta. Nos llovieron demasiados
palos en este Madrid, y todavía andamos un poco perdidxs.
Eso sí, algo hemos aprendido... resistir ya nunca más signifi-
cará vencer. La resignación no podrá tener lugar en nues-
tras almas inquietas, éstas han encontrado por fin su deseo:
latir con la mayor fuerza posible. No queremos sobrevivir, no
queremos aspirar a la autogestión de nuestra tristeza... “de
la misma manera que ya no hay chantajes que nos hagan
aceptar esta realidad miserable, tampoco los hay para que
dejemos en pie este mundo”. Hemos comprendido que una
vida llena de sorpresas es mucho mejor que una vida sin el-
las.
Los tiempos cambian, la rabia crece. No somos
dueñ*s de nuestras vidas y lo sabemos. Eso nos convierte
en proletarios. Para los verdaderos dueños de nuestra ex-
istencia no somos más que loc*s, mercancías, trabajadores
precarios, vándalos, inadaptad*s, drogadict*s, vag*s, estudi-
antes sin presente ni futuro, putas, subproductos. No les in-
teresamos, ya no pueden damos trabajo y apenas podemos
consumir. Mientras ellos se ponen de acuerdo en cómo ges-
tionar este sistema, nosotr*s agonizamos en sus hospitales,
en las universidades, en los manicomios, en las fábricas-al-
macenes-tiendas-oficinas-etc, en las calles, en la cárcel... en
los dominios del viejo mundo. Paso a paso vamos aprendi-
endo de nuestros errores, y de los pocos aciertos que hemos

32
eNaJeNaDxS #3
cometido...
Somos supervivientes del Sistema de Salud Men-
tal, fuimos y somos psiquiatrizad*s, y hemos tomado una
determinación: PREFERIMOS ESTAR FURIOS*S A ESTAR
TRISTES. Nos hemos decidido a enfadarnos en un mundo
en donde palabras como consenso, diálogo o tolerancia se
encuentran revestidas de un halo sagrado. Parece que nadie
se atreve a preguntarse quién sacó a escena esta colección
de anatemas. Sin embargo, no es excesivamente dificil dar
con la respuesta ... las personas se dividen en decididores
y ejecutantes, en explotadores y explotados, la Máquina
basa su funcionamiento en esta división de los papeles. La
condición siguiente que hace que no se pare, que no sufra
ningún percance, es la siempre necesaria paz social. Sin ella,
la articulación entre los que deciden y los que hacen sería
imposible. Por eso se hace necesario que los pisad*s tolere-
mos, dialoguemos y alcancemos consensos con quienes nos
pisan. Aceptarlo es señal de sentido común, civismo y tal-
ante democrático ... lo contrario es lo propio de l*s violent*s,
l*s salvajes y l*s enfem*s mentales. Lo único que podemos
hacer, es asumir nuestra condición y tirar a dar.
L*s chic*s mal*s están enfadados, quieren a ajustar cuentas
y sonríen junto a las hogueras. No pedirán perdón ya nunca
más.
BES.O.S.

TONTAS Y ORGULLOSAS

La psicología cuenta con los tests (ya sean de per-


sonalidad, inteligencia, aptitudes etc) como sus instrumentos
principales a la hora de evaluar “sujetos”.
Los tests se suponen instrumentos rigurosos y obje-
tivos, y sirven para medir una serie de constructos tan esen-
ciales para la psicología experimental como irreales. ¿Qué es
por ejemplo la inteligencia?
Para ser sincera, después de cuatro años estudiando
psicología, no lo sé. Aunque viendo cosas como ésta empi-
ezo a ver por dónde van los tiros...
La “Escala de inteligencia de Wechsler para adul-
tos” (WAIS-IlI) es una batería de tests de inteligencia, que
según dice el tal D. Wechsler en el prólogo de su manual de
instrucciones, “Es un instrumento para la evaluación de la
capacidad intelectual, un herramienta esencial a utilizar en

33
SALUD MENTAL Y REVUELTA
una extensa variedad de contextos, principalmente, dentro
del contexto escolar y clínico...”.
Vemos, que como herramienta esencial, podemos
afirmar que el WAIS es considerado una buena forma de me-
dida de la inteligencia (afirmación ampliamente respaldada
por un montón de cálculos estadísticos y un sin fin de profe-
sionales de la psiquiatría y la psicología).
Pues bien, el WAIS-III consta de 14 pruebas, una de
las cuales dice así:
“El sujeto debe contestar oralmente a una serie de preguntas
cuyas respuestas se relacionan con experiencias de la vida
cotidiana y con la capacidad de comportarse de forma adec-
uada y consecuente con los valores sociales”
Entre las 18 preguntas de ésta prueba están las si-
guientes:
6) ¿Para qué se pagan los impuestos?
Se obtendrán 2 puntos -puntuación máxima- si se contesta:
• Ayuda, mantenimiento o contribución a las cargas económi-
cas de la nación, estado, ciudad, comunidad...
• Para mantener el país y mejorarlo.
1 punto si la respuesta se parece a:
• Para contribuir al bien social.
• Para que el Estado lo invierta en ayudas o prestaciones a
los más necesitados.
• Para mantener y financiar la policía, las carreteras...
Y la puntuación es de O si se dice:
• Sostenimiento de una institución específica, trabajo u orga-
nización, con desconocimiento de que los impuestos sirven
para el mantenimiento de todo el Estado.
• Para enriquecer a otros.
10) ¿Por qué el Estado elige que tengamos testigos cuando
nos casamos?
Se obtendrán 2 puntos con respuestas como:
• Necesidad de dar fe de que se ha celebrado el matrimo-
nio.
• Para dar testimonio de que el matrimonio se ha realizado
legalmente.
Y los puntos son O, si dices:
• Por burocracia.
• Respuestas sin relación con las anteriores.
16) Dígame algunas razones por las que conviene que haya
un régimen de libertad
condicional:
2 puntos, si se reflejan dos de estos cuatro conceptos bási-

34
eNaJeNaDxS #3
cos:
• Forma de recompensar a los delincuentes por buena con-
ducta.
• Dar una segunda oportunidad a los criminales.
• Seguir la pista a los delincuentes.
• Por la masificación de las cárceles.
Si sólo se refleja una de estas ideas, la puntuación es de 1, y
O si la respuesta contiene otras ideas: Dinero de las fianzas,
replanteamiento de las cárceles, etc.
Son l*s mism*s defensor*s de estas pruebas l*s que
luego nos cuentan que la psicología no tiene relación con la
política, y que dado su incuestionable “carácter experimen-
tal’, carece de ideología.
El que se obtengan más o menos “doses” en esta
prueba, influye en la puntuación general de la capacidad int-
electual.
Así que, si en la próxima entrevista de trabajo, o en
la consulta de un psicólogo, nos pasan el W AIS-III, o algún
test similar, y “averiguan” que somos poco inteligentes, les
aseguro que tendremos motivos para sentimos orgullos*s.

MEDICACIÓN

Intentaremos exponer de forma breve y concisa


nuestras criticas hacia los actuales tratamientos farmacológi-
cos que se están utilizando en las terapias de las denomina-
das “patologías” mentales.
Primero, debemos re-evaluar el concepto de “salud
mental” en la sociedad actual. Para la mayoria de los “profe-
sionales” de la salud, sociólogos, educadores y demás gen-
tuza, el término “salud mental” equivale a adaptación social,
es decir: serán patológicos todos aquellos procesos mentales
que alteren la “normal” relación del individuo con la sociedad
y con las personas que le rodean, y que le impidan desempe-
ñar “roles normales” de comportamiento. (Pongamos como
ejemplo a esa gran cantidad de niños diagnosticados de “hi-
percinéticos”, que son incapaces de aguantar las intermina-
bles horas de tediosas clases y actividades “extraescolares”,
y que en consecuencia se encuentran aburridos, intranquilos,
desmotivados ... ¿patología?).
Por otro lado, las causas o etiologías que producen
estos procesos se reducen sistemáticamente a mecanismos
genéticos y bioquímicos. Las explicaciones dadas, son en-
tonces del tipo: “Estás deprimido porque tienes la serotonina

35
SALUD MENTAL Y REVUELTA
baja”.
Dada esta concepción tan reduccionista de las enfer-
medades mentales, es fácil entender la sinrazón de muchos
tratamientos. La mayoría de estos fármacos van únicamente
encaminados a hacer desaparecer la sintomatología: “Este
antidepresivo te va a curar la depresión porque te va a subir
la serotonina”, dejando de lado el resto de factores person-
ales, sociales y económicos, verdaderos desencadenantes
de muchos de estos trastornos (aunque no de todos, desde
luego).
Nosotras proponemos una vuelta de la tortilla: son
esos factores que configuran nuestro día a día los que debe-
mos transformar para superar estas situaciones.

Por tanto centramos nuestra critica en que:


1.- Los fármacos utilizados sólo disipan los síntomas, pero
no son curativos, es decir, que tras suspender el tratamiento
con ansiolíticos, antidepresivos etc... volverás a sentir ansie-
dad, depresión ... etc cuando se den las mismas situaciones
de antes, ya que las condiciones que las provocan no han
desaparecido.
2.- Denunciamos el papel recuperador de estas terapias en
las luchas sociales: “Tú no estas triste porque el mundo que
te rodea sea absurdo, ni por haber sido reducido al papel de
mercancía, ni por la prevalencia de las relaciones descuar-
tizadas y espectaculares, sino por que tienes un gen malo
que no produce suficiente serotonina, dopamina... o lo que
sea”.
Este papel “adormilador” es especialmente patente
en una serie de situaciones, como por ejemplo en las cárce-
les, donde la administración forzosa de tranquilizantes, las
inyecciones de neurolépticos y el resto de las drogas (heroí-
na, metadona ... etc.) mantienen a los presos y presas en
un estado de sumisión, lejos de desencadenar acciones de
protesta y lucha.
3.- Las grandes empresas farmaceúticas se frotan las manos
con el negocio: casi un cuarto de la población mundial sufrirá
a lo largo de su vida problemas psicológicos, y la depresión
se establece como la auténtica epidemia del siglo XXI.
4.- Los efectos secundarios de estos medicamentos son
enormemente dañinos e incluso insoportables para la persona
que los toma. Las consecuencias que ocasionan a más largo
plazo también son muy importantes, por más que las empre-
sas farmaceúticas intenten encubrirlos. Un ejemplo escalof-

36
eNaJeNaDxS #3
riante: casi la mitad de las personas tratadas con neurolép-
ticos ( fármacos utilizados, principalmente, en el tratamiento
de la esquizofrenia) durante más de seis meses desarrollan
discinesias tardías (movimientos involuntarios, repetitivos,
e irreversibles de díversos músculos). La pérdida de inicia-
tiva que producen, el aletargamiento y la dependencia (tanto
psicológica como física) que desarrollan, pueden perjudicar
-más que beneficiar -la resolución de estas situaciones.

El dolor se lo pueden quedar todito los cristianos...


Pero también somos conscientes de que vivimos en
una realidad que no se va a trasformar de la noche a la ma-
ñana, y en la que tratamos de revolucionar nuestras vidas,
evitando así pasarnos los días aguardando como idiotas una
revolución que no vamos a traer a base de esperar. Enten-
demos, que personas que están sufriendo puedan buscar
apoyo en estos medicamentos (aún siendo conscientes de
que no son realmente curativos, y del papel que cumplen),
para disminuir la sintomatología que les atenaza y que no les
permite embarcarse en la resolución - transformación de las
condiciones de vida que les asfixian. Estos medicamentos
pueden ser una ayuda en algunos casos, pero una terapia
que se base únicamente en la administración de psicofárma-
cos carece de sentido (tiene más bien poco de terapéutico),
ya que estos inciden sobre la sintomatología y no sobre la
causa real desencadenante.
No hacemos apología del martirismo, simplemente
refutamos enérgicamente la tesis sostenida por el Sistema de
Salud Mental y sus conocidas órbitas... a saber: que la medi-
cación proporciona la cura efectiva de las patologías men-
tales. La utilización de psicofármacos debe tener detrás una
conciencia, de que por un lado implican una serie de peligros
de los cuales los pacientes no suelen ser informados, y por
otro, de que no serán capaces de afectar la realidad que ro-
dea al individuo que sufre. Por eso queremos dejar claro que
las simplificaciones que algún-a listill* hace en estos temas
(“la medicación es veneno”, “la medicación es contrarrevolu-
cionaria”, bla, bla, bla.) tan sólo demuestra una capacidad de
comprensión anulada. A quien sea tan purista que no pueda
llegar a ver esto, le decimos simplemente: “No sabes lo os-
curo que pueden llegar a verse las cosas desde el fondo del
pozo”.
Cuando los psicofármacos no se venden en las farmacias...
Criticamos y seguiremos criticando. Señalaremos la

37
SALUD MENTAL Y REVUELTA
oscura labor de los recuperadores químicos, lleven bata o
rastas, tengan títulos universitarios o piercings y pelos de col-
ores. No encontramos diferencia y, por tanto, los trataremos
con el mismo desprecio: El desprecio hacia quien no duda en
destrozar la salud y la vida de nuestr@s compañer@s para
el lucro personal. Tratan de convertimos en mercancías, fo-
mentando (en aras del desarrollo de sus negocios – kiosko)
relaciones ocio-festivas que no son, sino una prolongación
más de los largos tentáculos del espectáculo, falsificación
buena onda de la amistad y del amor. El ocio, aparece así,
como resignación y olvido, tiempo marcado por el consumo
(y por tanto, por el trabajo necesario para poder consumir) y
no como disfrute verdadero: acercarse y charlar, compartir
abrazos y risas, y conspiraciones en voz baja...
Apestosos hombres de negocios, venden su basura
en otro formato y en otras circunstancias, pero realmente
cumpliendo una función muy similar a la de los psicofárma-
cos. Incluso la composición química y mecanismos de acción
farmacológicos son muy similares a los de los medicamen-
tos psiquiátricos (ejemplo: cocaína y antidepresivos del tipo
IMAO). [1]
La careta química del fin de semana nos ayuda a olvi-
dar la miseria diaria: lejos de ayudar a la trasformación real
de las condiciones de vida que nos van a producir gran parte
de estos “problemas vitales”, nos facilita la evasión mental y
el dejar de pensar en la mierda que nos rodea, impidiendo así
cualquier tipo de cambio, tanto personal como social.
Brotes psicóticos tras tomar LSD, ataques de ansie-
dad y pánico con éxtasis y anfetamínas, depresión postco-
caínica, delirium tremens, apatía cannábica ... estos y otros
muchos problemas son la maravillosa contribución que es-
tos productos (que nos venden gente que hace creemos
-via apariencias, militancia etc- que son nuestros propios
compañer*s) hacen al mundo de la salud mental.
Para nosotras, son parte esencial del sistema de
control social, y elemento dinamitador de las luchas por la
transformación radical del mundo en el que vivimos... son
nuestros enemigos.

_________________________
[1] medicación que se administra en depresión y fobias. Son inhibidores de
la monoaminoxidasa. Los Inhibidores de la Monoamina Oxidasa (IMAOs)
bloquean la enzima monoamino-oxidasa, que tiene efectos negativos en la
mayoría de los neurotransmisores.

38
eNaJeNaDxS #3

Nosotras nos defendemos atacando...


Pero si tenemos tan claro que ni las drogas (vengan
de donde vengan ...), ni las instituciones que trabajan en el
ámbito de la salud mental nos pueden ofrecer una salida a la
situación a la que nos arrastran nuestros trastornos y afec-
ciones, alguna otra alternativa tendríamos que plantear...
Desde nuestra postura, afirmamos que la mayor
parte de lo que conocemos bajo el nombre de enferme-
dades mentales, son el producto de la violencia ejercida por
el sistema en el que crecemos y vivimos (sin ir más lejos ...
¿quién no encuentra en su día a día 1.000.000 de razones
que podrían llegar a desencadenar una depresión?). Por lo
tanto, la solución no puede estar en entregamos a las ma-
nos de los gestores de ese sistema y sus fármacos. Cuando
nos encontramos en un contínuo estado de simulación, en el
que vivir equivale a elegir entre el menú de libretos que nos
ofrecen los amos para interpretar (el de asalariad*, el de hij*,
el de estudiante, el de consumidor* compulsiv*, el de revolu-
cionari* -sí, el de revolucionari* también puede llegar a ser
un rol totalmente determinado por las estructuras que rigen
lo existente- etc), el desarrollo de la singularidad pasa por el
enfrentamiento abierto con las pautas impuestas.
La lucha por la singularidad es el único camino que
conocemos para combatir la interiorización de la opresión.
Ésta no puede ser frenada pagando consultas de psicólog*s
con un dinero que hemos obtenido mediante un trabajo de-
shumanizador y absurdo (como lo son la inmensa mayoría
de trabajos que tenemos), ni llenando la boca de pastillitas
que nos proporciona una sonriente bata blanca, ni siendo
encerrados entre cuantro paredes por lúcidos profesionales
... La única manera de enfrentamos a ella, es rompiendo la
condición de espectador*s pasiv*s de nuestras propias vidas,
y creando una alternativa real de escape. Para ello sólo hay
un camino, y es el de la acción. Mediante ésta revelamos
nuestra cualidad de ser distintos, nos diferenciamos, para de-
jar de ser así meras mercancías en continua compra-venta.
Abrimos una brecha entre lo que somos y lo que se espera
de nosotros, posibilitamos lo inesperable y expandimos los
límites con los que nos tropezamos cotidianamente.
La lucha contra la pasividad y la generalización de
la impotencia no es un camino para héroes o elegidos. Pen-
samos que los héroes apestan. Tampoco se necesitan aban-
derados ni sacrificios, y ningún dirigente vendrá a explicamos
como abrimos paso. No representamos a nadie, y menos al

39
SALUD MENTAL Y REVUELTA
colectivo de enfermos mentales, atacamos en nuestro propio
nombre. Las herramientas se encuentran al alcance de quien
quiera utilizarlas... Autoorganización, propaganda, mala onda,
complicidad, insulto, sabotaje ... Atacar y escapar, liberar zo-
nas, disfrutar con ello, y antes de que caigan sobre nosotr*s,
dar un salto más e inaugurar un nuevo frente de lucha.
Nuestras intenciones no podrían ser más claras: ren-
egamos de este mundo de mierda y de la totalidad de sus
valores (consenso, trabajo, competencia, consumo, presti-
gio, cánones de belleza, tolerancia, progreso, lucidez etc.),
lo consideramos causa de la miseria y banalización que nos
tiene agarrado del cuello, y por tanto nos declaramos en
guerra. Y así, pretendemos abrir procesos de liberación en
los cuales podamos construir nuevas relaciones personales
(con la previa condición de pasar a cuchillo las antiguas),
espacios y tiempos des-alienados, posibilidades de desatar
nuestra propia creatividad e insertar en la fea realidad nues-
tras colecciones de deseos. Queremos aniquilar el aburrim-
iento en todas y cada una de sus formas, gozar, divertimos,
e inventarnos un lugar donde la posibilidad de caer enfermos
no esté a la orden del día.
La revuelta es la única receta contra la atomización y
mercantilización social. Es el espacio y el tiempo mágicos en
los cuales l*s niñ*s asustad*s pueden jugar a que se les está
quitando el miedo. ¿Y qué somos nosotrxs la mayor parte
del tiempo salvo niñ*s asustad*s?, ¿qué otra cosa podría-
mos ser cuándo somos etiquetad*s-diagnosticad*s, drogad*s
o encerrad*s? Ya lo hemos dicho, no somos héroes y nos
sobra el miedo. Lo que pasa es que ya hemos aprendido qué
hacer con él...

FRAGMENTOS

Un ejercicio de escritura compulsiva

“Lo que contribuye más significativamente a un sentimiento


precoz de maldad es la sensación de que le han abandonado
a uno (...). Es aterrador. Y para que suceda ésto tan horrible,
algo debe ir mal”
Matthew McKay y Patrick Fanning
Autoestima. Evaluación y mejora (sic)
I
Se acaba el tiempo, se acaba. Y hoy he visto de lejos la ma-
ligna pesadilla de la que estoy intentando despertar.

40
eNaJeNaDxS #3
IRREALIDADES
Surcos hiriendo al cielo y la tierra. Dibujos. Magia. Pena.
Hileras de dientes impacientes. Deseos confundidos. Explo-
siones incontroladas. Temblores y dolores.
Mis tristezas en acción. Deriva. Caída. Radiografias de la
miseria. Días perdidos. Amputaciones.
Decidle a Dios que le quiero.

II
Intento calcular la velocidad a la que sería posible escapar...
Fácil quemar momentos. Fácil olvidarse. Fácil inaugurar pro-
cesos de destrucción de recuerdos. Es inevitable hacerse
daño. Brixton, Barrio de la Concepción, Nanterre, La Lati-
na, mañana Bolivia, quién sabe si la India o los Fiordos...
¡Adiós!

III
¿No lo oís?, ¿No oís cómo cruje el cielo?, ¿No oís cómo se
arrancan de cuajo las palabras...? [y las bocas se quedan
mudas, resecas y doloridas].
Otra y otra vez. Somos estúpidos, siempre se nos olvida que
todavía se puede perder un poco más, que se puede rizar un
poco más el rizo.
MASTICANDO CRISTALES.

IV
¡Saltemos!
Vacíos... esperas interminables. Nada-acaba-de-suceder.
Evidente derrota.
¿Cuál será la razón de 1000 olvidos? [...] ¿Un monstruo ...?,
¿O quizás algo peor? Algo así debe ser, ¿pues qué otra cosa
sino podría ser la causa de tanto desprecio?. Asco, asco,
asco.

V
Venga, vamos a romper silencios.
Gracias por tu regalo [aquellas lindas toneladas de ganas de
morir]. Lo siento, yo-nosé, yo-nopuedo. Reventar a gusto,
reventar a solas. Dialéctica salvaje: ellas me dicen, y yo me
preparo para la puesta en escena, doy los últimos retoques a
los artilugios con los que poder afrontar al público.
¡Qué bonito habría sido el no haberte conocido jamás!

41
SALUD MENTAL Y REVUELTA
VI
El dragón nunca se muere.
Micabezaviejacajaderuidos.
Me duelen todas las palabras que no supe decir.

VII
Las pequeflas alfileres que me colgarán del cielo cuando
muera van tejiendo desde dentro mi mortaja. No se pierden
las horas. Eso nunca. Eso jamás.
Algo queda claro, que el monstruo es tratado como monstruo,
y si acaso no lo fuera todavía del todo, acabaría por serIo
como consecuencia inevitable del trato monstruoso.
Hay veces que no es posible dar con un cuento que acabe
bien.

VIII
Vamos a ver romper olas. Mi dolor... ¡cuánto te echo de me-
nos!
Multitudinaria soledad. Tú también te ahogas de tanto respi-
rar.
Esto sólo se puede parar a ostias. Vamos nifia, vamos a
la pelea. Yo siempre gano, yo siempre pierdo. [Vivir en un
cuadrilátero...]
Te envío besos [transoceánicos, de esos fabricados para
subir todas las cuestas ...] con mis labios partidos, con el sa-
bor dulzón de mi sangre ... aéreos sacrificios rituales. Sencil-
lamente, no sé hacer nada más.

IX
Geografía de ansiedades. Vueltas de tuerca. Chirríos estru-
endosos. Nubes mefíticas que esconden territorios soña-
dos-pensados-anhelados. Horizontes de guerra. Los únicos
posibles. La Máquina avanza, hace y deshace. Universos
resquebrajados. Batallas libradas a escondidas. Viviendo el
miedo precedente al asalto. La arritmia. La revuelta converti-
da en cura... ESPERANZA. Ir más allá...

X
Porqué será, porqué, que tras sucesivas espantadas, aquí
sólo quedan los que estaban cuando empezamos, mis niños
luchando, mis hermanos. Demasiada casualidad, demasia-
da. ¿Seguirás aún pensando que no hay más que un solo
mundo?

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eNaJeNaDxS # 4

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SALUD MENTAL Y REVUELTA
1. EDITORIAL.

“Si somos unos “locos”, nuestra locura no es dulce, es la


locura de querer vivir, de negarnos a someternos al trabajo
asalariado, de romper el círculo de base de la banalidad, de
utilizar todas las posibilidades de encontrarnos a nosotros
mismos, de abrirnos y de reunirnos para mejor afirmar la au-
tonomía de nuestros deseos insatisfechos por el capital.”
Grupos Autónomos. Enero de 1979.

Principios de Otoño del año 17 de la Era Orwell. Otra vez


entre ustedes…
— Hay quien nos dijo que tendíamos un poco al
victimismo... A ver si somos capaces de entendernos: Evi-
dentemente nos reconocemos como víctimas de la socie-
dad espectacular mercantil en la que vivimos ... víctimas de
nuestras familias, de las relaciones sociales planteadas, del
Sistema de Salud Mental, de las empresas farmacéuticas,
del trabajo asalariado etc. De ahí, a hacer apología del victim-
ismo hay un salto peligroso. El primer paso que hemos dado
(y que nos esforzamos en actualizar a cada día que pasa)
es el de reconocer cuales son las estructuras represivas que
actúan sobre nuestras vidas, y señalar a su vez cuáles son
sus relaciones con la enfermedad mental. El segundo paso,
es atacar dichas estructuras con todas las armas a nuestro
alcance. No podemos concebir este proceso en partes sepa-
radas, si elaboramos planteamientos teóricos sobre las in-
teracciones entre la configuración de este mundo y nuestras
vidas, es para tomar conciencia de dónde mierda estamos
y cómo está construido aquello que queremos demoler. Si
efectivamente hiciéramos un fanzine para clamar a los cielos
sobre las maldades de la civilización burguesa y repetirnos lo
triste que es nuestra condición de explotad*s, se trataría de
una publicación de corte llorón y victimista. Ahora bien, nues-
tra intención es radicalmente distinta. Reconocemos nuestra
situación, reconocemos a nuestros enemigos, planteamos la
necesidad de acabar con ellos, y por último estudiamos los
caminos para hacer efectiva esa aniquilación. No reclama-
mos la compasión de nadie: necesitamos de la solidaridad
de todxs Ixs revolucionarixs en este frente de lucha contra el
capital y su miseria.
— A es*s que cuchichean a escondidas y se han
referido a nosotr*s como «italianizad*s» nos referiremos con
un solo adjetivo... ¡IGNORANTES! Vuestra necesidad clas-

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eNaJeNaDxS # 4
ificadora da claras evidencias del moho que habita vuestros
cerebros y la opacidad de vuestras miradas. Os suponemos
del lado de todos I*s fanátic*s de la rotulación: médicos, juec-
es, policías, periodistas, etc.
— Por otro lado, una hermosa muchacha estudiante
de psicología a quien obsequiamos con nuestra publicación
comentó, pasados unos días y tras haberle echado un vista-
zo, que no le gustaban «este tipo de publicaciones». Pen-
sando que se trataría de una cuestión de formas (quizás unas
pocas hojas dobladas provocaban la desconfianza en los cír-
culos académicos), le pasamos un Rayo que no cesa (revista
de antipsiquiatría y contrapsicología editada ya en imprenta y
con bastante más presencia que el humilde fanzine que tené-
is entre manos)... la respuesta fue idéntica: «no me gustan
este tipo de publicaciones». Momentos de desconcierto. So-
mos conscientes de la invalidación sistemática que hacen los
profesionales de la salud mental de todo aquello que sale de
boca de «enferm*s» y «personas no cualificadas», pero no
teníamos constancia (o queríamos no tenerla) de que esta
posición estuviese tan extendida entre I*s jóvenes aspirantes
al título universitario. Realmente pintan mal las cosas. Razón
de sobra tenía quien afirmó la incultura y esterilidad que
proporcionan los conocimientos estropeados y de segunda
mano que se venden a toda prisa durante los cursos univer-
sitarios. De gente que desprecia materiales por la sencilla
razón de no venir de ninguno de sus estimados profesores,
o bien de no encontrarse publicados en alguna de las presti-
giosas editoriales del ramo, sólo podemos esperar que sean
eficientes engranajes dentro de un sistema que sólo causa
dolor. Sin capacidad crítica alguna, sin la consciencia de sa-
ber dónde se está... sólo se puede aprender a hacer daño.
— Por último, queremos dar por cerrada la polémica
«Molotov». En respuesta a su «Una reseña, una disculpa»
del número veraniego, queremos dejar algunas cosas claras.
De su ramplona ironía parece desprenderse que nos cor-
remos con la idea de aparecer en su periódico. Chavales,
chavalas, las cosas no van por ahí. Lo que les pedimos es
sencillamente que echaran una mano en un proyecto que nos
parece difícil llevar hacia delante (actualmente, y con una pe-
riodicidad y difusión que dejan bastante que desear, sólo so-
mos tres las publicaciones sobre estos temas que pululan por
el estado), pero como ya ha quedado suficientemente dem-
ostrado, les interesa bastante más llenar páginas con exci-
tantes entrevistas a radicalizados (je) directores de cine, que
dar cuenta de la lucha de otra gente. Cuando nos referimos a

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SALUD MENTAL Y REVUELTA
la prestigiosidad y pretensiones de la publicación, no hablá-
bamos gratuitamente: cualquiera puede leer el capitulillo que
a UPA—Molotov se dedica en el famoso libro de Lucha Au-
tónoma (ha pasado el tiempo, pero los más viejos del lugar
no se han movido), cualquiera puede echar un vistazo a las
reseñas que han hecho de otras publicaciones o a algunos
de los comentarios de Savater Junior. La cosa no da mu-
cho más de sí, para nosotr*s, en líneas generales, destilan la
misma rebeldía que el suplemento cultural de El País.
En cuanto a este número, poco que decir. Como
parece ser que lo de los tests de inteligencia interesó a
bastantes, la misma persona que lo escribió ha recuperado
un artículo sobre el tema que aunque fue escrito hace unas
décadas lo encontramos de actual vigencia. Queremos tam-
bién dar las gracias al chaval que ha traducido el artículo
del Prozac, y recordar que tenemos un e-mail por donde se
puede contactar y mandar todo lo que sea susceptible de ser
publicado.
Salud y Revuelta.

Contra los amos, sus siervos sonrientes y sus falsos detractores. Somos
jóvenes y hermosos, y vamos a vivir nuestra vida para destruir vuestro
mundo.

“He recibido la vida como una herida, y he prohibido al sui-


cidio que cure la cicatriz. Quiero que el Creador contemple,
cada hora de su eternidad, la grieta abierta. Es el castigo que
le inflijo.”
Cantos de Maldoror. Conde de Lautreamont.

Sus chantajes se quedan cortos frente a nuestras


desmedidas pretensiones.
Hemos determinado dejar todas las heridas abiertas.
Pueden tener ya claro, que de morir, moriremos matando. No
les daremos la satisfacción que buscan. Aprovecharemos to-
das las posibilidades de las que dispongamos para alcanzar
la victoria. Nada podrá con la desenfrenada carrera a la que
se echaron nuestros deseos. No hay excusas, no hay tran-
sacciones posibles. Nuestra concepción de una vida mejor
lleva implícita la total aniquilación de su reino de muerte. Es
de él de quien toca hablar. Un día cantaremos al amor y a la
rosa. Hoy es preciso hablar de la sangre, de la violencia y de
la muerte.
AM ANFANG WAR DIE TAT (En el principio fue la acción...).

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eNaJeNaDxS # 4

Sin acción no hay dignidad, ni alteridad, ni subjetivi-


dad. Ella lo es todo... No puede ser de otra manera cuando
no tienes absolutamente nada. Un umbral, un chispazo, una
declaración de guerra, un insulto, una primera batalla. La
carencia - después de lo que nos hemos atrevido a intuir -
no podrá ser colmada con la medida, sino con el exceso. Ya
nunca volveremos avergonzadas sobre nuestros pasos. La
hora de sentar cabeza no llegará jamás.
Siempre nos visteis como un perfecto manojo de
existentes impedidos. Esos gestos, esas voces que sólo
nosotr*s oíamos, ese algo en los ojos, esos miedos a los que
llaman irracionales, esas noches tan largas acosados en si-
lencio, ese desgaste invisible, esas ganas tan enormes de
desaparecer ... No, nunca parecimos estar en condiciones
de producir. Parecía que tampoco nunca lo estaríamos para
consumir... y sin embargo se las ingeniaron para Ilenarnos la
boca con pastillas de colores. Hoy, una vez que hemos com-
prendido, deberían empezar a vernos como los pastores de
fuego que somos.
El silencio es tan frágil... pronto no les quedarán ma-
nos suficientes con las que intentar taparse los oídos.
De esta manera, nos hemos comprometido definitiv-
amente con el partido del Diablo, o sea, con ese mal histórico
que lleva las condiciones existentes hacia su destrucción.
Cada uno ya ha declarado sus intenciones. Sólo nos
queda jugar sin ningún tipo de trabas. Veremos.

PSIQUIATRIZAD*S DEL MUNDO... iÚNANSE A LA GUERRA


CONTRA LA MERCANCÍA!

2. LO QUE ME GUSTARÍA...

Dejar de ver ese algo hecho añicos en su mirada.

Aunque la verdad sea que ya sólo la veo acá, dentro


de mi cabecita o en gastadas fotografías.

Y buscar, buscar. Encontrar a aquél que decidió, que


no se encontraba nada más que frente a lo que le apetecía
en aquella tarde.

Le he visto muchas noches. Siempre en aquellas que


te pasas dando estúpidas vueltas entre las sábanas. Empa-
pado de sudor. Esperando no se sabe muy bien a qué. Re-

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SALUD MENTAL Y REVUELTA
cordando palabras que ya quedan muy atrás en el tiempo. El
mundo escuece. Tú lo sabes. Yo lo sé. Sólo hablamos una
vez de ello. Jamás volví a abrir la boca. Buen cobarde.

Qué sé yo. Adulto, varón... ¿padre de familia?, ¿due-


ño de un precioso utilitario y una espaciosa vivienda unifa-
miliar?, ¿yonki?, ¿sacerdote?, ¿desahuciado?, ¿psiquiatra?,
¿ex-policía?, ¿militante de la extrema izquierda?, ¿exsindi-
calista?, ¿paciente?, ¿demócrata y tolerante? , ¿alcohólico?

Las obsesiones nunca caminan solas. Demasiada
culpa para repartir. Da igual de dónde saquemos las expli-
caciones: ninguna convence. Respirar y odiarse a la vez no
puede sino desquiciar. Querer morirse no acaba de tener
sentido si uno no se muere.

Le llevaría a uno de esos infinitos descampados de


esta ciudad (uno casi idéntico a ese por el que paseaba bus-
cando niños despistados aquel día). Le tumbaría contra el
suelo, le inmovilizaría pisándole los hombros. Colocado como
Cristo, dejaría caer dos enormes piedras sobre los dedos de
sus manos... no podría moverse.

Cuídate. Agárrate bien fuerte a algo. No siempre podrás


vagabundear bajo las tormentas.

Me haría con un buen pedrusco, y procedería a gol-


pear sus tobillos, sus tibias, sus rodillas... creando un ritmo
asfixiante con los chasquidos de sus huesos. Chask, chask,
chask!. Si gritase demasiado, le taparía la boca con cinta
americana. Haría un corte dulce y profundo en una de sus
dos muñecas y dejaría que se desangrase.

¿Qué podíamos esperar? Debimos darnos cuenta


mucho antes. Si somos cosas, si nos han convertido en co-
sas, es evidente que alguien pueda venir y se quiera servir a
su gusto. Cogerá cuanto quiera del producto que ha elegido.

Antes de irme, me arrodillaría sobre su cabeza, haría


cerrar mis párpados y correrían desde mis pestañas hasta
su cara las dos lágrimas más afiladas que jamás se hayan
llorado.

Estamos rotos. Cierto. Igual de cierto es que estamos

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eNaJeNaDxS # 4

dispuestos a ajustar todas las cuentas pendientes. Nuestros


resplandecientes puñales están listos para salir a pasear.

Quiero que esa fuera la última imagen que le que-


dase en la cabeza al marchar ya para siempre de Madrid...
un niño que llora a otro niño.

“Del mismo modo que advertimos el cambio que se


ha producido en una persona que no hemos visto durante
largo tiempo, mientras que quienes la ven a diario, un día
tras otro, no lo notan, porque el cambio es gradual cuando
avanzábamos a lo largo de la costa, detecté innumerables
indicios de los éxitos conseguidos por el Tinglado desde que
atravesara esas tierras por última vez, cosas como, por ejem-
plo: un tren que se detuvo en una estación y que depositó
una larga fila de hombres adultos con trajes brillantes y som-
breros hechos en serie, igual que si fueran una pollada de in-
sectos idénticos, objetos semianimados que salieron fft-fft-fft
del último vagón, luego el tren hizo sonar su silbato eléctrico y
avanzó a través de las tierras mancilladas hasta otra estación
donde depositaria una segunda pollada.
O cosas como esas cinco mil casas idénticas salidas
de una cadena de montaje y alienadas en las colinas de las
afueras de la ciudad, tan recién salidas de la fábrica que aún
seguían unidas unas a otras como las salchichas; un cartel
que decía: “Encuentre su nido en las viviendas del oeste - sin
entrada para los veteranos”; un parque de juegos al pie de
la colina, una reja cuadriculada y otro cartel que decía: “es-
cuela de niños San Lucas”; cinco mil niños con pantalones de
pana verde y camisas blancas bajo buzos verdes, jugaban
a “la culebra” sobre media hectárea de gravilla. La larga fila
saltaba y se retorcía como una serpiente y, cada vez que
daban bruscamente la vuelta, el chiquillo que iba a la cola se
desprendía y salía volando contra la verja como una pelota.
Con cada tirón. Y siempre era el mismo chiquillo, una y otra
vez.
Esos cinco mil niños vivían en esas cinco mil casas,
propiedad de los tipos que habían bajado del tren. Las casas
eran tan parecidas que los chicos se equivocaban constante-
mente de casa y de familia al volver del colegio. Nadie lo
advertía. Comían y se acostaban. El único que no pasaba
inadvertido era el último chiquillo de la cola. Siempre iba tan
rasguñado y magullado que quedaba fuera del lugar donde
quiera que fuese. Tampoco era capaz de relajarse y reír. Re-

49
SALUD MENTAL Y REVUELTA
sulta difícil reír cuando se siente la presión de los rayos que
emite cada coche que pasa, o cada casa que uno cruza”

3. EJEMPLOS DE PERTURBACION MENTAL ESQUIZOFRENI-


CA.

“Algunas cosas día tras día Metro-trabajo-cena-trabajo-


butaca-metro-trabajo ¿cuánto más se puede tragar? Uno de cada
cinco sufre un colapso nervioso”.
Graffiti en Nothing Hill, Lon-
dres, principios de los años setenta , tal como fue reproducido en el
número dos de “Londons Outrage” febrero de 1977.

(Fragmento extraído de un manual de psicofarmacología de


la Universidad CEU San Pablo de Madrid, en la sección que
habla de los Neurolépticos)

“Estas citas de pacientes ilustran algunas de las dis-


torsiones del pensamiento típicas de tan grave trastorno. Han
sido tomadas de la obra “Dementia Praecox o el Grupo de las
esquizofrenias”, obra clásica en que Eugen Bleuler describió
esta enfermedad y le dio el nombre que ha prevalecido...
José G. Es un joven de 20 años, estudiante menor de
cinco hermanos, desde pequeño apocado y tímido... Siempre
fue el primero de su clase y sus estudios fueron brillantes en
rendimiento... Hacia los 18 años comenzó a oír voces ex-
trañas, como si le llamasen. No conseguía distinguir en las
voces si eran de hombre o mujer. Aunque ahora dice no oír-
las, está convencido de que aquellas voces fueron realidad.
El padre ha podido sorprender algunos de los escri-
tos, que ignora a quién dirige y que a continuación transcri-
bo:
“Mis queridos señores, el otro día por una rara ca-
sualidad escuché en la radio su programa de “Cristo para
todas las naciones” y no puedo por menos de sorprenderme
de que Cristo quiera entregarse de nuevo a esas que ustedes
llaman “naciones” después de lo que le hicieron. En primer
lugar yo no creo que “naciones” sean esas aglomeraciones
anárquicas, insulsas y absurdas, que no hacen más que hos-
tilizarse entre sí. No creo que Cristo pueda tener interés al-
guno por esos piojosos, ya sean capitalistas o rojos.
La verdad es que un servidor de ustedes tiene tanta

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eNaJeNaDxS # 4

repugnancia hacia esos que se llaman a sí mismos cristianos,


que por sus propias características de actuación merecerían
que Dios mismo diera fin con todo lo creado, al haber cometi-
do el error de dejarlo en manos de semejante gentuza. Estas
letras van encaminadas a decirle que si todavía “soporto” la
existencia con esos CERDOS, es por mi familia, y concreta-
mente dentro de ella a aquellos que verdaderamente me han
querido. Digo ésto, que he renunciado a tomar nunca más
contacto con este mundo extraño que dicen, está habitado
por “criaturas amorosas y racionales”, de lo cual yo me río a
mandíbula batiente. No sé que bicho les ha picado a ustedes
al intentar dar amor a esas bestias con cuerpo de mono, que
no hacen más que defecar y roncar, si es que no te hacen
alguna mala jugada de paso. Les digo ésto porque a mí ya
me la han hecho, desde muy temprana edad me di cuenta
con qué clase de basura había de soportar la convivencia
de por vida; desde entonces no he hecho más que sufrir y
padecer, y tanto ha llegado la cosa que muchas veces pi-
enso que hago aquí en este hermoso “PLANETA AZUL”, pero
en cuya superficie habitan esta clase de seres animalados
que acabarán por destruirlo. Ya mi vida la han destruido, mi
mente, por culpa de esos inmundos piojosos, anda ya casi
en los umbrales de la locura. Las causas ya las pueden ust-
edes suponer; fui siempre un muchacho débil y asustado, en
cuya minusvalía se cebaron todos, no había día en el que
no sintiera el mordisco de esos puercos. Así a mis 25 años
estoy encerrado en una habitación y sometido a tales tor-
turas interiores que tengo miedo hasta del aire que respiro.
Todo se lo debo, señores míos, a esa inmundicia, por la que
dicen ustedes que hay que luchar “amorosamente” teniendo
a Jesucristo por meta; ya podrán entender ustedes que me
parece irónica la cosa.
En fin, mi único deseo es hacerles unas preguntas,
estoy dándole vueltas a la cabeza, para ver la forma en que
pueda terminar con mi vida, o la manera, en su defecto, de
vivir como si en este bonito planeta no existieran más que yo
y aquellos que de verdad me han querido, pero a lo uno y a lo
otro se opone la religión cristiana, y en ella Dios mismo. ¿No
creen señores, que ya es bastante? ¿Es que encima tendré
a Cristo contra mí? ¿No está Cristo al lado de esa porcina
juventud? Lo único que quiero es que le pidan a Cristo que
me permita ir a otra vida donde verdaderamente se respete
al prójimo y mientras tanto, me de fuerzas para soportar este
estado de coexistencia con esta manada de burros con gar-

51
SALUD MENTAL Y REVUELTA
ras en tanto vivan mis padres. Saludos”.
El psiquiatra que recoge esta carta cuenta que a vec-
es el chico le confiesa que “de nuevo creo que me miran por
que soy poquísima cosa, y como consecuencia del complejo
de perseguido tengo fantasías de grandeza, como si fuera
reencarnación de emperadores romanos... pero no tengo sal-
ida, no he sabido defenderme, me atacan por todos lados.”
Hay veces el las que decir cualquier cosa está de
más. Ésta es sin duda una de ellas. Este trocito de manual
habla por sí mismo, dice mucho (demasiado quizás) de la lo-
cura del enfermo y de la lucidez de padres y psiquiatras. Sólo
diremos, que nosotrxs sí estamos aprendiendo a defender-
nos... y lo hacemos ATACANDO.

4. SUSURROS Y CONTRASUSOSURROS. (Que no se callan,


que no se callan ...)

“Yo he bajado demasiado para temer el bajar más”


El Corsario. Lord Byron.

Princesas sonrientes con enormes pistolas tras sus espal-


das. Horror y espanto. Abismo. Inocencia. Resistencia.

Nos entregamos nosotrxs mismos a la destrucción, y recla-


mamos así mismo, y a cambio, más destrucción.

¿Quién dijo que quería tranquilidad...? Un error es un error.

La ostia, el corte, el mordisco, la autolesión, es el dique, el


último recurso disponible que te lleva a no ser capaz de dar
un paso más. Una especie de defensa innata contra la propia
liquidación. Un punto de inflexión a partir del cual todo se
vuelve un poco más lento: lo suficiente para seguir viviendo.
Unos instantes de falsa pero necesaria tranquilidad, donde
el tiempo parece pararse y el placer y el dolor se dan el más
húmedo de los abrazos posibles.

Cada vez estamos más cerca de saber lo que queremos.

Huelo mal, mi sabor es mucho peor.

Me escuecen los ojos. Es difícil dar cuenta de todo. Frac-


ciones de tiempo expandidas sin control, 1000 versos a la
fuga. Demasiadas imágenes sin sincronizar.
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eNaJeNaDxS # 4

La noche y la ansiedad son como dos perros que copulan, y


después son incapaces de soltarse.

Señores, les comunicamos que el dolor se hace insoportable


.
Tanto odio sólo puede venir de haber amado igual o más.

Por tus crueldades me voy.

Fabulosas traiciones. Agujeros bien escondidos.

No es que no me quieras, es que me quieres mal... Los lobos


y los corderos no se miran con ojos tiernos.

Por qué es muy perturbador enfrentarse con alguien que no


ve las mismas cosas que uno ve.

¿Acaso no nota usted que algo está ya sucediendo? Un par-


ticular infierno ha sido desatado. Los tiburones más astutos y
hermosos jugarán esta vez de nuestro lado. El farol definitivo.
Un riesgo que nos encanta correr. Una muesca en la histo-
ria.
NO TE VOY A MOLESTAR, QUIZÁ TE SALPIQUE, SÓLO
ESO... TÚ HAZ COMO SI NADA.

Noches siempre en monocolor. Es evidente que quieres que


me muera. Lo haces bien, lo haces bien. Extraños zumbidos.
Leones deshidratados llorando de miedo. Los espejos siem-
pre se encargaron de mentirnos. El corazón late, late. Parece
-o parece parecer- que en el siguiente golpecito seco se fuera
a incendiar él solo. Moriría sonriendo.

Adicciones. Eléctricos e insondables mecanismos. Las no-


ches... su escenario preferido. Entonces es cuando campa
a sus anchas por los pliegues y repliegues de mi cerebro y
la siento cerca... quien habla en mi oído dice que al abrir los
ojos estará de pie en el centro: mismo de mi habitación... bai-
lando como un derviche, lanzando besos al aire...

Estruendos. Gargantas partidas en dos. Que venga. Que me


mate a ostias. Que despunte el maldito alba. Aguardo ansio-
so esa lluvia de patadas, puñetazos y salivazos. Los pájaros
vuelan boca arriba. Las palabras se pierden en el oleaje de

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SALUD MENTAL Y REVUELTA
un mar de orina.

Merecer es un verbo que duele.

Buscaros un buen abrazo, una buena sonrisa, un buen pol-


vo.

Elogio de la mentira. Me das asco.

AVISAMOS: El decorado empieza a dar muestras de can-


sancio. La situación no se podrá prolongar durante mucho
más tiempo, si es que se quieren mantener unas condiciones
mínimas de seguridad. La escena entera ha comenzado a
hablar. Nada indica que se vaya a callar. Cada cual quiere
escribir el guión de su personaje. El incendio ya está aquí.
Que tiemble la representación.

Andaba a paso lento por las entrañas del bosque cuando tu


beso me fulminó.

Dame-en-la-boca la patada más dulce que me puedas dar.

MEJOR, HABEIS LLEGADO A LA CONCLUSIÓN DE QUE


IRSE ES LO MEJOR. PERO SOIS TAN SUCIOS E HIPÓCRI-
TAS, QUE OS NEGAIS A RECONOCER QUE SE TRATA
DE UN JUICIO QUE SÓLO REPRESENTA VUESTROS
INTERESES. LA MÁS BONDADOSA DE LAS OPCIONES
NO TIENE EN CUENTA A NADIE MÁS QUE A VOSOTROS
MISMOS. NO DESPERDICIEIS UNA DE VUESTRAS ESTI-
MADÍSIMAS LÁGRIMAS. NO PRONUNCIEIS MI NOMBRE
EN VANO. NO OS ATREVAIS A DECIRLE A ALGUIEN QUE
OS IMPORTO. DE VERDAD QUE DEBERÍA RAJAROS EL
CUELLO.

Caemos, caemos. Traza el recorrido en tus hojas cartográfi-


cas. Calcula los ángulos, los virajes, los encuentros causales,
el impacto.

Tengo ganas de morderme la yugular.

Quisiera besar lentamente sus párpados antes de marchar.

54
eNaJeNaDxS # 4

5. TEXTO DE DAVID COOPER

“La antipsiquiatría nació como lucha dentro de las in-


stituciones contra todas las formas de represión, de violencia
y gueto que existen dentro de los manicomios. La labor dentro
de las instalaciones es importante, pero debe darse un paso
hacia delante y estar alerta para no ser absorbidos. ¿Qué
sentido tiene crear diez islas felices mientras todo el resto fun-
ciona como antes? De esta forma no se rasguñan ni siquiera
las instituciones. Por el contrario, la locura es recuperada por
el sistema y asesinada como posibilidad subversiva. Por ello
estoy convencido de que ha llegado el momento de salir de
las instituciones. De no luchar sólo dentro del manicomio. De
luchar fuera. Hay que politizar la locura, convencer a la gente
para que acepte su propia locura sin miedo. Y para obtenerlo,
debe arrojarse al mar a los expertos. Cortarles la cabeza a los
psiquiatras. Para éstos, actualmente no existen más que dos
alternativas: o se suicidan, o hay que matarlos.”
D. Cooper.

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SALUD MENTAL Y REVUELTA

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eNaJeNaDxS # 5
Con este número, buscamos sacar sobre el papel
sentimientos, miedos, desbarres, viajes, caídas, sospechas
... que de una manera u otra no creemos que hayan tenido
suficiente protagonismo en la mayor parte de las cosas que
hemos ido publicando. Se trata de puzzle roto contra el suelo,
en el que posiblemente (y de ello nos alegramos, pues es
reflejo de qué va esta historia) ninguna pieza encaja con la
que tiene junto a sí. A quien quiera buscar algún tipo de ra-
zonamiento lógico en estas paginas, le invitamos a que re-
gale el fanzine a otra persona ... muchos de los textos que
aquí presentamos, ni siquiera han sido escritos o trascritos
con la intención de que alguien los leyera algún día. Hemos
recogido principalmente palabras de psquiatrizad*s (tanto
internad*s como no internad*s) de fuentes directas en unos
casos, y lejanas (e incluso dudosas) en otros, a su vez se
han intercalado aleatoriamente pedazos de libros y plagios
varios.
Todo ello, para decir algo que ni siquiera sabemos si
se puede decir. Al menos, lo hemos intentado. En todo caso,
no se ha citado quien dijo esto u aquello, confundir los límites
de la locura es una de las principales tareas que hemos asu-
mido. Que cada cual juzgue como crea oportuno.
[ Gracias infinitas por el apoyo recibido de quienes
estuvieron, están y no se van ... por muy fuerte que nos
golpee la tormenta. Gracias a casi nadie. Estas fotocopias
están dedicadas a tod*s l*s pres*s que leen la publicación
desde las tripas de la Bestia. Desde dentro, desde fuera ... os
amamos. ]

¡GUERRA SOCIAL EN TODOS LOS FRENTES!


¡UNÍOS HERMAN*S PSIQUIATRIZAD*S!

Tengo una buena historia que contar. Si queréis oírla, sen-


taos y escuchad. Para mí, es casi como un sueño.

El neurótico es una creación artística, una obra de arte, un


nuevo tipo de hombre salido y construido de todos los er-
rores del primero. Una especie de Frankenstein o Superman
bizarro construido de todos los retazos inservibles para otra
cosa que para la poesía.

¿En qué sueñas?


En nada.

57
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Gente endemoniada, sin sol, mirando por lo bajo te ven ent-
rando en sus aposentos. Todo escalones, laberintos sin salida
donde tienes que empezar tus pasos, que no sabes ni siqui-
era donde dirigirlos. Se caen al vacío, como tus palabras en
ellos, como las suyas siempre con ellos, sólo los que tienen
algo por hacer, como resolverlo, y están arriba. Hablan con
palabras de tedio, entre ellos todo se entiende, tú sólo vislum-
bras sus pasos, que te llevarán a toda su libertad inexistente.
Y tú contra todos, solo, y contra ellos, todo está preparado
para ti, todo su camino mal empedrado.

Ya volvemos, al espanto de un nuevo día.

El placer es la cosa más difícil de imaginar del mundo. (¿Con-


tra quién quiere luchar?). El deseo es probablemente todo lo
que un hombre posee. Soy un hombre que intenta no morir.

Nos inyectan medicamentos para probarlos, como si fuéra-


mos cobayas.

El que cumpla con la Misa y las oraciones va al Cielo, y, al


Cielo, a un kilómetro del Polo Norte, sepan que si van en
avión no pueden entrar.
Irán de la Tierra al Cielo sólo con Fe, Esperanza y Caridad.

Yo no soy ni alguien ni otro.

Fatales desenlaces, a veces no somos capaces de olvidar


lo que queremos. Será cuestión de razones ocultas y no tan
ocultas. En todo caso, no podemos, y el dolor se hace inso-
portable.

¿Sufre algún trastorno mental?


Sí, bronquitis.
Me refiero a una enfermedad mental ...
Sí ... bronquitis. Muy grave.
¿Se medica?
Sí, tomo Modecate.
¿Por qué toma eso?
Gripe. Una gripe malísima. Te puedes morir en cualquier lu-
gar.
¿Por qué le dijo el médico que tomara Modecate?
Dijo que curaría la gripe. Aunque todavía la tengo.
¿Desde cuando tiene gripe?

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eNaJeNaDxS # 5

Cinco años.
¿Fue al hospital por su gripe?
Me pasé ocho semanas allí. Horrible. Te ponen en una habit-
ación, te desinfectan y te pinchan. Para curarte la gripe.
¿Le gusta estar aquí?
Sí. Te dan bien de comer, hay distracciones, se canta.
¿Tiene buena voz?
No especialmente. Siempre estoy con gripe.
¿Le gustaría volver a trabajar?
Me gustaría volver a trabajar, pero la gripe me lo impide.

... la sólida realidad de este mundo vacío, este perseguirse


de formas que, por ser fantasmas, no dejan de ser reales.

Amor, amor ... sé que en algún momento volverá a llamarme


amor.

Hoy es ya mañana, ayer es idéntico a hoy. Un juego afilado


... cada vez me quedan menos vidas. Ostias en la cabeza.
Hasta dentro. Tanto como pueden. Tanto como damos de sí.
Un estertor. Mis brazos restellando al aire. Un escupitajo de
electricidad.
(Bien, parece que la aguja ya hizo su trabajo y se marchó.)

Un payaso muy bueno casi todos los días iba a trabajar muy
temprano el payaso.
Eran unos días muy felices con sus hijos y su familia feliz era
muy feliz. Todo terminó en el circo se cayó y se mató.

NECESIDAD NO ES OBSESIÓN.

La misma muerte física, por la que tanto se llora en el mundo


de la muerte, es menos mortal que la muerte que se vende
como vida.

Lo que sucede, es que odio mi cuerpo cm a cm.

Yo creé Tierra y Mundo. Yo envié a los hombres al mundo y


uno tras otro caían y eran devorados, y los hombres gritaban
“¡Banquete!”.

Óyeme; incluso si los médicos me dejaran ir, incluso si estuvi-


era mejor, no me iría nunca porque no tengo a donde ir.

59
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Mermelada ayer, o mermelada mañana, pero nunca mermel-
ada hoy.

¿Sabes, hijo?, yo era conversador, ese era mi problema, con-


versaba demasiado. Hablaba siempre. (Sí, quise suicidarme
dos veces, las dos con un Sputnik, una navaja rusa). Tengo
que contarte algo que quizás te interesará ... espera ... ¿sa-
bes cual es mi planeta favorito? Plutón. ¿Y sabes porqué?
Porque es el planeta más alejado de la Tierra ... y también
del Sol ... el más frío ... y Andrómeda es la galaxia más bella
... y el número que me gusta más es centrillón ... y, oye, una
vez soñé que era Superman, quiero decir que lo llamo Su-
perman pero no era realmente Superman, pero a quien más
se parecía es a Superman. Iba volando hasta el borde del
universo y luego volvía. Me sentía libre, tan libre ... Soñé lo
mismo otras veces; comenzaba el mismo sueño y luego no
podía volar, y me quedaba plantado en el suelo, tratando de
despegar, pero ya no podía volar ... ¿qué te parece eso?,
¿eh?.

Oigo disparos, pero nunca veo las balas.

Se acerca la hora, de irse a la mierda del todo.

¿Qué enfermedad tienes?


Cuatro pastillas blancas y una verde al día.

Jamás conforme estuve


con esa imposición desordenada
que es siempre el orden.

¿Hermanos? ¿hermanas?, ¿sois vosotr@s las sombras nó-


madas que respiran en mi cuello?, ¿ Sois vosotr@s quienes
me regaláis fuegos de colores que sólo yo veo?

Si fueras el jefe de Estado, ¿permitirías que un médico atara


a un hombre a una cama?.

Matando a Dios, matando el rato. Trozos de mí brincando


sobre el cerebro. Cuchicheos. A quien - le importa -que yo
- quiera ser yo. Truenecitos, truenecitos de oreja a oreja.
Mis besos también están locos. Los guardo bien guardados.
Alguien los saboreará, alguien me dirá lo ricos que están.
Tumbos. Esperando soles. El silencio es para los demás, y la

60
eNaJeNaDxS # 5

piedad... para luego.

La locura es estar encerrado en un hospital sin poder lar-


garte.

Ya no puedo pensar lo que quiero, las imágenes movedizas


sustituyen a mis pensamientos.

A papá no le caigo bien ni en el día de mi cumpleaños. Voy


a morir, ya sé quien quiero que me entierre. No me apetece
veros. Higiene, salud, puedes llamarlo como quieras. Me falló
la estrategia, me falló la cabeza.

Mi fotografía no aparece porque no nací. Mi nacimiento sería


precioso. Para nacer me tendrían que haber dicho que sería
feliz ... No sé porqué estoy aquí. No tengo ni idea. Creo que
traen a la gente aquí para matarla. Estoy aterrada. La muerte
me llegará cubriéndome todo el cuerpo. Y me quedaré silen-
ciosa para siempre.

Alimentados por siempre jamás con las migajas del viejo


mundo, locos, loquísimos - sólo viviremos para enterrarlo - .

Miedo, lo tengo ante la posibilidad de que los demás me vean


como yo veo a los demás.

El loquero sabe el sabor de mi orina


y yo el gusto de sus manos surcando mis mejillas
ello prueba que el destino de las ratas
es semejante al destino de los hombres.

Delirium: salirse del surco del arado.

Me besó la locura ... yo te necesitaba.

¿Conociste algún perdedor con razón?


Algunos ... por lo general la guardan escondida, y en oca-
siones, afilada y presta para hacerse recordar.

Así, en esta inmensidad se anega el pensar mío y el naufra-


gar en este mar me es dulce.

Es falsedad capital ofrecer como verdad la existencia recono-


cida.

61
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Jesucristo en la cruz me dijo que era pecado mortal besarse
demasiado. Jesús no quiere que la gente se besuquee de-
masiado. No le gusta que hable demasiado. No le gusta que
coma demasiado. A mí me encanta comer mucho. Me en-
canta hablar mucho. Me encanta besar mucho. Por eso estoy
aquí.

No sabría explicarlo, tan sólo quiero cortarme.

Pues sí, definitivamente conozco mucha más gente a la que


mató el amor, que a la que lo hizo la heroína. Es evidente
quien acarrea mayores peligros.

¿No conocen la historia?


Me la imagino. El psiquiatra de ojos brillantes, el inteligente
sociólogo, el pedagogo resentido de boca espumosa, los pa-
dres antisépticos...

Sé que no vendrás a salvarme, a engañarme, a hacerme cre-


er que no debería mirar tan adentro de las espirales.

O soy más hermosa e inteligente, o merezco con fuerza el


estar muerta.

El tiempo no tiene ni puta idea de curar heridas.

Hay que saber huir, y saber hacerlo bien. Desaparecer. Atar


todos los nudos, cerrar todos los círculos, borrar todas las
huellas. Irse como si fuera lo más normal, sin que nadie lo
vea extraño. No podemos vivir sobrando. Es hora de alejarse.
No quedarán heridas abiertas. Limpieza. Operación precisa y
estudiada. Otros cielos están ya esperando.

Lo peor de todo, es sin duda es el no ser siquiera capaz de


intuir algún lugar como propio: esta somnolencia sin principio
ni fin, estas ganas descomunales de despertarse.

Luna alta, mala luna. Había caído la noche, dentro de él


había caído la noche, y la noche ya no era la hora del amor
ni de la guerra. Sus ojos habían perdido el habla, y sólo
tenía oídos para las goteras de la muerte. Puta vida, vida sin
fuego.¿Sobreviviendo? Sobremuriendo. Quiera Dios soplar
esta ceniza.
Un hogar es un sitio donde todo puede salir mal.

62
eNaJeNaDxS # 5

Una voz me dice que si quiero morirme, si deseo morirme,


con un poquito más de fuerza quizás lo consiga.

El gris no existe. El gris no existe. El gris no existe.

No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. A


parte de eso, tengo en mí todos los sueños del mundo.

Soy como un buen policía, aprendí a hacerme daño sin ap-


enas dejar marcas.

Un loco tocado de la maldición del cielo


canta humillado en una esquina
sus canciones hablan de ángeles y cosas
que cuestan la vida al ojo humano
la vida se pudre a sus pies como una rosa
y ya cerca de la tumba, pasa junto a él
una Princesa.

Mercancía escacharrada. Mercancía superflua, prescindible.


El tiro de gracia me lo disteis mucho tiempo atrás. Os odio.

Y buscar un libro, para perderte en él, y casi así no volver a


encontrarte.

Le jugaremos malas pasadas a la locura.

Dejaré de esconder la cabeza en las arenas celestes.

Me hiciste sentir asco. Asco de mi propio cuerpo. Asco de


mis propios pensamientos.¿Qué venís ahora a decir? No lo
intentéis. No lo intentéis. Sé que tenéis una pistola cargada
con un “lo siento”. Se que esperáis el momento de ponérmela
en la nuca. Esta vez me encontrareis preparado. Esperaré
agazapado en la oscuridad, cuchillo en mano...

La única cuerda que me encontré estaba tendida sobre el


vacío.

La naturaleza de lo verdadero resplandece ya en el cuidado


que pone en ocultarse.

Los médicos pretenden que el delirio nos embota y nos quita


el sentido de los valores. Pues bien, si el delirio retira la an-

63
SALUD MENTAL Y REVUELTA
tigua escala de valores bajo nuestros pies, nos levanta otra
mucho más alta y mas fina.

Tan pronto como se sabe que es la muerte, ya se la desea


uno a alguien. A los dos años ya se mata la gente con una
pistola de aire comprimido.

Duele el querer decir cosas y quedarse uno necesariamente


callado. Duele el pensar que la soledad es consecuencia del
estar así, o si el estar así es lo que me escupe en la cara mi
siempre preciada y temida soledad. No duelen las lucecitas
que yo veo y vosotros no. No duelen esas líneas oscuras
atravesadas en el suelo, que se esfuman en cuanto me
dispongo a pisarlas, y me susurran que no las pintó nadie. Ni
siquiera me duele el ruido. Hoy ... no me dueles tú. Mañana
quién sabe.

¿Qué sois vosotros? ¿Os veis tan diferentes, tan normales?


El beso que os dio la Parca se huele desde muymuymuy
lejos. Lo que creáis que sois perdió su sentido una noche an-
tes de que Dios creara el mundo. Soy una hermosa criatura
en comparación con lo que veo.

Cuando destrozo reglas, me encuentro a mí misma bajo el


tedio cotidiano: aventura.

Vivir en monotonía las horas mohosas de lo adocenado, de


los resignados, de los acomodados, de las conveniencias, no
es vivir la vida, es solamente vegetar y transportar en forma
ambulante una masa informe de carne y de huesos. A la vida
es necesario brindarle la elevación exquisita de la rebelión
del brazo y de la mente.

Nunca haré caso de quienes me ridiculizan, mientras un niño


no se ría de mí.
Jamás aceptaré rendición resignada, renuncia o arrepen-
timiento a la potencia propia.
Debemos cuidar de l*s nuestr*s.

64
eNaJeNaDxS # 6

65
SALUD MENTAL Y REVUELTA
1. EXTRACTOS PERTENECIENTES AL PROGRAMA DE RADIO
LOS CAPITULOS PROHIBIDOS DE CORIN TELLADO (RADIO
QK, Radio Llibre de Uvieu)

- Las trascripciones han pretendido ser todo lo fieles posibles,


pero en ocasiones no se ha podido descifrar al cien por cien
la totalidad de lo que en su día fue radiado. Esperamos hab-
erlo hecho lo mejor posible.
- Las fuentes no se citan porque en los Capítulos tampoco se
hace; y además, así es bastante más divertido.

I.
Un señor por la radio dice, y su voz desprende credi-
bilidad, aunque parece molesto con alguien, y ese tonito pre-
potente dice que... habla de un libro, dice que la locura es
debida a la imposibilidad de comunicarse.
Han cerrado la radio, han abierto las persianas, y otro
señor serio con cara de saber mucho está sentado delante de
mí. Yo quisiera decirle que es muy duro no poder hablar el
mismo idioma que las demás, pero no se lo diré. No quiero,
él no lo entendería, nunca dejaría de escribir, y luego consul-
taría sus notas con los libros que estudió en la universidad.
No me gusta ser un objeto, y sinceramente, lo que más me
apetece ahora es lanzarme sobre este señorcito y arrancarle
a mordiscos la yugular. Cada vez que me pregunta grito y
pataleo, y si alguien se pasa de la raya, muerdo. Hace un
rato tuvieron que llevarse a un celador que quiso hacerse el
simpático, je, que gracioso era ese tipo.
Los doctores tienen sus corbatas, sus maletines, sus
gafas y todos sus títulos. Son sus señales largas y estrechas,
sus límites. Sus líneas están en sus sueldos, en sus casas,
en sus coches. Yo también necesito mi espacio, necesito re-
speto. ¿A qué vienen esas preguntas?, ¿acaso este salame
con título y no sé qué técnicas psiquiátricas sabe quién soy
yo?, ¿acaso sabe hablar mi idioma?, ¿por qué? No me mires
así imbécil, no me mires así estúpido ... ¿no trata de enten-
derme?. Yo le entiendo a él de sobra. No me mires así que
te vas a arrepentir. No, sí, mírame así, mírame, alimenta la
caldera, bonito, simpático. Y lo que veo no me gusta. No me
gusta ese tonito que utiliza cuando levanta su pluma estilográ-
fica. Su pluma estilográfica con punta de acero que su mujer
le regaló el pasado 14 de febrero. Ja,ja,ja ... cómo nos vamos
a reír vos y yo dentro de un rato, precioso, personaje... Sólo

66
eNaJeNaDxS # 6

sabes sentarte delante de mí y observarme, escoltado por


tus dos celadores y por las correas que me obligan a abrazar
este cuerpo que no para de vibrar. Y las correas chirrían cada
vez más, y más irritadas. Estoy asqueado de esta gente.
También me desquicia cada vez más mi madre, sólo
a veces, cuando me ve muy mal, viene y me acaricia, me
acaricia, me quiere, me ... pero no, luego siempre sale con
excusas, y me engaña, y llama por teléfono y me traen aquí,
y encima pide que me deje llevar sin violencia. ¿Y qué son
estas camisas?, ¿y qué son estas paredes?, ¿esta mierda de
doctor con ojos de cristal roto?, ¿cómo me pide que me porte
bien, cuando me arrastran a estos cuartos con colchones en
las paredes, y me dejan horas y horas sin compañía?
La mirada mía es dulce ahora, sí doctor, la pongo
así para que se confíe. Cree usted que no soy capaz de en-
tender todas sus palabras, todas las palabras de su graciosa
majestad, y por eso, para dármelo todo masticado, suaviza
los términos más técnicos, los más horribles quedan semio-
cultos. Tú crees que me estoy calmando, que me estás ll-
evando por el camino de la recuperación. Estás convencido,
de que por aprobar tus cursos con buenas calificaciones o
títulos sabes más que yo. Incluso te crees capaz de meter
tus narices a dentro mío y ayudarme a fuerza de husmear.
Ayúdate primero a vos, tal vez entonces pudiéramos hablar.
Hablar. Mamá es más sincera, sabe que lo entiendo
todo y que además entiendo otras muchas cosas. Cosas que
ellos nunca se atreven a nombrar, intentan matarlas con su
silencio. Por eso, porque me conoce, mi madre es sincera, y
a veces es tierna. No intenta engañarme, pero le comieron
la cabeza como intentaron hacer conmigo en el colegio. Al
principio me costó salir de mi sorpresa al comprobar que las
demás se dejaban entrar en la lavadora. Luego ya entendí
que la cobardía es, para la inmensa mayoría, más persua-
siva que la lucidez. Mamá también es débil, prefiere entregar
a sus hijos en lugar de tratar de entenderlos. Como el otro
día, cuando yo no paraba de gritar, porque si paraba se me
aparecía ese ruido que a veces me visita y destruye toda
la tranquilidad que a duras penas puedo construir. Ella fue
quien llamó a los de la bata blanca, ella consiguió su tranquili-
dad a cambio de mandarme lejos, y yo me dediqué entonces
a romper huesos y a lanzar mis dedos tensos sobre los ojos
de los celadores... dios, qué placer.
En el colegio, mis compañeras leían el libro que les
mandaban. Sí, sólo ese, no veían otras opciones. Yo lo leía

67
SALUD MENTAL Y REVUELTA
si me daba ganas, o me leía otro que trataba el mismo tema
pero que olía diferente, y entonces suspendía. Al principio
me resultó curioso, luego me pareció simplemente una car-
bonada
¿Intentas excavar en mi mente doctorcito?. No
lograrás carcomer mi conciencia, porque pronto verás la es-
tilográfica muy cerca de tus ojos. Tomaré apuntes como los
tuyos en la facultad, esos apuntes que estoy seguro eran
mono direccionales, únicos, escritos al dictado. Yo también
sé tomar apuntes, y quiero que los veas, quiero que no pier-
das detalle cuando la tinta azul se transforme en sangre roja.
Pronto o tarde, cuando te confíes al ver mis gestos suaves,
el semblante aparentemente tranquilo, y al fin mis ojos sean
como los de la abeja maya, ebria de miel. Entonces, sí, en-
tonces descubriremos juntos lo fácil que es hacer magia, lo
cerca que está el azul del rojo, el ver del no ver, la lágrima
del ácido. Iremos juntos a mi colegio, allí te enseñaré como
se siente alguien cuando tratan de arrancarle los ojos y pon-
erle a cambio unas gafas de sol. Y te las meten sin importar
si está nublado, si es de noche, si hay niebla, o... Sí, será
divertido. Será como volver a la niñez. Sí señor doctor, no
tenga miedo, no duele. Eso es lo que decían, que no duele.

II.
El mundo del esquizofrénico, confunde en una sola
experiencia lo que se mantiene cuidadosamente separado
en el homo normalis. El homo normalis, bien adaptado, se
compone exactamente del mismo tipo de experiencias que
el esquizofrénico. La psiquiatría profunda no deja dudas al
respecto. El homo normalis difiere del esquizofrénico sólo en
que estas funciones están ordenadas en otra forma, es com-
erciante o empleado o profesional bien adaptado, consciente
de la sociedad. Durante el día, superficialmente se le ve or-
denado, vive sus impulsos secundarios, perversos, cuando
abandona su hogar y su oficina para visitar alguna ciudad
alejada en ocasionales orgías de sadismo y promiscuidad.
Ésta es la capa intermedia en su existencia, clara y definitiva-
mente separada del estrato superficial. Cree en la existencia
de un poder sobrenatural personal y en su opuesto, el dia-
blo y el infierno. (...). Homo normalis no cree en dios cuando
concierta algún negocio particularmente hábil, hecho que los
sacerdotes califican de pecaminoso en sus sermones domini-
cales. Homo normalis no cree en el diablo cuando fomenta
alguna causa científica, carece de perversiones cuando es

68
eNaJeNaDxS # 6

el apoyo de su familia, y olvida mujer e hijos cuando deja en


libertad al diablo en un burdel.
Existen psiquiatras que refutan la veracidad de estos
hechos, otros no lo refutan, pero dicen que así son las co-
sas, que este tipo de clara separación entre infierno diabólico
y estrato social es sólo para bien, y posibilita la seguridad
del funcionamiento social. Pero el auténtico creyente en el
verdadero Jesús podría oponerse a ésto, podría decir que
el dominio del diablo debe ser aniquilado, y no dejarlo a un
lado, aquí, sólo para permitirle aparecer más allá. Otra men-
talidad ética podría objetar a esto, que la verdad de la virtud
no se muestra en la ausencia de vicio, sino en la resistencia
a las tentaciones del diablo. No deseo tomar parte en esta
controversia, creo que, otra vez dentro de este marco de pen-
samiento y de vivir, cada uno de los bandos puede jactarse
de alguna verdad. Queremos permanecer fuera de este cír-
culo vicioso a fin de comprender al diablo tal y como aparece
en la vida diaria y en el mundo del esquizofrénico.
Lo cierto es que el esquizofrénico en general es
mucho más honesto que el homo normalis, si aceptamos
la derechura de expresión como inicio de honestidad. Todo
buen psiquiatra sabe que el esquizofrénico es honesto hasta
el punto de la molestia, también es lo que comúnmente se
llama profundo, es decir: está en contacto con los acontec-
imientos. La persona esquizofrénica ve a través de la hipo-
cresía y no la oculta, posee una excelente aprehensión de las
realidades emocionales en marcado contraste con el homo
normalis. Subrayo esta característica esquizofrénica, a fin de
que resulte comprensible porqué el homo normalis odia tanto
la mentalidad del esquizofrénico. La validez objetiva de esta
superioridad del juicio esquizoideo se manifiesta en forma
bien práctica.
Cuando deseamos llegar a la validez de los hechos
sociales estudiamos a Ipsen a Nietzsche, ambos enloqueci-
eron, y no los escritos de algún diplomático bien adaptado
o las resoluciones de los congresos del Partido Comunista.
Encontramos el carácter ondulatorio y el azul de la energía
orgánica en las maravillosas pinturas de Van Gogh, y no en
ninguno de sus bien adaptados contemporáneos. Encontra-
mos las características esenciales del carácter genital en los
cuadros de Gauguin, y no en la pintura del homo normalis.
Tanto Van Gogh como Gauguin terminaron psicóticos. Y
cuando deseamos aprender algo acerca de las emociones
humanas y de las experiencias humanas profundas, recur-

69
SALUD MENTAL Y REVUELTA
rimos como seres humanos al esquizofrénico y no al homo
normalis. Ello se debe a que el primero nos dice con franque-
za lo que piensa y lo que siente, mientras el homo normalis
nada nos dice y nos obliga a excavar años enteros antes de
sentirse dispuesto a mostrar su estructura interna. Por consi-
guiente, mi afirmación de que el esquizofrénico es más hon-
esto que el homo normalis, parece correcta. Al parecer se tra-
ta de un estado de cosas bien tristes, debiera ser a la inversa,
si el homo normalis es realmente normal como lo pretende,
si sostiene que la autorrealización y la verdad son las metas
más elevadas del bien individual y de la vida social, debiera
ser mucho más capaz que el loco, y más dispuesto a mani-
festarse a sí mismo. Debe haber algo básicamente erróneo
en la estructura del homo normalis, si es tan difícil obtener de
él la verdad. Declarar, como lo hacen los psicoanalistas bien
adaptados, que es como debe ser, porque de otra manera le
sería imposible resistir el impacto de todas sus emociones,
equivaldría a una completa resignación respecto al mejora-
miento del destino humano.

III. EL FUNAMBULISTA

Normalmente, cuando alguien como yo se empeña


en meter sus pies en unas zapatillas de bailarín, inevitable-
mente se hinchan y su sangre se comprime. La única solu-
ción en ese caso, es encerrar tus empeines en un montón
de vendas y cinta aislante. Por motivos de estética, mejor
esconderlos tras unas medias.
Cuando uno tiene la sensación de estar jugándose
la vida, lo normal es ponerse nervioso, y el ritmo del corazón
se multiplica. Yo no puedo tragar ni la saliva. Ayer lo intenté
mientras subía por las escaleritas que unen la pista central
con la plataforma de equilibrios, los espectadores me mira-
ban desde todas partes impacientes, mientras uno de los
payasos se despedía entre risas. Desde que se encendió
el foco y comencé a deslizar mis pies por el hilo de alam-
bre, sabía que algo iba a suceder. Estaba descentrado, no
lograba fijar mi mente en un punto fijo, enlacé unas zancadas
casi por casualidad. Al llegar a la mitad de la actuación, la
barra de grafito se convirtió en un estorbo y la tiré. Empecé a
tambalearme entre carcajadas, cometí un error: no pude evi-
tar mirar al suelo. El público babeaba por ver cómo me caía,
entre ellos mi familia y mis amigos. Hice realidad sus sueños
y fantasías, y me precipité entre gemidos y aplausos por los

70
eNaJeNaDxS # 6

25 metros que me separaban de mi público.


A pesar de todo, intenté levantarme, pero un montón
de gente empezó a rodearme. Pronto llegó mi madre, y la
verdad es que me sentí muy aliviado. Pero entre ella y Julia,
la malabarista, colocaron sobre mi pecho una tabla de chapa.
Lo que antes era mi público se convirtió en mi carcelero. La
gente hacía cola durante horas para verme y amontonar so-
bre la tabla toneladas de basura, juguetes bélicos y alguna
bicicleta estática.
Y ahora que no puedo moverme y apenas respiro, te
prometo que si algún día logro desprenderme de todo esto,
no perderé el tiempo en otra cosa que no sea enamorarme de
ti.

2. HABLAN LOS AMOS

Las citas que vienen a continuación, han sido ex-


traídas del DSM-IV( para nota pie de pagina. Manual Diag-
nóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, American
Psychiatric Association, primera edición 1998. hay DSM
DESDE 1952), manual utilizado por lxs profesionales de la
salud mental a la hora de establecer sus diagnósticos. Este
libro se presenta como un compendio de sabiduría científica
destinado a evaluar pacientes, pero quienes conocemos los
efectos de este conocimiento, preferimos referirnos a él como
una especie de código penal con aires de inocencia... una
herramienta de trabajo cuya principal función es la de rotular
– etiquetar sujetos de acuerdo con los parámetros dictados
por el orden social vigente; de manera tal, que el destino de
lxs etiquetadxs pueda someterse sin complicaciones a dicho
orden.
Sostenemos que es la sociedad la que establece los
límites de la enfermedad, y respecto de ella se organiza el
– presumiblemente - incuestionable saber científico. El DSM
es un claro y lamentable ejemplo de ello: en los aledaños de
los dictados sociales, la lucidez, más allá de sus límites, la
enfermedad y la locura.
Estos apuntes no pretenden ofrecer una argumenta-
ción estructurada contra las relaciones entre poder y salud.
Simplemente queremos llamar la atención sobre una realidad
visible en infinidad de contradicciones que las propias prácti-
cas médicas desatan.
La hipotética objetividad científica a la que al parecer,

71
SALUD MENTAL Y REVUELTA
por lo que se dice en aulas y consultas, han llegado la psiqui-
atría y la psicología, puede ser criticada (y también demolida)
remitiéndonos a sus propios materiales de trabajo. Ésta es
una tarea al alcance de cualquiera, y que reporta cierta sat-
isfacción frente a la humillación a la que lxs “tratadxs” se han
visto llevadxs a menudo de la mano de sus terapeutas.
El caso de los DSM es especialmente rotundo. Este
manual ha ido variando acordemente con los cambios so-
ciales, reestructurando sus posiciones de forma tal que se
acomodase a las nuevas disposiciones y características de
la sociedad. De esta manera, se puede hacer un seguimiento
de la descripción de las diferentes patologías abordadas a
lo largo de las distintas ediciones de este manual. Por ejem-
plo, el comportamiento homosexual fue entendido como
patológico durante un tiempo: mientras imperó cierta moral
(que algunos sectores reaccionarios todavía se encargan de
sostener), la maquinaria médica actuó en consecuencia y de-
monizó - sobre supuestas bases científicas (y por tanto, tam-
bién objetivas); cuando la realidad social y su imaginario van
cambiando con el desarrollo del capitalismo y su ideología, la
medicina también interioriza dichos cambios ... no encontra-
remos en el DSM-IV alusiones a lo enfermizo que resulta el
que disfrutemos del sexo anal, pero podemos rastrear la im-
posición de los actuales valores “democráticos”, la continua
obsesión por la propiedad y la absoluta identificación entre
estar en contra de lo existente y estar enfermo.
Empezaremos con un párrafo que puede leerse como
prueba de la artificiosidad del diagnóstico clínico, y que de
paso ratifica algo que sostenemos desde el principio en esta
publicación:que la esquizofrenia no es nada desde la propia
medicina, que en todo caso es una amalgama ininteligible
donde se sitúa todo aquello que está más allá de las limitadas
cabecitas de los doctores, un aparato que sirve para lograr el
sometimiento (vía internamiento, vía medicación ...) de suje-
tos que no se ajustan a los parámetros de comportamiento
dictados por los valores (morales, productivos etc.) que sos-
tienen el edificio social.
“Hallazgos de laboratorio. No se han identificado hal-
lazgos de laboratorio que sirvan para el diagnóstico de la es-
quizofrenia. No obstante, diversos estudios de neuroimagen,
neuropsicológicos y neurofisiológicos han mostrado diferen-
cias entre grupos de individuos que padecen esquizofrenia y
sujetos de control (...)”.
Una de las etiquetas que más gracia nos hacen, es la

72
eNaJeNaDxS # 6

del Trastorno Explosivo Intermitente (trastorno, del que nos


advierte el DSM-IV que suele acarrear problemas legales).
“Se caracteriza por la aparición de episodios aisla-
dos en los que el individuo no puede controlar los impulsos
agresivos, dando lugar a violencia o la destrucción de la
propiedad”.
A parte de lo estúpido de su nombre, su ambigua
descripción puede adaptarse perfectamente a casi cualquier
acto insurreccional que un individuo pueda llevar a cabo. Así
pues, lo saludable de apedrear contra una sucursal bancaria,
partirle la boca a un patrón esclavista o hacerle tragar a un
profesor un libro tan dañino e insultante como el DSM-IV, se
trasforma en conducta patológica científicamente argumen-
tada. Lo normal - correcto - lúcido sería entonces no perder
los nervios, mantenerse siempre a raya, permanecer en el
quicio. La trampa reside en que no se atiende a la naturaleza
de la violencia, ni a las consecuencias de la acción: la ambig-
üedad es una de las principales características de los textos
sobre psicología. Así, enfermo es un padre golpeador que
incapaz de controlar su agresividad tortura a niñxs inocentes
e indefensxs, y enfermo es cualquiera que revienta ante una
situación insostenible y decide retomar el control – aunque
sólo sea durante unos instantes – sobre su existencia.
La medicina reconforta al sistema: un acto de deter-
minación se vuelve un trastorno incontrolable digno de ser
calificado como enfermedad.
Pero, a todas luces, el trastorno descrito más jugoso
es el Trastorno Antisocial de la Personalidad...
“El trastorno disocial implica un patrón repetitivo
y persistente de comportamiento en el que se violan los
derechos básicos de los demás o las principales reglas o
normas sociales apropiadas para la edad.
(...)
Cuatro comportamientos específicos:
- Agresión a la gente o a los animales.
- Destrucción de la propiedad.
- Fraudes o hurtos.
- Violación grave de las normas.”
Éste es el más claro ejemplo que hemos encontrado
de patología descrita en términos estrictamente sociales. La
apelación a las normas (que además se dan en relación a la
edad, relación que configura la sociedad), permite rescatar de
lo patológico el atentar contra los derechos de los individuos
sin más; parece ser que hay distintos tipos de agresiones: a)

73
SALUD MENTAL Y REVUELTA
las que no violan las normas sociales, por ejemplo: el trabajo
asalariado, y b) las que violan dichas normas, por ejemplo:
todas las conductas que no estén amparadas por los poderes
vigentes dentro del conjunto de la sociedad. Para ser un en-
fermo no sólo basta con joder a alguien, hay que hacerlo con-
tra los dictados sociales. Simple y efectivo. No hay nada más
que echar un vistazo a los cuatro puntos enumerados para
darnos cuenta de que, si salvamos el punto de la agresión a
los animales, lo que se describe, bien pudieran ser las car-
acterísticas de cualquier actividad subversiva. Una vez más,
la ambigüedad permite llegar más allá del anecdótico caso
individual.
Cuando las barreras entre ideología y ciencia médica
se diluyen, legalidad y salud crean un trama que permite con-
struir un sistema de control que puede y sabe adaptarse a las
últimas exigencias del capital.
Sigamos con la descripción de lxs trastornadxs anti-
sociales.
“No logran adaptarse a las normas sociales en lo que respec-
ta al comportamiento legal.”
Lo cual, según se indica, suele ser motivo de su de-
tención. Así mismo, suelen:
“Ser continua y extremadamente irresponsables.”
Y como ejemplos de dicha irresponsabilidad se citan:
El absentismo “inmotivado”, la renuncia “sin motivos”
a un trabajo, o simplemente el desempleo.
Éste es uno de los puntos donde las cosas se mues-
tran más a las claras: abstenerse de trabajar es propio de en-
fermxs. Lo cual nos lleva a pensar, que el aparato médico es
de todo, menos inocente. Resulta que nuestra gran pesadilla:
el tedioso, destroza sueños y asesino trabajo asalariado,
es un indicador eficaz de nuestra salud mental. Ésta se nos
medirá según lo amemos o lo odiemos; según hipotequemos
nuestras vidas o tratemos de huir de él.
Lo sentimos por nuestros queridxs terapeutas... pero
nuestras madres y padres gastan algo en la mirada, que nos
advierte de cómo acabaremos si nos echamos a los brazos
del trabajo. Algo que tiene en pie esta sociedad, no puede ser
bueno para aquellxs que buscamos demolerla.
Como otra notas características, se menciona:
El que “suelen tener un concepto de sí mismxs en-
greído y arrogante”, así como la idea “delirante” de ser con-
trolados más allá de sí mismos.
Estos dos comentarios merecen una especial aten-

74
eNaJeNaDxS # 6

ción.
El contar con la arrogancia como rasgo patológico,
puede ofrecer la ventaja de encontrar una razón más para
anular a aquel sujeto que ha decidido dar razón de sus ac-
ciones. Entonces, alguien que por ejemplo justifica una ac-
ción violenta remitiéndose a una argumentación legítima o
que cree estar en lo cierto, habrá ofrecido al personal que lo
trata, a través de su “prepotencia”, una muestra más de su
enfermedad. No es difícil intuir hasta qué punto puede ser
molesta para los amos la autoestima de lxs esclavxs.
El “ser controladxs más allá de sí mismxs”, también
puede ofrecer una interesante segunda lectura. Quien viva en
cualquier metrópolis de nuestros días y no tenga la sensación
de ser controladx, tiene un serio problema de percepción; así
mismo, también sostenemos que alguien dignx del califica-
tivo “antisocial” está especialmente cualificadx para captar
ese control. Por otra parte, “delirante” es un adjetivo descon-
certante e impreciso: delirante es el parecer de quien se cree
controladx por fuerzas alienígenas, pero no menos delirantes
son los servicios secretos de los Estados o los departamen-
tos comerciales de las multinacionales. ¿Cuál es el paso que
va desde el creer que tu teléfono puede estar pinchado por
los servicios de inteligencia, que tu correo es inspeccionado,
que tu jefe ha instalado cámaras en tu lugar de trabajo, que
la publicidad te acosa a toda hora y en todo lugar... a pensar
que controlan tu vida? Tras un caso de sujeto con el delirio
paranoico de que su vida es controlada por alguien que no
es él, suele haber una sociedad apretando – de una u otra
manera – un cuello.
Y por último, un único gesto de sinceridad que nos
coloca otra vez al principio de este artículo, es decir, en la
relación entre enfermedad y sociedad.
El trastorno descrito está “asociado a un bajo status
socioeconómico y al medio urbano.”
“¡Oh, cuántos problemas se presentan en los senderos de
mi joven existencia, trastornada por miles de torbellinos del mal!.
No obstante el ángel de mi mente me ha dicho tantas veces que
sólo en el mal está la vida. Y yo vivo plenamente mi vida. El signo
de mi existencia se ha perdido en eso: ¿en el mal? El mal me hace
amar al más puro de los ángeles. ¿Hago yo acaso el mal? ¿Pero
es esa mi guía? En el mal está la afirmación más alta de la vida. ¿Y
estando en él estoy equivocado? ¡¿Oh, problema ignoto, porqué no
te resuelves?!”
Severino Di Giovanni*
[Carta a su amada, América Scarfo. 22 de Octubre de 1928.]

75
SALUD MENTAL Y REVUELTA
*Anarquista italiano exiliado en Argentina, editor y activista que
fue firme partidario del uso de la acción directa contra personas y
propiedades en el camino de la revolución.

3.¿QUE ES LA CLASE?
Texto de Henri Lefebvre. 1948

* Nota.
Alguien pudiera sentirse contrariadx por el hecho
de encontrar en esta publicación unos párrafos referidos
al concepto de clase. Precisamente es ese desconcierto
(¿desconocimiento?) el que queremos combatir. Para eso, el
texto que presentamos posiblemente no sea suficiente, pero
puede constituir una buena base para hacerlo. Sabemos de
las deficiencias del escrito y de su antigüedad, y aún así nos
parece idóneo para tratar de explicar que como psiquiatri-
zadxs en lucha, nuestra perspectiva es una perspectiva de
clase.
Consideramos, en primer lugar, que existe un con-
junto de individuos que han sufrido de una u otra manera la
violencia del sistema de salud mental, y que ello les hace
compartir una serie de circunstancias comunes. A partir de
esas peculiaridades, todo nuestro trabajo gira entorno a la
toma de conciencia de cuál es nuestra situación real en el
mundo, cuál es el juego de fuerzas en el que nos vemos en-
vueltos, cuáles son los enemigos responsables de nuestra
situación, cuál es su manera de ejercer la dominación, cuáles
son nuestras expectativas y posibles estrategias ... Esta tar-
ea de discernimiento, este conocer, le incumbe al psiquia-
trizadx y a nadie más: nadie salvo nosotrxs podrá explicar
dónde nos encontramos, porque nadie vive lo que nosotrxs
vivimos. Por lo tanto, si no somos lxs psquiatrizadxs lxs que
tomemos conciencia de nuestra realidad, la realidad existente
nos habrá ganado el juego sin ni siquiera empezar a jugarlo.
Creemos firmemente que el psiquatrizadx sólo puede llegar
a ser consciente y luchar, si accede al conocimiento de su
condición desde su propia condición. No podemos delegar,
nadie nos puede mostrar el camino (por mucho que les joda a
algunxs universitarixs progres y de palabrería radical, que se
empeñan en hacer teoría “para” lxs psquiatrtizadxs, sin llegar
a entender que en esta guerra la única teoría válida es la que
nosotrxs nos demos a nosotrxs mismxs).Consideramos, en
segundo lugar, que pertenecemos por nuestras condiciones
de existencia, al proletariado o al sector de lxs oprimidxs y

76
eNaJeNaDxS # 6

marginalizadxs. Ésta es la clase de todxs aquellxs que no


disponen del control sobre sus vidas, de esxs a quienes la
capacidad de tomar las riendas de su propia existencia les ha
sido arrebatada.
Entendemos, que sólo desde aquí puede salir la lu-
cha que derrumbe este mundo, porque sólo desde aquí se
vive y se entiende la miseria sobre la que está organizada la
sociedad...
Este hecho social, la clase, no aparece con una
evidencia inmediata y simple. Otros hechos sociales la di-
simulan y enmascaran y, por ello precisamente, las clases
adquieren progresivamente conciencia de sí. La misma clase
obrera adquiere conciencia de clase en el curso de las duras
pruebas que sufre. No está excluido que, en ciertas condi-
ciones históricas, esta conciencia pueda degradarse o oscu-
recerse (la clase obrera alemana bajo el hitlerismo parece
haber dado un triste ejemplo de ello). No estando ni pudi-
endo estar aislados, los individuos siempre tienen un papel
y función definidos en la división del trabajo (es decir, en la
organización de la sociedad, en la que cada miembro cumple
su propia función, más o menos especializada y necesaria
para el conjunto). Los individuos que se encuentran en las
mismas condiciones de existencia forman una clase. Al prin-
cipio, sobre todo cuando se forma una clase, los individuos
que la constituyen pueden no saberlo, bien porque sigan to-
davía separados (como los “burgueses” en las pequeñas ciu-
dades rivales, durante la edad media), bien porque se hagan
la competencia (como los obreros que buscan trabajo antes
de estar organizados y a veces incluso después de estar-
lo). “Los individuos sólo constituyen una clase en su lucha
común contra otra clase”, esta lucha, que se les impone por
sus condiciones de existencia, refuerza la clase y la revela
a sí misma. “En lo demás, se enfrentan como enemigos en
la concurrencia” (La ideología alemana, K. Marx). Esta con-
currencia enmascara y puede disimular en todo momento
la realidad de clase, tendiendo a paralizar la conciencia de
clase. Esta “conciencia de clase” no es, pues, un dato inicial,
una conciencia colectiva. Supone la existencia objetiva de la
clase y de sus luchas, su organización como tal y, finalmente,
la de los elementos teóricos o ideológicos.
Dicho de otra manera: la clase no es una realidad he-
cha de una vez para siempre, inmediatamente comprobable,
simple. Sólo la teoría de las clases permite comprender la
realidad social, lo que ocurre a nuestro alrededor. En la socie-

77
SALUD MENTAL Y REVUELTA
dad moderna, las clases no son visibles de modo inmediato.
La sociedad en la que las clases quedan indicadas mediante
signos exteriores (como eran en otro tiempo el caballo y la es-
pada de la nobleza) es una sociedad de casta, forma particu-
lar y cristalización de una sociedad dividida en clases. Bajo la
aparente monotonía de la vida social, bajo las vestimentas y
los revestimientos, la mirada atenta discierne hoy las clases:
pequeños burgueses y burgueses, obreros, etcétera. Pero,
para llegar a esta realidad y definirla hay que levantar un velo;
las rivalidades entre los individuos, los múltiples sentimientos
que sólo los vinculan oponiéndolos los unos a los otros, a
menudo disimulan al observador y a ellos mismos la clase de
que forman parte. Más aún: en la sociedad actual se desar-
rollan un conjunto de apariencias que engañan al observa-
dor superficial, voluntariamente embaucado. Por numerosas
razones objetivas, esta sociedad aparece como un continuo
social, como un apilamiento de “estratos”. Las clases simu-
lan desaparecer. Y con esta ilusión juegan aquellos que, para
la defensa de los intereses de la clase dominante, niegan la
existencia de la clase o de las clases dominadas, o de las
clases en general, y en la práctica luchan por dispersarlas en
individuos, en grupos concurrentes, y por paralizar su con-
ciencia de clase.
La clase no es algo hecho de una vez para siempre,
no es una realidad estática, dada; como tampoco lo es la
conciencia de clase. Por un lado, la clase tiende a adquirir
una realidad autónoma frente a los individuos, de modo que
éstos, al encontrar ya hechas sus condiciones de existencia,
ven cómo se les “asigna por su clase, su posición social y su
desarrollo personal, a los que quedan subordinados”; pero,
por otro lado – y al mismo tiempo – el individuo puede distin-
guirse siempre de su clase, siempre puede oponerse a ella,
e incluso a toda la sociedad. Y dentro de una clase nunca
cesa la concurrencia entre los individuos, la tendencia a la
dislocación de la realidad y de la conciencia de clase.
Las clases no están inmóviles ni son eternas. Antes
de la constitución de las clases – en un grado de desarrollo
inferior – hubo una sociedad sin clases (lo cual no quiere
decir sin desigualdades individuales): la comunidad natural
o primitiva, cuyo oscuro recuerdo ha dejado en las leyendas
la nostalgia de la “edad de oro”. (Aunque esta comunidad
natural se fundase en la pobreza general, la debilidad hu-
mana ante la naturaleza y la indiferenciación del individuo,
el género humano ha experimentado desde entonces tantos

78
eNaJeNaDxS # 6

sufrimientos a costa de la realidad de las clases y de la lucha


de clases, que esta miseria primitiva le ha dejado una nostal-
gia tenaz). Además, las clases desaparecerán porque “se ha
formado una clase que ya no tiene ningún interés especial de
clase que hacer prevalecer contra la clase dominante” y que,
por tanto, liberará la sociedad.
Este esbozo de la teoría de clases muestra la com-
plejidad de los hechos, su mutuo entrelazamiento. El materi-
alismo histórico muestra la acción de las clases en la historia
y las consecuencias de sus luchas. Y no por ello niega a los
individuos; al contrario, muestra en las clases el resultado
conjunto de las actividades individuales, aunque, por otro
lado, la relación de estas actividades – la concurrencia- tien-
da a disimular y disolver el conjunto, el grupo social.
No hay nada más complejo, pues, que la relación en-
tre el individuo y la clase. O el individuo, egoístamente, se
pone en primer lugar y tiende a disolver a su clase o a susti-
tuir los intereses de su clase por sus intereses “privados”. O
se confunde con las conductas medias, banales, corrientes,
con lo hábitos de las gentes de su clase, conductas que se le
imponen y que ciertos sociólogos llaman “las costumbres”. O
el individuo, emergiendo por encima de estos hábitos y con-
ductas medias, muestra un desinterés (individual) supremo,
entregándose por completo a los intereses superiores de su
grupo, de su clase (que, con razón o sin ella, para él se iden-
tifica casi siempre con la sociedad, la nación, la humanidad
actual o futura).
(...) Para vivir en plan individualista y reproducir o
aceptar pasivamente todas las conductas de su clase, un co-
merciante o industrial no tienen más que dejarse llevar por
sus condiciones de existencia. Individualmente hablando, el
comerciante o el industrial “es” propietario, poseedor de un
capital. Es burgués aquel que habiendo nacido tal acepta,
pura y simplemente, las condiciones de existencia de la bur-
guesía. El individuo burgués no escoge, no se adhiere a una
idea: se deja llevar por la vida tal como se le presenta, tal
como es para él. Acepta ideas ya hechas: las de su clase,
aunque pueda reservarse oscuramente un “sector personal”
más “humano”, más libre; pero vano y estrictamente “priva-
do”.
En cambio, el proletario sólo llega a ser consciente
de su clase cuando se eleva por encima de las condiciones
actuales de existencia de ésta. Esto no quiere decir que
se salga de ella, que se “desclase” – lo que, por lo demás,

79
SALUD MENTAL Y REVUELTA
constituye para él una especie de tentación – sino que debe
haber realizado ciertos actos de lucha o haber comprendi-
do ciertas nociones de economía política y de historia para
conocer su propia vida y su propia clase. En el régimen capi-
talista, las condiciones de existencia del proletariado tienden
a hacer de él, como individuo, una rueda de un mecanismo
sin conciencia. Como proletario, no puede tomar conciencia
de sí mismo sin haberse alejado mentalmente de la vida ac-
tual del proletariado y sin comprender – o al menos presentir
– la misión histórica de aquél. (...) La conciencia de clase del
proletariado va ligada, de este modo, a la superación del pro-
letariado como clase y, por consiguiente, a un ideal humano.
El individuo proletario sólo se capta como individuo y como
miembro de su propia clase comprendiendo la independen-
cia de su propia clase frente a la clase burguesa, captán-
dose como ser humano, solidario de lo humano en general y
de su futuro. Esto es lo que define la situación del individuo
proletario y de la clase obrera en el mundo actual. Es la situ-
ación más dolorosa de todas: pocas contradicciones son tan
tenazmente desgarradoras y más fecundas a la vez que la
“contradicción entre la personalidad del proletario individual y
las condiciones de vida que le son impuestas”. Vemos, pues,
que la individualidad del proletariado consiente de sí mismo
es más alta y más libre que la del no-proletario, pero también
más dolorosa, más difícil de conquistar y de conservar.

4. EL DIA EN QUE MORí UN POCO MAS.

Decidí faltar a clase y marcharme a ver a Dani, ya que una


chica de mi curso me comentó que le habían vuelto a in-
gresar.
Octava planta. Llamo, se abre la mirilla, el celador me mira
durante unos segundos y abre la puerta. El mismo paisaje
de siempre: Roberto sigue andando, sin parar, siempre an-
dando.
Me para un tipo con un pijama verde (posiblemente un anest-
esista) y me pregunta si soy yo quien va a hacer “el electro”(?)
(me confunde con un médico residente ... los uniformes a
veces uniformizan demasiado). A mi espalda surge de una
puerta una psiquiatra residente, muy joven.
- “¿Eres el anestesista?” pregunta; “Sí, vamos”, asiente el
tipo de verde, y me escurro con ellos tras esa puerta que
nunca se abre.
Una mujer de unos sesenta años está tumbada en la camilla,

80
eNaJeNaDxS # 6

atada de pies y manos, con un lindo vestido de flores y miedo


en los bolsillos. Empiezo a darme cuenta de que va todo esto:
estamos detrás de esa puerta. Ella también lo sabe.
Tiene una vía cogida, el anestesista comienza a sedarla. Es-
peran unos minutos mientras el relajante muscular produce
sus efectos. Le mojan las sienes. “Antes era mucho peor...”,
comenta el anestesista a su subordinado.
¿Cómo coño puede ser peor? pienso.
Sacan ese viejo aparato, que me dobla en edad (“el nuevo no
sabemos usarlo, ja, ja”) Misma potencia, intensidad y voltaje
para todos. Democracia.
Acercan los electrodos a las sienes. Contracción de todos
los músculos. Una lágrima resbala entre sus párpados. Los
dientes destrozan la cánula, los puños cerrados, el vello
erizado. Empiezan las convulsiones tras unos segundos de
corriente (jamás sabré cuanto duró aquello).
- “Ya está”
Estoy tras ellos. Ha llegado la náusea, abro la puerta y corro
hacia el sucio ascensor.
Náusea por estar ahí de pie y no hacer nada, náusea por
llevar su misma bata.
Roberto sigue andando, siempre andando.
Alguien me dice que Dani se ha escapado. Sonrisa
Entro en el ascensor: sin duda, ando en camino de con-
vertirme en un auténtico miserable.

5. LECTURA DE KARL MARX HABLANDO D E MI VIDA Y


NECESIDADES ALLA POR 1844

Si caracterizamos al comunismo mismo (porque es


negación de la negación, apropiación de la existencia hu-
mana que se media con sí misma a través de la negación
de la mercancía, no es la posición verdadera, que se origina
en sí misma, sino que se origina más bien en la propia mer-
cancía) ... [Una parte de esta página del manuscrito está rota
en este lugar, de tal manera que luego siguen fragmentos de
seis líneas que son insuficientes para reconstruir el pasaje]
... el extrañamiento de la vida humana perdura y es mucho
mayor cuanto más conciencia se tiene de él como tal) sólo
puede lograrse mediante la implantación del comunismo.
Para superar la idea de la organización social existente y sus
sistemas de dominación (entre los que por su perfección y
peligrosidad, tiene especial relevancia la guerra psicológica
desatada a través de los sistemas sanitarios y las multinacio-
81
SALUD MENTAL Y REVUELTA
nales farmacéuticas) bastan las ideas comunistas, pero para
superar dicha realidad es necesaria la acción comunista real.
La historia la producirá y aquel movimiento, que ya recono-
cemos en el pensamiento como voluntad autotrascendente
supondrá en la realidad un proceso duro y prolongado.
Debemos considerar, sin embargo, como avance el haber
adquirido de antemano conciencia tanto de la limitación como
de la finalidad del movimiento histórico, y poder ver más
allá.

6. VIOLENCIA, LOCURA Y MISERIA INTELECTUAL

“Querían que me encerraran hasta que llegase la paz, o, al me-


nos, durante unos meses, porque ellos, los cuerdos, que no habían
perdido la razón, según decían, querían cuidarme y, mientras, ellos
harían la guerra solos.”
Céline.
Viaje al fin de la noche.

Desde ya algunos meses, había quienes estábamos


interesadxs en ahondar en el binomio que constituyen en-
fermedad mental – violencia dentro de los ámbitos “antago-
nistas”. En principio, los intereses eran personales y no se
pretendía escribir nada al respecto, sin embargo unas pocas
líneas desataron cierta mala onda entre nosotrxs y hemos
creído oportuno redactar unos breves párrafos.
El texto que actuó a modo de detonante, fue “Qué
hacer de la violencia que llevamos dentro” firmado por Fran-
co Berardi y publicado por Maldeojo (n-2, abril 2001). Real-
mente es difícil hacer semejante ejercicio de simplificación
y estupidez, y el resultado final – como no podía ser de otra
manera – es un vacío que nada dice. Sin embargo, no es
nuestro cometido el analizar aquí ni este “documento”, ni la
revista que lo ha editado. Sencillamente nos quedamos con
una de las líneas argumentales del texto, que es la que ser-
virá de punto de partida a nuestra crítica, y que por sí misma
provoca nuestro menosprecio hacia autor y publicación.
En el patético y simplista discurso de Franco Be-
rardi se alcanza la siguiente conclusión: “Naturalmente, en
todo episodio colectivo se agitan emociones, debilidades, ren-
cores y reactividades largamente reprimidas. Naturalmente,
aquellxs que son psíquicamente más débiles (sin duda, no
por su culpa) tienden a moverse de un modo agresivo, a ex-
hibir el propio ego reprimido de forma violenta”. Aparte de

82
eNaJeNaDxS # 6

lo ya engañoso del “naturalmente” (nos encontramos ante


uno de los profundos análisis expuestos en el “cuaderno de
crítica social” que es Maldeojo: la razón de una conclusión
es la apelación a lo “natural”...) con que se abre la cita, y
del lenguaje freudiano-casposo (ego y represión ...) utilizado,
podemos desvelar la defensa de una posición tan preocu-
pante como repetitiva en la historia de las luchas sociales. El
autor de este texto se declara a sí mismo como no violento,
afirmación que puesta en relación con las dos frases citadas
con anterioridad, nos lleva a concluir que este tipo – así como
sus compinches teóricos – es “psíquicamente más fuerte”. Y
exponiendo esto, no creemos que nos salgamos del guión
por él mismo creado: si hay débiles mentales, es porque hay
fuertes, y si los débiles son violentos, los fuertes no lo serán.
A parte de toda la mierda que pudiésemos sacar de
aquí (ya que es evidente que los sujetos con mayor fortaleza
psíquica, estarían mejor capacitados para acometer la lucha
por el cambio social), el artículo nos ofrece al menos una
infamia más: se trata de hacer creer, que “quien siente sim-
patía por la violencia se muestra por lo general proclive a la
traición”. Y así, se ha completado la siguiente escalera de
razonamientos: débil mental - (lleva a) - sujeto partidario de
las acciones violentas – (que a su vez lleva a ) - traidor y chi-
vato.
Aquí es donde queríamos llegar, la eterna discusión
sobre la violencia en el seno de los movimientos – presumible-
mente – antagonistas, suele desembocar en puntos muertos
donde quienes la repudian tratan de concluir sus argumenta-
ciones recurriendo a la locura (o este caso, a un término más
sutil y manipulable como es la debilidad mental). Esta táctica
desautoriza de por sí todos sus argumentos teóricos, y pone
de manifiesto que la violencia no es un tema que se pueda
afrontar desde una posición tan absolutista y banal, como es
la que pretende otorgarle una definición cerrada, para pos-
teriormente negarla en el camino de la lucha anticapitalista.
Desterrar la violencia es tan estúpido como santificarla, y es
no entender nada acerca de la naturaleza y el ser humano
(que son dos realidades violentas, nos guste o no).
El hecho de que alguien que está por el “cambio so-
cial”, escriba en una revista de “crítica social” utilizando un
lenguaje de portavoz del movimiento eugenésico del estado
de Virginia a comienzos del siglo XX, debiera darnos que
pensar. Como nosotrxs – en tanto que seres humanos – nos
reconocemos potencialmente violentxs, advertimos, que de la

83
SALUD MENTAL Y REVUELTA
misma manera que estamos contra todxs aquellxs que tratan
- mediante diagnósticos, tests y otras tecnologías científicas
- de establecer una medida para hombres y mujeres, también
lo estamos de quienes se apoyan en sus juicios y vocabulario
para atacar acciones que se les escapan de las manos. Si
quieren refutar acciones, que construyan una crítica sólida,
y que dejen de recurrir a algo tan doloroso como la debilidad
mental.
Un término que fue acuñado por el francés Binet
en sus intentos de otorgar calificaciones numéricas a la in-
teligencia de los individuos, y posteriormente recogido por
el norteamericano Goddard, quien construyó sobre él todo
un sistema de esterilizaciones e internamientos forzosos a
principios del siglo pasado (y que dicho sea de paso, sirvió
de inspiración al nacionalsocialismo alemán). Las víctimas
pasadas y presentes de las estrategias médicas de orga-
nización social (la división entre aptxs y no aptxs, fuertes y
débiles), constituyen una razón suficiente para no tolerar la
existencia de quienes pretender reproducir estas divisiones
entre la oposición al capitalismo; de nada sirve, la afirmacion
de que el/la débil mental “sin duda” no lo es por su culpa, los
partidarios de la eugenesia tampoco creían que sus víctimas
fueran responsables de su debilidad, ellos simplemente con-
templaban a los pacientes como arvejas de supermercado.
Agresivo y violento, es hablar entonces con un au-
toritarismo de psiquiatra cruel, y arrogarse la capacidad de
diagnosticar escalas de fortaleza psíquica. Sin embargo,
nosotrxs no iniciamos elucubraciones interminables sobre la
agresividad y la violencia (algo humano, ajeno en sí mismo a
bondades y maldades, y que sólo cobra sentido en una mani-
festación concreta), sino que atacamos la crítica a la que se
le aplican esas dos características. En este sentido, desarrol-
lamos una capacidad teórica superior.
Las palabras de Berardi no merecerían nuestra re-
flexión, sino fuera porque pertenecen a un hilo que atraviesa
la historia de la lucha de clases. Tanto ayer como hoy, los
esquemas de poder y su lógica han conseguido reproducirse
más o menos insospechadamente en el seno de los movi-
mientos contestatarios. Lo que tratamos de hacer aquí, es
fundar alguna de esas sospechas.
Podíamos perdernos en un sin fin de declaraciones
al estilo de la comentada, sin embargo tan sólo vamos a citar
una de las más lejanas en el tiempo que conocemos. De esta
manera tendremos un primer y último paso en este recor-

84
eNaJeNaDxS # 6

rido de miseria intelectual que queremos denunciar. Se trata


de la retórica desplegada por Diego Abad de Santillán con-
tra los anarquistas expropiadores durante el segundo cuarto
del siglo XX en Argentina. Abad de Santillán pertenecía al
sector más legalista del anarquismo argentino, y desde la
publicación donde trabajaba – La protesta – desprestigió
sistemáticamente toda aquella actividad que se mantuviese
ajena su línea. Siguiendo los trazos ya descritos, la argumen-
tación contra la praxis violenta se derivaba en dos conclu-
siones: o bien los sujetos que se criticaban trabajaban para
el enemigo de la revolución, o bien dichos sujetos eran un
hatajo de anormales y locos. Dos citas de Abad de Santil-
lán hablando de Severino Di Giovanni - anarquista partidario
del atraco, la falsificación de moneda y la acción directa con-
tra sus enemigos y propiedades – servirán para mostrar del
fenómeno que venimos criticando:
* “a) Puede ser un agente provocador del fascismo; b) Puede
ser uno de esos instrumentos que la policía argentina suele
tener a su disposición; c) Puede ser simplemente, un anor-
mal. (...) De lo único que estamos seguros es que no tiene
nada que ver ni espiritualmente ni sentimentalmente con el
anarquismo.”
* “Podemos elevar bien alto la voz para clamar que los
gestores y ejecutores de ese atentado (se refiere aquí Abad
de Santillán al ataque con bomba que sufrió el Consulado
italiano en protesta por los crímenes del régimen fascista) no
pueden ser más que enemigos de la anarquía o anormales a
quienes nosotros, en la sociedad futura, encerraríamos en un
manicomio para tratar de curarlos.”
[Las posteriores andanzas del infame Abad de Santil-
lán son desgraciadamente conocidas por el proletariado ibéri-
co, al que traicionó cuando formando parte de los cuadros
dirigentes de la CNT, durante la Guerra Civil entró en el juego
institucional de formar un gobierno con el que la burguesía
republicana y los mandos estalinistas ahogaron la revolución.
Por otra parte, resulta irónico y triste a la vez, que este int-
electual, una vez regresado a la península ibérica, encon-
trase entre las filas de su organización a los Ascaso o Durruti,
a quienes en el pasado su periódico se encargó de clasificar
como anarco-bandidos ajenos al impoluto ideal anarquista.
La historia es nuestra mejor maestra, y deberíamos mirarla
de frente más a menudo.]
Así pues, la recurrencia a la enfermedad mental
cuando se trata de lanzar una crítica contra las acciones vio-

85
SALUD MENTAL Y REVUELTA
lentas, no es una mera anécdota... se trata de un acto que
puede ayudar decisivamente a fijar un rumbo determinado
para la subversión. A los ojos de ésta, igual de contrarrevo-
lucionaria será la violencia ejercida por las vanguardias mili-
tares y su activismo estéril para la guerra social, que la vio-
lencia que ejercen “los líderes” de la protesta al normalizar y
restringir determinadas conductas juzgadas como no aprob-
ables. Aquí es donde se ponen de manifiesto relaciones de
poder que supuestamente no tienen lugar en el anticapital-
ismo: históricamente, un cierto número de cabezas visibles
dentro de los movimientos antagonistas, se han sentido con
el poder (lo cual indica que las bases no siempre han sido lo
suficientemente rotundas y violentas con ellas) de sentenciar
y juzgar los gestos y las acciones de quienes no han dado
concesiones al orden establecido. Y para ello, se ha recurrido
frecuentemente a la calumnia... siendo – como ya hemos vis-
to en un ejemplo – lxs violentxs acusadxs de ser tontxs, im-
béciles, provocadores/as, locxs, infiltradxs ... lo que sea, pero
siempre clasificados. Los jefes de la resistencia, al igual que
en las películas, siguen decidiendo quienes son lxs buenxs y
quienes lxs malxs, quien puede ser el traidor o la traidora, a
la vez que se mantienen puros e incorruptibles. Son tecnó-
cratas de la protesta, cerebros sin brazos con la capacidad
tanto de emitir palabras duras, como de ser benevolentes. Un
patrón de funcionamiento que a nadie le es desconocido.
Y siguiendo con la misma lógica del Estado, no sólo
juzgan lo que ha sido hecho, sino lo que se es, lo que se
será y lo que tan sólo puede ser. De esta manera, los juicios
no sólo son de culpabilidad y sanción, incluyen también una
recomendación, una enumeración de “buenos modales” para
los sujetos que deciden formar parte de futuras luchas. Y así
queda iluminado el camino, así se normalizan los modelos
de conflictividad de manera tal que queden decididos de an-
temano, constriñendo no sólo la creatividad, sino también
desterrando determinadas formas de actuar que ya se han
estipulado como inaceptables.
Cuando la revuelta queda encausada y la audacia se
esfuma, la derrota ya se ha firmado. La normalización es el
peor enemigo de nuestros deseos: ¡A hierro con los normal-
izadorxs!.

“El monstruo es lo que combina lo imposible y lo prohibido”.

86
eNaJeNaDxS # 6

“Ser conocido al margen de las relaciones espectaculares,


eso equivale ya a ser conocido como enemigo de la socie-
dad”.

“No hay esperanza


sólo hay lucha permanente
esa es nuestra esperanza.
Esta es la primera frase
en el lenguaje de la locura.”

87
SALUD MENTAL Y REVUELTA

[ El presente manifiesto no busca provocar juicios [E

88
eNaJeNaDxS # 7

El presente manifiesto no busca provocar juicios esté-


ticos, estéticos, elucubraciones interpretativas o goce alguno
por parte del lector.
La contemplación supone el fracaso en el intento de
abordar el cambio: subvertir la realidad nada tiene que ver
con jugar torpemente a interpretarla.
No se persigue ni más ni menos que una sacudida, una lla-
marada.
Estas páginas están felizmente condenadas a arder.
Queda por escribir qué arrastrará consigo el incendio.]

[0] Planteamos a las claras la necesidad de despejar el ter-


reno como primer paso en el inicio de un tercer asalto a la
sociedad de clases. La labor teórica que asumimos es la de
determinar nuestro lugar en dicho asalto, estudiar las poten-
cias, los movimientos y las tácticas necesarias. A su vez, so-
mos conscientes de que cada cual debe llevar a cabo esta
tarea de localización por sus propios medios: nadie va a venir
a hacerlo por nosotros.
Como psiquiatrizadxs en lucha, entendemos que el
todo social tiene por eje la Norma. La relación de los suje-
tos con ella comienza desde los primeros años de vida, y no
sólo a través de las instituciones de la familia o la escuela,
cada vez la medicación con psicofármacos es más temprana:
no es nada extraño ver a los médicos recetar tranquilizantes
como si fueran caramelos a los niños más “revoltosos”. Sin
embargo, entendemos que existe un punto clave (que fre-
cuentemente se produce en las cercanías de la adolescen-
cia, pero que no tiene porqué ser siempre así) en el que una
gran parte de la gente se plantea que hay algo en la Realidad
que no acaba de convencerle a uno; a menudo, se llega a
esta situación a partir de la mirada de los propios padres...
ésta suele mostrar que este mundo no es tan estupendo, que
la vida no es necesariamente el don tan hermoso que tantas
veces nos han repetido. Cuando la duda va tomando forma
a base de golpes, de sufrimientos varios, desilusiones, palos
y desesperanza, se suelen abrir dos caminos: por un lado,
la autodestrucción con todas sus variantes (drogas, suicidio,
ostracismo voluntario etcétera), y por el otro, la inmersión –
por un camino o por otro – en las redes del Sistema de Salud
Mental. Así, te sueles ver, sin acabar de saber cómo, en una
consulta de la sanidad pública, en el gabinete de algún tera-
peuta de los mil pelajes diferentes que ofrece el mercado o
directamente atado a una camilla en la sección de psiquiatría

89
SALUD MENTAL Y REVUELTA
de algún hospital. Llegados aquí, suelen pasar dos cosas:
bien uno es reducido médicamente y vuelve a incorporarse
al funcionamiento social como si casi nada hubiera sucedido
(lo cual suele ser más difícil cuanto más intenso ha sido el
choque con la Norma), bien uno se introduce en esa espiral
crónica (como se suelen encargar de recordarnos los médi-
cos: “Dadas sus características, no deberíamos obsesionar-
nos con hablar de curarse, sino más bien de poder alcanzar
un nivel de vida lo más grato posible”) de caídas-recaídas,
medicación y encierro involuntario. Cuando un sujeto que ha
llegado hasta este punto, se plantea la necesidad de hacer
la guerra a la sociedad y su tirano concepto de normalidad,
cuando un psiquiatrizado se declara a sí mismo – sin el be-
neplácito de ningún pastor revolucionario – psiquiatrizado en
lucha, enfrentándose a los fármacos, a las órdenes judiciales
o a la sucia autoridad científica, se afirma como sujeto revo-
lucionario en este desierto de homogeneidad y desencanto.
La situación en la que se encuentra el psiquiatrizado
en lucha, es la de ser contradicción andante del Tinglado. Es
el que dice: los amos a veces se equivocan, sus pronósticos
y sus teorías científicas no valen un carajo: estoy aquí, no
estoy muerto ni drogado, he vivido y vivo los infiernos de la
Máquina y quiero ajustar cuentas. Aquí el sistema ha perdido
su aire de inocencia, y ya es imposible que pueda nunca re-
cuperarlo. Ya no tiene nada con lo que seducirle a uno. La
democracia se presenta como la vieja ramera desdentada y
cubierta de maquillaje que es. Robada la salud, uno ya no
quiere mercancías-chucherías, sino simple y llanamente ven-
ganza. He aquí la posibilidad de traer de nuevo el conflicto
despojado de cualquier ansia reformista, de los discursos ciu-
dadanistas y socialdemócratas triunfantes en nuestros días.
Se inaugura un campo de batalla viejo como la historia del
mundo. La Norma contra el loco al que no le da la puta gana
morirse. Esta sociedad tan perfecta, tan inquebrantable y se-
ductora, tiene pues un enemigo que la ha visto desde dentro
y desde fuera, que no reproduce los comportamientos asig-
nados, un fantasma que aguarda a la vera de los caminos
con los dientes apretados.
Sabemos cómo funcionan los engranajes de nuestra
ruina, ahora es necesario hacer de cada uno de nosotros un
estratega. Desde luego, nos encontramos en una posición
privilegiada: no nos comprarán subiéndonos los salarios, no
nos callarán prestándonos espacios ni infraestructuras, no
pueden negociar con nosotros por la sencilla razón de que ni

90
eNaJeNaDxS # 7

siquiera nos pueden ver. El odio está demasiado dentro y no


será fácil de extirpar.
No queremos hacer promesas de un mundo mejor.
Queremos Otra Cosa, y eso supone incendiar el presente.
Hasta entonces, no le encontramos sentido a especular más
allá. No tenemos nada que vender, no pretendemos convenc-
er a nadie.
No hemos llegado solos al dolor, nos caímos porque nos em-
pujaron. Un mundo nos arrastró hasta el agujero, y un mundo
pagará por ello.

[1] Para comprender algo en nuestros días, es absolutamente


necesario servirnos de lo que se nos oculta.

[2] La necesidad de estrategia es ahora más evidente que


nunca ... El relámpago no viaja en línea recta.

[3] Nos hemos creído toda la mierda que desde críos nos
han hecho tragar, hemos reproducido el sutil mecanismo de
poder por el cual una imposición se nos convierte en valor.
Pero desde que intuimos el funcionamiento de este
mecanismo, podemos avisar de que inventar un nombre no
es solucionar un problema. Somos el claro ejemplo de este
hecho. Imbéciles, enajenados, idiotas, locos, débiles men-
tales... ¡Guerra al mundo que declaró hace tanto tiempo la
guerra!

[4] ¿se acuerdan cuando éramos chicos?, ¿cuándo en la es-


cuela, todos los días algún niño vomitaba, y el portero tenía
siempre preparado un tacho de serrín?, ¿cuántos de ustedes
vomitan ahora en el tacho, en el aula, en la consulta del doc-
tor?, ¿no comprenden? Nos hemos acostumbrado al asco.

[5] Ingeniería del dolor. Han construido una realidad sin tuer-
cas que anden flojas.

[6] Mejor ganando un mundo distinto del que perdimos, que


habitando aquel basurero de sueños.
Mejor guerreando, que atrofiado, viviendo horas muertas.
Mejor en el delirio, que en la pesadilla cotidiana.
Mejor abriendo brechas, que dormitando en nichos.
Mejor loco, que zombie.

[7] Se hace necesario el orden. No entendido como im-

91
SALUD MENTAL Y REVUELTA
posición, sino como determinación. Construcción estratégica.
Dejar de nadar en la mitad del océano. Se trata de atacar.
Vivir.

[8] Toda la significación de la subversión viene a reducirse


a la confrontación con lo normal. De ella surgen dolores y
placeres; y casi nunca lo hacen a partes iguales. Saber donde
se está, trazar una geografía de la trama en la que uno está
inmerso, es condición necesaria para no caer una y otra vez.
Desplegar mapas que nos permitan reconocer a nuestros en-
emigos hace que podamos seguir vivos, que no pasemos a
formar parte definitivamente del reino de los objetos.

[9] La apelación por parte de los amos del mundo y sus vo-
ceros a las reglas del juego, no tiene para nosotros mayor
consistencia. A estas alturas de la pesadilla, ya nos hemos
dado cuenta de que jamás tuvimos opción de entrar o salir
del “juego”. Él abarca la totalidad de lo existente. De hecho,
trabaja por dar forma a todo lo que potencialmente podría
existir. Tales son las desmedidas capacidades del poder en
nuestro tiempo. En la Era de Orwell, podemos afirmar que
nuestros sueños están siendo vigilados. Los escondemos,
los afilamos. Por eso no podemos acercarnos a la Norma,
por eso no podemos renunciar a ellos. No podemos traicio-
narnos... o la dominación absoluta se habría consumado.

[10] Nuestra baza: la locura es difícilmente recuperable,


¿acaso podés vos recuperar algo que no podés compren-
der?, acaso todas esas ciencias del hombre moderno que
juegan a diseccionarla, ¿son otra cosa que una cortina de
humo tras la que esconder en las cloacas de su saber aquello
que se les escapa?
La locura apunta tu mirada al preciso punto al que nunca qui-
siste mirar.
Por eso el loco emana arte y hostilidad, por eso no deja de
serlo, y por eso está solo.
Riesgo.

[11] La guerra siempre se hace para ser ganada. Otro pen-


samiento en la cabeza del combatiente carecería de sentido.

[12] En la insurrección contra la dominación del homo nor-


malis, es necesario afrontar el estudio de los distintos actos
de poder que configuran nuestras vidas. No se trata de con-

92
eNaJeNaDxS # 7

struir grandes teorías o de sistematizar totalidades (o global–


idades), sino de analizar la especificidad de los mecanismos
de dominación.
Tirar de las hebras para destejer la trama del Tinglado. Bus-
car instrumentos, huir de los sistemas. Gritarle en la cara a
nuestros enemigos sobre la (su) verdad y otras mentiras.

[13] Cuando examinamos de cerca la psiquiatrización de la


vida cotidiana, revelamos lo invisible del poder. De esta
manera, concluimos que cuando un juicio no puede enun-
ciarse en términos de bien y de mal, se expresa en términos
de normal y anormal; y esta diferenciación en el seno de la
sociedad se justifica apelando a lo positivo o a lo nocivo para
el individuo.
La perpetuación y reproducción del homo normalis
y sus dominios, se consuma mediante la modelación de lo
cotidiano por parte del poder. Lo cotidiano va desde el propio
cuerpo de los sujetos hasta sus gestos, actitudes y discur-
sos. Y se conforma mediante el ejercicio de las diferentes
tecnologías operantes en la sociedad de la normalización. De
éstas, nos interesan especialmente la tecnología médica y la
tecnología penal. En el oscuro oficio de los psiquiatras, am-
bas vienen a juntarse, demostrando cómo la práctica médica
se interrelaciona con la ordenación legal de la vida cotidi-
ana.
La consecuencia del despliegue del discurso
psiquiátrico es la medicalización del comportamiento. Po-
demos dar cuenta de ella en la inferencia de la psiquiatría
como tecnología auxiliar en un tribunal, o en el simple hecho
de que el Valium sea parte fundamental del imaginario colec-
tivo de Occidente.

[14] El diagnóstico médico no es más que una mentira cuali-


ficada. Ruedecita dentada que garantiza el buen funciona-
miento del espectáculo.
Los médicos son policías. Brazos armados de un es-
tilo de vida. Incluso van a menudo uniformados. Pastillas, bis-
turís, correas y electrodos deberían asustarnos igual o más
que las pistolas. Y por descontado, deberían provocarnos el
mismo desprecio y asco. Su impunidad, el prestigio social del
que gozan, alimenta sin cesar la rabia.
A ambos esbirros, guarden la puerta de los cielos
que guarden, les deseamos la misma suerte. El dolor nunca
sale gratis, es una lección que hemos aprendido.

93
SALUD MENTAL Y REVUELTA
No, entonces la paz no puede interesarnos. Lo de poner
la otra mejilla se lo dejamos a los espíritus mediocres que
aún son incapaces de comprender nada. Además, aunque
quisiéramos no responder, no nos quedaría otra cosa dis-
tinta del dejarnos golpear. No hay huída. Nos hicieron añicos
hace ya tiempo. Somos así de intolerantes: no aceptamos
sus medicaciones, ni sus encierros, ni sus terapias electro-
convulsivas, ni sus bonitas y científicas palabras. Sobrevivi-
mos una vez y hemos vuelto para pasar a cuchillo a nuestros
enemigos.
¿A alguien le suena mal? Le invitamos a pasear por un
psiquiátrico.
¿Deberíamos entender, ponernos en el lugar de nuestros
enemigos de clase? Evidentemente no. Si ellos lo hubiesen
hecho alguna vez, tampoco podrían dormir por las noches.

[15] El dolor se materializó hace tiempo. Todos tenemos ojos


para verlo, los torturadores no pueden excluirse de esta ob-
servación. Cada cual debe replantearse su lugar en la Máqui-
na.
No tengan miedo a perder su estatus los señores psicólogos
y psiquiatras. Si siguen aniquilándonos, negándonos como
las personas que somos, se arriesgan a perder algo más que
un posición segura en esta realidad.

[16] Vamos a entrar en la historia y no nos pondremos bajo


ninguna ley de excepción.

[17] Nuestros valores, en ningún caso son ni serán los del


mercado. No hay marcha atrás. Rechazamos de una vez y
para siempre un mundo perfectamente organizado para el
desencanto.
El mercado, caminando de la mano de la técnica (en
nuestro caso, fundamentalmente la medicina) se cobra en
material humano las exigencias que la propia configuración
(mercantil) de la sociedad supone. Nuestro sufrimiento en
tanto que “enfermos mentales” no deja de ser un elemento
necesario dentro de los flujos de capital que recorren las de-
mocracias occidentales. El espectáculo de nuestro dolor se
traduce en gigantescos beneficios económicos, en cruel paz
social: ¿a quién le va a interesar realmente que cese?, ¿a
las farmacéuticas?, ¿a los terapeutas-empresarios?, ¿a los
investigadores universitarios?, ¿a los jueces?, ¿a la policía?
... La lucha contra el Sistema de Salud Mental no cuestiona

94
eNaJeNaDxS # 7

parcialidades, debe ser consciente de que lo que plantea en


última instancia es la destrucción de este mundo.

[18] A nosotros, la democracia nos dejó ver su verdadero ros-


tro el día que entramos por primera vez en la consulta de
aquella bata blanca.

[19] Ya sabemos, que lo que pensamos es peligroso. Poner


en evidencia la fragilidad de lo falso...
¡Alguna vez habrá que luchar a cielo abierto con los fabri-
cantes del asco!

[20] La enfermedad mental no es una mera consecuencia de


la organización social existente, sino un presupuesto de la
misma. Tomar conciencia de esto es algo imprescindible para
poder distinguir a nuestros enemigos: ya no habrá más ver-
dugos inocentes.
Desquiciarse: vivir en un continuo estado de simulación, vivir
entre la ida y la venida de un sin fin de imágenes vacías, sin
absolutamente nada detrás, ruidosamente mudas. La locura
no es un tiempo muerto, aunque no sea evidente, se trata
de un momento más dentro de la máquina de producción y
consumo.

[21] Reconocemos que hay un conflicto real entre nuestras


cabezas - su funcionamiento - y la actual organización de la
vida. En esto coincidimos con los especialistas ocupados de
salvaguardar la correcta salud mental de la sociedad. Ahora
bien, el trecho y agujero existente entre nuestro acá y su allá,
cuya realidad ambos afirmamos, no vamos a recorrerlo jamás
en su favor. No aceptamos reinserción alguna, no queremos
adaptarnos a su vida ni aprender a respirar bajo sus consi-
gnas ... bajo el reinado absoluto de la mercancía. Dentro de
la guerra de potencias que es el mundo, optamos de manera
decisiva por nosotros mismos y nuestros deseos. ¿Acaso le
debemos algo a alguien?. El dolor no se paga con sumisión,
a ella oponemos el movimiento de la constante revolución por
la que tomamos partido.
Autonomía y autovaloración contra la alienación democráti-
ca. Locura contra cordura mercantil. Rabia y desesperación
desatadas contra el dinero y la infamia.

[22] La Máquina ha debilitado en exceso nuestra verdad, es


decir: la negación de esta sociedad. Defenderla con bue-

95
SALUD MENTAL Y REVUELTA
nas maneras es imposible. Malos tiempos. Es momento de
comenzar a atacar.

[23] El miedo da lugar al dolor. O lo que es lo mismo... el dolor


toma su presencia y su ser del miedo. Y el miedo siempre
tiene un origen. Da igual si éste es irracional, si es imprevis-
ible o si apenas nuestras cabezas dan para pensarlo. Las
dificultades en su comprensión, o incluso una posible inabar-
cabilidad que pudiésemos otorgarle, no salvan el hecho ir-
refutable de que viene de algún lugar. El miedo no es Dios,
aunque acostumbre a comportarse como tal: no se da la ex-
istencia a sí mismo. En esta afirmación reside la esperanza.
Esperanza que toma forma a partir de la siguiente constat-
ación: el dolor es condición de toda nuestra verdad. Da igual
si en nuestros días la verdad se legitima por la mayoría, es
decir, por la cantidad. Nuestros días están construidos sobre
la falsedad, de hecho son de todo menos nuestros, son es-
pectáculo, el imperio de la no-vida. La defensa de nuestros
pensamientos se ha hecho imposible, no se puede hablar
con quien está imposibilitado para escuchar. Hemos tardado
en comprender que gritar y patalear ya no sirve para nada. El
diálogo está roto de cuajo, hay que dejar de dar golpes con
la cabeza al muro de hormigón. Hay que dejar de hacerlo so
riesgo de desaparecer, de dar la victoria absoluta al enemigo.
Hay que pasar a la ofensiva.
¿Porqué seguir siendo, comportarse bajo las reglas de un
juego que bajo ningún concepto es el nuestro? Un juego aje-
no, en el que todo está dado de antemano. Un juego homi-
cida.

[24] Derrota. Una vez que uno consigue avanzar arrastrándose


más allá de sus límites, la fuerza que le mueve desconoce ley
lógica alguna. Llegado a ese lugar desconocido, lo imposible
adquiere la sorprendente virtud de ser posible.
No, nadie podrá juzgar nuestras acciones bajo la óp-
tica del sentido común. La única garantía de que a un paso
determinado le sucede otro, solo la da la razón del homo nor-
malis. Y la razón es un juguete que en nuestras manos ha
saltado por los aires.

[25] Contra lo existente, en última instancia, no tenemos nada


más que decir NO.

[26] El diálogo con los amos no puede ni debe darse. El ab-

96
eNaJeNaDxS # 7

solutismo de la mercancía no admite relativizar su posición,


imposibilita cualquier comunicación porque toda refutación
choca de frente con el propio sistema. Por esto mismo sola-
mente se dan dos posibilidades: atracción o conflicto. Cuan-
do el canto de sirenas de la seducción democrática falla, se
desata la cacería represiva.
El capital no duda, se levanta sobre el fanatismo. La
incredibilidad del equilibrio social, económico o ecológico del
capitalismo se traduce en la infalibilidad de su sistema: abso-
luto e incuestionable... y absolutamente indeconstruible. Un
jodido absurdo.
El capital permanece pero no convence. La coheren-
cia interna no salvaguarda al sistema de su barbarie.

[27] El hombre ha llegado a ser una bestia de trabajo aban-


donada al vértigo de sus propias fabricaciones...

Maldita sea la Humanidad, malditos sus derechos y sus va-


lores. Nosotros somos Otra Cosa.
¿Cómo llamarnos?, ¿qué somos estos
locos que debieran estar muertos y nunca llegan a estarlo,
que debieran ceder de una vez y no paran nunca de pa-
talear?, ¿será que pertenecemos a una familia de innom-
brables?, ¿puede ser que esta locura nuestra, que este de-
lirio anticapitalista, nos de la clave de la invisibilidad?, ¿dónde
situarnos pues?, ¿en qué departamento o cajón?, ¿hay algún
lugar para los psiquiatrizados en lucha dentro de la red de
oposiciones con la que el sistema ha conquistado la vida hu-
mana?.

Un secreto: la indeterminación recién descubierta, y con la


que el propio sistema nos desechó, es nuestra potencia... ya
que a sus ojos no somos nada, podemos serlo todo. Y eso es
precisamente lo que buscamos.

[28] ¿Qué más ajeno a lo sistémico que el enfermo mental


que busca su autovaloración en el enfrentamiento sin cuartel
con el propio sistema?
Somos ese enemigo no calculado, esa máquina de
guerra que el poder nunca contempló como amenaza y ar-
rojó a su basurero. Por eso precisamente no entramos en la
dialéctica desoladora en la cual las dos partes del conflicto
se dan vida recíprocamente (pasando la crítica a ser parte de
lo criticado), cerrando para siempre el círculo de la perdición.

97
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Somos y traemos la sospecha del caos.

[29] ¿Y a nosotros quien nos va, quien nos puede guiar?,


¿quién querrá erigirse como nuestro nuevo amo?, ¿querrán
acaso convencernos de que también pueden orientarnos y
clarificar un territorio que en buena medida podemos afirmar
que desconocen completamente?
Hay que buscar las armas que el enemigo jamás pueda re-
cuperar.

[30] UBI LEONES [antigua inscripción trazada en los bordes


externos de los mapas de Roma]
¿Cuáles son los límites – a partir de los cuales persiste el
peligro real – de la civilización occidental?
Estamos más allá.
Que vengan a buscarnos si quieren.

[31] Sin pastillas, sin electrodos, sin correas, sin cerrojos ...
¿cómo asumirá la sociedad esa diferencia con la que le to-
cará vivir?. La sola presencia de un mundo, de una comple-
jidad no estructurada como la suya, provocará perturbación
y terror.

(¿Será que aspiramos a terroristas?. Ustedes dirán.)

[32] Nadie nos ha invitado, hemos salido de ese “lugar lejano”


en el que nos confinaron. Nuestra sola presencia desenmas-
cara la frágil artificialidad sobre la cual está edificada la reali-
dad del homo normalis. Nuestra sola presencia es el primer
paso en la destrucción del mundo.

La revolución que nunca se fue ya está aquí.

[33] En el fulgor de la batalla, ¿a dónde irán a buscarnos?,


¿acaso se les ocurrirá a los defensores de la Norma jugar al
viejo juego de meterse en la cabeza del contrincante y pen-
sar como él piensa?. No, no son tan necios. Bien saben que
durarían menos que nada.

[34] ¿Estamos lejos o cerca?


Tenemos la ventaja de que aún no se han aclarado.

[35] ¡Viva la loca anomalía, pues es anomalía salvaje!


Evocamos la gran contradicción de este capitalismo rancio

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eNaJeNaDxS # 7

y demasiado tardío en el que nos encontramos, la que invo-


lucra a su propia propaganda demócrata con la existencia
de anormalidades: ¿cómo salvaguardar la unidad de la orga-
nización social frente a ese extraño y estigmatizado loco, y a
la vez mantener la posición liberal que supone la vil creencia
en una justicia e igualdad “humanas”?.

[35] Lo queremos todo, pero no codiciamos nada.


Nada de lo que tomaremos por la fuerza calmará la sed. Sólo
la destrucción podrá hacerlo, sólo la posibilidad de enfrentar-
se a un instante en el que no esperemos nada y todo pueda
ser. Abrazar la dignidad.

[36] Si no nos tragamos sus pastillas: ¿cómo van a tran-


quilizarnos?

[37] No saber, no ver, no enterarse. (Sobre)vivir aletargados,


vegetando; no vaya a ser que les salpique algo inexplicable
... ¿qué harían entonces?, ¿acaso vivir?
La tierra está cubierta de zombies. El homo normalis apesta.

[38] “El odio es la antítesis del altruismo: un sentimiento que


regula la economía de las relaciones sujeto-objeto salvaguar-
dando la identidad del yo. Para vivir con propio respeto no
sólo hay que amar sino también odiar, intentando destruir
cuanto menoscabe nuestra dignidad”.

[39] La miseria sobre-equipada hace enfermar.


La enfermedad parece ser la única forma de existencia que
nos queda bajo la égida de la mentira organizada.
Y duele.

[40] Decisión: o nos diluimos en la historia, o pasamos a ser


protagonistas de ella. La segunda elección sólo se entiende
desde el riesgo. Podemos morir... o sobrevivir encarcela-
dos, o quedarnos completamente solos, o volvernos locos-
loquísimos. Esta posibilidad no puede negarse. Ahora bien,
la primera elección, la aceptación de la miseria equipada de
mercancías, sólo significa muerte. Nada más.
Consecuencia: si decidimos, debemos provocar miedo a
quien debe tenerlo.
[Quizás sea éste el único punto en el que nos declaramos
demócratas: hartos de que el miedo sea patrimonio de una
única parte de la población, defendemos la democratización

99
SALUD MENTAL Y REVUELTA
del temor. Queremos perseguir con la misma saña con la que
siempre se nos persiguió, y demostrar lo terriblemente real
de nuestro dolor. Dar la vuelta a lo que parecía eterno, quer-
emos pasarlo bien.]

[41]
• La vida presentada como una píldora que nos anestesia
hasta el fin de nuestros días.

• El juego y el fuego como una potencia que nos permite abrir


los ojos, entrar en contacto con el significado del no-estar-
muerto.
• Descubrir a los Otros, esos indeseables que tanto amamos.
Solidaridad, contrabando.
• Buscar las armas, abrir las salidas. Que el homo normalis se
atragante con lo normal y lo patológico, que aprenda que a él
también le pueden hacer saltar las lágrimas.

[42] Frente a lo que normalmente se dice, la droga no ayuda


a uno a evadirse de esta realidad (si realmente esto fuera así,
andaríamos todo puestos sin el más mínimo reparo), más
bien, su función es posibilitar la existencia dentro de ella.
Que cada cual saque sus conclusiones...

[43] Comprender. En la comprensión se forjan las armas


definitivas del adiós a esta forma de vida. Una vez nos he-
mos dado cuenta de que o bien digerimos esta realidad de a
poquito - huyendo de la pregunta que interroga por el cómo
es que es así - , o bien reventamos en lo alto del cielo al
tiempo de haberla colado en nuestro interior, el camino deja
de poder ser recorrido hacia atrás. El tiempo queda abierto
como la herida fresca dejada por un filo osado. Y entonces,
todo puede ser.

[44] El hecho de que este mundo sólo pueda ser asimilado


en pequeñas dosis, su letalidad, se manifiesta en los ojos
de quienes han intuido cómo funciona. La nada se queda in-
crustada en las retinas. La perspectiva, convertida casi en
privilegio militar, impone el precio del desencanto y la fractura
a todos los que miraron y algo se les rompió dentro.

[45] Hay que aprender a no correr hasta que uno no sepa que
efectivamente está siendo perseguido. De esta manera, se
hace más difícil ser atrapado.

100
eNaJeNaDxS # 7

“El miedo puede ser un aliado, pues te hace ser más cauto
y astuto. Pero si te cagas encima, el enemigo te encontrará
simplemente siguiendo el olor a mierda”.
[46] Los niños juegan al escondite. Uno de ellos ha sido sor-
prendido en su guarida, ante la acechanza de su delator se
cubre los ojos con sus pequeñas manos. Piensa que al no
poder ver, el otro no lo descubrirá. Deduce erróneamente la
invisibilidad de la invidencia, pero en el fondo sabe que ya
está atrapado. Y sin embargo, repite ese gesto impotente:
esconde su rostro, rehúsa mirar. Pues bien, el partido de la
subversión, no lo será hasta que no aprenda a superar este
error.

[47] No más consuelos.


La consciencia es la chispa que prende la mecha. Una vez
comienza la ignición, los telones se desmoronan uno a uno.
El lenguaje del mundo deja de estar cifrado, la desen-
criptación supone comenzar a ver, y descubrimos que todo
esto no es un mal sueño, sino una perpetua pesadilla.
El homo normalis no vive, sólo espera. El hecho de
que conozcamos esto y él no, nos hace diferentes. Distintos
mundos, distintas estirpes. Como debe comprender, a nues-
tros ojos, está claro quien ostenta la superioridad. Se trata de
una cuestión de honestidades, esta civilización falsedad ha
durado demasiados inviernos. La mentira debe dejar paso a
otra cosa. La locura es nuestra candidata. Comprender sig-
nifica ver las cosas como son, abandonar la condición de en-
gañados, descubrir la mano de la mercancía en cada porción
de la realidad. Aprender su significado. Hacerla caer.
Una vez nos hemos escindido de esta sociedad y comenza-
mos a conspirar entre iguales bajo la luna, florecen en
nuestros corazones la rabia y los sueños. Estos necesitan
de la primera para ser perseguidos. Sin rabia contrapuesta a
lo existente, uno es un zombie: caga, duerme, trabaja, bebe,
folla, compra, reza... vive en un cementerio y se rodea de
carroña; sus días son interminables rituales mortuorios cuya
única finalidad es exaltar la aniquilación. La ira sin sueños
es un despojo gratuito, los sueños sin el aliño salvaje de la
negación son quimeras. Y ambos, como cuchillos fabricados
con hojas hechas de noche estrellada, uno en cada mano,
son nuestros tesoros, nuestra amenaza.

[48] Contra la óptica higiénica del homo normalis, es


imprescindible arriesgar desde el principio y para siempre

101
SALUD MENTAL Y REVUELTA
todo.

[49] Los derechos humanos son concesiones. No queremos


tener nada que ver con la jodida humanidad. Somos Otra
Cosa. En la seguridad de este hecho reside nuestra resisten-
cia a morir. El ser humano ha acabado por ser el ser normal,
y conocemos de sobra la vida que diseñó para los de nuestra
calaña.

[50] No intentamos salvar a nadie. Los zombies suelen ser fe-


lices con su condición. Arrímate a los tuyos, descúbrelos en-
tre las sombras. Respira con ellos, forma una banda, asalta
las ciudades.

[51] Fraude: así explicamos el actual espectáculo de las rela-


ciones entre personas. Un escenario lleno de humo, un en-
gaño tosco y mal urdido.
Deseamos convertirnos en maestros de herejías.

[52] Abrir los ojos: aguantar una lluvia de ácido. Debemos


verla venir y actuar en consecuencia.
Nada que ofrecer, nada que recibir. Así funciona la comuni-
cación en la maldita ciudad. Da igual cuanto creas o cuanto
hayas creído. La única fórmula válida es la de la decepción.
La demolición se repite una y otra vez, y sin embargo nada se
acaba de caer del todo. El sucio globo gira y gira. ¡Arded!.

[53] La Norma está en todas partes.


Sí, también vive en los colectivos “anticapitalistas”, en los
sindicatos “revolucionarios”, en las “coordinadoras” redento-
ras, en las casas okupadas, en la “organización difusa”, en
el seno de los saboteadores nocturnos, en los “grupos de
afinidad” ... Desilusión. Realmente fue una estupidez el llegar
a pensar que es lo mismo (o ni siquiera que se acerca) el
decir que uno se opone a algo, que el oponerse realmente
a ese algo. Y así buscamos refugio en militancias del vacío,
para desolarnos con la constatación de que el homo normalis
ya había extendido su discurso hasta las entrañas de sus
presuntos rivales. No existe ningún terreno liberado de ante-
mano. Hay que pelearlo.
El homo normalis es un administrador, un contable que hace
balance de las inversiones. Esta actividad florece en cual-
quier lugar donde se detenga nuestra mirada, las etiquetas
ya no significan nada.

102
eNaJeNaDxS # 7

Nuestra ruina ha sido quedarnos sin nada que ofrecerle.


Y sin embargo, preferimos celebrar esta nuestra pobreza que
echarnos a llorar.
[54] Es un error capital, que escocerá de por vida, el haber
buscado amigos donde solamente podía haber conocidos o
saludados.
La apariencia no tiene valor cualitativo. El gesto que repro-
duce la apariencia, tampoco.
En el ghetto político antagonista, se reproducen mecánica-
mente los comportamientos sobre los que funciona la socie-
dad criticada. Así, se establecen normas, roles y patrones,
siendo frecuente la aparición de mecanismos de exclusión
que no son sino hijos bastardos de los sistemas de construc-
ción social. En este contexto, preferimos ser marginados-mar-
ginados (marginados al cuadrado), que marginados-margina-
dores. Es cuestión de elegancia revolucionaria. Honestidad.

[55] En una realidad organizada espectacularmente, las imá-


genes por sí mismas no valen una mierda. El homo normalis
puede tener “apariencia revolucionaria”, ser okupa o vestir de
negro y llevar puesta la capucha. Lo esencial se mantiene: la
razón mercantil con la que administrar el mundo, el cálculo
de rentabilidades. Y la enfermedad no tiene nada que ofrecer,
no hay ningún canje posible con la sonrisa de la normalidad
(venga de quien venga). Sobre la mesa, sólo podemos poner
la mala ostia, las ganas de atacar que hemos ido construyen-
do sobre las ruinas de nuestro dolor.
Luchamos contra la guerra psicológica que esta so-
ciedad ha desatado, y ésta es una lucha que casi nadie qui-
ere ver. No hay mártires ni grandes gestas que relatar en los
“medios de contrainformación”, la batalla es clandestina, co-
tidiana y a muerte, y cuando la gente va cayendo, y la cárcel
está dentro de uno mismo, y el uniforme azul se cambia con
la bata blanca, los demás siempre miran a otro lado. Pareci-
era que la enfermedad da más asco que el asco que da este
mundo. Se cumple el primero de los objetivos militares de
nuestros enemigos y su sucia guerra: aislamiento.

[56] Hemos gastado nuestros días buscando la potencia en-


tre las ruinas y la chatarra, pero finalmente nos hemos dado
cuenta de que no era ahí donde debíamos buscar. Lo que
perseguimos no puede habitar en ese mundo miserable que
no es nuestro, y cuyo telón de fondo es una snuff-movie eter-
namente en play. Su esbozo se encuentra acá, en esa estrella

103
SALUD MENTAL Y REVUELTA
a punto de estallar que cada uno de nosotros lleva sobre sus
hombros. Podemos afirmar que ahora, que hemos perdido un
mundo entero y maldecimos con toda la fuerza de nuestras
almas, nos encontramos en disposición de conquistar uno
nuevo, uno propio.

[57] Consideraciones sobre el ataque:


• Ataca de tal manera, que para cuando saltes sobre tu en-
emigo y él tome conciencia de la situación, tu lleves ya tiem-
po atacando. Solamente así sus posibilidades de respuesta
pueden desvanecerse, solamente así para él es todo impre-
visto, mientras que tú ya lo has visto todo.
• El enemigo casi nunca es obvio. No al menos en una guerra
larga como la nuestra, en la que se da la paradoja de que
golpear puede incluso ser reconfortante para nuestro contrin-
cante. Éste es un cuerpo, un organismo que hay que disec-
cionar para dar con los puntos débiles - que no inocentes -,
a los que atacar.

[58] Siendo lo suficientemente audaces para entender el fun-


cionamiento del mundo, queda por delante todo un camino a
recorrer, con la sola y única intención de poder vivir una vida.
Conflicto.

[59] Asumir las contradicciones. Y en consecuencia, el dolor


de vivir con ellas. Lo que se siente tan adentro no puede esfu-
marse del todo jamás. Siempre quedará una ascua ardiendo.
Presta a incendiarlo todo. Sin concesiones, sin que importe
cual sea el maldito precio.
La tensión hace añicos los nervios. Nos avoca a la soledad.
Nos vuelve locos.
De momento, no encontramos nada distinto al reventar. Fin
del trayecto al que un mundo y sus valores nos han llevado a
patadas. Siempre supieron bien lo que se hacían.

[60] Una manera de vivir ha fracasado. La estandarización es


el nombre de la coacción tras la experiencia de los campos
de concentración. Uniformidad democrática. El concepto de
existir se traduce en obediencia. Mirad las calles. Mirad las
televisiones. Mirad a los despojos sin voluntad en que los
hombres se han convertido. Nuestra enfermedad es testigo,
es juez y dicta sentencia: una manera de vivir ha fracasado.

[61] No ofrecemos una nueva gestión de la realidad. No ofre-

104
eNaJeNaDxS # 7

cemos ninguna alternativa mesiánica a lo que hay. Exigimos


el fin de la infamia, el ocaso de la civilización occidental, la
muerte de una forma de vida (o de no-vida, mejor dicho) y
del hombre que la ha construido. La era del homo normalis
debe ser barrida antes de que en su estupidez haga explotar
el planeta entero. Desde la enfermedad gritamos a favor de
una mutación antropológica, la única Revolución digna de lla-
marse así. Es simple: queremos vivir nuestras vidas.

[62] El homo normalis es un ser esencialmente cobarde. Un


matarife escondido tras la obscena sonrisa de las buenas in-
tenciones. La tarea: desenmascarar.

[63] El revolucionario es un suicida que no acaba de aceptar


el destino que la Máquina le ha dictado.
Se trata sencillamente de demandar una vida que merezca
la pena ser vivida.
Quien niega totalmente esta sociedad, afronta ya el riesgo de
morir. La lucha contra lo que hay es un adiós armado. O la
guerra, o el suicidio.

[64] No esperar nada no significa acostumbrarse a perder.

[65] Traeremos la tormenta en nombre de nuestro amor. Que


nadie lo intente diagnosticar, jamás le saldrían las cuentas.
Nos perdimos en la locura. Fuimos engullidos por ese bosque
al que salimos a pasear. Hace unos días, hace unos meses,
encontramos un caminito sepultado bajo las hojas del Otoño.
Caminamos, y seguimos haciéndolo. Nos acercamos len-
tamente al linde. Podemos asegurar que no vamos a caer.
Prepárense, ya llegamos.

¡Larga vida a los niños luchando!



Marzo, año 19 de la Era Orwell

105
SALUD MENTAL Y REVUELTA

ENA J EN A DX S #8

Lo bello es necesariamente irreductible…


… y por eso caos nunca murió-

A los rebeldes Asturias*s, en sentido homenaje a esa extraña


complicidad.

Por encima de fáciles habladurías


nadie busca compartir el dolor ajeno
ni aceptar la menor responsabilidad en ese dolor
Vicente Zito Lema

106
eNaJeNaDxS #8

Este número sigue el mismo camino que el pasado


número cinco. Se trata de afrontar una vez más la dificultad de
comunicarse robando y tergiversando, creando y plagiando,
cortando y pegando textos. Buscamos dar con una cadena
abierta e ilimitada de sentidos y significaciones, buscamos
un juego. Hay cosas que no sabemos expresar a golpe de
párrafo y argumentación, por eso fragmentamos y construi-
mos, para decirlo todo o para no decir nada: para intentarlo al
menos. Andanadas, alaridos, estertores, arrebatos, cuchilla-
das. Aquí van buena parte de nuestros sueños y nuestros ter-
rores. Hablan los loc*s y hablan los cuerd*s, y lo mezclamos
todo como nos viene en gana.…

Hay que cambiar a menudo de opinión para seguir del lado


del mismo partido; pero no está al alcance de todo el mundo
haber tomado un partido que merezca que uno le sea fiel.

Y aunque el corazón no sea el brioso animal que


presentíamos
basta para beber apasionadamente el amor y los cuchillos
que nos rodean.

Engúllame el cielo.
Quien ama, odia. Quien odia, ama. El resto: zombis.

Esqueleto, ¿tiemblas?
Temblarías más aún si supieras a dónde te conduzco.

Se han hecho leyes morales y estéticas para crear el res-


peto por las cosas frágiles. Lo que es frágil puede romperse.
Probad vuestra fuerza por una vez, después os desafío a no
continuar.

No podemos vivir eternamente rodeados de muertos y de


muerte, y si todavía quedan prejuicios hay que destruirlos
(no puede un*) encerrarse cobardemente en un texto, en un
libro, una revista de las que ya nunca más saldrá, sino al
contrario salir fuera para sacudir, para atacar (…) sino ¿para
qué sirve?

La palabra una vez dicha se esfuma.


La máquina no genera memoria.
El gesto revolucionario trae conceptos al mundo.
Los conceptos son maquinaciones que

107
SALUD MENTAL Y REVUELTA
crean historia y generan vida. Esto es la revuelta.

No me interesa tu reconocimiento
el día que tú me reconozcas
lo hará también la policía.

La rigidez profetiza la fractura.


La cualidad es la potencia.
La potencia es la antítesis de la normalidad.
La normalidad es la enfermedad.
La enfermedad es la madre engendradora de la muerte.
No hay salida, tenemos que matarla.

No te salves. No lo hagas. Deja que la noche abra sus ojos.


Enamórate. Agárrate al temblor. Quema el mañana.

Quien se justifica, no convence.

No intentaré ya el que no me odiéis. He abandonado cierto


estado de necedad, y ahora prefiero convertir ese odio en un
pánico exclusivo que deseo de corazón profesar.
Si no fuera así, todo tendría todavía menos sentido.
Odiadme, odiadme. Haremos magia y encontraremos un final
afilado para esta historia.
Cambio de juego.
Cambio de planes.
Echar por tierra lo aprendido.
Ser loco, perro, niño y estrella a la vez.
Va a costar el que me saquéis de vuestros sueños.

Aquello que Marx decía que entre la idea y la acción está el


conflicto, es la verdad más precisa.
Ya no entiendo nada. No me doy por vencido, nunca.

Entonces caí enfermo, febril, enloquecido, según explicaron


en el hospital, por el miedo. Era posible. Lo mejor que se
puede hacer, verdad, cuando se está en este mundo, es salir
de él. Loco o no, con miedo o sin él.

Quien no conoce la guerra, sólo puede conocer un amor am-


putado.

Ustedes no son yo.


No todos los individuos pertenecientes al género humano son

108
eNaJeNaDxS #8

iguales. De hecho, nosotros, con vosotros, no tenemos nada


que ver.
Habitamos el mismo continuo de espacio y de tiempo, sin
embargo no vivimos en los mismos mundos, ni percibimos o
experimentamos lo que nos rodea de maneras siquiera se-
mejantes.
Entre las miradas que gastamos se hunde un abismo.
No intentemos hablar, solamente hay y queda tristeza. No
podría ser de otra manera.
No se trata nada más que de la eterna discusión entre lo po-
sible y lo imposible.

Mis sollozos son la cuna de un gigante.

Croatan sigue siendo el tesoro de cuanto sueño y quiero.


Abandonaré la pena de haber perdido amores caminando
tras él.

Para nosotros solamente amor.


Para nosotros solamente odio.
Las palabras giran en torno a corazones que arden.
La vida no nos da miedo, nosotros podemos abandonarla en
un “relámpago”, y esto nos vuelve más libres que los dioses.

La quería, quería hacerla reír. La quería y sabía que iba a


lograr el efecto contrario, yendo a parar a la mierda además.

Perdón por el monstruo que fui. Y perdón, ya de antemano,


por el monstruo que seré.

No somos unos incomprendidos, se trata de algo más compli-


cado… La comprensión de nuestras palabras causa terror.

Hay 10.000 historias en la ciudad desnuda. Y no todas tienen


moraleja.

Seremos mujeres y hombres libres.


Lo seremos o el mundo será arrasado durante nuestro in-
tento de serlo.

El sentido común sano es el más fiel colaborador de la domi-


nación capitalista.

Y dijo su padre: “Mandé a mi hija al hospital, o al psiquiátrico,

109
SALUD MENTAL Y REVUELTA
o a la residencia,… como se llame eso, aunque lo que es, es
una cámara de gas. Entró viva y me devolvieron una camilla
con un fiambre”.

Me defiendo.
¿Saben ustedes algo?
Yo no vivo por inercia. El no-morir, me cuesta al menos una
batalla al día.
Píenselo necios, quizá den con una respuesta para 100
acertijos.

El exilio es un largo insomnio.

Ha caído la máscara odiosa, el hombre queda sin su cetro:


libre, sin coerciones, hombre igualitario, sin clase, sin tribu,
sin nación, exento de toda casta, culto, orden. Señor de sí
mismo, justo, noble, sabio… y sin embargo todo el mundo
quiere respirar y nadie puede: muchos dicen: “respiraremos
más tarde”… y la mayor parte no mueren porque ya están
muertos.

Nos dirigimos hacia la inercia, la esterilidad del movimiento.

Voluntad.
Persistencia.
Nuevas formas de la violencia.

Mi vida es solamente mi vida si hago de ella una tea ingobern-


able.

Mis complejos, digamos así, de niño, me llevaron al arte, a la


terapia del arte para la
Vida, me sirvieron para saber a qué dedicarme. No he queri-
do psicoanalizarme nunca,
no he querido curarme. Creo que el hombre es un enfermo,
o no es hombre.

La totalidad ha perdido el rumbo y en un movimiento incans-


able se sirve a sí misma en vez de al hombre.

Ofreceres. Ninguneos. Sustituibilidad. Prescindir-de. Yo hoy


me siento totalmente intercambiable.

Prefiero no drogarme. Prefiero arriesgarme, a caminar como

110
eNaJeNaDxS #8

una zombi por la ciudad engordando el bolsillo de algún


cabrón. Prefiero ser contradicción. Y dolerá (y duele), y me
quedaré sola (y es que las masas son algo de lo que una
debe aprender siempre a desconfiar). Ojalá dejasen mis
amores de arrearme certeros salivazos en los ojos.

Quien quiera ir más allá deberá desaparecer.

La historia, lo que hasta ahora ha ocurrido, es la totalidad de


lo falso.

Escribir su autobiografía, bien para confesarse, bien para


analizarse o por exponerse ante todos, como una obra de
arte, quizá sea tratar de sobrevivir, pero mediante un suicidio
perpetuo - muerte total por ser fragmentaria.

Habito mi época sabiéndola pesadilla.

No, este mundo no tiene alternativa. O lo destruimos, o sub-


sistirá siempre bajo distintos pellejos

El problema de la humanidad es que está demasiado human-


izada.
Liberemos los zoos de nuestras almas.
Nos convertimos en disidentes en una civilización en la que el
civis se encuentra en su lugar (institucionalizado), pero nunca
tiene su lugar.
Al abolir la propiedad vivimos nuestro espacio en nuestro pro-
pio tiempo.
Semejante disidencia es una disidencia para siempre.
Si ella es la utopía acordémonos de que eu-topia significa: en
ningún lugar.
Es el lugar que cada uno debe crear para sí mismo.
El objetivo de la solidaridad es el comunismo -el comunismo
de cada uno y cada uno de nuestros comunismos.
¿Y la lucha final?
Es la lucha sin fin.
Sin esperanza.
Si la violencia del fascismo proviene de las acciones sin es-
peranza de causa, cuando la victoria es imposible, existe una
violencia siempre posible de la anarquía en relación con la
esperanza, ilusoria, de una liberación definitiva.
No nos queda más que la lucha.
Pero la lucha segrega su propio sentido.

111
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Frente a todo reproche y frente a toda adversidad, de aquí en
adelante tan solo responderé: es mi vida.

Es difícil dar con personas bellas. He concluido que sólo pue-


do buscarlas entre las filas de quienes firmemente rechazan
lo establecido. Estoy enamorado del brillo que el “no” imprime
a sus ojos.

Te chuparé la lengua, te lameré los párpados, te morderé la


boca. Me tragaré de una tacada todos los gritos que se ago-
lpan en tu garganta.

Todo pensamiento emite una tirada de dados.

ACTITUD. He aquí todo lo que yo ofrezco.

No, no soy normal: prefiero mil veces el odio a la indiferen-


cia.

Ninguna mutación metafísica llega a producirse sin haber sido


anunciada, preparada y facilitada por un conjunto de cambios
menores, que en el momento de su coyuntura histórica pasan
desapercibidos. Personalmente, me considero uno de esos
cambios menores.

No hay otra poesía que la acción real.

Captar exactamente lo que está sucediendo en el lapso de un


segundo es más decisivo que conocer con antelación futuros
remotísimos.

A veces, la ira es lo único que te ayuda a sobrevivir.

Necesito fundar una nueva ontología. Sin embargo, todo


parece ya pensado de antemano. No hay huecos ni fisuras.
No encuentro a dios por ninguna parte. Estoy solo.

El recorrido de los recuerdos es accidentado y peligroso: y


siempre dispuesto a traicionarte.

El adiós de la confianza produce monstruos, y yo los conozco


a casi todos.

Cada día me levanto de mi cama con la única intención de

112
eNaJeNaDxS #8

ver las cosas como un criminal. Para mis ojos sólo existen
cómplices o policías. Nunca doy la espalda a nadie y siempre
tengo preparada una huída.

Aceptar es ser y yo lo acepté todo


todo
hasta eso que no queréis pronunciar por miedo a la
complicidad siempre mortal en su tenaz tibieza.

Para conseguir del hombre un juguete es necesario trabajarlo


cuando es tierno: el enano se forma cuando es pequeño. Un
niño derecho no causa risa, pero jorobado sí. Cogían al hom-
bre y le troncaban en aborto; cogían una cara y la convertían
en mascarón.

El dolor concede a algunas personas la sabiduría que la in-


ocencia niega.

Tiemblo cada vez que pienso en ti.


Todos los días pienso en ti.
Luego, no hay día en que no me sacuda el temblor.

El decir desvanece, pero lo dicho subsiste.

Deja de decir que me quieres y quema una farmacia en mi


memoria.

Y dijo el ilustre psiquiatra y tertuliano radiofónico: “Respecto


a la esquizofrenia, quienes no toman medicación son una
bomba de relojería”.

Cultivo con máximo esmero mi odio, y trato de elegir bien a


los destinatarios de tan noble y complejo sentimiento.

El sabio y su ciencia están uncidos al aparato social, y su


eficacia consiste en ser un momento del automantenimiento,
de la continua reproducción de lo dado.

Si no hay mañana ni amanecer posible, ¿qué creyeron los


amos que íbamos a hacer con nuestros días?
Ya brilla la belleza en nuestras armas.
Ya hemos comprendido que no hay diferencia alguna entre
morir en la brutalidad de un momento, y hacerlo día a día.

113
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Y no solo ponerme a cubierto de la pretensión de
normalización inherente a todas la máquinas sociales: huir
también de mí mismo como producto de esas máquinas
-descodificarme. Mucho más que borrar de mi consciencia
las huellas del Estado y sus aparatos: encarnizarme conmigo
mismo, despedazarme si es preciso, hasta extirpar de mi
cuerpo toda la represión social hecha piel, huesos, sangre.
Identificar ahí la fuente del dolor, de la angustia; y reconocer
que explorar el origen del sufrimiento es la forma necesaria
de preparar la “última cura”. Intuir que al final del proceso me
espera la Gran Salud de los niños. Y que sólo conservando la
ingenuidad así conquistada podré aventurarme por los laber-
intos de la creación.

Vivo dentro de la fantasía heroica del fin del mundo y no sólo


no quiero salir de ella sino que pretendo que los demás en-
tren en ella.

Nada sabes de mis sueños. Nada podrías saber. Se trata de


algo que te viene grande. No soy igual que tú. No soy peor
que tú. Haz el cálculo de las posibilidades restantes. Avizora
el futuro.

Cuanto más sufres más hijo de puta te vuelves. Es el fin de la


ética del sufrimiento.

La teoría se basa en la experiencia.


La experiencia se basa en la teoría.

Si me pinchas, ¿acaso no grito? Si me haces cosquillas,


¿acaso no río? Si llueve, ¿acaso no me mojo? Si se marcha
el sol, ¿acaso no se me oscurecen los cielos? Entonces… si
me agredes, ¿acaso no me vengaré?

Cascan mis dientes piedras de blasfemia.

Y así, puesto que yo no puedo ser el enamorado que se-


duciría estos tiempos bien hablados, estoy determinado a ser
el malo y el aguafiestas de estos días frívolos.

Mi amor no es pragmático. Mi amor es un delirio irracional.


No tiene orden alguno. Mi amor es hijo del caos. Mi amor no
falla. Mi amor es salvaje. Mi amor es locura en bruto. Es lo
que tú no te esperas. Mi amor me lleva inevitablemente de la

114
eNaJeNaDxS #8

mano a un agujero en la tierra.

Ni siquiera Dios puede hacer que lo que una vez fue deje de
ser.

Los chavales que queman coches han comprendido todo de


la sociedad. No los queman porque no puedan tenerlos: los
queman para no tener que desearlos.

No se puede estar siempre mirando.

Me reprochas el haberme rendido, el caminar por otro sen-


dero que no es el tuyo, el hundirme en el dolor. No luché
como esperabas, me alejé de las felicidades: no tengo ni tuve
excusa alguna para rehusar el pensamiento. Arriesgué más
de lo que crees. No entendiste. Nada. Ahora ni siquiera so-
mos capaces de reconocernos el uno al otro. Mis conquistas
no cuentan una mierda en el universo en el que vives... de
nada vale el haber sobrevivido a las humillaciones de los in-
terrogatorios psiquiátricos, el no dejarse encerrar, el abando-
nar esas pastillas que me convirtieron en un objeto inerte... y
sobre todo, de nada te vale el que lo haya hecho pensando
en ti y en tu amor.
Aquí sigo, peleando en este Mega-Gulag donde se ejecutan
sueños a diario.
Aquí sigo, enamorado.

Una vez avanzar y otra retroceder. Una vez atacar y otra de-
fender. Disgrega a tu adversario, atácalo mientras inspire.
Avasállalo, no le des tiempo de reordenar sus ejércitos. Cam-
bia permanentemente tus estrategias. Ataca a lo alto y luego
a lo bajo, y después al medio. Varía el ritmo de tus ataques.
Una vez rápido y otra vez lento. Una vez lento y otra vez in-
móvil. Que tu adversario no sea capaz de tocarte, pero que
sienta el poder de tus golpes.

Necesitamos sin fin apropiarnos de lo que somos a través de


las expresiones múltiples de nuestro deseo de ser.

Es muy fácil hacerse nihilista. Es muy fácil enamorarse de la


muerte (los legionarios también lo hacen). Por el contrario,
lo hermoso es siempre complicado. Arrebatar la vida de las
garras del amo, he aquí la tesis fundamental de la revolu-
ción.

115
SALUD MENTAL Y REVUELTA

Siempre entendí mi relación con los demás como una guerra.


El día que la paz llegue estaré muerto. Aunque mi corazón
siga latiendo.

No me diréis que aprecio demasiado el tiempo presente; y si


aún de él no desespero, es simplemente a causa de su pro-
pia situación desesperada, que me llena de esperanza.

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre


porque se detendría la muerte y el reposo.

Quizás algún día tenga que tragarme mis palabras. Pero al


menos tendré algo que llevarme a la boca que no sea este
aire sucio contaminado.

Pretendo que mires alrededor y te des cuenta de la tragedia.


¿Cuál es la tragedia? La tragedia es que ya no hay seres hu-
manos, hay extrañas máquinas que chocan unas con otras.

Nunca me olvides nada.


Nunca me perdones nada.
Yo no voy a hacerlo.

Siempre estamos buscando. Creo que ahora estamos a pun-


to de encontrar.

En la batalla perpetua, pensaré en ti.

Porque persigo la belleza y porque creo con firmeza y ar-


rogancia que ésta se llama anarquía: jamás aceptaré ser ca-
pricho ni del mercado ni de tus quereres.

SI LIBERTAD SIGNIFICA ALGO, ES EL DERECHO A


DECIRLES A LOS DEMÁS LO QUE NO QUIEREN OIR.
George Orwell. In Memoriam.

116
eNaJeNaDxS #9

117
SALUD MENTAL Y REVUELTA
1. INTRODUCCION

Este primer bloque está compuesto por dos textos


que pueden parecer inconexos, pero que guardan un enorme
correlato y que tienen juntos una gran importancia: creemos
que la lectura conjunta explica el paso decisivo de un modelo
de sociedad a otro, de una transformación importantísima del
capital que recompone todo el orden social, sus instituciones,
la organización de los procesos productivos y, por supuesto,
todo cuanto atañe a la dominación psiquiátrica: el modelo de
normalización y sus mecanismos de control social.
Asumimos entonces la necesidad de aprender a leer
entre líneas...
La entrevista con F. Basaglia toca diversas temáti-
cas: la relación entre criminalidad y locura, el papel que juega
el psiquiatra y el intelectual, la crítica a la antipsiquiatría como
posible - y próxima - ideología, etcétera. Lo que aquí nos im-
porta en primer lugar, y es precisamente donde se encuentra
el nexo con el texto de Deleuze, es el problema de la crisis
de la institución psiquiátrica, su transformación y progresiva
desaparición. Creemos que tal crisis hay que verla desde un
ángulo de guerra: como estrategia del poder, como reconver-
sión del orden.
El gran cambio es unívoco, e implica a toda la so-
ciedad: los años setenta protagonizan una ruptura con la an-
tigua articulación del todo social, basado en la disciplina y
una división rígida de la producción, para dar paso a nuevas
formas más sofisticadas de control. El capital logra salir de
los centros de internamiento donde se reproduce (la fábrica,
la escuela, el psiquiátrico... ), para finalmente dominar todo el
territorio.
La sociedad-fábrica se descentraliza para convertirse
en una fábrica de la sociedad: el capital se alimenta así es-
pecialmente de formas de vida, actitudes, redes sociales, la
propia autonomía de las personas, el lenguaje. El capital pro-
duce tanto sujetos como objetos.
Ya no vivimos tanto en una sociedad que tiene lu-
gares de encierro como en una sociedad que ella toda se
presenta como cárcel: la sociedad, por sí misma, cárcel de la
única realidad posible. El capitalismo ya no sólo administra la
muerte sino que también gestiona la vida.
Cuando el capital domina todo el territorio ya no
necesita sus lugares de encierro: el psiquiátrico puede enton-
ces desaparecer.

118
eNaJeNaDxS #9

Consideramos una exigencia el asumir y tratar de


entender el hecho siguiente: el capital y el poder no sólo son
órganos represivos portadores de miseria, sino que por el
contrario, logran mantenerse en pie y reproducirse porque
también brindan “placer” y un “marco de libertad” a las per-
sonas. El poder se revela perfecto cuando puede administrar
y economizar nuestros deseos y necesidades, nuestros mie-
dos y bajezas. El psiquiátrico ya no hace tanta falta como una
fuerte industria farmacéutica que mantenga a las personas
libres, en circulación y produciendo en el mercado de la vida.
El dolor del individuo supuestamente libre es ahora más ll-
evadero... el monstruo ya no es la institución, sino la pesadilla
que se acerca al final de la noche cuando estás solo en la
cama, el que pega las palizas ya no solamente es el carcel-
ero sino que son los fármacos que tienes constantemente
en los bolsillos y que hacen del sufrimiento una cárcel de
baja intensidad... o peor aún, el carcelero es uno mismo, que
además de aprender a ser “un buen enfermo” debe aprender
a mantenerse productivo.
La estrategia del poder más relevante es la que per-
sigue que el individuo aprenda a gestionar su propio encierro
en esta sociedad-cárcel. El encierro está dentro de una in-
stitución, pero también fuera. Es decir, en todos lados. Tal
estrategia del poder puede ser vista como una utilización de
la ideología antipsiquiátrica - cierre progresivo de los centros
de internamiento - en aras del desarrollo de mecanismos que
sirvan para convertir el conflicto en factor de innovación de la
propia institución.
Los dos órdenes de los que venimos hablando no se niegan,
sino que se complementan y conviven haciendo del universo
una cárcel tanto hacia dentro como hacia fuera, generando
un individuo que tiene el privilegio del control sobre el sumin-
istro de su propia impotencia. El psiquiátrico es interiorizado
por el individuo, y se reproduce ad nauseam.
Nos encontramos ante un nuevo orden productivo
que ha transformado la disciplina y la gestión de la muerte en
tecnologías de control y administración de la vida.
Con la edición de estas líneas, hacemos un intento
por reconstruir la posición en la que nos encontramos en este
mundo cuyo signo es la dominación total de la vida. Buscar
nuestro lugar, para desde él revolucionarlo.
Siempre. El camino de la subversión debe pasar en
gran medida por aprender a cartografiar nuestro terreno, para
saber en qué esquinas podemos subirnos los pasamonta-

119
SALUD MENTAL Y REVUELTA
ñas y desenfundar las armas de nuestra inteligencia.

¡DIFERENCIA O BARBARIE!

2. POSDATA SOBRE LAS SOCIEDADES DE CONTROL


Gilles Deleuze

I. HISTORIA

Foucault situó las sociedades disciplinarias en los


siglos XVIII y XIX; estas sociedades alcanzan su apogeo
a principios del XX, y proceden a la organización de los
grandes espacios de encierro. El individuo no deja de pasar
de un espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes: prim-
ero la familia, después la escuela (“acá ya no estás en tu
casa”), después el cuartel (“acá ya no estás en la escuela”),
después la fábrica, de tanto en tanto el hospital, y eventual-
mente la prisión, que es el lugar de encierro por excelencia.
Es la prisión la que sirve de modelo analógico: la heroína
de Europa 51 puede exclamar, cuando ve a unos obreros:
“me pareció ver a unos condenados...”. Foucault analizó muy
bien el proyecto ideal de los lugares de encierro, particular-
mente visible en la fábrica: concentrar, repartir en el espacio,
ordenar en el tiempo, componer en el espacio-tiempo una
fuerza productiva cuyo efecto debe ser superior a la suma de
las fuerzas elementales. Pero lo que Foucault también sabía
era la brevedad del modelo: sucedía a las sociedades de so-
beranía, cuyo objetivo y funciones eran muy otros (recaudar
más que organizar la producción, decidir la muerte más que
administrar la vida); la transición se hizo progresivamente, y
Napoleón parecía operar la gran conversión de una sociedad
a otra. Pero las disciplinas a su vez sufrirían una crisis, en
beneficio de nuevas fuerzas que se irían instalando lentam-
ente, y que se precipitarían tras la Segunda Guerra Mundial:
las sociedades disciplinarias eran lo que ya no éramos, lo
que dejábamos de ser.
Estamos en una crisis generalizada de todos los lu-
gares de encierro: prisión, hospital, fábrica, escuela, familia,
estadios de fútbol, grandes templos del consumo, la univer-
sidad estatal o privada o espacios “antagónicos” ghettizados,
entre tantos otros. La familia es un “interior” en crisis como
todos los interiores, escolares, profesionales, etcétera. Los
ministros competentes no han dejado de anunciar reformas
supuestamente necesarias. Reformar la escuela, reformar la
120
eNaJeNaDxS #9

industria, el hospital, el ejército, la prisión: pero todos saben


que estas instituciones están terminadas, a más o menos
corto plazo. Sólo se trata de administrar su agonía y de ocu-
par a la gente hasta la instalación de las nuevas fuerzas que
están golpeando la puerta. Son las sociedades de control las
que están reemplazando a las sociedades disciplinarias.
“Control” es el nombre que Burroughs propone para
designar al nuevo monstruo, y que Foucault reconocía como
nuestro futuro próximo. Paul Virilio no deja de analizar las
formas ultrarrápidas de control al aire libre, que reemplazan a
las viejas disciplinas que operan en la duración de un sistema
cerrado. No se trata de invocar las producciones farmacéuti-
cas extraordinarias, las formaciones nucleares, las manipula-
ciones genéticas, aunque estén destinadas a intervenir en el
nuevo proceso. No se trata de preguntar cuál régimen es más
duro, o más tolerable, ya que en cada uno de ellos se enfren-
tan las liberaciones y las servidumbres. Por ejemplo, en la
crisis del hospital como lugar de encierro, la sectorización,
los hospitales de día, la atención a domicilio pudieron mar-
car al principio nuevas libertades, pero participan también
de mecanismos de control que rivalizan con los más duros
encierros. No se trata de temer o de esperar, sino de buscar
nuevas armas.

II. LÓGICA

Los diferentes internados o espacios de encierro por


los cuales pasa el individuo son variables independientes: se
supone que uno empieza desde cero cada vez, y el lenguaje
común de todos esos lugares existe, pero es analógico. Mien-
tras que los diferentes aparatos de control son variaciones
inseparables, que forman un sistema de geometría variable
cuyo lenguaje es numérico (lo cual no necesariamente sig-
nifica binario). Los encierros son moldes, módulos distintos,
pero los controles son modulaciones, como un molde auto-
deformante que cambiaría continuamente, de un momento
al otro, o como un filtro cuya malla cambiaría de un punto al
otro. Esto se ve bien en la cuestión de los salarios: la fábrica
era un cuerpo que llevaba a sus fuerzas interiores a un punto
de equilibrio: lo más alto posible para la producción, lo más
bajo posible para los salarios; pero, en una sociedad de con-
trol, la empresa ha reemplazado a la fábrica, y la empresa es
un alma, un gas. Sin duda la fábrica ya conocía el sistema
de primas, pero la empresa se esfuerza más profundamente

121
SALUD MENTAL Y REVUELTA
por imponer una modulación de cada salario, en estados de
perpetua metastabilidad que pasan por desafíos, concursos
y coloquios extremadamente cómicos. Si los juegos televisa-
dos más idiotas tienen tanto éxito es porque expresan
adecuadamente la situación de empresa. La fábrica constituía
a los individuos en cuerpos, por la doble ventaja del patrón
que vigilaba a cada elemento en la masa, y de los sindicatos
que movilizaban una masa de resistencia; pero la empresa
no cesa de introducir una rivalidad inexplicable como sana
emulación, excelente motivación que opone a los individuos
entre ellos y atraviesa a cada uno, dividiéndolo en sí mismo.
El principio modular del “salario al mérito” no ha dejado de
tentar a la propia educación nacional: en efecto, así como
la empresa reemplaza a la fábrica, la formación permanente
tiende a reemplazar a la escuela, y la evaluación continúa al
examen. Lo cual constituye el medio más seguro para librar
la escuela a la empresa.
En las sociedades de disciplina siempre se estaba
empezando de nuevo (de la escuela al cuartel, del cuartel a la
fábrica), mientras que en las sociedades de control nunca se
termina nada: la empresa, la formación, el servicio son los es-
tados metastables y coexistentes de una misma modulación,
como un deformador universal. Kafka, que se instalaba ya
en la bisagra entre ambos tipos de sociedad, describió en
El Proceso las formas jurídicas más temibles: el sobre-
seimiento aparente de las sociedades disciplinarias (entre
dos encierros), la moratoria ilimitada de las sociedades de
control (en variación continua), son dos modos de vida jurídi-
ca muy diferentes, y si nuestro derecho está dubitativo, en su
propia crisis, es porque estamos dejando uno de ellos para
entrar en el otro. Las sociedades disciplinarias tienen dos
polos: la firma, que indica el individuo, y el número de ma-
trícula, que indica su posición en una masa. Porque las dis-
ciplinas nunca vieron incompatibilidad entre ambos, y porque
el poder es al mismo tiempo masificador e individualizador,
es decir que constituye en cuerpo a aquellos sobre los que
se ejerce, y moldea la individualidad de cada miembro del
cuerpo (Foucault veía el origen de esa doble preocupación
en el poder pastoral del sacerdote - el rebaño y cada uno de
los animales - pero el poder civil se haría, a su vez, “pastor”
laico, con otros medios). En las sociedades de control, por
el contrario, lo esencial no es ya una firma ni un número,
sino una cifra: la cifra es una contraseña, mientras que las
sociedades disciplinarias son reglamentadas por consignas

122
eNaJeNaDxS #9

(tanto desde el punto de vista de la integración como desde


el de la resistencia). El lenguaje numérico del control está
hecho de cifras, que marcan el acceso a la información, o el
rechazo. Ya no nos encontramos ante el par masa-individuo.
Los individuos se han convertido en “dividuos”, y las masas,
en muestras, datos, mercados o bancos. Tal vez sea el dinero
lo que mejor expresa la diferencia entre las dos sociedades,
puesto que la disciplina siempre se remitió a monedas mold-
eadas que encerraban oro como número patrón, mientras
que el control refiere a intercambios flotantes, modulaciones
que hacen intervenir como cifra un porcentaje de diferentes
monedas de muestra. El viejo topo monetario es el animal
de los lugares de encierro, pero la serpiente es el de las so-
ciedades de control. Hemos pasado de un animal a otro,
del topo a la serpiente, en el régimen en el que vivimos, pero
también en nuestra forma de vivir y en nuestras relaciones
con los demás. El hombre de las disciplinas era un productor
discontinuo de energía, pero el hombre del control es más
bien ondulatorio, en órbita sobre un haz continuo. Por todas
partes, el surf ha reemplazado a los viejos deportes.
Es fácil hacer corresponder a cada sociedad distin-
tos tipos de máquinas, no porque las máquinas sean deter-
minantes sino porque expresan las formas sociales capaces
de crearlas y utilizarlas. Las viejas sociedades de soberanía
manejaban máquinas simples, palancas, poleas, relojes;
pero las sociedades disciplinarias recientes se equipaban
con máquinas energéticas, con el peligro pasivo de la en-
tropía y el peligro activo del sabotaje; las sociedades de
control operan sobre máquinas de tercer tipo, máquinas in-
formáticas y ordenadores cuyo peligro pasivo es el ruido y el
activo la piratería o la introducción de virus. Es una evolución
tecnológica pero, más profundamente aún, una mutación del
capitalismo. Una mutación ya bien conocida, que puede re-
sumirse así: el capitalismo del siglo XIX es de concentración,
para la producción, y de propiedad. Erige pues la fábrica en
lugar de encierro, siendo el capitalista el dueño de los me-
dios de producción, pero también eventualmente propietario
de otros lugares concebidos por analogía (la casa familiar del
obrero, la escuela).
En cuanto al mercado, es conquistado ya por espe-
cialización, ya por colonización, ya por baja de los costos de
producción. Pero, en la situación actual, el capitalismo ya no
se basa en la producción, que relega frecuentemente a la
periferia del tercer mundo, incluso bajo las formas comple-

123
SALUD MENTAL Y REVUELTA
jas del textil, la metalurgia o el petróleo. Es un capitalismo
de superproducción. Ya no compra materias primas y vende
productos terminados: compra productos terminados o mon-
ta piezas. Lo que quiere vender son servicios, y lo que quiere
comprar son acciones. Ya no es un capitalismo para la pro-
ducción, sino para el producto, es decir para la venta y para el
mercado. Así, es esencialmente dispersivo, y la fábrica ha ce-
dido su lugar a la empresa. La familia, la escuela, el ejército,
la fábrica ya no son lugares analógicos distintos que conver-
gen hacia un propietario, Estado o potencia privada, sino las
figuras cifradas, deformables y transformables, de una misma
empresa que sólo tiene administradores. Incluso el arte ha
abandonado los lugares cerrados para entrar en los circuitos
abiertos de la banca. Las conquistas de mercado se hacen
por temas de control y no ya por formación de disciplina, por
fijación de cotizaciones más aún que por baja de costos, por
transformación del producto más que por especialización de
producción. El servicio de venta se ha convertido en el centro
o el “alma” de la empresa. Se nos enseña que las empresas
tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica
del mundo. El marketing es ahora el instrumento del control
social, y forma la raza impúdica de nuestros amos. El control
es a corto plazo y de rotación rápida, pero también continuo
e ilimitado, mientras que la disciplina era de larga duración,
infinita y discontinua. El hombre ya no es el hombre encer-
rado, sino el hombre endeudado. Es cierto que el capitalis-
mo ha guardado como constante la extrema miseria de tres
cuartas partes de la humanidad: demasiado pobres para la
deuda, demasiado numerosos para el encierro: el control no
sólo tendrá que enfrentarse con la disipación de las fronteras,
sino también con las explosiones de villas-miseria y guetos.

III. PROGRAMA

No es necesaria la ciencia ficción para conce-


bir un mecanismo de control que señale a cada instante la
posición de un elemento en un lugar abierto, animal en una
reserva, hombre en una empresa (collar electrónico). Félix
Guattari imaginaba una ciudad en la que cada uno podía salir
de su departamento, su calle, su barrio, gracias a su tarjeta
electrónica (dividual) que abría tal o cual barrera; pero tam-
bién la tarjeta podía no ser aceptada tal día, o entre determi-
nadas horas: lo que importa no es la barrera, sino el ordena-
dor que señala la posición de cada uno, lícita o ilícita, y opera

124
eNaJeNaDxS #9

una modulación universal.


El estudio socio-técnico de los mecanismos de con-
trol, captados en su aurora, debería ser categorial y descri-
bir lo que está instalándose en vez de los espacios de en-
cierro disciplinarios, cuya crisis todos anuncian. Puede ser
que viejos medios, tomados de las sociedades de soberanía,
vuelvan a la escena, pero con las adaptaciones necesarias.
Lo que importa es que estamos al principio de algo. En el
régimen de prisiones: la búsqueda de penas de “sustitución”,
al menos para la pequeña delincuencia, y la utilización de col-
lares electrónicos que imponen al condenado la obligación de
quedarse en su casa a determinadas horas. En el régimen de
las escuelas: las formas de evaluación continua, y la acción
de la formación permanente sobre la escuela, el abandono
concomitante de toda investigación en la Universidad, la in-
troducción de la “empresa” en todos los niveles de escolari-
dad. En el régimen de los hospitales: la nueva medicina “sin
médico ni enfermo” que diferencia a los enfermos potenciales
y las personas de riesgo, que no muestra, como se suele
decir, un progreso hacia la individualización, sino que susti-
tuye el cuerpo individual o numérico por la cifra de una ma-
teria “dividual” que debe ser controlada. En el régimen de la
empresa: los nuevos tratamientos del dinero, los productos y
los hombres, que ya no pasan por la vieja forma-fábrica. Son
ejemplos bastante ligeros, pero que permitirían comprender
mejor lo que se entiende por crisis de las instituciones, es
decir, la instalación progresiva y dispersa de un nuevo régi-
men de dominación. Una de las preguntas más importantes
concierne a la ineptitud de los sindicatos: vinculados durante
toda su historia a la lucha contra las disciplinas o en los lu-
gares de encierro (¿podrán adaptarse o dejarán su lugar a
nuevas formas de resistencia contra las sociedades de con-
trol?). ¿Podemos desde ya captar los esbozos de esas for-
mas futuras, capaces de atacar las maravillas del marketing?
Muchos jóvenes reclaman extrañamente ser “motivados”,
piden más cursos, más formación permanente: a ellos cor-
responde descubrir para qué se los usa, como sus mayores
descubrieron no sin esfuerzo la finalidad de las disciplinas.
Los anillos de una serpiente son aún más complicados que
los agujeros de una topera.

3. ENTREVISTA A F. BASSAGLIA

- ¿Qué entiende usted por antipsiquiatría? ¿Considera

125
SALUD MENTAL Y REVUELTA
justificado que se engloben bajo esta denominación acti-
tudes distintas a las que adoptan Laing, Cooper y Ester-
son, los creadores del término?
Es muy difícil que una persona que se interesa por los prob-
lemas de la transformación de la psiquiatría pueda entender
lo que quiere decir la asistencia al enfermo al margen de los
esquemas tradicionales.
El término “antipsiquiatría” ha sido objeto, últimamente, de
muchas controversias. David Cooper, a quien se debe su
creación, lo analiza en su libro La gramática de la vida, uno
de cuyos capítulos se centra precisamente en el término “an-
tipsiquiatría”. He leído el libro y me parece muy interesante
constatar cómo el propio autor se maravilla de la suerte que
ha tenido dicho término. Se maravilla de cómo y por qué esa
palabra ha conseguido transformarse, de por sí, en un nue-
vo tipo de etiqueta para la psiquiatría. O sea, actualmente
pueden distinguirse dos bandos: uno, amplio, de psiquiatras,
y otro, reducido, de antipsiquiatras.
Un hecho grave es que de la antipsiquiatría - o de lo que ha
representado el movimiento generado por la antipsiquiatría
- se intente rescatar tan sólo la faceta ideológica, olvidando
el aspecto práctico. Es decir, muchas personas que no han
tenido ninguna intervención en los problemas prácticos de
la transformación psiquiátrica escriben libros sobre la antip-
siquiatría con el fin de crear una nueva ideología de repuesto.
En este sentido, rechazo de manera categórica la calificación
de “antipsiquiatra”. No me interesa este esquema. Yo soy un
psiquiatra porque soy consciente de mis deberes; de no ser
así, debería cambiar de profesión. Si sigo ejerciendo en el
sector público, o sea en la esfera estatal, es porque acepto
mi estatus de psiquiatra, status que nada tiene que ver con
el conformismo del intelectual integrado, del intelectual y del
técnico que obran con el consentimiento del poder público
y de la organización social, y que actúan falsamente desde
un punto de vista democrático. Pienso que, como técnico,
debo simplemente usar mi estatus para ayudar a superar las
necesidades del público y del internado.
El hecho de que el término “antipsiquiatría” haya tenido tanto
éxito se debe a la sed de nuevas ideologías por parte del
poder establecido, el cual debe crear “nuevas ideologías” de
repuesto para conseguir ese consenso que cada vez le re-
sulta más difícil. Efectivamente, hoy en día, el único “consen-
timiento” que puede conseguir el poder es el que deriva de
la violencia y de la represión. Y esto se verifica no sólo en la

126
eNaJeNaDxS #9

violencia y en la represión en sentido general y pública, sino,


y sobre todo, a nivel de las instituciones destinadas a resolver
las necesidades del ciudadano.
Antes he citado a Cooper por cuanto es a él a quien se re-
monta el término “antipsiquiatría”. Ronald D. Laing y A. Es-
terson también han sido incluidos en el campo de la antip-
siquiatría, pero el mismo Laing rechaza el concepto que, para
él, no quiere decir nada y no es más que una expresión de
recambio.

- A veces, se ha comparado el manicomio con la cárcel


¿Qué opina usted de ello?
Quien entra en un manicomio, aunque sea calificado como una
institución hospitalaria, no es considerado como un enfermo,
sino como un internado que va a expiar una culpa, de la que
no conoce ni las causas ni la condena; es decir, desconoce
la duración de esa expiación. Por otra parte, allí también hay
médicos, batas blancas, enfermos y enfermerías, como si
se tratara de un hospital, aunque, en realidad, no es más que
un instituto de vigilancia donde la ideología médica constituye
una coartada para legitimar una violencia que ningún órgano
puede controlar, ya que el mandato confiado al psiquiatra
es total, en el sentido que él representa concretamente la
ciencia, la moral y los valores del grupo social del cual es su
legítimo representante dentro de la institución.
A pesar de ello, se afirma que en el último siglo se han dado
pasos gigantescos hacia la conquista de la libertad y del des-
tino humanos. La ciencia, en todos los campos, declara ir a
la búsqueda de elementos siempre nuevos para poder liberar
al hombre de sus propias contradicciones y de las contradic-
ciones con la Naturaleza. Pero, si se analiza - y sobre todo
si se actúa - el interior de una cualquiera de las numerosas
instituciones creadas por nuestra ciencia y por nuestra civili-
zación, constataremos lo poco que se ha hecho y cómo las
innovaciones técnicas no han hecho más que dar un nuevo
orden formal a determinadas condiciones, en las cuales la
Naturaleza y el significado permanecían invariables.
En el campo específico de la reclusión - y en este término se
pueden incluir tanto el manicomio como la cárcel - , desde la
época del barco de los locos - que erraba por los mares con
su cargamento de “anormales” e “indeseables” - , la ciencia
y la civilización parecen no haber sido capaces de ofrecer
nada más que un anclaje en las islas de la marginación y la
reclusión, en las cuales “desviación enferma” y “desviación

127
SALUD MENTAL Y REVUELTA
sana”, “culpable” y “responsable” - y, por tanto, “delincuente”
- encuentran su justa ubicación. Para el hombre descarriado
moralmente, la cárcel; para el hombre con el espíritu enfermo,
el manicomio; para el hombre criminal y reconocido enfermo,
el manicomio criminal. Esta ha sido la gran “conquista” de la
ciencia hasta ahora.

A lo largo de siglos, locos, criminales, prostitutas, alcoholiza-


dos, ladrones y extravagantes de todo tipo han convivido en
el mismo lugar donde las distintas facetas de su anormalidad
resultaban niveladas por un elemento en común - el salirse
de la norma y de sus cánones - debido a la necesidad de ais-
lar al anormal del contexto social. Las paredes del hospicio
limitaban, contenían y ocultaban al “endemoniado”, al “loco”,
como expresión del mal involuntario e irresponsable del es-
píritu, junto al criminal, expresión del mal intencionado y
responsable. Locura y criminalidad representaban esa parte
del hombre que debía ser eliminada, erradicada y ocultada,
hasta tanto que la ciencia no ratificase su neta separación
mediante una individualización de los distintos caracteres es-
pecíficos de los fenómenos.

Según el racionalismo iluminista, la cárcel tenía que ser la


institución punitiva para quien violase la norma representada
por la ley - la ley que protege la propiedad, que define los
comportamientos públicos correctos, las jerarquías de la au-
toridad, la estratificación del poder, la amplitud y la profun-
didad de la explotación - . El loco, el enfermo de espíritu,
quien se apropia de un bien habitualmente atribuido a la
razón dominante - el extravagante que vive según las normas
creadas por su misma razón o por su locura - , empezaron a
ser clasificados como enfermos, para los cuales hacía falta
una institución que marcara y definiese claramente los límites
entre razón y locura, y en la cual se pudiera encerrar y aislar
a quien atentara contra el orden público en cuanto a criterios
de peligrosidad o escándalo públicos.

Cárcel y manicomio - cuando ya estuvieron separados -


siguieron conservando todavía la misma función de tutela y
defensa de la “norma”, donde el anormal - por enfermedad
o criminalidad - se transformaba en normal en el mismo mo-
mento en que quedaba circunscrito por esos muros que es-
tablecían una diferencia y un distanciamiento. Por tanto, la
ciencia ha conseguido separar la criminalidad de la locura,

128
eNaJeNaDxS #9

reconociendo a esta última, por una parte, una nueva digni-


dad: la de la abstracción, o sea, su definición en términos de
enfermedad; y por otra parte, a la criminalidad le ha recono-
cido un elemento humano, desde el momento que llega a ser
objeto de búsqueda por parte de criminalistas y científicos
que incluso “detectan” factores biológicos genéricos como
base del comportamiento subnormal. A pesar de la sepa-
ración científica de las dos entidades abstractas - criminali-
dad y enfermedad - , cada cual con su típica institución, prác-
ticamente queda inalterada la estrecha relación de la una con
la otra en cuanto al orden público, lo cual determina que las
funciones de ambas instituciones, respecto a la defensa y la
tutela de ese orden, permanezcan inalteradas.

Además, a pesar del reconocimiento abstracto de esta nueva


dignidad, ni el criminal que tiene que expiar la ofensa hecha a
la sociedad, ni el loco que debe pagar por su comportamiento
incorrecto e impropio, han tenido nunca dignidad de hombres
y las instituciones que han sido construidas para ellos - para
su reeducación y redención por una parte, y para su cura
y rehabilitación por otra - , no han visto modificar ni su fun-
ción ni su naturaleza, continuando en su evolución sobre vías
paralelas.

- A través de la historia se denota cierta relación entre


desarrollo económico y asistencia psiquiátrica. ¿Cuál es
su opinión?

Estructura económica y función institucional coinciden siem-


pre, a cualquier nivel de desarrollo; por tanto, no es casual
que los manicomios comenzaran a estructurarse, en su sen-
tido técnico y social, con el inicio de la Revolución Industrial,
a principios del siglo XIX.
Todas las formas de asistencia pública alcanzan su más am-
plia configuración institucionalizada en el momento en que se
separa lo “productivo” de lo “no productivo”. Efectivamente,
la relación ya no se da entre el hombre y la sociedad, sino
entre el hombre y la producción, lo que acarrea un nuevo uso
discriminante de cada elemento - anormalidad, enfermedad,
desviación, etcétera - que pueda constituir un estorbo para el
desarrollo productivo.
Tan pronto como se ha reconocido que la verdadera finali-
dad de las instituciones - que en teoría han sido delegadas
para la recuperación - es la eliminación, mediante distintas

129
SALUD MENTAL Y REVUELTA
justificaciones científicas, no se puede ignorar cuáles son los
grupos o los individuos que caen en sus redes: el proletariado
y el subproletariado, para los cuales la posibilidad de rehabili-
tación o de recuperación no existe.
Para los grupos dominantes es muy fácil librarse de las insti-
tuciones represivas y de castigo que han sido creadas en de-
fensa de las normas sociales establecidas por ellos. Y esto,
no porque entre sus miembros no haya enfermos, locos o
criminales, sino porque su estar enfermo, ser loco o ser crimi-
nal puede quedar englobado en el ciclo productivo. Si enfer-
medad y delito son acontecimientos y contradicciones natu-
rales, es muy explicativa la casi total ausencia de quienes
pertenecen a las clases dominantes en las instituciones de la
enfermedad y de la delincuencia.

- En algunos ambientes, existe la convicción de que debe


pensarse en nuevas estructuras que respondan a los
nuevos planteamientos acerca de las instituciones que
prestan asistencia psiquiátrica. Según usted, ¿qué direc-
trices deben presidir este cambio?
Actualmente, nadie puede mantener que las instituciones
cerradas no sean indignas de un país “civilizado”. Nadie
desconoce las condiciones en que viven los internados y
nadie puede rechazar la responsabilidad y esquivar la lucha
para que las cosas, de alguna manera, puedan cambiar. Sin
embargo, la transformación de las instituciones lleva inevi-
tablemente de nuevo al punto de partida. La transformación,
promovida por la necesidad de una adecuación institucional
al desarrollo económico, no puede tener más significado ni
distinta naturaleza que la anterior transformación, que ha
hecho que las instituciones sean lo que son, con referencia a
lo que eran. Dentro de la misma lógica, transformación, racio-
nalización y control son las tres etapas de un proceso que
se perpetúa continuamente a través del constante cambio
formal de las cosas, sin que nunca incidan en la estructura,
porque la transformación se da siempre como una respuesta
técnica a una demanda económica y, por tanto, es siempre la
ley económica la que exige la nueva racionalización técnica
que sirve de control a la situación transformada.
Las ciencias humanas - y entre éstas la criminología y la
psiquiatría - están preparadas para ofrecer nuevas institu-
ciones como respuesta práctica a las nuevas ideologías con
que se intenta fabricar el nuevo hombre. Pero este nuevo hu-
manismo, que siempre reaparece en los momentos de crisis,

130
eNaJeNaDxS #9

es un fracaso, ya que las relaciones sociales permanecen in-


variables, y seguirán determinando las vejaciones del hombre
sobre el hombre. La institución que puede nacer en defensa y
custodia de la humanidad oprimida acabará transformándose
en una nueva forma de opresión, para esa misma franja de
humanidad.
Debemos ser conscientes de estos procesos para empren-
der una lucha a favor del hombre, la cual llegue a ser real-
mente una lucha para liberar a todos los hombres sin que sea
una forma de reafirmar esa división innatural, determinada
históricamente y que es aceptada e impuesta como cosa nat-
ural: la división de clases.

- ¿El trastorno mental es siempre una enfermedad, lo es


sólo a veces, o no lo es nunca?
Las alteraciones de la personalidad, los trastornos mentales,
responden a una situación humana y ésto es válido siempre;
en un segundo momento, esta situación humana se cataloga,
y es ahí donde aparecen las etiquetas de enfermedad. La
enfermedad es la burocratización de la necesidad que esa
situación humana representa. El equívoco es que nosotros,
como psiquiatras, tomamos el aspecto burocrático de la en-
fermedad y no la necesidad que ésta expresa. El médico -
y esto que voy a decir puede ser también válido para otros
especialistas - va en búsqueda de las enfermedades más
sofisticadas, más complejas, más prolíficas de síntomas, para
determinar después si se está más o menos enfermo: canti-
dades, gradaciones, matices... Entonces nos hallamos frente
al problema del lenguaje técnico, un vocabulario eufemístico,
un conjunto de palabras que complejifican el fenómeno, pero
que dejan intacta la necesidad. No interesa ni sirve decir que
los manicomios encierran “gente que rechaza su propia vida”.
Eso no es teoría. La teoría sólo es posible cuando surge
como reflexión sobre la propia práctica transformadora. Si no
se teoriza sobre estas bases, lo único que se consigue es
reformular una nueva ideología que coloca palabras para ex-
plicar la enfermedad, pero que no descubre las necesidades
de la persona enferma.
Estamos viviendo un momento en que se tiende a compleji-
ficar permanentemente la explicación de los hechos. Se pro-
ducen análisis complicadísimos - destinados a grupos selec-
tos - sobre situaciones simples, porque la complicación está
al servicio de la confusión y ésta, a su vez, es un arma del
dominio.

131
SALUD MENTAL Y REVUELTA
4. EL VIEJO TOPO.
Número 4, Enero de 1977

La antipsiquiatría - si se acepta el término propuesto


en su día por David Cooper, y no vemos motivos importantes
para discutirlo - ha llegado a definir un conjunto de movimien-
tos que, desde muy diversas perspectivas, intentan dar
una respuesta práctica a la violencia de la psiquiatría al ti-
empo que cuestionar las bases teóricas sobre las que se fun-
damenta.
Que al mismo tiempo la antipsiquiatría sea ya una
especie de moda es algo que no deja de tener su cara y cruz.
Cara, en tanto nos remita a una profundización del problema
y, con ello, a una crítica más feroz de la significación de la
institución psiquiátrica dentro de nuestro sistema de institu-
ciones; cruz, en cuanto permanezcamos en la alusión a un
modelo fundamentado en un puñado de conceptos más o
menos superficiales.
En todo caso, una verdadera antipsiquiatría está, sin
duda, por hacer. Sería, en última instancia, una creación co-
tidiana. Y ésto porque siendo la psiquiatría la institución que
ha acogido el encargo social de definir la anormalidad frente
a la normalidad, no cabe otra antipsiquiatría sino aquella que
- incluida desde su especificidad y concreción en movimien-
tos sociales más amplios y generales - subvirtiera, uno a uno,
todos los valores que constituyen la norma. Tarea ésta que,
parece claro, compite a todos y no admite soluciones técni-
cas.

DIÁLOGO CON LOS TEXTOS

Presentamos aquí una serie de textos cuya doble fi-


nalidad sería la de pasar revista a los contenidos centrales de
la teoría y práctica antipsiquiátricas (desde la violencia de la
psiquiatría hasta la crítica del poder pasando por la normali-
dad y su racismo, la familia, la locura, y el derecho a la locu-
ra, la institución psiquiátrica y su funcionalidad sociopolítica,
etcétera) y la de remitir a un cierto número de autores y de
obras que se han ocupado del tema. La organización de los
textos si bien tiene un hilo conductor que facilita su lectura
no está exenta de los cortes, desviaciones y rupturas propios
de la diversidad de los movimientos calificados como antip-
siquiátricos.

132
eNaJeNaDxS #9

FRANCO BASSAGLIA: “La familia, la escuela, la fábrica,


la universidad, el hospital son instituciones fundadas en un
claro reparto de “papeles”: la división del trabajo (amo y es-
clavo, maestro y alumno, dirigente y dirigido). Esto significa
que la característica de estas instituciones es una flagrante
separación entre los que poseen el poder y los que no lo
poseen. También puede deducirse claramente que la subdi-
visión de los “papeles” traduce una relación de opresión y de
violencia entre poder y no-poder, relación que se transforma
en la exclusión del segundo por el primero. La violencia y
la exclusión, están, en efecto, en la base de todas las rela-
ciones susceptibles de instaurarse en nuestra sociedad.” (La
institución negada).

DAVID COOPER: “Si hemos de hablar de la violencia en


psiquiatría, la violencia que quema la piel, que grita su nom-
bre, que se proclama a sí misma con tal descaro que rara-
mente es comprendida... deberemos hablar de esa violencia
sutil y enmascarada que los otros, los “hombres normales”,
ejercen sobre aquellos que son bautizados como locos. En
la medida en que la psiquiatría represente los intereses, o
los pretendidos intereses, de los hombres normales podemos
constatar que de hecho la violencia en psiquiatría es ante todo
violencia de la psiquiatría.” (Psiquiatría y antipsiquiatría)

ROGER GENTIS: “Ciertamente se trata de una especie de


racismo (...). Se dice los locos como se dice los negros o
los portugueses. De ahí a exterminarlos no hay más que un
paso...
Si a largo del siglo XIX y en los inicios del nuestro no se
ha recurrido a la liquidación física de los enfermos mentales
es, sin duda, porque el problema no tenía entonces una gran
incidencia económica. Por otra parte, el sistema no estaba
para este género de bestialidades. Al fin y al cabo no era
totalmente necesario matarlos: bastaba con no verlos.” (La
tapia del manicomio)

DAVID COOPER: “En la sociedad capitalista la normalidad


es definida por aquellos que poseen los medios de produc-
ción y se define únicamente en función de sus intereses de
clase. Por otra parte, sus definiciones son aceptadas, aunque
no en función de sus intereses, por todos aquellos que están
desorientados y confundidos por las desinformaciones y las
interpretaciones falseadas sistemática y más o menos sutil-

133
SALUD MENTAL Y REVUELTA
mente por la prensa, la radio, la televisión y que son con-
troladas por el sistema educativo capitalista hasta tal punto
que no se revelan contra el modo de producción y contra las
relaciones de producción capitalista sino que son constreñi-
dos a aceptar la versión represiva de normalidad que acom-
paña a tal sistema. A esta normalidad represiva le acompaña
el uso represivo del tiempo. El tiempo capitalista, totalmente
condicionado hacia el provecho por el sistema de producción,
aprisiona la vida sexual y destruye las condiciones de posi-
bilidad del orgasmo. La condición principal del orgasmo es la
destrucción del tiempo regular del reloj. El hombre que vuelve
a casa a la misma hora todos los días tras ocho o diez horas
de trabajo rutinario y pasa la velada de modo rutinario con su
rutinaria familia, va a la cama con la mujer que, en el mejor de
los casos, explota de rabia por las condiciones opresivas de
su rutina cotidiana dirigida a la destrucción de su personalidad
y de su autonomía, y, en el peor de los casos, acepta pasiva-
mente la propia condición, pero que, en cualquier caso, cuan-
do “hacen el amor” una o dos veces por semana, cada quince
días o cada mes, aproximadamente durante diez minutos, lo
hacen frente a la destrucción de las condiciones temporales
del orgasmo destruido: éste hombre, que ha interiorizado la
rutina mecánica de su horario de trabajo, expresa la rutina
de su cuerpo y vive la eyaculación placentera, que es como
hacer una bella cagada, como orgasmo (...). La mujer de este
hombre, con su clítoris más o menos virgen, ha sido condicio-
nada a aceptar esto como “la cosa”, esta rutina y nada más.
Esta es la Sexualidad Procreativa dirigida a producir, con el
mínimo placer, fuerza masculina para el mercado de trabajo
y fuerza femenina para el mantenimiento de la familia como
principal mediadora de la violencia represiva mediante la que
enseña, ante todo, a someterse con obediencia, a renunciar
a la autonomía y abandonar la esperanza.” (La política del
orgasmo en Sexualidad y política).

WILHEM REICH: “La institución familiar... esa fábrica de


ideologías autoritarias (burguesas) y de estructuras mentales
conservadoras... ese aparato de educación que forma al
niño en la ideología reaccionaria... esa correa de transmisión
entre la estructura económica de la sociedad conservadora
(burguesa) y su superestructura ideológica.” (La revolución
sexual).

DAVID COOPER: “La célula familiar que se llama a sí

134
eNaJeNaDxS #9

misma “familia dichosa” es la de la familia que reza unida


y permanece unida en la enfermedad y en la salud, hasta
nuestra muerte, nuestra separación o nuestra liberación en
la triste concisión de los epitafios de las tumbas cristianas:
tumbas erigidas, a falta de otra erección, por aquellos que
nos lloran de tan extraña manera, recordándonos tanto más
intensamente cuanto más rápidamente nos quieren olvidar.
Este falso duelo es tanto más normal y poético cuanto que
una verdadera aflicción es imposible si las personas que se
lloran nunca se han encontrado. El núcleo familiar burgués,
por decirlo en el lenguaje de sus agentes - sociólogos univer-
sitarios y politólogos - , deviene hoy día el medio ideal para
no encontrarse y, en consecuencia, la negación misma del
duelo, de la muerte, del nacimiento y de la experiencia que
precede al nacimiento y a la concepción. (...). El poder de la
familia reside en su función de rodaje social. Ella refuerza el
poder real de la clase dominante en todas las sociedades
fundadas sobre la explotación, reproduciendo en cada insti-
tución un paradigma perfectamente controlable. Así, encon-
tramos reproducida la organización familiar en las estructuras
sociales de la fábrica, del sindicato, de la escuela primaria y
secundaria, de la Universidad, de la Iglesia, de los partidos
políticos y del aparato del Estado, del Ejército, de los Hospi-
tales y de los Hospitales psiquiátricos, etc. Siempre hay “pa-
dres” y “madres” buenos o malos, amados u odiados, “her-
manos” y “hermanas” mayores o menores, “abuelos” difuntos
o insidiosamente represivos (...).
... La mayor parte de mis afirmaciones llevan hacia
el funcionamiento social de la familia como instrumento de
condicionamiento ideológico (el rechazo de un vocabulario
humanista es intencional y necesario) en todas las sociedades
fundadas sobre la explotación: sociedad esclavista, sociedad
feudal, sociedad capitalista desde su estadio más primitivo
en el pasado siglo hasta las sociedades neocolonialistas del
actual primer mundo. El análisis se aplica igualmente a la
clase obrera del primer mundo, a las sociedades del segundo
mundo, así como a los países del tercer mundo, en la medida
en que estos últimos han adquirido por adoctrinamiento una
ilusoria conciencia que es el producto del pacto-suicida se-
creto del que la célula familiar burguesa es la responsable.”
(La muerte de la familia).

S.P.K: “Es necesario decir en primer lugar que vivimos en


una sociedad de clase, es decir que hay explotadores y ex-

135
SALUD MENTAL Y REVUELTA
plotados. En cifras: 2,7 % de la población de Alemania Fed-
eral posee el 95 % de los medios de producción. (...) El
asalariado vende su vida a cambio de víveres; vive pues una
vida que no le pertenece, una vida determinada por constric-
ciones exteriores; no tiene personalidad propia, la que posee
es el producto de las relaciones económicas. La individuali-
dad, la cualidad son borradas, la fuerza de trabajo es inter-
cambiable; las personas están aisladas, separadas, at-
omizadas: Robinsones en un mundo de mercancías. Desde
el punto de vista del hombre, la contradicción entre capital y
trabajo asalariado reside en el hecho de que, asumiendo fun-
ciones en el proceso capitalista de producción, el hombre se
encuentra totalmente aislado en este contexto enteramente
determinado por la sociedad. El principio y el fin de la produc-
ción es el provecho máximo, la riqueza abstracta, no la satis-
facción de las necesidades. Aquella no puede ser asegurada
más que socialmente. En este caso, en el sistema reinante,
se trata de la destrucción de la mercancía por el consumi-
dor para conservarle al capitalista la fuerza de trabajo que
le pertenece. En cada individuo, tales relaciones totalmente
deshumanizadas se expresan bajo la forma de enfermedad.
Para escapar del aniquilamiento total de sus necesidades, el
individuo desarrolla la enfermedad a partir de sus instintos
reprimidos. La enfermedad es la unidad de la contestación y
de la retensión de tal contestación, la unidad de la rebelión y
de la impotencia; la enfermedad es un producto que tiene un
lado progresivo y un lado reaccionario.
Por una parte, la enfermedad aniquila la vida; por
otra, la mantiene porque conserva las necesidades y porque,
en ella, la contradicción se percibe inmediatamente (...).
La enfermedad, unidad de la contestación y de la in-
hibición se compone de instintos reprimidos - el hombre
- y de constricciones todopoderosas - el capital. Se trata de
disolver la inhibición y convertir la energía, así liberada, en
acción política.” (Psiquiatría política).

DELEUZE-GUATTARI: “Sin embargo, cometeríamos un


error si identificásemos los flujos capitalista y los flujos es-
quizofrénicos, bajo el tema general de una descodificación
de los flujos del deseo. Ciertamente, su afinidad es grande:
en todo lugar el capitalismo hace pasar flujos-esquizos que
animen “nuestras” artes y “nuestras” ciencias, tanto como se
cuajan en la producción de “nuestros” enfermos, los esquizof-
rénicos. Hemos visto que la relación entre la esquizofrenia y

136
eNaJeNaDxS #9

el capitalismo sobrepasaba de largo los problemas de modo


de vida, de medio ambiente, de ideología, etcétera, y que de-
bía ser planteada al nivel más profundo de una sola y misma
economía, de un solo y mismo proceso de producción. Nues-
tra sociedad produce esquizos como produce shampú Sedal
o coches Renault, con la única diferencia de que no pueden
venderse. Pero, precisamente, ¿cómo explicar que la produc-
ción capitalista no cesa de detener el proceso esquizof-
rénico, de transformar al sujeto en entidad clínica encerrada,
como si viese en ese proceso la imagen de su propia muerte
llegada desde dentro? ¿Por qué encierra a los locos en vez
de ver en ellos a sus propios héroes, su propia realización?
Y allí donde ya no puede reconocer la figura de una simple
enfermedad, ¿por qué vigila con tanto cuidado a sus artistas
e incluso a sus sabios, como si corriesen el riesgo de hacer
correr flujos peligrosos para ella, cargados de potencialidad
revolucionaria, en tanto que no son recuperados o absorbi-
dos por las leyes del mercado? ¿Por qué forma a su vez una
gigantesca máquina de represión general-represión con
respecto a lo que sin embargo constituye su propia
realidad, los flujos descodificados? Ocurre que el capitalismo,
como hemos visto, es el límite de toda sociedad, en tanto que
opera la descodificación de los flujos que las otras forma-
ciones sociales codificaban y sobrecodificaban. Sin embargo,
es su límite, o cortes relativos, porque sustituye los códigos
por una axiomática extremadamente rigurosa que mantiene
la energía de los flujos en un estado de ligazón al cuerpo del
capital como socius desterritorializado, pero también e incluso
más implacable que cualquier otro socius. La esquizofrenia,
por el contrario, es el límite absoluto que hace pasar los flu-
jos al estado libre en un cuerpo sin órganos des-socializado.
Podemos decir, por tanto, que la esquizofrenia es el límite
exterior del propio capitalismo o la terminación de su más
profunda tendencia, pero que el capitalismo no funciona más
que con la condición de inhibir esa tendencia o de rechazar
y desplazar ese límite, sustituyéndolo por sus propios límites
relativos inmanentes que no cesa de reproducir a una escala
ampliada. Lo que con una mano descodifica, con la otra axi-
omatiza. Ese es el modo como debemos volver a interpretar
la ley marxista de la tendencia opuesta. De manera que la es-
quizofrenia impregna todo el campo capitalista de un cabo a
otro. Pero éste lo que hace es ligar las cargas y las energías
en una axiomática mundial que siempre opone nuevos límites
interiores al poder revolucionario de los flujos descodificados.

137
SALUD MENTAL Y REVUELTA
En semejante régimen, resulta imposible distinguir, aunque
sea en dos tiempos, la descodificación de la axiomatización
que viene a reemplazar los códigos desaparecidos. Al mismo
tiempo los flujos son descodificados y axiomatizados por el
capitalismo. La esquizofrenia no es, pues, la identidad del
capitalismo, sino al contrario, su diferencia, su separación y
su muerte...” (El antiedipo).

DAVID COOPER: “La esquizofrenia es una situación de crisis


microsocial, en la que los actos y la experiencia de una per-
sona son invalidados por los otros, en función de ciertas ra-
zones culturales y microculturales (generalmente familiares)
comprensibles, que finalmente hacen que dicha persona sea
identificada más o menos precisamente como “enfermo men-
tal” y confirmada a continuación (según un procedimiento de
etiquetaje específico pero fuertemente arbitrario) en la iden-
tidad de “paciente esquizofrénico” por los agentes médicos o
cuasi médicos.” (Psiquiatría y antipsiquiatría).

RONALD D. LAING: “Esquizofrenia es un diagnóstico, una


etiqueta que ciertas gente le cuelga a otra. Esto no prueba
que la persona etiquetada esté sometida a un proceso esen-
cialmente patológico, de origen y naturaleza desconocidos,
que se desarrolla en su cuerpo. No significa tampoco que el
proceso sea, primaria o secundariamente, un proceso psico-
patológico que se desarrolla en su espíritu. Pero lo que sí
establece como hecho social es que la persona etiquetada es
uno entre Ellos. Es fácil olvidar que el proceso es una hipó-
tesis, afirmar que es un hecho y, en consecuencia, formular
el juicio de que es una inadaptación biológica y, como tal,
patológica. Pero la adaptación social a una sociedad dese-
quilibrada puede ser muy peligrosa. El piloto de bombardero
perfectamente adaptado puede representar una amenaza
mucho mayor para la supervivencia de la especie que el
esquizofrénico internado convencido de que la Bomba está
en él. Puede ser que nuestra sociedad esté biológicamente
desequilibrada y que ciertas formas de alienación esquizofré-
nica tengan, en relación con la alienación de la sociedad, una
función socio-biológica que nosotros ignoramos. (...)
No existe un “estado” al que se le pueda llamar
“esquizofrenia”, pero esta etiqueta es un hecho social, y
un hecho social es un acontecimiento político que, al tras-
tornar el orden público, implica una definición de (y de las
consecuencias para) la persona etiquetada. Es una prescrip-

138
eNaJeNaDxS #9

ción social que racionaliza un conjunto de acciones sociales


por las que la persona etiquetada queda en manos de otras
personas cuyos poderes legales, cualificación médica y de-
ber moral se hacen responsables de su suerte. A la persona
etiquetada se la coloca no sólo en un “papel” sino también
en una carrera de enfermo mediante la acción concertada
de una coalición (de una “conspiración”) en la que participan
familias, médico, servicios sanitarios, psiquiatras, enfermeros
y, frecuentemente, los otros enfermos. La persona cataloga-
da, así, a la fuerza como enfermo y específicamente como
“esquizofrénico” es despojada de todos sus derechos legales
y humanos, de todo lo que posee en propiedad y de toda
libertad de actuar sin rendir cuentas. Ya no le pertenece su
tiempo ni puede elegir el espacio que ocupa. Después de ser
sometido a un ceremonial de degradación llamado “explo-
ración psiquiátrica”, se le priva de su libertad y es encerrado
en una institución llamada “hospital psiquiátrico”. Allí pierde
su cualidad de ser humano de una manera más completa y
radical que en ninguna otra parte. Quedará en ese hospital
psiquiátrico hasta que se le retire su etiqueta o se le reem-
place por otra: “en vías de curación” o “readaptado”. Un “es-
quizofrénico”, no obstante, tiene muchas probabilidades de
ser considerado siempre como tal. (...)
Lo que observamos a veces en ciertos individuos
etiquetados de “esquizofrénicos” y tratados como tales es la
expresión, a través de su comportamiento, de un drama ex-
periencial. Pero nosotros vemos ese drama bajo un aspecto
deformado que nuestros esfuerzos terapéuticos tienden a de-
formar todavía más. El producto de esta deplorable dialéctica
es una forma larvada de un proceso potencialmente natural
al cual no le permitimos aflorar. (...)
Ciertos individuos, consciente o inconscientemente,
entran o son arrojados en un espacio y un tiempo interiores
más o menos cerrados. Estamos socialmente condicionados
a considerar normal y sana una total inmersión en el espacio
y el tiempo exteriores. La inmersión en el espacio y tiempo
interiores, por el contrario, es considerada fácilmente como
una huida antisocial, una desviación patológica en cierta me-
dida vergonzosa. (...)
Probablemente, ningún período de la Historia de la
humanidad ha perdido hasta tal punto el contacto con ese
proceso natural de curación que afecta a ciertos individuos
etiquetados como “esquizofrénicos”. Ninguna época lo ha
devaluado tanto, ni le ha opuesto tantas prohibiciones e

139
SALUD MENTAL Y REVUELTA
intimidaciones. En lugar de hospitales psiquiátricos, que
son una especie de fábrica de reparación, se necesitarían
lugares donde las gentes que han viajado más lejos y, en
consecuencia, están probablemente más “perdidos” que los
psiquiatras y los seres reputados sanos de espíritu, tuvieran
la posibilidad de ir más lejos todavía en el espacio y el ti-
empo interiores - y de regresar. En vez del ceremonial de
degradación que constituyen la exploración, el diagnóstico y
el pronóstico psiquiátricos, se necesitaría, para los que es-
tán preparados (es decir, en la terminología psiquiátrica, los
que están al borde de un brote esquizofrénico), un ceremo-
nial de iniciación, gracias al cual la persona sería guiada en
el espacio y el tiempo interiores por gentes que ya hubieran
efectuado este viaje y hubieran regresado. Desde el punto de
vista psiquiátrico esto llevaría a dejar que antiguos enfermos
ayudaran a enloquecer a futuros enfermos... Esto implicaría:
A. un viaje del exterior hacia el interior;
B. de la vida hacia una especie de muerte;
C. de delante hacia atrás;
D. del movimiento temporal hacia la inmovilidad;
E. del tiempo actual hacia el tiempo eterno;
F. del yo hacia el sí mismo;
G. de la existencia exterior (post natal) hacia la matriz (pre
natal) de todas las cosas.

Y, a continuación, un viaje de retorno:


1. del interior hacia el exterior;
2. de la muerte hacia la vida;
3. de atrás hacia adelante;
4. de la inmortalidad hacia la mortalidad;
5. de la eternidad hacia el tiempo;
6. del sí mismo hacia un nuevo yo;
7. del estado fetal cósmico hacia un renacimiento existen-
cial...”
(The politics of experience).

MICHEL FOUCAULT: “Al hacer de la alienación social la


condición de la enfermedad, disipamos de un solo golpe el
mito de la alienación psicológica que haría del enfermo un
extranjero en su propio país; escapamos también a los temas
clásicos de una personalidad alterada, de una mentalidad
heterogénea y de mecanismos específicamente patológicos.
(...)
La enfermedad está constituida por la misma trama

140
eNaJeNaDxS #9

funcional que la adaptación normal; por lo tanto, no podemos


definirla a partir de lo anormal como lo hace la patología clási-
ca... ” (Enfermedad mental y personalidad).

RONALD D.LAING: “Fenómenos mentales y fenómenos so-


ciales: los fenómenos sociales comprenden todas las rela-
ciones que tenemos entre nosotros - las díadas (parejas),
los triángulos, las familias y todos los sistemas y relaciones
sociales más complejas existentes en la sociedad. (...) Los
fenómenos mentales no pueden separarse de los físicos,
emocionales, sociales, si no es mediante un fenómeno artifi-
cial que consideramos neurótico, psicótico, y que igualmente
está programado en nuestra dinámica normal y real.
He advertido repetidas veces lo extraño que resulta
el hecho de que este proceso de división sea atribuido, por
una parte, a algunas personas como peculiaridad psicopa-
tológica, mientras que, por otra, nada podría definir mejor la
práctica y la teoría de gran parte de la psiquiatría y de la
medicina (también, naturalmente, de la sociología, etcétera)
que ese mismo proceso. Hay una zona enorme de estas ma-
terias que es completamente esquizoide. Los procesos son
transformados en cosas, son colocados en compartimentos
separados, son estudiados aisladamente...” (Considerazioni
sulla psichiatria en Crimini de Pace).

ROBERT CASTEL: “... históricamente la ley de 1838 puso


en el eje de su dispositivo una institución, el manicomio, que
se inscribe en el centro de otras instituciones dentro de una
estrategia de recuperación del control completo de ciertas
categorías sociales (locos, criminales, indigentes, vagabun-
dos...) cuya presencia constituye un peligro percibido con
tanta mayor fuerza cuanto que el desarrollo del capitalismo
naciente implica la disolución de las relaciones sociales an-
teriores. “Institución” significa aquí la constitución, entre la
familia y la vida profesional, de nuevas instancias de social-
ización en las que se produce un nuevo tipo de relaciones
pedagógicas para domesticar a un grupo de pervertidos re-
componiéndoles un perfil humano adecuado a las normas
dominantes. En efecto, el aislamiento, pieza fundamental
del dispositivo, no sólo neutraliza a los internados trazando
alrededor de ellos un cordón sanitario, sino que, también y
sobre todo, circunscribe una especie de laboratorio social en
el que puede desplegarse sistemáticamente una verdadera
estrategia del condicionamiento. Todo el ordenamiento inte-

141
SALUD MENTAL Y REVUELTA
rior del manicomio, desde la disposición arquitectónica hasta
las modalidades del tratamiento - la separación de los sexos,
la ruptura de los lazos familiares y de vecindad, el trabajo
monótono, la omnipresencia del reglamento, el cómputo rígi-
do del tiempo, la superación de todo lo superfluo, de toda
fantasía, de toda iniciativa, etcétera - tiene un doble objetivo:
hacer tabla rasa con las más mínimas diferencias habidas en
el mundo exterior y re-programar completamente la existen-
cia en función de las exigencias de orden, bienestar, disci-
plina y trabajo (...).
... El problema sigue siendo el de analizar las contra-
dicciones determinadas (entre condena y responsabilización,
vigilancia y terapia, depuración y rehabilitación, condiciona-
miento y reeducación, exclusión de la comunidad y recu-
peración de la fuerza de trabajo, etcétera) que expresan, en
un momento histórico dado, la organización social relativa
a la “enfermedad mental”. En otras palabras, no basta con
interpretar los problemas de la práctica psiquiátrica a partir
del modo como ella se piensa a sí misma sino a partir de la
tarea social que se le otorga para gestionar dichas contra-
dicciones.” (Para una crítica de la institución psiquiátrica en
Psiquiatría, antipsiquiatría y orden manicomial)

ROGER GENTIS: “Hacer realmente psiquiatría, hoy en día,


significa poner en tela de juicio la sociedad, “contestarla”
hasta su raíz, y no creo que piensen ustedes que la tal socie-
dad se lo vaya a dejar hacer dócilmente. Por muy impetuosos
y maliciosos que ustedes sean, no será fomentando revo-
luciones técnicas como llegarán a hacer una revolución; lo
máximo que conseguirán es sentirla en los huesos otra vez,
aunque hay que decir que hay quienes lo desean: bien asen-
tados por un lado y con la legión de honor por el otro - esto
es lo que hará las delicias del buen servidor del Estado capi-
talista y, sin duda, también de otros Estados. En todo caso,
señores, si es esto lo que les preocupa ábranse al progreso
técnico, adelante con las soluciones modernas, adelante con
la nueva sociedad. Pero si (esto es una manera de hablar)
no beben de este agua, si ven más allá de la participación y
de la psiquiatría de clase, entonces creo que para guiarles
un poco por un camino que no es fácil y que está lleno de
trampas a cada paso y en el que nada se ve demasiado claro,
pueden pensar que a fin de cuentas todo esto no es más que
una cuestión de lenguaje y que mientras ustedes no puedan
hablar de su oficio y de su práctica sin emplear las palabras

142
eNaJeNaDxS #9

enfermedad, enfermo, diagnóstico, cuidados, tratamiento,


terapéutica, mejoría, agravación, recaída, curación y todo lo
que sigue, no habrán salido todavía de su técnica y de su
especialidad.” (Guérir la vie).

GIOVANNI JERVIS: “La denuncia de la realidad manicomial,


desarrollada en la praxis o en sus términos teóricos sobre
todo gracias al equipo de Gorizia (Basaglia y colaboradores),
se ligaba por un lado al discurso anitiinstitucional (que llegó
a su máximo desarrollo en 1968) y, por otro, a una crítica
política de la psiquiatría como disciplina y como actividad.
Esta crítica política de la psiquiatría se enraizaba y todavía
se enraiza en un modo no tradicional de concebir la política
(entendida hoy, entre otras cosas, como desmitificación del
carácter presuntamente “neutral” de la ciencia y politización
de los “roles” técnicos y profesionales), en una politización
autónoma y progresiva de la problemática psiquiátrica, so-
bre la base de estudios y experiencias italianas y extranjeras.
Ha sido mérito de la experiencia Gorizia el saber ligar a la
demostración de la viabilidad de una asistencia psiquiátrica
“abierta” y comunitaria, el desarrollo pertinente de una crítica
y una autocrítica políticamente avanzadas.” (Teoría y práctica
de la salud mental, en Los síntomas de la salud).

IDIOT INTERNATIONAL: “No basta con decir que la psiquia-


tría es un problema político. Es necesario ver que ella es el
aspecto más aparente de una forma de coacción a la que
nadie escapa. Es imposible cerrar los ojos ante el loco encer-
rado en el manicomio diciendo que, aunque no nos sentimos
a gusto debajo de nuestra piel, no estamos en esa situación
y no dependemos de la psiquiatría. El psiquiatra y su loco
juegan a las claras a un juego que se juega en todas partes
de una manera más camuflada. El psiquiatra es la parte
visible de una actitud y de un proceso generalizados en toda
la sociedad.
Estamos en la era de la Gran Manipulación...” (La era
de la gran manipulación, en Idiot International).

MICHEL FOUCAULT: “En el centro de la antipsiquiatría está


la lucha con, en y contra la institución. Cuando a principios
del siglo XIX se crean las grandes estructuras manicomiales,
éstas se justifican por la maravillosa armonía entre la exi-
gencia del orden social - que debía ser protegido contra el
desorden de los locos - y la necesidad terapéutica, que exigía

143
SALUD MENTAL Y REVUELTA
el aislamiento de los enfermos. Cinco eran los motivos prin-
cipales que aducía Esquirol para justificar el aislamiento de
los locos:
1) Asegurarle su seguridad personal y la de su familia;
2) Liberarle de la influencia externa;
3) Vencer sus resistencias personales;
4) Someterle por la fuerza a un régimen médico;
5) Imponerle nuevos hábitos intelectuales y morales.
Como se ve es claramente una cuestión de poder:
dominar el poder del loco, neutralizar los poderes externos
que puedan influenciarlo; establecer sobre el un poder de
terapia y de amaestramiento, de “ortopedia”. (...)
Las relaciones de poder constituyen el “a priori” de
la práctica psiquiátrica: condicionan el funcionamiento de la
institución manicomial, delimitan las relaciones entre los in-
dividuos, gestionan la forma de intervención médica. Inver-
samente, lo propio de la antipsiquiatría es situar dichas rela-
ciones de poder como centro del problema y cuestionarlas
profundamente.
Ahora bien, lo que estaba implícito en estas rela-
ciones de poder era el derecho absoluto de la no locura so-
bre la locura. Derecho que se ejercía en función de la aptitud
frente a la ignorancia, del buen sentido (control de realidad),
de la normalidad que se impone frente al desorden y a la
inadaptación. Este triple poder es el que hacía de la locura
un objeto de posible conocimiento por parte de una ciencia
médica, que la calificaba como enfermedad en el mismo
momento en que el “sujeto” afectado por tal enfermedad se
encontraba descalificado como loco, es decir despojado de
cualquier poder y saber por ser enfermo. Tu sufrimiento y tu
singularidad: sobre ellos sabemos bastantes cosas (que tú
ni siquiera te imaginas) como para comprender que se trata
de una enfermedad; pero esta enfermedad la conocemos
lo bastante como para saber que tú no puedes hacer nada
sobre ella. Tu locura: nuestra ciencia nos permite llamarla
enfermedad y, precisamente por ello, nosotros los médicos
estamos calificados para intervenir y diagnosticar en ti una
locura que te impide ser un enfermo como los otros, por con-
siguiente tú serás un enfermo mental. Este juego de una rel-
ación de poder que origina un conocimiento sobre el cual,
a su vez, se apoyan - y los derechos de ese poder -, es el
que caracteriza a la psiquiatría “clásica”. La antipsiquiatría
intenta romper este círculo: confiando al individuo la tarea y
el derecho de dirigir la propia locura, hasta el fondo, en una

144
eNaJeNaDxS #9

experiencia en la que también pueden participar los otros,


pero nunca en nombre de un poder conferido por su razón
o por su normalidad; separando los comportamientos, el su-
frimiento, los deseos del estatuto médico que se les asignó,
arrancándolos de un diagnóstico y una sintomatología que no
tiene valor de clasificación simplemente sino de decisión y de
decreto; invalidando, en fin, la gran empresa de transcripción
de la locura en términos de enfermedad mental, iniciada en
el siglo XVII y acabada en el XIX.” (La casa della follia, en
Crimini di pace).

EX-TRABAJADORES DEL HOSPITAL PSIQUIÁTRICO DE


CONXO: “La institución manicomial priva a los internados de
los más elementales derechos, al mismo tiempo esconde y
encubre las contradicciones sociales implícitas en la enfer-
medad.
La transformación institucional ha de llevar necesari-
amente el resurgir de esas contradicciones y el ejercicio de
aquellos derechos.”
(Escrito de un grupo de trabajadores del Hospital Psiquiátrico
de Conxo - Santiago de Compostela, Galicia - , en su mayoría
despedidos en 1975).

EX-TRABAJADORES DEL HOSPITAL PSIQUIATRICO DE


SALT: “En el momento del ingreso el enfermo pasa a residir
a una de las salas del pabellón de “observación” y deposita
todos sus enseres y documentos en manos de la “hermana”
del pabellón.
Diariamente se levanta entre las seis y media y las
siete (...). Después de hacer la limpieza y desayunar pasan al
patio interior donde pasarán el día dando vueltas o tumbados
en el suelo...”
“Hay una sala, denominada de “fugitivos”, donde ha-
bitan ciertos judiciales y los más agitados y donde habitual-
mente 2 ó 3 enfermos permanecen atados con una cadena
de la muñeca a la cama. Uno de estos enfermos lleva en esta
situación más de 8 años siendo tal su acostumbramiento que
cuando, últimamente, se le quitaba ciertos días la cadena
para que pasease por el patio interior, al acostarse pedía que
se le atase pues de lo contrario no dormiría...”
(Escrito denuncia realizado por un grupo de trabajadores del
Hospital Psiquiátrico de Salt – Gerona, Catalunya - previa-
mente a ser despedidos en 1974).

145
SALUD MENTAL Y REVUELTA
EX-TRABAJADORES DEL HOSPITAL PSIQUIATRICO DE
OVIEDO: “El hospital psiquiátrico es un centro de régimen
custodial o carcelario destinado a “recoger” - así se oye cada
día - a aquellos que no se adaptan a las normas sociales es-
tablecidas y no participan en el proceso de producción...”
“Al definir el hospital psiquiátrico como una institución
manipuladora no hacemos más que afirmar lo que hemos viv-
ido a través de nuestra práctica.”
(Escrito de algunos de los trabajadores del Hospital Psiquiátri-
co de Oviedo -Asturias- despedidos en 1971).

EX-TRABAJADORES DEL INSTITUO MENTAL DE LA


SANTA CRUZ: “...todo el proceso que viene desarrollándose
en el Instituto Mental no es más que la culminación de una
serie de hechos cotidianamente demostrables: la exclusión
social - cristalizada en el interior mismo de las estructuras
sanitarias - del enfermo mental y, con él, del personal sani-
tario que a través de la práctica ha hecho suyo el problema
del enfermo mental a quien trata...”
(Escrito de los trabajadores del Instituto Mental de Barcelona
despedidos en 1973).

ANTIPSIQUIATRÍA Y “NUEVAS TÉCNICAS” - FRANCO BASA-


GLIA.

De vez en cuando se confirma cierto equívoco so-


bre la antipsiquiatría al entenderla como una nueva técnica
“especializada” de la ciencia psiquiátrica. La antipsiquiatría
(me gustaría aclarar mi criterio sobre esta cuestión ya que el
movimiento que yo represento en Italia se puede definir como
anti-institucional o antipsiquiátrico) no es una técnica, ni una
nueva metodología a incluir dentro del campo psiquiátrico,
sino un movimiento de negación y de transformación que
tiende a poner en discusión los esquemas y parámetros que
se consideran como valores absolutos. Es, pues, un movi-
miento crítico que va más lejos del simple problema espe-
cializado enfrentándose a una ciencia que ha pasado a ser
metafísica, dogmática, y que no responde a nivel práctico al
enfermo y a su enfermedad, sino que se limita a la separación
del sano y del enfermo y, por consiguiente, a la codificación
de la enfermedad siguiendo unos esquemas establecidos
como inmutables.
En este movimiento podemos encontrar el proce-
so a través del cual las técnicas del pasado y las actuales,
146
eNaJeNaDxS #9

psiquiátricas y psicoterapéuticas, han vivido su momento


antipsiquiátrico - la nueva hipótesis crítica frente a la regla
codificada - antes de perder su carácter dinámico y antes de
transformarse, a través de la racionalización de sus métodos,
en una nueva forma de control.
Lo que, sin embargo, parece caracterizar al mo-
vimiento antipsiquiátrico y, aún más, al movimiento anti-
institucional y que ha provocado las reacciones del círculo
psiquiátrico es, quizá, la negativa a convertirse en un modelo
técnico definido (es decir, la negativa a racionalizar su propio
método para poder continuar en la tentativa de respuesta a
la realidad) y la toma de conciencia de la función de todas las
ciencias humanas (incluida la psiquiatría) como instrumen-
tos de conservación de los valores dominantes. En definitiva,
la agresividad manifestada respecto del movimiento antip-
siquiátrico y anti-institucional se explica en tanto que, con
dicho movimiento, el problema de la asistencia psiquiátrica
sale del coto cerrado de los especialistas y pasa a ser un
debate público cuya significación y naturaleza deben com-
prender los propios usuarios del servicio (el debate no puede
ya resolverse sólo a un nivel científico, sino que deberá ser
verificado con el objeto de la psiquiatría - el internado de nue-
stros manicomios - como resultado del derecho que le da su
quiebra).
Respecto a la acusación de la excesiva politización
de un campo que debería guardar la neutralidad típica de una
intervención científica, se puede decir que lo que caracteriza
al movimiento anti-institucional es precisamente la toma de
conciencia de la función de control (al servicio del poder) im-
plícita en el papel de los psiquiatras como protectores del
orden público.
La diferencia cualitativa entre “flichiatrie” (psiquiatría
represiva) y la “politichatrie” (la politización de la psiquiatría,
en el lenguaje de mis colegas franceses) es, precisamente,
el hecho de que ésta última ha tomado conciencia de ser una
“flichiatrie” e intenta oponerse a este papel y denunciar prác-
ticamente su función.
La acusación de excesiva politización vale, pues, si
uno se contenta con creer en la neutralidad de la ciencia,
aunque esto es difícilmente sostenible si se tiene en cuenta lo
que ocurre en aquellas clases sociales a las que pertenecen
los que reciben todas las sanciones de nuestras instituciones
represivo-punitivo-terapéuticas.
La definición de la enfermedad asume, de hecho,

147
SALUD MENTAL Y REVUELTA
significaciones y evoluciones diversas según la condición so-
cial de los pacientes y es un poco problemático - o un mucho
descarado - continuar sosteniendo ese principio de neutrali-
dad.
Así, la experiencia anti-institucional o antipsiquiátri-
ca no puede ser entendida como una técnica sino como un
movimiento global que incluye el mundo existencial, social y
político tanto del enfermo como del que trabaja en el campo
social. Sólo bajo esta dimensión global se pueden compren-
der el tratamiento, la terapia, la curación como lo que son,
esto es una ocasión y un instrumento de discriminación para
eliminar el mayor número de elementos posibles de pertur-
bación social. Orden público y enfermedad mental están
siempre estrechamente asociados ya que la enfermedad
no es nunca tratada como problema técnico específico sino
como manifestación anormal del comportamiento que sobre-
pasa el límite que la sociedad ha establecido.
En este sentido el psiquiatra debe, en primer lugar,
comprender que no puede limitarse a establecer cánones del
grupo social al que representa determinando cuál es el en-
fermo que debe aceptar y restablecer y cuál es el que ha de
eliminar sino que, más bien, lo que determina en realidad es
su propia adhesión a los valores dominantes y su capacidad
de adaptación a los mismos.
Los manicomios, la “naturaleza” de los internados y la
práctica del psiquiatra en los mismos son una demostración
permanente de lo dicho.
Hablar de tratamiento durante el largo período de
los estados psicóticos significa, por consiguiente, según el
planteamiento antipsiquiátrico, hablar de tratamiento durante
el largo período de las instituciones-manicomio en las que es
la vida institucional misma la que cronifica y psicotiza cada
tipo de problemas, imponiéndoles el aspecto de enfermedad-
manicomio. Pero una vez lograda la transformación de las
instituciones psiquiátricas, mediante las nuevas técnicas de
manipulación y de control, la comunidad externa comprende
que puede utilizarlas en las instalaciones denominadas libres
-familia, escuela, fábrica, ejército... - como amplificación y
dilatación del poder. En el futuro, según esta lógica, no habrá
ya más tratamientos durante los largos períodos de los esta-
dos psicóticos sino que estaremos todos englobados en un
largo tratamiento en el mundo de la psicoterapia, de la ergot-
erapia, de las técnicas de rehabilitación de acuerdo con un
centro de poder cada vez más restringido que delegará en los

148
eNaJeNaDxS #9

técnicos la función de crear continuamente nuevas ideologías


para utilizarlas como instrumentos de discriminación y de di-
visión.

EL S.P.K VISTO POR EL S.P.K HISTORIA DEL COLECTIVO


SOCIALISTA DE PACIENTES.

En el origen del S.P.K (Sozialistisches Patienkollek-


tiv) hubo diversos grupos terapéuticos de la clínica universi-
taria de Heidelberg, departamento psiquiátrico ambulatorio.
Estos pacientes y su médico Huber hicieron la crítica práctica
y teórica de esta clínica en particular y denunciaron la fun-
ción ideológica de la psiquiatría en general (cosa absoluta-
mente nueva en Alemania). Consecuencia: el médico Huber
fue despedido de sus funciones por el director de la clínica
en febrero de 1970; los pacientes se solidarizaron con él y
reivindicaron en una asamblea plenaria de pacientes [la pri-
mera en la historia de la medicina] su readmisión y el control
de la clínica. A la mañana siguiente, Huber y sus 50 pacientes
fueron echados a la calle. Gracias a una huelga de hambre
en el despacho de la administración de la clínica llegaron a
conseguir cinco habitaciones en la universidad y unos po-
cos médicos para “terminar” (como decía el rector) la terapia
hasta septiembre de 1970.
Así se constituyó el S.P.K.
El S.P.K. intensificaba su labor: nueva forma de or-
ganización en Agitación individual (AI), Agitación de Grupo
(AG) y círculos de trabajo científico sobre Reich, Hegel, Marx;
propaganda por medio de panfletos, Teach-in, colaboración
con otros grupos. El número de pacientes aumentó a 250
en 6 meses; el S.P.K. estaba abierto a toda la población, no
había listas de espera pues la terapia era gratuita y social-
izada. Gracias a este trabajo de propaganda en el seno de
la población (2.000 firmas para el S.P.K. en una campaña
de solidaridad; 3 informes de profesores de universidad que
solicitaban la institucionalización del S.P.K. en la Universidad,
declaraciones de solidaridad) las autoridades de la universi-
dad no se atrevieron a llamar a la policía para echar a la calle
a los miembros del S.P.K. Sin embargo, utilizaron medios mu-
chos más sutiles: congelación de créditos (incluso los suel-
dos del médico dejaron de ser enviados por la universidad),
bloqueo de la comunicación, campañas de prensa difamato-
rias; el ministro de educación Baden-Würtenberg declaraba
en público que el S.P.K. era una mala hierba que había que

149
SALUD MENTAL Y REVUELTA
extirpar lo más rápidamente posible. A continuación, dictaba
un decreto por el que se decidía la expulsión el S.P.K. de la
universidad. En ese mismo momento el rectorado presenta
una demanda de expulsión del S.P.K.
Un tiroteo entre la policía y unos desconocidos cerca
del domicilio de uno de los miembros del S.P.K. y en el que
ningún miembro del S.P.K. estaba presente, fue el esperado
pretexto para liquidar definitivamente la organización autóno-
ma de los pacientes.

ENFERMEDAD Y CAPITAL

La contradicción esencial del capitalismo es que la


producción de mercancías se corresponde con la destrucción
de la vida humana. En la época de Marx tal contradicción se
expresaba bajo la forma de miseria material de las masas
(hambre, paro, índices de mortalidad muy elevados...); en
nuestra época esta miseria queda velada por las medidas so-
ciales de los estados capitalistas avanzados (industria de la
salud: seguridad social, institución del retiro...) pero, la explot-
ación de la vida humana se expresa bajo la forma de miseria
psíquica (seis millones de enfermos mentales registrados ofi-
cialmente en Alemania; diez millones en Francia; ver Polack:
Médicine du capital). La contradicción inherente al sistema
de producción capitalista (trabajo asalariado y capital) se cor-
responde con la contradicción entre la producción colectiva
de los medios de producción y la apropiación individual de
estos medios de producción. La expresión de esta contradic-
ción esencial es la producción colectiva de enfermedad trat-
ada individualmente. El individuo abandonado al proceso de
producción es, sin embargo, responsable de su enfermedad,
una enfermedad producida colectivamente. La enfermedad
aparece entonces en el individuo bajo la forma de síntomas
diferentes, particulares en cada individuo, que se correspon-
den con su función en el proceso de producción (neurosis;
úlcera gástrica; problemas sexuales; esquizofrenia; dolores
de cabeza; intentos de suicidio; estructuras autoritarias).
Sin embargo, la enfermedad (lo esencial de todos estos sín-
tomas) representa la unidad de la contestación de las rela-
ciones de producción mortíferas y de la represión de esta
contestación. El lado progresivo de la enfermedad es el de
ser contestación al sistema capitalista por poner en evidencia
la inhumanidad del capital; su lado reaccionario es el hecho
de que la enfermedad tratada individualmente no puede poner

150
eNaJeNaDxS #9

en crisis al sistema pues esta contestación queda destruida


por la destrucción de la vida misma.
Por ejemplo, la fiebre es la manifestación de una forma de
vida, pero esta vida se consume con la fiebre. La enfermedad
es la vida que se quiebra y se niega. La transformación del
malestar inconsciente en conciencia feliz es la transformación
de los síntomas sentidos individualmente en arma colectiva
contra la enfermedad, contra el capital. Este proceso es una
lucha colectiva de los pacientes.

EL TRABAJO DEL S.P.K.

El método de superación de los síntomas se hacía


según la dialéctica de ser y conciencia (bases teóricas en
Hegel y Marx).
La forma:
Según la dialéctica del individuo y de la sociedad cada pa-
ciente participaba simultáneamente en la agitación individual
y en la agitación de grupo. La mayoría participaban además
en los círculos de trabajo científico sobre Hegel, Marx y
Reich.
La agitación individual (AI) y la Agitación de grupo (AG):
Después de un examen inicial realizado por un médi-
co del colectivo el nuevo paciente empieza por una AI con
un paciente de su elección que tiene ya una experiencia en
el método de agitación. En la terapia burguesa, el paciente
espera del médico que le suprima los síntomas. El paciente
tiene una actitud de espera cuando empieza la AI. Considera
al médico (tratante) como sujeto capaz de disponer de su
enfermedad, cosa de la que el paciente no se siente capaz.
Pero, objetivamente, el que trata es también paciente y no es
capaz de curarse a sí mismo. También es objeto, producto
del capital. Al reconocer el origen de su enfermedad, es decir,
el capital, el paciente comprende quién es el que realmente
dispone de su enfermedad y de la de los demás para sacar
de ella un beneficio. Tanto para él como para el que le trata
cualquier posibilidad de vivir una vida por sí mismo queda ex-
cluida pues ambos son mercancía. La única salida es luchar
en común.
En el inicio, la relación tratante-paciente se corre-
sponde con una relación de actividad-pasividad.
El que está en actitud pasiva teme cometer un error
y en consecuencia el perder un prestigio frente a los demás.
El que está activo lo está por la misma razón: para ganar

151
SALUD MENTAL Y REVUELTA
prestigio. En términos económicos el prestigio es el valor de
cambio que se vende en el mercado. Una mercancía de alto
valor tiene la posibilidad de ser mejor tratada que una mer-
cancía casi sin valor. Al mismo tiempo queda completamente
aislada de las otras mercancías en la competencia. Es una
lucha a discreción entre la competencia. El único medio de
romper el aislamiento y la competencia es la superación de
la cualidad aislante de activo o de pasivo colaborando en el
seno del colectivo.

Dialéctica de la agitación individual (AI) y de la agitación


de grupo (AG).
Absolutamente determinado por el aislamiento y la
competencia, el paciente que llega al S.P.K. tiene miedo de
expresar sus deseos en el grupo. Quiere tener la posibilidad
de hablar de sus problemas sin competidor, es decir ¡con
una sola persona!. Durante la agitación individual el paciente
se da cuenta de que el que le trata es tan impotente como
él mientras permanezca solo y de que, incluso siendo dos,
son aún impotentes y aislados. Es entonces cuando experi-
menta el deseo de estar en un grupo más amplio. Al mismo
tiempo, reconociendo que no existe un individuo-sujeto y que
únicamente un colectivo puede convertirse en sujeto, se da
cuenta de la locura de la competencia que tiene por base
los individuos-sujeto y pierde, en consecuencia, el miedo a
expresarse en grupo.

ALGUNOS PRINCIPIOS DE LAS PRACTICAS DEL S.P.K.

1. El punto de partida de nuestro trabajo son los deseos de


los pacientes.
2. En el marco del control colectivo de los pacientes en forma
de agitación terapéutica individual y de grupo, los deseos son
reconocidos en su doble función como productos y como fu-
erzas productivas.
3. En la agitación individual (AI) y de grupo (AG) el principio
es tratar todo lo que los pacientes “ofrecen”.
4. Sólo por medio de la AI y de la AGF las condiciones de ser
- objetivas y exteriores - del paciente, así como del colectivo
de pacientes, se introducen en la práctica colectiva.
5. El punto de partida de la agitación son los síntomas que
se manifiestan de una manera específica en el individuo (lo
particular). Desarrollando las contradicciones particulares se
llega a las contradicciones esenciales del capital (lo general).

152
eNaJeNaDxS #9

El síntoma se reconoce entonces como síntoma del capital


(lado reaccionario) y se suprime al mismo tiempo que se lib-
era la energía contestataria frente al capital.
6. En el curso de la AI y la AG y de los GTSC (grupos de
trabajo científico) los conocimientos específicos y las capaci-
dades adquiridas de cada paciente (ello es particularmente
válido para los médicos) son socializadas y las diferencias
de inteligencia y de educación desaparecen progresivamente
entre los pacientes.
7. Los productos del S.P.K. son: la emancipación, la cooper-
ación, la solidaridad y la identidad política.
8. El objetivo y las etapas de nuestro trabajo son la transfor-
mación dialéctica de individuos en colectivo, la creación de
nuevos colectivos por todas partes (expansionismo multifo-
cal) y la transformación dialéctica de todos los colectivos en
revolución socialista.

5. AVISO A LOS CIVILIZADOS


(L.M. Panero)

I
Cuando se habla de la patología del hombre normal,
del homo normalis, nadie que yo sepa ha tenido el valor de
tomarse tal cosa en serio: en términos clínicos, quiero decir.
Tal vez sólo Lacan y Reich, y el primero tan sólo poetiza
cuando habla del “sujeto por fin cuestionado”, y el segundo
quisiera únicamente corregir al tiempo que lo idealiza en su
famosa y reaccionaria tesis de la “primacía genital”. Pero La-
can está más cerca del error, de la equivocación esta sí on-
tológica, o con pretensiones a tal, del llamado “normal”: esta
es su calidad de hombre objeto, que por haber perdido, dicen
que para siempre, su cualidad de sujeto, se halla escindido
de su imagen: y he ahí el origen del “deseo”, sexual o social,
y de su irremediable fracaso. Y no se trata de una imagen
corporal, sino como bien dice Lacan, de un “falo” que no es
sinónimo de pene aún cuando bien pudiera ser un concepto
cercano al de “potencia orgásmica”, teniendo claro bien en
cuenta que tal potencia es una dimensión ante todo subje-
tiva.
Subjetividad: subjetividad quiere decir potencial
psíquico no esclavo de un “tono” normal, intensidad de con-
ciencia (Novoa Santos) libre y activa, esto es, transitiva, o en
otras palabras, palabras prohibidas, mágicas. Y por cuanto
la idea no está separada de la sensación, sino que conven-

153
SALUD MENTAL Y REVUELTA
dría mas bien recurrir con Fouillée al término providencial de
“ideés-force” (complejas decía Freud), el ideario del solo su-
jeto no sujeto, no “sujet”, es un ideario en movimiento, libre
de cualquier lógica, lo mismo que su conciencia es una con-
ciencia activa y en movimiento. Y ese solo sujeto no sujet,
no sujeto, es el llamado loco, el cual, como Rank dijo, repre-
senta un nuevo tipo de hombre, un hombre diferente y nuevo,
donde el deseo del “hombre”, no es ya deseo del “otro”. Más
bien, el deseo de aquel que pretende llamarse hombre es el
deseo ambivalente de ese “Gran Otro” u hombre total que si
fracasa en el héroe termina en la locura.
Superhombre, sí, pero no extra-hombre: la locura,
tiene tanto una estructura como la invitación o la fan-
tasía sus categorías, sus “arquetipos”: poéticamente vari-
ables, claro es, declinables, pero dotados de un referente en
la percepción poética del mundo externo o del entorno social
lo mismo que de un referente interno en la percepción in-
terna, en el cuerpo- sensación (“orgástico”) y, más allá de él,
en el inconsciente biológico (Ferenczy) que proporcione un
fundamento material a la mitología junguiana, por otra parte
ya refrenada sólidamente por la experiencia psiquiátrica de
aquél.
Y, suprimiendo el algoritmo entre hombre y hom-
bre, la Verneinung antropológica, leamos mejor “Magia y
esquizofrenia” de Geza Roheim y en lugar de simplemente
tolerar la magia, lo mismo que la antipsiquiatría tolera la
locura, y su pensamiento inequívocamente mágico, practi-
quémosla con convicción. Es decir, haciendo, como quería
Spinoza, de nuestra alma una potencia activa, una pasión
en lugar de una sensación. Porque no en vano del epíteto
griego de “pasión” viene el término de “patológico”. Pasión es
la sensación querida, la conciencia ya no separada de la vol-
untad, la conciencia transitiva, la conciencia Mágica, capaz
de operar sobre el mundo exterior, social e incluso objetivo.
En el hombre primitivo no hay separación entre la naturaleza
y el hombre, entre el sujeto y el objeto, por cuanto no existe
todavía distinción entre la conciencia y la percepción. Por lo
tanto, no habiendo frontera entre un campo y otro, el acto
mágico no representa todavía ninguna transgresión.
Sólo el posterior algoritmo imperialista entre hombre
y hombre nos llevará al loco por las mismas vías que lo rep-
rimido retorna, a la inversa, en la figura o en phantasma del
negro, o del judío: no es retórica, tómese esto al pie de la
letra. El loco no es como el judío o el negro, sino que es, qui-

154
eNaJeNaDxS #9

ero decir exactamente lo mismo. El otro, el “Gran Otro”, es el


otro hombre, el hombre suprimido que vive y potencia el “in-
consciente”, en lugar de relegarlo al lugar inofensivo de una
posición exterior y metafísica, como hace Lacan. Sólo que si
el negro -el negro del sur de EEUU- es ya tan sólo la figura
del inconsciente, el primitivo o el loco con su relación activa y
peligrosa. Del mismo modo, el misionero y el psiquiatra rep-
resentan el mismo papel de-subjetivizador, y se encargan de
liberar al sujeto, al sujeto, de los peligros del sujeto en liber-
tad, devenido independiente y, si se le permitiera, autónomo.
Por lo demás, la equiparación de antropología y
psiquiatría, como matrices de un mismo racismo, nos sirve
para considerar a la locura como un fenómeno en el que ya
no es que sólo su etiología sea social, y del que haya que de
algún modo culpabilizar a la sociedad, pero todavía tratando
a ésta como un “mal”, sino para desterrar para siempre tal
“concepto” del terreno de la ontología, sometiéndolo al mu-
cho más cercano criterio que lo estudiara como un efecto de
perspectiva.
Es decir, como un fenómeno tan profundamente rela-
tivo como la normalidad misma, sensu strictu, y ya lejos de
todos los equívocos a los que nos han llevado los ángeles
perdona-vidas de la antipsiquiatría.
Porque es hora de que el libro, también, se haga lo-
cura, esto es, de reunir el lenguaje y la conciencia, de
forma de hacer algo tan útil como peligroso de todos estos
conceptos, o “ideés-force”: quiero decir que cuando digo que
no hay locura fuera de un terreno, quiero decir que no hay lo-
cura, fuera de lo que la percibe como tal, en los confusos do-
minios de la psicocracia, y todo ello significa evidentemente
lo que significa, ni más ni menos; afirmación ésta que, de
todas las que aquí he pronunciado, es no cabe duda, la más
revolucionaria, aún mejor, la mas incómoda y subversiva.
Porque ella nos invita, a, saliendo de la palabra-
espectáculo, sacando por fin la cabeza fuera del asfixiante
lugar en donde la palabra se comercia en tanto que leyenda,
llevar ésta al rigor de la clínica, vuelta nuevamente, como la
quisieron Freud y Lacan, lucha, peste, arma en contra de los
hombres, para que sepan por fin, que ya era hora, que no es-
tán donde están, incluso cuando pretenden saberlo, porque
incluso entonces sólo lo entienden bajo la figura de la ley-
enda.
Y nuestra crítica tiene también su patología, y su
racismo: el homo normalis, éste es su objeto, y el dominio

155
SALUD MENTAL Y REVUELTA
cotidiano de la psicocracia el único poder contra el que se
lucha: contra la que se lucha, además, realmente, con to-
das las armas que aquella desconoce: el verdadero PODER
NEGRO: no se equivocaba por cierto aquella esquizofré-
nica que decía tener la bomba atómica. No se equivocaba
por cierto, y esto el homo normalis lo sabía: porque si no, de
no haber realmente aquí, aquí y ahora, una peligrosidad real,
a qué el castigo, a qué el temor, el pavor: ¿fue sólo infamia?
¿olvidamos que Hegel pretendió no dejar escape a la duda
cuando nos aseguró que “todo lo real es racional”? También
el inconsciente del normalis, que a decir verdad es el único
inconsciente, ha de estar sin duda, “estructurado como un
lenguaje”: la perversión y la barbarie no son sólo la mera den-
egación de un sentido.

No, lo que el supuesto hombre teme es precisamente el des-


cubrimiento de que, como todo marica, no es un verdadero
hombre: y nadie mas feroz que el eunuco. Presiente ser él
aquello que quiso hacer del otro hombre, llamándole como si
no fuera neurótico o esquizofrénico: adivina que es él el ver-
dadero autómata. Y por lo tanto, sabe que puede, o podría,
estar a disposición de aquella marioneta que pudiera, deam-
bulando libremente entre ellas “mover ella misma el resorte”.
Ahora sabremos quiénes eran las víctimas y quiénes los ver-
dugos: veréis distintas agujas clavarse en vuestra piel ficti-
cia de muñecos, de “creatios equivocas”, de tambaleanates
macumbas. Porque salvada la escisión simbólica que dividía
ontológicamente dos culturas, vamos a ver por fin si eres tú
o yo quien ve, y cual de los dos tiene el falo de la razón: si tú
que eres hablada o yo que hablo, si el esclavo con sus
“referentes” o el amo de su propia enunciación: ¿no llamaban
los antiguos “POIHESIS”, esto es, creación de lenguaje, a lo
que el penúltimo hombre define como “delirar”? Y es que a
partir quizá de Platón, se definió al saber como un ontología,
pero solo a partir del XIX se pretendió dar por terminada la
investigación, al menos en lo que al hombre se refiere supo-
niendo claro, que tal cosa fuera realmente tal, es decir, un
fenómeno aislado del universo, y de lo que desde dentro del
hombre a él se opone, y se opone claramente.

Y quede claro que no es lo mismo la antinomia “cultura”/


contra-cultura que la de saber/contra-saber: mucho más
si lo nuestro difiere del enunciado por su poder de ser, no
una metáfora, sino una enunciación, un “acto de lenguaje”

156
eNaJeNaDxS #9

(Wittgenstein).

Mucho más si, practicando con el sofista una eficaz “reduc-


ción fenomenológica” hacemos así poderosa a la expresión
estructurándola como una categoría no vagamente anti-énti-
ca de la razón, sino decididamente opuesta a ella, oponién-
dole a sus conceptos otros conceptos, y a su revelación una
contra-revelación.

Aún cuando debiéramos decir que no se trata aquí de


categoría, y por lo tanto de categorías negativas, por cuanto
nuestras frases no poseen el valor de ser una enunciación.
Porque realizar la filosofía, como quiso Marx, es natural-
mente algo muy distinto de simplemente romper con ella o
“tacharla”.

Y más peligrosa también, como Nietzsche supo, es tal em-


presa, que es la del aforismo: la filosofía devenida pura y
permanente afirmación: delirio, “locutor autóctono”. Porque el
lugar que señala la filosofía al saber lógico, como la poesía al
saber de la intuición, es tan sólo el de una manque, al sepa-
rarlo de su única posible concreción, que es transformarse
de verdadero en cierto, en realización, en acción cotidiana y
revolución permanente.

Revolución permanente no quiere decir revolución: esto es,


no significa futuro infinito alguno, sino guerra total, esto es,
presente por entero, contra aquellos lugares en la vida y el
sentido se ubican en los límites de lo imaginario.

Romped pues todos los libros o, leedlos al fin, ubicando el


sentido en su lugar, en el presente o en lo que llamábamos,
por su miseria, vida: no hay otra revolución. Y de igual modo,
no hay otra revelación que la que consiste en visiones, o
hacer una experiencia, del sentido: fuera de las galerías, a la
calle, os digo, Hurry up please it´s time.

Cuando Freud dijo al oído de Jung, ya cerca de los ojos la


estatua viviente de la Libertad “no saben que les traemos la
peste”, aquellos tal vez no lo sabían, pero nosotros, al abrir
las puertas del consultorio, y trasladar la clínica de lugar, po-
demos estar seguros ya de ello, y decíroslo por fin: aquí no
hay curación.

157
SALUD MENTAL Y REVUELTA
II
Aquí no hay curación por cuanto la locura, no se cura.
No quiero decir tan sólo que no haya que curarla, ni mucho
menos que no precise curación u organización alguna, quiero
decir, llana y terminantemente, que la locura escisora no ad-
mite curación, que es incurable. ¡Ay de los “terapas”!
Y la locura no admite curación por cuanto esboza, y
reivindica, en el hombre una segunda estructura: no por su-
puesto inasimilable a la primera -por cuanto entonces sería
siempre la locura- pero sí irreductible a ella.
Si el hombre no ha sabido hasta ahora nada de la
locura era precisamente por cuanto era el hombre quien la
analizaba, quien, partiendo de su existencia, pretendía remitir
a ella una muy divergente sensibilidad.
Y otra estructura del hombre es otra estructura de la
existencia, esto es, de la convivencia, porque no hay con-
ciencia fuera del ser social, “el ser social determina la con-
ciencia, que es siempre una conciencia social”. Es por esto,
pero no sólo por esto, por lo que el apodado psicótico pro-
pone con su sola presentación como superhombre la inau-
guración no ya de la revolución futura, esperanzadora, sino
de un estado de revolución permanente, en el seno mismo
de la vieja sociedad, y sin necesidad alguna de contar con la
existencia de un más que hipotético “Estado”.
Pero no hay superhombre sino por confrontación a
otro hombre: el hombre primitivo, en comunidad, mal puede
sentirse como superhombre, esto es, como otro hombre dis-
tinto del hombre. Sólo cabe hablar de superhombre, lo mis-
mo que dos estructuras primarias y secundarias, o de “doble
estructura” cuando se haya producido esa censura cultural,
esa denegación simbólica o forclusión que nos ponía al decir
de Freud, en su artículo sobre lo “siniestro” en presencia de
algo arbitrariamente ignorado, no exactamente “descono-
cido”. Y estas formas del pensamiento o del ser, voluntari-
amente ignoradas a partir de una determinada fracción de
nuestra historia, van a ser las formas de la conciencia en mo-
vimiento, de la conciencia plástica y, como el universo, en
expansión.
Dicho de otra forma, de la conciencia mágica. Di-
cho de otra forma, de la conciencia natural. Dicho de otra
forma, de la conciencia corporal, dotada de intensidades, y
no sólo de conceptos abstractos. Dicho a los civilizados de la
conciencia allá donde está: no me refiero a en qué lugar del
espacio ideológico se halla la “verdadera conciencia”, sino

158
eNaJeNaDxS #9

la conciencia, como función, dónde se halla, en qué lugar


del cuerpo: y no me refiero a algún lugar oculto, lóbulo ce-
rebral, córtex o cosa parecida, porque la conciencia está en
situación siempre, es conciencia de algo, sensación de algo,
“punto de vista”, “ visión del mundo” (Weltanschauung) visión
de algo aún más concreto que el mundo. Pues bien, todos los
animales se orientan por los ojos, claro es que por ellos ven
la luz. He aquí, tuut simplement, la etimología de términos o
por decirlo así de “conceptos” como lo “claro” o lo “oscuro”: lo
evidente es aquello que, como bien se dice, “está a la vista”.
Pero de esta pérdida de la conciencia natural va a
derivar la conciencia concebida como “ley”, esto es, como
razón. Y con ella, la separación misteriosa -por cuanto todo el
ser del hombre es su cuerpo, evidentemente- entre un alma
y un cuerpo, devenido mero objeto de las manipulaciones de
aquélla. El hombre civilizado va a olvidar así, o a voluntari-
amente ignorar, todo lo que surge del cuerpo, incluido el len-
guaje, que también lo tiene, de lo natural. Y este lenguaje
de lo natural no es otro que la metáfora, por cuyo “artificio”
una imagen reemplaza a un concepto, como sucedía en el
pensamiento, o lo que es igual, en el lenguaje primitivo: en
el mundo de los así llamados “natural symbols” (Margaret
Douglas) que sobreviven sin embargo en el primitivo actual,
en el llamado proletario, en el hombre que vive del trabajo de
su cuerpo. Así ahora las “metáforas”, relegadas al campo de
lo meramente poético, es decir abstracto, imaginario, no ocu-
pan ni llenan el dominio de lo real, el mundo de los objetos.
Este mundo, el de los objetos se mueve también en el marco
de una retórica, a la que se llama publicidad. Sin embargo,
cualquier primitivo actual sabrá deciros lo que un cenicero o
un water o un lavabo representa, por fuera o por encima de
su marca.
Significan un mundo humano, lo que no significa
algo abstractamente humano, sino un mundo, o mejor un
lugar para el hombre, unas presencias objetivas y no simbóli-
cas. Esta es propiamente la llamada, y por tan largo tiempo
buscada “cultura proletaria” que por no estar dicha, ni for-
mar parte de los aparatos ideológicos, constituye para el loco
un lugar misterioso, semejante al sello aquel de la carta que
robó el ministro que ubicaba al “no-saber” en el orificio del
que todos, más o menos, sabían. Pero nadie lo veía.
Nadie lo veía por cuanto los ojos, esos fabricantes
de imágenes, habían dejado de ser activos, de mirar, para
devenir pasivos, limitándose a ver, siendo tan sólo “órganos”

159
SALUD MENTAL Y REVUELTA
de un alma que cuanto más se ausentaba más se hacía om-
nipotente. A partir de un cierto momento -no de una “etapa”
histórica o de un supuesto progreso inexorable- se va a lla-
mar “alucinación”, o en el mejor de los casos “visión”, a lo que
el ojo produce cuando se vuelve autónomo: lo que no es en
modo alguno un acontecimiento escatológico, como sabemos
por los niños, en los que la alucinación es frecuente, como
sabemos también, y sobretodo, por los sueños, en cuyo estu-
dio Freud se basó para suponer, en la “traumdeutung”, que el
aparato psíquico no sería, sino un aparato visual.
Y finalmente ¿quién anda el mundo, quién recorre el
mundo, sino lo que, quitándole toda su presencia sensacioni-
sta, alucinatoria -en la que propiamente consiste el “psiqu-
ismo animal”- llamamos cuerpo? ¿quién habita el mundo sino
ése cuerpo al que hemos arrebatado su condición de sujeto,
de sujeto de la historia, de “proletariado”, como de él se dice?
Ese cuerpo que no es “apariencia”, fenómeno, pose o traje,
sino expresión más íntima, y que nunca, ni en la muerte, es
cuerpo objetivo, sino siempre cuerpo fenomenológico, como
diría después de Husserl con frase firme Merleau Ponty. Es
decir, cuerpo-expresión, porque la biología tiene leyes plásti-
cas subjetivas que no descubrieron ni Darwin, ni los biólogos,
ni saben aún los modernos etólogos: y es por ello que es ca-
paz de mutar, porque la biología es subjetiva: desde la ame-
ba hasta el mono superior, toda existencia en movimiento es
una existencia subjetiva, y ello no en mayor o menor grado,
sino tan sólo en diferente grado, en un nivel cualitativamente
distinto de la organización de la sensación.
Abandonado al fin por el pensamiento decía el loco
al médico: “dottore spero che rinnoverete il mio corpo”, y el
pobre hombre falto de humanidad, se tocaba las narices. Que
tales narices representan el falo no lo sabe tan sólo aquél
para el que el falo es sólo una representación. Que el pie es
deseo de patadas no lo sabe tan sólo aquel cuyo anhelo de
representaciones tiene detrás de sí, como único compromiso,
el compromiso de su inhibición. Que el cuerpo entero es anh-
elo del otro no lo sabe tan sólo quien ignora, que el cuerpo no
es nuestro en lo absoluto. Es por tanto potencia relegada a
otros, a los que con él laboran, o colaboran, al llamado prole-
tariado, quien por su solidaridad nos recuerda su stigma: de-
cidle a él, y a él tan solo, a ello, cuando en sus bares, en sus
barrios, se halle como indistinto, como prole confusa, como
masa por venir, la frase aquella de Spinoza, “Nadie sabe lo
que puede el cuerpo”.

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eNaJeNaDxS #9

Este discurso no quiere ser solamente teórico. No


quiere ser un discurso teórico. Allí donde termina el poderío
psiquiátrico, empieza el dominio de la psico-cracia. Contra
ella, y no sólo contra la psiquiatría, se dirige nuestra tentativa
de recuperación científica del texto de Antonin Artaud “Alien-
ation et Magie Noire”. Somos diferentes, sí, somos difer-
entes. Somos realmente diferentes, radicalmente diferentes,
felizmente diferentes. Fundemos pues, sobre las ruinas de
aquel hormiguero, nuestra propia sociedad. Reemplacemos
el hospital por una extraña comuna. No alguna comuna pací-
fica o bucólica, que se conforme con estar simplemente, “al
margen”, sino por una comuna activa, cotidianamente sub-
versiva, más que revolucionaria. Sí, somos negros: creémos,
extendamos el nuevo “Mau-Mau”. No con diagnósticos, sino
con gritos de guerra. El homo normalis nada puede, ya que
es tan sólo el esclavo de su apariencia. El psiquiatra nada
puede hacer, sino suicidarse. Que no muera la llama. Nunca
cedamos en nuestra pretensión no ya de una nueva socie-
dad, sino de una nueva humanidad. Que sigan hablando, ya
no importa. Que sigan excluyendo, nosotros haremos de la
uniformidad de esa exclusión la garantía de una diferente uni-
versalidad. Quedaos con vuestros sórdidos secretos con esa
vasta humillación que constituye el mundo de lo privado. De
hoy en adelante, hay lugar para un nuevo “nosotros” y un di-
verso “vosotros”. Ya somos, realmente, “nosotros”, y “Ellos”:
ahora veremos quien era el perseguidor y quien el persegui-
do. Porque os perseguiremos con la misma saña con que vo-
sotros lo hicisteis, aprovechándonos del laberinto de vuestras
apariencias, instalados traidoramente entre vosotros sin que
sepáis nunca cual de las marionetas que por allá deambulan
mueve ella misma la cuerda. Vosotros, que nos educasteis
en el terror a la soledad y a la exclusión, sabréis ahora del
terror de no estar, nunca jamás, solos. Creémos, extendamos
el nuevo Mau-Mau, la nueva Mano Negra, el nuevo Poder
Negro, con cuyo saludo me despido, no, como se verá, para
extender la mano a nadie.

6. CARTA A NUESTROS PADRES


[15 / 02 / Año 21 de la Era Orwell. A mi amor]

Ustedes nos trajeron al mundo. A su mundo. Posible-


mente no lo pensaron demasiado, y no queremos echárselo
en cara. Al fin y al cabo, cuando lo hicieron, por lo menos los
tomates sabían a tomate y el aire era respirable. Ya no, pero

161
SALUD MENTAL Y REVUELTA
esa es otra historia. Quizás sencillamente asumieron el pa-
pel que les había encomendado y se pusieron a procrear. Y
nosotros nacimos, y eso ya no puede ser de otra manera. Así
pues, el problema no es nuestra concepción, no es el hecho
físico de abrazar la existencia en un mundo de mierda defini-
do por la tristeza. El problema es que siempre han pretendido
continuar sus vidas en nuestros pellejos. Y eso no está bien,
señores y señoras. Eso es una putada. Es una de las putadas
más grandes que se conocen, mutila a las personas, a los
niños. Los resquebraja, los martillea hasta alcanzar la forma
deseada, los ata a palos para que crezcan bien rectos. Y lo
que queda es la confusión entre lo uno y lo otro, entre el que
quiere ser y el que establece cómo se tiene que ser. Lo que
queda es un maldito agujero.
Nos enseñaron a sentirnos mierda cuando no cum-
plíamos con sus designios, cuando osábamos pensar que a
lo mejor no queríamos vivir las vidas que ustedes querían
vivir en nuestros cuerpecitos. Nos chantajearon, lloraron y
patalearon para hacernos sentir mierda, y lo conseguieron.
Enhorabuena. Nos acordamos de ello cuando nos atan a
una camilla. Nos acordamos de sus encendidos discursos
(¿cómo hacer para olvidarlos?), de cómo nos explicaban la
cantidad de horas que se dejaban currando para sacarnos
adelante, de cómo habían renunciado a todo por la familia,
por los hijos. De cómo éramos tan podidamente desagrade-
cidos, tan desgraciados, de cómo les arruinábamos la vida.
Ustedes nos acusasaron de querer matarlos, de ahogarlos
en disgustos.
Hemos descubierto la trampa, aunque ya sea de-
masiado tarde y nuestras cabezas estén tocadas y hundidas.
La estrategia ha sido vieja: nos colonizan y luego nos hacen
sentir sucios por ello. Establecen lo que hay que estudiar, lo
que hay que vestir, lo que hay que desear, lo que hay que
soñar, de lo que hay que trabajar, lo que hay que comer, a
lo que hay que jugar, lo que hay que adorar, lo que hay que
temer, lo que hay que perseguir, lo que hay que respetar. Nos
han dado un papel cuadriculado para existir, y encima preten-
den que les demos las gracias por ello.
Ahora les sorprende vernos locos, echando baba por
la comisura de los labios y temblando de la cabeza a los pies,
ahora claman al cielo y mantienen conversaciones con su
dios sobre lo injusta que es la vida. La vida es una mierda
y ustedes ayudan de manera decisiva a que no sea de otra
manera. Ustedes que lo han dado todo por su prole, se topan

162
eNaJeNaDxS #9

de bruces con unos hijos tarados e inútiles. Nunca entend-


eran lo extraordinariamente hermosos que son. La cabeza no
les da para pensarlo. Nos enseñaron a alabar mercancías, a
tratar de ser felices entre ellas, y les ha ranas: somos felices
pegándoles fuego.
¿Qué dirán?, ¿qué dirán? No tienen amigos, ap-
enas se hablan con los vecinos, y sin embargo, les importa
muchísimo más lo que cualquier extraño pueda pensar de
ustedes al ver a sus hijos, que el dolor que les consume. Está
bien eso de que nos den pastillas y ya no nos encierren en
manicomios, ¿qué podrían pensar los familiares de unos pa-
dres cuyos hijos están encerrados con los locos?... eso: que
han fracasado.
Han fracasado. Lo afirmamos como partes involu-
cradas que somos, y con pleno conocimiento de causa. No
somos lo que querían, de hecho, no somos nada. Un alarido
en la noche. Una brea ardiendo que nunca se piensa apagar.
Dios no nos ama y nos da exactamente igual. Nuestra lengua
es un cuchillo y no vamos a mendigar ni pedir perdón por
vivir. Jódanse. De verdad, papá, mamá: jódanse. No vuelvan
a reprocharnos el existir o nunca más volverán a vernos. No
vuelvan a juzgarnos o también nosotros lo haremos, y de-
berán tener en cuenta que somos gentes severas y vuestros
pecados son graves. Tendríamos que encontrar una pena
justa y proporcional al acto doloroso de intentar por todos los
medios y durante años de suplantar una vida ajena. No nos
forcen más, no nos apreten las clavijas si no quieren vernos
estallar. Y os avisamos ya: no os iba a gustar lo más mínimo.
No pueden hacerse una idea de lo que supone que una es-
trella estalle.
Cuidaros. Estaremos por aquí, jugando con la cha-
tarra bajo un cielo azul. Si nos necesitan les ayudaremos.
Pero no vuelvan a las andadas, no intenten más tretas, ab-
sténganse de hacer cualquier tipo de chantaje. No vamos a
pasar una.
Deberían pensar ya en todo lo que nos han hecho
desde que nos trajeron envueltos en sangre en la sala del
hospital, pero sabemos bien que no pueden. Los padres
disponen de un complicadísimo sistema de formateo y su-
presión selectiva de todas aquellas partes de la historia que
no les gustan. Y todavía tienen el descaro de llamarnos ren-
corosos por ser incapaces de olvidarlas. No vamos a jugar
más a su juego, nos mata y no nos da la gana morirnos. Si no
quieren desprenderse de sus miserias, al menos dejen que

163
SALUD MENTAL Y REVUELTA
nosotros luchemos contra las nuestras sin interferencias.
Asuman que sus hijos partieron a la guerra y que
sólo allí son felices. Asuman que ellos son todo lo que su
sociedad detesta. Asuman que son el enemigo de todas
sus instituciones y sus valores. Asuman que no quieren vivir
rodeados de zombies. Asuman que tienen la dignidad que
ustedes perdieron en algún lugar del camino del que ya no
pueden acordarse. Asuman que están enamorados de la
anarquía. Asuman que son odiados y perseguidos. Asuman
que pueden algún día darles caza y exhibirlos entre barrotes.
Asuman que pueden ponerles bolsas de plástico en la cabe-
za para exterminar sus pensamientos.
Asuman que son irreductibles. Asuman que son re-
fractarios. Asumanlo u olvídense de nosotros.
Hagan como que nunca existimos. Borrennos del
tiempo. Pasen página y tengan cuidado, porque su mundo
está en estado de sitio y por las venas de los asaltantes corre
su sangre.

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eNaJeNaDxS #9

7. TODOS SOMOS ELECTRODOS. FRAGMENTOS.

[Compilación impresa de intervenciones radiofónicas en Los


Capítulos Prohibidos de Corín Tellado]

Bienvenidos a la guerrilla de la verdad.

Cuando los medios son escasos. En vez de fusiles


tenemos que empuñar micrófonos. El momento histórico nos
descubre como una exageración la lucha armada. Acabaría-
mos disparándonos a nosotros mismos, si la policía y el ejér-
cito no lo hicieran antes. La confusión es demasiado grande.
El poder de los medios de comunicación es demasiado
grande y nuestras voluntades demasiado endebles. Hoy por
hoy lo que podemos hacer y lo que hacemos está muy
cerca. No queremos destrozarnos en una revolución imposi-
ble. Queremos una revolución real y la hacemos por nuestro
bien y por el de los nuestros. El sacrificio es un engaño que
hace tiempo que superamos. Las utopías son abstracción, y
se fabrican hoy en día para vender mercancías. Las posibili-
dades reales son muchas, pero esta sociedad las empeque-
ñece con nombres como esquizofrenia, antieconómicas, fra-
caso, estupidez. Un señor, un biólogo dijo algo así como que
la naturaleza libre se escapa a toda predicción racional. Que
el más insignificante de los insectos podía cambiar el rumbo
de la historia por la interacción del tejido de la vida, eso que
hoy se llama ecología. Lo llamaron teoría del caos.

Derrota, derrota mía, mi soledad y mi aislamiento.


Eres para mí más valiosa que mil triunfos.
Y más dulce a mi corazón que toda la gloria del mundo.
Derrota, derrota mía, conocimiento de mí mismo y mi de-
safío,
gracias a ti me siento joven y de pies ligeros.
Gracias a ti no me dejo engañar por falsos laureles.
En ti he encontrado la dicha de estar solo.
Y la alegría de ser desdeñado y rechazado.
Derrota, derrota mía, mi brillante espada y mi escudo.
En tus ojos he leído.
Que ser entronizado es ser esclavizado;
Que ser entendido es ser rebajado,
Que ser apresado es alcanzar la madurez,
Y como fruto maduro, caer y ser comido.
Derrota, derrota mía, audaz compañera,

165
SALUD MENTAL Y REVUELTA
Oirás mis canciones, mis clamores, mis silencios.
Sólo tu me hablarás del batir de las alas,
De la impetuosidad de los mares,
De montañas que arden en la noche,
Sólo tú subirás a las rocas y a los peñascos de mi alma.
Derrota, derrota mía, eres mi fuerza que nunca se acaba.
Tú y yo reiremos juntos en la tempestad.
Juntos cavaremos tumbas para todo aquel que en nosotros
muera.
Y frente al sol nos erguiremos con voluntad indómita.
Y seremos peligrosos.

Allí donde mires siempre habrá conflicto.


Iré en conflicto a todas partes.
Con una mano adelante y otra detrás.
Dejándome la vida a cada paso.
Como ese niño
con su bicicleta de paseo.
Sin manos,
para estrellarme con el muro donde muere el sol.

Me volverán a robar todas las ilusiones, los malditos ladrones


de siempre. No sé qué haré cuando los malditos ladrones de
siempre me vuelvan a robar todas las ilusiones. Así sobrevi-
vo, temiendo ese vacío cruel que dejan los ladrones malditos
que se dedican a robarme todas las ilusiones.

Te necesito.
Aunque nada sea igual que antes.
Necesito oír en tus ojos,
unas palabras de aliento
ahora, que el aire está tan caro
ahora, que ya no respiramos juntos.
Te necesito.
Aunque todo haya muerto dentro de mí.

No quiero saber nada de vosotros.


Me molestan vuestras caras de estúpidos.
Vuestra cobardía y esas risas fáciles.
Me molesta todo. Y no quiero perder el tiempo.
Os veo y me dan ganas de vomitar.
Estoy vivo. Ahora mismo estoy viviendo.
No tengo tiempo para jugar a las series de televisión.
Ni al escatérgoris, ni a nada.

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eNaJeNaDxS #9

No quiero hacer ninguna revolución con vosotros.


No quiero hacer quiste.
No quiero sentarme a comer en vuestra mesa.
Mi estómago y mi memoria me lo impiden.
Nunca me sentí tan solo como entre vosotros.
Iros a tomar por el culo.
A vuestro lado todo es miseria y confusión.
Cultivo mi odio como buen horticultor.
A vosotros os odio mucho y bien.
La cosecha es abundante.
En cada estación, en cada luna llena.
Aquí estamos, todos juntos a su sombra.
No hay escapatoria.
Ella parte y reparte.
Y lo tuyo y lo mío no puede ser.

Te quedas solo. No puedes ver a nadie.


A unos por amor, a otros por odio.
Te quedas solo y no puedes ver a nadie.

Conozco el amor profundo


pero estoy tranquilo.
En mi corazón
todavía queda espacio
para el odio profundo.

Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
No os dejéis llevar por la masa.
No os dejéis llevar por la norma.
No os dejéis llevar por las leyes.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
Ese acorde tiene que salir de nuestra alma.
Tenéis que conocer, que ir encontrándoos.
Ese acorde tendrá un momento y desaparecerá.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.
Ese acorde será la mariposa, que con su aleteo, despertará
el huracán.
Por favor que alguien toque ese acorde que nos haga libres.

Que alguien baje a jugar


y los cristales se rompan.

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SALUD MENTAL Y REVUELTA

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eNaJeNaDxS

DOS PRÓLOGOS

VENCER TIENE QUE SER LA OSTIA

«La pelota que arrojé


cuando jugaba en el parque
aún no ha tocado el suelo.»
Dylan Thomas

«Hablo con autoridad del fracaso.»


Scott Fitzgerald

Escribir este prólogo, más de media década después


de sacar aquel primer número de Enajenadxs (realmente el
fanzine no está fechado y no recuerdo cuando lo hice con ex-
actitud), es un mal síntoma. Si la publicación hubiera cumpli-
do su función no estaríamos aquí... pero no lo hizo y perdí.
La idea inicial que puso en marcha el proyecto era
retomar el camino abandonado en los años ochenta del si-
glo pasado, recoger un hilo que se había perdido y tratar
de tejer nuevas tramas alrededor de la salud mental y los
planteamientos y prácticas revolucionarias. La propuesta era
sencilla: sacar a debate dentro del gueto político anticapital-
ista el tema de la enfermedad mental, rescatar un frente de
lucha necesario y vital para cualquier colectivo o individu-
alidad que desafíe el orden social. Como expliqué durante
las jornadas celebradas en el Local Anarquista Magdalena
de Madrid a finales de noviembre del 2005 (y de las que in-
cluimos en este libro dos charlas que allí tuvieron lugar), creo
que esta brecha sigue sin pelearse, no hay una conciencia
desarrollada y autónoma sobre la cuestión, y lo que es peor,
aún hoy todo lo relacionado con la salud mental tiene algo de
tabú para la gente. En mi opinión, nos están inflando a ostias
por este lado, pero pocas son las personas que se han dado
cuenta y que hacen algo por remediarlo, para el resto se trata
un asunto parcelario y periférico, una anécdota entre otras
que proporciona la supervivencia en la civilización occidental.
Para mí, las mentes son el campo de batalla donde una pelea
a muerte por el control de los individuos está teniendo lugar
día a día, es el punto a partir de lo cual todo cobra o rechaza
el sentido, el terreno donde mis enemigos quieren clavar su
bandera y sacarse una fotografía con los rostros encendidos
por una sonrisa definitiva. En la lucha por la conquista de la
vida en todas y cada una de sus facetas, la mente es la llave
169
SALUD MENTAL Y REVUELTA
que abre las puertas y las heridas. Sólo hablando en términos
de guerra psicológica podemos entender que la democracia
sea un hecho tan indiscutible como que la lluvia te moja o el
fuego te quema. La existencia asistida por muebles del Ikea,
Prozac y cocaína, tiene lugar gracias a la obediencia plena
que permite a un nuevo horror amanecer cada mañana.
Desde hace al menos veinticinco años, la histórica expropia-
ción de la fuerza de trabajo y el consiguiente dominio sobre
el cuerpo del trabajador, se ve completada por el control de
la esfera más íntima del ser humano, aquella en la que reside
la voluntad, el deseo y la capacidad creadora. Las estructu-
ras de dominación han llegado a abolir de las cabezas de la
población la más simple y explosiva motivación humana: la
libertad. Los vestigios de esta se borran justo después del se-
gundo asalto proletario a la sociedad de clases, ese periodo
que fue desde el mayo del sesenta y ocho hasta las últimas
derrotas de la autonomía obrera en Italia y España. A partir
de ese momento, el control excedió definitivamente a los cu-
erpos de los dominados y pasó a colonizar sus aspiraciones
y sueños, a incrustarse en sus cerebros como nunca antes
lo había hecho. Esta es la razón que explica dos cosas: 1)
que la de nuestros padres haya sido una vida de perros y
la nuestra transcurra sin pena ni gloria (como bien dice la
canción), 2) que cuando un rebelde le habla a un ciudadano
de la libertad, de la necesidad de cambiar e incendiar, este
no entienda su lenguaje, no entienda sus conceptos porque
aparentemente ya nada tienen que ver con su vida (y aquí la
apariencia es quien manda). El sistema que pone orden al
mundo, el que hace a los hombres hablar sus palabras y a
la tierra perecer bajo sus pasos, puede ser entendido como
un macro organismo. Al fin y al cabo es una compleja red de
relaciones y valores que no tiene otro fin que no sea la propia
perpetuación. En otras palabras: ser lo que es y no dejar de
serlo jamás. Las hostilidades que suponen la invasión y colo-
nización de los sujetos provocan su medicalización masiva
(en el caso de las drogas legales y en el de las ilegales), tanto
de niños como de adultos, tanto de los que tienen dinero
como de los que no lo tienen, tanto de los que se encuen-
tran en la calle como de los que están presos... y este es un
hecho fundamental para todos los que quieran recuperar el
poder sobre sus condiciones de existencia. La forma en la
que se gestiona la salud mental en las sociedades en las que
vivimos es el máximo exponente de lo que está por venir, de
los caminos que esboza la represión con el cambio de los

170
eNaJeNaDxS

tiempos.
Aguantar la realidad tiene un coste. Por eso el
sistema suministra ayudas químicas. Por eso la tasa de suici-
dios crece vertiginosamente. Y por eso también luchamos por
cambiarla. Esta lucha duele, escuece en nuestra piel y nue-
stros cerebros. Enajendxs surgió a partir de estas constata-
ciones. Si de verdad se hubiera creado un marco de reflexión
que afrontara estos hechos, no sería necesario este libro. El
debate habría generado por sí mismo materiales más ricos y
diversos que los que aquí presentamos, el nivel de concien-
cia adquirido habría dado lugar a más teorías y prácticas en
el ámbito antipsiquiátrico. Es por esto que se puede decir
sin temor a equivocarse que la publicación fracasó, y es por
ello que también parece necesario compilar todo el material
editado y presentarlo de la mejor manera posible, es decir:
acompañando otros textos que lo complementen y ayuden a
realizar una síntesis de la aportación hecha a la teoría antip-
siquiátrica en estos últimos años. Puede que se me reproche
el haber pecado de ambicioso, pero lo asumo con mucho
gusto y defiendo esa ambición como una característica in-
herente a cualquier posición libertaria y anticapitalista a día
de hoy, en lo que Amorós llama certeramente «la más hostil
de las condiciones». Con esto, quienes hemos trabajado en
la elaboración y selección de materiales, buscamos escribir
un punto y a parte, dejar constancia de nuestra andadura
para construir, con toda la humildad posible y sin ninguna
complacencia, una herramienta para los tiempos que vienen,
para todos aquellos compañeros que quieran indagar sobre
la salud mental desde la perspectiva de la revuelta. No esta-
mos clausurando caminos, sino que estamos volviéndolos a
trazar para tratar de encontrarnos a nuevas individualidades
y nuevos colectivos en nuestras idas y venidas por ellos. No
abandonamos pues este conflicto, sino que volvemos a pen-
sarlo y hacemos otro llamamiento (casi desesperado) a guer-
rear en él.
En una ocasión se me dijo que el fanzine no ofrecía
teoría alguna, sino que se trataba de «literatura». De todos
los reproches que se han realizado a la publicación, este es
uno de los que más dolió. Desde luego, con la edición de
toda esta cantidad de páginas fotocopiadas nunca se buscó
entretener a nadie ni ensayar juegos lingüísticos. Sí es ver-
dad que en ocasiones, para expresar ciertas cosas se ha in-
tentado transgredir los límites que marcaba el lenguaje. Que
se haya hecho mejor o peor no es aquí la cuestión, pues

171
SALUD MENTAL Y REVUELTA
en todo caso la intención siempre fue la de comunicarse lo
mejor posible. A menudo lo que salió tiene más de poesía
que otra cosa, lo siento por todos aquellos que se sientan
irritados por la poesía: es lo que hay. Pero en ningún caso
hubo nada gratuito, las palabras siempre quieren decir algo,
aunque ese algo no sea lo que estemos acostumbrados a
oír. Sencillamente hay conceptos y sensaciones más difíciles
de transmitir que otras, y a menudo uno tiene que inventarse
las maneras de hacerlo. También influyen las capacidades,
y uno hace lo que puede o está en condiciones de hacer.
Enajenadxs ha dejado de salir entre otras cosas porque no
tengo mucho más que decir y este formato ha agotado sus
posibilidades. En defensa de la anormalidad, el número si-
ete, sintetiza casi todo lo que se ha querido expresar con el
fanzine. En realidad debería ser el primero en la compilación,
pero las personas más cercanas han considerado que es me-
jor guardar el orden cronológico ya que ayuda en la lectura y
proporciona una cierta cohesión formal.
Si seguimos hablando desde la perspectiva del fra-
caso, hay que señalar la inutilidad de la página web que
funcionó durante algún tiempo de forma paralela a la publi-
cación. En un principio trató de complementar al fanzine para
facilitar tanto su difusión como posibles colaboraciones, pero
las razones por las que se desmontó fueron sencillas: no se
produjo ni una sola aportación a través de ella, y se evidenció
como un medio sumamente pobre en cuanto a la transmisión
de contenidos. Por muchas visitas que se realizasen, no
produjo contactos reales entre personas. Únicamente sirvió
para alimentar la impotencia al recibir numerosos correos
de gentes jodidas que buscaban un apoyo terapéutico que
desde luego no estoy en condiciones de ofrecer. La intención
de ser un instrumento de expresión para los psiquiatrizados
en lucha se esfumó. En todo caso sirvió para dejar bien claro,
que por un lado hay un montón de gente cercana a las ideas
antiautoritarias que está seriamente jodida y no encuentra
ningún referente práctico para afrontar su situación, y por
otro, que internet como medio de comunicación es una puta
mierda. Su única utilidad es la de proporcionar libre acceso
a los textos desde distintas regiones geográficas, ni más ni
menos. Y eso se puede hacer sin montar una web temática,
sino realizando enlaces en la de algún proyecto afín (como
es el caso de la Biblioteca social Hermanos Quero, en cuya
web: www.bsquero.net, se encuentran los textos del fanzine
que aparecen en este libro). Cuando he tenido la oportunidad

172
eNaJeNaDxS

de leer las polémicas y discusiones surgidas a raíz de que se


colgasen textos del Enajenadxs en algún espacio telemático,
no he hecho sino constatar estas sospechas. La gente tiene
una tendencia especial a montarse pajas mentales y desatar
disputas estériles cuando está delante de la pantalla, no sé
si la razón hay que buscarla en el anonimato y la cualidad
aséptica del medio, o en un infantilismo intrínseco a las co-
municaciones informáticas, pero lo cierto es que desde que
los esfuerzos propagandísticos (en el mejor de los sentidos
de la palabra) y editoriales se centran en red y no en el pa-
pel impreso, estamos peor que nunca. Lo asiduos a los foros
«antagonistas» de internet suelen argumentar en su defensa
que en ellos hay una libertad absoluta para opinar, pero la
verdad práctica apunta a que en ellos lo que básicamente
hace la gente es juzgar (como en caso de los foros que tratan
de deportes o electrodomésticos), y por lo general sin estar
en condiciones de hacerlo.
En el continuo intento por lograr afinidades, hubo
otro episodio desalentador que merece la pena mencionar y
del que se puede extraer alguna conclusión bastante útil para
el futuro. Hace unos años se produjo en el estado español
un tímido y aparente resurgir de iniciativas críticas en torno a
la salud mental. El origen tuvo lugar principalmente en algu-
nas facultades de psicología, y los dos centros geográficos
fundamentales de aquel efímero movimiento fueron Madrid
y Málaga. Su mayor virtud fue la de tratar de recuperar la
comunicación con personas y trabajos pertenecientes a otras
generaciones, que habían vivido todo el tránsito y evolución
de las prácticas psiquiátricas durante las décadas precedent-
es. Sin embargo, su propia naturaleza universitaria reducía
su amplitud de miras y mermaba su potencialidad. Cuando
una propuesta nace en un contexto académico, suceden
cuanto menos tres cosas: la primera es el condicionamiento
temporal, ya que la universidad supone en sí misma un ciclo
delimitado que reduce los proyectos nacidos a su amparo a
unos pocos años; la segunda es que la sombra de la insti-
tución es larga y poderosa, de manera tal que condiciona en
mayor o menor grado todo cuanto sucede en ella; y la ter-
cera y última, hace referencia al lenguaje y las formas que
se asimilan en la facultad, y que se caracterizan por estar to-
talmente escindidas de la realidad. La máxima expresión de
esta tendencia contrapsicológica tuvo lugar en la celebración
de jornadas de charlas y debates, realizadas en las instala-
ciones universitarias y con recursos económicos proporcio-

173
SALUD MENTAL Y REVUELTA
nados por la institución. Tanto a mi entender como al de otras
personas cercanas y situadas desde la misma perspectiva de
la enfermedad, no podían darse unas condiciones aptas para
la comunicación mientras esta se planteara en los términos
del enemigo. Nos negamos a acudir a hablar de salud mental
en un aula de la universidad de psicología, en unas jornadas
presentadas por el decano de las mismas y pagando encima
una cuota de inscripción. Es más, aquello nos parecía de-
lirante. Al instante se nos acusó de puristas revolucionarios,
a lo que contestamos que nuestra condición era la de enfer-
mos cabreados. Aquella disputa sirvió para poner en eviden-
cia que entre el enfermo y el profesional de la salud (en este
caso: profesionales en ciernes) suele existir una brecha pro-
funda y oscura. Los intereses parecían situarse en lugares
completamente distintos. Otro tanto sucedía con el lenguaje
academicista, especializado y pedante que se utilizaba en
textos y ponencias, lo planteado no se dirigía en ningún caso
a nosotros, sino que lo hacía a la pequeña comidilla elegida
que era capaz de descifrarlo y regodearse en él. Las palabras
bailaban sobre las mesas y nos encontrábamos fuera de lu-
gar (una vez más), se hablaban idiomas incomprensibles
los unos para los otros. Y en cuanto a la duración de todo
aquello, las licenciaturas se encargaron de poner el punto y
final a la aventura. Nosotros aquí seguimos, jodidos y pele-
ando, mientras la mayor parte (salvando algunas honradas
excepciones) de aquellos universitarios voluntariosos y bien-
intencionados perdieron su interés por la enfermedad mental,
se centraron en su proyección laboral y hoy pueden decir que
una vez fueron radicales. La enfermedad no dura cinco años
ni se supera con exámenes y trabajos, por lo tanto, es nec-
esario entender que no es lo mismo ser el que tiene la herida
que ser el que diserta sobre ella.
Situado en las antípodas de la producción teórica
universitaria, para comprender el sentido del Enajenadxs
hay que tener en cuenta que surgió en un contexto personal
muy concreto. Por aquél entonces algunos llegamos a la con-
clusión de que era hora de hacer teoría desde nuestras pro-
pias experiencias, echarse adelante y tratar de escribir par-
tiendo de nosotros mismos. Con ello queríamos romper en
cierta medida con la lógica de reeditar textos continuamente y
basarse en materiales que por lo general tenían al menos dos
o tres décadas de antigüedad. Yo había sufrido hacía poco mi
primer encuentro con el Sistema de Salud Mental, a lo que si-
guió una temporada de acercamiento a todo lo que tenía que

174
eNaJeNaDxS

ver con el tema, desde libros o artículos hasta las experien-


cias de personas más o menos cercanas. Poco a poco fui lle-
gando a algunas conclusiones, que sin tener nada de nuevas
en sí mismas, sí constituían una novedad en los entornos por
los que me movía. Me di cuenta de que la enfermedad mental
(entendida explícitamente, como dolor) era algo totalmente
extendido en el ámbito antiautoritario (o como se le quiera
llamar... me estoy refiriendo a toda esa amalgama de publi-
caciones, centros sociales, colectivos etcétera), pero que no
era abordado públicamente ni debatido. El paso siguiente fue
la socialización de conocimientos. Yo aprendo primero para
mí mismo, y segundo para hacer colectivo lo conocido. Es la
única manera en la que entiendo que se puede aprender, es
la hermosa simpleza del comunismo. A cada momento que
un grupo de personas coordinadas o alguien por su cuenta
libera un determinado conocimiento, se consigue romper con
los esquemas productivistas del saber, poniendo en juego
otra manera no oficial de acercarnos a las cosas (o mejor di-
cho: a lo que hay detrás de las cosas). Cuando aprendo algo
con un interés para los míos, lo desato y lo pongo en común.
Eso mismo es lo que ha hecho otra gente en el estado es-
pañol con la crítica a la tecnología o con los entresijos del
mercado inmobiliario. La iniciativa fue totalmente individual,
mi intención era entrar en contacto con más gente y recoger
textos para sacar adelante la publicación. Estos llegaron con
cuentagotas, pero siempre saqué de algún lugar las ganas
para preparar un nuevo número.
A algunos les extrañará que cuando me he pasado
años hablando en plural, ahora utilice la primera persona del
singular. Ciertos textos que aparecen en los diferentes núme-
ros del Enajenadxs sí responden a una autoría colectiva,
otros no. Cogí la costumbre para intentar no personalizar lo
que editaba, pero con el tiempo dio igual y acabó por ser de
sobra conocido que yo era el tipo que sacaba la publicación.
Esa ha sido otra de las razones para abandonar el proyecto.
Es desesperanzador ver que las contribuciones no llegan,
pero sí las consultas de todo tipo sobre qué hacer o dejar de
hacer con compañeros jodidos, a dónde pedir ayuda o sen-
cillamente, cómo conseguir una baja laboral por depresión
o ansiedad. En este último caso, puedo decir que me han
preguntado más veces sobre este asunto que colaboraciones
han sido publicadas en el fanzine. Y con lo de la ayuda, se
mezcla de nuevo la impotencia por no poder proporcionar so-
luciones terapéuticas y la falta de respeto de buena parte del

175
SALUD MENTAL Y REVUELTA
personal (no toda, pero sí en la mayoría de los casos), que
una vez le ha sido proporcionada información sobre medi-
cación o lo que sea, han desaparecido del mapa sin un jodido
gracias. Tengo la malsana inclinación a entender que si te
ponen un problema enfrente de tus narices, lo más normal
es que te acabes implicando con él de una u otra manera.
Pues bien, puedo contar con la mitad de los dedos de una
mano las personas que cuando han llegado tiempos mejores
se han tomado la molestia de dar un telefonazo y decir: «Eh,
¿te acuerdas de aquello por lo que te llamamos? Pues todo
anda mejor». A esta altura de este prólogo, creo que ya po-
déis ir comprendiendo que haya acabado tremendamente
quemado.
Pero no todo es tan malo, y tengo que dar las gra-
cias a todos aquellos compañeros que han echado un cable.
Desde los que sencillamente me han aguantado en esta
guerra diaria, hasta los que han copiado y distribuido el fan-
zine, o me han ayudado a grapar los cientos de copias que se
solían amontonar en el suelo de mi habitación. También tengo
mucho que agradecer a otra publicación, más orientada a lo
terapéutico que a lo político (simplificando mucho, ya que en-
tiendo que sus tesis apuntan a una politización de la terapia),
y cuyas páginas están llenas de contenidos interesantísimos:
El rayo que no cesa. Y en especial a uno de sus redactores,
Jau, de quien publicamos en este libro dos textos.
Tanto en el plano de la vida cotidiana y privada como
en el específico de la lucha política, experimento una idén-
tica sensación: reconozco la fatalidad de lo real a la que ya
hice mención un poco más arriba. Pero lo que no hago, y
de ahí la razón tanto de Enajenadxs como de este libro, es
aceptar el vacío y el absurdo al que me lleva. Me niego a
asumir una rendición que es la norma en nuestros días. No
me hace falta que ningún iluminado me venga a contar que
todo está perdido, que no se puede vencer. Menos aún que
me digan que es una estupidez hablar de vencer porque es
utilizar terminología militar. Quiero cagarme en la enferme-
dad y sacudir a mis enemigos. La conciencia de dónde esta-
mos y qué es lo que queremos duele, de hecho, a menudo
te mata de pena y te vuelve loco. Pero a la vez le permite
a uno no convertirse en otro zombie de la democracia que
trabaja, consume y muere, le permite a menudo una experi-
encia intuitiva y salvaje de lo que supondría la libertad. Cada
centímetro de terreno que la lucha come a esa realidad, cada
gesto en forma de solidaridad o sabotaje (ambas en sus mil

176
eNaJeNaDxS

y una acepciones) es ya una victoria y un adelanto de lo que


podemos tener. Una victoria es ya cada persona liberada de
los encierros químicos y físicos del Sistema de Salud Mental,
cada persona que ha sobrevivido a la represión psiquiátrica
y no ha acabado con las venas abiertas o el estómago lleno
de pastillas, cada persona que defiende a cara perro su digni-
dad. Si de alguna manera a ello ayudan todas estas páginas,
no habremos perdido el tiempo. Por que vencer tiene que ser
la ostia...

SOBRE MOTIVOS Y CONVICCIONES O EL POR QUÉ DE ESTE LIBRO.

«Algunas conductas reputadas como anormales serían pre-


cisamente la expresión de la norma social sin las trampas ni
coartadas que la normalidad social establece.»
J.V Marques
“Quien cambia los términos, declara la guerra.»
C. Rochefort

Supongo que el sentido de este libro hay que bus-


carlo en cada uno de los motivos de la gente que le hemos
echado ganas para que saliera adelante.
A modo de prólogo, yo sólo puedo hablar de aquellos
que me han movido a mí para participar en este proyecto. Y
no es una tarea fácil, porque este libro me pareció, desde que
empezó a rondar la idea de sacarlo, algo incuestionablemente
necesario. Y cuando algo es necesario, se sabe necesario y
se siente necesario, resulta difícil argumentar su necesidad.
Cuando algo se vive como convicción, intentar explicar por
qué se está tan convencida en unas pocas páginas supone
una capacidad de síntesis de la que considero que carezco.
El primero de esos motivos es que a penas existen
materiales recientes sobre este tema y quienes se acercan
ahora por primera vez a la crítica y denuncia al Sistema de
Salud Mental, siguen recurriendo a las mismas publicaciones
y recursos que quienes nos interesamos por el tema hace
diez años: los legados de la antipsiquiatría de los setenta y
algunas publicaciones y experiencias muy concretas de los
ochenta y los noventa.
Y, para quienes lo hacen desde una perspectiva liber-
taria, entendiendo la lucha contra la psiquiatrización de la so-
ciedad como parte fundamental en la lucha contra el Sistema,
creo que no es pretencioso ni equivocado afirmar que las úni-
cas herramientas teóricas disponibles en el Estado son los

177
SALUD MENTAL Y REVUELTA
diez números de Enajenadxs.
Sé que habrá quien piense que Enajenadxs, sobre
todo alguno de sus números, tiene poco de teoría y mucho de
«vómito emocional» o ejercicio catártico, que es más poesía
que invitación a la acción; personalmente creo que no han
entendido nada...
En Política de la experiencia R.D. Laing afirma que
«la elección de una sintaxis y de un vocabulario son actos
políticos que definen y circunscriben la manera en que los
hechos deben ser concebidos». Hay muchas cosas que no
pueden ser explicadas mediante la sintaxis y el vocabular-
io de quienes pretenden marginarlas o ignorarlas. Por eso,
donde otros ven «vómito emocional», encontramos un in-
tento de subvertir el modo en que algunos hechos han de
concebirse, una explicación desde la propia experiencia, in-
descriptible mediante otros códigos. Esto es, una invitación
a la comprensión, la reflexión y la acción: una herramienta
teórica.
Al reunir los fanzines en una sola publicación (he aquí
otro de mis motivos para considerar necesario este libro) se
facilita, de alguna manera, la comprensión del peso teórico
que tienen. Y, al mantener su orden cronológico, es posible
discernir la evolución de la reflexión y la crítica que posibilitan
esa teoría, que alcanza en el número siete (el número negro)
su completa realización.
Cualquier teoría es herramienta para una práctica y,
si bien con la publicación de Enajenadxs no se logró la re-
vuelta que se promueve en sus textos -—la destrucción del
entramado psiquiátrico y psiquiatrizante y de las relaciones
viciadas y mercantilizadas que subyacen y posibilitan este
entramado, que facilitan el funcionamiento del Tinglao, y
hacen de la locura o alienación una condición necesaria y
una consecuencia inevitable del mismo—, yo sí veo algunas
consecuencias prácticas, aunque a una escala mucho más
pequeña: un cambio en la concepción que muchos individ-
uos tienen de ciertos hechos, a saber, la locura y el orden
psiquiátrico.
Con esta publicación y la actividad de algunos colec-
tivos durante los noventa, la lucha contra el Sistema de Sa-
lud Mental recuperó un hueco en los espacios libertarios del
estado español del que carecía desde el apogeo de la an-
tipsiquiatría en los años setenta. Aunque es cierto que las
acciones se limitan, generalmente, a la organización de jor-
nadas o charlas puntuales sobre el tema.

178
eNaJeNaDxS

Tengo una visión particular, y seguramente discutible,


sobre por qué, a diferencia de lo que ocurre con otras lu-
chas concretas como la anticarcelaria o la liberación animal,
la lucha antipsiquiátrica no termina de verse como elemento
fundamental en la lucha contra el Sistema y toda forma de
dominación:
Frente a la obviedad y la brutalidad de la represión
carcelaria y la explotación de otras especies, el entramado
psiquiatrizante actúa de forma sutil, disfrazando el control de
cuidado y ejerciendo dicho control desde el momento en que
nacemos y en todas las esferas que componen lo cotidiano:
nuestra vida más íntima, nuestros deseos, nuestra forma de
relacionarnos... El loco, a diferencia de la presa, no trans-
grede una ley explicita creada por el Sistema e impuesta a los
individuos, sino que será castigado por no adaptarse a una
normalidad que nos venden como natural —como ocurre con
todo aquello que sirve o beneficia al orden establecido— y
fuera de la que muchos, también dentro de los movimientos
que se oponen al Sistema, no sabemos manejarnos.
El enemigo no es en este caso tan evidente. No hay
un nosotros y un ellos tan obvio: ¿Las familias? ¿La industria
farmacéutica? ¿Los profesores y educadoras? ¿Los psiquia-
tras? ¿Las psicólogas? ¿Nosotros mismos como compañe-
ros, amigas, amantes, hermanos...? ¿La propia cabeza de
quien sufre?
Una vaca no ha hecho nada para pasar su vida en
cautividad y acabar en un matadero. El preso lo es por de-
fender unas ideas y llevarlas a la práctica, por oponerse a
las leyes del Poder. Pero, ¿por qué petan algunas cabezas?
¿Por qué sólo algunos y no todos si la educastración y el con-
trol social bajo el que vivimos es el mismo? ¿Qué hacer ante
el dolor del otro? Si llegase a compartirlo, a comprenderlo,
¿enloquecería yo también?
Junto a la recopilación de los textos de Enajenadxs
hemos incluido otros, más o menos recientes, sobre algu-
nas cuestiones relacionadas con la llamada Salud Mental: la
psiquiatrización de los menores, la relación entre las llamadas
disciplinas psi y el control social, el uso y abuso de psicofár-
macos y la denuncia al entramado económico que lo sos-
tiene, testimonios de etiquetados como enfermos mentales,
algunos recursos útiles para afrontar —llegado el caso— una
terapia o un internamiento psiquiátrico... a fin de arrojar un
poco más de luz sobre el funcionamiento de este entramado
y evidenciar la necesidad de oponernos a él, aunque no sea-

179
SALUD MENTAL Y REVUELTA
mos «enfermas» ni personas sensibilizadas con el tema por
nuestra profesión o por la situación de alguien cercano.
El orden psiquiátrico se nos impone a todos, no sólo
a quienes cruzan la delgada y difusa línea que separa la cor-
dura de la locura, y lo hace de una forma descarada... hasta
para currar de teleoperadora es necesario «superar» algún
tipo de prueba psicológica... El poder tiene demasiadas car-
as, y el poder de las psiquiatras, psicólogos, educadoras y
otros «carceleros de mentes» rara vez es desenmascarado.
Disfrazadas de Ciencia, de salud mental, de apoyo y buenas
intenciones, desarrollan sus prácticas represivas al servicio
de una normalidad que apesta.
Que estos textos se editen y difundan es otro de esos
motivos por los que considero necesario este libro. Sabemos
que estos textos no son todos los que hay (1), que —aunque
no muchos más— existen otras personas implicadas en esta
lucha y otras experiencias, otras voces que merecen ser oí-
das.
Hablaba más arriba del desarrollo de algunas pub-
licaciones y colectivos durante los ochenta y los noventa,
herederos directos de la antipsiquiatría de los setenta. Algu-
nos de estos colectivos ya no existen como tales, otros han
tomado un «camino diferente» —por decir de alguna man-
era suave que puede ser que estén metidos hasta el cuello
en prácticas muy parecidas a las que criticaban hace unos
años—, y quedan quienes continúan trabajando en la difusión
de estas ideas y su puesta en práctica. A estos últimos, tanto
a los que han participado en este libro como a los que no:
muchas gracias.
Creo que este libro es necesario porque esta lucha
sigue siendo necesaria.
En el psiquiátrico de Trieste (Italia) un muro reza: «La
Libertad es Terapéutica». Creo que este libro se hace eco de
esa pintada, y creo que para hacer Libertad hace falta mucho
más que unas cuantas —contadas— publicaciones y un par
de jornadas anuales.
Luco. Agosto 2006.
____________________
(1) En «Antipsychologicum. El papel de la Psicología Académica: de mito
científico a mercenaria del sistema» (Virus, 2006) y «Psicópolis: paradig-
mas actuales y alternativos en la psicología contemporánea» (Kairós, 2005),
ambos coordinados por Jose Luis Romero y Rafael Álvaro, se recogen una
serie de artículos y reflexiones de gran interés al respecto. Siendo las únicas
publicaciones recientes en el Estado Español que abordan, desde diferentes
ámbitos y con mucha lucidez, la crítica a las llamadas ciencias psi.

180
Indice

1-ENAJENADXS #1...............................1
I- Presentación................................................2
II- Carta a lxs futurxs trabajadores/as del
sistema de salud mental..............................4
III- Texto de Franco Bassaglia...........................8
IV- Carta a los directores médicos de
manicomios de Antonin Artaud....................9
V- Salud mental y matriz social.......................10

2-ENAJENADXS #2...............................30
3-ENAJENADXS #3...............................31
I- Casi una presentación..................................32
II- Tontxs y orgullosxs.......................................33
III- Medicación...................................................35
IV- Fragmentos..................................................40

4-ENAJENADXS #4...............................43
I- Editorial. Contra los amos, sus siervos
sonrientes y sus falsos detractores.
Somos jóvenes y hermosos y vamos
a vivir nuestra vida, para destruir su
mundo..........................................................44
II- Lo que me gustaría......................................47
III- Ejemplos de perturbación mental
ezquizofrénica.............................................50
IV- Susurros y contrasusurros (que no
se callan, que no se callan)........................52
V- Textos de David Cooper..............................55

5-ENAJENADXS #5..............................56
6-ENAJENADXS #6..............................65
I- Extrato pertenecientes al programa de
radio los capítulos prohibidos de Corin
Tellado (radio QK, radio llibre de Uvieu.......66
II- Habla los amos...........................................71
III- ¿Qué es la clase? Texto de Henri
Lefebvre......................................................76
IV- El día que morí un poco más......................80
V- Lectura de Karl Marx hablando de mi
vida y de necesidades allá por 1844.........81
VI- Violencia, locura y miseria intelectual........82

7-ENAJENADXS #7..............................88
8-ENAJENADXS #8..............................106
9-ENAJENADXS #9..............................116
I- Introducción...............................................118
II- Posdata sobre las sociedades de
control. Gilles Deleuze...............................120
III- Entrevista a Franco Basaglia.....................125
IV- El Viejo Topo. núm. 4 enero de 1977.........132
V- Aviso a los civilizados. L.M. Panero...........153
VI- Carta a nuestros padres.............................161
VII- Todos somos electrodos. Fragmentos.......165

10-DOS PROLOGOS............................169
SALUD MENTAL Y REVUELTA

184

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