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María Stella comenzó sus talleres de literatura en Tacuarembó entre 1989 y 1990 del siglo

pasado. La imprecisión en la fecha se debe a que ni Stella recordaba en qué año había
empezado, así como algunos de los intervinientes consultados. Entre los primeros
talleristas recordamos al escritor William Soboredo, al poeta y docente Oscar Brocco, la
profesora Virginia Denaro y algunos lectores, como Edith de los Santos y otros.
Según Brocco, desde sus comienzos los talleres no fueron reuniones de amigos, eran
“terriblemente ferméntales”. Leían a Borges, por ejemplo, y se entrecruzaban discusiones,
y juntos se centraban en una idea interpretativa, o en una lógica de la construcción
literaria del autor.
Según mi propia experiencia, que concurrí a los mismos posteriormente, los años 2003 y
2004 y regresé en los años 2009 y 2010, el taller consistía en lecturas y discusiones sobre
lo leído. Esa lectura y su discusión era un disparador para que cada tallerista pudiera
escribir un cuento o un poema, y poder leer lo hecho en el grupo, para ser discutido por
todos. Uno a uno.
Era imposible no entender los vicios y las dificultades, cuando en un ámbito ameno pero
inflexible, se decían cosas inteligentes y provocativas, logrando que semana tras semana
los participantes pudieran mejorar sus productos, así como tener otras armas para
entender la lectura de la literatura.
Decía Stella en una nota periodística, que los talleres servían para “sensibilizar a las
personas ante el encanto de la literatura, si bien es cierto que los que asisten ya están bien
dispuestos. Desde formar lectores frecuentes y críticos hasta incentivar la creación
literaria, todas las formas de acercarse a las letras son válidas.”
En la década de los 90 el taller se realizó un poco en la casa de Stella y luego en la Casa de
la Cultura de la Intendencia de Tacuarembó. A comienzo del siglo XXI se seguía realizando
en la Intendencia. En esa época, Stella y otros docentes de talleres de otros rubros
(pintura y teatro), pudieron concurrir a Montevideo para especializarse en manejo de
grupos en el MEC, como verdadero curso posgrado, durante cuatro años. En los talleres
capitalinos el profesor y poeta Washington Benavidez volvió a ser docente de María Stella,
a esa altura, su colega y amiga.
Durante algunos años la Intendencia les pagó un pequeño incentivo a los docentes, por no
decir que trabajaban gratis. Pero a pesar de lo menguado del “incentivo”, hubo un
momento que, por motivos desconocidos, se dejó de pagarles. La falta de interés de la
Intendencia fue manifiesta, a pesar de lo requeridos que eran los talleres, así que provocó
que éstos dejaran de hacerse en la Casa de la Cultura.
En el 2006 María Stella se mudó a Montevideo para hacer Licenciatura en Letras en
Facultad de Humanidades, sin embargo, no pudo terminar esa carrera por problemas
económicos. Sin embargo, entre los años 2006 y 2007, realizó talleres en su casa de la
capital, a los que concurrían compañeros de estudios y escritores, un ejemplo fue la poeta
Dolores Meijueiro.
En el 2008 ya estaba haciendo los talleres en su casa de José Pedro Varela, donde vivió el
resto de su vida.
Durante algunos años, quizás entre el 2010 y 2015, el taller se fue a la Cátedra
Washington Benavidez, cuando ésta tuvo local propio.
En el 2016 el taller volvió a su casa.
En el 2017 Stella fue reconocida con el Premio Morosoli por su labor cultural a través de
sus talleres de literatura.
Muchos escritores de Tacuarembó pasaron por aquellos grupos de reflexión, motivación y
aprendizaje. Santiago Cortés, Oscar Brocco, Iris Sclavo, William Soboredo, Daniel
Umpierrez (Dani Umpi), Ignacio Borad, son algunos de los nombres de escritores que
vivieron un proceso formativo real en los talleres de Stella. Decenas y decenas
(seguramente cientos) de personas, jóvenes y no tanto, leyeron más y escribieron más o
por primera vez, motivados por Stella y el ambiente que ella formaba.
En el 2020 ya no lo pudo hacer por motivos de salud. Falleció el 17 de diciembre de ese
año.

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