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Profetas 6

OSEAS

Sólo el enamorado comprende el desamor y sólo el que ama entiende los caminos comprensibles
del amor. Nada tienen los hombres tan poderoso como este don lleva en si la semilla de la
inmortalidad y la capacidad de destruir la amargura y la soledad. A pesar de las traiciones, sólo el
amor basta.

1.En Israel, cuando existía el reino del Norte. Oseas vive y predica entre el reinado de Jeroboán II
(782-753 a.C.) y la destrucción de Samaría (722 a.C.). El reino del Norte gozaba por aquellos años
de prosperidad material. Pero mientras que algunos se enriquecían, los pobres aumentaban y
sufrían la explotación. Los reyes se sucedían rápidamente unos a otros a causa de las intrigas y los
intereses políticos, e incluso la idolatría se popularizaba entre los israelitas. De hecho Baal (dios
fenicio-cananeo de la naturaleza y la fertilidad) ganaba adeptos frente al Señor. Entre tanto, el
imperio de Asiria ponía sus ojos en Israel cuya caída se presentía próxima.

2.Un libro apasionado, sapiencial y profético. El profeta Oseas escribe una obra sincera con un
material básicamente constituido por su trágica experiencia personal: ha sido traicionado por
Gomer, su mujer. Las imágenes empleadas han sido recogidas sabiamente del mundo de las
relaciones humanas y de la naturaleza. Todo para poner de relieve la manera que tiene Dios de
actuar con un pueblo que le es infiel y que rompe a menudo la alianza con quien le ama. Los
contenidos del libro se organizan en tres grandes partes:

1. La familia del profeta, signo de las relaciones entre Dios y el pueblo (Os 1,2-3,5).
2. Oráculos contra Israel (Os 4,1-9,9).
3. Relectura de la historia de Israel (Os 9,10-14,9).

3.Experiencia personal y mensaje religioso. El profeta se ha valido de su historia personal para


describir simbólicamente el comportamiento de Dios con su pueblo. Oseas ha amado
profundamente a su esposa. Sin embargo, ella le ha sido infiel una y otra vez. Sorprendentemente,
en vez de abandonarla, como se lo permite la mosaica, el marido humillado renueva su amor por
ella. La grandeza de Dios-esposo se manifiesta en su permanente fidelidad con su esposa, Israel.
Sin embargo, éste ha roto la alianza, ha seguido a otros dioses, ha buscado en sí mismo su destino,
ha oprimido a los pobres,…. Su comportamiento no es nuevo; a lo largo de la historia ha dado
continuas pruebas de infidelidad. El Señor, padre y marido, no se cansa de renovarle su amor.
Siempre se halla dispuesto a invitarlo a la conversión y a la esperanza por medio del profeta (Os
14,2-9).

COMENTARIO

0s 1,2-3,5: La familia del profeta, símbolo de las relaciones entre Dios y el pueblo. La misma vida
familiar del profeta es utilizada como acción simbólica en sentido amplio. En su matrimonio y en
sus hijos, el profeta descubre un sentido trascendente. Todo el libro de Oseas se podría entender
como un comentario a estos tres primeros capítulos.
La 1,2-2,3: Los hijos, signo de castigo. Desde el comienzo la situación matrimonial de Oseas se
convierte en símbolo de la infidelidad del pueblo con relación a Dios. No sabemos si Gomer, su
esposa, era una prostituta sagrada de los cultos cananeos, o si se hizo adúltera más tarde. En todo
caso, esta terminología conyugal, fidelidad/infidelidad, pasará desde Oseas a la tradición bíblica
para describir con gran vigor, la infidelidad de Israel y el amor de Dios. La imagen de la alianza se
hace así mucho más viva y experiencial, más cercana y más personal.

OS 2,4-25: Israel, esposa infiel. El modo como alternan los tonos desgarradores y de despecho del
profeta ante la traición de su mujer, con los gestos afectuosos de un amor que perdura y que
quiere atraerla, constituyen la mejor señal de que no se trata de una simple alegoría, sino de una
experiencia vivida en lo más íntimo y profundo del ser.

La 3,1-5: Nuevo símbolo: la esposa infiel y convertida. La sección que se abría con el matrimonio
de Oseas y su significado, se cierra con el mismo tema. No parece necesario pensar en el
matrimonio con otra mujer. Puede tratarse de la misma esposa, Gomer, tentada siempre de
infidelidad (anda otra vez y ama). Las expresiones irse detrás de otros dioses o saborear los
pasteles de pasas (Os 3 1; cf. Jr 7,18; 44,19) se refieren a los cultos cananeos.

Os 4,1-9,9: 2. Oráculos contra Israel. Esta sección es independiente de la anterior. El alejamiento


de Dios, que se califica como prostitución o adulterio, recibe el nombre de “idolatría”; los amantes
de Israel son los ídolos y los imperios militarmente potentes.

Os 4,1-11ª: Contra el pueblo y los sacerdotes. Dios entabla pleito primero con el pueblo; luego
con los sacerdotes. Si el pueblo se aleja de Dios es por culpa del sacerdote (a quien se une el
profeta). Es de notar la relación que se establece entre no tener conocimiento de Dios y los
pecados contra el prójimo (Os 4,1-2).

El amor a Dios y al prójimo son inseparables. El castigo a los sacerdotes no puede ser más radical:
quitarles el sacerdocio.

Os 4,11b-19: Infidelidad e idolatría. Los israelitas estuvieron siempre tentados de rendir culto a los
dioses cananeos de la fertilidad, pues pensaban que el Dios del desierto y de la conquista no les
iba a servir para obtener frutos agrícolas. Oseas se esfuerza en convencerlos de que es el mismo
Señor quien les da también los frutos de la tierra donde están, y que todos los ritos y sacrificios a
otros dioses son una infidelidad a él.

Os 5,1-7: Contra los sacerdotes y la casa real. El oráculo se dirige contra el reino del Norte, a quien
se designa indistintamente con los nombres de Israel y Efraín. La “prostitución”, es decir, la
idolatría se ha instalado en medio del pueblo con los sacerdotes y los ministros del rey a la cabeza.
El castigo no se hará esperar: buscarán al Señor y no lo encontrarán (Os 5,6).

Os 5,8-14: Contra la guerra entre Israel y Judá. En la guerra siro-efraimita, Efraín (el reino del
Norte) se alió con los sirios y trató de forzar al rey de Judá para que entrara en la alianza contra
Asiria. Oseas, como Isaías (cf. Is 7; 30ss), su contemporáneo en el reino del Sur, lamentará con
vigorosas imágenes que la desconfianza en Dios lleve a la adoración del poder y de la fuerza, y a
desencadenar una guerra entre hermanos.
Os 5,15-6,6: Conversión aparente. Oseas exhorta a la conversión, pero a una conversión sincera,
que no se expresa en sacrificios rituales, sino mediante la práctica del amor. Por eso el profeta
condena la conversión aparente y superficial del pueblo. Dios, que está siempre dispuesto a sanar
y a perdonar, interpela amorosamente a este pueblo, aunque con un cierto tono de amargura y
desilusión (Os 6,4).

Os 6,7-7,2: Perdura la infidelidad. Se recorren diversos momentos de la historia de Israel, donde la


infidelidad de éste quedó bien manifiesta. Si entendemos Adán como recuerdo de la localidad
mencionada en Jos 3,16, el profeta estaría denunciando el temprano quebrantamiento de la
alianza.

OS 7,3-7: Conspiraciones en palacio. Las ostentosas fiestas del palacio real de Samaría, capital del
reino del Norte, son un signo manifiesto de la corrupción imperante. La feroz lucha por el poder
hizo que se sucedieran los asesinatos de reyes.

La 7,8-12: Fracasos de las alianzas con extranjeros. Las alianzas con extranjeros no han reportado
ningún provecho a Israel que sigue sin convertirse. La imagen final (Os 7,12), no exenta de cierta
violencia, indica que la única alianza válida es con el Señor.

La 7,13-8,14: Castigo por la infidelidad. El poema plantea un fuerte contraste; por una parte el
grito del pueblo: los de Israel, Dios mío, te conocemos, por otra la realidad de la idolatría. No
queda más opción que el castigo que se significa evocando la opresión más significativa en la
historia de Israel: tendrán que regresar a Egipto (Os 8,13).

Os 9,1-9: El destierro como castigo. Según el pecado así será el castigo; ya lo había insinuado
Oseas: el que siembra viento, recoge tempestades (Os 8,7); puesto que han ido a otros países
buscando ayuda, allá irán exiliados definitivamente (Os 9,3ss).

Os 9,10-14,10: 3.Reflexiones sobre la historia de Israel. Comienza aquí una serie de oráculos en
los que el profeta reflexiona sobre los acontecimientos pasados de Israel. En todos estos
momentos históricos, que no guardan un orden preciso, e incluso algunos no son fácilmente
identificables, Oseas descubre y denuncia el pecado de los protagonistas. Parece como si quisiera
describir la infidelidad del pueblo, en contraste con el amor fiel del Señor.

Os 9,10-14: Pecado en el desierto. A los pecados de idolatría adorando a los dioses y diosas de la
fertilidad (Nm 25,1-5) corresponde un castigo paralelo: serán un pueblo infecundo por haber
pecado buscando la fertilidad (Os 9,14).

Os 9,15-17: La mención de Guilgal alude al comienzo de la monarquía (1Sm 11,14). El hecho de


que los israelitas solicitaran un rey es considerado por Oseas como un rechazo de la soberanía de
Dios.

Os 10,1-15: Pecados en la tierra. Evoca el profeta en este poema los pecados de idolatría
cometidos por el pueblo lo largo de su permanencia en la tierra santa. Lo que debía haber sido una
siembra de justicia para cosechar amor (Os 10,12) se ha convertido en una siembra de maldad con
la correspondiente cosecha de perversidad (Os 10,13). Es significativo el cambio de nombre de
Betel (=casa de Dios) por Bet-Aven (=casa de la maldad) (Os 10,5); este cambio, que ya había
hecho el profeta en Os 4,15, indica que la corrupción idolátrica ha llegado al colmo.
Os 11,1-11: Dios es un padre para Israel. Del Dios-esposo de Os 2 el profeta pasa aquí al Dios-
padre. Amor-abandono-regreso forman de nuevo la trama. El amor está expresado con toda la
ternura de la relación padre-hijo/niño: enseñarlo a andar, llevarlo en los brazos, cuidarlo, besarlo...
El abandono vuelve a ser descrito como infidelidad idolátrica.

Os 12,1-15: Jacob es padre mentiroso. Evocando Gn 27,36, el profeta insiste en las mentiras y
fraudes que acompañaron a Israel en los momentos claves de su historia. Lo compara con Canaán,
pueblo de mercaderes tramposos (Os 12,8-9). Todos los intentos del Dios por atraerlos han sido
inútiles; sólo resta la corrección por medio del castigo.

Os 13,1-14,1: La rebelión conduce a la ruina. Toda la historia de Israel ha estado marcada por la
traición y la rebelión contra su Dios. Ha sido una historia de infidelidad idolátrica. A más beneficios
más olvido y más soberbia. Dios tiene que pasar al ataque (castigo como león que devora y
pantera al acecho, como osa en celo, como fiera que descuartiza.

OS 14,2-10: Conversión y esperanza. Concluye Oseas con un oráculo de esperanza: aún es tiempo
de conversión porque siempre es tiempo para que Israel se arrepienta y pida perdón. Os 14,10
parece ser un añadido del último redactor. La dificultad de entender el mensaje de Oseas no se
debe sólo a los aspectos literarios, si no al misterioso camino de los designios de Dios.

JOEL

1.El profeta y su obra. Bajo el nombre de Joel (“el Señor es Dios”) se presenta a un profeta
posiblemente originario de Judá y próximo a los círculos proféticos del templo de Jerusalén. Pero
no está claro si su obra fue compuesta antes o después del destierro de Babilonia. Cabe también la
posibilidad de que la predicación original corresponda al profeta Joel, anterior al destierro, y la
redacción definitiva de la obra sea posterior, enlazando profetismo y apocalíptica.

2. El mensaje religioso. Dos grandes temas religiosos presiden cada una de la partes en que puede
dividirse el libro de Joel: la invitación a la penitencia (Jl 1-2) anuncio del “dia del Señor” (Jl 3-4).
Este día supone un juicio riguroso contra las naciones, pero también una proclamación gozosa de
salvación para Israel. El Señor derramará entonces su Espíritu en cada miembro del pueblo elegido
(Jl 3,1-6), promesa que tendrá su pleno cumplimiento el día de pentecostés (Hch 2,14-21).

COMENTARIO

Jl 1,2-12: Como Jeremías o Amós (Jr 1,11-13; Am 8,1-2) también Joel formula aquí su anuncio
profético a partir de un fenómeno real: una plaga de langostas. Pero en seguida señala quién es el
verdadero agente destructor (Jl 1,6) que no sólo arrasa el campo sino que asola también el templo
y la ciudad (Jl 1,9).

Jl 1,13-20: Urgente llamada a la penitencia (luto, ayuno, oración) porque llega el día del Señor
concebido aquí como día de castigo. Esta vez la catástrofe que está asolando al pueblo parece ser
la sequía.
Jl 2,1-11: El día del Señor, como día de castigo por tantas infidelidades y pecados, lo identifica Joel
en este pasaje con la inminente invasión de un pueblo innumerable y poderoso que todo lo arrasa
a su paso.

Jl 2,12-27: Invitación a la penitencia. Nueva invitación a la conversión y a la penitencia. Aún es


posible el perdón. De hecho el Señor responde al pueblo arrepentido prometiendo destruir al
enemigo del norte. A diferencia de otros profetas, Joel -estrechamente vinculado al culto- no
contrapone la justicia al culto, pero sí insiste en las actitudes interiores rasgar el corazón, no los
vestidos (Jl 2,13).

Jl 3,1-5: Efusión del Espíritu. El día del Señor será grande y terrible, es decir tendrá una doble
dimensión: de salvación y de castigo. La salvación se hará efectiva a través de la efusión del
espíritu que supera toda expectativa (cf. Nm 11,25-30). Esta profecía se cumplirá plenamente en el
día de pentecostés (Hch 2,16-21).

Jl 4,1-17: El juicio de las naciones es la consecuencia necesaria del cambio de suerte de Judá y
Jerusalén. La liberación del oprimido pasa por el juicio divino al opresor. Las naciones opresoras
son tantas que para tal juicio será necesario un gran valle, el valle de el Señor juzga (eso significa
Josafat).

Jl 4,18-21: Restauración de Judá. La era definitiva y perpetua de prosperidad que se inicia con el
día del Señor tendrá como garantía la presencia del Señor en Sión.

AMÓS

1.Situación histórica y literaria de la obra. Amós era un pastor y cultivador de higos, originario de
Judá. Fue llamado por Dios para ser su profeta en el reino de Norte, en Israel. Realizó su ministerio
durante el reinado de Jeroboán II, en el s. VIII a.C.

La sociedad que aparece ante sus ojos es próspera. Sin embargo, existen mucha injusticias sociales
porque los ricos se aprovechan de los pobres, los poderosos abusan de los sencillos, y los jueces de
quienes no pueden comprar una sentencia favorable. Además, la religión israelita se corrompe con
los cultos de la naturaleza que todavía perduran en Canaán.

Amós es -entre los profetas- el primero de quien se conserva por escrito su predicación. Con un
estilo sencillo, directo y apasionado anuncia el mensaje divino a Israel. Dos amplias secciones
integran su obra:

.Palabras de Amós (Am 1-6): oráculos y amenazas.

.Visiones de Amós (Am 7-9): catástrofes y restauración.

2.Un mensaje pesimista. El mensaje profético de Amós se centra en el anuncio de una condena
irremediable: el Señor va a castigar a Israel. La maldad habita tan al interior de la sociedad (lujo,
injusticia, opresión de los débiles, culto hipócrita, falsa seguridad religiosa), que sólo queda
esperar la destrucción total.
Estas palabras pesimistas, dichas por un campesino del reino hermano pero enemigo del Sur,
molestaron a los poderosos de Israel y en especial a la clase dirigente del santuario de Betel. El
profeta fue expulsado y tuvo que regresar a Judá. Probablemente un redactor posterior a quien el
final de la obra original le pareció demasiado negativo, añadió el pasaje conclusivo actual (Am
9,11-15) que abre una puerta a la esperanza.

COMENTARIO

Os 1,1-2: Título y lema. El libro de Amós comienza con presentación de la obra y del profeta y una
breve noticia histórica que ayuda a situar su ministerio (Am 1,1). El corto oráculo que sigue, al
comparar a Dios con un león rugiente anticipa el tono agresivo del mensaje de Amós contra las
injusticias (Am 1,2).

Os 1,3-6,14: 1.Oráculos. Primera parte del libro que contiene una serie de oráculos breves, sin un
orden preciso, en los que se denuncian pecados, se describe el juicio inminente y se invita a la
conversión.

Os 1,3-2,16: Oráculos contra las naciones. La primera serie de oráculos va di gida básicamente
contra las naciones vecinas. Pero se añade un oráculo contra Judá (que pertenece, sin duda, a una
época posterior) y otro contra Israel (que anticipa la siguiente serie, toda dedicada a Israel). En
este género profético subyace la convicción de que Dios no es sólo Señor de Israel, sino también
de todas las naciones, y por eso las castiga. Todos estos oráculos son introducidos por una fórmula
fija que traducida literalmente suena así: por tres delitos y por el cuarto no lo perdonaré. La
fórmula es propia de la literatura sapiencial, tiene como función poner énfasis en el último delito
aludido (en realidad el único que se describe explícitamente en el texto) que colma la paciencia de
Dios. El oráculo contra Judá (Am 2,4-5) podría constituir una lectura actualizada de Amós hecha
por círculos deuteronomistas bastantes años más tarde. El oráculo contra Israel (Am 2,6-16) es un
"pleito profético" en el que el ofendido (el Señor) se querella contra el pueblo ofensor.

Os 3,1-6,14: Oráculos contra Israel. Segunda serie de oráculos, esta vez dirigidos directamente
contra Israel. El profeta denuncia los pecados del pueblo: injusticias, culto externo y formalista,
falsas seguridades. Impresiona la referencia a las mujeres de Samaría, a quienes el profeta
describe como vacas orondas y bien alimentadas (Am 4,1). Y destaca el canto fúnebre de Am 5,1-
17 compuesto de forma concéntrica y en el que los versículos centrales (Am 5,8-9) presentan al
Señor como dueño del mundo, capaz de cambiar las leyes de la naturaleza y por tanto de destruir
a los que se le opongan. El culto vacío no sirve; las riquezas no proporcionan seguridad; ninguna
ciudad es invencible. El día del Señor vendrá, pero no será un día de victoria contra los enemigos,
si no un día de castigo terrible por el pecado (Os 4,1).

Os 7,1-9,15: 2.Visiones. Segunda parte del libro vertebrada por cinco visiones que pueden
ambientarse en primera parte de la vida del profeta. En ellas se advierte un proceso que va desde
la intercesión a la denuncia.

Os 7,1-9: Las tres primeras visiones tienen una cierta relación entre sí. En la primera y segunda
dos amenazas externas: la langosta y la sequía.
Ante el desastre previsto, el profeta se convierte en intercesor y consigue la cancelación del
castigo. En la tercera visión el mal está dentro del mismo pueblo que es como pared ruinosa. Ya no
hay intercesión del profeta ni cancelación del castigo.

Os 7,10-17: Enfrentamiento con Amasías. Un relato biográfico sobre la conflictiva actividad


profética de Amós interrumpe el curso de las visiones. El episodio es importante porque expresa la
tensión entre el carisma de profecía y la institución sacerdotal. Ser profeta no es una profesión,
sino el resultado de una llamada del Señor, que le pide abandonarlo todo para anunciar su
palabra.

Os 8,1-3: Cuarta Visión. La cuarta visión muestra que el proceso de corrupción ha alcanzado su
máximo nivel y por tanto Israel está ya maduro para el castigo, como los higos de la visión.

Os 8,4-14: Contra los explotadores. Se interrumpe de nuevo el relato de las visiones para
pronunciar otro oráculo contras Israel en el que se denuncian las injusticias y los abusos de los
poderosos, y se anuncia el correspondiente castigo.

Os 9,1-10: La quinta y última visión parece anunciar la total aniquilación de Israel. Si otros pueblos
fueron exterminados, ¿por qué no lo va a ser Israel? Sin embargo una vez más resuena el tema del
“resto” que se salva.

Os 9,11-15: Restauración. Probablemente fue un redactor pos terior el que añadió este oráculo de
esperanza. Le debió parecer que el libro concluía con un final demasiado negativo y quiso abrirlo a
un futuro esperanzador.

Hasta aquí Profetas 6.

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