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INMIGRACIÓN

Filias y fobias en tiempos

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BIBLIOTECA NUEVA UNIVERSIDAD
OBRAS DE REFERENCIA

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M.ª Ángeles Cea D’Ancona, Miguel S. Valles Martínez y Cecilia Eseverri Mayer

INMIGRACIÓN
Filias y fobias en tiempos de crisis

BIBLIOTECA NUEVA

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Cubierta: Gracia Fernández
© Los autores, 2013
© Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2013
Almagro, 38
28010 Madrid (España)
www.bibliotecanueva.es
editorial@bibliotecanueva.es

ISBN: 978-84-9940-720-3

Maquetación: Disegraf Soluciones Gráficas, S. L.

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sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los
citados derechos.

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Índice

Presentación.—Notas contextuales y metodológicas

PARTE I.—La huella de la crisis desde la memoria y el presente migratorio de autóctonos y extranjeros en la
españa de principios del siglo XXI

Capítulo 1.—Una pluralidad generacional de testimonios en la población autóctona ante el cambiante fenómeno
migratorio vivido
1.1. GENERACIONES AUTÓCTONAS JÓVENES (18 A 35 AÑOS), ENTRE LA EMIGRACIÓN, LAS
RELACIONES MIXTAS Y LA DEFENSA DE LO PROPIO EN TIEMPOS DE CRISIS
Casos 1.1.A. La defensa de lo propio en tiempos de crisis: Experiencias de movilidad migratoria interior
por estudios
Casos 1.1.B. Experiencias de movilidad internacional y relaciones mixtas
Casos 1.1.C. El valor de la diversidad y el miedo a la competencia laboral en el testimonio de un joven
gitano
Casos 1.1.D. Chicos de barrio sin experiencias de movilidad
Casos 1.1.E. Jóvenes capaces de ponerse en el lugar del otro
1.2. AUTÓCTONOS MADUROS (30-44 AÑOS): SENTIMIENTOS ENCONTRADOS DE
XENOFILIA Y XENOFOBIA A PESAR DE (O POR) LA CRISIS
Casos 1.2.A. Concurrencia de movilidades migratorias: internacionales con retorno, entre otras
Casos 1.2.A.1. País Vasco-Madrid-Londres-Madrid: mujer profesional vasca
Casos 1.2.A.2. Alcalá de Henares-Los Ángeles (EE. UU.)-Alcalá de H.: empleado cualificado en
banca
Casos 1.2.A.3. Barcelona-Madrid-Copenhague-Madrid: empresaria catalana
Casos 1.2.A.4. Madrid-Londres-México-Madrid: mujer desclasada y alternativa
Casos 1.2.A.5. Madrid-Londres-Holanda-Canarias-Madrid: mujer divorciada de europeo
comunitario
Casos 1.2.B. Biografías mixtas a caballo entre familias, culturas o territorios diversos
Casos 1.2.B.1. Empresaria venida a menos, reacia a la inmigración, con una biografía migrante
(Salamanca, Chile, Londres, Madrid) y mixta (noviazgo fallido).
Casos 1.2.B.2. Profesor bilingüe (alemán-español): nacido en Alemania, hijo de la emigración
española
Casos 1.2.B.3. Portavoz de una minoría étnica entre el estereotipo y la invisibilidad: la comunidad
gitana española
Casos 1.2.B.4. Actor teatral casado-separado con mujer latinoamericana: un observador participante
de la zona de Lavapiés
Casos 1.2.C. Entre la movilidad migratoria dentro del propio país (rururbana, capitalino-provinciana) y
el sedentarismo
1.3. GENERACIONES AUTÓCTONAS TALLUDAS (45-64 AÑOS): A FAVOR DE UN MAYOR
CONTROL DE FRONTERAS, DEBIDO A LA CRISIS, DESDE DIFERENTES MEMORIAS
MIGRATORIAS Y RELACIONES ACTUALES CON INMIGRANTES
Casos 1.3.A. Fobias (más que filias) desde relaciones vecinales o laborales igualitarias con inmigrantes y
una visión de la emigración española contrapuesta a la actual inmigración

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Casos 1.3.A.1. Una relación de amor-odio
Casos 1.3.A.2. «Antes en cuanto podían volvían, ahora no tienen la idea de volver…»
Casos 1.3.A.3. «Ahora vienen con muchísimas libertades…, y pocas obligaciones»
Casos 1.3.B. Filias (más que fobias) desde relaciones vecinales y memorias migratorias de equiparación
con la actual inmigración
Casos 1.3.B.1. «Lo mismo que ocurre ahora con la gente que está aquí de otros países…»
Casos 1.3.B.2. «Antes nos íbamos nosotros…»
Casos 1.3.B.3. «Antes iban a Alemania a que los trataran…, como los tratamos nosotros ahora a los
que vienen…»
Casos 1.3.C. Filias y fobias desde relaciones clientelares con inmigrantes (empleados o subordinados) y
memorias migratorias de contraposición con la actual inmigración
Casos 1.3.C.1. «La gente no se iba a Francia en patera…»
Casos 1.3.C.2. «Y el español casi todo era, digamos, clase baja…»
Casos 1.3.C.3. «En París entraba la gente con trabajo, y aquí entran tengan o no lo tengan…»
Casos 1.3.C.4. «Yo no tenía necesidad de buscar trabajo…»
Casos 1.3.D. Filias (y fobias) desde relaciones clientelares y memorias migratorias de equiparación con la
actual inmigración
Casos 1.3.D.1. «La emigración es siempre un producto de la injusticia…»
Casos 1.3.D.2. «En el Rastro cabe todo el mundo…»
Casos 1.3.D.3. «Lo mayoritario en la España de los años 50 era que emigraba la gente para salir de
una verdadera penuria…»
1.4. GENERACIONES AUTÓCTONAS MAYORES (65 Y MÁS) MIRANDO AL PASADO. ENTRE EL
MIEDO Y LA COMPRENSIÓN
Casos 1.4.A. Mujeres de posición media-alta: entre la compasión cristiana, el humanismo, la crítica y el
rechazo
Casos 1.4.B. Mujeres de posición media-baja, inseguras y temerosas de lo desconocido
Casos 1.4.C. Varones de posición media-baja: la persistencia del discurso de la invasión y la demanda de
control
Casos 1.4.D. Varones de posición media-alta: entre la comprensión y la idealización de la emigración
española de los años 50-60

Capítulo 2.—Formas de ser inmigrante o extranjero en España: De los tiempos de bonanza a los de crisis
2.1. NEGROAFRICANOS CON PASADO COLONIAL EUROPEO DIVERSO:
ECUATOGUINEANOS (ESPAÑOL) Y SENEGALESES (FRANCÉS), DOS COMUNIDADES
ESTRATÉGICAS
Caso 2.1.A. Cuarto de siglo vivido con arraigo y desarraigo entre Guinea Ecuatorial y España
Caso 2.1.B. Ecuatoguineano nacionalizado español y muy integrado
Caso 2.1.C. Ecuatoguineano veinteañero, en España por estudios
Caso 2.1.D. Dakar (1986-1996) – Canarias – Madrid (1997) - Bilbao (1998-2011): senegalesa y vasca, con
historial de emigración adolescente más arraigo
Caso 2.1.E. Senegalés políglota con ascendencia mixta, vive en España el boom de la construcción y la
crisis posterior, desde la economía sumergida
Caso 2.1.F. Profesor universitario senegalés: emigración tardía con proyecto migratorio transnacional
2.2. ASIÁTICOS. UNA VARIEDAD DE COMUNIDADES EN PROCESO DE CAMBIO
Casos 2.2.A. «Nuevos» y «viejos» perfiles de inmigrantes chinos
Casos 2.2.A.1. De inmigrante emprendedor a pastor de la Iglesia evangélica china
Casos 2.2.A.2. Sin aspiraciones académicas, pero con expectativas empresariales
Casos 2.2.A.3. Estudiante de post-grado procedente del norte de China
Casos 2.2.B. La comunidad filipina: entre el aislamiento y la aceptación
Casos 2.2.B.1. Mujeres filipinas aisladas a la espera de un futuro propio
Casos 2.2.B.2. La importancia del contexto de recepción. Un filipino que llega a un pueblo de la
sierra de Madrid
Casos 2.2.C. La comunidad japonesa: «inmigrantes modelo»

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Casos 2.2.C.1. Una japonesa casada con un empresario español. La imagen de la «inmigrante
modelo»
Casos 2.2.C.2. La apertura a la diferencia. Un joven de padre japonés y madre española
Casos 2.2.D. La comunidad india: el nuevo intercambio cultural con Occidente
Casos 2.2.D.1. Un joven indio llegado a España por amor
2.3. MARROQUÍES. UNA COMUNIDAD ENTRE LA RESISTENCIA Y LA DISCRIMINACIÓN
Caso 2.3.A. Una inmigrante sin redes de apoyo en plena crisis económica
Caso 2.3.B. Un joven de familia acomodada dedicado al tráfico de drogas
Caso 2.3.C. Entre el miedo a la discriminación y las ganas de mejorar
Caso 2.3.D. La élite de la comunidad marroquí. Una diplomática en Madrid
2.4. LATINOAMÉRICA INDÍGENA: ECUATORIANOS Y PERUANOS BAJO UN NUEVO
PARAGUAS ECONÓMICO
Casos 2.4.A. La comunidad ecuatoriana española ante la crisis
Casos 2.4.A.1. Mujeres ecuatorianas profesionales, con estudios y sin ellos
Casos 2.4.A.2. Varones ecuatorianos de posiciones sociales contrapuestas: profesionales y
universitarios versus trabajadores sin estudios
Casos 2.4.B. La huella de la crisis en la comunidad peruana española
Casos 2.4.B.1. Peruanos veinteañeros llegados a España en su niñez y adolescencia, con
aspiraciones de movilidad social ascendente vía estudios
Casos 2.4.B.2. Peruano cuarentón, casado con española: asocia la crisis actual con el aumento del
racismo
Casos 2.4.B.3. Peruana con apuesta migratoria europea, a pesar de la crisis: razones familiares, de
seguridad y culturales
Casos 2.4.B.4. De universitaria en Perú a camarera en España, con planes de retorno por la crisis
(entre otras razones)
Casos 2.4.B.5. Movilidad migratoria por estudios y al abrigo familiar, con episodios en la economía
sumergida
Casos 2.4.B.6. En España por estudios universitarios, con antecedentes familiares y de
emparejamiento mixtos
2.5. EUROPEOS DEL ESTE. ¿CIUDADANOS EUROPEOS O EXTRANJEROS?
Casos 2.5.A. La comunidad polaca revisitada. Nuevos testimonios, entre la plena inclusión y el
aislamiento
Casos 2.5.A.1. Un sociólogo que se siente «español de origen polaco»
Casos 2.5.A.2. La soledad en el proceso migratorio
Casos 2.5.B. La comunidad rumana revisitada. Nuevos testimonios entre la discriminación y la
adaptación
Casos 2.5.B.1. Del encierro a la libertad, una inmigrante rumana sin estudios
Casos 2.5.B.2. Una inmigrante que consigue hacer valer su cualificación
Casos 2.5.C. Comunidad rom: gitanos e inmigrantes en España
Casos 2.5.C.1. Un gitano en un contexto adverso
2.6. LATINOAMÉRICA LADINA: ARGENTINOS Y CHILENOS EN UNA ESPAÑA EN CRISIS
Casos 2.6.A. Testimonios de la comunidad argentina en España, desde diversas generaciones y
posiciones sociales
Casos 2.6.A.1. Médico argentino casado con española en segundas nupcias: en España desde los 70,
hoy próximo a la jubilación
Casos 2.6.A.2. Ingeniera argentina con ascendencia española, ha visto cumplido el sueño de vivir en
una capital europea y no le ha afectado aún la crisis
Casos 2.6.A.3. Argentino treintañero con ascendencia italiana, soltero y sin hijos, ocupado en el
sector de la hostelería
Casos 2.6.A.4. Argentino veinteañero, hijo de emigrantes españoles retornados, estudiante
universitario
Casos 2.6.B. Testimonios de la comunidad chilena en España: asentados y recién llegados
Casos 2.6.B.1. Pareja mixta (chilena casada con español): treinta años en España como profesional

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Casos 2.6.B.2. Pareja chilena, llegan a España en 2005 con un hijo recién nacido, siguiendo la estela
migratoria de los padres de ella
Casos 2.6.B.3. Varón chileno, año y medio en España, con proyecto de retorno, llega a sabiendas
de la crisis ya desatada en Europa
2.7. EUROPEOS COMUNITARIOS (U OTROS EXTRANJEROS SIMILARES) BIENVENIDOS Y
ADMIRADOS: ENTRE LA ATRACCIÓN POR ESPAÑA Y LA IMPOSIBILIDAD DE
DESARROLLO PROFESIONAL
Caso 2.7.A. Mujer canadiense. Las dos caras de la extranjería en España
Caso 2.7.B. Hombre joven francés, de posición social modesta, hecho a sí mismo
Caso 2.7.C. Una joven que reivindica su identidad polaco-irlandesa
Caso 2.7.D. Vivir en la frontera. Una joven franco-española

PARTE II.—Los efectos de la crisis en la convivencia entre autóctonos y extranjeros, y en las imágenes asociadas

Capítulo 3.—De la novedad a la normalización de la convivencia entre autóctonos y foráneos


3.1. QUIÉN ES INMIGRANTE, QUIÉN EXTRANJERO: LA VISIBILIDAD DIFERENCIAL
3.2. EL INMIGRANTE QUE SE DESEA FRENTE AL QUE SE RECHAZA
3.2.1. La negación de preferencias
3.2.2. Filias y fobias condicionadas a la capacidad de integración del inmigrante
3.2.3. Fobias por inadaptación y atribución de conductas contranormativas
3.2.4. Filias y fobias por etnicidad: la concepción tradicional de racismo
3.2.5. Cúmulo de factores en la fundamentación de filias y fobias
3.3. ACEPTACIÓN DIFERENCIAL DEL INMIGRANTE
3.3.1. El trato desigual al extranjero y las diferentes formas de xenofobia
3.3.2. La experiencia de convivencia
3.3.3. ¿Qué se entiende por racismo y xenofobia? La búsqueda de un modelo comprensivo

Capítulo 4.—Imágenes de la inmigración


4.1. IMAGINARIO ASOCIADO A LA INMIGRACIÓN
4.1.1. A qué se asocia la inmigración
4.1.2. La amalgama de discursos e imágenes de la inmigración
4.1.2.1. Del «ya no son necesarios» al deseo de expulsión
4.1.2.2. La atribución de culpa a la inmigración del deterioro del mercado laboral y el ascenso del
discurso de la preferencia
4.1.2.3. Discurso del resentimiento: «las ayudas van para ellos», «vienen a quitarnos lo nuestro»
4.1.2.4. La defensa del modelo asimilacionista: «tienen que integrarse y admitir nuestras
costumbres»
4.1.2.5. El temor a que aumente la delincuencia
4.1.2.6. Del pasado al presente emigratorio español
4.1.2.7. De la avalancha sin control al retorno: «no podemos mantenerlos»
4.1.3. Positividad versus negatividad de la inmigración
4.2. LA INMIGRACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN
4.2.1. La crítica a la actuación de los medios de comunicación
4.2.1. Imágenes de impacto y de reflexión

Bibliografía

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PRESENTACIÓN

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Notas contextuales y metodológicas

Los contextos socioeconómicos y políticos son clave en la comprensión de los


movimientos migratorios y la acogida que se da al inmigrante. Que España haya pasado,
en una franja temporal breve, de ser un foco principal de atracción de inmigrantes a
empujar a emigrar tanto a nacidos en el país como fuera, nos ofrece un escenario ideal
para profundizar en las experiencias migratorias, cómo son vividas por autóctonos y
foráneos, y su traducción en sentimientos, imaginarios y comportamientos de filias y
fobias. Su caso es ilustrativo de las transformaciones sociales que propician y acompañan
a las migraciones cuando estas cambian de dirección. En especial cuando el recuerdo de
un pasado emigratorio pasa a yuxtaponerse con recientes experiencias emigratorias de
nuevas generaciones de españoles (aunque no todos hayan nacido en el país).
España atraviesa un cambio de ciclo económico y migratorio. En apenas unos años
ha pasado de estar en valores positivos de crecimiento económico y de migración, a
situarse en valores negativos1. Ambas tendencias se conexionan. Si antes los datos de
crecimiento económico actuaron como efecto llamada de la inmigración (Moreno y
Bruquetas, 2012; Sánchez, 2010)2, ahora lo hacen como efecto expulsión. Las salidas
superan a las entradas (en 138.628 personas, de enero a septiembre de 2012; en 2011
fueron 50.090 personas)3. No es un fenómeno exclusivo de España, como recoge el
último informe de la OCDE (International Migration Outlook, 2012). El deterioro de la
situación económica de Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España ha provocado el
aumento de la emigración en estos países. En España, una emigración neta positiva de más
de 50.000 personas en 2011, frente a una inmigración neta de más de 60.000 en 20104. De
acuerdo con Eurostat, en su avance para 2011, España registra el primer valor negativo
(–0,9) en el indicador de tasa bruta de migración neta desde 1993.
En la serie de informes que desde 2007 realizamos para el Observatorio Español de
Racismo y Xenofobia (OBERAXE), se traza la evolución del racismo y la xenofobia en
España a partir de las encuestas que el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS)
realiza para OBERAXE, fundamentalmente5. A estas encuestas se suman las efectuadas
por otros centros de investigación; en especial, los eurobarómetros financiados por la
Comisión Europea, que permiten situar a España en el contexto europeo. El último
informe (Cea D’Ancona y Valles, 2013) concluye que la agudización de la crisis
económica, con el consiguiente alza de las cifras de desempleo (en autóctonos y
foráneos), continúan impulsando el protagonismo de las dimensiones económicas y de
empleo en el posicionamiento ante la inmigración. Disfrutar de una buena posición

11
económica y laboral propicia la tolerancia o actitud de apertura a la inmigración, mientras
que lo opuesto coadyuva al rechazo. Un rechazo que lejos de aminorarse se amplía y
reafirma en el último año. Asimismo se destaca el efecto de los mensajes que de la
inmigración transmiten los medios de comunicación y los discursos políticos, en la
configuración de la imagen y opinión pública ante la inmigración.
Aunque en estos informes la interpretación de los datos de encuesta viene
acompañada por una selección de extractos procedentes de indagaciones cualitativas
propias, la riqueza y amplitud de los materiales cualitativos reunidos desde 2006 motiva
la redacción de la presente monografía. Nos referimos a los materiales cualitativos
proceden de los Proyectos MEXEES I6 y MEXEES II7, en los que se contraponen las
miradas de autóctonos y foráneos en contextos socioeconómicos y políticos divergentes.
A estos materiales se suman otros originarios del Proyecto Living Together: European
Citizenship against Racism and Xenophobia8.
El campo cualitativo del proyecto MEXEES I se desarrolló entre otoño de 2006 y la
primavera de 2007, cuando el ciclo de crecimiento económico e inmigratorio aún se
mantenía. La población extranjera con permiso de residencia en vigor a 31 de diciembre
de 2006 sumaba 3.021.808 personas (un 10,33 por 100 más que en 2005, cuando se
produjo la normalización de 561.241 trabajadores extranjeros, que demostraron cumplir los
requisitos de estar empadronados antes del 7 de agosto de 2004 y tener un contrato de
trabajo de al menos seis meses de duración). Acompañaba un contexto de crecimiento
económico, con un incremento del 3,8 por 100 en el producto interior bruto (tres
décimas por encima de 2005), y de creación de empleo superior al 3 por 100 (la tasa de
desempleo era del 8,3 por 100). Todo lo cual actuó como efecto llamada de la inmigración
y del consiguiente aumento de noticias de llegada de inmigrantes irregulares en los
medios de comunicación, de gran calado en la opinión pública. El clímax se alcanzó
durante el mes de agosto, con noticias diarias de imágenes de cayucos y titulares de
prensa que fomentaron la llamada psicosis de invasión (Valles, Cea e Izquierdo, 1999), con
su consiguiente aumento del rechazo a la inmigración, como se verá en el capítulo 4. En
2006 llegaron a Canarias 31.245 personas en cayucos (subsaharianos, senegaleses y
algunos asiáticos); en 2005 se detectaron 4.700 y en 2012 el número total de inmigrantes
irregulares que llegaron a las costas españolas disminuyó hasta 3.804 (a Canarias solo
173), según estadísticas del Ministerio del Interior.
El período de expansión económica concluye en 2008. Al aumento incesante de las
cifras de desempleo acompaña el descenso de la entrada de inmigrantes. La migración
neta se reduce a menos de quinientos mil; la contratación de inmigrantes en sus países de
origen pasa de 15.709 a 901 en apenas un año; la llegada de inmigrantes en patera
desciende un 22 por 100. Además entra en vigor (en noviembre de 2008) el Decreto Ley
de Retorno Voluntario de Inmigrantes Extracomunitarios y el 19 de diciembre de 2008
comienza el trámite de reforma de la Ley Orgánica 4/2000 sobre Derechos y Libertades de
los Extranjeros en España y su Integración Social. Reforma que busca garantizar derechos a los
inmigrantes y vincular los flujos migratorios a las necesidades del mercado laboral. El

12
resultado, la Ley Orgánica 2/2009, sobre Derechos y libertades de los extranjeros en España y su
integración social.
El campo cualitativo del proyecto MEXEES II se lleva a cabo entre noviembre de
2010 y la primavera de 2011. Precisamente cuatro años después del estudio cualitativo
insertado en el proyecto MEXEES I, pero en un contexto socioeconómico, político y
migratorio muy distinto. Lo que propicia el contraste de los hallazgos iniciales, para
alcanzar un modelo comprensivo de las variedades de xenofobia versus xenofilia. Ahora el
contexto está marcado por el continuo ascenso de las cifras de desempleo y por el
decrecimiento de las cifras de inmigración. De acuerdo con Aja, Arango y Oliver (2011)
se está en la consolidación del fin de la «década prodigiosa» de la inmigración en España.
En Cea D’Ancona y Valles (2010c) se ofrece un análisis pormenorizado de los
materiales cualitativos reunidos en el proyecto MEXEES I: un total de 104 entrevistas
biográfico-focalizadas (56 a españoles y 48 a extranjeros) y 9 grupos de discusión (6 de
autóctonos y 3 de extranjeros); además de la encuesta experimental que culminó el
proyecto y cuyos hallazgos principales se analizan en Cea D’Ancona (2013). El presente
libro contrasta dichos resultados con los obtenidos en el proyecto posterior (MEXEES
II), tanto la vertiente cualitativa como cuantitativa. Abarcó observación-participación de
carácter etnográfico, 143 entrevistas biográfico-focalizadas (68 a autóctonos y 75 a extranjeros)
y 9 grupos de discusión (6 a autóctonos y 3 a extranjeros). A ello se suma una encuesta a 660
españoles de 18 y más años aleatoriamente seleccionados en municipios de la
Comunidad de Madrid y provincias limítrofes. El trabajo de campo se desarrolló desde el
1 de diciembre de 2011 hasta el 30 de marzo de 2012. La fase cualitativa, desde
noviembre de 2010 a la primavera de 2011. La proximidad y coincidencia en el tiempo
de los distintos materiales referidos, con los reunidos en las cinco encuestas CIS-
OBERAXE realizadas hasta la fecha, eleva el interés analítico del contraste y
complemento de los diferentes datos de opinión, cualitativos y cuantitativos. Los
cualitativos tienen el añadido de proporcionar el punto de vista del foráneo, del que aún
se carecen de datos de encuesta fiables (a diferencia de la disponibilidad existente para
los autóctonos).
El análisis de la experiencia migratoria precisa profundizar en opiniones, actitudes y
comportamientos de sus protagonistas. Una de las originalidades de los proyectos
MEXEES es, precisamente, el haber recabado información tanto de autóctonos como de
foráneos, contraponer sus puntos de vista e indagar en nexos y divergencias. A esta se
suma otra originalidad principal, y no menos importante: el enfoque biográfico que
prima en todo el estudio. Se parte de una consideración que ha ido ganando peso en
nuestra visión del fenómeno migratorio en términos de identidad o pertenencia, con
raíces históricas y reflejo en las biografías de las generaciones que concurren en
contextos territoriales concretos. Para ello el diseño conversacional se apoya en el
trípode temporal de pasado, presente y futuro. La razón principal es que la población
española tiene un pasado aún próximo de experiencia emigratoria que ha de tenerse en
cuenta para comprender su visión del presente inmigrante. En el caso de la población

13
extranjera también interesa captar las subjetividades y grupalidades que dan cuerpo a las
experiencias migratorias (su génesis, evolución y proyección futura).
La investigación tenía por objetivo general la consecución de modelos explicativos-
comprensivos de las modalidades de racismo y xenofobia que confluyen en la España
actual. Objetivo que se concreta en cuatro específicos: 1) la generación de teoría vía la
conceptualización y mapeado de relaciones entre etnicidad, identidad, biografía, estructura
social; 2) la determinación de dimensiones e indicadores precisos de xenofobia manifiesta
y latente; 3) la profundización en los discursos xenófobos y xenófilos; 4) ahondar en el estudio
de casos que generan más xenofobia y xenofilia para progresar en la sociogénesis de las
modalidades de xenofobia. Dos son las hipótesis clave que quieren contrastarse: 1) el
temor a la competencia se antepone al miedo a la pérdida de la identidad nacional-
cultural como desencadenante de xenofobia en contextos de déficit de recursos; 2) la
crisis económica propicia la exteriorización de la xenofobia latente, incluso en
indicadores directos más expuestos al sesgo de deseabilidad social. Además, se ha seguido
indagando en la malla de relaciones por desvelar entre etnicidad y estructura social, en
contextos biográficos e históricos concretos. Se parte de que los avances que se den en la
comprensión y medición de la xenofobia contribuirán a la propuesta de políticas que
mejoren la integración de los inmigrantes y su convivencia con los autóctonos.
En este engranaje, la metodología cualitativa ha sido clave en la captación y análisis
de nuevos discursos ante la inmigración, evitando reincidir en el empleo de indicadores
tradicionales de racismo y xenofobia que en anteriores estudios (Cea D´Ancona, 2002,
2004, 2009) habían mostrado tener limitada efectividad en su medición. Además permite
ahondar en los perfiles sociales y las biografías de sus protagonistas (autóctonos y
foráneos), a partir de la narración de sus experiencias, pensamientos y opiniones. La
manera como el método biográfico ha encontrado acomodo dentro de los proyectos
MEXEES tiene que ver con una concepción actualizada de lo cualitativo, donde se realza
lo biográfico y autobiográfico (Valles, 1997, 2002; Valles y Baer, 2005; Valles, 2007,
2009, 2011c). El enfoque biográfico, etno-histórico-sociológico, de Bertaux (2005/1973) o las
propuestas analíticas de Weiss (1994), Conde (2009) o el Colectivo IOE (2010) asimismo
adquieren un papel relevante. También, la obra de Marsal (1969, 1979) sobre la
experiencia migratoria española, que igualmente ha condicionado algunas decisiones de
diseño, la ejecución del trabajo de campo cualitativo y el análisis e informe final de
algunos de los materiales reunidos.
Para alcanzar dicho objetivo, la estructura general de las entrevistas cualitativas
incluye dos amplias partes. La primera, más autobiográfica y libre del autóctono y del
foráneo. La segunda, más focalizada en los asuntos conversacionales sobre la inmigración
actual en España y el pasado-presente emigrante. En ambas partes se recurre al esquema
temporal convencional (pasado, presente y futuro), que se juzga metodológicamente
conveniente. Primero, porque permite la aproximación a la historia personal desde la que
percibe y habla cada entrevistado; no solo sus afanes presentes, también algunas
instantáneas de su pasado y su previsión o balance para el futuro. En segundo lugar, se

14
quería dar preferencia a un arranque de entrevista donde la persona contactada sintiese el
interés de los investigadores por conocer su caso y sintonizar con su experiencia vital,
retrospectiva y prospectiva.
Al contrario de las entrevistas, en los grupos de discusión no se siguió ningún guion
preestablecido. Interesaba lo que primero fluye cuando se menciona el tema a hablar: la
inmigración. Se buscaba la primera mención, pero también el orden de temas tratados y su
reiteración: los aspectos que más se enfatizan, aquellos que logran focalizar la
conversación grupal, sin descuidar las matizaciones que se introducen en los relatos. Se
cambia de informantes, pero los objetivos de investigación siguen siendo los mismos: se
siguen los rastros de xenofilia y xenofobia en los encuentros o desencuentros de la vida
cotidiana por parte de propios y extraños.
En la selección de los sujetos de los que extraer información en ambos proyectos se
siguió el mismo diseño muestral. Conjuga criterios de heterogeneidad que comúnmente
se relacionan con xenofobia versus xenofilia. En el caso de la población autóctona se
combinan seis condiciones de selección sociodemográficas: sexo, edad, estudios,
situación laboral, relación con inmigrantes y experiencia migratoria. En la población
extranjera, la selección muestral de casos se organizó concediendo especial atención a la
diversidad étnica (su visibilidad) y la posición en el gradiente social: nacionalidad, etnicidad
y la condición de llevar dos o más años en España (salvo excepciones). La variedad
étnica abarcó el continuo de un eje jerárquico-clasista y de menor a mayor afinidad
cultural. Los inmigrantes negro-africanos, árabe-musulmanes y asiáticos, se colocaron en
el extremo de menor afinidad; se ubicó a los latinoamericanos con rasgos indígenas y a
los europeos del este en una zona intermedia; y a los latinoamericanos ladinos y
europeos comunitarios o de otros países desarrollados en el polo más afín. Como en las
entrevistas, el objetivo principal era la búsqueda de nodos discursivos que se
transformasen en ítems en una escala de medición del racismo y la xenofobia.
El análisis de los diversos materiales reunidos se enfoca de manera diferente, aunque
complementaria, por los componentes del equipo investigador. Miguel S. Valles,
responsable del diseño y coordinación del trabajo de campo cualitativo, materializa su
mayor interés por el enfoque biográfico en la redacción, junto con Cecilia Eseverri Mayer,
del primero de los dos bloques que comprende la monografía. Bajo el rótulo común de
«La huella de la crisis desde la memoria y el presente migratorio de autóctonos y
extranjeros en la España de principios del XXI», se ofrece un análisis centrado en la
variedad de casos-tipo dentro de cada grupo de autóctonos y de extranjeros. Por un lado,
se despliega una pluralidad generacional de testimonios de pasado y presente migratorio
en la población autóctona, prestando atención a las referencias espontáneas a la crisis
más actual (o a su ausencia de ellas) en informantes con posiciones sociales diversas. Por
otro, se levantan nuevos testimonios de extranjeros pertenecientes a un abanico amplio
de comunidades, que representan la enorme variedad de la inmigración en España. La
atención se ha centrado en la decisión de emigrar, los procesos de adaptación, el balance
y proyecto migratorio tal como se narra por estos otros entrevistados, que han vivido en

15
España en época de bonanza y de crisis.
El segundo bloque de la monografía incluye otros dos capítulos (el tercero y cuarto)
que han sido redactados por M.ª Ángeles Cea D’Ancona. En ellos se da un enfoque
diferente al análisis de los materiales cualitativos: menos centrado en los casos y más en
temas interrelacionados con la xenofobia y la xenofilia. Se indaga en las convergencias y
divergencias entre autóctonos y foráneos sobre aspectos concretos que afectan a la
convivencia y a la imagen de la inmigración. Su interés en la mejora de la medición de la
xenofobia mediante encuesta le lleva a profundizar en aspectos concretos que confluyen
en su génesis y exteriorización; en la búsqueda conceptual de dimensiones e indicadores
de xenofobia y de xenofilia, de nodos discursivos reiterativos que puedan traducirse en ítems
a incluir dentro de una escala de medición de las diferentes modalidades y gradientes del
racismo y la xenofobia.
De modo que el tercer capítulo trata de la convivencia entre autóctonos e inmigrados.
Comprende un amplio recorrido a través de la conceptualización del inmigrante, los
diferentes condicionantes de filias y fobias y la acogida diferencial, en función de su
distintividad étnica, cultural y de posición social. Lo que dará forma a diferentes
variedades de racismo y xenofobia, de integración y discriminación social. Se destacan episodios
concretos de xenofilia y xenofobia que se experimentan en la convivencia diaria; y cómo la
aprobación o rechazo del inmigrante condiciona su sentimiento de pertenencia o de
exclusión respecto al nuevo contexto social al que se incorpora, y a los procesos de
adaptación e integración asociados. Culmina con la propuesta de un modelo
comprensivo de la xenofobia, a partir de lo obtenido conjugando materiales cualitativos
con cuantitativos correspondientes a las encuestas de los proyectos MEXEES y las de
ámbito nacional que desde 2007 el CIS realiza para OBERAXE.
El cuarto y último capítulo profundiza en las imágenes de la inmigración. Indaga en el
imaginario asociado a la inmigración, en prejuicios, estereotipos y el papel de los medios
de comunicación en su configuración (las noticias de impacto y su tratamiento
mediático). Se destacan los nodos que caracterizan la amalgama de discursos ante la
inmigración y su traducción en expresiones de xenofilia y xenofobia. Como en el
capítulo que le precede, se entrelazan los testimonios y relatos de autóctonos e
inmigrantes recogidos en ambos proyectos. Se buscan los consensos y disensos de sus
argumentaciones y cómo varían en contextos de crecimiento versus decrecimiento
económico y migratorio. La confluencia dará fuerza a la realidad que se describe,
mientras que los desacuerdos ampliarán la panorámica de lo que se observa. Disensos
que asimismo se producirán dentro de cada grupo de población, y que estarán
igualmente marcados por la especificidad que define la trayectoria biográfica de quien
habla. Razón por la cual, cada relato aparece en el texto acompañado de un breve perfil
biográfico de la persona que lo pronuncia. Este perfil excede la práctica usual en la
citación de fragmentos de entrevista, no quedando restringido a las variables
convencionales en la descripción del entrevistado (sexo, edad y posición social). Por el
contrario, añade rasgos que configuran su biografía y cuyo conocimiento se juzga

16
necesario para poder comprender mejor lo que dice, hace o siente. Además, facilita la
identificación de los casos que en los dos capítulos primeros han sido más extensamente
presentados. Esperamos que su lectura ayude a la comprensión de la complejidad del
fenómeno migratorio y de los procesos que confluyen en la génesis y desarrollo de
xenofobias y xenofilias; además de contribuir a avanzar en su medición y la propuesta de
políticas que mejoren la integración de los inmigrantes y su convivencia con los autóctonos,
también o especialmente en tiempos de crisis.

1 A finales de 2007, en los preámbulos de la crisis económica, el producto interior bruto (PIB) en España era de
+3,8 por 100; en 2012 desciende a -1,37 por 100. La tasa de paro pasa del 8,60 por 100 en 2007 al 26,02 por 100 en
2012 (36,53 entre la población extranjera y el 24,23 por 100 entre la española), según la Encuesta de Población Activa
(EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE).
2 No los procesos de regularización de inmigrantes indocumentados, como muestran Izquierdo y Cornelius
(2012). Massey, Durand y Riosmena (2006) y Sandell (2009) destacan el papel de las redes sociales, como impulsores
de inmigración en períodos de menor oferta de empleo.
3 Existen varios programas de retorno voluntario de inmigrantes. Programas cofinanciados por el Fondo Europeo
para el Retorno. El más conocido es el regulado por el Real Decreto-Ley 4/2008, de 19 de septiembre (con el
objeto de vincular los flujos migratorios a las necesidades del mercado laboral).
4 La emigración neta en su mayoría es de extranjeros y de españoles nacidos en el extranjero que han adquirido la
nacionalidad española.
5 Los informes de estas encuestas, realizados por Cea D’Ancona y Valles Martínez, están publicados por
OBERAXE (www.oberaxe.es). Las encuestas están en el banco de datos del CIS (www.cis.es).
6 Acrónimo del proyecto financiado por el Ministerio de Educación y Ciencia (SEJ2005-00568), titulado La
medición de la xenofobia en la España de comienzos del siglo XXI: nuevos indicadores y diseños de encuesta para las políticas de
integración social de los inmigrantes. Investigación dirigida por M.ª Ángeles Cea D’Ancona, en colaboración con Miguel
S. Valles Martínez (responsable de la metodología cualitativa). Contó con la participación de Javier Álvarez Gálvez
(en calidad de becario en formación) y la colaboración de estudiantes de la Licenciatura de Sociología de la UCM,
curso 2006-2007.
7 Proyecto financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (CSO2009-07295) titulado La medición de la
xenofobia en España II: modelos para la implementación de políticas de integración social. Investigación dirigida por Cea
D’Ancona, en colaboración con Valles Martínez (responsable de la fase cualitativa). Contó con la participación de
Cecilia Eseverri Mayer (como técnica de apoyo) y la colaboración de estudiantes del grado de Sociología y del
máster en Metodología de la Investigación, ambos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM, del
curso 2010-2011. Estudio que tiene continuidad en el proyecto MEDIM (CSO2012-36127).
8 Proyecto liderado por OBERAXE y co-financiado por la Comisión Europea: Fundamental Rights and
Citizenship EU Programme (2007-2009) - JLS/FRC/2007. Participaron entidades socias de Portugal, Finlandia,
Suecia, Holanda e Irlanda, junto con las de España. Incluyó la realización de grupos de discusión con población
general, foros con expertos y la selección de buenas prácticas. El detalle de este proyecto puede consultarse en la
página web de OBERAXE. También, en el informe final redactado por Cea D’Ancona y Valles (2010b), que
incluye el Decálogo que resultó del estudio.

17
PARTE I

18
La huella de la crisis desde la memoria y el presente migratorio de autóctonos y
extranjeros en la España de principios del siglo XXI

A lo largo de esta primera parte del libro, compuesta por dos capítulos iniciales, se
hace una presentación centrada en los casos (más que en los temas) de dos series de
materiales cualitativos. Los perfiles y biografías abreviados de los autóctonos (españoles)
entrevistados, así como lo correspondiente a inmigrantes o extranjeros. Se han levantado
muestras cualitativas en ambas poblaciones, tal como se ha señalado en la Introducción,
tratando de reflejar la diversidad o heterogeneidad dentro de cada grupo. El estudio de
las filias y fobias en tiempos de crisis ha pasado por el tamiz de la diversidad generacional,
la heterogeneidad socioeconómica y étnico-nacional. Los nuevos materiales se han
analizado teniendo en cuenta los resultados alcanzados en un estudio previo hecho en
momentos de bonanza (Cea D’Ancona y Valles, 2010c). No se trata de una réplica o
seguimiento estricto, dado que se ha estado abierto a exploraciones complementarias
también, para dejar sitio al descubrimiento. Una vez más se ha combinado una cierta
planificación del trabajo de campo, dejando intersticios de flexibilidad o emergencia
característicos de los estudios cualitativos. En esta primera parte se enfoca la memoria
migratoria propia o transmitida sobre la emigración española pasada en el caso de los
autóctonos; o sobre las razones para venir a España, los primeros momentos y el balance
de la experiencia migratoria en el caso de los inmigrantes o extranjeros.

19
CAPÍTULO 1

Una pluralidad generacional de testimonios en la población autóctona ante el


cambiante fenómeno migratorio vivido

La rejilla generacional ha vuelto a mediar en el diseño general trazado para orientar la


selección de informantes. Es una manera de activar posibilidades de análisis y de
presentar los resultados destacando este eje organizador, que ayuda al lector (además de
a los analistas). La escritura de cada epígrafe encierra un intento por hacer visible todo
un proceso de síntesis analítica e interpretativa, que adelanta buena parte de lo aprendido
con cada caso o grupo de casos. Cada generación aporta una pieza del mosaico, que,
como es sabido, precisa de una labor de acercamiento y distancia para apreciarse en esa
doble aproximación. Combinamos casos en ocasiones más individualizados en
apariencia, con ejercicios de mayor generalización, incluso propuestas de tipologización.
Por razones de espacio editorial y de parsimonia intelectual se han condensado los
materiales reunidos, aligerando la presentación de los mismos, tratando de destilar tipos,
procesos, conceptos sociológicos sobre los fenómenos enfocados de rechazo y
aceptación ante la inmigración. Empezamos por los testimonios de la población
autóctona. Se ha fijado la atención en la comparación de sus experiencias migratorias
pasadas y presentes.

20
1.1. GENERACIONES AUTÓCTONAS JÓVENES (18 A 35 AÑOS), ENTRE LA EMIGRACIÓN, LAS
RELACIONES MIXTAS Y LA DEFENSA DE LO PROPIO EN TIEMPOS DE CRISIS

El trabajo de campo desarrollado entre octubre de 2010 y junio de 2011 muestra una
juventud más cercana a la población inmigrante, que ha normalizado su presencia y que
habla de un futuro de aceptación mutua. Incluso, se descubre a una población que se
mezcla y que desarrolla su vida personal con personas de distintas procedencias y
orígenes culturales diversos. No obstante, este discurso positivo y aparentemente
tolerante viene también acompañado de actitudes críticas y reacias al fenómeno. Se alude
a la necesidad de control de los flujos, se asocia inmigración con la inseguridad ciudadana
y sobre todo se menciona la competencia laboral que generan los inmigrantes en tiempos
de crisis económica. Una vez más, la crisis, incluso en las franjas de edad más joven, que
tienden hacia una posición más tolerante, hace aflorar el rechazo.
Además, la coyuntura actual nos obliga a tener en cuenta un nuevo movimiento
migratorio, esta vez protagonizado por los jóvenes españoles. El desempleo en España,
que llega a su máximo histórico en 2012 con una de cada cuatro personas en paro,
alcanza en la población juvenil el 54,2 por 100 y acelera la emigración laboral de los
españoles hacia Europa y América. Una tendencia que se consolida en 2011, primer año
desde finales de los años 70 en el que el INE, en sus datos provisionales, registra un
saldo migratorio negativo (–20.484). En 2011, 457.650 llegaron a España, mientras que
507.740 abandonaron el país. Miles de españoles y en especial jóvenes y adultos entre los
25 y los 45 años (más del 47 por 100 del total) hacen la maleta en busca de nuevas
oportunidades profesionales, principalmente a países de Europa (Reino Unido, Francia y
Alemania) y después a Estados Unidos, Ecuador, Venezuela, Argentina o China.
En las entrevistas desarrolladas en esta fase de la investigación, de momento, los
factores que empujan a la emigración de los jóvenes españoles (los llamados push factors)
no tienen que ver con la necesidad económica. En general quienes deciden salir del país
demuestran una mentalidad abierta y quieren viajar porque les atrae un modo de vida
diferente; desean aprender un idioma o planean adquirir nuevas herramientas que les
ayuden a adquirir una mejor cualificación profesional. Los cambios de residencia (del
pueblo a la ciudad para realizar estudios universitarios), los viajes, el voluntariado en
países en vías de desarrollo, los contratos de prácticas en empresas o el desarrollo
profesional en países extranjeros son algunas de las múltiples formas de movilidad que
hoy en día escogen los jóvenes españoles. Estas experiencias favorecen las actitudes de
aceptación hacia la inmigración y confirman los hallazgos alcanzados en el MEXEES I,
donde se señalaban las vivencias cosmopolitas como inhibidores de la xenofobia. Como
declara una de las informantes cuyo perfil se destaca tras estas líneas, «sería aconsejable
que uno fuera el inmigrante en algún momento. Una cosa es ir de vacaciones y otra cosa es
vivir fuera de tu país, de tus leyes, de tu idioma y lejos de todo lo que conoces y todo lo
que para ti suponía una protección o seguridad».

21
La diversidad de perfiles que se analizan a continuación permiten ahondar en la
experiencia de movilidad de los jóvenes españoles, pero también y principalmente en la
tolerancia o el miedo hacia la población inmigrante. A los casos de jóvenes con
experiencias de movilidad internacional; jóvenes universitarios originarios de pueblos o
ciudades de provincias o jóvenes madrileños residentes en la periferia urbana, que ya
fueron tratados en el MEXEES I, se añade el testimonio de un joven gitano, lo cual
ofrece un punto de vista distinto e importante, que es el de la minoría étnica española
más antigua. Los gitanos quizás puedan compartir con la población inmigrante el hecho
de haberse sentido discriminados en repetidas ocasiones. No obstante, aunque este
hecho pudiera favorecer su comprensión, como se verá a continuación, su discurso es
ambivalente y contradictorio, al igual que el de muchos de los informantes entrevistados.

Casos 1.1.A. La defensa de lo propio en tiempos de crisis: Experiencias de movilidad migratoria


interior por estudios

Originaria de Ciudad Real y con un hermano menor que ella, A. cuenta que tuvo una
infancia marcada por la separación de sus padres. Su familia fue señalada durante años en
esta ciudad de provincias, porque su madre se divorció de su padre tras engañarle con el
mejor amigo de este. Ambos matrimonios tenían relación desde hacía años e incluso
habían construido una casa en común. A. pasó un año entero sin hablar a su madre y
con el deseo de abandonar Ciudad Real. Su sueño era estudiar Bellas Artes en Barcelona,
pero su madre se lo desaconsejó debido a las «pocas salidas» que podría tener esa carrera.
Comenzó estudios de publicidad en Ciudad Real, pero no se le dio bien, con lo que se
puso a trabajar y ahorró para comenzar una nueva vida en Madrid. Finalmente consiguió
salir de Ciudad Real y hoy vive en un piso compartido en la capital. Estudia psicología,
aunque sueña con trabajar en el ámbito de la publicidad y trasladarse en el futuro a
Barcelona.
A lo largo de toda la entrevista sale a la luz la nueva emigración de los españoles y en
especial la que protagonizan los jóvenes profesionales: «Hace cinco años se iban porque
querían aprender el idioma, pero ahora mismo es porque no hay curro aquí en España y
se van a otros sitios». Su discurso hacia la inmigración es comprensivo y valora la
importancia de relacionarse con personas que tienen puntos de vista distintos a los
propios. Le parece importante para compensar el riesgo de creer que todo el mundo vive
como uno, para agradecer lo que se tiene. Recuerda que al lado del río Manzanares había
gente buscando trabajo. Uno de los carteles escritos a mano decía «tengo que mantener a
mi familia». Y cuando piensa en la inmigración le viene a la memoria aquel hombre que
estaba allí, anunciándose con el cartel.
No obstante, la reticencia hacia el fenómeno de la inmigración aparece cuando se
plantea la igualdad de derechos entre extranjeros y españoles. Como defiende la
perspectiva del racismo simbólico (Sears, 1998, 2005; Tarman y Sears, 2005; Bonilla-
Silva, 2006), el fragmento que se destaca a continuación muestra que la sensación de

22
mayor competencia por el empleo y el acceso a las prestaciones y servicios públicos en
tiempos de crisis refuerza el discurso de la preferencia y podría aumentar la xenofobia.
La técnica de la entrevista en profundidad permite superar el efecto de la deseabilidad
social y ahondar en un discurso que quizás a través de la encuesta no se habría podido
captar, más aún en un sector de la población que es más bien proclive a manifestar una
opinión favorable hacia la población extranjera. Sin embargo, en ese caso, es la propia
argumentación de la joven lo que le lleva poco a poco a la construcción de un discurso
más cercano al rechazo que a la aceptación. De hecho, el final de la entrevista resulta de
gran interés porque muestra cómo se rompe el discurso políticamente correcto y se habla
con sinceridad. La propia entrevistada, abrumada e incómoda, llega a preguntarse: ¿soy
racista?
Por ejemplo, ¿crees que deberían tener los mismos derechos que los españoles, que los autóctonos?
—Creo que deberían tener los mismos derechos siempre y cuando nosotros, estuviéramos, emm, todo,
cada español estuviera bien, no estuviera nadie, ¿sabes? Si hay un, si hay un español, bueno un español
te quiero decir, alguien que se ha quedado sin trabajo porque le han echado de la empresa, lo que sea y
de repente viene un, un mexicano y le cogen en ese trabajo, no me parecería bien, ¿sabes? Porque yo
que sé, ese hombre ha estado trabajando muchos años antes en la empresa y ha estado ahí dando todo
por la empresa y viene un hombre y se lo quita, no me parecería bien, pero tampoco me parecería bien
si se lo quitara un español, pero bueno, me parecería peor si se lo quitara un mexicano.. soy racista no,
¿no?
Bueno pues, nada, hasta, hasta aquí esta, esta entrevista (…)
—Ahora me siento fatal…
No, ¿por qué?
—Porque he dicho que me parecería mal que se lo quitara un mexicano a que se lo quitara un español…

Joven de 23 años originaria de Ciudad Real y estudiante de psicología. Ha cursado también


estudios de marketing y publicidad. Su sueño es vivir en Barcelona. Tiene un discurso
ambivalente. Por un lado comprensivo y, por otro, muestra opiniones próximas al discurso de la
preferencia. Piensa que se debería favorecer a un español a la hora de acceder a un puesto de
trabajo y que «ahora mismo nosotros no estamos bien como para poder ayudar a otros».

Casos 1.1.B. Experiencias de movilidad internacional y relaciones mixtas

Una mentalidad muy distinta se desprende de estos dos casos que se presentan a
continuación. Se trata de dos mujeres jóvenes que demuestran la construcción de lazos
afectivos y de amistad con la población extranjera. Ambas con experiencias de
movilidad, una en el interior de España y otra en el extranjero, sobreviven sin la ayuda de
su familia. A pesar de que su vida no es fácil, demuestran una gran voluntad para escoger
su vida y a quienes quieren a su lado para compartirla. Reconocen que las experiencias
migratorias requieren de un gran esfuerzo de adaptación, por lo que pueden ponerse en
el lugar de las personas inmigrantes y sentir sus dificultades. Ambos casos confirman los
hallazgos alcanzados en el Proyecto MEXEES I (Cea D’Ancona y Valles, 2010c: 5)
cuando se afirma que las vivencias cosmopolitas previenen la xenofobia, incluso en
situaciones de desempleo y en tiempos de crisis.
La primera de ellas decidió con 17 años dejar Coín, su pueblo de nacimiento en

23
Málaga, porque no quería vivir toda la vida en el mismo lugar y deseaba conocer una
gran ciudad. Probó primero suerte en Málaga capital, después en Zaragoza, Barcelona y
por último Madrid. Ahora tiene 22 años y dice con orgullo que ha sabido «buscarse la
vida» y hoy tiene un piso alquilado a su nombre en la capital. Desde que dejó su pueblo
ha trabajado en el sector de la hostelería, donde ha desarrollado vínculos de amistad con
la comunidad latinoamericana. De hecho, siempre ha compartido piso con personas
originarias de este continente. En Zaragoza vivió con una uruguaya, en Barcelona
compartió piso con dos jóvenes ecuatorianos y hoy en Madrid convive con una chica
nacida en Suecia, de madre chilena y padre finlandés, con un chico colombiano y otro
ecuatoriano. Tiene también amigos españoles, pero sus lugares de ocio suelen ser los
bares de música latina, donde conoció al que hoy es su «rollo», un joven dominicano que
se ha convertido en menos de diez años en un «empresario madrileño», regentando
cuatro discotecas. Tiene además otros negocios, colabora con obras sociales y, según L.,
«hace bastante aquí en Madrid, es un chico serio y responsable».
Aclara que no se relaciona con personas latinas por su nacionalidad, sino porque son
buenas personas. Tampoco quiere exaltar su bondad. Ha conocido buenas y malas
personas. Fue atacada por un grupo de dominicanos, víctima de un robo con violencia,
por lo que su experiencia le permite concluir que, en ningún caso, «se puede juzgar en
general».
Se trata por tanto de un caso que podría desmontar la idea de la segregación entre los
distintos colectivos étnicos o nacionales que residen en Madrid. L. demuestra que existen
grupos de amigos mixtos, que se relacionan cotidianamente y que desembocan en lazos
sentimentales. «En mi grupo de amigos mismo, ya digo que son gente española con
gente extranjera y realmente el trato que tenemos entre todos es muy bueno y contamos
los unos con los otros para todo; cosa que yo creo, que realmente… conozco grupos de
gente española y no… no me brindan, no les brindo tanto porque yo no creo que ellos
me lo vayan a brindar a mí».
Actualmente se encuentra en paro y quiere aprovechar para sacarse el carnet de
conducir. Se considera alguien con valor y se distingue de la mayoría de los jóvenes de su
generación, que han estado «protegidos durante años en casa de los padres». Ella lleva ya
seis años independizada y quiere seguir aprendiendo y mejorando. Pero no lo ve posible
en España: «no recibo ayuda de nadie, yo me mantengo sola y para mí no ha sido posible
poder compaginar trabajar con estudiar. La cosa es: o ganas dinero… o estudias, pero
para pagarte tú un piso y poder mantenerte sola sin ningún tipo de ayuda no da». Por
ello, la única opción que ve para poder mejorar sus condiciones de vida es la emigración:
—La única expectativa que tengo con la posibilidad de poder mejorar, es salir fuera, salir a trabajar a otros
países, y así aprender idiomas, ganar un poco más de dinero y así tener más oportunidades para ir
viviendo.

Si fuera así, esta joven tendría una trayectoria común a muchos emigrantes: la
emigración del pueblo a la ciudad y de ahí a un país extranjero con mayores posibilidades
laborales y donde «poder mejorar», por medio de los estudios y el aprendizaje de

24
idiomas. Precisamente, su perfil de «potencial emigrante» le lleva a juzgar de otra manera
los efectos de la crisis en las actitudes de los españoles hacia la inmigración:
—Ahora con la crisis un índice de paro… pues claro, claro, al haber más gente de fuera, pues habremos
más españoles parados, pero tenemos que pensar que somos personas y que nosotros también hemos
necesitado ir a sus países para poder comer, y que a lo mejor algún día lo volveremos a necesitar.

Joven autóctona de 22 años, ha pasado toda su infancia en Málaga. Sus deseos de vivir
independiente le llevaron a Zaragoza, Barcelona y Madrid, donde vive en un piso compartido con
personas procedentes de Latinoamérica. Tiene una relación sentimental con una persona de
nacionalidad dominicana. Actualmente se encuentra desempleada y piensa que en España no le
será posible compaginar estudios con trabajo, por lo que se plantea emigrar al extranjero para
conseguir mejorar.

El segundo caso que debemos destacar es el de una mujer de 29 años, bióloga, con
estudios de postgrados y experiencia laboral en investigación. Hace unos años abandonó
esta vida para convertirse en bailarina de danzas orientales, que es lo que realmente le
gusta. Para cumplir este sueño se ha visto obligada a trabajar por las mañanas como
teleoperadora. En medio de este cambio de vida, tuvo lugar un viaje a la India, donde
desarrolló una relación sentimental. Su pareja (un caso destacado en los perfiles que se
presentan en este libro sobre la comunidad asiática) es profesor de Bhangra o Bollywood en
Madrid.
En la entrevista llama la atención la falta de referencia directa hacia su pareja
procedente de la India. La entrevistadora, que también le entrevistó a él, no la interroga
sobre su relación mixta y sobre la repercusión que esta ha tenido en su círculo más
cercano, su familia y sus amigos, lo cual significa una gran pérdida de información. No
obstante, contamos con la opinión de Q., su pareja, que nos recuerda que una de sus
experiencias más fuertes de rechazo las he vivido con la familia de B. y que ella es por lo
que más sufre. Recordemos sus palabras:
—Los padres de B. no me quieren. Pero ellos no son los que me tienen que querer. El rechazo que más
duele es el de los padres de B., porque ella sufre…

Joven indio de 29 años. Bailarín y con buen aspecto físico. Emigra a España para reunirse con
su novia española a quien conoce en la India. Piensa que los españoles son amables, pero cuando
entras en su terreno, en su trabajo, en su vecindario o sales con su hija, vistes de otra forma…
«llega el rechazo y la distinción».

Ella solo hace referencia a él de forma indirecta, aludiendo a su tendencia natural a


relacionarse con personas de otros países. Incluso hace referencia a su madre, diciendo:
«Yo la verdad que siempre me he relacionado desde… yo que sé, la adolescencia siempre
me he relacionado con gente…, como decía mi madre, de «nombres raros»». Desde su
experiencia en la India, su grupo de amigos se ha diversificado. Su vida social abarca
desde visitar a sus amigos hindús en el templo, a ir a la mezquita con sus amigos árabes,
tomarse un té con ellos o cenar en el restaurante que tiene el primo de un amigo de
Senegal que cocina un cuscús «que te mueres». Una vida cosmopolita que le lleva a
rechazar el miedo que provocan los medios de comunicación hacia las personas de

25
distintas confesiones religiosas, sobre todo las islámicas.
Sueña con que España vuelva a ser un día un lugar de encuentro entre culturas,
como lo fueron Córdoba o Toledo durante la Edad Media, y defiende por encima de
todo la libertad y el derecho de las personas a decidir dónde vivir, dónde trabajar, con
quién casarse y qué religión practicar. Según ella, la mejor forma de comprender al
inmigrante y de aceptarlo es haberse visto alguna vez en su lugar. Haber sido uno mismo
el inmigrante. Estos dos fragmentos de la entrevista dan cuenta de los efectos de la
migración en el desarrollo de las filias hacia los extranjeros. Pero sobre todo muestran la
importancia de la capacidad del ser humano para salir adelante.
—Es que creo que para hablar de los inmigrantes sería necesario, o sería aconsejable que uno fuera el
inmigrante en algún momento. Una cosa es ir de vacaciones y otra cosa es vivir fuera de tu país, de tus
leyes, de tu idioma y lejos de todo lo que conoces y todo lo que para ti suponía una protección o
seguridad. Hasta que no entiendes eso no puedes entender las circunstancias que rodean a un
inmigrante y lo que le lleva a ser como es, o lo que le lleva a comportarse como se comporta (…)
Cuando estás fuera te das cuenta de que todo lo que sabías no te vale para nada, ni tu carrera, ni nada o
sea cuando se trata de sobrevivir y de encontrar la forma de que no te puteen o de que puedas llegar a
comer a final de mes, te da igual de donde vengas, al final lo que cuenta es tu capacidad de ser humano
de relacionarte y de desenvolverte… me he ido del hilo, ya no sé lo que te iba a decir.

Mujer autóctona de 29 años, de posición media-alta y estudios universitarios. Dejó su carrera


como bióloga para dedicarse a las danzas orientales, estudios que subvenciona trabajando como
teleoperadora por las mañanas. Ha tenido una experiencia migratoria en la India, donde sufrió
varios episodios de discriminación por el hecho de ser blanca. En este país conoció a su pareja
actual, con la que vive actualmente en Madrid.

Casos 1.1.C. El valor de la diversidad y el miedo a la competencia laboral en el testimonio de un joven


gitano

J. está empeñado en «capacitarse», que es como le han explicado en la Fundación


donde se prepara para obtener el Graduado en Educación Secundaria el hecho de
prepararse para encontrar un empleo y alcanzar un mejor futuro. El mejor trabajo de su
vida fue en unos grandes almacenes, como reponedor en el supermercado. Aún recuerda
el primer día cuando sus compañeros se asomaban al pasillo donde se coloca el agua para
ver si era cierto el rumor que corría por toda la tienda: «habían contratado a un gitano».
Esto ocurrió tan solo hace cinco años (en 2008), lo cual demuestra que tener un
compañero de trabajo gitano en España sigue siendo algo extraño y peculiar.
J. nació en Madrid y vivió desde niño con sus abuelos, de profesión floristas. Su
padre murió cuando tenía seis años y su madre se volvió a casar, por lo que sus abuelos
le adoptaron definitivamente y fue al colegio en La UVA de Fuencarral, uno de los
barrios de protección social que se construyeron durante los últimos años del
franquismo. Según él, su familia se inclina por la venta ambulante, las flores y la bisutería.
Pero también tiene familiares que han tenido trabajos cualificados. Su tía es mediadora
social, «tiene sus títulos, tiene su graduado…» y ha trabajado en varios colegios de la
zona sur de Madrid. Él también preferiría ser un asalariado, hacer su declaración de la

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renta y dejar de vivir en la incertidumbre que provoca «a veces vender y otras veces no
vender nada en los mercadillos».
Hasta donde sabe por sus abuelos, su familia es madrileña, y aunque no conoce la
historia del pueblo gitano, ha oído que en el pasado eran errantes. «Creo que venimos de
Egipto o de la India y que éramos errantes, que antes no éramos españoles, que nos
tiraban de todos los sitios. Nosotros íbamos de ciudad en ciudad, íbamos y de todas las
partes nos tiraban, hasta que ya nos hicieron españoles y ya nos aceptaron aquí en lo que
es la nacionalidad española». Resulta curioso su razonamiento cuando se aborda el tema
de la inmigración. Por un lado dice que el hecho de que haya extranjeros en España ha
beneficiado a los gitanos porque, según él, «se ha abierto el tema de la discriminación».
Pero por otro, asegura que los inmigrantes están «quitando mucho trabajo a los
españoles (y a los gitanos)»
La inmigración por tanto es positiva porque trae mayor diversidad étnica y provoca
un cambio de mentalidad en los «payos», rebajando las actitudes discriminatorias. Pero
también es negativa porque crea competencia en el ámbito laboral. La crisis económica
se ha sentido con mucha fuerza en el sector de los grandes almacenes (que es donde él
quiere trabajar), han aumentado los despidos y han empeorado las condiciones laborales.
Desde su punto de vista, esta es una situación que beneficia a los extranjeros y que
perjudica a los autóctonos. En este fragmento señala a los extranjeros como causantes
del deterioro de las condiciones laborales.
—Sabes, se agarran a un clavo ardiendo… Entonces por eso decimos que nos quitan mucho trabajo,
porque cogen muchas cosas… Por eso yo creo que, claro, yo por ejemplo paso una entrevista y te
dicen: «No, solo fines de semana y se paga tanto». Un español sabemos lo que podemos trabajar y
cuánto te pueden pagar y dices tú; es que no me conviene trabajar en eso, encima te van a quitar paro,
vas a trabajar mucho y encima te pagan poco, entonces tú dices: yo no lo cojo. Pero claro ya saben que
un inmigrante, claro, «bueno, a ver si llama uno de estos y lo coge». Entonces yo creo que un poco el
trabajo está más así porque: «bueno, si no lo quieres tú no te preocupes que un inmigrante vendrá».
Entonces, ¿no sé si me explico?

Varón gitano de 21 años. Vive con sus abuelos, quienes siempre se han dedicado a la venta en
mercadillo, primero de flores y ahora de bisutería. Dice estar capacitándose para la inserción
laboral, estudiando para azafato de congresos y preparándose para obtener el graduado escolar.
Piensa que el pueblo gitano español ha progresado mucho en los últimos años y que la
inmigración gitana procedente de Bulgaria y Rumanía contribuye a alimentar la imagen negativa
que siempre se ha proyectado sobre él: «dicen: mira, todavía está ahí los gitanos, todavía viven en
chabolas o sin estudios…»

Dice que la sociedad distingue con claridad entre un «gitano inmigrante» y un «gitano
español», pero piensa que la presencia en España de estos gitanos migrantes contribuye a
alimentar los estereotipos que sobre ellos siempre se han proyectado desde los medios de
comunicación y que ya se estaban superando. «Ya te he dicho que en televisión, radio y
eso, cuando quieren sacar eh… algún tema de gitanos se van a unos gitanos búlgaros o
se van a gente que viven en chabolas, pero no se va a gente que viven bien, que viven en
pisos y que viven con trabajo, la verdad…»
Defiende con muchas ganas el avance del pueblo gitano español («antes una mujer

27
gitana no podía estudiar, una mujer gitana tenía que estar en casa. Ahora una mujer
gitana está trabajando, tiene sus estudios… Vamos, que por lo que te digo, que mi tía
tiene su coche, tiene su formación, tiene sus títulos… hemos avanzado muchísimo…
muchísimo…») y es determinante en su deseo de seguir luchando para formarse y
encontrar un empleo, sin que ello quiera decir que vaya a dejar de ser gitano. Todo lo
contrario, cuando lo consiga se sentirá mucho más orgulloso de serlo.
En resumen, valora de la inmigración la nueva diversidad cultural y el hecho de que
la mentalidad española se abriera a otras formas de vivir. De hecho, se relaciona a diario
con población inmigrante. Una vecina suya, de origen marroquí, es una de sus mejores
amigas («hubo una época en la que estuve un poco mal… y me ayudó mucho. Me
llamaba siempre»). Pero acusa a los trabajadores extranjeros de empeorar las condiciones
laborales en determinados sectores y a los gitanos de Europa de Este de «devolverles al
pasado». De las voces que aún repiten que los gitanos «no trabajan porque no quieren»,
él se defiende diciendo: «No, no es que no trabajamos porque no queremos, lo que no
sabe la gente es que mucha veces nos cierran puertas, pero bueno…».

Casos 1.1.D. Chicos de barrio sin experiencias de movilidad

Un recuerdo que comparten quienes vivieron su infancia en un barrio popular de


Madrid es el de las amenazas recibidas por los jóvenes gitanos a la salida del colegio o en
el camino hacia casa. Situaciones de provocación o de acoso como las que recuerda V.
un joven de 25 años al que sus padres y sus abuelos le repetían cada día por donde debía
pasar y por donde no debía hacerlo. «Siempre han sido gitanos que te piden un cigarro o
dame la cartera, o enséñame el móvil…». Hoy este joven trabaja en una multinacional y
sigue viviendo en casa de sus padres, en el mismo barrio donde creció. También sigue
yendo todos los miércoles a comer a casa de su abuela, una costumbre que tenía desde
pequeño y que ha conservado a lo largo de los años. El único cambio en su vida ha sido
la muerte de su abuelo hace unos años. Se define como un chico de barrio, familiar y
sencillo, acostumbrado a sus amigos de siempre.
Ha salido de España en dos ocasiones. La primera vez cuando viajó a Londres, de
donde recuerda los contrastes entre los barrios y la separación de las comunidades
étnicas («no sabía que había barrios solo de negros y solo de árabes…»), y la segunda en
un viaje a Punta Cana, donde tuvo la sensación de estar en una película cuando sus
amigos y él salían del hotel de cuatro estrellas donde estaban alojados y veían a los
habitantes del lugar «amontonados en un autocar o vendiendo en la calle».
Piensa que los españoles que emigran en la actualidad movidos por una situación de
desempleo de larga duración no lo hacen por desesperación («no es por tema de trabajo,
sino para aprender un idioma o porque quieres trabajar en una cosa que aquí a lo mejor
no desarrollas») una situación que piensa que sí sufren los inmigrantes extracomunitarios
que han llegado en los últimos diez años a España. Quizá esta generalización tenga que
ver con que no tiene relación con la población inmigrante, debido a su forma de vida y a

28
su aislamiento dentro de su grupo étnico.
¿En tu barrio ahora hay inmigrantes o no?
—Sí, claro, sobre todo pues eso, sobre todo hay gente del norte de África, muchos chinos también hay,
pero claro, no te desarrollas porque por ejemplo los chinos su forma de…su comercio, su gente, y de
ahí a su casa y de casa al trabajo…no vas a ver a un chino tomándose una caña o unas tapas no como
nosotros que cogemos «oye bájate» y bajamos y te empiezas a relacionar con otra gente que hay pero
no…de extranjeros no…

Varón autóctono de 25 años que vive con sus padres y su hermano menor. Se define como un
chico de barrio, familiar y sencillo, con sus amigos de siempre y sin necesidad de grandes
cambios en su vida. Llegó a entrar en la Universidad pero abandonó los estudios, algo que quiere
retomar a distancia. Actualmente tiene trabajo pero no es indefinido.

Lo primero que le sugiere el fenómeno de la inmigración es «inseguridad». Un


aspecto contradictorio con su propio relato, ya que cuenta que en su barrio existía mucha
más inseguridad en el pasado (en los años 80-90) que en la actualidad. Una realidad que
queda además confirmada por la encuesta de victimización realizada por el Observatorio
de la Delincuencia (ODA) en 2009, en la que se demuestra que, a pesar de que la opinión
pública considera que la delincuencia en España ha aumentado en los últimos años, los
resultados confirman que en realidad ha descendido. Sin embargo, V. reconoce que
prejuzga a ciertos inmigrantes como delincuentes. Le ocurre con los sudamericanos, a
quienes asocia con bandas callejeras y violentas, con los marroquíes, a quienes considera
traficantes y con los gitanos procedentes de Europa del Este, de quienes no se fía por
ladrones. A pesar de que sabe que se trata de prejuicios socialmente construidos, no
puede evitar tenerlos y utilizarlos en su vida cotidiana.
Se trata de un caso que se expresa de una forma muy sincera, en buena parte debido
a la buena actuación de la entrevistada, que hace una labor de análisis muy interesante a
lo largo del encuentro. Se podría decir por tanto que el joven está «preso de los
prejuicios», a pesar de que es consciente de ello, pero no cuenta con elementos de
contraste que le permitan deshacerse de ellos. En este fragmento, reflexiona sobre el
poder de los estereotipos en la sociedad.
—Yo creo que es la sociedad en la que vives que tiene bastantes prejuicios…de que dices…este no me
genera…
¿Cómo que se contagia ese prejuicio?
—Buena seguridad y se contagia…
¿De cosas que te cuentan?
—Que a lo mejor tú tienes veinte, veinticinco años y un niño de seis años piensa ya lo mismo como tú. ¿Y
un niño de seis años cómo puede pensar eso? Pues porque la sociedad crea ese nivel de decir…
mmm…cuidado con este que este…en cambio ves a otro y no…

Se trata de un caso que muestra hasta qué punto los temores de las personas hacia la
convivencia con los extranjeros pueden ser avivados o calmados, dependiendo de los
mensajes que se transmiten en los medios de comunicación y de los discursos que
pronuncien los responsables políticos. De hecho V. dice que si el discurso tendiera más
a la aceptación de la diferencia y a los beneficios que reportan los extranjeros a la

29
sociedad española, seguramente su forma de pensar respecto de los inmigrantes
cambiaría positivamente en el futuro.
—Hombre yo creo que en un futuro…yo creo que puede ocurrir que si la sociedad empiece aceptando y
que a ti te generen satisfacción, que puedas confiar, porque se puede decir así, oye pues mira este está
haciendo el trabajo lo está haciendo bien y por qué no…por qué no va a estar ahí. Porque a lo mejor tú
ahora vas a un bar y antes solo veías gente de aquí, ahora vas a un bar y es un bar solo de chinos.

Casos 1.1.E. Jóvenes capaces de ponerse en el lugar del otro

Este joven de 20 años y residente en un distrito acomodado del norte de Madrid


comienza el relato de su vida recordando el sufrimiento que experimentó en su infancia
debido a sus problemas de relación con los demás. Según él, su aspecto físico hizo que
no fuese «precisamente una persona que brillase por estar ahí sino más bien por estar en
la sombra». Tras largos años de aislamiento, en los que creía que debía defenderse
«siendo borde» con quien le maltrataba, decidió poner punto y final a esa situación.
«Decidí ser amable con la gente aunque no lo fueran conmigo». Curiosamente, este
cambio de actitud hizo que el mundo se abriera para él: comenzó a tener amigos y a salir.
Pudo desarrollar al fin una vida social.
Esta experiencia de superación le ha hecho ver el mundo con otros ojos y desarrollar
una capacidad especial para ponerse en el lugar del otro, una posición que no siempre se
ha encontrado entre los jóvenes entrevistados. Está terminando un módulo de
mantenimiento de equipos industriales y ya ha firmado su primer contrato de trabajo.
Empezará en unos meses y dice sentirse un poco atado, ya que le gustaría poder tener
tiempo de conocer el mundo, ahora que es joven. De momento se conforma con lo que
hay, pero sueña en el futuro dedicarse a la luthería, que es la fabricación artesanal de
instrumentos musicales («encontrarme a los 70 años con alguien que tuviese un
instrumento mío y verlo cómo lo toca creo que sería acojonante, pero hay mucho
camino todavía que hacer»).
En la mayoría de las ocasiones, los jóvenes desconocen la historia de los
movimientos migratorios de los españoles o se refieren a ella de una forma superficial.
Muchos tratan el tema con humor y recuerdan el título de la película de Pedro Lazaga,
Vente pa Alemania, Pepe. En general, este fenómeno, que produjo el movimiento de un
millón de personas entre 1959 y 1973, no se traduce en ninguna reflexión relevante. Con
excepción de una minoría de jóvenes como este, que en este fragmento reflexiona sobre
la condición de extranjero en distintas épocas históricas:
¿Qué has oído de la emigración española durante todo este tiempo?
—(…) lo que estudié es que más o menos como aquí no tenía trabajo la gente, tenía que salir para dar de
comer a sus familias y pues siempre se acaba dando un pequeño maltrato, pequeño y grande en otras
veces hacia la gente que viene de fuera. Pero yo creo que casi siempre es por miedo, pero la verdad es
que por mucho que…no sé… si eso pasó hace 30-40 años creo que tendríamos que, al que viene aquí,
no tratarle mal porque se supone que estamos curados en eso.

Hace referencia al miedo como causa del maltrato, lo que más adelante también

30
asocia a un complejo. Desde su punto de vista, en el origen de la xenofobia estaría este
complejo. Un complejo bañado en ocasiones de superioridad y en otras ocasiones de
inferioridad. Superarlo significaría reconocer la igualdad, a lo que de momento no
estamos dispuestos. «Ojalá cambiase y fuésemos todos capaces de mirarnos a los ojos y
ver antes las igualdades que los defectos y que las desigualdades y las diferencias y todo».
El humanismo que se desprende de sus palabras es el ejemplo paradigmático de la
mentalidad abierta y tolerante, capaz de aceptar la diferencia:
Pues la verdad es que una de las cosas que intento es no tratar a la gente con diferencias
debido a su… (piensa) a dónde hayan nacido, ni si quiera por sus creencias políticas porque al fin
y al cabo el hecho de nacer en un sitio o en otro no es una cosa que elijas ni tú ni muchas veces
tus padres. Es algo que aparece. Apareces tú y aparece donde has aparecido. Es que te puedes
desarrollar como persona tanto en un sitio como en otro. ¿Que luego sea difícil, que sea distinto
cómo eres en un sitio o en otro? Pues sí, a todos nos cambia el ambiente aparte de la genética y
todo eso, pero no sé, siempre… al fin y al cabo todos somos personas y no… ¡es que no hay más!
Todos somos personas. No hay que buscar más. Para mí es eso. No… no hay diferencias.

Al contrario de lo que se observa en otros casos, su discurso sobre la igualdad de


trato no se construye en base a lo que es aceptable y políticamente correcto. Él es sincero
y observa el mundo de una manera clara. En el siguiente relato trata de desmitificar una
idea arraigada en la población inmigrante. La idea de que esta población tiene la
tendencia de presentarse permanentemente como víctima del racismo en los contactos
sociales con los autóctonos. Nos habla del uso que hacen los propios inmigrantes de la
xenofobia, convirtiéndose en los sujetos discriminados por excelencia, y utilizándolo
como excusa para justificar su propio comportamiento, anulando así su responsabilidad
en los conflictos con los demás.
Hombre, una anécdota muy graciosa en los bajos de Argüelles y es que yo tengo un amigo
que, tanto él como su familia es brasileña y resulta que estábamos en un bar y estábamos unos
cuantos y unos chavales, unos sudamericanos le tocaron el culo a la novia de un amigo. Entonces
llegó el chaval este y según vino la chica y se lo contó, le llegó al chaval, le cogió del pecho, le
pegó un empujón, le mandó como que a 4 o 5 metros para atrás, el chaval se cayó al suelo y
cuando se levantó le empezó a llamar «racista» y llegó el chaval y le calló la boca y le dijo: «tú qué
coño dices si soy brasileño», ¿sabes? Y le sacó el DNI y todo y le dijo: «mira soy brasileño» y el
chaval se quedó en plan de «ostia, la acabo de cagar mazo». Y a partir de ahí cambió muchísimo
el trato de ellos hacia nosotros, intentaban ser más… una forma de pedir perdón sin estarlo
diciendo directamente.

Este episodio nos hace reflexionar sobre la complejidad de las relaciones interétnicas.
Pone al inmigrante ante el espejo y le muestra que no todos los autóctonos son racistas.
Del mismo modo, se desmonta la idea de que los inmigrantes son eternamente víctimas
de algún tipo de discriminación. Ambas cuestiones constriñen a los sujetos (autóctonos e
inmigrantes) y les impiden liberarse del estigma (el de víctima y el de victimario) para
considerarse iguales, responsables de sus actos y ser capaces de avanzar en la mejora de
la comunicación entre las partes.

31
1.2. AUTÓCTONOS MADUROS (30-44 AÑOS): SENTIMIENTOS ENCONTRADOS DE XENOFILIA
Y XENOFOBIA A PESAR DE (O POR) LA CRISIS

En el estudio cualitativo realizado dentro del proyecto MEXEES II (2010-2011) se


han reunido también testimonios diversos del siguiente escalón generacional: los jóvenes
adultos o en edad madura entre la población autóctona. Las entrevistas cualitativas se han
orientado igualmente para tratar de entender mejor desde qué otras coordenadas
biográficas perciben los españoles la inmigración en tiempos de crisis. Al igual que se
hiciera en el estudio cualitativo anterior (2006-2007, aún de bonanza), se ha partido de
una exploración en la experiencia migratoria propia de estas generaciones. De nuevo uno de
los focos ha sido la memoria (tanto vivida en primera persona como transmitida oralmente
por familiares, amistades u otros allegados). Se ha vuelto a comprobar que el pasado
emigratorio español (hacia la Américas y las Europas) sigue condicionando actitudes y
discursos hacia la inmigración conocida directamente a finales del XX y principios del
XXI. Se trata de un grupo generacional muy diverso en cuanto a la propia movilidad
migratoria y su interacción con otras naciones y culturas. De ahí que los casos se
presenten en tres epígrafes, según se trate de perfiles biográficos con mayor o menor
movilidad; destacando el fenómeno de las biografías e identidades mixtas también. En
cada uno de los apartados encontramos una cierta heterogeneidad respecto a la
tolerancia, el temor o resentimiento hacia la inmigración en general y hacia inmigrantes
concretos.

Casos 1.2.A. Concurrencia de movilidades migratorias: internacionales con retorno, entre otras

Entre los autóctonos entrevistados a finales de 2010 o a principios de 2011 y que


nacieron en la España de los años 60 y 70, se hallan testimonios de movilidad
emigratoria de diverso recorrido y duración. En todo caso, representan una especie de
«avanzadilla de la generación Erasmus», expresión propuesta en la publicación
precedente (Cea D’Ancona y Valles, 2010c). La llamada nueva emigración española no se
restringe a las generaciones más jóvenes presentadas en el apartado primero. En los
nuevos materiales que aquí se abrevian vuelve a comprobarse, en una parte de las
biografías de la población española que alcanza su madurez con el cambio de milenio,
una serie de rasgos sociológicos recurrentes. Se viaja (o ha viajado) para completar la
formación universitaria, o suplir deficiencias en el aprendizaje del latín de nuestros días.
Suelen concurrir varias movilidades, entre las que destaca la internacional con retorno (la
de nuestros informantes, quienes informan de otros casos de permanencia). Aunque pueda
haber distintos grados de planificación, estos movimientos tienen desenlaces o derivas
imprevistas. Entre sus efectos cabe hipotetizar que también moldean las representaciones
sociales, percepciones, discursos y actitudes hacia lo no autóctono de quienes
experimentan esta clase de movilidades. Exponemos brevemente un gradiente de

32
testimonios, de menor a mayor movilidad internacional.

Casos 1.2.A.1. País Vasco-Madrid-Londres-Madrid: mujer profesional vasca

Nace y crece en un pueblo guipuzcoano a orillas del mar. Estudia en la universidad


donostiarra. Llega veinteañera a Madrid en 2004 con la idea de estar un año cursando un
máster («y pensando que me gustaría ir a Inglaterra también, cómo hicieron mis
hermanos»). El sueño británico se acabó haciendo realidad, en forma de «año sabático en
Londres», pero la estadía madrileña se ha prolongado ya varios años que se recuerdan de
este modo a finales de 2010.
—En Madrid, recuerdo un primer año de piso hippie compartido. Al principio se me hizo durísimo.
De las cinco chicas que estábamos allí, yo era la que definitivamente terminaba el máster y se
marchaba. Sentía que esta ciudad no era para mí, por las distancias, el metro, lo que se tarda en llegar a
cualquier lugar, lo que se tarda en gestionar una fotocopia. Y eso sumado a extrañar a la familia y
amigos. Siempre estaba con idas y venidas. El verano del primer año ya estaba trabajando,
sacándome el carnet de conducir y terminando el máster. Buscando un trabajo mejor y pensando:
«bueno, tengo que buscar piso porque me voy a quedar un año más; y, si no me sale un trabajo de lo
mío, me voy a Inglaterra a ponerme con el inglés». Recuerdo mi primera beca en Telefónica (…).
Mi adultez, considerando que solo tengo 30 años y soy muy joven, la recuerdo trabajando, tomándome
la responsabilidad y obligación de llevarme trabajo a casa al principio, por querer ser la más
profesional (…) Una gran evolución he sufrido hasta el día de hoy. Después de tener tres jefes
diferentes en dos años, ver mi última etapa como una especie de robot que va de casa al trabajo, con
una identidad de chica de oficina, con un gran disfraz distante (…). Recuerdo un año sabático en
Londres, en el que he evolucionado personalmente y actualmente esta experiencia me da fuerza para
pensar en seguir adelante con mi proyecto personal (…). Creo que conocer y vivir en una cultura
diferente y tan abierta es una experiencia que todo ser humano debería tener. Creo que (…) soy tan
afortunada que no debería pasar un día sin decirme a mí misma la suerte que he tenido de poder
elegir.

Mujer autóctona universitaria, 30 años, natural del medio rural vasco. Madre ama de casa y
padre carpintero. Seis años en Madrid, donde llega en 2004 para estudiar un máster. En paro en el
momento de la entrevista. Convive con su novio (argentino) en el centro de la ciudad.

Sabe de parientes maternos emigrados («a Sudamérica y les ha ido bien»), aunque
apenas tiene relación con ellos. De sus dos hermanos, que también han vivido en
Inglaterra, uno de ellos estuvo cuatro años («conoció a su mujer allí y se vino a vivir a
Madrid»). Al hablar de su hermano contrapone la dureza de las primeras etapas, tanto en
Inglaterra como en Madrid, con lo exitoso o llevadero de las siguientes. Añade que «ser
vasco en Madrid a veces es duro». Lo que recuerda un testimonio similar recogido en el
estudio previo (Cea D’Ancona y Valles, 2010c: 27), en ese caso de una mujer bilbaína en
Cádiz.
Al pedirle que compare la emigración española pasada, tradicional, con la
inmigración actual en España, destaca que el idioma español está bien considerado y el
país es conocido («no es lo mismo que tú seas polaco que español1, a nosotros nos
tienen en buena estima, por lo menos en Londres»). Con todo, respecto a los inmigrantes
cree que en España se es menos acogedor que en Inglaterra. Lo que atribuye a la

33
situación actual de crisis. Su única relación con inmigrantes es la de su noviazgo («mi
entorno no es de inmigrantes»). Prefiere «que vengan los que vienen a trabajar y no los
que vienen a delinquir». Aunque la palabra crisis no aparece en la entrevista, en su visión
de futuro sobre la inmigración en España hay varias referencias indirectas.
—Debido a la situación económica actual creo que la población inmigrante se va a ver afectada en
cuanto a que el mercado de trabajo es malo ahora, hay una situación pésima. Supongo que muchos
inmigrantes tendrán que pensar en irse a otro sitio. A pesar de esto no creo que la sociedad
española se vuelva mucho peor con los inmigrantes. No creo que se empiece a discriminar más, ni
nada. Creo que va a ser parecido. Creo que se están recortando ayudas para los temas de inmigración
respecto a las ONG, etc.

Entre los efectos de la inmigración señala la «diversidad cultural» (pone el ejemplo de


la disponibilidad de alimentos exóticos en el supermercado hoy) y la influencia en el
idioma («esta semana he visto que han sacado un nuevo diccionario con las nuevas
palabras que vamos incorporando a nuestro lenguaje»). Preguntada cómo se ve como
española en su forma de pensar sobre los inmigrantes, o si cree que va a cambiar,
sorprende con este indicador cualitativo de franqueza: «Creo que he cambiado un poco
mi percepción hacia la inmigración, aunque sinceramente considero que soy racista con
ciertas culturas».

Casos 1.2.A.2. Alcalá de Henares-Los Ángeles (EE. UU.)-Alcalá de H.: empleado


cualificado en banca

Se autorretrata inicialmente apelando a la edad (32 años), el trabajo en banca, su


licenciatura en administración y dirección de empresas, los cursos y másteres en el
extranjero y en España. Enfatiza la monotonía de su vida actual y una constante
biográfica sedentaria («he trabajado, he estudiado siempre en el lugar donde vivo, y
trabajo en el lugar donde vivo»). Se refiere a Alcalá de Henares, su lugar de nacimiento.
Pero en su biografía familiar la emigración del campo manchego a la metrópoli madrileña
está presente («mis padres, tíos, vecinos que venían de un pueblo de Ciudad Real y
vinieron para acá en busca de trabajo y de una vida distinta (…) todos siguen por aquí,
menos mis abuelos que cuando se jubilaron volvieron al pueblo»). No cree que hubiese
«el problema de paro ni la crisis de ahora»; y se imagina una emigración fácil porque se
trasladaba toda la familia. Pero, en su biografía personal, se destaca también como
experiencia migratoria de estudio y trabajo el año en Estados Unidos. Fue hace diez
años, pero reconoce que le ha influido en su trato actual con extranjeros en España
(«como yo he estado fuera también, sé que se le hace más difícil, entonces siempre
intentas ayudar para que sea más sencillo, más cómodo la integración en el país»). El
viaje americano compensó el no poder hacer un año de Erasmus. El curso en la UCLA
duró ocho meses, estuvo tres más de prácticas en una empresa norteamericana, más un
mes de vacaciones. Lo recuerda como una grata experiencia, a pesar de las dificultades
primeras de llegar a un país nuevo donde no conocía a nadie, con dificultades para

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comunicarse cómodamente en inglés. Recuerda una relación más sencilla con las
minorías latinoamericanas o asiáticas, que con la mayoría autóctona. Llegó incluso a
experimentar, al menos en parte, algunos sentimientos típicos de los llamados hispanos
(Calvo Buezas, 2006) en EE. UU.
—(…) en algunos sitios concretos, en algunas zonas de la ciudad, al ser hispano muchas veces te miran
como si fueras un inmigrante que vienes de México y que no tienes nada. Te ven como si fueras
inferior a ellos. En casos y situaciones muy concretas. Tampoco lo puedo generalizar porque haya
cuatro que se consideren más que nadie, más que una persona hispana.

Varón autóctono universitario, 32 años, natural de Alcalá de Henares (Madrid) donde ha


estudiado y trabaja. Estuvo un año en Estados Unidos al terminar la carrera, especializándose y
haciendo prácticas en empresa. Ocho años de vida laboral en banca. Convive con su pareja, no
tienen hijos.

A su experiencia personal en el exterior se suman las de amigos y familiares. Nos


habla de un amigo que fue para tres meses a Londres y lleva diez años. Recuerda otro
amigo con un trabajo estable aquí que conoció a una irlandesa, se casó y está viviendo en
Irlanda. Y acaba recordando a dos primos a los que apenas ve, que tienen «dos parejas
que son inmigrantes». Su comparación de la emigración española pasada con la
inmigración actual en España tiene como referente Alemania.
—Yo pienso que cuando los españoles se fueron a Alemania buscaban una mejora en su vida. O
sea, buscaban un futuro que aquí no veían. Y la inmigración que recibe España de otros países es
lo mismo. Son gente que viene de su país, que no ven que tengan futuro, que puedan progresar, que ni
tener trabajo ni tener una vida más o menos plena y deciden venirse a España, considerando que es lo
mejor para sus vidas. Hay algunos, como pasaría en la época de España, que lo conseguirán y otros que
no lo consiguen. Pero yo creo que todos los procesos de inmigración tienen ese sentido. Buscar mejor
calidad de vida.

En su día a día tiene bastante relación, laboral-comercial sobre todo, con


inmigrantes. En su trabajo en banca muchos clientes son inmigrantes («tengo que hacer
muchas visitas a comercios o a bares donde trabajan muchos inmigrantes también. Son
sectores que principalmente están ocupados por inmigrantes»). Reconoce que tiene
menos relación que antes, cuando vivía en casa de sus padres y tenía vecinos inmigrantes,
con los que había una relación más estrecha. O, hace años, cuando jugaba al futbol con
los amigos y «muchos con los que jugábamos eran también inmigrantes». Su valoración
(positiva) de los efectos de la inmigración en España se argumenta apelando al
«enriquecimiento cultural»; a la historia emigratoria española (siendo «poco consecuente
con nuestra historia» que «seamos racistas o no queramos la inmigración»); o a la razón
práctica de que se necesitan cotizantes para las pensiones. Teme que con la situación
«extremadamente mala y en crisis» los inmigrantes decidan irse a otros países. Aunque si
se corrige cree que todo seguiría igual. Por lo que respecta a su futuro personal, su
testimonio refuerza esa generalización tipológica con la que agrupamos estos casos. Además,
remite a un posible carácter cíclico de la movilidad internacional en este perfil de casos. La
explicación y comprensión sociológicas de los fenómenos sociales se logran prestando
atención a los hechos y a los deseos.

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—¿Futuro? ¡Uf!, el futuro es un poco complicado lo que puede ser. Pero, bueno, sí que me gustaría, tengo
en mente pedir una excedencia en el trabajo. Irme un año al extranjero, tener una experiencia
distinta, para completar mi formación. Y luego en el futuro, cuando vuelva aquí a España, o bien
buscar un trabajo nuevo, que me llene algo más que lo que estoy haciendo. Que llevo ocho años en el
mismo trabajo, y estoy un poco saturado. Luego, en el futuro, pues oye, nunca se sabe lo que puede
pasar. Hay muchos proyectos en mente pero, bueno, lo que sea o lo que no ya se verá.

Casos 1.2.A.3. Barcelona-Madrid-Copenhague-Madrid: empresaria catalana

Nace en Barcelona, donde recuerda una buena infancia, licenciarse en Bellas Artes y
montar una empresa dedicada al diseño de interiores. A sus 34 años, esboza su
autorretrato biográfico con una autoimagen y balance muy favorables («me defino como
una persona ambiciosa y satisfecha con lo que he conseguido a lo largo de mi vida. Me
siento autorrealizada como madre y como mujer; y me considero bastante optimista»).
Lleva cuatro años casada, tiene una hija. Dice haber viajado mucho, en parte por trabajo.
Deja su ciudad natal por la de su marido (Madrid), donde regenta un negocio propio y
logra «una buena vida». Su movilidad migratoria interior ha merecido la pena («mi
marido y yo teníamos unas oportunidades profesionales incomparables»). Pero no fue en
España donde se conocieron, sino en la capital danesa, donde vivió dos años. A ella le
surgió la oportunidad de hacer un curso; él estaba empezando con una empresa de
consultoría («no sé si eso vale como experiencia migratoria»). Cosas del destino, según
relata.
Tiene amigos viviendo en muchos países (Estados Unidos, Francia). A todos les va
muy bien («no sé si volverán»). Se fueron buscando mejores trabajos («ellos están muy
cualificados y aquí no hay oportunidades, hay que salir de España, es una pena, ya
sabes»). Es de las pocas referencias a la crisis. Adviértase, no obstante, que tanto su caso
como el de sus amigos (y su hermana, instalada hace diez años en Londres, «se fue
porque se enamoró de un londinense») son ejemplos de una movilidad migratoria
internacional en tiempo de bonanza económica en la península ibérica y en el resto de la
UE.
A sabiendas que su árbol genealógico familiar cuenta con la mítica figura del indiano
(un tío de su madre fue a Cuba, con 13 años a finales del siglo XIX, hizo dinero y volvió
coincidiendo con la Guerra Civil), le pedimos que compare ese pasado emigratorio con
la inmigración actual.
—Bueno, no sé mucho sobre el tema. Yo sé que muchos españoles fueron a Alemania. Fueron a trabajar
honradamente y luego volvieron. Muchos volvieron. No creo que se integraran mucho; pero, vamos,
no creo tampoco que dieran problemas. Ahora la cosa es distinta, la gente viene buscando una mejor
vida y realmente no la hay. Aquí las cosas están mal para todos. Ha habido un momento muy bueno,
pero ahora… Hay mucha pobreza por ahí y la gente se ve obligada a irse. Es una pena. No sé cómo se
va a solucionar este problema.

Mujer barcelonesa, 34 años, empresaria, casada, madre de una hija. Estudia un postgrado en
Copenhague, donde vive dos años y conoce a su marido, madrileño, ejecutivo de empresa
multinacional. Reside en Madrid, en un municipio acomodado de la sierra oeste. Tiene negocio

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propio en la capital española. («no soy de las que piensan que nos quitan el trabajo, es que no soy
nada xenófoba»).

Dice no haber tenido nunca problemas con inmigrantes y relacionarse laboralmente


con ellos. Habla de una empleada doméstica, peruana («encantadora y muy honrada») a
la que respeta y aprecia. Tiene contrato («es mejor para ella y para nosotros»). También
trabajó en su estudio una diseñadora colombiana, pero volvió a su país por motivos
familiares. Admite que hay españoles con prejuicios a este respecto, pero deja claro que
ella está entre quienes no los tienen.
—Es que yo no tengo prejuicios y no miro de dónde es la gente. Solo miro si son personas cívicas,
educadas… Nunca he tenido malas experiencias. Hoy en día los inmigrantes trabajan en todas partes,
en el súper, en las cafeterías. No sé, si son honrados no tengo problemas (…). Hay españoles que no
somos racistas, pero hay otros que sí, ya sabes (…). En líneas generales creo que damos un trato
bueno, mejor que en otras partes de Europa, pero hay de todo, está claro… La chica que me ayuda en
casa me cuenta cosas horribles, que si ni la miraban a la cara, que si la explotaban, que si la
insultaban… Es horrible, pero es que también hay gente muy buena… Creo que no debemos pagar
todos por unos pocos…

Casos 1.2.A.4. Madrid-Londres-México-Madrid: mujer desclasada y alternativa

Confiesa que estudió Periodismo sin saber dónde se metía. También estudió
fotografía. Al terminar la universidad se fue medio año a Londres, donde tenía amistades
implicadas en el movimiento ocupa. Vuelve a Madrid donde trabaja sobre todo de camarera
y se integra en el Patio de Maravillas2, donde se relaciona con inmigrantes. Después de
ahorrar lo necesario viaja a México con otras amigas, a la aventura, pero con intención de
recalar en Chiapas sobre todo. Surgió la oportunidad de participar en un proyecto con
mujeres indígenas en comunidades zapatistas3 («estuvimos allí un tiempito»), hasta que
regresó a Madrid hace dos años. Su balance de esas experiencias es muy favorable, pero
enseguida advierte la diferencia entre una (londinense) y otra (mexicana, mejor trato). En
Londres vivía en un barrio de población negra, jamaicana. Su forma de vida, ocupando
casas, era bien y mal visto, según qué gente. Apenas tenía relación con «personas de allí
con una vida muy normalizada, con un buen trabajo y tal…». Habla de determinadas
miradas, situaciones en las que sintió que le miraban por encima del hombro, por
provenir de un país del sur europeo, menos desarrollado.
—Al salir fuera te das cuenta de que aquí no había prácticamente inmigración; que allí son
segundas, terceras generaciones. Luego hay mucha peña negra, pero es británica. Y su cultura es
bastante mezcla, y casi más británica que de sus países de origen. El barrio era un barrio muy grande,
que se subdividía en barrios. Había por ejemplo uno de judíos ortodoxos (…)
—En México es más como brazos abiertos, que nos vienes a ver… Igual si eres de Guatemala y vas a
México no te van a mirar igual. Al final, como que el racismo es algo así como un dominó en el que
el mulato va a mirar mal al menos mulato; y el menos mulato va a mirar mal al negro; y el negro al
chino, y así…

Mujer autóctona madrileña, 31 años, estudió periodismo pero nunca ha trabajado de


periodista. De familia acomodada, opta por formas de vida y trabajo precarias o alternativas

37
(camarera en el Patio Maravillas madrileño, movimiento ocupa en Londres, proyecto mujeres en
comunidades zapatistas en Chiapas-México). Reflexiva y crítica, ofrece un discurso elaborado de la
xenofobia desde sus coordenadas biográficas e ideológicas.

En su familia de origen destaca la emigración interior de sus abuelos en los años 50,
buscando trabajo y un mejor porvenir para sus hijos («emigraron por un lado de Toledo
a Villaverde, en Madrid, y por otro de un pueblo de Murcia a Cartagena; mi madre se
vino de Cartagena a Madrid por el trabajo y la pareja»). También tiene amigos españoles
que han viajado al extranjero, pero como elección personal, por estudios o para aprender
idiomas. En cambio, habla de sus amigos de África y Latinoamérica, que han venido a
trabajar pero los que no han conseguido legalizar su situación o han perdido el trabajo
«viven en un acoso permanente» (de la policía), «tienen un sentimiento de vergüenza de
volver, sin haber conseguido aquello que creías que ibas a conseguir».
Su comparación de la emigración española pasada con la inmigración de los últimos
años da pie a una crítica recurrente entre los informantes más tolerantes o receptivos
consultados antes y durante la crisis actual: desmemoria4 y silencio intergeneracional.
—Pues hay quien dice que se iba la gente a Alemania, pero con todos los papeles arreglados y con trabajo.
Pero otra dice que no es así, que unos se iban así y otros se iban a probar suerte. También hay quien
dice que le trataron muy bien y quien dice que le trataron muy mal. De todas formas, me parece que
España tiene problemas de memoria, que se le han olvidado muchas cosas, que hay cosas muy
lejanas y no pasaron hace tanto tiempo. Y que hay un silencio grande, que no se nos ha transmitido
el pasado a las siguientes generaciones, pero no sé bien por qué…

Casos 1.2.A.5. Madrid-Londres-Holanda-Canarias-Madrid: mujer divorciada de europeo


comunitario

Se presenta como divorciada, madre de un niño de cinco años y madrileña. Abrevia


su biografía destacando el año 1996, el de su emigración a Londres («una crisis muy
fuerte, no había trabajo y tuve que migrar… Me pedían en todos los sitios, aquí en
Madrid, hablar el inglés y dije: bueno, pues me voy»). Se fue soltera, sin hablar palabra de
inglés, y se puso a estudiar y trabajar al mismo tiempo («empecé limpiando y luego pues
fui mejorando»). Primero se enamoró de un norteamericano («con la mala suerte que se
murió a los dos años»). Después conoció a su exmarido, de nacionalidad francesa, con
quien se fue a Holanda y tuvo un hijo. Tras el divorcio («había un diferencia cultural muy
grande, aparte del mal carácter») regresó a España. No le fue bien en Madrid y se fue a
Canarias a trabajar en la hostelería («pero con la crisis cerraron el hotel en el que
trabajaba y estoy de vuelta en Madrid»). Considera que todo lo vivido, mejor o peor, le
ha servido para aprender (entre otras cosas dos idiomas, inglés y holandés, en los que se
defiende). Guarda un mejor recuerdo de Inglaterra («es un mundo muy cosmopolita,
entonces he conocido gente de todas las nacionalidades»). Solo recuerda un disgusto en
lo laboral, que le lleva a afirmar que la cultura musulmana es muy difícil de entender para
un español («yo estaba de ayudante de directora en el hotel y tuve problemas con un
empleado que era musulmán, de Bangladesh, y no aceptaba mi autoridad»). Este

38
testimonio lleva a reafirmarnos en la visión de una nueva emigración española más
extendida generacionalmente. Su análisis sirve también para entender que las formas de
xenofobia y xenofilia se entremezclan con cuestiones culturales y de género.
De su familia es la única que ha emigrado. Al irse de España en 1996 y regresar en
2006, aporta otra visión de la inmigración («yo me fui en el 96 y no había tantos
emigrantes; de hecho, apenas había latinos, cuando yo he vuelto sí he encontrado
muchísimos latinos»). Dejó una España con poca inmigración, en su mayoría marroquíes
de baja cualificación, y vuelve a una España con mayor presencia latinoamericana, con la
que tiene más relación laboral, vecinal y de amistad. Algo que contrasta con su etapa
fuera de España en la que «procuraba estar con otra gente para aprender otro idioma».
No obstante, conoció muchos españoles que habían emigrado porque eran
homosexuales («gente que generalmente eran de pueblos más pequeños, que se han
marchado porque no se atrevían a hablar abiertamente de su sexualidad con sus amigos y
familia; y, entonces, tenían que huir del país para ser como ellos eran»). En Inglaterra y
Holanda trabajaba en la misma empresa con otros inmigrantes, pero con los europeos
del Este no se relacionaba («amistades muy pocas, son más fríos que nosotros, son una
cultura diferente»). En cambio, recuerda cómo otros se ayudaban incluso:
—Los inmigrantes de la misma cultura se ayudan muchísimo. Allí cuando estás fuera te aúnas. Por
ejemplo, tú sabes la competencia que siempre ha habido entre madrileños y catalanes y eso… Cuando
estás fuera esa tontería desaparece, eso desaparece. Y luego pues te ayudaban por ejemplo entre latinos.
He trabajado con brasileños, nos apoyamos con italianos y con portugueses (…) Los únicos que no me
han ayudado, que si pueden te ponen una zancadilla, los franceses. Es una cultura distinta. Ellos van a
lo suyo…

Mujer madrileña, 43 años, divorciada de un francés, con quien tuvo un hijo. Ha vivido cinco
años en Londres, cinco en Holanda y dos en Canarias. Trabaja como limpiadora tras retornar a
Madrid. Tiene vecinos y amigos inmigrantes, sobre todo latinoamericanos («la cultura
musulmana me atrae muchísimo, a pesar de las diferencias me encanta»). Estudió COU, pero
dejó Derecho en primer curso.

No sabe, ni le importa, lo que piensen los españoles sobre los inmigrantes. Confiesa
que si tuviese la posibilidad hoy se iría a Latinoamérica a vivir. Solo ha estado en Santo
Domingo de visita. Le gustó, a pesar de la pobreza, dice. Pero tiene muchas ganas de
conocer Brasil, Colombia, México. Su postura ante la regulación de los flujos migratorios
ayuda a completar el perfil de este caso, en el que concurren varias experiencias de
trabajo y vida transnacional, incluida la formación y ruptura de una pareja mixta.
O sea, ¿te gustaría que se regularan todos esos inmigrantes que están en España?
—Si son gente trabajadora, que vienen a trabajar, honrados, que no son sinvergüenzas sí. Cuando veo
vagos que se aprovechan, que viven del cuento, que viven de la droga como he visto muchos, pues ¡se
vayan a sus países! Pero la gente que he conocido, latina muy buena, que trabaja como todos los
demás, me parece estupendo. Y los conozco. Se han establecido y han abierto negocios; y me alegro
que les vaya bien.

Casos 1.2.B. Biografías mixtas a caballo entre familias, culturas o territorios diversos

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Aunque el fenómeno de las identidades mixtas y las parejas mixtas no empezara siendo
central en los estudios cualitativos vinculados a los proyectos MEXEES I y II, en ambos
trabajos de campo han surgido casos o testimonios fruto de una suerte de serendipia. Y el
interés del equipo investigador ha ido en aumento. Hay colegas que han hecho de ello su
línea de investigación. Baste anotar aquí un par de referencias a trabajos recientes con
diversas perspectivas, en los que se reúne a su vez una amplia bibliografía (Steingress,
2012; Cortina y Esteve, 2012; Martínez Sahuquillo, 2012). En este apartado no están
todos los casos de mixtura de diverso tipo, reunidos en la cala cualitativa de finales de
2010 y primera mitad de 2011; pero se ha hecho epígrafe aparte con algunos de ellos
para resaltar su aporte a nuestras indagaciones. Las formas de xenofobia (y de xenofilia)
no se comprenden (ni se previenen) sin tenerlos en cuenta.

Casos 1.2.B.1. Empresaria venida a menos, reacia a la inmigración, con una biografía
migrante (Salamanca, Chile, Londres, Madrid) y mixta (noviazgo fallido).

La pareja mixta (española-francés) con descendencia, que acabara en divorcio (y con


la que cerrábamos el apartado anterior), cabe contrastarse con otros casos femeninos de
la generación madura (30-44 años). Ya nos hemos referido a la mujer profesional vasca,
afincada en Madrid, conviviendo con su novio argentino. A continuación abreviamos la
biografía de otra mujer autóctona, de 43 años, muy viajada. Su relación sentimental con
un ruso (que califica de «experiencia nefasta»), rota un año antes de la entrevista parece
estar detrás de su resentimiento hacia los extranjeros inmigrantes en general. Expresa, sin
apenas recato, un cierto rechazo a tener que compartir, sin remedio, espacios de la vida
cotidiana («solo les veo en la calle, cuando entran en las tiendas y eso, en los
supermercados; esa es toda la relación que tengo; o sea, te rozas con ellos
permanentemente, porque están por todos los sitios, nada más»).
Su biografía mixta le viene también por haber vivido (en su adolescencia y en otras
etapas de su vida) entre España, Chile e Inglaterra. Nacida en Salamanca a finales de los
60, su familia (terrateniente y acomodada) se traslada a Madrid. Desde los 9 a los 18 años
vive en Chile con sus padres. Vuelve a Salamanca para estudiar en la universidad. Tras
licenciarse viaja a Londres buscando otras opciones laborales. Pasa seis años y retorna
sin haber logrado todos sus propósitos. Prueba en su ciudad natal, dirigiendo su negocio.
Se traslada finalmente a Madrid, intentando otras opciones laborales, gastando sus
ahorros, en situación de paro, viviendo de alquiler con ciertas estrecheces («quiero volver
a montar mis negocios, porque no me gusta trabajar para otros»).
De su experiencia emigratoria familiar a Chile (cuando niña o adolescente) destaca
diversos cambios, pero siempre bajo el amparo de sus padres («lo único que sufres es el
cambio de cultura, de sociedad, cambio de amigos, de cosas; pero no problemas»). Por el
contrario, de su época en Londres donde fue a buscar trabajo atraída por salarios más
altos guarda un cierto desengaño y mal recuerdo.
—Se me terminó el dinero y me tuve que volver. Me acuerdo que [Londres] estaba lleno de gente de

40
Europa del este. Dormían en la calle (…) me impactó mucho, la verdad. Y luego todo lo que te
cuentan era mentira, porque decían que pagaban más. Te pagan más, pero es que todo es mucho más
caro. Así que, en relación, el poder adquisitivo que tienes con el sueldo yo creo que es mejor en España
que allí.

Mujer salmantina, 43 años, empresaria en paro. De familia acomodada, con la que se traslada
a Madrid siendo niña, a Chile siendo adolescente. Regresa a Salamanca para hacer estudios
universitarios. Intenta abrirse camino profesional en Londres hace cinco años. Retorna a
Salamanca para montar su empresa en el sector inmobiliario. Ante las dificultades económicas se
traslada a Madrid a finales de 2010, donde busca trabajo, mientras su familia se divide entre
Salamanca y Chile.

Un hermano suyo también emigró por trabajo, pero a Ecuador, donde vivió cinco
años, ganó dinero. Señala que tuvo una buena experiencia, salvo por los problemas de
seguridad (relata un episodio de secuestro). A pesar de estos antecedentes y el
conocimiento de la emigración española secular a América y a Europa, su comparación
con la inmigración actual en España deja traslucir una postura clara de rechazo («cuando
vienen los inmigrantes aquí, no vienen ni con contrato de trabajo ni nada, vienen aquí a
hacer bulto, no vienen con un objetivo; porque los españoles cuando salían iban con un
objetivo, iban a trabajar o iban a hacer algo, pero es que yo veo que entra todo el
mundo»). Reconoce abiertamente que no simpatiza con los europeos del Este. Hay
trazas de discurso comprensivo y de discurso resentido, e incluso con tintes clasistas. Se muestra
desconfiada con los extranjeros con una cultura y normas diferentes a las suyas. Ha
notado que ahora en España hay menos inmigrantes («antes yo creo que te subías al
metro y el 50 por 100 de la gente era de color»). Resulta sintomático que, al pedirle que
narre un episodio agradable, cambie enseguida a lo negativo que observa en los
ambientes donde se mueve («la gente está muy reacia a la gente extranjera y le tiene
mucho rencor; yo lo veo, y están muy hasta las narices»).
Salvo algunos atisbos de reflexividad tolerante (el recurso a la memoria emigratoria de
España y el reconocimiento de que se ha sido y se sigue siendo emigrante), predomina
un discurso más bien reacio, que se expresa con mayor crudeza y menos autocensura que
en otros casos. Hay referencias directas a la crisis, como causante de la nueva actitud de
recelo entre los españoles ante una inmigración que se percibe excesiva («como hay
menos trabajo, pues molestan, estorban»). No se quiere inmigración con proyecto de
permanencia; solo turistas o la mano de obra que necesite el mercado y que se sepa
comportar. No cree en los derechos humanos, a pesar de su religiosidad.
—(…) si hay trabajo pues que vengan, pero si no hay trabajo para qué. No les dejaría entrar. Si vienen a
hacer turismo y quieren dejar aquí el dinero pues bien, pero si vienen para quedarse para robar pues no;
o para montar escándalos (…), que se vaya a su país y ya está. Es que cuando vas a otro sitio también
tienes que adaptarte a las reglas de ahí (…). En todos los países hay clases y clases. Y yo creo que
tienen que seguir existiendo las clases, les guste o no; y cada uno tiene que estar en su sitio. Porque no
valemos todos para todo. Yo creo que los mismos derechos hasta cierto punto sí, pero no todos (…).
Hay que ser solidario, humanista, los derechos humanos y todo eso… Pues yo no creo en todo eso. Es
la verdad. Y mira que soy católica, pero hay cosas que no soy tan cristiana.

41
Casos 1.2.B.2. Profesor bilingüe (alemán-español): nacido en Alemania, hijo de la
emigración española

Compendiamos un nuevo testimonio con perfil mixto en su biografía. El caso


recuerda (y cabe equipararlo) al de la mujer con nacionalidad e infancia alemana y progenitores
españoles emigrantes retornados que se levantase en el estudio precedente (Cea D’Ancona y
Valles, 2010c: 230-233). Entonces se presentó bajo la etiqueta o en el grupo de los
denominados, por nosotros, europeos aureolados. Ahora se ubica en este apartado de
autóctonos maduros con biografías mixtas, pero se está igualmente ante una persona
nacida y criada en Alemania cuyos padres españoles retornan a España. A sus 41 años
recuerda lo vivido treinta años antes, a los 11 años.
—Lo pasé muy mal, porque estuve odiando a mis padres dos años. Yo había dejado mi vida, mi infancia y
mis amigos en Alemania. Yo, prácticamente era alemán. Aquí en España… era un re-emigrante.
Entonces, volvía…, volvía… pero yo no me había ido. O sea, yo había nacido en Alemania.
Entonces el cambio pues fue gordo, sí. Fue bastante gordo. Luego ya pues me fui adaptando poco a
poco (…). Luego ya no me acordaba de lo mal que lo había pasado. Aunque sí tenía todavía nostalgias
y recuerdos…; y, bueno, los tuve durante mucho tiempo… de cómo hubiera sido mi vida si hubiera
seguido en Alemania.

Varón de 41 años, nacido en Alemania en una familia española de clase media-baja que
emigró del medio rural castellano a Alemania y retornó a España, instalándose en Madrid cuando
él tenía 11 años. Trabajó unos meses en Alemania. Se dedica a la docencia en un colegio privado,
como profesor bilingüe. Vive en Carabanchel con su pareja.

De su niñez alemana recuerda un enfrentamiento con un compañero de colegio


(«debió de ser que él reconoció que por mi color de piel no era muy alemán; yo no
entendía por qué pues yo me consideraba uno más allí, hablaba mejor alemán que
español»). Se solucionó con la mediación de los profesores, civilizadamente, y acabaron
siendo amigos. Recuerda los veranos en España, donde sus padres venían a pasar todos
los días de vacaciones que podían reunir en el trabajo. Una mezcla de agobio (por el
calor) y de tristeza (por lo sucio y atrasado del terruño paterno) era su impresión de
España entonces. La parte agradable era poder estar todo el día en la calle, jugando con
los amigos. Algo inconcebible en su Hannover natal.
Estudió Filología alemana para sacar provecho de su bilingüismo, como así ha
ocurrido en su vida laboral («tuve la ventaja de que en el currículum ponía que era
nativo»). Compaginó los estudios con el trabajo estival en el negocio de fontanería de su
padre. Pero ha sido su condición de nativo alemán lo que le ha abierto las puertas para
trabajar en academias y colegios. También estuvo cuatro meses trabajando en hostelería
en Friburgo. Fue una vuelta a Alemania en la que comprobó que le trataban mejor que a
los demás extranjeros, por ser español, por su manejo del idioma y al enterarse que había
nacido allí. Con todo, añade: «ahí ya me di cuenta que, evidentemente, ya no era alemán
sino un español en Alemania otra vez; así que volví a re-emigrar». Esa, advierte, sí fue
una experiencia migratoria, de ir a trabajar. En cambio nunca se consideró emigrante
cuando niño («estaba totalmente integrado dentro de la sociedad; otra cosa era esa

42
sensación que tenían mis padres»). Recuerda la nostalgia de sus padres, de querer volver
a su país. Algo que él entonces no entendía («yo estaba estupendamente donde estaba,
tenía mis amigos, mi círculo y mi vida en Alemania»). Veía que sus padres vivían bien,
mejor que si hubiesen estado en España. El balance actual es favorable («mejoraron sus
condiciones laborales, educativas y vitales; y luego tuvieron la oportunidad de poder
volver»).
Muy distinto es el dibujo que hace de la emigración de sus amigos de la universidad,
los que estuvieron trabajando en Inglaterra para mejorar el inglés («fregando platos
durante una temporada, y que los trataban como una mierda por ser españoles, según me
contaban ellos»). También recuerda a sus amigos de la infancia, los hijos de otros
emigrantes españoles como sus padres y que sí se quedaron en Alemania («es un caso
curioso porque ninguno de ellos se ha casado con alemanas (…) se han casado con hijas
de emigrantes españoles, o italianos»). Concluye señalando que siguen sin considerarse
alemanes, y que la sociedad alemana tampoco los considera alemanes del todo («Mi
generación, mis amigos, no pueden votar en las elecciones generales»).
Al comparar el pasado emigratorio español con la inmigración actual en España
remacha que «hay grandes diferencias». Retoma el caso de sus padres para indicar que la
mayoría de los emigrantes españoles «iban con sus papeles en regla, con su contrato de
trabajo», a diferencia de «los pobres que tienen que cruzar el Estrecho en pateras». Luego
distingue esta inmigración de sobrevivencia con la elegida (por ejemplo por sus
compañeras de trabajo francesas, que se han emparejado con españoles o han decidido
trabajar aquí; o los compañeros de trabajo de su mujer, rumanos, alguno de ellos con
pareja española). Le cuesta expresar sus preferencias o antipatías hacia inmigrantes
concretos, al haber sido hijo de emigrantes en país extranjero. Opta por afirmar que la
inmigración es necesaria y supone enriquecimiento cultural, a sabiendas de que para la
gran mayoría de los españoles les pueda sugerir miedo («por lo desconocido, que le
quiten el puesto de trabajo, que está ahora muy de moda ese pensamiento, cuando antes
nos aprovechábamos bien de ellos para enriquecernos»). Cree que de entre los
extranjeros que decidan quedarse se formarán familias mixtas («hispano-ecuatorianas, o
hispano-lo que sea»).

Casos 1.2.B.3. Portavoz de una minoría étnica entre el estereotipo y la invisibilidad: la


comunidad gitana española

La pertenencia a una familia tradicional gitana encabeza su autorretrato, pero a lo


largo de la entrevista sociológica quedan huellas conversacionales del mestizaje con la
cultura mayoritaria; más en el plano identitario general («nosotros somos españoles», «Yo
soy gata, yo soy madrileña»), que en el test de la heterogamia («si mi hija fuese gitana
como lo soy yo… pues no se casaría con un payo»). La conciencia de clase (o
autoimagen) y el espíritu crítico dejan también rastro del carácter mixto de su biografía
(«en España existe eso: o el folclore o el gitano en el gallinero; entonces hay un montón

43
de gitanos que estamos en medio, en el que yo me encuentro, que somos completamente
invisibles para el resto de la sociedad…»). Para contrapesar esa invisibilidad (y la
estereotipia sobre la mujer gitana española) la Fundación Secretariado Gitano y el Instituto
de la Mujer coeditaron en 2003 el libro 50 mujeres gitanas en la Sociedad Española (Cerón
Ortega, 2003). Han seguido otras muchas iniciativas desde otras instancias, incluidos los
medios de comunicación (algunos de estos reconocen haberse quedado en la doble
imagen de los extremos: los marginados y la, contraria, de los artistas acomodados). En
2012 una cadena de televisión anunciaba que iba a mostrar en un nuevo programa «el
lado nunca visto de los gitanos»5. Nuestra informante ha sido entrevistada por algunos
medios, como el señalado en la nota al pie (14 de marzo de 2012), donde se ha
expresado de manera elocuente («nos gustaría ver menos a Joaquín Cortés y a Antonio
Carmona y ver más a médicos o a inspectores de vivienda gitanos, como los que yo
conozco»).
Está embarcada en una investigación sobre las mujeres de su familia. Uno de sus
hallazgos tiene que ver con los apellidos («hace cinco generaciones que somos Jiménez,
pero hace seis generaciones que éramos Nizza»). Sus antepasados vinieron de Italia y el
cambio de apellido se debió a la persecución de los gitanos en España («hasta el 78, con
la Constitución, no hemos sido ciudadanos de pleno derecho»). Rememora la etapa
franquista y la Ley de Vagos y Maleantes. Lamenta no ser experta, pero demuestra estar al
tanto de información hoy disponible en la red6 y logra documentar su improvisado pero
razonado relato.
—Entonces todos los gitanos que no tuviesen un oficio, que no tuvieses, por decirlo así, un amo, una
persona que no fuera gitana que les apoderara o que viviera con ellos, podían ser arrestados… Ese tipo
de cosas, ese tipo de persecución sufrían los gitanos en aquella época. Entonces, lo que tengo
entendido con respecto a los apellidos es que los gitanos adoptaban los apellidos de sus jefes. Por
ejemplo, pues mi familia hasta principios de siglo en 1900, que trabajaban en el campo, si trabajaban en
las tierras de un señor… Claro, porque Jiménez es un apellido castellano y mi familia viene de Castilla.
Entonces eso me lleva a pensar que nosotros somos Jiménez…; que igual nuestro apellido era Nizza,
pero al tener que tener el apellido de la persona que te contrataba…

Mujer, 36 años, soltera, gitana madrileña, hecha a sí misma. Educada en un colegio privado de
monjas irlandesas, desde niña le apasiona la escritura y el periodismo sobre todo lo relacionado
con el pueblo gitano. Desde muy joven ha colaborado en asociaciones que promueven la
alfabetización y formación de los gitanos, hasta llegar a formar parte de la Fundación Secretariado
Gitano en su área de comunicación. También es empresaria. Ha creado una empresa de eventos
donde emplea a jóvenes gitanos. Vive con uno de sus cuatro hermanos, dedicado al baile y a la
música, como gran parte de su familia. Destaca dos proyectos vitales: impulsar su empresa y
seguir trabajando en FSG, para no desvincularse de la misión que tiene que ver con su pueblo.

Aunque ella siempre ha vivido en Madrid, su padre (guitarrista en compañías


importantes) ha viajado por medio mundo. Se refiere al origen gallego de sus padres y a
la dedicación a la venta ambulante de sus abuelos «gitanos castellanos» (de Valladolid y
Burgos) por toda la geografía española. Dos «itinerancias» que muestran la movilidad social
ascendente habida en su familia de origen. Añade que «hay mucho orgullo con el tema de
ser gitano de Madrid». Advierte la pluralidad de las identidades gitanas, dentro de la

44
realidad autonómica española («aunque sí que tenemos un sentir común y una cultura
común, pero entre nosotros hay muchísimas diferencias; no tiene nada que ver un gitano
de Asturias con un gitano de Andalucía»). Señala que mientras en el norte se prohibía a
los gitanos, hasta hace pocos años, la entrada en algunos bares, en el sur han pasado más
desapercibidos. Y a los gitanos famosos les cierran las tiendas para que compren sin que
les molesten. Se solidariza con los gitanos rumanos en España porque, dice, le mueve
algo por dentro7. Pero cree que es la «gente de África» quien sufre más el racismo («yo
como mujer gitana he sufrido racismo muchas veces; sé que ellos, un muchacho negro
va a sufrir el racismo; las personas que son racistas, si lo han sido conmigo que soy
española, van a ser con él el triple»).

Casos 1.2.B.4. Actor teatral casado-separado con mujer latinoamericana: un observador


participante de la zona de Lavapiés

Un primer análisis de la muestra conversacional tomada mediante entrevista


sociológica cualitativa advierte, en este caso, indicios de xenofilia mezclados con episodios
de rechazo hacia determinada población inmigrante por problemas de convivencia
vecinal. Las claves de su percepción de lo extranjero se hallan más en la propia biografía
que en la familiar de origen. Pasa los primeros 18 años de su vida en una ciudad
andaluza, de 1977 a 1995. Tras dos años probando en la universidad de una ciudad
vecina, decide ir a Madrid a estudiar teatro («me vine buscando aprender, buscando
maestros y buscando trabajo…; ahora mismo ni se me ocurriría irme de aquí»).
Rememora su trayectoria de viviendas y formas de convivencia en distintas zonas de la
capital, los primeros años, hasta lograr vivir solo o en pareja por Lavapiés. No ha
olvidado la dureza del «primer impacto», al venir de ciudades pequeñas a la gran urbe
madrileña («me acuerdo que casi abandono…; me parecía demasiado grande para mí,
demasiado inaccesible; con el tiempo, aquí estoy, y me siento cómodo»). Tuvo que
compaginar trabajos de hostelería y otros con sus estudios, hasta que el último año de
carrera le salió un trabajo bueno de actor.
De la experiencia migratoria familiar apenas destaca el intento de venir a Madrid de
su hermano. Pero después de ocho meses regresó a su Andalucía natal. Por ello es su
propia experiencia de emigración interior la que contrapone a la inmigración llegada a
España en estos años desde el exterior.
—Debe haber algunas semejanzas porque siempre irte de tu casa para prosperar tiene un impulso parecido
en todo los seres humanos. Pero en un proceso migratorio como el mío, tienes la espalda muy cubierta,
tienes la familia muy cerca, estás viajando con red, sobre seguro (…). Yo estoy de hecho casado con
una chica colombiana, que vino aquí sin eso (…) su situación era mucho más peliaguda (…) Ellos no
tienen un sitio donde volver. Por lo menos hoy. Si yo tengo un problema puedo volver a mi casa, ellos
no. Y la cultura, quieras que no, es muy semejante: los cambios son muy poco bruscos, el andaluz con
el madrileño. No, yo creo que un latino cuando viene aquí el choque es más fuerte y es más violento
(…) mi proceso de adaptación ha sido mucho más cómodo.

Varón autóctono, 33 años, natural de Andalucía. Abandona los estudios universitarios en

45
Humanidades y Ciencias Sociales para dedicarse al teatro, primero en Granada y luego en
Madrid, donde llega con 20 años. Se forma en la Escuela Nacional de Arte Dramático, destacando
en los estudios y logrando trabajar en su oficio. Se casa con una compañera de estudios,
latinoamericana, de la que se separa posteriormente.

En su entorno laboral actual hay pocos extranjeros. Su relación más directa hoy es la
vecinal (compra a diario la leche y el pan en una tienda que supone será paquistaní).
Relación diaria pero de poco trato. Sigue viviendo en la zona de Lavapiés, aunque se ha
mudado varias veces de calle. De una de ellas se marchó por el ambiente tan hostil, que
describe con detalle.
—Recuerdo que me fui un poco quemado por las broncas entre gente de color, subsaharianos o
senegaleses, no sé bien… En mi bloque había dos casas, de estas donde vive mucha gente. Hay gente
que duerme por la mañana, otra que duerme por la noche. Y había unas broncas muy violentas, muy
violentas. Y, uno de los días, bajé por las escaleras, había un charco de sangre en la puerta de una casa;
y la sangre por las escaleras hasta la salida, que se salía por la calle. Ya me pareció excesivo, me
sobrepasó (…).
—Los chinos no tienen ningún tipo de integración con los marroquís, ni con los paquistanís… No hay
una integración, hay una convivencia obligada porque comparten un mismo espacio. Pero, los
chinos no tienen ellos una… intención de integración. Y las broncas de los chinos con el resto de las
etnias son diarias (…).
—En Lavapiés yo veo que la esquina de la calle Lavapiés con la plaza es de los marroquís. Y tú vas por la
calle paralela y venden hachís los negros, no los marroquís, ¿sabes? Hay zonas, yo veo que está
dividido por zonas, no te digo solo de etnias extranjeras. Un poco más arriba está el barrio de la
Latina, y en la zona de los gitanos de la Latina y tal. Yo no veo que haya ahí una integración entre
gentes de distintas etnias, ni blanca ni de ningún tipo, veo todo muy seccionado…

Dice no tener preferencias por ningún tipo de extranjeros; tampoco que haya alguno
que le caiga mejor. Pero se muestra más expresivo al hablar de lo que ve u oye en el
vecindario, en otros momentos de la entrevista en los que se sincera. La imagen
edulcorada de algunos medios de comunicación la contrasta con su testimonio.
—Aquí, la gente, tiene rechazo. Mi vecina tiene rechazo. Y yo no lo tengo porque lucho por no
dejarme llevar por ese miedo; como el miedo que hay ahora en el mundo, en los aeropuertos, con
que haya bombas y todo eso. Pero la verdad es que mi vecina no pasa por al lado de la mezquita de
Lavapiés. No le gusta. O por los locutorios. No entra en ese tipo de sitios. Y encima te hablo, también,
de una mujer de setenta y tantos. Pero sobre todo con la gente árabe, yo creo que hay mucho… mucho
rechazo.

Casos 1.2.C. Entre la movilidad migratoria dentro del propio país (rururbana8, capitalino-
provinciana) y el sedentarismo

Cerramos este apartado sobre los autóctonos maduros, y su memoria de movilidad


migratoria personal o familiar, con los casos donde prima la emigración interior (del
pueblo a la ciudad, entre ciudades) o una cierta inmovilidad. Destacamos aquí solo
algunos. Sus trayectorias vitales, aún más abreviadas por razones de espacio editorial,
ayudan a completar el panorama de circunstancias histórico-sociales y biográficas desde
las que se percibe la presencia inmigratoria en tiempos de crisis.

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Contamos con dos testimonios de mujeres nacidas en el medio rural y que acaban
instalándose en la gran ciudad. Una de ellas, debido a su formación y trabajo como
pedagoga, destaca lo observado y lo que se fomenta en los contextos escolares (resalta
además que las familias inmigrantes «en estos momentos de crisis lo están pasando peor
que algunas familias de aquí»).
—En los colegios, sobre todo cuando los niños son pequeños, todos los episodios son agradables
realmente, porque todos juegan con todos. Les da igual si el compañero es chino, es ecuatoriano o es
español o es gitano, que también lo hay (…). Se han celebrado en el Instituto algunas jornadas de acogida,
en las que cada familia de los niños de una nacionalidad ha traído al colegio platos típicos…

Mujer autóctona, 39 años, natural de un pueblo de Cuenca. Sus padres eran los maestros del
pueblo. Llega a Madrid a los 14 años, para estudiar la secundaria (viviendo con los abuelos) y
acaba formándose y trabajando como pedagoga. Un tío por línea materna emigró y retornó de
Alemania («la mayoría de inmigrantes que han venido a España ha sido un poco como fue él a
Alemania…, para buscar un puesto de trabajo mejor o ganar más dinero»). Una hermana trabaja
en Latinoamérica en una ONG.

El otro caso femenino cuenta con mayores resonancias de éxodo rural con destino
ultramarino en la biografía familiar, que reconoce tamizan su percepción de la
inmigración actual («pensaba en mis tíos que, cuando se fueron, también dejaron aquí a
sus hijos con sus padres»). Se refiere a una compañera de trabajo, peruana, a la que han
denegado la reagrupación. Rememora la emigración con retorno de todos los hermanos
y hermanas de su madre (a Francia, Alemania, Brasil, Venezuela) en los años 50 y 60
(«todos se fueron del pueblo buscando una vida mejor», «en el pueblo no había ni luz ni
agua»). La palabra crisis no aparece en la entrevista, pero su relato de la propia
experiencia emigratoria refleja un pasado difícil («me he buscado la vida hasta este
momento y espero seguir buscándomela… no ha sido fácil»).
—Yo creo que las necesidades son las mismas…, que todos salimos de nuestro entorno buscando una
vida mejor (…). Quizás la diferencia que veo es que, yo por lo que me cuentan mis tíos, es que
antes se iba con trabajo, con un contrato de trabajo. Y ahora a lo mejor se viene un poco a la
aventura. No lo sé. Esa es la diferencia que veo. Pero el fin es el mismo: buscar un futuro mejor.

Mujer autóctona, soltera, nacida en 1970 en un pueblecito de Zamora. A la edad de 18 decide


trasladarse a Madrid para buscar trabajo. Logra ocuparse como auxiliar de enfermería en
diferentes centros y hospitales. Viajó un mes en 2004 a El Salvador con una ONG.

De entre los testimonios masculinos, resaltamos el caso marcado por una movilidad
forzada desde la capital a una provincia andaluza, debido a una historia de maltrato con
su padrastro que no quiere recordar («tuve que mudarme a casa de una tía mía en Cádiz,
cuando tenía 13 o 14 años»). A pesar de la brevedad de su rememoración, encontramos
algunas instantáneas retrospectivas que cabe asemejar a lo ocurrido en otras vidas
migrantes o móviles. La constante cuestión del acento, la marca del forastero, la
atribución prejuiciosa de posición social y sus efectos en el día a día.
—Yo era el que venía de la «capi» y todos me llamaban «Madriles» (…). Al principio fueron sobre todo
inconvenientes porque, como era de la «capi», ellos creían que yo me creía superior a ellos. Se
burlaban un poco de mi acento madrileño, y tal. Pero, bueno, eso con el tiempo fue

47
desapareciendo.

Varón autóctono, nacido en Madrid en 1979. A los 3 años sus padres (empleado de casino y
ama de casa) se separan. Infancia y adolescencia duras («rebotando de colegio en colegio y de
casa en casa de tíos, abuelos y demás; me emancipé con unos 18 años»). Se muda a Cádiz con 13
años por el maltrato de un padrastro. Trabaja y vive con su novia desde hace años. Le gustaría
abrir un bar. Tiene relación laboral y de amistad con inmigrantes.

Su referente de emigración familiar pasada tiene que ver con los años felices que
vivieron sus abuelos en Venezuela, según le ha contado su abuela («mi abuelo nació en
Galicia; mi abuela en Marruecos, pero de padres españoles»). Actualmente su hermana
(ingeniera) vive en Nueva York. Sabe que al principio lo tuvo difícil. Fue a hacer un
máster, se enamoró de su profesor de inglés y se casó (pero «tuvo problemas para que le
dieran la nacionalidad»). Su caso, señala, es como la película Matrimonio de conveniencia (un
fenómeno que parece haber cobrado actualidad en España con la crisis, a tenor de la
memoria anual 2012 de la Fiscalía de Sala Coordinadora de Extranjería y otras
informaciones difundidas por los medios)9.
Su comparación entre el pasado emigratorio y el presente de la inmigración en
España le lleva a destacar una semejanza y una diferencia, de lo que se deduce una
actitud propia de xenofilia y ajena de xenofobia.
—La gente emigraba entonces y ahora para conseguir trabajo; y porque la situación en su país de origen
era complicada, bien sea por guerras, dictaduras o simplemente porque son países subdesarrollados y
ven en la emigración una oportunidad para poder labrarse un futuro (…) Antes cuando los españoles
emigraban a Alemania o a Sudamérica a conseguir trabajo, los locales les acogían de forma más
hospitalaria. Ahora a la gente le molesta que vengan a quitarles su trabajo, en vez de decir que vienen a
echarles una mano.

Por último, abreviamos la biografía de alguien que siempre ha vivido en su ciudad


natal; y reconoce el temor a un hipotético desplazamiento («nunca he salido de Madrid y
es algo que me daría cierto miedo»); por lo que expresa su admiración hacia quienes
emigran. En su familia no hay apenas historial de emigración (salvo la que hiciese su
madre desde un pueblo burgalés a la capital madrileña en los 60, «encontró trabajo en un
restaurante donde conoció a mi padre»). Lo compara con la inmigración actual que llega
a España desde fuera.
—Pues creo que tiene una gran diferencia ya que en la época en la que emigró mi madre se aceptaba muy
bien el cambio, ya que la ciudad estaba creciendo; y, bueno, la gente se iba para mejorar. En la
actualidad también la gente se va a otros sitios para mejorar, pero se ve peor por la situación actual
de crisis que se vive en España; donde hay mucha gente que piensa que los inmigrantes vienen a
quitarnos los trabajos, las ayudas y tal… Y no es así. Haya o no inmigrantes creo que esto podía estar
igual de mal.

Varón autóctono, 33 años, sin pareja (pero «con perspectivas de formar una familia en el
futuro»), estudios universitarios incompletos de filología hispana. Trabaja de encargado en un
taller de automoción, pero sigue viviendo en casa de los padres. Tiene amistad con inmigrantes:
«un amigo búlgaro que se vino a España hace 4 años para trabajar (…) pero se vuelve en pocas
semanas» y una «amiga chilena que llegó hace 6 años, es estudiante y trabaja».

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A pesar de la xenofilia expresada a lo largo de la entrevista, reconoce cierta antipatía
hacia determinados inmigrantes («a los moros, y esta idea es bastante reciente sobre todo
a raíz del 11 de Marzo, les tengo bastante manía si se puede llamar así»). Junto a la
argumentación propia a favor de la inmigración (contribuyen a las pensiones de los
jubilados españoles); se contrapone otra negativa, que correspondería a una mayoría de
españoles («aunque ahora exista la firme idea de que la inmigración nos está dando
problemas a la hora de librarnos de esta crisis, que sinceramente no lo creo, creo que va
mucho más allá»). Se muestra pesimista sobre el futuro de la inmigración en España,
reiterando los sentimientos encontrados de xenofilia y xenofobia que observa en su vida
cotidiana.
—Lo veo bastante negro como la situación siga así, ya que la gente cada vez está más crispada con la
situación; y, como he dicho antes, se achaca en gran parte a que los inmigrantes hacen trabajos con
baja remuneración que los españoles no aceptamos. Entonces nos vemos en una situación de paro
bastante grave, y no por ellos; aunque haya muchas voces que lo crean así. Pero espero que tal
situación vaya por supuesto a mejor y cada vez sean mejor vistos, y que sean parte unida al resto del
país.

49
1.3. GENERACIONES AUTÓCTONAS TALLUDAS (45-64 AÑOS): A FAVOR DE UN MAYOR
CONTROL DE FRONTERAS, DEBIDO A LA CRISIS, DESDE DIFERENTES MEMORIAS
MIGRATORIAS Y RELACIONES ACTUALES CON INMIGRANTES

Se han vuelto a levantar testimonios de españoles entre los 45 y 64 años de edad,


para contrastar lo observado en el estudio cualitativo previo; y dar pie a descubrir nuevos
casos, patrones narrativos o sistemas de discursos alrededor de la memoria migratoria (y su
actualización en tiempos de crisis). Contamos con trece nuevas entrevistas (seis mujeres
y siete hombres) que hablan de la emigración española pasada y de la inmigración actual,
desde posiciones socioeconómicas e ideológicas diversas. En la mayoría de los casos se
comparte la demanda de un mayor control de fronteras, justificada por la falta de
empleo, o para lograr condiciones de vida y trabajo mínimamente dignas. Optamos por
presentar sus biografías abreviadas combinando varios ejes conceptuales y de
clasificación tipológica. Un primer eje, de posición social (que distingue dos conceptos
de inmigrante en el plano de las relaciones: inmigrante empleado vs inmigrante vecino). Un
segundo eje, de la memoria o imaginario migratorio español (que distingue dos narrativas
y discursos polares, resultantes de la comparación entre la emigración española pasada y
la inmigración actual: equiparación vs contraposición). De manera complementaria se ha
considerado también si en los materiales conversacionales prima la visión del inmigrante
persona vs inmigrante nación. De este modo se aportan coordenadas, elementos
contextuales y conceptuales que ayudan a entender mejor las filias y fobias que se
manifiestan (u ocultan). Su propia edad-generación nos indica que nacen en la España de
1946-1965, cumplen los veinte años entre 1966 y 1985. Salvo excepciones, han
protagonizado una menor movilidad internacional. En el momento de la entrevista su
trayectoria vital y laboral está consolidada, se tiene a pocos años vista la jubilación y se
piensa más en los hijos que en sí mismo. Aunque quienes ocupan posiciones
socioeconómicas más vulnerables (comparten vecindario con inmigrantes o compiten
con ellos en el mercado laboral) suelen expresar más fobias que filias, o una menor
corrección sociopolítica en su discurso.

Casos 1.3.A. Fobias (más que filias) desde relaciones vecinales o laborales igualitarias con inmigrantes
y una visión de la emigración española contrapuesta a la actual inmigración

Casos 1.3.A.1. Una relación de amor-odio

Suele irse de fin de semana con la familia a una «casita de campo» que hizo hace unos
años contratando a inmigrantes. Pudo comprobar entonces que gracias a ellos se habían
abaratado algo los precios de la construcción. Pero enseguida compara con la situación
actual: «el problema es que ahora, con la crisis, pues ahora no hay trabajo ni para unos ni
para otros». Su preocupación por la crisis, reflejada en el aumento del paro, es una

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constante a lo largo de la entrevista. No tiene reparo en expresar su visión de que ahora
hay inmigrantes que están ocupando puestos que ahora sí quieren los españoles.
No recuerda que hayan emigrado familiares o amigos a otros países; a otras
provincias sí, pero no considera que sea emigrar. No obstante, comparte el imaginario de
la emigración a Alemania o antes a Latinoamérica, por falta de trabajo en España,
además de porque «había una dictadura». Añade que «estaban bien considerados los
españoles que se iban fuera»; que también dejaban a las familias y que solían volver al
jubilarse («solían venir con bastante dinero, pero bueno también un poquito menos
españoles porque quizá les había afectado un poquito la soledad»).
Habla desde una cotidianeidad en la que se relaciona, mucho y de diversas maneras,
con extranjeros inmigrantes. Reconoce su preferencia por los europeos, los rumanos en
concreto porque los considera más similares y trabajadores; y a los latinoamericanos por
el idioma, aunque cree que son un poco perezosos.
—Tengo mucha relación. O sea, en mi trabajo pues tengo que tratar muchas veces con extranjeros,
como estoy visitando siempre empresas y particulares, pues muchos, muchos para venderles cursos o
para tratar con ellos. Hasta incluso muchos son propietarios de establecimientos, o rumanos o
marroquíes o lo que sean (…) que también tengo que tratar con ellos pues para venderles nuestros
productos (…) vecinos también, los típicos vecinos que te encuentras en la escalera y son de otro
país, son chinos o marroquíes (…) también estamos viendo que nos están quitando los trabajos.
Entonces (…) ese tipo de relación es un poco una relación de amor-odio. O sea, por una parte los
asimilamos y demás, y los aceptamos; pero por otra parte dices: joer, a lo mejor me cuesta encontrar
trabajo si están ahora todos ellos aquí (…)

Varón autóctono, 58 años, casado, una hija estudiando en la Universidad. Reside en un


municipio del área metropolitana sur de Madrid. Ha cambiado varias veces de trabajo. Dejó la
universidad, quiso volver pero le resultó muy difícil y no completó los estudios. Llegó a ser
ejecutivo de un periódico. Ahora es comercial en una empresa y hace cursos sobre manipulación
de alimentos.

Aún recuerda «la guerra esa en Alcorcón con los Lating King (…) pues entre la gente
joven normal y los Lating King». El municipio donde reside está próximo. A ello se
suma su particular visión de los medios de comunicación («siempre han defendido a los
inmigrantes, yo creo que los defienden más que hasta incluso a la propia población»).
Con todo, insiste que además de abaratar muchos precios la inmigración ha ayudado a
rejuvenecer la población europea y a hacer algunos trabajos que no querían hacer los
españoles («de alguna manera ya peligraba el sistema de pensiones»). Pero al preguntarle
por el futuro, el discurso reacio resurge: «aquí no conocíamos la inmigración, lo hemos
tolerao muy bien los primeros años, lo veíamos como una novedad (…) si hay trabajo
para todos no hay ningún problema, pero es que ahora mismo es que hay 4 millones de
paraos». La propuesta, aireada en las últimas elecciones generales por algunos políticos,
de devolver a su país a los inmigrantes que estén en una situación de desempleo
constante, la menciona espontáneamente y la comparte. Se muestra a favor de un mayor
control de flujos («mientras haya paro está claro que no deben venir más inmigrantes,
eso es una cosa esencial, desde luego»). Al igual que conoce lo que dice la ley y lo que
observa en la calle: «no tienen los mismos derechos, ni se les ve de la misma manera; eso

51
es…, en la calle es así».

Casos 1.3.A.2. «Antes en cuanto podían volvían, ahora no tienen la idea de volver…»

Con 14 años empezó a trabajar en una carpintería al lado de su casa. A los 15 pasó a
una imprenta y estuvo durante 20 años en el sector de artes gráficas. Hoy conduce un
camión de limpieza municipal. Retomó los estudios parcialmente («estuve estudiando
algo de BUP, que era como una mezcla de la secundaria y el bachillerato actual, en el
nocturno. Y una época también que estuve estudiando electrónica»). Hoy, cumplidos los
53, piensa más que en su futuro en el de sus hijos, que terminen los estudios; pues le
quedan catorce años de cotizar («antes de los 67 años, que quieren poner»). Le hubiera
gustado ser futbolista o haber hecho una carrera.
No se ha movido del área metropolitana madrileña, pero sí su hermana mayor (de 60
años hoy) que estuvo trabajando en Holanda desde los 21 a los 24 años («la gente
todavía en España, no tanto en relación con años anteriores, pero aún seguía emigrando
a Europa»). Recuerda que la peseta era una moneda muy baja, en relación con otras
divisas europeas. Retoma el caso de su padre («le pilló la guerra, pertenece a una
generación de lo que se llamaría la quinta del chupete o algo así (…) tuvo que pasarse 3
años en Marruecos, que por aquel entonces era Protectorado español todavía, para hacer el
servicio militar»). Rescata de su infancia una memoria emigratoria reiterada en estos
casos (destino Alemania), en la que él no participó, pero sí sus vecinos.
—Yo recuerdo en mi infancia, había mucha de la gente con la que yo convivía, vecinos y demás, que casi
todo el mundo tenía a algún familiar trabajando fuera. Y sí que recuerdo, sobre todo los veranos,
que venían pues chicos que entonces eran de mi edad, que algunos vivían en Alemania porque los
padres habían emigrado allí (…) La mayor parte de la gente era por un tiempo determinado y de hecho,
en cuanto podían volvían (…). Y venían con la idea de comprarse un piso, de vuelta, o poner sus
negocios (…). Y ahora lo que pasa es que mucha de la gente que viene ahora no tiene la idea de
volver a su país. Porque podría servir incluso para que esta gente luego reactivara la economía de su
país. No es el caso.

Varón, nacido en Madrid hace 53 años («en una familia de clase trabajadora, estuve en el
colegio hasta los 14 años; por necesidades familiares me tuve que poner a trabajar con esa edad»).
Padres originarios del medio rural de Guadalajara y Albacete, llegados a Madrid a edad temprana.
Trabaja en el servicio de limpieza viaria en el municipio donde reside (área metropolitana norte).
Casado, su mujer también trabaja fuera de casa. Tiene dos hijos, estudiando.

Tiene compañeros de trabajo colombianos. Cree que «lo de trabajador o no


trabajador no va en la nacionalidad, va en la persona». Advierte que no se puede
generalizar, pues «hay de todo»; pero se queja de que haya «gente que no sabe convivir»,
no solo incivismo, también «trapicheos con droga»; o de los oportunistas que «se
aprovechan de lo poco que tenemos del estado de bienestar, algunos sacan tajada».
Critica tanto a las mafias que trafican con los inmigrantes, como a los «empresarios sin
escrúpulos» («mucho negrero»). Lo que relaciona con las congelación de sueldos en
muchos sectores («luego que ha venido la crisis y mucho paro, mucha mano de obra

52
extranjera era de la construcción, ahora nos encontramos con unas cifras de paro que
hace 20 años eran impensables»). Con vistas al futuro cree que debería regularse más la
entrada, y pone de ejemplo el caso de su hermana, que fue con un contrato de origen,
«que lo hacía el Instituto Nacional de Emigración».

Casos 1.3.A.3. «Ahora vienen con muchísimas libertades…, y pocas obligaciones»

Le incomoda hablar del pasado o de sí mismo. Apenas enuncia unos pocos hitos
biográficos (el servicio militar, el fallecimiento de su padre y el nacimiento de su hijo). La
palabra que más reitera es «trabajo» (de 9:00 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 o 20:00; por
cuenta propia, instalando aire acondicionado y calefacción). Pero le gustaría haber sido
médico («por la posición de un médico»); algo utópico, lo señala, y que compensa con
otras metas alcanzables, como terminar una casa que comenzó hace tres años y mejorar
su bienestar económico («a ser posible más relajado, dada la situación económica que
tenemos en este país»).
Sin experiencia emigratoria, ni exterior ni interior; ni personal, ni familiar. Solo
cuenta que viajó a Estrasburgo una semana, a una convención de su sector empresarial, y
con españoles («en un hotel, y viendo una fábrica»). Su trato con extranjeros en España
es solo de tipo laboral («a nivel esporádico; es decir, de algún cliente que entras en una
casa y resulta que es extranjero»). La emigración española pasada, de la que sabe solo de
oídas, la compara con la inmigración actual del siguiente modo.
—La diferencia de lo que me llegó a mis oídos, pues, cuando los inmigrantes españoles iban a Francia en
unas condiciones más precarias (…) muchos más esclavizados. Ahora vienen con muchísimas
libertades…; demasiadas para mi gusto, y con pocas obligaciones… Pero también no es una
experiencia particular, sino simplemente lo que se oye en noticias y medios de información (…) Aquí
en el momento en el que entra un inmigrante, muchas veces sin papeles, lo primero que dispone es de
una Seguridad Social, un médico gratis, una atención sanitaria gratuita que muchas veces fuerza a
sobrecargar lo que es la Seguridad Social. Por otra parte, no aportan muchos de ellos ningún bienestar
a la sociedad puesto que no tienen papeles. Están como inmigrantes ilegales y eso supone también una
carga extra para el Estado (…) Es decir, estoy separando lo que sería una inmigración legal, de una que
no lo es.

Varón español, 47 años, clase media-baja, nacido en Madrid. Actualmente vive solo, tras la
separación, en un municipio del área metropolitana suroeste. Trabaja como autónomo (instalador
de aire acondicionado y calefacción).

Más que amigos, tiene conocidos extranjeros («muchos…, peruanos, ecuatorianos,


dominicanos, polacos, rumanos…»), en contextos laborales o de vecindario. No tiene
preferencias por ningún inmigrante («Yo lo que veo es a la persona. Me da igual que sea
de Chile, que sea de Puerto Rico, que sea de Rumanía. Lo que sí valoro de eso es el
comportamiento de ellos»). Piensa que España trata y acoge muy bien a los inmigrantes,
por la educación y asistencia sanitaria que se les da. Su visión con vistas al futuro
respecto a la inmigración se reconoce negativa («lo veo mal en el sentido en que se ha
masificado demasiado…»). De hecho la percepción del presente ya tiene tintes oscuros

53
(«el inmigrante se supone que viene para mejorar y trabajar, si una vez que viene, se
encuentra igual o peor que en su país de nacimiento, pues la cosa no puede ir para bien»).
Más que medidas concretas de política de extranjería demanda una mejora económica del
país, para que cese el malestar y el paro (lo que relaciona con el exceso de inmigrantes).
Está convencido de que los inmigrantes (los con papeles) tienen los mismos derechos
que los autóctonos («como el español que ha trabajado y está en el paro, cobra el paro, y
lo está cobrando hasta que se ha acabado»).

Casos 1.3.B. Filias (más que fobias) desde relaciones vecinales y memorias migratorias de equiparación
con la actual inmigración

Casos 1.3.B.1. «Lo mismo que ocurre ahora con la gente que está aquí de otros países…»

Se define como «una persona de clase trabajadora», sin malos recuerdos ni de la


niñez ni de la juventud («que cada día me levanto para ir a trabajar y sacar a mi familia
adelante»). Descubrió en las visitas a las casas de sus amigas del colegio la penuria de la
vivienda de sus padres, sin cuarto de baño, solo el retrete («mi casa era muy humilde,
carecíamos de cosas; una habitación para mí misma simplemente, pues el verlo en la casa
de los demás me causaba una impresión muy grande»). Se puso a trabajar y después
siguió estudiando. De hecho hoy en día trata de hacer algún curso en su tiempo libre,
estudiar idiomas por si le pudiera servir en el futuro; aunque piensa poco en los años
venideros («intento vivir el día a día y nada más»). Su horario de trabajo es de 8:00 a
19:00, pero no llega a casa hasta las 20:00 o 21:00.
No tiene recuerdos propios de la emigración española, pero sí historias que le ha
contado su familia paterna y materna sobre los «tiempos difíciles» que pasaron sus
abuelos al venir del pueblo a Madrid para tratar de mejorar sus vidas. La expresión
entrecomillada se repite al referirse a lo que ha oído sobre la emigración exterior de
amigos o conocidos.
—Pues unos amigos me contaron que emigraron a Alemania; una conocida que tengo, que los padres a
Holanda; y la verdad es que, por lo que cuentan, debían ser tiempos muy difíciles porque incluso
dejaban a los hijos en España y se iban a Holanda o a Alemania a hacer dinero para mandar aquí y que
la familia siguiera adelante (…) Lo que he oído es que normalmente iban a trabajos que no querían la
gente de allí, de Alemania o de Holanda, o de Suiza. Dedicaban todo su tiempo a trabajar y a hacer
dinero para cuando volvieran, o para mandárselo a la familia. Lo mismo que ocurre ahora con la
gente que está aquí de otros países (…). Y siempre con la perspectiva de volver a su país.

Mujer de 54 años, nieta del éxodo rural a la capital madrileña, donde sus abuelos paternos se
ocuparon en una portería, y la abuela materna en el servicio doméstico. Casada, dos hijos
veinteañeros, uno emancipado. Tiene un trabajo estable, pero su sueldo es el único que entra en
casa desde que su marido quedase en paro. No se relaciona directamente con inmigrantes, pero
se muestra tolerante. Prefiere hablar de «comprensión mutua», en vez de asimilación mutua.

No tiene amistades con inmigrantes pero le produce empatía lo que observa en la


calle, en las tiendas o en el metro: «chicas que son de países de Sudamérica, que van con

54
sus niños a trabajar desde por la mañana temprano; y, en fin, que para ellos debe ser la
vida muy dura». O quienes cuidan a personas mayores o niños, habiendo dejado a su
familia a muchos kilómetros de distancia. No tiene preferencias por nacionalidades,
aunque cree que los sudamericanos o los marroquíes se integran más que la comunidad
china. Ante la insistencia del entrevistador sobre quiénes le caen mejor o peor,
coloquialmente hablando, afirma que «eso es una cuestión muchas veces de los adultos
que nos creamos una visión errónea de la inmigración». Pues en la calle se ve jugando sin
ningún problema a «niños de color, niños chinos, niños españoles».
Narra episodios presenciados de maltrato policial al detener en la calle a algunos
inmigrantes, sin respeto ni corrección. Y lo contrasta con la noticia en los medios, donde
un guardiacivil daba calor a un inmigrante llegado en patera. Contrapone a los
comentarios que se oyen (como «que nos quitan el trabajo», «que nos están invadiendo»,
«que nada más que vienen delincuentes») lo que ella ve («es gente que se levanta por las
mañanas y se va a trabajar a ganarse la vida, simplemente»).
Cree que muchos están retornando a su país, al no cumplirse las expectativas,
quedarse sin trabajo y no contar con el respaldo familiar que tienen los españoles. Pero
se muestra optimista sobre la convivencia futura: «porque los niños aprenderán a vivir
con ellos desde pequeños, los jóvenes se relacionarán con ellos y posiblemente formen
parejas entre ellos». La mención expresa a la crisis surge al plantear qué medidas políticas
propondría.
—Pues aceptar, evidentemente, no se puede aceptar a todo el mundo que venga porque a lo mejor el país
no puede hacerse cargo de tanta gente en una época de crisis. Pero sí establecer medidas a la
gente que viene, de integración en las escuelas, de intentar ayudarles a salir adelante para que se
integren y tengan un futuro mejor.

Casos 1.3.B.2. «Antes nos íbamos nosotros…»

Resume su vida «como una novela, un torbellino, un ir y venir…, una vida de baches
con altos y bajos». Se considera «manchega cien por cien», a pesar de vivir en Madrid
desde más de la mitad de su edad. No siente que haya emigrado. Ella misma lo explica al
preguntársele por la historia migratoria familiar.
—Pues la historia más dura que he oído contar fue un primo de mi padre que tuvo que exiliarse y no han
vuelto a saberse nada de él. Creen que se fue a Francia (…) Y yo pues no lo considero que migre del
pueblo, porque mi pueblo está a una hora, está a cien kilómetros; y la verdad es que hemos ido todas
las semanas. Por lo cual tampoco me siento una migrante. Tenemos la casa, ahí vivían mis padres (…)
nunca me sentí inmigrante en Madrid (…) yo creo que la que se siente inmigrante se va a otro sitio
desconocido y pierde el contacto con la familia (…) Emigrar es cuando pierdes el contacto, te alejas y
no puedes ir a un evento de un cumpleaños. Pero es que yo iba prácticamente a todo (el día del padre,
el día de la madre). Eso no es verte sola. Tardo menos en ir a mi pueblo, que en ir a ver a mi hijo que
vive en Vicálvaro (…) Mis primos viven en el pueblo muchos de ellos, y otros han venido después de
casarse. Tampoco lo considero migrar, que tienen sus tierrecitas y van a labrarlas todos los fines de
semana, o todos los días que pueden. Ahora se han jubilado y viven allí. Emigrar es desconectar, es
poner tierra por medio. Pero aquí es una hora, son 110 kilómetros (…) No te vas a sentir emigrante de
tu propia patria…

55
Mujer de 58 años, natural de un pueblo de Toledo, donde pasa sus primeros 17 años. A esa
edad se fue a Madrid para estar con su novio («lo conocí con quince años y me vine a Madrid a
estar cerca de él; y así estuve trabajando, cuidando a unos niños, hasta que me casé» a los 21). Ha
tenido cuatro hijos, todos ellos ya emancipados hoy y en distintas situaciones de convivencia,
pero aún no es abuela. Lleva divorciada casi veinte años. Trabaja y vive sin estrecheces. Tiene
amistades con inmigrantes de distintas nacionalidades, pero se queja de la falta de civismo de
algunos, con los que convive a diario.

Ve natural que vengan extranjeros a España («antes nos íbamos nosotros»). Pero deja
claro, a lo largo de la entrevista, que la condición es que se adapten y respeten algunas
normas básicas como dejar dormir («no puedo dormir los fines de semana en mi propia
casa; y mi hija ha tenido que poner el piso en venta»). Habla desde la doble experiencia
de buenas relaciones de amistad (de Bulgaria, Polonia, Perú y Ecuador); pero malas con
algunos vecinos inmigrantes, cuyo comportamiento incívico critica.
—Estoy abierta al mundo, pero que veo que no respetan nuestras costumbres. Yo no soy racista, yo
tengo amigas de medio mundo, pero veo… En mi pueblo hay 600 rumanos censados; o sea, no es que
estemos mal con los emigrantes, sino que hay emigrantes que son amigos y otros que son unos
impresentables porque no saben convivir. ¡No sabes cómo gritan en la escalera y cómo bajan!
Parecen animales (…) y toda la noche tocando el timbre. ¡Eso no se puede consentir!

Reprocha a gobernantes o ciudadanos que «lo ven muy bien», pero no tienen que
convivir con «esos emigrantes». Por ello aplaude lo hecho por Sarkozy en Francia con los
sin papeles y los rumanos gitanos («antes de tener delincuencia pues que haga una
limpia»). Lo que se combina con la expresión de un sentimiento de compasión por los
«pobres de las pateras» que cruzan el Estrecho. Asocia inmigración a libertad («el mundo
es de todos», que «cada uno pudiera ir a donde quisiera, siempre que respetaran a los que
ya estaban allí», «si por mí fuera, fronteras fuera»). Lamenta la caída de la natalidad en
España, derivando de ello la necesidad de la inmigración. No hace referencias a la crisis y
se muestra optimista («subiremos otra vez y vendrán más»). Y tiene claras sus medidas de
política inmigratoria en el supuesto de tener un cargo en esa materia. En este testimonio
se refleja en parte el discurso en circulación de algunas formaciones políticas europeas,
que se ha concretado en algunos países, sobre la obligación para los inmigrantes de pasar
un examen de cultura y costumbres del país de destino.
—Yo les haría un examen, bueno un examen, les daría unas normas de convivencia; y, después, que se
acoplaran donde les diera la gana. Pero que supieran no solo sus derechos, sino también sus
obligaciones (…). Si yo me quisiera ir a otro sitio a trabajar, me gustaría que me dieran facilidades.
Pues igual. Que vengan a trabajar, que vengan a comportarse como un ciudadano normal (…).
Dejaría entrar a todos…, no creo que echara a nadie, no tengo ese valor.

Casos 1.3.B.3. «Antes iban a Alemania a que los trataran…, como los tratamos nosotros
ahora a los que vienen…»

Al releer la entrevista se confirman las primeras impresiones: hay más filias que
fobias hacia la inmigración, en alguien que tras medio siglo de vida se siente marginado
en una sociedad cuyo sistema socioeconómico-político critica («no sé por qué Endesa

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tiene que usufructuar los ríos, que son de todos», «¿qué coherencia hay? España reclama
Gibraltar mientras tiene Ceuta y Melilla…»). A los 35 años se quedó en paro y tomó la
decisión de hacerse autónomo en el gremio de la carpintería. Hoy pasa «los lunes al sol,
los martes al sol…» (en alusión a la película sobre los parados, del cineasta Fernando
León).
Motu proprio compara la emigración española pasada con la inmigración actual,
desvelando el imaginario que ronda en su cabeza; y que nos ayuda a comprender la
percepción que abriga una parte de la población española a este respecto. En sus
palabras hay una mezcla de resentimiento, resignación y crítica por un pasado
emigratorio (negativo), que equipara a la inmigración actual.
—Siempre tengo muy presente que los españoles fueron inmigrantes, los gallegos que iban, que
hacían las Américas, que luego volvían ricos de las Américas; que algunos ya se quedaban allí, o lo que
sea. Y, luego, los otros más pobrecillos que se iban a Alemania; ahí, a que los trataran como mierda,
como los tratamos nosotros ahora a los negros que vienen… Pues así nos trataban antes en Alemania.
Antes éramos como gentuza que venía de debajo de los Pirineos (…). Entonces, ¿no sé de qué
nos quejamos ahora? ¿Que vienen los inmigrantes? Ya sé que algunos vienen con trucos, que hay gente
que viene muy preparada para hacer trucos a la Seguridad Social… Pero esos también vienen de
Francia. No hace falta que sean de Santo Domingo (…). Entonces, bueno, la inmigración existe ¿qué le
vamos a hacer? Aquí lo que ha pasado es que la gente que ha tenido dinero, para invertir y ganar más
dinero, ha preferido que hubiera mano de obra barata. Entonces, de alguna manera, la mano de obra es
cada vez más barata. Lo han conseguido.

Varón, 51 años, carpintero autónomo, con estudios de Arquitectura Técnica no completados.


Siempre ha vivido en Madrid, ciudad y provincia. Allí se conocieron sus padres y han vivido
siempre. Tiene 3 hijas, con dos mujeres diferentes. Actualmente se encuentra en paro, más de un
año, y tan solo realiza trabajos esporádicos. Hace dos años murieron sus dos padres y se mudó a
la casa que tenían estos en un municipio del área metropolitana oeste, pero de niño vivió en
Vallecas.

Ofrece además un interesante testimonio de emigración fallida. Intentó ir a Canadá o


Australia pero «pedían gente con una titulación y yo no la tenía». Tiene unos primos que
son australianos (hijos de emigrantes españoles, los tíos del entrevistado). Pero ellos
fueron en una época en la que se necesitaba «mano de obra barata para cortar árboles o
tender cable por el desierto». Eran «los modernos de la familia» (por el mayor nivel de
vida que tenían, «su casa aquí en Madrid tenía una cocina americana»; vivían en el barrio
de Salamanca, mientras los padres del entrevistado vivían en Vallecas). No tiene relación
amical con inmigrantes. Su interacción social se reduce a dar propina a los subsaharianos
que se ponen en la puerta de los supermercados («les doy lo que me sobra, y eso que no
me sobra nada porque yo cobro 400 € al mes»). Ha tenido trato laboral con otros
inmigrantes, cuando trabajaba; a los que se refiere como la «inmigración de a pie», que
distingue de la «intelectual», la que viene a estudiar. No muestra reparo en admitir que
son los subsaharianos los que le caen mejor («les veo más amables, como si manifestaran
respeto; claro que eso yo veo muchas veces que lo hacen por conseguir lo que quieren
conseguir, pero los veo más naturales»).
Hay otra película (Matrix) que le sirve para expresar su visión de una realidad social:

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irreal, construida por los medios; y que se esgrime para añadir una crítica más a un modo
de vida que juzga insostenible y que considera proclive a una nueva guerra. Pronostica
mayor rechazo y desempleo, y un retorno forzado por la crisis, en el caso de una
población inmigrante abultada. Está a favor de un control «un poco más selectivo» de los
flujos de entrada; lo que combina con una crítica del desarrollo a costa de los países
rezagados. Su valoración general final de la inmigración en España le merece este juicio.
—Yo creo que no es positivo porque se ha utilizado la inmigración para que unos cuantos
medraran; y para que se montara aquí toda una economía ficticia, virtual, que no existe. Y, de hecho,
tampoco existía. Mira cómo estamos ahora. Todo esto lo han montao los bancos y cuatro… ahí
diciendo: tú dale créditos a la gente que nosotros hacemos casas y luego ya veremos a ver… Pero ¿qué
necesitamos? Pues mano de obra barata, porque si no no vamos a ganar lo que ganaríamos si
contratáramos aquí simplemente a la gente. Esto puede ser un pelotazo…; y, mira, pelotazo.

Casos 1.3.C. Filias y fobias desde relaciones clientelares con inmigrantes (empleados o subordinados) y
memorias migratorias de contraposición con la actual inmigración

Casos 1.3.C.1. «La gente no se iba a Francia en patera…»

Resaltamos aquí, de su presentación (en el sentido goffmaniano) o autorretrato al inicio


de la entrevista, la referencia a su voz («tengo una buena voz y sé utilizarla», «no tengo
acento de ningún sitio»). Lo atribuye a la formación en el teatro. En la España de 1964, a
sus 16 años, «no se podía tener acento» en el escenario. Así que logró perder su acento
andaluz (y asegura que «podría ser de Valladolid o de Burgos»). Señala que saber hablar
en público le ha ayudado en su trabajo de dirigente en el mundo de la construcción de
viviendas. Y, añadimos nosotros, parece traslucirse en el tono de corrección política que
se adopta a lo largo de la entrevista, donde construye un discurso un tanto confuso y
ambivalente, entre un talante sobre todo tolerante pero salpicado de cierta aversión ante
la inmigración.
En su dilatada trayectoria laboral dice haber conocido varias crisis («vino la crisis de
la guerra del Yom Kippur del 73, la primera crisis de mi vida», «vino la crisis de los 80 y
tantos, de los bancos»). Lamenta haberse perdido la adolescencia de sus hijos, debido a
un trabajo que le exigía viajar mucho. Ha trabajado poco fuera de España, pero lo ha
hecho en varios países de Europa del Este y Latinoamérica. Ahora quiere dedicarse a leer
y escribir sobre temas de la historia de América (la leyenda negra, etc.).
Habla con profusión sobre la emigración española interior, por ejemplo la que llenó
de extremeños y andaluces el cinturón sur de la metrópolis madrileña. Argumenta que la
emigración exterior, en concreto el fenómeno de los temporeros que iban a la vendimia
francesa, no ha cesado; aunque haya tenido épocas de menor visibilidad mediática.
Distingue la inmigración argentina a España en los años 70, más cualificada, de las
sucesivas oleadas de inmigración marroquí, latinoamericana, europea del Este. Todo ello
y más le sirve para comparar pasado y presente de un modo ya encontrado en otras

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entrevistas: los españoles emigraban «bastante seriamente, no hubo inmigración irregular
en el sentido que la tenemos ahora (…) la gente no se iba a Francia en patera». Advierte
cómo «en España, ahora mismo con el problema laboral que tenemos… la poquísima
movilidad de los españoles a la hora de aceptar un puesto fuera» del territorio nacional,
incluso provincial. Además de «nuestra absoluta carencia de idiomas».
Habla refiriéndose al antes de la crisis («cuando las asociaciones se han dedicado a
trasladar a los inmigrantes solo sus derechos y no sus obligaciones»); y al después de la
crisis, cuando ha llegado el paro a la población inmigrante. Expresa un discurso
pendular, entre la corrección política, y la (auto)crítica hacia la mala gestión del
fenómeno por abrir en exceso las puertas y ofrecer derechos sin recordar a los
inmigrantes sus obligaciones.
Marca distancias con la derecha europea, las medidas de Sarkozy hacia los rumanos
gitanos. Pero adopta también el discurso del «no podemos mantenerles», que choca con
el perfil ideológico de alguien que se autodefine de izquierdas.
—Hoy por la radio entrevistaban a un inmigrante que era ecuatoriano, que estaba sin trabajo o a punto de
quedarse sin trabajo. «¿Ha pensado volver?»: «Mira, pediré limosna, haré lo que sea, pero aquí mi hijo
puede llegar a ser ingeniero y en mi país no». Una tragedia… Porque además es que no podemos
mantenerlos. No podemos mantenerles de ninguna de las maneras. Tiene muy mal arreglo. No
podemos recurrir a esas medidas absolutamente (…) salvajes que están empezando a imponer Sarkozy
and company (los gitanos, inmigrantes de siempre…). Eso no se puede hacer. Pero algo habrá que
hacer, y además a nivel europeo. Y estoy hablando de inmigrantes extracomunitarios. El tema de los
rumanos es distinto (…) es que los echan de ahí. ¡Es que no los quieren en su país, coño! Uno de los
problemas que tiene Rumanía son sus propios romaníes.

Varón, 63 años, jubilado año y medio, siempre bien vestido. Nace en una capital andaluza,
pero desde lo seis años vive y estudia con sus tíos en Madrid. Ha trabajado toda su vida en el
negocio de la construcción («me he dedicado a las inmobiliarias y el urbanismo; y eso… está
parado»). Reside en un municipio de la sierra de Madrid, donde llegó en 1979. Ha vivido varios
años en una ciudad andaluza, y viajado mucho debido a su trabajo. Gran lector, aficionado al
teatro y a la literatura. Ha participado en la política local («he sido militante del PSOE durante 30
años. Me di de baja hace año y pico»).

En su vida diaria tiene relación directa con inmigrantes. La respuesta inmediata a esta
curiosidad investigadora merece registrarse: «pues una asistenta senegalesa, un jardinero
boliviano, su hermano que también es boliviano (antes tuve un jardinero marroquí) y
media docena de amigos ecuatorianos…». Dice no tener preferencias entre los distintos
colectivos de inmigrantes («no especialmente (…) somos seres iguales aquí y en
Tasmania; lo que significa es que listos, vagos y trabajadores hay aquí y en Tasmania»).
En su extenso testimonio no falta una suerte de oda a la diversidad.
—Es un barrio que conozco de siempre… Es una gloria andar por esa calle, pasar por Bravo Murillo a las
ocho de la tarde; la mezcla, cruzando los semáforos, así [llenos] de gente… La cantidad de gente que
hay, que les vas mirando la cara: sudamericanos, chicas con velo, chicos jóvenes, niñas jóvenes, algún
tío horroroso, algunos tíos regordísimos, otros con una pinta de: no te acerques a mí que echo a correr.
Esa mezcla, esa mezcla se percibe en Bravo Murillo. Supongo que se percibe en zonas de Carabanchel.
Supongo que se percibirá en Móstoles. En el barrio de Salamanca no, en el barrio de Salamanca no
percibes nada de eso. Yo creo que es muy buena… la mezcla.

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Casos 1.3.C.2. «Y el español casi todo era, digamos, clase baja…»

En su autorretrato inicial, y posteriormente, surge la vinculación familiar (de los


progenitores) y sociohistórica (de España) con Marruecos. Nació en este un año después
de que algunos territorios del actual Marruecos dejasen de ser Protectorado español. Su
padre, funcionario, estando destinado allí, conoció a su madre («mi madre también, por
supuesto, hija de españoles (…) nació en Marruecos también», «se casaron en Marruecos
y de los cinco hijos los cuatro primeros nacimos en Marruecos»). Le hubiera gustado
«tener la vivencia de Marruecos», como sus hermanos mayores. En Madrid, o en Málaga
(donde veraneaban cuando niño o adolescente), recuerda que era raro ver extranjeros («o
sea, el español era el que emigraba fuera. Entonces aquí, bueno, ya de más joven ibas a
las playas, y lo típico: los suecos, las suecas, los ingleses, los franceses; pero en Madrid yo
la vivencia era todo gente de España»). El ayer de sus primeras edades lo contrasta con el
ahora de una España con mucha inmigración, que ha coincidido con una etapa vital de
acomodo y consolidación laboral en su caso (hizo oposiciones tras finalizar la carrera). A
doce años vista la jubilación, confiesa que ha dejado de tener proyectos para sí mismo y
piensa más en el porvenir de su descendencia («mi ambición es que a mis hijas les vaya
bien en la vida»). En el espejo de sus herederas (entre la adolescencia y la juventud)
aprecia mejor el cambio experimentado en la España que le ha tocado vivir. Compara la
menor movilidad exterior y exigencias de viajar de su generación, con la precocidad e
inquietud por viajar de sus hijas («ya ha ido a un intercambio a Francia, ya dice que se
quiere ir a Japón a vivir (…) nosotros ni nos lo planteábamos»). Destaca el gran cambio
sociológico que él ha vivido, ya adulto, desde el extranjero turista al inmigrante
trabajador omnipresente.
—Y eso ha sido ya de mayor, cuando España ha pegado un cambio sociológico (…). Primero extranjeros
de eso, de ingleses…, turismo. Quizá el primer contacto fue con el turismo ¿no? Ya, de joven, ir a
Benidorm; y en Benidorm pues eran todo guiris ¿no? Estaba todo lleno de… ingleses. En Mallorca
también íbamos a veranear, ya con veintitantos años, y bueno ahí sí… Pero no era el inmigrante que
viene a buscar trabajo, era el turista. O sea, el primer contacto era un poco exótico, de ligar… de
cachondeo, pero no. Y ya en la segunda fase y actual es ahora el cambio que ha sido. Que ahora vas en
el metro, en la calle, en la panadería, en todas partes te encuentras extranjeros ¿no? Pero gente que ha
venido mayormente a trabajar…

Varón, 53 años, nacido en Marruecos (donde su padre, funcionario, estuvo destinado hasta el
final del Protectorado español). Posición social media-alta, con un trabajo estable, obtenido mediante
oposición. Vive con su mujer y sus dos hijas en el distrito Fuencarral-El Pardo. Su relación con
extranjeros inmigrantes se reduce al servicio doméstico («tenemos a una mujer que es rumana,
que viene un par de veces aquí pues a hacer lo típico, planchar, pasar la aspiradora… labores
domésticas»).

De la emigración española pasada («lo típico de este ha estado en Alemania») solo


conoce por las películas. De su familia, nos dice, nadie ha emigrado «buscando un
trabajo». No ha sido «por necesidad». La comparación con la inmigración actual queda
sintetizada en el siguiente extracto:
—La sanidad de Melilla son extranjeros. Porque el médico español no quiere ir a Melilla. Entonces quizás

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yo la diferencia veo eso ¿no? Que ahora recibimos inmigración, la mayor parte muy parecida, que es la
no cualificada. Pero también hay una inmigración cualificada de gente de otros países: del Este, que son
gente muy válida, con sus carreras, y vienen aquí a España. Y el español casi todo era, digamos,
clase baja (…). El sudamericano tiene una ventaja muy grande que no tenía el español (…) el lenguaje
en común ¿no? O sea un sudamericano se adapta mucho mejor (…). Entonces, toda la inmigración de
Sudamérica, por lo menos, es de países diferentes, pero con costumbres muy similares… Y el idioma.
O sea yo creo que ahí, eso es una ventaja para ellos. Eso les hace sentirse más en casa.

A sabiendas del riesgo de reprobación, confiesa que se ha descontrolado la llegada de


inmigrantes («y ahora resulta que no hay trabajo ni para los españoles»). Reconoce una
parte positiva, económica («nos hemos aprovechado de la inmigración») y una negativa,
que asocia a mafias, delincuencia («también crearse guetos entre ellos»).

Casos 1.3.C.3. «En París entraba la gente con trabajo, y aquí entran tengan o no lo
tengan…»

A diferencia de otros casos, los recuerdos de su niñez y adolescencia no son buenos.


Nacida en una familia numerosa («soy octava de diez hermanas, con un padre militar
muy autoritario»), habla de soledad, fracaso escolar y complejos habituales; que contrasta
con una juventud alegre e ilusionada tras la jubilación del padre y retorno de este al
pueblo («acabé los estudios tardíamente mientras trabajaba, encontré al hombre de mi
vida y lo dejé todo para irme a vivir con él a Barcelona»). Trabajó de soltera, lo dejó al
casarse, y luego volvió a un puesto de comercial en el que lleva veinte años. Al hacer
memoria de su principal experiencia migratoria se obtiene este valioso testimonio, en el
que se hace también la comparación con la inmigración actual.
—En el año 1979 estuve los tres meses del verano en París. Allí conviví con un primo mío que había
emigrado años antes a Francia, y me di cuenta de la marginación que había en el barrio donde vivían.
Vivían en el extrarradio de París, aproximadamente a 25 km del centro; y era feo, sucio, con mal
ambiente… Recuerdo incluso españoles adultos que, tras veinte años allí seguían sin saber hablar
francés. Muchos de los hijos de esos inmigrantes estaban desescolarizados, con trabajos muy malos.
Entonces yo pensaba que en España no éramos racistas porque no teníamos con quién serlo.
Éramos nosotros los inmigrantes (…) En aquella época muchísimos españoles se iban por temas
políticos, laborales… La diferencia era que en París entraba la gente con trabajo, y aquí por
ejemplo entran tengan o no lo tengas.

Mujer de 52 años, hace pocos meses viuda, vive con sus tres hijos. Hija de militar nacido en
un pueblo burgalés. Pasa «los tres primeros años de mi vida en Galicia, hasta los 25 en Madrid,
desde los 25 a los 28 en Barcelona, donde tuve a mis dos hijos mayores, y a partir de entonces en
Madrid». También emigró a Francia tres meses. No se relaciona con inmigrantes.

Completa su memoria migratoria familiar refiriéndose al caso de su marido («de


joven se fue de Burgos a Barcelona a buscarse la vida, a trabajar») y al de unos sobrinos
(«hoy por hoy ha emigrado un sobrino mío a Los Ángeles y otra sobrina a Turquía»). El
asunto de los inmigrantes que se prefiere ayuda a perfilar este caso y su discurso biográfico
ante la inmigración («quiero que venga cualquier persona que necesite buscarse un medio
de vida y no dar problemas, y no quiero que vengan delincuentes»). No tiene reparo en

61
señalar que le caen mejor «los sudamericanos en general»; ni en detallar las razones («por
los que he podido conocer, me parecen gente trabajadora, amable y cariñosa»). Ha sido
testigo de buen trato y de trato xenófobo por parte de autóctonos (en la piscina de la
urbanización, en el autobús). Por un lado, dice que le han impactado las noticias sobre
expulsión de inmigrantes que no tengan trabajo; y, por otro, afirma que la inmigración en
el momento presente le parece mala («por la crisis económica que estamos viviendo; y
creo que si no tenemos trabajo para nosotros mismos se complica aún más»). Insiste en
este planteamiento al preguntarle por su visión respecto al futuro; y muestra un
pesimismo crítico hacia la actuación política.
¿Cómo ves la situación de España en relación con la inmigración?
—Yo opino que, actualmente, debido a la crisis que tenemos hoy en día en España, en estos
momentos es negativa, tanto para ellos (que vienen a buscar trabajo y no lo hay…) y para nosotros
porque si no hay trabajo hay más competencia y más paro.
¿Qué propondrías?
—Me parece dificilísimo… porque hace unos años, con el aumento de la inmigración, faltaba
regulación…; y ahora es tarde, más difícil…

Casos 1.3.C.4. «Yo no tenía necesidad de buscar trabajo…»

En su rememoración biográfica, familiar y personal, aparecen experiencias de


movilidad internacional relacionadas con su padre y su marido. El primero, militar, por
su estancia en el Sáhara en la época de la llamada Marcha verde. Lo que le lleva a destacar
como noticia sobre la inmigración este asunto, de nuevo en los medios de comunicación
en las fechas de la entrevista. De ahí nace su simpatía por los saharauis y la antipatía por
Marruecos. En cuanto a su marido, lo destinaron por cuatro años a Bruselas («y tuvimos
que dejar nuestra vida de aquí e irnos a vivir con él a otro país»). La experiencia tuvo su
lado más (para sus hijos) y menos (para la pareja) favorable, pues se produjo la
separación. Para esta informante, esta salida del país no supuso cambio de cultura («sigue
siendo europea, cristiana»).
No ignora que en ambos países conviven muchas religiones. Pero, aclara, que se trata
de países no tan distintos. Se queja de la intolerancia de «los islamistas», impuesta por su
religión (de ellos). No le gusta que prejuzguen a una mujer por no llevar velo («sé que
van a pensar mal de mí a priori por una serie de motivos religiosos (…), pero les han
educado así y así es»). Aunque señala que se relaciona con gente «de todos los colores»
(«que conste que no es un comentario racista»), en otro momento especifica que solo
tiene experiencia (laboral, favorable, como personal de servicio doméstico en casas de
conocidos de la entrevistada) con «sudamericanos y filipinos». Capítulo aparte forman
para ella los inmigrantes relacionados con la pobreza o experiencias migratorias
desesperadas, de los que sabe a través de los medios o los observa en los semáforos
urbanos («ves la tristeza del asunto, gente vendiendo clínex o lo que sea, y mucha gente
insultándolos, ellos insistiéndote; pero, vamos, eso es lo peor que yo he vivido de cerca.
También sé que yo no tengo que ir por los barrios donde más se roba, donde más se

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delinque, procuro no ir»).
Al repreguntar por la etapa en Bruselas, por otros casos como el suyo allí, respecto al
trato recibido y su comparación con los inmigrantes en España, este fue su comentario.
—Hombre normalmente los inmigrantes no son especialmente bien tratados ni aquí ni allí. Tienen más
dificultad en encontrar trabajo; y las mujeres, por ejemplo, se dedican mayoritariamente a trabajo
doméstico y no son muy bien tratadas. No es mi caso, pero conozco gente que lo ha sufrido. Pero,
vamos, no sé si se trata de racismo. No creo. Simplemente creo que es aprovechamiento del prójimo.
Yo no tenía necesidad de buscar trabajo. Empecé allí el trabajo que tengo ahora. Pero me dediqué a
que mis hijos vivieran el cambio y disfrutaran al máximo la estancia en Bruselas, y creo que lo conseguí.

Mujer de clase media alta, 47 años, madre de dos hijos, de 21 y 16 años, actualmente
divorciada y con trabajo autónomo, no fijo, en el campo de la informática. Padre militar (que vivió
la marcha verde saharaui) y madre (natural del País Vasco) ama de casa. Reside en un municipio de
la zona metropolitana norte con sus dos hijos. Vivió cuatro años en un país del centro de Europa.

Si le ofreciesen algún cargo con responsabilidad para adoptar medidas políticas de


extranjería, sugeriría controlar y regular a los que vengan. Dejaría entrar solo a quienes
«sean capaces de sobrevivir porque ya tienen un trabajo esperándolos». Se queja de la
falta de control sobre los flujos de inmigración («gente que se encuentra aquí, sin trabajo
y en la miseria, a los que no podemos mantener porque en este momento estamos
también nosotros en una crisis muy grande»).

Casos 1.3.D. Filias (y fobias) desde relaciones clientelares y memorias migratorias de equiparación con
la actual inmigración

Casos 1.3.D.1. «La emigración es siempre un producto de la injusticia…»

Ante el espejo de quien la entrevista resume su vida trazando un perfil sociológico


certero («pienso que he tenido una buena vida; he sido, en mi época y en España, pues
quizá un poco privilegiada porque he tenido opción a estudiar una carrera siendo
mujer»). Añade que disfrutó de una infancia y juventud sin carencias («ni de afecto, ni
materiales»). De niña y joven le tocó desplazarse a diario a la gran ciudad, para estudiar.
Y en su actualidad profesional, como médico de atención primaria, recorre a diario los
cuarenta kilómetros que median entre su casa y el trabajo. Aunque estuvo en un colegio
de monjas, no se considera muy religiosa. En su horizonte laboral otea, a siete años vista,
la jubilación de los 65 años. Más allá de esa edad se imagina con «una buena calidad de
vida», viajando, e incluso yendo a la universidad para adultos para suplir «carencias a
nivel cultural». Su trato con «los inmigrantes que vienen a trabajar» se reduce a la mujer
colombiana que tiene trabajando en casa, a la que ayudó a conseguir los papeles. En
cambio, duda si se pueda considerar emigración el caso de su amiga autóctona que ha
trabajado en embajadas españolas en Perú, Finlandia, Kenia o la República Dominicana
(«ella emigra, pero va siempre a centros o sitios donde se considera una persona con un
cierto estatus (…) no ha tenido ningún problema de relación nunca; nunca, por ser

63
extranjera; con nadie, en los sitios en los que ha estado»). De la emigración española
pasada ha oído que iban a Estados Unidos desde algunos caseríos vascos, sin saber el
idioma y con condiciones de vida duras, ahorrando para retornar. Su comparación con la
inmigración actual le merece esta reflexión.
—La emigración es siempre un producto de la injusticia. El noventa y tantos por ciento que emigra no es
por capricho, sino porque tienen que buscarse la vida; porque en el país en el que nacieron o vivían no
tienen posibilidad de desarrollarse, ni como personas ni como nada; porque no tienen ni siquiera lo
básico para comer. Entonces, en realidad el porqué de la emigración: es el mismo el de los que
vienen ahora a nuestro país, que los que de nuestro país emigraban antes. Y es, lo que he dicho,
es un producto de la injusticia sin más.

Mujer de 58 años, nacida en un pueblo pequeño de Vizcaya pero cercano a Bilbao, donde sus
padres eran maestros. Tiene cuatro hermanos, todos universitarios. Ella se licenció en medicina y
ha ejercido siempre en el País Vasco. Dos hijas veinteañeras. Ha enviudado hace pocos meses y
vive sola.

Dice no tener preferencias respecto a los extranjeros o inmigrantes. Le da igual el


país de procedencia (mientras se «venga para buscarse la vida como hay que buscársela»).
Reconoce que hay un racismo en el trato, condicionado por la posición social del
extranjero; y se alude a un estereotipo o prejuicio, que relaciona con la crisis («yo creo
que se está viendo cada vez más, no sé si es porque estamos en crisis o por qué, que la
gente piensa que vienen a robar; y no vienen a robar, la gente viene a buscarse la
vida…»). La palabra crisis se repite también al mirar al futuro. Por un lado, se piensa que
mientras no se recupere la economía no habrá trabajo para admitir a más inmigrantes; y
añade que «hay mucho trabajo negro» pendiente de regular. Por otro, se cree que España
necesita más preparación para aceptar a «la gente con sus culturas» («habría que trabajar
muchísimo en educar a la gente de este país, para que realmente vea a la gente de otros
países como personas, y no solamente como trabajadores temporeros»).

Casos 1.3.D.2. «En el Rastro cabe todo el mundo…»

Vive en el distrito madrileño de Latina, en uno de los barrios con mayor «volumen
de vecinos extranjeros» (según el Informe distrital del Observatorio de las Migraciones y de la
Convivencia Intercultural de la ciudad de Madrid, febrero 2011, fecha próxima a la entrevista).
También es la pieza urbana donde se ubica el Rastro, y al que acude cada domingo. En el
momento de la entrevista (noviembre de 2010) esta mujer se hace eco del «peligro de
extinción» que registraban algunos medios. A comienzos de 2013 la prensa escrita
difunde que se está iniciando el procedimiento para declararlo «Bien de Interés Cultural
Inmaterial» (BICI); proponiendo a la Unesco la declaración del Rastro como patrimonio
inmaterial de la humanidad. El testimonio de nuestra informante refleja un discurso
declaradamente humanista, favorable a una diversidad que tiene como denominador
común una misma especie («me da igual de dónde sean, las personas no tienen
nacionalidad, son seres humanos»). El Rastro vendría a simbolizar un espacio de
encuentro, en el que, según sus palabras, «cabe todo el mundo».

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—El Rastro de Madrid, aunque está en peligro de extinción porque hay autoridades que les molesta, es uno
de los sitios más peculiares y más genuinos… y más raros. Donde cabe todo el mundo, desde
intelectuales, escritores (con los que nos relacionamos), hasta gitanos, inmigrantes, drogadictos; y toda
la panoplia de seres humanos. Que una vez que te admiten y te consideran parte del Rastro, pues es
otro mundo. Que los que tenemos el privilegio de disfrutarlo nos gusta mucho. En el Rastro cabe
todo el mundo…

Mujer, 59 años, casada por lo civil en la España de 1975, madre de un hijo. Nació en el medio
rural de La Rioja, donde la crió su abuela. Padre artesano y madre dueña de tienda rural de
ultramarinos. Vino a Madrid en 1967, con 16 años, para estudiar y trabajar (de administrativo en
una empresa norteamericana); y se casó «con un estudiante que estaba acabando la carrera». Hoy
se dedica a la pintura, la restauración y a su hogar. Reside en el distrito de Latina. Dos veces por
semana va una asistenta latinoamericana a casa. Es asidua del Rastro de Madrid y otros rastros,
dada su afición de coleccionista.

Recuerda su experiencia migratoria («dura», «por venir de un pueblo y de una familia


humilde a una ciudad complicada, donde abrirse camino»). Fue una época, la de su
juventud y generación, que califica también de «especial»; y con cierta conciencia socio-
histórica («también muy combativa, muy de romper moldes; fue la época del franquismo
en Madrid, donde la gente joven creíamos que íbamos a cambiar el mundo, y las
costumbres»). Se refiere a la corriente de emigración interior, en la que se hallan otros
muchos casos como el suyo, atraídos por las posibilidades de trabajo y estudio de las
grandes ciudades como Madrid o Barcelona, donde se concentraba buena parte de la
oferta universitaria («la mayoría de mis amigos de aquella época, nadie era de Madrid,
todos éramos de fuera de Madrid»). La emigración española a Alemania la sitúa en una
generación anterior a la suya. Recuerda que cuando ella era niña, la gente con treinta
años («la gente de la edad de mi madre, un poco más joven, de post guerra») emigraba a
Alemania, por necesidades económicas («de la misma manera que ahora Sudamérica o
los países del Este emigran a España»). Aunque al final de la entrevista surge de nuevo la
comparación y matiza que la emigración española pasada quizá era más con un contrato
de trabajo, menos a la aventura. Y se muestra a favor de la regulación de los flujos
migratorios internacionales.
—A mí me parece que las cosas no reguladas, los ilegales, para el propio inmigrante, es muy duro;
sensación de inestabilidad, de que puedan abusar de ti en el trabajo, de que no tengas asistencia
sanitaria… Y también es cierto que los países deben de controlar la cantidad de personas que
pueden admitir, para que vivan con dignidad. No pueden permitir que entre todo el mundo, como
han hecho con la gente que llega en pateras, a Algeciras; que luego acaban en un barracón. Es que eso
hay que… No sé si es en el país de origen, donde hay que controlarlo, o en el país que recibe. Pero no
pueden ser nunca tratados como camiones de animales que van al matadero…

Casos 1.3.D.3. «Lo mayoritario en la España de los años 50 era que emigraba la gente
para salir de una verdadera penuria…»

Se ha pasado casi toda la vida (laboral) volando, como «tripulante de cabina» en una
compañía aérea española. A gusto con su vida, en cada fase de la misma, no pronuncia la
palabra crisis a lo largo de la entrevista; las referencias más próximas se remontan a su

65
infancia («la de un crío normal, teniendo en cuenta que nací en el 47, que las condiciones
económicas y sociales no eran muy buenas, sobre todo en mi entorno»). A pesar de lo
cual transmite un sentimiento de haber pertenecido a una familia con las necesidades
básicas de alimentación y vestido cubiertas («no era una situación tan precaria como
podía ser para otras familias»).
La memoria sobre allegados en la emigración exterior se reduce a un familiar que
estuvo en Inglaterra un par de años. Pero aclara que «no era el concepto de emigración
que había en España antes, en los años 50, donde emigraba la gente para salir de una
verdadera penuria». Respecto a la biografía propia, duda si cabe entender su caso como
emigración interior, dado que salió de su Andalucía natal para asentarse en la comunidad
uniprovincial de Madrid («adquieres otras formas de vida; aunque no se trata de ser un
emigrante, puesto que tienes relaciones con tu lugar de nacimiento sin perder el vínculo
con ella»). Tampoco cree que sea emigración la experiencia de una de sus hijas («mi hija
ha emigrado, pero no lo llamaría emigración, porque es un período limitado de tiempo,
por lo que no tiene sensación de emigrado»).
No puede evitar emocionarse al recordar las imágenes que han ido creándose en su
cabeza acerca de la emigración pasada española, que contrapone a la de los jóvenes de
hoy (como su hija).
—Bueno, antes hubo un boom de emigración, puesto que muchas personas salían de España. No podemos
olvidar que España también ha sido un país emigrante, aunque muchas personas parecen haber
olvidado eso. Hoy por hoy, sigue habiendo emigración, sobre todo de gente joven, que sale a
prepararse a otros países, o bien a desarrollar su profesión en otros países.
—(…) La imagen que se me viene es la imagen de mi país en un momento de la historia muy terrible; y
pienso en los inmigrantes que tuvieron que salir de mi país hacia fuera. Y…es una imagen que no se
me borra.

Varón, 63 años, nacido en Sevilla (donde vivió hasta los 20 años, se casó con una sevillana y
ambos vinieron a Madrid). Tuvo que dejar el bachillerato, debido a problemas económicos
familiares, por lo que se puso a trabajar primero de camarero, luego de auxiliar en una línea aérea
donde se jubiló hace tres años). Casado, con nietos de dos hijas treintañeras emancipadas; y un
hijo veinteañero en casa (situada en un municipio del área metropolitana oeste).

Sobre el futuro de las migraciones internacionales, cree que van a ir a más, porque
todo el mundo tiene derecho a mejorar sus condiciones de vida («incluso en los trabajos
especializados se producen emigraciones, que quizás no tengan el concepto tan
despectivo como se puede denominar la emigración, pero no deja de serlo por ello»). Su
reflexión sobre este asunto le lleva a expresar el deseo de la supresión de fronteras («la
circulación de las personas debería ser libre, siempre y cuando se respeten las leyes y las
condiciones culturales de cada país»). Se muestra a favor de unos mismos derechos y
obligaciones para todos los trabajadores. Algo que señala no se cumple por culpa de
algunos empresarios, que no aplican el mismo convenio a extranjeros y a españoles. No
tiene preferencias sobre inmigrantes («la nacionalidad me da igual. Lo único que exigiría
es que fueran honrados y legales»). En su caso no se habla de relación vecinal, ni de
amistad; sino de supermercados, bares y obras de reforma en casa («siempre relación de

66
cliente y dependiente», donde prima el respeto y la cordialidad).

67
1.4. GENERACIONES AUTÓCTONAS MAYORES (65 Y MÁS) MIRANDO AL PASADO. ENTRE EL
MIEDO Y LA COMPRENSIÓN

Los informantes de mayor edad suelen ser quienes expresan de manera más abierta
las fobias hacia la inmigración. Confiesan su angustia e incomodidad por no conocer a
sus vecinos, y sobre todo por no reconocerse en ellos, debido a la distancia cultural que
les separa. Estos miedos suelen desembocar en la aparición de una sensación subjetiva de
inseguridad. En las zonas urbanas de alta densidad inmigratoria, esta inseguridad se
dispara. Pero por una razón fundamental: en los antiguos barrios obreros, las personas
de más edad son testigos de un proceso de sustitución demográfica (el traslado residencial de
las poblaciones autóctonas adultas y su sustitución por las familias inmigrantes). La
estructura por edad se polariza y en un mismo espacio residencial convive una población
mayor autóctona que vive en el mismo barrio desde hace más de cuarenta años con una
población joven que ha llegado del extranjero en los últimos quince años. La brecha que
separa a los «viejos» vecinos españoles de los «nuevos» vecinos extranjeros se convierte
en una dificultad añadida a lo hora de aprender a convivir. Como se advierte en distintas
investigaciones cualitativas, el miedo al extraño o a lo desconocido deviene el principal
obstáculo para el acercamiento mutuo (Miranda y González Enríquez, 2006; Eseverri,
2010).
No obstante, los testimonios de las personas mayores permiten capar los matices y
comprobar que, en muchas ocasiones, el miedo de estas personas puede también ir
acompañado de humanismo y comprensión. Sus relatos nos acercan a la historia de
España. Nos recuerdan los rasgos identitarios que han marcado a los españoles; su fe
religiosa, su lealtad al rey, su patriotismo, su poder colonial, su ilustración republicana,
etc. Nos hacen retornar también al sufrimiento de la Guerra Civil, al miedo, al hambre y
a la persecución política; a la emigración forzosa o deseada, a las ansias de mejorar y de
abrirse al mundo. Se trata en suma de una oportunidad de dar voz a personas cuya
experiencia se perderá con el paso del tiempo. Tomando prestadas las palabras de
François Morin, una vez más, los sociólogos nos encontramos en el «terreno de la última
oportunidad para registrar saberes que van a desaparecer con la muerte de sus últimos
representantes» (Morin, 1993:100).

Casos 1.4.A. Mujeres de posición media-alta: entre la compasión cristiana, el humanismo, la crítica y el
rechazo

Los dos casos que se presentan a continuación tienen una fuerte vinculación con la
religión, aunque desde dos posiciones distintas. El primero de ellos es el de una mujer de
86 años, que se define como una persona de una gran espiritualidad y «muy practicante».
Pertenece a la clase acomodada madrileña y tiene un discurso que podría calificarse de
católico, patriótico y conservador. El segundo caso es el de una mujer de 68 años,

68
miembro de una congregación religiosa desde hace 51 años y fuertemente comprometida
con la causa de los más desposeídos. Se trata de una mujer instruida, que se situaría en
una posición de clase media-alta, aunque vive en comunidad en uno de los barrios más
desfavorecidos de Madrid.
L., la primera de ellas, nació en 1924, y tuvo una infancia marcada por la muerte de
su padre y la Guerra Civil. Su padre era ingeniero y la familia gozaba de una vida
acomodada, interrumpida por la muerte de este siendo ella niña. Este acontecimiento
hizo que toda la familia, compuesta por su madre y por seis hijos se trasladara al norte de
España, donde su madre se empleó como telefonista. Lo que marcó el inicio de una vida
más modesta que de nuevo iba a ser interrumpida, esta vez por la Guerra Civil.
Tras la guerra, su familia se trasladó a un municipio del área metropolitana de
Madrid. Un tío suyo, hermano de su padre, les ayudó a instalarse y a encontrar trabajo
como telefonistas. Allí contrajo matrimonio con el médico del pueblo, muchos años
mayor que ella, dejando atrás una vida de responsabilidades y estrecheces. Desde
entonces ha sido principalmente la mujer de, madre de una familia muy numerosa. Su vida
ha trascurrido entre embarazos, viajes, novelas, visitas familiares y el gobierno de una
enorme casa. Pero su trayectoria también estuvo marcada por la pobreza y el miedo que
trajo la guerra. A sus 86 años dice estar tranquila gracias a «una fe muy grande en Dios
Todopoderoso». Según ella, «la vida espiritual es muy complicada, y hay que vivirla uno
íntimamente…, pero es indudable que si tienes una vida espiritual… buena, fuerte, que
tú te puedas apoyar en ella, que siempre te puedas apoyar en ella cuando estás más flojo
o te pasa algo…», es un gran consuelo.
Como española que estima su patria, y como católica practicante, rechaza
profundamente a los latinoamericanos que acusan a los españoles de que «fueron a
robarles» en la conquista de América. Este es un aspecto que surge en diversas
entrevistas y que, en cambio, otros informantes reconocen, explicando que España está
en deuda con algunos países de Latinoamérica. Pero para esta anciana existe un
argumento por encima de todos los demás: España les dio a los latinoamericanos una
religión y una patria y por esta razón son ellos quienes deberían estar agradecidos.
—La Reina Católica dijo sus «amados súbditos», no dijo sus esclavos, dijo sus «amados súbditos» y toda
esa gente que ahora nos tiene tanto rechazo, yo les pregunto: ¿Cómo te llamas? López, Pérez, Garrido,
Sánchez. Digo: ¡Oye!, todos esos apellidos son españoles… ¿y tú reniegas de los españoles y te llamas
como ellos?

Mujer de 88 años casada con un médico de una población madrileña. De posición acomodada
y madre de trece hijos, vivió la Guerra Civil en un pueblo de León, al que se trasladó con su madre
tras morir su padre de manera repentina. Su biografía es de una vida privilegiada en un momento
de cambio social para España, pero también de trabajo duro y miseria en las décadas del
franquismo. Es una mujer informada y curiosa que no tiene reparos en exponer su visión del
mundo, en opinar y en expresar cuáles son los extranjeros que prefiere.

En sus reflexiones se percibe la idea de que España, como potencia colonial, llevó la
civilización a estos países. Bajo esta premisa, las culturas originarias del continente
americano son consideradas inferiores (en otro fragmento dice refiriéndose a los

69
inmigrantes que «por regla general son menos educados que nosotros») y la cultura
española es una cultura civilizada. De ahí también la concepción de la integración en la
sociedad de acogida como un proceso de asimilación, a lo largo del cual el inmigrante
renuncia a su cultura de origen y debe adoptar las normas y valores de la cultura
mayoritaria («deben adaptarse a nuestras costumbres y no encerrarse en los suyo,
añade»).
No obstante, en otro momento de la entrevista expresa abiertamente su preferencia a
la hora de valorar a los inmigrantes que viven en España. Tiene claro que siente mayor
afinidad por los «Americanos», como ella los llama. Por la lengua, la cultura o la religión;
porque tienen (de nuevo alude a ello) «nuestra misma civilización». En cambio, como es
lógico, a quien menos valora es al menos afín: «a los árabes». Su rechazo hacia los
musulmanes lo expresa aludiendo al conflicto que surgió en 2007 por el control de las
ciudades de Ceuta y Melilla tras la visita de los reyes de España en 2007. En este sentido,
el punto de vista católico y nacionalista juega de nuevo un papel principal a la hora de
juzgar a los inmigrantes de origen marroquí.
¿Hay alguna nacionalidad por la que tengas más preferencia?
—Yo prefiero los americanos, los sudamericanos.
¿Por qué?
—Porque en cierta manera tengo una afinidad con ellos, si son…, tienen nuestra civilización, se llaman
como nosotros, tienen nuestra civilización, sencillamente, tienen nuestras mismas creencias, nuestras
mismas historias, lo que pasa es que ahora ya, con el tiempo, han salido todos esos salvajes, como el
Noriega y todos ellos, que están machacando al pueblo y los otros pobrecitos, que no ven más allá de
su nariz, los tienen como si fuera Dios Todopoderoso.
¿Y hay algún grupo que te guste poco?
—¡A los árabes! … ¡No les quiero ni ver!
¿Por qué?
—En primer lugar porque ahora se están dejando engañar, bueno, están engañando a todos nuestros
políticos; ¡ellos son listos!, tienen una cultura de hace muchísimos siglos y nuestra gente parece medio
idiota. Moratinos, que ayer lloraba cuando le quitaron el cargo… ¿Qué hacía Moratinos?, ¿Hacía algo
para salvar a España?, ¡No!, todo se lo daba a ellos, porque le parecía que era poco, que ellos se
merecían todo, so majaderos. ¿Qué se merecen?, si Marruecos hace que vive como nación hace 60 años y
nosotros tenemos casi 600, ¡anda!.. aprender historias y luego venidme con historias a mí!, ¡que no sé
nada!

Llama la atención el modo en que estas ideas van acompañadas de posiciones muy
compasivas y humanas; de reflexiones que demuestran un elevado grado de aceptación
de la diversidad cultural, incluso del matrimonio mixto, una actitud difícil de encontrar
en otros informantes, tanto autóctonos o extranjeros («me desagrada terriblemente que
se desprecie a los extranjeros, porque están…, vienen hechos una miseria. Yo no quiero
desprecios para nadie. Creo que el mundo se arreglaría solo con amor…»). Por otro lado,
en el siguiente fragmento se demuestra la normalidad con la que acepta el mestizaje
dentro de su propia familia y las elecciones que han hecho para su vida tanto sus hijos
como sus nietos.
—(…) yo que tengo una familia muy grande, tengo una nuera francesa, tengo un nieto político italiano,
tengo un novio de una niña italiana, he tenido un nieto casado con una tailandesa, tengo una chinita

70
adoptada…
Y luego su nieto que se va a casar con una nicaragüense…
—Y tengo un… ¿con quién?
José Luis, ¡que se casa este mes!
—Y luego tengo un nieto que se va a casar con una inmigrante hondureña.
Ah… ¡hondureña!
—Y que tienen una niña y tampoco hago una escandalera porque se casen o no se casen, a mí me da igual,
cada uno es libre de hacer lo que crea, lo que crea que es su obligación y su bien.

Quizás su edad le ayuda a aceptar la realidad tal y como es. Y a reconocer que ciertos
procesos son imparables, como lo son la mezcla entre culturas y étnicas diversas o el
propio fenómeno de la inmigración: «…lo que hagan por la fuerza no va a servir para
nada, porque ya las puertas están abiertas, y como dice Zapatero que la tierra es del
aire…, pues el aire corre mucho…, los hombres corren más y cada uno vivirá donde
pueda y donde sea feliz…»
El segundo perfil que se destaca es el de una mujer que pertenece a la Congregación
del Sagrado Corazón. Jubilada, aunque aún activa dentro de su comunidad, su mayor
satisfacción es compartir la vida con sus vecinos en el barrio donde vive, un espacio
alejado del centro urbano, humilde, pero cercano. Piensa que la aceptación de los
inmigrantes varía en función de las zonas urbanas. En las «zonas elegantes», las zonas
más céntricas, el trato empeora, pero en las zonas de elevada densidad inmigratoria, los
llamados barrios-gueto, los conflictos y tensiones de convivencia son más graves. En
cambio, en los «barrios humildes del extrarradio», donde hay altos porcentajes de
poblaciones extranjeras, «la relación es casi normal, ya casi casi no los consideran
inmigrantes».
Según ella, la denuncia de la injusticia ha estado muy presente a lo largo de toda su
vida. Por un lado, su experiencia profesional se ha visto marcada por la defensa de la
enseñanza de la religión en las escuelas públicas. Por otro lado, el desarrollo de su vida
cotidiana en un barrio desfavorecido le ha llevado a involucrarse en las labores de
atención a los pobres (desde la oficina de Cáritas) y en distintas reivindicaciones por
mejorar su barrio. De hecho, su sueño es convertirse en representante de la política local,
porque cree en una ciudadanía activa, que se centre en propuestas concretas, visibles, que
transformen la realidad más cercana a las personas. Se trata, además, de una mujer que ha
conocido el lado más oscuro del hecho migratorio, por medio de la implicación en casas
de acogida para inmigrantes en el Estrecho de Gibraltar. En sus relatos explica que en
determinados contextos la realidad supera con creces la ficción: «mira cómo han venido,
agarrados en un camión, metidos debajo, con todo esto… [señala el abdomen]. A uno le
tuvimos que curar cuando llegó, porque tenía todo, todo, todo desollado! ».
Comprende al inmigrante porque ella misma se considera una persona desarraigada.
Ha vivido en distintas regiones de España. Pasó diecisiete años en Asturias, quince en
Andalucía, ocho en Canarias, seis en La Mancha, uno en Valladolid y ocho en Madrid.
Según ella, el secreto para adaptarse a todos estos lugares ha residido en no querer
imponerse. Tomar lo bueno y no centrarse en lo que a uno le falta («en Canarias no te
puedes pasar la vida suspirando que es una isla y que no puedes salir…»).

71
Su extensa experiencia dedicada al apoyo de las personas más desamparadas le ha
llevado a vivir experiencias reveladoras. Y es que se trata de una mujer que ha apoyado
tanto a los españoles que emigraron al norte de Europa en el pasado como a los
extranjeros que se han instalado en nuestro país en los últimos quince años. En los años
60 atendió en un colegio interno de un pueblo llamado Mora de Toledo a los hijos de los
emigrantes españoles que se encontraban en Alemania. Hoy se encuentra al otro lado y
apoya a los padres que dejan a sus hijos en sus países de origen y emigran solos a
España. No obstante, también se ocupa de los hijos de estas familias extracomunitarias,
convirtiéndose en esa «persona especial» (Portes y Fernández Kelly, 2007) que cambia el
rumbo en la vida de los jóvenes que parten de situaciones complejas y hace posible que
continúen con sus estudios. En este fragmento explica cómo ayuda a la hija de una
inmigrante marroquí, madre soltera de cuatro hijos.
—Estoy pensando en este momento, en una familia del barrio, bueno, es ella, porque él no sé dónde está,
a ver, sabes qué pasa, que hay historias que las sé porque me las cuentan, pero si no me las cuentan,
pues no las pregunto y ¡en paz! Es una señora, que yo la quiero mucho, tiene cuatro hijos, una que está
haciendo un módulo de formación profesional, que de Cáritas le estamos ayudando, y yo
personalmente le ayudo todo lo que puedo, porque me parece…, bueno!, esta niña terminó el
bachillerato el año pasado, y quería hacer un módulo en el mes de Septiembre yo le decía «C, vete allí!,
C, vete allá, C, haz esto, C, haz lo otro!» y así ha conseguido entrar en un módulo que está lejos, pero
claro, ella habla y dice «¡Es que es una suerte!, porque se ha quedado mucha gente fuera, yo lo tengo
que aprovechar!, además mi madre, ella —C— tiene ya 17 años, mi madre me podría poner a trabajar y
me da la opción de que siga estudiando!», entonces el otro día vino, le ayudamos con libros, yo le dije
C, te van a pedir una calculadora…, mmm… ¿cómo se llama?
Como, ¿científica?
—Científica, ¡no la compres!, ¡que en el colegio yo la busco!. Bueno, el niño está en el Instituto de GG, no
tenía libros y no sé qué y yo hablé con la tutora, le dio libros y entonces, ahora, la motivación es …
¿cómo se llama la mujer?, … se llama F…, o yo que sé, «¡Fulanito, estudia, que L va a ir a hablar con la
tutora!», o sea que la motivación no es que su madre vaya a ir a hablar, que encima no tiene tiempo!, es
que cuando yo vaya al Instituto, ¡voy a hablar con la tutora de él!

Mujer autóctona de 68 años y miembro de una Congregación religiosa desde hace 51 años.
Fuertemente orientada a la ayuda de los más desposeídos. Pese a estar ya jubilada se mantiene
constantemente en actividad dentro de la parroquia de su barrio. Vive en comunidad en uno de
los espacios urbanos más desfavorecidos de Madrid, donde conviven personas de la tercera edad
con un elevado porcentaje de personas extranjeras. Muestra en ocasiones una actitud ambivalente
hacia la inmigración, destacando el deterioro de la calidad de la enseñanza y la sanidad,
principalmente.

Sorprende (y desafina) encontrar en esta entrevista un discurso que no es meramente


solidario o utópico, sino que se identifica más con un realismo que sintoniza con algunos
planteamientos oficiales respaldados por la opinión pública. Esto ocurre cuando se le
pide que se imagine en el supuesto de tener una responsabilidad política. Su respuesta es
tajante, como lo muestra este fragmento.
¿Qué harías si tuvieras el toro por las astas?
—Es…, es… controlar! o sea, que la gente no entre incontroladamente. Ya…, qué…, qué…?
Y luego…
—Que los inmigrantes sean controlados al ingreso… Claro, una migración controlada, con lo cual

72
decimos… «¿Cuántos podemos atender?», «5800», pues entran 5800, el resto, no pueden entrar!, ¿Por
qué?, Porque no les podemos ofrecer lo que vienen buscando!, eso por una parte y por otra…, lo…, lo
asumiría a nivel… por ejemplo, mmmm, lo asumiría a nivel de Comunidad Europea, o sea, es Europa
la que tiene que ofrecer respuestas a…, a estos países que por lo que sea, tienen dificultades, bueno, es
que antes empezaría por ver si en sus países pueden tener otras condiciones, es decir, influir, controlar
los gobiernos, los países que producen pobreza (marca), ¡para que la gente no tenga que salir!

Lo mismo ocurre cuando habla de la situación de la sanidad y de la educación.


Aunque se muestra comprensiva, la crítica está presente y sitúa a la población inmigrante
como una de las fuentes principales del deterioro de la sanidad y de la educación. Una
realidad que se agrava en un contexto de crisis económica y de recortes en la financiación
pública («condicionan los servicios sanitarios»; «el sistema educativo español estaría
completamente organizado si no fuese por la cantidad de inmigrantes que hay»). Este
perfil muestra cómo la solidaridad y la entrega a los más desfavorecidos no están reñidas
con una tendencia más crítica hacia la inmigración, más aún cuando los recursos son
escasos y aumenta la competencia.

Casos 1.4.B. Mujeres de posición media-baja, inseguras y temerosas de lo desconocido

En el grupo de discusión compuesto por mujeres mayores de posición media-baja


(GD6), el discurso de la invasión sigue apareciendo con fuerza. Más aún entre las mujeres
que viven en las antiguas zonas industriales donde se produce una elevada concentración
de inmigrantes. Las participantes hacen una lectura histórica que parte de una ruptura
entre una sociedad económicamente próspera, solidaria y segura y otra más pobre,
anónima e insegura. El punto de inflexión entre estos dos mundos lo dibuja la llegada de
la población extranjera. Una mujer de 77 años que vive en uno de los distritos con
menor renta de Madrid, habla con orgullo de su barrio, pero explica su proceso de
deterioro como consecuencia de la llegada de las poblaciones inmigrantes.
—El barrio nuestro está muy mal. Y es un barrio precioso, una colonia que ha sido… porque ha estado
muy bien siempre (…) Y además que se disponía [gesto de dinero] porque se trabajaba en Marconi, en
Barreiros, en buenas empresas… Y la gente obrera lo ganaba o lo gastaba y se ha vivido bien, pero
entró esta batalla, porque eso fue como una nube, eso fue aterrador… Era como la película de La
Momia, con esos bichos que salen y… [Corretea con los dedos por encima de la mesa como si fueran
los bichos caminando]

Mujer de 77 años, viuda, madre de dos hijos y residente en el distrito de Villaverde, donde
regentó durante años un herbolario. Sus hijos han llegado a hacer estudios universitarios (una
ingeniero y otro periodista) y han abandonado el distrito de origen para trasladarse a una zona
más acomodada. En su discurso asocia la inmigración con la pobreza y la delincuencia, aunque
relata episodios de convivencia agradables y muestras de solidaridad en su vida cotidiana (GD6-
MEXEES II).

Son mujeres con escasa formación y que generalmente han dedicado su vida a la
crianza de los hijos y las labores de la casa. Cuentan en ocasiones con experiencias de
emigración interior, pero en general su vida ha transcurrido sin grandes cambios. Es el
caso de M., una mujer de 67 años que pasó su infancia y juventud en Barcelona. Mientras

73
ayudaba a su padre en una de sus tiendas de ultramarinos, entró un joven miliciano
procedente de Madrid, que se enamoró de ella y volvió a los pocos meses para pedir su
mano. La pareja se trasladó a la capital, tuvo tres hijos y vivió prácticamente toda su vida
en un hotel situado en el distrito de Moncloa, donde él ejercía de gerente. Hoy viven en
un apartamento que compraron para pasar la jubilación y ella dedica su vida a cuidar de
él, postrado en cama a causa de la enfermedad degenerativa.
A pesar de que se muestra interesada por el tema de conversación, cuenta que no
tiene relación con la población extranjera, a excepción de la persona que han contratado
en su casa para hacer la limpieza (de nacionalidad ecuatoriana), los dueños de una
panadería (de nacionalidad argentina) y el chico que le sube la compra a casa (también
latinoamericano, pero no conoce su origen concreto). Se justifica diciendo, «no ves que
nosotros somos muy viejos y los inmigrantes son más jóvenes…pues no tenemos
relación porque no hay gente de mi edad».
Dice no poder evitar asociar la inmigración y la delincuencia. Una idea que viene
reforzada por un robo que sufrió por parte de menores gitanos de nacionalidad rumana.
—Si te digo la verdad lo primero que me viene a la mente es delincuencia, pero sé que no todos son así,
pero es que no lo puedo evitar, a mí me dan miedo algunos porque parecen tan siniestros… y lo de los
rumanos ya ni te cuento.
Cuéntame algún episodio desagradable con algún inmigrante
—Pues claro que he tenido, hija. Mira cada vez que íbamos a sacar dinero al BBVA de ahí, nos venía una
panda de rumanitos a ver que nos podían sacar. Nos metían las manos por todos los huecos a ver si
nos podían robar algo…Ya no hemos vuelto a sacar dinero en ningún cajero porque siempre
acabábamos a disgusto. Mira que sinvergüenzas, además siempre a los ancianos que se aprovechan de
ellos. Anda que…Yo no soy racista pero qué quieres que te diga, a estos no los puedo ni ver, pero claro
después de todas estas cosas ¡cómo me van a caer bien!

Mujer autóctona de posición media-alta y 67 años. Dedicada toda su vida a las labores del
hogar y al cuidado de sus hijos, actualmente vive en el distrito de Moncloa. Su mayor temor es el
aumento de la delincuencia a raíz de la inmigración.

Se trata de un tipo de mujeres que reconocen mirar con temor el cambio que
provoca la inmigración. «Antes no se veía tanto negro en la calle», advierte. «En mi época
no veías eso y, claro, a las más mayores pues nos choca…». Del impacto que genera la
diferencia; del temor que provocan los rasgos culturales desconocidos y de la distancia o
la falta de relación con la población inmigrante nace la desconfianza de aquellas personas
que observan, ya al final de su vida, los cambios sociales con profundo extrañamiento.

Casos 1.4.C. Varones de posición media-baja: la persistencia del discurso de la invasión y la demanda
de control

S. nació un año después de que se proclamara la Segunda República Española (1932).


Recuerda sus primeros años con felicidad. Su familia era madrileña y republicana y
cuenta que su madre le disfrazaba los domingos de payaso y salían a pasear. Luego la
guerra les golpeó brutalmente. Relata que en Madrid «fue la miseria total, entramos en un

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período de hambre que anima, en Madrid no había un gato, no había nada, nada de
comer, la gente no tiraba nada para tener leña en invierno para encender la lumbre y
guisar, en fin un desastre». A uno de sus hermanos, el levantamiento militar le cogió en
Soria visitando a sus tíos y, al encontrarse más cerca del campo, pasó menos hambre. Él,
en cambio, no tuvo esa suerte. A los siete años la desnutrición le produjo un tumor en
una pierna que le dejaría inválido de por vida. Sus recuerdos sobre el hambre en la guerra
son testimonios de un enorme valor histórico:
—Por ejemplo no se me olvidará una cosa y es que mi padre se había ido andando hasta un pueblo cerca
de San Sebastián de los Reyes, y llevaba unos recados que consistían en un sobre con cinco cartillas
para escribir, con lápices y un frasquitos de tinta…etc. Lo llevaba para cambiarlo, y se vino a casa con
un huevo, un puñadito de lentejas y un poquito de harina, y se vino andando otra vez.
—Otro recuerdo imborrable una vez que me encontré una cáscara de naranja de esas con la cáscara muy
gorda blanca… ¡Estaba entera! Alguien lo había tirado delante del colegio y madre mía cómo me puse.

La guerra y el franquismo marcaron su vida y su cuerpo. Para él, Franco fue quien le
quitó la comida y el responsable de su enfermedad e invalidez. Se declara pues
profundamente antifranquista y republicano hasta la médula. No obstante, la guerra no le
impidió vivir y trabajar como tendero en una papelería y más tarde como ayudante de un
delineante en una empresa de construcción. Antes de los sesenta, le reconocieron la
invalidez y se dedicó a viajar y a aprender. Hoy, a sus 78 años, tiene párkinson y ya no
puede salir prácticamente de casa. Vive con su mujer y colecciona libros de Calleja y
Dickens y es un gran aficionado a la música, sobre todo a Mozart y Alfredo Kraus.
Respecto al fenómeno de la inmigración critica la permisividad del Estado español en
los últimos años y advierte del problema que genera en cuanto a la instalación de mafias,
desarrollo de la prostitución y aumento de la delincuencia. Demuestra cierta compasión
por quienes más sufren y pasan hambre («los que llegan en patera») aunque también
muestra cierta molestia porque («están muertos de hambre») y pueden generar
desórdenes. Esta actitud ambivalente llama la atención teniendo en cuenta, precisamente,
el hambre que padeció durante la guerra y la posguerra.
Por otra parte, expresa abiertamente su preferencia hacia los latinoamericanos,
valorados por su legado artístico y cultural. Y declara estar agradecido a estas personas,
porque le han ayudado varias veces en la calle cuando se caía al suelo debido al problema
que sufre en la pierna.
—Bueno sí, me han ayudado cuando me he caído. Me he caído muchas veces por la calle y sí ha habido
siempre un negro o una muchacha que me han ayudado. Una vez me caí y una sudamericana me dio el
brazo y me llevó hasta la parada del autobús…si yo no tengo queja de eso, si son fantásticas, pero hay
de todo…hay de todo (…) Pues yo creo que los mejores que han venido, de América, han sido los de
América del sur: Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay ¿no? esos que son indios, esos vienen colocados
casi todos. Hay grandes actores, grandes escritores…esos son los mejores. Como tienen un nivel de
vida mejor, entonces están más arraigados a todo; los otros están muertos de hambre pues ¿qué van a
hacer? pues vivir y…y a comer como puedan. Fíjate, hace poco dijeron que había una mafia que por las
noches saca las cosas que no… de los yogures y tal y todos van a coger, se liaron a discutir y acabaron
rompiendo los cristales de la tienda, y el tío dijo que se había acabado, que no sacaba más eso.

Varón autóctono nacido en Madrid, en 1932. Su infancia estuvo marcada por la Guerra Civil (le

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provocó una invalidez en la pierna izquierda) y por el hambre. Desempeñó diversos trabajos, se
casó y tuvo tres hijos. Hoy vive con su mujer y considera la inmigración como un fenómeno
necesario, aunque piensa que se ha de ser más selectivo: «¡si ha estado en la cárcel la mitad de su
vida, pues mira, ¡vete a tu pueblo!».

Llama la atención las referencias repetidas que hace a la invasión o al descontrol en la


entrada de inmigrantes, en un momento de crisis económica en el que las salidas por
emigración ya son superiores a las entradas por inmigración. El discurso de S. nos remite
a un pasado cercano (hace unos seis o siete años) en el que los españoles identificaban en
los barómetros del CIS a la inmigración como uno de los problemas más importantes de
España. Se trata de un discurso que teme una avalancha y un estado de desorganización
social que, en su razonamiento, encuentra como única solución un mayor control y una
mayor selección de los inmigrantes. Este último fragmento es un claro ejemplo de esta
forma de pensar:
—Establecería un control, establecería unos controles pero unos controles perfectamente lógicos,
perfectamente organizados. Aquí entra todo el mundo, el que quiere y no se sabe nada… traer de EE.
UU. unos dispositivos para verlos (referencia a las pateras) y al que venga con buena fe dejarle pasar, y
al que venga, tienen que venir, tienen que colaborar con nuestro país, y al que se detecte que venga…
porque tienen que colaborar con los países donde vienen, mirando su historia, si ha estado en la cárcel
la mitad de su vida pues mira vete a tu pueblo… pero a la gente que está pasando… a los muertos de
hambre, esos que vengan…

Casos 1.4.D. Varones de posición media-alta: entre la comprensión y la idealización de la emigración


española de los años 50-60

Emigrar supone exponerse a un contexto desconocido y convertirse, por un tiempo,


en un extraño para los otros. Supone abandonar las redes familiares y sociales de
protección, por lo que puede conllevar aislamiento e inseguridad económica, al menos en
un primer momento. Los dos perfiles sociológicos que se presentan a continuación
tuvieron esta experiencia y, como se comprobó en el MEXEES I, la emigración (en este
caso interior) influye positivamente en la percepción que se desarrolla hacia los
inmigrantes que provienen de otros países. Los informantes se muestran comprensivos.
No obstante, en sus discursos hacen una clara distinción entre la presente inmigración
internacional (masiva, descontrolada, sin garantías de trabajo y alojamiento) y la
emigración que protagonizaron los españoles en el norte de Europa tras la Guerra Civil
(una emigración, según ellos, temporal y planificada, a través de contratos de trabajo en
origen). Una diferencia que tendremos ocasión de analizar en este apartado.
El primer caso nació en un pueblo cordobés y fue un niño enfermizo que no se
escolarizó hasta los nueve años, pero que destacó enseguida entre los alumnos de su
edad por poseer une memoria prodigiosa. Dice que su «capacidad mental» le ha ayudado
siempre, sobre todo cuando abandonó su pueblo y tuvo que superarse a sí mismo,
labrándose una nuevo futuro en Madrid y luchando contra un vicio que le desbarató su
vida: el alcohol. La emigración para él significó una oportunidad para volver a empezar.

76
Fue una huida hacia adelante que le permitió luchar por su vida y su familia. En Córdoba
había conocido a su mujer y tenían cuatro hijos.
¿Por qué saliste del campo? ¿Por qué emigraste a Madrid?
—Bueno eso tiene unas repercusiones bastante respetables, si tengo que decir la verdad, porque me pasé al
lado del vino, me hice un borracho estúpido, y eso me hizo que saliera porque en el pueblo estaba bien
situado, negocio que yo lo hice bastante rápido y bastante bien, luego lo tiré, amos, al coger como
compañero el vino, pues lo tiré, y otras cosas que no merecen contarlas…
Si, y en Madrid, cómo recuerdas…
—En Madrid, los primeros días malos, como todo emigrante, los primeros días malos pero ya se iban
cuadrando las cosas, a como era de verdad y ya empezamos la lucha económicamente mejorada (…) Al
alejarme del vino, pues solo pensé en luchar, luchar, luchar y trabajar, y mucho, y no es que yo sea Juan
March, tengo mucho menos dinero que Juan March, pero lo paso medianamente…

Varón autóctono de 91 años originario de la provincia de Córdoba. Relata la necesidad de


emigrar a Madrid por problemas de alcoholismo, pero destaca su capacidad de sobrevivir y de
sacar adelante a su mujer y a sus cuatro hijos. Hoy vive con su mujer en un barrio de la periferia
sur de Madrid y conversa diariamente con personas extranjeras.

Actualmente, y a pesar de sus 91 años, como está en mejor forma que su mujer,
todos los días se encarga de hacer la compra y aprovecha para quedarse durante una hora
«de chismeo con los amiguetes» en el parque. Varios de ellos son extranjeros y su
experiencia le permite comprender su situación. Según él, su lucha ha debido de ser aún
más dura que la suya, al haberse aventurado a cambiar completamente de país y de
cultura. Su relación con ellos es tan natural y espontánea que ha borrado de forma
automática las etiquetas asociadas a la nacionalidad o al origen. En un proceso de
acomodación mutua declara haber dejado de considerarles «inmigrantes» y haber pasado
a verles como «personas». Con estas palabras lo expresa:
¿Tienes algún amigo inmigrante?
—Sí, tengo amigos, hasta que me dan la mano todos los días…pero bueno, que eso en el sentido de los
inmigrantes, yo los considero como no inmigrantes, como personas, ahí entra ya la humanidad, no
entra otra cosa, esos se vienen de allí también peor todavía porque vienen de otro Estado y vienen
peor, pero vienen…

Contrariamente a la opinión expresada por una de las mujeres cuyo perfil se


destacaba anteriormente, este anciano piensa que los hispanoamericanos «están
perdonados» de antemano. «Fuimos allí a su tierra y les quitamos la plata, las mujeres y
todo, vamos, y ahora vienen ellos a hacer lo mismo, pero a trabajar, esos están
perdonados». Además, hace una interesante comparación histórica, porque mientras en
la época de la conquista fueron los hombres españoles quienes llegaron a América, en la
actualidad son principalmente mujeres latinoamericanas quienes protagonizan este
movimiento migratorio de «reconquista» en la Madre Patria.
Esta reflexión demuestra lo viva que se encuentra la memoria en algunas personas.
Aunque también es cierto que, dentro del mismo discurso, pueden encontrarse
argumentos que demuestran que el pasado se utiliza como referencia para la crítica del
presente, recurriendo habitualmente a mitos o idealizaciones del mismo. Para censurar el
volumen elevado de irregularidad dentro de la población inmigrante, este informante se

77
refiere al pasado diciendo: «Los españoles iban fuera de España, pero iban
documentados, estos no vienen documentados». Un argumento que también utiliza el
segundo caso que se analiza. Un empresario madrileño de clase media-alta que también
conoció las dificultades de adaptación derivadas de la emigración interior, primero en
Sevilla, donde vivió durante tres años, y después en Asturias, donde permaneció con su
familia durante trece años. En este sentido destaca el aislamiento y la falta de apoyo que
sufrió su mujer.
—En nuestro caso fue complicado en el sentido de que especialmente en Asturias pues al tener… ir
naciendo niños y yo tener una actividad que me ocupaba mucho tiempo fuera de casa pues
especialmente para mi familia y particularmente para mi mujer fue duro porque se encontraba sola, no
disponía de los apoyos que normalmente se tienen cuando convives con el resto de la familia que
siempre te puede echar una mano y no era este el caso.

Varón autóctono de 67 años, empresario jubilado, de posición media-alta. Actualmente se


dedica a asesorar a nuevos empresarios, a hacer deporte y a cuidar de sus nietos. Cree que la
inmigración es positiva, pero que también tiene una cara problemática que asocia con las
diferencias culturales y en especial con el islam.

Como el caso anterior, comprende la situación de los inmigrantes que llegan a


España y reconoce su sacrificio, el mérito por «abrirse camino» en un país extraño. Pero
advierte que el problema está en que «se ha permitido la entrada de inmigrantes de una
forma masiva, sin ningún tipo de control y sin ningún concepto claro de que venían ni
para qué venían». Para explicar esta desorganización, presenta como proceso migratorio
ideal el de los españoles que trabajaron de forma temporal en Alemania, principalmente
entre los años 40 y 60. En este fragmento se destacan las bondades del pasado emigratorio y
las deficiencias del presente inmigratorio.
—España es un país que se ha manifestado por moverse dentro del mundo tanto en América del Norte,
del Sur, del centro, como en el resto de Europa, en Alemania por ejemplo, donde ha habido
generaciones enteras de españoles que han trabajado por ahí y que lo han hecho muy bien, que han
trabajado ahí, que han generado sus ahorros y que después han vuelto al país a instalarse
definitivamente con el esfuerzo, con el resultado de su trabajo en la inmigración. Bueno, pues esto, a
mí me parece estupendo, siempre y cuando, la gente que venga aquí, este país a trabajar, venga en las
mismas condiciones que se iban los que de España a Alemania por ejemplo, que iban con un contrato
de trabajo ya determinado y que sabían a lo que iban, no iban a ver si encontraban algo y sin residencia
fija y a ver como sobrevivían en un país desconocido, con un idioma desconocido… En definitiva, eso
lo único que genera o que puede generar, es que la gente que viene de esa forma descontrolada,
necesitan comer, y necesitan vivir y al final pues, sin ser delincuentes, se pueden convertir en
delincuentes. (…) Ha habido un problema de falta de control y en mi modo de ver creo que lo sigue
habiendo.

«Cualquier tiempo pasado fue mejor», decía Manrique. Y una de las razones de la
inmortalidad de este dicho es el poder que siempre tiene el pasado frente al presente, que
es incierto, o el futuro, que aún no conocemos. No obstante, la investigación ayuda a
comprobar la veracidad de los hechos que se extraen para argumentar los discursos y
demuestra en este caso que la emigración española no fue únicamente una emigración
temporal y planificada —muchos emigrantes españoles llegaban a Francia, Alemania y

78
Suiza sin una ocupación fija, sin residencia y sin saber si se quedarían o regresarían algún
día (Sanz Díaz, 2008; 2008a)10. Por otro lado, la actualidad económica de España nos
pone frente al espejo. Desde 2008, cuando la crisis empezó a arrasar el paraíso de ladrillo
hasta entonces erigido, se han ido de España más de dos millones de personas. De estas,
alrededor del 10 por 100 son españolas: unas 215.000, según el INE. A diario se publican
reportajes que muestran la complejidad de la nueva emigración española hacia el norte de
Europa y a las Américas. Algunos profesionales cualificados, otros sin cualificar, se
trasladan de manera planificada (con contrato y acomodación), pero otros lo hacen
simplemente con una maleta y la dirección de un albergue. Los siguientes fragmentos de
artículos de prensa nos permiten tomar conciencia de la situación.
«No voy con ninguna idea clara, realmente huyo de la realidad española, del Gobierno y de la situación
desastrosa por la que pasa España» [Mujer de 24 años, diplomada en relaciones laborales y licenciada en
periodismo. Emigrará próximamente a Inglaterra] (The Huffington Post, 13/10/2012).

«Desgraciadamente salí de la universidad con la crisis a las puertas». Ante la sequía laboral presentada
ante sus ojos, barajó marcharse a Brasil o China, pero el factor del idioma pesó en su decisión de irse a
Santiago de Chile el pasado febrero, en compañía de otro sevillano compañero de profesión: «Me vine muy
a la aventura. Tampoco tuve muchas señales positivas antes de venir… pero me arriesgué y salió bien».
[Mujer de 29 años, licenciada en arquitectura]. Trabajó en Bélgica con una beca Leonardo y como camarera
en Edimburgo. En Chile trabaja en una empresa dedicada al diseño de viviendas unifamiliares) (Expansión,
20/10/2012).

Después de un largo viaje en el metro (en Múnich), y de perderse un par de veces en la calle, descubren
que su nuevo hogar temporal es un albergue juvenil gigante, lleno sobre todo de jóvenes mochileros. Su
habitación es pequeña y desnuda, con dos camas de madera, un escritorio y un armario. Es difícil de creer
ahora, dice Sandino, pero, no hace mucho tiempo, la consultora para la que trabajaba en España me
pagaba un buen sueldo. De repente, el sector inmobiliario español se derrumbó y, con él, su trabajo. «Todo
se ha complicado», señala, «mi novia está embarazada y sola. Nuestro bebé nacerá en julio. La idea es que
ellos se unan a mí aquí, donde no conocemos nada ni a nadie». (…) Después de dos semanas en Alemania,
los dos españoles dicen que las compañías alemanas están impresionadas con su experiencia laboral, pero
les han dicho que vuelvan a llamar cuando sepan hablar alemán. Así que ahora están aprendiendo el idioma
lo más rápido posible. [Dos hombres entre 32 y 35 años, licenciados en ingeniería industrial, procedentes
de Málaga y con una década de experiencia en el sector] (BBC, 1/03/2012).

Como señalara hace más de un decenio Joaquín Arango, «las leyes de las migraciones
son difíciles de descifrar» (2000:1). Nadie imaginaba que una parte de los españoles se
verían de nuevo obligados a hacer la maleta y a buscar fuera los medios para permitir la
subsistencia de sus familias, cuando hace menos de una década temían una invasión de
poblaciones originarias de países pobres, pues formaban parte del mundo próspero. Este
miedo, como se ha comprobado con los materiales reunidos en dos estudios sucesivos,
uno en época de bonanza (proyecto MEXEES I, Cea D’Ancona y Valles, 2010) y otro
en época de crisis (MEXEES II), favorece el desarrollo de un rechazo hacia la población
inmigrada y una mayor demanda de control fronterizo. Pero, al mismo tiempo, ambos
estudios indican que, cualquiera sea el contexto socioeconómico, las poblaciones
implicadas no solo reaccionan de manera temerosa o resentida. La sociedad española está
compuesta de una pluralidad de generaciones, con memorias y experiencias migratorias y
de movilidades e identidades diversas, en las que se observan fobias y filias de distinto

79
tipo. En este primer capítulo se ha mostrado un abanico generacional abierto a ese
respecto. A continuación se verá que, al igual que la categoría autóctonos encierra una gran
heterogeneidad, otro tanto ocurre con la categoría inmigrantes o extranjeros al acercar la
lupa sociológica.

1 Esta comparación entre el idioma polaco y el español, entre Polonia y España, coincide con la que hace un
articulista de un periódico nacional a comienzo de 2013. En su artículo titulado «La desmemoria» Jordi Soler
escribe: «Si no fuera por los países latinoamericanos, España, y el español, tendrían hoy la relevancia mundial que
tienen Polonia, y el polaco». http://www.caffereggio.es/2013/01/12/la-desmemoria-de-jordi-soler-en-el-pais/
2 http://patiomaravillas.net/. «El trabajo igual que más he hecho ha sido camarera, y es un tipo de trabajo en
el que normalmente hay mucha peña de fuera: desde gente de Suramérica, Centroamérica, de países del Este,
filipinos».
3 Una investigación etnográfica sobre una de las comunidades base de apoyo del Ejército Zapatista de
Liberación Nacional puede consultarse en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0188-
77422004000200007. Otros
enlaces:http://www.academia.edu/741086/A_quince_anos_del_levantamiento_zapatista_alcances_y_retos_de_un_movimiento_lo
4 Reléase caso XX en Cea D’Ancona y Valles (2010c).
5 http://www.lavozlibre.com/noticias/ampliar/547248/cuatro-mostrara-el-lado-nunca-visto-de-los-gitanos-
en-la-television
6 Consúltese por ejemplo el siguiente enlace:
http://www.gitanos.org/upload/45/76/Articulo_Memoria_Democratica.pdf.
7 En el capítulo sobre Europeos del Este se registra la trayectoria migratoria de un joven gitano y rumano,
afectado por una doble discriminación (debido a su doble condición de gitano e inmigrante).
8 Véase el análisis sociodemográfico de la ruralidad emergente y las exploraciones cualitativas sobre la
movilidad laboral rural en distintas zonas de España (García Sanz, 2011; Valles, 2011a, 2011b).
9 http://www.migrar.org/migrar/noticias/noticia.htm?noticia=3754.
10 Esta desmitificación de la emigración española en los años 60 queda retratada en un documento audiovisual
que consigue arrancar la verdad a algunos de sus protagonistas. El tren de la memoria es un documental dirigido por
Marta Arribas y Ana Pérez que podría formar parte de esa historia oral que se aleja de los relatos oficiales y que
cuenta experiencias reales de emigrantes que son «tratados como animales, convertidos en números nada más
pisar suelo alemán; analfabetos en su mayoría y muchos entrando en Alemania de forma clandestina; alojados y
hacinados en barracones que habían sido cuadras, separados los hombres de las mujeres; convertidos en máquinas
de trabajar, obligados a hacer horas extras para conseguir dinero adicional para mandar a su país; rechazados por
los alemanes por ser vistos como bárbaros; inermes ante la barrera idiomática…». Estas son, según las directoras
de esta película, las terribles dificultades que tuvieron que atravesar los emigrantes españoles después de la Guerra
Civil.

80
CAPÍTULO 2

Formas de ser inmigrante o extranjero en España: De los tiempos de bonanza a


los de crisis

En este segundo estudio (proyecto MEXEES II), al igual que se hiciera en el


anterior, se ha tratado de reunir también testimonios sobre experiencias migratorias
vividas por inmigrantes y extranjeros llegados a España en distintas fechas. Las
entrevistas se han centrado de modo especial en la decisión de emigrar, el papel de los
medios en esta, los primeros momentos en España, así como el balance de su estancia y
los planes de futuro. Digamos que se ha adaptado el guion seguido en las entrevistas
realizadas a españoles. Por otro lado, la selección muestral de casos se ha diseñado para
levantar testimonios diversos, según posición social y edad, atendiendo además a la
nacionalidad o diversidad étnica de los extranjeros e inmigrantes. Se ha tratado de
obtener perfiles que representen tipos sociológicos relevantes, respecto a la desigual
aceptación por parte de los autóctonos. Y, ello, en una España inmigrante (expresión de
Cachón en 2002, y que remite a la de Portes y Rumbaut de 1996 para América) de finales
del siglo XX y principios del XXI, en la que se desata una crisis desde finales de 2008 que
se agudiza y prolonga en los años siguientes. Cambiamos de informantes, pero los
objetivos de fondo de la investigación han seguido siendo los mismos: cómo son, cómo
han cambiado las fobias y filias en tiempos de crisis. Contamos con testimonios donde
aparecen, contextualizadas, unas y otras. Al igual que se hiciese en el caso de los
autóctonos, a continuación se muestra el resultado del análisis, interpretación y
presentación del material cualitativo reunido. Si en la muestra de autóctonos hemos
destacado la diversidad generacional, en la muestra cualitativa de foráneos es la
diversidad étnico-nacional el criterio seguido al agrupar los casos. Empezamos con el
grupo de negroafricanos, el primero de siete grandes agrupaciones reunidas en este
segundo capítulo.

81
2.1. NEGROAFRICANOS CON PASADO COLONIAL EUROPEO DIVERSO: ECUATOGUINEANOS
(ESPAÑOL) Y SENEGALESES (FRANCÉS), DOS COMUNIDADES ESTRATÉGICAS

Presentamos las biografías abreviadas de tres inmigrantes senegaleses, precedidas por


una síntesis de los testimonios de tres casos procedentes de Guinea Ecuatorial. Ninguna
de las dos comunidades ha alcanzado proporciones numéricas destacadas en el conjunto
de la inmigración en España. Pero ambas son cualitativamente muy importantes por su
grado de visibilidad, lo que les ha acarreado compartir en ocasiones experiencias de
rechazo en sus destinos migratorios. De este modo se abre el abanico de la diversidad
inmigratoria desde una visión autóctona española. Al mismo tiempo se pretende
transmitir un contraste entre poblaciones que comparten un color de piel que los
hipervisibiliza, y cuyo pasado colonial los ha vinculado con distintas metrópolis
europeas. Guinea Ecuatorial, en tanto excolonia española, supone una inmigración que
habla español e incluso ha podido educarse en colegios españoles que aún existen. De
Senegal cabe señalar otro tanto respecto a Francia. En todo caso, remitimos a los
estudios más específicos o especializados de otros autores como complemento teórico y
empírico de los materiales aportados aquí (Vicente Abad, 1991; Sánchez de Horcajo,
1995; Kaplan Marcusan, 1998; Gallego Ranedo, 2001; Wabgou, 2001; Creus, 2007;
García García y Verdú Delgado, 2008; Martínez Veiga, 2011). Sin olvidar otras
referencias disponibles en la red (Asociación Española de Africanistas, Centro de
Documentación Africana, o los diversos grupos de estudios africanos; entre otros
recursos)1. Mientras se redacta este texto (marzo 2013) tiene lugar la exposición «La
imagen de Guinea a través de los libros», en el CMNSA (Colegio Mayor N.ª S.ª de
África). Varios de los casos corresponden a la llamada segunda generación inmigrante en
sentido laxo, más bien a la denominada generación 1,52 (foco de atención de otros
investigadores: Portes y Rumbaut, 2001, 2009; Portes, Aparicio, Haller y Vickstrom,
2011).

Caso 2.1.A. Cuarto de siglo vivido con arraigo y desarraigo entre Guinea Ecuatorial y España

Nacida en 1985 en Guinea Ecuatorial (le excolonia española), en la ciudad de Bata (la
que fuera capital de la Guinea Española). Sus padres no llegaron a casarse, señala. De niña
pasaba el verano con la familia de su padre y el resto del año con la de su madre.
Recuerda su infancia tratando de demostrar, en un entorno muy masculino y machista,
que no había nada que ella, como chica, no pudiese hacer («jugaba a mostrarles que yo
soy como ellos y que yo puedo… Se subían al árbol, yo subía; se iban a pescar, yo iba a
pescar; iban a cazar, yo iba a cazar»). De su adolescencia destaca los tres años en un
internado femenino («con unas monjas españolas, en Batete, en la capital, en la isla»). Lo
vivió «más como una instrucción para poder vivir, y sobrevivir en este mundo»; que
como una educación sexista tradicional. Cumplidos los 13, viajó a España para reunirse

82
con su madre (y otros familiares), que habían emigrado ocho años antes. La reagrupación
familiar tuvo lugar escalonadamente, primero ella y después sus hermanos menores. Cree
que en su caso la razón principal fue el temor de su madre a los embarazos adolecentes;
aparte las mejores expectativas de formación y futuro en España. Más que los medios de
comunicación, lo que alimenta la emigración hacia España desde ese punto del
continente africano sería la transmisión oral («A través de las personas que viven aquí y
luego van allí y aparentan»). No tiene reparo en aludir a casos de enriquecimiento rápido
por otras vías («gente que viene aquí, se prostituye, consiguen coches, consiguen casas en
mi país… Vuelven y cuentan maravillas de aquí»). El billete de avión lo pagó su tía. A las
dos semanas nuestra informante se percató de que la relación con su madre iba a ser
difícil. Apenas veía a su madre, que trabajaba en un locutorio muchas horas. A los dos o
tres años, al llegar sus hermanos la convivencia empeoró hasta el punto de irse el novio
(español) de su madre.
Narra sus primeros momentos en España con gran detalle, aportando un testimonio
en el que sobresale una dura experiencia de soledad. Extractamos un fragmento del
mismo. Pasó de un ambiente, como el del internado, donde tenía una vida grupal muy
intensa, a sentirse trasplantada en un terreno familiar y escolar de difícil arraigo.
—La verdad es que no me vino bien el cambio. Estaba entrando en la adolescencia. Ya tenía a mis amigos,
a mi gente; y de repente me traes a un sitio…, con respeto, donde todos son blancos, donde todo es
diferente. La gente va corriendo de arriba abajo; y todo eso, ¿sabes? Me chocó bastante… Y en mi país,
por lo menos lo que yo recuerdo, tú sonreías a alguien y era suficiente para hacerte amigo de esa
persona… Y aquí me costó, me costó adaptarme muchísimo… Me acuerdo que el primer año en el
Instituto fue horrible… Fue el peor año de mi vida. Lo intenté, lo intenté y, te prometo que lo intenté.
Pero es que no encontraba ese grupo en el que yo me sintiera cómoda y me sintiera… necesaria,
¿sabes? (…) La mitad del año lo pasé… sin ir a clase. Mi madre trabajaba… mucho. Recién había
abierto un locutorio con su novio, en aquel entonces. Entonces pasaba casi todo el día en el locutorio.
Solamente llegaba, comía y volvía a salir. Lo que significa que, además de haber pasado la mayoría de
mi vida sin estar con ella, no había una comunicación de madre a hija. Éramos dos desconocidas (…)
Entonces, yo me acuerdo que yo iba a clase; supuestamente salía de casa… [pero no iba]. Era incapaz
siquiera de estar en el recreo. Me cogía y me iba a los baños y me tomaba mi almuerzo en los baños.
Porque es que no podía… Todo el mundo tenía su grupo y yo no tenía nada. Entonces, lo pasé mal en
ese sentido… No podía hablar con nadie, no podía contar a nadie nada. Entonces, yo, en vez de ir a
clase me iba recorriendo Guadalajara…

Mujer ecuatoguineana, 25 años, posición social baja. Estudió en un internado de monjas


españolas en Batete, de los 10 a los 12 años. A los 13 se vino a España (año 2000), a vivir con su
madre (emigrada ocho años antes). Pero la convivencia no fue buena y a los 18 se independizó.
Actualmente está en paro. Reside en Guadalajara. Soltera, pero con planes de boda y retorno a
muy corto plazo.

Gracias a una chica española y a una mujer ecuatoriana (tía de la entrevistadora)


logró finalmente integrarse y adaptarse, tanto en el instituto como en otros vecindarios.
Hay que ponerse en el lugar de alguien con 13 años para entender su relato («era sociable
pero aquí me volví tímida, porque era todo un gran cambio; es que me extrañaba de estar
viendo a todos negros en Guinea… a aquí, de repente, todos eran blancos…»). Además,
recuerda que entonces, era el año 2000 cuando llegó a España, «la gente era más

83
cerrada». Se refiere, por ejemplo, a que la gente se daba la vuelta para mirarla, por la calle.
Fue un año duro, pero acabó sacando la ESO y el Bachillerato («se me hizo difícil
porque, además, es que venía con una base inferior»).
Recuerda su primera actividad económica, remunerada aunque no legal, a los 18 años
(«yo ayudaba a una señora con su esposo, que tenía Alzhéimer y estaba ya muy mal»). Le
sirvió para irse de casa de su madre, uno de los gratos recuerdos, señala. No soportaba la
mentalidad de su madre y sus hermanos («siguen pensando que la mujer está para servir a
los hombres»). Encontró en la tía de la entrevistadora una suerte de madre o hermana
mayor («es muy joven para ser mi madre, pero fue como una hermana que me estaba
enseñando cómo ir por la vida, cómo caminar, cómo andar… »).
Habla con seguridad sobre sus planes de futuro («el más cercano es casarme y volver
a mi tierra… Quiero volver a Guinea. Definitivamente»). Dice que era poco probable
que viviendo en España acabara emparejándose con un guineano («esa ha sido la
suerte…, encontrar a alguien de Guinea»). Necesita regresar a un entorno donde sentirse
cómoda, como donde creció. Ha vivido situaciones de comportamiento incívico, al
conducir, en algunos contextos laborales, en la calle («lo típico, pasas por la calle y…:
«¡negra!» o «¿Cuánto cobras?»»). Tuvo problemas con la empresa de limpieza donde
trabajaba antes de ir (por primera vez en varios años) al paro. Relata un amplio historial
de trabajos en hostelería, grandes superficies, donde se ha relacionado con gente de
distintas procedencias. También relata haber contado siempre con alguien («española o
extranjera») que le ha ayudado en momentos de dificultad. De la emigración de su madre
hace balance positivo («sí, supongo que está bien, tiene su casa, su trabajo»). Dejó el
locutorio («ahora trabaja como celadora o auxiliar de enfermería, hace ayuda a
domicilio»). Habla de otros familiares, de sus primas, algunas se han integrado mejor que
otras. Reconoce que compartir el idioma español ha ayudado mucho. De sí misma y ante
la cuestión sobre si se siente ya un poco española, responde: «en determinados
momentos y entornos, me siento parte de este sitio y parte de esta sociedad; en otros
momentos y entornos no». Entre los primeros se refiere a su pertenencia a un grupo
religioso minoritario; entre los segundos señala la renovación de la tarjeta de residencia
(«fíjate que, hasta a veces, me han insultado y aun así no me han hecho sentirme fuera…,
que no fuera parte de esto; es más bien cuando tengo que hacer las cosas que ellos no
tienen que hacer, la renovación de la tarjeta de residencia, por ejemplo»). No ha dado el
paso de nacionalizarse. Cree que debido a la situación económica la relación entre
inmigrantes y españoles empeorará.

Caso 2.1.B. Ecuatoguineano nacionalizado español y muy integrado

En su abreviada autobiografía, asistida mediante entrevista (lograda por un estudiante


de Sociología amigo y vecino), se repite la constante sociológica de la emigración a
remolque de la familia y a edad adolescente. Pero a este caso le distingue y favorece una
situación de familia nuclear no rota y sin estrecheces; y una notable integración a través de

84
su participación en un equipo de futbol regional (que le supone un dinero extra).
Además, cuenta con la nacionalidad española. Este es un compendio de su testimonio.
—Tengo 22 años y nací en la capital de Guinea Ecuatorial, Malabo. Tenía 14 años cuando mis padres
decidieron venirse a vivir a España. Aquí ya estaban dos de mis tías. Tías, hermanas de mi madre. Y a
pesar de que una vive en Barcelona y la otra en Valencia, mi padre eligió [el sur de Madrid] porque aquí
tenía un par de paisanos, que nos ofrecían piso y trabajo para él desde el primer día (…) Recuerdo que
acostumbrado a la casa baja donde vivía en Malabo, me metieron en un edificio que a mí me parecía
gigantesco; y me daba mazo de mal rollo. Era un tercero, pero a mí me parecía que me había mudao a
un rascacielos de Chicago (…) Como llegué en febrero, estuve hasta septiembre de ese año sin ir al
instituto (…) Por edad me correspondía empezar 2.º de la ESO. Pero, claro, el nivel de las clases de
Malabo era más bajo del de aquí. Mis padres fueron a hablar con el director y tal, y dijeron que no, que
me tenía que matricular en mi curso. Así que tú imagínate, hablaban de Historia Española y yo no me
enteraba ni de la mitad. En Matemáticas me daban ganas de llorar, porque no me pispaba de nada. Y
en Lengua…, a pesar de que en Guinea también se habla español, yo allí hablaba constantemente el
bubi, que es un dialecto de Malabo (…) y, claro, me costaba entender muchas cosas.

Varón de Guinea Ecuatorial, 22 años, con nacionalidad española, posición social media-
media. Viste con esmero y marcas. Va al gimnasio, entrena y juega al fútbol en un equipo del sur
del área metropolitana madrileña. Estudia un módulo de FP en un municipio cercano. Hijo
único. Madre ama de casa. Padre mediador social con inmigrantes africanos recién llegados a
España.

Al interesarnos por su horizonte vital surgieron algunas referencias espontaneas


respecto al proyecto migratorio de los padres y al suyo. No le gusta hacer planes de
futuro, sino vivir al día, pero baraja hacer el Grado universitario cuando termine el
módulo de FP que hace ahora. Y sorprende con un «Pienso más en mis padres que en mí
mismo, la verdad». Imagina que sus padres querrán volver a Malabo «cuando ya sean
viejitos» («Mi madre siempre está diciendo que se quiere comprar allí un chalet y
aparentar delante de las vecinas»). Él, en cambio, no quiere volver. Lo ha hecho un par
de veces en verano y con eso tiene bastante («yo aquí ya tengo mi vida, mi fútbol, mis
colegas, mis cosas… Soy más español que Manolo el del bombo»). Repasa las razones de
sus padres para venirse. Sospecha que les hablaron maravillas de España, los paisanos del
padre y las hermanas de la madre ya aquí. No lo atribuye a una situación de necesidad
(«nunca fuimos ricos, pero tampoco nos faltó nunca de nada. No tenía sentido que nos
fuésemos»). Su madre trabajaba allí en una tienda de cosas de aseo; y el padre arreglaba
maquinaria de oficina.
El color de su piel ha sido objeto de burlas en la calle y en el ambiente escolar sobre
todo. Lo que le lleva a hablar del día a día y de sus primeros momentos en España
(«puedes ir andando por la calle a tu rollo y oír a tres niños reírse mientras te dicen:
«negrito, ehhh» (…). En el instituto, alguno siempre decía algo…; y más sabiendo que mi
nivel no era como el suyo. Pero me repuse, estudié duro, les ganaba al fútbol y ya todos
me respetaban»). Resulta llamativo cómo hace suyo, por otro lado, lo observado y
argüido por algunos autóctonos («lo veo en el metro, en muchos lados, cualquier
empujón, cualquier tontería y ya está el típico morito: «tú, rasista» [imita a un marroquí
hablando]»). También señala haber vivido lo que él llama «racismo simpático» («te miran
como con pena», en el metro, etc.). Por ello cree que en España todavía no se ve la

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inmigración como algo natural; algo que se alcanzará en la siguiente generación, nos dice.
Pero no se queja, sino que hace un balance positivo en el que reconoce sentirse español
(«Hago la misma vida que puedes hacer tú o cualquier otro español»).

Caso 2.1.C. Ecuatoguineano veinteañero, en España por estudios

Los días de diario se le hacen «larguísimos» y «muy aburridos». Resume su actividad


diaria más típica, de manera similar a como lo harían algunos autóctonos de su edad
(«Aparte de jugar a la consola, pues si no estudio estoy durmiendo en la cama. Tampoco
tengo mucho que hacer aquí…»). El contraste con el fin de semana lo expresa así: «me
voy con mis amigos de botellón, me lo paso bien». Uno de sus grandes sueños es tener
su propia empresa y ganar mucho dinero. En los próximos años se ve acabando los
estudios (de Administración y Finanzas) y de vuelta en su país («he venido para estar un
tiempo y pienso volver, quiero estar con mi familia, con mis amigos; es mi vida,
¿sabes?»).
Narra cómo surgió la decisión de venir a España, tras terminar el bachillerato en su
país y estar sin hacer nada un año. No le convencía la oferta de estudios en las
universidades ecuatoguineanas («solo se puede estudiar el Derecho»). Esperó a que su
madre pudiese conseguir el dinero para venirse aquí, a España a estudiar. Llegó solo,
aunque algunos familiares le esperaban en el aeropuerto y le dieron una vuelta
enseñándole Madrid, antes de llegar a casa («me impresioné mucho, sabes, es otra cosa,
otro mundo; muy bonito todo, la verdad»). No era la primera vez que salía del país,
porque había estado de vacaciones en Francia («pero esta es la primera vez que vivo en
un país que no es el mío»).
Al principio le costó adaptarse, tanto en el ambiente escolar como en el de ocio. Lo
expresa así:
—Ni siquiera entendía lo que me decían los profesores. Porque sentía que hablaban rápido, rápido, rápido.
Pero a lo largo del tiempo voy conociendo mejor a la gente, voy cogiendo sus costumbres… Porque
venía uno y decía: «eh, ¡¿qué pasa moreno?!» (dándome una palmada en la espalda, a modo de
recreación). Eso a lo mejor me sentaba mal. O a lo mejor me hacen una broma que a mí me sienta mal.
Pero quizás para ellos es algo normal. No sé, son cosas que yo no entendía al principio; y a lo largo que
pasó el tiempo, que voy conviviendo más con ellos, voy comprendiendo sus costumbres. Me voy
adaptando mejor, y me van cayendo mejor…

Varón de Guinea Ecuatorial, 21 años. Buen aspecto, viste bien y proviene de una familia
acomodada de Bata. Padre empresario y madre diputada. Llegó hace 3 años a España para
completar estudios y regresar a su país. Se mantiene con los ingresos que le envía su madre.
Penúltimo de 7 hermanos.

Cuenta con memoria de episodios agradables y desagradables, en los tres años


vividos en España. Nigerianos defendidos por «señores españoles» en el metro, ante los
de seguridad; o policías deteniendo a chicos latinos y dejando marchar a chavales
españoles, de un mismo grupo e incidente. Tuvo problemas de documentación («una vez
me paró la policía y no tenía ninguna documentación, entonces me empapelaron y todo

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eso; me dieron un plazo de seis meses, pero afortunadamente conseguí la documentación
antes del plazo y ahora estoy bien»). Distingue en el mismo ambiente escolar tres tipos
de compañeros: los que le tratan bien, los que fingen («se acercan pero a mis espaldas
dicen cosas malas»); y otros («ni hablamos, me miran mal y todo eso; pero, bueno, es lo
que hay»). Cree que a los ecuatoguineanos se les trata mejor en España que a quienes
proceden de otros países africanos. Lo atribuye a haber sido excolonia española. Pero se
queja de que a los latinoamericanos se les conceda más fácilmente la nacionalidad.
Se considera una persona inmigrante, aunque es consciente de lo privilegiada de su
situación comparada con la de quienes vienen a trabajar. Para estos pide «que les dejen
más ir a su bola y que no estén molestándoles, ¿sabes? Que vienen aquí a buscar la vida y
no molestan a nadie». Se muestra pesimista respecto al trato que recibirán los
inmigrantes en España a medio plazo. Basa su pronóstico en episodios de la vida
cotidiana como el del niño que les insultaba por ser negros («supongamos que la mayoría
crece con esa mentalidad»). Al mismo tiempo revela que mientras en el barrio no ha
logrado hacer amistades, en el ambiente escolar sí pudo hacerlas.

Caso 2.1.D. Dakar (1986-1996) – Canarias – Madrid (1997) - Bilbao (1998-2011): senegalesa y
vasca, con historial de emigración adolescente más arraigo

Apenas conserva recuerdos de sus primeros diez años de vida en Senegal. Allí vivía
en una casa con sus cinco hermanos, madre y abuelos maternos (su padre abandonó el
hogar años antes). Fue la separación lo que llevó a su madre a empezar otra nueva vida
(«en esos momentos se hablaba mucho de emigrar a España, que en España había
trabajo»). Resume su periplo migratorio por varios lugares españoles, a sus once y doce
años (el tiempo que lleva en España): «Estuvimos unos quince días en Canarias, y luego
en Madrid estuvimos cerca de un año; y luego ya vinimos a Bilbao y nos hemos quedado
aquí». Se instalaron en San Francisco, barrio bilbaíno, marginal y con gran concentración
de inmigrantes3. Relata que allí fueron a la escuela pública todos sus hermanos y ella;
salvo el mayor, que tenía entonces 19 años. Ella ha sido la más estudiosa y ha combinado
desde los 18 los estudios con trabajos de fin de semana, para ayudar en casa. Gracias a la
colaboración de su madre y varios hermanos ha sido posible.
—He estado tres años trabajando y he empezado a hacer un módulo de Integración Social en el Instituto
[XXX] de Bilbao, en Deusto. Y ahora este año termino esa formación; y los fines de semana sigo
trabajando. En estos momentos mis tres hermanos trabajan, los tres mayores. Entonces, entre ellos
tres, mi madre (que tiene algún trabajillo que otro…) pues nos da para que yo no tenga que trabajar
todos los días y pueda seguir estudiando…

Senegalesa, natural de Dakar, 24 años («buen aspecto físico», según la entrevistadora). De


familia numerosa (tres chicos y tres chicas), padres separados. Su madre sacó adelante sola a sus
hijos. Vino a Bilbao hace 13 años. Se siente vasca y senegalesa, pero no quiere volver a vivir allí
porque no hay buena calidad de vida. Estudia y trabaja, pues tiene que ayudar en casa, al igual
que sus tres hermanos mayores. Todos con permiso de residencia en España. Se siente muy a
gusto en Bilbao.

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De lunes a viernes tiene clase por las mañanas. Dos tardes a la semana suele hacer un
voluntariado en la Cruz Roja. Es su manera de agradecer el apoyo recibido en los
primeros momentos de la emigración, además de venirle bien para hacer currículo («la
Cruz Roja es verdad que nos ayudó bastante, más que nada cuando estuvimos en
Canarias y todo eso…»). Tiene muy repartidas con sus hermanos las tareas de la casa, a
las que dedica un tiempo de las tardes («ayudamos todos bastante»). También sale con
sus amigas, pero entresemana su dedicación principal son los estudios, el voluntariado y
las cosas de la casa. Los fines de semana trabaja en un bar del casco viejo de Bilbao
(«ayudo algo en la cocina pero yo, más que nada, cuando empiezan las comidas soy
camarera para el comedor y todo eso»).
Le gustaría poder trabajar de lo que está estudiando (con familias inmigrantes que
están en situación de pobreza en el barrio San Francisco). Reconoce que en su familia
pasaron por malos momentos, pero no han tenido que vivir en la calle ni han pasado
hambre («encima en mi barrio hay un montón de asociaciones que trabajan para la
comunidad»). Recuerda que a su madre le costó hacerse con el idioma y tuvo que ir a
clases. Llegaron en barco a Canarias («el viaje en barco fue muy temeroso, salimos de
noche y era como muy clandestino»); y volaron luego a Madrid («nos trajeron en avión»).
En Madrid su madre no encontraba trabajo («los inmigrantes hablaban mucho del norte,
de que había otras condiciones de vida; de que, en esos momentos, para encontrar
trabajo podía ser más fácil»). Los abuelos maternos no estuvieron de acuerdo con la
decisión de su madre de emigrar sola con todos los hijos. Además ella era la primera de
la familia en salir. Luego han emigrado dos tíos maternos, a Cataluña y Madrid.
A diferencia de su hermano mayor, ella y sus hermanas se adaptaron muy bien
porque eran «más crías». Entonces se veían menos senegaleses. Señala que no han vuelto
nunca a Senegal, por falta de dinero («llegamos a fin de mes, pero no tenemos caprichos
para nada; ni yo, ni mis hermanos, ni mi madre. Vivimos y sobrevivimos; y, bueno,
estudiamos, que no es poco»). Siente que comparte con otros españoles (los otros vascos
cabría decir, remedando la expresión de Francisco Candel en su obra Los otros catalanes)
algo de la condición de emigrante («yo también he emigrado al País Vasco»); y sin
preguntárselo expresa la evolución de su identidad («ya me siento casi más de aquí que
casi de Senegal»). Responsabiliza a los medios de comunicación de la mala imagen de la
inmigración, de la equiparación con delincuencia o con aspectos negativos. Pronostica la
convivencia futura entre autóctonos y extranjeros aludiendo a la situación de crisis:
—Yo creo que hay de todo, habrá de todo; y al final cada uno piensa de una manera. Yo no me he sentido
nunca, bueno nunca, por ser senegalesa esto… [discriminada]. Pero… veo como que hay de todo,
según con qué gente te topes y no te topes. Y hay gente que a los inmigrantes mandaría a todos a casa;
y encima más si él está en paro o su hijo también, o lo que sea.

Caso 2.1.E. Senegalés políglota con ascendencia mixta, vive en España el boom de la construcción y
la crisis posterior, desde la economía sumergida

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Está acostumbrado a hablar de su experiencia migratoria para otros investigadores
sociales (algunos vinculados al madrileño Patio Maravillas). En la entrevista habla sobre
posibles diferencias culturales en las parejas de novios interculturales; también sobre el
carácter optimista de los africanos y otros asuntos. Él es el pequeño de varios hermanos
(que emigraron antes y estuvieron veinte y diecisiete años en España); uno regresó hace
dos años a Senegal, otro está en Estados Unidos. Recién llegado trabajó unos tres años
en la ferralla4 («pero ya como el tema está muy chungo…»). Ahora trabaja para una
empresa que da servicio de intérprete a comisarías, ayuntamientos, psicólogos («con los
subsaharianos que no hablan castellano muy bien, me llaman al teléfono y voy
traduciendo»). Habla tres lenguas africanas (mandinga, wolof, bambara) y dos europeas
(francés y español). Lo explica remitiendo a su perfil biográfico mixto («mi padre es
mandinga, mi madre es wolof; mis amigos de barrio hablan wolof y algunos hablan
bambara»). Este capital cultural en forma de herencia familiar políglota está a la base de su
ocupación laboral actual (aunque en condiciones de precariedad).
—De lunes hasta el viernes estoy ocupado 24 horas, porque en cualquier momento me pueden llamar para
trabajar. No puedo estar muy lejos. Tengo que estar en casa, en el ordenador mirando cosas. Que a
veces me mandan un mensaje: «que te vas a ir a algún sitio», o «te van a llamar dentro de un rato para
hacer interpretación». Como hablo tres idiomas diferentes pues…

Varón senegalés, 29 años, padre de Guinea Bissau («murió cuando yo tengo 11 años») y madre
de Senegal. «Muy buen aspecto, sociable y de trato suave, enérgico y optimista» (según la
entrevistadora). Llegó a España en 2004, pero no tiene permisos. Va a casarse para obtenerlos y
poder ser contratado. Se siente muy arropado por sus amigos españoles y uno de sus cuatro
hermanos, que vive aquí también.

Hace también colaboraciones esporádicas en la traducción de películas, porque tiene


una amiga directora de cine («en el futuro, si mi trabajo no es ser actor, será traductor»).
Lo que le falta son los papeles (el permiso de residencia y trabajo). Cree que en unos meses
los podrá tener y entonces se iría de vacaciones a Senegal («porque llevo aquí casi 7 años
y no he vuelto; a ver a mi madre, que la echo muchísimo de menos»). Está planeando
además otras rutas migratorias («voy a ver un trabajo de Cooperación Internacional en
EE. UU., con un visado de 10 años. Me van a contestar en junio del año que viene»).
Pero se trataría, según él, de ir unos seis meses y volver a España.
Tras la decisión de emigrar, en su caso, está el camino abierto por varios de sus
hermanos mayores, que volvían de vacaciones a Senegal («me contaban mogollón de
historias»). También se reconoce la importancia actual de la información sobre Europa
en internet («me meto en seneweb.com»). Aunque la relación fraternal parece favorecer
una transmisión de los claroscuros de la emigración, más equilibrada que la llamada fábula
del indiano, nuestro informante atestigua el contraste de los dos tiempos migratorios en la
biografía familiar («pero es que cuando mis hermanos fueron a Europa las vidas
cambiaron mucho; porque en el año 82, 83, por ahí, Europa es más mejor que ahora»).
Dejó sus estudios de arquitectura en África y llegó a una España donde había mucho
trabajo en la construcción, como peón o soldador. Este es su testimonio:

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—Como yo con mi hermano somos muy parecidos, yo cogí el papel de mi hermano. Fui a esa empresa.
Trabajo dos días, tres días. Afortunadamente, el encargado que estaba allí yo le caí muy bien. Luego me
coge. Pude seguir trabajando allí… y tres años y pico.

En 2008, al solicitar el arraigo, se lo denegaron y se entera que estaba en busca y


captura, con una restricción de diez años, por el expediente de su entrada irregular por
Canarias en 2004. Lo que le supuso casi cinco meses de cárcel en Aranjuez. A finales de
2010 llevaba dos años en la economía sumergida; y a punto de casarse con su novia
española, modo por el que cree resolverá su falta de papeles. Conoce muchos
compatriotas que están regresando a Senegal debido a la situación de crisis en Europa; y
hartos de temer una detención policial en la calle y los deporten («yo afortunadamente
tengo un papel que si me para la policía dice que me voy a casar»). Mantiene contacto
telefónico o vía redes sociales virtuales con su país («todo lo que me está pasando aquí lo
cuento a mi madre, que la situación está muy chungo. Al final de mes no me queda un
duro y a veces me ayudan mis amigas»). También se comunica con sus amigos allí.
Muchos quieren venir, pero él los desanima contándoles su situación («si te pillan te van
a meter una multa o te van a meter en el calabozo; o puedes cumplir una condena de 4 o
5 meses, porque vender en la calle ahora es un delito»).
Tras ocho años en España no se siente ni inmigrante ni español, sino un humano
libre («intento no pensar ni en color ni en nacionalidad. Voy a hacer lo que me da la gana
y voy a ir a cualquier lugar»). Cree que la situación va a ir a peor; que algunos gobiernos
europeos están culpando a los inmigrantes de la crisis («y la crisis no es la culpa de los
inmigrantes»). Aunque al mismo tiempo, ofrece episodios de la vida cotidiana en los que
los vecinos autóctonos se han enfrentado a la policía ante situaciones de redadas
dirigidas a identificar inmigrantes sin papeles. Este informante no lo menciona, pero
entre las indagaciones del equipo de investigación se encuentran algunos grupos de
voluntarios organizados como el colectivo «Vigilando a los vigilantes».

Caso 2.1.F. Profesor universitario senegalés: emigración tardía con proyecto migratorio transnacional5

Habla de la movilidad habitual entre Senegal y Francia, practicada por profesores y


otros funcionarios, como actividad profesional complementaria o consumo vacacional.
Su decisión de emigrar empezó a cobrar fuerza en 1994, tras la devaluación de la moneda
y la pérdida de poder adquisitivo como empleado público.
—(…) antes de la devaluación, ser profesor al menos podías arreglar tus cosas cotidianas, para [dar de]
comer a su familia y llevarla a la salud. Porque allí, aunque es público, se compran todas las medicinas.
Y también poder pagar su alquiler en tanto que se ahorraban unos dineros para poder tener una casa.
Pero con la devaluación era casi imposible con lo que se ganaba, porque el alquiler se había duplicado y
lo que tú ganabas era lo mismo. Ya, para todos los funcionarios medios, el futuro era casi incierto…

Senegalés, 40 años. Estudió Socio-pedagogía en Senegal y ha ejercido como profesor


universitario en su país. Tras viajar a Europa de vacaciones o por formación, emigra a Francia,
Luxemburgo, Italia y España (donde llega en 2005). Es padre de dos hijos, uno vive en Madrid y
otro en Senegal. Como inmigrante ha pasado por diversos trabajos, algunos no cualificados; y

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otros cualificados en las ONG o similares (al igual que dos hermanos, en Málaga y Madrid).

En 2000 pidió el visado para ir a Francia, pero se lo denegaron. Y solo en 2002 lo


consiguió, con la ayuda de un amigo. Pasó dos semanas en París, tres en Luxemburgo; y
tres años en Italia. En 2005 se enteró del proceso de regularización extraordinaria en
España, donde tenía dos hermanos, y se vino a vivir aquí. Mientras en Italia no pudo
conseguir tener papeles («trabajaba y cotizaba en la Seguridad Social con papeles
falsos…»), aquí ha regularizado su situación («al menos puedes pretender a un trabajo
digno» y «plantear el futuro mejorando mi formación y ver a la vuelta qué se puede
hacer»).
Aporta una interesante visión de las crisis (en plural, las de todos los tiempos, de
África; y las más recientes, de Europa). En su opinión, detrás de la emigración a la
desesperada por mar (en cayuco) están las mayores restricciones en la concesión de
visados y el empeoramiento socioeconómico en ambos continentes.
—Se ha complicado la manera de conseguir el visado (…), en África… siempre hemos vivido la crisis
económica. Aquí se dice que hay crisis, pero nosotros hemos nacido en la crisis y hemos morido en la
crisis. No es un fenómeno nuevo. Cuando dificultades socioeconómicas han empeorado en el mundo,
nosotros, que siempre hemos vivido en la crisis, debemos soportar mucho más peor. Los precios se
han multiplicado y la gente con los mismos recursos financieros. Lo que ha hecho que la gente, que no
puede obtener el visado de forma legal, intenta lo que nunca se ha planteado: hacer con los cayucos
6000 kilómetros. Se entran 150 personas y llegan 10, los demás quedan en el mar. Pero nadie se va a
quedar aquí sabiendo que se va a morir, porque superando esas fronteras puede tener alguna
esperanza…

Cree que se está produciendo ahora en Europa el proceso de inmigración selectiva


que ocurriese en el pasado en América («médicos, intelectuales, técnicos, son ellos los
que pueden entrar»). De hecho cuenta con varios amigos senegaleses, con ese perfil,
emigrados en distintos países; y de los que espera regresen a Senegal, donde son
necesarios. Recuerda sus primeros momentos en Italia y en España, donde experimentó
la barrera idiomática, a diferencia de su paso por Francia y Luxemburgo (gracias al
dominio del francés, oficial en Senegal). En la manera de hablar de italianos y españoles
podía distinguir el rechazo o la aceptación («en sus expresiones corporales yo sabía si
esta persona te ha tratado menos que una persona»). Al llegar a España, «me hablaban en
español y entendía, y contestaba en italiano… ». Hizo varios cursos de español (y de
otras materias) para inmigrantes, en Málaga, Madrid, Ciudad Real, Alcalá de Henares. Ha
intentado que le convaliden parte de su formación académica. Pasó por varios trabajos
poco cualificados, en los que tuvo que exigir el contrato y asesorarse sindicalmente.
Colabora como voluntario en diversas asociaciones, también en un CETI (Centro de
Estancia Temporal de Inmigrantes), donde propuso viajar a Senegal para contrapesar el
espejismo que se tiene de Europa (y «frenar un poquito este llegada de africanos aquí, es
una desilusión con lo que nos muestra la televisión: que todos los españoles tienen
coche, comen hora normal, hacen siesta…»). De hecho ha participado en algunas
campañas de sensibilización para frenar los flujos migratorios a la desesperada.

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—Yo he vuelto [a Senegal] a sitios donde he sido voluntario, con un grupo de españoles, para mostrar la
realidad [a los miembros de las asociaciones senegalesas]. Ahí en lugar de ponerme a decir que no
tienen que venir, a cada asociación, mejor de la boca de los españoles que les dicen la realidad. Porque
la gente, siempre que tú les mandas mensajes, cartas diciendo que no deben venir y que si quiere venir
debe ser por la vía normal legal (venir por avión, pero coger el cayuco no); entonces te dicen: «Pero tú
dices que la cosa no está bien, pero tú no vuelves». Eso es lo que te dicen…

Conoce la legislación de extranjería, los requisitos para regularizar la situación de


inmigrantes sin papeles. Pero enseguida advierte que en estos momentos falla la
condición laboral («en período de crisis no hay quien te haga un contrato»). Por ello se
siente afortunado por haber llegado justo antes de que se desatase la crisis actual.
—Yo he tenido la suerte que cuando llegué había otra situación, en el 2007, y me dieron papeles. Pero hay
personas que tienen más capacidades que yo, que están trabajando de forma ilegal, que deberían ser
regularizados. Estas personas no están cotizando. Las normas de estar empadronado durante tres años:
no haber sido arrestado, no haber cometido ningún delito. Tuve que estar tres años trabajando, sin
cometer ningún delito y no haber sido arrestado. Hice formaciones para chicos. En época de crisis
personas listas contratan personas que no le dan Seguridad Social y le pagan menos…

Tampoco ahorra críticas a los medios y a ciertas ONG. Reparte responsabilidades


casi por igual, por la engañosa imagen del Dorado europeo. Todo un testimonio, de una
persona culta, conocedora de lo que ocurre en origen y destino de la emigración africana;
y del perfil de sus connacionales emigrantes en España.
—Tú te estás muriendo de hambre, de sed; tienes que ir ahí, al Dorado. Pero deberían mostrar la realidad
europea; que hay crisis; que no todos están trabajando (…) Exageran de los dos lados. Las ONG van a
buscar las zonas más pobres, para que aquí les financien. La prensa de aquí solo muestra lo mejor
allá… (…) los senegaleses no son personas que utilizan los espacios públicos. Trabajan y, después del
trabajo, van a casa. En las casas de tres dormitorios pueden estar hasta quince o veinte. No acuden a
los recursos para formarse, ni para aprender el idioma, ni para informarse (…). No escuchan noticias
de aquí, escuchan noticias de Senegal. Los motivos es que han venido a trabajar, han encontrado
trabajo, unas palabras para poder hablar con su jefe, los elementos lingüísticos para desarrollarse. Eso
es suficiente casi. Y los que no tienen papeles, venden en la calle. Casi todos son senegaleses. Es un
sector donde los senegaleses son el número uno. Y tampoco van a formarse. Son personas que tienen
el nivel primario. Estas personas trabajan en la obra o venden en la calle. Hay un diez por ciento que sí
han estudiado. Están buscando integrarse en la sociedad.

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2.2. ASIÁTICOS. UNA VARIEDAD DE COMUNIDADES EN PROCESO DE CAMBIO

El carácter global y diaspórico de las comunidades asiáticas ha sido destacado en


diversas investigaciones (Saiz, 2001; Nieto, 2007; Beltrán, 2010). Esta capacidad de
desplegar redes, unida a la peculiaridad de vivir «hacia dentro», ha hecho que este grupo
haya sido el más difícil de contactar. Una dificultad que ya se había experimentado en la
primera fase de esta investigación (en el trabajo de campo desarrollado entre el otoño de
2006 y la primavera de 2007) y en especial con los inmigrantes de nacionalidad china
situados en posiciones sociales más bajas. Se trata de un tipo de inmigración poco
cualificada, que llega a España a partir de los años 80-90, se inserta en pequeños enclaves
étnicos y tiene escasas oportunidades de aprender la lengua española (Nieto, 2007).
La presencia asiática más importante en España es la procedente de Asia Oriental
(China, Japón, Corea del Sur y Taiwán), seguida por Asia Meridional (Pakistán, la India y
Bangladesh), el Sudeste Asiático (Filipinas, Tailandia, con el 13,8 por 100 del total), los
países del Oriente Próximo y Medio Oriente y finalmente el Cáucaso (Beltrán, 2005).
España se ha convertido en un nuevo destino para estas comunidades que tienen como
singularidad los estrechos vínculos que mantienen entre sus miembros, tanto en el
ámbito personal como en el terreno laboral. Diversas investigaciones (Betrisey, 2007;
López Sala, 2009, 2007; Villarino, 2012) tratan de observar los efectos de esta
colaboración mutua en el nuevo dinamismo económico de las comunidades asiáticas en
España (y en el resto del mundo). Se trata de una tendencia que favorece la inclusión de
estos inmigrantes en la sociedad española, pero que también puede desencadenar
procesos inevitables de competencia económica que, en períodos de crisis económica,
podrían acentuarse y traducirse en conflictos.
En este apartado se pretende observar la transformación del colectivo chino en los
últimos años y el modo en que podría estar cambiando la percepción que tienen los
españoles sobre este grupo. Por otro lado, se extraerán otros casos de inmigrantes
asiáticos (el caso filipino, japonés e indio) con el fin de reflejar una parte de la enorme
diversidad de trayectorias migratorias y procesos de adaptación que puede hallarse
dentro de esta comunidad.

Casos 2.2.A. «Nuevos» y «viejos» perfiles de inmigrantes chinos

El extraordinario crecimiento que ha experimentado la población china en España en


los últimos años y la diversificación de sus perfiles, son dos de los aspectos
fundamentales que han de destacarse si se quiere comprender el cambio que ha
experimentado esta comunidad. En 2001 había 25.218 chinos empadronados y en 2011
se registraban 142.639, según los últimos datos del INE. Este crecimiento ha venido
además acompañado de la aparición de una «nueva generación» de inmigrantes chinos
con aspiraciones profesionales o educativas. Como advierte Beltrán (2010), una

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generación que pertenece a una diáspora de élite que se inserta en grandes corporaciones
o desarrolla estudios de post-grado en universidades de prestigio.
El cambio en la inmigración china es un fenómeno relativamente reciente. Uno de
nuestros informantes advierte este momento: «La emigración en China (…) al principio
muy difícil…, últimamente también difícil, pero a partir de hace dos o tres años ya más
fácil, porque China es un país ya… sube mucho económicamente, industria, ciencia…
Todo sube. Entonces la gente quiere salir a estudiar, quiere salir a trabajar, ya tienen
muchas más oportunidades…». Los tres casos que se presentan a continuación son una
mínima muestra de los viejos y nuevos perfiles de la inmigración china en España; que
conviene complementar con materiales recientes aportados por otros autores desde
enfoques monográficos o trabajos de campo en China y España (Montijano, 2011;
Villarino, 2012).

Casos 2.2.A.1. De inmigrante emprendedor a pastor de la Iglesia evangélica china

En un contexto de crisis económica, el enriquecimiento de una minoría puede


generar fuertes recelos entre la población mayoritaria. Esto ocurre en mayor medida con
determinadas comunidades que tienen un carácter emprendedor, como ha sido el caso
histórico de los judíos y también de los asiáticos (Wieviorka, 2000). En la primera fase de
esta investigación (desarrollada en 2006), se detectó cierta xenofilia hacia los asiáticos en
general y hacia los chinos en particular («son personas respetuosas, cívicas y
trabajadoras»). Sin embargo, en 2011, estas características positivas van acompañadas de
otro discurso que refleja cierto temor a la competencia («abren tiendas por todos lados»;
«se quedan con todos los negocios»; «no pagan impuestos», «negocio que cierra, negocio
que monta un chino», etc.).
Un inmigrante que llegó a España en 1987 gracias a la ayuda de su tío, que tenía un
bar en Valencia, y que acabó regentando tres restaurantes de comida china en Cuenca,
dice haber detectado cierta envidia en los españoles. Casi justificándose por su éxito,
explica por qué algunos chinos han podido prosperar en España en los últimos años.
¿Y cómo crees que tratan los españoles a los inmigrantes en general?
—En general, general, pues… regular, regular. Hay algunos que mal, pero la mayoría bien.
¿Y por qué regular a veces?
—Regular. Hombre, hay gente que piensa que los chinos trabajan mucho, ganan mucho dinero. Claro,
como siempre llevan un coche de marca, pues la gente, en general, no está muy satisfecha… Hombre,
eso como todo. Sabes, si tu llevas un Mercedes, ¡yo no me siento bien! (risas). Es normal.
¿Tienen un poco de envidia no?
—Es que los chinos, los ciudadanos chinos, tienen una filosofía de vida un poco diferente que la europea.
¿Y cuál es?
—Mira, China Continental es país… ha sido largo tiempo pobre. (…) Vive en casas muy pequeñas, muy
sucias, muy oscuras. (…) Entonces una vez que vemos la oportunidad, entonces trabajamos con ganas.
(…) El europeo no tiene esta situación. Como usted nació bien. Cuando naces ya tienes tu casa, tu
padre preparó todo, no te falta de nada…

Es consciente de que la relación de los ciudadanos europeos con el mercado laboral

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es distinta y valora la importancia que estos otorgan a la cultura y a la educación. De
hecho, ha educado a sus hijos en estos valores y se enorgullece de ellos porque se
distinguen claramente de la mayoría de sus paisanos, a quienes califica de personas algo
rudas, poco amables y demasiado preocupadas por el consumo y la apariencia. «No hay
que valorar el dinero, hay que valorar la cabeza, los estudios…», dice con convicción.
Es un padre que vela porque sus hijos aprovechen las oportunidades educativas que
ofrece España (que disfruten lo que él no pudo disfrutar) a la vez que defiende la
conservación de los valores y la cultura de origen. Busca pues un equilibrio, el tipo de
«aculturación selectiva» que señalan Portes y Rumbaut (2001) como la forma más
favorable para la obtención de la movilidad social ascendente de los jóvenes. Los jóvenes
que se sitúan en este punto intermedio salen ganando, porque siguen contando con el
soporte familiar y comunitario, pero a la vez son capaces de aprenden las pautas
culturales necesarias para moverse con soltura en la sociedad mayoritaria. La teoría de la
asimilación segmentada se confirma en este caso: el hijo mayor de este inmigrante
emprendedor ha estudiado Ingeniería Aeronáutica y actualmente trabaja en Estados
Unidos, el segundo Dirección de Empresas y la pequeña cursa primero de bachillerato y
quiere ser médico. No obstante, a pesar del éxito en la inserción y del proceso de
aculturación —incluso los dos chicos y la chica han adoptado nombres propios tan
españoles como Juan, Pablo y Cristina—, reconoce que sigue existiendo una barrera en
lo que se refiere a la nacionalidad y sobre todo los rasgos étnicos.
—La gente lo verá y dirá: «Ah, es un chino». Hombre, que nace en España, habla español, estudia en
España. Yo creo que mentalidad totalmente española, totalmente. Hombre, luego lo ven la cara y dicen
que es un chino (risas).

Esta sensación es parecida a la expresada por otros informantes. Por ejemplo, una
joven de 21 años que llegó a España en su primera infancia explica también este
contraste entre la imagen física y la realidad de la experiencia de vida:
—Yo creo que lo que más les sorprende a los españoles de mí es que dicen, «mira una china», porque
tengo aspecto de china claro, pero luego cuando me conocen dicen «¡mira, una china con acento
andaluz!» y eso les hace gracia.

Mujer de 21 años, nacida en China y llegada a Madrid a los cinco años de edad. Sus padres se
dedican a la hostelería, aunque en China su padre era empleado de banca. Comenzó estudios de
farmacia, pero fue empujada por sus padres a cambiar a la carrera de económicas, debido a los
beneficios que el conocimiento del chino le podría reportar en su integración laboral futura.

La doble pertenencia de estos jóvenes que dicen «sentirse a ratos españoles o


chinos», contrasta con el mantenimiento de la identidad china de los inmigrantes que
llegaron siendo adultos y en seguida se insertaron en el mercado de trabajo. El
inmigrante emprendedor que analizamos en este apartado dice sentirse «más chino que
sus hijos». Hace cuatro años vendió sus restaurantes a un paisano suyo y se trasladó a
Madrid para desarrollar una profesión con la que, según él, «no se gana mucho dinero,
no se tiene una vida de lujo, pero es un trabajo muy feliz». Desde 2007 es pastor en la
Iglesia evangélica china en el barrio madrileño de Estrecho.

95
Casos 2.2.A.2. Sin aspiraciones académicas, pero con expectativas empresariales

S. es un joven que podría incluirse dentro de la categoría de «generación 1.5», que fue
como el sociólogo Ruben Rumbaut bautizó a los hijos de los inmigrantes que llegaron en
la última oleada de inmigración a Estados Unidos y lo hicieron durante la infancia o la
adolescencia (Rumbaut, 2003). El perfil que se estudia aquí llegó a los 12 años, después
de que su tía convenciera a sus padres, originarios del sur de China (región de Zhejiang),
de que podían ganar un buen dinero trabajando en el restaurante que ella y su marido
habían abierto en Alcorcón. Llegó pues arropado por sus padres, pero sin haberlo
elegido.
Sus primeros momentos en España fueron difíciles. El desconocimiento del idioma y
el trato recibido en la escuela dificultaron su adaptación educativa.
¿Y tus primeros momentos en el cole y eso?
—Mal, fatal, claro es que no entendía nada, ni idiomas ni nada. Y antes era muy tímido yo y yo quiero ni
hablar ni nada…
(…)
¿Y alguna vez algún español te ha… no sé, qué trato te han dado, porque seas chino te han dicho algo o
han sido malos…?
—Sí, a veces, sí los jóvenes. Es que, claro, a lo mejor a ellos no les gustan los extranjeros o los chinos…
¿Y qué te decían?
—Pues nada, insultos, pero a mí no me gusta. Es que no me gusta que me llamen chino. Porque pienso
que eso es muy feo para llamar a una persona su nacionalidad, es muy feo. A mí no me gusta.
¿Y te decían chino?
—Chino o algo. Chinitos y eso. No me gusta nada.

Los problemas de adaptación social (no llegó a entablar relación con la juventud
autóctona y hoy en día todos sus amigos son chinos), el desconocimiento del idioma y
las dificultades de cumplir con las exigencias académicas, hicieron que abandonara los
estudios antes de obtener la titulación básica. No obstante, no se quedó parado y se
insertó inmediatamente en el mundo laboral, utilizando sus redes más cercanas en el
entorno chino («a mí no me gusta estudiar mucho… y ya empecé a trabajar…»).
A pesar de su juventud, no habla de nuevas aspiraciones académicas, pero sí que
hace alusión a las ganas de emprender un negocio, aunque todavía no lo tiene claro. En
este fragmento visualiza su horizonte vital.
¿Y qué planes de futuro tienes? ¿Qué quieres hacer?
—¿Yo? No lo sé, es que ahora mismo no lo tengo muy claro…
¿Seguir trabajando aquí de momento?
—Si, voy a seguir trabajando más para tener un poco de dinero más… no sé… voy a montar un negocio o
algo, no sé…
En el fututo… ¿Te gustaría tener tu propia tienda o tu propio negocio?
—Puede ser, pero no mucho… O sea es que a mí no me gustaría estar todos los días metido en la tienda…
No me gusta…

Claramente se trata de una generación que no quiere repetir el tipo de experiencia


laboral que vivieron sus padres y quiere contar con nuevos derechos laborales («en este
trabajo por lo menos hay fin de semana», explica ilusionado). Sus aspiraciones se

96
concentran en ganar dinero y «montar un negocio», pero a la vez es tajante cuando dice
que no le gustaría «estar todos los días metido en la tienda».
La visión de la vida de este joven coincide con los resultados obtenidos en la primera
gran encuesta que se ha desarrollado en España a los hijos de inmigrantes6. En los
primeros documentos de trabajo que se encuentran disponibles, se señala que los jóvenes
de origen chino en España, a diferencia de lo que ocurre en Estados Unidos, tienen
aspiraciones académicas limitadas, lo cual no quiere decir que no posean otras
ambiciones. De hecho, sus expectativas se centran más en el emprendimiento. Los
resultados advierten que el rechazo a continuar con la educación obligatoria o a realizar
estudios superiores se debe a la toma de conciencia de las dificultades de inserción
laboral en el contexto de recepción. La estructura laboral de la sociedad española sería
demasiado cerrada como para permitir la entrada de los jóvenes de origen chino en
puestos cualificados. Parecería pues que la tendencia de los jóvenes chinos es la de
apostar por un camino alternativo que les permita también progresar7.

Casos 2.2.A.3. Estudiante de post-grado procedente del norte de China

La provincia de Shandong es una de las zonas más ricas de China. En la ciudad


costera de Wehai se sitúa la fábrica de electrodomésticos del padre de Ch, una joven
inquieta que cuenta con ironía que, gracias a una «beca de sus padres», pudo disfrutar de
una estancia para aprender español en la Universidad de Alcalá de Henares en 2007. Y de
la posibilidad de regresar de nuevo en 2009 para desarrollar un máster en Recursos
Humanos (en la Universidad Autónoma) y otro en Estudios Contemporáneos de
América Latina (en la Universidad Complutense).
Sigue ironizando cuando habla del «choque cultural», aclarando que no se trata de
algo que te golpea físicamente. Pero sí reconoce y explica una fuerte sensación inicial de
desorientación, sobre todo en el terreno de las relaciones personales.
—Por ejemplo al principio no sabía cómo se comportaba la gente de aquí. Entonces yo no sabía cómo
tratar con la gente, la forma de hablar, la forma de hacer amigos y esas cosas. Cosas muy diarias, pero
imprescindibles…
¿Y fue un esfuerzo la adaptación?
—Sí. Esa es la palabra: adaptación (risa).
¿Fue difícil o…?
—No… Psicológicamente me pareció un poco limitada la capacidad…
¿Tuya?
—Sí (risas) Porque yo sola y no sabía por dónde entrar. Pero luego ya poco a poco conocí a gente de aquí o
de fuera y entonces ya… poco a poco…

Cuenta que poco a poco pudo desbloquearse e ir asimilando lo que ella llama
«señales de comportamiento». Al principio contactó con otras personas de su misma
nacionalidad, pero hoy en día tiene más amigos españoles y latinoamericanos que
asiáticos. De hecho, acusa a la comunidad china de aislamiento y asocia esta falta de
relación con el nivel cultural y económico de la mayoría de los inmigrantes asentados en

97
España.
¿Y qué tal son los chinos aquí?
—Los chinos aquí, la comunidad china aquí me parece un poco cerrada, que no se relaciona mucho con la
gente nativa… ¿No te parece?
Sí, un poco, pero bueno, depende…
—También depende. Por ejemplo los chinos que yo conozco aquí… por ejemplo la gente que tiene pasta
[dinero-usa argot español] la gente se relaciona, los hijos también se relacionan, tienen más amigos
españoles que se conocen en el colegio (…) Pero por ejemplo los chinos de las tiendas chinas yo
siempre por ejemplo hay una tienda que yo siempre voy y hay un chico y parece que tiene 18-20 años y
siempre se queda ahí en la tienda (…)
Claro, porque tienen que trabajar. O sea que la clase más baja quizás se relaciona menos con los
españoles…
—Sí, yo no usé esa palabra, porque no sabía si era adecuado…
Sí, porque es un poco negativa…
—…pero sí, sinceramente, sí usamos esta palabra, a lo mejor la clase más alta por los recursos, por el
dinero que tiene, facilita más el acceso para entrar en esta sociedad. Tiene más contacto con la gente de
aquí. Entonces, la clase baja a lo mejor también tiene contacto pero también mucho menor y muy
limitado… Es lo que yo he entendido…

Ch. es un perfil que muestra una nueva generación de inmigrantes chinos. Una
generación de jóvenes con recursos, que se insertan en un entorno universitario, diverso
y con posibilidades de relación social e inserción laboral. Una situación distinta a la que
viven los jóvenes que crecen en el seno de una familia de posición social baja (que
trabaja en un restaurante o una tienda) y que abandonan los estudios antes de tiempo.
Ch. habla de una clara distinción social dentro de la comunidad china asentada en
España: «los que tienen una tienda tienen menos contacto con la gente nativa»; «los de
clase alta tienen más recursos para entrar en la sociedad». Esta es una tendencia que se
repite en el conjunto de los colectivos inmigrantes analizados en esta investigación: a
mayor estatus y mayor formación, mayor contacto con la sociedad mayoritaria.
Ch. combina actualmente sus estudios de post-grado con un trabajo a medio tiempo
como traductora en una empresa dedicada a las energías renovables, donde solo trabajan
españoles. A pesar de las dificultades de adaptación que sufrió a su llegada, su posición
dentro de la sociedad (en la universidad y en una empresa española) le ha facilitado el
contacto con la población autóctona. Y a diferencia del caso analizado anteriormente,
tiene grandes aspiraciones y expectativas académicas. De hecho, tiene el sueño de
trabajar en la ONU, e incluso dice tímidamente al final de la entrevista que le da miedo
llamarlo simplemente «un sueño», porque ella cree firmemente que lo va a conseguir.

Casos 2.2.B. La comunidad filipina: entre el aislamiento y la aceptación

Desde finales de los años 70, los filipinos llegan a España y desempeñan las labores
de servicio doméstico. Este hecho explica la feminización del colectivo y su
concentración en Madrid y Barcelona, así como su escasa relevancia en trabajos por
cuenta propia, a diferencia de lo que ocurre en el colectivo chino (Comamala, 1998). No
son pues inmigrantes que se insertan en los enclaves étnicos y por estar menos

98
orientados a las actividades empresariales. Generalmente son empleados directamente
por los españoles. La buena fama de las inmigrantes filipinas ha hecho que sean el grupo
más valorado por la clase alta española. Las propias informantes filipinas reconocen esta
preferencia por parte de los españoles: «los españoles les gustan los filipinos porque
trabajan duro y son paciente». La burguesía madrileña contrata a estas mujeres
generalmente como internas, lo cual significa que las trabajadoras residen en casa de sus
empleadores y deben cumplir con largas jornadas de trabajo. Sin embargo, también hay
que tener en cuenta que hoy en día muchas mujeres filipinas llegadas en los últimos años
han sido capaces de salir de las casas donde trabajaban y han optando por el trabajo
como «externas», adquiriendo así una mejor calidad de vida (Beltrán, 2010).

Casos 2.2.B.1. Mujeres filipinas aisladas a la espera de un futuro propio

Los dos perfiles que se presentan a continuación muestran trayectorias migratorias


que se caracterizan por el aislamiento respecto de la sociedad mayoritaria, pero dan a
conocer también a dos mujeres que luchan o sueñan con un futuro distinto.
El primer caso es una mujer de 34 años, con estudios universitarios que llegó a
España con el objetivo de ahorrar dinero. Gracias a su tía regularizó su situación y
encontró un empleo en el servicio doméstico. Cuando se le pregunta por sus dificultades
de adaptación, habla de un proceso que aún no se ha concluido: «yo no hablo español
porque hasta mis jefes hablan en inglés conmigo, así que es muy difícil para mi pero si
tengo paciencia quizás, algún día pueda adaptarme», expresándose en inglés durante la
entrevista. En Filipinas trabajaba en una oficina, en asuntos relacionados con la
comunicación, por lo que se podría decir que su llegada a España ha significado un
retroceso en cuanto a su estatus social, un desclasamiento. Ella lo asume y explica de este
modo su situación:
—Mi tía me dio la oportunidad de venir y yo la aproveché incluso sabiendo que iba a ser muy duro, sobre
todo habiendo trabajado en una oficina, es muy diferente aquí, la experiencia de barrer, cuidar a los
niños, levantarse temprano (…) me levanto alrededor de las 7 y preparo el desayuno de los niños y
después a las 8 les levanto y les cambio, les pongo el uniforme del colegio… así es un día a diario, mi
rutuna diaria, después de las 9 hago la casa y hasta as 10 de la noche…

Mujer de 34 años y de nacionalidad filipina. Tiene estudios superiores y trabaja como interna
en casa de una familia acomodada. Piensa que los filipinos son valorados por los españoles por
ser trabajadores y pacientes. Le gustaría dominar más el castellano y encontrar un trabajo de
mayor cualificación.

De momento, vive su aislamiento poniendo sus esperanzas en el futuro. Sueña con


un cambio de rumbo en su vida. Algún día quizás pueda aprender español y que alguien
le ayude a encontrar un empleo en una oficina o quizás podrá ahorrar lo suficiente para
«crear una familia o montar un negocio» en Filipinas.
El segundo caso es una mujer de 52 años que lleva treinta en España. Vivió en
Tenerife, donde nació su primer hijo, a quien no pudo mantener, por lo que a la edad de

99
seis años lo mandó con sus padres a Filipinas. Decidió trasladarse a Madrid con el
objetivo de mejorar su salario y conoció a su marido actual, con el que tuvo otros tres
hijos. Uno de ellos, volvió también a Filipinas. Lleva veinte años trabajando para la
misma familia como interna («hasta que me quieran con ellos»), por lo que sigue
separada de su marido y sus otros dos hijos. La adaptación a la cultura española fue muy
dura, así como el aprendizaje del idioma. Hoy lleva más tiempo en España que en
Filipinas y aún no domina la lengua española, pero se siente «más española que nunca».
A pesar de que lleva muchos años separada de su familia, dice que debe seguir
aguantando.
—(…) quiero que vengan mis hijos los que están allí y luego estar juntos todos mi marido, como estamos
separados uno en otro lado, y claro, tampoco es tan…a ver…no hay otro remedio hay que aguantar, es
muy difícil en esta situación, pero bueno (…) de momento…no, mientras que estamos aquí, es que
todavía no pienso más adelante, lo que venga, es que es muy difícil planear, y luego es como, ya sabes
con la situación de aquí es muy difícil planear…

Mujer de 57 años y de nacionalidad filipina, dedicada al servicio doméstico y contratada como


interna en una familia española para la que trabaja desde hace más de veinte años. Llegó a
España con 22 años y tuvo cuatro hijos, de los cuales dos viven en Filipinas. Está casada, pero
vive separada de su marido a causa de su trabajo. Su deseo es que algún día pueda reunir a su
familia.

Esta situación de espera permanente, este impás que se prolonga en el tiempo, marca
la vida de muchos inmigrantes. Pero las mujeres filipinas que se insertan en el servicio
doméstico sufren un aislamiento aún mayor. Con graves dificultades de adaptación
(debido principalmente al idioma) viven durante años fuera de la sociedad mayoritaria, lo
cual hace aún más complicado el contacto con otros entornos y el acceso a otro tipo de
empleo que pudiera mejorar sus condiciones de vida.

Casos 2.2.B.2. La importancia del contexto de recepción. Un filipino que llega a un


pueblo de la sierra de Madrid

Cuando llegó en 1978 a Madrid, J. se sintió decepcionado («había solo una cadena de
televisión ¡y en blanco y negro!»). Reconoció que lo pasó mal al inicio, debido al «clima, a
la cocina y al idioma», pero también relata que sus inicios fueron buenos. Tenía 24 años y
llegó a un pueblo pequeño, donde pudo enseguida interactuar con los vecinos. Más tarde
se trasladó a Madrid, se casó, tuvo un hijo y consiguió un empleo estable en una portería
de un barrio céntrico. Hoy, aún conserva este empleo y espera con ganas la jubilación.
Llama la atención la forma en que expresa el trato recibido por los españoles. Se
refiere a la burla o a la ironía que su presencia provocaba en el municipio donde
primeramente se instaló.
—Yo he sido siempre el juguete de ellos (…) me llevaban a la discoteca, a ver ¿qué palabras has
aprendido? «Ostras Pedrín» «gilipollas» (decía él) y así un cachondeo tío. Pasé ahí dos años y estaba
(España) de alegría…

100
Varón de nacionalidad filipina y española, 52 años y rasgos orientales suaves y expresión
amigable, hablador y gracioso. Llegó a España en 1978, vivió durante años en un municipio
cercano a Rascafría y más tarde se trasladó a Madrid, donde trabaja desde hace 21 años en una
portería de un barrio céntrico. Está divorciado y tiene un hijo.

Idealiza el pasado y habla de él con nostalgia. La pena se acrecienta cuando recuerda


el episodio más duro que vivió en su vida (el divorcio con mi mujer y la separación de su
único hijo). Pero sorprende que el pasado ideal se describa en base a la presencia o no de
población extranjera en España. «España estaba de alegría, no como ahora (continúa
diciendo) que está lleno de inmigrantes. Antes eran muy pocos, sobre todo en los
pueblos y ahora desgraciadamente —yo soy inmigrante también—, pero esto se ha
escapado de las manos. Yo soy legal, me han traído mis jefes, tengo un trabajo, tengo
seguridad social, pero estos los que están aquí ahora, roban, venden droga… de verdad
que eso se ha escapado un poco…».
Como muchos otros inmigrantes entrevistados en el proyecto MEXEES que llevan
más de veinte años en España, este portero madrileño de origen filipino se distingue de
«la nueva inmigración», que no se inserta y que desarrolla un comportamiento que
consideran perjudicial para la sociedad española. No obstante, llama la atención la
contradicción constante en su discurso y la facilidad con que esta persona «cambia de
bando» y se coloca de forma indistinta del lado de los españoles o de los inmigrantes. En
este fragmento, defiende a los extranjeros y acusa a los españoles de tomar a los
inmigrantes como chivo expiatorio.
—Siempre a quien echan la culpa es al emigrante. Me pasó a mí una vez en el pueblo, porque llegábamos el
fin de semana y claro yo voy con sus hijos y saben que fumaban porros y decían «ya está otra vez el
filipino, este es el que trae la (droga)» (…) Eso es al principio, luego en el pueblo que te conoce todo el
mundo: «ese es intocable»… no hay quien te dice nada.

Es interesante destacar el hecho de que él, para los españoles, se ha convertido en


«un intocable». Los propios españoles le defienden y le distinguen del resto de los
extranjeros, porque lo consideran como alguien conocido y cercano. Este hecho señala la
importancia del conocimiento mutuo en el proceso de adaptación y en el avance hacia la
aceptación de la diferencia cultural. Para este filipino de 52 años, los españoles se han
convertido en paisanos suyos: «a mí me gustan más los españoles que España»,
sentencia.

Casos 2.2.C. La comunidad japonesa: «inmigrantes modelo»

La inmigración japonesa en España ha estado tradicionalmente formada por


profesionales cualificados que desempeñan puestos de responsabilidad en industrias y
corporaciones japonesas instaladas en la península ibérica. Por otra parte, en las últimas
décadas, la exportación de determinados bienes de consumo que definen aspectos
identitarios de «lo español» (danzas, flamenco, etc.) han generado una importante
afluencia de pobladores japoneses hacia España para aprender a bailar flamenco o tocar

101
la guitarra. Además de estos estudiantes japoneses, se trasladan universitarios,
mayoritariamente entre los 20 y 34 años, que eligen las grandes capitales españolas para
cursar estudios superiores (licenciaturas, maestrías, doctorados) o cursos de idioma
español para extranjeros.
Se trata pues de una comunidad que siempre se ha distinguido del resto de las
comunidades asiáticas asentadas en España por su nivel de cualificación y su posición
socioeconómica (aunque desde hace unos años se observan perfiles similares también en
el interior de la comunidad china). Los trabajos de Betrisey centrados en el análisis de los
procesos identitarios de los japoneses en Madrid, destacan los valores que la comunidad
japonesa utiliza (espíritu emprendedor, fortaleza, alegría…) para definir su identidad y
distinguirse de otros grupos de inmigrantes, con el objetivo de acumular capital simbólico,
en el sentido que le da Bourdieu a este término. De esta forma, «promocionan y validan
un conjunto de creencias en torno a la categoría atribuida de «inmigrantes modelos»
(Betrisey, 2009: 147). En el proyecto MEXEES I no se incluyó ni a los filipinos ni a los
japoneses, dos comunidades que podrían ser catalogadas por los españoles dentro de los
inmigrantes «bien vistos». El perfil de una mujer japonesa casada con un español y de un
joven, hijo de un inmigrante japonés y una española, ayudarán a seguir indagando en las
trayectorias migratorias y en los procesos identitarios de esta comunidad asiática que
muchas veces queda eclipsada por otra mucho más numerosa, la comunidad china.

Casos 2.2.C.1. Una japonesa casada con un empresario español. La imagen de la


«inmigrante modelo»

K. pertenece a esa emigración privilegiada que viajaba a España para aprender


español. Al terminar sus estudios de económicas y gracias a la ayuda de sus padres pudo
venir a España a hacer un curso de lengua española. Su familiaridad con la cultura —
había estudiado en un colegio de «monjitas españolas»— hizo más sencilla su adaptación.
De hecho, a lo largo de la entrevista se refiere varias veces a los vínculos entre España y
Japón: «Hay un pueblo en Japón que se llama España, al sur de Tokio»; «en el colegio
bailaba flamenco, me enseñaron a bordar y polvorones también hacía». Durante su
estancia en Madrid conoció a su marido y ya nunca abandonó España. Tuvo tres hijas y
trabajó durante quince años como azafata de Iberia.
Tras 27 años viviendo en España reflexiona y contrapone los aspectos positivos y
negativos de la cultura japonesa y española, por ejemplo la apertura, el «ser directo» de
los españoles con los rodeos que dan los japoneses; el orden y la buena organización de
los japoneses con la desorganización e ineficacia de los españoles; la sencillez y humildad
de los primeros con la soberbia y el orgullo de los segundos. En este fragmento explica
qué aspectos ha querido conservar de «lo japonés» y qué aspectos ha adoptado con gusto
de «lo español».
¿Qué tienes de japonesa y qué de española?
—Alguna cosa muy japonesa, no sé, por ejemplo (…) Seriedad que hay en Japón y aquí no tanto. Horario,

102
también, de puntual no hay nunca… (…) Esas cosas de carácter yo creo que he cambiado bastante
viviendo aquí. Es que no lo sé porque digo directamente, digo directo (…) en Japón no puede hablar
directo. Siempre como gallego (risa) tiene que rodear la puerta.

Sus rasgos étnicos suaves y su posición social han favorecido la relación con la
población autóctona. La discriminación es una realidad prácticamente desconocida para
ella. Únicamente hace alusión a lo que ya se ha señalado antes en otras indagaciones
sobre la comunidad japonesa (Betrisey, 2009); esto es: la rabia o la irritación que provoca
en ellos las clasificaciones peyorativas que asocian «lo japonés» con «lo chino» y sus
rasgos fenotípicos (los ojos rasgaos, la talla y el color amarillo). La reacción de esta mujer
adulta frente al prejuicio es combativa, tal y como se deduce de este fragmento.
—Y dicen «china, china» también. «¡Yo soy japonesa!» (risas) Me daba igual, pero es que de verdad, qué
bueno, todo asiático, ¿Pero porque dicen china…? (…) no me han llamado casi nunca china, y si dicen,
yo contesto porque yo no soy china.

Reivindica su identidad japonesa y se distingue de otras comunidades asiáticas.


Además, se coloca en un lugar distante a otros grupos de inmigrantes y desarrolla un
discurso favorable al asimilacionismo: «Los americanos, los sudamericanos, vienen
mucha gente… y traen lo suyo. Quieren estar en su mundo, ¿no? Eso es… me choca
muchísimo. Porque de verdad, si viven en España tienen que aprender de costumbres
aquí, de cultura aquí».
Ella vive inmersa en la sociedad española, está casada con un español, sus tres hijas
crecen en un municipio de la sierra madrileña, pero también conserva su vínculo con
Japón, a través de una asociación de mujeres japonesas casadas con españoles. En
definitiva, encarna la imagen de «inmigrante modelo». No obstante, al igual que muchos
inmigrantes, cuando se le pregunta por su identidad dice sentirse «20 por 100 española y
80 por 100 japonesa».

Casos 2.2.C.2. La apertura a la diferencia. Un joven de padre japonés y madre española

Los jóvenes mixtos pertenecen a una generación que cree en un futuro de intercambio
entre culturas, piensan en la sociedad como una sociedad mestiza, que permita el
florecimiento de identidades híbridas y complejas, y de sentimientos de pertenencia
difusos e intercambiables. Son los hijos de matrimonios entre españoles y extranjeros,
generalmente bilingües y biculturales. Son jóvenes que han aprendido a moverse «entre
dos mundos» (Rouse, 1992). Un joven de padre japonés y madre española habla de este
modo de su sentimiento de pertenencia y del trato recibido por los españoles:
—En realidad, me siento un poco de todos sitios, creo que eso es lo más interesante. Formarte con
distintas culturas e ir aprendiendo de ellas.
¿Y en tu trato personal? ¿Crees que las cosas en el futuro seguirán esta línea o tendrán un retroceso?
—Yo noto que es algo [la nacionalidad] que no importa nada. Te tratan en función de que seas majo o no.
No influye si tengo o no tengo un padre japonés. Eso ya no importa tanto ahora. Hay más valoración
de la persona que de cualquier rasgo.

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Varón de 22 años, de padre japonés y madre española. Con rasgos orientales no muy
marcados. Ha vivido toda su vida en Madrid. Tiene amigos de distintas nacionalidades y ha
vivido una temporada en Perú. Le desagrada el trato violento que la policía profesa a los
inmigrantes de origen subsahariano.

Si bien, a lo largo de la entrevista reconoce haberse sentido discriminado por parte


de algunos amigos, profesores y compañeros, cree que lo ha sido en menor medida que
otros amigos suyos, en especial sus amigos gitanos o marroquíes.
¿Has vivido tú o tu padre alguna situación de discriminación laboral?
—Yo por ejemplo, escolar sí. Con algunos compañeros. Algunos compañeros era por meterse con alguien,
por algo de críos, por echarse unas risas. No había un trasfondo ideológico de pensar que la
inmigración…pero sí tuve un par de amigos, que empezaron a pensar de una determinada forma, que
pensaban que la inmigración era dañina para el país y empezaron a alejarse y rechazarme. Aunque no
tuve agresiones de ningún tipo, ni físicas ni verbales, solo un distanciamiento. Eso me dolió bastante,
porque uno era uno de mis mejores amigos. Años después retomé la relación, pero habían cambiado
muchas cosas. Fueron 4 años, en los que le dio por ahí. (…) Pero por ejemplo, en el laboratorio de
química tuve un profesor que se declaraba abiertamente falangista y me usaba en las teorías de los
ejercicios, poniendo ejemplos del tipo: si tiramos a Ken por la ventana y pesa 60 kg, ¿cuánto tarda en
caer? Cosas de ese estilo.
Podríamos decir que dada la postura que afirmaba tener ese profesor, había una fuerte connotación de
xenofobia, y que tal vez esas bromas no fueran casuales.
—Sí… aunque no sabría decirte, tampoco era muy agresivo. Me suspendió química y tuve que ir a
septiembre. Pero a lo mejor es porque me lo tomaba así, no lo recuerdo violento. Yo solo pensaba:
¡buah!, un tonto más. Pero no me afectaba de forma negativa ni perjudicial a mi salud mental.

Una de las razones fundamentales de que este mal trato no derive en un tipo de
racismo más intenso, como ocurre con otros colectivos, es la xenofilia que despiertan los
japoneses en los españoles. Aunque los asiáticos en general suelen ser más propensos
que otros grupos a soportar bromas y chanzas por parte de la población española, como
hemos comprobado en el perfil del hombre filipino, son también los inmigrantes más
aceptados. En este último fragmento, este joven mixto destaca la ausencia de «rencor» de
los españoles hacia los asiáticos:
—(…) los orientales tienen una inmigración más centrada en sí mismos y más de puertas adentro que el
resto de los inmigrantes. Quizás por eso, no haya tanto rencor hacia ellos, ni tanta hostilidad, como
puede haberla hacia otros grupos inmigrantes.

Casos 2.2.D. La comunidad india: el nuevo intercambio cultural con Occidente

Los inmigrantes indios en España se han caracterizado siempre por su relación con
el comercio. Los primeros, en el década de los 50, aprovechaban los puertos (de
Canarias, Ceuta o Barcelona) para importar y exportar textiles y productos de lujo. Más
tarde se instalaron en las ciudades y se dedicaron a la venta de electrónica en bazares
asociados a las empresas de importación. Son pues otra de las comunidades asiáticas que
fomenta la integración de sus compatriotas en el negocio étnico.
El caso que se analiza a continuación se distancia del perfil más habitual de
inmigrante indio y demuestra la diversidad de motivaciones que encierran hoy los

104
procesos migratorios. Refleja nuevas dinámicas de movilidad, procesos migratorios que
ya no están estrictamente asociados a motivaciones económicas. Una emigración movida
por razones personales o emocionales que, aunque minoritaria, se encuentra presente en
todas las nacionalidades analizadas en el proyecto MEXEES II y toma como
protagonistas principales a los jóvenes. Una nueva juventud abierta, que quiere conocer
otras culturas y tiene experiencias de vida en otros contextos, más o menos lejanos y crea
vínculos con sus habitantes. La emigración de este joven bailarín indio que se analiza a
continuación es un claro ejemplo de esta nueva forma de movilidad.

Casos 2.2.D.1. Un joven indio llegado a España por amor

¿Cuándo tomaste la decisión de salir de la India? «Cuando entendí que mi vida no tenía
sentido sin ella». Ella es B., su pareja. Este joven indio y su novia española se conocieron
en Mumbai, la ciudad natal de él, cuando ella viaja por la India. Tiene 29 años y es
bailarín autodidacta (de bhangra o bollywood), porque su familia no tuvo los medios de
ofrecerle una formación. Huérfano de padre, su madre tuvo que emigrar a Arabia Saudí
para mantenerles a él y a su hermano. Cuenta que «las viudas en la India no tienen nada,
ni les dan trabajo».
La unión de la pareja en Madrid no fue fácil. «No ser un hombre rico, ni estar
casado, ni tener estudios superiores…» hizo que sufriera abusos en ambos países («me
pedían dinero, no me querían dar el visado…»). Pero el peor rechazo lo encontró en
España, muy cerca de su novia, cuando la familia de esta se negó a aceptar su relación.
Su experiencia personal le ha permitido comprender cuáles son los límites reales que los
españoles ponen a la interrelación con personas de orígenes étnicos distintos a ellos.
—Los padres de B. no me quieren pero ellos no son los que me tienen que querer… el rechazo que más
duele es el de los padres de B. porque ella sufre… (…)
¿Qué trato crees que damos a los inmigrantes los españoles? ¿Nos portamos bien con los inmigrantes en
España?
—Los españoles que conozco sí… abierta a lo nuevo, el problema del español es cuando piensa que
«entras en su terreno», en su trabajo, en su vecindario, sales con su hija/o, vistes de otra forma…

Joven indio de 29 años. Bailarín y con buen aspecto físico. Emigra a España para reunirse con
su novia española a quien conoce en la India. Piensa que los españoles son amables, hasta que
entras en su vida íntima y familiar.

La amenaza, incomodidad, en definitiva la extrañeza que provoca la alteridad en los


españoles es una realidad que se ha identificado a lo largo de todo el trabajo de campo en
el Proyecto MEXEES II. La encuesta exploratoria desarrollada de enero a marzo de
2012 cuenta con la innovación de añadir una pregunta sobre la autopercepción de
racismo: «En una escala de racismo del uno al diez, ¿dónde se situaría usted si 0 es nada
racista y 10 es muy racista?». A priori, parece una pregunta muy afectada por el llamado
sesgo de la deseabilidad social, pero los resultados de la investigación muestran algo
distinto. La posición de la pregunta al final del cuestionario (al lado de las preguntas de

105
carácter sociodemográfico), provoca un efecto inesperado: muchos de los entrevistados,
tras haber contestado al cuestionario, al ver la oportunidad de sincerarse se abren y
explican su posicionamiento (Cea D’Ancona, 2009). En lo que se refiere a las parejas
mixtas o a los matrimonios mixtos, una de las entrevistas «cara a cara» resultó
especialmente reveladora. Se trata de un ama de casa de 65 años, mujer de un
diplomático y residente en un municipio de la sierra norte de Madrid, cuya hija está
emparejada con un joven de madre española y padre africano. De este fragmento se
deducen las razones de la resistencia a aceptar al «otro», cuando este cruza la línea y entra
en el terreno más íntimo:
—He de confesar que en la pregunta sobre el racismo me he puesto un cinco. Yo he vivido en muchos
países, debido al trabajo de mi marido (en Corea, en China…) y creía que era tolerante, que aceptaba a
todo el mundo. Pero la cuestión es que mi hija ahora tiene un novio y el padre es africano. Él es
español, nacido aquí, su madre es española y además es un chico muy listo, que estudia ingeniería naval.
Pero, no sé, nos ha costado mucho aceptarlo. Tanto a mi marido, como a mí. Sobre todo a mi marido.
Es increíble, pero ¡lo que nos afecta el color de la piel!, ¡es increíble! Somos muy tolerantes cuando se
trata de tener amigos, conocidos, de ayudar a alguien…, pero cuando se trata de compartir la familia,
de que alguien entre en tu propia familia… Es incontrolable, pero nosotros lo hemos pasado muy mal.

Las parejas mixtas desafían a sus propios grupos étnicos y rompen con lo estipulado.
El rechazo no viene únicamente del lado del autóctono. En diversas entrevistas en
profundidad a inmigrantes, e incluso a gitanos, la respuesta a la pregunta «¿dejarías que tu
hija se casara con un español?» provoca reflexiones similares: «yo preferiría que se casara
con alguien de mi cultura»; «sería complicado»; «que vengan amigos españoles, los que
quiera, a casa, pero que se case con un musulmán»; «sería por ella, porque sufriría».
La barrera más rígida que se alza en la sociedad multicultural es la más invisible de
todas; es aquella que no necesita regulación, porque cuenta con el mayor consenso y
respaldo dentro del grupo étnico. Es la barrera familiar, la prohibición que impone el
grupo nuclear a quien es considerado como un extraño. Las madres entrevistadas
auguran a sus hijas un futuro de sufrimiento, debido a la dificultad de que su unión sea
aceptada, por la familia y por la sociedad en general. Un sufrimiento que experimenta la
joven española que es pareja de este joven indio. A pesar de la falta de apoyo por parte
de la familia, la pareja está unida, se respetan mutuamente y aprenden el uno del otro.
«Es fácil acostumbrarse a vivir aquí, en occidente faltan también valores que aún
conservamos en la India, la gente va demasiado deprisa y se olvida de vivir… cuando
vuelva a la India veré si me siento español o indio», dice este joven indio asegurando que
todos los días aprende algo nuevo con la ayuda de su novia. Ha conseguido sobrevivir
gracias a sus conocimientos de baile dando clases en una escuela y lleva dos años
viviendo en Madrid con su pareja.

106
2.3. MARROQUÍES. UNA COMUNIDAD ENTRE LA RESISTENCIA Y LA DISCRIMINACIÓN

La comunidad marroquí en España es una de las más antiguas y numerosas. En los


años 70-80, los primeros inmigrantes que se instalaron en Madrid y Barcelona,
generalmente esperaban cruzar a países más prósperos de Europa del norte, como
Alemania, Francia u Holanda. En ese momento, encontrábamos migrantes que
alternaban estudios con trabajo, rifeños activos políticamente, refugiados que decidían
traer a su familia, emprendedores que creaban sus propios negocios y trabajadores en la
agricultura, la ganadería o la construcción muy a menudo padeciendo situaciones de
explotación (López, 2004). Desde la implantación del visado en 1991 hasta el año 2003
se asiste a un crecimiento extraordinario de esta comunidad. Los marroquíes pasan de
30.000 personas a 511.294 a finales de 2005. Este enorme crecimiento se debe
principalmente al efecto que provocan los seis procesos de regularización extraordinarios
de extranjeros, entre 1991 y 2005. En este período toman una importancia central las
reagrupaciones familiares y por tanto la llegada de mujeres y el nacimiento de niños, lo
cual aumenta la presencia de este colectivo en las escuelas. Entre 2005 y 2011, la
población marroquí sigue creciendo de forma considerable (hasta 773.995). Quizás la
característica más destacable es que en este período se reduce notablemente el nivel
educativo de sus miembros y aumenta el analfabetismo (en torno al 40 por 100).
La literatura sobre la comunidad marroquí es también de las más antiguas y extensas
en cuanto al fenómeno de la inmigración se refiere. Desde el primer Atlas de la inmigración
marroquí en España, dirigido por el profesor Bernabé López García y publicado en 1996,
hasta los análisis más actuales del colectivo IOE (2012), se han desarrollado múltiples
investigaciones relevantes. En la compilación bibliográfica que hacen Ana Planet,
Ángeles Ramírez, Carmen Gregorio y Adela Franzé (2004) se ofrece una visión crítica de
algunas de las obras más importantes que abordan el fenómeno. Aquí se destacarán dos
estudios que, por su actualidad, resultan especialmente relevantes. El primero es el
último informe desarrollado por el Colectivo IOE, uno de los centros de investigación
de referencia en el análisis de la evolución del colectivo marroquí en España. En este
trabajo, sus investigadores advierten que, desde 2009, se registra un cambio en el ciclo
migratorio entre Marruecos y España, con un descenso del saldo de entradas que en
2011 se convierte en negativo. De momento, la crisis económica no parece estar
provocando un aumento muy significativo de retornos, pero todo dependerá de las
posibilidades de creación de empleo en los próximos años y del efecto de los recortes en
la reducción de las ayudas y por tanto en la protección social de las familias (Colectivo
IOE, 2012).
Siguiendo con los efectos de la crisis económica, en el Informe OBERAXE 2011
(Cea D’Ancona y Valles, 2011) se destaca la aparición de un discurso más reacio hacia las
diferencias culturales, en general, y hacia la religión musulmana en particular. Además, se
advierte que la continua peor valoración de la «diversidad religiosa» puede deberse a la

107
persistencia del nexo asociativo entre diversidad religiosa y radicalismo musulmán. Una
asociación que se identifica en la mayor importancia de los indicadores de islamofobia
como el desacuerdo en la construcción de mezquitas y el apoyo a la exclusión de
alumnas con hijab de los centros escolares (el 49 por 100 en ambos casos).
Los marroquíes son los representantes de la comunidad musulmana en España, por
lo que se colocan en el punto de mira cuando el discurso político o mediático se plantean
dilemas relacionados con el modelo multicultural o la gestión de la diversidad religiosa.
Circunstancias que coincidieron con el trabajo de campo del MEXEES II, cuando la
Canciller alemana, Ángela Merchel, y del Primer Ministro británico, David Cameron,
juzgaron por fracasado el modelo multicultural de integración (El País, 24/10/2010 y
05/02/2011). En ese mismo año, además, se prohibió el niqab en Bélgica, Francia y
después en Cataluña y saltó en Madrid una nueva polémica relacionada con el uso del
velo en la escuela, a raíz de la expulsión de una joven de origen marroquí en 2010.
El segundo estudio que debemos destacar es el realizado por la antropóloga de la
Universidad Autónoma Ángeles Ramírez, titulado La trampa del velo. El debate sobre el uso
del pañuelo musulmán (Catarata, 2011). En él trata de (des)velar lo que hay detrás del
pañuelo marroquí como práctica y fenómeno social, tanto en las sociedades musulmanas
como en las occidentales. La autora describe el velo como un elemento de subordinación
femenino que se ejerce en dos contextos distintos. Por un lado, en las sociedades
musulmanas, donde se señala a las mujeres que no lo usan como indecentes o como
«malas mujeres» y, por otro lado, en las sociedades occidentales, donde se excluye a
quienes utilizan ropas «ajenas» a la vestimenta mayoritaria. También advierte del efecto
perverso que provoca la regulación del uso del hiyab en occidente.
Generalmente la prohibición se legitima por medio de un «discurso feminista» que
defiende los derechos de las mujeres, sin tener en cuenta que son precisamente las
mujeres (y no los hombres musulmanes) quienes no pueden acudir a la escuela ni
frecuentar espacios públicos con su vestimenta tradicional, lo cual tiene el riesgo de
recluirlas aún más en el ámbito privado.
Otro aspecto que alerta de la situación de vulnerabilidad de la comunidad marroquí
en España es el modo en que se está viendo afectada por la crisis económica. De nuevo
el estudio del Colectivo IOE muestra lo preocupante de su situación. La tasa de
desocupación actual que registra esta población es del 50,7 por 100 (48 por 100 los
hombres y 56,5 las mujeres) y más de dos tercios (68,8 por 100) de la juventud emigrada
está desempleada. El número de hogares con todos los miembros activos sin empleo se
incrementó notablemente y alcanza en 2011 el 32 por 100 (Colectivo IOE, 2012). No
obstante, es interesante observar que la crisis afecta de diferente modo a hombres y a
mujeres. Desde el Colectivo IOE se señala que «la fuerte pérdida de empleo masculino
potencia el desánimo entre estos, y fomenta la incorporación laboral entre las mujeres,
en parte para procurar ingresos que han perdido los hombres de su grupo familiar».
Acercar la lupa y analizar casos concretos puede ayudar a ilustrar mejor los efectos de
la crisis económica en las trayectorias migratorias de las personas de nacionalidad

108
marroquí. Pero también permite conocer la diversidad de perfiles que componen a esta
comunidad, lo cual puede ser una de las formas más efectivas de romper con los
estereotipos dominantes, los cuales están en el origen de los miedos o las fobias que se
construyen sobre los musulmanes asentados en España.

Caso 2.3.A. Una inmigrante sin redes de apoyo en plena crisis económica

Inspirada por los relatos de sus amigas asentadas en Madrid («estarás tranquila,
tendrás una casa, dinero, un coche…») K. emprendió la aventura de la emigración en
2008. Esta mujer de rasgos occidentales, pero evidenciada como marroquí a través del
lenguaje, dice que vino a España «para mejorar mi vida, por ejemplo…, encuentro un
trabajo, gano bien, ayudo a mi familia y también yo vivo bien». Pero la realidad no era lo
que esperaba. Al inicio fue acogida por una de sus amigas, pero el apoyo se terminó
rápidamente y a partir de entonces su vida dio un vuelco:
—Mi primer tiempo, quedaba muy tranquila, porque mi amiga me dijo que iba a salir todo bien, tranquila,
no hay nada que preocuparte y después, cuando terminan 20 días, has cambiado mi vida, mi amiga no
quiere tenerme en su casa, hay que buscar mi vida sola y ¡yo no sabes nada de hablar Castellano!,
¿Cómo lo hago? y también yo en ciudad muy grande, has tenido mucho frío…

Mujer marroquí de 37 años que en su país podría ser considerada de nivel alto, por su
escolaridad, manera de expresarse, pero en España engrosa las cifras de inmigrantes al borde de
la legalidad y la subsistencia. De hecho, su mayor temor es pasar a vivir en la calle. Pese a que
tiene problemas de salud física y probablemente de salud mental (depresión), no contempla la
idea del retorno, y prefiere seguir presumiendo ante su familia de la «buena vida» que lleva en
España.

Tras ser desprotegida, viajó en autobús a Barcelona y allí conoció a un hombre


marroquí que le ofreció alojamiento y comida, a cambio de que ella cuidara a su hijo
mientras él trabajaba. Más tarde, el hombre abrió un restaurante y ella trabajó en la
cocina y de camarera. Pero la llegada de su novia de Marruecos, precipitó su despido y le
llevó de nuevo a encontrarse sin nada. Volvió a Madrid y trabajó una temporada en el
servicio doméstico. Más tarde fue contratada en un comedor para personas mayores.
Este fue su último empleo. Hoy dice que se levanta muy temprano cada día para buscar
trabajo, su única salvación antes de que sus papeles caduquen y el dinero ahorrado se
agote. Lo dice temiendo no poder seguir pagando los 220 euros que le cuesta la
habitación que alquila.
La prolongación de la crisis del empleo que vive España está generando situaciones
de emergencia social como la que vive K. El paro y la ausencia de prestaciones sociales
aumenta el riesgo de que a esta población se le niegue la renovación de la residencia
(Colectivo IOE, 2012), con lo que la búsqueda de empleo se hace aún más complicada.
Además, desde abril de 2012, y debido al decreto que promulgó el gobierno (RDL 16), se
limita la atención sanitaria a los inmigrantes en situación administrativa irregular, solo en
los casos de «urgencia por enfermedad grave o accidente; asistencia al embarazo, parto y
postparto, y en el caso de ser menor de 18 años», la situación de K. puede ser aún más

109
vulnerable. Desde hace unos meses está enferma y no sabe lo que le pasa, «estoy tan
cansada, no tengo fuerza de nada», cuenta explicando que consiguió cita con un
ginecólogo, pero no obtuvo solución y tiene dolores cada vez más fuertes. Una conocida
suya le ha aconsejado volver a Marruecos, pero ella dice que no sabe si tendrá fuerzas.
—¡Eeeh!, ¡ojalá! si tengo fuerza para volverme en mi país, porque no puede volverme…, pufff, llevo 4
años aquí y volvió sin nada, ¡es muy difícil!, por eso, pero… si voy a conseguir sufrir más, voy a
volverme en mi país, no puedo quedarme más…

Aunque el retorno lo viviría como un fracaso, es consciente de que es lo único que le


queda y ya está tan cansada de luchar que muestra indiferencia. En estos casos, la famosa
fábula del indiano, el mito del emigrante que retorna a su país contando y demostrando a
través de regalos sus ganancias en el país de destino, deja de sostenerse. La crisis
económica en España hace estragos y los inmigrantes, por mucho que lo intentan, en
muchas ocasiones deben volver al núcleo familiar, más aún cuando, en el país de acogida,
no cuentan con las redes sociales necesarias. A pesar de las buenas intenciones de
quienes en las ONG se dedican a trabajar con personas vulnerables, la realidad muestra
que no es posible acoger y asistir a todas las personas necesitadas. K se queja de que hay
demasiadas palabras y faltan actos:
—Todo el mundo me conoce ya aquí (en una asociación), pero no ayuda de nada, cuando vine me tirabas a
hablar y hablar y hablar, hay que hacer, hay que hacer, hay que hacer, pero… no vas a sentir lo que
vivo yo, va a consaj…conserjear, como… consej… me aconsejas de algo, pero hay que hacer algo para
mí, no solo para hablar.

Al final de la entrevista K. verbaliza aquello que más le aterra. Quedarse en la calle.


Observa a las personas que están en esa situación y dice: «me siento mal por ello y tengo
miedo de…, de…, al final me quedo yo también en la calle». Aunque piensa que tratará
mañana de seguir buscando trabajo, también se reconoce a sí misma que ahora lo único
que quiere es «vivir una vida tranquila y no luchar más», por lo que ya piensa sobre todo
en el retorno.

Caso 2.3.B. Un joven de familia acomodada dedicado al tráfico de drogas

El entrevistado, un joven marroquí de 31 años, se presenta a sí mismo defendiendo


un mundo sin racismo y sin terrorismo; y lo hace como si respondiera a una acusación
reciente. Una prueba quizás de las ideas contrarias al islam que circulan de forma
constante en la opinión pública española.
—Y yo lo quiero para todo el mundo ser feliz, y ser bueno. No me gusta racismo, no me gusta terrorismo,
no me gusta muchas cosas malas. Mira, el islam nunca dice… no matas, y por ejemplo si yo tengo la
comida y mi vecino no tiene comida voy a partir mi comida con él… para enseñar para esta persona…
si está la persona malo tú tienes que enseñarlo que eres buena persona para él. También esa persona se
va a aprender de ti, para ser también a ser bueno. Y si hablamos (no sé entiende) y de Jesús… mira
nosotros Jesús también respetamos igual…

Said tiene 31 años y proviene de una familia marroquí acomodada. Tiene hermanos con

110
estudios universitarios, pero él decidió terminar el bachillerato y probar suerte en España. Emigró
a los 19 años y pasó por Málaga, Madrid, Holanda, Francia, combinando varios empleos y
viviendo situaciones difíciles. Hoy se encuentra en el desempleo, pero se dedica a actividades
ilegales (tráfico de hachís) que le proporcionan un buen sustento. Actualmente vive con Sofía, su
novia madrileña con la que lleva saliendo un año.

S. emigró sin la necesidad de hacerlo. Proviene de una familia acomodada de un


pueblo llamado Ketama, una villa situada en el Rif de Marruecos, que le proporcionaba
la posibilidad de estudiar en la universidad. Pero en contra de su familia, decidió emigrar
porque pensaba que su vida sería más próspera fuera de su país. Veía a sus tíos volviendo
de Francia y de Holanda con «cochazos» y pensaba que él también podría conseguir uno.
Al inicio, trató de llegar a Holanda, pero conseguir los papeles era difícil (incluso él y su
madre trataron de concertar una boda con una de sus primas, pero al final no funcionó).
Eligió un destino más fácil y llegó a España en barco desde Melilla haciéndose pasar por
el hijo de un español, a quien pagó 6.000 euros.
Tenía 18 años y estaba solo en España. A pesar de sentir miedo y querer volver a
Marruecos, pensó en el dinero invertido y no quiso echarse atrás. La metáfora del
soldado le sirve para explicar su situación: «por ejemplo como un soldado que está en la
guerra se vuelve atrás y se pierde la guerra, entonces ¡tiene que luchar adelante!». Lo
cierto es que tuvo que librar varias batallas al inicio, sin tener el permiso de residencia,
viviendo en la calle, soportando que algunas personas le insultaran, pero al mismo
tiempo agradeciendo la ayuda puntual de otras. En este fragmento explica sus primeros
momentos en España:
—Primero vivo mal y tal, durmiendo en la calle, con gente… robando, no tengo dinero. Robando en la
gasolinera, una vez, robando en la gasolinera en Majadahonda, claro, robando la comida, queso, no sé
tal y tal y… todo como un chico, tengo… que hace cuando voy a cumplir veinte. Y viene y me pilla el
de seguridad, las alarmas, yo no sabía alarmas guauguauguauaguau y me pilla y tengo aquí (señala
dentro del jersey) cosas de la comida y no tengo ni papeles ni nada y viene el… otro seguridad llama a
la Guardia Civil y vienen y me pillan y tal y… me hablan conmigo y yo no sabía hablar y el otro está
sabe hablar [otro amigo con el que estaba robando] y vivimos en una chabola y todo y tal y… Me dice
el guardiacivil «¿pero… por qué no trabajas?», «no sé, acabo de llegar, no sabe nada, no tengo dinero,
no tengo una familia, aquí no tengo nada». Hay policías están (son) buenos (…). Hay otros con
racismo. Te miran y dicen: «porque es moro», tal, tal, tal. Te tratan así como… como a un animal. Hay
unos así. Y fue el guardiacivil que me dice: «vuélvelo eso» [se refiere a la comida]. Y me saca, no sé, 40
€. Te lo juro, un chico de Andalucía. Me dice: «toma esto, vete a comprar de comer y tal, Mohamed».
Me dice: «toma Mohamed, vete a comprar…». Y le he dicho ¡gracias!

Fue esta «persona especial» la que hizo que su vida diera un vuelco. El agente le dijo
que le conseguiría un trabajo. Conocía a un jardinero que trabajaba en un municipio de la
sierra oeste de Madrid que necesitaba a jóvenes enérgicos y trabajadores y le concertó
una cita con él. Se aplicó en el nuevo empleo y consiguió llevar una vida como la «gente
normal»: alquilar una habitación y arreglar sus papeles. Después de ese empleo pudo
trabajar en varios restaurantes como camarero. Pero del último le despidieron y cree que
influyó la crisis y el hecho de que otros inmigrantes, principalmente de origen
latinoamericano, estuvieran dispuestos a trabajar más «barato». Piensa que las
condiciones laborales en España han empeorado mucho y culpa de ello a los «nuevos»

111
inmigrantes.
—Trabajaba en un restaurante y, no sé qué, vino un ecuatoriano. Nosotros antes pagar ehhh 1.000 €.
Entran dos ecuatorianos que cobran 600, y no… y sin alta, dinero negro y tal. Y luego ¿qué? ¿Se va a
dejar el jefe en pagar a mi 1.000 € o se va a dejar en el ecuatoriano que le paga 600? Pero echa a
nosotros y (…) para todo el restaurante, para jardineros, para tal y tal y nadie te coge. Te dicen: «dame
el curriculum y luego cuando algo te llamamos». Y nadie te llama, nadie, bajando, subiendo, andando…
nadie.

Trató de montar una frutería con su hermano recién llegado a España («gastamos
15.000 euros y nada…», dice apenado), pero la crisis ya estaba muy presente y no
funcionó. La imposibilidad de encontrar trabajo le llevó a su ocupación actual, la venta y
el tráfico de hachís, lo cual hoy en día le proporciona un sustento mensual considerable.
Vive con su novia española en una de las áreas acomodadas situadas en la zona
metropolitana noreste de Madrid.
Dice sentirse español y del Atleti. La gente española le gusta, le agrada la vida social,
aunque reconoce haber experimentado situaciones de discriminación. Es consciente de
que en España se puede tener muy buenos amigos, pero también se puede ser rechazado.
Existen las dos realidades. En un fragmento relata con indignación el trato recibido por
la policía («te tratan como animales») y explica que los marroquíes son mucho más
perseguidos que los latinoamericanos por el hecho de no ser cristianos.
—Se piensan todos los marroquíes son terroristas y son tal y tal y no saben que los marroquíes no tienen
que ver, ese plan (el atentado) no puede saber ni tú ni nadie. Dónde viene, cómo, quién pone eso, eso
es la política dentro de ellos.

En otro fragmento habla con naturalidad de los españoles, de las fiestas y los
momentos compartidos. Incluso cuenta que uno de sus mejores amigos le llama «moro»
y él sabe que lo hace de forma cariñosa. En general, el balance de su experiencia es
positivo. El viaje reciente con su novia española a Marruecos y la visita a su familia ha
sido una de las experiencias más gratas que ha vivido últimamente. Para el futuro quiere
lo que quiere cualquier persona: «hacer familia, hacer mujer, hacer niños… hacer un
negocio para lucha por su familia… para llegar a los 60 años y tener algo». Para ello está
trabajando y ahorrando.

Caso 2.3.C. Entre el miedo a la discriminación y las ganas de mejorar

Vino a España nada más finalizar la enseñanza secundaria obligatoria en Fez, su


ciudad natal y donde reside toda su familia, una estirpe bereber y originaria de
Alhucemas. Su padre dejó Marruecos en 1991, cuando su madre estaba embarazada de
ella. Le fueron bien las cosas trabajando en el negocio de construcción de piscinas, se
casó con una marroquí en segundas nupcias, sin estar separado de su madre, y compró
una vivienda en uno de los barrios del antiguo cinturón rojo de Madrid.
M. llegó a Madrid con su madre y uno de sus hermanos. Nada más llegar, su padre le
aconsejó que se pusiera el pañuelo. Para muchos padres, el velo funciona como un

112
escudo frente a la adversidad, el exceso de libertad y las relaciones con el sexo opuesto
(Eseverri, 2011). En este fragmento explica las verdaderas razones que empujan a las
comunidades marroquíes a presionar a sus mujeres a poner el hiyab en España.
—Yo creo que a la cosa de religión no le dan tanta importancia como la costumbre: Tú te pones el
pañuelo, porque si pones pañuelo eres muy respetuosa, la gente te respecta, saben que eres una chica
de la casa, saben que eres una chica que no eres «puta» (en voz baja).
Ya…
—(Risas) ¡Ni es religión ni leche! De verdad, que a mí me gusta hablar claro, que no es la cosa de religión,
porque si vamos a practicar religión, vamos a practicarlo bien… si no (risas). Pero yo creo que el
pañuelo es eso… Y como mi padre antes me obligó a ponerlo y es verdad.
Al llegar aquí, ¿no?
—Cuando llegué aquí (yo en Marruecos no ponía pañuelo) mi padre me dijo: ¡ponte el pañuelo! Y cuando
me casé ya no voy a quitarlo…
Además, ¿para los bereberes os ponéis el pañuelo?
—Sí, claro, en Alhucemas todo el mundo va con el pañuelo.

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con él a los 16 años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a personas mayores.
Casada con un primo suyo, se siente bereber y musulmana, pero a la vez una mujer moderna y
abierta.

En la entrevista explica el rencor que le guarda a su padre desde hace años. Le


reprocha haberles abandonado en Marruecos a su madre y sus dos hermanos en casa de
sus tíos. «Nos pegaban, a mí y a mi madre. No nos dejaban salir. Mi madre se tiró cinco
años sin salir de casa. Hasta que ya los 14 o 15, cuando ya llegó mi padre, nos compró
una casa, y luego un poco mejor…», dice advirtiendo que prefiere no recordarlo. El
rechazo hacia su padre también se debe a que este repudiara a su madre y se casara con
otra mujer en España. Aunque el padre trató de reagrupar a su familia en España para
que vivieran todos juntos, los conflictos entre las dos mujeres eran constantes y los hijos
siempre se ponían de parte de su madre biológica. La situación se hizo insostenible y el
padre finalmente mandó de vuelta a su madre a Marruecos, impidiendo la renovación de
su tarjeta de residencia.
M. vivió con su padre hasta que pudo casarse. En uno de los viajes estivales a
Marruecos para la boda de una de sus hermanas conoció a un primo suyo y se enamoró
al instante. A pesar de que el padre trató de casarla con «un hombre decente y muy
religioso» que vivía en el mismo barrio madrileño y tenía una buena situación económica,
M. se rebeló y le dijo que ella «no se casaba a la fuerza». Su novio llamó a su padre
llorando y le convenció. El padre ofreció al otro hombre a su hija mayor, que aún no
estaba casada y vivía en Marruecos. El novio de M. dejó sus estudios de geografía y vino
a Madrid para reunirse con ella. Se casaron poco tiempo después, tuvieron un hijo y
viven en Getafe-Las Carolinas, un barrio donde hay una importante comunidad
marroquí.
Hoy trabaja cuidando a una mujer mayor en un barrio acomodado, pero dice que en
Marruecos nadie lo sabe. «Una cosa te voy a decir: cuando vamos a Marruecos, nosotros
no decimos que estamos trabajando en casas… Vamos allí con nuestro coche, muy bien

113
vestidos, con nuestros bolsillos llenos, podemos comprar lo que queremos, podemos
hacer un viaje bueno. Y aquí, nada, otra vida. ¡O sea tenemos dos caras!». Se siente «100
por 100 integrada» a la vida en España. De hecho, ahora cuando viaja a Marruecos hay
más cosas de allí que le chocan, como por ejemplo que nadie se pare con el coche en los
cedas al paso. Pero sobre todo se siente orgullosa de sus logros—«gracias a mí tengo lo
que tengo. No recibo ningún apoyo de mi familia»— y repite una y otra vez que quiere
algo mejor para el futuro. Lo tiene todo planificado: «quiero trabajar solo por las
mañanas y luego la tarde necesito mi tiempo. Y quiero que mi marido se saque el carnet
de camión y luego de autobús (…) quiero mejorarme, es que si no mejoro me muero,
quiero estudiar algo y trabajar de eso…».
Piensa que en España hay oportunidades para mejorar y cuenta con el apoyo de
varias personas. Tiene buenas amigas, en su mayoría españolas. Pero desde que comenzó
la crisis económica está preocupada por el aumento de racismo y por el hecho de que los
españoles quieran que los extranjeros vuelvan a sus países de origen. Un episodio
desagradable que le ocurrió en una comisaría cuando fue a renovar su residencia le afectó
profundamente. Ese día, un policía le impidió pasar explicándole que las citas estaban
limitadas. La joven, como veía que el resto de las personas entraban a informarse, se
quejó y pidió una hoja de reclamaciones para así poder demostrar los hechos y no perder
su derecho a renovar la documentación. El policía le dio una copia (no válida) del
documento de reclamación y la amenazó:
—¡Te vas a quedar sin residencia aquí en España! Digo: «¿Por qué?». «¡Me has faltado al respeto!». «¿Cómo
que te he faltado al respecto?», te lo juro, eh. «¡Me has faltado al respeto!». «¿Cómo que te he faltado al
respecto?». Como había gente ahí cogiendo fila para entrar y decían: «No te ha faltado al respeto». Y
yo, entre que no me dejaba entrar, entre que la residencia me caducaba… y muchas cosas más, ¡me dio
un ataque!, ¡me dio un ataque de nervios, que no podía respirar! Y me dijo: «¡Llora como quieras!»,
«¡Llora si quieres!». […] Me fui a una abogada, todo corriendo porque al día siguiente me tenía que ir de
viaje. Fui a una abogada que era gratis del Ayuntamiento para informarme por lo que pudiera pasar…
Me dice la abogada: «Este guardia, policía, como eres extranjera te ha hecho eso, pero a mí española no
me hace eso, si yo voy no me hace eso». No me puede demandar por eso, por pedir las hojas de
reclamación. Que es una falta de respeto, todo el mundo falta del respecto8.

A partir de este momento, M. desarrolló un fuerte sentimiento de inseguridad, una


especie de psicosis que le llevaba a pensar que allá donde fuera recibiría un maltrato.
Pensaba que en la administración había un nuevo acuerdo y todos los funcionarios
rechazaban a los marroquíes y estaban dispuestos a impedir su estancia en España.
Relata su sufrimiento en el proceso de renovación de la residencia y su necesidad
abandonar España durante un tiempo y volver a Marruecos para poder superar las
consecuencias psicológicas derivadas del trato discriminatorio: «Desde Alhucemas, del
mar, se ve España, que no está lejos… Y yo lo veía y decía, ¡madre mía, no quiero saber
nada, de momento no quiero saber nada! Y no es que no me guste España, a mí me
encanta…».
Uno de los aspectos que más le obsesionan en relación a la subida de la xenofobia
hacia los marroquíes es el rechazo creciente que observa hacia el uso del pañuelo. Una

114
percepción que coincide con el mayor desacuerdo hacia el uso del velo identificado
también por la encuesta CIS-OBERAXE, 2010.
Lo que nos preocupa en esta investigación es el porqué de ese trato (discriminatorio) o malo a gente…
—Yo creo que es por crisis…, digo yo, pero el racismo existía desde hace mucho tiempo. No es por crisis.
(Se va a por su teléfono.)
Entonces, ¿tú crees que no es nada nuevo..?
—Hombre ha aumentado… Con el tema de la crisis ha aumentado más todavía. Claro, a los funcionarios
les han quitado el 5 por 100 de su nómina… ¡pues cuando ven a un extranjero pues les mandan…!
¿Están enfadados…?
—Están enfadados. Y también el tema del velo todavía más. Yo creo que más todavía, no lo aceptan para
nada… ¡Ay!, ¡ya verás!, cuando suban los populares yo creo que este tema del velo yo creo que van a
decir que está prohibido […] Una vecina me dijo que ella cuando veía a una chica con pañuelo era
como si le dieran un tiro… un tiro, sí, sí, para ella. Porque ellos piensan, que es una idea, digamos,
equivocada, porque ellas piensan que nos obligan el marido para llevarlo, o sea que somos como
esclavas para el marido… ¡Falso! No, ¡cada una lleva el pañuelo como ella quiere! Pero bueno, vamos a
ver, de verdad, yo es que llevo el velo, pero salgo a veces sin velo, aquí a la compra o algo. Es que yo
llevo el velo por muchas cosas. A lo mejor yo llevo el velo más que nada porque el barrio donde vivo
hay muchos marroquíes, entonces pues si vas sin velo, pues lo que te estoy diciendo: se empiezan a
juntar y empiezan chu, chu, chu, chi, a decir: «¡has visto la mujer de Hassan, va sin velo, es que se ha
vuelto puta, es que seguro que tiene a otro!». De verdad, eh, así…

Este último fragmento condensa el doble rechazo del que son víctimas las jóvenes
marroquíes que viven en España y que señala Ramírez (2011) en su estudio. Por un lado,
la dominación de la sociedad patriarcal que las rechaza si no lo usan (y que las controla a
través de estos grupos de mujeres que se convierten en los principales agentes de
comunicación dentro de las pequeñas comunidades de vecinos). Y por otro lado, el
rechazo de la sociedad occidental que las acusa de poner en peligro la igualdad de
género, catalogándolas de «esclavas» o «sumisas».
Entre la esperanza de prosperar y el miedo a ser rechazada vive M., una joven que
trata de imitar a los españoles, pero que no quiere engañarse a sí misma porque se sigue
sintiendo marroquí y musulmana. Eso sí, quiere obtener la nacionalidad y seguir
luchando por mejorar. A pesar de la crisis económica cree que en España hay más
opciones que en Marruecos y quiere educar a sus hijos como españoles, lo cual significa
que estudiarán, como ellos. «Si no puedo yo, lo harán ojalá mis hijos. ¡Yo daría toda mi
vida porque estudien mis hijos!», dice con convicción.

Caso 2.3.D. La élite de la comunidad marroquí. Una diplomática en Madrid

Convencida de que respetando la diferencia es posible ser feliz en cualquier rincón


del mundo, esta diplomática marroquí de cincuenta años, casada con un diplomático y
con dos hijos, ha vivido en Austria, Pakistán, Chile y España. En los tres primeros países
se ocupó de sus hijos, de su casa y de su marido, pero en España volvió a ejercer su
profesión. Esta vez era su turno. Su familia la siguió hasta Madrid, donde trabaja en la
Embajada de Marruecos.
Eligió Madrid de manera estratégica. Estaría cerca de su familia marroquí y

115
ofrecerían a sus hijos un entorno cercano, una cultura consonante con la cultura chilena,
donde vivieron siete años. A pesar de que se presenta como alguien «de cultura árabe y
musulmana», dice sentirse mucho más afín a los españoles. «En los círculos nuestros yo
por ejemplo yo me siento mucho más, como marroquí me siento mucho más, con
mucha más afinidad con una española, una portuguesa o una francesa que con una árabe
de Arabia Saudita, que una de los Emiratos».
Habla de los españoles como personas muy «acogedoras, abiertas y cariñosas». Por
esta razón y debido a su situación económica y su red de contactos y amistades («en
seguida te invitan, te acogen, te presentan a otros…») guarda muy buen recuerdo de su
llegada a Madrid. De hecho, se siente privilegiada y dice distanciarse completamente de la
definición de «inmigrante»:
—Yo soy privilegiada, lo tengo muy claro (risa), lo tengo muy claro porque además tengo un acceso a un
nivel social, digamos, que tengo… es otra cosa
¿Tú te reconoces como inmigrante?
—No, no me siento inmigrante. Yo me siento más como diplomática. Como además tenemos un estatus
especial, tus papeles son especiales, yo creo que no me siento inmigrante. Porque no lo soy. Porque en
la definición misma del inmigrante no pertenecemos a la definición, digamos. No tenemos las
condiciones de inmigrantes, porque además estás en un país por un tiempo… Y estás en una posición
totalmente distinta. Yo no vine aquí para buscar trabajo, para buscar estudios o para buscar… Yo estoy
aquí representando a mi gobierno.

Mujer de 50 años procedente de la zona oriental de Marruecos. Con elevada formación


académica y con experiencia de vida en distintos países del mundo acompañando a su marido
diplomático. Hoy, la familia se ha instalado en Madrid debido al trabajo que ella tiene en la
Embajada de Marruecos en Madrid. Tiene dos hijos estudiantes y se considera una persona
abierta, capaz de vivir en cualquier lugar del mundo, pero con unos valores arraigados en su
cultura de origen que le ofrecen un sentido de pertenencia indispensable.

Reflexiona sobre la relación entre los marroquíes y los españoles y dice que para los
españoles el marroquí, de partida, «es culpable»: por ladrón, por terrorista o por
machista. Prejuicios que hacen que los miembros de su comunidad se sientan atacados y
reaccionen de forma agresiva, confirmando así su estigma. «Es un círculo vicioso. No es
solo culpa de los españoles, también es culpa de los nuestros que se sienten
marginalizados y se ponen violentos, se ponen agresivos; y, bueno…».
Es consciente de que existe una barrera para los marroquíes en España y que la
mayoría de las veces se alza en los espacios de la Administración. El hecho de ser o no
ser discriminado en una ventanilla depende de la «suerte» y «de la persona que tienes en
frente», lo cual confirma el relato de M., el caso analizado anteriormente, que señalaba
tener un temor constante, por no saber a qué atenerse. Por esta razón, esta diplomática
piensa que a España le queda mucho para aceptar la diferencia. Cree que la mejora de la
relación entre españoles y marroquíes dependerá del avance en la mentalidad de las
personas. Lo cual debe reflejarse primero en la calidad de los políticos, de los medios de
comunicación y de la educación. Explica que lo que se hace en España es «formar
opiniones» y no dar a las personas las herramientas para hacer un análisis crítico de los
problemas. «Aquí hablan del velo y del Corán y no lo conocen… En Francia es mucho

116
más profundo, te traen especialistas…, te traen musulmanes de todas las tendencias…».
En materia de convivencia cree que hay una labor pendiente y es la de revisar la
historia, buscar en la memoria la forma de eliminar el odio hacia el musulmán, el árabe o
el magrebí.
Revisar la historia, los libros de historia, reescribirlos de otra manera. Porque si el niño ya
crece con un rencor hacia el moro, no vamos a ir lejos, hay que… La historia, los hechos hay que
saber doblar la página. Porque, mira, esa historia no la puedes cambiar. Los que han tomado la
decisión de invadir, o de guerras, no somos, no son estos que están aquí ahora. Lo que debemos
ver ahora es el futuro. Y para mirar hacia el futuro hay que tomar la historia como riqueza y no
como tema de confrontaciones.

117
2.4. LATINOAMÉRICA INDÍGENA: ECUATORIANOS Y PERUANOS BAJO UN NUEVO PARAGUAS
ECONÓMICO

Seguimos reuniendo testimonios. Después de presentar los casos del vecino


Marruecos, nos interesamos por quienes provienen de lejanas tierras pero que comparten
con los españoles una cultura y una lengua desde finales del siglo xv. En los estudios
cualitativos de los proyectos MEXEES I y II se ha optado por distinguir a los
latinoamericanos de aspecto más visible, por sus rasgos indígenas, de los de apariencia o
etnia no indígena (población ladina9, criolla o blanca10). Los primeros son más fácilmente
identificados, a simple vista, por la población autóctona española como inmigrantes
latinoamericanos procedentes de países menos desarrollados. Suelen emplearse en nichos
laborales de escasa cualificación. No suelen gozar de la aceptación social de sus
compatriotas no indígenas o de otros países latinos más desarrollados; pero debido a la
mayor afinidad cultural y lingüística suelen ser mejor considerados que los inmigrantes
negroafricanos, asiáticos y árabe-musulmanes. Dedicamos especial atención a los
ecuatorianos y peruanos, por su creciente importancia numérica en los últimos años (Cea
D’Ancona y Valles, 2013).

Casos 2.4.A. La comunidad ecuatoriana española ante la crisis

Después de pasar, en el intervalo de tres años (1997-2000), de menos de 5.000


empadronados a más de 100.000, la llegada extraordinaria de inmigrantes ecuatorianos
superó la cifra de 400.000 a partir de 2003. Su proporción más alta se alcanzó en 2006,
representando el 12,5 por 100 del total de la inmigración en esa fecha (3.021.808; solo
por detrás de Marruecos, con el 18 por 100). En los últimos años de crisis su tendencia
ha ido a la baja (del 9,4 por 100 en 2008 al 7,7 por 100 en 2011). La caracterización que
hiciese el Colectivo IOÉ (2007) sigue manteniéndose en líneas generales (predominio del
origen urbano, inmigración más femenina que masculina en etapas iniciales o nivel
educativo por encima de la media). A ello hay que añadir el retorno registrado por el
INE español (unos 8.000 entre enero de 2011 y enero de 2012); más los planes de
retorno impulsados por el gobierno ecuatoriano en esos años, de los que sigue
haciéndose eco la prensa en 201311. Según encuestas de la embajada ecuatoriana en
España, a finales de 2012 el 72 por 100 de los residentes ecuatorianos en España deseaba
regresar. Al mismo tiempo, la administración ecuatoriana ha aumentado las becas de
estudiantes ecuatorianos en universidades españolas y trata de atraer técnicos españoles a
su mercado laboral12.
Contamos con el testimonio de 7 inmigrantes ecuatorianos (tres mujeres y cuatro
varones), cuyas abreviadas biografías precisan del contexto estadístico y
macroeconómico que proporcionan los estudiosos citados, así como otras aportaciones
recientes (Gómez Ciriano, Tornos y Colectivo IOÉ, 2007; Parella y Cavalcanti, 2007,

118
2010; Pedone, 2008; García, Gadea y Pedreño, 2010; Schramm, 2011). Sus casos no
corresponden solo a la población indígena de Ecuador, sino que muestran un mayor
contraste e hibridación.

Casos 2.4.A.1. Mujeres ecuatorianas profesionales, con estudios y sin ellos

La heterogeneidad buscada en las muestras cualitativas promovidas en los proyectos


MEXEES I y II ha resultado, en este último, en la obtención de tres entrevistas a
mujeres ecuatorianas en las que destaca su nivel profesional. Algo que contrasta con los
casos femeninos de esta nacionalidad presentados en el primer proyecto (Cea D’Ancona
y Valles, 2010c). Dos de ellas, treintañeras, cuentan con un nivel medio-alto de
cualificación ocupacional: en el campo de la medicina una, y en el de la docencia (además
de en la mediación intercultural) otra. Llegaron, veinteañeras, a la España de los años
2005 y 1996, respectivamente; una con un noviazgo recién iniciado y otra roto; y
decididas a ampliar estudios e insertarse laboralmente en Europa. Una se instala
inicialmente en la ciudad de Salamanca; la otra en la gran ciudad de Madrid. En el
momento de la entrevista (mayo y abril de 2011) las dos se hallan en Madrid capital, con
seis (la primera) y dieciséis (la segunda) años de experiencia migratoria acumulada en la
que destaca el componente laboral. Trazamos sus perfiles sociológicos, presentando de
manera abreviada sus casos, resaltando el aprendizaje principal que sus testimonios
asistidos mediante entrevista han supuesto para nuestros propósitos de indagación social.
Una instantánea sociológica (a modo de retrato inicial) del primer caso es la
siguiente. Mujer ecuatoriana, médico de profesión y vocación, comprometida con el
desarrollo de la parte más humana de la medicina. Llegó a Madrid en 2005 para
examinarse del MIR y hacer la especialidad (la residencia de cuatro años). Ha vivido
momentos realmente duros y de indignación debido al trato recibido en el trabajo; y
momentos de mayor calma y cierta reconciliación. Se instala en Madrid (tras una corta
estancia en Salamanca), donde conoce a su pareja actual, donde vive su primo y muchos
de sus amigos. El futuro que atisba en mayo de 2011, al ser entrevistada, rezuma
incertidumbre. Las nuevas condiciones de contratación para los médicos no
comunitarios han cambiado en el último año y su contrato finalizaba tras el verano. Si las
circunstancias empeoran en España, sueña con irse con su novio a Latinoamérica, donde
cree que están ocurriendo cosas interesantes que sería bonito poder vivir.
Relata su pertenencia a un contexto familiar acomodado en el que el dilema no ha
sido emigrar o no, sino hacerlo hacia Estados Unidos o Europa con el propósito de
complementar la formación universitaria alcanzada en el país de origen. Estas son sus
palabras:
—Estados Unidos no me gusta nada, entonces pensé en Europa [donde] estaba la posibilidad de Italia, que
está mi primo; o Francia, que estaba mi hermana (…) España fue porque justo ese último año me
enamoré de un ecuatoriano que decidió venirse para acá también conmigo. Él no sabe italiano, él no
sabe francés; entonces buscamos un poco el sitio que era más fácil para los dos… (…) fue España, que
era un sitio que yo nunca había estado. Porque Italia ya lo había conocido y Francia también. Entonces

119
fue como una aventura a lo bestia. Y bueno, así…

Mujer ecuatoriana, 33 años, médico, vino a España para hacer la especialidad y conocer
Europa. Ha vivido momentos duros y de indignación en relación al trato recibido en el trabajo.
Logra una posición estable en un hospital, ahora amenazada por la crisis. Se relaciona más con
españoles.

Finalmente viaja sola («porque mi novio de entonces se terminó… »). La opción


europea forma parte de un imaginario de la clase media profesional ecuatoriana, que
motiva a la emigración; de una idealización transmitida vía familiar («la cuna de lo
intelectual, del conocimiento, del viejo mundo (…), el Mayo del 68, todo eso me
generaba una curiosidad…»).
A lo largo de la entrevista se aprecia un hilo narrativo, secuencial, del proceso
migratorio vivido. Unos primeros momentos de deslumbramiento en las calles de
Salamanca, seguidos de etapas de estudio y trabajo en la urbe madrileña donde ha ido
despertando del sueño europeo («es que no veas cómo inspira ahora Europa; o sea, no es
nada atractivo, mientras que todo lo que está pasando en América Latina motiva
mucho…; son cambios sociales que molan bastante, aquí no… »), coincidiendo con el
último vaivén cíclico de bonanza y depresión. Su balance de la experiencia española es
doblemente positivo, tanto en lo personal como en lo laboral, a pesar de haber sufrido
episodios de racismo burdo y sutil en el contexto hospitalario, por parte del personal
sanitario autóctono en algunos momentos pasados («donde estoy ya he logrado obtener
un respeto de la gente que me rodea, ¿no?; entonces ya no solo soy respetada, sino que
soy querida también y valorada»). Al mismo tiempo su visión con vistas al futuro no es
nada halagüeña, ni para el médico español y menos aún para el extracomunitario.
—Sí, sí, ahora la cosa se va a poner muy mala. Muy mala y no solo a nivel objetivo, o sea a nivel legal, a
nivel laboral; que va a haber muchísimas trabas, que ya está pasando. Ayer supe de una neumóloga
peruana que tenía un contrato, le ofrecieron el contrato. Firmó el contrato y le anularon el contrato
porque no es española. Tengo amigos míos que han estado trabajando desde que terminaron la
especialidad en el mismo centro de salud, la gente muy contenta, no les han podido renovar hasta que
no sean españoles. A mí también… La cosa se está poniendo complicada…

En el segundo caso, las razones detrás de la decisión de emigrar que da nuestra


informante combinan lo personal y lo laboral, junto con una intención de completar la
formación educativa. El sueño europeo tiene concreción londinense en este caso, pero lo
que se proyectaba como simple lugar de paso o parada técnica (en el territorio español)
acaba siendo un destino más o menos forzado por las constricciones administrativas a la
movilidad deseada. Se ponen a prueba la redes migratorias amicales, no solo las familiares
como cadenas migratorias estudiadas por los investigadores (Pesantez y Moreno, 2006;
Pedone, 2006). Nuestra entrevistada aporta el siguiente testimonio, que se remonta al
año 1996, cuando tenía unos 22 o 23 años:
¿Qué es lo que te movió a venir?
—Me movió historias de romper con cuestiones amorosas y por inquietud también laboral. O sea fue
como a medias… Dije, bueno pues España lo típico de siempre, el apoyo de las redes, de las amistades.
Lo único que pasa que es lo de siempre, eh… tomas decisiones a veces no tan pensadas, programas.

120
Posiblemente fue un momento visceral en aquel entonces. No me arrepiento absolutamente de nada.
Cuando llevas ocho años miras para atrás y pones en la balanza y dices: bien… Mi idea era irme a
Londres, la cuestión estaba que una vez que estaba aquí estaba enganchada porque no podía retornar.
La cuestión era el visado. Como no tenía nacionalidad española en aquel entonces pues yo no podía
trasladarme. Tenía visado y presentaba carta, que en su día también lo intenté, o no podría trasladarme
a Londres. La cuestión era que tampoco quería retornarme a Ecuador, ya que quiero cortar un poco,
quiero cortar y quiero quedarme y quiero ver hasta dónde hay posibilidades.

Mujer ecuatoriana de 37 años, luchadora y de gran dignidad, descendiente de una familia


humilde de Guayaquil. Lleva quince años en España decidida a mejorar sus condiciones de vida y
su formación. Es profesora de inglés en un colegio concertado y ha estudiado mediación
intercultural. Vive en un barrio de la periferia sur de Madrid y sus amigos son en su mayoría
españoles.

Repite, a la entrevistadora, que tuvo que pasar por el embudo por el que todo
inmigrante pasa: primero trabajar en casas limpiando, luego dando clases de inglés.
Relata que fueron momentos muy duros, de salir adelante. Recuerda su vagabundeo
inicial por el centro de Madrid, el contacto con una asociación de inmigrantes
(FEDORA), donde le informaron de que la Universidad Autónoma ofrecía un curso
sobre mediación intercultural que pudo realizar. Su proyecto, de permanencia, se remonta
tiempo atrás, y no parece haberse alterado («hace muchos años la decisión fue la de
quedarme en España, la de construir un proyecto aquí»). Algo que guarda consonancia
con un sentimiento identitario en el que ha ido cobrando fuerza lo español, sin desplazar
por ello sus raíces locales («Soy bastante española, pero bastante también guayaquileña
más que ecuatoriana (…). Madrid no me ha adoptado, yo he adoptado Madrid (…) a
Madrid le he llegado a coger cariño»). Su visión respecto al futuro resulta coincidente con
otras entrevistas a inmigrantes y también a autóctonos: restricciones, cierre de fronteras
(que suele asociarse con una reducción de los derechos sociales). Se percibe a España
como una pieza más del puzle europeo («España yo creo que va a cerrar, porque no se
puede descolgar del resto de países [referencia a Italia, Francia] con la prohibición de
entrada…»). Aporta finalmente un matiz, a tener en cuenta como analistas, la distinción
entre proyecto laboral y proyecto migratorio («creo que estamos en un momento en que los
propios países no son capaces de poder facilitar la inserción laboral, por lo tanto yo creo
que ahora mismo se ha abierto la veda de que muchos profesionales de tener que
moverse… Más que migratorio mi proyecto sería laboral»).
La tercera mujer ecuatoriana entrevistada es casi diez años más joven que los casos
anteriores; 24 años en el momento de la entrevista (noviembre, 2010), siete de ellos en
España. Casada precozmente, vive en España con su marido y dos hijos (de 8 y 6 años).
Trabaja de teleoperadora y en su horizonte vital se ve de regreso en Ecuador, donde
espera poder estudiar para optar a otros empleos. Al interesarnos por su decisión de
emigrar, va desvelando una serie de antecedentes emigratorios hacia Europa
protagonizados por su madre, sus hermanas. Algunas de ellas han regresado ya.
Extractamos el relato que se deriva de la entrevista:
—Bueno, nunca pensaba claro lo de salir de mi país. Pero, como te comenté, me casé muy joven. Mi
marido tuvo esa idea de venirse; porque, bueno, tú sabes que allí con familia y todo la vida es muy

121
difícil. El trabajo es solo para comer y para pagar los gastos y ya está. No puedes tener un futuro más…
Entonces él pensó en eso, se vino y a los 4 meses o así me vine yo (…) En ese tiempo tenía solo al
niño al mayor. Se quedó con mis padres que, bueno, se ofrecieron ellos a hacerse cargo de él; y nada,
me vine, claro, pensando en traerlos más adelante. Pero las cosas se han ido complicando y
estamos ahora aquí solos pensando en volver, claro (…) Sobre todo tuve el apoyo de mis padres.
Mi madre fue sobre todo la de la idea de que, bueno, que me viniera con mi marido; que haga mi vida
aquí, que más adelante me lleva al niño (…). Mi madre estuvo aquí ya hace muchos años. Bueno,
primero viajó a Italia, no le fueron las cosas tan bien, luego se vino acá a España porque estaba una de
mis hermanas aquí. No se acostumbraba, claro. Extrañaba a toda la familia que estábamos allí [al
cuidado del padre]. Entonces, decidió volver.

Ecuatoriana, 24 años, casada, dos hijos. Siete años en España, donde vive con su marido.
Trabaja como teleoperadora y su objetivo más firme es continuar estudiando, algo que no pudo
hacer anteriormente.

En su caso, la emigración a otro país no la contempla (a diferencia de su marido).


Ella solo se plantea la vuelta definitiva a su Ecuador natal («mi marido es de los que
piensan emigrar a otro país que esté en una situación mejor; aunque no nos podemos
quejar, porque tenemos trabajo. Pero se lo he dicho: si quieres vete tú, que yo tengo aquí
mi vida, ya conozco gente y todo, y el trabajo sobre todo. No me pienso ir hasta que no
sea definitivamente. Si no, no»). Sin embargo, al volver sobre la cuestión del proyecto
migratorio al final de la entrevista, no descarta pasar un tiempo en Ecuador y volver a
España («Yo creo que si vuelvo a Ecuador estaré algún tiempo y a lo mejor regreso,
¿sabes?»). Su percepción de la comunidad ecuatoriana en España es que muchos están ya
regresando, debido a la situación económica actual.

Casos 2.4.A.2. Varones ecuatorianos de posiciones sociales contrapuestas: profesionales


y universitarios versus trabajadores sin estudios

Abreviamos ahora las biografías de cuatro varones de la misma nación, pero de


extracción y situación socioeconómica diversa (acomodada los dos primeros casos
únicamente). Se complementan así los materiales y análisis ofrecidos en el proyecto
anterior (MEXEES I).
En el primer caso se ha vuelto a dar con un perfil sociológico mixto, pero no por vía
de emparejamiento sino derivado de la diferente nacionalidad de los progenitores (padre
ecuatoriano y madre italiana, ambos profesores). Al mismo tiempo, nuestro entrevistado
no se aloja fácilmente en la categoría de población indígena, sino más bien ladina o
mestiza con predominio de lo occidental o europeo. Así lo retrató la entrevistadora
(Cecilia Eseverri), de lo que da fe también otro miembro del equipo que interviniese en
su contactación. Hombre joven, con buen aspecto. Tez y pelo morenos, «aunque sus
rasgos responden más a los de un italiano o español que a los rasgos étnicos de los
ecuatorianos indígenas». Se expresa muy bien, en sintonía con su alto nivel educativo
alcanzado (ha obtenido una beca de doctorado del Ministerio de Educación español).
La cuestión identitaria, como era de esperar, se aborda con mayor detenimiento en
este caso por parte del propio entrevistado. El carácter ambivalente de la mixtura

122
identitaria se hace patente. O, por expresarlo con resonancias en el estudio pionero del
Colectivo IOE sobre los discursos de los españoles sobre los extranjeros, estamos ante
las paradojas de la doble alteridad. Merece anotarse el desenlace que ofrece este sujeto.
—Ahora te digo, realmente, aprecio muchas cosas de Italia, de lo que Italia me ha enseñado. No Italia, sino
mi familia, mis amigos, mi experiencia… Aprecio mucho Ecuador, lo que me ha enseñado Ecuador.
Pero no me siento ni ecuatoriano ni italiano, no… Es difícil, pero es un momento positivo en el que
estoy ahora. Tengo amigos que me dicen que soy un desarraigado, que he llegado a un punto de
relativismo… Te digo, aprecio muchas cosas de Italia, pero… me siento español también. Aquí me he
encontrado muy bien.

España se elige por él, por su novia (también egresada de la universidad italiana), más
que Ecuador o Italia, que le viene dado por su familia. Por ello es comprensible que
represente o simbolice este territorio con cierta neutralidad. Él y su pareja compartían la
motivación de salir al extranjero a estudiar un postgrado en algún otro país europeo
(«encontramos que Madrid era algo que nos podía interesar a los dos»). A diferencia de
los denominados emigrantes económicos, en las razones para la movilidad protagonizada
por este caso se resalta la voluntad u opción de ampliar estudios, con matices que merece
anotar («Fue por estudios, pero también diría yo que fue un poco por una voluntad de
salir de Italia, de movernos, de hacer otra experiencia internacional; o sea, teníamos la
curiosidad de ir a conocer algún otro lado»).
Reconoce que su posición social ha hecho posible una adaptación sin apenas
problemas en las sociedades a las que por adscripción familiar o elección personal se ha
visto vinculado. Es más, su pertenencia parcial a las sociedades de sus progenitores le ha
reportado algunos beneficios («a mí esto de ser extranjero en Italia o extranjero en
Ecuador me abrió siempre muchísimas puertas (…), depende probablemente de en qué
estrato social se da tu migración»). Se refiere, por ejemplo, al trato más condescendiente
recibido en el colegio ante sus faltas de ortografía («siempre tuve la excusa de que no era
del todo italiano»). Y resalta no haber sentido nunca rechazo explícito. Por otro lado,
expresa una percepción positiva de la comunidad ecuatoriana en España, que considera
integrada, con más cosas en común con los españoles que en contra; y en la que solo
señala el contrapunto del estrés para renovar los papeles.
Preguntado por su proyecto migratorio, la opción ecuatoriana la descarta más (por la
«sensación de estar desubicado» allí, por su percepción de sociedad insegura para vivir; a
pesar de que su formación universitaria y su red le daría quizá más posibilidades que en
España, donde le gustaría pasar algún tiempo). Si tuviéramos que destacar algo de todo
lo aprendido por el equipo de la entrevista a este caso, elegiríamos su referencia a la
dificultad de aprender los códigos de interrelación vigentes en cada sociedad.
—Son experiencias cotidianas que a uno le hacen difícil o fáciles según uno conozca ese código (…), yo
creo que uno aprende, en lo más dentro de una sociedad, a moverse con ciertos ritmos, con ciertas
sutilezas (…). Uno juega con los códigos, y es algo que uno no se da cuenta, pero lo está haciendo
permanentemente: la forma en que uno habla, la forma en que uno se relaciona. Eso es algo que no es
fácil, yo me di cuenta, no es fácil de aprender.

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El segundo caso responde a un perfil sociológico similar, pero de una generación de
más edad. El entrevistado es un hombre de 43 años, ingeniero, profesor universitario en
Ecuador. Es su segunda estancia formativa en España (esta vez para realizar un
doctorado, lleva ya dos años de los cuatro previstos, tras los cuales retornará); la primera
fue en 2000 para cursar un máster. Disfruta actualmente de una beca del Gobierno
ecuatoriano, además de conservar su sueldo como docente en la universidad. Está casado
(con una maestra de enseñanza primaria) y tiene tres hijas. Espera que al menos una de
ellas venga a estudiar a la universidad española. No ha tenido problemas con españoles,
ni ve un maltrato por parte de los nativos contra los inmigrantes. Los estudios han sido
la razón principal de su movilidad migratoria en ambas ocasiones («uno quiere ver cuáles
son los conocimientos que tienen los países en desarrollo, esa fue la razón que me
motivó la primera vez; y hoy que regreso aquí es igual, en la misma línea a ampliar mis
conocimientos»). Su proyecto de migración temporal o con retorno previsto forma parte
de una planificación estatal de su país de origen («en Ecuador se emprendió un proyecto
para formar a todos los que son profesores universitarios en títulos de cuarto nivel,
entonces yo me acogí a eso y actualmente gozo de una beca que es dada por el Gobierno
ecuatoriano»). Antes de venir a España fue a Argentina por unos seis meses y a
Colombia dos meses, a hacer cursos de su especialidad.
Su experiencia migratoria ha sido en solitario, dejando a la familia en el país de
origen, aunque espera que lo acompañen en los dos siguientes años. No menciona redes
de otro tipo. De hecho, al preguntarle por otros familiares o amigos emigrados,
únicamente se refiere a algunos compatriotas con los que compartió piso temporalmente
en los primeros momentos de la llegada («han venido por asuntos de trabajo, que
inclusive la primera vez que compartí piso es con ellos, que trabajaban en lo que es
albañilería»). Al interesarse la entrevistadora (que es ecuatoriana también, y estudiante de
un máster en España) por estos otros emigrantes, las referencias a la situación de crisis
económica en España se repiten. Lo que ha hecho que algunos hayan optado por
regresar. No todos, pues se reconoce que «la situación allá está difícil». La comparación
España-Ecuador a este respecto no hace sino que se recurra al término crisis, como algo
generalizado que afecta a todos.
—De hecho, con los que he conversado, hay una fuerte preocupación porque la crisis ha afectado; y,
realmente, de lo que he podido conversar y he leído, muchas de las personas lo que quieren es regresar
porque tienen muchos créditos. Tal como está la economía aquí, en el país, realmente son inclusive
hasta impagables, que es lo que me han comentado. De hecho, esta crisis no solo nos ha afectado a
nosotros, digamos a nuestros compatriotas como inmigrantes, sino a todos. Me imagino que a todos
los españoles, porque es una crisis que está pegando duro y muy fuerte aquí.

Su visión de las comunidades ecuatorianas en España (de las que menciona las
ubicadas en Barcelona y Valencia) recuerda lo registrado en el proyecto anterior
(MEXEES I). El retrato se hace adoptando una postura de franqueza y eco-social
(«dicen que somos buenos para trabajar», «el hecho de que seamos trabajadores y…
medio sumisos hace que realmente nos acepten en cualquier lado»). Lo contrapone a la
mala fama de los colombianos, a quienes se les asocia con el narcotráfico. El único pero

124
de los ecuatorianos sería su abuso del alcohol. Más allá de unos y otros, se señala que por
parte de los españoles «hay una fuerte conciencia y consideración a las personas, sean de
cualquier nacionalidad», «de hecho, que te den todo lo que corresponde a seguridad, lo
que es salud, educación, es algo que yo veo muy positivo y no te niegan, pero si estás en
regla». Y es un panorama de control de flujos, de cupos estrictos de inmigración lo que
vislumbra en el futuro en España. Su identidad ecuatoriana prima sin lugar a dudas. Su
proyecto de retorno forma parte del acuerdo con el país natal que le ha dado la beca de
estudios.
Los dos casos siguientes, masculinos también, aportan sendos testimonios de gran
contraste respecto a los anteriores. Compendiamos ahora dos biografías de emigrantes
ecuatorianos con más de diez años en España y de posición social media-baja. El tercer
caso ha vivido 12 de sus 43 años en Madrid. Natural de una ciudad de la costa
ecuatoriana, a dos horas de Guayaquil. Conoció el esplendor en la construcción a su
llegada a la capital madrileña y tuvo varios empleos. Ahora se encuentra en paro,
compartiendo piso con otros paisanos en un barrio de la periferia más desfavorecida de
Madrid (con seis personas, pagan entre todos 400 euros mensuales). Cobra la renta mínima
de inserción. Está separado y tiene una hija que vive con su exmujer en Madrid; y otra hija
mayor en Ecuador que no quiere venir por no dejar sola a la abuela, si bien a él le
gustaría traerse a ambas. Consigue la nacionalidad española a los cinco años de su
llegada. Lo que le hace sentir «la seguridad de ser como español», al tener «los papeles en
regla». Pero advierte que para conservarla tiene que mantener un comportamiento
adecuado («si cometo o hago algún error me la quitan y soy como cualquier extranjero»).
Y preguntado por su sentimiento identitario de pertenencia nacional («¿se considera tal
vez, ya se siente español o se sigue sintiendo inmigrante? ») señala: «Yo, como dicen en
mi país, la tierra jala [tira]. Yo soy y seré ecuatoriano y moriré donde Dios quiera; porque
sabemos dónde nacemos, pero no sabemos dónde morimos».
La decisión de emigrar se precipita tras una serie de empleos en su país natal en los
que alcanza niveles de encargado o autónomo, pero acompañados de despidos o
quiebras. A ello se unen las desavenencias conyugales. Su trayectoria laboral en España
conoce también altos y bajos. Recuerda las penurias de los primeros momentos (narra
con gran naturalidad la aventura de montarse en el avión, el control policial en la aduana
madrileña, el aprendizaje hasta orientarse en el metro e ir de la estación de Tetuán a la de
Oporto). Logra una cierta estabilidad durante cinco años, en trabajos descualificados
como peón de albañil o similares; y acaba en la economía sumergida, con trabajos
discontinuos y cierta autonomía («cinco años trabajé con un señor español; y el señor,
pues, todo lo que sé ahora, pues todo le agradezco a él, él me enseñó a hacer todo; y
ahora pues, como te digo, me busco la vida solo, a veces voy a ver si reformar pisos, a
hacer lo que sea aquí, a lo que me llamen…»).
Este esbozo sociológico precisa otras pinceladas, en las que el nuevo contexto de
crisis queda patente. Lo encontramos al interesarnos por su horizonte vital (una categoría
presente en el guion de las entrevistas, y en el análisis de estas, desde el proyecto

125
anterior). En este caso, la cuestión (generadora de narración) se formula así: «Un poco
mirando al futuro ¿qué te gustaría haber hecho o que te gustaría hacer?». La respuesta-
relato que surge resulta sintomática y muy esclarecedora en nuestro proceso de
composición del caso:
—Pues (…) yo quise comprarme un piso, pero viendo las circunstancias como estaban, pues no me lo
compraba aquí. Estoy, mejor dicho, construyéndome allá (…), porque yo decía: en vez de estar
pagando el alquiler, estoy pagando la letra del piso. Pero eso es engañarse a uno mismo, porque 400 o
300 euros que pagas por el alquiler de un piso pues lo puedes pagar; y la letra de 1.200, 1.300 euros no
lo puedes pagar. Es difícil, y así que yo, mis amigos que me decían: estás tonto, cómprate aquí. Y le
digo: no. Y ahora ellos han comprado y están devolviendo los pisos y todo el dinero que han invertido
(…). En cambio yo he aprovechado y, eso, le doy gracias a Dios, yo me estoy construyendo una casa.
Le he comprado un terreno a cada uno de mis hermanos, y así ellos están contentos ahora conmigo,
me agradecen. Están pagando su casita allá también ellos.

Otro tanto sucede al indagar la entrevistadora, ecuatoriana también, en el proceso de


adaptación («Cuénteme un poco su adaptación ¿cómo ha sido, si usted, cree que se ha
adaptado, si está usted contento, si se ha complementado aquí en España?»). Compara
Ecuador con España, donde «sobrevives del paro», hay ayudas familiares, medicina y
educación públicas gratuitas («imagínate, ahora mismo, yo me estoy preparando para ser
electricista; y eso en mi país no lo podía…, si no lo pagaba»). La única queja o disgusto
apunta a los dentistas. Se está planteando viajar a su país para arreglarse la dentadura y
visitar a su familia. Hace tres años que no ha ido. La crisis ha hecho que se alargue el
tiempo entre visitas («me estaba yendo cada dos años, pero ahora con la crisis no puedo
irme»).
De igual modo, la petición de información referida a la percepción de la comunidad
ecuatoriana en España (a la que considera está bien vista por trabajadora) arroja un
testimonio oral, sobre el retorno, achacable a la situación sobrevenida de crisis.
¿Cómo ve usted a las comunidades ecuatorianas aquí en España?
—Pues ahora las veo, pues, que se están como digo más preparándose ya para informarte. Como ejemplo
hay mucha gente que se quiere volver; y hay organizaciones que te explican qué trámites tienes que
seguir, cómo debes de hacerlo y todo eso. Y más antes no había eso. Y ahora ya hay.

Su balance de la experiencia como extranjero en España es satisfactorio,


especialmente porque no ha tenido «problemas con la justicia». En cambio, considera
que la que han tenido otros compatriotas conocidos suyos ha sido buena al principio,
pero luego empañada por problemas («con las mujeres que han tenido, se han ido a su
país y están en la miseria, como se dice»). Añade que «muchos, muchos, muchísimos
matrimonios se han separado aquí, muchísimos». Pero otros ángulos conversacionales
sugieren que el saldo migratorio en términos biográficos no es tampoco tan satisfactorio,
en el caso de nuestro informante, como para repetir la experiencia vivida. Esta es la
secuencia del diálogo:
¿Si el pasado se repitiera usted volvería a emigrar?
—Pues me lo pensaría.
¿Qué cambiaría de su experiencia migratoria?

126
—(…), pues ¿cómo te explico? Pues que me he perdido de estar con mi familia.
¿Tal vez traerla desde un comienzo?
—Traerla desde un comienzo o no haber venido, porque la familia es la familia.

La huella de la crisis económica en el contexto español resurge en otros momentos


de la entrevista. Cree que la situación en España no mejorará en bastante tiempo («unos
15 años, dicen»). Los inmigrantes están entrando solo con un visado, difícil de conseguir.
Sea como fuere, sus planes para el futuro se resumen en esta frase: «Trabajar lo más
posible que se pueda y ahorrar e irme a mi país, como te dije, a la jubilación». Con la
jubilación en euros cree que podrá vivir mejor en su país.
Cerramos este apartado con un cuarto y último caso masculino. Natural de Quito
(Ecuador, «vivía en un barrio humilde»), 35 años, once de ellos en España donde llegó
con su hija y expareja. Tuvo otra relación con una ecuatoriana en España, de la que nació
otra hija. En el momento de la entrevista (hecha en su lugar de trabajo, donde es
camarero), está divorciado desde hace 4 años. En Ecuador tenía un negocio familiar de
repostería que quebró («problemas económicos en el país…; hubo una dolarización,
pequeñas empresas como la que yo tenía se fueron a la quiebra»). Él ha sido el último
miembro de su familia en llegar a España. Se encuentra a gusto en España y no piensa en
volver a su país. Su proyección para el futuro u horizonte vital compendia en parte el
proyecto migratorio («Ahora me veo bien en el trabajo, estoy contento; y mi idea pues es
quedarme aquí, formar una familia, buscar una madre para mis hijas»). Satisfecho con su
vida, reitera su origen familiar y los valores y aspiraciones asociados («vengo de
procedencia sencilla y para mí lo mejor de la vida es estar con la familia, estar con mis
hijas y no quiero mucho más. Hombre… no estaría mal poder entrar en un piso, pero
poco más»).
Dice, a las entrevistadoras españolas, sentirse «completamente español». Lo que
resulta consonante con lo anotado ya sobre su proyecto de permanencia («Mi idea es
quedarme, me gusta España y no creo que vuelva a Ecuador»); o con su rápida y tajante
respuesta acerca de su sentimiento de adaptación («Sí, mucho. Me siento un español
más»). Por lo demás, este caso no aporta mucho más a nuestros objetivos de
investigación en esta presentación de los casos con atención especial a los efectos de la
crisis económica en las carreras migratorias. Si acaso, merece señalarse que no faltan
referencias a la crisis actual en su testimonio; entre ellas una explicación o atribución de
la misma a los norteamericanos.
—(…) no tengo ningún problema en relacionarte con todo tipo de nacionalidades, costumbres ni
religiones… Tengo amigos árabes, asiáticos, latinos… Con quien no me relaciono mucho es con los
norteamericanos. Es que mi ideología está en contra de ellos. Mi opinión es un poquito fuerte hacia
ellos. Yo creo que la crisis mundial es culpa de ellos. Son gente, entre comillas, mala. Hacen guerras
por robar los pueblos…

Casos 2.4.B. La huella de la crisis en la comunidad peruana española

Además del caso ecuatoriano, en el proyecto MEXEES II se ha explorado también la

127
diversidad étnica de la presencia inmigratoria de otros latinoamericanos indígenas en
España. Los testimonios presentados aquí corresponden únicamente a personas de
nacionalidad peruana; aunque también se ha entrevistado a bolivianos y guatemaltecos de
manera complementaria.
Exponemos los testimonios de tres varones y cuatro mujeres. Sus posiciones sociales
son heterogéneas y cambiantes incluso dentro de un mismo caso. Lo que nos permite
tener un abanico más abierto de experiencias migratorias. Nos interesa acumular calas en
las que la huella de la crisis se hace patente en la convivencia cotidiana. Al igual que se
señalara para el colectivo ecuatoriano, las biografías abreviadas que aquí se presentan
ganan en contexto o perspectiva teniendo en cuenta los aportes de otros autores,
enfoques o disciplinas (Aparicio y Tornos, 2006, 2010; García Ballesteros, Jiménez Basco
y Redondo González, 2009; Sanz Gimeno y Sánchez Domínguez, 2009; Esteban, López-
Roldán y Martín, 2011). El peso demográfico relativo de los peruanos en los últimos
años se ha movido entre el máximo del 3,3 por 100 (en 1996, de un total de 538.984
inmigrantes) y el mínimo del 2,7 por 100 (en 2011, sobre 5.251.094). Siempre entre los
puestos octavo, noveno o décimo de las nacionalidades de extranjeros en España con
permiso de residencia a 31 de diciembre de cada años, según los datos ministeriales (Cea
D’Ancona y Valles, 2013).

Casos 2.4.B.1. Peruanos veinteañeros llegados a España en su niñez y adolescencia, con


aspiraciones de movilidad social ascendente vía estudios

Empezamos abreviando las biografías masculinas, prestando atención similar a lo


presentado ya en los apartados anteriores. El primer caso, procedente de Trujillo (Lima),
llega a España en 2000 con 12 años cumplidos, junto con su hermano, reagrupados por
su madre (que trabaja como empleada de hogar). En el momento de la entrevista, con 22
años, es un estudiante de grado superior en programación informática y continúa
viviendo con su madre, aunque en ocasiones trabaja de cajero. Dice haber sido bien
acogido y tener en su mayoría amigos inmigrantes. Las únicas experiencias negativas que
ha tenido están vinculadas al trato recibido por las fuerzas del orden.
Recuerda haber tenido un buen recibimiento en el ambiente escolar español a su
llegada. Apenas notó el cambio de un país a otro. Entre risas señala tener «la facultad de
adaptación» a los nuevos sitios. En cambio, a su hermano le afectó hasta el punto de que
a los dos años regresó (lo que atribuye a que viniese más crecidito, a los 17 años). Para
nuestro entrevistado ha pesado más el hecho de poder vivir con su madre. La emigración
supuso dejar atrás varios años sin su compañía en la temprana adolescencia («yo
necesitaba estar aquí con mi madre, y por eso no tuve ningún problema en venir aquí,
adaptarme; es más, me sentí feliz de estar aquí con mi madre»). Además, los estudios en
curso conforman su horizonte vital actual. En cambio, al hablar de la adaptación de
otros peruanos en España que él conozca, o en general, advierte el efecto de la crisis al
respecto.

128
—Yo creo que los peruanos aquí están bien adaptados. Hombre, ahora mismo muchos de ellos lo están
pasando mal, por cuestión de la crisis, trabajo. Muchos han vuelto a Perú porque aquí no había forma
de que se puedan sustentar sus familias, pero… Yo creo que la gente que conozco, además, está muy
bien adaptada ¿sabes?

En cuanto a su identidad nacional, sigue primando el país de origen o como mucho a


partes iguales («Español, español… la verdad es que no; me siento parte de este país,
como te digo, llevo aquí mucho tiempo (…), pero no, no es que me sienta español; es
más, me encanta Perú. Estuve hace dos meses ahí y me lo pase genial. No sé. Bueno, me
sentiría mitad y mitad por decirte algo…»). El balance de su experiencia en España es
«bueno». Duda si estaría también estudiando una carrera en Perú. En España espera
terminar los estudios en curso y tal vez seguir estudiando («tampoco me llama mucho la
atención trabajar de momento»). Planteado el futurible de si volvería a repetir la
experiencia de emigrar, cree que sí. Lo único que cambiaría sería aplicarse más en la
etapa de los estudios secundarios de la ESO. Por lo demás, destaca haber conocido sitios
de España, llevarse «genial» con todos sus amigos, con su madre, con su familia («qué
más puedo pedir»). La opción de regresar a Perú a vivir de continuo apenas se baraja,
aunque considera que el país ha mejorado.
—Es que quedarme allí ya para siempre, igual no, porque date cuenta que yo llevo aquí casi la mitad de mi
vida, ¿sabes? Tengo aquí mucho. Si abandono esto, no sé si volvería allí a adaptarme. Igual estar de
vacaciones un par de meses, me lo paso bien y tal; pero, no sé, quién sabe. Puede que sí, puede que no,
depende de… de la situación…

Su visión del futuro sobre la inmigración en España y la Unión Europea le lleva a


reflexionar, de manera crítica, sobre el orden establecido y algunos valores asociados
(«mientras que la parte norte en general de todo el mundo no reparta, el sur se va a
seguir movilizando»). Espera por el bien de todos que «el mundo sea un lugar tolerante».
El segundo caso masculino y natural de Perú también ronda la veintena. Llegó a
España reagrupado también por su madre (que llega primero sola), pero a la edad de
cinco años. Ha estudiado un grado superior en administración, y desde hace un año está
empleado como tal en una empresa, de lunes a viernes. Su meta ahora es estudiar una
carrera universitaria y llegar a ser una «persona profesional». Piensa que esa es la
aspiración de la mayoría («tener un título, tener su trabajo, estar bien situado, prosperar,
llegar lo más alto posible»). A diez años vista se imagina que lo habrá conseguido,
además de casa y familia.
El dilema sobre el sentimiento identitario provoca en este entrevistado una
extroversión de inusual amplitud, y muy reflexiva. Acaba reconociendo que siempre será
inmigrante, peruano pero español también. No descarta el retorno a Perú o la emigración
a otro lugar.
—Yo soy de las personas que creen que por estar en otro país no tienes por qué ser de ese país. Siempre
hay que recordar de dónde vienes, de dónde eres, ser una persona humilde; decir: mira yo crecí en este
barrio, yo soy de tal nacionalidad. Pero también soy de esta parte y aunque ahora tenga veintidós años y
haya sido más de la mitad de mi vida o casi toda mi vida entera aquí en España, yo siempre me voy a
sentir inmigrante, o más que todo peruano, porque esa es mi raíz, nunca voy a olvidar de dónde soy

129
(…) Nunca se sabe, yo siempre voy a ser inmigrante esté donde esté: tanto en Perú, que también seré
inmigrante, porque también tendré parte española, porque he vivido aquí mucho tiempo. Tanto aquí
que yo siempre voy a ser inmigrante, siempre voy a ser peruano.

Peruano, 22 años. Llegó a España con cinco años, reagrupado por su madre. Graduado en
Administración, desde hace un año trabaja de ello en una empresa. Su meta ahora es estudiar una
carrera universitaria. Piensa que el trato que los españoles dan a los inmigrantes es bueno, pero
que a la par existen muchos prejuicios hacia los latinoamericanos, sobre todo relacionados con la
delincuencia.

De sus primeros momentos en España guarda algunos recuerdos del cambio escolar,
tamizados por su edad, que resultan tan reveladores para un analista social.
—Era un crío de cinco años, no tenía ni idea, no recuerdo nada. Del primer viaje nada, que era un crío, me
creía que había pasado de una calle a otra, como si no hubiera pasado nada (…) eso sí me acuerdo,
de viejos recuerdos de compañeros de parvulitos, a la siguiente semana estar en otro colegio, con
gente nueva que ya te extraña, más que nada por el color de piel. Porque si te das cuenta allí todos
somos morenitos y aquí la gran mayoría son blancos. Yo creo que eso fue chocante, la primera
impresión de entrar en el colegio y ver gente nueva, gente que no había visto en mi vida. Pues yo creo
que esa fue mi primera impresión así chocante.

Con 17 años de estancia en España, cree haber tenido tiempo más que suficiente
para haberse adaptado a la sociedad española. Considera que el hecho de haber llegado a
edad temprana ha sido clave («de crío una persona se adapta mejor que cuando es adulto;
ahora, en el presente, estamos viendo a muchas personas sudamericanas que llegan aquí
adultas y no se integran tanto. Yo he venido aquí con cinco años, he venido pequeño, y
me he integrado rápidamente»). Respecto a los peruanos en general, señala que tienen
una imagen «normal», los ve «integrados», salvo excepciones. Critica que a través de los
medios de comunicación se transmitan una serie de estereotipos negativos (bandas,
robos, fiestas, jolgorio); lo que hace que tanto españoles como otros inmigrantes juzguen
sin mayor conocimiento y acaben pagando justos por pecadores.
Al hacer balance de su experiencia en España aporta una reflexión en profundidad,
de gran franqueza, que enlaza con lo señalado en el párrafo anterior. Reconoce que ha
habido filias y fobias, entre estas últimas las que categoriza el denominado racismo sutil, o
la noción más clásica de prejuicio sin más, que confiesa practicar también.
¿Podrías hacerme un balance de cómo te ha ido la vida aquí?
—Bien y mal. Bien porque yo creo que he tenido mucho apoyo, mucha ayuda, mucho respaldo. He tenido
facilidades, más que otras personas, quieras que no. Mal porque ha sido un cambio drástico ya de
pequeño y también de mayor. Siempre ha habido gente que te ha mirado mal, siempre ha habido
gente que te ha juzgado por lo que no eres y siempre va a haber gente así. Y quieras o no eso fastidia
un poco; fastidia un poco que te miren por lo que no eres, que te juzguen a primera vista. Pero
todos lo hacemos, hasta yo mismo lo hago, juzgo a primera vista. Todos juzgamos a primera vista. No
se puede echar en cara, pero quieras o no jode que ya te juzguen por lo que no eres. Creen que por ser
sudamericano no vas a llegar lo más alto posible. Creen que eres un conformista y, quieras o no, cada
uno tiene sus metas. Yo haciendo un balance así, a mi vida, he tenido momentos buenos y momentos
malos como todo el mundo, quitando así excepciones.

Por último, extractamos su referencia a la situación de crisis que afecta a las


economías de España y Europa, cuando se le pregunta por su visión del futuro en

130
relación con la inmigración. Destaca su percepción cíclica del asunto.
—Hombre, ahora en la actualidad mucha gente se está volviendo a su país, más que todo por la economía.
Ya sabemos que estamos en crisis, la economía ha hecho que también muchos sudamericanos regresen
a Perú, a Perú o a sus respectivos países. Que yo he escuchado muchos que se están regresando.
Porque ahora mismo la economía es un balance, es como una ola, unas veces para arriba y otras veces
para abajo. Hay países que se van arriba, hay países que se van abajo. Ahora, por ejemplo, Perú tiene
una economía muy alta y España (y no solo España sino toda Europa) está sufriendo una economía
muy baja. Por eso la gente busca lo más favorable para ellos. Mucha gente sí se está volviendo a su
país. Ahora, en un futuro todo puede variar, imagínate que la economía crezca aquí en España y la
gente otra vez vuelva, o que la gente crea que ya ha cumplido y se vuelva a ir…

No descarta cualquier cambio de dirección en su proyecto migratorio, pero de


momento su idea es permanecer en España («yo ahora mismo me pongo a pensar si
salgo a otro sitio, es salir desde cero, empezar desde cero, y yo lo que quiero es sacarme
una titulación y ya con eso avanzar, y a lo mejor probar nuevas experiencias, no se
sabe»).

Casos 2.4.B.2. Peruano cuarentón, casado con española: asocia la crisis actual con el
aumento del racismo

El tercer y último testimonio masculino peruano reunido duplica la edad de los casos
anteriores, y permite añadir un documento oral a nuestro archivo de entrevistados con
experiencias mixtas. Casado con una mujer española, es padre de dos hijos y trabaja
como vigilante de seguridad. Tuvo una experiencia migratoria previa en Estados Unidos,
donde su poder adquisitivo fue más alto que el que tiene ahora en España, donde incluso
ha llegado a tener dificultades económicas. Está bien integrado (según su testimonio) a la
vida en España.
Sorprende gratamente su horizonte vital, que lo resume en un original planteamiento
que hace de su trabajo de vigilante, así como en el papel que ocupan sus hijos. Le
gustaría en primer lugar «progresar» en la profesión que tiene (vía estudios, cursos que de
hecho ya está haciendo como vigilante). Trata de ser «un vigilante distinto al resto». Está
convencido de que «uno impone más cuando es educado que cuando es agresivo». Y
mirar por sus hijos («sobre todo mi futuro es mis hijos y progresar un poco más en esto,
en lo que estoy»).
No acaban ahí las aportaciones de este entrevistado para nuestro aprendizaje sobre
las formas de ser extranjero en España. A pesar de estar casado con una española y llevar
seis años, no ha logrado que le den los papeles. Por ello, al preguntarle por su
sentimiento identitario responde con un relato llamativo, en el que expresa un agravio
comparativo además de una estimación numérica de su grado de adaptación.
—Me siento un español inmigrante, je, je. No tengo los papeles, pero los he solicitado hace mucho tiempo.
Ya ha habido un problema con mis papeles, entonces tengo 6 años, a los dos años ya podía tenerlos.
Lo que yo tengo la rabia esta, es que hay muchas personas, que yo veo, que no trabajan, o que han
trabajado, o que son… He conocido a algún que otro ladrón que viene del extranjero y que le dan los

131
papeles así. Es que yo creo que estoy adaptado a un 90 por ciento, que tengo familia española y que
mis hijos viven y estudian aquí. Y que yo trabajo para el Ayuntamiento; y que no me den los papeles,
entonces… como que me fastidia un poco. Y cada vez que voy me dan una excusa (…), una vez hasta
perdieron mis papeles y… entonces es un revoltijo tremendo.

Peruano de 40 años, casado con española con quien ha tenido dos hijos. Trabaja como
vigilante de seguridad y dice tener una relación agradable con los españoles. Fue emigrante antes
en Estados Unidos.

La decisión de emigrar a España fue «por amor». Vivía en Estados Unidos (Nueva
York), donde emigró y estuvo siete años. Allí conoció a la española que es hoy su mujer.
Ella regresó pues extrañaba mucho a la familia, las costumbres; y le propuso irse a vivir a
Murcia (España). Aceptó («ya sabes… primero están las mujeres, así que la dije que sí,
que no había ningún problema (…), me vine por ella»). Fueron recibidos por la familia
de ella en el aeropuerto de Barajas («fue muy emocionante para ella, yo estaba muy
nervioso»). Los llevaron a Murcia, y les acogieron muy bien. Lo que más le chocó al
llegar tiene que ver con la policía local. Acostumbrado a la policía de Estados Unidos y
en Perú («era mucho respeto»), le sorprendió ver algunos «con los pelos largos».
—Y vi a las personas extranjeras, bueno, a moros, que los hablaban fuerte, que los insultaban en la zona en
la que yo vivía. Y decía: «joder…»; y me pareció que a la policía le faltaba un poquito más mano dura
en ese aspecto. Me chocó un poco al principio que la policía no se hacía respetar tanto como en otros
países.

Al comparar la experiencia migratoria vivida en Estados Unidos y en España, señala


que en EE. UU. tuvo un trabajo de mayor nivel («tuve un cargo en supermercados,
estaba en limpieza y en lo que era reponedores (…) tenía un estatus un poquito más alto
que el que tengo acá»). Pero no se queja de sus seis años como vigilante en España, pues
lo compensa que su mujer esté contenta, él también y tener amigos. De las dos
experiencias apenas cambiaría nada, planteado el futurible inverso de que el pasado se
repitiera. Si acaso, reconoce que en Estados Unidos derrochó demasiado dinero que le
hubiese venido bien haberlo tenido a su llegada a España («trataría de haber sido un
poco más ahorrador»).
Preguntado por la situación en España, en los próximos años, en relación al
fenómeno de la inmigración, surge una referencia a la crisis y a sus efectos en el descenso
migratorio y en el ascenso del racismo («creo que va a bajar la inmigración, de aquí a un
tiempo… Está bajando por la crisis que hay, y creo que va haber un poco más de
racismo»). Algo que considera está ocurriendo también en el resto de Europa. Su
argumentario se basa sobre todo en las conversaciones con los compañeros de trabajo,
en las que se dice que ha venido mucho inmigrante que ha hecho bajar los salarios. Él
echa la culpa al sistema; y sostiene que el inmigrante no sabe que está haciendo daño
cuando viene.
La entrevista finaliza inquiriendo sobre sus planes de futuro, si piensa seguir en
España, viajar a otro país o retornar. Lo que sirve para conocer mejor el particular
universo de este caso, la dispersión geográfica de su familia de origen. En su decidida

132
apuesta por la permanencia en España asoma de nuevo la inestabilidad económica actual.
—Ya he viajado mucho, yo quiero asentarme aquí en España. Si la cosa va muy chunga de repente, como
dice mi hermana, mi familia viven casi todos en EE. UU., me dicen que regrese, si la cosa va muy mal,
pero yo ya quiero asentarme, me gusta España. Me gusta que mi mujer esté más cerca de su familia,
aunque estén en Murcia. Pero, bueno, ella puede ir y venir cuando quiera. Y yo tengo a mi madre que
está en Perú con una de mis hermanas, y me gustaría estar cerca de ella; pero más me gustaría que ella
esté aquí conmigo por la situación. Allí es muy difícil muchas cosas, pero también veo que yo puedo
ayudar mucha más estando aquí, que regresándome a mi país.

Reitera el deseo de que finalice la crisis, pues la considera generadora de racismo ya


que la gente por ignorancia echa la culpa a los inmigrantes de la carestía de trabajo y de la
disminución de salarios. Anima a sus connacionales y otros inmigrantes a respetar las
costumbres españolas; y critica a los que «vienen a robar, vienen a emborracharse, viene
a insultar» («hay que guardar respeto a los españoles, que ellos lo tienen de nosotros»).

Casos 2.4.B.3. Peruana con apuesta migratoria europea, a pesar de la crisis: razones
familiares, de seguridad y culturales

A continuación exponemos brevemente los cuatro casos femeninos. El primero de


ellos corresponde a una mujer de 26 años, la menor de una familia acomodada,
procedente de un pequeño pueblo del sur de Perú, pero con tiempo viviendo en la
capital (Lima) antes de emigrar a Europa. Llega a España hace dos años y medio (a
mediados de 2007), después de que sus hermanas mayores (con las que se lleva más de
quince años de diferencia) lo hubiesen hecho varios años antes. Vive en Madrid, donde
trabaja en una empresa peruana. Dice no haber sufrido ningún tipo de discriminación,
pero sí haber empeorado su estatus social al emigrar de Perú a Madrid.
Hay una cierta proyección europea en su deseo de aprender idiomas bien, viajar, vivir
fuera de España; actitud que pudiera encerrar un cierto desencanto con España («no me
gusta estar mucho tiempo en un mismo sitio (…) Sobre todo me gustaría irme a otro
lado donde pueda hablar otro idioma»). En Perú había estudiado francés e inglés. Aquí
en España, al ser peruana y llevar dos años le dan la tarjeta de residencia y puede pedir el
DNI. De ese modo podría viajar por Europa, aunque no trabajar. Su idea es ir a
Inglaterra o a Francia a aprender bien los idiomas. La adquisición de la nacionalidad
española aparece como mero instrumento de acceso a otros países de la Unión Europea.
Sigue considerándose sobre todo de Perú («Llevo dos años», «todavía tengo la tarjeta»,
«yo soy de Perú, soy de mi país», «me gusta estar aquí pero yo soy de mi país»).
Además de su idea de hacer algo nuevo, de su afición por salir, la decisión de emigrar
aparece en este caso ligada al hecho de que sus dos hermanas mayores lo hubiesen hecho
mucho antes, cuando ella apenas contaba con 7 años de edad («vas creciendo con esa
idea»). Huérfana de madre desde niña, la única compañía familiar que le quedaba en Perú
eran sus hermanos varones, debido a la ausencia del padre. Si, por un lado, contrapone
soledad (Perú) a libertad y compañía (España), ahora se autodefine respecto a los otros
peruanos (y demás migrados) en España que apenas se relacionan y han venido solos.

133
Ella se siente afortunada (frente a los otros emigrados que van solo de casa al trabajo)
por tener la red familiar de sus dos hermanas, lo que le ha ayudado a adaptarse y a no
verse sola.
La palabra crisis aparece por primera (y única) vez en su testimonio al referirse al
triple intento de lograr el visado para venir a España.
—Yo desde pequeñita, desde los 7 años, desde que no está mi mamá… la idea era que ya yo me venga.
Pero es que como la visa allí es tan complicada (…), más ahora cuando está la crisis que ya no se puede
venir nadie, todos se están volviendo. Pero antes igual era supercomplicado, porque tienes que pedir la
visa y no siempre te la dan. A mí realmente me la han negado dos veces; o sea a la tercera es que ya he
llegado aquí. Pero la primera vez fue porque pedimos, me parece, una visa por agrupación ¿sabes?
Como que mi hermana me podía adoptar o algo de ese tipo. Pero no me salió porque mi padre está
vivo (…). Luego la segunda fue por visa de turismo, pero cuando pides visa de turismo tienes que tener
mucho…, tienes que tener propiedades en Perú… que tienes mucho dinero, y no te vas a quedar aquí
(…) Y la tercera que ya fue cuando ya estaba… ya era un poco más grande, fue por visa de trabajo.
Que como mi hermana trabajaba aquí (en la Pepsi) pues entonces fue hacerme un contrato de trabajo
(…) y entonces así era mucho más fácil. Y fue cuando ya por fin me dieron la visa (risas). Pero, ves, que
yo ya tenía la idea desde los 7 años. Entonces yo quería, quería y quería. O sea, siempre desde los 7
años he querido hacerlo, por mis hermanas, no sé, por todo.

También los medios de comunicación juegan su papel («lo primero fue por mis
hermanas que yo me iba a venir, eso es lo que me animaba más, realmente; y luego ya,
pues vas viendo algún documental de la gente, cómo se vive aquí… o en otros países de
Europa y todas esas cosas, y ya, ahí pues te vas animando un poco más»). No acaba ahí
la especificación de las razones que acaban fraguando la decisión de emigrar. La
seguridad en España se contrapone a la falta de ella en Perú. Una razón que se añade a la
libertad y compañía familiar; y que surgiese ya en el proyecto MEXEES I (en los casos
procedentes de Argentina, por ejemplo). Más aún, la movilidad, el orden, la
organización… son varios apuntes clave sobre la experiencia en España, comparada con
lo vivido en su país natal. La comparación se hace entre Lima y Madrid, dos ciudades
contrapuestas en términos de seguridad y desarrollo. La experiencia cotidiana de
inseguridad, de decadencia urbanística es algo experimentado por quien haya visitado
Latinoamérica («Y peor si vives en Lima, sabes, porque es mucho más peligroso (…)
realmente por eso tampoco me gustaría volver, porque ya es que ya te acostumbras a la
organización que tienes aquí, a estar seguro aquí»).
Al preguntarle por su llegada y primeros momentos en España surge otra
comparación, la del tono elevado y seco del habla cotidiana madrileña frente al más
suave y cálido del país de origen. Una constante registrada en otros testimonios de
latinoamericanos. La experiencia en Centroamérica de uno de los miembros del equipo
investigador es que la gente es demasiado reverencial, de una amabilidad a veces
exagerada; habiendo visto también trato rudo con el personal de seguridad o limpieza
(una combinación de trato autoritario y servil, que ya en España nos habíamos sacudido).
La imagen que de los peruanos tienen los españoles cree que es de «gente muy
trabajadora». Es lo que ha oído. Y más «cariñosos» y «cercanos» que otros extranjeros. Se
lo han comentado muchas personas de aquí que han trabajado con ellos. Y sintoniza con

134
la investigación social al respecto (Martínez Buján, 2010).
De su balance de la experiencia en España señala que ha sido buena. Se considera
afortunada por contar con familiares aquí; también por haber encontrado trabajo
enseguida, y además con gente de su país («porque hubiera sido un poco chocante, al
menos para mí, el llegar y trabajar con gente de aquí, que en principio ya sabes, que
como no conoces bien piensas que todos te chillan»). Cree que sin familia, sola, hubiese
sido muy difícil estar. Si el pasado se repitiese volvería a emigrar a España («por el tema
del idioma», entre otras razones). Apenas cambiaría nada, si acaso le gustaría trabajar en
algo distinto. Su impresión con vistas al futuro de la situación española respecto a la
inmigración es que irá a menos («Como están echando gente de aquí y están controlando
mucho eso; creo que ya será menos, habrá menos inmigrantes»). En cambio, de sí misma
se ve que irá a mejor. No descarta, como ya se ha indicado, vivir en otro país, para
aprender bien el idioma francés o inglés, y volver a España (donde está la familia que
aprecia). En cambio, no le gustaría retornar a Perú por lo dicho (desorganización,
inseguridad). Además, añade al final de la entrevista, «la gente todavía es muy machista
allí (…) hasta hay muchas chicas, muchas mujeres que son machistas».

Casos 2.4.B.4. De universitaria en Perú a camarera en España, con planes de retorno por
la crisis (entre otras razones)

El segundo caso femenino peruano contrasta con el anterior tanto por su trabajo de
cara al público (camarera en restaurante de alto copete en el centro de Madrid); como
por su pensamiento de retorno a Perú donde considera que la vida es más sencilla, a
pesar de su voluntad de adaptarse a las costumbres españolas. Dice que en los últimos
años el trato en el ámbito laboral ha empeorado y existe un rechazo más abierto a los
inmigrantes. Se refiere a lo observado a diario entre los cocineros (extranjeros) y los
camareros españoles; y también a la relación (que «normalmente es ser de sirviente más
que trabajador») con los clientes de alto nivel. Trece de sus 38 años los ha pasado en
España, adonde viaja interrumpiendo sus estudios universitarios en Perú.
En la decisión de emigrar a España, en la que apenas interviene su familia, fueron
determinantes «las condiciones favorables de documentación» (que le facilitó «venir legal
a España», así como el idioma, el comunicarse). Lo que en un principio se pensó «iba a
ser algo temporal», se prolonga más de diez años (llega a la España de 1997, se la
entrevista en 2010). El viaje lo recuerda como algo fácil y que salió muy bien («había una
persona que conocía de aquí y estuve con esa persona; y de cierta manera me facilitó
bastante la estadía, empezar a consolidarme; en ese aspecto tuve bastante facilidad»).
Aunque tiene dos hermanos en España, apenas se refiere a ellos («creo que han tenido
un éxito bastante normal, lo mínimo que se esperaba»).
A diferencia del caso anterior, compara España con Japón, país este en el que estuvo
mucho menos tiempo, pero que considera mucho más avanzado «a nivel humano,
laboral (…) a nivel de infraestructuras, a nivel de organización del Estado». No logró allí

135
hacer sus proyectos, pero le impresionó «la responsabilidad, la disciplina y el respeto».
Recalca que en Japón se aprenden todos esos valores, en especial el respeto y la
consideración que se tiene de persona a persona, cualesquiera sea la edad.
Coincide con el caso anterior en la percepción de la comunidad peruana en España.
Cree que se organizan bastante bien; que son «bastante trabajadores», aunque haya
excepciones («casos aislados de mal comportamiento o delincuencia, infringir la ley;
pero, dentro de lo que cabe, es una comunidad bastante trabajadora y bastante
respetable»). Pero la aportación más interesante surge a continuación, al preguntarle por
la imagen que tienen los españoles de los inmigrantes en general. Cree que hay dos
grupos de españoles, según hayan alcanzado o no la universidad, hayan viajado o no
fuera de España. Los primeros son el grupo minoritario y que censuran menos a los
inmigrantes, pero los segundos «se creen que por pertenecer a la comunidad europea, ya
de por sí tienen ganado un título de superioridad, y son los que equivocadamente
discriminan a los inmigrantes». Ella, en relación con otros inmigrantes se autopercibe «un
poco más estable, más establecida». Se considera bien laboralmente, económicamente
también por el tiempo que lleva aquí (y también porque cree ser «una persona que se
dedica a trabajar y a cumplir las obligaciones o el saber comportarte lo diferencia»).
Su balance de la experiencia migratoria española es «positiva», «a nivel laboral buena»
(«que al fin y al cabo es una de las grandes metas que tenemos los inmigrantes… por lo
cual estás aquí»). Está «bastante complacida», aunque podría estar en mejor situación
económica, pero la considera aceptable para el tiempo transcurrido. En su caso «el talón
de Aquiles es la relación familiar que se tiene, la relación con tus padres, la lejanía que
hay con tu familia». Es lo que echa de menos en España, esa ausencia de su país.
Si pudiese retroceder en el tiempo, volvería a emigrar («pero con la diferencia en que
no me quedaría tanto tiempo»). Este es el momento de la entrevista en el que surge la
referencia a la crisis, sin utilizar esta palabra. Nuestra informante volvería a España si se
diesen las mismas condiciones («porque España estaba en una etapa económica
tremenda, era el boom de España, era un país rentable, era uno de los más rentables de
Europa, en relación a su costo de vida y a los ingresos que tenía en el rubro en que yo
me he metido»). Léase en el sector de la hostelería. En cambio, si retrocediera en el
tiempo y la economía española estuviese como ahora está se «cambiaría de país». Hoy
por hoy, sus planes de futuro son, como se ha avanzado al principio de esta presentación
abreviada del caso, de retorno a Perú. La primera y principal razón se expresa así:
«número uno, me saldría más económico porque tendría que invertir bastante tiempo
para estudiar y disminuiría mis horas de trabajo; es mucho más barato y accesible».

Casos 2.4.B.5. Movilidad migratoria por estudios y al abrigo familiar, con episodios en la
economía sumergida

El tercer caso femenino peruano contrasta con los dos anteriores, dado que en
principio llega a España por razón de estudios (para estudiar Pedagogía en la Universidad

136
Complutense de Madrid), con 18 años, procedente de Lima. Valora mucho el apoyo
recibido por su tío paterno y su prima a su llegada a Madrid a finales de 2006 (tres años y
nueve meses antes de la entrevista). Su madre tiene estudios de enfermería (aunque no ha
ejercido) y su padre regenta un negocio de carpintería en Perú. Desde allí la apoyan
económicamente para continuar con sus estudios universitarios. Se ha movido sobre
todo en ambientes donde la inmigración es tolerada, aunque reconoce que suele
frecuentar más la compañía de latinos que de españoles. Confía en que el trato entre
nacionalidades distintas mejore en el futuro. Le gusta viajar y ha estado en Alemania y
Argentina entre otros sitios.
A este primer esbozo del caso conviene añadir una serie de complementos. Cambió
de carrera a los dos años; también de residencia, pues al llegar a España empezó viviendo
con sus tíos durante año y medio, pero al separarse estos ella se independizó con otra
compañera de Facultad también peruana. En períodos vacacionales del 2007 trabajó
como teleoperadora para una compañía internacional de telefonía. Fue por mediación de
una ETT (Empresa de Trabajo Temporal). Reitera que fue un tiempo limitado
(«solamente me permitían dos meses de contrato por medio de la ETT, y como no tenía
permiso de trabajo pues solo duré dos meses, pero bien, muy bien»). También ha hecho
de niñera de vez en cuando. De sus viajes a Fráncfort y Buenos Aires surge la
comparación siguiente: «en Alemania todo es muy ordenado, todo es muy puntual, lo
típico de un alemán ¿sabes?, muy limpia la ciudad, muy moderna, muy bien. Y, bueno,
Argentina es todo lo contrario, es ruidosa, descuidada, como Perú, lo mismo,
simplemente no está nada mal»). A Argentina fue diez días a visitar a una hermana que
estudia allí una ingeniería; y a Alemania fue porque tenía una prima que vive en
Fráncfort. Sus planes de futuro son terminar la carrera, especializarse y quizá viajar
(«conocer y buscar como que nuevos horizontes»).
La decisión de dejar su país y venir a España a estudiar fue suya. Sus padres se
mostraron reticentes al principio, pero finalmente lo asimilaron y la apoyaron («en todos
los sentidos, moralmente, psicológicamente, económicamente; y, claro, yo aquí estoy
como estudiante y los que me sustentan son ellos»). Elige España por la lengua común y
porque tenía familia aquí que la podía apoyar. Además señala que «en Perú está la
UNED, que fue directamente a hacer la selectividad de allá, entonces como que más
ventajoso».
Como en los casos anteriores, se cuenta con familiares o allegados en el momento de
la llegada, lo que hace que se recuerde gratamente. En este caso, una prima de edad
similar (pero que lleva en España desde los 5 años) le ayudó a manejarse con el metro de
Madrid, algo desconocido en su tierra natal. La entrevistada remacha la ayuda de este
familiar en el proceso de adaptación. Se cuenta así con un testimonio de interés para
conocer el papel de quienes llevan tiempo y actúan no solo de cadena migratoria
convencional, sino en el terreno adaptativo.
—Creo que me adapté muy bien gracias a que tenía familia que ya vivía aquí, que me pudo enseñar lo que
es montarme en el transporte público, en plan entender las diferentes jergas que se utilizan aquí.

137
Porque, claro, en mi país es muy diferente. Entonces como que una, a veces, no llega a captar lo que un
español en sí te dice. Pero la adaptación ha sido muy buena, tengo amigos latinos como españoles (…)
más que todo fue por el apoyo de la familia, de mi prima (…) ella, viviendo tantos años aquí y
conociendo la cultura de aquí ya, como que me enseñó a adaptar.

Al igual que en el caso anterior, y en relación a la cuestión de la percepción que se


tiene en España de la comunidad sudamericana, se expresa la queja sobre la imagen de
persona inculta o delincuente con que a veces se tilda al latinoamericano. Ella se
autopercibe igual a un español que estudia o que trabaja («no me siento ni más ni menos,
me siento igual, siempre»). De hecho resalta que con las personas que ha tratado nunca
ha tenido ningún conflicto. Su balance de la experiencia en España (país al que ve más
cerca de Argentina que de Alemania en cuanto a orden, puntualidad y limpieza) es «muy
buena» porque ha madurado mucho, ha aprendido muchas cosas que cree nunca habría
aprendido estando con sus padres (a tener más responsabilidades, por ejemplo).
Si el pasado se repitiese viajaría a otros países («más que todo para experimentar,
saber otras culturas, quizás nuevos idiomas»). Pero se queda pensativa y añade: «creo que
volvería a elegir España, más que todo por las muchas similitudes que hay». En cuanto al
futuro de la inmigración en España y la Unión Europea reflexiona refiriéndose a una
crisis que en el momento de la entrevista lleva dos años en los discursos sociales («mal
vamos, llevamos dos años en crisis y hay muchos inmigrantes que se han regresado a sus
países porque no encuentran trabajo; y hasta los propios españoles no encuentran y
entonces definitivamente va a bajar y mucho, aparte que hay nuevas políticas que ya
están prohibiendo la inmigración…»). En su caso, se debate entre retornar a Perú una
vez acabada la carrera y «experimentar yendo a otros países y ejercer mi carrera».

Casos 2.4.B.6. En España por estudios universitarios, con antecedentes familiares y de


emparejamiento mixtos

El cuarto y último testimonio femenino de Perú, como ocurriera con el último caso
masculino, añade un documento oral más al archivo de tipos mixtos (iniciado en el
proyecto MEXEES I). Esta vez se trata de una joven de 24 años, de madre peruana,
padre suizo y abuela paterna francesa. Estudiante de sociología, se muestra reflexiva y
crítica sobre las distintas formas de racismo, sexismo e identidad nacional, en España y
Perú. Nos cuenta que tuvo un novio español, lo que le supuso la experiencia más dura de
rechazo proveniente de la madre de él. Cree que las personas son abiertas hasta que se
entra en el terreno de la intimidad, como también se ha comprobado en el caso de un
joven procedente de la India que mantiene una relación con una española en Madrid
(expuesto en el epígrafe dedicado a asiáticos).
Al igual que en el caso anterior, nace y vive en la capital de Perú hasta los 18 años,
que viene a estudiar la carrera a España (donde lleva ya cinco años aproximadamente). A
un año de terminar la carrera, se plantea hacer un máster en investigación. Le gustaría
hacerlo en Reino Unido, aunque tuviera que trabajar para sufragárselo en el supuesto de

138
que sus padres no le ayudasen, pues su padre quiere que lo haga en Suiza («seguramente
me van a terminar ayudando o mi padre o mi padrastro o mi madre [risas]; los tres,
alguien»). Añade que no tiene interés en formar una familia; y le da «bastante igual ahora
mismo» tener pareja («sin darme cuenta me generaba tensión el hecho de pensar a qué
edad tenía que formar una familia (…) ahora siento que simplemente es una opción…
me he dado cuenta de que era una norma impuesta (…) tenía claro que si quieres
dedicarte a tu carrera y si quieres ganar dinero tienes que hacer un máster»). Se queja de
los del sexo opuesto que tienen un discurso políticamente correcto sobre el género
(«parecen como si fueran feministas»), pero en la práctica reproducen el viejo reparto de
papeles en la casa y la crianza de los hijos.
A diferencia de todos los demás casos, cuestiona de modo muy argumentado la
cuestión sobre el sentimiento identitario («tampoco cuando estaba en Perú yo me sentía
muy peruana (…) nunca he sido nada nacionalista; algo muy peruano, por cierto, la no
identificación con la patria [risas] pero, bueno, no ha sido digamos para identificarme con
otras patrias sino más bien para no identificarme con ninguna»). En España ha notado a
este respecto una gran diferencia cultural. Ha conocido tanto la reivindicación del orgullo
de ser español, como de ser catalán o vasco. No es porque estudie sociología ahora, su
sentimiento transnacional es anterior, según nos relata con detalle. Reconoce en su
forma de pensar una cierta herencia peruana, pero nunca se ha identificado totalmente
con un solo lugar. También se identifica con muchas cosas de España y piensa que
podría hacerlo con otros países.
Tú eres la mezcla de muchas cosas…
—Claro, yo me siento inmigrante pero también me siento un poco de aquí, claro que sí. Pero decir que me
siento española me parece rarísimo. De hecho, mi madre es española, tiene la nacionalidad; y ahora mi
hermano también. Pero, claro, es como si yo diría que soy suiza. No, suizo es mi padre; y ni siquiera
porque más parece francés…

La conversación sigue recalando en la conocida connotación de los términos


inmigrante (viene a buscar trabajo) y extranjero (viene a hacer negocios o de turismo).
Acaba refiriéndose a su caso, su posición social familiar y desvelando una razón más de
fondo sobre su venida a España.
—Yo la verdad es que en Perú vivía mejor (…) si estuviera allí también estaría estudiando en la
universidad. Tal vez tendría más pasta para salir los findes, para comprarme ropa, pero tampoco sería
una diferencia abismal (…). Pero yo pienso que oportunidades mejores; y es mucho más fácil para
mi familia pagarme la universidad aquí, que pagármela allí en Perú, porque es más barata… (…) Sí,
porque en Perú hubiera estudiado donde mi madre, mi tía, mi familia, que es en la Universidad Católica
de Perú. No es del Opus, ni nada, todo lo contrario (…) las mayores voces anticatólicas o de un
catolicismo distinto o ateísmo etc. han salido de esa universidad (…). Hubiera estudiado allí
seguramente y, claro, cuesta más (…) Así que sí, me siento inmigrante…

A lo largo de la entrevista se han ido desvelando otras circunstancias de su biografía


familiar que ayudan a contextualizar este caso. El divorcio de su madre y padrastro en
Perú, la consecución de un buen empleo en España por parte de sus tíos maternos, van
inclinando también la decisión de venir aquí. Nos advierte que en el ambiente de clase

139
media-alta en Perú es habitual que se envíe a los hijos a estudiar en las universidades
norteamericanas. El destino español suele quedar para los menos competentes en
idiomas o que se adaptan peor a la cultura norteamericana. Ella tenía además la opción
de Suiza, pero prefiere la cultura española («me resulta mucho más fácil adaptarme aquí
que en Suiza; o sea, por mucho que digan que los españoles hablan muy alto y que hacen
mucho ruido, pero prefiero eso antes que el silencio»).
De la llegada a España, los primeros momentos, recuerda haber hecho algunos
trabajos esporádicos como camarera o recepcionista para complementar su paga y antes
de comenzar el curso. Le sirvió para experimentar cierta explotación laboral, además de
algunos episodios de racismo y de choque cultural (modos de hablar). Tras cinco años en
España dice haber cambiado mucho. Esa es la respuesta a la cuestión de si está
completamente adaptada, que le lanza la entrevistadora. De nuevo nuestra informante
hace gala de su oficio de socióloga en ciernes, y aprovecha la pregunta para diseccionar
un poco más la sociedad peruana y compararla con la española. Su argumentario sobre el
machismo y la inseguridad recuerda lo oído en algunos de los casos anteriores. Más que
adaptada lo que se siente es cómoda dejando atrás una sociedad, la peruana, en la que «la
inteligencia, en general, en la mujer no se valora»; o donde una mujer en minifalda o con
vaquero ajustado se arriesga a que la agredan o la insulten. Nos cuenta que allí «puedes
vivir muy aislado del mundo, puedes llevar realmente una vida muy elitista, puedes
retirarte a tu zona, a barrios cerrados con un vigilante por manzana». O te mantienes en
ambientes muy cerrados y vas a todas partes en coche, o tienes que pasar por todas estas
experiencias desagradables. Añade que «cualquiera que haya ido a Lima sabrá que hay
mujeres que solamente se mueven de donde viven a un centro comercial y alguna vez
van a Miraflores, que está más céntrico, a hacer cosas, o estudiar inglés o francés o lo que
sea». Quizá por esa falta de contacto con la realidad social más amplia nació su vocación
de socióloga, como ella misma apunta. Nunca ha aspirado a sentirse adaptada en ninguna
parte, sino simplemente a encontrar gente con la que sentirse a gusto hablando. Algo que
en buena parte ha encontrado en Madrid, donde se siente «cómoda».
Nos advierte sobre la confusión que los españoles suelen hacer entre ecuatorianos y
peruanos. Como buena estudiante de sociología resuelve la cuestión de la percepción de
estas comunidades haciendo referencia a la clase social de los autóctonos («yo creo que
depende del barrio, depende de la clase social»). Entiende que los españoles que viven en
barrios donde se concentran los inmigrantes, con los que comparten o compiten por
trabajos similares se muestren reacios («es lógico que gente de clase obrera piense que le
van a quitar el trabajo y en cierto en cierto sentido es verdad porque la mayoría de
inmigrantes vienen para realizar trabajos no cualificados que son los que hacen
justamente esta gente»). Relaciona los problemas de paro con un cierto ascenso del
resentimiento y la asociación con bandas latinas (ecuatorianas, dominicanas, «que yo sepa
no hay ninguna banda peruana»). En cambio, los españoles de clase social acomodada,
como su exnovio y sus amigos, «no los ven como delincuentes ni como personas que le
van a quitar el trabajo sino como su servicio, porque muchos han tenido una niñera

140
peruana o gente que cuida a los ancianos normalmente que son peruanos». La mención a
la preferencia en España por las mujeres peruanas en el servicio doméstico, sobre todo
para cuidado de ancianos, debido a su carácter más suave y dulce, resurge en este caso.
Habla con detenimiento sobre el clasismo y la discriminación relacionada con el
color de la piel vivida en Perú. Aunque ella se ha sentido más discriminada en Madrid
que en Lima, cree que allí hay un racismo cotidiano más extendido (en todas las clases
sociales) a pesar del gran mestizaje de las sociedades latinoamericanas. En su caso
particular lo explicita de este modo: «mi familia es mestiza no por el lado de mi abuelo,
porque mi abuelo es casi puramente de ascendencia española (…) pero por el lado de mi
abuela sí que somos mestizos». Su análisis comparado abarca también a Suiza («tendría
que ponerme a hablar de Suiza porque allí todo es un discurso políticamente correcto
(…) pero luego, al final, son todos unos fachas de mucho cuidado; ya ves las leyes que
están aprobando ahora que son pues eso totalmente anti-inmigración y eso revela que no
son unos antirracistas superabiertos amantes de los inmigrantes»).
Hablando del futuro de la inmigración en España surgen algunas de las referencias a
la situación de crisis. Piensa que la situación puede empeorar. Pero no cree que llegue a
ser como Lima. Y añade una apreciación que conviene anotar: «creo que mucha más
gente puede empezar a decir, justamente por la crisis, como lo que pasó con el
nacionalsocialismo en Alemania, que es mucho más fácil decir que los judíos tienen la
culpa que asumir la derrota que significa una crisis económica; es una especie de derrota
nacional, entonces yo creo que se va a culpar mucho más a los inmigrantes, que se va a
discriminar más».
Más que retornar a Lima (ciudad que considera una de las más machistas, clasistas y
racistas), baraja intentar probar suerte laboralmente en ciudades españolas como
Barcelona; o viajar a otros países, entre los que menciona Inglaterra, China («mi
padrastro siempre ha tenido negocios con los chinos, entonces digamos que me podría
quedar en su casa»). Su condición familiar mixta resurge (cuenta con familiares en Suiza y
Francia, aunque son sociedades con cosas que no le gustan). De momento donde más
cómoda se ha sentido ha sido España.

141
2.5. EUROPEOS DEL ESTE. ¿CIUDADANOS EUROPEOS O EXTRANJEROS?

La frontera que delimita Europa en su parte oriental se definió entre 2004 y 2007,
con la inclusión de diez nuevos estados. Fue durante estos años cuando se produjeron
los mayores flujos migratorios entre el Este y el Oeste del continente. El miedo a una
avalancha de inmigrantes hizo que se impusieran dos moratorias temporales de libre
circulación de trabajadores13. La ciudadanía europea, por tanto, se vio limitada en la
práctica y reveló la dudosa aceptación de la igualdad «entre europeos» (Ferrero, 2008).
En este sentido, la inmigración procedente de la «nueva» Europa hacia la «vieja» Europa
es un buen termómetro para medir la plena aceptación entre estas poblaciones y la
influencia de algunos indicadores de rechazo, como puede ser el origen social, el origen
étnico (en el caso sobre todo de los gitanos) o la creencia religiosa.
Al igual que en el proyecto MEXEES I, se analizará el caso polaco y rumano. Los
perfiles de dos polacos y cuatro rumanos permitirán profundizar en los procesos de
adaptación desde la voz y la mirada de sus propios protagonistas. Además, esta nueva
fase de investigación incluye un perfil de un joven gitano de nacionalidad rumana. El
desarrollo del Proyecto MEXEES II coincidió con los procesos de deportación de
migrantes rumanos y búlgaros de etnia gitana en Francia, en el verano de 2010, por lo
que es de interés valorar los discursos que se construyeron sobre estos hechos y
acercarse al punto de vista de los propios gitanos que residen en España, tanto
españoles, como extranjeros.

Casos 2.5.A. La comunidad polaca revisitada. Nuevos testimonios, entre la plena inclusión y el
aislamiento

En los últimos años se asiste a una estabilización e incluso a una ralentización de los
flujos de inmigrantes polacos hacia España. De 2007 a 2011 los polacos con autorización
de residencia han pasado de cerca de 71.000 a poco más de 79.000. Además, de acuerdo
con los últimos sondeos realizados en el Instituto de Opinión Pública Polaco
(Kaźmierkiewicz, 2007: 84), el interés de la emigración en Polonia ha ido disminuyendo
continuamente: solo el 11 por 100 de los polacos busca activamente trabajo en el
extranjero, mientras que el 6 por 100 aceptaría una oferta. Las tendencias más recientes
también indican que los emigrantes potenciales buscan períodos de empleo más largos;
los encuestados expresan unas expectativas más altas respecto al nivel salarial (un 58 por
100 de ellos esperan un mínimo de 1.300 euros y manifiestan estar interesados solamente
en el trabajo legal).
La reducción de los flujos migratorios parece haberse reflejado también en el menor
interés sociológico hacia esta comunidad en España. De hecho, en un artículo de la
Revista Española de Investigaciones Sociológicas en 2003, la antropóloga Eugenia
Ramírez Goicoechea auguraba que «los polacos, aunque teniendo que resolver

142
cuestiones de vida como cualquiera, dejarán entonces de ser «Inmigrantes en España»
(Ramírez Goicoechea, 2003: 88). La autora se refiere a la aceptación completa de polacos
a partir de la adhesión de Polonia a la Unión Europea en 2004. En la primera fase de esta
investigación, también se anunciaba, de algún modo, el hecho de que los inmigrantes
polacos se desprendían, poco a poco, de la etiqueta «inmigrantes» (Cea D’Ancona y
Valles, 2010c). El epígrafe dedicado a esta comunidad llevaba como título: «La
comunidad polaca en España: de inmigrantes a extranjeros comunitarios». Esta idea
sigue siendo un punto de arranque analítico muy interesante para los casos seleccionados
en 2011. ¿Habrán dejado de ser y sentirse inmigrantes los residentes polacos en España?;
¿de qué dependerá este hecho?; ¿recibirán el mismo tratamiento los polacos cualificados
y los no cualificados? Para tratar de dilucidar estos interrogantes, a continuación se
presentan dos perfiles muy distanciados en cuanto a su posición socioeconómica, su
cualificación y su vinculación con la sociedad española.

Casos 2.5.A.1. Un sociólogo que se siente «español de origen polaco»

M. vivió los últimos años del comunismo en Polonia y recuerda aún el ambiente de
severidad y tensión que provocaba el régimen en su escuela. También visualiza sus
mejores recuerdos: las primeras elecciones libres, donde fue voluntario en el sindicato,
Solidaridad, uno de los movimientos sociales de origen obrero que más influyeron en la
caída del comunismo. En julio de 1989, con 14 años, participó en su ciudad natal
(Gdansk), en las mesas electorales, de la mano de los trabajadores de los astilleros, las
empresas más importantes de esta ciudad de la costa del Báltico («me metieron con un
trabajador de astilleros… un obrero… un tío muy sencillo, pero con las ideas muy claras.
Me contaba su vida y lo contento que estaba…»). Fue para él una experiencia
excepcional, un momento en el que aflora «una energía, también un nerviosismo, una
inquietud porque las cosas salgan bien… que lo impregna todo (…)»
Varón polaco, con nacionalidad española, de 36 años. Sociólogo e investigador contratado en
el CSIC, casado y con dos hijos. Llegó a España para reunirse con su pareja, una médico
española, y comenzó sus estudios de doctorado en la Universidad Complutense. Se ha sentido
siempre muy bien aceptado y apoyado. Para el futuro le gustaría encontrar una estabilidad
laboral.

Polonia se abrió al mundo y él también lo hizo. Estudió sociología y aprovechó todas


las oportunidades de viajar. A los 21 años conoció a una joven española cuando hacía un
tour en autoestop por Europa y decidió pedir una beca, llamada Tempus («como la
Erasmus, pero para los «pordioseros de centro Europa»», dice con ironía), para venir a
España y acercarse a ella. Esta experiencia le llevó a querer volver algunos años más
tarde, después de ahorrar algún dinero trabajando en una empresa de estudios de
mercado en Polonia. Explica que tuvo suerte porque su emigración no fue calculada, ni
movida por razones económicas o intereses académicos («lo que me movían eran las
hormonas»), pero pudo encontrar una estabilidad en estos dos ámbitos a su llegada.

143
Comenzó su doctorado en la Universidad Complutense y pudo obtener distintas becas
para llevarlo a cabo. Hoy es contratado «Juan de la Cierva» en el Centro Superior de
Investigaciones Científicas.
En general, valora positivamente su adaptación a la sociedad española, aunque
apunta ciertos elementos y códigos de comportamiento que tuvo que aprender para
hacer más llevaderas sus relaciones personales.
—(…) los eslavos son más espontáneos, para bien y para mal. Es decir, que resulta mucho más fácil
expresar su malestar, su decepción… por eso parecen más agresivos, porque se controlan menos… Va
a sonar fuerte, pero no hay el grado de hipocresía española (…) Creo que en España lo que se aprecia
es la espontaneidad, pero en plan el buen rollo…

Dice que le costó «controlarse» y aprender a suavizar sus opiniones. No obstante,


poco a poco pudo ir incorporando nuevos códigos de comunicación en sus contactos
cotidianos. Hoy piensa que «las sociedades hipócritas son mucho más amables», porque
no recuerdan y exteriorizan continuamente el malestar, por lo que el ambiente es más
positivo. Y habla del carácter español en primera persona, incluyéndose como español y
valorando la apertura y la tolerancia de esta sociedad hacia los extranjeros.
Reconoce que el entorno de recepción le facilitó la adaptación. El apoyo constante
de su pareja («me apoyó económicamente en los momentos en los que no tenía becas») y
la inserción en un medio universitario («donde las relaciones son mucho más
igualitarias») impulsaron su incorporación social y económica en España. Su vinculación
con la comunidad polaca en Madrid es inexistente, como ocurre en casi todos los casos
estudiados de personas cualificadas, que adquieren un nivel avanzado de lengua española
y viven inmersos en un entorno español o mixto.
En este último fragmento, M. hace alusión a su sentimiento de pertenencia, a sus
orígenes y a su vinculación con España y los españoles.
—(…) Yo me siento español… (risa). Yo me siento español, de verdad tengo más vínculo con este país
que con Polonia ahora. Con Polonia tengo una vinculación cultural, me encanta leer en polaco…
disfruto la lectura en polaco y leo la prensa polaca, pero es mirado desde un lugar… mi relación con la
comunidad cultural, con la comunidad esta imaginaria, pero de todas formas mi día a día, son los de
aquí y los de Polonia parecen cada vez más lejanos. Y en ese sentido me siento parte de… Me siento
español (…) Me siento español con un origen polaco… Con un origen polaco…
¿Pero inmigrante para nada?, o sea… ¿no te sientes extranjero o…?
—No, es que una cosa es lo que siento y otra cosa que los demás perciban, eh… y como yo perciba a
quien me percibe…
Si, es que es eso, la definición de ti mismo que los demás hacen y que a ti te…
—Sí, pero como aquí soy uno más… Hay un tipo que se ríe, que es catalán y dice que yo soy polaco del
norte y él polaco del sur.

Esta reflexión tiene una gran profundidad analítica sobre la idea de la construcción
del sí mismo, del self, definido por el sociólogo y psicólogo social estadounidense George
H. Mead (1934)14. La construcción del yo es un proceso que incluye las definiciones que
«los otros» proyectan sobre la persona. El espejo social en el que se mira nuestro caso es
claramente positivo y, en relación a su definición como español o como inmigrante, él

144
puede incluirse completamente, formar parte de la sociedad mayoritaria y ser aceptado
(como dice bromeando cuando habla de un compañero catalán de su oficina: «dice que
yo soy polaco del norte y él polaco del sur»). Su honestidad llega hasta tal punto que al
final de la entrevista se sincera y señala los aspectos concretos que favorecen su
aceptación.
—Y además yo creo que siendo polaco, siendo blanco que…
Está clarísimo.
—Que hay que llamar las cosas por su nombre, siendo europeo y siendo marido de una española y con los
hijos que son españoles solamente y trabajando donde trabajo, inmigrante y… más bien puedo ser…
pero eso tampoco, puedo ser tratado como un medio guiri, pero inmigrante-extranjero no, yo creo que
no…

Si tomáramos este caso como paradigma, podría afirmarse, volviendo a las


reflexiones del inicio de este apartado, que los inmigrantes polacos han dejado de ser
«inmigrantes en España». No obstante, el propio entrevistado reconoce que la aceptación
social no proviene simplemente de su origen europeo y blanco, sino que también cuenta
el hecho de estar casado con una española, tener hijos españoles y haber conseguido una
posición social acomodada. Hace dos años que la institución pública más importante en
materia de investigación le ofreció un contrato de tres años, valorando muy
positivamente sus méritos y su cualificación profesional.

Casos 2.5.A.2. La soledad en el proceso migratorio

A este hombre de 31 años también fueron las relaciones personales lo que le


empujaron a la emigración, pero en otro sentido. W. dejó su ciudad natal porque se
divorció de su mujer. Describe su emigración como una huida hacia adelante, como una
vía de escape que le sirvió para poner tierra de por medio ante la imposibilidad de
resolver ciertos «problemas conyugales» en su país de origen.
—Es un buen medicamento rápido cambiar a otro país y a otro idioma, porque tú en tu cabeza tienes que
meter otras cosas (el idioma, el trabajo) y piensas a estos problemas que tienes nuevos y no a los
problemas que dejas atrás (…) Es nuevo, es otra vida para ti. ¡Es como nacer!

Hombre polaco de 31 años que trabaja como portero en una urbanización situada en un
municipio del noreste de Madrid. Piensa que España no es un país con medios para recibir a más
extranjeros y que los empresarios se aprovechan de la situación de los extranjeros para bajar los
salarios. No obstante, cree que el carácter español es más abierto con las personas inmigrantes
que en otros países europeos, como es el caso de Francia.

Triste por la separación de su hija de seis años y su hijo de cuatro, llegó a Madrid
solo, sin una red que amortiguara sus primeros pasos en la ciudad.
—Una vida aquí muy dura, muy dura, porque los primeros días… por aquí lo pasé mal… Los primeros
años… no he comido bien, sabes, también no he dormido bien, porque estresado de trabajo y no
trabajo, y había momentos en que tenía trabajo y luego no tenías, sabes…

Hoy ha conseguido un empleo estable como conserje en una urbanización situada en

145
un municipio de renta media-alta de Madrid y en sus ratos libres «hace chapuzas» en
casas particulares. Dice que tiene «una vida tranquila» gracias a su trabajo, pero que los
fines de semana, cuando todo está en calma, se siente solo («si tienes trabajo, piensas en
el trabajo. Si quedas en casa, piensas en tu país… y de todo… tristeza… y mejor siempre
hacer algo»). Cuenta con una buena amistad: un joven español que conoció durante su
primer año de estancia en España. Dice que gracias a él no volvió a Polonia, pero
también se queja de que las obligaciones de ambos no les permiten verse a menudo. No
conoce inmigrantes polacos donde él vive («no hay polacos, yo él único polaco, solo hay
latinos, ecuatorianos, bolivianos…»), pero se relaciona habitualmente con
latinoamericanos, sobre todo con mujeres, con las que tiene relaciones esporádicas («me
gustan mucho las mujeres latinas», repite varias veces).
Vive en un piso compartido con una mujer colombiana y un hombre rumano que no
tienen familia en España. Ella trabaja en el servicio doméstico y él en la construcción.
Con ellos tiene una relación cordial, pero no los considera sus amigos. La casa, donde se
desarrolló la entrevista, es un lugar aséptico, sin ninguna decoración o muestra de vida en
común. Al entrar en la vivienda, W. deja claro la función de la vivienda: «aquí es donde
vives, cocinas, comes, lavas tu ropa y duermes…».
Su visión del futuro no es positiva. A lo largo de la entrevista habla repetidas veces
de la crisis económica y piensa que se avecinan años difíciles. Su trabajo de conserje en
una urbanización le lleva a decir que se han multiplicado los robos en los últimos
tiempos. A él mismo le robaron todo lo que tenía dentro de su coche, un Citroën
Berlingo que llevaba lleno de herramientas. Explica que la gente roba porque las
diferencias entre ricos y pobres son cada vez mayores («Cada año hay más diferencia
entre gentes pobres y ricos… porque antes no había tantas cosas buenas… Un rico
puede tener todo lo que quiera. Un pobre mira esto, observa, y se pone muy mal (…)
Ahora cada vez más robos, cada vez peor…»).
Al mismo tiempo, percibe que la crisis económica ha endurecido el carácter de los
españoles. Al sentirse inseguros respecto de su futuro, se han vuelto más celosos y
temerosos de los extranjeros. No obstante, se muestra comprensivo ante esta reacción y
cree que él sentiría algo parecido si se dieran las mismas circunstancias en Polonia.
¿La crisis ha sido un antes y un después?
—Sí, sí. Totalmente. Ahora sí, ahora mucho. Porque antes España era muy contenta, todos los españoles
eran muy abiertos y, bueno, y también hace 10 años España estaba mejor, pero cuando han entrado
muchos extranjeros de otros países, más peligroso, más robos y los españoles tienen mucho miedo por
todo. Y ellos no quieren aquí inmigrantes.
¿Tú crees que todos piensan eso?
—No lo sé. No, no creo que todos. Pero, sabes, si un español vive aquí y no tiene trabajo un extranjero
tiene trabajo: ¿cómo ve esto?, ¿sabes? Yo soy español y mira no tengo trabajo y un extranjero viene y
tiene un trabajo mejor que yo. No se ve bien. Por lo menos en mi país, en Polonia, siempre primero los
polacos a extranjeros o inmigrantes… y luego… También hay muchos chinos, pero… para ellos para
encontrar trabajo y todo es difícil.

Al contrario del caso anterior, W. está muy lejos de sentirse español. A pesar de que
cuenta con un trabajo estable, su conocimiento del español es limitado y no tiene

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relaciones personales que le motiven a asentarse. Habla continuamente del retorno y
sueña con la casa que está construyendo él mismo en un terreno que ha comprado en
Polonia. Le gusta la naturaleza y habla de sus abuelos y de los alimentos sanos y frescos
que comía en la granja que estos tenían. Tiene claro que no se quedará solo en España, y
dice que si pierde el trabajo volverá a Polonia, que es dónde está su casa y las personas
que lo acogerían:
—Cuando pierdes el trabajo hay una familia, vas para vivir con familia, vas a vivir con tu madre, con tu
padre y así mejor, así puedes vivir, pero como extranjero aquí, ¿cómo puedes vivir?, vas para calle, para
puente, para vivir abajo del puente…si me quedo aquí sin trabajo, me voy para mi casa en Polonia y ya
está…

La ausencia del hogar, de la casa, de la familia y de las tradiciones abre un vacío que
le lleva incluso a decir que en España no se siente ni polaco. Solo se siente extranjero.
¿Y tú te sientes polaco?
—¿Aquí? Nada, polaco aquí. Aquí solo extranjero (se ríe) y nada más. Un extranjero y solo, así. Aquí no hay
tradiciones.

Casos 2.5.B. La comunidad rumana revisitada. Nuevos testimonios entre la discriminación y la


adaptación

Los flujos migratorios más intensos del Este de Europa hacia España los han
protagonizado en los últimos años los inmigrantes rumanos. En 2001 se contabilizaban
31.316 ciudadanos rumanos empadronados y en 2011 se alcanzó la impresionante cifra
de 775.400. Para valorar este incremento hay que tener en cuenta los estudios que
ahondan en la «experiencia de movilidad» de los rumanos. La investigadora del Centro de
Ciencias Humanas y Sociales del Consejo de Investigación Científicas, Silvia Marcu, a través del
análisis de los discursos de inmigrantes rumanos, concluye que las experiencias de
movilidad vienen acompañadas por el retorno parcial y que la comprensión del proceso
migratorio se refleja en el sentido de «lugar e identidad flexible» (Marcu, 2012). En su
último libro, Del Este al Oeste. Geopolítica fronteriza e inmigración de la Europa Oriental a
España, habla de la frontera como «espacio de encuentro» (Marcu, 2010) y defiende una
política migratoria flexible que facilite el «ir y venir», las estancias temporales y el retorno
sin el miedo a no poder volver a emigrar.
El mayor flujo de inmigrantes rumanos hacia España se registró en el año 2008. En
un año la población rumana empadronada pasó de 507.736 a 702.954, superando a los
marroquíes, que habían sido los más numerosos hasta esta fecha. Tanto España como
Italia se convirtieron para los rumanos en países «cómodos» para emigrar, debido a la
semejanza cultural y a la facilidad de aprender el idioma. Sin embargo, el notable
aumento de la inmigración rumana y el crecimiento de las actitudes delictivas
protagonizadas por esta población produjeron cierta alarma en ambos países. Se proyecta
la peor de las imágenes de Rumanía, tomando algunos elementos de la realidad y otros
de la ficción. Por un lado, se impone la imagen de la delincuencia especializada en robos,

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atracos, falsificación de documentos y prostitución, apoyada en el hecho de que las
mafias que operan en España controlan el 70 por 100 de la prostitución y son los amos
del fraude con tarjetas clonadas (Marcu, 2005). Y por otro lado, prevalece la imagen de la
miseria y delincuencia callejera, vinculada a los asentamientos de los gitanos rumanos,
una población que es a la vez temida y repudiada, siendo considerada, como uno de los
grupos más estigmatizados en España (López, 2012). Los estudios del grupo GRAFO
(Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de
Barcelona), sobre las minorías denominadas rrom o romá (Sáez, 2009; López, 2012) son
un complemento indispensable si se quiere acceder al mapa completo de la realidad de la
inmigración rumana en España. Las trayectorias que se presentan en este apartado
contribuyen a ilustrarlo.

Casos 2.5.B.1. Del encierro a la libertad, una inmigrante rumana sin estudios

No sabe si puede perdonarse por haberse separado de sus hijas en «los años más
bonitos» que le quedaban por vivir cerca de ellas. Esta mujer rumana de 43 años se
consuela pensando que vino a España para mejorar su vida y la de su familia, ofreciendo
a sus hijas la posibilidad de estudiar en la Universidad. La pequeña lo hizo y ahora cursa
su segundo máster en Rumanía, pero la mayor siguió sus pasos y se reunión con ella en
España pocos meses después de su llegada.
D. entró en España de forma ilegal en 2002 y, como muchos otros rumanos en este
momento, lo hizo por medio de una mafia que, por 500 euros, le facilitó el paso de la
frontera. Dos días y dos noches estuvo metida en un coche con otras tres personas, sin
apenas comer ni lavarse, con miedo a que el conductor se durmiese y a ser detenida en
uno de los puntos fronterizos. «No sabías lo que te podía pasar», dice recordando que en
la frontera de Rumanía la engañaron y la policía le pidió más dinero; en Hungría, la
humillaron («te abren toda la maleta, te tiran todo en el suelo como que eres nada»); y en
Francia la interrogaron, pidiéndole el teléfono de la casa donde residiría en España y
exigiéndole que mostrara el dinero que tenía (el viaje incluía esa condición y el conductor
ya les había dado 500 euros a cada uno para mostrarlos en la frontera). Según ella, todo
era una farsa, porque «no te podían hacer nada, porque entrabas como turista, tenías tu
pasaporte en blanco, pero ellos sabían que no eras turista».
Este viaje lo hizo porque tenía un trabajo apalabrado. Su cuñada le había asegurado
que entraría como interna para ocuparse de las labores de la casa de en una familia
madrileña acomodada. Sus primeros momentos en España los describe como
angustiosos, casi claustrofóbicos. El encierro en la casa familiar donde trabajaba, su
desconocimiento del español, su situación de ilegalidad, coartaban totalmente su libertad.
«Yo me sentía como un pájaro enjaulado, como que no podía respirar, con esas ventanas
llenas de rejas…». Esta angustia se hacía más intensa debido al maltrato recibido. En
estas líneas, explica el episodio más desagradable que vivió en este lugar y reflexiona
sobre la discriminación, sobre su origen y sobre la relación de superioridad-inferioridad

148
que propicia el fenómeno de la inmigración.
¿Y te acuerdas de algún episodio que te hayan tratado mal, mal..?
—Sí, me han tratado mal. Por ejemplo, viene mi hija a los tres meses. Sufrían muchos mis hijas, yo por
ellas y ellas por mí. Y a los tres meses viene mi hija tres meses para trabajar y ayudarme con el dinero,
¿no? que al final se quedó porque le pasó una historia fuerte… (luego explica que su hija se quedó
embarazada de un rumano que conoció en Madrid) Y viene un chico que hacía transporte de paquetes
y me dice: «señora, le ha llegado un paquete… » y la vi a mi hija, porque la habían traído a mi hija sin
contármelo, había venido con una persona que conocía, con una familia, y la encontré ahí. Y cuando la
vi, le pedí permiso a mi jefa, que era una tarde que no era mi día de salir, que me dejara salir que ha
llegado mi hija. Que después de tres, cuatro meses de no ver a tus hijos y que ves a tu hijo, me entró
una desesperación, una ansiedad ahí y yo quería… Y no me dejaron, ¡no me dejaron encontrarme con
mi hija! Y mi hija fuera. «¡No, tienes que esperar! Si quieres a las 11 de la noche, cuando terminas». A
las 10 terminaba de recoger la comida, limpiaba los platos y no sé qué. Después de esta hora me
dejaban salir media hora a ver a mi hija. O sea era una cosa, que digo ni en prisión te pueden tratar así,
por favor, por favor, ¡ni en prisión! Mando una carta… porque insistí en lo de los papeles, que me haga
papeles… y al final… cuando empecé a hablar más o menos porque me metía en la habitación por la
noche con la plancha y llorando y con el papel escrito con todas las palabras del día que más o menos
había entendido y leía las palabras, plancha y lloraba, planchaba y lloraba para aprender por lo menos a
hablar. Y los niños malos, malos encima porque yo les decía: «oye Jaime, por favor ¿qué significa tal?
».Y me decía: «si te pones en la portería 10 tiros te digo». ¡Hasta los niños te especulaban (en el sentido
de aprovechaban)! Si te pones en la portería, de portero 10 tiros, yo te enseño esta palabra. Y como se
dieron cuenta de que sabía algo de inglés, me ponía a enseñarles inglés a los niños. Pero nadie me
pagaba eso… Las clases de inglés, como los niños eran pequeñitos y no era un inglés avanzado…
¿Y por qué crees que te trataban así?
—Porque eran malos, porque veían mal a los extranjeros, a los inmigrantes, porque los ven de una clase
que no es de su nivel. Porque encima… son gente que notan tu debilidad, ¿sabes?, saben que tú estás
necesitado, que no sabes mucho sobre este país. Porque yo ahora no haría eso, ¡se lo diría en la cara!
Pero si tú eres así… yo antes era muy entrometida, yo nunca fui así abierta, yo luego aprendía a
abrirme, ¿sabes? a lo mejor ahora hablo demasiado, pero es que nunca respondía, nunca hablaba mal,
yo era muy tonta, muy tímida, no sé…

Mujer de 43 años y nacionalidad rumana. Trabaja más de cuarenta horas semanales en el


servicio doméstico y los fines de semana en una casa de bodas. Llegó a España con 35 años y
destaca el maltrato recibido en la primera casa donde trabajó de interna. Divorciada de su primer
marido, tiene dos hijas y ha rehecho su vida en Madrid con un hombre argentino.

Su experiencia le lleva a explicar el racismo como una cuestión relacionada con la


clase social. «Son gente que tiene dinero y que cree que tiene mucho poder…y puede
hacer con los demás lo que quiera». El inmigrante, en cambio, «depende de ellos» y se
encuentra en una situación de total vulnerabilidad: sin papeles, sin conocer el idioma, sin
su familia y sin sus redes de protección es incapaz de defenderse. En aquella casa no le
daban de comer, pero ¿cómo podía ella negociar las condiciones de su contrato si no
tenía derecho a estar en España? Trató pues por todos los medios de regularizar su
situación, ya que esto sería lo único que le daría alas. En cuanto lo consiguió, abandonó
la casa, aunque apenada porque había cuidado día y noche de dos niños como si fueran
suyos.
Durante las primeras semanas de su «encierro», tuvo la suerte de encontrar un apoyo.
Un día apareció alguien: un argentino que entró en la casa para instalar el gas y que visitó
dos veces la vivienda. La segunda vez le pidió el teléfono y de forma natural se convirtió

149
en su confidente. Ella le dijo que no sabía hablar español, pero él insistió en que la
llamaría todas las noches. Y así lo hizo.
—Sí claro, al poco de llegar y me pidió el teléfono… ¡pero yo no podía hablar por teléfono porque yo no
sabía el idioma! Él me hablaba, yo entendía más o menos, si me hablaba despacio, pero yo no le podía
contestar porque si estoy así contigo y no hablo el idioma, pues muevo las manos, te digo algo, tú me
ayudas, pero si hablas por teléfono no te puedes comunicar. Y yo escuchaba que me decía: «no llores,
deja, que todo el esfuerzo que hacemos es por nuestros hijos, porque van a estar bien nuestros hijos,
que este sacrificio es para ellos…

Esta persona es su pareja a día de hoy. Nada más dejar este primer empleo, vivió con
él en una casa compartida con una familia ecuatoriana, a la que recuerda con mucho
cariño. No se refiere del mismo modo a los rumanos. Cuando trabajaba como interna
alquiló una habitación a una mujer rumana y dice que en su comunidad, aunque hay
gente humilde, «hay una gran parte que te quiere sacar cosas». Piensa que la comunidad
rumana está mal vista en España («los hombres están vistos como que roban y las
mujeres putas, ¿qué quieres que te diga?»). Y según ella, los gitanos rumanos les «dan
muy mala fama». Sin embargo, considera humillante y muy duro lo que hizo Sarkozy, «a
lo mejor muchos de ellos no es que roban, pero mendigan por la calle y esto molesta,
hace mala imagen, no lo sé. Pero ¡es humillante lo que le han hecho!, eh, está muy feo,
aunque sean gitanos, que sean rumanos, que sean lo que sean… ».
Con los españoles se reconcilió con el tiempo. Y sobre todo cuando conoció a la
familia que regenta la casa de bodas donde trabaja actualmente, dirigiendo el servicio de
limpieza. Desde entonces su calidad de vida mejoró considerablemente. Pudo mudarse a
un municipio del área metropolitana oeste de Madrid, porque su jefe le ayudó a acarrear
con los gastos de la mudanza y la fianza, y gracias a las pagas extras que recibe puede
viajar a Rumanía dos veces por año. Una de las sorpresas más agradables de su vida fue
un regalo que le hizo la cocinera de esta casa de bodas: «¡Me regalaron un coche!, de
segunda mano, ¡pero un coche!», dice todavía emocionada.
Hay aspectos del carácter español que no entiende —«son muy fríos»— y
costumbres que le parecen inhumanas, como el hecho de que «la gente mete a sus padres
y sus abuelos en asilos. Cuando escucho la palabra asilo ya se te pone la piel… ¡que tiras
a tu padres, a tu madre en un asilo!, ¿cómo se dice?, residencia, que suena más bonito,
¿sabes? Que es como tirar, tirar a tus padres, lo que te han criado, los que te han dado
todo, los que te han ayudado, los que te han enseñado a vivir, han hecho todo por ti, de
repente cuando él está necesitado tú lo tiras, es como que lo tiras a la basura». A pesar de
la distancia de sus valores respecto de algunas costumbres de la sociedad española, quiere
quedarse, porque es aquí donde ha aprendido más que en toda su vida: «He aprendido
por mí misma cosas que nunca, es que… ¡no hubiese aprendido en Rumanía!». Pero
sobre todo lo que ha conseguido en España es sentirse libre y autónoma: «me puedo
pagar un piso y vivo yo sola con mi hija… y si a la mañana quiero entrar en un bar, ¡me
tomo un café tranquilamente!, ¡no pienso que no tengo dinero!, me tomo un café y un
churro».

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Casos 2.5.B.2. Una inmigrante que consigue hacer valer su cualificación

V. dice que no fue exigente a la hora de elegir marido. Eligió a alguien sin
preparación, distinto a ella —licenciada en filología rusa y francesa y profesora durante
años en Rumanía. Eligió por amor y dice no arrepentirse porque se ha dado cuenta de
que en el mundo «hay personas que han vivido y no han comprobado qué es el amor…
el amor de verdad». Pero las dificultades económicas y familiares le obligaron a llevar una
«vida de emigración». La empresa de metalurgia donde trabajaba su marido cerró en
1993 y con su sueldo de profesora y dos hijos que mantener no les alcanzaba para pagar
los gastos.
Tanto ella como su marido fueron protagonistas de la llamada migración circular (un
tipo de movilidad que incluye la noción de regreso, incluyendo las ventajas para una
nueva migración posterior) con destino a Alemania y a Israel, dos destinos muy comunes
para los rumanos que afrontaban la crisis que provocó en su país la reconversión a la
economía de mercado en los años 90. Primero fue su marido quien emigró a Alemania y
luego a Israel, pero los empleos que desempeñaba eran tan duros que «a veces no podía
ni terminar el contrato». Ella quiso quedarse en Rumanía hasta que sus hijos terminaran
por lo menos el instituto. Además, dijo que ella no se iba si no era con un contrato
cerrado desde Rumanía. Su marido, en uno de sus períodos de trabajo en Israel tuvo un
grave accidente en el camión que les transportaba a la obra donde trabajaban. V. recibió
una llamada que le informaba de que su marido había muerto. Fue un error. Él
sobrevivió, aunque volvió a Rumanía para quedar postrado durante once meses en la
cama. «Tenía clavos por todo el cuerpo», recuerda. Con el dinero de la indemnización, se
compraron un apartamento, pero fueron engañados. Los dueños les pidieron quedarse
en la vivienda mientras compraban otra y, a pesar del acta notarial que firmaron,
perdieron su inversión.
La pérdida de su nueva casa fue la verdadera razón que motivó su salida de Rumanía.
En 1999 consiguió que la contrataran en Israel por hablar ruso para cuidar a una mujer
judía que había estado en Auschwitz y se encontraba postrada en una silla de ruedas. No
tiene buenos recuerdos de aquella experiencia, porque, según ella, aquella mujer pagaba
todas sus frustraciones, todo lo que había sufrido con ella. «Me pegaba con un bastón…
no te digo lo que he sufrido yo allí… he adelgazado 18 kilos en tres meses». Su marido la
siguió y estuvo también dos años en una ciudad cercana a la de ella, trabajando de nuevo
en la construcción. En el año 2002 volvieron ambos a Rumanía y se reunieron con sus
hijos, que ya eran mayores de edad y se habían quedado, por temporadas, bajo la
protección de su tía, hermana de ella. Pero las condiciones en Rumanía no mejoraban.
Trataron de dedicarse a la apicultura, compraron una furgoneta y todos los utensilios
necesarios, pero el negocio no resultó rentable. Decidieron pues probar suerte en
España. En este fragmento, describe las razones familiares que les empujaron a una
nueva emigración.
—Mi marido nada, no encontraba nada… los sueldos muy bajos, mi hijo menor estaba ya en el ejército
porque en Rumanía era obligatorio. Con mi sueldo no…

151
No os daba, claro.
—No llegábamos. Pues mi marido dijo: «antes de acabar el dinero que nos queda, tenemos que hacer
algo». Como aquí tenía unos antiguos alumnos que habíamos ayudado a venir a España. Cuando nos
fuimos a Israel ellos vinieron aquí, pues decidimos contactar con ellos y preguntar cómo podemos
venir aquí documentados.

Mujer rumana de 54 años, con estudios superiores (filología rusa y francesa). Las dificultades
económicas le empujaron a emigrar, primero a Israel y después a España, donde actualmente vive
con su marido y sus dos hijos. Se considera privilegiada porque ha podido encontrar un trabajo
cualificado en una organización sin ánimo de lucro.

Llegaron, como tantos rumanos, sin papeles. Recuerda el miedo a la policía y la


maldad de algunos paisanos con los que compartía vivienda: «Vivía en una casa con una
idiota que siempre nos decía: mañana no os vayáis a trabajar porque va a haber un
control policial en el metro. ¡Una persona tan malvada!». Vivieron durante dos años en
una casa en Mirasierra, que llegaron a compartir con 12 personas más. Dice que esos
años le sirvieron para darse cuenta de «los límites que tenemos por no tener la
información». Sueña con el día en que pueda diseñar un manual para ayudar al
inmigrante en su proceso de normalización. En ese momento, recorrió todas las
asociaciones que tenían un departamento de asesoría jurídica para regulación de
inmigrantes y, en 2004, cuando se abrió el período de normalización para los inmigrantes
empadronados, dice que fue la primera, «¡no me faltaba nada!».
Desde entonces se ofreció como voluntaria en la Cruz Roja de Alcorcón para dar
clases de español a mujeres marroquíes y empezó a formarse a través de cursos en la
propia organización, en el Ayuntamiento; y, en 2006, se matriculó en un curso de
medicación intercultural que dirigía el antropólogo Carlos Giménez y que se impartía en
la Universidad Autónoma de Madrid. De su experiencia en Cruz Roja extrae uno de sus
mejores recuerdos:
¿Y un episodio agradable que hayas vivido con españoles?
—El episodio agradable que he vivido con españoles además de los eventos que he participado, te digo
uno que me ha encantado. Estuvimos en una… cena con los chicos de la Cruz Roja y cuando
estábamos ahí, nosotros, invitados porque creo que había… después de una actividad del… de
recaudación de fondos, no sé qué… vinieron los que estaban, eh… de guardia, entraron y llamaron por
una emergencia… Y entonces todo el mundo se levantó y empezó a aplaudir. Que se iban los chicos a
intervenir.
Anda…
—Es que ahora se me hace la piel de…

Gracias a la formación adquirida trabajó un año en el Ayuntamiento de Alcorcón


como mediadora intercultural y después fue contratada por FEDROM (Federación de
Asociaciones Rumanas), lo que considera el auge de su carrera profesional. Sin embargo,
cuando creía haber llegado donde quería estar, se topó con el trato discriminatorio.
Algunas de sus compañeras españolas boicoteaban su trabajo, sus iniciativas y restringían
su participación en determinadas actividades. En este fragmento explica algunas de las
experiencias vividas.
¿Y allí (en el Ayuntamiento de Alcorcón) no te sentiste nunca discriminada?

152
—No, no, y trabajaba solo con españoles. El problema yo creo… porque después me he preguntado:
«¿por qué no aprovechan de mí como recurso?, ¿por qué cuando vienen mujeres de otras
nacionalidades se retiran ahí, se retiraban ahí y ni me preguntaban las vivencias de la mujer rumana?»
Como es española, venían de Ecuador, de Perú, de no sé qué, de no sé qué, han hecho una
intervención del Consejo de Igualdad, Espacio Confluencias, y ¡ni me llamaron para preguntarme!
Sí, te has sentido apartada.
—¡Es que es la Federación de Rumanos!

Estas circunstancias han empeorado desde el inicio de la crisis económica. La ONG


donde trabaja cuenta con menores fondos y ha reducido la jornada y el sueldo a todos
sus trabajadores. El trato que le profesan sus compañeras españolas también ha
empeorado, según ella, debido al mayor miedo a perder el empleo. No obstante, V. trata
de entender la situación y dice que «son cosas circunstanciales, hay que valorar también
las etapas y yo creo que esto es característico a cualquier ser humano. Cuando tú tienes
tu seguridad, no… no golpeas a los demás porque no te interesa. Cuando tú estás en
peligro el, ¿cómo se llama?, el instinto de conservación te hace comportarte a veces de
forma sorprendente…».
A pesar del sufrimiento que le han acarreado las relaciones laborales, valora el
carácter español, y en esto coincide con la opinión del sociólogo polaco, «me encanta el
hecho de no buscar mucho en las cosas, el hecho a la primera vista tan sencillo de
tomarse la vida… de no buscar el lado más negativo…». Pero cuando se le pregunta
sobre su identidad dice sentirse rumana integrada en la sociedad española. «Una rumana
que… adora las costumbres españolas, pero que sigue viviendo como una rumana».

Casos 2.5.C. Comunidad rom: gitanos e inmigrantes en España

La primera encuesta que aborda la discriminación y la victimización de las minorías


étnicas en el conjunto de los países europeos (EU-MIDIS) señala a la comunidad rom
como la más afectada por la discriminación15. Le siguen los colectivos subsahariano y
norteafricano, dos grupos que se distinguen también por sus rasgos físicos y su color de
piel. A través de una muestra de 23.500 personas con un origen étnico distinto al
mayoritario, este análisis comparativo desarrollado en 2009, pero con una última
explotación de datos realizada en 2011, destaca que los gitanos son los más
discriminados en el ámbito laboral (el 38 por 100 de los entrevistados había
experimentado un trato discriminatorio cuando buscaba un empleo, frente al 22 por 100
de los norteafricanos y el 20 de los subsaharianos); los que son detenidos con mayor
frecuencia por la policía (323 arrestos fueron registrados por cada 100 gitanos
entrevistados, lo cual significa tres controles por cada entrevistado en los últimos 12
meses) y quienes menos denuncia el trato discriminatorio (en un 79 por 100, detrás de
los ciudadanos de Europa Central y del Este, 88 por 100). La razón fundamental por la
que declaran no haber tramitado una denuncia es que «no pasaría nada».
Asimismo, en España varios investigadores señalan a este grupo como el más
estigmatizado (López, 2012; Sáez, 2008). El presidente de la Fundación Secretariado

153
Gitano (entidad dedicada a la lucha por la igualdad de oportunidades de los gitanos)
trabaja en un proyecto internacional sobre las condiciones de vida de los gitanos en
Rumanía y Bulgaria y señala que en estos países «los gitanos son despreciados, tratados
como ciudadanos de tercera o cuarta clase». En las entrevistas desarrolladas a rumanos se
advierte una y otra vez el rechazo a esta minoría: «Yo soy rumano y los gitanos nos
ponen la cara de vergüenza», dice un joven de 22 años llegado hace cinco años de
Rumanía en un taller mecánico. «Es que… no hay manera de educarlos, y ellos son así. Y
cuando alguien le pregunta ellos se presentan como rumanos… y no debe ser así», dice
otro joven rumano, casado con una española y en paro, explicando que la presencia de
los gitanos perjudica la imagen de los rumanos en España.
El presidente de Secretariado Gitano también transmitió el malestar de muchos
gitanos españoles que se quejaban del modo en que el denominado pueblo rom
rememoraba el pasado de una comunidad que se considera hoy «avanzada y dispuesta a
capacitarse, a trabajar como cualquier español». Un joven español y gitano de 21 años
ofrece su opinión al respecto en este fragmento:
—Pues… yo es que les veo un poco… que es… que dicen que son gitanos, pero que… no sé, ¡los veo tan
distintos a nosotros! (…) todavía no conozco a ninguno que vive en un piso o que tenga un estudio o
que tenga un trabajo… yo todavía no lo conozco. O sea vienen aquí, se hacen chabolas, se ponen en
los semáforos a limpiar, a pedir y, no lo sé (…)
Y tú crees que la llegada de estos gitanos búlgaros, rumanos…, ¿deteriora un poco la imagen de los gitanos
españoles?
—Sí, creo que sí, yo creo que un poco.
¿Afecta un poco?
—Yo creo que sí que un poco, que… que los vean ahí y dicen: «mira, todavía están ahí los gitanos, todavía
viven en chabolas o sin estudios… ».Yo creo que sí que afectan un poco. Para mi punto de vista sí que
afectan un poco…

Varón gitano de 21 años. Vive con sus abuelos, quienes siempre se han dedicado a la venta
ambulante. Dice estar capacitándose para la inserción laboral en la Fundación Secretariado
Gitano, donde ha desarrollado un curso de azafato de congresos y trata prepararse para obtener el
graduado escolar. Su experiencia más positiva a nivel laboral fue como vendedor en Hipercor,
donde trabajó durante dos años.

El discurso más bien contrario de este joven contrasta con las palabras de solidaridad
de esta mujer gitana de 36 años, lo cual podría demostrar la actitud ambivalente de la
comunidad gitana española hacia los gitanos extranjeros. Por un lado su presencia podría
provocarles un rechazo, porque les recordarían su origen y todo lo que han superado
(con lo que el objetivo sería distinguirse de ellos). Y por otro lado, su posición les
permitiría empatizar con ellos y, por tanto, les llevaría a ser más solidarios, como se
deduce de este relato.
—A nivel de gitanos rumanos me toca mucho. Me toca mucho, porque siento que son gitanos también,
entonces ahí es que me toca (risa). Mira yo nunca en mi vida he tenido una discusión o alzar la voz con
nadie, exceptuando (risa), exceptuando hace unos años con unos vecinos míos porque pues…eh… yo
vivo cerca de un sitio que bueno que hay un campo de fútbol…
¿Qué sitio está?
—El barrio es el de Los Cármenes, en Carabanchel. Pues ahí. Pues este… un campo de fútbol al lado, que

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es el campo de fútbol de Carabanchel, el de Los Cármenes, que no es un campo de fútbol, es como
una cancha, está de tierra. Pues hace un par de años acamparon allí unas personas rumanas, unas
familias rumanas. Era verano, puro julio y agosto. Eh… ¿Qué pasaba? Bueno pues nada, que pululaban
por el barrio y todo esto. Eh… En la medida de las posibilidades que tuvimos mi familia y yo de… de
hablarles, de estar con ellos, um… les dimos mantas para que no durmieran en el suelo, les dimos unas
cacerolas para que cocinaran en un tal… Cuando podíamos les dábamos comida… Ninguna otra
relación porque no les entendíamos nada…

Mujer autóctona, gitana y de 36 años. Desde muy joven ha colaborado en asociaciones que
impulsan la alfabetización y la formación de los gitanos y hoy trabaja en el departamento de
comunicación de la Fundación Secretariado Gitano. También es la impulsora de una empresa de
catering y organización de eventos que emplea a personas gitanas. Es soltera y vive con su
hermano.

Tras estas pinceladas sobre los discursos que se construyen alrededor de la


comunidad rom en España, se presenta un perfil de un joven gitano de nacionalidad
rumana. Una historia única, como todas las presentadas aquí, que ayuda a conocer un
poco más a la inmigración más olvidada y relegada en Europa.

Casos 2.5.C.1. Un gitano en un contexto adverso

—Bueno, soy en primer lugar una persona seria, aunque siempre tengo la sonrisa en la cara. No importa si
me va bien o mal el día. Soy una persona seria, trabajadora y con ganas de salir adelante; y salir un poco
de la situación esta actual que la tengo, la verdad, como toda la gente. Paso una mala temporada y eh…
nada. Me gusta el deporte. Juego al fútbol. Me gusta ver el fútbol. A veces salgo, por las tardes. Salgo a
correr. Me gusta la guitarra, me gusta cantar, aunque tengo una voz… que no vale de nada… Pero me
gustan las baladas…

Varón de 32 años, gitano y de nacionalidad rumana. Pertenece a una familia de nueve


hermanos que muy pronto quedaron huérfanos de padre. Llegó a España con la idea de conocer
nuevos mundos y de dedicarse a su gran pasión, la cocina. Ha trabajado en la hostelería y en la
construcción. Ahora se encuentra desempleado desde hace más de un año y desarrolla un curso
de cocina en la Fundación Secretariado Gitano.

Esta sencilla presentación rompe con algunos de los estereotipos más comunes
asociados a la población rom. Este joven, de piel morena y rasgos agitanados suaves,
habla de su seriedad y su optimismo, de sus ganas de salir adelante, de trabajar, de su
gusto por el deporte y la música. Aspectos todos ellos relacionados con la normalidad,
con las ganas de adaptarse y, como dice, «de salir adelante». Imágenes por tanto lejanas a
la marginalidad, la delincuencia y la exclusión. Una realidad que afecta a una parte de los
gitanos rumanos asentados en España, pero que tiende a predominar en el discurso que
se construye sobre ellos, funcionando como «excusa» de las actitudes racistas y
discriminatorias.
Hoy se encuentra en una situación difícil. Lleva desempleado varios meses y aunque
todos los días sale a repartir currículos («me despierto por la mañana y me recorro todos
los lugares») de momento solo ha recibido negativas. Está dispuesto a seguir luchando,
pero se enfada y se pone nervioso cuando habla del maltrato de los demás, de la
discriminación. Algo que, por ejemplo, le pasó en las oficinas de recursos humanos de

155
unos grandes almacenes. Entregó su currículum en este lugar y al salir y despedirse vio
cómo la administrativa que le había atendido lo apartó y no lo registró en el ordenador,
como había hecho con todos los demás.
—Me voy a las oficinas de El Corte Inglés en Herrera Oria ahí y había dos chicos jóvenes… de entre 24
años… Yo de lo que he oído que acababan de acabar no sé qué estudios muy importantes. Y entregan
cada uno su currículum a esta señora, coge su currículum y apuntando, no sé qué ficha le estaban
haciendo. Yo he visto, me he enterado de lo que estaba pasando… Y les estaba haciendo una ficha en
el ordenador para tenerlos dentro del ordenador para cuando salga un trabajo. Ya pulsa: pues aquí
tenemos los hosteleros, los conductores… «Pero tú señorita aquí no has puesto ni la fecha de
nacimiento ni el número de teléfono». «Ah, vale, perdón». Atendiendo ahí, al chico también. Pero, te lo
juro, me ha venido ahí el turno, le doy mi currículum, está mirando.. Bueno, no sé cómo me dijo:
«Buena estructura, no sé qué… ». «Eh… vale, si hay algo…». (…) «Ah, eh… si sale algo ya te
llamaremos nosotros» (y hace el gesto de echar la hoja para atrás con desprecio) (…) Y esto a mí
sinceramente me ha parecido una discriminación, me ha visto, no sé… ¿Qué? ¡Me has visto extranjero!
Y con el currículum mejor que los chicos anteriores y no sé, ¿qué pasa?
Y claro, es que ella decide, ¿no? ¿o qué?
—¿Tú decides mi futuro o qué? Si tú tienes que ponerme en el ordenador, otro turno, otra chica que viene,
por si sale un trabajo o algo. Y además que tenía también para hostelero, porque he hecho otro curso
de hostelero… Pero esto en mi país, que tienen que mandarme los papeles de allá. Y nada, muchas
veces me ha pasado. A lo mejor son pequeñas y muchas veces no les damos importancia, pero ellas
existen de verdad y cuando te toca una, una coincidencia de estas, de, de, de que se haga una diferencia
de…
Un trato…
—La diferencia esta de… ¿Cómo se…? Joder…
¿De discriminación?
—La discriminación sí que agobia, bueno, a lo mejor todo el mundo no, pero te agobia mucho, te agobia.

Desde que llegó a España, en marzo de 2004, ha conocido varios empleos «en la
construcción, cuatro años en jardinería, floristería, en los pirineos cortando árboles,
estuve trabajando también con perros, en una tienda de animales…». Vino solo, no
conocía a nadie, pero en la estación de Méndez Álvaro una rumana le aconsejó ir a
Coslada, uno de los puntos neurálgicos donde confluyen las redes de apoyo de los
rumanos asentados en Madrid (Sandu, 2009). En la plaza, dice, «hablando con uno y con
otro», pudo encontrar, primero una habitación y después un trabajo. Se hizo un buen
amigo y con él siguió buscando opciones. Enganchó un empleo temporal tras otro, hasta
que pudo regularizar su situación («me ha costado tres días y tres noches de estar en la
calle durmiendo ahí enfrente de la comisaría de sol»).
Hoy se arrepiente de no haber ahorrado, como han hecho otros paisanos que hoy
tienen una casa en Rumanía gracias a lo que ganaron en España. «Yo no, yo me he
gastado el dinero en viajar… ¡me ha gustado viajar! ¡ver…! No sé…», dice explicando
que la crisis le sorprendió de improvisto. Reconoce algo apenado que si no es este año,
se irá de España el año que viene, porque no ve posibilidades. Además, ha notado y
escucha que hoy «hay muchos que echan a los extranjeros y prefieren contratar a su
gente». A día de hoy se encuentra pues en una situación vulnerable. Intenta aprovechar
las oportunidades que se le ofrecen (ha hecho un curso de inglés y ahora asiste a uno de
cocina en la Fundación Secretariado Gitano), pero dice que ya «no vive para comer, sino

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que come para sobrevivir».
Lo peor que le ha pasado en España es que uno de sus jefes en una obra no le pagara
cuatro meses que había trabajado. Todos los días le decía: «¡Mira que tenemos cheques
que no sé qué, que no he cobrado del otro! ¡Mira, te voy a ingresar los cheques y que no
sé qué!», hasta que al final no pudo más y lo dejó sin reclamar el dinero. De los españoles
lo que menos le gusta es su hipocresía: «todos te sonríen en la cara, te hablan muy finito,
y luego por la espalda la mayoría de los españoles es malo lo que hacen». Aunque
reconoce, en otro momento de la entrevista, que en Rumanía los gitanos también están
hartos de la discriminación que padecen todos los días: «¡pero en la cara, en la cara! No
es como aquí. A lo mejor aquí te dicen por la espalda, pero en Rumanía así… así…». Se
siente primero gitano y después rumano, pero sinceramente no está de acuerdo con las
leyes gitanas y no entiende por qué las mujeres no pueden elegir con quién casarse. «¿Por
qué no pueden tener un novio?; ¿por qué tu felicidad tiene que depender de tu familia?».
Por ello, piensa que lo que les falta a los gitanos rumanos son «más estudios y viajar un
poco…».
Hasta que decida cuál será su destino —encontrar un trabajo en España, irse a
Rumanía o probar suerte en Inglaterra— está formándose en lo que es su pasión, la
cocina. Por las mañanas asiste a un curso de cocina en la Fundación Secretariado Gitano
y por las tardes colabora como voluntario en Cáritas.
—Los lunes por ejemplo me despierto a las 7:00 de la mañana. De lunes a viernes las 7:00 de la mañana,
no puedo levantarme ni más temprano ni más tarde. Me doy una ducha, me afeito, desayuno y me
vengo al curso. Después del curso… bueno, hay una Iglesia en San Diego ahí donde vivo yo, cerca de
mí, a través del cura, eh… me han dado un trabajo, pero… es un trabajo de voluntarios, yo me he
ofrecido y es para Caritas, es trabajo de Cáritas. Estoy ayudando ahí a repartir los alimentos, a veces
cocino para ellos, les doy consejos, eh…

En estos dos lugares encuentra consuelo y apoyo y dice que, aunque es ortodoxo,
«Dios hay para todos el mismo, lo que pasa que en cada país hay diferente nombre de
decirlo». Su relato, y el de los casos de inmigrantes marroquíes y negroafricanos
presentados, muestran que estas dos comunidades son las más vulnerables y las que más
están sufriendo las consecuencias de la crisis económica. En este hecho influye
claramente la discriminación por razones étnicas, la cual se agudiza en un contexto de
competencia y escasez de recursos.

157
2.6. LATINOAMÉRICA LADINA: ARGENTINOS Y CHILENOS EN UNA ESPAÑA EN CRISIS

Basta un amago de búsqueda en el ciberespacio, en 2013 y antes, con las expresiones


inmigrantes chilenos o inmigrantes argentinos en España para que aparezcan enlaces a noticias
de prensa o páginas web acerca del deseo de retorno; o la exigencia de ayuda a los
gobiernos implicados para materializarlo, debido a las circunstancias de crisis de los
últimos años.
En el proyecto MEXEES II se han seguido reuniendo testimonios de argentinos y
chilenos, que se presentan en este nuevo libro. Las razones para distinguir dos grandes
grupos de latinoamericanos según su apariencia física y su mayor o menor aceptación,
tanto por la población española autóctona como por otros latinoamericanos, ya se
expusieron en una publicación precedente (Cea y Valles, 2010). Los casos de
latinoamericanos indígenas se han presentado en un epígrafe anterior. Aquí abreviamos
las biografías de siete nuevos casos (cuatro argentinos y tres chilenos) que forman parte
de los llamados latinoamericanos ladinos, a los que denomináramos latinoamericanos
bienvistos en la publicación referida. Ambas adjetivaciones han sido fundamentadas en
dicha referencia bibliográfica y se han retomado en parte al informar de ecuatorianos y
peruanos.

¿De la argentinofilia a la argentinofobia?

La elección (en el proyecto MEXEES I) de la corriente inmigratoria argentina en


España y su seguimiento (en el MEXEES II), se adecua a nuestros propósitos de
investigación. Además de seguir ahondando en la memoria migratoria de los españoles,
permite rastrear la evolución del prejuicio racial o étnico-nacional. Respecto a los argentinos,
concluíamos en nuestra publicación anterior (Cea D’Ancona y Valles, 2010c), estamos
ante un prejuicio más bien favorable. Pero que, como nos han demostrado los
historiadores sociales (Moya, 1998, 2004), puede fluctuar. En el contexto de crisis actual
en Europa y en España se ha tenido ocasión para observar nuevamente el carácter cíclico
o dual de la hispanofobia e hispanofilia a la que Moya se refiere; o también de lo que para
nosotros pueda ser el vaivén de argentinofilia y argentinofobia, o su concurrencia. Los
materiales cualitativos levantados en los estudios referidos conviene complementarlos
con la evolución de la actualidad mediática. En 2012, concretamente, y a raíz de la
difusión mediática de varias medidas muy controvertidas, por parte del Gobierno
argentino de Cristina Kichner, contra empresas españolas (expropiación de REPSOL,
etc.) la imagen de lo argentino en la retina de la opinión pública española sufrió un
considerable deterioro. La importancia de la prensa diaria, e incluso el cine, las fuentes
orales o la observación, además de otros documentos y estadísticas, se ha sugerido para
el caso argentino por Schmidt (2010). Otros autores destacan la constante de la
condición de inmigrantes, a pesar de la mejor acogida o imagen de los argentinos en

158
España (Actis y Esteban, 2008). Y no faltan materiales difundidos en la red que expresan
desengaño o resentimiento hacia esta corriente inmigratoria16.
Según la estadística de extranjeros con permiso de residencia, los argentinos en
España todavía se encontraban entre las diez nacionalidades más numerosas en 1990 (5.º
lugar, 4,3 por 100 de 360.655 extranjeros), 1996 (7.º lugar, 3,4 por 100 de 538.984) y
2006 (9.º lugar, 2,9 por 100 de 3.021.808). En 1990 era la única nacionalidad
latinoamericana entre los diez países con mayor presencia en España. En 1996 aparece
seguida de Perú y R. Dominicana. En 2000 ambos países siguen en la parte baja de la
tabla de ese top ten, precedidos de Ecuador, pero Argentina no figura. En 2006 esta
reaparece, con el peso indicado, pero ocupa la parte baja junto con Perú y Alemania,
mientras Ecuador y Colombia figuran la segunda y tercera posición, respectivamente. A
partir de 2008 y en los años siguientes Argentina desaparece de este ranquin, su
importancia numérica relativa ha bajado aunque en números absolutos haya crecido o se
haya mantenido. A este respecto, como ya advirtiese Sarrible (2000a, 2000b) en sus
trabajos sobre los profesionales argentinos llegados a España antes del boom inmigratorio,
en el caso de los argentinos se produce un fenómeno de invisibilización a través de la
consecución de la nacionalidad española. A estas limitaciones de las estadísticas
disponibles cabe añadir el riesgo de simplificación que en ocasiones se alienta, como
señalaran otros autores también (Portes, 1997; Portes y Rumbaut, 2001), cuando se
asocian determinantes de extrema penuria económica con los movimientos migratorios
internacionales. Todo lo cual ayuda a contextualizar algunos de los casos aquí reunidos.

Casos 2.6.A. Testimonios de la comunidad argentina en España, desde diversas generaciones y


posiciones sociales

En el estudio cualitativo del proyecto MEXEES II se han obtenido cuatro nuevas


entrevistas a personas argentinas, de distintas edades en el momento de entrevistarles
(63, 45, 34 y 21 años), llegadas a España en fechas diversas (1979, 2005, 2001 y 2003).
Sus profesiones u ocupaciones (médico, ingeniera, camarero y estudiante de sonido) nos
dan una primera idea de la heterogeneidad en cuanto a sus posiciones sociales. Al igual
que en el proyecto MEXEES I se trata de una muestra cualitativa, sin pretensiones de
representación estadística. En cambio, se busca una representación tipológica y de carácter
estratégico para los propósitos de la investigación de la que este estudio cualitativo forma
parte.
Cada uno de los cuatro casos que a continuación se presentan añade un valioso
complemento a lo aprendido con los testimonios reunidos y expuestos anteriormente
(Cea y Valles, 2010). La huella de la crisis aparece en sus vivencias y observaciones, y a
través de sus relatos se llega a conocer (de manera indirecta) otros casos. Seguimos
interesados en la pluralidad de enfoques que tienen las relaciones entre inmigrantes y
autóctonos, pues unos y otros son a su vez diversos. Ya se ha avanzado que estos y otros
materiales nos llevan a afirmar que el saldo entre filias y fobias, cuando los inmigrantes

159
son argentinos, ha ido evolucionando bajo circunstancias de crisis. Aunque este sea el
foco principal, nuestro interés sigue abarcando también las formas de xenofobia que los
autóctonos despliegan en su vida cotidiana, y de las que estos mismos argentinos son
observadores extraordinarios. Caso a caso analizamos brevemente sus razones para
emigrar, sus primeros momentos en la España a la que llegaron y su balance migratorio
correspondiente.

Casos 2.6.A.1. Médico argentino casado con española en segundas nupcias: en España
desde los 70, hoy próximo a la jubilación

A dos años de la edad oficial de jubilación y a siete de la edad a la que se jubilan


jueces y profesores universitarios, este cirujano argentino ha ejercido en la sanidad
pública española los últimos treinta. Aquí tuvo a la mayor parte de sus hijos; seis de su
primer matrimonio con una mujer argentina, de la que se divorció para casarse con una
española, también divorciada y con dos hijas. Llega marcado por la muerte de su
hermano en la Argentina de los años 70, en un atentado ocurrido durante el régimen de
Videla («un hermano mío murió en un atentado terrorista y eso me sacudió de una
manera tan brutal que, o me dedicaba yo también a eliminar terroristas o me iba;
entonces fue cuando decidí venirme a España»). Se muestra intolerante con el
comunismo latinoamericano, situándose a la derecha en el espectro político español. En
la entrevista derrocha espontaneidad, sin importarle la corrección política. Su discurso,
radical y racista en algunos momentos, contrasta con un fondo de bondad y un perfil
biográfico muy desplegado en el que sobresale un altruismo profesional sin fronteras. Se
autodefine como un inmigrante necesario, al llegar en plena transición española, cuando
se precisaba de profesionales cualificados en distintos campos, entre ellos el de la
medicina.
Aunque ya sexagenario, le gustaría poder seguir trabajando hasta los 70 años. Está
implicado en varios proyectos de atención médica en diversos países africanos. Disfruta
de su actividad diaria en el hospital, pero le gusta más aún la cirugía de urgencias.
Reconoce que en su profesión cada vez es más difícil estar actualizado, sobre todo por
los avances tecnológicos, pero intenta mantenerse. Habla de la cirugía con robots, la que
se hace sin mirar al paciente pero que «se ve mejor que viendo» (gracias a las cámaras de
televisión que se introducen en los órganos y permiten ver por detrás y diagnosticar
como antes no se podía). Menciona aficiones musicales y deportivas, pero son los
proyectos de medicina en África en los que recala una y otra vez, promovidos por las
ONG, congregaciones religiosas como la de los Salesianos o personas particulares («un
Hospital Materno Infantil en África es fundamental para cortar la cadena del sida»). En
mente «continuar con lo que he hecho hasta ahora». Confiesa que empezó a estudiar
medicina muy influido por un gran médico que creó un hospital que hoy es un centro de
investigación de enfermedades tropicales en el río Congo.
De manera espontanea confiesa sentirse hoy español, haberse «transformado en un

160
español» (porque «no dejo pasar una, critico, me enfado, opino… ¿sabes? »). A demanda
nuestra expone las razones que le llevaron a emigrar. La primera y principal, ya avanzada,
poner tierra de por medio para evitar entrar en la deriva de venganza tras el asesinato de
su hermano. Sus contactos (argentinos) en el Hospital de la Paz en Madrid le supusieron
un contrato de tres años. Además, su mujer había estado un año trabajando en España,
le gustó e insistió mucho en venirse, dada la situación en Argentina. Él, por su parte,
sigue aún hoy dudando si fue un acto de cobardía o sencillamente hacer el movimiento
complementario al que hiciese su abuelo, emigrante europeo (inglés) pionero en la
industria argentina («¡Si él vino, yo me puedo ir! »). Recuerda que llegó él solo primero,
cuatro meses antes de que viniera su mujer con los dos hijos que tenían entonces.
Apenas sintió el cambio. Le recibieron muy bien en el hospital, donde aprendió otra
forma de trabajar («creo que bastante mejor que la que teníamos en Buenos Aires (…) el
servicio de urgencia pediátrica era muy bueno; de hecho muchos amigos míos de
Argentina habían estado allí y eran los que me entusiasmaban con el tema; y entonces
pues no sufrí nada, estaba con familia, tenía conocidos»).
Añade otra razón de su fácil adaptación. La atribuye a la pluralidad de nacionalidades
existente en su familia de origen («mi familia eran las Naciones Unidas, de pequeñito,
con 5 años, hablaba en inglés, en alemán, en italiano, en francés y en argentino; porque
tenía familia de todas las nacionalidades, entonces te adaptas y nada te parece muy
extraño»). No tenía ningún pariente español, pero al tener tantos parientes de distintos
países se ha solido sentir bien «en todos lados». Y la aventura española no le creó
ninguna ansiedad, ningún temor. Reconoce que tampoco venía de un sitito tan diferente.
Tuvo, además, a su favor la buena imagen de Argentina en España, y más en concreto en
el mismo nicho profesional donde recaló («tuve la suerte de haber sido precedido por
gente fenomenal, no por argentino, por cirujanos infantiles; el jefe del servicio de cirugía
era un enamorado de Argentina y de los argentinos»). Nunca ha sufrido discriminación.
Sobre su autoimagen se muestra rotundo («No entro dentro de la denominación
despectiva de sudaca»).
Asimila los inmigrantes que conoce con los que «no llaman la atención», o no se les
nota que son extranjeros. Trata de distinguirse de la inmigración económica actual; y una
distinción evidente es que él no tiene rasgos étnicos distintos a los españoles. Su balance
de la experiencia en España es «muy bueno», a pesar de la nostalgia de haber crecido en
Argentina y tener a su familia de origen allí. En cuanto a lo laboral afirma que se han
cumplido sus expectativas «absolutamente», haber trabajado mucho; y que en Argentina
no hubiera sido igual («es un país económicamente mucho peor y tendría que haber
trabajado el triple para tener la mitad… además es una sociedad de pícaros»).
Al hablar en general sobre España y la inmigración, en el momento actual y con
vistas al futuro, surge un discurso en el que se condensa su visión crítica al respecto. Se
culpa a los políticos (en especial a los de izquierdas) por haber aceptado a todo tipo de
extranjero y no haber previsto la crisis o no saber gestionarla (que «¡vengan los del
Sáhara!, ¡vengan los árabes!, ¡vengan los negros!, ¡vengan los sudacas!, ¡vengan los no sé

161
quién!; y aquí estamos ahora que no tienen qué comer, nada donde trabajar. ¡No tienen
nada que hacer! (…) Hay una crisis brutal»). No ha pensado en retornar, dada su
situación de arraigo prolongado y exitoso; aunque señala que podría irse a cualquier lado
una vez jubilado (la «cordillera argentina», «Escocia», «un pueblito en Noruega»; todo
«menos Rusia y China»).

Casos 2.6.A.2. Ingeniera argentina con ascendencia española, ha visto cumplido el sueño
de vivir en una capital europea y no le ha afectado aún la crisis

Cinco de sus 44 años los ha pasado en España, a cuya capital llegó en 2005, con su
marido y un hijo. Aquí ha sido madre por segunda vez. Procedente de una zona rural
argentina, cambió varias veces de residencia en su tierra natal, para estudiar la misma
carrera que su padre (ingeniería hidráulica) y luego al tener que adaptarse a circunstancias
económicas precarias. Se define como una persona «desarraigada», de mente abierta y sin
temor a los cambios. Dice haberse cumplido sus expectativas laborales y el sueño de
vivir en una capital europea. Estuvo antes cuatro años en Italia, en una zona rural («no
hemos venido a Italia porque nos gustara el país en sí, sino porque pensábamos sacar
papeles, mi marido podía sacar la ciudadanía italiana»). Les mueve también la idea de
poder ofrecer a sus hijos la posibilidad de educarse en Europa. Ante la mayor dificultad
de asentarse en Roma, por el precio de la vivienda, optan por Madrid («era un buen
referente para mí porque mi familia es española y, bueno, a parte por el idioma»).
En su horizonte vital ya no están solo sus sueños, sino que piensa en lo que pueda
convenirles a sus hijos. Reconoce que «acá los sueños son más largos» (tener una casa;
«allí con lo que tengo voy y me da para…»). Pero no quiere arrastrar a sus hijos, prefiere
esperar a que se definan sus caminos e ir poco a poco. Su reflexión sobre el sentimiento
identitario aporta varios elementos para seguir trazando el perfil de este caso. No se
siente española porque cree que sería renegar de sus orígenes, renunciar a sus recuerdos.
Lo que no significa que no aprecie a los españoles, que no quiera conocerlos o
integrarse. Considera que el que se va de su país es porque quiere y no porque se le eche.
Pone el ejemplo de los argentinos que critican mucho la Argentina y que al criticar
intentan parecerse a los españoles; también un caso más cercano y opuesto al suyo: «mi
abuela era española y nunca más volvió a España; ella al revés, mi abuela decía que no
quería a los españoles, quería ser argentina, y yo decía pero qué cosa más ridícula». Ahora
nuestra entrevistada considera haber hecho el camino de vuelta de su abuela y no por
ello tener que cambiar su identidad nacional («porque yo puedo aportar lo mío, no tengo
por qué anular y decir ahora soy española; yo no tengo ahora que ser flamenca, puedo
seguir hablando del tango»).
Además de lo avanzado ya sobre su decisión de emigrar, primero a Italia y luego a
España, añade otras razones a lo largo de la entrevista. Su marido tenía trabajo, pero no
era tan bueno como el de ella («no había posibilidad tampoco de un buen trabajo porque
en Italia no son buenas las condiciones para extranjeros, no hace falta hacer una ley de

162
extranjería porque te echan con las condiciones tan malas de trabajo»). Querían vivir en
una ciudad y en Italia solo lograron asentarse en una zona rural. Insistió a su marido para
que buscase en Madrid trabajo y alojamiento antes de desplazarse ella con su hija de
cuatro años («fue mi segundo desarraigo; o sea, dejar los amigos de Italia para venir aquí,
desarmar otra vez otra casa»). La opción de Madrid y España está muy pensada y
argumentada en el testimonio levantado. Conocían otras muchas ciudades europeas de
hacer turismo sobre todo («Madrid quizá no es la ciudad más bonita europea,
obviamente, pero sí la veo más organizada; no sé, una ciudad limpia, con el tema de
residuos organizada, o sea porque yo he visto otras capitales donde es un asco coger el
metro»). Habla de Londres, París y otras ciudades, pero se menciona la humedad o la
lluvia excesivas para descartar vivir en ellas. Madrid tenía mejor clima, mucha vida
cultural y una gastronomía similar. También la gente: «me caía bien ya de antes porque
Buenos Aires, donde vivo yo, son italianos o españoles; es muy raro encontrar un
apellido indígena (…) para mí era gente conocida, no tuve que hacer un salto muy
grande para venir aquí». Posteriormente añadirá que en España, a diferencia de Italia, sí
tiene posibilidad de homologar su título de ingeniera.
En sus primeros momentos en Madrid, pasa (fugazmente) por la fase de los pisos
patera, el alquiler de una habitación en un piso con otras dos familias. La patrona era una
ecuatoriana emigrada con su marido, que habían dejado a los hijos en el país, y trabajaba
en el servicio doméstico («eso sí me hizo ver muy de cerca la realidad de otros
sudamericanos aquí»). En cambio, los argentinos que conoce en España cree que están
bien, que han ido de menos a más, que la mayoría son profesionales y que son bien
vistos al menos en Madrid y Galicia («porque hay una conexión cultural muy grande (…)
porque hay mucha inmigración gallega en Argentina y hay mucha gente que ha vuelto»).
Otra cuestión es la situación económica, personal o familiar, en cada momento
(«ninguno se ha hecho millonario y ninguno está…mal (…) mi marido en este momento
está en paro así como las personas que yo conozco algunos están en paro en algún
momento»). En cualquier caso, cree que al inmigrante «hay que dividirlo en clases
sociales», no tanto en nacionalidades. No obstante, acaba refiriéndose a la diferencia que
hay entre los argentinos (más acomodados e instruidos) y los peruanos o ecuatorianos
emigrados a España (sin apenas formación y con una situación socioeconómica peor en
sus países de origen, que les hace aguantar aquí). Este segundo grupo tendría «una
educación bastante sometida, o sea bastante como de pedir permiso»; mientras «el
argentino es muy soberbio y en cualquier parte tenemos mucha labia».
Al hacer balance de la experiencia en España, la buena valoración general se refuerza
señalando que apenas se tienen razones para volver a Argentina («si tuviera que irme a
Argentina de vuelta sería pura y exclusivamente por amigos; pero y tampoco, por familia
porque ya te digo mis padres están muy grandes así que igual me voy allá para verlos dos
o tres años»). En España se ha sentido «siempre como si fuera de aquí», a diferencia de
en Italia. Volvería a emigrar, pero más joven. La situación inmigratoria de España y el
resto de Europa en los próximos años la ve mal, subrayando una reflexión crítica: «¿para

163
qué nos metieron la globalización en la cabeza si ahora son todos nacionalistas?» (se
refiere a la menor apertura de fronteras en Francia o Alemania). Se atribuye a la mala
coyuntura económica. La palabra crisis no aparece en ningún momento de la entrevista.
Cree que la salida en masa de los extranjeros no es la solución, pues también han
colaborado y colaboran con los impuestos y las empresas. Ella, por su parte, va a intentar
quedarse en España mientras tenga trabajo («si tuviera otra edad iría a otro lugar, algún
otro país, porque no puedo tampoco empezar a los cincuenta años de vuelta a todo, por
los niños más que nada». Regresar a Argentina se baraja solo como última opción,
además de México.

Casos 2.6.A.3. Argentino treintañero con ascendencia italiana, soltero y sin hijos,
ocupado en el sector de la hostelería

Cuenta con doble nacionalidad (argentina e italiana) y pasaporte comunitario («mis


abuelos eran todos italianos y por eso pude obtener los papeles»). Fue su padre quien
inició todos los trámites, que no fue fácil, desde Argentina. Y una vez que obtuvo el
pasaporte europeo, comunitario, decidió venir (marcado por su carácter viajero e
influenciado por las difíciles perspectivas del país). Llega a España a los 23 años, a casa
de un conocido de su padre en Gerona. En Argentina se crió con sus abuelos (tras
fallecer su madre) en un barrio humilde de Mar del Plata, que dice haberse visto muy
afectado en los últimos años por la inseguridad. En España vive también en Andalucía y
Baleares antes de instalarse en Madrid, donde pasa por varios trabajos sobre todo en
hostelería. Comparte piso de alquiler en el barrio obrero de Vallecas, con una joven
española a la cual conoció en un trabajo anterior. En la urbe madrileña teje una red de
amistades y adopta esta ciudad como su lugar de residencia permanente, manifestando
cierto desapego de su tierra natal, en la que apenas quedan familiares (su padre se vino a
Alicante tres años después de él). Reitera que para evitar la discriminación hace falta
«hacerse valer» y «defenderse», una actitud que a veces no tienen otros inmigrantes
latinoamericanos.
La referencia a la crisis surge al hablar de su horizonte vital. Dice no tener ni hacer
planes; aspira a hacer cosas en el futuro y a tener cosas pero no tiene prefijado el tiempo
para lograrlas (una casa en su país, montar un bar, trabajar en algo distinto a la
hostelería). No descarta estudiar algo en los próximos años, hacer algún curso de
formación profesional («en la parte administrativa, en el área de la odontología, de las
prótesis dentales, esas cosas me hubiese gustado estudiar»). Pero más a corto plazo:
—Más a corto plazo, seguir en el puesto donde estoy y, aunque no quisiera dejarlo porque estoy cómodo,
estoy contento, viendo la mala situación económica por la que está pasando ahora este país… Si lo
dejo sería por alguna oferta de trabajo que me pueda salir mejor (…) a corto plazo me voy a quedar en
este sitio trabajando, intentar ahorrar lo que pueda… vivir el día a día. Y de aquí a unos años, pues…
ya se verá lo que quiero. Pero a corto plazo, ya te digo, es: seguir trabajando, intentar ahorrar, y…
tratar de pasar la crisis lo mejor que se pueda; por lo menos hasta que pase la crisis, luego ya se
verá… Estaremos un poquito más a flote, igual hay otras ofertas mucho mejores que las que he tenido

164
hasta ahora. No sé lo que puede pasar.

A diferencia del caso anterior, no se cuestiona la posibilidad de una conversión


identitaria, de una cierta asimilación. Al haber vivido nueve años, hecho amistades y
conocido sitios: «conozco más este país que el mío, aunque parezca mentira; quizá podría
decir que a lo mejor soy un español más, ¿no?». La decisión de venirse a España forma
parte de una corriente migratoria amplia que el propio entrevistado reconoce: «la gente
que venía en el año 2002, el 90 por 100 se venía a España, el 10 por 100 se iba a Italia o a
otros países; pero yo decidí venirme a España, claro, por el idioma, por los comentarios
de la gente que ya estaba aquí». Influye además el tener un familiar, un tío mío muy
lejano que no conocía, pues vivía en otra parte de Argentina, pero que llevaba muchos
años viviendo en España. Fue quien, además de recibirle en el aeropuerto, le ayudó y
orientó en los primeros momentos («al segundo día de haber llegado, pues conseguí el
trabajo»).
Los primeros momentos, en una zona rural de habla catalana, se viven como un gran
cambio, una experiencia marcada por la soledad y el trabajo intenso de la temporada de
verano. Después de estar quince días en el piso de su tío, se independizó («me fui a vivir
donde yo trabajaba, en una pizzería y me pagaban el hostal (…) que estaba a 1km de lo
que era el centro del pueblo (…) la verdad me encontré bastante solo porque no tenía
amigos, no tenía conocidos… los primeros meses me costó mucho, mucho»). Regresa a
la Argentina un mes y vuelve esta vez a Barcelona capital, consiguiendo trabajo en un
restaurante argentino. Retrospectivamente estima que le costó un año largo adaptarse a
su nueva vida en España, a pesar de haber venido por el gusto de conocer gente, cultura
(«una vez que ya empecé a hacer amistades, empecé a conocer sitios… porque no
solamente estuve en Barcelona y en Gerona, estuve en Ibiza, en Granada (…) eso fue lo
que me sirvió para estar ahora en Madrid»). No descarta vivir en Andalucía el día de
mañana. En Madrid le han tratado muy bien, considera que son gente muy abierta («los
andaluces tienen su gracia, que es diferente; aquí somos igual un poco más serios y tal»).
Adviértase como se incluye a sí mismo, señal de arraigo. En el norte piensa que son «un
poco más fríos». En Cataluña le costó más adaptarse («no son tan abiertos como aquí»).
Hoy en día cree que le costaría adaptarse a su país de nuevo («como me he
acostumbrado tanto a España, ahora me costaría a lo mejor adaptarme; no a las
costumbres, pero al maneje diario, a lo que es conducir (…) porque conducimos muy
mal nosotros, los argentinos; no sé, ir a un banco a hacer un trámite… esas pequeñas
cosas, me costaría adaptarme otra vez a la rutina de mi país»).
Con respecto a la comunidad argentina, cree que son bien vistos («comparados con
un peruano, un ecuatoriano»), aunque también ha escuchado comentarios que no han
sido buenos. Él en concreto se siente muy bien, como en su propio país («y como un
español más aunque no lo sea»). El balance de su experiencia en España varía por
regiones, como ya se ha avanzado (mejor en el sur que en el norte; aunque reconoce que
ha podido influir el tiempo trascurrido de adaptación al llegar a Andalucía o asentarse en
Madrid). No se arrepiente de la emigración hecha, pero si hoy tuviera que emigrar de

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España a otro país que no fuese el suyo se lo pensaría («pensaría todo lo que me costó la
adaptación a este»). Su visión actual y para el futuro respecto de la inmigración en
España y Europa es que está descendiendo («hay muchos inmigrantes que están
volviendo a su país por lo que está pasando ahora en España, ¿no?»). Referencia a la
crisis sin utilizar esta palabra; acompañada de un cierto optimismo («España, si su
economía repunta, va creciendo… pues ya no sabría decirte; igual otra vez recibe
inmigración… pero, ahora mismo, está descendiendo bastante»). En su caso, no tiene
pensado retornar a Argentina ni emigrar a ningún otro país. Al menos en el corto plazo.
Sabe que en su país de origen tendría trabajo, pero no la seguridad que ha conocido en
España; una razón que esgrimieron varios de los testimonios de argentinos reunidos en
el proyecto MEXEES I (Cea y Valles, 2010). El nuevo testimonio levantado en plena
crisis económica en España indica que no son solo razones económicas las que impulsan
la movilidad migratoria.
—En general me encuentro bien, me encuentro a gusto, me gusta este país, en cuestión de gastronomía, de
lugares, de plazas, de playas… y todo eso. Y creo que me encuentro más seguro caminando por las
calles de Madrid que caminando por las calles de Argentina. En Argentina hay muchísima inseguridad.
Es uno de los motivos por el que quizás no vaya (…) Ahora mismo, es uno de los problemas más
importantes: la inseguridad que hay por las calles; más que la situación económica (…)

Casos 2.6.A.4. Argentino veinteañero, hijo de emigrantes españoles retornados,


estudiante universitario

Cerramos esta presentación de los testimonios argentinos con el caso más joven,
tanto en el momento de la entrevista (21 años) como por la edad a la que emigra (14
años). Vive en España (en un municipio del área metropolitana norte de Madrid) con sus
padres (de posición media-alta), retornados después de trabajar varios años en Argentina
destinados por motivos laborales de empresa. Estudia aquí un modulo superior de
sonido, después de haber hecho el de imagen. Convenció a su mejor amigo para que se
viniese con él. No obstante, al ser sus padres españoles ya sabía cómo eran aquí las cosas
(«y tampoco me importó demasiado»). Se comprende así mejor que tenga una visión muy
abierta y positiva sobre la inmigración.
De mayor le gustaría trabajar de «regidor o algo que tenga que ver con la tele».
Espera con sus estudios formar parte algún día de un equipo técnico, estar con cámaras,
grúas, con la mesa de sonido. En unos años se ve independizado, con un trabajo estable
y creando una familia («aunque tal y como está la cosa lo veo un poco complicado»). Al
haber nacido en Argentina y tener padres españoles la cuestión sobre el doble
sentimiento identitario era de esperar. Esta fue su respuesta: «mi nacionalidad es
argentina y eso no me lo va a quitar nadie, y bien orgulloso que estoy de serlo; pero
también me siento español porque mis padres son españoles y lo he mamado, como se
dice».
De los primeros momentos en España no recuerda nada fuera de lo normal. A
diferencia de sus padres, él no había venido nunca y le supuso una mezcla de

166
incertidumbre y excitación («ir a un sitio que no conoces, ver a gente que no conoces;
empezar de cero otra vez, porque es empezar de cero si te vas»). Parte de su familia sigue
allí (tíos y primos). También tiene amigos en Brasil que fueron a estudiar a Argentina; y
familiares en España, que no viven en Madrid pero que en su día emigraron a otras
comunidades autónomas y no han vuelto. Después de casi ocho años en España
considera que su adaptación «ha sido completa». Reconoce que lo tenía fácil, al tener
padres españoles, la cultura, el idioma (en esto último se ve «como el resto de
suramericanos, a excepción de los brasileños»). Él ya conocía España por sus padres
(«sin embargo mi amigo sí ha tenido más problemas para adaptarse, le ha costado más»).
En su opinión, la percepción que se tiene de la comunidad de argentinos en España
es buena al no ser demasiado numerosos. Por otro lado, advierte el siguiente combinado:
«creo que se nos tiene un poco de envidia, pero se nos trata bien, mucho mejor que a
otras etnias o a otras culturas». En cambio la imagen de los inmigrantes en general no es
tan positiva: «creo que no les gustamos demasiado, porque nos relacionan con la
delincuencia; bueno, no a todos pero sí a la gente procedente de Europa del Este, de
Asia, de Suramérica…, pero aceptan que vengamos porque ellos en otro momento de la
historia también tuvieron que emigrar». De sí mismo destaca no haber tenido problemas
para convivir con otras culturas o nacionalidades; y subraya que en su caso ha tenido
«muchas facilidades y medios a mi alcance para abrirme camino». No es de extrañar que
el balance de su experiencia migratoria en España sea «muy bueno»; o el de sus
conocidos «por encima de la media». Si el pasado se repitiera volvería a emigrar («pero
me hubiera traído a más amigos de allí, eso es lo único que cambiaría, porque los
extraño»).
Considera «un tema muy delicado» la inmigración en España en un futuro; aunque
«mientras se lleve con juicio no tiene por qué empeorar». La situación se juzga un poco
crítica, al igual que en toda Europa. Sus planes de futuro son de permanencia («mi
intención siempre ha sido la de quedarme aquí, en caso de viajar lo haré por turismo, por
placer, pero no para establecerme en ningún lado»). Las razones de que siga siendo
España su destino migratorio son varias: «pues porque estoy muy a gusto, estoy con mi
familia, el clima es maravilloso, se come riquísimo, la gente es muy amable, tenemos
playa… un paraíso».

Casos 2.6.B. Testimonios de la comunidad chilena en España: asentados y recién llegados

En el proyecto MEXEES II se han obtenido tres entrevistas a personas chilenas, de


dos generaciones distintas (50 años de edad una y dos veinteañeros próximos a los
treinta), que llevan en España veintinueve años, cinco años y cuatro meses
respectivamente. Con ocupaciones diversas (clínica de psicología, hostelería, trabajos
varios al estar sin papeles y recién llegado). Se suman a los materiales reunidos en el
proyecto MEXEES I, y a otros surgidos de manera imprevista en la actividad docente de
algunos miembros del equipo de investigación (estudiantes de postgrado llegados a la

167
universidad española en los últimos años, generalmente becados por la administración
chilena para complementar sus carreras docentes e investigadoras, doctorándose).
El rastro de la crisis se aprecia de manera distinta en cada caso, sin apenas huella en
unos, más presente en otros. Además, estamos interesados en seguir aprendiendo sobre
las formas de xenofobia y xenofilia cuando los inmigrantes se hacen sobre todo visibles
por su característico acento chileno.

Casos 2.6.B.1. Pareja mixta (chilena casada con español): treinta años en España como
profesional

Nacida en Santiago de Chile medio siglo antes de la entrevista (febrero de 2011),


llega con 22 años a España, en principio a estudiar y con la idea de regresar. Pero conoce
a un español, con el que lleva más de 25 años casada y tiene hoy dos hijos veinteañeros.
Hace aquí un postgrado en Administración de empresas, sus estudios en Chile. Instalada
en España, combina la crianza de sus hijos con los estudios de Psicología a distancia,
trabajando en una clínica especializada en sexualidad femenina desde entonces. Se
considera una «inmigrante privilegiada» porque vino en calidad de profesional y decidió
quedarse por una decisión personal y no una necesidad económica.
Su sueño, cuando piensa en el futuro, es «seguir trabajando con las mujeres y crear
una asociación de mujeres, un centro en el cual las mujeres pudieran ir de forma gratuita
a trabajar temas de salud mental y temas de sexualidad en concreto (…) y seguir
publicando». En los próximos años se ve, sobre todo, «muy activa, trabajando mucho». Y
como todo lo que hace está en España, se siente española («no me siento inmigrante»,
aunque añade que será chilena siempre, «hasta que me muera»).
Añadimos más detalle sobre la decisión de emigrar a España. De fondo señala que
salir al extranjero «hace que la persona tenga mundo y podamos vivir otra cultura». Viajar
a Europa, desde Chile, es caro y solo accesible a los privilegiados, nos dice. Su
oportunidad se presentó por una hermana, historiadora, que venía a hacer el doctorado y
le pidió que la acompañara. Fue una elección ajena, sobre todo por el idioma. Ese mismo
año había viajado a España, pero como turista. Ya entonces observó una constante
registrada en el material cualitativo reunido: la brusquedad («el español en principio es un
poco brusco, o yo así lo viví, cuando llegué a España; porque los sudamericanos tenemos
una forma de ser más suave, más tranquila»). Los medios de comunicación apenas
influyeron en su movilidad migratoria («porque no es como ahora, que la televisión
española y las noticias llegan en dos minutos a Chile, y de hecho están todos los canales
españoles allí; en la época en la que yo me vine, hace 30 años atrás, eso no existía, las
referencias eran más bien de experiencias de otras personas que habían venido a
España»). Conserva y narra recuerdos de la llegada y primeros momentos en España.
Habla de la «gran despedida en Chile, con mucha pena, porque la idea era venir por tres
años», sin tener claro si podrían volver en esos tres años. Al llegar a España, un 5 de
septiembre, les llamó mucho la atención el calor. Se alojaron tres días en un hostal,

168
contactaron con un amigo que tenían previsto ver, «otro doctorando»; y enseguida
alquilaron un piso «por la Calle Princesa». Nos dice que fue «una llegada muy natural»,
sin problemas.
Trascurridos casi treinta años, considera que está «absolutamente adaptada», en todos
los órdenes: laboral, familiar, formativo, etc. («toda mi vida está en España, de hecho me
he nacionalizado, tengo la nacionalidad española, cosa que es un trámite fundamental»).
Al principio la costó, por su juventud y la vida cotidiana en Chile («muy familiar, muy
casera»). Aunque «somos todos latinos y venimos todos, se supone, de España», la vida
en Chile en esa época era muy distinta; y fue «un choque muy grande». Pone ejemplos
como la costumbre en Chile de esperar, las chicas, a que los chicos las sacasen a bailar; o
la dificultad en la universidad española para entender a los profesores cuando hablaban
muy rápido, o expresiones, o dichos. Pero en seis meses o un año se adaptó. Y hoy está
«totalmente adaptada y españolizada».
Su testimonio sobre la imagen de los chilenos en España o de los inmigrantes en
general complementa lo aportado por otros casos. Señala que debido al mínimo peso
estadístico son «invisibles». Por otro lado, los pocos que hay son bien vistos y tratados
(«según la información que yo tengo y lo que leo en los periódicos, sobre todo a nivel
económico y tal, Chile está considerado como uno de los países más emergentes de
Latinoamérica, más serios; y eso lo reconocen aquí en España y está muy bien»). En
cambio, sobre la generalidad de los inmigrantes la imagen que de ellos tienen los
españoles depende del nivel cultural de estos y del país de procedencia de aquellos
(«tienen una idea negativa del sudamericano, pues son más inferiores que los europeos; a
pesar de que los rumanos que vienen aquí están tratados como están tratados, los han
echado incluso, hace poco, siendo parte de Europa»). Por lo que a ella respecta, reitera
que se ve como una privilegiada si se compara con otros casos («con la chica que viene
aquí justamente a mi casa, que también es de mi misma nacionalidad»).
Ha estado «de visita» en muchos países, pero solo ha vivido en Chile y España por lo
que no tiene punto de comparación. Dentro de la península la han tratado igual en las
comunidades por donde ha estado (Andalucía, Cataluña, Galicia), además de Madrid. Su
balance en España se lo ha repetido a sus hijos, y es otra de las constantes ya conocidas
por los investigadores de las migraciones internacionales (el sentimiento, síndrome o
identidad de apátrida).
—(…) no eres ni de aquí ni de allá. Pero esto me pasa tanto en España como en Chile. Es decir, uno,
como inmigrante, desde mi punto de vista, pierde un sitio concreto y ya eres de aquí y eres de allá.
Entonces, cuando estás en Chile pues echas de menos tu vida, que está aquí en España; y cuando estás
aquí en España pues tienes ganas de estar en Chile y vivir, y comer cosas de allá, etcétera. Entonces el
balance es ese, es un poco no estar en ningún sitio. No eres ni de allá ni de acá.

Si el pasado se repitiera volvería a emigrar «sin la menor duda». Lo único que


cambiaría sería la distancia («que no fuera tan lejos»). Con todo señala que gracias a su
posición socioeconómica ha podido mantener una comunicación mayor que otros
emigrados, pues (además del teléfono e internet) puede ir a Chile («con cierta frecuencia,

169
una o dos veces, cada uno o dos años», «o mi familia viene mucho para acá»).
Finalmente, la palabra crisis solo se usa al preguntársele cómo ve la situación en
España en los próximos años en relación a la inmigración («como estamos en una crisis
salvaje, yo creo que ahora se va a reducir»). Señala que en general el inmigrante viene por
razones económicas. En el caso de España y Europa se movilizaron cuando vieron «el
boom, que aquí se podía hacer la América al revés; o sea la Europa». Ella en cambio no se
quedó por motivos económicos. Su situación en los próximos años la ve «muy estable»
(«porque vuelvo a repetir, soy una privilegiada»). Afirma que su futuro está aquí, que no
va a volver a vivir en principio a Chile («creo que me queda mucho por trabajar aquí»).
No solo son razones laborales («porque mis hijos y mi compañero están aquí; a pesar de
que mi familia de origen está allí, pero si sigo así y tengo la posibilidad de ir viajando a
Chile; a no ser que pasara algo y me tuviera que volver a Chile a vivir, pero lo veo muy
lejano eso, no está dentro de mis expectativas, de momento»).

Casos 2.6.B.2. Pareja chilena, llegan a España en 2005 con un hijo recién nacido,
siguiendo la estela migratoria de los padres de ella

Nuestra informante es una mujer de 26 años en el momento de la entrevista


(noviembre de 2010), cinco de los cuales los ha pasado en Madrid, donde llegó como
madre primeriza. Fue precisamente su deseo de estar cerca de sus padres, ya emigrados
en España, lo que catapultó la decisión de venirse («sentía que me hacían falta, por un
tema emocional más que todo; y ahí decidimos venirnos a España por mis padres, que
estaban aquí (…) la idea era poder viajar antes, pero como se me presentó problema en
el embarazo no me dieron la autorización para viajar»). Originaria de una población
costera en Chile, se instala con su marido en un municipio del área metropolitana sur de
Madrid, lo que supone un cambio considerable que genera nostalgia («de repente
recuerdas cosas que te marcan, por ejemplo (…) el vivir a cinco minutos de la playa y
que veía todo el día el mar, y que acá ahora en Madrid es como vivir en Santiago»). Los
primeros tres años en España tuvo que trabajar en el servicio doméstico, hasta que el
negocio de hostelería montado por el marido le permitió dedicarse solo a la casa («de
momento me dedico a la casa; soy dueña de casa, estoy a criar al pequeño»). Pero en su
horizonte vital hay otros proyectos que quedaron interrumpidos al ser madre y emigrar.
—Quiero retomar cosas que dejé pendiente, este retomar estudios, formarme profesionalmente. Porque el
tema de la familia como que lo tengo ya consolidado, entonces me falta ese campo, desarrollarme
como mujer profesional, sacar una profesión, una carrera para poder así tener otras oportunidades en
el campo laboral, otras expectativas.

Habla con cierto escepticismo de estudios preferidos (enfermería, informática), que


trataría de conciliar con la casa, la familia. Su idea es estudiar y ejercer en España, aunque
no descarta ejercer también en Chile («después uno regresa a tu país y se te abren otras
puertas, otras posibilidades, otros campos»). El hecho de ser madre interviene en el
proceso de adaptación al nuevo país, así como en el razonamiento sobre el sentimiento

170
identitario («chilena soy, pero adaptada al lugar donde vivo que es España (…). Los
modismos, los horarios, la forma de vida se coge en general (…) uno tiene que adaptarse
porque te mueves en el entorno, tu hijo va a un colegio donde está lleno de todo un
ambiente de lo que es el país (…) por lo menos en mi caso es difícil llevar la forma de
vida o las costumbres chilenas ¿sabes? Trato de complementar ambas cosas, para que él
también pueda conocer sus raíces»).
En su caso, aunque contó con el boca a boca de sus padres y hermanos emigrados,
reconoce que los medios de comunicación de masas jugaron también un papel destacado
(«porque te enfocan y te muestran un mundo, una realidad, un entorno que a veces
suena, se ve atractivo»). Sus padres le contaban cómo era la vida aquí, las posibilidades
que había, «el mundo que se te podía abrir y descubrir acá». De lo visto en la televisión
chilena sobre España en las vísperas de venirse recuerda un homenaje que hicieron en
Barcelona a Pablo Neruda, donde estaban muchos artistas («me cautivó mucho que le
hicieran un homenaje a tal magnitud a un poeta chileno»). El estudio de las formas de
xenofilia, su génesis y mantenimiento, tiene aquí una vía complementaria. En 2010, en la
fecha de esta entrevista, tuvo lugar el fallecimiento de Juan Antonio Labordeta, cantautor
español en cuyo repertorio se encuentra una canción dedicada al poeta peruano César
Vallejo. La importancia sociológica de estas relaciones entre artistas de distintos países
pasa por la repercusión que de ellas hacen los medios, como nos ha ilustrado este caso.
La llegada a España fue especialmente emotiva al ir con su hijo recién nacido, y
reencontrarse con los padres y hermanos a los que no veía desde hacía dos años. Pero la
primera impresión no fue la que esperaba. Le sorprendió que la arquitectura fuese muy
parecida a Chile. En cambio, le llamó mucho la atención «la cantidad de coches
aparcados por todos los sitios, los pasos peatonales, la acera». Fueron 12 horas de viaje,
de vuelo directo, con mucho tiempo para pensar («como que dejas tu vida, tu infancia, tu
pasado atrás y como que comienzas un nuevo camino, un nuevo destino; a veces lo miro
hacia atrás y que a lo mejor fui valiente al hacerlo, porque no son cosas que se atreven a
hacer muchas personas»). Aprovechó para despedirse de su vida hasta ese momento y
prepararse mentalmente para enfrentarse a «una nueva vida, nuevos retos, nuevas
posibilidades y nuevas cosas». Lo cual les ayudó (a ella y su marido, sobre todo pues su
hijo se ha criado aquí) a adaptarse a las costumbres del lugar de destino, dada su
disposición a ello. Nos dice que tampoco la forma de vida que tenían en Chile es tan
diferente a la de España. Además, a diferencia de otros emigrados ellos han contado con
la familia aquí desde el principio. No obstante, cree que hay compatriotas que no quieren
adaptarse («te cuento que hay muchos chilenos que han traído su forma de vida a este
país y no se han adaptado (…) son personas que no se quieren abrir, que no quieren
adaptarse y por ende te miran mal, o no les caes bien por el solo hecho de que tú te
vayas adaptando al país»). Compara la comunidad de chilenos en Barcelona («es muy
buena») con la de Madrid («son muy individualistas acá»). Recala en el tópico de la puesta
aparte de argentinos y chilenos («en general, yo creo que frente a cualquier otro
emigrante, el chileno y el argentino como que sobresale de todo lo demás»).

171
De sí misma, comparándose con otros emigrantes, se ve mejor. Las comodidades
conseguidas las atribuye al sacrificio y trabajo desplegado. En cinco años ha logrado una
situación mejor que la de otros chilenos que llevan siete o diez. Vive en un barrio donde
hay españoles y rumanos sobre todo. No se queja del trato recibido, ni en Madrid, ni en
Castilla y León, donde tienen un negocio de hostelería sus padres. La cuestión del trato
resurge al pedirle un balance de su experiencia en España; también su alusión a que se
siente afortunada al no tener «la necesidad de trabajar, sobre todo en estos tiempos». No
se menciona la palabra crisis en ningún momento de la entrevista. No ha tenido «mayores
problemas y preocupaciones acá, gracias a Dios». Se siente adaptada («y las personas
adaptadas también a mí»). Cree que se trata de algo mutuo («como tú tratas, te tratan (…)
si tienes un buen comportamiento, una buena forma de hablar…»).
No se arrepiente de su experiencia migratoria. Volvería a España, aunque le gustaría
conocer otros lugares también. Aclara que no es una persona que se arrepienta de lo que
hace («trato de enfocarlas positivamente y de las cosas malas sacar lo bueno también»).
Considera que es necesario un mayor control y regularización en España en el tema de la
inmigración, para que no se colapsen las posibilidades que se ofrecen. En el futuro, se
imagina un escenario en el que en España convivan diversas culturas, al igual que en
Estados Unidos, donde todos se sientan del país. De momento sus planes son de seguir
en España, viajar mucho y conocer otros lugares. Chile siempre está ahí por si surgiese
cualquier dificultad y precisase volver. Hoy por hoy quiere hacer su vida donde está su
familia. Por otro lado, a pesar de la nostalgia apuntada al principio, nos advierte que
cuantos más años pasen más irá desconociendo su tierra, a la que quiere llevar a su hijo
de visita («Para mí es importante que nunca se pierda el lazo que hay con Chile, porque
es mi tierra y no se puede renegar de la tierra que te vio nacer y que te vio crecer»).

Casos 2.6.B.3. Varón chileno, año y medio en España, con proyecto de retorno, llega a
sabiendas de la crisis ya desatada en Europa

En diciembre de 2010 se recogió el testimonio de este joven de 28 años, sin rasgos


indígenas pero «tipo latinoamericano ladino», como anotase la entrevistadora de su
misma nacionalidad (después de indicar «tez blanca, pelo oscuro y contextura media»; y
añadir que «usa un lenguaje muy adecuado, tratando de evitar chilenismos y usando un
español muy correcto»). Llega a España con estudios superiores de Comunicación
Audiovisual cursados en Chile (donde había trabajado cinco años en el sector, sin lograr
una retribución satisfactoria; de hecho se mudara de administrativo a un empleo en la
construcción). Pertenece a una familia humilde, en la que es hijo único y también el
primero en llegar a la universidad17. En España se encuentra sin papeles, ha pasado por
varios trabajos («aquí lo que tú aprendes es a hacer de todo», incluido el cuidado de
mayores, entre otros) antes de encontrar algo (precario e inestable) en su campo. Señala
que debido a la crisis trabajar como irregular ya no es posible («quizás antes, antes de la
crisis sobre todo, había más posibilidades y las empresas se las jugaban a lo mejor por

172
tener gente sin papeles trabajando; pero ahora, como hay tanto control y como está la
época de crisis que, bueno, se le da prioridad a los españoles para trabajar, es mucho más
difícil poder encontrar un trabajo estable»). Cuenta con el apoyo de su novia (chilena,
emigrada un año antes y que tiene trabajo estable), además de organizaciones de apoyo a
chilenos en España para las que hace trabajos esporádicos.
Al comienzo de la conversación trata de evitar dar una imagen típica de inmigrante
(«que se viene a España por trabajo, o por una situación económica; yo me vine por
otras razones […] tenía una polola que es mi novia, que se vino primero, y yo me vine
siguiéndola a ella básicamente y también por una cosa de aventura mutua»). En su
horizonte vital ubica de manera destacada a su novia, hablando de un proyecto migratorio
conjunto en el que se acaba reconociendo la estrategia económica de fondo que orienta
su movilidad migratoria («los dos pensamos quedarnos acá un tiempo, hacernos nuestro
dinero, hacernos nuestros ahorros y tratar de volver a Chile en unos años más, no sé
cuántos»). Pueden ser cinco o diez años los que permanezcan en España. No lo tienen
claro («sí tenemos claro que queremos volver, eso sí (…) con lo que se gane volver a
Chile ya a establecerse y a tratar de llegar allá no a trabajarle a alguien, sino crear tu
empresa»). Aquí en España considera que la vivienda es muy cara y tendrían que
endeudarse más años que en Chile («si llevo los suficientes ahorros, voy a poder
establecerme ahí tranquilo y vivir tranquilo, como lo que planeamos en conjunto»).
Los reiterados abordajes narrativos sobre la decisión de emigrar se suceden a lo largo
de la entrevista. Se mezcla una idea romántica, largo tiempo abrigada, de viajar
(«importante por un desarrollo personal», «querer conocer Europa») con la decepción
laboral en Chile («siempre he tenido trabajo, pero las circunstancias en las que trabajaba
no eran las ideales») y la emigración pionera de su novia y otros familiares (asentados en
Cataluña). Finalmente se decide a emigrar a sabiendas de que en este lado del Atlántico, y
particularmente en España, la bonanza económica había dado paso ya al ciclo opuesto
(«todo el mundo me decía que acá la situación estaba difícil, que era muy complicado;
entonces yo también me vine consciente con eso (…) que acá estaba difícil, que estaban
en una crisis, que acá tocó profundamente, no como en Sudamérica que no tocó tanto»).
Reconoce que asumió ese riesgo y dice que hasta el momento no se ha equivocado.
La referencia a la crisis resurge al pedirle que narre su llegada a España. Era la primera
vez que salía de Chile («nunca había viajado a ninguna parte, o sea ni siquiera a
Argentina, ni a Perú (…), bueno y un salto tan grande, son 13 mil kilómetros de distancia
y claro lo viví solo»). A ello se suma el miedo que le habían infundido sobre la dificultad
de pasar la aduana española al provenir de un país no europeo comunitario («tú como
sudamericano te inculcan mucho el miedo de cuando llegas acá al aeropuerto de Barajas
(…) te van a pedir algo, te va a faltar un papel o te va a faltar el dinero que tienes que
llevar y te van a mandar de vuelta»). Pasó el control policial sin problema alguno, solo
con el pasaporte, sin preguntas. En cambio, añade que ahora (2010, «sobre todo ahora»)
ha conocido mucha gente que la han devuelto («en la época de crisis yo creo que se
acentúa más ese tema de no querer a gente extranjera»).

173
Su proceso de adaptación ha sido rápido y fácil. Lo atribuye a haberse venido a «un
país que es relativamente muy similar a lo que es Chile» (idioma, comida, costumbres,
«nosotros somos hijos de España»). Cosa distinta hubiese sido de haberse ido a
Alemania, añade. Además advierte que ayuda tener una persona acá (su novia). Reconoce
que de haber venido solo hubiera durado tres meses. No se ve con la fortaleza que
demostró su tío al emigrar solo e instalarse en Cataluña, donde ha reagrupado a su
familia. Su novia vino sola, pero contó con el apoyo de cierta familia también.
Su testimonio sobre la imagen de Chile en España complementa lo aportado por los
anteriores casos (invisibilidad, individualismo), ayudando a registrar el momento de
especial chilenofilia surgido a raíz de la tragedia con final feliz en la minería.
—Sí, aquí Chile es un caso muy especial, porque Chile no se conoce mucho (…) Aquí se conoció mucho
ahora por lo del terremoto y por el caso de los mineros, básicamente. Y, anteriormente, no sé, era
Zamorano y Pinochet, que es como lo que más conocen de Chile. Acá el chileno como inmigrante no
se ve tanto, entonces no se habla mucho de él (…). A ver, aquí pasa una cosa muy interesante con el
chileno, están muy divididos; hay muchas asociaciones que van por la misma causa, pero entre ellos
finalmente tienen sus problemas, sus conflictos (…). Cuando hay tragedias, como que Chile se une
(…), pero no en cosas de todos los días…

De modo similar, al hacer balance de su experiencia en España aporta una reflexión


de gran interés sobre la crisis en el país destino de su aventura migratoria.
—Yo que vengo de Chile, yo siempre les digo a los españoles: «mira yo estoy acostumbrado a estar en
crisis; así que en nuestro país, bueno, crisis ha habido muchas». Entonces uno ya se acostumbra, uno
puede estar con la piel más dura en ese sentido. Y el hecho de estar solo, de poder independizarte, de
alguna forma, de querer establecer algo, también te hace ser un poco más fuerte. Entonces, en ese
sentido para mí, como desarrollo personal creo que ha sido muy bueno. Aprender y tener esta vivencia
para mí ha sido gratificante. Hay cosas, como te decía, que obviamente no me gustan. Pero, bueno,
espero que en el futuro cambien.

Se refiere en la última frase del verbatim extractado al mayor control de


documentación que lleva a cabo policía de paisano en algunas paradas del metro. A él no
le ha pasado, pero a su novia sí. Fue detenida toda la noche, en un CIE (Centro de
Internamiento para Extranjeros), en condiciones de hacinamiento y antihigiénicas,
además de recibir un trato denigratorio y humillante que nos detalla. Le ha generado un
miedo cotidiano y una reflexión crítica al respecto, en la que se insiste en las crisis
españolas de antaño, así como en la crisis europea de hoy («crisis de discriminación»18).
—Mi crítica es que el hecho de ser irregular acá se toma como delito (…). Te toman como alguien ya
ilícito, alguien de la peor calaña. Yo creo que ese es el trato discriminatorio en sí. Y el hecho de no
tener papeles es una falta administrativa, no es un delito, no estás infringiendo nada, o sea. Y lo que me
da rabia en ese sentido es que a los españoles también se les olvida un poco que ellos también fueron
un pueblo de inmigrantes; o sea, en sus períodos de crisis, de guerra, también tuvieron que irse de acá.
Entonces fue el período de Franco, que mucha gente también se fue a Chile, por ejemplo19.

Como se ha señalado, la entrevista se hace en diciembre de 2010. En esa fecha se le


pregunta por la situación de España en los próximos años en relación con la
inmigración. Las referencias a la crisis (que en este caso han sido más reiteradas que en

174
otros) reaparecen. Se expresa un optimismo sobre el final de la misma («yo creo que todo
depende de cómo el país pueda salir de esta crisis; si en un año más esta crisis desaparece
yo creo que las expectativas para los inmigrantes van a ser mucho mejores, todo radica
en la crisis»). Ya se conocía que habría elecciones generales a finales de 2011. Y se espera
que no ocurra lo que se había producido en las elecciones autonómicas catalanas (una
«campaña antiinmigrante» por parte de algunos políticos). Sobre su proyecto de retorno a
Chile ya nos hemos referido («lo que aguante también depende mucho de, lo que te
comentaba anteriormente, de tener los suficientes ahorros posibles para poder volver a
mi país»). No se descarta probar en Alemania o Francia, aunque se cree que el trato a los
inmigrantes es peor allí. No se refiere al trato en la vida cotidiana sino a las políticas
migratorias. Teme que España pueda converger hacia ello.

175
2.7. EUROPEOS COMUNITARIOS (U OTROS EXTRANJEROS SIMILARES) BIENVENIDOS Y
ADMIRADOS: ENTRE LA ATRACCIÓN POR ESPAÑA Y LA IMPOSIBILIDAD DE DESARROLLO
PROFESIONAL

En 2007, el Finantial Times (19/02/2007) desarrollaba una encuesta que advertía que
España había dejado de ser el país empobrecido de Europa y se había convertido en el
destino preferido del resto de europeos para trabajar en el extranjero20. Cuando la
economía española crecía un 3,7 por 100 por encima de la media europea, la península
ibérica se convirtió en un paraíso: no solamente era un país que no tenía nada que
envidiar a Alemania o a Reino Unido, sino que además podía presumir de tener un mejor
clima, una mejor gastronomía y una cultura más cercana que favorecía la sociabilidad.
España era pues un país donde retirarse «a descansar», pero no solo eso. Era cada vez
más un destino que elegían personas cualificadas que querían desarrollar su carrera
profesional en un entorno social más agradable. Así, desde 1996, el número de franceses,
alemanes, ingleses, portugueses e italianos no dejó de crecer.
La socióloga Carmen Enríquez en 2008 desmontaba el mito de España como destino
para la jubilación de los europeos del norte y aclaraba que «solamente una cuarta parte de
los extranjeros procedentes de la UE que vivían en España eran jubilados. El resto forma
parte de la población activa y tenía niveles educativos y ocupaciones superiores a los de
la población española» (Enríquez, 2008). Aunque hoy en día no se cuenta con estudios
recientes que permitan medir el efecto de la crisis económica española en la evolución de
estas corrientes migratorias, los datos del Instituto Nacional de Estadística sobre la
población extranjera comunitaria empadronada muestran un cambio de tendencia a
partir de 2011. A excepción de la población inglesa, el número de franceses, alemanes,
portugueses e italianos comienza a descender en unos diez mil efectivos dentro de cada
grupo. No se trata de un descenso significativo, pero sí es importante advertir el freno en
el crecimiento de estas poblaciones.
El análisis de los casos particulares que se desarrolla a continuación permite valorar
este cambio de tendencia: ¿la crisis económica genera un efecto expulsivo de los
extranjeros comunitarios y se observa en los extranjeros comunitarios un rechazo a la
hora de considerar España como país para vivir y desarrollar una carrera profesional?; o
es preciso contemplar otros elementos en el análisis que hacen que España siga siendo
un lugar apetecible donde vivir y trabajar. Por supuesto, el análisis permite identificar el
tipo de fobias y filias que se desarrollan hacia este grupo de extranjeros en un contexto de
deterioro del empleo y crisis económica. Se podrán confirmar seguramente los hallazgos
obtenidos en el proyecto MEXEES I para este grupo, los cuales pueden resumirse en la
identificación del reconocimiento social de la etnicidad de los extranjeros comunitarios
que «ocupa un rango superior en la jerarquía de identidades, que el atribuido a inmigrantes no
comunitarios (o aquellos cuya incorporación a la UE es muy reciente y pesa aún más la
imagen anterior, como en el caso de los rumanos)» (Cea D’Ancona y Valles, 2010c: 218).

176
No obstante, la presentación de nuevos casos de análisis, todos ellos pertenecientes a
una misma generación de jóvenes (situados entre los 20 y los 35 años), ayuda a detectar
nuevas tendencias interesantes.

Caso 2.7.A. Mujer canadiense. Las dos caras de la extranjería en España

Para E., una joven de 23 años originaria de un pequeño pueblo de Canadá (Ontario)
y resiente en Madrid desde hace dos años, «en Europa el tiempo pasa muy rápido. La
gente vive más intensamente, disfruta de la vida porque tiene la literatura, la poesía, la
historia; mucha historia y muy antigua».
Madrid le sorprendió desde el principio. No podía creer que en el mundo pudiera
existir una gran ciudad donde la rapidez, el estrés y el desconocimiento mutuo se
combinaran con la extrema amabilidad de sus habitantes. Tener que dejar el mapa mental
de las ciudades canadienses divididas en cuadrículas le hizo desorientarse en sus primeras
incursiones en la ciudad. Pero esos despistes le permitieron reconocer la bondad de las
personas. «Pienso que la gente española se emociona con hablar con personas nuevas.
Un día estaba perdida y un hombre me cogió del brazo por la calle y me llevó de vuelta
hasta mi casa. ¡Estuvimos hablando dos horas!». Varios entrevistados hablan de esta
cercanía y generosidad. Un joven francés dice que «¡el ambiente es genial! Estás perdido
y no conoces el idioma, no tienes ni que preguntar: te ayudan en todas partes, ¡aún con
las manos te ayudan!».
Uno de los objetivos de esta joven canadiense es sobrepasar la barrera del turista y
conocer la verdadera vida de los madrileños. Llegó a España tras haber estudiado
filología inglesa y española en una ciudad costera canadiense llamada Halifax y a través
de un programa de intercambio de profesores de inglés y castellano. De momento, a
pesar de contradecir los deseos de sus abuelos y sus padres, «no quiero pensar en el
futuro, no quiero casarme ni tener hijos, quiero viajar y aprender». La única forma, según
ella, de «ganar en perspectiva». Su trabajo de ayudante en una escuela bilingüe le da para
salir de viaje cada tanto y recorrer la península y algunas ciudades de Europa.
Valora muy positivamente el trato recibido por los españoles, pero cuando se para a
analizarlo surgen matices y llega a la conclusión de que el mayor peso no se encuentra en
las personas, sino en el contexto en que se producen los encuentros «cara a cara». Para
ella, ser joven, extranjera y canadiense en España «tiene dos lados», dependiendo de la
situación. En la calle es vista como una turista y ha experimentado lo bueno y lo malo de
ser caracterizada como tal. Al contrario que otros inmigrantes: ella es una potencial
víctima de los delincuentes (ha sufrido varios robos), pero ha recibido un trato muy
amable por parte de las fuerzas de orden. En la administración, en cambio, debido a la
barrera del idioma, se le ha tratado con distancia e indiferencia. Es donde más ha sentido
que «no pertenece» y que puede ser apartada del resto. De hecho, su experiencia le
permite hacer un análisis de la burocracia. Un análisis que nos da una idea de la
experiencia que supone la extranjería y que, como se observa en el conjunto de capítulos

177
de este libro, se agrava profundamente cuando va acompañada de la pertenencia a una
minoría étnica o religiosa socialmente estigmatizada.
—La burocracia es algo que parece separado, que es un muro que no podemos pasar y a veces pienso que
la gente que trabaja allí lo usa para distanciarse. Probablemente no muy fuertemente, pero sí, porque
soy extranjera no entiendo las reglas y… no me entiende… es más fácil de empujarme a un lado,
porque «no sé nada», soy extranjera, no voy a quedarme aquí probablemente, soy temporal. (…) Es una
situación en la que me siento más extranjera que de costumbre.

Mujer canadiense de 23 años, nacida en un pequeño pueblo en la provincia de Ontario


(Canadá). Dejó su hogar a los 17 para asistir a la universidad en Halifax y desde ese momento uno
de los objetivos en su vida es viajar. Estudió filología [inglesa] y español y enseña inglés en una
escuela en el barrio de Chamberí (Madrid) desde hace 2 años. Vive con su novio y dice haber
recibido un buen trato por parte de los españoles, a veces casi de admiración debido a su origen
anglosajón.

En otros contextos, en cambio, se ha sentido muy bien acogida y aceptada. En


especial en su trabajo siente que los demás le tratan «demasiado bien». Sus compañeros
tienden a idealizarla o a venerarla debido a su origen anglosajón.
—Es que ellos me tratan como algo más especial de lo que soy, solo porque puedo hablar mi lengua
nativa, es un poco estúpido, ¿no? ¡Gran cosa, puedo hablar mi lengua nativa! Y bueno, entonces hay
dos lados de ser extranjera. Posiblemente, no sé, si fuera extranjera que no hablara inglés, posiblemente
sería un poco diferente. Pero al mismo tiempo el inglés, porque el inglés tiene… no el nivel, sino la
connotación de superioridad.

Reconoce que es algo con lo que no se encuentra del todo cómoda («me hacen
reverencias que no merezco») porque sabe que no es su persona lo que están valorando,
sino todos aquellos elementos que se asocian con el mundo anglosajón, y en especial con
Estados Unidos. De hecho, cuando se le plantea qué extranjeros prefiere, en seguida se
refiere a una actitud de los norteamericanos residentes en España que le molesta
profundamente: «Pienso que hay mucha gente de Estados Unidos que no es que no sean
simpáticos, pero tienen una actitud un poco egoísta. […] Su actitud sobre lo que piensan
que «debe pasar»… si no pasa en línea con sus ideas, no les gusta». Su sentimiento de
superioridad y la exigencia que se deriva de este no le parecen legítimos.
Cuando más a gusto se encuentra es cuando no se siente «activamente extranjera» y
la imagen de anglosajona o de turista desaparece. De todos modos, dice que en España
está viviendo «the time of her life» («el momento de su vida»). Se distingue de otros
canadienses que no se han relacionado con españoles y se siente «más española que
ellos». Viviría en España el resto de su vida, si no fuera porque quiere seguir viajando y
conociendo otros lugares. En su caso, la trayectoria migratoria no se ha visto afectada
por la crisis económica. Solamente menciona el contexto de crisis cuando habla del
reparo que le da estar ocupando un puesto en una escuela público-concertada en una
etapa de escasez de empleo para los españoles.
Se trata, en suma, de una extranjera bienvenida en España, que forma parte de los
enriquecedores intercambios culturales y lingüísticos entre personas procedentes de
países desarrollados. Su testimonio muestra claramente los factores de atracción que

178
conserva España para muchos extranjeros (la cultura, la lengua, la sociabilidad) a pesar
de la grave crisis económica. La reducción de estas migraciones temporales se convertiría
en una señal muy negativa para este país, ya que significaría que España y las
generaciones que hoy la representan no estarían poniendo en valor sus cualidades, la
mayoría de ellas heredadas a lo largo de tiempo.

Caso 2.7.B. Hombre joven francés, de posición social modesta, hecho a sí mismo

La infancia de P. trascurrió en la costa de Normandía en el seno de una familia


humilde. Su madre ama de casa y su padre técnico en una industria nuclear. En las playas
que rodeaban su pueblo se produjo el desembarco de las tropas aliadas durante la
Segunda Guerra Mundial. Más tarde, la zona se convirtió en un área preferente para la
instalación de centrales nucleares, una industria que hizo prosperar a las familias de la
zona. Sin embargo, la reconversión industrial en los años 80 redujo considerablemente la
mano de obra en las fábricas y produjo un aumento del desempleo, sobre todo entre la
población joven sin cualificación que esperaba desempeñar la misma profesión que sus
padres. El puerto también dejó poco a poco de ofrecer trabajo a los normandos, con lo
que la zona se convirtió en un lugar sin perspectivas laborales. P. dice que tuvo una
infancia muy feliz («en la calle, con la bici, la pelota, buscando restos del desembarco con
mis amigos»), pero al salir del instituto decidió escoger un camino distinto al estipulado.
Quería ser bombero e ingresó en una academia de Marsella para prepararse para las
pruebas de selección. Estuvo un año, pero un problema de visión le impidió continuar.
Regresó a casa decepcionado y trabajó un tiempo en un comercio, hasta que la idea de
irse a otro país le devolvió parte de la ilusión.
—Al volver a mi ciudad lo tuve claro. Ya que no podía ser bombero, al menos aprender idiomas. Mi
ciudad es preciosa, pero pequeña, envejecida y con pocas posibilidades de tener un futuro interesante.
A parte de la familia, no tenía a nadie que me retuviese. Así que primero me fui a Berlín de voluntario y
después en dos semanas decidí irme a Londres. Me fui solo, a buscarme la vida.

Varón francés de 27 años, de posición social modesta. Terminó el instituto, intentó ser
bombero sin éxito y emigró a Inglaterra. Allí conoció a su novia española, con la que se trasladó a
Madrid, donde trabaja como administrativo en una empresa de transportes. Dice sentirse mucho
más adaptado que otros franceses asentados en España, a quien ve como «un poco pretenciosos y
pijos».

Tardó tres días en encontrar trabajo en un bar y pudo aprender el idioma fácilmente.
Al año de estar ahí y cuando ya se iba a volver de nuevo a Francia conoció a la que ahora
es su novia, una madrileña que también quería trabajar durante un tiempo en Londres y
aprender inglés. Vivieron juntos, pero ella extrañaba a su familia en España, así que un
día él cuenta que, volviendo del trabajo, compró dos billetes para Madrid. «Así
improvisadamente, nos vinimos». Se instalaron en casa de los padres de ella, pero
rápidamente se hicieron independientes. Él encontró un empleo en una cafetería,
mientras ella terminaba sus estudios de química. Hoy ha mejorado y trabaja en una

179
empresa de transportes como administrativo, gracias a sus idiomas. Pero le preocupa el
futuro y su situación laboral. Compraron un piso hace un año y ella se encuentra
desempleada.
—España está muy mal y sin estudios no se puede pedir mucho. Madrid es una ciudad cara y los sueldos
son muy bajos. Pero bueno, un pequeño sacrificio por todo lo bueno. Y luego cuando voy a Francia y
es todo carísimo. En comparación con un amigo que tiene el mismo trabajo que yo, él cobra 1.800
euros y yo apenas gano 900.

Lo bueno que tiene España son las personas que le rodean y el ambiente social del
que disfruta en Madrid. La cercanía y la amabilidad de las personas en el espacio público
es un aspecto valorado por muchos extranjeros procedentes del norte de Europa y que
ya se había detectado en el Proyecto MEXEES I. «No todo se compra con dinero», decía
una informante inglesa de 30 años en 2006 (Cea D’Ancona y Valles, 2010c: 227). Resulta
curioso que estos inmigrantes destaquen esta cualidad de los españoles, mientras que
otros, como los latinoamericanos, hablen de un trato brusco y poco amable, aunque
después coincidan en calificar a los españoles de ser una población acogedora y abierta.
No obstante, merece la pena destacar este fragmento de la entrevista de P. donde
advierte que este carácter abierto genera un ambiente agradable, pero tiene también una
doble cara.
¿Cómo valoras el trato de los españoles?
—Yo creo que muy abierto, muy caluroso, yo creo que es algo muy típico del sur. Luego te pueden echar
fácilmente. Porque en cualquier sitio en la calle te puedes hablar con la gente y el trato es muy
agradable. En Francia no es tan así. Eso sí, si estás un tiempo y te acogemos, ya no te vas. Pero el trato
con los españoles es muy agradable.
¿Los españoles es más fácil que dejen de ser tus amigos?
—Aquí tardas muchísimo más por ejemplo en tener un buen amigo de verdad. A lo mejor nosotros
tardamos un poco más en abrirnos, pero una vez que nos hemos abierto ya no nos cerramos. Pero el
trato aquí es genial. No conoces el idioma y te ayudan en todas partes…

A los franceses que vienen a España les ve «un poco pretenciosos y pijos». Él se
considera mucho más adaptado que otros franceses que vienen temporalmente por
estudios. Conoce el lenguaje, las expresiones, el sentido del humor y las costumbres. Y es
que su inmersión ha sido completa. Ha podido conocer España desde dentro. «Las
fiestas del pueblo de B., de mi novia, es un pueblecito. No sé, son fiestas muy típicas y
estás con la gente y te habla todo el mundo del pueblo. El ambiente me encanta, lo de las
fiestas es algo que me encanta en España, me encanta esa tradición».
De momento, su vida está en España. Su objetivo es obtener una plaza fija de
administrativo en el Ayuntamiento de Madrid. Y así tener «un trabajo a vida que me deja
mucho tiempo para hacer otras cosas, e intentar de nuevo las pruebas para bombero».
Cuando se le pregunta sobre su identidad francesa o española responde bromeando: «Yo
suelo decir que soy francés en el DNI. Soy francés, mi familia está en Francia. Me siento
más francés que español, pero ahora cuando lo piensas, hablo español 24 horas al día,
pienso en España, y no sé, tengo un sentimiento de que soy de aquí. Sí, me siento un
poco español», aclara al final.

180
Caso 2.7.C. Una joven que reivindica su identidad polaco-irlandesa

Familiar, creyente y extrovertida, esta joven irlandesa de madre polaca se instaló en


España debido a la relación sentimental que mantiene con un madrileño. Cuando decidió
trasladarse a Madrid hace tres años, su novio y varios familiares fueron a buscarla al
aeropuerto, lo cual presagiaba una buena acogida. Desde el principio se sintió en familia.
«Bueno pues un detalle muy basico pero a la vez, muy importante para mí, y es que cada
vez que voy a sus casas compran leche fresca como tenemos en Irlanda para que yo la
tenga, saben que a mí me gusta mucho la leche fresca y bebo bastante leche al día. La
leche en sí no es importante, pero con eso se demuestra la buena intención de ellos, de
integrarme y de que me sienta bien con ellos». Para ella, el reconocimiento del «otro», de
sus particularidades e idiosincrasias es esencial. De hecho, piensa que la integración debe
ser un esfuerzo compartido. Aunque es abogada, su sueño es llegar a ser política, ya que
cree que tiene buenas ideas que aportar. En este fragmento define su concepción
particular de la convivencia y de la integración social:
—Para mí hay dos problemas de convivencia. El primero es la diferencia en cultura. En ese aspecto yo veo
que hay una obligación en los dos partes. Los españoles tienen que respetar la cultura de los
inmigrantes y los inmigrantes tienen una obligación de reconocer que no estamos en nuestro país y
España tiene su propio historia, costumbres y cultura y tenemos una responsabilidad de respetar eso y
de intentar integrarnos en la vida española.

Mujer irlandesa de 30 años llegada a Madrid. Es abogada y ejerce su profesión en Madrid


desde hace dos años, donde se trasladó debido al matrimonio con un español. Su padre es
irlandés y su madre es polaca. Dice haber sido bien aceptada en España, pero querer conservar
sus particularidades culturales y «no estar interesada en ser una española más».

Otorga una especial importancia a su cualificación profesional, la cual, según ella, le


ha permitido acceder a los mismos derechos laborales que los españoles. «Pienso que la
mayoría de la gente en tu vida laboral te trata bien si tú haces tu trabajo bien». Pero se ha
sentido muchas veces ignorada y minusvalorada debido al etnocentrismo y la falta de
conocimiento de los españoles. «Algunos creen que nada existe fuera de España y
también muchos no se dan cuenta de la diferencia que existe entre Irlanda e Inglaterra, se
creen que es el mismo país y eso molesta mucho». Para ella, el reconocimiento debe ser
mutuo. Sin ese reconocimiento es imposible «conocer» las particularidades del otro. «El
problema es que muchos españoles no me ven como una irlandesa, ¡soy un inglés o un
guiri para ellos y ya está!».
No tiene la necesidad de ser tratada como una española. En este fragmento se
observa su determinación por mantener la identidad propia. Es consciente de que en
muchas situaciones seguirá siendo tratada como una extranjera —«aunque vivo aquí, sigo
siendo una turista en los ojos de la policía por ejemplo»— pero no le importa, quiere
seguir siempre sintiéndose orgullosa de sus orígenes.
—Llevo tres años en España y conozco bastante gente de aquí ahora. Creo que me he adaptado muy bien
a otro estilo de vida aunque no está cien por cien completado y nunca será. Aunque me encanta este
país y la gente son muy simpática y muy buena no me interesa a mí ser una Española más. Me gusta

181
continuar con muchas costumbres de mi propio país y espero que nunca pierdo este orgullo de ser
diferente aquí.

Caso 2.7.D. Vivir en la frontera. Una joven franco-española

De padre francés y madre española, A. pasó su infancia viviendo durante el año en


San Juan de Luz (País Vasco francés) y visitando a sus abuelos en verano en San
Sebastián. Dice que en España siempre se ha sentido como en casa, pero se siente más
francesa que española.
Llegó a España con 21 años para estudiar en una prestigiosa escuela de diseño y arte,
donde entró en contacto con personas de distintas nacionalidades. Si bien la fonética de
su nombre provocaba cierta extrañeza entre los españoles, reconoce que su nacionalidad
se asocia con aspectos positivos: «cuando digo que vengo de Francia, noto en seguida
que no hay rechazo. Hay interés». Pero como ilustra a través de esta experiencia, sus
compañeras de estudio de origen asiático y latinoamericano son tratadas con desprecio
en múltiples ocasiones.
—Tengo un recuerdo un poco desagradable. Fui a una discoteca con dos amigas que eran asiáticas y a mí
no me pusieron ningún problema para entrar, a otra española que venía con nosotras tampoco, pero a
ellas no las dejaron entrar. ¡Salimos fuera y hoja de reclamaciones y todo!

Mujer de 25 años y nacionalidad francesa. Ha vivido toda su vida entre España y Francia, pues
tenía familiares cercanos en el País Vasco. Se trasladó a Madrid para continuar con sus estudios
universitarios. Tiene una mentalidad europeísta y abierta, propia de las identidades mixtas que
valoran las experiencias de vida en distintos contextos culturales.

A través de estos episodios es cuando se observa que, incluso en una misma posición
socioeconómica, la pertenencia étnica provoca situaciones de discriminación cotidianas.
Un trago por el que los extranjeros comunitarios no pasan debido en gran parte a sus
rasgos étnicos: «ser clarita de piel y tener los ojos azules ayuda». De nuevo, se confirma la
posición privilegiada que ocupa la etnicidad europea. Otros elementos que facilitan la
inserción y que acompañan a la imagen son el conocimiento del idioma y el soporte
familiar. Su bilingüismo y la presencia física de sus abuelos en España han hecho natural
y cómoda su adaptación. A. se encuentra claramente dentro del grupo de inmigrantes
«bien vistos». Pero además, en este caso, situarse en esa frontera física y cultural entre
España y Francia le ha permitido aprender a desenvolverse en dos mundos distintos,
teniendo la libertad de escoger los elementos culturales que más le gustan de cada lugar y
rechazar lo negativo.
La cercanía, la accesibilidad, el «saber vivir» de España es lo que más le atrae. No
obstante, a pesar de ser vasco-francesa, le llama la atención «la costumbre española de
distinguir», de diferenciarse los unos de los otros: entre vascos y españoles; entre
catalanes y españoles; entre inmigrantes y españoles… No entiende por qué en España
los inmigrantes no pueden también sentirse españoles, como lo hacen los descendientes
de Argelia o de Senegal en Francia. Cree que uno de los hándicaps de España es que los

182
españoles se avergüenzan de ser españoles: por un lado se sienten acomplejados respecto
de sus vecinos europeos y por otro lado se sienten superiores a los extranjeros
procedentes de países en vías de desarrollo. Según ella, estas contradicciones identitarias
dentro de la sociedad española dificultan aún más la adaptación a los que llegan de fuera.
De los franceses, y sobre todo de los parisinos, no comprende el elitismo, el afán de
creerse superiores al resto. Pero admira su país de origen por la forma en que se ha
organizado históricamente. El modelo centralizado, la educación nacional y el francés
como lengua única de comunicación han hecho de Francia una república hecha a sí
misma. Reconoce que «los franceses somos chovinistas», pero dice sentirse orgullosa de
ser francesa y querer desarrollar su profesión en Francia y en concreto en París.
Considera España un lugar idóneo para pasar una temporada o ir de vacaciones, pero no
un destino donde desarrollarse como profesional y donde establecerse para siempre.
Se podría decir que su espíritu europeísta y abierto, su identidad mixta o fronteriza,
rivalizan con una concepción única de la adaptación; un tipo de integración à la française
que, como han señalado mucho sociólogos del Hexágono, a fuerza de querer tratar a
todos como iguales genera un racismo indirecto que se inscribe en el propio proceso de
integración. Como señala Saïd Bouamama, «el racismo francés no se construye
mayoritariamente sobre un principio de exclusión, sino por una voluntad excesiva de
inclusión» (Bouamama, 2000: 39).
Los cuatro casos destacados en este apartado confirman los hallazgos alcanzados en
la primera fase de esta investigación (Proyecto MEXEES I). Los inmigrantes comunitarios
son un colectivo que, por su nivel socioeconómico, su cualificación profesional y sus
rasgos étnicos representa una población deseada y vista como enriquecedora para la
sociedad española. No obstante, resulta interesante a nivel sociológico comprobar que, a
pesar de la buena acogida que reciben, estos extranjeros no escapan a los procesos de
estigmatización producidos por la tendencia social a la reproducción de generalizaciones.
En algunos de los casos se percibe la incomodidad por ser etiquetado. La joven
canadiense se siente incómoda con las actitudes de veneración que observa en sus
compañeros de trabajo. Y la joven irlandesa se indigna porque es definida como «una
inglesa, una guiri». Se debe reconocer, sin embargo, que estos «signos de estigma»
(Goffman, 1970) no son dañinos o no tienen consecuencias graves para la identidad o la
personalidad de las personas, al contrario de lo que ocurre en el caso de los inmigrantes
marroquíes, africanos o asiáticos (asociados con la violencia, la pobreza o el terrorismo).
Quizás la mayor novedad en este contexto es la tendencia a dejar de considerar
España como un entorno favorable para el desarrollo de la vida profesional. No
obstante, en dos de los cuatro casos, aunque se reconoce la precariedad económica, se
defiende la existencia de «aspectos que compensan». El mejor clima, la gastronomía y
una cultura más cercana que favorece la creación de lazos sociales son razones
suficientes para que muchos echen raíces en España. Habrá que observar la evolución
futura de los datos y seguir indagando en las trayectorias migratorias para saber si España
podrá volver a convertirse en el destino de una inmigración cualificada; o simplemente

183
será un lugar donde pasar una buena temporada, a la espera de desarrollar una carrera
profesional en un país europeo con un mercado de trabajo más ágil y estable.

1 Ver también: http://hispanismoafricano.wordpress.com/category/guinea-ecuatorial/.


2 Personas nacidas fuera pero asentadas en España a temprana edad.
3 Consúltese el estudio de Pérez-Agote, Tejerina y Barañano (eds.) (2010).
4 Recuerda el caso presentado en el estudio anterior (Cea D’Ancona y Valles, 2010: 90-92), donde la
trayectoria laboral fuera de aparcacoches a ferrallista.
5 «No retornar, vivir entre los dos…, vivir entre dos países; buscar la información, los recursos, informarme y
conocer, viajar. Vivir, aunque entre los dos sitios, España y Senegal; formarme más».
6 El estudio en España es una réplica del CILS (Children of Immigrant Longitudial Study), desarrollado por
Alejandro Portes y Ruben Rumbaut en Estados Unidos. El ILSE (Logitudinal Study of Second Generation) se ha
llevado a cabo a través de una muestra aleatoria estratificada de 6.884 jóvenes en 176 colegios públicos y privados
de Madrid y Barcelona.
7 Alternative Ambitions: Low Educational Ambition as a Form of Strategic Adaptation among Chinese
Youths in Spain, Jessica Yiu, The Center of Migration and Development, Working Papers Series Princeton
University, CMD Working Paper 11-02d, http://www.princeton.edu/cmd/working-
papers/ILSEG%20Papers/wp1102d-ChineseinSpain_Draft1.pdf.
8 Nota de campo, 10 de enero de 2011. Conversación grabada mientras la joven cuidaba de una anciana,
MEXEES II).
9 Empleamos el término ladino en el sentido de mestizo, una de las varias acepciones que recoge el Diccionario de
la lengua española de la RAE. Esta misma fuente y para el término criollo aporta esta primera definición: «Dicho de
un hijo y, en general, de un descendiente de padres europeos: Nacido en los antiguos territorios españoles de
América y en algunas colonias europeas de dicho continente».
10 Cabe también la denominación de población criollo-ladina. Véase el libro titulado: Invención criolla, sueño ladino,
pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1850 (Taracena Arriola, 1997). Donde se apunta que
«Los Altos pasó a ser un importante centro económico, demográfico y político en el siglo XIX, bajo el liderazgo de
una dinámica y ambiciosa élite criollo-ladina».
11 http://www.europapress.es/latam/ecuador/noticia-ecuador-ecuador-ofrece-terrenos-inmigrantes-espana-
vuelvan-pais-trabajo-20130117174225.html.
12 http://www.europapress.es/latam/ecuador/noticia-ecuador-72-ciento-ecuatorianos-residentes-espana-
desean-regresar-pais-mismo-ano-20121024142743.html.
13 El 1 de mayo de 2004 se incorpora a la Unión Europea la República Checa, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia,
Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y Polonia. Si a los primeros se les impuso una moratoria de dos años a
la libre circulación de personas, que no de capitales, contra lo establecido en el Tratado de Maastricht, los dos
últimos entraron como miembros de pleno de derecho en la Europa de los 25 (Ferrero, 2008). La apertura
definitiva a la libre circulación de personas se hizo efectiva en mayo de 2009. En 2007 se incorporaron Rumanía y
Bulgaria y todos los países de la UE-25 se sumaron al período transitorio, con la excepción de Finlandia y Suecia.
Algunos autores explican esta unanimidad por los prejuicios asociados a estas poblaciones (proclives al crimen
organizado, a la corrupción, a la violencia, mendicidad, etc. (Pajares, 2007) y piensan que las moratorias tuvieron el
efecto perverso de provocar un aumento de la contratación irregular.
14 La personalidad no es innata. Durkheim decía que el hombre, a través de la educación, se convertía en un
«ser social» y Mead advierte que los modelos sociales de comportamiento que los grupos crean, aprueban y
defienden se transmiten de una generación a la siguiente. Así, el sociólogo ve la personalidad como un reflejo de
las situaciones sociales en medio de las cuales el individuo se ha formado y ante las cuales reacciona. El self, la
esencia personal (el sí mismo, el Yo), es pues un espejo social.
15 EU-MIDIS, European Union Minorities and Discrimination Survey, Data in Focus Report, Multiple
Discrimination, European Union Agency for Fundamental Rights (FRA), 2010.
16 http://foros.hispavista.com/politica_espana/8/21830/m/desenmascarando-a-los-inmigrantes-argentinos/.
17 Agradecemos a Marcela Goic su colaboración en esta entrevista, además de facilitarnos la referencia

184
bibliográfica sobre la pertenencia de este caso a la llamada «clase media esforzada» (Bengoa, Márquez y Aravena,
1999). Un tipo sociológico característico de los años 90, familias de origen popular, que experimentan cierta
movilidad ascendente vía la educación; y que asocia bienestar y ascenso social a capacidad de consumo. La apuesta
migratoria formaría parte de un universo de sentido con resonancias históricas en la figura del indiano o sus
equivalentes contemporáneos, en el que lograr un buen trabajo, ganar dinero y regresar a Chile en el menor
tiempo posible impulsa a la aventura trasatlántica.
18 Nuestro informante se pregunta «cómo un país supuestamente avanzado» (España), conocida la experiencia
en Europa donde ya se había pasado «por esas crisis de discriminación y cosas así», se siga hoy con «tal tipo de
discriminación y que alguien lo traten de negro de mierda todo el rato y que lo insulten». Habla de algo
presenciado, por él mismo, en el metro. Y acaba comentando que él, su novia o el resto de los chilenos u otros
inmigrantes «blancos» en España son afortunados, frente a los negros, a ese respecto.
19 Véase el testimonio novelado de Miguel Delibes, en su Diario de un emigrante. Publicado por primera vez en
1958, retrata la corriente emigratoria de España a Chile a través de la peripecia de una pareja de recién casados,
que prueban a hacer fortuna en América, pero regresan desengañados.
20 Finantial Times, Spain tops destination of UE migrants, 19/02/2007 www.ft.com/cms/s/81d2e520-bf90-
11db-9ac2-000b5df10621.html.

185
PARTE II

186
Los efectos de la crisis en la convivencia entre autóctonos y extranjeros, y en las
imágenes asociadas

En esta segunda parte del libro, formada por los capítulos 3 y 4, se ofrece un análisis
centrado en dos asuntos de especial relevancia. Por un lado, la cuestión de la convivencia
entre autóctonos y extranjeros o inmigrantes de diversa procedencia, aceptación,
presencia, con balances de filias y fobias determinados. Por otro lado, se aborda en
capítulo aparte la controversia sobre los imaginarios colectivos, representaciones sociales
y discursos asociados a la inmigración, prestando también atención al papel de los
medios de comunicación en ello. En ambos capítulos se comparan y actualizan las
informaciones disponibles correspondientes a la etapa previa de bonanza con los nuevos
datos de diverso tipo (estadísticas, encuestas, materiales cualitativos y otras fuentes
documentales) para los años de recesión y crisis. Precisamente para discernir hasta qué
punto han afectado las nuevas circunstancias de la gran recesión de los últimos años en
la convivencia entre autóctonos y extranjeros, así como en las imágenes de estos que
abrigan los primeros. A este respecto, se hace una presentación de resultados en la que se
combinan las diversas fuentes referidas, para ofrecer una visión integrada de los
enfoques teóricos y metodológicos puestos en práctica en las dos investigaciones
sucesivas que aquí se sintetizan. Los detalles de estas se han adelantado en la Introducción.
En el capítulo tercero se anticipa en el propio título una de las conclusiones; y a lo
largo del mismo se desgranan los diversos factores que fundamentan el combinado de
filias y fobias que subyace en las distintas formas de convivencia, según la comunidad
inmigrante o extranjera. En el capítulo final se detalla la evolución de las imágenes de la
inmigración, junto con el argumentario y los discursos que están en la base de las
mismas. Se corren algunos velos sobre la complejidad del fenómeno estudiado,
aportando elementos de reflexión, razonamiento y utilidad para una pluralidad de
lectores.

187
CAPÍTULO 3

De la novedad a la normalización de la convivencia entre autóctonos y foráneos

La transformación de España en una sociedad multiétnica y pluricultural adquiere un


mayor empuje con el inicio del nuevo siglo. Las cifras oficiales de población extranjera
con permiso de residencia en vigor no cesan de crecer, con incrementos anuales que
alcanzan el 23,82 por 100 en 2001, el 38,52 en 2005 y el 31,68 en 2007. Los dos primeros
incrementos coinciden con los procesos de regularización de inmigrantes de 2001 (que
supuso la incorporación de 239.174 extranjeros a las estadísticas oficiales) y de 2005 (de
561.241 extranjeros). En el tercero, influye la anexión de Rumanía y Bulgaria a la Unión
Europea en 2007. Lo que explica el descenso del peso de la población de países ajenos a
la UE (del 70,6 por 100 en 2001 al 59,32 en 2012)1. Ni las infraestructuras ni la
población estaban preparadas para recibir tal volumen de población y la consiguiente
transformación de los diferentes espacios de convivencia. No todos vieron en ello una
oportunidad de regeneración de la sociedad, de crecimiento económico y cultural.
Muchos lo visualizaron como una amenaza tanto a sus intereses económicos y laborales,
como a su identidad étnica y cultural2.
Los años de convivencia ha contribuido a desvanecer estereotipos y prejuicios que el
desconocimiento mutuo alimenta, pasando las fobias a filias, aunque no en todos los
casos. Depende de cómo sea la experiencia de convivencia. Las fobias se fortalecen con
experiencias de convivencia negativa. También cuando aumenta el desconcierto ante un
futuro que se vislumbra incierto. El desconcierto y la incertidumbre con frecuencia son
el punto de arranque del racismo (Balibar y Wallerstein, 1991; Cachón, 2011). Racismo
hacia quien se percibe diferente, ya por su etnicidad, su cultura o costumbres (heterofobia).
A partir de ese desconcierto comenzamos a construir representaciones de los «otros» en
contraste y con relación a «nosotros». Los tiempos de incertidumbres, como son los
contextos de crisis económica, alimentan representaciones que fomentan el miedo y el
rechazo a quien se considera una amenaza o rival para el acceso al empleo o a
prestaciones sociales (sanidad, educación, vivienda…). Pero lo contrario no siempre
acontece en tiempos de bonanza económica. Las páginas que siguen van a tratar de
desmarañar la madeja de hilos que tejen las actitudes hacia la inmigración. Para ello se
interconectan datos de encuesta con materiales cualitativos. Los primeros ayudan a la
cuantificación, mientras que los segundos contribuyen a la comprensión de la realidad no
descrita a través de cifras.

188
3.1. QUIÉN ES INMIGRANTE, QUIÉN EXTRANJERO: LA VISIBILIDAD DIFERENCIAL

Cuando las encuestas que el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) realiza para
OBERAXE (Observatorio Español de Racismo y Xenofobia) preguntan a los españoles:
«Cuando se habla de inmigrantes extranjeros que viven en España ¿en quiénes piensa
Ud. de manera inmediata?», los latinoamericanos agrupan el 24 por 100 de las primeras
menciones3, al igual que los marroquíes o norteafricanos, y con apenas variaciones desde
2008. Le siguen los Europeos del Este (16 por 100) y los africanos (9 por 100 en 2011).
Lo que corrobora lo ya apuntado en estudios previos: «cuando se habla de inmigrantes,
en la acepción común del término, nadie piensa en los ejecutivos japoneses o franceses,
en los jubilados alemanes o en los británicos profesores de inglés en España» (González
y Álvarez-Miranda, 2005: 24).
Los inmigrantes que proceden de países andinos, africanos, de la Europa del Este y
de Asia, se adecúan al perfil del llamado inmigrante económico. En su mayor parte son
jóvenes que han llegado recientemente, que realizan trabajos poco cualificados y
participan en redes de apoyo muy cohesionadas (Reher y Requena, 2009). Frente a estos
se sitúan los extranjeros: los que proceden de países de un mayor nivel de desarrollado y
cuyo perfil sociodemográfico está marcado por una formación educativa y profesional
alta. A estos se suman los jubilados europeos, que fijan su residencia en España. Los
latinoamericanos ladinos (argentinos, chilenos…) se clasifican más en este segundo grupo,
aunque sin ajustarse del todo. Para Kuehn (2009) es la creciente diversidad de la
población extranjera en España la que ha propiciado que los europeos occidentales
hayan pasado a un segundo plano; que sean casi invisibles o se les descarte cuando se
piensa en inmigrantes. Sea como fuere, al término inmigrante continúa dándosele una
connotación eminentemente económica (léase clasismo racial o racismo de clase, en lenguaje
más conceptual y sociológico); prefigurando que están (o su lugar debiera ser) en los
empleos más bajos de las escalas ocupacionales y económicas. Los siguientes fragmentos
correspondientes a los proyectos MEXEES I (2006-2007) y II (2010-2011) son solo dos
ejemplos de algo recurrente en las hablas de la población española:
—En este momento los españoles que están fuera no se llaman inmigrantes. Tienen un magnífico nivel
profesional, con lo cual nadie tiene un amigo español inmigrante porque o es un médico que está
trabajando en el hospital de no sé qué; y eso no se llama emigrante. Inmigrante en este país se llama al
que lo está pasando horrible. Además no le quieren alquilar una casa, y esos problemas. Tengo
amigos de fuera aquí, pero que tampoco son inmigrantes. Ellos dicen que sí. Son profesionales de muy
alto nivel, que están trabajando en España, pues porque necesitaban informáticos, por ejemplo. Yo
tampoco llamo inmigrantes a los mexicanos, porque los pobres intentan llegar a Estados Unidos
cruzando el río Grande y los machacan. A los argentinos tampoco, porque tienen un buen nivel de vida
y vienen con el corralito. Se entiende por inmigración otra cosa: peruanos, ecuatorianos…

Mujer autóctona de 66 años, natural de Madrid, aunque ha vivido en varias provincias.


Licenciada en económicas y psicología. Clase media alta. Trabajó en la docencia universitaria y
en varios bancos. Prejubilada. Se considera de izquierdas. Tiene relación vecinal con inmigrantes.
Muestra una actitud positiva hacia la inmigración y crítica hacia los empresarios que se

189
aprovechan de los inmigrantes (MEXEES I).

V1: Ese es el problema, que la palabra inmigrante ya no les está sonando a todos sino solo a los del sur, y
nadie ha dicho no. Yo fui al hospital el otro día y vi a un alemán, que era el fisioterapeuta, y me arregló
que se me torció el dedo y era alemán el tío.
V2: Pero hablas de un alemán, no de un inmigrante.
V4: Claro, pero era un alemán, que vino de inmigrante, y ahora está trabajando en un hospital.
M1: Es lo que hablaba de la inmigración de lujo, en realidad, no se consideran inmigrantes, pues eso,
porque en realidad…
V2: Turistas más bien.

GD1: Jóvenes españoles, universitarios de 20 a 24 años (MEXEES II).

Aunque el alemán «vino de inmigrante» y esté trabajando en un hospital, no es un


inmigrante. Inmigrante es quien procede de un país de menor nivel de desarrollo
económico, que viene por necesidad, a trabajar y que es distinto a nosotros. Dentro de la
Unión Europea se diferencia entre alemanes o franceses y portugueses («a todos nos
caen mal») o rumanos. La razón, que vienen a trabajar y «aquí no hay que olvidar
también que estamos con cuatro millones y pico de parados, que afecta al inmigrante y
afecta al español» [GD4: adulto cualificación media-baja - MEXEES II]. Pero también
por los mayores problemas de integración que se les atribuye, su implicación en
conductas delictivas y su menor nivel de renta («se les mira por encima del hombro»).
Varón burundés: No es lo mismo un jeque árabe que llega con sus riquezas, y por tanto puede ser
perfectamente aceptado y recibido sin ningún problema; y otro el que aterriza en el aeropuerto sea de
Barcelona, sea de Madrid, con una maleta más o menos vacía, que tendrá que buscarse un poco las
soluciones que pueda encontrar. Entonces, la visión que posteriormente la sociedad española tiene de
unos y otros es diferente. No sé si habría que distinguir entre extranjeros e inmigrantes. No lo sé,
porque la visión no es la misma. Un francés que llega aquí, aunque esté buscando trabajo, nunca se le
verá como un inmigrante. Se le ve como extranjero, un europeo.
Mujer de Portugal: Tendríamos que mirar en internet el significado de la Real Academia, de inmigración,
cómo lo define. A lo mejor no se distingue entre nivel cultural ni económico a la hora de emigrar. O
sea, habría que ver a nivel de semántica, a nivel de significado. Pero tienes toda la razón.
(…)
Varón de Irán: De todas formas yo creo que generalmente aquí en España desde hace mucho tiempo,
cuando se habla de inmigración se piensa en determinados ciudadanos venidos de determinada
procedencia. Es decir, yo creo que los latinoamericanos, a los europeos, incluso europeos del Este, de
la Europa del Este, no los ven de la misma manera. Es decir, hay una diferencia en cuanto al trato. Sí,
en cuanto hay unas pautas culturales que tienen mucha importancia entre otras, por ejemplo la religión,
la tradición, etc. Entonces posiblemente a muchos españoles, cuando les hablan de inmigrantes, ellos
piensan en árabes, musulmanes, africanos, esos son los inmigrantes. Una persona de América Latina
quizá no es tan inmigrante como un marroquí.

GD9: Inmigrantes de posición media-alta (MEXEES II).

La mayor distintividad es la que primero se visualiza: la étnica. El color de la piel actúa


como una primera barrera que frena la aceptación e integración del inmigrante. A su vez
se vincula a una cultura determinada: china, japonesa, musulmana, indígena… Un estigma
que acompaña a la persona («es como una etiqueta»4), aunque no se ajuste a la realidad.
La marca de una «diferencia irreductible» (Wieviorka, 2009: 100), que puede llevar a la

190
distancia y al racismo5. Su efecto es más pernicioso entre quienes tienen la nacionalidad
española o se consideran españoles6, ya por haber nacido en el país o haber llegado a una
edad temprana (con sus padres o fruto de adopciones internacionales).
—Yo soy mulata y tengo unos rasgos muy destacados, que se nota que soy extranjera. Porque, claro,
hablando, como llevo tantos años aquí, pues no notas que soy de fuera. Si tú hablas conmigo por
teléfono, no te das cuenta. Pero, claro, si me ven por la calle, los comentarios típicos, los típicos
comentarios del autobús: «es que los inmigrantes no sé cuántos, patatín, patatán». Pues me siento
aludida porque me considero que sigo siendo inmigrante y llevo desde los siete años viviendo aquí y no
debería sentirme así.

Mujer dominicana de 29 años. Estudia FPII y trabaja de administrativo en una empresa. Su


madre se casó en segundas nupcias con un español y tiene dos hermanos nacidos en España. Ella
vive en pareja con un español y se siente más española que dominicana. Cuando iba al colegio, un
niño la insultaba y la decía «negra». En la actualidad reconoce que es más adulta y que no siente
que «ser negro sea un insulto, sino que eres negro y punto» (MEXEES I).

—A mi hijo la gente lo verá y dirá: «¡Ah, es un chino!» Hombre, que nace en España, habla español,
estudia en España. Yo creo que mentalidad totalmente española, totalmente. Hombre, luego le ven la
cara y dicen que es un chino.

Varón de 50 años, chino, pastor evangélico, que inicialmente trabajó en la hostelería. Vino a
España con veintidós años. En España nacieron sus hijos, que han alcanzado estudios
universitarios (MEXEES II).

—Vi una vez por la televisión a una reportera que estaba haciendo un reportaje de una fiesta, que se hacía
por la Castellana. Estaba entrevistando a una señora sobre los bailes que estaban haciendo en los
pasacalles. La señora, mirando a la reportera y viendo que era negra le dijo «Hombre, es que vosotros
los extranjeros, y más de los países latinoamericanos, tenéis más fácil lo de bailar». La reportera le
contestó a la señora diciendo: «Señora, que yo soy de Alcorcón».

Varón autóctono de 31 años, informático. Vivió en Cádiz y Madrid. Tiene un discurso


favorable a la inmigración. Incluso dice que hace discriminación positiva con los extranjeros,
tratándoles mejor que a los autóctonos. Tiene mucha relación con inmigrantes (MEXEES II).

La segunda barrera es la forma de hablar. Esta actúa entre quienes carecen de rasgos
étnicos que les distinga de la población autóctona. No dominar el idioma o el acento con
el que hablan le descubren como foráneo. También su forma de vestir, de comportarse o
cualquier rasgo que le diferencie del conjunto de la población, como describen
extranjeros a primera vista invisibles.
—Andas en la calle sin hablar, todos dicen que eres español. Cuando empiezas a hablar, ya te cambia la
cosa.

Varón rumano de 37 años. Vino a España hace seis años con su mujer e hijo. Trabaja de
repartidor en una pizzería, tras haber estado en otros empleos de corta duración. Se muestra un
poco decepcionado, al no haber cubierto sus expectativas laborales y económicas. Proyecto de
retorno por mala experiencia laboral (MEXEES I).

—Una vez en el metro dejé el asiento a una señora mayor y me dijo que cómo se notaba que era una joven
guapa y española. Lo decía porque los que estaban sentados eran todos extranjeros. Y le dije que era
rumana. Pues, se quedó de piedra. Yo creo que he tenido un buen recibimiento porque soy castaña,
ojos azules y una chica que viste normal. Mis padres visten normal. Se piensan que todos los rumanos

191
son pobres. Eso yo creo que es un poco de incultura.

Mujer rumana de 18 años. Vino a España con sus padres cuando era pequeña. Un familiar
suyo ya estaba aquí. Estudia bachillerato y cuida niños los fines de semana. Se relaciona más con
españoles y se siente adaptada. Sus padres quieren regresar a Rumanía, pero ella «su vida aquí no
la cambiaría por la de allí» (MEXEES I)

—Yo creo que es muy notorio en España, como en Europa, la diferencia entre inmigrantes europeos e
inmigrantes fuera de la Unión Europea. También guiado mucho por la diferencia de rasgos, etnia.
Bueno, me atrevería a decir que no tengo apenas acento, como he crecido entre los dos, pues eso entre
España y Francia y tengo parientes y tal, mis rasgos, como soy clarita de piel, ojos azules…, pues me
pueden confundir con una nativa. Entonces tampoco noto mucho las dificultades o lo que es que
adviertan que eres una extranjera.

Mujer de 25 años, de nacionalidad francesa, con familiares en el País Vasco. Se trasladó a


Madrid para continuar sus estudios universitarios. Tiene una mentalidad europeísta y abierta,
propia de las identidades mixtas que valoran las experiencias de vida en distintos contextos
culturales (MEXEES II).

La tercera barrera es la cultural-religiosa, la forma de vestir, de comportarse. El


exteriorizar que se pertenece a una cultural o religión que difiere de la mayoritaria en el
país. Su incidencia negativa es mayor entre los musulmanes, como asimismo se verá en el
apartado 3.2.
—En general, bien. Como somos blancos no hay problemas. Más o menos es eso, es lo que yo he notado
aquí. Pero cuando dices (que normalmente no saben) que más de la mitad de los bosnios son
musulmanes, eso es lo que no comprenden, que puedas ser blanco y musulmán. Pero ya eso es por
estereotipos y prejuicios que tienen de antes.

Mujer de 25 años de Bosnia-Herzegovina, musulmana, con dos licenciaturas universitarias.


Sus padres y hermanos residen en Bosnia; otros familiares y amigos en otros países de Europa.
Ha residido en España en tres ocasiones (1996, 2006 y actualmente). Ha trabajado temporalmente
«sin papeles» en un restaurante. Profesa la religión musulmana (sunni) (MEXEES II).

Pero la crítica a la imposición cultural, a la falta de integración, no actúa en igual


medida cuando concierne a ciudadanos de otros países europeos, de un mayor nivel de
renta: los considerados «extranjeros».
M1: Y sobre todo parece que no, pero mucho de esta idea de España, si veis estas películas de la época del
franquismo, de las alemanas, las suecas y tal, parece que no, pero socialmente ha hecho mucha mella.
Ahora vemos a los alemanes de Mallorca, los vemos como seres supergraciosos, que tienen mucho
dinero, que nos dan turismo, que nos dan tal; cuando, al fin y al cabo, no dejan de ser también
inmigrantes. O sea, no es que haya que rechazarlos, ni nada, no pero…
V4: Incluso que imponen en cierta manera su cultura.
M1: Sí.
V4: Porque el otro día vi un reportaje de un pueblo de la costa de Alicantina, no me acuerdo cuál era, que
no sé si el 50 por 100 de las población era de Noruega.
M1: San Fulgencio, algo así, el 70 por 100 o algo así.
V4: A mí me chocó muchísimo, Noruega ¿qué hacen tantos noruegos por ahí? E incluso, habían colegios
en los que solo hablaba en noruego, todos noruegos, no hablaban castellano, eso es un problema de
integración brutal también.
V2: Por lo mismo que…
M4: De hecho ahora en Ibiza, si te hace trabajar, tienes que saber alemán. No te puedes ir de camarero

192
porque sí.
M3: Y en Tenerife igual. En Tenerife alemanes e ingleses en navidades a porrones.
V4: En cambio nadie habla de un atentado contra la cultura española en ese sentido.

GD1: Jóvenes españoles, universitarios de 20 a 24 años (MEXEES II).

Este último fragmento da pie a un análisis más profundo que se irá descifrando en
las páginas que siguen. En ellas se verá que en la consideración de inmigrante intervienen
prejuicios y experiencias de convivencia que marcan filias y fobias. Las filias se
concentran preferiblemente en los inmigrantes invisibles, contribuyendo a su adaptación-
integración, mientras que en las fobias actúan una confluencia de factores. A su
desvanecimiento no siempre contribuye el conocimiento mutuo. El tiempo de estancia
en el país, el haber tenido oportunidad de establecer vínculos afectivos con autóctonos
(no limitados al ámbito laboral), actúa a favor de la aceptación e integración del
inmigrante; que se sientan uno más (un insider), no un extraño (un outsider); que sea
copartícipe de la sociedad donde habita y no un anexo. El sentimiento de pertenencia
contribuye a la integración, en tanto que el de exclusión a la xenofobia. Para lo primero es
decisivo el trato dado por los autóctonos: las relaciones afectivas hacen a uno «sentirte
parte de esto». Y aunque integración e identidad no sean fenómenos iguales, se trata de
procesos asociados.

193
3.2. EL INMIGRANTE QUE SE DESEA FRENTE AL QUE SE RECHAZA

Las encuestas CIS-OBERAXE muestran que cuando a la población española se la


pregunta qué criterio se debería primar a la hora de permitir a una persona extranjera
venir a vivir a España, «que esté dispuesto a adoptar el modo de vida del país» continua
siendo el criterio más valorado: en 2011alcanza la valoración media de 7,99, en la escala
de 0 (nada importante) a 10 (muy importante). En la figura 3.1 puede asimismo verse que
el segundo criterio más mencionado es «que tenga una cualificación laboral de las que
necesita España» (con una media de 7,38 en 2011), y muy próximo al anterior. Por lo
que, a la condición de la adaptación sigue el encaje laboral (o el ajuste del flujo
inmigratorio a las ofertas de empleo).

FIGURA 3.1.—Criterios en la selección de inmigrantes en España. Encuestas CIS-OBERAXE de 2008 a 2011


(medias aritméticas)

194
Fuente: Cea D’Ancona y Valles Martínez (2013).

El tercer criterio es que tenga «un buen nivel educativo» (6,5 en 2011). Expresa la
preferencia por una inmigración cualificada. En similar medida se prefiere al extranjero
que hable el idioma propio del lugar de destino (castellano o la lengua oficial de la
comunidad autónoma), ahondando en la priorización de la integración del inmigrante.
En cambio, criterios de selección denotativos de racismo, ya sea por razones de raza (que
sea de raza blanca), económica (que tenga mucho dinero) o religiosa (que sea de un país
de tradición cristiana), quedan relegados a las últimas posiciones entre los criterios a
priorizar. Al tratarse de criterios que denotan intransigencia religiosa, clasismo y racismo
en su concepción tradicional, era previsible su infravaloración en el formato de encuesta
mediante entrevista personal, por la mayor desaprobación social que se le atribuye. Por el
contrario, la fluidez de la entrevista cualitativa y la discusión grupal descubren que estos
últimos criterios también tienen calado en la opinión pública, como iremos viendo en los
subapartados que siguen.

195
3.2.1. La negación de preferencias

Preguntar por el grado de simpatía hacia personas de nacionalidades, culturas o


etnias diferentes ha sido una forma tradicional de adentrarse en los prejuicios o recelos
hacia colectivos concretos de inmigrantes. Las encuestas de actitudes hacia la
inmigración que el CIS ha realizado desde 1991 hasta el barómetro de mayo de 2003
incluyen una pregunta que pedía se puntuara, en una escala de 0 (ninguna) a 10 (mucha),
la simpatía sentida hacia personas de diferentes nacionalidades o regiones del mundo. En
todas las encuestas la polaridad se establecía entre los ciudadanos de la UE (separando a
los portugueses y las personas del Este de Europa), seguidos de los latinoamericanos y
los marroquíes. Las valoraciones medias iban desde 7,1 y 6,6 hasta 5,3, respectivamente,
en 2003 (la última encuesta que incluyó la pregunta) (Cea D’Ancona, 2004, 2007).
Las encuestas CIS-OBERAXE optan por un formato de pregunta directa y abierta,
que busca la repuesta espontánea: «¿Hay algún grupo de inmigrantes en particular que le
caiga mejor o por el que tenga más simpatía?» Una pregunta que antes se había probado
en la encuesta experimental MEXEES I. A la pregunta sobre simpatía acompaña la
complementaria sobre la antipatía: «¿Y alguno que le caiga peor o por el que tenga menor
simpatía?» En ambas se solicita una sola respuesta, espontanea, sin que medie sugerencia
alguna por parte del entrevistador. Completada la segunda pregunta, este solicita la razón
de dicha antipatía hacia el inmigrante que se haya mencionado. Se trata de indagar en
prejuicios, seguir su evolución y prevenir su posible repercusión en la convivencia entre
autóctonos y extranjeros.
El primer dato que sorprende es lo abultado de la respuesta «ninguno», tanto cuando
se pregunta por los inmigrantes que suscitan mayor simpatía (desde 54 por 100 en 2009
hasta 48 en 2011), como por aquellos que despiertan una menor simpatía (desde el 45
por 100 en 2009 hasta el 39 en 2011). Gracias a que el trabajo de campo de la última
encuesta CIS-OBERAXE confluye en el tiempo con la encuesta MEXEES II (del 1 de
diciembre de 2011 hasta el 30 de marzo de 2012), pudo advertirse del error de grabación
de las respuestas: la categoría «ninguno» agrupaba respuestas con connotaciones
diferentes. En la encuesta experimental MEXEES I, dicha respuesta fue pronunciada
solo por el 6 por 100 de los 683 encuestados; en MEXEES II, por el 2 por 100 de los
660 sondeados, en el caso de preguntarse por filias. En cambio, una respuesta que
alcanzó una relevante altura porcentual fue «todos, con indiferencia del país/no me fijo
en el país/ depende de la persona que sea»: fue pronunciada por el 15 y 21 por 100 de
los encuestados (Cea D’Ancona y Valles, 2013). Por lo que se alertó al CIS del error de
grabación de las respuestas. La respuesta «ninguna» agrupaba a quienes responden
ninguna nacionalidad en especial, dando a su respuesta una connotación positiva, y
aquellos que dan la connotación negativa esperable de la categoría genérica «ninguno».
Lo que redujo la información que cabría esperar de ambas preguntas. Salvo que se
mantiene la predilección por los inmigrantes latinoamericanos, como categoría general,
nombrándose además algunas nacionalidades concretas: argentinos, ecuatorianos y
colombianos. En el anverso, se reitera la mención a los moros o marroquíes, junto con

196
los rumanos (que suelen asociarse a los roma o gitanos), como los dos colectivos que más
fobias o rechazo despiertan en la población española y a distancia del resto.
En las encuestas MEXEES las simpatías también se concentran más en:
latinoamericanos en general (que se incrementa de 15 a 21 por 100 en MEXEES II),
europeos (12 y 10 por 100, respectivamente), argentinos (8 y 4 por 100), chinos (6 y 2
por 100), africanos (5 y 7 por 100), los educados y respetuosos (4 y 2 por 100), italianos
(2 y 4 por 100), alemanes (2 por 100 en ambas encuestas) y ecuatorianos (1 y 3 por 100).
Cuando a continuación se pregunta «¿por qué?», las principales respuestas en MEXEES
II fueron: Son como nosotros / los más afines a nuestra cultura (21 por 100); me
importa la persona (17 por 100); porque les he tratado / los conozco (tiene amigos,
compañeros, familiares de esa nacionalidad) (9 por 100); por el idioma / vínculos
históricos (9 por 100); son buena gente / los más sociables, simpáticos… (8 por 100);
son con los que más me trato y me caen bien (8 por 100). La mención espontánea a
europeos, italianos, alemanes, ingleses,.., se debe a que el enunciado de la pregunta decía
expresamente: «¿Hacia qué personas de otros países siente Ud. una mayor simpatía?». En
cambio, en las encuestas CIS-OBERAXE se pregunta por «inmigrantes», quedando las
respuestas circunscritas a quienes comúnmente se consideran inmigrantes económicos.
Cuando la encuesta MEXEES II pregunta por «los inmigrantes que la sociedad
española acepta menos» las tres respuestas más mencionadas fueron: moros, marroquíes,
norteafricanos (25 por 100), rumanos (19 por 100), árabes o musulmanes (16 por 100).
Las razones principales que se arguyeron fueron: delinquen, tienen fama de ladrones, se
les asocia a delincuencia (20 por 100), tienen diferente cultura y costumbres, choque
cultural (16 por 100), por su religión, fanatismo religioso, son más radicales (9 por 100) y
no se adaptan a nuestra cultura y costumbres (6 por 100). En la encuesta CIS-
OBERAXE de 2011 una quinta parte (22 por 100) de las argumentaciones apuntan a la
delincuencia. En el mismo campo semántico estarían las razones afines: pertenencia a
mafias (2 por 100), organización en bandas (1 por 100) y no vienen a trabajar (1 por
100). A estas se añade la segunda argumentación más reiterada: son violentos, agresivos,
conflictivos (9 por 100). Por lo que, su sumatorio abarcaría el 35 por 100 de los
argumentos que justifican la antipatía. Un segundo tercio de las respuestas abarca toda
una panoplia de menciones que giran sobre lo cultural, los estilos de vida: no se integran
(11 por 100), sus costumbres, formas de vida (9 por 100), sus creencias, extremismo
religioso (6 por 100), actitud hacia la mujer (4 por 100), son maleducados o incívicos (2
por 100) y son sucios (1 por 100).
La introspección cualitativa nos permite ahondar en cómo se argumentan las filias y
las fobias, al igual que la negación de preferencia y la connotación de racismo que se da a
cualquier exteriorización de la misma. Quien niega la existencia de preferencia reitera:
«son personas», «no diferencio por nacionalidades», «no somos banderas», «depende de la
persona», «no podemos meter a todos en el mismo saco». Se manifiestan contrarios a
cualquier generalización, a diferencia de lo que atribuye al conjunto de la población:
«somos un país muy dado a generalizar». La persona se antepone a la nacionalidad

197
ilustrando un discurso xenófilo o aperturista a la inmigración. Este es más expreso en los
inmigrantes y en los autóctonos de mayor nivel educativo. También la crítica a los
medios de comunicación, a su responsabilidad en la generación y consolidación de
imágenes estereotípicas negativas de la inmigración (como asimismo se verá en el
capítulo 4).
—Quizás porque me pongo en mi lugar y yo, como inmigrante que soy en España, no me gusta que me
clasifiquen por lo que hayan hecho ciertas personas de mi país. Yo quiero que me conozcan como
persona que soy. Por ello trato de no fijarme demasiado en la nacionalidad.

Mujer rusa de 25 años. Estudios superiores. Clase media-alta. Vino a España con su madre,
cuando tenía quince años, después de que su padre se instalara en Madrid, invitado por una
universidad pública. Ella no quería venir. Ahora quiere quedarse aquí. Lleva diez años viviendo
en España (MEXEES I).

—No son las nacionalidades las que caen mejor o peor, sino las personas. Debemos analizar a todas las
personas una a una y no meter a toda una nacionalidad en el mismo saco, porque una persona en
concreto nos caiga mal o no compartamos las mismas ideas.

Varón ecuatoriano de 28 años. Clase media. Padre médico y madre profesora. A los veinticinco
años se trasladó a Madrid para encontrar un trabajo mejor remunerado que en su país. Aquí ya
vivían hermanos suyos. Trabaja de enfermero en un hospital. Su abuela era española (emigró a
Ecuador) (MEXEES I).

—Pues la verdad es que una de las cosas que intento es no tratar a la gente con diferencias debido a dónde
hayan nacido, ni siquiera por sus creencias políticas, porque al fin y al cabo el hecho de nacer en un
sitio o en otro no es una cosa que elijas ni tú ni muchas veces tus padres. Es algo que aparece (…) al
fin y al cabo todos somos personas y ¡es que no hay más! Todos somos personas. No hay que buscar
más. Para mí es eso. No, no hay diferencias

Varón de 20 años, autóctono. Cursa un módulo de mantenimiento de equipos industriales. Su


padre es administrativo y su madre ama de casa. Muestra una gran tolerancia hacia las personas
extranjeras, con un discurso sensible y empático. Tiene amigos sudamericanos (MEXEES II).

—La verdad, si te digo la verdad, creo que no tengo ninguna preferencia. Si una persona me cae bien me
da igual el color, que sea chino, latino o español, con tal de que me caiga bien. Eso es lo mejor, que te
importe lo que está aquí dentro [tocándose el pecho]

Varón guineano de 21 años, de origen acomodado (padre empresario y madre diputada). Llegó
a Madrid con la intención de terminar sus estudios. Lleva tres años en España y se mantiene con
los ingresos que le envía su madre. Cree que únicamente una minoría de españoles tratan bien a
los extranjeros, el resto son más hipócritas. Tiene amigos de casi todos los tipos de razas
(MEXEES II).

La indagación cualitativa permite que la persona se exprese con sus propias palabras
y extienda la respuesta, introduciendo matizaciones que descubren un amplio elenco de
«peros». Los peros adquieren un gran interés en el estudio de actitudes que se sabe son
socialmente desaprobadas, caso del racismo y la xenofobia, propiciando su negación u
ocultación. Quien percibe la intencionalidad de la pregunta, primero opta por la
respuesta que entiende correcta: «no tengo preferencias», «es un tema de personas, no de
nacionalidades». Después termina destapando sus preferencias. Entre ellas dominan las
que asimismo se perciben como más tolerables o menos desaprobadas socialmente: «que

198
venga a trabajar, no a delinquir» o «el que curre, el que se integre», sin referirse a una
nacionalidad en concreto. Es más habitual entre personas laboral y económicamente bien
posicionadas.
—Preferencia en cuanto a nación, no es que tenga. Lo que sí me gusta es que las personas que vengan sean
educadas, sepan integrarse en el país y su cultura, y que sean personas normales, tolerantes, que
vengan a trabajar, y que no vengan a robar o a estropear el país.

Mujer autóctona de 57 años. Posición acomodada. A los 20 años se vino a trabajar a Madrid
desde un pueblo de Extremadura. Cursó estudios de administración y psicología, pero ahora no
trabaja. Tuvo relación laboral y de amistad con extranjeros (cubanos), cuando trabajaba en una
empresa (MEXEES I).

—Me da igual que sean unos que sean otros. Lo que sí, no me gusta que, pero vamos, no es que sean ellos,
yo pienso que si vienen aquí, que vengan a trabajar y a hacer su vida, no a delinquir y a meter
problemas. Que bastantes tontos tenemos en España para que encima vengan de fuera (…) Hay
etiquetas, hay prejuicios y de todo. Pero a mí personalmente, me da igual que sean japoneses, árabes,
latinoamericanos,.., del país que sean, me da igual. No tengo preferencia ni distinción sobre ninguno.

Varón autóctono de 32 años. Licenciado en Administración y dirección de Empresas y trabaja


en banca. Vivió un año en California, donde dice haber recibido un trato inferior por ser latino.
Considera que la inmigración es positiva porque aporta riqueza económica y cultural (MEXEES
II).

—Como te decía, no soy nada xenófoba ni racista. El racismo me horroriza. No tengo predilección por
nadie en concreto. Ahora bien, soy consciente de que puede haber problemas, ya sabes, si vienen
integristas o mafias. Eso no, eso me parece horrible. Hay gente muy trabajadora. La gente del Este, por
ejemplo, que están trabajando en una obra, haciendo chapuzas y luego son ingenieros. Es increíble
cómo se adaptan y lo rápido que aprenden el español. Creo que esa gente aporta mucho. No te voy a
decir que rechace a ningún colectivo o nacionalidad en particular, pero creo que hay gente que se
adapta mejor. A todos nos pasaría. Pero claro, eso de que vengan e impongan leyes coránicas o el velo,
no sé, la verdad es que no sé qué decir. Es complicado tener una opinión, ya sabes…

Mujer autóctona de 34 años, nacida en Barcelona y residente en Madrid, de clase media-alta.


Regenta un negocio de diseño de interiores; su marido trabaja en una multinacional. Tiene una
hermana viviendo en Inglaterra. Ella ha vivido en diferentes países europeos y en Dinamarca
conoció a su marido. Tiene una asistenta latinoamericana (MEXEES II).

Estos fragmentos recuerdan la descripción que en su día dieran Dovidio y Gaertner


(1986) del racista aversivo. Un término que aplican a las personas que no se consideran
prejuiciosas, porque piensan que defienden los principios de justicia e igualdad de todos,
pero que, inconscientemente, comparten sentimientos negativos hacia personas de otros
grupos sociales (evitando la interacción o contacto con ellos). Una vez descubierta la
preferencia, reiteran «lo que importa es la persona», «yo no tengo prejuicios», porque
saben de la interpretación que puede darse a su respuesta. Inmediatamente rectifican o
restan a lo antes dicho porque les afecta el qué dirán.
—A la gente le molesta tanto que les tachen de algo, que no se atreven a hablar ¿no? Todo el mundo
tiene miedo a que le tachen o que le digan: «¡No, es que tú eres un xenófobo o eres un racista!» Y
entonces creo que la gente se atreve poco a hacer comentarios del tipo que estoy haciendo yo. A lo
mejor es que yo soy un racista y no lo sé, pero vamos…

199
Varón autóctono de 48 años. Nacido en Madrid, aunque sus padres son emigrantes de interior
(naturales de Navarra y Castilla-La Mancha). Casado y con dos hijas de veinte y veinticuatro
años. De clase media. Jefe de ventas. Relación laboral con inmigrantes y de amistad con
hispanoamericanos. Le gusta estar informado (MEXEES I).

—Me gusta la gente europea. Me gustan mucho los polacos, mucho. Es un pueblo que ha sobrevivido a
muchas invasiones. Es un pueblo muy noble de por sí. Luego hay antipáticos, no antipáticos. Pero no
tengo ninguna clase de prejuicio contra nadie.

Varón autóctono de 65 años. Emigró primero de Andalucía a Cataluña y Madrid; después a


Europa (Alemania, Francia, Inglaterra, Italia). En la actualidad trabaja para una multinacional y
escribe poesías (MEXEES I).

—Yo es que ahí no puedo decir que tenga preferencias. A mí me parece que la inmigración es necesaria.
Me cuesta hacer esa diferenciación, desde el punto de vista que yo he sido hijo de emigrantes en un
país extranjero. Entonces, caerme mejor, como los más cercanos, son los que tienen mi propio idioma.
Quizás me caigan mejor ellos porque puedo relacionarme culturalmente mejor con ellos, que con por
ejemplo quizás los chinos, que están en un núcleo bastante más cerrado y no se abran tanto a la
población española. Pero, por lo demás, yo pienso que la inmigración es necesaria y que no, no
diferencio en que me caigan mejor o peor. Eso depende de la educación que tengan ellos y de sus
reacciones dentro de la sociedad.

Varón autóctono de 41 años, de familia de clase media-baja, que tuvo que emigrar a Alemania
donde nacen él y su hermano. Retornan a España y se instalan en Madrid. Cursa estudios
universitarios y trabaja unos meses en Alemania. Docente en un colegio privado. Lo pasó muy
mal cuando regresó a España porque «prácticamente era alemán. Aquí en España era un re-
emigrante» (MEXEES II).

—Si te dijera que prefiero los brasileños o los australianos y que no quiero negros, sería un crimen, ¿no?

Varón autóctono de 70 años. La Guerra Civil le provocó invalidez en una pierna izquierda.
Vive con su mujer. Tiene familiares que han emigrado. Considera que la inmigración es
necesaria, aunque ha de ser más selectiva (MEXEES II).

Hay una xenofobia latente, contenida e inconfesa, que se oculta por miedo a la
reacción social que pueda suscitar; a la imagen negativa que se pueda proyectar. Los
fragmentos anteriores ilustran la desaprobación social que se atribuye a cualquier
exteriorización de preferencias de personas por nacionalidad, cultura, religión o etnia. El
recurso que más se esgrime cuando se manifiesta la tenencia de prejuicios es la referencia
a la experiencia: «es lo que veo». Lo que asimismo puede apreciarse en el siguiente relato,
que ilustra el recurso a la experiencia de quien comparte prejuicios que cree dominan en
el conjunto de la sociedad, aunque no siempre se reconozcan. Comienza con los
sudamericanos («buen trato», pero «falsos» y «peores trabajadores»), sigue con los
Europeos del Este («más trabajadores», pero no dominan el idioma), y concluye con los
chinos («no dan problemas», pero «no se integran»). Relato que abre apartados
específicos donde se profundiza en las razones que se arguyen para justificar fobias y filias.
—Yo creo que todos tenemos unas preferencias, porque todos compartimos prejuicios. Y, por ejemplo,
yo pienso que los sudamericanos tienen buen trato, pero los veo en general más falsos y para trabajar
los veo peores. Eso sí que lo veo. Vamos, lo veo y lo sufro en los bares ¿no? O sea, tú vas a un bar y, si
son camareros españoles, son camareros más activos. Hay de todo, ¿no? Pero vamos, te digo yo la
percepción global ¿no? Hay de todo ¿no? Pero en general el sudamericano es menos trabajador, como

200
más desordenado (…) Los de la zona del Este, rumanos, ucranianos, todo eso, los veo más
trabajadores, y más responsables. Otro carácter, porque claro tiene el problema del idioma ¿no? (…) Sé
que, ya te digo, que cada persona es diferente. Soy psicólogo. Pero bueno, compartes ese prejuicio de
decir: «mira, este es marroquí, este polaco, este chino». Por ejemplo, los chinos, es una inmigración
muy curiosa ¿no? porque el chino, en España, es un colectivo que no da problemas. Pueden tener
mafias entre ellos, pero un chino nunca te va a robar por la calle. Nunca verás un chino que te va a
pedir. Y luego son mafiosos entre ellos ¿no? Y a lo mejor tienen talleres y los tienen ahí, a lo mejor
trabajando veintiocho horas al día, sin luz y tal. Eso sí, es gente que no se integra. Porque el rumano
pues se casa con el español, el español se casa con la marroquí. ¿Sabes? Hay mayor integración. Los
chinos son más cerrados. Es una inmigración que, por ejemplo a mí, no tengo nada en contra de ellos
porque lo veo que no son problemáticos. Vienen a trabajar. Son muy trabajadores. Entre ellos tienen
sus problemas ¿no? A lo mejor sobreexplotan a sus mismos conciudadanos, pero es un colectivo que
yo no le veo problemático. A mí lo que no me gusta es eso, que me intente robar, que me intente… o
ver gente por ahí que te está pidiendo, que te quieren limpiar los zapatos, que tal. Ya es un mundo ¿no?
O te paras en el semáforo y te quieren limpiar ahí el cristal ¿no? Eso es lo que no me gusta de la
inmigración ¿no? Pero el que viene a trabajar, yo, a mí no me importa. Sea chino, sea negro, me da
igual.

Varón autóctono de 53 años. Clase media, psicólogo, con un trabajo estable. Nació en
Marruecos porque su padre tenía un trabajó allí; cuando concluyó, regresaron a España
(MEXEES II).

3.2.2. Filias y fobias condicionadas a la capacidad de integración del inmigrante

La cultura del inmigrante y su capacidad de integración son fundamentales para su


aceptación. El «se deben adaptar al país donde residen» se convierte en nodo discursivo
reiterativo en los proyectos MEXEES y Living Together (Cea D´Ancona y Valles, 2010b).
En este último estudio los autóctonos de diferentes países europeos insistieron en que
«los inmigrantes han de adaptarse a nuestras costumbres» (España). También hicieron
referencia a su experiencia personal: «cuando estoy en el extranjero, me adapto a su
cultura para que la gente pueda tolerarme» (Suecia). El discurso de la adaptación fluye
incluso con más fuerza en el proyecto MEXEES II: «si yo voy a una mezquita, yo me
quito los zapatos, pues ellos aquí que vengan y se quiten el velo»; «ellos se deberían
adaptar a nosotros»; «tienen que admitir nuestras costumbres»; «yo cuando voy a una
casa extraña, respeto lo que hay y me adapto a lo que hay». Su dominio se extiende a la
población inmigrante7 que se siente integrada; de manera especial entre latinoamericanos
y europeos: «tú estás en un país que no es tuyo y tienes que acostumbrarte a las
costumbres de aquí»; «hay que integrarse y adaptarse y aprender el español; hacer lo que
sea para integrarse». Comparten que aprender el idioma8 del país es clave para la
integración y la aceptación por parte de la población autóctona. Pero también trabajar,
ser educado y adaptarse a «las costumbres de los españoles». Todo ello ayuda a la
convivencia y revierte positivamente en su aceptación.
—Cada inmigrante, cuando llega a España, quiere montar su ambiente, de su país. Entonces yo creo que
esto es lo que más molesta al país que recibe, porque tú vienes con unas costumbres de tu país. Aquí
obviamente te tienes que acostumbrar a las costumbres de los españoles. Y eso sí que a lo mejor,
digamos en el tema de los parques, parques infantiles, parques públicos… Pues, hombre, yo creo que

201
no hace falta ser español para darte cuenta, si eres una persona bien de cabeza, darte cuenta que vas a
un parque y no puedes dejar al niño que juegue porque se encuentra basura, botellones, vasos… Eso a
mí no me gusta. Yo creo que este punto de vista a los españoles sí que no le gusta tanto el que los
inmigrantes vengan aquí a hacer, entre otras cosas, lo que se me ha ocurrido a mí, del tema de la
higiene, y demás.

Varón rumano de 34 años. En su país estudió mecánica de automoción y se casó. Después


comenzaron juntos su experiencia migratoria pasando por varios países de Europa para terminar
en España. Aquí llevan viviendo diez años. Los primeros meses lo pasó mal por el idioma.
Comenzó trabajando de mozo en un almacén. Ahora trabaja en una empresa de automoción
(MEXEES II).

Este eje discursivo favorece la preferencia del inmigrante latinoamericano porque


comparte idioma, religión y costumbres. En referencia a ellos se habla de: «proximidad»,
«similitud», «con ellos se dialoga», «al menos te comprenden», «un pasado que nos une»,
«la mitad de ellos lleva sangre española», «se llaman como nosotros», «tienen nuestra
cultura». La proximidad cultural también se arguye en la justificación de la preferencia
por europeos: «compartimos cultura», «unos mismos valores». Es precisamente la
proximidad cultural que se les atribuye, lo que hace que ambos grupos de extranjeros
(europeos y latinoamericanos) se perciban de más fácil integración en la sociedad
española. Sobre todo si tiene un elevado nivel educativo y de cualificación profesional.
En el extremo opuesto se sitúa a los musulmanes, los comúnmente percibidos más
distantes y menos integrables en las sociedades europeas (Sartori, 2001; Strabac y
Listhung, 2008; Kleiner-Liebau, 2011).
—Prefiero la inmigración sudamericana, por proximidad y similitud con mi cultura y valores. La
inmigración de la cultura árabe me parece más intrusiva que la anterior. Los valores son distintos y su
predisposición a la integración social me parece menor.

Varón autóctono de 30 años. Natural de un pueblo de Extremadura. Vino a Madrid a los


dieciséis años para estudiar. Ingeniero de telecomunicaciones. Estuvo siete meses en Irlanda con
una beca Erasmus. Su novia vivió quince años en Brasil. Tiene amigos en EE. UU. y en países de
Europa. Tiene relación laboral y de amistad con inmigrantes latinoamericanos (MEXEES I).

—El sudamericano tiene la vivencia, el lenguaje en común ¿no? O sea, un sudamericano se adapta mucho
mejor. Bueno, tiene su parte diferente de costumbres, pero se comparte mucho. O sea simplemente,
llegar a un país y poder entender lo que te hablan (…) Yo creo que eso es una ventaja para ellos. Eso
les hace sentirse más en casa.

Varón autóctono de 53 años. Nació en Marruecos, cuando estaba bajo protectorado español
(su padre estaba allí destinado); su madre (española) también nació en Marruecos, donde conoció
a su padre. Psicólogo y con trabajo estable en un hospital. Tiene como empleada de hogar a una
mujer rumana a la que califica de trabajadora, pero también de persona distante. Piensa que la
inmigración ha de ser siempre un fenómeno controlado y que España debería ser más selectiva a
la hora de escoger a inmigrantes con mayor cualificación (MEXEES II).

El idioma es el medio más importante para la comunicación. Compartirlo hace que


los latinoamericanos se sientan «más en casa». Los rumanos también destacan que, al ser
latinos, les es más fácil aprender el idioma y las costumbres, integrándose con más
facilidad en la sociedad española. En ambos casos, se insiste en lo que une: «muchas

202
cosas se parecen mucho».
—Yo pienso que comparada con otras culturas, y con mucha otra gente, los rumanos se adaptan muy bien
aquí porque, dentro de lo que cabe, pues también influye mucho tener prácticamente el mismo… Es
que muchas cosas se parecen mucho. Las costumbres incluso. El idioma también ayuda mucho, que
son latinos los dos. Por eso también es más fácil.

Mujer rumana de 25 años y acento del extrarradio de Madrid. Trabaja en el aeropuerto. Habla
inglés, rumano, español y algo de ruso. Su sueño es estudiar traducción e interpretación. Ha
adoptado las costumbres propias de una joven española y tiene una pareja autóctona. En general
valorara positivamente el trato recibido en España (MEXEES II).

De los musulmanes se dice lo contrario. Los términos que más se emplean son:
«distancia» y «separación». Se insiste en la «mayor distancia cultural»; la «menor
predisposición a la integración»; su inadaptación («no intentan adaptarse a nuestra sociedad
y forma de vida»); el aislacionismo y la autoexclusión o segregación («solo se relacionan con
moros», «no se abren al exterior»). De ello se culpa a la religión («demasiado extremista») y
el consiguiente «fanatismo religioso». La religión se convierte en el «problema» de su
integración social, de su separación o disgregación de la sociedad española. Si respecto de
los latinoamericanos y los europeos se afirma que «no representan un problema», «que
vengan»; de los musulmanes se dice lo contrario: «no los quiero ni ver». Lo que más se
critica es su intolerancia, que «quieran imponer sus costumbres», haciendo especial
referencia al uso del velo.
—Lo único pues que, dentro de que no me gusta que venga ninguno, los que menos me gustan son los
moros, porque creo que, por sus condiciones religiosas y demás, son demasiado extremistas; y la
mayoría de ellos, porque no se puede generalizar, pues pueden llegar a ser peligrosos. Ellos mismos se
pueden llegar a excluir socialmente, agrupándose en pequeños guetos. Por ejemplo, un barrio es suyo, y
ya ese barrio es suyo y no se puede ni entrar ahí, ni nada. Y con las mujeres igual, tanto con las suyas
como con las de los demás. Que son gente que, por su mentalidad y por su religión, pues creo que
no se asemeja mucho con la de los españoles. Y que puede llegar un momento en que puede haber
bastantes problemas con la gente de aquí.

Varón autóctono de 26 años. Licenciado universitario recién llegado a Madrid por cuestiones
laborales. Compagina su trabajo de teleoperador con la preparación de oposiciones a la
enseñanza. No tiene ni amigos ni conocidos extranjeros (MEXEES I).

—¡Los árabes quieren implantar su cultura aquí!, que el velo… ¡Y no! ¡No estás en tu país, macho! O sea, si
queréis ponerte el velo, ándate a tu país, acá no te lo pongas. O sea, está bien que quieras tener tu
mezquita para rezar, pero a la calle no salgas con la cara tapada. Salir como sale todo el mundo. No
quieras imponer en el colegio que tengan que respetar la religión. Llevarlo a un colegio tuyo. O sea,
esas cosas me parecen muy fuertes.

Varón argentino de 42 años, comercial. Vive con su novia, de nacionalidad colombiana. En


Buenos Aires estudió formación profesional en administración. La crisis económica en Argentina
motivó su partida en 2001, primero a Italia (donde no se adaptó) y después a España. Lleva diez
años en España y ha podido viajar y hacer múltiples amistades. Se relaciona sobre todo con
españoles (MEXEES II).

—La experiencia que tengo es con sudamericanos y con filipinos. Y ambos trabajan muy bien. Está el caso
de los islamistas, pero es por lo que te he comentado antes: de la intolerancia que les impone su
religión a una serie de cosas que son de nuestra cultura; y que, francamente, a mí no me gusta. No me

203
gusta que sean intolerantes con lo que yo pienso, porque pienso que cada uno debe tener libertad de
hacer lo que quiere. Claro que siempre sin hacer daño a los demás, que vean mal que yo haga una serie
de cosas por tal… pues no, no me gusta. No es cuestión de que me caigan mejor a priori. Es cuestión
de que, si yo estoy con una persona islamista, sé que va a pensar mal de mí a priori por una serie de
motivos religiosos; y no me gusta eso, que me prejuzguen. Por ejemplo, ven mal una mujer sin velo, o
con el pelo largo… así las ven como fulanas. Y que me vean como fulana no me gusta. Pero les han
educado así y así es.

Mujer autóctona de 46 años, divorciada y con dos hijos. Trabaja de autónoma reparando
ordenadores. Su padre fue militar y su madre ama de casa. Asocia la inmigración a la entrada
incontrolada de inmigrantes (MEXEES II).

La población musulmana percibe el rechazo, sobre todo cuando van con velo:
miradas en el metro, en el tren, por la calle. Una actitud recriminativa que atribuyen más
a las personas mayores. El uso del velo les genera el debate de si ponérselo, cuándo y
dónde. Algunas mujeres musulmanas declaran que lo llevan por elección propia; otras
declaran la existencia de presiones familiares y vecinales que las fuerzan a ponérselo, pese
al rechazo que perciben de la población autóctona. Esta presión adquiere mayor fuerza
en ellas.
—Pero hombre, el tema del pañuelo, la chica que va con pañuelo no va a ser igual que la que no va con
pañuelo. Te tratan más, yo creo que más… Mira, si yo me quito el pañuelo y me voy así, yo creo que
no van a saber ni de dónde soy, al menos no te hacen miradas raras en el metro o en el tren. Aunque
dice la gente que no, que no, «es una cosa que no aceptan. De verdad, la mayoría de miradas son malas.
Es como que dice: «¿por qué lleva esta velo?» A mí una española me dijo que para ella, cuando nos ve
con el velo, es como un tiro. Un tiro, sí, sí, para ella. Porque ellos piensan que es una idea, digamos,
equivocada, porque ellas piensan que nos obliga el marido para llevarlo; o sea, que somos como
esclavas para el marido. ¡Falso! Cada una lleva el pañuelo como ella quiere. Pero bueno, vamos a ver,
de verdad, yo es que llevo el velo, pero salgo a veces sin velo aquí, a la compra o algo. Es que yo llevo
el velo por muchas cosas. A lo mejor yo llevo el velo, más que nada, porque el barrio donde vivo hay
mucho marroquíes. Entonces pues si vas sin velo, pues lo que te estoy diciendo: se empiezan a juntar y
empiezan chu, chu, chu, a decir: «¡has visto la mujer de Hassan, va sin velo, es que se ha vuelto puta, es
que seguro que tiene a otro.» De verdad, es así.

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los dieciséis años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a
personas mayores. Casada con un primo suyo. Se siente bereber y musulmana, pero a la vez se
presenta como una mujer moderna y abierta. Se siente integrada. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

El sentimiento antimusulmán es mayoritario en el conjunto de los países europeos.


Como Strabac y Listhung (2008) muestran, ya estaba presente en Europa antes de los
atentados del 11 de septiembre de 2001. Los proyectos MEXEES constatan que ese
sentimiento también es compartido por las personas de otros países que residen en
España. Su rechazo igualmente lo fundamentan en el fanatismo religioso y la mayor
dificultad de integrarse en las sociedades occidentales. El testimonio de marroquíes que
sí han dado el paso a la integración se asemeja al dado por autóctonos. Señalan el
aislacionismo, la creación de guetos, que no se interactúe con autóctonos, en la raíz de
las fobias hacia ellos. Asimismo es llamativa la reiteración de los términos «problema», «no
se abren», «más cerrados».

204
—Yo creo que la comunidad, la mayoría de los marroquíes aquí, el problema que hay es la no integración.
No se integran. Yo creo que ese es su problema. Se hacen grupos entre ellos y no se abren al
exterior. Yo creo que ese es el problema. Yo, la gente que conozco me dicen: «jolín, normalmente no
se ve a los marroquíes entre españoles. Eres la única. O, no conozco a ningún marroquí así que
esté…». Hombre los hay, pero no se abren. Yo creo que a lo mejor, a la hora del trabajo, sí se abren
más. Pero, a la hora de hacer amigos, pasar el fin de semana, son como más cerrados, más en el
mismo vínculo. Y, a lo mejor, algunos ni siquiera se esfuerzan por hablar el español, para aprenderlo. Y
eso lo veo mal, por su parte, porque si vienes a un país, yo creo que hay que integrarse y adaptarse y
aprender el español, si hace falta, y hacer lo que sea para integrarse.

Mujer marroquí de 31 años, casada con un farmacéutico español. Vino a España para casarse.
No sabía español. Primero trabajó cuidando niños. Ahora es secretaria de dirección. Domina
varios idiomas. No lleva velo ni pañuelo. Su familia respeta su forma de vestir y su matrimonio
civil. Dos de sus hermanos están en España, además de otro familiar con un empleo muy
cualificado (MEXEES I).

—Por ejemplo la cultura musulmana tiene el problema de que ellos tienen que ser su cultura. Ellos se
mueven como en guetos. Están muy relacionados con la religión. Entonces apenas salen con gente de
otras nacionalidades, porque si tú no te adaptas a la religión musulmana, por el tema del cerdo, por el
tema de no sé… Son muchas cosas, pues entonces relación entre mujer. Para ellos la igualdad no
existe. No es posible entonces. Ya es mucho más difícil. Pero además, por ejemplo, ya son muchas
cosas; el que es un musulmán real, como sabes, por ejemplo, no toca una mujer nunca porque si una
mujer está con la regla es impura para ellos.

Mujer autóctona de 43 años, divorciada con un niño pequeño, de clase baja. Trabaja en una
empresa de limpieza. Antes estuvo en Londres, pero tuvo que regresar a España. Ha compartido
vivienda y trabajo con inmigrantes. Es consciente de la necesidad actual de los españoles de
emigrar (MEXEES II).

Los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid no suscitaron revueltas en España


de la magnitud de las habidas en EE. UU. y Reino Unido, tras los atentados del 11 de
septiembre de 2001 y del 7 de julio de 2005. Se debió a la contención de los discursos
políticos (Cachón, 2011) y a que la población, acostumbrada a los años de terrorismo de
ETA, hacía extensiva la distinción «ETA no, vascos sí» a «Musulmanes sí, terrorismo
yihadista no». No obstante, la población musulmana sí percibió un mayor rechazo hacia
ellos a consecuencia de los atentados. Estos contribuyeron a activar el «miedo a los
musulmanes».
—Bien hasta el día que se produjo el atentado. Como vivimos en un pueblo, no se ha notado, pero sí se
percibe en grandes ciudades como Madrid. Allí se ha degenerado la visión de la comunidad, entendida
como comunidad árabe, no solo marroquí.

Mujer marroquí de 46 años. Ama de casa. Vino con permiso de residencia, primero a casa de
un familiar y luego a casa propia. Muchos familiares son emigrantes en España y Alemania. Lleva
dieciséis años en España. Su marido es autónomo y se relaciona con otros inmigrantes. Suelen ir
de vacaciones a Marruecos (MEXEES I).

—Pues bueno, yo creo que me da un poco igual. Sinceramente creo que cada uno tiene circunstancias
varias para irse de un país a otro. Pero creo, por opinión propia, que a los moros, y esta idea es
bastante reciente, sobre todo a raíz del 11 de Marzo, les tengo bastante manía, si se puede llamar así,
claro.

Varón autóctono de 33 años, con estudios universitarios sin terminar. Trabajador en un taller.

205
Vive con su madre y su hermana pequeña. Discurso tolerante hacia la inmigración, aunque
recomienda un control en las condiciones de contratación de las empresas para evitar la
competencia en época de crisis. Su madre emigró del pueblo a la ciudad (MEXEES II).

Varón de Marruecos: A mí ha habido una cosa que me ha molestado cuando justo he llegado aquí a
España. He llegado yo aquí a España en el 98, entonces… vale. Cuando ha pasado el tema del 11-M,
me ha costado a mí mucho para encontrar un trabajo, aunque ya en ese momento tengo papeles.
Pienso que la gente escucha antes que se ven las cosas. Entonces cuando pasó el atentado del 11-M,
cuando vas a buscar trabajo, te ven currículum, te ven marroquí y te niegan, ¿sabes? Te niegan.
Entonces que pasa otra vez, por la zona de Lavapiés, yo vivo en esa zona Lavapiés y vivo todos los
días historias allí. Muchas veces me bajo, te pide la policía la documentación: «¿tienes algo encima?»,
«pues no» Te obligan a cachear como un delincuente allí en la pared. Allí te cachean como un
delincuente y encima tú no tienes nada. La gente paseando y tú estás ahí en la pared y están
cacheándote. Entonces yo pienso que lo que pasa aquí. Es como un ejemplo, cuando tú pasas a
comprar un tomate y ves la capa de arriba de unos tomates y son asquerosas. ¿Qué vas a creer de la
caja, que están todas mal? No, que está solo la capa de arriba. A lo mejor las de abajo buenas.
¿Entiendes lo que te quiero decir?

GD7: inmigrantes de posición media-baja (MEXEES II).

Pero, como acontece en referencia a cualquier objeto o sujeto, la mención específica


al velo también despierta una mirada xenófila (fruto de una actitud reflexiva sobre la
propia historia). Ya lo fue en el proyecto Living Together (Cea D’Ancona y Valles
Martínez, 2010b), con menciones concretas a «nosotros antes también lo llevábamos»,
«nuestras madres y abuelas tenían que ponérselo para ir a misa»; expresado tanto en
España como en Holanda. Esa mirada xenófila (alimentada por el ejercicio de
retrospección sobre el cambio en la cultura propia) se repite dos años después en
MEXEES II (como también se verá en el capítulo 3). Lo que se añade es la advertencia
de discriminación que implicaba: las mujeres y las niñas tenían que ponérselo cada vez
que iban a misa, no así los varones (que surge en el GD3). También, se matiza, que el
tema del velo «se ha exagerado» (GD1). Mientras no moleste, el uso del velo puede
justificarse. Se reitera que hay que acatar las normas y no ponérselo en espacios donde se
prohíbe: «hay que convivir».
M1: Yo digo que el pañuelo es lo que a mí no me molesta.
V4: Mientras se le vea la cara.
M2: A mí no me molesta porque…
V3: Las abuelas llevaban velo.
M2: A ver, si yo mañana salgo a la calle y salgo con un sombrero, y me puedo pasar todo el día en la calle
con un sombrero. Entonces a mí un pañuelo no me molesta, porque yo soy la primera que mañana me
planto un sombrero y estoy todo el día con él puesto.
M1: O hace viento y te pones un pañuelo porque te tapan las orejillas.
M3: Pero tú llegas a tu trabajo y te lo quitas, o al instituto y te lo quitas.
M1: Sí, claro. Pero ha habido modas. En los años 60 se llevaban mucho los pañuelos.
(…)
V3: Que digo que llevar una ropa u otra no es un problema. Lo que es un problema es llevar
obligatoriamente una prenda por una cuestión religiosa. Igual que un crucifijo. A mí me molesta la
gente que va con un crucifijo. Entonces pues me molesta, sinceramente. Pues lo mismo una persona
que tiene que llevar el burka a todas horas, todo el día. Esa situación sí me molesta. La respeto y no la
prohibía, pero…

206
GD3: Adultos de cualificación media-alta (MEXEES II).

M1: Quiero decir que en realidad el velo se ha…, porque lo hemos exagerado. Es lo mismo. El problema
es lo que digo siempre, que exageramos y deformamos muchas cosas. El velo lo asociamos a una
determinada serie de cosas que ellas, como mujeres, es un símbolo de ser mujer. O sea, porque es su
feminidad que está cubierta. Entonces, claro, desde occidente lo vemos supermal, lo vemos…
M2: Yo creo que deberían llevar cada uno lo que quieran porque la religión musulmana, no es como una
religión, es como una forma de vida, ¿no? Igual que si te pones una cruz o si te quieres poner una
gorra. Pero luego en sitios públicos, yo creo que deberían quitárselo porque, igual que has dicho tú que
cuando vas a una mezquita te quitas los zapatos o en una sinagoga cumples las normas de allí, pues si
tú vienes aquí, cada uno es libre de tener su opinión, su religión, pero tienes que adaptarte.
V2: Mira lo que decía Sancho Panza: «allá donde fueras, haz lo que vieras».
(…)
V1: Oye que aquí antiguamente también se ponían un pañuelo para ir a la iglesia. No es que estemos muy
lejos, muy lejos.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

La adaptación no es tarea fácil. Los inmigrantes en general piden un poco de


comprensión porque empiezan «desde cero», «dejas todo atrás». Precisa conocer tanto el
idioma como la cultura y costumbres: «imitar las costumbres» de los autóctonos, «cosas
sencillas» que poco a poco «empiezan a ser importantes», aunque disten de la cultura de
origen («adaptarse un poco más a las formas»). Si tienes ayuda, al final te acabas
integrando tanto que te costaría volver a vivir en el país de origen. El tiempo ayuda a la
integración.
—Es que también la gente tiene que entender que cuando nosotros venimos aquí es como empezar de
cero. Dejas todo atrás, tu vida, tu familia, todo, todo, y empiezas desde el día que llegas. Y es muy
difícil, sobre todo cuando llegas a una edad, por ejemplo 15-16, ya es una edad que sabes todo (…) Al
final te integras, sobre todo si tienes ayuda (…) Entonces integramos con la gente, hablamos con la
gente, empiezas a entender el idioma, empezamos a imitar las costumbres vuestras, cosas sencillas.
Porque cosas sencillas poco a poco empiezan a ser importantes: coger fila para coger el autobús, decir:
«hola, buenos días». Eso se llama integrar y poco a poco te metes.

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los 16 años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a personas
mayores. Casada con un primo suyo, se siente bereber y musulmana, pero a la vez una mujer
moderna y abierta (MEXEES II).

—El choque cultural es fuerte, como un choque que te golpea de forma muy brutal. Por ejemplo, al
principio no sabía cómo se comportaba la gente de aquí. Entonces yo no sabía cómo tratar con la
gente, la forma de hablar, la forma de hacer amigos y esas cosas. Cosas muy diarias, pero
imprescindibles…

Mujer china de 24 años. Estudiante de máster y traductora en una empresa. Hija de


empresarios chinos. Su infancia y adolescencia las pasó en su país. Vino a España para cursar
estudios de máster (MEXEES II).

—Yo creo que se debe enseñar a nosotros, los extranjeros, las costumbres. Nosotros tenemos que
adaptarnos. Pero tener un poquito más de paciencia con los que llegan. Debe haber alguna forma de
adaptarles, de enseñarles las costumbres. Que hay muchos que por más que les dices, que esto no… o
ellos piensan que los españoles se tienen que adaptar a ellos. Y nosotros somos los que tenemos que
adaptarnos al país que hay aquí y dejar nuestras costumbres de lado. Siempre teniéndolas, pero

207
teniendo respeto por las costumbres, las cosas que hay aquí.

Varón boliviano de 31 años, de rasgos andinos no demasiados marcados. Tiene un acento


ligeramente argentino, adquirido en los años que vivió en Argentina. Vive con una mujer
ecuatoriana. Él fue el motor para que sus padres y hermanos vinieran de Buenos Aires a Madrid.
Su experiencia en España ha sido positiva y cree que el trato recibido es mucho más amable en
este país que en Buenos Aires. Se relaciona más con inmigrantes (MEXEES II).

Es ilustrativa la reflexión de aquellos a los que se atribuye mayores problemas de


integración, caso de los marroquíes y chinos. Pero no menos la correspondiente a los
más fácilmente integrables: los latinoamericanos. Aun compartiendo idioma, dicen haber
tenido problemas de adaptación. El idioma es el mismo, pero no la forma de hablar, el
significado de las palabras y el tono. Nuestra forma de hablar la califican de «menos
respetuosa». Hablan de «choques de adaptación» e incluso de maltrato por cómo les
llamamos o tratamos: «pensaba que todos me gritaban». A diferencia de lo que sucediera
en MEXEES I, estos testimonios predominan en MEXEES II. A ello contribuye el
mayor tiempo de residencia y adaptación pasado en España.
—Luego aquí, pues yo estaba supernerviosa porque esto es más grande y no conoces nada. La gente es
diferente. Yo qué sé, la manera de hablar, porque notas mucho la diferencia en la manera de hablar.
Aquí siempre están chillando y a veces tú vas a algún lado y piensas que se están peleando ¿sabes?
porque hablan fuerte y las expresiones (…) Hablan mucho más rápido y todos te hablan tan fuerte que
tú piensas que te están gritando. Yo cuando recién llegué pensaba que todos me gritaban. Pero luego ya
poco a poco te das cuenta que no, que la gente es así.

Mujer peruana de 26 años, de familia acomodada (su madre falleció cuando tenía 7 años).
Hace dos años y medio vino a España, estando sus dos hermanas aquí desde hacía bastantes
años. Vive en Madrid, donde trabaja en una empresa peruana. Al venir a España su posición
social pasó de media-alta a baja. Dice no conocer ningún tipo de discriminación, pero ha
empeorado su estatus social, al emigrar de Perú a Madrid (MEXEES II).

—No todo el mundo tiene la apertura mental para entender otra cultura y entonces eso puede ser un poco
molesto, ¿no? Digamos la manera de yo expresarme. Tú te puedes sentir de pronto ofendido por mi
manera de decir o yo me puedo sentir ofendida por tu manera de hablarme a mí, pero directamente no
me estás ofendiendo, sino que es tu manera de expresarte. Entonces eso puede generar choques de
convivencia. Es decir, nosotros estamos acostumbrados en Colombia a decir «¿me regalas un
cafecito?». Yo no te estoy diciendo que yo no te lo voy a pagar. Pero es nuestra manera de expresar.
Entonces eso, por ejemplo, son tonterías, pero son tonterías del lenguaje, culturales, que hacen generar
el choque, ¿no? Entonces claro, te dicen, «yo no te voy a regalar nada, aquí yo no regalo»… «No, no,
perdón, perdón que si me sirve un café». Estos choques son salvables y son un poco de adaptación.

Mujer colombiana de 31 años, que decide venir a España para ampliar su formación en
comunicación audiovisual. Se considera una inmigrante privilegiada, al haber podido adoptar
Barcelona como lugar de pertenencia, desarrollar amistades y acceder a oportunidades de trabajo
en la radio y en la televisión. Toda su familia tiene estudios superiores (incluso de doctorado).
Está tramitando la nacionalidad española (MEXEES II).

—Mujer ecuatoriana: A mí me pasó que, como yo trabajaba en una casa, yo trabajaba por horas y me dice
mi jefa: «¿Deseas una coca-cola?». Y yo le digo, pues «gracias» (…) Y no me dio. Vale, yo estaba
sudando trabajando, vale… Al segundo día pasa igual, dice: «¿quieres una coca-cola?»; y le digo gracias,
y tampoco me dio. Al tercer día me dice, pero «¿no te apetece una coca-cola, mujer?» Digo sí, dice y
por qué no me dices. Digo si yo he dicho gracias, dice «no, aquí gracias es que no». Así fue hasta tres

208
veces. Sí, pasa muchas veces.

GD8: Inmigrantes de posición media-baja con rasgos mejor aceptados (MEXEES II).

—Me costó mucho la adaptación. Ni si quiera entendía lo que me decían los profesores porque sentía que
hablaban rápido, rápido. Pero a lo largo del tiempo voy conociendo mejor a la gente, voy cogiendo sus
costumbres, porque venía uno y decía «¡eh, qué pasa moreno!» [dándome una palmada en la espalda a
modo de recreación] Eso a lo mejor me sentaba mal; o a lo mejor me hacen una broma que a mí me
sienta mal, pero quizás para ellos es algo normal. No sé, son cosas que yo no entendía al principio. A lo
largo que pasó el tiempo, que voy conviviendo más con ellos, voy comprendiendo sus costumbres, me
voy adaptando mejor, y me van cayendo mejor.

Varón guineano de 21 años, de origen acomodado (padre empresario y madre diputada). Llegó
a Madrid con la intención de terminar sus estudios. Lleva tres años en España y se mantiene con
los ingresos que le envía su madre. Cree que únicamente una minoría de españoles tratan bien a
los extranjeros, el resto son más hipócritas. Tiene amigos de casi todos los tipos de razas
(MEXEES II).

El tiempo ayuda a la adaptación («vas cogiendo sus costumbres»), pero no en todos


los casos. Depende del tipo de relación que se tenga con la población autóctona. Es
común la referencia al aislamiento, al segregarse y solo relacionarse con personas de su
país de origen como desencadenante de problemas de integración. Mención expresa a las
bandas latinas «encerradas mucho en su mundo», de las que incluso forman parte
adolescentes llegados de niños, que una vez estuvieron integrados.
—Creo que deberían poner de su parte, en el aspecto de abrirse, porque siempre en todos los barrios ves
los guetos de Latin Kings, cómo van con sus gorras y cómo van todos juntitos y que no se abren a
españoles (…) Una de mis mejores amigas vino cuando yo tenía ocho años. Fue de las primeras
inmigrantes en mi colegio. Y esa niña, vamos, era como una más de mi familia. Estaba en mi casa
todos los días. Merendaba todos los días en mi casa, incluso cenaba, porque en su casa no tenían
dinero para todos. Ella vivía, como decía ella, con sus vecinos. Pasaba mucho tiempo en mi casa. Y, de
pronto, se empezó a ir, pues con gente ya de Ecuador. Se metió en el rollo Latin Kings y, bueno, luego
vino a pegarme y tuve un montón de problemas con ella. Vino con un montón de Latin Kings. Después
de todo lo que mi familia había hecho por ella, yo no entendía cómo ella era capaz de decir que odiaba
a los españoles.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

Esta crítica se suma a la común antes existente hacia los latinoamericanos de invadir
espacios públicos, como los parques («no hay quien pasee»), y no respetar las mínimas
normas de convivencia que rigen la vida en sociedad: «no saben comportarse». Se hace
mención expresa al ruido en horas intempestivas, la suciedad y el no cuidar los espacios
comunes. La crítica la fundamentan en la realidad, lo que ellos ven, no la información
que les llega a través de los medios de comunicación u otras personas: «lo sé por mi
nieto», «es lo que veo», «nos viene lo peor», «me he enfrentado varias veces a ellos». A lo

209
cual acompaña la crítica: «tienen que acostumbrarse a la manera de vivir de aquí».
También la propuesta de que se les enseñe unas mínimas normas de convivencia: «tienen
derechos, pero también obligaciones».
—Problemas de convivencia, los ruidos (…) Es que nadie quiere a nadie a su lado que sea una
escandalera. Está claro que no quieres a nadie que tú tengas que levantarte a las 7 de la mañana y esté
con la música a las 5 de la mañana. Eso no es racismo. Eso es simplemente intentar que la gente tenga
un poco de educación. Y es que el inmigrante no va reñido con la educación.

Mujer dominicana de 29 años. Estudia FPII y trabaja de administrativo en una empresa. Vino
a España con siete años. Su madre se casó en segundas nupcias con un español. Tiene dos
hermanos nacidos en España. Ella vive en pareja con un español y se siente más española que
dominicana (MEXEES I).

—Tengo amigas peruanas y son majas, pero hay otros… Es que, ¡madre mía! no se adaptan a nuestras
costumbres, y eso claro el gobierno lo ve muy bien. Pero el gobierno no convive con esos emigrantes.
Yo tengo aquí al lado unos que, Dios, que ya los tengo educaos, pero hasta que los he educao. ¡Ojo¡, es
que no nos dejan dormir (…) Que vivan como es debido. No puedes estar que te quiten la luz de la
escalera, que te rompan la puerta del portal porque han olvidado la llave y dan un puñetazo y rompen
la puerta y a pagar los vecinos (…) Que no se adaptan a nuestras costumbres. No saben que por la
noche hay que callar y, aunque sea de día, hay que respetar y no poner la música tuchun, tuchun, que te
ponen la cabeza loca (…) Lo que te he dicho, yo les haría un examen. Bueno, un examen. Les daría
unas normas de convivencia y después que se acoplaran donde les diera la gana, pero que supieran no
solo sus derechos, sino también sus obligaciones.

Mujer autóctona de 58 años. De joven emigró de Toledo a Madrid para estar con su marido.
Sus hijos están emancipados y ella continúa trabajando. Lleva una vida acomodada. En su
discurso defiende el control de los flujos migratorios y comparte las medidas tomadas por el
gobierno francés de deportar inmigrantes rumanos y búlgaros para no tener delincuencia. Un tío
suyo tuvo que exiliarse a Francia (MEXEES II).

Pero, como de todo, hay su anverso. A los inmigrantes latinoamericanos se les critica
de ser ruidosos e incívicos, pero también se destacan sus buenas formas, el trato
respetuoso y solidario, de aquellos que incluso muestran mayor educación que otros
españoles. Detalles como dejar el asiento a una persona mayor o con dificultades para
estar de pie, en el transporte público; ayudar a una mujer a subir el cochecito de un niño;
o simplemente anteceder cualquier petición con un «por favor», tampoco pasan
desapercibidos en quienes se fijan en estos detalles.
—Las personas de Latinoamérica son diferentes a las personas de otros países. Un poco, porque son un
poco más respetuosos. Tienen una manera de ser que, por ejemplo, aunque necesiten un bolígrafo, te
dicen por favor. Lo que necesiten, te lo piden, y el otro viene ¡uh!, y lo coge directamente. En esas
cosas, latinoamericanos son más respetuosos que los demás, aunque yo soy de Senegal. Es distinto.

Varón senegalés de 47 años. Pertenece a una familia acomodada. En su país cursó estudios
universitarios de árabe y comenzó a trabajar de comerciante. Al no satisfacer sus expectativas,
decidió emigrar a España, en 1982, para ayudar a su familia. Primero llegó a Las Palmas de Gran
Canaria y luego a Granada, donde lleva viviendo quince años. En la actualidad es dueño de un
locutorio, aunque se queja de que los bancos no le dan facilidades para ampliar su negocio, por el
hecho de ser inmigrante. En los años que ha vivido en España ha observado una notable apertura
de la actitud de los españoles hacia él (MEXEES I).

210
—Y bueno los sudamericanos, pues hija, a veces cuando voy en el autobús se levantan para cederme el
sitio en vez de hacerlo los españoles.

Mujer autóctona de 67 años, de clase media-alta. Dedicada toda su vida a las labores del hogar
y al cuidado de sus hijos. Su mayor temor es el aumento de la delincuencia por la inmigración,
reforzado por un robo que sufrió por parte de menores gitanos de nacionalidad rumana. Tiene
experiencia emigratoria interior. Algunos de sus hijos han cursado estudios en países europeos y
EE. UU. (MEXEES II).

En suma, se prefiere a la persona educada, que se integre y se adapte a las


costumbres «de aquí»; que hable el mismo idioma, porque facilita la comunicación e
interacción; que no se aísle e intente ser un miembro más de la comunidad y no un
marginal. La crítica al segregacionismo se hace extensiva a comunidades comúnmente
percibidas «cerradas»: chinos, marroquíes, ecuatorianos e ingleses (en referencia a
municipios de la costa: pese a los años de residencia en España, aún no hablan español).
En la comparativa, la comunidad china es la más calificada de cerrada, aunque a la crítica
de «no se integran nada» acompaña «no causan problemas», «no se meten con nadie».
Que se relacionen más con las personas de su país de origen puede entenderse en la
primera fase, de recién llegado: «buscar a alguien que te pueda comprender» ayuda a
adaptarse al nuevo país. Tener el respaldo familiar ayuda a la integración, además de
tener relaciones amicales y de vecindad. Incluso algunos consideran que vivir en barrios
de alta densidad de población de origen inmigrante puede contribuir a facilitar la
adaptación y consiguiente integración. Desde miradas xenófilas que practican el recuerdo
sobre el pasado emigratorio propio («también nos relacionábamos con españoles») se
entienden mejor los testimonios de extranjeros y autóctonos.
—Creo que nos juntamos mucho entre nosotros, cuando llegas, pero eso es normal. Cuando llegas a una
sociedad nueva, pues para poder hablar de lo que realmente a ti te gusta, que es tu patria, tus amigos, tu
familia, pues te buscas a alguien que te pueda comprender. Porque si yo hablo con un español de una
tradición típica bosnia, por mucho que se esfuerce nunca podrá comprenderme bien, porque no lo ha
visto nunca. Entonces, yo voy buscando pues mi grupo para hablar de mis cosas, ¿no? Pero bueno
también está, yo que creo que también están abiertos para unirse con los españoles y para relacionarse,
pero sobre todo primero nos relacionamos con nosotros y luego con los españoles.

Mujer de 25 años de Bosnia-Herzegovina, musulmana, con dos licenciaturas universitarias.


Sus padres y hermanos residen en Bosnia; otros familiares y amigos en otros países de Europa.
Ha residido en España en tres ocasiones (1996, 2006 y actualmente). Ha trabajado temporalmente
«sin papeles» en un restaurante. Es consciente de la existencia de discriminación y explotación
laboral y dice querer aprovechar las oportunidades en el extranjero, pero que tiene claro que
regresará a su país (MEXEES II).

—Lo que sí es que, bueno ahora se ven un montón de negros, o senegaleses o da igual, pero en aquel
entonces es verdad que se veían muy pocos. Bueno, mucho menos que ahora. Entonces como éramos
jóvenes, y mis hermanas eran más crías, nos adaptamos muy bien. San Francisco [en Bilbao] es un
barrio que tiene mucha inmigración. Entonces nos adaptamos muy bien.

Mujer senegalesa de 24 años. Sus padres se separaron y su madre decidió emigrar a España
para sacar adelante a sus seis hijos (tenía familiares aquí). Todos llevan trece años viviendo en
Bilbao. La entrevistada llegó a los once años y se integró positivamente en uno de los barrios con
mayor tasa de inmigrantes de esta ciudad. Se siente vasca, pero no quiere olvidar sus raíces.

211
Trabaja en una tasca del casco antiguo y estudia un módulo de integración social (MEXEES II).

—Supongo que siempre es difícil llegar a un sitio, adaptarte a las costumbres, al idioma. Supongo que es
difícil. Yo, por lo que me cuentan mis tíos, se reunían más con españoles que con alemanes. Sí, sí.

Mujer autóctona de 40 años, nacida en un pueblo de Zamora. A los 18 años se traslada a


Madrid y tiene varios trabajos. Después trabaja de auxiliar de enfermería en diferentes centros y
hospitales. Ha viajado a Salvador con una ONG. En el hospital donde trabaja escucha a diario
expresiones despectivas hacia los inmigrantes, pero prefiere no darle importancia ni
mencionarlas. Todos sus tíos emigraron (a Francia, Alemania, Brasil) (MEXEES II).

3.2.3. Fobias por inadaptación y atribución de conductas contranormativas

La implicación en conductas delictivas y violentas también adquiere fuerza en la


justificación del rechazo a la inmigración. Común es la defensa de quien viene a trabajar,
no a robar: «tú vienes a trabajar, genial»; «si viene a delinquir, que se quede en su país».
Dígase de los chinos («van a lo suyo», «nunca te va a robar por la calle», «vienen a
trabajar, a montar su negocio»); pero no de otros colectivos como los marroquíes y
ciudadanos de la Europa del Este, a quienes más se asocia con la comisión de actos
delictivos. Si en el proyecto MEXEES I los marroquíes acaparaban las menciones
relacionadas con la delincuencia y el tráfico de drogas, en MEXEES II el mayor
protagonismo lo tienen los rumanos gitanos (romaníes), incluso por parte de sus propios
compatriotas que les culpan de su mala imagen pública.
—Te puedo explicar yo mejor las cosas porque de hecho soy rumano y te puedo decir que la mala, lo malo
de los rumanos son los gitanos rumanos. Los que nos hacen digamos echar más pa´ tras y nos ponen
un poquito la cara de vergüenza. Sobre todo porque son como los gitanos. Es que no hay manera de
educarlos y ellos son así. Y cuando alguien les pregunta, ellos se presentan como rumanos. Y en su país
de origen, en Rumanía, son gitanos, y allí sí que no hablan, ni tan siquiera quieren hablar nuestro
idioma. Y aquí, sin embargo cuando le para la policía o le hace alguna preguntan la televisión, ellos se
presentan como rumanos. Entonces claro, si tú escuchas una noticia, pues mira, a un grupo de
rumanos, que se debería decir, un grupo de gitanos rumanos o de etnia gitana, ya suena a otra cosa.

Varón rumano de 33 años casado y especialista en mecánica de automoción. Comparte con su


pareja la experiencia migratoria pasando por varios países de Europa para llegar a España. Lleva
diez años en España y dice haber podido resistir la crisis. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

—La imagen esa de cómo nos ve la gente, que sale en la tele rumanos que han robado no se qué, que han
matado, que con drogas y con todas las historias, la gente también se echa un poco para atrás cuando
ya estás hablando con ellos. Y hablas y todo bien, y cuando te preguntan de dónde eres, «pues soy
rumano» y ya le ves que se le cambia un poco la cara, pero no todos.

Varón rumano de 28 años, casado con una española y que llega a España hace siete años. Se
define como una persona recta, trabajadora, honesta y con intención de integrarse. Piensa que la
imagen de los rumanos se ha deteriorado mucho por el aumento de la delincuencia (MEXEES
II).

—Hay mucha gente que viene aquí. El otro día por ejemplo salió un reportaje en la tele que era en
Rumanía y les preguntaban por los gitanos rumanos. Y los propios rumanos decían: «es que yo he
trabajado en España y me sienta muy mal que me asocien con los gitanos rumanos. Porque yo he ido a

212
España a ganarme el pan honradamente y hacer una vida normal. Y sin embargo en cuanto decías que
eras rumano, ya decían gitano rumano y no es lo mismo».

Mujer autóctona de 33 años, con estudios en bioquímica. Trabaja en un laboratorio. Le


hubiera gustado vivir durante un tiempo en el extranjero. Se relaciona con inmigrantes, sobre
todo latinoamericanos ladinos (argentinos, uruguayos y chilenos). Tiene una asistenta
latinoamericana y un cuñado filipino. Un tío suyo estuvo muchos años viviendo en México
(MEXEES II).

En la atribución de responsabilidad de la imagen estereotípica de algunos colectivos


de inmigrantes es habitual la mención a las noticias que difunden los medios de
comunicación. La razón, que se destaca la nacionalidad del reo contribuyendo,
inevitablemente, a la generalización del conjunto de las personas originarias de ese país.
La crítica al papel de los medios en la creación y consolidación de prejuicios y
estereotipos es más expresa entre quienes padecen sus efectos negativos, como asimismo
se verá en el capítulo 3.
—Sí me da rabia porque es que no se para de escuchar de tantos rumanos, porque si esos roban o
matan, los rumanos… Pues no me gusta. Pero quien viene aquí trabaja, como trabajan todos los que
conozco yo, mi familia, desde por la mañana. Llegan a casa a las once o a las doce de la noche
(depende con horas extras). Y cuando yo sé que estos trabajan, cuando oigo rumanos, rumanos, todos
creen que sí, que uno es malo, ¿sabes? Todos entramos en lo mismo. Solo cuando, que te dicen, que
eres rumano, se hacen la idea. Y si tú eres una buena persona y no robas, y eso también, entras solo
porque eres rumano.

Mujer rumana de 26 años. Clase baja. Tiene un hijo de 2 años y no puede trabajar porque
nadie puede hacerse cargo de él. Vive de alquiler en un piso de cuatro habitaciones con tres
matrimonios. Antes uno de sus hermanos vivía con ella. Sus padres también vinieron a España,
antes que ella, pero regresaron a su país por miedo a que les saquearan la casa. Su nivel de
estudios equivale a 8.º de EGB o 2.º de la ESO. Su marido trabaja en la construcción. Lleva cuatro
años en España y quiere quedarse. Desde que está aquí no ha vuelto a su país por temor a no
poder regresar, al no tener papeles (MEXEES I).

—A mí lo que más me fastidia es que se juzga a una sociedad entera por gente que venga aquí a ser
delincuentes o lo que sea, sabes. Pero a raíz de eso se juzga. Creas o no, se generaliza mucho y se juzga
a todo el mundo por igual. Eso es lo que a mí más me… Pero, si escuchas por las noticias, escuchas
gente, que si han pegado, que si han matado a un chaval por ser, ya no rumano, sino de otras
nacionalidades también.

Mujer rumana de 25 años y acento del extrarradio de Madrid. Trabaja en el aeropuerto. Habla
inglés, rumano, español y algo de ruso. Su sueño es estudiar Traducción e Interpretación. Ha
adoptado las costumbres propias de una joven española y tiene una pareja autóctona. En general
valorara positivamente el trato recibido en España (MEXEES II).

—Los peruanos están bien vistos, entre comillas, porque ya te he dicho antes que la gente cree mucho en
la televisión. Evidentemente hay que creerla, y ya te juzga. Ya por ser sudamericano, ya te juzga que
eres de alguna banda o que has venido aquí para lo peor o que eres ladrón o, si eres marroquí, creen
que vendes. Te juzga mucho la gente aquí, pero tanto españoles como inmigrantes. Estoy hablando
en general.

Varón peruano de 22 años. Llegó a España con cinco años, reagrupado por su madre. Ha
estudiado un grado superior en administración y desde hace un año trabaja de ello en una
empresa. Su meta es estudiar una carrera universitaria. Piensa que el trato que los españoles dan a

213
los inmigrantes es bueno, pero que a la par existen muchos prejuicios hacia los latinoamericanos,
sobre todo relacionados con la delincuencia (MEXEES II).

«Hay mucho auge de audiencias» y «por el simple hecho de ser de…» ya atribuyen la
conducta. El desmontarla lleva más tiempo que el generarla. Aun reconociendo cierta
realidad en ella, se trata de evitar que el hacer de unos pocos se proyecte en una mayoría
que no lo hace. Como ya dijera Allport (1954), el conocimiento mutuo contribuye al
desvanecimiento de los prejuicios hacia personas de países o de etnias diferentes9.
—Digamos que poco a poco se va limpiando la fama. Y bueno, las acciones verdaderas porque es real,
la fama no solo es solo fama, es realidad. Todo el problema de la droga en Colombia es verdadera y del
tráfico y de las mulas (…) y bueno, no todos somos así. Pero se han dado cuenta. A medida que nos
conocen, se dan cuenta. Nos entienden, nos valoran. Se sorprenden con nuestra frescura, con
nuestra alegría. Es cuestión de que te conozcan.

Mujer colombiana de 31 años que decide venir a España para ampliar su formación en
comunicación audiovisual. Se considera una inmigrante privilegiada, al haber podido adoptar
Barcelona como lugar de pertenencia, desarrollar amistades y acceder a oportunidades de trabajo
en la radio y en la televisión. Toda su familia tiene estudios superiores (incluso de doctorado).
Está tramitando la nacionalidad española (MEXEES II).

La crítica adquiere más peso, cuando se habla desde la experiencia, en primera o


tercera persona, lo que se «ve en la calle» o nos han contado. Ello contribuye a que
adquiera una mayor dimensión de realidad y que la persona no se sienta socialmente
recriminada por esgrimir la crítica hacia grupos concretos de personas.
—Cuando se ve cualquier cosa, a lo mejor de tus amigos, que le ha atracado un rumano o algún moro, le
ha atracado. En cambio, no te dicen me ha atracado un chino. Es que eso no se oye mucho; lo otro lo
ves y ya dices «¡cuidado con este!».

Varón autóctono de 25 años que vive con sus padres y su hermano menor. Abandonó los
estudios universitarios, pero quiere retomarlos. Actualmente tiene trabajo temporal. Asocia la
inmigración con inseguridad, pero reconoce que se debe a las imágenes que se proyectan en los
medios de comunicación. Apenas se relaciona con extranjeros (MEXEES II).

—Rumana, he tenido una que me ha robado hasta las pestañas. La marroquí, también se llevó cosas de
casa. Se llevó todo lo que pudo. En general la experiencia muy positiva no ha sido (…) He tenido una
ecuatoriana y puedo decir que al principio también funcionaba muy bien, pero cuando llevaba más de
un año empezó a quedarse dormida por los rincones, hasta que un día la encontré durmiendo en la
buhardilla y la eché. Porque venía a mi casa a dormir, en vez de venir a trabajar. Entonces ecuatorianos
tampoco [risas].

Mujer autóctona de 57 años, odontóloga con clínica propia. Separada, con dos hijos
universitarios que viven con ella. Tiene un discurso reacio a la inmigración por malas
experiencias en la contratación de inmigrantes. Estuvo un año viviendo en Ecuador y su
experiencia no fue positiva. Mucha relación laboral con inmigrantes («Las he tenido de todos los
colores, tanto en el servicio doméstico de mi casa como en la clínica») (MEXEES II).

M3: Yo además estoy en el departamento de telefonía, hay que hacer contratos. Los rumanos, a ti te viene
un rumano y tú ya te tienes que poner alerta. O sea, porque es que ¡te las meten cuadradas!, ¡cuadradas!
¡dobladas! y de todo. ¡Es tremendo!
(…)
V1: A la mínima, te acusan de racista.

214
V3: Los moritos igual…
M3: Efectivamente, y mucho del trato así es que, mientras uno te increpa, el otro por otro lado otra cosa…
(risas) ¡Es que es tela! La gente más noble son los africanos, son muy nobles, en ese sentido. O sea, son
gente que viene con las manos más limpias, de verdad.
V1: Más blancas…
M3: Más blanquitas, efectivamente.
M4: Entonces tu experiencia así, ¿te llevaría a pensar que hay un sector de la de inmigración que sí se
podría asociar a la delincuencia?
M3: Sí, sí. Además dos experiencias que he tenido concretamente con mi hija la mayor, que la han atracado,
han sido dos sudamericanos, desgraciadamente.
M4: Bueno, pero eso es una cosa muy puntual, por desgracia. A mí también me han atracado.
(…)
V1: Debe haber algo relacionado con la genética de las etnias porque, de manera generalizada, es que hay
sectores de inmigrantes más vagos que otros.

GD3: Adultos de cualificación media-alta (MEXEES II).

La imagen de rumanos y moros de «ladrones» y de latinoamericanos de «perezosos»


es reiterativa, aunque se añada que «no todos son iguales» para desvanecer que se tengan
prejuicios. Se alude a la experiencia tanto para justificar fobias como filias. El peso de la
experiencia es mayor con el paso del tiempo y aumenta la probabilidad de convivencia,
de conocimiento mutuo.
V4: Pues yo personalmente no he visto a un chino sentado en una terraza tomándose un café.
M1: Pero si están todo el día trabajando.
V4: Una coca-cola… ¿No tienen niños? Sentados en una terraza.
V2: Porque los que vienen, la gente que viene aquí, vienen explotados.
V4: No, no, explotados no, que como tú bien decías, es que se hacen con todo el mercado…
V2: A parte su cultura, que también es diferente, no es la misma una cultura latina que una cultura china.
(…)
M3: Pero yo curro en la oficina de turismo y yo curro en puesto que cojo las denuncias de robos ¿vale? En
la plaza mayor, entonces hay dos tipos de ladrones que son: las rumanas, que por cierto cada vez hay
menos, y las gitanas, las nuestras, las de toda la vida, que son las que vienen con la rosa, con el clavel y
les sacan la pasta así con los dos dedos según les están ayudando a buscar un céntimo, que es lo que
piden por el clavel ¿sabes? Y bueno, son gente que se buscaría la vida igual en su país. Es que ese tipo
de rumanas, las romanís, esas es que en Rumanía hacen lo mismo, ¿sabes?

GD4: Adultos de cualificación media-baja (MEXEES II).

3.2.4. Filias y fobias por etnicidad: la concepción tradicional de racismo

La mención de rasgos étnicos, como el color de la piel, es menos usual en la


argumentación de filias y fobias. A ello contribuye que su empleo se conexiona a racismo,
con la consiguiente desaprobación o censura social. Por lo que es de interés analítico
fijarse en quienes abiertamente se pronuncian a favor o en contra de personas
esgrimiendo razones étnicas. Los latinoamericanos ejemplifican que el racismo étnico aún
persiste en España. Pese a la afinidad lingüística, cultural, la existencia de lazos históricos,
el tener rasgos indígenas interfiere en la consideración igualitaria por parte de la
población autóctona. No solo contribuye a su visibilidad como inmigrantes, como se

215
viera en el apartado 3.1; también a la aproximación y expresión de rechazo. Los propios
inmigrantes reconocen la prevalencia de un trato desigual, que distingue al inmigrante
latinoamericano según tenga, o no, rasgos indígenas. A su vez reconocen que la
discriminación por etnia se halla también presente en sus países de origen. Incluso
afirman que es más manifiesta en sus países porque en España observan que la gente «se
come los comentarios»; al haber una mayor censura social de cualquier manifestación de
racismo.
—Bueno, los argentinos para los españoles estamos bien de simpatía. Por ejemplo, un peruano o
ecuatoriano que tenga los rasgos indígenas más marcados, también se les mira distinto. ¡Ojo!, que yo
también lo hago. Que en Argentina con el tiempo aprenderás que somos muy racistas. Vemos que allá
somos racistas, pero también somos como ellos. Acá no lo veo tan marcado. Acá veo más respeto.
Creo que hay gente que se come los comentarios, que se los guardan. Muchos se los guardan.

Varón argentino de 32 años. Vive en España desde 2003. No emigró directamente de


Argentina a España. Un año antes estuvo en Italia, ya que tiene familia allí, al ser su padre
italiano. En Argentina pertenecía a la clase media. Estudió Medios Audiovisuales en Buenos
Aires. En España trabaja en una cafetería y vive en un piso compartido (MEXEES I).

—Es que aquí muchas veces pasa, me parece a mí. Bueno me pasaba a mí también en Argentina, me
pasaba igual. El que yo no tenga el tipo típico de sudamericana, no es que sea nórdica, tengo más bien
el tipo europeo porque blanca y tal, y entonces este no se puede notar directamente, eso no se nota. En
Argentina por ejemplo los negros son muy discriminados. Yo tenía un amigo que era negro, como se
dice, negro o sea no mulato. Porque era un chico de Panamá y allí hay una discriminación terrible.

Mujer argentina de 44 años, madre de dos hijos e ingeniera de profesión. Procedente de una
zona rural, ha cambiado varias veces de residencia en Argentina, teniendo que adaptarse a
circunstancias económicas precarias. Se define como una persona desarraigada, de mente abierta
y sin temor a los cambios. En 2005 llegó a Madrid y ha cumplido sus expectativas laborales y su
sueño de vivir en una capital europea. Se siente más cómoda con los españoles (MEXEES II).

El gradiente de preferencia lo define la proximidad a los rasgos étnicos occidentales.


A los europeos les siguen los latinoamericanos ladinos: argentinos, chilenos, uruguayos y
cualquier persona que pueda pasar desapercibida en el conjunto de la población por sus
rasgos étnicos («ser blancos, ser iguales», «no desentona»). En el extremo contrario se
sitúan quienes presentan «rasgos indioides». Dígase de ecuatorianos, bolivianos,
peruanos… Si bien, continúan suscitando más filias que los magrebíes, por las razones
antes expuestas.
—Y luego, por nacionalidades, se trata mejor a los argentinos, los chilenos. Puede ser que los mexicanos…
Los africanos lo tienen siempre peor en cualquier espacio, pero mucho peor. Todos los que tengan
ascendencia árabe, o magrebí, lo tienen muy, pero que muy mal. Y luego estamos nosotros, que lo
tenemos mal, pero que bueno, estamos mejor que ellos.

Varón ecuatoriano de 31 años, de clase media-alta. Está casado con una periodista alemana.
Trabaja en una ONG y estudia en la universidad por la mañana. Vino a España hace seis años,
animado por un amigo suyo, que ya estaba aquí. No estaba mal en su país. Sus padres son
titulados superiores. Su abuela materna es colombiana de padres italianos y su abuelo, negro; sus
abuelos paternos son indígenas de Ecuador. Se irán a Alemania dependiendo del trabajo que su
mujer consiga (MEXEES I).

216
—Me veo mejor que, por ejemplo, los ecuatorianos y todos esos que son más parecidos. Porque creo que
nosotros, los dominicanos, al ser más parecidos a los españoles lo tenemos más fácil.

Varón dominicano de 26 años. En su país estudió para ser cocinero y estuvo trabajando desde
muy pequeño para pagarse los estudios. Su padre reside en Estados Unidos y no sabe nada de él.
Su madre y su hermano (reagrupados por él) viven con él en España. Vino aquí hace cuatro años
y se siente integrado. Tiene una carnicería propia y regenta un cibercafé. Su pareja actual es
española. Quiere quedarse en España (MEXEES I).

El racismo étnico se entremezcla con el de clase o clasismo. El color de la piel se


identifica a un país, a un estrato socioeconómico concreto. Como antes apuntara el
Colectivo IOÉ (1998: 35), «el racismo ordinario y el racismo de clase se entrelazan; el
inmigrante es excluido a la vez porque es extranjero, porque procede de un país pobre y
menospreciado, y porque forma parte, en general, de las capas más bajas de las clases
populares». Se ve peor al que «curra», al que trabaja en empleos que los autóctonos no
quieren realizar, al estar socialmente desprestigiados.
—Nos aceptan, no somos discriminados como otra gente. Yo creo que a nosotros nos ven más europeos,
más como ustedes. Por ejemplo, viene uno de Ecuador, Bolivia o Perú y los ven como más
currantes, más como trabajadores que vienen a buscarse la vida. Algunos vienen solo para trabajar.

Varón argentino de 32 años. Vive en España desde 2003. No emigró directamente de


Argentina a España. Un año antes estuvo en Italia, ya que tiene familia allí, al ser su padre
italiano. En Argentina pertenecía a la clase media. Estudió Medios Audiovisuales en Buenos
Aires. En España trabaja en una cafetería y vive en un piso compartido (MEXEES I).

—No pasa nada porque yo sí tengo cara blanca y los ojos azules, pues tampoco hace falta que sea rusa.
También puedo ser alemana o suiza. Entonces guay porque Alemania y Suiza son países progre. Pero
claro, si ven a una chica igual de Ecuador, pues es como de una clase inferior. A veces lo he notado, la
verdad, y también he oído palabras tipo tiraflechas, soplacervatanas o algo así. Pues que son como esas
palabras en los contextos que yo oí. Eran palabras de inferioridad hacia esas personas porque se
entendían que todavía eran primitivos y salvajes, que utilizaban las cervatanas, las flechas, y eso lo
asocio a hace cinco siglos.

Mujer de 25 años de Bosnia-Herzegovina, musulmana, con dos licenciaturas universitarias.


Sus padres y hermanos residen en Bosnia; otros familiares y amigos en otros países de Europa.
Ha residido en España en tres ocasiones (1996, 2006 y actualmente). Ha trabajado temporalmente
«sin papeles» en un restaurante. Es consciente de la existencia de discriminación y explotación
laboral y dice querer aprovechar las oportunidades en el extranjero, pero que tiene claro que
regresará a su país (MEXEES II).

—Claro aquí la peña, que tiene problemas con gente de fuera, no tiene problemas con alguien que viene de
Alemania. Tienen problemas con la peña que viene de fuera, de países más identificados con que venga
la gente con menos dinero. Y todo se asocia a eso. A un negro lo relacionan con delincuencia y
pobreza. Pero si viene un estadounidense, no lo van a relacionar con que viene aquí a hacernos mal, ni
a quitarnos nada. (…) Igual si eres de Guatemala y vas a México, no te van a mirar igual. Al final como
que el racismo es algo así como un dominó en el que el mulato va a mirar mal al menos mulato, y el
menos mulato va a mirar mal al negro, y el negro al chino, y así.

Mujer autóctona de 31 años, periodista de formación, aunque trabaja en otros empleos


temporales. Trata de ser independiente y de innovar en un ambiente de crisis y cambio. Vivió en
Londres (en un barrio de elevada densidad de población negra jamaicana) y México (MEXEES
II).

217
Pero también hay quien abiertamente esgrime razones que se fundamentan en el color
de la piel, siendo conscientes que se les puede calificar de racistas o xenófobos. En su
justificación, «que le damos bastante importancia al aspecto de las personas», como diría
una joven universitaria de padre holandés, madre española y novio escocés.
—Quizás me decante más por la raza blanca. Quizás. Con esto no me taches de xenófobo. Pero, quizás.
Porque, quizás la raza blanca de Europa, y de otras partes, no admite el islam ni cosas de esas.

Varón autóctono de 65 años. Emigró primero de Andalucía a Barcelona y Madrid, después a


Europa (Alemania, Francia, Inglaterra, Italia). En la actualidad trabaja para una multinacional y
escribe poesías en sus ratos libres. Le gusta estar informado (MEXEES I).

Se asiente que «el color de la piel influye mucho». Una confesión que se hace
extensiva a otros países y culturas. Lo que cabría llamar efecto ventilador: «Lo que está
pasando en España pasa por todo el mundo porque las jerarquías de clase, raza y todas
estas cosas, pues, eso es generalizado por el mundo y se expresa también aquí, en este
país». Frases que pronuncia una mujer británica (de 41 años, doctora en medicina y
casada con un español), durante su intervención ante otros extranjeros de posición social
elevada, que componían el GD9 en MEXEES I. Reflexiones similares se recaban en los
proyectos posteriores. Coinciden en apuntar al color de la piel como factor de
discriminación, de trato desigual incluso entre personas del mismo país, religión y
cultura. Discriminación que también se analiza en el apartado 3.3.
M1: Igualmente yo en el metro, tú ves a un negro en un asiento del vagón y a un español al lado ¿Dónde te
vas a sentar? Sinceramente.
V8: Al lado del español, al lado del español.
M1: ¿Por qué?
V8: Porque sí.
V5A: Depende…
M3: Depende.
V8: Pues no te voy a decir el porqué. Te sientas al lado del negro y, ¡madre mía!
M1: ¿Por qué? ¿Qué tiene el negro?
V5B: Eso es por prejuicios.
M1: ¿Qué diferencia hay? Efectivamente, pues es de importancia para convivir.

Jóvenes españoles de clase social media-media (Proyecto Living Together).

—A veces he visto menosprecio en algún restaurante o cafetería por parte de algún español, pero no por
su nacionalidad, sino por el color de la piel.

Mujer guatemalteca de 20 años. Lleva en España dos años (primero en Barcelona, después en
Madrid, donde estudia diseño de moda). En Barcelona le costó adaptarse, mientras que en
Madrid ha podido desarrollar diversas amistades porque, según ella, las personas «están más
acostumbradas» a la diversidad. Se relaciona por igual con españoles y extranjeros (MEXEES II).

Varón de Argentina: tengo amigos cubanos que son negros y también los mira de una forma distinta, y son
latinoamericanos. Es decir, hay que distinguir el tema de la raza, del color. Más allá de las posibilidades
económicas, ya es una primera barrera a la inmigración verdaderamente importante
Mujer de Portugal: a lo mejor más sería también, incluso a veces que la religión. O sea, no es la religión más
que el color. Las dos cosas, pero a la vez. Pienso que precisamente porque España es racista, a lo
mejor por no haber recibido antiguamente una inmigración tan grande, no haber aquí una mezcla tan

218
grande como hay a lo mejor en otros países.

GD9: Inmigrantes de posición media-alta (MEXEES II).

3.2.5. Cúmulo de factores en la fundamentación de filias y fobias

La figura 3.2 resume los argumentos principales cuando se argumenta o racionaliza la


tenencia de filias y fobias. Destaca lo que es común en ambos proyectos MEXEES, los
argumentos que más se reiteran. Acompaña la frase que más lo caracteriza.
A estos argumentos principales se suman otros también presentes, como son haber
residido o tener amigos del país hacia el que se siente filia. Lo que igualmente contribuye
a una mirada más cálida hacia las personas de ese país.
—Realmente no tengo ninguna preferencia (…) Lo único es eso que, como he vivido en Brasil mucho
tiempo, pues sí que es verdad que en el metro, cuando oigo a brasileños, pues como me transporta, me
acuerdo cuando era pequeña y estaba allí. Pues sí que siento cierta simpatía hacia los brasileños. O, por
ejemplo, como ahora estoy estudiando árabe, pues me gusta estudiar a marroquís, a gente del Líbano,
de Siria, que hablan árabe, a egipcios, para entenderles. Pero vamos, no tengo ninguna preferencia.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Colabora en una ONG que apoya
a las personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel
general, pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

FIGURA 3.2.—Racionalización de las filias y fobias a extranjeros

219
La calidez o frialdad del trato que recibimos de ellos incide también en los afectos: la
empatía se acrecienta hacia quien trata con calidez, sinceridad y confianza, mientras que
las reticencias se elevan hacia quienes marcan distancias, nos tratan de manera tosca y nos
hacen sentir incómodos. Es inevitable que de la experiencia personal se generalice al
conjunto de las personas que proceden del mismo país. Al igual que la reminiscencia a
conflictos históricos, relaciones fronterizas o de vecindad, que muchas veces están
marcadas por confrontaciones bélicas y rivalidades económicas, en las que no siempre se
halla justificación.
—Puede que me caigan mal los catalanes porque, como vivo en Madrid, por esa rivalidad. Aunque, uno
de mis amigos es catalán. Y de los extranjeros, no me gustan nada los argelinos. Me llevo muy mal con
ellos. La razón es algo parecido a lo de los españoles con Francia, y a lo de los franceses con España.

Varón marroquí de 30 años, nacionalizado español tras residir 15 años en España. Procede de
una familia adinerada de Marruecos, donde estudiaba en un colegio español. Vive con su madre,

220
que es personal de limpieza. Él trabaja en una fábrica. Se ve de los primeros inmigrantes en
España, lo que considera un privilegio, al no estar en el mismo saco que los que llegaron después.
Se considera español (MEXEES I).

—Creo que de manera general a los españoles no les gustan mucho los franceses (risas). Pero creo que es
una vieja historia, que es desde los Borbones, Napoleón… No tienen un recuerdo bueno, en general,
del pasaje por España. Y luego nos llaman gabachos. Pero, aparte de esto, yo me relaciono muy bien
con los españoles. Si a lo mejor nos ven como gente un poco rara que no sale de fiesta nunca y no sabe
lo que es la playa y el sol. Pero yo nunca he vivido cosas como degradantes o malas. Son cosas en
general, aparte de bromas o de algún chiste sobre los franceses, pero nada de racismo.

Mujer francesa de 35 años, nace en Argelia, pero vive en París desde los cuatro años. Conoce a
un joven valenciano en esta ciudad y en 2008 se trasladan juntos a Madrid. Tras quince meses en
el desempleo, consigue un trabajo de media jornada como asistente de un magistrado de enlace
con la justicia francesa en España. No ha tenido problemas de adaptación ni problemas de
convivencia (MEXEES II).

—Pues sinceramente, antes, porque era joven y no sabía, no me caían bien los chilenos. Siempre, por más
que te cuentan las historias que ha habido guerras contra Chile, todo eso de frontera, pues no sé, no
me gustaban los chilenos. Pero ahora en el presente no tengo ninguna nacionalidad que no respete.
Todas las respeto, todas me caen bien. No hay ninguna concreta que odie ni que me guste más.

Varón peruano de 22 años. Llegó a España con cinco años, reagrupado por su madre. Ha
estudiado un grado superior en administración y desde hace un año trabaja de ello en una
empresa. Su meta es estudiar una carrera universitaria. Piensa que el trato que los españoles dan a
los inmigrantes es bueno, pero que a la par existen muchos prejuicios hacia los latinoamericanos,
sobre todo relacionados con la delincuencia (MEXEES II).

Los relatos anteriores de nuevo muestran que, al descubrimiento de preferencias o


denuncia de algún trato discriminatorio, sigue la inmediata negación: «no tengo
problemas». Se da más en personas a las que preocupa la interpretación que pueda darse
a sus palabras. Refleja la sensibilidad del tema sobre el que se pregunta y la dificultad de
extraer lo que realmente se piensa o hace, como asimismo se verá en el apartado 3.3.
—Voy a ser sincera. Tengo un pequeño problemilla con los argentinos. Pero, no es tanto porque sean
argentinos, sino porque me he encontrado con unos argentinos un poco especiales. He coincidido con
algunos que son, a lo mejor, pesados o cameladores. Y vamos, que a mí no me va ese rollo. Pero
vamos, que tengo amigos argentinos y no tengo ningún problema con ellos. Sí tengo que hablar de
algún roce con alguna nacionalidad, posiblemente esa, pero creo que es sin importancia.

Mujer autóctona de 26 años. Clase media-alta. Estudiante universitaria que estuvo en Bruselas
con una beca Erasmus. Su padre es holandés y su madre española. Su novio es escocés. Tiene
mucha relación con inmigrantes (laboral con los empleados en el negocio de hostelería de su
padre) (MEXEES I).

221
3.3. ACEPTACIÓN DIFERENCIAL DEL INMIGRANTE

Cuando las encuestas CIS-OBERAXE preguntan: «¿Cómo diría Ud. que los
españoles, en general, tratan a los inmigrantes extranjeros?», la respuesta más
pronunciada es con desconfianza. Si bien, como puede verse en la figura 3.3, cada vez son
menos las personas que comparten esta apreciación. La tendencia desciende a la par que
asciende la calificación del trato con normalidad; una apreciación de signo favorable. La
respuesta más claramente favorable al inmigrante (de las que sugiere la pregunta), con
amabilidad, registra una evolución disimilar. Es la tercera respuesta más pronunciada.
Los datos de encuesta muestran que la percepción del trato a los inmigrantes mejora
en los últimos años, en comparación con aquellos marcados por la llegada abrupta de
inmigrantes. El tiempo de convivencia parece estar ejerciendo un mayor efecto a favor
de un buen trato al inmigrante, que el esperado debido a la crisis económica. No
obstante, como se verá en el apartado 3.3.1, el trato que se da al inmigrante no es
unívoco. Está condicionado por la confluencia de diversos factores, cuyo conocimiento
puede ayudar en la explicación de la xenofobia.

FIGURA 3.3.—Trato de los españoles a los inmigrantes. Encuestas CIS de 1996 a 2004 y CIS-OBERAXE de 2008
a 2011 (porcentaje)

3.3.1. El trato desigual al extranjero y las diferentes formas de xenofobia

Si del apartado 3.2 puede concluirse que la aproximación al foráneo tiene diferentes
matices y adjetivos, dependiendo de quién se sea, los datos de encuesta nos ayudan a
poner cifras a la desigualdad en el trato. La figura 3.4 recoge la evolución de las

222
respuestas a la pregunta incluida en las encuestas CIS-OBERAXE: «¿Qué influye más en
el trato que se da a los inmigrantes en España?». Una pregunta cerrada con cuatro
opciones de respuesta: su nacionalidad, cultura, posición económica y color de la piel. A
ellas se suma una quinta opción («otra respuesta, ¿cuál?»), que abre la posibilidad de
anotar otras razones. La última encuesta disponible, de 2011, no ofrece grandes
oscilaciones respecto a los años precedentes. El trato sobre todo se condiciona a la
cultura del inmigrante. Le sigue la nacionalidad y, en último lugar, el color de la piel. A
diferencia de las anteriores, esta última quiebra su trayectoria descendente y retoma el
valor porcentual registrado en 2008: 12 por 100. Un dato que puede estar, no obstante,
infraestimando por la connotación directa de racismo que se da a la respuesta color de la
piel, que propicia la consiguiente ocultación de preferencias en este sentido. El racismo
no siempre se manifiesta de manera expresa, ni los motivos que lo justifiquen. Como
asimismo afirma Sánchez Barricarte (2010: 46),
Hay mucha gente que utiliza argumentos económicos para oponerse a la inmigración, cuando en
realidad son otros los motivos (homogeneidad cultural, social y racial) los que les animan a oponerse, y lo
hacen así porque resulta políticamente inadmisible que se rechace a un inmigrante porque hable un idioma
distinto, tenga un color de piel diferente o profese otra religión.

FIGURA 3.4.—Factores que influyen en el trato a los inmigrantes. Encuestas CIS-OBERAXE de 2008 a 2011
(porcentaje)

Sea como fuere, los últimos datos de encuesta muestran un ligero ascenso del llamado

223
racismo étnico (o clásico), aunque el cultural continúe acaparando más menciones. El trato
dado al inmigrante sigue condicionándose sobre todo a la nacionalidad y la cultura del
inmigrante. Si bien, resulta difícil trazar la linde que separa las diferentes variedades de
racismo, al haber conexión entre ellas. Como se recogiese en el proyecto Living Together
(Cea D’Ancona y Valles, 2010b: 48), lo cultural y lo fenotípico se conexionan:
—Probablemente asociamos el color de la piel con los valores culturales y religiosos. No es el color de la
piel como tal a lo que reaccionamos. Tienen cierto color de la piel, por tanto tienen ciertos valores y
piensan así o asá.

Reflexión expresada en el grupo de discusión de clase media-alta realizado en Suecia.


En ese mismo país, en el grupo de adultos de clase media-baja, se esgrimió la siguiente
reflexión, que también recoge una realidad extrapolable a otros contextos sociales y
temporales. De nuevo se incide en la dificultad de alcanzar una medición precisa del
racismo y la xenofobia, debido a la indeseabilidad social que se atribuye a su
exteriorización.
—Creo que los suecos nos guardamos las opiniones para nosotros, o hablamos a puerta cerrada de
nuestras opiniones racistas. Somos muy educados en apariencia y tratamos a todo el mundo con
amabilidad, porque no queremos dar la impresión de ser ignorantes. Así que tratamos a la gente como
si el color de la piel no importara, para que nadie nos pueda acusar de ser racistas.

La introspección cualitativa correspondiente a los proyectos MEXEES también


indaga en la valoración del trato a los extranjeros en España, al considerarse un indicador
de xenofobia. La cuestión se planteó en términos genéricos: «En general, ¿qué trato
piensa que los españoles damos a los inmigrantes?». A diferencia de la encuesta, la
pregunta es abierta. Busca la respuesta que primero fluye; no la elección de una respuesta
de las sugeridas en la pregunta. Además facilita la introducción de matices que
acompañen a la respuesta, no quedando esta delimitada a una serie de adjetivos
genéricos, a veces abstractos y ambiguos. Como era esperable, la calificación negativa
prevaleció sobre la positiva. Incluso esta última con frecuencia se apostillaba con una
frase concisa, que denota reproche o recriminación: «mejor de lo que se merecen», «no
quieren volver a su país», «se les da de todo». Por lo que, la valoración favorable del trato
al inmigrante (de «bueno») no siempre connota positividad. Al contrario, la
argumentación a veces lleva a que, en el eje de simpatía-rechazo, quede traducida más como
expresión de rechazo, de xenofobia, que de aproximación o xenofilia. Igual sucede a la
inversa. La justificación del trato como negativo, mediante la referencia a la explotación
o a la discriminación de los inmigrantes, denota más xenofilia que xenofobia. Por lo que,
conviene fijarse en cómo se apostilla la frase. El interés está en la argumentación, en
cómo se racionaliza el trato; y menos en la calificación global que a este se dé.
En ambos proyectos MEXEES ha sido común la insistencia en que «hay de todo»,
«depende» del autóctono y quién sea el inmigrante («no se trata a todos los inmigrantes
por igual», «el extranjero tiene tantos matices», «depende de dónde vengan», «depende
del grado de inmigrante que sea», «no vemos del mismo modo a unos que a otros»).
Respecto al autóctono, se resalta el efecto desigual de su nivel educativo, su edad, si

224
convive con inmigrantes, si compite con ellos. Se declara un trato mejor hacia el
inmigrante en las personas de mayor nivel educativo, de menor edad10, que carecen de
problemas de convivencia con inmigrantes y que no se hallan en situación de
competencia con ellos para acceder a puestos de trabajo, a prestaciones sociales o
cualquier variedad de ayuda pública; en cambio pueden beneficiarse de la contratación de
mano de obra inmigrante a un menor coste. En cuanto al inmigrante, la existencia de una
actitud desigual hacia ellos es reiterativa. Se jerarquiriza entre ellos, distinguiéndose entre
inmigrantes de primera, segunda, y de tercera categoría. Se habla incluso de «inmigrantes
de pata negra». Aunque vengan a trabajar a España, no se les considera inmigrantes, sino
extranjeros o turistas. No se les percibe discriminados: «se les trata igual que a
españoles». En este grupo entran los ciudadanos europeos (excluyendo a Europa del
Este), aunque no solo. Se establecen distinciones por continente (europeos,
latinoamericanos, africanos, asiáticos), por país de origen o nacionalidad, posición
socioeconómica y color de la piel.
—Los españoles, en ese sentido, somos un poco especiales, creo, porque diferenciamos mucho la
procedencia y la nacionalidad de cada uno. No tratamos igual a un marroquí que a un argentino, que a
un francés o a un americano. No los tratamos igual. Bueno, americanos no inmigran mucho a España,
la verdad. Pero es muy distinto. Incluso dentro de la propia Sudamérica, diferenciamos entre unos
países y otros. Y eso es muy curioso porque generalizamos mucho y no vemos del mismo modo a
unos que a otros.

Varón autóctono de 22 años. Estudiante universitario (de comunicación audiovisual). Reside


en Madrid desde que comenzó sus estudios universitarios. Sus padres residen en Ciudad Real. Ha
viajado mucho con su familia, por España y el extranjero, lo que en su opinión le hace más
abierto a otras culturas (MEXEES I).

—Pues pienso que aquí hay de todo. O sea que habrá españoles que sean racistas y cuando vean a un
inmigrante digan, le miren por encima del hombro. Yo creo que los españoles, en general, fíjate, yo
creo que se han abierto ¿no? Que no dan mal trato. En general ¿no? (…) Y de todas maneras depende
de qué tipo de extranjero. Yo creo que también los españoles como que tenemos estratos. No es igual
un marroquí que un alemán. No es igual un portugués que un italiano ¿no? Yo creo que al europeo se
le valora igual, incluso hasta más. Dicen: «un alemán, un tal, o un sueco». Parece como mejor que un
marroquí, un ecuatoriano ¿no? Que cada uno… Bueno, eso también es individual, pero cada uno con
unos niveles ¿no? O sea que no se puede decir extranjero porque el extranjero tiene tantos matices…

Varón de 53 años, clase media, estudios universitarios en ciencias sociales, con trabajo estable.
Vive con su mujer y sus dos hijas en un bloque de edificios en Madrid capital (MEXEES II).

—Es algo que he visto, que en términos de la pobreza hay una jerarquía de gente. Parece que los asiáticos
y los negros son vistos como más bajos. Esto como mi perspectiva de canadiense (…) La manera en
que la gente española habla de los chinos es un poco degradante. No mucho, pero también en Canadá
pasa esto que los inmigrantes [asiáticos] tienen una posición baja. Pero hay matices que son un poco
más obvios como extranjera canadiense aquí. Cuando la gente habla de las tiendas de chinos y cosas así
(…) Gran cosa, puedo hablar mi lengua nativa! Y bueno, entonces hay dos lados de ser extranjera.
Posiblemente, no sé, si fuera extranjera que no hablara inglés, posiblemente sería un poco diferente.
Pero al mismo tiempo el inglés, porque el inglés tiene… no el nivel, sino la connotación de
superioridad.

Mujer canadiense de 23 años. Dejó su hogar a los 17 años para cursar estudios universitarios.
Desde ese momento uno de los objetivos en su vida es viajar. Profesora de inglés en un colegio de

225
Madrid desde hace dos años. Dice haber recibido un buen trato por parte de los españoles por su
origen anglosajón. Aún se siente extranjera, aunque se esté integrando (MEXEES II).

Curiosa la reiteración «hay de todo». También la negación de que los españoles


seamos racistas, aun remarcando que se sientan superiores y «miren por encima del
hombro». Lo que lleva a la reflexión de qué se entiende por racismo. De acuerdo con su
concepción tradicional, se afirma que «nos fijamos mucho en el color de la piel». Pero el
racismo étnico no actúa al unísono. Se entremezcla con el económico (de clase) y el
cultural, como se viera en el apartado 3.2: el rechazo se acentúa hacia el distante, que
quiere imponer su cultura y costumbres, y se autosegrega. Si bien lo que más se reitera es
que si tienes dinero, no eres inmigrante: «todo depende de la cartera que lleves». Mejor, si
además eres blanco. En esta denuncia convergen autóctonos y foráneos; al igual que en
la justificación de que es un comportamiento discriminatorio extensivo a otros países y
culturas, en el pasado y el presente.
Varón senegalés: Yo he venido de Senegal aquí con nada, sin nada. Y otro viene de Estados Unidos, que
viene con dinero, que a lo mejor va a crear una empresa para la gente trabajar, pues está bien. Sí, mejor.
Mujer colombiana: Para mí no son inmigrantes. Ya no. Hay un rey que viene a Marbella en verano y que
la gente le abre la joyería, y es un árabe. Y mi marido dice «a ese le abren la joyería y a otro que viene,
que no tiene dinero, le miran peor».
Varón senegalés: Claro, si vienen con sus dineros y yo no vengo con nada, es normal que se comportan así.
Luego, si vienen para, a ver no sé, si vienen para delincuente o…
Mujer colombiana: Es según dónde es la persona. Yo he escuchado a gente decir, gente de aquí, cuando
vienen los barquitos esos, sí pateras, las pateras que dice que se han ahogado, se han volcado o lo que
sea. Cuando yo trabajaba en el bar, he escuchado a muchos españoles y han dicho «pues tendrían que
morirse todos». A mí me da una cosa en el corazón.

GD7: Inmigrantes con rasgos étnicos identificables (MEXEES I).

—Pienso que la mayoria de la gente en tu vida laboral te tratan bien, si tú haces tu trabajo bien. Aparte de
eso, no soy de una raza que ha sufrido mucho discriminacion en España por lo menos. Porque soy
blanca, con estudios, de una posicion de clase media alta y soy de un país desarollado y, por supuesto,
no me ven con los mismos ojos y de la misma forma que un immigrante que ha venido de un país más
pobre buscando trabajo aquí (…) Los inmigrantes que tienen estudios y una posición social media,
podría decir que tenemos el mismo trato que los españoles en los trabajos y tenemos la misma
posibilidades de encontrar trabajo.

Mujer polaca de 30 años, abogada, que vino a España hace tres años para reunirse con su
pareja, que es español. Su padre es irlandés y su madre polaca. Se siente aceptada en España,
pero quiere conservar sus particularidades culturales (MEXEES II).

—Bueno, pues hombre, depende mucho del estrato social que ocupe ese tipo de inmigrante. Quiero
decir porque, por ejemplo, hay embajadores de todos los países en España que se los respeta y venera y
la gente va a verles. Y, en cambio, hay gente de su misma nacionalidad que está en España y no es
nadie porque no tiene ese poder adquisitivo, no ocupa ese estrato social. Pero bueno, eso pasa en
todas las culturas. En general el trato que se le da a la inmigración es bastante malo y vejatorio. La
peña, la gente, se ceba mucho. Pues eso, con incluso, con la convivencia al negro este de mi cafetería le
llaman negro de mierda, le putean más que al resto, aunque se vacilen entre ellos. El negro siempre sale
peor parado porque es negro.

Varón autóctono de 22 años. Su padre es vendedor ambulante y vivió en Perú desde los siete a
los dieciocho años. Estudia Bellas Artes y le gusta mucho la fotografía (MEXEES II).

226
Se insiste en las miradas, en que no se mira igual a unos y a otros. Influye la «cartera»
y el trabajo que uno tenga. «No es lo mismo una sudamericana que trabaja en una casa
que una sudamericana que trabaja como profesional», como declara una psicóloga
chilena entrevistada para MEXEES II. Hecho al que arguye cuando justifica que no ha
tenido «ningún trato discriminatorio por el hecho de ser chilena». Lo que contribuye a
que se sienta una «inmigrante privilegiada». Lo mismo no puede decirse de las personas
que realizan trabajos que los españoles rechazan.
—La sociedad es muy falsa. Realmente a la gente no creo que le importe la nacionalidad de las personas,
sino su clase social o, más bien, su nivel económico. Pienso que si llevas un traje de Armani, la gente
no mira si eres africano, oriental, caucásico… (…) Desde mi punto de vista, en muchas ocasiones, y no
siempre, los españoles miran por encima del hombro a aquellos que vienen a realizar los trabajos que
ellos rechazan. No siempre, pero ocurre y más de lo que pensamos. Ten en cuenta que también
inmigración se asocia a pobreza, a falta de medios, a la obtención de dinero por medios no legales. Y
eso a la gente no le gusta y mucho menos si encima viene a su país a delinquir. Queda muy bien eso de
«yo soy tolerante y nada racista», pero luego, a la hora de la verdad, no es así, porque normalmente
tendrán siempre más preferencia por aquellos nacidos en su tierra.

Mujer alemana de 36 años. Clase media-alta. Sus padres fueron emigrantes españoles en
Alemania, donde ella y sus hermanos nacieron. Regresaron a España, cuando ella tenía 9 años.
Está casada con un español de familia de clase alta. Ambos tienen estudios universitarios y un
buen salario. Solo tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES I).

—Bueno, de cara a la opinión pública, somos muy tolerantes. Luego cuando nos toca, a lo mejor de cerca,
en privado, somos un poco más xenófobos. Y luego también depende de la situación económica del
inmigrante. Así que yo diría que somos clasistas. Si el emigrante está bien posicionado, deja de ser
panchito o negro. Otra cosa es que vengan con la miseria pidiendo, o que sean ruidosos, o molestos.
Entonces ya son panchitos, son rumanos, son gitanos, y ya no nos caen tan bien.

Varón autóctono de 41 años, de familia de clase media-baja, que tuvo que emigrar a Alemania
donde nacen él y su hermano. Retornan a España y se instalan en Madrid. Cursa estudios
universitarios y trabaja unos meses en Alemania. Docente en un colegio privado. Lo pasó muy
mal cuando regresó a España porque «prácticamente era alemán. Aquí en España era un re-
emigrante» (MEXEES II).

Estas reflexiones muestran que aún pervive el famoso «círculo vicioso» que Gunna
Myrdal destacara, en su célebre publicación de 1944, An American Dilemma: the Negro
Problem and the Modern Democracy, donde analizase la aceptación de los negros en la
sociedad norteamericana. Es el estatus social más bajo de los negros lo que explicaba el
prejuicio hacia ellos por parte de la mayoría blanca y los demás grupos étnicos. Las
actitudes se tornaban más negativas, cuánto más se deterioraba su estatus social. Muestra
la continúa retroalimentación entre estatus y aceptación social, que asimismo recogen los
proyectos MEXEES: «al extranjero rico, al que tiene más dinero que gastar, le tratan
mejor». Para Díez Nicolás (2005: 189), «el racismo y la xenofobia son, en la mayoría de
los casos, expresión de un clasismo muy arraigado». La discriminación se explica por la
clase social, más que por la raza o la cultura. Para el Colectivo IOÉ (1998: 35), «el
inmigrante es excluido a la vez porque es extranjero, porque procede de un país pobre y
menospreciado, y porque forma parte, en general, de las capas más bajas de las clases

227
populares».
—Hombre, a los alemanes los tratáis muy bien y a los americanos también, y a los franceses también,
sabes. Es algo que vi en San Sebastián, cuando estuve allí. Estuve yo y vinieron unos franceses negros,
y en un restaurante a ellos les atendieron muy bien, muy bien; y a mí tuve que esperar ahí y suplicarle
para que me atendieran.

Varón guineano de 21 años, de origen acomodado (padre empresario y madre diputada). Llegó
a Madrid con la intención de terminar sus estudios. Lleva tres años en España y se mantiene con
los ingresos que le envía su madre. Cree que únicamente una minoría de españoles tratan bien a
los extranjeros, el resto son más hipócritas: «se acercan, pero a mis espaldas dicen cosas malas, y
el resto ni hablamos…, me miran mal y todo…». Tiene amigos de casi todos los tipos de razas
(MEXEES II).

—Con todos está claro que no. Porque no es lo mismo que sea un inmigrante de la Europa occidental o de
EE. UU. o que sea francés o alemán o lo que sea, o que sea alguien de Europa del Este o de
Sudamérica. Es decir, yo creo que se ve peor a la gente más pobre; o sea, a los inmigrantes más pobres
que a una persona que viene ya con los billetes y en una situación alta. Entonces no se les ve tan por
encima del hombro, si es que se les mira.

Mujer rumana de 24 años, criada por sus abuelos hasta los siete años. A los dieciséis años
emigró con sus padres a España. Al inicio tuvo dificultades de adaptación, debido a la separación
de sus abuelos y a la ausencia de redes de amistad. Ahora se siente más española que rumana
(MEXEES II).

M4: Además hay una hipocresía tremenda porque molesta el inmigrante necesitado. El inmigrante que
está viviendo en Canarias, en Marbella y demás, parece como que ese inmigrante no es inmigrante, sino
que es de los nuestros.
[VARIAS personas exclaman ¡sí!]
V1: Toda la vida igual para bien y para mal…
(…)
V2: Mi novia es inglesa y se la considera guiri, porque es rubia. Pero sigue siendo una inmigrante porque
vino aquí a trabajar. Se quedó aquí, pero a ella no se la clasifica como inmigrante, se la clasifica como
guiri. Pero si tuviera otro color de piel, a lo mejor la clasificaban de otra manera. Da igual de dónde sea,
muy rubia, podía ser de Sudáfrica y tal o de cualquier sitio, pero como es rubia y tal, una guiri. Si fuera
negra, no la miraban igual, siendo exactamente la misma persona, trabajando en lo mismo, pero
bueno…

GD4: Adultos de cualificación media-baja (MEXEES II).

Pero también hay quien prima la cultura del inmigrante sobre la cartera: «no me
gustaría que mi sobrina se case con un marroquí, aun siendo rico».
—Creo que he cambiado un poco mi percepción hacia la inmigración, aunque sinceramente considero que
soy racista con ciertas culturas. Creo que hay culturas que no respetan a la mujer. Me refiero a que no
todo el mundo tiene la oportunidad de elegir y, aunque respeto esas culturas, pero por ejemplo no me
gustaría que mi sobrina se case con un marroquí, aun siendo rico, porque no me gustaría. Porque creo
que el choque cultural en ocasiones crea una distancia que es insalvable.

Mujer autóctona de 30 años. Nació en el País Vasco, de padre carpintero y madre ama de casa.
Llegó a Madrid para cursar un máster. Está en paro y comparte piso con unas amigas. Dos
hermanos han vivido en Inglaterra. Considera que «ser vasco en Madrid a veces es duro»
(MEXEES II).

Desde una mirada xenófila (enraizada en argumentos reflexivos11 sobre el propio

228
país), se denuncia el olvido, que no nos acordemos de nuestro pasado (y ahora presente)
emigratorio; el ponerse en el lugar del que emigra y contribuir a su adaptación. Esta
denuncia acompaña la valoración del trato de «malo», siendo deficiente nuestra capacidad
receptiva.
—No quiero decir que sea racista, simplemente que yo creo que no nos hemos adaptado. Es curioso que la
gente diga que no le gusta que vengan inmigrantes ¡Por favor!, si España ha sido un país de emigrantes.
No nos acordamos de cuando nos fuimos a Alemania. El problema de la inmigración es un problema
que no va a pasar de moda, ya que es algo de nuestra historia.

Mujer autóctona de 28 años. Trabaja de bibliotecaria en un colegio público. Sus padres son
docentes. Su tío abuelo emigró a Canadá para trabajar de delineante, donde conoció a su abuela.
Ella vivió cuatro años en Córdoba, donde estudió la carrera de Historia. Se considera una persona
tolerante que para nada desprecia a los extranjeros (MEXEES I).

—En líneas generales bueno con reservas, como pasa siempre. En este país solo vemos la paja en el ojo
ajeno, pero no lo vemos en el nuestro, ¿no? Ya no nos acordamos de cuando íbamos nosotros a esos
sitios. Y hay mucha gente, muchos que, pues que los critican ¿no? Y no les gusta. Que no les gusta
porque dicen que se está llenando España, que nos van a echar, que no hay más que negros, que nos
van a quitar el trabajo, que nos van a quitar… Pero no se acuerdan de cuando nosotros íbamos a
esos sitios.

Varón autóctono de 62 años, sin experiencia emigratoria. Portero con estudios de bachiller.
Apenas tiene relación con inmigrantes, con excepción de un amigo de su hermana que es
ecuatoriano. Manifiesta una actitud favorable a la inmigración, siempre que sea legal (MEXEES
I).

También se habla de abuso, de explotación laboral. En MEXEES II se hace mención


a los años de convivencia, que han contribuido a la interrelación y adaptación de unos y
otros, avanzándose hacia la normalización de la convivencia de autóctonos con foráneos:
«la gente se está amoldando más, mucho más, que hace años». Se destaca el papel que en
ello han tenido las relaciones en el ámbito laboral: «una relación igualitaria, de
compañeros»; que adquiere una mayor relevancia cuando quien la expresa es un
extranjero.
—En general buena, yo creo que buena, por lo que he escuchado hablar que antiguamente no se le trataba
bien y tal. Pero creo que con el tiempo se han ido abriendo todo ese tipo de cosas y van mejorando.
Bueno, habrá sus excepciones por ahí, sabes, porque no todos son muy simpáticos, ni muy aquí ni muy
allá ¿sabes? Pero yo creo que en general la gente se ha ido adaptando a tener inmigrantes en el país.

Mujer chilena de 27 años. Llegó a España hace cinco años (sus padres ya vivían aquí). Trabajó
tres años en el servicio doméstico. Ahora se dedica al cuidado de su casa y su hijo. Su marido
regenta un bar y sus padres un hotel. Se siente adaptada (MEXEES II).

—Te puedo dar la visión del 96 hasta aquí. Yo creo que lo bueno es que ya llevamos más de quince años,
sobre todo la población latinoamericana. Ya ha habido un proceso de inserción laboral en otros
campos, ya no solo en el servicio doméstico; el tema de que la construcción se venga abajo. O sea, ya
hay muchas áreas de actividad en las que la población extranjera se ha insertado. Yo lo veo bastante
bien. Sobre todo yo creo que el espacio laboral ha dado pie a que las relaciones sociales sean más
normalizadas. Totalmente, yo lo veo. Yo cuando bajo del tren, de un metro, y veo a la gente que
viene del trabajo, porque son compañeros de trabajo o que van al trabajo, y ves a españoles,
dominicanos, con marroquíes o colombianos y no sé qué, no sé cuantos. Y es una relación

229
igualitaria, de compañeros, de cualquiera que ves… (…) No sé si el entorno laboral ha dado pie a esa
facilidad social para que se puedan establecer unas relaciones más normalizadas.

Mujer ecuatoriana de 35 años. Aporta un testimonio salpicado también por experiencias


vividas de desprecio o discriminación por ser mujer, inmigrante e indígena. Hija de una familia
humilde, cuyo sueño era emigrar a Londres, pero los obstáculos legales hicieron que viniera a
España. Profesora de inglés en un colegio concertado, mediadora intercultural e investigadora
social. Sus mejores amigos son españoles (MEXEES II).

Pero no todos comparten esa mirada positiva. También se habla de hipocresía, de


que la aceptación no es tan buena cuando del ámbito laboral se pasa al afectivo, de
relaciones de mayor proximidad o intimidad (amicales, familiares…). En ese plano
parece que la valoración es menos favorable. Hay quien pronostica que el trato «irá a
mejor»; lo que indirectamente implica que no es tan bueno como sería deseable. «Cuando
llevemos unos años de inmigración, que tienes a los chicos que van al colegio, que se
mezcle el ecuatoriano con el español, creo que eso hará que cambien un poco las cosas»,
como diría un comercial argentino entrevistado para MEXEES II. Se añaden los
testimonios de dos mujeres, autóctona y marroquí.
—Creo que hay de todo y que en algunos aspectos somos muy tolerantes, en plan «sí, nos parece muy
bien la inmigración». Sobre todo eso, el tener contratada a una persona que te ayuda en casa y te limpia,
que te cuida los hijos, a tus ancianos. Pero luego veo muy hipócrita la parte de que tu hija esté con un
sudamericano o que tu hijo esté con una chica sudamericana o con una rumana. Que eso ya es algo que
tienes de cerca y en tu propia familia. A la gente eso no le gusta (…) En general puede que el trato sea
bueno, pero todavía nos queda mucho por avanzar.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

—Yo creo que al final van a terminar de acostumbrarse a nosotros y se van a cansar de tratarnos mal y a
decir: «¡pues estos ya no quieren irse!». Yo creo que van a adaptarse ya porque todavía es nuevo para
ellos. Pero yo soy muy optimista por los jóvenes, que están creciendo juntos ahora. Están muchos
inmigrantes estudiando juntos, compañeros, entonces van a crecer con la idea de que hay inmigrantes y
no hay un rechazo, a lo mejor en el futuro, pero para jóvenes. Para personas mayores eso ya pasó. Pero
con los jóvenes van a adaptarse mejor, a lo nuevo…

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los dieciséis años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a
personas mayores. Casada con un primo suyo, se siente bereber y musulmana, pero a la vez una
mujer moderna y abierta (MEXEES II).

Aunque el conocimiento mutuo contribuye al desvanecimiento de prejuicios y a la


aproximación hacia el antes extraño («la gente que me conoce me trata bien»), hay quien
condiciona la evolución del trato al inmigrante a la existencia de puestos de trabajo:
«depende de la crisis», «si hay muchas ofertas de trabajo, el trato va a estar bien» o
«mientras no mejore la crisis, las cosas no van a ir bien» (como señalase un joven no

230
universitario en GD2). Se apunta a la crisis como el desencadenante del empeoramiento
del trato hacia el inmigrante, de que este no haya mejorado pese al paso del tiempo y los
años de convivencia. La crisis y la falta de trabajo han contribuido a que la situación vaya
a peor. No solo por los recelos o envidias que puedan despertar en autóctonos sin
empleo: «Todo el mundo dice pues mira este, viene de fuera y le dan el trabajo y yo soy
español y no tengo», «vienen a quitarnos el trabajo». La crisis además está contribuyendo
al sentimiento de mayor explotación: «te tratan como esclavo».
—Ahora españoles se cierran, mucha envidia, muy celosos porque no tienen trabajo y todo el mundo
mira ahora a los extranjeros. Antes España era muy contenta. Todos los españoles eran muy abiertos
y, bueno, y también hace diez años España estaba mejor. Pero cuando han entrado muchos extranjeros
de otros países, más peligroso, más robos y los españoles tienen mucho miedo por todo. Y ellos no
quieren aquí inmigrantes (…) Siempre vives una discriminación porque tú eres inmigrante, extranjero
y la gente te trata como esclavo. ¿Esclavo se dice? Se aprovechan, abusan mucho de la gente. De
gentes por ejemplo de América del Sur. Se aprovechan de ellos. Mucha gente se aprovecha. Y ellos
vienen aquí para vivir y gana dinero de un mes hasta otro y no ahorran nada. Mucha gente vive así
ahora. Antes sí, antes se podía ahorrar, pero ahora no, ahora imposible. Ahora todo muy caro. Ahora
solo se trabaja para gastos, para la vida y para la familia, nada más.

Varón polaco de 31 años. Trabaja en una urbanización del extrarradio de Madrid. Vino a
España después de separarse de su mujer para cambiar de vida. Piensa que España no es un país
con medios para recibir a más extranjeros y que los empresarios se aprovechan de la situación de
los extranjeros para bajar los salarios. Llegó a España en 2008. Mejoró su estancia cuando conoció
a su amigo español; si no, habría regresado a Polonia (MEXEES II).

—Yo creo que el español es bastante abierto y muy noble. Lo que pasa es que con la entrada en la Unión
Europea, como se cayeron las fronteras y entra todo el mundo, y luego vino la crisis, se juntó todo,
sabes. Pero el español siempre ha estado abierto al extranjero porque de hecho todos estos últimos
años ha vivido del turismo y España era un país receptor, siempre lo ha sido. Lo que pasa es que ahora
viene mucha gente, pero viene en mala. Entonces pues claro, la gente se mosquea y aparte, como hay
menos trabajo, pues molestan, estorban.

Mujer autóctona de 43 años, de familia acomodada. Vive durante su infancia en Chile, debido
a los negocios del padre. Regresa a España para cursar estudios de empresariales. Está en paro y
tiene un discurso ambivalente hacia la inmigración. Un hermano suyo estuvo viviendo en
Ecuador (MEXEES II).

Varón senegalés: Yo creo que la actitud de España en cuanto a la inmigración ha cambiado a partir de
2009, cuando se ha iniciado la crisis. También el fenómeno social de la inmigración que conecta con la
crisis ha hecho que los españoles, los inmigrantes que hasta el 2009 habían estado vistos como
personas que viven para reforzar la economía española, después que se ha iniciado la crisis, las pérdidas
de empleo, los autóctonos vean a los inmigrantes como responsables de todo lo malo que ha llegado.
(…)
Varón de Camerún: Es igual que cuando buscas una casa. Estaba buscando una casa. Cuando mira la
ventana, si africano, cierran la ventana
Varón de Honduras: Sí, es más difícil

GD7: Inmigrantes de posición media-baja (MEXEES II).

A la explotación laboral también se hizo mención en épocas de bonanza económica


(MEXEES I) y con un discurso crítico hacia el trato al inmigrante. El trato se calificaba
«malo» porque se «les explota». Se censuraba que tuvieran peores trabajos; que se les

231
pagara menos dinero; que tuvieran peores jornadas laborales y la mayor explotación de
aquellos en situación irregular en España. Algunos inclusive apelaban al carácter español
en un intento de justificar lo que percibían como un mal trato al inmigrante, desde su
mirada receptiva o xenófila.
—Los españoles somos así, que intentamos aprovecharnos al máximo de todo el mundo y, sobre
todo, de esta gente. Seguro que son personas cualificadas, que tienen conocimiento de cualquier
profesión, de cualquier materia, y se les explota al máximo. La remuneración y el salario, que le
puedan dar, siempre será inferior. Esto estoy totalmente convencido de que aquí en España se da.

Varón autóctono de 44 años, natural de Toledo. Funcionario de la Administración local y


contable de una empresa. No tiene experiencia inmigratoria. Su relación con inmigrantes es
superflua; sí con gitanos y desde la infancia (MEXEES I).

—Es que pienso que con la crisis la gente tiene más paranoia, o no sé cómo decírtelo, con que hay más
inmigrantes, que nos quitan el trabajo… Creo que la derecha se fortalece con situaciones así. No quiero
que mis hijos o mis nietos crezcan creyendo que esos pensamientos son ciertos.

Mujer autóctona de 27 años. Profesora de educación física. Un tío suyo vive en Inglaterra.
Apenas tiene relación con inmigrantes, salvo su asistenta (que es mexicana) (MEXEES II).

En MEXEES I dominó el discurso de la invasión («hay demasiados»). También la


desaprobación de acciones afirmativas (o discriminación positiva) para mejorar la
integración de los inmigrantes: «se les da de todo», «les cuidamos demasiado» o «no se
pueden quejar de nosotros». Con la referencia expresa a la sanidad, la educación, la
vivienda pública y las ayudas fiscales para la creación de empresas. Lo cual estaba
presente en la justificación del buen/mal trato al inmigrante. Esta argumentación vuelve
a repetirse en MEXEES II, junto a la reiteración del efecto negativo de la crisis
económica y el consiguiente aumento de la competencia.
—Yo creo que bien, aunque eso es relativo. A lo mejor ellos no lo ven así. Yo creo que les damos
muchas facilidades, cuando quieren ir a buscar piso o a hacer papeleos, para meter a los niños en el
colegio, que les guardan un número de plazas para inmigrantes y nos lo ponen más difícil a los
españoles. También tienen muchas ayudas de comedor a todos, porque siempre van llorando, diciendo
que no pueden y tienen muchas ayudas y subvenciones que yo quisiera que los españoles las tuviesen
igual.

Varón autóctono de 67 años, natural de un pueblo de León. Camarero. Su padre emigró a


Argentina cuando él tenía once años. Su prima se quedó allí. Él tuvo que venir a Madrid en 1955
para ayudar económicamente a su familia. Su padre falleció dos años antes, cuando ya estaba en
España. Se manifiesta contrario a la inmigración actual. Tiene relación de vecindad con
inmigrantes (MEXEES I).

—Hombre, pues yo veo aquí, en España, que tratan muy bien a los niños. Yo sé que van a los colegios y
los tratan bien y les ayudan mucho, porque eso también lo sé yo, que les ayudan mucho, a los que
vienen así de inmigrantes, porque he estado yendo a un colegio y mismamente con estos señores de
Marruecos pues me hablan de que todas las ayudas que les dan y yo me creo que es verdad, porque
los veo.

Mujer autóctona de 77 años, de Cuenca. Emigró a Madrid con dieciocho años para trabajar
como empleada de hogar. Tuvo cuatro hijos, pero se separó de su marido. Vive sola. Tiene buena
relación con personas de Marruecos (MEXEES II).

232
—Bueno, en este momento de crisis económica hay un grado de competencia terrible. Estamos todos en
competencia. Estamos en la competencia. Entonces yo creo que eso puede hacer que la relación sea
un poco más tensa porque todos estamos buscando trabajo, porque todos estamos buscando
sobrevivir, buenas oportunidades… Depende también de tu preparación y de lo que tú estés haciendo.
Hay, o sea, ahora está, sobre todo por cosas del trabajo la cosa está dura (…) Mucha gente se vuelve
porque no tiene oportunidades de trabajo aquí.

Mujer colombiana de 31 años que decide venir a España para ampliar su formación en
comunicación audiovisual. Se considera una inmigrante privilegiada, al haber podido adoptar
Barcelona como lugar de pertenencia, desarrollar amistades y acceder a oportunidades de trabajo
en la radio y en la televisión. Toda su familia tiene estudios superiores (incluso de doctorado).
Está tramitando la nacionalidad española (MEXEES II).

La competencia y el sentimiento de pérdida de preferencia en el acceso a los bienes y


servicios sociales, como también veremos en el capítulo 4, coadyuvan en la génesis y
extensión de la xenofobia. Su protagonismo en la aparición de prejuicios étnicos ya fue
destacado en los modelos explicativos de Allport (1954) y de Blumer (1958). Con
posterioridad lo confirmaron estudios empíricos, como los realizados por Walker y
Pettigrew (1984), Quillian (1995) o Alvarado y Greedy (1998). Los inmigrantes pasan a
convertirse en rivales, a quienes no se concede legitimidad para el acceso a bienes
limitados. Sobre todo cuando aumenta el número de los potenciales beneficiarios
(inmigrantes con bajo poder adquisitivo), y son menos las ayudas a repartir. La
desproporción entre oferta y demanda despierta las reticencias incluso de autóctonos que
pudieran, en principio, tener una actitud positiva hacia la inmigración. Se debe a que se
consideran relegados en la percepción de derechos que juzgan propios. Censuran el
carácter reivindicativo de los inmigrantes, «exigen más derechos que los españoles», y
sentencian que ello está contribuyendo a que «nos hagamos racistas», a pesar de que
reconocen la gravedad de lo dicho. A esta confesión acompaña la común coletilla
referida a la experiencia propia («eso lo he vivido yo»), y no a la ajena. Con ello se quiere
dar más fuerza a la crítica esgrimida. Además, se censura y culpa a la actuación del
Gobierno: «les dan todo», «ellos son los que lo están haciendo mal».
—Es que nos están haciendo racistas. La culpa es de los inmigrantes y de los gobiernos ¿Por qué a los
emigrantes el Gobierno les da facilidades que no les da a los españoles? Donde yo vivo, en Alcorcón,
salen viviendas de protección oficial y, cuando miras las listas, te encuentras allí a «Adbud Mahad».
Vamos, un árabe. Y tú estas buscando en la lista a tu hijo que lleva treinta años viviendo en Alcorcón y
no está. Si llegan a los colegios y les dan becas para el comedor, que un español tienes que presentar el
cupón, que no te lo dan al final; al emigrante, sí. Si encima es musulmán, le hacen la comida aparte.
Cosa que hay muchos españoles que, a lo mejor, necesitan un régimen aparte, especial, y no se lo dan.
Y eso es real, porque lo he vivido yo.

Varón autóctono de 57 años, de clase media. Delineante prejubilado que tuvo inmigrantes a su
cargo. Casado con dos hijos y sin experiencia emigratoria. Contrario a la inmigración que
suponga fanatismo religioso y competencia por recursos sociales escasos (MEXEES I).

—Pues no se pueden quejar. Con la cantidad de ayudas que les ha dado Zapatero y de las que nos ha
privado a los demás. Pues mira les contratamos, les aceptamos y convivimos con ellos de la forma más
pacífica posible. Que también hay que entender que vienen aquí la mayoría sin nada y además echarán
de menos a sus familias y hay que, eso, que arroparles un poco. Menos a los que roben, esos que se

233
vayan, ¿no?

Mujer autóctona de 67 años, de clase media-alta. Dedicada toda su vida a las labores del hogar
y al cuidado de sus hijos. Su mayor temor es el aumento de la delincuencia por la inmigración,
reforzado por un robo que sufrió por parte de menores gitanos de nacionalidad rumana. Tiene
experiencia emigratoria interior. Algunos de sus hijos han cursado estudios en países europeos y
en EE. UU. (MEXEES II).

Los españoles no solo inciden en su pérdida de preferencia en el acceso a


prestaciones sociales; también, en el carácter más reivindicativo de los inmigrantes.
Ambas premisas son consonantes con el llamado racismo simbólico o moderno, desde cuyos
planteamientos teóricos el antagonismo hacia las minorías étnicas se explica porque los
inmigrantes exigen demasiado en sus reivindicaciones (Sears, 1998; 2005). Los
autóctonos se resienten y se posicionan en contra de los tratamientos a su favor, aunque
ayuden a paliar la situación de desventaja socioeconómica de la población inmigrada. El
mal trato llega incluso a explicarse apelando al «instinto de conservación»
—Creo que, al haber nacido aquí, debo de tener más oportunidades para obtener trabajo que una
persona de fuera; al igual que, si voy a Alemania, debería de tener menos probabilidades que un
alemán. Y esto es así. No sé de qué manera se debería de regular eso. Pero eso es lo justo porque
tampoco me parece normal que, porque en uno o en veinte países les vaya mal, tengan que venir a
nuestro país todos e invadirnos, por decirlo de alguna manera, quitándonos el trabajo. Porque ellos no
nos quitarán el trabajo, pero dentro de unos años, a nuestros hijos, sí se lo quitarán.

Varón autóctono de 24 años. De clase media. Estudia publicidad en Segovia. Ha viajado al


extranjero y tiene amigos estudiando en Inglaterra. Comparte la psicosis de la invasión
(MEXEES I).

—Hay que valorar también las etapas y yo creo que esto es característico a cualquier ser humano. Cuando
tú tienes tu seguridad, no golpeas a los demás porque no te interesa. Cuando tú estás en peligro el
instinto de conservación te hace comportarte a veces de forma sorprendente.

Mujer rumana de 54 años, con estudios superiores. Emigró primero a Israel, donde cuidó a
una mujer postrada en una silla de ruedas, y después a España de manera ilegal. Fueron los dos
años peores de su vida. Ahora se considera privilegiada porque ha podido encontrar un trabajo
cualificado en una organización sin ánimo de lucro (MEXEES II).

La referencia a nuestro pasado emigrante es, asimismo, inevitable. En esta ocasión


con el sentido de que a los inmigrantes se les está dando más de lo que a nosotros nos
dieron, cuando emigramos a países europeos o latinoamericanos. Se invoca la solidaridad
y la mayor receptividad de los españoles frente a otros ciudadanos europeos. También se
incide en la no reciprocidad, en la desproporción entre lo que se les da y lo que nos aportan:
«se les da más de lo que se merecen», «les cuidamos demasiado». Frases escuetas y
repetitivas que guarda un profundo resquemor, que se extiende más allá de las
actuaciones a favor de los inmigrantes. Encierra el rechazo a la inmigración. Quien la
pronuncia comparte una imagen general negativa de esta. La asocia a la ampliación de los
problemas sociales: invasión, aumento de delincuencia, desempleo, deterioro de las
condiciones laborales, y el empeoramiento del estado de bienestar; crítica a la política
inmigratoria, a la llegada «masiva» y sin control de inmigrantes.

234
—Teniendo en cuenta los resultados que obtenemos de esta gente, bastante bueno. En cierto modo, mejor
que el que tuve yo en Ecuador, que no me dejaron ejercer. Sin embargo, vienen sudamericanos con una
formación menor y se les convalida su titulación.

Mujer autóctona de 57 años, odontóloga con clínica propia. Separada, con dos hijos
universitarios que viven con ella. Tiene un discurso reacio a la inmigración por malas
experiencias en la contratación de inmigrantes. Estuvo un año viviendo en Ecuador y su
experiencia no fue positiva. Mucha relación laboral con inmigrantes («Las he tenido de todos los
colores, tanto en el servicio doméstico de mi casa como en la clínica») (MEXEES II).

—El trato que se le da es en general bueno, bueno y permisivo. De todas formas hay que saber distinguir
muy bien entre cuando hablamos de inmigrantes. Hay una gran variedad de gente que viene a este país
buscando trabajo. Y entonces pues es muy loable y es de reconocer el mérito que tienen, por la dureza
que representa, venir a un país que en muchos casos, ni siquiera conocen el idioma, y tratar de abrirse
camino dentro de este país. Entonces, esto es algo que vale la pena resaltar: el sacrificio que hacen.
Después hay otra parte, que no siempre vienen con la intención de trabajar. Entonces eso crea cierta
inestabilidad en determinados sectores de la población y, quizá el problema que hay aquí, es que se ha
permitido la entrada de inmigrantes de una forma masiva, sin ningún tipo de control y sin ningún
concepto claro de a lo que venían ni para qué venían.

Varón autóctono de 67 años, empresario jubilado de posición media-alta. Asesora a nuevos


empresarios. Cree que la inmigración es positiva, pero que también tiene una cara problemática
que asocia con las diferencias culturales (en especial, con el islam). Tiene experiencia emigratoria
interior. Relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

El buen trato se refiere a las coberturas legales, la atención sanitaria, educativa, a


prestaciones sociales. De modo que, la calificación del trato como «bueno» no siempre
conlleva que se apruebe la inmigración. La oportunidad de no quedarnos con la escueta
respuesta de «bueno» o «malo», dejando al entrevistado que argumente su respuesta, nos
amplía el abanico de percepciones ante la inmigración. Se han expuesto varios
testimonios de ese trasfondo de dobles sentidos y hasta contradictorios. También hay
quien justifica el buen trato porque «no se les agrede», «no se les insulta», «nadie va con
cuchillo con ellos». En suma, no hay un racismo manifiesto como se sabe ha habido en
otros tiempos y contextos sociales. Pero a su pronunciación sigue el reconocimiento de
que quizás el trato no sea tan bueno, si nos fijamos en aspectos como la explotación
laboral o los malos comentarios que contra ellos se vierten («que no les deben de
gustar»). En ambos casos desde una mirada empática hacia el inmigrante.
—Yo pienso que a veces se tienen que sentir, sobre todo cuando se hacen los comentarios sobre ellos.
Pues eso, muchas veces se dice que se aprovechan, porque todo se les da gratis porque son
inmigrantes. Y yo creo que se tienen que sentir bastante mal, principalmente por lo que he comentado
antes, porque si nos ponemos un poquito en su lugar, pensar que están a muchos kilómetros de su
tierra, lejos de su familia, intentando a lo mejor por poco dinero cuidar de personas mayores, que a lo
mejor no es agradable cuidarlas. En fin, creo que si nos pusiéramos un poquito más en su lugar y
tratáramos de comprenderlos, lo llevaríamos de otra manera; sería mejor la convivencia, a pesar de que
aparentemente no es mala. Pero yo creo que ellos tienen que oír muchos comentarios, por parte de
los españoles hacia ellos que no les deben de gustar.

Mujer autóctona de 54 años, con trabajo estable y dos hijos. Su marido está en paro y uno de
sus hijos vive en casa y no genera ingresos. Demuestra empatía hacia la población inmigrante,
aunque piensa que hoy «no se puede aceptar a todo el mundo que venga porque el país no puede

235
hacerse cargo de tanta gente en época de crisis». Sus abuelos emigraron del pueblo a la ciudad
(MEXESS II).

En MEXEES II también se hace mención al mal trato policial. En concreto a las


redadas discriminatorias a la caza de inmigrantes en situación irregular12. En este caso la
denuncia la expresa quien la padece («te tratan como a un delincuente», «no hay
igualdad»).
—La policía racista con marroquíes. Es «más peor» que en todo el mundo. Y yo no sé por qué (…) Ponen
botellón bolivianos, ecuatorianos y todo eso, y gritan, molestan gente, y nosotros estamos en una
esquina. De repente vienen los policías, «papeles» le he dicho. «Perdóname, ya tenemos papeles. No
estamos robando. No estamos haciendo nada, pero ¿por qué viene?, este señor es mayor y yo como su
hijo» y tal y tal. Estamos dos, sentados aquí en un banquillo y vienes a pedirme a mí, a molestarme a
mí, y dice que quiere registrarme a mí, y «baja pantalón» (…) Y he dicho, «¿por qué vienes? Mira
cuantos grupos rumanos y los otros latinos, que molestan al público, están en botellón y están gritan y
todo, y no vienes a pedir para ellos papeles. Viniste solo para nosotros marroquíes».

Varón marroquí de 31 años, de familia acomodada. Sus hermanos tienen estudios


universitarios, pero él decidió terminar el bachillerato y probar suerte en España. Emigró a los
diecinueve años y pasó por Málaga, Madrid, Holanda, Francia, combinando varios empleos y
viviendo situaciones difíciles. Está en paro y se dedica al tráfico de hachís para sobrevivir. Vive
con su novia madrileña. Se siente español (MEXEES II).

Varón de Colombia: Por ejemplo en Boadilla, mi hijo estudia en Boadilla y, cuando se va tiene dos
amiguitos más, que son bolivianos y no tienen papeles, pero son unos muchachos. Así que la policía les
paró a revisarles. Y claro, les pidió papeles. Mi hijo tiene la nacionalidad, sacó, y los otros que no tenían
papeles. El policía les alzó la mano y los pegó. Los pegó. Cuando vio que no tenía papeles, lo pegó. Y
yo por eso le dije, el padre es mi amigo, y le dije: «oye, ¿por qué no vas y denuncias?». Y dice: «no, es
que como no tengo papeles…» Porque es que a mi hijo le hace algo un policía (…) Tienen mucho
miedo porque los policías son muy racistas, eso sí.

GD8: Inmigrantes de posición media-baja con rasgos mejor aceptados (MEXEES II).

Varón de Tanzania: Nosotros estamos aquí en su país, ¿Me entiende? Quiero decir que yo la igualdad, yo
no la veo. Es exacto lo que quiero decir. No quiero engañar a nadie. No hay igualdad. Pero qué se
dice. Tenemos la igualdad, pero no hay igualdad. No es verdad porque si policía te para en la calle, no
para españoles, solo para los inmigrantes. Vas a un supermercado, un marroquí, un africano, eso es lo
que hay. Pero si controlan la documentación, tendrían que controlar todo, ¿me entiende lo que quiere
decir? Un ruso no que vive en su país podría decir no llevo documentación también, o tampoco lo
tenga (…)
Varón de Camerún: Me han detenido la semana pasada en el metro de la línea 1, que veía salir de metro a
policía. Me llevaron a la comisaría de Sol y me preguntaron por papeles. ¿Cuántos años tienes aquí en
España? Casi tres años. Me he pasado la noche ahí. La noche en el calabozo. Y siempre, para lo que
valga…, en el calabozo, solo los marroquís, los africanos, nunca los españoles. Todos los días los
españoles matan a chicas, su mujer. Nunca los españoles en el calabozo. Solo los inmigrantes. Todos
los días los inmigrantes. He preguntado a la policía «¿por qué? Hay personas malas en la calle. Hay
personas que roban. Nosotros no estamos aquí para buscar, siempre tranquilos. ¿Por qué todo el
mundo nos lleva a la cárcel a nosotros?». Pues no sé. «Pues si no puedes aguantar aquí, vete a tu
país». Lo que la policía me ha dicho es eso. Yo no he hecho nada. Yo he dicho gracias.

GD7: Inmigrantes con rasgos étnicos identificables y de estatus medio-bajo (MEXEES II).

La figura 3.5 resume nodos discursivos reiterados que describen el trato al

236
inmigrante desde el plano xenofóbico y xenofílico, siguiendo lo dicho en páginas
anteriores. En el capítulo 4 se ahondará en varios de estos discursos. También estarán
presentes en la búsqueda de un modelo comprensivo de la xenofobia (subapartado
3.3.3).

FIGURA 3.5.—Trato al extranjero

3.3.2. La experiencia de convivencia

La aceptación diferencial del inmigrante cada vez está más marcada por experiencias
concretas de convivencia. Los proyectos MEXEES han querido ahondar en la
particularidad de la convivencia diaria entre autóctonos y foráneos como un componente

237
clave en la justificación de la aceptación versus rechazo de la inmigración, en general, y de
inmigrantes, en particular. A inmigrantes y autóctonos se les pregunta por episodios
agradables y desagradables de convivencia que hayan vivido. En ambos proyectos los
episodios que se recuerdan agradables se agrupan bajo los términos: igualdad, hospitalidad,
solidaridad, afecto, gratitud e integración. La hospitalidad es más apreciada por los extranjeros,
que agradecen la buena acogida cuando llegan a un país que les es extraño. La gratitud, en
cambio, es más demandada por los autóctonos. La convergencia entre ambos se da en la
referencia a episodios que enfatizan la igualdad en el trato y la aproximación o inmersión en
otras culturas.
a) Igualdad en el trato, sin distinción por nacionalidad, etnia o cultura. Cualquier episodio «en el que no se
trate diferente a un inmigrante solo por serlo» se considera agradable. La persona llega «a formar parte
de tu entorno y ya no diferencias si es inmigrante o no» (como afirma una bioquímica de 33 años
entrevistada en MEXEES II).

—A veces me fijo en las tiendas que cada vez hay más inmigrantes. Porque antes los inmigrantes hacían
trabajos de clase b. A no ser que fueran inmigrantes con cierta formación y con ciertos posibles, hacían
trabajos que nosotros no queríamos. Pero ahora en el Mercadona, por ejemplo, hay inmigrantes
trabajando con españoles y el trato es absolutamente cordial. Es un ejemplo de integración. Y en estos
supermercados la plantilla está proporcionada y, además, les oyes hablar y no hay uno que quede por
encima del otro porque es nacional, sino que charlan cordialmente y hay una sinergia de cosas.

Mujer autóctona de 33 años. Abogada con dos másteres. Copropietaria, con su marido, de una
empresa de importación de productos colombianos. Tiene relación laboral-contractual con
extranjeros y familiar (su marido nació en Colombia y en la juventud emigró a EE. UU.). Viaja
mucho al extranjero (MEXEES I).

—En los ambientes en que me muevo, sobre todo a nivel laboral, en los talleres que yo realizo pues tengo
la oportunidad de tener mujeres de todo origen económico, cultural y de otros países. Hay una
convivencia perfecta entre las propias mujeres y ahí lo veo claramente y diariamente. En un taller hay
tres por lo menos que son de hecho sudamericanas y las demás españolas, las tratan tal cual, igual, no
hay ninguna diferencia.

Mujer chilena de 50 años, psicóloga. Trabaja en una clínica especializada. Vino a España hace
treinta años porque conoció a su marido, que es español. Cree que es una inmigrante privilegiada
porque vino en calidad de profesional y decidió quedarse por decisión personal. Tiene la
nacionalidad española y se relaciona más con españoles (MEXEES II).

De los niños se destaca su mayor capacidad para interrelacionar con otros niños sin
establecer distinciones por nacionalidad o color de la piel; «no tienen los prejuicios que
tenemos nosotros», como diría una educadora social entrevista en MEXEES I. Si de los
niños se destacan episodios de juegos en espacios públicos, de los adultos las cenas o
comidas de empresa, un ambiente de interrelación distendido que propicia el trato como
un igual (sentirse «uno más» en la reunión).
—Donde yo trabajo los españoles son mis jefes. Y hemos ido todos en una mesa grande, pero grande, a
una cena. Iba a ser para Navidad, pero como no podemos celebrarlo, porque ese mes trabajamos de día
y de noche, lo hemos celebrado en febrero. Entonces hicieron una cena e hicimos un intercambio de
regalos. Me pareció muy bonito. Siempre fuimos a las cenas, pero nunca con un intercambio de
regalos.

238
Mujer ecuatoriana de 41 años. Trabaja en un restaurante, de personal de limpieza. Vino a
España hace cinco años. Antes vinieron sus cuñados; después su marido; a los cuatro meses ella y
su hijo de seis años (después sus hijas mayores). Antes trabajó sin contrato; ahora con papeles.
Quiere montar un negocio propio (MEXEES I).

—El episodio agradable que he vivido con españoles, además de los eventos que he participado, te digo
uno que me ha encantado. Estuvimos en una cena con los chicos de la Cruz Roja y nosotros invitados,
porque creo que había después una actividad de recaudación de fondos. Vinieron los que estaban de
guardia, entraron y todo el mundo se levantó y empezó a aplaudir. Emocionante, además te digo que
estábamos allí todos, intercalados en el sentido de que no nos sentábamos los que siempre
coincidíamos, así mezclados para conocer más gente.

Mujer rumana de 54 años, con estudios superiores. Emigró primero a Israel, donde cuidó a
una mujer postrada en una silla de ruedas, y después a España de manera ilegal. Fueron los dos
años peores de su vida. Ahora se considera privilegiada porque ha podido encontrar un trabajo
cualificado en una organización sin ánimo de lucro (MEXEES II).

—Joder, cuando España ganó la Eurocopa y el mundial de fútbol. Recuerdo sobre todo la Eurocopa,
cuando pasamos de cuartos contra Italia en los penaltis. Estaba yo en Málaga celebrándolo y pasó un
negrito de estos que venden relojes, pulseras y tal, pues todo el mundo le rodeó y le abrazaron. Quizá
sea una tontería, pero no sé, a mí me pareció algo bonito.

Varón guineano de 22 años, de marcado acento madrileño. Aficionado al deporte (juega en un


equipo semiprofesional). Hijo único, llegó a España con catorce años acompañado de su madre
(ama de casa) y su padre (empleado público). Estudia enfermería (MEXEES II).

b) Hospitalidad e interés. Los trabajadores extranjeros aprecian mucho el buen trato por parte de sus
compañeros y superiores, al igual que cualquier muestra de hospitalidad e interés hacia con ellos, su
cultura, su país. Ayuda a su autoestima, a que se sientan apreciados, revirtiendo positivamente en su
apertura a integrarse: «que se nos valore ayuda a que pasemos de una actitud defensiva a una más
cohesiva».

—Cuando llegué me impresionó que la gente supiera de mi país. Sabían que era un país próspero dentro
de Sudamérica. Gente que había vivido en Chile, que hablaba maravillas de Chile. Esa parte fue buena.

Mujer chilena de 45 años. De familia de clase media-alta. Estudió en un colegio privado


alemán, del que salió con el título de secretariado trilingüe. En Alemania cursó un año y medio de
Sociología. Desde hace siete años vive en España con su marido e hijos. Trabaja en una empresa
de telefonía. Sus abuelos maternos eran españoles que emigraron a Chile (MEXEES I).

—Cuando fuimos a la Alhambra. Me acuerdo que fui con un grupo de españoles y todos emocionados
cuando entramos. Y yo, pues bueno, muy bonito porque es muy bonito. Pero a mí no me llamó tanto
la atención como a ellos. Entonces verles a ellos alucinados así con la arquitectura. Eso me llamó la
atención.

Mujer marroquí de 31 años, casada con un farmacéutico español. Vino a España para casarse.
No sabía español. Primero trabajó cuidando niños. Ahora es secretaria de dirección. Domina
varios idiomas. No lleva velo ni pañuelo. Su familia respeta su forma de vestir y su matrimonio
civil (MEXEES I).

—Pues episodios agradables lo que te digo. La gente a la hora de…, no sé. Es por ser de Japón, que a la
gente le llama la atención. Recuerdo cuando iba de joven al Expo-Manga, que la gente siempre se
acercaba interesada y con curiosidad por lo que hay en Japón. Siempre he recibido una respuesta
bastante positiva respecto a todos.

Varón de 22 años, de padre japonés y madre española. Con rasgos orientales no muy

239
marcados. Toda su vida ha vivido en Madrid. Estudia informática. Dice haber sentido un trato
diferente por parte de sus compañeros y se distancia de algunos de sus amigos por el rechazo que
estos desarrollaron a la inmigración. Dice que, al igual que los chinos, los japoneses son una
comunidad bien aceptada (MEXEES II).

Lo mismo sucede con otros detalles, quizás para nosotros ínfimos, pero a los que
ellos conceden importancia: que les llamen por su nombre y les saluden. Les hace
sentirse persona y que se les aprecia. Otro detalle que agradecen, al no ser común en sus
países de origen, es que, cuando preguntan por una dirección, la persona incluso les
acompañe, aunque no disponga de tiempo. Son muestras de proximidad hacia quien no
se conoce y muy valoradas cuando se está de recién llegado y más sensible a cualquier
muestra de «calor».
—¿Algo agradable? Los primeros días, que no conocíamos absolutamente nada. Fue cuando tuvimos que
preguntar a un señor muy amable. Y esa fue la primera experiencia que tuvimos. Que subimos a un
metro y no conocíamos a dónde teníamos que ir. Entonces le preguntamos a un señor por la dirección.
Dijo: «yo los acompaño». Y dijo: «entro a las 16:00 a trabajar». Y cuando yo miré la hora, eran las 15:00.
Y le dije, «no, pero si usted tiene que ir a trabajar». Y dijo: «no me importa». Y nos acompañó al lugar
donde teníamos que ir; cosa que eso en Argentina no se hace. Y nos sorprendió muchísimo.

Mujer argentina de 28 años. Psicóloga; padre obrero y madre ama de casa. Se vino a España
hace dos años. Su hijo hace cinco y vive con unos familiares españoles en Cataluña. Su abuelo era
español. Espera traérselo a vivir con ella y su marido pronto. Trabaja en un videoclub y su marido
de cocinero (aún no tiene papeles). Se siente feliz e integrada aquí. No quiere regresar a
Argentina. Tiene relación de amistad con su jefa y con dos ucranianas (MEXEES I).

—Pues hace poco me fui de viaje y al volver, en el metro del aeropuerto, vimos a una familia que venía de
Quito, porque llevaban en las maletas escrito lo de Quito. Entonces se les veía que venían con mucha
maleta. Vamos, que acababan de venir a España y que se iban a instalar. Y a los niños se les veía
bastante asustados porque, claro, probablemente habían cogido varios vuelos y venían de un vuelo tan
largo como es de Quito. Y sobre todo el niño mayor, la pequeña se la veía más tranquila, pero el niño
mayor estaba asustado, y le decía a la madre que no iba a ir al colegio aquí en España, que se iba a
quedar en casa todo el día y que iba a aprender a leer en casa. Y la gente, los españoles les miraban y
como que, no se lo decían, pero sí que les sonreían en plan, a ver que aquí hay colegios muy buenos,
que te lo vas a pasar muy bien. Y la verdad es que sí que vi como calor hacia esa familia que
acababa de llegar.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

c) Solidaridad. La ayuda desinteresada, a veces de auxilio, por individuos anónimos es muy apreciada.
Exterioriza la calidad humana de la persona. Se hace mención expresa a españoles que ayudan a
inmigrantes.

—Hace un par de meses presencié, en la televisión, un pequeño reportaje sobre la llegada de inmigrantes
subsaharianos a Canarias, en el que se veía a veraneantes en la playa que asistían a dichos
subsaharianos, que venían en condiciones lamentables de salud.

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Varón autóctono de 30 años. Natural de un pueblo de Extremadura. Vino a Madrid a los 16
años para estudiar. Ingeniero de telecomunicaciones. Estuvo siete meses en Irlanda con una beca
Erasmus. Su novia vivió quince años en Brasil. Tiene amigos en EE. UU. y en países de Europa.
Tiene relación laboral y de amistad con inmigrantes latinoamericanos (MEXEES I).

—Pues sí, que una vez unos, creo que eran nigerianos o algo así, y cruzaron el metro sin pagar. Saltaron la
barrera y entonces les cogieron, la Seguridad les cogió. Y vinieron unos señores españoles que se
pusieron a defenderles, y dijeron: «que no, no les hagas nada. Aquí saltamos todos, españoles, negros,
lo que sea».

Varón guineano de 21 años, de origen acomodado (padre empresario y madre diputada). Llegó
a Madrid con la intención de terminar sus estudios. Lleva tres años en España y se mantiene con
los ingresos que le envía su madre. Cree que únicamente una minoría de españoles tratan bien a
los extranjeros, el resto son más hipócritas. Tiene amigos de casi todos los tipos de razas
(MEXEES II).

En referencia a la ayuda prestada por personas extranjeras, hay coincidencia en


resaltar el mayor civismo mostrado por los latinoamericanos hacia las personas mayores.
De ellos se dice no solo que son «muy educados», que «siempre tienen el gracias y el por
favor en la boca», que «son más respetuosos», sino que ceden el asiento o prestan auxilio
mientras otros miran a otro lado. Mérito que se les reconoce, aun no compartiendo una
imagen positiva de la inmigración.
—Pues, mira, sí. Yo veo, cuando voy en algún transporte público, que las personas que más ceden sus
asientos a las personas mayores suelen ser mujeres extranjeras. Y, eso, la verdad que es digno de
reconocer.

Mujer autóctona de 57 años. Posición acomodada. A los 20 años se vino a trabajar a Madrid
desde un pueblo de Extremadura. Cursó estudios de administración y psicología, pero ahora no
trabaja. Tuvo relación laboral y de amistad con extranjeros (cubanos), cuando trabajaba en una
empresa (MEXEES I).

—Me he caído muchas veces por la calle y sí ha habido siempre un negro o una muchacha que me han
ayudado. Una vez me caí y una sudamericana me dio el brazo y me llevó hasta la parada del autobús. Sí,
yo no tengo queja de eso. Sí, son fantásticas, pero hay de todo, hay de todo.

Varón autóctono de 70 años. La Guerra Civil le provocó invalidez en una pierna. Vive con su
mujer. Tiene familiares que han emigrado. Considera que la inmigración es necesaria, aunque ha
de ser más selectiva (MEXEES II).

d) Agradecimiento. Las muestras de agradecimiento son bien valoradas por quien presta ayuda, cumpliéndose
el refrán de sabios es mostrarse agradecidos. Autóctonos que han tenido un papel activo en la contratación y
estabilidad laboral de inmigrantes resaltan la alegría y gratitud que estos les manifestaron como un
episodio agradable de convivencia.

—Un caso que me llenó mucho como persona, el ayudar a una persona de Santo Domingo que conocí en
un viaje que hice con mi marido (…) Aquí en España un primo mío tiene una cafetería y necesitaba
alguien para trabajar. Por lo que le resolvimos los papeles y se vino a España. Y ahora está muy feliz y
muy agradecido con nosotros, por el trato que le dimos y la ayuda que le prestamos. Y nosotros
también, encantados, porque él se lo merecía.

Mujer autóctona de 47 años, pedagoga, de clase media-alta. Trabaja en un colegio donde


estudian hijos de inmigrantes. Su hermana emigró a Francia con su marido, pero ya están aquí.
Una mujer inmigrante cuida de su abuela. En general comparte una buena opinión de los

241
inmigrantes (MEXEES I).

—Hombre, agradable para mí, no sé, es la relación que yo tengo con los inmigrantes; episodios que yo
tengo casi todos los días, porque la gente que asesoro es gente que agradece el asesoramiento.
Entonces, se muestran agradecidos. Es una cosa agradable, claro, por supuesto.

Varón autóctono de 67 años, empresario jubilado de posición media-alta. Asesora a nuevos


empresarios. Cree que la inmigración es positiva, pero que también tiene una cara problemática
que asocia con las diferencias culturales (en especial, con el islam). Tiene experiencia emigratoria
interior. Relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

e) Afecto. Que muestren afecto también es bien apreciado. Se hace mención expresa a extranjeros
contratados para tareas del hogar y que acaban siendo copartícipes de alegrías y tristezas (como el
fallecimiento de un familiar o un animal doméstico).

—La única experiencia con una persona que trabajaba entonces en mi casa, que ahora no trabaja porque
dejó de venir ella y vino su sobrina, fue cuando murió mi perro. Cuando murió mi perro con 17 años y
llegué a casa, y venía del veterinario, y encontré a mi asistenta apoyada en el aspirador llorando que no
encontraba a Rufo. Eso fue una experiencia entrañable. Era nuestro perro, el de ella y el de todos
nosotros.

Mujer autóctona de 59 años. Nació en un pueblo de La Rioja (su padre hacía botas para vino y
su madre tenía una tienda de ultramarinos). Vino a Madrid con 16 años para trabajar y estudiar.
Es ama de casa y se dedica a la pintura. Tiene un discurso favorable a la inmigración, muy
humanista, pero piensa que «los países deben controlar la cantidad de personas que pueden
admitir para que vivan con dignidad» (MEXEES II).

—Pues con los filipinos, una señora muy mayor que trabajaba para mi abuela. Cuando murió mi abuela,
pasó a trabajar con mi tía. Pero el día que murió mi abuela, recuerdo que lloró más que muchos de la
familia. Lo recuerdo con mucha ternura. Es como de la familia.

Mujer autóctona de 46 años, divorciada y con dos hijos. Trabaja de autónoma reparando
ordenadores. Su padre fue militar y su madre ama de casa. Asocia la inmigración a la entrada
incontrolada de inmigrantes (MEXEES II).

A la inversa que sucede con las experiencias de convivencia positivas, las negativas
deterioran la imagen de la inmigración y de grupos concretos de inmigrantes. Conllevan
distancia y rechazo al inmigrante, arguyéndose en la justificación de cualquier expresión de
xenofobia. Las dimensiones conceptuales que agrupan dichos episodios son las opuestas
a cuando se narran episodios agradables: desprecio, desinterés, desigualdad, insolidaridad,
inhospitalidad, ingratitud, exclusión… Si antes se calificaba a los inmigrantes
latinoamericanos de ser «los más respetuosos», ahora se les censurará por ser incívicos: «no
tienen educación». Nos fijamos en lo que molesta, en lo que enturbia la convivencia
vecinal, laboral, amicales y familiares. Los episodios desagradables muestran el continuo
desde la xenofobia más sutil a la más manifiesta.
f) Comentarios y miradas despreciativas. Las críticas se concentran en las formas más comunes y sutiles de
exteriorizar el rechazo: la llamada xenofobia de baja intensidad (cuchicheos, comentarios, miradas
hirientes…) que no llegan a traducirse en agresión física. Por ello, quien lo comete no se considera
racista o xenófobo.

—Episodios desagradables que recuerde: agresiones, intolerancia y, quizá, lo que más daño hace y les hace,
son aquellas miradas hirientes, que son un tributo demasiado alto para estas personas. He participado

242
en esas miradas, pero ahora uno se arrepiente.

Varón autóctono de 20 años. Vivió en Ceuta hasta los dieciséis años. Su familia se traslada a
Madrid por motivos laborales. Trabaja en la empresa de sus padres de peón de albañil y, otras
veces, en la oficina. Su hermana terminó sus estudios universitarios y vive en Canarias. En Ceuta
convivió con magrebíes en la escuela y fuera de ella (MEXEES I).

—Bueno, una de las cosas desagradables es que la gente que no me conoce, cuando voy a un sitio nuevo,
pues me mira raro. Y, entonces, he sentido un poquito de rechazo. El acercamiento cuesta más. Pero,
vamos, a mí esto no me ha molestado mucho, ya que tengo a mis amigos de siempre y no me ha
importado demasiado. Por otra parte lo entiendo y es porque, si un extranjero viene y se sitúa en otra
ciudad, pues la gente le juzga sin conocerle.

Mujer argentina de 31 años. Vino a España con su madre cuando tenía diecisiete años. Su
madre es española. Una prima vino hace 8 años y cursa estudios universitarios. Su nivel de
estudios es bajo y trabaja en una fábrica. Quiere quedarse en España. Se siente española
(MEXEES I).

—Pues te he contado antes lo de los trabajos. No me aceptan por ser rumano y los compañeros me miran
mal, casi no hablan conmigo. Se creen mejores y estamos en el mismo puesto de trabajo.

Varón rumano de 27 años. Reside en León con su novia y la familia de esta. Llegó a España
hace tres años. Ha trabajado en la construcción y ahora busca trabajo. Culpa a los gitanos
rumanos de fomentar una imagen negativa de su comunidad (MEXEES II).

Los extranjeros censuran que les griten («no son maneras», «soy un ser humano»),
que les llamen por su nacionalidad o color de piel. También oír comentarios que les
atribuyen actitudes o comportamientos de los que no son copartícipes: «nos vienen a
robar», «a quitar el empleo», «les dan muchas ayudas» o «¡qué bien viven estos!». «La
gente lo dice todo», confiesa una oyente de rumores de vecindario (que adquieren más
fuerza en entornos de mayor competencia entre autóctonos y foráneos).
—Hombre, pues, el día a día, lo oyes. No hace falta que alguien le dé una paliza a otro; que no hace falta
que te enteres de que un nazi ha pegado a un negro; sino que los comentarios… Yo creo que la gente
lo dice todo: que «les dan muchas ayudas», que «nos quitan el trabajo», o «¡qué bien viven estos!»

Mujer autóctona de 26 años. Nacida en Madrid (de padre extremeño y madre andaluza,
quienes se vinieron a Madrid muy jóvenes). Trabaja como educadora social con chavales en
situación de riesgo (autóctonos, inmigrantes, gitanos). Vive en pareja. Relación laboral y vecinal
con inmigrantes (MEXEES I).

—Pues la experiencia desagradable es que cuchichean a tus espaldas. Y, cuando ya empiezas a entender lo
que dicen, te dan ganas de contestarles. Lo único que no te atreves porque no dominas el lenguaje
como para hacerles frente.

Mujer rusa de 25 años. Estudios superiores. Clase media-alta. Vino a España con su madre,
cuando tenía quince años, después de que su padre se instalara en Madrid, invitado por una
universidad pública. Ella no quería venir. Ahora quiere quedarse aquí (MEXEES I).

—Aquí en España, lo único así desagradable que vivo es que a diario escucho comentarios, que a mí
personalmente no me gustan (…) unos comentarios muy despectivos o los típicos comentarios que
todos escuchamos en los barrios: «es que a los chinos les regalan las casas» o «es que no pagan ningún
impuesto». Son comentarios que para mí no tienen mucho sentido, pero se dicen.

243
Varón autóctono de 35 años. Profesor de universidad. Tiene una visión positiva hacia la
inmigración, señalando la necesidad de recuperar la memoria migratoria y colonial de España
para comprender mejor la situación de los nuevos inmigrantes (MEXEES II).

—Me molesta mucho cuando se expresan como si todos los extranjeros fuésemos una mierda ¿sabes?,
como que son superiores. Yo he tenido que convivir con eso. Y me pasa hoy en día con muchos
clientes por teléfono. Los mismos españoles cuando les contesto me dicen: «¡menos mal que me ha
tocado con una española!, porque cuando llamo al mil cuatro solamente me sale un puto
sudamericano». Un día me tocó uno que me dice: «al fin me tocó una española, porque estos sudacas
de mierda». Yo dejé que hablara y cuando terminé de cerrar una venta, le dije: «Oiga, básicamente que
se apunte mi nombre y que sepa que yo también soy sudamericana». El cliente no había manera de
decirme discúlpame. Le dije: «Señor, a todos no nos tienen que meter en el saco porque también hay
gente española con bajo nivel cultural».

Mujer venezolana de 29 años, divorciada, con dos hijos. Se casó con un español y vivió en
Canarias durante varios años. Actualmente reside en Madrid y, a pesar de tener estudios
universitarios, trabaja de teleoperadora. Declara una clara preferencia por los españoles en sus
relaciones personales y dice no pensar en retornar, ya que cuando viaja a Venezuela y regresa a
España es como «volver a casa» (MEXEES II).

Comentarios, «tratos despectivos», que a veces culminan en insultos, igualmente


marcados por la imagen colectiva que se tenga del inmigrante. Al inmigrante le hiere que
de la particularidad de unos casos concretos se pase a la generalización, a meterlos a
todos en «el mismo saco». Que a los musulmanes se les diga ladrones, terroristas,
traicioneros; a los alemanes, nazis; a las ecuatorianas, prostitutas…; que se les considere
ilegales, oportunistas; que se les trate con desconfianza y con poca educación. Sin decir del
comentario hiriente: «¡vete a tu país!», «puto moro»…
—A mí, por ejemplo, si alguien me dice algo, parece que yo no me pueda defender porque enseguida te
van a decir: «¡anda inmigrante, vete a tu casa, vete a tu país!». Yo no me siento sin derechos, porque yo
he convivido aquí y me atengo a las reglas y a todo. Pero, los inmigrantes se sienten así, sin derechos y
sin nada. Sin derecho a poder decir. Si te dicen «mira tal», o te miran, no poder decir: «¿por qué me
estás mirando?». Enseguida ya te dicen: «¡que te vayas a tu puto país!» o «¡vete, negra de mierda!».

Mujer dominicana de 29 años. Estudia FPII y trabaja de administrativo en una empresa. Vino
a España con 7 años. Su madre se casó en segundas nupcias con un español. Tiene dos hermanos
nacidos en España. Ella vive en pareja con un español y se siente más española que dominicana
(MEXEES I).

—Por ejemplo, conducir en la calle con gente que no hace bien la señal, no guarda la señalización. Alguna
que se baja del coche y te chilla: «¡Que vete tú, chino!, ¡vete a tu país!»

Varón chino de 50 años. Pastor evangélico, que inicialmente regentó varios restaurantes en
Cuenca. Vino a España con 22 años. En España nacieron sus hijos, que han alcanzado estudios
universitarios. La mayoría de sus amigos son chinos (MEXEES II).

—Sí hombre, un encargao me llama puto moro… «Perdóname, ¿que yo soy un puto, que tú eres una
persona, que soy un animal o tú eres muy inteligente? Yo tengo más estudios que tú. Yo hablando
español y hablando francés y estudiar y tengo bachillerato. Tú, que nunca entraste en el colegio, no
tienes ningún estudio, no sabes escribir ni tu nombre y me llamas puto moro». Pero, ¿qué es esa
manera? ¿Por qué me hablas así? Si no hay trabajo y no te gusta mi trabajo dime: «¡oye! perdóname…»,
como hacen muchos encargados; que no hay mucho trabajo y ya está y punto.

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Varón marroquí de 31 años, de familia acomodada. Sus hermanos tienen estudios
universitarios, pero él decidió terminar el bachillerato y probar suerte en España. Emigró a los 19
años y pasó por Málaga, Madrid, Holanda, Francia, combinando varios empleos y viviendo
situaciones difíciles. Está en paro y se dedica al tráfico de hachís para sobrevivir. Vive con su
novia madrileña. Se siente español (MEXEES II).

g) Agresión física. Del insulto a la agresión física hay un paso, a veces tenue, otras de clara provocación e
incitación a la violencia. Cuando no se comparte, se censuran y catalogan como un episodio
desagradable. La agresión física, al ser más extrema, provoca la mayor repulsa y desaprobación social
por el conjunto de la población, a diferencia de la agresión verbal.

—Es bastante desagradable, la verdad. Fue en un partido de mi hijo. Estaba en la grada viéndole jugar,
cuando de repente se oyó a un señor, por decir algo, gritar: «al negro, dale una patada al puto negro».
Justo en ese momento yo me quedé paralizado, mirándolo, mientras los padres y amigos de los
compañeros de mi hijo se fueron hacia el personaje en cuestión a recriminarle su falta de todo.

Varón nigeriano-español de 38 años. Vino a España, cuando tenía dos años, con su padre, que
le contrató un empresario como mayordomo. Pudo ir a la universidad y trabaja de subdirector
financiero. Relación laboral con inmigrantes. Se relaciona más con españoles (MEXEES I).

—Yo, cuando vivía en Lavapiés, recuerdo que me fui de ese barrio un poco quemado por las broncas
entre gente de color, subsaharianos o senegaleses. No sé bien la zona. Pero en mi bloque había dos
casas, de estas donde vive mucha gente. Hay gente que duerme por la mañana, otra que duerme por la
noche. Y había unas broncas muy violentas, muy violentas. Y uno de los días bajé por las escaleras.
Había un charco de sangre en la puerta de una casa; y la sangre por las escaleras así hasta la salida, que
se salía por la calle. Ya me pareció excesivo. Me sobrepasó.

Varón autóctono de 33 años. Natural de Cádiz. Ha vivido en Granada y Madrid. Estudió en la


Escuela de Arte dramático y trabajó en hostelería. Dejó de vivir en el barrio de Lavapiés por el
clima de tensión entre comunidades de inmigrantes (MEXEES II).

—Por desgracia ha habido muchos. He vivido muchas peleas entre los del centro contra los de aquí,
cuando estábamos de fiesta, sin ninguna razón en concreto. Aunque no diré que todo era culpa de los
otros, porque yo también me he peleado, yo solo por mi cuenta, con gente porque me hayan mirado
mal, me hayan intentado tomar el pelo, se hayan reído de mí o porque me haya insultado de muchas
maneras. Creo que es la única forma de hacerse respetar, o por lo menos así es como siempre nos han
enseñado y hemos visto las cosas en Marruecos.

Varón marroquí de 17 años, originario de una familia humilde. A los 12 años emigró a España
empujado por sus padres y para labrarse un futuro mejor. Fue acogido por su tía, aunque al poco
tiempo se trasladó a un centro de acogida como estrategia para obtener la residencia. Hoy vive en
una familia de acogida en Zarautz. Ha podido formarse como cocinero y está haciendo las
prácticas en un buen restaurante (MEXEES II).

El sentimiento de indefensión («cuando estás de inmigrante») está presente en los


extranjeros. Su capacidad de réplica a cualquier agresión, o simple agravio, queda incluso
más diluida si no dominan el idioma. Como explicaba una joven rusa, al relatar su
experiencia desagradable de oír cuchicheos a sus espaldas («te dan ganas de contestarles.
Lo único que no te atreves porque no dominas el lenguaje como para hacerles frente»).
La indefensión del inmigrante se hace inclusive más evidente en referencia al mal trato
policial. A él hacen referencia tanto autóctonos como foráneos, con especial incidencia
en MEXEES II, al haberse incrementado los controles de identidad y encierro en los
Centros de Internamiento de Extranjeros (CIES), con la prolongación de la crisis

245
económica.
—Una vez, por ejemplo, los chinos que venden por la calle, con las cajas de cartón. Venía la policía. Así
que recogieron todo rápido y se fueron. Y vinieron los dos policías y empezaron a patearle las cajas de
cartón, con las cosas que tenían y se las empezaron a pisar. Dos policías. Me pareció completamente
denostable. No sé, el mundo es un poco… No sé.

Varón argentino de 21 años. Nieto de españoles. Vino con sus padres y hermanos en 2001. Sus
padres tienen estudios universitarios y se posicionan en la clase media-alta. Él es becario en un
hospital de Madrid, sin apenas estudios universitarios (MEXEES I).

—El tema del control que se está haciendo ahora a los inmigrantes es fuerte; ya es un acto
discriminatorio (…) Acá los policías son así. O sea, te van a hacer redadas, en el metro también te
paran. Entonces, por eso yo también te decía que yo también ando con miedo (…) Acá está lo que se
llama la CIE, los centros de internamiento para extranjeros, y el gran problema de eso es que, bueno,
aparte de ser detenido, te tratan como un delincuente (…) Nosotros en parte tenemos la suerte,
entre comillas, de tener la piel blanca, porque aquí el trato a la gente negra… O sea, ya por ser negro,
ya tú estás jodido porque ya te reconocen por ser negro, ya te van a pedir papeles. Entonces es mucho
peor…

Varón chileno de 28 años, con estudios superiores de audiovisualista. Ha trabajado en la


construcción. Carece de trabajo estable. En situación irregular en España. Cuenta con el apoyo de
su novia (que tiene trabajo estable) y de organizaciones de apoyo a chilenos. Lleva un año y
cuatro meses en España (MEXEES II).

—Los episodios desagradables que sueles ver entre, pues eso, aunque suene mal la policía. Siempre
episodios desagradables con inmigrantes. Pero vamos, lo han hecho conmigo mismo y con toda
persona yo creo foránea o ajena. En este país se comportan bastante mal. No son nada tolerantes.

Varón peruano de 22 años. Su madre trabaja como empleada de hogar y les facilitó la llegada a
él y a su hermano en el año 2000. Estudia programación informática y continúa viviendo con su
madre. En ocasiones trabaja de cajero. Dice haber sido bien acogido. La mayoría de sus amigos
son inmigrantes. Las experiencias negativas que ha tenido están relacionadas con el trato dado
por la policía (MEXEES II).

—Generalmente todos los casos que me han impactado son con policías y con extranjeros africanos. Hace
unos meses, por ejemplo, estaba en una tetería y un chaval entró en un taxi y no pagó. Y llegó la policía
y comenzó a pegarle. Podría ser porque no tenía dinero o por picardía, pero no entendía por qué llegar
a una agresión física.

Varón de 22 años, de padre japonés y madre española. Con rasgos orientales no muy
marcados. Toda su vida ha vivido en Madrid. Estudia informática. Dice haber sentido un trato
diferente por parte de sus compañeros, y se distancia de algunos de sus amigos por el rechazo
que estos desarrollaron a la inmigración. Dice que, al igual que los chinos, los japoneses son una
comunidad bien aceptada (MEXEES II).

—Pues sí, episodios desagradables pues si se ven. Mismamente el domingo pues presencié en la calle un
altercado. Parecía que se estaban peleando entre dos o tres personas, parecían inmigrantes, y llegó la
policía, varios efectivos de la policía, varios coches, los cogieron para ponerles las esposas y los tiraron
al suelo y les pusieron en el cuello el pié. Y, vamos, a mí me asombró. Una señora pasaba y dijo: «¡qué
barbaridad, que les están poniendo el pié en el cuello!». Y le comentó el marido: «es que a lo mejor lo
hacen para que no se escapen». Y contestó ella: «¿cómo se van a escapar con la cantidad de policías que
hay alrededor?». Y claro, parece que las cosas se pueden hacer de otra manera. U otro día que había
una chinita vendiendo pues los dibujos estos que hacen ellos, con las letras, con los caracteres chinos y
llegó la policía y, en vez de decirla retírese o de otra manera, pues le puso el pié encima de sus dibujos.

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Claro, me parece que son circunstancias bastante desagradables.

Mujer autóctona de 54 años, con trabajo estable y dos hijos. Su marido está en paro y uno de
sus hijos vive en casa y no genera ingresos. Demuestra empatía hacia la población inmigrante,
aunque piensa que hoy «no se puede aceptar a todo el mundo que venga porque el país no puede
hacerse cargo de tanta gente en época de crisis». Sus abuelos emigraron del pueblo a la ciudad
(MEXESS II).

h) Maltrato-Explotación. Sin llegar a la agresión física, está el maltrato infligido al inmigrante y de manera
discriminatoria. Sobre todo en personas más vulnerables, al hallarse en situación de irregularidad en el
país. El temor a ser expulsado les hace más sumisos y frena la denuncia de cualquier explotación. Otra
cosa sucede cuando cumple los requisitos de residencia legal en España.

—Bueno, mi marido tuvo un jefe que siempre le trataba mal. Mi marido tiene un carácter fuerte, pero él no
le podía decir nada. Él decía que le aguantaba para tener sus papeles y, cuando los tuviese, lo dejaba. Y
dice que el hombre sí le decía cosas feas. Claro, a lo mejor no es feo. Pero él sabía que lo que estaba
diciendo eran palabras fuertes. Y él hacía como si no le escuchara. Pero sabía que se lo estaba diciendo
a él. Él decía «yo le aguanto solo por la documentación».

Mujer ecuatoriana de 41 años. Trabaja en un restaurante, de personal de limpieza. Vino a


España hace cinco años. Antes vinieron sus cuñados; después su marido; a los cuatro meses ella y
su hijo de seis años (después sus hijas mayores). Antes trabajó sin contrato; ahora con papeles.
Quiere montar un negocio propio (MEXEES I).

—Cuando trabajé en esa finca, el maltrato psicológico de esa señora, que me decía bruta, animal, que me
iba a matar. ¿Qué más que eso?

Mujer colombiana de 44 años. Emigró a España por la precariedad de sus condiciones


laborales. Sus hijos viven en Colombia; ella en Madrid con su pareja. Piensa en volver a su tierra.
Lleva cuatro años en el país y trabaja en el servicio doméstico (MEXEES II).

Los autóctonos aplican iguales términos al referirse a la discriminación que padecen


los inmigrantes: «les explotan», «les humillan», «se aprovechan muchísimo», «una
explotación que ellos no tendrían por qué aguantar», «por encima de todo, son
personas». Lo explican por la situación de irregularidad en la que se hallan, además de su
menor nivel formativo. Para los extranjeros, la explotación que más duele o peor
digieren es la ejercida por los propios compatriotas. En vez de ayudarles, se «aprovechan
de la situación», cobrándole más por alquilarles una habitación o por cobrarles un plato
de comida: «es lo peor que te puede pasar en la vida: cobrarle a una persona que está
pasando hambre» (como recoge el GD7, integrado por inmigrantes de status medio-bajo
y rasgos étnicos visibles).
i) Exclusión. Incluye cualquier conducta que evite el contacto con personas de diferente nacionalidad o
etnia. En MEXEES II se han registrado diferentes testimonios, principalmente de inmigrantes con
rasgos étnicos visibles, que denuncian haber sido víctima de exclusión. Pero también de autóctonos
que han presenciado esas conductas de evitar el contacto en espacios públicos cerrados, como son los
medios de transporte.

—Bueno, una vez estaba trabajando en un sitio y una persona pidió que le sirviera otro camarero que no
fuera yo.

Varón ecuatoriano de 35 años. Tiene un trabajo estable en la hostelería. Llegó a España hace
11 años, al quebrar un negocio de repostería en Ecuador. Reitera el carácter amable de los

247
españoles, pero advierte de su mala relación con inmigrantes musulmanes (MEXEES II).

—Un día estoy en el tren, dentro del tren sentado, y yo tenía la camisa como ahora, sucio. Cuando yo
quiero salir de mi casa o tengo cita para una oficina, yo no puedo ponerme la misma ropa. Me cambio
y me pongo otra ropa. Ese día volvía de la escuela de tenis y una señora se sienta aquí [a su lado]. Hay
sitio libre y, cuando me ve, ella se levanta y me pregunto qué pasa. Me pienso que ella quiere bajarse en
la siguiente estación y los que hay enfrente se ríen y hablan entre ellos. Me pienso que se va a bajar y,
cuando llegamos a la próxima estación, ella no se baja, en la siguiente tampoco se baja. Se baja en la
última. Y como este muchísimos ejemplos. Sin embargo, aquí la gente habla conmigo como su hijo.
Eso hacen los mayores y es bueno. Los mayores tienen más respeto por los extranjeros que los
jóvenes. Los jóvenes al salir me pueden mirar como un perro y eso que en mi país hay blancos también
como tú.
[A este episodio añade otros como unas chicas que no quisieron bailar con él en una discoteca cuando
vieron su color de piel o el de personas que, al darle una moneda, la tira para evitar tocar su mano]

Varón nigeriano de 24 años, con algo de dificultad al hablar castellano. Lleva dos años
viviendo en España y trabaja vendiendo el periódico La Farola en la puerta de un supermercado. A
veces da clases de tenis, cuando le llaman (MEXEES II).

—Día a día ves en el autobús que la gente entra a lo mejor, por ejemplo, con sudamericanos ¿no?; porque
ya como que los sudamericanos están dentro de casa limpiando, ayudando con los mayores, con los
niños, hay más acercamiento. Pero entra un rumano, y sobre todo si es gitano-rumano, la gente se
cambia descaradamente de asiento. Se va a la parte de atrás del autobús con toda la tranquilidad del
mundo.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

j) Engaño-ingratitud. La experiencia laboral también puede tornarse desagradable para quien contrata. Estos
no hablan de explotación ni de discriminación, sino de engaño e ingratitud. Trabajadores poco «formales»,
que les han «dejado colgados», les han engañado; han estado hasta que obtuvieron los papeles. Aunque
puedan comprender su actitud, les duele que no les hayan mostrado ninguna gratitud por la ayuda que
creen les han prestado.

—Sí, con los musulmanes. Cada vez que subías a la furgoneta tenías que volver a lavarla, porque era un
poquito guarro. ¡Qué olores! Y luego, además, él tenía sus papeles y le dimos trabajo. Pero no tenía casa.
Y durante unos meses estuvo haciendo vida, como aquel que dice, en los vestuarios del almacén. Y,
bueno, los compañeros le ayudaron a estar viviendo allí. Le daban dinero para comer, si le hacía falta.
Pero, de buenas a primeras, él llegó y dijo que se iba, que le había llamado su hermano, que estaba en
Holanda y que le había encontrado un trabajo donde le pagaban más, y nos dejó colgados, con una
obra tremenda. Entonces, bueno, te encuentras un poco más diciendo: «Bueno, creo que toda la
empresa se ha portado genial contigo, por lo menos para darnos un tiempo para suplantarte». Porque
nos dejó con un camión, que él tenía que sacar. Y, bueno, él dijo que no salía, que se iba, y nos dejó
colgados.

Varón autóctono de 48 años. Nacido en Madrid, aunque sus padres son emigrantes de interior
(naturales de Navarra y Castilla-La Mancha). De clase media. Jefe de ventas. Relación laboral con
inmigrantes y de amistad con hispanoamericanos (MEXEES I).

—Pues otra persona que trabajó aquí y, después de legalizarle todos los papeles y de haberla tratado muy

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bien, pues un día sin avisar dijo que ya no volvía, y me dolió. Yo entiendo que su vida es muy
complicada, que tienen muchos problemas, pero como yo soy muy afectiva pues, me dolió el que me
tratara peor ella a mí que yo a ella. Pero casi que también lo puedo entender. Ella miraba sus intereses,
y de un día para otro, pues sin avisar y sin razón alguna, pues dijo que ya no venía y me dolió.

Mujer autóctona de 59 años. Nació en un pueblo de La Rioja (su padre hacía botas para vino y
su madre tenía una tienda de ultramarinos). Vino a Madrid con 16 años para trabajar y estudiar.
Es ama de casa y se dedica a la pintura. Tiene un discurso favorable a la inmigración, muy
humanista, pero piensa que «los países deben controlar la cantidad de personas que pueden
admitir para que vivan con dignidad» (MEXEES II).

—Por ejemplo, la abuela de un amigo tenía una chica que la cuidaba. Vino aquí de Perú. Al principio muy
bien, fenomenal. La arreglaron los papeles y todo ¿no? Entonces al poco tiempo dijo que si podía traer
al marido. Pues la dijeron que sí, tráete a tu marido. Se trajo al marido. Luego se trajo a la niña y luego
tuvo otra niña aquí. Y estaba como superintegrada en la familia. De hecho ella se tenía que quedar a
dormir. Pero cuando vino el marido, la dijeron pues vete a tu casa a dormir con tu marido y tu niña y te
vienes por la mañana y te vas por la noche y ya está. Y todo muy bien. O sea, que intentaron hacerla
sentir como en su casa. De hecho su marido y su niña estaban allí. Ya se quedó embarazada, tuvo su
bebé y todo muy bien. Pues un verano, cuando estaba todo el mundo de vacaciones, estaba ella sola
con la abuela en Madrid. Que se quedaba quince días en Madrid con ella sola. Las llamó a la playa y las
dijo que le había salido otro trabajo y que mañana se iba, que volvieran porque ella no iba a quedarse
en casa de la abuela. Entonces eso a mí me pareció muy mal.

Mujer autóctona de 33 años, con estudios en bioquímica. Trabaja en un laboratorio. Le


hubiera gustado vivir en el extranjero. Se relaciona sobre todo con latinoamericanos no indígenas
(argentinos, uruguayos y chilenos). Tiene una asistenta latinoamericana y un cuñado filipino. Un
tío suyo estuvo muchos años viviendo en México (MEXEES II).

El engaño también se extiende a la realización de un trabajo mal hecho o al cobro de


una cantidad excesiva. Esto atañe tanto a autóctonos como a foráneos: que se
«aprovechen de la gente».
—Pues mira un episodio así, que te deja con mal sabor de boca, es el que me pasó cuando acababa de
llegar a Madrid. Entré en un taxi y quería ir a un sitio que estaba muy cerca. Aunque yo no lo sabía.
Pues el taxista fue por un camino larguísimo para cobrarme más y después se quedó con diez euros
míos, cuando me dio mi cambio. Aunque después me contaron que los taxistas de Madrid tienen mala
fama por eso. Así que tuve mala suerte y ya está.

Mujer polaca de 30 años, abogada, que vino a España hace tres años para reunirse con su
pareja, que es español. Su padre es irlandés y su madre polaca. Se siente aceptada en España,
pero quiere conservar sus particularidades culturales (MEXEES II).

—Sí, pues un chico que me ha venido a pintar las puertas. Este chico no me ha gustado la manera de ser
que ha tenido. Este chico ha sido pues un poco aprovechado, ha sido muy lento en hacer las cosas. Yo
al principio le quería pagar y decía que no, que no. Y luego, cuando le voy a pagar, al final pues me ha
pedido un exceso de dinero, cuando en realidad él no le he visto profesional. Me ha dejado chapuzas
en las puertas. Y luego, cuando al final le he dicho que no quería que me viniera más, me bajaba, te lo
hago por no sé qué… Entonces a mí no me ha parecido seriedad. Me parece que hay que tener una
seriedad, pedir una cosa que sea normal y correcta y no ir a aprovecharse de la gente porque la gente te
está tratando de ayudar, está tratando de ayudarte. Tampoco es pasarte más de la cuenta, ¿no?

Mujer autóctona de 71 años, de clase media-alta. Trabajó de secretaria de dirección. Un hijo


vivió en Alemania, pero la experiencia no fue positiva. Tiene una amiga inglesa y ha tenido varias
asistentas de Europa del Este (MEXEES II).

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k) Incumplimiento de normas sociales y legales. Un último grupo de episodios de convivencia que se describen
desagradables conciernen al incumplimiento, por parte de grupos concretos de inmigrantes, de normas
sociales (incivismo) y legales (delincuencia). Los primeros se dicen más de inmigrantes latinoamericanos:
«no tienen educación», «tiran basura», «hacen ruido por la noche», «siempre hay que estar llamándoles
la atención», «no te hacen ni caso», «no les importa nada».

—Hombre, he visto que no tienen un buen comportamiento en la vida en comunidad. He visto algunas
veces que, al subir por la escalera, tiran basura, dejan las bolsas de la basura en la escalera, y siempre
hay que estar llamándoles la atención para que la recojan. Pero muchas veces no te hacen ni caso. Les
entra por un oído y les sale por el otro.

Varón autóctono de 67 años, natural de un pueblo de León. Camarero. Su padre emigró a


Argentina cuando él tenía once años. Su prima se quedó allí. Él tuvo que venir a Madrid en 1955
para ayudar económicamente a su familia. Su padre falleció dos años antes, cuando ya estaba en
España. Se manifiesta contrario a la inmigración actual. Tiene relación de vecindad con
inmigrantes (MEXEES I).

—Los ruidos y lo descarados que son. Eso no lo aguanto. No lo aguanto porque encima les dices cualquier
cosa… Es que la otra noche estaban detrás de la casa tres o cuatro, no sé de dónde serían, y es que
encima te plantan cara. Y es que yo tengo que pasar por ahí. Es que no son capaces de levantarse; y,
claro, no les digas nada, porque es que te insultan. Eso es lo que peor llevo, que no se adapten a
nuestras costumbres, que no respeten, que ¡ancha es España! y que pueden hacer lo que les dé la gana.
Eso es lo que peor llevo.

Mujer autóctona de 58 años. De joven emigró de Toledo a Madrid para estar con su marido.
Sus hijos están emancipados y ella continúa trabajando. Lleva una vida acomodada. En su
discurso defiende el control de los flujos migratorios y comparte las medidas tomadas por el
gobierno francés de deportar inmigrantes rumanos y búlgaros para no tener delincuencia. Un tío
suyo tuvo que exiliarse a Francia (MEXEES II).

—Hombre, pasa con cualquier persona, pero los inmigrantes sí. Hace poco que tenemos inmigrantes en mi
barrio y entonces pues estuvieron de fiesta, ¿sabes? Ellos es que se ponen mucho de fiesta. Pues se
pusieron en casa con música alta y tal y cual. Y como estos pisos están juntos, pues se escuchaba
mucho. Entonces pues yo les dije: «oye mira, bajar la voz o voy a llamar a la policía porque es que son
las tantas de la noche». Y era la época que estaba trabajando y yo me levantada a las cinco de la
mañana. Y se lo dije. Entonces tuvimos unas palabras porque me dijo: «¡Anda, cállate gitano de mierda!
¡Que tú también ¿no bailáis vosotros ni cantáis? ¡Pues yo también!». No sé si son de Ecuador, de
Colombia, no sé de dónde son, pero eran países latinos. Y la verdad es que sí que tuve un episodio un
poco fuerte con ellos.

Varón autóctono de 21 años, gitano de buen aspecto. Vive con sus abuelos, que se han
dedicado a la venta ambulante. Se está preparando para trabajar en la Fundación Secretariado
Gitano, de azafato de congresos. Su experiencia laboral más positiva ha sido de vendedor en un
centro comercial. Piensa que el pueblo gitano español ha progresado mucho en los últimos años y
que la inmigración gitana procedente de Bulgaria y Rumanía contribuye a alimentar la imagen
negativa que siempre se ha proyectado sobre él: «dicen: ¡mira, todavía están ahí los gitanos,
todavía viven en chabolas o sin estudios!» (MEXEES II).

La comisión de actos delictivos no se ciñe tanto a ciudadanos latinoamericanos


(aunque se haga mención expresa a las bandas latinas). Se hace extensiva a otros grupos
de inmigrantes: marroquíes, rumanos (sobre todo, los romaníes). Episodios que no
ayudan a la convivencia. Al contrario, contribuyen a la exteriorización del rechazo a la
inmigración. A su relato acompañan términos como «miedo», «temor», «se me revuelven

250
las tripas».
—Hace aproximadamente un año, hubo importantes enfrentamientos entre grupos neonazi y bandas
violentas sudamericanas, Latin Kings, en mi barrio, en los que tuvieron que participar numerosos
efectivos de antidisturbios de la Policía. El barrio vivió con miedo estos acontecimientos.

Varón autóctono de 30 años. Natural de un pueblo de Extremadura. Vino a Madrid a los


dieciséis años para estudiar. Ingeniero de telecomunicaciones. Estuvo siete meses en Irlanda con
una beca Erasmus. Su novia vivió quince años en Brasil. Tiene amigos en EE. UU. y en Europa.
Tiene relación laboral y de amistad con inmigrantes latinoamericanos (MEXEES I).

—Pues claro que he tenido, hija. Mira, cada vez que íbamos a sacar dinero al BBVA de ahí, nos venía una
panda de rumanitos a ver qué nos podían sacar. Nos metían las manos por todos los huecos a ver si
nos podían robar algo. Ya no hemos vuelto a sacar dinero en ningún cajero, porque siempre
acabábamos a disgusto. Mira qué sinvergüenzas. Además siempre a los ancianos, que se aprovechan de
ellos. Anda que…Yo no soy racista, pero qué quieres que te diga, a estos no los puedo ni ver. Pero
claro, después de todas estas cosas, cómo me van a caer bien.

Mujer autóctona de 67 años, de clase media-alta. Dedicada toda su vida a las labores del hogar
y al cuidado de sus hijos. Su mayor temor es el aumento de la delincuencia por la inmigración.
Tiene experiencia emigratoria interior. Algunos de sus hijos han cursado estudios en países
europeos y EE. UU. (MEXEES II).

La población extranjera destaca los cambios de actitud que perciben en el conjunto


de la población, cuando los medios de comunicación informan de la comisión de hechos
delictivos especificando la nacionalidad del infractor. Práctica que fortalece la estereotipia
negativa de la inmigración (asociación inmigración-delincuencia), a la que asimismo se
hará también mención en el capítulo 4.
—Ningún episodio desagradable. Yo creo que tuvimos suerte, porque ni a mí ni a mi familia nos ha pasado
nada. Y mirando a los demás, pues sí, cualquier atentado que hacen los extranjeros hacia los españoles.
Eso es lo que más coraje me da. Que la gente identifique extranjeros con delinquir. No somos iguales,
igual que no somos iguales los españoles.

Mujer rumana de 18 años. Vino a España con sus padres cuando era pequeña. Un familiar
suyo ya estaba aquí. Estudia bachillerato y cuida niños los fines de semana. Se relaciona más con
españoles y se siente adaptada. Sus padres quieren regresar a Rumanía, pero ella «su vida aquí no
la cambiaría por la de allí» (MEXEES I).

—Desagradables también los tengo casi a diario, o a veces, debido a la polémica esta de las bandas. Todo
eso. Pues ya la gente te mira por ser sudamericano y por cómo vistes. La gente te mira de forma
distinta. También en el metro, la gente te mira de arriba abajo, haciéndose como que se va del metro.
Se aparta de ti como diciendo: «hay que tener cuidado con este chico». Es más que todo la primera
impresión, que te ven y creen que al ser sudamericano o al ver cómo vistes, creen que eres una persona
de la que no eres.

Varón peruano de 22 años. Llegó a España con cinco años, reagrupado por su madre. Ha
estudiado un grado superior en administración y desde hace un año trabaja de ello en una
empresa. Su meta es estudiar una carrera universitaria. Piensa que el trato que los españoles dan a
los inmigrantes es bueno, pero que a la par existen muchos prejuicios hacia los latinoamericanos,
sobre todo relacionados con la delincuencia (MEXEES II).

La figura 3.6 resume episodios agradables y desagradables expuestos en las páginas

251
precedentes, junto con la expresión que más les caracteriza. Representan la cara y la cruz
del fenómeno de la inmigración.

FIGURA 3.6.—Mapa simétrico de categorías de episodios de convivencia

3.3.3. ¿Qué se entiende por racismo y xenofobia? La búsqueda de un modelo comprensivo

La lectura de las páginas anteriores lleva a reflexionar seguidamente sobre qué se


entiende por racismo y xenofobia. El segundo concepto es etimológicamente más amplio
que el primero, al no quedar circunscrito al componente racial. Ambos se muestran en
una escala gradual, que va desde las formas más manifiestas (que coinciden con su
concepción tradicional) hasta las más sutiles. Estas últimas protagonizadas por personas
que no se consideran racistas o xenófobas, aunque asientan en la distancia social y
espacial entre el nosotros y el ellos. Incluye el sentimiento de superioridad, o el verse
depositario de más derechos sociales y políticos. Como Van Dijk (2003: 118) afirmase,
«la negación de racismo es el caldo de cultivo de discursos racistas que pueden tomar
formas muy diversas». Lo muestra la tópica frase: Yo no soy racista, pero… Los proyectos
MEXEES constatan la recurrencia de mensajes que niegan la existencia de racismo o
xenofobia («nadie va a cuchillo con ellos»; «aquello de avasallar y de humillar y todo eso,
pues creo que pasó a la historia»). A su vez no obstante se reconoce que «no hay una
verdadera integración», «se les explota al máximo», «hay discriminación». Como se dijese
en el GD8 (en MEXEES II), el trato «como si fuera una persona normal» expresaría la

252
inexistencia de xenofobia.
—He visto situaciones de racismo por las calles, en las que hacían referencia a la falta de derechos que
tenían por ser extranjeros. Como, por ejemplo, estaba sentada una mujer de raza negra en el metro,
llegó un hombre y la dijo que se quitara, que tenía él más derecho a sentarse que ella. Yo no he
participado. He intentado siempre mantenerme ajeno a ese tipo de cosas.

Varón autóctono de 58 años. Sin experiencia emigratoria, ni interior ni exterior. Empezó a


trabajar de albañil a los 14 años para ayudar a su familia. En la actualidad él y su mujer trabajan
de porteros. Relación con inmigrantes inquilinos en la vivienda (MEXEES I).

Como se ha ido viendo en los apartados anteriores, la xenofobia manifiesta adopta


formas de agresión física y verbal13, mientras que la sutil se queda en el plano de las
miradas y los comentarios despectivos, a los que no siempre se les atribuye el calificativo
de xenófobos (como se ha ido viendo).
—Sí, cuando la gente mayor quiere darme dinero, pero sin tocarme, o cuando me dan la mano, pero
después se limpian la mano.

Varón nigeriano de 24 años, con algo de dificultad al hablar castellano. Lleva dos años
viviendo en España y trabaja vendiendo el periódico La Farola en la puerta de un supermercado. A
veces da clases de tenis, cuando le llaman (MEXEES II).

V2: Yo pienso que en España son, somos superracistas, vamos. Y tengo amigos negros de todo tipo de
culturas, porque también mi novia, en Inglaterra se viaja mucho más, vienen amigos suyos y sobre todo
cuando son negros en España es como… Parece increíble hoy en día, en el año que estamos y hay
gente que le cuesta en el metro a lo mejor sentarse al lado de un chico negro. Y eso yo lo sé por ellos,
por mí no. Pero yo lo veo. Antes no tanto, pero vienen amigos de otras culturas y te das cuenta de que
somos en España superracistas. Somos muy cerraos todavía. Vamos, nos queda… Queremos seguir,
evolucionar mogollón, pero en ese aspecto nos queda mogollón. (…)
V2: Claro, yo pienso que somos un poco más racistas ahora con el tema de que no hay tanto curro, hay
mucho menos dinero. Antiguamente funcionábamos todos de puta madre y qué bien. Y el que estaba
ahí, el rumano, el otro no se qué, pues bueno y ahora que no tenemos curro estamos más apuraos
todos.
M4: Y hay que echarle la culpa a otro.
V2: …y ya estás pensando: Lo que hace este lo podíamos haber hecho todos, lo podía estar haciendo yo
(…) Somos racistas por la crisis.

GD4: Adultos con cualificación media-baja (MEXEES II).

Se asiente en la existencia de un racismo étnico, que se expresa sobre todo en evitar el


contacto con personas negras. En la sociedad española dominan las formas sutiles de
xenofobia, que se expresan en miradas y comentarios despectivos e hirientes. Con la
crisis estos comentarios parecen haber aumentado: «somos racistas por lo que decimos»,
«somos racistas por la crisis». En su justificación la común culpa al inmigrante por retraer
puestos de trabajo, prestaciones sociales o aumentar la delincuencia («La gente lo dice
todo»). En ello coinciden autóctonos con foráneos, como se viera en el apartado 3.3.2.
—Hombre yo, la verdad es que observo un poco, no sé si llamarlo racismo, no sé qué palabra emplear.
Pero sí que escucho a veces comentarios por parte de la gente que…

Mujer autóctona de 40 años, nacida en un pueblo de Zamora. A los dieciocho años se traslada

253
a Madrid y tiene varios trabajos. Después trabaja de auxiliar de enfermería en diferentes centros y
hospitales. Ha viajado a Salvador con una ONG. En el hospital donde trabaja escucha a diario
expresiones despectivas hacia los inmigrantes, pero prefiere no darle importancia ni
mencionarlas. Todos sus tíos emigraron (a Francia, Alemania y Brasil) (MEXEES II).

—Una de las cuestiones que me dijeron a mí, y me violentaron muchísimo, que no tenía nada que ver con
el racismo, pero es violenta. Para mí es violenta porque para nosotros no hablamos como ustedes. O
sea, el lenguaje es difícil de entender que no están enfadados cuando te dicen: «¡Anda, joder, ándate a
tomar por culo!». Es dificilísimo llegar a entender (…) Había un poco de maltrato de este tipo, de este
tipo de cosas, de decirte Machupichu, de decirte panchita, en plan chiste, sí, pero lo sientes. Pero es que tú
estás en el trabajo… No sé, cuestiones así (…) Ayer estuve yo con una chica peruana, neumóloga y me
contaba: «¡pero tú no sabes la xenofobia que hay en mi servicio!». Continuamente es un maltrato
psicológico brutal. O sea, que se pasan diciendo: «¡Oye!, ¿pero en tu país te cobran impuestos por
crecer porque son todos bajitos?». De estar en un congreso y levantarse y decir: «bueno, yo dejo aquí
mis cosas, ¿no pasará nada?». «Bueno, no te fíes. No vaya a ser que te vaya a robar un extracomunitario
como tú, porque ¡hay mucho extracomunitarios!». Pero continuamente, es un racismo brutal…

Mujer ecuatoriana de 33 años, médico que llegó a España para hacer la especialidad y conocer
Europa. Ha vivido momentos duros y de indignación en relación con el trato recibido en el
trabajo, teniendo que luchar por hacerse un hueco. Actualmente goza de una posición estable en
un hospital. Se relaciona más con españoles (MEXEES II).

Los testimonios de las víctimas de cualquier expresión de xenofobia adquieren un


mayor relieve. Por parte de la población autóctona hay quien quiere quitar hierro al
asunto o justificarlo aludiendo al carácter español: «el español se quiere hacer el
gracioso», en referencia a comentarios jocosos, burlescos; o al sentimiento de superioridad
(«con aquellos que pensamos que son inferiores»).
—Cuando recibimos a alguien y le tenemos de frente, creo que se le da un buen trato, un trato personal
bueno. No creo que se le niegue nada, ni siquiera el estar. Pero, lo que sí es cierto es que, cuando
estamos fuera del ambiente de trabajo y hay cuatro o cinco, bueno, pues sí. Sí creo que sí se discrimina.
Pero, sobre todo, porque yo creo que el español se quiere hacer el gracioso. Es una forma que, no
simplemente con extranjeros, sino que lo hacemos con todos. Todos los que pensamos que son
inferiores en un momento determinado. Lo hacemos con el tonto del pueblo o con la persona que en
esos momentos pensamos que es la más indefensa. He dicho todos en general, pero quiero aclarar que,
claro, que hay gente que no lo hace. Entonces, si se es español y sabes un poco las costumbres, pues
bueno, sabes que en todas las fiestas hay un tonto y que algún día le toca a él. Pero, al ser extranjero y
ser más veces el punto de crítica o de risa de muchos tontos, pues les puede afectar, pensando que el
trato es como vejatorio. Pero creo que no es así, en general. Creo que en este país nunca se ha dado
la cara. No está intrínseco en el carácter español que la gente dé la cara, el que se haga movimientos
por algo…, porque si no, evidentemente no hubiéramos aguantado cuarenta años de franquismo, ¿no?

Varón autóctono de 48 años. Nacido en Madrid, aunque sus padres son emigrantes de interior
(naturales de Navarra y Castilla-La Mancha). Casado y con dos hijas de veinte y veinticuatro
años. De clase media. Jefe de ventas. Relación laboral con inmigrantes y de amistad con
hispanoamericanos (MEXEES I).

De la sociedad española también se dice que es hipócrita: «en este país nunca se ha
dado la cara», «la gente es muy simpática, pero luego habla mal». Se da un buen trato
directo y después se habla mal de ellos. Aunque a continuación se añada «no todos», para
restar gravedad a la crítica esgrimida y no caer en la injusta generalización. Quizás por
educación, por mantener las buenas formas, o porque hay «una cierta diplomacia», se

254
exterioriza una cosa, se siente y se piensa otra. La clásica diferencia entre lo que se dice
(actitudes verbalizadas), en el sentido del «yo no soy racista», y lo que se hace (el
componente conductual); entre la retórica o el discurso y la práctica o la acción. Dicha
incongruencia es más confesada por autóctonos bien posicionados en las escalas
educativas y económicas, que pueden estar hablando desde su experiencia personal o a
partir de lo que perciben en su entorno sociofamiliar. También lo es por hijos de
emigrantes españoles. A su vivencia de emigrante ahora se añade la visión de un
autóctono.
—Los españoles a los inmigrantes les damos muy buen trato directo. Ahora que luego, cuando los
españoles se reúnen, suelen hablar mal de ellos. Pero, delante de los inmigrantes, se les trata bien.
Somos muy dados a ayudar a la gente y a explicar las cosas.

Varón autóctono de 51 años. Natural de un pueblo de Asturias, que vino a los catorce años con
su hermano a Madrid para trabajar en la hostelería. Diez años después pusieron un bar propio.
Relación vecinal con inmigrantes (en su piso viven muchos sudamericanos) y con clientes en el
bar (más sudamericanos) (MEXEES I).

—Más que nada, yo creo que las personas, al hablar, rechazan a los inmigrantes. Pero en el trato, yo la
verdad es que observo los chicos estos que se ponen a la puerta de los supermercados, y al que yo
frecuento, la gente le habla y tiene un trato de lo más agradable con él. O sea que no, que muchas veces
es lo que la gente quiere aparentar, pero que en realidad luego…

Mujer autóctona de 54 años, con trabajo estable y dos hijos. Su marido está en paro y uno de
sus hijos vive en casa y no genera ingresos. Demuestra empatía hacia la población inmigrante,
aunque piensa que hoy «no se puede aceptar a todo el mundo que venga porque el país no puede
hacerse cargo de tanta gente en época de crisis». Sus abuelos emigraron del pueblo a la ciudad
(MEXESS II).

—Todos te sonríen en la cara, te hablan muy finito. Si dan un aire de una confianza de… «¡hostia!, este es
bueno, me va a ayudar, a ver si hacemos algo». Pero no, hay muchos que te hablan, te sonríen y luego
por la espalda la mayoría de los españoles es feo lo que hacen. ¡Y a mí me da rabia!

Varón rumano de 32 años, gitano. Pertenece a una familia de nueve hermanos que pronto
quedaron huérfanos de padre. Vino a España en 2003 para dedicarse a la cocina. Ha trabajado en
la hostelería y en la construcción. Está en paro y realiza un curso de cocina en la Fundación
Secretariado Gitano. Por las tardes ayuda en Cáritas cocinando para las personas sin hogar. Vive
en una habitación alquilada con ecuatorianos (MEXEES II).

—Un poco con doble cara en el sentido de que, estando con ellos todo está bien, y cuando no están ellos,
hay algún término un poco hiriente. Quizás de broma, pero un poco hiriente, sí. Es un trato un poco
con doble cara. Cuando están con ellos, muy bien y, cuando no están ellos, siempre hay un término un
poco así. No sé si en broma, pero un poco despreciativo.

Varón autóctono de 33 años. Comenzó estudios de turismo, pero los abandonó. Trabaja de
teleoperador. Tiene un discurso favorable a la inmigración y piensa que la sociedad española da a
los extranjeros un trato hipócrita. Hace hincapié en la relación que tiene con inmigrantes. Carece
de experiencia emigratoria (MEXEES II).

—Claro normalmente es gente que no tiene problema, que te trata de una manera amable, pero que luego
no les gustaría que, por ejemplo eso, que te casaras con sus hijos. ¿Me entiendes qué es eso?

Mujer peruana de 24 años. Padre suizo y abuela paterna francesa. Llegó a España hace cinco

255
años para cursar estudios universitarios. Tuvo un novio español y la experiencia más dura que ha
vivido fue el rechazo de la madre de él. Es reflexiva sobre las distintas formas de racismo y
sexismo tanto en España como en Perú (MEXEES II).

El último relato, al igual que el siguiente, recuerda a la película Adivina quién viene a
cenar esta noche. Un clásico del cine norteamericano de 1967, dirigida por Stanley Kramer y
protagonizada por Katharine Hepburn, Spencer Tracy, Sidney Poitier y Katharine
Houghton. Ilustra la distancia entre el pensar o decir y el hacer en los prejuicios raciales; al
igual que la coexistencia del discurso tolerante de las palabras y el discurso arcano de los
hechos14. De los matrimonios mixtos se afirma que son «un sensible y extraordinario
termómetro para medir la distancia social, la prevención y el prejuicio contra otros
pueblos y etnias» (Calvo Buezas, 1990: 95); un indicador de integración o prueba de
asimilación (Bean y Stevens, 2003). Implican la disolución de barreras sociales y
culturales que impiden el establecimiento de relaciones íntimas entre personas de
diferentes razas, culturas o posición social.
—Creo que hay de todo y que en algunos aspectos somos muy tolerantes, en plan, sí, nos parece muy bien
la inmigración. Sobre todo eso, el tener contratada a una persona que te ayuda en casa y te limpia, que
te cuida los hijos, a tus ancianos. Pero luego veo muy hipócrita la parte de que, yo qué sé, de que tu
hija esté con un sudamericano o que tu hijo esté con una chica sudamericana o con una rumana; que
eso ya como es algo que tienes de cerca y en tu propia familia. A la gente eso no le gusta. La gente
quiere, la mayoría, que sus hijos se mezclen con españoles. Que tengan amigos, a lo mejor eso no les
molesta tanto, pero yo creo que la típica niña que llega a casa y le presenta a su padre a un chico, pues
yo qué sé, a un latino, eso yo creo que ya no se acepta tan bien, aunque sean muy tolerantes y muy
progres; o que venga con un chico marroquí. Pues eso no es algo que se acepte todavía. Yo qué sé, una
persona en plan negra, senegalés, no se acepta todavía bien. En general puede que el trato sea bueno,
pero todavía nos queda mucho por avanzar.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

A las personas mayores («los abuelotes») se les atribuye un mayor rechazo expreso a
la inmigración. Sobre todo, por los comentarios despectivos y miradas hirientes que les
hacen. Se contraponen a los niños («no tienen los prejuicios que tenemos nosotros»), a
los juegos en parques públicos entre niños de diferentes orígenes étnicos y nacionales.
Pero también se hace mención a que «los niños pueden llegar a ser muy malos».
—Hombre, tontos siempre hay en todos lados. Puedes ir andando por la calle a tu rollo y oír a tres niños
reírse mientras te dicen: «¡negrito, eh!». Y bueno, ya sabes que los niños pueden llegar a ser muy malos.
Al principio en el instituto alguno siempre decía algo y más sabiendo que mi nivel no era como el suyo.
Pero bueno, me repuse, estudié duro, les ganaba al fútbol y ya todos me respetaban.

Varón guineano de 22 años, de marcado acento madrileño. Aficionado al deporte (juega en un


equipo semiprofesional). Hijo único, llegó a España con catorce años acompañado de su madre
(ama de casa) y su padre (empleado público). Estudia enfermería (MEXEES II).

256
—Pues hay tantas opiniones como personas en el mundo. A algunos les caemos bien, a otros mal. Creo
que muchos españoles ya están cansados de ver a tantos inmigrantes en España. Muchos creen que
venimos a quitarles el trabajo y cosas así. Es muy bueno escuchar a algunas personas mayores hablar
acerca de los inmigrantes en las paradas del autobús o en la consulta del médico. Yo creo que muchas
veces no saben lo que dicen, pero me tengo que callar.

Varón ecuatoriano de 28 años. Clase media. Padre médico y madre profesora. A los veinticinco
años se trasladó a Madrid para encontrar un trabajo mejor remunerado que en su país. Aquí ya
vivían hermanos suyos. Trabaja de enfermero en un hospital. Su abuela era española (emigró a
Ecuador) (MEXEES I).

—Hay gente con recelo, sobre todo la gente mayor que conoce más lo que pudo pasar cuando tuvo que
emigrar su familia. Pero muchas veces lo veo muy, muy negativo. De hecho, la semana pasada, tuve
que ir al paro y me tocó en la ventanilla una viejecilla y la verdad es que ni me miró mal ni nada. Pero
empecé a hablar con ella y hubo un momento en el que me dijo: «no, si yo no, yo no desconfío de ti. El
problema son los sudacas que vienen aquí y te dicen que tienen tal y tienen cual». Y el hecho de que
utilizase la palabra sudaca a mí me hizo cambiar mucho la conversación.

Varón de 20 años, autóctono. Cursa un módulo de mantenimiento de equipos industriales. Su


padre es administrativo y su madre ama de casa. Muestra una gran tolerancia hacia las personas
extranjeras, con un discurso sensible y empático. Tiene amigos sudamericanos (MEXEES II).

Las encuestas CIS-OBERAXE también muestran que la xenofobia es más expresa


en personas de más edad, de menor nivel educativo y de mentalidad más conservadora:
creyentes muy practicantes y de derechas (Cea D´Ancona y Valles, 2008, 2013). Junto
con el componente ideológico, la edad es clave. Por su parte, los extranjeros entrevistados
en los proyectos MEXEES tratan de dar una explicación a ese mayor rechazo que ellos
perciben de las personas mayores15. En el GD7 (inmigrantes con rasgos étnicos
identificables) se apuntó al gran choque que supone, para la gente mayor, el nuevo
contexto social, la mezcla étnica; el que venga uno de fuera y enseguida acceda a
derechos y bienes de los que ellos en el pasado carecieron o que les ha costado mucho
esfuerzo alcanzar. Asimismo se insiste en la educación16 («el español culto no creo que
haga ningún tipo de discriminación a un inmigrante») y en la carencia de experiencia
emigratoria («el haber viajado», «visto mundo») como claves para comprender esa actitud
más contraria a la inmigración. Se conecta con el sentimiento de superioridad, que es
igualmente clave en la comprensión de la xenofobia: «Muchas veces nos creemos
superiores al estar en nuestro país», «los españoles miran por encima del hombro a
aquellos que vienen a realizar trabajos que ellos rechazan».
—Porque les falta haber salido fuera y comprender que no somos el ombligo del mundo. Porque la gente
se cree que lo de España es lo mejor y lo de fuera una mierda, y no se dan cuenta de que nuestra
cultura está en la historia de la inmigración y que somos hijos de emigrantes. Es decir, no existe un
español puro si te vas a veinte generaciones atrás, seguro.

Varón autóctono de 22 años. Su padre es vendedor ambulante y vivió en Perú desde los siete a
los dieciocho años. Estudia Bellas Artes y le gusta mucho la fotografía (MEXEES II).

—Yo creo que hay dos grandes grupos de españoles, de españoles que se diferencian, que han pasado
cursos, que se han capacitado de una gran carrera, han salido de España y se han vuelto a España y a lo
mejor toman otros datos o ven de otra manera a los inmigrantes. Esas personas no las limita ni censuro

257
de manera despectiva. Por otro lado, el otro gran grupo es de españoles que no han pasado por la
universidad, que tienen estudios mínimos, nunca han salido de España y solamente son la comunidad
europea. España son los países del mundo en que ya de por sí tienen ganado un título de
superioridad, y son los que equivocadamente discriminan a los inmigrantes.

Mujer peruana de 38 años. Trabaja en un restaurante de alto standing. Reflexiva y con voluntad
de adaptarse a las costumbres españolas, aunque quiere regresar a su país porque allí la vida es
más sencilla. Dice que en los últimos años el trato en el ámbito laboral (entre cocineros y
camareros y con los clientes) ha empeorado; que existe un rechazo más abierto a los inmigrantes.
Lleva trece años viviendo en España. Tiene más amigos extranjeros que españoles y se lleva
mejor con ellos (MEXEES II).

Al sentimiento de superioridad también se hace mención cuando se critica que se le


hable con desprecio, que se les llame por su nacionalidad o color de piel: chinos, negros,
moros… Aunque no sea un insulto, les hace sentirse diferentes y distantes respecto de
los autóctonos. Lo sienten como expresión de sentimiento de superioridad hacia ellos y
de marcar distancia de nosotros hacia ellos.
—Pues nada, no insultos, pero a mí no me gusta. Es que no me gusta que me llamen chino, porque pienso
que eso es muy feo para llamar a una persona por su nacionalidad. Es muy feo. A mí no me gusta.

Varón chino de 21 años, moderno en su apariencia. Llegó a España a los doce años con sus
padres para trabajar en un restaurante de un familiar. Trabaja en una tienda de bisutería china,
aunque estudió hasta cuarto de la ESO. Tiene claro que vivirá en China o en España, pero que
buscará mejores condiciones de trabajo que sus mayores y paisanos (MEXEES II).

—Yo trabajo de camarero, los cocineros son extranjeros y casi siempre les hablan con un cierto desprecio.
Y en realidad hay bastante, no solo en mi trabajo. Normalmente los camareros españoles siempre están
insultando o discriminando a los cocineros, de que no se enteran, que vienen de su país y que allí no
hay nada, que recién están conociendo mundo, que no tienen idea. Y de esa manera, que tratan como
que estás escondido entre árboles, que recién están conociendo la civilización.

Mujer peruana de 38 años. Trabaja en un restaurante de alto standing. Reflexiva y con voluntad
de adaptarse a las costumbres españolas, aunque quiere regresar a su país porque allí la vida es
más sencilla. Dice que en los últimos años el trato en el ámbito laboral (entre cocineros y
camareros y con los clientes) ha empeorado; que existe un rechazo más abierto a los inmigrantes.
Lleva trece años viviendo en España. Tiene más amigos extranjeros que españoles y se lleva
mejor con ellos (MEXEES II).

Al igual sucede con las miradas: «hay gente que te mira mal» y lo sienten como
discriminatorio («te discriminan a primera vista porque te identifica»). Se conecta el
racismo a la discriminación: «hay racismo porque españoles y extranjeros no son iguales»,
«se piensa que son diferentes» (como señala una mujer china de 33 años). De modo que,
quien se presenta como no racista, declara una mayor simpatía o aproximación hacia el
grupo de personas que percibe más discriminado o peor tratado. Es el caso de las
personas negras, el común referente de racismo.
—Pues por ejemplo, yo cuando conozco a un negro, en vez de tratarle peor, como hace la mayoría de la
gente, a mí directamente me cae bien. Que luego puede ser que no, pero al principio me da buenas
sensaciones. Te digo un negro por poner un ejemplo.

Varón autóctono de 31 años, informático. Vivió en Cádiz y Madrid. Tiene un discurso

258
favorable a la inmigración. Incluso dice que hace discriminación positiva con los extranjeros,
tratándoles mejor que a los autóctonos. Tiene mucha relación con inmigrantes (MEXEES II).

—Yo como mujer gitana he sufrido racismo muchas veces. Sé que ellos, un muchacho negro va a sufrir el
racismo. O sea, las personas que son racistas, si lo han sido conmigo, que soy española, van a ser con él
el triple. Por mi parte he intentado eso: una sonrisa o una amabilidad, un por favor o un gracias a
personas que veo que esto…

Mujer autóctona de 36 años, gitana. De padres gallegos, que han viajado por diferentes países
por cuestiones laborales (se dedican a la danza). Desde muy joven ha colaborado en asociaciones
que impulsan la alfabetización y la formación de los gitanos. Trabaja para la Fundación
Secretariado Gitano. Ha experimentado distintas formas de discriminación. Se solidariza con los
gitanos rumanos y búlgaros y se siente identificada con los inmigrantes africanos (MEXEES II).

Algunos extranjeros señalan que en España hay como «más respeto», más educación,
que contribuye a que la gente «se coma los comentarios», «que se los guarden». La
comparación inevitable es con sus países de origen: «en Senegal también hay racismo»,
«los argentinos son muy racistas», «los gitanos somos racistas»… También otros países
de nuestro entorno, caso de Francia o Italia17, donde se han desarrollado hechos que han
obtenido el calificativo de racistas y el consiguiente eco mediático. La comparación parece
beneficiar a España, que se percibe menos racista, aunque a su vez se reitera que los
españoles son muy cerrados y no tan abiertos «para recibir» como otras sociedades.
Dentro de España se compara a los madrileños con los catalanes. La sociedad madrileña
se percibe más abierta, mientras que la catalana cerrada («son muy cerrados», «la
población catalana muestra un trato desconfiado hacia los extranjeros»).
—Aquí somos mucho más cerrados y no somos tan abiertos para tratar a gente de fuera como pienso que
gente de fuera nos trata a nosotros, cuando vamos a otros países. Pienso que aquí hay más racismo y
más diferencias que si te vas fuera. La gente española me ha comentado que no han tenido nunca
problemas. Aquí creo que somos más cerrados.

Varón autóctono de 26 años. Reside en un barrio del sur de Madrid con elevado porcentaje de
población extranjera. Tras el fallecimiento de su padre, empeoró su situación económica. Su
madre trabaja en el servicio doméstico y él está en paro. Tiene un discurso reacio a la
inmigración. La asocia a delincuencia y descontrol. Tiene buena relación con determinadas
personas extranjeras en su convivencia diaria (MEXEES II).

—Bueno, el trato que da un español es mucho mejor que el que te da un argentino. Yo, en mi parte, pues
puedo decir que los argentinos son muy racistas, muy racistas, sin tener por qué. No tienen razones
tampoco (…). Quizá por ser vecinos. No es que los agrademos mucho, pero con un europeo quizá no
pase esto.

Varón boliviano de 31 años, de rasgos andinos no demasiados marcados. Tiene un acento


ligeramente argentino, adquirido en los años que vivió en Argentina. Vive con una mujer
ecuatoriana. Él fue el motor para que sus padres y hermanos vinieran de Buenos Aires a Madrid.
Su experiencia en España ha sido positiva y cree que el trato recibido es mucho más amable en
este país que en Buenos Aires. Se relaciona más con inmigrantes (MEXEES II).

—Sí, más en la India que en España. Las castas son muy crueles. La discriminación está en todo el mundo.
Mi novia cuando estuvo en la India también tuvo problemas por ser europea o blanca. No le daban
alquiler de casa, o después de un show, les insinuaban trabajos extras o simplemente intentaban robarle
o engañarle. A mí me pasa más o menos igual. Ser de color, venir de un país más pobre, hace que

259
algunas personas te miren mal y te lo pongan difícil. Pero afortunadamente aquí y en todas partes,
siempre hay gente buena dispuesta a ayudar. Los padres de ella no me quieren, pero ellos no son los
que me tienen que querer (…) El problema del español es cuando piensa que entras en su terreno, en
su trabajo, en su vecindario, sales con su hija/o, vistes de otra forma…

Varón hindú de 29 años. Bailarín que emigra a España para reunirse con su novia española
(que conoce en la India). Piensa que los españoles son amables, pero cuando entras en su terreno,
en su trabajo, vecindario, sales con su hija, vistes de otra forma, llega el rechazo (MEXEES II).

«Ser de color, venir de un país más pobre, hace que algunas personas te miren mal».
Aseveración que reafirma la confluencia de los llamados racismo étnico y de clase, a lo que
ya se ha hecho mención. El maltrato se explica por miedo a lo desconocido y por recelo.
Se acentúa en épocas de crisis económica, como la presente, aunque su repercusión es
mayor hacia quien se ve de menor posición social: la sociedad española «no es racista, es
clasista», «el miedo a la clase baja».
M1: Yo entiendo que desde el punto de vista, digamos, nunca lo voy a llamar racista porque no es racista,
es clasista. Desde el punto de vista clasista sí que entiendo que puedan sentir miedo, porque es más.
M2: Miedo no porque les veas extranjeros, sino porque les ves en plan con malas pintas. A lo mejor si
llevaran otro tipo de ropa y fueran, a lo mejor, negros no te darían tanto miedo.
M1: Claro, ahí está la cosa. Quiero decir que es la cosa. No hay un problema. Y sobre todo la gente racista
es porque es gente que no ha convivido con inmigrantes o es gente que…
V2: En mi pueblo lo noto. Bueno, en el pueblo de mi madre son trescientas personas y todo el mundo
siempre rajando de los inmigrantes: «¡nos vienen a quitar el trabajo!» Fue llegar una familia de búlgaros
y nació el primer niño en treinta años en ese pueblo. Fueron todos al bautizo y son normales y nadie
dice nada. Es conocer realmente.
M1: Pues eso, la típica conversación de abuelillas: «los inmigrantes que mal me caen, pero que maja es la
rumana que viene a limpiar a casa».
V2: A ti quién te va a quitar el trabajo si hace treinta años que estás jubilado. Si es eso, en el momento que
conoces y hay un trato. Puede haber malas experiencias, pero lo mismo con uno de Huelva. Puedo
tener un problema y no voy a decir que todos los andaluces son unos cabrones. Si no conoces a nadie.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

Lo desconocido choca e incómoda. El conocimiento mutuo ayuda al


desvanecimiento de prejuicios, como ya señalase Allport (1954/1977)18; o como indicasen
extranjeros entrevistados, «no hay problema con quien te conoce», «es conocer
realmente». El problema está en el desconocimiento y en nuestra tendencia a generalizar.
—Creo que a los españoles aún les falta un poco para entender que los inmigrantes no venimos a robarles
nada. Hombre, habrá algún cabrón que venga a joder, pero eso es como todo. También hay españoles
que roban, ¿no? Creo que la gente se va acostumbrando cada vez más a tratar con gente de otras razas
y culturas, pero todavía existe un cierto rechazo al extranjero. Rechazo a lo nuevo.

Varón guineano de 22 años, de marcado acento madrileño. Aficionado al deporte (juega en un


equipo semiprofesional). Hijo único, llegó a España con catorce años acompañado de su madre
(ama de casa) y su padre (empleado público). Estudia enfermería (MEXEES II).

—Hay mucho rechazo, pero está como escondido porque la gente no lo dice (…) Aquí lo veo, y lo veo y
lo noto. Lo noto con mi hija porque la gente: «¡Ah!, ¿tú de dónde eres? De Rumanía. ¡Ah!, pues sí,
pues los gitanos, sois gitanos de esos que…». Es que no todo el mundo es gitano. Es que la gente te
viene con eso (…) Ahora con la crisis yo lo noto mucho.

260
Mujer rumana de 43 años. Trabaja en el servicio doméstico en varias casas y en una empresa
(personal de limpieza). Lleva siete años y medio en España. Vino «sin saber lo que me esperaba,
sin saber idioma ni nada» (MEXEES II).

Los años de convivencia entre autóctonos y foráneos están ayudando al


desvanecimiento de prejuicios y estereotipos, aunque no todos, como hemos ido viendo.
Se van dando avances hacia la aceptación o normalización de la presencia de inmigrantes,
pero la crisis parece estar frenando los avances dados: «hay más competencia», «la gente
se está cabreando». A modo de síntesis la figura 3.7 reúne diferentes coadyuvantes en la
explicación de la xenofobia. Junto al sentimiento de superioridad y al desconocimiento mutuo
(«de primeras ponemos un muro»), destaca la percepción de la inmigración como
amenaza. Incluye el temor al aumento de la competencia en el acceso al mercado laboral y a
las prestaciones sociales; al incremento de la antisociabilidad (transgresión de las normas
legales y sociales); y el miedo a la imposición cultural. Esto último actúa más hacia los
musulmanes. Con la agudización de la crisis económica el temor al aumento de la
competencia (ya presente en momentos de bonanza económica) adquiere un mayor
protagonismo, mientras que se aminoran los otros potenciadores del sentimiento de
amenaza. De ello se hablará de manera más pormenorizada en el capítulo siguiente, con el
que concluye el libro.
—El mayor problema en cuestión de convivencia y de trato es por trabajo. Creo que la sociedad se siente
amenazada. Esto no es la guerra. Es la vida real. Matarse por un trabajo no tiene sentido. Somos
muchos y no hay trabajo para todos. ¡Qué se le va a hacer!

Mujer colombiana de 19 años. Estudiante de secundaria. Vino a los doce años. Su madre ya
estaba aquí. Ella se siente adaptada. Se relaciona sobre todo con españoles y quiere quedarse en
España. Le molesta mucho la distinción entre españoles y extranjeros (MEXEES I).

—Creo que no somos racistas de momento, pero que, como las cosas sigan así, podemos llegar a serlo, por
la cuestión del trabajo. Además dicen que ha aumentado mucho la delincuencia. Allí son diferentes
costumbres, llevan sus propias pistolas, dicen hay pequeñas mafias de inmigrantes y puede que tengan
razón.

Mujer autóctona de 38 años. Natural del País Vasco. Desde hace dos años reside en Madrid,
antes estuvo en Andalucía. Toda su familia reside fuera de Madrid. Dependienta. Tiene relación
de amistad con extranjeros. Percibe a los inmigrantes como competidores en el acceso a
prestaciones sociales (MEXEES I).

FIGURA 3.7.—Mapa de conceptos y verbatim en la explicación de la xenofobia

261
También se hará mención al papel de los medios de comunicación y a los discursos
políticos. De los discursos políticos se dice que cada vez adoptan tintes más xenófobos
porque hay «un espacio para ese discurso en la sociedad». Se crítica el uso electoralista de
los discursos políticos en contra de la inmigración (desde una mirada xenófila). De ello
también se alerta en los ámbitos académicos. Como Aja, Arango y Alonso (2011: 15)
afirman, «las campañas electorales proporcionan un escenario propicio para la expresión
de actitudes hostiles a la inmigración y para la manifestación más o menos abierta y
declarada de tendencias a iniciativas xenófobas». O como Rydgren (2004) constata, la
presencia de partidos xenófobos contribuye a que aumenten los discursos contrarios a la
inmigración en los otros partidos políticos con la intención de restarles votos,

262
aumentando la xenofobia manifiesta.
—Yo creo que cada vez hay más xenofobia, que el discurso político tiende más a eso. Al igual que en EE.
UU. como el resto de Europa, cada vez la política se está volviendo permisible con el discurso
xenófobo. Está habiendo un espacio para ese discurso en la sociedad y creo que crecerá.

Varón autóctono de 33 años. Natural de Cádiz. Ha vivido en Granada y Madrid. Estudió en la


Escuela de Arte dramático y trabajó en la hostelería. Dejó de vivir en el barrio de Lavapiés por el
clima de tensión entre comunidades de inmigrantes (MEXEES II).

El uso electoralista de los discursos políticos en contra de la inmigración ha sido


destacado en la prensa: «Un xenófobo, un voto» (El País, 4 de mayo de 2010), donde se
resaltan los réditos electorales de los mensajes racistas; «El PP ensaya en la campaña
catalana su discurso más duro en inmigración» (El País, 11 de noviembre de 2010); «El
PSC endurece su discurso sobre inmigración» (El País, 16 de octubre de 2010). Son
discursos fáciles de construir y que en poco tiempo pueden destruir actuaciones
sociopolíticas dirigidas a mejorar la integración de los inmigrantes.
Algunos extranjeros se autoculpan de la existencia de racismo, por cómo se han
comportado: «quizá nosotros mismos hemos dado motivos para que la gente desconfíe»,
como afirma un colombiano integrante del GD8 (MEXEES II). De la atribución de
culpa a los inmigrantes también se hablará en el capítulo 4. Aquí solo añadir algunas
propuestas espontáneas pronunciadas en el GD2 (integrado por jóvenes no
universitarios) para reducir la xenofobia. Entre estas: la actuación sobre los medios de
comunicación; la penalización de los insultos racistas (incluye la forma despectiva de
llamarles «moro, chino, negro…», calificada por los extranjeros de mal trato, como se ha
visto); favorecer a la población autóctona para que los discursos contrarios a la
inmigración no tengan fundamento de realidad; «Un cambio en tolerancia a nivel de
conciencia y a nivel de sistema». Los fatalistas críticos discrepan y dudan que el racismo
alguna vez desaparezca, como puede leerse en el siguiente extracto de la discusión grupal
entre jóvenes no universitarios. Grupo de población que, como se constata en los
últimos informes sobre la evolución del racismo y la xenofobia en España (Cea
D’Ancona y Valles, 2010a, 2013), vira a posiciones más contrarias a la inmigración como
efecto de la acentuación de la crisis económica y consiguiente aumento de la tasa de
desempleo (que se agrava en los jóvenes).
V2: Hombre, yo sí veo que pudiera haber solución. O sea, si se eliminaran elementos negativos en los
medios de comunicación y se empezara a recriminar a gente que utilice la palabra moro, chino, negro
de una forma despectiva. Yo creo que eso, a nivel inconsciente, ya es un cambio, y ayudaría bastante.
Luego ya, a nivel burocrático y de administración, pues que se dieran, que cambiara el sistema,
favoreciendo a los españoles, para que a nivel nacional, la gente estuviera más contenta y no
transmitieran o no direccionen el odio hacia los extranjeros, porqué también están intentando obtener
oportunidades. Entonces yo pienso que a nivel de sistema se pueden cambiar cosas para que la gente
de dentro esté contenta y se pueda abrir más las puertas a la gente de fuera. O sea, no abrir más las
puertas, sino ayudar para que haya menos delincuencia y se genere más tolerancia. También porque la
gente que vive aquí vive bien. Entonces, vamos a coger a gente que viene de fuera para tomar otro tipo
de trabajos que ahora, pues sabes que nuestra sociedad desarrollada no les gusta coger, pues como los
del McDonald, no sé, limpiadora, cuidadora de niños, ¿sabes?, no sé. Yo creo que es un cambio en

263
tolerancia a nivel de conciencia y a nivel de sistema. Y no lo veo utópico. Yo pienso que si se
empieza ya, de aquí a diez, quince años, no se le va a cerrar también al policía de origen africano o
tener un banquero que es marroquí, porque se ha ido construyendo ése cambio, poco a poco.
V1: Eso nunca va a pasar.
(…)
V1: Siempre va a existir un racismo por la inmigración, discrepancia por temas de religión, color siempre.
Yo pienso que siempre. Ha existido siempre y siempre va a existir. El ser humano por desgracia es así.
Ojalá esto fuese una sociedad perfecta en el que todos fuésemos iguales y no hubiese discriminación
alguna
V2: Pero hay discriminación porque no se está tratando a la gente al mismo nivel. Es como ellos vienen
aquí y son ciudadanos de segunda. En el momento en que están integrados y desempeñas funciones
como cualquier otra persona en todos los niveles, pues ese racismo se va a aliviar bastante y se va a
bajar bastante, y tú no vas a poder. O sea, que van a estar integrados en la sociedad y entonces ahí el
racismo ya es más intrínseco tuyo, de algo genético, que te dé mal rollo.
V1: No, pero es que siempre va a existir.

GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES II).

1 En 2001 había 1.109.060 extranjeros con permiso de residencia en vigor a 31 de diciembre; el 70,6 por 100
eran de países ajenos a la UE. En 2005 la cifra ascendía a 2.738.932 extranjeros (el 79,2 de fuera de la UE); en
2007 a 3.979.014 extranjeros (el 61,1 de fuera de la UE). A 30 de septiembre de 2012 la cifra de extranjeros
oficiales asciende a 5.363.688 (el 59,32 de fuera de la UE), de acuerdo con la Estadística de la Secretaría General
de Inmigración y Emigración.
2 Como lo muestran la serie de monografías-informes anuales que desde 2007 Cea D’Ancona y Valles
Martínez realizan para el Observatorio Español de Racismo y Xenofobia (OBERAXE), y de acceso gratuito en su
página web (www.oberaxe.es/).
3 En la encuesta del proyecto MEXEES II (cuyo trabajo de campo se realizó del 1 de diciembre de 2011 al 30
de marzo de 2012), los latinoamericanos fueron los más mencionados (26 por 100 de los 660 encuestados). La
razón principal que se alegó fue: «son los que más veo en mi localidad o trabajo» (44 por 100).
4 Proyecto Living Together (Cea D’Ancona y Valles, 2010b). En Suecia se insistió en la conexión entre lo cultural
y lo fenotípico: «Probablemente asociamos el color de la piel con los valores culturales y religiosos. Tienen cierto
color de la piel, por tanto tienen ciertos valores y piensan así o asá.»
5 En la encuesta europea European Union Minorities and Discrimination Survey, encargada por la Agencia Europea
de los Derechos Fundamentales (FRA) en 2010, uno de casa diez europeos encuestados que afirmó sufrir
discriminación la asoció a su religión; cuatro de cada diez a la combinación de motivos religiosos, étnicos y de
situación migratoria.
6 El «nunca dejas de ser inmigrante», aunque te sientas español, es asimismo corroborado respecto a la
sociedad norteamericana en contra de la Teoría de la Asimilación, de Alba y Nee (2003). Esta defiende la pérdida
gradual de la identificación étnica con el tiempo. Un proceso que termina en la tercera generación. El estudio de
Telles y Ortiz (2011) muestra, en cambio, que la mayoría de la cuarta generación de mexicano-estadounidenses se
identifican como no blancos y sienten que los demás los estereotipaban como mexicanos. Además, los inmigrantes
mexicanos y los mexicanos estadounidenses oscuros de piel experimentan discriminación racial.
7 En un eurobarómetro cualitativo (TNS Qual, 2011) igualmente se captó un consenso general (entre europeos e
inmigrantes) acerca de la importancia del respeto por la cultura local. Revierte en la aceptación del inmigrante y
facilita el intercambio de culturas.
8 Como señalan Portes y Rumbaut (2010: 276), en referencia a la sociedad norteamericana, aprender el idioma
es «un paso básico que les permite participar en la vida de la comunidad, tener una formación, encontrar empleo,
obtener el permiso de conducir, acceder a los servicios sanitarios o sociales, y solicitar la nacionalidad». La lengua
es el primer obstáculo al que se enfrentan los inmigrantes, indistintamente de su formación.
9 Lo que asimismo corroboran estudios posteriores (Colectivo IOÉ, 1995; Bourhis, Gagnon y Möise, 1996;
Rydgren, 2004).
10 Se denuncia una mayor exteriorización de xenofobia en las personas mayores, como se verá en el apartado

264
3.3.3.
11 Argumento que se propuso como punto décimo del decálogo propuesto tras el estudio Living Together (Cea
D’Ancona y Valles, 2010b).
12 Respecto a los controles de identificación de inmigrantes indocumentados, el Comité para la Eliminación de
la Discriminación Racial de las Naciones Unidas recomienda (en un documento fechado el 10 de marzo de 2011) que
terminen los controles basados en perfiles étnicos y raciales, porque se traducen en detenciones indiscriminadas y
restricción de derechos. En mayo de 2012, la Dirección General de la Policía publicó una circular prohibiendo las
redadas indiscriminadas y las identificaciones basadas en criterios étnicos (color de la piel, aspecto físico).
13 Los Informes RAXEN cifran buena parte de las agresiones que se denuncian. Pero no todas se denuncian
ni contabilizan.
14 La película muestra el conflicto que vive una familia liberal norteamericana de los años 60, que ha educado
a su única hija en la inexistencia de diferencias raciales, pero cuyos esquemas mentales cambian cuando su hija se
presenta en casa con un brillante médico negro con el que desea casarse en breve. El temor al rechazo social que
dicho matrimonio interracial planteará a su hija es la justificación del rechazo inicial por parte de los padres de ella
y, con posterioridad, los de él, que horas después también acuden a la casa de ella a cenar. La presión de los hijos y
el debate consiguiente concluye con la aprobación de los padres, de ambas partes, aunque conservan sus
reticencias.
15 En la explicación del mayor rechazo expreso hacia los marroquíes por las personas mayores se hace
mención a lo vivido durante la Guerra Civil.
16 También es cierto que el llamado sesgo de deseabilidad social, el dar la respuesta políticamente correcta, o
más socialmente deseable, se da más en las personas de mayor nivel educativo (Hesselbart, 1975; Krysan, 1998;
Ross y Mirowski, 1998).
17 Baste aquí recordar el asesinato a tiros de dos vendedores ambulantes senegaleses en Florencia por un
ultraderechista de 50 años, el 12 de diciembre de 2011; dos días después de una agresión a gitanos en Turín
(hinchas radicales del Juventus se aprovecharon de una falsa denuncia de violación para arrasar un poblado de
rumanos).
18 Este autor define el prejuicio como una actitud negativa (hostil y desconfiada) hacia una persona que
pertenece a un grupo concreto, simplemente por el hecho de pertenecer a dicho grupo, asentándose en una
generalización errónea y rígida. Responde a la tendencia, en el pensamiento humano, a la categorización, a simplificar
y ordenar el medio social. La categorización sería el primer paso, el responsable de la división entre nosotros y ellos. Le
sigue la discriminación evaluativa en la definición del nosotros como mejores, en comparación con la definición del
ellos. El desconocimiento mutuo contribuye a la permanencia y transmisión de los prejuicios y de los estereotipos.
Ambos conceptos están interrelacionados y actúan para que el trato no sea igual hacia los distintos grupos de
extranjeros.

265
CAPÍTULO 4

Imágenes de la inmigración

La configuración de las filias y fobias hacia la inmigración no solo está marcada por las
experiencias reales de convivencia entre autóctonos y foráneos. La imagen que se tenga de
la inmigración, en general, y de grupos de inmigrantes, en particular, afecta igualmente. A
veces se habla desde el conocimiento directo, pero no siempre. En más ocasiones de las
deseables se habla de oídas, a partir de la imagen que se construye de la inmigración.
Imagen que no necesariamente se ajusta a la realidad, aunque para quien la comparte sea
una realidad. De los estereotipos se ha dicho que constituyen «dibujos en nuestras cabezas»
(Lippman, 1922)1 o «imágenes que tenemos en la cabeza, que funcionan también como
recurso justificatorio para el rechazo y la hostilidad hacia ciertos grupos, como pantalla de
proyección para nuestros conflictos personales y sociales» (Calvo Buezas, 2003: 171). Se
ajustan a «generalizaciones erróneas hechas por personas prejuiciosas o bajo
circunstancias anormales» (Yzerbyt, Rocher y Schadron, 1997: 20). La estereotipia puede
ser negativa, actuando en contra de la aceptación del inmigrante, aunque también
positiva y facilitar su integración. Depende de cómo se configure y cómo determine
nuestro proceder en los contextos cotidianos de interacción social.
El Segundo Seminario de Expertos en los Módulos Europeos sobre Integración de los Inmigrantes
(celebrado en Viena, el 3 y 4 de febrero de 2011) subrayó la necesidad de actuar sobre la
imagen que se transmite de la inmigración, además de promover la participación activa de
los inmigrantes en todos los aspectos de la vida colectiva. Implica resaltar los aspectos
positivos de que coexistan culturas diferentes, junto con la contribución económica de
los inmigrantes. Por el contrario recomiendan que se restrinjan las representaciones
negativas de la inmigración (en general y hacia colectivos concretos de inmigrantes) en
los medios de comunicación, los discursos de políticos y demás actores sociales. El juego
de imágenes que se tenga de la inmigración es un coadyuvante principal de las formas de
xenofobia (si se sobredimensionan los aspectos negativos y la inmigración se conexiona a
problema) y de xenofilia (cuando sus beneficios se alzan sobre los perjuicios, asociándose
la inmigración a oportunidad y riqueza).
A lo largo de este capítulo se hace un recorrido a través de las imágenes de la
inmigración y el papel que en su configuración tienen los medios de comunicación. Como
en los capítulos precedentes, la exposición se atendrá a lo dicho por autóctonos y
extranjeros tanto en el marco discursivo de grupos focalizados como en el contexto más

266
individualizado que ofrecen la entrevista abierta y la encuesta cara a cara.

267
4.1. IMAGINARIO ASOCIADO A LA INMIGRACIÓN

Desde la academia, la inmigración se asocia a crecimiento demográfico (López de Lera,


2006; Roig y Castro, 2007; León, 20082; Reher y Requena, 2009), diversidad étnica, cultural,
desarrollo económico (Legrain, 2008; Sánchez, 2010), sin olvidarnos de la aportación a las
arcas de la Seguridad Social (Moreno y Bruquetas, 2012), entre sus potencialidades
notorias. Beneficios de los que asimismo se ha hecho eco la población receptora. Pero de
la inmigración no solo se visionan potencialidades. Desde siempre lo negativo de la
inmigración se ha sobredimensionado en el conjunto de la población frente a su
positividad. Se debe a nuestra tendencia a fijar más la mirada en lo negativo que en lo
positivo. Los nuevos datos demoscópicos de nuevo lo corroboran. El contexto de crisis
económica no ayuda a reducir el desequilibrio entre imágenes negativas versus positivas de
la inmigración. Al contrario, está contribuyendo a su acentuación, como se irá viendo a
lo largo del capítulo.

4.1.1. A qué se asocia la inmigración

A partir de 2008 las encuestas que el CIS realiza para OBERAXE incluyen una
pregunta abierta ya testada en la encuesta experimental MEXEES I: «Cuando oye la
palabra inmigración, ¿qué es lo primero que le viene a la mente?». Se pide solo una
respuesta, la que primero fluya en el pensamiento. Mediante ella se pretende indagar las
resonancias que la inmigración suscita en los encuestados, contando así con un indicador
más sobre las actitudes de estos ante la inmigración3. En la figura 4.1 se han ordenado las
diez respuestas más pronunciadas en las cuatro encuestas que hasta el presente han
incluido la pregunta. Entre las menciones positivas destaca la respuesta necesidad de venir a
trabajar4, que aumenta dos puntos respecto a 2010 (19 por 100 en 2011). Entre las
negativas, aumento desmedido de inmigrantes5 e impacto negativo en el mercado laboral6; ambas con
un 7 por 100 de menciones tanto en 2010 como en 2011. La asociación neutra o
indefinida de mayor frecuencia ha sido extranjeros7, que baja tres puntos en 2011 (7 por
100), quedando entre los valores registrados en 2009 (9 por 100) y 2008 (6 por 100).
Además, casi un tercio de los encuestados en 2011 abriga la imagen del inmigrante
económico, ya sea porque la palabra inmigración se asocia a necesidad de venir a trabajar o a
pobreza y desigualdad. Ambas se han considerado respuestas que indican receptividad o
empatía hacia los inmigrantes. Siguen cuatro respuestas de distinto signo. Dos denotan
una clara animadversión hacia la inmigración (aumento desmedido de inmigrantes e impacto
negativo en el mercado laboral), mientras que otra una clara aceptación (sentimiento de empatía y
solidaridad8). Compartiendo un mismo signo negativo siguen cuatro categorías de
respuestas: delincuencia e inseguridad, ilegalidad, irregularidad, privilegios sociales frente a los
españoles9 y sentimientos negativos hacia la inmigración (que en el último año aumenta dos

268
puntos). La imagen de las pateras se mantiene en el mínimo del 2 por 100, en sintonía con
la menor presencia, en los medios audiovisuales, de noticias sobre pateras y cayucos
llegando a las costas españolas en los últimos años (a diferencia de 2005 y 2006, con la
llamada crisis de los cayucos).

FIGURA 4.1.—Asociación espontánea de la voz inmigración en las encuestas CIS- OBERAXE de 2008 a 2011
(porcentaje)

Los proyectos MEXEES también han profundizado en la imagen y valoración de la


inmigración, tanto en la indagación cualitativa como en la encuesta. En la encuesta más
próxima (cuyo trabajo de campo se desarrolló del 1 de diciembre de 2011 hasta el 30 de
marzo de 2012), a la pregunta «¿Qué es lo primero que a Ud. le viene a la mente, cuando
oye la palabra inmigración?» (la primera pregunta del cuestionario), las respuestas más
mencionadas fueron: gente de fuera de España (15 por 100), buscar una vida mejor (11 por
100), necesidad, desesperación (9 por 100), pobreza (8 por 100), gente que viene de fuera a trabajar
(7 por 100), paro, nos quitan el trabajo (6 por 100), mano de obra barata (4 por 100), pena,
tristeza, lástima (4 por 100) y diversidad de culturas (4 por 100). Solo el 0,2 por 100 de los 660
españoles de 18 y más años encuestados no respondió a la pregunta.
Por el contrario, en la encuesta correspondiente al proyecto MEXEES I (que se

269
desarrolló del 23 de abril hasta el 20 de mayo de 2008), las menciones más frecuentes
fueron: pobreza (12 por 100), gente de fuera de España (11 por 100), necesidad, desesperación (8
por 100), problemas, un problema para España (7 por 100), avalancha, invasión (7 por 100),
buscar una vida mejor (7 por 100), delincuencia, inseguridad (6 por 100), gente que viene a trabajar
(5 por 100), pena, tristeza y lástima (4 por 100). La no respuesta también fue baja: 0,6 por 100
de los 683 encuestados. El paro, quitarnos el trabajo solo se mencionó por el 1 por 100 de la
muestra en MEXEES I, mientras que delincuencia, inseguridad lo fue por el 2 por 100 en
MEXEES II. Lo que asimismo puede tomarse como ilustración del cambio en el
imaginario asociado a inmigración en los preámbulos y agudización de la crisis
económico-financiera.
En las entrevistas cualitativas, biográfico-focalizadas, a la pregunta genérica «Hay
gente que asocia inmigración con diferentes cuestiones. Usted, ¿con qué lo asocia? ¿Qué
le sugiere?», los términos más repetitivos asimismo fueron: «necesidad», «pobreza»,
«buscar una vida mejor», «delincuencia», «problema», «enriquece», «mano de obra barata»,
«está lleno». En 2006-2007 (MEXEES I) se incidió más en términos asociados a la
llegada de pateras o cayucos («desesperación», «subsistencia», «hambre», «dejarlo todo»,
«vienen por todos lados», «les traen engañados»), mientras que en 2010-2011 (MEXEES
II) destacó la referencia a la crisis económica, empleo («búsqueda de trabajo», «desempleo»)
y el «no poder mantenerlos».
—Mucha gente, cuando piensa en inmigración, piensa en delincuencia, y no es mi caso. Me explico.
Digamos que no creo equivocarme cuando digo que sí hay mucha inmigración que es delincuente. Y
no es solo ese el problema, sino que son delincuentes especialmente violentos y capaces de matarte
para quitarte lo que lleves en el bolsillo, aunque no sepan lo que tienes. Esa parte no la voy a poner en
duda. Pero, para mí, el inmigrante, el grueso del inmigrante es gente que viene a buscar una realidad
mejor, porque las circunstancias económicas, personales y políticas no les garantizan una vida como la
que uno desea. En conclusión, yo identifico al inmigrante con gente que viene a currar y a buscar
una vida mejor.

Mujer autóctona de 33 años. Abogada con dos másteres. Co- propietaria, con su marido, de
una empresa de importación de productos colombianos. Tiene relación laboral-contractual con
extranjeros y familiar (su marido nació en Colombia y en la juventud emigró a EE. UU.). Viaja
mucho al extranjero (MEXEES I).

—A mí lo que me sugiere, seguramente sea diferente a lo que le sugiere a la gran mayoría de los españoles.
A mí la inmigración me sugiere enriquecimiento cultural y un transvase de conocimientos; y a la
vez una oportunidad para la gente que viene de fuera, para ellos y para nosotros. A la gente le puede
sugerir: miedo por lo desconocido; que le quiten el puesto de trabajo, que está ahora muy de moda
ese pensamiento, cuando antes nos aprovechábamos bien de ellos para enriquecernos.

Varón autóctono de 41 años, de familia de clase media-baja, que tuvo que emigrar a Alemania
donde nacen él y su hermano. Retornan a España y se instalan en Madrid. Cursa estudios
universitarios y trabaja unos meses en Alemania. Docente en un colegio privado. Lo pasó muy
mal cuando regresó a España porque «prácticamente era alemán. Aquí en España era un re-
emigrante» (MEXEES II).

—Yo sé que se asocia inmigración a delito, pero no estoy de acuerdo. Para mí la inmigración va asociada a
cosas como la falta de oportunidades, la pobreza. A mí la inmigración me sugiere la búsqueda de una
vida mejor, económicamente, socialmente, políticamente… Infinidad de cosas, vaya. Que luego la

270
realidad sea otra, ahí ya no me meto.

Mujer autóctona de 34 años, nacida en Barcelona y residente en Madrid, de clase media-alta.


Regenta un negocio de diseño de interiores; su marido trabaja en una multinacional. Tiene una
hermana viviendo en Inglaterra. Ella ha vivido en diferentes países europeos y en Dinamarca
conoció a su marido. Tiene una asistenta latinoamericana (MEXEES II).

Ambivalencia hacia la inmigración o reconocimiento de su «doble cara» (positiva


versus negativa y a la inversa). Adquiere un mayor realce en MEXEES II y entre las
personas que son conscientes de la indeseabilidad social de compartir imágenes negativas
de la inmigración. Los fragmentos anteriores ilustran como los aspectos positivos de la
inmigración («enriquecimiento cultural», «transvase de conocimientos», «oportunidad») se
visionan como propios y contrapuestos a los negativos («miedo», «quitan trabajo»,
«delincuencia», «claro, si no encuentran trabajo», «nos quieren imponer su cultura»), que
se atribuye a otras personas, al conjunto de la sociedad. A la crítica sigue la negación
inmediata y el empleo de formas retóricas (como es el empleo de un sujeto plural) para
distanciarse de una opinión que saben suscita desaprobación social: «son muchos los que
opinan», «la mayoría de la gente lo asocia», «yo, personalmente, no». Entre quienes así se
pronuncian están las personas de mayor nivel educativo, preocupadas por su imagen
pública y la interpretación que puede darse a su respuesta. Todo lo cual les hace más
vulnerable al sesgo de la deseabilidad social, como hemos ido viendo en los capítulos
precedentes. En esta ocasión se manifiesta al negar que se comparta lo que a otros se
atribuye.
—Pues ahora mismo, como mi cerebro está hecho para las noticias, tú me dices inmigración y pienso en
un panchito, chino. Pero luego, cuando yo dentro pienso unos segundos, razono. Pero la inmigración
está relacionada entre comillas a mal porque la gente lo que ve es que vienen a quitarnos los puestos de
trabajo, que vienen a robar, que vienen a matar, a traficar con drogas. Entonces yo lo primero que
pienso sinceramente es eso, pero en el fondo no es lo que pienso.

Varón autóctono de 25 años. Reside en un municipio de elevada proporción de inmigrantes al


norte de Madrid. Cursa estudios universitarios y carece de experiencia migratoria. Acepta a los
inmigrantes que vienen a trabajar y destaca los problemas que van asociados al fenómeno
(reyertas, bandas, delincuencia o actitudes incívicas) (MEXEES II).

Profundicemos en los nexos asociativos al término inmigración. La figura 4.2 reúne los
más pronunciados en las entrevistas cualitativas de ambos proyectos. Estos se agrupan
en categorías conexas:
a) Necesidad: Pobreza – Hambre – Subsistencia – Desesperación

La inmigración se entiende por necesidad, «porque en su país no tienen nada que


echarse a la boca», y han de cubrir las necesidades mínimas de subsistencia. Se niega que se
haga por curiosidad («querer conocer otros mundos»). Hasta se apunta la falta de
voluntariedad de quien emigra («realmente nadie se quiere ir de su país
voluntariamente»). De otra forma no se entiende que se arriesguen incluso a morir, con
la referencia inevitable a la inmigración que más se presencia a través de los medios de
comunicación: la llegada de inmigrantes irregulares en pateras y cayucos a las costas

271
españolas. Sin olvidarnos de los problemas de desarraigo («a las personas les gusta vivir
donde han nacido»), que es extensivo al conjunto de los procesos emigratorios.
—Con el hambre. No hay ningún tipo de inmigrantes que se pudiera asociar porque tengan inquietud y
quieran conocer otros mundos. Pero la emigración está asociada siempre con el hambre, porque
cuando una persona tiene un mínimo de subsistencia, un mínimo siquiera, las personas no se van de
su sitio. Y eso no lo sabe la gente, el desarraigo, que significa irse del sitio donde tú has estado. Eso
para las personas es muy importante y no se les olvida nunca.

Varón autóctono de 65 años. Clase media-alta, hecho a sí mismo. Proviene de una familia de
clase baja de Andalucía. Ha cursado tres años de la licenciatura de Derecho. Casado y con dos
hijos adoptados (uno negro y otro colombiano). En su temprana juventud emigró de su pueblo a
Madrid y a Suiza. Bastante relación con inmigrantes, al pertenecer a una ONG de ayuda al
inmigrante. También ha contratado a trabajadores inmigrantes, muchos árabes (MEXEES I).

—Lo asocio con trabajo, con pobreza, con exclusión, con discriminación, con miedo, con tristeza.
Es triste porque inmigración lo asocio a la peor parte de inmigración. Pero ya te he dicho que hay otro
tipo de inmigración también. Pero eso nos hacen, seguramente son los medios que nos hacen pensar
en la inmigración así. No tiene porque ser así.

Mujer autóctona de 26 años. Natural de Guipúzcoa. Su padre es inglés y ella estuvo un tiempo
viviendo en Inglaterra. Vino a Madrid para cursar estudios de máster y desarrollar un proyecto
laboral. Su novio es argentino y no tiene otros amigos inmigrantes. Reconoce que es racista con
ciertas culturas: la musulmana («no me gustaría que mi sobrina se case con un marroquí»). Tiene
familiares casados con personas de otros países (MEXEES II).

—Yo, la inmigración lo asocio con una necesidad exhaustiva de las personas que necesitan vivir,
necesitan alimentarse, porque hay muchas personas que verdaderamente lo necesitan. Otras personas
igual vienen en otras condiciones, pero la mayoría de ellos vienen con una necesidad perentoria de
poder labrarse un porvenir, poder comer y tener las necesidades más previstas. A lo mejor que vengan
engañados porque piensen que este es un país de jauja y no lo es. Pero yo lo que veo es que es una
necesidad de mejora del ser humano. Un ser humano tiene derecho a mejorar.

Mujer autóctona de 71 años, de clase media-alta. Trabajó de secretaria de dirección. Un hijo


vivió en Alemania, pero la experiencia no fue positiva. Tiene una amiga inglesa y varias asistentas
de Europa del Este (MEXEES II).

Se asiente que la imagen de pobreza y necesidad es la que domina por su mayor


presencia en los medios de comunicación. En algunos esa imagen les lleva a la reflexión y
propuesta de ayudar a los países de origen para evitar que las personas tengan que
emigrar. Propuesta que no quiere que se mal interprete («no en el sentido de que vea mal
que vengan aquí»). Se propone desde una mirada xenófila, de aproximación a la
inmigración.
—Yo lo veo como un tema que cada uno, cuando se va de su país, es porque no tiene más remedio; si no,
no se iría. O sea, que es muy lamentable que una persona tenga que dejar sus raíces, su tierra, pasarlo
mal en el viaje, y que se venga a otro país donde no sabe si va a tener trabajo o no va a tener trabajo.
Yo lo veo mal, pero no en el sentido de que vea mal que vengan aquí. Lo veo mal en el sentido de que
quizás, a lo mejor, yo pienso y lo piensa mucha gente, a lo mejor se les podría ayudar de alguna forma
para que no tuviesen que emigrar. Lo veo, es que lo veo así. Es que si la gente se viene, emigra a
cualquier sitio, por capricho no es, es por necesidad (…) Entonces, todos esos emigrantes, si tuviesen
dinero en su país o pudiesen vivir en su país medianamente bien, o aunque fuese pobremente, no se
vendrían a ningún otro país.

272
Mujer autóctona de 66 años. Durante casi toda su vida ha vivido en un pueblo pequeño de
Guadalajara. En su juventud sirvió en casas de Madrid. Muestra gran aceptación hacia la
comunidad china y rechazo a los marroquíes. Tiene familiares con experiencia emigratoria
(MEXEES II).

—La inmigración nunca es mala para el país que recibe la inmigración. Yo creo que es una manera de
conocer otras culturas y de enriquecimiento personal. Lo que no estoy de acuerdo es con que la gente
tenga que emigrar para buscarse la vida. Lo que habría que hacer es, el país que está realmente mal y
no tiene los recursos suficientes para que su gente viva y se desarrolle, habría que apoyar para que esos
recursos sean los suficientes.

Mujer autóctona de 58 años. Natural de un pueblo pequeño de Vizcaya. Sus padres eran
maestros. Estudió medicina y siempre ha trabajado en Vizcaya. Viuda reciente con dos hijas
independizadas. Recuerda la emigración española sin idealizarla y comparte la existencia de
racismo de clase. Escasa relación con extranjeros, exceptuando la mujer que trabaja en su casa
(MEXEES II).

b) Prosperar: Buscar una vida mejor – Comenzar de nuevo – Sobrevivir

«Tener una vida mejor», afirmación que recoge la asociación más pronunciada tanto
en contextos socioeconómicos de crecimiento como de crisis. Mediante la inmigración se
busca prosperar, mejorar la calidad de vida de quien emigra y su familia. Deseo de mejora
que vence al conflicto de dejar a la familia, «dejarlo todo», y la consiguiente tristeza y
desarraigo que supone para el que emigra y para el que se queda. Quien se va se enfrenta al
difícil reto añadido de «comenzar de nuevo en un lugar desconocido».
—La inmigración yo la asocio a abandonar su país de origen para cambiar o intentar cambiar su vida.
Intentar tener una vida mejor, más cómoda, en la que él y su familia puedan salir adelante. Eso para
mí es inmigración: dejarlo todo por sobrevivir.

Varón autóctono de 31 años. Natural de Madrid. Su padre residió en Argelia durante varios
meses por cuestiones laborales. La experiencia le gustó. Él dejó abandonó los estudios a los
catorce años para trabajar. Durante la entrevista manifestó rechazo expreso y continuo a la
inmigración. Comparte el discurso de la invasión y de aumento de la («gente con maldad»). Tiene
relación de amistad con un inmigrante latinoamericano (MEXEES I).

—Pues lo mismo que yo me fui de mi pueblo para buscar mayores oportunidades, poder prosperar, sentir
que tienes el alma inquieta y que en tu lugar pues no puedes cubrir un poco tus necesidades. Pero eso
es secundario. El principal objetivo es económico. Aquí, ha habido una época en que las cosas iban
bien y tal, había trabajo, la gente venía y a lo mejor podía tener un poder adquisitivo, que por supuesto
en sus países no podían, y además podían colaborar mandando dinero a sus familias.

Varón autóctono de 33 años. Natural de Cádiz. Ha vivido en Granada y Madrid. Estudió en la


Escuela de Arte dramático y trabajó en la hostelería. Dejó de vivir en el barrio de Lavapiés por el
clima de tensión entre comunidades de inmigrantes (MEXEES II).

—Yo no la asocio con nada en particular. Quizá un poco con lo que hablábamos antes, con la necesidad
de tener una vida mejor o, en otros casos, porque nos ofrezcan un trabajo en otro país, que por
cuestiones económicas u otras nos convengan y nos interese lo suficiente como para emigrar. Pero
vamos, nada en particular. Solo así, a grandes rasgos, en general.

Varón autóctono de 35 años. Profesor de universidad. Tiene una visión positiva hacia la
inmigración, señalando la necesidad de recuperar la memoria migratoria y colonial de España
para comprender mejor la situación de los nuevos inmigrantes (MEXEES II).

273
Aunque la necesidad sea el nexo asociativo que más predomina, junto a él surgen
otras asociaciones de tintes xenófobos que inciden en la conceptualización de la
inmigración como problema. Uno, la masificación: «nos invaden», «vienen por todos lados».
Otro, el aumento de la delincuencia, aunque esta pueda justificarse: sobrevivencia («de algo
tienen que vivir») y «no es lo mayoritario». El discurso de la invasión suele conectarse al
aumento de la delincuencia (como se verá en el apartado 4.1.2). Pero en los últimos años,
de mayor asentamiento de la inmigración, el discurso identitario («la gente no quiere que
gente de fuera imponga sus normas, sus costumbres») va adquiriendo mayor relieve,
unido a los problemas de la integración («no se integran en la cultura del país»).
c) Problema

—Yo lo asocio con…, tal y como está ahora, con problemas. Pues que la inmigración en grandes
cantidades, la inmigración masiva como está ocurriendo ahora, creo que solo va a traer problemas.
Pues, porque la gente viene a buscar trabajo, no lo consigue y, claro, algo tendrá que hacer para poder
sobrevivir. Y creo que eso no es bueno para nadie, ni para ellos ni para nadie. Por eso yo la
inmigración masiva la asocio a problemas.

Varón autóctono de 26 años. Licenciado universitario recién llegado a Madrid por cuestiones
laborales. Compagina su trabajo de teleoperador con la preparación de oposiciones a la
enseñanza. No tiene ni amigos ni conocidos extranjeros. Comparte el discurso de la invasión (en
especial de «los moros») (MEXEES I).

—Un problema para todos. Pero no la inmigración, sino la inmigración excesiva. Y eso es lo que hay.
Hay un problema, pero en el mundo. Hay un problema en general. Puede ser un problema para España
o no, según cómo lo mires. Por una parte, inmigración significa trabajo, pero, ¿a qué precio? Es un
trabajo precario. Y eso es un problema. Por otra parte, la inmigración significa mezcla de cultura, pero
¿a qué precio? Evidentemente, el precio que hay que pagar es el racismo. La gente no quiere que gente
de fuera imponga sus normas, sus costumbres. Y yo pienso igual, lo mismo que nosotros nos tenemos
que acostumbrar a su cultura, ellos también se tienen que acostumbrar a la nuestra.

Mujer autóctona de 20 años. Reside en un pueblo de Guadalajara, donde casi dos de cada diez
habitantes son inmigrantes. No trabaja. Su familia es de clase media-alta. Se considera muy de
derechas. Censura actitudes de rechazo a inmigrantes que ha presenciado (MEXEES I).

—Tengo dos asociaciones. Primero, la entrada incontrolada del estilo de los que vienen en pateras e
incluso mueren, y que al llegar puede que ni encuentren trabajo, estén pobres y se mueran de hambre.
Pues eso lleva a la violencia, gente que roba, gente que, en fin, la mayoría de las veces es por
necesidad claro. Luego está la inmigración que no se integra en la cultura del país al que va. Eso
también es un problema porque en verdad no vienen a vivir aquí y a trabajar aquí, ni se integran aquí
ni toleran nuestras costumbres. Pero bueno…

Mujer autóctona de 46 años, divorciada y con dos hijos. Trabaja de autónoma reparando
ordenadores. Su padre fue militar y su madre ama de casa. Asocia la inmigración a la entrada
incontrolada de inmigrantes (MEXEES II).

d) Invasión – Retorno

Si en los preámbulos de la crisis económica la imagen de invasión tenía una elevada


presencia (recuérdese la proximidad del trabajo de campo cualitativo de MEXEES I con
la llamada Crisis de los cayucos de agosto-septiembre de 2006), cuatro años después se habla
de retorno, como efecto de la crisis.

274
—Lo asocio con la necesidad de alguien de salir de su país por las razones que sean. Aunque a veces puede
sugerir una ocupación, por la gran cantidad que vienen de tantos lados.

Varón autóctono de 58 años. Sin experiencia emigratoria, ni interior ni exterior. Empezó a


trabajar de albañil a los 14 años para ayudar a su familia. En la actualidad él y su mujer trabajan
de porteros. Relación con inmigrantes inquilinos en la vivienda (MEXEES I).

—La inmigración yo creo que está descendiendo; que es más, que hay muchos inmigrantes que están
volviendo a su país por lo que está pasando ahora en España, ¿no? (…) ahora mismo está
descendiendo bastante.

Varón de 32 años, de nacionalidad argentina y española. Se crió junto a su padre y sus abuelos
en un barrio humilde de Mar del Plata de elevada inseguridad. Viene a España a la edad de 23
años a casa de un conocido de su padre. Vive en Cataluña y Andalucía, combinando varios
trabajos hasta que en Madrid encuentra un empleo estable en hostelería. Advierte que para evitar
la discriminación hace falta «hacerse valer» y «defenderse»; una actitud que a veces no tienen los
inmigrantes latinoamericanos. Vino a España «para conocer a gente». Se relaciona más con
españoles (argentinos conoce muy pocos) (MEXEES II).

—Ahora en la actualidad mucha gente se está volviendo a su país, más que todo por la economía. Ya
sabemos que estamos en crisis. La economía ha hecho que también muchos sudamericanos regresen a
Perú, a Perú o a sus respectivos países. Que yo he escuchado que muchos están regresando porque
ahora mismo la economía es un balance, es como una ola, unas veces para arriba y otras veces para
abajo. Hay países que se van arriba, hay países que se van abajo.

Varón peruano de 22 años. Llegó a España con cinco años, reagrupado por su madre. Ha
estudiado un grado superior en administración y desde hace un año trabaja de ello en una
empresa. Su meta es estudiar una carrera universitaria. Piensa que el trato que los españoles dan a
los inmigrantes es bueno, pero que a la par existen muchos prejuicios hacia los latinoamericanos,
sobre todo relacionados con la delincuencia (MEXEES II).

e) Delincuencia

—Lo asocio a empleo precario, subsistencia y, como consecuencia de eso, podría haber un alto grado de
delincuencia también. Desvinculación personal con delincuencia; sí, con trabajo.

Varón autóctono de 46 años. Estudios superiores. Trabaja en la banca. Vivió en Noruega por
motivos laborales. Tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES I).

—A mí, principalmente, con delincuencia. Porque todas las bandas organizadas son del Este, o
colombianos, o peruanos, o chilenos, o marroquíes. La droga, ¿quién la lleva? Los marroquíes. ¿Las
bandas organizadas?, los del Este. ¿Los chilenos, los peruanos y los colombianos?, la droga.

Varón autóctono de 57 años. Clase media. Delineante prejubilado que tuvo inmigrantes a su
cargo. Casado con dos hijos y sin experiencia emigratoria. Contrario a la inmigración que
suponga fanatismo religioso y competencia por recursos sociales escasos (MEXEES I).

—Si te digo la verdad, lo primero que se me viene a la mente es delincuencia. Pero sé que no todos son
así. Pero es que no lo puedo evitar. A mí me dan miedo algunos porque parecen tan siniestros. Y lo de
los rumanos ya ni te cuento. Pero también asocio a búsqueda de trabajo, a gente en la calle y esas cosas
hija.

Mujer autóctona de 67 años. Clase media-alta. Dedicada toda su vida a las labores del hogar y
al cuidado de sus hijos. Su mayor temor es el aumento de la delincuencia por la inmigración,
reforzado por un robo que sufrió por parte de menores gitanos de nacionalidad rumana. Tiene
experiencia emigratoria interior. Algunos de sus hijos han cursado estudios en países europeos y

275
EE. UU. (MEXEES II).

—La inmigración, pues depende de lo que se hable. Puede asociarse con un aporte cultural, por mayor
crecimiento económico. Y, por otro lado, también se puede relacionar con mayor delincuencia, porque
es gente que no tiene ni trabajo ni poder adquisitivo ni nada.

Varón autóctono de 27 años. Técnico informático con estudios de empresariales. Aún vive con
sus padres. Ve su vida laboral y personal condicionada por la economía del país. Comparte que la
inmigración ha sido masiva, que afecta al aumento de la delincuencia y una mayor competencia
en materia laboral y de acceso a prestaciones públicas. Un tío suyo se fue de joven a Francia a
trabajar (MEXEES II).

Aunque se insiste en que la delincuencia no es lo mayoritario, sino el trabajo, a su vez se


considera «inevitable» el aumento de la delincuencia. De manera especial en momentos
de recesión y crisis económica. La mención a esta adquiere un elevado protagonismo en
MEXEES II, así como su conexión con retorno de inmigrantes a sus países de origen e
incluso la mención al aumento de la emigración española.
f) Crisis – Falta de trabajo – Descenso de salarios

—Depende de qué época estemos hablando. Actualmente me parece mala por la crisis económica que
estamos viviendo y creo que, si no tenemos trabajo para nosotros mismos, se complica aún más.

Mujer autóctona de 52 años. Su padre (militar y muy autoritario) era de un pueblo de Burgos y
su madre de Segovia. Ella nació en Madrid. Tuvo dos hijos y vivió una temporada en Barcelona y
París. Tiene una actitud xenófila hacia la inmigración. Expresa su preferencia hacia los
latinoamericanos por su carácter «amable, trabajador y cariñoso» (MEXEES II).

—Estamos en un período de crisis, lo cual es difícil porque no hay trabajo para todos. Que los
españoles en esos momentos no lo quisieron y que lo cogieron los inmigrantes. Ahora los españoles
que han perdido el trabajo no los pueden recuperar, que a lo mejor acabamos teniendo que ir a sus
países a inmigrar.

Mujer autóctona de 43 años, divorciada con un niño pequeño, de clase baja. Trabaja en una
empresa de limpieza. Antes estuvo en Londres, pero tuvo que regresar a España. Ha compartido
vivienda y trabajo con inmigrantes. Es consciente de la necesidad actual de los españoles de
emigrar (MEXEES II).

En el anverso de la xenofobia se sitúa la xenofilia. Las imágenes de la inmigración


como factor de riqueza, ya sea de crecimiento económico o de desarrollo cultural, obviamente
descollan como expresiones de xenofilia. Ello pese a que se acompañe de precisiones
como «siempre que no sea una inmigración descontrolada», que en el contexto actual
pierde poder diferenciador de las actitudes ante la inmigración.
g) Crecimiento con control

Que la inmigración esté controlada se defiende incluso por quienes la juzgan


necesaria y una fuente de crecimiento. En ello convergen autóctonos y foráneos.
—Para mí, en principio, la inmigración tiene que ser sinónimo de crecimiento. Pero, para ello, ha de estar
controlada. Una inmigración descontrolada puede ser la ruina de un país, en todos los aspectos

Mujer autóctona de 31 años. Abogada, que ha residido en Inglaterra y EE. UU. Trabaja en una

276
multinacional. Vive con una hermana. Relación laboral con extranjeros y de amistad (con una
brasileña). Mujeres inmigrantes cuidan a su tía enferma. Es contraria a la llegada «masiva» e
incontrolada de inmigrantes (MEXEES I).

—Creo que la inmigración es algo necesario. Gente nueva que viene a sociedades nuevas y siempre
pueden aportar cosas buenas. Pienso que se debe regular. Tampoco puedes dejar entrar a cien mil
chinos todos los meses. Pero vamos, que con un cierto control y tal, la inmigración es necesaria e
imparable en un mundo con no sé cuántos miles de millones de habitantes. Todos juntos todo el rato,
en un mismo país, sería muy aburrido, ¿no?

Varón guineano de 22 años, de marcado acento madrileño. Aficionado al deporte (juega en un


equipo semiprofesional). Hijo único y llegó a España con catorce años acompañado de su madre
(ama de casa) y su padre (empleado público). Estudia enfermería (MEXEES II).

h) Mestizaje – Enriquecimiento cultural – Multietnia

La asociación de inmigración a riqueza que más prevalece, indistintamente del


contexto económico, es la riqueza cultural. Esta a veces se entremezcla con la pluralidad
étnica.
—Yo creo que enriquece porque es un nuevo punto de vista acerca de todo. Entonces, todo lo que sea
ampliar tus miras, desde un punto de vista crítico, me parece genial.

Varón español de 20 años. Clase media. Estudiante de Filosofía. Natural de Santander,


aunque sus padres de Burgos y Asturias. Se trasladó a Madrid para cursar estudios universitarios.
Un tío suyo está casado con una mujer peruana (MEXEES I).

—Yo lo asocio con multietnia. Estamos en un cambio que nos va a venir para mejor, ya que nos
enriquece y seremos menos xenófobos y racistas. Que en España todavía no entiendo como hay gente
así.

Mujer autóctona de 28 años. Trabaja de bibliotecaria en un colegio público. Sus padres son
docentes. Su tío abuelo emigró a Canadá para trabajar de delineante, donde conoció a su abuela.
Ella vivió cuatro años en Córdoba, donde estudió la carrera de Historia. Se considera una persona
tolerante que para nada desprecia a los extranjeros (MEXEES I).

—Inmigración me sugiere mezcla de culturas, irte fuera de un país a experimentar otro tipo de vida y
cambiar totalmente con el tipo de vida qué llevabas anteriormente.

Varón autóctono de 22 años. Su padre es vendedor ambulante y vivió en Perú durante desde
los 7 hasta los 18 años. Estudia Bellas Artes y le gusta mucho la fotografía (MEXEES II).

—Yo siempre he pensado que la inmigración es, siempre que sea voluntaria, algo bueno porque el
mestizaje, la interculturalidad, todo eso está muy bien porque aprendemos mucho de otras culturas,
de otras cosas, aprendes vocabulario nuevo (…) Pero yo creo que la inmigración, claro que trae cosas
malas, porque igual que en todos los sitios hay gente mala y también hay gente que viene a robar y
vaguear. Pero mucha gente lo hace porque está en mafias y no le queda otra salida. Pero yo creo que en
general la inmigración es muy buena, porque hay que mezclarse y conocer culturas y comidas nuevas,
idiomas nuevos, gente nueva y diferentes formas de pensar, de ver la vida. Y eso le da mucha riqueza a
la persona.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,

277
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un prejuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

Un último vínculo conceptual de la inmigración es aquel que la asocia a explotación, de


manera especial en el ámbito laboral. Asociación a «trabajos basura», en pésimas
condiciones laborales, que no aceptaría un autóctono, a menos que estuviese
«desesperado». La urgencia de trabajo, de tener dinero para subsistir, les convierte en
«mano de obra barata» para el empresario, que se lucran del excedente de inmigración.
También, en víctimas de «mafias que les engañan», que se aprovechan de su penuria
económica y, como otros dijeran, que «les traen engañados para la miseria que se
encuentran aquí». Una crítica no muy extendida, que asimismo es más pronunciada por
quienes se autoposicionan a favor de la inmigración y en contextos de crecimiento
económico.
i) Mano de obra barata – Trabajos basura – Explotación – Engaño

—La inmigración la asocio con los trabajos basura, con la explotación, con los peces gordos que se
aprovechan de los inmigrantes, con las mafias que les engañan…

Varón autóctono de 19 años. Estudiante universitario que trabaja de manera esporádica. Sus
padres son naturales de un pueblo de Andalucía y de Valencia. Tiene relación laboral con
inmigrantes (MEXEES I).

—Me sugiere mano de obra barata. También, lo desesperados que tienen que estar para venir a trabajar
así.

Mujer autóctona de 66 años, natural de Madrid, aunque ha vivido en varias provincias.


Licenciada en económicas y psicología. Clase media alta. Trabajó en la docencia universitaria y
en varios bancos. Prejubilada. Se considera de izquierdas. Tiene relación vecinal con inmigrantes.
Muestra una actitud positiva hacia la inmigración y crítica hacia los empresarios que se
aprovechan de los inmigrantes (MEXEES I).

Las asociaciones principales al término inmigración se resumen a modo de mapa


categórico en la figura 4.2. En ella las manifestaciones con connotación xenófila se
separan de las expresiones más inequívocas de xenofobia. Aunque existan otras imágenes
de la inmigración, de las que se hablará en los apartados siguientes, la figura reúne las
primeras menciones (al formular la pregunta) en el transcurso de la entrevista abierta.

FIGURA 4.2.—Mapa categórico de asociaciones al término inmigración

278
Del desglose de términos se desprende la imagen de la inmigración que continúa
prevaleciendo, aunque la llegada de inmigrantes irregulares en cayucos y pateras haya
descendido notoriamente con la agudización de la crisis económica. Pese a lo cual
continúa siendo la imagen de la inmigración que más se transmite a través de los medios
de comunicación, como algunos entrevistados reconocen.
—Una suma de todo. Pues eso, las imágenes que ves cada día. Claro, va englobando todo el tema de que
llegan tres o cuatro pateras y a lo mejor hay tres o cuatro que llegan y otro que se pierden por el mar o
que llegan muertos.

279
Varón autóctono de 25 años que vive con sus padres y su hermano menor. Abandonó los
estudios universitarios, pero quiere retomarlos. Actualmente tiene trabajo temporal. Asocia la
inmigración con inseguridad, pero reconoce que se debe a las imágenes que se proyectan en los
medios de comunicación. Apenas se relaciona con extranjeros (MEXEES II).

La figura 4.3 ofrece una visión sinóptica de los mapas conceptuales de los grupos de
discusión desarrollados en ambos proyectos. A lo que primero fluye, cuando se plantea
el tema de la inmigración, se añaden los nodos discursivos que fueron reiterativos en las
diferentes discusiones grupales. A ello se suman las últimas menciones que dan por
concluido el debate de grupo. Para facilitar la comparación de los resultados obtenidos
en un contexto de bonanza (MEXEES I) y de crisis económica (MEXEES II), para los
grupos de autóctonos y de foráneos, aparecen juntos en el mismo plano. Aunque en el
apartado 4.1.2 se ofrece un análisis más detenido de los nodos que caracterizan los
discursos ante la inmigración, el cuadro genérico que se aprecia se distingue, a modo de
síntesis, por:
— La crisis económica propicia el dominio del discurso de la competencia. Este llega a reemplazar al antes
dominante discurso de la invasión. La competencia incluye sus diferentes ámbitos: laboral, de acceso a
prestaciones sociales y equipamientos públicos. Además, no queda restringida a las personas de menor
posición socioeconómica y formativa; sino que se extiende entre los mejor posicionados en las escalas
educativas, de ingresos y empleo.
— El discurso de la riqueza económica que aporta la inmigración, presente en el proyecto MEXEES I
(cuando se presentaba a los inmigrantes regularizados como los salvadores del estado de bienestar),
disminuye y se ve sustituido por el miedo a «no poder mantenerlos». Los inmigrantes pasan de ser la
causa de la salvación de la Seguridad Social a convertirse en el motivo de su saturación.
— Los discursos sobre incivismo y delincuencia, muy presentes en contextos de llegada creciente de población
inmigrante (ayudada por el crecimiento económico), son eclipsados por la mayor demanda de preferencia
(de los autóctonos frente a los foráneos) y la crítica al abuso de las prestaciones sociales gratuitas (como
la atención sanitaria).
— La confluencia del trabajo de campo cualitativo con los debates político-mediáticos en torno a la
identidad nacional en Francia, la crisis del multiculturalismo en Alemania, Reino Unido u Holanda, y la
prohibición del burka en espacios públicos (que comenzara en Bélgica y se extendiera a diferentes
municipios catalanes y andaluces, principalmente) a lo largo de 2010, contribuyó a que en MEXEES II
los dilemas en torno a las diferencias étnicas y culturales tuvieran un mayor protagonismo. Sea el
debate sobre los modelos de integración (multiculturalismo vs asimilacionismo), la prohibición o tolerancia
del velo islámico y el burka, o el temor que genera la imposición cultural. Al igual que muestran los datos de
encuesta (Cea D’Ancona y Valles, 2011), el discurso asimilacionista asciende a la par que se aminora el
reconocimiento del enriquecimiento cultural que aporta la inmigración. Incluso en grupos de población
antes defensores de la riqueza cultural de la inmigración: los jóvenes y las personas de mayor nivel
educativo. Llama la atención cómo se clausura la sesión grupal del grupo integrado por jóvenes
universitarios (GD1) en MEXEES II. Defienden la conveniencia de implantar clases de civismo o de
ciudadanía, de manera similar a como en MEXEES I lo sostuvieran las personas de mayor edad y
menor nivel educativo.

Las sesiones grupales con extranjeros se inician con la pregunta genérica: «¿qué
significa ser inmigrante en España?». Pregunta que les llevó a hablar de su experiencia
personal. En los extranjeros peor posicionados, por su nivel de ingresos y visibilidad
étnica (GD7), fueron continuas las referencias a experiencias propias de discriminación en
sus diferentes formas. La distinción entre inmigrantes y extranjeros fue reiterada, al igual
que entre inmigrantes incívicos y aquellos que aceptan las normas. Sorprende su crítica al

280
abuso en las prestaciones sociales y la defensa de posturas próximas al asimilacionismo.
Además se defienden de la culpa que perciben de los autóctonos hacia ellos, a raíz de la
crisis económica. En general, los extranjeros auguran un futuro de mayor aceptación
mutua y menor discriminación («mañana nuestros hijos ya no van a ser extranjeros»). En
esto no hay diferencias entre grupos de extranjeros y época económica. En MEXEES I
también se pronosticaba un futuro mejor para las segundas y terceras generaciones (ya
españoles).

FIGURA 4.3.—Inmigración en los grupos de discusión

281
282
FIGURA 4.3 (cont.).—Inmigración en los grupos de discusión

Composición grupos: GD1, Jóvenes universitarios o graduados, de 20 a 24 años; GD2, Jóvenes no universitarios, de
19 a 21 años; GD3, Adultos de cualificación media-alta, de 38 a 55 años; GD4, Adultos de cualificación media-
baja, de 44 a 50 años; GD5, Mayores varones de estatus medio-alto; GD6, Mayores mujeres de estatus medio-
bajo; GD7, Inmigrantes con rasgos étnicos identificables; GD8, Inmigrantes menos visibles; GD9, Extranjeros de
estatus medio-alto.

283
4.1.2. La amalgama de discursos e imágenes de la inmigración

De la figura 4.3 pueden extraerse los cambios de los discursos ante la inmigración
habidos en apenas cuatro años marcados por la agudización de la crisis económica.
Como era de prever, la crisis ha repercutido en el endurecimiento de los discursos
relativos a la competencia y la defensa de la preferencia del autóctono frente al foráneo.
Menos esperable era el protagonismo que iban a adquirir los discursos identitarios y de
defensa de la integración de ellos a nosotros, en el sentido de su asimilación a nuestra
cultura y costumbres. Si en 2006-2007 el énfasis estaba en el control de la inmigración
irregular y la consiguiente referencia a nuestro pasado emigratorio (que se visiona
controlado), en 2010-2011 se defiende la integración de los que están y la fuga de cerebros
acapara las menciones a la nueva emigración española. Pero, detengámonos en los
discursos e imágenes principales de la inmigración y en su evolución.

4.1.2.1. Del «ya no son necesarios» al deseo de expulsión

Los discursos en torno a la crisis económica focalizan las discusiones grupales, como
era esperable, aunque su protagonismo es disimilar. Entre los extranjeros surge la queja
de que se les culpa de la crisis y la falta de empleo. Pero más en los inmigrantes peor
posicionados económicamente. Entre ellos se eleva el temor a que aumente la xenofobia
porque cada vez son más los que creen que la ida de los inmigrantes ayudaría a resolver
la crisis o, al menos, aliviaría la tasa de desempleo.
Varón de Senegal: De otros países desarrollados, por el tema que usted dice, que él y ellos vienen para
invertir dinero. Nosotros venimos como mano de obra, como por necesidades. Somos inmigrantes
sociales. Pero hay que verlo desde diferente ámbito. Yo creo que la actitud de España en cuanto a la
inmigración ha cambiado a partir de 2009, cuando se ha iniciado la crisis. También el fenómeno social
de la inmigración que conecta con la crisis ha hecho que los españoles, los inmigrantes que hasta el
2009 habían estado vistos como personas que viven para reforzar la economía española, después que
se ha iniciado la crisis, las pérdidas de empleo, los autóctonos vean a los inmigrantes como
responsables de todo lo malo que ha llegado.
Varón de Tanzania: Culpables, bueno sí.
Varón de Senegal: Sí, bueno culpables. Pero, ¿quién? porque los políticos aún hay más políticos con
xenofobia, de discurso de xenofobia. Unos piensan que hay discursos diferentes. Los socialistas
piensan siempre que hay que motivar a la inmigración, pero la inmigración regular. Pero otros partidos
políticos, como el PP, piensan que en España ahora no se necesitan tantos inmigrantes como antes y
quieren que hasta en las propuestas, los inmigrantes que han cotizado en la Seguridad Social, si han
perdido su empleo, que vuelvan a su país.

GD7: Inmigrantes con rasgos étnicos identificables (MEXEES II).

—Y con la crisis todo el mundo te lo dice: «que es que, mira, que el país va muy mal, que tendrías que
volver. Es que si los extranjeros no vuelven a su país, el país no va a salir de la crisis porque ¡es que no
hay trabajo ni para nosotros! ¡No hay ni para nosotros!». No, ¡mentira! Yo no me lo creo. Yo sí lo
escucho en la tele o en la radio o leo el periódico me asusto. Pero yo personalmente desde hace un año
que está la crisis, no me lo creo porque la gente sigue yendo de vacaciones, de fines de semana, de
puentes. Me voy en un sábado que tengo día libre a hacer una compra en Alcampo y tengo que estar en
una cola enorme porque la gente compra. Te vas de rebajas, que hay rebajas, y la gente compra. Que

284
han bajado las ventas un 10 por 100, que un 10 por 100 es nada, que van a ganar un montón con lo
que se vende de rebajas. ¡Que no me mientan!, que mienten. ¿De dónde sale este dinero si la gente…?;
¿de dónde sale?, si hay crisis, ¿no?

Mujer rumana de 43 años. Trabaja más de cuarenta horas semanales en el servicio doméstico y
también los fines de semana. Llegó a España con 35 años, por necesidad, sin saber lo que le
esperaba y sin saber el idioma. Destaca el maltrato recibido en la primera casa donde trabajó de
interna. Su pareja es argentino y se relaciona más con españoles (MEXEES II).

—Yo creo que van a cerrar las puertas o el grifo, por así decirlo. Van a poner aún más dificultades para
que las personas puedan acceder al país. Y creo que puede, si esto va a peor, en plan a la situación
económica, que surjan grupos que vayan a por los inmigrantes porque hay grupos y personas que
opinan que los inmigrantes son los culpables de la situación que está atravesando el país.

Mujer ecuatoguineana de 25 años. Llegó a España con su madre cuando tenía 13 años. No
terminó los estudios de secundaria. Ha trabajado cuidando a personas mayores y en la hostelería.
Está en el paro y cobrando el subsidio. Piensa que tendrá más dificultades de encontrar trabajo
que los españoles debido a la crisis. En su opinión la sociedad española ofrece beneficios sociales
a los inmigrantes, pero favorece a la población española a la hora de conseguir un trabajo
(MEXEES II).

Los extranjeros perciben que «la relación es más tensa». Lo explican «porque todos
estamos buscando sobrevivir», «la crisis hace subir el racismo», «se va a culpar mucho a
los inmigrantes, y se les va a discriminar más», «los españoles piensan que la inmigración
es la causa de la crisis», «se acabarán las ayudas y el buen trato a los extranjeros». Ellos
quieren desembarazarse de la culpa y reivindican su derecho a permanecer y luchar por la
igualdad de condiciones. Lo mismo no es percibido por los autóctonos. En ellos
aumenta la defensa del discurso de la preferencia e, incluso, el deseo de expulsión de los
inmigrantes (como muestra la figura 4.4).
Entre los autóctonos de clase media-baja la crisis es lo primero que fluye al hablar de
inmigración. La inmigración deja de verse necesaria («no se necesitan extras») porque
ahora hay autóctonos que podrían realizar trabajos antes descartados y desempeñados
por inmigrantes. Uso utilitarista de la inmigración o inmigración a la carta. El aumento
progresivo de las tasas de parados (entre autóctonos y extranjeros10) hace que la
inmigración pase a ser innecesaria e incluso que se abogue por la expulsión o retorno de
inmigrantes a sus países de origen («se tendrán que ir», «no tenemos trabajo ni para
nosotros mismos», «para vivir bien aquí sobran la mitad», «como hay menos trabajo,
molestan, estorban»). A ello se suma la reflexión de que «todavía la sociedad española no
logró absorber» la inmigración y su consiguiente calificación de «problema».
M1: Alguien tendrá que romper el hielo, ¿no? Yo puedo empezar. ¿Qué opino sobre la inmigración? Pues
creo que ahora mismo está operando una situación algo complicada porque si todos los españoles lo
tenemos, por el entorno económico, complicado, yo creo que el inmigrante tiene un plus con la crisis.
Sí es verdad que hace unos años sí se demandaba una fuerza de trabajo extra, porque lo necesitaba la
economía. Pues ahora se ha contraído y la verdad es que no se necesitan extras. Entonces sí que
socialmente puede ser un problema porque todavía la sociedad española no logró absorber, cuando sí
se necesitaba, no se logró absorber adecuadamente. No ha pasado el tiempo suficiente. Yo creo que es
cuestión de tiempo, que otros países lo tienen más superado, más trabajado.

285
GD3: Adultos de cualificación media-alta (MEXEES II).

Que se abogue por una inmigración sujeta a las necesidades del mercado laboral no
es novedad. «Que se facilite la entrada solo a los inmigrantes que tengan un contrato de
trabajo» es el sentir mayoritario de la población española, como muestran las encuestas
recogidas en la figura 4.4. Que fuera tan mayoritario motivó que la pregunta no se
incluyese en las encuestas CIS-OBERAXE a partir de 2008, debido a que había dejado
de discriminar las actitudes ante la inmigración. La novedad está en que cada vez son
más los autóctonos que abiertamente se declaran partidarios de la expulsión de
inmigrantes, a pesar de los tintes xenófobos de la propuesta. Exactamente la mitad de los
2.838 encuestados en 2011 se manifestó de acuerdo con la expulsión de inmigrantes en
paro de larga duración; cinco puntos más que en 2008 [en encuestas anteriores no se
incluyó la pregunta; por ello no aparecen en la figura 4.4]. En ella puede asimismo
observarse la tendencia descendente del reconocimiento de que los inmigrantes cubren
trabajos necesarios (que los españoles no realizan), y el consiguiente ascenso del discurso de
la preferencia en el ámbito laboral: «a la hora de contratar a una persona, se prefiera
contratar a un español antes que a un emigrante» (69 por 100 en 2011; siete puntos más
que en 2007). Dicho aumento se explica por el incremento notorio del paro, que pasa del
11,3 por 100 en 2008 al 21,5 en 2011. Incremento que ha motivado que España vuelva a
exigir a los trabajadores rumanos que tengan un contrato de trabajo para entrar en el país
(Orden PRE/2072/2011, de 22 de julio); al menos hasta diciembre de 201311.

FIGURA 4.4.—Evolución del acuerdo de los efectos de la inmigración en el mercado laboral en encuestas CIS
1991-2005 y CIS-OBERAXE 2007-2011 (porcentaje sobre total de respondientes)12

Los propios extranjeros son conocedores del cambio de escenario a medida que se va
intensificando la crisis económica. Así lo expresan en MEXEES II: «ya no somos

286
necesarios», «la relación es más tensa porque todos estamos buscando sobrevivir», «la
crisis hace subir el racismo» y «los españoles piensan que la inmigración es la causa de la
crisis». Los autóctonos también atribuyen a la crisis el aumento del racismo y la
xenofobia en España, con afirmaciones tan contundentes como: «somos más racistas por
la crisis». «A otro» se le echa la culpa. El trabajo que antes realizaban los inmigrantes
pueden ellos hacerlo ahora. Si no hay trabajo, «nos tendremos que dedicar a robar». La
mención a la delincuencia sobre todo se hace como vía ante la falta de trabajo: «tenemos
que subsistir».
V2: Claro, yo pienso que somos un poco más racistas ahora con el tema de que no hay tanto curro, hay
mucho menos dinero. Antiguamente funcionábamos todos de puta madre y ¡qué bien! Y el que estaba
ahí, el rumano, el otro, pues bueno. Y ahora que no tenemos curro, estamos más apuraos todos.
M4: Y hay que echarle la culpa a otro.
V2: Y ya estás pensando: «lo que hace este, lo podíamos haber hecho todos, lo podía estar haciendo yo».
M3: Es que cada vez hay más carteristas normales de gente.
M2: Claro, si es que nos vamos a dedicar a robar, es que si no hay…
M4: Ya hay mucha gente que lo está haciendo.
M3: Claro, si no hay, nos tenemos que echar a robar.
M4: Y en los supermercados.
V2: Somos racistas por la crisis.

GD4: Adultos cualificación media-baja (MEXEES II).

4.1.2.2. La atribución de culpa a la inmigración del deterioro del mercado laboral y el


ascenso del discurso de la preferencia

La crisis ha acentuado el deterioro de la situación económica de la población


inmigrante, a la par que empeora el trato que reciben por parte de la población autóctona
(Colectivo IOÉ, 2011)13. Denuncian trato discriminatorio («todos los españoles nos
rechazan, no nos quieren aquí») y que con la crisis aumentan las barreras administrativas
(«lo hacen todo más complicado para que nos tengamos que volver a nuestro país») y la
dificultad para encontrar un puesto de trabajo. Pero tratan de desembarazarse de la culpa
y reivindican su derecho a permanecer y a seguir luchando en igualdad de condiciones.
Quienes llegaron hace más de una década critican las políticas permisivas, que
favorecieron la llegada de ingentes trabajadores de diferentes países y sus familiares.
Diferencian entre inmigrantes buenos (trabajadores y contribuyentes) y malos (delincuentes
y personas que se aprovechan de las ayudas sociales).
—Aquí si, por ejemplo, trabajas y terminas, como ahora crisis, y te dicen que no hay trabajo, que
nosotros también necesitamos trabajo; o, si no hay trabajo, «¡vete a tu país!». Y tú llegas aquí, pagas
tarjeta de Seguridad Social y tienes tus derechos como persona, como todos, y como yo trabajando.
Nosotros con construcción, con todas cosas, carreteras. Aquí España era nada y mira ahora cuántas
casas, cuánto tal, crece mucho, ¿quién se trabaja eso? ¿Quién primeros inmigrantes aquí? Son
marroquíes. Los primeros inmigrantes son marroquíes y luego vienen polacos, así un poco y tal.
Primeros inmigrantes marroquíes y luego, en cuanto se fue Aznar, todos se contrata, los de América
Latina y luego viene toda América Latina. Los marroquíes sí vienen. Viene una persona. No trae su
mujer, su abuela, como dominicanos, ecuatorianos, como eso. Y luego llegan los rumanos, cuando
entran en la Unión Europea. Antes con papeles, cuando llegan. Hay rumanos buenos y hay malos. Hay

287
algunas bandas y todo eso. Y ese es el problema, hay buenos y malos en todos laos. Y cuando llegan
rumanos y luego llegan estos negros africanos y luego ya crisis. No hay trabajo. Empieza robo y así…

Varón marroquí de 31 años, de familia acomodada. Sus hermanos tienen estudios


universitarios, pero él decidió terminar el bachillerato y probar suerte en España. Emigró a los
diecinueve años y pasó por Málaga, Madrid, Holanda, Francia, combinando varios empleos y
viviendo situaciones difíciles. Está en paro y se dedica al tráfico de hachís para sobrevivir. Vive
con su novia madrileña. Se siente español (MEXEES II).

Aunque los inmigrantes entiendan que hay muchas familias españolas en paro,
defienden la igualdad de derechos por encima de la nacionalidad. Piden a los españoles
que asuman su responsabilidad, porque ellos fueron llamados cuando se les necesitaba y
ahora sienten que sobran. Denuncian un trato discriminatorio («todos los españoles nos
rechazan, no nos quieren aquí») y que con la crisis aumentan las barreras administrativas
(«lo hacen todo más complicado para que nos tengamos que volver a nuestro país»).
Como cuando un joven de origen rumano y gitano observa que, al entregar su currículo
en las oficinas de unos grandes almacenes, la empleada que atendía en el mostrador
apartó el suyo y lo desechó (sin registrarlo en el sistema informático, como había hecho
con los anteriores).
—Claro, como la mayoría de españoles pierden sus trabajos, pues nada, aquí vamos a culpar a los
inmigrantes. Es verdad que los inmigrantes, los últimos años vinieron mucho porque España
necesitaba mucha mano de obra de construcción y para coger fresas y eso. Y entonces, claro,
empezaron a traer a gente, gente, gente y eso también es un error. ¿De quién? Pues de gobiernos
porque tendrían que haber tenido un límite, haber traído a tanta gente con un contrato. Traer y luego
ya se quedan. Eso es un fallo, pero no los inmigrantes llegamos y quitamos trabajo a los españoles. ¡Tú
no, yo sí! No, eso hay que pensarlo también (…) Piensa que si nos vamos nosotros, va a sobrar más
trabajo para ellos. Es que también yo lo entiendo. Hay familias que están en paro y viene un inmigrante
y dice «pues este no es su país y nosotros, que estamos en nuestro país, no estamos trabajando». Pero
es que a lo mejor antes el trabajo que hacía un inmigrante no querías hacerlo en aquel tiempo. Y ahora
que sí que necesitan, ahora sí. Lo dijeron en la televisión, que los españoles no querían trabajar en cosas
de agricultura y ahora sí que quieren trabajar. ¡Ahora sí, ahora sí que estás quitando el trabajo que está
haciendo otro inmigrante! Porque ahora no vienen tantos inmigrantes como antes. Ahora se ha
reducido mucho el número de inmigrantes que vienen. De mi familia o la gente de Marruecos poca
gente quiere venir ahora a España. No hay trabajo, ¿para qué?

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los dieciséis años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a
personas mayores. Casada con un primo suyo. Se siente bereber y musulmana, pero a la vez se
presenta como una mujer moderna y abierta. Se siente integrada. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

—Cuando tú estás en un período de crisis y donde no hay trabajo, la primera razón, que a lo mejor, los que
viven en el país les van a echar la culpa a los inmigrantes. Entonces decir que los inmigrantes vienen
a robar el trabajo y tal. Entonces yo creo que eso en este tiempo se ha acrecentado mucho. Yo como
te digo, por mi lado, de trabajar como independiente, no lo noto mucho porque yo al final genero los
contactos. Pero claro es diferente en una relación contractual. Cuando ya vas a una empresa a pedir
trabajo, que bueno fue lo que me pasó con esta empresa, que yo ahí me sentí un poco discriminado.
Fue el tema de trabajar y no haber sido remunerado finalmente, que eso fue lo peor.

Varón chileno de 28 años, sin rasgos étnicos indicativos. Posee estudios superiores y pertenece
a una familia humilde que le inculcó la necesidad de formarse y progresar. Llegó a España hace

288
cuatro meses sin trabajo y sin papeles. Cuenta con el apoyo de su novia, que tiene trabajo estable, y
de la ayuda de organizaciones chilenas. Ha dormido en la calle (MEXEES II).

—Ahora la situación es muy difícil. Aquí estáis en crisis y hay muchos inmigrantes y se va a repatriar a los
inmigrantes que no tienen papeles (…) Creo que en los próximos años esta situación va a ser más
difícil porque los españoles piensan que los inmigrantes son la causa de la crisis. Entonces si esta crisis
sigue, esto va a empeorar con los inmigrantes.

Varón nigeriano de 24 años, con algo de dificultad al hablar castellano. Lleva dos años
viviendo en España y trabaja vendiendo el periódico La Farola en la puerta de un supermercado. A
veces da clases de tenis, cuando le llaman (MEXEES II).

—Varón de Tanzania: … Como somos humanos y somos de un color diferente, cada uno tiene su feeling,
diga lo que diga. Puede haber razón para protestar, pero la crisis que está aquí en España, no somos
culpables nosotros, porque hace diez o quince años yo estuve en España. España mandaba ofertas a
Sudamérica, para la gente que viene a trabajar, y ahora la gente está aquí, no la necesitan (…)

GD7: Inmigrantes de posición media-baja (MEXEES II).

La crisis y consiguiente escasez de empleo acentúa la competencia entre autóctonos y


foráneos. La figura 4.4 muestra que la opinión de que los inmigrantes «quitan puestos de
trabajo» a los autóctonos se extiende entre los españoles: dos de cada tres encuestados la
comparte. Proporción que aún dista de la opinión también ascendente, pero más
generalizada, de que los inmigrantes contribuyen al descenso de los salarios (ocho de
cada diez encuestados en 2011 lo comparte). Por lo que no sorprende el ascenso del
discurso de la preferencia que, de acuerdo con las encuestas CIS-OBERAXE, es más
acentuado entre quienes perciben en exceso la presencia de inmigrantes, tienen un
menor nivel de estudios, de ingresos, mayor edad y menor confianza en las personas,
ideológicamente posicionados a la derecha y carentes de experiencia de experiencia
emigratoria (Cea D’Ancona y Valles, 2013). La indagación cualitativa correspondiente al
proyecto MEXEES II asimismo muestra que la atribución de «culpa» a la inmigración se
extiende entre los autóctonos. Se justifica por la escasez de empleo y la elevada
competencia para poder trabajar: «mucha gente que va a currar o están en paro, ven en
ellos mucha competencia» (como reconoce un joven estudiante de derecho).
—No los queremos en España, por la sencilla razón de que tenemos una crisis muy grande y, claro, todo
el mundo les echamos la culpa a los inmigrantes. Que para mí no tienen culpa. La culpa la tiene el
gobierno porque, si no les hubieran dejado entrar, igual tendríamos más trabajo.

Varón autóctono de 40 años, con problemas de drogadicción y baja formación académica.


Estuvo en Francia en un centro de desintoxicación. Una minusvalía le impide trabajar (MEXEES
II).

—Sabes, se agarran a un clavo ardiendo. Entonces, por eso decimos que nos quitan mucho trabajo
porque cogen muchas cosas. Por eso yo creo que, claro. Yo, por ejemplo, paso una entrevista y te
dicen: «No, solo fines de semana y se paga tanto». Un español sabemos lo que podemos trabajar y
cuánto te pueden pagar, y dices tú: «es que no me conviene trabajar en eso». Encima te van a quitar
paro, vas a trabajar mucho y encima te pagan poco. Entonces tú: «yo no lo cojo». Pero, claro, ya saben
que un inmigrante, «bueno, a ver si llama uno de estos y lo coge». Entonces yo creo que un poco el
trabajo está más así porque: «bueno, si no lo quieres tú, no te preocupes que un inmigrante vendrá».
Entonces, ¿no sé si me explico?

289
Varón autóctono de 21 años, gitano de buen aspecto. Vive con sus abuelos, que se han
dedicado a la venta ambulante. Se está preparando para trabajar en la Fundación Secretariado
Gitano, de azafato de congresos. Su experiencia laboral más positiva ha sido de vendedor en un
centro comercial. Piensa que el pueblo gitano español ha progresado mucho en los últimos años y
que la inmigración gitana procedente de Bulgaria y Rumanía contribuye a alimentar la imagen
negativa que siempre se ha proyectado sobre él: «dicen: ¡mira, todavía están ahí los gitanos,
todavía viven en chabolas o sin estudios!» (MEXEES II).

Aunque el discurso de la competencia14 ya estaba presente en MEXEES I, antes que la


actual crisis económica comenzara, la novedad es la fuerza que adquiere en colectivos
antes menos reacios a la inmigración. Caso de la población joven, muy afectada por la
crisis (con una tasa de paro del 55 por 100 en 2012, en los menores de 25 años), junto
con la población de 55 y más años. Por lo que no sorprende que, entre aquellos de
menor formación y más expuestos a competir en el acceso al empleo, la discusión grupal
comenzara con «nos quitan el trabajo»:
M1: A mí no me gusta ya, antes sí. Porque mis padres me hablaban de ello y sí me gustaba y me decían «no,
es que no, no sé a dónde va este país». Pero es que ahora no me hace gracia y encima yo soy estudiante,
buen estudiante. Pero vamos, yo que he estudiado y me quitan a mí el trabajo. No me gusta. Me
parece muy bien, pero yo pienso como Italia, que hay que cerrarles el grifo; que ya hay muchos y no me
parece bien que les paguen por eso. Ni de broma.
V3: A mí me parece curioso el hecho de que fuera noticia durante tanto tiempo la inmigración de, cuando
dijeron que iban a liberalizar un poquillo dar el permiso a tanta gente de golpe y hoy en día apenas se
habla de eso porque se habla de otras cosas. Es como que los políticos sacan el tema que más les
interesa en momentos determinados y ahora la inmigración es como que lo han dejado de lado y a
nadie le importa. Eso sí, lo que dice ella, yo también lo he vivido en mis carnes. Yo he ido a buscar
trabajo y, suena racista a veces, pero dices vas a un Burger King o un McDonald y solo ves
extranjeros, y dices qué está pasando aquí. Entonces, yo creo a veces, pensamos siempre en
conspiraciones de las grandes empresas les cogen a estos porque les pagan menos, les sobreexplotan.
¿Qué veo yo allí? Muchos son mayores que yo, a lo mejor tienen familias e hijos y van a hacer lo que
sea por conservar ese trabajo o hacer sesenta horas a la semana para ganar ochocientos euros porque lo
necesitan para vivir. Entonces, a veces te sientes que sí, que te están quitando el puesto de trabajo
(…)
M1: Y antes está un español que un extranjero. Lo siento mucho y no soy racista.

GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES II).

M2: Mira, hay muchos españoles que van a los sitios a pedir trabajo y, como el español pida tres, el otro
pide dos, y cogen al otro.
M6: Claro, lo mismo de antes.
M2: ¡Y hay muchos españoles que no pueden trabajar!
M5: Están quitando puestos de trabajo a gente española también.
M6: No, no están quitando puestos.
M5: Pues sí, porque va el polaco y dice que, por un euro, trabaja tres horas y va el español y pide dos y
medio y se lo dan al polaco.

GD6: Mujeres de posición media-baja (MEXEES II).

Asimismo era de prever el ascenso del discurso de la preferencia, el discurso nacional-


familista del «primero los de casa», ya advertido en el trabajo pionero del Colectivo IOÉ
(1995). Sus partidarios no solo se hallan entre las personas de menos recursos

290
económicos y más expuestas a competir con la población inmigrante. La crisis propicia
su extensión a las capas medias. Si bien, hay diferencias de matiz cuando se alude a la
competencia entre quienes la viven en primera persona y aquellos que hablan a partir de lo
que ven o escuchan, y no desde su experiencia personal; al igual que cuando se constriñe
al ámbito laboral o se hace extensivo al acceso de los derechos y prestaciones sociales.

4.1.2.3. Discurso del resentimiento: «las ayudas van para ellos», «vienen a quitarnos lo
nuestro»

Añejo es el resentimiento y crítica hacia los tratamientos a favor del inmigrante; la


llamada discriminación o acción positiva dirigida a la integración de los inmigrantes y las
minorías étnicas en general. Está en la base del llamado racismo simbólico (Kinders y Sears,
1981; Sears 1988, 1998, 2005). Estudios empíricos (Jackson, Brown y Kirby, 1998;
Krysan, 1998, 2000; Henry y Sears, 2002; Tarman y Sears, 2005) muestran que el rechazo
a la inmigración y las minorías étnicas se exterioriza en la crítica a los tratamientos a su
favor, que alza la defensa de la preferencia de los autóctonos frente a los foráneos. Los
contextos de competencia acentúan el discurso del resentimiento, alentado por la escasez de
recursos y consiguiente aumento de beneficiarios potenciales; que no siempre confluye
con contextos económicos de recesión o crisis. En MEXEES I, cuyo trabajo de campo
cualitativo se desarrolló en época de bonanza económica (otoño de 2006 - primavera de
2007), y de creciente presencia de población inmigrante, el rechazo expreso a la
inmigración se exteriorizó en dichos términos: «primero los de casa», «no hay que darles
la misma preferencia», «que se busquen la vida, que yo no voy a levantarme de mi silla
para que ellos se sienten». Incluso llegó a expresarse como justificación del racismo: «nos
están haciendo racistas» (que pronuncian personas que viven situaciones de competencia
en el acceso a puestos de trabajo y prestaciones sociales).
Dos años después, ya en un contexto de crisis económica, el discurso de la preferencia
igualmente fluyó con fuerza en el proyecto Living Together (Cea D’Ancona y Valles,
2010b): «tú tienes que tener más derechos porque has nacido aquí y llevas toda tu vida
cotizando a la Seguridad Social» o «los españoles somos ciudadanos de segunda clase, los
inmigrantes de primera». Al igual que las referencias sobre los efectos de la crisis:
«cuando las vacas vienen flacas, es cuando agravamos los problemas». Este discurso
también adquirió fuerza en los grupos de discusión celebrados en otros países europeos
que participaron en el estudio:
— «Los inmigrantes claramente reciben más de lo que aportan» (Finlandia).
— «Las mujeres gitanas son las primeras en recibir dinero. Hoy día, puedes ver a gitanos con casas, de las
que carecen muchos otros» (Portugal).
— «Los inmigrantes cuestan más que otra gente porque hay que enseñarles holandés y están más a
menudo en el paro» (Holanda).
— «Cualquier inmigrante recibe más ayudas al llegar» (España).

La referencia al uso y abuso de ayudas o derechos sociales por parte de los extranjeros

291
fue habitual. A ello se suma la queja por el desplazamiento que supone para autóctonos
igualmente necesitados; y la crítica a que aún no han tenido tiempo para poder contribuir
a financiar esos beneficios públicos de los que se benefician15.
En MEXEES II se constata que la crisis económica acentúa los temores a la pérdida
de derechos y de recursos, creando las condiciones idóneas para que algunos se sientan
legitimados para expresar abiertamente un discurso que se sabe xenófobo, dejando de
lado la corrección política: «primero se ayuda a los casa y luego a los de fuera», porque
«España ya no es el paraíso que era» o «no hay trabajo ni para los que estamos aquí»;
«por ser extranjeros están por encima de ti», «son todos de fuera», «los españoles deben
de ir primero».
—Creo que deberían tener los mismos derechos siempre y cuando nosotros estuviéramos.., cada español
estuviera bien, ¿sabes? Si hay un español que se ha quedado sin trabajo porque le han echado de la
empresa, lo que sea, y de repente viene un mexicano y le cogen en ese trabajo, no me parecería bien,
¿sabes? Porque yo qué sé. Ese hombre ha estado trabajando muchos años antes en la empresa y ha
estado ahí dando todo por la empresa, y viene un hombre y se lo quita. No me parecería bien. Pero
tampoco me parecería bien si se lo quitara un español. Pero bueno, me parecería peor si se lo
quitara un mexicano. Soy racista ¿no? Ahora me siento fatal porque he dicho que me parecería mal
que se lo quitara un mexicano a que se lo quitara un español. Ahora me siento fatal.

Mujer autóctona de 23 años. Estudiante universitaria originaria de Ciudad Real. Tiene un


discurso ambivalente ante la inmigración (comprensivo, pero comparte el discurso de la
preferencia) (MEXEES II).

Ciertamente, la imagen de una inmigración beneficiaria de ayudas públicas ha solido


abarcar los ámbitos de la sanidad y la educación. A los que se suman otros como el
acceso a viviendas de protección oficial y subvenciones (como las ayudas para la creación
de un negocio)16. Lo cual suele venir acompañado de argumentos discursivos que
reivindican un trato preferente para los nativos; en ocasiones incluso se toma para
racionalizar y auto-exculparse de lo que se considera una deriva de racismo producido
por el uso abusivo de las prestaciones sociales.
—Volvemos a lo mismo. Estoy embarazada, necesito ayudas porque yo no gano bien, tengo que pagar la
hipoteca, y vas a pedir una ayuda y te dicen que si no eres extranjera o no has recibido ayuda de los
Servicios Sociales, no te la dan. Eso es lo que me enfada. Es que, mira, yo primero ayudo a los de
casa y luego… Que, vamos, que no quiere decir que yo no vaya a ayudar a un inmigrante. Soy la
primera. Pero yo, si mi madre necesita ayuda, se la doy antes a ella que al vecino. ¿Me entiendes? (…)
Creo que no somos racistas de momento. Pero si las cosas siguen así, podemos llegar a serlo.

Mujer autóctona de 38 años. Natural del País Vasco. Desde hace dos años reside en Madrid,
antes estuvo en Andalucía. Toda su familia reside fuera de Madrid. Dependienta. Tiene relación
de amistad con extranjeros. Percibe a los inmigrantes como competidores en el acceso a
prestaciones sociales (MEXEES I).

—Yo creo que les damos muchas facilidades, cuando quieren ir a buscar piso o a hacer papeleos, para
meter a los niños en el colegio. Que les guardan un número de plazas para inmigrantes y nos lo ponen
más difícil a los españoles. También tienen muchas ayudas de comedor, a todos, porque siempre van
llorando diciendo que no pueden y tienen muchas ayudas y subvenciones que yo quisiera que los
españoles las tuviesen igual.

292
Varón autóctono de 67 años, natural de un pueblo de León. Camarero. Su padre emigró a
Argentina cuando él tenía once años. Su prima se quedó allí. Él tuvo que venir a Madrid en 1955
para ayudar económicamente a su familia. Su padre falleció dos años antes, cuando ya estaba en
España. Se manifiesta contrario a la inmigración actual. Tiene relación de vecindad con
inmigrantes (MEXEES I).

—Pues yo creo que sí que tienen que tener los mismos derechos, ni más ni menos. Porque también es
verdad, que en muchos aspectos, a veces, ya no solo con inmigrantes, por ejemplo etnia gitana, se les
da muchas ayudas, que a lo mejor les están dando un piso y yo a lo mejor tengo que estar intentando
conseguir un piso treinta años. A mí eso no me parece bien, porque eso son más ayudas y
favoritismo. Yo lo que creo es que todos tenemos que tener las mismas condiciones de igualdad,
hombre, mujer y de donde seas. Eso sí que creo que es así.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso ambivalente ante la inmigración. Un tío suyo vivió en
Alemania y le fue muy bien (MEXEES II).

M4: Yo creo que lo que más le preocupa a la sociedad en estos días es el paro y lo que más le preocupa a
esa parte de la sociedad es que le quite el puesto de trabajo. Que toda esa gente que viene de fuera le
quite el puesto de trabajo. Por eso hay ese odio o esa aversión pues a que vengan y a que te quiten…;
o comentarios como que las sudamericanas están todo el día chupando de la seguridad social y que
no… ¡Eso lo he escuchado yo! Y es como…
V1: Es que igual habría que informarles, pues que cotizan, que trabajan y que dan dinero a las arcas.
M4: Lo he escuchado por las enfermeras… (…) Yo no es que piense así, pero también poner ese lado que
hay mucha gente que piensa que vienen a quitarnos lo nuestro, que les vienen a quitar el puesto de
trabajo a nuestros hijos y que se vayan a sus países y que los tenemos que echar.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

V2: Yo sé que por ser extranjero te dan más puntos; que eso yo lo veo injusto
M1: …que por ser extranjeros están por encima de ti y hay personas, parejas que están haciendo una
familia y necesitan meter a ese niño en una guardería y te dicen que no hay plaza y miras la lista y son
todos de fuera.
M4: Pero eso la culpa no la tiene el extranjero, la tendrá quien hace esas leyes.
M2: No, por eso, el gobierno.
M3: Eso son intereses creados por otro lado, eso está claro.
M2: No miran los expedientes, no miran nada.
M1: Yo no les echo la culpa a ellos porque yo en principio no soy racista…
(…)
M2: Pues a mí sí me dan las mismas ayudas que les dan a ellos, a lo mejor también me voy, porque yo
conozco gente que están en Santo Domingo sus hijitos,
V2: Pero tú te vas…
M2: Sus hijitos y aquí los tienen como si estuviesen en el colegio y les dan todas las ayuditas y todo.
Entonces este gobierno de qué va, a quién dan. O sea, yo necesito una ayuda y a mí no me la dan por
ser española, porque realmente la necesito, y se la estás dando a una dominicana que dice que tiene aquí
sus hijos cuando están en Santo Domingo. No perdona, infórmate, infórmate, y si se la tienes que dar,
se la das, pero si se la das por sus hijos, no se la des porque aquí no están (…) ¡Por eso yo no soy
racista, pero te hacen ser racista!

GD4: Adultos de cualificación media-baja (MEXEES II)

M3: Ellos tienen guarderías, tienen plazas de colegio, plazas de comedor gratis, libros gratis… Todo gratis,
hija.

293
M2: Plazas de comedor, en el colegio lo tienen todo gratis.
M3: Y oye, acobardan a los demás porque un matrimonio que está trabajando, que tenga dos niños, como
no es familia numerosa, no le dan la ayuda de comedor ni de libros ni de nada. No hay derecho a eso
(…)
M4: Tienen más derechos, claro.
M3: Más derechos que los demás. ¿Usted cree que eso es justo?
(…)
M7: Primero se ayuda a los de casa y luego a los de fuera.
M6: ¿Queréis igualdad o qué queréis?
M7: No, no queremos igualdad. Primero se ayuda a los de casa.
M6: Si queréis igualdad, la igualdad y la democracia es eso: ¡repartir para todos!

GD6: Mujeres de posición media-baja (MEXEES II) 17.

Aunque se diga entender la razón de que los inmigrantes «acaparan todo» (por su
menor nivel de renta y la aplicación de baremos que los favorecen), lo que no se
comprende es que recién llegados acaparen recursos públicos a cuya financiación aún no
han podido contribuir y, por el contrario, quienes «llevan trabajando toda la vida» queden
desplazados en las listas de beneficiarios de ayudas públicas. Esta es la razón principal
que se esgrime para justificar que se sea «racista». La crisis económica está propiciando
su extensión a colectivos antes no expuestos a situaciones de competencia: personas
mejor posicionadas en las escalas educativas, de ocupación e ingresos. Entre ellos los
jóvenes universitarios que desean incorporarse al mercado laboral y ayudas públicas (que
les permitan independizarse). Además late el temor al efecto no deseado en el
reforzamiento de los partidos de ideología xenófoba, por la aprobación social que
perciben de políticas de acción positiva hacia el autóctono.
—En realidad creo que seguramente no había ni la mitad de los problemas que hay hoy con los
inmigrantes. Con la crisis, o concretamente con el aumento de paro, están peor vistos. Hoy por
ejemplo, cuando estaba desayunando, he oído en el telediario de CNN+ como la extrema derecha se
estaba empezando a hacer más fuerte en Europa. Lo cual me da un poco de miedo.

Mujer autóctona de 27 años. Profesora de educación física. Un tío suyo vive en Inglaterra.
Apenas tiene relación con inmigrantes, salvo su asistenta (que es mexicana) (MEXEES II).

La población extranjera no se percibe asimismo tan beneficiaria de ayudas públicas.


Aunque la reconozcan en ámbitos como la educación o la vivienda18, no lo ven así en el
acceso al mercado laboral, donde se perciben discriminados a favor del español.
Exponen experiencias discriminatorias que han padecido e insisten en que no han venido
«a quitarle nada a nadie».
—Primero son los españoles y luego la gente de fuera. Está claro, en determinados aspectos sí, en otros
no. Tú, por ejemplo, si eres una madre soltera inmigrante, te dan mucha más preferencia en cuanto a
guarderías sin pago de esas que a una española con un hijo y trabajando. Yo creo que el Estado
favorece al inmigrante, pero en determinadas aspectos. También piensa en la gente de su tierra, y yo lo
respeto y creo que en parte está bien.

Mujer ecuatoguineana de 25 años. Llegó a España con su madre cuando tenía 13 años. No
terminó los estudios de secundaria. Ha trabajado cuidando a personas mayores y en la hostelería.
Está en el paro y cobrando el subsidio. Piensa que tendrá más dificultades de encontrar trabajo

294
que los españoles debido a la crisis. En su opinión la sociedad española ofrece beneficios sociales
a los inmigrantes, pero favorece a la población española a la hora de conseguir un trabajo
(MEXEES II).

—Después ese trato igualitarismo, que es una utopía, que no me digas que soy igual contigo, cuando tú me
pones un cartel a la entrada: «aquí entran solo españoles», «aquí solo se inscriben españoles o en este
concurso participan…» Pero, ¿por qué no aprovechas el montón de recursos gratuitos que te entran y
la multitud de experiencias positivas y de inteligencias gratuitas que te entran en el país?

Mujer rumana de 54 años, con estudios superiores. Emigró primero a Israel, donde cuidó a
una mujer postrada en una silla de ruedas, y después a España de manera ilegal. Fueron los dos
años peores de su vida. Ahora se considera privilegiada porque ha podido encontrar un trabajo
cualificado en una organización sin ánimo de lucro (MEXEES II).

En la encuesta CIS-OBERAXE de 2011, el 66 por 100 de los 2.838 españoles


sondeados se mostró de acuerdo en que los españoles tuviesen preferencia a la hora de
acceder a un puesto de trabajo. El porcentaje bajó al 55, a la hora de acceder a un centro
educativo, y al 45 a la atención sanitaria gratuita. En la encuesta de 2007 los porcentajes
respectivos eran: 56, 54 y 41 por 100. En todo caso porcentajes llamativos, dada la
elevada vulnerabilidad de estas preguntas al sesgo de la deseabilidad social. Porcentajes que
incluso se acrecientan conforme se desciende en las escalas educativas, de cualificación
profesional e ingresos. También en personas posicionadas más a la derecha en la escala
de ideología política y de mayor práctica religiosa. Lo que a su vez converge con una
edad mayor del encuestado. Sin embargo, en los últimos años se quiebra la tendencia, al
aumentar el acuerdo en los más jóvenes (Cea D'Ancona y Valles, 2013). Su evolución era
previsible dado el contexto económico de acentuación de la crisis y consiguiente
reducción gradual de prestaciones sociales y ayudas públicas.

4.1.2.4. La defensa del modelo asimilacionista: «tienen que integrarse y admitir nuestras
costumbres»

Si esperable era el ascenso del discurso de la preferencia, menos lo era que se


acrecentara la defensa del modelo asimilacionista. Tanto que se convierte en el nodo
discursivo más reiterativo al hablar de inmigración en MEXEES II (figura 4.3). Aunque
se reconozca la «riqueza» que proporciona la coexistencia de diferentes de culturas
(«enriquece porque es un nuevo punto de vista acerca de todo», «un poco de su cultura
traída hasta aquí»), a la vez puede insistirse en que «se deben de adaptar al país donde
están», «conserva tu identidad, pero si respetas la de los demás» (proyecto Living Together)
o, de una forma más extrema: «si yo voy a una mezquita, yo me quito los zapatos, pues
ellos aquí que vengan y se quiten el velo»; «ellos se deberían adaptar a nosotros», «tienen
que admitir nuestras costumbres», «yo cuando voy a una casa extraña, respeto lo que hay
y me adapto a lo que hay», «te tienes que defender», en referencia a que otros vengan a
imponernos su cultura y costumbres (MEXEES II).
—Pero de cualquier manera en estos momentos está llegando un rechazo al inmigrante. No es
exactamente al inmigrante, a la persona en sí, porque España yo creo que son buenas personas en eso.

295
Pero es que llega un momento en que te tienes que defender, ¡te tienes que defender! A ver, pues que
puedan ser más de lo que somos que los de aquí. A mí que intenten imponerme… Una cosa es que
sutilmente se van imponiendo costumbres. Eso es bueno, eso es positivo. ¡Eso es magnífico! Pero que
te intenten imponerte sus propias costumbres, sus propios hábitos. ¡No!, ¡De ninguna manera!

Varón argentino de 63 años. Médico casado con una española. Emigró de Argentina en 1979.
Se sitúa a la derecha en la escala política. Considera que fue un inmigrante necesario porque tuvo
la suerte de llegar durante la transición española, cuando se requerían profesionales cualificados
(MEXEES II).

Late el temor a la pérdida de la identidad nacional que, como se viera en el capítulo 2,


también actúa en la consideración de la inmigración como amenaza y el consiguiente
ascenso de la xenofobia. Como señalan Portes y Rumbaut (2010), los períodos de alta
inmigración siempre están marcados por una fuerte resistencia de los autóctonos que
consideran que las oleadas de recién llegados son una amenaza para la integridad de la
cultura nacional. Brücker et al. (2002) conectan las actitudes raciales con la defensa de la
homogeneidad cultural; Cachón (2005) con el nacionalismo19. Para Favell (2001), los
debates políticos en torno a la inmigración giran, cada vez más, sobre la pérdida de
identidad nacional, los dilemas del pluralismo cultural o los problemas de la sociedad
multicultural.
El discurso asimilacionista adquiere inclusive fuerza en la población inmigrante que
quiere integrarse20. De manera especial entre latinoamericanos y europeos del Este: «tú
estás en un país que no es tuyo y tienes que acostumbrarte a las costumbres de aquí». En
su opinión las claves de la integración y de la aceptación por parte de la población
autóctona son: aprender el idioma, trabajar, ser bastante educado y adaptarse a «las
costumbres de los españoles».
—Cada inmigrante, cuando llega a España, quiere montar su ambiente, de su país. Entonces yo creo que
esto es lo que más molesta al país que recibe, porque tú vienes con unas costumbres de tu país. Aquí
obviamente te tienes que acostumbrar a las costumbres de los españoles. Y eso sí que a lo mejor,
digamos en el tema de los parques, parques infantiles, parques públicos… Pues, hombre, yo creo que
no hace falta ser español para darte cuenta, si eres una persona bien de cabeza, darte cuenta que vas a
un parque y no puedes dejar al niño que juegue porque se encuentra basura, botellones, vasos… Eso a
mí no me gusta. Yo creo que este punto de vista a los españoles sí que no le gusta tanto el que los
inmigrantes vengan aquí a hacer, entre otras cosas, lo que se me ha ocurrido a mí, del tema de la
higiene, y demás.

Varón rumano de 34 años. En su país estudió mecánica de automoción y se casó. Después


comenzaron juntos su experiencia migratoria pasando por varios países de Europa para terminar
en España. Aquí llevan viviendo diez años. Los primeros meses lo pasó mal por el idioma.
Comenzó trabajando de mozo en un almacén. Ahora trabaja en una empresa de automoción
(MEXEES II).

—Claro, tienes que hacer esfuerzos, eso yo creo, que tienes que hacer esfuerzos por integrarte ¿no? Que
si no hablo bien, pues nada, pues estoy aquí, pues tengo que aprenderlo. Pero, hay gente que eso, que
es muy cerrada. Entonces no lo hace porque como ya vive, que está con todos que son de allí, y se
juntan mucho porque es de tu zona ¿no? Entonces es cerrada porque están solamente en ese círculo y
ya no consiguen eso ¿no?, el salir, el integrarse un poco más ¿no? Adaptarse un poco más a las
formas, yo creo que eso.

296
Mujer peruana de 26 años. Llegó a España hace dos años y medio. Sus hermanos ya vivían
aquí (uno vino a cursar doctorado). Trabaja en una empresa peruana. Al venir a España su
posición social pasó de media-alta a baja (MEXEES II).

En MEXEES I el principal nodo discursivo entre la población extranjera fue la


insistencia en la necesidad de adaptarse-integrarse (figura 4.3). Incluso se atribuye a los
propios inmigrantes parte de la culpa del rechazo que puedan suscitar en la población
autóctona.
Varón ruso: No solo España es el culpable de maltrato y racismo. En una parte los culpables son los
extranjeros, somos nosotros. Porque la gente de Sudamérica y de Marruecos, de Arabia Saudí, de todo
ese área, digo de Marruecos y los países árabes, llegan a España y no son… No es que no sean capaces.
Es que no quieren integrarse en la sociedad. Y eso es lo que crea racismo entre la gente española
porque la gente española… Es como hace poco decían: «las niñas árabes tienen que ir al colegio con
pañuelos». Yo soy partidario de que eso no debe ocurrir porque tú tienes que respetar las normas que
hay aquí. Entonces, si al colegio no se va con pañuelo, al colegio no se va con pañuelo. Sin embargo el
Estado dice: «bueno, vamos a intentar cambiar, vamos a intentar en los colegios permitir…» No, no,
no. Aquí nosotros tenemos unas ciertas costumbres, cierta formación y ciertas normas, entonces no
nos vamos a cambiar por la gente que viene. Entonces tú vienes, te tienes que cambiar.

GD8: Inmigrantes menos visibles (MEXEES I).

Se critica la conducta incívica de nacionalidades concretas de inmigrantes, que no


saben comportarse: «La gente de Sudamérica. Yo he visto muchos parques. Toman
litronas, las tiran al suelo, forman ruidos. Yo me he enfrentado varias veces a ellos. Y,
¡ah!, los Latin Kings. Las bandas esas latinas, que son ellos los que forman…» Pero
también el no acoplamiento cultural de los inmigrantes marroquíes, árabes, que esperan
que los demás sean quienes se adapten a sus tradiciones y no a la inversa: «tú vienes, te
tienes que cambiar». A ello sigue la reafirmación: «hay que integrarse a la vida del país
donde estás». En esta ocasión en la voz de un inmigrante de origen búlgaro. Lo que es
acorde con el refranero español: donde fueres, haz lo que vieres. O, como afirmase una mujer
colombiana integrante del GD7: «ser emigrante es como estar de visita en una casa. Que
tú estás invitado en una casa y tienes que respetar las normas de esa casa». Fue en ese
grupo, compuesto por inmigrantes ecuatorianos, dominicanos, colombianos, magrebíes y
senegaleses, donde se exteriorizó la crítica más dura hacia el comportamiento de sus
compatriotas. Se explica por el temor a que el mal hacer de unos pueda repercutir
negativamente en la imagen social de las personas que comparten nacionalidad o etnia.
Lo que les hace ser más críticos e incluso desear la expulsión de los inadaptados, aun
tratándose de niños. O como se dijese en el GD8 en MEXEES II: «estamos en un país
que no es nuestro. Yo conozco mucha gente, así personas que he visto así, soy de
Ecuador y ya digo de mi país. Pero a veces sí reniego de la conducta de mis propios
paisanos de la forma que son ellos, porque no es una forma normal que actúan. Pero no
son todos».
Asimismo hay extranjeros que, aun admitiendo la necesidad de integrarse, insisten en
su condición de persona, y que merecen respeto e igualdad:
— «Tenemos que respetarnos mutuamente. Los inmigrantes debemos respetar las leyes españolas y el

297
español tiene que respetar nuestros derechos» (GD7: Inmigrantes de posición media-baja y rasgos
étnicos identificables, MEXEES I)
— «Más tolerancia para los inmigrantes» (GD8: Inmigrantes menos visibles, MEXEES I).
— «Respetarnos los unos a los otros» (GD7 y GD9: Extranjeros de estatus medio-alto, MEXEES II).

Dicha confluencia puede apreciarse mejor en los siguientes fragmentos:


Varón de Ecuador: el que critica a los inmigrantes los critica, pero yo no le puedo discutir al señor una cosa
que él no la sabe de mis costumbres y de sus costumbres. Por eso yo le digo a él: «pero a ver tú, ¿qué
costumbre tengo que adaptarme a ti? Mira, las costumbres que yo me he adaptado aquí, le digo,
respetar los unos a los otros. A partir de las 12 de la noche, ya no puedo hacer bulla en mi casa. Ya
no puedo poner la música a todo volumen. Ahora, eso yo me he adaptado, pero tú no te puedes
adaptar ni yo a ti, a tu costumbre, en la comida le digo, por ejemplo. Le digo, si yo te pongo, como se
dice en mi país, un arroz con huevo y, si no te gusta, tú no te lo vas a comer», le digo (…)
Varón de Perú: Yo pienso que, para primero integrarnos, debemos conocer todas las costumbres de donde
estamos. Eso para mí es básico porque, si yo no me integro a una sociedad, y no respeto las
costumbres de una sociedad, no voy a poder desarrollarme en una sociedad. Si yo sé que no voy a
respetar sus reglas de esta sociedad, voy a tener problemas. Porque igual yo exigiría, si vienen de otro
país y vienen al costado de mi casa, les exigiría también respeten mi cultura.

GD7: Inmigrantes de posición media-baja (MEXEES II).

Mujer cubana: si no cocinaba en mi casa, o sea algo tan sencillo porque yo no podía ir a decirles a los
mexicanos: «¡oigan!, no le eches chile a la comida porque yo no la como». Entonces yo no puedo llegar
a otro país y decirles «¡oiga!, voy a hacer tal cosa porque en mi país se hace así». Entonces yo veo que
sí, que es bueno que haya integración y que haya multiculturalidad. Pero yo creo que también hay que
respetar los espacios de las personas o de las costumbres digamos porque si yo llego con las
costumbres mías a imponerlas, entonces no estoy respetando tampoco las otras, claro. Obviamente
nada es ni blanco ni negro ¿no? (…)
Varón burundés: Antes yo hablaba de la necesidad de llegar a una especie de negociación, de acuerdo de
convivencia. Hay una idea un poco rara que es lo que yo llamo la resistencia a la integración. Dos
cuerpos en movimiento y tienen que tomar contacto el uno con el otro. Por tanto la resistencia no es
de la población española; tampoco es de la población inmigrante, sino que es de los dos. Eso por tanto
tiene que llegarse a una especie de acuerdo, en el sentido de que quien se encuentra en su terreno es el
que en cierta medida debería de facilitar para que la persona, la que llega, pueda sentirse más o menos
integrada dentro de la estructura en la que está buscando acomodo. Con eso no quiero decir que la
sociedad española sea la que tienen que dar siempre el primer paso, aunque posiblemente sea así, sino
que por ambas partes llegar a un acuerdo de convivencia. ¿Cómo? No lo sé.

GD9: Inmigrantes posición media-alta (MEXEES II).

La defensa del asimilacionismo21 avanza frente al multiculturalismo22 como igualmente


muestran los datos de encuesta. En la figura 4.5 puede observarse el ascenso gradual de
la opinión, entre los españoles, que «los inmigrantes deberían mantener solo aquellos
aspectos de su cultura y costumbres que no molesten al resto de los españoles». El
aumento fue mayor en 2010, coincidiendo con un amplio debate político mediático en
torno a la identidad nacional en Francia23; la crisis de multiculturalismo en Alemania, Reino
Unido u Holanda24; y la prohibición del burka en espacios públicos, que se inicia en
Bélgica (en marzo de 2010). En España, Lleida fue la primera ciudad que prohibió el
burka y el niqab en edificios y equipamientos públicos (el 28 de mayo de 2010). Le siguen
otros municipios con una elevada presencia de población musulmana de Cataluña y

298
Andalucía.
Los debates políticos en torno a la prohibición del burka tuvieron un elevado
protagonismo en los medios de comunicación en España durante 2010, pese a que su
uso no es usual en este país, a diferencia de Holanda o Reino Unido. El periódico El País
publicó un total de 71 artículos ese año: el 62 por 100 sobre el velo; el resto sobre el
Ramadán, la ablación y los matrimonios concertados. El periódico catalán La Vanguardia
publicó 33 noticias donde aparecía el velo islámico, 89 sobre el velo integral y 41 el hiyab en
2010; en 2011 las noticias descendieron a 11, 35 y 10, respectivamente. Por lo que no es
de extrañar la gran repercusión que acabaron teniendo estos debates político mediáticos
en las preguntas referidas a la práctica de la religión musulmana en las encuestas CIS-
OBERAXE. La aceptación de que se excluya a «una de una alumna por llevar velo
islámico» y que se «proteste contra la edificación de una mezquita» asciende hasta catorce
puntos porcentuales en 2010 (el mayor ascenso interanual de todos los indicadores
incluidos en la encuesta). Ello contribuyó a que, por vez primera, las dimensiones de
refractarividad a la sociedad multicultural y negación de la conveniencia de la sociedad multicultural
se convirtieran en fundamentales en la configuración de las actitudes hacia la inmigración
en la encuesta de 2010 (Cea D’Ancona y Valles, 2013). En 2011 dejan de serlo porque se
aminoran las opiniones contrarias a la práctica de la religión musulmana, a la par que
disminuyen los debates políticos-mediáticos en torno a los musulmanes. Si bien, no
llegan a recuperarse los porcentajes de aceptación habidos antes de 2010.

FIGURA 4.5.—Evolución del acuerdo con ítems relacionados con la cultura y la religión musulmana en encuestas
CIS-OBERAXE 2007- 2011 (porcentaje total de respondientes)

Los musulmanes tradicionalmente han sido percibidos como los menos «integrables»
en las sociedades occidentales (Schnapper, 1994; Sartori, 2001; Stravac y Listhung, 2008;
Kleiner-Liebau, 2011). Los debates públicos en torno a ellos que más han dominado en
Europa se han centrado en el uso del velo islámico, la edificación de mezquitas, la

299
educación religiosa, el fundamentalismo y el terrorismo islamista (Kleiner-Liebau, 2011;
Garcés, 2011; Álvarez-Miranda, 2009; Moreras, 2008; Planet, 2012). Los conflictos
asociados al islam se convierten en «la punta de lanza de los ataques actuales al
multiculturalismo y a las políticas de integración más inclusivas culturalmente en
Europa» (Cachón, 2011: 459). A partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 la
desconfianza hacia los musulmanes aumenta, al igual que la atribución de falta de
voluntad por integrarse25. Así se constató en el Eurobarómetro 59.2 (Coenders, Lubbers y
Scheepers, 2003), donde España destacó como el país de mayor aumento del índice de
asimilación de 1997 a 2003, situándose próximo a Reino Unido y Alemania.
En la indagación cualitativa de MEXEES II también adquirió un elevado
protagonismo la referencia al burka y al velo islámico en general. En el grupo de jóvenes
universitarios, los que tradicionalmente han mostrado una mayor apertura a la diversidad
cultural, se empezó a hablar de su prohibición en Francia para después pasar a la
prohibición del velo en los centros escolares. Curiosamente las mujeres fueron quienes
más insistieron en que «es su cultura», «su identidad», «un símbolo de feminidad»; o bien,
los «occidentales lo vemos como un símbolo de castración», «exageramos y deformamos
muchas cosas». Los varones compartieron la necesidad de su prohibición en centros
escolares («uniforme para todos», «no puedes dejar que cada uno haga lo que quiera», «de
cara a la convivencia»); y que el burka «humilla a la mujer», por ser un símbolo de
machismo. De manera similar se pronunciaron los adultos de estatus social medio-alto,
quienes igualmente hablaron mucho sobre burka. Lo conciben como una cosa del pasado
(«se supone que hemos evolucionado»), un símbolo de «machismo» o de clericalismo (el
«problema es llevar obligatoriamente una prenda por una cuestión religiosa»); y, en todo
caso, no en centros escolares. Al igual que se observara en los grupos de discusión
realizados para el proyecto Living Together, en este grupo de discusión fue llamativo el
símil reiterado con la sociedad española de nuestros padres-abuelos (cuando se «obligaba
a las mujeres a llevar velo cada vez que iban a misa»). Lo que cabe interpretarse como
una mirada reflexiva xenófila en la comprensión y justificación de la distintividad cultural.
V1: El burka. Yo soy de pueblo. A mi madre la obligaban a ponerse el velo cada vez que iba a misa.
M2: Yo iba a misa con el velo…
V1: No seamos hipócritas…
V4: Ya hombre, pero eso era antes. Se supone que hemos evolucionado.
M2: … y era una niña, yo he vivido lo del velo y era una niña. Sí, sí.
(…)
V3: Que digo que llevar una ropa u otra no es un problema. Tú te pones un chándal, sales, te vas a trabajar,
te pones pues un traje, una corbata. Te vas a otra cosa, y te pones otra ropa. Lo que es un problema es
llevar obligatoriamente una prenda por una cuestión religiosa. Igual que un crucifijo. A mí me molesta
la gente que va con un crucifijo. Entonces, pues me molesta sinceramente. Pues lo mismo una persona
que tiene que llevar el burka a todas horas, todo el día. Esa situación sí me molesta. La respeto y no la
prohibía pero…
M1: Pero es religiosa.
V3: Pero me molesta un poco.
M1: O es machismo de la sociedad.
V1: Yo creo que es más social… Yo creo que es una sumisión.

GD3: Adultos de cualificación media-alta (MEXEES II).

300
Igualmente xenófila es la referencia a que cuando los españoles emigraron tampoco
fueron capaces de adaptarse plenamente al país y aprender su idioma.
M2: Te pongo un ejemplo, tú te vas a un país y tú te tienes que adaptar al país
M1: Es que ellos no se adaptan.
M2: No adaptarte todo el país. Es igual que si tú te vas a Marruecos y te tienes que llevar el velito o lo que
sea, y aquí vienen y tenemos que adaptarnos a su país, ¿por qué? Si están en España…
M4: En la cuestión de la adaptación los españoles que iban a trabajar a Alemania, Suiza y demás, la inmensa
mayoría de esa primera generación, no ha sido capaz de hablar alemán.

GD4: Adultos cualificación media-baja (MEXEES II).

Pero cuando se defiende que «tienen que integrarse y admitir nuestras costumbres» o
«que no esperen que seamos nosotros quienes nos adaptemos a ellos» no solo se hace
alusión a los musulmanes. Se hace extensivo a otros grupos de inmigrantes, entre ellos
los latinoamericanos (como antes se viera). En concreto, dominan las referencias a
comportamientos incívicos: el «no saben comportarse» (apropiación de espacios
públicos, música alta, fiestas en horas intempestivas, suciedad, deterioro de espacios
comunes, «viven de puertas abiertas»…). Un discurso que adquiere un mayor dominio
entre las personas mayores, que muestran mayor sensibilidad a las buenas formas, a la
educación. Tal vez por cómo fueron socializados en una época donde valores como el
respecto y la autoridad eran ensalzados. Los jóvenes hablan de educación, pero para
destacar el papel protagonista de la escuela en la integración del inmigrante.
El debate se enfoca a la mejora de la convivencia entre autóctonos y foráneos: el
ajustarnos a unas mismas normas de convivencia. La integración no solo precisa del
aprendizaje del idioma26, vehículo imprescindible para facilitar la interacción con la
población autóctona. Además requiere del conocimiento de la cultura y de las
costumbres del país donde se reside. Como señalasen inmigrantes entrevistados para el
proyecto MEXEES II, «imitar las costumbres» de los autóctonos, «cosas sencillas» que
poco a poco «empiezan a ser importantes»; aún distando de la cultura de origen, son
necesarias. El tiempo ayuda a la integración.
—Al final te integras, sobre todo si tienes ayuda (…) Entonces integramos con la gente, hablamos con la
gente, empiezas a entender el idioma, empezamos a imitar las costumbres vuestras, cosas sencillas…
Porque cosas sencillas poco a poco empiezan a ser importantes: coger fila para coger el autobús,
decir: «hola, buenos días». Eso se llama integrar y poco a poco te metes…

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los dieciséis años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a
personas mayores. Casada con un primo suyo. Se siente bereber y musulmana, pero a la vez se
presenta como una mujer moderna y abierta. Se siente integrada. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

—El choque cultural no es fuerte, como un choque que te golpea de forma muy brutal… Por ejemplo, al
principio no sabía cómo se comportaba la gente de aquí. Entonces yo no sabía cómo tratar con la
gente, la forma de hablar, la forma de hacer amigos y esas cosas. Cosas muy diarias, pero
imprescindibles…

Mujer china de 24 años. Estudiante de máster y traductora en una empresa. Hija de

301
empresarios chinos. Su infancia y adolescencia la pasó en su país. Vino a España para cursar
estudios de máster (MEXEES II).

4.1.2.5. El temor a que aumente la delincuencia

En la percepción de la inmigración como amenaza y consiguiente aumento de la


xenofobia, también afecta el temor al aumento de la delincuencia (ya avanzado en el
capítulo 3). No se disponen de datos de encuesta recientes que indaguen en el clásico
binomio inmigración-delincuencia. Las encuestas CIS-OBERAXE sí recogen un amplio
acuerdo en que se expulse a inmigrantes que cometan cualquier tipo de delito: del 68 por
100 de los 2.768 encuestados en 2008 al 71 de los 2.838 en 201127.
En cambio sí se ha pulsado que la inmigración se asocie a «más problemas de
delincuencia e inseguridad» en ambos proyectos MEXEES. En las encuestas de ambos
proyectos (cuyos trabajos de campo respectivos fueron del 23 de abril al 20 de mayo de
2008 y del 1 de diciembre de 2011 hasta el 30 de marzo de 2012) a la pregunta «¿qué
aspecto negativo destacaría más?» la respuesta «aumenta la delincuencia» fue la más
mencionada. Si bien, dieciocho puntos porcentuales menos en 2011 que en 2008
(situándose en el 22 por 100 en 2011)28. Confirma lo también constatado en la
comparativa de los grupos de discusión. Como recoge la figura 4.3, en los grupos de
discusión celebrados en MEXEES II la referencia a la delincuencia pierde el
protagonismo que tuvo tres años antes (a favor de los debates relacionados con la
integración de los inmigrantes, la demanda de preferencia y la crítica al abuso de las
prestaciones sociales). Y ello pese a que fuera la primera mención al plantear el tema de
la inmigración en el grupo de mujeres de estatus medio-bajo (GD6). La discusión grupal
comenzó con referencia a un barrio concreto, con una elevada presencia de población de
origen inmigrante («barrios tomados»), de la falta de empleo y el consiguiente aumento
de la delincuencia, que lo vivían de cerca. Junto a los sudamericanos, hablan de negros,
moros y de gitanos rumanos (estos últimos más presentes en MEXEES II).
M7: En San Cristóbal de los Ángeles, zona de Villaverde, está bien, pero tenemos tanta inmigración.
M3: Eso, eso.
M7: Y entonces eso sí es un problema porque la gente que no trabaja se dedica a robar. Entonces tú
entras en tu portal y no tienes una seguridad de saber lo que te vas a encontrar; porque a más de uno lo
han atracado.
M3 y 2: Sí, sí.
M7: Entonces vas al banco, tienes que ir como digo con escolta, porque si no, ¿no? ¿Es verdad? [Mira a
todas. M3 y 2 asienten con la cabeza.]
M6: ¿Tú crees que simplemente por ser emigrantes pasa eso?
M3: Sí, sí, desde que están ellos sí.
M7: Mira te explico, porque yo lo he vivido y, como lo he vivido, sé que son emigrantes los que lo están
haciendo. Se juntan grupos de veinte, no tienen trabajo, tienen que comer, tienen que vivir de algo.
(…)
M2: Nuestro barrio estaba muy bien y muy bonito y era un barrio obrero, y ahora es una pena. Ahora
llegan las 11 de la noche y no puedes salir a la calle, y la gente que ha ido a cobrar la pensión al banco a
primeros de mes y salir y quitárselo.

302
GD6: Mujeres de posición media-baja (MEXEES II).

El grupo de inmigrantes de posición media-baja y rasgos étnicos visibles (GD7)


ofrece otra óptica: la de quien padece los efectos no deseados de la identificación de
inmigrante con delincuente. La sesión de grupo también arrancó con la conexión de
inmigración a delincuencia y a problema, en general, aunque unido a noticias aparecidas
en los medios de comunicación. Que fuera a lo que primero se hiciera mención muestra
la importancia que conceden a la imagen que de ellos proyectan, que se les culpe de lo
que no son responsables solo porque se les visibiliza como originario de un país o
sociedad concreta.
Varón de Ecuador: Que pa’ nosotros los inmigrantes significa que estamos en un país, que tenemos que
primero adaptarnos a la idea de qué es este país. Y otra cosa que está muy mal visto en los inmigrantes,
pues en ciertos barrios hay problemas y dicen: «los inmigrantes». Todo, todos los problemas que hay en
un barrio: «los inmigrantes». Y yo digo: «pues sí, algunos pueden hacer problemas, pero todos los
inmigrantes no hacen problemas». Te doy un ejemplo, hace un año un amigo mío se estaba yendo
de su país y estaba un grupo de españoles, estaba viviendo en un parque y solo porque pasaron por ahí,
les cogieron y les dieron una paliza. Y claro, eso yo no lo veo, no lo veo bien. ¿Todos los inmigrantes
vienen a hacer problemas aquí? Por eso yo digo ¿por qué pueden ser solo los inmigrantes? ¡Todo lo
que pasa en España, los inmigrantes! Estaban diciendo justamente una noticia ayer, creo que era, había
este barrio, ¿cómo se llama?, se me olvidó el nombre. Bueno, en un pueblo por aquí, que había un
problema porque la policía ha estado siguiendo a un marroquí y ahora el problema dicen que la gente
que ha salido a la calle a manifestarse son los inmigrantes.

GD7: Inmigrantes de posición media-baja (MEXEES II).

A las noticias que aparecen en los medios de comunicación y su efecto en la


consolidación de la asociación inmigración-delincuencia también se hizo mención en
ambos grupos de jóvenes: «siempre los de fuera». Mientras que en el grupo de jóvenes
con estudios universitarios (GD1) se habló de delincuencia en general, en el GD2 de la
conexión de inmigración con violencia doméstica. De la fuerza de ambas asociaciones
responsabilizan la práctica de los medios de comunicación de destacar la nacionalidad de
los agresores. Una práctica muy censurada por los inmigrantes que padecen de sus
efectos negativos, en cómo la gente que no les conoce actúa hacia ellos.
M1: El miedo, el miedo que hay de que te puedan agredir o que te puedan tal… O sea, las noticias,
volviendo a los medios de comunicación, solo te dan noticias de delincuentes inmigrantes. En realidad
todas las bandas organizadas son de inmigrantes y siempre lo dicen: «una banda de aluniceros de tal,
había tres sudamericanos y un español» Y tú te quedas con el mensaje: había tres sudamericanos y un
español; son mayoría, que ya son malos, que tal, no sé qué.
M4: No, pero luego, yo qué sé. Alguien roba en el banco o en El Corte Inglés, pues: «joven, de 46 años,
colombiano». Si es español no lo dicen.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

V3: No, pero es como que, sin querer, nos… en la tele y en los periódicos, siempre nos hacen ver que si lo
hace una persona de fuera, es más grave. Es como que nos hacen ver que es más grave, si lo hace
alguien de fuera ¿no? Es lo que intentan hacerte pensar. Es como, ¡uy!, tal… este, no.
M1: Hombre, me parece más fuerte que lo haga uno de fuera, sobre todo si es el hombre a la mujer
porqué encima que si viene la pobre aquí, joé, van y la matan. Bueno pues, me parece igual de mal.

303
Como esos, sí que son casos. Que es muy raro ver a un español que mate a una mujer.
V2: No, no es raro. Se ve un montón.
M1: No, pero a ver, me refiero, tú ves las noticias y rara vez a uno, que diga un español ha matado a una
española. Es más, a lo mejor, un español ha matado a su novia que era de equis país o algo así. En los
más mayores sí se ven, pero es que constantemente pues que eran de origen rumano, que eran de
origen venezolano, que eran de origen negro. ¡Oh!, joder. También es verdad, ves allí como están y
digo: «¡joder!, no me extraña».

GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES II).

Aunque en el GD2 también se hizo mención al aumento de la inseguridad ciudadana,


a la necesidad de controlar las mafias (que en España no había) y a la deficiente
actuación del sistema judicial. En los grupos de discusión realizados en MEXEES I
surgió de manera más reiterada la conexión inmigración con delincuencia y en todos los
grupos. Curiosamente en el de jóvenes universitarios (GD1) también se hizo mención a
los medios de comunicación. Llegó a afirmarse que «el mayor índice de delincuencia es
inmigrante». Lo fundamentan en las noticias que aparecen en los medios de
comunicación («lo dicen por la tele») y en lo que ven en la calle. Se habla de descontrol,
de necesidad («por hambre», «por no darles trabajo», «si no tienen para ganarse el pan»,
«no les queda otra») y de problemas de integración. Pero también de desestructuración
familiar y el estar mucho en la calle, que ayuda a la inmersión en actividades delictivas, en
especial de los hijos de inmigrantes. En referencia a ellos también se apunta al
consumismo: no quieren ser menos que los hijos de los autóctonos. Mientras que sus
padres se muestran agradecidos y asienten con la desigualdad que encuentran, los hijos
no se resignan. Quieren lo que ven («y ahora quiero las Nikes; ahora no sé qué…») y el
padre no puede dárselo, creando frustración29 (GD1).
Entre las personas mayores, el aumento de delincuencia principalmente se explica
por la falta de trabajo. A ello se suma el hacinamiento de las viviendas que habitan los
inmigrantes y que les empuja a estar más en la calle. Sigue la crítica a la impunidad
judicial y la solicitud de una legislación más restrictiva, que endurezca las penas por actos
delictivos. A su carencia atribuyen el desarrollo de la carrera delictiva.
V: Se les coge diez, quince veces, y están en la calle a la media hora, que es lo que pasa aquí en España
[golpea la mesa con indignación]. Es que es lo que pasa aquí en España. Claro, así no se puede. Que
por la calle uno no va tranquilo (GD5).
M: Hay muchos que vienen los pobres a querer trabajar. Pero hay muchos que vienen a delinquir porque
aquí cuesta muy poco robar. En otros países cuesta más el robar. Pero aquí cogen a una persona
robando y cuesta muy poquito, porque entran por una puerta y salen por la otra… Porque eso lo han
dicho los policías (GD6).

Por parte de los inmigrantes la crítica principal no es para el Gobierno, sino contra sus
propios compatriotas. Resaltan que aquellos que se dedican a delinquir ya eran
delincuentes en sus propios países y que se diferencian del conjunto de inmigrantes, que
vienen a trabajar. Pero la conducta transgresora de unos pocos acaba repercutiendo
negativamente en el conjunto de los nacionales del país de origen: «se mete a toda una
nacionalidad en el mismo saco», «pagan justos por pecadores». De ello responsabilizan a
los medios de comunicación, a la práctica de mencionar la nacionalidad de los

304
infractores.
—Creo que el error más grande es relacionar delincuencia con la emigración en muchos casos. Pues la
gente como que tiene miedo, tiene miedo. Entonces, directamente pues pasa a defenderse. No alquila
el piso a ningún emigrante. Da igual marroquí, polaco o colombiano ¿Por qué? porque los
sudamericanos son mafiosos, los de Europa del Este son otros mafiosos, los marroquíes son
terroristas. O sea, esto es de la situación. No es del mismo español, sino de la sociedad y los medios de
comunicación. Porque siempre que hay algo lo relacionan con una nacionalidad. Yo creo que muchas
veces sobra lo de decir la nacionalidad que es. Pues hecho está y da igual quién lo haya hecho. Lo ha
hecho un maltratador, lo ha hecho un criminal, lo ha hecho un sinvergüenza. Tiene nombre y
apellido. Lo de la nacionalidad yo creo que daña la imagen del país de donde viene. Y lo dice un día y
vale. Lo dice otro, lo oyes continuamente y ya le haces una equis. No quiero saber nada con esa gente
porque salen en los periódicos matando a sus mujeres, por ejemplo. Entonces, yo no creo que nazca
del español; es de la sociedad.

Mujer marroquí de 31 años. Clase media-alta. En Marruecos cursó estudios de filología


inglesa. Vino a España al casarse con un farmacéutico español. Secretaria de dirección.
Totalmente occidentalizada en sus formas de vestir y de actuar. Critica a los inmigrantes que no
quieren adaptarse al país (MEXEES I).

—Pues que al final parece que el grupo de inmigrantes es todo un grupo, que da igual de dónde seas, de
dónde vengas; se hace un grupo como si fueran todos de la misma calaña y todos son no se qué. A
mí lo que menos me gusta es que en este país inmigración es igual a delincuencia e inmigración es igual
a un aspecto negativo. Es algo negativo la inmigración y yo creo que es lo que menos me gusta de lo
que difunden los medios.

Mujer senegalesa de 24 años. Sus padres se separaron y su madre decidió emigrar a España
para sacar adelante a sus seis hijos (tenía familiares aquí). Todos llevan trece años viviendo en
Bilbao. La entrevistada llegó a los once años y se integró positivamente en uno de los barrios con
mayor tasa de inmigrantes de esta ciudad. Se siente vasca, pero no quiere olvidar sus raíces.
Trabaja en una tasca del casco antiguo y estudia un módulo de integración social (MEXEES II).

—Porque hay muchos, en la tele sale, en los periódicos, sale que los que roban casas o chalets o hay
secuestros, y son de Europa del Este. Entonces se nos tiene… Se creen que somos ladrones o somos
gente mala. Pero esos son muy pocos de todos los que estamos aquí.

Mujer ucraniana de 41 años. Llegó a España con 37 años, siguiendo a su hermano y dejando a
sus dos hijos con su marido en Ucrania. Trabaja en el servicio doméstico en diferentes viviendas.
Cree que los españoles temen a quienes vienen de su país de origen, debido a la imagen que los
medios proyectan de ellos. No tiene amigos españoles (MEXEES II).

La contribución de los medios de comunicación a la configuración de retratos


estereotípicos de las minorías étnicas ha sido resaltada en diferentes estudios (Wilson y
Gutiérrez, 1985; Van Dijk, 2003; Cea D’Ancona, 2004, 2007; Zapata-Barrero, 2004;
Igartua et al., 2006; Igartua y Muñiz, 2007). En una investigación anterior (Valles, Cea e
Izquierdo, 1999) ya se hizo referencia al efecto pernicioso de destacar la nacionalidad de
los detenidos: contribuye a identificar determinadas nacionalidades con la comisión de
delitos concretos. Nombrar la nacionalidad de los protagonistas de actos delictivos
(incluso su origen étnico) es usual en este tipo de noticias, aunque sea de escasa
relevancia para el esclarecimiento de los hechos, y no solo en España. En EE. UU.,
Brader, Valentino y Suhay (2004) confirmaron que una misma noticia estimula actitudes
más negativas hacia los inmigrantes cuando se destaca que sus protagonistas son

305
inmigrantes de origen mexicano que si son europeos. Por lo que depende de las filias y
fobias que se tengan hacia colectivos concretos de inmigrantes.
Los relatos de los autóctonos muestran que esos efectos se dan. Aunque se
autopresenten como no racistas (porque saben de la interpretación que puede tener su
crítica), insisten en el «miedo», «temor», que les suscitan determinados inmigrantes. Lo
fundamentan en lo que se «oye», «en las pintas que llevan», «tienen fama de peligrosos».
—Yo no soy racista, pero la verdad es que por el Centro hay muchos musulmanes que casi te dan ganas de
cambiar de acera, cuando los ves; porque siempre oigo hablar de los robos que hacen y ¡con las pintas
que llevan!

Varón autóctono de 44 años. Vive en el centro de Madrid desde siempre, en una vivienda de
alquiler. Separado y con dos hijos. Trabaja en un taller mecánico. Una vez presenció un robo de
un chico marroquí a españoles (MEXEES I).

—Con respecto a los árabes, me parece que casi no se integran. Tienen fama de ser peligrosos y, por
mucho que yo diga que no soy racista, si en un callejón me encuentro con un español, no tendría
ningún miedo, mientras que si me cruzo con un árabe, me entra sensación de que no estoy del todo a
salvo.

Mujer autóctona de 50 años, con apenas estudios. A los 20 años vino de un pueblo de Cuenca
a Madrid a trabajar. Trabaja en el servicio de limpieza de un colegio. Sus padres emigraron a
Alemania en los años 60. Tiene relación laboral y vecinal con inmigrantes (MEXEES I).

—Hay mucha gente que viene aquí. El otro día, por ejemplo, salió un reportaje en la tele que era en
Rumanía y les preguntaban por los gitanos rumanos. Y los propios rumanos decían: «es que yo he
trabajado en España y me sienta muy mal que me asocien con los gitanos rumanos, porque yo he ido a
España a ganarme el pan honradamente y hacer una vida normal y, sin embargo, en cuanto decías que
eras rumano, ya decían gitano rumano» Y no es lo mismo claro.

Mujer autóctona de 33 años, con estudios en bioquímica. Trabaja en un laboratorio. Le


hubiera gustado vivir durante un tiempo en el extranjero. Se relaciona con inmigrantes, sobre
todo latinoamericanos ladinos (argentinos, uruguayos y chilenos). Tiene una asistenta
latinoamericana y un cuñado filipino. Un tío suyo estuvo muchos años viviendo en México
(MEXEES II).

O, como se recoge en las discusiones grupales:


M1: Sí, si yo lo vuelvo a repetir, no soy nada racista y a mí el que viene a trabajar me parece muy bien,
pero el que… De acuerdo, me vais a decir que también hay españoles.
M4: Es que los hay, los hay. Es que gentuza la hay en todas partes.
M1: Es que predomina muchísimo.
M4: Yo no sé. Es también un poco. Depende del color del cristal con que se mire.
M2: Yo creo que es que ya son más inmigrantes que españoles.
M1: Son rumanos, son paraguayos, son uruguayos, son de todos lados.
M4: Pero es que gentuza hay en todas partes, y gallegos y suecos.
M1: Vienen, roban un chalet, se van a su país y vuelven al cabo de los días, vuelven a robar otro chalet, a su
país. Esos no son españoles.

GD4: Adultos de cualificación media-baja (MEXEES II).

V1: No es por ser racista, pero estás en tu país y ¿por qué te vas a tener que ir con la cabeza gacha por
alguien que…? Que también hay delincuentes españoles, pero es que parece que el que sea extranjero
te da más rabia, y a todo el mundo le da rabia…

306
(…)
V2: Pero bueno, también son los medios de comunicación, que pueden ser un poco más sensacionalistas,
¿sabes? Utilizan a la opinión pública un poco para llevarnos a donde quieren. Y luego también que es
una sociedad vieja. Sabes que la mayoría de la sociedad de la que vivimos son mayor de cincuenta años,
que han vivido otros tiempos, no sé qué. Y, no sé, yo pienso que hay muchos factores positivos de la
inmigración, como por ejemplo lo de la tasa de natalidad. Si no fuera por ellos, de aquí a cincuenta
años este país sería la mitad de la mitad de lo que es. Y tú piensa que los inmigrantes que ya han pasado
aquí años, tienden a integrarse, tienden a tener estudios y, por supuesto, que han de evolucionar como
tú, como yo y como cualquier otra persona. Entonces…
(…)
V1: Yo no es que sea, no soy racista…
M1: Esa es la palabra clave.
V1: Partiendo de esa base, ni xenófobo ni nada. Es más, estoy a favor de que haya diferentes culturas.
Favorece a la persona. Pero como que, vas en el metro, por ejemplo, y te cansa ya de ver a tanto
ecuatoriano y a tanto sudamericano. Y mira que no tengo nada en contra de ellos, pero…

GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES II).

Como colofón, la siguiente reflexión que dice ser una «explicación sociológica» de la
asociación inmigración con delincuencia:
—Yo pienso que delincuencia e inmigración sí que hay una relación. Que parece un rollo racista, pero yo
te voy a dar mi explicación sociológica ¿no? O sea, el inmigrante, ¿de dónde viene? viene de un país
más pobre, se tiene que buscar la vida. Entonces, muchos no encuentran aquí trabajo. Otros…
Tampoco te viene la creme de la creme. Que no te vienen los ingenieros, los arquitectos ¿no?, porque
viene la gente a buscarse la vida ¿no? Entonces, muchas veces para buscarse la vida, pues algunos se
dedican a robar, a traficar con drogas. Entonces, sí hay relación porque tú vas a una cárcel, a nivel
estadístico dices, pues en las cárceles españolas, un 80 por 100 son inmigrantes. Pero tú vas a la
población española y dices, no es un 80 por 100 de inmigrantes la población española. La población
española es un 10 por 100. No sé o a lo mejor será más ahora ¿no?

Varón autóctono de 53 años. Clase media, psicólogo, con un trabajo estable. Nació en
Marruecos porque su padre tenía un trabajó allí; cuando concluyó, regresaron a España. Tiene
como empleada de hogar a una mujer rumana, a la que califica de trabajadora, pero distante.
Piensa que la inmigración ha de ser siempre un fenómeno controlado y que España debería ser
más selectiva a la hora de escoger a inmigrantes con mayor cualificación (MEXEES II).

En la «explicación sociológica» del último entrevistado también se hizo referencia a


nuestro pasado emigratorio. Este no se conecta con delincuencia, sino con «una
emigración que iba a trabajar». Lo que da pie al epígrafe que sigue a continuación. Para
ello se extracta su reflexión, en la que asimismo despunta la interpretación de racista que
comúnmente se atribuye a la asociación inmigración-delincuencia
—Mira, por ejemplo, es una diferencia de la emigración española. La emigración española fue una buena
emigración. Yo creo que el español, el típico currito que se fue a Alemania. Habría algún delincuente
¿no?, que robaría. Pero no era una emigración de… Era una emigración que iba a trabajar. Sin
embargo, eso sí es verdad, ahora hay un porcentaje de inmigrantes… Hombre, la mayoría de la
inmigración viene a España a trabajar. Pero también hay un porcentaje, entre las mafias de rusas,
búlgaras, todo esto, polacos, de Europa del Este. En general son muy buena gente ¿no?, pero luego
tiene una parte que son muy mafiosos ¿no? Además, que esos son delincuentes organizados, que son
antiguos militares y tal ¿no? Y en Sudamérica con el tema de la droga también. Entonces esa sí es una
diferencia, que antes no te dije. Yo creo que la inmigración española era una inmigración de ir a
trabajar. Bueno, aparte que era otra vida. Antes no había droga. Claro, la droga que había antes era el

307
tetrabrick de vino ¿no? Pero vamos, que no había ni coca, ni pastillas, ni… Y ahora claro, ahora vivimos
en un mundo con mucha droga. Que por ejemplo mucha inmigración de Sudamérica está relacionada
con eso ¿no?, pasar droga, vivir de… Entonces yo sí asocio eso. Pero no veo un extranjero y digo,
«este delincuente». Pero sí soy de los que digo que hay asociación, por muy… Ahora que te digan «no,
el que dice eso es un racista». No, no, no, yo soy científico.

4.1.2.6. Del pasado al presente emigratorio español

El anterior extracto de entrevista abierta muestra la comparación siempre presente


entre la inmigración que nos llega y nuestro pasado emigratorio. Este último visionado
con un cariz más positivo: una inmigración laboral, controlada, con contrato de trabajo.
Dicha conexión tuvo mucha presencia en todos los grupos de discusión de autóctonos
en MEXEES I, convirtiéndose en el nodo discursivo más reiterativo al hablar de
inmigración (figura 4.3). A ello contribuyó la proximidad del trabajo de campo cualitativo
(otoño 2006-primavera 2007) con la crisis de los cayucos y la sensación de que la presencia
inmigratoria no cesaba de crecer, que estaba descontrolada («una locura»).
—Antes emigraba la gente, pero se iban a Alemania, se iban a Francia y a Suiza. Pero ya llevaban un
contrato de trabajo hecho. Ya llevaban el pie de que ya sabían cómo iban, a dónde iban, aunque luego
los explotaran. Porque eso de explotar mejor vamos a dejarlo. Pero así es una locura. Pero claro, es
una locura. Si el gobierno, el que sea, porque a mí me da igual, que yo no tengo… Bueno, tengo mis
preferencias, pero me las quedo para mí. Pero yo vuelvo a decirte que esto lo están haciendo mal

GD6: Mujeres de posición media-baja (MEXEES I).

El descontrol no solo afectaba a la llegada de inmigrantes (flujos incontrolados).


También se señalaba respecto a la levedad de la legislación española. Se criticaban que no
propiciara la expulsión de inmigrantes delincuentes, sino que alentaba la extensión de
carreras delictivas.
—No compare la emigración de España con la emigración que ha habido en Francia de españoles,
Alemania, Suiza. En cuanto le pillaban a usted llevándose un lapicero, de aquí lo ponían en la frontera

GD5: Mayores varones de estatus medio-alto (MEXEES I).

La comparación también surgía en la reflexión de perspectivas de futuro: la


estabilidad o temporalidad de la inmigración. El pasado emigratorio se visionaba
temporal, de retorno, mientras que la inmigración que llegaba a España se temía estable:
no retornaría a su lugar de origen. El no retorno se explicaba por la calidad de vida que
los inmigrantes encuentran aquí, muy superior a la ofrecida por los países de donde
proceden. El temor a su asentamiento definitivo acrecentaba los recelos hacia la
inmigración.
—El 80 por 100 volvieron. No sé, a lo mejor el 85 o el 95 por 100 (GD4).
—Estuvimos en Francia, en Alemania…, mandamos divisas, es cierto, pero la mayoría volvimos y no es la
misma situación que ahora (GD1).
—Estas inmigraciones no son para volver. Ellos consiguen un dinero y pueden volver a montar un
negocio. Pero, lo que ellos quieren es traerse a la gente, traerse a su gente (GD4).

308
—Por muy mal que se pongan las cosas en España, van a seguir estando mejor aquí que en sus países
(GD3).

Se ansía la temporalidad: que estén mientras se precisen. Cuando no, que retornen a
sus países de origen. Por lo que se aboga por un uso utilitarista de la inmigración: que
vengan solo los inmigrantes que se demanden y cuando se les requiera. Refleja la vigencia
de lo afirmado por De Lucas (2004: 222): «el inmigrante que se desea es la generalización
del modelo de trabajador de temporada o, como mucho, el viejo modelo alemán del
gästerbeiter. Eso se complementa, coherentemente, con una obsesión securitaria para
evitar el desbordamiento, para garantizar que solo recibamos aquellos que necesitemos».
La inmigración ha de ser temporal, sujeta a un contrato de trabajo, que contribuya a las
arcas públicas sin llegar a convertirse en carga.
Cuatro años después el escenario se torna diferente. Más que de llegadas
incontroladas, se habla de retorno de inmigrantes y de «fuga de cerebros» españoles. En
el grupo de discusión integrado por jóvenes universitarios (GD1) es de lo que primero se
habló al plantear el tema de la inmigración. Probablemente porque son quienes más
visionan ese futuro para poder trabajar en aquello para lo que están formados y
encontrar mejores condiciones laborales: «a buscar trabajo, pero como licenciados». No
obstante, la continua presencia en los medios de comunicación de noticias sobre la
«nueva emigración española»30 contribuye a que de ella hablen los diferentes grupos de
población (indistintamente de que les afecte directa o indirectamente).
M4: ¿Quién se atreve a decir la primera palabra?
M1: ¡Hombre!, por ejemplo, desde la emigración de españoles fuera, yo me estoy dando cuenta, sobre todo
en mi entorno, que mucha gente, muchos licenciados, se están yendo fuera. O sea, digamos que, como
antes que la gente se iba a Alemania a hacer trabajos más manuales, más tal, ahora está habiendo una
especie de fuga de cerebros. Que es increíble, pero se están yendo a otros sitios a buscar trabajo, pero
como licenciados.
V2: Sí, yo conozco unos dos casos. Por ejemplo en mi familia, un tío mío se fue a Alemania a trabajar en
una fábrica y un amigo de la familia también se ha ido la hija, que estudió farmacia aquí en España, se
ha ido a Inglaterra. Y bueno, luego la gente supongo que tiende a volver. Mi tío ha vuelto y esta chica
también va a volver. Bueno, por lo menos en mis casos es…
M1: ¡Claro!
V4: Bueno, el problema es que las condiciones laborales que hay en España nos invitan a la gente, a los
licenciados sobre todo, a salir de aquí porque ¡vamos! las condiciones que te ofrecen fuera en Europa,
por lo menos, son muchísimo mejores que las tenemos aquí. Ahora supongo… No sé si te refieres más
a la inmigración, a la gente que viene aquí.
M4: Sí porque si no, sería la emigración.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

V2: Mira ahora mismo toda la emigración que está yendo de España a otros países, que gente muy
preparada, con carreras, con muy buena experiencia laboral y que, por la situación en la que estamos,
no pueden trabajar aquí. Y ahora somos nosotros los que…
M1: Y porque pagan mejor fuera. Claro, también, que eso es increíble.
V2: Vale, y pues ahí estás viendo situación en la que vienen los inmigrantes aquí. Pues ahora mismo
España está protagonizando un éxodo masivo a Europa. Y encima de gente preparada, que nos haría
más falta aquí, pues se están yendo porque pues es que aquí no hay nada que hacer.

309
GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES II).

—Sobre todo antes, aquí en España, era pues eso, era un país bastante migratorio en el que se marchaban
a Alemania, Suiza, Francia para poder trabajar. No es como ahora, que a lo mejor si te marchas fuera
de España es porque encuentras un buen trabajo, un buen salario. Pero también muchos se van por
tema de estudios, para poder aprender un nuevo idioma. En la sociedad anterior, si te ibas fuera de
España, te ibas exclusivamente a trabajar. No te podías ir a lo mejor ni a estudiar, ni a poder a lo mejor
vivir allí una temporada, porque quieres nuevas cosas, nuevas experiencias (…) Los que se marchan es
eso, no es por tema de trabajo. Se marchan una temporada porque se quieren ir fuera de su país,
aprenden un idioma o se marchan con su pareja o unos amigos. Intentan trabajar en otra cosa que aquí
a lo mejor no desarrollas, no puedes tener. En cambio los que vienen aquí, yo creo que vienen sobre
todo por necesidad. Necesidad en todo, en poder tener una mejor vida.

Varón autóctono de 25 años que vive con sus padres y su hermano menor. Abandonó los
estudios universitarios, pero quiere retomarlos. Actualmente tiene trabajo temporal. Asocia la
inmigración con inseguridad, pero reconoce que se debe a las imágenes que se proyectan en los
medios de comunicación. Apenas se relaciona con extranjeros (MEXEES II).

—Antes hubo un boom de emigración, puesto que muchas personas salían de España. No podemos
olvidar que España también ha sido un país emigrante, aunque muchas personas parecen haber
olvidado eso. Hoy por hoy sigue habiendo emigración, sobre todo de gente joven, que sale a prepararse
a otros países o bien a desarrollar su profesión en otros países.

Varón autóctono de 63 años. Nació en Sevilla y emigró a Madrid con su mujer. No pudo
estudiar por las dificultades económicas de su familia. Piensa que los inmigrantes se merecen
buen trato, debido a su situación de vulnerabilidad laboral, ocasionada por los empresarios que
no les aplican los mismos convenios que a los españoles. Una hija emigró por poco tiempo y no la
considera emigrante; sí a un familiar que emigró a Inglaterra y estuvo allí un par de años. Apenas
tiene relación con emigrantes (salvo en comercios: relación dependiente-cliente) (MEXEES II).

Pero, al igual que en MEXEES I, el recuerdo de una emigración española sujeta a la


tenencia de un contrato laboral estaba presente. En ambos casos, la necesidad empuja al
emigrante a buscar un futuro mejor («es la necesidad la que los lleva y es lo mismo allí
que aquí», «te ves obligado a marchar», «necesidad de mejora»). La diferencia está en que
la inmigración que llega no se visiona controlada. Lo que lleva a la demanda de una
inmigración controlada, sujeta a un contrato laboral, que evite la explotación e
indefensión del inmigrante.
—Yo creo que la inmigración debe estar siempre regulada. No solamente por el país al que viene, sino
también por ellos, porque la situación de ilegalidad debe ser terrible. Es que es muy difícil pensar que
yo fuera un político, pero yo creo que cuando en España inmigraba a Alemania, la gente iba ya con
contratos de trabajo y llegaban de otra manera, creo recordar. No soy historiadora, pero me parece
que desde España se iba con el contratillo de trabajo o más o menos asegurado el trabajo. A mí me
parece que las cosas no reguladas, los ilegales, para el propio inmigrante, es muy duro, sensación de
inestabilidad, de que puedan abusar de ti en el trabajo, de que no tengas asistencia sanitaria… Y
también es cierto que los países deben de controlar la cantidad de personas que pueden admitir para
que vivan con dignidad. No pueden permitir que entre todo el mundo, como han hecho con la gente
que llega en pateras, a Algeciras, que luego acaban en un barracón. Es que eso hay que… No sé si es en
el país de origen donde hay que controlarlo o en el país que recibe, pero no pueden ser nunca tratados
como camiones de animales que van al matadero…

Mujer autóctona de 59 años. Nació en un pueblo de La Rioja (su padre hacía botas para vino y
su madre tenía una tienda de ultramarinos). Vino a Madrid con 16 años para trabajar y estudiar.

310
Es ama de casa y se dedica a la pintura. Tiene un discurso favorable a la inmigración, muy
humanista, pero bajo control (MEXEES II).

—Mis padres cuando se fueron, no digo que fueron todos los emigrantes españoles, muchos fueron sin
papeles. Pero vamos, pero no la mayoría de los españoles que fueron a trabajar al extranjero, a Europa,
iban con sus papeles en regla, con su contrato, y con su trabajo y su puesto. Entonces, tenían una
seguridad que hoy ya quisieran muchos de los pobres que tienen que cruzar el estrecho en pateras. Es
bastante flagrante. Es bastante la diferencia que hay. Simplemente ese aspecto. Aquí vienen con pues
con una necesidad total de sobrevivir. Mis padres, aunque no hubieran ido a Alemania, yo creo que
no se hubieran muerto de hambre. Habrían sobrevivido de todas las maneras. No habrían muerto en
una guerra, no habrían sido perseguidos. Bueno, a lo mejor sí, ideológicamente, claro…Pero bueno, se
podrían haber adaptado a las circunstancias como muchos otros que no emigraron y se quedaron. Esa
es la mayor diferencia que yo veo, es una diferencia abismal.

Varón autóctono de 41 años, de familia de clase media-baja, que tuvo que emigrar a Alemania
donde nacen él y su hermano. Retornan a España y se instalan en Madrid. Cursa estudios
universitarios y trabaja unos meses en Alemania. Docente en un colegio privado. Lo pasó muy
mal cuando regresó a España porque «prácticamente era alemán. Aquí en España era un re-
emigrante» (MEXEES II).

—Pues yo creo que las necesidades son las mismas, que todos salimos de nuestro entorno buscando una
vida mejor, ¿no? Eso es lo que nos caracteriza. Quizás la diferencia que veo, por lo que me cuentan mis
tíos, es que antes se iba con trabajo, con un contrato de trabajo, y ahora a lo mejor se viene un poco a
la aventura. Esa es la diferencia que veo, ¿no? Pero el fin es el mismo: buscar un futuro mejor.

Mujer autóctona de 40 años, nacida en un pueblo de Zamora. A los 18 años se traslada a


Madrid y tiene varios trabajos. Después trabaja de auxiliar de enfermería en diferentes centros y
hospitales. Ha viajado a Salvador con una ONG. En el hospital donde trabaja escucha a diario
expresiones despectivas hacia los inmigrantes, pero prefiere no darle importancia ni
mencionarlas. Todos sus tíos emigraron (a Francia, Alemania, Brasil) (MEXEES II).

Si bien se señalan otras diferencias importantes. Una, que el emigrante español de


antaño era un trabajador de bajo nivel de formación, que no comprendía ni el idioma,
mientras que, entre los que llegan a España hay especialistas de elevado grado de
formación.
—Quizá hay una diferencia ¿no? Ahora también hay inmigración de gente con carreras, que por ejemplo
dentistas, pues vienen de Sudamérica, o médicos. Y la emigración española yo creo que era toda de
nivel bajo. O sea, un ingeniero, un abogado, esos iban mucho menos. Aquí, ¿quién iba? Pues el obrero,
el ganadero, el agricultor. Yo creo que la inmigración en España era todo de, o casi todo, de nivel
medio bajo. Y sin embargo, la que recibimos actualmente, aunque también predomina la no cualificada,
también hay gente cualificada ¿no?

Varón autóctono de 53 años. Clase media, psicólogo, con un trabajo estable. Nació en
Marruecos porque su padre tenía un trabajó allí; cuando concluyó, regresaron a España
(MEXEES II).

Otra diferencia que destacan es que al español antes se le daba mejor acogida de la
que se da ahora al inmigrante en España. Acogida que, con la crisis económica, parece
haber empeorado: «sobran».
—Diferencias veo sobre todo en el trato de los locales hacia los extranjeros. Antes cuando los españoles
emigraban a Alemania o a Sudamérica a conseguir trabajo los locales les acogían de forma más

311
hospitalaria. Ahora a la gente les molesta que vengan a quitarles su trabajo en vez de decir que vienen a
echarles una mano.

Varón autóctono de 31 años, informático. Vivió en Cádiz y Madrid. Tiene un discurso


favorable a la inmigración. Incluso dice que hace discriminación positiva con los extranjeros,
tratándoles mejor que a los autóctonos. Tiene mucha relación con inmigrantes (MEXEES II)

—Antes la gente que se iba, iba a sitios donde sabía que había trabajo. Iban a conseguir trabajo, y también
era muy duro. Ya te digo yo que la situación del gallego que se fue a Suiza no era muy diferente de la de
los chicos que se meten en los tráiler para venirse desde Marruecos (…).

Si no ibas con papeles, también te echaban, porque también pues iban a Alemania, a Suiza, la gente iba con
trabajo. Iban los padres con trabajo y buscaban. Y yo creo, Argentina me imagino que también fue lo
mismo. Y, en cambio, aquí no se quiere a gente. No quieren, mira que luego le dan los trabajos que
la gente de aquí no quiere, pero cada vez menos y cuanta más crisis estalla, peor va a ser para ellos.

Mujer autóctona de 26 años. Natural de Guipúzcoa. Su padre es inglés y ella estuvo un tiempo
viviendo en Inglaterra. Vino a Madrid para cursar estudios de máster. Su novio es argentino y no
tiene otros amigos inmigrantes. Reconoce que es racista con ciertas culturas: la musulmana.
Tiene familiares casados con personas de otros países (MEXEES II).

La crítica a la acogida se restringe al trato personal, no al acceso a las prestaciones del


estado de bienestar. En este sentido el inmigrante que llega a España se le percibe mejor
tratado que el emigrante español. Este vive igualmente situaciones de explotación,
cuando su estancia en el país no tiene la cobertura legal esperable.
—Efectivamente, aquí en el momento en el que entra un inmigrante, muchas veces sin papeles, lo primero
que dispones es de una seguridad social, un médico gratis, una atención sanitaria gratuita, que muchas
veces fuerza a, cómo se dice esto, a sobrecargar lo que es la seguridad social. Por otra parte, no aportan
muchos de ellos ningún bienestar a la sociedad, puesto que no tienen papeles. Están como inmigrantes
ilegales y eso supone también una carga extra para el Estado, y no aportan absolutamente nada a las
arcas del mismo Estado.

Varón autóctono de 47 años, de clase media-baja. Vive solo y trabaja como autónomo, de
instalador de aire acondicionado y calefacción. Tiene un discurso ambivalente hacia la
inmigración: habla de su tolerancia al conjunto de las nacionalidades y muestra preocupación por
su comportamiento. Relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

—Yo cuando me casé, por motivo de trabajo de mi marido, estuve en Ecuador aproximadamente un año y
la experiencia no fue muy positiva; porque realmente te trataban muy bien, pero decían a todo que sí,
pero luego a la hora de la verdad, te dejaban trabajar, pero no cobrabas un duro. No cobraba nada
porque supuestamente mi título allí no valía, cuando yo había terminado la carrera y era médico. Aquí
hubiera podido ejercer y allí no pude, porque no me convalidaron el titulo. Así que desde este punto de
vista muy negativo (…) Y eso que era un país sudamericano. Yo tuve dificultades. Yo no pude trabajar.
Yo sé que los españoles que se iban trabajaban como negros y muchas facilidades no tenían.

Mujer autóctona de 57 años, odontóloga con clínica propia. Separada, con dos hijos
universitarios que viven con ella. Tiene un discurso reacio a la inmigración por malas
experiencias en la contratación de inmigrantes (MEXEES II).

4.1.2.7. De la avalancha sin control al retorno: «no podemos mantenerlos»

Un discurso dominante en MEXEES I fue el de la invasión, con términos reiterativos

312
como: «excesiva», «masiva», «avalancha», «invasión», etc. A ello en gran parte contribuyó
la atención mediática que recibió la llamada crisis de los cayucos. En 2006 llegaron a
Canarias 31.245 personas en cayucos (en 2005, 4.700; en 2012, 3.804). El clímax se
alcanzó en el mes de agosto, con noticias diarias con imágenes de cayucos: «Canarias se
declara desbordada ante la mayor avalancha de inmigrantes» (El País, 21 de agosto de 2006)
o «Hay cien mil africanos que esperan en Senegal para cruzar a Canarias» (ABC, 20 de
agosto de 2006). Titulares de prensa que fomentan la psicosis de la invasión (Valles, Cea e
Izquierdo, 1999; Pajares, 2005) y el consiguiente rechazo a la inmigración. Tanto que en
el barómetro de septiembre de 2006 la inmigración se sitúa como el problema más
importante en España (reuniendo el 59 por 100 de las respuestas), quedando el paro en
segunda posición y a distancia (42 por 100).
En los grupos de discusión celebrados en la primavera de 2007 se hizo mención
expresa y reiterada a los cayucos («esto de Canarias, no pueden llegar tantas personas»:
GD2), al igual que al sentimiento de invasión y la sensación de pérdida de control sobre el
territorio («pero bueno, estamos en nuestro país o estamos en otro país»: GD4; «yo,
cuando salgo a Bravo Murillo, me parece que estoy más en el extranjero que cuando yo
estaba en el extranjero»: GD5). Reflexiones que se pronuncian con la mirada
retrospectiva a nuestra pasada experiencia emigratoria, que se recuerda menos caótica. A
la par se insiste en la urgencia del control de la inmigración: «hay que controlar la
inmigración con unos cupos»; «que vengan los necesarios y que se les eduque para vivir
en nuestra sociedad»; «no se puede absorber cuatro millones de habitantes, porque no se
está preparado». A lo que acompaña la crítica a la actuación del Gobierno: «lo están
haciendo mal» (GD6) porque no regulan suficientemente los flujos de inmigrantes.
En la figura 4.6 puede observarse que el rechazo a la inmigración aumenta en España
a medida que asciende la percepción en demasía del número de inmigrantes31, se
incrementa la valoración de las leyes de inmigración de «demasiado tolerantes» y se
amplía la opinión de facilitar la entrada a los inmigrantes «solo con contrato». En 2011 la
percepción del número de inmigrantes desciende un poco a la par que disminuye su
presencia real en España. No obstante, el deseo de endurecimiento de la política
inmigratoria se mantiene estable, como puede verse mejor en Cea D’Ancona y Valles
(2013).

FIGURA 4.6.—Política inmigratoria: aceptación del inmigrante en las encuestas CIS 1993-2005 y CIS-OBERAXE
2007-2011 (porcentaje sobre total de respondientes)32

313
En MEXEES II se sigue hablando de «entrada masiva», «estamos invadidos»,
«parecemos extranjeros en nuestro país», y de la necesidad de controlar la entrada de
inmigrantes (tanto en los grupos de discusión como en las entrevistas abiertas).
Curiosamente así comenzó la discusión grupal del GD9:
Varón de Argentina: yo creo que, apuntando a lo que comentas tú, parece que es un problema de número.
Es decir España, o por lo menos en los últimos años, o la España que yo conozco, no ha tenido que
enfrentarse a un fenómenos de inmigración tan masiva hasta los últimos diez doce años. Es decir, ha
sido un fenómeno de muy de repente, de una entrada muy masiva de gente. Entonces no sé si es
tanto un problema de si vienen de Europa como el problema de la inmigración masiva. Es decir, se
abrieron puertas del Este. Empezó a venir gente del Este de una manera muy ostensible y gente de
Latinoamérica en un número que no estábamos acostumbrados. Entonces eso ha generado una
dinámica social a la que España no estaba acostumbrada.

GD9: Inmigrantes posición media-alta (MEXEES II).

M7: Nosotros parecemos extranjeros en nuestro propio país.


M1: Exacto.
M7: Porque yo salgo, ya no hay tiendas… Hay bares para los de la República Dominicana… [Se escuchan
exclamaciones de asentimiento: «eso es», «claro», «sí»…] Hay tiendas de chinos, tiendas de moros y hay
cosas para todos ellos. Están quitando las pocas tiendas que hay…
(…)
M5: Aquí ha venido una invasión y encima viven mejor que nosotros. Si te vas a Cuatro Caminos y por ahí
y te ves las calles copadas por todos ellos y te da miedo pasar por allí.
M6: Tienen que trabajar.
M5: Pero si no hay trabajo, que se vayan a su país. ¡Hombre, ya está y nada más!

GD6: Mujeres de posición media-baja (MEXEES II).

V5: Yo creo que sí, que posiblemente haga falta, desde un punto de vista económico, poner un cierto
límite a la inmigración. Si un país crece un 3 o 4 por 100, cosa que ya no lo vemos en los dos o tres
últimos años (…) Desde luego si no crecemos al 2 por 100, no se crean puestos de trabajo, ni siquiera

314
digamos para los que estamos. De hecho eso es lo que ha pasado. Se han destruido muchos puestos de
trabajo. Entonces, yo creo que de alguna manera sí que debiera haber un límite. No sé cómo. Desde
luego autorregulado, ¿no?

GD5: Mayores de posición media-alta (MEXEES II).

—Yo intentaría controlar la entrada que está habiendo, que está siendo desproporcionada; que entran en
un autobús, que hay cuarenta personas subidas en el autobús y debajo del autobús, en las ruedas, hay
otras cuarenta. Entonces, ahí tendría que haber un poco más control en el tema de la entrada. Y,
como he dicho antes, dejar entrar a los inmigrantes que vengan por un trabajo y con todos los papeles
en regla, que vengan a trabajar y que la economía vaya para arriba. Sí, controlar un poco la entrada de
la inmigración.

Varón autóctono de 26 años. Reside en un barrio del sur de Madrid con elevado porcentaje de
población extranjera. Tras el fallecimiento de su padre, empeoró su situación económica. Su
madre trabaja en el servicio doméstico y él está en paro. Tiene un discurso reacio a la
inmigración. La asocia a delincuencia y descontrol. Tiene buena relación con determinadas
personas extranjeras en su convivencia diaria (MEXEES II).

Pero también se habló de la crisis económica, de su efecto en la contención de los


flujos de entrada y ampliación de la expulsión. Los extranjeros son quienes más hablan
de la reducción de la presencia de inmigrantes, de retornos y de que cada vez van a ser
menos. Hablan de sus familiares, amigos, vecinos… aunque también de lo que informan
los medios de comunicación antes y ahora.
—Menos ahora cuando está la crisis, que ya no se puede venir nadie. Todos se están volviendo (…)
Como están echando gente de aquí y están controlando mucho eso, creo que ya serán menos, habrá
menos inmigrantes.

Mujer peruana de 26 años, de familia acomodada (su madre falleció cuando tenía 7 años).
Hace dos años y medio vino a España, estando sus dos hermanas aquí desde hacía bastantes
años. Vive en Madrid, donde trabaja en una empresa peruana. Al venir a España su posición
social pasó de media-alta a baja. Dice no conocer ningún tipo de discriminación, pero ha
empeorado su estatus social, al emigrar de Perú a Madrid (MEXEES II).

—Yo creo que van a venir menos. Por lo menos de los países del Este. ¿Por qué? Porque ahora mismo,
lo sabes tú bien, hay una crisis que afecta tanto a este país, o sea el vuestro, como a toda Europa.
Entonces el hecho que mis amigos, muchos de ellos han vuelto, me hace decir eso, que se ve hasta en
la tele, que antes había emigrantes en todas partes. Antes venían autocares, se bajaban y subían en
Méndez Álvaro, en Chamartín, no paraban de llegar. De hecho era noticia casi todos los días. Que
otros tres o cuatro autocares de rumanos venían a parar en Chamartín o en Méndez Álvaro, en la
estación, y ahora la verdad que apenas se hacen rutas Madrid-Rumanía. Digamos rutas españolas. No
sé si tú te acuerdas, que hubo unas noticias que siempre venían rumanos. Parecía que allí en Rumanía
se apagaba la luz y ya no había más rumanos. Se quedaban los viejos y nada más.

Varón rumano de 33 años casado y especialista en mecánica de automoción. Comparte con su


pareja la experiencia migratoria pasando por varios países de Europa para llegar a España. Lleva
diez años en España y dice haber podido resistir la crisis. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

—Pero ahora viene poco chino. Antes todo el mundo quería venir, ahora no. Ahora hay mucha gente que
se vuelve. Claro. Ahora con la crisis de España, la gente aquí no ganan dinero, no hay trabajo, pues se
vuelven a China.

315
Varón chino de 50 años, pastor evangélico, que inicialmente trabajó en la hostelería. Vino a
España con veintidós años. En España nacieron sus hijos, que han alcanzado estudios
universitarios (MEXEES II).

Los autóctonos también realizan la comparación entre antes y durante la crisis


económica. Visibilizan menos extranjeros. Pero también afirman que «está el cupo lleno»
y «lo que queremos es que se vuelvan», aunque saben que muchos ya están aquí
establecidos y es poco probable que retornen a sus países de origen. El que retorna es
quien «no tiene futuro» aquí.
—Pero sí veo que hay menos gente ahora, hay menos inmigrantes. O sea, parece que hay muchos, pero yo
veo que hay menos que hace cinco años. En Madrid, por ejemplo, no noto mucho porque, como he
estado viviendo en las provincias, cuando he vuelto, he visto que hay menos. Parece que no, pero yo
veo que hay menos porque antes yo creo que te subías al metro y yo creo que el 50 por 100 de la gente
era de color, y ahora te subes al metro y depende la hora y eso. Pero yo creo que hay menos y en la
calle veo también que hay menos.

Mujer autóctona de 43 años, de familia acomodada. Vive durante su infancia en Chile, debido
a los negocios del padre. Regresa a España para cursar estudios de empresariales. Está en paro y
tiene un discurso ambivalente hacia la inmigración. Un hermano suyo estuvo viviendo en
Ecuador (MEXEES II).

—Pues en un futuro yo creo que la intención es que ya no vengan tantos emigrantes, evidentemente.
Pero esto es una problemática europea. En general no quieren que vengan más emigrantes. Ya está el
cupo lleno. Ahora lo que queremos es que se vuelvan, algo que no se va a conseguir, pero bueno. Y
mientras que la situación mundial no se mejore, los emigrantes van a seguir viniendo. Viendo como
vivimos nosotros y como están ellos, está claro que hay muchos que no tienen otra opción. Es eso o
morirse, o dejarse matar. Entonces ante eso, pues se la juegan y vienen.

Varón autóctono de 41 años, de familia de clase media-baja, que tuvo que emigrar a Alemania
donde nacen él y su hermano. Retornan a España y se instalan en Madrid. Cursa estudios
universitarios y trabaja unos meses en Alemania. Docente en un colegio privado. Lo pasó muy
mal cuando regresó a España porque «prácticamente era alemán. Aquí en España era un re-
emigrante» (MEXEES II).

Aunque se perciba que el número de inmigrantes ha mermado desde que se iniciara


la crisis económica, se insiste en la necesidad de incrementar los controles de entrada
para reducir «problemas». La carencia de trabajo lleva a la miseria y al «no podemos
mantenerlos». La razón, que a través de los medios se sigue visualizando la llegada de
inmigrantes irregulares. España está en crisis, pero la situación de sus países es peor: «es
normal que vengan a España porque se tienen que ir de sus países».
—Pienso primero que si en nuestro país hay una oferta de empleo, que puede haberla, necesitando mano
de obra, y hay otros países que necesitan trabajar, pues fenomenal. Pero creo que está mal que,
incontroladamente, venga gente que se encuentra aquí sin trabajo y en la miseria, a los que no
podemos mantener porque en este momento estamos también nosotros en una crisis muy grande.
Entonces acaban igual o peor que en su país y sin ninguna opción a nada, y aquí no los podemos
ayudar. Realmente, eso es un problema: la entrada incontrolada de inmigrantes. Estoy a favor que
venga mano de obra y lo que quieras, cuando se necesita, pero si no hay oferta para poder ayudarles o
que ellos nos ayuden a nosotros, la verdad es que lo único que genera son problemas.

Mujer autóctona de 46 años, divorciada y con dos hijos. Trabaja de autónoma reparando

316
ordenadores. Su padre fue militar y su madre ama de casa. Asocia la inmigración a la entrada
incontrolada de inmigrantes (MEXEES II).

—Pues hombre, con la crisis que hay, yo creo que ya no hay este oleaje que había antes con la inmigración.
Por ejemplo, las pateras, ese rollo de la gente que viene de África, sí que continúa porque su situación
es tan mala que todos prefieren arriesgarse y venir aquí, ya sea en patera, en las ruedas de los camiones,
como he visto. Eso sí que va a continuar. Pero creo que la gente, por ejemplo, de Sudamérica cada vez
van a venir menos porque muchos están en paro y llevan muchos meses en el paro, y a muchos se les
está acabando ya el paro, no tienen dinero para mandar a sus casas, y yo creo que ya no.

Mujer autóctona de 20 años. Vive con su madre. Desde niña ha pasado los veranos en Brasil,
ya que su padre se casó en segundas nupcias con una brasileña. Estudia Bellas Artes en una
universidad madrileña y árabe en una academia particular. Colabora en una ONG que apoya a las
personas en dificultad. Tiene un discurso algo ambivalente. Muestra tolerancia a nivel general,
pero después alude a la discriminación positiva o al favoritismo como un perjuicio para la
población autóctona: «se les da muchas ayudas». Un tío vivió en Alemania y le fue muy bien
(MEXEES II).

El debate se establece entre quienes opinan que «nos iremos acostumbrando», que
caminamos hacia la normalización de la inmigración («necesitamos que pasen unas
cuantas generaciones para que se normalice un poco la situación»), y los que auguran un
futuro gris, donde «iremos a peor». Depende de cómo vaya la situación económica.
M1: Yo creo que va a ser al revés, que se están acabando los problemas.
V2: ¡Ojala!
M3: Yo creo que en los colegios, que las nacionalidades que hay y tal, sí que hay esperanza.
M1: Y que se está normalizando muchísimo. Ya hay mucha más normalidad de todo. Ahora tienes un
compañero de trabajo un inmigrante y no pasa nada. Antes era como…
V2: También igual va por zonas.
M1: Claro, también lo digo porque en mi barrio se da la circunstancia muy fuerte de que hay mucha fuerza
de la inmigración.

GD1: Jóvenes universitarios (MEXEES II).

—V2: Yo pienso que nuestros hijos van a ser mucho menos racistas que nosotros, porque se van a dar
cuenta en el colegio de que el niño negro es un niño que juega y tal…
—M1: Pero si es que es una persona igual
—V2: El moro, sus padres serán moros y es un niño normal, y es su mejor amigo…
—V1: Y lo que mola verlos a todos juntitos
—V2: Claro ellos, como lo han mamado, como pasa en Inglaterra, sobre todo en Londres, que es donde
está todo el mundo mezclado y va todo debuti. Pues aquí, dentro de unos años nuestros hijos no
serán tan racistas como nosotros.

GD4: Adultos cualificación media-baja (MEXEES II).

—Veo una España que al final se irá adaptando a lo que hay. Una España con muchas más razas y en un
futuro, pues no se verá tan raro ver un chino que sea español o un negro que sea español. Igual que en
Estados Unidos ahora; que Estados Unidos no la asocias ya con blancos, por así decirlo.

Varón autóctono de 22 años. Su padre es guardiacivil y su madre ama de casa. Vive con ellos y
cursa estudios universitarios (MEXEES II).

—Yo creo que la gente se va a mezclar más, que no va a haber tanto estereotipo de inmigrantes, sino que
la gente estará más mezclada. Y que el inmigrante pasará a ser parte más de nuestro propio… No sé,

317
será una parte de nuestras familias.

Varón autóctono de 33 años. Comenzó estudios de turismo, pero los abandonó. Trabaja de
teleoperador. Tiene un discurso favorable a la inmigración y piensa que la sociedad española da a
los extranjeros un trato hipócrita. Hace hincapié en la relación que tiene con inmigrantes. Carece
de experiencia emigratoria (MEXEES II).

—La veo muy cruda, pero muy cruda para todos, españoles y extranjeros. Con la crisis hay mucho más
paro y no creo que se pare la cosa. Si se paraliza la economía, no habrá trabajo y claro, a ver qué pasa
con todos los inmigrantes que están trabajando. Están cerrando bares, dejan de construir casas, muchas
empresas cierran… Al final lo paga el más débil: los mayores de 45 y los inmigrantes. Además con el
paro, la gente está dispuesta a trabajar en lo que sea y no creo que los españoles estén en condiciones
de rechazar trabajos, como pasaba hace diez años, ya sabes. Bueno, yo creo que la situación va a ir a
peor. Me refiero a que los conflictos van a crecer conforme aumente el paro. La crisis va a hacer
que se crispe todo mucho. Mucho más quiero decir…

Mujer autóctona de 34 años, nacida en Barcelona y residente en Madrid, de clase media-alta.


Regenta un negocio de diseño de interiores; su marido trabaja en una multinacional. Tiene una
hermana viviendo en Inglaterra. Ella ha vivido en diferentes países europeos y en Dinamarca
conoció a su marido. Tiene una asistenta latinoamericana (MEXEES II).

Lamentablemente quienes pronostican un aumento del rechazo a la inmigración


exceden a quienes auguran una mayor normalización de la presencia inmigratoria. Lo que
inevitablemente es en sí mismo un reconocimiento de que el trato al inmigrante en
España no es realmente tan bueno como debiera; así se ha ido viendo a lo largo de este y
el capítulo que le precede. El referente, lo que está sucediendo en otros países europeos
(mención expresa a Francia e Italia), donde están adquiriendo fuerza «los discursos de
extrema derecha contra la inmigración».

4.1.3. Positividad versus negatividad de la inmigración

Diferentes investigaciones muestran los efectos positivos de la inmigración para el


crecimiento demográfico (López de Lera, 2006; Roig y Castro, 2007; León, 200833; Reher y
Requena, 2009), la diversidad étnica, cultural y el desarrollo económico (Legrain, 2008; Sánchez,
2010), sin olvidarnos de la aportación a las arcas de la Seguridad Social (Moreno y
Bruquetas, 2012). Muchos de estos efectos son percibidos por la población, como lo
reflejan las respuestas que recaban dos preguntas abiertas incluidas desde 2008 en las
encuestas CIS-OBERAXE, una vez testadas en las encuestas de los proyectos
MEXEES. Las dos preguntas comparten enunciado («La inmigración, como todo, tiene
aspectos positivos y negativos»), que avisa al encuestado del interés por los pros y los
contras que anima al analista. Una vez preguntado lo positivo («¿Qué aspecto positivo
destacarías más?»), se hace lo propio también por lo negativo. En cada abordaje se
solicita un único aspecto, tratando de acceder a una información espontánea que indique
latencias o discursos presentes en el día a día de la población española. Como puede
verse en la figura 4.7, lo que más se valora de la inmigración es el enriquecimiento cultural,
seguido de mano de obra secundaria e impacto positivo en la economía. Los porcentajes de

318
respuesta no son muy grandes porque uno de cada cuatro encuestados no emite
respuesta.

FIGURA 4.7.—Imagen positiva de la inmigración. Encuestas CIS-OBERAXE 2008-2011

Resalta el alza de la respuesta enriquecimiento cultural (que agrupa las menciones


«intercambio de culturas», «relaciones humanas», «su cultura», «mezcla», «mestizaje»,
«conocer otras culturas», «la diversidad», «la variedad»…). El mínimo registrado al inicio
de la crisis (27 por 100 en 2008) sube diez puntos en 2011 (37 por 100), tres más que el
año anterior, y se sitúa a gran distancia del resto de menciones positivas de la
inmigración34. En cambio el reconocimiento de la aportación laboral y económica de la
inmigración se va aminorando con el avance de la crisis económica. Dígase de las
respuestas englobadas bajo el rótulo: mano de obra secundaria («realizan trabajos que los
españoles no quieren», «cubren puestos que no queremos», «trabajan en el campo»…) e
impacto positivo en la economía.

319
La figura 4.8 recoge las respuestas a la pregunta complementaria: «¿y qué aspecto
negativo destacaría más?». Si la opción de respuesta «ninguno» cabe interpretarla como
xenófoba, cuando se interroga por los aspectos positivos de la inmigración, ahora dicha
respuesta se entiende cargada de connotaciones xenófilas: no se encuentra ningún
aspecto negativo de la inmigración. La cuestión es que en el primer contexto alcanza al
13 por 100 de los encuestados (figura 4.7), pero en el segundo contexto (figura 4.8) se
elige por el 4 por 100 de los encuestados en 2011 y, aunque suba dos puntos respecto a
2010, es un valor muy inferior al anterior. Lo que muestra que continúa resaltándose más
lo negativo que lo positivo de la inmigración. La no respuesta también es algo inferior,
pero sigue siendo elevada. Queda la duda de en qué medida la no respuesta, cuando se
pregunta por aspectos negativos, pudiera asimismo alojar una actitud contraria a la
inmigración que no quiere manifestarse abiertamente. De hecho, cuando las encuestas
CIS-OBERAXE preguntan después por la valoración general de la inmigración, una
porción de los encuestados (17 por 100 en 2011; 19 en 2010 y 2009) responde «ni
positiva ni negativa». Esto es, la percepción de la inmigración no se compone
únicamente de imágenes monocordes, sino también mixtas. De ahí el interés analítico
por la ambivalencia y polivalencia alrededor del fenómeno migratorio. En dicha pregunta,
la valoración positiva de la inmigración baja seis puntos en 2011 respecto a 2008
(quedándose en el 40 por 100 de los encuestados en 2011), mientras que la negativa
aumenta en siete puntos (situándose en el 38 por 100). Otro dato que muestra que la
crisis económica está contribuyendo al deterioro de la imagen de la inmigración y a la
pérdida de su valoración como necesaria para el desarrollo económico del país (Cea
D’Ancona y Valles, 2013).
Retomando las respuestas ilustradas en la figura 4.8, el aspecto negativo que más se
menciona en todas las encuestas es más problemas de delincuencia e inseguridad, que queda
estable en el 26 por 100 en el último año (siete puntos menos que en 2008). Este
también ha sido el aspecto más recogido en las encuestas MEXEES («aumenta la
delincuencia»). Si bien su descenso fue mayor: dieciocho puntos porcentuales menos en
2011 que en 2008 (22 por 100 en 2011). A ella siguen las menciones a: «aumento del
paro, quitan trabajo a españoles» (14 por 100 en 2011; 4 en 2008); «no se integran, no
quieren adaptarse» (11 por 100 en 2011; 4 en 2008); «racismo, conflictos raciales, el
racismo que pueden provocar» (6 por 100 en 2011; 3 en 2008); «problemas de
convivencia» (3 por 100 en 2011; 4 en 2008); «ninguno» (3 y 4, respectivamente). La no
respuesta fue del 6 por 100 de los 660 encuestados en 2011 y del 2 por 100 de los 683
españoles de 18 años y más sondeados en 2008.
En las encuestas CIS-OBERAXE las mayores variaciones se registran en las
respuestas acordes con el discurso de la competencia. Sea en el ámbito laboral: mayor
competitividad en el mercado de trabajo («nos quitan trabajo», «falta de trabajo», «en España no
hay trabajo», «hay más paro»). Sea en el acceso a prestaciones sociales: mayor
competitividad por las ventajas sociales («tienen más ayudas que los españoles», «las ayudas
perjudican a los españoles», «se creen con más derechos que nosotros», «colapsan los

320
servicios médicos»). Respuestas no obstante previsibles, al haberse agudizado la crisis
económica y la reducción de puestos de trabajo, prestaciones sociales y ayudas públicas.

FIGURA 4.8.—Imagen negativa de la inmigración. Encuestas CIS-OBERAXE 2008-2011

Las indagaciones cualitativas de los proyectos MEXEES igualmente reflejan que se


evoluciona hacia un mayor reconocimiento de la aportación cultural de la inmigración,
mientras que se aminora el correspondiente reconocimiento a su contribución
económica y laboral. Las respuestas, con las matizaciones principales aportadas, se
reseñan a continuación:
a) Riqueza cultural

Aunque se dude de la valoración genérica de la inmigración como buena o mala, y se


sea consciente de su aportación al crecimiento demográfico y económico del país, la
contribución de la inmigración al conocimiento de otras culturas y personas diversas es
menos discutible.

321
—Por favor que no sean tantos los miramientos con la gente de fuera, porque la gente de fuera aporta
muchísimo, aporta muchísimo, ya no solo a nivel material laboral, ni económico, sino a nivel humano.
Relacionarte con gente de otros sitios te enseña tanto, te enseña tanto de la vida y tanto de ti mismo; o
sea, de las cosas que tu creías que sabías y te das cuenta de que no tienes ni idea…

Mujer autóctona de 29 años, de posición media-alta. Trabaja como teleoperadora para pagarse
sus estudios. Ha tenido una experiencia migratoria en la India, donde sufrió varios episodios de
discriminación por el hecho de ser blanca. Considera que «sería aconsejable que uno fuera el
inmigrante en algún momento (…) vivir fuera de tus leyes, tu idioma, lejos de todo lo que tú
conoces y todo lo que para ti suponía protección y seguridad» (MEXEES II).

Expresiones como «mezcla de culturas», «mezcla de personas», «mezcla de colores»


aparecen de manera entrelazada, a veces bajo el rótulo genérico de «mestizaje». Quizás en
su resalte incida la creencia de que sean aspectos menos apreciados socialmente, al no
venir acompañados de cifras numéricas que cuantifiquen su repercusión positiva en la
sociedad, a diferencia de lo que sucede con los indicadores económicos y demográficos.
Al conocimiento acompaña una connotación más cualitativa que cuantitativa: «tendrán
conocimiento», «sabrán», «vendrán a enseñarnos cosas diferentes», «he aprendido
muchísimo de otras personas extranjeras».
—La valoración si es bueno o es malo para España, yo no sé si es bueno. Malo no es. Bueno posiblemente
más que malo, pues porque ya sabemos que la natalidad en España es pequeña; la aportación a la
Seguridad Social, este año y el año pasado ha sido importante, por eso se puede seguir manteniendo.
Todo eso lo sabemos. En cuanto a mezcla de culturas, mezcla de personas, mezcla de colores, me
parece que en ese aspecto es muy buena. Pero que no solamente va a ser muy buena para estas
personas que puedan comer, que puedan cultivarse, sino para los propios receptores de la emigración,
porque tendrán conocimiento de otras culturas, conocerán a otras personas y sabrán…

Varón autóctono de 65 años. Clase media-alta, hecho a sí mismo. Proviene de una familia de
clase baja de Andalucía. Ha cursado tres años de la licenciatura de Derecho. Casado y con dos
hijos adoptados (uno negro y otro colombiano). En su temprana juventud emigró de su pueblo a
Madrid y a Suiza. Bastante relación con inmigrantes, al pertenecer a una ONG de ayuda al
inmigrante. También ha contratado a trabajadores inmigrantes, muchos árabes (MEXEES I).

Como era previsible, no falta la referencia a espacios concretos de convivencia, a


barrios, colegios o zonas de elevada densidad de población inmigrante, que ponen en
escena los pros y los contras (la cara y la cruz) de la coexistencia de personas de países,
culturas o etnias diferentes. Por encima de los inconvenientes, se destaca la positividad
con términos como «diversidad» y «mestizaje», que ayudará con el tiempo a la reducción
del racismo y la xenofobia. De lo que se deduce el reconocimiento implícito de su
existencia.
—Se me viene [a la mente] Lavapiés, pues porque es el barrio de Madrid de inmigración por excelencia.
Es que allí hay indios, moros, hay ecuatorianos, hay turcos… Hay muchísimos. Lavapiés es el barrio de
inmigración, creo yo. Está en el centro y siempre los barrios más céntricos son los que atraen a más
inmigrantes. Y se me viene eso a la cabeza: la gente en la calle. Al barrio le da mucha diversidad y creo
que para el barrio es muy interesante. Te aseguro que hay mucha gente que piensa que el barrio se ha
estropeado desde entonces. También es cierto que es de los barrios, por ejemplo, más guarros de
Madrid. Que llegas al barrio, que estás paseando por allí y si por la noche, si llegas a las dos de la
mañana, es inevitable…no te sientes seguro. Aunque yo pienso que es diversidad y que está muy bien,

322
es verdad que no te sientes seguro y que las calles están muy sucias, que hay muchas pintadas, hay
mucha gente en la calle. Pero, también es que es un poco su cultura traída hasta aquí y es lo que
ellos hacen.

Varón autóctono de 22 años. Estudiante universitario (de comunicación audiovisual). Reside


en Madrid desde que comenzó sus estudios universitarios. Sus padres residen en Ciudad Real. Ha
viajado mucho con su familia, por España y el extranjero, lo que en su opinión le hace más
abierto a otras culturas (MEXEES I).

—El mestizaje es lo mejor que hay. Anoche estuve en casa de un amigo, pegando a Bravo Murillo,
Tetuán, porque había cambiado radiadores y fui a echar una mano (…) ¡Es una gloria andar por esa
calle!, pasar por Bravo Murillo a las ocho de la tarde, la mezcla, cruzando los semáforos, así de gente.
La cantidad de gente que hay, que les vas mirando la cara: sudamericanos, chicas con velo, chicos
jóvenes, niñas jóvenes, algún tío horroroso, algunos tíos regordísimos, otros con una pinta de… ¡joder
tío, no te acerques a mí que echo a correr!… Esa mezcla, esa mezcla se percibe en Bravo Murillo.
Supongo que se percibe en zonas de Carabanchel, supongo que se percibirá en Móstoles. En el barrio
de Salamanca no, en el barrio de Salamanca no percibes nada de eso. Yo creo que es muy buena…

Varón autóctono de 63 años. Ingeniero dedicado a la construcción toda su vida. Está jubilado
y reside en un municipio de renta alta de Madrid. Tiene experiencia emigratoria interior y
exterior. Tiene relación contractual y amical con inmigrantes de diferentes países y etnias
(«porque me llevo bien con ellos. Son gente muy maja…») (MEXEES II).

La mezcla de culturas, de etnias, obtiene el calificativo de «riqueza» para ambos, a


modo de intercambio cultural. Quien así se pronuncia no se presenta como defensor de
la asimilación entendida como sumisión a la cultura dominante, sino que aboga por la
interacción y el intercambio cultural. Que coexistan culturas diferentes se juzga positivo.
De ahí el uso repetitivo del término «riqueza» para expresar su aportación beneficiosa
para la sociedad receptora de inmigración; al igual que los términos «aprender»,
«conocer», «saber». Ello pese a que a su vez se asienta en la exigencia de un mínimo
acoplamiento, que haga factible la convivencia entre personas de culturas diferentes:
«han de adaptarse a las costumbres principales del país donde quieren vivir».
—Creo que se puede aprender muchísimo; que hay muchísima riqueza que se puede sacar culturalmente,
entre otras cosas, porque con el franquismo el estar aislado de toda inmigración nos ha hecho ser más
cerrados a nuevas ideas y culturas. Creo que el futuro tiende a que todo el mundo se mueva al
movimiento entre los países, el intercambio de culturas. Con lo cual, mucho más sencillo es tenerlo
en tu propio país. Que al final, para mí, todos los países son una mezcla de razas y culturas. Y,
lógicamente, la persona que va a otro país se tiene que acoplar, en lo básico, a las costumbres del país;
bien guardando las suyas, que no tienen que molestar a nadie, pero que indudablemente para adaptarte
a un país extranjero tienes que adquirir muchas de sus costumbres más importantes para ellos. Pero,
vamos, como regla de convivencia. También me parece fenomenal que vengan a enseñarnos cosas,
nuevas cosas diferentes y que pueden aportar muchísimo y enriquecer muchísimo cualquier cultura.

Mujer alemana de 27 años. Vino a España hace cuatro años para cursar estudios
universitarios. Los compagina con el trabajo de camarera los fines de semana. Sus padres y
hermanos están en Alemania. Su abuela era de Albania y emigró con su familia a Alemania. Se
siente adaptada, aunque quiere regresar a su país porque echa de menos a su familia y amigos
(MEXEES I).

—Yo creo que es positivo en España por muchos aspectos: por enriquecimiento cultural de España,
diversidad de culturas que hay en España. Que puede dar una visión, una amplitud de mente a todos

323
los españoles mucho más de la que tenemos.

Varón autóctono de 32 años. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas y trabaja


en banca. Vivió un año en California, donde dice haber recibido un trato inferior por ser latino.
Considera que la inmigración es positiva porque aporta riqueza económica y cultural (MEXEES
II).

b) Riqueza económica

A diferencia del reconocimiento de la riqueza cultural, la económica tiene una


consideración más unilateral: beneficia a aquellos que contratan a inmigrantes porque
proporciona «mano de obra barata», «una ganga para los empresarios». Esta positividad
para el empresario (le permite abaratar los costes de producción) se torna negativa para
las expectativas del trabajador autóctono. Más si cabe, en momentos de crisis (como
antes se viera). Al igual que sucede con los trabajos que se ofertan. La crisis contribuye a
que la valoración de la inmigración para cubrir determinados empleos se reduzca.
—Que es una ganga para los empresarios. Que, desgraciadamente, como hacen con ellos lo que quieren,
los derechos que tenemos nosotros como trabajadores los vamos a ir perdiendo porque tienen ahí una
fuente de mano de obra que te cagas. Y, hombre, para la economía es positivo, para la economía de los
superiores. Pero, para la gente de a pie, que no lo sabe asimilar, yo creo que no. Como no se le están
sacando lo positivo, yo creo que está siendo negativo.

Mujer autóctona de 26 años. Nacida en Madrid (de padre extremeño y madre andaluza,
quienes se vinieron a Madrid muy jóvenes). Trabaja como educadora social con chavales en
situación de riesgo (autóctonos, inmigrantes, gitanos). Vive en pareja. Relación laboral y vecinal
con inmigrantes (MEXEES I).

—Ha ayudado a abaratar mucho los precios, está claro. Los salarios también se han abaratado con este
tema. Entonces, pues todo eso puede ser bueno o malo. Pero vamos, en general pues es bueno porque
también si hay gente que no quería trabajar en determinados sectores y demás, pues eso. Y también se
ha rejuvenecido mucho la edad de los trabajos. O sea, el mercado de trabajo se ha rejuvenecido con los
inmigrantes porque, claro, si vienen la mayor parte de los que vienen es gente joven para trabajar,
entonces claro. Si de alguna manera ya peligraba el sistema de pensiones, pues a lo mejor con eso se
puede funcionar un poquito mejor o puede estar un poquito más saneado, porque claro la población de
Europea se está envejeciendo por momentos y de alguna manera todo eso ha colaborado a que la
población rejuvenezca, hasta incluso los inmigrantes tienen muchísimos hijos y los europeos pues
tienen uno de media. Entonces claro lo que no sabemos es cómo afectará dentro de unos años esas
cosas. Pero está claro que sí se ha rejuvenecido la población en general con eso.

Varón autóctono de 51 años. Durante años fue director de un periódico; ahora es comercial. El
trato de los españoles a los inmigrantes lo resume en el dicho popular «una de cal y otra de arena
(…) una relación amor-odio». Tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

—Viendo cómo iba la evolución de España, yo creo que era necesario porque inicialmente estaba bien,
porque era necesario mano de obra y había poca densidad en España. Éramos pocos habitantes para el
trabajo que había hace un tiempo. Pero bueno, ya no se puede. Pero inicialmente creo que era positivo
y creo que la comunidad española creció mucho gracias, en parte, a la inmigración. Pero claro, esto ya
se ha salido de madre y ya no hay trabajo ni para los inmigrantes ni para los españoles

Varón autóctono de 26 años. Reside en un barrio del sur de Madrid con elevado porcentaje de
población extranjera. Tras el fallecimiento de su padre, empeoró su situación económica. Su
madre trabaja en el servicio doméstico y él está en paro. Tiene un discurso reacio a la

324
inmigración. La asocia a delincuencia y descontrol. Tiene buena relación con determinadas
personas extranjeras en su convivencia diaria (MEXEES II).

En cambio la aportación de la inmigración a la Seguridad Social beneficia a todos:


«nos pagan nuestras pensiones». Pero, siempre y cuando sea una inmigración
regularizada, que contribuya a las arcas de la Seguridad Social y pague sus impuestos. En
la argumentación se destaca su utilidad y el beneficio económico de cubrir trabajos no
demandados por la mano de obra autóctona: «nos están ayudando».
V: Pero el tema de la legalización, si no llega a ser por inmigrantes con papeles que están trabajando,
seguramente no llegaremos nosotros a tener pensión más adelante. Que hay problemas, que está mal
regulado, que llegan un montón y el Gobierno, a lo mejor entro aquí en un aspecto que no tendría que
entrar, pero abre el grifo cuando le da la gana y, cuando no, lo cierra. Eso tampoco es. Entonces, ya os
digo, nuestras pensiones seguramente, si llegamos a cobrarlas, es gracias a trabajos de inmigrantes que
un español no quiere trabajar

GD2: Jóvenes no universitarios (MEXEES I).

—Es buena para un país ya que gracias a ellos muchos pensionistas, jubilados, reciben su pensión, aunque
ahora exista la firme idea de que la inmigración nos está dando problemas a la hora de librarnos de esta
crisis, que sinceramente no lo creo.

Varón autóctono de 33 años, con estudios universitarios sin terminar. Trabajador en un taller.
Vive con su madre y su hermana pequeña. Discurso tolerante hacia la inmigración, aunque
recomienda un control en las condiciones de contratación de las empresas para evitar la
competencia en época de crisis. Su madre emigró del pueblo a la ciudad (MEXEES II).

—Pues la cuestión de la Seguridad Social, lo han engrandecido mucho. Gracias a los inmigrantes
naturalmente las pensiones posteriores se están más garantizadas de lo que hubieran estado, porque
España no tenía la suficiente mano de obra para producir lo que realmente han producido estos
inmigrantes.

Varón autóctono de 79 años, de clase media-alta. Vive con su esposa y cuida diariamente a
una nieta. Discurso xenófilo con continuas reminiscencias al pasado migratorio de España. Se
relaciona poco con inmigrantes. Tiene familiares que han emigrado a otro país (MEXEES II).

Los inmigrantes legalizados se convierten en los salvadores del estado de bienestar.


Sin ellos «la Seguridad Social se iría para abajo» o «no llegaríamos a tener pensión».
Discursos positivos ante la inmigración, que comparten personas posicionadas en
peldaños distintos de las escalas educativas y de clase social. Refleja el calado de la
información que, a este respecto, transmiten los medios de comunicación. Pero también
hay quien tiene una mirada más amplia y defiende los beneficios económicos de tener
más personas consumiendo. Puede ayudar a «reactivar la economía».
—A mí la inmigración me parece positiva porque ayuda a reactivar la economía de un país. Los
inmigrantes también generan empleos, necesitan ropa, viviendas, alimentos, y gracias a eso, se pueden
abrir más negocios, aumentan también las prestaciones sociales, crece la población, hay más
nacimientos, se tienen que abrir más guarderías, más colegios…

Mujer autóctona de 27 años, natural de un pueblo de León. A los 18 años vino a Madrid para
cursar estudios universitarios. Trabaja de dependienta en una tienda de moda. Cree que los
españoles aceptan mejor a la población inmigrante que hace unos años, pero «tenemos miedo» a

325
que nos quiten el trabajo. Una tía suya emigró a Argentina. Tiene relación laboral con
inmigrantes (MEXEES II).

c) Riqueza demográfica

Tampoco se cuestiona la contribución de la inmigración al crecimiento y


rejuvenecimiento de la población («tienen más niños»). De ahí su consideración de
riqueza, aunque a su vez se sea consciente de que no todo es positivo con la inmigración:
problemas de convivencia y de integración.
—Que nos ha venido muy bien. Principalmente la población española se estaba envejeciendo. Decían que
para el 2050 vamos a ser una población de viejos. Tiene que existir un equilibrio de edades. Antes, en
nuestro país, en cada familia había cuatro, cinco, seis o siete niños. Todos esos somos los que seremos
viejos poco a poco. Las parejas de hoy en día no tienen hijos, y un país necesita un índice de natalidad
bueno para funcionar y esta inmigración la está provocando.

Varón autóctono de 37 años. Transportista por cuenta ajena. Sus padres se trasladaron a
Madrid desde un pueblo de Extremadura. Él vivió en Andalucía cuatro años. Allí conoció
inmigrantes uruguayos, marroquíes e italianos. Prefiere a los chinos porque no causan problemas,
ni mendigan (MEXEES I).

— Lo que creo es que la inmigración enriquece mucho a un país; sobre todo a los países europeos, los
cuales tienden a un envejecimiento progresivo de la población. Y el cómo mantener el nivel de vida de
los mayores plantea serios problemas económicos en toda Europa. De todas formas puede generar
conflictos sociales, si las culturas y hábitos sociales son muy dispares…

Mujer alemana de 27 años. Vino a España hace cuatro años para cursar estudios
universitarios. Los compagina con el trabajo de camarera los fines de semana. Sus padres y
hermanos están en Alemania. Su abuela era de Albania y emigró con su familia a Alemania. Se
siente adaptada, aunque quiere regresar a su país porque echa de menos a su familia y amigos
(MEXEES I).

—En principio buena porque básicamente ahora el índice demográfico español está en el subsuelo. No
nacen suficientes niños para generar suficiente mano de obra para mantener el país. Entonces sin
inmigración habría muchos trabajos desatendidos. Esa es la verdad. Con lo cual pues, tanto nosotros
como ellos nos necesitamos mutuamente.

Mujer autóctona de 46 años, divorciada y con dos hijos. Trabaja de autónoma reparando
ordenadores. Su padre fue militar y su madre ama de casa. Asocia la inmigración a la entrada
incontrolada de inmigrantes y que «no se integra en la cultura del país» (MEXEES II).

La figura 4.9 recoge ítems que resaltan la positividad de la inmigración, su valoración


de riqueza en las tres vertientes principales que recogen las indagaciones cualitativas de
los proyectos MEXEES. Su disposición es acorde al orden de menciones que agrupan.

FIGURA 4.9.—Positividad de la inmigración

326
A la cara amable de la inmigración se contrapone la que frena la proximidad al
inmigrante, despertando recelos y alentando la xenofobia. Lamentablemente son más los
aspectos negativos que se destacan de la inmigración que los positivos, como asimismo
puede apreciarse en la figura 4.10.

FIGURA 4.10.—Negatividad de la inmigración

327
A continuación se detallan de mayor a menor orden de mención.
a) Problema

Aunque en la figura 4.8 viéramos que el aspecto negativo que más se destaca de la
inmigración tradicionalmente ha sido el aumento de la delincuencia, la crisis económica
ha contribuido a que, cuando no se pregunta directamente, lo que más fluye es la
mención a la falta de trabajo y su abaratamiento. De ello se culpa a la inmigración. La
falta de empleo pasa a ser el «problema». Al igual sucede en los barómetros mensuales
del CIS. Desde que se iniciara la crisis económica, el paro progresivamente ha ido
acentuando su consideración como el problema más importante en España35.
—Hombre, yo a España siempre la he visto más tolerante, pero también más tolerante con la inmigración,
pero porque también nosotros éramos los que habíamos emigrado. Entonces pues no éramos un país
que conociéramos mucho a los inmigrantes; pues lo hemos tolerado. Pues bien, lo que pasa que ya
llevamos unos cuantos años con eso y ahora es cuando empiezan, yo creo, a surgir los primeros
problemas con ese tema. Pero vamos, en principio si el problema es el trabajo, o sea si no hay, ahora

328
mismo el paro está muy alto y esos son todos los problemas que hay. Si el paro no estuviera alto, yo
creo que estaría bastante más afectao. Pueden ser los problemas de vecindad o los que sean los
problemas. Pero ahora mismo los problemas principales es el paro que hay en el país. Entonces afecta
mucho todos los inmigrantes que hay.
—Empeorar, yo creo que empeorará (…) Lo importante de todo esto es el mercado de trabajo. Si hay
trabajo para todos, no hay ningún problema. Pero es que ahora mismo es que hay 4 millones de paraos
y eso se tarda en asimilar. Se tarda bastantes años en asimilar y, aun así, siguen llegando inmigrantes.
Entonces yo lo veo que ese es el problema principal. O sea, porque siguen viniendo inmigrantes y hay
cuatro millones y medio de paraos. Entonces es un problema. Es un problema importante.

Varón autóctono de 51 años. Durante años fue director de un periódico; ahora es comercial. El
trato de los españoles a los inmigrantes lo resume en el dicho popular «una de cal y otra de arena
(…) una relación amor-odio». Tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

Que se identifique la inmigración con problema es un factor clave en la explicación de


la xenofobia. Sobre todo cuando se es pesimista respecto a su solución (Cea D´Ancona,
2007, 2009). Afecta al número de inmigrantes y al control de los flujos migratorios.
También, a conflictos y lacras que se intensifican al aumentar la presencia de inmigrantes:
«el exceso ha generado el problema»; «el Gobierno no ha sabido controlarla». Se crítica el
descontrol, la falta de previsión («se ha ido un poco de las manos») y de actuaciones que
hubiesen evitado el desborde y consiguiente extensión de las tensiones sociales. Se aboga
por una política inmigratoria más restrictiva en cuanto al número y perfil demográfico y
cultural del inmigrante. A la crítica sigue, como es usual, la negación de que se sea
contrario a la inmigración: «No es que yo me preocupe por eso»; «A mí me da igual que
vengan personas de otros países». También, la exteriorización del temor a la invasión y a la
pérdida de dominio espacial y cultural. Suele ser común la reflexión: «pero, ¿estamos en
nuestro país o estamos en otro país?», que se torna característica del discurso restrictivo
ante la inmigración: «no podemos absorber a inmigrantes de manera indefinida». Con el
siguiente deseo de endurecimiento de la política inmigratoria.
—Poco a poco harán despertar la vena racista de los españoles debido a la mala planificación de los
dirigentes de España.

Varón autóctono de 33 años. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas. En la


actualidad trabaja en una tienda. Ha viajado al extranjero. Sus dos mejores amigos son
argentinos. Su barrio está «lleno» de inmigrantes. Comparte la psicosis de la invasión (MEXEES
I).

b) Invasión

A la identificación de la inmigración como problema acompaña el discurso de la


invasión y el descontrol. Los propios inmigrantes son igualmente críticos ante la cifra
abultada de inmigrantes en España. Califican su número desmesurado («hay tanta
inmigración», «somos excesivos», «cada vez somos más») y muestran temor ante los
efectos negativos colaterales que de ello puedan derivarse («es que ha venido mucha
inmigración, pues cada vez peor», de voz de una joven dominicana de 29 años). En ello
subyace el discurso de la competencia, cada vez más extendido entre autóctonos y foráneos.
Entre los primeros también está el temor a la pérdida del dominio sobre el territorio que

329
se cree propio: «parecemos nosotros los extranjeros».
—Toda la vida ha habido emigrantes. Mis abuelos eran emigrantes, porque eran italianos. Se vinieron a
España, se pusieron a trabajar, les gustó y se quedaron (…) Pero, mira, ahora lo que pasa es que ha
habido una avalancha tan grande, que no estamos preparados para eso, y se nos va como de las
manos ¡tanto emigrante! Es decir, ya son más los de fuera que los de dentro. (…) Pero es que esto ya es
un desmadre, ya es un demasiado.

Mujer autóctona de 86 años. Viuda y madre de tres hijos. Posee dos viviendas. Tiene una
asistenta y un jardinero ecuatorianos. Buena relación con ellos, pero mala con sus vecinos
inmigrantes. Católica muy practicante (MEXEES I).

c) Descontrol

Ante el «se ha ido de las manos» solo queda el ejercicio efectivo de control para evitar
que la situación se desboque. Que la inmigración sea positiva se condiciona al control, a
que esté bien reconducida: «la inmigración es buena siempre que sea controlada». El mal
se halla en la irregularidad, que el que llegue no traiga contrato de trabajo. Ese es el
problema. Para dar más fuerza a la argumentación, se hace referencia a noticias aparecidas
en los medios de comunicación. Pese a que tras la crisis de los cayucos mengua la llegada de
irregulares a las costas españolas (gracias a la conjunción de las patrullas de
FRONTEX36 y el Plan África 2006-200837), la llegada de pateras aún acapara la atención
de los medios. Por lo que es común que a ellas se siga haciendo referencia cuando se
habla de inmigración y descontrol.
—Desde mi punto de vista la inmigración es buena, siempre que sea controlada; y digamos que sea
controlada, que se pueda controlar; que puedan trabajar, si se necesita trabajo; pues que se pueda dar la
posibilidad de ser atendidos, de estudiar y aportar algo al país al que están llegando. Pero creo que una
inmigración incontrolada es lo peor que le puede pasar a un país; y que, si se exagera… Yo creo que
estamos en una situación en la que no se están teniendo en cuenta las consecuencias de tener tanta
gente dentro del país.

Mujer autóctona de 31 años. Abogada, que ha residido en Inglaterra y EE. UU. Trabaja en una
multinacional. Vive con una hermana. Relación laboral con extranjeros y de amistad (con una
brasileña). Mujeres inmigrantes cuidan a su tía enferma (MEXEES I).

—Una suma de todo, pues eso, las imágenes que ves cada día. Claro, va englobando todo del tema de que
llegan tres, cuatro pateras y a lo mejor hay tres o cuatro que llegan y otro que se pierden por el mar o
que llegan muertos. Por las experiencias que tienes o la gente que le ha pasado o por la tele, que dices
«¡joder, ya están otra vez!», o son latinoamericanos o son moros y así te generan eso que dices… Yo
veo consecuencias más negativas que positivas.

Varón autóctono de 25 años que vive con sus padres y su hermano menor. Abandonó los
estudios universitarios, pero quiere retomarlos. Actualmente tiene trabajo temporal. Asocia la
inmigración con inseguridad, pero reconoce que se debe a las imágenes que se proyectan en los
medios de comunicación. Apenas se relaciona con extranjeros (MEXEES II).

De la crisis se prevé que contribuya al control de una inmigración que se considera


que «a día de hoy está mal direccionada».
—Está mal direccionada. Yo sí creo en una inmigración controlada. Y creo que una inmigración
controlada es buena para el país y para el que viene porque una persona que viene sabiendo que tiene

330
un trabajo y un sitio donde vivir, y que va a poder ganarse la vida, sin tener que jugarse la vida ni
endeudar a su familia, es positivo para el país y para el que viene. Pero la manera de que se está
haciendo la inmigración, o que se ha hecho todos estos años, creo que es un error porque se ha llevado
muchas personas por delante. Y no se ha sacado gran beneficio ni a lo uno ni a lo otro. Lo único es eso
crear una serie de conflictos de xenofobia con la gente que viene de fuera pero porque es eso, está mal
controlada desde el gobierno (…) Yo creo que se va a controlar por sí sola porque la gente va a un
país cuando está creciendo, cuando tienes un trabajo. Pero si tú vas a un país donde no tienes trabajo y
lo que te espera es la cola del paro o no poder pagar el alquiler, al final acabas volviendo a tu casa. Y es
lo que está pasando. Entonces al final va a llegar un momento en el que no vamos a tener ese volumen
y ese incremento tan salvaje que es lo que ha pasado.

Mujer autóctona de 33 años, con estudios en bioquímica. Trabaja en un laboratorio. Le


hubiera gustado vivir durante un tiempo en el extranjero. Se relaciona con inmigrantes, sobre
todo latinoamericanos ladinos (argentinos, uruguayos y chilenos). Tiene una asistenta
latinoamericana y un cuñado filipino. Un tío suyo estuvo muchos años viviendo en México
(MEXEES II).

d) Competencia

Como se ha ido viendo en las páginas anteriores, la competencia está presente cuando
se magnifica la presencia inmigratoria y se identifica inmigración con problema. Junto al
«nos están invadiendo», el «me van a quitar el trabajo». El temor a que se acreciente la
competencia en el empleo y en el acceso a prestaciones públicas, a que haya «menos
queso que repartir», por el desequilibrio entre una oferta limitada y decreciente frente a
una demanda cada vez más elevada, es asimismo aliento de xenofobia. Destaca en la
imagen negativa de la inmigración. Pero, cuando esta se refiere a inmigrantes
económicos, no a aquellos que se identifican con un mayor nivel de renta.
—La zona de donde vienes es muy importante. Hay mucho rechazo hacia los inmigrantes que vienen de
forma masiva. Eso es lo que yo veo. No es lo mismo ver a un francés, que ver a un marroquí. La gente
al ver a un marroquí, como ven a tantos marroquíes, dicen: «estos nos están invadiendo». Es la forma
más fácil de hablar de la situación. Dicen que nos están invadiendo y ¡ya está! Sin embargo, cuando ven
a un francés: «estamos en Europa», y no pasa nada. Mientras traigan dinero, no importa. Sin embargo,
si vienen en busca de trabajo, ya salen los problemas de «me van a quitar el trabajo», «le van a quitar el
puesto de trabajo a mi hijo o a mi nieto». Y «esto no puede ser; porque esto antes no pasaba». Y,
bueno, la situación cada vez yo la veo más radical y más tensa (…) La gente tiene miedo. Sí, a eso, a
que venga más gente, a que haya menos queso que repartir, por así decirlo. Y sí, es así. Así de duro.

Varón autóctono de 22 años. Estudiante universitario en invierno; en verano trabaja en su


pueblo para costearse los estudios. Sus padres están en paro. Clase media-baja. Natural del País
Vasco. Desde los tres años han vivido en distintas ciudades de la Comunidad Valenciana. La
madre de su novia es extranjera. Tiene compañeros de clase extranjeros (MEXEES I).

Sobresale la visión de la inmigración como «amenaza», que acabe deteriorando los


logros socioeconómicos y profesionales alcanzados. También el temor a que los
conflictos aumenten, al no haber trabajo para todos: «que se crispe todo mucho»
(«mucho más» apostilla una empresaria de 34 años, cuyo relato se extracta al final del
apartado 4.1.2).
—Yo creo que el principal problema hoy en día con los inmigrantes es la adecuación del empleo, la
demanda de empleo con la cantidad de trabajadores, ¿no? Porque como pasa en Francia también,

331
aunque el nivel de desempleo en Francia creo que es bastante más bajo que en España ¿qué estáis
cinco, casi cuatro millones? En Francia no llegamos a esos niveles y, por lo tanto, no existe tampoco
igual esa competitividad. Aquí sin embargo noto que mucha gente cree que los inmigrantes venimos a
quitaros el trabajo. Y luego también, el segundo problema digamos de integración de los españoles, yo
creo que es, que hay mucho prejuicio, como que no solo venimos a quitaros el trabajo, cosa que no
opino personalmente, sino también que los inmigrantes causamos más problemas de violencia,
malversación, sanidad, seguridad social…, que somos los que más derechos pedimos, que estamos
todo el día en la seguridad social, y todo relacionado con la delincuencia. Ese problema que te digo,
que parece que hay mucho prejuicio alrededor. Pero bueno, que yo creo que con el tiempo se puede
superar, sobre todo si la situación económica mejorase, yo creo que dejaría de tener tanta importancia
el tema de la inmigración.

Mujer de 25 años, de nacionalidad francesa, con familiares en el País Vasco. Se trasladó a


Madrid para continuar sus estudios universitarios. Tiene una mentalidad europeísta y abierta,
propia de las identidades mixtas que valoran las experiencias de vida en distintos contextos
culturales (MEXEES II).

e) Exclusión – Delincuencia – Disgregación

El último extracto de entrevista hace mención a otro de los nexos negativos


asociados a la inmigración: aumento de delincuencia. Junto a él, que no saben
comportarse, «nos viene lo peor», ellos mismos se segregan y no se integran en la
sociedad. Nodos típicos que se arguyen en la justificación del rechazo a la inmigración y
que se conexionan al descontrol de la política inmigratoria. Todo ello participa en la
imagen colectiva negativa de la inmigración, como se ilustró en el apartado 4.1.2.
La figura 4.10 sintetiza lo dicho en este y el anterior apartado. Proporciona una
visión sinóptica de la imagen negativa de la inmigración que recogen las indagaciones
cualitativas de los proyectos MEXEES.

332
4.2. LA INMIGRACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Como se ha ido mostrando en las páginas anteriores, en la configuración de la


imagen colectiva de la inmigración aún continúa siendo fundamental la actuación de los
medios de comunicación. De los medios se insiste (Scheufele, 2000; Van Dijk, 2003;
Igartua et al., 2004, 2005, 2011; Wieviorka, 2009; Álvarez, 2011) que tienen
responsabilidad en la generación de actitudes racistas. De manera especial, a través de los
retratos estereotípicos que hacen de las minorías étnicas o de personas de diferentes
nacionalidades, culturas, religiones. Afecta el énfasis en noticias de carácter negativo,
cómo se categoricen y califiquen los actos y las personas, la localización que se dé a la
información en una sección o en otra (al principio, al final), la extensión de la noticia; y,
no digamos, cuando se especifica la nacionalidad u otros datos del infractor que llevan a
identificarle con una persona de determinado origen étnico, nacionalidad o cultura.
Hasta el punto que llega a afirmarse que uno de los principales efectos de los medios es
que «se aprende a calibrar lo que es importante en un determinado momento» (Igartua y
Humanes, 2004: 244).
La importancia de actuar en los medios de comunicación fue destacada en el Decálogo
que resultó del proyecto transnacional Living Together (Cea D’Ancona y Valles, 2010b).
Constituye el punto número 5 del Decálogo: «Fomentar el papel de los medios de
comunicación para promocionar el respeto de las culturas y el reconocimiento de la
diversidad»38. También lo fue en el 2nd Expert Seminar on the European Modules on Migrant
Integration (Viena, 3-4 febrero de 2011) y en el Plan Estratégico de Ciudadanía e Integración
2011-2014 (PECI II)39, que recomienda seguir el artículo 48.1 de la Ley 7/2010, de 31 de
marzo, de la Comunicación Audiovisual, y evitar el fomento del odio, el desprecio o la
discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, nacionalidad, opinión o
cualquier otra circunstancia personal o social. El objetivo es mejorar la percepción
pública de la inmigración y la diversidad y la imagen que de ellos transmiten los medios
de comunicación. Como señala el actual Director del Observatorio Español de Racismo
y Xenofobia (OBERAXE), Nicolás Marugán (2012: 201-210), el papel de los medios es
fundamental «en un tema tan sensible como este, la importancia que pueden tener sus
mensajes para crear o desmontar tópicos, prejuicios, estigmas o estereotipos». A ello
acompaña las recomendaciones expresadas en la Guía práctica para los profesionales de los
medios de comunicación (Sendín Gutiérrez e Izquierdo Iranzo, 2008). Por su parte,
Wieviorka (2009: 145-151), un reconocido especialista en racismo y xenofobia, afirma:
«no se puede analizar seriamente el racismo contemporáneo sin interrogar sobre la
influencia de los medios de comunicación en la progresión, la difusión y también la
regresión del fenómeno».
El eurobarómetro cualitativo (TNS Qual, 2011) recogió el sentir general, en los diferentes
países de la Unión Europea, de que los medios de comunicación proporcionan una
imagen negativa de la inmigración. De los medios se destacó que retratan a los inmigrantes

333
de forma sesgada, enfatizando los aspectos negativos de la inmigración; y que refuerzan
estereotipos negativos, no ayudando a la integración de los inmigrantes.
La encuesta que realiza el CIS para OBERAXE en 2011 incluye dos preguntas
relativas a los medios de comunicación. Primero se pregunta: «¿Cree que, en general, los
medios de comunicación (TV, radio y prensa) prestan mucha, bastante, poca o ninguna
atención al tema de la inmigración?». En la figura 4.11 puede apreciarse que en el último
año se percibe una pérdida de protagonismo de la inmigración en el conjunto de los
medios de comunicación, comparado con 2010 (la primera encuesta que incorporó esta
pregunta). Esa pérdida de protagonismo puede tener una connotación positiva, dado que
habitualmente son las noticias de cariz negativo las que más focalizan la atención de los
medios, en general. En consecuencia, habrá que indagar en las noticias que se transmiten
sobre inmigración.

FIGURA 4.11.—Relevancia de la inmigración en los medios de comunicación. Encuestas CIS-OBERAXE 2010-


2011 (porcentajes)

Una segunda pregunta sigue a la anterior: «Y en todo caso, ¿cree que la imagen que
transmiten los medios de comunicación (TV, radio y prensa) sobre los inmigrantes es
muy positiva, más bien positiva, más bien negativa o muy negativa?». En la figura 4.12
puede observarse que en 2011 también mejora la percepción de la imagen transmitida de
la inmigración. La calificación de «más bien positiva» asciende en cuatro puntos respecto
a lo registrado en las dos encuestas anteriores, mientras que las calificaciones negativas
siguen en tenue tendencia descendente. La mejora de la imagen transmitida de la
inmigración converge con una menor atención a las noticias sobre inmigración. No
obstante, cabe la duda de si la valoración positiva se dice con connotación positiva o
negativa (con sentido irónico), dado que la encuesta no ahonda en la respuesta a dicha
pregunta. Al encuestado no se le pide que concrete por qué es positiva o negativa la
imagen que los medios transmiten de la inmigración40.

334
FIGURA 4.12.—Valoración de la imagen de la inmigración en los medios de comunicación. Encuesta CIS-
OBERAXE 2009-2011 (porcentajes)

Para conocer el trasfondo de la valoración de la actuación de los medios de


comunicación a continuación, se ofrece un análisis de lo dicho sobre ellos en las
indagaciones cualitativas correspondientes a los proyectos MEXEES. Problemas de
espacio llevan a resaltar lo más notorio.

4.2.1. La crítica a la actuación de los medios de comunicación

En los proyectos MEXEES las menciones espontáneas a los medios de


comunicación adquieren el tono de crítica a su actuación. Especial relieve adquiere la
desaprobación de la práctica de destacar la nacionalidad del infractor, cuando se informa
de actos delictivos (a lo que ya se hizo mención en el apartado 4.1.2). La crítica toma un
cariz más personal entre las personas de las nacionalidades más nombradas en ese tipo
de noticias. La razón refranera pagan justos por pecadores recoge el sentir unánime tanto en
la población extranjera como la autóctona de mayor nivel educativo. Ambas denuncian
su efecto negativo en la formación de prejuicios, que deterioran la imagen y convivencia
entre autóctonos y foráneos.
—La televisión, por ejemplo, cada vez que hay un problema de violencia de género, siempre dicen: «María

335
tal fue golpeada, o agredida, por su marido de nacionalidad ecuatoriana». Pero es que eso nunca lo
dicen cuando el maltratador es español. Y claro, es que ahí se está creando una separación entre el
ustedes y el nosotros, cuando en realidad todos vamos a terminar siendo españoles, por el mero
hecho de vivir aquí y de ser parte de este proyecto común que llamamos España (…) Pero, claro, ahí
están los medios de comunicación que, aparte de la manipulación intencionada que hacen, pues ellos
son también permeables a la sociedad, a los prejuicios de la gente, a la subjetividad de sus
presentadores. En ese sentido debemos tener muchísimo cuidado.

Varón ecuatoriano de 31 años, de clase media-alta. Está casado con una periodista alemana.
Trabaja en una ONG y estudia en la universidad por la mañana. Vino a España hace seis años,
animado por un amigo suyo, que ya estaba aquí. No estaba mal en su país. Sus padres son
titulados superiores. Su abuela materna es colombiana de padres italianos y su abuelo, negro; sus
abuelos paternos son indígenas de Ecuador. Se irán a Alemania dependiendo del trabajo que su
mujer consiga (MEXEES I).

—Las únicas noticias que realmente se oyen son robos, atracos, violencia en las calles. Son las que
normalmente escucho. Me parece impactante porque me da miedo, porque creo que terminas
relacionando todo lo que es la violencia callejera con una situación que viene de fuera de tu país.
Aunque soy consciente que estas cosas suceden aquí, no puedo evitar que me haga mella el pensar. O
sea, el estar escuchando todo el día que son gente de fuera. Las noticias dejan siempre clara la
nacionalidad. Pocas veces vemos que si no es de nacionalidad extranjera, ni se comenta la procedencia.
Lo resaltan como que es una violencia que no nos merecemos, porque no viene de nuestro país.

Mujer autóctona de 31 años. Abogada, que ha residido en Inglaterra y EE. UU. Trabaja en una
multinacional. Vive con una hermana. Relación laboral con extranjeros y de amistad (con una
brasileña). Mujeres inmigrantes cuidan a su tía enferma. Es contraria a la llegada «masiva» e
incontrolada de inmigrantes (MEXEES I).

—Los medios exageran porque todo, algunas cosas que pasan, los inmigrantes. Pero no saben, como tú
dices, hablan del emigrante, sí. No digo hay algunos que sean malos o buenos, hay de todo. Pero que
no digan que todos los migrantes son iguales. Eso yo no lo veo razonable. Tiene que ser como los
españoles, hay buenos, hay malos. Pero no que digan, que hablan en plural, y que digan todos los
migrantes son iguales.
¿Qué calificativos negativos se les atribuye a los inmigrantes?
—Que son problema, que hacen problema, que son problemáticos, que beben, que no se acostumbran a la
costumbre de aquí…

Varón ecuatoriano de 43 años. Lleva 12 años en España. La decisión de emigrar la tomó por su
exmujer (él vino en un viaje de tres meses de vacaciones a visitar a su excónyuge y se quedó).
Está en paro y vive de lo que le proporciona la Seguridad Social española. Está nacionalizado
español (a los cinco años de vivir aquí) y su hija mayor, que vive en Ecuador, también heredó la
nacionalidad. Pero ella no quiere venir, pues no quiere dejar sola a su abuela. Él las quiere traer a
las dos. Vive en un piso con seis personas (entre todos pagan 400 euros) (MEXEES II).

La denuncia también la hacen españoles antes muy nombrados en ese tipo de


noticias: los gitanos. Aunque perciben que ha habido una mejora (se les menciona
menos), coinciden con los extranjeros en que se ha de hablar de personas concretas.
También, que la mención, en este caso a la etnia, no ayuda a clarificar la información.
—Los medios de comunicación destacan lo negativo. Pero quería hacer también un inciso de
reconocimiento, por lo menos de profesionales y periodistas, que ya están más sensibilizados, que ya
tienen también su proceso de trabajo de hace muchos años con nosotros y con otras entidades y que,
bueno pues, ya dan un tratamiento a las noticias más bueno, más adecuado, ¿no? O sea, antes en los
titulares de delincuencia, de gitanos es evidente, hay gitanos que son delincuentes, evidente. Pero no

336
tienen por qué decir que es gitano, que siempre la noticia salía: «fulanito de tal, gitano, ha robado no sé
qué, no sé cuanto» o «dos gitanos han…» No, dos gitanos, no, dos personas… O sea, eso en el Código
Penal se pone: «fulanito de tal ha cometido…» ¿Pone su nombre? ¡Nunca se pone! Entonces, en el
periodismo esto lo han tenido que ir aprendiendo, todavía no del todo, a que la mención de la etnia en
la mayoría de los casos no clarifica la información. Lo que hace en el caso de los gitanos es perjudicar.
Sigue perjudicando a los gitanos seguir reforzando los estereotipos y los prejuicios que la sociedad
tiene.

Mujer autóctona de 36 años, gitana. De padres gallegos, que han viajado por diferentes países
por cuestiones laborales (se dedican a la danza). Desde muy joven ha colaborado en asociaciones
que impulsan la alfabetización y la formación de los gitanos. Trabaja para la Fundación
Secretariado Gitano. Ha experimentado distintas formas de discriminación. Se solidariza con los
gitanos rumanos y búlgaros y se siente identificada con los inmigrantes africanos (MEXEES II).

De los medios se afirma que «ayudan a la crispación», a la separación de unos hacia


con otros, o que «crean aversión hacia la gente extranjera».
—Creo que los medios ayudan a la crispación. Lo que hacen los medios ayuda a que la gente no esté a
gusto y no consiga saber relacionarse con ellos. Incentivan la discriminación y la separación entre lo
español, lo cultural, lo occidental, y lo ajeno, lo desconocido, lo malo, lo peligroso, temido, oscuro; que
no es así en realidad. En vez de incentivar el aprendizaje, fomentar a la integración, más que la
interacción entre ellos aquí entre nosotros con ellos, ¿sabes? De saber también entender su cultura, no
solamente ellos, la nuestra.

Mujer autóctona de 30 años. Nació en el País Vasco, de padre carpintero y madre ama de casa.
Llegó a Madrid para cursar un máster. Está en paro y comparte piso con unas amigas. Dos
hermanos han vivido en Inglaterra. Considera que «ser vasco en Madrid a veces es duro»

Su novio es argentino. Reconoce que es racista con los musulmanes: «no me gustaría que mi
sobrina se case con un marroquí» (MEXEES II).

De la repercusión de la imagen de la inmigración que transmiten los medios de


comunicación en la explicación de filias y fobias ya se habló en el capítulo 3. Personas que
reconocen que no han tenido una mala experiencia personal con inmigrantes, pero que
remiten a lo que ven en la televisión o escuchan en la radio para justificar su rechazo. A
lo que se dé forma de noticia y su reiteración es lo que más puede afectar a la
configuración y consolidación de una imagen estereotípica negativa de la inmigración, en
general, y de determinadas nacionalidades, en particular.
—Quizás más impacto, pero no por la noticia en sí, sino por la forma. Todos los días en el telediario
puedes ver dos noticias amplias sobre cómo los inmigrantes llegan y, a lo mejor, roban o atracan a
personas y tal; o cómo llegan en patera. Lo que más me sorprende no es la noticia, sino la repetición
un día y otro día, y otro día sobre lo mismo (…) Lo que más me choca es eso, que generalmente este
tipo de noticias provocan un carácter en la gente, no sé, bastante negativo.

Mujer autóctona de 24 años. Clase media-alta. Su padre es empresario. Califica su núcleo


familiar de muy tradicional. Ella hace teatro, trabaja en una cafetería y acaba de cambiar de
carrera universitaria. Ha estado seis meses en Finlandia de estudiante Erasmus. Tiene relación
laboral con inmigrantes. Manifiesta una actitud ambivalente ante la inmigración (MEXEES I).

Para los más críticos hacia la inmigración los medios no exageran; lo que informan es
«realmente cierto», y no se está ante una ficción. En su argumentación mencionan

337
noticias que resaltan la negatividad de la inmigración: ya sea las correspondientes a la
llegada de inmigrantes irregulares («las pateras llegan repletas de gente y la mayoría se
muere»); ya a violencia callejera («reyertas y apuñalamientos los fines de semana hay en
Madrid y muchas veces»); ya a mendicidad («viene mucho inmigrante que vive en la
calle»). En la reafirmación se halla la misma aseveración: «coincide con lo que veo en la
calle». Sin olvidarnos de las fobias hacia colectivos concretos de inmigrantes, que fluyen
en la argumentación. Hace que sea en ellos (en los menos deseados o más temidos) en
quienes más nos fijemos para destacar su presencia. Para algunos inclusive los medios «se
quedan cortos». Critican que los medios no lleguen a reflejar toda la «problemática» o
«gravedad» que, desde su óptica, se está viviendo en el tema de la inmigración. Lo que
llama más la atención cuando quien lo dice es de origen inmigrante.
—Los medios de comunicación, que yo leo, creo que son bastante objetivos con los temas de inmigración.
Y creo que todo el mundo sabe que son objetivos y dicen lo que pasa sin ningún tipo de exageración.
Pero no quieren reconocer la gravedad de estos asuntos, o al menos no el grado de gravedad al que
estamos asistiendo.

Mujer china de 19 años. Llegó a España cuando tenía un año y medio. Sus padres tienen un
pequeño comercio. Ella les ayuda y estudia en la Universidad. De su país sabe por lo que ve en la
televisión. Desde que vinieron no han vuelto a China. Su madre tiene toda su familia allí. Su padre
tiene un hermano en Barcelona, que se ha casado con una española. Ella y sus padres se sienten
plenamente integrados. Todos sus amigos son españoles. Unos inmigrantes árabes les robaron en
la tienda (MEXEES I).

—Yo creo que no exageran. Creo que es al revés, cuentan menos de lo que hay, bastante menos de lo que
hay. Estoy convencida de que hay mucho más de lo que dicen.

Mujer autóctona de 57 años, odontóloga con clínica propia. Separada, con dos hijos
universitarios que viven con ella. Tiene un discurso reacio a la inmigración por malas
experiencias en la contratación de inmigrantes (MEXEES II).

—Yo creo que los medios de comunicación siempre han defendido a los inmigrantes. Yo creo que los
defiende más que hasta incluso a la propia población. O sea, son más en ese sentido. Yo creo que les
defienden más que a la misma población (…) Yo creo que está claro que tengo mala imagen de los
inmigrantes, que suele pasar o cuando tienes un vecino que no para de hacer ruido y es inmigrante,
pues está claro que a mí me afecta y eso. Entonces, los periódicos son más generales. No solo se basan
en cositas aisladas, que le ha afectado a la opinión, sino que son cosas más generales. Está claro
entonces estamos hablando de humanidad en este caso, no de un problema que he tenido con alguien.

Varón autóctono de 51 años. Durante años fue director de un periódico; ahora es comercial. El
trato de los españoles a los inmigrantes lo resume en el dicho popular «una de cal y otra de arena
(…) una relación amor-odio». Tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

Los más adeptos a la inmigración en cambio ponen el énfasis en los efectos de la


sobrepresencia de las imágenes negativas en los medios: «crean alarma» social y
desfiguran la realidad. Es el excesivo protagonismo de las noticias negativas sobre
inmigración lo que lleva a concluir que los medios «exageran», que desfiguran la realidad.
Incluso se apunta que el exceso visionado a través de los medios no se corresponde con
la vivencia cotidiana, cuestionando la realidad que los medios dibujan.

338
—Creo que los medios nada más saben sacar los efectos malos de la inmigración; solo insinuar que quitan
trabajo a españoles, que mueren en la frontera, o la delincuencia en la que puedan estar involucrados.
Mientras que hablan escasamente de los trabajos que los españoles no quieren y que ocupan los
inmigrantes. No hablan de la cantidad de inmigrantes que se dedican a cuidar a personas de la tercera
edad, que son la gran mayoría; y ese sector es muy importante ya que, como bien se dice, hay cada vez
mayor cantidad de población anciana. Los medios no diría que exageran, sino que lo malo de la
inmigración es lo único que saben ver.

Mujer autóctona de 50 años, con apenas estudios. A los 20 años vino de un pueblo de Cuenca
a Madrid a trabajar. Trabaja en el servicio de limpieza de un colegio. Sus padres emigraron a
Alemania en los años 60. Tiene relación laboral y vecinal con inmigrantes (MEXEES I).

—Se hace hincapié siempre en todo lo negativo de la inmigración. Rara vez ves una noticia sobre
integración, sobre interculturalidad. Rara vez ves proyectos en clave positiva, que los hay y muchos. Lo
que ves siempre es una criminalización muy importante del inmigrante o de la inmigrante. En la
prostitución siempre se hace hincapié en la nacionalidad de la mujer que sufre la lacra de la
prostitución, siempre hacen hincapié en que se trata de una persona rumana, dominicana, venezolana,
colombiana, marroquí, subsahariana, de dónde sea, ¿no? Y eso no. En ningún lugar pone que tú tengas
que hacer hincapié en la nacionalidad. O sea, tú no dices que es una persona española. Si es española,
es una persona y si es marroquí, es una persona marroquí.

Varón de 25 años con estudios universitarios. Nació en una pequeña aldea de Galicia y se
trasladó a Santiago de Compostela para cursar estudios universitarios. Se define como persona de
izquierdas, comprometida con asociaciones culturales y relacionadas con la igualdad de género.
Destaca el enriquecimiento cultural que aporta la inmigración (MEXEES II).

—Ellos me enseñan los migrantes que no trabajan, me enseñan los migrantes que roban, me enseñan los
migrantes que están en la calle. ¿Por qué no me enseñan los migrantes que están trabajando, que tienen
los negocios, que luchan para hacer algo? Ellos no hablan de eso. Hablan solo de los malos, ¿sabes?
Pero también hay españoles que no trabajan. Hay españoles en la calle, también, en todo el mundo.

Mujer marroquí de 37 años con rasgos físicos occidentales, de buen nivel de formación.
Inmigrante indocumentada, que busca trabajo y con una historia laboral en trabajos en el sector
servicios. Tiene dificultades para pagar el alquiler de 220 euros. Apenas se relaciona con
españoles (MEXEES II).

En suma, de los medios se dice que exageran en las formas («porque no todos los
inmigrantes son iguales») y en el contenido; en los temas que acaparan su interés.
Tergiversan la realidad («es la gran comedia del mundo») o contribuyen a que su reflejo
se haga realidad. En palabras de un joven argentino de 31 años (diplomado en
marketing), «si los medios de comunicación se centran en algo, eso será noticia. Pasado
mañana, si se centran en otra cosa, por ejemplo en el precio de la vivienda, eso será de lo
que hable la gente. Nadie se acordará de la inmigración». Aseveración consonante con las
conclusiones de estudios sobre la influencia de los medios en la génesis de los problemas
sociales (Igartua et al., 2004 y 2006). Más que exagerar, los medios distorsionan la
realidad. Al focalizar su atención en lo negativo, en aquello que creen es noticia, hace que
la particularidad se convierta en generalidad; la realidad se desvirtúa y se consolidan
prejuicios y estereotipos que alientan la xenofobia. La intencionalidad que se le atribuye
es la búsqueda de titulares, el convertir en noticia lo que se sabe absorbe el interés de las
masas: «se trata de vender».

339
—Mira, es muy sencillo. Si un periódico va a vender mucho poniendo en la portada una foto de un suceso
tremendo, o un asesinato de un inmigrante, lo va a poner. Se trata de vender. Además, como ya sabes,
depende hacia dónde barra el periódico de turno, pá la derecha o pá la izquierda.

Mujer autóctona de 37 años. Nacida en un pueblo de Guadalajara. Personal de limpieza.


Divorciada con dos hijos. Toda su familia abandonó el pueblo. Ella se vino a Madrid con su
exmarido. Le costó mucho adaptarse, pero ya se considera de aquí. Vive en un barrio con elevada
densidad de población inmigrante (MEXEES I).

Se habla de manipulación ideológica y de sensacionalismo que atrae a la audiencia,


aunque extralimite la realidad. La manipulación ideológica se atribuye al clientelismo de
los medios para favorecer los intereses de partidos políticos afines. Afirmaciones como
«te quieren mostrar lo que ellos quieren que veas», «enseñan lo que les interesa», «siempre
lo politizan» o «siempre están de un lado o de otro», resumen este sentir. Inciden en el
papel manipulador de los medios para crear opinión. A la falta de transparencia se suma
la falta de objetividad: «siempre depende de quién esté detrás de ese medio», «en el matiz
está la información».
—Depende de a quién pertenezca el medio. No es lo mismo que pertenezca a Prisa o que pertenezca a
otra empresa grande. Cada uno da la información, pues como siempre, da el matiz que quiere y en el
matiz está la propia información. El matiz es la información. Depende las palabras que usen;
dependen las imágenes que usen; depende del contexto; depende todo así. Se magnifica o no el
problema y, en cuestión de inmigración, es exactamente lo mismo. Si les interesa decir que hay muchos
inmigrantes y que no caben en España, que no hay trabajo, te lo van a decir; y si les interesa decir lo
contrario, igual.

Varón autóctono de 22 años. Estudiante universitario (de comunicación audiovisual). Reside


en Madrid desde que comenzó sus estudios universitarios. Sus padres residen en Ciudad Real. Ha
viajado mucho con su familia, por España y el extranjero, lo que en su opinión le hace más
abierto a otras culturas (MEXEES I).

4.2.1. Imágenes de impacto y de reflexión

El guion de las entrevistas cualitativas de los proyectos MEXEES incluía un apartado


dedicado a las noticias de impacto en los medios de comunicación. En concreto se
preguntaba: «¿Qué noticias sobre extranjeros e inmigrantes te han causado más impacto?
¿Por qué? Cuando ves imágenes de inmigrantes llegando a nuestro país, ¿en qué
piensas?». La confluencia del trabajo de campo cualitativo con la crisis de los cayucos en
MEXEES I afectó a que las noticias calificadas de «impacto» se concentraran
mayoritariamente en cayucos y pateras. En cambio, en MEXEES II el abanico de
noticias que impacta es más amplio. Aunque se hable de pateras y cayucos, también de
violencia de género, de agresiones a inmigrantes e incluso de declaraciones xenófobas de
los políticos. De las menciones más recurrentes se extractan las siguientes:
a) Cayucos / pateras

Las imágenes de cayucos y pateras repletos de inmigrantes, hacinados y en malas


condiciones de salubridad, continúan siendo las que más impactan. Suscitan la valoración

340
genérica de «testimonio de la desesperación y de ganas de salir adelante», «de tener una
vida digna», a cuyo fin no importa incluso «jugarse la vida». No todos encuentran
justificación, a no ser el estado de desesperación en el que han de hallarse, lo mal que lo han
de estar pasando («para venir así»). De otra manera no se comprenden «esas locuras»,
que «vengan sin nada». Se destacan los casos más sangrantes de mujeres embarazadas, o
con niños pequeños, que se lanzan al mar en esas condiciones, con un futuro incierto. Se
habla del engaño del que son víctimas («están engañados», «en sus caras se ve el
desengaño», «mucha mentira») y de desinformación («no saben lo que les espera»). Pero
también de incrementar los controles para reducir su entrada. Y más en momentos,
como los presentes, que «no hay trabajo ni para los españoles».
—Lo que más me impacta son la pateras, que vienen incluso mujeres con niños de dos meses y se juegan
la vida por estar un poco mejor, pero que al final van a estar un poco peor. Se juegan la vida para
nada, para sufrir más aquí que en su país; seguro, vamos. La gente que conozco vive en miseria.

Varón autóctono de 37 años. Clase media. A los 19 años emigró a Cádiz, donde vivió once
años. Sus padres y hermanos tienen una posición más acomodada que él. Tiene relación de
amistad con inmigrantes. Le gusta estar informado y ha viajado mucho (MEXEES I).

—Las que me vienen a la cabeza son las de los casos más extremos, en pateras, escondidos en camiones.
Creo que son los casos más tristes y duras de ver por las condiciones en las que vienen. Te hacen
reflexionar sobre qué tipo de vida deben tener estas personas en sus países para exponerse a eso.
Aunque muchas veces vienen engañados y no sé si son conscientes a lo que se van a exponer en
realidad.

Mujer autóctona de 30 años. Nació en el País Vasco, de padre carpintero y madre ama de casa.
Llegó a Madrid para cursar un máster. Está en paro y comparte piso con unas amigas. Dos
hermanos han vivido en Inglaterra. Considera que «ser vasco en Madrid a veces es duro».

Su novio es argentino. Reconoce que es racista con los musulmanes: «no me gustaría que mi
sobrina se case con un marroquí» (MEXEES II).

—Pienso que debería haber un control. Ahora mismo como tampoco nosotros estamos bien como para
poder ayudar a otros, no sé a qué vienen aquí y no sé tampoco cómo les podemos ayudar ¿sabes? Si ni
siquiera nosotros, españoles, o sea, de aquí, estamos… Hay españoles que no están en buenas
condiciones tampoco.

Mujer autóctona de 23 años. Vino a Madrid para cursar estudios universitarios. Tiene un
discurso ambivalente: por un lado comprensivo y, por otro, comparte el discurso de la preferencia
(MEXEES II).

b) Agresiones físicas a inmigrantes

Una de las imágenes de impacto más recurrente en MEXEES II fue la agresión


sufrida por una menor ecuatoriana en el metro de Barcelona, la noche del 7 de octubre
de 2007, cuando regresaba a su casa. Sin mediar palabra, Sergi Xavier Martín, de 21 años,
tras comprobar que era extranjera, la abofeteó, insultó («zorra», «inmigrante de mierda»),
vejó e, incluso, pateó en la cara. Todo en presencia de un joven también de origen
inmigrante. Este no intervino en su defensa, por temor a que también le agrediera;
únicamente se limitó a señalar, a la víctima, la cámara que lo había grabado todo, después

341
de que el agresor abandonara el convoy del metro41. Hecho que aún se recuerda con
exactitud, pese a los años transcurridos, y es mencionado tanto por autóctonos como
por foráneos. Si bien, a estos últimos les suscita «mucho miedo», temor a que les pueda
pasar lo mismo. Lo que menos se comprende es la crueldad, sin que la persona dijese o
hiciese algo («no hacía nada»).
—Me causó mucho impacto una chica que la estaban pegando en un vagón de metro, que salió en la
televisión y salió también por Internet. Y eso me resultó bastante violento porque no tiene por qué.
Simplemente porque era extranjera. No sé si era una chica dominicana, era sudamericana. Pues le
pegaron una paliza tremenda. Eso se ha visto, eso es algo que no me parece correcto, eso me ha
impactado, sí.

Mujer autóctona de 71 años, sin experiencia emigratoria. Ha trabajado como secretaria de


dirección (MEXEES II).

—La única que recuerdo, y la vi en la tele, fue un chico de ideología nazi que empezó a pegar en el metro a
una chica, que si no recuerdo mal era ecuatoriana. Sobre todo me impactó que nadie en el vagón
movió un dedo por defender a esa chica. Me parece algo muy lamentable, ¡la verdad!

Mujer autóctona de 27 años. Profesora de educación física. Un tío suyo vive en Inglaterra.
Apenas tiene relación con inmigrantes, salvo su asistenta (que es mexicana) (MEXEES II).

—Todavía me queda una cosa grabada con la chica que estaba en el metro y cogió el español y empezó a
darle patadas. ¿La has visto? Esa me chocó muchísimo. Incluso cada vez que veo a gente rara, un
español raro, gente joven así, digo me va a pasar igual que la chica que me puede dar patadas o algo.
¡Te lo juro, eh! Eso sí que me chocó muchísimo. Me dio una pena de la chica. ¡Cómo estaba dándola!
Dándola, pero fuerte. ¿Lo has visto tú, no? Ay, fue horrible. Y me chocó también un chico marroquí
que estaba en el autobús y no hacía nada y cogieron un grupo de chicos y empezaron a darle patadas,
patadas, patadas, también. Entonces, ¿por qué me choco? Porque mi marido coge también medios de
transporte y me da mucho miedo que un día le pase igual a mi marido, a mi hija… ¡Eso no puedo ni
pensarlo! Yo me muero, yo me tomo unas medicinas para morirme, porque yo no puedo vivirlo. Y
siempre cuando veo ese tipo de personas así, esos chicos que van así, me da mucho miedo de ellos (..)
Pero la chica de Barcelona iba normal, normal, y empieza a darle patadas y ¡no lleva pañuelo ni nada!
Imagínate que lleva pañuelo y te coge. No quiero que mis hijos pasen por una situación así, porque soy
así, porque yo soy muy sensible y me impactan enseguida las cosas. Por eso me impactó mucho la
chica, porque he visto a la pobre. Es el mayor mal que he visto.

Mujer marroquí de 21 años. Su padre emigró a España a finales de los años 80. Ella se reunió
con su padre a los dieciséis años, al terminar la educación obligatoria. Trabaja cuidando a
personas mayores. Casada con un primo suyo. Se siente bereber y musulmana, pero a la vez se
presenta como una mujer moderna y abierta. Se siente integrada. Se relaciona más con españoles
(MEXEES II).

Mujer de Cuba: A la niña, aquella que estaba en el Renfe y un español que tenía características de, que tenía
rasgos…
Varón de Perú: Ecuatoriano…
Mujer de Cuba: …que tenía rasgos latinos. La niña que está sentada muy tranquila en el Renfe y el chico
vino y le metió una patada.
Varón de Perú: Varias.
Varón de Bulgaria: En Barcelona.
Mujer de Ecuador: Porque se movió mucho eso, porque intervino el presidente de Ecuador, porque
intervinieron muchas personas.
Varón de Perú: Sí.

342
Mujer de Ecuador: Por eso se movió eso. No creas que se movió por otra cosa.
Mujer de Cuba: A mí esa niña me dio un sentimiento que…Es que le puede pasar a cualquiera. Estaba
la niña sentadita ahí en el Renfe, sin hacer nada, y le da una patada así de… ¡animal!
Varón de Colombia: Independientemente de la nacionalidad de uno y otro, en esos casos es que había una
cámara grabando y quedó registrado.

GD8: Inmigrantes de posición media-baja con rasgos mejor aceptados (MEXEES II).

c) Violencia de género

Las noticias relativas a violencia de género son las terceras que más menciones
copan, pero en MEXEES II. Tres años antes no fueron mencionadas. Su mayor
presencia en los medios, junto a una mayor sensibilización social en su contra, son las
razones principales de su mención y calificación de impacto.
—Ahora mismo me está viniendo a la cabeza, que seguramente no sea lo que más me importe, pero si es
verdad que me está viniendo a la cabeza, la cantidad de asesinatos que hay, cuando hay violencia de
género, que últimamente mucha gente son ciudadanos latinoamericanos.

Varón autóctono de 33 años. Natural de Cádiz. Ha vivido en Granada y Madrid. Estudió en la


Escuela de Arte Dramático y trabajó en hostelería. Dejó de vivir en el barrio de Lavapiés por el
clima de tensión entre comunidades de inmigrantes (MEXEES II).

—Que hay muchos casos de violencia de género entre los inmigrantes, eso me llama la atención. Hay un
gran porcentaje. Y eso es muy impactante, no solo por el hecho de violencia de género, sino porque lo
cometan personas que ya tienen suficiente con el dolor terrible de abandonar sus países, sino que este
suceso tan grave hace que sea más impresionante y llegue más.

Varón autóctono de 63 años. Nació en Sevilla y emigró a Madrid con su mujer. No pudo
estudiar por las dificultades económicas de su familia. Piensa que los inmigrantes se merecen
buen trato, debido a su situación de vulnerabilidad laboral. Una hija emigró por poco tiempo y no
la considera emigrante; sí a un familiar que emigró a Inglaterra y estuvo allí un par de años.
Apenas tiene relación con emigrantes (salvo en comercios: relación dependiente-cliente)
(MEXEES II).

—Las noticias que más me han impacto es que matan a las mujeres. En ciertas nacionalidades existe un
alto porcentaje de violencia de género. Aunque en España también existe ese fenómeno, hay un
porcentaje más alto debido a su forma de pensar machista.

Mujer autóctona de 27 años, natural de un pueblo de León. A los 18 años vino a Madrid para
cursar estudios universitarios. Trabaja de dependienta en una tienda de moda. Cree que los
españoles aceptan mejor a la población inmigrante que hace unos años, pero «tenemos miedo» a
que nos quiten el trabajo. Una tía suya emigró a Argentina. Tiene relación laboral con
inmigrantes (MEXEES II).

d) Agresiones de y entre inmigrantes

Difícil es que no impacten noticias de agresión física, a menos que se carezca de


sensibilidad. Se vio en el caso de la mujer ecuatoriana agredida por un español, pero
también impacta a la inversa: cuando los agresores son inmigrantes. Común la referencia
a las peleas y agresiones protagonizadas por las bandas latinas, de las que se trata sean
anecdóticas. Cuando concluyen con muerte, el impacto se agranda y en sentido
desaprobativo: «tienen que integrarse», «no tiene que haber bandas».

343
—La que me ha impactado en un pueblo en Madrid, no sé si Alcorcón o Valdemoro, que un latino había
matado a navajazos a otro. No sé si Alcorcón. Es un pueblo más pequeño porque lo que me ha
impactado es que la gente del pueblo salía diciendo que en ese pueblo nunca había pasado, que no era
normal. La gente asustada porque en un pueblo que no había pasado nada así, como para pegarse
navajazos.

Varón autóctono de 25 años. Reside en un municipio de elevada proporción de inmigrantes al


norte de Madrid. Cursa estudios universitarios y carece de experiencia migratoria. Acepta a los
inmigrantes que vienen a trabajar y destaca los problemas que van asociados al fenómeno
(reyertas, bandas, delincuencia o actitudes incívicas) (MEXEES II).

—Sobre inmigrantes, me acuerdo que hubo la guerra esa en Alcorcón con los Latin Kings. Me acuerdo de
eso. No ha sido ahora mismo, pero sí me acuerdo de eso, que hubo unas batallas grandes y se juntó
mucha gente, y que había una guerra pues entre la gente joven normal y los Latin Kings, que no podían
ir en grupo porque se enredaban. Pues eso, a patadas o se peleaban. Y también fue en Alcorcón; o sea,
que es muy próximo a aquí y también hubo algunas peleas que hubo muertos en una zona de paz. Yo
creo que fue a raíz de aquello y que, por eso, también fue en Alcorcón. Me impactó porque lo tengo
aquí al lao y entonces, bueno, pues eran batallas. Entonces se unió la gente joven de aquí, porque claro
habían pegado a gente de aquí de la zona, gente de Alcorcón y la gente se unió, se iba a Alcorcón.
Además que vinieron de todas las zonas de Madrid para defenderse y para que no acamparan a sus
anchas. Y me parece bien, pues también se tienen que integrar y tampoco tienen porqué hacer
bandas.

Varón autóctono de 51 años. Durante años fue director de un periódico; ahora es comercial. El
trato de los españoles a los inmigrantes lo resume en el dicho popular «una de cal y otra de arena
(…) una relación amor-odio». Tiene relación laboral con inmigrantes (MEXEES II).

e) Declaraciones xenófobas

Las incitaciones al odio también generan impacto. La confluencia del trabajo de


campo cualitativo de MEXEES II con campañas electorales al Parlamento de Cataluña
(otoño de 2010) y las municipales y autonómicas (mayo de 2011)42, contribuyó a la
referencia a declaraciones y actuaciones en contra de la inmigración por dirigentes
políticos. Sus intervenciones en los mítines y otros foros acaparan más la atención de los
medios en contextos de campaña electoral, con su consiguiente repercusión en la
opinión pública. Quien no lo comparte (o lo padece) se siente más impactado por el
contenido de los mensajes y su repercusión negativa en la convivencia.
—Ahora con las elecciones en Cataluña, he visto el juego que ha sacado, no sé qué partido, pero el juego
de ordenadores, vamos ¿lo has visto? Es que sale una figurita de no sé quién volando y entonces tiene
que ir matando cosas para ganar puntos. Al principio, cuando se inicia el juego, pone «Stop ilegales»,
que quieren para la inmigración, eso. Y también creo que del Partido Popular hace poco también en
Cataluña repartían como unos panfletos donde tachaban la cara de los inmigrantes. La verdad que en
Cataluña sí que hay un partido político xenófobo43.

Mujer de 25 años de Bosnia-Herzegovina, musulmana, con dos licenciaturas universitarias.


Sus padres y hermanos residen en Bosnia; otros familiares y amigos en otros países de Europa.
Ha residido en España en tres ocasiones (1996, 2006 y actualmente). Ha trabajado temporalmente
«sin papeles» en un restaurante. Tiene claro que regresará a Bosnia (MEXEES II).

—Me impacta muchísimo las noticias de declaraciones racistas que pueden dar los políticos. De los
políticos que de cara a la sociedad le parece tremendo e indignante, lo de… ¿cómo se llama esta mierda
que querían implantar? ¿Cómo se llamaba el certificado…? ¡Alucinante y asqueroso!

344
Mujer ecuatoriana de 33 años, médico que llegó a España para hacer la especialidad y conocer
Europa. Ha vivido momentos duros y de indignación en relación al trato recibido en el trabajo,
teniendo que luchar por hacerse un hueco. Actualmente goza de una posición estable en un
hospital. Se relaciona más con españoles (MEXEES II).

—Hombre alguna localidad de Barcelona, que se han visto casos de algún alcalde que ha proclamado
alguna especie de ley en contra de los inmigrantes. Era un poco para evitar la llegada de los
inmigrantes. Un poco así, pero bueno. Y me ha chocado sí, me ha chocado.

Varón autóctono de 33 años. Comenzó estudios de turismo, pero los abandonó. Trabaja de
teleoperador. Tiene un discurso favorable a la inmigración y piensa que la sociedad española da a
los extranjeros un trato hipócrita. Hace hincapié en la relación que tiene con inmigrantes. Carece
de experiencia emigratoria (MEXEES II).

f) Abusos y detenciones de inmigrantes irregulares

Los controles de identificación de inmigrantes indocumentados y los centros de


internamiento de extranjeros (CIE) fueron noticia en 2011, por las denuncias reiteradas
de sectores de la población, las ONG e instituciones44. Por lo que no sorprende que a
ellos hagan mención como noticia de impacto las personas que se sienten favorables o
próximas a la inmigración.
—La de los CIES. Enterarme de en qué condiciones tienen, en tierras de nadie, por así decir, a los
inmigrantes sin papeles, como les llaman. Y cómo puede haber un limbo ilegal ahí. Se pasan meses, no
sé. No los tienen ni contabilizados casi, ¿no? Es aberrante.

Mujer autóctona de 26 años. Natural de Guipúzcoa. Su padre es inglés y ella vivió durante un
tiempo en Inglaterra. Vino a Madrid para cursar estudios de máster y trabajar. Su novio es
argentino y no tiene otros amigos inmigrantes. Reconoce que es racista con ciertas culturas: la
musulmana («no me gustaría que mi sobrina se case con un marroquí»). Tiene familiares casados
con personas de otros países (MEXEES II).

—Pues los abusos que cometen los Cuerpos de Seguridad del Estado, las leyes, la violencia contra ellos.
Otra cosa que me sorprende es escuchar una opinión pública que rechaza y opta por el cierre cada vez
mayor de las fronteras. También las fronteras interiores, el trato desigual que se recibe una vez dentro,
las barreras y dificultades que se ponen. Pero claro, casi nunca es porque alguien sea negro. Es decir,
Michael Jordan es guay y será recibido con honores. El que viene de Senegal a buscarse la vida, no.

Mujer autóctona de 31 años, periodista de formación, aunque trabaja en otros empleos


temporales. Trata de ser independiente y de innovar en un ambiente de crisis y cambio. Vivió en
Londres (en un barrio de elevada densidad de población negra jamaicana) y México (MEXEES
II).

Con el recorrido a través de las imágenes que impactan de la inmigración


transmitidas a través de los medios de comunicación, se da por concluida la presente
monografía sobre la inmigración y sus protagonistas, en escenarios socioeconómicos y
políticos divergentes. Probablemente hayan quedado flecos por cubrir. La extensión del
libro aconseja su aplazamiento a publicaciones posteriores. En esta se ha querido
exponer el amplio abanico de perspectivas desde las que se contempla el fenómeno de la
inmigración y cómo afectan a la cotidianidad de nuestra convivencia entre autóctonos y
foráneos. Perspectivas que no son ajenas a los mensajes que transmiten los políticos y lo

345
destacado por los medios de comunicación. Tampoco de lo vivido por cada uno: la
trayectoria biográfica y su confluencia con experiencias de convivencia con personas de
países, culturas o etnias diferentes. Esperamos que su lectura haya suscitado interés y
reflexión por nuestro papel de protagonistas en la convivencia entre autóctonos y
foráneos.

1 Walter Lippman, un periodista norteamericano al que se le atribuye la definición originaria del término
estereotipo, en su publicación de 1922: Public Opinion (Nueva York, Harcourt Brace). Término que emplea para
describir como las personas utilizamos molduras cognitivas para reproducir imágenes de otras personas, o
acontecimientos, en nuestras mentes. Les dio la connotación de generalizaciones erróneas e ilógicas, que se
mantienen de forma rígida a lo largo del tiempo.
2 Si bien, matiza que el efecto positivo de la inmigración en el crecimiento demográfico depende de la
composición, la sostenibilidad y durabilidad de los flujos migratorios. La capacidad de la inmigración para
contrarrestar la baja fecundidad, y su impacto sobre la estructura de edad, se reduce a medida que aumenta el
tiempo de permanencia del inmigrante en el país y avanza su integración.
3 La ubicación óptima de la pregunta en el cuestionario hubiera sido al principio, para favorecer la
espontaneidad y evitar la contaminación que otras preguntas previas pudieran ocasionar. Este proceder se siguió
en la encuesta experimental MEXEES I (abril-mayo 2008). En las encuestas CIS-OBERAXE, dicha pregunta es
precedida por tres que indagan en la percepción de los principales problemas en España, en su entorno personal y
la visión sobre la protección que del Estado reciben los mayores que viven solos, pensionistas, parados e
inmigrantes.
4 Agrupa las respuestas: personas que necesitan trabajo, gente que trata de mejorar su situación, gente que
viene por necesidad, vienen a buscar algo mejor, vienen a buscarse la vida, gente necesitada, gente que viene a
trabajar, personas que hacen trabajos que nosotros no queremos, si no tienen trabajo tendrán que venir a buscarse
la vida, derecho a inmigrar.
5 Categoría que agrupa las respuestas: invasión descontrolada, hay demasiados, masificación, no hay trabajo
para tantos, que no vengan tantos, ocupación, mucha gente, saturación, son muchos.
6 Más pobreza para España, bajada de sueldos, españoles que están en paro por culpa de falta de orden, paro,
nos dejan sin trabajo, nos roban el trabajo, quitan el trabajo porque cobran menos, falta de trabajo, trabajo basura,
mano de obra barata.
7 Un término que aglutina las siguientes menciones: una persona de otro país, los que vienen de fuera, los que
nos están viniendo, los que se van de su país, personas que vienen de otros países, gente de fuera.
8 Incluye las respuestas: personas normales, personas como yo, personas con derechos, empatía, sacrificio,
pena, tristeza, me identifico, solidaridad, la desgracia que tienen.
9 Las ayudas que les dan, trato privilegiado, pérdida de nuestros derechos, viven mejor que nosotros, se les
protege demasiado, reciben todas las ayudas, se harán los amos.
10 En 2011 la tasa de paro fue más del doble que en 2010. El incremento mayor fue en la población extranjera
con una tasa de paro del 32,52 por 100; trece puntos por encima de la población española. Se debe a su mayor
presencia en los sectores más vulnerables al paro y donde las condiciones de trabajo son peores.
11 Los tratados de adhesión de Rumanía y Bulgaria a la UE tenían una moratoria hasta el 1 de enero de 2014
para que sus nacionales pudieran disfrutar del derecho a la libre circulación de trabajadores en la Unión Europea.
España impuso la exigencia de tener un permiso de trabajo en 2007 y lo prorrogó en 2008. Después lo suprimió, a
diferencia de Alemania, Francia, Reino Unido o Italia, que aún lo exigen. Desde la incorporación de Rumanía a la
UE, los rumanos son el colectivo de mayor presencia en España (junto con los marroquíes).
12 Para que las respuestas sean comparables en encuestas con desiguales porcentajes de no respuesta.
13 Su informe advierte que los hogares encabezados por migrantes no comunitarios han tenido más
dificultades para cumplir con pagos básicos. También que el intenso crecimiento de los desahucios afecta, en
mayor medida, a la población inmigrante.
14 En referencia a un país antes y ahora receptor de emigración española, Alemania, Kleiner-Liebau (2011:
189) afirma que la competencia por el acceso a los servicios sociales y puestos de trabajo lleva a que la población

346
autóctona, igualmente desfavorecida, culpa a los inmigrantes de su carencia.
15 Aierdi y Bilbao (2009: 107) igualmente corroboran la imagen del inmigrante como «persona que esquilma el
sistema de servicios sociales creado y costeado por la población autóctona con sumo esfuerzo»; y demuestran la
distorsión de esta imagen con la realidad.
16 Tomando datos del Sistema Integrado de Usuarios de Servicios Sociales (SIUSS), Moreno y Bruquetas
(2012: 169) afirman que existe «una clara infrarrepresentación teniendo en consideración que los inmigrantes
constituyen una proporción mayor de la población en riesgo de exclusión social».
17 En los grupos de discusión celebrados en MEXEES I se recogieron reflexiones similares, sobre todo en los
grupos integrados por personas de cualificación profesional y posición socioeconómica baja o media-baja. Sentir
que resume frases como: «es que se lo dan todo a los inmigrantes», «es que me lo están quitando a mí» (GD2); «se
están haciendo con todo», «se están llevando el gato al agua» (GD4); «nos pisan, nos pisan» (GD6).
18 Si bien algunos las consideran inferiores a las existentes en países del norte de Europa, como Noruega y
Suiza (como se expresó en el GD 9 de MEXEES II).
19 Draskiv (1995) explicó el elevado racismo a principios de los 90 en Yugoslavia por la conjunción de un
fuerte nacionalismo con la incitación al odio nacional y religioso en la vida pública y en los medios de comunicación.
20 En el Eurobarómetro cualitativo (TNS Qual, 2011) también se captó un consenso general acerca de la
importancia del respeto por la cultura local, porque revierte en la aceptación del inmigrante. Autóctonos e
inmigrantes comparten que crea un sentimiento de respeto mutuo y facilita el intercambio de culturas.
21 Portes y Rumbaut (2010: 276-294) explican el éxito de la integración en EE. UU. por «su implacable
hostilidad hacia la perpetuación de enclaves culturales y la inmersión de niños extranjeros en un entorno
únicamente inglés que los hizo americanos en el transcurso de una sola generación». Pero también está la
aculturación selectiva, que no se ha de confundir con el multiculturalismo. Implica el dominio del idioma del país de
recepción y de sus «formas culturales», pero conservando ciertos elementos clave de la cultura de los inmigrantes.
Entre ellos, el idioma se considera primordial. Las instituciones religiosas y étnicas actúan de «plataforma para
encontrar su camino en el nuevo entorno social».
22 «El multiculturalismo es lo contrario a la asimilación: cada grupo de ciudadanos, pertenecientes a grupos
minoritarios, conservan sus identidades y adhesiones grupales en cada una de las etapas de su vida sin necesidad
de ser sustituidas por los preceptos culturales y formas de vida del grupo mayoritario, aunque es posible que el
mestizaje se encuentre en ámbitos tan paradójicos como el científico, el tecnológico y especialmente el artístico»
(Herranz de Rafael, 2008: 90).
23 El Presidente francés, Nicolas Sarkozy, contribuyó al debate con una tribuna (publicada el 8 de diciembre
de 2009 en Le Monde) sobre la identidad nacional y el papel del islam en Francia.
24 Con titulares de prensa como «Merkel proclama el fracaso del modelo de diversidad cultural en Alemania»
(El País 24/10/2010); «David Cameron da por fracasado el multiculturalismo en Reino Unido» (El País, 05/02/2011).
25 En contra de lo que muestra la serie de encuestas anuales que, desde 2006, Metroscopia realiza para los
Ministerios del Interior, Justicia y Empleo y Seguridad Social; y publicados con el título La comunidad musulmana de
origen inmigrante en España. Aunque constata la elevada religiosidad de los musulmanes, también su deseo de
integración y su valoración positiva de la sociedad española.
26 El conocimiento del idioma y de la cultura del país es condición imprescindible para la integración. Por ello
es una condición que normalmente se exige para la naturalización. Pero esta exigencia no ha de conllevar la
pérdida de la lengua y cultura del país de origen. Portes y Rumbaut (2006 y 2010) y Cachón (2011: 488-9)
defienden la «aculturación selectiva» para evitar los peligros asociados a una «asimilación disonante».
27 La expulsión de inmigrantes con antecedentes penales está contemplada en el artículo 89 del Código Penal
(Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, actualizado a diciembre de 2007). Su modificación (Boletín Oficial del
Congreso de los Diputados del 27 de noviembre de 2009) establece que, cuando la naturaleza del delito lo justifique, se
optará por el cumplimiento de la condena en España. En enero de 2009 se crea la Brigada de Expulsión de
Delincuentes Extranjeros (BEDEX). Entre sus cometidos está comprobar si los extranjeros delincuentes carecen de
autorización de residencia en España y tramitar su expulsión. En 2011, 9.114 delincuentes extranjeros fueron
expulsados (918 más que en 2010).
28 A ella siguen las menciones a: «aumento del paro, quitan trabajo a españoles» (14 por 100 en 2011 y 4 en
2008); «no se integran, no quieren adaptarse» (11 por 100 en 2011 y 4 en 2008); «racismo, conflictos raciales, el
racismo que pueden provocar» (6 por 100 en 2011 y 3 en 2008); «problemas de convivencia» (3 por 100 en 2011 y
4 en 2008); «ninguno» (3 por 100 en 2011 y 4 en 2008). El 6 por 100 de los 660 encuestados en 2011 no respondió
a la pregunta; en 2008 el 2 por 100 de los 683 españoles de 18 años y más sondeados.

347
29 La frustración que describen recuerda la Teoría de la Anomia propuesta por Merton (y ampliada por Cohen en
la década de los 60), como modelo explicativo de la delincuencia juvenil. Se explica por el desequilibrio entre
elevadas aspiraciones (que fomentan sociedades que se dicen igualitarias, caso de la norteamericana de la época) y los
medios limitados para satisfacerlas en la población de menor nivel educativo y económico. Desequilibrio que genera
tensión en quien la padece y cuya forma de liberarla dependerá del compromiso que la persona tenga con la
legalidad o las normas sociales vigentes.
30 Ilustrativos son los siguientes titulares de prensa: «La emigración española aumenta un 21,9 por 100 desde
el inicio de la crisis económica. Los españoles que actualmente se van a trabajar a otros países son en su mayoría
jóvenes muy cualificados, según el Censo de Españoles Residentes Ausentes (CERA), al que «muchos» emigrantes,
además, no se llegan a apuntar» (La Vanguardia, 22/01/2012); «Se dispara la salida de españoles al extranjero. Casi
un millón de personas ha emigrado desde enero de 2011, lo que supone un aumento del 21,6 por 100» (Lne.es,
15/10/2012); o «El número de españoles que emigran a Alemania se dispara por la crisis. Las personas que salen
de España para buscar un futuro en la primera potencia europea aumentan en un 49 por 100 entre enero y junio
con respecto al mismo período de 2010, según los datos que ha publicado hoy el departamento federal de
Estadística del país» (El País, 22/12/2011). Titulares en los que destacan los términos acelerada y dispara, con los
que quiere destacarse la magnitud de la salida de españoles. Aunque ha de advertirse que entre ellos hay muchos
que no son nacidos en el país.
31 Los incrementos coinciden con los procesos de regularización de inmigrantes de 2001 (supuso la
incorporación de 239.174 extranjero a las estadísticas oficiales) y de 2005 (561.241). También con la anexión de
Rumanía y Bulgaria a la UE en 2007.
32 La estadística de extranjeros con permiso de residencia en vigor permite comparar la evolución del número
de extranjeros oficiales antes de 1998 (cuando la población extranjera comienza a contabilizarse en el Padrón de
Habitantes, tengan o no permiso de residencia).
33 Si bien, matiza que el efecto positivo de la inmigración en el crecimiento demográfico depende de la
composición, la sostenibilidad y durabilidad de los flujos migratorios. La capacidad de la inmigración para
contrarrestar la baja fecundidad, y su impacto sobre la estructura de edad, se reduce a medida que aumenta el
tiempo de permanencia del inmigrante en el país y avanza su integración.
34 Al igual se obtiene en la encuesta MEXEES II (realizada del 1 de diciembre de 2011 hasta el 30 de marzo
de 2012). En ella el 45 por 100 de los 660 encuestados respondió «enriquecimiento cultural», diez puntos
porcentuales más que en la encuesta MEXEES I. A ella siguen las referencias a: «crecimiento económico» (11 por
100 en 2011; 19 en 2008); «hacen trabajos que no queremos, que necesitamos» (11 por 100 en 2011; 14 en 2008);
«conoces otras gentes, otras formas de ver y pensar» (11 por 100 en 2011; 4 en 2008); «ninguno» (8 por 100 en
2011; 7 en 2008). La no respuesta fue baja: 4 por 100 en 2011 y 1 en 2008.
35 A ellos puede accederse a través de la página web del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas:
http://www.cis.es).
36 Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados
miembros de la Unión, creada por el Reglamento (CE) 2007/2004. El 11 de agosto de 2006 sus patrullas se pusieron
en marcha en España. Aubarell (2009) atribuye a su actuación la reducción a la mitad de la llegada de
cayucos/pateras en 2007.
37 Reforzó las medidas conjuntas de control de las fronteras de los países emisores y de tránsito y agilizó los
procedimientos de repatriación inmediata (acuerdos de cooperación con Senegal, Mali, Ghana, Camerún, Costa de
Marfil, Cabo Verde, Guinea Conakry y Gambia).
38 Con anterioridad en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la
Intolerancia de Durban (31 de agosto-8 de septiembre de 2001): punto 88 de la Declaración.
39 Recomienda seguir las recomendaciones del Consejo Estatal de Medios Audiovisuales sobre no fomento
del odio, el desprecio o la discriminación por motivos de nacimiento, raza, sexo, religión, nacionalidad, opinión o
cualquier otra circunstancia personal o social, que regula el artículo 48.1 de la Ley 7/2010, de 31 de marzo, de la
Comunicación Audiovisual.
40 Para más información, véase Cea D’Ancona y Valles, 2013.
41 En esos días también se hizo público un motín o rebelión, en un tren de Renfe con destino Figueras
(Gerona), debido a una actitud del revisor del convoy (que los viajeros calificaron de racista porque «solo pidió el
billete a un pasajero negro»). El pasajero se negó a mostrárselo, en protesta por la actitud del revisor y por el
retraso de veinte minutos que acumulaba el tren. Renfe abrió expediente informativo y apartó cautelarmente al
empleado de sus funciones (ABC, 24 de octubre de 2007).
42 Las elecciones legislativas nacionales fueron en noviembre de 2011, después del trabajo de campo.

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43 El partido es Plataforma per Catalunya (PxC), liderada por Josep Anglada. En las elecciones municipales del
22 de mayo de 2011 obtuvo el 19 por 100 de los votos en Cataluña (multiplicando por cinco los votos obtenidos
en 2007), y con el lema primero los de casa. Respecto al juego de vídeo, el Partido Popular (PP) tuvo que retirarlo el
18 de noviembre de 2010. En él su candidata a la presidencia de la Generalitat, Alicia Sánchez-Camacho, iba a
lomos de una gaviota llamada Pepe disparando a todo lo que se movía para sacar a Cataluña de la crisis, incluidos
inmigrantes «ilegales». En un comunicado el PP explicó que la empresa no había seguido sus indicaciones: en vez
de «inmigrantes ilegales» debía decir «mafias ilegales».
44 A finales de año, el Defensor del Pueblo emitió una recomendación a la Dirección General de la Policía
instando a erradicar los controles de identificación basados en perfiles étnicos y raciales. En aquel año, 13.241
extranjeros fueron internados en estos centros; el 51,5 por 100 de ellos fueron finalmente expulsados (según datos
proporcionados por la Comisión de Interior del Congreso de Diputados el 17 de abril de 2012).

349
BIBLIOGRAFÍA

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“gallegas”): el estado de la cuestión», en Novick, S., Sur-Norte. Estudios sobre la reciente
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362
Índice
Presentación.—Notas contextuales y metodológicas 10
PARTE I.—La huella de la crisis desde la memoria y el presente
migratorio de autóctonos y extranjeros en la españa de principios 18
del siglo XXI
Capítulo 1.—Una pluralidad generacional de testimonios en la población
20
autóctona ante el cambiante fenómeno migratorio vivido
1.1. GENERACIONES AUTÓCTONAS JÓVENES (18 A 35 AÑOS),
ENTRE LA EMIGRACIÓN, LAS RELACIONES MIXTAS Y LA 21
DEFENSA DE LO PROPIO EN TIEMPOS DE CRISIS
Casos 1.1.A. La defensa de lo propio en tiempos de crisis:
22
Experiencias de movilidad migratoria interior por estudios
Casos 1.1.B. Experiencias de movilidad internacional y relaciones
23
mixtas
Casos 1.1.C. El valor de la diversidad y el miedo a la competencia
26
laboral en el testimonio de un joven gitano
Casos 1.1.D. Chicos de barrio sin experiencias de movilidad 28
Casos 1.1.E. Jóvenes capaces de ponerse en el lugar del otro 30
1.2. AUTÓCTONOS MADUROS (30-44 AÑOS): SENTIMIENTOS
ENCONTRADOS DE XENOFILIA Y XENOFOBIA A PESAR DE (O 32
POR) LA CRISIS
Casos 1.2.A. Concurrencia de movilidades migratorias:
32
internacionales con retorno, entre otras
Casos 1.2.A.1. País Vasco-Madrid-Londres-Madrid: mujer
33
profesional vasca
Casos 1.2.A.2. Alcalá de Henares-Los Ángeles (EE. UU.)-Alcalá
34
de H.: empleado cualificado en banca
Casos 1.2.A.3. Barcelona-Madrid-Copenhague-Madrid:
36
empresaria catalana
Casos 1.2.A.4. Madrid-Londres-México-Madrid: mujer
37
desclasada y alternativa
Casos 1.2.A.5. Madrid-Londres-Holanda-Canarias-Madrid:
38
mujer divorciada de europeo comunitario
Casos 1.2.B. Biografías mixtas a caballo entre familias, culturas o
39
territorios diversos
Casos 1.2.B.1. Empresaria venida a menos, reacia a la
inmigración, con una biografía migrante (Salamanca, Chile, 40
Londres, Madrid) y mixta (noviazgo fallido).
Casos 1.2.B.2. Profesor bilingüe (alemán-español): nacido en

363
Alemania, hijo de la emigración española
Casos 1.2.B.3. Portavoz de una minoría étnica entre el
43
estereotipo y la invisibilidad: la comunidad gitana española
Casos 1.2.B.4. Actor teatral casado-separado con mujer
latinoamericana: un observador participante de la zona de 45
Lavapiés
Casos 1.2.C. Entre la movilidad migratoria dentro del propio país
46
(rururbana, capitalino-provinciana) y el sedentarismo
1.3. GENERACIONES AUTÓCTONAS TALLUDAS (45-64 AÑOS):
A FAVOR DE UN MAYOR CONTROL DE FRONTERAS, DEBIDO
50
A LA CRISIS, DESDE DIFERENTES MEMORIAS MIGRATORIAS
Y RELACIONES ACTUALES CON INMIGRANTES
Casos 1.3.A. Fobias (más que filias) desde relaciones vecinales o
laborales igualitarias con inmigrantes y una visión de la emigración 50
española contrapuesta a la actual inmigración
Casos 1.3.A.1. Una relación de amor-odio 50
Casos 1.3.A.2. «Antes en cuanto podían volvían, ahora no tienen
52
la idea de volver…»
Casos 1.3.A.3. «Ahora vienen con muchísimas libertades…, y
53
pocas obligaciones»
Casos 1.3.B. Filias (más que fobias) desde relaciones vecinales y
54
memorias migratorias de equiparación con la actual inmigración
Casos 1.3.B.1. «Lo mismo que ocurre ahora con la gente que
54
está aquí de otros países…»
Casos 1.3.B.2. «Antes nos íbamos nosotros…» 55
Casos 1.3.B.3. «Antes iban a Alemania a que los trataran…,
56
como los tratamos nosotros ahora a los que vienen…»
Casos 1.3.C. Filias y fobias desde relaciones clientelares con
inmigrantes (empleados o subordinados) y memorias migratorias de 58
contraposición con la actual inmigración
Casos 1.3.C.1. «La gente no se iba a Francia en patera…» 58
Casos 1.3.C.2. «Y el español casi todo era, digamos, clase
60
baja…»
Casos 1.3.C.3. «En París entraba la gente con trabajo, y aquí
61
entran tengan o no lo tengan…»
Casos 1.3.C.4. «Yo no tenía necesidad de buscar trabajo…» 62
Casos 1.3.D. Filias (y fobias) desde relaciones clientelares y
63
memorias migratorias de equiparación con la actual inmigración
Casos 1.3.D.1. «La emigración es siempre un producto de la
63
injusticia…»
Casos 1.3.D.2. «En el Rastro cabe todo el mundo…» 64

364
Casos 1.3.D.3. «Lo mayoritario en la España de los años 50 era
que emigraba la gente para salir de una verdadera penuria…» 65

1.4. GENERACIONES AUTÓCTONAS MAYORES (65 Y MÁS)


MIRANDO AL PASADO. ENTRE EL MIEDO Y LA 68
COMPRENSIÓN
Casos 1.4.A. Mujeres de posición media-alta: entre la compasión
68
cristiana, el humanismo, la crítica y el rechazo
Casos 1.4.B. Mujeres de posición media-baja, inseguras y temerosas
73
de lo desconocido
Casos 1.4.C. Varones de posición media-baja: la persistencia del
74
discurso de la invasión y la demanda de control
Casos 1.4.D. Varones de posición media-alta: entre la comprensión y
76
la idealización de la emigración española de los años 50-60
Capítulo 2.—Formas de ser inmigrante o extranjero en España: De los
81
tiempos de bonanza a los de crisis
2.1. NEGROAFRICANOS CON PASADO COLONIAL EUROPEO
DIVERSO: ECUATOGUINEANOS (ESPAÑOL) Y SENEGALESES 82
(FRANCÉS), DOS COMUNIDADES ESTRATÉGICAS
Caso 2.1.A. Cuarto de siglo vivido con arraigo y desarraigo entre
82
Guinea Ecuatorial y España
Caso 2.1.B. Ecuatoguineano nacionalizado español y muy integrado 84
Caso 2.1.C. Ecuatoguineano veinteañero, en España por estudios 86
Caso 2.1.D. Dakar (1986-1996) – Canarias – Madrid (1997) - Bilbao
(1998-2011): senegalesa y vasca, con historial de emigración 87
adolescente más arraigo
Caso 2.1.E. Senegalés políglota con ascendencia mixta, vive en
España el boom de la construcción y la crisis posterior, desde la 88
economía sumergida
Caso 2.1.F. Profesor universitario senegalés: emigración tardía con
90
proyecto migratorio transnacional
2.2. ASIÁTICOS. UNA VARIEDAD DE COMUNIDADES EN
93
PROCESO DE CAMBIO
Casos 2.2.A. «Nuevos» y «viejos» perfiles de inmigrantes chinos 93
Casos 2.2.A.1. De inmigrante emprendedor a pastor de la Iglesia
94
evangélica china
Casos 2.2.A.2. Sin aspiraciones académicas, pero con
96
expectativas empresariales
Casos 2.2.A.3. Estudiante de post-grado procedente del norte de
97
China
Casos 2.2.B. La comunidad filipina: entre el aislamiento y la
98
aceptación

365
propio 99

Casos 2.2.B.2. La importancia del contexto de recepción. Un


100
filipino que llega a un pueblo de la sierra de Madrid
Casos 2.2.C. La comunidad japonesa: «inmigrantes modelo» 101
Casos 2.2.C.1. Una japonesa casada con un empresario español.
102
La imagen de la «inmigrante modelo»
Casos 2.2.C.2. La apertura a la diferencia. Un joven de padre
103
japonés y madre española
Casos 2.2.D. La comunidad india: el nuevo intercambio cultural con
104
Occidente
Casos 2.2.D.1. Un joven indio llegado a España por amor 105
2.3. MARROQUÍES. UNA COMUNIDAD ENTRE LA
107
RESISTENCIA Y LA DISCRIMINACIÓN
Caso 2.3.A. Una inmigrante sin redes de apoyo en plena crisis
109
económica
Caso 2.3.B. Un joven de familia acomodada dedicado al tráfico de
110
drogas
Caso 2.3.C. Entre el miedo a la discriminación y las ganas de mejorar 112
Caso 2.3.D. La élite de la comunidad marroquí. Una diplomática en
115
Madrid
2.4. LATINOAMÉRICA INDÍGENA: ECUATORIANOS Y
118
PERUANOS BAJO UN NUEVO PARAGUAS ECONÓMICO
Casos 2.4.A. La comunidad ecuatoriana española ante la crisis 118
Casos 2.4.A.1. Mujeres ecuatorianas profesionales, con estudios
119
y sin ellos
Casos 2.4.A.2. Varones ecuatorianos de posiciones sociales
contrapuestas: profesionales y universitarios versus trabajadores 122
sin estudios
Casos 2.4.B. La huella de la crisis en la comunidad peruana española 127
Casos 2.4.B.1. Peruanos veinteañeros llegados a España en su
niñez y adolescencia, con aspiraciones de movilidad social 128
ascendente vía estudios
Casos 2.4.B.2. Peruano cuarentón, casado con española: asocia
131
la crisis actual con el aumento del racismo
Casos 2.4.B.3. Peruana con apuesta migratoria europea, a pesar
133
de la crisis: razones familiares, de seguridad y culturales
Casos 2.4.B.4. De universitaria en Perú a camarera en España,
135
con planes de retorno por la crisis (entre otras razones)
Casos 2.4.B.5. Movilidad migratoria por estudios y al abrigo
136
familiar, con episodios en la economía sumergida
Casos 2.4.B.6. En España por estudios universitarios, con

366
Casos 2.4.B.6. En España por estudios universitarios, con 138
antecedentes familiares y de emparejamiento mixtos
2.5. EUROPEOS DEL ESTE. ¿CIUDADANOS EUROPEOS O
142
EXTRANJEROS?
Casos 2.5.A. La comunidad polaca revisitada. Nuevos testimonios,
142
entre la plena inclusión y el aislamiento
Casos 2.5.A.1. Un sociólogo que se siente «español de origen
143
polaco»
Casos 2.5.A.2. La soledad en el proceso migratorio 145
Casos 2.5.B. La comunidad rumana revisitada. Nuevos testimonios
147
entre la discriminación y la adaptación
Casos 2.5.B.1. Del encierro a la libertad, una inmigrante rumana
148
sin estudios
Casos 2.5.B.2. Una inmigrante que consigue hacer valer su
151
cualificación
Casos 2.5.C. Comunidad rom: gitanos e inmigrantes en España 153
Casos 2.5.C.1. Un gitano en un contexto adverso 155
2.6. LATINOAMÉRICA LADINA: ARGENTINOS Y CHILENOS EN
158
UNA ESPAÑA EN CRISIS
Casos 2.6.A. Testimonios de la comunidad argentina en España,
159
desde diversas generaciones y posiciones sociales
Casos 2.6.A.1. Médico argentino casado con española en
segundas nupcias: en España desde los 70, hoy próximo a la 160
jubilación
Casos 2.6.A.2. Ingeniera argentina con ascendencia española, ha
visto cumplido el sueño de vivir en una capital europea y no le 162
ha afectado aún la crisis
Casos 2.6.A.3. Argentino treintañero con ascendencia italiana,
164
soltero y sin hijos, ocupado en el sector de la hostelería
Casos 2.6.A.4. Argentino veinteañero, hijo de emigrantes
166
españoles retornados, estudiante universitario
Casos 2.6.B. Testimonios de la comunidad chilena en España:
167
asentados y recién llegados
Casos 2.6.B.1. Pareja mixta (chilena casada con español): treinta
168
años en España como profesional
Casos 2.6.B.2. Pareja chilena, llegan a España en 2005 con un
hijo recién nacido, siguiendo la estela migratoria de los padres 170
de ella
Casos 2.6.B.3. Varón chileno, año y medio en España, con
proyecto de retorno, llega a sabiendas de la crisis ya desatada en 172
Europa
2.7. EUROPEOS COMUNITARIOS (U OTROS EXTRANJEROS

367
SIMILARES) BIENVENIDOS Y ADMIRADOS: ENTRE LA 176
ATRACCIÓN POR ESPAÑA Y LA IMPOSIBILIDAD DE
DESARROLLO PROFESIONAL
Caso 2.7.A. Mujer canadiense. Las dos caras de la extranjería en
177
España
Caso 2.7.B. Hombre joven francés, de posición social modesta, hecho
179
a sí mismo
Caso 2.7.C. Una joven que reivindica su identidad polaco-irlandesa 181
Caso 2.7.D. Vivir en la frontera. Una joven franco-española 182
PARTE II.—Los efectos de la crisis en la convivencia entre
186
autóctonos y extranjeros, y en las imágenes asociadas
Capítulo 3.—De la novedad a la normalización de la convivencia entre
188
autóctonos y foráneos
3.1. QUIÉN ES INMIGRANTE, QUIÉN EXTRANJERO: LA
189
VISIBILIDAD DIFERENCIAL
3.2. EL INMIGRANTE QUE SE DESEA FRENTE AL QUE SE
194
RECHAZA
3.2.1. La negación de preferencias 196
3.2.2. Filias y fobias condicionadas a la capacidad de integración del
201
inmigrante
3.2.3. Fobias por inadaptación y atribución de conductas
212
contranormativas
3.2.4. Filias y fobias por etnicidad: la concepción tradicional de
215
racismo
3.2.5. Cúmulo de factores en la fundamentación de filias y fobias 219
3.3. ACEPTACIÓN DIFERENCIAL DEL INMIGRANTE 222
3.3.1. El trato desigual al extranjero y las diferentes formas de
222
xenofobia
3.3.2. La experiencia de convivencia 237
3.3.3. ¿Qué se entiende por racismo y xenofobia? La búsqueda de un
252
modelo comprensivo
Capítulo 4.—Imágenes de la inmigración 266
4.1. IMAGINARIO ASOCIADO A LA INMIGRACIÓN 268
4.1.1. A qué se asocia la inmigración 268
4.1.2. La amalgama de discursos e imágenes de la inmigración 284
4.1.2.1. Del «ya no son necesarios» al deseo de expulsión 284
4.1.2.2. La atribución de culpa a la inmigración del deterioro del
287
mercado laboral y el ascenso del discurso de la preferencia
4.1.2.3. Discurso del resentimiento: «las ayudas van para ellos»,
291
«vienen a quitarnos lo nuestro»

368
4.1.2.4. La defensa del modelo asimilacionista: «tienen que
295
integrarse y admitir nuestras costumbres»
4.1.2.5. El temor a que aumente la delincuencia 302
4.1.2.6. Del pasado al presente emigratorio español 308
4.1.2.7. De la avalancha sin control al retorno: «no podemos
312
mantenerlos»
4.1.3. Positividad versus negatividad de la inmigración 318
4.2. LA INMIGRACIÓN A TRAVÉS DE LOS MEDIOS DE
333
COMUNICACIÓN
4.2.1. La crítica a la actuación de los medios de comunicación 335
4.2.1. Imágenes de impacto y de reflexión 340
Bibliografía 350

369

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