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Chile
ante la Corte Internacional de Justicia
relativo a la obligación de negociar un
acceso al Océano Pacífico
Salvador Herencia-Carrasco*
La decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) significó un duro golpe
para las aspiraciones marítimas de Bolivia. El 1 de octubre de 2018, la
CIJ emitió su sentencia desestimando todas las pretensiones bolivianas,
concluyendo que Chile no tiene una obligación jurídica de negociar una
salida soberana al mar.
Por más que la CIJ haya hecho una invocación para que ambos países
mantengan el dialogo (para. 176), será difícil que este proceso sea
retomado en el corto plazo. A la semana de haberse conocido la sentencia,
el Presidente boliviano remitió una comunicación al Presidente chileno para
retomar las conversaciones sobre este tema, argumentando el cumplimiento
a lo establecido en el fallo de La Haya. Sin embargo, es improbable que esto se
dé mientras dure el otro caso que ambos países tienen en la CIJ, referido
al uso de las aguas del río Silala, así como la coyuntura local en Bolivia y las
elecciones generales que se llevarán a cabo el próximo año en dicho país.
El propósito de este artículo es hacer un comentario a esta sentencia e
intentar explicar los argumentos jurídicos utilizados por la CIJ. La sentencia
es relativamente corta para los estándares de la CIJ y en parte se debe a la
especificidad de la pregunta formulada en la demanda boliviana.
La CIJ reconoce la divergencia entre los textos del intercambio de notas, por
lo que no puede concluir que se cree una obligación internacional sobre
textos que “(…) no tienen la misma formulación ni reflejan una posición
idéntica” (para. 117). En este caso, la CIJ acepta la posición de la defensa
al concluir que “(…) no se puede inferir de ella la aceptación por parte de
Chile de una obligación de negociar un acceso soberano de Bolivia al mar”
(para. 118).