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Sanctum
Sanctum
Esos nombres eran veneno Para mis oídos y cuando, el día de mi llegada, se presentó un segundo
William Wilson en la academia, me indigné con él por llevar tal nombre y me disgusté doblemente
con el apellido debido a que lo llevaba un extraño el cual sería motivo de una doble repetición,
que estaría constante en mi presencia y cuyas actividades en la rutina del colegio, a causa de esa
odiosa coincidencia, muchas veces serían confundidas con las mías.
La narración en primera persona y la fecha de nacimiento de William Wilson (19 de enero, igual
que Poe), nos invitan a penas en una obra con tendencias autobiográficas. Algo que realmente no
nos sorprende teniendo en cuenta la turbulenta vida del autor, William Wilson sería una especie
de toma de conciencia para Poe, una especie de muestra de la lucha interna que vivía el autor en
esos momentos.
El problema del doble se ve abordado de una forma audaz y profunda en esta obra, el doble se
convierte en una auténtica pesadilla para el protagonista, en un claro reflejo de los conflictos
personales del autor. El desdoblamiento de la personalidad desembocará en una situación
agobiante, cargada de ansiedad para el protagonista y que, como era de esperar en una obra de
este estilo, nos lleva a un desenlace espectacular donde, por supuesto, no faltará la figura
del espejo.
En definitiva, una narración digna de análisis, cargada de elementos simbólicos que merece más
de una lectura y que nos acerca a los problemas del propio Poe. William Wilson es un relato en
clave autobiográfica, donde el autor cuestiona su propio estilo de vida y entabla un diálogo con su
propia conciencia.
«Durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida a la voluntad del escritor».