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sanctum 

peine forte et dure

¡Oh, le bon temps, que ce siècle de fer!”

Esos nombres eran veneno Para mis oídos y cuando, el día de mi llegada, se presentó un segundo
William Wilson en la academia, me indigné con él por llevar tal nombre y me disgusté doblemente
con el apellido debido a que lo llevaba un extraño el cual sería motivo de una doble repetición,
que estaría constante en mi presencia y cuyas actividades en la rutina del colegio, a causa de esa
odiosa coincidencia, muchas veces serían confundidas con las mías.

Su táctica consistía en perfeccionar una imitación de mi persona, tanto en palabras como en


hechos, y Wilson desempeñaba admirablemente su papel. Mi forma de vestir era fácil de copiar;
se apropió sin dificultad de mi manera de caminar y de mis actitudes, y a pesar de su defecto
constitucional, ni siquiera mi voz escapó a su imitación. Por supuesto que no intentaba imitar mis
tonos más fuertes, pero la tonalidad general de mi voz era idéntica; y su extraño susurro llegó a
convertirse en el eco mismo de mi voz.

El tema del doble en William Wilson

La narración en primera persona y la fecha de nacimiento de William Wilson (19 de enero, igual
que Poe), nos invitan a penas en una obra con tendencias autobiográficas. Algo que realmente no
nos sorprende teniendo en cuenta la turbulenta vida del autor, William Wilson sería una especie
de toma de conciencia para Poe, una especie de muestra de la lucha interna que vivía el autor en
esos momentos.

El desdoblamiento de la personalidad se hace patente desde el comienzo, no solo por la aparición


del doble, sino también por el nombre elegido: William Wilson. La inicial, «W», por sí misma
implica duplicidad y, además, se repite tanto en nombre como en apellido; algo que, teniendo en
cuenta el argumento de la obra, no ha sido elegido al azar.

William Wilson y su doble se convierten en compañeros inseparables; algo le invita a odiarlo y


atacarlo porque es una amenaza, pero al mismo tiempo, siente cierto aprecio hacia su doble, pues
se ve reflejado en él. Las similitudes se hacen cada vez más patentes, llegando el doble a copiar su
forma de vestir y de caminar. En este sentido, William Wilson es un personaje atrevido, que
sobrepasa las barreras de la legalidad y de lo «socialmente correcto», le gustan los excesos y el
alcohol; su doble, en cambio, tratará de sabotear los planes de Wilson.

El problema del doble se ve abordado de una forma audaz y profunda en esta obra, el doble se
convierte en una auténtica pesadilla para el protagonista, en un claro reflejo de los conflictos
personales del autor. El desdoblamiento de la personalidad desembocará en una situación
agobiante, cargada de ansiedad para el protagonista y que, como era de esperar en una obra de
este estilo, nos lleva a un desenlace espectacular donde, por supuesto, no faltará la figura
del espejo.

En definitiva, una narración digna de análisis, cargada de elementos simbólicos que merece más
de una lectura y que nos acerca a los problemas del propio Poe. William Wilson es un relato en
clave autobiográfica, donde el autor cuestiona su propio estilo de vida y entabla un diálogo con su
propia conciencia.

«Durante la hora de lectura, el alma del lector está sometida a la voluntad del escritor».

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