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La Grandiosa Catástrofe Del Mito de La Caballería - Italo Calvino
La Grandiosa Catástrofe Del Mito de La Caballería - Italo Calvino
caballería
"Hijo mío", dijo el ermitaño, "toda la orden está escrita en este libro, que algunas veces
leo para recordar la gracia que nuestro Señor me ha hecho en este mundo, puesto que
honraba y mantenía la orden de caballería con todo mi poder".
Puede entenderse, pues, que el último depositario de las virtudes caballerescas, Don
Quijote, sea alguien que se ha construido a sí mismo y su mundo exclusivamente a
través de los libros. Una vez que el cura, el barbero, la sobrina y el ama hayan entregado
a las llamas la biblioteca, la caballería se ha acabado: Don Quijote será el último
ejemplar de una especie sin descendencia.
En el auto de fe casero, el cura salva, sin embargo, los libros fundacionales: Amadís de
Gaula y Tirante el Blanco, así como los poemas en verso de Boyardo y Ariosto (en el
original italiano, no en traducción, en la que pierden "su natural valor"). En el caso de
estos libros, a diferencia de el de otros absueltos por considerarlos conformes a la moral
(como Palmerin de Inglaterra), parece que la indulgencia tiene sobre todo motivaciones
estéticas. Pero ¿cuáles? Vemos que las cualidades que para Cervantes cuentan (aunque
¿hasta qué punto estamos seguros de que las opiniones de Cervantes coinciden con las
del cura y el barbero más que con las de Don Quijote?) son la originalidad literaria
(al Amadis se le define "único en su arte") y la verdad humana (se alaba al Tirante el
Blanco porque aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas, y hacen
testamento antes de su muerte, con otras cosas de que los demás, libros de este género
carecen").
Cervantes, pues (esa parte de Cervantes que se identifica, etcétera), respeta los libros
de caballerías cuanto más se sustraen a las reglas del género; lo que importa no es ya el
mito de la caballería, sino el valor del libro en cuanto libro. Un criterio de juicio opuesto
al de Don Quijote (y a esa parte de Cervantes que se identifica con su héroe), el cual se
niega a distinguir entre los libros y la vida y quiere hallar el mito fuera de los libros.
¿Cuál será la suerte del mundo novelesco de la caballería cuando el espíritu analítico
intervenga para definir los límites entre el reino de lo maravilloso, el reino de los
valores morales, el reino de la realidad verosímil? La repentina y grandiosa catástrofe
en la que el mito de la caballería se disuelve en los soleados caminos de La Mancha es
un acontecimiento de alcance universal, pero que carece de correspondencias en otras
literaturas.
Puede ser interesante recordar que muchos años antes de Cervantes, en 1526,
encontramos ya unas hogueras de libros de caballerías, o, más concretamente, una
selección de cuáles libros condenar a las llamas y cuáles salvar. Hablo de un texto
realmente menor y poco conocido: el Orlandino, breve poema en versos italianos de
Teófilo Folengo (famoso con el nombre de Merlín Cocai por el Baldus, poema en latín
macarrónico mezclado con el dialecto de Mantua).
En el primer canto del Orlandino, Folengo, cuenta que una bruja lo llevó, volando en la
grupa de un carnero, a una cueva de los Alpes donde se conservan las verdaderas
crónicas de Turpín, legendaria matriz de todo el ciclo carolingio. Del cotejo con las
fuentes resultan verídicos los poemas de Boyardo, Ariosto, Pulci y del Ciego de Ferrara,
aunque sea con añadidos arbitrarios.
Ma Trebisunda, Ancroja, Spagna e Bovo, / Coll'altro resto al foco sian donate; / apocrife
son tutte, e le riprovo / Come nemiche d'ogni veritate; / Bojardo, l'Ariosto, Pulci, e'l
Cieco / Autenticati sono, ed io con seco. (Mas Trebisunda, Ancroja, España y Bovo / con
las demás sean entregadas el fuego; / aprócrifas son todas, y las repruebo como
enemigas de toda verdad; Boyardo, Ariosto, Pulci y el ciego quedan autenticados, y yo
con ellos.)
"El verdadero historiador Turpín", recordado también por Miguel de Cervantes, era un
punto de referencia habitual en el juego de los poetas caballerescos italianos
renacentistas. El propio Ariosto, cuando advierte que sus patrañas son demasiado
gordas, se escuda en la autoridad de Turpín:
Il buon Turpino, che sa che dice il vero / e lascia creder poi quel ch'a I'uom piace, / narra
mirabil cose di Ruggiero, / ch'udendolo, il direste voi mendace. (El buen Turpín, que
sabe que dice la verdad / y luego deja creer lo que agrada al hombre, / narra admirables
cosas de R. / que, al oírlas, le llamarías mendaz.)
Lo vemos incluso en un epígono como Folengo, a medio camino entre la poesía popular
y poesía culta: el espíritu del mito, transmitido desde la noche de los tiempos, está
simbolizado por un libro, el de Turpín, que está en el origen de todos los libros, libro
hipotético, alcanzable sólo por magia (tambíén Boyardo, dice Folengo, era amigo de las
brujas), libro mágico amén de relato de magias.
'Reviva'
El revival caballeresco del siglo XVI afecta sobre todo a Italia y España. Cuando Bemal
Díaz del Castillo, para expresar el asombro de los conquistadores ante la visión de un
mundo inimaginable, como el del México de Moctezuma, escribe: "Decíamos que
parecía a las cosas de encantamiento que cuentan en el libro de Amadís", tenemos la
impresión de que parangona la realidad más nueva con la tradición de textos
antiquísimos. Pero si nos fijamos en las fechas, vemos que Díaz del Castillo cuenta
hechos ocurridos en 1519, cuando el Amadís podía considerarse aún casi una novedad
editorial...
https://elpais.com/diario/1985/10/08/cultura/497574007_850215.html