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Bernardo del Caño. Práctico Nro. 3. Economía Política. 29 de junio de 2011.

En este trabajo intentaremos mostrar cómo, en el contexto de la crisis del desarrollismo, surge
una nueva corriente de pensamiento propia de Latinoamérica que pone en cuestión los postulados
fundamentales de la CEPAL, que habían guiado las políticas económicas implementadas en el
continente desde la posguerra hasta la década del 60. Se trata de la Teoría de la Dependencia.
El elemento central que distingue a una teoría y a otra es que la CEPAL no cuestiona al sistema
capitalista como tal, sino que considera que es justamente el “desarrollo incompleto” del
capitalismo en América Latina lo que genera el atraso estructural de estas economías respecto a
las desarrolladas. Por su parte, la teoría de la dependencia realiza una crítica general del
capitalismo, impugnándolo como la vía para superar lo que la CEPAL considera “subdesarrollo”.
Ambas posiciones coinciden en que Latinoamericana no se encuentra en una estadio
precapitalista ni feudal, sino que aquí se ha desarrollado una forma particular de capitalismo, que
Marini denomina “capitalismo dependiente” y la CEPAL “capitalismo subdesarrollado”, cuyas
características se explican por la particular conformación del capitalismo a nivel internacional y
la manera en que Latinoamérica participa y se relaciona con las economías dominantes.
En este punto, Marini se distancia de la posición de la CEPAL, para la que la diferencia entre el
desarrollo de la periferia y de los países centrales no es de carácter cualitativa sino cuantitativa;
es decir que participan de un mismo tipo de desarrollo capitalista, sólo que se encuentran en
diferentes fases de éste. Esto significa que, por medio de la implementación de medidas
económicas adecuadas (industrialización, intervención estatal, proteccionismo, etc.), el desarrollo
económico en la periferia podría converger con el de los centros.
Con base en esta distinción, para la Teoría de la Dependencia, en América Latina se irá
conformando una forma particular de capitalismo en relación a las necesidades de los países
centrales en cada una de las fases de desarrollo capitalista. En los inicios (siglo XVI) proveerá los
metales preciosos y géneros exóticos necesarios para garantizar el flujo de mercancías y la
expansión de los medios de pago, que posibilitarán la acumulación capitalista originaria, lo que
permitirá el paso a la etapa industrial del capitalismo (a partir de mediados del siglo XIX). En
esta segunda etapa, América Latina proporcionará los bienes primarios requeridos por las
industrias inglesas (y luego europeas y norteamericanas) a cambio de manufacturas y capitales.
Así se conformará una división internacional del trabajo particular, a partir de lo cual podemos
hablar de dependencia. En los términos de Marini, dependencia es “una relación de
subordinación entre naciones formalmente independientes, en cuyo marco las relaciones de
producción de las naciones subordinadas son modificadas o recreadas para asegurar la
reproducción ampliada de la dependencia”1.
Al momento en que Marini escribía su obra, estaba presenciando una nueva fase capitalista
iniciada a principios de la década de 1960, en la que se reformularía la división internacional del
trabajo. En ésta se reproducirían nuevamente las relaciones de dependencia propias del
capitalismo internacional. La novedad consistía en que ahora se exportarían hacia América
Latina las etapas de los procesos industriales más intensivas en trabajo y que requirieran menor
desarrollo tecnológico, mientras que los países dominantes se reservarían para sí las etapas
estratégicas con mayor valor tecnológico.
Vemos entonces que según la Teoría de la Dependencia, lo que la CEPAL entiende como
subdesarrollo, no se logra superar mediante la implementación de medidas desarrollistas, sino
que constituye un rasgo inherente al propio sistema capitalista, por lo que no puede ser superado

1
MARINI, Ruy Mauro: Dialéctica de la dependencia, México, Ediciones Era, 11ª. Impresión, pg. 111.
mediante los instrumentos económicos proporcionados por el propio sistema (inversiones
externas, importación de tecnología, radicación de empresas extranjeras, satisfacción de demanda
de países centrales, etc.)
Para la corriente representada por Marini, a partir del momento de la incorporación plena de
América Latina a la economía mundial (en torno a 1840), ésta cumplirá un rol fundamental en la
consolidación de la gran industria en los países dominantes, mediante la creación de una oferta
mundial de alimentos y de materias primas que permitirá abastecer a los centros industriales,
posibilitará la especialización en la producción industrial de una parte de aquellas sociedades, y
sostendrá así el cambio cualitativo producido en las economías industriales al darse el paso de
producción de plusvalía absoluta a producción de plusvalía relativa.
Respecto a este particular, encontramos otras de las críticas centrales que la Teoría de la
Dependencia realiza a la CEPAL. Ésta – al proponer el deterioro de los términos del intercambio
como fuente del intercambio desigual entre países – había logrado (según los teóricos de la
dependencia) una aproximación al problema, pero no había llegado a plantear la cuestión de
fondo. Para la CEPAL el intercambio desigual se sustentaba en un diferencial de precios
favorable a los productos industriales, por lo que los países periféricos, para mantener sus niveles
de importación, debían incrementar sus exportaciones constantemente, de modo que pudieran
compensar el incremento de los precios relativos de los bienes manufacturados en términos de los
bienes primarios.
Para la Teoría de la Dependencia, no se trata de un diferencial de precios, sino de una
transferencia de valor desde los países dependientes a los industriales. La conformación de una
oferta de alimentos a nivel mundial (bienes-salario para los países industriales), lograba reducir el
valor real de la fuerza de trabajo industrial, posibilitando que el incremento de la productividad se
transforme en extracción de cuotas de plusvalía cada vez más elevadas2.
A su vez, la ampliación de la capacidad productiva de la fuerza laboral, implicaba requerimientos
de materias primas e insumos cada vez mayores, que posibilitaran mantener la tasa de ganancias
en los países industriales. Sin embargo, estos países requerían que las sucesivas incorporaciones
de materias primas al proceso productivo, se hicieran a precios menores para reducir el valor total
del capital constante y así contrarrestar la disminución de la tasa de ganancia producto del
aumento de la plusvalía relativa.
Esto nos permite decir que aquello que la CEPAL entendió como “deterioro de los términos del
intercambio”, en realidad consistió en que los países industriales hicieron uso de su posición
dominante en el mercado internacional, para presionar a los productores primarios a que
incrementaran la oferta de materias primas a precios menores, sin que esa reducción en el valor
de las materias primas se manifestara en una reducción de las manufacturas que recibían a
cambio.
Entonces, la pregunta que cabe hacernos es: ¿si no se verificó un proceso de incremento de la
productividad en los países exportadores de materias primas, por cuáles medios el productor
primario logró incrementar la producción y ofrecerla en el mercado internacional a menores
precios? La respuesta a la que llega Marini es: el incremento de la producción se logra
incrementando la explotación del trabajador, es decir, incrementando la extracción de plusvalía
absoluta. Esta plusvalía absoluta constituirá el valor transferido desde los países dependientes,
que permitirá continuar incrementando la producción industrial.
Esto nos lleva a analizar las relaciones de trabajo y el sistema productivo en los países
dependientes. Vimos ya que los incrementos en la producción para compensar la pérdida de

2
Ibidem, pg. 117.
plusvalía que significaba el intercambio internacional, se lograron aumentando la extracción de
plusvalía. Los procedimientos que Marini identifica para poder hacer esto son tres:
1- Aumento de la intensidad de trabajo.
2- Prolongación de la jornada laboral.
3- Reducción del consumo del trabajador, por debajo de los límites de subsistencia.
Vemos entonces que el modo de producción que se configuró en América Latina se basa en la
sobreexplotación del trabajador y no, como ocurre en los países industriales, en un incremento
de su capacidad productiva.
Debemos preguntarnos, entonces, ¿cuáles son las condiciones particulares de América Latina
que hacen posible la conformación de este modo de producción característico? Aquí vemos, por
un lado, que el tipo de actividad productiva realizada (actividad extractiva y producción
primaria), es una actividad en donde se logra un mayor incremento de la producción mediante un
uso intensivo y extensivo de la fuerza de trabajo, que mediante la incorporación de capital fijo y
tecnologías. Por otro lado, vemos que, para llevar a cabo la sobreexplotación del trabajador, es
necesario que éste trabaje por debajo de su límite de subsistencia, lo que provoca un agotamiento
prematuro del trabajador y la necesidad de disponibilidad de nuevos brazos para su reemplazo.
América Latina contó siempre con fuentes de reserva de mano de obra capaz de reemplazar a
aquellos brazos agotados (ya sea por la existencia de comunidades aborígenes o por los aportes
de la inmigración interna y externa), por lo que fue posible que se cubrieran las necesidades de
mano de obra en el marco de la sobreexplotación del trabajador.
Además, un componente adicional característico de las economías latinoamericanas, es la
separación de las esferas de producción y circulación. Este constituía un requisito fundamental
para reducir el consumo del trabajador por debajo de los límites de subsistencia. Como la
demanda a los productos primarios se componía fundamentalmente del consumo generado en el
exterior, la demanda realizada por los propios trabajadores no resultó significativa para alcanzar
la realización de la producción en la esfera de la circulación. Por lo tanto, al no ser el consumo de
los trabajadores en las economías primarias, un componente relevante en la realización de la
producción, se pudo reducir este consumo con la finalidad de poder incrementar las tasas de
ganancias de los capitalistas nacionales.
No obstante, podríamos preguntarnos: ¿Qué papel jugó el proceso de industrialización
sustitución de importaciones en América Latina? Si partimos de la idea de que la esfera de la
circulación y de la producción estaban escindidas, ¿A qué demanda respondió ese desarrollo
industrial? En América Latina, a diferencia de los países dominantes, no fue necesario que la
industria creara su propia demanda haciendo del obrero a la vez que productor, consumidor de
productos manufacturados; sino que la producción industrial por sustitución de importaciones
respondió a una demanda preexistente, que había quedado cautiva en un contexto internacional
en el que se dificultaba el acceso a las manufacturas importadas.
En este nuevo contexto, se reprodujeron a nivel de la industria las mismas relaciones de
sobreexplotación del trabajador y de escisión de la esfera de circulación y de producción. La
producción desarrollada se correspondería con ciertos consumos suntuarios, por lo que el aparato
productivo estaría disociado de las necesidades de consumo del trabajador, permitiendo así la
separación en dos tipos de industrias sin conexiones entre ellas: aquellas dinámicas que
responden a la demanda de los sectores que viven de la extracción de plusvalía y aquellas
tradicionales que satisfacen el consumo masivo y tienden al estancamiento y la regresión.
Vemos entonces que la industrialización para la Teoría de la Dependencia, no es más que una
nueva fase en la reproducción de las relaciones de dependencia propias del sistema capitalista.
Esto marca una diferencia esencial con la CEPAL, que veía en el desarrollo industrial sustentado
por la intervención del Estado y por el aporte de tecnología importada, el camino hacia la
reducción de la brecha entre desarrollo y subdesarrollo capitalista.
En conclusión, vemos que ambas teorías parten de un análisis estructuralista de la economía
latinoamericana, reconociendo en la conformación del sistema capitalista internacional los
elementos que originan las desigualdades evidentes entre lo que la CEPAL llama centros y
periferias, y los teóricos de la dependencia denominan países dominantes y países dependientes.
Sin embargo, la descripción, el diagnóstico y las soluciones que cada una de estas teorías lleva
adelante, difieren profundamente. El debate de fondo gira en torno a la pregunta ¿es posible un
desarrollo independiente en el marco del sistema capitalista, o por el contrario, la verdadera
independencia se logrará cuando se logre arribar a una alternativa diferente? La discusión está
abierta y los aportes de la CEPAL y de los teóricos de la dependencia han servido de gran ayuda
para permitirnos pensar a Latinoamérica desde sus especificidades y, desde mi punto de vista,
constituye una discusión de gran riqueza para pensar posibles respuestas.

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