Alrededor de las 4.30 de la madrugada, horario en el que se preparaba
para ir a trabajar, Roberto Moreno escuchó una explosión que hizo vibrar toda su casa, en la localidad de San Vicente. Al salir a la calle se encontró con un operativo policial en el domicilio del vecino al que conocía como Norberto Freyre, el nombre con el que se ocultaba Rodolfo Walsh. Era el 26 de marzo de 1977, pocas horas antes el escritor había sido asesinado por un grupo de tareas y en el allanamiento, con la totalidad de los muebles, artefactos y objetos del lugar, los policías se llevaron lo que todavía hoy es un objeto de búsqueda: los textos literarios inéditos de Walsh. El itinerario de los textos y papeles robados en la casa ubicada en las calles Triunvirato (hoy Rodolfo Walsh) e Ituzaingó pudo reconstruirse parcialmente con testimonios de ex detenidos-desaparecidos. De San Vicente fueron llevados a la Escuela de Mecánica de la Armada –donde también fue visto el cadáver de Walsh, luego desaparecido-, para ser trasladados en 1978 a las oficinas de prensa del almirante Emilio Massera, en un edificio de Cerrito al 1100, y a una casa de Jaramillo 3083 donde funcionó una inmobiliaria que blanqueó la apropiación de inmuebles de detenidos-desaparecidos y recibió la biblioteca y los archivos que se guardaban en la Esma. En ese punto se pierde el rastro. Lilia Ferreyra, la última compañera de Walsh, puntualizó en una denuncia judicial cuáles fueron los textos robados: una carta al coronel Roberto Roualdes, que condujo el operativo de fuerzas conjuntas donde murió María Victoria Walsh, escrita “para que usted, coronel, sepa quién era la joven de 26 años que ustedes mataron”; los cuentos (cada uno en una carpeta con borradores y material de referencia para la escritura) “Juan se iba por el río”, la historia de un personaje al que Walsh caracterizó como “el argentino derrotado del siglo pasado”; “El 27”, memoria de su padre y de su infancia en el campo rionegrino; “Ñancahuazú”, basado en un reportaje realizado por Walsh al mayor Rubén Sánchez, prisionero de la guerrilla del Che; y “El aviador y la bomba” (título provisorio), sobre la historia de uno de los aviadores navales que bombardearon la Plaza de Mayo en junio de 1955. Además, dijo Ferreyra, había borradores de proyectos literarios; textos de sus memorias, organizadas en tres temas: su relación con la política, con la literatura y con la dimensión afectiva de su existencia, ésta titulada “Los caballos”; carpetas con páginas de su diario personal; una carpeta con una selección de notas periodísticas, preparada para una próxima edición; otra con borradores de una novela que había empezado a desagregar en cuentos, entre los cuales “Juan se iba por el río” era el primero; carpetas para trabajos de investigación; carpetas con material de archivo periodístico; cartas, libros, dibujos, fotos y documentos relacionados con el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955; y documentos internos de la organización Montoneros Apenas dos textos pudieron ser sacados de la Esma, en forma clandestina: Lila Pastoriza entregó a Lilia Ferreyra la “Carta a Vicki”, el texto que Walsh escribió al enterarse de la muerte de su hija, y Graciela García rescató una agenda con inscripciones en griego antiguo, lengua que Walsh usaba para encriptar mensajes.
Un enigma sin respuesta
Antes de instalarse en San Vicente, Walsh alquiló un departamento de un ambiente en el barrio de Palermo, frente al Jardín Botánico. Cuando fue asesinado, el 25 de marzo de 1977, todavía no había completado la mudanza. Parte de sus manuscritos quedó en ese departamento, y fue lo que se publicó en 2006 como Ese hombre y otros papeles, con edición de Daniel Link. Los textos robados fueron vistos en el Casino de Oficiales de la Esma, donde funcionó el centro clandestino. Martín Gras leyó el cuento “Juan se iba por el río” y memorizó su contenido: “Describe la vida de un soldado en nuestras luchas civiles, inclusive está presente cuando traen los restos de San Martín. Es un hombre que se siente fatigado, cansado, hay una incertidumbre sobre el futuro. Y en un momento, por una cuestión cuasi mágica, hay un descenso del Río de la Plata y el río queda vacío. Aparecen, en una descripción maravillosa, restos de barcos, seres fantásticos del fondo del mar. Y este hombre monta a caballo y decide tratar de alcanzar la otra orilla; decide escapar de una tormenta que viene, cruzando a caballo ese río que se ha retirado. Y el cuento termina en el momento en que la tormenta se desata y uno no sabe si llega o no llega al otro lado del río”, declaró en el juicio por la causa Esma. En la biografía Rodolfo Walsh, la palabra y la acción, Eduardo Jozami conjetura que los textos robados pueden ser hoy “el botín de guerra de algún represor de la Marina”, aunque “también es posible que nadie haya sido consciente del valor que podrían tener esos papeles”. La casa de Jaramillo y Zapiola donde desaparecieron pertenecía a los padres de Jorge Rádice, quien cumple reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad y nunca hizo declaraciones al respecto.
((Recuadro)) Piezas del rompecabezas
El año pasado la bibliografía sobre Walsh incorporó una novedad
inesperada: la publicación del diario de Enriqueta Muñiz, su colaboradora durante la investigación de Operación Masacre. “Los puntos principales del diario ya estaban revelados desde los años 90, pero es importante que se lea, porque es una buena edición”, dice Roberto Ferro, uno de los principales investigadores sobre la obra de Walsh. Historia de una investigación, el libro de Muñiz, incluyó también fotos y facsímiles de cartas y papeles. “En vida, ella nunca quiso publicar el diario, fue una decisión de sus herederos. Entre Enriqueta Muñiz y Rodolfo Walsh hay una doble ruptura: una ruptura sentimental y afectiva y una ruptura política. Enriqueta tuvo una enorme admiración por la escritura de Rodolfo pero también una notable distancia con las cuestiones de orden político”, agrega Ferro. Otro documento largamente esperado, en cambio, resultó un fiasco: el dossier sobre Walsh desclasificado por el gobierno de EEUU contenía cuatro páginas en blanco y un sello con fecha del 3 de noviembre de 1980.