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Monarquía Absoluta
Monarquía Absoluta
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Focus
Luis XIV gobernó Francia de 1643 a 1715 y fue un ejemplo de monarquía absoluta.
Un monarquía absoluta o monarquía absolutista es una forma de gobierno que destina la totalidad
del poder político a las manos de un rey. En ella no existe separación alguna de poderes ni
contrapesos a la voluntad del monarca, ya sea que existan o no instituciones políticas distintas al
trono (como el parlamento o los tribunales). En este sistema, la palabra del monarca es ley, y
ninguna fuerza del Estado puede llevarle la contraria.
Las monarquías de este tipo fueron comunes durante gran parte de la historia antigua, aunque de
modos muy distintos según la cultura. Casi siempre solía pensarse que el poder del monarca era
divino (o sea, que emanaba de un Dios o que el propio rey era uno), de modo que su palabra era
sagrada e incontrovertible.
Sin embargo, la monarquía absolutista se vincula con las monarquías autoritarias de la Europa
occidental de finales del Medioevo e inicios de la Edad Moderna, consecuencia de la crisis del
sistema feudal y del inicio del proceso de transformaciones que condujeron al capitalismo.
Un perfecto representante de esta forma de gobierno fue Luis XIV, rey francés que gobernó de
1643 a 1715. Ejercía en persona los tres poderes políticos (ejecutivo, legislativo y judicial) y a quien
se le atribuye la frase “L’État, c’est moi” (en francés: “El estado soy yo”).
Asimismo, el último representante del absolutismo en Europa fue el zar Nicolás II de Rusia, quien
gobernó desde 1894 hasta su abdicación frente a la Revolución de febrero de 1917.
La mayoría de las monarquías absolutistas de Europa acabaron convirtiéndose en monarquías
constitucionales, debido a presiones internas y externas, o cayendo bajo el peso de violentas
revoluciones, para dar paso a gobiernos republicanos de distinta naturaleza.
Otorga a un monarca el control absoluto del Estado, de modo que en su persona misma se
encarne la soberanía nacional. El monarca es un gobernante vitalicio y de la nobleza.
Carece de toda separación de poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial), ya que o son
ejercidos directamente por el propio rey, o éste tiene la voz final para aprobar o rechazar las
decisiones de cualquier institución del Estado.
Como consecuencia de lo anterior, el rey no podía ser sometido a juicios de ningún tipo por parte
de sus súbditos, sin importar las medidas que hubiese tomado o las decisiones que hiciera.
El ejercicio del poder del monarca se vincula de un modo u otro con la ley de Dios, o con los
mandatos divinos, y por lo tanto se considera que el rey gobierna como emisario de la voluntad
divina.
El absolutismo
El absolutismo es propio del llamado Antiguo Régimen, o sea, a las formas de monarquía previas a
la Revolución Francesa.
A inicios del siglo XXI, y por sorprendente que pueda parecer, existen aún distintas monarquías
absolutas, en las que el Estado es controlado por la voluntad de un rey, tales como:
La diferencia entre estos dos regímenes políticos se basa en los límites del poder político ejercido
por el rey. En ambos casos, el rey es una autoridad vitalicia, hereditaria y soberana, central en el
manejo del Estado, pero a diferencia de las monarquías absolutas del Antiguo Régimen, en las
monarquías constitucionales existe una ley por encima de los deseos del monarca, plasmada
generalmente en una constitución nacional.
Así, en el texto legal se establecen los poderes y los deberes del rey, se delimita su poder y su
autoridad, obligándolo a convivir con otras formas del poder público en mayor o en menor
medida. No se trata necesariamente de que el rey forme parte de un gobierno democrático, pero
sí de que sus atribuciones estén delimitadas de antemano, permitiendo así la existencia de un
Estado del cual forma parte. - Fuente: https://concepto.de/monarquia-absoluta/