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PLANO .I
DE loA

HACIENDA DE MDNTEBELLD,
PIllPIADEL SENOR DON

OSE A~ Y
COLECCIÓN INVESTIGACIONES
!

HACIENDAS, NEGOCIOS
Y POLÍTICA EN SAN LUIS POTOSÍ,
SIGLOS XVIII AL XX

ANTONIO ESCOBAR OHMSTEDE


JOSE ALFREDO RANGEL SILVA
COORDINADORES

EL COLEGIO
DE SAN LUIS
Este libro se publica con el apoyo del Consejo Nacional de Clencta }' Tecnología con el Proyecto SEP~
Ccnncyt Ciencia Bastea 82195 denominado "La ten en da de la tierra en San Luis Potosi, Un análisis sobre
las rransformacíones en la propiedad agraria, 1890-1940"

Primera edición: 2011

Diseño de la porrada: Naral¡a Rojas Nieto

D. R. © lvonnc Neuserc Arg.lez Tenorio, Gracic1a Bemal Ruiz,


Hortensia Camacho Alramirano, Luz Carregha Lamadrid,
Antonia Cerda Martinez, Antonio Escobar Oluustcdc, Inocencio Ncyola,
José Alfredo Rangd Silva, Flor de IvIaria Sal.ear Mendoza.
Juan Carlos Sánchez Montíel. Marfa de Lourdes Uribe Soto

D.R. (f:J El Colegio de San Luis


Parque de Macul 155,
Colinas dd Parque, C. r. 78299
San Luis POtosí, S.LE, México.

ISBN: 978-G07-7601-52-4

Impreso}' hecho en México


ÍNDICE

Introducción. Las haciendas y su papel en los


espacios rurales, siglos XIX y XX I AntonioEscobar Ohmstedv

Origen, consolidación y fragmentación de San Agustín


de los Amoles y San Ignacio del Buey, San Luis Potosí I
Iuonnc Nensctc Algdcz Tenorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31

La propiedad de la tierra en San Luis Potosí, tendencias y


transformaciones, 1790-1910 / lose Alfredo Rangcl Si/VlI. . . . . . 57

Hacendados, milicias y política en San Luis Potosí, 1795-1810/


Graciela Berna! Rniz , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

Haciendas, ranchos y ayuntamientos en la uansición del


periodo gaditano a la constitución del estado de
San Luis Potosí, 1812-1826 I }Uil11 Carlos SdncbczMontíel . . . . 107

De Mexquitic el bajo a San José del Corte Transformación


en la tenencia de la tierra / Antonia Cerda Mardnez, . . . , . . . 127

Hacendados potosinos. Buenos parriotas, buenas


recompensas (1866-1867) / Flor de Maria Salazar Mcndoca . 145

Espacialidad y control de recursos naturales en las


haciendas del altiplano potosino en la segunda mitad
del siglo XIX I Inocencia NOYO/fl . . . . . . . . . . . . . . . 163
Una nueva oportunidad de negocio. Canje de tierras
por vías de ferrocarril. El caso del estado de San Luis Potosí,
1879-1901 / Luz CarregfJa Lamadrid . , , . l87

El fraccionamiemo de las haciendas. La Tenería y Gogorrón


en San Luis Potosí, 1890-1940 I Hortensia Cmnocbo Altamirano .. 215

La hacienda Esrancira freme a la restitución de tierras del


pueblo de La Palma, 1916-1923/ María de Lonrdcs Uribe Soto.

La legislación posrevolucionaria y su impacto en los


sistemas de riego de las haciendas del valle rioverdense
en el siglo xx I Amonio Escobar Olmntede . 263
HACENDADOS, MILICIAS Y POLÍTICA
EN SAN LUIS POTOSÍ, 1795-1810

GRACIELA BERNAL Rurz


UNIVERSIDAD DE GUANAJUATO

PRESENTACIÓN

En 1795 se puso en práctica el proyecto para establecer los Regimientos


Provinciales de San Luis y San Carlos en San Luis Potosí. Este proyecto
se insertaba en uno más amplio que contemplaba un plan de milicias para
dividir el territorio novohispano en 10 brigadas militares, de las cuales, la de
San Luis Potosí sería la décima.
Su establecimiento generó diversas reacciones entre los actores locales,
y los problemas no tardaron en presentarse. Éstos se centraron, primor-
dialmente, en su financiamiento, pues las autoridades esperaban la amplia
participación de los individuos pudientes de la zona, entre ellos, los hacen-
dados. Si bien muchos de éstos brindaron su apoyo, no fue de manera in-
mediata ni incondicional; mostraron resistencia en algunos puntos, lo que
llevó a relevar a Nemesio Salcedo, primer comandante comisionado para el
proyecto, por Félix María Calleja. Fue esre militar quien logró consolidarlo,
adjudicándose con ello el mando de la brigada.
Una vez creados los dos regimientos que componían esa brigada, se pre-
sentaron nuevos problemas: su sostenimiento, la falta de preparación y de
interés por parte de quienes ejercían los rangos más altos -que casi en su to-
talidad eran hacendados-, las diferencias con otras instituciones por e!nom-
bramiento de oficiales, ere. Estos problemas aún estaban presentes al inicio
de! movimiento insurgente, cuando Calleja asumió la tarea de formar nuevas
tropas que se sumaron a las de los regimientos. Nuevamente hubo una resis-
tencia inicial, pero esas tropas pronto se engrosarían con trabajadores de ha-
ciendas y con hacendados que estarían al mando de ellas, por lo que llegaron
a conformar importantes regimientos que hicieron frente a los insurgentes.

79

h
/-/¡¡C{'Il(/'U/OJ. milicínsynoliticn ctt Snn Luis Potosi, f.";!J5-18JO
,
¡

En este trabajo analizo la importancia de las haciendas y los hacenda-


dos de San Luis Potosí en el establecimiento de la décima brigada, así como
en la guerra contra los primeros insurgentes. Señalo los intereses inmersos)
las disputas por adjudicarse el mando y el prestigio y la participación del
ayuntamiento. Veremos cómo, a pesar de la resistencia inicial mostrada por
algunos hacendados, este proyecto los benefició en muchos sentidos, y con-
tribuyó de manera significativa a consolidar su poder en la zona, un riesgo
necesario que tuvieron que asumir las autoridades virreinales en su afán de
mantener la estabilidad dentro del virreinato.

EL PROYECTO

La existencia de un ejército profesional en Nueva España no había sido una


prioridad de la monarquía española a mediados del siglo XVII!. Hasta ese
momento, los puntos que se consideraban sujetos de mayor vigilancia eran
las costas y las fronteras, constantemente amenazadas por piratas o expedi-
cionarios, así como por los grupos indígenas que no habían sido pacificados
al norte de la Nueva España. Los primeros no parecían significar un peligro
mayor, pues sus incursiones fueron menores YI en todo caso, no represen-
taron una amenaza para las grandes poblaciones, por lo que la presencia
de algunos cuetpos armados fue suficiente. En cuanto a los ataques de los
grupos belicosos del norte, a pesar de que ocurrían desde la fundación
de poblaciones españolas, habían sido detenidos por los grupos armados de
[rentera establecidos para el caso. El panorama de la aparente seguridad en
la Nueva España cambiaría a partir de la década de 1760.
La entrada de España en la Guerra de los Siete Años en 1762 hizo
efectivas las amenazas de una invasión. Los ingleses pronto ocuparon La
Habana, lo que representó un peligro inminente para la Nueva España en
tanto que Veracruz sería el siguiente paso lógico. Esto se evitó al concertarse
la Conferencia de Paz que devolvía La Habana a España, peto evidenció la
vulnerabilidad de los territorios americanos. Fue a partir de este hecho
cuando la seguridad de las fronteras españolas en América empezó a ser
una prioridad para la Corona.
Esa preocupación se haría extensiva hacia el interior de la Nueva España
cuando en 1767 tuvieron lugar algunos levantamientos en diversas poblaciones,

so
.

d
GrzACJEL\ BERNAL Rorz

la mayoría de ellas con tradición minera. San Luis Potosí, Cuanajuaro,


Pátzcuaro, San Luis de la Paz y San Felipe fueron escenarios de tumultos en-
rre mayo y octubre de este año.' Y si bien estos hechos no pusieron en peligro
al gobierno virreinal, sí alertaron sobre las consecuencias de no contar con un
ejército profesional en un territorio tan vasto para gobernar.
Una de las primeras medidas para atacar este problema fue aplicada por
e! visitador José de Calvez, encargado de pacificar las zonas en donde tu-
vieron lugar los levantamientos. Gálvez hizo las diligencias necesarias para
crear la Legión de San Carlos, en la que tomaron parte activa individuos de
la zona, con la notable presencia de! hacendado Francisco de Mora y Luna,
primer conde de Peñasco, quien desempeñó un pape! fundamental en la
pacificación de los tumultos en San Luis Potosí y zonas aledañas.
Esta legión, sin embargo, no fue una solución para los problemas de
seguridad; a los pocos años de su creación ya presentaba serios problemas,
tanto para completar sus filas como por la falta de vocación de sus inte-
grantes. En 1775, el alcalde mayor de San Luis Potosí, Joaquín de Llano y
Villaurrutia, describió a esta Legión "como una multitud desorganizada que
servía de asilo a los vagabundos y a los indolentes".' Cuando se esrablecieron
las intendencias en 1786, era un Ctlerpo hasta cierto punto debilitado, había
muchos oficios sin oCtlpat, y quienes ocupaban los de mayor rango lo hacían
como algo honorífico. Esta situación llevó al conde de Revillagigedo a di-
solver la Legión a principios de la década de 1790, por considerarla ineficaz.'
En estos momentos, e! proyecto para establecer un ejército profesio-
nal en Nueva España ya estaba muy avanzado. Las diligencias, iniciadas
durante e! gobierno de! virrey Cruillas, continuadas por Revillagigedo y
concretadas por Branciíorte, contemplaban la división de! virreinato en re-
giones militares." Fue durante e! gobierno de éste último cuando se puso
en marcha e! proyecto para establecer la Décima Brigada militar, con los
Regimientos Provinciales de San Luis y San Carlos, en 1795.

Felipe Castro, Nueva Iq, nuctro rt)'. Rcjormas borlninicas y rebelión poplllm' t'II la NflC/N!
España, Zamora, El Colegio de Michoacdn / Instiruro de Investigaciones Hisróricas-urc.ur, 19%.
:: Christon Archer, El ejército elJ el México borbáníco. 1760-/81U, México, FCE, 1983, p. 32.
3 Maria del Carmen Vclñzquez, El estar/o de gllerrtl el! Nueva España. 1760-/808, México,
El Colegio de México, 1997, p. 69.
.¡ Ibídem, p. 19.

81

7
Hacendados, miliciasypoiitica en Sao Luis Potosi, /'~D5-18J()

Estos debían tener su sede en la capital (San Luis) y en Charcas y


Matehuala (San Carlos). El primer comisionado fue Nemesio Salcedo, pero
estuvo al frente poco tiempo pues no pudo solucionar los problemas que
se presentaron. Fue relevado en 17% por un militar experimentado, Félix
María Calleja, quien perfeccionó e! arreglo de los dos regimientos. Este mi-
litar español tenía tras de sí una larga experiencia en el campo de batalla en
Argel, Gibraltar, Menorca, así como en diversas comisiones. Desde su llega-
da a Nueva España en 1789, había inspeccionado y pasado revista de tropas
en Puebla, Nayarit, Nuevo Reino de León, Colonia de! Nuevo Santander y
Aquismón, Valle de! Maíz y Villa de Valles.'
Pero, a pesar de su experiencia en acciones y comisiones militares, la
nueva tarea no resultó de! todo fácil, pues la creación de esta Brigada des-
perró muchos intereses y recelos. Por un lado se debía solucionar e! pro-
blema de los gastos que generaba; la intención era que éstos se cubrieran
con donativos personales y con fondos de! ayuntamiento. Por otro lado,
estaba e! interés de las elites locales de formar parre de esos cuerpos por los
privilegios que obtendrían. Un punto más de discusión fue e! de las fric-
ciones entre los distintos personajes involucrados por mantener un nivel de
influencia en e! nuevo proyecto.

EL FINANCIAMIENTO

Si bien se había dispuesto un plan de arbitrios para e! sostenimiento de los


regimientos, e! establecimiento de Brigadas en Nueva España debía apoyar-
se, en gran medida, en las contribuciones de la gente pudiente y de la pobla-
ción en general. Se esperaban generosos donativos, sobre todo de aquellos
individuos que integrarían la plana mayor. Una vez que se puso en marcha
e! proyecto, diversos hacendados de San Luis Potosí acudieron alllamado,
y fueron generosos.
Los donativos prometidos en 1795 ascendían a 79 492 pesos, G reales.
El aporre más significativo fue de! segundo conde de! Peñasco, dueño de
algunas de las haciendas más productivas de la provincia como Peñasco,

5 Archivo General de Sirnancas (en adelante, AGS), Hojade Servicios de Félix Marta Calleja,
Secretaría General de Ultramar, 7036,7.

82
GRACIELA BEltNAL RUlZ

Angostura y Laguna Seca, quien se comprometlO a proporcionar 35 000


pesos. Por su parre, Manuel Rincón Gallardo, con diversas haciendas vin-
culadas al mayorazgo, como Ojuelos, Medina, Torres y Ciénega de Mata,
prometió 12 000 pesos. Esros individuos fueron nombrados, respectivamen-
te, coroneles de los regimientos de San Luis y San Carlos. Ángel Prieto de la
Maza (dueño de La Parada) y Juan Nepomuceno Oviedo (administrador de
Bocas) dieron 2 400 pesos cada uno; el primero fue nombrado teniente co-
ronel del Regimiento de San Luis, y el segundo capitán del de San Carlos.
En términos generales, las aportaciones de .19 individuos -sin conrar al
conde de Peñasco-s- ascendieron a 2.1 275 pesos. Mientras que otro número
no especificado de vecinos de las jurisdicciones en donde se instalaría estos
dos regimientos aportaron 20 271 pesos, 6 reales."

CUADRO 1. DONATIVOS PERSONALES PROMETIDOS PARA


EL ESTABLECIMIENTO DE LA DÉCIMA BRIGADA, 1795
Lugar Persona Toral
-----
Ciudad de San Luis Potosi Amonio Muchirubnrrcna 25p
José Machimbarrcna 20p
José Amonio Otnhegui 400
José de Arzúa 50
Angel Prieto de la Maza 2400
José Azcuzuhi 65
Ignacio Asrcgui 160
losé Antonio Machimbarrena
I 25
Andrés de la Sierra .160
Vicente Pastor lOO
Juan Nepcmuceno Ovicdc 2400
Juan Amonio Puebla 65
Lorenzo Monroya 400
NlcobisDávalos 65
Vicente Troche 160
I
I José Frcjomil i 160
IA:-guascalientes 12000

(í Archivo General de Indias (en adelante, lIGI), Duplicados de cartas de los virreyes. Dili-
gencias porricadas en el cobro}' entero de las ofertas hechas por los habitantes de la Provincia de
San Luis Potosi para el vestuario, armamento}' montura de los Regimientos provinciales de San
Luis y San Carlos, México, j f ítí5.

83

r
Hacendados. nnlici.ts y pol/ticfl m San Luis Potosi. 1795-18/0

CUADRO 1. DONATIVOS PERSONALES PROMETIDOS PARA


EL ESTABLECIMIENTO DE LA DÉCIMA BRIGADA, 1795 (CONTINUACIÓN)

Lugar Total
Pozos 130
Marehuala

Armadillo SO
Isidro Marrf nez SO
Manuel Castillo 10
I---~~-~~~~~+- "--"---
Valle de San Francisco 320
Real de Catorce 160
Venado 640
Pinos 200
SO
SO
SO
SO
SO
SO
SO
i SO

~ ~~~~~_
200
200
I1'01.11_--_- --"'---
23275
Fuente. AGI, Diligencias practicadas en el cobro y entero de las ofertas hechas por los habiranres de
la Provincia de S, L P. para el vestuario, armamento y monrura de los Regimientos Provinciales de
San Luis y San Carlos, México 1445.

No se incluye el donativo de 35 UOo pesos del segundo con elede Peñasco.

84
GRACIELi\. BEIlNAL RUIZ

CUADRO 2. DONATIVOS POR POBLACIONES PROMETIDOS PARA


EL ESTABLECIMIENTO DE LA DECIMA BRIGADA, 179G
---------------------------- -------------------------.

[~~ecin~~~e la_~~~ad ~~~ Ll~_~.9~~~:~ G368


-----1i -"" -----------------
l_~~dnos del Valle de San Francisco 2175
¡ Vecino del Real de Cuadalcázar 1300

C~;~~~~~:"'~~~,,_~~::!a del Río 491


1_.Y::dnos de iVlatehllala 3512
Vecinos de Real de Catorce
- - - _ . - - - - - - - - - - - - - - - - - ------------------------------ ---------.-,- 2625
Vecinos de Ccdral 198
Vecinos del Real de Charcas 1535
697
1370
20 l7Ip, 6r
------------

Fttcntr: AGI, Diligencias practicadas en el cobro y enterode las ofertas hechas por los habitanres de
la Provincia de S. L P. para el vestuario, armamento y montura de los Regimientos Provinciales de
San Luis y San Carlos, México 1445.

La información mostrada en estos cuadros nos indica que, sin tomar


en cuenta las aportaciones del segundo conde de Peñasco y Manuel Rincón
Gallardo, losdonativos más sustanciosos sedieron dentro de lajurisdicción que
comprendía el Regimiento de San Luis, asentado en la ciudad de San Luis
Potosí, y ascendieron a 8 715 pesos. Mientras que quienes residían en los lu-
gares comprendidos en la jurisdicción del Regimiento de San Carlos apor-
taron un total de 2 560 pesos. Respecto a las poblaciones, también se observa
esa tendencia, aunque la diferencia fue mínima. Para el primero, los dona-
tivos fueron de 10 334; para el segundo, 9 9:17.
Esto nos muestra que, en lo que a población se refiere, hubo disposición
de apoyar en toda la jurisdicción de la Décima Brigada; mientras que si nos
detenemos en los donativos de personajes que formaron parte de la plana
mayor, fueron mayores los donativos de quienes integraron el Regimiento
de San Luis. Esto se debe a que, como veremos en el cuadro :1, precisamente
este regimiento concentró un mayor número de individuos arraigados en
el lugar; por lo tanto, es comprensible que fueran ellos quienes dieran las
contribuciones rmis importantes.
Pero la buena disposición de los hacendaclos para hacer estos donativos
cambió cuando también se les pidió contribuir con caballos. Este había sido

85

7
Hacendados. milicias)' palincn en Snn Luis Potosi, {7)5-18!O

el punto de mayor conflicto con e! primer comisionado para establecer la


brigada, Nemesio Salcedo, e influyó para que se le relevara del cargo. En
1795 el virrey había enviado al ayuntamiento de San Luis Potosi una pro-
puesta hecha por Pedro Ruiz Dávalos, y que ya se había aplicado para e!
establecimiento del Regimiento de Dragones Provinciales de la Reina, con
sede en las Villas de San Migue! el Grande y San Felipe. y en la congrega-
ción de Dolores. El virrey pedía al ayuntamiento que, junto con el conde de
Peñasco, evaluara si esa propuesta podía adaptarse a San Luis Potosí.
La propuesta consistía en que las haciendas, en función de su clase, de-
bían contribuir con determinado número de caballos para los regimientos.
Esto implicaba que debía hacerse una evaluación para asignarles la categoría
de primera, segunda y tercera clase, lo cual se haría en función de "su cuantía
y cría", es decir, de su extensión y producción tanto agrícola como ganadera.
Pero los hacendados se negaban a participar de esta manera. En principio,
argumentaron que ya habían contribuido de manera suficiente con dona-
tivos; como respuesta, e! virrey señaló que no debía exceptuarse hacienda
alguna con pretexto de contribuciones personales pues, en el caso de los
caballos, se trataba de contribuciones ligadas alasji"cm y 110 a las personas.'
Como la evaluación de la propuesta de contribución de caballos esru-
vo a cargo de individuos de la provincia, Manuel de la Gándara, Vicente
Troche y Lorenzo Montoya, éstos intentaron frenar la disposición del virrey.
El primero era uno de los hacendados más importantes de San Luis Potosí
y alférez real del ayuntamiento; los dos restantes, además de ser regidores
honorarios de este cuerpo, habían servido en la extinguida Legión de San
Carlos, y obtendrían los grados de capitán y teniente, respectivamente, en
el Regimiento de San Luis. Consultados por separado, los tres consideraban
que no debía gravarse a las haciendas; opinión que también compartía e!
segundo conde de Peñasco.
Sus argumentos se apoyaban en que las circunstancias de los lugares
para los cuales se había diseñado e! plan de contribución de caballos eran
distintas a las de San Luis. Consideraban que en este lugar la mayoría de los
individuos enlisrados podían contar con caballo propio, y esto les permiti-
ría tener un mayor cuidado de! mismo, así como también contribuiría a un

7 Archivo Histórico del Estado de San Luis Potosí (en adelante Al-IESLP), Consulta del virrey al
ayuntamiento deSan Luis Potosí sobre el mejor método par'l el suministro decaballos para el Regimien-
(O Provincial de Dragones, Ayuntamiento, Actas de Cabildo, 27 deenero de 17%. Las cursivas son mías.

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di
GRACIEL:\ BERNAL RUlZ

mejor desernpeno en momentos de acción:" María del Carmen Ve!ázquez


considera que detrás de la intención de que cada individuo contara con un
caballo propio, pudo estar el deseo de los hacendados de lograr un mayor
control sobre e! funcionamiento de las milicias, pues de esta maneta engro-
sarían las filas de las milicias con trabajadores de hacienda así como con
caballos obtenidos de éstas." Desconocemos si lo anterior era verdad, pues
de momento no contamos con las listas completas de los individuos que
integraron los dos regimientos ni de su ocupación, si trabajan en alguna
hacienda y cuál era ésta, pero lo cierto es que los hacendados no estaban
conformes con todas las solicitudes de apoyo que se les hacían, y señalaban
que ya habían hecho donativos suficientes,
El asunto se retomó en septiembre de 17%, poco después de la llegada
de Félix Calleja a San Luis Potosi. Este militar convocó a una reunión
a los dueños de las haciendas comprendidas dentro de la jurisdicción del
Regimiento de San Luis, Después de exponer sus puntos de vista, los ha-
cendados acordaron contribuir con los caballos solicitados, "para que de
ningún modo ni en ningún tiempo se dude de sus sinceros deseos de servir
a su soberano"." Aunque no se trataba de una contribución en toda la ex-
tensión de la palabra, pues serían gwtificfldos con seis pesos por cada caballo
por el término de diez años.
Calleja indicaba que los propios hacendados habían participado en la
graduación de las haciendas por "clases", algo que, recordemos, debía hacer-
se en función de la producción y extensión. Dicho de otra manera, fueron
ellos mismos quienes decidieron sobre la forma de contribuir con caballos,
¿sería una condición que pusieron para acceder a la petición de! virrey? Es
probable, pues el cambio de acritud fue radical con respecto del año ante-
rior, cuando se negaban de manera rotunda a hacer esta conrribución. De
las 3\ haciendas comprendidas dentro de la jurisdicción del Regimiento de
San Luis, resultaron 22 de primera clase, cinco de segunda y cuatro de ter-
cera; a las que se asignaron, respectivamente, 22) 15 Y 17 caballos, sumando

AHESL!', Respuesta del ayuntamiento de San Luis Potosí a la propuesta de gravar a las
haciendas con lacontribución de caballospara los Regimientosde San Luis}' San Carlos, Ayunra-
miento. Actas de Cabildo, ](j de febrero de 17%.
'J M. C. Veldzquez, El estar/o dr gncrm ... , pp. 157-158.
lO AHE5LI', Reunión de hacendados para tratar el tema del suministro de caballos para los
Regirniencos de San Luis y San Carlos,Ayuntamiento, Actas de Cabildo, 9 de septiembre de 1796.

87
Hnccndndos. rnílíciasvpolitica i'l/ San Lnis Potosi. 1795-/8/0

un total de 345. Los tres caballos Ialranres para completar e! número de 348
correspondiente a la fuerza de! regimiento se asignaron a las haciendas ele
Lobo, Espíritu Santo y Pozo de los Carrneliras, todas de primera clase.'!
A esta reunión no asistieron todos los hacendados afectados, pero, sal-
vo la hacienda de Guanamé -cuyo dueño era el conde de Pércz Gálvez,
quien residía fuera de San Luis Potosi-, no tenemos noticia de que se
hayan opuesto a esta resolución; insistimos, fueron hacendados quienes gra-
duaron las haciendas por clase y asignaron el número de caballos para el
Regimiento de San Luis. Respecto al Regimiento de San Carlos, no sabe-
mos si los dueños de las haciendas comprendidas en su jurisdicción tuvieron
una reunión similar con Calleja y si mostraron alguna resistencia.
Antonio Carvajal informó al conde de Peñasco que había 62 haciendas
en toda la región; 19 de primera, 18 de segunda y 24 de tercera," cifras que
no coinciden con las señaladas anteriormente, que indican que sólo en la
jurisdicción del regimiento de San Luis había 22 de primera, más de las que
sumaba el total presentado por Carvajal. Marrínez Rosales, por su parre,
presentó una lista de 62 haciendas, peto no todas con la asignación de clase;
apenas aparecen once de primera, cinco de segunda y cuatro de tercera."
Es de suponet que la contribución de caballos se aplicó a la jurisdicción de
ambos regimientos.
Una vez comprometidos los donativos y acordado el suministro de
caballos, debía concretarse Otro asunto relacionado con el financiamien-
to: la elaboración de un plan de arbitrios destinados a cubrir los gastos
generados tanto por las tropas permanentes que debían estar al servicio
de la ciudad como por las Asambleas."; Esto involucraba en el proyecto de
los Regimientos al Ayuntamiento, una institución polírica local que, a

11 ABESL!', Reunión de hacendados para tratar el tema de! suministro de caballos para los
Rcgimienros de San Luis)' San Carlos, Ayunramlenro. Actas de Cabildo, 9 de septiembre de 17%.
12 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Indiferente de Guerra, t. 61, f.13.
1J Alfonso Mnrtfnez Rosales, "Las haciendas porosinas y el Regimiento Provincia! de Dra-
gones de San Luis, 1796", Arcbiuos de Historia Potosina. vol. VIII, núm. 4, abril-junio, 1977, pp.
370-373.
1'! Eran las temperadas en que se reunían codos los soldados de un regimiento en un derer-
minado lugar para ejercitarse en e! manejo de las armas y adquirir conoclmienros de la disciplina
militar. Por lo menos, debían efectuarse una vez al año, aunque no siempre sucedió así. Su dura-
ción variaba entre una semana y un mes (M. C. Vel.izqucz, El estado de g1lt'rrrl. .. , p. 88).

88
GRACIELA BERNAL Rurz

pesar de estar integrada por hombres arraigados en la zona -incluidos


los hacendados-, al fin de cuentas era una institución del aparato políti-
co de la Cotona en la Nueva España. En este sentido, su participación en
el proyecto pretendía ser un mecanismo por medio e! cual las autoridades
virreinales tendrían cierto controlo influencia en los regimienros aunque,
como veremos mas adelante, esa institución buscó tener un margen de
acción propia.
El Ayuntamiento de San Luis Potosí acordó que, para que e! plan de
arbitrios resultara rnás equitativo a la población, era mejor distribuirlo entre
varios ramos, además de que debían aplicarse a los pueblos comprendidos
dentro de la demarcación de los regimientos, en tanto ellos serían los bene-
ficiados." La principal petición de! Ayuntamiento era que no se gravaran
los artículos de primera necesidad, para que resultase menos perjudicial a los
habitantes." A principios de 17'17 todavía existían dudas sobre e! origen de
los fondos para cubrir los gastos de Asamblea, y el virrey resolvió que se
financiaran con los fondos públicos. El Ayunrarnienro respondió de inme-
diato para demostrar que "ha querido y está dispuesto a tratar estos cuer-
pos con toda condecoración y distinción"." Unos días después se aprobó
e! plan de arbitrios que había sido propuesto en julio de! año anterior por e!
Ayuntamiento"de acuerdo con e! teniente corone! Calleja".
La recaudación de estos arbitrios debía estar a cargo de los administra-
dores de alcabalas de esta ciudad y de Sierra de Pinos, y los productos gra-
vados eran de general uso y consumo: jarcias (un real por cada carga de laso
y reata, y uno y medio la de tejido), jabón (dos reales pOt cada carga), cebo
(tres reales por carga), pieles de chivo y cabra (un octavo de real por cada
una), cueros de res (uno y medio reales por cada una). y otros productos
clasificados por e! Ayuntamiento como de uso y consumo de "ricos": azúcar
(tres reales sobre cada carga), cacao (un peso por carga), pape! (un peso por
cada uno de los balones)."

15 AGS, Plan de arbitrios para la subsistencia de tropas presentado por el ayuntamiento de


San Luis Potosí, julio, 17%, Secretaria General de Ultramar, W7(j, l(l.
lú ldcm.
17 AI-IE5LI', Sobre la manera de cubrir los gastos de Asamblea de los Rcgimienros de San Luis
y San Carlos, Ayuntamiento, Actas de Cnbildo.B de febrero de 1797.
I~¡ AI-IESLi',Plan de arbitrios para la subsistencia de la tropa de continuo para el cuidado y
seguridad de la capital, Ayunramienro, Aetas de Cabildo, 5 de julio de 17%.

89
Hacendados, miliciasJ' políticd eJl Son Luis {JOfOJí, t,7fJ5-18fO

Con estas medidas parecía que se contaba con las condiciones necesa-
rias para el funcionamiento de las milicias. Los actores locales decían estar
en la mejor disposición para cumplir con su parte; ahora esperaban hacer
efectivos los beneficios que les brindaba su participación.

Los ACTORES Y LOS PRIVILEGIOS

Los regimientos quedaron conformaron entre 1795 y 17% y, como mencio-


namos anteriormente, quienes hicieron las contribuciones más importantes
desempeñaron los cargos de mayor rango.

CUADRO 3. RELACIÓN DE LA OFICIALIDAD DE


LOS REGIMIENTOS DE SAN LUIS y SAN CARLOS
'---~"--'~Regimiento Provincial de Regimiento Provincial de
I Dragones de San Luis Dragones de San Carlos
Coronel COl/de de Peñasco lIImwel Rincón Gallarda
Tenieme'~----ii-
coronel -'A"II-'g-cl-P--r--¡--e¡'-"od~-ltl 1I11lztl I Francisco Miguel de Ag~irre

!I C apnanes
. Lorenzo Montoya '~-"-~-iJ~~'~~;'bé i~:;ulil
[oseIgnacio Gorda Rojas [unn Nf/HIIJI/lCt'!IO Ovicdo
Torlbio Cortina Antonio Curlérrez
I Juan Muguiondo José Troncoso
: Joaquín Busramnnte Juan Dorninguez Cantón
, José Joaquín Eguía ! Andrés dc Salas

Esteban Campillo I Miguel de Michelena


I
Pedro Meneso [1 Ramón Ceballos
LUIs Porrillo Felipe Berdejn
¡-- +B_cn_i_to_C.lmpero ~ _ ~~ ~ __ ~ernardo Rejo Galnárcz
Tenlenres

90

D d
GRACIELA BERNAL RUlZ

CUADRO 3. RELACIÓN DE LA OFICIALIDAD DE


LOS REGIMIENTOS DE SAN LUIS y SAN CARLOS (CONTINUACIÓN)

¡----- -------------R~i~~¡cnto Pr~:l1cial dc - --1-- --i;~i~;;-cmo Pr~~n~i-;J de--


Dragones dc San Luis Dragones de San Carlos ,
i Tet~-~r~tes ------¡-j'~sé Gr:~~~i() Pérc--;---- ------·l'-vacan~:----'-'--'-'---'---"'-. -----------------

i 1 Vicentc Busramanrc ~;l_~~~______ '

i Alférez losé Antonia Machibarrma Valenrín Conzdlez de Rada


José Angel Nieto José Román
Juan Cos Amonio lnguauzo
José Herrera Ramón Cuardiola
Ignacio Arias Bernardo Careta
Pedro Mendivil José Camino
Pedro Erquiaga Telésforo Soriano
José Maria Longoria Amaro Curiérrez
Miguel Echeverrfa Domingo de Ugarre
: José Mareo Nieto Pedro Cuardicla
! Andrés Nieto
-----+--
1 Martín Sdnchez Miguel Vcrastegui
I Agustín Navedo Diego Aldama
José Escalante Francisco Porrillo
Zcverino Landazuri José Inchaurrandiera

En cursinas: individuos de los que tenemos noticia puntual que hicieron donativos. En negritas:
peninsulares.

Fuente: AGS, Relación por antigüedad de la oficialía mayor y Hojas de servicio, Secretaría del
Despacho de Guerra, Misiones y Milicias, Provincias inremas, 7027,1 y 7276,17.

Entre los integrantes del Regimiento de San Luis se encontraban indi-


viduos que habían formado parte del Cabildo; e! teniente corone! Ángel
Priero de la Maza; los capitanes Lorenzo Montoya, Toribio Cortina,
Benito Campero; los tenientes Andrés Sierra, Vicente Troche y José
Frexomil, estos últimos, al igual de e! alférez Juan de Cos con paso efíme-
ro por el Cabildo. Algunos otros más formarían parte de esa institución,
ya que su carácter milirar los exceptuaba, pero no les negaba ese dere-
cho. Otros también habían formado parte de la extinguida Legión de San
Carlos: conde de Peñasco, Prieto de la Maza, Montoya, Ignacio GarcÍa
Rojas, Francisco Díaz, Andrés Sierra, Vicente Troche, José Frexomil, José
Antonio Machimbarrena y José Ascazubi.

91
Hacendados. miliciasy política en San Luís Po/mi, 1795·1810

De un total de .18 individuos de la plana mayor, encontramos 21 pe-


ninsulares, cuyas edades oscilaban entre los .10 y 50 años." Los datos ob-
tenidos de las hojas de servicio matizan el planteamiento de Brading de
que "cualquier hipótesis en el sentido de que la formación de las milicias
provinciales reforzaba el poder de las elites criollas resulta no confirmada
por estas cifras"." El autor se refiere al porcentaje de peninsulares qne
integraron los regimientos; pero si bien existía un número considerable de
ellos, algunos eran hombres arraigados en la ciudad de San Luis Potosí.
Es decir, para formar e! Regimiento de San Luis, asentado en la capital
de la provincia y en los alrededores, se recurrió a la elire local, ya fuesen
peninsulares o no.
Quizá si analizamos la composición del Regimiento de San Carlos po-
demos acercarnos más a la hipóresis de Brading; de .17 individuos que inte-
graban la plana mayor, 26 eran peninsulares y 11 nacidos en Nueva España,
Aun así, observamos que si bien el coronel era peninsular, era un hombre
arraigado en Nueva España. Hacendado de Aguascalientes, había formado
parte de las milicias fronterizas de Aguascalientes y Colotlán y de la exrin-
guida Legión de San Carlos. Por ello, su incorporación al Regimiento de San
Carlos también reforzó su poder y el de algunos otros individuos de la zona,
aunque en menor porcentaje que en e! caso del Regimiento de San Luis.
Además, al menos tres individuos de la plana mayor del Regimiento
de San Carlos habían sido parte de la Legión del mismo nombre, el propio
comandante y los capitanes Bernabé Zepeda, uno de los primeros en traba-
jar las minas de Catorce, y Juan Nepomuceno Oviedo, administrador de la
hacienda de Bocas. Es decir, individuos que ocuparon los rangos más altos
de! Regimiento, individuos de importancia en la zona que debían ser inte-
grados en el proyecto, individuos que hicieron donarivos para la creación
de los regimientos.
En cuanto a su actividad política, reiteramos que no está registrada
en la capital, pero carecemos de información para saber si la tuvieron en
otras zonas. Es probable que la mayoría de los peninsulares que conforma-
ron este regimiento hubiesen llegado a la zona para su incorporación a los

1') AGS, Hojas de servicio, Secretaría de! Despacho de Guerra,7276,17.


20 David A. Bruding. "Poder y Justicia en Catorce (J779-1805)", Relaciones, vol. XVIII, núm.
69, 19~)7, p. ]09.
GRAClELA BEltNAL RUIZ

regimientos, pero algunos se incorporarían al ejercicio político años des-


pués, como Soldevilla, que sería parte de! ayuntamiento de San Luis Potosí
en lS15, y Valcnrín Soberón, en isis y lS20.
Una valoración general de la composición de los dos regimientos, apo-
yada en sus hojas de servicio, nos indica que los hombres más experimen-
tados y con raíces en San Luis Potosí se encontraban en el regimiento de
San Luis, con jurisdicción en la ciudad. Mientras que la plana mayor de!
Regimiento de San Carlos se integró, mayoritariamente, por peninsulares
que, según sus hojas de servicio, no habían participado en campanas ni co-
misiones en este ramo." No obstante, dos de los capitanes sí eran individuos
arraigados en la zona, mientras que e! corone!, residente en Aguascalientes,
estaba vinculado a familias con presencia política y económica en la ciudad,
como los Gándara y e! marquesado del Jaral."
Esto muestra que la creación de los regimientos sí contribuyó a conso-
lidar e! poder de los hacendados en la zona al recaer en ellos los cargos de
mayor rango de los dos regimientos. Esta situación se vio reforzada por las
competencias que se dieron a los Ayuntamientos en e! proyecto del estable-
cimiento de las milicias, que si bien se hacían como una institución de! apa-
rato virreinal, no podemos pasar por alto que, ante todo, era una institución
integrada por la elire local, medio de acción para salvaguardar sus intereses,
y que algunos hacendados formaban parte de ella. El Ayuntamiento sería
e! encargado de recaudar los recursos para la subsistencia de las milicias
cuando debían concentrarse en los centros urbanos, como sucedía con las
Asambleas, para las cuales debía buscarles un lugar en e! que se establecie-
ran durante e! tiempo que éstas duraran. ,;

21 AG5, Hojas de servicio, Secretaría del Despacho de Guerra, 7273,2.


~'} Una hija de Manuel de la Gándara, alférez real del Ayunramienro, estaba casada con
un Rincón Gallardo. y éstos, a su vez, estaban emparentados con e! marquesado de! Jaral, que
poseía propiedades, entre otros lugares, en San Luis Porosf y Aguascnlicnres. Los Rincón Gallardo
llegaron a ganar remate de abasto de carnes en San Luis I'orosi (Beatriz Rojas, Lasinstituciones de
go/Jiel'//o)' ItI dire local m AglUlScrllimtt's deí siglo Xl71 bastala Independencia, Zamora, El Colegio
de Michoacán, 1998, p. 116).
23 Los gastos que se contemplaban para las asambleas eran considerables; en un cálculo
hecho en 17%, el Ayunrnmienro estimaba que ascendían a 5 076 pesos (AHE5LI', Valoración que
hace el Ayuntamiento de la asignación de una tropa de continuo para la ciudad de San Luis Potosí.
Se tiene noticia que se celebraron Asambleas en 1797 y en 180(i, Ayuntamiento, Actas de Cabildo,
6 de febrero de 17%.

93

b
Hacendados. nrilicuts J' política m Sen Luis Potosi, 1795-J8J()

Los Ayuntamientos también eran determinantes en acciones como el


reclutamiento de hombres, y cuando éstos se resistían a cumplir con sus
funciones, los virreyes acudían a esas instituciones para solucionar estos
problemas." Asimismo, proponían las ternas para el nombramiento de ofi-
ciales, que no pocas veces derivó en diferencias con el comandante de la
brigada pues, como señala Archer, "lo que a los cabildos les faltaba de poder
real, lo compensaban en su uso experto de la manipulación, de las peticio-
nes y de las demoras"." Pero debía incluírseles en el proyecto porque "las
unidades milicianas no podían formarse sin un compromiso a largo plazo,
y aun entonces su éxito podía ser efímero".
En esre sentido, la habilidad de Calleja para negociar con los grupos
locales fue determinante para que el proyecto funcionara. Debía ser cau-
reloso y hacer valer las ventajas que traía consigo ser parte de las milicias.
Uno de los privilegios era el fuero militar, que en 1793 Revillagigedo había
hecho extensivo a todos los milicianos en Nueva España. Esto implicaba
que sólo podían ser juzgados por jueces militares en causas civiles y milita-
res. También eran exceptuados de contribuciones. A los principales oficiales
se les elevó a la categoría de jueces, además de que tenían el rratamiento de
"vuestra señoría", equiparable a los intendentes y oidores de las audiencias;"
esto Jos dotó de una especie de inmunidad en un momento en que quizá
más lo necesitaban.
A partir del establecimiento del sisrema de Intendencias en Nueva
España en 1786, habían llegado nuevos funcionarios cuyos intereses cho-
caron con los de los grupos locales en más de una ocasión. En San Luis
Potosi, la llegada de Bruno Díaz de Salcedo, el primer intendente, produjo
algunos enfrentamientos, primero con el Ayuntamiento, y muy pronto con
los hacendados. Respecto al primero, las diferencias surgieron desde el he-
cho mismo del ejercicio de la política -competencia de funciones-, y se
agudizaron cuando el intendente solicitó que se le presentaran las cuentas
de propios y arbitrios y el Cabildo se negó. Pasaron tres años para que éste
accediera a presentar las cuentas, no sin mostrar su desacuerdo.

24 C. 1. Archer, oJ!. cít.. p. 198.


25 Ibídem, pp. 177-178.
2(, D. A. Brading, OJ!. ctt., p. JOS.

9'í

d
GRACIELA BEIlNAL Ruiz

En cuanto a los hacendados, las eliferencias con el inrendente se pre-


sentaron luego de que éste hiciera una visita a las poblaciones cercanas de
la ciudad y tornara meelielas para acabar con lo que consideraba abusos por
parte ele este grupo ele propietarios; todos ellos relacionados con el trato a
los trabajadores o arrendadores ele hacienela, la concentración ele graneles
extensiones ele tierra sin aprovecharlas elebielamente para la agricultura y
el ganaelo y su influencia en la economía 10cal.27 JUSto unos años antes ele
la creación ele las milicias, el intendente había anunciaelo elos meelielas que,
si se llevaban a cabo, perjuelicarían sobremanera a los hacenelaelos. La pri-
mera fue la publicación ele un banelo ele buen gobierno que constaba ele 33
articules;" cuatro ele ellos afectaban ele manera directa a los hacendados,
pues prohibían cobrar "por razón ele pastos yagua cuota alguna a los arrie-
ros y pasajeros", adelantar elinero "a pobres con pacto ele que a determinado
tiempo lo teintegren en ganados, semillas u otros efectos a precios altos".
También elebían manifestar "en el rérmino ele 15 días todo género ele ga-
naelos y bienes mostrencos para elarles su legítimo destino"; en caso ele no
hacerlo, se recogerían en elonele estuviesen. Finalmente, se exigía que se pre-
sentaran "todos los recursos ele marcar ganaelo para que sigan en el uso ele
sus fierros los que lo hayan sacado legítimamente, ya los que no los tengan
como corresponele, lo saquen y paguen los justos derechos"."
La segunda medida fue un informe presentado al virrey en e! que hacía
una crírica a los hacenelaelos. El intendente expresaba su sorptesa al ver la
larga extensión ele las hacienelas; criticaba que muchas ele ellas estuviesen
sin cultivar, así como las coneliciones bajo las cuales trabajaban los arrenda-
tarios. Se atrevió a mencionar que los hacenelaelos, aunque tuvieran los títu-
los ele propieelael, sólo tenían "e! elominio útil, porque e! legítimo pertenece
directamente al Soberano".")

:.7 Un estudio detallado de esce problema se encuentra en Craciela Bernnl Ruiz, "il-Iaden-
das o cierras realengas? Reflexiones acerca del repano de cierra en San Luis Porosl, 1809", en José
Alfredo Rangel Silva (coord.}, Tmnsfommcíoncs t'JI /'1 /Impiedad agraria t'lI San Litis Potosi, siglos
XVI! ,1/ XIX, San Luis Potosí, El Colegio de San Luis, 2011.
2B AHESLi', Bando de buen gobierno dado por el Intendente de San Luis Potosí, Ayunra-
miento, Actas de cabildo, 8 de mayo de 1790.
2') AHESLI', Bando de buen gobierno dado por el Intendente de San Luis I'orosi, Ayunta-
miento, Actas de cabildo, 8 de mayo de 1790.
30 D. A. Brading. o/!. cít., \07.

95
Hncendndns. mi/icim)' politicn en Sal! Luis Potosi, 1-"795-1810

La publicación del bando y este informe se conrexrualizan justamenre


en los enfrentamientos entre el intendente y el Ayuntamiento que men-
cionamos con anterioridad -recordemos que algunos de sus integrantes
eran hacendados-o Esta situación había derivado en mutuas acusaciones y
oposiciones para e! ejercicio político de! contrincante, al extremo de que los
actores políticos locales soliciraron al virrey que se les quitara un jefe "tan
nocivo"." Pero, aunque se iniciaron las averiguaciones correspondientes, la
demanda no fue atendida por las autoridades virreinales, y las diferencias
se mantuvieron durante los siguientes años; por ello es que la creación de
milicias brindó algunas herramientas a los actores locales para hacer [rente
a Bruno Díaz de Salcedo.
En e! plano militar su éxito sería evidente, pues la participación de!
titular de la Intendencia en e! proyecto de milicias fue, hasta cierto puno,
simbólica. Sus labores se limiraban a inspeccionar víveres, que encontra-
ran debido alojamiento, ambos costeados con arbitrios impuestos por e!
Ayuntamiento. El intendente también debía estar presente en todas las
transacciones con los asenrisras y ordenar lo conducente al movimiento de
las tropas. Su importancia aumentaba en caso de guerra, cuando debería
extremar la vigilancia, y tenía la competencia para integrar una junta pro-
vincial de Real Hacienda para resolver los casos urgentes Y Pero cuando
se presentaron circunstancias de guerra, C01110 veremos más adelante, su
injerencia en las milicias no varió mucho. Fueron otros personajes quienes
tuvieron e! mando de la situación.
En definitiva, e! establecimiento de estas milicias doró de privilegios a
un sector bien definido, privilegios que algunos individuos sumaron a su ex-
pediente personal, y con ello, evidentemente, aumentaban su poder. Esto se
debió a que entre los oficiales de la plana mayor de los regimientos también
se encontraban algunos mineros; recordemos que en 1777 se había creado
el Tribunal de Minería, institución que cuidaba los intereses de este sector,
y entre éstos se contaba e! de juzgar los delitos relacionados con este ramo.
Los mineros -algunos de ellos también hacendados- que se integraron a

31 AGNM, Informes sobre la conducta de! intendente de S. L. P. Bruno Dlaz de Salcedo,


Intendentes, vol. 48, exp. 7, fojas, s. n.
32 ¡\ir. c. Vel.izquez, El estado degllt'l'm .. , p. 92.
GRACIEL\ BERNAL RUIZ

los regimientos, además tenían para sus trabajadores la exención del servicio
de milicias, que les fue ratificado y ampliado en 1799.''"
Los actores arraigados en la zona no fueron los únicos que pudieron
e!evar su categoría y prestigio; e! propio Calleja ya había solicitado un grado
militar mayor. En marzo de 1796, cuando se encontraba comisionado en e!
Nuevo Santander, pidió al virrey Branciforre que lo recomendara ante el rey
para que éste le concediese e! grado de coronel. El virrey esperó poco más
de un año para atender esta petición, pues si bien la consideraba" fundada
y justa" y lo hubiese recomendado inmediatamente "porque los méritos y
circunstancias sobresalientes de! interesado le hacen en su concepto acree-
dor a mayores gracias", prefirió iniciar las diligencias para e! caso cuando las
comisiones a las que lo había confiado estuviesen concluidas exitosamente
para darle mayores méritos."
La recomendación de! virrey fue enviada en octubre de 1797, y e! grado
de corone! le fue concedido en junio de! siguiente afio, al mismo tiempo
que se le ratificó la comandancia de Brigada de San Luis Potosí." El poder
de Calleja no sólo radicaba en estos nombramientos; contó con la subins-
pección interina de las tropas que guarnecían las dos provincias internas de!
Nuevo Reino de León y colonia de! Nuevo Santander, la que, en palabras
de Brancitorre, era la mayor de todo e! Reino, con un rotal de 4 419 plazas.

Los DESENCANTOS

N o pasó mucho tiempo para que la buena disposición de los actores invo-
lucrados en la creación de los regimientos se pusiera en duda. En diciembre
de 1796, Calleja informaba al virrey que de los 23 275 pesos prometidos por
los hacendados, sólo habían sido cobrados 6 7lO, por lo que restaba más de la
mitad, 14065 pesos. Y de los 20 271 pesos 6 reales prometidos por habitantes

33 AHESLI', El virrey declara la exención del servicio de milicias a operarios de minas y ha-
ciendas, Ayuntamiento, Actas de Cabildo, 12 de enero de 1799.
3·¡ AGI, Estado 26, no. 94, )' AGS, Plan de brigadas de milicias en el virreinato de la Nueva
Espaúa.y Comisiones de Félix Calleja, Secretaría del Despacho de Guerra 7005,7.
35 AGS, Plan de brigadas de milicias en el virreina ro de la Nueva España. Concesión del
grado de coronel a Félix Calleja, Secretaría del Despache de Guerra 700S,7.

97

»
Hacendados, lJIílicúlJ)' po!itÍci! en San Luís Potosi, (i95"18!O

de distintas jurisdicciones, se habían cobrado 13 937, por lo que restaban


6 334 pesos 1 real."
Entre los individuos que faltaban por enttegar las cantidades ofrecidas
se encontraba el teniente coronel Manuel Rincón Gallardo (12 000 pesos),
los vecinos de Charcas (1 535), Yhabitantes de la ciudad de San Luis Potosí,
que sólo habían enterado poco menos de la mitad de lo que prometieron.
Las poblaciones que enteraron el rotal de las cantidades ofrecidas fueron
Guadalcázar, Pinos, Venado y la Hedionda, que se encontraban dentro de
la jurisdicción del Regimienro de San Carlos. Dejando de lado a Rincón
Gallardo, la mayoría de los individuos que aún no entregaban sus donativos
eran de la capital y sus alrededores.
El desencanto de Calleja también se produjo por el desempeño de
los hombres en materia militar. El 15 febrero de 17'J7 había informado a
Branciforre sobre el buen estado de los dos regimientos y de "los progresos
que experimentaba esta gente que no teníanociones militares", yvaticinabaque
podían convertirse en grandes regimientos. Esta opinión cambió de manera
drástica después de la Asamblea celebrada a finales de este mes, cuando
hizo una evaluación tanto de los oficiales de la plana mayor como del con-
junto de los regimientos.
De Jos coroneles, conde de Peñasco y Manuel Rincón Gallardo, así
como de sus tenientes coroneles, Ángel Prieto de la Maza y Francisco
Miguel de Aguirre, Calleja decía, "nunca pueden dirigir la instrucción y go-
bierno ni sostener la disciplina; tiene como es preciso, muy poca inteligen-
cia y muchas propias atenciones que les llaman y ocupan de preferencia",
De algunos satgentos mayores la opinión no era menos dura; de Antonio
Carvajal decía: "ha olvidado lo poco que aprendió en el ejército en 28 años
que sirvió en las milicias"; el principal problema con este individuo era su
edad avanzada y sus enfermedades, "que le hacen tan inútil como acreedor
a retiro", De Francisco Echartea decía: "es honrado y eficaz, pero poco
inteligente y muy enfermo". También mencionaba que había oficiales "en-
teramente inútiles" de los que solicitaba fueran separados de las milicias."

Ji) AGI, Duplicados de cartas de los virreyes, 1797. Resumen de la liquidación de las cantidades
ofrecidas para el vestuario, armamento y montura de los regimientos de San Luis y San Carlos, México,
1445. La suma de las primeras canddadcs no concuerda con los 23 275 pesos mencionados por Calleja.
J7 AGI, Estado que manifiesta la tropa que el Regimiento de San Luis presentó en acto de la
revista pasada por Calleja, México, l,j45, 1797. También se quejaba del armamento, los fusiles y bayo-

98

g
GRAC1ELA BERNAL RUIZ

Pero los individuos no fueron removidos de sus cargos. Con roda seguri-
dad esta situación llevó a Calleja, algunos arios más tarde, a buscar un mayor
control de las milicias con el nornbramienro de oficiales más aptos o cerca-
nos a él. Esto derivó en un enfrentamiento con el Ayuntamiento, porque esta
institución era la encargada de proponer las ternas para el nombramiento de
oficiales; despojarla de esta facultad era hacerla perder parte de su influencia
en las milicias con la presencia en ellas de individuos cercanos a sus intereses.
Los sucesos ruvieron lugar en 1806 tras la muerte del conde de Peñasco
y el consiguiente nombramiento de su sucesor. El protagonista inicial de
este enfrentamiento, sin embargo, no fue Calleja, sino Lorenzo Montoya,
quien había asumido de manera interina el cargo y esperaba que se le
ratificara por derecho de antigüedad. Fue este mismo derecho el que se-
guramente le valió para que fuese nombrado teniente coronel interino por
muerte de quien ocupaba este cargo. Pero no figuraba en la terna presen-
tada por el Cabildo.
Ésta se integraba por Juan Nepornuceno Mancada, Andrés de la Sierra
e Ignacio García Rojas. Tres hacendados, dos de los cuales, los últimos, eran
veteranos que habían servido en la Legión de San Carlos desde l781. Pero
quien aparecía en primer lugar era Mancada, el más joven de los tres; en 1806
tenía 30 años de edad. En su hoja de servicios que Calleja envió a solicirud del
Ayuntamiento, se le daba la calidad de noble, y se informaba que había servi-
do en el Regimiento de Dragones Provinciales de San Luis Potosí desde 1799
con el grado de capitán, pero no había participado en ninguna campaña,"
como tampoco lo habían hecho los otros dos individuos. Heredero del título
de conde de San Mateo Valparaíso y marqués del Jaral de Berrio, Mancada
era un criollo dueño de diversas propiedades, entre las que se encontraba la
hacienda de Jaral, distante 14 leguas de la ciudad de San Luis Potosí, aunque
pasaba la mayor parte del tiempo en la capital de la provincia.
Lorenzo Montoya acusó al Cabildo de beneficiar a algunos hacendados
sin experiencia militar. Él se adjudicaba el derecho de participar en la terna,
tanto por su trayectoria, como por el hecho de haber ocupado esta plaza
de manera interina mientras se elegía al sucesor del fallecido; tenía motivos

netas estaban ccmplcras, pero eran tan viejos y "mal recompueslOS que es enreramenre inútil",
31; AHE5LI', Propuestas de oficiales del regimiento Provincial de San Luis Potosí para ocupar
la plaza de coronel que se halla vacante por muerte del conde de Peñasco, Ayuntamiento de San Luis
Potosí, legajo 1806, exp. s. n., 20 de febrero de 1806.

99
H¡lCCJULlc!OS, milicinsy poíitícn en Sal! Luis Potosí, /795-/8fO

para quejarse. Sus nombramientos militares se remomaban a los tiempos


de la Legión de San Carlos. Aunque lo interesante es ver su relación con el
Cabildo. En 1792 fue elegido alcalde ordinario de segundo voto, pero soli-
citó su separación del cargo por tener bajo Sl1 responsabilidad el de colector
de lotería; el cabildo intentó impedirlo debido a la falta de individuos que
ocuparan los cargos, peto no tuvo éxito. Y pese a que en 1804 lo enconrra-
mas como regidor honorario, aquel desaire pudo influir para que no se le
considerara en la terna; aunque también pudo ser que el Cabildo no viera
bien que Momoya aumentara su influencia; en 1805 era diputado primero
de la Diputación minera de San Luis Porosí.
Por su parte, Calleja trató de impedir que el Cabildo propusiera a las
personas de su agrado. Para ello presentó una lista de los posibles candi-
datos en función de su amigüedad. Llama la atención que hubiese pues-
to en primer lugar al coronel del Regimiento de San Carlos, Manuel José
Rincón Gallardo, individuo que, además, tenía sus intereses radicados
en Aguascaliemes; es probable que esto no agradara a los miembros del
Cabildo. En segundo lugar aparecía Lorenzo Monroya, y después Ignacio
García Rojas; este último también propuesto por el Cabildo. De la lista de
12 individuos que presentó Calleja, los otros dos candidatos del Cabildo
aparecían en último y penúltimo lugar:" Pero esta institución hizo caso
omiso de la propuesta del comandante.
En respuesta, Calleja acudió al audiror de guerra esperando hacer efec-
tiva un permiso que se le había concedido para nombrar milicianos en sus
comisiones, que luego, en 1795, Branciforte había hecho extensivo a todas
las ciudades y los pueblos. Calleja consideraba que "solo los oficiales del
ejército pueden reconocer y juzgar la capacidad de un hombre para ser ofi-
cial y si debía ser promovido. Los gobernames de la ciudad carecen de las
hojas de servicio necesarias y los políticos civiles no pueden tener el ojo mi-
litar necesario para el proceso de selección"," El permiso que citaba Calleja
se le había otorgado de manera temporal, por lo que el auditor dio la razón
al Cabildo, y resolvió que"donde hubiera cabildos, les pertenecía a éstos el
derecho de proponer a los oficiales milicianos y no a los comandames de

39 ABESL!', Propuestas de oficiales del regimiento Provincial de San Luis Potosí para ocupar
la plaza de coronel que se halla vacame por muerte del conde de Peñasco, Ayunramlenco de San
Luis Potosí, legajo 1806, exp. s. n, 20 de febrero de 1806.
-Iu C. 1. Archer, oJ!. cit., p. 214.

100
GRACIELA BERNAL Rutz

brigada". Juan Nepomuceno Moneada. uno de los hacendados mas Im-


portantes de San Luis Potosí y el más joven de los candidatos, fue electo
teniente ca tonel del Regimiento de San Luis.
Después de las desavenencias que tuvo con e! cabildo de San Luis Potosí y
con algunos hacendados por e! nombramiento de! sucesor de! segundo conde
de Peñasco, es probable que se hubieran limado asperezas, y la relación de
Calleja con los hombres arraigados en el lugar se afianzó a partir de 1807, al
contraer matrimonio con la sobrina de Manuel de la Gándara, uno de los
hombres más poderosos de la zona. Esta situación sería importante para ob-
tener apoyo en situaciones extraordinarias, que no tardaron en presentarse.

LA GUERRA

Los regimientos provinciales eran una fuerza que se reunía en momentos


precisos, ya fuese para asamblea o en situaciones de guerra. Por ello fue
que, cuando tuvo lugar el levantamiento insurgente, llevó varios días con-
centrarlos en la ciudad de San Luis Potosi. Estas fuerzas, sin embargo, no
serían suficientes para hacer frente al levantamiento iniciado en Dolores,
pues si bien en principio no se tenía certeza de las magnitudes que podría
alcanzar, las noticias que recibió el corone! fueron suficienres para suponer
que debía prepararse para lo peor.
Calleja también solicitó que se reunieran hombres de los pueblos para
engrosar sus filas. Al mismo tiempo, solicitó ayuda a haciendas y ranchos,
"en el concepto de que aquí serán manrenidos ellos y sus caballos a costa de
la Real Hacienda". La respuesta no fue inmediata, lo cual llevó a Calleja a
manifestar su desánimo por la falta de hombres dispuestos a sumarse a las
tropas del gobierno. Y lo que lamentaba más era su escaso o nulo entrena-
mienro militar." Sabía perfectamente que una preparación básica de todos
los alistados llevaría varias semanas, sobre todo si consideramos que anos
atrás se había quejado de que muchos de los jefes militares de los regimientos
de su mando carecían de experiencia. El primero de octubre, consideraba que

'í1 AGN, Cana de Calleja al virreyFrancisco Xavier de Vencgas, 28 de julio de 18JO, Opera-
ciones de Guerra, romo 204, exp. 2.

101
Horrndedos. lIIiliciilJ)' j!ulitiCil i'1I Sen Luis Potosí, r".95-ISIO

no podría jumar más de "1000 hombres de a caballo y .lOO de infamería"."


Fueron hacendados quienes harían cambiar este panorama tan som-
brío. Manuel María de Corriño y Ardueno ofreció su hacienda de La Pila
para reunir a los contingentes para su organización y entrenamiento. El
marqués del Jaral de Berrio ofreció 500 hombres armados de las haciendas
de su pertenencia. Juan Nepomuceno y Oviedo, administrador de la ha-
cienda de Bocas, llegó con 180 criados y dependientes de la región."
Se sumaron más colaboradores. De la hacienda del Espíritu Santo lle-
garon 30 hombres equipados con lanzas y caballos; de la del Pozo, 80, y
de Cuanamé, 38. Por su parte, las poblaciones que también empezaron a
enviar hombres fueron Tlaxcalilla (lOO), Santa María del Río (42 y después
50), Cuadalcázar (40, con la advertencia de haber enviado algunos más a la
ciudad capital) y Venado (que no indica la cantidad)."
Calleja no estaba conforme con esta respuesta, y se mostraba especial-
mente exigente con los hacendados; expresaba que debían hacer un mayor
esfuerzo pues cada hacienda podía proporcionar de 100 a 200 hombres, nú-
meto que sólo habían cubierto unas cuantas, mientras que haciendas como
la Ciénega de Mata, propiedad del coronel del Regimiento de San Carlos,
a quien había propuesto pocos años antes para que pasara al Regimiento
de San Luis, sólo había enviado 45:" Es evidente que Calleja esperaba más;
quizá el referente que había tenido con la formación de los regimientos poco
nuis de una década atrás, cuando fueron los hacendados quienes prometie-
ron las contribuciones más importantes, le hizo pensar que podía reunir un
contingente mayor, y con la prontitud que exigía el caso.
Sin embargo, ahora la situación era distinta; las haciendas promo se
convirtieron en blanco de ataques de los insurgentes, y quizá la resistencia

-u AGN, Cana de Félix Maria Calleja al virrey Francisco Xavicr de Venegas. I de octubre de
lina, Operaciones de Guerra, torno lO'í, exp. 1.
-íj Primo Feliciano VeLizquez,His!oria tic San Luis Potosi, vol. m, San Luis Potosí, Archivo
Histórico de! Estado de San Luis Potosí / Academia I'crcsiua de Historia, 19H1, p. [20.
4'¡ AGN, Envío de hombres para la formación de tropas, octubre de ¡HIO, Operaciones de
Guerra, tomo 180, exps. 109 y 120. Llama la atención que rres de estas poblaciones se contaran
entre las que se sublevaron en 1767 y rccienremenre se les habían restituido tierras, o estuviesen en
proceso de recuperarlas
45 AGN, Respuesta de Calleja al informe presentado por el administrador de la hacienda de
Ciéncga de Mara, 2~) de septiembre de 1810, Operaciones de Guerra, tomo 180, exp. 24,

HE
Clt:\CJELA BERNAL RUIZ

de algunos hacendados para enviar hombres pudo deberse a esto. No po-


dían dejar desatendidas sus propiedades, sobre todo si se encontraban de-
masiado alejadas de los centros urbanos en donde, dado el caso, podían
solicitar ayuda. La prioridad de contar con una defensa propia antes que
enviar hombres para las tropas también se hizo extensiva a algunas pobla-
ciones. A mediados de octubre, las autoridades de Real de Catorce infor-
maban que se habían armado con 60 vecinos, pero solicitaban a Calleja que
enviara 50 soldados veteranos para evitar la propagación del movimiento
insurgente de Zacarecas."
No obstante estas prioridades, Calleja reunió un contingente a finales
de octubre que superó las expectativas hechas un mes antes; éste se compo-
nía de 3 000 soldados a caballo, 600 infantes y cuatro cañones." También se
había creado otro contingente que quedaría encargado de la seguridad de la
ciudad mientras él se ausentaba, y dejó un destacamento en San Bartolo, a
tres leguas de San Felipe, para observar los movimientos de los insurgentes.
Además de los Regimiemos de San Luis y San Carlos, se formó el de los
Dragones Fieles del Porosí con hombres de las haciendas de Bocas y el Jaral, y
de Sama María del Río; se componía de seis escuadrones, y al heme de él es-
taba Marias Martín de Aguirre, vecino de Real de Catorce. También se formó
el batallón de Los Patriotas del Potosí, con hombres procedentes de Venado y
la hacienda de Bocas, bajo el mando de Juan Nepornuceno Oviedo."
La cuestión económica también parecía estar resuelta en estos momen-
tos; el inrendenre proporcionó a Calleja dinero de las Cajas Reales que,
según Velázquez, ascendía a 382 0000 pesos. A esto se sumaron donativos de
varios particulares, en especial de un Orriz de Záratc, de las principales fa-
milias de Valle del Maíz,"? quien se sumó a los cuerpos militares y comandó
algunas tropas en las batallas emprendidas por Calleja.
Bajo estas condiciones, Calleja partió el 24 de octubre con su contin-
gente rumbo a Queréraro para unirse al conde de la Cadena y hacer [rente

·í(; AGN, Scliclrud de las autoridades de Catorce a Calleja de enviar soldados para su defensa,
15 de octubre de 810, Operaciones de Guerra, tomo 180, exp. 95.
'il Carlos Garrocho Sandoval, "Los soldados realistas porosinos en la guerra de Indepen-
dencia", Archivos & Hissnrin Potosina, vol. VIII) núm. 1, 1976, p. 2'l.
411 Jan Bazanr. Cinco haciendas mexíamas. Tres siglos ti" vida rural t'II San Luis Potosi (l600-
1910), México, El Colegio de México. jl)95, p. lO]; C. Garrocho, 01'. cít., p. 25; A. Mnrrinez, oJ!. cit.
'j') P. F. Velrizqucz. 01'. cít.. vol. 11, Pp- 411-412.

103

5
Hnccndados, ntíliciasy polítiCi! CII San Luis Potosi. /795-18/0

a las tropas de Hidalgo. La plaza de San Luis quedó resguardada por 35IJ
infantes, 110 caballos y tres compañías de urbanos que habían sido creadas
con ese fin, integradas por individuos "de! comercio, de la industria y de la
agricultura", todos ellos bajo el mando de Toribio de la Cortina, capirán de!
regimiento de San Luis y rico comerciante de la ciudad."
Las tropas comandadas por Calleja fueron determinantes pata enfrentar
a los insurgentes de Hidalgo y Morelos; sin embargo, éstas también se engro-
saron en diferentes lugares por donde pasó el comandante (un estudio sobre
la composición de SlIS tropas escapa a esre trabajo). Entre sus principales jefes
se encontraban hombres de la Provincia de San Luis Porosí: Ramón Ceballos,
Juan Nepornuceno Mancada, Juan Nepomuceno Oviedo. Pero no todos
eran de los Regimientos de San Luis y San Carlos; aparecen apellidos como
Barragán, Jongitud, Moctezurna. El inicio de la guerra también dio oporruni-
dad a otros individuos de formar parte del ejército, algunos de ellos destacarían
en años posteriores, como José Gabriel de Armijo o Anastasia Busramante.
Por lo que una vez iniciada la guerra, aparecerían en escena personajes que no
habían tenido presencia militar en la capital de la provincia, y basarían en ello
parte de la influencia que tendrían durante los siguientes años.

CONCLUSIONES

A pesar de los deseos de la Corona por disminuir e! poder de los grupos


políticos y económicos locales, había una realidad innegable: dependía de
ellos para poder llevar a cabo con éxito diversos proyecros, como el estable-
cimiento de la Décima Brigada. Este proyecto despertó diversos intereses,
pues era un factor crucial para mantener prestigio y poder en la zona. En él
estuvieron inmersos actores bien identificados, hacendados, Ayuntamiento
y el comandante Félix Calleja.
Sin embargo, en e! texto hemos observado cómo, con e! paso del tiem-
po, esos intereses empezaron a reacomodarse y a enfrentarse, por lo que las
clasificaciones y la identificación de intereses no pueden asociarse solamente

'i0 Rafael Monrejano, San Luis. La tierra y d /;o/!//m', San LuisPotosí,Archivo Histórico del
Estado de San Luis Poros¡ / Centro de Investigaciones Históricasde San Luis Potosi, 1995, p. 101;
Manuel Muro. Historia de Sa/1 Luis Potosi, vol. 1, San Luis POtosí, Sociedad Pcrosina de Estudios
Históricos, 1973, p. Gil.

104

d
Glt,\CIELA BEHNAL RUIZ

con esos primeros actores. Es evidente que en ciertos momentos actuaron


como grupo, por ejemplo, en e! asunto de la contribución de caballos, en
e! que los hacendados se reunieron para hacer la clasificación por clase de
sus propiedades, pero no asistieron todos, y consideramos que si actuaron
en grupo, se debía, justamente, a que habían sido gtavados como grupo, es
decir, como hacendados.
Pero, por otro lado, hubo hacendados que no estuvieron interesados
en formar parte de la plana mayor de los regimientos, y esto no los deja-
ba al margen de las decisiones relacionadas con las milicias, pues elesele e!
Ayuntamiento podían hacerlo. En este caso, observamos enfrentamientos
ele! comandante y algunos miembros ele las brigadas contra e!Ayuntamiento
cuando éste pretendía favorecer a hacendados para ocupat ciertos oficios.
Por lo que tespecta a las autoridades virreinales y peninsulares, si bien
éstas requerían del apoyo ele las elites locales, sabían eleI peligro que repre-
sentaba dorarlas de más poder, En este sentido, intentaron distribuir las
competencias de los actores involucrados, pero, salvo Calleja, se trataba ele
actores locales que tarde o temprano intentaron obtener beneficios. Muy
pronto, el comandante también entró en esa dinámica, primero solicitando
ascensos militares y después acercándose a los grupos locales mediante un
enlace matrimonial.
Un punto aparte merece el tema de la capacidad de los inelividuos que
conformaron los regimientos. Es claro -que los oficios de mayor rango fue-
ron ocupados por aquellos que contribuyeron con grandes cantidades ele
dinero, no por sus aptitudes. Los diferentes informes enviados a las autori-
elaeles por Calleja muestran que se trataba de cuerpos con poca experiencia
y, en palabras de éste, prácticamente sin habilidades, por lo que sus cargos
eran más honoríficos. Con roela seguridad, el comandante intentó cambiar
esta situación evitando que el Ayuntamiento propusiera a individuos cerca-
nos a este cuerpo, pero no puelo lograrlo.
Sin embargo, y a pesar ele una nueva resistencia inicial, varios hacenda-
dos formaron parte de las tropas que derrotaron a los insurgentes. Aunque
la incorporación de inelividuos de otras zonas ele la provincia y de quienes se
sumaron a las tropas en diversas poblaciones por donde pasaban las tropas
de Calleja nos impide hacer una valoración de la verdadera importancia de
los miembros de ambos regimientos en un momento de emergencia.

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