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“El tema de la seguridad de la salvación y la perseverancia de los santos es un

tema fundamental para la vida de la iglesia. En este libro encontrarás un


resumen claro y conciso que te ayudará entender estas verdades.”

—NATHAN DIAZ
Pastor de la Iglesia Evangélica Cuajimalpa (Ciudad de México)

“Es con gran entusiasmo que, recomiendo este tratado escrito por el profesor
del Seminario Reformado Latinoamericano, Isaías Godoy. Una de las
preguntas más importantes que un individuo debe hacerse es acerca de su
seguridad de salvación. Hay cuatro clases de personas en el mundo: 1. El que
es salvo y sabe que es salvo; 2. El que no es salvo y cree que es salvo. 3. El
que no es salvo, sabe que no es salvo y no le importa. 4. El que es salvo y no
está seguro si es salvo. Este libro le ayudará a identificar el grupo al que
usted pertenece. Es mi deseo que académicos, pastores, creyentes y no
creyentes lean esta obra y puedan anclar su salvación en su fe solamente en
Cristo, como regalo de Dios, demostrada con su conducta y vida de
arrepentimiento.”

—DR. NOE ACOSTA


Presidente del Seminario Reformado Latinoamericano (Florida)
¿QUÉ TAN SEGURO ESTÁS?

Respuestas Bíblicas para los que Desean estar Seguros


de Su Salvación

ISAÍAS GODOY

Publicación Independiente
Publicación Independiente
¿Qué Tan Seguro Estás?
Ciudad de México
Copyright © 2020 por Isaías Godoy
Todos los derechos reservados.
Publicación Independiente
Prohibida su reproducción o transmisión total o parcial, por cualquier medio,
sin el consentimiento del autor.
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas se han tomado de la
Reina Valera Revisada (1960). © Copyright 1998, Sociedades Bíblicas
Unidas. Usada con permiso. Las citas bíblicas marcadas LBLA se tomaron de
La Biblia de las Américas. © Copyright 1998, Lockman Foundation. Usado
con permiso.
ISBN: 9798650424611

Edición y diseño por Jorge E. Pavía.


Contenido

Agradecimientos ix

Prólogo xi
1 ¿HAS NACIDO DE NUEVO? 13
2 ¿VIVES POR FE O POR OBRAS? 49

3 ¿CONSIDERASTE EL COSTO? 75
4 ¿CUÁL ES EL RESULTADO DE TU 101
SALVACIÓN?
5 ¿QUÉ TAN RADIANTE ES TU 127
TESTIMONIO?
6 ¿CÓMO PUEDO VIVIR EN PUREZA? 155
7 ¿CÓMO DEBE SER UN CREYENTE 183
PIADOSO?
Bibliografía 209
Agradecimientos
En primer lugar, quiero agradecer a mi Señor y Salvador Jesucristo. Nada de
lo que soy y hago sería posible si no fuera por su gracia. Todo es por Él y
para Él.

También agradezco a mi amada esposa Gabrielle quien me ha apoyado


incondicionalmente aún en los momentos más difíciles de mi vida. Después
de la salvación, eres mi tesoro mas valioso y preciado.

Quiero agradecer a los pastores Enrique Godoy, Israel Ramírez y Alfredo


Chavero por su confianza y apoyo en el ministerio de Iglesia Cristiana
Remanente.

También agradezco a mis amados hermanos, el pastor Nathan Diaz y el Dr.


Noé Acosta, ya que ambos se tomaron el tiempo de leer este libro y dar una
reseña.

Finalmente, quiero agradecerle a mí querido hermano Jorge E. Pavía quien


revisó y editó este libro. Doy gracias a Dios por tu vida y tu servicio para la
expansión del evangelio y el reino de Cristo.

Mi mayor deseo es que todo esto sea para la gloria y honra de nuestro Rey y
Señor Soberano Jesucristo y la edificación de su santa iglesia.

Isaías Godoy
Ciudad de México, 2020
Prólogo
La ignorancia y la negligencia han hecho del Evangelio un mensaje más
inofensivo que una plática entre niños. Las personas que escuchan este tipo
de mensaje tienen la tendencia, no solo a mecanizar en su mente una ilusión,
o una sugestión, porque sus vidas siguen exactamente como comenzaron.
Sino que se mostraron parciales, y por lo mismo, tampoco mostraron
convicción, porque se sugestionaron de algo que no supieron ni entendieron.
Éstas son las nuevas generaciones de personas que en su mayoría forman
las iglesias de hoy. No obstante, a pesar de todo, Dios está alcanzando
aquellos que deben ser salvos por su Gracia. Que, a pesar del mal manejo de
las Escrituras de sus emisores, Dios los ha traído, a “jalones y empujones”
(Gracia Irresistible), ya que Dios sigue siendo Glorificado, a pesar del débil y
mediocre mensaje que muchos están dando.
Este libro, me ha hecho ver la profunda necesidad de comprender el
Evangelio a fondo. La forma en que está redactado es sencilla, pero profunda.
Observando cada detalle del texto original, y explicando de modo que
muchos lo entiendan y se den cuenta: ¿qué tan seguros están de su salvación?
La forma en que es explicado el Evangelio por el propio Jesucristo a
Nicodemo nos demuestra lo limitados que somos para dar un Evangelio
eficaz y determinante. Debemos también estar capacitados para saber explicar
que ningún esfuerzo personal sirve para nada, y que solo trae más separación
con el Todopoderoso.
Este libro nos mantiene “a raya”; es decir, no nos dejará opción para
rebajar el estándar Divino. El Evangelio es gratis, pero a Dios le costó la vida
de su Único Hijo. Por tal motivo, debe ser el más alto costo para nosotros. No
solo nos manda dejarlo todo para seguirlo, (Lucas 5: 28) Sino que nos manda
aborrecer el pecado y todo aquello que nos ha estorbado para seguirlo.
Debemos comprender profundamente lo que Cristo hizo por nosotros. Y es
en estas líneas que entenderemos la superficialidad de lo que hemos recibido,
y lo mediocre que han sido nuestras respuestas como cristianos.
Yo no comprendí la Justificación por la fe, hasta que me lo explicaron en
detalle después de 5 años de convertido. Y eso es lo que está sucediendo por
todas partes. Tu y yo tenemos que estar capacitados para comprender el
Evangelio, adaptarlo y aplicarlo a nuestra vida. Y tener la oportunidad de
quitar la ignorancia en la mente de muchos que siguen apartados de la
realidad Escritural.
Este libro nos ayudará a todo ello, y también nos explicará la dimensión y
el alcance de la Palabra de Dios para ayudar a muchos que aún han sido
“tardos para oír” (He. 5: 11) y se han quedado estancados en un conocimiento
“parcial” de la Verdad, y no han alcanzado ni siquiera el alimento sólido,
mucho menos un testimonio eficaz.
“Y todo aquel que participa de la leche es inexperto en la palabra de
justicia porque es niño; pero el alimento sólido es para los que han
alcanzado madures, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en
el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5: 13, 14).

Pastor Enrique Godoy Castillón


Ciudad de México, 2020
1

¿HAS NACIDO DE NUEVO?

JUAN 3:1–15

A través de los años ha llamado mi atención el observar, cómo un gran


número de personas que han abrazado las ‘Doctrinas de la Gracia’ asumen
que el conocimiento teológico y doctrinal, es sinónimo o reflejo de su
salvación. He conocido a muchos que tienen la mente llena de doctrina,
teología y de la Escritura en general; sin embargo, es triste que esto no
siempre sea un reflejo de lo que realmente hay en su corazón. Todo este
conocimiento está firmemente cimentado en su mente, pero plantado en lo
superficial de su vida.

Por lo común, pensamos que el entendimiento bíblico y teológico causará


en las personas una genuina e inmediata transformación; pero este no
siempre es el caso. Simplemente podemos recordar el lamentable ejemplo de
los fariseos y los escribas. Aquellos sujetos conocían la Escritura de adentro
hacia afuera, y muchas personas asumían que estos líderes eran verdaderos
ejemplos de piedad y discernimiento. Sin embargo, a pesar de que sus mentes
desbordaban “entendimiento” bíblico, Jesús mismo les llamó “hijos del
diablo.” Esto se debía, sencillamente, a que sus corazones estaban podridos y
sus obras reflejaban su muerte espiritual.
Hace tiempo, tuve la oportunidad de tomar un curso de capacitación para
profesores de seminario. En este curso, el instructor mencionó que una de las
prioridades del profesor no es simplemente conocer el material de una clase
(llámese teológico, exegético, expositivo, etc.), sino que su meta primordial
es llevar tal información a la práctica personal. Es decir; todo lo que el
profesor conoce, no solo debe ser utilizado para enseñar e instruir a sus
alumnos, sino también para vivirlo y ponerlo en práctica.
En esencia, ésta es precisamente la pieza del rompecabezas que falta en la
vida de muchos creyentes. Ciertamente no todos son llamados a ser maestros
o profesores de seminario; sin embargo, todos los que hemos confesado con
nuestra boca que Jesús es el Señor de nuestra vida, tenemos la
responsabilidad de obedecer y poner en práctica lo que hemos aprendido a
través de la Escritura.
Así mismo, a pesar de que muchos de nosotros hemos tenido la bendición
de conocer las ‘Doctrinas de la Gracia’, podemos pensar, que nuestra
salvación está sujeta al hecho de que somos miembros de iglesias, estudiantes
de seminario; o inclusive al ser líderes y/o maestros de la Biblia.
Muchos creen que son salvos solo porque crecieron en hogares cristianos
y se criaron asistiendo a la iglesia los domingos. Hace muchos años, mientras
platicaba con una amiga, le pregunté acerca de su salvación y su testimonio.
Su respuesta me decepcionó en sobremanera; me hizo el siguiente
comentario: “yo soy cristiana desde que nací”. Cuando dijo eso, hubo un
silencio incómodo de varios segundos, pero en realidad se sintieron como
una eternidad. Consideré si valía la pena darle una cátedra de lo mal que
estaba su respuesta. Afortunadamente, sin meterme en tantos líos, el Señor
me dio sabiduría para explicarle que nadie es cristiano solo por haber nacido
en un hogar cristiano. Y esta es la realidad: uno debe nacer de nuevo , por obra
del Espíritu Santo, para poder tener fe en Jesucristo.
Otros, han creído ser salvos solo porque han sido distinguidos estudiantes
de la Escritura. Por ejemplo, fue muy triste cuando recibí la noticia de que
algunos de mis excompañeros de biblia y teología —tanto en la universidad,
como en el seminario— apostataron de la fe y le dieron la espalda a Cristo. A
pesar de haber sido distinguidos y reconocidos estudiantes de la biblia, su
capacidad académica jamás garantizó que eran verdaderos hijos de Dios.
Ellos creyeron haber sido santificados por sus estudios, pero terminaron
siendo endurecidos.
En algunos casos, muchos piensan que son salvos solo porque hicieron
una confesión de fe. Estas personas levantaron la mano en algún lugar
“aceptando a Cristo en su corazón”, sin darse cuenta del gran costo que
significa seguir al Salvador.
Cuando era pequeño, mis hermanos y yo fuimos bendecidos al asistir a un
campamento cristiano que se localiza a unas seis horas del noroeste de la
Ciudad de México. Durante el campamento, los conferencistas
constantemente hacían lo que se conoce como “el llamado para salvación” o
“el llamado al altar”. Recuerdo que muchos niños y jóvenes pasaban al
frente, aparentemente entregando su vida a Cristo. Yo pasé varias veces al
frente. No solo en este campamento sino en muchos otros lugares. Y aunque
había hecho este acto de “valentía”, realmente mi vida no cambió en esos
momentos; mi paso al frente fue solo un chispazo de emoción y entusiasmo
que se apagaría con el paso de las semanas. Realmente suponía que me haría
cristiano de manera inmediata con el simple hecho de hacer pública mi
entrega al Señor y el haber llenado ‘una tarjetita’ con mi nombre.
Si bien es cierto — la fe — es lo que Dios en su gracia nos permite tener
para que podamos creer en el evangelio; pero una fe, o bien, una “confianza”
superficial que se centra más “en lo que yo hago” o “en lo que yo hice”, que
en lo que Dios hizo por mí a través de Cristo, no es más que una fe
intrascendente y frívola.
Debo admitir que he sido testigo de muchos que han sido salvados en
eventos evangelísticos o campamentos juveniles. Sin embargo, la triste
realidad es que la gran mayoría de aquellos quienes “aceptan a Jesús en su
corazón” en este tipo de eventos, lo hacen superficialmente. Muchos de los
que alguna vez conocí y que “aceptaron a Jesús”; incluso, muchos maestros
que evangelizaban y llevaban a otros a Cristo, están lamentablemente
perdidos el día de hoy. Y esto es, porque su confesión de fe no venía de un
corazón regenerado, sino de un entusiasmo pasajero.
Por si todo esto fuera poco, podemos considerar que, a través de la
historia, tanto el enemigo, el mundo y el ser humano —en su estado natural
pecaminoso— han inventado religiones, filosofías y formas antropocéntricas
para alcanzar la vida eterna. Como muestra, podemos observar lo que sucede
en la Iglesia Católica Romana y darnos cuenta que a pesar de que sus
seguidores ‘creen’ en muchas cosas que dice la biblia, aun así, no han
entendido que la salvación jamás puede ser alcanzada a través de dogmas,
obras y tradiciones humanas. [1] Esto es en especial considerando que muchas
tradiciones dentro de tal organización van abiertamente en contra de la
misma Escritura. En otros términos, lo que ellos creen es solo por palabras.
Una religión que también se enfoca en la tradición y en la cultura es el
‘judaísmo’. Podemos recordar la constante batalla que el apóstol Pablo
enfrentó con los judíos, particularmente con los judaizantes . Este grupo de
‘falsos hermanos’ eran judíos que expresaban ser salvos, pero que aún
querían someter a los gentiles a la ley mosaica, y a las tradiciones culturales
del judaísmo —particularmente a la circuncisión— como medio de
salvación. Tal batalla fue tan fuerte que no solo los creyentes de la iglesia de
Galacia se dejaron influenciar por estas herejías; inclusive el mismo Bernabé
y otros creyentes fueron arrastrados por este ‘pseudo-evangelio’ que los
judaizantes promovían, ante el cual, sorprendentemente el apóstol Pedro
también tropezó (Gál. 2:11–16).
Lo que estos individuos propagaban era un mensaje que asaltaba la
exclusividad de la justificación por la fe, y la suficiencia de la obra de Cristo
(tanto su vida, como su muerte y su resurrección). Por lo tanto, Pablo,
demuestra a través de la epístola de Gálatas que la salvación jamás puede ser
alcanzada por obras humanas, ni por la genealogía física de una persona; sino
exclusivamente por gracia por medio de la fe en Jesucristo.

El contexto de nuestro texto


En la Escritura podemos ver que muchos creyeron que la salvación se
alcanzaba a través de su estatus social y étnico. Uno de los problemas más
grandes que tanto Jesús como los apóstoles enfrentaron, fue precisamente
que los judíos pensaban que al ser descendientes físicos de Abraham los
haría inmediatos herederos al reino de Dios y por ende a la salvación. En
pocas palabras, ellos creían que, al pertenecer a la nación de Israel, tendrían
un privilegio especial sobre los demás.
En el pasaje bíblico que estaremos estudiando en este capítulo,
observaremos algo que va de la mano con lo anteriormente planteado. Juan
3:1–15 presenta una de las conversaciones más fascinantes, pero asimismo,
de las más contundentes de la Escritura. En este evangelio, el Señor Jesucristo
es presentado como Dios hecho hombre (el Hijo unigénito de Dios).
También, Juan demuestra que el nuevo nacimiento ocurre exclusivamente
cuando el Señor en su eterna y soberana gracia, obra través del poder de su
Espíritu, para hacernos nacer de nuevo; permitiéndonos creer y dándonos una
fe salvífica y justificadora en Jesucristo. Sólo Dios es quién nos puede dar
vida eterna, a través del nuevo nacimiento y la obra de Cristo.

El fariseo
Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo,
un principal entre los judíos.
Juan 3:1

¿Quiénes eran los fariseos? A veces pensamos que los fariseos son
creyentes sumamente legalistas. Aunque hay algo de verdad en esto,
literalmente, lo que significa “ fariseo ” es un individuo que está separado de,
o que se considera como un separatista. Los fariseos se consideraban
separados de todo, pero en especial, de aquellos a quienes consideraban
“espiritualmente impuros.” Este caso extremo lo vemos hasta el día de hoy.
Dentro de ciertos grupos evangélicos, muchos no quieren tener contacto de
ningún tipo con el mundo exterior por miedo a contaminarse.
De igual modo, los fariseos eran ante el pueblo y las autoridades, los
eruditos y expertos de la ley, así como del Antiguo Testamento. Ellos tenían
el deber de estudiar, interpretar y enseñar la Palabra del Señor al resto de la
nación. Sin embargo, muchos de ellos en lugar de enseñar la ley de Dios,
sometían al pueblo con ‘tradiciones orales rabínicas’ que ellos consideraban
más importantes y autoritativas que la misma Escritura. [2]
El evangelista puritano George Whitefield, considerado como uno de los
predicadores más influyentes y determinantes en la historia del cristianismo,
dio una observación un tanto irónica en cuanto a Nicodemo,
...uno se preguntaría cómo Nicodemo, que era un maestro en Israel, y
que por lo tanto debía instruir a las personas sobre el significado
espiritual de la ley, debería ser tan ignorante de este gran artículo, como
descubrimos que realmente lo era, al preguntarle a nuestro bendito
Señor: cuando le estaba presionando sobre este tema, ¿Cómo pueden ser
estas cosas? [3]

En otras palabras, de acuerdo con lo que Whitefield menciona, ¿cómo es


posible que uno de los líderes e instructores de la ley más influyentes y
conocedores del Antiguo Testamento no pudiera entender lo que Jesús decía?
Como fariseo, Nicodemo no solo era responsable de obedecer la ley
Mosaica, sino que él mismo —así como el resto de los fariseos— debía ser
un ejemplo a seguir para el pueblo judío. Los aclamados “doctores” de la ley,
tenían el deber de no solo estudiar y enseñar la Escritura, sino también de
saber su interpretación apropiada y sus implicaciones prácticas.
Esto significa que Nicodemo tenía un conocimiento académico e
intelectual de la ley, pero sin tener un corazón regenerado. Considera esto:
para ser fariseo se requerían años de intenso estudio; es por eso que los
llamaban “rabinos” o “doctores de la ley”. [4] Por lo tanto, era de esperarse
que Nicodemo estuviera consciente de todos los detalles de la ley de Dios,
pero en especial, de todo lo que la Escritura revelaba en relación a las
promesas Mesiánicas.
Nicodemo no solo era fariseo, sino que también era “ un principal entre
los judíos .” Él era miembro del sanedrín. El Sanedrín estaba compuesto por
71 miembros quienes eran oficiales, gobernantes, y los líderes religiosos de
la nación. En otras palabras, los hombres que componían el sanedrín eran la
élite de Israel. Ellos eran los hombres más poderosos e influyentes de la
nación y no solo manejaban aspectos religiosos, sino también varios tipos de
administraciones legales y políticas. Aquellos que conformaban el sanedrín
estuvieron en completa oposición a Cristo y su ministerio terrenal. Ellos no
solo estuvieron en contra de Jesús por predicar el evangelio, exponer el
pecado y la incredulidad de la nación; sino que también consideraban que Él
estaba causando “disturbios” entre la gente.
Aparentemente, los fariseos no solo ignoraron, sino que rechazaron y
malentendieron que el Mesías había venido para servir y predicar el
evangelio del Reino y del arrepentimiento. Lo más increíble es que ellos no
estaban mal informados en cuanto a lo que el Antiguo Testamento decía
acerca de Cristo; sino que ellos simplemente no creían en la Escritura.
Nicodemo, estando consciente de su posición religiosa y política, decidió
ser cuidadoso al acercarse a Jesús de noche. Algunos han sugerido que
cuando Juan dice que “ este vino a Jesús de noche ” demuestra que él se
había presentado ante Jesús en una condición de oscuridad espiritual .
Aunque es completamente cierto que en ese momento el fariseo se
encontraba muerto en sus pecados, el texto debe entenderse de una manera
más simple. Esto significa que Nicodemo fue a ver a Jesús de noche para no
ser visto por la gente, en especial por otros miembros del Sanedrín que
pudieran identificarlo y acusarlo.

Una fe sin fundamento


Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has
venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas
señales que tú haces, si no está Dios con él.
Juan 3:2

¿Por qué Nicodemo usa el nombre “ Rabí ”? ¿Por qué no simplemente se


dirigió a Jesús por su nombre? El termino rabí era usado de manera
honorífica exclusivamente hacia aquellos quienes eran prestigiosos y
reconocidos maestros de la ley. Lo interesante es ver que alguien como
Nicodemo se dirigiera a Jesús con un término tan decoroso.
Otra pregunta que viene a la mente es, ¿acaso Nicodemo utiliza tal título
para demostrar respeto y honor o solo lo hizo de un modo sarcástico y
superficial? Él mismo dijo, “ sabemos que has venido de Dios como
maestro .” De alguna manera, él había observado las cualidades demostradas
por Jesús y sabía que Él no era una persona cualquiera. En pocas palabras,
podríamos decir que, Nicodemo “había creído” por todo lo que había visto,
pero no con un corazón regenerado.
La palabra que Nicodemo usa al decir “ sabemos ”, transmite la idea básica
de tener información o un conocimiento certero de algo. A diferencia de un
entendimiento transformador, aquí vemos que la información y comprensión
que Nicodemo tenía acerca de Jesús era incuestionable, pero era fútil.
Podríamos decir que su conocimiento era intelectual, mas no regenerador.
Esto también nos demuestra que Nicodemo conocía todo aquello relacionado
a las profecías que apuntaban al arribo del ‘Mesías’. Él sabía que Jesús era
diferente de los demás. El comprendía que Jesús era ese Mesías que Dios
mismo prometió a través de los profetas del Antiguo Testamento; por lo
tanto, él estaba consciente que Jesús era Dios encarnado.
Sin embargo, todo lo que Nicodemo demostraba era intelectual, trivial y
no espiritual . Podríamos decir que él tenía “fe”, pero no una fe genuina o
salvífica, sino una fe meramente humana. Si su fe hubiera sido de un corazón
regenerado, el fariseo se habría postrado a los pies de Jesús en adoración y
arrepentimiento.
Obviamente, esto no fue lo que pasó. Nicodemo se expresa de Jesús
diciendo: “ sabemos que has venido de Dios como maestro” . Claramente,
Nicodemo aún no podía expresar abiertamente a Jesús como el Mesías y el
hijo de Dios. Y esto era sencillamente porque su corazón aún no había sido
transformado . Alguien tenía que intervenir divinamente en su corazón para
que él pudiera depositar su fe en Jesús.
Nicodemo le dice a Jesús: “ porque nadie puede hacer estas señales que
tú haces, si no está Dios con él ”. Literalmente está diciendo “ nadie tiene el
poder ” o “ la capacidad de hacer estas señales o milagros que tú haces ”.
Con esta afirmación, él estaba convencido de que Jesús era alguien que tenía
una autoridad superior y un domino sobrenatural para hacer milagros y
señales delante del pueblo. Evidentemente, él creía que Jesús poseía mayor
autoridad que cualquier líder de Israel.
A pesar de esto, vemos que el fariseo solo estaba maravillado con las
características externas demostradas por Jesús. Nicodemo, como judío
buscaba señales y milagros (1 Cor. 1:22), sin darse cuenta que el milagro
más importante era el de su nuevo nacimiento.

Una respuesta inesperada


La respuesta de Jesús nos demuestra dos cosas importantes. En primer
lugar, realmente Nicodemo nunca hizo una pregunta. Se puede percibir que
él simplemente quería charlar acerca de los milagros y las señales que Jesús
había hecho hasta el momento. Tal y como Juan lo escribió en el 2:23–25,
Nicodemo era uno de tantos que habían sido maravillados por los milagros
de Jesús. Aun así, en lo más profundo de su corazón, el fariseo no tenía una fe
verdadera .
Hoy en día, nuestras iglesias están plagadas de gente con este tipo de
actitud. La gente busca milagros, sanidades, ayuda, y esperan el favor de
Dios. Algunos de ellos genuinamente creen en el poder de Dios para sacarlos
de sus problemas. Desafortunadamente, su deseo se centra más en lo que
pueden recibir por parte de Dios, que en ser genuinos hijos de Cristo. Desean
las bendiciones del Reino de Jesús, pero no quieren someterse a su reinado y
autoridad soberana.
En segundo lugar, es evidente que, en su poder y omnisciencia como Hijo
de Dios, Jesús conocía lo que había en el corazón de Nicodemo. Jesús
entendía que el doctor de la ley era relativamente sincero; no obstante, su
sinceridad era simple curiosidad.
Esto significa que Jesús sabía con plena certeza que el fariseo estaba
perdido en sus pecados, así como el resto de aquellos que le habían seguido y
creído superficialmente.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que


no naciere de nuevo,
no puede ver el reino de Dios.

Al decir “ de cierto, de cierto ” Jesús enfáticamente introduce algo que


requería la atención de Nicodemo —así como la atención de los lectores—.
En el griego, la palabra que utiliza al decir “ de cierto ,” es la palabra “ amen
y se usa en este contexto para dar una fuerte afirmación a lo que Jesús mismo
estaba a punto de decir.
Pongámonos en los zapatos de Nicodemo por un momento. Imagínate que
eres un líder y fariseo judío del primer siglo en la nación de Israel.
Prácticamente toda tu vida creíste que la salvación y el renio de Dios eran un
derecho étnico y no necesariamente un privilegio divino. Pero de pronto,
alguien revienta esa burbuja y te demuestra la siguiente realidad: que la
salvación y el reino no son un derecho, sino un privilegio dado por Dios
mismo a través de su Hijo.
Fácilmente Nicodemo hubiese podido arremeter en contra de Jesús. Él,
cómodamente pudo haber refutado las palabras del Señor con la premisa de
que era fariseo, líder y maestro de la ‘TORAH’. Además, considerando la
mentalidad judía, él pudo utilizar su genealogía y relación étnica con
Abraham para exigir derechos o las supuestas “promesas” que Dios “debía”
de cumplir con ellos. El problema es que no se daban cuenta que la más
grande promesa era la del Mesías. Muchos de ellos habían pensado —
honestamente lo siguen creyendo hasta el día de hoy— que de alguna manera
Dios seguía en deuda con ellos, aun cuando el cumplimiento de todas las
promesas del Antiguo Testamento se consumó en Jesucristo, y
exclusivamente, los que están en Él son herederos de lo prometido. [5]
Sin embargo, Jesús no dio ningún tipo de detalle. Simplemente su
respuesta fue contundente. La palabra “ naciere ” ocurre 28 veces en las cartas
del apóstol Juan, y en los primeros 8 versículos de este capítulo, el vocablo
aparece 8 veces. Jesús deseaba la atención de Nicodemo. El apóstol Juan
quería que los lectores estuvieran atentos a esta bella enseñanza y verdad
absoluta.
Por otro lado, el adverbio que se traduce como “ de nuevo ” podría
entenderse mejor como “ de arriba .” Aun cuando Nicodemo fuera fariseo,
rabí, conocedor excepcional de la ley, miembro del sanedrín, hombre
poderoso e influyente y un ejemplo espiritual para el pueblo judío; si el
nuevo nacimiento no ocurría ‘de arriba’, en el que el Espíritu de Dios
transformaría su corazón de piedra en un corazón de carne, él mismo,
tampoco podría ver el reino de Dios. Esta es la acción en la que Dios
interviene activamente para transformar y regenerar la vida del pecador. Él
da Su espíritu de vida a un cadáver muerto y sin esperanza.
Lo más maravilloso de todo esto es que Jesús nos demuestra que Dios es
el que hace toda la obra de la salvación. Sencillamente la palabra “ naciere ”
está en la voz pasiva, revelando que uno no nace de nuevo por su propia
cuenta. El ser humano no tiene la capacidad espiritual, ni el poder divino para
nacer de nuevo. De acuerdo con el uso de esta palabra, y a lo que el Señor
está diciendo, nosotros somos los que recibimos la milagrosa acción del
nuevo nacimiento. [6] Uno no puede influir su entrada al cielo. Solo Dios es el
que obra divinamente y regenera a sus escogidos.
El reino de Dios no es como aquellos hoteles de lujo alrededor del mundo,
en donde algún millonario o miembro de la élite mundial paga cientos de
miles de dólares para hospedarse en la suite presidencial. Tampoco es un
lugar donde se puede chantajear a Dios. Uno no puede manipular al Señor
para ser parte de su reino. Por si todo esto fuera poco, ni siquiera uno puede
contribuir en algo para su salvación.
Aún si tuviéramos la preparación intelectual, académica y la posición
socio-cultural de Nicodemo; si Dios no nos hace ‘nacer de nuevo’, no
podremos estar en su reino. Él es quien debe regenerar nuestra vida. De esta
manera, solo a través de este milagro es como uno puede tener una fe
justificadora en Jesucristo. Sin un corazón regenerado es imposible tener fe.
Una pregunta que podríamos formular es, ¿por qué Jesús habla
específicamente del nuevo nacimiento? Realmente Jesús hace una alusión
directa a lo que la Escritura reveló a través del profeta en Jeremías 31:31–35,
donde habla acerca del nuevo nacimiento:

He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con
la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con
sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto;
porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos,
dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después
de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en
su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no
enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:
Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de
ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de
ellos, y no me acordaré más de su pecado.

Jesús demuestra que Nicodemo no había entendido correctamente lo que


el Antiguo Testamento decía en cuanto al ‘nuevo nacimiento’, ni había
creído en lo escrito. Si él hubiera sido realmente un hijo de fe entonces habría
entendido inmediatamente la referencia que Jesús hizo del profeta Jeremías.
Nicodemo era una vívida ilustración del resto de todos los demás fariseos.
Ellos se jactaban por ser inigualables eruditos del Antiguo Testamento. No
obstante, su conocimiento no solo era en vano, sino que realmente no creían
en lo que la Escritura decía. Si él y los demás fariseos realmente hubieran
creído en Moisés, ellos habrían creído en el Mesías. Tal y como lo dice el
Señor en Juan 5:46–47: “Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí,
porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis
palabras?” Por lo tanto, la Escritura solo se encontraba en su mente, pero no
en su corazón.
Hace algunos años en la Iglesia Cristiana Remanente —donde
actualmente ministro junto a mi padre y otros fieles hermanos en la fe—
tuvimos a un miembro judío que se había criado en un hogar ortodoxo. Por la
gracia de Dios, él finalmente creyó en Jesús como el verdadero Mesías. Un
día, mi papá y este hermano platicaban un poco acerca de la situación actual
del pueblo judío. Una de las cosas más sorprendentes y tristes que salieron de
su boca fue: “los judíos—en su gran mayoría— no creen en la Escritura; dan
la apariencia de hacerlo, pero este no es el caso”. Esta lamentable realidad no
se escucha tan descabellada cuando la comparamos con lo que leemos en
Juan 3:1–15. Y es lógico pensar que esto era exactamente lo que sucedía con
los fariseos y los escribas de aquella época.

¿Ignorancia o incredulidad?
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo?
¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer?
Juan 3:4

Uno de los problemas más grandes que enfrentaban los fariseos, el pueblo
judío y también los discípulos de Jesús (por algún tiempo), era que tenían
muchas dificultades para entender la importancia de la realidad espiritual de
sus corazones. La gran mayoría se centraba más en los aspectos externos de
la ley, que en el corazón. Esto sucedía porque la gran mayoría de los
israelitas conocían el Antiguo Testamento, los Pactos y las promesas, como
algo meramente físico y externo, sin realmente considerar sus implicaciones
espirituales. Desafortunadamente, la gran mayoría estaba interesada en
aquello que sus ojos veían mas no en lo que Dios veía.
A través de la Escritura vemos que el físico y la genealogía de una
persona no significa absolutamente nada, y que la redención se encuentra
solo en Jesucristo. El pastor John MacArthur hace una contundente
observación al respecto, demostrando que los verdaderos hijos de Abraham
no se caracterizan por su físico, etnicidad o su genealogía; ni siquiera por su
conocimiento bíblico o su obediencia externa a la ley, sino por su fe en
Jesucristo:

Solo creyentes genuinos, los que son de Fe, tienen el derecho de afirmar
su relación espiritual con Abraham como ancestro con Dios como Padre.
Los judíos que no tienen fe en el Señor Jesucristo no son verdaderos
hijos de Abraham, en tanto que los gentiles que creen en Él (en
Jesucristo) lo son. [7]

Por lo tanto, sabemos que las acciones externas de una persona (en este
caso las obras de la ley) son completamente insignificantes y son basura, si
no tienen como fundamento un alma regenerada, corazones nuevos y una fe
verdadera en Cristo. Tal y como lo dijo el profeta Isaías en el 64:6: “como
trapo de inmundicia todas nuestras obras justas”. [8]
Un claro ejemplo de todo esto fue Pablo mismo. Él explica su posición
espiritual como fariseo antes de ser salvo en Filipenses 3:3–11.
Humanamente hablando, Pablo tenía todos los méritos necesarios para ser
contado como alguien justo e irreprensible. Sin embargo, todas sus obras
fueron basura delante de Dios. Al igual que lo menciona en los versículos 8 y
9:

Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia
del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en
él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la
fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.

Cualquier acción u obra que la gente considere como buena, o cualquier


posición étnica que la gente tenga, si no hay regeneración y no hay fe en
Jesucristo, entonces no hay salvación.
Nicodemo entendió el nuevo nacimiento desde una perspectiva
meramente humana y física —exagerada y rígidamente literalista— sin darse
cuenta de que Jesús se refería a la regeneración del corazón. Él, al igual que
la mayoría de los judíos, estaba acostumbrado a creer que la salvación era
por medio de la ley. Pero no, la salvación de la gente siempre ha sido y será
por gracia por medio de la fe en Jesucristo (Efesios 2:8). Aquellos quienes
vivían en el Antiguo Pacto eran justificados por su fe puesta en el ‘futuro
arribo del Mesías’ y no por obras. [9]
Los creyentes del Antiguo Testamento no confiaron en sus propias obras
y en la obediencia externa a la ley de Dios. Más bien, ellos confiaron en la
redención de la misma ley que llegaría por medio del Mesías prometido.
Tristemente, no todos lo entendieron así.
¿Cómo puede uno entrar al reino de Dios?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu,
no puede entrar en el reino de Dios.
Juan 3:5

Nuevamente vemos que Jesús es enfático en sus palabras. Anteriormente,


Él afirmó que uno no puede “ ver ” el reino de Dios; ahora demuestra que si
uno no naciere de agua y del Espíritu “ no puede entrar en el reino de Dios
.” ¿A qué se refiere cuando dice “ naciere de agua y del Espíritu ”? ¿A caso
se refiere al bautismo de cristianos? No. Lo que vemos en este versículo es
nuevamente una referencia del Antiguo Testamento, específicamente a
Ezequiel 36:25–27 que dice:

Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas


vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré
corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de
vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis
estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.

Algo muy interesante a considerar es que a través del Antiguo


Testamento, el agua representaba limpieza y/o vida dependiendo del
contexto. Por ejemplo, en Génesis 7; Dios mandó lluvia, y los ríos del centro
de la tierra salieron para destruir todo. El diluvio sirvió para “ limpiar ” la
tierra y así comenzar prácticamente desde cero. Más adelante en Éxodo 17
vemos que el Señor también proveyó agua por medio de la roca en Refidim
cuando los israelíes estaban muriendo de sed. En ese momento, el agua
representó vida para la gente. El comentarista G. L. Borchert observa lo
siguiente en cuanto a esta relación entre el agua y el espíritu:

En relación entre el agua y el Espíritu habría sido familiar para los


judíos, ya que ambos están relacionados con el tema de la vida. Para un
pueblo como los judíos, que vivían en el borde del desierto, el agua era
un requisito indispensable de la vida. [10]

En este sentido, era indisputable que Nicodemo estaba familiarizado con


el lenguaje y las implicaciones teológicas del agua. Sin embargo, Jesús aquí
no se estaba refiriendo a dos cosas independientes. Él no estaba diciendo,
“primero tienes que nacer de agua y después del Espíritu”. Realmente lo que
Él estaba demostrando es que tanto el nacimiento del agua como del Espíritu
son una misma acción que suceden de forma simultánea y que solo pueden
ser producidas a través del poder soberano de Dios. El nuevo nacimiento es
caracterizado por el lavamiento de pecado y la regeneración del alma.
El comentarista y teólogo, D.A. Carson, observa lo siguiente:
Con relación a Ezequiel 36:25–27, donde el agua y el espíritu vienen
juntos forzosamente, el primero [agua] significa la limpieza de la
impureza, y el segundo [Espíritu] representa la transformación del
corazón que permitirá seguir a Dios enteramente. [11]

Esto significa que si Dios no limpia el pecado de nuestros corazones y si no


transforma nuestras vidas, entonces no podemos ser hijos suyos. Esta
realidad es tan impactante que aún si uno tuviera la oportunidad de “nacer”
por segunda vez de manera física y vivir una vida moralmente recta, si el
nuevo nacimiento (como lo describe Jesús) no sucede, tales obras serían
insuficientes para la salvación.
Lo que es nacido de la carne, carne es;
y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.

Aquí nuestro Señor Jesús no necesariamente está refiriéndose a la carne


en un sentido pecaminoso. Aunque se podría entender como la naturaleza
pecaminosa que florece del ser humano, realmente el propósito de Jesús al
hacer esta referencia es para demostrar que aún el nacimiento físico humano
no tiene el mismo valor eterno que el nacimiento espiritual. Nuevamente,
Carson observa:

[La] carne se refiere a la naturaleza humana. El punto es que el


nacimiento humano natural produce gente que pertenece a la familia
terrenal de la humanidad, pero no de los que son hijos de Dios. [12]

Así mismo, es muy probable que en esta sección Jesús haya hecho alusión
a la visión del valle de los huesos secos en Ezequiel 37. Es notable que tal
referencia del Antiguo Testamento parece no haber causado algún eco, sino
un shock inquietante en la mente de Nicodemo. Y esto es principalmente
porque las palabras de Jesús dan la interpretación correcta de tal texto.

No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.

En pocas palabras, Jesús demuestra que esta verdad no debía causar


confusión o asombro en el entendimiento de Nicodemo. Esto no debía ser
algo foráneo para la mente del fariseo, sino algo coherente y cristalino. La
estructura gramatical que Jesús usa al decir “ es necesario nacer de nuevo ,”
es de mucha importancia por varias razones.
En primer lugar, porque el nuevo nacimiento es una necesidad crucial para
entrar en el reino de Dios. Y esto se debe entender como una necesidad
porque humanamente hablando, somos incapaces de alcanzar la redención
por nuestra cuenta. Nosotros necesitamos urgentemente que Dios lo haga por
nosotros. Parafraseando lo que el comentarista William Hendriksen postuló:
esta frase no demuestra la urgencia de un esfuerzo humano o personal, sino
la urgencia de algo que “tiene que sucederte a ti”, algo que el Espíritu Santo
debe plantar en tu corazón, que es la vida que proviene de arriba. [13]
Y, en segundo lugar, la frase “ es necesario nacer de nuevo ”, demuestra
que absolutamente toda la obra de regeneración es gracias a lo que El
soberano Dios Trino hace por nosotros y no por lo que podamos realizar. La
salvación es solo por medio de Dios el Padre, a través de la regeneración del
Espíritu y por la fe en Jesucristo.

Una poderosa referencia del Antiguo Testamento


El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido;
mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del Espíritu.

Este versículo es muy interesante en el lenguaje original, ya que Jesús usa


un juego de palabras. Ambas palabras “ viento ” y “ espíritu ” significan
esencialmente lo mismo ( pneuma ). Sin embargo, es evidente que en la
primera sección de este pasaje, Jesús se refiere al viento físico.
Nuestro Señor era un genio y maestro de las ilustraciones. Con estas
palabras y la evidente alusión al texto de Ezequiel 37, Jesús revela que el
viento no puede ser controlado ni manipulado por el ser humano. Podemos
escuchar el viento y en cierta manera podemos deducir si su dirección
proviene del Norte, Sur, Este u Oeste. En ciertos casos y dependiendo de
algunas actividades laborales, el viento puede llegar a ser maniobrado de
alguna forma a través de la tecnología. De cualquier modo, el viento es
intangible y no sabemos de dónde viene ni mucho menos hacia dónde va, ya
que es invisible e intocable.
De la misma forma, así es todo aquel que es nacido del Espíritu. Nosotros
no sabemos de dónde vienen y no sabemos quiénes son. Solamente podemos
saber cuándo los escogidos de Dios vienen a los pies de Cristo en fe y en
arrepentimiento. De hecho, a veces el Señor nos sorprende de maneras
maravillosas. Muchas veces damos la impresión de subestimar el poder
regenerador del Espíritu, y creemos que el estado pecaminoso de una persona
es un impedimento para la salvación.
Mientras crecía dentro de la iglesia, conocí a muchas personas que tenían
vidas perdidas. En mi ignorancia, creía que ellos jamás vendrían a Cristo
puesto que no querían saber nada del evangelio. Sin embargo, Dios en Su
perfecta voluntad, regeneró los corazones de muchos de ellos. Lo más
maravilloso es que aquellos hermanos y hermanas continúan siendo fieles
hasta el día de hoy. También es irónico que yo pensaba de esta forma acerca
de ellos, cuando yo mismo no había nacido de nuevo. Dios me quebrantó; Él
trabajó en mi vida, para finalmente regenerarme y darme salvación a través
de Cristo.
Este fue el caso del apóstol Pablo. Cuando el Señor transformó su vida y
le hizo apóstol, muchos creyentes por miedo, pensaron que su conversión era
falsa. Y esto era fácil de comprender. Simplemente imagínate que el más
grande asesino y perseguidor de la iglesia cambiara de un día a otro,
literalmente. Yo creo que todos estaríamos escépticos y nos costaría trabajo
reconocer la nueva vida de tal individuo.
Sin embargo, todo el pecado y el temor que Pablo causó no se comparaba
al poder y la gracia de Dios. Nadie se imaginó que un hombre que
desbordaba odio a Cristo y a Su iglesia llegara a ser uno de los apóstoles y
defensores más fieles y determinantes del evangelio. Él quiso ser justo por su
propia cuenta, pero Dios imputó la justicia de Cristo en su vida. Los que han
nacido del Espíritu, lo han hecho solo gracias al poder de Dios; sin que ellos
hayan controlado o manipulado la voluntad del Señor.
Hendriksen observa lo difícil que debió ser esta tremenda realidad a los
oídos de Nicodemo; quien en toda su vida fue instruido a creer que uno
“debía salvarse así mismo mediante una obediencia perfecta a la ley de
Moisés y a una multitud de preceptos fabricados por el hombre”. [14]
Así mismo, cuando el Espíritu de Dios transforma y regenera la vida de
los escogidos, los efectos son incuestionables. A pesar de que esto era una
verdad muy evidente, observamos que las palabras de Jesús no tuvieron
mucho sentido en la mente de Nicodemo.

Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?


Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes
esto?
Juan 3:9-10

En otras palabras, la respuesta de Jesús fue: “¿tú eres Fariseo, erudito y


‘doctor’ de la ley, y no solo conoces la ley de Moisés y la usas para instruir al
pueblo judío, sino que ¿ni aun tu sabes de lo que estoy hablando?”. La
reacción de Jesús demuestra que era de esperarse que alguien como
Nicodemo relacionara tales palabras con la Escritura. Sin embargo,
Nicodemo no tenía ni la más remota idea de lo que Jesús estaba diciendo.
Hace muchos años cuando vivíamos en Los Ángeles, California, tuvimos
la necesidad de someter a mi esposa a unos estudios médicos. Uno podría
asumir que los Estados Unidos tiene a los mejores doctores del mundo. Sin
embargo, un día mi esposa le hizo una serie de preguntas y comentarios a la
doctora respecto a la situación que atravesaba. Para nuestra gran sorpresa, la
doctora no tenía idea de lo que mi mujer hablaba. Después de nuestra cita, mi
esposa dijo: “estamos pagando cientos de dólares para recibir un diagnóstico
confiable, y en vez de eso, la doctora no sabe de lo que estoy hablando. ¿Es
experta en medicina y no comprende mi situación?” Honestamente fue
realmente triste y frustrante ver que un médico profesional no brindara las
respuestas que necesitábamos.
De una manera similar, Jesús estaba sorprendido —y tal vez frustrado—
por la ignorancia de Nicodemo. ¿Cómo era posible que un doctor de la ley y
líder de la nación no supiera de lo que Jesús hablaba? ¿Qué no se supone que
él debía conocer la Escritura? Es correcto. Pero no fue así. Interesantemente,
la respuesta de Nicodemo no solo demostró un alto grado de ingenuidad, sino
también de incredulidad.
Así como nosotros esperaríamos que un profesional tuviera un
conocimiento conforme a su preparación académica; era de esperarse que
Nicodemo reconociera las palabras de Jesús conforme a todo lo que estudió
como fariseo. Pero la realidad es que ni siquiera él mismo podía discernir con
claridad acerca de lo que el Señor hablaba.
El testimonio de Jesús
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que
hemos visto, testificamos;
y no recibís nuestro testimonio.
Juan 3:11

Jesús es claro con en estas palabras: “ Lo que sabemos (aquello que no


solo conocemos, sino que también experimentamos) hablamos, y lo que
hemos visto testificamos ”. Jesús, el Hijo de Dios era la verdad absoluta
encarnada (Juan 1:1–5) y conocía los planes perfectos de Dios en cuanto a la
redención. Él usa los plurales “ sabemos , hablamos , hemos visto y
testificamos ” para demostrar la elegibilidad de las palabras que salían de Su
boca.
Aunque el plural puede referirse a Jesús y su relación con el Padre y el
Espíritu Santo; es muy probable que Jesús se refiera a su propio testimonio y
ministerio, además de lo que Juan el Bautista predicó y de lo que vieron y
presenciaron los discípulos (1:7, 8 y 34).
Aquí vemos que tanto las palabras de Jesús como las de Juan el Bautista
apuntaban a la necesidad del arrepentimiento y a la salvación por gracia, a
través de la fe en Cristo. Esto coincidía en perfecta armonía con aquello que
los profetas del Antiguo Testamento predicaron. Por consiguiente, Nicodemo
no tenía excusa; aun cuando él, los fariseos, los miembros del Sanedrín, e
incluso la nación de Israel habían conocido la palabra de Dios, no quisieron
creer en Jesús.
Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os
dijere las celestiales?

Nuevamente Jesús se dirige no solo a Nicodemo sino también a todos


aquellos quienes habían visto y escuchado sus enseñanzas. “ Las cosas
terrenales ”, refiriéndose a los ejemplos terrenales que había dado, tales
como el nacimiento natural de una persona y el viento natural relacionado a
Ezequiel 37.
Sin embargo, el corazón de Nicodemo demostraba dureza y necedad. Esto
se demuestra porque si las cosas terrenales no las podía creer ni comprender,
entonces mucho menos podría creer en las cosas celestiales. En su estado
natural y condición humana, Nicodemo jamás tendría la capacidad de creer
en las palabras de Jesús. Él necesitaba que Dios obrara en su corazón. Y esto
es exactamente lo que la gente necesita para poder creer y tener fe en
Jesucristo.

Solo es a través de Cristo


Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo;
el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Juan 3:13

La sección, “ que está en el cielo ,” aunque está puesta en muchas


traducciones, no aparece en algunos de los manuscritos más antiguos. [15] De
cualquier forma, lo que Jesús está diciendo con estas palabras, es que
absolutamente nadie en la historia de la humanidad ha podido, ni podrá llegar
al reino de Dios por su propia cuenta.
En Génesis 11, podemos recordar que al menos de una manera externa,
los constructores de la torre de Babel quisieron alcanzar el cielo por su propia
voluntad aun cuando Dios mismo les había dado el mandato de extenderse
sobre la tierra. La desobediencia de estos constructores fue una acción
descarada de rebelión a lo que el Señor había instruido.
Los edificadores de Babel demostraron algo que vemos el día de hoy con
la gente y las religiones del mundo. Todos quieren alcanzar el cielo y la vida
eterna por su propia voluntad y por sus “buenas obras,” no siempre como
acto de ignorancia, sino como resultado de un corazón que está en completa
rebeldía y enemistad contra Dios. El ser humano no es ignorante a la
existencia de Dios y a la necesidad de arrepentirse, sino que se rehúsa a
reconocer que solo hay un camino para la vida eterna.
La frase “ descendió del cielo ” es sumamente enfática en el lenguaje
original ya que demuestra que como parte del plan de redención —así como
por causa de nuestro pecado y la inhabilidad de alcanzar el reino de Dios por
nuestra cuenta— Jesucristo mismo, descendió para ser nuestro redentor,
nuestro mediador y nuestra justicia (consistente con lo que Pablo dice en
Romanos 5:12–21).
Mientras que el hombre se esfuerza más por alcanzar la justicia y la vida
eterna por su propia cuenta, más da evidencia de su incapacidad para hacerlo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario


que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna.

Jesús usa directamente el Antiguo Testamento para ilustrar una verdad


muy importante acerca de Él mismo. En Números 21:5–9 leemos acerca de
cuando los judíos atravesaban por el desierto se quejaban y murmuraban
continuamente en contra de Dios y Moisés. ¿Cuáles eran sus causas? Esto lo
hacían al no tener agua y el tipo de comida que ellos esperaban. En
consecuencia, Dios mandó su juicio sobre los judíos, enviando serpientes
venenosas para que los mordieran; ¿Cuál fue el resultado? Muchas personas
murieron.
Entonces; hasta que el pueblo se acercó a Moisés en espíritu de
arrepentimiento, fue cuando finalmente Yahweh respondió a su dolor y
clamor. Solo hasta ese momento fue que Dios extendió su gracia y
misericordia por ellos. Él mandó a que se hiciera una serpiente de bronce y
fuera levantada en una asta; para que aquellos que hubieran sido mordidos
por las serpientes, pusieran su vista en la serpiente de bronce confiando en
que Dios les sanaría.
Aunque el texto de Números no es una “alegoría” de la persona de Cristo,
sí es un texto que funge como sombra, tipo y símbolo de la crucifixión de
nuestro Señor. R. Laird Harris observa:

Es interesante que cuando Jesús se refirió a su levantamiento en términos


de este versículo, en realidad estaba prediciendo su crucifixión. “Ser
levantado” era un eufemismo bien entendido en el día de Jesús por la
muerte por crucifixión. [16]

Lo que Jesús demuestra aquí es que en la misma manera en que la serpiente


de bronce fue levantada para salvar a los que habían sido mordidos por las
serpientes venenosas, era necesario que el Hijo de Dios fuera levantado en la
cruz del calvario, para que aquellos quienes genuinamente creyeran en Él
recibieran vida eterna y perdón de pecados.
En la misma manera en la que muchos del pueblo de Israel fueron
sanados al ver la serpiente de bronce y confiar en Dios; Él quita nuestros
pecados, cuando milagrosamente nos da la bendición de confiar y creer
plenamente en Su Hijo Jesucristo. Así como en el Antiguo Pacto, Dios
proveyó los medios durante ‘el Éxodo’ para sanar al pueblo judío; Él mismo,
mandó a Su Hijo para inaugurar el Nuevo Pacto y dar vida eterna a todos los
que creen en Él.
Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna.
Juan 3:16b

El concepto de la vida eterna es muy importante en los escritos de Juan.


Aquí el apóstol no solo demuestra la longitud o duración de nuestra vida,
sino también la calidad de vida. No solo viviremos eternamente con Cristo,
sino que también viviremos con cuerpos glorificados y semejantes al de
nuestro Señor. Tal y como lo dice Juan mismo, en 1 Juan 3:1–3:

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos
de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él.
Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que
hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Ω Y todo aquel que
tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro.

La única manera de poder ser partícipes del reino de Dios y de la vida


eterna es a través de la regeneración de nuestras vidas y por medio de la fe en
la obra perfecta de Jesucristo.

Conclusión
En su libro, Las Grandes Doctrinas de la Biblia , R. C. Sproul provee una
excelente explicación de la doctrina de la regeneración:

La regeneración es el término
teológico utilizado para describir el
nuevo nacimiento. Se refiere a una
nueva generación, una nueva génesis,
un nuevo comienzo. Es más que “dar
vuelta la hoja”; señala el comienzo de
una nueva vida en una persona
radicalmente renovada. Pedro nos
expresa con respecto a los creyentes
que “siendo renacidos, no de simiente
corruptible, sino de incorruptible, por
la palabra de Dios que vive y
permanece para siempre” (1 Pedro
1:23).
La regeneración es la obra del
Espíritu Santo sobre aquellas personas
que están espiritualmente muertas. El
Espíritu vuelve a crear al corazón
humano, resucitándolo de la muerte
espiritual a la vida espiritual. Las
personas regeneradas son nuevas
creaciones. Donde antes no existía
ningún tipo de predisposición, ninguna
inclinación o deseo para las cosas de
Dios, ahora hay una predisposición y
una atracción hacia Dios. En la
regeneración, Dios siembra en el
corazón humano el deseo hacia Él,
deseo que de otro modo no estaría
presente.
La regeneración no debe ser
confundida con la plena experiencia de
la conversión. De la misma manera que
el nacimiento es nuestro principio,
nuestra primera entrada a la vida fuera
del vientre de nuestra madre, así
también nuestro nuevo nacimiento
espiritual es el punto de partida de
nuestra vida espiritual. Tiene lugar por
la iniciativa divina de Dios y es un acto
soberano, inmediato, e instantáneo. El
tomar conciencia de nuestra conversión
puede ser un proceso gradual; sin
embargo, el nuevo nacimiento es
instantáneo. Nadie puede ser
parcialmente renacido, como ninguna
mujer puede estar parcialmente
embarazada.
Los Teólogos enseñan que la
regeneración no es el fruto ni el
resultado de la fe, sino que la
regeneración precede a la fe como la
condición necesaria para la fe.
Tampoco de ningún modo nos
predisponemos hacia la regeneración o
cooperamos como colaboradores con el
Espíritu Santo para que acontezca. No
decidimos ni elegimos ser regenerados,
de la misma manera que un niño no
elige ser concebido. Dios elige
regenerarnos antes de que nosotros
confiemos en Él.
Para ser más precisos, después de
que hemos sido regenerados por la
gracia soberana de Dios, entonces sí
elegimos a Cristo, actuamos y
cooperamos con Él, y creemos en Él.
Dios no tiene fe por nosotros. Es
nuestra propia fe en Cristo la que nos
justifica. Decidimos seguir a Cristo,
después de que Dios actúa en nosotros.
Lo que Dios hace es despertarnos para
la vida espiritual, rescatándonos de la
oscuridad, el sometimiento y la muerte
espiritual. Dios hace que la fe sea
posible y actual, despierta la fe dentro
nuestro. [17]
2

¿VIVES POR FE O POR OBRAS?

GÁLATAS 3:10–14

Mi reformador favorito, Martín Lutero, fue un hombre que se caracterizó


por tener una flamante obsesión respecto a su condición espiritual delante de
Dios. Antes de volverse este reconocido reformador, y durante el tiempo en
que se convirtió en uno de los monjes y estudiantes más destacados de su
tiempo; Lutero vivía con el propósito de lograr todos los méritos necesarios
para adquirir y preservar su salvación.

La historia relata que había veces en las que Lutero pasaba hasta seis
horas diarias en el confesionario. Esto causó que sus superiores comenzaran
a creer que él solo lo hacía para perder el tiempo y andar de holgazán. Su
insistencia por conservar una consciencia tranquila y querer estar bien
delante de Dios, volvió loco a su mentor John Von Staupitz; quien reprendió
a Lutero pidiéndole que confesara un pecado “verdadero” en vez de confesar
todos esos “pecadillos”. [18]
El joven monje se dio cuenta que mientras más se esforzaba por alcanzar
la justicia y la santidad que Dios exigía, más se daba cuenta que sus
esfuerzos eran completamente inútiles. Él no podía lograr lo que Dios
demandaba por su propia cuenta.
No obstante, en medio de esta oscuridad espiritual, un día Dios le dio luz
y esperanza. Mientras Lutero estudiaba las Escrituras, un pasaje bíblico llegó
a él como una cubeta de agua fría: “Porque en el evangelio la justicia de Dios
se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”
(Rom. 1:17).
¿Qué pasó en ese momento? Uno podría pensar que Lutero iría con
Staupitz para pedir una opinión o una interpretación de tal pasaje bíblico, que
fuera conforme a las enseñanzas de la Iglesia Católica Romana. Tal vez él
pudo dirigirse inmediatamente a la biblioteca para investigar lo que otros
eruditos y comentaristas tenían que decir acerca de las palabras del apóstol
Pablo. Sin embargo, hasta donde sabemos, nada de esto ocurrió.
El pastor Sugel Michelén comenta lo siguiente en cuanto a lo que sucedió
con Lutero:

En un principio Lutero quedó muy sorprendido con estas palabras: ¿Por


qué Pablo conectaba en este texto la buena noticia del evangelio con la
justicia de Dios? ¿Acaso no demanda esa justicia que el pecador sea
castigado por sus pecados? Por otra parte ¿cómo es eso de que el justo
vivirá por la fe? ¿No había sido él enseñado desde niño que debía
acumular méritos a través de las buenas obras para poder salvarse?
Finalmente Lutero comprendió por el estudio de la Biblia que esa justicia
de la que Pablo habla en Romanos es la que Dios imparte a los pecadores
por medio de la fe en Su Hijo, nuestro Señor Jesucristo ( Romanos 4:4-5
, 5:1 ; 10:3-4 ; Efesios 2:8-9 ). Este monje finalmente entendió que la
paz con Dios que tanto ansiaba no dependía de sus méritos, sino de los
méritos de Aquel que siendo Dios se hizo Hombre para morir en una
cruz por la salvación de Su pueblo. [19]

En este capítulo veremos un paralelo histórico muy interesante. Por un


lado, en una época, el apóstol Pablo hizo hasta lo imposible para defender el
judaísmo, alcanzar la redención y el reino de Dios a través de la ley. Por otro
lado, Martín Lutero hizo hasta lo imposible para alcanzar la santidad y la
justicia de Dios a través de los dogmas y tradiciones de la Iglesia Católica
Romana. No obstante, ambos fueron humillados y transformados por el
poder del evangelio de Cristo.

El contexto de nuestro texto


La historia entre Lutero y los judaizantes no era muy diferente. Por un
lado, aunque Lutero sabía que la salvación se obtiene por la gracia de Dios,
el hacía todo para poder recibirla y preservarla. Por otro lado, aunque los
judaizantes admitían que la salvación se lleva a cabo a través de la fe en
Cristo, ellos intentaban hasta lo imposible para someter a los gentiles a la
circuncisión y complementar el evangelio con la ley Mosaica.
Cuando Pablo supo que el falso evangelio de los judaizantes no solo
estaba siendo infiltrado, sino también siendo bien recibido por los creyentes
de Galacia; él se vio obligado a exhortarles y demostrarles que la
justificación es exclusivamente por medio de la fe en Jesucristo. De esta
manera, el apóstol les mostraba que los verdaderos herederos de la promesa
anunciada a Abraham son aquellos quienes poseen esta fe.
Aquí afirmaremos la bella realidad en que la justicia de Dios solo es
imputada en la vida de aquellos que tienen fe en Jesucristo. Todo esto, con
base a una gracia, una fe y una salvación que provienen como regalo de Dios.
Tal y como lo diría Pablo en Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos
por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe.” Si no fuera por la inmerecida gracia y misericordia
de Dios hacia nosotros, estaríamos eternamente perdidos y separados de Él.
La maldición
Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo
maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas.
Gálatas 3:10
Lutero es el vívido ejemplo de lo que viven muchas personas. Antes de
ser salvo, él dependía y confiaba de sus propios esfuerzos. Él creía que si se
esforzaba al máximo podría recibir y preservar la gracia de Dios. Sin
embargo, él estaba bajo maldición al confiar más en sus méritos humanos
que al confiar en la obra consumada de Cristo.
Este era exactamente el problema de los judaizantes. La influencia de
estos falsos hermanos fue tan fuerte hacia los creyentes de Galacia, que aún
los mismos cristianos comenzaron a alejarse del evangelio.
La traducción en esta sección bíblica (Ga. 3:15) es interesante. La palabra
que leemos como “ dependen ” se podría entender mejor como “ los que son
[20]
Esto es importante de entender porque la palabra original no solo
transmite la idea de una acción continua o una dependencia superficial;
realmente esta palabra transmite algo más profundo que una simple acción
externa. Esto representa a aquellos quienes se identifican o se relacionan
estrechamente con algo. Esto no solo demuestra una dependencia arbitraria,
sino que revela la condición espiritual de una persona.
Aquellos que se identificaban con la ley se les cataloga como “los que son
de la ley” en contraste a “los que son de la fe.” En este caso todos los que
dependen o se identifican con las obras de la ley como manera de religión y
forma de vivir, son aquellos quienes están “ bajo maldición .”
Estas personas están bajo maldición porque ponen más confianza en lo
que ellos pueden alcanzar, por encima de la obra de Dios en sus vidas. Esta
maldición es esencialmente lo que podríamos catalogar como “ juicio ” o “
imprecación .” Aunque en español una imprecación transmite la idea de un
deseo para que alguien reciba un daño o desgracia; desde una perspectiva
bíblica, una imprecación es simplemente una maldición o un juicio que Dios
da. Esto significa que aquellos que se identifican por depender de la ley —o
bien, en sus méritos humanos— y no de la fe, están bajo juicio.
Para dar más peso a esto, Pablo cita a Deuteronomio 27:6 que dice: “
Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas ”. En
el contexto de Deuteronomio, Moisés ordenó, junto con los ancianos de
Israel, a escribir las palabras de la ley en piedras grandes, y a que las
revocaran en cal una vez que el pueblo pasara el Jordán hacia la tierra
prometida. Estos instrumentos de piedra y cal fueron diseñados
específicamente para que la gente recordara y obedeciera la ley, como
mandato de Dios. Estos serían puestos en el monte Gerizim para bendición
de unos (los obedientes) y maldición de otros (los desobedientes).
Al citar este texto del Antiguo Testamento, el apóstol quería demostrar la
ley como un conjunto en el que si fallaban en obedecer un mandamiento,
habrían transgredido y fallado la ley entera. [21] Dentro del contexto de
Gálatas, aunque los judaizantes se hacían pasar como cristianos, en realidad
dependían más en un sistema de reglas y tradiciones rabínicas (a lo que ellos
consideraban como “ley”) que en la gracia de Dios y la fe en Jesucristo.
Estos sujetos, deseaban ser justificados a través de un sometimiento absurdo
y exagerado de la ley; cuando en realidad ellos continuaban bajo juicio y
maldición.
Es triste ver cuando la gente intenta alcanzar ‘la gloria’ por su propia
cuenta. En particular, yo tengo familiares a quienes se les ha compartido el
evangelio en numerosas ocasiones; no obstante, aun cuando ellos conocen el
evangelio, prefieren confiar más en sus tradiciones y su identidad con la
Iglesia Católica Romana que en Jesucristo. En alguna ocasión, tuve a
conocidos quienes verbalmente expresaron: “yo sé que la religión cristiana es
la verdadera. Pero no quiero cambiar mi forma de ser.”
Este era precisamente uno de los problemas con los judaizantes: su
identidad estaba en la ley de Moisés y no en el Mesías. Esto nos recuerda a lo
que Pablo dice en Romanos 10:2–4 acerca de los judíos:

Porque yo les doy testimonio de que tienen celo de Dios, pero no


conforme a ciencia. Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando
establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios; porque
el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.

Podemos ver que tanto los judíos —los que practicaban el judaísmo— así
como los judaizantes, continuaban bajo maldición ya que ninguno de ellos
podía obedecer la ley a la perfección. Y creyendo estar más cerca de la
gloria, más se acercaban a la condenación eterna.

La justicia
Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque:
El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice:
El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.
Gálatas 3:11-12

Pablo hace una referencia del Antiguo Testamento no solo para seguir
defendiendo la exclusividad de la justificación por la fe en Cristo, sino
también para desarmar los argumentos de los judaizantes que arremetían en
contra del evangelio. Pablo cita en esta sección a Habacuc 2:4, que
posteriormente también sería citado por él en Romanos 1:17, asimismo, por
el autor de Hebreos en el 10:38.
Éste es uno de esos versículos bíblicos que han causado discordia a través
de la historia, ya que demuestra que la salvación jamás ha sido por medio de
la ley o cualquier obra humana, sino exclusivamente a través de la fe.
William Hendriksen observa lo siguiente:

La ley no tiene ningún poder para subyugar las tendencias pecaminosas


del hombre. No puede destruir el poder del pecado en el hombre (Ro.
8:3). ¿Cómo pues podrá el pecador alcanzar la máxima bendición, a
saber, la de ser justo en la presencia de Dios? ¿Cómo podrá conseguir
aquella vida verdadera, rica y plena, en la cual el hombre está en paz con
su Hacedor y goza de una dulce comunión con él? La respuesta que vale
para ambas dispensaciones, la antigua y la nueva y para toda raza y
nacionalidad, sea gentil o judía, es esta: “El justo por la fe vivirá”. Es el
hombre que ha puesto toda su confianza en Dios, confiando
incondicionalmente en él y aceptando con alegría de corazón la provisión
de gracia que ha hecho su Padre misericordioso para su salvación. Es él,
digo, y él sólo, que vivirá. [22]

Anteriormente vimos que en los tiempos de Cristo los judíos que no


creían se jactaban por ser descendientes directos de Abraham. Pensaban que
por su genealogía y su obediencia externa a la ley, se harían acreedores al
reino de Dios.
Más adelante, todos los apóstoles batallaron con diferentes sectas y
grupos religiosos tales como los judaizantes y los gnósticos (quienes tenían
una fuerte influencia del judaísmo). A través de la historia de la iglesia, los
cristianos incansablemente lucharon en contra de la Iglesia Católica Romana
y el papado. Al igual que los judaizantes, los católicos romanos clamaban
que la salvación no solo es por la fe, sino también a través de obras humanas.
Sproul observa:

Lutero declaró que la justificación solo por la fe es el artículo sobre el


cual la iglesia se apoya o cae. Esta doctrina cardinal de la Reforma
Protestante fue vista como el campo de batalla para nada menos que el
propio evangelio. [23]

Si ponemos cuidadosa atención, observamos que este tipo de tendencias


humanistas, autosuficientes y centradas en el “yo” que se observan en tales
religiones y sectas, continúan siendo un problema aún en nuestras iglesias.
Por ejemplo, en lo personal he visto a hermanos que continuamente están
afanados por lo que hacen o lo que no hacen en su vida diaria. No me estoy
refiriendo a hermanos que tienen el deseo de obedecer; más bien, me refiero
a aquellos que, aunque están conscientes que la salvación es solo mediante la
fe en Jesucristo, sus vidas demuestran una desconfianza en la obra completa
de redención. Actúan como si el sacrificio de nuestro Señor hubiera sido
insuficiente para salvarlos; al menos esa es la impresión que dan. Como
resultado, se comportan de una manera legalista y confían más en sus méritos
propios que en Cristo. Y estoy seguro de que una de las razones por la que
muchas iglesias están mal espiritualmente es precisamente por gente que con
sus bocas claman haber confiado en Cristo, pero con sus acciones revelan
confiar más en ellos mismos.
Para dar aún más crédito a su defensa, Pablo dice: “ y la ley no es de fe,
sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas ”. Podría surgir la
siguiente pregunta: ¿Por qué Pablo dice que la ley no es de fe? Sabemos que
la ley de Dios es buena y perfecta (Salmo 19:7). Por lo tanto, no es que sea
mala, más bien la gente es mala y es incapaz de obedecerla al pie de la letra
(Rom. 7:1-14).
Pablo dice esto simplemente, porque la ley jamás fue constituida como
medio de salvación. Estoy convencido que en esta sección el apóstol está
haciendo un uso de palabras muy interesante, pero igualmente intencional.
Por un lado, “ los que son de la ley están bajo maldición ”; por otro lado “ la
ley no es de la fe .” ¿Qué nos revela esta simple relación con el versículo 10?
Que vivir una vida donde se mezclan la fe y la ley como medios de salvación
es contradictoria al evangelio.
Los que son de la ley ya están bajo maldición puesto que quieren
depender de ellos mismos; y la ley no es de la fe, porque nunca fue
establecida para justificar a los pecadores. El único medio que Dios
divinamente proveyó para declarar justo al pecador fue la fe. Y tal fe no es
ciega y no está puesta en Dios de una manera abstracta; más bien, la fe
salvífica y justificadora son en Jesucristo. Además, esta fue la única manera
que los creyentes del Antiguo Testamento pudieron ser justificados:
confiando en la futura redención a través del Mesías. [24]
En este mismo pasaje, Pablo cita Levítico 18:5, demostrando que aquellas
personas que quieran poner su confianza en las obras de la ley entonces
tendrán que vivir por ellas. ¿Qué significa “ vivirán por ellas ”? En el
contexto de Levítico 18, Dios está haciendo un llamamiento cálido a su
pueblo. Una de las cosas que Él deseaba de su pueblo, era que viviera en
obediencia y en santidad. Tal obediencia era hacia la ley y a los mandatos
que venían directamente de Dios.
Sin embargo, tal obediencia podía llevarse a cabo en una de dos maneras.
Primero, el pueblo podía obedecer de una manera superficial y meramente
externa, como lo fue con Nicodemo y los fariseos. Y segundo, ellos podían
obedecer como el resultado de un corazón transformado, demostrando amor
y confianza en Dios y en sus promesas.
Esta ley, aunque nunca fue dada como medio de salvación, era fielmente
obedecida por aquellos que tenían fe en el Señor. Ellos tenían la certidumbre
de que no eran perfectos, pero que su obediencia era el resultado de una
plena confianza en que el Mesías finalmente vendría a cumplirla a la
perfección y para darles eterna redención.
El contraste lo podemos ver con aquellos que solo utilizaban la ley como
identidad nacional y como medio de salvación. En el Nuevo Testamento,
vemos que Jesús tuvo interminables argumentaciones con los fariseos y los
judíos de su tiempo. Además, vimos que ellos creían ser obedientes leales de
la ley; sin embargo, eran igual de pecadores que los demás. La justicia no
podía ser alcanzada de manera externa, física o intelectual, sino de una forma
interna y espiritual. Todo esto con base a lo que Dios ya había decretado
desde antes de la fundación del mundo y ahora manifestado en el nuevo
nacimiento.
Muchos judíos confiaban más en lo externo que en lo interno; es por eso
que Pablo cita el texto de Levítico, comunicándole a los hermanos de Galacia
que, aunque la ley de Dios refleja su santidad y su justicia, el pecado del
hombre siempre lo llevará a confiar más en sus propios méritos que en lo que
Dios hace por su pueblo. Y este era el error de los judaizantes, así como el de
los hermanos que comenzaban a alejarse del evangelio. MacArthur observa
lo siguiente:

La misma ley escrita de Dios advierte sobre el peligro de tratar de vivir


conforme a su parámetro, que es la perfección divina. Si uno confía en
las obras de la ley como medio de salvación individual, es necesario que
viva por ellas a perfección. [25]

Podemos descansar en la siguiente realidad: Dios sabía que la ley era


incapaz de salvar a la gente; el problema es que la gente no lo entendió así.
Bajo el Antiguo Pacto, los creyentes esperaban con gozo y entusiasmo la
redención por medio del Mesías prometido.
Así como los que vivimos bajo el Nuevo Pacto miramos hacia el pasado y
tenemos fe en la obra consumada de Cristo; los hermanos en la fe que
vivieron bajo el Antiguo Testamento confiaban en lo que el Hijo de Dios
vendría a cumplir. Sin embargo, la gran mayoría confió más en sus fuerzas, y
lo que podían hacer externamente.
Un ejemplo bíblico de alguien que confió y esperó ansiosamente por la
redención a través del Mesías, aún viviendo bajo el Antiguo Pacto, fue
Simeón. En Lucas 2:25–32, a través de una revelación del Espíritu Santo, se
le prometió que no moriría sin antes conocer al Salvador:

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz Conforme a tu palabra; Porque


han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de
todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu
pueblo Israel.
La redención
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en
un madero)
Gálatas 3:13

La soberanía de Dios y su plan de redención finalmente se cumplieron al


mandar a su Hijo Jesucristo para ser el único mediador que nos salvaría de la
maldición de la ley. En este versículo, aparecen tres variantes de la palabra “
maldición ”, para mostrar un énfasis importante.
La palabra “ redimió ” es una palabra muy fuerte que Pablo utilizará en el
3:14. En algunos escritos y documentos seculares antiguos, esta misma
palabra transmitía la idea de “ comprar ” o “ pagar ” por algo en un ámbito
comercial. Usaban esta palabra y practicaban esto cotidianamente en los
mercados o negociaciones. En algunas ocasiones esta palabra demostraba la
acción en la que un amo pagaba el precio por la libertad de un esclavo.
En esencia, este es el significado que estamos viendo en este texto. Cristo
pagó el precio de nuestra libertad, algo que jamás, nosotros mismos
hubiéramos podido pagar. Él nos rescató de la maldición y el juicio que
merecíamos por parte del Padre. Él cumplió la ley a la perfección y se ofreció
como único sacrificio para satisfacer la santidad y la justicia de Dios. Todo
esto, en sometimiento a la voluntad del Padre y por amor a su pueblo; el
Mesías lo hizo todo en nuestro lugar. Él nos dio la libertad de la ley que
necesitábamos urgentemente. Tristemente, esto fue algo que los judaizantes
—y en algún momento Pedro— no entendieron. Hendriksen observa lo
siguiente:

Cristo nos compró y liberó de la maldición de la ley. Cristo nos redimió


de la sentencia de condenación que la ley pronunció sobre nosotros, y
también del castigo de la muerte eterna que ella exigió. Nos rescató por
el pago de un rescate, siendo el precio del rescate su propia sangre. [26]

Dios mandó a Su Hijo para revertir y cumplir lo que desde el principio


Adán no pudo obedecer (Rom. 5:12–21). Aquellos que confiaban más en sus
propios esfuerzos para alcanzar la justicia mediante la ley, indirectamente
decían: “Cristo, gracias, pero necesitamos algo más. No solo es Cristo, sino
Él, más lo que podamos contribuir”. Los que pensaban o actuaban de esta
manera continuaban siendo objetos de maldición y juicio.
Hace tiempo tuve un pequeño debate con un católico. Mientras
platicábamos acerca de la justificación, me dijo algo muy similar a lo que los
judaizantes promulgaban, “sí, somos justificados a través de la fe en Cristo.
Pero también debemos hacer obras para ser salvos”. Realmente la
conversación no llegó a ningún lado. Y aunque estoy consciente que una fe
sin obras es una fe muerta (Sant. 2:14–26), la supuesta “defensa” que esta
persona presentaba, demostraba una fe en base a obras humanas.
Fuimos comprados por la sangre de Cristo para ser pueblo suyo y para ser
rescatados de la maldición de la ley. Y para redimirnos, Dios encarnado se
hizo hombre y se hizo maldición por nosotros.

Cristo tomó nuestro lugar


Hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero)

El texto en el original dice “ habiéndose hecho maldición por nosotros ”


(LBLA). Aquí podemos ver que tal acción solo sucedió una vez, pero que
cumplió todos los requerimientos eternos que el Padre exigía. Cristo lo hizo
por voluntad propia, Él nos redimió habiéndose hecho maldición por
nosotros, y esto lo hizo una vez para siempre. Esto es consistente con lo que
dice Hebreos 7:26–27:

Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha,
apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos; que no
tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de ofrecer
primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo;
porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo.

Cristo se sometió a la perfecta voluntad del Padre y confió en el pacto de


redención que fue diseñado y establecido desde antes de la fundación del
mundo. Él fue la promesa que se anunció a través del pacto de la gracia y
quien justificaría a los escogidos en Él por el Padre. Él mismo entregó su
vida y se volvió maldición por los suyos, tal y como lo dice Isaías 53:7:
“Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al
matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió
su boca.”
Mientras cursaba mi clase de hebreo bíblico en el seminario, mi profesor
nos contó una anécdota increíble. Él tenía a un conocido que trabajaba en un
matadero de animales. En una ocasión, como parte de sus labores cotidianas,
este sujeto degolló a una oveja; la sangre de la oveja lo salpicó, cubriendo
sus manos, brazos y aun su rostro. Cuando finalmente volteó a ver al animal,
se quedó helado al observar que la oveja moribunda lamía y limpiaba su
propia sangre de las manos y los brazos. Desde ese día dejó de dedicarse en
esa tarea.
Esta ilustración es tremenda porque demuestra de alguna manera lo que
nuestro Señor Jesucristo hizo por nosotros. Él dio su vida y nos limpió del
pecado aun cuando no lo merecíamos; literalmente Él quitó nuestro pecado.
Mientras toda la gente exigía la muerte del Mesías, el intercedió con el Padre
diciendo “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
En Gálatas 3:13 observamos que Pablo hace la referencia a Deuteronomio
21:23. Bajo el Antiguo Pacto, la gente que transgredía la ley, en algunos
casos, era ejecutada generalmente a través del apedreamiento (otra forma de
ejecución era la horca). Una vez que el criminal había sido ejecutado, su
cuerpo era colgado o atado a un madero con forma de poste (a veces los
ataban a un árbol), esto para que fuera expuesto ante el público; de esta
manera, la gente vería el juicio y la maldición que la persona recibió. Esto
también demostraba “el rechazo por parte de Dios” sobre tal persona.
MacArthur comenta que el cuerpo no recibía la maldición por haber estado
en el madero; sino que el haber sido puesto en el madero era el resultado de
la maldición que Dios ponía sobre la vida del que era colgado. [27]
¿Qué significa esto? ¿Qué Cristo fue un criminal? ¡Jamás! En alguna
ocasión escuché a una persona decir que cuando Jesús fue crucificado se hizo
pecador por unas horas, mientras recibía la ira de Dios. ¡Esta es una rotunda
blasfemia! Cristo jamás fue pecador, pero fue tratado como pecador; hay un
abismo de diferencia. Esto fue porque Él recibió la maldición, el juicio y la
ira de Dios que su pueblo merecía recibir. En la cruz, el Padre trató a Su Hijo
como al más vil transgresor, aun cuando no había pecado en Él.
En 2 a los Corintios 5:21 Pablo dice: “ Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de
Dios en él ”. Esta es la idea que Pablo está transmitiendo en el texto de
Gálatas.
¿Cómo sucedió esto? Cristo cargó con nuestros pecados en la cruz para
rescatarnos de la ira venidera. En Isaías 53:4-6 el profeta dijo:

Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y


nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el
castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos
nosotros.

Esto era algo que hasta el día de hoy continúa siendo piedra de tropiezo para
los judíos inconversos (1 Pedro 2:7–8).
Incluso, hoy en día este capítulo de Isaías ha sido erradicado en las
sinagogas por los rabinos para que la gente no crea en Jesús como el Mesías.
Un amigo muy querido me comentó precisamente esta realidad. Él, habiendo
crecido en un hogar judío, dijo que Isaías 53 es completamente ignorado en
las sinagogas de nuestro tiempo. Un día él fue a evangelizar a algunos judíos
de su comunidad. Lo que hizo fue magistral; imprimió todo el capítulo de
Isaías 53, sin ponerle el nombre del libro. Después le pidió a varios
integrantes de la comunidad que lo leyeran para saber lo que pensaban. Los
que leyeron el texto dijeron que “era del Nuevo Testamento”, pero cuando se
les demostró que lo que habían leído era de Isaías 53 se quedaron atónitos.
Algunos quisieron escuchar más y otros estaban dudosos.
Para los judíos de la época, también era inconcebible que el Mesías, el
Hijo de Dios, sufriera tal juicio y muerte. Ellos esperaban que el Mesías
viniera con espada y ejércitos para liberar al pueblo del yugo del imperio
Romano, sin darse cuenta que el verdadero yugo, era el de su propio pecado.
Él vino justamente para cumplir lo que ya había sido previamente anunciado
a Abraham y eventualmente profetizado por los profetas. Jesús vino a ser la
bendición no solo para los judíos, sino para todas las naciones.
Los judíos, y evidentemente los judaizantes, ignoraban que Dios siempre
ha estado más interesado en el corazón de la gente que en cualquier beneficio
físico o terrenal. Ahora, no estoy diciendo que a Dios no le importe lo
material. Él exige que sus hijos vivan en santidad, pureza y obediencia; pero
tales cosas emanan de un corazón transformado. Tristemente los judaizantes
creían más en las obras del exterior que en la renovación del corazón, y
propagaban esta enseñanza en las iglesias de Galacia al querer someter a los
hermanos a la ley. Y un problema muy serio es cuando la gente se enfoca en
el exterior antes que el interior.

La bendición
Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los
gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del
Espíritu.
Gálatas 3:14

Una mejor manera de entender la primera sección de este versículo es así:


“ para que la bendición de Abraham viniera a los gentiles [a las naciones]
en Jesucristo ”. Aquí vemos claramente una conexión con los textos que
hablan acerca del evangelio previamente anunciado a Abraham, y de la
bendición sobre todas las naciones de la tierra. Además, hemos visto que las
promesas del pacto abrahámico no fueron exclusivas para el pueblo judío,
sino que desde el principio, el plan de Dios era que a través de Abraham las
bendiciones del Señor llegaran también a las naciones gentiles por medio de
la fe en Cristo.
Algunas personas han dicho que “Dios es inclusivo”, en el sentido que Él
“te acepta como eres”. Muchas iglesias el día de hoy tienen gente no
regenerada sirviendo y ministrando. Utilizan frases como “Dios no hace
acepción de personas”, para excusar su desobediencia. Sin embargo, esto es
el resultado de una mala interpretación bíblica. Uno no puede ser miembro
del cuerpo de Cristo y continuar viviendo muerto en su pecado. Hoy más que
nunca he escuchado acerca de ministerios que aceptan a homosexuales y
lesbianas servir en sus iglesias. Estos y muchos otros pecados son
encubiertos por sus líderes, omitiendo que este comportamiento es testimonio
de una vida no transformada. Tristemente, su entendimiento de quien es Dios
es simplemente anti-bíblico.
En esta sección de Gálatas, podemos ver que el mensaje del evangelio y
sus promesas son “inclusivas”, en el sentido que Dios no solo salvaría a
judíos, sino también a los que Él escogió de entre el pueblo gentil. Ahora
bien, el Antiguo Pacto fue con la nación étnica de Israel; en esencia, tal pacto
fue “exclusivo” en el sentido de que si un gentil quería formar parte de la
nación, entonces debía someterse a todas sus leyes. En contraste, el Nuevo
Pacto es “inclusivo”, ya que no existe diferencia entre el judío ni griego
porque ambos están en Cristo. Por lo tanto, el cumplimiento del pacto de la
gracia con Abraham se puede hallar exclusivamente en su simiente, que es el
Mesías.
Juan Calvino da una observación precisa al respecto:

Habiendo dicho que “Cristo nos ha redimido de la maldición de la ley”,


ahora aplica esa declaración más de cerca a su propósito. En esto se basa
la bendición prometida de Abraham y fluye de ella a los gentiles. Si los
judíos deben ser librados de la ley, para convertirse en herederos de
Abraham, ¿qué impedirá a los gentiles obtener el mismo beneficio? Y si
esa bendición se encuentra solo en Cristo, es la fe en Cristo la que solo la
pone en nuestra posesión. [28]

De igual manera aquí podemos ver, que el Espíritu Santo fue algo que
Dios prometió desde el Antiguo Testamento, pero que finalmente se
cumpliría después de la ascensión de Cristo en el día de Pentecostés. Aunque
el Espíritu Santo obró activamente bajo el Antiguo Pacto, su rol era diferente
hasta que finalmente se inaugurara el Nuevo Pacto. Y lo más hermoso de
todo esto es que la promesa del Espíritu Santo va de la mano con las
promesas que Dios había establecido con Abraham; de lo contrario Pablo no
habría hecho esta conexión.
En primer lugar, notamos que la redención mediante el Mesías fue algo
prometido a través de Abraham, pero también anunciado a través de los
profetas. De la misma manera, en el Antiguo Testamento vemos que el
profeta Joel anunció la llegada del Espíritu de Dios en la vida de su pueblo.
Jesús también anunció acerca del Espíritu Santo como “El Consolador” en
Juan 14:15-17 diciendo:

Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará


otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce;
pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en
vosotros.

En cuanto a las palabras del profeta Joel; tal profecía no solo hacía
referencia a la llegada del Espíritu Santo, sino también acerca del día del
Señor sobre la tierra. Significativamente, el apóstol Pedro cita este texto en
Hechos 2:14–21, inmediatamente después del arribo del Espíritu Santo,
diciendo:

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló
diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os
sea notorio, y oíd mis palabras. Porque éstos no están ebrios, como
vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Mas esto es lo
dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de
mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas
profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, Y vuestros ancianos
soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en
aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. Y daré prodigios
arriba en el cielo, Y señales abajo en la tierra, Sangre y fuego y vapor de
humo; El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, Antes que
venga el día del Señor, Grande y manifiesto; Y todo aquel que invocare
el nombre del Señor, será salvo.
En este texto podemos señalar claramente que Pedro vio el día de
Pentecostés como el cumplimiento de algo que había sido anunciado en el
Antiguo Testamento. Algunos han sugerido que este cumplimiento es
parcial, ya que el día del Señor no ha llegado en su plenitud. Otros también
han sugerido que esta profecía no se ha cumplido en su totalidad porque en el
contexto de Hechos, Pedro se está dirigiendo a la Iglesia (principalmente a
los judíos cristianos). Esto daría a entender que una promesa dada
“originalmente a Israel”, se aplica a la Iglesia.
Por otro lado, tenemos que estudiar la perspectiva de Pedro en Hechos y
la lógica de Pablo en Gálatas; en ambas podemos ver la manera en la que los
creyentes de Israel —así como los creyentes gentiles— abrazaron el
evangelio. Esto nos demuestra que las promesas del Espíritu Santo escritas
por el profeta Joel fueron cumplidas en el día de Pentecostés. Por supuesto
esto también causó mucha confusión entre los judíos y aun entre los que ya
eran creyentes. Es una realidad que, desde el principio, el plan de redención
no fue solo para salvar a los judíos, sino también a gente de toda
tribu, lengua, pueblo y nación (Ap. 5:9). Es evidente que la promesa del
Espíritu Santo fue cumplida en ese momento. Y aunque las palabras del
profeta fueron entendidas por muchos para la nación de Israel —nuevamente
pensando ser exclusivos—, es evidente que en los planes de Dios, los
gentiles escogidos también recibirían esa promesa y serían bendecidos por
Él.
Ahora bien, la salvación solo es por fe, ya que la fe es el producto del
resultado de un corazón regenerado por el mismo Espíritu. De tal manera que
los que hemos tenido fe en el evangelio, hemos recibido al Espíritu Santo. El
comentarista Daniel Carro observa lo siguiente:

El segundo propósito es el recibir el Espíritu Santo por medio de la fe.


Los judíos y gentiles reciben la bendición del Espíritu Santo, no por la
ley, sino por lo que Jesús hizo en la cruz. Lo que Pablo dice es que la
salvación y la santificación por medio del Espíritu viene no por las obras
externas de la ley sino por medio de la fe. [29]

Conclusión
Aquellas personas que continúan confiando en sus obras como medio de
salvación están bajo maldición y están destinadas a recibir el juicio de Dios.
La justicia de Cristo es imputada en todo creyente. Solo por medio de la
fe; sin adiciones, no es fe más alguna otra cosa. Dios nos declara justos
cuando creemos fielmente en el evangelio de Jesús, confesamos que somos
pecadores y que necesitamos su redención. La ley únicamente debe llevarnos
a entender que sin Él estamos perdidos y que no podemos hacer nada para
alcanzar el cielo por nuestra cuenta.
Nuestra redención fue precisamente de la ley y del pecado. Como lo había
dicho Pablo en el capítulo anterior, ya no vivimos nosotros mismos, sino que
Cristo vive en nosotros (Gal. 2:21). Los que hemos sido redimidos y
rescatados de la maldición y del yugo de la ley, debemos utilizar nuestra
libertad para vivir para su gloria.
La bendición del Espíritu Santo es una realidad en todo creyente. Si
hemos sido justificados por medio de la fe, entonces hemos sido sellados por
el Espíritu de Dios. Nuestra seguridad no se basa en lo que hagamos o
dejemos de hacer, sino que se basa en lo que Cristo y el Espíritu continúan
haciendo en nuestras vidas hasta el día en que estemos en su presencia.
3

¿CONSIDERASTE EL COSTO?

LUCAS 14:25–33

Vivimos en tiempos muy interesantes. Las bendiciones que recibimos por


parte de Dios son maravillosas. Dios, en su gracia, nos da la oportunidad de
despertarnos todos los días; nos da el favor de disfrutar a nuestras familias y
también nos da el inmerecido favor de disfrutar sus provisiones.
Sin embargo, muchos de nosotros nos hemos vuelto excesivamente
perezosos en nuestra forma de vivir. A veces creemos que lo que vivimos en
el presente durará para siempre; pero olvidamos que todo lo material en este
mundo dejará de existir y que Dios creará cielos nuevos y tierra nueva (Isa.
65:1; Apo. 21).

De igual manera, a veces damos por sentado o subestimamos el privilegio


que tenemos como cristianos de reunirnos como Iglesia para adorar a Dios.
Desafortunadamente, aun cuando el Señor nos ha dado una nueva vida e
identidad en Cristo, nos hemos vuelto pasivos. Relacionarnos con Dios no es
tan importante como nuestros afanes terrenales; tan es así que muchos
conservan hábitos y viven de una manera que no es conforme a lo que Dios
quiere.
Uno de mis más grandes miedos como cristiano y ministro es olvidar
paulatinamente la seriedad de mi salvación y mi santificación. He sido
testigo ocular del confort que muchos líderes evangélicos experimentan,
incluso dentro de las iglesias de sana doctrina. La falta de ‘persecución’ y
pruebas (tribulaciones) en sus vidas los ha llevado a ser un tanto indiferentes,
perezosos y apáticos hacia las cosas de Dios. Tristemente, esto también es
visto en líderes que por mucho tiempo han sido fieles pastores y maestros de
la Escritura; sin embargo, por la gran comodidad que experimentan en sus
vidas y los grandes cheques de dinero que reciben, se han relajado en
sobremanera y han arrastrado a muchos de los congregantes —quizás
verdaderos creyentes— a vivir superficialmente.
Así mismo, es interesante observar como la gran mayoría de los cristianos
muestran más interés en sus carreras, trabajos, e incluso sus familias que en
las cosas de Dios. Ahora bien, no estoy diciendo que tales cosas sean malas;
de hecho, son bendiciones que el Señor ha provisto, y a muchos de nosotros
nos ha dado el privilegio de estudiar, trabajar y tener una familia. A lo que
me refiero es que cuando estas bendiciones se vuelven más una obsesión y
un ídolo que nublan nuestro compromiso con Cristo y nuestro entendimiento
de la Escritura, entonces debemos tomar un paso al costado y analizar cuál es
nuestra mayor prioridad.
Tristemente, el compromiso superficial, la comodidad y la pasividad de
las iglesias han llevado a los inconversos a creer que el seguir a Cristo no
tiene ningún costo. Este impacto negativo ha llevado a los impíos pensar que
el ser cristiano es igual a ser budista, mormón, hindú, judío, o miembro de
cualquier otra religión.
Hace muchos años en algún lugar escuché a un persona decir, “!Ser
cristiano es facilísimo! ¡Y es gratis!” Por un lado, la salvación no es gratuita,
ya que a Dios le costó la vida de Su propio Hijo. Por otro lado, aunque es
cierto que, por Su gracia, Dios nos salva de manera milagrosa, es erróneo
pensar que Dios no demande algo de nosotros para seguir a Su Hijo. Él no
solo exige mucho, sino que demanda todo nuestro ser. En contraste, cuando
muchos “creyentes” que recibieron el evangelio con entusiasmo y emoción
comienzan a darse cuenta del verdadero compromiso que significa seguir a
Jesús, rechazan el evangelio y vuelven a su antigua manera de vivir.
Como lo he mencionado antes, aunque es bíblicamente cierto que no
podemos contribuir en algo a nuestra salvación, ignoramos que la Escritura
también enseña que el hombre es responsable de creer, arrepentirse y seguir a
Cristo con todo su ser. Encontramos en Hechos 17:30 que el apóstol Pedro
dijo: “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan”. [30]
En Mateo 13:5–6 y 20–21, nuestro Señor Jesús enseñó la parábola del
sembrador. En uno de los ejemplos, el Señor dice:

Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto,


porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y
porque no tenía raíz, se secó... Y el que fue sembrado en pedregales, éste
es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene
raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la
persecución por causa de la palabra, luego tropieza.

Es triste ver que en muchos lugares el cristianismo se ha convertido en lo


que Jesús condenó de los fariseos: una tradición. No hay transformación ni
santificación, solo dogmas y costumbres que dan la apariencia de piedad,
pero que solo son una cortina de humo.
Durante algunos años de cristianismo he conocido a muchas personas que
han leído y estudiado la Escritura por largo tiempo, pero que continúan sin
santidad ni obediencia, ya que no han experimentado el nuevo nacimiento.
Ellos creen conocer a Cristo, pero continúan disfrutando las comodidades del
mundo, el pecado, la oscuridad, la hipocresía y se revuelcan en su perdición.
En pocas palabras, estos proclaman con sus labios ser discípulos de Jesús,
pero en realidad son hijos del diablo.
Cuando cursaba mi maestría en teología, tuve la inmerecida oportunidad
de trabajar como representante de admisiones. Una de las tareas más
emocionantes de ese trabajo y ministerio, era la de viajar a diversas
conferencias y exposiciones a través de los Estados Unidos. Una ocasión
tuve la bendición de representar al seminario en una conferencia y taller de
predicación expositiva impartida por mi amigo y hermano, el Dr. Steve
Lawson. Fue un tiempo maravilloso. Pude conocerlo de una manera muy
especial y compartir los alimentos con él un par de ocasiones.
Durante la última conferencia de ese evento, Lawson compartió un
poderoso sermón acerca de la salvación y la persona de Cristo. Mientras él
predicaba, dio una de las declaraciones más escalofriantes que he escuchado
en toda mi vida: “Muchas personas tienen sus nombres escritos en las
butacas y en los directorios de sus iglesias; pero no tienen sus nombres
escritos en el libro de la vida del cordero.”
Tales palabras fueron ejemplares, pero también devastadoras. Muchos
creen que son salvos solo porque son simpatizantes del evangelio y porque
son miembros de alguna iglesia cristiana, cuando en realidad ni siquiera son
miembros del reino de Dios. La fe cristiana no es como la membresía de un
club deportivo; es una nueva vida en Cristo que refleja fe y obediencia.

El contexto de nuestro texto


A lo largo del evangelio de Lucas, podemos ver cómo Jesús ministraba
junto a sus discípulos, sanaba a los enfermos y llamaba a la gente al
arrepentimiento. Lo que ocurrió en el versículo 25 no era nuevo para el
público que le seguía. En los versículos anteriores, Jesús había compartido la
parábola del gran banquete, donde hizo referencia al reino de Dios y la
urgencia de responder a su llegada.
En nuestro texto central, observamos que Jesús se dirigía hacia Jerusalén.
Ahí realizó una clara transición; desde confrontar a los líderes judíos, hasta
preparar a sus discípulos para su crucifixión. Mientras iba en camino a
Jerusalén, Jesús les predicaba firmemente y de manera contundente a las
grandes multitudes que creían ser seguidores de Él. Tristemente, la gran
mayoría eran simplemente simpatizantes —como lo fue Nicodemo en algún
momento— y realmente no creían en Jesús como el Mesías. Para la mala
fortuna de esos admiradores, Él les mostraba que para seguirle, les costaría
todo.
Tristemente hasta el día de hoy, el costo de seguir a Cristo se ha
minimizado y en muchos casos ignorado. Muchos falsos maestros predican
que el seguir a Cristo es más acerca de ti y tus necesidades —así como tus
deseos, metas y objetivos— y no en la gloria de Cristo y del evangelio.
Muchos han hecho el Evangelio algo acerca de la criatura más que del
Creador. De la misma forma, muchos estaban cerca de Jesús externamente,
pero separados de Él espiritualmente.

Considera que debes dejarlo todo


Grandes multitudes iban con él y volviéndose, les dijo: Si alguno
viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y
hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser
mi discípulo…
Lucas 14:25-27

Realmente no sabemos con exactitud el número de personas que seguían a


Jesús, ya que el texto no lo aclara así. Varios expositores sugieren que entre
estas multitudes probablemente se encontraban cientos o tal vez miles de
personas. El problema no era el número de seguidores, sino la falta de fe y
compromiso. Aunque eran grandes multitudes, no todos tuvieron la
disposición de dejarlo todo para seguir a Cristo.
La gran mayoría simplemente acompañaba a Jesús de una manera externa
y no con un corazón arrepentido, además de un verdadero compromiso con
Él. Solo le seguían por un efímero entusiasmo, interés y curiosidad; esto
también significa que solo lo hacían por conveniencia personal. Ingenuamente
creyeron que el simple hecho de seguir al Mesías de manera física sería
suficiente para ser parte del reino de Dios. Tal vez pensaban que por ser
simpatizantes del ministerio de Jesús, heredarían en automático su redención.
Sin embargo, no entendieron que el costo era el de sus propias vidas.
Esperaban recibir bendiciones y milagros de Jesús, sin entender que en
realidad ellos eran quienes debían entregarlo todo. Las multitudes querían
salud, bienes y prosperidad, pero ignoraban que el salvador estaba enfrente
de ellos. Ellos deseaban recibir bienes físicos y materiales de cualquier tipo,
pero no se daban cuenta que sus corazones estaban muertos.

¿Amor es odio?
Hay que aclarar que Jesús no está llamando abiertamente a que las
multitudes odien audazmente a los padres, los hermanos, los hijos o incluso a
ellos mismos. El término “ aborrece ” se usa hiperbólicamente; y es una
forma de expresión semítica muy común en la cultura y la lengua hebrea. La
idea básica de tal palabra no es necesariamente un aborrecimiento abierto,
despiadado y maligno. Más bien en el contexto sociocultural en el que Jesús
se encontraba, aborrecer significaba ‘amar menos a alguien’.
En Mateo 10:37, el autor lo escribe así: “El que ama a padre o madre más
que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es
digno de mí”. En otras palabras (sorprendentemente para muchos), lo que
Jesús dice es que si deseamos ser sus discípulos, entonces nuestro amor hacia
la familia debe ser mucho menor en comparación a nuestro amor por Él.
En el original el Señor utiliza el tiempo presente , que denota una idea
continua o habitual. Esto lo podríamos entender de la siguiente forma: si
realmente deseamos seguir a Cristo, entonces nuestro amor por Él debe ser
continuamente mayor que el amor por nuestra familia y propia vida. Este
amor no es arbitrario ni circunstancial; este amor por Jesús debe ser algo
característico de nuestras vidas, donde reflejamos un compromiso absoluto
con Él. Este amor demuestra tener la disposición de abandonarlo todo, para
seguir a Jesús hasta el final.
Tristemente muchos han hecho completamente lo contrario de lo que dijo
Jesús. Honestamente, es relativamente fácil seguir a Cristo cuando las
circunstancias a nuestro alrededor están bien. Cuando nuestra vida está libre
de pruebas, tentaciones, sufrimientos y persecuciones, es sencillo seguir
(parcialmente) a Cristo y dar la impresión de tener nuestra vida
comprometida con Él. Pero cuando llegan pruebas, depresión, soledad, dolor
y opresión, entonces sentimos como que no amamos a Cristo como debe ser;
o simplemente este deseo de seguirle se desvanece.
Sin embargo, cuando Dios nos permite creer en su Hijo, confesamos
abiertamente que nuestro amor y lealtad son dirigidas exclusivamente hacia
Él. Debemos amarle incondicionalmente; no solo cuando la luz de su
misericordia rebosa en nuestras vidas. Sino que debemos amarle y seguirle
aun cuando en nuestra vida nos encontremos en los valles más profundos de
oscuridad e incertidumbre.

Familia, cultura y tradición


Jesús hace importantes énfasis: la familia y la vida. Pienso que Jesús dijo
esto porque en la gente existe la tendencia de poner su vida y su familia antes
que a Dios mismo. Es común ver que los padres, los cónyuges y los hijos se
convierten en los más grandes ídolos de la gente. Hay familias donde la
mujer idolatra al esposo o a los hijos; también hay esposos que aman más a
su esposa que a Cristo. En casos muy comunes, los hijos —que son una
bendición de Dios— también se convierten en ídolos.
Sin embargo, también debemos considerar el aspecto cultural del contexto
histórico. En las culturas del Medio Oriente el cambiar de religión era
considerado una severa traición, y en algunos casos, tal acción podría
costarle la vida a la persona. Dentro del judaísmo, tal deslealtad significaba
perderlo todo: identidad, relaciones familiares, bienes materiales, relaciones
laborales, reputación, y etcétera.
El hermano Stan Telchin relata un poco acerca de lo que él experimentó
cuando finalmente como judío creyó en Jesús como el Mesías:

Mi estudio de las Escrituras produjo en mí una abrumadora convicción


de que Jesús es de hecho nuestro Mesías, y el 3 de julio de 1975, lo
confesé como el Señor de mi vida. Lo hice reconociendo que la
comunidad judía me consideraría un traidor. Lo hice reconociendo que
muchos de mis vecinos, clientes y amigos me darían la espalda. Lo hice
reconociendo que las organizaciones judías para las que había trabajado
ya no me darían la bienvenida. [31]

Lo que el hermano Telchin experimentó era muy similar a lo que la gente del
tiempo de Jesús sufriría en caso de seguirle. Dentro de tal contexto histórico,
el seguir y amar al Mesías significaría que el traidor iría abiertamente en
contra de los padres, las tradiciones, la religión, la cultura, así como el honor
propio y el de su familia. Esto significa que el amar a Cristo resultaría en la
posibilidad de perderlo todo y ser el objeto de odio, repudio, burla y crítica.

Un amor por Cristo que inspira


Cuando estudiaba mi carrera, formé parte del grupo de estudiantes
internacionales en la universidad (The Master’s University). Una de mis
compañeras y hermanas en Cristo era de Túnez, en donde nació y creció en
un hogar Islámico. Aunque no conozco exactamente todos los detalles acerca
de su conversión, una de las cosas que más me impactaron de su testimonio
fue el escándalo que provocó cuando confesó públicamente que había
abandonado el islam para seguir a Cristo. Ella nos compartió que su papá la
había golpeado incesantemente hasta casi matarla. En algún momento, su
familia entera se volvió en contra de ella y la dieron por muerta. Desde
entonces, ella continuó experimentando amenazas de muerte por parte de su
padre y familiares. La situación se convirtió en algo tan grave que tuvo la
necesidad de buscar refugio en los Estados Unidos.
Estoy seguro que ella tenía una idea de lo que sucedería en caso de hacer
pública su fe en Jesucristo. Sin embargo, no creo que se haya imaginado que
las palabras de Jesús se convirtieran en una realidad. Por la gracia de Dios
ella valoró su fe y su compromiso con Cristo más que a su familia, religión,
cultura y aun su propia vida.
Una manera de entender el concepto de “ aborrecer ” o “ amar menos a tu
propia familia y tu propia vida ” sería “ negarse a sí mismo .” Esto requiere
que estemos dispuestos a negarnos a nosotros mismos y rechazar todo lo que
nos distraiga de nuestra fe en Cristo; aun cuando sea doloroso y costoso.
Nuestro hermano puritano considerado como “el príncipe de los
predicadores”, Charles Spurgeon, realizó una declaración contundente en
cuanto a lo que estamos estudiando:

Debes seguir a Cristo, cualquiera que sea la enemistad que excites,


recordando que a menos que ames a Cristo mejor que a tu esposo, padre
o madre, sí, y también a tu propia vida, no puedes ser su discípulo. Si
estos son términos difíciles, ¡da la espalda y perece en tus pecados!
Cuenta el costo. Y si no puedes soportar un costo como este, ¡no te
comprometas a seguir a Cristo! [32]

El comentario de Spurgeon me recuerda vívidamente el comienzo de la obra


maestra de John Bunyan, “ El Progreso del Peregrino” . Esta pieza de
literatura cristiana revela de manera ilustrativa el costo para seguir a Jesús. El
personaje principal “Cristiano”, es mostrado como un varón quien deja todo
atrás, aun a su propia familia, para seguir al Salvador. Aunque este no
siempre vaya a ser el caso en nuestra vida, aun así, debemos estar preparados
y tener la misma disposición de dejarlo todo tal y como lo hizo Cristiano.
Considera el serio sacrificio
Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo.
Lucas 14:27

Jesús utiliza una metáfora, y de manera simbólica ilustra la carga de una


cruz con el fin de demostrar la seriedad del sacrificio que uno debe realizar
para seguirle. La palabra griega “ lleva ” se puede traducir también como “
carga ”; nuevamente se utiliza en el tiempo presente y transmite la idea de
experimentar un sacrificio continuo.
En la epístola de Gálatas, después de defender la justificación por la fe,
Pablo demostraba que su nueva vida en Cristo y su compromiso con el
evangelio había sido genuino y personal, tanto, que él mismo dice en el 6:17,
“yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús”. La palabra “ traigo ” es la
misma palabra griega que Jesús utiliza en nuestro texto de Lucas al decir “
cargar ” o “ llevar ” en relación con la cruz.
En otras palabras, de una manera metafórica, Pablo entendió el costo de
seguir a Cristo con su propia vida. Pablo sabía que el tener una nueva vida
significaba perder la suya propia; ahora su nueva identidad estaba en el
Mesías. Tan fue así que anteriormente en Gálatas 2:20–21, él dijo, “con
Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí;
y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me
amó y se entregó a sí mismo por mí”.
Pablo ya no vivía para sí mismo, ni vivía para cumplir sus propósitos
personales. Tampoco vivía para complacer a sus familiares ni para recibir el
reconocimiento del mundo; sino que él lo dio todo para servir al Rey de
Reyes y Señor de Señores.
Esto es en esencia lo que debe suceder con cada uno de nosotros. La
respuesta al nuevo nacimiento fue en fe, y esa fe continúa obrando en
nuestras vidas al reflejar un compromiso serio y determinante con Cristo.
Dado al hecho que continuamos viviendo en un cuerpo humano y
corrompido, habrá veces que caeremos y fallaremos. Sin embargo, ese ya no
es un estilo de vida; ahora nuestra identidad se encuentra en el Hijo de Dios;
en Él, en nadie ni nada más.
La idea de “ cargar la cruz ” también representa la disposición a enfrentar
un posible martirio; como aquellos mártires de la iglesia primitiva y los
mártires que a través de la historia fueron perseguidos y otros ejecutados por
la fe del evangelio. Esto no significa que el cristiano siempre será perseguido
hasta la muerte. Hoy más que nunca tenemos la libertad de proclamar el
evangelio abiertamente en casi todo el mundo. A lo que me refiero es que el
cristiano debe estar dispuesto a cualquier tipo de sufrimiento por causa de su
fe en Jesús.
El compromiso y amor del cristiano para con Cristo no se detienen en un
simple deseo platónico o una decisión impulsiva de tomar la cruz; tampoco
es una acción verbal o mental. Muchos se jactan con su boca de lo mucho
que aman a Dios; cuando en realidad son palabras que se las lleva el viento.
Nuestra resolución para seguir a Cristo debe ser habitual y debe verse
reflejada a través de nuestro testimonio. En Lucas 9:23–24 vemos lo
siguiente:
Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar
su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la
salvará.

Es imposible seguirle si no fuera por Su gracia


Si no fuera por la gracia de Dios al causar el nuevo nacimiento, el seguir a
Cristo sería imposible. Hace tiempo un pastor dijo, “ser cristiano es
imposible si no fuera por la gracia de Dios”. Al principio, cuando escuché tal
declaración, pensé que era una exageración. Pero mientras meditaba en sus
palabras, me di cuenta que definitivamente sino fuera por la gracia soberana
de Dios que nos preserva, sería imposible continuar peleando la buena
batalla. Esa misma gracia es la que nos sostiene y nos da el valor para darlo
todo por amor a Cristo.
Muchas veces cuando escuchamos el evangelio y el testimonio de los
apóstoles, los padres de la iglesia, los reformadores, los puritanos y de
aquellos que han sufrido por causa de Cristo; nos impregnamos de emoción y
nos disponemos a experimentar lo mismo que ellos; pero en el momento en
que nuestra fe se pone a prueba a través de los problemas, los ataques y las
opresiones por parte del mundo, nos retractamos y admitimos que la vida
cristiana es difícil. Decimos cosas como, “no estoy seguro de que pueda
soportar esta prueba por más tiempo”, o “Señor, por favor, ya no me hagas
sufrir”. Tristemente como resultado, muchos prefieren abandonar la fe que
nunca tuvieron.
Cuando “Cristiano” comienza su camino en El Progreso del Peregrino , un
personaje llamado “Flexible” se le une. Al comenzar juntos su viaje, ambos
cayeron en un pantano llamado “Desaliento”. Flexible se dio cuenta de esta
realidad; que si desde el comienzo de su camino, su panorama se vería tan
complicado, ¿qué tan peligroso se pondría al final del trayecto? Al ver lo
difícil que sería continuar su jornada con Cristiano, Flexible decide dar
marcha atrás, revelando así que su corazón estaba puesto en las
circunstancias y no en el Señor.
Esto sucede con muchos el día de hoy; “deciden” seguir a Cristo, pero
cuando las pruebas y el desaliento llegan, abandonan el camino. Al hacer
esto, comprueban que el evangelio jamás dio fruto en sus vidas. Tal y como
se lee en la parábola del sembrador (Mateo 13:1-9; Marcos 4:1-9; Lucas 8:4-
8).
Las pruebas, el sufrimiento y la persecución son instrumentos que Dios
permite en la vida de su iglesia para madurarla, pulirla; para hacerla depender
de Cristo y para conformarla cada vez más a su imagen. Tristemente, muchos
ven tales tribulaciones como una oportunidad para alejarse de Dios que para
aferrarse a Su palabra.
Es una bendición que podamos reunirnos libremente como iglesia para
proclamar la sana doctrina. Y quizás, mientras algunas congregaciones están
realizando esta labor responsablemente y de manera adecuada;
desgraciadamente, el ‘cristiano regular’ se ha vuelto materialista, holgazán y
pasivo. Tan es así que una gran cantidad de ellos no tienen la carga de llevar
el evangelio a los perdidos. Y en consecuencia, ‘el mundo’ piensa que la vida
cristiana es una vida de prosperidad y comodidad. Por culpa de los falsos
hermanos y maestros, un gran número de inconversos piensa que el
cristianismo es un negocio donde los líderes solo se enriquecen y se
aprovechan de los congregantes.
Muchas “iglesias” de la actualidad —organizaciones o asambleas
religiosas donde no predican la Escritura— hacen que la gente se sienta tan
cómoda y tan ‘amablemente’ recibida, que incluso los inconversos pueden
llegar a congregarse por una buena cantidad de domingos, sin ser
confrontados con la verdad del evangelio; y así pueden experimentar ‘el
placer moral’ de asistir a una iglesia, sin necesidad de ser transformados.
Esto sucede porque no entienden el significado del compromiso de ser hijos
de Dios. Con su boca claman ser discípulos de Cristo, pero en su corazón se
rehúsan a abandonar su pecado.

Calcula el costo de seguirle


Hace poco tiempo mi esposa y yo veíamos un programa de televisión
donde las personas construyen sus casas desde cero. En uno de los episodios,
“Mark” [33] compró un pequeño castillo en Irlanda para cumplir el sueño de su
infancia. Lo más interesante, fue observar la falta de planeación para su
proyecto. La construcción no tenía planos y el diseño iba cambiando
constantemente. Hubo momentos en los que Mark era tan inconstante en sus
ideas, que aun cuando ciertas paredes ya habían sido construidas, él mismo
las derrumbaba cuando los trabajadores se iban. La negligencia de Mark
causó mucha frustración en los constructores y muchos de ellos optaron por
abandonar el proyecto, ya que vieron que nada había sido calculado ni
planeado.
En consecuencia, Mark recibió un golpe muy fuerte en su presupuesto y
en sus ahorros. Su negligencia por querer construir algo sin los medios
necesarios —no solo económicos, sino arquitectónicos— le llevó a no poder
terminar su castillo, dejando incompleto un sueño que tanto deseaba realizar.
No calculó correctamente el costo ni el proceso de construcción. En esencia,
esto es lo que Jesús está diciendo en la siguiente sección de nuestro texto:

Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se


sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita
para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y
no pueda acabarla, todos los que
lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre
comenzó
a edificar, y no pudo acabar.
Lucas 14: 28-33

Desde pequeño me han gustado las películas épicas y medievales. Algo


que me apasiona de ese periodo histórico son, no solo las armaduras y los
caballeros, sino también la arquitectura. Soy amante de los castillos y las
construcciones de la edad media. Aunque los castillos son una belleza
arquitectónica en todos los sentidos, estos también fungían como fortalezas.
Por ejemplo, las torres no solo servían como bodegas o recámaras, sino
también como protección y defensa.
Dentro del contexto de lo que Jesús dice, es importante entender que las
torres del primer del siglo eran construidas para proporcionar protección
contra los enemigos que pretendían atacar al pueblo o contra ladrones que
intentaran saquear los bienes de la gente. ¿Qué pasaría si un hombre
comenzara la construcción de una torre con el fin de proporcionar seguridad
y protección a su tierra, pero que no fuera capaz de terminarla ya que no
calculó todo correctamente? (tal y como sucedió con Mark).
En los tiempos de Jesús, la construcción de una torre era muy complicada
y costosa. Antes de planificar un proyecto de tal magnitud, uno debía
calcular correctamente los gastos y la mano de obra. Con esta ilustración
Jesús nos demuestra un par de verdades importantes: en primer lugar, que
antes de que consideres seguir a Cristo como Señor y Salvador, debes tener
en mente que Él exige todo para ser su discípulo. Él no exige solo una parte,
sino toda nuestra vida. En segundo lugar, cuando una persona sigue a Cristo
sin haber considerado el gran costo, y al no poder soportarlo, abandona el
camino; no solo él sujeto en cuestión será objeto de burla, sino que también
la gente se burlará de Cristo y blasfemarán el nombre de Dios.
El seguir a Cristo no es algo impulsivo, sino la respuesta de lo que Dios
hace en nuestros corazones para creer y someternos al señorío de Cristo.
Muchos han creído que la fe cristiana es fácil; este tipo de gente es entusiasta
y simpatizante del evangelio; algunos hasta miembros de iglesias,
comunidades y asociaciones cristianas. Pero cuando su fe es puesta a prueba,
reflejan que nunca fueron genuinos hijos de Dios. Nunca fueron miembros
del cuerpo de Cristo. Eran personas que querían los beneficios eternos de la
fe, pero no querían someterse a la autoridad de Jesús. Y, en consecuencia,
aquellos que vieron tal entusiasmo esfumarse llegan a blasfemar el nombre
del Señor.

Considera “hacer las pases” con Dios


¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta
primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene
contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía
lejos, le envía una embajada
y le pide condiciones de paz.
Lucas 14: 31-34

En esta parábola Jesús da el ejemplo de un rey que debe considerar sus


probabilidades de ganar la batalla contra un rey que tiene un ejército más
numeroso y poderoso. El rey que mandaba a sus hombres a la guerra sin
haber considerado la diferencia abismal entre el ejército rival y el suyo, es
como un pobre inepto que ignora que sufrirá una tremenda derrota.
Sin embargo, un rey sabio, que sabe que su rival es más poderoso, no
enviará a sus hombres a pelear. Sino que hará todo para pedir condiciones de
paz. En otras palabras, un rey que considera una posible derrota, “hará las
pases” con el rey que es más poderoso.
¿Cuál es el punto de esta parábola? Jesús demuestra que aquellos que
desean ser sus discípulos necesitan tomar la misma evaluación. Esto significa
que para seguir a Cristo debes pedir paz con Dios, tienes que “hacer las paces
con Él”. Debes entender que no puedes hacer absolutamente nada en contra
del Dios vivo, soberano y creador de todo. Antes de considerar ser discípulo
de Cristo, necesitas arrepentirte de tus pecados y confesar que Él es el Señor.
De esta manera, recibirás la paz verdadera que proviene de Él.
¿Qué pasa si no quieres tener paz con Dios? Continuarás viviendo como
objeto de la ira de Dios. Algún día estarás delante de Él y le rendirás darás
cuentas de todo. Aquellos que rechazan el evangelio, continúan como
enemigos de Cristo; Él los aplastará y los pondrá a todos como estrado bajo
sus pies (Salmo 110:1). Tal y como Jesús mismo lo dijo en Juan 3:18: “El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado,
porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Dios a través de su gracia, envió a Jesucristo para salvarnos de la ira y el
juicio eterno; no hay otro medio que Dios haya provisto para redimir a su
pueblo. Esto es lo que vemos en Hechos 4:12 cuando Pedro dijo, “Y en
ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a
los hombres, en que podamos ser salvos”.
Por lo tanto, es mejor que pidas condiciones de paz delante Dios
conforme a sus términos. Si vienes delante de Él, con un corazón humilde y
arrepentido; anhelando seguir a Su Hijo como Señor y Salvador, Él no te va a
rechazar, ni echar fuera; sino que Él te dará paz y salvación. Tal y como
Jesús lo dice en Juan 6:37, “todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que
a mí viene, no le echo fuera”. La única manera en la que puedes tener paz
delante de Dios, es cuando has confiado en Su Hijo.

Considera renunciar a todo


Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que
posee,
no puede ser mi discípulo.
Lucas 14:33

La palabra “ renuncia ” es muy interesante, ya que en algunos contextos


literalmente expresa una despedida o decir adiós. Incluso, anteriormente en
Lucas 9:61, se nos narra de una persona que deseaba decirle adiós a su
familia antes de seguir a Cristo. Tal vez uno podría pensar que no habría
problema con tal deseo; pero Jesús le contestó lo siguiente: “Ninguno que
poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”
(Lucas 9:62). Podemos concluir que esta persona estaba más comprometida
con su pasado y en sus asuntos personales que en seguir a Cristo.
La palabra “ renuncia ” también se puede entender como abandonar los
bienes que uno posee con un propósito. Esto significa que todos los que
quieran seguirle deben estar dispuestos a renunciar a cualquier tipo de carga
o estorbo para poder hacerlo. Si tu familia, tu trabajo, tu carrera o tus bienes
son una distracción o un impedimento para seguir a Jesús, entonces debes
ponerte a pensar si realmente vale la pena mantenerlo todo y como
consecuencia perder tu alma; como lo diría nuestro Señor, “Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat. 16:26).
La narrativa del joven rico en Mateo 19:16-26 nos demuestra una realidad
contundente. Él creía ser fiel seguidor de la ley de Dios; pero Jesús expuso lo
que realmente reinaba en su corazón. ¿Qué hizo Jesús? Le pidió venderlo
todo y darlo a los pobres para luego seguirle. Sin embargo, el joven se retiró
triste, después de haber sido confrontado. No estaba dispuesto a darlo todo
para seguir a Jesús; no quería negarse a sí mismo. No quería renunciar a sus
riquezas y no quería abandonar una vida de lujos. Su amor por las posesiones
materiales fue mayor que su aparente amor y compromiso con Dios.
Algunos podrían preguntarse, ¿Acaso significa que debo convertirme en
un vagabundo o necesito vender todas mis pertenencias con el fin de dedicar
mi vida a la iglesia y al ministerio? Este no es el caso. Jesús revela lo que
reina en el corazón de una persona. Él conoce aún lo más profundo de
nosotros. Los bienes materiales y los logros profesionales no son cosas
malas; en muchos casos son una maravillosa bendición. Pero cuando estas
cosas se convierten en ídolos, entones uno debe tomar acción, ya que cuando
estos gobiernan la vida de la gente —increíblemente aun entre muchos
creyentes— entonces serán el mayor obstáculo, distracción y esclavitud.

Conclusión
Las palabras de Jesús van más allá de lo externo y lo material. Van hasta
lo más profundo del alma. Y al conocer nuestros corazones, el Señor sabe
cuáles son nuestras más grandes distracciones y debilidades. Debemos estar
preparados y dispuestos a renunciar a todo lo que quite nuestros ojos de Él y
debe ser de una manera absoluta e incondicional. Ciertamente tendremos
nuestras tentaciones y caídas; aun así, nuestras vidas deben centrarse en
Cristo. Así como lo hicieron los apóstoles, quienes dejaron todo atrás para
seguirle, también nosotros debemos tomar la misma disposición por amor a
nuestro Salvador.
El Dr. Daniel Wong, quien fue uno de mis profesores de Antiguo y Nuevo
Testamento en la universidad; nos compartió que fue en el verano de 1966
cuando en su país natal —la república de China— se desató una gran
persecución en contra de los cristianos. Esto estremeció a la familia Wong,
ya que todos ellos eran fieles creyentes. El ejército Comunista se había
expandido por todo el país y un gran número de misioneros fueron
deportados.
Durante este tiempo, hubo un movimiento llamado “El sometimiento de
Biblias”, en el cual los soldados comunistas llamados “los Guardias Rojos”,
iban de casa en casa buscando biblias para confiscarlas. El mismo día que un
amigo cercano fue a visitar a la familia Wong, los soldados habían
comenzado a saquear biblias en el pueblo donde vivía este profesor. Cuando
el amigo llegó con ellos, el padre de los Wong le pidió que se llevara la única
biblia que poseían y que se fuera lo más lejos posible. Su amigo la tomó y se
marchó. Muy poco tiempo después, llegaron los guardias rojos y entraron a
la casa de los Wong; cuando exigieron que la biblia fuera entregada, el padre
de familia no mintió y señaló que no tenían nada. Después de una breve
interrogación, los soldados no pudieron contener su frustración y
comenzaron a destruir el hogar, intentado encontrar la biblia.
Cuando se dieron cuenta que la biblia había desaparecido, sacaron de su
casa a los Wong. Una vez afuera, los soldados comenzaron a golpearlos y
torturarlos brutalmente; tal tortura fue tan salvaje que duró varios días, en los
que no se les tenía permitido dormir. Después de varios días de inimaginable
sufrimiento, los guardias rojos tomaron al hermano de mi profesor para ser
golpeado e interrogado. Los soldados intentaron que el hermano renunciara a
su fe cristiana y su lealtad a Cristo. Sin embargo, sin importar el costo, él
continuaba fiel y firme, rechazando al comunismo, y aferrándose a Jesús. Al
ver esto, los soldados lo golpearon a tal grado que el joven Wong comenzó a
sangrar internamente.
Cuando finalmente los guardias rojos dejaron ir a la familia Wong, el
hermano de mi profesor fue llevado al hospital de emergencia para ser
intervenido. Habían pasado ya muchas horas desde aquel cruel incidente y su
tortura; al ver su situación, los doctores diagnosticaron que no había remedio.
Antes de morir, su madre fue a orar por él. Después de unos momentos,
cuando ella terminó de orar, el joven Wong cerró sus ojos y con una sonrisa
en el rostro, pasó a la presencia de Dios.
Desde entonces, el Dr. Wong entendió el significado de lo que es sufrir
por el nombre de Cristo. Él, junto con su familia, padecieron persecución,
tormento, sufrimiento y tristeza. Además, ellos sabían que, a partir de ese
momento, la persecución por causa de su fe sería constante. En medio de este
sufrimiento, ellos confiaron plenamente en Dios y soportaron todo por amor
a Cristo.
4

¿CUÁL ES EL RESULTADO DE TU
SALVACIÓN?

1 PEDRO 4:1-6

El hombre natural siempre se ha interesado en elevarse así mismo por


encima de los demás. La gente constantemente busca las cosas de este mundo
como la fama, el dinero, el poder, la inmoralidad y el libertinaje. Solo
necesitamos leer las noticias y observar algunos programas de televisión para
darnos cuenta del tipo de perversión e inmoralidad que existen alrededor de
nosotros. Hoy más que nunca, tales cosas se exhiben con descaro y sin temor.
Pero tenemos que ser sinceros; la realidad es que así era nuestro estilo de
vida antes de ser salvos. Nuestros corazones estaban esclavizados a los
placeres carnales y en ningún momento teníamos el deseo de buscar, honrar
y obedecer a Dios, (Sal. 14). Esto era precisamente porque el Espíritu de
Cristo aún no moraba en nosotros.

Sin embargo, también es verdad que después que el Señor nos


transformara y nos trasladara de las tinieblas a Su reino, nuestros intereses
cambiaron radicalmente. Desde ese momento, nuestras vidas anhelan
obedecer la voluntad de Dios y glorificar su santo nombre. Y aunque no
seamos perfectos, confiamos en que lo que comenzó el Señor en nosotros lo
perfeccionará hasta el día de Cristo.
El contexto de nuestro texto
A través de la primera epístola de Pedro, el apóstol señala algunas
características importantes por entender. En primer lugar, él no solo explica
el significado de la salvación y la nueva vida del creyente, sino también la
necesidad de buscar continuamente la santidad y obediencia a Dios (cap. 1).
En segundo lugar, el apóstol demuestra, tanto la urgencia de permanecer
en el fundamento de nuestra fe (el Señor Jesucristo), como lo indispensable
que es dar un buen testimonio. Además, podemos ver una manera
indispensable de manifestar nuestra fidelidad a Dios: el sujetarnos a nuestras
autoridades, aun cuando estas nos hagan sufrir.
En tercer lugar, considerando la nueva vida del cristiano, Pedro hace una
exhortación acerca de los deberes conyugales. Por un lado, las mujeres
creyentes deben comportarse en dos maneras: primero, deben someterse a sus
maridos aun cuando sean inconversos; y segundo, deben poner atención a sus
propios corazones y no al exterior. Por otro lado, los esposos creyentes deben
tratar bien a sus esposas, haciéndolo de una manera digna y honorífica;
dándoles el gran valor que merecen dentro del núcleo familiar.
De los versículos 8 al 17, Pedro demuestra que aun cuando los cristianos
llegaran a experimentar tribulaciones, padecimientos e incluso persecución,
ellos debían continuar reflejando a Cristo a través de su testimonio. De igual
forma, debían preservar una buena conciencia al hacer lo que es bueno y
correcto delante de Dios.
Finalmente, de los versículos 18 al 22, el apóstol nos recuerda acerca del
padecimiento que Cristo sufrió por nuestros pecados y nuestra redención.

Cristo padeció para redimirnos del pecado


Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros
también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido
en la carne,
terminó con el pecado…
1 Pedro 4:1
¿A qué se refiere cuándo dice “ ha padecido por nosotros en la carne ”?
La frase “ ha padecido ”, es sumamente fuerte ya que demuestra la intensidad
en la que Cristo experimentó su sufrimiento. Esta frase también podría
entenderse como un sufrimiento que lleva a la muerte; generalmente se usa
en el Nuevo Testamento con relación al sufrimiento de nuestro Salvador.
Lo más interesante es que esta frase también transmite la idea de un
sufrimiento que se experimenta como castigo. Este es el padecimiento que
Jesús experimentó al momento de su crucifixión, cuando recibió la ira de
Dios. Pedro refleja que al llevar nuestros pecados a la cruz, nuestro Señor fue
tratado por el Padre de la manera en la que nosotros debimos de ser tratados;
sufriendo hasta el punto de la muerte. De esta manera, tanto el pacto de
redención como el de la gracia fueron cumplidos, inaugurando así el Nuevo
Pacto eterno.

La justificación y la doble imputación


Una de las bellezas más grandes de nuestra salvación es particularmente
la doctrina de la justificación. A veces pensamos que nuestra redención se
basa solo en el hecho que Jesús llevó nuestros pecados a la cruz; sin
embargo, aunque esto es completamente cierto, también existe la doctrina de
la ‘doble imputación’. Esto significa que Jesús no solo llevó nuestros
pecados a la cruz, sino que su misma justicia fue imputada en cada uno de
sus hijos.
¿Qué significa esto? Que Dios trató a su Hijo en la cruz como si él
hubiera sido el más vil pecador. Así mismo, al haber imputado la justicia de
Cristo en cada creyente, Dios nos ha declarado justos. Él ya no nos ve como
lo que somos, sino que nos ve a través de la obra de su Hijo. En otras
palabras, cuando Dios nos ve, Él ve a Cristo.
Por lo tanto, aunque no lo merecíamos, Dios envió a Su hijo Jesús no solo
para vivir la vida que nosotros debíamos vivir, sino también para tomar el
castigo y el juicio que nosotros merecíamos recibir.

Listos en el mismo sentir


Pedro continúa diciendo: “ vosotros también armaos del mismo
pensamiento ”. Una mejor manera de entender esta frase sería “ vosotros
también estad listos o equipados con la misma manera de pensar ”, ya
que la idea que se demuestra aquí es que el creyente, habiendo entendido el
sufrimiento de Cristo, debe estar igualmente dispuesto en un mismo sentir;
preparado o equipado espiritualmente para cualquier tipo de prueba. El
propósito de todo creyente debe ser glorificar a Dios incluso cuando sea
sometido a sufrimiento, así como lo hizo Cristo.
A veces pensamos que uno solo debe tener una “buena actitud” en medio
del sufrimiento. Y la realidad es que podemos tener una buena actitud
durante las pruebas; pero una buena actitud no evade la posibilidad de que la
amargura y la falta de gozo estén presentes en nuestros corazones. Por lo
tanto, Pedro se refiere a la importancia de estar mentalizados bíblicamente
para ser obedientes y santos en medio de las más grandes tempestades.
La idea de estar “ equipados ” también podría entenderse como estar
“armados”. Este es un término militar en el que un soldado está preparado en
todo momento para ir a la batalla. Uno de mis amigos más cercanos de la
universidad tuvo que detener sus estudios para regresar a alistarse en las
fuerzas armadas a su país —Corea del Sur—. A pesar de que nunca peleó en
un conflicto socio-político, él me explicó que los soldados siempre deben
estar listos para cualquier tipo de ataque. De la misma manera, el creyente
debe estar alerta y equipado para enfrentar cualquier tipo de prueba y
sufrimiento.
Una de las mayores tragedias que ha sucedido dentro del círculo
evangélico son los falsos maestros de la prosperidad. Ellos prometen una
vida de éxito, salud, fortuna y felicidad; sin embargo, nada de esto lo
garantiza nuestro Señor; sino todo lo contrario (Jn. 16:33). Cuando el
creyente solo desea experimentar paz y prosperidad, en consecuencia, no
estará listo para enfrentar ninguna de las pruebas y los sufrimientos que
conlleva la vida cristiana.
Cuando uno ha entendido el significado de vivir para Cristo, entonces no
solo tendrá la misma manera de pensar que nuestro Señor, sino que estará
preparado para cualquier tribulación. De esta manera el creyente estará listo
para experimentar una vida que glorifique a Dios.
El estar ‘ armado o equipado ’ es evidencia de poseer una mente centrada
en Cristo y la gloria de su nombre. Meditemos en lo siguiente; cuando
Jesucristo ministró en esta tierra, Él no estaba llanamente preparado con ‘una
buena actitud’ para enfrentar la crucifixión; de hecho, mientras oraba en el
huerto de Getsemaní, Jesús estaba realmente aterrado al saber lo que
padecería (Mat. 26:36–46). A pesar de esto, Él estaba enfocado en cumplir la
voluntad del Padre y consumar el plan de redención. Su mente no estaba
puesta en las circunstancias, sino en la gloria de Dios y la salvación de los
escogidos.
Por lo tanto, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor en medio de las
pruebas, no solo debemos cambiar nuestra manera de actuar o pensar; no se
trata simplemente de tener una buena actitud. Más bien, el propósito de
nuestra vida es glorificar a Dios a través de la obediencia, aun cuando sea
difícil.

¿Cristo o el cristiano?
Pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado.
1 Pedro 4:1b

¿De quién habla Pedro? ¿De Cristo o el creyente? Algunos creen que esta
sección se refiere a Cristo, particularmente porque Él ha terminado con el
pecado a través de su sufrimiento y su muerte en la cruz. Esto sería correcto
si lo interpretamos teológicamente. Sabemos que el propósito de su
sufrimiento fue por nuestros pecados, y al haber recibido la ira de Dios, Él
experimento una separación temporal con el Padre. Sin embargo, de acuerdo
con el lenguaje que Pedro utiliza, esta sección no se refiere a Cristo, sino al
creyente.
La frase “ terminó con el pecado ”, es sumamente importante de entender
por lo siguiente: suponiendo que tuvieras una deuda de tres trillones de
dólares, ¿la podrías pagar instantáneamente? No. Realmente dudo que tú, yo,
y cualquier cristiano tenga esa cantidad de dinero. Pero, si tuviéramos una
deuda así, nos encontraríamos sin esperanza y con la necesidad de que
alguien más la pagara en nuestro lugar. Si esto es así, con un asunto
económico y material, entonces desde una perspectiva espiritual, jamás
podríamos terminar con el pecado por nuestra propia cuenta.
Por el tipo de lenguaje y gramática que vemos en el texto original, esta
frase podría entenderse mejor como “ ha sido liberado o librado del pecado
El cristiano no puede liberarse así mismo de la esclavitud del pecado; él
necesita de la intervención divina para que Dios le rescate de su naturaleza
pecaminosa y le haga una nueva criatura en Cristo.
También, el lenguaje demuestra que tal acción ocurrió en el pasado.
Cristo cumplió los pactos de redención y de la gracia a través de su vida
perfecta, su sacrificio, su resurrección y su ascensión. Sin embargo, tal obra
no se quedó en el pasado, sino que sus efectos continúan hasta el día de hoy.
[34]
Esto significa que aquellos que han padecido en la carne, son los hijos de
Dios que han sido liberados de las cadenas del pecado.
Esto es consistente con lo dijo el mismo Pablo en Colosenses 1:13–14 “el
cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su
amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de
pecados”.
Por lo tanto, hemos sido liberados para vivir en obediencia y santidad;
aun cuando las pruebas parezcan imposibles de soportar.

Cristo padeció para santificarnos


Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las
concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de
Dios.
1 Pedro 4:2

El propósito del sufrimiento y sacrificio de Cristo fue para redimirnos y


para que seamos santificados, continuamente conformados a su imagen hasta
el día de nuestra glorificación. En Efesios 2:10 Pablo demuestra que el
cristiano ha sido salvado para vivir en santidad y obediencia: “Porque somos
hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios
preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”. Esto significa que la
redención que recibimos a través de Cristo debe causar en nosotros el deseo
de vivir en obediencia, o como lo dice el apóstol, debemos vivir en las
buenas obras que Dios preparó para nosotros, desde antes de la fundación del
mundo. No fuimos redimidos de la muerte para vivir en comodidad y
libertinaje. Más bien, teniendo la mente de Cristo, teniendo una nueva vida
en Él, y estando equipados en un mismo sentir, ya no vivimos para nosotros
mismos sino para hacer Su voluntad.
Las tribulaciones y el sufrimiento que podemos llegar a padecer nos
pueden llevar a responder en una de dos maneras: por un lado, pueden
refinarnos y causar en nosotros la necesidad de refugiarnos en Dios y su
Palabra. Esto lo hacemos no para que nuestra prueba termine, sino porque
realmente deseamos estar más cerca de Él.
Y, por otro lado, las tribulaciones y el sufrimiento pueden llevarnos a
responder en desobediencia. Esto lo vemos cuando descuidamos nuestra
comunión con Cristo y nos apartamos de los hermanos en la fe. Buscamos
más nuestra libertad y nuestro placer, que Su voluntad. Y si no estamos bien
cimentados en la Palabra de Dios, podemos llegar a caer en pecado,
utilizando nuestro sufrimiento como excusa.
Entonces, ¿a qué se refiere Pedro cuando dice “ conforme a la voluntad
de Dios ”? La voluntad de Dios se manifiesta de muchas maneras; sin
embargo, en este contexto el autor se refiere a nuestra santificación y
obediencia. La voluntad de Dios en nuestras vidas es que le amemos por
sobre todas las cosas y que como Iglesia nos amemos los unos a los otros. Y
todo esto es posible exclusivamente a través de Cristo. [35]

Cristo nos redimió de prácticas corrompidas


Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los
gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces,
orgías, disipación y abominables idolatrías.
1 Pedro 4:3

La primera frase de este versículo demuestra lo que era el antiguo


hombre. Los creyentes vivían envueltos en actos corrompidos que se
practicaban en el mundo gentil; y en pocas palabras, el creyente “ pasó
suficiente tiempo ” en su antigua vida satisfaciendo y practicando el pecado.
Podemos comprender mejor esta frase si recordamos la forma en cómo
queríamos pasar todo el día con nuestros amigos cuando éramos pequeños.
Cuando oscurecía, nuestros padres nos pedían regresar a casa; no obstante, la
súplica que siempre hacíamos era la de querer pasar más tiempo con los
amigos ¿cierto?, “por favor papá 5 minutos más”. La respuesta a nuestra
petición: “hijo/a, ya pasaste suficiente tiempo con tus amigos. Es hora de
regresar a casa”.
Otra manera de entender la frase que estamos estudiando es a través del
testimonio de nuestros hermanos en Cristo. Muchos comparten que
conocieron a Cristo cuando eran adultos; y aunque Dios es soberano en la
salvación de su pueblo, la gran mayoría de estos hermanos expresan que
hubieran deseado ser salvos a una edad más temprana. Algunos dicen esto
porque sienten que desperdiciaron sus vidas en las pasiones de carne. En
otras palabras, pasaron demasiado tiempo perdidos en el mundo.
En esencia, esta es la idea que Pedro comparte. Las acciones pecaminosas
pasadas han llegado a su fin, gracias a lo que Cristo ha hecho y padecido por
nosotros. Si algunos siguen viviendo en pecado como si no tuviera
importancia, entonces eso habla mucho de su verdadera situación espiritual.
Los que estamos en Cristo hemos sido liberados de la esclavitud del pecado,
para no vivir más como antes.
La frase, “ lo que agrada a los gentiles ” podría entenderse como “ la
voluntad de los gentiles .” Es importante observar que Pedro no se refiere a
los gentiles en un sentido étnico. En este contexto, tal termino se refiere a
quienes no son parte del pueblo de Dios; aquellos que no viven en Cristo y
que no son miembros de su cuerpo. Aquí observamos un contraste claro. En
un lado, la voluntad de los gentiles —los que no son hijos de Dios— es
satisfacer sus deseos carnales pecaminosos. Por otro lado, la voluntad de
Dios para su Iglesia es que viva como un reflejo de la imagen de Cristo. Lo
que demuestra el apóstol Pedro de manera práctica, es que, en otros tiempos,
el creyente vivió suficiente tiempo separado de Dios, participando de actos
corrompidos y complaciendo los deseos de la carne, tal y como los perdidos
viven; sin embargo, el creyente ahora camina en sentido contrario.

¿Qué actos cometíamos?


Lascivias
Algunas traducciones usan la palabra como “ sensualidades ”; sin embargo,
esta palabra transmite la idea de personas libres y atrevidas, que
generalmente están relacionadas con actitudes sensuales y sexuales. La
palabra ‘lascivias’ señala depravación y una conducta sumamente inmoral.
Un diccionario griego demuestra que las “ lascivias ” o “ sensualidad ”
significan: “la falta de auto-restricción que implica una conducta que viola
todos los límites de lo que es socialmente aceptable. Esto es el abandono de
sí mismo”. [36]
Simplemente tomemos un tiempo para pensar en el libertinaje que vemos
el día de hoy en nuestro entorno. La educación y los programas de televisión
que en alguna ocasión fueron creados para niños, ahora se dedican a
propagar la agenda LGBTQ. Hoy más que nunca vemos espectáculos,
marchas, desfiles y entretenimiento que no solo promueven, sino que
celebran este tipo de libertinaje, la sensualidad y la lascivia. Agregado a lo
anterior, en la historia de la humanidad —desde que el pecado entró al
mundo—, el hombre se ha caracterizado por este tipo de conducta
inapropiada e inmoral, practicando cosas como la fornicación, el adulterio, el
abuso sexual, el bestialismo, la masturbación y otros actos similares,
igualmente vergonzosos.

Concupiscencias
Esta palabra podría entenderse mejor como “ lujurias ”. Estas lujurias
demuestran un deseo sumamente intenso que literalmente controla el
comportamiento de una persona. En este contexto, las lujurias o
concupiscencias son relacionadas a los deseos prohibidos con la sexualidad,
inmoralidad o cualquier apetito pecaminoso. Este es el motor que controla la
vida y el comportamiento de estas personas.
Algunas anécdotas comparten que en Alaska tienen un método muy
sanguinario pero efectivo para cazar a los lobos. Estos animales son muy
sensibles al olor de la sangre; su olor y su sabor es la debilidad y la adicción
de estos mamíferos. Los cazadores toman un cuchillo de cacería, lo cubren
con sangre y lo ponen en el congelador. Una vez que la sangre se ha
congelado, repiten este proceso varias veces. Después de algunas horas, el
cuchillo se ve como una paleta de sangre; el cazador entierra el cuchillo con
el filo hacia arriba en algún lugar del campo. Cuando la sangre comienza a
derretirse, los lobos la olfatean desde lejos, y cuando llegan al lugar donde
está la sangre derritiéndose la comienzan a lamer rápidamente. El animal,
estando hipnotizado por el sabor irresistible de la sangre, continúa lamiendo
el cuchillo hasta que la hoja corta su lengua, y sin darse cuenta, comienza a
tragarse su propia sangre hasta que muere desangrado.
Esto es exactamente lo que pasa con las lujurias. La gente se entrega a las
lujurias y se enredan en ellas, sin darse cuenta que se están revolcando en su
propia muerte. Así como la sangre controla el comportamiento de un lobo
insaciable, la lujuria controla la mente de aquellos quienes viven muertos en
sus pecados.

Embriagueces
Estas embriagueces se refieren al uso extremo y excesivo de bebidas
alcohólicas. Literalmente se podría entender como “ borracheras ”, que por
definición, significa estar bajo la influencia absoluta del alcohol, dejando a la
persona sin control ni dominio propio.
En Génesis 9, después del diluvio, Dios establece su pacto con Noé; poco
después, en los versículos 20 y 21 vemos que Noé cometió un grave error:
“Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y bebió del vino,
y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda”. El autor, Moisés,
nos demuestra que Noé estuvo bajo una entera influencia del alcohol. La
RV60 usa la frase “ estaba descubierto ”, que literalmente significa “se
desnudó”. Realmente lo que el texto dice es que Noé “se desnudó así
mismo”, esto significa que mientras estaba borracho, él comenzó a actuar sin
dominio propio, llegando a una situación extremadamente vergonzosa
consigo mismo y con sus hijos; particularmente con Cam.
Hace muchos años tuve a varios amigos que constantemente buscaban
maneras de embriagarse. Aun cuando en ese momento Cristo no vivía en mi
corazón, se me hacia absurda la obsesión de ellos por quererse emborrachar;
por si esto fuera poco, escuché que tales embriagueces llevaron a muchos de
ellos cometer actos sumamente vergonzosos. Mucha gente ha vivido y vive
con esta pasión constante por perderse en las fantasías del alcohol.
Orgías
En el griego clásico, esta palabra se refería a las procesiones o festivales en
honor a Dionisio, el dios griego del vino, alegría, locura y fertilidad. [37]
Generalmente esta palabra estaba relacionada con festividades paganas que
generalmente incluían banquetes excesivos e inmoralidad sexual.
Desde un contexto Nuevo Testamentario, esta palabra representaba a la
mayoría de la sociedad y cultura gentil. Como contraste, Pablo demuestra
que este es el comportamiento de los impíos y no de los hijos de Dios (Ro.
13:13; Gal. 5:21).

Disipación
Algunas traducciones ponen “ embriagueces ”. Realmente esta palabra se
puede traducir muy similar a la anterior (orgías), ya que también transmite la
idea de reuniones sociales privadas donde se servían bebidas alcohólicas en
exceso, y se practicaban actos de perversidad sexual e inmoralidad. Un
diccionario del griego define esta palabra como una “fiesta para beber con
acompañamiento inmoral”. [38]
Muchos jóvenes hoy en día organizan fiestas y eventos en los que no solo
el alcohol está al alcance de todos, sino también cualquier tipo de droga.
Estos eventos, en su mayoría, se llevan a cabo para ocasionar encuentros
sexuales y otros actos inmorales.

Abominables Idolatrías
Estos eran actos de adoración a diversos tipos de ídolos paganos. Dios
aborrece cualquier ídolo y cualquier acto de idolatría. Solo hay que recordar
lo que Él dice al principio de los diez mandamientos en Éxodo 20:3–6:

No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna


semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las
aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque
yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres
sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan
mis mandamientos.

Tengo un gusto en particular por la cultura japonesa; por su gente, su


historia, su comida y su arquitectura. Sin embargo, me rompe el corazón el
tipo de idolatría que se practica en ese país. Hace algunos años, mi esposa y
yo veíamos un documental de diversas culturas asiáticas, entre las cuales se
encontraba la cultura japonesa, la china y la tibetana. La gente se dirigía a sus
ídolos pensando que estos les escuchan. En Japón existen miles de diversos
tipos de ídolos; tan es así, que cada persona tiene a uno diferente para
diversas circunstancias. Por ejemplo, si una persona está enferma entonces
tiene al ídolo de la salud; si otra persona está triste, se dirige al ídolo de la
felicidad; si otro necesita dinero, entonces busca al ídolo de la prosperidad.
En otras palabras, la gente tiene ídolos para lo que ellos quieren y son
diseñados al gusto del consumidor.
Para no ir muy lejos; en México y en América Latina tenemos un ejemplo
muy claro, con la idolatría que promueve la Iglesia Católica Romana. A
pesar de que conocen lo que la Escritura dice, esta organización religiosa
anima a que las masas adoren a una gran cantidad de ídolos. Por si esto fuera
poco, también se aprovechan de la gente al hacerles pensar que el dinero les
ayudará a su remisión de pecados.
En un gran contraste, y a pesar de todas estas cosas, hay algo muy
alentador que podemos ver en la lista que Pedro nos muestra. Él no está
diciendo “ esta es tu forma de vivir el día de hoy ”, sino que este era el
pasado de muchos de nosotros.
Damos gracias a Dios que en nuestra nueva vida en Jesucristo hemos sido
redimidos de estas prácticas corrompidas.

Cristo nos redimió de nuestra amistad con el


mundo
A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos
en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan.
1 Pedro 4:4
Aquellos que no conocen a Dios “ les parece cosa extraña ”, o responden
sarcásticamente anonadados al ver que los cristianos son diferentes. El
creyente que ahora vive dando buen testimonio, teniendo buena conciencia, y
haciendo el bien delante de Dios, ya no corre con el mundo, participando en
los mismos actos pecaminosos de antes.
¿Por qué el apóstol hizo esta declaración? Es muy seguro que las antiguas
amistades de los creyentes vieron el cambio de vida que Dios hizo en ellos.
Es claro que los inconversos de su alrededor quedaron extrañados o
sorprendidos al ver que los creyentes habían abandonado su antigua forma de
vivir.
El cristiano ya no está interesado en ese tipo de círculos pecaminosos. No
obstante, esto no significa que debemos tener una actitud radical en
arrogancia como la de los fariseos. Ellos no se relacionaban con aquellos que
eran impuros o no eran judíos. Su actitud fue algo que Jesús mismo condenó
ya que ellos estaban siendo hipócritas. Evidentemente, tampoco significa que
no podamos platicar o relacionarnos de manera sana con personas que no
conocen a Dios. El punto que Pedro nos demuestra es que al estar en Cristo,
el creyente ya no busca ser partícipe del pecado y la corrupción moral que
existen en el mundo. Lo que antes practicábamos como forma de vida, ahora
lo aborrecemos por amor a Cristo.
A veces me pregunto cómo se expresarán nuestros amigos inconversos de
nosotros (los cristianos). ¿Nos ven igual o nos ven diferentes? Si nos ven
igual a como vivíamos antes, entonces algo está seriamente mal. Si no están
sorprendidos al ver nuestra nueva vida en Cristo; o si no se extrañan por la
nueva manera en que nos comportamos, entonces es porque probablemente
no hemos entendido lo que significa vivir en Cristo.
¿Cómo responden los inconversos al ver que los creyentes ya no viven
esclavizados al pecado? ¿Nos celebran? ¿Dan aplausos? Ojalá fuera así. De
hecho, es raro cuando un inconverso respeta la nueva vida del cristiano. La
realidad es que en su gran mayoría, los impíos no aprecian ni respetan a los
cristianos, sino que los maltratan o desprecian, en muchas maneras. Es por
eso que Pedro dice “ os ultrajan ”; realmente, esta expresión en el original es:
blasphemeō, donde surge la palabra “ blasfemia ”. En este contexto el autor
demuestra que los inconversos calumnian, hablan maldades y difaman al
creyente al ver que ya no vive en pecado.
Podríamos decir que esta es una forma común de opresión o persecución
que el creyente sufre por su nueva vida en Cristo. Dentro del contexto de esta
epístola, es muy probable que los impíos perseguían a ciertos cristianos, que
en algún momento estuvieron envueltos en rituales idólatras, donde las
borracheras y la inmoralidad sexual eran una costumbre. [39] Al ver que los
creyentes ya no participaban en estos eventos, los paganos comenzaron a
perseguirlos y a oprimirlos, no solo de forma física sino de forma verbal.
Ahora, ¿sabes por qué los paganos ultrajan al creyente? Porque a través
de un testimonio piadoso, el cristiano da evidencia que el evangelio es
transformador. Los impíos nos ultrajan porque al ver que somos nuevas
criaturas, confirmamos que la Palabra de Dios es viva y verdadera. Al ver
esto, los que no conocen al Señor, tratan de detener la verdad a través de su
hostilidad, su maldad, su injusticia y su pecado (Rom. 1:18). Incluso cuando
el mundo persista en ultrajarnos, por nuestra nueva manera de vivir, podemos
decir y proclamar que Dios ha comenzado una buena obra en nosotros; y
aunque seamos perseguidos por nuestra fe y el evangelio, nada nos arrebatará
de la mano de nuestro Padre celestial (Jn. 10:28-29).
Es mejor que nos ultrajen por hacer el bien delante de Dios, que por hacer
el mal. Y si al hacer el bien, somos perseguidos y oprimidos, entonces
confirmaremos que él Señor permite estos eventos en nuestras vidas para
probarnos, hacernos madurar, y conformarnos a la imagen de Su Hijo.
Esto se puede ver con lo que dice Pablo en 2 Timoteo 2:13, “Y también
todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución”; y Mateo 5:10, “Bienaventurados los que padecen persecución
por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.”

Darán cuentas al Juez justo


Pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar
a los vivos y a los muertos.
1 Pedro 4:5

Aunque los inconversos ultrajen y maltraten a los hijos de Dios, sus


acciones no quedarán impunes. A veces podemos pensar, ¿por qué Dios no
hace algo en contra de aquellos quienes hacen mal a los cristianos? Bueno,
de primera instancia, Dios les da tiempo y la oportunidad para que se
arrepientan; y si esto no sucede, ciertamente sus acciones serán enjuiciadas
en el futuro.
La expresión “ darán cuenta ”, transmite esencialmente la idea de entregar
un reporte de contabilidad en el futuro. Hace muchos años cuando cursaba la
preparatoria, tuve la oportunidad de estudiar contabilidad. Debo admitir que
los números me volvieron loco y que no disfruté esa clase; pero a pesar de
que no soy un experto en la materia, sé que las empresas y los negocios
tienen un registro de todo los gastos y las ganancias. Usualmente, al final del
mes, se realiza algo que se conoce se conoce como “inventario”, donde se
hace un cuidadoso cálculo y análisis de las entradas y las salidas.
En el contexto de nuestro texto, Pedro esencialmente demuestra que los
inconversos darán —delante de Dios— un reporte o cuenta de lo que han
dicho y hecho a través de sus vidas. Esto también nos revela que los que
nunca se arrepintieron ni creyeron en Cristo, darán cuentas de su pecado,
pero en especial, por haber ultrajado, oprimido, perseguido e incluso
martirizado a los hijos de Dios.
Peor aún, la totalidad de los impíos “ darán cuenta al que está
preparado para juzgar a los vivos y a los muertos ”. Evidentemente, Pedro
se refiere a Jesucristo mismo. En el evangelio de Juan 5:21-23, 26-29 el
apóstol dice lo siguiente:

Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el
Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que
todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al
Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió… Porque
como el Padre tiene vida en sí mismo, así también ha dado al Hijo el
tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por
cuanto es el Hijo del Hombre. No os maravilléis de esto; porque vendrá
hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que
hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo
malo, a resurrección de condenación.

Todos aquellos que rechazaron el evangelio y que nunca creyeron en el


Hijo de Dios darán cuentas en el día final por todo lo que hicieron. Aunque
de igual manera, todos daremos cuentas delante de Cristo (aun los mismos
cristianos en el Tribunal de Cristo, Rom. 14:12); la diferencia entre las
cuentas que dará el creyente y el inconverso es eterna : el que está en Cristo
entrará a la presencia de Dios, mientras que los impíos serán echados al lago
de fuego.

Porque por esto también ha sido predicado el evangelio a los


muertos, para que sean juzgados en carne según los hombres, pero
vivan en espíritu según Dios.
1 Pedro 4:6

En este versículo, Pedro no se refiere a los que están espiritualmente


muertos. Por otra parte, cuando leemos este texto podríamos pensar que, de
alguna manera, Cristo, predicó el evangelio a aquellos quienes ya estaban
muertos físicamente; pero sabemos que esto es imposible, ya que después de
la muerte habrá juicio; ya sea para salvación o condenación (Heb. 9:27; 2
Cor. 5:10; 1 Jn. 4:17). Tampoco se refiere a lo que en 1 Pedro 3:19-20
(también en Judas 6) se menciona acerca de lo que Cristo anunció o
proclamó a los espíritus encarcelados después de su resurrección; en estas
secciones, es un hecho que nuestro Señor Jesucristo, simplemente anunció su
victoria sobre el pecado y la muerte.
Lo que el apóstol Pedro nos señala aquí, hace referencia a aquellos que
fallecieron creyendo en el evangelio y que seguramente fueron martirizados
por su fe. Estos fallecidos, tal vez fueron víctimas del juicio o castigo físico
ejercido por parte de los que aborrecían a Dios y sus seguidores. Tal vez,
estos creyentes fueron ejecutados a manos de procónsules del imperio
Romano.
Cornelio Tácito, considerado por muchos como el historiador más
importante del imperio Romano, habla de la impensable manera en como
Nerón se encargó de eliminar a los cristianos:

Primero se hizo un arresto de todos los que se declararon culpables [los


cristianos]; luego, según su información, se condenó a una inmensa
multitud, no tanto por el delito de disparar a la ciudad, sino por el odio
contra la humanidad. Se añadieron burlas de todo tipo a sus muertes.
Cubiertos con las pieles de las bestias, fueron desgarrados por perros y
perecieron, o fueron clavados en cruces, o fueron condenados a las
llamas y quemados, para servir como iluminación nocturna, cuando la
luz del día había expirado. [40]

La manera brutal en la que Nerón ordenó matar a los cristianos demostraba


no solo una mente perversa y desquiciada, sino un odio descarado por Cristo
y Su pueblo.
Aunque es probable que en el contexto de 1 de Pedro, los que fallecieron,
no experimentaron muertes tan brutales como aquellos que murieron a manos
de Nerón; el punto es que aunque muchos hermanos habían fallecido, su
espíritu estaba seguro en la presencia de Dios. Ellos vivieron obedeciendo la
voluntad del Señor y dieron un testimonio que reflejó lo que el poder del
evangelio de Jesucristo, la gracia de Dios y la fe hicieron en sus vidas.
Conclusión
Es difícil saber cómo responder cuando sufrimos cualquier tipo de prueba
o tribulación en nuestras vidas. Muchas veces en medio de las pruebas,
nuestra reacción es poner nuestros intereses antes que los intereses del Señor.
Cuando esto sucede olvidamos fácilmente lo que Cristo ha hecho por
nosotros y olvidamos sus promesas.
Cuando pensamos en nosotros mismos, pensamos más en nuestras
debilidades o sufrimientos, y no en nuestra meta final y nuestro objetivo de
glorificar a Dios. Aun cuando estemos en medio de una tormenta debemos
aferrarnos más a Cristo. Como pueblo de Dios hemos sido liberados de
nuestro pasado pecaminoso, de nuestras prácticas corrompidas, y de nuestra
amistad con el mundo. Aunque el sufrimiento que podamos experimentar sea
fuerte, jamás debemos utilizarlo como excusa para regresar a nuestra antigua
forma de vivir.
Policarpo de Esmirna, uno de los primeros mártires de la Iglesia
primitiva, demostró uno de los testimonios más contundentes de una vida
renovada en Cristo. A pesar de que el gobernador del imperio Romano
aconsejó a Policarpo a negar su fe —para no sufrir más y evadir el martirio
—, él permaneció firme hasta el final y fue fiel a Cristo, aun cuando su
muerte sería inminente y brutal.
En su comentario del libro de Salmos 1-75, Steve Lawson comenta lo
siguiente acerca de Policarpo Esmirna:

A la edad de 86, Policarpo, el pastor de la iglesia de Esmirna del siglo II


fue convocado ante el procónsul romano. Allí se le ordenó prestar
juramento, renunciando a Cristo y reclamando lealtad al César. Policarpo
respondió: “Ochenta y seis años he servido al Señor Jesús. Él ha sido fiel
a mí. ¿Cómo puedo serle infiel y blasfemar el nombre de mi Salvador? [41]
5

¿QUÉ TAN RADIANTE ES TU


TESTIMONIO?

FILIPENSES 2:12–18

Spurgeon hizo un comentario certero con relación a la santificación del


creyente: “Todos los llamados son justificados y todos los justificados son
santificados por obra del Espíritu Santo, son vueltos aptos para ser
glorificados posteriormente con Cristo Jesús.” [42]
Con base a estas palabras entendemos que nuestro testimonio es crucial.
Este no solo es el resultado de la gracia y la misericordia de Dios, sino
también es la evidencia de la obra del Espíritu Santo en nosotros.
Así mismo, nuestra santificación y nuestro testimonio también son útiles
para el servicio hacia nuestros hermanos en la fe. Cuando nuestras vidas
demuestran lo que Dios está haciendo con nosotros, podemos ministrar al
cuerpo de Cristo, para que así la unidad dentro de la iglesia continúe
creciendo firmemente. De esta manera, obedecemos la voluntad de Dios a
través de nuestra armonía y unidad como pueblo suyo.
Hace tiempo en una conferencia juvenil mencioné que hay personas
“creyentes” que no asisten a la iglesia primordialmente porque no quieren
servir. Estas personas no quieren ser “molestadas” y prefieren ser miembros
pasivos de la iglesia. Pero hay un punto muy importante con este grupo de
gente: no quieren servir porque piensan demasiado en ellos mismos y
probablemente no aman a sus hermanos de una manera bíblica. La respuesta
está en que si no aman a los hermanos, es porque no han entendido su
salvación y su relación con el cuerpo de Cristo. Es triste observar a creyentes
que llevan años y a veces décadas en Cristo, y que aun así, no se molestan en
servir en sus iglesias.

El contexto de nuestro texto


En esta epístola, el apóstol Pablo da gracias a Dios y también agradece a
los filipenses por los regalos y ofrendas que recibió mientras estaba en la
prisión de Roma. A diferencia de otros creyentes, los filipenses valoraron el
ministerio de Pablo al ser dadivosos y amorosos con él.

Además de su agradecimiento, Pablo exhortó a los hermanos a continuar


viviendo en obediencia y gozo. Ellos debían continuar con sus ojos puestos
en Cristo, aun cuando las amenazas como la persecución y los problemas
dentro de la iglesia causados por el orgullo, la ambición, el egoísmo y los
falsos maestros pudieran suscitar más adversidades.
De hecho, la exhortación de Pablo a los filipenses es similar a lo que él
mismo dijo en Efesios 4:1-6, cuando dice:

Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la


vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en
guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un
Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de
vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de
todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.
Considerando la importancia y la responsabilidad que tenemos de
someternos a la Palabra de Dios, nuestra respuesta a lo que la Escritura dice,
debe ser en obediencia para la gloria Cristo; sustentando nuestro testimonio y
nuestra unidad como pueblo de Dios. De esta manera, podremos confirmar a
través de nuestra vida y testimonio que amamos a Cristo tal y como Él lo dijo
en Juan 15:16, “Si me amáis, guardad mis mandamientos.”

Ocupándonos en nuestra salvación


Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como
en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia,
ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es
el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su
buena voluntad.
Filipenses 2:12-13

En versículos anteriores, Pablo escribió de la humildad que Cristo había


demostrado al tomar forma de hombre y morir en la cruz; y la manera en
cómo el creyente debe seguir ese ejemplo. La instrucción que Pablo ahora
introduce al decir “ por tanto ”, se centra a la manera en cómo el creyente
debe recibir con humildad las palabras que provienen de Dios.
Así mismo, Pablo demuestra que los Filipenses ya habían sido fieles al
Señor; es por eso que él dice lo siguiente: “ como siempre habéis obedecido
”, revelando que los filipenses ya vivían en obediencia y demostraban un
testimonio radiante. Pablo habla de su buen comportamiento en el 4-15:

Y sabéis también vosotros, oh filipenses, que al principio de la


predicación del evangelio, cuando partí de Macedonia, ninguna iglesia
participó conmigo en razón de dar y recibir, sino vosotros solos.

Hazlo, aun cuando nadie te vea


Sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor.

Aunque los creyentes de Filipos ya habían demostrado su fidelidad a Dios


cuando el apóstol estuvo con ellos; Pablo les exhorta a continuar firmes en
esta fidelidad, a pesar de su ausencia. Para muchos pudo ser fácil demostrar
obediencia cuando el apóstol estaba entre ellos. Pero, cuando Pablo fue
aprisionado en Roma, su exhortación hacia los creyentes era que continuaran
viviendo en obediencia, fidelidad y perseverancia. En otras palabras, lo que
el apóstol está diciendo es, “¡Ey! No solo obedezcan cuando estoy entre
ustedes. Pero ahora que no estoy, con mayor razón deben permanecer fieles a
la salvación que habéis recibido”.
Esto me recuerda la manera en que me comportaba cuando era pequeño.
La bendición de haber nacido y crecido en un hogar cristiano era evidente,
pues mis padres constantemente me llevaron e instruyeron a ser temeroso de
Dios y obediente. Honestamente, era relativamente sencillo portarme bien y
ser obediente cuando ellos estaban en casa. Pero cuando salían de viaje o a
un estudio bíblico, entonces desobedecía sin freno alguno. La obediencia no
solo la debía demostrar cuándo mis padres estaban presentes, sino
‘especialmente’ cuando ellos estaban fuera; esto era porque cuando nadie me
veía, actuaba como realmente era. Para acentuar esta experiencia, aun cuando
pensaba que mis padres no me veían, Dios veía cada una de mis acciones y
los pensamientos que pasaban por mi cabeza.
En esencia, esto es lo que Pablo está diciendo; es fácil ocuparse de nuestra
santificación y ser obedientes cuando hay otras personas que nos observan.
Pero ¿qué hay de aquellas ocasiones cuando nadie está a nuestro alrededor?
Cuando estamos solos, revelamos lo que realmente somos delante de Dios.
La palabra “ ocupaos ” transmite la idea de ejercitar algo minuciosamente
o poniendo mucha atención. En algunos contextos, esta palabra se traduce
como “producir”. Por ejemplo, en 2 Corintios 7:10–11 se utiliza con relación
a la obra de Dios en la vida del creyente al demostrar un arrepentimiento
genuino:

Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para


salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo
produce muerte. Porque he aquí, esto mismo de que hayáis sido
contristados según Dios, ¡qué solicitud produjo en vosotros, qué defensa,
qué indignación, qué temor, qué ardiente afecto, qué celo, y qué
vindicación! En todo os habéis mostrado limpios en el asunto.

Sin embargo, en el contexto de Filipenses, es evidente que Pablo se


refiere a un enfoque en el que Dios obra activamente en nosotros y la manera
en cómo debemos reflejarlo en nuestro testimonio. La palabra “ ocupaos ”
hace alusión al trabajo duro que los agricultores realizaban dentro del campo.
También podríamos pensar en aquellos que trabajan en las granjas.
Cuando estudiaba en el seminario, tuve a muchos compañeros que
crecieron en granjas. Honestamente jamás había conocido a gente tan
disciplinada. Su diligencia y su disciplina se revelaba en la admirable manera
de estudiar y presentar trabajos. Por si esto fuera poco, varios de ellos
compartieron que desde muy pequeños se despertaban a las 5am para salir a
trabajar. Uno de mis profesores que también creció como granjero me dijo
que mientras todos sus amigos salían a jugar los fines de semana, él estaba
trabajando. Esto era precisamente porque sus vidas dependían de ese trabajo.
Si descuidaban su granja, las perdidas podían ser devastadoras.
El término “ ocupaos ” también es usado en relación con aquellos mineros
que se encargaban de las excavaciones para encontrar metales y rocas
preciosas. Este tipo de trabajo exigía diligencia, precisión y atención. Una
pequeña falta de atención podría costar mucho dinero en pérdidas. Lo peor
era cuando un acto de negligencia le costaba la vida a algún minero.
Este verbo es un mandato que está en el tiempo presente, como lo hemos
visto en los textos de los capítulos anteriores; y de este modo, Pablo da un
mandato preciso y enfático de “ continuar ocupados, ejercitando con
atención su salvación con temor y temblor ”.
Aquí vemos claramente que el creyente no solo disfruta de su nueva vida
en Jesucristo, sino que también tiene la responsabilidad de vivir conforme a
su salvación y llamado como cristiano. Esta responsabilidad no es una carga,
sino un deseo que surge de un corazón regenerado. La belleza de este
principio bíblico es: aquéllos que han nacido de nuevo tienen la convicción
de continuar trabajando y ejercitando la salvación que han recibido
(solamente) por la gracia de Dios y la fe en Jesucristo.
Esto significa que los verdaderos creyentes demuestran un compromiso
total con Dios aun cuando las luchas con la carne y las pruebas diarias estén
presentes. El verdadero cristiano desea profundamente crecer en su relación
con Cristo y no es indiferente a las cosas de Dios. Una persona que no desea
crecer y obedecer es una persona que seguramente no ha sido regenerada.
Por lo tanto, si tú afirmas ser creyente, pero no tienes el deseo de vivir en
obediencia y no deseas crecer en tu comunión con Cristo, entonces
probablemente lo que estás viviendo es una mentira.

¿Miedo o reverencia?
¿Por qué Pablo dice con “ temor y temblor ”? Por un lado, estas palabras
no demuestran el tipo “terror” o “miedo” que los impíos experimentan al
saber que su falta de arrepentimiento los llevará a recibir el juicio del Señor.
Por otro lado, este tampoco es el tipo de cobardía que los falsos creyentes
demuestran en medio de circunstancias complicadas. Tampoco se refiere al
pavor que los demonios sintieron cuando le dijeron a Jesús en Mateo 8:29,
“¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?”
Más bien este “ temor y temblor ” son la reverencia, la sumisión, la
humildad y la obediencia que el creyente demuestra y pone en práctica
delante de Dios. Este es un temor y un temblor que manifiestan respeto y
honra a quien es digno de toda gloria. En 2 Corintios 7:1, el apóstol escribe
algo acerca de este tipo de actitud:

Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de


toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando [alcanzando o
ejerciendo] la santidad en el temor de Dios.

Un claro contraste que podemos ver con el mundo. En Romanos 3:18,


Pablo cita el Salmo 14 al decir: “No hay temor de Dios delante de sus ojos”.
Aquí vemos que el mundo es irreverente, indiferente e irrespetuoso ante
Dios. El impío se revuelca en su pecado sin considerar que hay un Dios
santo, justo y soberano que aborrece toda inmundicia. Sin embargo, el
cristiano manifiesta lo contrario a través de una vida de santidad y
obediencia.
Existe un programa de dibujos animados que cuando originalmente salió
al aire, a principios de los noventa, mantenía un cierto temor por las cosas de
Dios. Incluso, los personajes principales asistían a la iglesia y se veía un
cierto respeto por los principios bíblicos. En varios episodios, se podía ver a
la familia orando, demostrando que creían en el Señor de alguna manera. Sin
embargo, con el paso de los años, este programa pasó de ser algo entretenido
a algo verdaderamente odioso y aberrante. El programa se volvió
descaradamente indiferente, irreverente e irrespetuoso a las cosas de Dios. Y
esto no es de sorprenderse, ya que en un mundo corrompido veremos esa
falta de temor a Dios.
En contraste, la palabra “ temblor ” se puede entender como una “ lealtad
sincera ”. En Efesios 6:5 Pablo escribe lo siguiente: “Siervos, obedeced a
vuestros amos terrenales con temor y temblor [sincera lealtad], con sencillez
de vuestro corazón, como a Cristo”. En esencia, esta frase es muy similar a lo
que Pablo dice con relación a la manera en cómo los Corintios recibieron a
Tito, diciendo en 2 Corintios 7:15: “y su cariño para con vosotros es aun más
abundante, cuando se acuerda de la obediencia de todos vosotros, de cómo lo
recibisteis con temor y temblor [sincera lealtad]”.
En pocas palabras, la obediencia y el testimonio del cristiano se reflejan a
través de un temor reverente y una lealtad sincera a Cristo y a su Palabra.
Pablo dice esto no solo para revelar nuestra dependencia total en Dios, sino
también para revelar que aquellos que carecen de estas características,
probablemente no estén en Cristo. Date cuenta de que a pesar de que somos
santificados por el Espíritu Santo, nosotros tenemos la responsabilidad de
ejercitar y ocuparnos en nuestra salvación. A fin de cuentas, esta convicción
y deseo de continuar ejercitando nuestra comunión con Dios provienen de lo
que Él está haciendo en nosotros; Él es quien activamente pone en nuestros
corazones el deseo de obedecer y actuar como verdaderos creyentes.
Podríamos preguntarnos ¿Cómo es que Dios es soberano en la
santificación del creyente, pero también yo soy responsable de obedecer?
¿Cómo trabajan las dos en simultáneo? Te lo voy a decir tal y como el Dr.
David Farnell —profesor, amigo y mentor del seminario— nos lo dijo en una
clase: “¿Cómo funciona la soberanía de Dios y la responsabilidad humana?
No tengo la más remota idea. Lo único que sé es que la Escritura enseña las
dos y las dos son verdad”.
Con base a lo que el Dr. Farnell dijo, podríamos concluir que el
funcionamiento de la soberanía de Dios y la responsabilidad humana no
tienen una respuesta humana. Por un lado, Dios es soberano en nuestra
regeneración, salvación, justificación, santificación y futura glorificación.
Por otro lado, el ser humano también es responsable de arrepentirse de sus
pecados y creer en el evangelio; tal y como lo vimos en el capítulo dos de
este libro. En cuanto a nuestra santidad, Dios es quien soberanamente nos
santifica; pero, como lo diría John MacArthur, “el creyente tiene la
responsabilidad de obedecer en su proceso de santificación”. [43]
En su libro “ Una Defensa al Calvinismo” , Spurgeon dijo algo muy
similar a lo que el Dr. Farnell mencionó:

Se cree que ambos términos son inconsistentes y contradictorios entre sí.


Si luego yo encuentro que la Biblia enseña en una parte que todo ha sido
ordenado previamente, eso es verdad. Y si encuentro, en otra parte de la
Escritura, que el hombre es responsable por todas sus acciones, eso
también es verdad. Es únicamente mi insensatez la que me lleva a
imaginar que estas dos verdades se pueden contradecir mutuamente
alguna vez. Yo no creo que esas doctrinas puedan ser ligadas alguna vez
para hacerlas una sola sobre algún yunque terrenal; pero ciertamente
serán una sola doctrina en la eternidad. Hay dos líneas que son casi tan
paralelas que la mente humana que las sigue hasta el punto más lejano
nunca descubrirá que convergen. Pero ciertamente convergen y se
encontrarán en un punto en la eternidad, cerca del trono de Dios, de
donde surgen todas Sus verdades. [44]

Lo que Spurgeon dice es correcto. Tanto la soberanía de Dios como la


responsabilidad humana (aunque el hombre sea incapaz de contribuir en algo
para su salvación) son igualmente verdaderas. Y a pesar de que en nuestras
mentes humanas no podamos armonizar las dos, sabemos que ambas son
verdad ya que la Escritura las enseña; y si creemos en la autoridad, la
inerrancia, la suficiencia y la fiabilidad de la Escritura, aun cuando nos
cueste trabajo entenderlo, lo creeremos. [45]

La obra es de Dios
Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el
hacer,
por su buena voluntad.
Filipenses 2:13

Aquí Pablo demuestra y confirma que Dios a través del Espíritu Santo es
quien activamente está obrando y produciendo en nosotros el deseo de
obedecerle. La palabra “ produce ” precisamente transmite la idea de habilitar
, causar o efectuar algo. Incluso transmite la acción de energizar para una
función específica. En otras palabras, es Dios quien causa o efectúa en
nosotros el deseo de vivir en santidad. O bien, el Señor es quien nos energiza
al darnos el deseo de obedecer y ser más como Cristo.
Esto demuestra la realidad de la soberanía de Dios y la responsabilidad
del creyente. Particularmente, como hijos de Dios, nuestro deseo de vivir
continuamente en obediencia existe porque Él es quien está produciendo,
causando, dándonos la habilidad, y poniendo el deseo y la convicción en
nosotros para vivir de una manera santa y pura.
Esto es crucial de entender por varias razones: en primer lugar, porque los
que hemos nacido de nuevo, de alguna u otra forma, siempre demostraremos
el fruto del Espíritu. Si realmente somos hijos de Dios ¿Cómo es posible que
algunos crean que el fruto y el deseo de crecer espiritualmente sean
opcionales o sean algo que nosotros producimos por nuestra fuerza humana?
Algunas denominaciones ‘evangélicas’, creen que lo más importante es
simplemente confesar a Jesús como Salvador y que no es necesario
confesarle como Señor. Este mismo grupo evangélico sugiere que una
persona no necesita demostrar fruto u obediencia inmediatamente después de
la conversión, ya que lo importante es confesar a Cristo como Salvador
personal. No es sino hasta que el cristiano “está listo” para confesar a Jesús
como Señor y hasta entonces vivir obediencia. En otras palabras, esta manera
de pensar sugiere que “hoy puedes confesar a Jesús como Salvador, disfrutar
de tu salvación, pero puedes vivir como quieras. Ya después cuando estés
listo y quieras dejar tu pecado, entonces puedes aceptarle como Señor”.
Es verdad que la gran mayoría de nosotros después de nuestra conversión
continuamos luchando con diferentes pecados y tentaciones; es más, todos
nosotros seguimos batallando con la carne y con pecados del pasado. Sin
embargo, la diferencia está en la disposición, el deseo de obedecer y la
manera en cómo nos hemos apartado de un estilo de vida pecaminoso.
Cuando venimos a Cristo, por más grandes que sean las tentaciones y a veces
los tropiezos, nuestro mayor anhelo es obedecer, crecer en el conocimiento
del Señor y ser conformados a la imagen de Cristo. Esto no es opcional o
algo que “escojamos”; esta es una realidad en la vida de todo creyente.
Hay otros grupos que han sugerido que uno como cristiano no debe hacer
absolutamente nada, ya que Dios es el que hizo todo a través de su Gracia.
Dicho de otra manera, si tú eres creyente, “entonces no necesitas hacer nada
ni demostrar obediencia, porque todo es por gracia”. Sí, por gracia, Dios hace
todo en nuestras vidas de principio a fin; pero Su voluntad es nuestra
santificación, y Su obra se manifiesta en nosotros cuando obedecemos y
vivimos conforme a Su Palabra. Si una persona dice ser creyente, pero no
tiene el deseo ni la responsabilidad de crecer en la fe, ¿cómo puede entonces
llamarse cristiana?
En segundo lugar, aunque el plan de redención y el pacto de la gracia
fueron preparados, planeados, decretados y pactados desde antes de la
fundación del mundo (Ef. 1:3-14); estos se vieron cumplidos cuando Cristo
vino al mundo a redimirnos. Nuestra redención es simplemente el resultado
de algo ya decretado desde antes de los tiempos y se refleja a través del
nuevo nacimiento. Por lo tanto, nuestra justificación fue el comienzo de
nuestra santificación que continuaría siendo un estilo de vida hasta el día de
Cristo.
Y, en tercer lugar, los filipenses eran ciudadanos Romanos. Dada a esta
realidad es probable que los creyentes hayan tenido la tendencia a jactarse
por su ciudadanía y posición terrenal. Es muy posible que este tipo de
jactancia se haya reflejado en su manera de conducirse dentro de la Iglesia.
Pablo tiene que ser específico en sus palabras; aunque ellos tenían el deber de
obedecer y ejercitar su salvación, a final de cuentas, era Dios quien estaba
obrando en sus vidas; y de esta manera, ellos no tendrían razón para jactarse.
Por lo tanto, era crítico que tuvieran en mente que aunque ellos debían
continuar siendo obedientes, Dios es quien hacía la obra en ellos.
Todo esto es “ por Su buena voluntad ,” o mejor dicho, por “ su buen
placer ”. Esta buena voluntad es el fundamento para que el nombre de Cristo
sea honrado y glorificado. Este es el mismo buen placer y la misma buena
voluntad empleada, que por su Gracia, Dios nos bendijo, nos escogió y nos
predestinó para ser adoptados en Cristo; para que en nuestra nueva vida
vivamos conforme a la santidad que Él preparó desde antes de los tiempos
(tema importante de Efesios).
De tal modo que el fruto del espíritu y el testimonio del creyente siempre
son con el propósito de glorificar a Dios y para la edificación y el servicio del
cuerpo de Cristo. Pablo dijo algo similar en 2 Corintios 1:12, diciendo:

Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que


con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la
gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con
vosotros.

Viviendo íntegramente
Haced todo sin murmuraciones y contiendas
Filipenses 2:14

Hay dos cosas que me gustaría señalar con relación a este texto. Por un
lado, hay creyentes —tanto jóvenes como adultos— que son apasionados
servidores dentro de la iglesia. En lo personal me llena de gozo ver a los
jóvenes servir activamente en sus iglesias y me da gozo ver a los adultos ser
un ejemplo de servicio e integridad para todos.
Un contraste, muy triste, es observar que hay muchas personas en
nuestras iglesias que no levantan un dedo y no se envuelven en algún tipo de
ministerio. Y cuando se les pide el favor de realizar algún servicio, estos
murmuran y hacen contiendas. Teniendo esto en mente ¿Por qué está
diciendo esto el apóstol Pablo? Por el simple hecho que una iglesia con
murmuraciones y contiendas es una iglesia dividida y en problemas. Una
iglesia dividida no crece y no funciona correctamente. Cuando en la iglesia
no hay crecimiento y no hay buen funcionamiento, entonces su testimonio
tanto delante de Dios como delante del mundo será afectado y cuestionado.
Muchos de nosotros cuando leemos este texto a veces pensamos que
Pablo se refiere a los chismes dentro de la Iglesia (como en 1 Tim. 5:12-13).
Sin embargo, esto no es lo que el apóstol tiene en mente. La palabra “
murmuraciones ” son quejas que usualmente toman lugar en conversaciones
privadas. Este es un tipo de murmullo que comúnmente se lleva a cabo en
secreto y siempre es relacionado al descontento y la insatisfacción que el
creyente experimenta ante diversas circunstancias. En otras palabras, los
murmullos manifiestan nuestro rechazo por lo que Dios soberanamente
permite en nuestras vidas. Esto significa que las murmuraciones revelan que
no estamos siendo agradecidos con lo que Dios hace con nosotros.
Por ejemplo, en la fiesta de los Tabernáculos en Juan 7:10-13 vemos algo
similar:

Pero después que sus hermanos habían subido, entonces él también subió
a la fiesta, no abiertamente, sino como en secreto. Y le buscaban los
judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquél? Y había gran murmullo
acerca de él entre la multitud, pues unos decían: Es bueno; pero otros
decían: No, sino que engaña al pueblo. Pero ninguno hablaba
abiertamente de él, por miedo a los judíos.

Este tipo de actitud demostraba hipocresía y doble moral. Es la misma


idea que explica el apóstol en 1 Pedro 4:9, “Hospedaos los unos a los otros
sin murmuraciones ”. Supongamos que una familia cristiana te invitara a su
mansión en la playa por un fin de semana. Y al segundo día los escucharas
murmurar y expresar su descontento por tu presencia ahí con ellos. Imagínate
qué triste sería escuchar cosas como: “ojalá este hermano/a ya se regrese a su
casa. Es de bendición tenerle aquí, pero ya quiero que se vaya”. Creo que
escuchar algo así como huésped sería bastante desalentador e hiriente.
La palabra griega para “ contiendas ” es dialogismos donde surge la palabra
‘diálogos’. Esta palabra es mejor traducida como “ discusiones ”. Estas
discusiones son el intercambio verbal que toman lugar cuando hermanos —
generalmente por el contexto del pasaje— expresan ideas de conflicto,
controversia y escándalo.
Por ejemplo, en Lucas 9:46-48, el autor recalca lo que sucedió entre
algunos de los discípulos:

Entonces entraron en discusión sobre quién de ellos sería el mayor. Y


Jesús, percibiendo los pensamientos de sus corazones, tomó a un niño y
lo puso junto a sí, y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi
nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que
me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el
más grande.

De acuerdo con lo que vemos en el pasaje de Lucas los discípulos estaban


más interesados en una posición de prestigio que en su ministerio y su
llamado como ministros de Cristo. Incluso, la palabra “ contiendas ”
generalmente tiene un aspecto sumamente negativo que por lo común se
relaciona con pensamientos malignos. En el contexto de Filipenses estas
contiendas revelan ansiedad, duda y descontento, llevando al creyente a
renegar en contra de Dios y cuestionar lo que ha revelado en la Escritura.
Yo, por mi parte, crecí toda mi vida asistiendo a la iglesia. Era raro
cuando faltaba a un servicio de adoración los domingos. Desde entonces,
algo que siempre ha llamado mi atención es escuchar a presuntos hermanos
quejarse y renegar en contra de Dios cuando las cosas no salen como ellos
quieren. Sus oraciones no son “hágase tu voluntad” sino “hágase mi
voluntad.”
Cuando ministraba en el ministerio hispano de Grace Community Church,
tuve la bendición de conocer a varias hermanas que llevaban décadas orando
por la salvación de sus maridos. De alguna manera, podía percibir el
descontento que experimentaban al ver que sus oraciones no eran
respondidas. El problema era precisamente que muchas de ellas daban la
impresión de orar por su propia voluntad que por la voluntad de Dios.
Para no ir tan lejos, yo mismo he caído en ese error. Cuando Dios no
contestaba mis oraciones o no me daba lo que quería, me sentía
apesadumbrado, agraviado y cuestionaba lo que Dios hacía conmigo. A final
de cuentas, este descontento y estas contiendas internas reflejaban que mis
oraciones estaban hechas de manera egoísta y no confiando en la voluntad de
Dios. Desde entonces, aunque no siempre es fácil recibir un “no” por parte
del Señor, un “no” suyo es tan bueno como un “sí”. Por lo tanto, debemos
estar agradecidos aun con aquellas cosas que el Señor no nos da.
Un ejemplo bíblico fácil de recordar es lo que sucedió con la nación de
Israel durante el Éxodo; ellos fueron testigos —de una manera increíble y
milagrosa— del poder de Yahweh al sacarles de Egipto; ellos pudieron ver
su protección y la constante provisión en sus vidas. Aun así, renegaron,
murmuraron y demostraron descontento delante de Él. ¿Cuál fue la
consecuencia? Muchos murieron y de toda esa generación solo dos lograron
entrar a la tierra prometida; y que por cierto, Moisés no fue uno de ellos. [46]
De hecho, pienso que es probable que Pablo estuviera previniendo a los
cristianos de Filipos a no caer en el mismo error y pecado que la nación de
Israel.
Así mismo, dentro del contexto histórico de Filipenses, los creyentes
comenzaban a sufrir extorsión y persecución por parte del imperio Romano.
Pablo tenía en mente enfatizar la importancia de la unidad dentro de la
iglesia. Es por eso, que siguiendo el ejemplo de la humildad de Cristo y
deseando vivir en obediencia a la voluntad de Dios, el creyente debe vivir sin
murmuraciones ni contiendas para que no haya divisiones y continúen
viviendo íntegramente en un mundo malvado.
¿Sabes qué provocamos cuando murmuramos y contendemos dentro de la
iglesia? Envenenamos a los demás creyentes y estropeamos no solo nuestro
propio crecimiento espiritual sino también el de ellos. Cuando realizamos
estas acciones negativas dentro de la iglesia demostramos falta de fe. No me
estoy refiriendo a la fe salvífica y justificadora; sino más bien, a la confianza
que el creyente continúa demostrando ante Dios.
Si no tenemos fe, vamos a desconfiar de Dios y vamos a desobedecerle; si
desconfiamos de Él, vamos a estar descontentos; si estamos descontentos,
entonces no estaremos gozosos; y si no nos gozamos en nuestra salvación,
entonces nos estancaremos espiritualmente. Y si esto sucede, entonces el
cuerpo de Cristo no funcionará adecuadamente y nuestro testimonio será
manchado ante todo el mundo.
Un propósito contundente
Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha
en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la
cual resplandecéis
como luminares en el mundo.
Filipenses 2:15

La palabra “ irreprensibles ” demuestra el estado de pureza moral de una


persona. Es muy diferente actuar moralmente y vivir sin Cristo, a vivir en un
estado de pureza continua como resultado del nuevo nacimiento.
El ser irreprensible significa que no hay culpa o falla en la vida del
creyente que pueda ser usada en su contra. Esta es la misma palabra que
Pablo usa con relación a las calificaciones de los pastores y la manera en
cómo deben vivir (1 Tim. 3). En el contexto de Filipenses, Pablo utiliza esta
palabra para describir la integridad de aquellos que no se quejan o hacen
contiendas.
Pablo utiliza esta palabra en perfecta armonía con la segunda, que es “
sencillos ”, que realmente significa “ puros ” o “ inocentes ”. La importancia de
vivir en comunión con Dios, sin murmuraciones ni contiendas es para que el
creyente sea moralmente irreprensible y puro en este mundo.
Es por eso que Pablo dice “ para que seáis irreprensibles y sencillos,
hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y
perversa ”. La frase “ sin mancha ” es un sinónimo de la palabra “
irreprensibles ”, ya que también demuestra la condición de vivir de forma
moralmente intachable y sin algún tipo de culpa. Es la misma palabra que
vemos en 2 Pedro 3:14, “Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas
cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles,
en paz”.
Pablo conocía la corrupción social y espiritual que existía en el imperio
Romano. No solo la gran mayoría eran idólatras y corruptos, sino también
inmorales y perversos. El apóstol hace esta exhortación para que los
creyentes continuaran en obediencia a Dios, no solo para el bienestar de la
unidad entre ellos, sino también para ser de testimonio en medio de una
generación alejada de Dios.
Al decir esto, indirectamente Pablo señala la posición espiritual del
imperio Romano, para que los filipenses no pusieran sus ojos en lo terrenal,
aun cuando fueran ciudadanos de ese lugar. Al dar testimonio en un lugar
como Filipos, los creyentes demostrarían que la fe cristiana era viva y
verdadera en medio de un mundo oscuro y perverso.

Aferrados a Su palabra
Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo
pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he
trabajado.
Filipenses 2:16

La palabra “ asidos ” denota la idea de aferrarse o agarrar algo firmemente


con la determinación de no dejarlo ir. Cuando era pequeño, tenía una cobijita
azul. Iba a todos los lugares —incluso a la iglesia— con mi cobijita. Un día
me enfermé y tuve mucha fiebre. Recuerdo que mi papá trató de quitármela
de encima, ya que mi fiebre era muy fuerte y me estaba calentando mucho.
Cuando intentó retirarla de mis manos, yo me aferré a ella sin dejarla ir. No
quería que me la quitaran, ya que era algo que apreciaba en sobremanera.
En esencia esta es la idea que Pablo da, pero en referencia a cómo el
creyente debe aferrarse a la Palabra de Dios, sin dejarla ir. En 1 Tim. 4:16,
esta palabra (aferrarse) se utiliza demostrando la manera en cómo Timoteo
debía tener cuidado de sí mismo y de la doctrina. [47]
En nuestro texto, esta frase apunta al cuidado e importancia de estar
aferrados u ocupados en nuestra salvación, sujetándonos firmemente a Cristo
y su Palabra. Así como Timoteo debía tener cuidado de sí mismo y de la
doctrina, uno debe ser cuidadoso y estar ocupado en su salvación. Por
consiguiente, para llegar a tener un testimonio radiante y resplandeciente en
un mundo malvado debemos aferrarnos a lo que Dios ha establecido en su
Palabra, a Cristo y a la dirección del Espíritu Santo.
Si los filipenses demostraban su deseo de obedecer a Dios al estar
aferrados y sujetos al Señor, entonces Pablo tendría razones suficientes para
gloriarse en el día de Cristo sabiendo que el esfuerzo y el ministerio con ellos
no había sido en vano. Él no se gloriaría en sí mismo o en sus logros; sino
que se gloriaría en lo que Dios había hecho en la vida de los filipenses.

Gozándonos en el ministerio
de los hermanos
Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio
de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros. Y asimismo
gozaos y regocijaos
también vosotros conmigo.
Filipenses 2:17-18
¿A qué se refiere cuando dice “ sea derramado en libación sobre el
sacrificio y servicio de vuestra fe ”? Esta frase se usa de manera figurativa
para demostrar que Pablo mismo estaba siendo ofrecido para derramar su
propia sangre como sacrificio. La palabra en el original “ sea derramado en
libación ” es la misma que utiliza en 2 Tim. 4:6 cuando habla acerca de su
pronta partida diciendo, “Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo
de mi partida está cercano”.
De esta manera, esta palabra en conjunción con el “ sacrificio ” y “ servicio
” demuestran el extraordinario compromiso que Pablo tenía con los
filipenses, revelando que, aunque él tuviera que dar su propia vida para
ministrar a los creyentes, lo haría gozosamente.
Aunque algunos comentaristas han sugerido que esta frase es referente a
su martirio como apóstol —dentro de un contexto general tiene sentido—.
Pablo utiliza esta palabra en el tiempo presente demostrando que su sacrificio
y servicio a los creyentes ya estaba sucediendo en ese momento y no era algo
necesariamente futuro. El propósito del llamado de Pablo fue
específicamente para la predicación del evangelio y el servicio al cuerpo de
Cristo. Él sabía que su vida había sido comprada con la sangre de Jesús; y es
por eso que él ministraba gozosamente sabiendo que su vida le pertenecía al
Señor por completo.
Este asombroso ejemplo debería redargüir nuestros corazones. Seamos
honestos con nosotros mismos: a veces servimos en nuestras iglesias, más
por compromiso y obligación que por un deseo genuino de edificar a
nuestros hermanos en la fe. Tristemente, en muchas ocasiones, los hermanos
—incluyendo, líderes, pastores, misioneros y ministros— se quejan y
murmuran por tener el privilegio de servir. Cuando esto sucede, muchas
veces actuamos como si le estuviéramos haciendo un favor a Dios. Otros,
siempre utilizan la excusa de su salud, trabajo, o la distancia donde viven
para no servir en la iglesia.
Ciertamente hay situaciones que genuinamente nos impiden servir dentro
de la iglesia. También es cierto, que muchas veces la salud puede ser un
impedimento serio. Personalmente he tenido profesores de seminario que por
cuestiones de salud tuvieron que retirarse de sus ministerios; sin embargo,
uno puede darse cuenta de la disposición y el deseo de los hermanos por
cumplir con su servicio. Por el lado contrario y lamentablemente, las muchas
excusas reflejan apatía y falta de compromiso con Cristo; y es triste cuando
se utiliza la salud como pretexto para no servir.
Las palabras del apóstol son una llamada de atención no solo para los que
estamos en el ministerio sino para todos los creyentes. En numerosas
ocasiones pensamos que nuestra salvación y santificación son para nuestro
propio provecho. Somos egoístas y a veces preferimos vivir cómodamente
sin ser molestados, en vez de invertir tiempo en la vida de otros hermanos en
la fe.
Hagámonos esta pregunta: ¿Cuántos de nosotros podríamos decir que
estamos sacrificando nuestra comodidad y dando nuestra vida para el
crecimiento de otros hermanos en Cristo? Solo ponte a pensar en eso por un
momento. Pablo se gozaba en dar su vida entera para el servicio de los
creyentes y la gloria de Cristo. Así como él se gozaba, nosotros nos gozamos
cuando vemos a hombres de Dios invirtiendo en la vida de otros. Esto
incluye no solo a los que están sirviendo de tiempo completo en el
ministerio, sino a cualquier hermano o hermana en la fe.
De esta manera, gozándose con los hermanos de Filipos, Pablo también
les da el mandato para que se regocijaran junto con él. Es por eso que
concluye diciendo, “ Y asimismo gozaos y regocijaos también vosotros
conmigo ”. Muchos hermanos pudieron haberse sentido mal o haber
mostrado cierta lástima por el gran sacrificio que Pablo hacía por la iglesia;
pero Pablo no quería que los hermanos se sintieran tristes o abrumados por
su servicio. Sino que el literalmente ordena a los filipenses a que se gozaran
y regocijaran con él.
Muchas veces cuando escuchamos acerca del gran sacrificio que
hermanos, pastores, ministros o aun misioneros hacen por el evangelio,
tendemos a sentirnos mal por ellos. Incluso podemos llegar a sentir lástima
por ellos, en especial cuando dejaron todo atrás para servir. Es cierto, hay
muchos hermanos quienes dejaron absolutamente todo; como riquezas,
posiciones de prestigio en el trabajo y familias para servir al Señor. Sin
embargo, no debemos sentir condolencia por ellos, ya que, si esa es nuestra
manera de pensar, entonces no lo estamos haciendo bíblicamente.
Es una realidad que sentimos carga por aquellos que sirven y dan sus
vidas para el ministerio de Cristo; oramos por ellos, les ayudamos y a veces
les apoyamos financiera o materialmente; así como los Filipenses lo hicieron
con Pablo.
No obstante, cuando vemos este compromiso, debería causar gozo y
regocijo en nosotros, sabiendo que son instrumentos que el Señor utiliza para
la expansión de su reino. Si te sientes mal por tu pastor o por tu misionero,
no muestres lástima; en cambio, ora por ellos y sírveles en la mejor manera
posible. Hazlo no para quedar bien con ellos, sino para la gloria de Dios y
para su beneficio. Apóyalos en sus necesidades espirituales y deja que el
nombre de Cristo continúe siendo glorificado.

Conclusión
Aunque en nuestro andar diario Dios traiga una gran tempestad de
pruebas y tribulaciones, debemos continuar viviendo con nuestros ojos
puestos en Cristo. No pongamos nuestros ojos en lo que este mundo ofrece,
ni en las circunstancias que atravesamos; sino que pongamos nuestros ojos
en aquel que nos da vida. Una persona que está segura de su salvación
demuestra todas estas cosas continuamente.
Es importante que como cristianos demostremos un testimonio radiante,
para que la unidad del cuerpo de Cristo continúe creciendo y la gloria de
Dios sea más evidente. De esta manera, los del mundo serán avergonzados,
porque nuestro Dios es vivo, real y verdadero.
Debemos continuar ejercitando nuestra salvación, siempre recordando que
Dios es quien hace la obra en nosotros. Sigamos viviendo íntegramente para
que los de afuera no tengan manera de tacharnos. Si vivimos en obediencia,
unidad, amor, gozo, fe e integridad, así como en servicio a los hermanos,
entonces tendremos un testimonio que resplandece.
6

¿CÓMO PUEDO VIVIR EN PUREZA?

SALMO 119:9–16

Uno de mis pasatiempos favoritos es la carpintería. Desde que mi esposa


y yo nos mudamos a la Ciudad de México como misioneros, el Señor me ha
permitido construir un par de comedores, camas y libreros. Usualmente, la
manera en que adquiero mis patrones de construcción es a través de lugares
como YouTube o Pinterest. Estas plataformas en línea brindan una
innumerable cantidad de ideas para hacer diversos proyectos.

Debo admitir que ha habido ocasiones en las que no siempre seguí las
instrucciones al pie de la letra y varias veces mis proyectos no salieron
exactamente como hubiera deseado. Para ciertas construcciones,
manualidades y proyectos, especialistas han desarrollado instructivos o
manuales detallados, para que la gente los siga paso a paso, con el propósito
de que los resultados sean óptimos y concluyan de manera exitosa. Sin
embargo, estas famosas instrucciones son comúnmente ignoradas y
descartadas. Tal y como yo lo he hecho. A veces la gente prefiere seguir sus
ideas, que las instrucciones provistas por los profesionales.
Hace muchos años, en algún lugar de internet, leí que la mayoría de la
gente no revisa con cuidado; no pone atención a cualquier tipo instrucciones
—ya sean de construcción, documentos legales, laborales, compras, etc.—
por al menos 6 razones:

1. Porque según ellos no tienen tiempo para leer.


2. Porque la gente es floja.
3. Porque pensamos que “ya sabemos todo”.
4. Porque pensamos que el sentido común es suficiente para
completar cualquier trabajo.
5. Porque preferimos preguntar la opinión de otras personas.
6. Porque aparentemente las instrucciones están mal y no son
confiables. [48]

Yo me atrevería a incluir una razón más a esta breve lista: la gente no sigue
instrucciones sencillamente porque no les importa. Tal vez te estarás
preguntando ¿Qué tiene que ver esto con el texto que vamos a estudiar en
este capítulo? Menciono todo esto, porque esta es exactamente la misma
actitud y disposición que tomamos, muy frecuentemente, cuando leemos las
instrucciones, los preceptos, los estatutos y los mandamientos de Dios en su
Palabra.
Ignoramos y desobedecemos los mandatos del Señor en la escritura
porque pensamos que podemos vivir sin ellos o porque no hay necesidad de
ponerlos en práctica. Y esto lo hacemos generalmente porque queremos
disfrutar nuestros placeres carnales, nuestra impureza, nuestro egoísmo y
nuestras lujurias. Lamentablemente, créelo o no, esto sucede entre genuinos
cristianos más de lo que imaginamos.
Muchas veces, en nuestra falta de madurez espiritual, buscamos a Dios
con la intención de recibir sus bendiciones. Le buscamos porque queremos
que responda a nuestras peticiones; y cuando finalmente responde
positivamente a nuestras súplicas, nos olvidamos de nuestra necesidad de
continuar cerca de Él.
La pregunta que me gustaría que nos hiciéramos es, ¿cuántas veces
buscamos a Dios a través de su Palabra y a través de la oración para vivir una
vida pura e irreprensible? Realmente no tiene nada de malo buscar al Señor
para que nos bendiga y responda a nuestras peticiones. A través de la
Escritura vemos ejemplos de gente piadosa que le buscaba específicamente
porque tenían peticiones serias, que podían ser respondidas exclusivamente
por Él. Pero además de esto, el Señor nos manda a tener una vida continua de
oración (1 Tes. 5:16–18).
A lo que me refiero es, ¿A caso solo debemos orar y buscar a Dios para
que nos dé lo que queramos? ¿A caso debemos buscar a Dios como si Él
fuera una caja de primeros auxilios o como si fuera el genio de la lámpara?
¿Cuántas veces realmente buscamos a Dios para disfrutar nuestra comunión
con Él?
El salmista tenía una cosa en mente: estar más cerca de Yahweh.

El contexto de nuestro Texto


En el Salmo 119:1-8, observamos que el salmista habla de aquellos que
están en una posición envidiable en cuanto a bendiciones de parte de Dios, y
cuyos caminos son rectos delante de Dios. Una de las verdades más
importantes acerca de la primera estrofa de este salmo es que aquellos que
son bienaventurados y que viven rectamente, no buscan al Señor
simplemente para recibir Su favor; sino que le buscan con todo su corazón
para fortalecer y enriquecer su relación con Él. Hay una gran diferencia entre
buscar a Dios para ser bendecidos, y buscar a Dios para estar más cerca de
Su presencia. Cuando anhelamos estar más cerca de Él, entonces podremos
disfrutar de sus bendiciones, ya que Él se complace cuando le buscamos de
todo corazón (Heb. 11:6).
Dios no solo se complace cuando le buscamos, sino también cuando
obedecemos sus mandamientos (1 Sam. 15:22). Muchas veces la Escritura
nos da instrucciones que se ven aparentemente sencillas de seguir y
obedecer; pero realmente necesitamos depender completamente de la ayuda
de Su Espíritu para guiarnos a la obediencia. Esto lo vemos en los primeros
ocho versículos de este salmo, donde observamos instrucciones para una vida
de comunión con Él.
Una pregunta que viene a nuestra mente es, ¿cómo podemos obedecer y
aplicar las instrucciones de Dios para poder vivir una vida que glorifique Su
santo nombre? Uno de los problemas más grandes que he visto en muchos
expositores o predicadores de hoy, es que a veces sus sermones son tan
complicados y técnicos que la gente no tiene la más mínima idea de cómo
aplicar el texto que escucharon.
Algunos han llegado al extremo de decir que no hay necesidad de dar
aplicaciones en sus predicaciones ya que el Espíritu Santo es quien se
encarga de guiar a su pueblo. Es cierto esto; sin embargo, como maestros de
la Escritura, también tenemos el deber y la responsabilidad de instruir de una
manera práctica al pueblo de Dios para que todos los creyentes tengan las
herramientas necesarias para vivir en obediencia. Si tanto amamos a nuestros
hermanos en Cristo, entonces no podemos dejarlos a la deriva.
Cuando leemos la Escritura observamos que el Señor siempre nos da los
medios para vivir en obediencia y poner en práctica lo que Él nos instruye.
Simplemente, la salvación que Dios nos dio por Su gracia nos lleva a vivir
una vida santa y de obediencia. En 1 Timoteo 1:9, Pablo lo dice:

… quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a


nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada
en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
¿Cómo lo puedo lograr?
¿Cómo puede el joven guardar puro su camino? Guardando tu
palabra.
Salmos 119:9

Otra manera de entender lo que el salmista escribe es: ¿Cómo podemos


mantener sana nuestra relación con Dios y vivir una vida pura y de
obediencia a su Palabra? En primer lugar, la palabra que el salmista usa en
referencia al “ joven ” no se refiere exclusivamente a un adolescente.
Realmente el significado de esta palabra incluye a todas las personas —
jóvenes y adultos— que aún están en el proceso de madurez. Esto quiere
decir que el salmista se refiere a cualquier joven que está entre los 12 y 13
años y también a aquellos que tienen más de 30 y 40. El hecho de que una
persona pase de esa edad no garantiza que sea madura. Hoy más que nunca
existen muchos que están en sus 30’s y 40’s, pero continúan viviendo y
actuando como adolescentes o como niños. Estos podrían entrar en el grupo
de “jóvenes”.
Cuando leemos este pasaje a veces pensamos que el Salmista se refiere
solo a “jovencitos”. He visto a maestros y maestras de escuela dominical
enseñar este texto como algo exclusivo para niños y adolescentes. Pero en
realidad el “joven” incluye un grupo de personas más amplio.
En segundo lugar, la frase que leemos “ guardar puro su camino ”
también podría traducirse como “mantener puro su camino”. Generalmente la
palabra hebrea que se traduce como “ puro ” se refiere a la pureza moral que
no solo abarca a lo sexual, sino también a la forma de actuar y pensar de una
persona. Esta pureza moral es esencialmente lo que refleja la integridad de
una persona irreprensible.
En tercer lugar, a veces cuando leemos este versículo, lo primero que
pensamos es “¿Cómo mantener nuestras vidas en santidad?” o simplemente
“¿Cómo mantener una vida pura?” En realidad, lo que el salmista está
buscando es “¿Cómo puede el joven traer su vida o camino a un estado
continuo de pureza moral?” De hecho y en otras palabras, lo que el autor está
preguntando es: “¿Cómo puede el joven caracterizarse por un estilo de vida
de pureza moral que glorifique y dé honra al nombre de Dios?”
Date cuenta que el salmista no solo está buscando la respuesta y la ayuda
necesaria para vivir en santidad y en pureza moral. Tampoco hace esta
pregunta solamente para abstenerse de algo que pueda llevarlo a caer en
pecado. Lo que el escritor busca es la manera de obedecer a Dios y fortalecer
su comunión, así como su relación personal con Él.
Es por eso que la respuesta a esta pregunta se encuentra en la segunda
sección del versículo 9: “ Guardando tu palabra ”. La palabra ‘ guardando
transmite la idea de alguien que está observando atenta y cuidadosamente
algún objeto sin que nada ni nadie lo distraiga.
Uno de los personajes literarios favoritos de mi esposa es Sherlock
Holmes. Ella ha leído todas sus novelas. Por mi parte, me han gustado las
series de televisión y algunas películas que han salido en el cine acerca del
famoso investigador; en especial la interpretación de Jonny Lee Miller. Una
de las características más extraordinarias de Sherlock Holmes es su
determinación y paciencia al observar los detalles de algún crimen. Holmes
pasa horas —incluso días enteros— observando cuidadosamente todos los
detalles del misterioso crimen; robo, gente extraviada, asesinato y etcétera.
Como resultado, sus investigaciones siempre son un verdadero éxito ya que
su habilidad de observación es incomparable.
En esencia, esta es la manera en la que el creyente debe observar y
guardar cuidadosamente la Palabra de Dios. Solo de esta manera, el cristiano
podrá entender y disfrutar su relación con Dios. Esto dará como resultado
vivir una vida pura para la gloria de Su nombre. En pocas palabras, mientras
más pasamos tiempo estudiando diligentemente la Escritura, más claridad y
discernimiento tendremos para entender la voluntad del Señor en nuestras
vidas.
Cuando éramos pequeños, ¿Qué pasaba cuando nuestros padres nos daban
instrucciones o mandatos de algún tipo, y no los obedecíamos? No solamente
se decepcionaban de nosotros, sino que también pagábamos las
consecuencias por haber desobedecido. Además de esto, tendríamos que
arrepentirnos, pedirles perdón y restaurar nuestra comunión con ellos.
El salmista nos demuestra que la única manera en la que podemos
disfrutar nuestra comunión con Dios es solo por medio de nuestra obediencia
a Su Palabra. Como resultado, podremos vivir en pureza delante de Él. No
hay técnica, ni estrategia, ni ideología humana que pueda mantenernos cerca
de Dios; no hay nada que pueda mantenernos en pureza si estamos alejados
de Él. Mientras más queramos tener nuestras propias reglas y estrategias para
vivir en obediencia, y mientras más confiemos en nuestro propio poder y no
en el Espíritu de Dios y Su Palabra, entonces caeremos en pecado.
En 2 Tesalonicenses 5:22, Pablo da el mandato a los creyentes de
“abstenerse de toda clase de mal”. El problema y el error en el que muchas
veces caemos como cristianos es creer que el simple hecho de abstenernos
del pecado o de la tentación nos llevará a ser victoriosos. Aparentemente esto
es lo que dice el apóstol. Sin embargo, en el contexto de esta epístola, la base
fundamental del creyente es una vida de obediencia a la Escritura. Uno se
abstiene de toda clase de mal cuando ha vivido sometido en obediencia a la
Palabra de Dios. Pablo dio mandatos tales como estar siempre gozosos (v.
16), orar continuamente o estar en un estado continuo de oración (v. 17),
estar agradecidos en todo (aun cuando las circunstancias sean negativas); no
‘apagar’, o bien, sofocar al Espíritu (no vivir de una manera en la que nuestra
comunión con Dios se vuelva indiferente a las cosas espirituales y la
importancia de nuestra obediencia, llevándonos a entristecer al Espíritu
Santo); no menospreciar las profecías (no tratar con desprecio o ver la
Escritura revelada como si no tuviera valor alguno); examinarlo todo
(asegurarnos que nuestro discernimiento está basado en la Escritura y el
Espíritu); y retener lo bueno (todo lo que pueda ser usado para la gloria de
Cristo y del evangelio).
Sin embargo, a veces pasa todo lo contrario; solo buscamos evadir al
pecado, ignorando nuestra comunión con Él, y olvidamos que la base para
ser victoriosos es a través de una vida de integridad y obediencia. Por lo
tanto, no solo debemos buscar como apartarnos del pecado, ni tampoco
debemos buscar cómo vivir en pureza a base de nuestros propios esfuerzos.
Más bien debemos fortalecer nuestra relación con Dios, poniendo nuestros
ojos en Jesucristo y Sus mandamientos. Solo nuestra obediencia a la Palabra
viva y perfecta de Dios puede mantenernos en comunión con él.

Busca a Dios con todo tu corazón


Con todo mi corazón te he buscado;
no dejes que me desvíe de tus mandamientos.
Salmos 119:10

¿Qué es lo que el salmista está diciendo en esta sección? La palabra “


corazón ” no se refiere exclusivamente a las emociones o los sentimientos de
una persona. Cuando escuchamos frases como “es que amo a tal persona con
todo mi corazón”, generalmente pensamos que la expresión se refiere a las
emociones. Dicho de otra manera, a veces creemos que el corazón se refiere
a las “mariposas” que sentimos en el estómago. Sin embargo, en la cultura
hebrea del AT, el corazón iba más allá de las emociones; esto incluía el
entendimiento, la voluntad, el intelecto y la mente de una persona. El corazón
principalmente representaba al hombre interior, las intenciones, la
motivación y todo lo que uno es.
Así mismo, la frase “ te he buscado ” denota la idea de buscar algo con
seria determinación. En repetidas ocasiones yo cometía la negligencia de
olvidar en donde había puesto mi cartera. Una vez la extravié al grado que
casi me puse a llorar; realmente no traía mucho dinero, pero sí tenía mi
licencia y mis tarjetas del banco. Cuando comencé a buscarla lo hice con
seria determinación. Tal fue mi actitud que no quería que mi esposa me
hablara o me distrajera, ya que necesitaba estar enfocado para poderla
encontrar. Después de un tiempo prolongado, por la gracia de Dios la
encontré.
Aunque mis circunstancias eran completamente distintas a las del
salmista, este tipo de determinación es lo que vemos en nuestro versículo.
Esta es la seria resolución que el salmista tenía al buscar a Dios y Su Palabra.
Él no quería estar distraído con las cosas o circunstancias a su alrededor; su
mente y su voluntad estaban completamente orientadas en estar cerca de
Dios. En otras palabras, el salmista nos demuestra que su aspiración y su
determinación estaban en fortalecerse y buscar a Dios con todo el corazón. Él
estaba plenamente comprometido, ya que su meta era ser obediente a la
Palabra del Señor. El salmista buscaba a Dios por sobre todas las cosas.
Esto no significa que el salmista era perfecto, ni que estaba libre del
pecado; tampoco debemos pensar que Dios tiene como expectativa que
seamos inmunes a las tentaciones. Sino que tal y como el salmista lo declara;
el Señor nos ha dado las herramientas para que le busquemos con todo
nuestro ser y nos caractericemos por un compromiso y un deseo de estar más
cerca de Él. Para ser moralmente puros debemos tener dirección. Y para
tener dirección debemos tener continua comunión con la Palabra de Dios.
Es por esa razón que el mismo salmista dice más adelante, “Lámpara es a
mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” [49]
Suplica para no desviarte de Su Palabra
No dejes que me desvíe de tus mandamientos.

En la misma manera en la que nosotros le pedimos al Señor, “no nos dejes


caer en tentación” (Mat. 6:9-13); el salmista demuestra que una persona
comprometida con Dios, desea estar cerca de Él para no desviarse de sus
caminos y la Escritura. En el lenguaje original esta frase demuestra una
petición bastante fuerte, revelando que, separado de la ley de Dios, el
salmista terminará desviado y alejado. Este es el deseo que todos nosotros
como creyentes debemos tener: el de siempre estar cerca de nuestro Señor y
su Palabra.
Lamentablemente muchos que claman tener una relación con Cristo
prefieren tener más cercanía con las cosas del mundo que con Dios. Estas
personas no están en comunión con la Escritura y constantemente están
desviándose del camino correcto. Lo triste es que muchos de ellos nunca han
sido regenerados y tienen por poco la gracia soberana.
Recuerda que la única manera en la que puedes ser victorioso ante las
tentaciones y las pruebas es cuando te refugias en la Escritura y buscas a
Dios con todo tu corazón. Mientras más busques estar cerca de Él, serás
vencedor. Y mientras más vencedor seas, más reflejaras a Cristo en tu vida y
glorificarás Su nombre.

Atesora Su Palabra
En mi corazón he atesorado tu palabra, para no pecar contra ti.
Salmos 119:11

¿Qué es lo que el salmista dice en este versículo? En primer lugar, cuando


dice “ he atesorado ”; la idea es la de guardar un tesoro cuyo valor es
asombroso e incomparable, con el propósito de ser usado en un futuro o para
que no sea robado por un ladrón.
Cuando era pequeño me encantaban las historias de piratas. De hecho, en
alguna ocasión llegué a coleccionar juguetes de piratas con espadas y tesoros.
Algo que caracterizaba a estos personajes era la manera en como guardaban
sus tesoros. Por supuesto ellos no dejaban su tesoro a vista de todos; sino que
lo guardaban en lugares secretos donde nadie pudiera encontrarlos ni
robarlos.
En la novela “ El Conde de Montecristo” , el personaje principal —
Edmundo Dantes— encuentra el tesoro de ‘César Spada’ en la inhabitada y
asolada isla de Montecristo. Tal tesoro no solo se encontraba en un lugar
inhabitado, sino que estaba escondido bajo una cueva en la profundidad del
océano. La única manera de poder encontrar un tesoro como el de Spada, era
a través de un mapa claro y certero.
Usualmente o casi siempre, la gente guardará un tesoro invaluable con
cuidado; sabiendo que si llegara a ser robado, sus vidas estarían arruinadas.
Si la gente guarda y esconde algo material y tan vano como el oro y los
diamantes, ¿No deberíamos nosotros atesorar la Palabra de Dios con mayor
determinación? Tristemente, muchos creyentes están mas interesados en
atesorar sus bienes materiales y otras cosas, antes que la Escritura.
La raíz de la palabra “ corazón ” en el hebreo, es la misma donde
adquirimos la palabra “ hogar ”. Y realmente lo que el salmista está diciendo,
es que en su corazón él ha hecho un hogar; una casa, o un lugar donde puede
guardar y atesorar la palabra de Dios. [50]
Hace algunos años, tuve la oportunidad de mirar un video de unos
hermanos en China, quienes habían recibido algunas biblias. Su reacción al
recibirlas me hizo un nudo en la garganta. Uno podría pensar que para ellos
habría sido bueno recibir ayuda financiera y material. Pero al ver como
abrazaban las biblias, me di cuenta que lo que más atesoraban en sus vidas
era la Escritura; eso era lo más valioso para ellos. Aunque su reacción fue
externa, evidentemente su felicidad reflejaba lo que había en su corazón.
Dentro de nuestro contexto hispanohablante, ¿Cómo podemos atesorar la
palabra de Dios en nuestros corazones? ¿Acaso es solo por medio de la
memorización y la lectura diaria de las Escrituras, de una manera forzada o
superficial? Esas son solo algunas maneras.
Afirmamos que la Palabra de Dios es inspirada por Dios, y útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el
hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra (2
Tim. 3:16-17); también afirmamos que la palabra de Dios es viva y eficaz, y
más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el
espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón (Heb. 4:12); y que su palabra no vuelve vacía (Isaías
55:11). Sin embargo, algo que comúnmente he observado es que muchos en
nuestras iglesias, piensan que la Escritura es un tipo de amuleto o libreto
mágico con el cual podemos leer algunas palabras y de manera automática e
inconsciente recibiremos bendiciones, ánimo espiritual y libertad del
sufrimiento.
Hace poco tiempo impartí una clase de Panorama al Antiguo Testamento
en una iglesia que no tenía la mejor doctrina. La esposa del pastor me
comentó que una de las cosas que los miembros de su iglesia acostumbraban
a hacer, era cubrir algo, alguien o alguna situación con “la sangre de Cristo”,
tratando la sangre preciosa de nuestro Señor como algo meramente
supersticioso o mágico. Tristemente, mucha gente hace esto con la Escritura.
La pregunta que surge es, ¿Cómo podemos atesorar las escrituras en
nuestra vida? ¿Cómo logramos que la palabra de Dios reine en nuestra mente
y corazón?
Anteriormente habíamos observado una de las características más
importantes acerca de la palabra ‘concupiscencia’. Este pecado se caracteriza
por ser el motor y motivación que controla la vida y la mente de una persona.
Todas sus acciones surgen de este pecado.
El día de hoy es común ver muchos que se autonombran creyentes, pero
que son reinados y controlados por vanidades y trivialidades. Muchas de
estas personas están hipnotizadas por el dinero; y todas sus acciones están
gobernadas por lo material, la fama y el éxito. Estas cosas no son
necesariamente malas cuando se manejan con sabiduría y control. El
problema es que muchos han hecho de todo esto, un ídolo más; y en su
totalidad, tienen metas que no son teocéntricas, sino egocéntricas y
antropocéntricas. [51]
Lo que el salmista nos demuestra en esta sección, es un contundente
contraste. Hemos atesorado la Palabra de Dios cuando nuestra mente,
nuestras acciones, nuestra voluntad y nuestra disposición, están gobernadas,
ocupadas y dirigidas por la Escritura en todo momento a través de nuestra
vida. Hemos atesorado la Escritura en nuestros corazones cuando estamos
continuamente meditando en lo que Dios ha revelado; demostrando así una
dependencia total al Espíritu de Dios. Una persona que ha atesorado los
mandamientos del Señor en su corazón es aquella que se caracteriza por estar
en constante conformidad a lo que Dios dice.

El propósito de atesorar Su Palabra


¿Cuál es el propósito de atesorar o guardar la palabra de Dios en nuestro
corazón? Como lo he mencionado anteriormente, muchos creyentes tienen un
entendimiento profundo de las Escrituras. Lamentablemente un gran número
de ellos tienen este conocimiento solo por vanagloria y egocentrismo. De
nada sirve poseerlo en la mente, si no está siendo puesto en práctica y
obediencia.
Sin embargo, aquellos quienes han edificado un hogar en sus corazones,
para atesorar la Escritura, desean obedecerla con todo su corazón. El salmista
nos demuestra que el propósito principal de atesorar la Palabra de Dios en
nuestras vidas es “ para no pecar contra ti ”. Esta frase es bastante fuerte y
determinante ya que en el lenguaje original lo que está diciendo es “ para
nunca pecar contra ti ”.
¿Crees que sea posible el nunca pecar contra Dios? Bueno, sabemos que
es imposible. Hay algunas denominaciones —yo me atrevo a catalogarlas
como sectas— donde enseñan que el cristiano puede llegar a un punto en su
vida en el que ya no peca más. A estos grupos se les olvida —o ignoran a
propósito— lo que el apóstol dijo en 1 Juan 1:8 y 10:

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y


la verdad no está en nosotros… Si decimos que no hemos pecado, le
hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Entonces, ¿Por qué estaría diciendo el salmista “ para nunca pecar


contra ti ” si sabemos que humanamente es imposible? Porque aquí vemos la
disposición y la convicción de un hombre que desea vivir en santidad y
obediencia. Tal compromiso se ve manifestado al grado que en su corazón se
ha propuesto nunca pecar contra Dios. No significa que jamás pecará, ni que
sea humanamente perfecto; más bien su resolución es vivir rectamente
delante de Dios para no caer.
Estas palabras son una llamada de atención para todos los creyentes.
Como pueblo de Dios muchas veces tenemos el deseo de vivir en obediencia;
pero cuando las tentaciones se presentan, a veces caemos en el error de decir:
“bueno… en esta ocasión no pasará nada si peco poquito”. Conozco a
muchos que pensaron de esta manera y las consecuencias de sus acciones
fueron devastadoras. Esta actitud desobediente y pecaminosa refleja
exactamente lo que Pablo dice en Romanos 6:15 diciendo: “¿Qué, pues?
¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera”. Las palabras “ en ninguna manera ” que utiliza el apóstol
demuestran la negación más fuerte en el lenguaje griego. Esto significa que,
aunque vivamos bajo la gracia de Dios jamás debemos considerar la
probabilidad o posibilidad de pecar. Deberíamos ver como una
aberración, a la supuesta libertad para pecar. Lamentablemente, hacemos lo
contrario y creemos que porque Dios nos ama, tenemos el permiso para
cometer pecados arbitrariamente.
Démonos cuenta que, por nuestra propia cuenta, es imposible ser
perfectamente puros delante de Dios. Habrá momentos en que seremos
débiles y habrá momentos en los que caeremos en pecado; sin embargo, ya
no estamos atados al antiguo hombre y ya no vivimos para nuestra carne. En
numerosas ocasiones he escuchado a gente sacar de contexto la Escritura y
usar como excusa la frase “la carne es débil” (Mat. 26:41). Otros han llegado
al extremo en aconsejar a los que caen en pecado: “no te preocupes, Cristo te
ama”. Y aunque es completamente cierto que Cristo nos ama, tal realidad no
nos da licencia para vivir en pecado.
Una de las maravillosas verdades acerca de la justificación del creyente,
es precisamente considerar que Dios, sabiendo que por nuestra propia cuenta
éramos incapaces de ser puros y santos delante de Él, mandó a su Hijo no
solo para que diera su vida por nosotros en la cruz del calvario, sino también
para vivir una vida de perfecta obediencia y rectitud en nuestro lugar.
Como pueblo de Cristo, debemos imitar la convicción que el salmista
tenía. Debemos guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones; y de esta
manera, aunque seamos imperfectos, tendremos la resolución de ser
espiritual y moralmente puros delante de Dios.

Busca Su ayuda
Bendito tú, oh SEÑOR; enséñame tus estatutos.
Salmos 119:12

Primeramente, observamos que el salmista “ bendice ” el nombre y la


persona de Dios. Literalmente hace hincapié en el hecho que Dios es bendito,
porque no hay alguien igual a Él; y bendice el nombre del Señor
demostrando que es digno de toda gloria y honra. El salmista señala que los
atributos de Dios son grandiosos y que sus maravillosas obras son
asombrosas.
En el lenguaje original la palabra “Señor” es “ Yahweh ”; este es el
nombre que revela Su incuestionable existencia, así como su relación con el
pueblo de Su pacto. [52] Al decir estas palabras, el autor bendice el nombre de
Dios por la comunión personal existente, así como por el pacto que ha
establecido con su pueblo.
El salmista proclama la grandeza de Dios y su relación con él, llevándole
a clamar, “ enséñame tus estatutos ”. La palabra “ enséñame ” denota una
idea militar de entrenamiento en la que el instructor estaba activamente
involucrado en el crecimiento y desarrollo del soldado. Con esta palabra, lo
que el escritor expresa es su anhelo para que Dios le enseñe e instruya paso a
paso a cómo obedecer sus estatutos.
Cuando era pequeño, a veces las maestras me dejaban tareas, trabajos o
proyectos que no tenía idea de cómo realizarlos. En varias ocasiones, mis
padres se involucraron para ayudarme y realizar mi tarea de una manera
adecuada. Cuando estuve en la universidad mi profesor de guitarra invirtió
mucho tiempo en mí. Él, siendo un guitarrista profesional de música clásica,
dedicó tiempo y esfuerzo en mis clases particulares para que mi desarrollo
como guitarrista fuera exitoso. Otro ejemplo; en lo personal me encantan las
artes marciales. No soy experto, pero sí dediqué varios años a diferentes tipos
de sistemas. En uno de ellos particularmente, los instructores estaban
activamente involucrados en nuestro desarrollo como artistas marciales. Tuve
maestros de diferentes países y todos tenían como objetivo ayudarnos a
realizar nuestras técnicas de una manera adecuada.
En esencia, esta es la imagen que el salmista nos demuestra en este
versículo. Él rogaba y pedía que Dios estuviera activamente involucrado en
su desarrollo y crecimiento espiritual. Él anhelaba, que el Señor le enseñara y
le diera todas las herramientas necesarias para poder vivir en obediencia y en
santidad.
Dios nos ha dado todo lo necesario para que permanezcamos firmes en la
fe. Él nos ha dado a su Espíritu y su Palabra. Siguiendo el ejemplo del
salmista, podemos tener la certeza, que el Señor nos ayudará para que
vivamos en obediencia e integridad.

Proclama Su Palabra
He contado con mis labios de todas las ordenanzas de tu boca.
Salmos 119:13

Cuando leemos la conjugación “ he contado ”, generalmente podríamos


pensar que el salmista está hablando de la cantidad y medida de todas las
ordenanzas que provienen de la boca de Dios. Sin embargo, esta palabra
podría entenderse mejor como “he proclamado”, o incluso “he informado”.
Lo que el salmista literalmente dice, es que con su boca ha compartido y
proclamado acerca de todos los mandatos que Dios mismo le ha revelado a
través de su Palabra. Podríamos pensar que esto se refiere a la acción de
“enseñar” o “instruir”; pero en realidad esto simplemente se refiere a la idea
de anunciar, informar, compartir y proclamar lo que Dios ha revelado a
través del poder de su boca.
Hace muchos años tuve la dicha de conocer a un amado amigo y hermano
en Cristo, llamado Simon Chung. Él pasó a la presencia de Dios después de
una larga lucha contra el cáncer. Antes de que fuera diagnosticado con tal
enfermedad, Simon y yo fuimos miembros de un estudio bíblico, donde tuve
la oportunidad de dirigir la alabanza. En una ocasión, él me compartió acerca
de su vida antes de ser salvo, así como sus presentes pruebas y tentaciones
como cristiano. Algo que me compartió y que hasta el día de hoy continúa
haciendo eco en mi mente fue que cuando él era tentado a ver, decir o hacer
cosas pecaminosas que desagradan a Dios, proclamaba, anunciaba o
compartía la Palabra de Dios a otros hermanos en la fe que estaban sufriendo
y siendo tentados de la misma manera. En otras palabras, en medio de su
tentación, él compartía la Escritura para que el enfoque fuera colocado en
Dios y en sus hermanos.
Aunque el salmista no necesariamente hace una alusión directa a la
tentación, después de ver lo que hemos estudiado, podemos concluir que una
manera efectiva de enfrentar la tentación —y las pruebas en general— es
proclamando y compartiendo la Palabra de Dios a aquellos que son nuestros
hermanos en la fe y que son copartícipes del mismo sufrimiento y batalla
espiritual.
Generalmente cuando somos tentados, en lo único que pensamos, es en
nosotros mismos, nuestra tentación y en cómo Dios probablemente nos va a
disciplinar en caso de no arrepentirnos del pecado. Y aunque debemos tener
temor de Dios, muchas veces solo pensamos en las consecuencias de nuestras
acciones y en la probable disciplina que recibiremos, en vez de enfocarnos en
nuestra obediencia como cristianos.
Lo que vemos en este salmo es a un hombre de fe que ha pasado por las
situaciones más difíciles en su vida, pero que nos demuestra y nos enseña a
cómo mantener una comunión apropiada con nuestro Dios. Esto a la postre
nos llevará a vivir en obediencia y en pureza delante de Él. Teniendo esto en
mente, también nosotros podremos animar a nuestros hermanos en Cristo
para que ellos puedan vivir de la misma manera.

Disfruta Su Palabra
Antes que pasemos a los últimos tres versículos de esta estrofa, déjame
decirte esto: Si buscamos a Dios y obedecemos su Palabra como requisito o
como algo que ha sido impuesto por nuestros padres o pastores, entonces lo
estaremos haciendo de la manera incorrecta. He escuchado a diferentes
hermanos en la fe compartir que en algunas iglesias —también prefiero
llamarles sectas— los líderes exigen que los miembros lean una cierta
cantidad de capítulos bíblicos al día. Después, deben entregar un reporte
semanal de lo que leyeron.
¿Cuál es el problema? Podría presentar una lista extensa de todos los
problemas que surgen como resultado de tales imposiciones; sin embargo,
me quiero enfocar en lo siguiente: nuestro estudio de la escritura debe ser
algo que nace de nuestros corazones. Debe ser algo que Dios pone en
nosotros para buscarle más; debe ser algo que lo hagamos con gozo,
regocijándonos en lo que Él ha revelado. Nosotros buscamos al Señor a
través de Su palabra porque deseamos estar más cerca de Él y no por carga u
obligación para con los hombres. Un contraste claro es observar lo que dice
el salmista, “ Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en
todas las riquezas ”.
Aquí lo que el autor nos demuestra es que su felicidad no está en las cosas
materiales, ni está en las riquezas de este mundo. Tampoco están las lujurias
y placeres que este mundo finito pudiera ofrecerle (1 Jn. 2:15-17). El gozo y
la felicidad del salmista están en la Palabra de Dios. Su gozo se encuentra en
los testimonios que hablan acerca de todo aquello que revela la persona, el
carácter y las maravillosas obras de Dios reveladas en su Palabra. No hay
tesoro más valioso, ni más hermoso en la vida del salmista que aquello que el
Señor ha revelado.
Aquí vemos que el salmista no buscaba a Dios para quedar bien con la
gente; es más, ni siquiera lo quería hacer para “impresionar” a Dios. Él lo
hacía porque su gozo se encontraba en lo eterno y no en lo pasajero. De la
misma manera nosotros podemos buscar al Señor.; no como algo que nos
hayan impuesto, sino como el deseo más profundo de nuestro corazón.

Céntrate en Su Palabra
Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos.
Salmos 119:15

¿Qué es “ meditar ”? En los últimos años ha surgido un interesante


despertar en todo lo esotérico y lo místico. Religiones como el budismo,
taoísmo, el sintoísmo y otras creencias como el hinduismo, han acaparado la
atención de muchas personas alrededor del mundo. A veces pensamos que la
meditación tiene estrictamente un contexto de ese tipo; sin embargo, esto no
es lo que el salmista quiere decir. Esta palabra (meditar) transmite la idea de
“ procesar ” los pensamientos de uno, enfocándose en como obedecerlos para
glorificar a Dios a través de una vida recta. Los preceptos de los cuales habla
el autor son cada una de las instrucciones que Dios nos ha dado a través de su
Palabra. Como hijos suyos debemos obedecer estos preceptos paso a paso
conforme a lo que Él exige.
Cuando era pequeño, seguido mis padres me daban la orden de hacer mi
tarea escolar. ¿Qué pasaría si en vez de haber hecho mi tarea, les hubiera
dicho: “¡miren! No hice mi tarea, pero limpié mi cuarto, lavé los trastes y
arreglé otras cosas” ¿Crees que mis acciones habrían sido de obediencia? Por
supuesto que no, sino todo lo contrario. Yo tenía la responsabilidad de no
solo hacer mi tarea, sino principalmente de obedecer la orden o el “precepto”
dado por ellos. Mis padres tenían una expectativa y en lugar de obedecerles,
les desobedecí, ya que no seguí paso a paso lo que me encomendaron.
La idea que el salmista emplea aquí al decir “ preceptos ”, es con relación
a esos mandatos que Dios ha dado para que los obedezcamos conforme a lo
que Él quiere y espera; y no de acuerdo con lo que nosotros pensamos o
queremos hacer. En esencia, esto demuestra que la mente del salmista está
constantemente pensando y procesando los preceptos de Dios para que así
pueda obedecerlos conforme a lo que Él ordena.
¿Qué es “ considerar ”? Esta palabra demuestra la idea de poner cuidadosa
atención a los caminos de Dios. Esto no quiere decir simplemente, estudiar la
Escritura en automático; esto no es nada más leer la biblia para que mi pastor
esté feliz conmigo; no significa, ir a estudios bíblicos o reuniones de
discipulado. Tampoco es ir al seminario o simplemente asistir al grupo de
jóvenes de mi iglesia. Esto realmente significa, leer y estudiar las Escrituras
con diligencia y atención, para que así podamos obedecer de una manera
sincera y precisa.
Como lo habíamos estudiado en nuestro primer capítulo, Nicodemo era
un fariseo, líder y aparente conocedor de la Escritura. Aun así, su alma
seguía lejos de Dios. Él estudiaba la ley y los profetas por prestigio y
reputación, pero no por amor a la Palabra. Lo importante es considerar la
Escritura para abrazarla, obedecerla y exaltarla.

Deléitate en Su Palabra
Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.
Salmos 119:16

Aquí vemos que el salmista encuentra su deleite a través de una comunión


estrecha con Dios y su Palabra. Así como en versículo 11, él tuvo la
disposición, deseo e intensión de nunca pecar contra Dios, aquí él tiene la
misma determinación para nunca olvidar la Palabra de Dios. Este tipo de
disposición no surge cuando el creyente ve su comunión con el Señor como
una carga ni mucho menos como un estorbo; más bien, lo que el salmista
demuestra es el resultado de un verdadero creyente que se deleita en la
Escritura.
El salmista no era un jovencito que apenas comenzaba a entender la
complejidad de la vida; tampoco era un simple muchacho en busca de una
vida simple y sencilla, llena de éxito material y placeres. Él era un hombre de
Dios que había entendido el costo y el gozo de lo que significa ser un
creyente. Por lo tanto, él nos demuestra y nos enseña, que así como él
encontró la respuesta para vivir en pureza moral delante de Dios, nosotros
como cristianos también podemos seguir su ejemplo y ponerlo en práctica.
Alguien que está seguro de su salvación se refugia en la Palabra de Dios para
fortalecer esa comunión. Un verdadero creyente, imitará el estilo de vida del
salmista, para vivir en integridad y pureza moral delante del Señor.

Conclusión
Muchos de nosotros hemos creído que hay un tipo de secreto o “receta
mágica” para vivir en pureza. Incluso, muchos hemos pensado que Cristo
simplemente va a quitar las luchas de nuestra vida como si Él fuera el genio
de la lámpara. Pero la realidad es que no hay ningún secreto; sino que la
respuesta se centra en tener el deseo genuino en nuestro corazón de tener una
comunión verdadera con Dios. La respuesta está en que busquemos a Cristo
con todo nuestro corazón y con toda nuestra mente, sabiendo que solo
manteniendo comunión con Él podremos ser victoriosos ante las tentaciones
y las pruebas.
De nada sirve ser una persona moral sin tener comunión con Dios. Por lo
tanto, si has querido vivir en pureza; si has querido vivir en comunión con
Dios, pero simplemente no has podido, es porque debes analizar tu corazón y
observar si realmente tu fe es genuina.
Cuando estudiaba mi carrera, en la facultad de música, solían invitar
frecuentemente a un concertista judío y hermano en la fe llamado Sam
Rotman. Él fue criado en un hogar donde se practicaba el judaísmo. Iba a las
sinagogas y se sometía a todas las tradiciones de su religión. El hermano
compartió que humanamente hablando, él había vivido una vida intachable.
Siempre fue sincero en la escuela, nunca hizo trampa, jamás consumió
drogas ni se embriagó. Tampoco tuvo relaciones sexuales antes del
matrimonio y delante de todo el mundo era una persona moralmente recta.
Sin embargo, por más que esta era su apariencia, Rotman confesó que en
su mente y en su corazón él era la persona más perversa, corrupta e inmoral
que pudiera existir. Por fuera, Rotman era como la descripción que Jesús dio
a los fariseos de la época en Mateo 23:27, blanqueado y mostrándose
hermoso; pero por dentro, estaba lleno de huesos de muertos y de toda
inmundicia. Por la gracia de Dios, posteriormente, Rotman vino a los pies de
Cristo. Dios le hizo nacer de nuevo para creer en el Mesías. Desde que Dios
transformó su vida y le dio la potestad para tener fe en Jesús, entendió lo que
significa tener una comunión verdadera con Dios. Hoy más que nunca,
Rotman conoce el verdadero significado de vivir una vida pura delante de
Dios.
7

¿CÓMO DEBE SER UN CREYENTE


PIADOSO?

1 TIMOTEO 4:12

He visto una interesante situación en nuestras iglesias. Por un lado, el


Señor soberanamente ha causado un gran despertar espiritual en la vida de
muchos creyentes gracias a la predicación expositiva de Su Palabra. Cada
vez son más los cristianos que están hambrientos por aprender la sana
doctrina, la teología bíblica, la teología reformada y por sobre todas las
cosas, la Escritura.
Tristemente, por otro lado, hay muchos en las iglesias que aún no han
entendido su llamado como cristianos. Una gran parte de ellos se han dejado
llevar por la influencia de las redes sociales, llegando a imitar el ejemplo del
mundo y de aquellos quienes odian a Dios. Algunos han creado una vida
“híbrida”, teniendo un pie en las cosas de Dios y teniendo el otro —a veces
el cuerpo entero— en las cosas del mundo. Muchos se han dejado afectar por
una agenda mundial que a lo malo le llama bueno y a lo bueno le llama
‘anticuado’.
Lamentablemente, estos creyentes, tanto jóvenes como adultos, dejándose
llevar por las cosas del mundo, han causado un impacto negativo en la vida
de otros cristianos dentro de la Iglesia. Por si fuera poco, aquellos que viven
de una forma inestable o no constante —espiritualmente hablando— se han
dejado llevar por el ejemplo superficial de supuestos líderes evangélicos.
Muchos de estos “líderes” promueven el humanismo, el éxito, la prosperidad
y aun el misticismo, más que convicciones firmes y un amor profundo por
Cristo y la proclamación del evangelio.
La realidad es esta: jamás podrás ser un modelo a seguir tanto en tu
juventud como en tu adultez, y nunca podrás vivir de una manera que
glorifique a Dios, a menos de que tengas tu vida completamente consagrada a
Dios y a Su Palabra.

Jonathan Edwards, uno de los puritanos más conocidos en la historia de la


iglesia, comenzó a escribir sus setenta resoluciones cuando apenas tenía
diecinueve años. En estas resoluciones, Edwards describe una serie de pasos
para disciplinarse así mismo a la piedad. A pesar de que era muy joven,
Edwards no utilizó su juventud como excusa para dejarse llevar por la
influencia del mundo. Sino que su amor por Dios lo llevó a ser un joven
piadoso y un creyente ejemplar. En su primera resolución, Edwards escribió:

Tomo la resolución de que voy a hacer todo aquello que piense que sea
más para la gloria a Dios, y mi propio bien, beneficio y placer, durante
mi tiempo; sin ninguna consideración del tiempo, ya sea ahora, tras
millares de años. Me resuelvo hacer cualquier cosa que sea mi tarea, y
deber para el bien y la ventaja de la humanidad en general. Tomo la
resolución, de hacer esto sin importar cualquier dificultad que se me
presente, ni cuantas ni que tan grandes puedan ser. [53]

En esencia, Edwards puso en práctica las exhortaciones que Pablo le dio a


Timoteo. Incluso cuando Timoteo era alguien relativamente joven para
asumir un rol pastoral; él no debía dejarse llevar por la oposición de los
hermanos y los líderes de la iglesia, así como la oposición e influencia
negativa de los falsos maestros. Timoteo debía demostrar que él podía ser un
creyente piadoso y ejemplar.

El contexto de nuestro texto


Aunque en el contexto de este pasaje Pablo presenta varias exhortaciones
que Timoteo debía poner en práctica como siervo y ministro de Dios; y
aunque el texto que veremos hoy es específicamente relacionado a las
cualidades de un pastor y predicador de la palabra; aquí vemos principios que
deben aplicarse en la vida de todo creyente, tanto jóvenes como adultos.

La edad no importa, sino el corazón


Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los
creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.
1 Timoteo 4:12

Cuando dice “ ninguno ”, Pablo no solo incluye a los miembros de la


iglesia de Éfeso, donde Timoteo había sido puesto como ministro, sino
también a los líderes que estaban ministrando con él. Los líderes pudieron
haber sido mucho mayores que Timoteo tanto en edad como en experiencia y
conocimiento. A diferencia de Timoteo, los ancianos eran hombres maduros
y con una trayectoria más determinante. A pesar de que Timoteo fuera
alguien joven, nadie debía tenerle en poco.
¿A qué se refiere cuando dice “ tenga en poco ” refiriéndose a su
juventud? En primer lugar, esta traducción es muy suave en comparación a lo
que la palabra significa en el original. De hecho, algunas traducciones la
escriben como “ menosprecie ”; sin embargo, esta traducción, de igual
manera carece de la fuerza necesaria para describir la palabra que Pablo
realmente utilizó.
La palabra en el original no solo transmite la idea de mirar hacia abajo,
tener en poco o menospreciar. Sino más bien denota la idea de un desprecio
hacia alguien por alguna condición o estado. Esta palabra significa un
“desprecio o aversión, implicando que uno considera a la persona o al objeto
como de poco valor”. [54] Ahora bien, ¿Qué llevaría a los creyentes a
despreciar a Timoteo? ¿Cuál sería la razón? La respuesta obvia, era la
juventud de Timoteo.
En 1 Samuel 17:42-44 cuando David estaba a punto de pelear contra
Goliat, el filisteo le maldijo y se burló descaradamente de él:

Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era


muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David:
¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por
sus dioses. Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las
aves del cielo y a las bestias del campo.

Solo ponte a pensar en esta situación. Eres un joven de pequeña estatura,


enfrentándote a un gigante de más de dos metros de altura. Creo que en una
situación así todos hubiéramos sido intimidados y hubiéramos corrido por
protección. Sin embargo, aun cuando Goliat quiso intimidar a David,
maldiciéndole y burlándose de él, el pequeño pastor de ovejas permaneció
firme, ya que confió plenamente en el poder y en las promesas de Yahweh.
Timoteo por otro lado, aun cuando era joven e inexperimentado, no debía
desalentarse ni dejarse intimidar por aquellos quienes le tenían en poco. Él
debía continuar firme confiando en que Dios estaba obrando a través de él.
En segundo lugar, cuando dice: “ que nadie tenga en poco ” es un mandato
en el tiempo presente. La pregunta que surge es ¿Hacia quién es dirigido este
mandato? Esto podría entenderse de dos maneras:

1. Mandato para Timoteo : el mandato de Pablo era para que


Timoteo no permitiera que los demás le tuvieran en poco y
despreciaran su juventud.

2. Mandato para los Congregantes de Éfeso : el mandato de Pablo


era dirigido a toda la iglesia, en la que tenían prohibido despreciar
la juventud de Timoteo.

En lo personal, yo pienso que de entre ambas posibilidades, la segunda tiene


más peso. [55] Aunque el recipiente de esta epístola era el joven Timoteo, su
responsabilidad era comunicarla a los hermanos y líderes de la iglesia de
Éfeso. Si este mandato hubiera sido exclusivamente para él, entonces de
alguna manera Pablo estaría dando la impresión de favorecer un tipo de
actitud impositiva o autoritaria; características que son contrarias a las
cualidades de un pastor. En medio de la oposición, la peor manera de ganarse
el respeto y el aprecio de los líderes y de los congregantes, habría sido a
través de una actitud dominante y totalitaria.
Realmente el mandato es para todos aquellos que constituían una
comunidad bajo el liderazgo de Timoteo; así como a los líderes que servían
con él. La iglesia de Éfeso en general debía obedecer lo que Dios ordenaba a
través de Pablo no solo de manera habitual, sino de manera absoluta. [56] Este
era un mandato que provenía directamente del Señor; y por más joven que
Timoteo fuera, los de la iglesia no debían despreciarlo o verlo como alguien
menos.
La palabra “ juventud ” no demuestra ni significa que Timoteo era un
adolescente o un “jovencito”. Él no era un adolescente como Daniel y sus
amigos cuando fueron llevados a Babilonia, o incluso como cuando David
enfrentó a Goliat. Tampoco era un niño como cuando el rey Josías comenzó
a reinar a los ocho años (2 Cron. 34:1-3).
Aunque ningún texto del NT nos dice con exactitud la edad de Timoteo al
momento de recibir esta epístola, es probable que él haya tenido entre 35 a 39
años. Y aunque no era un adolescente ni mucho menos un niño, dentro del
contexto histórico y sociocultural en el que él vivía, su edad era considerada
como la de un “joven”.
Esta juventud se refería no solo a la edad de una persona, sino también a
la frescura que uno tenía en términos laborales o profesionales; en este caso,
ministeriales. Por lo tanto, Timoteo era alguien joven, fresco y aparentemente
inmaduro para asumir el rol pastoral. Coloquialmente podríamos decir que
Timoteo era visto como alguien “verde” para estar al frente de una iglesia.
En algunas ocasiones he visto que algunas iglesias asignan a pastores muy
jóvenes; y en algunos casos, la edad de estos pastores puede presentar una
distracción o problema para los que son mayores. Aquellos quienes han
vivido por más tiempo, pueden tener en poco al pastor, puesto que es muy
joven. En algunos casos, los pastores son tratados como niños sirvientes, sin
valorar que Dios les ha puesto ahí.
De una forma similar, a pesar de que Timoteo se veía como alguien
“verde” y joven para el ministerio, ¿Cómo debía comportarse ante la
oposición? La manera más efectiva en la que él podía confirmar su llamado
como ministro de Dios y así ganarse el respeto y aprecio de los hermanos era
a través de una vida ejemplar.

Sé un modelo a seguir
¿Quieres ganarte el respeto de la gente? Sé ejemplo y un modelo a seguir
de lo que Dios está haciendo en tu vida, a través de tu testimonio, tu piedad,
tu obediencia y tu santidad. Es por eso que Pablo dice, “ sino sé ejemplo de
los creyentes ”. Observa que Pablo no exhorta a Timoteo a ser pendenciero o
rebelde; ni mucho menos a ser vengativo. Sino que incluso cuando Timoteo
viera el desprecio de los hermanos, su respuesta debía ser dirigida de una
manera piadosa, reflejando así un carácter íntegro como siervo de Dios:
amable, sobrio, prudente, apacible y decoroso.
De igual manera, Pablo da el mandato a Timoteo “ para que continuara
siendo ejemplo de ” y “ a los creyentes ”. La palabra “ ejemplo ” es muy
interesante porque literalmente significa modelo, esquema o patrón. En
algunos contextos, esta palabra se refiere a un “tipo” como lo fue el
tabernáculo del AT, funcionando como figura o tipo del verdadero
tabernáculo celestial (Heb. 8:5). Esta palabra también se refiere a los
símbolos tipológicos que existieron en el AT que apuntaban directamente a
su cumplimiento Mesiánico en el NT. Por ejemplo, Adán fue figura o tipo de
Cristo (Rom. 5:14). El sistema sacrificial del Antiguo Pacto fue un tipo o
símbolo del sacerdocio y el sacrificio del Mesías.
En el contexto de nuestro texto, la idea principal es la responsabilidad de
Timoteo para ser un modelo o patrón a seguir para los demás. Esta palabra se
usa de la misma manera en otros textos. Por ejemplo, en Fil. 3:17 Pablo
ordena a que los filipenses continuaran siendo imitadores de él, así como él
era de Cristo (1 Cor. 11:1). En 1 Tes. 1:6-7, Pablo utiliza esta misma palabra
en referencia a la actitud de los creyentes en Tesalónica y su ejemplar manera
de vivir:

Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo


la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de
tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya
que han creído. [57]

Una de las principales cualidades de un verdadero líder espiritual y un


creyente piadoso, es su ejemplo y la influencia positiva que causa en otras
personas. Un verdadero líder es alguien que es un ejemplo de virtud, justicia
y santidad.
Algo que caracterizó el ministerio de Pablo fue precisamente su
indiscutible integridad, su influencia y su ejemplo; no solo a los miembros de
las iglesias y a los demás líderes apostólicos, sino a Timoteo en especial.
Pablo deseaba entrañablemente que Timoteo siguiera sus pasos y que él
mismo viviera de una manera ejemplar. Esta vida ejemplar no solo le
ayudaría a su propio testimonio, sino también para que aquellos que
cuestionaban su liderazgo y le despreciaban por su juventud no hallaran
pretextos para tachar su integridad.
Así mismo, de una manera práctica, una de las mejores armas que un líder
debe utilizar cuando encuentra oposición —y esto aplica no solo al líder, sino
a cualquier creyente— es no seguir los ataques de las personas, ni dejarse
llevar por la oposición. Más bien, el verdadero líder, debe responder de una
manera contraria a lo que la gente esperaría.
En nuestra carne, usualmente nos encontramos con el peligro de
responder vengativamente cuando enfrentamos diversos ataques. A veces
utilizamos pedradas o indirectas; incluso lo que más utilizamos como forma
de autodefensa o venganza es el sarcasmo. Sin embargo, aun cuando haya
personas que quieran tacharnos de algo o quieran ver lo peor en nosotros, la
manera de responder debe ser contraria a lo que ellos esperan: de una manera
piadosa, amorosa, paciente y ejemplar.
Aquellos que veían y trataban a Timoteo con desprecio, muy
probablemente tenían la expectativa de que su respuesta fuera inmadura,
vengativa, arrogante y orgullosa; y aunque este era el posible peligro o
tentación de Timoteo, Pablo le da el mandato de responder como un
verdadero hijo y siervo de Dios. El apóstol no solo era un hombre de
palabras, sino que él mismo habiendo sufrido oposición, persecución, tortura
y encarcelamientos, no devolvió mal por mal, tal y como lo dijo en Romanos
12:17, “no paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos
los hombres.”
Pablo fue un ejemplo y un modelo a seguir para los cristianos, y él mismo
puso todo su esfuerzo para imitar a Cristo. Por lo tanto, el apóstol ordena a
Timoteo a poner en práctica el ejemplo que recibió de parte de él. En esencia,
Pablo está pasando la batuta para que Timoteo y las siguientes generaciones
siguieran el ejemplo que recibieron de nuestro Señor Jesucristo. Por
consiguiente, este mandato no solo fue para Timoteo, sino para todo líder,
pastor, anciano, ministro y creyente; entre los cuales estamos tú y yo.
¿Cómo debe comportarse un creyente piadoso? ¿Cómo puedo ser un
modelo a seguir? De manera práctica, Pablo nos da 5 cualidades que reflejan
la vida piadosa y ejemplar de un creyente. [58]

Sé ejemplo en palabra
¿A qué se refiere con esto? Aunque en el original esta palabra es muy
general y puede referirse principalmente a la palabra de Dios o incluso a
Cristo mismo (Juan 1:1); podemos pensar que en este contexto Pablo no se
está refiriendo a la predicación o a la enseñanza. Más bien de forma general,
él se refiere a las palabras que provienen de la boca de una persona y el
reflejo de lo que hay en su corazón.
Uno de los problemas principales que Jesús sostuvo con los fariseos y los
escribas era su hipocresía, y como esta se veía reflejada a través de sus
palabras blasfemas de odio. Jesús les llamó en Mateo 23:27-28 de una
manera sumamente fuerte:

…semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se


muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y
de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os
mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía
e iniquidad.

Un poco antes en Mateo 12:22-37, los fariseos blasfemaron en contra del


Espíritu Santo, al atribuir el poder de Cristo a Belcebú; estas palabras, no
revelaron ignorancia o alguna incredulidad meramente superficial; sino que
revelaron lo más profundo que había en sus corazones: un odio desmedido y
un rechazo deliberado hacia la persona de Cristo; además de la falta del
nuevo nacimiento, así como la ausencia de una fe salvífica y justificadora.
Con base a los escritos del AT que los fariseos poseían, ellos sabían
plenamente que Jesús era el Mesías; sabían que Jesús era el Hijo de Dios;
sabían que Jesús era el único medio de salvación; sabían que Cristo era la
consolación de Israel. Aun así, no quisieron entender, ni creer (Zacarías
7:11). Por lo tanto, cuando Jesús expuso la hipocresía y corrupción de sus
corazones, en lugar de reconocer su pecado y su necesidad de
arrepentimiento, maldijeron a Jesús y blasfemaron en contra del Espíritu
Santo. Observa cómo Jesús se expresa de estas personas de los versículos 34
al 36:

¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos?


Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del
buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal
tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.

Con esto en mente, observamos que las palabras provenientes de la boca


de una persona reflejan más de lo que damos crédito. Generalmente, las
palabras que una persona expresa pueden manifestar vida o muerte espiritual.
Es por eso que Pablo exhorta a Timoteo —y a todo creyente— a que sea
un creyente piadoso y un modelo a seguir en cuanto a su forma de hablar y
dirigirse a los demás. En Efesios 4:25, 29, 31, nuevamente el Señor nos
instruye a través del apóstol Pablo a cómo los verdaderos cristianos deben
hablar:

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su


prójimo; porque somos miembros los unos de los otros; ninguna palabra
corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria
edificación, a fin de dar gracia a los oyentes; quítense de vosotros toda
amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia.

En uno de sus sermones, Charles Spurgeon dijo: “Preocúpate, entonces,


que tu conversación sea más de Cristo que de cualquier otra cosa que
poseas”. [59]

Sé ejemplo en conducta
La palabra griega que Pablo emplea en esta sección es contundente. Esta
conducta refleja el comportamiento y el estilo de vida de una persona. Algo
muy interesante es observar que el comportamiento de una persona va de la
mano de las palabras que provienen de su boca. Tanto las palabras, como la
conducta de una persona reflejan lo que está en su corazón.
Cuando Pablo cita en el texto: ‘en palabra y conducta’, Calvino observa lo
siguiente: “el significado es el mismo que si hubiera dicho ‘por palabras y
acciones’ y, por lo tanto, por toda la vida”. [60] De acuerdo con lo que Calvino
dice, tanto lo que sale de la boca como la conducta de un individuo reflejan
lo que verdaderamente se encuentra en su corazón.
A veces podemos hablar mucho de doctrina, teología, biblia, historia de la
iglesia y otras cosas relacionadas. Podemos ser elocuentes en nuestra manera
de expresarnos y podemos ser sofisticados a la hora de articular nuestros
pensamientos teológicos y doctrinales. Sin embargo, es triste cuando nos
jactamos de hablar lo bueno, pero no practicamos lo que hablamos. Saber y
conocer acerca de Dios es relativamente fácil; pero conocer a Dios y vivir en
obediencia a lo que nos pide es otra historia. Un ejemplo negativo de esto
fueron precisamente los fariseos y todos aquellos quienes pensaron que
serían herederos del reino de Dios sin la necesidad de creer y obedecer.
Pablo deseaba que el ejemplo de Timoteo a los creyentes continuara
siendo no solo en palabra, sino también en conducta. Sabiendo que
probablemente por su edad muchas personas no escucharían las palabras del
joven pastor; era crucial que su conducta reflejara y confirmara lo que
enseñaba y predicaba. De esta manera, nadie tendría algo que decir en contra
de él. En ocasiones, presientes que la gente no te escucha, pero te observa.
Dicho de otra forma, Pablo mandaba y exhortaba a Timoteo a que viviera
una vida justa e íntegra; [61] por lo tanto, esta conducta es el reflejo de una
nueva vida en Cristo. Timoteo debía demostrar que no estaba sujeto a su vida
anterior, sino que él ahora vivía para Cristo.
Esta conducta también refleja la comunión que el creyente tiene con el
Señor y refleja la obra santificadora que el Espíritu Santo hace en su vida.
Dios ha liberado a cada uno de sus hijos, quienes formamos su iglesia; nos
energiza y capacita para que reflejemos a través de nuestro testimonio y
obediencia la obra que Él comenzó en nosotros. La conducta del creyente
debe reflejar piedad y santidad, demostrando así que la obra que Dios hizo en
nosotros —a través de Cristo— es verdadera y no solo una ilusión. De esta
manera, a través de nuestra manera piadosa de vivir seremos un modelo para
los que nos rodean. En enero de 1723, Jonathan Edwards dijo en sus
resoluciones 44 y 45:

Hago la resolución que ningún otro fin sino la religión [relación con
Dios] tendrá ninguna influencia en absoluto en mis acciones; y que
ninguna acción se llevará a cabo, bajo ninguna circunstancia con un
propósito que no sea este. Enero 12, 1723.

Hago la resolución de no permitir ningún placer o codicia, gozo o


tristeza, ni ningún grado de afecto, ni ninguna circunstancia relativa a la
misma, sino a aquellas que ayude a la religión (Vida cristiana). Enero 12
y 13 1,723. [62]

Sé ejemplo en amor
Antes de definir lo que significa esta palabra, déjame decirte lo que no es
el amor. Este tipo de amor no son emociones ni pasiones como lo que el
mundo busca. La gente en su estado natural siempre busca el placer a costa
de otras personas. El mundo es egoísta, busca lo suyo y no piensa en los
demás. Muchos creen que el amor siempre va ligado con las pasiones y las
mariposas en el estómago. De hecho, muchas personas utilizan este
sentimentalismo como excusa para aprovecharse de aquellos a quienes
desean seducir. Usan palabras como “te amo, te he amado; yo te amaré”,
pero solo lo hacen para violar la pureza moral de sus víctimas. Uno
solamente tiene que escuchar historias de amigos y amigas queridas quienes
perdieron su virginidad bajo la falsa premisa de amor. Lamentablemente, no
solo pierden algo precioso que Dios les dio para guardarlo hasta el
matrimonio, sino que generalmente terminan con corazones hechos pedazos
y con consecuencias irreversibles.
Este tipo de amor tampoco se refiere a las amistades. A veces pensamos
que el tener una amistad o llevarse bien con las personas—tanto con
hermanos en Cristo como con inconversos— es sinónimo del tipo de amor
bíblico, del que Pablo habla en este pasaje. Aunque el amor fraternal es
ciertamente fundamental para el funcionamiento apropiado de la iglesia
(Heb. 13:1, Rom. 12:10; 1 Tes. 4:9; 1 Ped. 1:22), la palabra que utiliza Pablo
en esta sección es mucho más fuerte.
En esta sección Pablo habla del amor agape , el cual, bíblicamente
hablando, se caracteriza por ser un amor voluntario y sacrificial, donde el
creyente pone en primer lugar la gloria y la voluntad de Dios, y pone como
prioridad el funcionamiento y crecimiento corporal de la iglesia. En esencia,
el verdadero amor agape es pensar menos en nosotros mismos y pensar más
en la gloria de Dios, y las necesidades de los hermanos en la fe. Este tipo de
amor debe llevarnos a servir más a Dios y a los hermanos.
¿Sabes por qué muchos que se dicen cristianos son inconstantes en sus
iglesias? Primeramente, porque algunos tal vez no sean creyentes. En
segundo lugar, porque no quieren involucrarse en la vida de los demás. No
quieren hacerlo porque simplemente no quieren servir dentro de la iglesia; y
no quieren servir a sus hermanos porque no les interesan; y no les interesan
porque no han entendido lo que es el verdadero amor bíblico.
Simplemente ponte a pensar en esto: Timoteo era joven. Tenía
prácticamente todo en su contra; era como un salmón que debía nadar en
contra de la corriente. Responder carnalmente ante la oposición de los
creyentes hubiera sido algo relativamente fácil de hacer. Solamente pudo
decir un par de palabras destructivas, algunas maldiciones y responder
vengativamente para desahogarse ante la oposición.
Sin embargo, en medio de la oposición, el arma más efectiva, y la manera
más bíblica de responder, es teniendo una vida ejemplar y de piedad. Por más
difícil que fuera, una respuesta de amor y bondad tendrían mayor efecto en
medio de la tempestad. En lugar de pagar con la misma moneda, él debía ser
un modelo de amor bíblico. Debía demostrar cómo se comporta un creyente
piadoso.
Evidentemente, este amor es algo que Timoteo —y todo creyente— debía
demostrar no solo de manera horizontal, sino principalmente vertical. Así, el
amor que Timoteo tenía por Dios y Su Palabra le llevaría a reflejarlo hacia
los hermanos, aun cuando lo estuvieran atacando, ultrajando y
menospreciando. El amor es la característica que por excelencia refleja el
estado espiritual de una persona. El amor es el fruto principal de un
verdadero creyente que ha sido justificado por la fe en Jesucristo (Gal. 5:22).
Si una persona dice ser cristiana, pero no ama, es alguien que no ha
experimentado el amor y el perdón de Dios en su vida y se engaña a sí
misma. En pocas palabras, un “cristiano” que no ama a sus hermanos —no
solo con los que tiene una buena relación, sino principalmente con aquellos
que son difíciles de tratar— entonces muy probablemente no ha nacido de
nuevo.
En 1 Juan 3:11-18: el apóstol nos demuestra algo sumamente serio y
determinante:

Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos
amemos unos a otros. No como Caín, que era del maligno y mató a su
hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las
de su hermano justas. Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os
aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que
amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en
muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que
ningún homicida tiene vida eterna permanente en él. En esto hemos
conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros
debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes
de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su
corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de
palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Estoy convencido que muchos de ustedes en alguna ocasión o en alguna


lección de escuela dominical escucharon la historia de Caín y Abel. Lo más
interesante es que cuando leemos —o escuchamos— esta narrativa,
pensamos que Caín simplemente golpeó a su hermano en la cabeza, o lo
ahorcó, o simplemente lo mató de una manera insignificante.
Sin embargo ¿Sabes que significa “ mató ”? En el original, esta palabra
literalmente significa: “ descuartizar ” o “ hacer pedazos ”. Esta es una
palabra que se usaba con referencia al despedazamiento o descuartizamiento
de animales que eran ofrecidos como ofrendas. Yo me imagino, que así como
Abel despedazó o descuartizó al becerro que le ofreció a Dios como ofrenda,
Caín hizo pedazos a su hermano por odio. Y una de las razones por las que
Juan hace esta comparativa es porque aquellos que no aman a sus hermanos
es porque hay odio en sus corazones. Si estos aborrecen a sus hermanos,
entonces toman la misma cualidad o característica que Caín: alguien que
nunca nació de nuevo. [63]
¿Sabes que es lo más devastador? Cuando el enemigo de un “cristiano” es
otro “cristiano”. Timoteo pudo actuar vengativamente y como enemigo de la
iglesia; pero no lo hizo. Sino que permaneció firme, aún en medio de la
oposición, imitando así el ejemplo de Pablo y el carácter de Cristo mismo.

Sé ejemplo en fe
Esta palabra “ fe ”, puede entenderse de dos maneras: en primer lugar, esta
es la fe que caracteriza a cada creyente. Esta fe que el creyente demuestra al
vivir continuamente confiando en la obra soberana de Dios en su vida. La fe
que por gracia Dios nos permitió tener para creer en el evangelio de Cristo y
ser justificados; es la misma fe que nos conserva firmes y perseverantes. Esta
es la misma fe que nos da la certeza de que estaremos con Cristo eternamente
(1 Ped. 1:5).
Aun cuando esta fe se manifestó inmediatamente en el momento de
nuestro nuevo nacimiento y se reflejó cuando confesamos a Cristo como
Señor y Salvador; tal fe continúa manifestándose a través de nuestras vidas.
Es por eso que la fe es un fruto del Espíritu. Y es el fruto que revela nuestra
confianza diaria en Cristo.
En 1 Tes. 1:3-4, podemos ver que los hermanos de Tesalónica sufrieron
persecución; algunos, incluso, ya habían sido martirizados. Aun así, su fe en
el evangelio los llevó a confiar más en el Señor. Pablo les dijo:

Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es


digno, por cuanto vuestra fe va creciendo, y el amor de todos y cada uno
de vosotros abunda para con los demás; tanto, que nosotros mismos nos
gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe
en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis.
En segundo lugar, esta fe también puede entenderse como “ fidelidad ”;
ambas interpretaciones son correctas. El resultado de la fe es la fidelidad y la
lealtad que el cristiano demuestra hacia Cristo y Su Palabra. En 1 Cor. 4:2,
Pablo utiliza esta palabra demostrando la manera en cómo deben
comportarse los administradores dentro del ministerio eclesiástico. Dice, que
se requiere que cada uno sea hallado fiel .
Timoteo debía ser ejemplo de confianza, firmeza y fidelidad a Dios,
incluso cuando enfrentara opresión y oposición. Él no debía dejarse llevar
por su sufrimiento o miedo; ni siquiera debía dejarse llevar por sus
emociones o sentimientos. Sino que ante la prueba, él tenía la
responsabilidad de ser un ejemplo de fe y fidelidad a los demás, ya que su
confianza no estaba puesta en las circunstancias, sino en la obra de Dios en
su vida.

Sé ejemplo en pureza
Finalmente vemos esta característica que es muy interesante. La raíz de
esta palabra es usualmente en referencia a algo santo y puro, en un sentido
ceremonial. El equivalente de esta “ pureza ” en el AT se refería a la pureza
cúltica. En algunos escritos seculares precisamente significaba: “estar en un
estado de pureza moral”.
Aunque la idea cultica o ceremonial del AT probablemente no haya
estado en la mente de Pablo al momento de escribir esta carta, es evidente
que él deseaba que Timoteo fuera una persona ejemplar en su pureza moral;
tal y como lo vimos en el capítulo anterior. Pablo exhorta a que él fuera un
joven ministro ejemplar y modelo a seguir a través de su pureza moral, para
que así nadie pudiera tacharle de algo. Nuevamente la idea y el concepto que
se emplea aquí es la integridad y el carácter irreprensible de Timoteo, no solo
como líder de la iglesia, sino también como cristiano.
En lo personal, es probable que esta pureza moral se centre en el área
sexual; y lo digo por lo siguiente: dentro de los varios requisitos para el
pastorado que Pablo expresa en el 3:2 de esta epístola, se encuentran, “...que
el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer”. En la juventud de
Timoteo, uno de los peligros más latentes pudo ser las tentaciones sexuales.
Es por eso que en el 5:2, Pablo le dice a Timoteo que “a las ancianas, las trate
como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza”. [64]
Pablo da este mandato porque una de las principales razones por la que
muchos líderes y creyentes caen en pecado es precisamente por no cuidar su
vida moral y su sexualidad.
Ponte en los zapatos de los miembros de la iglesia de Éfeso por un
momento: estaban descontentos por tener a un joven pastor; despreciaban su
juventud y lo ven como alguien incapaz, verde e inmaduro. Considerando
todo esto, era probable que al pensar lo peor de Timoteo, los creyentes y los
líderes hayan tenido la expectativa de que en algún momento el joven pastor
caería en algún tipo de pecado sexual.
Por tal motivo, Pablo le exhorta a ser ejemplo en pureza para finalmente
tapar la boca de todos a través de un testimonio irreprensible. Timoteo, al
cuidar su pureza moral, demostraría madurez, piedad, dominio propio,
santidad, compromiso con Dios, y finalmente demostraría que aun cuando
era joven, el cumplía y calificaba en todos los requisitos y cualidades de un
ministro.
Así como lo vimos en el capítulo anterior; esta pureza se extiende a todas
las motivaciones y pensamientos de una persona. Esta pureza se puede referir
a la honestidad (tanto en cuestiones laborales como monetarias),
transparencia (diciendo siempre la verdad sin mentiras) y humildad (no
teniendo una actitud déspota o arrogante y orgullosa).
Pero ¿Qué es lo que vemos y escuchamos muchas veces en nuestras
iglesias? Todo lo contrario. Muchos creyentes piensan que la pureza sexual y
moral son algo opcional. Al leer o escuchar las palabras de Pablo muchos
creen que este tipo de requisitos son exclusivamente para los pastores y los
ministros. Teniendo esa actitud arrogante y antinomianista, además de una
interpretación y aplicación errónea de la Escritura, muchos se dan el lujo de
vivir en pecado como si no tuviera importancia. Sin embargo, todo creyente
es llamado a este tipo de pureza e integridad moral. Dios espera que todos los
cristianos vivan de una manera pura. No solo los adultos, sino también los
jóvenes. A veces los jóvenes se dan el lujo de vivir como quieren solo porque
“quieren experimentarlo todo, ya que la vida es corta”. Aun así, la voluntad
de Dios en la vida del creyente es su santificación y que se aparten de
fornicación (1 Tes. 4:3).
¿Cómo debe ser un creyente piadoso? Siendo ejemplar en todas estas
áreas. Todas estas características ayudarían a Timoteo a enfrentar las
desventajas de su edad joven y la falta de experiencia. Y aunque el panorama
se veía difícil y desalentador, él debía reflejar las cualidades de alguien
piadoso al permanecer firmemente cimentado en Cristo.

Conclusión
En un artículo que habla acerca de la vida de Jonathan Edwards, el autor
comenta que Edwards “fue un joven apasionado por la presencia de Dios, un
joven que lo único que su corazón deseaba era ver un avivamiento”. Más
adelante Edwards expresó: “Me dediqué solemnemente a Dios y lo hice por
escrito, entregándome yo mismo y todo lo que me pertenecía al Señor, para
no pertenecerme más en ningún sentido”. [65]
En una de sus resoluciones, Edwards dijo: “Resuelvo. Empeñarme al
máximo, para actuar así, de la manera que pienso que debería hacerlo, si ya
hubiera visto la felicidad del cielo y los tormentos del infierno. 8 de Julio de
1723”. [66]
En un artículo de Coalición por el Evangelio, el autor finalmente
comparte:

Edwards procuró vivir según estas resoluciones, cautivado por la gloria


de Dios, llegando a inspirar a incontables creyentes después de él. Así
nos recuerda que una vida impactada por la belleza de Dios es una vida
resuelta a vivir para Él. [67]

En nuestro tiempo, necesitamos más Timoteos; más como Jonathan


Edwards. Más jovencitas como Catherine Lutero o como Elizabeth Elliots.
Necesitamos más Juan Calvinos, más John Owens, más Charles Spurgeons.
Más jóvenes y adultos piadosos que demuestren la obra de Dios en sus vidas
y más creyentes que sean un modelo a seguir.

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Whitefield, George. Selected Sermons of George Whitefield . N.p.: The Bible


Truth Forum, n.d.
https://www.monergism.com/thethreshold/sdg/whitefield/SelectedSermonsofGeorgeWh
[1]
Ellos dicen creer en doctrinas tales como la Trinidad (Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo). También “creen” en Jesucristo como Señor y Salvador y supuestamente creen en la inspiración
y la suficiencia de la Escritura. Todo esto entre otras cosas.
[2]
Para un entendimiento más profundo de las tradiciones judías y rabínicas que los fariseos
consideraban más importantes que la misma Escritura, vean Samuel Vila Ventura, Nuevo Diccionario
Bíblico Ilustrado ((Barcelona: Editorial CLIE, 1985), 769. También véase Ana B. Contreras, “Mateo 15:
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Http://estudiobiblia.blogspot.com/2016/07/mateo-151-14-tradicion-de-los-ancianos.html.

[3]
George Whitefield, Selected Sermons of George Whitefield [Sermones Selectos de George
Whitefield], (n.p.: The Bible Truth Forum, n.d.), 412–18,
https://www.monergism.com/thethreshold/sdg/whitefield/SelectedSermonsofGeorgeWhitfield.pdf.

[4]
La versión RV60 traduce el sustantivo “ τῶν διδασκάλω ν ” como “doctores de la ley.” Sin
embargo, en realidad esta palabra simplemente significa “los maestros” (Lucas 2:46).
[5]
El pastor John MacArthur hace una extraordinaria observación respecto a este tema, “El único
heredero de todas las promesas de Dios es Cristo. Cada promesa dada en el pacto con Abraham se
cumple a perfección en Jesucristo y solo en Jesucristo. Por lo tanto, la única manera en que una persona
puede participar de las bendiciones prometidas a Abraham consiste en ser coheredero con Cristo a
través de la fe en Él.” Vea John MacArthur, Gálatas , en Comentario MacArthur del Nuevo Testamento
(Grand Rapids: Portavoz, 2003), 116–17.
[6]
La vos pasiva es cuando el sujeto recibe la acción del verbo. En la voz activa , el sujeto realiza la
acción del verbo. En este caso, “naciere” demuestra que Nicodemo recibiría la acción de algo que Dios
haría por él.
[7]
MacArthur, Gálatas , 105. El mismo autor observa, “En toda la Biblia la palabra justificación se
refiere a la manera como Dios declara a un pecador libre de la culpa con base en la fe en Él. En su
gracia divina le perdona, le restaura y le acepta con base en nada más que la confianza en la Persona y
la obra de su Hijo, Jesucristo… Tres veces en Gálatas 2:16 declara que la salvación es por medio de la
fe en Cristo y no por la ley. La primera declaración es general: el hombre no es justificado por las obras
de la ley, sino por la fe de Jesucristo. La segunda es personal: nosotros también hemos creído en
Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley. La tercera es universal:
por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.” Ibid. , 82–83.

[8]
Esta traducción es de La Biblia de las Américas (LBLA). Lockman Foundation, Santa Biblia: La
Biblia de Las Américas: Con Referencias Y Notas , electronic ed. (La Habra, CA: Editorial Fundación,
Casa Editorial para La Fundación Bíblica Lockman, 1998), Is 64:6.
[9]
Véase Romanos 4:1–12.
[10]
Gerald L. Borchert, John 1–11 , vol. 25A, The New American Commentary (Nashville:
Broadman & Holman Publishers, 1996), 174.

[11]
D.A. Carson, The Gospel According to John [El Evangelio Según Juan], The Pillar New
Testament Commentary (Leicester, England: Apollos, 1991), 195.
[12]
Ibid., 196.
[13]
William Hendriksen, El Evangelio Según San Juan , en Comentario al Nuevo Testamento
(Grand Rapids: Libros Desafío, 1981), 145.
[14]
Ibid., 146.
[15]
En el griego la frase es ἀνθρώπου ὁ ὢν ἐν τῷ οὐραν ῷ y fue escrito en copias más recientes. Vea
F. F. Bruce, The Gospel and Epistles of John [El Evangelio y las Epístolas de Juan] (Grand Rapids:
Eerdmans, 1983), 87.
[16]
R. Laird Harris, “ ‫ ָשׂ ַר ף‬,” en Theological Wordbook of the Old Testament [Libro de Palabras
Teológicas del Antiguo Testamento], ed. R. Laird Harris, Gleason L. Archer Jr., and Bruce K. Waltke
(Chicago: Moody Press, 1999), 884.
[17]
R. C. Sproul, “El Nuevo Nacimiento,” en Las Grandes Doctrinas de la Biblia (Miami: Unilit,
1996), 195–97.

[18]
Sproul, The Holiness of God [La Santidad de Dios] (Wheaton, IL: Tyndale House Publishers,
1998), 85.
[19]
Sugel Michelén, “Martín Lutero y La Reforma En Alemania,” Coalición por el Evangelio, June
14, 2010, https://www.coalicionporelevangelio.org/entradas/sugel-michelen/martin-lutero-y-la-
reforma-en-alemania/.
[20]
Traducción contenida en La Biblia de las Américas (LBLA).
[21]
Algo interesante que debemos notar es que en esta sección Pablo cita directamente a la
Septuaginta (LXX—es el Antiguo Testamento traducido al Griego), cuya traducción es sutilmente
diferente a la del texto Hebreo.
[22]
Hendriksen, Exposición de Gálatas , en Comentario al Nuevo Testamento (Grand Rapids:
Libros Desafío, 2005), 135.

[23]
Sproul, Grandes Doctrinas de la Biblia , 217.
[24]
Ibid., 215.
[25]
MacArthur, Gálatas , 108.
[26]
Hendriksen, Exposición de Gálatas , 138.
[27]
MacArthur, Gálatas , 109. Vea también Daniel Carro, Comentario Bíblico Mundo Hispano
Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, y Filemón , 1. ed. (El Paso: Editorial Mundo Hispano, 1993–),
60.
[28]
John Calvin and William Pringle, Commentaries on the Epistles of Paul to the Galatians and
Ephesians [Comentarios sobre las Epístolas de Pablo a los Gálatas y Efesios] (Bellingham, WA: Logos
Bible Software, 2010), 91–92.
[29]
Carro, Gálatas, 61.
[30]
La palabra griega que Pedro utiliza al decir “manda” es παραγγέλλ ω ( parangellō ). En el griego
clásico esta palabra se usaba con relación a “pasar algún tipo de anuncio” donde la idea de intimidación
estaba presente, implicando que todos debían obedecer y someterse. De acuerdo con Otto Schmitz, en
el Nuevo Testamento, esta palabra significa una “orden” o “dirección,” y en algunos casos especiales se
utilizaba como “orden militar.” Vea Otto Schmitz, “ Παραγγέλλ ω , Παραγγελί α ,” Theological
Dictionary of the New Testament [Diccionario Teológico del Nuevo Testamento], ed. Gerhard Kittel,
Geoffrey W. Bromiley, and Gerhard Friedrich (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1964–), 761–62.
[31]
Stan Telchin, “Foreword: Trusting my Jewish Savior,” [Prefacio: Confiando en Mi Salvador
Judío] in Come, Let Us Reason Together: The Unity of the Jews and Gentiles in the Church [Vengan,
Razonemos Juntos: La Unidad de los Judíos y Gentiles en la Iglesia], ed. by Baruch Maoz, third ed.
(Phillipsburg, NJ: P. & R. Publishing, 2012), 11.
[32]
Charles Haddon Spurgeon, “Let Us Go Forth,” [Vamos Adelante] in Spurgeon’s Sermons
Volume 10: 1864 [Sermones de Spurgeon Volumen 10: 1864], ed. Anthony Uyl (Woodstock, Ontario:
Devoted Publishing, 2017), 233.
[33]
Este nombre será utilizado como ilustración. El nombre real del sujeto es diferente.
[34]
En el lenguaje griego a esto se le llama como el tiempo perfecto . El uso de este tiempo tiene
implicaciones teológicas bastante importantes. Esta es una acción que se realizó en el pasado (o que
nosotros recibimos en caso de que se use la voz pasiva ), pero que los efectos de tal acción continúan
vigentes en nuestro tiempo.
[35]
Véase 1 Pedro 1:13–16.
[36]
William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian
Literature [Un Léxico Griego-Inglés del Nuevo Testamento y Otra Literatura Cristiana Primitiva]
(Chicago: University of Chicago Press, 2000), 141.
[37]
Tommas Pace, “Dionysus,” The Lexham Bible Dictionary [El Diccionario Bíblico Lexham], ed.
John D. Barry et al. (Bellingham, WA: Lexham Press, 2016), s. p.
[38]
James Swanson, “ πότο ς ( potos ), ο υ ( ou ), ὁ ( ho ),” Dictionary of Biblical Languages with
Semantic Domains: Greek (New Testament) [Diccionario de Lenguas Bíblicas con Dominios
Semánticos: Griego {Nuevo Testamento}] (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997), s. p.
[39]
Aunque los recipientes de esta epístola eran judíos cristianos, “los expatriados en la dispersión
en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,” es probable que algunos de ellos—o muchos—hayan
participado en eventos culticos de los gentiles donde se practicaba la inmoralidad, la idolatría y las
borracheras. Entre estos recipientes, seguramente había gentiles creyentes también.
[40]
Cornelius Tacitus, The Complete Works of Tacitus , ed. Moses Hadas, trans. Alfred John Church,
and William Jackson Brodribb, (New York: The Modern Library, 1942), 380.
[41]
Steve Lawson, Psalms 1–75 [Salmos 1–75, Holman Old Testament Commentary, ed. Max
Anders (Nashville: Holman Reference, 2003), 354.
[42]
Spurgeon, Consagración a Dios: Ilustrada por la Circuncisión de Abraham , traducido por
Allan Román (Newington, Londres: n. p., 1868), 1, http://www.spurgeon.com.mx/sermon845.pdf.
[43]
John MacArthur, La Biblia de Estudio MacArthur (Grand Rapids: Portavoz, 2004), 1675.
[44]
Charles Haddon Spurgeon, Una Defensa del Calvinismo, traducido por Allan Roman
(Pensacola, FL: Chapel Library, 2009), 8–9.

[45]
Sé que esta explicación podría entenderse como un argumento circular. Pero, si somos
honestos con nosotros mismos, realmente no hay una respuesta lógica o racional. Esta es una de esas
áreas en las que nuestra mente finita llega finalmente al límite. Solo sabemos que Dios soberanamente
ha orquestado todo para su gloria y para la santificación de su pueblo.
[46]
Véase Éxodo 16 para un análisis del comportamiento de la nación de Israel ante el Señor.
[47]
La mayor diferencia en el uso de esta palabra es que mientras en Filipenses 2:16 Pablo utiliza
un participio que describe el comportamiento de los creyentes, en 1 Tim 4 :16 el apóstol le da un
mandato de tener cuidado, o bien, aferrarse firmemente al cuidado de la doctrina y de si mismo.
[48]
Desafortunadamente el enlace de la página donde estaba puesta esta encuesta dejó de existir.
[49]
Véase la estrofa del Salmo 119:105.
[50]
William D. Barrick, “Psalm 119 — The Great Alphabet Psalm,” in Psalms , Hymns, and
Spiritual Songs: The Master Musician’s Melodies (Santa Clarita, CA: n. p., 2007), 13,
https://drbarrick.org/files/studynotes/Psalms/Ps_119.pdf.
[51]
Teocéntrico significa “centrado o enfocado en Dios” y antropocéntrico significa “centrado o
enfocado en el hombre.”
[52]
James Swanson, “ ‫ ( יהו ה‬yhwh ),” Dictionary of Biblical Languages with Semantic Domains:
Hebrew (Old Testament) (Oak Harbor: Logos Research Systems, Inc., 1997), s. p.
[53]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, 2020, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.
[54]
William Arndt et al., A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian
Literature (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 529.
[55]
Vea Daniel B. Wallace, Greek Beyond the Basics: An Exegetical Syntax of the New Testament
[Griego Más Allá de lo Básico: Una Sintaxis Exegética del Nuevo Testamento] (Grand Rapids:
Zondervan, 1996), 486.
[56]
Ibid., 750. Observe el tipo de verbo presente que utiliza Pablo en esta sección. No se refiere a
algo continuo o habitual, sino a algo absoluto. A este uso se le llama presente gnómico .
[57]
Observa también como en 2 Tes. 2:7–9, Pablo habla de la manera en como el trabajó con afán
y fatiga para ser un ejemplo a los demás creyentes.
[58]
Digo 5 cualidades porque en realidad la palabra “en espíritu” que vemos aquí, no aparece en
los manuscritos más antiguos. Es probable que esta palabra haya sido agregada después.
[59]
Spurgeon, Confesión con la Boca , traducido por Allan Román (Newington, Londres: n. p.,
1868), 9, http://www.spurgeon.com.mx/sermon520.html.

[60]
John Calvin and William Pringle, Commentaries on the Epistles to Timothy, Titus, and
Philemon [Comentarios Sobre las Epístolas a Timoteo, Tito y Filemón] (Bellingham, WA: Logos Bible
Software, 2010), 114.
[61]
Vea 1 Pedro 1:13–16 y 2:11–12.
[62]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.
[63]
Algunos dicen que Caín no pudo haber nacido de nuevo, ya que el Espíritu Santo no había
llegado oficialmente. Aunque es verdad que el día de Pentecostés vendría hasta mucho después, es
evidente que Juan hace una conexión entre el nuevo nacimiento y las acciones de Caín, no solo como
ilustración sino como principio y aplicación. De alguna manera, los creyentes del AT experimentaron
ese nuevo nacimiento. Aun Jesús mismo habla de la importancia de la regeneración con Nicodemo
antes de su muerte y resurrección. Aunque el arribo del Espíritu Santo se oficializó después de la
ascensión de Cristo, es evidente que el medio de salvación siempre ha sido el mismo: regeneración y
justificación por la fe.
[64]
Itálicas mías para hacer énfasis.
[65]
Nadia Aguilar, “Jonathan Edwards un Joven Apasionado por la Presencia de Dios.,”
www.tecnoiglesia.com, June 17, 2016, https://tecnoiglesia.com/2016/06/nadie-tenga-poco-juventud/.

[66]
Jonathan Edwards, “Las 70 Resoluciones de Jonathan Edwards,”
www.avivanuestroscorazones.com, 2020, https://www.avivanuestroscorazones.com/articles/las-70-
resoluciones-de-jonathan-edwards/.

[67]
Josué Barrios, “Jonathan Edwards: Avivado Por La Belleza de Dios,”
www.coalicionporelevangelio.org, May 16,
2018, https://www.coalicionporelevangelio.org/articulo/jonathan-edwards-avivado-la-belleza-dios/.

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