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Los sentimientos que causan los duelos relacionados a la COVID-19 son una de las
preocupaciones más constantes para los equipos de psicología. Los retos presentados por el
aislamiento nos han llevado a buscar nuevas maneras de tratamiento, asegura la psiquiatra
Lourdes Trigueros, referente médica del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) en
Guatemala.
La funcionalidad principal del duelo es hacernos más resilientes; las personas somos muy
tenaces y tenemos la capacidad de aprender a través de las pérdidas y los traumas que
vivimos. El sentido que le encontramos a la vida después de haber experimentado un duelo
de manera sana, nos hace definitivamente más fuertes ante el futuro.
En el momento de la pandemia por COVID-19, sucede que los seres queridos son separados
inesperadamente, las redes de apoyo pueden verse debilitadas, hay múltiples pérdidas,
personas cercanas mueren de manera súbita en casa, o a veces solos en hospitales. Estas
situaciones contribuyen a que el proceso pueda ser mucho más difícil de llevar. Es
sumamente importante que la persona que está falleciendo esté acompañada de la familia o
del personal de salud de donde se encuentre. Es fundamental tanto para quien está en el
proceso como para sus seres queridos.
Estos momentos, que experimentamos a diferentes niveles, nos dejan con retos enormes,
personales y colectivos. Tenemos ante nosotros la responsabilidad de cuidarnos de una
nueva manera como comunidad, de salir adelante y de prever un mejor futuro para las
personas que en esta crisis viven en condiciones de precariedad e inestabilidad. Todo ello
hace que ahora nos reformulemos las maneras en cómo sanarnos personalmente, de
fortalecer más nuestros lazos familiares y comunitarios, a pesar de la distancia y las
dificultades.