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Actualmente el movimiento sindical hondureño se encuentra representado por tres centrales

obreras, distanciadas casi en su totalidad de los trabajadores, pero dos de ellas muy afines con
el gobierno y con la empresa privada.
La distancia de las centrales obreras de los trabajadores es porque sus dirigentes hace tiempo
que dejaron de involucrarse en las luchas para defender las conquistas que contemplan el
Código del Trabajo, la Ley del Seguro Social, Reforma Agraria, Salario M ínimo y Bono
Educativo, entre otras, que no son dádivas de los gobiernos sino reivindicaciones sociales,
escritas con la sangre de los mártires.
Como prueba de la desidia o corrupción en las centrales obreras se puede mencionar la nula
actuaci ón para impedir la aprobaci ón de la Ley de Trabajo por H oras, legislación con la que
empresa y gobierno vulneran los derechos laborales, no solo individuales sino colectivos, como
el de la libre sindicalización.
En enero del 2007 los representantes de las tres centrales obreras que participaban en las
negociaciones del salario mínimo, permitieron una diferenciaci ón salarial que por 10 años
afectó a los trabajadores de cinco departamentos del país, Choluteca, El Paraíso, Olancho,
Santa Bárbara y Valle.
También se puede mencionar la falta de acciones para que se aplique en el país la Ley General
de Inspecci ón del Trabajo, vigente desde marzo de 2017, pero que no se implementa por los
compromisos que existen entre gobierno y empresa privada. Esta legislación tiene como
propósito acabar con la injusticia laboral, pero a las centrales obreras no les importa debido a
que sus dirigentes también tienen compromisos.
La Ley contempla multas hasta de 300 mil lempiras para las empresas que no cumplan con los
derechos laborales, pero lastimosamente sola no podría aplicarse. A eso súmele que el M inistro
del Trabajo, es un funcionario con muchos intereses en la industria de la maquila, sector muy
cuestionado por las violaciones de derechos.
Otra situación que no les ha interesado a las centrales obreras es que más del 70%de los
empresarios incumplen con el pago del salario mínimo, el bono educativo anual y el pago de
horas extras.
En cambio estas centrales obreras han sido señaladas de una corrupción que va desde el
manipuleo de las asambleas para perpetuarse en las juntas directivas, hasta las negociaciones
oscuras con el gobierno y la empresa privada, en perjuicio de los obreros y la población en
general.
La falta de democracia en las centrales obreras y sindicatos de mayor renombre del país han
provocado la conformación de argollas entre las que se rotan los cargos de poder. H aciendo la
excepción de la Confederación U nitaria de Trabajadores de H onduras, (CU TH ), que en la
última década, después de la muerte de Israel Salinas, sí ha efectuado cambios en su dirección,
en el resto se mantiene una especie de dictadura, tal como ocurre en la Central de
Trabajadores de H onduras,(CTH ) y la Central General de Trabajadores,(CGT), donde H ilario
Espinoza y Daniel Durón, han sido los secretarios generales en los últimos 20 años.
Espinoza y Dur ón formaron parte de la junta directiva del Instituto H ondureño de Seguridad
Social, (IH SS), que aprobó contratos sobrevalorados a empresas y que ahora mantienen al
borde de la quiebra a esa institución. Ambos están acusados por corrupción en los tribunales
de justicia penal.
La cercanía que en el tiempo han mantenido el gobierno con la CGT y la CTH ha permitido que
secretarios generales y otros directivos hayan llegado a ocupar importantes cargos en la
gestión pública, por ejemplo, el ex presidente Porfirio Lobo, nombró M inistro del Trabajo a
Felícito Ávila, ex secretario general de la CGT y de igual manera también ha sido enchambado
el actual secretario general, Daniel Dur ón.
La última acusaci ón surgida contra las dirigencias de estas dos centrales obreras ocurrió el
jueves 25 de abril del 2019, cuando Espinoza y Durón fueron acusados de confabularse con el
gobierno para la privatización de la salud y la educación, apoyando la Ley de Restructuración y
Transformación Presupuestaria.
Vale decir que la corrupción sindical no solo envuelve a las cúpulas de las centrales obreras
sino también las de las organizaciones de mayor membresía, como es el caso del Sindicato de
Trabajadores de la Empresa N acional de Energía Eléctrica,(STEN EE), que actualmente juega
el papel de patrón y el de trabajador.

Otra organización sindical numerosa en membresía, pero con muchos problemas, es el


Sindicato de Trabajadores de la M unicipalidad de San Pedro Sula, donde sus principales
dirigencias enfrentan juicios por corrupción. El M inisterio Público ha acusado a la presidenta
de esta organización, Ana M aría Ríos y a la tesorera, Ada M uñoz, de los delitos de abuso de
autoridad, fraude y estafa.
Ambas han ocupado importantes cargos en administraciones municipales distintas. Ada
M uñoz, era la directora de control tributario, mientras que Ana M aría, era la directora del asilo
de ancianos Perpetuo Socorro. Y a las dos las acusan de vender hasta en tres veces viviendas de
un proyecto habitacional construido para familias pobres.

La clase trabajadora se encuentra hoy más vulnerable que nunca, entre varias razones porque
gobiernos protegen al empresariado y no se ocupan de brindar medidas que apoyen a las
personas a garantizar sus ingresos y necesidades básicas, tanto a corto como a largo plazo. en
el caso de honduras implica el uso de fondo públicos de forma corrupta y clandestina, lo que
posteriormente causará un debilitamiento mayor del sistema de protección social, saqueo de
fondos de jubilación y pensión, entre otros.
así mismo, el sector empresarial hondureño a través del decreto 33-2020 en su artículo 7 está
habilitado para realizar suspensiones de hasta 120 días sin goce de salario, descontando
vacaciones de forma obligatoria y que la legislación de honduras no avala estas acciones sin
previo aviso de 30 días y sin una razón que justifique, todos estos abusos sin establecer ningún
tipo de diálogo con sindicatos y sin mediar proceso legal con la secretaría de trabajo y
seguridad social.

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