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Educacion Superior en El Siglo XX
Educacion Superior en El Siglo XX
fragmentación Por: Martha Cecilia HerreraTomado de: Revista Credencial Historia. (Bogotá - Colombia).
Edición 154 Octubre de 2002
En Colombia, las reformas llevadas a cabo durante la primera mitad del siglo XX
tuvieron como objetivo la modernización de la educación y la consolidación de un
sistema educativo en consonancia con un proyecto político que procuraba el
fortalecimiento del Estado nación. Para comienzos del siglo existían en el país ocho
universidades a saber: el Colegio Mayor del Rosario -–institución privada y de
carácter tomista fundada durante la colonia--, la Universidad Nacional -–entidad
pública fundada en 1867–-, al igual que otras tres universidades oficiales de índole
regional creadas a principios del siglo XIX: la Universidad de Antioquia, la Universidad
del Cauca y la Universidad de Cartagena. Como instituciones privadas, existían
además tres de carácter liberal: el Externado Nacional de Derecho, creado en 1886,
clausurado en 1895 y reabierto en 1918, la Universidad Republicana (1895) y la
Universidad Libre (1913).
La otra institución paradigmática de las reformas de los años treinta fue la Escuela
Normal Superior (1936-1953). Destinada a la formación de profesores de educación
secundaria y directivos del sector educativo fue, además, pionera en permitir el
acceso de la mujer a la educación superior. Creada bajo la inspiración del modelo de
la Escuela Normal Superior de París y, en algún sentido, del modelo de las academias
de ciencias alemanas, esta entidad consiguió aglutinar un selecto grupo de profesores
nacionales y extranjeros que contribuyeron de manera decisiva a la
institucionalización de las ciencias sociales en el país y al surgimiento de una
generación de intelectuales que se apropió y puso en circulación los saberes
modernos en los campos de la antropología, la geografía, la sociología, la historia y la
pedagogía, entre otros. De este establecimiento surgirán unos años más tarde la
Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá y la Universidad Pedagógica y
Tecnológica de Colombia en Tunja, como instituciones pioneras en la formación de
docentes en el país en el nivel universitario.
Para el año 2000, las políticas estatales redefinieron los niveles de educación superior
delimitando en el pregrado la existencia de la formación técnica profesional, la
formación tecnológica y la universitaria, y en el posgrado la formación según niveles
de profundización denominados especialización, maestría y doctorado. Esta
educación se impartía en un total de 291 establecimientos, 32.6 % públicos y 67.4 %
privados. Por su parte, la expansión de la matrícula creció entre 1981 y 2000 en un
281.5 %, registrando en este último año un total de 491.793 estudiantes.
Las últimas décadas del siglo XX marcaron la crisis del sector debido a las
transformaciones económicas y los cambios en la esfera laboral, los desarrollos
científicos y los avances tecnológicos en el campo de la información y las
comunicaciones. Al tiempo que se cuestionó la calidad de la educación impartida en
las instituciones de educación superior, se detectó la escasa uniformidad en el tipo de
establecimientos existentes, fruto del crecimiento anárquico de las décadas
anteriores, aspectos que empezaron a ser reglamentados por el Ministerio de
Educación Nacional. Estas modif icaciones estuvieron favorecidas por el contexto de
la Constitución de 1991 y presionadas por la apertura económica y la hegemonía de
los modelos neoliberales. Como parte de este proceso se puso en marcha un sistema
de acreditación académica de las instituciones ante las instancias gubernamentales y
ante la opinión pública, para lo cual se creó la Comisión Nacional de Acreditación.
Igualmente, se inició la regulación y control de los establecimientos, llegándose al
cierre de los que no llenen los requisitos establecidos por las políticas públicas.
Pasado un siglo, se perfilan claramente las dif icultades de asumir un modelo único de
universidad, ya que la profunda fragmentación y la autonomía de los establecimientos
permite prever la persistencia de tendencias a la elitización del sistema y a la
jerarquización de las instituciones apelando a la calidad de la educación por ellas
impartida. En este sentido es indispensable que el Estado tenga un papel más
protagónico del que ha tenido hasta el momento, ya que las políticas diseñadas han
ido en buena parte detrás de los acontecimientos, lo cual dif iculta una adecuada
orientación y regulación. Igualmente la opinión pública debe ser consciente de que la
universidad antes que una empresa es una institución social y, como tal, no puede
regirse sólo por las leyes del mercado, sino que debe guiarse por criterios de
pertinencia social, criterios dentro de los cuales el aspecto económico es sólo una de
las dimensiones por considerar al abordar la reflexión en torno al problema de la
formación superior en el país.