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La política en femenino

Género y poder en la provincia de Buenos Aires

Laura Masson

Verónica Trpin

Centro
de Antropología
Social

© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.


© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Verónica Trpin

© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.


Foto de tapa: gentileza de Adrián Pérez.

1ra edición, abril de 2004, Editorial Antropofagia.

Laura Masson
La política en femenino : género y poder en la provincia de Buenos
Aires. - 1ª. ed.– Buenos Aires : Antropología, 2004.
140 p. ; 13x21 cm.- (Etnográfica)

ISBN 987-20018-7-1

1. Antropología Social. I. Título

Queda hecho el depósito que marca la ley 11 723.

No se permite la reproducción parcial o total de este libro ni su almacena-


miento ni transmisión por cualquier medio sin el permiso de los editores.

© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.


Serie Etnográfica
Directores:

Rosana Guber
Es Ph.D. en Antropología, Johns Hopkins University, EE.UU y directora del
Centro de Antropología Social del IDES, investigadora CONICET-IDES y
Coordinadora Académica de la Maestría de Antropología Social de la Univer-
sidad General San Martín, y profesora del Programa de Posgrado en Antropo-
logía Social de la Universidad Nacional de Misiones. Ha llevado a cabo
investigaciones de campo en identidad étnica (judíos), residencial (“villeros”) y
nacional (ex soldados argentinos en el Teatro de Operaciones Atlántico Sur,
1982). Desde 1989 investiga las memorias de los argentinos sobre la guerra de
Malvinas (¿Por qué Malvinas? De la causa nacional a la guerra absurda, FCE, 2001;
De chicos a veteranos. Memorias argentinas de la guerra de Malvinas, Antropofagia,
2004). También ha publicado artículos y volúmenes sobre el trabajo de campo
etnográfico (Etnografía. Método, campo y reflexividad, Norma, 2001; El salvaje me-
tropolitano. 2 ediciones, Paidós, 2004) y sobre la historia de la antropología ar-
gentina (con Sergio Visacovsky, comps., Historias y estilos de trabajo de campo en la
Argentina, Antropofagia, 2002).

Federico Neiburg
Doctor en Antropología Social (Museu Nacional, Universidad Federal de
Rio de Janeiro), profesor en el Programa de Posgrado en Antropología So-
cial en el Museo Nacional (Rio de Janeiro) e investigador del Consejo Nacio-
nal de Investigaciones Científicas (CNPq, Brasil). Es autor, entre otros, de
Identidad y Conflicto en la Sierra Mazateca (ENAH, 1988) y Los intelectuales y la in-
vención del peronismo (Alianza, 1998). Es coeditor del libro Antropologias, Impé-
rios e Estados Nacionais (Relume-Dumará 2002, junto com Benoit de l’Estoile
y Lygia Sigaud) e Intelectuales y expertos. La producción del conocimiento sobre la socie-
dad en Argentina (Paidós 2004, junto con Mariano Plotkin). Ha publicado nu-
merosos artículos en revistas nacionales y extranjeras, tratando
específicamente de asuntos relativos a antropología de la política y a la histo-
ria social de la antropología. Actualmente desarrolla una investigación com-
parativa sobre las culturas económicas en Argentina y Brasil con apoyo de la
John Simon Guggenheim Foundation.

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A la memoria
de mi mamá

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Indice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Eduardo Archetti
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Capítulo 1: Candidaturas Estratégicas . . . . . . . . . . . . . . . . 29
1. Día Internacional de la Mujer: ¿Mujeres en Campaña? . . . . . . 32
La tentativa de “despolitización” . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
2. La construcción de biografías . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
“Chiche Duhalde, la Gobernadora” . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
“Chiche Duhalde. Evita de las manzaneras” . . . . . . . . . . . . . 43
“La dama de Duhalde” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
“Vidas paralelas”. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Notas de Opinión: La palabra de los especialistas . . . . . . . . . . 52
3. Las candidatas por sí mismas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
Prólogo y presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
Turning Points: el ingreso a la política . . . . . . . . . . . . . . . . 57
Razón y emoción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad . . . . . . . . 71
1. Consejo Provincial de la Mujer: el lugar de las “profesionales” . . 72
2. La acción social en manos de mujeres . . . . . . . . . . . . . . . 77
Un cambio de imagen: la mujer junto al hombre . . . . . . . . . . 79
Las mujeres como mediadoras. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
La legitimidad simbólica de las nuevas tareas . . . . . . . . . . . . 84
3. Devolverle el poder a la familia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano . . . . . . . 91
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas . . . . . . . . . . . 99
1. Las Manzaneras . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
¿Qué es una manzanera? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
¿Cómo una mujer se convierte en manzanera? . . . . . . . . . . . 105
¿Cuál es la función destinada a las manzaneras? . . . . . . . . . . 106
¿Por qué las manzaneras deben ser de sexo femenino? . . . . . . . 112
Las manzaneras y la política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
2. Las Consejeras Ejecutivas: un grupo
de mujeres amigas de la Señora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 116

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
3. Las referentes municipales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 122
Las Consejeras Consultivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Alajuela: un caso particular . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 131
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
Otras Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Prólogo
La política social y las manzaneras

E l libro de Laura Masson se inscribe, sólidamente, en una tradición etnográ-


fica que llamaría de las ‘sociedades complejas’ y que ha sido cultivada con
gran plasticidad en las universidades brasileñas en donde la autora se formó. En
contextos sociales y culturales usualmente dominados por las prácticas discursi-
vas orales la reconstrucción y la escritura antropológica siguen de cerca el habla
cotidiana, los cantos, los relatos y las oraciones. En contextos embebidos por las
‘grandes tradiciones’ los discursos se articulan o, mejor, se expresan en buena
parte a través de lo escrito (y la lectura). Antropólogos trabajando en sociedades
complejas con una vasta tradición literaria están expuestos al dilema de la elec-
ción de una variedad de textos escritos para una mejor comprensión de la reali-
dad. Confrontados a una jungla densa de productos textuales las estrategias
pueden variar ya que el énfasis puede estar en el consumo y el impacto de la lec-
tura en los informantes o, simplemente, en la lectura que el observador hace de
textos escogidos a los efectos de entender las implicaciones de lo escrito en la
construcción de fenómenos culturales. Para entender los vericuetos de la políti-
ca bonaerense y el rol determinante de Hilda Duhalde, Masson, con pericia, nos
lleva, primero, a un viaje por la prensa escrita, los ensayos políticos y las autobio-
grafías. Paulatinamente vemos cómo la esposa del gobernador Duhalde se
transforma en ‘Chiche’ y se define como hija, hermana, esposa, madre y pronto
abuela. Al mismo tiempo es, antes que nada, una mujer de afecto y convicciones
sociales fuertes. Su condición femenina hace posible la enumeración de todos
los roles que ponen en el centro de su mundo social y simbólico a la familia. La
política necesita de la sensibilidad femenina y es lo que une a Chiche con las
manzaneras. El poder desnudo de la política se desdibuja y aparecen como di-
mensiones imprescindibles el amor, la comprensión y la entrega por la gente ne-
cesitada. Sin la Chiche y sus manzaneras parece que no hubiera espacio para la
moral cristiana en la política. Eduardo Duhalde y su mujer no son un ‘matrimo-
nio peronista’ más sino casi un ‘matrimonio perfecto’: muchos hijos, creyentes,
generosos, considerados y preocupados por los dramas sociales de la Argentina
de la década menemista. Hubo en el peronismo otros matrimonios más famo-
sos pero sin hijos, como el de Perón y Evita, y otros en disolución como el de
Menem y su esposa. Masson, de un modo brillante, muestra el modo en que la
política se convierte en un paradigma de la consagración de lo doméstico en la
esfera de lo público. El Estado convierte a las ‘madres y esposas’ en ejes de la
política social y el ícono ideal es la vida ejemplar de Chiche Duhalde.
La lectura atenta y crítica de los documentos, leyes y decretos que están
por detrás de la política social implementada por el Consejo Provincial de la
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Familia y Desarrollo Humano a partir de 1995 es otra de las grandes virtudes
de este libro. Masson define, con certeza, este proceso investigativo como la
producción de una ‘etnografía de los documentos’ que permite ver cómo las
modificaciones del ámbito legislativo y burocrático se corresponden con la
propaganda política de la facción gobernante y con el ingreso de un nuevo
grupo de mujeres portadoras de un determinado tipo de capital social. Es un
gran logro del libro demostrar que las leyes fueron la forma en que se cristali-
zaron intereses y, al mismo tiempo, impusieron a través de la definición de
‘problemas sociales’, una visión del mundo.
Ahora bien, podríamos aceptar que, tradicionalmente, no hay antropología
social sin una inmersión en la vida social, o sea, que parte del trabajo esté basado
en la observación participante. Esta es también otra de las bondades indudables
de la obra de Masson. El Plan Vida de la provincia de Buenos Aires se hizo a
través de las manzaneras. ¿Quién es manzanera? Masson muestra que una man-
zanera es una mujer ‘pobre’ o ‘humilde’ que tiene vocación de servicio, es acep-
tada por sus vecinos, no trabaja fuera del hogar y en su casa no hay un comercio
o funciona como lugar de reunión de partidos políticos. Las manzaneras son el
eje de una red de distribución de alimentos pero también controlan los emba-
razos y participan activamente en la lucha contra la violencia doméstica. La et-
nografía cuidadosa de la autora nos enseña que la particularidad del Plan Vida
reside no sólo en la incorporación efectiva de miles de mujeres a la política pro-
vincial, sino también en la inversión en la producción simbólica dedicada a rei-
vindicar el trabajo de las mujeres manzaneras. Actos, premios, regalos, diplomas
y festejos articulan la constante relación entre las manzaneras y los burócratas y
políticos provinciales. Las políticas permanentes de capacitación son, en ese
sentido, importantes para que ellas adquieran un capital social y de conoci-
miento que realce la posición de poder local que obtienen. Las observaciones de
Masson en la municipalidad de Alajuela son ricas y permiten entender por qué
fue posible poner a las mujeres en el centro de la escena social al enfatizar la im-
portancia de la familia y de los valores morales asociados a ella.
Este libro es imprescindible para entender un capítulo importante en la
historia social y política de la provincia de Buenos Aires durante el reinado
del matrimonio Duhalde. Es también ejemplar ya que ilustra los vericuetos
de las formas de integración de la mujer en las políticas estatales. Masson,
con maestría, demuestra que la propuesta de Chiche Duhalde es una res-
puesta al feminismo en boga. Ella intenta convertir su trabajo social en una
actividad apolítica, que por encima de todo interés sectorial partidario incor-
pora lo universal femenino. Convocar a las mujeres bonaerenses pobres a lu-
char por sus hijos, por su familia es afirmar valores tradicionales y
reconocerles virtudes morales excepcionales. La etnografía de las
manzaneras merece ser aplaudida y su lectura especialmente recomendada.
Eduardo P. Archetti

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Agradecimientos
E ste libro es la reelaboración de mi tesis de maestría presentada en el
Programa de Posgrado en Antropología Social (PPGAS/Museu Nacio-
nal) de la Universidad Nacional de Río de Janeiro, Brasil. Quiero agradecer
el apoyo de las personas que forman parte de esta institución. Especial-
mente a mi orientador, Federico Neiburg, por la comprensión, atención y
entusiasmo por mi trabajo, que hicieron posible llegar hasta el final de esta
ardua tarea que es escribir. A los profesores por su cordialidad, estímulo
intelectual y los diálogos que han enriquecido mi tarea. Particularmente
quiero mencionar a Luis Fernando Dias Duarte, Ligya Sigaud, Marcio
Goldman, Moacir Palmeira y Beatriz Heredia. También debo mi gratitud a
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro de
la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA) donde cursé mis estudios de gra-
do. Las personas que allí conocí, muchos de ellos hoy mis amigos, hicieron
posible de una manera u otra que la idea, en principio lejana, de realizar un
posgrado se haya convertido en realidad. Este trabajo fue posible con el
apoyo financiero del Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e
Tecnológico (CNPq) y de la UNCPBA y la Facultad de Ciencias Sociales en el
marco del Programa FOMEC. Mis compañeros de “turma” siempre fueron
una grata compañía y en muchos casos una inestimable ayuda. Tuve la
suerte de compartir la experiencia de un país nuevo con dos compañeros,
Jorge y Hernán, que acabaron convirtiéndose en mis “hermanos”. Quiero
agradecer a Anabela, por haberme recibido en su casa y en su ciudad. A los
funcionarios del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano
por su tiempo, su buena disposición y por su confianza, especialmente a
mis “informantes”, Alicia, Diana y Julián, que lograron que muchas veces
me sienta como “en casa”. A Adrián Pérez, por la excepcional foto de tapa
que dice más que muchas palabras, a Alejandro Elias, Agustín Maurin y
Hernán Di Menna por facilitarme el acceso a imágenes y a numerosas notas
de diarios y revistas. A mis amigos Cristina Patriota, João Felipe Gonçalves,
Arimatheia Alvarenga de Moura, María Lucia Macedo Cardoso, Kaori Ko-
dama y Gabriela Scotto que estuvieron muy cerca en todo momento. A
Virginia Vecchioli, Sabina Frederic, Horacio Sívori y Laura Zapata, mis
amigos e interlocutores de los últimos años. A Lili, Silvia y Vivi por las in-
terminables conversaciones telefónicas. A Marcelo por acompañarme in-
condicionalmente y con mucha paciencia en mis proyectos. A mi familia
por hacerme sentir cerca de ellos a pesar de las distancias, especialmente a
mi papá, mis hermanos y a Marianela, Julieta, Agustín, Luciano y Bautista.
Cuando escribí estas páginas todavía estaba tratando de habituarme a la au-

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sencia irremediable de mi mamá. Este libro está dedicado a su memoria
por haber sido siempre mi principal fuente de estímulo.
La idea de un libro que forme parte de una colección fue posible gracias a
la iniciativa y el empuje de un proyecto conjunto. Quiero agradecer a todos
los colegas que se comprometieron en esta tarea, con los que he compartido
objetivos y preocupaciones. Finalmente, a los directores de la colección por
promover la difusión de la etnografía y haber hecho posible que los pro-
yectos individuales se conviertan en una apuesta colectiva.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción
E ste libro trata sobre la construcción de las identidades de género desde
tres espacios específicos de poder: los medios masivos de comunica-
ción, la creación de leyes y organismos estatales, y la implementación de po-
líticas sociales desde la administración pública. La provincia de Buenos Aires
durante el período de gobierno 1995-1999 constituyó un espacio privilegia-
do para analizar estos temas. En las elecciones legislativas de 1997 fue la pri-
mera vez que dos mujeres encabezaron las listas de candidatos a diputados
nacionales de los principales partidos políticos. Por otra parte, el estado pro-
vincial nunca antes había incorporado una cantidad tan importante de muje-
res en la participación y ejecución de las políticas sociales como a partir de
1996. La forma en que esta nueva iniciativa fue llevada adelante también re-
sultó absolutamente novedosa: combinó lo más moderno en materia de po-
líticas sociales, incorporando profesionales que se legitimaban a través de
sus títulos universitarios, con las imágenes más tradicionales asociadas a la
identidad femenina.
Si bien los temas de los que me ocupo en estas páginas hacen referencia a
un momento y lugar específicos de un pasado reciente -aunque por la velo-
cidad de los cambios pareciera remoto-, esta investigación trata sobre una
dimensión de la sociedad y la cultura política argentina de profunda raíz his-
tórica. Ciertamente, los eventos analizados poseen una vigencia que va más
allá de la efervescencia adquirida en circunstancias delimitadas temporal y
espacialmente y permiten comprender aspectos centrales de las relaciones
entre género y política en la historia y en la sociedad argentina. A diferencia
de las acusaciones a la política y a los políticos que abundan en la prensa, y
también en textos académicos, mi objetivo no es presentar juicios sobre las
formas “correctas” de hacer política. Tampoco pretendo desnudar posibles
“manipulaciones” mediáticas ni calificar la pertinencia y/o transparencia de
las políticas sociales implementadas en la provincia de Buenos Aires para
paliar la pobreza.
En términos generales puede decirse que, por los temas tratados, este
libro se sitúa en la intersección de la Antropología de la política y de la
Antropología del Estado. A grandes rasgos, se trata de utilizar las herra-
mientas que la Antropología social ha desarrollado durante años en el aná-
lisis de sociedades, a nuestros ojos exóticas, para estudiar nuestra propia
sociedad con una mirada distanciada a fin de permitirnos comprender los
hechos sociales más allá de la valoración que como partícipes podamos tener
de los mismos. La Antropología de la política busca comprender la política y
el estado a través de los términos en que éstos son concebidos y sentidos por
quienes en ellos participan. También busca mostrar que la política y los polí-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

ticos no pertenecen a dominios sociales aislados, sino que su existencia y sus


prácticas están impregnadas en el tejido social. En el examen acerca del
Estado busco estar atenta a las dos dimensiones de la existencia del mismo.
Una en la que el Estado se presenta como una entidad que actúa a través del
reconocimiento de derechos, la implementación de políticas, la creación de
leyes, etc. La otra en la que se revela como un universo social donde agentes
diversos mantienen relaciones de competencia e interdependencia. Mientras
que en la primera dimensión, aparece como una entidad con fronteras defi-
nidas, en la segunda, el Estado no tiene fronteras claras, sino ambiguas y
porosas (L’Estoile, Benoit de et al., 2000).
La heterogeneidad que caracteriza la construcción del objeto de estudio
de este trabajo es producto de una toma de posición consciente acerca de las
formas de hacer investigación social y una consecuencia de las perspectivas
arriba mencionadas. Supone privilegiar el análisis de eventos diversos como
una forma de mostrar que la política y el estado se construyen en ámbitos
que superan aquellos que les son tradicionalmente asignados, y que las fron-
teras entre dominios sociales merecen ser problematizadas. Por otra parte,
cada uno de los eventos descriptos en este libro posee características que
permiten reflexionar sobre principios y mecanismos que exceden la coyun-
tura de los mismos y permean la política y la cultura en Argentina.

***

En 1998 36.000 mujeres de barrios pobres trabajaban en forma voluntaria en


la provincia de Buenos Aires para el programa alimentario más grande del
país destinado a mujeres embarazadas y niños de hasta 5 años de edad1. Este
programa fue denominado Plan Vida. La distribución de los alimentos a cada
uno de sus destinatarios estuvo a cargo de mujeres de los barrios, que por ser
responsables del control de 10 manzanas recibieron el nombre de manzane -
ras. En sus precarias viviendas recibían los alimentos que llevaban los camio-
nes del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano (de ahora en
adelante CPFDH), organismo responsable por las políticas sociales de la pro-
vincia. Así, una vez por semana, cada manzanera, distribuía desde su domici-
lio una ración compuesta de huevos, cereales y azúcar y diariamente
1 Los barrios en los que se aplicaba el Plan Vida eran seleccionados por el gobierno provin-
cial en función de la medición de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) de la pobla-
ción. El NBI es un índice que se convirtió en el instrumento de medición para determinar
niveles de pobreza a partir del acceso o no a una serie de servicios considerados básicos por
su incidencia en el bienestar de una población. Esta modalidad parte de la utilización de los
datos del Censo Nacional de Población y Vivienda y de una serie de indicadores de insatis-
facción habitacional, educacional y ocupacional. Por ejemplo: condiciones de precariedad
en la vivienda (sin piso, sin baño o conexión de agua), niños en edad escolar sin asistencia a
la escuela, etc. No se tienen en cuenta indicadores de nutrición, salud, ingresos y equipa-
miento de los hogares.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

entregaban leche fresca a las/os beneficiarias/os. Según una definición ofi-


cial está dentro de sus funciones “acompañar a los/as beneficiarios/as en lo
relacionado a la salud, emprender la búsqueda de una relación fluida, cons-
tante y cotidiana con sus vecinos y las instituciones que los representan”. Un
folleto de presentación del Plan destaca que “Nuestras mujeres han estado
siempre presentes, voluntariamente, en toda la iniciativa de asistencia, pro-
moción y organización de la comunidad. Movilizadas por la salud de sus hi-
jos, por lo general provienen de los barrios más humildes. El Estado
Provincial comprende la importancia de coordinar con ellas, acciones con-
juntas que contemplen sus necesidades básicas y a la vez desarrollen sus po-
tencialidades y extiendan su profunda sabiduría hacia la comunidad.”
Quien convocó oficialmente a estas mujeres para trabajar en las políticas de
acción social del gobierno provincial fue una voz femenina. El Plan Vida fue
impulsado por la Presidenta Honoraria del CPFDH, Hilda “Chiche” González
de Duhalde. Su esposo, Eduardo Duhalde, es uno de los más importantes re-
presentantes del Partido Justicialista desde hace más de una década. En ese
momento era el gobernador de la provincia de Buenos Aires, cargo que ocupó
durante dos períodos consecutivos (1991-1995 y 1995-1999)2. En 1999 fue
candidato a Presidente de la Nación por el Partido Justicialista y perdió las
elecciones ante Fernando De la Rúa. En diciembre de 2001 el gobierno de De
la Rúa cayó en medio de una profunda crisis política y social. En las semanas
siguientes se sucedieron varios presidentes hasta que asumió Eduardo
Duhalde y continuó en el cargo hasta mayo de 2003, momento en que fue
reemplazado por Néstor Kirchner, presidente electo en abril de ese mismo
año.
En 1996 los programas del CPFDH, particularmente el Plan Vida, comen-
zaron a ser publicitados, especialmente por la prensa escrita. Se habló de las
manzaneras, de la esposa del gobernador y en menor medida de la Liga Fe-
menina Bonaerense (LiFe), rama femenina del Partido Justicialista que fue
fundada en 1993 y en 1996 se convirtió en una línea interna dentro del pero-
nismo conducida por Hilda González3. Esta publicidad, a veces interpretada
como propaganda oficial, fue sobre todo consecuencia del interés de la
prensa -especialmente los diarios y revistas nacionales- por la política social
2 Después de cumplir su primer mandato, Eduardo Duhalde es reelecto gobernador de la
provincia de Buenos Aires en 1995. La reelección no estaba contemplada dentro de la
Constitución Provincial, por lo tanto fue necesaria una reforma, que se llevó a cabo en
1994. En ese momento también era el presidente del Partido Justicialista provincial.
3 La LiFe, inspirada en el Partido Peronista Femenino fundado en 1949 por Eva Perón, co-
menzó como Liga Femenina Peronista. La mesa fundadora que se reunió el 22 de octubre
de 1993, estuvo integrada por legisladoras nacionales, provinciales y dirigentes del justicia-
lismo bonaerense. En mayo de l994 la convocatoria se amplió a todas las mujeres, sin dis-
tinción partidaria, y se la denominó Liga Femenina Bonaerense. En el momento en que fue
realizada esta investigación la conducción de la LiFe había sido delegada en la diputada Ma-
bel Müller y la Directora General de Escuelas Graciela Giannettasio.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

que el gobernador estaba implementando en la provincia, y por el lugar es-


tratégico que allí ocupaba su esposa. A fines de 1995, Hilda González era la
responsable por la administración del área de “acción social” del gobierno
provincial disponiendo de un presupuesto que, según las estimaciones de la
prensa, le permitía gastar medio millón de pesos diarios4. Las acusaciones de
“clientelismo político” y de utilización de fondos del estado para hacer “po-
lítica” no tardaron en aparecer.
El cargo que ocupó Hilda González como Presidenta Honoraria del
CPFDH fue el resultado de un complejo proceso de modificaciones burocrá-
tico-administrativas que comenzaron en 1991, año en que ingresó a la fun-
ción pública como Presidenta Honoraria del Consejo Provincial de la Mujer
(CPM). Junto con ella se incorporó un grupo de mujeres, amigas y allegadas a
la familia Duhalde, docentes y catequistas, que la acompañaron en su tra-
bajo, ocupando los cargos de Consejeras Ejecutivas del CPFDH. A su vez,
para implementar los programas sociales el CPFDH necesitó articular sus po-
líticas con los municipios. Así, los funcionarios del organismo entraban en
contacto con los/as “referentes municipales” -de los cuales tenían un deta-
llado registro con sus datos-, que también eran en su mayoría mujeres, mu-
chas de ellas esposas de los intendentes. De esta manera se creó una “red”
mayoritariamente femenina, formada por mujeres con experiencias muy di-
versas, que articulaba la política social desde su centro, el CPFDH, hasta las
“bases” donde actuaban las manzaneras. Tal como lo declaró el gobernador
en un acto oficial el día 8 de marzo de 1994, Día Internacional de la Mujer:
“Todo lo que sea acción social de la provincia de Buenos Aires pasa, desde
este momento, a ser coordinado por las mujeres bonaerenses”.

***

La importante visibilidad que adquirió a partir de 1996 el CPFDH muestra


que los principales medios vincularon en forma directa la política social de la
provincia de Buenos Aires dirigida por Hilda González con las intenciones
de su esposo a la candidatura presidencial para las elecciones de 1999. Se hi-
cieron referencias explícitas a los posibles usos político-partidarios de los
programas del organismo: “[Hilda González] conduce a Las Manzaneras, un
ejército de 10 mil mujeres que trabajan gratis para el plan social más grande
de la Argentina y que constituyen una envidiable red política para las aspira-
ciones presidenciales de su marido”, destacaba una nota titulada “El ambi-
cioso plan social [Plan Vida] con el que Duhalde organiza la tropa femenina”
(Página 12, 30 de agosto, 1996). En octubre del mismo año, después de un

4 Revista Noticias, abril, 1997 y Diario Clarín, Segunda Sección, “Los números de la asistencia
social”, 4 de mayo, 1997. En la época la cotización del peso equivalía a un dólar. Sobre el
presupuesto destinado a políticas sociales ver también capítulo 2.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

acto de la Liga Femenina, y apoyándose en declaraciones del gobernador


acerca de su esposa y otras dirigentes, la prensa especuló sobre la posibilidad
de la inserción de Hilda González en la política institucional y partidaria
como candidata a gobernadora o vicegobernadora en 1999. Pero los presa-
gios periodísticos se vieron precipitados por la exigencia de los tiempos polí-
ticos. En 1997, año de elecciones legislativas para diputados nacionales, ante
la necesidad de hacer frente a la candidata del partido opositor -la senadora
Graciela Fernández Meijide-, se presentó una buena oportunidad para pro-
bar el potencial político de la esposa del gobernador. Hilda González, des-
pués de algunos meses de “dudas” que fueron publicadas paso a paso en los
diarios, se postuló finalmente como candidata a diputada nacional por el
Partido Justicialista en la provincia de Buenos Aires. En parte fue este hecho
y sus repercusiones en la prensa lo que me motivó inicialmente a interesarme
por el tema de este libro.
¿Por qué la esposa del gobernador suscitó un interés especial que se mani-
festó en juicios de valor e interpretaciones diversas sobre su lugar en la polí-
tica? ¿Por qué la candidatura de estas dos mujeres a diputadas nacionales
interesó tanto a la prensa? ¿Por qué las candidatas de la provincia de Buenos
Aires se convirtieron en un asunto de interés nacional? Para responder a
estas preguntas es necesario hacer explícitas algunas particularidades de la
política en la Argentina que ayudarán a entender y dimensionar cada uno de
los hechos que analizaré en este trabajo.
La provincia de Buenos Aires, por ser la más poblada de la República
Argentina, es también un importante sector electoral, ya que concentra alre-
dedor del 37% de los electores del país. Al mismo tiempo, solamente el co-
nurbano bonaerense suma aproximadamente el 62% del electorado de la
provincia que, debido a su composición social predominantemente de
“clase popular”, es considerado históricamente un “bastión del peronismo”.
Estas características hacen que Buenos Aires tenga mayor peso que las otras
provincias a la hora de definir una elección en el ámbito nacional. Y las elec-
ciones legislativas de octubre de 1997 fueron consideradas un test que defi-
niría la posición de los diferentes partidos políticos con relación a las
elecciones presidenciales de 19995.
Por otra parte, la modalidad de las elecciones de diputados presenta carac-
terísticas que merecen ser destacadas. Una pregunta que sería lógica en el con-
texto político de otros países es por qué una senadora abandonaría su cargo

5 La provincia de Buenos Aires fue el escenario donde surgió el Partido Peronista y se defi-
nieron las grandes luchas electorales de la segunda mitad del siglo. Fue donde Juan Domin-
go Perón derrotó a la Unión Democrática en 1946 con casi el 50% de los votos, obtuvo el
62,3% en 1951 y alcanzó el insuperable 64,6% en septiembre de 1973. También fue el lugar
que otorgó a Raúl Alfonsín (Unión Cívica Radical) el 50% de los votos en octubre de 1983,
cuando derrotó al peronismo en las primeras elecciones democráticas después de la dicta-
dura militar (1976-1983).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

para postularse a diputada, como sucedió con Graciela Fernández Meijide. En


el caso argentino, el Senado es una representación federal, existen tres sena-
dores por cada provincia independientemente de la cantidad de habitantes,
por lo cual políticamente pasa a ser un órgano menos representativo del con-
junto de la población. En cambio, la Cámara de Diputados se convierte en el
escenario clásico de la confrontación partidaria, especialmente en la provincia
de Buenos Aires por ser la más poblada del país. Es el lugar donde el juego de
fuerzas de los partidos políticos adquiere una dimensión nacional.
Esta demostración de fuerzas se explica también por el sistema que de-
fine el voto a diputados. Cuando un ciudadano elige a los diputados no vota
un candidato, sino una lista cerrada o plurinominal, donde figuran en orden
numérico todos los candidatos. La lista es encabezada por una figura impor-
tante y conocida que representa al partido. El/la “cabeza de lista”, como es
denominado, es el que aparece con el perfil de candidato/a alrededor del
cual se construye la campaña electoral. De acuerdo al porcentaje de votos
obtenidos el/la candidato/a, “arrastrará” tras de sí un número “x” de dipu-
tados. Por esta razón, a pesar de que generalmente quienes son “cabeza de
lista” ocupan su sillón en la Cámara de Diputados -por estar en el primer
lugar-, si el porcentaje de votos no es significativo la elección va ser conside-
rada una derrota, que será adjudicada al partido y no sólo al candidato. En
octubre de 1997 Hilda González encabezó la lista del Partido Justicialista
(PJ) y Graciela Fernández Meijide fue cabeza de lista de la Alianza de los par-
tidos Frente del País Solidario (Frepaso) y la Unión Cívica Radical (UCR).
Por primera vez en la historia de la provincia de Buenos Aires dos mujeres
encabezaron las listas de aspirantes a diputados nacionales.
El resultado de las elecciones favoreció a la Alianza UCR-Frepaso con un
49,93 % de los votos, mientras que el Frente Justicialista Bonaerense (Par-
tido Justicialista) obtuvo 39,61 %6. Significativamente, una vez establecidos
los resultados, Eduardo Duhalde en conferencia de prensa, acompañado
por Hilda González, se autodenominó “el padre de la derrota”. Algunos
meses más tarde el diario Página 12 publicó una nota especulando sobre el
destino de las manzaneras y, haciendo una referencia irónica a las palabras
del gobernador, la tituló “Las hijas de la derrota. ¿Qué hará el gobernador
Eduardo Duhalde con las manzaneras que dirige su esposa Chiche?” (Página
12, 4 de enero, 1998).

***

6 Traduciendo estos porcentajes en números de diputados corresponde el ingreso de los


veinte primeros de la lista encabezada por Graciela Fernández Meijide y de los quince pri-
meros de la lista encabezada por Hilda González.
20
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

La incorporación de Hilda González a la estructura partidaria, analizada en


su contexto político más inmediato, puede ser interpretada como la necesi-
dad de una candidata capaz de competir con Graciela Fernández Meijide y,
por otro lado, como un intento de reforzar la facción duhaldista dentro del
peronismo. Si bien ambos motivos son plausibles, los datos sugieren que su
incorporación a la política no es solamente el resultado de una estrategia ac-
cionada a partir de una coyuntura específica que exige diferenciación7, sino
más bien un elemento clave que se integró a una forma de hacer política
construida sobre los valores más “tradicionales” del peronismo. En más de
una oportunidad Duhalde, en un intento de demostrar la “autenticidad” de
su filiación partidaria, se definió como un “peronista biológico”. Su forma
de hacer política se destaca por una importante inversión en la ritualización,
donde la figura de la mujer, la mujer asociada a la familia y la reinvención de
los mitos peronistas ocupan un lugar central. Creación de símbolos, festejo
de fechas especiales como el aniversario de nacimiento y muerte de Eva Pe-
rón, declaración del 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- Día de la So-
lidaridad Bonaerense y la utilización de términos como “Co-Madre” y
“Familia Propietaria Bonaerense” para denominar los programas sociales,
son algunos de los varios ejemplos que podrían ser citados.
Si bien estos rasgos distinguen a la facción duhaldista de la rama en ese
momento oficialista del peronismo, el menemismo, muchos de ellos pueden
ser encontrados en declaraciones a la prensa realizadas por Duhalde en los
años 1988 y 1989, cuando era candidato a vicepresidente en la fórmula
Menem-Duhalde8. Y, retrocediendo aún más en el tiempo, en las políticas
aplicadas durante sus gestiones como intendente de Lomas de Zamora -uno
de los distritos más poblados del conurbano bonaerense- (1973-1976,
1983-1987), tal como lo describe en su libro El Pensamiento de Duhalde. Fa-

7 Esta fue la interpretación más común de los diarios acerca de la autopresentación del gober-
nador Duhalde. En 1996, una nota titulada “La patria y la bandera” interpreta de esta forma
las declaraciones de Duhalde: “Cada día, Eduardo Duhalde elige una nueva manera de dife-
renciarse del gobierno nacional. Ayer, por ejemplo, se volvió nacionalista: cuestionó ‘a los que
están demasiado ocupados con la globalización pero se olvidaron hasta de la bandera y enci-
ma imaginan un país que es en realidad otro y creen que somos todos iguales. Duhalde agre-
gó: ‘Nuestra patria es distinta y es, precisamente, nuestra. Además, esto tiene que ver con los
ancestros, con una manera de ser y de sentir’.” (Página 12, 26 de octubre, 1999). En 1997, des-
pués de un acto realizado por la esposa del gobernador para lanzar el “Evitismo”, el diario
Clarín publica una nota titulada “Hay que recuperar las banderas del peronismo” y continúa:
“La candidata y esposa del gobernador lo dijo al lanzar el ‘evitismo’. Es parte de la estrategia
para diferenciarse del menemismo” (Clarín, 27 de julio, 1997).
8 Las luchas de poder entre Menem y Duhalde a fines de los 90 se extendieron con muchas
marchas y contramarchas hasta el último momento en que se definió en 1999 la fórmula
Duhalde-Ortega para representar al Partido Justicialista en las elecciones presidenciales.
Las disputas se manifestaron nuevamente y con mayor énfasis a comienzos de 2003 cuan-
do se llamó a elecciones para regularizar la situación política del país luego de la caída del
gobierno de Fernando De la Rúa.
21
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

milia, Sociedad, Política y Drogas, cuya presentación escribe el obispo de Lomas


de Zamora, Monseñor Desiderio Collino (Duhalde, 1997).
Durante la campaña presidencial, en los años 1988 y 1989, Duhalde de-
claró que “La moralización y reforma integral del Estado es un eje funda-
mental del proyecto justicialista” (Clarín, 17 de noviembre, 1988). “Duhalde
felicitó a la Iglesia Católica”, se titula una nota en la que aparece resaltada la
siguiente frase del entonces candidato a vicepresidente: “[…] la corrupción
no es un delito privativo de un gobierno o de un partido político, sino que es
el resultado de un proceso de decadencia moral que ha arrastrado a todos los sectores so-
ciales” (El Cronista Comercial, 1º de noviembre, 1988. Destacado mío)9. Una de
las propuestas más importantes en aquel momento fue producir una “Revo-
lución productiva”, que Duhalde definió como “una gran movilización de
las fuerzas morales y materiales del país para regenerar a la Argentina […]
Trabajo, producción, moralización: he allí los principios sencillos de nuestra
Revolución Productiva” (Duhalde, 1989). Ideas similares fueron mencio-
nadas diez años después, el 17 de Octubre de 1998, fecha en la que lanzó for-
malmente su precandidatura presidencial en un acto realizado en la
simbólica Plaza de Mayo. En sus frases más importantes resaltó el valor de la
patria, el origen humano y cristiano del peronismo, su intención de conso-
lidar una nueva moral de estado y la necesidad de salvar al hombre y a la fa-
milia argentina después de haber salvado la economía10.
Crisis, decadencia moral y revolución, palabras que nos llevan a comparar
-salvando las distancias históricas y políticas-, la propuesta duhaldista con la
del gobierno de Vichy, analizada por Francine Muel-Dreyfus, quien co-
mienza su libro Vichy et l’Eternel Féminin con la siguiente frase: “En 1940,
Francia ha sido el único país occidental ocupado que no se conformó con
9 Este diario destacó con especial énfasis el aspecto moral de la propuesta política de Duhal-
de. Es posible percibir esto en los títulos, y en las preguntas formuladas por los periodistas
que insisten sobre el tema. En una nota titulada “La suerte de un hombre común. Eduardo
Duhalde” aparece un destaque con una de sus declaraciones: “No hay otro partido popular
de raíz cristiana y humanista como el nuestro. Toda la concepción del peronismo es tan pa-
recida a la de la Iglesia que Perón decía que el peronismo tenía 2000 años” (El Cronista Co-
mercial, 11 de noviembre 1988). En forma más explícita, una nota titulada “La mente alta,
los pies en la tierra” afirma “La campaña electoral, asimismo, permitió categorizar a Duhal-
de en un rubro en el que quedó virtualmente sin compañías: el de los políticos cuyo discurso colocó
el núcleo en la faz moral y hasta espiritual de la crisis argentina. Sus detractores señalaban a veces
que parecía un predicador televisivo, pero el cargo resultaba gratuito. El futuro vicepresi-
dente no se despegaba en ningún momento de la realidad, y enmarcaba una serie de princi-
pios -en primer lugar la defensa irrestricta de la familia- la visión descarnada de aquella, en
clave de sentido común” (El Cronista Comercial, 4 de junio, 1989).
10 Esta vez los diarios interpretaron su mensaje como “muy preocupado en conciliar posicio-
nes dentro del justicialismo”, al mismo tiempo que la presencia de unas 80.000 personas
definió, según la prensa, las disputas al interior del partido a su favor. En un palco de espal-
das a la Casa Rosada, montado sobre un fondo con los colores de la bandera argentina,
Duhalde pronunció su discurso escoltado por las imágenes de Perón y Evita que descansa-
ban sobre dos atriles.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

administrar, sino que condujo una revolución interior de sus instituciones y


sus valores morales”. Más adelante agrega: “En esta ‘revolución’ anunciada,
celebrada en el corazón de la derrota como una victoria, la construcción po-
lítica de lo femenino alrededor de la idea de un ‘eterno femenino’ ocupa un
lugar central”11 (Muel-Dreyfus, 1996:9. Mi traducción).
La creación y el refuerzo de una identidad femenina legítima, muy similar
al “eterno femenino” descripto por Muel-Dreyfus, aunque menos cargado
de violencia simbólica, fue la aglutinadora de valores ligados a religión, iden-
tidad, tradición, familia, arraigo12. De alguna manera, la incorporación de la
esposa del gobernador al gobierno provincial, y la convocatoria dentro de
sectores pobres a “mujeres solidarias”, como son definidas las manzaneras,
sirvió para articular muchos de los valores ideológicos que eran parte consti-
tutiva de la propuesta de moralización que siempre estuvo presente en la po-
lítica duhaldista. Y, fundamentada en el esencialismo de estos valores,
aquella identidad femenina fue presentada como una forma “apolítica” de
hacer política social. Una política que, no reconociéndose como tal, se ejerce
desde la acción de un organismo estatal y nos permite examinar las
relaciones entre política y estado y género y política en Argentina.
A diferencia de L’éternel féminin de Vichy, que se dio en el contexto de un
estado totalitario, las mujeres que “participaban” en la política social provin-
cial, se confrontaron con un escenario donde sus acciones pretendidamente
“apolíticas y solidarias” entraron en conflicto con las redes ya establecidas de
los partidos políticos, incluidos los propios militantes del peronismo. Aquí,
la imagen tradicional de mujer fue combinada con el argumento de auto-
ridad de los especialistas de lo social, novedoso y casi futurista, que ayudó a
reforzar la pretendida “despolitización” de las políticas sociales. Guiados
por los lineamientos de la “gerencia social del año 2000”, antropólogos, his-
toriadores, psicólogos, pedagogos, constituyeron el equipo “técnico” del
CPFDH. Eran los detentores del saber y los responsables por la implementa-
ción “correcta” de las políticas sociales. Su saber fue respaldado por la pre-
sencia de agencias financiadoras internacionales que brindaban cursos de
formación superior -cursos de posgrado- a los funcionarios que ocupaban
11 El objetivo de la autora en su libro es reconstruir los procesos sociales de producción de la
ideología del eterno femenino donde las mujeres ocupan un lugar preponderante. Esta
ideología se basa en una división sexual del mundo social fundada en la idea de una eterna
diferencia de “naturaleza” entre los sexos, donde las aptitudes “naturales” masculinas y fe-
meninas son el fundamento de las jerarquías sociales “legítimas” y el retorno de las mujeres
al hogar es el retorno al tiempo cíclico de las estaciones, de lo biológico y de la naturaleza. El
eterno femenino es puesto al servicio de la redención (Muel-Dreyfus, 1996:12-13).
12 Muel-Dreyfus se refiere a la violencia de la banalidad a la hora de estudiar aquellos discursos
oficiales repetitivos a tal punto que la investigación misma se congela y se paraliza. Según la
autora, violencia de una explosión brutal, de un acuerdo profundo, que deja surgir aquellas
visiones del mundo social que separan en forma absoluta las pertenencias masculina y fe-
menina al mundo (Muel-Dreyfus, 1996:17).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

cargos jerárquicos. El paradigma del “Desarrollo Humano”, tal como fue


definido, se basó en la participación de los destinatarios de las políticas so-
ciales, los “sectores excluidos”, y en “una nueva relación entre Estado y so-
ciedad civil”, erigiéndose como la forma adecuada de hacer política social
frente a los considerados métodos “antiguos” propios de una práctica
“clientelista”. Esta propuesta coincidía con la definición “apolítica” de las
políticas del CPFDH, precisamente porque en la provincia de Buenos Aires
las mujeres ocupaban lugares estratégicos en la administración y ejecución
de las políticas sociales y sus espacios y funciones fueron asociadas a roles
naturalizados.

***

El intento de “despolitizar” la política mediante una “nueva” forma de hacer


política social puso en relación diversos actores e instituciones. La interrela-
ción de los mismos formó una configuración cuyo eje fue el intento de con-
solidación de una facción política que se basó en la propaganda e
institucionalización de valores morales asociados a una identidad femenina
legítima13. Para mostrar las relaciones de interdependencia entre los diferen-
tes puntos de vista opté, a la hora de definir el objeto de investigación, por
privilegiar la heterogeneidad del material de análisis, la cual se refleja en la es-
tructura del libro. Cada uno de los capítulos posee una independencia relati-
va. El estilo de construcción del texto se inspira en la propuesta de Veena
Das en su libro Critical Events. An Anthropological Perspective on Contemporary
India (Das, 1996). Los eventos críticos, escogidos sobre la base de su hetero-
geneidad proveen, según la autora, diferentes formas de espejos en la cual se
refleja la problemática y práctica de la antropología social en la India. En este
caso la elección del objeto de cada capítulo fue motivada por su interés so-
ciológico y por la intención de mostrar la interdependencia entre diferentes
ámbitos y cubrir, al menos en parte, la amplitud del tema. Por otra parte, el
hecho de analizar los espacios políticos, mediáticos y estatales permite ofre-
cer al lector una visión integrada de la política y las políticas sociales en la
provincia de Buenos Aires.
Para abordar estos temas fueron utilizadas diferentes estrategias de inves-
tigación. En 1996 acompañé la implementación del Plan Vida en un distrito
del interior de la provincia de Buenos Aires como parte de las actividades de
un grupo de investigación sobre crisis económica y espacios de participación
de las mujeres de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de
Buenos Aires. En enero de 1998 realicé investigación de archivo a fin de re-
levar información periodística, publicada por los principales diarios nacio-
nales, sobre la trayectoria de Eduardo Duhalde, de su esposa Hilda
13 Sobre los conceptos de configuración e interdependencia ver Elias, 1997.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

González y del CPFDH, sobre todo lo relacionado con el polémico Plan Vida
implementado por las manzaneras. En esa oportunidad aproveché también
para adquirir más información sobre las elecciones legislativas de 1997, que
había acompañado en su momento desde la lectura de los principales diarios
nacionales. Desde mediados de septiembre a mediados de noviembre del
mismo año, participé en actividades de los programas sociales del CPFDH y
realicé observaciones y entrevistas en la propia institución. En esos meses
también recolecté todo el material informativo gráfico que el organismo
producía, incluidas publicaciones mensuales del Plan Vida (Diario Vida) y
publicaciones bimestrales del organismo (Revista Codo a Codo). El releva-
miento de las leyes y decretos, que dan existencia institucional a las modifica-
ciones burocrático-administrativas de las políticas sociales también fue
realizado en ese período. Como forma de complementar los datos reca-
bados realicé entrevistas a periodistas especializados en política y asesores de
prensa de una de las candidatas.
En el capítulo uno analizo la construcción de las identidades femeninas
que caracterizaron a las candidaturas de Hilda González y Graciela Fer-
nández Meijide y la participación de la prensa en la construcción del campo
político. La estrategia de presentación de la candidata Hilda González es-
tuvo basada en la combinación de elementos emblemáticos del Partido Justi-
cialista y la reivindicación de roles femeninos “tradicionales”. Este modelo
mostraba una mujer preocupada por el cuidado de otros (hijos, familia, es-
poso, discapacitados, etc.), portadora de valores morales y alejada de los in-
tereses “políticos”. El caso de Graciela Fernández Meijide es utilizado para
mostrar una presentación pública que reivindicaba una forma de hacer polí-
tica con origen en su rol de madre, pero cuya estrategia de presentación es-
tuvo centrada en la reivindicación de una identidad femenina diferente y en
otro modelo de familia. En la construcción de las candidaturas de ambas
mujeres la prensa ocupó un lugar insoslayable, no sólo por la posibilidad de
hacer conocido el nombre de las candidatas entre millones de personas, sino
por la imposición de una visión y un ordenamiento del mundo social a través
de la producción misma de las noticias.
El capítulo dos está dedicado a las transformaciones de los organismos
estatales que administraron las políticas de acción social durante el gobierno
duhaldista. Comienzo mostrando las características originales del Consejo
Provincial de la Mujer y los cambios producidos cuando Hilda González
asumió la Presidencia Honoraria hasta llegar finalmente a la creación del
CPFDH. Así es posible ver como la nueva gestión impuso un estilo de trabajo
que promovía una identidad femenina vinculada a una supuesta vocación
solidaria y de servicio y con un alto grado de emotividad, la cual era constan-
temente diferenciada de las funcionarias de la gestión anterior consideradas
“muy feministas” y egoístas. Siguiendo los lineamientos del denominado pa-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Introducción

radigma del Desarrollo Humano, cuya propuesta es una “nueva relación


entre Estado y sociedad civil”, el CPFDH incorporó también profesionales
del área social que, cumpliendo una tarea “técnica” se combinaron con la
forma “despolitizada” de hacer política que caracterizó al nuevo grupo de
mujeres que administró la política social de la provincia durante la goberna-
ción de Eduardo Duhalde14.
En el capítulo tres examino cada una de las figuras femeninas que consti-
tuyeron la red que articuló las políticas sociales provinciales desde el CPFDH
en la ciudad de La Plata, hasta cada uno de los municipios. Estos nuevos ac-
tores que pusieron en marcha la “nueva forma de hacer política social” eran
las Consejeras Ejecutivas, los/as referentes municipales y las manzaneras.
Cada uno de ellos muestra la complejidad de las relaciones políticas en el in-
tento, desde el estado provincial y de la facción duhaldista, de imponer una
forma de hacer política “despolitizada” en un contexto con agentes políticos
ya establecidos. Hago especial hincapié en la forma en que funcionarios del
CPFDH, a través de una “capacitación” para “dar sin recibir”, ayudaron a
construir la identidad de las manzaneras e instituyeron un modelo legítimo
de participación femenina.
Este libro es la reelaboración de mi tesis de maestría presentada en sep-
tiembre de 1999 en el Programa de Posgrado en Antropología Social
(PPGAS/Museu Nacional) de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Desde ese momento hasta ahora, a pesar de mediar solamente cuatro años,
muchas cosas han pasado en la política Argentina. El final abrupto a fines de
2001 del gobierno del presidente electo Fernando De la Rúa en medio de
una profunda crisis social y económica y la posterior asunción de Eduardo
Duhalde, apenas dos años después de haber perdido las elecciones presiden-
ciales a las que se había postulado, es uno de los hechos que modificó de ma-
nera considerable el mapa político del país. Con relación a lo sucedido, y sin
saberlo cuando escribí mi tesis, este trabajo se convirtió en un capítulo sobre
la construcción del poder de uno de los matrimonios más importantes de la
política argentina actual, mostrando de esta manera las particularidades de
las formas de hacer política dentro del Partido Justicialista.
En la reelaboración del texto he actualizado información básica especial-
mente la referida a los personajes que permanecieron en escena y he modifi-
14 Lo “técnico” y lo “político” es una de las grandes divisiones a través de las cuales los funcio-
narios del CPFDH definen su posición dentro de la institución. Ambas categorías pueden ser
consideradas como formas de identificación positivas o negativas dependiendo de quién las
enuncie y a quién estén dirigidas. El término político sobre todo posee un amplio espectro de
significados, a tal punto que quienes son identificados como “políticos” se autodefinen como
“no políticos”. En principio, la lógica que organiza esta oposición supone la existencia de un
modo de actuar “profesional”, guiado por los conocimientos adquiridos mediante la educa-
ción formal, y un modo de actuar “político” asociado a prácticas consideradas por los técni-
cos como “viejas”, “clientelísticas”, “corruptas”, etc. La relación entre ambas categorías es
compleja y cambia conforme a la posición de los funcionarios en la institución.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

cado parcialmente el primer capítulo. Es importante que el/la lector/a de


este libro tenga presente la configuración de fuerzas políticas en el momento
en que el trabajo fue escrito, cuando la Alianza de los partidos Frente del
País Solidario (Frepaso) y la Unión Cívica Radical (UCR) era considerada por
muchos, incluyendo los medios de comunicación, como una gran esperanza
de cambio después de los diez años de gobierno del justicialista Carlos
Menem (1989-1999). En ese entonces pocos podían imaginar que Eduardo
Duhalde sería Presidente de la Nación y Graciela Fernández Meijide, quien
fue candidata a presidenta de la nación en elecciones internas y candidata a
gobernadora de la provincia de Buenos Aires –con altas probabilidades de
ganar-, estaría hoy prácticamente ausente del escenario de la política argen-
tina.
Es necesario advertir que a lo largo del trabajo los nombres de las per-
sonas y en algunos casos sus funciones dentro de los organismos estatales
han sido alterados para preservar el anonimato de los/as informantes. El
distrito identificado como Alajuela corresponde a un nombre ficticio. Sólo
los nombres de personas públicas y de los organismos de estado analizados
en este trabajo son reales.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1:
Candidaturas Estratégicas
E l tratamiento que la prensa dio a las elecciones legislativas de octubre de
1997 convirtió a las dos candidatas que encabezaban las listas de los di-
putados nacionales de los principales partidos en el centro del escenario po-
lítico nacional de ese momento. La atención que recibieron, inusual para una
candidatura de diputadas, es comparable con la que la prensa da habitual-
mente a los “presidenciables”. La relevancia adquirida se debió en parte a
que se trataba de candidatas y no de candidatos. Era la primera vez en la his-
toria de la provincia de Buenos Aires que las listas de diputados nacionales
de los principales partidos políticos eran encabezadas por mujeres. La cons-
trucción de gran parte de las noticias giró alrededor del género de las candi-
datas1. Lo que caracterizaba a ambas era que su experiencia de participación
no estaba ligada a las estructuras de poder político-partidarias, un aspecto
importante en momentos de descrédito de los partidos políticos. Esta carac-
terística “apartidaria” de las candidatas fue resaltada por los principales dia-
rios nacionales, su ingreso a la política fue explicado desde roles femeninos
ampliamente legitimados por la sociedad: una como “esposa”, otra como
“madre”. Pero, a pesar de estas supuestas coincidencias, cada una de ellas
personificó un paradigma diferente que evoca dos momentos definitorios
en la historia del país y en particular en la historia de las mujeres.
En la corta, pero conturbada vida política de nuestro país, la participación
de las mujeres en la escena pública irrumpió con mayor fuerza y visibilidad
en dos momentos específicos. El primero fue con el inusitado y original
lugar que ocupó en la política nacional la esposa de uno de los presidentes ar-
gentinos más populares. Eva Perón, con su trabajo de asistencia social desde
la Fundación que llevaba su nombre, contribuyó al sostén y la popularidad
del gobierno de Juan Perón y se convirtió en una especie de mito y un mo-
delo político en el que se referencian muchas mujeres peronistas y al que
apelan insistentemente los medios de comunicación cuando una mujer justi-
cialista se destaca en la política nacional o provincial2. El segundo momento,

1 Muel Dreyfus muestra en su libro que “hablar de mujeres es también hablar de otras co-
sas”, como por ejemplo del orden y las jerarquías sociales (Muel Dreyfus op. cit.).
2 El trabajo de Eva no se restringió a la asistencia social de la fundación, en 1949 Eva Perón
fundó el Partido Peronista Femenino que fue presidido por ella misma. La organización
de una estructura partidaria compuesta solamente por mujeres y funcionando en forma
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

más reciente y con características bien diferentes, es el surgimiento de orga-


nizaciones de familiares de personas secuestradas y desaparecidas durante la
última dictadura militar, para reclamar por la aparición con vida de sus pa-
rientes. Entre ellas se destacan la Asociación de Madres de Plaza de Mayo
cuya importancia política tuvo repercusión en el ámbito internacional y con-
tinúa hasta hoy, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la
Comisión de Familiares de Desaparecidos y Presos por Razones Políticas y
Gremiales3. Estos dos modelos se replican en las pequeñas biografías de una
y otra que detallo a continuación y que fueron construidas a partir de los
datos publicados en los diarios nacionales y en libros publicados por las can-
didatas.
La representante del primer modelo es Hilda Beatriz González de Du-
halde. Su esposo era entonces gobernador y presidente del Partido Justicia-
lista de la provincia de Buenos Aires. Conocida popularmente con el apodo
“Chiche”, nació en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, en octubre de
19484. Su madre era costurera y su padre trabajaba en una jabonería, donde
era delegado gremial. Estudió magisterio y ejerció la docencia hasta 1976. En
1971 se casó con el abogado Eduardo Alberto Duhalde, con quien tuvo
cinco hijos. Durante las gestiones de su marido como intendente de Lomas
de Zamora por el Partido Justicialista realizó tareas de “beneficencia social”.
Fue la creadora y presidenta de una fundación denominada Pueblos de Paz.
En 1976, cuando su esposo fue destituido de su cargo por el golpe militar,
realizó un curso de martillera pública y estuvo al frente de una inmobiliaria.
En 1992, siendo su esposo gobernador de la provincia de Buenos Aires, fue
nombrada Presidenta Honoraria del Consejo Provincial de la Mujer. Desde
1995 hasta 1999, como presidenta honoraria del Consejo Provincial de la Fa-
milia y Desarrrollo Humano, administró las políticas de acción social del go-
bierno de la provincia. Fue diputada nacional desde 1997 al 2001. En el 2003
encabezó nuevamente la lista de diputados nacionales del Partido Justicia-

paralela a una estructura masculina no tenía antecedentes en Argentina. Según Marisa


Navarro el discurso de Evita “no dejaba lugar a dudas: el Partido Peronista Femenino
tendría un solo líder, Perón, y una sola doctrina, el peronismo, pero también tendría una
sola dirección: la de Evita” (Navarro, 1997:219). Según la autora: “Ocasionalmente, el
Partido Peronista Masculino no aceptaba la independencia de acción de las delegadas
censistas, pues sólo acataban órdenes de Evita” (op.cit.).
3 Una de las versiones sobre el origen de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo es que
surge a partir de un grupo de integrantes de la Asamblea Permanente por los Derechos Hu-
manos, de la cual Graciela Fernández Meijide comenzó a formar parte desde 1977. Más tar-
de se constituyeron otros grupos alrededor de la figura de los desaparecidos, también
identificados por lazos de parentesco: Abuelas de Plaza de Mayo e HIJOS.
4 Los datos acerca del lugar y fecha de nacimiento publicados en varios artículos de diarios y re-
vistas y, en la pequeña biografía que aparece en su libro Pobreza y Estado. Hacia un nuevo pacto so-
cial, no coinciden entre sí. Las fechas de su año de nacimiento oscilan entre 1945 y 1948.
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Laura Masson

lista de la provincia de Buenos Aires y fue electa en el mes de septiembre de


ese año.
Graciela Castagnola de Fernández Meijide, quien puede ser identificada con
el segundo modelo, es madre de un joven secuestrado y desaparecido durante el
denominado Proceso de Reorganización Nacional. También nació en Avella-
neda en febrero de 1931. Su madre era maestra y su padre era médico. Estudió
profesorado de francés. A los 25 años se casó con el arquitecto Enrique Fer-
nández Meijide con quién tuvo tres hijos. En esa época se mudó a la Capital Fe-
deral. Fue profesora en colegios secundarios y más tarde instaló su propio
instituto de enseñanza de idiomas. En octubre de 1976, durante el gobierno mi-
litar, fuerzas armadas nacionales secuestraron a su hijo Pablo de 17 años. En
1977 comenzó a trabajar en la Asamblea Permanente por los Derechos Hu-
manos, que funcionaba desde 1975, uniéndose a otras personas en la búsqueda
de su hijo “desaparecido”. En la Asamblea se encargaba de recibir las denuncias
sobre desaparición de personas. Más tarde fue secretaria de denuncias de la
CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) creada con
la llegada del gobierno democrático de Raúl Alfonsín (UCR). Fue Senadora por
el Frente del País Solidario (Frepaso) por la Ciudad de Buenos Aires en 1995 y
diputada nacional en 1997. Fue candidata a presidente de la nación en elecciones
internas y en 1999 candidata a gobernadora de la provincia de Buenos Aires re-
presentando a la Alianza de los partidos Unión Cívica Radical (UCR) y Frepaso5.
Considero el período de elecciones como un tiempo especial en el cual
un/a candidato/a elabora una estrategia de presentación pública, valiéndose
de diferentes instrumentos para construir su biografía6. Uno de estos instru-

5 Debido a que en este capítulo uno de los puntos que analizo es la manera en que la prensa
nombra a las candidatas, para distinguir mi denominación del habla nativa, en todos los ca-
sos haré referencia a ellas como Hilda González y Graciela Fernández Meijide.
6 Utilizo la expresión “tiempo especial” inspirándome en el concepto “tiempo de la política”
utilizado por Heredia y Palmeira (1995). El caso que analizo tiene dos características claves
que lo diferencian del contexto analizado por los autores, y que hacen que la distinción “tiem-
po de la política” no sea aplicable en este caso. En primer lugar el análisis no está circunscrip-
to al ámbito rural. La interacción de las personas con “lo político” está fuertemente marcada
por los medios de comunicación. En este sentido considero que no solamente las “campañas
políticas” propiamente dichas son parte de la propaganda electoral, sino que las noticias pu-
blicadas en los diarios actúan de alguna manera como propaganda política bajo la forma de
publicidad. Por otro lado es interesante pensar la utilidad del concepto “tiempo de la política”
en el presente caso, donde la forma de hacer política se define precisamente como “apolíti-
ca”. Así, aún antes del lanzamiento oficial de la candidatura de la esposa del gobernador se
realizaron actos masivos cuya noticia fue tapa de los diarios más importantes. Los actos y la
publicidad de los mismos funcionó como una demostración del alcance y la fuerza política
del peronismo (y de la facción duhaldista dentro del partido), pero definiéndose por oposi-
ción a actos proselitistas se reivindicaba el carácter despolitizado de la convocatoria. Hilda
González como funcionaria provincial y esposa del gobernador y su esposo como represen-
tante máximo del gobierno provincial poseen la legitimidad necesaria para convocar a un acto
masivo sin que el mismo pueda ser calificado de “político”. Así, las relaciones de parentesco
(alianza en este caso) y el lugar del gobernador como representante formalmente reconocido
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

mentos son los medios masivos de comunicación. Analizo aquí noticias pe-
riodísticas y entrevistas extensas, publicadas en diarios y revistas desde
marzo de 1997 hasta octubre del mismo año7. Para un análisis más exhaus-
tivo seleccioné las noticias del Día Internacional de la Mujer y cuatro notas
que se destacaban por la cantidad de páginas y fotos dedicadas a las candi-
datas, además de dos libros donde cada una cuenta “su experiencia”. Com-
parto con Collovald la idea de que “Estas herramientas, más o menos
especializadas en un objetivo biográfico, se diferencian por su modo de se-
lección de los datos y por el tratamiento que se hace de ellos. Más que un ins-
trumento que modificaría desde el exterior la ‘biografía’, las instancias de
publicación donde esas informaciones aparecen, funcionan según reglas y
según una visión del mundo social y político que les son propias. De manera
que la representación del hombre político resulta del encuentro entre estos
principios de construcción y las propiedades específicas que lo caracterizan”
(Collovald, 1988:29. Mi traducción).
Así, la cobertura de la campaña electoral por la prensa no sólo sirvió para
presentar a ambas mujeres, sino que puso de manifiesto también el encuentro
de las propiedades de diversos grupos sociales: los políticos de ambos bandos
y sus candidatas, y los periodistas de los distintos diarios. Del diálogo entre
ellos, del encuentro de las categorías de percepción de estos grupos sociales,
de sus intereses y de su influencia relativa, surgieron las imágenes de las candi-
datas (Champagne, 1984). A pesar de no ser el punto principal de análisis, se
vislumbró en los relatos de la prensa lo que denomino una “forma peronista”
de construir biografías políticas femeninas, que aparecieron con mayor fuerza
en el caso de Hilda González, pero que curiosamente también se hizo exten-
siva a Graciela Fernández Meijide. Los tres diarios elegidos para el análisis
fueron La Nación, fundado en 1870, el más tradicional de los diarios argen-
tinos; Clarín, fundado en 1945 es el más leído en el país, considerado como un
diario moderado y poco crítico; Página 12, fundado en 1987, el más reciente de
los tres y el de menor circulación, caracterizado como un diario de “iz-
quierda”, dirigido a sectores intelectualizados y con un alto contenido crítico.

1. Día Internacional de la Mujer:


¿Mujeres en Campaña?

L a celebración del Día Internacional de la Mujer tuvo un significado im-


portante durante el gobierno de Eduardo Duhalde en la provincia de

de la provincia permiten relativizar los límites impuestos por la ley en la realización de las
campañas políticas. Sobre el concepto “tiempo de la política” ver Frederic, 2004.
7 En marzo de 1997 la Alianza anuncia la candidatura de Graciela Fernández Meijide y, a par-
tir de ese momento, también comenzaron a aparecer en los diarios comentarios sobre la
posible candidatura de Hilda González. El 26 de octubre fue la fecha de las elecciones.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Buenos Aires, quien lo convirtió a través de los actos oficiales, en una espe-
cie de asunto de Estado. En 1996 el Día Internacional de la Mujer fue cele-
brado en el Teatro Argentino de la ciudad de La Plata, capital de la provincia
de Buenos Aires. La figura principal fue Hilda González, a su lado aparecían
políticos del gobierno provincial y municipal. Fueron pronunciados algunos
discursos y se hizo entrega de premios a las mujeres ganadoras de un concur-
so de arte, ya que el acto coincidió con la inauguración del IV Salón Provin-
cial “La Mujer y su protagonismo Cultural”8. El 8 de marzo de 1994, en un
acto realizado en la ciudad de La Plata, el gobernador había anunciado las
modificaciones de la estructura burocrática que ponía la acción social de la
provincia “en manos de las mujeres bonaerenses” quienes, según sus pala-
bras, tienen una predisposición especial para todo lo vinculado con el bie-
nestar de la gente y la asistencia social. Mujer y acción social aparecían unidas
no sólo en las leyes correspondientes, sino también en la celebración de un
ritual político, juntas en el espacio simbólico y reivindicadas, tanto una como
la otra, en la esencia de esa unión.
Cuando en marzo de 1997 la Alianza oficializó la candidatura de la sena-
dora Graciela Fernández Meijide para encabezar la lista de diputados nacio-
nales en las elecciones legislativas, las encuestas realizadas hasta ese
momento daban una diferencia a favor de la senadora frente a los candidatos
disponibles del Partido Justicialista. Esto preocupó a sus dirigentes que co-
menzaron a deliberar acerca de posibles estrategias para revertir estos resul-
tados hipotéticos. A fines de 1996, dada la importancia creciente del CPFDH
y la popularidad mediática de su presidenta, los diarios especularon con la
posibilidad de que Hilda González se conviertiera, en el futuro, en candidata
a gobernadora o bien en compañera de fórmula presidencial de su esposo,
reactualizando en el imaginario nacional el acuerdo político-matrimonial de
Perón y su esposa Eva, que tanto marcó la historia Argentina9. Pero la exi-
gencia de los tiempos políticos provocó la precipitación de los presagios de
la prensa. Ese mismo mes los diarios publicaron que “Duhalde pensó en su
esposa” para ocupar el primer lugar en la lista de diputados.
Como otros años, el 8 de marzo de 1997 Hilda González organizó un
acto para celebrar el Día Internacional de la Mujer. Las invitadas especiales

8 Fragmentos del discurso de la esposa del gobernador revelan el esfuerzo por reforzar la
imagen de que el gobierno provincial está cerca de la gente: “Estamos muy orgullosos de las
artistas plásticas de nuestra Provincia, a las que venimos acompañando en cada muestra;
cada día hay una participación más amplia. El Consejo de la Mujer se ha convertido en el
Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano, desde donde seguiremos acompa-
ñándolas, en este caso también desde el arte” (Diario Clarín, Suplemento de Publicidad, 14
de marzo, 1996).
9 Según la consultora Germano & Giacobbe, las menciones periodísticas sobre Hilda Gon-
zález se multiplicaron por ocho: de 115 referencias en marzo de 1996, pasó a 941 para el
mismo período en 1997 (Revista Noticias, Abril, 1997).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

fueron las manzaneras. A través de una carta personalizada Hilda González


les explicaba que no se trataba de un acto político, sino de un homenaje al
trabajo solidario que ellas realizaban. Pero, a pesar de la invitación apolítica,
la prensa especuló con la posibilidad de que ese día se produjera un “opera-
tivo clamor” cuando las manzaneras de diferentes lugares de la provincia de
Buenos Aires viajaran a La Plata para conmemorar el Día Internacional de la
Mujer: en ese acto podrían ‘pedirle’ a Hilda González que encabece la lista
del peronismo bonaerense10. La convocatoria fue para agasajar a las mujeres
en su día, sin embrago, la noticia del acto ocupó un lugar en la Sección Polí-
tica de los tres diarios principales. Estos fueron los titulares de las noticias
sobre el acto del 8 de marzo:

Diario La Nación: “Chiche” Duhalde midió su convocatoria. La esposa


del gobernador bonaerense logró gran adhesión; el acto con sus manzaneras
fue una demostración de fuerza; no lanzó su hipotética candidatura, a la que
se resiste; en un clima festivo se procuró bajar el tono político de la reunión.

Diario Clarín: “Acto con 20000 manzaneras en La Plata. Chiche, con poder
de convocatoria. La esposa de Duhalde descartó otra vez su posible candi-
datura. Pero igual exhibió su estructura social”.

Diario Página 12: “Chiche dijo que no quiere ser diputada, Eduardo la apoyó
y juntos probaron si son populares. Un test bien cargado para Duhalde.

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer por otros grupos


no recibió la misma atención que el acto duhaldista, incluso algunos diarios
ni siquiera lo mencionaron11. La contribución del periodismo para la defini-
ción de qué es y qué no es política y su influencia para dar origen a una opi-
nión se muestra de forma clara en la construcción de dos noticias orientadas
a “informar” sobre la conmemoración de la misma fecha por diferentes
grupos. Tomaré como ejemplo el caso de Clarín. Los actos organizados por
motivo de este día en la Capital Federal fueron publicados en la sección del
diario denominada “Sociedad”. La nota, titulada “Actos porteños con cla-
10 Con el presidente Juan Domingo Perón, ex integrante de las Fuerzas Armadas, se produce
una “militarización” del lenguaje político en Argentina. La expresión “operativo clamor” es
uno de los ejemplos. En el desarrollo de este trabajo aparecerán otros como “operativo
amor”, “invasión [de territorio político]”, “ejército de manzaneras”, “ejército de amor” y
“tropa femenina”.
11 En 1996 en la ciudad de Buenos Aires se realizó el X Encuentro Nacional de Mujeres al que
asistieron 10000 mujeres provenientes de diferentes puntos del país. El encuentro finalizó
con una marcha por algunas de las principales calles de la ciudad. El acto fue prácticamente
ignorado por los medios de comunicación, solamente un canal de televisión hizo mención
del mismo y los diarios estuvieron lejos de darle la atención que se le dio al acto organizado
por el matrimonio Duhalde.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

veles, pinturas y ruido de cacerolas”, es notablemente más breve que la dedi-


cada al acto organizado por Hilda González. El relato del evento menciona
la participación del Partido Socialista Democrático, de dirigentes de la
Unión Cívica Radical y cita las palabras de un concejal frepasista. A pesar de
que tres partidos políticos participaron de la manifestación, la noticia no fue
publicada en la sección del diario denominada Política, y no hay ninguna
mención que haga referencia a que se trató de un acto “político”. Junto a esa
nota aparece otra referida al carácter internacional de esta fecha:

Día Internacional de la Mujer: concentraciones multitudinarias


Se conmemoró en todo el mundo con actos y protestas.
Contra la discriminación social y laboral de las mujeres · En Buenos Aires hubo va-
rias manifestaciones callejeras, incluido un “ruidazo” · Las palestinas homena-
jearon a sus muertos en total silencio.

Y otra nota menor titulada “Qué se recuerda el 8 de marzo” con relación


al hecho que dio origen a la designación de la fecha acompañada por una
breve referencia a cómo se festeja en la Argentina:

En 1975, la Asamblea General de las Naciones Unidas dispuso la celebración


del primer Año Internacional de la Mujer. En los años siguientes, el tema de los de-
rechos de las mujeres en diferentes ámbitos fue debatido mundialmente. Pero en la
rgentina, las celebraciones del Día de la Mujer recién pudieron hacerse tras la dic -
tadura. Así, desde el 83, las argentinas pudieron celebrar cada 8 de marzo, como
una de las tantas formas de seguir luchando por los derechos de la mujer (Clarín, 9
de marzo,1997).

Según el registro de la prensa pareciera que una fue una conmemoración de


“manzaneras” y la otra de “mujeres”. En el acto de las primeras, llama la aten-
ción que sus organizadores insistan en el aspecto no político de la conmemora-
ción cuando la noticia es publicada en la sección política del diario. La
identificación por parte de la prensa de la celebración del Día de la Mujer, orga-
nizada por Hilda González, con un acto político partidario, contrariando el dis-
curso que pretendía presentarlo como un homenaje al trabajo social de las
“mujeres bonaerenses”, muestra la disputa entre la manera en que un grupo
desea mostrarse y la interpretación que los periodistas hacen según sus catego-
rías de percepción y la forma de construcción y presentación del relato. El diario
no vincula la noticia de este acto con otras noticias que hacen hincapié en “el
Día Internacional de la Mujer” y el “8 de marzo”. Aunque en ambos casos se
conmemoró la misma fecha, queda claro que se trata de dos cosas distintas.
El Día Internacional de la Mujer nunca había sido celebrado en forma
masiva desde una convocatoria del estado provincial, sino más bien conme-
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

morado por grupos feministas, formados en su mayoría por mujeres profe-


sionales de clase media, y actuando principalmente desde Organizaciones no
Gubernamentales. En este caso la celebración perdió en gran parte su ca-
rácter internacional y fue adaptada a la realidad y necesidades de la política
de la provincia. Se manifiesta claramente la apropiación por parte de un
grupo, que actúa desde el Estado, de una fecha simbólica de gran impor-
tancia para el denominado movimiento de mujeres, en su intento de “despo-
litizar” una convocatoria considerada por gran parte de la sociedad como
“política”. La apelación a una identidad exclusivamente femenina, adjudi-
cando a las mujeres cualidades morales que las sitúan por encima de inte-
reses particulares y como representantes de intereses generales, manifiesta la
tentativa de este grupo por imponer una imagen social del evento, que no
fue la misma que transmitieron los diarios.
A pesar de las diferencias ideológicas los tres diarios coincidieron en va-
rios puntos: asumieron con naturalidad el carácter político del acto, se refi-
rieron a Hilda González como “Chiche” y todos mencionaron a Eduardo
Duhalde. La Nación y Clarín destacaron la relación de parentesco y mencio-
naron a Hilda González como “la esposa de”. Página 12, en tono irónico, usó
la expresión “Eduardo la apoyó” utilizando el nombre propio del gober-
nador, lo que pone de manifiesto la relación íntima que une a estas dos fi-
guras de la política argentina. El perfil de candidata de Hilda González
comenzaba a construirse antes del anuncio oficial de su candidatura. La pri-
mera característica fue el trato íntimo y cotidiano que le dieron los diarios al
llamarla por su apodo. A diferencia, por ejemplo, de la prensa brasileña en la
que los políticos suelen ser reconocidos más fácilmente por sus nombres
que por su apellido, la prensa argentina difícilmente se dirige a un político
por su nombre de pila; pero esto no es lo que sucede con las mujeres12. Es
importante destacar que en el caso de Graciela Fernández Meijide la prensa
optó por nombrarla de diversas maneras. Pocas veces se dirigió a ella simple-
mente como “Graciela”, la mayoría de las veces utilizaba sólo su apellido o
su nombre y apellido como en el caso de los candidatos de sexo masculino13.
Esta forma cotidiana de referirse a Hilda González puede ser considerada
desde dos puntos de vista. Por un lado, refuerza la imagen de su participa-
ción política en tanto “esposa de”. La forma en que los diarios redactan las
noticias recrea un clima doméstico donde las discusiones sobre decisiones
políticas parecen no diferenciarse del tratamiento que puede ser dado a un
12 Otros ejemplos de políticas argentinas llamadas por sus nombres serían Isabel Perón “Isa-
belita”, María Julia Alsogaray, Adelina D’Alessio de Viola y la propia Eva Perón, que suge-
rentemente es más conocida como “Evita”, al igual que Hilda González es más conocida
como “Chiche”.
13 Otro detalle que vale la pena destacar es que, en conversaciones cotidianas, las personas se
refieren a ella como “la vieja”. Entre los funcionarios del CPFDH, Graciela Fernández Meiji-
de representa a “la vieja”, mientras que Hilda González es “la Señora”.
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Laura Masson

problema familiar o matrimonial. Por otro lado, dirigirse a alguien que ocupa
un importante espacio en las estructuras de poder, por un apelativo que es
propio de las relaciones familiares introduce y legitima, en el ámbito político,
un aspecto afectivo vinculado habitualmente a la figura de la mujer. Pero, el
apodo “Chiche” –propio de las clases populares- también revela el esfuerzo
por mostrar la pertenencia a una determinada clase social y a una familia sen-
cilla, simple, de barrio, donde la mujer se destaca no por su saber profe-
sional, sino por el saber adquirido en el quehacer doméstico14. Hilda
González no se presenta a través de títulos universitarios o de experiencias
de militancia y participación política, sino como “la Chiche”, aquella mujer
de barrio que conoce la cotidianeidad de las mujeres por experiencia propia.
O como “la Señora”, la esposa del gobernador que se ocupa de los necesi-
tados, porque sabe de sus vicisitudes y la cercanía al poder no la ha alejado de
“la gente”.
A pesar que ambas candidatas fueron tratadas por la prensa con un grado
de intimidad no habitual en el caso de las candidaturas masculinas, el signifi-
cado de esta cercanía fue variando en un caso y en otro15. Este cambio de-
pendió en gran parte de las propiedades del grupo de periodistas y de sus
estructuras de percepción políticas y sociales. Tanto periodistas como ase-
sores de prensa manifestaron que hubo una corriente de simpatía e identifica-
ción entre Graciela Fernández Meijide y la prensa. El día posterior a las
elecciones fue fotografiada en su cuarto en pijamas cuando recién se levantaba
(Página 12, Clarín) y en el baño mientras se fijaba su peinado (Clarín); esta cer-
canía denota el acceso casi irrestricto del periodismo a su ámbito. Se muestra
el cotidiano de una mujer retratada como independiente y ética. Página 12 re-
produce una declaración donde ella aclara: “No soy una señora que salió de
atrás de las cacerolas”, reafirmando su identidad política y oponiéndose a la
imagen de su contrincante de madre, esposa y mujer común.
Cuando la prensa muestra a Hilda González como madre y esposa, hace
de ella una presentación ideal. Pero cuando hace referencia a su rol político
la considera una “herramienta de su esposo”, y este rol es adjudicado en al-
gunos casos con un tono ridiculizante. Es una identidad femenina con la que
el público de lectores de estos diarios no se identificaría. La ironía escasas
veces fue utilizada para referirse a Graciela Fernández Meijide quien recibió

14 Uno de los afiches de campaña muestra una foto de los rostros del gobernador y su esposa.
Él aparece de perfil en un segundo plano, logrado con una foto en blanco y negro. Al lado
la imagen en colores de su esposa, en un ángulo de ¾ perfil, sonriendo y con un slogan que
dice: Gente de Provincia. En varios de sus discursos y en sus libros, tanto el gobernador como
su esposa, han destacado los valores morales de la “gente del interior”, de las “personas
simples”.
15 Sólo cuando se trata de candidatos a presidente la prensa avanza más sobre el ámbito domés-
tico mostrándolos con su familia, o contando sus hábitos cotidianos. Pero en ningún caso el
grado de “intimidad” suele ser tan grande como en el caso de las candidatas aquí presentadas.
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Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

elogios y buenos augurios como “mujer independiente” que se jugaba sola


–es decir, sin su marido- en política. En la misma nota de Página 12 la perio-
dista describe una situación hipotética al relatar cómo amanecería cada una
de las candidatas: Hilda Duhalde “le sirve el té con leche a su marido en la
cama”, mientras que, “es probable que un hombre, el arquitecto Fernández
Meijide, sea el encargado de batir el café con leche” (Página 12, 26 de oc-
tubre, 1997).

La tentativa de “despolitización”
Las declaraciones del gobernador y su esposa durante el acto del Día Interna-
cional de la Mujer, reproducidas por la prensa, estuvieron dirigidas a rescatar y
ponderar la acción social de las mujeres presentes y al uso de esa reivindica-
ción para responder, según La Nación, a las críticas de la oposición sobre el uso
político de los programas sociales del CPFDH: “Todo lo quieren mezclar con
política, declaró el gobernador, señalando su bronca”. Aunque ese mensaje
también puede ser interpretado como una confrontación con la prensa que
hizo eco de esas acusaciones, las declaraciones publicadas en los diarios mos-
traban el esfuerzo por despolitizar el encuentro, oponiendo el trabajo social al
interés político. El diario La Nación destacó las palabras que Hilda González
dedicó para defender la acción social de las manzaneras que, según ella, la opo-
sición ponía en duda. Esto, según el cronista, provocó la explosión favorable
del público, que demostró la adhesión de las mujeres a la defensa de su trabajo
por parte de los líderes políticos. Todas las reivindicaciones giraron en torno
de la ayuda social: “Esto no es un acto político. No quiero ningún cargo elec-
toral. Mi intención es seguir trabajando en la ayuda social”, dijo Hilda Gonzá-
lez16.
Otra de sus declaraciones, que según Página 12 y La Nación recibió la mayor
ovación de la tarde, fue que habría 40.000 manzaneras en la provincia para fin de
año porque “estamos peleando por nuestra cría”. De forma similar a la caracte-
rización de su cargo como trabajo de ayuda social, el trabajo de las manzaneras
era considerado una extensión natural de la función biológica de reproducción
de la especie de las mujeres, por lo tanto ninguno de los dos entraban en la es-
fera de lo público17. Como plantean Rosaldo y Lamphere, el relegamiento de la

16 La expresión “ayuda social” desconoce su lugar de funcionaria y la institucionalización de


su tarea. Ayuda puede ser considerado lo opuesto de trabajo, en tanto no presupone el pago
de un salario. Es importante, entonces, ver cómo en la frase de Hilda González estas cosas
se mezclan: “trabajar en la ayuda social”, al igual que las manzaneras, con las que intenta
identificarse a través del uso de “nosotras” en sus discursos.
17 Según Nancy Fraser la expresión “esfera pública” de Habermas ha llevado a algunas confu-
siones. Por ejemplo, fue usada por algunas feministas para referirse a todo aquello que está
fuera de la esfera doméstica o familiar. En este uso de esfera pública confluirían tres custio-
nes analíticamente distintas: el estado, la economía oficial de empleo pago y las arenas del
discurso público. En este caso me refiero al Estado y a la economía oficial de empleo pago
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mujer a la esfera doméstica (o privada) es auxiliado por la biología. Y, avanzando


un poco más en su análisis, ambas proponen la existencia de una relación directa
entre el grado de subordinación de las mujeres y el grado de separación de las es-
feras pública y privada (Rosaldo y Lamphere, 1979).
El matrimonio Duhalde salió de este modo a desarticular las críticas que
le hacía la oposición de intentar hacer un uso político de los programas so-
ciales. Al aclarar que las mujeres que en ellos intervenían “peleaban por su
cría” ponían de manifiesto que el interés que movía a las manzaneras estaba
por encima de meras aspiraciones políticas y que su accionar era desintere-
sado. Lo que se reivindicaba de su trabajo era el sacrificio, la entrega y el de-
sinterés: ellas no cobraban nada y trabajaban diariamente en pos de los
necesitados. Después de estas declaraciones, cualquier interés “político” de
estas mujeres aparecería como ilegítimo.18
El supuesto aspecto no político, explotado por los oradores, estuvo repre-
sentado por la presencia de miles de mujeres que trabajaban en forma volun-
taria, reivindicando el rol materno y la actitud solidaria, y con la introducción
de elementos religiosos que dieron un sentido de misión espiritual al trabajo
de las manzaneras. El cierre del acto fue la oración católica ‘el Padre Nuestro’,
a pesar de la ausencia inesperada de un representante religioso de esa congre-
gación. Otra característica que marcó el encuentro fue la música folclórica que
se utilizó para animar el acto: danzas tradicionales como cumbias y chamamés,
el “chamamecito ‘e la buena leche” compuesto especialmente en referencia al
Plan Vida, y la canción de una conocida folclorista argentina que relata las des-
dichas de una chica de provincia. La presencia de representantes de la Iglesia
Católica en actos políticos duhaldistas de “homenaje” a mujeres tiene otros
antecedentes. En 1996 se realizó un acto en Los Toldos19, para conmemorar el
nacimiento de Eva Perón. Durante el acto fue oficiada una misa por un padre
católico en memoria de Eva Perón (El Bonaerense)20.

que debería estar garantizada por el mismo debido a que los programas sociales en los que
estas mujeres trabajan son estatales (Fraser, N. 1993).
18 Hilda González manifestó su incomodidad ante la aparición de afiches en las calles de Bue-
nos Aires, apenas unos días antes del acto del Día de la Mujer, que mostraban una foto del
matrimonio Duhalde y la inscripción ‘Duhalde Presidente’: “Me enojé por esa publicidad,
pero esta manifestación de mujeres es solo una muestra de solidaridad. No el comienzo de
una campaña”. (Clarín, 9 marzo, 1997).
19 Pequeña localidad de la Provincia de Buenos Aires donde Eva Perón nació y pasó parte de
su infancia.
20 El Bonaerense es una publicación del Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires de
distribuición gratuita. El primer y único número apareció en Agosto de 1996. No se indica
la frecuencia de su publicación, pero debido a que posee numeración (Año 1, Número1)
evidentemente fue pensada para ser publicada en forma sistemática. Al pie de la primera
página aparece una franja colorida con las fotos de Perón y Eva en los extremos y en el me-
dio la siguiente inscripción: Para mantener viva la memoria. Se incluyen en este número fotos del Gene-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

2. La construcción de biografías

L os principales diarios nacionales dedicaron durante meses varias páginas a


las elecciones legislativas de 1997 y entre ellas hubo un espacio especial
para las dos mujeres que estaban en campaña electoral. Pero quien tuvo mu-
cho más prensa fue, sin duda, la esposa del gobernador. A continuación son
analizadas en orden cronológico cuatro notas que aparecieron en forma de
dossier, suplementos o entrevistas extensas en los principales diarios naciona-
les. Tres de ellas tratan sobre Hilda González. Una apareció tres meses antes
que se definiera su candidatura; las otras dos fueron publicadas en el momento
en que su postulación estaba siendo decidida -los meses de abril y mayo- y la
última, que apareció un mes antes de las elecciones, estuvo dedicada a ambas
candidatas. Estas notas tienen un estilo de presentación del personaje que no
es común cuando se trata de un candidato de sexo masculino, lo que podría
suponerse más o menos lógico teniendo en cuenta que estas mujeres provie-
nen por fuera de las estructuras partidarias. Pero no considero que sea éste el
punto que define la diferencia. La presencia de figuras femeninas en un mun-
do tradicionalmente masculino, supone desde ellas mismas y desde la prensa,
una forma diferente de hacer política. A ambas mujeres les es atribuida la ca-
pacidad de introducir valores morales positivos en el ámbito político: en el
caso de Graciela Fernández Meijide el valor de la ética, capital adquirido en su
participación en organismos defensores de los Derechos Humanos y recono-
cido por algunos periodistas e intelectuales; en el caso de Hilda González el
valor de la solidaridad, fruto del tipo de política que ella reivindica, reconocido
por algunos periodistas y, en forma explícita, por la Iglesia Católica.

Nota 1

Chiche Duhalde, La Gobernadora


(Diario Clarín, Revista Viva, 2 de Febrero, 1997, 5 páginas).

La nota comienza con una descripción del escenario donde se llevará a cabo
un acto de inauguración de un “Centro Asistencial” en una localidad bonae-
rense. La descripción que el periodista hace de la gente y la música, hablan
claramente del tipo de público que está presente: se trata de un barrio de cla-
se popular. Su relato muestra un cierto romanticismo de la pobreza y crea un
clima de emoción, esperanza y salvación inspirado por la presencia de la es-
posa del gobernador:

ral Perón y la compañera Evita, como una forma de mantener vivo el legado para la constitución de una
Patria Justa, Libre y Soberana.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

“Por fin, en una combi llega ella y su esposo, el gobernador. ‘Parece Evita’ dice
emocionada una mujer de curtidos sesenta y pico. […] Sus manos desnudas se van
llenando de ruegos en forma de cartas que le acercan chiquitos, madres y viejos […].”

La comparación con Eva Perón es puesta en boca de los que la esperan


produciendo cierta naturalización e imparcialidad en esta semejanza. Luego,
el periodista relata el origen de Hilda González y acentúa las características
que la acercan al personaje mitológico de Evita creando lo que podría deno-
minarse una forma peronista de narrar historias de vida: nació en un hogar
peronista21 (destacado mío). Al contrario de la famosa frase de Simone de
Beauvoir “mujer no se nace, sino se hace”, que alude a la construcción social
de los roles sexuales, se puede afirmar que en la mayor parte de los casos las
personas no se hacen peronistas, sino que nacen. Nacer en un “hogar pero-
nista” significa ser peronista22. Al igual que la madre de Eva, la de Hilda
González cosía “para afuera”. Su padre era delegado gremial como sus tíos.
Ella estudió magisterio en un pueblo y, para una chica de familia humilde, la
docencia era la mejor salida, confiesa. Conoció a su esposo en la pileta del
gremio de los ceramistas23 (destacado mío). Vivió en Avellaneda y luego en

21 No sólo pertenecer a una “familia peronista” es un dato definitorio en la identidad política


de un militante, sino también la relación entre su fecha de nacimiento y el “nacimiento” del
peronismo. Una de mis informantes relata así su historia: “Mi papá era sastre y mi abuelo
Rodolfo también era sastre. El obrero de la aguja decía que era. Pero él, por ejemplo, en el
caso de papá, yo siempre me crié desde chiquita en un ambiente… Claro, yo nací en el 44, el
peronismo, digamos el fuerte, comienza en el 45. Digamos me crié en un ambiente peronis-
ta”.
En dos testimonios citados por Javier Auyero aparecen los siguientes relatos:
“ I was born with Peronism” on 24 February 1946, the same day Perón won his first general
elections …”
“Matilde was also born in 1946, ‘Peronism from the crib… born in the house of a [pero-
nist] activist’.” (Auyero, 1999).
22 Aunque, paradójicamente, ése no sea el caso del gobernador Eduardo Duhalde. Su madre,
María Esther Maldonado Aguirre era militante del Partido Radical (Unión Cívica Radical).
Su padre Tomás Duhalde era simpatizante del Partido Socialista.
23 Los sindicatos o gremios tienen una importancia crucial en el imaginario peronista. La mo-
vilización de las organizaciones sindicales tuvieron una participación protagónica en la ma-
nifestación popular del 17 de Octubre. A pesar de que al comienzo la actitud de los
sindicatos fue ambigua en su apoyo al gobierno, acabaron convirtiéndose en uno de los
puntos de apoyo estratégicos para el gobierno de Perón. En 1950 la CGT (Confederación
General del Trabajo), que agrupaba a la mayoría de los trabajadores sindicalizados, se decla-
ra oficialmente como una de las ramas del movimiento peronista (Murmis y Portantiero,
1984). Por otro lado, la importancia de los sindicatos consistía en esa época en la adminis-
tración de los beneficios sociales de los trabajadores que incluían salud, seguros contra acci-
dentes, vacaciones, licencias, actividades recreativas, etc. Lo que los convirtió también en
un importante lugar de socialización para los obreros peronistas y sus familias. El gobierno
peronista nunca instituyó un sistema de seguridad social unificado, según Plotkin, para

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

Lomas de Zamora, siempre en la provincia de Buenos Aires. Este último de-


talle de su vida es utilizado en repetidas ocasiones, tanto por Hilda González
como por su esposo, para diferenciarse de su rival que vive en la Capital.
Tuvo cinco hijos: Juliana, Analía, María Eva, Agustina y Tomás.
El momento en que Hilda González comenzó a formar parte del gobierno
de la provincia fue definido en oposición a un modo de vida anterior. Pero
esta oposición no aparece como una ruptura, sino como el final de una impor-
tante etapa de su vida ya cumplida: “El salto de ama de casa a la actividad pú-
blica se produjo en 1991. ‘Cuando sentí que los hijos ya no me necesitaban
tanto’”. Su primer cargo “público” proviene claramente de una decisión to-
mada por su esposo: “Aceptó el ofrecimiento de Duhalde de hacerse cargo del
Consejo Provincial de la Mujer, un puesto más honorífico que efectivo. Pero
desde hace casi tres años es la titular del Consejo de la Familia y Desarrollo
Humano, una especie de Ministerio de Bienestar Social. ‘La mejor manera de
estar en contacto con la gente y sus necesidades’, dice ella”. De esta manera su
discurso destaca la importancia de la proximidad, tarea reservada a las mujeres
dentro de la concepción legítima del gobierno duhaldista.
Hilda González esgrime su teoría de que existe una esencia femenina que
convierte a las mujeres en más aptas que los hombres para realizar tareas so-
ciales, lo que legitima su lugar y el de tantas mujeres que la acompañan:

“Chiche explica su teoría de por qué confía más en las mujeres: porque la mujer
como generadora de vida, tiene una mayor sensibilidad por la protección de la vida.
Después de la dictadura militar fueron las madres y no los padres quienes salieron a
la Plaza de Mayo a pedir por sus hijos.”

Los tópicos sobre los que fue consultada muestran los temas conside-
rados importantes por la prensa para describir a Hilda González:

Evita: “Recuerdo el día en que falleció. Tenía seis años y ya me habían acos-
tado. […] De pronto entró mamá con los ojos enrojecidos. En la radio ha-
bían dado la noticia de la muerte de Eva.”

Evangelina [Salazar, esposa de Ramón Ortega, ex gobernador de Tucumán y


compañero de fórmula de Eduardo Duhalde en las elecciones presidenciales
de 1999]: “le tengo simpatía […] una buena madre, una buena compañera.
[…] Evangelina y Palito [Ramón Ortega] tienen un perfil familiar muy pare-
cido al nuestro”24.

quienes estaban fuera de la estructura de los sindicatos la Fundación Eva Perón era una al-
ternativa (Plotkin, 1994).
24 Los Ortega son un matrimonio con muchos años de casados y seis hijos. Ramón “Palito”
Ortega nació en Tucumán, en un hogar numeroso y muy humilde. En su juventud emigró a
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Política: “Siempre tuve una vocación hacia la ayuda social, pero donde me
siento como verdaderamente soy, Chiche, es en mi casa, con mis hijos.”

Feminismo: “No soy feminista ni lo quiero ser. No me pida nombres, pero


veo muchas mujeres que al hacer política se masculinizan y pierden así la
sensibilidad femenina.”

Demagogia: “El Consejo de la Familia y Desarrollo Humano a mi cargo no es


una herramienta proselitista. Ellos [la gente humilde] saben votar y eligen a
los que siempre se ocupan de ellos.”

Familia: “Si uno de mis hijos tuviera un problema, dejaría todo. Y si fuera ne-
cesario, le diría a Eduardo: ‘Pará, te precisamos’.”

Evita, un tema ineludible para una mujer peronista que actúa en política,
aparece ligada al contexto familiar y a la emoción: el sufrimiento de la madre
de Hilda González. Su opinión ayuda a entender aquella expresión “nació en
un hogar peronista”. El justicialismo se define en términos emocionales
-según sus adeptos, lo que caracteriza al justicialismo y lo diferencia de otros
partidos políticos es el “sentimiento”- y ese elemento emotivo aparece con
mayor fuerza en la figura femenina que lo representa: Eva Perón. Evangelina
Salazar fue otra de las mujeres rubias que despertó en el imaginario nacional
la evocación de la figura de Eva. La política, para la esposa del gobernador,
es sinónimo de “ayuda social” y está ligada a una vocación, esta opinión la
sitúa en oposición al feminismo, que aparece como aquello que atenta
contra la naturaleza femenina y asociado a una forma de hacer política que
no corresponde a las mujeres y les quita aquello que las define: “…veo mu-
chas mujeres que al hacer política se masculinizan y pierden así la sensibi-
lidad femenina”25.

Buenos Aires para iniciar su carrera artística. Se convirtió en un conocido cantor popular y
actor, que tuvo mucho éxito en las décadas del 60 y 70. Se casó con la actriz Evangelina Sa-
lazar, conocida por la interpretación del personaje de una dulce maestra en una telenovela
llamada “Señorita Maestra”. Rubia y de aire angelical, acompañó a su esposo en su trayecto-
ria política cuando éste fue gobernador de la provincia de Tucumán.
25 El riesgo de la “masculinización” de las mujeres al hacer política también era una “preocu-
pación” de Evita. En 1949, cuando crea el Partido Peronista Femenino, consideraba que
mantener a las mujeres separadas de los hombres era una manera de evitar que se masculi-
nicen y se vuelvan egoístas como ellos (Navarro, 1997:227). Por otra parte, en coincidencia
con la opinión de su esposa, el gobernador Duhalde se refirió a Graciela Fernández Meijide
como “Alfonsín con polleras”, descalificando el estilo político de la candidata y denuncian-
do la ausencia de sus características femeninas.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

Nota 2

Hilda “Chiche” González. La Evita de Duhalde


Maneja un presupuesto de 180 millones. Su discurso ortodoxo, la aversión hacia
las clases altas y el comando de un movimiento asistencialista de 20 mil mujeres, les
hace recordar a peronistas y opositores lo mejor y lo peor de Eva Perón”. Título de la
nota: “‘Chiche’ Duhalde. Evita de las manzaneras” (Revista Noticias, Abril,
1997, 7 páginas).

La tapa de la revista muestra el montaje de una foto en blanco y negro de


Eva Perón, con su clásico gesto con los brazos en alto, combinada con un re-
cuadro en colores que muestra el rostro de Hilda González en lugar del ros-
tro de Eva (ver foto Nº1). La nota está dividida en varias partes que incluyen
un relato periodístico donde se abordan diferentes tópicos, informaciones
sobre los programas sociales, notas de opinión, resultados de encuestas y un
reportaje corto a Hilda González.
El relato periodístico comienza, íntimo y emotivo, narrando una escena
de la época en que Hilda González y Eduardo Duhalde eran novios, para
compararla con el momento en que el gobernador, como 27 años atrás, vol-
vería a “golpear la puerta para buscar a la misma mujer”, esta vez para que
sea candidata a diputada y lo acompañe en su labor política. Los tópicos
abordados están marcados por subtítulos: “Intención de voto”; “Voto,
poder, dinero”; “Éramos tan pobres”; “Vidas paralelas”; “La fama”; “Cal y
arena”; “Si Evita viviera” y “El futuro”.
Nuevamente las comparaciones con Eva Perón son obvias, como lo in-
dica el título. En el relato aparecen detalles cotidianos que muestran a los
Duhalde como un matrimonio unido. Se hace referencia al apoyo de los sec-
tores populares, lo que crea un punto de coincidencia con Eva: “Mientras
que en la franja de consultados con estudios primarios la imagen positiva es
de 46,8%, entre los egresados universitarios desciende al 23%”.
En “Votos, poder y dinero” los periodistas explican que “Eduardo y
‘Chiche’ Duhalde repiten así un esquema que medio siglo atrás le dio buenos
resultados electorales al peronismo: un discurso popular, fondos frescos y
acción social”. Según la nota “Desde que su marido la colocó al frente de la
Acción Social, las comparaciones no tardaron en llegar. La imagen de Eva
Perón sobrevuela cada uno de los actos y de los gestos de Hilda Duhalde”.
Entre las comparaciones aparece la pobreza en la infancia, su vocación casa-
mentera oficiando de madrina en casamientos masivos organizados por el

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Estado, ser eje de la crítica en el manejo de altos presupuestos para la acción


social y en la Liga Femenina Bonaerense26 (ver foto Nº 3).
La muestran como una mujer fuerte “[…] la señora que desde marzo de
1994 comanda con mano de hierro el ex Ministerio de Acción Social”, pero
fiel a los intereses de su marido “[…] también le oprime el pecho la respon-
sabilidad de saberse necesaria para allanarle el camino a la presidencia a su
esposo”; “Desde siempre supo que la imagen de Duhalde dependía en
gran parte de la eficacia de su organización social […] Hasta ahora, su vo-
cación frustrada de asistente social congeniaba con la necesidad de trans-
parencia requerida al entorno duhaldista”; “[…] Fueron segundos de
incertidumbre porque sonó el celular y oyó la voz tranquilizadora de su jefe
político: ‘Estuviste perfecta querida’ ”. La nota finaliza con el siguiente pá-
rrafo:

“Mano dura, poder, pasión e ironía. La fórmula de esta mujer visceral que ge-
nera por igual odios y amores. ‘La Señora’, ‘la Chiche’, ‘la esposa de…’, la misma
que ambiciona ser la primera dama del país en 1999 y pasar a la historia como la
Evita de la Argentina posmenemista.”

Dentro del relato son incluidos una crítica y un reconocimiento donde se


pone de manifiesto la oposición entre dos formas de hacer política. La crítica
proviene de su contrincante, Graciela Fernández Meijide, que reconoce su
persistencia en el trabajo social pero, continúa, “Habría que saber si está
donde está por su trabajo social o por ser la mujer de Duhalde”. Como un
ejemplo de mujer que accede al mundo político independientemente de
cualquier figura masculina vinculada a ella por lazos de parentesco, Graciela

26 El CPFDH contaba en ese momento con un programa llamado “Programa de Regulariza-


ción de la Familia Bonaerense” cuyo objetivo era “Acompañar a las familias para que ejer-
zan plenamente su rol, como célula básica de la sociedad, garantizar el derecho a la
identidad, evitar el desarraigo y cooperar para que cumpla sus funciones de formación, in-
tegración y realización de sus miembros”. Entre sus “beneficios” estaba la “regularización
del vínculo matrimonial (civil y/o religioso) con amplia participación comunitaria” (Docu-
mento del CPFDH). Esto dio origen a los denominados “casamientos comunitarios” donde
se reúne a varias parejas -a veces más de cien- y se realizan el mismo día y en el mismo lugar
la ceremonia civil y religiosa (Iglesia Católica). En estos eventos Hilda González ha oficiado
de “madrina” de los contrayentes. Estos eventos fueron publicados por diversos diarios:
Clarín (18 de abril de 1993); La Nación (27 de abril de 1997); Crónica (16 de marzo y 1 y 22 de
junio de 1997); Algunos con sugerentes títulos como: “La familia se fortalece. ‘Multiboda’
con el apoyo del gobierno bonaerense. Consolidación del vínculo para casi ciento cincuen-
ta parejas”. Un importante antecedente de esta modalidad de intervención del Estado en la
estructura familiar aparece en una nota del diario Clarín titulada: “Operativo amor: 80 pare-
jas de una villa se casaron en una ceremonia colectiva”. Fue durante un gobierno peronista
y los padrinos de la boda múltiple fueron la presidenta María Estela Martínez de Perón y el
Ministro de Bienestar Social José López Rega. Es interesante destacar que tanto en éste
como en otros antecedentes estos procedimientos eran organizados por comisarías (Clarín,
14 de junio, 1975).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

Fernández Meijide deslegitima con su comentario el lugar ocupado por la es-


posa del gobernador, no por su trabajo social, sino por ocupar su lugar como
“esposa de”, cuestionando de esta manera la división sexual del trabajo polí-
tico que se da dentro del Partido Justicialista.
El reconocimiento viene por parte de un politólogo: “Hay pragmatismo
para resolver problemas puntuales de la gente”, y de un sociólogo: “La gente
percibe que no tiene interés político y que sus acciones están alejadas del
poder formal que representa su marido”. En estos dos casos los profesio-
nales legitiman, y de esta manera reafirman, la participación de las mujeres
cuando está relacionada con el contacto con la gente y, supuestamente, ale-
jada de “intereses políticos”, tal como aparece en la construcción de la figura
de las manzaneras que será tratada en el capítulo 3.
La nota también incluye un “Álbum Familiar”, donde nuevamente se re-
pite la construcción de una historia de vida que cobra sentido en función de
hechos relevantes y mitos que construyen la historia del peronismo. El
“Álbum Familiar” muestra cinco fotos, dos sobre la infancia de la candidata,
una tercera cuando era maestra posando junto a su grupo de alumnos, otra
donde aparece sola con un vestido de fiesta blanco y zapatos de taco alto y la
última de su casamiento, junto a su esposo en el momento en que ambos re-
ciben la bendición de un padre católico. Un pequeño texto acompaña el
“álbum”. Allí se mencionan los tres elementos imprescindibles para cons-
truir el modelo de mujer con el cual Hilda González se identifica: la estrecha
relación de su nacimiento con el del peronismo -referencia al 17 de octubre-,
ser maestra -una profesión tradicionalmente femenina y considerada una ex-
tensión del rol materno-, y compañera de un hombre (ver foto Nº 2).
En un pequeño recuadro aparece una breve referencia a Graciela Fer-
nández Meijide, comparándola con Hilda González. Las similitudes son el
lugar de nacimiento, la profesión y el arribo a la política por fuera de las es-
tructuras partidarias. La diferencia, la filiación político-familiar: “La sena-
dora viene de una familia antiperonista de clase media. La funcionaria, de un
hogar obrero y peronista”. Esto marca una gran diferencia entre ambas.

Nota 3

La Dama de Duhalde
(Diario Clarín, Segunda Sección, 4 de Mayo, 1997, 7 páginas)

Bajo el título “La Dama de Duhalde” el diario Clarín publicó un suplemento


de 7 páginas con notas firmadas por diferentes periodistas. “Yo no soy una
tibia”; “¿Dama de beneficencia o primera espada de Duhalde?” donde opi-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

nan 5 profesionales; “Los números de la asistencia”; “Una Eva de los 90” y


“Un ejército de manzaneras”.
La primera nota comienza con una descripción de la importante función
de la dama en el juego de ajedrez, utilizada luego para describir la estrategia
política de Eduardo Duhalde en las elecciones de 1999, “[…] haciendo co-
rrer a su esposa por los ásperos casilleros del ajedrez político”. Como men-
cioné anteriormente, la ironía de la prensa para referirse a Hilda González
fue una constante durante este período, especialmente en las notas publi-
cadas por Página 12 y Clarín. Continúa con una breve introducción que sitúa
al lector en la actualidad política inmediata con declaraciones cortas de Hilda
González en las que se define en cuestiones personales:

“Pero yo soy bonaerense […] Nunca fui un ama de casa. Ni soy tampoco una
intelectual. Soy peronista por sentimiento, por convicción, porque me tocó vivir la
gloria y decadencia después del peronismo. Y vivo al lado de un hombre peronista que
hace esencialmente lo que tiene que hacer el peronismo […], estar al lado de la gente”
(destacado mío).

En estas pocas palabras Hilda González define los valores sobre los que
se construyó su imagen y la de su esposo. Definirse como “bonaerense”
equivale a oponerse a la Capital Federal -lugar donde vive Graciela Fer-
nández Meijide-, y ser “gente de provincia” que mantiene sus valores en
oposición a la corrupción de las grandes ciudades. Reivindica un regiona-
lismo folclórico, que significa también identidad y arraigo, pilares del estilo
político duhaldista reflejado en varios programas sociales y organismos ofi-
ciales27. Su filiación política no se define por militancia, sino por sentimiento
y experiencia de vida. El lugar de compañera de su esposo, también pero-
nista, y la proximidad con la gente la acercan a una noción relacional de
mujer a la vez que la distancian del individualismo, un verdadero defecto en
un ámbito cuya tarea es definida por las necesidades de los demás28.

27 Programas del CPFDH, como “Mujer Isleña” y “Mujer de Campo”, tenían como objetivo
incentivar el “arraigo a la tierra”. La Secretaría de Tierras y Urbanismo, a través de sus dele-
gaciones municipales denominadas “Casa de Tierras”, implementaba el programa “Familia
Propietaria Bonaerense”. La asociación de la mujer con la tierra, y la oposición entre la capi-
tal y el interior, la ciudad y el campo, fueron una de las representaciones recurrentes en las
políticas del gobierno de Vichy en Francia, a través de las cuales se construyó la imagen de
“l’éternel féminin” (Muel Dreyfus, 1996). Sobre este tema ver también capítulo 2.
28 Lo que denomino “noción relacional de mujer” está inspirado en el texto de Seyla Benha-
bib O outro generalizado e o outro concreto: A controvérsia Kohlberg-Gilligan e a teoria feminista” (Ben-
habib, 1987). En este texto se definen dos cuestiones que están relacionadas con este
trabajo. Primero la distinción de Gilligan entre una “ética del cuidado y la responsabilidad”
y una “ética de la justicia y de los derechos”. Gilligan discute los resultados de un estudio
realizado por Kohlberg sobre “el desarrollo del juicio moral”, que muestra una diferencia
de grado en favor del sexo masculino. La “ética del cuidado y la responsabilidad” le permite
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

La nota continúa en forma de preguntas y respuestas. A las preguntas


acerca de los efectos políticos de su trabajo, Hilda González responde argu-
mentando que tiene consecuencias políticas, pero por el reconocimiento de
la gente, “[…] no porque busco un rédito”, y cuando se cuestiona la hones-
tidad es “porque no se sabe cuánto amor ponen las manzaneras en su tra-
bajo”. La política es reconocida sólo como una consecuencia del trabajo
social; lo social y lo político aparecen como esferas separadas y, en un punto,
opuestas. Cuando la política es identificada con el interés personal, es ne-
gada; la única política posible es la derivada del trabajo social, del desinterés,
del reconocimiento de los otros. En cuanto al dinero invertido en los pro-
gramas sociales, declara que “[…] yo no he visto a ninguna mujer gober-
nante ponerse las pilas, patear los barrios, hablar con la gente y llevarle
soluciones”.
En “Una Eva de los 90” se destaca su rol de intermediación entre el poder
y los más humildes a través de la ayuda social. “[Hilda González] se en-
cuentra en situación de jugar un papel clave en el máximo nivel del poder,
con un contenido político largamente más preciso que el de una formal ‘pri-
mera dama’.” Y se la considera un “elemento estructural del proyecto presi-
dencial de su marido” para 1999. Se menciona su similitud, en el plano de lo
simbólico, al “paradigma Evita” intentando generar consenso personal a
partir del trabajo social y preocupada por diferenciarse del “asistencialismo
tradicional”, mostrando un interés organizativo.
En “Un ejército de manzaneras”, nuevamente se plantea la dicotomía
entre lo político y lo social en términos de interés/desinterés. Las manza-
neras “Están diseminadas por toda la provincia. Constituyen una red que en-
laza cada municipio con el despacho de su conductora Chiche Duhalde”, la
autora de la nota las compara con abejas y dice que “Son un silencioso y
efectivo ejército de 20.000 mujeres que reparte leche y huevos […]”. ¿Pero,
“Cuánto le costaría a cualquier empresario pagar un salario mínimo […] por
seis horas de trabajo, cinco días a la semana?” ¿“Las manzaneras son ren-

a la autora explicar el desarrollo moral de las mujeres y la capacitación cognitiva que ellas
muestran de un modo nuevo. El juicio moral de las mujeres sería más contextual, más in-
merso en los pormenores de las relaciones y las narrativas, demostraría una mayor propen-
sión a asumir el punto de vista del “otro particular”. En segundo lugar, es importante la
distinción de Benhabib entre el “yo generalizado” y el “yo concreto” que señala las limita-
ciones de la teoría moral formalista de universalidad y de reversibilidad perfecta. Ambas
distinciones tienden a hacer visible un mundo excluido, tanto de la “ética de la justicia y los
derechos” como de la visión del “otro generalizado”, y por lo tanto también del dominio
“moral” y “público”. La “noción relacional de mujer” surge asociada a estas distinciones
debido a que se piensa a la mujer en función de sus relaciones. Su definición es contextual,
en oposición a la definición del yo autónomo propia de la ética de la justicia y los derechos y
del yo generalizado. En el capítulo 2 las propuestas asociadas a cada uno de los grupos de
mujeres que administraron el CPM pueden ser identificadas con la distinción de Gilligan en-
tre las dos “éticas”.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

tadas?” ¿Son “un ejército social vinculado al apoyo político de Eduardo


Duhalde?”29.

Nota 4

Vidas paralelas. Dos mujeres en pugna por los


votos de octubre. Sus estilos, sus historias
(Diario Clarín, Segunda Sección, 21 de Septiembre, 1997, 6 páginas)

Este pequeño dossier, cuya tapa muestra fotos de ambas mujeres en su más
tierna infancia, contiene tres notas (ver foto Nº 4). La primera, lleva como
título “Mujeres al pie de la campaña” (ver foto Nº 5) y comienza haciendo
una referencia al origen social de Graciela Fernández Meijide “Nenuca Cas-
tañola nunca conoció la pobreza”. Y continúa con una referencia a la ocupa-
ción de los padres de ambas y en qué momento de sus vidas ellas estaban
cuando “nació” el peronismo. A pesar de que la trayectoria de la senadora
Graciela Fernández Meijide es muy diferente a la de Hilda González, es na-
rrada usando el mismo modelo con el que se cuenta la historia de las mujeres
peronistas, haciendo referencia a su relación con la pobreza y el paralelo en-
tre su vida y el surgimiento del peronismo: “Tenía apenas 14 años cuando los
obreros de su barrio dejaron las fábricas al grito de ‘Perón, Perón’ y coparon
la Plaza de Mayo el 17 de octubre del 45”. Es importante destacar cómo ante
la irrupción de dos figuras femeninas en un espacio eminentemente masculi-
no los diarios recurren a la historia para dar sentido a la presencia de estas
mujeres en la política. Por un lado, la historia del país con un marcado énfa-
sis en el peronismo. Por otro, la historia personal incluyendo detalles “ínti-
mos” de sus vidas, como fotos de su infancia y de sus familias, que crean
cierta relación de accesibilidad a las candidatas.
También se resaltan similitudes y diferencias. Entre las primeras contaría
“La marca de un pasado en el que la política ni siquiera había rozado sus
sueños […]”; ambas son parte de elecciones consideradas un test para las
elecciones presidenciales de 1999: “Las dos pelean de manera curiosa, con
un estilo casi desconocido en la política argentina: eludiendo nombrarse”;
“Por distintas razones Graciela y Chiche entraron a la política por la ventana
29 El 26 de julio de 1997, aniversario de la muerte de Evita, ocurrida en 1952, los Duhalde or-
ganizaron un acto multitudinario (alrededor de 20.000 personas), la mayoría mujeres, don-
de Hilda González lanzó el “Evitismo”. En su discurso aparecen frases tales como: “No
somos feministas, sino evitistas” y “No queremos competir con los hombres, sino trabajar
junto a ellos”. En 1949, fue también un 26 julio, cuando el Partido Peronista Masculino se
reunió para sentar las bases de su organización definitiva en el Luna Park. Ese día mil muje-
res delegadas de todo el país se reunieron en el Teatro Nacional Cervantes para escuchar el
discurso de Evita y “nombrarla” presidenta del Partido Peronista Femenino (Bianchi y
Sanchís, 1988:68).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

y hoy están paradas frente a la puerta grande”. También aparecen acusa-


ciones, Hilda González opina de Graciela Fernández Meijide:

“Yo creía que por ser mujer, por no provenir de la política tradicional iba a tener
un estilo diferente, pero la verdad es que cada día sus acusaciones son mayores […].”

Y Graciela responde:

“Sé que tuvo un trabajo de martillera en una inmobiliaria, que le fue muy bien y
que después acompañó todo el proyecto de su marido desde las intendencias. Y lo
acompañó hasta tal punto que no queriendo ser candidata lo terminó siendo. […]
Por eso, ahora es su propio marido el que la corre a un costado de la campaña. No sé
como se puede sentir pero me parece que tiene toda una confusión de lo que es la polí-
tica […].”

La nota intenta situarlas nuevamente en la historia, esta vez con los datos
necesarios para justificar la participación política de Graciela Fernández
Meijide. Un breve recorrido por los diferentes golpes de Estado en Argen-
tina -1955, cuando ocurrió la denominada Revolución Libertadora que de-
rrocó a Perón, el derrocamiento del radical Arturo Illia en 1966- hasta llegar
finalmente al golpe militar de marzo de 1976 “que a Graciela le arrebató un
hijo, Pablo, desaparecido el 22 de octubre de ese año”. Seguidamente de-
finen sus posiciones frente a determinados temas. Sobre la política, Hilda
González declara que descree “Tal vez porque he visto, a través de los años,
políticos de todos los partidos que no han trabajado para la gente”. Graciela
Fernández Meijide por su parte opina:

“Hoy parecería que alguna gente se confunde y cree que es bueno decir que no pro-
viene de la política. […] Y lo hace también la señora de Duhalde, a quien respetuo-
samente yo tengo que decirle: ‘Sí, señora. Usted es política. Primero porque ha
trabajado políticamente al lado de su marido. Segundo, porque va a reuniones de ga-
binete donde se discute la política. Tercero, porque usted maneja dinero público, lo
destina para hacer trabajos, para hacer lo que sea. Y eso es hacer política porque es
incidir desde el poder para cambiar determinadas cosas’.”

Sobre la pobreza Hilda González reconoce que el ejercicio de la política la ha


vuelto mucho más vulnerable: “La Chiche de hoy tiene mucha más sensibilidad
porque se ha ido conectando cada vez más con los problemas de la gente.” Gra-
ciela Fernández Meijide considera que “Es cierto que uno siente más presión,
pero hay que controlar la emoción más rápida, inmediata, para transformarla
[…], como un cirujano que no puede ponerse a llorar durante una operación.”

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

La nota incluye dos pequeños textos firmados por los esposos de ambas
candidatas, donde opinabn sobre sus mujeres. Hasta ese momento el esposo
de la senadora no había aparecido en escena, contrariamente al matrimonio
Duhalde. Lo que muestra una vez más cómo la prensa construye la biografía
de estas mujeres en función de un esquema, aquel que se diseñó a partir de la
figura de Eva Perón. La nota firmada por Enrique Fernández Meijide se ti-
tula “Una mujer inteligente”. Enrique Fernández Meijide destaca el interés
de su esposa, desde siempre, por la política. Considera que “su ingreso a la
política fue una decisión familiar” y declara que “La vida con ella siempre fue
muy intensa”. Por su parte, el gobernador define a su mujer como “Una tí-
pica bonaerense”, frase que sirve de título a la nota. Reconoce que “La polí-
tica nunca la motivó para actuar. Lo suyo ha sido siempre lo social, la gente y
sus cosas; seguramente por el influjo cristiano de su hogar y por su forma-
ción docente.” Y que ella le había dado lo más importante que puede desear
un hombre: “una familia unida, hijos sanos y portadores de valores trascen-
dentes y, sobre todo, lo que uno más necesita: amor.” Ambas notas están
acompañadas por una foto. Una, muestra al matrimonio Duhalde con
cuatro de sus cinco hijos en una casa de campo. El epígrafe dice: “Chiche en
familia. Los Duhalde rodeados por sus hijos, una prioridad del matrimonio,
a pesar de las campañas políticas”. La otra, muestra a Graciela Fernández
Meijide con sus tres hijos -sin su esposo-, al pie de la foto se lee: Graciela
con sus hijos. La senadora Fernández Meijide, junto a sus tres hijos. En el
centro, Pablo, desaparecido en 1976” (ver fotos Nº 6 y 7).
¿Cómo se resuelve en el discurso de ambos esposos la relación entre la
política y la familia? Duhalde define a su esposa como no interesada por la
política, a pesar de ser candidata a diputada, lo que estaría compensado por
su interés constante por lo social, el cual proviene, según él, de su formación
docente y la influencia cristiana de su hogar. Este perfil define también al
grupo de Consejeras Ejecutivas que trabajan junto a ella en el CPFDH. Una
identidad provinciana representativa resume la personalidad de su esposa:
una típica bonaerense. Buena esposa, buena madre, hijos sanos, valores tras-
cendentes y amor, son las características con las que el gobernador define a
la candidata Hilda González. En oposición, Enrique Fernández Meijide de-
fine a su esposa como “una mujer inteligente” y “siempre interesada por la
política”. La relación entre política y familia no se apoya en el desempeño
doméstico de Graciela Fernández Meijide, sino en el hecho de que su in-
greso a la política fue una “decisión familiar”.
En el primer caso se trata de extender valores considerados femeninos, do-
mésticos y propios de las relaciones familiares al espacio político, no para poli-
tizarlos sino para “neutralizar” acciones políticas -despolitizarlas- asociándolas
a valores e instituciones pretendidamente “naturales”. Se produce una “do-
mesticación” de lo público. El segundo caso parte de una experiencia dife-
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

rente y opuesta. Es el avance del Estado sobre el espacio privado, cuando se


produce el secuestro de su hijo, lo que politiza a la familia (Filc, 1997). Ambos
movimientos desdibujan y redefinen los límites entre lo público y lo privado,
al mismo tiempo que cuestionan la función de la mujer en la sociedad, tan ínti-
mamente ligada a esta gran división que crea una representación dualista de la
vida social.
La segunda nota, “Sin pelos en la lengua”, comienza así: “Primero hubo
silencios, luego cautela, en el cruce político entre Chiche y Graciela. Con el
avance de la campaña hubo un estilo más agresivo y directo en el discurso de
ambas”, el relato periodístico se centra en:

– (Chiche) hace campaña repartiendo huevos.


– (Graciela) es de esos políticos que hablan con la heladera llena;
nunca sufrieron la pobreza, pero a la hora de hacer critican.
– (Chiche) es un simple instrumento de su esposo. Duhalde usa
electoralmente a su mujer como antes lo hizo con Cafiero.
– Graciela Fernández Meijide no tiene llegada a los pobres (Clarín,
21 de septiembre, 1997).

La tercera y última nota del dossier se titula “Bajo el fervor de Buenos


Aires” y tras una breve caracterización de la compleja composición social de
la provincia de Buenos Aires, arriesga que “Chiche Duhalde es la que se des-
plaza más cómoda. Criada en Lomas de Zamora, educada en el peronismo,
la esposa del gobernador camina desde hace años el Buenos Aires indigente
[…].” Considera a Graciela Fernández Meijide una figura política poco ha-
bitual y que “[…] comenzó a crecer y se terminó convirtiendo en un desafío
inesperado para el peronismo cuando se conformó la alianza radical-frepa-
sista”. La misma idea transmite cuando declara que “Los retazos de la clase
media del conurbano bonaerense aceptaron el romance con la figura poco
tradicional que la Meijide les acercó en esta campaña”. De Graciela Fer-
nández Meijide dice que les recuerda a quienes la ven demasiado porteña
[haciendo referencia a las acusaciones de Hilda González de que su rival no
conoce la provincia], que ella fue bonaerense y que “pasea su estampa de
madre castigada con el peor de los dolores -la desaparición de su hijo
Pablo-”. Mientras, Hilda González estaría convencida de la esencia pero-
nista que se esconde en el interior de cada pobre bonaerense y declara
“Somos peronistas de toda la vida; ustedes ya nos conocen bien”.

Notas de Opinión: La palabra de los especialistas


Antes y después de las elecciones legislativas de 1997 en las que triunfó, tal
vez inesperadamente, Graciela Fernández Meijide, los diarios y revistas in-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

cluyeron junto a los reportajes notas de opinión de especialistas como soció-


logos, politólogos, historiadores y escritores. Las notas del “antes”
intentaban interpretar el fenómeno de la competencia de las dos mujeres en
las elecciones y lo que cada una representaba. Las del “después” pretendie-
ron explicar cuáles habían sido las características que otorgaron el triunfo a
una y no a la otra.
Como en toda comparación, semejanzas y diferencias aparecen, en las
opiniones de quienes toman la palabra, ante la necesidad de analizar una si-
tuación novedosa en el escenario político. Las semejanzas podrían resumirse
en que ambas son consideradas “nuevas”, “figuras diferentes” para el des-
creimiento general que circunda el ámbito político. A esto se suma que esa
novedad viene acompañada de valores: “Pero hay asignaturas pendientes en
el camino que lleva al desarrollo. Graciela encarna una de ellas: la ética, el de-
safío a la corrupción. Chiche es portadora de otra: la acción social de sus
manzaneras, porque el mercado no alcanza” (La Nación, 9 de marzo, 1997).
Hilda González, a su vez, es invariablemente comparada con Evita, al
tiempo que se reconoce -incluso ella misma lo dice- que no hay compara-
ción posible, ya que Evita sería única e irrepetible, sea por las condiciones
históricas en que se desarrolló su acción política, como por haber inaugu-
rado su propio modelo. Entonces la referencia a Eva cada vez que se habla
de Hilda González debe ser entendida como una referencia a un modelo de
mujer, “la mujer peronista”. Según el periodista Orlando Barone, “Las mu-
jeres peronistas, igual que Eva de Adán, nacen de un hombre”. Según él el
súbito estrellato de Hilda González pone luz a la paradoja de dos modelos
de mujer: “La mujer del gobernador exaltando el lugar de compañía incon-
dicional de ‘su esposo’ y de repartidora indiscriminada sin pagar ningún
costo; y la otra mujer, solitaria, y jugándose la suya sin red” (Revista Noti -
cias, Abril, 1997).
Bajo el título “Dama de beneficencia o primera espada de Duhalde”,
cinco especialistas intentaron definir qué tipo de fenómeno encarnaba
exactamente la figura de Hilda González. Para algunos acercaba la política
a la gente, representaba en la política el creciente rol de la mujer, la tradi-
ción justicialista de la presencia de la mujer del líder político y mostraba la
imagen de la familia tipo trabajando en equipo. También, al estar identifi-
cada con el trabajo social y por el hecho de ser mujer, representaría la ho-
nestidad y la sensibilidad social. En un plano de análisis más individual
María del Carmen Feijóo, reconocida investigadora sobre temas de po-
breza en Argentina, opinaba que “la asistencia social no es una actividad
prepolítica de Hilda González. Creo que esa fue su opción dentro de la
multiplicidad de acciones que propone la política”. Beatriz Sarlo, historia-
dora de la cultura, la consideraba “el emblema del socorro a los desocu-
pados que reciben asistencialismo como política pública”, mientras que

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

José Pablo Feinmann -escritor, filósofo, periodista y autor del guión de la


película Eva Perón- creía que “no es un fenómeno en sí misma, sino un pro-
ducto del aparato Duhaldista”.
Es importante destacar el esfuerzo por intentar “explicar”, a través de la
palabra de intelectuales ligados al tema, y siempre dentro de referencias pe-
ronistas -dama de beneficencia o primera espada de Duhalde son las op-
ciones del título de la nota- qué “significa” o qué “representa” la esposa del
gobernador en su nueva función. Además de destacar cómo la construcción
de las “historias” de las candidatas tiene como particularidad un “estilo pero-
nista” que relaciona sus vidas con hechos y conceptos de la historia del par-
tido, también es necesario tener en cuenta la centralidad que adquirió la
candidatura de la esposa del gobernador, a quien la prensa dedicó numerosas
y extensas notas intentando comprender el “nuevo fenómeno” en función
de referencias históricas. Esto no sucedió de la misma forma con la candida-
tura de Graciela Fernández Meijide30.
Solamente en las notas posteriores a las elecciones, donde la Alianza
UCR-Frepaso venció al Partido Justicialista, la atención se centró sobre Gra-
ciela Fernández Meijide. Una editorial del diario La Nación se refirió a “su es-
tilo familiar”, resaltando algunas de las características propias de la estrategia
de presentación de Hilda González. Sobre todo intentando alejar la imagen
de la ex senadora de la de una mujer independiente y acercándola a una con-
cepción más relacional:

“La figura de Graciela Fernández Meijide incorporó a la escena política bonae-


rense y nacional un tipo político distinto del que los argentinos estamos acostum-
brados. Graciela, es una de esas personas que no necesitan apellido para
identificarse, despertó en el ciudadano de todas las clases sociales, pero fundamental-
mente en los estratos medios, la imagen de un ama de casa común, como la que se en-
cuentra en cualquier hogar de cualquier barrio. […] No es ella una profesional

30 Esta insistencia de la prensa sobre la figura de la esposa del gobernador nos lleva a pensar
en un abordaje y una manera de entender la política argentina donde las referencias al pero-
nismo son, aún hoy, ineludibles. En su libro Los Intelectuales y la invención del peronismo, Nei-
burg analiza las innumerables discusiones que tuvieron lugar en los más variados
escenarios, después del golpe militar que derrocó el segundo gobierno de Perón en 1955, a
fin de debatir el futuro de Argentina, tomando como punto de partida las distintas evalua-
ciones sobre los orígenes y la naturaleza del llamado fenómeno peronista (Neiburg, 1998).
La necesidad de discutir acerca del “fenómeno peronista”, clasificarlo e interpretarlo conti-
núa como lo muestran las editoriales que acompañan las extensas notas sobre Hilda Gon-
zález. Esta tendencia también se refleja en el ámbito académico entre quienes trabajan con
temas afines. Auyero en su artículo “Performing Evita. A tale of two Peronist Woman”,
considera que “Menemismo (as President Menem’s version of peronism is known) does
not embody, as many seem to believe, another death of Peronism but a third phase of the
life of a party that persists in demostrating its resilience. As Jelin puts it, “Peronism trans-
formed itself but continued as the single most important political force in the country”
(Auyero, op. cit.).
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Laura Masson

sofisticada que se ahoga en guarismos y explicaciones incomprensibles para los sec-


tores más perjudicados, y a ello le suma una ventaja competitiva incuestionable: su
imagen es la de una mujer honesta, comprensible y accesible” (La Nación, 28 de oc-
tubre, 1997).

Ante todo son dos los valores que se resaltan en Graciela Fernández Mei-
jide: la participación política con su posible candidatura a la presidencia de la
nación independiente de cualquier filiación masculina, y valores éticos aso-
ciados a su desempeño en organismos de Derechos Humanos. El diario
Clarín, un día después de la elección, le dedicó una nota titulada “Una mujer
inesperada”, donde al igual que en la nota de La Nación, se destaca su perfil
doméstico, aunque combinado con su imagen política:

“Nenuca volvió a la casa de los padres y caminó por los pasillos de la escuela que
la vio crecer. Una vez más debía votarse a sí misma, pero ella ya no es la misma que
vestía guardapolvo blanco y jugaba al tenis con sus hermanas. Porque la candidata
se enfrentó ayer a la batalla más increíble que soportó desde que todos la conocen
como Graciela Fernández Meijide. Ahora que sólo en el recuerdo de sus íntimos so-
brevive aquel apodo, la misma Nenuca que creció en una familia de clase media de
Avellaneda se para en el escenario político como una de las candidatas de la
Alianza para disputar la presidencia en 1999” (destacado en el original).

Bajo el título “Las dos caras de la candidata”, agrega:

“Es que en la misma mujer conviven las caras de Nenuca y de Graciela Fer-
nández Meijide: la que disfruta cocinando para su familia y pide tiempo libre para
jugar con sus nietos, y la dama de hierro que no temió enfrentarse con uno de los apa-
ratos políticos más poderosos. En el paso entre una y otra circunstancia, se conjugan
un carácter que no disimula enojos con un discurso forjado en el sentido común. Pero
también, una mujer que conoce de cerca el dolor” (Clarín, 27 de octubre, 1997.
Destacado en el original).

Nuevamente esto se refleja en la manera en que la candidata es nom-


brada. Sólo en comparación con Hilda González, y después de su triunfo
en las elecciones, fue llamada “Nenuca”. Ambas notas, una más que la
otra, realizan un esfuerzo por mostrar el lado doméstico, femenino, rela-
cional de la nueva diputada.

3. Las candidatas por sí mismas

E n 1998 fue publicado el libro Pobreza y Estado. Hacia un nuevo pacto social,
cuya autora es Hilda González. En él cuenta su experiencia de trabajo en
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

el área de acción social desde que ocupó los cargos de presidenta honoraria del
CPM y del CPFDH. El mismo año apareció Orígenes de una lucha. Diálogo con Gra-
ciela Fernández Meijide, entrevista realizada y publicada por dos escritores argen-
tinos donde Fernández Meijide narra la experiencia de la detención y
desaparición de su hijo, su participación en organismos de Derechos Huma-
nos a partir de la búsqueda, y sus opiniones sobre el autoritarismo. Este libro
ya había sido publicado en 1986 bajo el título Después de la noche por otra edito-
rial.
Cada uno de los relatos nos permite profundizar sobre la experiencia de
estas mujeres en la participación de los hechos que las ligaron a la política
institucional, la manera de contar su propia historia y cómo justifican el ac-
ceso a la política. Es necesario tener en cuenta que, a pesar de haber sido pu-
blicados en 1998, ambos libros fueron escritos con una diferencia de doce
años. Graciela Fernández Meijide relataba su experiencia tres años después
de finalizado el régimen militar (1986), en un intento de revelar una historia
de violencia que había sido silenciada mientras los militares ocuparon el
poder. Hilda González escribió su libro después de la derrota del Partido
Justicialista en las elecciones legislativas, como una forma de demostrar que
su tarea social continuaba y, por lo tanto, superaba los intereses políticos.
Para sistematizar la comparación de los dos volúmenes, parto de diferentes
puntos, examinando sus características en cada caso.

Prólogo y presentación
¿Quiénes son las voces autorizadas para presentar públicamente a estas mu-
jeres? ¿Con quién se sienten identificadas a fin de confiarles el uso de la pala-
bra que las definirá? ¿Cuáles son los términos elegidos para condensar en
esas pocas líneas el contenido y el objetivo de cada libro? Los textos que
ocupan la contratapa resumen las diferencias básicas entre ambas mujeres
que, presentadas en pares de oposiciones, serían en términos generales las si-
guientes: acción/diálogo, tarea social/diálogo político, mujer al lado de su
marido/mujer en el espacio público, esposa/identidad femenina:

“Hilda González de Duhalde es una mujer de acción. Al lado de su marido, a


lo largo de toda su carrera política, ha desarrollado una tarea social comprometida y
persistente, orientada a atender los problemas de la gente humilde […].”

“Del diálogo social de los derechos humanos, Graciela Fernández Meijide ha pa-
sado al diálogo político. La construcción de la identidad de mujer que surge de este
libro, se concreta hoy con el cumplimiento de las funciones de la mujer en el espacio
público.”

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Monseñor Rafael Rey, obispo y presidente de Cáritas Argentina, organi-


zación católica dedicada a la beneficencia social, escribió el prólogo del libro
de Hilda González. “En estos días son muchos los que siguen discutiendo
cuántos son los pobres y con qué indicadores identificar sus diversos ni-
veles. […] No fue este el camino elegido por la Señora Hilda Beatriz Gon-
zález de Duhalde. Su libro ha sido escrito con pasión y en sus páginas están
unidos el amor y la cercanía. […] Fue escrito en medio de la gente […].”
El libro de Graciela Fernández Meijide tiene dos prólogos escritos por los
entrevistadores. El de la primera edición invita al diálogo como una forma
de “evocación reflexiva y participación”. “Esta es la palabra de una madre, la
integrante de una familia que en 1976 sintió de pronto quebrada la exis-
tencia, el relato de una mujer, de una educadora que ha salido a desafiar la
tristeza y la impotencia, en la compañía de tantos otros afectados por la desa-
parición de sus familiares, que necesitaron fortalecer su debilidad y hacer ra-
cional y solidaria su búsqueda” (Ulla y Echave, 1998:10). El relato de
Graciela es presentado como “no ejemplar” en un intento de no individua-
lizar y dar un sentido social al testimonio para que sea leído como represen-
tativo de miles de personas que padecieron igual pérdida.
El prólogo a la segunda edición incorporó otra perspectiva después del
triunfo de Graciela Fernández Meijide en las elecciones legislativas:

“Creemos que la personalidad de Graciela Fernández Meijide que aquí se des-


pliega está en estrecha relación con la personalidad política del presente. La solidez
de su condición ética que ha merecido la aprobación de una parte importante de la so-
ciedad está también afirmada en el trabajo social que venía desarrollando y organi-
zando durante su actuación en los derechos humanos” (op. cit., 13).

Ambas candidatas partían de una experiencia que no cuestionaba los


roles femeninos tradicionales. En el caso de Hilda González ese rol fue re-
forzado como una forma de legitimar ese poder y despolitizar ese lugar. En
el otro, invocar a la identidad de madre es lo que moviliza, pero luego hay un
esfuerzo por transformar la experiencia íntima y socializarla, sacándola del
ámbito de lo privado y tornándola pública y política. A pesar de que el se-
cuestro y la posterior desaparición de un hijo supone un costo emocional
muy alto para una madre o una familia, el discurso de la emoción no fue utili-
zado de una forma tradicional para legitimar la acción de estos movimientos
sociales. Se trató más bien de “racionalizar y hacer solidaria la búsqueda”, re-
virtiendo la imagen de mujer emotiva y reivindicando su acción a partir de
una exigencia de justicia.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

Turning Points: el ingreso a la política


Los relatos personales e historias de vida siempre parten de un hecho signifi-
cativo que el narrador utiliza para dar sentido a la historia que ha de contar.
En este caso, tratándose de figuras políticas no provenientes de las estructu-
ras partidarias, nos interesa analizar cómo fue concebido y narrado el ingre-
so a la política. Según el relato de Hilda González el poder para ella no era
algo nuevo, ya que antes de ser la esposa del gobernador por dos gestiones,
fue la esposa del concejal, del intendente, del vicepresidente de la Cámara y
Vicepresidente de la Nación. Ser la esposa del gobernador, para ella, implica-
ba un espacio de poder naturalmente reservado y ese poder está para usarlo
o dejarlo. Y si se decide usarlo, se puede usar bien o se puede usar mal: “Yo
decidí hacerlo de la forma que creo mejor: intentar transferir ese poder a la
gente colaborando a que se organicen no para vivir de la asistencia, sino para
poder vivir con independencia” (González de Duhalde, 1998:19). El poder
político en este caso proviene de una relación de parentesco por alianza, “la
esposa de”, y se accede a él mediante una decisión que puede prescindir del
proceso de acumulación de capital simbólico necesario para lograr la legiti-
midad que proviene de la militancia.
En el libro Orígenes de una lucha, la entrevista a Graciela Fernández Meijide
comienza con el pedido de los periodistas de que elija un día especial, muy
feliz de su vida. A lo que responde:

“Cuando dijiste ‘un día especial de tu vida’ inmediatamente pensé ‘el día que se
llevaron a Pablo’, cuando agregaste ‘un día feliz’, me cambió el esquema. Un día
feliz fue cuando nació mi hija María Alejandra […] En un caso había alegría, feli-
cidad, orgullo, vanidad, todo eso por Alejandra, en el otro caso había estupor, cómo
se podía seguir viviendo? Creo que a partir de ese dolor comencé a confundir, mezclar
lo que era felicidad, con la tristeza, la angustia. Mi casamiento, el nacimiento de los
chicos, el haberme recibido, el primer trabajo, todas las cosas buenas que a uno le
pasan, quedaron como empañadas para mí cuando ocurrió la desaparición de Pa-
blito. Fue como si me hubieran cortado en dos; a partir de allí mi vida cambió com-
pletamente” (Ulla y Echave, 1998:15-16).

El secuestro de su hijo fue lo que la obligó a tomar conciencia de forma


más clara de las condiciones políticas del país. A partir de allí, guiada por el
objetivo de encontrar a su hijo, Graciela Fernández Meijide comienza a tra-
bajar en 1977 como voluntaria en la Asamblea Permanente por los Derechos
Humanos, que se había formado en 1975. Fue a partir de la participación en
este movimiento y en organismos como la CONADEP, experiencia que ella
considera muy intensa y el trabajo más importante que realizó, que adquiere
el capital simbólico y la legitimidad necesarias para acceder a la política insti-
tucional.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Razón y emoción
Hilda González se define de la siguiente manera: “Soy hija, hermana, espo-
sa, madre y pronto seré abuela. Estudié, fui docente, profesional indepen-
diente, funcionaria y ahora diputada. Soy antes que nada una mujer de afecto
y convicciones sociales fuertes” (González de Duhalde 1998:18). Según el
obispo Rey, su libro está escrito con pasión y en sus páginas están unidos el
amor y la cercanía. Más adelante la autora declara: “Nosotros creemos fir-
memente en la mujer, en su capacidad, su sensibilidad y su compromiso con la
familia” (op. cit., 25). Como veremos en el análisis de capítulos posteriores la
sensibilidad femenina es constantemente invocada para justificar la presen-
cia de las mujeres en la política, desde la esposa del gobernador, los referen-
tes municipales hasta las manzaneras. En una nota publicada en Clarín, Hilda
González declara: “Lo que no sabe [la oposición] es que las mujeres lo hacen
exclusivamente por amor, por la gente” (Clarín, 4 de mayo, 1997)31.
En el relato de Graciela Fernández Meijide, a pesar de que la emoción
está muy presente, la reconstrucción de su experiencia muestra un alto grado
de reflexión sobre la propia vida basado en experiencias y prácticas de cono-
cimiento introspectivo vinculadas al psicoanálisis y psicodrama. Uno de los
capítulos del libro lleva el título “Búsqueda de sí” y es allí donde cuenta qué
significó para ella la desaparición de su hijo. Lo interesante de este punto es
que lo coloca como algo que afectó su inteligencia y no su corazón, órgano
que habitualmente representa las emociones:

“Todo estaba como trabado, y lo peor era que yo tenía la impresión de que nunca
más me iba a poner bien, que todo eso se había ido con Pablo, que lo que me había que-
dado era lo mecánico: seguía caminando, sabía masticar, seguía viviendo. No podría
haber dicho ‘siento como que me hubieran quitado el corazón’, no: era la inteligencia”
(Ulla y Echave, 1998:59).

Aunque considere que la falta de su hijo le haya quitado la inteligencia, tam-


bién reivindica la relación de afecto que aún la une a él y reconoce, al igual que
las Madres de Plaza de Mayo, que su lucha continúa: “Y yo diría que por eso
sigo en esta pelea, aunque no lo piense todos los días, porque lo tengo total-
mente incorporado hasta la última gota de sangre, como si Pablo estuviera adentro
mío; por eso puedo seguir peleando […] Con respecto al pasado creo que
además debemos exigir que no se detenga la acción de la justicia para con-
denar los hechos de la dictadura. En el presente y en el futuro tenemos que de-
fender, en nombre de esa misma justicia, a cada individuo o a cada grupo
social cuyos derechos no sean respetados” (op. cit., 125).

31 En la revista del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires, El Bonaerense, aparece


un reportaje a la esposa del gobernador donde habla del trabajo realizado desde el CPFDH,
titulado “Todo por amor”. (El Bonaerense, Año 1, Nº 1, agosto de 1996).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 1: Candidaturas estratégicas

Un punto para destacar, y que marca las diferencias entre ambas mujeres,
es cómo una función biológica propia de la condición femenina, la repro-
ducción, es significada de formas totalmente diferentes dependiendo de las
circunstancias históricas y sociales a las que hacen referencia. En el caso de
Hilda González es utilizada para crear una imagen dotada de cualidades con-
sideradas propias de su condición como el amor, el afecto, la vocación por el
cuidado de otros, la solidaridad. La naturalización de estas características es
usada para mostrar una mujer simple, tal como ella es, preocupada por la re-
solución de problemas concretos y cotidianos -mujer de acción-, alejada de
los intereses políticos. La imagen relacional que la ubica junto a sus hijos, su
familia, su marido y los necesitados es utilizada como una estrategia que sub-
ordina el interés particular -identificado con el interés político- en función de
un interés general -identificado con el trabajo social-: ser para los otros.
Graciela Fernández Meijide apela a una identidad femenina politizada
para referirse a su participación en los organismos de Derechos Humanos. A
pesar de que en el prólogo a la primera edición su relato es definido como “la
palabra de una madre”, existe un esfuerzo por “politizar” esa experiencia
personal. Esto es característico también de la Asociación Madres de Plaza
de Mayo. En su libro Las mujeres en los discursos militares, Laudano analiza el
discurso de miembros de dicha asociación. Refiriéndose al testimonio de
una de estas mujeres, la autora relata: “A su vez, interpreta que al principio
ellas decían que no hacían política pero ‘después nos dimos cuenta que sí ha-
cíamos política, que estaba bien hacer política, haber enfrentado a la dicta-
dura’. Y señala el secuestro de las tres Madres, Azucena Villaflor, Mary
Ponce y Esther Balestrino de Cariada, como el elemento clave que las hizo
reflexionar y las ayudó a pasar ‘de lo personal a lo colectivo’” (Laudano
1997:77). Lo que resulta sumamente interesante en el análisis de este testi-
monio es que marca el salto a la política a través de la búsqueda de los hijos.
La experiencia de las Madres de Plaza de Mayo y de Graciela Fernández
Meijide particularmente, remite a un uso social y político de la maternidad
diferente. Se pasa de una experiencia individual a un hecho social, con la in-
tención explícita de socializar y politizar el sufrimiento personal y la bús-
queda de sus hijos. Este pasaje fue mediado y posible por la participación en
movimientos sociales donde se gestó la experiencia común y surgió la refle-
xión acerca del potencial “político” de sus demandas. La “socialización” de
la maternidad fue lo que permitió que una situación definida como personal
y “doméstica” sea llevada al ámbito de la moral institucionalizada de las leyes
estatales y reclamar por sus hijos en términos de justicia y de derechos ciuda-
danos. En las próximas páginas analizaré, cómo la identidad femenina que
caracterizó la candidatura de Hilda González durante la campaña electoral se
institucionalizó mediante un proceso de transformaciones burocrático-ad-
ministrativas de las políticas sociales de la provincia.

60
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
1. Tapa de la revista Noticias, abril, 1997.
61
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
2. Álbum de la familia. Revista Noticias, abril, 1997.
62
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
3. Revista Noticias, abril, 1997.
63
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
4. Fotos de infancia de las candidatas. Publicadas en la tapa del Suplemento
Informativo del Diario Clarín, domingo 21 de septiembre, 1997.
64
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
5. Fotos actuales de las candidatas. A la izquierda Graciela Fernandez Mei-
jide, a la derecha Hilda González. Diario Clarin, domingo 21 de septiembre,
1997.
65
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
6. Hilda González junto a su esposo y sus hijos. Diario Clarín, 21 de sep-
tiembre, 1997.
66
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
7. Graciela Fernández Meijide junto a sus tres hijos. Diario Clarín, 21 de sep-
tiembre, 1997.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
8. Logotipo del Consejo Nacional de la Mujer durante el gobierno de
Duhalde.
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9. Logotipo del Programa VIDA. Folleto de CPFDH.
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10. Tapa del nº cero del diario Vida.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2:
La institucionalización
de una identidad
A partir de 1995 el CPFDH fue el órgano gubernamental que administró
las políticas de acción social en la provincia de Buenos Aires. A menu-
do era confundido con el Consejo Provincial de la Mujer (CPM), tanto por
quienes allí se dirigen para solicitar ayuda como por funcionarios de otras re-
particiones. Por tal razón, sobre todo en los primeros años, la institución
asumió una especie de nominación suplementaria que aparecía junto a su
nombre oficial. Así, en folletos explicativos que promocionaban los progra-
mas sociales se podía leer: Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano
(Ex Consejo de la Mujer). En el diseño de las políticas sociales del gobierno
duhaldista mujer, familia y acción social fueron términos que aparecían natu-
ralmente ligados y por un acto de nominación oficial la relación entre ellos
quedaba legitimada. ¿Cuál fue el proceso que llevó a relacionar estos térmi-
nos entre sí? ¿Bajo qué premisas la relación entre ellos fue justificada? ¿Qué
presupuestos subyacían a estas asociaciones?
Parte de estas preguntas puede responderse a partir de un seguimiento de
las transformaciones de las políticas sociales con base en el análisis de los
textos de las leyes y decretos que las institucionalizaron y en los testimonios
de quienes experimentaron estos cambios. Centrar la atención en una etno-
grafía de documentos, permite ver cómo las modificaciones del ámbito le-
gislativo y burocrático se corresponden con la propaganda política de la
facción gobernante y con el ingreso de un nuevo grupo de mujeres porta-
doras de un determinado tipo de capital social. Estas leyes fueron la expre-
sión jurídica de determinados intereses e impusieron, a través de la creación
de “problemas sociales” y categorías a ellos ligados, una visión de mundo1.
Leyes y decretos son una forma de objetivar intereses y creencias y de re-
gular un determinado orden social. El Estado garantiza su legitimidad a

1 Según Remi Lenoir, el objetivo esencialmente natalista de la “política familiar” en Francia


en los años 70 está relacionado sobre todo con la consagración, bajo la forma de normas ju-
rídicas garantizadas, de modelos considerados “normales” y “legítimos”. Muestra así cómo
el derecho de familia es el resultado de las luchas entre diferentes especialistas. Mientras la
definición dominante de familia ha sido por mucho tiempo la del Código Civil, otras defini-
ciones se imponen y toman fuerza de ley con el desarrollo de instituciones especializadas en
el “sector social” (Lenoir, 1985:6-7).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

través de actos institucionalizados -actos oficiales-, que pueden ser la firma


de documentos por agentes autorizados -funcionarios de Estado- hasta la
realización de ceremonias públicas. En este sentido, el Estado tiene un ver-
dadero poder creador al cual deben apelar todos aquellos que deseen un re-
conocimiento oficial (Bourdieu, 1993). La importancia de su poder de
nominación reside en que, al mismo tiempo que agentes sociales y pro-
blemas sociales logran reconocimiento oficial, la manera en que son defi-
nidos crea una existencia socialmente legítima.
En los casos analizados los fundamentos de las leyes muestran bajo qué ar-
gumentos una política dirigida a la mujer o a la familia es aprobada. Los dife-
rentes artículos hacen referencia a los objetivos y forma de funcionamiento
del organismo, es decir, cuál es la estrategia que el gobierno propone para eje-
cutar esa política. Y los decretos reglamentarios determinan cómo será la apli-
cación de esta ley, definiendo los organigramas y objetivos específicos de cada
área particular del organismo donde se distribuyen y asocian los temas a re-
solver2, mientras que los programas a aplicar dan cuenta de la forma de inter-
vención concreta. De esta forma, aparece en las leyes tanto como en sus
decretos reglamentarios la definición legítima de lo que es una mujer, de lo que
es una familia y del lugar que, en términos oficiales, le es asignado en la so-
ciedad.

1. Consejo Provincial de la Mujer:


el lugar de las “profesionales”

E l 11 de diciembre de 1987, primer día de gobierno de Antonio Cafiero


en la provincia se creó el Consejo Provincial de la Mujer por decreto nú-
mero 173. La diferencia de este organismo, comparado con otros que admi-

2 En los documentos analizados percibimos que la formalidad del lenguaje privilegia la utili-
zación de expresiones abstractas que, aunque cargadas de sentido, el contenido concreto
del mismo nunca es explicitado. Así, en la mayoría de los casos analizados, los objetivos se
construyen con una retórica vacía donde los conceptos adquieren existencia propia, inde-
pendientemente de la situación empírica a la que supuestamente hacen referencia. Esto fa-
cilita de alguna manera la inclusión de valores trascendentales e intereses presentados como
generales, a los que difícilmente alguna persona se opondría. Así, por ejemplo encontramos
expresiones tales como: Fortalecimiento familiar, protección a la infancia, reforzar la mo-
dalidad vincular familiar, problemática de la mujer y la familia, mujeres en riesgo social, pro-
moción del vínculo materno-paterno-filial, atención adecuada e integral a niños y
adolescentes en situación de calle.
3 Es importante destacar que Antonio Cafiero pertenece, al igual que Eduardo Duhalde, al
Partido Justicialista. Después de la derrota del partido en las elecciones presidenciales de
1983, Cafiero lideró una corriente interna dentro del Justicialismo denominada Renovación
Peronista y en 1987 fue electo gobernador de la provincia de Buenos Aires. Este dato es im-
portante para comparar los dos grupos de mujeres que administraron el organismo y mos-
trar que no necesariamente todas las mujeres peronistas tienen la misma forma de hacer
política, ni justifican su lugar en la política invocando el nombre de Evita.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

nistraban -y aún administran- políticas dirigidas a mujeres, es que se


constituye como un espacio burocrático independiente de las políticas de ac-
ción social donde habitualmente se ubican los denominados “temas de mu-
jeres” (Ministerios de Acción social o de Bienestar Social)4. El CPM, al
desvincularse de los organismos de acción social, redefine las políticas desti-
nadas a las mujeres y se orienta a revertir una situación de “discriminación de
la mujer”. Lo que antes era considerado dentro de las políticas sociales un
“problema de la mujer”, a partir de este momento, pasa a ser definido en tér-
minos de una “situación social injusta” que debe ser resuelta en los planos
políticos, jurídicos y económicos, que quedaban excluidos cuando el tema
era monopolizado por la “acción social”5.

4 Antecedentes de organismos gubernamentales nacionales destinados a políticas dirigidas a


las mujeres:
1955: Creación de la Dirección Nacional de la Mujer y Comisión Nacional de la Mujer de-
pendientes del Ministerio de Trabajo y Previsión (Decreto 7897/55),
1958: Dentro del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social se establece la Dirección Nacio-
nal de Seguridad y Protección Social de la Mujer (Decreto 4073/58),
1961: Esta Dirección pasó a depender de la Subsecretaría de Seguridad Social (Decreto
5561/61),
1964: La Dirección fue disminuida a la categoría de Departamento de la Mujer (Decreto
5073/64),
1968: El Departamento queda dentro de la Dirección Nacional de Recursos Humanos de
la Secretaría de Trabajo con el nombre de Oficina Nacional de la Mujer (Decreto
5373/68),
5 En un documento de UNICEF Argentina (Julio 1994), titulado “Compromiso para el desa-
rrollo igualitario de la mujer. Metas hacia el año 2000”, se muestra, a través de una sistemati-
zación de los cambios en la teoría general del desarrollo y los ajustes estructurales, las
grandes líneas conceptuales seguidas por distintos organismos y sus objetivos de incorpo-
rar a la mujer en el desarrollo. Son identificados cinco enfoques y cada uno de ellos revela
una concepción diferente de cuál debería ser el lugar de la mujer en la sociedad y en qué ca-
sos la mujer es valorizada como individuo o en función de su contexto familiar. A conti-
nuación citamos la definición de cada uno:
a- Enfoque del bienestar: “[…] Se basa en el supuesto de que las mujeres son receptoras pa-
sivas del desarrollo, su papel de madres es el más importantes y la crianza de los hijos lo me-
jor que pueden aportar al desarrollo económico. Se trata de una perspectiva centrada en la
familia como unidad en la que la mujer es considerada elemento de reproducción y el hom-
bre como elemento de producción.”
b- Enfoque de la igualdad de oportunidades: destinado a la integración de las mujeres “[…]
Su finalidad es reducir la desigualdad entre hombres y mujeres, sobre todo en lo que respec-
ta a la división del trabajo basada en el sexo, aumentando la autonomía política y económica
de las mujeres.”
c- Enfoque de la lucha contra la pobreza: alejado de los problemas de igualdad de oportuni-
dades, este enfoque se dedica a los problemas de desarrollo buscando los medios para au-
mentar la producción de las mujeres pobres.
d- Enfoque de la eficacia: valora el desarrollo y considera a las mujeres como recursos poco
utilizados.
e- Enfoque del empoderamiento (empowerment) de las mujeres: Pretende conferir poder a
las mujeres a partir de la confianza en sí mismas. Distingue estrategias a corto y largo plazo
basadas en el género. (UNICEF, Argentina, julio 1994:10-11).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

Con la creación del CPM, las políticas hacia las mujeres formalmente se
universalizan y sus destinatarias adquieren un estatus especial dentro de la
estructura burocrática. En este caso las mujeres no aparecen relacionadas
con otros actores sociales -familia, hijos, discapacitados, menores -, ni con
ningún otro problema social -violencia, desnutrición, vejez-, sino que son
definidas en su individualidad, con “derechos” propios, acercándose de esta
manera a la categoría de “ciudadanía”6. Su imagen deja de estar asociada a
problemas de pobreza, desempleo, desnutrición, y se hace extensiva a
grupos de mujeres que, por no formar parte de la población a la que habi-
tualmente son destinadas las políticas de acción social, no estaban contem-
pladas dentro de las incumbencias del Ministerio de Acción Social.
El CPM fue creado con el propósito de revertir una “forma de inserción
injusta y discriminatoria” que afecta a las mujeres y no para resolver “pro-
blemas de mujeres”. En el libro Mujeres Bonaerenses, donde se cuenta la expe-
riencia del CPM durante el gobierno de Cafiero, son citadas palabras del
gobernador que fueron pronunciadas durante la campaña proselitista como
prueba del reconocimiento a las mujeres: “A todas las quiero ver partici-
pando en la planificación de la acción de gobierno. Las quiero gobierno”. En
el documento del Fundamento de la creación del CPM se propone un cambio
en las formas de participación que las mujeres han experimentado hasta ese
momento en la sociedad y el reconocimiento de las tareas llevadas a cabo por
ellas:

“La transformación de las condiciones sociales en que desarrollan su accionar las


mujeres de la Provincia exige profundas transformaciones legales, institucionales y
culturales que permitan incorporar el enorme aporte de trabajo que las mujeres
pueden brindar, como parte de su realización como personas y para el beneficio de la
comunidad en su conjunto” (Fundamento de la creación del Consejo Provincial de la
Mujer, Ley 11.097).

Dos puntos deben ser destacados aquí. En primer lugar, el fundamento


de creación de la ley supone la existencia de un ideal de justicia basado en la
igualdad, que no estaría siendo respetado por el conjunto de la sociedad, lo
cual justificaría la intervención gubernamental. En segundo lugar, se pro-
ponen transformaciones legales, institucionales y culturales. Las políticas
están dirigidas a la integración plena de las mujeres en la sociedad, y la pro-
puesta de acción abarca niveles que superan aquello que es definido como
un “problema de la mujer”. Lo que podría ser considerado un problema, no
6 Cómo señala Da Matta, el concepto de ciudadanía posee una dimensión sociológica, que al
ser naturalizado por nuestra percepción, fácilmente olvidamos. En este sentido, el autor re-
salta que ser ciudadano (y ser individuo) es algo que se aprende y está demarcado por ex-
pectativas de comportamiento singulares, es algo socialmente institucionalizado y
moralmente construido (Da Matta, 1997:86).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

está directamente identificado con un grupo, en este caso las mujeres, sino
con una configuración social injusta que afecta el desarrollo de las potencia-
lidades de la totalidad de la población. Este reconocimiento se refleja en que
las propuestas de acción del CPM proponen una transformación de la buro-
cracia estatal en los planos jurídico, económico, político, etc.
Otro punto importante, e íntimamente relacionado con el anterior, es el
que hace referencia a la diversidad dentro del genérico “mujer”. La defini-
ción del grupo, según características biológicas, no presupone políticas des-
tinadas a resolver cuestiones relacionadas con esa definición y reconoce a las
mujeres como actores sociales que desempeñan diversas funciones en la so-
ciedad:

“Para ello, el Consejo estará integrado por mujeres provenientes de diversas acti-
vidades de diferentes lugares del territorio bonaerense e integrantes de distintos par-
tidos políticos, movimientos y organizaciones sociales a fin de que la composición del
Consejo replique la multiplicidad y diversidad del accionar femenino en la Pro-
vincia” (Ibid.).

Ni en los fundamentos, ni en la redacción de los diferentes artículos de la


ley la figura de la mujer es asociada a la familia, como aparecerá en las modi-
ficaciones llevadas a cabo durante la gestión duhaldista. Se construye una
identidad femenina individualizada e independiente de los roles que tradi-
cionalmente le son asignados. Sólo se hace mención a la “madre soltera”,
pero el concepto no aparece como una categoría, sino que se refiere a la ne-
cesidad de “Priorizar la elaboración de programas que atiendan a la situación
específica de la mujer en los regímenes penal y penitenciario, mujeres de la
tercera edad, madres solteras […].” Como contrapartida se menciona la rea-
lización de las mujeres como personas y el artículo segundo de la ley hace re-
ferencia explícita a la finalidad del Consejo de lograr la plena igualdad
jurídica, laboral, política, económica y social de la mujer. El modelo de mujer
implícito supone mujeres reconocidas en su individualidad y en su diver-
sidad que participan en política u otros movimientos sociales, mujeres que
trabajan, profesionales, intelectuales, etc.
La ley 11.097 de creación del CPM propone la siguiente estructura. El
Consejo estaría compuesto por dos órganos, uno ejecutivo y otro consul-
tivo. El primero formado por 14 miembros uno de los cuales ocuparía la Se-
cretaría Ejecutiva. El último tendría como función asistir al Consejo en
carácter honorario y estaría integrado por representantes del Poder Legisla-
tivo, las Organizaciones de la Mujer, Partidos Políticos, Sindicatos, Asocia-
ciones Culturales, Profesionales o intelectuales vinculadas al tema, que
participan en la formulación de políticas a su cargo, debiendo constituirse en
Comisiones de Trabajo.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

Las integrantes del Órgano Ejecutivo en aquel período, a pesar de tener


acceso a los cargos políticos por sus relaciones próximas con los gober-
nantes, eran reconocidas como portadoras de un capital simbólico acumu-
lado por su acceso a la educación superior. Las Consejeras Ejecutivas en ese
momento eran todas “profesionales” con formación universitaria7. Como
comenta una funcionaria administrativa:

“Y bueno, antes también [las integrantes del CPM] eran amigas de Ani Ca-
fiero8, profesionales, antropólogas, psicólogas, sociólogas…
P: ¿Todas?
R: Sí, sí…todas profesionales, una arquitecta había que estaba en la parte de vi-
vienda, emergencia habitacional, en el tema de los barrios.”

Con la creación de este organismo el Estado establece, en términos for-


males, la autonomía y legitimidad de los reclamos de un grupo social. Y faci-
lita, argumentando desde el lenguaje de la justicia y los derechos ciudadanos,
el acceso a espacios de poder de un grupo de mujeres cuya posición se con-
trapone a las propuestas del grupo sucesor. Este organismo se convierte
también en un lugar desde donde es posible -al menos en términos formales-
gestar otro tipo de cambios tendientes a lograr los objetivos propuestos.
Hasta el momento describí al CPM como organismo independiente de
políticas de acción social. También llamo la atención sobre la definición de
políticas destinadas a las mujeres definidas como individuos o ciudadanas,
sin apelar a sus relaciones dentro del ámbito doméstico y sin adjudicarle
problemas considerados inherentes a su condición biológica. Ahora qui-
siera remarcar otra característica de este organismo que fue claramente
destacada por una de las pocas funcionarias que participó de ambas ges-
tiones: la no atención de casos personales9. Después de la creación del
CPM, la Dirección de la Mujer -dependiente del Ministerio de Acción So-

7 El Consejo Ejecutivo estaba compuesto por: Lic. Irene González, Lic. Ana Cafiero, Arq.
María Élida Mesutti, Prof. Inés Williams, Lic. Norma Sanchís, Lic. Susana Demaría, Lic.
María del Carmen Feijoo, Dra. Ethel Díaz, Lic. Yolanda Zurbano, Lic. Blanca Kiguel, Sra.
Leticia Bianculli, Dra. Susana Salerno, Lic. Elisa Schoijet, Sra. Clide Chiapara.
8 Ana Cafiero es socióloga y es la hija del entonces Gobernador de la provincia de Buenos
Aires. Fue la responsable máxima del CPM, o como dicen los funcionarios, era quién “tenía
firma”. Es interesante ver que tanto en el caso de Cafiero como en el de Duhalde quienes
están a cargo del CPM son miembros de su familia. Pero los lazos de parentesco son diferen-
tes, en el primer caso se trata de la hija y en el otro de la esposa.
9 La “atención de casos personales” está basada en la demanda particular de alguien que “ne-
cesita”. Esta demanda tiene dos variantes. Una es el envío de una carta destinada general-
mente al gobernador o a su esposa pidiendo su intervención para resolver o iniciar un
trámite burocrático (por ej. una pensión por invalidez o una jubilación), o solicitando algún
bien material. La otra es la demanda cara a cara, donde las personas se dirigen a alguna ofici-
na donde los políticos, o sus representantes, atienden los “problemas”.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

cial- continúa existiendo, pero las funciones de cada uno de estos orga-
nismos estarán bien diferenciadas:

“[…] toda la problemática de la mujer estaba a cargo de la Dirección de la


Mujer dependiente de Acción Social, cuando Cafiero crea el Consejo Provincial de la
Mujer, lo que se generaba de ahí eran los programas de capacitación y se planifi-
caban los programas, y la Dirección de la Mujer pasó a atender casos personales.
Consejo Provincial de la Mujer no atendía casos personales. La Dirección de la
Mujer atendía los casos personales. […]” (Secretaria de Consejera Ejecutiva).

Esta medida se contrapone a una imagen tradicional de la mujer ligada a


la beneficencia pública. En este caso, esta función es delegada al Ministerio
de Acción Social y a la esposa del gobernador que, según la misma funcio-
naria, dos veces por semana recibía en los salones de la casa de gobierno pe-
didos personales. Lo que se reivindica en este caso es el reconocimiento de
las mujeres como profesionales, promoviendo en diferentes niveles la
igualdad de derechos con relación al hombre, apelando a una lógica estatal
que declara la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos.
Pero, el reconocimiento oficial de los derechos de las mujeres como “ciu-
dadanas” y la voluntad explícita de promover los mismos tal como aparece
en la ley 11.097, no es suficiente para que se instale en la sociedad una preo-
cupación real sobre la definición de un problema como la “discriminación
femenina”. Para imponer un nuevo modo legítimo de representación de la
organización del mundo social, y de la función de la mujer en la sociedad, es
necesario que la creación de una ley esté acompañada de un proceso de ges-
tión material y simbólica de las nuevas propuestas. La consecución de estos
fines generalmente requiere de una estructura burocrática organizada, con
agentes especializados encargados de materializar las nuevas transforma-
ciones y de la “voluntad política” de quienes ocupen en ese momento los
puestos estratégicos del poder gubernamental, sobre todo en lo que se re-
fiere a la liberación de recursos financieros. Así, a pesar de que el CPM tuvo
cierta visibilidad durante la gestión del gobernador Cafiero, su importancia
en nada se asemeja al crecimiento que tuvo con la “nueva” propuesta de la
gestión gubernamental de Duhalde que relacionaba nuevamente a las mu-
jeres con la acción social y les otorgaba oficial y simbólicamente un lugar
preponderante.

2. La acción social en manos de mujeres


Uno de los pilares básicos de la propuesta política de Eduardo Duhalde para
gobernar la provincia de Buenos Aires fue fomentar la acción social. Cuando
asumió la gobernación por primera vez en 1991 argumentó que Buenos Ai-
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

res, particularmente el Gran Buenos Aires, era un lugar ‘postergado’ históri-


camente y que albergaba la mayor cantidad de pobres del país que no eran
sólo bonaerenses, sino que originariamente pertenecían a diferentes provin-
cias argentinas. Partiendo de este argumento y reforzándolo con datos esta-
dísticos que demostraban fehacientemente las condiciones precarias de la
población del Gran Buenos Aires, el gobernador dispuso las condiciones ne-
cesarias para que el Congreso Nacional aprobara la creación de un fondo es-
pecial de ayuda para el conurbano10. El “Fondo del Conurbano Bonaerense”
o “Fondo de Reparación Histórica” se formó con el 10% del impuesto a las
ganancias y aseguraba a la provincia una cifra cercana a los quinientos millo-
nes de pesos anuales11. Según el gobernador, la decisión “Es una auténtica
reparación, que surge de la convicción de que la seria problemática del Gran
Buenos Aires constituye una cuestión social de carácter nacional” (Crónica, 9
de julio, 1992). El destino del dinero correspondiente al Fondo del Conurba-
no Bonaerense fue establecido por medio de una ley provincial -Ley 11.247-.
Ese presupuesto sería utilizado para financiar:

“[...] los estudios, proyectos, obras, mantenimientos y suministros que se re-


quieran para la ejecución de programas sociales de saneamiento, infraestructura ur-
bana, salud, educación, seguridad, empleo y todos aquellos compatibles con la
reparación y garantía de los derechos humanos básicos” (Crónica, 9 de julio, 1992).

Otro de los pilares de la propuesta política duhaldista fue colocar a las


mujeres en el centro de las políticas sociales. Existió, a partir de ese mo-
mento, una destacada valoración de una imagen de mujer semejante a l’é-
ternel feminin definido por Muel-Dreyfus. Desde este momento la mujer
dejaba de ser pensada sola y pasaba a ser compañera del hombre, movili-
zada por la salud de sus hijos, a estar siempre presente en las iniciativas de
asistencia, promoción y organización de la comunidad. A estos dos pilares
se sumó una explícita promoción y protección de la familia por parte del
Estado.

10 Según la investigación periodística realizada por Hernán López Echagüe, “Las estadísticas,
sin duda veraces, que el oficialismo ofreció durante el debate, hacían inútil toda oposición:
el 28% de la población carecía de vivienda; los principales cursos de agua estaban contami-
nados; más de un millón y medio de personas debían alumbrarse con velas o faroles; el 30%
de los habitantes carecía de gas natural, el 68% de agua potable y el 85% de cloacas. Por últi-
mo, un dato que buena parte de los legisladores conocía pero que el oficialismo se ocupó de
traer a la memoria con énfaisis: el 27% de las plantas industriales del país estaba asentado en
el conurbano bonaerense” (López Echagüe, 1995:162).
11 Aprobado por la ley 24.073 (art.40), votada el 2 de abril de 1992. Los gastos del Fondo fue-
ron en 1993 de 442 millones, en 1994 ascendieron a 643 millones. Entre mayo de 1992 y ju-
nio de 1995 las inversiones fueron de 1.581.405.789 pesos (más de un millón y medio por
día).
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Laura Masson

Un cambio de imagen: la mujer junto al hombre


Un cambio significativo e inmediato dentro del CPM fue el del logotipo que
lo identificaba. Durante el gobierno anterior, el CPM estuvo representado
por la figura esquemática de varias mujeres tomadas de la mano, lo que refle-
jaba la imagen de mujer que orientó su política: mujeres en tanto individuos,
definidas independientemente de los valores que puedan adquirir en su rela-
ción con otros, privilegiando la universalización y la igualdad. Una de las pri-
meras medidas que tomó el nuevo grupo de gobernantes fue cambiar el
logotipo que identificaba al organismo. Esta fue considerada una decisión
estratégica:

“Cambiamos también un poquito la visión que se tenía de lo que era el Consejo,


porque era un Consejo con características de feminismo, nosotros si bien trabajamos
siempre desde la mujer, trabajamos conjuntamente con el hombre. Por eso nuestro
logo fue inmediatamente la cara del hombre y la de la mujer. Y bueno, ahí fue donde
incorporamos acción social y familia y trabajamos con todos los programas que hacen
a la familia, siempre cuidando el desarrollo humano y sobre todo en el campo de las
mujeres” (Consejera Ejecutiva).

El nuevo logotipo mostraba a la mujer como compañera -el rostro de la


mujer incluido dentro del rostro del hombre- y al mismo tiempo la base para
una “familia” en potencia. Junto al diseño de ambos perfiles, aparecía la figura
de la provincia de Buenos Aires, agregando una identidad regional al símbolo
que representaba la institución (ver ilustración Nº 8). Se definía a la mujer en
función de las relaciones y valores atribuidos, la solidaridad que implicaba el
hecho de estar “junto a”, el ser “compañera de”, oponiéndose al “individua-
lismo” y “egoísmo” de las mujeres “solas”, identificadas como “feministas”.
Las relaciones de género era un tema que movilizaba a quienes trabajan
en el Consejo. Las opiniones sobre este tema se convertían para muchos en
posibles acusaciones. Algunas mujeres con temor de ser consideradas femi-
nistas, lo que en ese contexto adquiría una connotación negativa, se discul-
paban. Otras, para distinguirse, apelaban directamente a acusaciones,
marcando las diferencias del Consejo antes y después del cambio de go-
bierno. Una funcionaria expresaba:

“Sí, sí eran mucho más feministas.[…] Y eran todas divorciadas… bueno no se


puede decir divorciada, era feminista porque todo el mundo se puede llegar a divorciar
y no hay drama, pero… ¿viste? es así, más exagerado el tema de odio al hombre,
este… incluso había ahí unas dos o tres que eran bastante raras [lesbianas]… ¡Qué
se yo! Se notaba. Incluso el logo del Consejo, eran mujeres todas tomaditas de la
mano, pero mujeres que no tenían ni cara…!” (Secretaria de Consejera Ejecutiva).

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Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

La manera en que esta funcionaria describe el logotipo del Consejo de la


gestión anterior de gobierno marca claramente las diferencias en las con-
cepciones de mujer. El CPM, durante el gobierno de Duhalde, define a la
mujer junto al hombre, a sus hijos, a la familia y a la comunidad. El refe-
rente real de esta imagen femenina fue la propia esposa del gobernador,
que sirvió de inspiración a otras mujeres que trabajaban junto a ella y a las
manzaneras.

Las mujeres como mediadoras

“El asistencialismo de Duhalde es positivo. Hace mucho con poca plata. Gra-
cias a su esposa, que hace un trabajo admirable, usa los recursos en forma eficiente.
Por eso, sería perjudicial que ella fuera diputada, es mucho más útil ayudando a los
humildes” (J. Alemann, economista, Revista Noticias, abril, 1997).

Cuando Eduardo Duhalde asumió como gobernador, su esposa fue desig-


nada Presidenta Honoraria del Consejo Provincial de la Mujer y su imagen
pública y su poder político fueron creciendo gradualmente hasta convertirse
en el referente central de las políticas sociales de la provincia. A partir de ese
momento, muchas modificaciones se realizaron en la institución. En una
nota publicada en el diario Clarín, en un suplemento de publicidad oficial de-
nominado “Cultura”, Hilda González explicaba:
“El Consejo Provincial de la Mujer, que nació tímidamente pero con
mucho empuje en 1992, se desarrolló con criterio integrador de programas
que apuntaban a la mujer12. Fue así como poco a poco, fue abriéndose ca-
minos más amplios, al abarcar problemáticas femeninas que atendían a la
mujer-empresa, la mujer-madre, la mujer-trabajadora vecinal, la mujer-arraigo:
en definitiva, la mujer-familia. El Consejo de la Mujer tuvo dos etapas. Pri-
mero fueron políticas para la mujer en sí. A los dos años ya teníamos lo que era
el Ministerio de Acción Social incorporado a nuestro cargo. Dos años más y se
sumó el Ministerio del Menor y la Familia. Se dejó en un consejo especial el
tema del menor tutelado, pero se nos pasó toda la responsabilidad sobre ter-
cera edad, discapacitados y jóvenes” (Clarín, 30 de mayo, 1998).
Las nuevas funciones que el gobernador destinó al CPM son sistemati-
zadas y oficialmente legitimadas poco después de asumir su cargo. El de-

12 Como ya fue mencionado, el CPM existe desde 1987. Hilda González omite en su discurso
el trabajo realizado anteriormente por otro grupo de mujeres que fueron las fundadoras del
organismo que ella preside. Y considera las políticas dirigidas a promover la igualdad de la
mujer como un primer paso a partir del cual el Consejo fue creciendo y ampliando sus res-
ponsabilidades. Relacionado con este punto, Muel-Dreyfus cita a Joan Scott quien hace re-
ferencia a la amnesia de los conflictos y de las luchas ideológicas que caracteriza el punto de
vista normativo, convertido en dominante, sobre la naturaleza de lo masculino y lo femeni-
no (Muel-Dreyfus, F. 1996:203).
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creto 1467/92 da cuenta de la primera modificación al aprobar la estructura


orgánica del Consejo Provincial de la Mujer y definir los objetivos, metas y
acciones de dicho organismo. Allí ya aparecían enunciados aquellos caminos
“más amplios” a los que se refiere la esposa del gobernador en sus declara-
ciones a la prensa. Mujer y familia son asociadas formando parte de una
misma realidad y en algunos casos de un mismo “problema”. El decreto in-
cluye ocho anexos. Los seis puntos del anexo 2 hacen referencia a la mujer y
en el último aparece una mención a la mujer y a su núcleo familiar. En los
anexos siguientes, en todos los casos, el término mujer aparece junto al tér-
mino familia y se explicitan objetivos tales como:
– Promover en la Jurisdicción Provincial y municipal y en el ámbito
de las asociaciones y organizaciones intermedias, la creación y
consolidación de las actividades que se relacionen con la mujer y la
familia .
– Suministrar información y orientación a las instituciones
responsables de la atención de la problemática “mujer y familia”.

A diferencia del artículo 3 del decreto reglamentario 2506/91, corres-


pondiente a la creación del CPM, no se explicitaba que los miembros del
Órgano Ejecutivo debían ser designados “procurando una representación
regional, multipartidaria y multisectorial”. Tampoco estaba contemplada la
existencia de un Órgano Consultivo con el fin de garantizar la representa-
ción de la diversidad de las mujeres. Ante la diversidad se priorizaba una
imagen esencializada de mujer que resaltaba su función reproductora.
Más allá de estas modificaciones legislativas, que se dirigían a una mujer
definida por sus vínculos, ciertas funciones cumplidas hasta ese momento
por el CPM, como los programas de capacitación comunitaria dirigidos ex-
clusivamente a mujeres, continuaban. En los comienzos de la gestión duhal-
dista el Consejo parece haber funcionado con dos lógicas diferentes. Por un
lado se continuó con los lineamientos originales del CPM y por otro se agregó
la atención de casos personales, cuya ausencia era definitoria de la gestión
anterior. Esta tarea estuvo a cargo del nuevo grupo de Consejeras Ejecutivas
que asumieron junto con Hilda González y reemplazaron al grupo de mu-
jeres “profesionales” que había administrado el CPM durante el gobierno de
Antonio Cafiero. Una funcionaria lo explica de la siguiente manera:

“Era como la acción social, por eso después cuando se separó [el Ministerio de
Acción Social del Ministerio de Salud], lo primero que se tomó fue acción social
porque no podíamos tener una en el Consejo y otra en el Ministerio de Acción Social.
Entonces se unió todo.” (Responsable Ejecutiva del Área Tercera Edad).

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

Las nuevas integrantes se dedicaron a la “acción social directa” convier-


tiéndose en mediadoras entre el Estado y “la gente”, en una tarea filantrópica
de corte oficial. Esta diferencia está asociada a las características del nuevo
grupo que administra el Consejo -al cual haré referencia en el capítulo 3-, y fue
un punto clave en la estructuración de toda la política social de la provincia.
Para las nuevas funcionarias la atención de casos personales aparece como un
hecho natural que se sumó a la continuidad de tareas ya realizadas por ellas:

“Bueno, empezamos por ser, yo empecé a ser parte de lo que era la secretaría pri-
vada de la Señora donde éramos tres personas que recibíamos todas las demandas que
la gente hacía directamente a ella. Pasó un tiempito y empezamos a recibir también lo
que le llegaba al doctor a través de las cartas y, bueno, a través de la derivación a los
distintos organismos empezamos a tratar de dar respuesta a todas esas demandas.
[…] Es lógico y es natural. Un gobernante y sobre todo cuando la esposa se involucra
en la parte social, la ven como que fuera la protectora, la madre un poco ¿no? Y bueno,
cuando ya veían todas las puertas cerradas ¿a quién recurren? A la Señora del gober-
nador (con tono de obviedad). Entonces divididos por áreas había una que se ocupaba
de salud, otra que se ocupaba de subsidios, yo me ocupaba de pensiones… Y bueno,
empezamos a mandar la carta como llegaba. Esto te lo cuento como una experiencia
linda, porque empezamos mandando la carta que llegaba con el pedido al instituto y el
instituto tenía que hacer todo. O darle la respuesta o no darle…” (Consejera Ejecu-
tiva, ex catequista).

La mayor parte de las mujeres que estaban al frente del organismo prove-
nían del ámbito educativo. Maestras, directoras de escuela y/o profesoras,
también conocidas del barrio o de la familia Duhalde que trabajaron en
forma voluntaria junto a Hilda González en una fundación de beneficencia
en uno de los distritos bonaerenses donde el gobernador había sido inten-
dente. A través de este tipo de tarea estas mujeres alcanzaron un lugar privi-
legiado en la estructura burocrática del gobierno de la provincia, y de este
modo las tareas que hasta ese momento habían realizado desde organiza-
ciones no gubernamentales tuvieron reconocimiento oficial. Determinadas
propiedades sociales construidas en sus trayectorias personales (docentes y
catequistas), a falta de diplomas universitarios, sirvieron de argumento para
justificar su nuevo lugar.
El nuevo tipo de relación entre funcionarios y destinatarios de las polí-
ticas del CPM es un punto estratégico en las transformaciones de la política
social de la provincia y en la identidad femenina que presentan. Podría, tal
vez, pensarse que la formulación de políticas destinadas a la mujer en tér-
minos de “mujer-familia” como parte de una única realidad y de un mismo
problema contiene en sí misma la posibilidad de generar esta mediación de-
bido a que la definición de la mujer está centrada en los vínculos. No sola-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

mente en la atención de casos personales el tema del vínculo y la proximidad


es importante, sino también en la forma en que el CPM se presenta y es repre-
sentado. Como dice una de las Consejeras Ejecutivas:

“[…] sí, se nos abrieron algunas puertas porque nosotros no llevamos un dis-
curso netamente feminista, sino que consideramos que la mujer era la generadora, el
eje fundamental de la familia, que generaba principios éticos morales, temas todos
que tenían que ver con su familia.”

El organismo que había sido creado como un espacio burocrático inde-


pendiente de otros asuntos de gobierno, incorpora nuevamente problemas
asociados a “acción social” desde el momento en que asume su administra-
ción un grupo de mujeres con “experiencia en lo social”. Las políticas guber-
namentales provinciales destinadas a “las mujeres” pasaron de un intento de
revertir lo que fue definido como una “situación social injusta” a colocar
una imagen femenina esencializada en el centro de las políticas sociales y
consagrar a un grupo de mujeres como las administradoras de la “acción so-
cial” con la tarea de resolver los problemas de asistencia de los sectores vul-
nerables. Según el entonces gobernador Duhalde: “[…] [las mujeres] tienen
una predisposición especial para todo lo vinculado con el bienestar de la
gente y la asistencia social, y de esto tenemos ejemplos permanentes”13. La
asociación de las mujeres con los “problemas sociales” está vinculada a la
idea de que existe una capacidad natural de las mismas para resolverlos.
El 30 de mayo de 1994 es sancionado el Decreto 1384/94 que aprueba
una nueva estructura del Consejo de la Mujer. El Consejo Provincial de la
Mujer se dividía en cuatro Unidades Área, cuyas denominaciones y sus res-
pectivas Direcciones incorporan en forma explícita los temas “mujer” y “ac-
ción social” y muestran también la asociación directa entre ellos, como es el
caso de la “Dirección de Desarrollo de Programas Mujer-Acción Social”,
que depende de la Unidad Área de Integración y Coordinación de Pro-
gramas. Según el relato de una de las funcionarias, que formó parte del CPM
desde el comienzo de la gestión duhaldista, esta división en áreas estaba rela-
cionada con la organización del trabajo de lectura y respuesta a las cartas que
llegaban a la esposa del gobernador pidiendo ayuda:

“En ese momento hasta la Señora leía cartas… las Consejeras, todos leíamos
las cartas […]. En un momento empezamos a agrandarnos un poquito y empe-
zaron a dividirse las tareas las Consejeras o las directoras de áreas, o Coordina-
doras. Entonces una se dedicaba a vivienda, otra a pensiones, otra a salud. […] Un

13 Fragmento del discurso pronunciado por el Gobernador Eduardo Duhalde, el 8 de marzo


de 1994, Día Internacional de la Mujer, con motivo del traspaso de la Subsecretaría de
Organización Comunitaria al Consejo Provincial de la Mujer.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

equipo de gente leía las cartas y las seleccionaba y las enviaba a las áreas. Cuando
vos veías que la carta venía para vos y vos, por ej. no le podías dar una pensión,
íbamos con la misma carta a las otras áreas y decías: ‘Mirá, yo pensión no le puedo
dar porque no le alcanza la edad o no tiene el porcentaje de discapacidad, pero sí le
podemos dar remedios…o hay que hacerle una visita a ver lo que necesita [...]’”
(Responsable Ejecutiva de Programa).

En el Anexo IV del decreto, donde se definen las “acciones” de las dife-


rentes Unidades Áreas, existe una naturalización de los problemas sociales, los
problemas que atañen a la población femenina y del rol mediador y asistencial
de la mujer en expresiones que dan por sentado lo que significa cada una de
ellas no explicitando en ningún caso a qué hacen referencia: “problemática de
la mujer”, “temática social”, “problemáticas inherentes a la mujer y a la acción
social”, “tema mujer”, “el quehacer de la mujer”, “temáticas que hacen a la
mujer”, “situación social bonaerense”, “campo de la acción social”, “temas
mujer-acción social”. Los cambios del CPM otorgaron un lugar preponderante
a la mujer dentro de la estructura familiar en detrimento del rol masculino.

La legitimidad simbólica de las nuevas tareas

“[…] El 8 de marzo de 1994, me acuerdo porque fue un día de la mujer, donde


lo que fue la Subsecretaría de Acción social pasa en su mayoría a depender del Con-
sejo de la Mujer […] así que el 8 de marzo del 94 acción social pasó a depender del
Consejo”. (Funcionaria del CPFDH)

La transformación más importante en el CPM se produjo cuando Eduardo


Duhalde transfirió la Subsecretaría de Organización Comunitaria, antes de-
pendiente del Ministerio de Acción Social, al Consejo Provincial de la Mujer.
A continuación cito algunos de los argumentos del decreto 473/94, por me-
dio del cual se oficializó esta reforma:

“[…] atento a la amplitud y complejidad de las tareas que viene llevando a cabo
el MINISTERIO DE SALUD Y ACCION SOCIAL, ha surgido la nece-
sidad de efectuar modificaciones a la estructura orgánico funcional del mismo.”
[Considerando: ]
“Que en tal sentido, resulta oportuno e imprescindible asignar los objetivos de la
temática ya indicada a otra área gubernamental con cometidos afines y con capacidad
para desarrollarlos, en forma dinámica y efectiva.
Que atento a que la mujer constituye el eje fundamental en que se asienta la orga-
nización familiar, basamento de todo ordenamiento social, resulta necesaria su parti-
cipación activa en los programas comunitarios de asistencia directa.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Que, consecuentemente, y frente a la valiosa y concreta acción que desarrolla el


CONSEJO PROVINCIAL DE LA MUJER, surge adecuado transferirle
los objetivos asignados a la SUBSECRETARIA DE ORGANIZACION
COMUNITARIA.”

La asociación de la imagen de la mujer con la asistencia social y la familia


tal como aparece en los decretos tuvo su correlato simbólico en la celebra-
ción del acto oficial con motivo del Día Internacional de la Mujer. En tal
ocasión, en la ciudad de La Plata, el gobernador acompañado por su esposa y
otros funcionarios provinciales, anunció públicamente el traspaso de la Sub-
secretaría de Organización Comunitaria al CPM. En su discurso destacó la
trayectoria del organismo y la relevancia de la actuación de la mujer en la his-
toria del país y su vocación para el trabajo. Sus palabras fueron:

“[…] hemos tomado una iniciativa que considero histórica: todo lo que sea ac-
ción social de la provincia de Buenos Aires pasa a ser coordinado por las mujeres bo-
naerenses, nucleadas en el Consejo Provincial de la Mujer.” 14

El peso simbólico de aquel acto se reflejaba en la memoria de los funcio-


narios del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano:

“[El CPM] Cambió, creció muchísimo, hace como 3 años, en un día de la mujer,
el actual gobernador, entiende que este organismo tiene la plataforma suficiente para
hacerse cargo de otras áreas que estaban subsumidas en otros ministerios y que no eje-
cutaban ninguna acción, política pública” (Directora de Programa, psicóloga).

Otros recordaban esa fecha como la propia creación del CPFDH, que en
realidad fue creado formalmente en diciembre de 1995:

“y en el año…el 8 de marzo de 1994, me acuerdo porque fue un día de la mujer,


donde lo que fue la subsecretaría de Acción social pasa en su mayoría a depender del
Consejo de la Mujer y Consejo de la Familia y Desarrollo Humano se crea a partir de
todo esto unificado, después de la salida de menores del ámbito de salud” (Técnica Pro-
grama Co-Madres, Asistente Social).

En este acto, el gobernador de la provincia, trasladó la responsabilidad


sobre las políticas de acción social a su esposa consecuente con su ideología
acerca de la necesidad de “devolver el poder a la familia”, de considerar a la

14 El hecho fue publicado en una revista perteneciente al CPM denominada CODO A


CODO, Consejo Provincial de la Mujer. Año 1, Nro. 2, Agosto de 1994, bajo el título: “La
Acción Social es un tema que ahora coordinan las mujeres”.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

mujer como el eje fundamental en que se asienta la organización familiar y


hacer de la ética una verdadera cuestión de Estado15.

3. Devolverle el poder a la familia

L as políticas sociales, no sólo se legitiman a través de la sanción de leyes y


de la creación de organismos burocráticos que desarrollan programas so-
ciales. Desde discursos pronunciados en épocas de campaña política o hacien-
do uso oficial de la palabra, el gobernador Duhalde, en repetidas ocasiones
destacó la importancia de la familia para solucionar la “crisis por la que atravie-
sa el país”. En el año 1988, cuando era candidato a vicepresidente, considera-
ba a la familia como uno de los resortes que había que activar para solucionar
los problemas políticos del país: “Una de mis mayores preocupaciones es el
tema de la desestructuración de la familia, que si bien en mí es sólo un senti-
miento, creo que desde una perspectiva nacional es el problema más grave que
debe enfrentar la República.” (El Cronista Comercial, noviembre, 1988). En una
declaración al mismo diario en el mes de diciembre expresa: “[…] la familia
que tradicionalmente era la transmisora de cultura, que brindaba afecto y con-
tribuía a la seguridad individual hoy está en plena crisis, con un agravante, y es
la competencia instalada en los hogares: el televisor.” Luego agrega: “Por otro
lado el Estado debería garantizar a todas las familias constituidas un lote de te-
rreno. […] Finalmente […] debemos elaborar el “derecho de arraigo”, que va
a permitir que cada argentino pueda estudiar, trabajar, casarse, tener hijos y
morir en el lugar en que nació”16 (El Cronista Comercial, diciembre, 1988).

15 Como mencioné en la Introducción, las declaraciones de Eduardo Duhalde acerca de su in-


tención de “moralizar el Estado” datan desde la época en que era candidato a vicepresiden-
te de la Nación. En 1990, desde la Vicepresidencia, constituye una comisión especial para la
Recuperación Etica de la Sociedad y el Estado, según sus palabras, primer intento de tratamiento
sistemático del tema en el país. El coordinador de esta comisión fue en su momento nom-
brado Ministro de la Familia y Desarrollo Humano. Durante su candidatura a presidente de
la nación continuó reafirmando esta posición (ver “Carta abierta a De la Rúa”, Página 12, 6
de junio, 1999).
16 El 5 de enero de 1996, por decisión del gobernador Duhalde, se creó la Secretaría de Tierras
y Urbanismo de la Provincia de Buenos Aires. En un folleto oficial de información y pro-
moción de las actividades llevadas a cabo por esta secretaría aparece la siguiente frase: “Tra-
bajamos para que no quede ninguna familia bonaerense sin su escritura”. La misma
Secretaría publicó una revista donde aparece su historia, sus objetivos y realizaciones. En
un artículo titulado “Un derecho garantizado a todos los bonaerenses”, Duhalde afirma:
“Al derecho de propiedad se lo afirma consolidando una sociedad de propietarios. En la es-
cala, la propiedad de un terreno, de una vivienda, constituye el factor fundamental para una
plena realización familiar”. Otro de los artículos menciona que “La clave para el funciona-
miento de la Secretaría se gestó en el concepto de “La Familia”. Una sociedad estable y con
capacidad de progreso tiene como base familias sólidas. La solidez de este núcleo requiere,
entre otras cosas importantes, el arraigo que da la propiedad de la tierra y la vivienda donde
se habita, obtenidas con esfuerzo y dignidad.” Bajo el título “Por el Arraigo y la Salud” se
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Laura Masson

A su vez, en su libro El pensamiento de Duhalde. Familia, Sociedad, Política y


Drogas, el gobernador hace explícito su convencimiento de que:

“Es imprescindible que las familias, sin resignar su integridad bio-psicológica y


ética se proyecten a la sociedad, la informen, la penetren e impregnen a todos sus ám-
bitos y a todas sus instituciones con sus valores esenciales. La ‘privatización de la fa-
milia’17 aparece entonces como causa y efecto, a la par que sinónimo, de la llamada
‘desfamiliarización de la sociedad’. […] Para mi manera de ver, la forma más se-
gura y efectiva de movilizar al pueblo en defensa de sus intereses en cualquier época o
circunstancia, es movilizar a las familias, porque es la única institución que conserva
su capacidad de actuar en cualquier situación social. […] No tengamos dudas: ‘las
familias unidas y en acción’ constituyen una fuerza moral, económica y operativa de
enorme magnitud” (Duhalde, 1997).

Una de las primeras medidas del gobierno de Duhalde fue la unificación


de los Ministerios de Salud y Acción Social, mediante la ley 11.175 de di-
ciembre de 1991. Así se modificó la estructura del ex Ministerio de Acción
Social, extinguiendo la Dirección de la Mujer que atendía casos personales
durante el gobierno anterior. Durante el tiempo que Salud y Acción Social
funcionaron en forma conjunta, el Ministerio estaba compuesto por tres
Subsecretarías, de las cuales dos eran la Subsecretaría de Infancia, Familia y
Medio Ambiente y la Subsecretaría de Organización Comunitaria. La pri-
mera estaba dividida en tres direcciones cuyos nombres se corresponden
con cada uno de los “problemas” enunciados en su denominación: Direc-
ción de Infancia, Dirección de Familia, Dirección de Medio Ambiente. La
Dirección Provincial de la Familia tenía a su cargo otras dos direcciones: Di-
rección de Fortalecimiento Familiar y Dirección de Promoción de la Fa-
milia. El decreto reglamentario 26/91 determina los objetivos y metas de las
Subsecretarías y de las diferentes direcciones. Entre los objetivos de la Sub-
secretaría de Infancia, Familia y Medio Ambiente aparecen:
hace mención al convenio firmado entre el Secretario de Tierras y Urbanismo y el Secreta-
rio de Prevención y Asistencia de las Adicciones: “La problemática de la drogadicción aco-
rrala hoy a un amplio sector de las familias bonaerenses, incrementando el vacío que genera
el no poder satisfacer sus necesidades básicas. […] La Secretaría de Prevención y Asisten-
cia de las Adicciones está llevando a cabo el Programa ‘10.000 líderes para el cambio. For-
mación de Formadores’, en todo el ámbito provincial, en el marco de un proceso de
transformación social. Por su parte, la Secretaría de Tierras y Urbanismo busca generar el
arraigo de las familias a sus propios terrenos, bajo el ‘Programa de Regularización Dominial
Ley Nacional 24.374’, con el objetivo de afianzar y fortalecer los lazos familiares. Es así que
ambas Secretarías colaborarán en forma conjunta con los programas que en cada una de
ellas se desarrollan, en el marco de una política de prevención y asistencia social para la fa-
milia bonaerense”. (Revista de la Secretaría de Tierras y Urbanismo: Buenos Aires, Tierra
Firme).
17 “Privatización de la Familia” es un término que Duhalde toma del Cardenal López Trujillo,
Ministro de la Familia del Vaticano (Duhalde, 1997).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

– Rescatar la consideración de los valores esenciales intrínsecos de la


familia para el desarrollo de la persona; teniendo en cuenta las
nuevas realidades que nos distancian del concepto tradicional,
esquemático y rígido de familia.
– Proveer acciones de promoción general y fortalecimiento familiar
para familias en situación de crisis.

Con la escisión del Ministerio de Salud y Acción Social en 1994 la Subse-


cretaría de Infancia, Familia y Medio Ambiente pasó a formar parte del fu-
turo Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano. El 21 de marzo el
gobernador Duhalde envía a la Honorable Legislatura un proyecto de ley
donde propone la creación del Ministerio de la Familia y Desarrollo Hu-
mano. En la fundamentación del proyecto considera que:

“En el nuevo Ministerio, como lo expresa su nombre, se complementan funcio-


nalmente el valor esencial de nuestra cultura humanista y la familia, elemento básico
de la sociedad, capaz de protegerla y ayudarla a crecer, modelando y perfilando al
hombre, su producto más valioso y la razón de ser de aquella.
De tal manera, se considera a la familia como eje conceptual, ético y operativo
apto para comprender, abordar y solucionar problemas sociales de individuos o
grupos de individuos; refortaleciendo el núcleo original, integrándolos a otra fa-
milia, o creando nuevos ámbitos familiares; evolucionando hacia algunas formas
nuevas de ‘función familiar’, cuando sea necesario y posible.
Se trata entonces de revalorizar en el terreno del trabajo social cotidiano al más
importante de los agentes socializadores y aprovecharlo como medio para la transfor-
mación de la realidad.”

En abril del mismo año se aprueba el proyecto y es sancionada la Ley


11.519 de creación del Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano, que
según el artículo cuarto:

“Le corresponde al Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano asistir al


Gobernador de la Provincia en la determinación de las políticas necesarias para la
protección de la familia, el desarrollo humano, el acceso a la vivienda digna y el bie-
nestar y la seguridad social, incentivando la acción solidaria, individual o colectiva
[…].”

La familia está en el corazón de las políticas sociales. Se convierte en el eje


moral y operativo capaz de transformar la sociedad. No es sólo incorporada
a la acción social en tanto relais entre el estado y los individuos, una institu-
ción a través de la cual es posible administrar los beneficios sociales, sino que
es considerada un lugar que posee “valores esenciales intrínsecos para el de-
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

sarrollo de la persona” y la sociedad. Se convierte en un verdadero asunto de


Estado, una institución que debe ser preservada bajo una forma específica
-“concepto tradicional, esquemático y rígido de familia”- para el buen fun-
cionamiento de la sociedad.
Los Programas de la Subsecretaría de Infancia, Familia y Desarrollo Hu-
mano muestran cómo el ministerio desarrolló una verdadera política, donde
se institucionalizaron formas de intervención en las que actuaban agentes es-
pecializados. Los medios y los fines de los programas estaban claramente de-
finidos, cada uno organizado sobre la base de objetivos, destinatarios, moda-
lidad operativa, prestaciones y cobertura. Esta última haciendo referencia a
los partidos de la provincia donde los programas serían aplicados, distin-
guiendo entre conurbano bonaerense e interior de la provincia de Buenos
Aires.
En la mayoría de los programas los objetivos mencionados son el fortale-
cimiento de la familia y la asistencia a personas con problemas o en situación
de riesgo. En cuanto a los destinatarios, la Secretaría desarrolló veintidós
programas dirigidos a ancianos, adolescentes, discapacitados, madres ado-
lescentes, fortalecimiento familiar, protección de la infancia, capacitación ju-
venil, identificación, documentación y fortalecimiento vincular del recién
nacido, redes de servicio a la comunidad y subsidios a la familia natural. La
modalidad operativa varía de acuerdo a los destinatarios. En los casos de
personas (niños, ancianos, jóvenes) se basa en la creación de instituciones
con sedes físicas que, dependiendo de los objetivos, serán denominadas ho-
gares de tránsito (para albergar a cualquier persona en “situación de riesgo”),
casas solidarias, centros de día, casas del niño, jardín maternal, casa juvenil,
etc. Otra forma de asistencia son los subsidios otorgados en forma de becas
a instituciones que trabajen con los problemas de los que se ocupa la Subse-
cretaría: discapacitados, ancianos, etc. En general, son convenios realizados
entre el Estado e instituciones religiosas o privadas sin fines de lucro.
Algunos programas operaban con la modalidad de “promotores comunita-
rios”, como es el caso del Programa de Protección a la Madre Adolescente y el
Programa de Prevención Familiar y Comunitaria de Problemáticas Socio-Fa-
miliares. Este último tiene como característica principal:

“enfrentar los problemas a través de la actividad de los propios grupos familiares


actuando solidariamente, conformando una auténtica comunidad […]. Los promo-
tores comunitarios viven en el mismo barrio donde actúan, tienen muchas veces una
amplia y reconocida trayectoria de trabajo social, se capacitan para tratar con los
grupos familiares los problemas que estos presentan, orientándolos en el camino más
adecuado a seguir. Los promotores no actúan aislados. Son respaldados por sus res-
pectivos Municipios.”

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Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

Otro programa que define su modalidad de intervención por su inserción


en la comunidad, y que sobrevivió a la disolución del Ministerio de la Familia,
fue la creación de las Unidades Centrales de Fortalecimiento Familiar
(U.Ce.F.F). En ese momento funcionaban 50 instituciones en 42 municipios de
la provincia. La previsión era realizar un abordaje “interdisciplinario e interins-
titucional” bajo tres modalidades de implementación:

1 Unidades Centrales de Fortalecimiento Familiar (U.Ce.F.F): servicio


ubicado en la zona céntrica del Municipio, implementado por éste a
través de un convenio de asistencia técnico-financiera celebrado con la
Subsecretaría.
2 Unidades Barriales de Fortalecimiento Familiar (U.Ba.F.F): igual que las
anteriores pero ubicadas descentralizadamente en barrios de un muni-
cipio.
3 Centros de Fortalecimiento Familiar (C.e.F.F.): servicio implementado
por una organización de la comunidad con la cual la Subsecretaría cele-
bra un convenio de asistencia técnico-financiera para la ejecución del
Programa.

A través de la descentralización, con la creación de estas diversas institu-


ciones se creó una red de control. El gobierno de la provincia realizó conve-
nios con los municipios, instituciones religiosas o instituciones no guberna-
mentales voluntarias para llegar de una forma más directa a los destinatarios,
que eran controlados en la “participación” de los programas por personas
pertenecientes a su propia comunidad y su propio barrio. Estas personas
eran “capacitadas” por el gobierno y habilitadas a actuar en su nombre bajo
la denominación de “promotores comunitarios”. La definición de los obje-
tivos y la aplicación concreta de las políticas estaba orientada a modificar há-
bitos cotidianos en una especie de re-educación18.
En la imposición de categorías que denominan “lo social” la existencia de
la familia se institucionaliza y se definen las relaciones entre sus miembros.
Una vez establecidas las categorías oficiales que trazan el mapa de problemas
sociales, cada uno de los programas propuestos aparecen como la solución
natural amparada en su reconocimiento político. La transformación de
Acción Social en Ministerio de la Familia muestra a la unidad doméstica,
como el grupo primario y natural que debe resolver los problemas sociales.

18 Uno de los programas que evidencia formas de intervención invasivas del Estado al grupo fa-
miliar es el “Programa de identificación, documentación y fortalecimiento vincular del recién
nacido”, en el que participan numerosas instituciones. Está articulado con diversos Organis-
mos gubernamentales, ministerios de salud y de gobierno, secretaría de seguridad, comisio-
nes de minoridad y familia de ambas cámaras de la Legislatura Provincial, Juzgado y asesoría
de menores y con los municipios de la provincia de Buenos Aires. También se relaciona con
distintos colegios profesionales e instancias académicas.
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Laura Masson

Un doble juego en el cual la acción social se privatiza y las acciones estatales


se confunden con el espacio supuestamente privado de la familia.

Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano


En 1994 el personal del CPM se trasladó de la casa de gobierno a un edificio
de diez pisos que sería la sede del CPFDH. En diciembre de 1995 se sancionó
la ley 11.737 que creó el CPFDH, órgano que, al igual que el CPM, pasó a de-
pender directamente de gobernación19. En los fundamentos de creación de
esta ley, cuyo proyecto es presentado por el gobernador de la provincia, se
menciona el intento de:

“[…] desconcentrar del Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano la mul-


tiplicidad de funciones relativas al menor y la familia, desplazando esas competen-
cias hacia un nuevo Consejo provincial con atribuciones específicas en materia de
menores y ejercicio del patronato, con descentralización jerárquica, y hacia el ex-con-
sejo de la mujer al que se revaloriza y amplía al acordársele las atribuciones en esa
materia y en lo concerniente a la familia, el discapacitado y la tercera edad, procu-
rando una respuesta integradora a cuestiones, sin duda, coligadas”.

Con la creación del CPFDH se explicitó la necesidad de un cambio, una


forma diferente de hacer política social inspirada en los lineamientos del
“Desarrollo Social” y la “Gerencia Social Eficiente”. Ante la perspectiva de
esta nueva modalidad los diferentes funcionarios que reunía el nuevo orga-
nismo, creado a partir de la unificación de partes de otros organismos, se
confrontaron con la redefinición de sus antiguas funciones. Por un lado, el
personal perteneciente al ex Consejo de la Mujer y, por otro, los funciona-
rios que formaban parte de los Ministerios. Entre ellos se creó una oposición
entre quienes eran funcionarios de planta, es decir, el personal estable de los
Ministerios y quienes eran los nuevos técnicos “contratados”, profesionales
de lo “social” -antropólogos, historiadores, psicólogos, pedagogos-, que for-
maban parte del CPM, altamente valorizados dentro de la nueva propuesta de
trabajo de la “nueva gerencia social”20.

19 La Ley 11.737 modifica las leyes 11.175 (Ley orgánica de los Ministerios), 11.519 (de crea-
ción del Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano) y la Ley 11.097 (Creación del Con-
sejo de la Mujer).
20 La renovación de la “gerencia social” es considerada una transformación clave para llevar
adelante la “reforma social” que proponen los representantes del BM y BID para los países de
América Latina. La misma consiste en preparar “gerentes que puedan lidiar con la compleji-
dad y la incertidumbre propias de los actuales contextos ” y superar las “deficiencias y debili-
dades institucionales y gerenciales” (léase prácticas “clientelísticas”). Para tal fin se propone el
trabajo en “red”, donde deben participar diversas instituciones (organismos públicos, ONGs,
empresas, etc). La gerencia de la política social debe ser de carácter adaptativo, requiere la par-
ticipación de los “asistidos”, la profesionalización de los “gerentes” y evitar los “lobbies locales
de poder” (Kliksberg, Bernardo, “Gerencia social eficiente: un problema estratégico para el
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

La creación del CPFDH también relacionó dos formas de intervención so-


cial que hasta ese momento funcionaban en forma relativamente autónoma:
por un lado, los programas de capacitación comunitaria, y por otro, la “asis-
tencia social directa”. La primera estaba organizada por el personal “téc-
nico” del CPM, y la segunda por Hilda González y un grupo de amigas y
allegadas a la familia Duhalde21. Así, parece ser que en los comienzos, las ac-
tividades de capacitación, a la que se dedicaban exclusivamente los técnicos,
y la atención de casos personales, de la que se ocupaban las Consejeras Eje-
cutivas, coexistían sin interferir una con la otra22.
La manera en que se fueron combinando ambas formas de hacer política
social puede ser evaluada a través de la transformación del programa de ca-
pacitación “Trabajadoras Vecinales” en programa alimentario Vida, consi-
derado la “columna vertebral” del CPFDH23. Analizar cómo se combinan dos
formas de hacer política social que en principio se consideran excluyentes, es
esencial para avanzar en el análisis y entender las percepciones y justifica-
ciones de los actores que en ellas participan. “Trabajadoras Vecinales” era
un programa con una orientación metodológica específica y destinado a la
capacitación de mujeres para cualquier tipo de tarea comunitaria. El objetivo
principal del Vida era garantizar la entrega de alimentos a mujeres embara-
zadas y niños de hasta 5 años de edad. En palabras de uno de los técnicos,
que en ese momento trabajaba en el programa Vida:

“La capacitación del Vida la hicimos tomando muchos elementos de la capaci-


tación que dábamos en Trabajadoras Vecinales (TV). Además había circun-
dando una crítica, se le criticaba al programa de TV que no dejaba nada a la gente,
futuro de América Latina”. págs. 167-172, s/f. Extracto de un texto sin referencias que inte-
gra, junto con otros, un cuadernillo titulado “Planes y Objetivos del CPFDH”).
21 En el comienzo de la gestión de Duhalde existían sólo tres programas en el CPM: Violencia,
Trabajadoras Vecinales -programa de organización comunitaria-, y Microempresas. Por
otra parte, existía el área de Acción Social Directa. Los técnicos que ingresaron en aquella
época se refieren a “los buenos tiempos” en los cuales tenían libertad para actuar profesio-
nalmente sin ningún tipo de control y sobre todo sin “presiones políticas”. Es decir, sin las
presiones que exigen una respuesta que debe traducirse en votos.
22 Cuando los Técnicos hablan de las Consejeras Ejecutivas durante aquella época, que eran
quienes se ocupaban de los casos personales, tienen un recuerdo poco claro de cuál era su
función en ese momento, lo que puede ser considerado un indicador de que ambos grupos
realizaban sus tareas en forma independiente.
23 Fue una de las funcionarias del Plan Vida que lo definió de esta manera. Ante la pregunta de
por qué ese programa sería considerado la Columna Vertebral del CPFDH, respondió: “Por-
que es el único programa masivo y tan focalizado que llega directamente a la comunidad.
Porque vos con una mujer “x” de un barrio, una vecina, con el título de manzanera, tenés
una radiografía de todo lo que pasa en ese barrio. Podés saber si trabajan, no trabajan, si es-
tudian. No solamente lo del programa, sino que ellas como hablan con la gente y la ven to-
dos los días se enteran de las cosas que pasan […] Vos pensá que saltás prácticamente
todos los niveles, directamente de acá, nosotros tenemos acá el domicilio concreto de las
personas y como está constituido cada grupo familiar[…].”
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

nada material. Decían tal programa lleva comida, Co-madre entrega ajuares,
otros entregan pensiones, medicamentos, ¿El programa TV, qué da? Parecía como
que la capacitación en sí no se valoraba.
P: ¿Ése era un reclamo de la gente?
R: No, de acá del Consejo, no nuestra, sino de más arriba, de la dirección del
Consejo y como que había una crítica de eso. Y a medida que [el Plan Vida] iba
creciendo nos fue absorbiendo. En el medio de todo este proceso, que fue como lo vi-
vimos nosotros, imaginate es un cambio de mentalidad. Antes era un programa de
capacitación a mujeres para tareas comunitarias “x” y con una orientación meto-
dológica, a un programa que es un programa básicamente de asistencia. Que se
trata por lo menos desde acá, desde la faz técnica que no sea asistencialista, pero
eso es algo que no está en las manos de uno, ni de la planificación” (Técnico, antro-
pólogo. Destacado mío).

Entre los argumentos utilizados para fundamentar una forma diferente


de hacer política fueron citados los organismos internacionales que finan-
cian la “capacitación” de los funcionarios responsables de programas -“res-
ponsables ejecutivos” o “directores”- del CPFDH en la aplicación de políticas
sociales24. Los nuevos especialistas de lo social encuentran en las institu-
ciones internacionales la autoridad suficiente y necesaria para respaldar sus
acciones y oponerlas a las prácticas ya existentes:

“[…]de hecho estamos trabajando con el BID [Banco Interamericano de Desa-


rrollo] y con otros organismos internacionales como para que también, bueno,
ahora vamos a traer un monitoreo externo del Banco Interamericano de Desa-
rrollo. Porque queremos mostrar que alguien de afuera, no importa la persona,
diga esto pueden cambiarlo. Pero acá hay transparencia, no hay una bolsa negra
donde no se sabe dónde van las cosas. […] Creo que cuando terminemos en el ‘99
vamos a tener un programa transparente, vamos a tener una ruptura con una vieja
forma de hacer política en líneas generales. Lo que no quiere decir que alguien no
haga clientelismo en esta barbaridad de números y vamos a tener avances significa-
tivos puntuales” (Directora del Programa Vida. Destacado mío).

Los encuentros entre los representantes del BID y funcionarios del go-
bierno, denominados “Jornadas de Trabajo” o “Jornadas de Capacitación”,
eran los lugares donde los profesionales técnicos del CPFDH “aprendían” los
lineamientos básicos de la “gerencia social eficiente”. Las nuevas propuestas
24 El Banco Interamericano de Desarrollo otorgó un crédito para la capacitación de lo que se
denomina el “equipo técnico” del CPFDH. En general los funcionarios se resistían a hablar so-
bre el origen de los fondos con los que se implementaban los programas. Pero debemos re-
cordar que desde la asunción del gobernador Eduardo Duhalde, la provincia de Buenos Aires
contó con una partida presupuestaria especial para ser destinada a las políticas de acción so-
cial, denominada “Fondo de Reparación Histórica” o “Fondo del Conurbano Bonaerense”.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

estaban imbuidas de un lenguaje cuasi futurista, mezclado con términos tec-


nológicos que daban, al mismo tiempo, un aire novedoso y eficiente a prác-
ticas ya conocidas:

“Existen amplias posibilidades para un enfoque muy diferente. Por una parte,
vienen dadas por la ‘revolución gerencial’ que se está produciendo a nivel mundial.
Las organizaciones exitosas públicas y privadas de fin de siglo XX manejan
agendas y tecnologías muy distantes de las concepciones gerenciales predominantes
en el medio latinoamericano. Hay un cambio de paradigma en gerencia en curso in-
ternacionalmente y las organizaciones inmersas en él toman claras ventajas compe-
titivas. Entre otros aspectos, el nuevo paradigma emergente prepara gerentes que
puedan lidiar con la complejidad y la incertidumbre propias de los actuales con-
textos, con un mundo internacionalizado, que sean capaces de armar redes, nego-
ciar; […] La gerencia, políticas y programas sociales pueden beneficiarse mucho
del ‘cruce’ con la gerencia del año 2000”25 (destacado mío).

La propuesta de agencias financiadoras internacionales, como el Banco


Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), partía de la de-
claración de la crisis del llamado Estado de Bienestar. Y consideraba las
prácticas generadas por aquella modalidad, “clientelismo político” o “asis-
tencialismo”, como obstáculos para llevar adelante una gestión social efi-
ciente. Como alternativa a los “problemas” que el “Estado de Bienestar”
demostró no ser capaz de solucionar, propusieron para América Latina
llevar adelante una “reforma social”, basada en la implementación de “polí-
ticas focalizadas”26. El diagnóstico que estas instituciones hacen para los
países latinoamericanos es alarmante. En 1993, el presidente del BID declara
que:

25 Bernardo Kliksberg, “Gerencia Social eficiente: un problema estratégico para el futuro de


América Latina”, op. cit.
26 Antes de la Segunda Guerra Mundial, en Europa, la resolución de los problemas sociales,
denominados “servicios sociales”, estaban destinados a ser una ayuda a los pobres. Des-
pués de la Segunda Guerra, especialmente Gran Bretaña, organizó los servicios sociales
bajo una óptica explícita de lo que se llamó “Welfare State”. Los servicios sociales se con-
virtieron en “derechos sociales” y las políticas ya no estaban destinadas a remediar algunos
problemas, sino a garantizar a toda la población -sin ningún tipo de distinción- un mínimo
básico de seguridad en relación a salud, educación, empleo, etc. De una cierta manera los
problemas sociales dejaron de existir en tanto categorías que designaban grupos sociales
-niños, mujeres, ancianos, desempleados, etc-. Lo que en otras situaciones constituía un
problema, estaba ahora garantizado como un derecho del ciudadano. Theda Skocpol anali-
za las diferencias entre el estilo del Estado de Bienestar en Europa, sobre todo en Gran
Bretaña, y en Estados Unidos (Skocpol, 1988).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

“No cabe duda que la situación social de América Latina constituye un peligroso
detonante que alimenta inestabilidades sociales y políticas que podrían minar los re-
sultados mismos de las reformas económicas.”27

Según otro de los portavoces de estas nuevas políticas, la magnitud y pro-


fundidad de la pobreza latinoamericana tiende a crear una realidad que va
más allá de ella, amplios sectores de la población se hallan en situación de
“exclusión”28. Esta categoría se convirtió en el eje sobre el cual se articularon
las propuestas de la “nueva gerencia social”, basada en la descentralización
de las funciones estatales y la participación de la comunidad. Esto generaría
un “nuevo tipo de relación entre Estado y Sociedad Civil” que colocaría a
ambos en un vínculo de mayor co-responsabilidad. La participación reque-
rida, al igual que las políticas sociales a ser aplicadas, no tuvieron como obje-
tivo toda la sociedad, sino que convocaron a los “grupos excluidos”:

“Reconozcamos que la participación no es un hecho nuevo, participación tenemos


desde que hay Estado moderno, en donde los partidos, los grupos económicos y los
gremios son canales u organizaciones de participación. Pero de la participación que
estamos hablando en este nuevo contexto -reitero-, es de la participación de los grupos
tradicionalmente excluidos, de los sin voz, de los que no están organizados” (Dis-
curso pronunciado por Isabel Licha, Representante del BID en Jornadas de Capaci-
tación con funcionarios del CPFDH. Destacado mío).

Según los lineamientos del paradigma del desarrollo humano, “una forma
de superar los enfoques clásicos es organizar la acción a partir de la identifi-
cación de grupos de población específicos dentro del universo de los po-
bres”, su “participación” es la estrategia para la inclusión. Pero, según
Kliksberg, lograr la participación de las comunidades pobres no es algo fácil.
Uno de los obstáculos claves es la destrucción del tejido social, “Una institu-
ción totalmente central, la familia, principal fuerza de socialización, protec-
ción y célula básica para la participación está siendo destruida” 29. Se sitúa de
esta manera en la preservación de los lazos familiares el problema y al mismo
tiempo la oportunidad para la integración de los sectores excluidos. Según el
autor, la participación también enfrenta otro tipo de problemas, “la comu-
nidad siente que puede estar siendo utilizada por quienes quieren obtener

27 Enrique Iglesias, “Una agencia social para la región” en Reforma Social y Pobreza, BID, PNUD,
1993.
28 Bernardo Klisksberg, “Participación Popular: Algunos problemas estratégicos”. Docu-
mento preparado para el panel internacional sobre “Desarrollo de estratégias sociales” de-
sarrollado por las Naciones Unidas, Nueva York, 25 de enero 1995. Este artículo es parte
de una publicación interna del CPFDH titulada “Planes y Objetivos del CPFDH”.
29 Bernardo Kliksberg, op. cit.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 2: La institucionalización de una identidad

beneficios personales de los proyectos”. En este sentido, los funcionarios


del CPFDH dijeron estar trabajando el tema del no-poder:

“Entonces, este año hemos trabajado otra vez el tema de lo vincular, el tema de la
horizontalidad de las relaciones, mucho el tema del no poder. Lo que pasa es que a
veces como esto lleva una estructura administrativa, porque la manzanera le hace
firmar a su beneficiario lo que le da, hay todo un sistema de controles que termina en
la municipalidad que, a veces, como no tiene gente busca una coordinación en cada
barrio, de las mismas manzaneras. Y ahí se arman estructuras intermedias burocrá-
ticas con poder, que revertirlo es una cosa difícil” (Directora del Programa Vida).

Las autoridades del Consejo incentivaron en forma clara la apropiación


de esta nueva propuesta de tratamiento de lo social. Según el relato de un
técnico:

“[…] la Señora de Duhalde estuvo regalando el libro de Kliksberg a los direc-


tivos del Consejo. Como que les estaba diciendo: ‘esta es la orientación que vamos a
seguir de ahora en más’. Y después todo el proceso, no recuerdo bien en qué fecha se
cambia el nombre del Consejo, de Consejo de la Mujer a Consejo de la Familia y
Desarrollo Humano” (Técnico del Plan Vida).

La profesionalización de la “gerencia social”, lograda con la capacitación


tanto de los funcionarios del gobierno como de los sectores designados para
“participar”, fue considerada la clave de las políticas sociales del momento y
lo que las diferenciaba de las viejas formas de hacer política. Esta “nueva
modalidad” justificó la implementación del Plan Vida, el plan alimentario
materno-infantil más grande del país. Se cumplió de esa manera con la pro-
puesta de “identificar grupos específicos dentro de los pobres” para orga-
nizar la acción, en este caso, las mujeres30. A partir de ese momento, el
CPFDH recibió todo el apoyo del gobierno provincial, tanto financiero como
político31. Con la creación del Plan Vida las Trabajadoras Vecinales se con-

30 Esta propuesta aparece en la publicación interna del CPFDH antes mencionada. En un pun-
to dedicado a “Política de gasto público social” se menciona que “Una forma de superar los
enfoques clásicos es organizar la acción a partir de la identificación de grupos de población
específicos dentro del universo de los pobres: las mujeres y las madres; los niños y los jóve-
nes; los activos; los ancianos. […] Otra, es redefinir las políticas sectoriales adaptándolas a
formas básicas de organización social: la familia y la comunidad. En este caso la política so-
cial permitirá recomponer la integralidad de las necesidades familiares y comunitarias, más
alla de la de cada uno de sus miembros” (Reforma Social y Pobreza. Hacia una agenda integrada del
desarrollo. Trabajos del Foro sobre Reforma Social y Pobreza, 1993. BID. Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo. Sin autor identificado).
31 El presupuesto del CPFDH fue en 1995 de 93 millones de pesos y en 1997, momento electo-
ral donde la esposa del gobernador encabezó la lista de candidatos a diputados por la pro-
vincia de Buenos Aires, fue de 180 millones, casi el doble que en 1995.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

vierten en manzaneras. De ser capacitadas para la organización comunitaria


pasaron a ser capacitadas para organizar la implementación del Plan: censar
la población, recibir y organizar demandas y entregar los alimentos, todo
esto en un radio que varía, de acuerdo a la densidad poblacional, entre cuatro
y diez manzanas. El Plan Vida y su red de manzaneras, condensan las carac-
terísticas del cara a cara de la acción social directa, la organización comuni-
taria y la apoliticidad requeridas por la nueva “gestión social”.
Focalización, eficacia, participación, descentralización, capacitación, sis-
temas de información, provisión de servicios integrados, son las premisas de
las agencias financiadoras, y sobre ellas se articularon los programas más im-
portantes del CPFDH. En la perspectiva de las nuevas políticas sociales la so-
ciedad está dividida en una parte económica y una parte social. La parte
económica tiene sus propias leyes, las leyes del mercado. La parte social es la
que corresponde a esos nuevos actores sociales: los excluidos. Para ellos fue
diseñada la “gerencia social de avanzada”.
Las leyes que regirán el mundo social de los pobres también son de oferta
y de demanda. Pero es la demanda de “servicios” -servicios sociales-, a la
cual deben estar atentos los gerenciadores de lo social para a través de ella
ofrecer lo que el Estado pueda dar. O más bien, organizar a los propios inte-
grantes de la sociedad civil para tal fin. En esta “nueva relación entre Estado
y sociedad civil” las mujeres desempeñan un rol clave. Sólo que la sociedad
civil, en este caso, es sinónimo de comunidades pobres. Y lo social se consti-
tuye en una esfera que es presentada como teniendo una existencia autó-
noma de cuestiones económicas y políticas. La participación, es de alguna
manera, la denominación que el Estado da al trabajo que ciertos sectores de
la sociedad llevan a cabo para resolver sus problemas de subsistencia.
En el próximo capítulo me propongo mostrar cómo la imagen legítima
de mujer y familia, que aparecía en los documentos jurídicos que institucio-
nalizan las políticas sociales, se tradujo en la implementación de las mismas,
especialmente en el caso del Plan Vida. Y cómo la visión de mundo que
emergía de los documentos jurídicos se efectivizó en la participación de las
mujeres en diferentes niveles de administración de las políticas sociales de la
provincia, y coincidió con otros textos no jurídicos como los cuadernillos y
folletos de presentación de los programas sociales y el Diario Vida, publica-
ción del CPFDH que se distribuía entre las manzaneras.

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Capítulo 3:
Una red femenina, miles
de Evitas
“Yo quiero contarles un poco cómo nace este programa y por qué nace este programa.
Era mi esposo intendente municipal allá por el año 74’ y un día ve, en su partida presu-
puestaria, una partida que se llamaba “angelitos”, era muy joven por aquel entonces, recién
intendente. Y llama al contador y le dice: Dígame qué es esto “angelitos” por lo que pa-
gamos tanto. Y entonces el contador le dijo: son los cajoncitos de muertos que el municipio en-
trega a las familias pobres cuando se les muere un hijo. […] Las partidas de defunción
decían: se mueren de bronqueopatía, de diarrea estival. En realidad, las mamás y los papás
sabemos que ningún chico se puede morir por esas causas, si se mueren es porque su cuerpo
no estaba lo suficientemente fortalecido. Y viendo qué se hacía en el mundo para combatir la
desnutrición, Chile llevaba adelante un programa de estas características, y entonces lo em-
pezó a implementar en Lomas de Zamora […] En aquel entonces lo llevaban adelante
mujeres, igual que ahora. ¿Por qué mujeres? Porque, supuestamente, la mujer está más
cerca de estas cosas que tienen que ver con las necesidades básicas de nuestros hijos, está más
preocupada por su salud, se angustia más por todo lo que tiene que ver con la vida y, en una
sociedad con menos dificultades tal vez que la nuestra, tiene que tener teóricamente un po-
quito más de tiempo para poder llevar adelante esta tarea solidaria. […] Hasta ahora, en
dos años de llevarlo adelante lo único que nos ha dado son satisfacciones. Yo espero que aquí
suceda lo mismo, que realmente comprendan el sentido del programa y qué nos ha movido a
realizarlo. Que ha sido, nada más y nada menos, que luchar por lo que más queremos, que
son nuestros hijos.”

E l fragmento de discurso transcripto relata el “mito de origen” del Plan


Vida que, repetido en otras ocasiones, esta vez fue pronunciado por Hil-
da González en Alajuela, municipio del interior de la provincia de Buenos Ai-
res, con motivo del lanzamiento oficial del Plan en esa ciudad1. El acto se hizo
en una escuela pública, en septiembre de 1996, donde se reunió a todas las
manzaneras que habían sido previamente capacitadas por funcionarios del
CPFDH. Los oradores fueron, en el orden en que son nombrados, Silvia Mén-

1 En el acto de celebración del Día Internacional de la Mujer del 8 de Marzo de 1997, el go-
bernador hizo referencia a su juventud y a su “primera aproximación con la realidad” cuan-
do se enteró de los “angelitos”, los cajones blancos para enterrar a los chicos (Página 12, 9
de marzo, 1997).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

dez (Consejera Ejecutiva, responsable por el Plan Vida), el intendente munici-


pal, perteneciente al Partido Unión Cívica Radical y la esposa del gobernador.
En este capítulo me propongo examinar la red mayoritariamente feme-
nina, formada por mujeres con experiencias diversas, que articuló la política
social desde su centro, el CPFDH, hasta las “bases” donde actuaban las man-
zaneras. En nombre de una forma despolitizada de hacer política social, las
Consejeras Ejecutivas que trabajaban junto a Hilda González en la sede cen-
tral del Consejo, los/as referentes municipales que “bajan” los programas de
la provincia al municipio, y las manzaneras “capacitadas” por funcionarios
del gobierno provincial para “dar sin recibir”, amenazaban en convertirse en
nuevos profesionales de la política disputando los espacios de los políticos
establecidos.
Los discursos que instituyeron formalmente el Plan Vida en Alajuela es-
tuvieron dirigidos a las manzaneras y fueron claros a la hora de definir el rol
que cabe a esta nueva figura que aparece en la política social de la provincia.
El “mito de origen”, relatado por la esposa del gobernador, apela en forma
directa a la emoción refiriéndose a la muerte de niños inocentes y a la con-
ciencia cuando mencionó la responsabilidad que, como padres, las personas
tienen de alimentar debidamente a sus hijos. Hilda González instala, de esta
manera, rápidamente el problema en el ámbito de la familia y de las respon-
sabilidades personales. Pero, su presencia en ese acto significa que el Estado
tiene algo que decir y hacer para revertir esa situación de muerte, y la pro-
puesta es la que da nombre al plan: Vida. La responsabilidad sobre esas
“vidas” cabe a las mujeres, como lo evidencia la presencia de la esposa del
gobernador, de la Consejera, de las manzaneras y del ícono que caracteriza al
Plan: una mujer con un niño en brazos, cuya silueta se asemeja a una virgen
(ver ilustración Nº 9).
Las manzaneras, a pesar de no ocupar los lugares destacados -no tener ac-
ceso al palco, ni tampoco al uso de la palabra-, fueron el personaje principal
alrededor del cual se organizó el acto oficial. Ellas fueron reconocidas y legi-
timadas en las palabras de cada uno de los representantes del gobierno. Los
discursos estuvieron dirigidos a destacar, al mismo tiempo que normativizar,
la actividad de esas mujeres. Hubo líneas de significado insistentes: los va-
lores repetidos en todos los discursos. Fue mencionado y positivamente va-
lorizado todo lo que ellas eran. Según las palabras de la Consejera Silvia
Méndez:

“[…] el reconocimiento mayor es para ustedes, para las trabajadoras vecinales.


Para las mujeres, para las 85 manzaneras, para las mujeres que hoy van a integrar
la red solidaria que tiene este programa en toda la provincia de Buenos Aires. Real-
mente ustedes han puesto esfuerzo, han puesto tiempo y han puesto dedicación. Y
han sumado, al rol que tenemos todas las mujeres, que es mucho en la sociedad ac-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
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tual, de mamá, de esposa, de abuela, de ama de casa y de trabajadora, una noble


tarea más, una tarea solidaria, voluntaria, ad honorem. Realmente guiadas por el
amor hacia los demás, por el bien común y por mejorar la calidad de vida de los ve-
cinos de su mismo barrio” (Silvia Méndez, Consejera Ejecutiva, Responsable por el
Plan Vida).

El discurso del intendente municipal además de reforzar lo dicho por la


funcionaria del CPFDH, agregó otro elemento a la acción voluntaria de las
mujeres que aparece en diversas situaciones y en varios niveles dentro de la
política social provincial: la relación con la religión católica:

“Ustedes, como manzaneras, van a tener una tarea importante. Silvia destacaba
el desinterés, el trabajo, el sumar sin retribución alguna algo más a la tarea que
tienen todos ustedes. Creo que también tienen una excelente oportunidad para llegar
a toda la gente, todos tenemos que compartir las dificultades que tenemos, o que
tienen junto a las familias o toda la sociedad. Todos, con ese mensaje evangélico, te-
nemos que ser solidarios” (Intendente Municipal. Destacado mío).

Alajuela fue el primer municipio del interior de la provincia donde se


puso en marcha el Plan. Su inicio formal fue en agosto de 1994, en Florencio
Varela, uno de los distritos del conurbano bonaerense2. Según el director del
Plan, comenzaron con alrededor de 30.000 beneficiarios y para noviembre
de 1998 la cifra era un poco más de un millón3. El Plan Vida en principio fue
creado para ser aplicado en el conurbano bonaerense, y no en el interior de la
provincia de Buenos Aires. Hasta que a partir de 1996 comenzó a crecer y a
implementarse en municipios del interior con una población superior a los
50.000 habitantes. La esposa del gobernador explica que:

“[…] teníamos que poner un corte y entendimos que en los distritos más pe-
queños, si bien hay sectores con dificultades y con problemas, hay una cercanía tal
entre las autoridades municipales y la gente que es muy fácil que el intendente co-

2 Según una nota publicada en el diario Página 12 hubo un antecedente del Plan Vida, en Ge-
neral Sarmiento, en 1993. Según la crónica “Chiche” habría “invadido” el territorio del in-
tendente Luis Ortega sin respetar la estructura de “punteros políticos” justicialistas. “[…]
acompañada de sus consejeras y varios centenares de mujeres reclutadas en los barrios del
mismo partido, realizó miles de entrevistas en diez días de atención continua. La operación
tuvo como objetivo inmediato y visible voltear al intendente -quien vivía en constante in-
disciplina respecto al gobernador- y, de paso, hacer escarmentar en cabeza ajena al resto de
los gobiernos comunales, justicialistas o no: tras el desembarco del Consejo, entonces un
organismo incipiente, y basándose en las denuncias que éste recolectó, General Sarmiento
fue intervenido y desmembrado en tres partidos relativamente pequeños, Presidente Pe-
rón, Malvinas y San Miguel.” (Página 12, 4 de enero, 1998).
3 Según otra funcionaria del Plan Vida a fin del ‘96 faltaba más del 60% [para llegar al millón de
beneficiarios] o sea que en dos años hubo un crecimiento de más de 600.000 beneficiarios.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

nozca cada una de las familias que tienen problemas” (Hilda González, discurso de
lanzamiento del Plan en la ciudad de Alajuela).

A comienzos de 1998 el Plan Vida se había instrumentado en todos los


municipios del conurbano bonaerense y en algunos distritos del interior de
la provincia sumando un total de 51 municipios4. Acompañando las acciones
del Plan Vida fueron diseñados dos programas menores asociados al pri-
mero, que también tenían como eje de su implementación el trabajo de mu-
jeres del barrio. Estos son el Programa Co-madres y el Programa de
Capacitación Comunitaria en Desarrollo Infantil. Ambos son de “capacita-
ción” y su implementación se realiza en base a la estructura del Plan Vida. En
un documento del CPFDH, donde se explican los lineamientos generales de
los tres programas, la comadre es definida como:

“Una figura reconocida en nuestra cultura popular, muy ligada al acompaña-


miento de la embarazada y el recién nacido es, en términos familiares, la comadre (de
cum-juntamente y mater-madre). Comadre puede ser cualquier vecina elegida por las
instituciones del barrio cuya tarea social es de carácter solidario.”

Su función es oficiar de articuladora entre la embarazada y el sistema de


salud. Es interesante destacar el uso de términos alusivos a relaciones de pa-
rentesco, que connotan también vínculos de lealtad y confianza, para nominar
los programas sociales. El surgimiento del programa de Capacitación Comu-
nitaria en Desarrollo Infantil es presentado como una nueva etapa del CPFDH:
“en el camino ya emprendido basado en el mejoramiento de la calidad de vida
de la familia bonaerense, en este caso particular centrando su atención en los
niños” (destacado mío). La capacitación en Desarrollo Infantil estaba desti-
nada a las comadres y comenzó con una experiencia piloto en La Plata, Be-
risso y Ensenada. En noviembre de 1998, durante el período de investigación,
estaba siendo implementado también en Alajuela.
La implementación del Plan Vida requiere de la participación de varios
actores: funcionarios del CPFDH, “referentes municipales”, algunos inte-
grados formalmente al organismo y otros que aparecen como figuras sui ge-
neris ligados a la burocracia estatal de manera informal, el intendente y
funcionarios municipales pertenecientes al área de acción social, las denomi-
nadas organizaciones intermedias que pueden ser estatales, como escuelas o
centros de atención de salud, o no gubernamentales como sociedades de fo-

4 El Gran Buenos Aires o conurbano bonaerense está compuesto por 25 distritos, mientras
que el interior de la provincia de Buenos Aires por 109. O sea que el Plan Vida fue imple-
mentado en 26 municipios del interior bonaerense. Siendo que el criterio de implementa-
ción del Plan es el número de habitantes, es importante tener en cuenta que muchos de los
distritos del interior de la provincia no superan los 50.000 habitantes.
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mento o instituciones religiosas y, finalmente, las manzaneras, figuras cen-


trales que posibilitan el funcionamiento efectivo del mismo.
¿Cuál es el rol que les corresponde a las manzaneras y cuál su relación con
las estructuras burocráticas del Estado provincial y con la política partidaria?
¿Qué es lo que las diferencia de integrantes de otro tipo de organizaciones ci-
viles que podrían llevar a cabo estas tareas?

1. Las Manzaneras
Las políticas sociales de la provincia de Buenos Aires fueron adaptadas a las
propuestas de la nueva gerencia social del BID y el BM ubicando a gran canti-
dad de mujeres como administradoras y ejecutoras de los planes y reivindi-
cando una imagen esencializada de mujer como propuesta ética y moral. En
diciembre de 1995, fecha en que se crea el CPFDH, el gobierno de la provin-
cia de Salta también decreta la creación de un nuevo tipo de “relación entre
el Estado y la Sociedad Civil”5. Allí se menciona la necesidad de apelar a la
“sociedad civil” ante la ausencia de figuras que contengan las cualidades ne-
cesarias para implementar el “desarrollo social”:

“ […] en tal sentido, la respuesta auténticamente justicialista a las exigencias de


solidaridad fue la labor de la señora Eva Perón, esto es, el compromiso personal con
los carentes. En defecto de personalidades como la indicada, debe ser la sociedad la
que asuma tal labor, canalizando y dirigiendo los aportes del Estado […] La
norma constituye, por cierto, un intento de alcanzar fines públicos, a través de la uti-
lización de fines no gubernamentales. Se trata, en definitiva, de considerar que la so-
ciedad civil, por medio de sus organizaciones, asignará mejor que la burocracia
gubernamental los recursos en beneficio de los carentes, o el estímulo y la preservación
de la cultura.”6

La política social llevada a cabo por Eva Perón durante el gobierno de su


esposo desde la Fundación Eva Perón, y la marca particular y personalista de
su trabajo, son aún hoy un referente ineludible para la política argentina,
sobre todo cuando se trata de “lo social”. La provincia de Buenos Aires, a di-

5 Es interesante observar cómo al mismo tiempo que la influencia de los organismos interna-
cionales tiende a homogeneizar (y en cierta forma homogeiniza) las políticas sociales, cada
provincia se las apropia de una manera particular adaptándolas a su realidad local. En la
provincia de Buenos Aires, referente clave para la política nacional, la función de la esposa
del gobernador de administradora de la política social, fue asociada rápidammente con las
figuras míticas de Juan Domingo Perón y Eva Perón, logrando de esta manera una primera
proyección nacional para un gobernador que planeaba ser candidato a presidente de la na-
ción.
6 Decreto de Necesidad y Urgencia Nro. 53, 12 de Diciembre de 1995, Gobierno de la pro-
vincia de Salta. Citado en Pantaleón, Jorge: 1999.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

ferencia de Salta, encontró la “personalidad” indicada para llevar adelante las


políticas sociales de la provincia: la esposa del gobernador, como mujer que
acompaña a su marido en forma desinteresada y por el bien de la gente, es el
modelo que se multiplicó por miles en toda la provincia de Buenos Aires. En
cada distrito y en cada barrio hubo varias mujeres que asumieron “el com-
promiso personal con los carentes”: fue el “ejército de manzaneras” como lo
denominó la prensa o “el ejército de amor” como lo llamó Hilda González
en uno de los actos multitudinarios para celebrar el Día Internacional de la
Mujer. Las manzaneras garantizaron una de las premisas básicas del Partido
Justicialista y de la lógica política en general, que es estar cerca de la gente.
Otras características propias de su figura son compartir con los beneficiarios
las mismas necesidades, tener vocación de servicio y otras cualidades que
analizaré a continuación.

¿Qué es una manzanera?


Una manzanera es una mujer7. Pero no cualquier mujer puede ser manzane-
ra. En líneas generales, las manzaneras son mujeres que viven en barrios que
los funcionarios del gobierno provincial designan como “pobres” a través de
mediciones técnico-estadísticas como el índice NBI (Necesidades Básicas
Insatisfechas). Entonces la manzanera es una mujer “pobre” o “humilde”.
Este último calificativo, al que el discurso oficial ha apelado en algunas oca-
siones para referirse a estas mujeres, también significa sumisión, virtud
opuesta al orgullo y la vanidad. Pero no cualquier mujer pobre puede ser
manzanera. La manzanera también tiene que ser solidaria, aunque eso tam-
poco es condición suficiente. Para cumplir tal tarea el CPFDH exige un deter-
minado perfil. En 1996, presencié las reuniones en uno de los barrios de
Alajuela, donde el Plan iba a ser aplicado, entre los técnicos del CPFDH y las
“organizaciones intermedias” (escuela, centro de salud del barrio, sociedad
de fomento). Allí se explicitó el perfil de las vecinas que podían cumplir con
el rol de manzaneras:
– Mujeres que tengan vocación de servicio
– Mujeres reconocidas por sus vecinos
– Mujeres no conflictivas
– Mujeres que no trabajen fuera del hogar
– Buenas vecinas
– En su casa no puede funcionar un comercio, ni ser lugar de
reunión de partidos políticos

El folleto de presentación del programa dice lo siguiente:

7 Según los directores del Plan Vida también hay “manzaneras hombres”, pero los casos son
muy pocos y la convocatoria y los mensajes siempre estuvieron dirigidos a las mujeres.
104
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

“Nuestras mujeres han estado siempre presentes, voluntariamente, en toda ini-


ciativa de asistencia, promoción y organización de la comunidad. Movilizadas por la
salud de sus hijos, por lo general provienen de los barrios más humildes. El Estado
Provincial comprende la importancia de coordinar con ellas, acciones conjuntas que
contemplen sus necesidades básicas y a la vez extiendan su profunda sabiduría hacia
la comunidad” (destacado mío).

En un documento del CPFDH, donde se exponen las diferentes etapas del


Plan, se hace referencia al perfil de la manzanera acentuando que debe ser
una persona reconocida por sus vecinos, que garantice la transparencia del
Plan y evite la utilización del mismo con fines políticos. Se traza un perfil
normativo cuyas características son consideradas en muchos casos como in-
herentemente femeninas y cuyo modelo, algunas veces implícito y otras ex-
plícito, está inspirado en la tradición de asistencia social a los pobres
inaugurada dentro del partido por Eva Perón.

¿Cómo una mujer se convierte en manzanera?


Para adquirir tal identidad debían cumplir todas las etapas previstas por el
gobierno provincial. Primero, era necesario que la persona viviera en un lu-
gar incluido en el área de cobertura del Plan Vida, lo cual en teoría, se decidía
en una reunión entre representantes del CPFDH y autoridades del Municipio.
En una segunda reunión se convocaban a las denominadas instituciones in-
termedias -escuela, iglesia, centros de salud- de los barrios seleccionados.
Allí responsables técnicos del CPFDH y personal del Municipio explicaban
los fundamentos y alcances del Plan haciendo hincapié en el perfil que de-
bían tener las “trabajadoras vecinales”8. Las instituciones intermedias pro-
ponían los nombres de las manzaneras de acuerdo a dicho perfil. Una vez
hecha la propuesta, realizaban la convocatoria de estas mujeres, siempre en
reuniones coordinadas por los técnicos del CPFDH. Junto con ellas, se deci-
día quién sería la “manzanera titular” -aquella que recibiría los alimentos en
su casa- y quién la “manzanera suplente”, encargada de ayudar en la tarea de
repartir los alimentos o de hacer el reemplazo en caso de enfermedad o cual-
quier otro tipo de impedimento. En este encuentro también se les explicaba
cuál era el rol que les correspondía en el Plan.
El paso siguiente era la “capacitación” de las mujeres seleccionadas que
se habían comprometido a trabajar. La misma se hacía en dos jornadas con-
secutivas. En la primera, se explicaba los alcances del plan, tipo de alimentos
que recibirían para repartir, quiénes serían los beneficiarios, cómo seleccio-

8 En principio las “manzaneras” eran denominadas “trabajadoras vecinales”, ya que el Plan


Vida deriva de un programa de capacitación que llevaba ese nombre. Pero como el trabajo
de cada una de estas mujeres se delimita teniendo en cuenta un determinado número de
manzanas acabaron siendo más conocidas como “manzaneras”.
105
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

narlos, etc. Y en el segundo día se confeccionaban los mapas donde se mar-


caba la casa de la manzanera titular y su radio de acción. Se les explicaba
cómo utilizar la “planilla de control” y la del “registro de beneficiarios”.
Estas mujeres ya eran manzaneras, elegidas y reconocidas por las institu-
ciones del barrio y avaladas por el gobierno provincial. Después de realizar
su primera tarea, que consistía en registrar a los beneficiarios a través de un
censo, debían entregar los datos al referente municipal, y una vez cumplidos
todos los requisitos administrativos por funcionarios del Municipio y del
CPFDH, las manzaneras eran invitadas a participar del lanzamiento oficial del
Plan, donde la esposa del gobernador pronunciaba un discurso reivindica-
tivo de su trabajo voluntario y su solidaridad.

¿Cuál es la función destinada a las manzaneras?


Existían funciones específicas que una manzanera debía cumplir y para las
cuales había sido capacitada por los técnicos del CPFDH. Sus responsabilida-
des eran:
– Confeccionar los listados de los beneficiarios
– Recibir los alimentos en su domicilio
– Organizar las raciones y entregarlas a los destinatarios
– Rendir las entregas de alimentos
– Participar en el sistema de capacitación
– Interactuar con los programas vigentes en el distrito

Cada ración alimentaria estaba compuesta de:


– ½ litro de leche diaria (para el caso del conurbano bonaerense los
beneficiarios recibían leche fluida lo que significaba recepción y
entrega diaria. En el interior de la provincia se decidió
reemplazarla por ½ Kg de leche en polvo y la recepción y entrega
era semanal al igual que las otras mercaderías)
– 3 huevos de gallina (semanal)
– 1 Kg de cereal (en forma rotativa avena, arroz, harina de trigo y de
maíz)
– Fideos secos (semanal)
– 1 Kg de azúcar (mensual)

Las manzaneras también debían detectar casos de embarazos, tratar que


las embarazadas realicen los controles periódicos en el centro de salud del
barrio, identificar y comunicar casos de violencia doméstica y “emprender la
búsqueda de una relación fluida, constante y cotidiana con sus vecinos y las
instituciones que los representan”. La particularidad del Plan Vida residió no

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

solo en la incorporación efectiva de miles de mujeres a la política provincial,


sino también en la inversión en la producción simbólica dedicada a reivin-
dicar el trabajo de las manzaneras. Actos, premios, regalos, diplomas y fes-
tejos fueron una constante en la relación entre las manzaneras y los
burócratas y políticos del Estado provincial. En una oportunidad, Hilda
González hizo mención a la entrega de los premios “Manzanita de oro” y
“Manzanita de Plata” para aquellas mujeres que mejor desempeñaran su
tarea. El perfil requerido en la selección de estas mujeres y su trabajo “soli-
dario” fueron continuamente destacados en una publicación bimestral de
distribución gratuita, denominada Diario del Plan Vida9.
El primer ejemplar fue publicado en noviembre de 1996, año en que el
programa comenzó a expandirse con mayor rapidez. Según Hilda González,
esta publicación había sido concebida como un espacio para las manzaneras.
Estaba diseñado a partir de un lenguaje emotivo, sencillo y coloquial que in-
tentaba crear un clima de confianza y proximidad. En la tapa de cada perió-
dico aparecía, al final de la página, una foto de la esposa del gobernador y un
mensaje dirigido a las manzaneras, firmado con su apodo “Chiche
Duhalde”. En el número cero Hilda González definía el propósito del diario
(ver ilustración Nº 10). El Diario del Plan Vida presentaba tres aspectos rele-
vantes. Por un lado, se transformó en un órgano oficial de propaganda polí-
tica en tanto publicitaba los diferentes programas sociales del CPFDH y los
actos oficiales de inauguración o cierre de algún evento, actividades recrea-
tivas (campamentos, campeonatos deportivos, etc.) que eran publicadas en
las páginas centrales con una diagramación que privilegiaba las fotos en de-
trimento del texto.
Otro aspecto importante era aquello que los técnicos y los folletos de los
programas denominaron “capacitación”. En todos los periódicos, salvo al-
guna excepción, las tres últimas páginas estaban reservadas a las siguientes se-
siones: “Cocinando”, “Estimulación Temprana” y “Programa de Educación
de la Provincia de Buenos Aires”. Allí se publicaban recetas culinarias, con-
sejos de puericultura y de nutrición e “higiene alimentaria”, destinados a en-
señar a las manzaneras a resolver sus problemas domésticos. La
“capacitación” puede ser interpretada como una forma de reemplazo de la ca-
ridad humillante por el consejo eficaz y la norma preservadora, representa-
tivos del polo médico-higienista de la filantropía del siglo XIX. En ese
momento representados por el estilo “novedoso y eficiente” que generaba la
presencia de los técnicos del CPFDH y el lenguaje tecnológico y empresarial de
la “gerencia social”10.

9 El diario del Plan Vida era publicado por la Secretaría de Prensa del CPFDH que funcionaba
en el quinto piso del edificio del CPFDH.
10 Es interesante remarcar la similitud entre la situación social descripta por Donzelot en el si-
glo XIX y la situación de los países latinoamericanos reseñada por los dirigentes del BID y el
107
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

El tercer aspecto estaba claramente destinado a construir y sostener la


imagen de las manzaneras, y de las mujeres en general, basada en valores mo-
rales como la solidaridad, el voluntariado y el afecto. Desde su inicio hasta
agosto de 1998 aparecieron once números. En todos se publicaba una carta
o una poesía de las manzaneras donde expresaban su agradecimiento a la
“Señora” y su satisfacción por servir a los demás a pesar de las dificultades
que día a día aparecían en “su camino”. El número uno es particularmente
revelador en cuanto a la insistencia en la “solidaridad” y el voluntariado, y la
renuncia implícita que estos valores suponían a aspiraciones políticas. En la
página uno fue publicada la siguiente poesía, firmada por el Ministro de
Salud y dedicada a las manzaneras. Además de sobredimensionar el aspecto
emotivo, el estilo “gauchesco” de la poesía hace referencia a valores aso-
ciados a la “tradición” dentro del amplio espectro de la literatura argentina11.

La manzanera

Te llamarán manzanera
o quizás trabajadora
que estarás a toda hora
con tu pueblo que te espera
sin desear altas esferas
tenés tu rara sapiencia
si le basta a tu conciencia
que los humildes te quieran…

En cualquier lado estarás


del difícil Conurbano
de quién te pida una mano
vos nunca te olvidarás
que tu misión cumplirás
por el cariño a tu gente
y dirás siempre presente
por amor a los demás.

No sabrás de liberales,
BM, en cuanto a la amenaza del orden social y del Estado Liberal, y la familia -y la mujer-
como elementos centrales del debate político en un intento de resolver a través de ella estos
problemas (Donzelot, 1986).
11 Durante el gobierno de Duhalde en la provincia de Buenos Aires existió una “Dirección de
Folclore, Patrimonio Cultural y Tradiciones Bonaerenses” dependiente de la Subsecretaría de
Cultura. No fue posible establecer a través de documentos oficiales si fue creada durante su
gestión, pero en conversación con personas que participaban de programas dependientes de
tal Dirección declararon que la Dirección de Flolclore existía desde hacía poco tiempo. La
preocupación por reivindicar un pasado y consolidar una “tradición” se revelan también en la
apelación reiterado a conceptos como “identidad bonaerense”, la provincia, la tierra, la fami-
lia y el arraigo que en los programas del CPFDH son asociados a la figura femenina.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

de izquierdas, ni peronistas,
no conocerás las listas,
de frentes, ni radicales,
Sí, a los principios leales
de los más necesitados
a quienes habrás brindado
los más firmes ideales…

Te lo digo con franqueza


yo te conocí en un barrio
para vos el calendario
a cada instante comienza
jamás le pedís licencia
a quien más te necesita
cada instante es una cita
con quién pide tu presencia…

Lo mejor has de entregar


a quien tenga una desdicha
sin pedir votos ni fichas
siempre lo habrás de ayudar
y no dudes en cruzar
a la vereda de enfrente
si es vereda de la gente
a quien te debés brindar…

Dios te ha dado la misión


de dar amor, de dar “VIDA”
nuestra provincia querida
requiere tu vocación
llevarás la protección
que genere la confianza
y despierte la esperanza
en una nueva Nación…

Dr. Juan José Mussi


Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires
Publicado en el Periódico Mensual del Plan Vida,
Año 1, Nro. 1/Diciembre de 1996.
En esas palabras hay un esfuerzo por construir un actor social capaz de
estar en contacto íntimo con “la gente” pero que, a pesar de estar ligado di-
rectamente al gobierno provincial, no sea percibido como portador de inte-
reses partidarios. Su tarea es cuidadosamente delimitada, relacionada con el
trabajo doméstico y asociada a funciones biológicas. Así, se trata de que sim-
bólicamente la tarea de las manzaneras sea concebida como una función na-
109
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

tural, propia del sexo femenino, o como una misión religiosa. Por lo tanto se
supone que la manzanera debe estar siempre disponible; no puede ni debe
aspirar a recompensas que no sean el agradecimiento o el amor de la gente. Y
lo más importante es crear agentes sociales que, actuando en nombre de in-
tereses “apolíticos”, pasan a ocupar lugares estratégicos convirtiendo en al-
gunos casos su “participación” en una especie de colaboración política.
La manzanera no debe intentar acceder a lugares de poder, expresado en
la poesía con el eufemismo “sin desear altas esferas”. Tampoco es bueno
que adquiera algún “saber” sobre partidos políticos; ella debe limitarse a uti-
lizar “su rara sapiencia”. Los valores morales construidos en base a la imagen
de mujer solidaria se consideran excluyentes del mundo de la política. Quien
da por amor, solidaridad, sensibilidad, no puede ni debe participar del
mundo de la política. También se plantea aquí la oposición excluyente
amor-solidaridad/corrupción-clientelismo. La expresión “rara sapiencia”
nos remite al folleto oficial de promoción del Plan Vida donde el gobierno
provincial, que aparece como emisor en tercera persona, hace referencia a la
“profunda sabiduría” de nuestras mujeres. Si bien las mujeres son capaci-
tadas para ser manzaneras, el saber transmitido está destinado a reforzar un
saber intuitivo y emocional que les es atribuido naturalmente a las mujeres: la
preparación de alimentos, la crianza de los niños y la educación.
En cada uno de los diarios del Plan Vida las emociones son puestas de
manifiesto. En el primer número se publica una nota titulada: “Manzaneras
ciudadanas solidarias: Manzaneras de Mar del Plata se reunieron en un al-
muerzo, en donde fueron reconocidas como Ciudadanas solidarias”. En
la misma página una nota menor se titula: “Se entregaron diplomas a manza-
neras en Florencio Varela”. La nota no explica qué tipo de diplomas y si te-
nían alguna relación con el reconocimiento de las manzaneras como
“ciudadanas solidarias”. Pero la noción de diploma es la de un reconoci-
miento oficial que se otorga a alguien por haber adquirido algún tipo de
saber y está íntimamente relacionada con la idea de capacitación. El texto re-
lata lo siguiente:

“Una manzanera cuenta que según su experiencia es importante tener paciencia


y transmitir esperanza y energía para salir adelante. Ella nos dice que ser manza-
nera es ser voluntaria, es tener un proyecto social” (destacado mío).

El diario número cuatro publicó un “Poema recitado en homenaje a las


ciudadanas solidarias de la provincia de Buenos Aires”. En el número cinco
aparece un poema escrito por una señora del barrio “X” dedicado a las man-
zaneras de su zona12. Transcribo a continuación un fragmento:

12 En este número también aparece una nota titulada Consejos por la tele anunciando un programa
televisivo donde un reconocido médico argentino se dirigiría a las manzaneras “el Dr. Cormi-
110
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

“No somos profesionales


damos sin recibir.
No cobramos por hacerlo,
se nos trata injustamente,
pero con orgullo decimos:
Adelante manzaneras!
Es el amor que nos mueve,
a hacerlo de esta manera.”

El diario número siete publicó una carta de las manzaneras de Pergamino,


encabezada de la siguiente manera: “Querida amiga y compañera Chiche:...”,
lo cual aparece como una testificación de la relación de afecto, confianza y
proximidad entre Hilda González y las manzaneras. El diario número ocho
contiene las siguientes notas “Poema de las manzaneras de San Carlos”,
“Una comadre cuenta su experiencia” y “Carta de las manzaneras del barrio
‘X’”. El número nueve difundió dos poemas firmados por manzaneras -uno
de ellos es un acróstico que forma la palabra MANZANERA-, y un poema
de un manzanero acompañado de su foto. El número diez presentaba “Un
poema para festejar”, también de una manzanera. El número once publicó
una página con dos poemas y una carta. Esta última se titula “Mi gran vida” y
es el relato escueto de una mujer que se recuperó de una depresión partici-
pando del Plan. Uno de los poemas se titula “VIDA” y es el reciclaje de un
poema publicado en el diario número cinco del cual se seleccionaron al-
gunos párrafos y se cambió el lugar de origen del autor/a y se omitió su
nombre. Uno de los párrafos elegidos fue el que cito más arriba cuando me
refiero al diario cinco, donde se resalta el trabajo gratuito, la incomprensión,
y el amor como motivo que lleva a la acción.
La preocupación por sostener y valorizar esa imagen de solidaridad, de-
sinterés, amor y transparencia que se les adjudica a las manzaneras se pone
de manifiesto también en un aviso -diario número once- donde el CPFDH se
responsabiliza por algunas irregularidades en la entrega de alimentos y re-
confirma su apoyo y agradecimiento a las “trabajadoras vecinales”. Así
como se refuerza una imagen solidaria, se le adjudican a la mujer valores mo-
rales que supuestamente estarían ausentes en el hombre. Esto las ubicaría en
un plano moral superior que, según lo declarado por varios funcionarios del
CPFDH, habría sido el motivo de la elección de mujeres para llevar adelante el
Plan.

llot en su programa que se transmite por el canal 9, hablará los viernes para las mujeres del
Vida, de las Unidades de Desarrollo Infantil y del Servicio Alimentario Escolar, todo lo rela-
cionado con estos temas de la capacitación (Diario Vida Nro. 5).
111
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

¿Por qué las manzaneras deben ser de sexo femenino?


La justificación de incluir exclusivamente mujeres para llevar adelante el
Plan alimentario Vida se dio a partir de la mención en los discursos oficiales
de valores biologizados considerados propios del sexo femenino y de una in-
vocación constante a los sentimientos. La mujer como reproductora de la
especie ha sido comúnmente asociada a la naturaleza. A los supuestos instin-
tos y virtudes “naturales” de las mujeres les fueron asociados valores que por
ser naturales también serían universales. Por ejemplo, la solidaridad adjudi-
cada a las mujeres bonaerenses es claramente un valor social, pero al estar re-
lacionada con “la lucha por nuestra cría”, adquiere una fuerza argumentativa
que proviene de una supuesta universalidad de ese sentimiento y de la certe-
za producida por lo dado, aquello que está fuera de discusión. La lucha por
nuestra cría se exhibe no solamente como algo que comparten todas las mu-
jeres, sino todas las hembras. En otras palabras, se trata de la descripción en
términos biológicos de un problema social. Esto deshistoriza y descontex-
tualiza los valores y los sitúa en el plano de lo incuestionable adquiriendo de
esta manera un significado cercano a lo sagrado.
En entrevistas con los técnicos aparecen respuestas que combinan cues-
tiones prácticas, representaciones previas de lo que es una mujer y también
valores morales como la honestidad, que se consideran más propios de las
mujeres que de los hombres. Cada una de estas justificaciones al mismo
tiempo que crean una determinada imagen de mujer, refuerzan la impor-
tancia adquirida por las mujeres en esta experiencia inédita en la provincia de
Buenos Aires:

“Se eligieron mujeres porque [...] se sabía que iba a ser incuestionable eso. Hay
varones, pero es un porcentaje más pequeño y porque además entendíamos que la
mujer iba a ser más honesta, iba a transparentar mejor el recurso” (Directora del
Plan Vida, profesional de las ciencias sociales. Destacado mío).

“[…] digamos es a mujeres por diversos criterios. Por un lado porque estamos
trabajando con población materno-infantil. […] Por otro lado también el hombre a
veces no tiene intención de hacer este trabajo, no te olvides que es un trabajo absoluta-
mente voluntario, el camión con la leche todos los días, le llega a las 5, 5:30 de la ma-
ñana[...]” (Director del Plan Vida, profesional de las ciencias sociales. Destacado
mío).

“Y el haber optado por esto, porque el articulador sea una mujer, […] del ba-
rrio, una vecina, da transparencia, honestidad. No se va a quemar, porque además
no se lo permitirían los vecinos, nunca, yo nunca vi un programa así. […] O sea el
valor económico es la leche, pero en realidad cómo cohesiona socialmente, ¿no? Y ellas
son un vínculo fuerte. Difícil, eh, difícil porque ese rol se construyó casi solo, nosotros

112
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

le dimos el puntapié, pero después ellas siguieron como pudieron” (Técnica Plan
Vida, profesional de las ciencias sociales. Destacado mío).

“No, no es que se eligen [mujeres], hay también trabajadores vecinales le lla-


mamos nosotros, trabajadoras, y trabajadores hombres menos cantidad. Lo que
pasa es que normalmente han sido mujeres porque son quienes tienen más tiempo
y quienes de por sí tienen otra vocación para lo social, ¿no? […] se han propuesto
ellas para trabajar en esto que es una tarea que si bien es solidaria y es ad honoren,
es una tarea que requiere un esfuerzo porque la persona pone su casa y entrega
desde su casa los alimentos. Entonces deben todas las mañanas recibir al lechero y
repartirlo. La mujer en realidad tiene esa vocación hacia la caridad social y aparte
la mayoría tiene más tiempo, en general” (Consejera Ejecutiva, maestra. Desta-
cado mío).

Desde el discurso oficial se consideraba que el “éxito” de los programas


sociales fue debido a que partían de una concepción de la mujer como eje de
la familia y generadora de principios éticos y morales. Pensar a las mujeres
como las destinatarias naturales de este trabajo se desprendía como una con-
secuencia lógica de esta visión.

Las manzaneras y la política


Hasta el momento he mostrado cómo se construye una determinada imagen
de mujer a través de la implementación de los programas sociales de la provin-
cia, quiénes son las mujeres que en ellos participan y qué roles les son oficial-
mente asignados. Una de las constantes es la oposición de valores positivos a
“lo político” en tanto portador de valores negativos: no político/político, soli-
dario/político, desinteresado/político. Examiné también cómo desde los dis-
cursos estatales, actos políticos y desde los programas del CPFDH, se instituyó
una imagen despolitizada de las mujeres. Pero en el día a día de las manzane-
ras, en la interacción concreta con sus vecinos y otros agentes políticos que
inevitablemente aparecen, la pretendida figura solidaria y no conflictiva de la
manzanera revela otros contenidos13.

13 Esta red de mujeres solidarias no nace en un contexto social totalmente desarticulado tal
como lo consideran las nuevas teorías sobre política social del BID y el BM, sino que se super-
pone a redes político partidarias ya existentes, que si bien pueden estar debilitadas por un des-
creimiento generalizado sobre los partidos políticos -sobre todo si se compara con otros
momentos de la historia argentina-, continúan funcionando como una forma de participa-
ción de la “sociedad civil”. El problema de este enfoque radica principalmente en que consi-
dera este tipo de participación, controlado por los partidos políticos, que en forma acusatoria
se denomina clientelística, como un obstáculo para el “verdadero” ejercicio de la participa-
ción ciudadana. El Partido Justicialista en particular posee un sólido contacto con las clases
populares -una de sus premisas principales es precisamente “estar cerca de la gente”- y así se
organiza. Cada barrio, cada municipio, posee un agente articulador entre los diferentes nive-
les de la política formal (provincial y municipal) que los funcionarios del CPFDH denominan
113
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

Toda la publicidad gubernamental, el fortalecimiento de la figura de las


manzaneras que los propios técnicos del CPFDH generaron y el apoyo con-
creto que desde este organismo se les dio, logró la identificación de muchas
de estas mujeres con aquel estereotipo idealizado de mujer voluntaria. Así,
muchas de ellas comenzaron a hacer uso efectivo de las facultades que su “tí-
tulo” de manzaneras les otorgaba. Una de las técnicas del Plan Vida cuenta
un episodio donde estas mujeres realizaron un reclamo directo a las autori-
dades municipales, entrando de esta manera en el terreno prohibido de la
política:

“[…] pero, por otro lado se crea un espacio de micropoder, lo acepten los funcio-
narios o no, ese poder está, entonces en esa práctica las mujeres se van transformando
y empiezan a reclamar. Suponete, algo que, yo por lo menos nunca lo había visto,
desde el programa se hacían evaluaciones donde en el frente estaba el intendente,
todos los secretarios de la producción, de acción social. Las mujeres se paraban y les
decían: - En el barrio nuestro falta tal y tal cosa, la salita está para la miércoles, etc.
- No, pero si ahí hay un pediatra que hace seis horas por día… - Mentira, le decían
y se lo decían en la cara. O sea, esa interpelación tan directa al poder; está bien, por
ahí la mujer volvía y seguía sin tener el pediatra las horas que tenía que estar, pero
empezaba a hacerse un uso de su ciudadanía, entendés. Tampoco es que ellas sean
conscientes…. Pero a la larga se va produciendo” (Técnica, profesional de las cien-
cias sociales. Destacado mío).

Éste es uno de los casos donde las oposiciones alrededor de las cuales se
construye la imagen de la manzanera, muestra que en la práctica los términos
solidario/político no son necesariamente excluyentes en tanto las manzaneras
son parte, aunque de forma ambigua, de la estructura gubernamental. Ampa-
radas bajo las normas que instituyeron su función, el apoyo técnico por parte
de los funcionarios del CPFDH y la legitimación simbólica de la propaganda
oficial, su participación se hace efectiva. Pero, cuando se rompe con la con-
cepción de “participación” de los programas sociales, e intentan intervenir en
el espacio público politizado se enfrentan con la estructura política del partido
y con la estructura burocrática oficial que marca los roles de cada uno creando
nuevamente los límites desdibujados que separan lo público de lo privado. Las
manzaneras tienen acceso a un espacio público que se agota en “lo social”, con
dificultades para acceder al público que incluye “lo político”.
Otro caso que muestra las luchas generadas por el pretendido aparti-
dismo fue el reclamo de los dirigentes del Partido Justicialista después de la
derrota electoral de la lista encabezada por Hilda González. Mientras el go-
“referentes naturales” o “referentes municipales”. Este aspecto se torna particularmente re-
velador en el intento del gobierno duhaldista de instaurar en cada municipio un referente fe-
menino denominado “Consejera Consultiva”, iniciativa que poco tiempo después fue
abandonada por generar conflictos con las redes de participación política existentes.
114
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

bernador Duhalde declaró públicamente que ninguna manzanera tenía de-


recho a hacer uso político del Plan Vida, calificando de “hijas de mala
madre” a aquellas que así lo hicieran, según información publicada en diarios
nacionales, hubo manzaneras que fueron amenazadas de ser separadas de
sus cargos después de los resultados de los comicios. Se les adjudicó la res-
ponsabilidad de la derrota, acusándolas de no haber sabido hacer uso polí-
tico del programa. Esto fue confirmado por personal del CPFDH:

“[…] después se sorprenden que pierden las elecciones, pero en muchos lados se
las culpó a las manzaneras… fue horrible para ellas.
P: ¿Quién culpó a las manzaneras?
R: Y en general los dirigentes, los militantes, los punteros” (Técnico Plan Vida,
profesional de las ciencias sociales).”

“… y las hicieron hasta responsables de la derrota del oficialismo en las legisla-


tivas del año pasado y ellas estaban, se sentían mal, muyyy mal” (Técnica del Plan
Vida, psicóloga).

En la provincia de Buenos Aires profesionales técnicos formados en


ciencias sociales instruyeron a mujeres de los barrios, donde los programas
sociales iban a ser aplicados, para distribuir los alimentos y hacer un trabajo
básico de asistentes sociales, controlando la salud de la población, casos de
violencia, etc. El énfasis en la solidaridad, la presencia de especialistas de lo
social y la naturalización de las tareas femeninas en los discursos del gober-
nador y del nuevo grupo de mujeres que se desempeñaba en “lo social” es-
taba destinado a la “despolitización” de las políticas sociales. Pero con la
esperanza de que este trabajo, supuestamente no contaminado con intereses
partidarios, se refleje en algún momento en la cantidad de votos14. Cuando la
“despolitización” no se tradujo en votos esta forma de hacer política fue du-
ramente criticada. Las manzaneras representaron el intento de despolitiza-
ción de una parte de la red política del Partido Justicialista como una forma
de convertir necesidades específicas en intereses generales con base en el
concepto de solidaridad y de participación. Su inclusión en la política junto
con la producción simbólica de una imagen de mujer vinculada a mandatos
biológicos, portadora de una misión espiritual y asociada a los valores más
tradicionales -como la tierra, la familia, el arraigo, la identidad provinciana-
fue utilizada para oponerse a los intereses considerados mezquinos y perso-
nalizados del mundo de la política.

14 En una entrevista con el diario Página 12 el gobernador declaró que quería despartidizar
programas como el de las manzaneras, reconociendo luego que “Para que me voten a mí lo
que más me conviene es que el plan funcione y no que lo maneje el partido” (Página 12, 30
de Agosto, 1996).
115
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

2. Las Consejeras Ejecutivas: un grupo de mujeres


amigas de la Señora

“… digamos que son de niveles sociales más humildes estas, porque aquellas eran
todas “Señoras de…”. Ahora también acá hay algunas, las esposas de, pero son las
menos, la mayoría son…maestras. Yo rescato mucho que hayan progresado tanto en
este gobierno” (Secretaria de Consejera Ejecutiva).

Todo comenzó en un lugar y en un tiempo relativamente remotos. Fue en


Lomas de Zamora y por los años 70 cuando Hilda González ya era la esposa
del intendente del distrito. En aquel entonces las Consejeras, según cuentan,
estaban trabajando en “lo social”: maestras, catequistas, amigas de la Señora
que trabajaban ad honorem en la Fundación de Lomas de Zamora. Pero, a
través de la esposa del gobernador tuvieron la posibilidad de trabajar en “lo
social” desde las oficinas del CPFDH. Las Consejeras Ejecutivas represen-
taban, al igual que las manzaneras, otro de los casos donde la oposición polí-
tico/no político se pone de manifiesto. En este caso lo no político era
justificado por una trayectoria de trabajo social voluntario, muchos años de
docencia y una amistad personal con la esposa del gobernador basada en la
“lealtad”. Esto les impedía tener aspiraciones políticas propias sin correr el
riesgo de ser separadas de sus cargos15.
Las Consejeras Ejecutivas ocuparon un lugar muy diferente al de las man-
zaneras. Ellas eran “las amigas de la Señora” y, según la mirada de los téc-
nicos y funcionarios de planta del CPFDH eran las figuras políticas del
organismo. Su relación de amistad con Hilda González las colocaba como
políticas ante los ojos de los demás, y como no políticas -en el sentido de no
aspirar a ascender políticamente y no poseer un pasado de militancia- ante sí
mismas. Aunque en oposición a las manzaneras ellas ocuparon altas esferas,
el poder que detentaban no les pertenecía totalmente, estaban allí para cola-
borar con el proyecto “del gobernador y su esposa”. Fueron elegidas de
acuerdo al grado de confianza que Hilda González tenía en ellas y durante su
gestión debieron mostrar lealtad16. Igualmente hay algunos puntos que las
acercaban al ideal de manzanera y estaba relacionado con sus antecedentes
de trabajo social voluntario y al hecho de haber sido convocadas para “parti-
cipar” en un proyecto donde su rol era establecer contacto con los munici-
pios pero, siendo fieles al proyecto del cual formaban parte.

15 Lealtad es un término caro al peronismo. La falta de lealtad es considerada una traición. El


significado de la palabra dentro del partido tiene su origen en la manifestación popular del
17 de octubre de 1945, que Perón declaró más tarde Día de la Lealtad. Lealtad del pueblo
hacia Perón y hacia la patria.
16 En una entrevista Hilda González declara que tiene catorce manos derecha, una funciona-
ria en cada área del Consejo. Revista Viva, diario Clarín, febrero, 1997.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Ellas se consideraban “no políticas”. La confianza y la incondicionalidad,


características de la amistad y la relación próxima que las unía a Hilda Gon-
zález, eran las actitudes que les garantizaban el lugar que ocuparon:

“Ella es la que idea todo, y nosotras creemos en lo que ella quiere hacer y en el proyecto
de él, que por supuesto es de ella también. Nosotras los ejemplos los recibimos de ella,
somos de la misma manera que es ella. Tratamos de transmitir, cuando nos reunimos con
las manzaneras, el mensaje de ella. […] Yo estoy trabajando para ellos, yo soy incondi-
cional” (Consejera Ejecutiva, ama de casa).

“Vos notás mucha sencillez, mucho afecto en una tarea que casi es tomada como
una tarea a compartir, a eso voy. Y rodearse, bueno, de las Consejeras que son las
que llevan adelante esto, digamos. Las políticas del Consejo, entre comillas, también
vienen de esa estructura, no vienen elegidas de una estructura partidaria y eso tam-
bién ha provocado bastante. […] Yo creo que funciona como se puede. Chiche lo que
tiene es ese grupo de personas a las que les tiene absoluta confianza y que un poco le
ponen la oreja en cada distrito para ver qué es lo que está pasando…” (Directora de
Programa, profesional de las ciencias sociales. Destacado mío).

Entre las catorce Consejeras que tenía el organismo, había trayectorias va-
riadas. Algunas de esas mujeres tenían mayor independencia en sus decisiones
por haber transitado otros caminos o por ser las esposas de algún funcionario
importante. Pero, la mayoría eran docentes y, como ellas mismas declararon,
estaban allí por ser amigas de la esposa del gobernador17. Si bien por un lado
consideraban su lugar en el CPFDH como un cambio significativo en sus vidas,
por otro trazaban una continuidad con sus experiencias anteriores, y era ese el
argumento que la mayoría de ellas utilizaba para justificar el hecho inédito de
estar ocupando un lugar absolutamente relevante en el escenario de la política
provincial. Algunas lo consideraban como un simple cambio de lugar de tra-
bajo y situaban su tarea en el plano de un compromiso personal con la esposa
del gobernador:

“[…] cuando el gobernador asume, la Señora me propone venir a trabajar a La


Plata con ella. Bueno, primero fue un poco de miedo ¿no?, porque una cosa es tra-
17 Es importante reflexionar sobre el sentido que tiene la “amistad” que une a Hilda González
con las Consejeras Ejecutivas. Esta “amistad” se acerca a lo que Wolf denomina instrumental
friendship (Wolf, 1966). La característica más importante de este tipo de relación es que a pe-
sar de ser instrumental debe permanecer un mínimo de afecto, que si no está presente debe
ser “simulado”. En caso contrario el vínculo amenaza con disolverse. El afecto es un recur-
so que posibilita mantener una relación de “confianza” y balancear una situación asimétrica
que puede disolver el vínculo. Las Consejeras Ejecutivas, además de mencionar su amistad
con Hilda González, se refieren a ella como “la Señora”, lo que muestra que lejos de ser una
relación de iguales, una de las partes ocupa una importante posición de poder en relación a
la otra.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

bajar a través de una fundación ad honorem, tres años trabajé ad honorem para ella,
pero son experiencias distintas porque uno ahí se siente ligada moralmente, pero no
hay otro tipo de presiones, ¿no? Pero venir acá, ya con un sueldo, trabajar para la
provincia, era todo una experiencia que para mí era inédita, puesto que yo nunca lo
había conocido antes” (Consejera Ejecutiva, ex catequista. Destacado mío).

El compromiso personal con “la Señora” aparece más claramente en otro


de los testimonios:

“Soy de Lomas. No, yo no soy una persona política. Vivo cerca de la casa de la
Señora. Cuando Duhalde era intendente, éramos un grupo de amigas. La Señora
quería hacer un jardín de infantes que sea gratis. Entre las amigas que teníamos
chicos decidimos crear un jardín de infantes municipal. Un grupo de mujeres amigas
de la Señora” (Consejera Ejecutiva, ama de casa. Destacado mío).

Cuando comenzaron a trabajar en la ciudad de La Plata, en el CPM, su


tarea era recibir las cartas con pedidos dirigidos al gobernador o a su es-
posa y atender los casos personales. Luego fueron responsables por pro-
gramas sociales específicos. La implementación de los programas
provinciales exigía un acuerdo con el municipio. Así, pasaron a ser las en-
cargadas de realizar los “contactos” y negociaciones político-partidarias en
los distritos donde los programas iban a ser implementados. Después de la
derrota del Partido Justicialista en las elecciones legislativas de 1997, hubo
una crisis interna y una gran discusión acerca de por qué se habían perdido
las elecciones. Esto se reflejó en modificaciones dentro del CPFDH, y la
función de las Consejeras Ejecutivas vuelve a cambiar. De esa fecha en
adelante tuvieron a su cargo distritos y no programas, asegurando de esta
manera la continuidad de los contactos y una referencia política fija en cada
municipio. A cada Consejera le correspondía un determinado número de
distritos con los cuales debían asegurar una buena relación política y un
contacto constante. Eran las representantes oficiales del CPFDH y se consi-
deraban las representantes de “la Señora”.
Una breve trayectoria de algunas de las Consejeras es importante para co-
nocer características de sus vidas que ayuden a entender cómo el CPFDH in-
tegró una forma de hacer política que reivindicaba una práctica social
moderna y gerencial con la trayectoria filantrópica llevada a cabo por estas
mujeres nucleadas por la esposa del gobernador. No me fue posible entre-
vistar a todas las Consejeras que trabajaban con Hilda González. Debido a
las críticas que recibió el organismo durante el período electoral y a las sos-
pechas permanentes que esto generó en ciertos espacios del CPFDH, el ac-
ceso a las Consejeras resultó difícil. De hecho solo fue posible en los casos
en que fui recomendada por una persona “de confianza”; aun así la entrevis-

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

tada medía cada una de sus palabras antes de pronunciarlas. La información


sobre estas mujeres también pudo ser rescatada de notas publicadas en los
diarios, que incluían detalles sobre sus vidas. Así, los siguientes extractos
combinan datos que surgieron de las entrevistas y de notas periodísticas.

Cristina Duhalde, hermana menor del gobernador. Su lugar de trabajo en


el momento de realizar mi investigación era el Instituto Provincial del
Empleo (IPE) que dependía del CPFDH. No me fue posible conocer con
exactitud su función. Era la responsable en el “aspecto político” por los dis-
tritos de José C. Paz, La Matanza, Malvinas Argentinas y Trenque Lauquen.

Cristina Lamari, ama de casa, conoció a “la Señora” porque sus hijos iban a
la misma escuela. “Nos conocimos como mamás”, “Cuando Duhalde era
intendente éramos un grupo de amigas”. Trabajó en la Fundación de Lomas
de Zamora. En ese momento tenía a su cargo los distritos de Zárate, Campa-
na, Pilar, 9 de Julio, General Rodríguez, Luján, Escobar, Salto, Roque Pérez,
25 de Mayo, General Alvear, Tapalqué. Estado civil: separada.

Lidia Lynch de Tempone, docente, compañera de trabajo de Hilda Gon-


zález. Esposa del entonces secretario privado de Eduardo Duhalde, Carlos
Tempone. A cargo de los distritos de Florencio Varela, Tigre, San Fernando.
Estado civil: casada.

Susana Rafetti, docente. Ex esposa del Secretario de Gobierno de Duhalde


en ese momento. Estado civil: separada.

Silvia Méndez, docente. “Trabajé durante mucho tiempo con la diputada


nacional Chiche Duhalde, primero por una cuestión de amistad y después
cuando tenía su fundación. Trabajé mucho en todo lo que hace al área social
de la fundación”. Estado civil: separada.
Teresa Loyola, docente, esposa del entonces Secretario Administrativo de
la Cámara de Diputados de la Nación, Ángel Estrada. Responsable por los
distritos de La Plata, Quilmes, San Martín, Vicente López y San Isidro.

María Teresa Castrillo, docente, laica consagrada18. Era considerada im-


pulsora de la vocación religiosa de una de las hijas del matrimonio Duhalde,
que había decidido consagrarse a la religión católica. En ese entonces era la
Responsable Ejecutiva del Área de Discapacidad.

18 Consagrada a la religión católica, pero exenta del uso de hábitos y de la permanencia en ins-
tituciones religiosas (conventos).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

Dora Ruano, docente, compañera de trabajo de Hilda González. Estuvo


afiliada a la Unión Cívica Radical. Es madrina de otra de las hijas de Duhalde.
Responsable por los distritos de San Vicente, Laprida, Coronel Suárez, Co-
ronel Brandsen, Coronel Pringles.

Élida Sorrentino, docente. Entró al Consejo como Secretaria de Actas, lue-


go pasó a ser Coordinadora de las “Consejeras Consultivas”. Responsable
por los distritos de Hurlingam, Morón y Ezeiza.

Ana de Paggi, catequista. “Yo tenía un conocimiento previo de la señora de


Duhalde porque soy amiga de la hermana del gobernador hace muchos
años, y en una reunión familiar cuando el doctor asumió la Vicepresidencia
de la Nación me entero que la señora piensa abrir una fundación en Lomas
de Zamora”. Se ofreció para trabajar ad honorem y luego fue convocada para
ingresar al CPM como integrante de la secretaría privada de la Señora. Era
responsable por el Área de la Tercera Edad. Estado civil: casada.

A pesar de que las informaciones sobre la trayectoria de las Consejeras es


heterogénea y fragmentada, es posible establecer algunas de las propiedades
sociales de este grupo. Una característica importante común a todas estas
mujeres es que eran de Lomas de Zamora, es decir, del Gran Buenos Aires.
Una de ellas opinaba que los habitantes de ese distrito poseen cualidades que
los distinguen: “[…] vos sabés que los lomenses somos tradicionalistas, cos-
tumbristas y muy enraizados a lo que hace a la historia del distrito […].” Es
importante destacar la oposición que existe entre la Capital Federal y el Gran
Buenos Aires. Estas mujeres tenían una característica común que las dife-
renciaba y las oponía a las primeras Consejeras Ejecutivas del CPM, cuyo
lugar de trabajo era la Casa de la Provincia en la Ciudad de Buenos Aires, en
lugar de estar en la ciudad de La Plata.
Algunos de los principios que organizaban esta red de mujeres eran: pro-
fesión, lugar de residencia, participación en tareas de beneficencia, amistad y
lealtad al gobernador y a su esposa19. A pesar de no haber realizado una reco-
lección exhaustiva de datos en este sentido, los principios organizadores de
la red, al estar presentes en la mayor parte de los miembros, muestran una
alta densidad de la misma producto de la relación entre ellos, más allá de que
la red posea un punto central, Hilda González, a partir del cual las relaciones
irradian o convergen. Igualmente, este centro no debe ser subestimado ya
que es el que activa las relaciones para alcanzar objetivos específicos. Otro
punto importante, pero que no analizaré aquí, es que la mayor o menor dis-

19 El concepto de “red social” es útil para analizar estos niveles de política no especializada o
transinstitucional (Barnes, 1969).
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

tancia de cada punto de la red con relación al centro modifica las relaciones
con los demás miembros.
Las Consejeras, a pesar de que su práctica estaba guiada por la lógica polí-
tica de los cuadros partidarios, defendían desde su discurso una forma de
hacer política social, según la cual las mujeres serían más aptas por su sensi-
bilidad. Sus experiencias las instalaban, desde su punto de vista, en un lugar
privilegiado porque la “educación está relacionada con lo social”, y “es una
forma de capacitar a la gente”, que es lo que marcaba la diferencia con las
prácticas políticas consideradas “clientelísticas”. Al ser la mayor parte de
ellas docentes y mujeres, todas tenían de este modo experiencia en “lo so-
cial”:

“[…] le ponemos un poco ese ingrediente que tenemos las mujeres de la transpa-
rencia, del tesón, del esfuerzo, del sentimiento, recuperamos la mística en muchos as-
pectos. Yo creo que se puede gerenciar la política de una forma diferente, sobre todo
con la participación de la gente. Yo creo que el tema de la solidaridad y la participa-
ción tienen que ser ejes importantes para que la gente vaya teniendo en cuenta y basar
todo en la capacitación. Nosotros a pesar de tener la asistencia social directa de correr
ante una prótesis, un medicamento, un techo que se cae a una familia, también te-
nemos el desarrollo humano” (Consejera Ejecutiva, maestra. Destacado mío).

Aquellas mujeres que provenían de un ámbito religioso citaron su caso


como una prueba de que la acción social nada tiene que ver con la política,
sino con servir a los demás, con una misión y con el valor de la solidaridad:

“Con mis antecedentes vos te darás cuenta que yo no podría haber aceptado
nunca una orden de ‘dale a éste porque es de nuestro lado y a éste no le des, y si se
tiene que morir que se muera’. Yo no hubiera podido trabajar para ellos [para el ma-
trimonio Duhalde]. Pero hoy honestamente, con la sinceridad de una persona que se
declara católica, y que sigue pensando que el único que mueve nuestros destinos es
Dios, puedo decir que creo y que nunca realmente recibí de ellos una orden que no
fuera correcta, honesta y que lo que dicen hacia afuera es lo que nos bajan como línea
hacia adentro” (Consejera Ejecutiva, catequista. Destacado mío).

Con la esposa del gobernador como presidenta del CPFDH, las Consejeras
Ejecutivas controlando cada uno de los distritos de la provincia, con refe-
rentes femeninos en la mayor parte de los municipios y las manzaneras
como protagonistas del Plan articulador de todas las políticas sociales, la ac-
ción social en la provincia de Buenos Aires se convirtió literalmente en un
asunto de mujeres.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

3. Las referentes municipales20

U na de las tareas de las Consejeras Ejecutivas fue hacer los contactos con
el/la referente del distrito para la implementación de los programas del
CPFDH en los municipios y garantizar el buen funcionamiento político de las
políticas del organismo21. Siempre era necesario pasar por el municipio.
Los/as referentes municipales actuaban como articuladores entre el gobier-
no provincial y el gobierno municipal. Eran también los que dentro de su ra-
dio de acción tenían contacto directo con las personas. Por ejemplo, en el
caso del Plan Vida los/as referentes municipales eran quienes recibían los
datos del censo realizados por las manzaneras antes del inicio del plan. En al-
gunos casos esa articulación era realizada por la esposa del intendente que
ocupaba el cargo de Secretaria de Acción Social, imitando el esquema orga-
nizativo del gobierno provincial. Estos casos se dieron efectivamente en los
distritos de Zárate, Campana y Avellaneda, supuestamente, había muchos
más. Según una técnica del Plan Vida:

“[…] en la provincia se da mucho de que está el intendente y la esposa del inten-


dente es la Secretaria de Acción Social. Hay miles de Evitas repartidas en la pro-
vincia de Buenos Aires. ¿El modelo baja de dónde? Baja de acá, gobernador, señora
del gobernador, presidenta del Consejo que es la que se ocupa de la Acción Social en
la provincia de Buenos Aires. Esto se reproduce en los municipios y diría que debe
haber un 80% […].”

Los/as referentes municipales eran en su gran mayoría mujeres, pu-


diendo ser en algunos casos las esposas de los intendentes. Existía en ese
momento un programa del CPFDH que tenía contactos con diversos mu -
nicipios con el objetivo de crear organizaciones comunitarias en aquellos
lugares donde no existieran, u organizar a la población donde las organi-
zaciones existentes no estuvieran funcionando. También trabajaba en
colaboración con otros programas combinando objetivos de organiza-
ción comunitaria con alguna tarea concreta. De los veintiocho munici-
pios con los cuales estaba contactado, veinte de esos contactos eran ex-
clusivamente con mujeres. En cuatro casos aparecía el nombre de una

20 Referente y puntero político son dos formas de denominar a los mediadores entre la figura
del candidato y la del elector, aunque ambos no tienen exactamente el mismo significado.
Esta relación política de mediación es nombrada en términos acusatorios como “clientelísti-
ca”.
21 Según uno de los Directores Ejecutivos de Programa, ellos nunca hacían contactos con los
referentes municipales, “ni siquiera con el portero de la intendencia”. Lo técnico y lo políti-
co son estrictamente delimitados. Pero en el caso de directores de programas de mayor im-
portancia, como el Vida, ellos también resolvían algunas veces problemas “políticos”,
desdibujándose así el límite que para otros funcionarios era definitivo.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

mujer y un hombre, y sólo en los cuatro restantes el referente era un


hombre. Según una de las directoras del Plan Vida:

“[…] un agente municipal, según el distrito puede ser la esposa del intendente, la
Directora o Subsecretaria de Acción Social o de Salud, según por donde se decida
que va a entrar el programa, pero generalmente es Acción Social o Salud, o las dos
cosas”.

Había casos de municipios que poseían un Consejo de la Mujer o un Con-


sejo de la Familia, al igual que el gobierno provincial, por ejemplo Avellaneda y
Mar del Plata. En cambio, en Alajuela, el municipio elegido en esta investiga-
ción para observar la figura del referente municipal, no se daba esta situación,
ya que el intendente pertenecía a un partido político opuesto al que gobernaba
en la provincia. Para este caso particular el CPFDH tenía una referente, a la que
denominaré “Susana”, encargada de negociar políticamente la articulación de
los programas provinciales. La misma circunstancia se repetía en otros muni-
cipios cuyo intendente no era del Partido Justicialista.

Las Consejeras Consultivas


La tarea que en el momento de la investigación cumplían las “referentes munici-
pales” fue realizada durante los años 1995, 1996 y 1997 por mujeres denomina-
das “Consejeras Consultivas”. Cada distrito poseía una o más Consultivas que,
según una Consejera Ejecutiva eran las “mujeres políticas” de los municipios, y
fue ella misma quien durante un tiempo cumplió el rol de “Coordinadora de las
Consejeras Consultivas” de los distritos de la provincia. Su tarea era, en sus pro-
pias palabras, organizarlas y darles pautas de trabajo coordinado por el Consejo
para que sus trámites tuvieran un encuadre22. “Las Consultivas”, como son más
comúnmente llamadas, representaban su municipio ante el CPFDH. Otra mane-
ra de definirlas era “referentes locales”. Paradójicamente a la definición de “mu-
jeres políticas” que da la Consejera Ejecutiva, en el año 1997 la figura de las
Consultivas se eliminó porque, en palabras de Susana, el gobernador Duhalde:

“no quiere que la política interfiera en la acción social y las Consultivas habían
tenido problemas con los intendentes. Si eran del mismo signo político que el inten-
dente disputaban espacios de poder, y si eran de signos diferentes se enfrentaban. Y
para ser Consultiva hay que llevarse bien con el intendente” (destacado mío).

22 Durante el tiempo que la figura de la consultiva funcionó, el CPFDH contaba con una ofici-
na que era el lugar de trabajo de las Consultivas de toda la provincia cuando estas viajaban a
La Plata. En sus paredes se exhibía las fotos de cada una de ellas con un epígrafe que indica-
ba su nombre y el distrito que representaba.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

¿Qué significa en este contexto que la política no debe interferir en la ac-


ción social, cuando las Consultivas fueron consideradas “mujeres políticas”?
La oposición político/no político, asociada a la acción social, vuelve a apa-
recer en torno a otra de las figuras femeninas que conforma la red que arti-
cula las políticas sociales provinciales. Al igual que el perfil ideal diseñado
para instituir la figura de la manzanera, la “Consejera Consultiva” debía
cumplir con ciertos requisitos. Y los requisitos no cumplidos, que provo-
caron su destitución, coincidían con algunas de las características propias de
las manzaneras: no conflictivas y no disputar espacios de poder. En este
caso, ser política significa obedecer a las directivas del partido y no disputar
espacios de poder. La tarea de estas mujeres que ingresaron a las estructuras
burocrático-partidarias desde el Estado, desafió poderes y redes ya estable-
cidos, aduciendo una nueva forma de hacer política. En 1997, junto con la
supresión de la figura de las Consultivas, las Consejeras Ejecutivas dejaron
de ser responsables de programas sociales para estar a cargo de distritos.
Estos cambios se introdujeron después de la derrota del Partido Justicialista
en las elecciones legislativas de ese año. Una Consejera Ejecutiva justificaba
de esta manera la desaparición de la figura de las Consejeras Consultivas:

“[…] No en este momento no funciona. Estamos trabajando directamente con


los intendentes. O algunos referentes de la zona. Pero no […] eran nombradas por
decreto que cesaron el 31 de diciembre.
P: ¿Por qué dejó de funcionar?
R: No, simplemente, esteee, naturalmente hay referentes en cada distrito. Trabajamos
mucho con Consejeras Escolares, Concejales, con Directoras de Acción Social y en mu-
chos casos ... hubo unas que trabajaron muy bien, pero hubo otras que generaron con-
flictos. Se enfrentaban con los intendentes o dentro del mismo partido, entonces nos pareció
que… Aparte teniendo la red armada de mujeres es como que esto va fácil […]” (desta-
cado mío).

A pesar de haber desaparecido formalmente o no ser reconocidas con ese


nombre hay municipios donde existen referentes que se asemejan en mucho
a aquellas Consultivas destituidas. En el próximo punto analizaré cuál es el
perfil de Consejera Consultiva que le permite continuar ocupando ese cargo
provincial y ser el vínculo entre el municipio y la provincia.

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

Alajuela: un caso particular


El primer contacto en mi trabajo de investigación fue “Susana” la referente
municipal, o como ella se autodenominaba “representante del CPFDH en
Alajuela”. La conocía desde hacía varios años, lo cual facilitó mucho mi in-
serción en el CPFDH cuando comencé la investigación en la ciudad de La Pla-
ta23. En las entrevistas con ella fui adquiriendo las primeras nociones sobre la
política del Consejo. Era difícil para mí entender cuál era exactamente su
función. Sabía, por haber conversado con otras personas, que “Susana tiene
contacto casi directo con la Chiche, ella es la que baja todos los programas de
la provincia”. Susana tenía un cargo oficial, pero no un lugar físico desde
donde realizar su trabajo24. Me contó que, a pesar de que todos los progra-
mas “se bajan” por el municipio, nada podía hacerse sin haber sido previa-
mente consultado con ella. ¿Era así que el gobierno provincial organizaba su
política social en todos los municipios? No, ese era el caso de Alajuela. En
otros lugares se organizaba de manera diferente; según Susana, es como que
las cosas están hechas “a medida”. Luego me aseguró que el cargo de ella es
provincial, pero con una fuerte relación con el municipio. Diferente de otros
lugares donde los referentes municipales ocupaban un cargo municipal.
En 1986, cuenta Susana,

“[…] me empiezan a pedir cosas para la plataforma electoral […] Llegó el 87,
ganó el intendente del partido y me ofrecen la Secretaría de Educación sobre la base
de lo que yo había preparado. Y ahí sí, ya entro a militar, pero desde lo técnico, no la
militancia esa … lo que se entiende o lo que se entendía por militancia; hoy ya sa-
bemos que es otra cosa, que ya no es solamente ir a la casa de los barrios, que no es re-
partir la boleta; la militancia es mucho más profunda, ¿no? Es una tarea de servir
realmente desde el lugar donde estás y teniendo claro cuál es el objetivo de la ideología,
¿no?”

Ella concibe este momento como decisivo en su participación dentro de


la política:

23 “Susana” es hija de descendientes de inmigrantes españoles e italianos. Su madre, al igual


que sus tías, fueron maestras. Su padre era sastre. Ella también estudió magisterio. Trabajó
en escuelas primarias y luego en “escuelas profesionales”, donde se enseñaba la práctica de
oficios. También se desempeñó como profesora en escuelas de nivel terciario y estuvo al
frente del Centro de Investigaciones Educativas de su ciudad. En 1973 comenzó a partici-
par en actividades gremiales. Fue Secretaria General del gremio de docentes de Alajuela. En
1987 asume como Directora de Educación del Gobierno Municipal, finalizado su mandato
se convierte en asesora de un diputado provincial. En 1993 asume como Concejal, desde
este cargo realiza los primeros contactos con el CPM. “Susana” está casada y tiene cuatro hi-
jos. Su esposo es periodista y también participa en actividades políticas dentro del Partido
Justicialista.
24 A principios del mes de noviembre de 1998 el CPFDH instaló una oficina en Alajuela.
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

“Yo creo que mi salto a la política fue como Directora de Educación, yo creo que
la gente vio, ahí estabas en la vidriera…”

Terminada su gestión en el área de Educación, que evaluaba como muy


positiva, comenzó a desempeñarse como asesora en la Cámara de Dipu-
tados de la provincia, a pedido del ex intendente. Esta última tarea también
la consideraba positiva y a eso atribuía el ofrecimiento posterior para ser
concejal. Según su relato, en un principio Susana rechazó tal ofrecimiento
argumentando que no le gustaba ser concejal. El contraargumento de
quienes intentaron convencerla, era que ocuparía el sexto lugar de la lista y
no iban a entrar más que cinco. Entonces asintió, “pero no convencida,
porque no quería ser concejal, me gustaba más lo que hacía…”
El resultado de las elecciones determinó que correspondían seis conce-
jales al Partido Justicialista y Susana debió ocupar su cargo. Los primeros
meses no se encontraba cómoda. Al principio estuvo esperando el mo-
mento en que “iban a comenzar a hacer algo, pero debía esperar a que lle-
guen los expedientes”, hasta que “decidió no esperar más” y comenzar a
realizar las cosas que estaban a su alcance porque ésas “son instituciones
en las que nadie quiere que el otro sobresalga”. Comenzó a ver que la gente
presentaba muchos problemas que desde el lugar de concejal no podría re-
solver y así fue como decidió acudir a otros organismos y comenzar a “gol-
pear puertas”.
Su primer contacto con el Consejo -en ese momento Consejo de la
Mujer- fue en diciembre de 1993 cuando era concejal:

“Mi fuerte siempre fue la educación y la educación tiene que ver con lo social. En
ese momento se me empezó a acercar gente y me era difícil encontrar respuestas a las
demandas. Entonces me acerqué al Consejo de la Mujer y hablé con Silvia Méndez
[Consejera]. Quería encontrar respuestas para la gente que no tenía respuestas desde
la municipalidad. Entonces empiezo a gestionar cosas, en esa época, bajo el Pro-
grama de Violencia Familiar” (destacado mío).

La personalización de las relaciones en materia de política social, entre el


municipio y la provincia, centradas en su figura, se hacía evidente a medida
que avanzaba nuestra conversación. Ella “llevó” el Plan Vida a la ciudad pi-
diéndoselo a Hilda González. Como en principio la respuesta fue negativa,
le pidió a Cáritas (institución de beneficiencia perteneciente a la Iglesia Cató-
lica) que fundamente su pedido con un informe sobre los sectores pobres de
la ciudad25. Alajuela fue el primer municipio con pocos habitantes (alrededor
de 90.000 en el casco urbano) en el cual se implementó el Plan Vida. Y de

25 La denominación Cáritas hace referencia a la caridad.


126
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

esta manera, según su versión, llegó el Plan y demás programas a la ciudad de


Alajuela. Esto lo confirma en otra entrevista:

“Y entonces, después cuando termino en el ‘97 el mandato [como Concejal] me


ofrecen no sólo coordinar el Plan Vida sino todos los proyectos sociales de la Pro-
vincia”.
P: Pero esto es algo que no se ha dado en otro momento desde la municipalidad,
ni se da en otros municipios, ni tal vez tampoco desde la provincia.
R: No, no, no. Esto es, diríamos, es algo que ya lo veníamos haciendo como con-
cejal que vieron que daba resultado pero que tal vez es un poco, es como que están he-
chos a medida me da la impresión.”

La relación con cada municipio se organiza de manera diferente. Alajuela


parece ser bastante particular, primero por la presencia de Susana que articu-
laba las políticas de la Provincia con las de la Municipalidad a pesar de ser de
“signos políticos diferentes”, y segundo porque casi todo estaba organizado
y destinado a mujeres y, según ella, eso lo hace explícito porque los hombres
consiguen trabajo más fácil. También era ella quién, en combinación con el
municipio, contrataba personas para operativizar la implementación de los
programas, lo cual era útil para el crecimiento de su imagen política.
En el curso de una de nuestras conversaciones hubo varias interrup-
ciones, dos llamadas telefónicas y dos timbres. En una de esas ocasiones,
una mujer entró y reclamó por la pensión de “X”; Susana le respondió que
no tenía el caso en mente, pero que se ocuparía y le informaría cuanto antes.
Una de las llamadas telefónicas era de una de las “chicas” del “Equipo de
Distribución” de alimentos del Plan Vida. Susana me explicó que esas tam-
bién son todas mujeres y funcionan muy bien: “Si querés mañana las podés
acompañar”. A la mañana siguiente participé del recorrido en el que se en-
tregaron las raciones en el domicilio de cada una de las manzaneras. Le pre-
gunté cómo había seleccionado a las mujeres del “equipo de distribución”:
“Eran mujeres que yo conocía y que me habían pedido trabajo”.
En concordancia con el discurso del CPFDH, Susana declaró que ella
nunca conseguiría hacer política de la manera tradicional, haciendo refe-
rencia al intercambio de favores personales por votos. Dijo no estar de
acuerdo con la acción social directa:

“Cuando es necesario hay que hacerlo, pero eso solo no basta, a la gente hay que
capacitarla. Y ahí es donde entré a pensar en el Plan Vida que te hablaba el otro
día. A mí me parece que con el Plan Vida se puede lograr otra cosa, porque vos
bajás con la asistencia, pero a la vez bajás con una promoción del ser humano desde
chiquitito, de la madre embarazada. Ya bajás con todo un programa.”

127
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Capítulo 3: Una red femenina, miles de Evitas

Hay varias características de Susana que le permitieron permanecer como


referente municipal representando al CPFDH: su buena relación con el inten-
dente, su forma de hacer política y su apuesta a la “capacitación”. Para ella
hacer política es “servir desde el lugar donde estás, desde allí hacer lo mejor
posible”:

“Digamos yo no hago política a la manera tradicional, no voy a ir a golpear a la


casa, pedirle el voto. […] A mí me parece que el reconocimiento viene cuando vos
hacés un trabajo serio y cada vez lo complejizás más, les llevás más cosas, pero desde
el punto de vista de que lo estás promocionando, no porque a escaso tiempo de las elec-
ciones empezás a llevarles cosas. Eso a mí me parece nefasto, y no es hacer política,
alta política.”

Susana no tuvo dificultades con las autoridades del CPFDH ni con el in-
tendente, pero sí con otros militantes del Partido Justicialista que la conside-
raban una mujer que no sabía hacer política ni usar su capacidad para dar. El
término utilizado para la “acusación” fue que era una “técnica”y no una polí-
tica. La demostración de que eso era realmente así, ocurrió en las elecciones
legislativas de 1997: toda esa política social no se tradujo en votos. Fue acu-
sada dentro de su propio partido de armar una red solidaria para que el par-
tido opositor (UCR) ganase las elecciones. La opinión de Susana, en cambio,
es que técnico y político son cosas que no pueden estar separadas y se res-
palda en la imagen que tiene de la esposa del gobernador. Considera que
Hilda González hace política desde la promoción, no desde grandes dis-
cursos, sino llevando el tema a la práctica cotidiana. A su juicio, el CPFDH ha
sido reorganizado sobre la base del concepto de capacitación y es por eso
que, según ella, ni siquiera la oposición podía cuestionarlo.
La oposición político/no político está presente en forma constante en la
configuración de las relaciones entre los agentes que integran el CPFDH. Se
desdibujan los límites y se agudiza el conflicto a la hora de disputar espacios
de poder y de tomar decisiones, cuando la “participación” involucra as-
pectos relevantes. Allí, según la posición de cada uno de los agentes, téc-
nico/político, solidario/político, desinteresado/político, político/no
político, van a adquirir significados diferentes y van a ser utilizados para
acusar o defender formas de hacer políticas definidas como correctas o erró-
neas. La introducción de numerosas mujeres en las redes ya existentes de la
política provincial, con una propuesta de hacer política “despolitizando”
centrada en una imagen naturalizada y mitificada de la mujer, pone en discu-
sión y cuestiona el funcionamiento de formas, hasta ese momento legítimas,
y permite el crecimiento de figuras políticas por otras vías, como el caso de
Susana, que fue electa candidata a diputada en las elecciones internas del
Partido Justicialista en 1999.

128
© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Conclusiones
A lo largo de las páginas precedentes analicé tres espacios diferentes des-
de donde burócratas, políticos/as y periodistas ejercieron una fuerte in-
fluencia en la construcción de las identidades de género. Políticos/as y
burócratas, al tiempo que construyeron e institucionalizaron una identidad
femenina legítima, inauguraron una “nueva” forma de hacer política social,
o una forma de “despolitizar” la política intentando despolitizar lo social. En
este juego, las mujeres ocuparon la escena central y estuvieron del lado de lo
social como opuesto a lo político. Para que estas identificaciones y oposicio-
nes sean posibles, se invocaron varios argumentos. Por un lado, se apeló a la
imagen de un “eterno femenino”, manifestado en las asociaciones de la mu-
jer con una identidad biologizada y funciones sociales naturalizadas que la si-
tuaron como eje de la familia y generadora y sostenedora de los valores
morales de la sociedad. Por otro, se invocó la imagen de la mujer compañera
del hombre, con sensibilidad social y vocación de servicio consolidada en la
figura mitificada de Eva Perón. Y también fueron expuestos los argumentos
de las agencias financiadoras internacionales que proponían una nueva rela-
ción entre Estado y Sociedad Civil con la participación de los grupos a los
que se dirigieron las políticas focalizadas. La combinación y síntesis de estos
argumentos en las políticas sociales del gobierno duhaldista reforzaron den-
tro del Partido Justicialista una línea interna y crearon las condiciones de po-
sibilidad necesarias para la proyección política, en el ámbito nacional, del
matrimonio Duhalde. Pero, los valores morales en nombre de los cuales es-
tas políticas intentaron presentarse como “despolitizadas” no deben inter-
pretarse solamente como el resultado de una estrategia coyuntural puesta en
marcha por una necesidad de diferenciación. La forma de hacer política, li-
gada a esa imagen femenina, estaba en concordancia con la trayectoria del
grupo de mujeres que asumió la administración de las políticas sociales del
gobierno provincial, y muestra una de las maneras posibles de incorporar a
las mujeres en la política en nuestro país. Otro de los argumentos viables de
incorporación de las mujeres, que se diferenció del anterior y compitió con
él, fue el de la igualdad y los derechos que hizo efectiva la creación del Con-
sejo Provincial de la Mujer durante el gobierno de Antonio Cafiero. Aquellas
mujeres, portadoras de un capital simbólico adquirido por su acceso a la
educación superior, lejos de reivindicar a la mujer como compañera del
hombre y portadora de “sensibilidad social”, propusieron la igualdad de la
mujer en los planos económico, político, jurídico y cultural. En ese sentido,
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Conclusiones

la descripción y comparación de los dos grupos muestra que no hay una úni-
ca forma de hacer política para las mujeres y ni siquiera para las mujeres pe-
ronistas, a las que a menudo se las engloba en una denominación única que
hace perder de vista importantes diferencias.
En ese sentido, la referencia del título de este libro, “la política en feme-
nino” (en oposición a lo que podría llamarse una política de mujeres), pro-
pone discutir la idea de la existencia de una forma de hacer política que
podría ser considerada propia de un determinado sexo y mostrar cómo lo fe-
menino y ser mujer son construcciones que ciertamente tienen mucho que
ver con categorías biológicas, pero que están lejos de poder ser explicadas a
partir de ellas. El grupo de “amigas de la Señora”, que comenzó a participar
de las políticas provinciales durante el gobierno duhaldista, justificó su
nuevo lugar en el ámbito político y estatal desde una vocación por lo social y
una sensibilidad que describieron como características “femeninas” innatas.
Este argumento también sirvió para vindicar la pertinencia de la incorpora-
ción de las manzaneras.
Así, este trabajo al resaltar lo “femenino” de la política revela uno de los
opuestos del par masculino-femenino para poder mostrar la manera en que
estas identidades son construidas en lugares y contextos definidos. El aná-
lisis de los argumentos, las leyes, los símbolos y las justificaciones que le
dieron sentido a una forma de hacer política a partir de la construcción de
una identidad femenina sirve como estrategia para cuestionar la utilidad de
“la mujer” como categoría de análisis. Henrietta Moore (1991) llama la aten-
ción acerca del peligro de utilizar este concepto como una categoría analítica
de investigación antropológica y niega el potencial de expresiones como “si-
tuación de la mujer”, “subordinación de la mujer” o “hegemonía del
hombre”. La autora cita a Marilyn Strathern y Sherry Ortner, entre otras au-
toras, para afirmar que “Las imágenes, características y conductas normal-
mente asociadas a la mujer tienen siempre una especificidad cultural e
histórica. El significado en un contexto determinado de la categoría ‘mujer’
o, lo que es lo mismo, de la categoría ‘hombre’, no puede darse por sabido
sino que debe ser investigado.” (Moore, 1991:19-20). En otras palabras, para
demostrar la existencia de un grupo social es necesario explicar los procesos
sociales que lo hacen posible.

***

Si el sexo es una categoría a partir de la cual no es posible explicar por qué las
mujeres harían política de una determinada manera, tampoco es posible de-
cir que la historia por sí sola determina esas diferencias. Pero, a pesar de con-
siderar que no existe una forma femenina ni una forma peronista de hacer
política, la oposición mencionada entre lo político y lo social en este nuevo
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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

grupo de mujeres, la estrecha convivencia de ambas categorías y la recurren-


te mención a “Evita” cada vez que se habla de “mujeres y política” obliga a
tomar en cuenta su figura. Eva Perón inauguró una situación en la política
argentina que resignificó en forma notable la participación de las mujeres en
el espacio público. Este hecho dejó marcas que influenciaron a toda la socie-
dad, pero repercutió particularmente en la vida de las mujeres peronistas.
Las mujeres que acompañaron a Hilda González en las funciones burocráti-
cas, ante la necesidad de dotar de sentido un lugar que no respondía a ningu-
na de las formas tradicionales de acceso a la política, apelaron a su
“experiencia en lo social”, a la “sensibilidad femenina” y a su oposición a la
política y al feminismo. Opusieron a las funcionarias anteriores –a quienes
consideraban “feministas”- una propuesta de lo que debe ser y hacer una
mujer en la política y en la sociedad que les habilitó un acceso y una inclu-
sión legítimas. Medio siglo atrás, Evita también se enfrentó con las “feminis-
tas”, mujeres que pretendían tener acceso al mundo político, pero
legitimando su lucha con una trayectoria diferente, ligada a la militancia y a la
acumulación de capital intelectual1. Esto aparece claramente en la siguiente
frase de su libro La Razón de mi vida: “Confieso que el día que me vi ante la
posibilidad del camino ‘feminista’ me dio un poco de miedo. Qué podía ha-
cer yo, humilde mujer del pueblo, allí donde otras mujeres, más preparadas que
yo, habían fracasado rotundamente?” (Perón, 1951:265). En el caso de Eva
Perón la justificación de su lugar en la política se produce a través de una
transubstanciación de su imagen con la de Perón y la de ambos con el “pue-
blo”. A través del discurso de la emoción, con un fuerte énfasis en el amor y
en el sufrimiento, Eva hizo de ella misma una dirigente política “natural”
(Masson, 1998). Si bien también apeló a una imagen tradicional de mujer, de-
safió todos los roles femeninos legítimos de la época y creó una figura y un
lugar propios e inéditos.
Al contrario de Eva, cuyo trabajo social tenía una traducción política in-
mediata al declararse incondicional a Perón, su proyecto y su pueblo, Hilda
González intentó convertir su trabajo social en una actividad “apolítica”,
que por encima de todo interés partidario representaría intereses univer-
sales, incorporados en figuras femeninas. Para tal fin convocó a las “mujeres

1 Entre las mujeres que se destacaban en ese momento podemos mencionar a Alicia Moreau
de Justo, militante del Partido Socialista, quien en las primeras elecciones en que las mujeres
argentinas votaron, no acudió a las urnas porque había una orden de detención contra ella
del gobierno peronista (ver Cichero, M., 1994) ; Victoria Ocampo, miembro de una tradi-
cional familia argentina, se destacó por su labor en el ámbito literario y su influencia en la
sociedad argentina. En 1936 fue elegida presidenta de la Unión de Mujeres Argentinas,
cuyo objetivo inmediato era luchar contra la reforma, propuesta por la Acción Católica
Argentina, de una ley sancionada en 1926 referente a los derechos de las mujeres casadas.
Fue detenida y presa en 1953 durante el gobierno peronista (Ayerza de Castillo y Felgine:
1993); Julieta Lanteri, primera médica argentina, en 1919 fundó el simbólico Partido Femi-
nista Nacional y en dos oportunidades se presentó como candidata a diputada nacional.
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Conclusiones

bonaerenses” a “luchar por su cría”, a “pelear por lo que más les interesa: sus
hijos” y les reconoció aptitudes especiales: sensibilidad, solidaridad, voca-
ción de servicio y preocupaciones concretas. La identidad femenina legítima
que aparecía en los discursos del matrimonio Duhalde logró su objetivación
jurídica bajo la forma de las leyes que crearon los organismos estatales (CPM
y CPFDH), y de decretos que reglamentaron sus formas de funcionamiento.
Con la incorporación de las nuevas responsables por las políticas sociales al
CPFDH la participación de estas mujeres se burocratizó y la política, bajo la
consigna de la “despolitización” y en nombre de valores morales, se ejerció
desde un organismo estatal.
La creación del Plan Vida y la institucionalización de las manzaneras no
fue con certeza la primera experiencia de trabajo comunitario femenino en
la provincia de Buenos Aires. Un antecedente inmediato fue el programa
Trabajadoras Vecinales del Consejo Provincial de la Mujer durante el go-
bierno de Antonio Cafiero y existen otros similares, incluso durante go-
biernos de la Unión Cívica Radical. Pero sí fue la primera vez que las
mujeres se incorporaron en forma masiva a la implementación de las polí-
ticas sociales del gobierno, tuvieron un reconocimiento oficial explícito a
través de la construcción de una identidad femenina legítima de participa-
ción y, en muchos casos, tuvieron contactos directos con los/as funciona-
rios/as del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano. Las
manzaneras son un ejemplo de cómo una determinada imagen de mujer,
producida desde la legitimidad de la ley, la burocracia estatal y la propa-
ganda política encuentra su implementación concreta y su reinterpretación
práctica. Este momento inédito en la política provincial despertó con-
flictos al interior del peronismo suscitados por la reacción de los políticos
establecidos que sintieron amenazados sus espacios de poder por la parti-
cipación de agentes sociales hasta ese momento outsiders y que ahora ac-
tuaban legítimamente bajo la protección (¿política?) de la
“despolitización”. Las manzaneras se convirtieron en mujeres con pe-
queñas cuotas de poder, garantizada por su responsabilidad de distribuir
alimentos y controlar a otras mujeres, su capacitación y su contacto con el
organismo administrador de las políticas sociales, y amparadas en el argu-
mento biológico del instinto de protección de sus hijos y el argumento his-
tórico de la vocación por lo social.
La “nueva forma de hacer política” puso en relación a personas que, en
algunos casos perteneciendo al mismo partido político, se enfrentaron en
una disputa por espacios de decisión y por la legitimidad de su accionar. La
“red de mujeres” que se gestó se superpuso a una red existente en la que par-
ticipaban actores ya establecidos y con una trayectoria más amplia en la mili-
tancia partidaria (concejales, intendentes, punteros políticos). Estos
conflictos revelan que lo que podría considerarse como una forma femenina

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Laura Masson

de hacer política también está sujeta a los condicionamientos de una lógica


política más amplia y que las posibilidades reales de “participación” de las
mujeres en la política están distribuidas en forma desigual de acuerdo a sus
posiciones en la red. En el capítulo 3 registré la diversidad que existe en el es-
pacio de intermediación entre Hilda González y las manzaneras. A pesar de
que todas las mujeres se identifican simbólicamente con la misma imagen fe-
menina de sensibilidad social, vocación de servicio y solidaridad en general,
son las que se encuentran en posiciones altas o intermedias quienes tienen
mayores posibilidades de generar espacios independientes de participación
política, sobre todo cuando logran combinar capital simbólico ligado a expe-
riencias políticas previas con las ventajas de la posición que ocupan en la bu-
rocracia estatal. La consigna de la “despolitización” de las políticas sociales
tiene significados diferentes según el nivel en que las mujeres “participan”.
Mientras las Consejeras Ejecutivas y las referentes municipales están insertas
dentro de la estructura burocrática, reciben dinero por su trabajo y logran
convertir en varios casos su experiencia política en capital político, la posibi-
lidad de las manzaneras de capitalizar sus experiencias tiene los límites pro-
pios de su contexto. La preocupación desde el CPFDH por “capacitarlas” en
una tarea solidaria y legitimar su tarea desde esta perspectiva facilita su parti-
cipación en la comunidad donde viven, pero esta participación encuentra
barreras cuando se enfrenta al establishment político.

***

En el caso de los medios de comunicación, es importante reflexionar


sobre qué sucede cuando una figura política femenina entra en escena en la
política nacional. A pesar de las diferencias ideológicas y de las estrategias
opuestas de presentación de cada una de las candidatas, la forma en que se
construyeron las noticias durante la campaña electoral de 1997 se corres-
ponde con visiones de mundo anteriores al ámbito político y consagradas en
el sentido común de los/as argentinos/as. Los diarios buscaron a estas mu-
jeres en lugares clasificados socialmente como femeninos, aunque esto no
aporte una información trascendente a la noticia para iluminar el escenario
político: lo doméstico (su familia), al lado de un hombre (sus maridos), vin-
culadas a la infancia (fotos de cuando eran niñas). Las notas de la Revista No-
ticias y del diario Clarín (y también Página 12), a través de la forma en que son
construidas, remiten a las mujeres a lugares similares a los que son vincu-
ladas en los decretos y las leyes del CPFDH. Es difícil imaginar por ejemplo, o
al menos lo era en ese momento, que un diario publique dos fotos de in-
fancia para tematizar la candidatura de dos políticos a diputados nacionales.
Así como el sentido común, la historia es otro de los recursos de los me-
dios de comunicación para explicar el hecho inaugural donde las mujeres

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Conclusiones

ocuparon espacios tradicionalmente masculinos. Es necesario, no sólo para


las candidatas en su estrategia de presentación, sino también para quienes
producen las noticias, reconstruir la génesis de este “nuevo fenómeno”. La
pregunta más habitual es ¿dónde empezó todo? Aquí aparece el despliegue
de la simbología peronista a través de la cual es posible lograr que la más in-
sólita de las candidaturas sea naturalizada al situarla con relación al 17 de
Octubre del 45, la fábrica, los obreros, los humildes, Perón y Evita. Incluso
la historia de Graciela Fernández Meijide, la candidata que rivalizó con Hilda
González, es narrada dentro de los íconos históricos de la leyenda peronista.
Aunque la historia relativamente reciente de nuestro país obligó luego a la
prensa a hacer referencia a otras “mujeres” que irrumpieron en el espacio
público: las Madres de Plaza de Mayo. Allí, fue necesario ubicar a Graciela
Fernández Meijide en 1977, cuando su hijo fue secuestrado, porque la legiti-
mación de su participación política no provenía de la “sensibilidad por lo so-
cial”, sino de la “ética” vinculada a la participación en los organismos
defensores de los Derechos Humanos. Pero, actualmente es habitual ver, en
especial en los medios gráficos, una incansable insistencia en comparar a
todas las mujeres peronistas (y, a veces, también, a las no peronistas) con
Eva Perón. Pareciera que cada candidato del Partido Justicialista estaría obli-
gado a tener a su lado a su propia Eva y que todas las mujeres peronistas in-
defectiblemente deberían parecerse entre sí por imitación al modelo. Así, la
presencia de hombres y mujeres en el poder vinculados a través de “matri-
monios políticos” adquirieron en este contexto una naturalidad poco común
en otros escenarios políticos. Lo biológico, en tanto “natural”, y el pasado
(especialmente las narrativas sobre el pasado) parecieran ser los argumentos
disponibles para construir explicaciones inteligibles a la hora de legitimar y
legitimarse en las disputas por el poder.

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TORRE, Juan Carlos. 1995. “El 17 de Octubre en perspectiva”. En: El 17 de
Octubre de 1945. Juan Carlos Torre (comp.), Ariel, Buenos Aires.
ULLA, Noemí y ECHAVE, Hugo. 1998. Orígenes de una lucha. Diálogo con Gra-
ciela Fernández Meijide. Buenos Aires, Ed. del Valle.
WOLF, Eric. 1966. “Kinship, Friendship, and Patron-Client Relations in
Complex Societies”. En: The Social Anthropology of Complex Societies. Edited
by Michel Banton, Tavistock Publications, Londres.

Otras Fuentes

Diario Clarín Revista de la Secretaría de Tierras


Diario La Nación y Urbanismo de la Provincia
Diario Página 12 de Buenos Aires
Diario El Cronista Comercial Documentos del CPFDH
Diario Crónica Diario Vida
Revista Noticias Revista Codo a Codo
Revista Viva (Diario Clarín) Folletos y cuadernillos de presenta-
ción de los diferentes programas
Revista El Porteño
del CPFDH
Revista El Bonaerense, Publicación del
Partido Justicialista

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© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.
Este libro trata sobre la construcción de la
identidad de las mujeres que participan en
política a partir de tres espacios específicos:
los medios masivos de comunicación, la
creación de leyes y organismos estatales, y la
implementación de políticas sociales. En las
elecciones a diputados nacionales de 1997 fue
la primera vez que dos mujeres en la provincia
de Buenos Aires encabezaron las listas de
candidatos de los principales partidos
políticos. En 1996, el gobierno provincial
incorporó una cantidad muy importante de
mujeres, las denominadas “manzaneras”, en la
participación y ejecución de las políticas
destinadas al bien público. La forma en que
esta nueva iniciativa fue llevada adelante
resultó absolutamente novedosa: combinó lo
más moderno en materia de políticas sociales
con las imágenes más tradicionales vinculadas
a la identidad femenina y a la familia. Más allá
de la coyuntura etnográfica, la provincia de
Buenos Aires aparece aquí como un espacio
privilegiado para revelar mecanismos sociales
y culturales de la política y de las relaciones
de género en la Argentina. Por los temas
propuestos y la perspectiva en que son
abordados, este trabajo constituye también un
aporte esclarecedor para la comprensión de
los mecanismos que subyacen a la
formulación y aplicación de políticas públicas.

© del texto de los autores. © de la edición: Editorial Antropofagia.

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