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ANÁLISIS DE

COYUNTURA
Medellín:
años ochenta
Freddy Guerrero Rodríguez1

Un breve antecedente

D
esde las décadas finales del quial del valle del Aburrá que, en pocas
siglo XIX la ciudad de Medellín décadas, fue adquiriendo dimensiones
se erigió como la manifesta- de ciudad auténtica.
ción más excelsa de una cultura paisa que Esta dinámica no sacrificó rancias tra-
conciliaba las fuerzas de las tradiciones diciones defendidas por unas élites que
con los desafíos de la modernidad. El vi- desde los orígenes republicanos enalte-
llorrio fundado en el siglo XVII permaneció cieron la bondad de las tierras antioque-
casi por dos siglos eclipsado por la sober- ñas, que decidieron dignificarlas con el
bia Santa Fe de Antioquia, de raigambre trabajo más que con la mera posesión,
más antigua y especialmente beneficiada que insistieron en la ascendencia de las
por las economías coloniales soportadas razas y la imperturbabilidad de los esta-
en la minería. No obstante, desde media- mentos, que pese a todo celebraron el
dos del siglo XIX, los procesos de aper- esfuerzo y la persistencia de cualquier ve-
tura de la frontera agrícola antioqueña, el cino, que eran prolijas en creencias pero,
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desborde de la montaña secular hacia el sobre todo, que eran defensoras a ultran-
occidente, redundaron en la imposición za de la fe católica. Toda esta cosmovi-
de un nuevo circuito económico que pro-
gresivamente favoreció la centralización
de la acumulación en ese enclave parro- 1 Investigador independiente. 49
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sión de la montaña, de la parroquia y de la fundir en 1935 el accidente trágico que le


ciudad naciente fue puesta en tránsito en costaría la vida a Carlos Gardel, todo un
multiplicidad de expresiones, en prosa y hito en la historia medellinense4.
poesía, a la que siempre mostraron espe-
ciales apegos las gentes de la región2. Hacia la crisis de medio siglo
La ciudad en expansión supuso de
cualquier manera desafíos a estas tradi- Al tiempo que la ciudad de Medellín se
ciones regionales, lo que la convirtió en modernizaba tenía que soportar las con-
objeto de recurrentes discursos morali- secuencias de la violencia rural que des-
zadores que conectaron con eficacia las de los años treinta empezó a azotar con
más fervientes consideraciones religiosas especial crudeza a la región antioqueña.
con los más modernos dispositivos de Algunas de las masacres más terribles
intervención social. Las burguesías, es- de la violencia partidista tendrán nombre
pecialmente las concentradas en torno a paisa, entre otras, las de Fredonia o Ca-
las industrias, cuales más las textileras, se ñasgordas. La violencia rural y el atractivo
dieron a la tarea de ejercer una filantropía mismo de la industrialización empujaron
netamente católica, decidida a beneficiar hacia la ciudad a miles de campesinos
una clase obrera para que se mantuvie- que, criados en el amor a la tierra, tuvie-
ra o erigiera como una clase ante todo ron que enfrentarse sin embargo a sortear
cristiana. En este sentido, una tradición los desajustes de la urbanización. Pero la
conservadora pudo reinstalarse en unos propia ciudad de Medellín no fue ajena a
mecanismos modernos de organización la persecución partidista, toda vez que al-
de la existencia social, al punto que al- gunas barriadas, especialmente las más
canzaron a crear fuertes lazos solidarios pobres, sintieron el acoso de cuadros
entre clases diferentes, entre empresarios intimidantes, como el de los Matías en el
y obreros3. barrio Antioquia. Precisamente los recién
Sin embargo, al mismo tiempo, la so- venidos sin lugar fijo o los desarraigados
ciedad urbana fue sensible a tendencias
más seculares y abierta a alcances de
cuño marcadamente liberal. Por ejemplo,
a la par con las industrias, la ciudad de 2 Adrián Serna Dimas. Ciudadanos de la geografía tro-
Medellín auspició el desarrollo de los pri- pical. Ficciones históricas de lo ciudadano. Universidad
Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, 2006.
meros medios masivos de comunicación
que con el tiempo alcanzaron carácter na- 3 Cfr. Mauricio Archila. Cultura e identidad obrera,
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Colombia 1910 – 1945. Bogotá: CINEP, 1991, pág. 60-


cional, entre ellos, el diario El Espectador 62. Alejandro Álvarez et al. La ciudad como espacio edu-
y la emisora La Voz de Antioquia de la cual cativo. Bogotá y Medellín en la primera mitad del siglo
XX. Bogotá: SOCOLPE y Arango Editores, 2002.
surgirá posteriormente la Cadena Radial
4 Carlos Uribe Celis. La mentalidad del colombiano.
Colombiana CARACOL. Precisamente, la
Cultura y sociedad en el siglo XX. Bogotá: Nueva Améri-
50 radio fue el medio que se encargó de di- ca, 1992, pág. 68.
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Los comienzos del narcotráfico

Los años cincuenta y sesenta trajeron


el incremento de la urbanización, el au-
mento del desempleo y la profundización
de la pobreza urbana, que se hicieron es-
pecialmente manifiestas en las barriadas
pobres tanto de las zonas céntricas como
del norte de la ciudad. En este sentido, la
perseverancia de las creencias en la ciu-
dad pujante considerada el polo industrial
sin posibilidades de ocupación se convir- de la nación coincidió con un descrei-
tieron en gente de la barriada, embebida miento en los valores sustanciales de la
en una vida bohemia y desajustada en- sociedad antioqueña, con una afirmación
vuelta en aires de tango5. de nuevos valores o simplemente con el
En estos ambientes marginados, que reacomodo de los valores tradicionales
conciliaron al “viejo arriero calavera” con en beneficio de la ilegalidad. Lo prime-
la emulación del “mundo lunfardo”, sur- ro se expresó, por ejemplo, en un movi-
gieron las primeras expresiones sociales miento ciertamente reducido pero de alta
y culturales que articularon la necesidad y repercusión nacional, el nadaísmo, una
la carencia evidentes con la creencia per- apuesta surgida en los años cincuenta
sistente en la tradición, el emprendimiento que algunos califican de contracultural,
y la innovación. Entre los años cuarenta y opuesta a los valores consuetudinarios de
cincuenta estas barriadas empobrecidas, la sociedad colombiana y, por sobre todo,
cada vez más visibles y afrentosas para de la sociedad antioqueña. Lo segundo
una sociedad moralista, fueron revestidas se expresó en una cierta sensibilidad ha-
como territorios de dudosa reputación y cia la militancia de izquierda, que en los
en algunos casos convertidas en zonas años setenta tendrá el impulso de la teo-
de tolerancia, lo que ciertamente las hizo logía de la liberación y más abiertamen-
más sensibles a la presencia de estructu- te de la ideología subversiva. Lo tercero
ras delincuenciales y criminales. En este se expresó en una delincuencia cada vez
sentido, sólo la fuerza de un estamentalis- más organizada que será, precisamente,
mo cerrado, decidido a blindar a la ciudad
desde adentro, puede explicar el modo
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como se fueron incorporando unos ni-


chos sometidos a todas las necesidades 5 Pilar Riaño Alcalá. Jóvenes, memoria y violencia en
Medellín. Una antropología del recuerdo y el olvido. Edi-
y carencias pero surtidos con todo el ima- torial Universidad de Antioquia e Instituto Colombiano de
ginario regional antioqueño que alentaba Antropología e Historia, Bogotá, 2006.

la decisión por sobresalir6. 6 Riaño Alcalá, Op. Cit. 51


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la puerta para el negocio del narcotráfico, “reina de la coca”, Griselda Blanco9. Así,
que tenía un antecedente marginal en el en medio de la cada vez más creciente
grupo denominado Medellín- Habana Co- migración de nacionales hacia el país del
nection en el año 1958 que para la época norte, en procura del rebusque necesario
tenía un laboratorio de droga en el sec- para subsistir, salieron también hombres
tor de El Poblado7; pero este apenas se- y mujeres de la barriada que, como “mu-
ría un lánguido episodio que, marginal a las”, empezaron a conocer el negocio en
la agenda política y de seguridad de la las calles mismas de Miami y Nueva York.
época, no revelaba la trascendencia del Algunos de ellos adquirieron ascenden-
negocio del narcotráfico más allá de las cia, especialmente involucrados en las
delincuencias. guerras por la distribución que se susci-
En los años setenta la situación social taron en estas ciudades desde mediados
se hizo más turbia básicamente por la cri- de los años setenta.
sis industrial que afectó especialmente a Para finales de la década estos hom-
las textileras antioqueñas. La regulación bres aventureros fueron regresando defi-
de los conflictos sociales y el tema de la nitivamente al terruño lavando sus capita-
seguridad se venían posicionando a tra- les por medio de diferentes inversiones,
vés de la justicia con mano propia que especialmente en la compra de tierras ru-
justificaría en parte este proceder en la rales, en la finca raíz urbana y en la gana-
lógica de la autodefensa propiciada por dería. Sus fortunas, cada vez más ampu-
la legislación del gobierno de Guillermo losas, ciertamente les abrieron las puertas
León Valencia en 1967 y articulándose en a diferentes instancias económicas, so-
los barrios populares en dinámicas de se- ciales y políticas de la ciudad y el depar-
guridad y justicia practicada en las zonas tamento. Los narcotraficantes empezaron
rurales y aplicadas en el nuevo entorno8, a edificar unos modos de vida que fue-
dinámicas que no intenciones, para la ron recibidos con cierta connivencia por
década de los ochenta se adaptarían en las élites y, en general, por una sociedad
el ámbito del narcotráfico a través de las
milicias y el sicariato. En este panorama,
que agudizó la crisis tanto de la ciudad
como de la provincia próxima, se fueron 7 Cardona, Patricia. “Los narcotraficantes y su búsque-
consolidando barriadas cada vez más da de aceptación en la sociedad colombiana: la vía eco-
nómica, la vía política, la vía violenta y la vía social.”.
sometidas a la informalidad y, al mismo En revista Digital SINCRONIA, No 2. Universidad de
tiempo, cada vez más expuestas a la inci- Guadalajara. 2007.
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dencia de formas organizadas de crimen 8 Jaramillo Arbelaéz, Ana María; Ceballos Melguizo,
y delincuencia incorporadas en el tráfico Ramiro; Villa Martinez, Marta Ines. En la Encrucijada.
Conflicto y Cultura Política en el Medellín de los noventa.
de marihuana y de cocaína hacia los Es- Corporación Región, Programa para la Reinserción, Al-
tados Unidos, siendo especialmente re- caldía de Medellín. Medellín, 1998.

52 presentativos Los Mejía y la reconocida 9 Riaño Alcalá, op. cit.


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F
urbana que no dimensionaba aún la com-
ue entonces cuando los narco-
plejidad del accionar mafioso. El sector
traficantes empezaron a cultivar
del Poblado de Medellín, otrora lugar para
un especial reconocimiento en-
el veraniego de las elites de Medellín,
tre las clases populares, que no sólo
pronto se convirtió en los ochentas en un
los veían como hombres surgidos de
lugar con alto crecimiento urbano y centro
la nada con mucho esfuerzo, sino sen-
de residencia de algunos narcotraficantes sibles a resolver problemas sociales...
que encontrarían allí satisfecha su inclu-
sión espacial y simbólica en un mundo
utópico y anhelado desde el arrabal. No
obstante, los narcotraficantes empezaron mafia sino ante todo dispuestas a atentar
a sentir la presión de las autoridades nor- contra las instituciones del Estado. Final-
teamericanas que estaban a decididas a mente, los narcotraficantes, concientes
combatir un negocio que, consideraban, de la incertidumbre social y de la presión
tenía claros apoyos entre diferentes esta- de las autoridades, empezaron a escalar
mentos o sectores colombianos. En este posiciones políticas con claras preten-
contexto, los Estados Unidos conminaron siones de injerir en la política regional y
al gobierno de Turbay Ayala a emprender nacional.
o intensificar la guerra contra los narcóti- Precisamente, a comienzos de los años
cos, lo que incluyó la firma de un tratado ochenta, los narcotraficantes de Medellín
de extradición de nacionales. empezaron a mostrar su faceta de filántro-
pos y de convencidos políticos empren-
La aparición del Cartel diendo obras sociales de gran magnitud,
como el programa “Medellín sin Tugurios”,
A comienzos de los años ochenta em- e incursionando en movimientos políticos,
pezaron a suceder situaciones que trans- especialmente dentro del liberalismo. Fue
formarían radicalmente el ambiente del entonces cuando los narcotraficantes
narcotráfico en la ciudad. Por un lado, empezaron a cultivar un especial recono-
el confuso ambiente social favoreció la cimiento entre las clases populares, que
ampliación de milicias insurgentes que, no sólo los veían como hombres surgidos
cada vez con mayor capacidad bélica, de la nada con mucho esfuerzo, sino sen-
empezaron a amenazar la acumulación sibles a resolver problemas sociales que
mafiosa en la urbe. Por otro lado, el efec- parecían ajenos para los políticos y admi-
to de la creciente presión norteamericana nistraciones de lo público. Esto sin contar
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fue incidiendo en medidas policivas y ju- que aún entre las gentes pudientes los
diciales contra el negocio y sus patrones, narcotraficantes no dejaron de suscitar
lo que llevó a los narcotraficantes a ro- alabanzas, en especial por la declarada
bustecer estructuras sicariales decididas lucha contra el secuestro suscitada tras el
no sólo a los servicios habituales de la plagio de Martha Nieves Ochoa por parte 53
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del M-19. Paradójicamente las garantías


de representación a través de un popu-
lismo de alcance regional y la garantías
de seguridad que respondían a diferentes
sectores sociales serían aportados por el
narcotráfico que, prontamente, invertirían
la relación para convertir sus vínculos so-
ciales en retaguardia de la persecución
y los actos de terror y la cooptación de
partidos y organismos institucionales en
una constante amenaza a la seguridad
del Estado y de su estabilidad política,
así como la vulneración de los derechos
ciudadanos tanto por uno como por otro apuntaron directamente a Medellín: por
actor enfrentado. un lado, porque las acusaciones del Mi-
Los esfuerzos de los narcotraficantes nistro estuvieron dirigidas concretamen-
paisas por lavar su imagen, pronto empe- te sobre Pablo Escobar Gaviria; por otro
zaron a soportar la presión de un enemi- lado, porque los sicarios que cometieron
go particular: las denuncias de diferentes el magnicidio, uno de ellos sobreviviente,
estamentos, particularmente del Ministro era prácticamente un adolescente sacado
de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y de algu- de las barriadas pobres de la capital pai-
nos periodistas, quienes los acusaron de sa, hecho que causó especial conmoción
sostener un negocio que estaba infiltran- entre la opinión pública.
do con delito el conjunto de las institucio- Los años venideros serán los más
nes colombianas. Las denuncias de Lara traumáticos para la capital antioqueña en
Bonilla pronto acabaron con las expecta- toda su historia. Por un lado, una guerra
tivas políticas de los narcotraficantes, par- del Estado contra una banda narcotrafi-
ticularmente de Pablo Escobar Gaviria. cante convertida en cartel. Por otro lado,
Adicionalmente, la presión norteamerica- una guerra interna entre carteles, el de
na y el esfuerzo de algunas cuantas auto- Cali y Medellín. Finalmente, una guerra
ridades nacionales, empezaron a golpear entre el cartel de Medellín y sus viejos
de manera contundente las estructuras aliados, los paramilitares del Magdalena
de procesamiento cada vez más instala- Medio montados desde comienzos de los
das en el territorio colombiano. años ochenta por Gonzalo Rodríguez Ga-
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En este panorama, los narcotrafican- cha. Tres guerras en una sola ciudad, trajo
tes asesinaron al Ministro de Justicia, lo consigo terrorismo indiscriminado, sica-
que inmediatamente supuso una declara- riato amplificado y combates cotidianos.
toria de guerra abierta del Estado contra “Metrallín” o “Metrallo” se le llamaría en-
54 la mafia. Obviamente, todas las miradas tonces a la otrora capital de la eterna pri-
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mavera, convertida por esta guerra en la territorios sometidos a bandas sicariales.
ciudad más peligrosa del mundo. Según Precisamente esta barriada trágica fue la
el Departamento de Estudios Criminológi- que salió a la luz a través del cine (Rodri-
cos e identificación, el número de muertes go D. No futuro), de la investigación tes-
violentas en el año de 1981 fue de 1.627, timonial (No nacimos pa´semilla) o de la
cifra que siguió un incremento en los años literatura (La virgen de los sicarios). Estos
siguientes hasta alcanzar su pico más alto documentos efectivamente mostraron al
en el año 1991, 10 años después, con un Medellín profundo de los años ochenta,
número de 7.376 muertes violentas10. una Medellín que dejó no sólo una ex-
En el curso de estas guerras, que tuvo periencia trágica como lección orientada
su momento más álgido entre los años para no repetirse, sino por el contrario,
1987 y 1993, se fue haciendo visible la experiencia que ha refinado el actuar de
magnitud del fenómeno narcotraficante: los herederos de la Medellín violenta de
la inmensidad de las fortunas amasadas los ochenta y cuyo modelo será replicado,
por los dueños del negocio en los barrios con sus variantes, en otras ciudades del
altos de la ciudad pero, también, la impre- país, sin que las condiciones que le hicie-
sionante miseria que habían aprovecha- ron posible tengan una resolución satis-
do para convertir las barriadas pobres en factoria en los dos décadas precedentes.

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10 Jaramillo et al. Op cit. Pp 105. 55

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