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Excma.

Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial
Poder Judicial REGISTRADA AL
TOMO 2020 FALLO Nº 19.825
DEL LIBRO DE SENTENCIAS

FORMOSA, VEINTISÉIS DE NOVIEMBRE DEL AÑO DOS MIL VEINTE.


V I S T O S:
Estos autos caratulados: “HERMOSILLA, CARLOS ROBERTO Y PUCHINI
DE HERMOSILLA, IRMA S/ JUICIOS SUCESORIOS (AB-INTESTATO) INC. DE
NULIDAD (HOUGHAM, YACQUELINE RAQUEL Y OTROS)” -Expte. Nº
11.993/19, registro de Cámara-, venidos del Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y
Comercial Nº 1 de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia, con asiento en esta
ciudad, a conocimiento de la Sala II -Año 2019- de esta Excma. Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial de la Provincia de Formosa; y,
CONSIDERANDO:
Que a fs. 118/123 se dicta el A.I. Nº 457/2019 en virtud del cual la Sra. Jueza de
Primera Instancia resuelve: “1) RECHAZAR LA EXCEPCION DE DEFECTO LEGAL,
invocada por la incidentada, atento a los motivos expuestos en los considerandos. 2)
DECLARAR INEXISTENTES LAS ACTUACIONES JUDICIALES OBRANTES a fs.
35, 42, 64, 66, 68, 79, 81 y 84, correspondiente a los autos caratulados: “HERMOSILLA,
CARLOS ROBERTO Y PUCHINI DE HERMOSILLA, IRMA S/ JUICIO SUCESORIO
( AB- INTESTATO) Expte. 951, Año:2011, que rolan por cuerda a estos autos, debiendo
dejarse constancia en los mismos, conforme a los argumentos esgrimidos
precedentemente. 3) CON COSTAS, que se impondrán a la incidentada vencida, en virtud
del principio objetivo de la derrota. (art. 68 del C.P.C.C.). 4)...”
Que notificado el pronunciamiento, la Dra. Maria Alejandra Vazquez interpuso
recurso de apelación (fs. 125).
El recurso fue concedido en relación y con efecto suspensivo (fs. 126), presentando
la apelante (junto a los Dres. Daniel Andres Notario y Carmen Edith Notario) memorial de
agravios, que se encuentra agregado a fs. 127/128 vta..
Corrido a fs. 129 el pertinente traslado, el mismo es contestado a fs. 130/132 vta.,
disponiéndose a fs. 138 la elevación de las actuaciones a la Excma. Cámara de
Apelaciones.
El recurso se encuentra en condiciones de resolver.
A fs. 127/128 vta. se agravian los recurrentes por cuanto la a-quo rechazó la
excepción de defecto legal por ellos interpuesta al considerar que el escrito judicial es un
instrumento privado, siendo que la mayor parte de la doctrina lo considera un instrumento
público una vez que es incorporado al expediente y se le coloca el cargo. Añaden, luego de
efectuar consideraciones en cuanto a la diferencia entre acto inexistente y acto nulo, que la
vía elegida para atacar la nulidad debió ser otra.
También se agravian porque la judicante de grado, sin prueba alguna y sin
considerar pruebas relevantes a su entender, declaró procedente el incidente de nulidad,
imponiendo injustamente las costas a su parte en base a una aplicación mecánica del
principio objetivo de la derrota, como si este fuera cualquier contradictorio. Al respecto,
luego de negar que como incidentados les pertenezcan las firmas insertas en los escritos, y
de efectuar una serie de afirmaciones relativas a la injusta afectación de sus nombres y
honor, a la incriminación a que fueron sometidos, a la presunta intención de la incidentista
de evadir el pago de honorarios y costas del proceso sucesorio, así como al perfecto
conocimiento que tenía de la marcha del expediente, afirman que no es lógica dicha
imposición cuando las presentaciones que se hacían en el sucesorio eran impulsorias y no
acarreaban perjuicio a Hougham; al contrario, la declaración de inexistencia de las mismas
no le trajo ningún beneficio. De tal forma, si bien la falta de firma de un escrito fue
suficiente para declarar su inexistencia, no debió serlo para imponer las costas a su parte.
Por su parte, en su contestación la apelada sostuvo, en cuanto al primer agravio, que
por el principio “iura novit curia” la jueza resolvió la cuestión en este incidente de nulidad,
dando sus fundamentos sin subjetividades, y sin tener en cuenta solo los dichos de una de
las partes sino bajo prueba objetiva arrimada a la causa. En cuanto al segundo agravio negó
la relevancia que los incidentados pretendieron darle a las restantes pruebas por ellos
mencionadas, y desmintió haber tenido el conocimiento que se le endilga del expediente
sucesorio. Resaltó el carácter ilícito de intentar que la suscripta cargue con los honorarios
derivados de una tarea no encomendada, no acordada ni mucho menos consentida, siendo
las afirmaciones de una presunta “confianza” con los letrados, meros dichos que hacen a la
defensa de los mismos, sin probanza alguna. Finalmente adujo que luego de la realización
de una acción ilícita y del consecuente movimiento de la maquinaria judicial los
incidentados no pueden pretender evitar afrontar alguna obligación de corte económico, y
cita al efecto los términos del art. 68 del C.P.C.C., doctrina y jurisprudencia para dar
sustento a tal imposición.
En atención a los agravios esgrimidos y su contestación, en primer termino nos
avocaremos al trámite por el cual se ha realizado y que fuera motivo de agravio. Para ello
debemos tener presente que los escritos confeccionados por los profesionales (abogados)
con las partes para ser presentados en los expedientes constituyen instrumentos privados.
En igual sentido, el art. 287 del Código Civil y Comercial dice que los instrumentos
particulares que están firmados “se llaman instrumentos privados”; a su vez el siguiente
art. 288 establece que “la firma prueba la autoría de la declaración de voluntad en el texto
al cual corresponde”. Una vez agregado al expediente con el cargo respectivo (art. 124
CPCCN) el escrito judicial no se transforma en instrumento público, sino que el cargo les
Cde. Expte. Nº 11.993/19.-

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da fecha cierta en los términos del art. 317 del Código Civil y Comercial -art. 1035 del
Código de Vélez- (Cfr. PALACIO, Lino E.: “Derecho procesal Civil”, Buenos Aires,
Abeledo-Perrot, tomo IV, 1977, págs. 102-103), en consecuencia resulta acertada la
decisión de la a-quo, de realizar el presente a través de la vía incidental de la nulidad y no
de la Redargución de Falsedad como pretendía el recurrente, razón por la cual el agravio en
este sentido debe ser descartado.
Entrando ahora a resolver el fondo de la cuestión tenemos presente que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en el precedente “Wehmann”, expresamente, dijo que,
“toda vez que los escritos judiciales deben contener la firma de su presentante (art. 1012
del Código Civil, y 46 del Reglamento para la Justicia Nacional, al que remite el 118 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación), carece de valor la puesta por un
tercero. En consecuencia, las actuaciones así firmadas y las providencias que motivaron,
son actos privados de toda eficacia jurídica y ajenos, como tales, a cualquier posibilidad
de convalidación posterior” (cfr. Escritos Judiciales: Requisitos. Firma; firma falsa,
Roberto G. Loutayf Ranea y Ernesto Solá, Publicado en revista La Ley del 29-3-2016 y
citas allí contenidas)
Esta Excma. Cámara en una oportunidad anterior ha sostenido que “cabe
precisar que la firma constituye la representación por escrito del nombre de una persona,
puesta por ella misma de su puño y letra y, dentro de nuestro derecho positivo, resulta
condición esencial para la existencia y validez de todo acto realizado en forma privada
(art. 1012 Cód. Civil según ley 340 y sus modificatorias, ídem art. 288 Código Civil y
Comercial) a tal grado que los escritos carentes de firma o con firma apócrifa deben
reputarse como actos inexistentes y carentes de todo efecto jurídico. Así, lo ha sostenido la
doctrina en forma pacífica al señalar, por ejemplo, que probada la falsedad invocada de
las firmas de los escritos judiciales los actos pertinentes quedan en la condición o
categoría de inexistentes” (Fallo Nº 17.806/16).
Teniendo en cuenta lo expuesto y el texto del art. 288 del Código Civil y
Comercial que dispone que “la firma prueba la autoría de la declaración de voluntad
expresada en el texto al cual corresponde”, cabe concluir que el escrito judicial que carece
de firma debe reputarse, entonces, como “inexistente” en cuanto acto procesal que contiene
la expresión de voluntad (CSJN, 10-4-2003, “Redlich, Eduardo Antonio vs. Poder
Ejecutivo Nacional”, Fallos 326:1220; Id, 26-4-2005, “Topa, Antonio F. vs. Serafini y
Compañía S.A.”, Fallos 328:1003; Id., 6-3-2007, “Tecno Consutl S.A.”, Fallos 330:519)
escrita que en él se pretende instrumentar; pero no respecto al objeto o elemento material
(papel escrito) que existe y es lo que motivó la controversia en el caso. Conforme se ha
señalado, se trata de una inexistencia jurídica, no material o de hecho. Y la inexistencia del
acto jurídico deriva de la ausencia de sujeto, ya que al carecer de firma no hay persona a
quien atribuir la autoría de la declaración de voluntad contenida en ese escrito; no puede
quedar librada a manifestaciones posteriores de quien sostiene que le pertenece o a la
ratificación del firmante. Conforme se ha dicho, todo acto procesal idóneo tiene por objeto
producir un efecto jurídico directo e inmediato en el proceso, y para esto la persona o
sujeto procesal ha de tener aptitud para producirlo y ser eficaz el acto en sí mismo; el
escrito carente de firma es un acto jurídicamente inexistente y como tal no está sujeto a
convalidación posterior, porque carece de un requisito esencial y su ausencia, impide
valorarlo jurídicamente. (cfr. Roberto G. Loutayf Ranea y Ernesto Solá, publicación
citada).
Que aplicando tales conceptos al caso bajo análisis, estamos convencidos, tal
como lo ha analizado la magistrada de primera instancia que “los fundamentos de la
pericial documentológica obrante a fs. 84/95, se encuentran debidamente apoyados en
datos y cálculos técnicos, en la experiencia del experto, como así también en las demás
constancias de la causa, no encuentro ninguna fisura que me permita apartarme del
mismo. (art.383, 374 del C.P.C.C.).” (Sic. de la sentencia interlocutoria recurrida), por lo
que acreditada la falsedad de las firmas atacadas solo resta concluir que los escritos
presentados carecen de eficacia jurídica, conforme lo ha expresado la jurisprudencia y
doctrina expuesta precedentemente y por tanto resulta ineludible confirmar la resolución
recurrida.
Por ultimo corresponde el tratamiento del agravio relativo a la forma de
imposición de costas, para ello tenemos presente que el Código Procesal ha recibido el
principio objetivo de la derrota. Ello no implica una suerte de penalidad para el litigante
vencido, sino que tiene por objeto resarcir a la contraria los gastos en que su conducta la
obligó a incurrir. Toda vez que en el "sub lite" no se configura ninguna de las excepciones
a tal principio contempladas en los arts. 68 y sigtes. del cuerpo legal precitado, las costas
del juicio deben ser soportadas por la incidentada, que resulta vencida. “El principio
general en la materia está regulado actualmente en el art. 68 del Código Procesal, que dice:
"La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos de la contraria, aún cuando
ésta no lo hubiese solicitado". El fundamento de la regla reside, tal como lo entiende la
generalidad de la doctrina, en el hecho objetivo de la derrota, con prescindencia de toda
valoración acerca de la conducta con que la parte vencida pudo haber actuado durante la
sustanciación del proceso. No se trata, entonces, de una reparación fundada en las normas
del derecho sustancial, sino de una que se asienta en una expresa directiva procesal, que a
su vez toma en cuenta un dato objetivo: el resultado del pleito, con prescindencia del
ánimo que pudo haber determinado la conducta de las partes. La preservación de la
Cde. Expte. Nº 11.993/19.-

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integridad del resarcimiento o, en términos generales, del derecho reconocido en la


sentencia, justifica que sea el vencido quien cargue con las costas derivadas del litigio,
pues, de lo contrario, los gastos realizados para obtener ese reconocimiento se traducirían,
en definitiva, en una disminución del derecho judicialmente declarado” (Las costas y el
vencimiento parcial y mutuo (art. 71 del Código Procesal), Pettis, Christian R. Publicado
en: DJ 2007-III, 519 • LA LEY 28/11/2007, 8 Cita Online: AR/DOC/2899/2007), por lo
que de conformidad a lo expuesto las costas han sido correctamente impuestas y deben ser
confirmadas.
En consecuencia corresponde rechazar el recurso de apelación interpuesto de
conformidad a los fundamentos expresados precedentemente e imponer las costas al
apelante que resulta perdidoso, conforme al principio objetivo de la derrota (art. 68 del
C.P.C.C.), y posponiendo la regulación de honorarios hasta tanto haya base para ello.
Por ello, con la opinión coincidente de los Señores Jueces de Cámara, Dres.
HORACIO ROBERTO ROGLAN y TELMA C. BENTANCUR (Jueza subrogante),
suscribiendo el fallo la Dra. VANESSA J. A. BOONMAN -Presidente subrogante- sin
emitir su voto por haberse alcanzado la mayoría legal (conf. art. 33, Ley Nº 521 y sus
modificatorias, art. 5 del Reglamento de este Tribunal, Actas Nº 03/18, Segundo Punto y
N° 01/19, Segundo Punto), la Sala II -Año 2019- de esta EXCMA. CÁMARA DE
APELACIONES EN LO CIVIL Y COMERCIAL,
R E S U E L V E:
1º) RECHAZAR el recurso de apelación interpuesto a fs. 125 y confirmar el A.I.
Nº 457/2019 de fs. 118/123.
2º) Imponer las costas de esta Alzada a cargo de la parte incidentada perdidosa
(arts. 68 y 277 del C.P.C.C.), posponiendo la regulacion de honorarios hasta tanto haya
base para ello.
Regístrese, notifíquese y, oportunamente, bajen al juzgado de origen.

-Fdo.- -Fdo.- -Fdo.-


DR. HORACIO ROBERTO ROGLAN DRA. TELMA C. BENTANCUR DRA. VANESSA. J.A. BOONMAN
JUEZ JUEZA SUBROGANTE PRESIDENTE SUBROGANTE
CÁMARA CIVIL Y COMERCIAL CÁMARA CIVIL Y COMERCIAL CÁMARA CIVIL Y COMERCIAL

ANTE MÍ -Fdo.-
DR. RAMÓN ULISES CÓRDOVA
SECRETARIO ES COPIA
CÁMARA CIVIL Y COMERCIAL

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