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Cámara de Apelaciones
en lo Civil y Comercial
Poder Judicial REGISTRADA AL
TOMO 2020 FALLO Nº 19.825
DEL LIBRO DE SENTENCIAS
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da fecha cierta en los términos del art. 317 del Código Civil y Comercial -art. 1035 del
Código de Vélez- (Cfr. PALACIO, Lino E.: “Derecho procesal Civil”, Buenos Aires,
Abeledo-Perrot, tomo IV, 1977, págs. 102-103), en consecuencia resulta acertada la
decisión de la a-quo, de realizar el presente a través de la vía incidental de la nulidad y no
de la Redargución de Falsedad como pretendía el recurrente, razón por la cual el agravio en
este sentido debe ser descartado.
Entrando ahora a resolver el fondo de la cuestión tenemos presente que la Corte
Suprema de Justicia de la Nación en el precedente “Wehmann”, expresamente, dijo que,
“toda vez que los escritos judiciales deben contener la firma de su presentante (art. 1012
del Código Civil, y 46 del Reglamento para la Justicia Nacional, al que remite el 118 del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación), carece de valor la puesta por un
tercero. En consecuencia, las actuaciones así firmadas y las providencias que motivaron,
son actos privados de toda eficacia jurídica y ajenos, como tales, a cualquier posibilidad
de convalidación posterior” (cfr. Escritos Judiciales: Requisitos. Firma; firma falsa,
Roberto G. Loutayf Ranea y Ernesto Solá, Publicado en revista La Ley del 29-3-2016 y
citas allí contenidas)
Esta Excma. Cámara en una oportunidad anterior ha sostenido que “cabe
precisar que la firma constituye la representación por escrito del nombre de una persona,
puesta por ella misma de su puño y letra y, dentro de nuestro derecho positivo, resulta
condición esencial para la existencia y validez de todo acto realizado en forma privada
(art. 1012 Cód. Civil según ley 340 y sus modificatorias, ídem art. 288 Código Civil y
Comercial) a tal grado que los escritos carentes de firma o con firma apócrifa deben
reputarse como actos inexistentes y carentes de todo efecto jurídico. Así, lo ha sostenido la
doctrina en forma pacífica al señalar, por ejemplo, que probada la falsedad invocada de
las firmas de los escritos judiciales los actos pertinentes quedan en la condición o
categoría de inexistentes” (Fallo Nº 17.806/16).
Teniendo en cuenta lo expuesto y el texto del art. 288 del Código Civil y
Comercial que dispone que “la firma prueba la autoría de la declaración de voluntad
expresada en el texto al cual corresponde”, cabe concluir que el escrito judicial que carece
de firma debe reputarse, entonces, como “inexistente” en cuanto acto procesal que contiene
la expresión de voluntad (CSJN, 10-4-2003, “Redlich, Eduardo Antonio vs. Poder
Ejecutivo Nacional”, Fallos 326:1220; Id, 26-4-2005, “Topa, Antonio F. vs. Serafini y
Compañía S.A.”, Fallos 328:1003; Id., 6-3-2007, “Tecno Consutl S.A.”, Fallos 330:519)
escrita que en él se pretende instrumentar; pero no respecto al objeto o elemento material
(papel escrito) que existe y es lo que motivó la controversia en el caso. Conforme se ha
señalado, se trata de una inexistencia jurídica, no material o de hecho. Y la inexistencia del
acto jurídico deriva de la ausencia de sujeto, ya que al carecer de firma no hay persona a
quien atribuir la autoría de la declaración de voluntad contenida en ese escrito; no puede
quedar librada a manifestaciones posteriores de quien sostiene que le pertenece o a la
ratificación del firmante. Conforme se ha dicho, todo acto procesal idóneo tiene por objeto
producir un efecto jurídico directo e inmediato en el proceso, y para esto la persona o
sujeto procesal ha de tener aptitud para producirlo y ser eficaz el acto en sí mismo; el
escrito carente de firma es un acto jurídicamente inexistente y como tal no está sujeto a
convalidación posterior, porque carece de un requisito esencial y su ausencia, impide
valorarlo jurídicamente. (cfr. Roberto G. Loutayf Ranea y Ernesto Solá, publicación
citada).
Que aplicando tales conceptos al caso bajo análisis, estamos convencidos, tal
como lo ha analizado la magistrada de primera instancia que “los fundamentos de la
pericial documentológica obrante a fs. 84/95, se encuentran debidamente apoyados en
datos y cálculos técnicos, en la experiencia del experto, como así también en las demás
constancias de la causa, no encuentro ninguna fisura que me permita apartarme del
mismo. (art.383, 374 del C.P.C.C.).” (Sic. de la sentencia interlocutoria recurrida), por lo
que acreditada la falsedad de las firmas atacadas solo resta concluir que los escritos
presentados carecen de eficacia jurídica, conforme lo ha expresado la jurisprudencia y
doctrina expuesta precedentemente y por tanto resulta ineludible confirmar la resolución
recurrida.
Por ultimo corresponde el tratamiento del agravio relativo a la forma de
imposición de costas, para ello tenemos presente que el Código Procesal ha recibido el
principio objetivo de la derrota. Ello no implica una suerte de penalidad para el litigante
vencido, sino que tiene por objeto resarcir a la contraria los gastos en que su conducta la
obligó a incurrir. Toda vez que en el "sub lite" no se configura ninguna de las excepciones
a tal principio contempladas en los arts. 68 y sigtes. del cuerpo legal precitado, las costas
del juicio deben ser soportadas por la incidentada, que resulta vencida. “El principio
general en la materia está regulado actualmente en el art. 68 del Código Procesal, que dice:
"La parte vencida en el juicio deberá pagar todos los gastos de la contraria, aún cuando
ésta no lo hubiese solicitado". El fundamento de la regla reside, tal como lo entiende la
generalidad de la doctrina, en el hecho objetivo de la derrota, con prescindencia de toda
valoración acerca de la conducta con que la parte vencida pudo haber actuado durante la
sustanciación del proceso. No se trata, entonces, de una reparación fundada en las normas
del derecho sustancial, sino de una que se asienta en una expresa directiva procesal, que a
su vez toma en cuenta un dato objetivo: el resultado del pleito, con prescindencia del
ánimo que pudo haber determinado la conducta de las partes. La preservación de la
Cde. Expte. Nº 11.993/19.-
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ANTE MÍ -Fdo.-
DR. RAMÓN ULISES CÓRDOVA
SECRETARIO ES COPIA
CÁMARA CIVIL Y COMERCIAL