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Claridad (revista)

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Claridad
País Chile Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma español Ver y modificar los datos en Wikidata
Fundación 12 de octubre de 1920 Ver y modificar los datos en Wikidata
Fundador Alberto Rojas Jiménez, Raúl Silva Castro y Rafael Yépez Alvear Ver y
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Página web oficial
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Claridad fue el órgano de difusión de la Federación de Estudiantes de la
Universidad de Chile (FECH), que de hecho se convirtió en la revista de la
generación de 1920,1 una de las primeras de una red de publicaciones del mismo
nombre que nació en Francia en 1919 a raíz del llamado pacifista que hicieron Henri
Barbusse y Anatole France en el manifiesto El resplandor en el abismo: lo que
quiere el Grupo Claridad.2

Su primer número apareció el 12 de octubre de ese año, fundada por los entonces
jóvenes poetas Alberto Rojas Jiménez, Rafael Yépez Alvear y el periodista y
escritor Raúl Silva Castro.

Su primera etapa de vida duró hasta 1926 (135 números)3, cuando fue interrumpida en
vísperas de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo y resurgió brevemente durante
1931 para cerrar sus ediciones en 1932 (5 números más). El subtítulo fue en un
comienzo “periódico de sociología, arte y actualidades”, pero después cambió por el
de “Periódico de sociología, crítica y actualidades”.1 Más tarde con el mismo
título de Claridad la FECH sacaría otra publicación, pero ya no sería una revista
de influencia nacional, sino que se limitaría a ser un órgano estudiantil
universitario.

Índice
1 Historia
2 Claridad y las vanguardias
3 La independencia orgánica e ideológica
4 Resurgimiento y muerte
5 Referencias
6 Bibliografía
7 Enlaces externos
Historia
El grupo Claridad de Chile, que dio vida a la publicación homónima, cultivó de
manera especial las ideas ácratas; en sus páginas que trataron temas estudiantiles,
culturales, artísticos, políticos e ideológicos de una manera amplia y heterodoxa
que difícilmente se ha vuelto a ver en Chile. Los objetivos de la revista fueron la
lucha contra “el capitalismo, la oligarquía y los intereses creados”. El primer
número salió a la calle el 12 de octubre de 1920, en medio de las disputa por la
sucesión presidencial entre Arturo Alessandri por la Alianza Liberal y Luis Barros
Borgoño por la conservadora Unión Nacional y el ascenso de la clase media y los
sectores populares a la política.

La publicación fue la obra del grupo homónimo y con el tiempo tanto la revista como
la figura del poeta mártir José Domingo Gómez Rojas, se transformaron en el símbolo
de esta generación estudiantil e intelectual. Estaba inspirado en el grupo Clarté o
¡Claridad!, que había nacido en Francia y que pugnaba por los ideales pacifistas
surgidos después de la primera guerra mundial. Los principales postulados de
¡Claridad! estaban contenidos en el manifiesto de Anatole France y Henri Barbusse
El resplandor en el abismo (lo que quiere el grupo Claridad), que además tuvo
formato de libro y cuyos “capítulos más interesantes” fueron reproducidos en los
números 3, 4, 5 y 6 de la revista chilena entre el 26 de octubre y el 13 de
noviembre de 1920.

El segundo número dedicaba una nota a la convocatoria de los fundadores con el


objeto de formar una “internacional del pensamiento” y reunir así a la “inmensa
familia de los feligreses de la idea” e incitarlos a abandonar la “torre de marfil”
y organizar la paz mundial inspirados en el socialismo:

“Se trata o de mantener o de rehacer totalmente, de un extremo a otro del mundo, el


estatuto de la vida común. En el presente se impone la necesidad de organizar la
vida social, según las leyes de la razón, y es por esto que se trabajará para
preparar la República Universal, fuera de la cual no hay salud para los pueblos”.
Claridad, n.º2, 1920
France y Barbusse dirigieron en marzo de 1921, a través de José Ingenieros, un
“Mensaje a los intelectuales y estudiantes de la América Latina” que en uno de sus
párrafos principales decía:

“La realidad obliga a repudiar los viejos principios que han conducido a las
sociedades al borde de los más terribles abismos, creando una situación que parece
sin salida; todo lleva a creer que eran injustas y artificiosas las verdades
intelectuales y morales afirmadas para justificar las intuiciones que servían la
ley de los más violentos, permitiendo que algunos hombres ociosos explotaran masas
considerables de sus semejantes y que ciertos países oprimieran a otros con
escarnio de sus derechos autonómicos”.
Claridad, n.º15, 1921
Con el surgimiento de este grupo en Chile se consolidó entre los estudiantes el
movimiento intelectual internacionalista y pacifista.

Los fundadores del periódico, que salía los sábados, fueron los jóvenes poetas
Alberto Rojas Jiménez, Rafael Yépez Alvera y el periodista Raúl Silva Castro; al
poco tiempo la dirección la continuó Carlos Caro —pronto Rojas y Yépez se alejaron,
pero Silva continuó colaborando—, al que se le unieron luego José Santos González
Vera y Juan Gandulfo. Los principales redactores fueron Eugenio González Rojas
(elegido presidente de la FECH en 1922), que, inspirado en la novela de Romain
Rolland, firmaba como Juan Cristóbal; Sergio Atria era Poil de Carotte y Juan
Gandulfo, Juan Canerra y Juan Guerra.

El 22 de enero de 1921, en la sección «Los Nuevos», apareció una selección de


poemas Pablo Neruda, con una introducción firmada por Fernando Ossorio, seudónimo
de Silva Castro; fueron aquellos versos la primera publicación importante que
Neftalí Reyes firmaba con el nombre que lo haría famoso.4 El poeta, que ese año
llegó a Santiago a estudiar en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile,
se unió al grupo de colaboradores de la revista, donde usaba el seudónimo Sachka,
lo cual rebelaba influencias de la literatura francesa y rusa.

Las caricaturas eran hechas por Chao, firma de Raúl Figueroa, también dibujante del
vespertino La Época y la revista Sucesos. En Claridad Atria escribía crónicas
humorísticas tituladas “Patrioterópolis” (un escarnio al sentimiento patriótico que
profesaba la cultura oficial chilena promovida desde los poderes del Estado), y
traducía poesía francesa. Acevedo Hernández y Pedro Sienna escribían crítica
teatral. Juan Gandulfo generalmente elaboraba la portada o “Cartel”, que incluía
una ilustración relacionadas con temas reivindicativos o el momento político.
Fernando García Oldini, otro de sus elaboradores, escribió en el segundo número:

“Hosanna a ti, juventud de las rebeliones, optimismo de la tierra, semilla de


redención... Hosanna a ti. Cuando tus músculos henchidos de cólera divinas, golpean
el rostro de la iniquidad; y los mercaderes huyen del templo profanado, bajo la
tempestad de tus anatemas...”.
Claridad, n.º2, 1920
Jorge Neut Latour (colaborador durante 1919 de Juventud, órgano de la FECH
predecesor de Claridad), estaba encargado de la página internacional, y era el
experto en materias de marxismo y socialismo. Alfredo Demaría, presidente de la
Federación de Estudiantes en 1921, pasó los últimos meses de su mandato en la
tertulia que se solía formar en la oficina de la revista: “Si escaseaba la
colaboración escribía un artículo humorístico, otro de doctrina y alguna vez un
tercero, de una sentada”.

Claridad y las vanguardias


Pablo Neruda, el joven poeta parralino, escribió semanalmente para Claridad algunos
artículos en prosa, y le publicaron poemas en la sección «Los Nuevos», destinada a
exponer los trabajos de los escritores emergentes. La labor del futuro Nobel en la
revista fue muy fecunda (se han contabilizado sus colaboraciones en más de un
centenar, entre las que figuraron varios poemas que luego formarían su primer
libro, Crepusculario, entre ellas, el famoso «Farewell»).

En sus páginas escribieron los miembros de la bohemia que se reunió en torno a José
Domingo Gómez Rojas y el grupo los Inmortales, así como Los Caimanes, donde
participaban artistas y estudiantes de Medicina de la Universidad de Chile; también
encontraron espacio algunos estudiantes católicos y, por supuesto, los jóvenes de
la Asamblea de la Juventud Radical de Santiago que "coqueteaban" con el anarquismo:
Santiago Labarca, Alfredo Larraín Niell y Rigoberto Soto Rengifo; casi todos los
artistas vanguardistas locales.

El número 6 de la revista publicó el «Primer manifiesto Agú», que firmaban Juan


Martín y Zain Guimel, este último era el seudónimo de Alberto Rojas Jiménez:

En un principio la emoción fue


Agú: lo elemental, la voz alógica, el primer grito de la carne. Hoy sólo queda la
palabra sobajeada y sobajeada,

lunar postizo, colorete.


Claridad, n.º6, 1920
Los editores mantenían contacto con numerosas revistas de la vanguardia política e
intelectual del continente especialmente las argentinas, entre ellas Insurrexit, de
Buenos Aires; La Gaceta Universitaria, de Córdoba; Renovación de la Universidad de
la Plata; las uruguayas Ariel, de los estudiantes, y Germinal, órgano del Partido
Socialista de ese país, ambas de Montevideo; y de otros países como Justicia,
semanario de La Habana; Solidaridad, semanario de la IWW de Chicago; Repertorio
Americano de Costa Rica; A Plebe, periódico comunista de São Paulo; Vida Obrera,
semanario sindicalista de Asturias y una larga lista de pequeños periódicos
chilenos desde Arica hasta Punta Arenas.

Gracias a su continuidad, Claridad fue una de las revistas que más discutió
ideológicamente. En sus páginas se reflejó la enorme búsqueda de una generación
tras certezas ideológicas y que era profundamente ecléctica intelectualmente, pero
que deseaba, por sobre todo, incidir radicalmente en la política chilena. Más allá
de sus posiciones extremas y entre las muchas influencias intelectuales que se
trasuntan de su lectura, una de las más importantes fue la de los españoles de la
“Generación del 1898”. Según Mario Góngora, lo que la generación de Claridad tenía
dentro de su bagaje ideológico, que no era marxista, era un:

[...] anarquismo intelectual libertario e individualista, la afirmación de un


progreso infinito, que relativiza el valor de cada una de sus etapas, nada
semejante a la creencia mesiánica de una sociedad sin clases –tal vez un vago
nietzscheanismo, la visión de una ilimitada mutación de valores.
Mario Góngora. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile, siglos XIX y
XX, Santiago, Universitaria, 1990, julio 2009
Si pudiéramos caracterizarlo, el ideal de Claridad fue de un individualismo
político, anarquismo intelectual, internacionalismo proletario (aunque todos fueran
estudiantes o intelectuales), pacifismo (por lo tanto antimilitarismo), obrerismo y
antioligarquismo. Esta actitud, que se tradujo en una postura política, específica
fue producto de un balance acerca del sistema parlamentarista chileno y del
capitalismo. Siempre mantuvieron un diálogo crítico con el marxismo; en sus páginas
campean las citas y los artículos de los principales ideólogos europeos del
anarquismo (extraídos de revistas del viejo continente) y escasean las de Marx y
Engels aunque discutieron profundamente a Lenin y sus trabajos sobre el Estado y el
Imperialismo. Este análisis generacional los llevó a rechazar de plano todo el
sistema y como es natural, el anarquismo les otorgó un sustento teórico a sus
planteamientos iniciales. La Revolución rusa fue uno de los más complejos de
resolver para este grupo que había nacido con una gran influencia del “maximalismo”
soviético. Desde los primeros números dedicaron una buena cantidad de editoriales a
tratar el tema y una entrega especial la del 6 de noviembre de 1920, que primero
valoraban enormemente el legado soviético. Una parte importante de esta discusión
la efectuaron en torno al problema nacional y la formación de un partido aliado a
la Tercera Internacional. Si bien el anarquismo doctrinario de la mayoría de los
integrantes del grupo rechazaba la participación en el sistema, valoraron la
formación de un “partido de clase”. La lectura que hicieron fue que éste era
necesario para:

“La formación de la conciencia de clase, de la cual carece la inmensa mayoría del


proletariado chileno Esta es la razón por la que los obreros chilenos se están
agotando estérilmente en el campo político, en luchas fratricidas desde distintos
partidos burgueses”.

La independencia orgánica e ideológica


Pero ya en 1923 se habían alejado ideológicamente del comunismo de la Tercera
Internacional y la Revolución rusa y reafirmado su anarquismo intelectual,
diletante y heterodoxo. Hacia 1924 se transformó en una revista independiente de la
Federación de Estudiantes que desarrolló una fuerte crítica a la intervención
militar en la política cuando sendos golpes de Estado sacaron y repusieron al
presidente Arturo Alessandri (1920-1925).

Claridad desapareció poco antes del ascenso de [(Carlos Ibáñez del Campo)] al poder
(1927-1931). Su renacimiento en 1931 mantuvo estas mismas líneas programáticas y
editoriales pero la repentina muerte de Juan Gandulfo, la derrota política e
histórica del anarquismo y la nueva etapa a la que estaba entrando el país
terminaron por dispersar al grupo.

Resurgimiento y muerte
Claridad interrumpió su aparición en 1926 y no volvió a editarse hasta 1931, cuando
había caído la dictadura de Ibáñez. Pese a las intenciones del grupo, esta segunda
época tuvo una corta vida, sin embargo, las líneas centrales se mantuvieron casi
inalterables.

Nuevamente la influencia de los españoles se dejó sentir sobre el cruce entre


nihilismo, nietzscheanismo y anarquismo. Un artículo titulado “Los escritores de
España” de Julián Gorkin, traducido de Monde y publicado el 29 de agosto de 1931,
analizaban la evolución de la Generación del 98. Según el autor, entre los viejos
escritores españoles la influencia del individualismo y el nihilismo habían
provocado un escepticismo intelectual: Miguel de Unamuno, que en su juventud había
sido socialista, abandonó toda militancia y terminó justificándose sosteniendo la
inexistencia de las clases sociales; Pío Baroja se había dedicado a combatir el
socialismo debido a su profundo individualismo ya que, según él, la doctrina de
izquierda significaba la muerte del individuo; En resumen, según Gorkin, los
escritores españoles, siendo excepcionales en cuanto a su calidad estética, se
habían alejado de las luchas políticas y sociales de su país; maximizando la
importancia del individualismo y al hecho de llevar una vida mísera en un país
donde el sesenta por ciento de la población era analfabeta.

El fenómeno estaba también marcado por una actitud errática en sus militancias
políticas. Algunos habían tenido las más curiosas evoluciones pasando de
revolucionarios y republicanos a monarquistas y conservadores, uno de los citados,
Azorín había sido anarquizante, enseguida federalista para terminar al lado de un
reaccionario como La Cierva, responsable del fusilamiento del ácrata Francisco
Ferrer. En cuanto a la generación joven la tendencia que denomina “vanguardista”
solo tenía actitudes snobistas, pero la de “avanzada” por fin estaba encontrando su
camino. Mientras algunos se habían refugiado en el cómodo pasado, al igual que los
conservadores como Ramón María del Valle-Inclán, otros como Joaquín Arderiuz se
identificaban porque en casi toda su obra: “Encontramos al nihilista, al
anarquizante, influenciado por Nietzsche y Dostoiewsky, como lo fue en su juventud
Baroja”. El anarquismo siguió siendo la doctrina eje a lo largo de toda la vida de
la revista. Uno de los artículos más destacables de esta época apareció recién
caída la dictadura de Ibáñez. Gaspar Ruiz5 escribió un texto fuerte pero lleno de
ironía en el cual desliza una fina crítica hacia el poder:

“Mucho cuidado con nosotros. Somos la disciplina, somos la fuerza organizada y


militante, en bloque tan compacto que a una sola voz nos movilizamos como un enorme
y gigantesco cuerpo vivo. Un engendro paleontológico, un mamuth, cien mamuths no
destruirían al embestir lo que la más mínima fracción de nuestros hombres en acción
puede arrasar, descuajar, borrar del mundo orgánico”.
Claridad, Vol. 8 Núm. 136 (1931): Agosto 22.5
El texto aparece ilustrado con la figura de un militar que blande una pistola
humeante frente a un montón de cuerpos que yacen exánimes delante de un paredón.

Este escrito conforma uno de los últimos que desarrolla una fuerte crítica desde el
individualismo anarquista que se negaba a reconocer al hombre como un “tornillo del
organismo social” hacia el autoritarismo militar y al fascismo. Pero la elaboración
ideológica no se condecía con el momento por el que estaban atravesando los
trabajadores. El número 140 de la revista incluyó un reportaje a una gira de los
ácratas que trataban de rearticularse después de la dictadura. Éstos, que no se
habían sumado al ibañismo trataron de levantar una nueva central obrera. En
diciembre de 1931 organizaron una gira por las principales ciudades del sur para
dar vida a la Central General de Trabajadores, CGT. La revista también incluyó una
entrevista al dirigente comunista disidente Manuel Hidalgo quien hacía
declaraciones sobre los sucesos de Copiapó y Vallenar.

Pero al renacimiento le sobrevino lo inesperado. El 27 de diciembre de 1931 el


automóvil en que Juan Gandulfo se dirigía a Casablanca a visitar a su madre, chocó
con un recodo del camino. El joven médico de 36 años y su acompañante, Eduardo
Barrenechea, resultaron muertos. En ese momento Gandulfo trabajaba en la clínica
quirúrgica del doctor Lucas Sierra y su amigo era profesor del Instituto
Pedagógico. El número 140 de Claridad incluyó su primer cartel:

“¡Siembra, Juventud! La tierra es propicia, el momento es único. Que el bruñido


arado se desgaje en astillas al tatuar la corteza árida y dura que oculta la tierra
fecunda. Que vuestras vértebras se gasten por el esfuerzo titánico del torso
doblado tras la herramienta creadora. Que vuestro pecho se combe pleno de aire, así
como el velamen de la nave en lucha con la tempestad”.

El homenaje de sus compañeros se dejó sentir en escritos de Manuel Rojas, González


Vera, Sergio Atria, Santiago Ureta y Adolfo Allende. Las palabras de Manuel Rojas
no pueden ser más elocuentes:

“[...] Juan Gandulfo revive. Lo veo hablar, lo veo reír, lo veo andar; se mueve,
frunce los ojos, se le ensombrece el rostro de ira, se le ilumina de alegría;
gesticula a veces como un meridional, amenaza, después arrulla; se echa hacia atrás
riendo, con las manos en los bolsillos, y luego, cuando la risa llega a su clímax,
se dobla violentamente, juntado las manos sobre las rodillas”.
A Gandulfo le seguiría, tres años después, Alberto Rojas Jiménez quien tuvo una
muerte tan poética como su vida, alejada de convencionalismos sociales, la
aprehensión por lo material y entregada al placer de la poesía . El ciclo vital de
la generación de los años veinte llegaba a su fin, este era su último estertor.
Claridad, “periódico de sociología, arte y actualidades” comenzó el 12 de octubre
de 1920 con la muerte de Gómez Rojas símbolo de la lucha antioligárquica de la
generación de los veinte y terminó el 21 de enero de 1932 con la muerte de Juan
Gandulfo Guerra, su gestor y animador orgánico por más de once años. Los 140
números de la revista fueron el más fiel reflejo de una generación marcada
paradójicamente por la vida y por la muerte, que vivió creando entre lo épico y lo
dramático.

Referencias
Página consagrada a Claridad en el portal de Universidad de Chile, s/f; acceso
17.10.2015
La Editorial Claridad, Monografías, 22.07.2012; acceso 17.10.2015
«Claridad - Memoria Chilena, Biblioteca Nacional de Chile». Memoria Chilena.
Consultado el 1 de octubre de 2019.
Raúl Silva Castro. Pablo Neruda, capítulo «Aparición de Neruda en Claridad»;
Editorial Universiria, 1964
Ruiz, Gaspar (1931). «Cuidado con nosotros». Claridad 8 (136).
doi:10.5354/clr.v8i136.7759. Consultado el 1 de octubre de 2019.
Bibliografía
Mario Góngora. Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile, siglos XIX y
XX, Santiago, Editorial Universitaria, 1986.
Fabio Moraga Valle. “Vanguardia, heterodoxia y búsqueda generacional, la revista
Claridad, 1920-1932”, Revista Mapocho Nº 48, Santiago, diciembre de 2000.
Fabio Moraga Valle. “Muchachos casi silvestres”. La Federación de Estudiantes y el
movimiento estudiantil chileno, 1906-1936, Santiago, Ediciones de la Universidad de
Chile, 2007.
José Santos González Vera, Cuando era muchacho. Santiago, Editorial Nascimento,
1951.
Enlaces externos
El primer número de Claridad
Nota sobre la muerte de poeta José Domingo Gómez Rojas, aparecida en Claridad y
enlaces a descarga del contenido de los cinco primeros números
Claridad en línea, en el portal de la Universidad de Chile
Revista Claridad en Memoria Chilena.
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