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| Intermitente Rafaela Mariana Furiasse Devarene llustracién de Pablo Bernasconi: rm Direccién literaria y edicién: Cecilia Repettt Coordinacién de la edicién: Mariela Schorr Jefa de Procesos Editoriales: Vanesa Chulak Jefa de Disefio: Noemi Binda Responsable de Correcci6n: Patricia Motto Rouco Gerente de Produccién: Gustavo Becker Responsable de Preimpresién: Sandra Reina Iustracién de tapa: Pablo Bernasconi © Mariana Furiasse, 2016 © Ediciones SM, 2016 Av. Callao 410, 2° piso (C1022AAR Ciudad de Buenas Aires Primera edicion: septiembre de 2036 Segunda edictén: noviembre de 2036 ISaN 978-987.7313963 Hecho el depdsito que establece ta ley 21.723 Impreso en la Argentina | Printed in Argentina Este libro se termin6 de imprimir en noviembre de 2018, en FP Compania Impresora S.A, uenes Aires, www. smliteratura scomar No ests permitia ta reproduccén | races, Maina total partial de este libra nt Su talamlento informatio, ila lransmistin de ninguna forma 0 or cuslquer oro meso, yo ea elecrénico, mecinic, or fotoc- || isan omnonra:39¢3 pia, por cesta w otros métodor, es ttulaes del copyright. oo 063 9282 248 19. 12em- (Ege pr] Rep a4) 4 eau y eat Agen sin el permiso previo y par escrito || ae coord Rept Cail, eT Tu, Here Lam, a rabbit hearted girl. “Rabbit Heart (Raise it Up)” Florence + The Machine ME PESAN MAS LAS AUSENCIAS, Ms que los kilos, mas que las miradas, Papa. Sim6n, Estan vivos. Creo, De Simén sé, de papa no. Pero ponele. Ninguno de los dos quiere saber nada de mi. Teniendo la posibilidad de tencrme en sus vi- das, los dos eligen que mejor no. Estuve pensando este tiltimo afto, desde el dia en que dejé de escribir, si Jas ausencias no me habran vuelto invisible. Lo era. Dejé de serlo, Lo volvia ser, hasta hoy. Tal vez me doli6 * tanto que se fueran que en algtin momento quise que no me vieran mas. Desaparecer, Como si la ausencia me fuera comiendo a mi, Como si sus miradas me dibuja- ran. Y si no estaban ellos, papa, Sim6n, yo tampoco. Pero sus miradas son solo eso; sus miradas. Y puede que la mirada de los demas nos dibuje, si, pero no es todo. Ni se parece a todo, Me quedé sin palabras para escribir cuando Simén se borré, Me dejé de ver. No quiso-verme mas. A veces imagino que aparece alguien que puede verme, A mi. A través de todo y entre todas. Lo imagi- né tanto que ayer delante del espejo me vi. Y me dibujé con la mirada. Con un acto minimoy masivo recuperé las palabras para escribir. Me volvi presente otra vez, Y.acé estoy, mi coraz6n en crudo, latiendo. Listo. Ya esta. Me lo corté. De una. Salia de bafiarme. Lim- pié el espejo empafiado con Ia toalla con la que ‘me acababa de secar y me vi con el pelo corto. Den lado y del otro estébamos las dos tratan- do de sex una. Parada desnuda delante del espejo conel pelo largo hasta la cincura, no pude contenerme. ‘Agarré la tijera del botiquin, deslicé la mitad del pelo sobre cl pecho y cortéa la altura del hombro. Me vi la piel pilida, los lunares, el rojizo de mi pelo entre los, dedos. Lo dejé en la bacha, Me miré en el espejo, repeti Jos mismos movimientos del lado izquierdo. Y volvi al derecho, corté debajo de la oreja. Me vi los ojos. En- cendidos. Del izquierdo, lo mismo. Senti que me habia dibujado. O algo asi. “Completamente loca", alcanz6 a murmurar mamé después de descubrirlo. Se tapé la boca con las manos, sacudia la cabeza. Y agreg6: “Vas a tener que it igual a la peluqueria”. Como si hubiera querido evitar el gasto. —A mi me gusta —me dijo Aitana. Yesosonéadesafio, Mama la fulminé con la mirada Por un momento escuché en mi cabeza fo que mama se‘contenia de decir, “por lo menos tenias un pelo di- vino, ahora se te van a notar todavia mas Los kilos que tendrfas que bajar”. No decia nada pero su mirada fue glacial. Ahora entiendo de dénde sacamos la mirada de hielo Aitanay yo. Y cuando pudo, me pregunté: — (Era necesario? —Necesario para mi era —Le contesté y esa fue mi mayor osadia, mas que cortarme el pelo. No habia nada mas que decir. Esto que hice es mi- nimo y masivo y yengo pensando en esto de hacer, porque el no hacer parece que lo aprendi-y me lo tatué enalgiin lado. Asi que me lo corté y listo. Por eso me dieron ganas de escribir. Y porque mama me miré asi y pensé de todo, porque le pertenezco, claro, y todo mi ser le pertenece y cualquier decision que tiene que ver con algo mio parece que tengo que conversarla previamente con ella, como si alguna vez estuviera en casa como para que eso fuera posible, como si ha- blaramos. Bueno, si, hablamos lo basico, lo necesario para la supervivencia cotidiana, nada profundo, nada que importe, nada real. Y mi osadia fue cortarme el pelo y no pedirle permi so. Como si hubiera pensado en ella en ese momento. Si, pensé, Pensé que nome importaba nada lo que dijera o lo que dijeran los demés. Que me importa, si, peroen ese momento no me importaba y cortarme el pelo fue 10 como volver ese instante permanente. Animarme, Yel segundo después caer, y pensar: “;Y ahora qué?, ume queda bien?”. Voy a tener que ir a la peluqueria, porque si, es corto pero no un corte. Y pensar, recién ahi, todo lo que podia Hegar a decirme mama cuando me viera. Hasta me costé bajar, me quedé atrincherada, pelo corto, en el cuarto. Igual creo que lo que mas la sorprendié fue que yo Ie contesté, Yo no contesto, Todavia debe estar que- riendo descifrar qué le pasa a su hija que se corta el pelo y le contesta, todo en un solo dia, Que no me haya podido ver venir es lo que mas la debe enloque- cer. Mi pequefia, naciente independencia. Esta, la que se corta el pelo de repente y contesta, también soy yo. Esta se parece més a mi que cualquier otra. Bienvenida, Rafacla Rivera. 1 Me cusrakia voiver a leer todo lo que escribi el afio pasado, Quiero empezar y no puedo, como si leerlo hiciera que algunas cosas volvieran a suceder delante de mis ojos, como si eso fuera posible. Algunas cosas las haria distintas, Me rio sola pensando que algunas ni las haria. Y entre el diario, las palabras, mi cabeza y yo, haria otras que si me darian vergiienza después. Y fue en el verano, En algiin momento del vera- no. Una noche sentada en la tarima por vez quinientos ochenta y siete cuando todo me empez6 a importar poco. Menos que poco. Lo vi a Simén bailando con la rubia nimero trece desde que habiamos dejado de ser amigos-casi-novios, o lo que sea que hayamos sido mientras duré, que fue poco, y me di cuenta de que ya no dolia. Lo vi, como lo venia viendo todos los siba- dos que juntaba valor para ir a bailar. Esperé que verlo me doliera, como el sabado anterior, como la diltima vez. Esperé, pero no pasé nada. No dolié, Porque un dia deja de doler. Viste, Simén, un dia deja de doler. Y te importa un carajo. Si, delicado lo mio. Y no es que 12 > me hubiera dejado de gustar él. Porque no. Ese dia en Ja tarima, me seguia gustando pero ya no me dolia. Te vas curtiendo. Un poco y dea poco. Y ahi, mientras no me dolfa pero todavia me gustaba, recuperé mi territo- tio, Como si antes se lo hubiera entregado a él. Como si un poco sicmpre se lo hubiera entregado a todo el mundo. A papi, a mama, a él, Aitana,a los que no me ‘yen ya los que me ven. Y ahi cai. La gente dice: “Me eayé la ficha”. Yo soy la ficha que cae. Y fue cuestién de tiempo, dias, bueno, un mes, un par de meses, hasta que me di cuenta de que Simén directamente me ha- bia dejado de gustar. Nada. Ni un poco. La sensacién de ese instante. Como cuando me enteré de que Papa Noel existia solo para mi. Simén, ni existia. Y si, rove our ia la peluqueria a que le dieran for- ma a mi corte. El peluquero, que me debe ver como mucho dos veces al afio, abrid los ojos cuando entré y meneé la cabeza. —Es0 lo tendria que haber hecho yo —me dijo sonriendo. Claro, cudntas veces entra alguien que se corta el pelo largo por la cintura por debajo de la oreja. Me dejé la nuca desnuda. Y més largo arriba con una es- pecie de Flequillo para el costado o un casi jopo. En el espejo parecia otra. Y debo parecer porque en el colegio creo que hubo gente que no me reconoci6. Pongamos que habitual- mente no me deben ni ver, pero de repente me mira- ban e imaginaba que pensaban quién carajo es. Antes, fa nada misma, Pasaba como pasa el viento. La cara de Rosario cuando me vio fue mortal. Son- ri6 en camara lenta y la sonrisa le cruzé la tara y se empez6 a reir. Estir6 un brazo como queriendo tocar el techo y grité —jEsa es mi amiga! Yo, incendiada. “« > Y dio unos pasos largos con sus piernas eternas para abrazarme mientras me decia al oido “esta se parece mas a vos”. Feliz. coincidencia. Las caras de Wanda y Tania fueron mas moderadas, una especie de “oh, qué cagada”, y luego inmediatamente, que eso no se note, abrazo y un timido “esté bueno”. En resumen, algo asi, Peto ellas son mucho mis estructuradas. Y tal vez tampoco es que me queda tan bueno. No va por ahi, mi tiene més que ver con lo que yo veo y cémo me siento. Y habré gente que piense, como mami, que las chicas con kilos de mas no deberian tener pelo corto porque asi solo se nota mas el exceso de cuerpo. El colegio, un embole. Esa sensacién de que se vie- ne ser grande. Es nuestro tiltimo aiio y entonces si, agitrense. Una especie de ola de tsunami anticipatoria. Entre que hay que elegir carrera o qué hacer de la vida. Como si fuera facil elegir qué estudiar, lo que elijas seguramente condicione tus préximos cinco aftos, lo que definitivamente va a condicionar toda tu vida. El separarnos todos. Y tanta anticipacién, tanta decision me da panico. Ganas de ovillarme sobre mi y que pase Ja ola por arriba. No sé qué voy a estudiar, ni qué quiero ser 0 hacer. O sea, si, sé cosas pero nada es tan s6lido en mi como para que sea permanente, Me va y me viene, Musica, Chef. Carreras que atin no existen y que se me ocu- tren. Disefiadora grafica. Todo va y viene. Y al salir del curso con la mochila en un hombro gir€ la cabeza mientras venia hablando con Rosario y lo vi saliendo del aula de él. Nuestros reconocimien- tos a la distancia cuando nos encontramos suelen ser unos movimientos imperceptibles de cabeza. De una sutileza feroz. Creo que nosotros solos los vemos o tal vez me los imagino, Pero esta vex me miré y se quedé parado en medio de la puerta de su aula, los ojos inten- sos, su mirada en mi, Senti que me ardia la cara. Le sos- tuve la mirada todo lo que pude pero unos segundos més tarde, mientras pasaba casi al lado de él, la bajé. Esos segundos en camara lenta, nos volvimos otra vez nosotros. Simén y yo. Hacfa un afio que no sentia eso. Desde que se me fueron las palabras. Pero esos segundos nos habfan reconstruido. Pensé que ahi quedaba, Peroa la noche, tratando de terminar la tarea del colegio, me di cuenta deque no. La ventana de mi cuarto, La luna colgada en el cielo. Y en mf, ese instante de pelicula muda que seguia repitiéndose al infinito. Un espacio minimo. Infimo pero real. Dowco. Dia del padre. Y dia de mierda, Como si ya con eso no fuera suficiente. Igual lo del dia del padre no me puede importar menos. Llevo mas dias del padre sin papa que con él. Al prin- cipio pensaba que en ese dia habia mas posibi- lidades de que se acordara de que es padre. Algo asi como “jno teestaria faltando algo? Unas hijas”. Dos, exactamente. Como que ese dia me parecia mas probable que el resto de los dias. Ya no. Pensaba regalos enuna época. Ya no, Es un dia casi como cualquier otro. Igual ese no fue el problema. Mil veces me dije que no tengo que ir masal club. ;Para qué voy? Mama juega al tenis, Aitana al hockey, el abuelo jucga al golf. Pero yo, bueno, voy y me quedo con la abuela. Y estan las, trescientos cincuenta y ocho amigas de ella. O sea que ‘yo me quedo pintada ahi haciendo esas minisonrisas y te- rniendo que prestar una atenci6n que no tengo un domin- go y inenos a la mariana, Igual la mayoria de los temas que escucho no me interesarian en ningéin dia. Siempre me digo que no voy mas, Y siempre termino yendo. No voy més. Lo decidi. Y es irrevocable, No voy nunca mas. Porque més alla de todo, la gente que va 7 z al club no me cabe ni abi, No tengo nada que ver con ellos, no tienen nada que ver conmigo. Si, mi familia va al club. Puede que tampoco tenga mucho que ver con mi familia. Me rio sola, Pero es una risa amarga, Amarga yo, hoy. Y la manfa de la gente de decir lo que piensa cuando uno jams les pregunt6. Esa opinién desatada que te hacen saber cuando claramente no te importa lo que piensan, si no, hubieras preguntado. Y esa mania mia de callarme la boca, de quedarme paralizada, Sentir el impacto del golpe pero no poder moverme. Una infeliz que es de las que no puedo ni ver. Ca- minando hacia mi con su mirada censora. Mi abuela charlando a unos metros con una pareja amiga. Cada tanto me miraba. A mi y mi libro abierto sobre la mesa, como chequeando que todo estuviera bien y todo estaba bien hasta ahi, Lo supe. Esos metros antes lo supe. Y tampoco me pude preparar. Lenta yo. La infeliz que se acerca y me da un beso, de esos que ni te rozan pero hacen ruido. Y ahi nomas me mira, como si yo fuera irremontable, irreparable, innecesaria, “Que pena —me dice—, con ese cabello divino que tenias, pero bueno, si bajaras unos kilos te quedaria mucho mejor, tenés una cara tan linda que es una pena” Y sc fuc. Destilé veneno y se fue. Y ahi me quedé yo. Estaqueada, Muda. Incapaz. ¢Por qué mierda no puedo defenderme? Y de ese instante al afto pasado cuando rodé por la escalera des- pués de lo que me dijo Gast6n y al verano cuando me 18 jtaron “muuuu” en la playa y a los que me gritaron Syorda” en el boliche. Planeé mil venganzas pero no fice nada, Nunca hago nada, En el momento en que hablaba mi cabeza prepara- ba respuestas pero nada me salié de la boca. Ademis, como si ella pesara cincuenta kilos. Mi mirada se en- contré con Ia de la abuela. Los ojos de la abuela, mis ojos el resto del mundo fuera de foco. Ganas de llorar. Pero ganas de gritat. Yel tema no es la infeliz, Bl rema soy yo. Muda, Toda la violencia hacia adentro. En mi. Comigndome todo lo que no me quiero comer. Porque sile decia algo posiblemente me hubiera salido como eLculo. Porque siento que si un dia me defiendo, mato. Si me animo, no sé lo que puede salir. Pero es mucho mAs que eso. Es mucho mas profundo, mas hondo. No sade hablar-el resto del almuerzo. Y por suerte la abue- Jatuvo la delicadeza de no preguntar delante de todos. Novvoy masal club. No lo necesito, No me necesita. Jamis voy a ser lo que ellos esperan, Pero hay un mun- do afuera, el colegio, la calle, la universidad, la vida rodando, y yo necesito pararme ahi, transitarla. Y no me quiero quedar muda. Porque tal ver es lo que tam- bién algunos esperan de mi. Y tampoco quiero ser esa. Mucho cortede pelo, muchs sentirme yo, yal final me quedo muda como sicmprc, como antes. Tanta bronca. Ni siquiera puedo lorar. 19 > DIGAMOS QUE TERMINAR ¢asi desnucada acostada so- bre la alfombra del cuarto de Rosario no es lo que imaginaba para ese domingo a la noche. Los domingos son en casa, rutinarios, comer algo con Aitana si esta, peli y a la cama para levan- tarme temprano el lunes. Una y otra vez, y otra y otra mas cada domingo. Pero este no. En medio de la bronca por lo de la infeliz del club, Rosario me mand6 un audio para avisarme que sus papas salian a cenar a lo de unos amigos, si queria ir a dormir a su casa y quedarme con ella. No me gusta mucho ir a dormir a otro lado, Me gusta mi casa, mi cama. Pero no me soportaba ni yo. Y a veces tengo la sensacién de que si estoy triste, el cuarto se vuelve tris- te y me comprime, me ahoga, me expulsa. Y me fui. Me di una ducha, le avisé a mamé, agarré la bici. Esa si es la inica novedad que tengo desde el afio pasado. Uso la bici. Y pedaleé hasta la casa de Rosario. Enesascuadras medi cuentade que habia hecho bien. Anochecia. El aire fresco en Ia cara. Cuando Ilegué los papas de Rosario estaban por salir. Nos quedamos en la cocina charlando mientras tomabamos mate. Podemos 20 tomar termos enteros sin cansarnos. Me propuso hacer tuna pizza. Para mi pizza siempre esti bien. Me cont6 dela noche anterior, habia salido con Pablo. Siguen de novios. Pablo es lo més. Un montén de salidas voy con ‘los, no tienen problema en buscarme, levarme, en compartir, y ¢s0 lo valoro muchisimo, perfectamente decir: “Buch todo bien con Rafaela pero que se quedcen su casa o que se consiga su propio novio". Y no, Yamosal cine, a jugar al bowling, a bailar. Ellos y yo. Los padres de Rosario finalmente se fueron y em- 105 a preparar la pizza y a ver qué le poniamos arriba, bien cargadita, de todo un poco. Y ahi fue que Rosario me pregunté si queria una cerveza, Y no es queno tomemos de vez.en cuando, Tomamos, Pero ese instante se sintid distinto. Le dije que si. Sacé un par dela heladera, chicas, bien frias. Las abrié y tomamos del pico sentadas mientras esperabamos para sacar la pizza del horno. Se sintié distinto a siempre. Como si fuéramos mas grandes. Porque lo somos, obvio, pero tampoco es que somos tan grandes. Ahi caminando en ese borde entre el sccundario y el salto a la universidad. Todo el afio se fue sintiendo asi desde el acto del primer dia. Tanto te repiten que es el tiltimo aio, que elegir la carrera, gue scparartc dc los compafictos, que estoy segura de que fue eso lo que me hizo salir corriendo mientras hablaba la directora por detras de todos los cursos y vomitar en la puerta del sal6n de actos. Divino. Senti que me hundia hasta el centro de la Tierra. No podia 21 > estar pasando eso delante de todo el colegio. Ok, no me habian visto porque mi organismo tuvo la delicadeza de aguantar a que cruzara la puerta, pero la mitad de mi cuerpo arquedndose lo habian visto todos. Estoy segura de que fue es0 y no todo lo que comi la noche anterior de Jo tensa que estaba, No queria empezar quinto, no quiero terminar quinto. No quiero. En ese momento Rosario fue la primera que reac- cioné y salié corriendo a ayudarme. Me acompafié a casa cuando nos largaron y segui voritando cada dos © tres cuadras, en un cantero, en el medio de la calle, La vergiienza que tenia, pero cualquier cosa antes que llamar a mama. Lloraba de la bronca, y vomitando en un cantero le pedi a Rosario que me alcanzara una ser- villeta, un paftuelito, algo para limpiarme. Ella salié corriendo y la vi volver con un papel de regalo como barrilete en su mano. Se me caian las lagrimas y me empecé a reir, No me podia dar un papel de regalo para limpiarme. No daba pero era lo tinico que habia con- seguido. No podiamos dejar de reirnos. Y reirnos es de las mejores cosas que nos pasan. Sentadas hablando del sibado, tomando una cer- vera, se sentia bien, Y mientras comiamos Rosario me pregunt6 si queria una copa de un vino que ya estaba abierto. Y si. Una copa. Dos. No tomamos vino habitualmente y puede que tampoco fuera eso. Nos empezamos a reir. Lavamos los platos y subimos con la botella a su cuarto. Pusimos miisica fuerte en la compu y bailamos descalzas. Rosario tiene la mejor 22 alfombra del mundo, una con unos pelos largos y suaves. Y puede que fuera eso ademas del vino y la ceryeza, ¢s0 y la miisica. Y sentir que somos grandes ¥y que no somos mas que las que éramos en el acto de jardin cuando nos hicimos amigas. Nos acostamos en la alfombra mirando el techo. Rosario tiene una bola de espejitos, chiquita, en un costado, que hacia luces intermitentes sobre nosotras. Nos quedamos charlando y riéndonos de las cosas mas absurdas, le conté lo de la infeliz. Me miré con sus ojos intensos y me dijo: — (Qué vamos a hacer con eso? Y a mi me dio risa, Como si fuéramos a matarla. Y no podia dejar de reirme de su cara que parecia un Garfield con sueiio y de repente abria los ojos sacada y me preguntaba “ jqué vamos a hacer con es0?”. Pla- neamos un par de venganzas. A mi lo de planear me sale bastante bien, Estaria teniendo un problema de ejecuci6n. ¥ nos fuimos quedando en silencio y, asi, mirando las luces intermitentes del techo y acarician- do los pelos de la alfombra, me di cuenta de que estaba un poco alegre. Levemente. Y se sintié bien. Si. Todo estaba difuso. Todo Jo que no existia realmente en mi vida estaba difuso y no importaba. No me preocupaba, ni me dolia. Papa, Simén, mi futuro, los infelices que pensaban que yo no era como debia ser, y lo que de- bia o no ser, los pensamientos no existian. Solo era eso. Presente. Saber que estabamos juntas. Y que estaba la risa. Risa combate domingo. 23 Resaca, Asi se sentia, Lunes, Clase de Economia, Una tormenta contra la ventana del curso. Ga- nas de estar en Ia cama ovillada, de estar en si- lencio, sola, mirando Llover, Pero tener que es- tar ahi sosteniendo la cabeza en alto y los ojos minimamente abiertos. Me pasé la mano por la cara tantas veces tratando de despertarme que en un momento al mirar la ventana vi que tenia un jopo como una ola. Y me vi. La cara ancha. Los ojos azules. La frente despejada. Las cejas suaves, algo despeinadas. La nuca descubierta. Me veia tan distinta a la que era una semana antes, Y a la vez cun distinta podia ser. Rosario la piloted mejor toda la mafiana, Ni se le notaba, Yo no tenia ni ganas de pilotearla. De repen- te, no podia encontrar ese lugar al que habia llegado la noche anterior acostada en la alfombra riéndome, donde todo lo que no existia no importaba. Todo eso si importaba, Cada una de esas cosas, y le habia puesto pausa por un rato pero ahi volvia a existir todo para mi. Los kilos de mas; la vida en espera, la ausencia de papa, la ausencia de Simén, la infeliz que opinaba Jo que muchos se debian callar, la mirada de mama, Joque no me pasa, lo que no puedo decidir. Y creo que tampoco quiero. No puedo y no quiero, No me quiero ‘cupar de eso. No me dan ganas. Me resisto Me quedé todos los recreos con la cabeza apoyada sobre mis brazos cruzados cn cl escritorio mirando flover. Lo tinico que queria era que terminara la ma- ana y una menos cuarto caminar a casa. Y tenia la icicleta, muy practico con esa Lluvia. Y para colmo después de Economia tuvimos una charla de orientacién vocacional, como si hubiera alguna forma de orientarme, Nos pedian que pusiéra- ‘mos cosas que nos gustaria tener o llegar a tener, algo asi, Como no me importa nada la orientaci6n, puse to- das las imbecilidades posibles: desde un avién hasta una hamaca paraguaya. Todo eso quiero. Y no. Y habia tun test con las preguntas mas obvias para completar. ~ Loentregué y senti que no iba a existir forma de ayu- darmey que la psicdloga, psicopedagoga o lo que fuera quien lo leyera, se iba a reir tres dias seguidos o iba a pensar que soy una ilusa. Y puede que tenga razon, Laausencia, Y mis kilos, Desde que escribi “ausen- cia” no dejo de pensar en eso. La ausencia de seres que quiero y 1os kilos que tengo, que suponia que no, pero quede alguna manera también debo querer. No termi- no de encontrar las palabras para explicar la sensacin gue tengo adentro desde que lo escribi. Y si, no hay palabras para todo. O no en todos los momentos. Y después de la orientacién vocacional tan ins- tructiva, cuando juntabamos todo para irnos, entré > la preceptora y aplaudio un par de veces para que le prestaramos atencién, Levanté la cabeza y ahi lo vi. La preceptora pidiéndonos un minuto. Y al lado, él. La sensacién que me dio fue quea él si le importa todo un carajo. Nosotros, el colegio, y puede que él mismo. Los ojos recorriéndonos. —Este es Len, es un compafiero nuevo que empie- za con ustedes a partir de mafana, traten de encontrar el tiempo para presentarse —nos dijo la preceptora, y mientras hablaba, Le6n se encontré con mi mirada, Y me mir6 como a todos pero hizo un gesto impercep- tible con la cabeza rapada en los costados, el pelo largo en el centro. Me pregunté si era a mi. Bajé la mirada petrificada en mi lugar. Y miré a Rosario, que esta- ba perdida en la ventana. {A ella o a mi? Senti que la risa estallaba dentro mio como un rio sin freno. A ella. Aclla, Pero me habia parecido a mi. Levanté mis ojos. Leon y la preceptora habfan de- saparecido. Todos juntaban sus cosas, y el murmullo fue creciendo, Afuera habia parado de Mover, Y no sé por qué, Pero me levanté, me colgué la mochila al hombro y sali sin despedirme. En el pasillo atestado por la salida de todos los cursos, me paré en puntas de pie. Lo descubri legando a la escalera, Caminé rapido entre todos y lo alcancé recién en el lrall. —Leén —lo Ilamé y no sé cémo me escuché. Su nuca desnuda, el cuello de la remera roja. Gir, me miréy sonrié, Y esa sonrisa que yo no esperaba me hizo olvidar de que estaba persiguiendo al chico nuevo. 26 _— fi? —me dijo. Y yo, muda. —Soy Rafaela —por fin pude decir—, voy a ser compafiera tuya, por cualquier cosa que necesites. Si, le dije eso. “Por cualquier cosa que necesites”. No me quiero imaginar qué habré pensado, porque yo senti que mientras lo decia me incendiaba. Y no sé si era que seguia alegre, si una incendiada qué miedo je tener de prenderse fuego, porque agregué: —Dame tu celular. Si, “dame tu celular”, Una desequilibrada, Leén me miro divertido, Buscé su teléfono en uno de los bolsi- Ios delanteros del jean, lo desbloqued y me lo dio. Yo no lo miraba. Anoté mi néimero. Seguramente mal. Se lodi. —Rafacla nimo. El sonrié y me dijo: —Si, entendi, Rafaela, gracias, por cualquier cosa que necesite. Lo miré y lo odié. Ese instante, Me estaba gozando. Y para rematarla, le acoté: —Bueno, dale, tampoco para cualquier cosa. Serio. ¥ de los nervios mé rei. Y riéndome mientras me mordia el labio para no reirme tanto, lo vi pasar a Simén en cémara lenta detras de Leon, mirandonos. Lo disfruté. Le6n me dio las gracias y me dijo que se tenia que ir, que lo estaban esperando sus viejos en el auto. Busqué repeti. Debia estar en pedo, jet lag mi- . labici en el patioy me volvi. El deslizarse de las ruedas en lo hiimedo del pavimento y mi reflejo en el agua, Elciclo gris. Asi, pedaleando, me sentia mas despejada, Y hace un rato después de bafiarme encontré un wasap de Leén: Rafaela, estaria necesitando algo. Un bo- Judo. Pero me hizo reir. Obvio que no le contesté, Pero Jo pensé. Y fue como si el impulso de bajar a presentar- me se hubiera desvanecido y quedara la que siempre soy. La que no ha on HAnenste presextabo A LeON el dia anterior habia abierto una posibilidad que ante mi no-respues- ta se habia vuelto a cerrar. A veces es minima a brecha para hacer algo a tiempo. El perfecto timing. No le contests a la una, no le contests a las dos y a las tres ya esta, Es tarde, {Qué se contesta cuando yas tarde? Yhoy a la mafiana, apenas nos cruzamos la mirada con Leon al entrar al curso, me di cuenta de que era tarde, Se habia sentado en el iiltimo banco del lado de lapared y yo estoy del otro lado, en el segundo del lado dela ventana, Hizo una especie de gesto con la cabeza para saludarme que respondi como me sali6, Pero se- guro que fue un movimiento torpe y raro. Y me dejé eaer en mi banco. No hacia falta escribir una gran res- puesta pero por lo menos algo con un toque de humor. Tampoco tanto. Pero no, Silencio. Y asi transcurrié el dia. El pibe obviamente tam- poco me iba a venir a hablar. Vi cémo se acercaron fos chicos a hablar con él en el primer recreo. Algu- hos, Otros lo miraban de lejos. Para el tercer recreo mehabia enterado de que Leén venia de Buenos Aires. 29 ;. Y supe que eso no le iba a sumar. Ya sé cémo piensan muchos. Buenos Aires = Se la cree. El no parecia nada de eso. Por lo poco que lo habia podido observar entre clase y clase, disimuladamente, me parecié que todo le seguia importando muy poco, que estaba ahi porque no habia otro lugar donde estar. Al final casi como nos pasa a todos. Las chicas me gastaron un poco cuando Rosario Jes cont6 que me habia visto hablando con él. Se reia mientras les decia que seguro que yo lo conocia de an- tes y que al final hay que hacer lo que uno siente. Yo todavia no entiendo si fui obediente siguiendo el pedi- do de Ja preceptora de que nos fuéramos presentando o si hice lo que habia sentido hacer. Seguramente un poco de ambas. Pero también esto nuevo que me atra- viesa y me lleva a cortarme el pelo sin previo aviso, de la nada, desnuda en el medio del bafio aunque tenga que terminar en la peluqueria para que me lo empa- rejen. Lo mismo me lleva a hablarle a Leén y después no contestarle. Péndulo, yo. 30 Y Anoka panuce que Ledn esta bueno. Todas re- volucionadas en el colegio, las de quinto por lo menos. De nuestro curso y unas del curso de Si- mon que vinieron a preguntar por él. Justo esta bueno el chico que me escribié a mi y yo no le contesto. Obvio que él me escribié porque soy Ia dinica que se acercé a hablarle, de la tnica que tenfa el ntimero de teléfono. Por eso, Pero igual. ‘A mime habia parecido como cualquier otro chico. Hasta muy flaco, Bueno, no, no como cualquier otro. Bsel nuevo y lo distinto. Tiene que ser eso. Porque es comin y corriente, Tiene onda. Es eso. Como se viste, elpelo, la cara angulosa, que es alto. Y si, bueno esta. Cuando sali del colegio estaba en la puerta hablan- do con una de las compafieras de Simén que vino a preguntar por él. Pasé a unos metros de ellos, él pisaba tun skate con uno de los pies y lo sostenfa contra su pierna con una mano. Ni lo mixé cuando pasé cerca, Y creo que él ni me vio. Y ahi me vaa quedar de recuerdo su mensaje: Rafaela, estaria necesitando algo, como re- cuerdo del dia que pude hacer algo distinto y terminé haciendo lo mismo de siempre. La realidad es que no le contesté porque no me creo, no me puedo creer, que ese chico pueda querer hablar conmigo, que le pueda interesar. Ni pensar que pueda gustar de mi, es0 ni es posible en mi cabeza. O que en ver de mirarla a Rosario el primer dia me haya mira- do a mi, Eso parecié. Pero no es posible. Ese tipo de chico jamas se fijaria en alguien como yo, ese es el tipo de chico que no me registra, Bueno, ese y todos los de- ‘més, pero ese es del tipo que jams me va a registrar, Me quedé tildada mirando el wasap, pensando que podia escribirle algo como para intentar reconectar, retomar el impulso que habia tenido, pero no puedo dejar de pensar para qué y después qué. Aparte segu- ramente él esta todavia charlando con la compafiera deSimén. Solamente le conté a Rosario lo del mensaje de Le6n, Su cara, Entre que me quicre matar, le da bron- cay esta resignada. Se paré para salir en el recreo y apunté con su dedo a mi cabeza. —El problema esta aca, jsabés? No son los kilos que vos pensiis. Dejate de joder, Rafacla. Si, se calent6. No sé ni para qué le conté. Como mu- cho le iba a contestar un mensaje, él me iba a escribir tuna pavada y ya. Ahi iba a quedar, Onno. Y jamas me voy a cnterar. Me quedé chequeando el celular cada tanto, Como si fuera a pasar algo. Como si de repente fuera a sonar. 32 © J Coxciusion posr conte: para que algo realmente cambie, hay que cortar mucho més que el pelo. Si, ahora me registra mas gente, ¢s verdad, hasta Jee, 19 par de compafieras me dijeron que les en- canta cémo me queda. Aunque obviamente me pregunté si seria cierto, Me veo distinta, me siento distinta, pero si queda abi, muere ahi. Comprobado. Porque los dias post corte, post Ilegada de Leén, volvieron a ser como el resto de los dias ante- riores, los del afio entero en que no escribi: Lanada misma. Y asi siguen. Fiestas. A las que no voy. Y no pienso ir. Reuniones. De las que no participo. Un viaje de egresados. Al que tampoco tengo mu- tchas ganas de ir. No entendi nunca el punto. “Diver- tirte?”, me pregunté uno de mis compafieros el otro dia cuando le comenté mi feliz punto de vista. No le veo lo divertido a ir con gente con la que ni siquiera tengo relacién, Otra cosa serfa ir solo con mis amigas. Colegio. Que no me puede interesar menos. O sea si, hago lo que tengo que hacer para no llevarme 33 materias justo ahora y no es que me encante estudiar pero no sé qué hago si ademas tengo que estudiar en enero o febrero. A ver, bastante con tener que ir al co- legio el resto de los meses como para también dedicar- le ese tiempo. Ni loca. Mama. Que ya se habré adaptado al espanto de te- ner una hija con quince kilos de mas y pelo corto. Eso de los quince, me lo dijo la otra vez, que cuando pensa- ba ocuparme de mis quince kilos de mas. Una copada, mami. Sigue con Leonardo y eso la mantiene bastante lejos de casa, asi que por mi excelente. La noyedad es Aitana. O que tiene novio. Ella, la que salia siempre y nada, No quiere decir mucho pero €s obvio, obvio para mi por lo menos. Ya le dije que lo quiero conocer. Que lo traiga un dia que mama no esté y listo. Leén, Bien, gracias, Ya se hizo un grupo de amigos del curso de Simén, un grupo que no es el de Simén y el de Gastén, sino el otro grupo. Como que habria dos que no se bancan tanto, O sea que ni lo veo, cursamos juntos pero en los recreos desaparece, Sim6n. No me lo volvia cruzar. Sé que est. Calcu- lo que sabe que estoy. A eso se limita nuestra relacién hoy. Dos conjuntos que no se intersecan. A veces pien- so en él. Qué pensé en csc instante cuando me vio con el pelo corto mientras pasaba delante suyo por el pasi- lo? {Qué sintid? {Siente? {Piensa en mi alguna vez? @Me extrafia? Yo no. Cuando alguien desaparece asi de una forma tan abrupta y brutal, la decepci6n es tan 34 ande que destruye todo, TODO, lo que sentis, Asi no lo extrafio. Aparte tengo la sensacién de que fue é, Io sofié. Pero tengo un cuaderno que atestigua lo io. Aunque me haya despertado por meses y pocos segundos volver a recordar ese mail y su cia y estrellarme otra vez contra la realidad. Si, 16, existe y no quiere saber nada conmigo. Rosario que no se puede hacer cargo de lo que siente, (¢ rio sola. Bs una risa amarga, pero es risa. Est lo. El tinico hombre sélido en mi vida, salvan- Cas: pe Historia, La peor profesora del mundo, Hay compafieros que tiemblan cuando ella en- tra. No puede volar una mosca, no puede pesta- fear alguien en la tiltima fila. Es pararse al lado del banco y el “buen dia, profesora”. Prchist6- rico, Pero ella lo disfruta. Disfruta haciéndonos sufrir. ¥ como los visibles la surfean bastante me- jor, siempre se la agarra con los invisibles. Léase, yo. —Rafacla, pasa al frente por favor —llamé de repente, Mis ojos al techo. Un segundo. —,Y esa mirada? —pregunt6 con una media sontisa—, ;no estudiaste? Si, claro que estudié, pero no tengo ni ganas de pa- sar, agarratela con otro hoy. Pero mi voz solo dijo: —Estudié, si. Y me paré. Que odio. Si hay algo que odio es pasar al frente y que todos puedan verme. Si, ya sé, todo el tiem- po todos pueden verme, pero ahi es inevitable, todos te miran, mas en esa clase que no admite distraccién porque en cualquier momento el dardo te pega directa- mente en la frente a vos que suponias, zafabas. Asi. 36 Me paré y mientras caminaba esos pasos hasta el senti que estaba mas gorda que nunca, Suelo ner esos pensamientos. Y que el suéter me marcaba cuerpo mas de lo que me hubiera gustado. O sea, yantar la mirada para buscar la de la profesora para sr qué queria preguntarme, me encontré en el mo- to de autoestima bajo cero. “Me pregunté algo de la revolucién industrial. Le mntesté. Y de repente Fabidn, que sigue sin poder pa- r de llamar Ia atencién, levanté la mano. Ella que uma, lo dej6 acotar. El pibe dijo lo mismo que ha- a dicho yo pero de otra manera, como para lucirse y dirme. ‘Si supiera defenderme, si tuviera la rapidez, la lu- dez, la valentia, ahi tendria que haberle dicho: “Fla- sntia que me habia prendido fuego, de la bronca y impotencia, pero no podia hablar. Y la profesora, ‘propésito, hizo un silencio saboreando mi caida. Y en medio del silencio, fue cuando vi una mano se levantaba desde el fondo del aula. Desde el to lugar donde estaba sentado Leon. Mi mirada en esa mano. —Si, Leén —dijo la profesora porque no tuvo otra ion. —Disculpe, pero Fabian acaba de recitar Jo que dijo Rafaela de otra forma, es lo mismo que dijo ella ero con otras palabras, mas complicado, Un murmullo de ola. Vi como todos giraban sus an cabezas para mirarlo y eso me permitia verlo. Ahi frente a mi, en medio de todas las cabezas. —Bueno, si, aunque no exactamente —dijo la pro- fesora pero no salt6 a aniquilarlo, No es tonta. Sabia que él no se ibaa callar. Y siguié hablando. Fue un segundo, ese, en que la profesora volvié a hablar, yo desconecté de ella, me lo quedé mirando a él y escuché, estoy segura que lo escuché murmurar; “Por cualquier cosa que necesites”. 0 le lei los labios? Después le pregunté a Rosario y ella no escuché nada de eso. Tal vez lo imaginé. Pero Leén delante de todos habia levantado su mano para defenderme. Me quedé parada en el fren- tey la profesora tuvo que repetirme dos veces que me sentase ante la risa de algunos de mis compafieros. Me acomodé en mi banco mientras sentia algo célido en el centro del cuerpo como si mi corazén fuera liquido. Soné el timbre. Gritos afuera, murmullo en [a clase, la profesora juntando sus cosas, todos parndose, guar- dando los titiles; y yo en el banco, mirando la hoja en blanco de mi carpeta, yo, estaba sonriendo. 39 LEON tS LO \\\8 —me dijo Rosario apenas empe- zaron a salir nuestros compafieros del aula. Yo me habia quedado ahi sentada con una sonrisa en la cara. Por un momento pensé “tengo que decirle algo”, pero delante de todos, que segu- > ramente nos iban a estar mirando, me parecid inabordable. Ey, sme estas escuchando? —me insistié Rosario. nti con la cabeza mientras la miraba de costado jpoder dejar de sonreir, y eso que lo habia intentado. Rosario me juré que él no habia dicho nada de “por quier cosa que necesites”, pero no me importaba hubieran escuchado los demas. Yo lo habia vis- decirlo. Tal vez en mi cabeza. ando por fin me paré, Le6n ya se habia ido. Y si. iba a esperar? Yo tampoco le debia mi vida. Ca- né a casa escribiendo meitalmente un mensaje para andarle, Hice, en esas cuadras, duscientas versiones. s distintas. Y terminé sentandome en la barra desayunadora el celular en la mano, sin almorzar, sin sacar- el uniforme, mirando el wasap que él me habia a9 mandado, hasta que reescribi el mensaje por diltima vex y le mandé un emoticén de un puito. Pulsé “en. viar” y en el momento en que vi la primera tilde me di cuenta de que no habia vuelta atras. {Un pufio? En mis primeras versiones le explicaba por qué no le habia contestado antes y le decia lo importante de su gesto en la clase, y en el momento de realmente escribirlo todo se habia sintetizado en un puiio. No se puede contestar mucho a un pufio. zY para qué queria que me contesta- ra? El tinico fin de mi mensaje habia sido agradecerle de alguna manera. Y si, buenisimo, un puiio no agra- dece nada. Me quedé mirando la conversacién mas corta del mundo, hasta que aparecieron las dos tildes y un mo- mento mas tarde las tildes se volvieron turquesa y apa- reci6 arriba: Leén -en linea. No lo pensé, fue instintivo, sali del chat y dejé el teléfono sobre la barra desayu- nadora, Subi a mi cuarto, me saqué el uniforme y me puse un jean y una remera de mangas largas celeste lavado, sin dejar de pensar ni por un segundo en el ce- lular abajo. No se podia contestar mucho a un puito, (Qué me iba a poner, un pulgar para arriba? Busqué las converse rojas y me las puse. Bajé pensando en qué podia comer y al pasar por la barra encendi el celular. En wasap habfa un mensaje nuevo. Lo abri, Leén me habia mandads un pufio de vuelta, Choque. O algo asi. Un pufio es como poner un punto. Meneé la cabeza indignada conmigo y caminé has- 40 Ja heladera. Habjan quedado unas empanadas de la anterior. Agarré una fria y la empecé a comer. Y tres para calentar. Las puse en un plato, las meti microondas y esperé el minuto y medio, mien- s cerminaba de comer la fria. Recién ahi miré hacia io y via Minerva desesperada por entrar, Yo, la or del mundo. Le abri la puerta, me salt6 torpe, las delanteras contra mi pecho. Le hice unos mimos a cabeza peluda, y cuando escuché los pitidos del roondas, pasé de nuevo por la barra desayunadora jré el teléfono, No esperaba nada en particular, el jico chequear por inercia, ni lo pensas y estas che- indo, Otro mensaje. Pensé que podia ser Rosario o 41 ie que no queria abrir, que me viera en linea si estaba y que supiera que no pensaba corer r su breve mensaje. {Qué foto tendria? No podia la con nitidez. Y para eso tenia que leerlo. {c comi otra empanada. Lo iba a abrir y le iba a run visto. Lo abri. | mensaje era solo eso. ra tu pelo corto. vanté una ceja sin entender mucho. ampoco habia tanto que entender. Simén, un afio, tarde, intentaba acercarse a mi, Ahi al alcance de ano, en linea, esperaba. esperara sentado. bri la foto. Algo de un partido de faitbol. olvia mirar su mensaje. urtite un poco, Simén, sonrei. Porque a mi me encanta mi pelo corto. a veces me den ganas de hacerme un rodete io suelto. Pero me encantan mi pelo corto y mi desnuda. ‘estaba en eso. Simén. La nuca. Su mensaje. Estaba cuando entré un mensaje de Leén. Ni lo pensé, lo abri. emos algo hoy?, mé preguntaba después de stros pufios cruzados. Sati pb Wasp. Senta el corazén palpitandome en la boca. En los labios. Casi como si pudiera esc. pitlo. El coraz6n, Noa Simén, Aunque se lo me- recia bastante. Y ahi me di cuenta de quie muy canchera, yo. Muy canchera con que no me im- portaba y no me gustaba pero no podia leer su ‘mensaje como el de cualquier otro. Volvi a entrar en wasap y girécl teléfono para tratar de leer lo més po- sible del mensaje sin que figurara como leido. Un arte, Haba un mensaje solo. Y no hubo mucho que leer, Me gusta tu pelo corto. Abri los ojos desconcertada. Eso? Volvia leerlo sin abrirlo. Me gusta tu pelo corto. Ajé. De las cosas que le cambian la vidaa cualquie- ta, Un afio para llegar a esa conclusion, En 2040 por ahi me contactaba para decirme lo patético, cobarde, foro, tan forro que habia estado con su desaparicién después del beso. Frunci la boca. Me acordé de las empanadas. Las sa- Nilo pensé, lo hice. qué del microondas y me senté en la barra, empanada Me animé. en mano, celular en la otra, a mirar una y otra ver el 42 No ME CAMBIE La RoPA ni nada. Solo busqué un perfume de Aitana, me puse un poquito de cada Jado del cuello, detras de las orejas. Le6n escribié que me buscaba tipo cuatro, que le pasara mi direccién, Se la pasé. Y no zo: zobré. Ahi estaba sentada en la barra desayunadora sin entrar en panico tamborileando mis dedos sobre la madera ristica. No entraba en panico pero tampoco estaba en calma, asi que pensé en el violin, Hacia un par de semanas que no tocaba, me quedaba como una hora hasta que pasara Leén, subi a mi cuarto y meen- cerréa tocar, aunque estaba sola. Una de las dinicas formas en el mundo de aquietar- me; violin y yo. Amo. Y a la vez.no me imagino siendo miisica. Es algo intimo lo mio con el violin. Aitana me decia la otra vez. que por qué no estudio en el conserva- torio. Mama se puede morir si lego a decirle que voy a estudiar misica. Pap miisico, musica yo, es demasia- do para esa mujer. Pero ni eso me estinmula. A veces la gente piensa que porque uno haga algo mas o menos bien deberia dedicarse a eso, y no es a eso a lo que me bh o dedicar. Tampoco sé a qué. A veces pienso que rer el dia que vuelva a ver a papa ya no toque mas olin, que seguir tocando es mi forma de convocar- folinista de Hamelin, yo. Sin ninguna referencia y su skate. Y me salié sin pensarlo, cosa que me sorprendiendo bastante. {Noy con mi bicicleta? —le pregunté. inti6 con la cabeza y desapareci del balcén. iui al bafio. Me miré en el espejo. Pupilas dilatadas. Y ese momento fue incémodo. Ese segundo de vol- ra estar solos y mirarnos. Le di un beso para salu- 0, No me dijo ni “hola”, ni “cémo estas”, ni “qué [’. Nada de lo socialmente establecido. — (Qué se hace en esta ciudad? —me pregunté. le rei. Como si yo supiera. Ni idea —le dije. Y se lo dije asi sin medir, sin i habia imaginado que yo podia ser una buena iia, estaba bastante confundido. A ver, pibe, estas ciéndole de hacer algo a una invisible. Lo que me lev a pensar que la compafera de Sim6n con la que 45 hablaba ese dia a la salida del colegio mucho no le ! debia haber mostrado. Todo eso puedo pensar en un segundo. —Inventemos algo —me dijo. Me volvia reir, Estaba nerviosa, pero también por. que es gracioso, Inventemos algo. Y si. Y élensu skate y yo en mi bici dibujamos la ciudad, 46 Bs onic. Puede que me gusten todos. Si. Me es- toy mordiendo el labio mientras escribo. Len arriba de su skate de un lado de la calle; yo en- }. frente, un poco mas atras. Bl y el atardecer de- tras, Naranja el mundo y las ruedas de su ska- te contra el pavimento. En un momento gird cabeza para mirarme, esos ojos determinados, 40 si supiera exactamente lo que quiere. Esa cara say los labios. Qué hacia yo mirandole los la- 10 si fueran comestibles? Lo son. Puede que para mi. Bueno, los labios son un capitulo aparte. ndi a cada una de las chicas del colegio porque no podia negar nada, Tiene toda la onda. Si. Est Si, Uno de los mas lindos del colegio. También, hora trato de recordar su cara, los detalles, pero es esa mirada, ¢s0s ojos, los labios, la determinacién cejas. Soy una ceja-fan; porque las de Sim6n tam- 1 me gustan bastante. al lo que mas me gusté fuc el principio. as salimos por la calle de casa, me pregunté: {Vos estabas tocando el violin? Asenti. 41 Hizo un gesto con la cabeza que no entendi, bajg e me acercara. Acercarme a gente que veo todos los su pic al pavimento, se empujé y subié a su tabla, que me puede Ilegar a intimidar porque tienen una penduls, de quién soy y sé qué tipo de pensamientos ma- —Yo toco la guitarra, y canto —me conté—, cuan- an. Acercarme a esos pibes no me intimid6 nada, do vayamos a casa te muestro algo. que no podian tener la menor idea de quién soy, y Cuando vayamosacasa. a ser mas alla del circulo estipulado para Ra- Como si eso realmente fuera a suceder. Como si no la. Me dieron un beso, o les di yo. Deben tener un pudiera pasar nada que lo arruinara, como si él ya qui- Jeafios mas que nosotros. Leén me pregunté si no siera, Pienso mucho, si, pero me sorprendi6. Como si olestaba que intentara hacer el circuito. Negué no tuviera miedo de acercarse, de lo que yo pensara, cabeza. Lo vi alejarse con los otros dos y segun- de lo que pudiera pasar, como si fuera obvio que nos 4s tarde deslizarse por una baranda de la escalera vamos a volver a ver. q mirada aténita. Me quedé muda. Pero él no parecia esperar una j€ la bici contra el piso, se le habia roto el pie y respuesta o no dependia de eso. ‘casa a nadie parecia importarle,a mi hasta el verano Pensar en estar en su casa, mariposas. jor tampoco. Cuestién que la tendria que llevar a Fuimos hasta el parque sin hablar, nos ibamos ar. La dejé apoyada en el piso y me senté contra haciendo sefias por dénde doblar. El sol en la cara, in cantero, con las piernas cruzadas, a mirar lo que el viento en la piel, se sentia bien. Verlo a él se sentia los tres. Habia otros pibes con bicis, mas chicos, bien, Saberme con él se sentia mejor. No nos detuvi- lejos, un grupo jugando al héckey sobre patines, mos en el parque. Lo vi cruzar la avenida entre los au- me parccié lo mas interesante. Me dieron ganas tos, esperé para cruzar con la bici y vi cémo se acercaba cercarme a ver pero me quedé anclada al suelo, a los skaters queen el playon de la universidad arman erta de ganas y muerta de miedo. Diciéndome qué tuna especie de circuito callejero con unas escalinatas ido seria ver de cerca todo esoy a la vez, para qué que no se usan y un par de rampas. Siempre estan ahi, ira verlo, qué voy a decir si me preguntan algo Los habia visto mil veces y a la vez no los habia visto pra picnso quien iba a parar el partido para pregun- nunca. No iban a mi colegio, no conocia a nadie que algo a mi), y me quedé sentada tratando de ver a los conociera, y dudo que él los conociera de antes, pero no tardé mas de cuatro segundos, cinco tal ven en refrse con un par mientras me hacia una sefia para 48

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